Franz Mehring, Sobre Nietzsche

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    Sobre Nietzsche

    Franz Mehring

    I. A C E R C A D E L A F I L O S O F A Y L A P O E S A D E L C A P I T A L I S M O *

    (1891)

    [...] Nietz sche n o es, tal y com o nos lo quiere pres entar el seor Lin da n

    en Nord und Sd, el filsofo social de la aristocracia, sino el filsofo social

    del capitalismo. Uno de los aspectos ms significativos de la historia alemana

    es que las clases obreras han sabido mantener su relacin con la poca clsica

    de la enseanza alemana, pero no as las clases burguesas. Si esta enseanza al

    canz con Hegel su mxima expresin, sus elementos revolucionarios alcanzan

    su mximo desarrollo en Lasalle y de forma ms relevante en las obras de En-

    gels y Marx, mientras que los elementos conservadores de la misma fi losofa

    quizs no hayan podido lograr y de hecho no han conseguido un desarrol lo

    igual. E n el a o 1848 se pro du jo el peca do original qu e abri los ojos a las cla

    ses dominantes sobre el defecto de la religin de estado prusiana en la que se

    haba convertido, a causa de la mala interpretacin de la fi 'ase todo lo real, es

    racional, y todo lo racional, real, la filosofa de Hegel en los aos treinta y

    cuarenta de ese siglo. Se desech como anticuada, sin preocuparse de que sus

    efectos retroactivos revolucionarios podran golpear as an ms sensiblemen

    te. La burguesa se ech en los brazos de Schopenhauer, que como filsofo de

    la pequea burguesa que viva de las rentas, haba sostenido una guerra de in

    sultos contra Hegel que dur treinta aos. En el ambiente mojigato y de la

    mentaciones que se haba apoderado de las clases burguesas despus de 1848,

    stas encontraron por fin el entendimiento aorado de su fi losofa mojigata y

    de lamentaciones, aunque a su manera a veces divert ida. Nietzsche se form

    con Schopenhauer, fiel alumno, tanto en lo que se refiere a los insultos a He

    gel, como tambin en la conciencia de clase burguesa, con la diferencia de que

    Zur Philosophie und Poesie des Kapitalismus,Kapitalund Presse,B erln, 189 1, pp. 119-127 [N. de

    losT.].

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    l en consonancia con los avances de los tiempos ya no alababa a la pequea

    burguesa y a sus rentas, sino al gran capital explotador.**

    Es cierto que en su tratado M s all del bien y del mal, Nietzsche realiza un

    cierto acercamien to hacia Heg el. En l no hab la slo de la rabia poco inteligen

    te de Schopenhauer contra Hegel, que haba llegado a eliminar a la ltima

    generacin de alemanes de la cultura alemana, sino que tanto el ttulo como el

    con tenid o d e este tratad o suena n b astante a las palabras de Hegel: Uno cree que

    dice algo muy grande, cuando dice: El hombre es bueno por naturaleza, pero ol

    vida que dice algo mucho ms grande con las palabras: El hombre es malo por

    naturaleza. Y Nietzsche trata pormenorizadamente hasta la saciedad -sin citar a

    Hegel- el pensamiento de Hegel de que especialmente las pasiones negativas co

    m o la codicia y el despotism o se convierten en palancas del desarrollo histrico.

    l lo presenta como si hubiese logrado con ello un descubrimiento nico en es

    te tremendo y casi nuevo reino de conocimientos peligrossimos, y es difcil

    mantener la seriedad filosfica necesaria cuando agrega a la exposicin solemne

    de una frase

    que

    desde Hegel se ha convertido en u n t p ic o - el apstrofo: U na

    vez que uno ha llegado con su barco hasta aqu pues bien , ahora apretemos los

    dientes , abramos bien los ojos , sujetemos con m an o firme el tim n -p as am os

    directamente por encima de la moral; quizs aplastemos o destruyamos el resto

    de nuestra propia moralidad, atrevindonos a dirigir nuestro camino hacia all-

    depende de nosotrosU.Es posible que no sea mucho si nosotros hacemos tales

    cabriolas filosficas sobre asuntos y cosas que nosotros no podemos o no que

    remos entender.

    Porque ese mal en el que Hegel vio el impulso del desarrollo histrico tie

    ne,

    segn su mtodo dialctico con su lado conservador y revolucionario, toda

    va un segundo sentido. Con ello tambin quiere decir que cada avance nuevo

    surge como un sacrilegio contra algo sagrado, como rebelin contra el estado

    viejo y mo rib un do , pero que a base de costumb re se ha con vertido en algo sagra

    do. Como Nietzsche no pudo o no quiso llegar hasta el final del pensamiento de

    Hegel, dice de la Revolucin Francesa -de la que Hegel siempre hablaba con

    m uc ho entusiasmo qu e fue u na farsa hor rible y -v ist a desde cerca innecesa

    ria,

    e increpa a los pensadores revolucionarios que han fecundado el mtodo

    dialctico de Hegel, sacndolo de la regin nebulosa de la idea absoluta y pa

    sndolo al rea de los estados econmicos, co m o un tipo de espritus mu y estre

    chos, presos y encadenados, que quieren aproximadamente lo contrario de lo

    qu e existe en n uestras inte nci one s e instintos presumiblemente -, que se 11a-

    ** Sobre la relacin interna entre la filosofa de Hegel y del movimiento obrero actual comparar con

    Friedrich Engeis:LudwigFeuerbachund der Amgam der kuzssischen deutschenPh ilosophie,Stuttgart, 1888; so

    bre Schopenhauer los tratados de Karl Kautsky en elNeueZeit cuaderno de febrero y marzo de 1888. Un es

    critor de la burguesa, que como tal fue un admirador de Schopenhauer y un benefactor de Nietzsche, pero

    cuya primera y decisiva formacin vena de antes de 1848, Karl Hiidbrand, escribi en sus Zeitm, Volkem

    und Menschen,

    p. 354, en un tratado temprano de Nietzsche y a pesar de todas las alabanzas, que el seor

    Nietzsche se pasa de largo y comete una grave injusticia en contta del pensamiento alemn, en especial con

    tra el filsofo ms representativo de ese pensamiento, Hegel. Aparentemente tiene las mejores intenciones,

    pero para levantarse exitosamente contra el dominio de la autoridad, uno mismo no debe estar tan absoluta

    men te debajo de la autoridad infalible del m aestro, tal como le sucede a l con Schopenhauer. No queter re

    conocer que Hegel ha colocado al pensamiento bsico de la enseanza alemana en un sistema razn por la

    que a veces ha com etido disp arate s- puede significar todo ello dos cosas; que se ignora el desarrollo espiitual

    de Alemania desde H erder a Feuerbach o que se ve la aportacin alemana a la civilizacin europea como algo

    insignificante .

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    man equivocadamente 'espritus libres', esclavos elocuentes y escritores del gusto

    democrtico, esclavos de risa superficial, sobre todo con su mana de ver en las

    formas de la vieja sociedad actual ap roxim adam ente la causa de toda la m iseria y

    todo el fracaso humano: poniendo as la verdad al revs. Forma parte de la mis

    ma secuencia de volteretas tragicmicas de las que se compone la filosofa de

    Nietzsche cuando ataca al cristianismo, no por el abuso de las formas eclesisti

    cas y despticas co n fines de codicia -p a ra l ms bien se es el fin nico y v erda

    dero de la religin, sino por su moral de animal gregario con la que la cris

    t iandad ha puesto el amor al prjimo c om o la mxima virtud hum ana .

    El m tod o dialctico de H egel destruy to dos los conceptos fijos, su carcter

    conservador consista en que reconoca determinados niveles cognitivos y socia

    les segn su tiempo y sus circunstancias, pero su carcter revolucionario com

    prenda el desarrollo histrico como un proceso continuo del nacer y morir, en

    el cual a pesar de todas las aparentes casualidades y retrocesos temporales, se

    efecta un desarrollo progresivo de lo inferior hacia lo superior. Por ello, ni co

    noca un a m oral definitiva y perfecta ni tam po co un estado definitivo y perfecto.

