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GELABERT AZZOPARDI Cesc Gelabert / Lydia Azzopardi Directores foto Ros Ribas Foot-ball Idea y dirección: Cesc Gelabert Coreografía: Cesc Gelabert con la colaboración de los bailarines Audiovisual: Jordi Morató, Cesc Gelabert Música original: Borja Ramos Vestuario: Lydia Azzopardi Iluminación: Conxita Pons, Cesc Gelabert Bailarines: Daniel Corrales, Samuel Delvaux , Lluc Fruitós, Cesc Gelabert, Virginia Gimeno, Laura Lliteres, Lorena Nogal, Alberto Pineda Audiovisual: Dirección: Jordi Morató Coordinación técnica audiovisual: Albert Coma Ayudantes de dirección: Elena Molina y Txema Torres Dirección de fotografía y cámara: Lara Vilanova Operador de cámara: Claudio Frola Ayudantes de cámara: Xènia Pintó e Ivan Romero Jefe de producción: Elena Molina Auxiliar de producción: Mayca Sanz Producción delegada de La Termita Films: Isa Campo e Isaki Lacuesta Producción del audiovisual: La Termita Films SL Grabación musical: Orquesta de Cambra del ESMUC Dirección musical: David Albet Músicos: Isabel Gualda (flauta), Daniel Miguel (saxo tenor), Abel Batllés (clarinete bajo), Oriol Guimerà (contrafagot), Carlos Leite (trompeta), Pau Romero (tuba), Alba Pujals (trombón II), Joel Carrascosa (trompa), Joan Pérez-Villegas (percusión I), Guillem Ruiz (percusión II), Virva Kuusi (percusión III), Victor Gómez (acordeón), Alexandra López (violín I), Yuliya Storonska (violín II), Patricia Torres (viola), Eñaut Zubizarreta (violoncelo), Alejandro Tamayo

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GELABERT AZZOPARDI Cesc Gelabert / Lydia Azzopardi

Directores

foto Ros Ribas

Foot-ball

Idea y dirección: Cesc Gelabert Coreografía: Cesc Gelabert con la colaboración de los bailarines

Audiovisual: Jordi Morató, Cesc Gelabert Música original: Borja Ramos Vestuario: Lydia Azzopardi

Iluminación: Conxita Pons, Cesc Gelabert

Bailarines: Daniel Corrales, Samuel Delvaux , Lluc Fruitós, Cesc Gelabert, Virginia Gimeno, Laura Lliteres, Lorena Nogal, Alberto Pineda

Audiovisual:

Dirección: Jordi Morató

Coordinación técnica audiovisual: Albert Coma Ayudantes de dirección: Elena Molina y Txema Torres

Dirección de fotografía y cámara: Lara Vilanova Operador de cámara: Claudio Frola

Ayudantes de cámara: Xènia Pintó e Ivan Romero Jefe de producción: Elena Molina

Auxiliar de producción: Mayca Sanz Producción delegada de La Termita Films: Isa Campo e Isaki Lacuesta

Producción del audiovisual: La Termita Films SL

Grabación musical: Orquesta de Cambra del ESMUC Dirección musical: David Albet

Músicos:

Isabel Gualda (flauta), Daniel Miguel (saxo tenor), Abel Batllés (clarinete bajo), Oriol Guimerà (contrafagot), Carlos Leite (trompeta), Pau Romero (tuba),

Alba Pujals (trombón II), Joel Carrascosa (trompa), Joan Pérez-Villegas (percusión I), Guillem Ruiz (percusión II), Virva Kuusi (percusión III), Victor Gómez (acordeón), Alexandra López (violín I), Yuliya Storonska (violín II), Patricia Torres (viola), Eñaut Zubizarreta (violoncelo), Alejandro Tamayo

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(contrabajo). Músicos adicionales: David Gorospe (batería), Arturo Blasco (guitarra eléctrica), Ruben Amatriain (guitarra eléctrica).

Electrónica: Borja Ramos

Ingeniero de sonido: Juan Antonio Ros

Producción musical: Borja Ramos

Grabado en el Teatre Nacional de Catalunya (Barcelona) y en El Cantón de la Soledad

(Vitoria-Gasteiz). Mezclas y masteritzación en El Cantón de la Soledad (Vitoria-Gasteiz).

