Fontanarrosa, Roberto - El Mundo Ha Vivido Equivocado

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Cuentos, humor

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  • R o b e r t o F o n t a n a r r o s a E l m u n d o h a v i v i d o e q u i v o c a d o

    ROBERTO FONTANARROSA

    EL MUNDOHA VIVIDO

    EQUIVOCADOY OTROS CUENTOS

    EDICIONES DE LA FLOR

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  • R o b e r t o F o n t a n a r r o s a E l m u n d o h a v i v i d o e q u i v o c a d o

    Undcima edicin: enero 1998.Diagramacin de tapa: Horacio Elorga Fotografa de tapa: Norberto J. Puzzolo Composicin: Rogelio Perrone

    1985 by Ediciones de la Flor S.R.L. Gorriti 3695, 1172 Buenos Aires, Argentina. Queda hecho el depsito que dispone la ley 11.723Impreso en Argentina - Printed in ArgentinaISBN 95O-515-101-2

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    ndice

    El mundo ha vivido equivocado

    Ulpidio Vega

    A propsito de: El prpado temprano

    Rosita, la obrerita

    Inspiracin

    Revelaciones sobre un antiguo pleito

    Estudios etolgicos del profesor Erwin Haselblad

    La carga de Membrillares

    Lo que se dice un dolo

    Memorias de un wing derecho

    Lo que se dice jugador al fulbo

    Qu lstima, Cattamarancio!

    Semblanzas deportivas

    Sueo de barrio

    El extrao caso de Lady Elwood

    Mi personaje inolvidable

    Una vida salvaje

    Un hombre en soledad

    Testimonios I: "Primero, no experiment ninguna sensacin "

    Testimonios II: "Yo vi esa cosa"

    Testimonios III: "Yo fui amante del Yeti"

    De la literatura nipona

    Patria potestad

    La columna poltica

    Crnica de caza

    Un teniente primero

    El extrao caso del frente de Prigueux

    El U-222

    Mi amigo Peter

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    EL MUNDO HA VIVIDO EQUIVOCADO

    Sabs cmo sera un da perfecto? dijo Hugo tocndose, pensativo, la punta de la nariz. Pipo mene la cabeza lentamente, sin mirarlo. Estaba abstrado observando algo a travs de los ventanales.

    Suponete... enunci Hugo entrecerrando algo los ojos, acomodndose mecnicamente el bigote, corriendo un poco hacia el costado el sexteto de tazas de caf que se amontonaba sobre la mesa de nerolite-... que vos vas de viaje y llegs, ponele, a una isla del Caribe. Qu s yo, Martinica, ponele, Barbados, no s... Saint Thomas.

    Martinica es una isla? pregunt Pipo, an sin mirarlo, hurgando con el ndice de su mano izquierda en su dentadura.

    S. Creo que s. Martinica. La isla de Martinica.Pipo aprob con la cabeza y se estir un poco ms en la silla, las piernas por

    debajo de la mesa, casi tocando la pared.Llegs a la isla... prosigui Hugo-... Solo viste? Tens que estar un da,

    ponele. Un par de das. Entonces vas, llegs al hotel, un hotel de la gran puta, cinco estrellas, subs a la habitacin, dejs las cosas y bajs a la cafetera a tomar algo. Es de maana, vos llegaste en un avin bien temprano, entonces es media maana. Bajs a tomar algo.

    Un jugo aport Pipo, bostezando, pero al parecer algo ms interesado.Un jugo. Un jugo de tamarindo, de pia...De guayaba, de guayaba corrigi Pipo.De guayaba, de esas frutas raras que tienen por ah. Calor. Hace calor. Vos

    bajs, pantaloncito blanco liviann. Camisita. Zapatillitas.Deportivo.Deportivo.Tipo tennis.No. No. Ojo, pantaloncito blanco pero largo eh? No short. No.Largo. Liviann. Bajs... Poca gente. Msica suave. Cafetera amplia. Te sents en

    una mesa y... se ve el mar No? Se ve el mar. El hotel tiene su playa privada, como corresponde. Poca gente. Poca gente. No mucha gente. No es temporada. Porque tampoco vos vas de turismo. Vos vas por laburo. Una cosa as.

    Claro. Pipo aprob con la cabeza y salud con un dedo levantado al Chango que se iba con una rulienta.

    Entonces ah... Hugo estir las slabas de esas palabras anunciando que se acercaba el meollo de la cuestin-... a un par de mesas de la mesa tuya: una mina, sentadita. Desayunando.

    Sola por primera vez Pipo mira a Hugo, frunciendo el entrecejo.Hugo arruga la cara, dudando.Sola... o con un macho. Mejor con un macho viste? Pero, la mina, te juna. Te

    marca. No alevosamente, pero, registra. La mina, muy buena, alta rubia, ojos verdes, tipo Jacqueline Bisset.

    Me gusta.La mina, poca bola. Marca de vez en cuando, pero poca bola. Jacqueline Bisset no es rubia.

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    No es rubia? Qu es? Castaa. S, castaa, castaona.Bueno... Pero sta es rubia. Remerita azul, pantaloncitos blancos. Cruzada de

    gambas, fumando. Hablando con el tipo, recostada en el respaldo del silloncito. Esos silloncitos de caa.

    Silloncitos de caa? En una cafetera? dud Pipo.Bueno, no. admiti Hugo Uno de esos comunes. O como stos gir un

    poco el torso y peg dos tincazos cortos contra el plstico de un respaldo Pero con apoyabrazos me entends? Porque la mina est estirada, as, para atrs, medio alejada de la mesa. Mirando al tipo, cruzada de gambas. O sea, queda de perfil a vos. Pero... qu pasa?

    Qu pasa?La mina se aburre. Se nota que se aburre. El tipo chamuya algunas boludeces y

    la mina hace as, con la cabeza Hugo imita gesto de asentimiento- pero se nota que se hincha las pelotas.

    Y claro, loco... Entonces, entonces... Hugo toca levemente el antebrazo de Pipo llamando su

    atencin Vos empezs a hacerte el bocho. Con la mina. Viste cuando vos empezs a junar a una mina y no pods dejar de mirarla? Y que entrs a pensar: "Mamita, si te agarro"? Vos te empezs a hacer el bocho. Claro, te hacs el boludo...

    Porque est el macho.No. Pero el macho no calienta. Porque est de espaldas. No te ve. No te ve. Vos

    te hacs el boludo por si la mina mira. Cosa de que no vaya a ser cosa que mire y vos ests sonriendo como un boludo, o que le hags una inclinacin de cabeza...

    O que se te est cayendo un hilo de baba sobre la mesa.Claro, claro se ri, definitivamente entusiasmado con su propio relato Hugo,

    haciendo gestos elocuentes de refregarse la boca con el dorso de la mano y limpiar la mesa con una servilleta de papel No. No. Vos, atento, atento, pero digno. Tipo Mitchum. Tipo Robert Mitchum.

    Bogart, loco. Vamos a los clsicos.S. Una cosa as. Fumando el hombre. Medio entrecerrados los ojuelos por el

    humo del faso. Un duro.S. A esa altura yo ya estara duro.Tambin. Tambin. Pero con dignidad sentenci Hugo Porque por ah te

    tens que levantar y tens que salir encorvado como el jorobado de Notre Dame y ah se te va a la mierda el encanto. Cag el atraque. No. Vos, en la tuya. Juguito, un par de sorbos vichando por encima de las pajitas sas, de colores...

    Los sorbetes.Los sorbetes. Una pitada. Mirando de vez en cuando al mar. Pero vos siempre

    atento a la rubia que balancea lentamente la piernita y a vos...A vos te corre un sudor helado desde la nuca...Desde la nuca hasta el mismo nacimiento de los glteos. Y una palpitacin en la

    garganta... viste? como los sapos. Que se les hincha la garganta.Lindo espectculo para la mina si te mira.No pero eso te parece a vos desde adentro Hugo golpea con uno de sus puos

    contra su pecho. No. Vos, un duque. Un duque. Y... viste? Viste cuando vos decs: "Viejo, si esta mina me da bola yo me muero. Me caigo al piso redondo" Y que medio agradecs que la mina est con un macho porque te saca de encima el compromiso de tener que atracrtela. Pero por otro lado vos decs "Cmo carajo no me le voy a tirar, si esta mina es un avin, un avin?" Viste?

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    Tpico.Pero vos, claro, perdedor neto, tambin penss: "Esta mina, ni en pedo me

    puede dar bola a m". Porque es una mina de sas de James Bond, de sas bien de las pelculas. Un aparato infernal. Digamos, todo el hotel es de las pelculas. Con piletas, piscinas, parques, palmeras, cocoteros, playa privada...

    Catamaranes.Surf, grones, confitera con pianista, negro tambin. Una cosa de locos.

    Entonces vos decs: "Esta mina no me puede dar bola en la puta vida de Dios". Pero, pero...

    Al frente indic Pipo, con la mano.Al frente, s seor! se enardeci Hugo Al frente Y por ah, por ah... el tipo

    se levanta.El tipo que est con la mina.El tipo que est con la mina se levanta y se pira. Le da un besito en la boca,

    corto, y se pira. A vos medio se te estruja el corazn porque penss: "si el tipo ste la bes en la boca, es el macho. No hay duda".

    Pipo mene la cabeza, dudando.Porque uno siempre al principio tiene esa esperanza -prosigui Hugo- "Puede

    ser el hermano", piensa, "un amigo" "o el to", que s yo...O una ta muy extraa que se viste de hombre.Tambin.Una institutriz de esas alemanas. Muy rgidas document un poco ms su

    aporte Pipo.Claro. Claro. Pero cuando el tipo le zampa un beso en la trucha ya ah medio

    que se te acaban las posibilidades. Hugo se corta. Se queda pensando. Aunque viste cmo son los yanquis. Se besan por cualquier cosa aclara. Ah viene una mina y te da un chupn y es cosa de todos los das.

    S?S. Bueno, bueno. La cuestin que la mina se ha quedado sola en la mesa. El

    tipo se pir. Se fue. Y la rubia est en la mesa, mirando el mar. Balanceando la piernita. Y ah te agarra el ataque. Ah te agarra el ataque. Est servida, loco! Sola y aburrida. Rebuena, para colmo.

    Qu te parece!Claro, primero vos espers. Te hacs el sota y espers. Porque en una de esas

    vuelve el marido. O el tipo se que estaba con ella y es un quilombo. Entonces vos te queds en el molde. Y te empieza a laburar el marote de que si te vas y te sents con ella. Qu carajo le decs?

    Y adems la mina habla en ingls.No s. No s. Eso no s vacila Hugo.La mina no es norteamericana?No s. Porque vos no la escuchs. Vos la viste que est ah chamuyando con el

    tipo pero no escuchs en qu habla.Y... si habla en ingls te caga.S, s admite Hugo, turbado pero esper...Bah. Si habla en ingls, o en francs o en ruso, te caga.Par, par.Vos ingls no habls, que yo sepa. Par, par! se enoja Hugo.

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    Porque nosotros, ac, porque manejamos el verso, pero si te agarra una mina que no hable castellano...

    Ome boludo. Par. Vos sos amigo mo o amigo de la mina? La mina puede ser francesa, por ejemplo, y saber un poco de castellano.