    La moral era para el mtodo dialctico nicamente el resultado del espritu his

    trico, y los conceptos del bien y mal no eran absolutos para l. Pero Hegel s

    conoca un absoluto, el espritu absoluto de su sistema, la direccin secreta e

    invisible de su proceso histrico mundial del nacer y morir. Con ello l mismo

    obstruy las consecuencias de su modo de pensar. Marx y Engels tomaron esas

    consecuencias cuando mandaron a paseo al espri tu absoluto y descubrieron

    que las cosas reales no son la imagen de nuestros conceptos, sino que ms bien

    nuestros co ncep tos son la imagen de las cosas reales, dicho de otro m od o, q ue las

    personas primero tienen que comer, beber y vivir, antes de poder pensar y escri

    bir poemas. Con ello desaparecen tanto las verdades absolutas de la filosofa,

    de la poltica, etc., como tambin las prescripciones de la moral vlidas para to

    dos los pueblos y tiempos. Ya no existe una teora moral absoluta, sino nica

    m ente sistemas morales relativos que se forman de ma nera m uy diferente, segn

    las condiciones de vida econmicas de los distintos pueblos y de las distintas cla

    ses.Una diferencia que en las violentas luchas de clase actuales se manifiesta cla

    ramente cada da con las ms extraas pruebas de moral de clase.

    Partiendo de la relatividad de la moral, que ya exista en su germen en Hegel,

    Nietzsche no deduce como Engels y Marx la dependencia histrica de la moral,

    sino la negacin incondicional de cualquier moral. l llega a esa conclusin por

    el concepto unilateral del mal, que segn Hegel es el impulsor del desarrollo

    histrico. Para l, la envidia, el odio, la codicia y el despotismo son slo afectos

    creadores de vida, el principio y la esencia e n el presu pue sto general de la histo

    ria, y si esos afectos se denominan mal, entonces eso se debe nicamente a la

    enemistad de la plebe contra todo lo privilegiado y soberano, com o tam bin es

    una presuncin arrogante del animal gregario hombre denominar las cualida

    des que le son cmodas, la piedad, la capacidad de sacrificio, la entrega, etc. co

    mo bien. Nietzsche tambin conoce una lucha de clases, una moral de seor

    y una moral de esclavos segn sus conceptos, pero no la conoce como un pro

    ceso dialctico de la historia del mundo, en el cual se efecta el desarrollo de lo

    inferior hacia lo superior, sino como una ley natural firme e inamovible. En esta

    lucha, los dominadores y los opresores, los espritus libres, tienen siempre el

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    poderY po r lo tanto tamb in el derecho, mientras que los domin ados y subyuga

    dos, los animales gregarios, siempre estn cond enad os a la impo tencia y por lo

    tan to a la injusticia. La nica y verdadera mo ral para N ietzsche es la doctrina de

    las relaciones de do m inio , de las que surge la vida histrica: haber intro duc ido

    en esta moral los conceptos del bien y del mal es nicamente una travesura

    picara, con la que el animal gregario intenta vengarse de los espritus libres y

    con la qu e p or sup ues to vase po r ejem plo la cristiandad se ha n realizado h o

    rribles fechoras en la historia. Pero los tiempos de la locura pasan, y los filso

    fos del futuro surgen, los espritus libres, los muy libres, los finos y los

    distinguidos. Ellos estn ms all del bien y del mal.

    Comprensiblemente , e l contenido del pensamiento de es ta e legante y so

    lemne filosofa es muy escaso, y para convertirlo en algo as como un concepto

    del mundo, necesita de una cantidad enorme de adornos ideolgicos. Despus

    de limpiar esos adornos ideolgicos permanecen ms o menos las siguientes fra

    ses principales q ue h e extrado del trata do

    Ms all del

    bien

    y del

    mal:

    Donde el pueblo come y bebe, incluso adora, suele apestar. No se debe en

    trar e n las iglesias si se quier e respirar aire puro (p. 42 ).

    No sirve de nada: Uno debe pedir sin piedad explicaciones a los sentimien

    tos de entrega, de sacrificio po r el prjim o, a toda la mo ral de la autoenajenacin

    y llevarlos ante un tribunal. (.. .) Hay mucha magia y azcar en aquellos senti

    mientos de 'para otros' y de no para m', como para que no fuera necesario ser

    doblemente desconfiado en estos casos y preguntar: 'No sern quizs seduccio

    nes?'

    As qu e tenga m os cuidado ... (p. 45 ).

    El filsofo, tal y co m o lo cono cem os n oso tros , el espriru libre, (...) utiliza

    r la religin para su obra creadora y educativa, tal y como tambin utilizar el

    estado poltico y econmico actual. Para los hierres, los independientes, los pre

    parados y predestinados para dar rdenes, en los que se hace realidad la razn y

    el arte de una raza dominante, la religin es un medio ms para superar resisten

    cias, para poder dominar, como u n vnculo que une conjuntamente a dom inan

    tes y dominados y que delata y entrega a los primeros la conciencia de los lti

    mos,

    lo ms profu ndo y oculto q ue siempre quiere escapar de la obediencia. (.. .)

    Para finalizar, y para mostrar la terrible deuda de estas religiones y sacar a la luz

    del da la enorme amenaza que representan, se paga siempre caro y esto tiene

    efectos terribles: las religiones no son instrumentos creadores y educativos en

    manos de los filsofos, sino que se manejan ellas mismas soberanamente, ellas

    mism as quieren ser el fin en s y no u n m edio en tre otros m edio s... (p. 77 y ss.).

    La extraa limitacin del desarrollo hu m an o (...) se basa en qu e lo que m e

    jor se transmite por herencia es el instinto gregario de la obediencia a costa del

    arte de mandar. Si uno medita sobre este instinto hasta sus ltimas consecuen

    cias,

    nos damos cuenta que finalmente faltan los dominadores y los indepen

    dientes, o ellos sufren en su interior remordimientos y tienen que mentirse a s

    mismos para poder ordenar: o sea que hacen como si ellos tambin slo obede

    cieran. Este estado existe hoy en da realmente en Europa: yo lo denomino la hi

    pocresa moral de los dominantes. Ellos no saben protegerse de sus remordi

    mientos de otra manera que no sea presentndose como ejecutores de rdenes

    ms antiguas o superiores (de los antepasados, de la constitucin , del derech o, d e

    las leyes o hasta de Dios) o hasta toman prestados preceptos gregarios de la for-

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    ma de pensar gregaria, por ejemplo como 'primer servidor de su pueblo' o como

    'herramientas del bien general ' . Por otro lado, el hombre gregario en Europa

    quiere presentarse como si fuera el nico tipo de humano permitido y glorifica

    sus cualidades por las cuales es manso, soportable y til para el rebao; con vir

    tudes humanas en s, o sea, sentido comn, afectividad, respeto, consideracin,

    diligencia, mo deracin, hu mildad , ind ulgencia.. .

    (p .

    119 y ss.).

    La m oral en Eu ropa es hoy en d a una mo ral de animales gregarios. (...) S,

    con la ayuda de una religin, que ha obedecido y adulado las ansias gregarias de

    los humanos, se ha llegado a que hasta en las instituciones polticas y sociales en

    contremos cada vez ms la expresin de esta moral: el movimiento democrtico

    toma el relevo al movimiento cristiano. Pero para los impacientes, los enfermos

    y dependientes de ese instinto, la velocidad de todo ello es todava demasiado

    lenta y somn olienta, lo que dem uestra el berrido cada vez ms violento, el rechi

    nar de dientes sin disimulo de los perros anarquistas que recorren ahora los calle

    jones de la cultura europea: aparentemente contrarios a los demcratas e idelo

    gos revolucionarios pacficos y trabajadores, y an ms de los filosofastros torpes

    y soadores de la hermandad que se llaman socialistas y que quieren la 'sociedad

    libre', pero en realidad son lo mismo con su enemistad instintiva y pura contra

    toda forma de sociedad diferente que no sea el rebao autnomo (hasta llegar al

    rechazo inclu so de los conce ptos seor y criado), ni dieu ni maitrees una fr

    mula socialista... (p. 125 y ss.).

    La corru pci n, segn en la forma de vida que se mu estra, es algo m uy d is

    t in to .

