FECHA: I). F., A DE MAYO DE 1997 MARISELA NAVA …148.206.53.84/tesiuami/UAM0172.pdf · 1 En 1939...
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UMDAB): IZTAPALAPA
IDIMSION: CIENCIAS SOCIALES Y HULMAMDADES
MATEIPLA: SEMINARIO DE NARFU'TTVA
FECHA: MÉXKO, I). F., A 9 DE MAYO DE 1997
ALUMNA: MARISELA NAVA HJBWhDEZ
MATRICULA: 912.33299
ASESOR: EXERNAN SILVA BAHAMBNDE
Informe sobre el trabajo del Seminario de Narrativa de la alumna Marisela Nava Hernández (Matr. 91233299)
Título del trabajo: De la realidad a la imaginación en El pozo. Tema del trabajo: El suceso de la violación de Ana María y la aventura de la cabaña de troncos. Objetivo: Cómo un suceso real, la violación de Ana María, genera un acontecimiento imaginario, la aventura de la cabaña de troncos. Contenido del trabajo: Una introducción, donde se hace una presentación de la novela El pozo, se explica el tema y el objetivo del ensayo. Una presentación y discusión de cuatro trabajos críticos sobre El pozo. Un análisis, que constituye la parte central del ensayo, de la novela EZ pozo; este análisis se concentra en el tema y en el objetivo propuestos: la manera cómo Eladio Linacero construye la aventura de la cabaña de troncos a partir del suceso de Ana María y el sentido de esta construcción dentro de la novela. Unas conclusiones. Y una bibliografía de los textos que se utilizaron para el trabajo. Extensión: 26 páginas tamaño carta, escritas a doble espacio.
El trabajo es interesante porque plantea un tema central de la novela e incluso de toda la obra de Juan Carlos Onetti. Pero evidentemente el mayor valor reside en descubrir que los rasgos de la aventura de la cabaña de troncos son antitéticos con respecto al suceso de Ana María. Llevando más adelante el análisis sobre el sentido de esta antítesis se podría postular como fundamento un personaje protagonista escindido y aclarar la función que cumple el objeto imagmario en la novelística del escritor uruguayo. Proponemos como calificación para este trabajo M B .
Tiene algunos errores de ortografía, puntuación y redacción. Sugerimos que estos errores se corrijan antes de entregar una copia del trabajo a la Biblioteca. Para esto, la alumna puede ayudarse de las anotaciones que los profesores lectores hcieron en las copias que utilizaron para elaborar este rnforme. También sería deseable un poco más de desarrollo de las conclusiones.
UAM-I, junio de 1997
Lector: Profra. Laura Cázares H
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En 1939 se publica El pozo, la primera novela de Juan Carlos Onetti (1 909-
1993). Según Hugo J. Verani’, esta obra aporta cambios significativos en la novela
hispanoamericana, es la primera expresión creadora del novelista uruguayo, que
integra temas y técnicas en perfecta interrelación. Una de las primeras que se
justifica a sí misma como un acto de creación literaria. Onetti ya no se ocupa de
cuestiones sociales, o de la subsistencia de descripciones convencionales de una
realidad americana típica, a las que se adhiere la novela que le precede en
Hispanoamérica. Su narrativa se inserta en una narrativa universal, se aparta de
sus predecesores hispanoamericanos y trae con N pozo una interiorización del
mundo novelesco, es un intento de captar la existencia profunda de una
conciencia individual, una situación nueva que exige, inevitablemente, la
renovación de los medios expresivos.
En El pozo se ponen de manifiesto nuevos .enfoques para abordar su material
narrativo: montajes basados en asociaciones de la memoria y de la imaginación, la
simultaneidad y superposición de planos narrativos, dislocaciones cronológicas, un
modo narrativo que se acerca a la lírica y, en particular, la continua invención por
creación verbal. En líneas generales, puede verse ya en esta novela el diseño que
se repetirá en su obra posterior.
I Hugo J. Verani. “Juan Carlos Onetti”, pp. 161-197.
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Uno de los temas recurrentes, no sólo en la obra onettiana, sino también en la
novela contemporánea, es el conflicto interior en que viven los personajes. Su vida
aparece como algo esencialmente contradictorio. Más aún, con decepción y
fracaso, como “náusea”, como algo sin sentido. El personaje de El pozo vive en
constante lucha consigo mismo, intenta conocerse a través de los otros. AI no
poder comunicarse directamente, opta por escribir sus memorias como una forma
de estrechar vínculos y a la vez de llenar su existencia. Eladio Linacero, personaje
central de la novela, no desea escribir cosas superfluas o sin interés, quiere
“escribir de sí mismo”; no hablará sobre su infancia, ni de cuando estuvo en la
estancia, ni tampoco de los años en la Universidad. Poco después habla de
escribir acerca de “un alma”, pero también de “los sueños”, sobre alguna pesadilla
lejana, como la aventura de la cabaña de troncos. Elige esta historia porque le
obligará a contar un “prólogo”, un suceso acontecido aproximadamente unos
cuarenta años atrás. Asimismo, porque contará un ‘rsuceso’r y un sueño.