    O espaola simplifica Pipo La mina es espaola.No! Espaola no. Dejame de joder con las espaolas.Por qu no?Las espaolas son horribles. Tienen unos pelos as en las piernas.S, mir la Cantudo.No, no se empecina Hugo dejame de joder con la Cantudo. La mina es una

    francesa tipo, tipo... Por qu no la Cantudo?Tipo... Cmo se llama esta mina? Hugo golpetea con un dedo sobre el

    nerolite. Romy Schneider. No. No. Esta mina que canta... A m dejame con la Cantudo y sabs...No romps las bolas con la Cantudo! Cmo se llama esta mina? Hugo seala

    con el dedo a Pipo, ya cabrero Mir, el da que vos me vengas con tu da perfecto, muy bien, que la mina sea la Cantudo. Pero yo te estoy contando mi da. Adems esta mina es rubia.

    Bueno aprueba Pipo, reacomodndose algo en la silla La prxima vez que me cuentes tu da perfecto, vos quedate con la rubia. Pero que la rubia est con la Cantudo y salimos los cuatro. As...

    Est bien, est bien -concede Hugo sin dejar de rebuscar en su memoria Franoise Hardy! Franoise Hardy! Un tipo as.

    Tampoco es del todo rubia.Bueno, pero de ese tipo. De cara medio angulosa. Jetona. Ms rubia, eso s. Y

    con esa voz as... profunda.Ome -cort Pipo- Si no la escuchaste hablar. Decas...La mina es francesa se embal Hugo Pero habla castellano porque ha vivido

    un tiempo en Per. Viste que los franceses viajan mucho a Per?S? se interesa Pipo. Se acomoda definitivamente erguido en la silla, gira y

    con un gesto pide otro caf a Molina, el morocho, que est descansando contra la barra, aprovechando la poca gente de las once de la noche.

    Claro. Porque esta mina es una mina del jet-set. Una arqueloga o algo as, que viaja por todo el mundo.

    Una cosmetloga.O dirige una lnea internacional de cosmtica. Una lnea suiza de cosmtica

    sopesa Hugo O disea moda. Habla varios idiomas. Y entonces habla castellano con un acento francs, arrastra las erres...

    Como el dueo del hotel donde para Patoruz -ejemplifica Pipo.Eso. Y tiene una voz profunda. Medio spera. Como Ornella Vanoni.Aj, aj. Me gusta aprueba Pipo, dispuesto a colaborar mientras se echa algo

    hacia atrs para permitir que Molina le deje, sin una palabra, un caf, un vaso de agua, tire otros saquitos de azcar junto al cenicero y apriete un nuevo ticket bajo la pata del servilletero.

    La cuestin es que la mina se qued sola en la mesa, fumando recupera el hilo Hugo y vos ests ah, haciendo el bocho, viendo cmo carajo hacs para

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    atracrtela. Para colmo todava no sabs en qu carajo habla esta mina. Entonces, entonces, empezs a junar las pilchas, los zapatos, la remera, los cigarrillos que la mina tiene sobre la mesa para ver si dicen alguna marca, algn dato que te bata ms o menos de dnde es la mina. La mina llama al mozo. Paga su cuenta. Vos ah pars la oreja para ver si agarrs en qu habla, pero la mina habla en voz baja, como se habla en esos ambientes internacionales...

    Adems la mina con esa voz profunda que tiene... Pipo ha terminado de sacudir rtmicamente la bolsita de azcar y se dispone a arrancarle uno de los ngulos.

    Claro. Agarra un bolso que tiene sobre otro silln y ah... ah... Primero... se autointerrumpe Hugo cuando se para, ah te das cuenta realmente de que la mina es un avin aerodinmico. De esas minas elegantes, pero que estn un vagn. De sas flacas pero fibrosas, sas que juegan al tenis y que vos les tocs las gambas y son una madera. Entonces ah, en tanto la mina se acomoda el bolso sobre el hombro y agarra los puchos y el encendedor de arriba de la mesa...

    Los puchos son Gitanes -documenta Pipo.Claro. Los puchos son Gitanes y tiene viste? atado a una de las manijas del

    bolso, un pauelo de seda, fucsia. Bueno, ah, cuando la mina se levanta. Se da vuelta. Y te mira.

    Mierda!Te mira viste? Hugo est envarado sobre la silla, tenso. Una mano en el

    borde del asiento y la otra sobre el borde de la mesa. Los ojos algo entrecerrados miran fijo en direccin a la ventana que da a calle Sarmiento Te mira un momentito, pero un momentito largn. Ya no es la mirada de refiln... eh... la mirada de rigor de cuando uno mira a una persona que entra o que se te sienta cerca. No. No. Una mirada ya de inters. Profunda.

    Ah te acabs.No. Vos... un hielo. Le mantens la mirada. Serio. Sin un gesto. Como diciendo

    "Qu te pasa, cario?". Claro, por dentro se te arma tal quilombo en el mate, se te ponen en cortocircuito todos los cables. "Uy, la puta que lo repari, no puede ser", decs. "No puede ser. Dios querido". Pero le sostens la mirada hasta que la mina da media vuelta y se va para la playa con el bolso al hombro.

    Y... se sonre Hugo Viste cuando las minas se dan cuenta de que las estn junando, entonces caminan un poquito remarcando ms el balanceo? Hugo oscila sus propios hombros y el torso as? La mina se va para la playa, despacito. Matadora. Claro. Vos ests paralizado en la silla, tens la boca seca y si te mands un trago del jugo te parece que tragas papel picado. Cualquier cosa parece. Te zumban los odos.

    Te sale sangre por la nariz.No. No. Porque ya te recuperaste. Ya te recuperaste ataja Hugo. Y ya

    empezs a sentir viste? Esa sensacin, esa sensacin, ese olfato, esa cosa... de la cacera. No? Para colmo, para colmo Hugo vuelve a poner su mano sobre el antebrazo de Pipo para concentrar su atencin.

    Ah...Para colmo, la mina llega al ventanal, todo vidriado. Porque la parte de la

    cafetera que da al mar es puro vidrio asesora Hugo. Entonces cuando la mina llega a la parte de la puerta donde ya sale a la parte de playa, que hay una explanada y despus est la arena, se para. Se para en la puerta, viste? Como deslumbrada por el sol. Y mira para todos lados. Busca algo adentro del bolso con un gesto como de fastidio...

    Los lentes negros.Algo as. Lo que pasa es que la mina est aburrida. Y en eso, antes de salir ya

    del todo, gira un poco. Y te vuelve a mirar...

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    Ahh... jajaj... re nervioso Pipo.Viste cuando de golpe una mina te mira y vos no sabs...?S. Si te mira a vos o a alguien de atrs.Claro, claro, eso se enfervoriza Hugo Que vos te das vuelta para ver si atrs

    no hay otro tipo, qu s yo. Como para asegurarte.S, s se vuelve a rer Pipo.Pero no. La mina te vuelve a mirar a vos. Ya no tan largo, pero...Est con vos.Est con vos.La mina siempre seria -casi pregunta Pipo.Ah, s. S. Seria. Juna pero ni una sonrisa. Los ojitos nada ms. No. No se

    regala. Digamos...Insina.Eso. Insina... Entonces, vos, llams al mozo. Viste? se divierte Hugo. Hace

    voz afnica "Mozo"... No te sale ni la voz. Tens la garganta seca. "Mozo". Firms tu cuenta y ah no ms te mands para la habitacin. A los pedos.

    A la habitacin.Claro. Porque vos ya viste que la mina se fue para la playa. O sea, la tens

    ubicada y un poco la seguridad de que la mina se va a quedar ah. Entonces vas a la habitacin y te pones la malla, cazs una toalla. Una revista...

    Ah. Eso s. Imprescindible. Un libro...S. S, s. Un libro, una revista, cualquier cosa, para llevar debajo del brazo y

    sals rajando para la playa cosa de que no vaya a aparecer algn otro y te primeree. Bajs y te mands a la playa. Como siempre pasa, la primer ojeada que das, no la ves. Ah te putes, decs "Para qu mierda me fui arriba a cambiar?". Y te desespers. Pero por ah la ves que viene caminando, entre alguna gente que hay, tomando una Coca Cola que ha ido a comprar. La mina te ve pero se hace la sota. Se tira por ah, en una lona. No, en una de esas reposeras y se pone a tomar sol. Medio se apoliya.

    Ah te cag.No. Bueno. Al fin te la atracs sintetiza Hugo.Ah no. Qu piola! se enerva Pipo As cualquiera. Es como en esas pelculas

    donde un tipo dice "Me voy a atracar a esa mina" y despus ya aparece con la mina, charlando lo ms piola, encamado. Y no te dicen cmo el tipo se la atrac, atrac. Que es la parte jodida.

    Bueno. Par. Par contemporiza Hugo Vos te queds vigilando. Ves por ejemplo que no hay ningn peligro cercano. Ningn tipo, algn tiburonazo como vos que ande rondando. O hay algn tipo con su mujer que vicha pero se tiene que quedar en el molde pero adems vos viste cmo son estas cosas. Los yanquis, los ingleses por ah ven una mina que es una bestia increble y no se les mueve un pelo. Ni se dan vuelta. No dan bola. No son latinos. Entonces vos ves que no hay peligro cercano y planeas la cosa. Vos tens una situacin privilegiada. Ests solo. Tens tiempo. Tens guita...

    No como ac.Claro. Adems ah no te juna nadie. No hay quemo posible. Entonces por ah te

    vas un poco al mar, nads, hacs la plancha. Y cuando volvs ves que la mina est leyendo. En la reposera, pero leyendo. Entonces vos, desde tu puesto de vigilancia, ni muy cerca ni muy lejos, te pons tambin a leer. Por ah te dan ganas, viste? Hugo busca las palabras de largar todo a la mierda, cazar un bote, alquilar un catamarn y disfrutar un poco en lugar de andar sufriendo por una mina que por ah... Pero claro, cuando la mirs y por ah la ves mover una piernita, sacudir un poco el pelo rubio se te

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    queman todos los papeles. Te hacs el bocho como un loco. Se te seca de nuevo la garganta.

    Vens muerto.Lgico. En eso la mina se levanta y se va para un barcito que hay en la playa,

    muy bacn. Ese es el momento, es el momento... Lo que vos me pedas que te explicara.Claro parece que se disculpara Pipo porque si no, es muy fcil...La mina va, se sienta en un taburete, debajo de esos quinchos viste? como de

    paja, cnicos, pero grande, porque ah est el bar. Y vos vas y te sents al lado. Ya sin hacerte tanto el boludo, ya, ya en la lucha. Y ah vas a los bifes. Le pregunts, por ejemplo "Usted es norteamericana?" En un tono monocorde, casi digamos, periodstico. Sin sonrisitas ni nada de eso. Ah la mina te mira un momento, fijamente y es cuando...

    Te cags en las patas dictamina Pipo.Claro! Claro! Porque se es el momento crucial. Ah se juega el destino del pas.

    Si la mina se hace la sota y mira para otro lado. O dice "s" caza el vaso y se alza a la mierda, perdiste. Perdiste completamente. Pero no. La mina te mira, dice: "S". "S por qu?". Y se sonre.