    Si, por ejemplo, una aristocracia como la de Francia al inicio de la revolu

    cin se deshace de sus privilegios con un asco sublime, y se sacrifica a s misma

    en un libertinaje del sentimiento moral, eso es corrupcin. Lo esencial de una

    aristocracia buena y sana es que puede aceptar, con la conciencia tranquila, el sa

    crificio de un sinfn de personas que se tienen que rebajar y reducir a humanos

    incompletos, a esclavos, a herramientas... (p. 226).

    Aqu se tiene que profundizar en el pensamiento y resistir a todas las debi

    lidades sensibles: La vida en s es esencial. Aprop iacin , violacin , avasallamiento

    de lo ajeno y de lo ms dbil, opresin, dureza, imposicin de formas propias,

    anexin y, como mnimo, lo ms suave, explotacin; pero, por qu se t ienen

    que utilizar siempre esas palabras a las que ya desde siempre se les ha dado un

    significativo difamatorio? (...) No obstante, en ningn aspecto a la conciencia

    general de los europeos le repugna ms tal instruccin que en este: ahora en to

    das partes se suea, incluso disfrazado de cientfico, con estados futuros de la so

    ciedad que debern perder el 'carcter explotador': eso suena en mis odos co

    mo si se promet iera inventar una vida que se abstuviera de toda funcin

    orgnica... (p. 22 7 y ss.)

    Corriendo el riesgo de molestar a odos inocentes, el egosmo forma parte

    de la esencia del alma noble, me refiero a esa creencia inamovible de que un ser,

    como 'nosotros somos', deber tener por naturaleza subditos que se tienen que

    sacrificar por l. El alma noble acepta ese hecho de egosmo sin cuestionarlo, in

    cluso sin tener la sensacin de dureza, coaccin y arbitrariedad, lo tomar ms

    bien como algo que estar justificado en la ley primitiva de las cosas. Si buscara

    el alma nob le u n no m bre para ello, dira: 'es la justicia en s'.

    En frases tan lapidarias escribe Nietzsche la filosofa del capitalismo. Visto

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    solamente como producto espiritual, su concepto de la historia es una barbarie

    brutal y vulgar, que, por su lenguaje aparentemente ingenioso, parece todava

    ms repugnante

    y

    lleno de vaguedades y de contradicciones slo hace falta ver

    cmo Nietzsche ataca los conceptos del bien y del mal con la conciencia

    limpia y sin remordimientos e incluso las modestas pretensiones que pue

    dan originar, ni siquiera son originales. Carlos Marx, en su

    Capital,

    ha sacado a

    la luz del da a un gran n m ero de personajes extraos, qu e en Inglaterra han es

    crito hace ya medio siglo sobre la filosofa del capitalismo de la misma manera

    como ahora lo hace Nietzsche en su tratado

    Ms all del bien y del

    mal.Si N ietz

    sche piensa que la religin cristiana es -si em pre que n o se utilice com o u n m edio

    con fines de dominio mundano, sino que sea soberana algo horrible, lo es

    porque quiere mantener en vida a los malogrados, enfermos, degenerados, a los

    frgiles que sobran y a los que sufren por necesidad, pues bien, el cura Town-

    send ha dicho lo mismo vase

    Capital

    I, 634 pero con palabras diferentes,

    cuando acusaba a las leyes inglesas para pobres de destruir la armona y la belle

    za, la simetra y el orden de este sistema, que han construido Dios y la naturale

    za.

    Qu e n o se venga ahora co n la objecin de que N ietzsche siem pre estuvo ale

    jado del quehacer capita l is ta y que a su manera luchaba s inceramente por la

    verdad, que , por decirlo as, quer a subir a la cim a del espritu m s espiritual, qu e

    slo se senta a gusto en las alturas de la alta m on ta a y que to da c om un ida d con

    personas para l era vtilgar. To do eso dem uestra nica m ente hasta do nd e el ca

    pitalismo ya ha carcomido nuestra vida espiritual. Y el concepto materialista de

    la historia de Engels y Marx logran otro triunfo ms, cuando una filosofa que

    slo quiere respirar en las desenfrenadas alturas etreas y que no quiere obedecer

    a las cond iciones de la vida real, regresa otra vez a la materia, justa m ente do nd e

    sta es m s sucia y rep ugn ante .Yjusto p or esoM s all del bien y delmal que ni

    filosficamente ni cientfi cam ente vale la tin ta con la qu e ha sido escrito, tiene

    en lo sociopoltico una gran importancia sistemtica. Esta lucha contra la moral

    es realmente la justificacin de una nueva moral. El hilo conductor que recorre

    todas las contrad icciones de Nietzsche, es el inte nto de descubrir la moral de cla

    se del capitalismo en el nivel de su desarrollo actual y de romper los nexos toda

    va existentes con las morales de clase de sus desarrollos anteriores, la honorabili

    da d pe qu e o bu rgue sa y la respetabilidad d e la burg uesa. [...]

    II . N I E T Z S C H E C O N T R A E L S O C I A L I S M O * * *

    (20 DE ENERO DE 1897)

    Los historiadores ideolgicos que adjudican a la filosofa una existencia pro

    pia e independiente o casi independiente de la estructura econmica de la socie

    dad respectiva, se refutan con cualquier cosa, de modo tan fcil y rpido como lo

    ilustra el siguiente ejemplo con los tres filsofos de moda para la burguesa ale

    mana de la segunda mitad de este siglo; esto es, con Schopenhauer, Hartmann y

    Nietzsche, tres sabios universales entronizados sobre todo pueblo y tiempo, si se

    * Nietzsche gegen dem Sozialismus,Die NeueZeit Ao 15, 1896/97, Tomo I, pp 545-549 [N de

    losT.].

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    cree a sus adm iradores, filsofos que a partir de su genio creador h an soluciona

    do el misterio universal, y que han echado races en los diferentes perodos del

    desarrollo econ mico que su clase ha recorrido desde hace ya cincuenta aos.

    Respecto a Schopenhauer, Kautsky realiz hace nueve aos en el Neue Zeit

    las correspondientes consideraciones. Desde entonces ha aparecido algo nuevo

    sobre Schopenhauer: sus admiradores se han esforzado mucho en limpiarle de

    cualquier mancha, y en cierto modo lo han logrado. En cierto sentido, aunque

    difcilmente en un sentido grato para ellos. As demuestra Grisebach en su bio

    grafa de Schopenhauer, en nuestra opinin de una manera muy convincente,

    que Schopenhauer, en sus desavenencias con su madre y hermana, frente a con

    jeturas anteriores, ha sido el menos culpable en relacin a su madre. Pero lo que

    gana en esto Schopenhauer como hombre lo pierde como filsofo. Suponiendo

    hasta ahora que a la familia burguesa le vendra que ni pintado el captulo de

    Sch ope nhau er sobre las mujeres, captulo ste con u n papel funda men tal a la ho

    ra de hacer famoso su nombre entre los burgueses, slo se necesita ahora colocar

    dicho captulo junto a la biografa de Grisebach para poder reconocer a primera

    vista que aquella mujer de todos los pueblos y pocas que Schopenhauer quiere

    retratar es la copia fotogrfica barata de la seora consejera de la Corte Adele

    Schopenhauer, y que todo lo que Schopenhauer quiere modificar en la posicin

    jurdica de la mujer est matizado con la viveza de un asesor de barrio en virtud

    de las quejas de carcter econmico que ste crea tener contra su madre y her

    mana. Ciertamente tiene que haber sido tpica la seora consejera de la Corte

    Adele Schopenhauer para determinados crculos restringidos del mundo femeni

    no alemn, como la viuda rica de las comadreras ilustradas y cortesanas del t

    esttico que se extienden en este cambio de siglo en residencias y palacetes ale

    manes, y de ah se explica que la caracterizacin de la mujer hecha por Schopen

    hauer haya en tusiasma do a la burguesa aleman a. Pero qu extraa jactancia qu e

    rer escribir, a raz de estas experiencias lamentables vividas en un atrasado rincn

    de la tierra, una filosofa sobre la mujer de todos los pueblos y pocas.

    Hartmann representa otra fase en el desarrollo histrico de la burguesa ale

    mana: el inconsciente, es decir, la renuncia total de la conciencia de la clase

    burguesa con la cual el filisteo alemn tiene que pagar la proteccin misericor

    diosa de las bayonetas prusianas. Schopenhauer conserv siempre su orgullo co

    m o filsofo; pretend a ser tan h um ilde co mo un filisteo revolucionario m arxista,

    y considera ba a la literatura y a la filosofa clsicas com o un perro m uerto .

