Falacias Sobre AL

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Centro de Documentación en Políticas Sociales Secretaría de Promoción Social Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires 2 2 7 7 Diez falacias sobre los problemas sociales de América Latina (Washington, 2000) Dr. Bernardo Kliksberg

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  • Centro de Documentacin en Polticas SocialesSecretara de Promocin SocialGobierno de la Ciudad de Buenos Aires

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    Diez falacias sobre los problemas socialesde Amrica Latina(Washington, 2000)

    Dr. Bernardo Kliksberg

  • GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

    Jefe de GobiernoDr. Anbal Ibarra

    Vicejefa de GobiernoLic. Mara Cecilia Felgueras

    Secretario de Promocin SocialDr. Justo Daniel Figueroa

    Subsecretaria de Gestin de la Accin SocialLic. Mnica Desperbasques

    ------------------------

    Centro de Documentacin en Polticas SocialesLic. Susana Reca

  • CENTRO DE DOCUMENTACIN EN POLITICAS SOCIALES

    DOCUMENTOS / 27

    Diez falacias sobrelos problemas sociales

    de Amrica Latina(Washington, 2000)

    porBernardo Kliksberg

    Buenos Aires2001

    Coordinador del Instituto Interamericano para el Desarrollo Social (INDES/BID). Profesor Honorario dela Universidad Nacional de Buenos Aires, Argentina. Las opiniones expuestas en este trabajo son del autory no representan necesariamente las de la organizacin donde se desempea.

  • DOCUMENTOS DE POLITICAS SOCIALES

    COORDINACION EDITORIAL

    Susana A. Reca

    CONSEJO EDITOR

    Ramn Altamirano: Consultor PNUD y Secretara de Desarrollo Social de laNacin

    Fernando Caldern: PNUD. La Paz - Bolivia

    Marcelo Cavarozzi: Universidad Nacional de San Martn

    Laura Golberg: Universidad Nacional de San Martn

    Graciela Di Marco: Universidad Nacional de San Martn

    Hctor Palomino: Universidad de Buenos Aires

    Beatriz Schmuckler: Instituto Mora - Mxico

    Jorge Schvarzer: Director del Centro de Estudio de Economa de la Empresa y elDesarrollo - Fac. Cs. Econmicas - UBA

    DISEO

    Omar Alvarez

    EQUIPO DE TRABAJO

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    Av. Entre Ros 1492- PB of. 1(1133) Buenos Aires- Argentina.Tels.: (54-11) 4300-9634/4304-1292

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    E-mail: [email protected]: http://www.buenosaires.gov.ar/promocion_documentos.asp

  • I N D I C E

    I. Hora de escuchar a la gente .......................................... 5

    II. PRIMERA FALACIA: La negacin o la minimizacin dela pobreza .............................................................................. 7

    III. SEGUNDA FALACIA: La falacia de la paciencia ............ 10

    IV. TERCERA FALACIA: Con el crecimiento econmicobasta ...................................................................................... 13

    V. CUARTA FALACIA: La desigualdad es un hecho de lanaturaleza y no obstaculiza el desarrollo .............................. 16

    VI. QUINTA FALACIA: La desvalorizacin de la poltica so-cial ........................................................................................ 19

    VII. SEXTA FALACIA: La maniqueizacin del estado ............. 22

    VIII. SEPTIMA FALACIA: La incredulidad sobre las posibili-dades de aporte de la sociedad civil ...................................... 25

    IX. OCTAVA FALACIA: La participacin; si, pero no............ 28

    X. NOVENA FALACIA: La elusin tica ............................... 30

    XI. DECIMA FALACIA: No hay otra alternativa ..................... 32

    XII. Una mirada de conjunto ........................................................ 35

    Notas ............................................................................................. 36

    Referencias .................................................................................... 37

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    I. HORA DE ESCUCHAR A LA GENTEQu piensan los latinoamericanos sobre lo que est sucediendo en la re-gin? Cuando se les pregunta algo tan concreto sobre si crean que estnviviendo mejor o peor que sus padres, slo un 17% dijo que mejor, lagran mayora sentan que su situacin haba desmejorado (Latn Barme-tro, 1999). Esta respuesta evidencia un hondo sentimiento de desconten-to. Las mayoras tienen bien claro en el Continente cuales son las causasde su disconformidad. Se hallan bien conscientes de ellas. Y distinguenperfectamente causas aparentes, de otras ms profundas. Cuando se lesinterroga sobre s creen que la democracia es preferible a cualquier otrosistema de gobierno, muestran un apoyo masivo al sistema democrtico ysus ideales. Dos terceras partes lo prefieren, y solo un 20% siguen exhi-biendo inclinaciones hacia el autoritarismo. Pero cuando se profundizaexpresan que estn fuertemente insatisfechos con como la democraciaest funcionando en sus pases. Solo el 35% esta satisfecho con su fun-cionamiento. En la Unin Europea para comparar la cifra es el 47%, enDinamarca el 84%. Los latinoamericanos han elegido la democracia co-mo forma de vida, y la respaldan consistentemente, pero "democrtica-mente" estn fuertemente disconformes con su desempeo concreto.

    Entre las causas de insatisfaccin algunas son polticas, pero tienen unpeso decisivo las econmico-sociales. La gran mayora considera que losproblemas vinculados con la pobreza han empeorado. Se refieren a ca-rencias en oportunidades de trabajo, acceso a salud, acceso a educacinde buena calidad, incertidumbre laboral, bajos sueldos. Agregan a ellotemas como el agravamiento de la corrupcin, la delincuencia, y el trficode drogas. Adems testimonian que sienten que sta es una regin dondeexisten grandes desigualdades, y resienten agudamente esa situacin.

    Los dos nicos pases donde los promedios de satisfaccin con el desem-peo del sistema democrtico son mayores a los de la Unin Europea,son Costa Rica y Uruguay, donde ms del 60% de la poblacin est satis-fecha con su funcionamiento. Son dos pases que se caracterizan por te-ner los ms bajos niveles de desigualdad de toda la regin, y por haberdesarrollado algunos de los ms avanzados sistemas de proteccin socialde la misma.

    Las encuestas reflejan que la poblacin esta clamando por cambios, a tra-vs de la democracia no por otra va, que permitan enfrentar los agudosproblemas sociales.

    Los avances en ese camino parecen encontrar obstculos formidables enla regin si se juzga por los limitados resultados alcanzados. Algunostienen que ver con la existencia de fuertes intereses creados y de privile-gios que obtienen beneficios del mantenimiento de la situacin vigente.Otros con dificultades derivadas de la insercin econmica de la reginen la nueva economa internacional. Otros, con el funcionamiento de-fectuoso de instituciones y organizaciones bsicas. A estos y otros aa-dibles se suma, la circulacin profusa de ciertas falacias sobre los pro-blemas sociales que llevan a la adopcin de polticas errneas, y a em-

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    prender caminos que alejan de la salida del largo tnel en que esta sumidabuena parte de la poblacin. No son el nico factor de retraso, pero cla-ramente su peso muy fuerte en sectores con mucha influencia en la tomade decisiones obstruye seriamente la bsqueda de alternativas renovado-ras, y el paso hacia una nueva generacin de polticas econmicas y so-ciales.

    El objetivo de este trabajo es llamar la atencion sobre estas falacias, paraestimular la discusin amplia y abierta sobre las mismas, con vas a susuperacin.

    Se presentan a continuacin algunas de las principales, se analizan algu-nos de sus efectos en el diseo de polticas, y se examina su consistencia.Se trata sobre todo de procurar ponerlas a foco, e invitar a una reflexincolectiva sobre ellas.

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    II. PRIMERA FALACIA: LA NEGACION O LA MI-NIMIZACION DE LA POBREZA

    Existe una intensa discusin metodolgica sobre como medir la pobrezaen la regin. Sin embargo a pesar de los resultados diversos que surgende diferentes mediciones los estudios tienden a coincidir en dos aspectoscentrales: a) Las cifras de poblacin ubicada por debajo del umbral depobreza son muy elevadas; b) Existe una tendencia consistente al creci-miento de dichas cifras en los ltimos 20 aos. Las cifras se deterioraronseveramente en los ochenta, mejoraron discretamente en parte de los 90,pero en los aos finales de la dcada aumentaron significativamente. Ensu conjunto la pobreza es mayor en el 2000 a la que la regin tenia en1980, tanto en trminos de nmero de pobres, como en el porcentaje quesignifican los pobres sobre la poblacin total.

    La CEPAL estima en su Panorama Social de Amrica Latina 2000, que lapoblacin en situacin de pobreza creci de 1997 hasta comienzos del2000 de 204 millones a no menos de 220 millones. Analizando la es-tructura de la fuerza de trabajo en ocho pases de la regin que compren-den el 75% de su poblacin total (Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, ElSalvador, Mxico, Panam y Venezuela) la CEPAL constata que el 75%de la poblacin que tiene ocupacin percibe ingresos promedios que enla mayora de los pases no alcanzan por si solos para sacar de la pobrezaa una familia de tamao y composicin tpica.

    La evolucin de la pobreza en Amrica Latina fue la siguiente segn re-fiere el BID (1998):

    Como puede observarse, desde los 80 se produce una firme elevacin delnmero de personas que gana menos de dos dlares diarios. Verrier(1999) seala que en toda Amrica Latina haba entre 1970 y 1980, cin-cuenta millones de pobres e indigentes, pero que en 1998 ya eran 192millones. La Comisin Latinoamericana y del Caribe para el DesarrolloSocial presidida por Patricio Aylwin (1995) considera que se hallan enpobreza casi la mitad de los habitantes de Amrica Latina y el Caribe.

    GRAFICO 1EVOLUCION DE LA POBREZA EN AMERICA LATINA 1970-1995

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    Fuente: BID, Informe de progreso econmico y social, 1998.Nota: Linea de pobreza de 2 (ppp ajustado) en dlares de 1985 per cpita.

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    Diversas mediciones nacionales sealan con las diferencias propias decada realidad la extensin y profundidad de la pobreza. Un informe de-tallado sobre Centro Amrica (PNUD-Unin Europea 1999) seala queson pobres el 75% de los guatemaltecos, el 73% de los hondureos, el68% de los nicaragenses, y el 53% de los salvadoreos. Las cifras rela-tivas a la poblacin indgena son an peores. En Guatemala se halla pordebajo de la lnea de pobreza el 86% de la poblacin indgena frente al54% de los no indgenas. En Venezuela se estimaba la pobreza entre el70 y el 80% de la poblacin. En Ecuador en un 62.5%. En Brasil se es-tima que el 43.5% de la poblacin gana menos de dos dlares diarios, yque 40 millones de personas viven en pobreza absoluta. An en pasesdonde tradicionalmente las cifras de pobreza han sido bajas como en laArgentina, el Banco Mundial ha estimado que est en pobreza casi la ter-cera parte de la poblacin y el 45% de los nios. En las provincias mspobres como las del nordeste la tasa es del 48.8%.