    Papito!Papito! Vamos Argentina todava! Se viene abajo el estadio! Hugo se sacude

    en la silla Viste esas minas que son serias, que no se ren ni de casualidad, pero que por ah se sonren y es como si tuvieran un fluorescente en la boca? Qu vos no sabs de dnde carajo sacan tantos dientes? Una cosa... Hugo estira la comisura de los labios con los dientes de arriba tocndose apretadamente con los de la fila inferior.

    Como la Farrah Fawcett.S. Que es una particularidad de las modelos asesora Hugo Estn serias, de

    golpe le dicen "sonre" y plin! encienden una sonrisa de puta madre que no sabs de dnde la sacan... Buena, la rubia te mira, te dice "s por qu?" y...

    Te da el pie.Claro. Te da el pie, para colmo. Entonces vos decs "permiso", el barrio es el

    barrio, y te sents en el taburete de al lado y entrs al chamuyo... Hugo lleva dos o tres veces el dedo ndice de su mano derecha a la boca y lo hace girar hacia adelante como quien desenrolla algo. Pipo hace un gesto escptico.

    Muy facilongo lo veo dice.Lo que pasa es que la mina est con vos. Est con vos. La mina ya tiene

    decidido que te va a dar bola. No va a andar haciendo las boludeces de hacerse la estrecha o esas cosas. Es una mina que est en el gran mundo internacional y sabe lo que quiere. La mina va a los bifes. No se regala pero va a los bifes. Si le gusta un tipo le da pelota de entrada y a otra cosa.

    Eso es cierto. Esas minas son as.Entonces vos empezs el chamuyo. Ya tranquilo. Ya gozando la cosa porque

    sabs que la cosa viene bien, ya ests en ganador y medio que ya te ests haciendo la croqueta pensando que te vas a llevar la rubia para la pieza del hotel y esas cosas. Ya entrs a disfrutar, ah, vos, ganador. Garps los tragos, tirs unas rupias sobre el mostrador al grone y te vas con la mina para las reposeras. La mina, claro, una bola brbara. Y vos ves que los tipos te junan como diciendo "hijo de puta, se levant el avin se". Pero vos, un duque, fums, te hacs el sota y la ves caminar a la rubia adelante tuyo, en la arena, ah, el pantaloncito ajustado y penss "Dios querido Y esta mina est conmigo!". Y bueno...

    Bueno suspira Pipo, aflojando un poco la tensin. El peor momento ya ha pasado.

    En fin. Entonces escuchame como es la milonga. No? La milonga del da perfecto. Al menos para m. Primero, ah, en la playa, con la rubiona. Un poco de

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    natacin, el mar, las olas. Alquils un catamarn, te vas con la mina de recorrida. Y a eso de las seis, siete de la tarde, te mands al bar y te das algn trago largo...

    Un ron Barbados.Puede ser. Puede ser. Fijate, fijate... gesticula, calculador, Hugo- Me gustara

    ms un gin-tonic. Un gin-tonic.Loco, eso pedilo en Mombasa, en algn boliche de sos. Pero no te pidas un gin-

    tonic en un lugar as. Con esa mina...Grave error. Grave error. Qu tomaban los tipos que aparecen en la novela de

    Hemingway, de sas en el Caribe, Islas en el Golfo, por ejemplo?Bacard.Bacard Y gin-tonic! Gin-tonic, mi amigo. Pero la cosa no es esa. No es que vos

    vayas a pedir tal o cual trago. No. La cosa es que no te des con algn trago que te tire a la lona. Tens que tomar algo que ms o menos sepas que te la aguants. Algo que te achispe, que te ponga vivaracho pero que no te haga pelota. Mir si todava que ya tens la mina en casa te levants un pedo que flames o te descompons y despus ands con diarrea, te cags ah en el lobby del hotel...

    Vomits se asque Pipo.Vomits. Le vomits las pilchas a la mina. Un asco. No. No. Por eso, por eso,

    peds algo sobrio, que vos sabs que te la aguants y que te ponga ah, en el umbral de la locura para acometer el acto... el acto... el acto carnal. Adems vos ves que el asunto viene sobrio. Sin espectacularidad. No te vas a pedir tampoco uno de esos tragos que vienen adentro de un coco partido por la mitad, que adentro le meten flores, guirnaldas, guindas, que lo toms con pajita. Eso es para las pelculas de Doris Day que todos bailaban en bolas al lado de la pileta...

    Doris Day. Qu antigedad.No. Vos te peds entonces un gin-tonic. La mina alguna otra cosa as. Ah

    charls un ratito. La mina muy piola. Muy bien. Muy agradable. Simptica.Muy bien la mina certific Pipo, como asombrado.S. S. Una mina de unos 26, 27 aos. No una pendeja. Casada. Bien en su

    matrimonio. Bien. Que sabe lo que est haciendo. La mina quiere pasar bien esa noche, y a otra cosa.

    Claro.Claro. Ninguna complicacin. No es de las que te va a hacer un quilombo al da

    siguiente ni nada de eso. La mina sabe cmo son estas cosas.No. No se te va a venir a la Argentina tampoco.Nooo! No! No es de sas que agarran el telfono y te dicen "Arribo a Fisherton

    maana". Y se te arma tal despelote. No nada de eso. Entonces...Entonces.Entonces, son como las siete, las ocho de la tarde el relato de Hugo se hace

    moroso Te vas con la rubia a la habitacin del hotel.A la tuya o a la de la mina?A cualquiera. All no es como ac que por ah te agarra el conserje y no te deja

    entrar con la mina en la pieza. All no hay problemas. Te vas con la mina a la habitacin. No. Mejor le decs a la mina que vaya a su habitacin. Vos vas a la tuya y te das una buena ducha.

    Te sacs toda la arena.Claro, te sacs la arena. Los moluscos que te hayan quedado pegados. Y te vas a

    la pieza de ella. Hugo hace un pequeo silencio contenido. Y bueno. Ah, viejo para qu te cuento? sigue Te echs veinte, veinticinco polvos. Cualquier cosa.

    Veinticinco, che? duda Pipo.

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    Bueno... Dejame lugar para la fantasa. Bah... Te echs cinco, seis. De esas cosas que ya los dos ltimos la mina te tiene que hacer respiracin boca a boca porque vos ests al borde del infarto...

    S. Que ya lo hacs de vicioso.Claro. Pero que te decs: "Hay un pas detrs mo." No es joda.Muy lindo, che. Muy lindo aprueba Pipo, que se ha vuelto a repantigar en la

    silla y manotea, distrado, el paquete de cigarrillos.No. No le llama la atencin Hugo. No. Ahora viene lo interesante. Porque yo

    te digo una cosa. Te digo una cosa... eh... Pipo. Te digo una cosa Pipo: El mundo ha vivido equivocado. El mundo ha vivido equivocado. Yo no s por qu carajo en todas las pelculas el tipo, para atracarse la mina, primero la invita a cenar. La lleva a morfar, a un lugar muy elegante, de esos con candelabros, con violinistas. Y morfan como leones, pavo, pato, ciervo, le dan groso al champn mientras el tipo se la parla para encamarse con ella. Yo, Pipo, yo, si hago eso... me agarra un apoliyo! Un apoliyo me agarra, que la mina me tiene que llevar despus dormido a mi casa y tirarme ah en el pasillo. O si no me apoliyo me agarra una pesadez, un dolor de balero. Eructo.

    Y eso no colabora.No. Eso no colabora Hugo se pega repetidamente con la punta de los dedos

    agrupados en la frente A quin se le ocurre, a quin se le ocurre ir a encamarse despus de haber morfado como un beduino? Es como terminar de comer e ir a darte quince vueltas corriendo alrededor del Parque Urquiza. Hay que estar loco.

    S. Es cierto.Por eso te digo. El mundo ha vivido equivocado. Yo no s cmo hacan los

    galanes esos de cine que se iban a encamar despus de comer.Es la magia del cinematgrafo, Hugo. Hay que admitirlo.Pero en este da perfecto que te digo yo puntualiza, orgulloso, Hugo Vos

    termins de echarte los quince polvos con la rubia, te levants hecho un duque. Te pegs una flor de ducha, cosa de quitarte de encima los residuos del pecado y qu te pasa? Tens un hambre de la puta madre que te pari. Loco! No coms desde el desayuno. Acordate que no coms desde el desayuno que picaste alguna boludez. Y despus no almorzaste porque un tipo que est de cacera no puede permitirse andar con sueo y hecho un pelotudo. Entonces, entonces... imaginate bien, eh. Prest atencin. Te empilchs livianito, la mina tambin. Ya es de noche, te has pasado cerca de tres horas cogiendo y la luna se ve sobre el mar. Est fresquito. No hay ese calor puto que suele haber ac. Ah refresca de noche. Vos abrs bien las puertas de vidrio que dan al balconcito y desde abajo se escucha la msica de una orquesta que es la que anima el bailongo que se hace abajo, porque hay mesitas en los jardines, entre las palmeras y ah los yankis cenan y esas cosas. Vos no. Vos como un duque, peds el morfi en la habitacin. Imaginate vos! -Hugo reclama ms atencin de parte de Pipo- Vos ah te sents Gardel. Acabs de encamarte con una mina de novela. Ests en un lugar de puta madre, tens un hambre de lobo. Sabs que tens todo el tiempo del mundo para comer tranquilo. La mina es muy piola y agradable y no te hace nada, al contrario, te gratifica que ella se quede con vos despus de la sesin de encame. No es de esas minas que despus de encamarte tens unas ganas locas de decirle "nena, ha sido un gusto haberte conocido; ahora vestite y tmatela que tengo un sueo que me muero y quiero apoliyar cruzado en la cama grande". No. La mina es un encanto. Entonces te hacs traer un vino blanco helado, pero bien helado de esos que te duelen ac Hugo se seala entre las cejas- Bien helado!

    Papito!Porque tambin tens una sed que te mors. Te has pasado todo el da en la

    playa, bajo el sol. Y adems despus de un enfrentamiento amoroso de ese tipo si no tens a tiro un buen vino blanco pronto capaz que te chups hasta el bronceador.

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    La crema Nivea.Y ah te sents con la rubia -Hugo se arrellana en su silla, hace ademn de

    apartar las cosas de la mesita y le entrs a dar a los mariscos, los langostinos, la langosta, algn cangrejo, con la salsita, el buen pancito. Pero tranquilo, eh, tranquilo... sin apuro. Mirando el mar, escuchando el ruido del mar. Sos Pel. Sos Pel.

    Alguna que otra cholga aventura Pipo.S, seor. Alguna que otra cholga. Pulpo. Mucho pulpito. Y siempre vino viste?

    Le das al blanco. Sin apuro. Ah es cuando entrs a charlar con la mina de cosas ms domsticas. De la casa. De la familia. Cuando ya no es necesario hacer ningn verso.

    Cuando ya te aflojs.Claro. Ese momento es hermoso. Entonces le conts de tu vieja. De tus amigos.

    Que tens un perro. Que de chico te meabas en la cama. La mina te cuenta de su granja en Kentucky. Que le gustan los helados de jengibre. Pero ya tranquilo. Ests hecho. Ests hecho. Porque si vos morfs antes de encamarte vuelve a la carga Hugo, por ms que te sirvan el plato ms sensacional y lo que ms te gusta en la vida a vos no te pasa un sorete por la garganta porque tens el bocho puesto en la mina y en saber si te va a dar bola o no te va a dar bola. Coms nervioso, para el culo, te queda el morfi ac. La mina te habla de cualquier cosa y vos ests pensando "Mamita, si te agarro" y no sabs ni de qu mierda est hablando ella ni qu carajo le contests vos. Es as. Es as o no es as?