    Sin duda tambin era peor en ello que Schopenhauer, muerto en 1860; te

    na que comer del socialismo, y con ello muere toda filosofa burguesa. Los ensa

    yos que Hartmann, entonces y ahora, ha publicado en el Gegentvartsohre la so-

    cialdemocracia se cuentan entre los firmes logros que permiten la justa

    reclamacin del guila roja de cuarta o incluso de tercera clase. Por lo dems, no

    tienen ningn otro fin.

    Por ltimo, Nietzsche es tambin el filsofo del gran capital, fortalecido has

    ta el punto de poder prescindir de la ayuda de las bayonetas prusianas. Cuando

    hace seis aos ftindamentamos esta opinin, los discpulos del profeta no saban

    exactamente si deban ignorar a los granujas socialistas, tal y como el Zukunfi

    expres con sus encantadoras maneras, esto es, con una vulgaridad inaudita, o

    bien si deban denu nciarlos po r su exorbitante difamacin. Y de hecho , ya que el

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    gran capital ha de cum plir a su m anera u na tarea revolucionaria en la historia un i

    versal, se encuentran en Nietzsche diversas expresiones que en cierto modo sue

    nan revolucionarias. Tambin sus invectivas contra el proletariado consciente de

    su clase, por furibundas que hieran, se explican quiz de una manera tolerable,

    pues odiaba la miseria htunana de modo demasiado exagerado como para poder

    creer en una autoliberacin de los pobres y afligidos. Faltaba una confrontacin

    filosfica de Nietz sche con el socialismo. E so era para un filsofo de fines del siglo

    XIX un error grave, pues un filsofo que n o sabe analizar el m ovim iento ms p o

    deroso de su tiempo es todo menos filsofo. Pero esta laguna deja abierta la posi

    bilidad de disimular la filosofa grancapitalista de Nietzsche y de disfrazar el he

    cho de que combata la lucha de clases proletaria a partir del mismo crculo de

    pensam iento co m o el prim er y mejor agiotista o el prim er y mejor reptil.

    Esta laguna en las obras de Nietzsche se llena ahora con un captulo sobre el

    socia l ismo, que ha de aparecer prximamente en un volumen de sus escri tos

    postumos. Provisionalmente se imprimieron en el

    Zukunft,

    que auna de man era

    significativa el entusiasmo por Nietzsche con el entusiasmo por Vterchen, por

    Bismarck y por el seor Tausch en un entusiasmo cuatridimensional. Si los ana

    temas de Nietzsche contra el socialismo no aparecieran en un lugar tan acredita

    do , se hubiera intentado considerarlos una stira del nietzscheanismo, una stira

    resumida en pocas frases, mordazmente veraz pero maliciosa. Nietzsche fiie co

    mo Schopenhauer, y al contrario del Hartmann comprometido con ridas fr

    mu las religiosas prusianas, u n tipo ingenioso: su destino es un ejemplo especial

    mente extrao de en qu abismo de insulsez, irreflexin e ignorancia el convite

    del socialismo puede arrojar a las sesudas cabezas del capitalismo.

    La ignorancia de Nietzsche tiene su origen ya en que hace de la justicia el

    principio de los socialistas. Es evidente qu e no ha tenid o n un ca en la m an o un

    escrito del socialismo cientfico. Su conocimiento del socialismo lo toma de es

    critos reaccionarios poltica y socialmente, tales como los panfletos de Leo y

    Treitschke de hace veinte o incluso cuarenta aos. Incluso la primera frase de

    Nietzsche con tra el socialismo es un plagio de Leo. Nietzsche escribe: Com o es

    pectador uno se engaa en lo referente a las aflicciones y privaciones de las capas

    ms bajas del pueblo, porque involuntariamente mide con la medida de la pro

    pia sensibilidad como si estuviera uno mismo, con su cerebro altamente sensible

    y sufridor, en la situacin del otro. Realmente aumentan las aflicciones y priva

    ciones con el desarrollo de la cultura del individuo, las capas ms bajas son las

    ms apticas: mejorar su situacin significa hacerlos ms sufridores. Esto es lite

    ralmente la teora de Leo de la piel de callos, teora que afirma que se hace so

    portable para los pobres lo que es insoportable para los ricos. Ms o menos har

    ya treinta aos que Albert Lange puso en evidencia esta teora en un certero ca

    ptu lo de su certeraA rbeiterfrage,y desde entonces los enten dido s burgueses, q ue

    todava se tienen en alguna consideracin, se avergenzan de prosperar con ella:

    incluso un economista tan estrecho de miras como Roscher se moviliz contra

    dicha teora. Pero ya que todos los agiotistas y todos los reptiles se aferran a la

    idea de que los Rothschild, Stumm y Krupp se vuelven diariamente ms sufrido

    res como redentores de la humanidad, Nietzsche no deja de dispensar su bendi

    cin a este culto a M am n .

    Mucho ms que a Leo, saquea Nietzsche a Trei tschke. La opinin de

    5 4

  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

    9/18

    Treitschke de qu e existira pu ra alegra en la tierra si el proletariad o n icam ente se

    pudiera decidir a entonar un canto laudatorio a la pobreza bienaventurada, la

    reproduce Nietzsche as: No slo a travs de la transformacin de las institucio

    nes se mu ltiplica la dicha sobre la tierra, sino haciendo mo rir el tem peram ento os

    curo,

    dbil, caviloso, malhumorado. La situacin externa hace poco a favor o en

    contra. En tanto que los socialistas poseen en su mayora ese tipo daino de tem

    peramento, reducen a toda costa la dicha sobre la tierra, incluso aunque se logra

    ra establecer un nuevo orden. Del mismo modo, de las frases de Treischke sobre

    la divisin aristocrtica de la sociedad, so bre el credo de la socialdemocracia com o

    el credo de una ramera, o sobre la carencia de cualquier pensamiento nuevo y

    fructfero en la socialdemocracia, N ietzsche se hace eco com o sigue: Slo d en tro

    del uso comn, de la tradicin establecida y de la limitacin hay comodidad en el

    m u nd o ; los socialistas estn asociados a todas las fuerzas que destruyen el uso co

    mn, la tradicin, la l imitacin: nuevas capacidades consti tuyentes no se han

    apreciado todava en ellos. C om o se ve, Nietzsche es siempre algo ms inspid o y

    prolijo qu e Treitschke, pero ste es el destino de tod os los epgono s.

    En todo esto tampoco es Nietzsche un mero plagiario. Su tarea es dar una

    coloracin capitalista ms refinada o tambin ms grosera a los disparates capita

    l istas tradicionales. As, Nietzsche escribe: No tomando en consideracin el

    bienestar del individuo sino los fines de la humanidad, urge preguntarse si en

    aquella vida normal que propugna el socialismo se pueden producir los mismos

    grandes resultados de la humanidad que se produjeron en la situacin anormal

    del pasado. Probablemente el gran hombre y la gran obra se cran en la libertad

    del desierto. Otras metas que grandes hombres y grandes obras no tiene la hu

    manidad: Este es el tono dominante de esas frases que ya Treitschke enton

    Treitschke combate tambin el socialismo con el argumento de que los fines de

    la humanidad deberan estar por encima del bienestar del individuo, pero con

    servando ante todo la justicia: el capitalismo de hace veinte aos no era tan veraz

    como lo es hoy. Treitschke dijo an mucho ms; que el capitalismo creaba una

    situacin ordenada, frente al socialismo que creaba una desordenada, y l

    crea adems en otros fines de la humanidad diferentes a los propuestos ya por

    grandes hombres como Rothschild, Krupp y Stumm, criados en la libertad del

    desierto y por sus grandes obras. Admita incluso que la humanidad ya haba

    visto das mejores que los tiempos en los que crecan esos grandes hombres y esas

    grandes obras en la libertad del desierto capitalista.

