Ficino Cartas

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D i v er so s a co n t ec i m i ent o s que t uviero n

tugar a f ina les de la E dad M edia , par ticular -

m en te en d s ig lo X I I , h ic ieron surgir nuevos

elem en tos p ol í t ico s , soc ia les , e inte lectuales

qu e transform aron la sociedad entera, y culmi-

nar ían en e l R en acim iento , en los s ig los X IV

y X V . E l R e n a c i m i e n t o e s u n r e t o rn o a la

sabidu ría, al con oc im ien to, y a los valores del

m u n d o c l á sic o .

En la época renacentista , los problemas

qu e se cernían sobre la soc iedad y gravaban

las mentes de los hombres , eran muy seme-

 ja n te s a los q u e ho y afro n ta la hum anid ad .

E n ta l con texto soc ia l y pol í ti co de cr i-

s is y tr a ns fo r m a c i ó n , m ucho s h o m b r es d e

gran altura intelectual demandaron el conse-

 jo d e M a rsilio F ic in o , q u ien , p o r m ed io de

sus cartas, puso a su alcance la sabiduría sobre

l a que se ha b í a fund a d o l a c i v i l i z a c i ó n

occidental , con el f in de que afrontaran los

t iem p o s qu e l es ha b í a to ca d o v i vir co n

intdig en cia y valor.

 E scu ela d e F ilo so fía P rá ctica de M adrid.

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Las Cartas de

MARSIUO FICINO

VOLUMEN I

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i § l

d

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Las Cartas deMARSILIO FICINO

VOLUMEN I

Traducido de la edición inglesa al español por miembros

de la Escuela de Filosofía Práctica de Madrid

Ma n o a u

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■ ■

¡TroduMón y «wrdmaoonGrupo de traductora de U bcueUiWV^wotu Practica de Médnd

Pisdto y maptfbtaófi Manuel Corcu 

PioduíQú*tonque ¿amoraoo

C 2009. para U proeme «dttóo ÁtocMCián EtcueU de Wo&otia Procne*Varaikjrrv v Caita (fem ada - 3M Ü Martnrt (E*paíW>

KM Vde OUftcw. Editor A pM o 2»* - 0 *16 Í4w a ttepakú

m  i >w í .  yn6-wa 4v VKrptowo \c#d, >A-**2>JÜ0¥■ lMpi«uúi\ Graymo

ftWUAuDfUM

OW1β» Ma pubbcaaón pmrt* μ τ «spioduoda.

-i; . *********** *n itWNWV* ru por^jjPPl PH Pl V* M IM¡S)r6iuot Iftilrraoft O4e iatcrtirna. MRM¡ MR m b o  úd «dNM

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Co n t e n i d o

9 v

Agradecimientos

11

Títulos de las cartas

• 19

Prólogo

■55'

Nota a la edidón española

i 35 §

Prefado a la Ia edidón inglesa de 1975

' | f l lIntroducdón

49

Notas de los traductores de la edidón inglesa

n

Referendas y notas bibliográficas

Las Cartas

199

Apéndice 1

2 0 t ó

Apéndice Π

203

Notas sobre las cartas

N t b l d ti t i d l t d Fi /

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 A  g r a d e c i m i e n t o s

En 1975 un grupo de personas pertenecientes a la School of Economic Science en

Londres emprendió, a sugerencia de su director León MacLaren, la traducción de las

cartas de Marsilio Ficino de Florencia, cuya publicación por Shepheard Walwyn Limitedculminará en 2009, con el octavo volumen.

Las cartas, auténticos tesoros espirituales, inspiraron tanto a los destinatarios coetá-

neos de Ficino como a todo aquel que, desde entonces, las lee con una mente abierta.

Hablan de la Unidad de la creación, y en ellas se refleja el propósito presente en toda

la obra de Ficino, de poner al alcance de la sociedad del Quattrocento la filosofía de

Platón y sus discípulos, lo que propició un verdadero renacimiento de la sociedad: el

Renacimiento.

Agradecemos a los miembros del Language Department de la E.E.S. el magnífico eingente trabajo que, a lo largo de tantos años, han realizado y que permite, ahora, a los

lectores en español, acceder a la deslumbrante y profunda prosa de Marsilio Ficino.

Grupo de Traductores de la Escuela de Filosofía Práctica de Madrid

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Tít u l o s   d e   l a s   Ca r t a s

In primum librum proemium

befado al primer libro de cartas

10 Modus laudis absque adulatione

Cómo alabar sin adular

1 De felicitatis desiderio

 Acercadel deseo de feliádad

11 Solitariae vitae utilitas

La utilidad de la vida solitaria

1 Quae sit ad felicitatem via

El camino a la fe liádad

12 De modestia componendi

Sobre la modestia al escribir

5 Imitado utilior est quam lectio

La imitaáón es más útil que la lectura

13 De laud e Platonicorum interpretum

En alabanza de aquellos que comentan 

a Platón

4 Dialogus inter Deum

et animam theologicus

Diálogo teológico entre Dios y el a lm a

14 Exhortatio ad scientiam

Ex hor tado r a la búsqueda del conoámiento

5  Medicina corpus, musica spiritum,

theologia animum curat

15 Consolatio in alicuius obitu

Consolador, por la muerte de una persona

La medidna cura el cuerpo, la música  

el espíritu y la teología el alma

16   Laus brevitatis

Elogio de la brevedad

6 Lex et iustitia

Leyyjustiáa

17 Quantum utile sit alere doctos

Cuán útil es sostener a los hombres dorios

7 De divino furore

 Acerca del frenesí divino

18 Laus opificis non a verbis, sed ab opere

La alabanza de un artista no proviene de sus 

 pa labras , sino de sus obras

8 Excusatio prolixitatis

Una disculpa de la prolijidad

9 De divinatione et divinitate animae

 Acerca de la admnaáón y de la divinidad 

del alma

19 De virtutibus civilibus, purgatoriis,

purgati animi exemplaribus

 Acerca de las virtudes áviles, las virtudes 

 purgativas, y las virtudes ejemplares del alma 

 purificada

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20 De sapiente et felice viro

 Acerca del hombre sabio y afortunado

21  Bona scribere praestat quam multaEs mejor escribir bien que mucho

22 Exhortatio ad sden tiam

Exhortaáón a la búsqueda del conocimiento

25 Invitatio ad scribend um

En solicitud de una carta

24 Gratiarum actio

 Acción de gracias

25 A matoria

 Asuntos de amor 

26 Mirabilium a ucto r Deus est,

non homo

Dios, no el hombre, es d autor  

de los prodigios

27 Laudes Laurentii M ed ias m irae

Las asombrosas glorias de Lorenzo de' Medid

28 A matoria

 Asuntos de amor 

29  Amatoria; quomodo amandus

quisque sit et quomodo laudandus

 Asuntos de amor: de cómo deberían

ser amados los hombres y en qué modo loados

50 locosa ad loannem inv itatio adreditum, per dissimu lationem

Vn humorístico incentivo para que Giovanni 

51  Epistola genialis de heroibu s

Una carta acerca de los héroes, escrita 

a impulso de un espíritu

52   Quod gratis fit , gratius est,

q u a m q u o d e x d e b it o

Lo que se hace libremente es más grato 

que una acdón obligada

35 Pr ov ocat io ad sc r ib endu m

Indtadón a escribir 

34 Quo d necessar iae epis tolae inter amicos

Las cartas son necesarias entre amigos

55 Gravis es t iac tura temporis

La pérdida de tiempo es un asunto grave

56 Q u o d i o c u n d a e a m ic o r u m lit te r ae

Las cartas de los amigos Són una fuente 

de gozo

5 7 N e m in i d e tr a h e n d u m , q u i a D e u s

u l d s d t u r

Nadie debería ser despréáado, 

porque Dios castiga

5 8 H o m o e s t a n im u s .

A m a n t is a n i m u s e s t i n a m a t o ' i !

E l hombre es espíritu.

E l espíritu dei amante está en el amafió'

59  S e ria a d I o a n n e m . A n i m a p o s t

m ortem intell ig i t, et m ulto c lar ius ,

q u a m i n c o r p o r eGraves palabras a Giovanni: EI alma, 

después de la muerte, percibe incluso más 

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40 C ontra Averroem, scilicet, quod

non Sit uniet is ho m inum intel lectus

Contra AVerroes, en cuanto al hecho 

de que no hay itn único intelecto humano

Theologi vigilant, caeteri somniant

ÍLbsteólogos están despiertos, los demás 

¿.'(duermen

42 Ventas Dei Splendor, pulchritudo, amor

í- -Ία verdad acerca de Dios es el esplendor, 

la belleza fiel amor -

45 Ideae secund um Platonem ai t divina

m e n t e su n t

Las ideas, según Platón, existen 

en la mente divina

44 Causa peccandi, spes, remed ium

La causa del pecado, la esperanza, el remedio

45 Quos Deus coniunxit moribus,

coniunget felicitate

 Aquellos a jos que Dios ha unido

en un modo de vida, los unirá en la felicidad

46 Praestantior est legu m conditor,

quam sophista

E l legislador es más excelente que el sofista

47 Legit imus amoris terminus

|¡|§t !Consuetudo

E l legítimo fin del amor es la unión .

48 Neque am or s ine re l ig ione , neq ue

rel ig io s ine am ore laud atur

se alaba el amor sin la religión, 

ni se alaba te religión sin el amor 

49 D e toleranda íniuria

De la tolerancia ante la injusticia

50 De constantia adversusfortunam comparanda

 Acerca de la constanda frente 

a Infortuna

51 Amidtia illa stabilis,

quae a Deo conflatur

 Aquella amistad que está forjada 

porDtos^es firme

5 2 Poeticus furor a Deo est

La inspiración poética procede de Dios

55 Cura patriae, familiae, amicorum

E l cuidado de la patria, de la familia 

V de los amigos^-

5 4 Q uis Sit verus vir appellandus

Quién deberta ser considerado como 

Un verdadero: hombre .

. v-$5|De h u m a n ita te ^

 Acerca de In humanidad

5 6 'Gratia, amor, fides, am idtia

Gracia, amor, fe, amistad

57 Stultitia efemiseria hominum

La insensatez y desgracia de los hombres

58 Stultitia et miseria hominum

La insensatez y desgracia de los hombres

59 Stult it ia m iseriaque hom inumLa insensatez y desgracia de los hombres

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80 Vota non sunt spernenda

Las plegarias no deben ser menospreciadas

81 NobilitaS> utilitas et usus medicinae

La nobleza, la utilidad y la práctica 

tíelnmedicina

82  Tempus parce expendendum

El tiempo debe usarse con medida  ;

83 Homo sine religione bestiis est

infelicior

Un hombre sin religión es más infeliz 

que las bestias

84 Responsio ad epistolam de tem pore

parce expendend o

Respuesta a la carta acaca del uso 

del tiempo con medida

85 Nemini recte volenti om nio

ad bonum interclusus est aditus

El acceso al bien está vedado, completamente, 

para todo aquel que carezca de recta voluntad

86  Imitatio potior est q uam lectio

La imitación es más poderosa que la lectura

87 Durate, et vosmet rebus servate

secundis

Resistid y reservaos para tiempos mejores

88 Divinitas animi ab inventione

La diñnidad del alma a partir de la 

inspiración

89 Novum opus nimium placet opificiUn trabajo nuevo complace en demasía

a su autor

90 De perseverantia

Sobre la paso/eranáa

91 Prudentis est nihil praeter

salutem animi bonamque corporis

valitudinem exoptare

La naturaleza de un hombre prudente 

es no desear nada, más que el bien 

de su alma y la salud de su cuerpo

92 D e musica

 Acerca de la música

93 Verissima laus est, quae laude

digna est

La más veraz alabanza es aquella 

que es digna de alabanza

94 Feliciter amatur, qui a viro amatur

am ore dignissimo

Es felizmente amado aquel que es amado 

por el hombre más digno de amor 

95 De lege et iustiüa

Sobre la ley y la justicia

96 De anima

Sobre el alma

97 Consolatio in amici obitu

Consolación ante la muerte de un amigo

98  Legitimi iurisconsulti partes

La función del verdadero hombre de leyes

99 V elociter compa ratur quod ardenter

desideraturI o que ardientemente se desea, rápidamente 

se logra

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100 Fontes potius quam rivulos

sectari debemus

Deberíamos buscarfuentes, más que arroyos

101 Peripateticus non ut philosophus

est pecuniam appeti t sed ut hom o

Un seguidor de Aristóteles no busca

el dinero en tanto quefilósofo, 

sino como ser humano

102 Commendatio a fortuna qu ond am

feliá, innocentia, scientia

Una recomendadón basada en la pasada 

buena fortuna, la moceada 

y el conodmiento

105 Qua ratione sit qu isque

laudandus

: La razón de alabar a alguien

104 Nemo sine amore, de am ore be ne

loquitur

' Sin amor, nadie habla bien del amor 

105 Praecepta ad m em oriam

¿' 'Preceptos para la memoria

106 Virtutum definitio, offid um , finis

La άφηίάόη, fundón yfin de las virtudes

107 Animae natura et offidum,

laus historiae

La naturaleza y el deber del alma; 

la alabanza de la historia

108 Tres vitae duces, e t un a v itae

Optima ratioTres guías para la vida, y el mejor

ά los principios para vivir 

109 Ratio docendi , laudandi ,

v i tuperandi

Los principios de la enseñanza, 

la alabanza y la censura

110 Cognitio et reverentia sui ipsius

o m n i u m o p t i m a

E l Conocimiento y la revaenda 

de uno mismo son lo mejor de todo

111 De divini ta te animi ac re l ig ione

sfAcerca de la divinidad del alma y sobre

la religión

1 1 2 Co nsol a t io i n a l icu i u s o b i tu

Consolación ante la muerte

de unapérspna

1 15 C o n t r a m e n d a c e s e t i m p i o s

detractores

Contra mentirosos e impíos calumniadores

1 1 4 C o n t r a m e n d a c e s e t i m p i o s

de tra c tore s

Contra mentirosos e impios 

calumniadores

1 1 5 Q u i d e s t f e l i d t a s , q u o d h a b e t

g r a d u s , q u o d e s t a e t e r n a

Qué es la felicidad, qué grados tiene, 

por qué es eterna

116  O r a tio a d D e u m t h e o l o g i c a

Una plegaria teológica a Dios

1 17 Q u o d s o l í v i r tu t i D e o q u e

c o n f i d e n d u m e t s e r v i e n d u m

Se debería confiar y servir 

sólo a la virtud y a Dios

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118 Qualis debeat esse imitatio

De lo que la imitación

de la naturaleza debería ser 

119 Saepe magna est laus

quae brevis est

Cofi frecuencia, la alabanza, 

cuanto más noble, más breve es

120 Qui favet bo n is sibi fave t

 Aquel que favorece a los hombres 

buenos se favorece a sí mismo

121 Quae sit petitioet commendat io iusta

Una justa solicitud γ recomendación

122 Inst i tut io et admonit io

 brev is ep is cop i

Breve instrucción γ consejo 

a un obispo

125   Laus Philosophiae

oratoria, moralis, dialectica,

theologica

 Alabanza oratoria, moral, dialéctica 

γ teológica de la Filosofía

124   Grat ia iubelei

La gracia de un jubileo

125   Grat iarum act io

Dando las gracias

12 6 O t iosae vi tae ut i li tas

La utilidad de una vida sosegada

127 'De perseverant ia

 Acaca de la pasevaancia

128 Solus divinus medicus curare

morbos animi potest

Sólo el médico divino es capaz 

de curar  los males del alma

129 Vidssi tudo amo ris u nde nascatur

De dónde nace la reciprocidad

del amor 

150 Vera poesis a D eo ad D eum

La vadadera poesía es de Dios

γ para Dios

151 Sua mittenda sunt ad suosI o bienes propios de un hombre

 

deben sa enriados a los suyos

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La  r ec epc ió n  d el  n e o pl a t o n is mo   d e  Ma r s il io  Fic in o  en  España ,

A TRAVÉS DEL ARTE PLATERESCO

Para la publicación de este primer tomo de las cartas de Ficino, traducido al español,

ha parecido oportuno intentar presentar a los lectores hispanos nuevas relaciones einfluencias, hasta hoy poco comentadas, entre la obra del pensador florentino y la cul-

tura española del Renacimiento.

El canto de Ficino a la dignidad y libertad humanas, y su creencia en las posibilidades

de que el hombre pudiese alcanzar la felicidad en este mundo, mediante una nueva

relación individual con Dios, y una religión de salvación personal, sin intermediarios,

común a todos los escritos de los reformadores espirituales de la época, se vivió, enton-

ces, como un mensaje lleno de esperanza.

Si tuviéramos que acudir a los textos de la literatura en español donde la influenda de

la obra de Ficino se manifieste, nos encontraríamos con algunas dificultades. Se ha

dicho desde Menéndez Pelayo en su Historia de los Heterodoxos Españoles que la influenda

de la teoría de Ficino sobre el amor tuvo su más directa influenda en el libro Diálogos

de Amor  de León Hebreo, judío sefardita nacido en Lisboa y residente en Toledo

que, tras la expulsión de 1492, trasladó su residencia a Italia. También se ha visto la

subterránea huella neoplatónica dejada por Ficino en algunos textos de la lírica rena-

centista, especialmente, en autores como fray Luis de Granada o fray Luis de León'·fialgunos místicos españoles, concretamente, San Juan de la Cruz.

Sin embargo, es en nuestro rico patrimonio arquitectónico, desperdigado por los más

recónditos lugares de la geografía española, donde podemos descubrir el increíble

mundo figurativo simbólico del arte plateresco, y gracias a él vislumbrar hoy la gran-

deza de ese movimiento filosófico, lleno de una confianza ilimitada en el hombre y en

la fuerza de su espíritu.

Para poder seguir esta huella de la filosofía de Ficino en el Renacimiento español, hay

que resaltar ciertos aspectos de su obra que dan las claves del porqué y cómo fue reci-

 bido, Se sabe que Ficino terminó la traducción del Corpus Hermeñcum en 1463, y que ésta

fue su obra más reeditada en las décadas siguientes, demostrando su éxito inmediato,

también fuera de Italia, y la enorme influencia que ejerció en la cultura del momento.

Como han señalado todos los grandes estudiosos de Ficino, lo que éste pretendió al

volver a unir, por así decirlo, los eslabones de una tradición filosófica milenaria

(HermesMoisésZoroastroOrfeoPitágorasPlatón), fue trasmitir a los hombres de su

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<3onvicdón de que todas la rdj#oras_y teosofías poseían, en cierta medida,

fe ^ a d js v d a d a , y que en todas latía el deseo del hombre por ascender, a través del

intelecto, a la Unidad dd Ser.

pe los dos libros principales que componían d Corpus,  d Poimandres y d Asclepío^

d primero se centró en la descripdón de una verdadera cosmogonía, en la que se

desarrollaban los conceptos dd hombre como microcosmos, ya que podía elegir, gra-

das a su intdecto, considerado como un atributo divino, entre realizar un proceso de

regeneración que le devase, de nuevo, a la iluminación perdida, o degradarse cayendo

en un estado animal, y quedando atado á su parte material y mortal. Aquellos hom-

bres que pudieran lograr d contacto con d Verbo no <se hallarían sometidos, como los

demás, al destino, y podrían trascenderlo para alcanzar la felicidad en vida. El segun-

do libro, d Asdepio, versaba sobre d conocimiento de aquellas fuerzas· divinas, iden-

tificadas conToFplanetas y las estrellas, que actuaban sobre la naturaleza y el hombre.

El astrólogo «mago» según d concepto hermético que aparece en el Asdepio o en las

obras posteriores de Pico ddla Mirándola, y en la obra de Giodamo Bruno, era aquel

que, utilizando los propios términos de Fidno, podía atraer la vida cdeste sobre el «spi-

ritus», considerado a manea de canal de comunicadón, por d que se difundía el influ-

o benefactor cdestial al mundo.*2'Hoy, nos cuesta desprendemos de los prejuidos con los que se han cargado todos estos

temas, y no podemos apenas observarlos con la distanda suíidente para su valoración

cultural, debido a todas las manífestadones en contra que emanaron desde distintas

instandas, espedalmente, déla Iglesia católica postridentina, por considerarlos como un

peligroso campo de libertad y búsqueda de conodmiento, que podía poner en entre-

dicho dertas verdades dd §¡¡¡¡¡gi religioso.®

Por otro lado, d prindpio neoplatónico prodamad o p or Ficino de que d mundo visi-

ble de una Belleza superior, consagró, definitiva-

mente, 1 origen espiritual de la  belleza, convirtiéndose en el m oto r que revolucionaría

Jarie occidental. El verdadero artista pasaba a convertirse en el instrum ento que reve-

aba esa belleza a los demás hombres, movido po r una inspiradón que le trascendía y

&¡£ Picino definió como d frenesí divino.*4' La gran contríbudó n del Fidno filósofo al

pedería, pues, lo que ha llamado ChasteP d dogío dd ojo, es decir, la prioridad dada

^ ^ d o de la vista para conectar con lo más profundo del alma humana. Para Ficino,

id representadón de Dios en la tierra, y por medio de la luz se «manifesta

toda la o a dd u do al h b ue í dí d b i l ll

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imagen para trasmitir y fijar en la memoria conceptos abstractos, Al contrario que

Aristóteles, que consideraba que las imágenes debían reproducir con la m ayor fidelidad

la naturaleza, y que su propia verosimilitud era la que captaba el ánimo y debiera co n

mover al espectador, Platón, y especialmente Ficino, consideraban que las imágenes

podían ser vehículo de las verdades más transcendentes, pero sólo sí éstas se expo nían

a través de un lenguaje visual velado, como era el de los símbolos. Y los prin cipa les

instrumentos para materializar este conjunto de ideas a través de lo simbólico,

fueron la mitología y el jeroglífico.^ ád*

En el resurgir renacentista de la mitología, tal y como se utilizo en el neoplatonismo

humanista, se fundieron dos tendencias, la propiamente dásica, que consideraba a

lós dioses como personificadón de las fuerzas naturales de los planetas y las estrellas, y

que se relacionaba con la Astrologia, y la de algunos autores cristianos, que vieron en

estas historias y personajes paganos significados ejemplarizantes y alecdonadores. En

esta recuperadón de la mitología fue fundamental como fuente de información la

 Metamorfosis  de Ovidio, qué se empieza a tradudr con entusiasmo en d siglo XV.  A sí  

la mitología pudo revestirse, en las décadas finales dd siglo XV en Florenda, de nuevos

significados. Si los grandes arquetipos simbólicos, como Venus o Júpiter, se «cristianiza-

ron» durante la Edad Media hasta prácticamente diluirse, ahora tendría lugar d proceso

contrario, d de una paganizadón sutil, po r d que los dioses y héroes de la Antigüedad

irrumpían con fuerza para^onvertirse en vehículos de los conceptos neoplatónicos.^En d interés por los jeroglíficos fue dave un manuscrito titulado Hkroglyphica de u n ta

Horapolo (nombre mítico que unía, en realidad, los dos grandes personajes dd herme-

tismo, HorusApolo), cuya datadón se perdía en d tiempo, aunque, posteriormente, se

supo que era un escritor alejandrino dd siglo V d.C. El manuscrito lo trajo de Greda

en 1419, un edesiástico florentino, y se lo dio al conocido humanista y traductor Poggio

 JBracdolini, padre de uno dé los destinatarios de las cartas de Ficino (en este libro la

107); por lo que hemos de suponer que éste fue uno de los primeros en conocer d

manuscrito, que se consideró dave porque en la obra se pretendía explicar d sentido

último de los jeroglíficos, considerados por la tradidón hermética como una vía de ini

dadón a la más remota sabiduría ocultadla de los sacerdotes egipdos. La Hieroglyphic

no se imprimió hasta 1505 en su edidón príndpe, teniendo luego más de treinta ver-

siones^ pero tuvo un a influenda inmediata, pues ya las propias edidones de los

Epistolarios de Ficino, publicados durante su vida, se acompañaron de d ibujos grutes

§9£.y jeroglíficos.

El interés suscitado por los temas herméticos propidado por Ficino hizo resurgir confuerza el estudio de los jeroglíficos egipdos; que alcanzaron un gran prestigio intelec«

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en Jos inventarios antiguos de su gran Biblioteca, iniciada por su padre el Marqués de

Santiliana, y que él enriqueció aún más.'12'

El Conde de Tendilla, sobrino del Cardenal, ha pasado a la historia como un hombre

de extraordinarias dotes personales. Siempre leal al rey Femando, fue una figura dave

en la guerra de Granada que culminó, en 1492, d largo proceso de la reconquista cris-

tiana, nombrándole por ello los Reyes Católicos alcalde vitalido de la Alhambra. Muy

apredado entre los venados, demostró siempre gran comprensión hada la pobladón

musulmana dd reino nazarí, cuya brillante cultura admiraba profundamente, especial

mente la corriente de pensamiento sufí, exquisita recepdón islámica dd pensamiento

neoplatónico opuesto al averroísmo,"3' de tendenda, en mayor medida, aristotélica Se

sabe que hasta su muerte vivió en uno de los palados reales árabes de la Alhambra,

hoy desaparecido. Fue el gran oponente de la política de mano dura impuesta por

Cisneros a los pocos años de la conquista, que provocaría numerosas revudtas hasta

culminar en d definitivo edicto de expulsión de los moriscos en 1609.

El inido de este singular proceso de mecenazgo artístico tuvo su origen, a nuestro jui-

cio, en dos acontedmientos: la estrecha relación dd Conde de Tendilla tanto con las éli-

tes romanas como florentinas, cuando es enviado en 1487 en calidad de embajador de

los Reyes Católicos, para intermediar y conseguir una tregua en la guerra existente en

esos momentos entre el Papado y Ñapóles. Su resonante triunfo diplomático, al trans-formar la posible tregua en una paz duradera, le abriría todas las puertas, convirtién-

dolo en testigo privilegiado de lo que estaba sucediendo en Italia.

A su vudta, ya estaba deddido a introducir en Castilla, y concretamente en las tierras

de sus señoríos, una nueva manera de entender el arte que había visto en Italia. Para

ello traía un excepcional conjunto de dibujos del pintor Ghirlandaio. uno de los máxi-

mos exponentes del Quattrocento florentino y autor del famoso retrato de Ficino en el

fresco de Santa María Novella. Este conjunto de dibujos lo conocemos hoy como

el Codex Escurialensis,  por haber terminado en poder del rey Felipe II y estar guardados

en la Biblioteca de El Íf§¡§§ll§¡ En ellos se recogían multitud de dibujos de los monu-

mentos clásicos romanos y los primeros grutescos copiados de la Domus Aurea de

Nerón redescubierta en 1480.05’ Estos dibujos significaban, pues, para Tendilla la más

selecta muestra del esfuerzo estético del arculo neoplatónico florentino por materiali-

zar el saber de los Antiguos.

El segundo gran acontecimiento, que propició la introducción del pensamiento neopla-

tónico con los Mendoza, tuvo también que ver con los comentarios elogiosos y entu-

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Academia como la florentina, para la e d uc ac ió n hu m an ista d e los h i jos de la a lta noble-

za castellana/17'’ Tend íSa co n v en ció al h u m an ista P ed ro M á rtir de Anglería, del que se

f iab ía h e dió gran amigo en sus es tanc ias en Roma, para que se t ras ladase en 1487 a

M an ad a , desde donde propic iará , de fo rm a d ec is iva , la di fu s ión de los es tudios huma-

vistieos,  y espec ia lmente neo platónicos . en tre ios jó v en es de la a l ta nobleza/*7’

Hoy. sabemos que la ob ra de Ficino sus c i tó ta m bié n gra n interés entre o tros elementos

de la nobleza y la élite eclesiástica. Dieg o G uillén d e Á vila, ca n ón igo de la catedral dePaJenda, tradujo al castellano, en 1487. el texto latino de Ficino sobre el Hermes

Trismegisto con el título de Libro sobre la potencia y sapiencia de Dios  para el noble Gómez

Manrique, corregidor de Toledo. Este n o ble er a h i j o de u n po eta de la seg u n da m i tad

dd s ig lo XV que había p er tenec ido ta m bién al se lec to c írcu lo d el M arq ué s de Santillana

y del famoso poeta Juan de Mena.

La coincidencia de la fecha de esta traducción con la estancia de Tendilla en Italia,

y el h ec ho de qu e Gu illén h u b ier a ser v id o c o m o t r o v ad o r a l b e l i c o so arzo bispo de

Toledo. A lo nso Carr illo, as í c o m o qu e e l pr o p io G ó m ez M an r iqu e f u e r a en su d ía capi-tán de las huestes de C ar ri llo, h a s ta q u e és te c a y ó en de sg r ac ia c o n lo s R ey es y f u e sus-

t ituido, prec isamente, po r e l Ca rdena l M en do za , p are ce ind icar la exis tenc ia de sordas

rivalidades en el ambiente c u l to de es to s per so n a j es de la n o bleza c as te l lan a , u n a

n obleza qu e es taba de j an do de ser em in en tem en te c ab a l ler esc a y g u er r er a p ar a co nver-

tir se en co rtesana y h u m an ista , y e s taba m u y in ter esad a en ten er ac c eso a las ideas pro -

ven ientes del cí rc u lo c o r tesan o m ás so f is t i c ado y ad m ir ad o de l m o m en to , c o m o era el

de los Medias.

Había, al menos, dos motivos para la t r a d u c c i ó n a l castel lano del Corpus Hermeticum,traducido a su vez por Ficino: d p o c o c o n o c im ien to qu e d d la t ín ten ía, to davía ,

la nobleza no eclesiástica, y d deseo, en e s o s a ñ o s d a v e , d e d e s c u b r i r p u e n t e s d e

i&oriexión con las cultu ras coe xísten tes en Ca stilla y, espec ia lmente, en Toledo. Hay una

ftáse  justificativa m u y revdadora en la carta d e p r e s e n t a c i ó n e s c r i t a p o r d p r o p i o

BB f e M q ue Ja critica co nsid era p r ec is am e n te d e s c e n d i e n t e d e j u d e o c o n v e r s o s q u e

d p ro lo g o de Mars í I Io van d e d a r a d a s l a u i d a d e M e rc u rio y

continencia deste tratad o, non digo mas s inon qu e po r en d v e a v u e s t r a m e r ce d d error

que común mente se t iene creyendo que a los gentiles n o n p r o v e n i e s s e e l c o g n o s q

.miento de un Dios fazedor govemador de todas las cosas , N u e s t r o S e ñ o r ...».m. 

fi ta influenda de la obra d e Fian o se difundiría co n prontitud, al m en o s en Castilla, y

Las í . po dem o s c o m pr o bar qu e u n o de los m á s i lustres profesores d e la redén creada

^ 9 T 9 er sK Í a d d e A l c a l á . " d m a te m á t ic o Pedro Círudo, se carteó con estudiosos de

Oxford s o b re te m as r d a d o n a d o s con e l h er m et i sm o ,  gra cia s  a los l ibros de Ficino y los

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f sujeto  ai capricho y la arbitrariedad de la fantasía  iconográfica de cada artífice.00’ Se le ¿ ha  negado, con frecuencia, un significado profundo, concreto y coherente, y se ha insis-

tido en no ver en él sino formas  caprichosas e incluso aberrantes, quizás como resul-tado de las citas de autores, generalmente despectivas, que surgieron a partir de la segun-da mitad del siglo XVI, como resultado del particular  ambiente contrarreformista que seinclinó, decididamente, por hacer desaparecer  este tipo de iconografía «paganizante» del

arte religioso, para primar la claridad

doctrinal, más fácilmente comunicable alfiel, del naturalismo aristotélico.*20

En los últimos años, las manifestacionesartísticas platerescas están siendo estudia-

das como lo que fueron en realidad: unlenguaje codificado para los iniciados

de su tiempo, q ue se h a empezado a rein-

terpreta r c o n sum a cautela.122* En este

n u e v o po siciona m iento de la historiogra-fía española, están surgiendo estudios

que se decantan por descubrir, en sus

significados, la influencia directa de los

escr i tos filosóficos de Ficino.(23) . P

Incluso, desde esta nueva óptica, se tien-

d e a dar primacía a las figuras mitológi-

c a s y símbolos de origen más directa-

m e n t e dasicista, a la hora de «leer» las

composidones platerescas, como si en

e l las es tu viera la última dave de la inter

p r e t a d ó n ico no g ráfica y el resto de los

m o t iv o s , l o s «grutescos» y los «candelieri»,

f u e r a n mero «acompañamiento». Pero la

e s e n c i a del plateresco es la fusión de

t o d o s e s t o s elementos figurativos, pues ju n to s f u n c io n a n a manera de jeroglíficos

para l legar a la comprensión f inal .

P ara ( r ic in o , las im ág en es eran la vía de

i n i c i a c i ó n a n a l ó g i c a p a r a c o n s e g u i r

m a n i f e s ta r l o d i v i n o p o r m e d io de lo

i s H^chada de la Universidad de Alcalá de Henares.etalle del cuerpo bajo donde se puede ver unotivo «a candelien». Ascendiendo en tomo aeje van desarrollándose grutescos enfrentados,

ndaciones de naturalezas humanas, animales  y  

getales que remiten a un mundo iconográficopdo de contenidos neoplatónicos.

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natural, y poder comprender, así, los más grandes misterios. Medíante una elevación

intelectual gradual a través de las «figurae», se llegaba a la formación de una conscien-

cia interior, lográndose la apertura del «oculus spiritualis» y la captación de lo inase-

quible por el entendimiento humano. El/fiéoplátomsmp, paralelamente a su intento de [

conectarse con los saberes de la «filosofía perennis», buscaba una especie de reunifica |

ción espiritual de todas las religiones, mediante una lengua universal constituida por/íimágenes simbólicas^

Fidno vinculó los principios de este lenguaje universal o «idioma de la imaginación»®

para la transmisión de lo divino, con el método o vía «apofáüca» o de negación, pro-

puesto por el neoplatónico Pseudo Dionisio Areopagita ya en el siglo V dC, que acon

sejaba utilizar símbolos paradójicos para expresar lo sagrado, pues se consideraba que

la propia paradoja obligaba al alma a buscar la comprensión simbólica más allá de lo

fenoménico tangible. La mitología grecorromana se convertiría pronto en la canteraesencial de toda clase de imágenes «fantasmáticas» (es decir, provenientes de la «fanta-

sía» o capacidad imaginativa) e irracionales para la interpretación anagógica, esto es,

para el acercamiento a la comprensión mística de las cosas divinas. El enorme presti-

gio de las «metamorfosis» ovidianas las haría convertirse en las referencias perfectas

para estos fines, metamorfosis consideradas como el exponente perfecto de la rueda de

transformaciones constantes de las escalas del ser, base de la filosofía hermética

Otra de las explicaciones del porqué de la supuesta irracionalidad buscada intenciona-

damente en los grutescos platerescos se basaría en lo que ste denominó «el arte de la

memorj3>, consistente en un método intelectivo, según d cual se generaban imágenes

ordenadas de tal manera que los conceptos inaprensibles e inefables de un determina-

do discurso mental fuesen fácilmente conservados en la memoria y se pudiesen recor-

dar persistentemente.^ Una de las reglas principales de este «arte de la memoria» era

que los conceptos, convertidos en imágenes, debían aparecer y rdadonarse según un

orden preestablecido, tomando como soporte lugares físicos, concretamente arquitectó-

nicos. Otra de las reglas mnemotécnicas aconsejadas era que las imágenes se rdadona

ran con seres llenos de sentimientos y afectos muy vivos, sorprendentes, cargados de

expresividad y movimiento para que, al vincularse con respuestas emodonales dd

espectador, ayudaran a fijarlas también en la memoria.

De la misma manera, y como un gran jeroglífico en sí mismo, nos encontramos que

los candelim, es dedr, los canddabros, portadores de luz, no sólo simbolizan un sistema

de ordenadón, que trasciende la mera función decorativa de organizar o componer

otros dementos iconográficos secundarios, sino que parecen responder a una verda-

dera representación codificada de los conceptos más profundos e inefables rdadona

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dos con la tradición hermética. Partiendo de la negación del espado racional,^ el can

delieri se basa en la simetría dual y simétrica de los contrarios, desarrollada en torno aun gran y único eje ascensional, en el que la vibradón, la conexión constante del arri-

 baabajo, a través de los roleos de acanto, y un der to sentido de reversibilidad , so n d a

ras alusiones herméticas que se complementan, admirablemente, con la simbología

moral de las propias figuras grutescas, de origen mitológico, y con constantes hibrida

dones antropomórficas, que generan figuras mitad hombre mitad bestia, combinadas

con animales fantásticos cargados de complejos referentes sim bólico s, tod os ellos sumi-

dos en una constante agitadón dionisíaca, que culmina en los niveles superiores, donde

aparecen las representadones del mundo cdestial, como expresión final de la idea cen-

tral neoplatónica de la transmutadón dd alma, gracias al Amor.

A pesar dd gran despliegue que significó d arte plateresco e n España, que trascendió

induso a Hispanoamérica, donde llegaría a produdr interesantes hibridaciones con

repertorios indigenistas, d grutesco y la mitología d asicista, en la ico no grafía del arte

religioso español empezó a decrecer nada 1560, hasta desaparecer prácticamente. La

tendenda neoplatónica sufriría un serio rechazo por parte de las posidones más orto-

doxas, emanadas dd Concilio de Trento, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, que

terminaron rdadonando este estilo con corrientes ideológicas paganizantes, excesiva-

mente abiertas a la libre interpretadón, y contrarias al férreo co ntrol un itario del dogm a

que se pretendía implantar. Con d arte barroco, y en parte debido a la influencia de la

nueva Compañía de Jesús, se potendará una cultura em blemática, m uch o más cod ifi

cada, en la cual los aspectos más gestuales, explícitos y teatrales de las imágenes se co n-vertirán, finalmente, en los vehículos dd dogma y dd control em od on al d d creyente.

Por todo lo dicho, este Epistolario viene, oportunamente, a rec ord ar el leg ado de Fidno,

pues nos muestra, con una proximidad que n o logra ningún otro escr ito suy o, su fas-

cinante personalidad y su enorme entusiasmo espiritual, verdadera dave que ayuda a

comprender y reconstruir S optimista ambiente psicológico, que logró generar con su

luminoso y poético discurso, en tom o al poder m ístico d d Am or y la Belleza.

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NOTAS

1Sobre ia influenda neop latónica de estos au tores del siglo XV I recordam os aq uí la prim era estrofa

de la Oda de Fray Luis de León dedicada a su leal amigo Felipe Ruiz:

 ¿Cuando será que pueda, 

libre de esta prisión, volar al cielo,

Felipe, y en la rueda 

que huye más del suelo, 

contemplar la verdad pura, sin velo?

1 El concepto renacentista de m agia sim pática o na tural y de la alquimia, que en el Renacimiento

alcanzó un gran prestigio al ser considerado como un conjunto de saberes sólo destinados a cier-

ta gente iniciada en sus reglas, a los que otorgaba capacidades y poderes. En las últimas décadas se

ha intentado comprender; en su justa dimensión cultural histórica, por autores de la talla de Francés

Yates, Eugenio Garín o Ignacio G óm ez d e Liaño . Estos au tores creen descubrir, además, en estas

corrientes opuestas al aristotelism o, conside rado el m otor prim ordial de las ciencias experimenta-

les, el origen de muchas tendencias del pen sam iento cien tífico del siglo X X .

Así, por poner un ejem plo, en estrech a relación con la llam adaTeo ría del C ao s, la Geometría Fractal,

desarrollada po r el matem ático Be no ’rt M andelbrot a p artir de los años setenta, y gracias a las posi-

bilidades de la revolución inform ática, pare ce refrendar, sorp rend entem ente, un principio básico de

la tradición herm ética, exp resad o en la con ocida se nten cia de que « todo lo que está abajo es como

lo que está arriba, y lo que está arriba es com o lo que e stá abajo», por lo que el universo estaría

creado, o se generaría, a partir de una ley fija de correspondencias y analogías matemáticogeomé-

tricas, algunas hasta aho ra considerad as a leatorias p o r su en orm e complejidad, que inteirelacionaría las distintas partes de cualqu ier organ ism o, del más simple al más complejo, conformando lo que

en términos herm éticos se denom inó la Unidad de l Todo.

3 Como derivación de e ste nuevo interés po r el estudio d e estos temas, hasta hace poco secretos,

se ha puesto de moda cierto tipo de literatura pseudohistórica que intoxica y trivializa más que

informa. El más radical alegato contra esta tendencia lo ha realizado Humberto Eco, quizás como

reacción a la oleada de imitaciones provocadas por su novela El nombre de la roso, en su irónico y

muy crítico libro El péndulo de Foucault, te xto que sólo sirvió para ser manipulado, de nuevo, al con-

vertirse en cantera de sucesivas novelas «históricas» de gran éxito.

4 Sobre el que trata en la carta 7 Los dos únicos textos de Ficino publicados en castellano p recisa-

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Co m o es bien sabido, fue la Escuela de W arbu rg la que ab rió una brecha en el acercamiento de dis-

ciplinas. como la literatura o la filosofía, para explicar el porqué de la elección de ciertos temas de

las obras de arte renacentista. Quedó bien demostrada, entonces, la influencia directa del neoplato-

nismo de Reino en la realización de primer Renacimiento en figuras como Botticelli, Miguel Ángel o

Leonardo. Algunos de estos historiadores del arte han sido traducidos al castellano, como Wind,

Edg ar. Los misterios paganos del Renacimiento, Madrid. Alianza Forma, 1998, o Panofsky, Erwin: Estudios 

sobre iconología, Madrid. Alianza Universidad. 1972 (con un interesante prólogo de Enrique Lafuente

Fe rrari) y Renacimiento y renacimientos en el arte occidental, Madrid, Alianza Un iversidad, 1975. El gran

heredero de esta corriente en nuestro país fue Julián Gállego, con su imprescindible obra Visión y sím-

bolos en la pintura española del Siglo de Oro, Madrid, Aguilar, 19 71 (se publicó en París en 1968 como

Vision et symboles dans la peinture espagnole du Siéde d'Or), en la cual, aunque centrada en el artebarroco, apuntaba ya interesantes ideas sobre la influencia neoplatónica en el primer Renacimiento

español.

' La entusiasta osadía de Reino en la recuperación de la mitología pagana se com prueba en la carta

128. cuando identifica al cardenal Francesco de Siena como Febo, su «médico divino», único capaz

de curarle el mal satumiano del alma que en esos momentos le aquejaba.

5 Sobre el sentido m etafísico que Reino otorgaba a los jeroglíficos com o ideogramas (que cambiaría

en el siglo X IX con los estudios filológicos de Cham po llion), ex iste un texto en sus Comentarios a las Enéadas de Plotino, en el que nos dice: «Los sacerdo tes egipcios, al que rer traduc ir los miste-

rios divinos, no utilizaban los pequeños signos del alfabeto, sino figuras completas de hierbas, de

árboles, de animales; ya que Dios no posee el conocimiento de las cosas como un discurso múlti-

ple que en ellas se refiera, sino como su forma simple y estable. Su discurso del tiempo es múltiple

y móvil, y dice que el tiempo es rápido y que, por una suerte de revolución, une el fin con el

comienzo, que enseña la prudencia que produce y anula las cosas. El egipcio resume todo este dis-

curso en una figura única y estable, al pintar una serpiente alada que introduce la cola en su boca.

Y lo mismo puede decirse sobre las demás figuras que describe Horapollon», citado por Gonzálezde Zárate. Jesús Maná: «Los Hieroglyphica de Ho rapolo en el contexto cultural y artístico europeo

de época moderna», en Cuadernos de Arte  e Iconografía: Revista Virtual de la Fundación Universitaria 

Española, tomo II, 3, 1989. Sobre este tema se pueden encontrar ideas muy sugerentes en Yates,

Francés A : Giordano E>runo y lo tradición hermética, Barcelona, A rie l Filosofía, 1983.

9 Sob re todo s estos temas en tom o al simbolismo durante el Q uattrocen to florentino, ver también

a W ittko w er Rudoff: La alegoría  y la migraúón de los símbolos, Madrid, Siruela, 2006.

10Yates, op. ot, pp. 3036. El Picatrix  es el m ejor ejemplo del pa rticular desarrollo cultural español, debi-do a la influencia judía e islámica, que mantuvo siempre viva una gran inquietud po r enco ntrar cami-

nos de asimilación cultural. De este texto, que pasaría a finales del XVI a estar en la Lista de Libros

h b d l l h d d d ll á d b d l

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Compañero suyo fue Enrique de Villena, personaje descendiente de las dinastías reales tanto de

Aragón como de Castilla, y educado en los círculos M istas aragoneses. Villena dedicaría su vida, ya

en Castilla y desengañado de la política, a la poesía y a los estudios mitológicos, astrológicos y alquí

micos. A su muerte, Santillana le dedicó una com posición po ética en su memoria, enfrentándose a

la incomprensión de la ortod oxia de la épo ca, que tuvo c om o conse cuen cia la quem a de su impor-

tante biblioteca, su obra poética trovadoresca y sus escritos. Esta figura ha pasado al imaginario

popular como un oscuro nigromante, aunque por su obra Los doze trabajos de Hércules,  de 1417,

la crítica literaria actual lo considera el iniciador en España de la recuperación de la Antigüedad clá-

sica.

12Salgado Olmeda, Félix: «Humanism o y colec cionis m o librario e n del siglo XV: las bibliotecas rena-

centistas de Santillana, Infantado y el Cardenal Mendoza», en W ad-al-Hayara: revista de estud ios de 

Guadalajara, n °2 2 ,1995, pp. 123135.

13En la carta 40, Ficino deja bien claro las diferencias irreconciliables d e su teo ría con las ideas de

Averroes.

14Juan de Herrera, el arquitecto q ue concebiría el Escorial para Felipe II, tuvo en su biblioteca, ade-

más de numerosos libros sobre hermetismo y neoplatonismo helenístico, los libros de Ficino. Felipe

II mandaría copiar el A sclep io  y Pe vita coelitus com paran da, considerado el texto básico de la magiarenacentista, así como la traducción castellana de Guillen del Corpus Hermeücum,  para la Biblioteca

de El Escorial. La influencia de todo ello en la gestación de El Escorial, en el que se intentó reflejar

la armonía de la gran Fábrica del Universo, qu ed ó dem ostrada en la ob ra de Taylor, René:

 Arquitectura y magia: co nsideraciones so bre la idea de E l Esc oria l,  Madrid, Siruela, 1992.

15En la Roma imperial del siglo I d.C., ju nto a la crisis de la religión oficial y el inicio del cristianismo,

se dio gran relevancia a los saberes herméticos provenientes de Egipto, concretamente de

Alejandría, en parte por influencia del filósofo Apolonio deTiana, contemporáneo de Nerón, cuyos

textos también recuperaría Ficino.

16Suárez, Luis: Los Reyes Católicos: la expansión de la fe,  Madrid, Rialp, 1989, p. 14.

17Anglería, cuando llegó a España, co m o él mism o dijo en sus cartas « se sentía más atraído por Marte

que por Saturno» y, efectivamente, estuvo en la guerra de Granada, aunque terminase profesando

como clérigo. Su principal legado fueron sus crónicas de la conquista y organización del Nuevo

Mundo. Sobre el ambiente de esta época es interesante su Epistolario publicado a la manera delde Ficino, aunque en él queda reflejada la diferencia de personalidad de ambos.

18R B M El i Di G illé d Á il t t d t d l i l XV R i t d Fil l í

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estudiado, incluso, hebreo y árabe, hasta el punto de inclinarse, cuando fue fraile en el convento de 

ta SaJceda en Guadalajara, por una corriente espiritual, muy influenciada por la mística sufí, que se 

denominó los «dejados», próximos a los alumbrados, aunque pronto estos grupos reformistas fue-

ron sistemáticamente perseguidos por la Inquisición. La Biblia Políglota alcalaína fue el último gran 

logro de este riquísimo clima de entendimiento.

*  Como saben bien los antropólogos, las imágenes simbólicas nunca se han reproducido con meros 

fines decorativos, sino para que «actúen» sobre la realidad, a manera de invocaciones benéficas, 

algo que hoy nos cuesta tanto comprender intelectualmente. Sólo el hombre religioso (de cual-

quier religión o filosofía trascendente) sigue dando al símbolo el poder sobre el espíritu que el 

agnóstico niega, y por ello tiende a pasar por alto.

21 Felipe de Guevara diría irónico: «Hay muchos que tienen por mayor felicidad hacer bien una más-

cara y un monstruo que una  buena figura», en Comentarios de la Pintura, Madrid, reed. 1788 p.73.

22Uno de tos pioneros en este estudio fue Santiago Sebastián. Un a buena m uestra de sus trabajos en

Arte y Humanismo, Madrid: Cátedra. 1978 y Emblemática e Historia del arte, M adrid, Cátedra, 1995.

Sobre los motivos platerescos ha tratado, aunque sin adentrarse en el origen hermético y neopla-

tónico de su significado, Fernández Arenas, José: «La decoración grutesca: análisis de una forma», en

D’Arc revista del Departament d'Histbria de l’A r t  Un iversitat de Barcelona, 197 9, pp. 5-20 y Avila, Ana:

Imágenes y símbolos en la arquitectura pintada española (1470-1560), Barcelona: An throp os, 1993.

3García AJvarez, C esar E l simbolismo del grutesco renacentista, León: Universidad de León, 2 0 0 1, con un prólogo de Ignacio Gómez de Liaño.

Op. d t pp. 7688.

5 Gómez Liaño, Ignacio: EJ idioma de la imaginación, Madrid,Tecnos, 1992, analiza interesantes aspec-

tos respecto al llamado «arte de la memoria», íntimamente vinculado al desarrollo de las imágenes 

provenientes del mundo neoplatónico.

6 Nuevamente, fue Poggío Bracciolini el que rescató uno de los textos básicos para la recuperación del «arte de la memoria» del mundo dásico, llamado La Institutio Oratoria de Quintiliano, encontra-

do en el monasterio de San Gall en 1416, vid. García Álvarez, op. cit p. 9 1.

7 Paradójicamente, la gran conquista del arte florentino quattrocentista sería el espacio perspectivo, 

aunque, si reflexionamos, con el logro de la representación tridimensional, a lo que se llegaba era 

a codificar una mera ilusión óptica del mundo tangible mediante procedimientos geométricos, 

ajena, completamente, a los fines metafísicos buscados en las imágenes simbólicas neoplatónicas.

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I   n t r o d u c c i ó n

Auarsilio Ficino (145599), ei Florentino, fue un ho m br e qu e for jó un p rofu nd o yduradero cambio en la sociedad europea. El Renacimiento extrajo su más poderosa ins-

piración intelectual de él y de su Academia. Para Ficino, los escritos de Platón y sus

seguidores contenían la clave del con oc im ien to m ás im po rtan te al qu e el Ho m bre

pueda acceder: el con ocim iento de s í m ism o, es decir, el con oc im ien to del princ ipio

divino e inmortal que habita en e h f Sus cartas reve lan qu e n o sólo ese con ocim iento

era experimentado realmente por Ficino, sino que poseía, además, la magia de hacer de

su fe en ese principio un ideal vivo, en la época en la que vivió.

Aparentemente, era el menos activo de los hombres. Es probable que en sus sesenta yseis años  de vida nunca saliera del territorio de Florencia, y la historia de su vida es

poco más que la crónica de sus libros. Sin embargo, el grupo de hombres más noto-

riamente brillante que jamás se haya reunido en la Europa moderna estuvo asociado

a su Academia y bajo su influencia inmediata. Aquellos fueron los hombres que encar-

naron el Renacimiento: Lorenzo de’ Medici, Alberti, Poliziano, Landino, Pico della

Mirándola. Los grandes artistas del Renacimiento como Botticelli, Miguel Angel, Rafael,

Tiziano, Durero y muchos otros fueron inspirados directamente por Ficino. El Profesor

Kristeller sostiene que la totalidad de la vida intelectual en la Florencia de su tiempo

estaba bajo su influencia.®

Es difícil captar o definir la sutil cualidad de espíritu que no sólo vinculó a tantos gran-

des hombres con Ficino en la Florencia renacentista, sino que también atrajo hacia él,

por medio de relaciones personales y epistolares, a eminentes hombres de estado, eru-

ditos y hombres de la Iglesia de toda Europa. Verdaderamente, la sede de la Academia

de Ficino en Careggi se convirtió en un lugar de peregrinación, tanto durante su vida

como después de su muerte. Las cartas presentan cuatro temas principales: en primerlugar, el amor que ofrecía a todos aquellos que se acercaban a él; segundo, la sabidu-

ría que le permitía ver con tanta claridad en el interior de la naturaleza de los destina-

tarios de sus cartas, y señalar aquellos aspectos que propiciaran un mejor uso de sus

talentos;® tercero, parecía comprender claramente la relación de las diversas activida-

des de aquellos a quienes escribía con el principio divino en el Hombre, así como con

su función en el marco del Estado; cuarto, las cartas tienen una cualidad intemporal,

de manera que Ficino parece estar hablándonos con tanta claridad como con la que se

dirigió a sus contemporáneos en la Florencia del siglo XV. Los relatos acerca de los des

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tando a Dios y llevando a c ab o Su l ab o r e ntre los hom bres».(9) Corsi n os dice que, cu an -

do predicaba en la catedral, los fieles se congregaban para oírle hablar y se deleitaban

con sus sermones: sob re los Evangelios.*10’ No tem ía escr ibir a lo s sup eriores de las ór d e

nes religiosaS(u) y, en un a oc asió n , al pro pio Pap a,1β par a urgirles a cum plir siís res po n-

sabilidades, en un momento en el que la corrupción se había generalizado en la Iglesia.

Ficino escribió también a abogados, retóricos y otros. Escribía investido de autoridad,

porque relacionaba todas las actividades con el objeto principal del Hombre: volver a

su origen divino.

No resulta sorprendente que incluso en Florencia, centro de tantos hombres notables,

Ficino fuera elegido como tutor de Lorenzo de' Medid, el cual se convirtió en 1469 en

el mandatario de Florenda, al suced er a su p adre Piero y a su a b u d o Cosimo. Lorenzo

era un hombre de gran versatilidad, el más sobresaliente de los hombres de estado y

poetas italianos de su época. Fue amigo de Ficino durante toda su vida, aunque qui-

zás más intensamente duran te el per íod o e n el qu e escribió estas cartas. Perm aned ó fid

a la Academia y a la filosofía platónica, la cual puso en práctica en su papd de esta

dista^y la celebró c om o po eta.

Las reuniones en la Academia fueron el medio prindpal empleado por Ficino para

enseñar filosofía a sus ilustres miembros. Las cartas, las 151 cartas contenidas en estevolumen, aunque ricas y m uch as de ellas rev da do ras, tan sólo pue den ser pálidos refle-

 jos de los debates que tuvie ron lugar entr e sus paredes y entre hom bres de ta l enver-

gadura. Constituían una comunidad espiritual unida por un único vínculo de amor

entre sí y h ad a Ficino.(15) El era su alm a y ellos era n d alm a d d Ren acim iento.

Cosimo de’ Medici dedd ió fun da r la Acad em ia P latónica en 1459, y Ficino escribe que

fue degido para dirigirla cu and o era só lo u n niño .(I4) Co simo ha bía tom ado esa d ed

sión tras la llegada a Italia de G em istos Plethon, d cual ha bía aco m pañ ado al

Emperador y Patriarca griego p ara discutir, e n d Co ncilio de Floren da, la po sible unión

de las Iglesias griega y rom ana. Pletho n estab a ta n im bu ido de la filosofía platónica, que

sus contemporáneos le tom ab an p or u n a e n ca m ad ón d d gran filósofo. Sin embargo

Cosimo no donó a Ficino la villa de Careggi, q ue se co nv irtió en la sede de la Academia

hasta 1462. Estaba situada en la ladera sur dd Montevecchio y desde allí se divisaba la

villa de los Medid, situada a un kilómetro.

Fidno escribió a Lo renzo en 1474<l5) qu e d ebía cu ida r de su salud, pu es sin Lo renzo, n

su país ni la Academia podrían prosperar. Tal afirmación resultó ser profetica, porque

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Fidno n ad ó en Figline, en el Valle del Am o, el 19 octubr e de j4 5 5 ^ S u padre, Diotifeci,

fue d médico de Cosimo de' M edid . D e su m adre, Alessandra, p o co sabemos, excepto

que era muy respetada por Ficino y parece que estaba dotada del don de darividen

da. Vivió hasta una avanzada edad, m uriendo tan sólo un añ o antes que Fidno. En losaños finales de su vida Ficino vivió y cuidó de s us padres.

Poco se sabe de su educadón, excepto los nombres de sus primeros maestros y que

estudió en la Universidad de F loren da co n N icco lo Tignosi, se guidor de Aristótdes. No

se sabe, con certeza, cuándo comienza Fidno a sentirse atraído por la obra de Platón.

PeroBuesto que Cosimo de Medid desarrolló un entusiasta interés por Platón, al

menos desde 1439, y Fidno escribe que mantuvo con Cosimo (que murió en 1464)

¿mcmeros debates filosóficos durante m ás de d oc e años ,ll7) de be h aber sido, al menos,

desde 14 52 Tardío en d aprendizaje dd griego e n u n principio, para acceder al cono

ámiento de Platón tuvo que acudir a autores latinos y a los pocos diálogos traduddos.

Su aranera obra (1456), Las Insütudones platónicas,  ahora perdida, estaba basada en esas

fiientes; después de leerla Cosimo le dijo q ue n o pu blicara nad a ha sta qu e pudiera leer

en griego.0* Sin embargo, la carta sobre d «frenesí d iv in o » ,e s c r it a d siguiente año y

contenida en este volumen, muestra la autorida d y g¡ pod er c o n los qu e ya escribía.

San AiáaamctS? arzobispo de Florencia y recto r de la Universidad, al q ue Ficino pro

íS a b a u ngran respeto, le aconsejó po r esa épo ca qu e estudiara m eno s a Platón y más

a Santo Tomás de Aquino. Probablemente estudió más a este último, acerca de cuya

obra adquirió un notable conocimiento, pero su entusiasmo por la tradición platónica

no disminuyó en manera alguna.

En 1462 ya estaba traduciendo, por primera vez, autores griegos al latín, indüidos los

Himnos d e Grfeo y los Proverbios de Zoroastro. Al año siguiente terminó la traducción delos escritos herméticos que, posteriormente, se convertiría en su obra más publicada.00

Seguidamente reanudó la traducción de los diálogos de Platón, que concluyó en 1469.

Afiigido en 1468 po r la enfermedad y por un a « profunda melanco lía», su «mejor amigo»,

Qovanní Cavaicanri, le aconsejó que emprendiera su curación escribiendo un diálogo

sobre d amorf De Amare; que es su comentario sobre el Symposium  de Platón. En esta

la creación surge, se m antiene y vu elve a su origen gracias al fluir del

amor. Ese movimiento ¿t e representado en d arte renacen tista p o r el papel de las Gradas.