    Es as.Entonces ah, despus de morfar como un asqueroso, despus de bajarte con la

    rubia dos o tres tubos de blanco, vos vas sintiendo que te entra a agarrar un apoliyo pero un apoliyo! Sents que se te bajan las persianas.

    Ah es cuando uno ya se entra a rer de cualquier pavada.Eso! Claro! -se alboroza Hugo por el aporte de Pipo-, que te res de cualquier

    cosa. Bueno, ah, te vas al sobre. Sabs, adems, que pods al da siguiente dormir hasta cualquier hora porque vos te vas, ponele, a la noche del da siguiente. Y te acosts con la rubia, ya sin ningn apetito de ningn tipo, slo a disfrutar de la catrera. Te vas hundiendo en el sueo. Te vas hundiendo. Est fresquito. Entra por la ventana la brisa del mar. Os el ruido del mar. Un poco la msica de abajo...

    Hugo se queda en silencio, mordisquendose una ua. Casi no hay nadie en El Cairo. Pipo tambin se ha quedado callado. Bosteza. Mira para calle Santa Fe. Hugo busca con la vista a Molina, que est charlando con el adicionista. Levanta un dedo para llamarlo. Molina se acerca despacioso pegando al pasar con una servilleta en las mesas vacas.

    Cobrame -dice Hugo.

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    ULPIDIO VEGA

    Ulpidio Vega, te nombro. Y de la apagada sombra de tu nombre rescato tu paso tardo por el empedrado desprolijo de Saladillo y la cierta fama de guapo sin doblez que te persigui sumisa, como la silenciosa y tenaz fidelidad de un perro.

    Quien te vio alguna vez por el Bajo, no te olvida. De callada mesura, sombro el porte, mezquinabas palabras como si fueran monedas caras. Negros los ojos, en la negrura misma que sobre la frente escasa te tiraba encima el ala apenas curva de tu sombrero gris, tan conocido.

    Ulpidio Vega, te nombro. Y de tu nombre exhala un aliento a kerosn barato, a bizcochito, a queso de rallar y vino tinto.

    Aroma de almacn, de cambalache, que tuvo tu pobre viejo laburante por calle San Martn, casi en Tablada. Aroma a jabn pinche, a mate amargo, el mismo aqul que te alcanzaba la mano cordial de doa Cata, tu pobre vieja, que se cans de mirar por la ventana.

    Ulpidio Vega, te nombro. Y se santiguan las cuatro esquinas bravas de Ayolas y Convencin, las que salieron tantas veces escrachadas en letra de molde cuando algn fiambre apareca tirado en esa encrucijada.

    Rezan de apuro las jovatas de memoria larga al recordar tu estampa de figura fina, el caminar pesado, un gesto de disgusto en la cara aindiada y el cuerpo erguido por la faca que atrs, en la cintura, te entablillaba.

    Por trabajar en el Swift te haban llamado "El Matarife de Saladillo".Qu te iba a impresionar a vos la sangre, Ulpidio Vega! Si da a da degollabas

    animales y la cuchilla te era tan natural como un anillo, como un zarzo sencillo en el meique.

    Pero eran dos los Vega, Juan y Ulpidio. "El Vega chico" le decan al otro que tambin trabaj en el frigorfico.

    Y por si fuera escaso el desmesurado coraje de Ulpidio en la pelea, el "Vega Chico" era tambin de pa veloz, y sin entraas.

    De negro los dos, siempre, aun de maana.Pero, como suele suceder en estas cosas, Ulpidio se meti con una mina que se

    levant una noche de Carnaval en el Club Atltico Olegario Vctor Andrade. La mina era una reventada que haca copas en el Panamerican Dancing, frente a Sunchales, y que ya le haba borrado el estampadito floreado a las sbanas del Amenbar, de tanto frote. Pero una hembra que pasaba y dejaba el aire como embalsamado de perfume dulzn, y enardecido. Rosa se llamaba, y era justicia.

    Ulpidio Vega, te nombro. Y no me equivoco. Como se equivoc esa noche fatal la mina aquella cuando por llamarte "Ulpidio", "Juan" te dijo.

    Qu oscura mano de destino cabrn los puso frente a frente, Ulpidio Vega!Vos y tu hermano, inseparables siempre, enfrentados por el cario falaz de una

    perdida!Tiempo estuvieron mordindose las ganas de agarrarse. De mirarse profundo, y

    sin palabras. De medirse con odio. Y de no hablarse. Todo el barrio saba del bolonqui que rechinaba en los dientes de los Vega. Pero cuando ms de una vez salt la bronca, y la faca apareci brillando en ambas diestras, algo los amuraba al suelo y les clavaba la bronca a la vereda. Algo, que all en la casa, desde chicos les acariciara la frente, les

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    planchara los lompa y les dejara los botines bien brillosos cuando se iban de milonga a Central Crdoba. Algo. La vieja.

    "Si no te mato" se lo dijo bien clarito Ulpidio a Juan "slo es por ella". "Si no te enfro" le contestaba Juan, que no era lerdo "es por la vieja".

    Y as andaban los dos, encajetados, sin poder ni dormir, ms que hechos bolsa. Y encima la reventada de la Rosa les meta la cizaa de su labia, de sus promesas vanas, de sus maas.

    Y no se pudo ms. Aquella noche Ulpidio y Juan llegaron puntualmente hasta el campito. Era un potrero de pura tierra y matorrales que los mocosos usaban para jugar al fulbo. Pero esa noche haba luna. Y no era juego.

    Ulpidio pel una faca que tena este largo. Uy Dio, cmo brillaba la plata de la luna sobre el filo helado del acero!

    Y Juan, Juan pel tambin tremenda pa que de verla noms, te entraba miedo."Venite!""Ven vos!" se supo despus que se dijeron. Y fue cuando lleg doa Cata hasta el

    campito, de plido rostro, ojos sufridos, de manos apretadas y pauelo negro. Nunca se supo quin le pas el dato. Tal vez, fue esa mgica intuicin de madre la que la llev hasta all en ese momento.

    No se oy de su boca, una palabra. Y tampoco en sus ojos lgrimas se vieron. Pero eso s, sus manos agrietadas de lavar ropa ajena en el invierno, dibujaron en el aire asustado de la noche, un gesto: se agach, se sac una zapatilla y lo dems, frate mo, ni te cuento.

    A Juancito lo faj hasta en el cogote, le deform la sabiola a chancletazos, y le sacudi tantos palos por el lomo que lo dej mormoso al pobrecito. Contaban los vecinos que lo oyeron, que tirado en el suelo, Juan rogaba y a la vieja peda perdn a gritos.

    A Ulpidio, de las crenchas lo caz la vieja aquella, y le arruin la jeta a chancletazos porque le peg media hora, de corrido.

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    A PROPSITO DE: "EL PRPADO TEMPRANO"

    Con la reedicin, tarda justicia pero justicia al fin, de su libro de aforismos El prpado temprano vuelve a estar en boca de todos el nombre y el intelecto de don Ismael de Alfonso. Y por supuesto, la obra de quien fue tan insigne pensador, preclara luz de sabidura entre tanta chatura y bizarra, vuelve a discutirse y estudiarse desde puntos de vista, ora sinceros, ora lcidos, pero casi nunca cercanos a la verdadera dimensin humana de quien fue gigante de nuestro ideario nacional.

    Yo creo que la misma estatura intelectual de don Ismael colabor, sin quererlo, para que muchas personas vidas de abrevar en sus conocimientos no se animasen a acercarse a su figura elegante y seorial, intimidados por la galanura de su verbo y el respeto casi rayano en la veneracin que inspiraba su solo nombre.

    Pero bastara preguntarle a cualquiera de los que constituimos su grupo de amigos, grupo pequeo, hay que reconocerlo, sobre las caractersticas ms ntimas y confidenciales de don Ismael de Alfonso, para desatar un aluvin de ancdotas, de sucesos, que gratificaran ampliamente la maravillosa madera que constitua la fibra afectiva de don Ismael, como lo llambamos nosotros.

    Me honr con su amistad, s, me halaga el decirlo, y con el paso inflexible del tiempo, an apenado por su desaparicin fsica (slo me consuela de vez en cuando releer sus mximas) me reconforta a veces el pensar que mi pequea, humilde entrega amistosa entre tantos otros esclarecidos personajes de la noche rosarina, alegr la madurez del autor de El prpado temprano, Ventana a m mismo y tantas otras obras de cuo mayor.

    ramos una "barra" alegre y dicharachera y sera injusto dejar de mencionar a Carlitos Abramhian (el Negro Abramhian), don Faustino Guirnalda (amador y romntico a la vieja usanza, delicioso acuador de piropos), Gastn Murialdo Tevez (ese maravilloso poeta que tan joven nos rob una aguda tendonitis) el Gordo Garcilazo (un pintor que por pudor, casi olvidada virtud, nunca mostr sus leos y a quien nadie conoci en el ms brillante de sus rasgos: el de endiablado bailarn de tangos de Le Pera) y Marcelito Agustn Cantero, Lito para nosotros, dotado de esa maravillosa voz de tenor que en tantas tenidas intelectuales nos deleitaba recitando a pura memoria fragmentos de "La Tricota" u otros poemas picos.

    Pero era don Ismael de Alfonso quien nos convocaba con la magia de sus conceptos y sus silencios cargados de significaciones.

    Y de su severidad tan mentada... Valgan algunas ancdotas para comprobar si era tan cierta, o si slo pretenda encubrir una cristalina sensibilidad, una provinciana timidez, y una singular propensin a la neumona!

    Recuerdo que muchas veces en que yo sola llamarlo por telfono (lo haca casi todos los das con el solo motivo de escuchar su voz enriquecida por la carraspera) me atenda l en persona pero finga la voz de su ta Edelweiss (que lo acompa en toda su senectud) para decirme:

    Don Ismael de Alfonso ha ido a las aguas termales-. Yo poda reconocerlo por su tos y por el simple hecho de que su ta tena un marcado acento alemn, pero aun alguien como yo, tan entraablemente ligado a don Ismael, hubiese podido confundirse ante lo prodigiosamente exacto de la imitacin. Y sta era una particularidad de don Ismael muy poco conocida entre sus estudiosos y seguidores, dado que slo la manifestaba en rueda de amigos y que conmigo, ms que nada, se solazaba en practicar.

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    De su sentido del humor, ya dan buena cuenta sus aforismos, donde el humor se trasluce, se mimetiza bajo una aparente ptina austera y hasta pomposa.

    Pero se, el de sus libros, era un sentido del humor sopesado y tcnico, que manejaba como muy pocos lo han manejado en la literatura latinoamericana, y yo quisiera referirme a ese otro humor espontneo, fresco, "de esquina" como l mismo sola definirlo. El humor de "salidas" rpidas, chispeantes, donde el retrucano y el chascarrillo restallaban en la rplica veloz e intencionada.

