FRANCISCO JAVIER CLAVIJERO Y JOSÉ ANTONIO DE …web.uaemex.mx/iesu/PNovohispano/Encuentros/2013...

15
FRANCISCO JAVIER CLAVIJERO Y JOSÉ ANTONIO DE ALZATE, EDUCADORES Y DEFENSORES DEL AMERICANISMO EN NUEVA ESPAÑA FLORENCIO TORRES HERNÁNDEZ Secretaria de educación de Zacatecas ZACATECAS [email protected] En este trabajo trataremos de abordar la defensa y la educación del criollismo americano de Francisco Javier Clavijero y José Antonio de Alzate, y su postura ante los ataques de los escritores y naturalistas europeos, que publicaban sus escritos acerca de la naturaleza y características de los habitantes del Nuevo Mundo, específicamente de la américa española. Estos dos ilustrados novohispanos, fueron parte importante de la generación de intelectuales que se desarrolló en Nueva España, en la segunda mitad del siglo XVIII. Uno de los principales representantes de la Compañía de Jesús en la Nueva España fue el criollo Francisco Javier Clavijero (1731-1787). 1 Desde su ingreso como estudiante 1 Francisco Javier Clavijero Echegaray nació el 9 de septiembre de 1731 en el puerto de Veracruz. Sus padres fueron don Blas Clavijero, originario de Castilla la Vieja, y doña Isabel Echegaray, también procedente de la metrópoli. Según sus biógrafos Clavijero tuvo un carácter vivo, una inteligencia clarísima y una propensión a investigar, lo que le ayudaría a ser uno de los más destacados intelectuales de la segunda mitad del Siglo de las luces novohispano. Sus primeras letras las aprendió con sus padres. Posteriormente, en 1939, fue enviado a la ciudad de Puebla para iniciar su educación formal, estudiando la gramática en el Colegio de San Gerónimo y más tarde filosofía en el de San Ignacio. En estos lugares creció su afición por las obras de Quevedo, Cervantes, Feijoo, Sor Juana, Tosca y Tacquet, entre otros. El 28 de febrero de 1746 recibió su certificado de Bachiller en Artes de la Real y Pontificia Universidad de México. El 13 de febrero de 1748 ingresó al noviciado jesuita en Tepotzotlán, donde tuvo como compañero a Francisco Javier Alegre, con quien pronunció los votos de pobreza, castidad y obediencia el 22 de febrero de 1750. El 13 de octubre de 1754 fue ordenado sacerdote y enviado al Colegio de San Ildefonso en Puebla. Al poco tiempo pasó al Colegio de San Gregorio de la ciudad de México, donde conocería a uno de sus discípulos más destacados en la divulgación de la ciencia y la filosofía moderna, el bachiller José Antonio de Alzate y Ramírez. Francisco Javier Clavijero se desempeñó como catedrático en diversos colegios de la Compañía de Jesús, como los de

Transcript of FRANCISCO JAVIER CLAVIJERO Y JOSÉ ANTONIO DE …web.uaemex.mx/iesu/PNovohispano/Encuentros/2013...

FRANCISCO JAVIER CLAVIJERO Y JOSÉ ANTONIO DE ALZATE, EDUCADORES

Y DEFENSORES DEL AMERICANISMO EN NUEVA ESPAÑA

FLORENCIO TORRES HERNÁNDEZ

Secretaria de educación de Zacatecas

ZACATECAS

[email protected]

En este trabajo trataremos de abordar la defensa y la educación del criollismo americano de

Francisco Javier Clavijero y José Antonio de Alzate, y su postura ante los ataques de los

escritores y naturalistas europeos, que publicaban sus escritos acerca de la naturaleza y

características de los habitantes del Nuevo Mundo, específicamente de la américa española.

Estos dos ilustrados novohispanos, fueron parte importante de la generación de

intelectuales que se desarrolló en Nueva España, en la segunda mitad del siglo XVIII.

Uno de los principales representantes de la Compañía de Jesús en la Nueva España

fue el criollo Francisco Javier Clavijero (1731-1787).1 Desde su ingreso como estudiante