    Uno de los tantos indicadores del grado de rigidezde la pobreza lati-noamericana lo proporcionan las proyecciones sobre niveles de educacine ingresos. La CEPAL (2000) afirma en base a ellas que 10 aos de es-colaridad parecen constituir el umbral mnimo para que la educacinpueda cumplir un papel significativo en la reduccin de la pobreza; si setiene un nivel educativo inferior a 10 aos de escolaridad y no se poseenactivos productivos, son muy escasas las probabilidades de superar losniveles inferiores de ingreso ocupacional. El promedio de aos de es-colaridad es en la regin se ha estimado en 5.2, virtualmente la mitad delmnimo necesario para tener posibilidades de emerger de la pobreza.

    Frente a estas realidades la alternativa lgica es partir de ellas, y tratar deencontrar vas innovativas para enfrentarlas. Sin embargo, en el discursopblico latinoamericano de las dos ltimas dcadas, ha sido reiterada latendencia de algunos sectores a optar por otra va, la negacin o minimi-zacin del problema. La falacia funciona a travs de diversos canales.Uno es la relativizacin de la situacin. Pobres hay en todos lados es eltipo de respuesta utilizado por algunas autoridades pblicas, cuando seles preguntaba sobre el ascenso de las cifras de pobreza en su pas. Enmateria econmico-social lo conveniente es siempre desagregar los datos,y tener una perspectiva comparada e histrica para saber cual es la situa-cin real. Los pases desarrollados tienen efectivamente tambin porcen-tajes de poblacin ubicados por debajo de la lnea de pobreza. Pero hayvarias diferencias. Por una parte las cifras difieren muy fuertemente. Lapoblacin pobre es normalmente en ellos menor al 15%. Es muy diferentetener entre una sexta y una sptima parte de la poblacin en situacin depobreza, a tener a casi la mitad de la poblacin en ese estado. No slo esuna diferencia cuantitativa, es otra escala que implica considerables dife-rencias cualitativas. En los pases desarrollados se habla de islotes depobreza, o de focos de pobreza. En vastas reas de Amrica Latina, esmuy difcil reflejar la realidad con ese lenguaje. La pobreza es extensa,diversificada, y tiene actualmente incluso una fuerte expresin en las cla-ses medias, en donde el deterioro de sus bases econmicas ha generadoun estrato social en crecimiento denominado los nuevos pobres.

    No hay "focos de pobreza" a erradicar, sino un problema mucho ms am-plio y generalizado que requiere estrategias globales.

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    Por otra parte, la comparacin estricta podra llevar a identificar que labrecha es an mucho mayor. Las lneas de pobreza utilizadas en los pa-ses desarrollados son mucho ms altas que las empleadas normalmente enAmrica Latina. As entre otros la difundida tendencia a medir la pobre-za considerando pobres a quienes ganan menos de 2 dlares diarios, esmuy cuestionable. En todos los pases de la regin la lnea de pobrezaest muy por encima de esa cifra.

    Otro pasaje usual del discurso negador, es la afirmacin de que pobreshubo siempre, por tanto no se entiende porque tanto nfasis en la situa-cin actual. All la falacia adquiere el tono de la ahistoricidad. Uno delos razonamientos ms utilizados cuando se trata de relavitizar un pro-blema grave, es quitarle el piso histrico. La pobreza ha existido enAmrica Latina desde sus orgenes, pero el tema es Cules son las ten-dencias presentes? En qu direccin apuntan, van hacia su disminucin,su estancamiento, o su incremento? En los ltimos 20 aos parecen ha-ber suficientes evidencias para preocuparse. Los indicadores han expe-rimentado un deterioro; con altibajos y variaciones nacionales, las cifrashan ascendido. Son muy pocos los casos en donde ha habido reduccionesde consideracin.

    La falacia de desconocer o relativizar la pobreza, no es inocua. Tiene se-veras consecuencias en trminos de polticas pblicas. Si hay pobres entodos lados, y los ha habido siempre por qu dar al tema tan alta priori-dad? Hay que atenuar los impactos, pero no asustarse. Basta con polti-cas de contencin rutinarias. La poltica social no es la importante. Esuna carga de la que no es posible desprenderse, pero como se trata deafrontar un problema que siempre existir y todos los pases tienen, cui-dado con sobreestimarla. El enfoque lleva a polticas sociales de muybajo perfil, y a una desjerarquizacin de todo el rea social. En algunasde las expresiones ms extremas de la falacia, se procur en la dcada pa-sada eliminar de agendas de reuniones relevantes, la "pobreza" vindolaya en si como demasiado cargada de connotaciones.

    Adems de conducir a polticas absolutamente incapaces de enfrentar lasrealidades de pobreza, la falacia expuesta entraa un importante problematico. No slo no da soluciones a los pobres lo que lleva a la perduraciny acentuacin de situaciones de exclusin humana antiticas, sino que vaan ms lejos, a travs de la minimizacin y la relativizacin esta cues-tionando la existencia misma del pobre.

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    III. SEGUNDA FALACIA: LA FALACIA DE LA PA-CIENCIA

    Con frecuencia el razonamiento explcito o implcito que se despliegafrente a los problemas sociales por parte de sectores influyentes gira enderredor a la necesidad de una cierta paciencia histrica. Se trata deetapas que deben sucederse las unas a las otras. Habr una etapa deajustarse el cinturn, pero luego vendr la reactivacin y posterior-mente ella se "derramara" hacia los desfavorecidos y los sacara de la po-breza. Lo social debe esperar, y se necesita entender el proceso, y guar-dar paciencia mientras las etapas se suceden. Independientemente delamplio cuestionamiento que hay actualmente sobre todo esta vision delproceso de desarrollo, queremos enfatizar aqui uno de sus elementos. Elmensaje que se esta enviando es de hecho, que la pobreza puede esperar.Realmente puede esperar?. La realidad indica que el mensaje tiene unafalla de fondo, en muchsimos casos, los daos que puede causar la espe-ra son simplemente irreversibles, despus no tendrn arreglo posible.

    Veamos, Una buena parte del peso de la pobreza recae en Amrica Latinasobre los nios y los adolescentes. En 1997 segn CEPAL (2000) el58% de los nios menores de 5 aos de la regin eran pobres, lo mismosuceda con el 57% de los nios de 6 a 12 aos, y con el 47% de losadolescentes de 13 a 19 aos. Siendo en su conjunto los menores de 20aos el 44% de la poblacin de la regin, representaban en cambio el54% de todos los pobres. Las cifras verifican que efectivamente comofue subrayado por UNICEF "en Amrica Latina la mayora de los pobresson nios y la mayora de los nios son pobres".

    Esa no es una situacin neutra. Como lo subrayara Peter Tonwsed lapobreza mata. Crea factores de riesgo que reducen la esperanza de vida,y desmejoran sensiblemente la calidad de la vida. Los nios son los po-bres de Amrica Latina segn lo visto, y al mismo tiempo por naturalezalos ms vulnerables. Sobre esos nios pobres operan varios factores queson generadores entre otros aspectos de lo que se denomina un alto ries-go alimentario, insuficiencias en lo ms elemental la posibilidad de quepuedan alimentarse normalmente. Los resultados de dficits de este or-den, causan daos mltiples Entre ellos se estima que los primeros aosde vida se desenvuelven buena parte de las capacidades cerebrales. Lafalta de una nutricin adecuada genera daos de carcter irreversible. In-vestigaciones de UNICEF (1995) sobre una muestra de nios pobres, de-terminaron que a los cinco aos la mitad de los nios de la muestra pre-sentaban retrasos en el desarrollo del lenguaje, un 30% atrasos en suevolucin visual y motora, y un 40% dificultades en su desarrollo gene-ral. La desnutricin causa asimismo dficits en el peso y talla de los ni-os y ello va a repercutir fuertemente en su desenvolvimiento. Entre losfactores generadores de riesgo alimentario se hallan: la falta de recursosde la familia, el carcter monoparental de la misma, y la baja educacinde las madres.

    Existe una robusta correlacin estadstica entre estos factores y la desnu-tricin infantil. En la Amrica Latina actual los tres factores tienen signi-

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    ficativa incidencia. Como se sealo numerosas familias tienen ingresosmenores a los imprescindibles, se estima que cerca de un 30% de los ho-gares estn a cargo de madres solas en su gran mayora se trata de hoga-res humildes, y el nivel educativo de las madres pobres es muy bajo. Lapobreza del hogar puede significar que muchas madres estarn a su vezdesnutridas durante el embarazo. Es probable entonces que el hijo tengaanemia, dficits de macronutrientes esenciales, y bajo peso. Ello puedeamenazar su misma supervivencia, o atentar contra su desarrollo futuro.Si adems, la madre esta sola al frente de la familia, tendr que lucharmuy duramente para buscar ingresos. Sus posibilidades de dedicacin alnio en las criticas etapas iniciales sern limitadas. El factor educativoinfluir asimismo en aspectos muy concretos. As las madres con bajaescolaridad, tendrn poco informacin sobre como manejarse apropiada-mente respecto a la lactancia materna, como armar dietas adecuadas, co-mo cuidar sanitariamente los alimentos, como administrar alimentos es-casos. En 1999, en 10 de 16 pases de la regin un 40 a un 50% de losnios urbanos en edad preescolar formaban parte de hogares cuya madreno haba completado la educacin primaria. En las zonas rurales en 6 de10 pases analizados el porcentaje era de 65 a 85% en los cuatro restantesde 30 a 40%. Si se toman solo los nios menores de 2 aos de edad, en1997 del 20 al 50% de los nios de la gran mayora de los pases vivanen hogares con un ingreso por miembro inferior al 75% del valor de la l-nea de pobreza, y cuya madre no haba completado la educacin prima-ria.

    La accin combinada de estos y otros factores lleva al sombro panoramaque capta CEPAL (2000): Al ao 2000 se estima que aproximadamenteel 36% del total de nios menores de 2 aos de Amrica Latina estn ensituacin de alto riesgo alimentario. Los cuadros nacionales son alar-mantes en diversos pases. En Nicaragua estimaciones del Ministerio deSalud (1999), indican que el 59% de las familias cubren menos del 70%de las necesidades de hierro que requiere el ser humano, el 28% de losnios de menos de 5 aos padecen anemias por el poco hierro que con-sumen, 66 nidos de cada 100 tienen problemas de salud por falta de vita-mina A. El 80% de la poblacin nicaragense consume solo 1700 calo-ras diarias cuando la dieta normal debera ser no menor a las 2125 calo-ras. En Venezuela un nio de 7 aos de los estratos altos pesa promedio24.3 Kgs. y mide 1.219 M. Uno de igual edad de los sectores pobres pesasolo 20 Kgs. Y mide 1.148 M. An en pases con tanto potencial ali-mentario como la Argentina las estadsticas informan que en el gran Bue-nos Aires, una de las reas poblacionales principales, uno de cada cinconios esta desnutrido.