    Recuerdo que una tarde llegu a "El Botaln", aquel querido y recordado "boliche" de Pasco y Sarmiento que luego el nefasto y mal entendido progreso ech por tierra para transformarlo en un sanatorio, y me acerqu a la mesa presuroso para obsequiar a don Ismael con un par de jabones de coco que haba comprado en la estacin de Sunchales. Ya estaba toda la "barra" reunida, un movimiento algo torpe mo hizo que una de las copas se volcase derramando su contenido. Y recuerdo con claridad que Don Ismael, sin mirarme dijo: "Pero mire que hay que ser pelotudo, Gonzlez!". l era as, siempre la frase oportuna, la ocurrencia a flor de labios.

    Me desconcertaba, adems, con su versatilidad, su profundo conocimiento sobre temas de diametral diversidad, incluso algunos muy alejados de su especfica visin espiritualista de las cosas. Pero est comprobado que para un pensador de su vala, ninguna temtica quedaba fuera de su investigacin clarificante.

    En muchas ocasiones, yo mismo, al llegar a la amigable mesa de "El Botaln", sorprenda a don Ismael discutiendo con Lito Cantero sobre la masa especfica del plomo, la densidad plmbica, sus propiedades y caractersticas. Recuerdo que a veces, continuaban hablando de ese tema, enfrascados en la discusin, sin mirarme. Incluso a veces, estallaban en carcajadas, con esa peculiar habilidad que tena don Ismael para impregnar de humor aun charlas en apariencia tan carentes de humanismo, como sas.

    Pero, hasta en rueda de amigos, don Ismael tena su disciplina de trabajo y saba hacerse tiempo para rescatar, incluso de momentos que parecan tan slo de solaz y esparcimiento, conclusiones profundas y de sorprendente sencillez. Muy a menudo, cuando ya todos se haban marchado y yo me quedaba a los efectos de no dejarlo solo, don Ismael me deca: "Perdoname Gonzlez pero tengo que pensar".

    Se repantigaba entonces en alguno de los sillones que tena "El Botaln", cerraba los ojos y comenzaba su fecundo discurrir por el mundo de sus mximas. Puedo decir que a m solo me conceda ese raro privilegio de asistir al nacimiento de nuevas conclusiones, nuevos pensamientos que acercaran a tantos argentinos a las verdades absolutas.

    Pero a veces mi vigilia tena su premio. Tras pasar una o dos horas sentado junto a l, escuchando cada tanto esa suerte de ronco gorgoteo que (luego me explicaba) acompaaba a la aprehensin de certeras definiciones, abra sus ojos enrojecidos por el esfuerzo y me deca cosas como: "Qu hora es?" con esa permanente curiosidad por lo que lo rodeaba.

    Lo que s puedo consignar es que Don Ismael de Alfonso era un hombre de carcter variable, cosa lgica entre aquellos a quienes su sensibilidad transporta desde las cspides ms elevadas de la euforia a los pozos ms oscuros de la depresin.

    No era ajeno a mi costumbre averiguar en dnde se llevaban a cabo las reuniones a las que concurra don Ismael, y allegarme a ellas. Vuelve a mi memoria una en casa del pobre don Faustino Guirnalda. Desde la puerta pude comprobar que Don Ismael se hallaba de un humor excelente, rodeado de gente; hablaba casi a los gritos, cantaba estrofas sueltas de "La Verbena de la Paloma" y hasta aventur unos pasos de sardana antes de enredarse con una cortina. Cuando me acerqu yo, para darle un frasco de alcaparras en vinagre que haba comprado para l, ya haba cambiado de nimo. Cay en una depresin malhumorada, no habl una palabra ms, poda escuchrsele maldecir por lo bajo, y eso a pesar de que yo me mantuve toda la noche a su lado consciente de

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    que algn quizs remoto problema del mundo se le haba cruzado por la mente y en esas ocasiones haba que apuntalarlo.

    Tena actitudes, dentro de su aparente lejana (que han solido confundir con frialdad) que podan llegar a conmoverme. En una ocasin me regal una caja de madera con puros. Unos cigarros excelentes, de hoja cubana, que para ese entonces debieron costarle sus buenos pesos. En virtud de nuestra amistad no poda cometer la descortesa de no fumarlos, a pesar de que yo nunca haba llevado ni un simple cigarrillo a mis labios. Fum tres al hilo en su presencia ante la atenta admiracin (y quizs envidia) del resto de la barra. Hasta que uno de aquellos cigarros estall y aparte de chamuscarme totalmente el bigote y la patilla del costado derecho (se usaba larga), me redujo la ceja de ese flanco a un matorral calcinado que an conservo. Todos remos mucho y don Ismael me confi que solamente a m poda haberme hecho esa inocente broma, ya que el resto de los muchachos no tena sentido del humor, ni mi amplitud de criterio como para comprenderla.

    Desgraciadamente, no pude estar presente en el momento de su deceso.Averig la direccin de la clnica donde se hallaba internado pero por una falla en

    la informacin fui a dar a la otra punta de la ciudad con mi ramo de flores y un fuentn de loza esmaltada que le llevaba de regalo. As y todo, supe (con lgrimas en los ojos) que sus ltimas palabras fueron para mi humilde persona: "No le avisen a Gonzlez" me contaron que dijo cuando vio que la sombra de la muerte se lo llevaba. Era su postrer voluntad para evitarme el dolor al conocer la noticia.

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    ROSITA, LA OBRERITA

    Las madrugadas fras del barrio la vean pasar, caminando apurada, hacia el taller.

    Pobrecita Rosita, la obrerita. Delgada y tierna, gorrin temprano.Toda la semana en la tejedura, soando, soando con el sbado a la noche.Las mujeres del barrio al verla, aterida de fro, se decan: "All va Rosita, la

    obrerita. Pobrecita." Gorrin temprano.Y ella era un sol, un rimero de luz, en el aire pesado del oscuro galpn de su

    trabajo. Los muchachos del barrio la queran. Desde la amistosa humareda del caf, la miraban cruzar, gil el paso en su vestidito liviano de percal, y se decan: "All va Rosita, pobrecita. La obrerita". Gorrin temprano.

    Y no apagaba su sonrisa dulce el doble turno feroz de su trabajo, porque Rosita esperaba el sbado a la noche. La gota feliz, la alegra corta, la inocente diversin del baile.

    Y el sbado a la noche Rosita era un pjaro liberto, una paloma que araaba por fin un pedazo de cielo, cuando se miraba en el espejo de su altillo pobre y se vea linda. Porque era linda, Rosita. Pobrecita. Con esa belleza frgil, cristal apenas, de las muchachas sencillas. Su madre, viejita dulce, ncar las manos bondadosas, la peinaba largamente con el mismo peinetn gastado que les haba dejado el cario ausente de la abuela, que sin duda, desde arriba, sonrea.

    Y qu contenta se pona Rosita, pobrecita! Era una flor nocturna, capullo crecido en el yuyo sin malicia del zanjn urbano, peristilo que espera el fresco de la oscuridad para abrirse en corola para mostrar su belleza.

    Los sbados a la noche los muchachos la admiraban y se decan: "All va Rosita, la obrerita. Pobrecita".

    Eran pocas horas nada ms de gozo. La ilusin de una mirada varonil, el rubor intenso en sus mejillas plidas, la ensoacin de un tango que la haca girar locamente por la pista sintiendo el brazo firme del muchacho esbelto que la pretendiera. Nada ms que eso. Un relmpago fugaz. Pero tan lindo! Despus, el retorno a la rutina cotidiana. El encuentro cruel con el fro crudo de la madrugada. Las dos horas de caminar hacia el taller. Y esa tos. Esa tos que a veces la doblaba.

    Pero no se escuchaba una queja de sus labios. La mantena jovial la renovada esperanza de la noche del sbado, las luces de colores que bordeaban la pista de baile del club de barrio, la amistad cristalina de esa gente humilde y un sueo, un sueo que Rosita, pobrecita, no confiaba a nadie. Slo su diario, amables hojas de papel amarillento, saba de su anhelo. Cuando con mano trmula tomaba la pluma le contaba a su lbum confidente, la espera paciente de aqul que la vendra a buscar para llevarla, para sacarla de all, de aquella fbrica y le regalara una casa sencilla, pero amplia. Un bienestar para su madre. Y tres pequeos, rubios como debera ser l, cabellos de trigal, ojos celestes.

    Ella saba que alguna noche de sbado, ese hombre vendra.Y como suele pasar en los cuentos de hadas, una noche de sbado, ese hombre,

    vino.Al patio humilde del club de barrio lleg un joven distinguido, de hermoso porte y

    ropas elegantes. "Un prncipe" cuchichearon las madres, asombradas. "Un hombre rico" comentaban las jvenes, entre ellas, entretejiendo sueos de bailar con el desconocido.

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    Pero una sola mujer hubo esa noche para el recin llegado, y fue Rosita, pobrecita, quien ya no se sinti tan solo una obrerita. Esa noche ella fue, entre los brazos gentiles de aquel muchacho, una princesa, una mueca fina bailando sobre nubes de algodn.

    Ms tarde que otras veces, volvi a su casa, y le cont a su madrecita buena el sueo realizado. Con sus ojos buenos le cont del prncipe aqul, de sus palabras, y de la promesa que le haba dejado al partir, antes de alejarse en su lujosa vuatur: "Vendr a buscarte".

    Desde aquella noche la cara buena de Rosita, era una fiesta. No le importaba ni el fro cortante de la maana, ni el sucio aire oscuro del taller, ni su rebelde tos, tan reiterada. Era feliz Rosita, la obrerita. Pobrecita. Gorrin temprano.

    Slo tena que esperar, e hilvanar sueos: la casa grande de ventanales por donde la luz se derramara generosa, la pieza alegre para su madrecita y volver cada tanto hasta su barrio bueno, a ver a los amigos, a quienes la vieron crecer, a los testigos sencillos de su vida.

    Pero pas ms de un ao y del muchacho aqul no tuvo ni una flor, ni una noticia, ni un recado apenas, pobrecita. En su pecho, la congoja, comenz a apretar su corazn joven con un puo duro. Y fue una tarde, volviendo del taller, aquel taller que le compraba su juventud por un puado de monedas, que Rosita se encontr con don Nicola, el tano viejo y bueno que haba venido hasta aqu en el "Conte Grande" a poblar nuestra tierra con sus hijos, tambin buenos.

    El organito de don Nicola desgranaba su meloda cadenciosa y algo triste, que saba tararear una cotorra. Una cotorrita de la suerte. Y Rosita quiso saber si su futuro podra encontrarse entre los dobleces desprolijos de un papelito. Un papelito que la cotorrita buena le alcanz a Rosita con su pico. Y all deca, estaba escrito: "Se est casando, el muchacho aqul, en la parroquia, de San Miguel".

    Pobrecita Rosita, la obrerita. Deshecha en lgrimas, un mar de llanto, cay en su lecho quebrado el pecho por la tos convulsa. En la pobre humildad de su altillo, plida y apagndose como una llama de un fsforo de cera, dos cosas nada ms pidi a su pobre madre: que le trajese la mueca vestida de colombina, y que fuese a buscar al ingrato que la engaase con promesas vanas. En la noche de cierzo zafiro, sali la anciana arrebujada en una paoleta, mientras, en la cama, Rosita, la obrerita, acunaba en un tango a su mueca.

