Experiencias cercanas a la muerte D - … · 7 ¿cómoves? Martín Bonfil Olivera Comentarios:...

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Martín Bonfil Olivera Comentarios: [email protected] ¿Sesos? Muchas personas que estuvieron clínicamente muertas y revivieron, experimentaron una serie de vivencias que en conjunto se clasifican como experiencias cercanas a la muerte, o NDE por sus siglas en inglés. El médico Pim van Lommel y un grupo de investigadores del Hospital Rijnstate, de Holanda, realizaron el estudio más completo que se ha hecho a la fecha de este fenómeno y publicaron sus resultados en el volumen 358 de la prestigiada revista médica inglesa The Lancet. Sus descubrimientos son muy interesantes ya que contribuyen al conoci- miento de cómo funciona la mente. Los investigadores definen muerte clínica como un periodo en el que se da una falta de conciencia por un insuficiente suministro de sangre en el cerebro, debido a que la circulación sanguínea, la respira- ción, o ambas son inadecuadas. Si en esta situación no se administra una resucitación cardiopulmonar en un lapso de cinco a 10 minutos, el daño al cerebro será irreparable y el paciente morirá. Las NDE son la serie de recuerdos que reportan los pacientes que han estado clínicamente muertos y son resucitados, y que incluyen elementos es- pecíficos como experimentar sensaciones muy placenteras, un desdo- blamiento en el que ven su cuerpo desde afuera, viajar por un túnel, ver una luz, encontrarse con parientes que han muerto o ver un resu- men de su vida, como una película que pasa a gran velocidad. Las NDE se han reportado en muchas circunstancias, por ejemplo en personas que han sufrido paro cardiaco, coma debido a daños cerebrales por traumatismos, hemorragias cerebrales, intentos de suicidio o asfixia, entre otras. También han tenido estas experiencias personas con en- fermedades graves, o que sufren depresiones profundas, o personas perfectamente conscientes y sanas, sin ninguna razón aparente. El estudio se llevó a cabo con 344 pacientes en 10 hospitales de Holanda que sufrieron muerte clínica causada por paros cardiacos y posteriormente fueron resucitados. Unos cuantos días después, en cuanto estuvieron suficientemente restablecidos, los investigadores entrevis- taron a los pacientes. También compararon los datos demográficos, médicos, farmacológicos y sicológicos de los que reportaron NDE y los que no lo hicieron. Sesenta y dos pacientes (18% del total) reportaron haber tenido NDE; todos recordaban algunos hechos que sucedieron durante la muerte clínica y para ninguno de ellos la experiencia fue negativa. En el estudio no se encontró ninguna relación entre la ocu- rrencia de NDE y la duración o gravedad del paro cardiaco ni con las medicinas usadas; es decir que no se encontraron factores médicos que pudieran explicarlo. Tampoco factores sicológicos (como son el miedo a la muerte o la creencia en ideas religiosas) fueron determinantes para que las personas tuvieran (o no) estas experiencias. La única rela- ción que encontraron fue que los más jóvenes (especialmente aquéllos menores de 60 años) y las mujeres (incluso las que tenían 60 años o más) tuvieron NDE con mayor frecuencia. Se han propuesto varias hipótesis sobre el origen de las NDE. Algu- nos investigadores piensan que éstas las causan cambios fisiológicos del cerebro, como los que suceden a partir de la muerte de células del cerebro por la falta de oxígeno, pero si esto fuera así, todos los pacien- tes del estudio deberían haberlas experimentado y sólo lo hizo el 18%. La duda más importante que plantea la investigación es la siguien- te: ¿cómo puede una persona tener una conciencia clara y saber lo que sucede a su alrededor durante el lapso que dura la muerte clínica, cuando el electroencefalograma denota una ausencia de actividad ce- rebral? Esto todavía no se sabe, pero lo que es seguro es que estos estudios están modificando las ideas que tenemos de la relación men- te-cerebro. Experiencias cercanas a la muerte D D esde hace poco puede verse en las calles de la Ciudad de México un curioso anuncio en el que destaca la cara de Albert Einstein, despeinado y distraído como es usual. El texto reza algo así como: “¿Sesos? Todo sabe mejor con tortillas Maseca”. Más que la falta de respeto al famoso científico, lo que resulta interesante es notar cómo en el anuncio se asocia la inteligencia de Einstein con su cerebro (o sus “sesos”, para seguir el mal chiste del anuncio). El punto es éste: ¿qué es lo que permitió que Einstein hi- ciera sus geniales contribuciones a la física? ¿Su cerebro o su mente? En otras palabras, ¿era su cerebro de alguna forma distinto al del resto de los mortales, o era un cerebro normal, sólo que su dueño aprendió a usarlo de una manera especial? (En un interesante artículo aparecido en el número 31 de ¿Cómo ves?, Sergio de Régules comenta que quizá la estructu- ra del cerebro de Einstein presentaba características únicas). Detrás de estas preguntas se esconde uno de los proble- mas fundamentales que hay que superar cuando se estudia la mente humana: nuestra natural tendencia al dualismo, es de- cir, a considerar que mente y cerebro son dos entidades sepa- radas que pertenecen a mundos completamente distintos (el cerebro, al mundo físico; la mente, obviamente, al de lo men- tal, si no es que al de lo espiritual). Y ahí empiezan los problemas, porque en el momento en que empezamos a pensar en almas, espíritus o entidades pa- recidas que no pertenecen al mundo físico, salimos de los terrenos en los que la ciencia tiene algo que decir. Durante siglos, el estudio de la mente fue terreno exclusi- vo de filósofos y teólogos, mientras que los científicos tenían que limitarse a estudiar el cerebro. Mente y materia separa- das por una barrera infranqueable. Hoy, sin embargo, contamos con un conocimiento deta- llado de la estructura del cerebro, así como de la organiza- ción celular y molecular de las neuronas que lo forman. Esto —junto con las recientes técnicas de obtención de imágenes mediante resonancia magnética nuclear, que permiten obser- var el interior de un cerebro vivo y aún detectar qué áreas se activan en un momento dado— ha posibilitado la integra- ción de los estudios de la fisiología cerebral con los de los fenómenos de la conciencia. Los estudios actuales sobre la mente están cerca de explicar la forma en que ésta es genera- da por el cerebro, sin necesitar de ninguna esencia inmate- rial. ¿Sesos? Quizá el anuncio de tortillas no anda tan errado: la mente genial de Einstein era producto —un producto muy complejo, pero no sobrenatural— de su cerebro.