Precisamente, en este trabajo nos proponemos hacer un examen de la novela
El pozo en el sentido de ver cuáles son los mecanismos por los que se puede
pasar de una realidad concreta a un mundo imaginario. Mi objetivo principal
consiste en comparar estos dos planos de la realidad novelesca: la violación a Ana
María (suceso) y la aventura de la cabaña de troncos; cómo el ensueño de Eladio
Linacero cobra importancia partiendo de una realidad de la que poco a poco se
aleja para transformarla en un plano puramente imaginario. Cómo ambas historias
reflejan las contradicciones que subsisten en la mente del personaje, cómo es que
se complementan y se diferencian una de otra. Veremos, en tal caso, que a partir
de la confrontación interior del personaje, entran en conflicto el mundo real y el
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imaginario. Se pone en entredicho hasta qué punto la imaginación puede superar
la realidad.
BIBLIOGRAFíA CRíTICA
A través de los cuatro artículos que presentamos, podemos hacernos una idea
general sobre lo que se ha escrito de la novela y, en particular, del tema que nos
ocupa. Uno de los críticos que ha estudiado la obra con profundidad es, sin duda,
Jaime Concha. En su artículo, “Conciencia y subjetividad en El pozo, de Juan
Carlos Onetti” expone cómo van dándose los tres niveles de la conciencia en el
desarrollo de la novela: la conciencia perceptiva, la evocativa y la imaginativa, las
cuales revelan la interioridad del personaje y nos van mostrando su personalidad
contradictoria.
Para Jaime Concha, el peso de la novela recae en el ámbito de los sueños,
además de que se nos muestran las distintas clases de sueños: las pesadillas, o
sea, las vivencias concretamente oníricas, y las ensoñaciones anteriores al dormir.
Ahora bien, el critico afirma que el episodio central de la novela está constituido
por la afrenta que Linacero le infiere a Ana María. Para explicar este pasaje, se
vale de las ideas de Sartre, quien hizo ciertas reflexiones acerca del sadismo;
Concha aclara que habla de este pensamiento fenomenológico sólo para
desprender los contenidos esenciales que vivifican la experiencia. Más tarde nos
comenta sobre el sueño de la cabaña de troncos, el cual constituye una libre
construcción imaginaria sobre la base de lo vivido.
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Para Jaime Concha, ni el aspecto temporal, ni tampoco el centro específico de
la aventura reside en el lenguaje, más bien su contenido es prelingüístico, “ [...I
pertenece a una conciencia que sueña a solas y que recrea seres e imágenes a
semejanza de su experiencia diurna, poblando con ellos, un espacio hipnagógico
donde la vida se reproduce y se multiplica perpetuamente.” * El siguiente artículo se titula “La identidad en crisis (El pozo)”, de Juan Manuel
Molina. El crítico centra su análisis en que la identidad del personaje aparece
como una crisis, la cual, sin embargo, no se rompe o suspende, sino que adquiere
formas, ya sea de modificación, ya sea de manipulación, ya sea de alteración. Se
parte de que el personaje principal de principio a fin se halla solo ante los demás,
por lo que apela a la fantasía, la cual le permite modificar la realidad del yo y la
realidad del mundo, y se modifica además la relación entre el yo y el mundo.
Surge así, íntimamente unido al problema de la crisis del yo, un problema general
del cuestionamiento de los valores. Y , además, se suma el de la personalidad
artística. Todos ellas conducen al fracaso del personaje.
Para llevar a cabo su análisis, el crítico menciona que subsisten tres tensiones
básicas que son el soporte de la obra. La primera tensión consiste en hallarse
entre el recuerdo y la vivencia inmediata. Linacero narra su pasado por medio de
las memorias, pero también describe el momento presente, la situación en que se
encuentra esa noche en la que escribe su texto. La segunda tensión, es de entre
la realidad y la fantasía. Se habla por una parte del “mundo de los hechos reales”
Jaime Concha,”Conciencia y subjetividad en Elpozo”, p. 200 ~ ~~
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y “los sucesos”; por otra, de “los sueños”. Y la tercera se establece entre una
realidad objetiva y una realidad subjetiva. Asimismo, nos habla de las relaciones
de extrañamiento en que se desenvuelve el personaje, las cuales se manifiestan
de tres maneras: en sus relaciones con otras personas, en la relación con su
propio habitat y en relación consigo mismo.
Eladio, sin embargo, lucha por superarlas, intenta comunicarse en tres
ocasiones: la primera con Ester, la segunda con Cordes y el mayor intento de
comunicación, según el crítico, lo constituye la llamada aventura de la cabaña de
troncos, la cual es un hecho decisivo en la vida del narrador y ocupa un lugar
central en la novela. Manuel Molina nos detalla primero el suceso real y después
la aventura. Más tarde nos presenta las semejanzas que subsisten entre ambos
planos. El crítico hace énfasis en la subsistencia de una manipulación del yo en
los dos pasajes. Finalmente, pone atención en los aspectos formales de la novela,
que hay un uso simbólico de los colores, la importancia de la mirada, la presencia
del agua, del viento y de la noche, comunes a los dos episodios - el real y el
soñado- en los que interviene Ana María.