    O cuando Nietzsche dice: Ya que se t iene que hacer mucho trabajo rudo

    y duro, se t ienen que conseguir tambin hombres que se hagan cargo de ese

    trabajo en tanto no lo puedan ahorrar las mquinas, la frase est sacada inclu

    so l i teralmente de Treitschke. Pero Treitschke vea en ello por as decirlo un

    destino trgico del gnero humano, mientras que Nietzsche t iene la siguiente

    salida: Se podra quiz pensar en la introduccin masiva de poblaciones br

    baras procedentes de Asia y frica, de manera que el mundo no civilizado se

    pusiera al servicio del mundo civilizado. En los aos setenta el capitalismo no

    conoca todava, o no de la misma manera como en los ochenta o noventa, el

    ardiente anhelo por la importacin de bienes chinos. Nietzsche da a este fa

    moso pensamiento naturalmente la bendicin fi losfica slo para liberar del

    trabajo a unos trabajadores europeos que sufren en extremo, ingenuidad de

    55

  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

    10/18

    su fiel can tor po r la cual se mo rir n de risa los grandes hom bres en sus gran

    des obras.

    U otro ejemplo, el ms impactante de todos Treitschke empieza su panfle

    to con la explicacin de que el socialismo pasa por alto la patente desigualdad

    de los hombres, metedura de pata tambin de Nietzsche. Treitschke explica ms

    adelante que dicha patente desigualdad siempre ha existido, pero que crece con

    el aumento de la cultura; dice: ciertamente es menos diferente el hombre incul

    to respecto al culto de lo qu e nos diferenciamos noso tros, seres culturales, p uesto

    que aqul ha desarrollado menos fierzas en su ser, lo que histricamente es co

    rrecto, a pesar de ser errnea la extraccin de consecuencias que Treitschke hace

    de que la desigualdad creciente de los seres hu m ano s hara im posible el prete ndi

    do igualitarismo del movimiento socialista. En seguida le surge al capitalismo,

    pau latina m ente , la sospecha fatal d e que el socialismo n o pasa por alto la pa tente

    desigualdad del ser humano, lo que sera extraordinariamente insensato por su

    parte; ste le agradece los argum ento s ms consistentes; en t an to q ue es de o rigen

    natur al, se diferencian en l el hom bre de la mujer, el ni o del anciano , etc., sin

    aceptar n ing un a rplica; y le agradece, por otra p arte, los argu m entos ms fuertes

    en tanto que tiene origen social y se ha configurado como un factor de freno de

    todo progreso humano. El profeta Nietzsche reproduce esa sospecha fatal con las

    palabras de que el socialismo extrae su fuerza motivadora de la resolucin de

    mirar por encima de las diferencias entre los hombres, de considerar su patente

    desigualdad como susceptible de cambio. Qu hace en ese aprieto.'' Dice lite

    ralmente: Con respecto a la imagen del ser humano que ofrecen los tiempos de

    puentes lejanos el socialismo tiene en todo caso razn: nosotros, hombres de

    nuestro tiempo somos en esencia iguales. Bonito, aunque completamente falso,

    pero entonces, qu desigualdad patente pasa por encima el socialismo? Nietzs

    che repite literalmente: La diferencia entre bueno y malo, inteligente y necio.

    El mism o profeta capitalista que ha escrito un libro para dem ostrar que la moral

    de seores del superhombre capitalista no conoce la diferencia entre el bien y el

    mal, que est ms all del bien y del mal, acaba su combate contra el socialis

    mo con el viejo hazmerrer de que la igualdad del ser humano se produce en la

    libertad del desierto capitalista, con la pequea limitacin de que los seres hu

    manos buenos e inteligentes se convierten en capitalistas y los seres humanos

    malos y necios en proletarios.

    Es un insulto para los agiotistas y los reptiles decir que combaten el socialis

    m o a partir de los mism os m bitos de pensamiento que N ietzsche.

    I I I . S O B R E N I E T Z S C H E * * * *

    ( 1 8 D E E N E R O D E 1 8 9 9 )

    [...] Duboc es al parecer el lltimo discpulo de Feuerbach que vive en Ale

    mania: un escritor ingenioso y agudo, pero en su larga actividad nunca se le ha

    hech o justicia, ya que n unc a h a adulado a la burguesa y, a pesar de su bu ena v o-

    *** ber Nietzsche,

    DieNeueZeit, Ao

    17, 1898/99, Tomo I, pp. 569-576 [N. de

    losT.].

    56

  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

    11/18

    luntad, se ha mantenido siempre alejado del proletariado. Bajo el ttuloJenseits

    vom Wirklichen re ne los cuatro mayores artculos, el prim ero de ellos se dirige,

    de forma leal y digna, pero no se puede decir que profunda, en contra del libro

    de Bebel sobre la mujer, mientras que el cuarto ajusta las cuentas al superhom

    bre de Nietzsche. Duboc realiza ese ajuste de cuentas desde el punto de vista de

    Feuerbach, desde la base antropolgica, contra la que se podran alegar muchas

    cosas, pero lo hace de manera excelente y -a pesar de lo conciso- resulta sufi

    ciente el esquema histrico que Duboc nos presenta sobre los tres filsofos de la

    burguesa alemana y sobre la relacin interna de sus as llamados sistemas.

    El pesimismo de Schopenhauer, tan poco razonable como era, y rechazado

    obstinadamente por la burguesa en tanto sta tena algo de coraje, se mantuvo

    como la teora reinante, incluso cuando en los aos cincuenta dicha burguesa

    fiie m altratada p or parte de la contrarrevolucin feudal-burocrtica. C om o ya no

    tena una voluntad poltica, acept gustosamente la imagen seductora de la glo

    rificacin y de la calma del espritu, que iba a hacerse realidad cuando se rom

    piera la esencia de la voluntad. Pero en la prctica todo eso tena su trampa. Pri

    mero, la burguesa segua teniendo una voluntad econmica a la que no quera

    renunciar bajo ningn concepto; tambin Schopenhauer, a pesar de su hipocre

    sa poltica, en ese aspecto era muy sensible y siempre que crea que sus rentas

    peligraban dejaba de mostrar la calma del espritu y glorificacin que profesa

    ba. Segundo, cuanto ms se fortaleca su voluntad econmica, la burguesa vol

    va a tener una voluntad poltica, aunque en un principio resultaba muy dcil,

    pero a causa de los sucesos de 186 6, en con tra de esa volu ntad , se vio lanzada al

    primer plano del escenario poltico.

    Inconscientemente expulsada del mbito de Schopenhauer y mirando per

    pleja a su alrededor, encontr en un oficial prusiano a un benefactor misericor

    dioso. Eduard von Hartmann les confeccion a su medida la Filosofa de lo in-

    consciente, el viva el pesimismo , escritos en los que todava se quejaba del

    carnaval alocado de la existencia, pero que aadan a modo de consuelo la idea

    de que el ser pesimista no impeda llevarse consigo las buenas cosas de este mun

    do si lo haca con la grandeza de la resignacin y con una noble tristeza, lo

    cual le satisfaca puesto que con ello estaba fomentando el desarrollo de la hu

    manidad hacia su meta. Eso ayudaba durante un tiempo, pero venan das cada

    vez ms prsperos para la burguesa: se envalentonaba cada vez ms y se volva

    ms suntuosa, sus mtodos de explotacin y de represin crecieron tanto como

    sus herram ientas de prod ucc in capitalista. Se desat u na lujuria descarada y tri

    tur toda moral pequeo-burguesa. A los alardes de riqueza del capitalismo le

    pareciero n ridiculas la grand eza d e la resignacin y la noble tristeza. Em pez a

    ron a buscar nuevas justificaciones a su existencia social, con ms urgencia cuan

    to m s em pezaba a pregun tar el proletariado ex plotado p or ella. Y ah les pareci

    Nietzsche el filsofo adecua do.

    Este apart impacientemente al amalgamador Hartmann de su camino y

    volvi a enlazar con Schop enhauer, p ero en la negacin d e la negacin. Sch ope n

    hauer haba denominado la voluntad como lo malo y ordinario sin excepcin,

    algo que se debera ocultar como los genitales, a pesar de que ambos sean la raz

    de nuestra vida. Pues bien, la voluntad deca a travs de Nietzsche: si soy mala

    y ordinaria, o sea, tal y como me denominis, que as sea, pero quiero serlo abier-

    5 7

  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

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    tamente y sin avergonzarme por ello. Schopenhauer haba dicho que la vida era

    un crimen, ya que exista una condena de muerte por su causa. Bien, dice la vo

    lun tad a travs de Nietzsche, por m que sea considerada un crime n, tal y como lo

    hacis los filisteos a la vida real, pero justamente porque es la vida real, no es un

    crimen. Negar la vida es para Nietzsche la mayor mentira sicolgica que -des

    contando la cristiandad existe en la vida.