    Era un saln lujoso, brillaba el piso de mrmol como un espejo caro, y una gran orquesta esparca por el aire los evanescentes giros del vals de los novios. l, flotando en el aire su pelo rubio, trigal al viento, no supo de la entrada de la viejecita humilde cuando ella lleg baada en lgrimas, hasta la escalinata de la fiesta rica. Pero cruz el saln la pobre anciana y la orquesta call, como una ofrenda. La pobre anciana tom del brazo al petimetre y slo dijo: "Mi hija se nos marcha, camino del Seor". Del brazo de la otra se desprendi el mancebo. Y en su lujoso coche, perseguido quizs por la culpa, se lanz en busca de aquella que lo haba esperado en vano, tanto tiempo, y que ahora se marchaba en busca de otra cita, all en el cielo.

    Cuando subi al altillo, Rosita lo mir con esos ojos, resecos de llorar y slo dijo: "Estos son mis compaeros. Julio y Franco". Y seal a dos obreritos, con ropa de trabajo, sudor honesto. Y los dos obreritos, pjaros buenos le dijeron al muchacho aquel, al elegante, con ese tono simple y sencillo del que se educ en la escuela popular de las veredas, que sera mejor si retomaba a esos quince operarios, despedidos.

    Y el muchacho aqul, el elegante, del taller tejedor nico dueo, quizs ante el tono convincente de esos hombres, de esos hombres puro sudor y herramientas de trabajo, quizs ante la vista de esas manos que sostenan tal vez un fierro en "U", alguna llave en cruz, una barreta, firm con mano veloz cuanto papel le pusieron adelante los muchachos.

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    Y sigui el barrio vindola pasar a la obrerita, de la casa al taller todos los das. Se cur de la tos y sigue alegre, sencilla y buena. Las mujeres amigas de su madre, viejitas buenas, dicen al verla: "All va Rosita, la obrerita. Pobrecita".

    O suelen comentar, curiosas ellas: "Desde que vio Norma Rae cmo ha cambiado!".

    Y Rosa sigue esperando el sbado, su da dilecto, como un pjaro gris, gorrin temprano.

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    INSPIRACIN

    Desde el momento en que Nacha entr al Dory se supo que llegaba con una noticia importante. Ya desde la puerta se acerc a la mesa agitando en el aire la regordeta mano libre (la otra la tena ocupada con unas carpetas) anunciando as al Negro, Manuel, Coca. Cacho y una flaquita de rulitos recin integrada al grupo, que no vea el momento de aproximarse para lanzar la primicia.

    Armando vendi su obra de teatro anunci, radiante, an antes de sentarse. Acabo de hablar con l por telfono.

    No jods apart el Negro la vista del men, que ya se saba de memoria, para prestarle atencin.

    Qu obra? se extra Manuel.La obra casi se escandaliz Nacha por la pregunta.Una de sus obras de

    teatro.Hace teatro tambin? lo de Manuel fue algo agresivo.Pero eso no es todo desestim la indirecta, Nacha. Escuchen bien a quin

    se la vendi!A quin se la vendi? se entusiasm Coca. Escuchen... Escuch Cacho, vos... dijo la gorda. Cacho haba retornado a su

    aparte privado en la punta de la mesa con la flaquita de rulos. Se la vendi a Gerardo Postiglione!

    Esta vez s la expresin de sorpresa fue general, incluso Cacho mir por un instante a Nacha.

    A la puta! Y cmo hizo? El Negro se rasc la barba.Mir inform Nacha Qu s yo cmo hizo! Pero vos viste cmo es

    Armando... Ahora viene, ahora viene, me dijo que se vena para ac! Si yo tampoco s nada, lo nico que me dijo por telfono fue eso!

    Ay, cmo debe estar! se toc la mejilla Coca.Mir supuso Nacha debe estar ms delirado que nunca!Y era as, noms. Apenas 10 minutos ms tarde, cuando ya el Dory estaba

    bastante lleno, Armando abri la puerta enrgicamente, la cerr, se par dando el frente al saln y con una sonrisa de oreja a oreja, los brazos en alto al estilo de los triunfadores boxsticos, agradeci el aplauso que rompi desde la mesa de la barra, una de las del fondo, a la cual se haba unido tambin el Buchi, llegado despus.

    As, con los brazos en alto, a pasos largos y acompasados, sin clausurar su sonrisa majestuosa, fue sorteando las mesas desde donde lo miraban de reojo comensales entre divertidos y acostumbrados a esa fauna algo extraa del boliche. Tuvo que eludir tambin a Chichn que medio encorvado cruz su camino con una napolitana con fritas, y que le dijo al pasar:

    Qu haces, Chichn? Te pareces a Pern. Chichn le deca a todos "Chichn", por eso le decan Chichn.

    Otros diez minutos despus Armando estaba sentado ya a la mesa, haba pedido un conejito a la cazadora que segn Pepe, otro de los dueos, estaba "una cosa de locos" y magnetizaba la atencin de la mesa.

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    El asunto vino por el viejo explic. El mircoles me llam desde Buenos Aires a donde haba ido a vender unos novillos. Vos sabs que el viejo es muy amigote de este Postiglione, el Gerardo...

    Y de dnde lo conoce? pregunt Manuel. Qu s yo. Pero vos viste que el viejo conoce a Dios y Mara Santsima. Seguro

    que son amigotes de algn boliche. El viejo cuando baja a Buenos Aires, como l dice, se flagela ah en Le Priv, del negro Molinari, y ah lo debe haber conocido a este otro, el Gerardo...

    Gente de la noche subray Buchi.Lgico aprob Armando. Mi viejo: baqueano de la noche portea. Baqueano

    de las estrellas. Gua espiritual del reviente cosmopolita.Ay qu hermoso! festej la definicin Nacha apoyndose en el brazo de

    Armando y mirando a los dems como refrendando el acierto.La cosa es que el Viejo me llama y me dice: "Armandito, he estado hablando con

    Postiglione y yo le dije que vos (por m), estabas muy pero muy interesado en hablar seriamente con l" cosa que es una flagrante mentira porque yo en la puta vida le he dispensado dos minutos de mi pensamiento a ese caballero Postiglione, ni lo conozco... pero, en fin. No te la hago larga, el viejo le habl al Gerardo y le cont maravillas sobre su hijito mayor, deban estar bastante en pedo ya a esa altura me imagino, y le dijo que yo escribiendo obras de teatro, revista o vodevil era algo as como una mezcla de Bertolt Brecht y Neil Simon.

    Qu es verdad! afirm Nacha.Y lo que son las casualidades sigui Armando, ya algo impermeable a los

    elogios de la gorda el Gerardo Postiglione tena que venir para Rosario.No me digas! dijeron varios.Tena que venir para Rosario. El importante empresario y productor de nuestra

    farndula artstica deba venir a la Capital de los Cereales a ver si contrataba la sala del Astengo para un recital de no s quin, no s qu pajera tena que traer... no importa... qu s yo.

    Y lo viste? no aguant la ansiedad Coca.Esta misma tarde el curvado dedo ndice de Armando golpete sobre la mesa.Esta tarde?Vengo de estar con ese sujeto.Hubo exclamaciones, grandes alaridos de aprobacin, salvo en la punta ms

    distante donde Cacho continuaba su dilogo privado con la de rulos.Cont, cont!Che... Y cmo es el tipo?Por partes control Armando la conmocin. Bueno, la pinta... la pinta es,

    bueno... la que se ve en las revistas... Bastante de cuarta el pobre Gerardo... y l... Bueno, l: un chanta. Un chanta de categora, nivel Buenos Aires, pero esper que les cuento...

    S, dale urgi Manuel Cont primero la charla. Lo voy a ver al hotel. En el Majestic el tipo. Y me recibe en el bar, abajo.

    Canchero, hombre canchero, hecho al mundillo de las estrellas. Y me dice que un par de autores no me quiso decir los nombres, los preserv del escarnio-, lo haban colgado con una pieza. Y que l necesitaba dentro de cinco das, a ms tardar, arrancar con los ensayos y la preparacin y la escenografa y las pelotas, de un espectculo musical, que le tena prometido y contratado al pera.

    Cinco das?

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    Cinco das. Y yo le dije que muy bien, ningn problema. Que yo tena escrita una pieza sensacional, formidable, prcticamente lista, que no me haba preocupado en terminar hasta ahora porque haba estado tratando de terminar mi serie de pinturas y adems porque no vea a nadie con mayores posibilidades de ponerla en escena. Pero que l era indudablemente un tipo solvente y que yo no tena inconveniente, dentro de cuatro das, en presentarle la pieza terminada.

    Y vos la tens terminada? pregunt Buchi. Armando hizo un gesto como restando importancia al asunto.

    Me pregunt si yo antes haba escrito alguna otra cosa sigui Armando y yo le cont que con Luppi habamos estado charlando de una puesta... gir hacia Nacha buscando un testigo Te acords cuando vino Federico a casa y estuvimos charlando de...?. Nacha aprob enrgicamente con la cabeza, la boca llena de milanesa de pollo, feliz de la complicidad del recuerdo... bueno... Y que despus...

    Luppi estaba encantado logr decir Nacha.Enloquecido sum Armando.Y que despus Federico me llam desde

    Buenos Aires para decirme que largaba con "Convivencia" y bueh... El Gerardo me dijo que la palabra del viejo, para l era suficiente, mir vos y quedamos en que en cuatro das l vuelve a Rosario y yo le entrego la pieza...

    l vuelve para hablar con vos? se asombr Coca.S m'hijita, vuelve a hablar conmigo. De paso viene a cerrar el contrato con el

    Astengo pero viene a hablar conmigo... Porque me dice, che, me dice Armando estir el brazo y palme el centro de la mesa reclamando una atencin que ya tena salvo en el flanco dominado por Cacho y la rulienta me dice...: "Yo tengo que tener lo antes posible el libreto para largar con la escenografa. Tengo que, ya, comprometer al escengrafo". Y ah lo cagu pero lo cagu lo cagu... le digo: "No se preocupe por la escenografa porque yo ya le doy solucionada toda la escenografa y no tiene que andar preocupndose por eso"... Se qued!

    No me digas que le dijiste eso! lo reprendi amistosamente Nacha.Y sobre el pucho lo remacho: "Y las letras de las canciones tambin se las paso

    yo"... Si vieran los ojos del Gerardo, una lechuza pareca.Hubo una serie de comentarios entre golpetear de vasos, movimiento de platos y

    un cierto retorno de la atencin sobre la comida, algo dejada de lado ante lo especial de la noche.

    Pero mir si yo voy a permitir meter tantas manos ajenas en una obra ma! se ofusc Armando, herido.

    Una hora despus estaban en el bar del Riviera. Armando haba dictaminado que aquello haba que festejarlo y que la ocasin bien vala unos whiskies en algn lugar elegante, mundano. Despus de todo, caminando eran apenas unas siete cuadras. Algunos no se anotaron. Cacho porque parti con la rulienta con rumbo desconocido. Manuel porque se neg a compartir una celebracin con la clase social que frecuentaba el bar del Riviera, y Roberto porque al da siguiente se tena que levantar temprano y saba que las sobremesas de Armando solan estirarse hasta la madrugada.

    Nacha, tras catalogar de amargados y aburridos a los desertores se colg del brazo de Armando todo el trayecto, en tanto Buchi, junto a Coca, caminaba del lado de la pared, los cuatro a buen paso porque haca un fro considerable.

    Che, Armando dijo Buchi Y tens que hacerle muchas correcciones a la obra?