1 Francisco Javier Clavijero Echegaray nació el 9 de septiembre de 1731 en el puerto de Veracruz. Sus padres

fueron don Blas Clavijero, originario de Castilla la Vieja, y doña Isabel Echegaray, también procedente de la metrópoli. Según sus biógrafos Clavijero tuvo un carácter vivo, una inteligencia clarísima y una propensión a investigar, lo que le ayudaría a ser uno de los más destacados intelectuales de la segunda mitad del Siglo de las luces novohispano. Sus primeras letras las aprendió con sus padres. Posteriormente, en 1939, fue enviado a la ciudad de Puebla para iniciar su educación formal, estudiando la gramática en el Colegio de San Gerónimo y más tarde filosofía en el de San Ignacio. En estos lugares creció su afición por las obras de Quevedo, Cervantes, Feijoo, Sor Juana, Tosca y Tacquet, entre otros. El 28 de febrero de 1746 recibió su certificado de Bachiller en Artes de la Real y Pontificia Universidad de México. El 13 de febrero de 1748 ingresó al noviciado jesuita en Tepotzotlán, donde tuvo como compañero a Francisco Javier Alegre, con quien pronunció los votos de pobreza, castidad y obediencia el 22 de febrero de 1750. El 13 de octubre de 1754 fue ordenado sacerdote y enviado al Colegio de San Ildefonso en Puebla. Al poco tiempo pasó al Colegio de San Gregorio de la ciudad de México, donde conocería a uno de sus discípulos más destacados en la divulgación de la ciencia y la filosofía moderna, el bachiller José Antonio de Alzate y Ramírez. Francisco Javier Clavijero se desempeñó como catedrático en diversos colegios de la Compañía de Jesús, como los de

y, posteriormente, como profesor, Clavijero sobresalió en sus diferentes facetas dentro de

esta orden religiosa, ya fuera en los diferentes colegios jesuitas de la provincia novohispana

en que estuvo o en su etapa como prefecto del Colegio de San Ildefonso. Este personaje fue

uno de los jesuitas desterrados a Italia, lugar donde escribiría su obra Historia antigua de

México, publicada originalmente en italiano y que sería traducida a diferentes idiomas,

como el inglés, el alemán e, irónicamente, al español.

Su biógrafo principal fue uno de sus compañeros jesuitas, expulsado también a

Europa, de quien retomamos algunos aspectos que consideramos importantes para entender

la personalidad del padre Clavijero. Gracias a él, es posible saber quiénes influyeron en su

formación intelectual. En este sentido, Juan Luis Maneiro afirma que “con Feijoo y Tosca

como guías, había llegado a enamorarse de aquella filosofía que, madura ya en tiempo de

las olimpiadas, nosotros llamamos moderna: y la cultivó en verdad con furtiva predilección

–por decirlo así– en sus estudios privados”. 2

San Nicolás y de San Javier en la antigua Valladolid (1764) y, más tarde, en la ciudad de Guadalajara, capital de la entonces Nueva Galicia. Años más tarde, el 26 de junio de 1767, Virrey Carlos Francisco de Croix publicaría un bando decretando la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los territorios ultramarinos, con lo que Clavijero y sus compañeros jesuitas se trasladaron al puerto de Veracruz, de donde partieron al exilio el 25 de octubre en el navío Nuestra Señora del Rosario rumbo a la Habana. Tras 19 días de navegación, los exiliados alcanzaron a su destino primario, a donde Clavijero llegó sumamente enfermo. Luego de un periodo de reposo, Clavijero retomó su viaje hacia Europa, pasando por Cádiz, los ducados de Parma y Modena, hasta llegar a su destino final: Bolonia. Francisco Javier Clavijero Echegaray murió el 2 de abril de 1787 en la ciudad de Bolonia. Entre sus obras destacan la Historia de la Antigua o Baja California en cuatro tomos. Un sumario de obras de los misioneros jesuitas que vivieron en la península de Baja California, entre ellos los sacerdotes jesuitas, Miguel Venegas, Juan María Salvatierra, Eusebio Francisco Kino, Juan de Ugarte, Francisco María Piccolo, Fernando Consag y otros más; el Diálogo entre Filaletes y Paeófilo; Historia eclesiástica de México; De las colonias de los tlaxcaltecas; Breve descripción de la Provincia de México en el año 1767; un ensayo titulado Physica particularis; una disertación titulada Cursus philosophicus; una historia en que narra las apariciones de la Virgen de Guadalupe; un ensayo titulado Frutos en que comercia o puede comerciar la Nueva España; infinidad de cartas, ensayos y disertaciones sobre la cultura mexicana, sobre ciencias naturales, sobre filosofía y otros temas. Su obra más importante, en la que expresa el sentimiento y la nostalgia por su país, es la Historia antigua de México, escrita en italiano, publicada en Modena en 1780, y traducida al español en los años siguientes. MANEIRO, Juan Luis y FABRI, Manuel, Vidas de mexicanos ilustres del Siglo XVIII, pról., selec., tr., y notas Bernabé Navarro, 2ª.- ed., México, Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, 1989, p. 223; véase también RONAN E, Charles, Francisco Javier Clavigero, S.J. (1731-1787): Figura de la Ilustración mexicana; su vida y obras, Trad., Carlos Ignacio Aguilar Razo, ITESO, México, Universidad de Guadalajara, 1ª.- ed., 1993, p. 535; ROSALES BADA, Amanda, Francisco Javier Clavijero, Grandes Protagonistas de la Historia, Colección dirigida por José Manuel Villalpando, México, Planeta de Agostini, 2002, p. 157. 2 MANEIRO, Juan Luis y FABRI, Manuel, Vidas de mexicanos ilustres del siglo XVIII, México, Universidad