Al año siguiente, Fidno comenzó La Teología platónica  o La Inmortalidad de las almas.  Esa

fue su d k a más importante. Estaba contenida en d ied oc ho libros y estuvo escribién-

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Fidno fue ordenado sacerdote en 1473, y en ese mismo año comenzó La Religión  cristia

na.  Esta obra resalta, además de la divinidad del alma del Hombre, la relación persona

entre el Hombre y Dios, tan hermosamente expresada en la carta 4. En este libro escri-

 be así acerca del Hom bre:

«Que se reverencie a sí mismo como imagen del Divino Dios. Que abrigue la

esperanza de ascender de nuevo hasta Dios, tan pronto como la Divina Majestad

se digne, de alguna manera, descender hasta él. Que ame a Dios con todo su

corazón, para que pueda transformarse en EL que gracias a un singular amor,

prodigiosamente, Se transformó en Hombre.» (Opera Omnia,  Págs. 2223)

A La Religión cristiana  siguieron numerosos tratados breves. Aproximadamente, desde

1484 a 1492 estuvo traduciendo y comentando la obra del filósofo Plotino (204270 d

C), así como la de sus sucesores Porfirio y Proclo. En 1489 publicó el tratado médico

y astrológico Los Tres libros acerca de la vida,  y en 1492 concluyó su traducción de la obra

de Dionisio.í24) Sus cartas se pu blic aro n e n 1495. E n 1496 se im prim iero n sus com en ta-

rios sobre Platón y en 1497 su traducción de la obra de Jámblico; su última obra es un

comentario inacabado sobre la Epístola de San Pablo a los Romanos.

Giovanni Corsi, biógrafo de Ficino en los comienzos del siglo XVI, describe así su

aspecto y carácter:125* «Era de co rta estatura, delgado, de h o m bro s ligeram ente en co rv a

dos. Era un poco vacilante en el hab la y tartam ud eab a al p ron un ciar la letra "s" Si

embargo, no carecía de gracia; sus piernas, brazos y manos estaban bien proporciona

dos. El conjunto de su com postu ra le otorgab a un a suav e y gracios a a pariencia. Su te

era rubicunda, y su cabello rubio y ondulado caía sobre la parte alta de su frente».

Según Corsi, la salud de Ficino fue siempre delicada, aunque mejoró después de cum

plir los cuarenta y cinco años. Decía que, si bien Ficino se mostraba alegre cuando esta

 ba acom pañado, era m ela ncólico en so le dad. Esa m ela ncolía «era fulm in ada m ediant

un incesante trabajo nocturno». Su temperamento era «dulce, aunque en algunas oca

siones, llevado p or la bilis, tenía b rev es estallid os d e ira que, co m o el relám pag o, des

aparecían rápidamente. Olvidaba enseguida las injurias. Jamás olvidaba sus deberes

No tenía inclinación alguna por la pasión sensual, pero estaba arrebatado de amor, a

igual que Sócrates, y solía conversar y debatir con jóvenes acerca del amor, a la manera socrática. A lo largo de su vida se contentó con modestas vestimentas y posesione

domésticas. Tenía un gusto refinado, pero no extravagante, pues todo capricho le er

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coonados, y a íevarttarse durante todo d año con d sol o una o dos horas antes.^

^ó'üna vida de abstinencia y castidad, cuya importancia explicó en una larga carta

& d  Jüfcro VIH®* Aunque creía en la disciplina, su mente se devaba más aBá del

dogma Podía haber machos caminos hacia la fuente, aunque el cristiano: era d mejor.

Enla Religión cristiana escribe: «La Divina Providencia no permite que ninguna parte delgpffdb esté jamás totalmente carente de religión, aunque permite que los ritos difieran.

Quizás esa variedad sea deliberada... Dios prefiere ser adorado de distintas maneras,

aunque sea inadecuadamente- que no ser adorado a causa del orgullo*.^

emerge enmuchas de sus cartas. Por ejemplo, en la que dirige

t p e n z o de Medid, pidiéndole que ayude al filósofo aristotélico Oliviero Arduini.®*

^^prneeode (pe Lorenzo se pregunte por qué ese filósofo solidta ayuda económica,

pro le mega ¡Sí le dé d dinero y luego inquiera.

pqno condendó a toda Europa acerca d d profundo s ig n if ic a re la

tadiGÓn platónica. Sus cartas a eminentes destinatarios de todo el continente contri-

directamente a que así fuera Entre estos se encontraban Colet, deán de la cate-

da! ét San Pablo y fundador de la Escuda de San Pablo, en Inglaterra. De

Ganay. candler dd parlamento nances, al hum anista Reuchlin en Alemania (acerca j §

salificado ce los Himnos Orneos). El rey Matías de Hungría le invitó a su corte, conla intención de que impardera personalmente la filosofía platónica, designación que

desempeñó esa fundón por medio de su seguidor Francesco Bandiní,

que resido en :a corte dd rey durante varios años. Had a d final de su vida p u d q :^ ff l

f j í í un toque de humor, qu e «mantenía a toda Eu ropa en am orosa servidumbre».611

primero en revítalízar d estudio de Platón y sus seguidores. Ese pro-

:$gsbse había desarrollado a raíz dd redescubrimiento de la Antigüedad, que había

comenzado m  tiempos de Dante o quizás antes, incrementándose su amplitud yípro-feaddad con d creciente conocirruento de la lengua griega y la acumulación de nue-

H E ¡ ¡ m&uscriros ét obras clásicas. No fue d primero en m ostrar que la rdigto |ü fit

y la Sos£0$ griega tenían un origen común, remontándose, a su entender, a MofeM

d sabio dd antiguo Egipto.*3® Pero d, más que nade,

la autoridad de ambas ramas de la tradición europea; convenció a sus con-

filosofía no es distinta de la verdadera religión y la

de la verdadera filosofía».(33> La m ás docuente muestraHermes Trismegisto que se encuentra en la catedral

de Siena

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de la máxima importancia en el Ren acim iento/541 Y es as í po rq ue de e llo se deriva q

el alma tiene el poder de «llegar a ser todo» y que «el Hombre podría crear, por

mismo, los cielos y cuanto hay en ellos, si pudiera tener al alcance los instrumentos

él material celestial»/55’

En cierto sentido, ese concepto se convirtió en la filosofía de la época, porque en el sigposterior al nacimiento de Ficino el progreso en las artes y las ciencias fue mayor qu

en el milenio anterior, mientras que los viajes que permitieron el descubrimiento d

América, Sudáfrica y Oriente se reflejaron, interiormente, en los logros en arte y liter

tura. Europa estaba ya en el umbral de la era científica, de la cual los inventos d

Leonardo, los descubrimientos de Galileo136’ y más tarde de Kepler fueron los prim ero

frutos.

El «descubrimiento» de Ficino de la inmortalidad del alma fue particularmente impor

tante en la renovación de la religión durante el siglo posterior. Durante la Edad Media

esta doctrina fue muy descuidada por los teólogos cristianos. Y gracias a Ficino se con

virtió, de nuevo, en el eje del pensam iento cristiano/37’ Lo que describ ía en sus escrito

lo transmitía con la máxima convicción, porque daba muestras de haberlo experimen

tado en estado de contemplación. Un estudio de documentos contemporáneos mostra-

ría con cuanta frecuencia el tema de la inmortalidad del alma llegó a ser un tema de

reflexión. Así, el Concilio Lateranense de 1512 decretó qu e la inmortalidad del alma

fuera por primera vez parte del dogma de la Iglesia Católica. Ese énfasis en el alma indi

vidual condujo fácilmente a la siguiente etapa en el camino de la devoción, la de «la

reladón personal con Dios», que llegó a ser tan característica de los reform adores, tanto

dentro como fuera de la Iglesia Católica.

Para Ficino, la inmortalidad y divinidad del alma eran la base de la «dignidad del

Hombre», que los artistas y escritores del Renacimiento aspiraron a expresar de

incontables formas. En aquel momento, la expresión de ese ideal afectaba a todos los

aspectos de la vida. En toda Europa la elegancia se convirtió en el objetivo de los adi-

nerados. Según la nobleza abandonaba sus castillos, se trasladaba a mansiones que

empezaban a mostrar la gracia, proporción y luz del Renacimiento.158’ Las amenazantes

torres y estrechas calles de la mayoría de las ciudades medievales en Italia dieron paso

al espacio y al orden. Hoy en día la armonía de una alquería georgiana, así como

muchas de las casas nobles en cualquier lugar de Europa, aún nos recuerdan el «naci-

miento de la belleza» en el siglo XV.

La dignidad del Hombre no sólo se reflejaba en la arquitectura y el arte, sino en todos

los campos de la actividad humana Se estableció un nuevo ideal para el Hombre, del

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rvánimo. valeroso, plenam ente digno de c on fianz a, era cap az de ca m bia r la atención de

la guerra y los asuntos de estado h a d a la filosofía, el estudio, la po esía, la m úsica o el

arte, y sobresalir en todas esas actividades. Ig ua lm ente c ó m o d o y na tura l co n sus igua-

les o con su pueblo, su autoridad emanaba de su naturaleza, no de su posidón.

El «cortesano» que triunfa sin esfuerz o y es no tab le sin os ten tad ón , tanto en las artes

como en las ocupad ones tradido nales d e la gu erra y la caza, o ffed a un evidente con-

traste con el no ble de la eda d anterior, m ás lim itado . El ca m b io de ca rácte r requerido

está bien descrito en El Cortesano,  d e Ca stigl ione,^ del s iglo X V I. D escribe en esa obra a

un hombre al que una dama «ha honrado pidiéndole un baile y que no sólo rehúsa,

sano que tamp oco escucha m úsica, ni tom a p arte e n nin gu no de lo s entretenimientos

que se le ofrecen, ad ud end o en to d o m om en to qu e tales frivolidad es n o va n co n él. Y

cuando, f inalmente, la dam a le pregunta cuá les er an en ton ces sus oc up ad on es, él con-

testa frundendo d ceño: «Luchar». «Bien», rep licó la da m a, «yo diría qu e pu esto que eneste momento no estáis en la guerra y ni oc up ad o en la lu cha , sería bu en o que os hicie-

rais engrasar y guardar en u n a rm ario ju n to co n tod os vu estro s arre os de guerra, para

evitar oxidaros más de lo que ya estáis».

El nuevo «cortesano» se conv irtió en u n m o d d o qu e n o esta ba circunscrito a la noble-

za. Ese era d carácter que, du rante siglos, las llam ad as «pu blic sch oo ls» inglesas se esfor-

zaron en crear y que casi se convirtió en la defirtidón de caballero en toda Europa.

Requería una educación más amplia que la de las siete artes liberales de la Edad Media,ya que de alguna m anera eran m ás restringidas. El c o n o d m ien to de la literatura e his-

toria antigua se conv irtieron en la in cu estio na ble b as e de la ed u ca d ó n en Occidente'401

y así ha seguido siendo hasta h ace m uy po co.

H impulso inicial dd R enacimiento, ba sad o en d con cep to de qu e la gloria dd Hombre

GcDía reflejarse en todas sus actividades, se co nv irtió, tiem p o después, en u n movimien-

to gener?...zad o hacia e: refinamiento; d uró siglos in flu en d an d o d gu sto y las maneras

de todos los pueblos europeos. El refinamiento en las maneras significó algo más que

φ hacer uso d d tenedor o a mantener una conversadón pulida. Significó la

adopción de un código de condu cta según d cual la con sid era d ón de los demás se

convirtió en una costum bre sodaL Su origen fue el reflejo de «la dignidad dd Hombre»

en su comportam iento sodaL

¿Qué significado tienen ho y la s cartas de Fíd no ? E n u na so d ed ad qu e parece haber

podido d rumbo, dominada, tiempo ha, p o r la índo lenda , la co díd a, la víolenda y la

plgEp neáésfc, tienen un a indudable vigend a. F icíno se refería en el siglo X V a los mis

H S n | peofoíemas. Sus cartas nos recuerdan que tales víaos son el producto de la estu-pidez y la ignorancia, y que la pierutud dd H om bre reside en el re tom o a su origen.

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NOTAS

1 Pl a t ó n . Timeo, 4 1; Fedro, 2 4 5 c - 2 4 6 - a . Cartas   110 , I I I .

2 RO. Kristeller . Eight Philosophers o f the Italian R ena issance , cap. 3.

3 Ver; especialmente, las cartas 7 y 122.

I Carta 50.5 Ver R. Mar c e l  M arsile Ficin, pág.396, citado por B. Co l u c c i , Declamationes.

6  G. Corsi , Ufe ofFicino, ed. Marcel, XVIII-XIX, p. 687.

7  A. Del la To r r e , Storia delta A cad em ia P laton ica, p. 791 , citado por G. A. Campano , Epistolario, 

Mencken, Leipzig, 1707.

8 Teología platónica, III, I, Opera Omnia, p. I 18; ed. Marcel, Vol. I, p. 135.

’ Carta 75.

10 G. Corsi, XI, ed. Marcel, p. 684.

I Apéndice I.

I Opera Omnia, p. 808.

13 R O. Kristeller , Eight Philosophers o f the Italian Re na issance, cap. 3.

14 Opera Omnia, p. 1537.

15 Carta 26.

16 A. Del la To r r e , Storia de lla A cca de m ia P latonica, p.831 y siguientes.

17 Carta 86.

| Opera Omnia, p. 929.19 Carta 7.

20 R O. Kristeller , S u p p l e m e n t u m F ic in ia n u m , II, p. 204.

21 Los H i m n o s d e O r fe o , los P r o v e r b i o s  de Zoroastro y los escritos herméticos son considerados,

por los eruditos actuales, como obras de la remota antigüedad, aunque posiblemente basadas

en fuentes anteriores.

22 G. Corsi.VIII, ed. Marcel, p. 683.

23 Ver D. RWalker , T h e A n c i en t T h e o l o g y , Introducción.

24 Para constatar la importancia de los escritos atribuidos a Dionisio, el Areopagita,ver D. RWalker , T h e A n c i e n t T h e o lo g y ,  Introducción.

25 G. Corsi, XV-XVI, ed. Marcel, pp. 685-6.

I A. Della  To r r e , p. 633.

27 O pe r a O m ni a , p. 875.

28 The Chrístian Religión, c. IV; O p e r a O m n i a, p. 4.

29 Ver la carta 39 en relación con la visión de Ficino acerca del humor en Platón.

30 Carta 101.

31 O pe r a O m ni a , p. 891.

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Ver el Argumentum a la traducción de Poimandres  de Ficino. O p e r o O m n i a , p. 1836.

Carta 123.

Ver P O. Kr istel l efc  R e n a i ss a n ce C o n c e p t s o f M a n , cap. 2.

Carta 123.

Para com parar el pensamiento de Fidno y Galileo, Pico y Kepler,

ver P O. Kr ist el l er .Renaissance C o n c ep ts o f M a n , p. 20.

Ibíd.. cap. 2, p. 30 y siguientes.

Ver carta 47.

B. C a s t ig u o n e : «El Cortesano». Ed. Espasa-Calpe, 1999. Esta obra fue también la primera

de una serie de obras europeas que trataron de retratar la idea de Ficino de un amor

puram ente espiritual entre amigos (como describe en la carta 5 1), como una expansión

del amorentre personas de sexo opuesto.

* En relación con la visión d e Ficino acerca de la renovación en la educación,

ver Opera Omnia, p. 94 4.

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No t a s d e   l o s  t r a d u c t o r e s  d e   l a  e d ic ió n   in g l e sa

L o s doce l ibros de las cartas de Fic ino fuero n imp resos , p o r pr im era vez, en V ened

en el año 1495.  E s ta t rad u c c ión d e l pr im e r l ib ro c om pre n d e la c o i re s pon d e n d a e n t r

los años 1457 y 1476. Es probable que Fic ino comenzara a recopilar sus cartas f i losó

ficas, para su po sterior pu blica dó n, ha cia finales de 1475. En u n a c arta dirigida a Ang elPoliziano que consta en e l presente vo lum en (carta 21) , m en d on a u n v olum en de «car

tas, filosóficas», entre sus obras. Éste, dedicado a Giuliano de’ Medici, estaba integrado

por las primeras 120. cartas que él había recopilado, y que circularon entre sus amigos

(una práctica com ún entre ló|| ho m bre s de letras d e la é po ca). Ficino pu diera ha be rse

visto, impelido a iniciar su recopiladón ante el hecho de que se le atribuyeran y difun-

dieran cartas falsas (ve r ca rta 1 Éfcvv

La primera versión impresa del primer libro de cartas fue tradudda al italiano en vidade Fidno, muy po siblem ente p o r € m ism o (ver bibliograf ía) . Los do ce l ibros fu eron tra

ducidos al italiano por Figliucd en el siglo XVI.

Son muy po cas las: icarias de F idno , y el resto d e su obra , q ue h a sido trad ud do al

inglés (a excepdón de las obras reseñadas en la bibliografía). Esta traducaón se ha

 basado en el m anuscrito (Rice. 797) de la B ib lio te ca R ic card iana d e F loren d a . A p esar

de que existen cerca de veinte manuscritos del primer libro de cartas, éste último, aun-

que aparentemente tardío, é t reco no cido co m o el má s fidedigno.La edidón deReneda fue seguida por las edidones publ icadas en Florenda y

Nuremberg y la Opera Omnia  de Fidno, que contenía todas las obras entonces conod

das, y fue publicada en B asilea en 1561 y 1576. Ésta última fue im presa p o r la «Bottega

d'Erasmo» de Turíh Co m o qu iera qu e ésta es la ed id ón m ás accesible, los tra-

ductores la ha n utilizado en cu an to al o rde n de las carias. D e cualqu ier man era el orden

de las cartas es muy similar en el manuscrito Riccardiana

Este manuscrito de la Biblioteca Riccardiana es el que se ha seguido para las fechas deil§. cartas.

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R e f e r e n c i a s   y    n o t a s   b i b l i o g r á f i c a s

La s notas se han escrito al final del libro .’ Consisten, en primer lug ar en n otas se£|

cada una de las cartas, que señalan las fuentes en las que se basó Fidno> se señalan con

íridices numéricos en el texto, p o r eje m p lo* * I n segun do lugar, ha y no tas biográficas de

los personajes a I f S que escribía sus cartas y de otras pe rson as contemporáneas'que se

itiendonan en ellas; estas notas ap are cen en or de n alfabético. H ay qu e advertir que estas

■notas hó incluyen a todos los personajes, pues, en algunos 0 ^ ^ ό ^ 6 θοηοέίδ€;^Εθ5

|tós de lo que pueda indicarse en las cartas.

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MARSILII FlCINI FLORENTINI IN EPISTOLAS SUAS, SCILICET IN PRIMUM LIBRUM Λ ADIULIANUM MEDICEM, VlRUM MAGNANIMUM P r  OEMIUM

W   P r e f a c i o   d e   M a r s i l i o   F i c i n o  , e l   F l o r e n t i n o  , # sU'TÉmer  ub r c u®'

H H R 9 I DEDICADO AL M AGNÁNIM O GlULIANQ'DE' MEDICÓ 11

^ p ü o Fid^opT^agnámmo Giuliaño de’ Medid: saludos’

^pignémmo Giuliaño d gran Cosimo, tu abuelo y mi protector, con frecuencia cifoc

l^mis^labras de Platón: que a la hora de emprender asuntos importantes, nada esTO^flájoso que la buena voluntad de los hombres prudentes y sabios.^Y no hay

j^p id a rrlfe dara dé la justida y prudencia eñ tales asuntos, que amigos de esa con-:

didón e^ényr&entes, ni de la mjusticia e imprudencia si éstos están ausentes. Esa es

l lp p ropnro de Platón. Cosimo así lo probó, a lo largo de toda su vida, por sus obras

|pl^e j)oFsuspalabras Ciertamente, fue un hombre exeepcioñalmente rico; rico en

^^^^priales, pero mucho más en prudencia y justicia. Y lo que es aún más raro

^gp M in an o, dejó un hijo y un nieto que heredaron ese tesoro. Por eso en mi®iano;re®pzco a ese anciano, del que, después de Dios, mi bienestar depende, ente;

Iplrfenadie al que desee disfrutar de mejor salud que a Giuliaño y, en ver-

lg !|ez»y mego a Dios por ello todos los días Con el fin de expresarte con más da-

y rnf intención, he decidido dedicarte el primer volumen de cárfás a mis

S s oK ^^^n cip e de entre todos ellos. Así lo he hecho con el fin de que todos mis

ppjas ^^reifrcíonado's con el amigo más importante, de manera que cuando estésRBoolas, raZyéz que leas los saludos que les dirijo, sepas que Marsilio está salu-

Iroao explano.

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D e   F E L I C n x n S D E SID E R IO

Ac e r c a   d e l   d e s e o   d e   f e l ic id a d

C o sim o d e’ M e d i d a M a r s il io F i d n o : s a l u d o s .

A y e r , v ine a mi f inca d e C areggi. p ero co n la in te n d ó n de cu l t iva r la mente, no la finca.

Ven con no s otros M ars i lio , tan p ro n to co m o te s ea po s ib le . Trae cont igo el libro de

Platón sobre E l Bien Supremo ,ü> q u e e s p e r o h a y a s t r a d u d d o d el g rieg o al la tín co mo pro-

metiste . No h ay na d a qu e m i co ra zó n des ee m ás in ten s am en te que s aber cuál es el

c am i n o q u e c o n d u c e , c o n m á s c e r te z a , a l a f e l i d d a d .

Adiós . Ven y trae contigo la l ira órf ica .

más placentero que e star en C areggi, t ierra d e las G ra d as ,ω h a b la n d o co n Cosimo, padre

de las Grad as? En tre tan to, p o r favor, ace pta , e n estas p o ca s p alab ras, lo que dicen los

pla tónicos acerca de l cam ino m ás c on ve n iente h a d a la fe liddad . A unqu e no creo que

sea necesario m ostrar el cam ino a u n h o m b re q u e c as i h a l legad o a la meta, considero

que se debe atender tu deseo, tan to en tu a u se n d a co m o en tu p resenda. Todos los

hombres qu ieren ac tuar b ien , lo cua l es v iv ir b ien . Pero v iv en b ien , si han sido ¡ ¡ f e

. dos de la m ayor cantidad po sible d e co sa s bu en as . A h o ra bien , se dice que esas cosas

 buenas son la riqueza, la salu d, la b e ll eza, la fu erza, la n o b le z a d e n ad m ie n to , los hono-

res. e l poder, la prudencia , as í com o la just id a, la fortaleza y la tem planza y, por end-

rina de todas ellas, la sa bid uría q ue , de rta m en te, co m p re n d e la e sen d a de la feliddad.

Porque la feliddad consiste en el log ro del f in de sead o, p er o es la sabiduría la que hace

que ello sea posible en toda actividad.

B » | | | tas f lautistas de talento extraen lo m ejor de sus instru m en tos, y los gramáticos ilus

comprenden lo relativo a la lectura y la escritura. Los timo

Q u a e   srr a d   f e l i c i t a i e m   v t a (1) 

E l   c a m i n o  a   l a   f e l ic id a d

M a rsilio F id n o a C o s i m o d e M e d i d : s a lu d o s .

M e reuniré co n vo s otros , tan p ro nto pu ed a y co n e l m ay or agrad o ¿Qué podría ser

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neles expertos llegan a buen puerto antes que los demás, el general sagaz dirige la gue-

rra con el mínimo riesgo, y un doctor prudente es el que mejor restaura la salud de

cuerpo. Así, la ¿sabiduría nos oto rga , c o n to d o su p od er y según nuestro s deseos, l

maestría en cada úna de las actividades humanas. Nunca vacila ni se extravía; si de

otro modo fuera, nq<sería, en verdad, sabiduría. Puesto que a causa de la sabiduría sealcanza la'meta, es, necesariamente, todopoderosa en lo que a la felicidad concierne.

Se dice también que só lo so n felices aq uello s qu e están do tado s de m uch os dones. Pero

no son felices a no ser que tales dones les beneficien, y nunca se beneficiarán de ellos

a menos que los usen. La posesión sin el uso no proporciona felicidad, ni el uso por s

mismo es suficiente, ya que pueden usarse de modo incorrecto y causar así daño, en

vez de proporcionar ayuda. D el m ism o m od o qu e he m os añadido el uso a la posesión,

debemos acompañar la rectitud al uso, porque debemos, no sólo hacer uso de nues-

tros dones, sino usarlos correctamente. Únicamente la sabiduría permite que así lo

hagamos. Así lo comprobamos en las artes, en las que sólo aquellos que son hábiles

hacen un correcto uso de los materiales, así como de los instrumentos. Igualmente, la

sabiduría hace posible que hagamos recto uso de riqueza, salud, belleza, fuerza y de

todas las cosas que se consideran buenas. Por esa razón el conocimiento es la causa

de toda acción que sea buena y alcance el éxito en la posesión, el uso y el desarrollode cada uno de los talentos. El hombre que posea muchos talentos y los use sin inte-

ligencia, resultará tanto más dañado cuantos más posea, pues el mal uso será mayor.

Ciertamente, cuanto menos haga el ignorante, menos! errores cometerá. Cuantos menos

errores cometa, menor será el daño que haga. Cuanto menor seat/d daño que haga,

menos desgraciado será. Ciertamente, menos hará si es pobre que si es rico, si es débil

que si es fuerte, si es tímido que si es atrevido, si és'perezoso que si es activo, si es lento

que si es rápido, si es torpe que si es inteligente. Por éso, ninguna de las cualidades, quemás arriba se han calificado de buenas, es buena por sí misma, porque si están domi-

nadas por la ignorancia so n p eores qu e sus opuestas, en tanto que pueden proporcio-

nar, con largueza, a un dirigente malvado, medios para la fechoría. Si, por el contrario,

la prudencia y la sabiduría gobernaran tales cualidad^, estas serían entonces exeden-

tes, Así pues, no son bue nas ni malas en sí mismas.. Para d hombre sabio, tanto las

ventajas como las dificultades llegan a ser de utilidad, po rqu e hace buen uso de ambas;

sin embargo, lo opuesto se aplica al ignorante.De todo aquello que nos es propio, sólo la¿g|biduría es buena en sí misma. Tan sólo la

ignorancia es mala en sí misma. Puesto que todos deseamos ser felices, y la felicidad no

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1 I pleno apoyo de ja filosofía y la religión, en llegar a ser ta n sabio s co mo sea posible.

porquede ese modo nuestra alma alcanza la mayor semejanza con Dios, que es la sabi-

duría misma. En esta semejanza consiste, según Platón, el más alto estado de felicidad

Ιμ π α π ο  u t i l i o r  e s t  q u a m   l e c t i o  La  IíMITACÍÓN e s   m á s   ú t i l   q u e   l a   l e c t u r a

Marsilio Fidno al noble Amerigo Benci: saludos.

H o y   he recibido los diálogos que me has enviado de nuestro Platón, en griego.Ciertamente, un magnífico regalo digno de tu espíritu y extraordinariamente placente-

ro para el mío. Te envío mi agradecimiento. Que las divinas Gradas te visiten sin tar-

danza, otorgándote sus inm ortales favores.

Creo que deseabas imitar al gran Cosimo en esto, así como en otras muchas cosas, por-

que en otros tiempos enriqueaó mi biblioteca con las obras de Platón, en griego. Alabo

tu obsequio, Amerigo, y apruebo la imitadón, porque la imitadón es un camino hada

la virtud más seguro que la lectura. D e la m ism a manera™ q ue lgzam on m )ie ne un efec-

to más poderoso cuando llega a nuestros oídos que cuando se recuerda, y la visión de

una batalla nos conm ueve m ás pro fun da m en te q u e su nar ración , así las ilustres haza-

ñas de los héroes vivos nos impelen más ardientemente a la búsqueda de la virtud, y

nos moldean, de un modo más perfecto, que las palabras que esgrimían los filósofos

de la Antigüedad en sus debates sobre la conducta moral.

Di a l o g u s  i n t e r  De u m   e t  a m m a v í  t h e o l o g i c u s " P i á l o ^ T e o l ó g i c o   e n t r e   D i o s   y   e l   a l m a

Marsilio Fid no a M ichele M ercati de San M inia to, su am ad o com pañ ero filósofo: salu

dos.

frecuenda hemos hablado, querido Michele, de la filosofía moral y natural, y '0  

¡É ^ .m m u d o de la filosofía divina. Recuerdo que solías decir  una y otra vez que &

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las obras ;de, nuestro P latón q ue lo div ino se revela m as en la pureza de vida que

mediante la instrucción verbal. Cuando consideraba seriamente estas cosas, a veces me

dolía el corazón, porque, aunque ya empezaba a desconfiar en la razón, me faltaba

todavía fe en la revelación. De ello su rgió una íntim a co nv ers ac ión entre el alma y Dios.

Escúchala, si así te complace, aunque pienso que debes estar más cerca que yo dehablar con Dios.ft)

f  DIOS; ¿Por qué te afliges tanto, infeliz alma mía? ¡Ah hija mía, no flores más! Mira, yo,

[tu padre,.estoy aqu í contigo. Yo, tu cu ra y tu salv ació n, estoy aquí.

Alma: ¡Ah, que mi padre entrara en mí! Si creyera que semejante grada pudiera serme

otorgada, enloquecería de gozo. N o sé c óm o tal co sa po dría llegar a suceder, po rqu e si,

comb yo pensaba, el creador del m un do m e cre ó a mí, su criatura, más próxim a a sí

mismo que el propio mundo que El creó, aquel que sólo está fuera de mí no es mi

padre supremo. Tampoco puede ser mi padre aquel que tan sólo está en mi interior,

pues mi padre es, ciertamente, m ás grand e q ue yo , y si estuviera contenido en mí, sería

menor. Pero tampoco sé cómo algo podría estar dentro y fuera de mí al mismo tiem-

po. Lo que dolorosamente me perturba, extranjero, quienquiera que seas, es esto: que

no deseo vivir sin mi padre y, sin embargo, desespero de ser capaz de encontrarle.

Dios; Deja de llorar, hija mía; hija mía, no te atormentes; no es un extraño quien te

habla, sino aquel que es tu propio ser, que te es más familiar que tú a ti misma. Estoy,

en verdad, contigo y en ti. En verdad, estoy contigo porque estoy en ti; y estoy en ti

porque tú estás en mí. Si no estuvieras en mí, no estarías en ti misma, verdaderamen-

te no existirías. Seca esas lágrimas, h ija mía, y m ira h a d a tu padre. Tu pad re es más

diminuto que ninguna otra cosa, en cuanto al tamaño, del mismo modo que es mayor

que ninguna otra en excelenda; y puesto que es muy pequeño, está en el interior de

todas las cosas, pero como és muy grande está fuera de todas ellas. Observa, estoy aquí

contigo tanto dentro to m o fuera, la m ay or de las pequeñeces, la m ás pequeña de las

grandezas. Mira, te digo, ¿no lo ves? Lleno el cielo y la tierra, los penetro y los conten-

go. Lleno, pero no me llenan, porque soy la plenitud misma. Penetro, pero nada puede

penetrar en mí, porque soy el poder de penetradón mismo; Contengo, pero no soy

contenido, porque soy el poder de contener. No estoy lleno, pues si así fuera, me fal-

taría algo, siendo ya la a bu nd an da misma. N ada penetra en mí, a menos qu e yo deja-

ra de existir, pues soy la existencia misma. Nada me contiene, a menos que dejara de

ser Dios, pues soy la infinitud misma. Mira ¿no lo ves? Entro en todas las cosas sin

mezdarme con ellas, de m odo que a tod as sobrepaso, porq ue soy la excelenda misma.

Supero todas las cosas sin separarm e de ellas, de m od o que tam bién soy capaz de entrar

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on eUas. pues soy la unidad misma de la que todas las cosas están hechas, por la cual

odas las cosas están sostenidas y a la que todas las cosas buscan.

Por qué desesperas de encontrar a tu padre, insensata? No es difícil hallar el lugar

donde me encuentro, porque en m í están todas las cosas, de m í proceden, y yo las sos-

engo por siempre y en todas partes. Y, con infinito poder, me expando en el espacio

nfinito. En verdad, no puede hallarse un lugar donde yo no esté; ciertamente, ese

mismo «dónde» existe gracias a mí y se llama «en todas partes». Lo que sea que uno

haga en cualquier lugar, lo hace gracias a mi guía y a m i luz. Lo qu e sea y donde sea

que uno busque, lo hace gradas a mi guía y mi luz. Nada se desea, en ningún lugar,

que no sea el bien; nada se encuentra, en ninguna parte, que no sea k yerd ad . Yo soy

la bondad yo soy la verdad Busca mi rostro y vivirás, Pero no te muevas para tocar-

me, porque soy la quietud misma. No te predpites en múltiples direcciones para atra-

parme, porque soy la unidad misma. Detén d movimiento, unifica la diversidad y, con

certeza, me alcanzarás, a m í que hace m ucho tiempo te alcancé.

Al ma :  ¡Qué pronto me dejas, oh mi consudo! ¿Por qué abandonas así, tan repentina

mente,’á tu sedienta hija? Sigue, di algo más, continúa, te lo ruego, ven erable. deidad.

Por tu divina majestad si así te complace, te ruego que hables daramente ¡Ojalá te com-

plazca! Y porque tengo la certeza de que así se rá dime, pues, más sencillam ente lo que

tú, que eres mi padre no eres, de modo que pueda volver a la vida; y, dime una vez

más ¡oh padre mío! lo que tú eres, para que pueda vivir.

Dios: Tu padre no es de naturaleza física, hija mía. Cuanto más obedezcas a tu padre,

mejor serás; cuanto más te resistas al cuerpo, más bella serás. Es beneficioso para ti estar

con tu padre y malo estar con tu cuerpo. No ha sido una mente quien te ha engen-

drado, ¡oh alma! Si así fuera, no contemplarías nada más allá de la mente y, estando

inmersa en esa mente cambiante, no buscarías una naturaleza inmutable. No ha sido

un intelecto multiforme quien te ha hecho, porque de ser asi no alcanzarías la comple-

ta sencillez, y la posesión dd intdecto te sería, en sí suficiente; sin embargo, asdendes

mediante d conodmiento y d amor más allá de cualquier d ase de intdecto, had a la

vida misma, la pura existenda d ser absoluto. Y la comprensión no te satisfará a menos

que no sólo comprendas bien, sino que comprendas el bien mismo. Sin duda, sólo d .

 bien mismo te satisfará, pues\a única razón por la cual buscas algo es por su bondad /

Por tanto, ¡oh alma!, bueno es tu creador; no el buen cuerpo, no la buena mente, no d

 buen intdecto, sino d bien mismo. Bueno es, en verdad, aquello que es autosufidente,

que está infinitamente más áHá de los límites de lo que es su inferior y que te otorga

una vida infinita edad tras edad, o al menos desde un comienzo hasta el fin de ios

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universo, pleno de la luz dei sol. Contempla la luz en el mundo material, luz habitada

por todas las formas de la creación, y en constante movimiento; descarta la materia,

deja lo demás. Ahí está el alma, una luz incorpórea que adopta cualquier forma y está

inmersa en continuos cambios. Una vez más, desdeña la mutabilidad, y habrás alean

zado la inteligencia de los ángeles, la luz incorpórea que adopta todo tipo de formaspero que es inmutable. Prescinde de esa diversidad en la que cualquier forma difiere de

la luz y que es infundida a esa luz desde otro sitio, y entonces la esencia de la luz y la

de cada una de las formas será la misma; la luz toma forma por sí misma y, por medio

de sgs propias formas, da forma a todas las cosas. Esa luz ilumina sin límite, porque

iluminar es un aspecto de su naturaleza y no está teñida por asociación con cosa algu-

na. Tampoco disminuye; lo llena todo, porque en nada está contenida; no está conte

nida en ninguna cosa en particular, y brilla así, por igual, a través de todas las cosasSu vida depende únicamente de sí misma, a todas las cosas confiere vida, y su propia

sombra es la luz de este sol. Sólo ella otorga vida a lo incorpóreo. Todo lo percibe y a

todas las cosas confiere la percepción, pues su sombra despierta todos los sentidos en

todas las criaturas. En conclusión, ama a todas y cada una de las cosas, porque cad

una de ellas le es propia.

¿Qué es entonces la luz del sol? Es la sombra de Dios ¿Qué es entonces Dios? Dios eel sol del sol; la luz del sol es Dios en el mundo fisico, y Dios es la luz del sol por enci

ma de las inteligencias de los ángeles. Mi sombra es tal, ¡oh alma!, que es la más her

mosa de todas las formas físicas ¿Cuál crees que es la naturaleza de mi luz? Si esa e

la gloria de mi sombra, ¿acaso no será mucho mayor la gloria de mi luz? ¿Amas es

luz que está en todas partes, por encima de todo? ¿Amas, en verdad, tan sólo la luz

Amame únicamente a mí, ¡oh alma!, a la luz infinita, tan sólo; ámame a mí, te digo, am

a la luz, ilimitadamente; cuando así sea, brillarás y tu deleite será infinito.

Al ma : ¡Oh prodigio que sobrepasa al prodigio mismo! ¿Qué extraño fuego me consu

me ahora? ¿Qué nuevo sol es este y desde donde brilla sobre mí? ¿Qué es este espíri

tu, tan poderoso y dulce, que en este instante atraviesa y calma lo más profundo de m

corazón? ¿De dónde procede? Muerde y lame, aguijonea y hace cosquillas ¿Qué amar

ga dulzura es esta? ¿Quién la hubiera imaginado? Esta amarga dulzura me derrite y m

deshace. Después de esto, aun las cosas más dulces me parecen amargas ¡Qué dulc

amargura es esta que reúne mis desgarrados fragmentos, unificándome otra vez, y po

medio de la cual lo más amargo se toma dulce! ¡Qué irresistible es esta voluntad pue

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vínculo entre el cuerp o y el alm a, es ate m p era d o y alim entad o p o r medio de olores eté-

reos, por los sonidos y p o r el c an to. Finalm ente, el alma, pu esto q ue es divina, se puri-

fica por medio de los divinos misterios de la teología. En la naturaleza se unen el alma,

el cuerpo y el espíritu. Para los sacerdotqs~'egipdos, la medicina, la música y los miste-

rios eran uno y el m ism o e stud io ¡O jalá p ud iéram os d om ina r ese arte natural que prac-

ticaron er/Égipt9 , c o n u n éx ito ta l q u e se co rresp o n d iera co n la tenacid ad y el entu -

siasmo con el que nos dedicamos a él! Pero dejemos estas cosas por el momento.

Me pediste ayer que tran scribiera p ar a ti esa m áx im a m ía que está grabada en las pare-

des de la Academia. Recíbela. «Todas las cosas se dirigen del bien hada el bien.

Regocíjate en el presente. No des valor a las propiedades, ni busques honores. Evita los

excesos; evita la actividad. R eg oc íjate en el p re se n te g

Adiós.

L e x   e x   i u s t i t i a  

L e y   y   j u s t i c i a

Marsilio Ficino a Ottone Niccolini y Benedetto d'Arezzo, abogados, y Piero de' Pazzi y

Bernardo Giugrti, caballeros: saludos.

l\/le persuadisteis para que tradujera Las Leyes  de Platón del griego al latín, y el gran

Cosimo me animó también a emprender la misma tarea. Ya lo he hecho con el mayor

interés, pues considero que el estado está más necesitado de los mejores abogados que

de buenos comerdantes o doctores. Del m ism o m od o qu e M inos b enefidó a los griegos

más que Galeno, así el alma es superior al cuerpo o al espíritu y la vida eterna a la tem-

poral. Ciertamente, pa rec e q u e el c o m e rd o es el cu erpo d el estado, la medicina el espíri-

tu, y la ley el alma. Sin em barg o, a u n q u e en el estad o p arece h ab er m uchas leyes, no haymuchas almas. Porque, así como el hecho de que haya dudadanos con diversas habili-

dades y niveles no implica que haya muchos estados, sino uno sólo, siempre y cuando

aquellos se encaminen a un mismo fin, según prindpios semejantes, del mismo modo, en

una dudad, aunque haya numerosas normas promulgadas por los magistrados habrá

una sola ley pública. Esa es la no rm a co m ú n pa ra viv ir co n justida, lo cual conduce a la

feliddad pública. Dios y la naturaleza nos capadtan para observar esta ley, las normas

nos conducen a ella, y tan sólo Dios permite que, finalmente, nos conformemos a ella.

Porque de la ley divina p ro vie ne n ta n to la ley de la s estrellas c om o la de los hombres.14'

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£ f Itor esa razón todos los legisladores, a la manera de los monos, han copiado parcial-

mente a Moisés, el más fiel autor de las leyes divinas, fin parte compelióos por la ver-

dad aunque no sé en qué modo, han afirmado que recibieron las leyes de Dios de dis 

tintas maneras: Osiris, el legislador de los egipcios, de Mercurio; Zoroastro, junto con los 

'arimaspos, de una divinidad benéfica; Zamolxis, con los escitas, de Vesta; Minos de Creta 

 y  Solón de Atenas, de Júpiter; íxurgo de Esparta, de Apolo; Niima, rey de los  romanos, 

de la ninfa Egeria; Mahoma, rey de los árabes, del ángel Gabriel. Nuestro mismo Platón 

tomó de Dios, a quien atribuía ser el autor universal de todas las leyes, la referencia para 

sus libros sobre la ley. Así lo confirmó en el diálogo titulado Protagoras,® diciendo que las 

habilidades que se relacionan con el sostenimiento de la vida nos fueron otorgadas por 

Prometeo, es decir, por la providenda humana. Pero la ley que corresponde a una vida 

buena y feliz fue otorgada por Júpiter, la divina providenda, por medio de Mercurio, que 

"es la inspiradón angélica. Mis queridos amigos, no puedo sino admirar el poder de la ley. 

Pues el orden y la armonía de la ley son necesarios en los elementos del universo, en los 

humores de un ser vivo, en la vida de las bestias, así como en la guarida de los ladrones, 

porque estos no pueden convivir sin algún orden que sea justo. Pero ¿qué diremos acer-

ca de ello? Pues que aunque entre los seres más inferiores pudiera no haber otra virtud, 

no estarían ausentes la ley y la justida que castigan a los malvados según sus yerros; y

aunque entre los bienaventurados no sean ya necesarias las virtudes morales que en los 

mortales permiten calmar la agitaaón del cuerpo y los sentidos, de la cual están libres 

aquellos que disfrutan de la vida bienaventurada, no obstante, la ley y la justida florecen 

entre dios, otorgando a cada uno eternas recompensas según su mérito y'protegiéndoles. 

Adiós, hombres afortunados.

V   De div in o  f u r o r e  

A c e r c a   D a f r e n e s í   d i v i n o

Marsilio Fidno a Peregrino Agli: saludos.

E l 29de noviembre, mi padre, d doctor Fidno, me trajo a Figline dos cartas tuyas, una 

d i verso y la otra en prosa. Mucho me congratulo, después de leerlas, porque darán a

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talentos en un amigo. No sé cuál de los h om bre s de an tañ o, cu ya m em oria ven eramo s,

por no mencionar los hombres de nuestro tiempo, logró tanto en una edad semejante

a la tuya. Y lo atribuyó;, no sólo al estudio y la técnica, sino, en mucha mayor medida,

al divino frenes]) Sin él, dicen D em ócr ito y P lató n /0 nin gú n h o m br e h a llegado ja m ás a

ser notable. La poderosa em oció n y el ardiente d eseo exp resad o en tus escritos p rue-

 ban, como ya he dicho, que estás in spirado e in te rio rm ente poseíd o p o r ese frenesí. Los

filósofos antiguos mantenían que ese poder que se manifiesta en los movimientos

externos era la prueba m ás po de rosa de qu e u n a fu erza d ivina m ora en nuestras almas.

Pero puesto que he mencionado ese: frenesí, referiré la opinión que nuestro Platón tenía

acerca de ello en pocas palabras, con la brevedad que una carta requiere, de modo que

puedas comprender con facilidad qué es, sus clases y cuál es el dios responsable de

cada una de ellas. Estoy seguro de qu e esa de scripc ión n o só lo te agradará, sino qu e te

será de la mayor utilidad. Platón co nsidera, tal c o m o Pitágoras, E m péd ode s y H erádito

mantuvieron antes, que nuestra alma, antes de descender a los cuerpos, mora en las

regiones celestiales, donde,“c o m o Só cra tes dice e n Pedro,®  se nutre y se regodja en la

cwitemplaaón de la verdad . :\

Los filósofos antes mencionados habían aprendido de Hermes Trismegisto® d más

sabio de los egipdos, queJ ) i o s es la fue nte y la J u z supre m as, en la s cuales brilla n los

modelos de todas las cosas, a los que llaman idea s ®  De ello se infiere, creían ellos, que

el alma, en contemplación constante de la eterna mente de Dios, también contempla

con mayor daridad las natu ralezas de tod as las co sas. Por eso, según Platón, d alma

veía la justida, la sabiduría, la arm on ía y la m aray iüos a be lleza d e ja naturaleza divi-

na.® Y, en ocasiones, llam a a tod as esas na turaleza s «ideas», algunas veces «esencias

divinas» y otras, «las primeras naturalezas que existen en la eterna mente de Dios»

Mientras permanecen allí, las mentes de los hombres están plenamente nutridas con

perfecto conocimiento, pero al pensar y desear cosas terrenas, las almas quedan some-

tidas a los cuerpos. Por eso, aquellos que fueron alimentados previamente con néctar

y ambrosia, es decir, con d perfecto co no cim ien to y biena ven turan za de Dios, se dice

que, en su descenso, beben continuamente dd ríoiLetepi es dedr, dd qlvido'de lo divi-

no. No retoman al cielo, pues c aen b a jo d pe so de los pe ns am iento s terrenales, hasta

que comienzan a contemplar, una vez más, esas divinas naturalezas que habían olvi-

dado. El divino filósofo considera que eso se alcanza mediante dos virtudes, una de

ellas relacionada con la conducta moral y la otra con la contemplación. A una de ellas

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gradas a los dos aspectos de la filosofía, el activo y el contemplativo y, de nuevo, dice

en Mro,™  que sólo la mente de un filósofo recobra las alas. Al recobrar las alas, debi-

do a su poder, el alma se separa del cuerpo. Llena de Dios, lucha con todas sus fuer-

zas para alcanzar el cielo y es h a d a allí atraída. Plató n llam a a esa atracd ón y a ese

esfuerzo «frenesí div ino^ y lo divide en cu atro parte s.<3) Cree que lo s hombres nunca

recordarán lo divino, a men os q u e sea n c onm ov id os p o r lo qu e podría describirse

como sus sombras o imágenes, las cuales son perdbidas por los sentidos corporales.

Pablo y Dionisio,<9) los m ás sabios teólo go s c ris tiano s, af irm an qu e las invisibles cosas de

Dios se comprenden por medio de lo que h a sid o cre ad o y pu ede verse aquí,00' sin

embargo, (Platón dice que la sabiduría de los ho m b re s es la im agen de la divina sabidu

ría. El considera que la armonía qu e se crea co n lo s ins tru m en tos musicales y las voces

I es la imagen de la divina armonía, y qu e la ' simetría, y la gracia qu e surgen de la perfec-

ta unión de las partes y miembros del cuerpo son una imagen de la divina^belleza)

Puesto que la sabiduría no se halla e n lo s h o m b re s o, a l m en os, se en cuentra en muy

pocos y no puede ser percibida por medio de los sentidos corporales, debe dedudrse

que las imágenes de la divina sabidu ría so n m u y esc asas en tre no so tro s, quedan ocul-

tas a nuestros sentidos y so n to talmen te igno rada s. P or eso Só cra tes dice en M u 0" que

i la imagen de la sabiduría no pued e ve rse en m o d o algu n o co n lo s o jos, pues, si asífuera, brotaría en lo más último ese m ara villo so a m o r a la d iv in a sabiduría, de la cual

es una imagen

^ f e o , 03 en verdad, percibimos el |re2ejo de la d ivina belleza^ co n los o jo s y distinguimos la

■> resonandi de la divina armonía con lo s oídos, sen tido s corp or ales considerados por

¿¿ Platón como los más perceptivos. Así sucede qu e, c u and o lo s sen tidos corporales presen-

tan al alma aquellas esencias que se encuentran inmersas en los cuerpos físicos, como si

fueran imágenes, recordamos aqudlo que ya supimos cuando existíamos fuera de la pri-

sión dd cuerpo. El alma se enardece con este recuerdo y, sacudiendo sus alas, va depu-

rándose dd contacto con el cuerpo y su sordidez, hasta qu ed ar plen am en te posada por

d frenesí divinq)De los sentidos qu e he m en cio nad o surg en dos clases de frenesí. Al recu

perar, por así decirlo, d recuerdo de la verd adera y divina belleza , grac ias a la aparienda

de belleza que los ojos perciben, deseamos esa verdadera belleza con un secreto e inex-

presable ardor en la mente. A eso Platón lo llam a « am or div ino*, y lo define com o d deseo

de contemplar de nuevo la divina belleza, un deseo que surge al ver su semejanza física.

Además, es necesario para aquel que así queda conmovido, no desear tan sólo esa belle-

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corrupto a Ia de aquel hombre que no desea más que las sombras de aquella belleza, sin

 buscar más allá de lo que sus ojo s ven. Porque cree que tal hom bre está afligido por esa

dase de amor que es com pañero de la lascivia y la lujuria. Y define como irracional y

descuidado el amor por el placer en forma física, que es disfrutado por los sentidos.

En otro lugar él describe este am or co m o el ardiente deseo de un alma que, de algún

modo, está muerta en su propio cuerpo, mientras que mora en otro. Por eso dice que

el alma de un amante pasa su vida en otro cuerpo. Los epicúreos así lo asumen cuan-

do dicen que el amor es una unión de pequeñas partículas a las que llaman átomos,

hechas para penetrar en la persona en la cual se han captado las imágenes de belleza.

Platón dice que esa clase de amor nace de la enfermedad humana, está lleno de tribu-

lación y ansiedad, y surge en aquellos hombres cuya mente está tan cubierta de oscu-ridad que no puede morar en nada elevado, ni sobresaliente, en nada más allá de la

débil y transitoria imagen de este pe qu eño cuerpo . N o m ira ha d a los délos, porque en

su negra prisión está rodeado por las tinieblas.05’ Pero aquellos cuyo espíritu es resca-

tado y liberado del barro del cuerpo, al v er p or vez primera la forma y la grada en

alguien, se regocijan como ante el reflejo_de la divina belleza. Pero estos debieran recor-

dar inmediatamente esa divina belleza, a la que deberían honrar y desear por encima

de todo, porque, gracias al ardiente deseo de esa belleza, podrán ser conduddos a loscielos. A este primer intento de vo lar lo llam a Platón divino éxtasis y frenesí d iv ip ^ a

he escrito bastante acerca de este frenesí que, como he dicho, s^g^ajravés de los ojos.

Pero el alma recibe las más dulces armonías, y números a través de los oídos, y estos

ecos le recuerdan y despiertan a la música divina que puede ser oída por el más sutil

y penetrante de los sentidos de la mente. Según los seguidores de Platón la música divi-

na hene^Sos1aspectos. (U no) de ellos, dicen, existe enteramente en la mente eterna de

Dios. Elóegundd se manifiesta en el movimiento y orden de los délos, gradas a los cua-

les las esferas celestes y sus órbitas crean una maravillosa armonía. En ambos tomó

parte nuestra alma^antesyie caer presa en nuestros cuerpos. Pero hace uso de los oídos

como mensajeros, como si fueran destellos en esa oscuridad. A través de los oídos,

como ya he dicho, d alma recibe los ecos de esa incom parable música, gradas a la cual

recuperada^profrnda y_silendosa(rinemoria)de aquella armonía que previamente dis-

frutó. Así, d alma entera se endende con el deseo de volar de nuevo hada su legítimo

hogar, de modo que pueda disfrutar otra vez de la verdadera música. Es consdente de

que mientras permanezca encerrada en la oscura morada dd cuerpo, en modo alguno

podrá alcanzar aquella música. Por eso se esfuerza intensamente en imitarla, porque no

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distintos instrumentos, y a estos les llamamos músicos vulgares y superficiales. Pero

hay otro) que, al imitar la divina y celestial armonía con más sólido y profundo enten-

dimiento, trasladan la esencia de su causa y conocimiento m ás pr o fu nd os al verso, la

rim av los números. Son estos los que, inspirados por el divino espíritu, proclaman a

plena voz el canto más solemne y glorioso. Platón llama a esta solemne música y poe-

sía, la más efectiva imitación de la armonía celestial. Porque el aspecto más superficial

que he mencionado tan sólo se alivia con la dulzura de la voz, mientras que la poesía

actúa también a la manera que es característica d e la d ivin a a rm on ía. Expresa con ardor

el más profund o y, como diría el poeta, profético significad o, en los nú m eros de la voz

y del movimiento. Así, no sólo deleita el oído, sino que procura a la mente el más fino

alimento, muy parecido al alimento de los dioses, y de este m od o parece que se apro-

xima mucho a Dio^Según el parecer de Platón, este p o ét ico fre ne sí surge de las Musas,

pero considera que tanto el hombre como su poesía carecen de valor si aquel acude a

las puertas de la poesía sin haber sido llamado p o r las M u sa s, en la esperanza de llegar

a ser un buen poeta gracias a la técnica.0-0 Cree que aquellos poetas que están poseídos

por la inspiración y el poder divinos suelen proferir tan supremas palabras cuando

 ; están inspirados por las Musas y que, después, cuando el éxtasis les ha abandonado,

apenas pueden comprender lo que ellos mismos h a n pro ferido .(ls)

Y, según creo, d divino Platón considera que se debería entender que las Musas son

como canciones divinas; así, dicen que tanto la palabra «m elodía» co m o «musa» toman

su nombre de la palabra «candón».liíu Por eso, los hombres divinos son inspirados por

seres y canciones divinas para imitarles empleando lo s m o do s y mé trica de la poesía._

Cuando Platón se refiere, en La República(17>, al movimiento de las esferas, dice que una

Qjñm^está asignada a cada órbita; eso significa, com o dice u n o de los platónicos,0®que

d movimiento de las esferas brinda una canción a los dioses. Porque, precisamente, la

palabra «sirena» en griego significa «canto en honor de Dios». Y los antiguos teólogos

mantenían09' que las nueve M u sa s eran las canciones de las ocho esferas, a las que seañade la gran armonía que surge de todas las demás, 

k Por tanto, la poesía surge dd fren esí divino, d frenesí de las Musas y las Musas de

 Júpiter. Los seguidores de P la tón llam an insistentemente Júpiter al alma de todo el uri

k.yeisn, porque es quien nutre interiormente d d d o y la tierra, así como los mares que 

. están siempre en m ovim iento, la b rillan te órbita de la luna, las estrellas y j ¡ soL001

i^toietEando en d interior de cada un o de los miembros, pone toda la masa en moví- 

y se mezcla con su vasta sustancia.

' J como  jú pitet d espíritu y la mente dd universo, pone en movimiento las esfe

¿gpbáema, surg iendo tam bié n de él la s can cio nes de esas esferas, que sor»

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llamadas las Musas. Como ese ilustre platónico dice, «Júpiter es el origen de las

Musas;*2” todas las cosas están llenas de Júpiter, y ese espíritu llamado Júpiter está en

todas partes. Anima y satisface todas las cosas». Y, como Alejandro de Mileto, el

Pitagórico, dice, «tocando el cielo como si fuera una lira, crea esa armonía celestial». El

divino poeta Orfeo*225dice: «Júpiter es el primero, Júpiter es el último, Júpiter es la cabe-za, Júpiter es el centro. El universo ha nacido de Júpiter, Júpiter es el fundamento de la

tierra y de los cielos repletos de estrellas. Júpiter aparece como hombre y, sin embargo,

es la inmaculada novia. Júpiter es el aliento y la forma de todas las cosas, Júpiter es la

fuente del océano, Júpiter es movimiento en el fuego inextinguible, Júpiter es el sol y la

luna; Júpiter es el Rey, el Príncipe de todo. Ocultando su luz, la derrama de nuevo desde

su gozoso corazón, manifestando su propósito». De todo ello debemos entender que

todos los cuerpos están llenos de Júpiter; los contiene y los alimenta, de modo que, en

verdad, puede decirse que lo que sea que veas y donde sea que vayas es Júpiter.

A los anteriores les siguen el resto de los tipos de frenesí divino, que Platón considera

tienen dos aspectos. Uno está centrado en los misjerias.y, el otro, al que llama profe-

cía, se relaciona con ios acontecimientos futuros. El pnmero, dice, es una poderosa con-

moción para el alma, al perfeccionar lo que se relaciona con la adoración de los dio-

ses, la observancia religiosa, la purificación y las ceremonias sagradas. Pero llamasuperstición a esa tendencia de la mente a imitar falsamente ese frenesí. Considera que

la última clase de frenesí, en el cual incluye la profecía, no es otra cosa que una pre-

dicción inspirada por el espíritu divino, a la que, apropiadamente, llamamos adívina

ricm o profecía. Si el alma se inflama en el acto mismo de adivinación, lo llama frene-

síes decir, cuando la mente se retira del cuerpo y es transportada por el éxtasis divi-

no. Por el contrario, si una persona prevé el futuro mediante la genialidad humana y

no gracias a la inspiración divina, él entiende que debería ser llamada clarividencia o

inferencia. Por tanto queda ahora daro que existen cuatro dases de divino frenesí: el

amor, la poesía, los misterios y la profeda. El amor que es común y completamente

insano es una falsa copia dd amor divino; la música superfidal, de la poesía; la supers-

tición, de los misterios; y la predicdón, de la profeda. Según Platón, Sócrates atribuye

la primera dase de frenesí a Venus, la segunda a las Musas, la tercera a Dionisos, y la

última a Apolo.*23’

He deddido describir más ampliamente d frenesí que pertenece al divino amor y a la

poesía, por dos razones: la primera, porque sé que ambos te conmueven intensamen-

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utor y causa de lo que es mejor y más amplio, no eres tú, ni en verdad ningún otro 

sino el inmortal Dios.

diós, puedes estar seguro de que nada me es más querido que tú.

de diciembre de 1457.

gline.

Excusxno

Una discul pa

Marsilio Fidno al gran Cosimo: saludos.

Lorenzo, el sacerdote de Pisa, está comentando para ti El Cantar de los Cantares  de 

Salomón. Si mal no recuerdo, hasta este momento ya lleva escritos dieciocho volúme-

nes para explicar un breve libro. Si te sorprende, Cosimo, que Lorenzo haya escrito tan 

ampliamente cuando Salomón fue tan breve, te respondo que precisamente estaba obli-

gado a extenderse, debido a la brevedad de Salomón. Tan intrincado fue el nudo que ató Salomón, que era necesario hacer uso de muchos medios para desatarlo.

El distinguido filósofo Niccolo Tignosi de Foligno alaba los escritos de Lorenzo, y yo 

estoy de acuerdo con éL Aunque no suele agradarme la prolijidad, no me parece que 

el trabajo sea demasiado largo, porque apenas he encontrado algo que sea de impor-

tancia en teología que no haya sido incluido en éL 

Pero, adiós, no vaya yo a resultar prolijo al disculpar la prolijidad.

a

PROLIXITATIS 

DE LAPROLIJIDAD

De  div ina t ione  et  d i v i n i t a t e  a n im a l  

Acerca  de l a adivinación y  de  l a  divinidad  del  a l ma

^Marsilio Ficino de Florencia a su compañero filósofo, Matteo Corsini: saludos,

 jgllpflflede mi madre Alessandra se llamaba Giovanni, y su madre se llamaba Angela.

j t & d t b Fi li Gi i l i d d d M t hi A l

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los dos vieron a Angela al mismo tiempo. Ella se apareció a Alessandra en la entrad

déla casa y, cuando la hija e staba salu da nd o a la m adre co m o si hubiera vuelto a cas

la madre evitó el abrazo de la hija. «Adiós», dijo, «cuida de que los sacerdotes ruegue

a Dios por mí» Y a Giovanni le dijo: «Mi Giovanni, ¡cuánto me aflige tu desventura

Adiós, y procura que se eleven plegarias a Dios en mi nombre.»Despiertos repentinamente p or tales vision es, am bos g ritaron creyendo que habí

muerto. Enviaron un mensaje a Florencia. Recibieron la noticia de que había abando

nado esta vida aquella misma noche.