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    Armando hizo girar el hielo dentro del vaso de whisky y adelant el torso sobre la mesa ratona que estaba entre los sillones. La excitacin inicial haba pasado y Armando se hallaba ms reconcentrado y reflexivo.

    Mir dijo La verdad que no la tengo ni escrita.Los ojos de la gorda Nacha se hicieron ms redondos. Buchi tambin sinti el

    impacto. Armando hizo girar su mano derecha frente a sus ojos como disipando una niebla.

    Tengo una idea... Ms o menos... Algo vaga...Pero... se alarm Nacha Tens cuatro das nada ms! Y...? Y...? se encogi de hombros Armando. Si esto es... sabs?... hizo

    chasquear los dedos pulgar y grande de su mano derecha junto a su oreja As. Un segundo... Un segundo...

    Bueno... no s... Vos sabrs pareci conformarse Nacha.Por favor rest importancia a la cosa Armando. Quers otro whisky?

    pregunt a Buchi. Buchi aprob con la cabeza. Estaba entrando en su silencio alcohlico.

    Cuando salieron a la calle eran casi las dos de la maana y haca un fro cortante. Hubo saltitos en la vereda de calle San Lorenzo, castaeteo de dientes y puteadas graciosas. Armando en cambio, termin de pagar la mesa, e impulsado por el envin etlico sali a la calle tras el grupo, a los gritos, aspirando hondamente el aire helado, ampliando el pecho, cerrando los puos.

    Esto es bueno, vivificante! grit. Coca se haba apretujado con el Buchi y la gorda buscaba meterse bajo un brazo de Armando.

    Esper Gorda, larg la apart ste. Esper que me saco esto y comenz a quitarse el saco ante las carcajadas asombradas de las mujeres y la mirada ya bovina de Buchi.Hay que llenarse de este aire marino y salobre de Rosario! Esto es salud! Y los pantalones tambin! subray el anuncio comenzando a desabrocharse el cinturn.

    Ah qu loco! Aull Nacha.No che...! se alarm entre risas Coca. El fro hizo recapacitar a Armando. Se

    abroch de nuevo, se calz el saco y se lanz sobre Nacha y Coca cobijando a ambas bajo sus brazos. Empezaron a caminar hacia Corrientes.

    Es as, Coquita, es as exclam de inmediato. El whisky le haba devuelto su habitual euforia. La inspiracin es una cosa divina, celestial, una cosa... un rayo que ilumina al artista, en un instante, lo transforma! Yo tengo una musa inspiradora, Coquita, una musa!

    Ay! Quin es? interrog Nacha, desde abajo del brazo izquierdo de Armando.Mi musa inspiradora, simplemente! Una especie de ngel de la guardia de mi

    talento creador! La musa que viene en mi ayuda cuando yo la necesito!Una especie de bombera voluntaria... -arriesg Coca.Eso mismo Coca! Una especie de bombera voluntaria... aprob Armando y ah

    comenzaron las carcajadas. Ya estaban tentados. Una especie de bombera voluntaria con la diferencia de que no se la puede llamar. Ella viene sola Me entends?

    No figura en "Llamadas de Urgencia"? pregunt Coca.A ese punto de la divagacin, se rean tanto que tuvieron que pararse antes de

    llegar a la esquina de Corrientes. Slo Buchi insista en seguir un tanto sonmbulo.Un polica, las manos en los bolsillos del sobretodo, golpeteando con sus tacos

    sobre la vereda, desde la esquina en cruz, frente a la ochava del "Sibarita", los miraba.

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    La noche siguiente, en la mesa del Dory, el nico que faltaba era el Cacho quien, segn el resto, "estaba en otra cosa".

    El clima de la mesa era confuso y preocupado porque Armando ni bien se hubo sentado confes que no haba tocado un solo papel, que no haba escrito una sola lnea. Nacha estaba desolada. El Negro fue un poco ms duro.

    Armando le dijo cuntos aos tens?38 dijo Armando, medio asombrado ante la pregunta.Bueno, ya no sos un pendejo. Me parece... Mir la novedad lo cort Armando.Qu simptico! catalog Nacha al Negro.No. Te digo en serio. Te digo en serio llam a la reflexin ste antes que los

    comensales entrasen en las digresiones habituales.Ya no sos un pendejo. Esta oportunidad que se te da ahora no es una cosa como para desperdiciar. Que te d bola, que te diga un tipo como el Postiglione, que ser un chanta pero mueve la guita loca, que te va a montar una obra tuya... ome... No es como para desperdiciar...

    Escuchame... Armando no borraba la amplia sonrisa, algo endurecida, en su cara Y quin habla de desperdiciarla?

    Me decs que no tens un carajo escrito, que tens una idea pero no la has desarrollado, que... No s...

    Ya vos te parece que yo la voy a desperdiciar? se inclin hacia el Negro, Armando, por sobre la mesa. A m el Postiglione podr parecerme un chanta y un tipo que no sabe un carajo de teatro, pero eso no quita que sea un habilsimo productor y un tipo que hace cosas.

    Yo te digo, yo te digo insisti el Negro en un tono de advertencia que slo l se daba el lujo de esgrimir frente a Armando en el grupo, quizs usufructuando el derecho de sus 43 aos recin cumplidos. Porque si no aprovechs esta oportunidad, no s cundo pods tener otra igual. Ac pods pasar al frente. Y aparte del xito, ojo que estos tipos se mueven a gran nivel eh? y hoy no te conoce nadie y maana aparecs en todos los diarios si las cosas te van bien con l. Aparte del xito pods agarrar la mosca loca. Ojo.

    Y por qu te penss que me llam mi viejo? volvi a inclinarse Armando hacia el Negro, incluso al punto de acercar peligrosamente el cuello de su pullover al guiso de mondongo. Porque el viejo ya est hinchado las pelotas de pasarme guita.

    La ruda aceptacin del hecho por parte de Armando lo enalteci ante los ojos de los dems, que aprobaron con sus cabezas.

    Por eso te digo, por eso te digo contemporiz el Negro, quizs arrepentido de haber llevado la conversacin a plano tan ntimo.

    El viejo remarc Armando ya est hinchado las pelotas de que su hijito dilecto no tenga guita para mantenerse solo. Y yo tambin. Yo tambin estoy cansado de eso. O te parece que a los 38 aos me gusta tener que llamarlo cada tanto al campo para decirle: Viejo, mandame unos mangos que no me alcanza para la comida? A m tampoco me gusta. Porque ome, todo muy lindo, yo he sido siempre el geniecito, el Shirley Temple de la familia, que yo era un genio dibujando, una maravilla con la pintura, Manucho Mujica Linez le deca al viejo que por qu yo no escriba, ome, en poesa, tambin, escchame... pero yo al viejo con eso no lo convenzo ms... Yo no puedo hablarle al viejo y decirle que se venga que hago una muestra en Krass de mis cosas cinticas porque al Telmo vos le habls de cintica y es como si le hablaras de los agujeros negros, ome...

    Las risas aflojaron un poco la tensin.Yo s lo que significa esto para m puntualiz Armando, ya para todos.

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    Bueno. Y por qu no te pons a laburar? . El Negro haba adoptado su papel de abogado del diablo.

    Mir, la cuestin de la creacin es muy particular dijo Armando. Es una cosa... como te dira... mgica. A m me pasa as. Yo estoy caminando, andando por la calle, y de repente, tlac, me ilumino, es una luz, una cosa celestial... Frunci la boca, frot los dedos de sus manos unos contra otros. No s.., es difcil de explicar. Siempre ha sido as para m. Cuando dibujo, por ejemplo. Estoy vaco, hueco, sin motivacin... y de pronto es como una luz, algo que me dice: tens que hacer esto. Es as.

    Coca aprob con la cabeza.S. Me imagino que para el que no est en la creacin... dijo.Es difcil la apoy Nacha. Muy difcil!Yo digo que tengo una musa prosigui Armando. Y es verdad. Tengo una

    musa. Que no me va a abandonar en un momento as. Estate tranquilo.Yo estoy tranquilo. El Negro se seal con el cuchillo. Vos...El vino, el vino! Armando ya haba pasado a otro tema. Haba atrapado su

    vaso, bien abierto el codo de su brazo derecho. El vino que alimenta mi inspiracin natural, sangre vegetal que... se puso de pie corriendo la silla con estruendo... alimenta la bestia primigenia...

    Qu loco! Nacha controlaba la repercusin en los dems. Los dems se rean. Cuando Armando se sent haba iniciado ya una polmica sobre el ltimo film de Fassbinder (lo haba visto en Buenos Aires) que le haba provocado una ereccin.

    Pero lo que sucedi diez minutos despus es algo difcil de explicar.Incluso pasado el tiempo fue algo siempre muy complejo de razonar para los que

    compartan aquella mesa esa noche y los otros parroquianos del Dory.Armando estaba prcticamente con el mentn apoyado sobre el centro de la mesa,

    slo separando su trax del mantel por el brazo derecho doblado bajo la tetilla, los ojos muy fijos en la cara de Manuel que estaba definiendo a Fassbinder como "un jeropa mental del carajo".

    Armando permaneci as, hipnotizado, y de repente tuvo como un estremecimiento, tan notorio que todos se dieron cuenta y cesaron la discusin.

    Te pasa algo? alcanz a preguntarle Nacha. Fue cuando sucedi: un chorro de luz intenssimo pareci perforar el humedecido techo del Dory iluminando a Armando. Al mismo tiempo atron el aire un coro celestial. Armando, lvido, en xtasis, ms que ponerse de pie pareci levitar como succionado por el mismo rayo ambarino. Sus ojos estaban desmesuradamente abiertos pero no reflejaban temor. Las voces angelicales del coral celeste aturdan y un viento arrachado despein el rubio cabello de Armando. De los bolsillos de su pantaln, de los bolsillos de su saco, aparecieron palomas que volaron por el interior del Dory, enloquecidas. Una suerte de microclima extrao se generaba dentro de ese cilindro dorado en el cul flotaba, casi a 50 centmetros del suelo, Armando. De pronto, as como se haba producido, el encanto ces. Se retir la luz replegndose hacia lo alto, callaron las voces infantiles del coro y todo volvi a la rutinaria normalidad del Dory. El fenmeno no haba durado ms de un minuto, tanto que muchos, despus, negaron que hubiese existido.

    Un papel! pidi a los gritos Armando apenas sinti sus pies nuevamente sobre el piso. Un papel!

    La inspiracin, la inspiracin! gritaba, demudada, la gorda Nacha.La Luz... la luz del genio... susurraba Coca, inaudible.La primera en reaccionar fue Nacha; de una de sus misteriosas carpetas arranc

    una hoja y se la alcanz a Armando que an no se haba sentado.Qu te dijo? Qu te dijo? lo tom de un brazo Manuel, de paso para

    comprobar si estaba sano. Armando recibi el papel que le alcanzaba Nacha, lo arrug

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    un poco y con l limpi uno de sus hombros, donde haba sido alcanzado por un resto de postre Balcarce, volatilizado ante el viento divino. Armando se sent.

    Era tu musa le dijo Coca.Tu musa, Armando... Qu te dijo? exigi Nacha.Ahora s... un papel... una birome... pidi Armando, todava lento, como quien

    sale de un sueo profundo. Nacha volvi a manotear y casi destrozar una de sus carpetas. Con gestos violentos apart vasos, platos y botellas.