El tercer artículo lleva por nombre: “La renovación de la novela
hispanoamericana: El pozo”, de Hugo J. Verani. Aquí el crítico intenta mostrarnos
el porqué de la importancia de N pozo, no sólo en la novela hispanoamericana,
sino también en la narrativa occidental. Se nos muestran los medios de los que se
vale el escritor para renovar los instrumentos que fueron dominantes en épocas
anteriores. Parte, en primera instancia, de que en la literatura contemporánea está
implícita la búsqueda de un profundo vínculo espiritual, el anhelo de sentirse
incorporado al mundo; esto constituye la base de El pozo. El personaje principal
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(Eladio Linacero) se siente enajenado del mundo que lo rodea. Se ensimisma y los
recuerdos más significativos de su pasado se recrean mediante un esfuerzo
selectivo. Es lo que precisamente distingue a esta novela de la corriente de
conciencia de Joyce o Faulkner, para quienes el personaje no puede imponer su
conciencia selectiva.
Hay descripciones, pero no para reconstruir un ambiente, sino que existen
como proyección de la experiencia subjetiva del narrador. Desde este momento, el
escritor se separa de la concepción realista de la literatura. Además se pretende
representar emociones y conflictos humanos sin recurrir al análisis psicológico,
como se hacía anteriormente. Sin embargo, la revelación más profunda de la
condición humana se logra por medio del lenguaje poético, es el mayor acierto del
escritor, y es donde el crítico hace énfasis al analizar los dos planos de la realidad.
Por último, llega a la conclusión de que tanto la realidad como la fantasía,
dependen estrechamente una de la otra. Los sueños no son un mecanismo de
evasión, sino más bien son complemento de la vida del personaje.
El último artículo lleva el nombre de “E/ pozo: Introito a una significación”, de
José Vila Selma. De las páginas de N Pozo, se extrae la convicción de que Onetti
siente no saber, de dónde procede cultural y socialmente, según este critico. De
ahí el porqué presenta una discontinuidad tanto narrativa como técnica, la acrania
con que se presentan tantos contextos narrativos de esta obra. Asimismo porqué
el autor concede idéntico valor tanto a los acontecimientos históricos, corno al
contenido anecdótico, y al elemento intimista. Ahora bien, Onetti manipula el
tiempo, esto con el fin de crear la semántica de la incomunicación, en este punto
se detiene José Vila; parte del factor tiempo para hacer el análisis de la obra. Son
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cuatro elementos los que menciona: 1. Interpolaciones, de las cuales hay dos
tipos. 2. Contexto sincrónico absoluto. 3. Contextos de diacronía menor y 4.
Contextos acrónicos. Concediendo mayor importancia a los contextos acrónicos,
pues considera que es el punto cumbre de la técnica de Onetti. Es decir, que se le
concede importancia al momento donde hay una absoluta imprecisión cronológica
y geográfica, donde la personalidad del personaje tiende a la interiorización, hacia
la aventura, al encuentro de sí mismo y por ende a lo que no puede comunicar.
Finalmente, el crítico hace algunos comentarios sobre los dos planos de la
realidad: tanto de los hechos reales como de la aventura, sin ahondar en ellos,
sólo comenta la importancia que se le debe conceder a la aventura.
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ANALISIS DE LA OBRA
Veamos, en principio, cuáles son las condiciones en que el personaje
principal viola a Ana María y cómo a partir de este acontecimiento se va creando
el mundo imaginario. El suceso real aconteció un treinta y uno de diciembre en
Capurro; Linacero contaba con unos quince o dieciséis años. Aquella noche se dio
cita mucha gente. El personaje se hallaba “triste o rabioso, sin saber por qué” 3 ,
según éI, se ponía así cada vez que había “reuniones y barullo”. Linacero
experimenta dos sentimientos a la vez, los cuales nos dejan entrever su carácter;
es inestable, se irrita con facilidad, pero también experimenta abatimiento,
melancolía. Se siente ajeno a todos los que le rodean, muestra apatía e
inactividad: “Después de la comida los muchachos bajaron al jardín. (Me da gracia
ver que escribí bajaron, y no bajamos. Ya entonces nada tenía que ver con
ninguno.)” (p. 51). A pesar de su aparente indiferencia, es consciente de su
inadaptación, lo cual provoca que reaccione de forma austera, ausente; se halla
enojado, furioso porque debería sentirse a gusto en la compañía de las otras
personas, sin embargo, no hay identificación con ninguna. Aparte de que son
celebraciones a las cuales asisten un sinnúmero de personas, que apenas se
conocen o jamás han tenido contacto. Se carece de todo signo de fraternidad 0 de
amistad. Su relación es meramente social y por tanto superficial. La ambivalencia
del personaje se ensancha aún más, por el contraste emergente entre su estado
Mis citas provienen de la edición: Juan Carlos Onetti. “El pozo”, en Obras completas, Aguilar, MCxico, 1970, p.5 l . En adelante sólo señalaré la pkgina.
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de ánimo y la atmósfera nocturna, era una noche apacible, tranquila, hacía un
calor fresco, el cielo estaba lleno de estrellas, y no precisamente como la noche en
la cual está escribiendo sus memorias, en que califica al calor como de “maldito”.
Mientras que el calor de fin de año, parecía como un visitante extraño que pasa
junto al personaje sin que éste sepa si le va a decir algo o ya lo está haciendo.