Asistentes de Cesc Gelabert: Toni Jodar, Sarah Taylor

Dirección técnica: Conxita Pons Asistente de Lydia Azzopardi: Paulette San Martin

Producción y distribución: Maria Rosas Administración: Xavier Vigas

Agradecimientos: Jordi Camell, Emilio Pérez de Rozas, Samuel Delvaux, Roseland Musical, Isaki Lacuesta, Escola Patufet de Gràcia, American School of Barcelona

Producción:

Una producció de

amb el patrocini del

Estrenado en el Teatre Nacional de Catalunya el 23/1/2015 Compañía subvencionada por

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Presentación del director del espectáculo El fútbol y la danza deben resolver el problema que implica ser bípedos y poder acoplarse al movimiento continuo de la pelota, y la libertad que requiere el movimiento y la música. Messi es como si no fuera bípedo, siempre tiene el balón al lado del pie, sea cual sea el laberinto del juego y la velocidad de la pelota. Fred Astaire puede seguir y hacer el ritmo más inverosímil como si tuviera mil piernas. Tanto el futbolista como el bailarín tienen que poder trasladar el peso sobre un pie por tal de ser libres con el otro, o bien para chutar o para expresarse con la pierna como si fuera un brazo y ampliar las posibilidades expresivas. Cuando Iniesta recoge una pelota y la encara a la salida de la jugada parece tener un pie como una mano y visión de futuro. Cuando la bailarina Sylvie Guillem hace un développé parece que la pierna le habla. Estas personas tienen que hacer complejas operaciones psicofísicas para resolver, en instantes, situaciones físicas, mentales y emocionales difíciles y virtuosas. Cuando Xavi evoluciona y distribuye el balón parece tener diez ojos, como si viera con función estereofónica. Cuando Puyol se anticipa a un contrario para robarle la pelota, anticipa y procesa una compleja situación futura con una explosión física dificilísima. Merce Cunningham y sus bailarines resuelven situaciones y formas imposibles adivinando y discerniendo entre mil variantes insospechadas. Como jugador de fútbol que fui durante muchos años, como a aficionado y socio desde pequeño del Barça, como bailarín y coreógrafo que soy, siempre he manifestado que, aunque a primera vista no sea evidente, existen muchas similitudes y coincidencias entre la danza y el fútbol. Siempre he querido usar lo que sucede en este juego para tratar y comentar aspectos de la vida; aprovechar la familiaridad que tienen muchas personas con el fútbol para ayudarlas a soñar con el movimiento y desde él. Con Jordi Morató hemos planteado un trabajo videográfico que proyecta imágenes de los futbolistas del Barça durante el transcurso de los partidos y otras especialmente grabadas de los bailarines, yuxtapuestas a los movimientos en directo de los intérpretes. La banda sonora del espectáculo, compuesta por Borja Ramos, también ha sabido escuchar las vibraciones musicales ocultas del fútbol, como los ritmos siempre sorprendentes de las piernas de Messi cuando juega el balón. Así, observando los movimientos de futbolistas y de bailarines, podemos percibir similitudes y diferencias, crear asociaciones y sorpresas para entrar dentro del movimiento y sus emociones. Cesc Gelabert