    Saquen todo, saquen todo! grit Tiene que escribir, tiene que escribir!Qu te dijo la musa, Armando? apur Manuel. Armando tena la birome

    frente al papel blanco con su mano derecha mientras los dedos de la izquierda opriman y arrugaban su frente.

    Qu te dijo, Armando? insisti Coca.Pods creer que me olvid? dijo Armando.

    Al da siguiente, a eso de las siete, fueron llegando a "El Cairo"' como todos los das. Nadie se atrevi a tocar el tema con Armando dado que ste lleg considerablemente ms opaco que de costumbre, casi malhumorado y denotando un atisbo de preocupacin. Incluso le pidi a Coca que se sentase al lado suyo, cosa de ocupar la silla que haba quedado vaca ofreciendo el riesgo de que fuese ocupada por Nacha (an no haba llegado) y que sta empezase con sus cargoseos y efusividades. El otro flanco de Armando ya estaba ocupado por Cacho, quien haba aparecido con la rulienta y ahora los dos charlaban en su cosmos particular, en voz baja, muy seriamente. Sin embargo, fue el propio Armando el que sac la conversacin aprovechando que Manuel le pregunt, por formalidad, cmo andaba.

    Hoy me llam dijo Armando.Quin? pregunt Manuel. El Gerardo.Qu Gerardo?El Gerardito Postiglione! pareci recuperar su humor Armando. Mi

    productor.Ahh!Te llam? se asombr Coca.S, seor afirm Armando. Ya somos como chanchos con el Gerardo.Y? pregunt Manuel. Cmo va la cosa? Armando se encogi de hombros, despreocupado. Magnfico calific, despachndose en cuatro tragos la copa del vino blanco

    dulce que le haban servido momentos antes. En eso llegaba Nacha, acerc una silla, desparram sus carpetas y el bolsn tejido enorme en otra ms y tir besos a todos con la punta de los dedos.

    Lo habl Postiglione se apur a informarla el Negro.Te habl Postiglione? no lo poda creer la gorda. Armando asinti con la

    cabeza. Para qu?Est desesperado el Gerardo comunic Armando, a todos. Me record la

    fecha en que tengo que entregarle la obra.Dentro de tres das contabiliz Manuel, alertando."Ningn problema, Gerardo" le dije yo continu Armando, sin acusar la

    acotacin de Manuel. "Ya est todo cocinado, mi querido"."Gerardo" le decs vos? se escandaliz Coca.

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    "Gerardo". Y l me dice "Armandito". ntimos, ntimos somos con el Postiglione. Dos amantes a travs del auricular.

    Che Buchi, que haba permanecido callado leyendo "La Tribuna", reclam la atencin de Armando. Y ya tens lista la cosa?

    Armando oscil su mano derecha, lentamente, frente a sus ojos.Est todo... ac... fluctuante... vago... dramatiz. Los ojos de Nacha se

    llenaron de pavor.Media hora despus arrancaron en patota hacia la galera de Gilberto.Pedro Omar Minervino expona acuarelas, y aunque algunos no tenan la ms

    remota idea de quin era Minervino y otros apenas si informaban que era un flaco que haba solido frecuentar las sbanas de una amiga de una ex-novia de Buchi, la perspectiva de encontrarse con gran parte de la fauna y tomarse unos vinos gratuitamente los encamin sin dilaciones hacia la sala de arte.

    Armando, posiblemente gracias a los efectos de un par de vinos blancos, haba abandonado su rostro preocupado y se mostr ms que jovial y comunicativo en la inauguracin de las acuarelas de Minervino, a las cuales lleg a calificar como "emparentadas con la escuela holandesa, pero con la escuela diferencial holandesa".

    Salieron de all una hora ms tarde, al fro de la noche, rumbo a la cita obligada del Dory. El Negro y Cacho se haban ido hacia all un poco antes, Coca y Manuel estaban a mitad de camino y como siempre la verborragia de Armando lo haba hecho quedar ltimo, slo flanqueado por Nacha y Buchi que hasta ltimo momento haba insistido en levantarse una rubia interesante y algo bizca que luego result ser la novia de Minervino.

    Fue llegando a la esquina de Santa Fe que ocurri de nuevo: Armando qued como clavado en el piso, cosa de la que se percataron Nacha y Buchi tres pasos ms adelante, apurados como iban en procura de la calidez del boliche.

    Se dieron vuelta pensando que a Armando se le haba cado algo, o haba olvidado alguna cosa en lo de Gilberto. Pero no, Armando estaba quieto, mirando fijamente al frente, como aterido y de pronto el dorado rayo de luz lo atrap levitndolo unos centmetros. Rompi el coral de ngeles a cantar y de nuevo el viento casi huracanado que se generaba dentro de ese bao de luz ambarina, despein el cabello del autor. Esta vez fueron pequeos pjaros de pecho rojo los que escaparon de bajo su saco de cuero y hasta pareci escucharse un rumor de mar entre las voces de los nios celestiales.

    La musa, la musa! alcanz a decir, paralizada, Nacha. Cuando termin de decirlo, el fenmeno haba cesado. Corrieron hacia Armando quien ya estaba de nuevo apoyado con ambos pies sobre la vereda, alborotado el pelo, confuso, meneando la cabeza, tocndose los labios. La calle pareca ms vaca, ms silenciosa y ms oscura que nunca tras la retirada del cilindro de luz.

    Entre Nacha y Buchi, prcticamente alzado por los codos llevaron a Armando hasta el Dory.

    Lo agarr, lo agarr de nuevo! comunic Nacha, a los gritos, a los dems, en tanto sentaban a Armando en una silla.

    La inspiracin! certific Buchi.El rayo se de luz, la musa, lo agarr de nuevo! prosigui Nacha.Armando, Armando... lo tom del brazo Manuel. Qu te dijo? Qu te dijo?Armando miraba fijamente una botella estacionada frente a l. Su mano derecha

    se abra y cerraba, nerviosa.Qu te dijo? Quers papel? insisti Nacha. Armando recorri los rostros

    anhelantes de todos, con lentitud.

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  • R o b e r t o F o n t a n a r r o s a E l m u n d o h a v i v i d o e q u i v o c a d o

    Podes creer... comenz, con broma ...pods creer que no le escuch nada?Cmo!? saltaron todos.Y qu voy a escuchar golpe con su puo derecho sobre la mesa, Armando

    con ese coro de mierda que te aturde? Qu voy a escuchar?

    Al otro da Armando no apareci ni por el Cairo primero, ni luego por el Dory lo que desat el espanto en Nacha. Desoyendo el paternal consejo del Negro quien le sugiri "no romper las pelotas" a Armando, la gorda amonton sus carpetas y parti rumbo al departamento de ste.

    Armando le contest pero, cosa extraa, no le abri la puerta mediante el portero elctrico sino que l mismo baj hasta la planta baja.

    Ests trabajando? pregunt Nacha.No. No. respondi Armando, siempre sin soltar la puerta de calle, como dando

    a entender que estaba pronto a cerrarla.Pero se agit Nacha Hoy... no trabajaste... en la obra?Armando neg con la cabeza. Nacha hundi algunos de sus dedos en su fofo

    moflete derecho, consternada.Y? pregunt. Tens dos das, nada ms.Dos das, as es acept Armando.Y... qu vas a hacer?Mir... yo s que la inspiracin no me va a abandonar. Mi musa no me va a

    abandonar, justamente ahora.Y... qu estabas haciendo? apur Nacha, algo incmoda en el fro de la

    calle. Estaba por comer.Vas a comer solo? Te acompao. No, gracias.Es feo comer solo.Sabs qu pasa, Nacha? Armando abandon su tono fro y procur ser

    convincente. Pienso que a la inspiracin hay que ayudarla. Hay que crear un clima especial. Una cierta predisposicin de nimo, un mbito... un continente...

    Y quers estar solo?S. Estoy seguro que en las otras dos veces que me asalt la inspiracin, el

    rapto... eh... creativo, yo no estaba predispuesto. Estaba distrado, en otra cosa. Y no se puede jugar as con una musa inspiradora. No se puede jugar as.

    Por supuesto. Por supuesto corrobor Nacha. Me voy entonces.Chau.Pero prometeme que si necesits algo me llams. Vamos a estar hasta tarde en

    el Dory y despus seguro que vamos a ir a lo de Coca.Al departamento nuevo?S. Dice que qued regio.Bueno se interes Armando. Ms tarde, si ya se me ha ocurrido algo, me voy

    para all.Si no, maana. Acordate que maana a la noche, Coca inaugura oficialmente su

    buln. No podes faltar.Voy a ir. Voy a ir cort Armando. Nacha se fue.Armando subi a su departamento y cerr con llave. Haba terminado su frugal

    cena y llev la escasa vajilla sucia a la cocina. Luego fue hasta el living, tom buen

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  • R o b e r t o F o n t a n a r r o s a E l m u n d o h a v i v i d o e q u i v o c a d o

    cuidado en cerrar la puerta que daba a la cocina para evitar el paso de aromas grasos, y apag la lmpara del techo, dejando slo encendido el spot que iluminaba la mesa pequea en un ngulo de la habitacin y el silln. Fue hasta el tocadiscos y puso el concierto en mi menor para violn de Mendelssohn. Despus se dio una ducha prolongada con agua bien caliente. Se sec, se perfum y se cubri con una salida de bao de seda. Volvi al living llevando en sus manos una botella de whisky, un vaso y un baldecito con hielo. Los cigarrillos ya estaban sobre la mesita ratona. Puso todo al alcance de sus manos, elev discretamente el volumen de la msica y se recost en el silln. Estuvo as cerca de diez minutos, pensando. Luego se durmi.

    Lo despert una mano femenina, sacudindolo por el hombro.Algo asustado, Armando se qued un par de minutos contemplando a esa mujer

    ya no tan joven, algo desgreada, con un inquietante parecido a la imagen de la Repblica, pero ms flaca.

    Quin... atin a balbucear Armando en tanto se incorporaba, arreglndose un poco el cabello revuelto quin sos?

    La mujer, cumplido el hecho de despertarlo pareca haberse desentendido de l y hurgueteaba entre los discos diseminados sobre el Audinac.

    El suelto vestido blanco que le llegaba hasta los tobillos y la melena larga y rubia que le caa desordenada y desaliada sobre los hombros, adems del no muy resplandeciente pero s notorio halo ambarino que la recubra, le daban un aspecto etreo que hubiese sido completo a no ser por el cigarrillo que apretaba entre sus dedos largos, amarillentos de nicotina.

    Quin sos? repiti Armando, adivinando la respuesta.La mujer se sent, cruzndose con soltura de piernas; miraba la cubierta de un

    long-play.Tu musa respondi, seca.Y... cmo...?Ome cort la musa, tirando a un lado el disco. Creo que las preguntas las

    tengo que hacer yo.Armando, dcil, volvi a sentarse.Dnde estabas las dos veces que intent tomar contacto con vos? pregunt

    ella.Bueno... vacil Armando. La primera vez estaba...En el Dory, ya s. Y la segunda, por la calle.S corrobor Armando. Creo que fue por eso que no...Djalo as. cort la musa. Se puso de pie y se dirigi a contemplar unos

    cuadros que colgaban de una de las paredes. Cundo tens que presentar la obra?Pasado maana.Y tens algo escrito? La verdad...No.No. admiti Armando.Bueno, bu