    La vida es segn N ietzsche en lo esencial un a apro piaci n, violacin, avasa

    llamiento de lo ajeno y de lo ms dbil, opresin, dureza, anexin y, como mni

    m o ,

    por lo menos, explotacin. No son los hombres fiertes, el tipo de crimi

    nales a los que nicamente les faltan las tierras salvajes, y en cierto modo una

    forma de existencia y naturaleza ms peligrosa en la que todo, lo que es defensa y

    arma en el instinto del hombre fuerte, existe por derecho, no son ellos la chus

    ma sino noso tros, por qu e vosotros sois unos degenerados y decadentes a causa de

    vuestra mentira de la moral, que ha proliferado en el suelo mrbido de la so

    ciedad com o u na vegetacin con ceptual tropical. Este es el ncleo m uy sencillo

    de la ideologa del superhombre que Nietzsche no fundamenta pero que repite

    en innumerables variantes, o de la aristocracia de los canallas, como Duboc lo

    traduc e de forma clara y acertada.

    H abla r de u n sistema filosfico es totalm ente absurd o. Sin em barg o, es de

    gran inters investigar el cmo ha llegado Nietzsche personalmente a esas opi

    nione s. N ad a sera ms insensato que presentar algo estpido o m alo en un enfo

    que positivo; no obstante, su autor quizs se merezca por razones muy serias y a

    pesar de todo, cierto respeto y consideracin. Nada es tan justo como que, des

    pus de aclarar la cosa sin rem ilgos, se m an ten ga el respeto a la per son a. Por eso

    es una suerte que el lado subjetivo del caso Nietzsche, cuya descripcin clara, sin

    todo el bombo sentimental, un mrito de Duboc, haya sido tratado por otro es

    critor filosfico, por Tnnies, cuyo pequeo tratado sobre

    El culto a Nietzsche

    merece la lectura tanto como los artculos de Duboc. Tnnies, en su juventud,

    fue un discpulo de Nietzsche, contra cuyas enseanzas ahora previene a la ju

    ventud: sin resentimientos ni odio contra la persona de Nietzsche, pero profian-

    dizando con una comprensin segura en la obra de Nietzsche. Tnnies llega a lo-

    esencial de dich a ob ra cu and o e ncu entra en ella la relacin del arte y la ciencia en

    su naturaleza y en su efecto. Este problema sigue siendo el tema de los muy va

    riados filsofos de Nietzsche, que vacilan entre el arte y la ciencia, sin llegar a lo

    grar el desarrollo de sus capacidades en ambas cosas hasta el punto de que lle

    guen a unirse, y para que la ciencia se convierta en arte sin por ello perder su

    carcter de ciencia -que es lo que define los momentos culminantes de la filoso

    fa, a pesar de que Nietzsche no lo lograra. De hecho, los tres perodos en los

    que se divide la creacin espiritual de Nietzsche, se pueden definir del siguiente

    modo: en el primer perodo, Nietzsche se revela como el artista; en el segundo,

    como el hombre de las ciencias que intenta encontrar la claridad sobre s mismo

    y sobre el m un do , para luego presentarse -de spu s de fracasar en los dos prim e

    r o s - en un tercer perodo como el hombre desesperado de s mismo y del mun

    do ,

    o como dice Tnnies, como el Zarathustra desalentado, atacante, furioso,

    berreante y totalmente inconsciente.

    En el primer perodo, Nietzsche es el discpulo de Schopenhauer y de Ri

    chard Wagner. Una naturaleza de tendencia soadora y entusiasta, con mucha

    58

  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

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    pasin

    y

    m uc ho talento p ara la msica, con cada vez mayores capacidades para la

    versificacin y la composicin, pero sin llegar a convertirse en poeta o composi

    tor. Por su formacin y su profesin, un fillogo culto, Nietzsche plasm en su

    tratado sobre El nacimiento de la tragedia en el espritu de la msica los pensa

    mie ntos efervescentes de su juve ntud . A qu ya se trata de la oposicin de las con

    sideraciones trgicas y tericas del mundo. La msica es la madre de la tragedia

    griega, descubre el dolor m isterioso d e la volun tad, el dolor d e la vida, que es un

    lamento pero al mismo tiempo la liberacin por la luz, por la creacin y la poe

    sa. A esta obra de arte superior se le enfrenta el hombre terico, representado

    por Scrates, el erudito , el no-mstico , el lgico y optim ista, el enem igo del ins

    tin to y, po r lo ta nt o, de la creacin artstica. l saca a la luz del da la creencia en

    la profindizacin sobre la naturaleza y en la virtud curativa universal del conoci

    miento, o sea el espritu de la ciencia, bajo cuyo signo vive posteriormente la cul

    tura helnica, alejandrina y moderna. Pero la consideracin trgica del mundo

    no es superada de una forma definitiva: el mito y la tragedia vuelven a renacer

    del espritu de la msica; las esperanzas qu e se po nen en el conocim iento se con

    vierten en resignacin. En la msica aleman a se renueva la profundidad dionis-

    aca pu ra de la an tigua Grecia, y de los m ismo s orgenes surge la filosofa alem a

    na, cuya funcin en Kant y en Schopenhauer era eliminar la existencia satisfecha

    de la socrtica cientfica mostrando sus lmites. En la tercera y cuarta de sus Con-

    sideraciones

    intempestivas, Nietzsche celebra todava a un Schopenhauer como

    educador y a un Richard Wagner en Bayreuth, fascinado por el culto heroico

    que ve como meta para la humanidad llegar a ser superior como sus semejantes.

    T on nie s hace un excelente anlisis de estos tratados del joven N ietzsche, pe

    ro pasa por alto, a mi m od o de ver injustificadamen te, la prim era y la segunda d e

    las onsideraciones intempestivas, que para la comprensin sicolgica de Nietzs

    che son tanto o ms importantes. Ms an si se quiere comprender el aspecto

    trgico-reconciliador en la aparicin histrica de Nietzsche. Por m uy significati

    va que pueda ser para Nietzsche la forma en que convierte a Schopenhauer y a

    W agne r en los nicos maestros de la cultura verdadera, para lo que reconstruye

    la historia mundial de forma juguetona e ingeniosa de delante hacia atrs, es to

    dava ms significativo ver lo que le ha conducido hacia Schopenhauer y Wag

    ner. Sobre esto aclaran mucho las dos primeras onsideracionesintempestivas.La

    primera va dirigida contra

    David StrauJ?, confesor y

    escritor

    y contra la creencia

    antigua y moderna en la que Straul^ celebr a Bismarck y al ms rancio Man-

    chester como la conclusin de la gran lucha espiri tual que haba empezado l

    mismo con bastante xito con La vida de Jess. Contra ello se rebelaba el artista

    en Nietzsche, que haba afinado su gusto en la antigua Grecia. A l le asustaba el

    vaco h orrible q ue irrum pa en la vida espiritual alemana con la conversin de la

    burguesa en las ideas de Bismarck y que destrua hasta nuestra noble lengua.

    Mereca realmente la pena resolver junto con Strau? el misterio mstico de la his

    toria evanglica, para as celebrar con Strau? el misterio mstico de la dinasta de

    los Ho hen zollern Fue una suerte para Straufi que la burguesa, mientras tan to,

    descubriera que la religin debera mantenerse para el pueblo, y por lo tanto

    no quera saber nada de su atesmo, por lo que a su manera se convirti en el

    confesor. Pero al levantarse Nietzsche contra el evangelio de cervecera de

    Straufi, conserv sin duda las tradiciones ms gloriosas de la cultura alemana.