Podríamos interpretar estas frases como la espera de un acontecimiento próximo
a ocurrir. La actitud de apartamiento del personaje, según Jaime Concha, se
encuentra en contradicción con el anhelo, “oblicuamente expresado a través de la
atmó~fera”,~ de poseer un momento de comunión humana. Es decir, Linacero en
medio de su soledad desea fervientemente tener contacto con alguien. Y como no
tiene manera de expresarlo, se mantiene distante de los demás. Permaneció largo
tiempo sin moverse, quieto, sólo escuchaba el ruido de unas cornetas y de la
música que tocaban, hasta que oyó los pasos de Ana María, que venía caminando
por un sendero de arena. Podemos darnos cuenta de que el personaje tiene una
fijación obsesiva por los olores (el perfume que traía puesto Ana María), el ruido
(el crujir de las hojas), las imágenes corporales. AI reconocerla, y sobre todo “por
la manera de llevar un brazo separado del cuerpo y la inclinación de la cabeza” (p.
52), sabía lo que ocurriría esa noche, no así el final, aunque se esperaba algo
parecido. El personaje anhelaba que la muchacha accediera a su deseo de
entablar una comunicación abierta y sincera, no pensaba violarla, pues ni siquiera
la deseaba, sin embargo, más tarde cambia de parecer puesto que ella no le
corresponde.
4 Jaime Concha. Art. cit., p.179
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Ahora bien, para Jaime Concha, desde el principio está implícita la agresión
de que será objeto Ana María; por su andar, la gracia de sus movimientos, estos
elementos se transforman en cuerpo embellecido, en forma seductora, así como
por el fijamiento en cada una de las partes del cuerpo, se desencadena el acto
sádico de la violación. De hecho veremos cómo a lo largo del episodio, se alude
frecuentemente al cuerpo de la muchacha: “Ella iba delante, un poco agachada
para que no pudieran verla, con mil precauciones para no hacer ruido al pisar las
hojas. Podía mirarle los brazos desnudos y la nuca.” (p.52). “Abrí la puerta,
despacio. Ella entró la cabeza; y el cuerpo, solo,” (p.53). Por un momento, el
narrador distingue como un todo a la muchacha, ya no de manera parcial o
fragmentada, al darse este reconocimiento instantáneo, se le mira con cierta
ternura. No obstante, Eladio sabe que el entusiasmo, la risa, la emoción
expresada por Ana María, son para Arsenio y no para quien desea esta
afectividad. Linacero corre tras la muchacha, con el plan ya bien estudiado, como
si ella ya supiera lo que Eladio se proponía, como en una obra de teatro donde se
vuelve a repetir la actuación de los actores. El narrador quería creer que Ana
María estaba de acuerdo, no obstante, ella no lo estimaba o le tenía miedo, no
sabemos con exactitud el sentimiento que le producía Eladio. Además, Ana María
estaba enamorada de otro, de lo cual se vale Linacero para engañarla. Le dijo que
Arsenio estaba solo en la casita del jardinero fumando un cigarrillo; ella apura el
paso, no le cree del todo, Linacero, entonces, cambia de táctica, se muestra
amistoso y serio, elogia al muchacho, a fin de cuentas, Ana María acepta
acompañarlo. La manera de conducirse de la muchacha le molesta en extremo al
narrador, asimismo le produce lástima, por ser tan estúpida, por creer en sus
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mentiras y por conducirse de esa manera: “ridícula, doblada, sujetando la risa que
le llenaba la boca por la sorpresa que íbamos a darle a Arsenio.” (p.53). Por un
instante, Ana María piensa en huir, y éI “tendría que quererla toda la vida. Pero
entró; yo sabía que iba a entrar y todo lo demás” (p.53). La huida simboliza
inteligencia, suspicacia, malicia; lo contrario, estupidez. Si ella se hubiera
marchado, Linacero estaría obligado a amarla por siempre, y por ende a no ser
correspondido, a sentir admiración y hasta agradecimiento, por evitarle cometer un
acto reprobable. Eladio cierra la puerta, Ana María pierde toda oportunidad de
escapar, queda atrapada, se da cuenta de que Arsenio no está, precisamente
cuando descorre la cortina, repara entonces en el engaño, intenta correr hacia la
puerta, pero es demasiado tarde.
Ana María intenta defenderse, le da un primer golpe en la nariz, pero es
inmovilizada: “Pudo zafar un brazo y me clavó las uñas en la cara. Busqué
entonces la caricia más humillante, la más odiosa.” (p.53). En una relación
amorosa, las caricias son símbolo de unión y afecto, sin embargo, aquí tienen la
función de agredir y humillar. Linacero deja ver, a todas luces, su coraje y
resentimiento, la violencia surge por atreverse Ana María a enfrentarlo y oponerse
a ser violada. La muchacha no se intimida, aún después de recibir la ofensa, en
cuestión de segundos, sufre dos procesos significativos: se levanta rápidamente,
llora en silencio y después se repone, deja de llorar, levanta la cabeza, con un
gesto que Eladio jamás le había visto, lo mira de arriba a bajo, finalmente, lo
escupe y lo mira nuevamente a la cara. ÉI esperaba el insulto, el golpe, la reacción
de una mujer que es objeto del ultraje y la injuria, sin embargo, ella no lo hace. El
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narrador buscaba convertirla en un mero objeto, utilizarla a su servicio, sin
embargo, Ana María no se lo permite.