Nacional Autónoma de México, 1985, p. 153. Véase también a TANCK DE ESTRADA, Dorothy, La Ilustración y la educación en la Nueva España, México, Secretaría de Educación Pública/El Caballito, 1985, p. 26.

Estos dos autores representativos de la República de las Letras españolas son sólo

dos ejemplos del tipo de lecturas que realizaba el padre Clavijero, quien mostraba una

insaciable curiosidad por autores que se encontraban en las bibliotecas de los colegios de la

Compañía de Jesús y que, más tarde, le permitirían tomar una postura propia al

desempeñarse como profesor. Entre los autores que leyó destacan Regis, Duhamel,

Saguens, Purchot, Descartes, Gassend, Newton y Leibniz, además del novohispano

Sigüenza y Góngora, sobre quien afirma Maneiro que fue “el ejemplo a seguir en sus

investigaciones”. 3 Las lecturas que hizo Clavijero le permitieron ponderar sobre los

contenidos educativos que se impartían en esa época en los colegios pertenecientes a la

Compañía de Jesús. Es a partir de ellas que el intelectual novohispano consideró necesario

adecuar los contenidos científicos que se desarrollaban en Europa para aplicarlos en las

escuelas de su patria.

La enseñanza tradicional contra la enseñanza moderna

Desde la llegada de las primeras órdenes religiosas al Nuevo Mundo, la enseñanza

que se impartió fue la escolástica. Ésta se basaba en la revelación y además presuponía una

verdad universal. Lo que pretendía este tipo de educación era llegar a esa supuesta verdad,

por medio de la retórica aristotélica y de silogismos. Entre sus principales representantes se

encuentran santo Tomás de Aquino, San Agustín y Juan Duns Escoto, quienes se dedicaron

a interpretar la Biblia para hacerla coincidir con el mundo terrenal.

Por otra parte, la enseñanza moderna surgió con el método científico, que rompió el

principio de autoridad del escolasticismo porque desde el inicio basó su existencia en la

observación, la experimentación y la comprobación de los fenómenos naturales. Entre los

principales representantes del método científico destacan Galileo, Newton y Descartes. Con

este último apareció el racionalismo, que sería el pilar de la Ilustración, cimentada sobre el

uso de la razón y el progreso.

3 Ibídem, p. 124

La Nueva España se encontraba entre las dos tradiciones cuando el padre Clavijero

estudiaba en la Compañía de Jesús y, a partir de este choque de paradigmas, consideró que

era necesario modernizar la educación, alejándose en cierta medida del escolasticismo.

Como lo expresa Dorothy Tanck en su artículo “Tensión en la torre de marfil: La

educación en la segunda mitad del siglo XVIII mexicano”, “a mediados del siglo XVIII, un

grupo de jesuitas emprendió un movimiento para reformar y modernizar los estudios.

Consistió principalmente en depurar los abusos del escolasticismo en la filosofía y teología,

y promover el método experimental en las ciencias”. 4

Entre quienes integraban este destacado grupo de jesuitas, encontramos a José

Rafael Campoy, Diego José de Abad, Francisco Javier Alegre, Andrés Cavo y Francisco

Javier Clavijero. El primero de ellos fue su maestro y era considerado el “Sócrates” de la

compañía, por sus conocimientos filosóficos. Sería él quien influiría de un modo

determinante para que Clavijero se adentrara en los estudios de filosofía moderna, que

habrían de llevarlo a plantear una reforma educativa en los colegios jesuitas.