Puedes asombrarte ante tales cosas, Corsini, pero escucha algo igualmente milagroso

Tan pronto como nació su hijo, mi madre le confió a una campesina como nodriza

Diedsiete días más tarde, mientras dormía la siesta, le pareció que estaba profundamen

te atribulada y que era consolada por su propia madre, muerta hacia mucho tiempo,

quien deda: «No te apenes hi ja mía.» Al día siguiente, lo s cam pesinos le trajeron la notí

ria de que su hijo había sido ahogado por la nodriza.

Omitiré cómo ella previo en un sueño que su marido, el doctor Fiemo, caía del caba-

llo y dónde ocurriría. Omitiré también otros muchos ejemplos de esta dase. Por d

momento, es suficiente haberte contado esas dos historias, que parecen confirmar dos

cosas en particular. La primera de ellas es que las almas de los  hombres que están casiseparadas de sus cuerpos, debido a una disposició n atem perada y un a vida pura, pue-

den adivinar muchas cosas en la a bs traed ón d d sueño,0) po rqu e son divinas por natu-

raleza y, cuando vuelven a sí mismas, reconocen esa divinidad. El segundo aspecto que

estas historias confirman es que las almas de los muertos, libres de las cadenas dd cuer-

po, pueden influenciarnos y oc up arse de los asu ntos humanos. Hesiodo® compuso

cantos sobre ello; nuestro Platón® lo confirmó en Las Leyes.  Ambos hombres fueron

conocidos como héroes en la Antigüedad.Adiós.

M o d u s   l a u d i s  a b s q u e  a d u l a t io n e  

Cómo  a l aba r  sin  adul a r

Marsilio Reino a Francesco d a Castigiione, d Teólogo: saludos.

H l íd i b l l dd f D id D b d i F

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pxrto otros  lo habían hecho antes, sino que con maldad comenzaron a insultarlo, ¡lo

<uai fije mucho peor que el primero de los errores!

Pero Bessarion, la luz de la Academia, aplicó: con prontitud una efectiva medicina para

jos tan débiles y mortecinos, de modo que el oro no sólo fuera puro y brillante, sino

ambién maleable en las manos e inofensivo para la vista. Platón lo había predicho. Éldijo al rey Dionisio*7* que llegaría el tiempo, después de muchas generaciones, en el que

os misterios de la teología serían purificados mediante penetrantes debates, así como

l oro es purificado por el íuego.

n verdad, ¡el tiempo ha llegado, Bessarion! ¡Que el espíritu de Platón, nosotros y todos

us seguidores, nos regocijemos inmensamente por todo ello!

Adiós.

14

Ex h o r t a d o  a d   s c ien t ia m  

Exho r t a c i ón  a   l a   bú sq ueda  del  c ono c im i en t o

Marsilio Fidno a Antonio de' Pazzi: saludos.

orenzo de’ Medid alaba espedalmente dos de tus cualidades: la magnanimidad y la

nteligencia Yo también las alabo. E n la p ráctica de la m agna nim idad, Antonio, puedes

er comparado con otros, pero en el ejerddo de la inteligenda, sólo puedes ser com-

arado contigo mismo. Si te dedicaras a l ap ren diz aje tan to co m o has practicado la libe-

alidad, no dudo que en breve serías más docto que nadie, del mismo modo en que ya

res el más magnánimo.

Vamos, mi queridísimo Antonio, te ruego que te ocupes de ti tanto como te has ocu-

pado de ios demás. Nuestro Lorenzo dice que no sólo eres generoso con los sabios,

ino que tú mismo eres sabio. Le creo y me congratulo. Pero no estaré satisfecho hasta

que tu conocimiento sea tan grande como tu magnanimidad Sí especialmente hallas

deleite en los hombres más sabios, asegúrate en primer lugar de que puedas deleitarte

enti mismo. Por tanto, ¿qué hacer? El orden en todas las cosas es de gran valor, es, en

Apodad, del máximo valor Te ruego que todos los días reserves cuatro horas para ti

ofrece el resto a tus amigos, cu ando qu iera qu e as í lo desees.

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Co n s o l a t io   in  a l ic u iu s  o bit u  

Con so l a c i ón  por  l a  muerte de una  persona

Marsilio Fiemo consuela a Gismondo della Stufa.

S i cada uno de no sotro s es, esencialmente, aquello que en nuestro interior es lo más

grande, que siempre perm anece igual y por medio de lo cual nos comprendemos a

nosotros mismos, entonces, ciertamente, el alma es el hombre mismo, y el cuerpo, su

sombra. Aquel desgraciado que, engañándose, crea que la sombra del hombre es el

hombre, como Narcis<fe$e deshará en lágrimas. No dejarás de llorar, Gismondo, hasta

que dejes de buscar la oscura sombra de tu Albiera degli Albizzi, y empieces a seguirsu propia y clara luz. Porque cuanto más alejada se encuentre de esa malhadada som-

 bra, la encontrarás más herm osa que jamás la hayas conocido.

Recógete en tu propia alma, te lo ruego, allí donde podrás poseer su alma que es tan

hermosa y te es tan querida; o mejor, retira tu alma en Dios.*2 Allí contemplarás la her-

mosa idea6) a partir de la cual el Divino Creador modeló a tu Albiera; y, como quiera

que ella es mucho más encantadora en la forma de su Creador que en la suya propia,

así podrás abrazarla allí con mucho mayor gozo.Adiós. Afl/vecso Ig I ^

 jgjygfjg1 de agosto de 1473.

Florencia.

La u s  br ev it a t is  

El o g i o  de  l a   brevedad

Marsilio Ficino a Angelo Poliziano, el poeta homérico: saludos.

Según dices, están circulando cartas con mi nombre que están escritas en el estilo de

Arístipó® y, de algún modo, en el de Lucrecio,® más que en el de Platón. Si fueran mías,

Angelo, no serían así; siendo así, decididamente, no son mías, sino compuestas por mis

detractores, porque, como todo el mundo sabe, he seguido al divino Platón desde mi

 juventud.

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flero fácilmente  distinguirás mis escritos de otros, de esta manera: en mis cartas , en tanto

gecjnora en m í ha y siempre un prop ósito relacion ad o co n la m oral, los estudios natu-

rales o la  teología. Pero si, ocasio nalm ente, h a y en ellas alg o de algún m od o relacionado

§ B Í 3 amor, es, ciertamente, platón ico y ho no rab le, n o al m od o de Arístipo ni libertino.— — —----------   ■

Y lo que es más, las alabanzas q ue contienen so n auténticas, d e m od o que animan y acon-

sejan, no adulan; y apenas ha yfp alabras inn ece sar ia^ po rque, al co m ienzo de mis estu-dios, decid/ escribir siempre tan b rev em ente c o m o m e fu era po sible; p or qu e el uso exce-

sivo de palabras, en un breve instante de tiempo, es propio de un amante de las palabras,

más que de un amante de la sabiduría. Y co m o quiera q ue ha y p oc os con mucho cono-

cimiento, con frecuencia los locua ces ha b lan falsa o innecesariam ente, o am bas cosas.

Todo esto es ajeno a la dignidad de un ho m bre , y está m u y alejad o de la profesión de

ilósofo.

Adiós.

Q u a n t u m   l t i l e   s r r a l e r e   d o c t o s  

Cu á n  úm . e s   s o s t e n e r  a   l o s  h o mbr es  d o c t o s

Marsilio Ficino al magnánimo Lorenzo de Medid: saludos.

Casi todos los hombres que poseen riquezas mantienen a los sirvientes para su placer;

ú, sin embargo, sustentas a ios sacerdotes de las Musas. Te ruego continúes hadándolo,

mi Lorenzo, porque aquellos terminarán como esdavos de los placeres, mientras que tú

legarás a ser el deleite de las M usas. G ra n as a ά H om ero , el gr an sace rdo te de las Musas,

legó a Italia, y aquel que hasta ahora había sido un vagabundo y un mendigo, al fin hancontrado tu dulce hospitalidad. Mantienes en tu casa al joven experto en Homero,

Angelo Poliziano, a fin de que pinte el rostro griego de Homero con colores latinos.

Ya lo está hadendo, y lo admirable en alguien tan joven es que lo está hadendo de tal

manera que, si uno no supiera que Homero era griego, llegaría a dudar de cuál es el

g p $ ro original y cuál su copia.

£pitfinúd atrayendo a esta da se de artistas, M ed id, p o rq u e o tro s pintores ado rnan las pare-

desdurante

algúntiempo, pero ellos convierten a sus habitantes en ilustres para siempre.

Adiós..

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La u s  o pif i c is  n o n  a  v e r bis , s ed  a b o per e  

} -Ia  alabanza  de  u n  a r t i s t a  n o   pr ovien e de su s palabras , sino  de sus  obras

Marsilio Ficino a Lorenzo y Giuliano de’ Medici: saludos.

Gürsos de Benedetto Colucd de Pistoia. Naldo es el deleite de Febo/° y Colucd es el

compañero dé^ e r c u r i & ^ l ^ e ^ .i

i i quiero alabarlos parcam ente, p orq ue parecen ser dignos de una alabanza sin lími-

te, aunque tampoco deseo alabarlos en demasía, pues no sea que alabando a los que

me alaban, parézca que me ensalzo a mí mismo? Así pues, nada diré de las virtudes deaquellos que pintan con palabras. Estudiad cuidadosamente la tela; las pinturas habla-

rán. Cuando un pintor habla, habla mal; cuando su pintura habla, habla bien

Vano es el artista que busca honores en lo que no sea la propia obra, porque la virtud

de una obra no depende de aquel que la juzga, sino qué es la obra la que ensalza al

artista ante el juez.

Adió¿w'"

De  v ir t u t ibu s   c iv il ibu s , pu r g a t o r iis , pu r g a t i a n im i e x empl a r ibu s  

Ac e r c a  de  l a s v i r t u d e s  c ivil es , l a s vir tudes purgativas ,

Y LAS VIRTUDES EJEMPLARES DEL ALMAPURIFICADA

Marsilio Ficino a Francesco Lapaccini y Migliore Cresci: saludos.

Buscan a Dios del modo más directo aquellos que se apartan de los inmoderados

deseos del alma, mediante las virtudes civiles™ Luego, los recortan con presteza,

mediante las virtudes purgativas. Así purificados, en el tercer estadio los arrancan con

todas sus fuerzas, gracias a las virtudes qu e perten ecen al alma purificada. Cuando tales

deseos han sido desarraigados hasta lo que es humanamente posible, tales hombres se

conforman, finalmente, según las virtudes ejemplares que se encuentran en Dios.

Esas tres clases de virtudes son pasos, mediante los cuales, gradualmente, nos acerca-

mos a las virtudes divinas A su tiempo cada uno de los movimientos naturales puede

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alcanzar su meta, y tod o aqu ello qu e h a sido disp ue sto p o r la na turalez a para que tome

forma, puede, finalmente, adoptar esa forma.

D e   s a p i e n t e   e t   f e l i c e   v i r o  

Ac e r c a  d el  h o m b r e   sa bio   y   a f o r t u n a d o

Marsilío Fidno a su com pañ ero fi lósofo, A n to n io Ser áfico de Sa n M iniato: saludos.

Co nsidero sabio y afortunado a aqu el ho m bre qu e viv e feliz en m edio de las calamida-

des. porque sólo depende de Dios; a qu ien el m ied o n o debilita, n i el d olo r atormenta; a

quien no es corrompido por el deseo, ni inflamado por la pasión. Entre las más agudas

espinas, 1 escoge las m ás herm osa s y delicad as flores; de en tre l a inm un dicia, extrae per-

las; ve en la noch e más oscura; cargado co n grilletes y ata d o co n cad ena s, corre como si

estuviera desatado y libre, hasta que, al fin, el Espíritu Santo sopla sobre éL

Así pues, imita, com o ya ha s co m en za do a h acer, a Pitág ora s, S ó cra tes y Platón, los cua-

les se aplicaron a la filosofía, tan to en la a cc ió n co m o en el d eba te, inclus o cuando la

fortuna les era desfavorable. M u ch o s h a n pre stad o u n fla co se rv id o a la filosofía; sin

embargo, estos hombres la sirvieron con todo su corazón. Nada saborea. Seráfico,aquel que no ha probado na da p o r sí m ismo .

Adiós, y persevera en tu co nd ucta .

 j& Ügb   21

B o n a   s c r i b e r e   p r a e s t a t   q u a m   m u l t a  

Es MEJOR ESCRIBIR BIEN QUE MUCHO

Marsilio Ficino a Angelo Poliziano, el po eta h o m ér ico : s alu d os .

¿ P or qué preguntas, tan a menu do, p o r lo s t ítulo s d e m is lib ro s/ 1' An gelo? ¿Es quizás

para alabarme en tus versos? Sin em bargo, la ala ba n za n o tiene qu e v er co n el núme-

ro. sino con lo selecto; no hay bondad en la cantidad, sino en la calidad. O ¿es porque

quieres tener todo aquello que es mío? Sean cuales fueren las razones, aquí tienes lo

q r c solicitas, pues1todo es com ún entre am igos .^

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He fraducidojjiel griego al latín Física y Elementos de la Teología  del platónico Prodo, los

cuatro libros de Jámbíico de Cálddes sobre la Escuela Pitagórica,  Matemáticas  de Teón

de Esmima, Definiáones platónicas  de Espeusipo, Epítome del platonismo de Aldnoo, el libro

de Jenócrates Del consuelo en la muerte, Himnos y Símbolos  de Pitágoras, la obra de Hermes

Trismegisto Del poda y sabiduría de Dios,  todas las obras de Platón.

Heresaito comentarios sobre los Evangelios, uno sobre Fedro  de Platón, otro sobre su

FilebOr Sc&ca  del Más Alto Bien, y otro sobre su obra Symposium,  acerca, del amor. H e

escrito Fisionomía, y Principios de la disciplina platónica para Cristoforo Landíno, que poste-

riormente rgorregí; también Compendio de las opiniones de los filósofos sobre Dios y el alma, 

Economía, Del placa, D elas cuatro escuelas de Filosofía, De la magnanimidad, De la felicidad, Déla 

Del frenesí divino, Del consuelo de los padres a la muerte de un hijo, Del deseo, Plegaria tedió- 

tfCtijgDbs,Diálogo teológico entre Dios y el alm a, Teología sobre la inmortalidad de las almas en 18

libros, De la religión cristiana, Argumentos contra las opiniones de los astrólogos, Del tránsito de Pablo 

hadad tercer cielo, De la luz, Principios de la teoría platónica, De la vida y enseñanza de Platón, Cinco 

 preguntas acerca de la mente, y  un volumen de Cartas filosóficas.

Angelo, ¡bien quisiera haber escrito tan bien como copiosamente he escrito! ¡Que mis

obras lleguen a agradar a otros, tanto como te agrado yo a ti, y tú a mí!

WÓ'sHf-·

Ex h o r t a t io  a d   s c ien t ia m  

Exho r t a c i ó n  a  l a   bú sq ueda  del  conocimiento

Marsilio Fidno a Niccolo degli Albizzi: saludos,.

Habrás oído, mi querido Niccolo, este proverbio: Nada es más dulce que la ganancia.

Pero ¿qué hombre es el que gana? Aquel que toma posesión de lo que es suyo. Lo que

sabemos nos pertenece, todo lo demás depende de la fortuna. Dejemos que los hom-

 bres de mente estrecha envidien a los ricos,'es decir, a aquellos cuyos cofres rebosan

riquezas,1aunque no así sus mentes. Deberías emular a eisios hombres sabios y bonda-

dosos, cuya mente es 'como Dios. Advierte a tus compañeros estudiantes para que sean

precavidos , con Escila y Caribdis,"es decir, las atracciones del placer y él dañino anhelo

dé la mente entregada m ás a la opinión que al conocimiento/0 Que recuerden que, algún

día', d más elevado deleite será aquel qu e se experimente en la parte más excelsa de la

mente, en d supremo tesoro de la verdad misma, cuando descarten eventualmente la

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la aunque parezca tener raíces amargas, p ro d u ce el m ás du lce fruto. Q ue recuerden

ambién que nunca habrá un exceso de ese fruto, porque nunca hay bastante.

Aquel que todavía duda, aún no ha aprendido suficiente. Sin embargo, la duda dura lo

que dura nuestra vida; por tanto, tenemos que aprender mientras vivamos. Debemos,

en verdad, imitar al sab io So lón, quien, a ú n en el m o m en to de s u muerte, procuróaprender algo, porque estaba nutrido por el alimento de la verdad, y para él la muerte

no era más que un renacim iento. El h o m b re q u e disfru ta d el alim en to inmortal, no

muere jamás. Apolo421 llamó p o r p rim era v ez a Só cr ates el m ás sa b io de los hombres,

cuando éste comenzó a decir públicamente que no sabía nada. Pitágoras dijo a sus dis-

cípulos que deberían mirarse al espejo, pero no a la luz de una lámpara, sino a la luz

del sol ¿Qué es la luz de un a lám para m ás qu e u n a m en te to d av ía escasamente instrui-

da por el conocimiento? ¿Q ué es la luz d el sol, sin o u n a m en te p lena m en te instruida?

Por eso, cuando se desea sab er acerca del estad o de la p ro p ia m ente, n o debe compa-

rarse ésta con la del ignorante, sino, por el contrario, con la del más sabio; así, uno

puede ver más claramente lo que ha avanzado y lo que aún le falta. En cuanto al ali-

mento de la mente, deberíamos im itar a lo s g loton es y co d icios os qu e siempre fijan su

atención en lo que a ún falta ¿Qué h ay m ás allá?

El Señor de la vida dice: «Ningún ho m bre, qu e h ab ien d o pu esto su m an o en el arado

ñire atrás, merece recompensa.»® Tam bién h ab rá s o íd o d e aq u ella m uje r que, por vol-verse hada atrás, fue convertida en estatua de saLw Habrás oído también que Orfeo

perdió a Eurídice cuando miró hada atrás; en otras palabras, perdió la profundidad de

juido. Infeliz y fracasad o es d cazad or q u e retro ced e en lu gar de av an zar.

Adiós.

 , φ W t

2 3

I n v i t a t io   a d   s c r i b e n d u m  

En  so l ic it u d  de  un a  c a r t a

Lorenzo de’ Medid a Marsílio Fidn o, d filóso fo p lató nic o: salud os.

Queridísimo Marsílio, cuando iba a partir hada aquí te insté a que no me hirieras

esperar tus cartas, en demasía, mientras estaba fuera, y asentiste. Pero h an pasado cuatro

días desde que nos separamos y todavía no hay carta tuya; sin embargo, me han lle-gado un gran número de cartas enviadas desde mi casa y por otros amigos. Por eso

/^Sloy sorprendido y apenado a ca us a de tu d em ora en escribir, po rq u e creía firmemen

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te que si la buena voluntad fuera igualmente poderosa en ambos, tendría que haber

idéntico entusiasmo en la correspondencia, como deber del amor.

Al principio te excusé, diciendo en tu descargo: «Quizás el estudio de la filosofía, al

requerir íntegra y plenamente al hombre, sea la razón por la que no me ha llegado la

carta de Marsilio», y mi casi increíble amor me llevó a formular ante mí mismo la máshonorable de las excusas. Estaba tan seguro de ello que esperar unas horas no parecía

excesivamente difícil.

Pero cuando vi que eran muchos los días que había que contar, cuando yo había pen-

sado que habría de contarse en horas, no quedó lugar para excusas. Ahora, yo, que

había asumido tu defensa, empecé a pensar únicamente en cómo te acusaría, pues

muchas posibilidades vinieron a la mente. Encontré que me ofendías de tan diversos

modos, que aunque hubieras encargado tu defensa a Demóstenes y a nuestro propioCicerón, estoy seguro de que hubieras sido condenado.

Si no lamentas lo ocurrido, y no admito otro signo de arrepentimiento que no sean tus

cartas, sabe que serás juzgado ante el tribunal de nuestro mutuo amor, pues justo es

que el caso sea juzgado por tal juez. No encontraremos a nadie que sea más justo y

ecuánime, nadie que pudiera ser un testigo más veraz de nuestra propia alma. Ese juez

tan sólo te concede el plazo de tres días para que me escribas y, si transcurren sin que

lo hagas, promete que serás condenado.

«Pero», dirás, «¿qué puedo escribir a Lorenzo? No tengo noticias de la República, ni

cuestiones domésticas que referir.» Ninguna de las dos cosas espero de ti, puesto que a

ninguna de ellas has dado atención. Sé que no eres más solícito con los asuntos de los

demás que con los tuyos propios. Entonces, ¿sobre qué puedes escribir? De cualquier

cosa que venga a la mente. Todo lo que venga de ti es bueno, cualquier cosa que pien-

ses es correcta, y es por ello que cualquier cosa que escribas me resultará provechosay deliciosa. Lo que me hace anhelar así tus cartas, es que en ellas el humor aparece de

tal modo mezclado con la seriedad, que si se consideran con un corazón alegre todo

se antoja lleno de humor; si seriamente, parecen de lo más serio. Así que, tan pronto

como tengas oportunidad de escribir, te ruego que no te demores más, ni permitas que,

en vano, espere tus cartas durante tanto tiempo.

Adiós.

Pisa.

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Gr a t ia r u m  a c t io  

A c c i ó n   d e   g r a c i a s

Marsilio Ficino, al magnánimo Lorenzo de’ Medid: saludos.

E n el pasado, he red bido de ti, Lorenzo, grandes regalos; au nqu e el más redente füe

el mayor y mejor de todos ellos: la iglesia de San Cristóbal/" Pero ¿por qué no te he

dado aún las gradas? Porque sabía que a ti, y no a mí, había sido otorgada; porque

todo ha tenido lugar por tu causa y en consideradón a ti. Por eso me he figurado hasta

ahora, no sé por qué, que quizás tomarás para ti. solamente, la posesión de este benefido, cuya totalidad sólo a ti había sido otorgada.

Pero tras tu partida hada Pisa, vine a saber que la donadón que los Rinieri te hirieran

a ti solo, vas a otorgármela ahora a m í Y por eso, ahora , p or primera vez te doy las

gradas ¡Y en qué medida! No acorde con la capaddad del insignificante Marsilio, sino

con la de un hombre de mayor envergadura, Loren zo; n o, m ejo r dicho, te doy lats gra-

das como al mayor de los gigantes, el divino Cristóbal, el cual es superior a Atlas, pues-

to que quien sostiene los délos es mayor que los délos mismos. Porque se dice de Atlasque sostiene los ddos sobre sus hombros, pero de Cristóbal se dice que ha sostenido

al Creador del Cielo en los suyos.

Ruego día y noche a este gigante celestial que sostenga a mi mecenas en las variables

corrientes de la vida pública, sobre los mismos hombros en los que sostuvo a su pro-

pio patrón sobre las aguas.

Adiós®.

Ϊ3 de enero de 1474.

Florenda.

25 e k s

Ama t o r ia

’ ■' As u n t o s   d e  a m o r

l o r e n z o de’ Medid a Marsilio Fkáno, el Platónico: saludos.

ÍVluy instruido Marsilio, creo ahora que es verdadero aquello que dijo Plotino, si

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se p ro ba ba d e d i st in t a s m a n e r a s , s e c o n f i r m a a h o r a e n l a r e a lid a d m á s c l a r a m e n t e , p o r -

que a pe na s a c a b a d a d e s e l l a r u n a c a r t a d i r ig i d a a ti, c u a n d o t u c a r ta , q u e y o t a n to

ansiaba, m e f iie e n t r e g a d a l l e n a d e e s a d u l z u r a q u e t a n t o m e h i z o a n h e l a rl a .

Creo q ue m ie n t ra s e s t u v i s te f u e r a , l e i s t e m i c a r t a y a d v e r t i s t e m i q u e j a p o r tu l e n titu d

en escribir. A l e rt ad o p o r e lla , n u n c a m á s p o s p o n g a s e l e n v í o d e t u r e s p u e s ta . Se a cu a l

fuere la v er da d , n o t e n g o a h o r a d e s e o s d e d e s c u b r i r la s r a z o n e s q u e t e as is te n p a ra

escribirm e; y a es b a s t a n t e h a b e r r e c i b i d o t u c a r t a , y n a d a p o d r í a p r o p o r c i o n a r m e

mayor deleite o placer.

Ya antes m e h a b ía d a d o c u e n t a , y a h o r a c o m p r u e b o , q u e n o h a c e s n a d a p o r az ar ; p o r -

que la la rg a e s p er a h a h e c h o l a d u l z u r a m á s d u l ce , c o m o s u e l e o c u r r i r a lo s q u e e st án

realm ente s e d ie n to s . A l l e e r t u c a r t a r e c o n o z c o p l e n a m e n t e a M a r s i li o , e x c e p t o en la

expresión d e g r a tit u d . P o r q u e e s a c l a s e d e g r a t i tu d n o p a r e c e r í a p r o p i a d e n u e s tr a a m i s -

tad ni del h o m b r e q u e s e h a e n t r e g a d o a m í, t a n c o m p l e t a m e n t e q u e n o h a d e ja d o n a d a

para s í m i sm o . T a m p o c o , s i tu e s t a t u r a i g u a l a r a a a q u e l la q u e s e a t r ib u y e a l d iv in o

Cristóbal, t en d r ía s n a d a q u e n o f u e r a m í o ; t ú a s í lo q u i s is t e ; t a l f u e u n a v e z tu g u s to . Y o

he aceptad o, d e t o d o c o r a z ó n , e s e r e g a l o v e r d a d e r a m e n t e n o b l e : m e r e g o c i jo e n a c ep t ar -

lo y m e c o n sid e ro , e n v e r d a d , a f o r t u n a d o . P o r t a n t o , t ú n o p e r t e n e c e s a M a r silio , s in o a

tu Lorenzo, q u i e n e s t a n t u y o c o m o t ú m i s m o . E n c u y o c a s o , c u a n d o d e s ee s v o l v e r a ti

mismo, s ab e q u e s e rá c o n l a c o n d i c i ó n d e q u e c u a n d o t e c o n s i d e r e s a ti m is m o , al m is m o

tiempo d eb es c o n s i d e r a r m e , ig u a l m e n t e , a m í. P o r q u e a q u e l lo s q u e e l D io s in m o r ta l h a

unido, q u e n o l o s s e p a r e e l h o m b r e . A s í q u e , v o l v i e n d o a l o s a g r a d e c im i en t o s , n o d e s eo

que em plees e se es tilo , n u n c a m á s , c u a n d o m e e s c r i b a s . P o r q u e s i l a s g ra c ia s q u e m e o to r -

gas n o s o n tu y a s, n a d a m e d a s , p e r o s i s o n t u y a s , d e b e s d a r t e c u e n t a d e q u e, c o m o y a

he explicad o h a c e t ie m p o , m e e n t r e g a s t e ju n t o c o n t ig o m is m o t o d o l o q u e e s tu y o .

Adiós y ám a te a ti m is m o , p o r q u e a l h a c e r l o a s í m e a m a r á s a m í ta m b ié n . E s o es lo q u e

nuestro e x c e p cio n a l a m o r r e q u i e r e , c o m o c r e o t ú s a b e s b ie n , p u e s e n el l ib r o q u e h a s

escrito s o br e e l a m o r h a s d e s c r i t o c a d a u n o d e s u s e s t a d o s , t a n c e rt er a m e n t e , q u e n a d a

podría d e s cu b rir se e n e l a m o r q u e n o p u e d a s e r l e íd o e n e s e li b r o ; n i ta m p o c o p u e d a

ser leído e n él n a d a q u e n o s e a s o b r e e l a m o r .

De nuevo, adiós.

20 de e ne ro d e 1473 .

Pisa

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Mir a bil ium  a u c t o r  D e u s  est ; n o n  h o m o   

Dios , no  el  hombre , es el  a u t o r   de  l o s   p r o d i g i o s

Marsilio Fidno al magnánimo lorenzo de’ Medici: saludos.

N o sé qué hacer ahora, Lorenzo; porque tu maravillosa carta me colm a de tal admi-

ración que sólo la modestia filosófica me impide publicarlo. Tu excepcional humani-

dad y tus nobles cualidades generan en mí la más profunda gratitud, que tu carta me

disuade de expresar. Permíteme al menos, te lo suplico, mi Lorenzo, dar las gracias al

Dios Todopoderoso, que decidió unir, en nuestros días, en un ciudadano de vasta for-

tuna, una_acdtud modesta con una mente ilustre. En un hombre joven y ciudadano

paróculai; combinó prudencia con poder; en un hombre poderoso, moderación con

libertad; en un hombre de negocios, sabiduría con elocuencia. Grandes cualidades te

adornan, sin duda. Lorenzo. Que nadie sospeche el vicio de la adulación, que sería

ajeno a un hombre que es, a la par, filósofo y amigo querido; digo qu e esas grandes

cualidades te acompañan, pero no tienen en ti su origen. Porque tales prodigios son,

únicamente, la obra del omnipotente Dios. Hombre excelente, eres el instrumento de

Dios, dispuesto para realizar grandes hazañas. Sé lo que digo. Así pues, continuarás lle

.Novando a cabo, con éxito, prodigiosas hazañas, siempre que obedezcas al divino crea-

dor. Pero aétme, tu obediencia será completa, sí le pides con frecuencia que te enseñe

cómo obedecerte. Si tú lo pides, con certeza te lo mostrará. Él, en verdad, te insta a que

preguntes antes de obedecer. Él te muestra no sólo qué pedir, sino cómo demandarlo.

Adiós, ioh esperanza de tu país! Antes de terminar, sin em bargo, te ruego, mi Lorenzo, ennombre de la Academia, que florece gradas a tí, así como en nombre de tu país, que te

es más querido que ninguna otra cosa, que cuides de tu salud Considera que, a menos

que tú estés bien, ni la Academia,^ ni tu país podrían prosperar en estos tiempos.

21 de enero de 1475.

Florenda.

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27

L a u d e s   L a u r e n t i i   M e d i c i s  m i r a e  

La s a s o m b r o s a s   g l o r i a s   ώ L o r e n z o   ρ ! M  e d i c i  

Marsilio Fidno a Níccoio   M ic h e lo z z i, u n v e r d a d e r o h o m b r e : s alu d o s.

¡Q u é difícil es aho ra, m i N icco lo, qué   d i fí ci l e s n o con sum irse de envidia ! Por lo qu

a mí respecta , Niccolo, ¿p od ría a ca so ev i tar la en vidia an te tan tas m agníf icas cual ida

des en un hom bre jove n que , h abi tua lm ente , se a so c ian a la edad, sí no fuera porqu

las cualidades de Lorenzo so n tam bié n las m ías? Dim e, am igo, ¿quién ha bla con m ayo

docuenda? ¿Quién va lora c o n m ás saga c idad? ¿Q uién ca lma con m ás dulzura? ¿Quién

conmueve a los ho m bres c o n m ás pa s ión ? Po etas , hac e y a t iem po que le ga lardonas-

teis con el laurel; oradores, h ab éis h e ch o lo m ism o, recien tem ente; fi lósofos, hagám os-

lo ahora, nosotros ¡Por Júpiter ! ¿C óm o es q u e esos indo lentes veterano s so n superados

tan rápida, fácil y com pletam en te p o r este jo v en l leno de em puje?

Pero de jemos que los demás dir i jan su envidia a otra parte y se consuman royéndola .

Por mi parte, m e regoci jo y dele i to en orm em en te e n lo qu e m e es propio, puesto que

Lorenzo me pertenece , m erced a su increíb le hu m an idad . Yo tam bién so y de Lorenzo,

gradas a los incom parables d on es de su a lm a; m e h a com pra do a un e levado precio,

es decir, él mismo. Q ue D ios m e a m e d e la m ism a m ane ra.

Digo lo que s iento, Niccolo , cu a n d o ex p reso q u e n a d ie h a sido m ás cercano, ni m ás qu e-

rido al gran Cosimo qu e yo. N o reco no zco <én ese an d an qY tinguna vir tud humana, s in o ^

las de un héroe.01 Y ah o ra re co n o z co £ n  e s te h o m b r e j ó ^ ^ t o d a s l as cu alid ad es del a n d a

no. Veo al Fénix en el Fénix, la luz en el rayo de sol. Aquel esplendor de Cosimo brilla

ahora, cotidianamente, en n u estro Lo ren zo , d e m u ch as m ane ras; irradiand o luz al pue-

 blo latino y gloria a la R epú bli ca flo ren ti n a .^ P ero de esto , y a es basta nte p o r hoy .

Lorenzo me preguntaba en su carta de quién era el agradedmiento que le transmitía, si

mío o de otro. Contéstale, en m i n o m bre , qu e le d eseab a la gra d a de Dios.6) Porque yo 

ruego para que las tres G rac ias d esc ritas p o r Q rfeo ,(4) a sabe r, el esplendor, la alegría y

d vigor, sostengan a nu estro M ed id ; es decir, es p len do r del intelecto, alegría en el ejer

dtío de la voluntad, vigor y prosperidad en el cuerpo. Estas gradas inspiran ahora a

Lorenzo desde lo alto, y lo seguirán haciendo, únicamente, en tanto reconozca que ha

redbido liberalmente esos favores, sólo de Dios.

Adiós.

21 de enero de 1473.

Florenda,

V

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A m a t o r i a  

A s u n t o s   d e   a m o r

Lorenzo de Medid al filósofo platónico Marsilio Ficino: saludos.

C u á n erróneamente te he juzgado y qu é co rrecto es el vi ejo refrán: « Ojos que no ven,

corazón que no siente»" ¿Quién lo hubiera creído? Verdaderamente, apenas puedo dar

crédito a lo que ven mis ojos. Te envié dos cartas; tú, apenas me mandaste una, que

era tan escasa en palabras que, si dejáramos aparte los saludos del principio, el adiós

del final la fecha y la direcdón, casi no queda nada ¿Debería un filósofo ser charlatán

o debería ser mudo? Gertamente, Terendo nos ofrece este precepto que dice haber

tomado de los griegos: «Nada en e xceso ».1 N o, y a v eo , in d u so a esta distancia, la razón

por la que no estoy en tus pen sam ientos. Ten iendo , co m o tienes cad a día ante tus ojos,

al divino Cristóbal, al que tu iglesia está dedicada, su cuerpo aparece en tal extensión

que te impide ver ninguna otra co sa y cau sa, p o r a sí d ed rlo , u n ed ipse entre nosotros,

Sin embargo, estoy asombrado de no encontrar palabras con las que poder acusarte,

porque no hay palabra lo sufidentem ente á spe ra y of en siv a qu e la tadtumidad de

Marsilio no logre sobrepasar ampliamente Así, has traidonado tu fe y nuestra amis

tad. Estoy verdaderamente dolido p or que ha y as p erd id o la fe en m í y p or el golpe que

has asestado a nuestra amistad. Pero tod av ía resu lta m ás h irie nte que, p o r redudr nues-

tro mutuo amor a la nada, me hayas apartado de la buena voluntad de todos los

demás hombres y, por eso, parece que ya no queda ninguno en quien pueda deposi-

tar mi fe. Porque parecía que no hubiera nada tan perfecto, tan constante, tan verda-

dero como nuestra amistad, que ha bía c re a d o , gr a d a s a ti y al p aso del tiempo, a tal

extremo que, si ahora hubiera fracasado, n o m e qu ed aría nin gu na amistad en la que

yo pudiera confiar, sin lugar a dudas.

Así pues, sabe que mí cólera hada tí es extrema; pero no hasta el punto de que si, por

fin, llegara una de tus maravillosas cartas, esta n o pu die ra ca lm ar tod o mi resentimien-

to y amargura con su increíble dulzura. Como quiera que tienes en tus manos la lanza

de Aquiles,<5i y siendo la dem ora en escribir la punta co n la qu e m e laceras, sabe que

una carta tuya podría curar la herida, y que no sólo curaría la herida, sino que indu-

so eliminaría cualquier dcatríz.

Adiós.

JPfca. &. Ιλ · s

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p^cuánto a los demás, que se permitan ser conquistados con ecuanimidad

Galamente, sí se me permite hablar de mí mismo, me regocijo al ser vencido por ti

asi tanto como tú te regocijas al vencerme a mí y a otros.

Qué decir de los demás? El sol de la mañana reúne a las nubes y el del mediodía las

dispersa. La virtud juvenil provoca envidia, pero la virtud de un hombre maduro ladisuelve y supera esos celos que, previam ente, dom inaba n cualquier otra idea. Has

onvertido la envidia de casi todo el mundo en admiración. Ahora, muchos alaban a

Lorenzo abiertamente, cuando antes le envidiaban. Pero, aunque casi nadie de los que

alaba a Lorenzo lo ha ce falsamente, n ing uno, excepto los p latónicos, le alaba justamen-

e. Puesto que los aristotélicos, al ver a Lorenzo triunfante en cualquier empresa, le ala-

ban en todo; en cambio, los plató nicos alaban tod o en él, porq ue cuando consideran

cuán prestamente ha llegado a ser maestro de todas las artes, reconocen que esas artes

no han sido adquiridas mediante el esfuerzo, sino otorgadas por la naturaleza y con-

cedidas por Dios.

Y así es como estimo, a i m í mismo, tu carácter, y am o el m ío propio en ti. Te alabo en

el arte y valoro el arte en ti. Te honro en la naturaleza y me maravillo ante la natura-

leza en ti Te reverencio en Dios y rev ere nd o a Dios en ü. Y así, que toda gloria sea can-

tada sólo a Dios, a través de los tiempos, por todos.Adiós.

i   i 30

lOCOSA AD IOAXNEM INVITATIO AD REDITUM, PER DISSIMULATIONEM§¡ ¡ HUMORÍSTICO INCENTIVO PARA QUE GíOVANNI RETORNE, POR MEDIO DEL DISIMUIQ?

Marsilio Fiemo a Giovanni Cavalcantí, su mejor amigo: saludos.

L a pasada noche deddí escribirte a la m añ an a siguiente, de este modo: «¡Vuelve héroe

mío*. iDate prisa1. ICorre had a raí, te lo ruego!»

xjpüígo, f¡¡§ una reflexión más madura, consideré más sabio disimular mi anhelo, de

gferma que volvieras rápidamente, creyéndome enfadado. Pues bien ílo estoy! Pero ¿quésentido tiene? ¿Acaso podría la ira estimular a aquel que el amor no ha conmovido?

| ||& ^ a«Q, Así que no sé qué hacer, si rogar o reprender.

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espolea. Entretanto ¿cómo dejar de qu ejarm e, al m en os u n poco , de tu desatención co n

migo? Pero reprimiré mis quejas y, para n o aburrirte con la m ism a cantinela de siem

pre , me embarcaré en asuntos de m ayor importancia. Escribiré so bre asu ntos de esta

co. Preguntas qué sucede en la ciudad. Serios asuntos están en marcha ¡Escucha!, pero

¡no se lo digas a nadie! M uchos de los m ás destacad os ciu dadano s dicen: «¡OhMarsilio! ¿Por qué estás solo en la ciudad, durante tanto tiempo?»

«Porque el hombre que nunca me deja solo así lo desea.»

«Entonc'e$'¿no ha vuelto aún?»

«Todavía no.»

No tengo nada más que escribirte, p or el m om en to. He escrito sobre el estado de los

asuntos en la ciudad; ahora, te toca a ti escribir los del campo.

¡Espera! ¡Me he equivocado! No pretendo que escribas, sino que hables acerca de ellos. Si

hablamos entre nosotros, héroe mío, hablaremos de las mismas cosas; si escribimos, escri-

 biremos sobre cosas distintas; yo escribo desde el recuerdo, Giovanni; tú, desde el olvido.

Ahora, desearía no haber dicho eso. M i am igo no me h a olvid ado porque no se ha

olvidado de sí mismo. Mira, ya ha accedido a mi ruego. Aquí viene. Sí, ¡viene! Corred

a redbirle, pies afortunados. Abrazadle, brazos afortunados.

51

Epis t o l a  g e n i a l i s   d e  h e r o ibu s  

λ Una  carta ace r ca  de  l o s héroes , escr i ta  a   impul so  de un  espír it u

Marsilio Fiemo a Giovanni Cavalcanti, su m ejor am igo: saludos.

Redbí una carta de Cario Marsuppini. Tan pron to como empecé a contestarla y me

disponía a escribir «Marsilio envía saludos a Cario», un espíritu desvió mi pluma de su 

propósitoy escribí «Giovanni», en lugar de «Cario». Recibe, pues, una carta escñta según 

me impulsaba el espíritu.

Dios consideró erróneo que, mientras estaba fuera, escribiera a nadie antes de escribir  

a un héroe. Creo que los poderes celestiales protegen a los héroes, pues, según Platón,log héroes nacen del amor de los dioses.!0 Y y o sé, ahora, por experiencia directa, que

los filósofos renacen por el amor de los héroes.

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Quo d  g r a t i s  πτ , g r a t i u s  es t , q u a m  q u o d   e x  d e bit o  Lo QUE se hace  l ibr ement e es má s g r a t o  q ue  un a  a c c i ó n  obligada

Marsilio Fidno a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

L a mano no podría guiar la pluma si no estuviera im pulsada p o r el alma. Marsilio rio

podría escribir a su héroe, si no hubiera sido previamente invitado por su héroe. Pero

lo que me disgusta más que ninguna otra cosa es que me escribes porque lo prome-

tiste, y eso lo atribuyo a un pacto, no al amor.

Yo deseo cartas de amor no de trueque o ¿realmente eres mío por contrato? Puestoque yo soy tuyo por amor, deseo que tú también seas mío por amor.

Adiós.

5 de junio de 1474.

*<

55Pr o v  o c a t i o  a d   s c r ibe n d u m  

Ιχαηαόχ a  esc r ibir

Marsilio Fidno a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

A m ig o mío, ¿por qué rivalizamos, am an te tanto tiempo, en mantener el silendo? ¿Qué

ana el vencedor? ¿Qué pierde d vena do ? En verdad, considero que es mejor ser venado

or ti en esta prueba de silendo, de modo que pueda yo ganar en una contienda verbal

gonces se te adjudicará el prindpal papel silencioso, y a mí ¡el principal papel hablado!

Siempre necesitas espuelas en 1a carrea? ¿Corres alguna vez voluntariamente? ¿Por qüé

res tan rudo conmigo? Tal vez parezca que bromeo contigo de un modo un tanto cruel

Í ¡ querido Giovanni, pero tú estás actuando co n m ayor crueldad. Bueno, sé cruel, si así

contesta! Si no contestas, sé dulce en tu silendo. Recuerda que el afecto

es más dulce que la miel subyace en la acritud de mis palabras.Adiós! Y permanece fuera, en tanto tus asuntos así lo requieran. Puesto que son tus

gffitps. lo acepto,

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Qu o d  n e c e s s a r ia e   epis t o l a e  in t e r ; a m i c o s  

La s  c a r t a s so n  n e c e s a r i a s e n t r e amigos

Marsilio Fidno a Giov an ni C avalcan ti, su m ejo r am igo: salud os.

En la creencia de que, en breve, volverías a Florencia, no te envié ninguna carta, con

la esperanza de escuchar pronto el sonido de tu voz, y de que tú escucharas el de la

I f i Pero ahora, la continuidad del bu en tiemp o m e advierte qu e tu estanda en las coli-

nas del Trebia se prolongará. Porque ¿quién no se rinde al encanto del Trebia?

Ciertamente, Saco ama esas colinasw y, ahora, a mi Giovanni le han encantado. Ese es

en verdad, el motivo por el cual no he escrito antes.

■Pero ¿cómo es que tú no escribes? Dirás que no tienes nada acerca de lo que escribir.

Escribe, al menos, que n o tien es n ad a qu e d ed r; a un qu e siempre hay alguna razón para

escribir a los amigos ¿Acaso hay algo más querido para un amigo que la vida de su

amigo? Por,esa razón, deberían escribirse, frecuentemente, sobre el estado de su salud,

f c pü’edp/revelarte mí estado de salud, a m eno s que a nte s'con oz ca el tuyo.

Ciertamente, yo estoy bien si tú lo estás; o mejor, si sé que lo estás,

Adiós, desde Careggi.

l^jdeseptiembre de 1468.

da es otra. Debo soportar ambas con ecuanimidad, de lo contrario, la impadenda las

hará más pesadas. Si h ay algo de h u m an o en ti, n o añadas a mi doble carga una ter-

cera; y así lo haces, a menos que devuelvas los libros. Es la pérdida de tiempo lo que

me lleva a reclamarlos con tanta frecuenda. Ninguna pérdida es más grave que esa ¡Ay!

Pido con tanto atrevimiento cosas que no deseo, realmente, recibir. Sin embargo, no me

Gr a v i s   e s t   ia c t u r a   t e mpo r is  

La  pér dida  de  t iempo  es un  a s u n t o  grave

Marsilio. Fidno a Giovan ni Cavalcanti, su m ejo r am igo: saludos.

E l cuidado de mi cu erpo enferm o y del de m i padre, es un a carga para mí. Tu ausen

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Es justo que obtenga lo primero, puesto que. por el momento, me veo obligado a care-

cer de lo último. Es prudente hacer lo que es justo y. en la medida que uno pueda,

hacer, voluntariamente, lo que sea necesario. Lo primero te atañe a ti, lo segundo debo

ntentarlo yo.

Adiós, y cuídate mientras cuidas de las posesiones de otros, por tu bien y el suyo.

Q u o d   i o c u n d a e   a m i c o r u m   l i t t e r a e  

La s   c a r i a s   d e   l o s  a m i g o s   s o n   u n a   f u e n t e   d e   g o z o

arsilio Fiáno a Giovanni Cavalcanti. su mejor amigo: saludos.

Q u é hacer, ahora? ¿Seré el primero en escribir o esperaré un a carta tuya? Aunque no

elo ser el primero en escribir a alguien, me veo ahora obligado a dar el primer paso

comenzar la batalla. No te voy a permitir que permanezcas por más tiempo en silen-

o. Porque sólo puedes permanecer en silencio, en tanto yo no actúe.

omo sabes, el calor extremo me trajo aquí y ahora un viento insoportable me obliga

retomar, de manera que hoy apenas puedo evitar regresar inmediatamente a la du-

d. Tan sólo tú podrías retenerme aquí durante unos días, muy pocos días, con una

tus cartas, porque cuando estoy absorto en su lec tura ni siento la tempestad, ni oigo

trueno. Así pues, que las palabras aplaquen los vientos y dispersen las tormentas. γ\.  / / 

a recuerdos a tu Ugolíno Verino, el sacerdote de las Musas.

diós.

de agosto de 1468.

ardniano.

-ePtfÉti  37

N e m in i   d e t r a h e n d u m , q u i a   D e u s   u l c i s c i t u r  

N a d i e   d e b e r ía   s e r   d e s pr e c i a d o  , p o r q u e   D io s   c a s t i g a

rs jfo f iemo a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

que Homero, privado de la vista por censurar a la divina Helena, nunca recu

IdSíón porque nunca comprendió que estaba equivocado. Estesícoro/" cegado

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por la misma razón, v io s u error. Po r ello can tó un a palinodia, que es un a canció n de

rectificación, diciendo: «Aquella no fue una historia verdadera. Ni tú huiste en las altas

naves, ni fuiste a Troya». Habiendo dicho esto, inmediatamente recuperó su visión.

También cuando Sócrates habló en contra del dios del amor, su espíritu guardián se lo

reprochó al cruzar el rio Illisis.*2* A nte s d e q u e le o cu rrie ra a lgun a de sgracia, exp ió su

ofensa, cantó alabanzas al dios al que previamente había censurado y siguió su cami-no en paz. Por eso Estesícoro fue más prudente que Homero, pero Sócrates más sabio

que ambos. Verdaderam ente, h e sid o m en os cuid ad oso q ue Só crates; n o ob stante, espe-

ro no ser menos afortunado que Estesícoro.

¿Adonde conduce todo esto? Te escribí una carta el día siete del corriente mes, por la

mañana temprano, con la intención de censurarte por tu largó silencio. Te acusaba en

ella de ser obstinado, c om o si tu co ra zó n fuera m ás d uro qu e el de ningún otro. Por la

noche me sentí m al y tod av ía n o m e h e recuperad o. Por eso, temiendo que alguna des-

gracia me amenace por insultar a un héroe, he decidido escribir una palinodia, aunque

 breve, para enm endar m i fa lta.

No digo que tu seas un héroe de duro corazón, s ino que mi corazón es tierno y que,

a aquellos cuyo corazón es tierno, la firmeza les parece, a menudo, rudeza. Esta es mi

palinodia. Que ella b o rre m i a nter ior can ción y form ule un a p etición opuesta. Porque,

anteriormente, te rogué que me enviaras, si era de tu agradó, alguna carta, aunque sus

palabras frieran duras. Ahora, te ruego, sin embargo, que no me escribas si las cartas

han de ser duras, porque un corazón enfermo necesita más ser consolado que aguijo-

neado.

I g g p ,

15 de octu bre de 1 468.

Florenda.

H o m o   e s t   a n i m u s . A m a n t i s   a n i m u s   e s t   i n   a m a t o  

El  h o m b r e  e s  e s pír it u . El  espír it u  del  a m a n t e e s t á  en  el  a m a d o

Marsilio Fícino a G iova nn i Cavalcanti, su m ejo r amigo: saludos.

G on frecuencia, Giovanni , m e he bu scad o a m í mismo. Primero, he tocado mi pecho

con las manos y, a menudo, he contemplado este rostro en el espejo; pero nunca pude

dedr que me había toc ad o a m í m ism o en el prime r caso, ni visto en el segundo. Porque

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t o d o me busco  a mí mismo, ciertamente, no estoy buscando a otro que a aquel que

usca. £n verd ad es exactamente el m ism o M arsil io el qu e busca y a quien se busca.

Quién emprende la búsqueda? Aquel que desea descubrir ¿Quién desea descubrir?

quel que sabe que hay algo que merece ser buscado ¿Quién sabe eso? Pues tan sólo

espíritu. Por eso, busco únicamente al espíritu, puesto que me busco a mí mismo, eme

y, en verdad puro espíritu. Bien sé que a este no se le puede ver ni tocar. Pues no

udaríamos de su naturaleza durante tanto tiempo, si fuera accesible a los sentidos. Por

ra parte, siempre que he dirigido la aguda visión de la mente sobre sí misma, espe-

ndo así verme a mí mismo, en modo alguno he logrado, de esa manera, nada de lo

e deseaba. Pues, en esa búsqueda interior no he encontrado deleite, ni reposo. Sin

mbargo, aquel que descubre lo que busca, inmediatamente se regocija y descansa. Así

es, no me encuentro a m í mismo en m í mismo.

ro si hubiera de buscarme a mí mismo en otro ¿cómo podría aprehenderme a mí

smo si no poseo mi propio ser? Porque sólo por medio de mí mismo comprendo lo

e puedo aprehender. Retoma pues, restituyete a ti mismo o mejor, a mí mismo, pues

no puedo hacerlo. Re tom a h o y y n o lo dem ores siem pre h as ta m aña na. Te lo ruego,

permitas que cuente más días con piedras negras,ü) porque los que tú pasas tran-

ilamente, aunque agradables para ti, son la causa de que yo los viva con oscuridad

iós.

i S e r i a   a d   Ι ο α ν ν ε μ : A n i m a   p o s t   m o r t e m   i n t e l l i g i t  ,

V    ET MULTO CLARIUS QUAM IN CORPORE

Graves paiabras a  Gi o v a n n i: El  a l m a , después  de  ia  m u e r t e ,

PERCIBE INCLUSO MÁS CLARAMENTE QUE MIENTRAS ESTÁ EN EL CUERPO.

arsilio Ficino a Giovanni Cavaleantí, su mejor amigo: saludos.

BM>r que, en verdad, parece el apropiad o para nuestra am istad y que, en su libertad y

pereza, no es distinto al de Sócrates y Platón. Pero ahora, dejando a un lado las bror a ^morosas, al estilo platónico, pues a sí es c o m o Platón presenta sus escritos, debe-

os abordar asuntos serios. Escucha ahora el debate, que una vez mantuvimos, acer-

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La gente se hace dos preguntas fundamentales en relación con(Ja mente.;La primera es 

si el intelecto puede separarse del cuerpo, y si puede vivir y operar una vez que el cuer-

po se haya abandonado. La segunda es si puede, entonces, comprender y si entiende o 

no con claridad. Contestaremos ahora a esas preguntas, tan brevemente como sea posi-

ble, porque éstas y otras semejantes se discuten ampliamente en nuestra Teología de la 

inmortalidad de las almas™Admitimos que el intelecto puede aprehender muchas cosas 

incorpóreas, tales como Dios, los ángeles, las almas, las virtudes, las proporciones 

numéricas, las ideas y los principios universales. Pero del mismo modo que no pode-

mos distinguir lo invisible por medio de la vista, tampoco podemos reflexionar sobre 

lo incorpóreo por medios físicos. Ni podemos inquirir, buscar, descubrir o retener aque-

llas cosas que no están sujetas a la materia, el espacio o el tiempo, por medio de una 

naturaleza confinada en el cuerpo, el espacio y el tiempo. Pero si la mente, mientras 

todavía mantiene el control del cuerpo, se concentra en sí misma, de forma que pueda observar algunas cosas por sí misma, cuando se separe del cuerpo será capaz de obser-

var mucho más, y con mucha mayor facilidad, por sí misma. Si puede funcionar por

sí misma, también será capaz de existir y vivir por sí misma.

Y en cuanto a la segunda pregunta: la mente sin el cuerpo observará más claramente

lo que se le presenta, desde su comprensión interior, que como los sentidos lo hacen

ahora, observando lo que se les presenta desde el exterior. Y así lo hará al menos tan

daramente como le ocurre a la vista en su agudeza y rapidez con respecto al oído y

los demás sentidos, pues la mente es superior a los sentidos, y los objetos de la mente

son superiores a los de los sentidos. Nadie, si hace uso de los poderes de la mente, duda

que esta sea superior a los sentidos, porque ve que la mente es el juez de los sentidos,

y que siendo más preciosa, es otorgada a menos criaturas, su entrenamiento es más

prolongado y se usa con menor frecuencia. Ello muestra que los objetos de la mente

son también más sublimes que los objetos de los sentidos, porque son universales,

inmensos y eternos; mientras que los de los sentidos son particulares, limitados y mor-

tales. Puede añadirse que, cuanto más nos concentramos en los sentidos extemos, más

se retraen los sentidos internos, y viceversa. Porque aquel que mira y escucha atenta-

mente, apenas puede imaginar al mismo tiempo, y el que hace gran uso de la imagi-

nación apenas ve u oye lo que está sucediendo a su alrededor. La misma relación exis-

te entre la imaginación y el intelecto.

El alma tiene, en este cuerpo, dos impedimentos principales. En primer lugar, es atraídapor numerosas actividades y mucha agitación, y sus diferentes actividades se debilitan

y obstaculizan entre sí, porque es muy arduo dedicar la mente a distintas cosas al

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cualquier límite temporal, ha derramado luz sobre la mente, que ahora se eleva desde

las corrientes del tiempo hacia la quietud de la eternidad Además, Él, constantemente,

alimenta la mente con bondad, en la medida de su capacidad. Pues Dios atrae el deseo

de.ía mente hacia Sí mismo, colmándola dpdpellezafy, atrayendo el deseo hacia Sí, lo

satisface. Donde existe el bien sin el mal h ay p lenitud sin límite, y de la infinita bon dad

surge la infinita capacidad. Así, la infinita bondad y ladielleza infinita^fuente de innu-merables formas de bon dad víbelleza,>atraen y satisfacen la mente, por igual, en la eter

nidaff. "

¿ é ^ t l l 4 0

Co n t r a  Av e r r o e m , s c i l i c e t  , q u o d   n o n   s i t  u n ic u s   h o m in u m   in t e l l e c t u s  Con t r a  Ave r r o e s , en   c u a n t o  a l  h e c h o  de q ue  n o  hay un  ún i co   -

INTELECTOHUMANO

Marsilio Ficino a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

Averroes sostenía que tod os los h om bres com parten un ún ico intelecto,(1) po r medio

fi cual un hombre comprende lo que cualquier otro sena capaz de comprender. Esa

opinión es expresada con naturalidad por aquellos que son más afectos a la novedadque a la verdad. Estoy de acuerdo, aunque la califico de natural sólo por esta razón:

que, como así sucede con todo aquello que es natural, es bastante inestable y puede ser

destruido por su opuesto. En verdad, por eso mismo, cuando alguien afirma lo contra-

rio, de improviso la opinión de Averroes se tambalea.

En un único intelecto no puede haber opiniones opuestas al mismo tiempo. Por tanto,

si el mismo intelecto, en un filósofo averroísta y en un platónico, mantiene pareceres

distintos sobre sí mismo, el prim ero diciendo que h ay un ú nico intelecto, y el segundoque hay muchos, es evidente que hay en ellos más de un intelecto. Y, en estos asuntos

acerca de la voluntad y la inteligencia ¿no es más cierto que hay, simultáneamente, la

mayor diversidad de opiniones entre los hombres? Porque unos niegan y otros afirman

la misma cosa, al mismo tiempo,, algunos la quieren, otros no?

¿Qué más diríamos acerca de esas actitudes opuestas? En un hombre, el intelecto es

muy instruido, y en otro, ignorante; en este hombre, justo y honorable; en aquel, injus-

to y deshonroso; aquí feliz, allí desgraciado. Por tanto, no puede haber un mismo inte-

lecto en todos los hombres. Si los intelectos de los hombres son diversos, sus almas lo

h á

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Considera también que, si hay y siempre hubiera habido un solo intelecto, como Averroes afirma, no es probable que este intelecto sea tan ignorante de sí mismo que casi todos los hombres, excepto Averroes, hayan pensado de sí mismos, y lo piensen aún que son muchos ¿Acaso no es lo más natural para la mente él conocimiento de sí misma? Entonces, ¿por qué la mente, si consideramos la opinión de Averroes, nunca o 

raramente lo acepta, a menos que la opinión sea falsa?Finalmente; siempre que c o n s i d e r amo s   la unidad de la mente, la encontramos repug-nante y nos volvemos hada la pluralidad, aunque sólo sea por el deseo de sobrevivir. Pero esa única mente sólo podría repudiar algo si pudiera repudiar su propia unidad, que tan sólo puede comprender. Pero es increíble que a l g o  eterno y divino pueda cons-tantemente abominar; despreciar y rechazar su propia naturaleza.

¿Para qué seguir? Hemos debatido juntos acerca de estas cosas más que suficiente, 

cuando Marsilio fue tu huésped en Regnano y estaba escribiendo esa gran obra sobre Teología.*'

Marsilio Fidno a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

Algunas personas se preguntan por qué seguimos a Platón con tanto respeto, siendo así que parece estar continuamente inmerso en paradojas y mitos. Sin embargo, en mi opi-

nión, dejarían de preguntarse tal cosa si consideraran que lo divino tan sólo existe, en ver-

dad porque no está menoscabado por la influencia exterior, ni cambia jamás de estado. 