La mirada constituye la única forma de comunicación entre Eladio y la
muchacha, por parte de ella es de rechazo y a la vez de apropiamiento. Ya los
críticos, como Jaime Concha y Juan Manuel Molina han señalado la importancia
de la mirada en N pozo, puesto que éSta desempeña distintas funciones en la
relación de los personajes. Jaime Concha dice que la mirada y la saliva modelan
el rostro del personaje, lo cubren: “Lo plasman, le dan realidad por vez primera. El
rostro propio, supremo individualizador, dota de identidad personal al sujeto. Pero
su propio yo es -y éI ahora lo sabe- ajeno: éI se ha reconocido en la mirada de
ella, su cara es producto de la afrenta con que Ana María se ~ e n g a ” ~ . Esta
situación se acentúa por el hecho de que no la vuelve a ver hasta el día de su
muerte, seis meses después. Con la agresión, Linacero no sólo permanece en el
pasado, queda también vacío, pues no logra una comunicación plena. Al morir la
muchacha, Eladio se consume en remordimientos puesto que tampoco hubo
manera de remediar su culpa, el Único consuelo que le queda es el ensueño. Éste
actúa como reparador de lo llevado a cabo por Eladio aquel fin de año; ayuda a
compensar de alguna forma lo que no logró en la realidad. El personaje, entonces,
permanece adherido tanto al pasado (la agresión contra Ana María) como al
Presente (10s Sueños que vienen cada noche), hay pues, una interdependencia
5 Ibid., p.185.
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entre ambos niveles, y es donde podemos apreciar cómo se transforma el suceso
real en una realidad imaginaria.
Por su parte, Manuel Molina nos da su opinión sobre el episodio de la cabaña
de troncos y afirma que Eladio Linacero se hallaba en conflicto desde su infancia,
puesto que su fantasía es propia de un niño o acaso de un adolescente que
buscara una afirmación imaginaria de su masculinidad, asumiendo la ficticia
identidad de un héroe y viéndose a sí mismo como un hombre maduro. Sin
embargo, en Eladio sucede que se mira como un adolescente proyectándose
como un hombre maduro. Cuando ocurre este fenómeno, el punto de gravitación
se halla en el pasado. Hay una nostalgia por el pasado. Significa además que de
alguna manera ese proceso de maduración soñado no se ha realizado. En el
hombre de cuarenta años aflora todavía el adolescente. Hay entonces, en
palabras de este crítico, una tensión entre mundo exterior y mundo interior, entre
madurez y adolescencia, en última instancia, entre realidad y fantasía: se vuelve
inevitable la confrontación del episodio real de la casita del jardinero con el mismo
episodio de su transformación imaginaria.
En el mundo del ensueño, cada una de las situaciones que se dan son muy
significativas, pues nos muestran el otro lado de la personalidad del protagonista.
Anteriormente vimos a un hombre solitario, violento, marginado, sumamente
sensible. Subsiste el deseo profundo de comunicarse con los otros, pero, al mismo
tiempo, de vengarse de ellos: vive atormentado, autocastigándose, sin poder
encontrar un equilibrio. Eladio está consciente del acto reprobable: “Pero ya no
tengo la necesidad de tenderle trampas estúpidas.” (p.54). Ahora las cosas se
dan de distinta ya no tiene por qué mentir, ni agredir a Ana María, puesto
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que ahora es ella quien viene por voluntad propia hacia él. El tiempo y el espacio
se vuelven imprecisos, pues la aventura de la cabaña de troncos acontece en
diversos lugares con nieve, ya no en Capurro, ahora sucede en Alaska, Klondike,
Suiza, no hay una ubicación geográfica exacta. AI darse este fenómeno, se
consigue la entrada al mundo imaginario. Ana María sigue teniendo los mismos
dieciocho años, su edad ha quedado intacta. Ya no va en busca de Arsenio, sino
de Eladio. Cabe resaltar una faceta muy peculiar del personaje: tanto en el suceso
real como en el ensueño, no existe la presencia física de Arsenio, sólo se le
menciona. No obstante, el narrador deseaba que hubiera aparecido en alguno de
sus tantos sueños: “(Por qué no hubo nunca ningún sueño de algún muchacho
fumando solo de noche, así en la ventana, entre árboles). (p.52). No ocurre tal
cosa porque el propio Linacero asume el papel de Arsenio, toma su lugar. En el
suceso real fuerza la situación por medio del engaño, en cambio en la aventura,
adquiere la personalidad de aquél. De alguna manera le sucede lo mismo a ella,
porque ya no es Ana María en sí misma, sino una muchacha que viene a
resguardarse de la lluvia y no aquella que intentaba huir a toda costa de Eladio
Linacero; abre la puerta, entra corriendo desnuda y se extiende sobre la cama de
hojas. Esta acción se repite durante varios momentos de la novela y surge,
también, de forma simbólica: “Cuando estaba en la estancia, soñaba muchas
noches que un caballo blanco saltaba encima de la cama.” (p. S I ) , “[ . . .I y sigue
teniendo esa edad cuando abre por la noche la puerta de la cabaña y corre, sin
hacer ruido, a tirarse en la cama de hojas.” (p. 51), “Es larga y ancha todavía
cuando se extiende en la cabaña y la cama de hojas se hunde con SU peso.”
(P.53).
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El personaje se dedica a ciertas actividades que son propias de personas con
una gran fortaleza física: guardabosque y minero; en cuanto al oficio de escritor,
se asume como tal, no así en el suceso real, donde fracasa en la tentativa de
convertirse en escritor. El narrador nos relata una de sus aventuras ocurridas en
Alaska. Se reúne con cuatro hombres, el motivo del encuentro, tal como lo
expresa el propio narrador, es tan solo “pasar una noche amable y juntos” (p.55).
