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FEBRERO Coaching Deportivo © Artículo publicado en 210 Coaching Deportivo www.futbol-tactico.com 211 FEBRERO ¿EXIGENCIA O DISCIPLINA? Autor: Autor: Héctor Sanz Navarro - Coach de Deportistas y Entrenadores de Élite - Coach para la Vida. - Experto en Coaching Deportivo (Escuela de Inteligencia – Universidad Camilo José Cela). Fotos: Shutterstock Qué es lo más conveniente para un entrenador de fútbol. (Parte 2) En el número anterior veíamos como la exigencia no era la puerta hacia el máximo desempeño del rendimiento y talentos del futbolista ya que es dirigido desde el miedo al error, y si sus actuaciones no son las esperadas la frustración personal y la del entrenador aparecerán. De esta forma la atención del futbolista – extensión del entrenador – recae en lo que no quiere que suceda, en lugar de recaer en lo que sí quiere que suceda. Además, se consigue algo más que no favorece el crecimiento y desempeño del jugador, y es que la exigencia penaliza el error, hace ver el error como algo negativo y a evitar.

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¿ExigEncia o Disciplina?

Autor: Autor: Héctor Sanz Navarro- Coach de Deportistas y Entrenadores de Élite- Coach para la Vida.- Experto en Coaching Deportivo (Escuela de Inteligencia – Universidad Camilo José Cela).

Fotos: Shutterstock

Qué es lo más conveniente para un entrenador de fútbol. (parte 2)

En el número anterior veíamos como la exigencia no era la puerta hacia el máximo desempeño del rendimiento y talentos del futbolista ya que es dirigido desde el miedo al error, y si sus actuaciones no son las esperadas la frustración personal y la del entrenador aparecerán.

De esta forma la atención del futbolista – extensión del entrenador – recae en lo que no quiere que suceda, en lugar de recaer en lo que sí quiere que suceda.

Además, se consigue algo más que no favorece el crecimiento y desempeño del jugador, y es que la exigencia penaliza el error, hace ver el error como algo negativo y a evitar.

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La realidad es que el error no solo es necesario, sino que positivo si se aprende a darle el enfoque adecuado.

En cierta ocasión me encontraba cenando en casa de uno de mis mejores amigos. Casado y con dos hijos de cinco y siete años, contemplé la siguiente escena. El niño de cinco añitos me contaba que se había equivocado en la mañana al enfadarse con su abuela. Con muy buena intención, mi amigo se acercó después a preguntarle al pequeño si éste me había contado lo sucedido con la abuela en la mañana, a lo que el niño respondió afirmativamente. Acto seguido, mi buen amigo le comentó a su hijo la importancia de no necesitar equivocarse ni una vez para hacer bien las cosas.

Fue al cabo de unos días, al volver a vernos, cuando le recordé la escena y le expliqué que, sin darse cuenta, le había mostrado a su hijo que equivocarse estaba mal, que era algo malo y que se tenía que evitar.

Vimos juntos cómo ese había sido justo el patrón de vida que le habían inculcado a él (a mi buen amigo) y vimos, también, los mal que lo había pasado en muchas situaciones debido a estar educado de esa forma en la que el error estaba visto como algo malo.

La solución comentada era sencilla, trataría de – en cuanto le fuese facilitado por una situación cualquiera – transmitirle a su hijo que el error, que equivocarse, en sí no era algo malo. Que lo que era malo era no tratar de aprender del mismo y rectificar. Que gracias al binomio “prueba-error” se conseguía un crecimiento importante a cualquier nivel, y que no se puede esperar la perfección del que no nace perfecto…y nadie nace perfecto.

Llegados a este punto, exigir tal o cual cosa a quien es un ser imperfecto es sencillamente absurdo.

Y es aquí donde llegamos a la opción más adecuada: la preferencia en lugar de la

exigencia. Este es otro de los errores más habituales hoy en día, confundir

preferencia con exigencia (o expectativa incluso).

La preferencia mostrará cuál es la opción que

deseamos escoger y porqué. Se cuidará

el aspecto de proveer al jugador de todo lo

necesario para conseguir desarrollar la preferencia

escogida, y en caso de que aún y dándole todo lo necesario al jugador para conseguirlo ésta no se consiga, habrá

que redefinirse la preferencia o cambiar

al jugador por otro.

De esta manera se pone el foco de atención en lo que

sí queremos que suceda, buscamos las herramientas (físicas o

psicológicas) necesarias para conseguirlo y aceptamos el error

como parte del camino hacia la excelencia y el

rendimiento máximo.

Por otro lado, y mostrada en este

artículo como la contraposición de la exigencia, nos

encontramos con la disciplina.

En un término menos amplio nos quedamos con la preferencia como modus operandi, llevada a cabo sistemáticamente generará disciplina. ¿Qué significa “tener disciplina”? quiere decir llevar a cabo, de manera sistemática y continuada, las acciones que se consideran apropiadas para el contexto concreto en el que se aplican.

Ahora bien, una vez aquí es importante tener en cuenta que hay varias maneras de generar disciplina (en nuestros jugadores, que son los que actúan como discípulos o pupilos).

- Desde el castigo.

- Desde los sentimientos.

- Desde la responsabilidad.

En el primer caso, intentamos generar disciplina desde el castigo “el que no venga al próximo entrenamiento no jugará el domingo”.

En el segundo caso, amenazamos con enfadarnos “si no vienes al entrenamiento libre del sábado me enfadaré mucho contigo”.