    Muchos de los pases de la regin tienen importantes posibilidades natu-rales de produccin de alimentos. Sin embargo, como se ha visto unatercera parte de los nios ms pequeos esta en inseguridad alimentariapronunciada. Ello parece difcil de entender. Influyen factores como losque identifican la Organizacin Panamericana de la Salud (OPS) y CE-PAL en investigacin conjunta (1998): Se observa en casi todos los pa-ses de la regin un incremento en enfermedades no transmisibles crnicasasociadas con alimentacin y nutricin. Las medidas de ajuste imple-mentadas por los pases han afectado la disponibilidad nacional de ali-mentos y han tenido repercusiones negativas sobre el poder de compra delos grupos ms pobres amenazando la seguridad alimentaria.

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    As como la falta de alimentacin causa daos no reparables posterior-mente lo mismo sucede con otras expresiones de la pobreza como los d-ficits que afrontan los desfavorecidos en la regin en dos aspectos bsi-cos: el agua potable, y la existencia de alcantarillado y sistemas de elimi-nacin de excretas. Ambos elementos son decisivos para la salud. Am-plios sectores de la poblacin pobre tienen dificultades muy fuertes paraobtener agua potable o tienen que comprarla a precios muy elevados.Asimismo carecen de instalaciones de alcantarillado adecuadas lo quesignificar graves riesgos de contaminacin a travs de las mapas subte-rrneas, y de contaminacin del medio ambiente inmediato a la vivienda.Segn los clculos de la OPS cerca de la tercera parte de la poblacin dela regin carece de agua potable y/o alcantarillado. El 30% de los niosmenores de 6 aos viven en viviendas sin acceso a las redes de agua po-table, y el 40% en viviendas sin sistemas adecuados de eliminacin deexcretas. Cuando se analiza por pases se observan datos como los quesiguen que describen los porcentajes de nios de menos de 5 aos deedad que habitaban viviendas sin conexin a sistemas de evacuacin poralcantarillado en 1998 (CEPAL 2000): Paraguay 87, Bolivia 66, Brasil59, Honduras 47, El Salvador 45, Venezuela 26, Mxico 24.La accin deestos factores genera mortalidad infantil y riesgos graves de salud, comolos contagios, y las infecciones intestinales. En 11 pases la diarrea esuna de las dos principales causas de muerte en nidos de menos de un ao.

    Nuevamente se trata de daos de carcter irreparable. La falacia de lapaciencia, respecto a la pobreza, niega de hecho el anlisis de la irrever-sabilidad de los daos. Lleva a polticas en donde bajo la idea de que lascosas se arreglaran despus, no se da la prioridad que correspondera acuestiones elementales para la supervivencia. Nuevamente adems de lasineficiencias que significan esas polticas en cualquier visin de largoplazo de una sociedad hay una falta tica fundamental. Frente a la pobre-za debera aplicarse una tica de la urgencia, no es posible esperar anteproblemas tan vitales como los descriptos. Esta falacia desconoce el ca-rcter de urgencia de estas y otras carencias bsicas.

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    IV. TERCERA FALACIA: CON EL CRECIMIENTOECONOMICO BASTA.

    El pensamiento econmico ortodoxo de gran difusin en la regin lanzael mensaje bsico de que todos los esfuerzos deben ponerse en el creci-miento. Dirige las miradas a los pronsticos sobre el aumento del pro-ducto bruto, y el producto bruto per capita.

    Despierta las expectativas de que todo esta bien si ellos crecen a un buenritmo. Plantea explcitamente como se mencion que logradas metas im-portantes de crecimiento todo lo dems se resolver. El mismo fluir ha-cia abajo, a travs del famoso efecto derrame y ello solucionar los "re-zagos" que pudieran existir en el campo social.

    El siglo XX, ha enseando muy duramente una y otra vez, que el ltimojuez que decidir si las teoras sobre el desarrollo son validas o no, no essu grado de difusin, sino lo que cuentan los hechos. Ellos han desmen-tido muy fuertemente que la realidad funcione como la ortodoxia suponeque debera funcionar. Las promesas hechas a Amrica Latina a comien-zos de los 80 sobre lo que sucedera al aplicar el modelo convencional nose cumplieron en la practica. Describiendo los productos concretos de loque llama la forma de hacer economa, que Amrica Latina escogi enlos aos recientes seala Ricardo French Davis (2000): "El resultado esuna fuerte inestabilidad del empleo y la produccin, una mayor diferen-ciacin entre ricos y pobres, y un crecimiento promedio modesto: solo3% en este decenio, y con una profunda desigualdad". Efectivamente losdatos indican que el crecimiento fue muy discreto, no se derramo auto-mticamente, la desigualdad aument significativamente, la pobreza nose redujo.

    Frente a este juicio de la realidad no correspondera revisar el razona-miento usual? Joseph Stiglitz (1998) sugiere que ha llegado la hora dehacerlo. Se refiere a la vision general, uno de cuyos componentes esen-ciales es la idea de que el crecimiento basta. Argumenta: Muchos paseshan aplicados las recomendaciones intelectualmente claras, aunque gene-ralmente difciles polticamente del consenso de Washington. Los resul-tados no han sido sin embargo del todo satisfactorios. Esto tiene variasexplicaciones. Ser porque algunos no siguieron correctamente las re-cetas econmicas?. Tal vez. Sin embargo yo argumentara que la expe-riencia Latinoamericana sugiere que deberamos reexaminar, rehacer, yampliar los conocimientos acerca de la economa de desarrollo que setoman como verdad mientras planificamos la prxima serie de reformas.

    La experiencia de Amrica Latina y otras regiones del globo, indica queel crecimiento econmico es imprescindible, es muy importante tratar deaumentar el producto total de una sociedad. Son fundamentales asimis-mo el desarrollo de las capacidades tecnolgicas, de la competitividad, yun clima de estabilidad econmica. Pero, ensea tambin que es simpli-ficar extremadamente el tema del desarrollo y de sus dimensiones socia-les, aventurar que el crecimiento econmico slo producir los resulta-dos necesarios. El informe del Banco Mundial sobre la pobreza 2000,

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    que expresa la poltica oficial de dicha institucin, plantea la necesidad depasar de una vez a una vision ms amplia de la problemtica del desarro-llo. Comentando su enfoque diferencial seala un influyente medio, elWashington Post (2000): La publicacin del Informe Mundial de desa-rrollo del Banco Mundial representa un significativo disenso del consen-so sostenido entre economistas de que la mejor va para aliviar la pobrezaes impulsar el crecimiento econmico, y que la nica va para hacerlo esa travs de mercados libres y abiertos. El informe hace notar que aun unadcada despus de que las economas planificadas de Europa oriental fue-ran desmanteladas y el comercio y inversin global alcanzaran niveles r-cord, 24% de la poblacin mundial recibe ingresos menores a un dlardiario. La conclusin ineludible de acuerdo a los economistas y expertosen desarrollo del Banco es que mientras el crecimiento econmico puedeser un ingrediente necesario para reducir la pobreza no lo puede hacersolo.

    Otro informe posterior del Banco Mundial "La calidad del crecimiento"(2000) producido por otros equipos del mismo, plantea tambin vigoro-samente el mismo tipo de argumento bsico. Dice presentndolo VinodThomas Director del Instituto del Banco (The Economist 2000): La ex-periencia de los pases en desarrollo y tambin de los industrializadosmuestra que no es meramente mas crecimiento sino mejor crecimiento loque determina en que medida aumenta el bienestar, y el bienestar dequien. Pases con ingresos y crecimiento similares han obtenido en lasltimas tres dcadas logros muy diferentes en educacin, salud, y protec-cin del medio ambiente. Se esta sugiriendo que es decisiva la estructu-ra del crecimiento, sus prioridades, vas de desarrollo, sectores beneficia-dos.

    La falacia de que el crecimiento basta, transmite la visin de que se esta-ra avanzando si el producto bruto per capita sube, y que las miradas de-ben estar puestas en el mismo. Naciones Unidas ha desarrollado en la ul-tima dcada un cuerpo conceptual ampliamente difundido internacional-mente el paradigma del desarrollo humano, que ataca radicalmente esterazonamiento. No slo el crecimiento no basta, es necesario pero no al-canza, sino que corresponde iniciar una discusin mayor. Preguntarnoscuando realmente una sociedad avanza, y cuando esta retrocediendo. Losparmetros definitivos, es la sugerencia, debemos encontrarlos en que su-cede con la gente. Aumenta o disminuye su esperanza de vida? Mejo-ra o desmejora su calidad de vida? La ONU dise un ndice de desarro-llo humano que ha venido perfeccionando ao tras ao, que incluye indi-cadores que reflejan la situacin de todos los pases del mundo en reascomo entre otras: esperanza de vida, poblacin con acceso a servicios desalud, poblacin con acceso a agua potable, poblacin con acceso a servi-cios de disposicin de excretas, escolaridad, mortalidad infantil, productobruto per capita ponderado por la distribucin del ingreso. Los ordena-mientos de los pases del mundo segn sus logros en desarrollo humanoque viene publicando anualmente la ONU, a travs del PNUD, muestranun cuadro que en diversos aspectos no coincide con el que deviene de lospuros rcords de crecimiento econmico.

    Las conclusiones resultantes, enfatizan que cuanto mejor sea el creci-miento y ms recursos haya se ampliaran las posibilidades para la socie-dad, pero la vida de la gente que es el fin ultimo no se puede medir por

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    algo que es un medio, debe medirse por ndices que reflejen lo que suce-de en mbitos bsicos de la vida cotidiana.

    La falacia de que el crecimiento basta, esta en definitiva transformandoun medio fundamental, pero solo un medio, en el fin ultimo. Es necesariodesmistificarla y retomar un debate a fondo sobre que esta sucediendocon el cumplimiento de los fines. Amartya Sen, ilustra los limites de estafalacia analizando varias situaciones reales. Realiza la comparacin quese refleja en el siguiente grfico:

    GRAFICO 2PRODUCTO NACIONAL BRUTO Y ESPERANZA DE VIDA

    EN PAISES SELECCIONADOS, 1992

    Fuente: Amartya Sen, Mortality as indicator of economic success and failure. TheEconomic Journal, January 1998.

    Como se observa los tres primeros pases del grfico, el Estado de Keralaen la India (de 33 millones de habitantes), China y Sri Lanka tenan unproducto bruto per capita muy reducido. Los otros tres Sud Africa, Brasily Gabn tenan un producto bruto que multiplicaba cinco a quince vecesel de los anteriores. Sin embargo, la poblacin viva mas aos en los trespases pobres: 71,69, y 72 versus 63,66 y 54.El crecimiento econmico solo no era el factor determinante en uno delos indicadores ms fundamentales para ver si una sociedad adelanta, elms bsico, la esperanza de vida. Qu otras variables intervenan eneste caso? Sen identifica aspectos, como las polticas pblicas que ga-rantizaban en los tres primeros pases un acceso mas extendido a insumosfundamentales para la salud como el agua potable, las instalaciones sani-tarias, la electricidad, y la cobertura medica. Asimismo las mejores posi-bilidades en materia de educacin a su vez incidente en la salud. Junto aello un aspecto central era la mejor distribucin del ingreso en las tresprimeras sociedades. Todo ello llevo a que los pases supuestamente mspobres en trminos del ingreso, fueran ms exitosos en salud y aos devida. Dice Sen: Ellos han registrado una reduccin muy rpida de lastasas de mortalidad y una mejora de las condiciones de vida, sin un cre-cimiento econmico notable.