    5 9

  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

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    Ms instructiva si cabe es la segunda pieza de las onsideraciones intempesti-

    vas,

    que trata sobre las Ventajas e inconvenientes de la historia para la vida. Se

    co m pre nd e fcilmente c m o, para un espritu en el qu e las tendencias artsticas

    y cientficas se en con trab an en u n fuerte conflicto antag nico, la historia debera

    ser fascinante, ya que sta es al mismo tiempo arte y ciencia. Justamente esa ca

    pacidad de sacar creativamente lo esencial del montn de lo insignificante, dife

    rencia al historiador del cronista. En la juventud de Nietzsche predomin en la

    historiografa alemana aquella denominada objetividad, aquella crtica de tex

    tos metdica, que insista con la sobriedad inspida del cronista en la seguridad

    matemtica de recoger los detalles ms insignificantes, y con esta pretensin ridi

    cula persegua la tendencia ms viciosa, maligna y comercial a favor de los intere

    ses capitalistas en general y de los intereses prusianos en especial. Y otra vez fie el

    artista en Nietzsche, el que se rebel contra esta construccin aeja de la historia,

    mien tras que el ho m br e de la ciencia no era lo suficientemente fiierte c om o para

    echar a los usureros del templo en el que haban abierto su puesto de usura.

    Nietzsche huy enton ces hacia Schop enhau er, el despreciador de toda la historia,

    y hacia Richard Wagner, quien como nico artista de gran estilo sobresala o pa

    reca sobresalir por en cima de un a generacin epignica.

    En el filsofo, en el artista, en el santo, Nietzsche vea las formas perfectas

    del genio, pero el filsofo Scho penh auer y el artista W agner eran uno s santos de

    masiado extraos como para que sus creencias hubiesen encontrado en ellos la

    paz. Su ruptura con Wagner parece haber sido provocada o al menos influencia

    da por decepciones personales. Lo que le apart de Schopenhauer lo expresa en

    cierta ocasin con las palabras que el propio Schopenhauer, en su rabia poco

    inteligente contra Hegel, haba llegado a dirigir contra la ltima generacin de

    alemanes del conjunto de la cultura alemana, cultura que haba representado la

    altura y finura divina del sentido histrico; Schopenhauer mismo haba sido, se

    gn l, representante de la genialidad contraria a lo alemn. Estas frases concuer-

    dan en su sentido con la objecin que Karl Hillebrandt, segn tengo entendido

    el primer crtico con renombre que con firmeza y calor llam la atencin sobre

    las obras del joven Nietzsche, realiz inmediatamente contra l; siendo un admi

    rador de Schopenhauer , Hi l lebrandt cal i f ic los insul tos contra Hegel , que

    Nietzsche en aquel entonces repeta de su dolo, con las siguientes palabras: No

    querer reconocer que Hegel ha colocado el pensamiento bsico de la enseanza

    alemana en un sistema por lo tanto a veces ha cometido disparates puede sig

    nificar dos cosas: que se ignora el desarrollo espiritual de Alemania desde Herder

    a Feu erbach, o qu e se ve la aportacin alemana a la civilizacin eu ropea com o al

    go insignif icante. El desper tar de este conocimiento separ a Nietzsche de

    Schopenh auer, pero desgraciadamente nu nca fue una ru ptura com pleta; diez p

    ginas ms all de renunciar a esa rabia poco inteligente contra Hegel, Nietz

    sche repite -al estilo de Schopenhauer que la historia es la dominacin espe

    luznante de la sinrazn y de la casualidad.

    Los tratados del segundo perodo, en el que Nietzsche intent quitarse de

    encima al artista y convertirse en un pensador puro, tratados como Humano, de-

    masiado humano . El caminanetey su sombra, Aurorao Lagaya cienciason los me

    jores textos que Nietzsche ha escrito, a pesar de que no contengan muchos pen

    samientos or iginales . Esto lo demuestra Tnnies con su convincente

    6 0

  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

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    tranq uilidad , y tamb in indica satisfactoriamente el mo tivo por el cual Nietzsche

    fracas como pensador, diciendo: En el fondo de su personalidad permaneci

    siempre siendo un esteta. El intento de Nietzsche de contactar de cierto modo

    con las ciencias naturales estaba destinado desde un principio al fracaso; eso ya lo

    demu estra de forma convincente su apreciacin de Darw in, al que den om ina un

    espritu respetable pero mediocre; para conseguir descubrimientos cientficos

    del tipo de Darwin se necesitara, segn l, una cierta estrechez, esterilidad y un

    cuidado laborioso, mientras que el gran genio, el creador, tendra que ser posi

    blemente alguien sin conocimientos. El celo paciente e incansable del genio real

    era para Nietzsche algo imposible de alcanzar a causa de su temperamento arts

    tico y nervioso. El hablaba con desprecio sobre las cosas que le faltaban para ser

    un gran genio. Desgraciadamente en el rea de las ciencias histricas tampoco

    pudo superar esa barrera. Quiero citar aqu las frases, que, al leerlas hace aos en

    un t ratado de Nietzsche, me descubrieron su naturaleza real ; Tonnies no las

    menciona, por lo tanto es posible que sea una experiencia puramente subjetiva

    por mi parte. Las frases son:

    Igual que un lector no lee hoy en da la totalidad de las diferentes palabras

    (o slabas) de una hoja de veinte palabras escoge quizs unas cinco al azar y

    adivina el sentido que pueda corresponder a estas cinco palabras tampoco ve

    mos a un rbol con exactitud y en su totalidad en lo que se refiere a sus hojas, ra

    mas, color, forma; para nosotros es mucho ms fcil fantasear algo parecido a ese

    rbol. Incluso en medio de las vivencias ms extraas lo hacemos de la misma

    ma nera: no s inventam os la mayo r parte d e nuestra vivencia y de forma casi obli

    gada observamos cualquier hecho como 'inventores'. Todo ello quiere decir: Es

    tamos acostumbrados a mentir desde lo ms profundo de nuestro ser y desde

    siempre. O, para expresarlo de forma ms virtuosa e hipcrita, por as decirlo,

    ms agradable: uno es mucho ms artista de lo que cree. En conversaciones ani

    madas observo con frecuencia la cara de la persona con la que hablo segn el

    pensamiento que expresa o que creo haber causado en ella de forma tan ntida y

    sutil que ese nivel de claridad sobrepasa con creces mi capacidad visual: la sutile

    za del juego muscular y de la expresin de los ojos las tendr, por lo tanto, que

    haber inventado yo. Lo ms seguro es que la otra persona tenga una expresin

    totalmente diferente o quizs no tenga ninguna.

    N o se pued en describir los juicios histricos de N ietzsche de forma ms pre

    cisa de cm o lo hace l mism o aq u; en relacin a u n h echo histrico casual crea

    unas fantasas que a veces son ingeniosas y otras absurdas. No era ni un pensador

    abstracto n i u n artista creativo, pero tam po co se mezclaban en l el arte y la cien

    cia como para poder ser un buen historiador. El arte en el historiador slo puede

    crear cuando el trabajo cientfico le ha asegurado la base y ha conseguido el ma

    terial de construccin ms slido; una obra maestra de la historiografa artstica,

    como, por ejemplo, la Historia de laRevolucin Francesade C ariyle, se basa en las

    investigaciones ms exactas, y otra vez fue la envidia del pobre contra el rico la

    que prevaleci cuando Nietzsche dijo que vea en Cariyle a un iluso insulso.

    Pero de un perodo histrico, Nietzsche ni siquiera ha entendido ni por ca

    sualidad una pizca, y que para su desgracia fue el perodo histrico en el que le

    toc vivir. Tena veinte aos cuando Lasalle empez con la agitacin de los obre

    ros;y cuando a los cuarenta y cuatro aos se tuvo que retirar de la vida pblica,

    6 1

  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

    16/18

    no haba en tend ido del movim iento obrero mo dern o m s que los prejuicios ms

    comunes de los pequeos burgueses, tales como los de que el j inete de prueba

    pueda gritar en la barra de un bar de Posemuckel o ios que el seor Eugen Rich-

    ter expresa en el

    Freisinnigen

    Zeitung. Para entender la monstruosidad de este he

    cho en un hombre que reclamaba ser un filsofo, slo hace falta imaginarnos el

    seguir llamando filsofos a Kant, Fichte y Hegel, aun cuando stos no hubieran

    dicho nada ms de la gran Revolucin francesa de lo que deca el mariscal Kalb.