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Lydia Azzopardi, diseñadora de vestuario La artista y diseñadora Sonia Delauney afirmó que «el color es la piel del mundo». Con esta idea muy presente durante el proceso de trabajo, he diseñado el vestuario basado en el color y la geometría, porque me parecía la mejor opción. Crear el vestuario de Foot-ball ha sido todo un reto por el tema del espectáculo. Cuando asumí de arriba abajo la afirmación de Delauney, la ropa deportiva se transformó progresivamente en la «piel» de los bailarines. Entrevista de Emilio Pérez de Rozas a Cesc Gelabert Publicada en El Periódico de Catalunya el dia 25 de abril de 2009 Para que se haga cargo del tipo de entrevista: acabo de descubrir que aquel salto que hacías en el patio de los Sagrados Corazones cuando ejercías de central imponente de nuestro equipo, aquel vuelo con tirabuzón y cabezazo al «estilo Márquez», se llama tour en l’air. No hay para tanto, amigo. Tour en l’air es el nombre que recibe en la danza un giro, un impulso, un salto, para hacer una pirueta en el aire. Si jugamos y me presto a comparar el fútbol con la danza, el salto de un rematador de cabeza, defensa o delantero, se parece mucho a un tour en l’air. En esos recreos, eras tan bueno que toda la clase estaba convencida de que acabarías siendo futbolista y, en cambio, te has dedicado a la danza, y has triunfado. El fútbol y el Barça son mi pasión. Soy socio desde hace casi 50 años. Tengo el número 6.242. Los culers nos tenemos que sentir muy orgullosos de que el fútbol coreográfico del equipo de Pep Guardiola se imponga al físico de los demás. Alguien debería plantearse que el futuro del fútbol es este fútbol orquestado. De verdad encuentras muchas similitudes entre el fútbol y la danza? El fútbol es, por ejemplo, el único deporte que, para practicarlo bien, exige un equilibrio supremo sobre una pierna, para tener la otra libre para controlar, chutar o pasar. En la danza, esta virtud es vital, ya que hemos sido capaces de convertir la pierna en un brazo más. Sí, sí, te entiendo, pero deja de levantarte y de parecer un flamenco, porque te alejas del magnetófono y no podré transcribir lo que dices. Perdón, perdón. Otro punto en común es el ritmo. El ritmo es igualmente bonito, atractivo, tanto en el fútbol como en la danza. En el fútbol, tu has de compaginar tu carrera con la del balón, hacerlo al unísono. Y nosotros, cuando danzamos, tenemos que hacer combinaciones de movimientos, música y ritmo. Todo dentro de una táctica. La coreografía en la danza sería como la estrategia en el fútbol. Todo lo que haces tiene relación con el cuerpo, con tus 206 huesos, y con el espacio. Y, como en el fútbol, hay danzas más o menos esclavas de los deseos del coreógrafo. Hay tácticas y coreografías marcadas, estrictas, y otras más libres,

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en las que el coreógrafo-entrenador te concede libertad para improvisar. I todo para provocar emociones. Ves, otra vinculación: tanto ellos como nosotros queremos generar sobresaltos de felicidad, de alegría. Acabo de oír a Guardiola decir que, llegados a este tramo de la temporada, no hay cansancio que valga porque todo es mental. Saltar al escenario o al césped y hacer tus ejercicios o jugadas a la perfección no es suficiente para emocionar. Tocar el corazón del espectador es cosa de la mente. Necesitas esta magia para acariciar la sensibilidad del aficionado. Y esto es lo que hace este Barça: te emociona. Háblame de Iniesta, venga. Es ese bailarín que se ubica en el espacio con una facilidad increíble. Es el único capaz de ver siempre la imagen en movimiento, el espacio y ubicarse con una rapidez alucinante. Xavi, el mejor de Europa, la prolongación del técnico en el campo. Parece que tenga un puñado de ojos alrededor de la cabeza. Ve todo el campo, hasta con la nuca. Sería el más coreógrafo y menos bailarín de todos, el dimensionador de los espacios. Es el ojo que todo lo ve. Messi, el prodigio que viene. El ser humano es bípedo, pero el balón es continuo. La virguería de Messi es que no parece bípedo. No importa la velocidad a la que ruede la pelota: él siempre está a su lado, no tiene que ir haciendo cálculos de cuando se le acercará a la pierna buena, él sabe cuando la acariciará, la guiará, la pasará y chutará. Eto’o, el depredador del área. Un bailarín que transmite mucho, que siempre está concentrado. Más presión, más despierto. Sus ojos se abren, brillan, en el instante clave. Alves, todo un portento físico. La demostración que para ser un gran futbolista no hace falta ser un atleta alto y fornido. La danza y el fútbol son ejercicio de cuerpo, corazón y mente. Así es Alves. Puyol, todo un león bípedo. Lo más difícil, en la danza y el fútbol, es el cambio de peso, de dirección. Puyol no espera nunca el movimiento del delantero porque su capacidad de anticipación es tal que siempre adivina su intención. Es un bailarín que resuelve acciones de dificultad suprema en segundos. Guardiola, el coreógrafo. Como bailarín, me identifico con el Guardiola futbolista. No soy un virtuoso físico. Mi valor está en mi concentración, en mi capacidad de transmitir, de tomar decisiones. Se nota que Guardiola ha sido jugador antes que técnico, bailarín antes que coreógrafo. Guardiola, y esto es lo que más admiro en él, sabe que, detrás de cada futbolista, hay un ser humano, con una concentración que depende especialmente de la emoción.