Los cuerpos físicos carecen totalmente de realidad, pero parece que la tienen, porque soportan fuerzas opuestas y experimentan constantes cambios. Sin embargo, esa es, precisamente, la razón por la cual no son verdaderos, sino imágenes o sombras de lo 

que es verdad.■Éltotftüft, mientras que los demás filósofos se dedicaban a los estudios relacionados gttft& naturaleza, y se quedaban dormidos ante esas imágenes como sí fueran verda-

Adiós.

16 de abril. Florencia.

T h e o l o g i   v ig i l a n t  , c a e t e r i   s o m n i a n t

LOS TEÓLOGOS ESTANDESPIERTOS, LOS DEMÁS DUERMEN

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deras, nuestro Platón, al atender a lo divino, era el único que estaba despierto; o, al

menos, mucho más que cualquiera de los demás. Esa es la razón por la cual creo que

es mucho mejor seguir a Platón como teólogo que a otros filósofos; de la misma mane-

ra que es mejor confiar en tim oneles10 despiertos qu e en aquellos que están dormidos.

Adiós.

42

V e r i t a s   D e i   s p l e n d o r  , pu l c h r i t u d o  , a m o r  

La  verdad a c e r c a  de Dio s es el  espl endo r , l a   bel l ez a  y el  amor

Marsilio Ficino a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

La principal labor del divino Platón , com o muestra el diálogo Parménides y Epinomis,  fu

revelar el principio de unidad que subyace en todas las cosas y que él llama, apropia

damente, el Uno mismo.(l) Afirmó también que en todas las cosas hay una única ver

dad que es la luz del Uno mismo, la luz de Dios, que se derrama en todas las mente

y formas, presentando las form as a las mentes y un iendo las mentes a las forma

Cualquiera que deseara dedicarse al estudio de Platón, debería honrar la única verdadque es el rayo único de Dios. Ese rayo pasa a través de los ángeles, las almas, los dé

los y otros cuerpos. Como ya dijim os en el libro so bre el amor,13 su esplen dor brilla e

todas las cosas, según la naturaleza de estas, y se le llama grada y belleza; y allí dond

 brilla con más claridad, atrae esp ecialm ente al hom bre que observa, estimula al qu

piensa, y captura y posee al que se le acerca. Ese rayo le impulsa también a reverenda

su esplendor más que nin gu na otra cosa, co m o si fuera un espíritu divino y, una ve

que su antigua naturaleza ha sido desechada, a no esforzarse por otra cosa que no seconvertirse en ese esplendor.

Eso es natural porque el amante no se contenta con la visión o el tacto de su amado y

continuamente, exdama: «No sé qué tiene este hombre que me inflama, ni qué es lo que

deseo». El alma, consumida por el divino resplandor que brilla en el hombre hermoso

como en un espejo,® es inadvertidamente capturada por ese fulgor y alzada como po

un anzudo, de modo que el alma se convierte en Dios. Así pues, debe considerarse que

un hombre está loco y es un desgraciado si, cuando es así llamado por lo sublime po

medio de la vista, se hunde en el fango p or m edio del tacto.14' Aunque podría llegar

ser Dios en lugar de hombre, al contemplar lo divino, desde el hombre vuelve a la bes

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Ideae s e c u n d um P l a t o n e m  in  d i v i n a  men t e   s u n t  

La s ideas , según  Pl a t ó n , exist en  en   l a  mente divina

Marsilio Fidno a Giovanni Cavalcanti. su mejor amigo: saludos.

E nrám í) nuestro Platón, en seguimiento y apoyo de Timeo, el Pitagórico/0 nos dice que

el mundo es engendrado por Dios, Nos muestra la triple causa de esta creación/3 ¿q

causa eficiente su causa final y su causa formal. Sostiene que el mundo fue creado por

el poder de Dios, mediante la gracia de su bondad, como un modelo de sabiduría divi-

na. Del mismo modo que el diseño de la totalidad de un edificio y de sus partes existe

en la mente del arquitecto, así el diseño de este m un do y de sus partes existe en la divi-

na inteligencia, más allá del mundo. A ese mundo, que está más allá, le llama el mundo

eterno de la inteligencia; a este mundo le llama el mundo temporal de los sentidos. A

los modelos de las cosas de este mundo les llama ideas de la divina inteligencia y a las

semejanzas, en este mundo, de la divina inteligencia, las llama imágenes y sombras.

Y §|¡ debemos ridiculizar, por todos los medios, a aquellos ignorantes que tan dispa-

ratada como injustamente proclaman en público que Platón afirmaba que las ideas y

principios universales están separados, no sólo de los cuerpos físicos, sino también de

la divina inteligencia e incluso unos de otros, semejantes a nubecillas esparcidas en el

aire por el viento. Pero puesto que ya formulamos muchos argumentos contra esas

gentes en los libros que escribimos en tu casa de Regnano, con siderem os suficiente, por

ahora, seguir lo que Platón dice en Tuneo.

Consideremos® en primer lugar, nos dice, la primera pregunta que habitualmente se

formula en relación con las cuestiones del universo: si ha existido siempre sin comen-

zar jamás o si, por el contrario, h a tenido un origen: Es evidente que puede verse, tocar-

se y que es físico. Todas las cosas que tienen esa naturaleza afectan a los sentidos y se

conocen en la experiencia mediante la acción de los sentidos. Hay acuerdo en cuanto

a que tales cosas existen, están siendo cread as y han sido creadas. A hora bien, aquello

que es creado debe, como afirmamos, ser creado necesariamente por alguna causa. Es,

en verdad difícil encontrar al hacedor y padre del mundo y, cuando se ha encontra

do. es imposible describirle de un modo asequible a la gente corriente.

si el haced or del m un do siguió siemp re un único y mismo modelo o si

debiéramos decir que siguió uno que hubiera sido creado Sí el mundo es hermoso y

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lo cual sería blasfemo admitir, él hub iese seguido un m od elo finito en lugar de un o eter-

no. Puesto que, en verdad, el mundo es la más hermosa de todas las cosas engendra-

das, y su autor la mejor de todas las causas, no hay duda de que utilizó un modelo

sin principio ni fin. Así pues, la creación fue concebida según aquel modelo que tan

sólo puede ser comprendido por la razón y la sabiduría, y que permanece inalterable

Así, de todo ello se deduce que este mundo es una imagen del otro.

Un poco más tarde, Platón añade:(4) Y ahora, de be m os explicar p or qué razón el auto

de todas las cosas deseó la creación y este universo. El era bueno y el bien jamás se ve

afectado por sombra alguna de envidia. Puesto que la envidia le era ajena, deseó qu

todas las cosas llegaran a ser tan semejantes a él mismo como les fuera posible. S

alguien aceptara lo antedicho, que proviene de hombres prudentes, como la primera

causa de la creación, estaría en lo cierto.

Un poco más allá, Platón añad e:(5) Deb ería decirse, también, qu e este mundo es un

criatura viva e inteligente creada por la divina providencia. Veamos qué se deriva d

todo ello ¿A semejanza de qué criatura hizo Dios el mundo? No creemos que Él l

hidera parecido a ninguna especie de criatura en particular. Porque si lo hubiera hech

semejante a una criatura imperfecta, ciertamente, no sería hermoso; por el contrarío

creemos que lo hizo semejante a esa criatura de la cual otras son partes, individual

mente y como especie. El mundo de la divina inteligencia, ciertamente, abarca todas la

criaturas que tan sólo la mente puede percibir, del mismo modo que este mundo no

contiene a nosotros y a todas las demás criaturas percibidas por los sentidos. Y así

Dios, deseando hacer que este mundo fuera semejante a lo más hermoso y perfecto de

todas las criaturas que pueden ser percibidas por la mente, en todos los sentidos, y que

abarcara a todos los seres vivientes conforme a su naturaleza, dentro de su límite, hizo

que este mundo estuviera bajo Su mirada.

¿Estaríamos en lo cierto si decimos que hay un solo mundo? ¿No sería más correctodedr que hay muchos, o mejor, innumerables? Hay, en verdad, uno, pues está forma-

do a semejanza de uno. Como quiera que contiene a todas las criaturas que puedan

ser comprendidas, no puede tener compañero. De lo contrario, tendría que haber otra

entidad que contuviera a esas dos, y a la cual ambas partes pertenecieran. Y entonces

no podría decirse, en verdad, que este mundo fuera una copia de esos mundos, sino

de ese tercero. Por eso, este mundo debe tener la máxima semejanza con ese Se

Absoluto en su unidad, pues no se han creado dos, ni tampoco un número infinito demundos, sino que el único mundo que ha sido creado, siempre ha sido y siempre será.

Escuchad a Timeo, el maestro pitagórico de Platón, que dijo, con similares palabras, que

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 pm cede del más perfecto creador, el cual no miró hacia modelos materiales, sino a una

y 1 la sustancia inteligible. La creación, hecha exacta y perfectamente de acuerdo

leonesa idea es inmaculada y de u n ^ b e ll S ^ sin par. Este m un do es, en todo caso, com

& pk*oen cuanto a los sentidos se refiere, porque su modelo, que contiene en sí mismo

todos  los seres inteligibles, no excluye nada. Porque es la medida absoluta de lo que esinteligible, de la misma manera que este mundo lo es de lo que puede percibirse por

medio dé los sentidos.» Así dijo Timeo.

Hemos oído cómo las ideas de todas las cosas existen en un modelo vivo y eterno, que

es el más excelente de todo cuanto es inteligible, absoluto y omnipresente, aparte de lo

cual nada que sea inteligible puede existir. Tal modelo no puede ser sino Dios mismo

¿Puede haber algo más claro que esto?

I Cuando Platón dijo que Dios hizo todos los objetos de los sentidos a semejanza de los

¡  inteligibles, añadió que los hizo a Su semejanza, puesto que el modelo original y Dios

i son casi lo mismo. Porque, verdaderamente, h ay al m en os tantas ideas en Dios como

j clases de criaturas en este mundo. Esas ideas son princip io s inteligibles, porjnediode

i los cuales son  creadas todas las cosas. Las formas creadas, en cuanto a la materia, no

están vivas en sí mismas, o bien no están vivas, o apenas lo están, pero las ideas

tienen vida porque moran en el Dios viviente. Por eso Platón dice, en el mismo libro,que la mente divina ha creado en este mundo, mediante el poder de su propio pensa-

miento, tantas formas como arquetipos ha visto en su ser viviente, y tales formas tie-

nen vías miañas naturalezas qu e esos arqu etipos. Eso es lo qu e Platón sostuvo,

Giovanni, como así has oído. Sus predecesores y aquellos que le siguieron mantuvie-

ron lo mismo. Cree lo que te dice Marsilio: cualquiera que mantenga algo distinto, no

se atiene a la verdad

Ca u s a  pec c a n d i, s p e s , r em e d iu m  

La  causa  del  pecado , l a  esperanza , el   r emedio

a Giovanni Cavalcanli, su mejor amigo: saludos.

Í

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 j¡¡§ S Í Pr a e s t a v t i o r  es t  l e g u m   c o n d i t o r , q u a m   s o ph is t a  

El  legislador  es má s.e x c e l e n t e   q u e  e l   sof ista

Marsiíio Fzdno a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

Los griegos admiraron d poder de expresión, memoria y agudeza de intelecto φ

Carneades0’ ¡¡ como dices, tus amigos alaban las mism as cualidades en Giovanni Guidi, al

<}ue con frecuencia llaman C am od es a cau sa de una derta sem ejanza entre ambos. Pero

dices que sigue la tradiaón de Licurgo® por su descubrimiento de las leyes. Me preguntas

también qué es más digno de alabanza ser com o Caméades o co m o Licurgo. Caméades

promovió la discordia con sus argumentos, mientras que Licurgo la disipó. La intdigendade Caméades fue con más frecuenda inútil que útil; en verdad raramente fue útil a

alguien en algún lugar La enseñanza de Licurgo siempre fue útil y necesaria, en todas par-

tes y para todos. Finalmente del mismo modo que es mejor vivir bien que hablar bien, y

ser feliz que parecerto, asi d talento de Licurgo es más ex ed en te qu e d de Caméades.

Pero oigamos de Herodoto'3’ cuán perfecto es d auto r de las leyes, pu es escribe que cuan-

do Licurgo entró por primera vez en d templo de Apolo, la pitonisa musitó estos versos:

Lee esta carta a nuestro amigo Priore Fandolíin i. C onozco d ca rácter de ese hombre. .Sé

que te confirmará lo que yo he escrito.

Adiós, y continúa siendo amigo de Giovanni Guidi

«iOh Licurgo, amado d d edestial Zeus y de to dos los dioses

Que visitan nuestro suntuoso templo.

No sé si dedarar que eres hombre o dios.

Pienso que eres más bien un dios. Licurgo!»

Le g i t imus  a mo r is  t e r m in u s   es t  c o n s u e t u d o  

El   l egít imo  f in   del  amo r  e s   l a  un i ón

Marsiíio Ficino a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos,

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amor, se alejan notablemente de su ley. Pero un error de esta especie es tan dañino,

como útil es el amor legítimo; y el amor tiene tantas formas, como amantes hay. En

verdad, tpdos los hombres aman; digo hombres, Giovanni, porque el que a nadie ama

no es un hombre. Por eso, n o só lo en los libros qu e h e escrito sobre el amor,1" sino

también en mis cartas, he señalado, para aquellos que aman, la meta hacía la que debe-

rían avanzar. Como quiera que el hombre que desprecia esa meta es su propio y real

enemigo, no puede ser verdadero amigo de los demás. Tan sólo aquel que mantenga

en primer lugar su pensamiento en la dirección correcta, hará lo mismo al hablar o

escribir. Pero a ella se atendrá, en pensamiento, aquel que conozca lo que la verdade-

ra belleza es y la que no es verdadera, sino su imitación. El correcto fin del amor es la

unión, que consiste en estas tres cosas: pensar, ver y oír.

Ciertamente, el amor (como todos los filósofos lo definen), no es sino el anhelo de belle-

za.121la belleza del cuerpo no reside en la so m b ra de la materia, sin o en la luz y la gra-

cia de la forma; no en la oscura masa, sino en la clara proporción; no en el peso torpe

y sin sentido, sino en el número y medida armoniosos. Pero accedemos a esa luz, gra-

cia, proporción, número y medida, por medio tan sólo del pensamiento, la vista y el

oído. Hasta aquí llega la verdadera pasión de un verdadero amante. Sin embargo, no

es amor cuando el apetito de otros sentidos nos conduce hacia la materia, la masa, el

peso y la deformidad, que es lo opuesto a la belleza o al amor; es una estúpida, gro-

sera y fea lascivia.Pero ¿por qué yo, como Sócrates y Platón, considero mucho más a las gentes que a mí

mismo? Quizás porque cuanto más me esfuerzo en evitar que la gente ame de forma

ruin, tanto más esas insensatas y desagradecidas gentes sospecharán que mi amor es

excesivo. Se dice que así les sucedió a aquellos héroes, Sócrates y Platón, nuestros divi-

nos guías. Dejemos ya este tema; en verdad, es más que suficiente, por ahora.

Adiós.

4 8

Neque a m o r   s i n e   r e l ig io n e , n e q u e   r e l ig io   s i n e  a m o r e   l a u d a t u r

No SE ALABA EL AMOR SIN LA RELIGIÓN, NI SE ALABA LA RELIGIÓN SIN EL AMOR

Marsiíio Ficino a Filippo Controni de Lucca; saludos.

Te envío mi libro sobre el amor como te prometí, así como mi libro sobre religión, de

ó á

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En vendad, la creación está ordenada de tal manera, que no hay verdadero amor que

religioso, ni verdadera religión que no esté sostenida por el amor.

Angelo Manetti, el hijo del orado r G iann oz zo y he redero de la virtu d de su padre, te

envía sus saludos.

D e   t o l e r a n d a   in iu r ia  De   l a   t o l e r a n c i a   a n t e   l a   i n j u s t i c i a

Marsilio Fiáno a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

D ic e s que un o de tus parientes s e sintió, el o tro día, in jur iad o p o r los insultos de gente

insolente El hombre que actúa injustamente, Giovanni, se inflige a sí mismo la injusti-

cia, porque trastorna la mente y estampa en ella la marca de una tendencia nociva. Se

ve sometido a la desgracia, el od io, el peligro y el in fo rtu nio . Aqu el q ue acepta la inju-

ria, la recibe de sí mismo, no del ofensor. Porque el alma racional, que es el hombre

mismo, no es ofendida, a m en os qu e c on sid ere qu e la injus ticia es n ociv a para él, y eso

depende de nuestro entendimiento. Por tanto, que ningún hombre culpe a nadie, sino

a sí mismo, porque ningún ho m bre pu ede se r o fend ido, sin o p o r sí mismo, y aqud que

se queje, piense cómo podría castigarse a sí mismo, por medio de la disciplina y lacorrección en lugar de idear un castigo para el ofensor.

¿Habéis visto alguna vez a un ca ch o rro m or d ien d o u n a pied ra qu e se le ha tirado,

incluso aunque no le haya golpeado? Aunque la piedra no le haya herido, daña sus

dientes cuando la muerde. De la misma manera, los imprudentes, cuando son cocea-

dos por un burro, le azotan o, mas bien, se azotan a sí mismos. En verdad, debido a

sus opiniones, reciben nu m ero sas inju rias qu e, co m o bo las, reb ota n contra el que

las lanza. Tal vez dirás que es difícil no desear la venganza, pero no dudes que si elhombre perdona, Dios, que es justo, restablecerá el equilibrio un poco más tarde ¿Qué

podría ser más fádl y m ás glorioso q u e la co nf ian za en Dios co m o nuestro Señor y

vengador, y así poder alcanzar, mediante la paciencia, al menos tanta bondad de

É como injurias pretenden pro ferir lo s m alva do s, d e f or m a qu e transformemos el mal

en b ien? i Oh, qué precio so d o n es la p ac ien cia ! Só crat es , el m ás sabio de los griegos,

 jv a rtiró tan sólo esa virtud, y Cristo , el M a e stro d e la V id a, la practicó por enrima

|Í£& dd S las demás. En verdad, se dice qu e d esc en dió en tre lo s hom bres, predsamente

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La impaciencia debería ser condenada en la misma medida que ensalzada la paciencia.

Aparte de otras cosas, la impaciencia perturba el alma, borra j j bien que proviene del

pasado, tiñe el presente y constriñe el futuro. No se debería escuchar la voz de la indig-

na multitud, si nos anima a la venganza ¿Qué es la multitud? Una especie de pólipo?”

una especie de bestia con muchas patas y sin cabeza.

El hombre magnánimo, en su grandeza, otorga p oco valor a las cosas pequeñas. Triviales

y efímeras son las cosas temporales, porque el pasado ya no existe, el futuro no exis

te todavía y el presente es indivisible, pues comienza y termina al mismo tiempo. S

No es fuerte el que sucumbe a la injusticia, sino aquel que la supera. Para vencer la

injusticia, un hombre debe permanecer firme, de modo que la embestida no le arran

que de su puesto.¡ ¡ ¡ ¡ I

Lee esta carta a tu pariente, düe.que encuentre el remedio en la razón, y que no lo espe

ré del transcurso del tiempo. Porque el tiempo es un pernicioso doctor que, cotidiana

mente, confunde a los enfermos con la esperanza del futuro y, antes de curar las vie

 jas heridas, añade nuevas aflicciones. Así, día tras día, el tiempo acumula el mal y con

duce al hombre hacia la muerte con la falaz esperanza de la vida. Si deseas vivir ahora

vive para Dios, para quien ayer y m añ an a no son otra cosa que hoy.

Adiós.

50 de marzo de 1474.

De  c o n s t a n t i a  a d v e r s u s  f o r t u n a m   c o mpa r a n d a  

A c e r c a   d e   l a   c o n s t a n c i a   f r e n t e   a   l a   f o r t u n a

Marsilio Ficino a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

En el libro de Platón Tatito acerca del conocimiento,™ Sócrates reforzó a su amigo Teodor

el Geómetra, para resistir con vigor los golpes de la fortuna, no como era habitual, co

armas; de hierro, sino co n arm as de oro.

«Es imposible, Teodoro», dijo, «erradicar enteramente los males, porque siempre deb

haber algo quege oponga al bien:Cntre los dioses el mal no puede existir, pero, inevita

 blemente, envuelve esta naturaleza mortal, esta región inferior. Por tanto, debemos esfor

t á id t ibl d t ió i f i l t

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Ahora bien, un hombre ^revejan?* ron Dios. mediante la prad^

^ oa, la piedad y   la justicia»

Vas a oír, en pocas palabras, cómo debe ser verdaderamente comprendido ése divino

principio de nuestro Platón. Así com o Dios, que es el C reador de nuestras almas, tam-

 bién las regula, así el universo engendra y co ntrola nu estros cuerpos: Pues el alma es

la criatura de Dios, y el cuerpo es un m iem bro del universo . Dios, como lo haría unpadre, conduce suave y fácilmente nuestras almas por medio de las leyes de la provi-

denda, pero nuestros cuerpos so n arrastrad os por el cu erpo universal, por medio de

las fuerzas del destino, del m ism o m odo que una pa rtícu la es arrastrada por la masa

total de la cual forma parte, cu an do s e pro duce un m ov im iento violento. Sin embargo,

la fuerza del destino no penetra en la mente, a m en os que la mente, por su propia ini

dativa, se haya sumergido previam ente en el cu erp o, qu e está sujeto al destino. P o r#

razón, nadie debería co nfia r en su prop ia opin ión y fuerza, hasta el extremo dé abri-

gar la esperanza de eludir totalmente la enfermedad del cuerpo y la pérdida de bienes.

Todas las almas deberían librarse de la ré m ora del cu erpo y centrarse en la mente, pues,

de ese modo, el destino descargará su fuerza sobre el cuerpo , sin tocar el alma. El hom-

bre sabio no luchará inútilm en te contra el destino, sino que resistirá huyendo. Puesto

que no puedes erradicar el infortunio, hu ye. Esa es la razó n por la que Platón nos

aconseja retiramos de «aquí», para ir «allí», es decir, del apego al cuerpo y la implica-

ción con los asuntos cotidianos, al cu ltivo del alm a y la ad oració n a Dios. Es el único

medio de evitar el m al

Y añade, «cuanto antes, mejor», supongo que p orq u e deberíamos, desde temprana edad,

empezar a evitar la relación del a lm a co n el cu erp o antes de qu e ésta se ahogue en los

hábitos cotidianos. Podéis estar seg uros de qu e, g ra cias a ese distanciamiento, el alma

se hará merecedora de recuperar su se m ejanza co n Dios, de llegar a ser Dios, libre del

tinte corporal·

Tal libertad se logra, principalmente, por medio de las tres virtudes: prudencia, justicia

y piedad. La prudencia recon oce qu é d eb em os a Dios y qu é al mundo. La justída da

a l mundo lo que se le debe, y la piedad lo qu e a Dios pertenece. Así, el hombre pru-

dente entrega su cuerpo, en tanto q u e m iem bro del m undo, al tumulto del mundo,

4pnde sea que el mundo lo lleve. Pero a su alma, la criatura de Dios, la aparta de

<x>n el cuerpo, y libremente la encomienda a la guía de la divina proyidendfe.

I^qyeridísimo Giovanni, si seguim os esta reg la de o ro de Platón, con el viento de jos

a¡}Q§ a nuestro favor, navegaremos co n éx ito po r este vasto torbellino de la fortuna y,

t i t ti ib l t

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Amic it ia   i l l a   s t a bil is , q u a e  a  Deo   c o n f l a t u r  y /    Aquel l a  amistad que   está   fo r j ada  po r   Dio s , es  firme

Marsilio Ficino a Giovanni Cavalcanti, su mejor amigo: saludos.

M i querido Giovanni, los filósofos platónico s definían la verdadera amistad como la

unión permanente de las vidas de dos hombres. Pero yo considero que la vida de los

hombres es una tan sólo para aquellos que se encaminan hacia un único fin, como s

estuvieran transitando el mismo sendero hacia una meta común. Creo que su compa-

ñerismo sólo será permanente cuando el fin que ambos han establecido como debe

común sea, no sólo único, sino permanente y seguro.Así, todo estudio y afán del Hombre consiste siempre en esforzarse por lo que se con

sidera que es bueno. Puesto que para los mortales parece haber tres clases de bienes

los que atañen al alma, al cuerpo y a los objetos externos, el hombre pretende la vir-

tud del alma, los placeres del cuerpo o la abundancia de riquezas. El primero de ellos

es seguro y eterno. Los otros dos son transitorios y mortales. Por tanto, esa permanen-

te unión de vidas que es la verdadera amistad, tan sólo puede existir para aquellos que

no buscan acumular riquezas, ni satisfacer placeres sensuales que cambian y perecen

Sólo es posible para aquellos que se dedican, con entusiasmo y determinación comu

nes, a adquirir y ejercitar la única y permanente virtud del alma.

Nuestro Platón, maestro y guía de todos los filósofos, llamaba sabiduría a esa virtud del

alma. Sostenía que la sabiduría es la comprensión de lo divino.0*En La República® mues-

tra cómo lo divino tan sólo puede manifestarse a nuestras mentes si Dios lo revela, de

mismo modo que los ojos sólo perciben las formas físicas cuando el sol las Ι Λ η βDe idéntica manera, es Dios, al que anhelamos ver, quien ilumina el ojo de la mente, de

manera que podamos entender. Él se revela entonces a la mente iluminada, deleitándo-

nos con tal revelación. Así, Dios es para nosotros el camino, la verdad y la vida;'" el

caminQ, porque mediante sus rayos nos torna hacia Él, nos conduce y nos acoge; la ver-

dad, porque cuando nos volvemos hacia Él, se revela ante nosotros; y, finalmente, la

vida, porque gracias a esa bendita visión, constantemente nos nutre, llenando de gozo

nuestra alma que le contempla. Por tanto, que todos aquellos que deseen gustar lasaguas más dulces de la sabiduría, tengan sed de Él, la fuente eterna de toda sabiduría

Que todos aquellos que esperan adquirir la virtud del alma, busquen fervientemente la

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Hemos definido a los amigos como aquellos que se esfuerzan por la verdad con idén-tico celo y que se ayudan a cultivar sus almas. El  cultivo del alma se fundamenta tansolo en la virtud la virtudes sabiduría, y la sabiduría es comprensión de lo divino. Ladivina luz nos otorga esa dase de conocimiento. Por eso, cultivar el alma es cultivar a;

/ Dios mismo.

Y así   cuando dos hombres se empeñan, con idéntica meta, en cultivar el alma porL ,  medio de la virtud daramente la amistad no es sino la suprema armonía de dos almas

•fí* ---- — If ~-1'*;' ' '* " . 1 ' ' * .. V..·en d cultivo de Dios. Y como quiera que Dios ama a aquellos que con mentes devo-

tas le cultivan, los amigos no estarán solos los dos, sino que siempre serán tres: los dos

hombres y Dios; Dios  o, en otras palabras, Júpiter, el patrón de la hospitalidad, el pro-

tector de la amistad d sostenedor de la vida humana, adorado siempre por Platón y

honrado por Sócrates. El es d guía de la vida humana. El nos hace uno. Él es el inque- brantable lazo de la amistad v nuestro constante guardián.n

Los teólogos de la Antigüedad cuya memoria reverenciamos, establecieron entre ellos

d sagrado vínculo de la amistad teniendo a Dios como mediador. Se nos ha dicho que,

entre los persas, Zoroastro, por inspiración divina, adoptó a Arimaspo Como su fiel

compañero en los sagrados misterios de la filosofía religiosa. Así también, entre los

egipcios, Hermes Trismegisto escogió a Esculapio. En Tracia, Orfeo escogió a Museo y

Pitágoras a Aglaofemo. Platón de Atenas escogió primero a Dión de Siracusa y, tras sumuerte, a Jenócrates. De modo que los hombres sabios siempre han considerado nece-

sario tener a Dios por guía y a un hombre como compañero, a fin de culminar d viaje

a través de los ¿idos, con seguridad y paz.

Y, aunque apenas confío en ser capaz de seguir las huellas de esos hombres a través de

las regiones cdestes, hay una cosa que parece que he adquirido plenamente, derivada

dd estudio de la sagrada filosofía: el ejercicio de la virtud y la búsqueda de la verdad;

es decir, la gozosa y adecuada compañía del mejor de los hombres. Porque sostengo

que la amistad de Giovanni Cavaicantí y íMarsílio Fícino es digna de ser nombrada

entre ios que he mencionado. Con la guía de Dios, que tan felizmente ha establecido y

estrechado este vínculo, nuestra am istad nos servirá en el desempeño de nuestros debe-

res, para llevar una vida tranquila y para descub rir lo dívino.(5)

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¡/     POETICUS FUROR A DEO EST

La   inspiración   poét ic a  procede de Dio s

Marsilio Fiemo a Antonio Pelotti y Baccio Ugoiini: saludos.

Cuando leí, junto con mis buenos amigos, Antonio Calderini y Bindaccio da Ricasoli,

lo que nos escribisteis en alabanza a Cario Marsuppini, hijo de las Musas, convinimos

en que Platón estaba en lo cierto en cuanto a su visión de que la poesía nace, no de la

técnica, sino de un cierto frenesí. Aunque no es necesario dar razones cuando el asun-

to es evidente, mencionaré, sin embargo, las razones que da Platón. En Fcdro  e ion, él

debate acerca del divino frenesí,111 del cual afirm a que tiene tres aspectos principales.En primer lugar, sin Dios un hombre apenas puede dominar una de las artes, ni siquie-

ra después de largo tiempo, pero los verdaderos poetas, entre los que señala a Orfeo,

Homero, Hesiodo y Pindaro, incluyen en sus poemas señales y evidencias de cada una

de las artes. En segundo lugar, aquellos que, en un estado de inspiración, profieren

cosas maravillosas en abundancia, un poco más tarde, cuando ese frenesí se ha desva

neddo, no llegan a comprenderlas, como si ellos no las hubieran dicho, sino que Dios

las hubiera hecho sonar por medio de ellos, como a través de trompetas. En tercerlugar, no se ha probado que los hombres prudentes y cultivados desde su juventud

sean los mejores poetas. En verdad, algunos no estaban en sus cabales, como se sabe

les sucedía a Hesiodo y Lucrecio, o eran iletrados, como Hesiodo afirma de sí mismo y

Platón afirma de Ión y Tínnico de Calcis. Transcendiendo sus limitadas capacidades,

esos hombres crearon, súbitamente, una poesía asombrosa.

Platón añade que algunos hombres, carentes de habilidad, quedan poseídos así por las

Musas, porque la divina providencia desea mostrar a la humanidad que los grandes

poemas no son invención de los hombres, sino dones del cielo. Así lo indica en Fcdro, 

cuando dice que nadie, por más inteligente y cultivado que fuere en todas las artes, ha

sobresalido en poesía, a menos que a esas cualidades se haya añadido una ardiente

vivificación del alma. Eso lo experimentamos cuando estamos inflamados por la pre-

senda de Dios, que opera en noso tros. Esa fuerza porta la semilla de la mente divina.12'

Adiós.

4 de marzo de 1474.

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virtuoso ¿Por qué pensáis que nadie en ningún lugar desprecia a Niccoio, ni siquiera

levemente? ¿Por qué es alabado sin excepción? Porque es amado sinceramente ¿Cuál es

la razón de ello? Porque ama con sinceridad y vive sin engaño.

Adiós, pero cuidad que Niccoio no lea esta carta. He decidido alabarle mientras está

ausente, no sea que parezca que alabo a un verdadero hombre, no del todo verdade-

ramente. Saludad a nuestro Piero Cennini, tan no table p or su piedad y erudición.

6 de abril de 1474

De   h uma n it a t e  

Ac e r c a  de  l a  humanidad

Marsilio Fidno a Tommaso Minerbetti, un hom bre hum an o: saludos.

¿ P o r qué los niños son más crueles que los ancianos, los locos más crueles que los

cuerdos, los estúpidos más crueles que los inteligentes? Porque los primeros son, por

así dedrlo, menos humanos que los otros. Por eso se dice de los más crueles que son

inhumanos y brutales. Porque la mayoría de aquellos que no participan, plenamente,

dé la naturaleza del Hombre, debido a su co rta edad, lacras mentales, enfermedad físi-ca o una desfavorable posición de las estrellas,, odian o ignoran a la raza humana,

como si fuera algo ajeno y desconectado de ellos. N erón no era un hom bre, diría yo,

sino un monstruo en la piel de un hombre. Porque si hubiera sido un hombre, habría

amado a todos los demás hom bres co m o m iem bros de u n m ism o cuerpo.

Los hombres individuales, creados a partir de una idea con la misma imagen, son un

único hombre. Por esa razón, creo yo, los hombres sabios, de entre todas las virtudes,

atribuían la humanidad únicamente al hombre mismo, humanidad que ama y cuidade todos los hombres como si fueran herm anos, nacidos, en prolongada estirpe, de un

mismo padre.

Por tanto, los hombres más humanos perseveran en el servicio de la humanidad. Nada

es más querido a Dios que el amor. No hay signo más seguro de locura o de futura

desgrada que la crueldad.

Mantén tu amistad con Cario Valguli de Brescia, porque además de sobresalir en el

estudio de las humanidades, tanto en griego com o en latín, éljrn sm o es un h o m b re je^

distinguida humanidad.

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Gr a t i a , a m o r , f i d e s , a m ic it ia  

Gr a c i a , amor , f e , amist a d

MarsiJio Fícino a NaIdo Naldi, poeta: saludos.

Deseaba, Naldo, ahora mismo, llamarte el deleite de Febo y ho nrar tu poesía con

abundantes alabanzas, pues justo es, pero vino a la mente que no es apropiado alabar

a la Musa sino por medio de la M u sa o ala ba r la poesía, sino por medio de poemas.

Sin embargo, no puedo mantener un silencio total acerca de tus trabajos ¿Qué me

impulsa a hablar? El am or y la fe. P or eso alab aré al am or y a la fe. La gracia llama al

amor, el amor engendra la fe. La fe abraza a su padre, el amor, y mediante el calor deese abrazo, el amor da a luz a la amistad Entonces la fe nutre a la recién nacida amis-

tad, fortaleciéndola todos los días y protegiénd ola plenam en te de la destrucción.

¿Por qué creemos que sucede así? Porque, con el transcurso del tiempo, otras cosas se

debilitan, pero la amistad se fortalece según pasa el tiempo ¿Resulta velada por d fre-

cuente intercambio de favores? No, ciertam ente no. Pues, com o quiera que la voluntad

s libre, la amistad se obtiene mediante la libre voluntad, no a cambio de un precio. La

e, que gana en firmeza con el tiempo, con firm a la am istad, y es tan sólo por medio de

a fe como la buena voluntad se hace más duradera y fuerte, simultáneamente.

Es para mí un deleite alabar a la fe, p or encim a de cualqu ier otra cosa. Porque d apren-

izaje de una persona sólo a d ía pertenece, mientras que la fe pertenece, al menos, a dos;

orque lo que sabes, lo sabes p or ti mism o, s in em bargo , eres fid a ti mismo y a mí.

Adiós, mi Naldo, más fid que la fe y mi más antiguo amigo. Conserva la compañía de

se hombre instruido y recto qu e es B ern ardo Rucellaí. R ecu erd a que, cuando fuere que

uscáramos un ejemplo de ciudadano j usto u h om bre feliz,de entre cien hombres, con

mi pleno asentimiento, nom brabas d prim ero a Rucellaí.

Una vez más, adiós.

de abril de 1474.

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St u l t it ia  e t  m is e r ia  h o m in u m  

La  insensatez y desgrac i a  de l o s hombres

Nh'rsiíro Ficino a Riccardo Angiolieri de Anghiari, Oliviero Arduini y Antoni Seráfico,

sus compañeros filósofos: saludos.

o reír tanto a Demócrito?® ¿Qué h izo llora r a ííérád ito?® Entiendo que d pri-

mero se reía de la insensatez de los ho m bre s, y d segu ndo llo raba p or su desgracia. La

irferisatéz resulta ridicula, la desgracia, lamentable ¿Qué es la insensatez, sino una

corrupción del juicio? ¿Qué es la desgracia, sino d torm en to d d deseo que surge de un

 júidó corrupto?

. ¿Quién negaría que so n insensatos aquellos hom bres que atienden los asuntos de los

demás, pero descuidan los propios? T ienen en gran estima aquello de lo que carecen y es

nuevo, y menosprecian lo que p oseen y es familiar. A caus a de su incesante anh do por

lo que está por venir, no disfrutan de lo que está presente. Aunque el movimiento tiene

que cesar para que haya reposo, tales hombres están siempre iniciando nuevos y dife-

rentes movimientos, con d fin de lograr, a lgún día, el reposo. A cum ulan riqueza, como si

•nó níeran a morir jamás. A bu san d é lo s placeres, c om o si fueran a m orir cada día. No

daremos más ejemplos por d m om ento, au nqu e se nos ocurren un sinfín de ellos.

Considero como la más insensata de las acciones que mucha gente alimente diligente-

mente a la bestia que es su cuerpo, un animal salvaje, crud y peligroso, pero permitan

quedo s mismos, es decir, d alma, e n ta nto jqu gjten ga n una, m uera de ham br e Nos sor-

prendemos de que viviendo, o más bien muriendo, así, seamos infelices, como si pudié

rárop's recoger una cosecha diferente de la que hemos sembrado. La desgracia es d fruto

de la insensatez ¿Por qué? Porque, insensatamente, sobrealimentamos d cuerpo y des-

cuidamos el alma; d cue rpo en gorda y se robuste ce, y d alm a addgaza y se debilita.

Así sucede que d alma, en su de paup erado y débil estado, ve las cosas físicas com o si

fueran grandes y fuertes. El alma desea, intensamente, todo lo que parece grande, pero

teme.aúncon más intensidad, lo que parece fuerte. Por esta razóriTen su desgracia, está

acosada, en parte po r la pasió n de la co did a, en parte p o r d miedo a la muerte.

Alimentémonos y acrecentemos el espíritu, os lo ruego, con alimento espiritual, de

modo que, con el tiempo, se hag a m ás p od ero so y tenga escaso ap redo po r las cosasfísicas, al considerarlas de escaso valor. Entonces, ninguna de las partes del espíritu se

moverá de su asiento ante los asaltos de la carne.

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Escalemos hasta la alta torre vigía de la mente, dejando atrás el polvo del cuerpo;

pintonees contemplaremos más de cerca lo divino y veremos lo mortal a distancia. Lo

primero nos parecerá mayor que lo que es habitual, lo segundo, más pequeño. Así

S u es , aprecian do lo divino y despreciando lo mortal, nu nca más seremos insensatos o

desgraciados, sino, en verdad, sabios y felices.

Adiós.

¡/     SlUmTLA ET MISERIA HOMINUM

La. insensatez  y  d e s g ra c ia  de LOS HOMBRES ;

Marsilio Fidno a Piero Vanni, Cherubino Quarquagli, Domenieo Galletti: saluéfe*:;

H a s visto pintada en m i academ ia la esfera del m un do; en u n lado Demócrito rien-

do, en el otr o ;fíe rá d ito llora nd o^ ¿Po r qu é ríe Dem ócrito? ¿Por qué llora Herádito?

Porque la mayoría de la humanidad es un animal monstruoso, loco y desgraciado.

Los hombres mortales niegan a Dios, todos los días, para que les otorgue cosas bue-

nas, pero nunca ruegan que se les conceda hacer buen uso de ellas. Desean fortuna

para atender sus deseos, pero no se ocupan de que sus deseos sirvan a la razón

Desearían que, desde losmuebles de sus hogares hasta el último de sus objetos, sean

tan h erm oso s co m o sea p osible, per o a pe n as n u nc a se oc up an de que su alma sea más

hermosa. Diligentemente, buscan remedios para las enfermedades del cuerpo, pero no

atienden las en fermed ades del alma. C reen qu e p ueden estar en paz con los demás, pero

están continuamente en guerra consigo mismos. Porque hay una constante batalla

entre el cuerpo y el alma, entre ios sentidos y la razón. Creen que pueden encontrar,

entre los demás, un amigo fiel, pero nadie es fiel a sí mismp. Lo que han alabado, lo

rechazan; lo que han deseado, no lo quieren, y viceversa. Diseñan con la mayor pre-

cisió n las partes de un edificio, y af ina n la s cue rdas de la lira a la perfección, pero nunca

intentan armonizar las partes y movimientos del alma. Esculpen la piedra de modo que

a h om bre s v ivos, y con vierten a ho m bre s q ue están vivos en piedras; des

ggéesan a los sabios, p ero h o n ra n su s estatuas y sus nom bres. Pretenden saber acerca

f c l q s asuntos de los demás, aunque n o saben de los propios.

amigos míos? Los magistrados prohíben el asesinato, y permiten, no obstan

tm   que por todas partes se fabriquen instrumentos para matar a los hombres. Desean

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que haya una excelente cosecha de hombres, pero no cuidan suficientemente la semi-

lla que son los niños.

La gente siempre vive malamente hoy; sólo viven bien mañana. A causa de su ambi-

ción, rivalizan entre sí con malas artes; sin embargo, el sendero de la gloria sería más

fácil de transitar esforzándose por hacer el bien unos a otros. Aunque siempre hablan

mal, esperan que se hable bien de ellos; aunque hacen el mal, esperan recibir el bien.

Prodamamos que somos los autores del bien y Dios el hacedor del maL Culpamos a

las estrellas de nuestras faltas.

¿A cuánta gente encontraríais que valorara al ho m bre tanto com o al dinero, que se cul-

tiven a sí mismos de la misma manera que cultivan sus campos y otros asuntos, que

cuiden de su familia con el mismo cuidado con que muchos cuidan de sus caballos,

perros y pájaros, que consideren cuán grave es la pérdida de tiempo? Somos mezqui-

nos a la hora de gastar dinero, pero extravagantes hasta la desmedida cuando se

trata de emplear el tiempo ¿A cuántos podríais nombrar que reconozcan la pobreza de

su alma? Todo el mundo cree poseer sabiduría en abundancia y padecer escasez

de dinero.

¡Qué estado tan lamentable! Buscamos lo grandioso en lo nimio, lo elevado en lo ras-

trero, el bien en el mal, el sosiego en lo efímero, paz en la oposición, abundancia en la

penuria; en resumen, vida en la muerte.

Os lo ruego, amigos míos, busquemos los mismos fines que hemos estado buscando,

pero no sigamos buscándolos en el mismo lugar. El hombre que cree que va a encon-

trar algo en su opuesto, es un loco y un desgraciado.

Adiós.

St u l t i t i a  m is e r ia q u e   h om i n um  

La   insensatez  y desgrac ia  de  l o s hombres

Marsilio Ficino a Cristoforo Landino, sin par en el saber y la virtud: saludos.

Aristóteles suscitó preguntas acerca de la naturaleza de las cosas. Ahora, voy a plan-tearte unas preguntas acerca de la naturaleza del Hombre. Vamos, dime ¿por qué

los hombres alardean de su razón y, sin embargo, viven a merced del azar? Desean o

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<'. o temidas, y anteponen Jo momentáneo y trivial a lo eterno e inconmensurable ¿Por

respetan a hombre alguno, ni se atienen a la dirección de los sabios y, sin

embargo, se entregan gustosamente al servicio de la brutalidad y la maldad?

¿Por qué nos esforzamos en ser maestros de los demás, cuando no somos maestros de

nosotros mismos? ¿Por qué, en nuestro celo por la maestría, caemos diariamente en la

esclavitud? ¿Por qué nos esforzamos en recibir honores, en lugar de ser merecedores de

ellos? Por otra parte viendo que los animales no pueden, sin la protección humana, ser

debidamente controlados por un animal ¿qué nos hace pensar que los hombres pue-

den ser felizmente regidos por otro hombre, sin el auxilio y co nsejo de Dios? Y ¿cómo

en medio de tan espléndida abundancia somos tan quejumbrosos y con tantas necesi-

dades? ¿Qué es lo que nos lleva a envidiar a tanta gente, cuando la condición de los

mortales antes merece la piedad que la envidia? ¿Por qué pasamos por alto, tan fácil-

mente, la bondad, pero nunca d mal? Y, puesto que las cualidades son anuladas por

sus opuestos ¿por qué pretendemos curar los males con males? ¿Por qué, con frecuen-c ia esperamos alcanzar d ho nor a través de la infam ia? A dm iram os la virtud en otro,

pero nos esforzamos más en parecer dignos de admiración que en ser dignos de ella.

Nos incomodan las faltas ajenas, pero apenas consideramos cómo podríamos evitar

incomodar a los demás y a nosotros mismos. C erram os nu estros oídos a la verdad, pero

. están abiertos de par en par a la falsedad. Y ¿qué dedr de aquellos que, cautivados por

su amor a otra persona o a algún objeto, d esprecian y ab andonan a su propio ser para

perseguir alguna otra cosa? ¡Oh, locos! ¡Miserables! Si, en modo alguno, no podéisadquirir nada si no es mediante vuestro pro pio ser ¿ có m o podríais adquirir posesiones

externas si habéis perdido las posesiones interiores? ¡Viajeros! ¿Por qué buscáis el teso-

ro en lugares lejanos, cuando, en verdad, está tan próximo, en vosotros mismos?

También me pregunto con frecuencia, Landino, cuál es la razón por la que tan sólo

tememos: esa muerte que es, a todas luces, el fin del morir, pero nunca nuestras muer-

tes cotidianas.  Ciertamente, la constitución de nuestro cuerpo varía a cada instante y

la vida pasada termina. Por último, viendo que practicamos las virtudes falsamenteS p e lm e n te los vicios, me parece que no ha de ex traña m os que, con la mejor de

t i a s l í ^ l i d a d ^ , acabem os siendo falsamente felices y verdaderam ente desgradados.

Esto es lo que ridiculizaba Democrito, lo que Heráclito lamentaba, para lo que Sócrates

■ buscaba remedio, y  que Dios puede remediar ¡Oh, qué miserable criatura es el hombre1

a m en o s q u e en  algún momento se eleve por encima del hombre, quiero dedr, que se

& d iq iie  a Dios y ame a Dios po r Él mism o, y a to d o lo dem ás por Su causa. Esa es la

única respuesta a todos estos  problemas y el fin de todo mal.

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Λ|£!ί§ 1 60 á ife fe

Ex h o r t a t i o   a d  mo d e s t ia m   et  s t u d ia   l i t e  r a r u m  

Exhor tac ión  a   l a  modest ia  y a l  est udio  de   l a   l i t e r a tu ra

Marsilo Fiemo al magnanimo Giuliano de' Medid: saludos.Induso, aunque mi amor por ti es tal que no puedo ser un juez perfecto en cuanto a

tus asuntos, que son los míos, sin embargo, Giuliano, puesto que lo preguntas, te diré

lo que pienso. En primer lugar, alabo tu prudenda, porque no te fías de tu habilidad,

sino que consultas a un hombre mayor. Porque sabes de la elevada opinión que todo

el mundo tiene de sí mismo, a causa de su natural amor propio. Así pues, alabo la

natural dulzura de tu carta; con tan sólo una pluma, me parece que has expresado,

como lo hacen algunos pintores, la belleza de tus ojo s y el encanto de tu b oca , delmismo modo en que siempre lo haces con tu mirada y con tu lengua.

Así pues, insiste, Giuliano, más dulce qu e nadie. Insiste, te lo ruego. Pasea amorosam en-

te por los jardines de Túsculo,® como has comenzado a hacer. Porque si degustas la

esenda de las flores de Tulio durante un año, un día derramarás miel dulce como el

néctar. Si se me permite recomendarte lo que te es propio, debo recomendarte especial-

mente a Andrea Cambini.

Adiós.

Qu o d  a m ic u s  ESTm  AMICO 

Po r

 q ué

 un

 a migo

 es tá

 en

 el amigo

Marsilio Ficino al magnánimo Giuliano de’ Medici: saludos.

Dime, ahora, Giuliano, te lo ruego, si alguien se ocupara celosamente de tus asuntos

mientras dormías ¿te enfadarías con él por no haber sido tan desconsiderado como

para despertarte? ¿O tal vez estarías en deuda con él? Ciertamente, lo estarías y no en

pequeña medida. Y, de hecho, lo estás conmigo. Mientras tú descansabas, yo estaba

aquí, cuidando y protegiendo tus importantes interes.es£|iPero me dices: «¿Por qué no me llamaste, pudiendo haberlo hecho?» Incluso, aunque

hubiera creído que: estabas ausente, no te hubiera llamado, no fuera que, por ventaja,

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te causara problemas. Pero, en verdad mi gran amor por ti grabó, hace mucho tiem 

t», tu imagen en mi alma. Y del mismo modo en que me veo a mí mismo fuera de mí, 

tn un espejo, con frecuencia te veo conmigo, en mi corazón. Además, tu hermano 

Lorenzo, tu otro yo, tanto en naturaleza como en voluntad, estaba en esos momentos 

aquí. Ypuesto que tan daramente veía a mi Giuliano, tanto dentro como fuera de mí, no podía pensar que estuviera ausente. Así pues, no fue por negligencia, sino por un 

exceso de amor, que ni te llamé entonces para que atendieras tus asuntos, ni posterior-

mente rendí cuentas de lo que se había hecho.

¿Te gustaría que, en otra ocasión, te llamara, mi más querido Giuliano? Si es así, ocú-

pate de que te amen menos. Eso sería, en verdad, difícil, quizás imposible; porque en 

tal caso, tendrías que procurar, en primer lugar, no ser Giuliano. Tan sólo podrás recha-

zar d amor si te rechazas a ti mismo. Así pues ¿qué haré en el futuro? ¿Te llamaré en 

otra ocasión? Creo que de ningún modo. Porque hace largo tiempo que el amor nos 

convocó para que nos uniéramos d uno al otro, y a él mismo.

Cario Marsuppini a Marsilio Fidno, d Platónico: saludos.

Que las bendidones se derramen sobre ti, única fuente de mi salud. Porque mi mente 

y mi cuerpo gozan de salud tan sólo si estoy contigo. Y me parece estar con vida sólo uando vivo contigo. Cuando me alejo de ti, me consumo. Así pues, Marsilio mío, guár-

date de destruir a un hombre, o más bien, de matar a un amigo, abandonándole. 

Siempre estás corriendo de aquí para allá. En algunas ocasiones, en un nivel más bajo, 

uidas de los cuerpos; en otro más elevado, cuidas de las almas. Entre tanto, muero de 

mil muertes. Si tan grande es tu caridad, ¿por qué, te lo ruego, no cuidas de tu queri-

do Cario, quedándote aquí? Porque mi alma desfallece con tu partida, y mi cuerpo 

nferma ¡Vuelve, única fuente de mi salud! Hace cuatro días que te ausentaste; cuando 

se número se haya doblado, cumple tu promesa.

Adiós.

Sa l u s am i c i  a b am i c o  

La  salud de un  amigo  depende de  su   am igo

Adió

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Div in a t io  d e  am i c o  

Pre sen t imien to  de un  amigo

Marsilio Fiemo a Cario Marsuppini: saludos.

Q u e tú tam bién seas tres y cuatro veces bendito. Mientras dormía, en la madrugada

de hoy me parecía estar leyendo un pasaje muy breve, en el cual la disposición de las

palabras y de las frases era la misma que siempre he intentado mantener. Así que duda-

 ba de si las palabras que leía eran m ías o de otro. Un poco más tarde, al levantarme

de la cama, me entregaron tu carta, én la cual, de repente, reconocí como experiencia

verdadera lo que había tra tado en m i libro sobre la inmortalidad del alma:ü) que, con

frecuencia, el sueño de la mañana tiene algo de profético.

Marsuppini, hoy vi en tus ojos_ un Marsilio más hermoso que este Marsilio. Pero deje-

mos ahora esas cosas. Brevemente, tu carta es tal, que me obliga a contestar con mis

.píes más que con las manos, y de viva voz, más que por carta. Presenta mis saludos al

sacerdote Taddeo Ügolini.

Adiós. J e marzo de 1473.

Pomincfeí

Qu a n t u m  po s s i t  d e s id e r ium  a m ic o r u m Cuá n   i n t en s o  puede se r  el  a n h e l a  de l o s amigos

Marsilio Ficino al m agnán im o Loren zo de’ Medici; saludos. .

Los teólogos miden la quietud mediante la eternidad, los filósofos naturalistas miden

el movimiento con el tiempo; los amantes miden el tiempo con la emoción Porque

cuánto más intenso sea· el anhelo, más breve les parece el tiempo de posesión, y más

larga la espera|||sX; en tu carta, has declarado abiertamente cuánto me amas porque tereferías al silenc io; de u n día co m o un prolongado silencio, diciéndome que habías

esperado largamente mi carta, que te fue enviada con urgencia.

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Co mm e n d a t i o   a b   e g e s t a t e   e t  d i g n i t a t e  

Una  r e c omenda c i ón  q u e  p r ov i e ne de   l a  ne c e s i d ad  y  del  mér it o

Marsilio Fiemo a Matteo Palmieri, el po eta teológico: saludos.

Aunque de derto sé que los hombres ilustrados no necesitan ser recomendados a

Palmieá pues 8 se lleva la palma entre las Musas, sin embargo, a fin de cumplimen-

tar las obligadones propias de la amistad, te recomiendo, encarecidamente, a mi anti-guo maestro Lúea de San Gimignano,tü quien, junto con Comandi, me enseñó la gra-

mática. Mi deuda con este hombre es muy grande, tan grande como la diferenda que

hay entre utilizar el lenguaje con habilidad y la despreocupada efusión de palabras

vanas.

Deberías cuidar de él por dos razones: en primer lugar, porque lo necesita y, ert segun-

do lugar, porque lo merece. Hacer d  bien a lo s q u e lo nec esitan es u n acto propio' dé

los que son compasivos, pero hacer el  b ien a aqu ellos q u e lo m erecen es un acto pro-pio de los justos. Y yo sé que tú acostumbras a ser, al m ism o tiem po , com pasivo y justo,

Adiós.

63

CUM BENE OMNIA REGANTUR A DEO, OMNIA IN MELIUS ACCIPIENDA 

jpflláro QUE TODAS LAS COSAS ESTÁN DEBIDAMENTE GOBERNADAS POR DlOSg 

TODAS LAS COSAS DEBEN ACEPTARSE COMO LO MEJOR.

Marsilio Fidno al obispo Cam pano, d po eta: saludo s.

Campano, ¿te ríes alguna vez de la arrogancia de lo s mortales, com o lo . hago

 jep con frecuen da? La ridiculizo y espero, manifestando que es falsa, tener la esperan

lo s co ns ejo s de sus mayores, nisabios. Sin embargo, con indecorosa arrogan

¿ irífenudo p re su m e de penetrar en razones de

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tertos, si se carecía de intuición divina.0’ Ningún hombre, sino aquel que es divino.

Campano, percibe lo divino. Porque Pablo, el Apóstol, correctamente dijo: «Las cosas

decios, nadie las conoce, sino el espíritu de Dios».® Además, ningún hombre habla

rtrés falsamente acerca de las cosas divinas que aquel que las mide con mezquina medi-

da. En Isaías,0’ Dios había así: «Sorprende a los sabios en su astucia». Y añade: «El Señor

Icqftoce cuán vanos son los pensamientos de los sabios»/4’

Por tanto, debería bastarle al hombre con saber que el maravilloso funcionamiento de

éste universo único está gobernado por el sabio arquitecto del que depende. De la bon

áád, tan sólo bondad puede surgir. Y lo que de ello procede, tan sólo puede estar bien

ordenado. Así pues, todo debe aceptarse como lo mejor. Quien de este modo compren-

de lo divino, y lo ama, es divino por naturaleza, bueno en la práctica, gozoso en la

esperanza, bendito en la recompensa.

Adiós, ¡hombre bendito!

'69

De   s t u l t i t i a   h o m i n u m  ,  je t   q u a e   s i t  v e r a   s c i e n t i a

De   LA ESTUPIDEZ DE LOS HOMBRES Y DE LO QUE EL VERDADERO CONOCIMIENTO ES 

Marsilio Ficino a Panezio Pandozzi: saludos.

H j , muestro Angelo Pol iziano recom enda ba a Panezio la disciplina de M arsil io o,

más^hien, la ;,$sp p lina platón ica. Es m i co stum bre escribir com edia pa ra los. nu evosf© g % | ^ á tira p ara los antiguos, pero hoy , en el caso d é Panezio, escribiré sátira, po r

mfe^Meo^que nostra amistad se perfeccione tan pronto como comienza,

fe|isiclera,, Panezio, cu án perv ersam ente v ivim os . N oso tros, infames, difícilm ente escu

^a m os ,$h embafgo, aunque somos  impuros> esperam os ser oídos p o r Dios iOh, locos 

e injustos! Pretendemos, ca m bia r a Dios, e n luga r de cam biar nu estros hábitos.

Deseamos convencer a otros del bien, pero no nos convencemos a nosotros mismos,

llevamos, el bien en nu estra b o ca y el mal en nu estro coraz ón. Cu and o hablamos de 

la virtud, como la lira, no oím os n ue stro verda dero so nido . N os pa recem os a los médi-

cos incompetentes, qu e n o m anifiestan en sí m ismo s la salud q ue a otros prometen. 

Amigo mío me gustaría que, por un momento, me escucharas Te enseñaré Oratoria,

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y me despide. Esa es la diferencia en el amor. Cuando se despide a otros se supone que

$e Jes desea lo mejor; cuando los amantes escuchan el adiós, oyen malas noticias. Por

eso me haces feliz cuando me saludas, y al mismo tiempo triste cuando te despides. Sin.

embargo, me parece que dices ambas cosas al mismo tiempo.

Gatamente, podría escribir más y, probablemente, mejor. Pero, distraído por esas con-

flictivas emociones, de las cuales tú eres la causa, no puedo, por el momento, escribir

más ni mejor. Y al mismo tiempo, para ti también, saludos y adiós.

21 de marzo de 1475.

Florencia.

omérica. Pero, repentinamente, Cupido se interpuso.

¿Qué pretendes, insensato Fiemo? ¿A caso v as a estar siem pre ocup ad o en alabar a una

musa? Si deseas ofrecer una alabanza a salvo de la sospecha de halago, entonces ¡alá-

ame a mí, filósofo! Porque honrando a la M u sa de Poliziano, honras tan sólo a

Angelo; pero si honras a Cupido, honra s a Ang elo y a Marsilio , al mismo tiempo;

Porque yo soy el amor que os profesáis el uno al otro; yo cuido de ambos y los dos

uidáis de m í»Así me habló el dios, Angelo. Pero yo repliqué:

La Musa de Poliziano es veraz, y jamás me ha obligado a mentir. Pero tú, engañoso

mor, me obligas a mentir todos los días. Ayer estaba tan enamorado con las delicias

Hg Poliziano, que juré que mi am or n o podría ser m ás ferviente. Ho y estoy de nuevo

an enamorado, que juro que ayer mí amor era insuficiente y, al mismo tiempo, que no

s posible que mañana sea más ardiente q u e lo que h o y es. Así qu e cad a día soy enga-

ado por el siguiente ¿Quién creería qu e m i a m or es siem pre pleno y, sin embargo, está

ÉijttQ?#. creciendo? Pero dejémosle que crezca a su gusto, en tanto no crezca débil.*

L a u d a r e   p r a e s t a t   b e x e v o l e n t l a m , q u a m   i n g e n iu m

ES MEJOR ALABAR LA BENEVOLENCIA QUE EL GENIO

Marsilio Fidno a Angelo Poliziano, el poeta homérico: saludos.