    71 6972

    6366

    54

    300470 540

    2.670 2.770

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    0

    10

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    Kerala China Sri Lanka S. Africa Brasil Gabn

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    Esperanza de vida PNB per cpita

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    V. CUARTA FALACIA: LA DESIGUALDAD ES UNHECHO DE LA NATURALEZA Y NO OBSTACU-LIZA EL DESARROLLO

    El pensamiento econmico convencional ha tendido a eludir una discu-sin frontal sobre la desigualdad y sus efectos sobre la economa. Se haapoyado para ello con frecuencia en la sacralizacin de la U invertida deKusnetz. De acuerdo a la misma la desigualdad es simplemente una eta-pa inevitable de la marcha hacia el desarrollo. En la primera fase de lamisma se producen polarizaciones sociales, que despus se van moderan-do y reduciendo. Algunos economistas convencionales ms extremosllegan an ms lejos, y plantean que esa acumulacin de recursos en po-cas manos favorecer el desarrollo al crear mayores capacidades de in-versin.

    Esta discusin tiene particular trascendencia para Amrica Latina, porquees considerada unnimemente la regin ms desigual del planeta. Si latesis de los ortodoxos ms duros fuera cierta, la regin debera habercontado con tasas de inversin muy altas, dadas las acumulaciones enpocas manos, que ha generado. No s ven. Tampoco parece ser una me-ra etapa del camino al desarrollo. En Amrica Latina la desigualdad seha instalado, y no solo que no se modera, sino que tiene una tendenciamuy consistente a crecer, particularmente en las dos ltimas dcadas. LaU invertida parece no funcionar para la regin.

    En realidad Kusnetz nunca pretendi que fuera aplicable mecnicamentea los pases no desarrollados. Como han sucedido con frecuencia, algu-nos de sus supuestos interpretes han hecho claro abuso de sus afirmacio-nes. Sus trabajos estuvieron referidos a la observacin de USA, Inglate-rra y Alemana en un periodo que comprendi desde la primera mitad delsiglo XIX a la finalizacin de la primera guerra mundial. Advierte expre-samente sobre el riesgo de generalizar las conclusiones que extrajo. Dice(1970): "Es peligroso utilizar simples analogas; no podemos afirmar quepuesto que la desigual distribucin de la renta condujo en el pasado enEuropa Occidental, a la acumulacin de los ahorros necesarios para for-mar los primeros capitales, para asegurar el mismo resultado en los pa-ses subdesarrollados es preciso por lo tanto mantener e incluso acentuarla desigualdad en la distribucin de la renta". Y enfatiza en afirmacinque en Amrica Latina hace mucho sentido hoy: Es muy posible que losgrupos que perciben rentas superiores en algunos de los pases hoy sub-desarrollados presenten una propensin de consumo mucho mayor y unapropensin al ahorro mucho menor, que las que presentaban los mismosgrupos de renta en los piases hoy desarrollados durante sus primeras fasesde crecimiento.Adems de haber desvirtuado el pensamiento real del mismo Kusnetz, lafalacia difundida respecto a la desigualdad, choca fuertemente con losdatos de la realidad. La desigualdad latinoamericana se ha transformadoa nivel internacional en un caso casi de laboratorio de los impactos regre-sivos de la desigualdad. Frente a la pregunta de porque un continente contantas potencialidades econmicas y humanas, ha generado resultadoseconmicos tan discretos, y dficits sociales tan agudos, una de las res-

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    puestas con creciente consenso cientfico es que uno de los factores fun-damentales en contra ha sido el peso de la desigualdad, y su ascenso. Assealan Birdsall, Ross y Sabot (1996) sobre la regin, la asociacin en-tre un crecimiento lento y una elevada desigualdad se debe en parte al he-cho de que esa elevada desigualdad puede constituir en s misma un obs-tculo para el crecimiento.

    Estn operando activamente en Amrica Latina entre otros cinco tipos dedesigualdades. Uno es la inequidad en la distribucin de los ingresos. El5% de la poblacin es duea del 25% del ingreso nacional. Del otro lado,el 30% de la poblacin tiene solo el 7.5% del ingreso nacional. Es la ma-yor brecha del planeta. Medida con el coeficiente Gini de inequidad eningresos, Amrica Latina tiene un 0.57, casi tres veces el Gini de los pia-ses nrdicos. En promedio la mitad de ingreso nacional de cada pas de laregin va al 15% ms rico de la poblacin. En Brasil el 10% ms ricotiene el 46% del ingreso, mientras que el 50% ms pobre solo tiene el14% del mismo. En Argentina mientras que en 1975 el 10% mas rico re-ciba ocho veces ms ingresos que el 10% mas pobre, en 1997 la relacinse haba mas que duplicado era de 22 veces. Otra desigualdad acentuadaes la que aparece en trminos de acceso a activos productivos. La extre-madamente inequitativa distribucin de la tierra en algunos de los mayo-res pases de la regin, como Brasil y Mxico, es una de sus expresiones.Una tercera desigualdad, es la que rige en el campo del acceso al crdito,instrumento esencial para poder crear oportunidades reales de desarrollode pequeas y medianas empresas. Hay en Amrica Latina 60 millonesde PYMES, que generan 150 millones de empleos. Slo tienen acceso al5% del crdito. Una cuarta inequidad es la que surge del sistema educa-tivo. Los diferentes estratos socioeconmicos de los pases alcanzan muydiversos rcords en aos de escolaridad. La desercin y la repeticinprovocadas por las condiciones socioeconmicas del hogar minan a dia-rio la posibilidad de que los sectores pobres completen estudios. SegnCEPAL 2000, en Brasil repetan los dos primeros grados de la escuelaprimaria el 41% de los nios del 25% de menores ingresos de la pobla-cin, y en cambio solo el 4.5% de los nios del 25% con mayores ingre-sos. Asimismo haban completado la escuela secundaria a los 20 aos deedad, slo el 8% de los jvenes del 25% de menos ingresos, y en cambioel 54% del 25% de mayores ingresos. Tomando 15 pases de la regin(BID 1998) surga que los jefes de hogar del 10% de ingresos mas altostenan 11.3 aos de eduacin, los del 30% ms pobre solo 4.3 aos. Unabrecha de 7 aos. Mientras que en Europa la brecha de escolaridad entreel 10% ms rico y el 10% ms pobre es de 2 a 4 aos, en Mxico es de 10aos. La desigualdad educativa va a ser un factor muy importante en lainequidad en la posibilidad de conseguir trabajo y en los sueldos que seganen. Los sectores desfavorecidos van a estar en muy malas condicionesal respecto por su debil carga educativa. La fuerza de trabajo ocupada dela regin presenta una marcada estratificacin. Segn CEPAL (2000),hay un nivel superior que es el 3% de la poblacin ocupada que tiene 15aos de escolaridad, un nivel intermedio que es el 20% de la fuerza detrabajo que tiene entre 9 y 12 aos de escolaridad, y el 77% restante tieneslo de 5.5 a 7.3 aos de estudios en las ciudades y 2.9 en las zonas rura-les. Una quinta y nueva cifra de desigualdad est surgiendo de las posi-bilidades totalmente diferenciadas de acceso al mundo de la informtica yla Internet. La gran mayora de la poblacin no tiene los medios ni laeduacin para conectarse con el mismo. Forma parte as de una nueva

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    categora de analfabetismo, el analfabetismo ciberntico

    Todas estas desigualdades generan mltiples efectos regresivos en laeconoma, la vida personal y familiar, y el desarrollo democrtico. Entreotros segn lo demuestran numerosas investigaciones: reducen la forma-cin de ahorro nacional, estrechan el mercado interno, conspiran contra lasalud pblica, impiden la formacin en gran escala de capital humano ca-lificado, deterioran la confianza en las instituciones bsicas de las socie-dades y en el liderazgo poltico. El aumento de la desigualdad es por otraparte una de las causas centrales del aumento de la pobreza en la regin.Birdsall y Londono (1998) han estimado economtricamente que su as-censo entre 1983 y 1995 duplic la pobreza, que la misma hubiera sido lamitad de lo que fue si la desigualdad hubiera seguido en los niveles quetenia anteriormente, elevados pero menores.

    La desigualdad latinoamericana no es un hecho natural propio del cami-no del desarrollo como lo pretende la falacia. Es la consecuencia de es-tructuras regresivas y polticas erradas que la han potenciado. BarbaraStallings (CEPAL 1999) considera, que las reformas econmicas aplica-das en los ltimos aos han agravado las desigualdades entre la pobla-cin y subraya se puede afirmar sin ninguna duda, que los noventa sonuna dcada perdida en cuanto a la reduccin de las ya alarmantes diferen-cias sociales existentes en la regin con mas desigualdad del mundo.Altimir (1994), despus de analizar 10 pases plantea que hay bases parasuponer que la nueva modalidad de funcionamiento y las nuevas reglasde poltica pblica de stas economas, pueden implicar mayores desi-gualdades de ingreso. Albert Berry (1997) indica: La mayora de lospases latinoamericanos que han introducido reformas econmicas pro-mercado en el curso de las ultimas dos dcadas han sufrido tambin se-rios incrementos en la desigualdad. Esta coincidencia sistemtica en eltiempo de los dos eventos sugiere que las reformas han sido una de lascausas del empeoramiento en la distribucin.

    Por otra parte la otra dimensin de la falacia tambin es desmentida porla realidad. La desigualdad no se modera o atena sola. Por el contrariola instalacin de circuitos de desigualdad en reas claves tiene una ten-dencia contaminante, propicia la generacin de circuitos similares enotras reas. Lo ilustra entre otros casos la dificultad a pesar de todos losesfuerzos en mejorar la situacin educativa de la poblacin pobre. Lasdesigualdades en otras reas como ocupacin e ingresos, conspiran contralas reformas educativas. Asimismo las desigualdades en educacin van areforzar como se ha visto las brechas en el mercado de trabajo. Los cir-cuitos perversos de desigualdad muestran adems una enorme capacidadreproductora. Se automultiplican. Sin acciones en contrario las polariza-ciones tienden a crecer y ampliarse. Lo muestra la conformacin cre-ciente en numerosas sociedades de una dualidad central; incluidos y ex-cluidos.

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    VI. QUINTA FALACIA: LA DESVALORIZACION DELA POLITICA SOCIAL.