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El placer de jugar Johan Cruyff, Me gusta el fútbol (edición y prologo de Sergi Pàmies) Jugar para ganar o jugar para pasarlo bien? Es un debate falso. Hay equipos que siempre tienen que luchar para ganar y, al final de la competición, tienen que estar en el grupo líder. Y esto es lógico y les viene dado por el prestigio, por la historia o por los medios de los que disponen. Pero yo relaciono siempre intentar ganar con pasarlo bien. Cojamos, por ejemplo, el Barça y el Real Madrid. Supongamos que cada equipo tiene cuatro millones de simpatizantes. La liga sólo la ganará uno, pero, en función de la manera de jugar, según que tipo de fútbol se practique, podemos conseguir que haya cuatro millones de persones muy satisfechas y cuatro millones una poco menos satisfechas pero que también se lo hayan pasado bien. Si vamos solo a ganar, tendremos cuatro millones de aficionados que únicamente estarán satisfechos por la victoria y cuatro millones de amargados por la derrota. Durante toda la temporada, pues, es importante que unos y otros vean un fútbol bien hecho, que hayan ido al campo con ilusión, sintiendo el orgullo de sus colores y, cada semana, la esperanza de ver a su equipo. Esta es una parte fundamental del fútbol y no afecta sólo a los llamados clubes grandes. Si cogemos un ejemplo de otros equipos, menos históricos o con menos medios y presupuestos más modestos, sabemos que probablemente no van a ganar ningún título. Esto significa que tienen que desaparecer? De ninguna manera. Sus seguidores tienen todo el derecho a sentirse orgullosos de su equipo. Y entonces hay que tener en cuenta las características de cada pueblo. No es lo mismo Rotterdam que Amsterdam. No es lo mismo Barcelona que Sevilla. Como la gente es diferente, tienen deseos y gustos diferentes. Por qué en el norte tienen tendencia a jugar como los ingleses? Por proximidad en la mentalidad. Si los jugadores han trabajado bien, si han luchado, si se han vaciado en del campo, si han sudado la camiseta, todo el mundo es feliz. No les importa la táctica o la técnica. En un contexto así, y en nombre de lo que quiere la gente, hay que programar el fútbol base y elegir los jugadores del primer equipo que puedan desarrollar y representar mejor un modelo futbolístico de estas características. Al sur, en cambio, si no haces tres túneles en un partido, es un mal partido. Pues muy bien: tienes que tener dos o tres tipos que hagan unos cuantos túneles por partido y que la muevan bien. Se trata de distinguir las mentalidades y de adaptarse a ellas sin que nadie te diga lo que tienes que hacer. Naturalmente, todos quieren ganar, pero lo que debes evitar es que, en un campeonato, haya diecinueve equipos malos y sólo uno bueno. Cada equipo en su contexto, en función de sus expectativas, según cual sea el objetivo que tenga, puede haber rendido al máximo. Que los que pierdan no sean malos y que la gente se pueda sentir orgullosa de ellos. Ganar solamente es cosa de dos o tres equipos. Si esta fuera la única cosa que contara, te cargarías los Juegos Olímpicos, por ejemplo, pero, sobretodo, te cargarías lo más importante: la satisfacción de competir, el reto de participar formando parte de un equipo, el placer de jugar.