Por esta época, el padre Clavijero fue nombrado prefecto del Colegio de San

Ildefonso por sus superiores y, a pesar de la oportunidad de introducir esta reforma, fue

prudente y consideró que no era el momento de implementarla, como lo menciona Juan

Luis Maneiro, su biógrafo: “más habiendo advertido que le sería arduo y peligroso, si

intentaba eliminar ciertas costumbres que por ese tiempo se habían arraigado en los

colegios de aquellas naciones, creyó más oportuno callar enteramente y no introducir

novedad alguna”. 5

Clavijero consideró que aún no era tiempo para introducir la filosofía moderna,

además de que no tuvo el apoyo de sus superiores. En lugar de eso, prefirió esperar un

momento más adecuado para llevar a cabo las reformas educativas. Esta vez lo intentaría

4 TANCK DE ESTRADA, Dorothy, “Tensión en la torre de marfil: La educación en la segunda mitad del siglo

XVIII mexicano”, en VÁZQUEZ, Josefina Zoraida, et al., Ensayos sobre historia de la educación en México, México, El Colegio de México/CEH, 1999, p. 41. Véase también MERINO, Ana I., Pensamiento político de México: Tomo I: La época de la Revolución de la Independencia (1808-1824), México, Nuestro Tiempo, 1986, p. 27. 5 MANEIRO, Juan Luis y FABRI, Manuel, op. cit., p. 125. Véase también TANCK DE ESTRADA, Dorothy, La

Ilustración... op. cit., p. 29; GONZÁLEZ, Luis, “Un Mexicano en Europa”, en MARTÍNEZ ROSALES, Alfonso, Francisco Javier Clavijero en la Ilustración mexicana 1731-1787, México, El Colegio de México, 1988.

junto con algunos de sus compañeros jesuitas, como Abad, Alegre y Campoy, pues durante

esta época Clavijero se mantuvo en contacto con el grupo mencionado, sin dejar de publicar

pequeños opúsculos y folletos en los que sostenía su postura sobre la nueva enseñanza que,

según él, se debía ofrecer en los colegios.

David Brading explica que “antes de la expulsión, un puñado de jóvenes sacerdotes

se había empeñado en la renovación de la enseñanza de la filosofía escolástica. Postulaban

la vuelta a los textos originales de Aristóteles en combinación con la discusión de los

programas científicos y filosóficos del siglo XVIII”. 6 Estas propuestas del padre Clavijero

y sus compañeros de estudios pronto serían tomadas en cuenta. Para el año de 1763, las

autoridades de la Compañía de Jesús en Roma dieron su consentimiento para que se

modernizaran los estudios y se aplicaran las reformas a los cursos que se ofrecían en los

colegios de la Nueva España.

En este sentido, Dorothy Tanck afirma que:

Se decidió aceptar las recomendaciones hechas por Clavijero, junto con

Alegre, Abad y Campoy, para poner al día la enseñanza de la física, para

depurar la retórica, y para establecer en todos los colegios cursos

adicionales, en forma de “academias” para el estudio de matemáticas,

lenguas modernas, griego, física, química, historia y geografía. 7

La aceptación de esta reforma educativa fue uno de los logros más importantes de

los sacerdotes jesuitas criollos, antes de que fuesen expulsados de los territorios americanos

por orden del Rey Carlos III en 1767.

Gracias a estas innovaciones, la enseñanza de la ciencia permitió enriquecer los

contenidos pedagógicos en los colegios de la Compañía de Jesús, no sólo en la capital, sino

en los otros colegios encabezados por este grupo de jesuitas renovadores de la enseñanza

colonial. Como lo plantea Dorothy Tanck, el cambio “se desarrolló simultáneamente en

6 BRADING, David, Los orígenes del nacionalismo mexicano, México, Era, 2000, p. 32.

7 TANCK DE ESTRADA, Dorothy, “Tensión...” op. cit., pp. 42-43. Véase TRABULSE, Elías, “Clavijero historiador

de la Ilustración mexicana”, en MARTÍNEZ ROSALES, Alfonso, Francisco Javier Clavijero en la Ilustración mexicana 1731-1787, México, El Colegio de México/CEH, 1988, p. 44.

varias partes: por Clavijero, en Valladolid y después en Guadalajara, Abad en Querétaro,

Alegre en Mérida y luego en México, y Campoy en Veracruz”. 8

Defensa de la identidad americana y concientización de los criollos

Desde el siglo XVII, gran parte de la elite intelectual estaba integrada por criollos

que, al ser excluidos de los puestos públicos del gobierno virreinal, se mostraban

inconformes. Dicho sentimiento fue en ascenso con el desarrollo de los intelectuales

pertenecientes al clero. Éstos desempeñaron un papel destacado en la formación de los

sacerdotes y estudiantes criollos durante la segunda mitad del siglo XVIII, quienes, a su

vez, asumirían más tarde el liderazgo en los diferentes aspectos de la sociedad novohispana.

La exclusión de los cargos administrativos por parte de los peninsulares provocó

entre los criollos un patriotismo que, como afirma David Brading, “expresaba los

sentimientos e intereses de una clase alta a la que se le negaba su derecho de nacimiento: el

gobierno de su país”. 9 Este patriotismo se vio fortalecido aún más en el exilio con los

jesuitas expulsados, quienes escribieron en Italia sus mejores obras. Tal fue el caso del

propio Clavijero, que al conocer las cosas publicadas por intelectuales como Buffon,

Robertson y De Paw decidió plasmar lo que sería la defensa más importante de su país, la

Historia antigua de México.