    Frente a preguntas sobre la poltica social el tipo de respuesta proporcio-nada por algunos decisores econmicos adquiri en oportunidades el mo-delo: La nica poltica social es la poltica econmica. Esta respuestarefleja toda una actitud hacia la poltica social que ha tenido hondas con-secuencias en el continente. Se ha tendido a verla como un complementomenor de otras polticas mayores como las que tienen que ver directa-mente con el desarrollo productivo, los equilibrios monetarios, el creci-miento tecnolgico, la privatizacin, etc. Le correspondera atenuar losimpactos transitorios que las anteriores producen en la sociedad. Debe-ra atacar focalizadamente los desajustes sociales ms irritables para re-ducirlos. En el fondo desde este razonamiento se la percibe como unaconcesina la poltica. Como la pobreza genera fuerte inquietud polti-ca, la poltica social hara el trabajo de calmar los animos y mostrar quese estn haciendo cosas en ese frente, pero el corolario consecuente es:cuanto menos concesiones mejor. Los recursos destinados a lo social de-beran ser muy acotados, y destinados a fines muy especficos.

    Albert Hirschman llamo en una oportunidad a esta forma de abordar eltema: "polticas pobres para pobres". Da lugar a reducir lo social a metasmuy estrechas, a constituir una institucionalidad social debil en recursos,y personal, alejada de los altos niveles de decisin. Por otra parte, ade-ms altamente vulnerable. Frente a reducciones presupuestarias, conmuy escasa capacidad para defender su situacin, y normalmente candi-data preferida para los recortes. Por otra parte esta vision supone en smisma un cuestionamiento implcito de la legitimidad de la poltica so-cial. Es distraer recursos de destinos ms importantes, por presin pol-tica.

    Reflejando la situacin, una ministro de lo social muy experimentada deun pas latinoamericano narro al respecto a un auditorio internacional:No nos invitaban al gabinete donde se tomaban las decisiones econmi-cas ms importantes. Despus de muchos esfuerzos logramos se nos in-vitara. Claro con voz pero sin voto.

    Considerar a la poltica social en estos trminos: de una categora infe-rior, concesin a la poltica, uso suboptimizante de recursos, conformauna falacia que esta afectando seriamente a la region.

    En primer trmino, Cmo puede relegarse a lo social en un contextocomo el latinoamericano, donde casi una de cada dos personas estn pordebajo de la lnea de la pobreza, y expresan a diario de mil modos su des-contento y protesta por esa realidad? Atender lo social no es una conce-sin, es en una democracia tratar de hacer respetar derechos fundamen-tales de sus miembros. Lo que esta en juego es en el fondo como planteaNaciones Unidas una cuestin de derechos humanos violados. Como re-salta el Informe de Desarrollo Humano 2000 del PNUD: La erradicacinde la pobreza constituye una tarea importante de los derechos humanosen el siglo XXI. Un nivel decente de vida, nutricin suficiente, atencion

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    de salud, educacin, trabajo decente y proteccin contra las calamidadesno son simplemente metas del desarrollo, son tambin derechos huma-nos. Las polticas sociales son esenciales para la poblacin en la regin,y estratgicas para la estabilidad misma del sistema democrtico. Cuan-do se consulta a la poblacin ella no pide que se reduzcan, estrechen, oeliminen sino todo lo contrario exige masivamente que se refuercen, am-plen, y se incorporen nuevas polticas.

    En segundo lugar, es difcil sostener a inicios de este nuevo siglo que esuna asignacin de recursos de poca eficiencia. Destinar recursos a ase-gurarse de que todos los nios terminen la escuela primaria, a elevar latasa de completamiento de la secundaria, a desarrollar el sistema de edu-cacin superior, es ineficiente?. Las mediciones economtricas dan re-sultados muy diferentes. La tasa de retorno en educacin es una de lasmas altas posibles para una sociedad. Actualmente. La competitividad delos pases esta fuertemente ligada al nivel de capacitacin de su pobla-cin. Algunos de los pases ms exitosos del planeta en los mercadosinternacionales estn exportando bsicamente productos como "higthtech" totalmente basados en el capital educativo que han sabido desa-rrollar. La absorcin de nuevas tecnologas, la innovacin local a partirde ellas, la investigacin y desarrollo, el progreso tecnolgico dependentodos de los niveles de educacin alcanzados. Los clculos demuestranas entre otros casos que una de las inversiones ms rentables macroeco-nomicamente que puede hacer un pas, es invertir en la educacin de ni-as. Agregar aos de escolaridad a las ninas desfavorecidas, va a aumen-tar su capital educativo, y a travs de el, reducir las tasas de embarazoadolescente, de mortalidad materna, de mortalidad infantil, de morbili-dad. Todos ellas estn correlacionadas estadsticamente con los aos deescolaridad de la madre.

    En las condiciones latinoamericanas extender la posibilidad de acceder aagua potable a toda la poblacin es una inversin deficiente? El retornode hacerlo ser cuantioso en trminos de salud publica, lo que repercutirdesde ya en la productividad de la economa.

    En realidad toda la terminologa utilizada esta equivocada, y nuevamentevemos un error semntico no casual. As como existan quienes no que-ran or hablar de la palabra pobreza, en la falacia que desvaloriza la pol-tica social, se ha llevado a que toda la discusin al respecto se haga entrminos de gasto social. En realidad, no hay tal gasto. Bien gerencia-dos los recursos para lo social constituyen en la gran mayora de los casosinversiones de un alto retorno.

    Hoy es difcil discutir las evidencias de que la inversin social genera ca-pital humano, y que el mismo se transforma en productividad, progresotecnolgico, y es decisivo para la competitividad. En realidad la polticasocial, bien diseada y eficientemente ejecutada, es un poderoso instru-mento de desarrollo productivo. Como lo sugiere Touraine (1997): Envez de compensar los efectos de la lgica econmica, la poltica socialdebe concebirse como condicin indispensable del desarrollo econmi-co.

    En tercer trmino se ha planteado la gravedad que tiene el tema de la de-sigualdad en Amrica Latina. Superada la falacia que la niega o minimi-

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    za, como se puede reducir? Una de las vas fundamentales posibles enuna democracia, es una agresiva poltica social que ample fuertementelas oportunidades para los pobres, en campos cruciales. Deber estar in-tegrada entre otras por polticas que universalicen posibilidades de con-trol de factores de riesgo claves en salud en la region, como el agua, elalcantarillado, la electricidad el acceso a cobertura de salud, que actensobre los factores que excluyen a parte de la poblacin del sistema edu-cativo, que aseguren servicios pblicos de buena calidad para todos. Lapoltica social puede ser una llave para la accin contra la desigualdad,proveyendo una base mnima de bienes y servicios indispensables, ycontribuyendo as a abrir las oportunidades, y romper crculos perversos.

    En lugar de una poltica social cenicienta como plantea la falacia, loque Amrica Latina necesita es una nueva generacin de polticas socia-les con mayscula. Ello implica dar prioridad efectiva a las metas socia-les en el diseo de las polticas publicas, procurar articular estrechamentelas polticas econmicas y las sociales, montar una institucionalidad so-cial moderna y eficiente, asignar recursos apropiados, formar recursoshumanos calificados en lo social, fortalecer las capacidades de gerenciasocial, y jerarquizar en general esta arrea de actividad pblica.

    La metfora que se escucha en toda la region describe bien la situacin.Dice que la poltica social es actualmente la "asistencia pblica" que re-coge los muertos y heridos que deja la poltica econmica. La falaciaexaminada cultiva y racionaliza esta situacin inaceptable. Se necesitauna poltica social que potencie el capital humano base esencial de un de-sarrollo econmico sostenido. Es un tema tico, poltico, y al mismotiempo de lucidez histrica. Como lo anota Birdsall (1998): es posibleque las tasas de crecimiento de Amrica Latina no puedan ser ms del 3 oel 4%, a distancia de las necesarias, en tanto no se cuente con la partic i-pacin y el aporte de la mitad de la poblacin que esta comprendida enlos porcentajes ms bajos de ingresos.

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    VII. SEXTA FALACIA: LA MANIQUEIZACIN DELESTADO

    En el pensamiento econmico convencional circulante se ha hecho un es-fuerzo sistemtico de vastas proporciones para deslegitimar la accin delEstado. Se ha asociado la idea de Estado con corrupcin, con incapaci-dad para cumplir eficientemente las funciones ms mnimas, con grandesburocracias, con despilfarro de recursos. La visin se apoya en gravesdefectos existentes en el funcionamiento de las administraciones pblicasen numerosos pases de Amrica Latina, pero fue mucho ms all de ello,y "maniqueiz" al Estado en su conjunto. Proyect la imagen de que todaaccin llevada en el terreno pblico seria negativa para la sociedad, y encambio la reduccin al mnimo de las polticas pblicas, y la entrega desus funciones al mercado la llevara a un reino de la eficiencia y a la so-lucin de los principales problemas econmico-sociales existentes.Adems creo la concepcin de que exista una oposicin de fondo entreEstado y sociedad civil, y haba que elegir entre ambos.

    Como en otros campos, hoy es posible mantener una discusin sobre eltema ms all de ideologas. El instrumental metodolgico de las cien-cias sociales actuales, aporta evidencias muy concretas que permiten es-tablecer como funciona la realidad. La vision del Estado como solucio-nador de todos los problemas el Estado ominipotente, demostr sererrada. El Estado solo no puede hacer el desarrollo, y en Amrica Latinala accin estatal ha presentado agudos problemas de burocratizacin, ine-ficiencia, y corrupcin. Sin embargo, el proceso de eliminacin de nu-merosas funciones del Estado, de reduccin a niveles mnimos en muchoscasos de sus capacidades de accin, como sucedi con frecuencia en lasreas sociales, el debilitamiento en general del rol de las polticas publi-cas, y la entrega de sus funciones al mercado, no llevo al reino ideal su-puesto. Los problemas estructurales de las sociedades latinoamericanasy de otras del mundo en desarrollo siguieron agudizndose, la corrupcinacompao tambin con frecuencia a los procesos de privatizacin. Seidentific como una ley operante que siempre que hay un corrupto en elEstado hay a su vez un corruptor en el sector privado es decir que el temaexcede a cualquier simplificacin. El funcionamiento sin regulacin delmercado llev a profundizaciones de las brechas particularmente de lasde inequidad. Se dio una marcada tendencia bajo las nuevas reglas dejuego a la constitucin de monopolios que significaron en la practica laimposicin de cargas muy pesadas a los consumidores, y a las pequeasy medianas empresas, ahogando a estas ltimas.