H e tomado la pluma. Angelo, c on la in ten d ón de en salzar h asta los délos a tu Musa

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así alimentado, y permitámosle que sea engañoso.® Pues eso no es una falta, cuando

del amor se trata.»

Así, Angelo, es mi deber y mi deseo cuidar de nuestro mutuo amor y de tu Musa, al

mismo tiempo. Tú mismo deberías adorar a esa Musa como la madre del amor y la

alabanza.

21 de marzo de 1473.

66

QüOS AMOR FALLAT, QUpS NON FALLAT 

A QUIÉN ENGAÑA EL AMOR Y A QUIÉN NO ENGAÑA

RRBppIIü*. \ t / ^  

Marsilio Ficino a Niccolo Michelozzi, un verdadero hombre: saludos.

Hoy, Michelozzi, escribí cartas de amor a Lorenzo de' Medid y a Angelo Poliziano,

pero no sé de qué manera, así que no sería sorprendente que fueran bastante insensa-

tas, porque el amor es insensato ¿Desearías que fuera insensato, una tercera vez? Sí,

ambos lo deseamos, pero deberá ser breve. Niccolo, no hay nada que considere más

importante que el hecho de amar, y nada mejor que el hecho de ser amado por los

hombres más dignos de amor. Quizás, a veces, no diga toda la verdad, por culpa delamor; pero acerca del amor no puedo sino decir la verdad.

Sin embargo, el amor no me engaña cuando he formulado un juicio antes de haber

amado. El amor obnubila el juicio que le sigue, no el que le precede. A veces, el amor

no ve nada, a veces demasiado ¿Cuál es el propósito de todo esto? Bien lo sabes.

Porque, como el más amoroso de los hombres, eres experto en asuntos de amor.

Encomiéndanos a mi Giovanni Cavalcanti y a mí mismo a Lorenzo de’ Medici. Y cuida

de su salud, celosamente, porque es la vida del estado.

Adiós.

21 de marzo de 1473.

Florencia.

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^demasiado difícil. Pero no sería muy difícil, Panezio, si desearas vivir bien, tan ardien-emente como deseas vivir.

H i 70

L i b e r a u x o i s   l a u s , e l e e m o s in a e   l a u s  

A l a b a n z a   d e   l a   g e n e r o s i d a d  , a l a b a n z a   d e   l a   l i m o s n a

Marsilio Fiemo al magnánimo Lorenzo de’ Medid: saludos.

Diré lo que siento, mi querido Lorenzo, aunque pueda parecer blasfemo; pero, en rea-

idad, lo que es verdad no es blasfemo, porque no hay nada más sagrado que la ver-

dad. Por eso diré, libremente, lo que siento.Dios, Lorenzo, Dios mismo, se vende. Pero ¿con qué moneda se le puede comprar? Al

predo que Él paga por los demás: esa es la generosa caridad que tiene para con lospobres. Dios, en Su inmenso amor, otorga, con liberalidad, todas las cosas a todos los

hombres, aunque Él tan sólo las concede a los pobres, porque todo hombre, por rico

que pueda parecer, es un indigente en reladón con Dios.

Tan sólo podemos comprar a Dios, mereddamente, mediante la práctica de esta virtud,porque sólo así podemos, verdaderamente, actuar como ÉL Nadie, ya sea sabio, pode-

roso o moderado, podría jactarse de emular a Dios. Estas virtudes son sombras, que no

copias, de las divinas virtudes; únicamente, aquel que da generosamente a los pobresactúa exactamente como Dios, porque, en el hecho de dar, él principio es é    mismo,

anto para el hombre generoso como para Dios. Afortunado es, en verdad, el mercader

que por tan insignificante suma se libra de sus enemigos que son sus imperfecciones y,al mismo tiempo, compra a los hombres y a Dios. Aquel que es valioso ante los hom-bres y ante Dios, nunca será pobre Aquel que en medio de grandes riquezas reflexiona con frecuencia en lo que significa serjaobre^unca lo será, porque desde la cimacontempla la pobreza con compasión. Un hombre de poca envergadura no puedehacer cosa mejor que ascender a las alturas con humildad. Un gran hombre no puede;hacer nada mejor que descender a los más bajos lugares, con magnanimidad. Lasdemás virtudes benefician, en gran parte, tan sólo al hombre que las practica, pero lagenerosidad beneficia al que la practica y a los demás y, puesto que su relevancia esmayor que la de las demás virtudes, se considera por ello la más excelente. Cuantomayor alcance tenga una buena acción, tanto más se asemejará a las de Dios. Si hacer^>|5(i l l eo de lo a to o e o t a io a la atu ale a del bie y o t a la

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sociedad humana, debemos considerar que hacer el bien es el mejor. Las demás virtu-

des pueden, en ocasiones, despertar la envidia; la generosidad tan sólo enciende al 

amor y extingue completamente el odio y los celos. Esta virtud opera más plenamente 

cuando socorre al hombre; a los necesitados, a causa de su infortunio, y a los que la 

merecen, en virtud de su mérito.

Por tanto, siembra, querido Lorenzo, siembra te digo, afortunado labrador, como así vienes haciendo desde hace tiempo, este árido páramo de la humanidad con buena 

voluntad, y ella, finalmente, no sólo rebosará de fruta y vino, sino que también fluirá 

con leche y miel. Pero aunque se dice que la palabra humana se deriva de humus,ωel 

principio que rige la siembra entre la humanidad es distinto de aquel que rige la siem-

bra en la tierra. El hombre que siembra en tierra pobre malgasta la semilla, pero aquel 

que siembra entre los hombres que son pobres, con certeza, actúa con un buen pro-

pósito, y cosechará el ciento por uno, según fue prometido por aquel que no miente, y lo que es aún más precioso, de cien semillas cosechará al único Dios.

Pero ¿a cuento de qué viene todo esto? Cuando oí que durante esta Semana Santa 

habías ofrecido tanto a los pobres, de manera tan compasiva y, en verdad más de lo 

que sueles hacer, no deseaba ser mezquino al alabar la caridad que has ejercido tan 

generosamente y, si se me permite decir, tan pródigamente.

12 de abril de 1474.

Florencia.

Nu l l a  v i r t u s   be n ig n it a t e  a ma bil io r  

N i n g u n a   v i r t u d   e s   m á s   a d o r a b l e   q u e   l a   a m a b i l i d a d

Marsilio Ficino a Niccolo Michelozzi, un verdadero hombre: saludos.

Sjilorar resultara femenino, Michelozzi, confieso que soy el más femenino de los hom-

bres.'Talia01me otorgó esta sensible naturaleza, pero nuestro Lorenzo ha hecho que sea 

aún más sensible. Porque lloro con tierno gozo, o con no sé qué extraña emoción, 

cuando considero, como con frecuencia hago, cuán cumplidor es nuestro Lorenzo para 

con Dios, cuán grande es su compasión con los pobres, y su amabilidad para con todos 

los hombres.

Pero cuanto más amable es para con los demás, menos amable es con su Marsilio; por-

que, todos los días, por su amabilidad, o más bien diría por su falta de amabilidad

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extrañamente encanta y cautiva a este hombre infeliz. Y al tiempo que disipa las ||||¿

 jn as en los demás, en m í las pro voca . Cuanto m ás ard ientemen te le am o, más se aleja

Tú, el más amante de los hombres, recuerda a Lorenzo que ame al hombre que una

vez amó y, cuanto antes, se aproxime en presencia, tanto como lo ha hecho en amor.

12 de abril de 1474.

V e r u s  a m i c u s   n o x   e g e t   a b s e n t i a  , u t  m a g i s   d e s id e r e t u r  

U n  v e r d a d e r o   a m ig o   n o   n e c e s i t a   e s t a r   a u s e n t e   p a r a   s e r   m á s   d e s e a d o

Marsilio Fidno al magnánimo Giuliano de’ Medid: saludos.

Ü discurso moral que ofreciste hace a lgún tiem po, e n una reu nió n vespertina, movió

a tus amigos a las lágrimas y al arrepentimiento por sus pecados; algunos gritaban,

mientras que otros se golpeaban el pecho con las manos. Se dice que Antonio, el poeta

toscano, palidedó y cayó, como si hubiera sido golpeado por la muerte. Poco tiempo

después te dirigiste hada las montañas de Mugello,a) de modo que, de la misma mane-

ra en que casi haces perecer a A nton io co n tu pre senda , ah ora perderías a Marsilio contu ausenda iCuán ingrato eres! En otro tiempo te compadedste de tus más crueles ene-

migos; ahora, ni siquiera muestras consideradón con tus amigos.

Pero quizás decidiste pasar un os días en d cam po, co n d fin de parecer, cuando vol-

vieras, más deseable y más cortés tras tu rústico retiro. Porque como sabes, el apetito

surge dd hambre y la admiradón de la novedad Pero ni tú ni yo necesitamos de esa

medicina, sagaz Medid, porque ¿qué puede parecer más cortés que la cortesía misma,

o más deseable que d deseo?

Te lo ruego, desecha esas medicinas, pues so n m uy irritantes para d padente, e inne-

cesarias para d doctor. Amigo mío, hay a quienes se echa mucho de menos en su

ausenda, pero son menos deseables cuando su presenda es cotidiana. Pero con la gra

dosa fluidez de tu presencia no se sada mí sed, sino que, todos los días, se inflama. Al

tríenos, mientras pases tu tiempo con nuestro Angdo, Giuliano, abraza a Marsilio con

tus palabras; acarídale con tu lengua, Giuliano, o bien muérdele. Prefiero ser devorado

¡ por Giuliano que rechazado.

ujxx  Benedetto de Pistoia te envía mil saludos.

Ó

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Quis d i v e s   in iu s t u s   s it , q u i s   i u s t u s  

E l   h o m b r e   a c a u d a l a d o   q u e   e s   i n j u s t o   y   e l   q u e   e s   j u s t o

Marsilio Ficino a Angelo Poliziano, el poeta homérico: saludos.Dios ha ordenado que todas las aguas del mundo sean comunes para las criaturas de

las aguas, y toda la tierra para las criaturas terrestres. Tan sólo esa infeliz criatura, elhombre, dividió lo que Dios había unido.

Él confinó su dominio, vasto por naturaleza, a estrechos límites. Él introdujo en el mundo

«lo tüyo» y do mío», el origen de toda disensión y todo mal. Por eso, Pitágoras^ indicó

con recto propósito que, entre amigos, todo debe ser común. Platón*3 indicó lo mismo a

los ciudadanos. Así pues, aquellos que son ricos deberían ser considerados como muyinjustos si, a causa de su orgullo, olvidan a Dios, el generoso dador de toda riqueza.

También se constituyen en amos de aquellos que viven en la pobreza, y se consideran

poseedores de la riqueza cuando, por el contrario, son ellos los que están poseídos por

su riqueza. Por otra parte, hay hombres justos y felices que, dotados de grandes rique-

zas, se consideran servidores de Dios, protegen a los pobres y reparten su riqueza.

¡Qué joven tan afortunado eres, al haber encontrado, recientemente, a tales hombres

por patronos! También yo tengo, desde hace mucho tiempo, a tales hombres por patro-nos ¿Te sorprenderías, Angelo, si te dijera que por la ausencia de mi Giuliano me sien-

to muy infeliz? Porque ahora que se ha ido, si no fuera porque Matteo Franco adere-

za mi tedio con su ingenio, perdería el gusto por mi propia compañía o me apresura-

ría a acercarme a las dulces flores y aromas de Giuliano de’ Medid. En cualquier caso,

Poliziano, difícilmente podré confinarme aquí durante tres días.

Marsilio Ficino a Angelo Niccolini, hijo del distinguido abogado Ottone, y distinguidoheredero del arte de su padre: saludos.

mal pintor, sino un mal hombre. Así, un buen pintor no es lo mismo que un hombre

lURISCONSUITI BONITAS ET DIGNITAS

L a    b o n d a d   y   d i g n i d a d   d e l   a b o g a d o

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bueno. Eso es evidente,  p o r q u e h a y u n a g ran d ife r en c ia en tre la   bondad y la pintura.

Y lo mismo se aplica al resto de las artes. Pero un abogado q u e h a c e  un uso ilegitimo

dé la ley es un mal a b o g a d o y u n m a l h o m b r e ; m ien tra s que un a b o g a d o  honrado lo

s también como hombre  y  como ciudadano. La r e l a c i ón  entre la profesión del hom-

bre de leyes ysu v ir tud es a s í d e e s t recha .

Aquel que falsifica una moneda, algo de muy poco valor, extraída de las entrañas de

a tierra es,  como sabes, castigado por la ley humana, con el más severo castigo. Del

mismo modo, i cuán severamente es castigado, por la divina ley, el hombre que corrom-

e la más preciosa de las leyes, que nos ha sido enviada del cielo!

or eso te estimo, mi Angelo, porque haces un uso legítimo de la ley. Persiste en ello,

lo ruego. Con noble corazón, rechaza amenazas y sobornos; Dios todopoderoso, que

el hacedor y señor de la ley, así como su fin y recompensa, no te abandonaráersevera, amigo mío; puedes estar seguro de que tendrás incorruptibles riquezas en

ios, Devado es, asimismo, el oficio de abogado entre los hombres. El es el defensor de

s ciudadanos en su conjunto, el oráculo general del estado, y el intérprete de la mente

voluntad divinas.

diós. Saluda a tu, o mejor, a nuestro Renato Pazzi, un ciudadano justo e ilustrado.

75 ^ 8 ^ 3

Di g n t i a s s a c e r d o t i s  

La  dignidad del  s a c e rdo t e

Marsilio Ficino al sacerdote Pace, profesor de Derecho Canónico; saludos.

iccardo Angiolieri, el distinguido teólogo, y yo, con frecuencia hablamos de la digni-

ad del sacerdote Concluimos, finalmente, que después de Dios nadie es más virtuoso

ue un ángel bueno, y nada más pernicioso que uno malo. Así, nada en el mundo es

más justo que un sacerdote honorable, y nada más vergonzoso que uno infame. El pri-

mero es la salvación de la religión y de la humanidad; el segundo, su destrucción ¿Qué

s un verdadero sacerdote, sino un alma dedicada a Dios? Un ángel de Dios que repre

enta a Dios, realizando Su trabajo entre los hombres; Su templo vivo. Aquel que haya

^ ^ ^ ^ ?rec ta m en te la dignidad del sacerdocio, no abusará de ella. Consideremos,

que significa ser un verdadero sacerdote. Es, ciertamente, ser casi como

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No n   c u i l ibe t  d a n d i  s u n t  s a c r i  o r d i n e s  

Las órdenes  s ag r adas n o  deben  o to rga r s e a  quien  no   l as mer ezca

Marsilio Ficino al obispo Mariano de Cortona: saludos.

Nuestro Sebastiano Salvini, mi sobrino, acudió a ti con el deseo de profesar en la terce-

ra de las órdenes s a g r a d a s , y creo que será aceptado. Como quiera que no conoces al

hombre, pero sí sabes que aquello que es sagrado no debe darse a los perros, tal vez dirás:

«Marsilio, el hombre que detente tan altas fundones deberá ser letrado, obediente para con

Dios y justo con los hombres ¿Quién asegura que este joven tiene tales cualidades, o quién

es su garante?» En primer lugar replico, reverendo padre, en palabras de Sócrates, que de

igual manera que a una vasija, aun  hombre se le conoce por su sonido. Por eso Sócrates

decía a todo el que se acercaba a él y permaneda silendoso: «Habla, extranjero, de modo

que pueda verte», porque él consideraba que tan sólo el alma es el hombreé

Por otra parte, si estuvieras versado en el arte de Zópiro,C) quizás añadiría que deberías

considerar sus características naturales. Pero el Maestro de la Vida nos prohíbe juzgar

a un hombre por sus apariencias. Preguntas ¿quién es su garante? Tienes a Marsilio

¿Deseas alguno de mayor sustancia? El obispo de Volterra es su garante. El joven fue

educado por ambos.

Nu l l a   6^n s o n a n t i a ^v í ag i s   d e l e c t a t , q u am c o r d i s   et   l i nguae 

Ninguna  armon ía  produce mayor  del eit e que  l a  del  corazón  y l a  lengua

Marsilio Ficino al magnánimo Lorenzo de' Medici: saludos.

El abogado florentino Bastiano Foresi te envía su poema titulado El Triunfo de las virtu-

des sobre los vicios;  un trabajo merecedor de tal título. Lee el poema, Lorenzo, y recibe al

poeta; porque también en su alma, las virtudes triunfan sobre los vicios. No hay dis

cordancia más ofensiva que aquella que pueda haber entre el corazón y la lengua, ni

armonía que pueda ofrecer mayor deleite.

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D e  o f f ic io   c iv is  

Del  deber  de  un  c i u d a d a n o

Marsilio Ficino a Piero dd Ñero: saludos.Dime, Piero, ¿por qué me golpeó la fiebre tan repentinamente, después de atacar a tu tío

Bernardo? ¿Acaso es porque aí estar ambos tan próximos, cuando la constdación Canícula

arroja sus llamas sobre uno, también prende fuego al otro? Que tu tío se recupere con

prontitud de modo que lo mismo ocurra con Marsilio o mejor, con d fin de que Florenda

pueda gozar de mejor salud Si siempre contara con médicos como d que tiene en este

Media, nunca llegaría a estar seriamente enferma. Tales hombres desempeñan debidamen-

te la fundón de ciudadanos, sin los cuales la salud dd país no estaría protegida.

Es d deber de un dudadano considerar al estado como una sola criatura/0 constitui

da por sus dudadanos, que son las partes; y la parte debe servir a la totalidad, no la

totalidad a la parte. Porque cuando tan sólo se procura d beneficio de la parte, no hay

ningún benefido ni para la parte, ni para d todo. Cuando, por d contrario, se procu-

ra d benefido de la totalidad, d bien de ambos está garantizado. Por tanto, a causa de

tal conexión, d dudadano debe recordar que ninguna cosa, ya sea buena o mala,

puede afectar a un miembro dd estado sin afectar a los demás y, en verdad, al estado

como a un todo. Y aún más, nada puede sucederle al cuerpo dd estado sin que, a no

 j tardar, afecte a cada uno de sus miembros.

Así pues, no permitas que en este hogar que la dudad es, se diga: «Esto es mío», y «aque-

llo es tuyo», porque todo en ese vasto organismo pertenece, por así decirlo, a todos en

comúa Mejor que digan: «feto y aquello son míos», no porque sean su propiedad per-

sonal, sino porque lo aman y cuidan de dio. Que todo hombre ame y reverencie supaís como lo haría con d fundador de su estirpe Que d dudadano corriente obedez-

ca las antiguas y bien probadas leyes, dd mismo modo en que obedecería a Dios, por-

que tales leyes no se hubieran estableado sin Dios. Que d magistrado recuerde que él

está sujeto a las leyes de la misma manera que el dudadano ordinario está sujeto á  

magistrado. Que comprenda que cuando juzga, él mismo está siendo juzgado por Dios,

Que siempre contemple el precepto de Platón, de no cuidar de sí mismo, sino dd esta-

do; y no tan sólo de una parte dd estado, sino de su totalidad. En resumen, deberíasaber que el más devado lugar en d délo está reservado para el hombre que ha hecho

|5ÉShto estaba en su mano para moddar su patria terrenal a semejanza de la celestial

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Creo que conoces estos y similares preceptos relacionados con el verdadero ciudada-

no, y espero que los observes, pues no careces de instrucción ni de prudencia. Además,

tienes en casa un competente maestro en esta materia, acerca de cuyos méritos escribi-

ré en otro momento.

Adiós. Nuestro Giovanni Cavalcanti te saluda.

Qu id   es t   b e n e  v iv e r e  

En   q ué   c on s i s t e  vivir   bien

Marsilio Ficino a Girolamo Pasqualini: saludos.

Preguntas qué significa vivir bien. No hay nada cuya búsqueda sea más provechosa.

Así pues, vivir bien es comprender lo que es verdad, recabar buenos consejos, desear

lo que es bueno y realizar buenas acciones. Lo primero es una cualidad de la sabidu-

ría; lo segundo, de la prudencia; lo tercero, de la justicia, y lo cuarto, de la perseveran-

cia. Lo primero proviene de Dios; lo segundo, de lo primero; lo tercero, de Dios y del

hombre al mismo tiempo y, lo cuarto, del tercero. Viven como es propio de los hom-

 bres los que viven así. Viven como animales los que viven de otro modo.

Adiós, y vive como un hombre. Saluda en mi nombre a esos hombres piadosos, Neri

y Francesco Rinuccini.

Vo t a   n o n   s u n t  s pe r n e n d a  

La s  pl ega r ia s n o  deben   ser  menosprec i adas

Marsilio Ficino a Francesco Marescalchi de Ferrara, su distinguido compañero filósofo:

saludos.

A ú n no he terminado el libro sobre la religión cristiana, Francesco, porque durante el

mes de agosto, mientras todavía lo estaba corrigiendo, padecí de fiebre y diarrea. Tal

vez Saturno me haya desafiado así, este año. En el momento de mi nacimiento, estaba

en el signo ascendente de Acuario, y ahora está en Cáncer, en mi casa sexta.

Pero dejemos ahora los cuerpos celestes, porque hay quien trata a la ligera tales temas,

y tratemos de algo que está más allá de los cielos. Escucha lo que me ha sucedido

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durante esa enfermedad. Había momentos en los que estaba tan débil. Marescalchi, que casi perdí la esperanza de recuperarme. Y entonces, volvieron a mi mente las grandes obras que había leído durante los últimos treinta años, para ver si encontraba algo que aliviara un corazón enfermo. Con excepción de los autores platónicos, los escritos de los hombres no ofrecían ayuda alguna, tan sólo las palabras de Cristo proporcionaban 

mucho más alivio que las de los filósofos. Lo que es más, elevé plegarias a la divina 

María y rogué para que se produjera algún signo de recuperación. Sentí, inmediata-mente, una sensación de alivio, y en sueños recibí un claro aviso de recuperación. Así 

que no debo un gallo a Esculapio/0 sino mi corazón y mi cuerpo a Cristo y a Su madre. Debemos aceptar siempre, Marescalchi, que todo conduce al bien ¿Acaso durante esta 

enfermedad hubiera querido Dios advertirme por medio de una señal para que, en el 

futuro, proclamara la enseñanza cristiana con mayor celo y profundidad? Unos días 

más tarde, con parecida plegaria, desapareció el ardor de mi orina.

Escucha, si así lo deseas, acerca de otro suceso maravilloso y verdadero. Mi padre, 

Fidno, que ejerció la cirugía en Florencia y destacó entre sus contemporáneos, fue 

requerido, en una ocasión, por un labrador llamado Pasquino para curar a su hijo 

Tommaso, que se había herido gravemente en la cabeza. El médico, después que hubo 

examinado la herida incurable, pensando que sin duda alguna el niño moriría poco 

después, se fue de allí como si no fuera a volver. Los padres del niño enfermo, al que 

el doctor había abandonado, elevaron oraciones a la divina María para que curara a 

su hijo. En el momento en que estaban orando, Ficino reposaba bajo un castaño, dur-

miendo con sueño ligero, cuando apareció ante él una mujer cuyo aspecto era digno de reverenda, y le reprendió de esta manera:

«¿Por qué eres tan desagradecido para con Dios, Fidno? No das libremente lo que libre-

mente redbes de Él*. Ficino replicó: «Diariamente, doy pan a aquellos que lo necesitan.» Ella 

contestó: «Da también, generosamente, los dones de tu arte a aquellos que lo necesitan». 

Tres días más tarde, el labrador acudió al doctor para pedirle que volviera a tratar a su 

hijo. Ficino quedó asombrado, pues había tenido la convicción de que el niño moriría. 

Volvió, sin cobrar emolumento alguno, consdente de su reciente sueño y de las plega-rias de los padres, porque el labrador le había relatado qué oraciones habían ofrecido 

y a qué hora. Finalmente, el niño, que había sido desahuciado por el doctor y por el 

arte de la medicina, se recuperó totalmente. Desde entonces, Ficino elevó, frecuentemen-

te, oraciones a María, con propicios resultados para aquellos cuya salud había sido 

confiada a su cuidado. Así que diles a tus amigos que no menosprecien las oraciones,  

pues incluso Aristóteles dejó de burlarse de ellas durante la enfermedad de su yerno®

ó de septiembre de 1474.

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81  SSJK&*

 f /    N o b i l i t a s  , u t i l i t a s   e t   u s u s   m e d i c i n a e  

La  nobl eza , l a   ut il idad y  l a  práctica  de  l a  medicina  n

Marsilio Ficino a Tommaso Valeri, un destacado médico: saludos.

H e leído en la obra de Ho mero que un médico vale más que una m uchedumbre de

hombres corrientes,0’ y justamente así es; porque los sagrados escritos de los hebreos

enseñan que el poder de curar es un don de Dios, más que una invención de los hom-

 bres. «Honrem os al m éd ico, porque el Altísimo le creó por necesidad». Y, aú n más, los

gentiles consideran a los maestros en este arte como si de dioses se tratara. Ofrecían

honores ante Isis, Ap olo y Esculapio ,12 y tam bién ante destacados médicos. Dedicaban

templos a Quirón , M ac aó n , Pod alirio, Hipócrates y Hermágoras. Hipócrates lo confirma

en su carta a los abderitanos,® cuando dice que la medicina es un regalo de los dioses,que es gratuita y qu e él nu nc a aceptó rem un erac ión alguna p or su práctica. También,

en una carta a Filemón,® dice q ue la m edicina se relaciona co n la profecía, porque nues-

tro antecesor, Apolo, es el padre de ambas artes; predice las enfermedades futuras y cura

a aquellos que ya están enfermos. Así, se dice que Pitágoras,® Empédocles y Apolonio

de Tiana curaban las enfermedades, más con cantos que con hierbas,

íbjrnagc^ entendían que la mente de los enfermos debía ser purificada con enseñan-

zas y plegarias sagradas, antes de atender al cuerpo. Porque, claramente, ese arte se reci- be y practica m ediante la d iv in a gracia , ya que el alm a depende de Dios y el cu erpo del

alma. ¿Acaso no consideraban los hebreos que el arcángel Rafael practicaba este arte?

A diferencia de otros doctores, el mismo Cristo curaba a cuantos enfermos y afligidos

llevaban ante Su presenc ia, c o m o si fuera el m édico de la hum anidad, y El con fió el

poder de curar a Sus discípulos. Es por ello que reyes tales como Sapor y Giges, reyes

de los medos, Sabid, rey de los árabes, Mitrídates,® rey de los persas, Hermes, rey de

los egipcios, y M esues,'7’ so br in o del rey de D am asco, a sí co m o Avicena, que algunos

creen había sido el más notable en Córdoba, nunca despreciaron el estudio y la prác-

tica de ese arte, noble en grado sumo. Famosos filósofos, tales como Democrito, Timeo

de Locris, Platón, Aristóteles y ot ro s m uch os notables, h an escrito acer ca de este arte.

Esta carta ha dicho todo cuanto una carta puede expresar acerca de la nobleza de la

medicina. Podemos apreciar cuán útil es si consideramos que las artes que se dirigen a

procurar una vida noble parecen ofrecer escaso beneficio sin la asistencia de la medi-

cina ¡No podemos vivir bien si no estamos vivos! En este breve lapso de vida, poco se

puede lograr en lo que se relaciona con cualquier habilidad, sin buena salud; y no

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" podemos adquirir gran mérito a nte Dios n i a nte lo s ho m bre s, a m eno s q ue vivamos

una vida larga y moderada. La cuidadosa aplicación de la medicina proporciona las

máximas oportunidades de vivir una vida así Pero en la práctica de este arte debe

haber la máxima devoción a Dios y caridad hada los hombres, como el evangelista

Lucas y los divinos médicos C osm e y Damián'8' no s h an enseñ ad o co n su ejemplo.

Porque Dios es la fuente de todo bie n y, así, el verda de ro m édico es co m o un dios entre

los hombres. Les libra de la muerte, d evolv iénd oles a la vida, y p o r eso es adorado

como a un dios, induso por reyes y sabios, cuando padecen una enfermedad

Todos coindden en considerar que un médico predsa de una mente aguda, de cono

amiento y de experienda. Es evidente que su co ns id era d ón de be se r profunda y extre-

madamente cuidadosa. Pero com o H ipócrates'9' dice a lo s a bd erita no s, cuan do Un caso

se ha estudiado debidamente, la de m ora pu ede ser, en este arte, m ás dañin a que en nin-

gún otro. Sin embargo, según las palab ra s d irigidas p o r G ale no a Glau cón/10' es aún

más peligroso antidparse e interferir con el curso de la naturaleza. Pues dice que se

pierden, diariamente, m uc ha s vid as co m o res ulta do de ese error, es decir, de la presun

dón de los médicos que, o bien obstaculizan la acción de la naturaleza, o se anticipan

a ella. Aquel que no confía tan sólo en su habilidad, evitará fácilmente el error.

HipócratesülJ escribe a Dem ócrito que, a un qu e él e s y a m u y an d an o , todavía no ha

alcanzado la meta final de la medicina. Galeno dice también que hasta que no llegó a

la edad de noventa años, no llegó a comprender la naturaleza del pulso. Por encima de

todo, el médico debe recordar que el creador de la salud es Dios, que la naturaleza es

el instrumento mediante el c u a t r o s establece o m an tiene la salud, y que el médico es

el servidor de ambos. Así pues, él no p ro p or d o na la salud, sin o qu e prepara el campo

y despeja los obstáculos para que el maestro artesano pueda hacer su labor. Si preci-

pitadamente quiere camb iar y co ntro lar la co n d id ó n física, p rob ab lem ente haga ambas

cosas mal e interfiera con la naturaleza, que haría bien ambas.

Pero escuchemos a nuestro divino Platón hablar en Timeoil2)  sobre este tema, con laautoridad de Pítágoras. En verdad, el mejor de todos los movimientos es el que surge

^ d e modo natural po r^ í mismo, al ser acorde c on el m ov im iento de la m ente y del uni-

verso. El movimient6¿ausado por un agente externo es de un orden inferior, pero á  

más inferior de todos los m ovim ientos esrél qu e se p ro du ce cu an d o las partes del cuer-

po son m ovidas por agentes externos, m ientras qu e el cu erp o, co m o totalidad, está en

reposo. A sí de entre tod os los m edio s p ara lim pia r y reg ula r el cu erp o, el ejercicio es

d más saludable. El siguiente es d sua ve m ov im ien to q u e se pro du ce al ser transpor

^ r f o en un barco, o cualquier otra forma de transporte. La tercera d ase de movimien

to es útil, únicamente, bajo la compulsión de una extrema necesidad. Bajo ninguna otra

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circunstancia debe acometerle) un ho m bre de bien fund ado conocimiento, como hacen

los doctores que tienen el hábito de usar drogas y laxantes. Las enfermedades, a menos

que sean muy peligrosas, no deben someterse a la irritación de las drogas. Porque la

estructura de las enfermedades es como la de los seres vivos. De hecho, la estructura

délos seres vivos está condicionada desde el momento mismo en que es engendrada,

por Una determinada medida de tiem po. Todas las especies están sujetas a eso, y cadacriatura contiene en sí misma, desde su nacimiento, el período de vida que tiene asig-

nado, a menos que intervengan inevitables acontecimientos. Los triángulos, es decir, las

cualidades proporcionales, contienen desde el comienzo la fuerza vital de cada uno, y

permanecen cohe sion ad os p o r raz ones vitales, durante cierto tiempo. Nadie puede pro-

longar la vida más allá del tiempo fijado. La misma regla natural se aplica a las enfer-

medades. Si alguien intenta acortarlas mediante el uso de drogas, antes de que haya

transcurrido el tiempo asignado, las enfermedades menores o poco frecuentes se con-

vierten, a menudo, en graves o se extienden.

Por tanto, las enferm edades de ben ser tratadas y controladas atendiendo a la dieta, en

tanto la persona tenga m argen tem po ral para h acerlo así, para que la enfermedad que

sea difícil y peligrosa no sea agravada por las drogas. Así lo dice Platón. Los florenti-

nos alaban a nuestro Galileo porque observa esa norma. Por esta razón, también yo

alabo a Lorenzo M artellini, u n verdad ero médico, y tam bién alabaría a Tommaso Valeri

¡si no fuera porque le estoy escribiendo!

Adiós, y envía mis saludos a Antonio Benivieni, el hábil médico. Girolamo Amazzi,

nuestro delicioso co m pa ñero en d estudio de la medicina y la lira, te envía los suyos.

Una vez más, adiós.

8 2 l l t e w .

Tem p u s  pa r c e  e x p e n d e n d um  

El   t iempo  debe usa r s e  c o n  medida

Marsilio Ficino al magnánimo Lorenzo de’ Medici: saludos. . .

M i l saludos a ti, mi salvado r después de Dios, Tan pronto com o mi ma no h a po di-

do sostener una pluma, consideré que sería erróneo escribir a nadie antes que a mi

Unico mecenas..__ .

Entonces, ¿sobre qu é p odría escribir co n m ás ha bilidad? Ciertamente, si pudiera tom ar-

me esa libertad, te escribiría ahora acerca de asuntos más serios de lo habitual. Las viñas

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y el humilde tamarisco no siempre sirven.0* Pero ¿qué te impide escribir ahora, Marsilio,

sabiendo que aquel a quien escribes no sólo lo permite, sino que desde hace tiempo

así lo ha ordenado en sus propias cartas?

Durante mi enfermedad, lorenzo, nada afligía mi mente más amargamente qúeíelrecuerdo del tiempo indebidamente utilizado, y no había nada que me consolara, sino

el recuerdo de las cosas que he aprendido, aunque éstas sean pocas. Porque el alma

divina se deleita tan sólo en el divino alim ento de la verd ad, p o r m ed io del cual se nutre

y fortalece Todas las demás necedades de efímeras bagatelas no satisfacen la mente

inmortal que, por inclinación de su naturaleza, demanda lo eterno e inconmensurable.

Te suplico, por tanto,¿£jueridísimo patrono, por medio del eterno Dios, que utilices el

más precioso momento ¡SÉ tiempo, tan breve como es, sabia y prudentemente, pues,

de lo contrario, siempre te arrepentirás en vano de tu prodigalidad e irreparable des-

pilfarro. La pérdida de tiempo pro voc aba , co n frecu encia , lágrim as en Jeo frasto cuan-

do tenía odio años. La pérdida de tiempo en mi presencia, a menudo, hada suspirar

profundamente aPgran Cosimft cuando éste tenía más de setenta años.

Te ruego, opón a las insensatas preocu paciones, frív olo s pa sa tiem po s e innecesaria acti-

vidad, este dicho socrático: «¡Apartaos, enemigos impíos! iApartaos, inmediatamente,

ladrones de mi alm a no sea que me obliguéis a aleja rm e de m í mismo!». Poco a poco,

te secuestran y hacen, del gran hombre, del hombre que ha nacido parí gobernar, un

cautivo. libérate, te lo mego, de esa miserable cautividad, mientras puedas; pero sólo

podras hacerlo hoy; sé hoy, por primera vez, independiente. Créeme, no es sabio dedr:

«viviré»; mañana es demasiado tarde para viv ir; v iv e hoy. Lo qu e p ido , Lorenzo, es fácil.

Pasar una hora dedicado a una actividad co rrecta y útil, n o es difícil: h az un buen uso,

te lo mego, de una hora al día para nutrir la mente con estudios liberales, y vivé ese

 breve periodo en benefic io de ti mismo. El res to del tiem po, si así lo deseas, vive para

los demás. Como sabes, con frecuencia hay que vivir para los demás, si quieres vivirpara ti mismo. Pero haz ambas cosas por amor a Dios. Porque fuiste engendrado por

Dios, primero por Su amor, luego por tu bien y el de los demás. Dedícate raramente a

 juegos y bromas, porq ue Dios te ha asignado un papel más im portante ; en verdad

de lo que hablo, un papel muy importante. Esos falsos placeres, como el relámpago, se

desvanecen tan rápidamente que se conv ierten en su op ues to en el m om ento mismo en

d que aparecen. Pero no me hagas más promesas para mañana, prometiendo lo que ni

llenes, ni sabes si tendrás. Sí esperaras a mañana para comer o beber, amigo mío, ¿noestarías muerto en tres días? Deja que el mañana muera hoy; deja que muera de una

vez, pues de lo contrario seras tú el que muera. No hay nada más falso que ese maña-

h ñ d d l h b l l i h d d l

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Sinceramente, me alegro mucho de que tu salud se haya restablecido. Aún me alegra-

ría más si, atendiendo a tu carta, pudiera recobrar la salud de la mente que, con ante-

rioridad, disfrutaba. No desespero, gracias a tu poderosa instrucción y también a que,

como sabes, m e descarrío, n o p o r m ala intención, sino a cau sa del háb ito y de m í natu-

raleza descuidada. Pero tu pap el, co m o el del A pó stol, es ex pon er, reprend er y rogar. Ypuesto que sabes q ue tales m edios m e co nm uev en, n o ceses de aplicar sob re m í aque-

llas espuelas que juzgues más adecuadas para elevar mi degradada mente. Te lo ruego,

encarecidamente, y así lo esp ero de ti, po rq u e na die m ás desea mí bien d e m ejor man e-

ra, ni me advierte con más sabiduría.

Una vez más me regoci jo, por tu causa y por la mía, de que Dios inmortal te haya

devuelto a nosotros san o y salvo. Q ue tu v ida ha ya estado en peligro h a sido u n recor-

datorio para mí, tanto como para ti. Porque el mismo destino que hubiera disipado la

oscuridad de tus ojos , h ab ría ex tingu ido la luz en los m íos. ...Nada puede ilum inar mi

vida con semejante luz, Sino tu gozosa compañía y consejo, tan lleno de autoridad y

amor. Si eso fallara, fallaría tam bié n esa otr a p arte de m i vida, sin la cua l tod o lo demás

es nada. Ese peligro me ha recordado que debería recurrir a ti , más libremente y más

a menudo; y puesto que nuestra condición humana es tal que el ejemplo es una

influencia más efectiva que la razón, tengo intención de aprovechar mejor el tiempo y

tu compañía. El t iempo, porque no hay mañana; tu compañía, porque eres un hom-

 bre, y ni siquiera u n m om ento qu edas libre de la am enaza de la muerte.

Adiós y cuida de tu salud.

10 de octubre de 1474.

Florencia.

Nem in i r e c t e  v o l e n t i  o m n i n o  a d   bo n u m   i n t e r c l u s u s  e s t  a d i t u s

E l   ACCESO AL  BIEN ESTÁ VEDADO, COMPLETAMENTE,

PARA TODO AQUEL QUE CAREZCA DE RECIA VOLUNTAD

G/v ^ (a .C a *_  a , O

Marsilio Ficino a Niccolo Michelozzi, un hombre verdadero: saludos.

Aquellos que refutan a otro, Michelozzi, lo hacen, habitualmente, contradidéndoles.

Sin embargo, cuando L oren zo de' M ed id está plenam ente de acuerdo conmigo, enton-

b l

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inútilmente. Ahora bien Niccolo, si  nuestro patrono es un hombre tal que cuando negli-

gente: parece diligente , ¿en qué dase de hombre piensas tú que se convertiría, si estuviera

dispuesto y fuera  capaz de ser realmente diligente? Por eso, le ruego que esté dispuesto;

pero imploro a Dios que sea, p o r ello, capaz. Sin em bargo, la n ecesidad n o es tanto implo-

rar de Dios que sea capaz de ser diligente, como que esté dispuesto a ello; en primer lugar,

porque  el acceso al bien no está totalmente vedado para aquellos de recta voluntad; ensegundo lugar, porque Dios atiende a la recta voluntad más que a los ruegos de palabra

Adiós, e insta a lorenzo para  qu e sea diligente, de m o d o qu e, en breve, pueda aventa-

 ja r en m ucho a lo s la tinos en el aprendizaje , del m is m o m od o que, incuestion ablem en-

te, así es en cuanto la autoridad so bre sus ciudad anos.

Ιμ γταπο   po t io r   e s t  q u a m   l e c t i o  

I a   im i t a c i ón  e s  má s  pod e r o s a  q u e   l a   l e c t u r a

Marsilio Fiemo al m agnánimo Loren zo de’ M ed id: salud os.

D e l mismo mod o que la armo nía tiene un efecto m ás po de roso cuand o llega a nues-

tros oídos que cuando la recordamo s, y un a batalla n o s con m uev e m ás profundamente

cuando la presenciamos qu e cuan do oím os su na rrad ón , así, los h echo s notables de loshombres ilustres nos motivan en mayor medida a perseguir la virtud, y nos forman por

ello con m ayor perfecdón, q u e las pa labra s d e los ora do res y filósofos q ue debaten sobre

la conducta moral·0' Porque la naturaleza ha dispuesto que las cosas posean, en sí mis-

mas, mayor pod er que sus no m bres. Y la verd ad con m ue ve el corazó n con mayor efec-

tividad que aquello que, o bien co n tím e u n a a p ar ien d a d e verdad , o bien es totalmente

falso. Por esta razón, la im itadón del m od o de vid a s ocrá tico h a con du dd o con mayor

seguridad a m ás gente a la virtu d qu e las enseñ anz as m orales de Aristóteles. YCristo, por

Sí mismo, a través de Su ejemplo h a sido de m ay or p rov ech o para con du dr a más gente

hada una vida noble y santa, que todos los oradores y filósofos con sus palabras.

Y por eso te ensalzo, mi Lorenzo, porque aunque no desdeñas la instruedón moral,

ofreces, en primer lugar, tu persistente ejem plo, c o m o a lgo viv o; esp edalm ente porque,

desde hace tiempo, has tom ado co m o e jem plo a ese hom bre v enerable , nombrado por

decreto ofidal, «Padre de su patría>. Hablo del gran Cosimo, tu abuelo y mi patrono,

hombre que sobrepasaba a otros en prudenda, f ie l para con Dios, justo y magná

nimo hada los hom bres, de carácter temp lado , en extre m o cu idad oso con su familia, y

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aun más vigilante para con los asuntos de estado; un hombre que no vivió sólo para

sí mismo, sino para Dios y su país. De entre los hombres, ningún corazón fue más

humildécgvSin embargo, más noble que el suyo. Lorenzo, discutí con él sobre filosofía

de un modo extraordinariamente fructífero, durante más de doce años. Era tan agudo

emel debate como sabio y fuerte en el gobierno. Ciertamente, debo mucho a nuestro

Platón, pero confieso que no debo menos a Cosimo. Porque Platón me presentó el con-

cepto de las virtudes de una sola vez; Cosimo las practicaba todos los días.

No mencionaré ahora el resto de las buenas cualidades de este hombre. Cosimo era tan

celoso y cuidadoso c on su tiempo com o M idas con el dinero. Y aunque pasaba sus

días con la mayor economía y reconocía el gran valor de cada hora, este hombre, que

era cuidadoso con cada momento, a menudo deploraba las horas que había perdido.

Finalmente, siguió el ejemplo del filósofo Solón, poniendo en práctica la filosofía de

modo excelente y en la totalidad de 'su vida, in dusd en los asuntos más críticos;

poniéndola en práctica aún mejor cuando pasó de este mundo de sombras a la luz. Y,

cómo tú sabes, piles estabas allí, po co después de qu e hubiera terminado de leer el libro

de Platón Sobre el origen de las cosas42* y el más alto bien,6) murió, com o si en ese

momento bebiera profundamente de ese bien del que había gustado en el debate.^

Adiós, y del mismo m od o que Dios creó a C osimo co m o u n m odelo del universo, mol-

déate según el modelo de Cosimo. En verdad, has empezado a hacerlo así

Du r a t e , e t  v o sm e t  r e bu s   s e r v a t e s e c u n d i s  

Resist id y reservaos para  t iempo s mejores

Marsilio Ficino a Francesco Salviati, arzobispo de Pisa: saludos.E l pasado verano, te escribí un a carta instándote vivamente a que tuvieras fe. Dejé muy

daro que no has nacido para Cosas pequeñas o mediocres. Pero en aquel momento,

aparte de tu mente, tenías tus méritos en poca estima. Ahora, ¡mira! Mediante el favor

de Dios, ya has logrado cosas mediocres. Para casi todos los demás parecen ser de la

mayor importancia, pero para mi Salviati son mediocres. Así pues, de ahora en adelan-

te te esperan grandes cosas, si se ha de tener alguna fe en Marsilio, o mejor en Dios.

Es a la pa r agradable y jus to profetizar de esta manera, pues cuando la divinaProvidencia te hizo arzobispo de Pisa, me consagró como profeta No sé cuál de los

dos debe ser felicitado en mayor medida, si tú como arzobispo, o yo como profeta;

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 probablemente  ambos por iguall pues  si todo es común entre los que son amigos, si "  yo   profetizo , profetizo para ti; y  si tú reinas, tú y yo   reinamos juntos,

fe deseo  buena  suerte, y te ruego tengas el mayor cuidado con  tu salud. Porque, gradas

a t¿ veo  que  el  sacerdocio en Florenda, muerto desde hace tiempo, será, en breve, revita

Ezado. Esta  carta no puede  describir cuánto y cuán a menudo nuestro Giovanni

Cavalcanti se regocija conmigo por este acontecimiento. Permite que tu mente lo condba.

Vna  vez más  te deseo lo mejor, hombre afortunado.

DIVINITAS ANIMI AB INVENTIONE

La  d i v i n i d a d   d e l  a lma  a  partir  de  l a   insp irac ión^

i. lAWi.Marsilio Fiáno envía saludos a su Lorenzo de' Medid.

Hasta ahora, piadoso Lorenzo, sólo te he hablado de asuntos religiosos en tu templo

de la Religión cristianaHabiendo hablado así a través de Dios, consideré que una carta

era innecesaria· Hoy, por primera vez, cuando abandoné la iglesia después de reatar el

Santo Ofido, recon od que era necesaria la ayud a de un a carta.

Así puesi que mi carta se manifieste ¡Vamos, atiende! Pues hoy debes llevar mis salu-

os a Pisa, a aquel del cual depende la prosperidad de Florenda.

Qué  cosa tan extraordinaria! iEs absurdo! ¿Qué ha sucedido, mi buen Lorenzo? Hace

n momento, me paredó haber comenzado bastante bien. De repente, ahora, tras mi

aludo, se ha desvaneddo toda inspiradora Jal vez este saludo sea la totalidad de la

arta de Marsilio, más allá del cual no haya absolutamente nada que encontrar. Pero

eo que ni siquiera es un saludo estar privado de inspiradón.

No llevarás entonces nada más, pobre misiva? Por el contrario, todavía te necesitoara unas pocas palabras. Mira, entretanto he encontrado algo más que puedas comu

car, por absurdo que parezca que n o p ue do en co n tra r nad a. Espera, carta, recoge esto

mbién, porque he encontrado un tercer punto: sé que sólo me falta la inspiración,

rque habitualmente se me ocurren muchas cosas.

^bip® te apresures! Antes consid erem os un cu ar to pu nto : c o n frecuencia la pobreza

*econoce como la pérdida de la posesión de la riqueza ¿Te gustaría un quinto punto?

gumento, date la vuelta: el apetito surge y crece de la necesidad, como si fuera una

<je la abundanda, que es similar a perder la posesión misma.

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D e   pe r s e v e r a n t u  

So b r e   l a  pe r s eve r an c i a

Marsilio Fiemo a G iova nn i Altoviti: saludo s.

quellos que nos estrechan la mano o nos cogen por el cuello tiran del cuerpo, y

quellos que com prom eten los ojo s, atra en lo s sentidos. Pero h a y otro s que, a través de

os oídos y p or el sentido del oído, a rreb ata n el co ra zó n y la m en te Tú, a través de los

ídos, ¡has ganado mi corazón! En verdad, tanto ha llegado a mis oídos acerca de tu

onstancia y tus cualidades, e n pa labr as de n u estro G iov an ni Cavalcanti, que no tengo

habilidad ni el deseo de rep rimir el gran am or y respeto que te profeso.

or el mom ento, dejem os qu e esta carta, ap ro ba nd o tu co ns tan cia y animándote a la per-

everanda, pues no puede existir una sin la otra, sea la señal de nuestro amor. Aquellos

ue son prudentes consideran que un hombre no puede ser digno de aprobadón hasta

ue no haya sido puesto a prueba, plenamente, por la fortuna; y no ha sido plenamente

uesto a prueba si n o h a perseverad o h as ta el finaL La m edid a de la bon dad de la perse-

erancia reside en que, mientras otras virtudes prometen cosas buenas, la perseveranda

as logra Y cuanto m ayo r sea la dificultad m ay or s erá su m érito co n respecto a las demás.

or eso, no temas la d ificultad p orq ue las b u en as ob ras de los hom bres son muy bre-

es, pero su recom pensa es eterna. Y lo qu e es m ás, u n a m ente ardiendo vivamente ilu-

m ina la oscuridad, runde lo cong elado , sua viza l o irred ud ble y som ete lo indomable.

Adiós.

91

P r u d e n t i s   e s t  n i h i l  pr a e t e r   s a l u t e m  a n i m i b o n a m q u e

CORPORIS VALETUDINEM EXOPTARE

La  n a t u r a l e z a  de un  h omb r e  pruden t e  es  n o  desear  nada ,

MÁS QUE EL BIEN DE SU ALMA Y LA SALUD DE SU CUERPO

Ficino a su Andrea Cambiní: saludos.

 JH L y. .Andrea, m uchos m ortale s tan cod icioso s qu e to d o s los días desean muchas cosas

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lira y al canto, para evitar totalmente cualquier otro placer sensual También lo hago para disipar las molestias del cuerpo y de la mente, y para elevar la mente a las más 

altas reflexiones y a Dios, tanto como me sea posible. Así lo hago, con el poder de 

Mercurioy

Platón, quienes dicen que la música nos íue otorgada por Dios para some-ter el cuerpo, templar la mente y ofrecerle alabanzas. Sé que David y Pítágpras así lo 

enseñaron por encima de cualquier otra cosa, y creo que lo pusieron en práctica.

Ve r is s i m a   l a u s  es t , q u a e  l a u d e  d i g n a  es t  La  má s v e r a z  a l a b a n z a  es a q u e l l a  q ue  es  digna  de a l abanza

Marsilio Ficino a Giovanni Aurelio de Rimini: saludos.

Tú alabas mi lira, Aurelio, con cantos dignos de alabanza. Yo, en correspondencia, ala-baré tus cantos con la lira. Ojalá sea mi lira digna de alabanza, de modo que lo que 

dices sea cierto. Entonces, cantaré sinceramente, y ambos proferiremos la alabanza más 

sincera. La más veraz alabanza es aquella que es digna de alabanza.

Adiós.; I

F e l i c i t e r  a m a t u r , q u i  a  v i r o  a m a t u r  a m o r e  d ig n is s imo  

Es f e l izment e am a d o  a q u e l  q u e  es AMADO-po r 'el  homb r e  má s  digno  de amor

Marsilio Fidcino a Bernardo Bembo,’el oradofrveneciano: saludos.

Creía, Bernardo, que mi amor por Marsilio era tal, que nunca podría amarle Éjps de lo 

que le amo. Puesto que todo hombre ama todascf&>Jcofca5 por su propio bien y  

mismo en cada^eoSa; j§ a; sf misma'á? quien más ama. Pero, felizmente, ayer se de¿¡g||tro que mi opinión era carada, cuando comencé a amarme a mí mismo, incluso más &lo que ¿^habitual; al descubrir que tú, un hombre digno de amor por encima decuár

quier otro, me amabas, ciertamente. En verdad, en tan gran estima tengo a 8em ax^|g|jme valoro en la misma medida con la que él me valora. Siendo así, ¿quién po<$rfi| 

darme más que él, gracias al cual diariamente me agrado más a mí ntósmo^&gx 

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graten cuanto a tu amor por mí, ¿qué otra cosa podría devolverte, sino amor? Las demás

Acosas se adquieren habitualmente por el precio de otra. Pero puesto que el amor nace

por su propia voluntad, es libre, y nunca se com pra ni ¿ e vende a ningún precio que

no sea el suyo propio.

Adiós.

Florencia.

] /   De  u eg e e t  lusrrriA 

^ Sobre l a  l ey y l a   just ic ia

Marsilio Fidno al magnánimo Lorenzo de’ Medid: saludos.

Prometf a Lorenzo, en su retomo a Florenda procedente de Pisa el siete de marzo, si

mal no recuerdo, que le escribiría cuando volviera a Pisa. Habitualmente, escribo a los

amigos porque lo deseo; en esta ocasión , escr ibo po rque a sí d ebo hacerlo. Simplemente,

por cumplir una promesa, pues así lo ordena la ley. Por ello, acepta una carta justa y

legítima iNo! Para hablar con mayor veraddad, tengo que decir que cuando deseo

escribir, me veo obligado a escribir por la ley dél amor; cuando debo escribir, también

lo deseo por amor a la ley. Así pues, hoy redbirás una carta escrita por mi propio

acuerdo y de acuerdo con la ley Separar lo voluntario de lo justo o lo justó de lo

voluntario no es lo to para nadie, ni agra dable pa ra los amigos. Así pues, Marsilio,

ahora debes y deseas escribir a Medid.

¿Acerca de qué vas a escribir, fundam entalmente, y qu é dios será tu guía? iQh, salva-

don de la humanidad! ¡Oh Justida, reina del mundo! Durante largo tiempo me has

dado motivo para escribir; ahora, te lo ruego, p ro pord ónam e material, de modo que

pueda gradas a tu ayuda cumplir mi promesa con tanto éxito como alegremente laformulé, cuando así me lo ordenaste.

Esa divina leyU) por la que el universo es soste nid o y go be rn ad o, endende en nuestras

mentes, en el momento de su cre adón , la inextingu ible luz de la ley natural, mediante

a cual se conoce el bien y el mal. De la ley natural, que es una chispa de lo divino,

surge la ley escrita como un rayo de esa chispa. Además, estas tres dases de Leyes^diví-

natural y escrita, enseñan a todos los hombres lo que es la justida, de modo que

a s pecadores apenas pueden alegar completa ignora ncia co m o excu sa por sus faltas.

luces muestran al ojo de la mente que la justida es, realmente, una cualidad

^ ^ ^ ^ i ^ u e es dirigida y forta ledda por la razón, de m odo que, a pesar de ame-

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nazas y tentaciones, decida actuar tan sólo como dictan la divinidad, la naturaleza y la 

ciudadanía ¿Acaso no indica la divinidad que devolvamos a Dios, del que todo recibi-

mos, todo lo que la mente discierna, todos los deseos de la voluntad, la energía de todas 

las acciones y la recompensa de todo trabajo? ¿Qué otra cosa enseña la naturaleza, sino 

a someter las riquezas al cuerpo, el cuerpo al alma, el alma a la razón y la razón a Dios? 

Finalmente, la ciudadanía parece enseñar que todo ciudadano debe recordar que es un 

miembro del estado.® Por tanto, lo correcto es que los hombres amen su país como sí 

fuera un sólo cuerpo,® y a sus conciudadanos como miembros de ese cuerpo. Y así 

será tenido por justo, indiscutiblemente, el hombre que reverencie a Dios como a su. 

Padre y Señor, con la mayor piedad. De la manera más cuidadosa, atemperará sus sen-

timientos y emociones; amará a todos los hombres como a sus hermanos; se amará a 

sí mismo en Dios y a todos los hombres en sí mismo; se mantendrá unido a Dios con 

todas sus fuerzas y, en la medida en que le sea posible, se unirá a los demás en la divi-

na naturaleza. Así pues, es el deber de; un hombre justo dar a cada uno lo que le per-

tenece;® a aquellos que están por encima de él, honor y respeto; a los iguales, la com-

pañía propia de un familiar; y a aquellos que están por debajo de ¡J ayuda y consejo. 

Además, cuando sea nombrado por el gobierno para ocupar un puesto, siempre ten-

drá en cuenta la ley como si fuera Dios. Ciertamente, no se considerará el amo de la ley, sino su fiel intérprete y devoto sirviente.® Cuando administre la ley, castigará los 

delitos con imparcialidad y templado ánimo. Sin envidia, deberá premiar las acciones 

virtuosas de acuerdo con su mérito. No tendrá en consideración sus propios intereses, 

sino los de la comunidad. Tampoco deberá confiar en su propia habilidad sino que 

consultará en todo a los hombres ancianos, virtuosos; y prudentes. Que todo ello per-

manezca también, profundamente, grabado en su mente

Vosotros, a los que el gobernador del mar y de la fierra dio gran autoridad sobre la 

vida y la muerte, abandonad las apariencias engreídas y orgullosas; lo que cualquier 

hombre inferior tema de vosotros, con eso mismo os amenaza el Señor que está por 

encima: toda autoridad está bajo una autoridad superior.® Que sea suficiente lo dicho 

hasta aquí acerca de lo que la justicia es* de lo que es un hombre justo y de lo que 

constituye su deber.

Por otra parte, la importancia del fruto de la acción justa es muy clara; porque ni d

hogar, ni d estado, ni el ejército, ni actividad de ningún tipo, tanto si se trata de hom-

bres buenos como de malos, pueden perdurar sin una distribución justa, de acuerdo con : 

elmérito Dehecho al ser tan vital para la estructura dd mundoy significar su desapar

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apiñería n en un lugar y, rápidamente, perecerían unos a manos de otros o vivirían dis-

persos para, en solitario, ser destrozados por las bestias salvajes ¡Oh, eterno yugo dé la

raza humana! ¡La más complete cura de nuestros males! ¡Alma común de nuestra sórie^:

dad! ¡Justicia, que es la vida bienaventurada! ¡Madre y reina de la edad dorada, sublime

I Astreamsentada en trono de estrellas! A ti diosa, te rogamos no abandones tu moradaterrena pues de ser así desgraciadamente nos hundiríamos en la edad de hierro. Diosas

de los délos, te imploramos, vive por siempre en las mentes humanas, es decir, en. los

ciudadanos que pertenecen al país celestial de m odo que aho ra podamos imitar la vida

divina lo mejor que podamos, y que en ¡J futuro la vivamos plenamente.

 Adiós.

 / De  ANIMA

Sobre el  a l ma

Marsilio Fiemo a Francesco ledaldi su amigo: saludos.

Lattenzio Tedaldi tan querido para mí como amigo, como para ti lo es como hijo, me

ha devuelto en tu nombre una breve obra en la cual se exponen los puntos dé vistade algunos filósofos de Occidente sobre el alma. Ahora, finalmente, se pregunta a

Marsilio Fiemo qué piensa sobre esta cuestión.

Aunque no es mi papel dirimir debates de tal importancia, sin embargo, y puesto que

preguntan qué es lo que pienso, debo decir que los libros que he e s c r í p j l ^ |¡

Inmortalidad k las almas lo explicarán de un modo muy completo, y espero que te sean

enviados en breve. Mientras tanto, ofreceré una muy breve respuesta relacionada con

el aspecto del debate en d que están especialmente interesados.