Con esta obra, Clavijero pretendía ilustrar a los europeos que escribían del Nuevo

Mundo sin haber puesto un pie en él. Así, vemos que en sus disertaciones se hace énfasis en

el propósito de haber escrito dicho texto:

[...] ilustrar la historia de México y para confirmar la verdad de muchas

cosas contenidas en ella. La primera tiene por objeto suplir la falta de

noticias sobre la primera población del Nuevo Mundo. La segunda

aunque parece fastidiosa, no deja de ser útil para conocer los fundamentos

8 Ibídem, p. 43.

9 BRADING, David, op. cit., p. 16.

de nuestra cronología y ayudar a los que emprendan escribir la historia de

los países de Anáhuac. Todas las otras podrán servir a disipar en los

lectores incautar los errores a que los habrán inducido los escritores

modernos, que desprovistos de conocimientos sólidos, se han puesto a

escribir sobre la tierra, los animales y los hombres de América. 10

Como se puede observar, Francisco Javier Clavijero hizo una defensa de su país

natal, su cultura, sus animales y plantas, pero sobre todo resaltó la habilidad intelectual de

los americanos.

En este sentido, el padre Clavijero representa el patriotismo criollo de los jesuitas

expulsados, que se manifestó en la publicación de obras en las que añoraban su patria, pues,

como lo plantea Luis González, “les brotó un amor desmesurado por la geografía de

México. Sintieron que su país era un paraíso, una fuente de eterna juventud, un cuerno de la

abundancia”. 11

Esta defensa de la identidad americana que hicieron los jesuitas expulsos,

especialmente el padre Clavijero, permitió en gran medida la concientización de los

criollos, que encabezarían después la lucha armada para la independencia de su país.

Alzate y los herederos de la educación jesuita en Nueva España

Como se ha mencionado en párrafos anteriores, la modernización de los contenidos

que se estudiaban en los colegios jesuitas permitió que surgieran, al menos, dos

generaciones de criollos con una nueva mentalidad. En la primera, sobresalió el grupo de

jesuitas expulsos encabezado por Clavijero. Este grupo sembró la semilla antes del

destierro, que daría sus frutos en la siguiente generación de estudiantes. Sobre esto,

Clavijero manifestó:

10

CLAVIJERO, Francisco Javier, Capítulos de historia y Disertaciones, México, UNAM, 1984, p. 63. Véase también CLAVIJERO, Francisco Javier, Historia antigua de México, México, Porrúa, 2003, p. 597. 11

GONZÁLEZ, Luis, “El periodo formativo”, en COSÍO VILLEGAS, Daniel, Historia mínima de México, México, El Colegio de México, 2004, p. 83.

[...] que él no enseñaría aquella filosofía que fatigaba la mente de los

jóvenes con ninguna o muy poca utilidad, sino que aquella que antaño

enseñaron los griegos y que los sabios modernos altamente elogiaban,

aquella que aprobaba la culta Europa y que se enseñaba allá en las

escuelas públicas, aquella que él juzgaba útil y muy adecuada a la

inteligencia de los adolescentes. 12

Entre los alumnos de la segunda generación de intelectuales criollos, educados sobre

todo en el Colegio de San Ildefonso, destacaron los siguientes: el científico y periodista

José Antonio de Alzate y Ramírez, el padre oratoriano Juan Benito Díaz de Gamarra, el

médico y matemático José Ignacio Bartolache, el abogado Joaquín Velázquez de León, el

astrónomo Antonio León y Gama y el físico José Mociño. 13

Estos pensadores conformaban una generación que iba de los 20 a los 40 años y

que, con la expulsión de la Compañía de Jesús, se quedaron con la altísima responsabilidad

de mantener los avances de la ciencia moderna y la divulgación de los adelantos científicos

que se generaban en Europa, además de continuar con el desarrollo intelectual de los demás

criollos. Dicho grupo intervino en algunos de los cambios que se dieron con la apertura de

nuevas instituciones, como el Real Colegio de Minería, el Real Jardín Botánico y las

expediciones de carácter científico, principalmente.