    Pareciera que las dos polarizaciones han conducido a callejones sin sali-da. El Estado solo no puede resolver los problemas, pero su minimiza-cin los agrava. Esa es la conclusin, entre muchas otras voces del Ban-co Mundial a fines de esta dcada. En su informe especial dedicado al roldel Estado (1998) resalta como una idea central que sin un Estado efi-ciente el desarrollo no es viable, y propone una serie de directricesorientadas a reconstruir la capacidad de accin del Estado. Por su parteautores como Stiglitz y otros han llamado la atencion sobre las fallas delmercado, su tendencia a generar desigualdades, y a la cartelizacin para

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    maximizar ganancias, y sus desvos especulativos cuando no hay efi-cientes controles regulatorios, como se da en Estados tan debilitados porlas reformas de las ltimas dcadas como los de la regin. Custicamenteafirma una autoridad mundial en cmo gerenciar con eficiencia HenryMintzberg, (1996), respecto a la concepcin de que se poda prescindirdel Estado y la vision de que todo lo que se hace en el Estado es inefi-ciente y en el sector privado eficiente que: "el modelo representa el granexperimento de los economistas que nunca han tenido que gerenciar na-da".

    Hoy hay un activo retorno hacia la bsqueda de una vision ms equilibra-da en el debate internacional de punta sobre el tema del desarrollo y el roldel Estado. Imposible desconocer la importancia de las polticas publicaen un contexto histrico donde la segunda economa del mundo Japn,esta poniendo en marcha una tras otras sucesivas iniciativas de interven-cin activa del Estado para dinamizar la economa, la ms reciente (octu-bre 2000) inyectando 100.000 millones de dlares a tal efecto. AmartyaSen (1998), resalta especialmente el papel decisivo que ha jugado la pol-tica pblica en el campo social, en algunas de las economas de mejordesempeo de largo plazo del mundo. Subraya: De hecho muchos pa-ses de Europa Occidental han logrado asegurar una amplia cobertura deseguridad social con la prestacin de atencion en salud y educacin pu-blica de maneras hasta entonces desconocidas en el mundo; Japn y laregin del Este de Asia han tenido un alto grado de liderazgo guberna-mental en la transformacin, tanto de sus economas como de sus socie-dades; el papel de la educacin y atencion en salud publica ha sido el ejefundamental para contribuir al cambio social y econmico en el mundoentero (y en forma bastante espectacular en el Este y Sudeste Asiticos).

    Un rea totalmente decisiva para la economa y la sociedad es la de lasalud. Toda sociedad democrtica tiene la obligacin de garantizar elderecho a la atencion en salud a sus miembros, es el derecho ms bsico.Asimismo mejorar los niveles de salud de la poblacin tiene todo ordende impactos favorables sobre la economa, entre muchos otros aspectosen reduccin de horas de trabajo perdidas por enfermedad, aumento dela productividad laboral, descenso de costos ligados a enfermedades,etc. El reciente informe sobre la salud mundial 2000 de la OrganizacinMundial de la Salud (OMS 2000) establece el primer ranking de los pa-ses del mundo segn el desempeo de sus sistemas de salud. Entre otrosconstruye un ndice muy significativo para esas mediciones: los aospromedio que una persona vive con buena salud, sin enfermedades. A lacabeza de la tabla se hallan pases como Japn 74.5 aos, Suecia 73, Ca-nad 72, Noruega 71.7. En todos esos pases el Estado tiene una partic i-pacin fundamental habiendo construido una amplsima red de protec-cin. En Japn el gasto pblico es el 8O.2% del gasto total en salud, enSuecia el 78%, en Noruega el 82%, en Canad el 72%. El gasto pblicoper capita en salud sobrepasa en todos ellos los 1300 dlares anuales. Elcontraste con la actual situacin en diversos pases latinoamericanos esmuy marcado. El gasto pblico per capita en salud es en Brasil 208 d-lares, en Mxico 172, en Per 98. Los aos de vida saludable promediosolo llega en Brasil a 59. Dicho pas es una de las mayores potencias in-dustriales del mundo. En cambio, cuando se lo busca en las tablas de de-sempeo de los sistemas de salud de la OMS figura en el lugar numero125.

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    El carcter crucial de la accin estatal en campos claves como salud yeducacin, desde ya de una accin bien gerenciada y transparente, surgecon toda fuerza de una investigacin reciente ( Financial Times 2000)que muestra que sucede cuando se fija como poltica arancelar los servi-cios en reas de poblacin pobre bajo la idea de compartir costosy definanciamiento comunitario, reduciendo as las responsabilidades delEstado. En Tanzania, siguiendo condicionalidades del Banco Mundial, seintrodujeron aranceles en educacin primaria. El resultado segn indica laIglesia Evanglica Luterana de Tanzania fue una inmediato descenso enla asistencia a la escuela, y los ingresos totales de las mismas fueron lamitad de los previstos. En Zimbawe la condicionalidad se centro en quedeban cobrar aranceles en los servicios de salud, pero que los pobres es-taran exceptuados de ello. Una evaluacin del mismo Banco Mundialconcluy, que slo 20% de los pobres pudieron conseguir los permisos deexencin necesarios. En Ghana, al imponer aranceles en la escuela 77%de los nios de la calle de Accra, que asistan a las escuelas las abandona-ron.

    La falacia de la maniqueizacin del Estado lleva a consecuencias muyconcreta, al deslegitimar su accin deja abierto el terreno para su debili-tamiento indiscriminado, y la desaparicin paulatina de polticas publicasfirmes en campos cruciales como los sociales. Causa as daos irrepara-bles a vastos sectores de familias, aumenta la pobreza y la desigualdad, ylimita las posibilidades de un crecimiento sostenido. Los datos de la rea-lidad sugieren que hay otro camino. En algunos de los pases ms exito-sos econmica y socialmente del mundo uno de los pilares de sus econo-mas es un Estado activo de alta eficiencia. Una de sus caractersticascentrales, contradice uno de los ejes de la falacia. Es un Estado coordi-nado estrechamente con la sociedad civil. La falsa oposicin Estado-Sociedad Civil que preconiza la falacia como un hecho, es desmentida enellos. Los lazos de cooperacin son multiplisimos, y surge una accinintegrada. Tambin en Amrica Latina misma algunas de las sociedadescon mejores cifras de equidad, menor pobreza, y mejores tasas de desa-rrollo humano tuvieron como base de esos logros a Estados bien organi-zados, con burocracias consideradas eficientes, como Costa Rica, Uru-guay, y el Chile democrtico. Es imprescindible reformar y mejorar laeficiencia estatal y erradicar la corrupcin. Pero para ello es necesarioavanzar en otra direccin totalmente distinta a la de la falacia. No satani-zar al Estado, sino ir construyendo administraciones publicas descentrali-zadas, transparentes, abiertas a la participacin comunitaria, bien geren-ciadas, con carreras administrativas estables fundadas en el mrito.

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    VIII.SEPTIMA FALACIA: LA INCREDULIDAD SOBRELAS POSIBILIDADES DE APORTE DE LA SO-CIEDAD CIVIL.

    El pensamiento econmico circulante enva a veces explcitamente y confrecuencia implcitamente un profundo mensaje de desvalorizacin delposible rol que puede jugar la sociedad civil en los procesos de desarrolloy en la resolucin de los problemas sociales. Su nfasis esta totalmentevolcado en el mercado, la fuerza de los incentivos econmicos, la geren-cia de negocios, la maximizacin de utilidades como motor del desarro-llo, las seales que pueden atraer o alejar al mercado. El mundo de la so-ciedad civil es percibido como un mundo secundario, de segunda lnearespecto a lo que sucede en el mundo importante conformado por losmercados. De ese enfoque van a surgir polticas pblicas de apoyo muylimitado, casi simblico y por cortesa a las organizaciones de la so-ciedad civil, y una desconfianza fuerte a depositar en ellas responsabili-dades realmente relevantes.

    La falacia razona en trminos de una dualidad bsica; Estado versus mer-cado. En los hechos la situacin es mucho ms matizada. Existe un sin-nmero de organizaciones que no son ni lo uno, ni lo otro. Fueron crea-das con finalidades distintas, los actores sociales que se hallan tras ellasson otros, y las metodolgicas que utilizan no son de Estado ni de merca-do. Este mundo comprende entre otras: las organizaciones no guberna-mentales en continuo crecimiento en Amrica Latina que han sido deno-minadas con frecuencia el tercer sector y que realizan mltiples aportesen el campo social, los espacios de inters pblico que son formulas es-peciales muy utilizadas en los pases desarrollados en donde numerosasUniversidades, y hospitales han sido fundados por ellos, se trata de em-prendimientos de largo plazo animados por numerosos actores pblicos yprivados, modelos econmicos que no son de mercado tpicos como lascooperativas que tienen alta presencia en diversos campos, y el amplsi-mo movimiento de lucha contra la pobreza desarrollado en toda la reginpor las organizaciones religiosas, cristianas, protestantes, y judas queesta en primera lnea de la accin social. La realidad no es solo Estado ymercado como pretende la falacia. Incluso algunas de los modelos de or-ganizacin y gestin social y general ms efectivos de nuestro tiempofueron desarrollados en esta vasta rea diferente de ambos.

    Todas estas organizaciones tienen un gran peso y una fuerte participacinen la accin social en el mundo desarrollado. Recaudan recursos consi-derables, se les delegan funciones crecientes por parte del Estado, estninterrelacionadas con la accin publica de mltiples modos Estn basa-das fuertemente en trabajo voluntario. Movilizan miles y miles de perso-nas que dedican anominamente considerables horas a llevar adelante susprogramas. Hacen aportes considerables al producto bruto nacional contrabajo no remunerado en pases como Canad, Holanda, Suecia, Norue-ga, Dinamarca, Espaa, Israel y otros. As en Israel que figura entre losprimeros del mundo en esta materia, una de cuatro personas hace trabajosvoluntarios semanalmente, produciendo bienes y servicios de carcter so-cial, constituyendo parte del personal paramdico en los hospitales, ayu-

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    dando a personas discapacitadas, a ancianos, familias desfavorecidas, yotros sectores con dificultades. Tambin ha aumentado en el mundo de-sarrollado la participacin empresarial en el apoyo a la accin social dela sociedad civil. Las contribuciones e iniciativas empresarias de solida-ridad se han incrementado, y la asuncin de su responsabilidad social hapasado a formar parte creciente de legitimidad misma de la empresa. Laaseveracin de hace aos de Milton Friedman el guru de la Escuela deChicago, de que la nica responsabilidad de la empresa privada es produ-cir utilidades a sus accionistas ha sido refutada constantemente por em-presarios prominentes, y es hoy rechazada masivamente por la opininpublica de los pases desarrollados.