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Page 1: Experiencias cercanas a la muerte D - … · 7 ¿cómoves? Martín Bonfil Olivera Comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx ¿Sesos? Muchas personas que estuvieron clínicamente muertas

7¿cómoves?

Martín Bonfil Olivera

Comentarios: [email protected]

¿Sesos?

Muchas personas que estuvieron clínicamente muertas y revivieron,experimentaron una serie de vivencias que en conjunto se clasificancomo experiencias cercanas a la muerte, o NDE por sus siglas en inglés.El médico Pim van Lommel y un grupo de investigadores del HospitalRijnstate, de Holanda, realizaron el estudio más completo que se hahecho a la fecha de este fenómeno y publicaron sus resultados en elvolumen 358 de la prestigiada revista médica inglesa The Lancet. Susdescubrimientos son muy interesantes ya que contribuyen al conoci-miento de cómo funciona la mente.

Los investigadores definen muerte clínica como un periodo en elque se da una falta de conciencia por un insuficiente suministro desangre en el cerebro, debido a que la circulación sanguínea, la respira-ción, o ambas son inadecuadas. Si en esta situación no se administrauna resucitación cardiopulmonar en un lapso de cinco a 10 minutos, eldaño al cerebro será irreparable y el paciente morirá. Las NDE son laserie de recuerdos que reportan los pacientes que han estadoclínicamente muertos y son resucitados, y que incluyen elementos es-pecíficos como experimentar sensaciones muy placenteras, un desdo-blamiento en el que ven su cuerpo desde afuera, viajar por un túnel,ver una luz, encontrarse con parientes que han muerto o ver un resu-men de su vida, como una película que pasa a gran velocidad. Las NDEse han reportado en muchas circunstancias, por ejemplo en personasque han sufrido paro cardiaco, coma debido a daños cerebrales portraumatismos, hemorragias cerebrales, intentos de suicidio o asfixia,entre otras. También han tenido estas experiencias personas con en-fermedades graves, o que sufren depresiones profundas, o personasperfectamente conscientes y sanas, sin ninguna razón aparente.