De estos intelectuales criollos, nos interesa el científico y polígrafo novohispano

José Antonio de Alzate y Ramírez, quien sobresalió por sus amplias aportaciones en

diferentes campos de la ciencia, desde la minería, la botánica, historia, astronomía y

educación, hasta la arquitectura, física, química y matemáticas, entre otras áreas. Además,

consideramos que fue uno de los personajes que mantuvo correspondencia con su maestro y

amigo el padre Clavijero, exiliado en Italia para entonces. Esta tesis se refuerza aún más

con la referencia que hizo del primero el padre Juan Luis Maneiro, principal biógrafo de

Francisco Javier Clavijero:

12

TANCK DE ESTRADA, Dorothy, La Ilustración... op. cit., p. 33. Véase también MANEIRO, Juan Luis y FABRI, Manuel, op. cit., p. 134. 13

GONZÁLEZ, Luis, “El periodo...” op. cit., p. 84. Véase también TANCK DE ESTRADA, Dorothy, “Tensión...” op. cit., p. 61; TANCK DE ESTRADA, Dorothy, “Clavijero: Defensor de los idioma indígenas frente al desprecio europeo”, en MARTÍNEZ ROSALES, Alfonso, Francisco Javier Clavijero en la Ilustración mexicana 1731-1787, México, El Colegio de México/CEH, 1988, p. 15.

[...] lo único que sintió Clavijero al marchar fue que dejaba en México a

muchos jóvenes de carácter esforzado y viva inteligencia, a quienes

comunicaba gustosamente sus propósitos y de los que en breve nacería

aquella nueva edad de las ciencias por la que él desde hacía largo tiempo

suspiraba. De estos jóvenes sobreviven hoy día algunos que son honra de

su patria; y entre los primeros sobresale José Alzate, de cuyas asiduas

vigilias en las letras sabemos de cuando en cuando, aunque estemos

separados por el inmenso mar. 14

Para estas fechas, Alzate ya había publicado sus primeros periódicos –el Diario

literario de México (1768) y Asuntos varios sobre ciencias y artes (1772-1773)–, había sido

nombrado socio correspondiente de la Academia de Ciencias de París (1771) y había

ingresado como socio de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País (1773). 15

Alzate fue uno de los principales herederos de la educación jesuítica. Al aplicar sus

conocimientos sobre la filosofía moderna, sería reconocido por instituciones e intelectuales

de Europa, al tiempo que, con la publicación de sus periódicos, daba a conocer los avances

de la ciencia que se generaban en otras latitudes. Alzate llegó a ser un polemista destacado

en la defensa de sus orígenes y sus convicciones. Desde la capital el virreinato novohispano

difundió acaloradas discusiones en defensa de la cultura de su país, sin perder el contacto

con su amigo y maestro en el exilio italiano, el padre Clavijero, pese a la prohibición real

emitida cuando fueron expulsados los miembros de la Compañía de Jesús.

La inquietud por difundir las innovaciones europeas remarca esta visión ilustrada de

Alzate por ser útil a la patria y a sus connacionales. Por esta razón, en todos y cada uno de

sus periódicos, nuestro autor aprovechaba cualquier oportunidad de publicar artículos que

14

MANEIRO, Juan Luis y FABRI, Manuel, op. cit., p. 133. Véase también TANCK DE ESTRADA, Dorothy, La Ilustración... op. cit., pp. 31-32. 15

ALZATE Y RAMÍREZ, José Antonio de, Memorias y ensayos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1985, p. 186. Véase también TORALES PACHECO, Josefina María Cristina, Ilustrados en la Nueva España: Los socios de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, México, Universidad Iberoamericana, 2001, p. 517. Véase también SALADINO GARCÍA, Alberto, Dos científicos de la Ilustración Hispanoamericana: J.A. Alzate y F.J. Caldas, 2ª. Ed., México, UNAM, Centro de Investigaciones sobre América y el Caribe, 2010, p. 316. Véase también SALADINO GARCÍA Alberto, La Filosofía de la Ilustración Latinoamericana, 1ª. Ed., México, Universidad Autónoma de Estado de México, 2009, p. 244.

ayudaran a desarrollar la tecnología y el conocimiento. Con ello, José Antonio de Alzate

buscaba sacar a la Nueva España del atraso en que se encontraba, en comparación con los

países europeos, principalmente Inglaterra, Francia y Alemania.

Alzate y la divulgación de la historia

En el prólogo de la Gaceta de Literatura, no vemos a un Alzate concentrado

únicamente en divulgar avances científicos y tecnológicos. También se nos muestra un

intelectual visionario sobre lo que podía ocurrir con la historia de sus antepasados y los

restos arqueológicos que en ese momento se descubrían al realizar excavaciones dentro de

la misma capital novohispana. Sobre la difusión de estos temas, vemos que

[...] las pocas antigüedades que permanecen de la Nación mexicana se

describirán; y si los costos de la impresión lo sufren, se publicarán en

estampas. Es cierto que apenas permanecen algunos documentos acerca

de la historia de los mexicanos, esta poquedad es preciso conservarla,

porque de lo contrario, en el corto espacio de un siglo apenas se hallará

documento; la destrucción es pronta, la pérdida de la memoria de los

hechos lo es aún más, a causa de que no se verifica que algunos se

dediquen a conservar por escrito documentos irrefregables de la Nación

Mexicana.