    En Amrica Latina la situacin tiende a ser muy diferente. Existe un in-menso potencial de trabajo voluntario que de ser adecuadamente convo-cado y de crearse condiciones propicias podra cumplir roles de gran sig-nificacin. Esforzadamente sectores de la sociedad civil estn tratandode movilizarlo y surgen permanentemente multiples iniciativas. Pero to-do ello es a pesar de las desconfianzas y la incredulidad que surge del ra-zonamiento desvalorizador, que alimenta a su vez gruesos errores en laspolticas. No hay as entre otros aspectos apoyos pblicos firmes a lasiniciativas de la sociedad civil de accin social, y los incentivos fiscalesson muy reducidos. Asimismo, el movimiento de responsabilidad socialempresarial es debil y los aportes muy reducidos comparativamente. Laproporcin de las ganancias empresarias dedicadas a fines de inters p-blico es mucho menor a la de los pases avanzados. Es notable el trabajoque aun con todas estas limitaciones llevan adelante numerosas organiza-ciones, entre ellas las de fe antes mencionadas, para lograr ayudar a lasdificultades de supervivencia de extendidos sectores de la poblacin

    En el fondo lo que el pensamiento econmico convencional esta hacien-do a travs de su desvalorizacin de las posibilidades de la sociedad civil,es cerrar el paso a la entrada misma del concepto de capital social. Ml-tiples investigaciones de los aos recientes desde los primeros estudios dePutnam y Coleman, hasta los efectuados en diversas realidades naciona-les de todo el planeta, demuestran que hay factores cruciales para el de-sarrollo que no tenan lugar en el pensamiento econmico ortodoxo comolos agrupados en la idea de capital social. Tales: el clima de confianzaentre las personas de una sociedad y hacia sus instituciones y lideres, elgrado de asociatividad, es decir, la capacidad de crear esfuerzos asociati-vos de todo tipo, y el nivel de conciencia cvica, la actitud hacia los pro-blemas colectivos desde cuidar el aseo en los lugares pblicos hasta pagarlos impuestos. Estudios del Banco Mundial atribuyen al capital social yel capital humano dos terceras parte del crecimiento econmico de lospases, y diversas investigaciones dan cuenta de los significativos im-pactos del capital social sobre la performance macroeconmica, la pro-ductividad microeconmica, la gobernabilidad democrtica, la salud pu-blica, y otras dimensiones (1).

    Desarrollar el capital social significa fortalecer la sociedad civil a travsde polticas que mejoren la confianza, que segn dicen los mismos estu-dios, en sociedades polarizadas es muy fuertemente erosionada por la de-sigualdad Tambin implica propiciar el crecimiento de la asociatividad,y contribuir a hacer madurar la conciencia cvica. El razonamiento eco-nmico convencional ha estado aferrado a ideas muy estrechas sobre los

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    factores que cuentan, que no consideran estos elementos, o que los rele-gan. Tras la falacia de la incredulidad sobre la sociedad civil, se halla unrechazo ms amplio a la idea de que hay otros capitales a tener en cuenta,como el social. Un cerrado "reduccionismo economicista" obstruye elpaso a ampliar la vision del desarrollo con su incorporacin y a extraerlas consecuencias consiguientes en trminos de polticas de apoyo al for-talecimiento y potenciacin de las capacidades latentes en la sociedad ci-vil.

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    IX. OCTAVA FALACIA: LA PARTICIPACIN; SI,PERO NO.

    La participacin de la comunidad en forma cada vez ms activa en lagestin de los asuntos pblicos surge en esta poca como una exigenciacreciente de las grandes mayoras de la sociedad en Amrica Latina yotras regiones. Los avances de la democratizacin producto de largas lu-chas histricas de los pueblos han creado condiciones de libre organiza-cin y expresin, que han disparado esta sed por participacin. Porotra parte existe hoy una convalidacin mundial creciente de la superio-ridad en trminos de efectividad de la participacin comunitaria, sobrelas formas organizativas tradicionales de corte vertical, o burocrtico. Enel campo social ello es muy visible. Los programas sociales hacen mejoruso de los recursos, logran mejor sus metas, y crean autosustentabilidadsi las comunidades pobres a las que se desea favorecer participan desde elinicio y a lo largo de todo su desarrollo y comparten la planificacin, lagestin, el control y la evaluacin. Seala al respecto Stern, el econo-mista jefe del Banco Mundial resumiendo mltiples estudios de la insti-tucin (2000): A lo largo del mundo, la participacin funciona: las es-cuelas operan mejor si los padres participan, los programas de irrigacinson mejores si los campesinos participan, el crdito trabaja mejor si lossolicitantes participan. Las reformas a nivel de los pases son mucho msefectivas si son generadas en el pas y manejadas por el pas. La partic i-pacin es practica y poderosa. (2)

    Dos recientes trabajos: "Superando la pobreza humana" del PNUD(2000) y The voices of the poor del Banco Mundial (2000), basado enuna gigantesca encuesta a 60000 pobres de 60 pases, llegan a similarconclusin en trminos de polticas: es necesario dar prioridad a invertiren fortalecer las organizaciones de los propios pobres. Ellos carecen devoz y voto real en la sociedad. Fortalecer sus organizaciones, los per-mitiera participar en forma mucho ms activa y recuperar terreno en am-bas dimensiones. Se propone entre otros aspectos: facilitar su constitu-cin, apoyarlas, dar posibilidades de capacitacin a sus lideres, fortalecersus capacidades de gestin.

    En Amrica Latina el discurso poltico ha tendido a reconocer creciente-mente a la participacin. Seria claramente antipopular enfrentar la pre-sin proparticipacin tan fuerte en la sociedad, y con argumentos tancontundentes a su favor. Sin embargo, los avances reales en cuanto a laimplementaron efectiva de programas con altos niveles de participacincomunitaria son muy reducidos. Siguen predominando los programasllave en mano, y impuestos verticalmente, donde los decisores o dise-nadores, son los que saben y la comunidad desfavorecida debe acatar susdirectivas, y ser sujeto pasivo de los mismos. Tambin son usuales losprogramas en donde se hacen fuertes apelativos a que se trata de progra-mas participativos, cuando en realidad hay un mnimo contenido real deintervencin de la comunidad en la toma de decisiones. El discurso dicesi a la participacin en la regin, pero los hechos con frecuencia dicen no.

    Los costos de esta falacia son muy fuertes. Por un lado se estn dese-

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    chando enormes energas latentes en las comunidades pobres. Cuando seles moviliza como sucedi en experiencias latinoamericanas mundia l-mente reconocidas como Villa el Salvador en el Per, las escuelas Educoen el Salvador, o el presupuesto municipal participativo en Porto Alegre(3), los resultados son sorprendentes. La comunidad multiplica los recur-sos escasos, sumando a ellos incontables horas de trabajo, y es generado-ra de continuas iniciativas innovativas. Asimismo la presencia de la co-munidad es uno de los pocos medios probados que previene efectiva-mente la corrupcin. El control social de la misma sobre la gestin esuna gran garanta al respecto que se pierde al impedir la participacin.Por otra parte el divorcio entre el discurso y la realidad es claramentepercibido por los pobres, y lo resienten con descontento y frustracin.Se limitan as las posibilidades de programas donde se ofrezca participa-cin genuina porque las comunidades estn quemadasal respecto porlas falsas promesas.

    El si pero no, esta basado en resistencias profundas a que en definitivarealmente las comunidades pobres participen, que se disfrazan ante suilegitimidad conceptual, poltica, y tica. Ha llegado la hora en la reginde ponerlas a foco y enfrentarlas.

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    X. NOVENA FALACIA: LA ELUSIN TICAEl anlisis econmico convencional sobre los problemas de Amrica La-tina escabulle normalmente la discusin sobre las implicancias ticas delos diferentes cursos de accin posibles. Pareciera que se esta tratando untema tcnico mas, de carcter neutro, donde solo deben predominar razo-namientos costo-beneficio para resolverlo. La situacin es muy distinta.El tema tiene que ver con la vida de la gente y las consideraciones ticasdeberan estar por ende absolutamente presentes. De lo contrario se estacayendo en el gran riesgo sobre el que previene uno de las mayores fil-sofos de nuestra poca, Charles Taylor. Taylor (1992) dice que hay unaacusada tendencia a que la racionalidad tcnica, la discusin sobre losmedios, reemplace a la discusin sobre los fines. La tecnologa es unmedio para lograr fines, que a su vez deben ser objeto de otro orden dediscusin. Si la discusin sobre los fines desaparece como puede estarsucediendo previene Taylor, y la racionalidad tecnolgica predomina so-bre la racionalidad tica, los resultados pueden ser muy regresivos para lasociedad. En la misma direccin seal recientemente otro destacadopensador Vaclav Havel, Presidente de la Repblica Checa (2000) es ne-cesario reestructurar el sistema de valores en que nuestra civilizacindescansa, y advirti que los pases ricos los euroamericanos los llamo,deben examinar su conciencia. Ello dijo han impuesto las orientacionesactuales de la civilizacin global y son responsables por sus consecuen-cias.

    Estas voces prominentes sugieren un debate a fondo sobre los temas ti-cos del desarrollo. El llamado tiene races en realidades intolerables. LaONU (2000)llama la atencion sobre la imprescindibilidad de un debate deeste orden en un mundo donde perecen a diario 30.000 nios por causasevitables imputables a la pobreza. Dice que se reacciona indignamente yello es correcto frente a un solo caso de tortura pero se pasa por alto adiario esta aniquilacin en gran escala. El Fondo de Poblacin Mundial(2000) resalta que mueren anualmente 500.000 madres durante el emba-razo, muertes tambin en su inmensa mayora evitables y ligadas a faltade atencin mdica, 99% de ellas, se producen en los llamados pases endesarrollo.

    En Amrica Latina, resulta imprescindible debatir entre otros temas co-mo: Qu pasa con las consecuencias ticas de las polticas? Cul es laeticidad de los medios empleados, si es eticamente licito sacrificar gene-raciones? Por qu los ms dbiles como los nios, y los ancianos son losms afectados por las polticas aplicadas en muchos pases, la destruccinde familias que est generando la pobreza? y otras cuestiones similares.Es una regin donde como se ha visto la mayora de los nios son pobres,donde miles y miles de nios viven en las calles marginados por la socie-dad, y donde mientras la tasa de mortalidad de nios menores de cincoaos era en 1997 en Canad de 6.9 cada 1000,llegaba en Bolivia a 82.8,en Ecuador a 57.7, en Brasil a 45.9, en Mxico a 36.4 (Organizacin Pa-namericana de la Salud 2000. En Amrica Latina,. el 17% de los partosse producen sin asistencia medica de ningn tipo con los consiguientesefectos en trminos de mortalidad materna que es cinco veces mayor a lade los pases desarrollados, y slo se hallan cubiertos previsionalmente el

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    25% de las personas de edad mayor.

    Surgen de todo ello problemas ticos bsicos: que es mas importante?Cmo asignar recursos? No deberan reestudiarse las prioridades? Nohay polticas que deberan descartarse por su efecto letal en trminossociales?