En primer lugar, sé que mi alma es sustanda; de lo contrarío no podría comprender ni

definir plenamente la sustancia. Yo no sería más significativo que un producto dd azar,

ni podría juzgar y evaluar hasta qué punto un atributo carece de sustancia. Se que mi

lma no es corpórea, ni mortal; porque si lo fuera, no podría entender lo incorpóreo e

nmortal ni distinguirlo de lo corpóreo y mortal. Sé que es radonal; de lo contrario, no

abría qué hacer para que la razón se refiriera al alma y a otros aspectos. Sé que aun-

ue partiripa de la razón, no es. sin embargo, la razón misma, como algunos piensan;

rasí fuera, no sería capaz de alejarme de la verdad al atribuir razones a las cosas, ni

ó l di i i i t P t t l fi l l

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Del mismo modo, la razón es sustancia o cualidad. Si la razón fuera la sustancia, sería

como la existencia: todo, pe rfecto e ilimitado. El a lm a n o es de esa naturaleza; sólo Dios

lo es. Si la razón fuera una cualidad sería, indudablemente, un atributo y facultad§¡¡¡1

alma, más que el alma misma. Pero nadie sé. atrevería a afirmar que el alma es, en sí

misma, una cualidad y u n atributo, p orq ue librem ente rige el cuerpo, co nform and o su

sustancia, moviéndolo en direcciones opuestas, manteniéndolo quieto y, de algún modo,

ejerciendo ebpoder de asumir cualidades opuestas, alternativamente Así pues, ¿cómo

podría decirse qu&é$xun atributo o que es perecedera? ¡Fluye impardalmente a través de

todas través de tod as las clases de sustancias y tipos de atributos. También

se vuelve hacia sí misma, a veces p o r m edio del deseo, a veces mediante el conoo m ien

to, y por &a; razón es tamb ién la vid a misma, pu esto que se une consigo m isma y no

con algo inferior. Actúa libre del instrumento corpóreo cuando alcanza y elige lo incpr^

póreo, distinguiéndolo correctamente de lo corpóreo. Con frecuencia, resiste la indina^

don del cü ejg o y n o encuen tra allí reposó· P or otra parte, cuanto m ás se aparta del cuer-

po, con m ayor efectividad com pren de, más; Se enn oblece y m ás feliz es. Así pues, el alxraj

es ima/sükancia incorpó rea, racio na l e inm ortal, co n la capacidad de dirigir el cuerpo, I

Mucfips.de los platónicos creen que el alma precede al cuerpo,ω pero los peripatéticos

piensan que sucede lo. co ntra rio. Cre o q ue los filóso fos occidentales a los q ue alab as

son peripatéticos, aunque tú así no lo digas. Porque, como dices, debaten sobre el alma

en un bm qu ete& om o si creyeran que el cuerpo debiera reponerse antes de que el alma

fuera qéjtíá., En lo que a m í respecta, yun que a té   la pequeña alma de esta carta antes

de ceftár, sin embargo, estoy desacuerdo con ellos acerca del orden de la creación.

 Adp^procura tomar parte, constantemente, en ¡¡¡¡¡jdebates, pues de ese modo cui

Sará^de tu cuerpo' al mismo tiempo que de tu atea>: ^

Mi. amigó Gíová nní Ciy alca nti te saluda. Y, po r favor, salud a en mi n om bre a tus filótfálpS

COÑ$QLATlO  IN AMICI OBITU

" .Co n s o l a c i ó n  a n t e  l a  m u e r t e  de u n  amigo

Marsilio Ficino, el Florentino, a Bernardo Bembo, el orador veneciano: saludos.

Dirne Bernardo si tienes a bien ¿de qué te lamentas ante la muerte de un amigo? ¿Es

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muriendo, porque instante a instante tu vida pasada está muriendo. Si te lamentas de

la persona que ha muerto, ¿es porque fue malvado o porque fue bondadoso? $i fue

malvado, afortunadamente te has librado de una compañía así, y no debes lamentarte

por tal  bendición. Si fue bondadoso, lo cual así prefiero pensar puesto que es amado

por un hombre bueno y prudente, con certeza p ara él será bu en o vivir apartado de la

muerte continua del cuerpo. No es correcto estar resentido con un amigo porque dis-

ponga de tan gran bendición. Quizás te lam entes p o rqu e n o volverá s a verle más en la

forma que habitualmente le veías, pe ro ¿n o era este h o m br e tu amigo, al que amabas?

Ahora bien, ¿qué era lo que a ti te am ab a? ¿A caso n o era el alm a m isma, el alma que

también te conoció a ti? Pero tú percibiste su alma sin ninguna diferencia tanto antes

como ahora, y la percibes ahora no menos que entonces .

Quizás te lamentas de su ausencia. Pero, dad o qu e las alm as n o ocu pan espado, se

hacen presentes, no en un lugar concreto, sino en el pensamiento. Cuando no piensasen él no puedes estar triste, pero cuando piensas en él, lo cual puedes hacer cuando

quieras, inmediatamente invocas su presencia. P or tan to, n o deb es quejarte de su auseii

da, a menos quizás que aduzcas que esa no es la manera de comunicarse el alma libre

con la que todavía está aprisionada en tu cu erp o. Sep ara la m ente del cuerpo, Bernardo,

si te es posible y, créeme, inmediatamente vuestras almas se reunirán. Pero si no

puedes hacerlo, no dudes qu e ellas se re u nirá n u n p o c o m ás tarde, tanto si lo deseas

como si no. Porque si comparamos nuestra vida con nuestra voluntad, es extremada-

mente breve; si la comparamos co n la edad del m un do , n o es sino u n instante y, com-

parada con la edad de Dios, i n d u s o m e n o s q u e u n i n s t a n t e .

Adiós, y vive en Dios, puesto que sólo El es v ida etern a. Só lo El aleja la muerte y la

tristeza de la muerte de aquellos que le a d o r a n .

9 8

Le g it im i   í u r i s c o x s u u i   pa r t e s  

La   f u n c i ó n  del  v e r d a d e r o  h om b r e  de   l eye s

Marsilio Fidno a Pier Filippo Perugíno, el ilustre hombre de leyes: saludos

L o s astrónomos dicen que la facultad de otorgar la ley pertenece a Júpiter y al f§§

Cuya belleza no tiene igual en los délos ¿Acaso puede haber en la tierra algo más gf|

moso que un intérprete impardal de la justicia y la ley? ¿Qué es, por otra parte,^

 vergonzoso que un intérprete parcial de la justicia y la ley?

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Ya veo que quieres reflexionar sobre la condición y naturaleza del verdadero hombre

de leyes ¡Qué hermoso y espléndido espectáculo! Su alma es la adoración de Dios; su

espíritu es el cuidado de la ley de su país; su mente, un juicio clarividente; sus ojos y

lengua, doctrina; su pecho, poderosa memoria; su corazón, recta voluntad; sus manos,

el cumplimiento de la recta voluntad, y sus pies, perseverancia. El conjunto de todo ello, justicia y dignidad.

Pero ¿por qué describo el ideal de un hombre de leyes con palabras, mientras que Pier

Filippo, como un pintor, se retrata en su alumno Francesco Soderini, logrando así la

verdadera semejanza con el ideal mismo? Ciertamente, aunque la sospecha de halago

me impide declarar que Pier Filippo guarda tal semejanza, sin embargo, la verdad me

obliga a decirlo. Su maestro desea que Soderini sea también un hombre así. Los talen-

tos del alumno y lo que promete, así lo indican. Su padre, el distinguido caballero

Tommaso Soderini, ardientemente lo desea. Nuestro Girolamo Amazzi, su muy queri-

do amigo, lo garantiza. Marsilio Ficino así lo espera, y ruega a Dios por ello.

V e l o c i t e r   c o m p a r a t u r   q u o d   a r d e n t e r   d e s i d e r a t u r

LO QUE ARDIENTEMENTE SE DESEA, RÁPIDAMENTE SE LOGRA

Marsilio Ficino a Giovanni Altoviti; saludos.

Escribes en tu carta que tu alma anhela volar hacia mí. Pero si no tiene alas, no puede

Ni debería desear hacer lo que no puede. Si tiene alas, lo cual prefiero creer, tan pron

to como desee volar así lo hará, puesto que ni el tiempo ni el espacio pueden obstrui

las alas espirituales y eternas. Así pues, tú ya posees, si no me equivoco, lo que ta

ansiosamente buscas.

Que lo que tu tengas sea ta n v alio so pa ra mí, com o fácil de adquirir y preciosa su pos

sión lo es para ti, de modo que Marsilio pueda poseerlo, de hecho, no menos que

que Giovanni lo valora en el pensamiento.

Adiós. Nuestro Giovanni Cavalcanti ruega le recuerdes.

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Fo n t e s   po t iu s  q u a m   r i v u l o s   s e c t a r i  d e b e m u s  

Debe r í amos  bu sc a r   f u e n t e s , má s q u e  a r r o y o s

Marsilio Fiemo, el Florentino, a Giovanni Piero de Padua: saludos.

E n nuestros tiempo s ha y m uch os qu e n o so n fi lósofos, sino am antes del espectáculofilosófico, quienes, en su arrog an cia, prete nd en se r lo s m ae stro s del pensamiento aris-

totélico, aun que ha ya n o ído las pa lab ras d e Aristóteles en esca sas ocasiones y sólo por

 breves perío dos de tiem po. Inclu so as£ h a n enten did o p o co , pues n o le han oído hablar

sus propias palabras en griego, sino qu e h a n oíd o a otro ba lbu cir sus palabras en una

lengua ajena." Cuando en la plaza del mercado atraen a los jóvenes, a la multitud le

parece que saben mucho. Pero si les interrogáis minuciosamente en sus casas, descu-

 briré is lo p o co qu e sa b en de física, m en o s d e m ate m áticas, y a ú n m enos de metafísica.

Tales hom bres son tod avía niños, a un qu e teng an setenta año s, carentes, no sólo de elo-

cuencia, sino de gramática. Consideran con demasiado apasionamiento, no cuestiones

naturales o divinas, sino ciertos usos de una lengua ajena que, estúpidamente, oscure-

cen y confunden Así, esos v an os sofistas introd u cen tem as de d ebate m ás apropiados

para una reunión infanti l que para un grupo de hombres. Hablan de tal manera que

se desprecia la filosofía a ca u sa d e su discu rso, y viv en de ta l m an era qu e se censura

la filosofía a causa de sus vidas. Nuestro Platón, correctamente, no les denominaba los

esposos, sino los adúlteros de la filosofía, cuyos hijos ilegítimos, es decir, las opinionesabsurdas,0* so n en gendrad as en tre los filósofos.

Esta es la razón, am igo m ío, p o r la c u al te re co m ien do qu e n o copies las pueriles

estupideces y va n os trab ajos d e tales hom bres , qu e n o be be n de la profundidad de la

fuente, sino que sorb en de los arroy os, q u e n o siguen la lu z de la verdad, sino que loca-

mente persiguen la sombra de la opinión. Debes saber que, al final, estarás más próxi-

mo a la verdad, si t ienes gran cuidado en evitar los caminos de hombres errados.

Da mis recuerdos a nu estro Bernardo Bem bo, e l ilustre ora do r veneciano.

Adiós.

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Per ipa t et ic u s  n o n  u t  ph il o s o ph u s  es t , pe cun i am a ppet it , sed  ut  homo  Un  seguidor  de Ar i s tó te l e s n o   busc a  el  dinero  en  t an to que f i lósofo ,

SINOCOMOSER HUMANO

Marsilio Ficino al magnánimo Lorenzo de’ Medid: saludos.

T e recomendaría, calurosamente, al sobresaliente filósofo aristotélico Oliviero Arduini,

si su libro sobre Aristóteles no lo hubiera hecho ya de modo muy efectivo. Si

Aristóteles, que consideraba el dinero necesario para la feliridad, hubiera podido escri-

 bir sus libros Sin ayuda financiera, este filósofo también podría interpretar las obras de

Aristóteles sin salario. Por eso entenderás lo que Oliviero desea ¡Él es un aristotélico, no

un dhico!(I) Podrías ded r que n o .es propio de un filósofo buscar tales cosas. Sea comofuere, él no pide en tanto que filosofo, sino como hombre. Una vez que hayas accedi-

do'á prestar ayuda, ¡discutiremos si es ó no apropiado para un filósofo pedirla!

AdfóS. Lorenzo Buoníncontri de San Miniato, el poeta astronómico y el astrónomo

poeta, te envía sus saludos.

Co mm en d a t io  a   f o r t u n a  q u o n d a m  f e u c i , in n o c en t ia , s c ien t ia

UNA RECOMENDACIÓN. BASADAENLAPASADABUENAFORTUNALA INOCENCIAY EL CONOCIMIENTO

Marsilio Fidno a Donato Acdaiuoli: s a lu < ^ ^ g

T e recomiendo, encareddam ente, a los, Marsuppini, hombres que gozaron en su día

de bastante prosperidad, perQ. que están ahora iay! cp^en la indigenda, pero nunca

hasta donde mi conocim iento alcanza, resentidos. :

Desde lo más hondo de su corazón, el poeta Cario* espedalmente, te encomienda a su

hijo Cario. Si lo tienes a bien, escúchale unos^ momentos y, si puedes, escúchale con

simpatía. Te ruega que, si no fuere en virtud de tu humanidad y sabiduría, sea como

recurso a la divina misericordia, no abandones hoy a este instruido joven, que es dalma de la inocenda y la única esperanza de su padre.

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No es propio de Ja M usa conve rtirse en un mend igo, ni d e la inoc enc ia caer en la mise-ria.  A sí   pues, ioh Patrón de las Musas!, ayuda a este hijo de las Musas, quien, sin tu

ayuda, perecerá.

14 de abril de 1474.

Florencia

105

Qu a   r a t io n e   s r r q u i s q u e   l a u d a n d u s  

La   r a z ó n  de  a l a b a r  a  a l g u i e n

Marsilio Fidno al magnánimo Lorenzo de Medid: saludos.

Escribes que en lo sucesivo debería ser m ás p ar co en alaba rte. Y escribes de tal modo

que, aunque parece que me refrenas, me espoleas para que te alabe con mayor vigor.

Pero me contendré, por el momento. No debo seguir. En las cartas que te he escrito

hasta ahora Lorenzo, siempre te he alabado con el f in de propordonarte guía y, al

mismo tiempo, darte ánimo. Siempre te he aconsejado que reconozcas que todo lo que

tienes viene de Dios, que le des gradas, y que te dediques a Él incondidonalmente. Te

he animado a perseverar, porque un comienzo surge del deseo o del azar, pero la per-

severanda surge de la virtud.

Gerto es que te he alabado con una derta liberalidad en mis cartas a Niccoló,® como

si estuvieras ausente Las has leído, ya sea que me agradara que lo hideras o no, pues

verdaderamente estás tan unido a Xiccoio que consideras que lo que a él se escribe, se

escribe a Lorenzo. Tu amor por  X iccoio,  por tan to, te en ga ña a la h o ra de juzgarme, en

:®pí¿ha mayor mecida en la que mi amor por t i me engaña cuando te juzgo.

Amo a Lorenzo aún más que le alabo, y la op inió n q u e teng o de él se formó antes de

que le amara

Adiós.

ló de abril de 1474.

Florencia

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Nem o   s i n e  a m o r e , d e  a m o r e  b en e  l o q u it u r  ppIN AMÓR, NADIE HABLABIENDEL AMOR

Marsilio Ficino a Niccólo Michelozzí, un verdadero hombre: saludos.

 JM e has escrito, Nicco lp , u n a carta dé am or;, casi más que una carta de amor. Sólo un

amante, Niccolo, e scrib e cartas de a m or tan bellas. Permite que d libro entero que, en

su día, escribí, so br e el am or,, se a mi respuesta a tu carta.

Quizás escribo demasiado poco, porque en estos momentos· tengo demasiadas cosas

que considerar. He saludado a tus amigos, como solicitaste. Tales saludos no comuni-can demasiado. Prefieren sentirse bien en tu presencia, antes que les deseen d bien en

tu nombre.

Recomienda a nuestro Antonio Calderini a Lorenzo.

Ü6He abril de 1474.

Florencia.

105

P r a e c e p t a  a d  m em o r ia m  

Pr e c ep t o s para  S memo r ia ^

Marsilio Ficino a Banco, el aritmético: saludos.

Si deseas que d recuerdo de las cosas buenas sea poderoso, intenta olvidar d mal.

Merece la pena hundir los pensamientos inútiles en el río dd olvido, de modo que

retengas aquellos que sean de valor.

Evita, Banco, la embestida de las pasiones y d tumulto de la excesiva actividad y de los

pensamientos excesivos ¿Deseas pensar de manera útil? Si es así, ten pocos pensamien-

tos, y que estos sean de una dase en la que pocos piensan. Eso es lo que Pitágorasquería decir cuando afirmó: «Aléjate de los caminos principales y camina por los sen

deros»(l) ¿Por qué vagamos tan distraídamente? Es necesario sagacidad y discernimiento.

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Que te va ya bien, es decir, alimen ta bien a tu alma. Pero la alimentarás bien si la nutres,

no con grandes cantidades, sino con la mejor calidad

15 de agosto de I4 58.(4)

Fighini.

# s l ¡ I 106

V ir t u t u m  d e f in it io , o f f ic iu m , f i n i s  

La  de f in i c i ón , f u n c i ó n  y  f in  de  l a s vir tudes

\¿t  li/Csl cnrto

Marsilio Ficino a Antonio Calderini: saludos.

C o n frecuencia m e pides, A nton io, qu e te defina las virtudes, esperando quizás de mí

esos detallados análisis de los aristotélicos y los estoicos. Calderini, ese no es el sistema

de nuestra escuela de Platón. Ciertamente, el poder de las virtudes reside en la unidad,

no en la división. Así, los pitagóricos mantenían que la unidad pertenece al bien, la

diversidad al mal. Por tanto, seré muy breve en mi definición, precisamente porque es

mucho mejor practicar las virtudes que oír hablar de ellas.

La virtud es una cualidad del alma que conduce al hombre, por medio del discerni-miento, a la bienaventuranza. Hay dos dases de viftudéÉ:(1)las que se rdadonan con d

intdecto, y aquellas qu e se rd a d o n a n co n d corazón. Estas últimas pueden estar, o no,

gobernadas por la razón. Las primeras se llaman virtudes reflexivas, las segundas,

morales.® Las primeras se llaman así porque se desarrollan en la reflexión y, una vez

desarrolladas, se u sa n pa ra tal fin. Las virtudes m orales se llaman así porque se adquie-

ren con la práctica y la co stu m br e y, un a vez adquiridas, se basan en la conducta moral

y en las obras que sean de utilidad.

Entre las virtudes reflexivas está la sabiduría o contempladón de lo divino; la denda,

que es d conocimiento de las leyes naturales; la prudenda, que es la consdenda dd

adecuado orden de los asun tos pú blico s y privados; y, finalmente, d arte, que es la ver-

dadera medida en la realizadón de cualquier trabajo. Entre las virtudes morales está la

 justida, que librem ente otorg a a cada hom bre aquello que le corresponde; d valor, que

siempre dispuesto para d verda dero trabajo , no s libra de la carga dd temor y, final-

mente, la templanza, que disipa d caprichoso deseo de placer, d otro obstáculo para d

verdadero trabajo. La justicia es acompañada por la generosidad y la magnanimidad

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U f e m o s recordar que, de entre todas las virtud es h um anas , ninguna es más predosa

que el discernimiento.® C om o Plató n ob ser va en La República, para adquirirlo uno debe

ha vender todo lo demás. Porque todo es un obstáculo y nada es de utilidad al hom-

bre que no puede distinguir el bie n del mal, n i separa r el mal del bien.

¿Deseamos poseer esa facultad de discernimiento? Si es así, debemos consultar cual-

quier asunto a ho m bres de m ás edad y exp eriencia. En prim er lugar debemos consul-tar al tiempo. Pues, entre las cosas temporales ¿qué es más antiguo o más experimen-

tado que el tiempo? Pero consultamos al tiempo, si reflexionamos correcta y frecuen-

temente sobre los aco ntecim ientos del pa sado . Po rque el pasad o es el maestro dd pre

sente y del futuro. Y la reflexión sobre el futuro instruye el presente. Porque es muy

difícil tratar debidam ente lo s acontec im ien tos que se presentan, si n o se considera el fin

y propósito de cada acción. Considera lo que es apropiado y deja el resto a DiosJb

que sea que suceda, acéptalo co m o u n a ac ción de Dios. Po rqu e aquel que no acepta elgobierno divino es rechazado por Dios. Pero, puesto que Dios es el principio y fin de

todas las cosas, y p or esa raz ón hem os nac ido de Dios y no por nosotros mismos, las

cosas más arriba descritas son virtudes en tanto las practicamos^ con la intendón de

adorar, imitar y realizar a Dios. La a d ora ció n de D ios es, po r tanto, la virtud de las vir-

tudes, pero la recompensa de las virtudes es la realización de Dios.

1 0 7

An i m a e  n a t u r a  e t  o f f ic iu m , l a u s  h i s t o r i a e 

La  n a t u r a l e z a  y  el  deber  d el  a lm a ; l a  a l a b anz a  de  l a  HISTORIA

Marsilio Fidno a Jacopo Bracdolini, hijo del orador Poggio, y heredero del arte de supadre: saludos.

Los primeros disdpulos de Platón solían celebrar todos los años en la dudad un fes-

tival, en ho no r al nacim iento de Platón.® Pero en nu estros tiempos, Bracdolini, sus dis-

dpulos modernos h an celebrado d acon tecim iento, tanto en la dudad como en d

campo. Nuestro libro so br e ¡ j am or rec og e las festividades campestres en la mansión

| dd espléndido Lorenzo de’ M edid , en Careggí,® m ientras que en la dudad de Florenda

L ^ ÍK tiv a l se celebró, con gasto s prin dpescos, a carg o de Francesco Bandini, hombre deexquisitos talentos y mente noble.

Yo estaba entre osotros cuando tú Bindacdo Ricasoli nuestro Gío anni Ca alcanti

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Ra t i o  d o c e n d i, l a u d a n d i, v it u per a n d i

Los PRINCIPIOS DE LAENSEÑANZA, LAALABANZAYLACENSURA

Marsilio Fícino a Lorenzo Lippi, el retórico: saludos.Entiendo que haber estudiado a los oradores griegos y latinos te ha llevado a enseñar

a tus alumnos a recordar siempre que no debe ganarse a la audiencia por lo que es

agradable, sino por lo que es correcto. Porque aquel que reivindica lo justo logrará su

pretensión con mayor facilidad, y además tendrá a la Justicia por patrona. Que sea cui-

dadoso con su propia integridad, porque si la vida de un hombre es una mentira, su

discurso le devolverá la mentira. Las acciones tienen mayor peso que las palabras, y el

orador que más profundamente se conmueva, conmoverá a los demás más profunda-mente, mientras que el hombre que canta una melodía y toca otra con su lira, ofende

al oído. La divina música es la verdadera armonía de pensamiento, palabra y obra.

Cuando se trate de alabar o censurar a alguien, tus alumnos deberán recordar que la

naturaleza de la materia, del tiempo y del espacio es vasta; por tanto, nadie es tan sabio

y bueno que no se pueda encontrar con otro que sea más sabio y mejor ni, por otra

parte, nadie puede ser tan insensato y malvado que no haya otro que sea más insen-

sato y malvado. La alabanza debe ser, pues, otorgada con parquedad, y la censura conmayor moderación todavía; adem ás, mediante la alabanza deben animar e instruir. No

hay asesino más implacable que el adulador que hace todo lo que está en su poder

para matar el alma. Por tanto, más que alabar a las personas, alabemos las virtudes y

a Dios, la fuente de todas las virtudes. Tal es el papel del verdadero filósofo. El otro es

el camino del adulador. Que censuren la falta, lo cual es un acto propio de un amigo,

sin inculpar al hombre, pues ésta es la acción de un enemigo. Es el mal lo que deben

detestar, no a los hombres. Que estudien, no cómo injuriar a los hombres, sino cómoapartar el vicio.

Que estudien para ser bondadosos, más que instruidos, porque la erudición genera

envidia, y la bondad la destruye. La bondad es más útil aJoshombres y más grataa

Dios que la erudición. También es más duradera. Se olvida más rápidamente lo que

rápidamente se aprende que aquellos principios de conducta que hemos establecido

mediante una ardua práctica diaria. El saber en sí no aporta cosas de mucho valor y,

en cualquier caso, duran poco tiempo, mientras que la bondad es eterna y conduce ala realización de Dios. Por tanto, siguiendo el ejemplo de Sócrates, aconseja a tus alum-

nos que hagan uso de los conocimientos humanos para despejar las nubes de los

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desaparecido, inmediatamente verás el oro puro. Cuando se hayan dispersado las nubes,

verás el claro firmamento. Entonces, créeme, te reverenciarás como si fueras un eterno

rayo del divino sol y, aún más, no te atreverás ya a emprender, ni siquiera a contemplar,

ninguna acción vulgar o indigna en tu propia presencia. No hay nada que pueda per-

manecer escondido de Dios, pues sólo El revela lo que es revelado. No hay nada en ti

que esté escondido para la mente, la eterna imagen de Dios que vivé en todas partes.

Así como el venerable semblante de un monarca de antaño inspira un temor reveren-

cial, de la misma manera, siempre y en todas partes, debes reverenciar la maravillosa

presencia de Dios, el rey de todos, y de la mente, la reina del mundo físico. Así pues,

Pitágoras impartió correctamente la instrucción de «Hónrate a ti mismo» Q Pero aquel

que, en presencia de sí mismo, no se avergüenza de pensar en cosas indignas, y per-

mite que el alma, que es por naturaleza divina, sirva al cuerpo, su sirviente, y arroja

esa divina perla en el fango, tal hombre ignora su propio valor, y no ha considerado

esa divina expresión: «Le hiciste un poco inferior a los ángeles»,® y lo que a esas pala-

 bras sigue. Y continúa: «Yo he dicho: vosotros sois dioses, y todos vosotros sois hijos

de lo más Alto»(4) ¡Ay, mentes ignorantes! ¡Ay, corazones ciegos! Os lo ruego, despertad

de tan profundo sueño; volved algún día a vosotros mismos, os lo suplico. Porque vol-

viendo a vosotros mismos, viviréis felices ¿Por qué habéis estado durante tanto tiem-

po mirando al suelo, hombres divinos? ¡Mirad had a lo alto, dudadanos del país celes-

tial, habitantes de la tierra! El hombre es una estrella terrenal, envuelta en una nube,

pero una estrella es un hombre celestial.

¡Oh alma! Eres grande, si las pequeñas cosas no te satisfacen. Eres virtuosa, cuando el

mal te desagrada; eres hermosa, cuando evitas lo que es ruin. Eres, verdaderamente,

eterna, cuando otorgas escaso valor a lo que es transitorio. Siendo así tu naturaleza, sideseas descubrirte a ti misma, te ruego que te busques donde tales cosas se encuentran.

En verdad, lo que es grande tan sólo se encuentra donde no se impone ningún límite;

lo mejor, donde la adversidad no alcanza; lo más hermoso, donde sólo la armonía exis-

te; y lo eterno, donde no hay imperfección.

Por tanto, búscate más allá del mundo. Para hacerlo así y llegar a ser tú misma, debes

volar más allá del mundo y mirar hacia atrás para verlo. Porque estás más allá del

mundo, al mismo tiempo que él está en ti contenido. Sin embargo, crees que estás enel abismo del mundo, simplemente porque no disciernes que vuelas sobre los cielos,

sino que ves tu sombra, el cuerpo, en el abismo. Es como si un niño que, indinándo-

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'  Así pues,  abandonando los estrechos limites de esa sombra, vuelve a ti mismo; porque

así retomarás a la amplitud Recuerda q ue h a y un inco nm en su rab le espacio en el espíri-

tu, pero en el cuerpo podría decirse que hay una infinita constricción. Todo esto puede

comprobarse, en verdad, po r el he ch o de q u e los núm eros , qu e s o n semejantes a la natu-

raleza del espíritu, aumentan sin íúnite, pero no disminuyen de la misma manera; mien-

tras que hay un límite a la expansión de lo físico, no lo hay para su reducción.®

 ben dos cartas  suponiendo qu e do nd e ve n do s cue rpo s de be ha b er también dos

voluntades. Pero Bandini, quien, p o r a sí d ecirlo, tien e o jo s de lince, percibiend o tan sólo

una, escribió una carta a u no solo . E n s u carta , califica a M ar silio de inm ortal y divi-

no, pues no considera su en voltura ca m al, sin o q u e llega a v e r al ho m bre interior, su

alma misma, la cual, otorgada p o r D ios a l ho m b re , es inm or tal y divina. ¡Oh Bandini,

cuán penetrante eres! Porque en un m om en to d e in tu ició n pe rcib es lo que, en primer

lugar, me llevó diez años descubrir, a través de largos y tortuosos caminos, y luego

cinco años escribir en cerca d e d iec ioc h o libros.® El c o m ie n zo de este trabajo empieza

a revelar, paso a paso, la d ivin a na tu rale za del alm a q u e tú par ece s ya entender.

Empieza con estas palabras: «Si al H om bre , q u e co n su inq uieta mente, su débil cuer-

po y múltiples deseos, lleva e n la tierra u n a vid a m ás d ura q u e las mism as bestias, la

naturaleza le hub iera asigna do u n a v ida tan lim itad a co m o a otras criaturas, ningún

animal tendría una su erte m ás triste qu e éL P ero n o es p o sib le qu e el Hombre, que

mediante la ado ración de D ios es la cria tur a q u e m ás se ap ro xim a a Dios, la fuente de

a felicidad, sea la criatura m ás infeliz d e to d as . P o r eso , s ó lo tra s la m uerte del cueipo

e puede alcanzar la m áx im a felicidad; y d e ello, ciertam ente , se dedu ce que, cuando

nuestras almas abandonan esta prisión, alguna medida de luz perdura».®

o o dejemos eso, Bandini; continú a con sideran do , en la m edida qu e puedas, la naturale-

a interior de todas las cosa s.  A s í  nunca caerás en §¡ engaño. La mera visión de la super

j| £ 3<Sb revela som bras y sueño s. El ce n tro es la piedra an gu lar y la sustancia de las cosas.

ho nr am os tan p ron to co m o te fu era p osible. H ace tiem po honraste al divino

l g j p y sus seguidores con m agnífico estilo. C on tu p rom esa, no s has honrado ya.

D e   d iv in it a t e  a n im i  a c   r e l i g io n e  

Ac e r c a  de  l a  divinidad  del  a lm a  y  s o b r e   l a   r e l ig ión

Marsilio Reino a Francesco Bandini; saludos.

C u an d o los demás escriben a M arsilio F iem o y a su Acates, G iova nn i Cavalcanti, escri

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Porque cuando un hombre veraz, como Bandini, hace una promesa, ya la ha cumplido.

Adiós.

Co n s o l a t i o   in   a l i c u i u s   o bit u  

Co n s o l a c i ó n  a n t e  l a  muer t e de  un a   per so na

Marsilio Ficino dirige palabras de divino consuelo a Antonio degli Agli, el teólogo y

obispo de Volterra.

S i fuera apropiado con sola r a alguien que puede consolar y, de hecho, consuela a otros,

te escribiría ahora una carta de consuelo ante la muerte de tus hermanos. Sin embargo,

no consolaré a Antonio; le suplicaré. Yo te imploro, reverendo padre, por Dios mismo, vida

de todas las vidas, que n o cuides tanto de la mu erte terrena de tus hermanos, com o de su

vida celestial. Ni debes seguir tu propia voluntad tanto como la divina, cuya inmediata

aceptación es, en verdad, el ún ico deber, la verdadera sabiduría y la suprema felicidad. Los

acontecimientos que so n ineludibles y desfavorables para algunos, son voluntarios y favo-

rables para el hombre que se somete a la voluntad del gobernante universal

Pero ¿cómo he podido ser tan insensato ofreciendo medicinas a Hipócrates? Médico,

cúrate a ti mismo, o mejor, entrégate al cuidado de Dios, pues muy bien sabes que no

hay remedio contra el veneno de la muerte terrena excepto el ardiente amor y la con-

tinua contemplación de la vida celestial, y de la vida que está más allá del délo.

Adiós.

28 de abril de 1474.

Florencia.

Co n t r a  m e n d a c e s   e t   im pío s   d e t r a c t o r e s  

Co n t r a  men t i r o s o s  e  impío s  c a l umn i ad o r e s

Marsilio Ficino a Bernardo Pulci:(l) saludos.

Dices que tu hermano constituye una gran desgrada para ti , porque todo el mundo

le considera mentiroso e indigno de confianza. No puedo negar que es un mentirosoel hombre que hace uso de una lengua venenosa, y de una pluma tan irreverente como

insolente contra la divina majestad, que es la verdad misma. Así pues, nada afirman los

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do que consiste en la agudeza y deleite de los sentidos, puesto que ese estado es falso,

fugaz y lleno de ansiedad. Las diversiones frivolas no satisfacen el alma, que, por incli-

nación natural, busca cosas más refinadas.

Se dice que algunas de las buenas cualidades de la parte racional del alma son natu-

rales, tales como un intelecto agudo, la memoria y una voluntad vigorosa y dispuesta.

La felicidad no es nada de eso, porque si se hace un buen uso de ellas son, en verdad,

 benéficas,pero si se usan mal, son nocivas. Otras buenas cualidades déla parte racio-

nal del alma, tales como las virtudes morales y reflexivas, son adquiridas ¿Se encuen-

tra la felicidad en la conducta moral como creían estoicos y cínicos?** Ciertamente no,

porque la práctica de las virtudes morales, tales como la moderación y la paciencia,

conlleva esfuerzo y dificultad. No encontraremos la meta que pretendemos alcanzar

mediante el esfuerzo, sino en el reposo y, sin embargo, estamos constantemente ocu-

pados en procuramos el disfrute del ocio, y emprendemos combates para vivir en paz.

Además, la recta conducta no se busca por s í misma, sino que se'hace uso de ella como

de una medicina, para purificar y calmar la mente. Tampoco es la paz epicúrea® la meta

última. Pues la finalidad de una mente quieta es la contemplación de la verdad, de la

misma manera que la de un cielo límpido es reflejar la luz del sol

¿Reside entonces la felicidad en las virtudes reflexivas, tales como la contemplación de la

verdad? Ciertamente, así es. Pero hay, por así decirlo, diferentes dases de contemplación:

sübcdestial, celestial y supracdestiaL Demócrito tuvo como métanla primera de ellas.

Ahaxágoras no estaba satisfecho con aquella, porque lo cdestial es superior a lo subce

leStial, y él estaba dispuesto a encontrar satisfacdón en la contempladón de lo celestial

porque, según decía, había naddo para contemplarlo y d délo era su hogar Sin embar-

go; Aristótdes discrepaba de dio,® porque la consideradón de lo supracdestial le parecía

más meritoria. Pensaba que la féliddad consistía en la más elevada actividad dd más alto

dé los poderes, dirigida al propósito más devado. El alma atrapada en este cuerpo consi-

dera estas cosas de una manera, y d alma libre, de otra. Aristótdes creía que d hombre

que sé encuentra en d primero de esos estados es feliz, pero nuestro Platón lo negaba,

pues la consideradón de lo divino está, en esta vida, mediatizada siempre por la incerti-

dumbre dd intdecto y la inestabilidad de la voluntad Así, según Platón, la verdadera feli

eidad es aquella propiedad dd alma que, cuando está libre dd cuerpo, contempla lo divi-

no® Se considera que los ángdes y Dios son divinos. Avicena y AlGazzali mantenían

que el alma es feliz al contemplar a los ángdes. Los platónicos lo rebaten por dos razo-

nes. La primera es que está en la naturaleza de nuestro intdecto buscar la causa de lascosas, y después, la causa detrás de aquella causa. Por esa razón, la búsqueda dd intdee

to sólo cesa cuando descubre la causa tras la cual no hay causa alguna, sino que es día

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misma la causa de las causas, y ésa es sólo Dios. La segunda razón es que el deseo de la

voluntad no puede ser satisfecho por ningún bien, en tanto creamos que hay algún otro,

más allá; por tanto, sólo se satisface con ese bien tras el cual no hay ningún otro ¿Qué

otra co sa puede ser éste; sino Dios? Es por ello que tan sólo en Dios puede la búsqueda

del intelecto y el deseo de la voluntad llegar al reposo. Por tanto, la felicidad del hombre

reside tan sólo en Dios, de lo que se deduce que nada puede reposar sino en su propia

causa Y puesto que sólo Dios es la causa real del alma, ésta sólo en Dios reposa Pero ya

debatimos sobre estas cosas m ás plenamen te en la Teolog ía de la inm ortalidad de las almas,® 

Sin embargo, hay dos actividades del alma en su relación con Dios, pues ve a Dios a

través del intelecto, y se regocija en Su conocimiento a través de la voluntad. Platón

llama a la visión ambrosía, al goz o, néctar, y al inte lecto y la v oluntad , alas gemelas con

las cuales podemos volar h a d a Dios, c om o h a d a nu estro padre y nuestro hogar. Según

dice, esa es la razón por la cuaL cuando las almas puras asdenden al délo, se alimen-

tan en la divina mesa de am bro sía y néctar.00’

En esa felicidad, el gozo supera la visión. Pues así como se alcanza más mérito ante

Dios en esta vida al amaiie que al buscarle, así en la otra vida la recompensa es mayor

por amar que por buscar.?Íenemos mucho más mérito por amar que por buscar, por

muchas razones. En primer fugar, porque nadie en esta vida conoce, verdaderamente,

a Dios. Sin embargo, un hombre ama a Dios sin que importe cómo le conoce, si des-

preda todo lo demás por Su causa. En segundo lugar, de la misma manera que es peor

odiar a Dios que ignorarle jjjj es mejor amarle que conocerle En tercer lugar, pode-

mos hacer un mal uso del conocimiento de Dios, a causa, por ejemplo, del orgullo. Pero

no podemos hacer un mal uso de nuestro amor por ÉL En cuarto lugar, d hombre que

busca a Dios no le rinde tributo, pero aquel que le ama, hace a Dios entrega de sí

mismo y de todo lo que posee. Por eso. Dios Se da al amante, más que al investigador.

En quinto lugar, para investigar a Dios empleamos mucho tiempo para hacer un

pequeño progreso, mientras que amándole hacemos grandes progresos en poco tiem-

po. La razón por la que d amor une la mente con Dios más rápida, estrecha y firme-

mente que la cognkión es que d poder de la cognición reside, fundamentalmente, en

hacer distinciones, mientras que d poder dd amor reside en la unión. En sexto lugar,

alamar a Dios, no sólo experimentamos un mayor gozo que  buscándole, sino que nos

hacemos mejores personas. Por estas razones, podemos conduir que la recompensa

por amar es mayor que la que obtiene la búsqueda humana.

||^y^3jpaodd amante gozar y regocijarse en d amado, porque ése es d fin dd amor, mien- 

ver es propio d d investigador. Por eso, d gozo supera, en un hombre feliz, a la ^^TOQcAáemás, deseamos ver para regocijamos y, por d contrario, no buscamos d regó-

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|ppg^g& propio. Por tanto, el disfrute del más alto bien parece ser una propiedad de la

 jlikfittad. más que del intelecto. Hcese del movimiento, que es la felicidad, pertenece

^ pfeawe^te a la voluntad, puesto que ésa es la finalidad dd movimiento desde que

^fie se inida. El intdecto, que comprende las cosas, no tanto a través de la naturaleza

de éstas como en virtud de la suya propia, atrae las cosas hacia sí y, por esa razón, no

paede decirse que conmueva d alma. Puesto que la voluntad desea percibir las cosas

como son, atrae d alma hada las cosas que están fuera de sí misma y, por tanto, la

voluntad es d origen dd movimiento. Además, d cese de todo movimiento es extemo

al alma, pero está .finalmente conectado con el alma, en tanto que forma. Gradas a la

voluntad, d alma se regocija intensamente en d cese dd movimiento, porque aquel que

trabaja merece su recompensa. El anhdo y d impulso de alcanzar d bien y de evitar el

mal están basados en d deseo, por dos razones: en primer lugar, porque la voluntad

recibe de Dios una mayor recompensa qué d intdecto, de modo que disfruta de El más

plenamente y, en segundo lugar, porque d poder de discernir la feliddad pertenece a la

voluntad Cuanto más ardientemente ama un hombre, más feliz es, en tanto que se tien-

de hada la sustancia misma de la fdiddad ¿Qué más podríamos añadir? Puesto que

son más aquellos que aman a Dios ardientemente que los que le conocen daramente,

¡ j camino dd amor es más seguro para la humanidad y mucho más satisfactorio para

el infinito bien, que desea darse a sí mismo a tantos como sea posible.

Así pues, la fdiddad se alcanza mediante la voluntad. Y, de nuevo, ¿qué más? El movi-

miento libre es la propiedad de los seres radonales y, dado que d hombre es libre, puede

trascender cualquier límite para lograr todo aquello que merece, de modo que pueda ele-

varse más allá de la bienaventuranza de algunos de los ángdes; en verdad, podemos ele-

vamos por encima de dios amando y regocijándonos, más que aprehendiendo. Por tanto,

conociendo a Dios, reducimos Su medida a la capacidad y comprensión de nuestra

mente; mientras que amándole ampliamos nuestra mente hasta d inconmensurable

aliento de la divina bondad. Mediante lo primero, reducimos a Dios a nuestra escala;

mediante lo segundo, nos devamos hada Dios. Porque nuestro conocimiento tiene la

misma medida que nuestra capacidad para comprender, pero Le amamos no sólo en la

medida en que Le perabipaos, sino hasta donde podemos concebir Su divina bondad

.Rendiéndose más allá de lo que daramente podamos ver. Cuando, vdada y débilmen-

te, invengamos en ia profundidad de la infiñitud de Dios, nuestro amor arde cálida y

^^Eftffltfmente. de la misma manera que nuestro gozo. La visión  no es la medida de!

gozo, como algunos creen, porque aquel que ve poco, puede amar mucho y viceversa. 

finalmente el mayor bien para el alma es aquello que la satisface pero no queda real

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del alma es creada y limitada por distintos grados de perfección, como así ocurre cond alma. Sin embargo, el alma nunca se satisface con los bienes creados y perecederos.Así pues, la visión no es el mayor bien. El alma se satisface con el Dios al que ve, másque con el hecho de verle. El disfrute del bien en la percepción sensorial no se produ-

ce, realmente, porque el bien mueva el sentido, sino porque el sentido queda afectado,toma hada el bien, y se disuelve en ese bien que se presenta ante él Ese giro y disoluqón espiritual es deleite, como ya explicamos en nuestro libro sobre el deleite.00 Así

induso para la mente que ha sido, por así dedrlo, separada del cuerpo, el disfrute deDios no surge primordialmente porque Dios se revele a la mente, que en cualquier caso

¡8 un acto de Dios más que nuestro, sino que surge porque la mente se toma hada

Dios, y eso es gozo.

No debe pensarse que el alma se vuelve hada la visión de Dios para reposar en ellatan sólo, sino que se toma hada el Dios que ve; desea la visión por lo que en ella se

ve, lo cual se une al alma como forma. De igual manera, no hay deleite en el gusto de

un sabor, sino en el sabor que se ha gustado. El anhelo no tiene como objeto algo ima

ginariofsino real; de no ser así, el deseo se calmaría al recordar o imaginar el bien cuan-

do está ausente. La visión de Dios es imaginada en nuestro interior y, como antes dije,

es limitada. Por esa razón, un acto de voluntad, cual es el giro hada Dios y la disoln|p

don de lo sustancial en el Dios infinito, participa más de lo infinito que un acto delintelecto, que es la concepción de Dios de acuerdo con la capaddad de la mente Por'}

tanto, Dios es el mayor bien. La bienaventuranza es el disfrute de Dios, y disfrutamos 1

de Dios mediante la voluntad. Por medio de la voluntad nos dirigimos hada Dios

amándole y, al regocijamos, nos expandimos y nos tomamos hada EL

Las diferentes almas sé regocijan en distintas virtudes y diferentes ideales de Dios, y

cada una sobresale en aquella virtud en la que, particularmente; se ha deleitado en esta

vida y la cual ha practicado hasta el máximo de su capaddad. Todos los hombres, sin

embargo, disfrutan de Dios en su plenitud, porque Él se encuentra en cada uno de esos

 f   Ideales en toda su plenitud, mas los hombres que mejor poseen a Dios son aquellos

que tienen el mejor ideal de ÉL Cada hombre entiende la plenitud de Dios según su

capaddad, y le disfruta según su amor. Por esa razón, como dijo Platón, no hay envi

. dia<en<d coro del Cielo.ü2) Puesto que la mayor feliddad estriba en poseer el objeto de

nuestro amor, quienquiera que viva en posesión de aquello que ama, vive contento y

satisfecho. Porque cuando dos amantes comparten entre ellos su gozo, cada uno repo-sará satisfecho en la posesión del amado, y ninguno de ellos se preocupará porque el

otro pueda amar a alguien más hermosq Aún más aunque a Sti respecto algunos tie

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dimite de su capacidad de modo que no desea nada más allá. Permítaseme añadir que 

cualquier hombre que por amoroso deseo se rinda a la voluntad y orden de la divina

justicia, se rinde del mejor grado.

S'aíma dichosa jamás podrá ser apartada de Dios. Porque eso no puede hacerse por

la fuerza ¿Dónde está la fuerza que pueda emplearse sobre un alma que éste arropada

por el infinito poder de Dios? Tampoco el alma se retirará voluntariamente, porque la

voluntad no se mueve si no es por razón del bien, y una vez que ha penetrado en

aquello donde reside, enteramente, el principio del bien, y lo entiende, jamás se move-

rá hacia ninguna otra cosa. Y puesto que es la naturaleza de la bondad dirigir la fuer-

za del deseo hada sí misma, el bien infinito así lo hace eternamente. Y aún más, pues-

to que la voluntad encuentra reposo en cualquier cosa en la medida en que la consi-

dere buena, en el bien infinito encuentra infinito reposo. Pero si el alma, que induso

cuando está condidonada por los movimientos del cuerpo, elige la feliddad que estálibre de todo cambio, tanto más lo hará cuando esté libre de todo movimiento.

Tampoco pueden las partes inferiores del alma apartar a las más elevadas de este esta-

do, pues lo inferior se rendirá a lo más elevado para siempre, cuando el alma sé tome

hada la infinita existenda de Dios.

Finalmente, si alguna vez el alma tuviera que abandonar ese estado, o bien el alma no

sería consdente de ello, en cuyo caso al ignorar a Dios no podría ser feliz o, por el con-

trario, será consdente de ello, en cuyo caso tampoco podría ser feliz, porque estaría

enferma y atemorizada. Por tanto, aquel que halla la felicidad en Dios, la encuentra para

siempre Lee felizmente, feliz Lorenzo, lo que tu Marsilio Ficino ha escrito aquí acerca

de la feliddad, mucho de lo cual tú ya has descubierto. El tema sé ha tratado ¡||¡¡¡j mente como corresponde a una carta, y más detalladamente en los libros sobre el Amor

y sobre Teología.115'

Fin. Alabado sea Dios.

Adiós.

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l ió   5X3"

Or a t io   a d  Deum   t h e o l o g i c a  

Una  pl egar ia   t e o l ó g i c a  a  Dio s

Marsilio Ficino a un querido amigo y hombre admirable, Bernardo Rucellai: saludos.

con los hombres, nada me es más querido que hablar contigo. Dios, nuestra guía en la

vida y la fuente de nuestra amistad, siempre oye lo que te digo. Tú vas a oír ahora

lo que, con frecuencia, digo yo a Dios. Elevo a Dios, todos los días, esta plegaria,

Rucellai, de manera que ilumine mi mente y fortalezca mi voluntad. Y a veces, haz tú

también uso de ella, a menos que conozcas una mejor, porque no hay nadie a quien

yo desearía más que Dios favorezca, que a ti. En una ocasión oí a Lorenzo de’ Medid,

levado, supongo, de cierto frenesí divino, cantar plegarias semejantes con la lira/" Pero

escucha, ahora, la plegaria misma.

¡Oh ilimitada luz, que a Ti misma Te observas, y todas las cosas ves en ti!

¡Oh visión infinita, que, irradiando, todo lo iluminas con tu luz!

¡Oh ojo espiritual, al que únicamente, y por el que solamente, los ojos espirituales ven!

¡Oh vida inmortal de aquellos que ven!

¡Oh bondad plena de todo lo que vive!

Tú satisfaces todos los deseos de Tus amantes. Solo Tú, Dios, enciendes en nosotros el

deseo de todo aquello que es bueno. Solo Tú eres todas las cosas buenas. Te lo ruego,

purísima luz, Te lo ruego, por Tu mediación despeja la nublada visión de la mente, de

manera que yo pueda verte, porque Tú incendias mi helado corazón, y por eso estoy

sediento de Ti. Ensancha mi estrecha visión, de manera que pueda verte cuando alzasmis ojos abatidos, para que miren hacia lo alto.

Porque, cuando me elevas, Tú penetras mi ser más recóndito ¡Oh, profundidad de las

profundidades! ¡Oh, lo más elevado de entre lo elevado! ¿Qué es lo que penetra mi más

recóndito ser? ¿Qué es lo que alza lo más elevado que hay en mí? Son, ciertamente, los

milagrosos rayos de Tu sorprendente bondad y belleza que, de forma maravillosa y

eternamente, derramas en nuestras mentes, almas y cuerpos. Por estos medios operas

en mí, aunque yo no sepa de ello; por estos medios, única majestad, m e atraes, m e co m -

peles, me consumes totalmente ¡Ved ahora, ved! Voy hacia Ti, apresuradamente, sin

aliento, oh belleza incomparable. Pero ¡ah! este Tu amante renquea atolondradamente.

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Ρ .ppe lastima! Este hom bre desgraciado irenquea! Extiende Tu m ano santa hacia el que

Renquea, oh mi esperanza, te lo ruego. Te imploro, condúcele, pues Tú atraes; acógele,

Tú capturas; refréscale, pues Tú quemas; regocíjale, pues Tú atormentas. Haz feliz

pXjgaen te pertenece, oh gozo magnífico, oh fuente de todo gozo. Porque sé que todo

lo que deseamos únicamente se encuentra en Ti, o mejor, es sólo a Ti a quien desea-

mos. Si nos gusta esto o aquello de entre las cosas buenas, no es, ciertamente, por esto

o aquello. En realidad deseamos esta o aquella cosa buena a causa de la bondad en

¿Has. Si el agua de la salvación, que fluye a través de todas las cosas, brota del único e

inagotable manantial de bondad, e inunda generosamente todas las cosas, ciertamen-

te, anhelamos beber de esa misma fuente de bondad.

Oh, eterna fuente de todo aquello que es bueno, Te anhelamos en todas partes. Y por

eso nuestra sed no es saciada por este o aquel bien, ni por ambos juntos si, realmen-

te, vemos que d bien mismo está por encima de ambos. Y que solo Tú, Dios nuestro,que sólo Tú sacies ésta ardiente sed. Tú, digo, la bondad en todas las cosas, a no ser

que permitas que Tus adoradores té anhelen, durante tanto tiempo, en vano. Oh mente

suprema, tan lejos dd olvido, oh suprema sabiduría, sin rastro de ignorancia. Nada de

lo que en Tu sabiduría has creado sé oculta ante Ti. No desprecias ninguna de las cosas

que has creado, gradas a tu generosa voluntad . Y eres Tú qu ien todo lo crea ¿Acaso no

cuidas, plenamente, de la menor de las criaturas que hay sobre la tierra, induso de

aquellas a las que nada les importas? ¿Acaso no cuidas de las cosas más nimias, las ali-

mentas y las satisfaces?  ¿Acaso sólo nos desprecias a nosotros, que somos los únicos

sobre la fez dé la tierra que no desprecian Tu majestad? ¿Acaso permites que estemos

siempre vagando sin reposo, nosotros, que somos los únicos que confiamos en que

sólo encontraremos d reposo en Ti? Que la mezquina ingratitud esté lejos del más alto

bien. Que d engaño esté lejos de la más elevada verd ad ¡Ay! Nos engañas a nosotros

que somos desvariados, en verdad nos engañas, si nos hieres con Tus flechas y nos

obligas a suspirar por Ti todos los días. No curas nuestras heridas si Tú haces que

abandonemos las cosas temporales para servirte y, sin embargo, no las sustituyes por

las cosas eternas. Nos engañas sí has ordenado que aquellos que cdosamente Te ado-

ran lleven una vida más desgradada que las bestias que viven sobre la tierra, y no les

reservas una vida más feliz, en d más allá. Pero eso es lo qu e nos tienes destinado, de

# manera que estamos llenos de esperanza, oh salv ador del m undo, única seguridad

y refugjo de la raza humana, en quien existe todo aquello que es bueno para d hom

.^hre, sin quien nada de lo que existe es bueno.

De la misma manera que la perfecta claridad de Tu íntdígenda ilumina nuestra inteligen

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da en ninguna otra cosa que no sea Tuya; de la misma manera que Tu ardiente amor

endende nuestro deseo de amarte y a nada lo une que no sea a Tu amor; así Tu eterna

vida, constantemente, renueva nuestra vida en ella. Y nosotros, que estamos dotados con

la inteligencia de los inmortales, y somos capaces de regir a los mortales, estamos, en pri

mer lugar y principalmente, hechos para la vida inmortal. Y, en virtud de todo ello, la

mente, unida con la eternidad es, temporalmente, apartada del sufrimiento temporal Y

comparte lo eterno en la medida en que somete los deseos por lo temporal Por eso, cada

una de las actividades del alma conecta con la eternidad según su propia manera; la

voluntad por medio de la disposición; la inteligencia, por medio de la comprensión;

la vida, viviendo. La eternidad, que abarca las menores actividades del alma, ya la ha aco-

gido en su primera acción, como vida. Y así, ioh, el mejor padre!, tanto por ley de heren-

cia, como gracias a Tu don, nos harán, algún día, partícipes de Tu bienaventuranza.

Pero, Te lo ruego, permite que la compartamos ahora. Te lo rogamos, si esa es Tu volun-

tad, permítenos compartirla ahora. Si no es aún Tu voluntad, porque no somos dignostodavía, al menos no permitas que quedemos enredados en las falsas atracciones de

este mundo, ni sucumbamos a sus amenazas y desgracias. Ten piedad de nosotros,

Tú, el más tierno de los padres, ten piedad de Tus hijos, cuida de aquellos que son

Tuyos. Te lo rogamos, cuida de lo que es Tuyo y restablece a aquellos que Tú has cre-

ado; sólo de Ti hemos nacido, porque solamente Tú puedes satisfacer nuestra mente y

nuestro corazón, por medio de la pura verdad y bondad. Por eso, ten piedad de Tus

hijos perdidos en el bosque, llenos de temor, tan lejos del país celestial. Te lo rogamos,ten piedad de nosotros, que Te pertenecemos, que, errantes, Te anhelamos día y noche,

como nuestro padre y nuestra patria; porque en el propio país hay paz y verdadero

 bien, mientras que en el exilio hay ansiedad, falso bien, y verdadero mal. Parece que,

en la vida, estamos a salvo de los males por poco tiempo, y que también por un breve

período de tiempo, probamos la verdadera bondad y paz, sólo cuando mediante la

decisión de la mente o el espíritu de devoción nos abrimos paso hada Ti.

Líbranos, querido Padre, de lo que nos ha separado de Ti, durante tanto tiempo; des 1confianza, desesperación, e indiferenda. Devuélvenos, Padre querido, lo que nos une a

Ti: verdadera fe, firme esperanza, y ardiente amor. Devuélvenoslo, oh luz de las luces y

vida de los que viven, porque si estamos separados de Ti y abandonados a nosotros

mismos, nos hundiremos, como aquellos que están muertos y sumergidos en la oscu-

ridad exterior. Que nosotros, que hemos vivido para Ti, con devoción, vivamos ahora

para Ti, espiritualmente, en la medida que seamos capaces. Que moremos en Tu mismo

ser para siempre. Que en Ti brillemos y nos abrasemos, que resplandezcamos y goce-mos. Que nos regocijemos sin fin, más allá de la medida de nuestros deseos.

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Que, sin distracción alguna, amemos Tu infinita belleza. Que, sin hartura, gocemos eter-namente de Tu infinito bien.

vocado. Confieso que es tanto lo que te debo, que podría olvidarme de mí mismo antesque olvidarme de ti Pero era consciente de que estaba fuera de lugar escribir acerca de

trivialidades a un hombre atareado. Deseaba que sucediera algo importante en relacióncon tus asuntos que me impeliera a escribirte una carta, congratulándome, y así lo

esperaba todos los días.

Ya veo que todavía no ha sucedido nada que corresponda a mi deseo y sea digno detus méritos. Confia en Dios, SalviatL Sé que no has nacido para albergar propósitosinsignificantes o vulgares. Así pues, procura tener un buen corazón y, como acostum-

 bras, un espíritu fuerte. Lograrás grandes cosas si tu espíritu es fuerte. Ciertamente, Dios,

en su demencia no decepciona la esperanza de los fieles.Pero ¿por qué habría de lamentar la muerte de Piero, nuestro Cardenal?01 El Dios

inmortal no nos abandonará aunque un mortal lo haya hecho. Aún más, en mi opi-nión. Piero murió joven y próspero, quizás para no morir viejo y desgraciado. Indusoaunque la prolongación de la vida permita, a veces, reformar el carácter, es a menudo

la decadenda o el final de anterior prosperidad Un hombre ha vivido una vida plena,amigo mío, si, con independencia de cuanto tiempo haya vivido entre los hombres, ha

hecho los mayores méritos ante Dios. Un hombre que no haya hecho sufidente pro-greso en entendimiento y virtud, aunque haya vivido den años, no ha vivido sufiden-

te. Finalmente, para ser breve, nadie vive larga v felizmente, sino aquel que vive parala eterna feliddad

Adiós, amigo mío. Recuerda siempre lo que Dios ya ha traído, con frecuenda, a tuque no debes confiar ni en la fortuna, ni en los hombres, ni debes servir a nadie

salvo a ÉL que a nadie sirve, que jamás engaña ni puede ser engañado, que de nadaUC&rece y que no tolera que a los suyos les falte de nada,

nuevo, adiós. Nuestro Giovanni Cavalcanti te saluda.

QUOD SOLI V1RTLTI DEOQUE CONFIDEx NDUM e t  s e r v i e n d u m

Se debería  c o n f i a r  y   s e r v ir   s ó l o   a   l a  v i r t u d  y  a   Dio s

Marsilio Ficino a Francesco Salviati: saludos.

S i alguien piensa que la causa de mi prolongado silendo ha sido el olvido, está equi-

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Qu a l is   debe a t  e s s e   imit a t io  

De  l o   q u e   l a   imitación  de  l a  na tu r a l e za  deber ía  ser

Marsilio Ficino a Braccio Martelli: saludos.

H e leído el discurso de Bernardo Nuzzi, el retórico, al ilustrado y magnífico Lorenzo

de’ Medici. Parece que nuestro Nuzzi lleva algún tiempo bebiendo de Cicerón y digi-

riéndole. Porque en ese parlamento se hace evidente una maravillosa transformación;

Nuzzi se ha convertido en Cicerón y Cicerón aparece como Nuzzi. Al parecer, una

transformación semejante tuvo lugar entre Homero y Virgilio, así como entre Aristóteles

y Teofrasto.Continúa, por tanto, como alumno de nuestro Bernardo, porque él es un distinguido

retórico y, permítasenos añadir, un hombre excelente. El está, de antemano, convenci-

do de lo que enseña para que otros lo impartan.