    Lo digo sin rabia ni pasin: para el mo vimiento obrero m od ern o es totalme nte in

    diferente si Nietzsche lo ha reconocido o no, y sera infantil sentir todava rencor

    hacia u n ho m br e afectado po r u n destino lamentable a causa de sus expresiones

    vulgares sobre los socialistas memos y torpes. Acepto voluntariamente que el

    odio que Nietzsche senta hacia los socialistas, hasta donde lo conozco a travs de

    la literatura, no tiene explicacin alguna. Pero, aplicando su juicio sobre la rabia

    poco inteligente de Schopenhauer contra Hegel a su rabia poco inteligente

    con tra el socialismo, n o existe duda alguna de que en este pu nt o, h asta la genia

    lidad, insensible y contraria a lo alemn, era pobre, y esto fue lo que le dio al

    pensador Nietzsche el golpe de muerte.

    Porque con ello desapareci el suelo firme debajo de su manera de filosofar.

    Igual que no se puede resolver una ecuacin matemtica sin conocer las cuatro

    operacion es ftindamentales, ta m po co se pu ed en solucionar prob lem as morales

    sin tener conocimientos sobre los estados econmicos y sociales. Cuanto con

    ms fervor se enfrascaba Nietzsche en estos problem as, ms pro fun dam ente iba a

    parar a un callejn sin salida.

    Su tercer cambio de piel se efectu en la poesa pica-retrica de As habl

    Zaratustra, al que siguieron rpidamente una serie de tratados en los aos com

    prendidos entre 1885 y 1888: Ms all delbieny del mal,la Genealogade la mo-

    ral. Elcaso

    Wagner

    Elcrepsculodelos dolosyLa voluntd de poder.Estos tratados

    ofrecen tal y como dice Tnnies^ la imagen horrenda de gestos desfigurados,

    con frecuencia la actitud del ebrio, exaltado, desesperado, del decadente, y qui

    zs sea una alabanza excesiva decir, como hace Tnnies, que es un tobellino de

    pen sam ientos, de exclamaciones y declamaciones, de accesos de ira y de afirma

    ciones cotradictorias con mucha sagacidad brillante y deslumbrante. No se

    cansa en la bsqu eda de un hilo condu ctor, si bien estas investigaciones son m s

    valiosas por lo posit ivo ya mencionado por Tnnies que por lo que dentro del

    tercer perod o de N ietzsche parezca tener sentido y razn, da do que en ese pero

    do ya se asom aban las sombras de la enajenacin que poco a poc o le sobrevena.

    En lo formal, Nietzsche vuelve a enlazar con Schopenhauer, del que nunca

    se pudo separar como pensador. Despus de la antigua experiencia niega ahora

    con ms fiara lo que no haba podido superar intelectualmente; en vez de negar

    la volu ntad de la vida, celebra la voluntad de dom inio ; la moral de la com pasin

    la convierte en una moral de la crueldad. Materialmente este cambio se explica

    en que Nietzsche no haba podido encontrar el camino hacia el socialismo, hacia

    las fuerzas vivas del desarrollo histrico. Fue siempre demasiado ingenioso como

    para alimentarse del aporte de las ideas modernas que serva el liberalismo sin

    fondo, as que, qu ms remedio le quedaba que no ftiera ver el crepsculo de

    un nuevo mundo en la exaltacin del sistema capitalista, que transmitir su anti

    gua tendencia artsrca hacia el culto de lo heroico de Schopenhauer y Wagner a

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  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

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    Krupp, Stumm y Rothschild? Sin tener ni idea de los mecanismos econmicos

    del proceso de produccin capitalista, se imagin reminiscencias artsticas y lite

    rarias en los superhombres, en los espritus libres, muy libres, en los buenos

    europeos, nombres de lujo, que acumul con una ceguera creciente, cuanto ms

    senta que lo que tena que hacer era embellecer a las figuras srdidas del decai

    miento.

    En lo subjetivo, un delirio desesperado del espritu, pero en lo objetivo -es

    ta mal llamada

    filosof

    es la glorificacin del gran capitalismo, y como tal ha

    encontrado un gran pblico.

    Slo el Nietzsche del tercer perodo ha logrado popularidad, y slo ese

    Nietzsche sobresale como genio bendecidor sobre el naturalismo moderno. Con

    ellono queremos decir que los pensadores y poetas de esta tendencia sean consi

    derados como chupatintas de los Krupp, Stumm y Rothschild. El asunto t iene

    una relacin mucho ms inofensiva. Para una buena estructura de una academia

    potica hace falta un filsofo: los clsicos tuvieron a Kant y Fichte, los romnti

    cos a Schelling, y el Nietzsche del tercer perodo es como la horma del zapato pa

    ra el naturalismo moderno. Sobre todo ofrece una mayor seguridad contra el pe

    l igro de que pudieran ser confundidos con el movimiento obrero. Aporta

    muchos tpicos preciosos, aunque frecuentemente confusos, para mejorar estti

    camente el aspecto de los pequeos conflictos del pasado, para celebrar las rela

    ciones triangulares, las rias con el buen Dios, hechos realizados por espritus

    libres, muy libres, o por la transmutacin de todos los valores, por nombrar

    algunas cosas que los cochero s en su lenguaje sencillo y sensual de la vida o rdin a

    ria solan nombrar de otra forma. Tomemos por ejemplo esa carta, que recorri

    hace poco los peridicos, en la que el esttico naturalista Schlenther solicitaba en

    tono sumiso y moribundo a alguna cortesana del palacio de Viena un puestecito

    en el teatro, y lo glorificaba como el gozo de las personalidades soberanas. Mi

    pluma es demasiado dbil como para describir con todo detalle la influencia lu

    minosa que el Nietzsche del tercer perodo ha tenido sobre el naturalismo mo

    derno; se refleja de forma extraordinariamente clsica en ese himno glorioso, con

    el que un lrico naturalista famoso haba asaltado -ebrio de Nietzsche- las cuer

    das de su arpa:

    Bamboleo, callejeo.

    Jaleo debailesde espaldas.

    Baile flameante baboseante

    Espantajo y espritupeludo

    Musiquilla de baile de espaldas.

    En su culto a Nietzsche, el naturalismo moderno se siente tan seguro como

    en un castillo inexpugnable. Piensa que el atacante intenta construir sus trinche

    ras en este pantano movedizo de proverbios. Pero para estar ms protegido con

    tra cualquier peligro, afirma que su Nietzsche, el Nietzsche del tercer perodo,

    no es objeto de la comprensin lgica, sino del disfrute esttico, y el nietz-

    scheano Harden ha superado todo, diciendo que los brutos socialistas no pueden

    degustar ese sabor. No hace falta tomar a mal esa grosera: los brutos al menos

    tienen huesos en el cuerpo y no son manojos de nervios convulsivos con instin-

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  • 7/24/2019 Franz Mehring, Sobre Nietzsche

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    tos perversos: El asunto mismo no est sacado de la nada, ya que querer com

    prender lgicamente al Nietzsche del tercer perodo, o mejor dicho a su siste

    ma,

    no es posible ni para un dios, y m uch o m enos para un hom bre. Lo ms se

    guro es que los socialistas modernos no le encuentre el mismo gustillo que los

    naturalistas modernos.

    Pero no se puede ir tan lejos como para decir que no se puede discutir sobre

    estas cuestiones de gusto. Quien quiere jugar a revolucionario, pero no quiere

    abandonar por nada en el mundo las ollas de carne del capitalismo, y dado el ca

    so tambin quiere limpiar las botas de Bismarck y besar el ltigo del padrecito,

    engullir siempre al Nietzsche del tercer perodo con gran disfrute. Pero para los

    que el mundo no es bamboleo y callejeo, ni tampoco espantajo y espritu pelu

    do , los qu e quieren a la cultura alem ana, los qu e piensan que la lucha em ancipa

    dora del proletariado es una gran cosa, los que estn seguros del desarrollo de la

    civil izacin humana con la seguridad que puede dar una conviccin cientf ica

    con fu nda me ntos claros, les provocar siempre u na sensacin de gran desgana le

    er al Nietzsche del tercer p erod o.

    Por lo tanto, s se puede discutir sobre estas cuestiones de gusto, o sea, me

    diante pruebas, sus motivos objetivos estn claros, y ese es naturalmente el pun

    to dbil en el culto maravilloso del naturalismo moderno de Nietzsche.

    Traduccin de Yolanda Garca

    Hernndez

    YAT M

    Ruiz Snchez

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