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Poesía y prosa del fútbol Pier Paolo Pasolini, «El fútbol “es” un lenguaje con sus poetas y prosistas» El fútbol es un sistema de signos, osea, un lenguaje. Tiene todas las características fundamentales del lenguaje por excelencia, al cual nos hemos referido como a término de comparación, es decir, el lenguaje escrito-hablado. De hecho, las «palabras» del lenguaje del fútbol se forman exactamente igual que las palabras del lenguaje escrito-hablado. Ahora bien, como se forman estas últimas? Se forman a través de lo que se denomina «doble articulación», es decir, a través de las infinitas combinaciones de los «fonemas» que, en italiano, son las veintiuna letras del abecedario. Los «fonemas», por lo tanto, son las «unidades mínimas» de la lengua escrita-hablada. Si queremos, nos podemos divertir definiendo la unidad mínima de la lengua del fútbol? Veamos: «Un hombre que utiliza los pies para chutar una pelota» es la unidad mínima: el «podema» (para continuar la broma). Las infinitas posibilidades de combinación de los «podemas» forman «palabras futbolísticas» y el conjunto de las «palabras futbolísticas» forma un discurso, regulado por auténticas normas sintácticas. Los «podemas» son veintidós (casi igual que los fonemas): las «palabras futbolísticas» son potencialmente infinitas, porque son infinitas las posibilidades de combinación de los «podemas» (en la práctica, los pases del balón entre jugador y jugador); la sintaxis se expresa en el «partido», que es un auténtico discurso dramático. Los codificadores de este lenguaje son los jugadores, nosotros, en las gradas, somos los decodificadores y, por lo tanto, compartimos un mismo código. Quien no conoce el código del fútbol no entiende el «significado» de sus palabras (los pases) ni el sentido de su discurso (un conjunto de pases). [...] Como cualquier lengua, el fútbol tiene su momento puramente «instrumental», regulado con rigor y abstracto por el código, y su momento «expresivo». En efecto, cualquier lengua se articula en diferentes sublenguas, cada una de las cuales tiene un subcódigo. Pues bien, en la lengua del fútbol también se pueden hacer distinciones de este tipo: el fútbol adquiere subcódigos desde el momento en que deja de ser puramente instrumental y se convierte en expresivo. Puede haber un fútbol como lenguaje fundamentalmente prosaico y un fútbol como lenguaje fundamentalmente poético. Para explicarme, pondré —anticipando las conclusiones— algunos ejemplos: Bulgarelli juega a fútbol en prosa: es un «prosista realista». Riva juega un fútbol poético: es un poeta «realista». Corso juega un fútbol poético, pero no es un «poeta realista»: es un poeta un poco maldito, extravagante. Rivera juega un fútbol en prosa: pero la suya es una prosa poética. [...] Quiero aclarar que no hago ninguna distinción de valor entre la prosa y la poesía, se trata de una división puramente técnica. [...] Todos los lenguajes que se hablan en un país, hasta los argots más arcanos, comparten un terreno común: la «cultura» de aquel país, su actualidad histórica. Por razones de cultura y de historia, el fútbol de algunos pueblos es

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fundamentalmente prosaico: prosa realista o prosa estetizante (este último es el caso de Italia), mientras que el fútbol de otros pueblos es fundamentalmente poético. En el fútbol hay momentos que son exclusivamente poéticos: los momentos del «gol». Cada gol es siempre una invención, es siempre una perturbación del código: cualquier gol es «ineluctabilidad», fulguración, estupor, irreversibilidad. Justamente como la palabra poética. El máximo goleador de un campeonato siempre es el mejor poeta del año. En este momento lo es Savoldi. El fútbol que expresa más goles es el fútbol más poético. También el regate es en si mismo poético (aunque no siempre, como la acción del gol). De hecho, el sueño de cualquier jugador (que cualquier espectador comparte) es arrancar de medio campo, driblar a todos y marcar. Si, dentro de los límites permitidos, resulta posible imaginar algo sublime en el fútbol, es precisamente esto. Pero no pasa nunca. Es un sueño (que solo he visto en la película Magos del balón, de Franco Franchi, que, aunque sea a un nivel rústico, ha conseguido resultar perfectamente onírica). Quién son los mejores regateadores del mundo y los mejores goleadores? Los brasileños. Por lo tanto, su fútbol es un fútbol poético: de hecho, en él todo se basa en el regate y en el gol. El catenaccio y la triangulación [...] es un fútbol de prosa: se basa en la sintaxis, en el juego colectivo y organizado, es decir, en la ejecución razonada del código. Su único momento poético es el contraataque que culmina en un «gol» (que, como hemos visto, sólo puede ser poético). En definitiva, el momento poético del fútbol parece ser (como siempre) el momento individualista (regate y gol; o pase inspirado). El fútbol en prosa es el del sistema (el fútbol europeo): su esquema es el siguiente: el «gol» se encomienda a la «conclusión» de la cual, si es posible, se encarga un «poeta realista» como Riva, pero se tiene que derivar de una organización de juego colectivo, basado en una serie de pases «geométricos» ejecutados según las reglas del código (Rivera en esto es perfecto; al periodista deportivo Gianni Brera no le gusta porque se trata de una perfección un poco estetizante y no realista, como sucede con los centrocampistas ingleses o alemanes). El fútbol poético es el del fútbol latinoamericano. Su esquema es el siguiente: La realización de este esquema requiere una capacidad monstruosa de driblar (algo que en Europa se repudia en nombre de la «prosa colectiva») y cualquiera puede inventar el gol desde cualquier posición. El regate y el gol son los momentos individualistas-poéticos del fútbol; por esto el fútbol brasileño es un fútbol de poesía. Sin juicios de valor, en un sentido puramente técnico, en México la poesía brasileña ha ganado a la prosa estetizante italiana.

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 Contacto  compañía: Maria Rosas [email protected] +34 93 416 00 68 + 34 637 80 68 20 www.gelabertazzopardi.com

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