Adiós.

Sa e pe  m a g n a   e s t   l a u s   q u a e   br e v is   est  

Co n   f r e cuenc i a , l a  a labanza , cuan to  más noble , más  br eve  es

Marsilio Ficino al orador Bartolomeo Scala: saludos.

H e leído los diálogos Camaldolenses de Cristoforo Landino.01 En esos libros, él entra

en el santuario de Virgilio, imita a la perfección los diálogos de Cicerón, y retrata, feliz-

mente, a un hombre feliz. Lee esos libros, sé que experimentarás lo mismo que yo.

Adiós. Pero Marsilio, ¿por qué alabas a Cristoforo tan brevemente? Porque posee una

cualidad que no puedo describir.

Una vez más, adiós.

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Qui f a v e t   b o n i s   s i b i   f a v e t

Aq u e l   q u e   f a v o r e c e   a   l o s  h o m b r e s   bu e n o s   se   f a v o r e c e  a  s í mismo

Marsilio Fidno al magnánimo Lorenzo de Medid: saludos.

Q ue la paz sea contigo. Si favoreces a Pace, ese bondadoso y docto sacerdote, tam-

 bién me favorecerás a mí. Porque cuando se hace algo por un hombre bueno y un

amigo, se hace también por mí

Adiós.

Q u a e   STT ΡΕΙΤΠΟ ET c o m m e n d a t i o   iu s i a  

U n a   ju s ia  s o l i c i t u d  y   r e c o m e n d a c i ó n

Marsilio Fidno al magnánimo Lorenzo de Medid: saludos.

 jMuchos buscan obtener de ti inmereddos honores, pero Gregorio Epifanio merece

mucho más de lo que pide Induso, aunque sea un gran amigo mío, le recomiendo más

por su virtud que por su amistad Pues β es un amigo por su virtud.

Adiós.

122

I n s t i t u t io   ET a d m o n i t i o   b r e v is   e p i s c o p i  

Br e v e   i n s t r u c c i ó n  y  c o n s e j o  a   u n  o bis po

Marsilio Fidno a Giovanni Niccolini, arzobispo de Amalfi: saludos.

Recuerdo que cuando todavía eras un niño y visitaste nuestra Academia con tu muy

«udito profesor, Cherubino Quarquaglí, te aconsejé que tan pronto como tuvierasU lp á d adecuada, estudiaras las sagradas escrituras y leyes, y luego te ordenaras.

Recuerdo que tu padre, Ottone. el distinguido abogado y caballero, también repetida

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hombre distinguido en la Iglesia, y la fisionomía indicaba que serías digno de tu sacer-docio, tanto en cuanto al saber, como en la conducta.

Ahora, lo más excepcional es que, a tus veinticinco años, gracias al favor principesco y

a una guía afortunada, hayas sido designado arzobispo de Amalfi. Por ello, mi buenGiovanni, felicito de corazón a ambos; a ti como arzobispo y a mí como profeta, por-

que has cumplido mi predicción, no sólo como astrónomo, sino aún más como jisio

nomista. Por medio de la promesa de la astronomía puedes tener acceso al Vicario de o

Dios, y mediante la promesa de la fisionomía puedes acercarte a Dios mismo.

Tan sólo resta que desempeñes con éxito tu cometido, el cual, con la ayuda de Dios,

has asumido con tanta fortuna y a tan temprana edad. Con certeza tendrás éxito en tu

empresa, si recuerdas siempre que eres un hombre y que aquello que no hubieras con-seguido sin Dios, sin Él no podrás gobernarlo con éxito, ni poseerlo con felicidad. Si

seriamente te dedicas a su atención con una mente piadosa y obras excelentes; si en

todos los asuntos consultas con hombres de mayor edad y experiencia; si eliges, no lo

placentero, sino lo correcto, no lo que el sentimiento irracional falsamente lisonjea, sino

lo que la cuidadosa valoración de la razón permite; y si recuerdas que el verdadero

pastor debe ser tan superior en virtud que sea un modelo de todas las virtudes para

su rebaño, pues de otro modo las faltas del pastor infectan el rebaño y los defectos del

rebaño reflejan el deshonor y la destrucción sobre el pastor.

Pero ¿hay alguna necesidad de que Marsilio instruya al arzobispo? Las epístolas de Pablo,

d Apóstol, ya le han instruido suficientemente, como sus escritos y carácter evidencian

Adiós, hombre afortunado. Saluda de mi parte a tu tío Paolo, un hombre recto y pru-

dente.

La u s   P h i l o s o p h i a e   o r a t o r i a  , m o r a l i s , d ia l e c t i c a  , t h e o l o g i c a  

Al a b a n z a   o r a t o r i a , m o r a l , d i a l é c t i c a  y  t e o l ó g i c a  de  ia T i l o s o f í a í

Marsilio Ficino a Bernardo Bembo, abogado y caballero, orador veneciano, distingui-

do por su saber y autoridad: saludos.

alabado la Filosofía, la cual siempre he estudiado con tanta devoción. Giovanni

Cavalcanti mi Acales me hizo la misma pregunta hace unos días Mi respuesta es en

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ptómmío, objeto de alabanza por su parte, pero la Filosofía, invención de Dios, está

¡& c f ío más allá de la elocu encia; en segund o lugar, al cantar la alabanza de cada una

délas artes y actividades he honrado, en verdad, a la Filosofía, inventora y señora de

todas ellas. En verdad, tan sólo mediante sus poderes y principios podemos rendir a

cada una de las artes el honor que le corresponde, y consideramos que son dignas de

alabanza en tanto compartan la virtud y dignidad de la Filosofía. Pero, puesto que estanuestra madre y nodriza requiere de nosotros, de vez en cuando y con perfecta justi-

cia, un lenguaje adecuado, co n tu consen timiento, com encem os ahora.

Alabanza oratoria de la Filosofía

iOh Filosofía, guía de la vida, buscadora de la virtud, azote del vido! ¿Qué seríamos, en

verdad, oiál sería la vida de los hom bres, sin ti? Has engendrado ciudades, reunido a los

hombres que estaban diseminados en la hermandad de la vida; les has unido, primero

en moradas, luego en matrimonio, luego en la comunión de lengua y escritura. Fuiste la

inventora de las leyes, señora de la conducta de los hombres y de la disdplina. Pero

¿adonde conduce esta extraña divagación? No se cómo inidé un cántico cuyo tono es

tanto retórico como ciceroniano^ Tal melodía puede resultar dulce, pero puesto que la

Filosofía es tanto la causa de cada canto como el tema a cantar, debemos cantarla filosó-

ficamente y de ninguna otra manera. Así pues com encem os, u n a vez más, el juego.

Alabanza moral de la filoso fía

Puesto que la Filosofía es definida por todos como el amor y la devodón a la verdad

y a la sabiduría, como quiera q ue la verd ad y la sab idu ría son , en sí mismas, tan sólo

Dios, de ello se deduce que la legítima Filosofía no es distinta de la verdadera religión,

y que la legítima religión es exactamente lo mismo que la verdadera Filosofía. Si las

propiedades de las palabras se derivan, en parte, de las propiedades de las cosas, y en

parte de las de las ideas, com o Platón , Aristóteles, V ar ró n y San Agustín han mostrado

en gran detalle,® ciertamente la Filosofía, investigadora del universo y descubridora delos conceptos, dio a luz a la Gramática, la medida del ha bla y de la escritura correctas.

Si únicamente la Filosofía, o la Filosofía principalmente, conocía la naturaleza de las

almas, el poder de las acciones, la forma de las obras, la disposición de los lugares y

ios tiempos propicios, entonces ella es, por encima de todo, la que enseñó a los orado-

res qué decir, cómo, a quién debían persuadir y cuándo. También enseñó a los poetas

describir, el modo de suscitar las emociones y deleitar el alma. De ello se deduce

sin su asistencia, los historiadores no podrían desempeñar su oficio,

ia Filosofía dotaba de alma a los estados, al hacer que las leyes humanas reflejaran las

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dole la agricultura, la arquitectura, la medicina, las artes militares y todas las demás

artes que otorgan alimento, elegancia o protección al estado.

Además, y por encima de cualquier otra cosa, la Filosofía erradica las desgracias de los

mortales y les otorga felicidad, pues discierne las cosas buenas de las malas y nos

muestra cómo cuidamos de los males de forma que no nos hieran, o cómo soportar-

los con fortaleza de manera que nos dañen menos. Además, nos muestra cómo encon-

trar las cosas buenas con mayor facilidad y cómo utilizarlas correctamente, de modo

que sean provechosas cuando se nos han otorgado, ya sea por la naturaleza o por la

fortuna, y se hayan adquirido mediante el trabajo.

Pretendo terminar aquí esta carta, querido Bernardo, y no hacerla más larga de lo que

es habitual, porque tú sabes lo mucho que nos desagrada la longitud, excepto en nues-

tro Platón, la fuente principal de divina elocuencia; pero la divina señora, a la que reve-

renciamos por encima de todo, protesta de forma contundente. Escucha, pues, si así lo

deseas, las palabras que ella, ahora, requiere de mí o, para ser más precisos, que ella me

presenta.

 Alabanza dia léct ica y teoló gic a de la F il o so fi a

La Filosofía utiliza las herram ientas de la d ia lé c ti c ^ ^ e a d a por su propia mano, para

descubrir la verdad en la contemplación de las cosas, la virtud en su uso, y la bondad

en ambas. Así, ella sugiere muchos principios para la contemplación, muchos precep-

tos para la acción y muchas instrucciones para ambas. Pero de entre las muchas cosas

que ella enseña, mencionaré una en particular. El fin es superior a aquellas cosas que

se relacionan con él, de la misma manera que un señor es superior a sus servidores, y

aquellas cosas que son superiores constituyen siempre los fines de las que quedan; por

eso es correcto que los materiales perecederos sirvan al cuerpo, y el cuerpo sirva al

alma, los sentidos sirvan a la razón, la razón activa sirva a la razón contemplativa, y

la razón contemplativa sirva a Dios. De ahí que todas las artes que se relacionan con

las cosas exteriores, con el cuerpo, con los sentidos y con la acción, estén sometidas y

den lugar a la contemplación como a su reina. Y eso es correcto, porque esa es la pro-

pia actividad de Dios. No necesita de un lugar o instrumento especial, ni sirve a cosas

externas; de entre todas las cosas es la más resistente; es, de hecho, inmortal. En todas

partes abarca libremente su propio objeto, que es eterno y está presente por doquier.

Si la vida es una forma de actividad, y cuanto más refinada sea la actividad más refi-

nada la vida, ciertamente, siendo la contemplación la más excelente de las actividades,

tanto por su valor como por su permanencia, será, también, la vida más inmensa y

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los impurosi falsos  y volubles deleites que surgen de las imágenes externas, sino que,

atesorando en sí misma las verdaderas y eternas causas y la naturaleza de todas las

cosas, se alimenta y regocija, pura, verdadera, y perm anentemente, en aquello que es

puro, verdadero y permanente. Digo que extrae infinito gozo de lo infinito, y lo que es

aún más importante, una vida así, al ser la más próxima a la vida de Dios, se transfor-

ma en su perfecta imagen.

Por eso Dios es, al mismo tiempo, la luz y el ojo de la contemplación humana, y la

contemplación es la luz y el ojo de la acdón. Aunque ese ojo parezca estar inactivo, sin

él la inactividad es mala, pero la actividad es peor, y ambas son totalmente oscuras y

desgradadas. Sin embargo, bajo su dirección, trabajamos con éxito en toda actividad.

la   sabia Filosofía dirige a los mortales h a d a esa vida, situad a en la cima de todas las

cosas e, incuestionablemente, la más bendita, revelándola, ahora con su propio ojo,

ahora con el dedo de la dialéctica. Según yo entiendo, también nos conduce hada ella

por medio de cuatro)magnos aspectos : la cond ucta mora l, los estudios naturales, las

matemáticas y la metafísica.

El divino Platón considera que el alma divina e inmortal muere, de alguna manera, al

entrar en el cuerpo terreno y m ortal y vuelve a la vid a cu ando lo abandona. Pero antes

de que el alma abandone el cuerpo por ley natural puede también hacerlo gradas a la

práctica de la medítadón, cuando la Filosofía, medicina para los males humanos, purga

el alma pequeña y enferma, enterrada bajo la pestilente suciedad del vido , y la revitaliza

con su medicina de la cond ucta m ora l Entonces, con el auxilio de d ertos instrumentos

naturales, eleva al alma desde las profundidades por medio de todo aquello que se com-

pone délos cuatro element o s y la guía h a d a d d d o a trav és de esos mismos elementos.

Después, peldaño a pddaño en la escala de las matemáticas, el alma consuma la sublime

ascensión hada las más elevadas órb itas d d d d o . Al final, lo qu e es más maravilloso que

las palabras puedan expresar, sobre las alas de la metafísica,^ se remonta más allá de la

bóveda dd ddo, hasta d creador m ism o d d d d o y de la tierra. Allí, merced al don de la

Filosofía, d alma, no sólo queda colmada de fdíddad, sino que, pues en derto sentido.se

convierte en Dios, liega a ser, también, esa mism a f d íd d a d Allí, todas las posesiones, artes

y negodos de la humanidad llegan a su fin y, de entre to d os d ios , tan sólo queda la santa

ninguna otra cosa es verdadera fdíddad sino la verdadera Filosofía, pues-

to que es, de hecho, d am or a la sabiduría, co m o as í la definen los sabios. Creemos quefdicidad consiste en una condición de la voluntad que es el deleite en la dívi

y d amor a ella. Deducimos que d alma, co n la ayuda de la Filosofía, podra

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rosas y, plenamente, asume las formas de aquellas cosas que abarca, y como quiera que ¡

ien parte disfruta y en parte gobierna todas y cada una de las cosas, de alguna manera

se/convierte en todas ellas. Cuando se ha convertido en todas las cosas, según ese prín  j 

apio, paso a paso se transforma en Dios, que es la fuente y Señor de todas días, iVerdaderamente, Dios perfecciona todas las cosas, tanto interna como externamente

La mente del hombre verdaderamente filosófico, como un dios, concibe también en sí

misma las causas verdaderas y eternas de todas las cosas. Pero ¿podemos dedr que la

mente humana es capaz de crear cosas particulares fuera de sí misma? Permíteme dejar

a un lado el hecho de que el espíritu filosófico imita, y expresa exactamente, las obras

secretas de Dios Todopoderoso, haciéndolas manifiestas en pensamiento, palabras y

escritos, po r medio de diferentes instrum entos y materiales. Pero pienso que una cosa

debería ser especialmente apreciada:® no todo el mundo es capaz de comprender el

principio o método por medio del cual la maravillosamente conformada obra del habi-

lísimo creador ha sido construida, sino aquel que está en posesión casi del mismo genio

para el arte. Nadie podía entender cómo el filósofo Arquímedes unió dos esferas de

 bronce y les imprimió movimientos similares a aquellos de los cuerpos celestes, amenos

que estuviera dotado de un genio similar. Y aquel que lo comprende porque está así

dotado, después de examinarlas, podría construir unas semejantes, siempre que tuvie-

ra a su d isposición instrum entos y materiales. Y puesto qué él filósofo ha visto él orden

de las esferas celestes, desde dónde son puestas en movimiento, a dónde van y con qué

medidas, y a qué dan lugar, ¿quién podría negar que su mente es, virtualmente, una con

el mismo autor de los cielos? Y, en ese sentido, sería capaz de crear los cielos y lo que

en ellos hay, si pudiera obtener las herramientas y el material celestial. Porque, ahora,

en verdad los crea, si bien de otro material, aunque con el mismo diseño. |

¡Oh, incomparable inteligencia del celestial arquitecto! ¡Oh, eterna sabiduría nacida,

únicamente, de la cabeza del más excelso Júpiter! ¡Oh, infinita verdad y bondad de la

creación, única reina del universo entero! ¡Oh, verdadera y generosa luz de la inteligen-

cia! ¡Oh, curativa calidez de la voluntad! ¡Oh, generosa llama de nuestro corazón!

Ilumínanos, te lo rogamos, derrama tu luz sobre nosotros y enciéndenos, de manera

que internamente brillemos con el amor de Tu luz, es dedr, de la verdad y la sabidu-

ría. Sólo esto, Dios Todopoderoso, es, verdaderamente, conocerte. Sólo esto es vivir

 bienaventuradamente contigo. Pues aquellos que vagan lejos de los rayos de Tu luz

nada pueden ver con daridad, están confundidos y atemorizados por sombras irreale

como por aterrad oras pesadillas, y están miserablemente atormentados por doquier, en

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IpcteidBos considerarán cualquier cosa limitada por tiempo o espacio como un sueño

P p fe ffo carente de importancia. Así no pueden ser desalojados de la más elevada ciu

dadda de celestial felicidad, va sea por el deseo o por el temor de cosas terrenas.

Mi Bernardo, creo que tu Marsilio ya ha escrito todo lo que una carta puede contener.

Así pues, adiós, y sé afortunado, patró n de filó sofos; y co m o h asta ahora has hecho,

vive constantemente en los benditos brazos de la santa Filosofía. Te ruego que vivas

también atento de Giovanni Cavalcanti, el corazón de Marsilio.'*’

G r a t ia   i u b e l e i

¡§¿ „ La  g r a c i a  de u n   ju bil eo   . ?_

Francesco, cardenal de Siena, a Marsilio Fiemo de Florenda, el filósofo platónico: salu-

dos.

Queridísimo Marsilio, espero que estés bien. Pensando en ti y deseando la eterna sal-

vación de tu familia, hem os o btenido de Su Santidad el Papa la g ra da de un jubileo*1’

para ti y tus andanos padres.

Por tanto, alaba a Dios y en unión de tus pad res, esfuérzate p or los incomparables

dones de la divina grada. Y ruega por nosotros.

Adiós. Recuérdanos. ¡Oh el mejor de los hombres!

4 de didembre de 1475.

Roma.

125

Gr a t i a r u m  a c t i o  

Da n d o  l a s g r a c i a s

Marsilio Fidno de Florenda a Francesco, cardenal de Siena, inmortal agradecimiento

pea; un don inmortal

Cuando mis padres y yo leimos juntos tu feliz carta, en la cual dices que se nos ha

 júbBeq p o r d Papa, quedam os exultantes de gozo, un gozo

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ditos de mi Padre». De hecho, mi padre exclamó de repente ante todos: «Señor, permi-

te ahora que Tu sirviente parta en paz, según Tu palabra».

Eres tan espléndido cuando otorgas como cuando, justa y prudentemente, demandas.

Tú otorgas dones eternos, no temporales, y no requieres de nosotros cosas temporales,

Sino eternas, pues nos pides que roguemos a Dios por tu salvación. Tú demandas conla mayor justicia, pues te debemos mucho más de lo que pides. Y pides prudentemen-

te, pues antes de requerir nuestras plegarias, cuidas de que las nuestras sean efectivas.

Así pues, lo qué tú ordenes nosotros lo cumpliremos, Venerable Padre, durante toda

nuestra vida. Sin duda, aceptamos tu único y divino don tan gustosamente como tú lo

has otorgado. Puedes estar seguro de que creemos, y abiertamente confesamos, que a

aquel a quien debemos vida eterna, le debemos aún más nuestra vida terrena y todo

aquello que es temporal.

Adiós, a ti que eres feliz en Dios, el autor de la felicidad.

OlTOSAE VITAE UTILITAS

La  ut il idad de una  vida  sosegada

Marsilio Ficino a Andrea Cambini, guardián de la fortaleza: saludos

Cuando paseábamos por la plaza del mercado con nuestro amigo, el distinguido

Francesco Casato, me fue entregada tu hermosa carta en la que me dices que, ahora

que estás a cargo de esa fortaleza, te has organizado una vida sosegada y que, en esa

posición, todo lo que deseas está al alcance, excepto lo divino, que está ausente. Por esa

razón me pides que entregue mi libro sobre la religión a Francesco, el hijo de

Berlinghieri, hombre cultivado y de carácter, de modo qué él pueda enviártelo.

En primer lugar, verdaderamente me complace que hayas encontrado el sosiego en las

cimas de tu fortaleza; ciertamente, sólo en la alta torre vigía de la mente serena se

encuentra esa celestial y gozosa paz. El profundo valle de los sentidos está golpeado en

cada una de sus orillas por las corrientes de Aquerón, Estigia, Codto y Flegetonte.'^

Pero me sorprend o cuando añades que en ese sosiego tienes a tu disposición abundan-

cia de cosas humanas, pero ninguna divina. Porque, como sabes, las cosas que son

externas y se encuentran sólo en determinados lugares, se adquieren mediante el movi-

miento, la actividad y el esfuerzo, pero lo divino, al encontrarse en nuestro interior y

en todas partes, está com prendido en la quietud, el sosiego y la paz. Por tanto, si como

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If^átoes, te encuentras verdaderam ente sosega do, tan só lo care cerás de las cosas humanas

requieren una excesiva actividad, pero de las divinas, cuya infinita luz brilla por

ft o ó a s paites  y se refleja en el claro y penetrante ojo de la mente tan a menudo como

f e é s e o j o se to ma h ada día,  tendrás en abundanda. Y, el ojo de la mente, divino por su

propia naturaleza, se vuelve hada esa luz cuando no está distraído por las preocupa-

ciones de los asuntos humanos. Quizás, en verdad, volverse hada el divino sol es, sim-

plemente n o alejarse de él

Entonces, ¿por qué pides nue stra Religión.’2’ m i m ás q uerido compañero? En mi opinión

ya eres sufidentemente religioso s i m edian te el sosiego, te has lib rad o de los cuidados por

las cosas inferiores y p o r tu propia naturaleza, te h a s u nid o a la paz de lo más alto.

Pero ¡ah!  mientras escribo, veo lo que mi compañero desea. Todo el mundo sabe que

a los hombres herm osos Ies resultan m ás pla cen teros los espe jos q ue a los feos; así, mi

Cambini, siendo un ho m br e q u e y a es p rofu nd am en te religioso, desea mi libro sobre

las cosas divinas como un espejo en el que perdbir su religión como su propio refle-

 jo. Te en viaré mí espejo,  tan p ro nt o c o m o m e sea p osible. O mejor, para decirlo más

correctamente dirigiré  mi pu pila h a d a ti. M iran do esa pu pila, no s verás daramente a

ambos, a ti y a mi. al m ismo tiempo. Po rque aqu ellos q ue viven co n u n único corazón

también pueden ver con un ún ico o jo. y pueden ser vistos en un solo ojo.

Pero, para n o extenderm e m ás de lo qu e m e es ha b itu a l qu e te vaya bien. Aunque veo

qu e I causa de tu gran am or p o r M arsilio. n o deseas qu e te diga que te vaya bien tanrápidamente, de m od o qu e p ue da irte m ejo r ¿E n verd ad deseas un a carta ligeramente

más larga com o es habitual para aqu ellos q u e am an a distand a? i Entonces acepta un

saludo de nuestro mutuo amigo con el cuál te puede ir mejor! Ese hombre de letras,

Paolo Saxia, me pide que te salude.

Así que, ahora de verdad que te vaya bien.

127

D e   p e r s e v e r a n t ia  

Ac e r c a  de   l a  per s eve ranc i a

Marsilio Fidno a Francesco Soderiná: saludos.

Aramos, dime mi más querido Soderini: ¿Sobre qué debo escribir? ¿Alabaré profusa

■mente tu ha bilid ad tu con d ucta y tu sab er? En absolu to. P orque tratándose de un

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ásunto que para todos es evidente, no hay necesidad de testigos ¿Debería quizás, y en

pnmer lugar, instarte co n ve he m en cia al m uy va lioso estudio de la ley civil? No, en ver-

dad. Porque aquél qu e espo lea a u n h om bre que po r sí mism o se apresura, en mi opi-

nión no le instruye, sino que le obstruye. Así pues, no te presionaré para que corras

inás deprisa, sino más bien te ruego que mantengas la marcha. Ciertamente, la recom-

pensa, de los ^corredores n o se enc uen tra en el pu nto de partida, sino en la meta.

Cualquiera puede iniciar u n a carrera, incluso el mas perezoso, pero mu y po cos la aca-

 ban. Al inicio , en el tiem po de la siem bra , las esp in as y la s piedras te amenazan; en el

medio, las más hermosas flores te sonríen; al final se recogen los Autos más dulces. No

es el hombre que siem bra, sin o el que recoge la cosech a y la pesa, a quien se debe con-

siderar como un próspero granjero. Pienso que, pronto, nuestro Soderíní va a ser, ver-

daderamente, un pró spe ro g ranjero. Para él la ardua tarea de sem brar y el peor de los

inviernos, hace tiempo que pasaron. La florida primavera está, ahora, muy avanzada,

y el fructífero verano está próximo. Cuida, pues, de tu salud, de manera que puedas

disfrutar alimentándote de los dulces frutos de tu cultivo. Adiós.

Pero ¿por qué escribo tan brevemente a alguien a quien amo tanto? Porque, incluso,

aunque parece qu e estam os separados, m antenem os largas conversaciones día y noche,

en virtud de nuestro m utu o amor. Adem ás tu Girolam o Amazzi y porqu e es tuyo, es,

por ello, m ío el vínculo com ún de nuestra bu ena voluntad, se encamina had a la

escuela de Pisa. El te ofrecerá, en persona, un largo relato.

Una vez más, adiós.

128  ■ | | | ¡ | ¡So l u s  DIVINUS MEDICUS CURARE MORBOS ANIMI POIEST

k Só l o  el  médico  divino  es capaz de c u r a r   l o s mal e s del  a lma  

Marsilio Fidno a Francesco, cardenal de Siena: saludos.

Recientemente, Venerable Padre, he sufrido el gran dolor de la pérdida de un excelente

amigo, y no podía ser reconfortado, ni siquiera por Calíope con su lira, la cual me ha

sido en otros tiempos, con frecuenda, dulce consuelo en la aflicdón. Además, Minerva

me abandonó misteriosamente, pues si n o hub iera retfra dos u impenetrable escudo po r

un momento, los dardos del riguroso Saturn o y el fiero M arte<u nun ca me hubieran

herido en mi desgracia. Así que tan sólo Febo, el médico divino, parecía ser capaz de

curar la enfermedad de mi alma.

195

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Pero ¿por qué todo esto? Porque, Venerab le Padre, h as ad ivina do mi m ala fortuna, pues

de lo contrario no hubieras sabido de ella, y no hubieras enviado a tu Marsilio una

carta tan larga, llena de amor y bondad, en la cual me prohíbes que te dé las gradas

por los grandes favores que de ti he redbido. Para ser más preciso, no me has ofreci-

do una carta, sino la más saludable y divina medicina de maná, néctar y ambrosía. Ya

sea que fuera una medicina o, más probablemente, un alimento, mi alma se renovó.

Revivió y respiró de nuev o, recu peró su s facu ltades y salió ilesa. Y así, de ahora en ade-

lante, tú serás Febo para m í el ún ico q ue trae p az a m i alma, y a ti siempre cantará mi

lira. Los seguidores de Demócrito valoraban esa g | S ¡ de tal m anera, que consideraban

que sólo en ella reside tanto la felicidad divin a co m o la h um an a. E sa paz se encuentra

con menos frecuencia en los hombres que dirigen asuntos importantes, porque los

asuntos son grandes y los hombres pequeños. Pero, mi Febo, verdadero remanso de

paz, está preparado para tales asuntos, y au n lo s m ás elevados que le aguardan, pues

es en esos en los que mejor se manifiesta su grandeza.

 V i c i s s it u d o  a m o r i s  u n d e  n a s c i t u r  

De   d ó n d e   n a c e   l a   r e c i p r o c i d a d   dE l   a m o r ^ -

Marsilio Fidno a Amerigo Corsini: saludos.

¿De dón de crees, Co rsin i q ue el pro ve rbio «Si quieres ser am ado , ama» adquiere, prin-

cipalmente, su poder? Si preguntáramos al amor mismo acerca de la razón de ese pro-

verbio, quizás replicara qu e él es ta n libre y pre cios o qu e n o desea ni es capaz de ser

comprado ni vendido a ningún predo, sino al suyo propio. Sin embargo, si preguntá-

ramos a alguien q ue fuera un verd adero a m an te y amigo, c reo que replicaría así: Quien

ama apasionadamente, de alguna manera se toma a sí mismo y se entrega al amado,

de modo que el amado, si es de recta mente, apreda al amante como a sí mismo.

Porque todo el mundo estima más aquello que le pertenece. El amado también sabe

que, así com o un a cos a se rinde an te lo q ue se asemeja, el hom bre se rinde ante el hom-

 bre y, naturalmente, la volu ntad ante la volu ntad

Ahora bien, el amante crea en su mente la imagen del que ama, y por eso su mente se

^o on vierte, com o si dijéramos, en un esp ejo en el que se refleja la form a del amado.(1) Por

■ tan to puesto que el am ado se reconoce en el amante se ve impelido a amarle Pero si

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es la misma en más de una persona, porque si un hombre es igual que otro, éste será

necesariamente como él. Y así, la semejanza que impulsa a un hombre a amar a otro,

también lleva a éste a amarle a él. Porque, como todos los días experimentamos, cuan-

do dos cuerdas o liras están afinadas en el mismo tono, .siempre que se pulsa una de

ellas, la otra vibra.

En el caso de que tales maestros no sean adecuados o suficientemente claros, recurra-mos a los filósofos, mi CorsinL^oigamos a qué atribuyen ser la causa principal de esta

mutua emoción. Los astrólogos^onsideran que hay una mutua atracción entre aque-

llos en cuyo nacimiento el Sol y la Luna estaban en posiciones complementarias; por

ejemplo, en el momento de mi nacimiento el Sol estaba en Aries y la Luna en Sagitario,

y en el momento de tu nacimiento el Sol estaba en Sagitario y la Luna en Aries. Tal

atracción se da también entre aquellos que nacen bajo el mismo signo o alguno que

sea similar, y con el mismo planeta o uno similar en el ascendente; o si los planetas

 benignos presentan un aspecto similar con el Ascendente o si Venus estaba situada en

la misma casa y grado en el momento del nacimiento.

Los seguidores de Platón añaden que el mismo espíritu o uno semejante guía la vida

de tales hombres. Los filósofos, versados en los aspectos naturales y morales, creen que

esa atracción es causada por un temperamento, crianza, educación, conducta y modo

de pensar parecidos. Finalmente, cuando coinciden muchas causas, nos encontramos

con que la atracción mutua es mucho más fuerte. Cuando todo coincide, nace el amor

de Pitias y Damón, de Püades y Orestes.(4)

¿Qué más puedo decir? Una causa de este tipo, Amerigo, unió hace largo tiempo a

Giovanni Cavalcanti y Marsilio Ficino en divino amor; felizmente, la misma causa

ahora nos une a un tercero: Amerigo. Y ¿qué decir de Bernardo Bembo, el veneciano?

No sólo nos ha unido a él esa causa, sino la divina providencia.

V e r a   p o e s i s   a   D e o   a d   D e u m  

La  v e r d a d e r a   po e s í a   e s  d e   Dio s   y   pa r a  Dio s

Marsilio Ficino a Alessandro Braccesi, un sacerdote de las Musas: saludos.

Nuestro Platón, en el diálogo titulado Ion,(i)considera divinas sólo aquellas canciones

que los poetas han colmado con la música y el frenesí de las Musas. Cuando éstas se

cantan como música humana, elevan al cantante y a la audiencia al frenesí.

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tas  cancones de Alessandro, que fueron enviadas a Marsilio ayer, eran de esa das

I Como así probó mi lira a los muchos que las oyeron. Un poco después fue confirm

I do por nuestro amigo, Giovanni Battista Buoninsegni, erudito del latín y el griego. P

tanto, Braccesi, debes tu poesía no tanto a tu diligencia, que es considerable, como a l

inspiración de las Musas. Y desde ahora, amigo mío, te ruego olvides a los hombremortales y, puesto que tu canción está inspirada por Dios, canta a Dios. Porque no sól

Moisés y David sino los demás profetas hebreos nos advirtieron daramente en su

cancones religiosas que así lo hidéramos. También lo hicieron Zoroastro, Lino, Orfe

Museo, Empédodes, Parménides, Herádito y Jenófanes. Así también lo hiriero

Pitágoras y Platóa'2' los cuales desterraron a Homero y Hesiodo de la compañía de lo

hombres al mundo inferior, en parte porque éstos, indebidamente, atribuyeron divina

cualidades a los hombres, en parte, porque impíamente atribuyeron cualidades huma

nas a los dioses. De la misma manera tanto si cantaras tan sólo a los hombres, como

si fueras ingrato con Dios, que d ddo no lo permita, cantarías sobre todo a hombre

desagradeddos y mudos. Por d contrario, siempre que cantes a Dios (como así esper

que hagas), d Eco dulce y feliz acompañará tu candón.

Adiós.

6\

151 @ k s ¡

SUA MITTENDA SUNT AD SUOS

LOS BIENES PROPIOS DE UN HOMBRE DEBEN SER ENVIADOS A LOS SUYOS

Marsilio Fidno a Piero Soderiní. un hombre distinguido por su saber y su conducta:saludos.

Con frecuencia he deseado, queridísimo Soderiní enviar a aquellos que me lo han

pedido, d original de mis cartas, pero mi libro siempre ha emitido esta vigorosa queja:

«No me envíes, te lo ruego, donde tú no estés, padre mío» Pero cuando le dije que iba

a ser enviado a Piero, nada objetó, pues, a lo que parece, entendió que cuando ya hada

Soderiní no abandona a Marsilio. Así que mi libro se dirige gozosamente hacia ese

hombre, sin d cuál yo mismo no voy a ninguna parte.

üSin embargo, veo que ahora pides algo para d viaje Por d momento, no puedo encon-

trar nada de mayor valor que d nombre dd amado P l Antonio dmásqueridoher

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A pé n d ic e   i

m   ^os cartas siguientes fueron omitidas de la edición impresa, pero se encuentran enmayoría de los manuscritos. Los textos están impresos en el Suppl ar imt umñáníanum  

(II, p· 58, y PP· 46-47).

Ho mo   n o n   p r o p t e r   i n g e n i u m   s e d   p r o p t e r   v i r t u t e m   e s t   l a u d a n d u s  

Un   h om b r e   debe r ía   se r   a l a b a d o   n o   po r   su   h a bil id a d   n a t u r a l ,

SINO POR SU VIRTUD

Marsilio Ficino a Pontico Germano: saludos.

N o eres tú, Pontico, sino Dios en ti a quien yo a labo por la habilidad natural que, enabundancia, posees. Porque es un don de Dios, y no tuyo. No te alabaré hasta que lle-

ves una vida digna. Aquellos que siempre están adulándote, no te aman; pero yo, pues-

to que respeto tu habilidad natural, te insto a que refrenes tu orgullo y tus pasiones. Si

así no lo haces, cuanto mayor sea tu habilidad, más te degradarás y más desdichado

serás.

Adiós.

N o n   e s t   a d   r e l i g i o n e m   q u i l i b e t   a d m ic t e n d u s

NO DEBERÍAN LOS HOMBRES SER ADMITIDOS, INDISCRIMINADAMENTE,EN LAS ÓRDENES SAGRADAS 0*~ W Ά CíU

Marsilio Ficino a Leonardo de Perugia, el teólogo: saludos.

Nuestro alumno, a causa de un excesivo amor y celo por las Musas cayó, el pasado

otoño, en un malsano estado de melancolía. Como consecuencia, afirmaba que veía

negros fantasmas día y noche, y que era atormentado por un gran temor al infierno.

Añadía muchas otras cosas que, como tal vez hayas oído, habían ocurrido anterior-mente. Dominado así por la angustia, se dirigió a los monjes de San Marcos, y les dijo

que deseaba servir a Dios según su regla. Pero cuando les prometió donarles su heren

da, los codiciosos hombres, deseando atrapar al melancólico joven con mayor premu-

ra que la que hubiera sido aconsejable, le revistieron con el hábito religioso.

Insensatos y corruptos superiores de órdenes religiosas cometen desmanes semejantes í

todos los días. Los desmanes de esta especie son tan malos como buena es la religión. Λ

199

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Me corresponde, puesto que soy un sacerdote, un seguidor de Pedro, advertirte de los 

defectos de los religiosos. Pero a ti concierne, puesto que eres el superior de esas gen-

tes. corregir esos defectos, pues, de lo contrario, parecida suerte correrán otros jóvenes, 

al ser, precipitadamente, abocados a tomar los votos. Porque si los brahmines y los 

pitagóreos no admitían que nadie recibiera sus enseñanzas humanas, sino tras haber 

sido examinado y probado durante dos años ¿por qué se admite a alguien, tan apre-suradamente, a recibir la divina enseñanza? Por esta misma causa la religión es despre-

iada por muchos, porque comoquiera que la gente es aceptada indiscriminadamente, 

hay muchísimos hombre en las órdenes sagradas, de los cuales algunos son corruptos, 

lgunos ignorantes y algunos locos. Dios, sin embargo, requiere de los hombres aque-

lo que es lo más digno.

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^5t

. ,

Apé n d ic e   ii   JX u

Lo siguiente Él publicado comorpreíadoTa los doce libros de cartas en 1495. También

apareció como carta en el duodécimo libro de cartas (Ορσα Omnia  I, p. 954) fechada el

15 de Diciembre de 1495.

Marsilio Ficino, el Florentino, a todas sus cartas al mismo tiempo: saludos.

saludos inmortales a nuestro queridísimo amigo Girolamo Rossi. Porque yo os he

engendrado mortales, prestas a morir por azares desconocidos para mí. Sin embargo,

Girolamo, un hombre notable por su piedad, os ha permitido, recientemente, nacer de

nuevo, espero que para una vida inmortal. Porque habéis permanecido escondidas por

largo tiempo, anhelando la luz, y no ha habido, hasta ahora, nadie que os rescatara

de las sombras; quizás porque no era, todavía, voluntad del Destino o Deidad Pero

nuestro Rossi e n verdad vuestro Ro sáu s(1> ah o ra con la devoción que siempre ha

mostrado hacia vuestro padre Marsilio, con el mismo amor que ha heredado, os

ha buscado también con afán, trabajando diligentemente, de manera que vuestros ros-

tros, tanto tiempo ocultos, sean plenamente revelados. Por eso, saludad a ese hombre

sabio y piado so que os ha he ch o revivir, a vosotras, que antes tristes, estáis ahora con-

tentas. Y por el prodigioso don de la inmortalidad, otorgad inmortales gracias.

15 de diciembre de 1449.

Florencia.

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No t a s   s o b r e   l a s   c a r t a s

Pr ef a cio

1Platón, Epísto las ,VI, D.

C a r t a   I

1 Filebo,  unode

los diez diálogos de Platón que Cosimo pidió a Ficino que tradujera en 1463.El manuscrito iluminado (Canon idanus Latinus 163 ) de los diez diálogos se encuentra en la BodleianLibrary, Oxford.

Carta 2

1 Lo esencial de esta carta está extraído del Eutidemo   de Platón, 278-282.

1 Un juego de palabras sobre la palabra griega que nombra a las Gracias, α ρ ιτε ς , y γ η , que

significa «tierra». En su forma original, esta carta está fechada en «Cellipi Idiis lanuariis, 1463»

(cf. KristelleqSuplementum Ficinianum   I, p.37).

Ca r t a   3

1 Ver carta 86, nota I.

Ca r t a  4

1 El estilo de este diálogo está inspirado en los Soliloquios  de San Agustín y se refiere a un período de

la vida de Ficino en el que experimentó «amargura de espíritu», spiritus amaritudine distractus. Ver  

Corsi VIII: Marcel, p. 683. El pasaje que comienza con «Tu padre no es de naturaleza física...» se inser

tó más tarde, como así muestran manuscritos anteriores. Es similar a un pasaje de la obra de San

 Agustín, DeTrinitate, VIII, 3-5, que trata de la búsqueda de Dios por el intelecto. Ese y otros fragmen-

¡ tos del diálogo se encuentran también en laTeología platónica  

de Ficino (Libro IX, ιιι, 14, y Libro X, vm,ed. Marcel, p. 88).

Ca r t a  5

1Una fiebre que aparece en días alternos. Según Platón está causada por un exceso de agua en el

sistema.Ver Platón,Timeo, 86.

 2 La fuente de la doctrina del spiritus  como substancia que conectaba el cuerpo y el alma es del Timeo  

de Platón, 43A. Ficino describe ampliamente el espíritu en su obra sobre medicina y

astrologia, De vita libri tres, Opera Omnia   I, 493. En DeAmore,  lo define como «un vapor muy leve

y claro generado a partir del calor del corazón, procedente de la sangre más pura y difundidopor todas partes.» (De Amore,

  oratio sexta, vi, ed. Marcel, p. 207). Ver D. RWalker Spiritual and  

Demonio Magic from Ficino to Campanella   (London, 1958); y C. S. Lewis, The Discarded Image  

(Cambridge, 1964), 165-9.

; C a r t a  6

'Ver Platón,Las Leyes,  I, 624 (el párrafo inicial E).Ver también Platón, A/linos.

í: 2Ver Platón, Protagoras, 320D seq. para el mito de Prometeo.

205

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1Hesiodo, LosTrabajos y los días,  120-125.

3Platón, Las Leyes,Vil, 907.

C   a r t a   j¡ 'II

1 Platón,República,Vil, 524E; y ver Platón, Parménides, «Acerca de la naturaleza del uno».

IPlatón,Epístolas, VIJ, B41D.

Car ta  131Ver Platón, Pedro, 249-56.

* tífi i loioxos» : Platón, República, V, 479 (ed. Comford). Ellos «fijan su afecto en las creencias», como

opuestos a los filósofos, «cuyos afectos recaen, en todos los casos, en los objetos reales».

3 Plotino (204-270 d.C.), fundador del «neoplatonismo», describió las ideas fundamentales

de su filosofía en las Enéadas  (traducidas por Marsilio Ficino al latín) en las cuales trata de la inmor

talidad del alma.

* Porfirio (233-305 d.C.) estudió con Plotino, interpretó sus obras y escribió acerca de su vida.

5El sirio Jámblico (murió c. 330 d.C). Por sus escritos el neoplatonismo experimentó un ulteriorgdjesarrollo.

6Proclo continuó el desarrollo del neoplatonismo en su Teología platónica y en los Elementos de la 

 , Teología, que fueron muy estudiados en la Edad Media y el Renacimiento. (Reino tomó de Proclo

el título para su propia obra sobre la inmortalidad del alma, y también muchas de sus ideas sobre

I .’rhitología.)

7Platón, Epístolas, 11,314. Dionisio fue rey de Siracusa. Platón mantuvo con él una relación epistolar y

Insito su corte.

•Car ta  15

'Ver Ovidio,Metamorfosis, Libro III, 407 seq. Narciso se enamoró de su propio reflejo en el agua, sin

darse cuenta de que era él mismo. Murió de pena al no poder aprehenderse a sí mismo. En De

 Amore, Ficino describe cómo Narciso, que es el alma del hombre, está tan fascinado por la belleza

corporal, que es tan sólo su sombra reflejada en el agua, que abandona su cuerpo y muere.

(De Am ore, Oratio Sexta, xvii, ed. Marcel, p. 235).

2Ver La Repúb lica, X , 611C.

3Ver carta 7, nota 4.

.Car t a  16

11Arístipo: fundador de la escuela cirenaica de filosofía, consideraba el placer como el mayor bien

Durante algún tiempo fue discípulo de Sócrates.

2 Lucrecio, en su poema De Rerum Natura, también atribuye al placer un papel importante.

Car ta  18

1Febo Apolo: el dios de las artes.

2Mercurio: el dios (identificado como el Hermes griego) que inventó el lenguaje y el discurso

y que es patrón de los oradores. Ver Platón, Crátilo, 408.

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Ca r t a   19

1En relación con las cuatro virtudes civiles (que más tarde se convirtieron en virtudes cardinales),

verPlatón, Lo República, IV,427E.Ver también Plotino, Enéadas, 1,2, «las virtudes», p. 30, trad. Stephen

Mackenna; Macrobio, In Somnium Scipionis,  I, νιιι, 5; Porfirio, Sententiae,  XXXII, 2-4; también Reino

Theologia Platonica, XIV,vi,ed. Marcel, p. 268. Las virtudes a las que se hace referencia son: Prudencia,

Templanza. Fortaleza y Justicia; existen en los cuatro niveles mencionados en la carta. En el nivel inferior; tienen un significado literal. En el nivel purgatorial, la Prudencia significa «contemplar los asun

tos divinos desdeñando todo lo que el mundo contiene»; la Templanza, «renunciar; hasta donde la

naturaleza permita, a todo lo que el cuerpo requiera»; la Fortaleza, «que el alma no quede aterro

rizada cuando, de alguna manera, se separe del cuerpo»; y la Justicia, «aceptar la práctica de todas

las virtudes como el único camino hacia el bien». En el tercer nivel, la Prudencia significa no ya pre

ferir las cosas divinas,sino no tener en cuenta ninguna otra cosa. La Templanza significa el olvido total

de los deseos terrenos; la Fortaleza, ignorar la mera existencia de las pasiones; la Justicia, «estar tan

unido a esa mente divina y superior;que uno mantiene con ella un pacto inviolable, imitándola». Elcuarto nivel es «morar con las ''ideas" de lascuatro virtudes de la Divina Mente». Macrobio, citado

por C. S. Lewis, The Discarded Image iv, 68.

Carta 21

1 Las referencias a las obras relacionadas en esta carta son:

lamblid Calddei Libri de Pythagorica Secta, mss Vat Lat 5953,4530, en la Biblioteca Vaticana.

Theonis Smymei de Loas Mathematids, mss Vat Lat 4530, y Cod. filol., 305, Biblioteca de la

Universidad de Hamburgo.Espeusipo, De Definitionibus Platonis, Reino, Opera Omnia, Vol. II, 1962.

Alcinoo, De Doctrina Platonis, Op. II, 1945.

Xenocratis de Morte Uber, Op. II. 1965.

Pythagorae Aurea Verba et Symbola, Op. II, 1978.

Mercurii Trismegisti Pymander de Potestate ac Sapientia Dei, Op. II, 1836.

Platonis Opera. Primera edición, Rorencia, 1484.

Commentaria in Phaedrum, Op. II, 1363.

In Philebum, Op. II, 1207.De Amore, Op. II, 1320.

Compendio degli Opinione delle Philosophi arca Dio et Anima, al Supplementum Ficinianum  II, XLIII,

p. 128.

De Voluptate. Diciembre, 1457. Op. 1,987.

De Quattuor Sectis Philosophorum, de Clemente Fortini. 1457-8. Sup. Fie. II, XXVIII, p. 7.

DeVirtutibus Moralibus seu de Magnificentia, d’Arrtonio Canigiani. I de junio, 1457.

Sup Fie.  II, XXVII, p. I.

De Foelidtate. Ver  carta 115. Op. 1,662.

De Justioa.Ver  carta 95 Op. 1,652.

De Furore Divino.Ver  carta 7. Op. 1,612.

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'Aglaia   (Esplendor), Eufrósine  (Gozo), Talía  (Vigor); ver Abel, Orphica, Orphei hymni,  LX, 90; Ficino,

De Amore,  Oratio Quinta, ii , ed. Marcel, p. 18 1; y The Hymns of Orpheus,  trad. Thomas Taylon LilX,

«a las Gracias» (p. 268, op. di ).

Ca r t a  28

1 Un proverbio, de origen desconocido, citado por Aris tóte les en la Etíca a Nicómaco  ViIII, 5.

? μηδέν oryccv (ningún exceso). Ver Terencio, La Dama de Andros, 60.  Una de las dos famosas

inscripciones del templo de Apolo en Delfos; la otr a ha sido traducida co m o «C on óc ete a ti

mismo». Ver Platón, Protagoras, 343B, y carta 110.

3 Aquiles hirió aTelefos, su herida supuró hasta que Aquiles ve rtió el óx ido de su lanza sobre ella.Ver

Apollodoro, Epitome,  III, 20.

Ca r t a  31

1 Ver Platón, Crátílo, 398, donde Sócrates dice que los héro es eran «sem idioses» que nacían del amor

de un dios por una mujer mortal, o de un hombre mortal por una diosa. Ocupaban una posición

intermedia entre los « daimones», espíritus divinos, y los ho m bre s m ortale s.

Ca r t a  34

1 El vino favorito de Reino era el blanco «trebbiano» del Valle del Amo, según Piero Vettori;

ver Marcel, Marsik Ron, p. 726.

Ca r t a  37

1Estesícoro, poeta de Himera, Sicilia ( c 6 0 0 a C .) escribió su o br a d urante las guer ras troyanas.

2 Ver Ratón, Fedro, 242-3.

Ca r t a   38

' En tiempos antiguos los días fastos se marcaban con piedras blancas, y los días nefastos con piedras

negras. En los juicios se tiraba una piedra blanca para votar a favor de la absolución, y negra para la

condena (Ovidio, Metamorfosis, XV, 4 1).

Ca r t a  39

1Ver Reino, Teología platónica, I X i-v, ed. Marcel, vol. II.

Ca r t a  40

' En su comentario sob re el terc er libro d e A ristó teles De Anima,  Averroes mantenía que

el intelecto es único para tod os los hombres, y e x te m o al alma humana; y que aquellos

meramente participan de ese intelecto universal, mediante su facultad de pensamiento. A l afirmar

la inmortalidad del intelecto universal, Averroes eliminaba el fundamento de la inmortalidad

del alma humana, extema a aquél, y con el que tenía un m ero contacto tem po ral. La doctrina de

Averroes ejerció una gran influencia durante la Baja Edad Media y el Renacimiento. Ficino, en

el decimoquinto libro de la Teología platónica,  expone una serie de argumentos en contra de esa

doctrina Ver Kristeller, Renaissance Concepts o f M an,  ii. p. 30, «La Inmortalidad del Alma».

3Ver Reino, Teología platónica, XV. i, y xw, xrv, xix, ed. Marcel, vol. III.

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Ca r t a  4 1

1 Platón, La República, 4 8 8 .

Ca r t a  42

1 Platón, Parménides,  140, seq.; y Platón, Epinomis, 9 9 1E992A (Loeb, p. 485) .

1 Ficino, De Am ore,  Oratio Quinta, IV,ed. Marcel, p. 184.

3 Acerca de esta imagen del amor, ver Platón, Fedro, 255 .

■•Ver Platón, Las Leyes,VIII, 83 7C .V er tam bién Platón, La República, III, 40 3, y c arta 47, n ota 2.

Ca r t a  43

' Timeo de Locris, escribió D e Anim a M undi, un tratado acerca de la naturaleza del alma del mundo.

2 VerAristóteles, Física, II. 3 .14 9 ,7 . 198a, don de se enu m eran tres causas: efficiens, finis, materia y forma.

Y ver Ficino, Teología platónica.V, v, ed. M arcel, p. 181.

I Platón, Timeo, 28.

\   Platón, Timeo, 29.

5 Platón, Timeo,  3 0 1.

Ca r t a  45

1Un amigo d e Eneas, ren om br ad o p o r su lealtad. Ve r Virgilio, La Eneida.

Ca r t a   46

1Cam éades de Ciren e (c. 2 13 a.C.), fundador de la Nueva Academia de Atenas, se o ponía a los estoi-

cos. El estilo de C am éad es co nsistía en argum entar en co ntra d e cada una de las propuestas que

se le presentaban. A ve ces refutaba, de antemano , tod os los argum entos en un mismo

• discurso. Ve r C iceró n, De Oratore,  III, xxi, 80.

2 Licurgo, el fam oso legislador esp artan o, pro mov ió, con sus leyes, la con cord ia y el orden. Se dice que

éstas duraron 7 0 0 años. Ve r Plutarco, In Vita.

3 H erodoto, 1,656.

Ca r t a  47

1 Ficino, De  Am ore,  Oratio Prima, iv, De Utilitate Am oris, ed. Marcel, pp. 141 2.

2Platón, Symposium, 2 06 . Ver tamb ién Platón, La República, III, 40 2D . Ficino dice en D e Amore, «Cuando

hablamos de a m or n os refer im os al de se o de belleza... La belleza tiene un tripleaspecto: la belleza del alma, la belleza del cuerpo y la belleza del sonido. La del alma es percibida por

la mente, la del cuerpo por los ojos, y la del sonido por los oídos. Puesto que la mente, la vista_y el

oído son los únicos medios por los que podemos apreciar la belleza, siendo así que el amor es el

deseo de disfrutar de la belleza, el amor siempre sé satisface por medio de la mente, los ojos y los

oídos. Así pues ¿qu é necesidad hay del olfato, el gusto y el tacto? » (Oratio Prima, iv, ed. Marcel, p. 142 ).

Y también: « D e esas seis facultades del alma, tr es pe rten ece n al cu erp o y la materia: tacto, gusto y

olfato; pero las otras tres, razón, vista y oído, pertenecen al alma. Por tanto las tres primeras se incli-

nan más hacia el cuerpo, son más afines a éste que al alma... Pero los tres sentidos superiores, másalejados de la materia, están mucho más próximos al alma.» (Oratio Quinta, ii , ed . Marcel, p. 179 ).

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Ca r t a  63

1Reino, Teología Platónica, XIII, ll. Vol. II, ed. Marcel, p. 2 18.

Ca r t a  65

1Calíope era la m ayor de las M usas y diosa d e la poesía épica. A Calíope se informa «de aquellos

que utilizan el tie m po para la filosofía». V er Platón, Fedro,  259D. Ficino admiraba mucho la

traducción de Homero que hizo Angelo Políziano. (Ver carta 17).

2Ver las palabras de Pausanias en el Symposium  d e Platón, el cual declara que « el a ma nte pued e jurar

y perjurar., y los dioses p erdonarán sus transgresiones, porqu e no existe tal cosa com o la promesa

de un amante». Platón, Symposium,  183B.

C a r t a   67

1Ver   la nota s ob re Lúea d 'An ton io d e’ Bernardi.

C a r t a   68

1 Jámblico La Vida de Pitágoras, XVII, 75 7.

2 1Corintios 2 :11.

3 La referencia es el libro de Job 5:13.

M co rin tio s 3:19-20.

Ca r t a  70

1 En latín humus  significa «tierra» o «suelo».

C a r t a  7 1

1"Taifa era la musa de la poesía lírica y pastoral.

C a r t a  72

1 La villa de los Medici, llamada «Cafaggiuolo», erí1la región de Mugello, edificada por Cosimo

de' Medici en 1451.

C a r t a  73

1 Jámblico, La Vida de Pitágoras, X X X , 16 7 8 .

2 Platón, La República,V, 4 6 2 , seq.

C a r t a  76

1 La terc era de las órde ne s sagradas es el diaconato.

2Ver Platón,  A lcib iad es,  I, 130, seq.  Y en relación co n el m éto do de Platón para la indagación

ver Platón, Laques  187E188.

IUn fam oso fisonomista; Cicerón , De Fato.V,  10; Las Controversias de Túsculo, IV, xxxvil, 80.

C a r t a  78

1 Platón, La República,V, 4 6 2 . Ve r tam bién, en relación co n es te párrafo y el siguiente, Platón, Las Leyes

X, 90 3B, y Las Leyes,  IV, 7 16 C 7 18. Po co a ntes de su m ue rte, Lorenzo dio a su hijo Piero el siguien-

te consejo: «Ten en cuenta los intereses de toda la comunidad, no la satisfacción de una parte

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de ella». De una carta de Poliziano a Jacopo Antiquario, citada en Life of Lorenzo de' Medid   de

Roscoe, p. 328.

Ca r t a  80

' Platón, Fedón  118A; las últimas palabras de Sócrates, antes de su m uerte, fueron: «D eb o un gallo a

Esculapio».

2La siguiente adición consta en un ms an ter ior (Laur 90, Supp. 40 ): Florentiae. Saluta loannem Marcum, virum certeegregium, nobilemque charissimum.

Ca r t a  81

! Homero, Iliada, XI, 5 14.

3Dios griego de la medicina, hijo de Ap olo y la ninfa Coronis. H om er o se refie re a él co m o un hábil

médico, cuyos hijos, Macaón y Podalirio, actuaron co m o m édicos en el c am po de batalla griego con-

tra Troya Se dice que Esculapio aprendió el ar te de curar a sí co m o la caza, del centa ur o Quirón.

Ver Homero. Iliada, IV, 193.

3 Hipócrates, Obras.Vol. IX, ed. üttré, p. 325 , Paris. 1839.

i Ibid, Vol. IX p. 339.

sVer Jámblico, Vida de Pitágoras, XV, 64, y Porfirio, Vida de Pitágoras, sec. 30.

6Se refiere a Mrtridates Vil, rey del Ponto, llamado «el Grand e» , cuya habilidad en la medicina es ates-

tiguada por autores antiguos, tales com o: Apiano, E strabó n, Justino, etc.

7  Médico árabe y escritor conocido también como Juan de Damasco, que vivió en la primera parte

del siglo IX Una recopilación de sus obras fue publicada e n Ve necia en 1497 . (Ve r Jóch ers, Lexicón, 

IV, 1 1547).

8Santos que eran hermanos entre sí y médicos e n O lida . Martirizados en 3 0 3 d.C.

* Hipócrates, Obras, op. cit supra, Vol. IX p. 325.

10Galeni Opera, Vol. XI. ad Qauconem,  11, IV, f, 9 7 (ed . Kuhn, 182 6).

i Hipócrates, Obras, op. cit supra, Vol. IX p. 387.

| Platón, Timeo, 89.

Ca r t a  82

1Virgilio, Églogas, IV, Z  

Ca r t a  86

1 El primer párrafo de esta carta guarda un notable parecido con el segundo párrafo de la carta

número 3.

3 Platón, Parménides.

* Platón, Filebo.

*Ver el prefacio de Ficino a la obra de Jenócrates, De Morte   (Opera Omnia, II, 1965), en el que des-

cribe las últimas horas de Cosimo.

Ca r t a 88

■fídno dedicó su libro sobre la religión cristiana (De Christiana Religione ) a Lorenzo de' Medici,

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tras haber sido ordenad o sac erd ote y recibido la encomien da d e la parroquia de San C ristóforo de

Novoli en 1473 (ver carta 24).

CARTA 92

' Abel, Orphica, himno XXXIV a Apolo, op. cit , p. 76; y The Orphic Hyms. tr.Thom asTaylor; XX XIII a

Apolo, op. cit, pp. 246-8; y ver su nota a pié de página sobre la lira de Apolo como imagen de la

armonía celestial.

* Ver Plató.n,¿ J/jmep, 8 7 C -8 8 , y tam bié n 3 5 B -3 6 C , en re lación con la pro porción del te tr acord io que.

según Plutarco, representa la armonía de los cuatro elementos en el alma. Plutarco, De Músico, Í f t ' 38p -V 139B, MoralioXoeb  Vol. XIV. pp. 399 -40 3.

3Ver Aristóteles, Po/ít/co, VHI, 7, en relació n co n la purificación p o r m ed io de la música.

4Platón, lo Republi.co, IIJ, 4 0 1E-402.

5Samuel I, 16:14-16 y 23.

6Fantasía (phontosia)   se diferenciaba de imaginación (imaginatio)   porque ésta última significaba

la retención de imágenes, mientras que la primera se relacionaba con ellas «separándolas yuniéndolas». (A lbe rto Magno, citadoc p or C . S. Lewis, The Discarded Imoge, p. 163).