Es una convivencia entre amigos, a diferencia de la celebración de fin de año que
era meramente social. Los cuatro juegan al póker, fumando, bebiendo; se divierten
en el lugar más propicio: una taberna. Eladio ya no es aquel hombre huraño,
distante del resto de las personas, fastidiado de lo acontecido en su alrededor,
ahora se muestra amable, valiente, risueño. Sus acompañantes no son ordinarios
como el resto de las personas: Wrigt, el patrón, el sheriff Maley y Raimond, el
Rojo, parecieran personajes sacados de los cuentos del viejo Oeste. Son hombres
que viven en constante acción. El personaje nos deja entrever sus sentimientos, lo
que le hubiera gustado ser y hacer; es decir, poseer vitalidad, valentía, entusiasmo
por todo lo que realiza y estrechar lazos de amistad. Para Eladio, la verdadera
comunicación reside en que se congreguen pequeños grupos de personas y no
masas que ni siquiera se conocen. Linacero se marcha exactamente a las diez, no
sin antes decirnos que intentan asaltarlo o que descubre ladrones en el
aserradero. Este viaje lo suprime, tan sólo recuerda el momento en que ha sido
escupido por Ana María, e inmediatamente vuelve a la historia imaginaria.
Podemos darnos cuenta de que hay una asociación de la realidad concreta Y la
realidad imaginaria, con el salto de un acontecimiento a otro, se intenta reproducir
una conciencia que Sin querer recuerda lo que fervientemente desea olvidar: “Pero
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por lo general este viaje no tiene interés y hasta he llegado a suprimirlo,
conservando un breve momento en que levanto la cara hacia el cielo, la boca
apretada y los ojos entrecerrados, pensando en que muy pronto tendremos una
tormenta de nieve y puede sorprenderme en el camino.'' (p.55). Recordemos que
en el suceso real, una vez que lo escupe la muchacha, camina durante horas,
hasta la madrugada cuando el cielo empezaba a clarear, para entonces la saliva
se le ha secado. Se dirige a la cabaña, cierra la puerta sin atrancarla, se acuclilla
frente a la chimenea para encenderla. Permanece un rato mirando el fuego, es
precisamente en este momento en que se va desvaneciendo poco a poco la
máscara con la que Ana María había cubierto su cara:
Miro el movimiento del fuego y acerco el pecho al calor, las manos y las orejas. Por un momento quedo inmóvil, casi hipnotizado sin ver, mientras el fuego ondea delante de mis ojos, sube, desaparece, vuelve a alzarse bailando, iluminando mi cara inclinada, moldeándola con su luz roja hasta que puedo sentir la forma de mis pómulos, la frente, la nariz, casi tan claramente como si me viera en un espejo, pero de una manera más profunda. (pp.55-56).
El protagonista se va descubriendo poco a poco, va constituyéndose como un
todo, tal como alguna vez lo hizo con Ana María. Se va sintiendo vivo; finalmente,
se reconoce a sí mismo de manera profunda. En el mundo imaginario, es
permitido concebirse como uno quiera, por ello Eladio conceda una personalidad
no sólo atractiva, sino también bondadosa, en la que no es violento, ni se
autodegrada y deja al descubierto su lado bueno, no así en la vida real, donde
desde la infancia se autocalifica como un imbécil y de adulto se siente menos que
Lázaro y Cordes. El tiempo y el espacio cobran importancia capital, en cuanto que
constituyen elementos primordiales del mundo imaginario. El personaje crea su
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propio espacio, donde nadie puede penetrar, ni la tormenta desatada en aquel
lugar, sólo éI y Ana María. La rústica casita del jardinero, donde sólo había una luz
de farol que penetraba por la ventana, una escopeta colgada en la pared, una
cortina de cretón que separaba unos cuadros, se ha convertido en una cabaña. Es
ahora un lugar confortable; al prenderse el fuego, tenemos calor y con ello se da
una invitación al descanso, a la tranquilidad y el amor. Este ambiente cálido,
sereno, dentro de la cabaña podría compararse a la noche de aquel treinta y uno
de diciembre en Capurro. AI personaje ya no le interesa el tiempo o el espacio
físico, objetivo, crea un espacio y tiempo más personal, más verdadero y por ello
más artístico: “Pero hay belleza, estoy seguro, en una muchacha que vuelve
inesperadamente, desnuda, una noche de tormenta, a guarecerse en la casa de
leños que uno mismo ha construido, tantos años después, casi en el fin del
mundo” (p.57).
Por un momento, el fuego se extingue y en la habitación penetra el viento,6 el
cual simboliza el poder divino y es Ana María quien lo representa. Abre la puerta y
“el fuego se aplasta como un arbusto, retrocediendo temeroso ante el viento que
llena la cabaña.” (p.56). ÉI ni siquiera voltea a verla, sabe que está desnuda y
esperándolo en la cama de hojas. Cabe resaltar que, en este pasaje, las hojas
tienen otra función, sirven como lecho donde viene a recostarse Ana María, en el
suceso real, las hojas estaban tiradas por el camino donde pasaba. Además, se
halla completamente desnuda, lo cual simboliza pureza física, moral y espiritual. Y
‘ El viento es instrumento de poder divino. Vivifican, castigan o enseñan; son signos como los ángeles, portadores de mensajes. Son manifestaciones de un ser divino que quiere comunicar sus emociones, de la dulzura más tierna a la cólera más impetuosa. Jean Chevalver y Alar Gheerbrant. Diccionario de símbolos,, p. 1070.