Los escritos del sabio Torquemada, del grande Zigüenza (sic), del

colectador Boturini, y del insigne Clavijero, son los únicos que en el siglo

pasado y presente, nos ministran hechos históricos para conocer lo que

eran los mexicanos [...] 16

El gran interés de José Antonio de Alzate por la historia era una de las principales

manifestaciones del criollismo novohispano, que en la segunda mitad del Siglo de las luces

empezaba a consolidarse sobre su propia ideología. Auspiciado por grandes hombres de

letras y de ciencia, como Alzate, el criollismo consideraba importante estudiar a los

primeros pobladores de México. Este movimiento estuvo presente en muchas de las

publicaciones de los novohispanos, desde Eguiara y Eguren hasta los jesuitas expulsos,

quienes desde el exilio, escribieron obras como la Historia Antigua de México, del padre

16

ALZATE Y RAMÍREZ, José Antonio de, Gacetas de literatura de México, Tomo II, México, 1831, pp. 18-19.

Clavijero, donde se exhalta el amor a la patria. El mismo Alzate compartió este

sentimiento, del que comentó “mi amor a la patria, amor que obligaría a sacrificar mi vida,

si fuese necesario, es el que me ha obligado, y obliga aun a continuar en mi primer

empeño”. 17

Alzate, como miembro activo la República de las Letras, buscaba la participación de

otros miembros. Su propósito era traer la modernidad, que en Nueva España era apenas

incipiente, porque la tradición aún tenía bastante fuerza. En la misma metrópoli, incluso, el

antiguo régimen era muy poderoso. El miedo generado en esas fechas por el movimiento

armado en Francia también había frenado los cambios intelectuales y había provocado que

el Estado tratara de suprimir cualquier idea sediciosa.

De cualquier modo, en el Nuevo Mundo y específicamente en la ciudad de México,

Alzate continuaba con sus Gacetas de Literatura, dando la batalla a aquellos que en sus

escritos atacaban a la cultura que se desarrollaba en esta parte del continente, al igual que

su maestro Clavijero lo hacía en Europa con sus publicaciones, que refutaban lo que

europeos como Buffon, Raynal, Robertson y De Paw afirmaban sobre el hombre

americano.

En el artículo que publicó Alzate para recordar su intención original sobre sus

periódicos y sobre las críticas y censuras que a veces se encontraba en ellos, se menciona:

Si alguna vez he tomado la pluma contra alguno, ha sido por vindicar la

nación y el gobierno, o por rebatir ciertos escritores intrusos, que sin

haber medido antes sus fuerzas, se han erigido en autores y han dado a luz

ciertas obras monstruosas, cuyo menor perjuicio era el hacer perder el

tiempo a los aplicados. Por el contrario, cuando han salido en vez de estos

mamotretos, papeles dignos de aprecio, ninguno los ha elogiado con más

gusto y complacencia que yo. Más basta de apología. 18

17

ALZATE Y RAMÍREZ, José Antonio de, Gacetas de literatura, op. cit., Tomo II, p. 541. 18

Ibídem, p. 544. Sobre este asunto de los escritores que publicaron obras en que atacaban al hombre y al clima americano, véanse autores como el mismo Francisco Javier Clavijero y su Storia Antica del Messico (Cesena, Italia, 1780) y GERBI, Antonello, La disputa del Nuevo Mundo, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 884.

José Antonio de Alzate, estaba preocupado por la defensa intelectual de su país, en

ese criollismo que se había desarrollado con más fuerza durante el Siglo de las luces, y que

para algunos historiadores sería el antecedente de la lucha de independencia en las colonias

americanas. Pero también hace un justo y meritorio reconocimiento a aquellos autores que

habían escrito obras que aportaban algún beneficio a la sociedad, por ejemplo el

descubrimiento de un tratamiento o una planta como la quina para combatir alguna

enfermedad, o la descripción de una nueva tecnología que se pudiese aplicar en la Nueva

España, en suma, que trajera el progreso y el bien común.