7' Se .cuenta una historia s em eja nt e d e Pitágo ras é n las Instítudones  de Quintiliano. I. X 3 1-3.

5Afión fue un p oe ta lírico originario d e Lesb os, qu e vivió en el siglo Vil a.C . Según la leyenda huyó

de unos marineros que pretendían asesinarle y. saltando por la borda del barco, llegó a tierra a

lomos de un-delfín al qu e había atraído^.tocando la-lira. (H er od ot o I, C . 2 3 .2 4 ). Anfión era. según la

mitología, hijo de Júpiter; y se d ice q u e es ca ló las murallas de Te bas co n ayuda del son ido d e su lira.

(Homero, La Odisea   II.)

9 Ver Herm es Trismegisto, Poimondres,  I, 16-19.

10Aristox eno ,"filósofo p itagórico y m úsico, escrib ió s ob re los principios d e la armonía. Ver Cicerón.

Tusc.Disp.  I, X , 19, y Quintiliano . Instítudones, I. X , 2 2.

" Platón, A/c/b/odes, I0 8 C .

12 Platón consideraba que los Guardianes de su República sólo debían escuchar las escalas dóric

11$''frigias que «e xp resan de la m ejo r ma nera los acento s del valor ante la severidad de la necesidad

:· y  la desgracia, y d e la tem plan za an te la prosperid ad». (Platón. Lo Repúblico, III, 39 9. trad. Co m ford ).

Ca r t a  95‘ ^rTIátón, Lds Leyes, IV, 7 16.

2Ver Platón, Los Leyes, X, 903B. en relación con la idea de que el hombre es creado por el b ien

dé totfo.

fVet Platón, Lo Repúblico. V, 462, en relación con la idea del estado como una única criatura.

4 Ver Platón, Las Leyes, IV, 7 15¿ _

IV er Platón, Los Leyes, IV, 7 15.

6Séneca, Vestes. 6 0 7 - 12

7  La diosa de la Justicia vivió en la tierra durante la Edad de Oro, pero disgustada por la maldad

de los hombres huyó a los cielos durante la Edad de Bronce, y se situó entre las constelaciones

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com o Virgo. Se representa com o una virgen que sujeta una balanza co n una m ano, y una espada

con la otra. Ovidio. Las Metamorfosis,  I. ISO: Séneca, Octavia, 424 .

Ca r t a  9 6

¡ Platón. Timeo, 34£ Las Leyes. X 892A .

Ca r t a  98

' En D e Amore,  Bcino enumera siete dones que Dios otorga al hombre por medio del alma de los

planetas: así de  Júpiter   reciben el poder de gobernar; y del sol la claridad de la percepción, etc.

(De Amore. Oratio Sexta, ¡v. ed. Maree!, p. 204).

Ca r t a   100

1 Isaías 28:11. Rano se refería a los aristotélicos contemporáneos que interpretaban el pensamiento

de Aristóteles, fundamentalmente, a través d e las tradu ccion es d e los com enta ristas árabes, espe-

cialmente de A verroes. Ver Marcel, Marsile Rc/n. μ 59 4.

2  Ver Platón, La República.V 1,495E496.

Ca r t a   101

1 Los añicos admitían la creencia de Anbstenes. discípulo d e Só cra tes , ac er ca d e qu e el hom bre sabio

mira con desdén los placeres de la vida y vive sin apego al dinero.

Ca r t a   103 

1 Niccolo Micheiozzi.

Ca r t a   105

1 jámbiieo, Vida de Pkágoras, XVII!, 83; P on ina Vida de Pkágoras, s e c 4 2.

2Platón describe en Teemm,  194C, có m o ei alma rea b e impresiones qu e perm anecen por largo

tiempo

1 Ver C icerón, D e Oratore,  II. l xxxvi , 35 24 seo. Sm órvdes d e C eo s (55 64 68 a.C ) , el poeta, lírico

del que se dice que inventó la mn em otecnia·

■En su forma onginal. esta carta estaba fechada ase cdóíbus Augusúis  14 5 8 » . V er Kristeller,

Sup. Fie.  1 , 39.

Ca r t a   106

1Ver Reino, Teología Platónica, VIII. m. I. e d Marca, p. 296; también D e A m o r e ,  O ra tio Sexta , XVIII,

ed. Marcel, p. 23 7. En Platón, la definición c e ias virtudes se en cuen tr a en La República, IV, 42 7E 43 3,

Los Leyes. 1,6 3 12, Fedón, 6 9 6 C

^ j% ra saber acerca de la distinción en tre ¡as virtudes m orales y reflexivas, ve r Aristóteles, Ética,  II, i.

Ver Rep ública, VH, S18E.

* U libertad de esco ger entre el bien y ei mal; ve r La República. X 6  ¡7 E 6 I 8 .

CARTA 107

HÉÉéqí escribe en el prólogo de De  Am ore   ( e d Maree!, p. 13 6) : «Platón murió en un banquete

. j 0|7 de noviembre, día de su cumpleaños, a la edad d e 81 años. Ese ban qu ete, que conmemoraba

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tan to su nac i m i ento co m o e l aniver sar io de su m u er te , er a ce l ebr ad o tod os l os años por los pri-

m ero s segu idore s d e Platón, has ta los t iem po s d e P lotino y Porfir io . Esas solemn es celebraciones

cesar on mil d osc i ento s a ño s d espu és de P orf ir io , hasta qu e Lor enzo de ' M edid , deseando r estau r ar

e l ban qu ete pl a tóni co , des i gnó a Fr an cesco Bandini com o m aest r o de cer emoni as de la ce lebr ac ión

(archytriclinum )».

2  La ce l eb r ac i ón tu v o l u gar en Car eggi e l 7 de novi em br e de 146 8 . F ic ino escr ib i ó su comentar io

s o b r e e l Symposium   e n t r e n o v i e m b r e d e 14 6 8 y ju li o d e 14 6 9 .

3Ver Platón, Timeo,  3 4 B , 3 6 E , seq.,  descr ipción de la creación del a lma.

* E n el m a n u s c r i to i ta li an o : « C o m o J a n o , t i e n e d o s c a r a s »

C a r t a   1 08

1 Platón, G o r g i a s , 5 2 7 E .

C a r t a   1 09

1V e r Jámbl i co , Vida de P itágoras, XV K, 7 í 2 .

2 A p o l o n io d e Alabanda: or ad or gr i ego , qu e d isu adí a de acu di r a su escu el a a tod o aqu el qu e no tu vi e-

r a d o t e s d e o r a d o r. V e r C i c e r ó n , D e Oratore,  I, xxviu, 126.

C a r t a   1 1 0

' V e r c a r t a 2 8 , n o t a 2 .

2 P i tágoras: Versos A úreos ( A urea Verba, R e i no , O p e r a O m n ia ,  II, p. 1978).

3  S a l m o 8 : 5 .

1  S a lm o 8 2 : 6 .

5 E s te p a s a j e s e cita t a m b i é n e n l a Teología platónica,W I, n, i, ed. Marcel, p. 227.

/ C a r t a   111

' La Teología p latón ica so bre la inm orta lidad de las a lm as,  escr ita en tr e 146 9 y 1474 .

2  E s te e s e l p r im e r p á r r a f o d e   la Teología p latónica   d e Ficin o, I, i, i, ed . M arc el, p. 38 .

C a r t a   113

' «Pu lci» significa « m o sc a » e n i ta l iano. En la e d i c i ó n   im presa el no m bre de Pulci fue omitido en esta

ca r ta y en l a s i gu i ente . El de R ei no fu e i gu a l m ente om i ti do en las últ imas edi ci ones de Morgante.Ver  

n o t a s o b r e B e r n a r d o P u l c i .

C a r t a   1 1 4

' El bu fón co nd en ad o a a d op tar l a for m a d e u n m on o en e l mu ndo i nfer ior po r rid iculizar a sus con-

 g é n e re s   h u m a n o s. H o m e r o , I l iada,  y ver Platón, La Repúbl ica , X , 6 2 0 C .

C a r t a   115

' La  A lte rc a zio n e d e   L o r e n z o d e ’ M e d i ci (Opere Volgari.V  bl. III, S cri tt i Sp iritu ali , ed . Rizzoli , f 9 5 8 ) ,

2  P ar a l a cl asi fi cac ión del «b i en » en P l a tón , ve r Las Leyes,  I. 63 i ; y en A ristóte les. Éüco,  I, vw.

V er tam bi én P l a tón , E u t i d e m o , 2 7 9 ,

1Ar i stó te l es . É t i c a ,  I, 13. A ristó tele s, Ét ica , X , 7 8 .

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4 Ver Cicerón, De Finibus. III, viii seq.  (Loeb, p. 245) en relación con las definiciones del «bien» de estoi-

cos y epicúreos.

5  Para Epicuro y su escuela, el placer era el m ayor bien. La prue ba, qu e permitía re co no ce r el

verdadero placer, era la disolución de todo aquello que causaba dolor al cuerpo o perturbación a

la mente. Valoraba co m o virtud to d o aqu ello qu e p rop orcion aba salud al cue rp o y tranquilidad

I la mente.

‘ Ocerón, D e Finibus, V, 23.

7 Aristóteles, Ética, X, 78.

*V er  Ratón, Fedón, 67, y Pedro. 247D.

' Ficíno, Teología platónica. XVIII, vni (38). ed. Marcel. pp. 20920.

I Fedro, 247D.

" De Voluptate: Ficino, Opera, I, p. 986.

Fedro. 247A.

13 Reino, De Am ore y Teología platónica. XVIII, ix, ed. Marcel, pp. 2 20 6 .

C a r t a   116

La Oratio  fue traducida al italiano por Lo renz o en el capítulo 6 de l p oe m a espiritual, L' Altercazione 

(op.cit). Ver carta 115. Co m páre se la Oratio  con las plegarias teológicas que se encuentran al

comienzo de los Soliloquios  I de San Agustín (traducidos en  Aug ustine : Ea rlie r W ritings,  editado por

J. Burleigh, Ubrary o f Christian Qassics, vol.VI, London).

a r t a   117

Piero Riario, cardenal de Pisa.

a r t a   119

Las Disputationes Camaldulenses  de Landino describen un «torneo» entre las escuelas aristotélicas

y platónicas qu e tuvo lugar durante el ve ran o d e 14 68 en Camaldoli, ce rc a de Florencia.

Lorenzo de' Medici y León Battista Alberti, así co m o Re ino y Landino, dirigieron a las partes

ontendientes, respectivamente. El primer libro describe un debate sobre la vida activa y

ontemplativa, el segundo sobre el más alto bien, y el tercero y cuarto tratan de la alegoría

platónica en Virgilio y Dante.

r t a   123

Las primeras frases de este párrafo pertenecen a las palabras que Cicerón dedica a la alabanza de

a filosofía Ver Cic erón , Controversias Tusculanas  ,V, n, 5 L oeb p. 4 2 9 .

er Platón, Crátilo, y Varrón. D e Lengua Latina.

Una técnica de conversación filosófica que se desarrolla por medio de preguntas y respuestas, con

l fin de obtener «una referencia de la esencia d e cada c osa». Ver Ratón, La República, Vil, 534;

Platón, FUebo, 58 seq.

y teología» en el manuscrito italiano.

Cstá de la 7éoktgía platónica de Fiemo, XIII, mi. ed. Marcel, p. II. p. 226.

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a r t a   126

Respectivamente los ríos de dolor, odio, lamentación y fuego en el mundo inferior. (Platón,

edón,  113).

Ficino se refiere a su libro, De Christiana Religione.

a r t a   128

Ficino trata en De  Am ore   (O ra tio Quinta, VIII, p. 192, cap. 197 , ed. Marcel) de ciertas cualidades

de los dioses planetarios. Saturno en su aspecto negativo representa la melancolía; Marte bajo ese

mismo aspecto, representa la malignidad, el mal carácter; la ira.

Ver carta 57 , nota I, y ca rta 115, nota 5. Ver también Cicerón, De Finibus,V, νιιι, 23.

a r t a   129

er Platón, Fedro, 255.

er Platón Lisis, 214; y Ficino D e Amore, Ora tio Secunda, VIII, ed. Marcel, p. 158.

En la Edad Media, la astrologia estaba estrechamente vinculada con la astronomía y la medicina

Ver Kristeller; Renaissance Concepts o f M an,  p. 138.

itias (o Pintias), pitagórico condenado a muerte por Dionisio de Siracusa, pidió se le concediera un

eriodo de libertad para arreglar sus asuntos. Damón garantizó con su vida el retomo de su amigo,

Pitias volvió antes del día señalado para su ejecución. Dionisio, impresionado por su

mistad, liberó a am bos . Ver Dio dor us Siculus, X, 4; también Plutarco, Pendes; Jámblico, Vida de 

itágoras, XX XI, 189 seq. y XXXIII, 23 4 seq.

ílades e ra el fiel amigo d e O res tes , hijo de Agamenón. Ve r espec ialmente Eurípides, Ifigenia en Tauris.

r t a   130

er Platón, Ion, 534.

er Platón La República,  III, 390-392A.

r t a   13 1

n el manu scrito Riccardiana, esta c arta se e ncu entra en el te rc e r libro de las cartas d e Fiemo (Opero

mnia 1,73 6 .2 ). Fue escrita hacia finales del mes de diciembre de 1476.

éndice II

oscio Amerino fue falsamente acusado de asesinar a su padre y fue defendido con éxito por

icerón, el cual d em ostró qu e aquel er a un m od elo de dev oción filial. Cice rón , Pro Roscio Amerino.

21

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R jc c a r ix) Av g i o u e r i , nactdo en Anghiari (14141486): sacerdote y teólogo, miembro del Colegio

Florentino de Teólogos.

DeQa Torre, p. 770 seq.: Consénza. pp. 1845.

Ol ivero  di  Iaddeo  Ar d v i n i  (murió en 1498): distinguido filósofo aristotélico, enseñó filosofía

natural y teología en la Universidad de Pisa (14741487). Tomó parte en los diálogos camaldolenses descritos por Landino. y en una ocasión sostuvo con Reino una discusióñ sobre el alma,j$,üs.

escritos no se han co n se rv ad o .

Deüa Tome, pp. 7455; Cosenza. pp. 2656.

Giovanni  Aur el io   Au g u r e l l i  (c14561524), nacido en Rímini: poeta y hombre dé letras,

Augurdli envió sus poesías a Fiáno, que las cantó acompañado de la lira (ver carta 95). Fue tam-

 bién amigo de Bernardo Bembo y PoEziano. Aldo Manuzio editó su obra poética en 1505. Escribió

un poema alegórico sobre la alquimia

Ddla Tone. pp. 818-1?; Sup. Fie II p. 556; Diz. Biog Ital.. vol. 4, pp. 57881;

Cosenza pp. 5515.

Francesco  Bandín ? (c 14401489); efe familia adinerada fue sacerdote y diplomático; los Medid

fe encomendaron numerosas misiones diplomáticas. Su relación con Fiemo fue muy estrecha y

perteneció a su Academia Fue designado maestro de ceremonias (.arehitrYclinus)  en el banquete

platónico, descrito po r F o n o en De Amare(ver también carta 107). Fidno dedicó su Vida dePlatón(Op. I, 765) i BancSní En 1476 fue enviado por Lorenzo a la corte del rey Matías de Hungría y,

posiblemente permaneció ¡ f t hasta su muerte Fidno mantuvo correspondenda con él y, a tra-

vés de él informaba al rey y a los humanistas húngaros del trabajo de la Academia.

Ddla Torre p. 768 seq Sup. Re p. 121; P. O. KrisíeDer. Studies in Kenaissance Thought andLetters,

pp. 395455 y passtm.  Cosenza, pp. 5889; Diz. Biog. Ital, voL 5, pp. 70910.

Gr e g o r i o  Di Pie r o  Be f a n i  (144014??); llamado «Epifanio» por Fidno. Fue sacerdote y miem-

 bro de la Academia. Fue nom brad o canónigo de San Lorenzo en 1478.

Ddla Torre, p. 771; Cosenza. pp. 1291Z

Be r n a r d o  Bembo  (14551519); estadista y orador veneciano, padre de Pietro Bembo. Fue desig-nado embajador de la República Venedana en Florenda, en 1474; amigo de Lorenzo, Poliziano y

ricino, quien fe dedicó d quinto libro de sus Cartas. Numerosos poemas de Braccesi edebraron,

^florenda, el amor platónico de Bembo por Gínevra de' Bencí. Bembo frecuentó en Veneda d

círculo literario de A d o M anuzio.

Ddla Torre, La puma ambasceria di Bernardo Bembo a Firenze.  in *Giomaie Storíco», XXXV (1900),

p. 258 seq.;  Sup. Fie II p. 346; Cosenza, pp. 48990; Diz. Biog. ItaL, voL 8, p. 103 seq.

Vm f r i g o  B eñ o  (naddo c 1451); su padre, Giovanni, y más tarde el mismo Amerigo, gestionaronH sucursales dd negodo bancario de los Medid. Amerigo heredó la fortuna de su padre, y llegó

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piados para poner la pr imera p iedra de l Pa lac io S trozzi , en 1481 .

Del la Torre , pp. 7803; Cosenza, pp. 5123; Diz. Biog. I tal . , voL 8, pp. 5435.

Lu c a   d ' An t o n io   d e ' B e r n a r d i   , n a d d o e n Sa n G im ig nan o , fu e u n o de lo s prim ero s m aest ro s

q u é e n s e ñ ó l a t ín a F i d n o ( c.1 4 4 5 1 4 5 1 ) . T a m b i é n le e n s e ñ ó a t o c a r la l ira .

De l la Torre , p . 489 seq.;  M a r c d , p p . 1 7 1 Z

Io a n n o s   B e s s a r io n   (14031472) : cardenal de Sab ina , es tudió ba jo la d i recdón de Gemis tos

P le tho n Es te l legó a I ta l ia , en 1457 , para acud ir a l C ongreso de F lorenda, en e l que propugnó la

un ión de las Ig lesias gr iega y la t ina . F ue no m bra do cardenal po r e l pap a Eugenio IV y se es tab le

d ó e n R o m a . U n o d e l o s p r i n d p a l e s h o m b r e s d e le tr as d e su é p o c a , r eu n ió e n t o m o a s í a m u c h os

h u m a n i s ta s , i n d u i d o s P l a t i n a y V a l la , y s u c a s a s e c o n o c í a c o m o l a A c a d em i a d e B es sa rio n. Su

c o l e c d ó n d e m a n u s c r i t o s g r ie g o s e r a l a m á s i m p o r t a n te d e E u ro p a . S u o b ra In calumniatorem 

Platonis,  p u b l ic a d a e n 1 4 6 9 , d i o a c o n o c e r a P l a t ó n a u n p ú b l ic o m u y a m p li o, y r es a lt ó la ar m o -

n í a e n t re d p l a t o n i s m o y d c r is ti an i sm o .

D d l a T o r re , p p . 5 8 4 5 ; L M o h l e r, Kardinal Besscnion ab Theologe· Humanist und Staatsman,  3 voL.

P a d e r b o m , 1 9 2 3 ; M a r c e l p . 3 5 5 seq.;  Diz. Biog. ItaL, vol. 9, pp. 68696.

Al e ss a n d r o  d i   R in a l d o  B r a c c e s i  (14 45 15 03 ) : poeta , em bajado r y cancil le r de la Repúbl ica Sus

p o e m a s e x p r e s a b a n , c o n g r a n b e ll ez a , d i d ea l p l a t ó n i c o d d a m o r , y s u e s tilo s e a se m e ja b a a l d e

P e tr a rc a . R e v e r e n d a b a a F i d n o , c o m o s e h a c e p a t e n te e n u n p o e m a e sc rit o cu a n d o o c u p ab a d

cargo de canci l l e r .

D e l l a T o r r e , p . 6 5 6 ; S u p . F i e I I , p . 3 5 8 ; Carmina,  ed. A Perosa, Florend a, 1944; Cosenza, pp.

695-8 ; D iz . B iog . I ta l . , vol . 15 , pp . 6028 .

 J   a c o p o   B r a c c i o u n i   (14 41 14 78 ) : h i jo de Poggio , el fam oso hum anis ta y canci ll e r de F lorenda.

M i e m b r o d e l a A c a d e m i a d e F i d n o y s e c r e t a ri o d d c a r d e n a l Ra fF a de R ia r io . T o m ó p a r te en la

c o n s p i r a c i ó n d e Pazzi  y f u e c o n d e n a d o a l a h o rc a .

D d la Torre, p. 80 4 ; Su p. F ie I . pp . 12 12 ; Cosenza , pp . 69 34 ; Diz . Biog.  Ital, vol. 13. pp. 6389.

221

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Lo r e n z o   Bu o m n c o n t r i. nacido en San Miniato (14111492): filósofo, astrónomo y poeta. Fue

miembro de la Academia de Fiemo y mantuvo una estrecha amistad con Lorenzo de' Medid.

Fiemo le pidió consejo en cuestiones de astronomía. Buonincontri escribió numerosos tratados

sobre filosofía y astronomía, además de un importante comentario Sobre la obra de Manilius,

 Astronomicon. Fue también soldado mercenario, y sirvió en el ejérdto de Costanzo Sforza (1480).

Della Torre, pp. 6817; Thomdike, IV, p. 405 seq.; Cosenza, p. 659 seq.

Gi ovann i Ba f o s x a  Bu o n i n s e g n i (1455c 1512): estadista y hombre de letras; mantuvo una estre-

cha amistad con Poliziano y Lorenzo, y fue miembro de la Academia de Fidno. Ficino le envió

sus traduedones de Platón para que las comentara. Fidno dedicó la primera versión del primer

libro de De Vita Ubri Tresa Buoninsegni y a Vespucd.

Della Torre, pp. 606, 751; Sup. Fie I, p. 112; Cosenza, p. 665; Diz. Biog. Ital., vol. 15, pp. 2556.

An t on i o  Ca l d e r i n i (14461494): abogado y miembro de la Academia de Ficino, amigo íntimo de

éste y de los Medid. Fue secretario del cardenal Barbo en Roma (14851491) I intercedió en favor

de Ficino cuando fue acusado de herejía tras la publicadón de De Vita Libñ Tres.

Della Tone, pp; 7154; Sup. Fie I, p. 116; Cosenza, p. 768 seq.;  Diz. Biog. Ital., voL 16,

pp. 5925.

An d r e a   Ca mbin i : historiador y traductor; amigo de Ficino y de Lorenzo di Bernardo

de‘ Medid; fue un devoto estudioso de Gcerón.

Cosenza, p. 800.

Gi o v ann i An t o n i o  Campano   (14271477): poeta y hombre de letras. Al comienzo de su vida fue

pastor. Estudió Leyes en Perugia. y llegó a ser profesor de Retórica en esa dudad (1455). El papa

Pío II le nombró obispo de Gotona (1460) y, más tarde, obispo de Teramo. Durante su estanda

en Roma perteneaó a la Academia griega de Bessarion y fue, durante muchos años, corrector y

supervisor de textos dásicos; Pío II sometía a su supervisión los manuscritos de sus comentarios.

Escribió muchas obras, poesía, cartas y fíbulas. Entre sus maestros se encontraron DemetriusChalcondylas y Lorenzo Valla.

En 1471, Campano, de paso por Florenda, oyó a Fidno tocar la lira, lo que describe en una

carta a Gentile Becchi.

Della Torre, p. 415 seq.; Sup. Fie I, pp. 1525; Cosenza, pp. 80815.

Fr a n c e s c o  da  Ca s t i g l i o n e (murió en 1484): teólogo y secretario de San Antonino, arzobispo de

Florenda. Estudió con Vittorino de Fdtre, y más tarde ocupó la cátedra de Literatura Griega. Fue

decano del Colegio de Teólogos en 1471. Se dice que Fidno estudió griego bajo su magisterio.

Odia Torre, p. 548 seq.;  Sup. Fie II, pp. 5401; Cosenza, pp. 14834.

G C (1444 1509) hij d bl fl i dió ó i L di f

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Francia, en 1494. Ficino le conoció cuando Giovanni tenía sólo siete años, y desde entonces le

profesó un profundo amor. Fidno le dedicó su traductión de Aldnoo y Espeusípo en 1465 (ver

carta 51). Éste escribió la mayor parte de sus obras, tales como la Teología Platónica,  en compañía

de Cavalcanti , que permañed© fiel a Fidno durante toda su vida. Cuando Ficino padedó de la

«amargura del espíritu» (Corsi VIH), Cavalcanti le acon sejó escribir un libro sobre el amor, a mo do

de remedio paVa Su dolenda y para «convertir a los amantes de la belleza transitoria al disfrute

de la belleza eterna». Ese trabajó fue la primera versión de Oe Amore,  e l comentario sobre el

Spripómim  de Platón, que está dedicado a Cavalcanti.

Della Torre, p. 647 seq. e  índice; Sup. Fie I, p. 118; Marcel, pp. 34 0 6 e índice; Cosenza,  pp. 9513.

Be n e d e it o  Co i u c c i o , natural de Pistoia (naddo en 1438), poeta, orador y miembro de la Acade-

mia de Fidno. Fue l lamado a Floren da p or Lorenzo de' M edid en 1473. Desde 1482 a 1499 fue

profesor de Poética y Retórica en la U niversidad de B olonia. Com puso cinc o discursos llamando

a una cruzada contra los turcos, que fueron leídos en la Academia.

Della Torre, pp. 706 seq.,  8 0 5 seq.;  Sup. Fie. I, P. 115; A. Frugoni, Scritti inediti di Benedetto Cóhicáo da 

Pistoia,  Florenda, 1939; Marcel , pp. 5957; Cosenza, pp. 104951.

Co m m a n d o   Co m m a n d i, naddo en Santo Ste fano: uno de los primeros maestros de Fidno

(c. 14451451) . Enseñó gram ática en la U nivers idad de Florend a (145014 52,1457 1460 ) .

Della Torre, p. 494; Marcel, p. 173.

Am er ig o   Co r s i n i  (14521501) : poeta y hombre de es tado, ocupó importantes cargos en la

República. Fue miembro de la Academia de Fidno. Escribió una biografía de Cosimo de' Medid

i f e l l É É y u n p o e m a so br e De Vita Libñ Tres de Fidno.

L. Passerini, Genealogía e Storia della fam iglia Corsini,  Florenda, 1858, p. 128 seq.;

Della Torre, pp. 6624; Sup. Fie I, p.113.

Mig l io r e Cr e s c i ; poeta y hombre de letras . Fue miembro del «Chorus Academiae Florentinae» y

amigo de Dona to A cdaiuol i. F id no le env ió su tradue dó n de a lgunos de los diálogos de P latón

pidiéndole que n o los m ostrara a nadie ha sta qu e los hub iera corregido. Ficino le l lama ba el «tutor

de la Academia».

Della Torre, p. 542 ; Sup. F ie II , p. 88; Cosenza, p. 1145.

Gr e g o r i o  Epi f a n io : ver Gregorio di Piero Befani.

Dio t t íec i  d ' Ag n o l o  F i c i n o   (murió c.  1447) : padre de M ars i lio Fic ino, fue m édico de C os imo de’

Medid. Se especia l izó en c irugía , por lo que adquirió renombre en Florenda. Mars i l io mendona

su éxito en el tratamiento de las epidemias, en su Consilio contro la  pestilentia. Fue uno de los ora-

dore s ( Er ix ím ac o) e n e l b an q u e te qu e tu v o l u gar e n e l v e ran o de 1468, y qu e F i c in o m e n d on a e n

Della Torre, pp, 47983; Marcel , pp. 1227,

225

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Ai f s n a v d r a  d i  JVa n ,vocero Frci.vo (1415C1498): madre d e Marsilio. Fidn o viv ió c on su madre y

cuidó de dia hasta la muerte de ésta. Escribió uria carta de consuelo a sus padres con motivó de

.'fe muerte de su hermano en 1462 CSup. Fie II. p.162 ).

DéHa Torre pp. 4855; Marcel pp. 12750.

Ba r t o l omeo  de l l a  Fo n t e (14451515): sacerdote florentino, poeta y piador. Sucedió a Francesco

Filelfo (faiteado en 1481) com o profesor de Retórica y Filosofía e n la Un iversidad de Florenda,pero fue obligado a remandar a cau sa de la hostilidad de P oliziano. Desp ués de ense ñar en Roma,

recuperó su puesto en 1485. con la ayuda de Lorenzo d e' M ed id. Du rante algún ti e m p o ^ dedi-

có a la enseñanza en la corte dd rey Matías de Hungría, cuy a b iblioteca co ntrib uy ó a enriquecer

Volvió a Florencia en 1490 a la muerte dd rey.

Della Torre, p. 420 se?.; C M arch es i Bartolomeo della Fonte.  Gatánia 1900; Cosenza, pp. 144853P'

Epistolae,  ed L Juhasz. Budapest 1951.

Sebast ian o  FoREsr (14241488): poeta y músico, fue mu y adm irado p or Fidn o debido a su habi-

lidad en toca ría Ora Fue Estudioso de Viigilio y dedicó a Lo renzo u n libro sob re agricultura basa-

do en las Geórgicas. Su p oe m a 27Tríonfo ddle Virfu se den om ina tam bién 21 Tñonfo di Cósimo de'Medid.

Déla   Torre, pp. 7925; Sup. Fle L p. 117.

Ba r t o l omeo   Fo r i t n i  (murió en 1466).  Abogado florentino, ocupó cargos importantes en la

República, se dedicó s i estudio efe! griego y e l latín y pérten edó a la A cademia de Fidno. Fue hom-

re de virtud ejem plar segú n refiere V es pas iano d a B is ticd e n su ob ra Vidas.

Vespasiano, pp. 4624; DeBa Torre pp. 548,550.

Ma t eo   Fr a n c o   (14471494): fue capellán de la corte de los Medid. Se ocupó con devodón de

arice Orsini  esposa de Lorenzo, y de sus hijos. Fue un poeta de ingenio burlé£có> un amargo

val de Luigi PuIcL

Sup. Fie II, p. 544 ; M arc el p. 42 4 seq-  Cosenza, p. 1494.

omenico  Gauuett i, nadd o en M onte San Sav ino (cerca de Arezzo). M iem bro de la Academia de

cino y can ónigo de la catedral de Arezzo. En 1466 se establead en Ro m a com o secretario ápbsP

ieo y archivero (fadfitaba resúmenes de los documentos). Fue amigo de Cavalcanti y Ficino.

ella Torre, pp. 7678; Cosenza. p. 1552; P. O. KristeBer, Italtaham .  IL

r n a r d o   Gu i gn i: hombre de estado florentino, diplomático y miembro de la Academia dé

no. Fue un hom bre de ejemplares virtudes cívicas, según refiere Vesp asiano d a Bisticd en Vidas.

espasiano, pp. 52652; Defla Torre, p345 seq.

van  n i di  Ba r t o l om e o  Gl t d i: abogado y notario de la Sígnoria.

senza. p. 1756.

o m o   r>i Gv i d o : poeta y músico, conocido por su habilidad en eJ tañer de  Ja Jira.

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Platón). Entre sus amigos estaban Alberti y Bembo, entre sus discípulos los ingleses William 

Grocyn y Thomas Linacre.

Della Torre, pp. 380 seq., 579; Sup. Fie. II, pp. 3278; Marcel, p. 190 seq. e índice; Cosenza, pp. 

190916; Carmina Omnia   ed. A. Perosa, 1939.

F r a n c e s c o   La p a c c in o :  cosmógrafo y hombre de letras florentino.

Vespasiano, pp. 42930.

Lo r e n z o   L i p p i   (14401485): poeta y hombre de letras, profesor de Poesía y Retórica en la 

Universidad de Pisa (14731485). Lippi fue amigo íntimo de los Medid y su rírculo de poetas, y 

su Libro de Proverbios, dedicado a Lorenzo de Medid, contiene casi 100 proverbios griegos y latinos.

Della Torre, pp. 7026; Cosenza, pp. 19945.

An g e l o  Μ α ν ε γπ : hijo del famoso historiador y hombre de letras hebreo Giannozzo. Cuando era 

un niño, Angelo hablaba y escribía en latín, griego y hebreo. Poseía numerosos manuscritos y fue 

amigo de Lorenzo de' Medici.

Vespasiano, pp. 30510; Cosenza, p. 2109.

F r a n c e s c o   M a r e s c a l c h i   d e   F e r r a r a : canónigo y miembro de la Academia de Ficino.

Della Torre, p. 600; Cosenza, pp. 14845.

Ca r l o   M a r s u p p in i , el Joven: hijo del famoso canciller y orador de Arezzo. Fue miembro de la 

Academia de Fidno y uno de los oradores que representó el papel de Agatón en el banquete pla-

tónico descrito por Ficino en su comentario al Symposium  de Platón. Tradujo el primero de los dos 

libros de la I l iada   de Homero. No se ha conservado su poesía.

Della Torre, p. 658; Cosenza, p. 271.

B r a c c io   M a r t e l l i   (murió en 1492): diplomático y hombre de letras; amigo de los Medici y de 

su círculo de poetas. Sus maestros fueron Bernardo Nuzzi y Ugolino Verino. Cuando se incorpo-

ró a la Academia de Ficino, éste le envió la obra «Concordanda entre Moisés y Platón».

Della Torre, pp. 72930; Cosenza, p. 2206.

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AFabroni, Laurentii Medicis magnifici vita. Pisa, 1784; A vo n Reumont, Lorenzo de Medici,  Leipizg,

1883, yLondres, 1876; Delia Torre, pp. 737 42 e indice; Marcel p3 72 seq. e indice; Cosenza, pp.

^2 27 2r 57Ver también bibliografía.

M i c h e l e  M e r c a t i : fue, junto con Antonio Seráfico, uno de los primeros y más próximos amigos 

f¡¡¡ Ficíno. Fue mo nje y profesor. Fidn o le envió uno de sus primaros ensayos Summa Philosophiae, 

que com pen diaba las diferentes escuelas filosóficas, pa ra ayudarle en sus estudios. Fidno también

le confiósus ideas sobre la filosofía epicúrea y su comentario de juventud sobre la obra de

Lucredo De Rerum Natura. (Sup. Fie II, p. 81). Basado en el testimonio del nieto de Mercati se cuen-

ta que Fidno se le apareció, tras su muerte, con el fin de probar la inmortalidad dd alma.

Ddla Torte, pp. 5 7 5 ^ 3 ( ιρ : Fíe. II, P:' 2Ló; Marcel, p. 184seq. e índice; Cosenza, p. 22 9$ : i

Ni c c o l o  d i  M i c h e l o z z o  M i c h e l o z z i (14471522): fue hijo del famoso arquitecto. Este gentil hom-

 bre dé letras, poeta y estadista fu e m uy am igó de los Medid. Asim ism o fue, sucesivam ente secre-

tario de Lorenzo, Piero, y su h ijo Piero di Lorenzo de' Medid. Enviado como em bajador a M ilán

en 1485, co n d fin de lograr q ue los S forzas permane deran leales a la República florentina, con-

tribuyó a la ne go da dó n d d tratado de paz entre Florenda y d rey de Nápoles. tras las guerrasde la conspíradón Pazzi. Fue hecho prisionero cuando los Medid abandonaron Florenda en

1494;·’á su retomo (noviembre de 1512) sucedió a Maquiavdo como canciller de Florenda.

Cuarido los Medid fueron de nuevo al exilio (1527) fue depuesto de su caigo, muriendo poco

ÉlpúeslisMichdozzi fue amigo de Naidi, de Delia Fonte, y de Poliziano, que había sido secretario en la

Cancillería, al mismo tiempo que éL Fidno le apredaba por su virilidad y honestidad y, con fre

cuenda, se dirigía a él como «verus vir».

Passerini, Cenni intomo allafamiglia dd Michelozzi, Florenda, 1854; Defla Torre, p. 716 seq.: Sup. fi e

II, p;323; Cosenza, pp. 231115.

Na l d o  Na l d i  (C. 143 51 513): profesór de Poesía y Retórica dé la Universidad de Florenda desde

1484, y miembro de la Academia de Fidno. Fue uno de los poetas más proMcos dd círculo en

tomo a los Medid, e íntimo amigo de Fidno, que le envió su obra De Christiana Religione  Naldi

alabó a Fidno en sus poemas y, con ocasión de un banquete platónico, puso en verso la Vida de 

Platón  de Fidno. Escribió poesía religiosa y pastoral, y poemas de amor dirigidos a sus amigos;

dedicó tres libros de sus elegías latinas a Lorenzo de' Medid.

Della Torre, pp. 5035, 668 seq.;  Sup. Fie. II, pp. 328; Marcel, pp. 1702; Cosenza, pp. 2408Π;

Elegiae,  ed. L. Juh asz , Leipizg, 1934. .

Be r n a r d o  d el  Ñer o   (1424-1497): tío de Piero, famoso hombre de estado y hombre de letras;

Ocupó muchos cargos públicos como dirigente del partido de los Medid. Después de la expul-

sión de éstós^áé Florenda, fue decapitado. Tanto Bernardo como Piero fueron miembros de la

Academia de Fidn o. En los debates, co n Fidno pretendía reconciliar las enseñanzas de Dante con

las de Platón, y junto co n Antonio Manetti se adelantaron a Fid no en la traduedón de la obra

de Dante De Monarchia  al italiano. Fue amigo de Maquiavelo y el prindpal orador en el diálogo¿JL CLwcvC.

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de Guicddrdini Sobre la constitución políticade Florencia (Del Reggimento d i Firenze).  Bernardo representa-

 ba. para Fiáno, el ideal platónico de ciudadano.

Della Torre, pp. 7289; Sup. Fie | pp. 10910; Marcel pp. 52?51.

P ie r o  d el  Ñ er o   (murió en 1512): ocupó varios cargos  en la magistratura. Financió la publica-

ción dé la obra de Fiáno DeSole et Lumine.

Delia Tone, pp. ( ¡ Β ΐ Sup. Fie I, p. 110; Cosenza pp. 2 4 5 1 ^ ? ;;

An g e l o  \Tccou\i (14441499): abogado florentino, ocupó diversos cargos públicos: «priore» en

1479, «gonfaloniera» en 1489; embajador ante el papa Inocen cio V III en 1484, y ante el rey Carlos

VIII en 1494. Hijo de Ottone

Passerini, Genealogia e storia dellafamiglia Niccolini,  Florenda, 1871, p. 45 seq.;  Sup: Fie I, p.129.

Gi o v a x .v i Ni c c o l i n i Φ4491504): rdigioso florentino y hombre de Ietrás> hijo de Ottone. Fue

nombrado arzobispo de Amalfi en 1475 y patriarca d e Aterías en 1482.

Passerini supra, p. 40 seq.; Defla Torre, p574.

Ot t o n e Ni c c o l i n i: a b o rd o y m iembro de «Chorus Academiae Florentinae» (una escuela aristo-

télica). Niccolini tomó parte en el debate con Argiropoulos y sus alumnos que tuvo lugar en

Careggi, en presencia de Cosimo de’ M edia , a cerca de si la ley era u na ram a de la filosofía moral.

Niccolini mantenía que a sí era.

Vespasiano, j| 250 ; Passerini snpra,  p. 57; Della Torre, pp. 589, 545 seq.

B e r n a r d o  Nu z z i: secretario de la Cancillería y miembro de la Academia de Ficino. Tomó parte

en la lectura del Symposium en d banquete qu e tuvo lugar el 7 de n ov iem bre de 1468, en ho nor

de Platón; amigo de Cavaícamí y Landíno, fíie pro fesor de R etórica y Poesía en la Universidad de

Florencia y disertó sobre las Epistolae y  Ais Poética de Horacio.

Della To ne pp. 702, 814; Sup. F íe II, p. 548.

Μλ π έ ο   Pa l m ie r i   (140Ó1475): poeta c historiador florentino. Ostentó varios cargos públicos en

Florencia despues de que Cosimo de’ Medid volviera al poder en 1454. Fue miembro de la

Academia y Fiáno le otorga el título de «poetus theologicus» por su largo poema en italiano La 

dtta di vita (La dudad de la vida),  inspirada en Dante. Escribió también Della vita avile y Opus de tempo-

ribus suis,  un tratado de historia que abar caba desde d com ienzo dd m undo hasta d tiempo en

que vivió. Sus maestros fueron Am brogío Traversari y Cario Marsup pini, el Mayor. Fue un ejem-

plo de la educadón humanista y expresó la aspiración hu ma nista p or con ciliar la vida activa con

la vida contemplativa

Della Torre p. 492; Co senza pp. 2560 5.

C ir o  l a m o  Pa s q u a l i n i : hom bre de letras qu e posiblemente, tradujo al italiano d pasaje de la obra

^ Marsuppini Rerum sui tempore gestarum  que describe la Escuda aristotélica de Manud

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Chrysoloras, el estudioso griego invitado en 1396 a dedicarse a la enseñanza en la ciudad de

Florencia, así como el progreso realizado por alguno de los alumnos de la Escuela.

: Cosenza, p. 2620.

P ie r o  d e ' Pa z z i   de Florencia (murió en Ϊ464): fue nombrado «Eques» (Caballero) en 1462, y fue

«Gonfaloniere di Giustiziá». Tras llevar una vida ociosa fue ganado para la causa del estudio de

los dásicos por N íccolo N iccofi,y creó un a exedente biblioteca de manuscritos. Fue miem bro ddaristotélico «Ch orus Aca demiae Florentinae» y m ás tard e de la Acad emia de Ficino.

Vespasiano, pp. 51016; Della Torre, p. 545 seq;

An t o n i o  Ρ ε ε ο ί γπ : po eta y am igo de los M edid. Ficino le llamó d «Apollineus Academiae nostrae

lepos».

Ddla Torre, pp. 65 96 2.

Le o n a r d o   Pe r u g i n o   (Leonardo Mansueti de Perugia) (murió en 1480): dominico, Degó a ser 

general de su O rden en 1474.

•VDeDa Torre, p. 767; Su p. F ie I, p. 125 ; Ma rc d, pp. 41617.

Fr a n c e s c o  To d e s c h i n i   P i c c o l o m i n i   de Siena (14291505): sobrino dd papa Pío II (Enea Silvio

Piccolomini). Fue nombrado cardenal de Siena en 1460 y degido papa en septiembre de 1505. Fue

un hombre de conodmiento y piedad con quien Fidno se carteó con frecuenda, y al que dedi-

có su comentario sobre d Sympoúum (De Amore)  de Platón.

Sup. Fie I, pp. 1512; Marcd, pp. 41516; Cosenza, pp. 28254.

Lo r e n z o  da  P is a   ( c.  139114 70): sa cerdote; tuvo un amplió conocimiento d d griego y dd latín,

y escribió muchas obras teológicas. Fue nombrado canónigo de San Lorenzo en 1428.

Moreni, Continuazione delle Memoriae Istoriche M ía Basílica di 5. Lorenzo,  II, P. 192 seq.; Sup. Fie II,

p. 349; Cosenza, p. 1950.

An g e l o  P o u z i a n o  de M onte pu ldan o (145 4149 4): eminente poeta de entre los que integraban d

círculo en to m o a lo s M edid, y un o de los m ás notables estudiosos de los dásicos. Estuvo en

contacto con todos los más renombrados humanistas y hombres de estado de su tiempo, y su

ámpDa obra cubre un gran abanico de temas. Fue amigo de Landino. Apoyado por Lorenzo (ver

carta 17), al que dedicó su versión latina de la Iliada de Homero en 14 72 fue prodam ado d mejor

de los poetas en latín y griego qu e prod ujera Italia. Escribió, también, una importante obra en ita

Dano. Polizjano se con virtió en tu tor de los hijos de Lorenzo, pero dimitió de su puesto por diver

gendas co n la esp osa 'de éste. Fue pro fesor de griego y la tín desde 1480. Escribió odas, degias y

epigramas, Oifeo y Stcmzeper la Giostra del Magnifico Giuliano de' Medid. Entre sus alum nos se encon-

traban los ingleses William Latimer y Thomas Linacre.

Poliziano, Opera,  Veneda 1498; Prose volgari inedite e poesie latine e greche di A Poliziano,  e d D d

Lungo, Florenda, 1867, Le stanze, Xorjeo e le rime,  ed. Carducd, Florenda 1865; Deüa Torre, pp.

657*8; Cosenza, pp. 28 78 96 ,

229.

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Be rna rdo  Pul cí   (14581488): poeta y hermano menor de Luigi Pulci quien, en. sp conocido

poema Morganíe,  ridiculizó la Academia y a Reino. En las cartas 113 y 114, Reino se manifiesta al

respecto de Luigi. Bernardo escribió poemas religiosos.

DelJa Torre, pp. 8209; Sup. fie. L p. 117; MarceL pp. 42055; Cosenza, pp. 29702.

Cherubino  Ql a r q i a g l i de San Gimignano: gramático, músico y poeta. Fue uno de los primeros

miembros de la Academia de Fiáno. Más tarde se trasladó a Roma, donde estuvo al servicio de

Cosimo Orsini, el Secretario apostólico, pero siguió manteniendo correspondencia con Fidno.

DelJa Torre, pp. 7956; Sup. R e L p. 118; Cosenza. pp. 29789.

Pie r o  Ria r jo   (murió en 1474): cardenal de Pisa fue sobrino de Francesco della Rovere, el papa

Sixto IV.

Cosenza p 5056.

B í n d a c c i o  R j c a s o u   (c.14441524): miembro de la Academia de Fidno. Desempeñó varios cargos

públicos en Florencia y catalogó la obra de R ano en 1495. Fue amigo de Giovanni Corsi, quien

escribió acerca de los primeros años de la vida de Reino.

Passerini Genealogiacstoria della jamiglia Ricasoli  Florenda 1861, p. 155; Della Torre, pp. 5960;

Marcd, pp. 1820; Cosenza pp. 6045.

G i r o l a m o  R o s s i  de Pistoia dominico y miembro de la Academia de Fidno. Fidno le envió su

obra De Christiana Religioney le dedicó el duodécimo libro de sus cartas, así como la recopiladón

de éstas, que fueron editadas a expensas de Rossi en 1495.

Della Torre, pp. 65940, 769 seq.

B e r n a r d o   R u c e l l a i  (14481514); hombre de estado, humanista e historiador. Tras la muerte de

Lorenzo y Fkino, invitó a la Academia platónica a que se reuniera en sus jardines COrtO que lle-

garon a ser conoddos como «Orñ Oricdlarib. Bernardo contrajo matrimonio con una hermana

de Lorenzo, y fue gran amigo de la familia Medid, así como de Luigi Pula.

Passerini Genealogiaestoria della jamigha Rneeüm. Florencia, 1861, p. 122 seq.;  Della Torre, p. 824;

M arcd pp. 4278; Cosenza. pp. 25151 4.

Fr a n c e s c o  Sa l v l u t : fue nombrado arzobispo de Pisa por d papa Sixto IV en octubre de 1474.

aM jjdp a la oposición de Lorenzo de’ Medid a su no m bram iento, Saivíati no ocupó su sede hasta

q u e había jugado en la conspiradón Pazzi

contra los Media.

Sup. Fie l p. 121; Cosenza. p. 3158.

Sebas t i ano   Sa l u m   de Castd San Niccolini: sobrino de Fidno, sacerdote y doctor en teología.

ordenó las cartas de Fidno. Cuando Fidno fue invitado a trasladarse a Hungría por drey Matias con d fin de impartir la filosofía de Platón, declinó la invítarión e intentó, sin éxito,

jfc dudr a Salvini a ir en su Itigpr

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B a r t o l o m e o   S c a l a   (14281497 ) : ho m bre de estado, em ba jador e his tor iador . Hi jo de un m ol ine-

ro, l legó a Florencia en s u juven tud y se con virtió en el protegido de Cosim o de’ M ed id; fue secre-

tar io de F lorenda y «gonfa loniere» en 1486 . E l papa Inocendo VII I le nombró Cabal lero de la

Espuela de Oro. Fue uno de aquel los a los que F idno sometió su traducdón del Symposium  de

Platón, antes de ser publicada. Escribió un a historia de Florend a, y presentó a Lo renzo un a c ole cd ó n d e versos y t ex to s en p ro sa e n a l a ba nz a d e Co s im o .

"Sup. Fie. I , p. Í28; Cosenza, pp. 321012: 'T

AisrroNio S e r á f i c o   ( Mo ra li ) d e Sa n M i nia to ( na d d o c.  1435) : un o de los pr im eros y m ás ínt imos

amigos de F idno; poeta , músico y uno de los pr imeros miembros de su Academia . Era un vir -

tuoso de la lira. F idn o le dedicó un o de sus p r imeros ensayos acerca de la dar ividenda.

Della Torre, pp. 7934; P. O. Kristeller, Studies in Renaissance Thought and Letters,  p. 139 seq.:

Marcel, pp. 22 4 9. ·

F r a n c e s c o   S o d e r in i   (14531524) : hi jo de Tomasso, perteneda a una distinguida famil ia f lorenti-na; hum anista y diplomático, fue pro fesor d e derech o e n la U niversidad de Pisa, obispo de Volterra,

y emba jador ante d pap a Sixto IV desde 1480 . Defendió a F idn o con tra la acusadó n de herejía

que s iguió a la p ub l icadón d e su o bra De Vita Libri Tres.

Sup. Fie. I, pp. 1278.

Pa o l o  An t o n i o   S o d e r i n i   (14481499) : hermano mayor de Piero y Francesco; distinguido hombre

de estado y rector de la Universidad de Florenda en 1474. Más tarde, fue seguidor de Savonaiola.

Della Torre, p. 714 seq.,  726; Sup. Fie I , p. 128.

P ie r o   d i  Tomm a s o   So d e r i n i  (1452-1522): «gonfaloniere» y prindpal gobernante de Florencia

1502-1512.

Della Torre, p. 726.

S ig i sm o n d o   S t u e a : ho m bre de letras. Estuvo p rom etido a A lbiera degli Albizzi , qu e murió d 14

de jul io de 1473, en víspera de su boda. Esa desgrada inspiró cartas y poemas escri tos por

Poliziano, Francesco da Castiglione y m uch os otro s am igos. Se con virtió en «gonfaloniere».

Sup. Fie. II, p. 341; Cosenza, p. 5346.

B a r t o l o  T e b a l d i : ho m bre de letras que frecuentó la esc ud a de griego y latín de Roberto Rossi,en compañía de muchos otros hombres de fama, induido Cosimo de* Medid .

Vespasiano, p. 405 .

Fr a n c e s c o  T e b a l d i ; pad re de Lattanzio, fue un filósofo aristotélico que dedicó su obra Disputationes 

Occidentalium Philosophorum de Anima  a Lorenzo de' Medid.

Sup. Fie II, p. 539.

Ni c c o l o  T i g n o s i  da   Fo l i g n o   (14021474) : profesor de Lógica en Bolonia hasta 1439. Practicó la

mediana en Arezzo 143951; enseñó f i losofía y mediana teórica en la Universidad de Florencia

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desde 1451. Tignosi  fue profesor de Fiáno, 1451-56.  Escribió un comentario sobre Ethica  y De 

;  Jornia de Aristóteles. Fue amigo íntimo de Cario Marsuppini y Poggio Bracdolini.

^JD efla Torre, pp. 495 500; L Thomdike, Science and Thought in ¡he 15* Century,  New York, 1929;

Alared pp. 17484; Cosenza, pp. 34089.

Ba c c i o  d i Ll c a  L'g o l l m  (murió en 1494): poeta y músico, hábil en el tañer de la lira («improvi

satore»). Amigo de Poliziano y  Lorenzo, asistió a las  primeras lecdones de Fidno, que tenia con

Bacdo un cálido trato debido a  su com ún am or po r la poesía y la m úsica. Ugolirti representó el

papd de Orieo, cuando la obra de ese nomb re escrita po r P oliziano fu e representada, p o r prime-

ra v e z , en  M a n tu a . Fue nombrado  arzobispo de Gaeta en 1494.

Della Torre, p. 796seq. ; Sup. Fie L pp· 11920; Cosenza pp. 55067.

Tomaso V a l er i de Viterbo: médico.

Déla Torre p. 779 e indice.

Ca k i o  Va l g iu o  de Bresria: hombre de letras y tutor de los hijos de Tommaso Minerbetti; secre-

tario dd cardenal Cesare Borgia y amigo de Poliziano y del cardenal Piccolomini de Siena.

Sup. Fie i pp. 11415.

Ug o l í m  Vekx.n o  (14581516): poeta f cé miembro de la Academia de Fidno. Alumno de Landino,

intentó reconciliar el platonismo con la doctrina cristiana Más tarde fue ordenado sacerdote y

escribió únicamente poemas religiosos.

Della Torre, pp. 68791; Cosenza pp 56215.

G i o k g i o  An t o n i o   Ve s p u c c i  (14551514): sacerdote y canónigo de la catedral de Florenda, fue

uno de los primeros miembros de la Academia de Fidno y se convirtió en un eminente profesor

de los autores clásicos. Creó una importante biblioteca c on manuscritos griegos y latinos. Fidno

le dio su traducción de Platón al latín para que la revisara. Fue tío del navegante y explorador

Amerigo Vespucd (de cuyo nombre deriva eí de América).

Bandini Viia e latere di Amerigo Vespucd  Florenda. 1745; Della Torre, pp. 7724;

Sup. Fie t pp 11112; Cosenza, pp. 36 545 .

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Tex t o 5 d e   l a s  o br a s   d e   F i c t n o

Ficinus , M.: Opera Omnia,  2 vols., Basilea, 1561; 2a ed. 1576; París, 1641 (sigue a la Ia ed.); reimpre-

sión de la ed. de 1576 en 1959, Turín, Bottega d'Erasmo.

Epistolae Libri X X II,  Venecia, 1495; Nuremberg, 1497; Praga, 1500.

Supplementum Ficinianum. Marsilii Ficini Florentini opuscula inedita et dispersa,   ed. P. O. Kristeller,

Florencia, 1957. Reimpresión en 1975.

Kr i s t e l l e r , P. O.: Si lidies in R enais san ce Th oug ht an d Letters, Roma, 1956, 1969 que contiene escritos de

Ficino no publicados, e incluve Su m m a Philosophiae y Divisio Philosophiae,  con notas adicionales

sobre los manuscritos y ediciones impresas de sus obras.

T r a d u c c i o n e s

Bu r r o u g h s , J.: Five Questions Concan ing M ind,  traducción al inglés de Quinque Quaestiones de Mente del

segundo libro de cartas de Ficino, en The Renaissance Philosophy of Man,  ed. de E. Cassirer y P.O.

Kristeller, Chicago, 1945 (pp. 195212).

Fiemo, M.: Epistole Philosop hice di Ma rsilio Ficino Platonico Florentino  (Biblioteca Casanatense, Roma,

Casanat. 1297); antigua traducción del primer libro de cartas, posiblemente de Ficino.

Fig l iucc i, E: Le Divine Lettere del Gran M ars ilio Ficino, Venecia, 1546, 1565; traducción al italiano de los

doce libros de cartas.

 Jayne , S. R.: Marsilio Fiáno's Commentary on Plato's Symposium.  University of Missouri Studies XIX,

rt° 1, Columbia, 1944; texto y traducción al inglés de De Am ore de Ficino.

Ma r c e l , R.: Comm entaire sur le Banquet de Platon, París, 1955; texto y traducción al francés de De Amore 

de Ficino.

Théologíe Platonicienne de l'Imm ortalité des Ames,  5 vols. París, ¡9641970; texto y traducción al fran-

cés de Theologia Platonica sive de Immortalitate Animorum,  el tercer volumen contiene el texto de

Opuscula Theo logica del segundo libro de cartas.

Mo n t o r i o l a , K. v o n : Briefe des Mediceerkreises aus Marsilio Ficino's Epistolarium,   Berlín, 1926; primer

libro de cartas con notas traducido al alemán.

E s t u d i o s   s e l e c c i o n a d o s   s o b r e   F i c in o   y   l a   A c a d e m i a

An ó n ; Vita di Marsilio Ficino (Biblioteca Nazionale Palatinus 488), texto en italiano publicado en R.

Marcel,  Marsile Firín, pp. 694754.

Bu r r o u g h s , Platonic Theology (incluye la traducción de los libros III 2, X I II 5, XIV 5,4) en Journal 

of the History o f Ideas, V, 1944 (pp. 22759).

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Ca pOn s a c h i, R: Sommario della vita di Marsilio Ficino,  Archivio di Stato di Firenze,· ms. 191-V.

Ch a s t el , A.: Marsile Fian el l’ Art,  Geneva. 1954.

COSSI, G.: Marsilü Fiáni Vita  en Philippi VUlani Liber de Civitatis Florentinae Famosis Civibus,  ed. G G

Galetti, Florenda, 1847, pp. 183 seq.  Reimpresión de R, Marcel, Marsile Ficin,  pp. 680-9.

C r i s t i a n ! , E.:

Una inedita invettiva giovanili di M anilia Ficino  en Rinascimento  (dic.1966),  contiene unaprimera carta de Ficino.

Do l a  T o r r e , A.: Storia dell' Academia Platonica di Firenze,  Florenda, 1902

F e s iu g e é r e ,  J. : La Philosophie de Yamour de Marsile Fian, et son influence sur la literature frangaise au XVI 

siede,  Paris, 1941.

Ha k , H. J,: Manilio Fidno,  Amsterdam, 1934.

/AVNE, S. R.: Fidno and The Platonism oj the English Renaissance en Comparative Literature, W,  195 2 (pp. 214-58).

 John Colet & Manilio Fidno,  Oxford, 1965.  Contiene correspondenda no publicada entre Fidnoy Colet

K r i s ih u e r  , P. O- The PhHosophy of Manilio Fidno.  Columbia University, 1945. Rdmpresión en 1964,

tradudda al alemán. Frankftirc 1972

Ma r c e l , R.: Marsile Fidn, París,  1958.

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Este libro se terminó de imprimir

en Madrid en Septiembre de 2009.

En ese mismo mes, pero de 1468,

Marsilio Ficino escribió que las cartas

son necesarias entre amigos.

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«La teoría platónica del amor...iia.bia

sido parte de un sistema hlosóñco que

debe contarse entre las estructuras intelec-

tuales más audaces jamás creadas por la

mente humana.

Este sistema tuvo su origen en la Acade-mia Platónica  de Florencia, un grupo

selecto de hombres reunidos por la mutua

amistad, un gusto común por el ingenio yla cultura humana, una veneración casi

religiosa hacia Platón, y una exaltada

admiración por un sabio bondadoso y

amable: Marsilio Ficino.»

ERWIN PANOFSKY Estudios sobre Iconología

«... Porque el platonismo, si no se

considera como una repetición literal de las

teorías de Platón, sino como una adap-

tación y amalgama constantes de sus

motivos básicos según el discernimiento y

las convicciones de cada nuevo pensador,

continuará siendo restablecido y revivido

en el futuro de maneras diferentes a como

ya lo ha sido en el pasado. Así, se puedeconsiderar, con tanto derecho como

cualquiera otra corriente en la civilización

occidental, como una tradición viva,

y (¿por qué no?) como una philosophia perennis.»

P.O. KRISTELLER Profesor de la Universidad de Columbia 

Ocho Filósofos del Renacimiento Italiano

La porcada y la contraporrada, muestran el retratode tres humanistas, es un detalle del fresco Zacarías en el Templo de Domenico Ghirlandaio, que se encuentra

la iglesia de Santa María Novella, en Florencia. Deizquierda a derecha, aparece Marsilio Ficino, el humanistaCriscoforo Landinoy el poeta Angelo Poliziano.

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