El estudio se llevó a cabo con 344 pacientes en 10 hospitales deHolanda que sufrieron muerte clínica causada por paros cardiacos yposteriormente fueron resucitados. Unos cuantos días después, en cuantoestuvieron suficientemente restablecidos, los investigadores entrevis-taron a los pacientes. También compararon los datos demográficos,médicos, farmacológicos y sicológicos de los que reportaron NDE y losque no lo hicieron. Sesenta y dos pacientes (18% del total) reportaronhaber tenido NDE; todos recordaban algunos hechos que sucedierondurante la muerte clínica y para ninguno de ellos la experiencia fuenegativa. En el estudio no se encontró ninguna relación entre la ocu-rrencia de NDE y la duración o gravedad del paro cardiaco ni con lasmedicinas usadas; es decir que no se encontraron factores médicos quepudieran explicarlo. Tampoco factores sicológicos (como son el miedoa la muerte o la creencia en ideas religiosas) fueron determinantespara que las personas tuvieran (o no) estas experiencias. La única rela-ción que encontraron fue que los más jóvenes (especialmente aquéllosmenores de 60 años) y las mujeres (incluso las que tenían 60 años omás) tuvieron NDE con mayor frecuencia.

Se han propuesto varias hipótesis sobre el origen de las NDE. Algu-nos investigadores piensan que éstas las causan cambios fisiológicosdel cerebro, como los que suceden a partir de la muerte de células delcerebro por la falta de oxígeno, pero si esto fuera así, todos los pacien-tes del estudio deberían haberlas experimentado y sólo lo hizo el 18%.

La duda más importante que plantea la investigación es la siguien-te: ¿cómo puede una persona tener una conciencia clara y saber lo quesucede a su alrededor durante el lapso que dura la muerte clínica,cuando el electroencefalograma denota una ausencia de actividad ce-rebral? Esto todavía no se sabe, pero lo que es seguro es que estosestudios están modificando las ideas que tenemos de la relación men-te-cerebro.

Experiencias cercanas a la muerte

DDesde hace poco puede verse en las calles de la Ciudad deMéxico un curioso anuncio en el que destaca la cara de

Albert Einstein, despeinado y distraído como es usual. El textoreza algo así como: “¿Sesos? Todo sabe mejor con tortillasMaseca”.

Más que la falta de respeto al famoso científico, lo queresulta interesante es notar cómo en el anuncio se asocia lainteligencia de Einstein con su cerebro (o sus “sesos”, paraseguir el mal chiste del anuncio).

El punto es éste: ¿qué es lo que permitió que Einstein hi-ciera sus geniales contribuciones a la física? ¿Su cerebro o sumente? En otras palabras, ¿era su cerebro de alguna formadistinto al del resto de los mortales, o era un cerebro normal,sólo que su dueño aprendió a usarlo de una manera especial?(En un interesante artículo aparecido en el número 31 de¿Cómo ves?, Sergio de Régules comenta que quizá la estructu-ra del cerebro de Einstein presentaba características únicas).

Detrás de estas preguntas se esconde uno de los proble-mas fundamentales que hay que superar cuando se estudia lamente humana: nuestra natural tendencia al dualismo, es de-cir, a considerar que mente y cerebro son dos entidades sepa-radas que pertenecen a mundos completamente distintos (elcerebro, al mundo físico; la mente, obviamente, al de lo men-tal, si no es que al de lo espiritual).

Y ahí empiezan los problemas, porque en el momento enque empezamos a pensar en almas, espíritus o entidades pa-recidas que no pertenecen al mundo físico, salimos de losterrenos en los que la ciencia tiene algo que decir.

Durante siglos, el estudio de la mente fue terreno exclusi-vo de filósofos y teólogos, mientras que los científicos teníanque limitarse a estudiar el cerebro. Mente y materia separa-das por una barrera infranqueable.

Hoy, sin embargo, contamos con un conocimiento deta-llado de la estructura del cerebro, así como de la organiza-ción celular y molecular de las neuronas que lo forman. Esto—junto con las recientes técnicas de obtención de imágenesmediante resonancia magnética nuclear, que permiten obser-var el interior de un cerebro vivo y aún detectar qué áreas seactivan en un momento dado— ha posibilitado la integra-ción de los estudios de la fisiología cerebral con los de losfenómenos de la conciencia. Los estudios actuales sobre lamente están cerca de explicar la forma en que ésta es genera-da por el cerebro, sin necesitar de ninguna esencia inmate-rial.

¿Sesos? Quizá el anuncio de tortillas no anda tan errado:la mente genial de Einstein era producto —un producto muycomplejo, pero no sobrenatural— de su cerebro.