    Cuando se denuncia la debilidad de la falacia que elude la discusin ti-ca, ella toma con frecuencia el rostro del pragmatismo. Arguye, esimposible discutir de tica, cuando no hay recursos. Sin embargo, masque nunca cuando los recursos son escasos debera debatirse a fondo so-bre las prioridades. En los pases en que ese debate se libra los resultadossuelen ser muy distintos en trminos de prioridades y de resultados so-ciales, a aquellos en donde se elude. Cuanto mas recursos existan mejor,y se debe hacer todo lo posible para aumentarlos, pero puede haber mas yseguir asignados bajo los patrones de alta inequidad propios de AmricaLatina. La discusin sobre las prioridades finales es la nica que garanti-za un uso socialmente racional de los recursos. La Comisin Latinoame-ricana y del Caribe presidida por Patricio Aylwin (1995) realiz un anli-sis sistemtico para la Cumbre social mundial de Copenhague sobre querecursos hacan falta para solventar las brechas sociales ms importantesde la region. Concluyo que no son tan cuantiosos como se supone imagi-nariamente, y que una parte importante de ellos pueden obtenerse reor-denando prioridades, fortaleciendo una sistema fiscal progresivo y efi-ciente, y generando pactos sociales para aumentar los recursos para reascriticas.

    En un artculo cercano en el New York Times plantea un renombrado fi-losofo Peter Singer (1999) que no es posible que los estratos prsperos delas sociedades ricas se libren de la carga de conciencia que significa laconvivencia con realidades masivas de abyecta pobreza y sufrimiento enel mundo, y que deben encarar de frente su situacin moral. Su sugeren-cia es totalmente extensiva a los estratos similares de Amrica Latina.

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    XI. DECIMA FALACIA: NO HAY OTRA ALTERNA-TIVA

    Una argumentacin preferida en el discurso econmico ortodoxo es laalegacin de que las medidas que se adoptan son las nicas posibles. Nohabra otro curso de accin alternativo. Por tanto los graves problemassociales que crean son inevitables. La larga experiencia del siglo XX esplena en fracasos histricos de modelos de pensamiento que se autopre-sentaron como el pensamiento nico. Parece demasiado complejo eldesarrollo, como para poder pensar que solo hay una sola va. Por otraparte en diferentes regiones del globo los hechos no han favorecido alpensamiento nico. Resumiendo la situacin dice William Pfaff (Inter-nacional Herald Tribune 2000): El consenso intelectual sobre las polti-cas econmicas globales se ha roto. En la misma direccin reflejandola necesidad de buscar nuevas vas opina Felix Rohatyn (Financial Times2000) actual Embajador de USA en Francia: Para sostener los beneficios(del actual sistema econmico) en EE.UU. y globalmente tenemos queconvertir a los perdedores en ganadores. Si no lo hacemos, probable-mente todos nosotros nos convertiremos tambin en perdedores.Amartya Sen (2000) a su vez destaca: Ha habido demostraciones re-cientemente no solo frente a las reuniones financieras internacionales si-no tambin en forma de protestas menos organizadas, pero intensas en di-ferentes capitales, desde Jakarta y Bangkok hasta a Abidjan y Mxico.Las dudas acerca de las relaciones econmicas globales continan vi-niendo de diferentes confines del planeta, y hay suficiente razn para verestas dudas acerca de la globalizacin como un fenmeno global, son du-das globales no una oposicin localizada.

    El clamor por cambios en las reglas de juego globales que afectan dura-mente a los pases en desarrollo es muy intenso. Comprende una agendamuy amplia desde temas por los que ha clamado el Papa Juan Pablo IIponindose a la cabeza de un vasto movimiento mundial que exige lacondonacin de la deuda externa para los pases ms pobres, pasando porel reclamo por las fuertes barreras a los productos de los pases en desa-rrollo, hasta el tema muy directo de que la ayuda internacional al desa-rrollo ha bajado (de 50000 a 60000 millones de dlares en los noventa) yest en su punto menor en muchas dcadas. El Presidente del BancoMundial Wolfensohn (2000) ha calificado a este hecho como un cri-men. Ha destacado o que es ceguera de los pases ricos que destinansumas insignificantes a la ayuda al desarrollo, no se dan cuenta de lo quees en juego. Planteando la necesidad de una poltica global alternativaseala el PNUD (2000): Que se debe formular una nueva generacin deprogramas centrados en hacer que el crecimiento sea mas propicio a lospobres, este orientado a superar la desigualdad y destaque la potenciacinde los pobres. Las recetas anticuadas de complementacin del creci-miento rpido con el gasto social y redes de seguridad han demostradoser insuficientes El economista jefe del Banco Mundial Stern (2000)tambin sugiere: "el crecimiento econmico es mayor en pases donde ladistancia entre ricos y pobres es ms pequea y el gobierno tiene progra-mas para mejorar la equidad, con reformas agrarias, impuestos progresi-vos, y buen sistema de educacin pblica. Todos ellos van ms all del

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    pensamiento nico.

    En este ambiente la falacia de que no hay otra alternativa resulta cadavez ms insostenible en la Amrica Latina actual. Por una parte a nivelinternacional como se advierte empieza a haber una cada vez mas activabsqueda de alternativas diferentes. Por otro lado, hay en el escenariohistrico presente pases que han obtenido desempeos altamente exito-sos en lo econmico y lo social siguiendo vas distintas al pensamientoeconmico ortodoxo preconizado en la regin como entre ellos: Canad,varios pases del sudeste asitico como Corea del Sur, Japn, los pasesnrdicos: Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Israel, Holanda, yotros. Pero el argumento fundamental es la realidad misma. el pensa-miento nico ha producido resultados muy dudosos en Amrica Latina.La CEPAL (2000), describe as la situacin social presente: "Hacia finesde los noventa las encuestas de opinin muestran que porcentajes cre-cientes de la poblacin declaran sentirse sometidas a condiciones de ries-go, inseguridad e indefensin. Ello encuentra sustento en la evolucindel mercado de trabajo, el repliegue de la accin del Estado, las nuevasformas institucionales para el acceso a los servicios sociales, el deterioroexperimentado por las expresiones tradicionales de organizacin social, ylas dificultades de la micro y pequea empresa para lograr un funciona-miento que las proyecte econmica y socialmente." Reflejando el desen-canto con las polticas aplicadas en muchos casos, una encuesta masiva elLatn Barmetro 2000, encuentra segn describe Mulligan (Financial ti-mes 2000) resumiendo sus resultados que los latinoamericanos estnperdiendo la fe el uno en el otro, as como en sus sistemas polticos y enlos beneficios de la privatizacin. Respecto a este ultimo punto la en-cuesta informa que el 57% no esta de acuerdo con el argumento de que laprivatizacin ha beneficiado a su pas. Para mucha gente, dice MartaLagos directora de la encuesta, la privatizacin significa costos mas altos,y virtualmente el mismo nivel de servicios.

    La poblacin Latinoamericana no acepta la falacia de que no hay otrasalternativas que estas que conducen necesariamente a altsimos costos so-ciales y al desencanto. Aparece en su imaginario con fuerza crecienteque es posible como lo han hecho otros pases en el mundo avanzar conlas singularidades de cada pas, y respetando sus realidades nacionaleshacia modelos de desarrollo con equidad, desarrollo compartido, o desa-rrollo integrado, donde se busca armonizar las metas econmicas y so-ciales. Ello implica configurar proyectos nacionales que impulsen entreotros: la integracin regional que puede ser un poderoso instrumento parael fortalecimiento econmico de la regin y su reinsercin adecuada enel sistema econmico global, el impulso vigoroso a la pequea y medianaempresa, la democratizacin del acceso al crdito, el acceso a la propie-dad de la tierra para los campesinos, una reforma fiscal orientada haciauna imposicin ms equitativa y la eliminacin de la evasin, la puesta alalcance de toda la poblacin de la tecnologa informtica, la universaliza-ron de la cobertura en salud, la generalizacin de posibilidades de accesoa educacin preescolar, y de finalizacin de los ciclos primario y secun-dario. el desarrollo del sistema de educaron superior, el apoyo a la inves-tigacin cientfica y tecnolgica, el acceso de toda la poblacin a aguapotable, alcantarillado y electricidad, la apertura de espacios que permi-tan la participacin masiva en la cultura.

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    El marchar en direccin a metas de esta ndole requerir entre otros as-pectos reconstruir la capacidad de accin del Estado construyendo un per-fil de Estado descentralizado, transparente, responsable, con un serviciocivil profesionalizado, potenciar las posibilidades de aporte de la socie-dad civil abriendo todas las vas posibles para favorecer su fortaleci-miento, articular una estrecha cooperacin de esfuerzos entre Estado ysociedad civil, desarrollar la responsabilidad social del empresariado,practicar polticas activas proempoderamiento y participacin de las co-munidades desfavorecidas. Todos ellos pueden ser medios formidables enuna sociedad democrtica, para movilizar las enormes capacidades deconstruccin y progreso latentes en los pueblos de Amrica Latina.

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    XII. UNA MIRADA DE CONJUNTOHemos visto como la existencia de falacias de extensa circulacin quepresentan una vision distorsionada de los problemas sociales de AmricaLatina y de sus causas, y llevan a graves errores en las polticas adopta-das, es parte misma de los retrocesos y de la dificultad por mejorar la si-tuacin. No ayudan a superar la pobreza y la desigualdad, y por el con-trario con frecuencia las refuerzan estructuralmente visiones como: negarla gravedad de la pobreza, no considerar la irreversiblidad de los daosque causa, argumentar que el crecimiento econmico slo solucionar losproblemas, desconocer la trascendencia del peso regresivo de la desigual-dad, desvalorizar la funcin de las polticas sociales, descalificar total-mente a la accin del Estado, desestimar el rol de la sociedad civil y delcapital social, bloquear la utilizacin de la participacin comunitaria, elu-dir las discusiones ticas, y presentar el modelo reduccionista que se pro-pone con sus falacias implcitas, como la nica alternativa posible.

    Estas visiones no son la causa nica de los problemas, que tienen profun-das races internas y externas, pero oscurecen la bsqueda de las causas, ypretenden legitimar algunas de ellas. Buscar caminos diferentes exigeenfrentar y superar estas y otras falacias semejantes. Ello aparece en pri-mer lugar como una exigencia tica. En el texto bblico la voz divina re-clama No te desentiendas de la sangre de tu prjimo ( Levtico 19:16),Las sociedades latinoamericanas y cada uno de sus miembros no puedenser indiferentes frente a los infinitos dramas familiares e individuales quea diario surgen de la problemtica social de la regin. Asimismo debenser muy autocrticas con las racionalizaciones de la situacin y los au-toengaos tranquilizadores. Al mismo tiempo atacar frontalmente lascausas de la pobreza, no dando lugar a las negaciones y tergiversaciones,es trabajar por restituir ciudadana a gran parte de los habitantes de laregin cuyos derechos humanos elementales estn de hecho conculcadospor las carencias sociales. Por ultimo, frente a las falacias permtasenoselevar la voz de un gran escritor latinoamericano. Carlos Fuentes escri-bi (1995): Algo se ha agotado en Amrica Latina, los pretextos parajustificar la pobreza.

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    NOTAS

    (1) Se puede encontrar la presentacin de una serie de investigaciones