A manera de conclusión

José Antonio de Alzate fue uno de los principales discípulos que dejó Clavijero en el

Nuevo Mundo, según Maneiro. Charles E. Ronan menciona que la relación entre Alzate y

Clavijero pudo “haberse dado en 1750 cuando ambos eran estudiantes en el Colegio de San

Pedro y San Pablo: Clavijero como seminarista, haciendo estudios teológicos; y Alzate

como colegial estudiando Física”. 19

Por supuesto, la relación entre Alzate y Clavijero fue más allá de una amistad

cultivada desde su época estudiantil; compartían la preocupación por la patria, su desarrollo

intelectual y educativo, y ambos encabezaban la defensa de la mexicanidad, para lo cual

destacaban asuntos como la importancia de los indígenas o el clima de la Nueva España y

todos los beneficios que proporcionaba, es decir, retomando el ideario criollo, hacían una

defensa de la nación mexicana en contra de los ataques que recibía de los ilustrados

europeos.

19

RONAN E., Charles, Francico Javier Clavijero S. J. (1731-1787): Figura de la ilustración mexicana: su vida y obras, México, ITESO/Universidad de Guadalajara, 1993, p. 535.

BIBLIOGRAFÍA

ALZATE Y RAMÍREZ, José Antonio de, Gacetas de literatura, Tomo II, México, 1831

ALZATE Y RAMÍREZ, José Antonio de, Memorias y ensayos, México, Universidad

Nacional Autónoma de México, 1985, p. 186.

BRADING, David, Los orígenes del nacionalismo mexicano, México, Era, 2000, p. 32.

CLAVIJERO, Francisco Javier, Capítulos de historia y Disertaciones, México, UNAM,

1984, p. 63.

CLAVIJERO, Francisco Javier, Historia antigua de México, México, Porrúa, 2003, p. 597.

GERBI, Antonello, La disputa del Nuevo Mundo, México, Fondo de Cultura Económica,

1982, p. 884.

GONZÁLEZ, Luis, “Un Mexicano en Europa”, en MARTÍNEZ ROSALES, Alfonso,

Francisco Javier Clavijero en la Ilustración mexicana 1731-1787, México, El Colegio de

México, 1988.

GONZÁLEZ, Luis, “El periodo formativo”, en COSÍO VILLEGAS, Daniel, Historia

mínima de México, México, El Colegio de México, 2004, p. 83.

MANEIRO, Juan Luis y FABRI, Manuel, Vidas de mexicanos ilustres del Siglo XVIII,

pról., selec., tr., y notas Bernabé Navarro, 2ª.- ed., México, Universidad Nacional

Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, 1989, p. 223.

MERINO, Ana I., Pensamiento político de México: Tomo I: La época de la Revolución de

la Independencia (1808-1824), México, Nuestro Tiempo, 1986, p. 27.

RONAN E., Charles, Francico Javier Clavijero S. J. (1731-1787): Figura de la ilustración

mexicana: su vida y obras, 1ª., Trad., Carlos Ignacio Aguilar Razo, ITESO, México,

Universidad de Guadalajara, ed., 1993, p. 535.

ROSALES BADA, Amanda, Francisco Javier Clavijero, Grandes Protagonistas de la

Historia, Colección dirigida por José Manuel Villalpando, México, Planeta de Agostini,

2002, p. 157.

SALADINO GARCÍA, Alberto, Dos científicos de la Ilustración Hispanoamericana: J.A.

Alzate y F.J. Caldas, 2ª. Ed., México, UNAM, Centro de Investigaciones sobre América y

el Caribe, 2010, p. 316.

SALADINO GARCÍA Alberto, La Filosofía de la Ilustración Latinoamericana, 1ª. Ed.,

México, Universidad Autónoma de Estado de México, 2009, p. 244.

TANCK DE ESTRADA, Dorothy, La Ilustración y la educación en la Nueva España,

México, Secretaría de Educación Pública/El Caballito, 1985, p. 26.

TANCK DE ESTRADA, Dorothy, “Clavijero: Defensor de los idioma indígenas frente al

desprecio europeo”, en MARTÍNEZ ROSALES, Alfonso, Francisco Javier Clavijero en la

Ilustración mexicana 1731-1787, México, El Colegio de México/CEH, 1988, p. 15.

TANCK DE ESTRADA, Dorothy, “Tensión en la torre de marfil: La educación en la

segunda mitad del siglo XVIII mexicano”, en VÁZQUEZ, Josefina Zoraida, et al., Ensayos

sobre historia de la educación en México, México, El Colegio de México/CEH, 1999, p.

41.

TRABULSE, Elías, “Clavijero historiador de la Ilustración mexicana”, en MARTÍNEZ

ROSALES, Alfonso, Francisco Javier Clavijero en la Ilustración mexicana 1731-1787,

México, El Colegio de México/CEH, 1988, p. 44.

TORALES PACHECO, Josefina María Cristina, Ilustrados en la Nueva España: Los

socios de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, México, Universidad

Iberoamericana, 2001, p. 517.