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finalmente, la luz que alumbra la cabaña es natural y no como en el suceso real,
donde la luz que se filtraba por la ventana provenía de un farol. Estos elementos
cobran un papel preponderante en el ensueño, pues el narrador les cambia sus
propiedades ya establecidas y lo transforma en material subliminal.
Eladio Linacero camina silenciosamente, “con el mismo andar cauteloso con
el que me acerco a mirar los pájaros de la selva, cuando se bañan en el río,
camino hasta la cama.” (p.56). Contempla detenidamente a Ana María, esta no
muestra desprecio o aversión, al contrario: “tiene entonces una mirada abierta,
franca, y me sonríe abriendo apenas los labios.” (p.56). La mirada cambia
radicalmente en este episodio, es armoniosa, complaciente, se da una
comunicación plena entre ambos personajes. Aquí el erotismo de alguna forma
está presente, mientras que en los hechos reales se carece por completo de este
sentimiento. La primera inspección cautelosa que hace el personaje frente a la
muchacha, podríamos equipararla al momento en que sucede la agresión, en el
suceso real se mueven los senos “desesperados de rabia y cansancio’’ (p.53),
además de ser retorcidos, mientras que ahora los senos se balancean de un lado
a otro “conmovida por los pasos silenciosos” (p. 56) que se acercan y no la tocan.
Además, Eladio es quien mira intensamente de arriba abajo y no la muchacha.
Tenemos un enfrentamiento, pero de naturaleza distinta, ya no se pretende agredir
o someter, sino entregarse al afecto, la ternura, la pasión.
Según el personaje, empieza la aventura: “Es entonces, exactamente, que
empieza la aventura. Esta es la aventura de la cabaña de troncos.” (p.56). Só10 en
apariencia, puesto que la verdadera aventura la constituye todo aquello que no se
puede expresar con palabras. El pasaje que sigue a la contemplación, podríamos
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interpretarlo como la realización de la unión carnal, sólo que de manera simbólica;
no es que haya sucedido, puesto que Eladio jamás deja de contemplarla, más bien
deseaba que en su vida real las cosas se hubieran dado de esa manera:
“suavemente los gruesos muslos se ponen a temblar, a estremecerse, como dos
brazos de agua que rozara el viento, a separarse después, apenas suavemente”
(p. 56); “Yo siento el calor de la chimenea en la espalda, manteniendo fijos los ojos
en la raya que separa los muslos, sinuosa que se va ensanchando como la
abertura de una puerta que el viento empujara, alguna noche de primavera.’’
(p.56). La misma naturaleza se encuentra celosa de la realización de esta unión
amorosa: “debe estar afuera retorciéndose la tormenta negra, girando entre los
árboles lustrosos.” (p.52). Sin embargo, Eladio Linacero vuelve a su entorno, el
fuego se ondea, “mueve las sombras, engañoso”, continúa con la contemplación
de la muchacha, ella sigue inmóvil, moviendo solamente las piernas. Pareciera
como si en ese instante el tiempo se hubiera detenido y el personaje se trasladara,
además, del espacio de la cabaña a otro espacio. Acaba la aventura de la cabaña
de troncos, exactamente en la observación minuciosa de la mujer: ‘‘Quiero decir
que es eso, nada más que eso. Lo que yo siento cuando miro a la mujer desnuda
en el camastro no puede decirse, yo no puedo, no conozco las palabras. Esto, 10
que siento, es la verdadera aventura.” (p.57). Llega un momento en que las
palabras se vuelven insuficientes para expresar todo lo que los seres humanos
desean comunicar; el lenguaje no es confiable, es incapaz de aprehender la
realidad. Este cuestionamiento está planteado ya en los movimientos de
vanguardia, los escritores estaban convencidos de que el lenguaje no alcanzaba a
captar la esencia del mundo, lo cual ocasiona una barrera infranqueable entre los
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seres humanos, con ello se acrecienta la incomprensión, el distanciamiento, el
aislamiento.
Eladio experimenta este sentimiento, se desenvuelve desorientado y
desamparado en un mundo donde se siente extraño, no sabe cómo decir lo que
siente cuando está junto a la cama mirando a Ana María.
El narrador logra separarse aún más del mundo real, ya que en éste, hace uso
del lenguaje común, de las palabras ordinarias, mientras que en el ensueño
intenta otra forma de expresión: las metáforas, las comparaciones. A propósito,
dice Hugo Verani, “Onetti intenta manifestarse líricamente, ahondar intuitivamente
en los estratos más hondos de la aventura humana, inaprehensibles por la vía
lógica.” Esto es válido para el personaje de El pozo, quien busca captar sus más
profundos sentimientos a través de imágenes. Y precisamente una de las
imágenes más significativas en la novela es sin duda la noche. Aparece en los tres
niveles de la narración, la noche en que el personaje escribe sus memorias, la
noche en que ocurrió la agresión contra Ana María y, finalmente, la noche en que
sucedió la aventura.
Una vez que ha terminado de escribir sus memorias retorna a la realidad: el
tiempo sigue su curso, vuelven los mismos sentimientos de desesperanza y vacío,
no basta alimentarse de los sueños:
Hace un par de años creí haber encontrado la felicidad. Pensaba haber llegado a un escepticismo casi absoluto y estaba seguro de que me bastaría comer todos los días, no andar desnudo, fumar y leer algún libro de vez en cuando para ser feliz. Esto y lo que pudiera soñar despierto, abriendo los ojos a la noche retinta. Hasta me asombraba haber demorado tanto tiempo para descubrirlo. Pero ahora siento que mi vida
7 Hugo J. ,Verani. Onetti: El ritual de la impostura, p.71.
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no es más que el paso de fracciones de tiempo, una y otra, como el ruido de un reloj, el agua que corre, moneda que se cuenta. Yo estoy tirado y el tiempo pasa. Estoy frente a la cara peluda de Lázaro, sobre el patio de ladrillos, las gordas mujeres que lavan la pileta, los malevos que fuman con el pucho en los labios. Estoy tirado y el tiempo se arrastra, indiferente, a mi derecha y a mi izquierda.” (p.75).
Eladio vuelve a su vida vana, fracasada, sabe perfectamente que la realidad
del pasado, no se puede modificar, pues tiene sus propias leyes. Sin embargo, el
Único atisbo de consuelo lo constituyen sus “extraordinarias“ confesiones. Ellas lo
salvan de su aniquilamiento, la aventura de la cabaña de troncos es la única que
le concede un momento de paz espiritual, pero también lo conducen al abismo:
“Esta es la noche. Voy a tirarme en la cama, enfriado, muerto de cansancio,
buscando dormirme antes de que llegue la mañana, sin fuerzas ya para esperar el
cuerpo húmedo de la muchacha en la vieja cabaña de troncos”. (p.76)
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Como el propio Eladio Linacero lo afirma, tanto el suceso real como la
aventura son igual de significativos, pues el ensueño se produce y es comprendido
en función de lo ocurrido hace cuarenta años. El personaje no logra superar el
conflicto interno en que se debate; vive en un mundo que le resulta extraño, se
siente ajeno a los otros y por ende a la sociedad, las palabras le son insuficientes
para expresar abiertamente su verdadero sentir. Sin embargo, logra por medio de
la escritura, un atisbo de consuelo a la soledad en que se encuentra.
Eladio Linacero muestra una conducta compleja, pues manifiesta dos
personalidades a la vez: una buena y otra mala. Es un hombre solitario, aislado,
un ser desesperado que buscaba de una u otra manera comunicarse con Ana
María, pero como no es correspondido se venga de ella. Y es en el ensueño,
donde sale a la luz su lado positivo, realiza todo lo que siempre había querido en
la vida real.
No obstante, al dar fin a sus memorias, el personaje logra cierta paz al
confesar abiertamente la agresión hecha a Ana María, tal vez como una forma de
expiar sus culpas. Nos hace saber que en realidad no deseaba lastimarla; quizá si
ésta viviera, habría reparado el daño. Sin embargo, se da cuenta de que jamás
podrá modificar lo real. Ana María está muerta, éI dejó su adolescencia hace
muchos años; el tiempo sigue su curso y no es posible vivir nuevamente el
pasado. Por ello, el ensueño es el Único medio por el cual puede modificar su
realidad.
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El suceso real constituye un eslabón para entrar al mundo imaginario, vemos
cómo a partir de la afrenta sexual, la que por demás es de violencia extrema, el
personaje logra transformarla en material de creación literaria. Los mecanismos
con los que consigue entrar al ámbito de la imaginación lo conforman el tiempo y
el espacio; gracias a ellos, todo está permitido, y los deseos más profundos del
personaje se cumplen a su voluntad. El uso de los símbolos, las imágenes, las
metáforas, etc., apuntan a expresar lo que íntimamente se quiere hacer y decir, sin
agotar las posibilidades de interpretación. Los fenómenos naturales, como el
fuego, la nieve, la tormenta, el calor, la noche, nos permiten asociarlos al estado
de ánimo del narrador y, además, recrean este mundo imaginario. De igual forma,
los objetos cambian su función en este ámbito.
El personaje principal, se perfila como arquetipo que transitará en la narrativa
posterior de Onetti. La imaginación se concibe como un medio de salvación, es la
puerta que se le abre al hombre alienado, no sólo económica y socialmente, sino
alienado por su propia soledad y la angustia de sentirse solo, en un mundo sin
Dios. En mi opinión, quien sueña tiene la oportunidad de un día liberarse de todo
aquello que lo angustia o le hace daño, mientras que el escéptico ha cortado de
tajo toda clase de imposibilidades posibles. El soñador cree en su propio ensueño,
se alimenta de ellos, logrando olvidar momentáneamente 10s fracasos de su vida.
El ensueño defiende al ser humano de la inestabilidad que es propia tanto del
pasado como del futuro, y asimismo de la existencia de una sociedad y una
naturaleza cambiantes, e incluso de la inestabilidad del propio cuerpo.
Finalmente, podemos decir que por medio de la imaginación, hay una apertura
al conocimiento del ser humano, a lo que constituye su esencia; a encontrar SU
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propia identidad. Se parte de una realidad concreta para descender a la
subjetividad, no como una forma de evadirse, sino más bien para lograr una
comprensión más auténtica y profunda de la realidad.
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BIBLIOGRAFíA
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382.