Y por último y con el que queremos trabajar, generaremos disciplina desde la responsabilidad “es conveniente que vengas al siguiente entrenamiento para llegar de forma óptima a la competición del próximo fin de semana”.

Se ve claramente cómo es únicamente en la última de las tres alternativas donde realmente conseguimos posicionar al jugador en una posición positiva y que

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nace desde el amor. Además, le estás ayudando a comprender los motivos por los cuales se verá beneficiado con ese entrenamiento.

Si tienes dudas de si tu manera de generar disciplina en tus jugadores es la adecuada o no, te animo a que te hagas a ti mismo la siguiente pregunta, ¿le transmito suficiente comprensión, afecto y empatía a mis jugadores?

Con todo esto no estoy queriendo decir que hayas de ir dando besos y abrazos a tus jugadores en cada entrenamiento, ni mucho menos. Lo que estoy queriendo decir es que tus jugadores rendirán muchísimo más cuando se muevan empujados por una disciplina generada desde cosas positivas, en lugar de cosas negativas.

Son las emociones y visualizaciones positivas las que nos llevan al siguiente nivel de potencial, las negativas únicamente pueden empujarte inicialmente a querer ver las positivas. La disciplina positiva hará que tus jugadores dispongan de fortaleza mental, de actitud positiva y luchadora, y de una seguridad y autoconfianza propia de solo unos cuantos “elegidos”. Ahora bien, ¿elegidos por una varita mágica o hay algo más? Como acabamos de ver, ese “algo más” se puede crear la mayoría de las veces.

Hacer consciente al jugador de que está donde está voluntariamente, de que es libre de marcharse cuando quiera y que no lo escoge prefiriendo adherirse a la disciplina de un club, de un equipo, de un grupo, es función del entrenador.

Un jugador disciplinado será aquel que realizará las acciones encomendadas con el máximo de sus posibilidades siempre, sin dejar nada en el tintero. Conseguir ese nivel de disciplina forma parte del trabajo del cuerpo técnico al completo.

Finalmente, me gustaba tan poco limpiar el coche que venía mi padre y me quitaba la esponja, casi a la vez que me decía “para hacerlo así no lo hagas, ya lo hago yo”.

Evidentemente mi malestar y tristeza en ese momento eran grandes, pero… ¿cómo podría haber sido la historia de otro modo? Tal vez si me hubiese gustado limpiar el coche habría sido distinto. Decíamos antes lo importante que es el hecho de que disfrutes con lo que haces, como hace un futbolista sobretodo cuando es aún un niño. Y también habría podido ser algo distinto si

mi padre me hubiese enseñado a ver el hecho de limpiar el coche como algo divertido. Eso me habría llevado a saber disfrutar de ello y lo habría hecho con muchas más ganas, seguro.

Otro factor importante para desarrollar una disciplina adecuada es la motivación. De ahí, como comentaba antes, la importancia de saber transmitir al jugador todo lo necesario para motivarle a la hora de realizar la acción que sea.

La motivación es primordial a la hora de crear la disciplina. Una vez creada, no será tan indispensable como antes, debido a que la propia disciplina creada actuará como resorte para pasar a la acción correcta.

Cinco pilares básicos son los que podríamos nombrar, según Steve Pavlina, para desarrollar una disciplina adecuada. Estos son:

- aceptación: ser consciente de lo que eres capaz y de lo que no en cada momento.

- Fuerza de voluntad: la capacidad de actuar con energía en un momento determinado, aunque no se sostenga en el tiempo.

- Trabajo duro: la capacidad de hacer lo que es difícil y retador.

- laboriosidad: la capacidad de realizar el trabajo, es decir, aplicar el tiempo y el esfuerzo necesario hasta que esté hecho, aunque sea algo rutinario y aburrido.

- persistencia: la capacidad de seguir adelante cuando perdemos la motivación, el esfuerzo sostenido a lo largo del tiempo.

Por otro lado, será necesario para desarrollar una buena disciplina el ser capaz de transmitir a tus jugadores cuáles son las recompensas que se obtienen y obtendrán por tanto esfuerzo realizado.

La manera de transmitir la información a los jugadores, la manera de tratarles y juzgarles, la forma en la que se les escucha o no, todo ello conformará el tipo de disciplina y el nivel de la misma que vamos a generar.

No hay nada peor en esta vida que el hecho de hacer algo sintiéndote obligado a hacerlo.

Aún recuerdo cuando, de pequeño, mi padre me pedía que le ayudase a limpiar el coche. Le decía que sí para intentar ganarme su afecto, ya que me sentía obligado a hacerlo para no perderlo (su afecto).

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En multitud de ocasiones nos cuesta mantener un alto nivel de disciplina cuando las recompensas obtenidas se ven muy a lo lejos. Es entonces cuando es clave hacer ver al jugador todas las recompensas que van apareciendo en el camino del día a día. Disfrutar lo que se hace en cada entrenamiento, en mayor o menor medida, será clave para el adecuado desarrollo disciplinar de los jugadores.

De igual forma sucede con la dificultad de muchos jugadores para realizar las acciones adecuadas para su desarrollo profesional en determinados momentos de su carrera. La capacidad de escoger la acción más adecuada a medio y largo plazo, la que esté más alineada con sus objetivos y resultados deseados, dicha capacidad no está presente en todas las personas.

Será conveniente, de igual forma, ser detectado esto último por parte del cuerpo técnico para reforzar esta capacidad tan importante. De lo contrario, ese jugador tenderá a escoger siempre la opción más cómoda y gratificante a corto plazo. “La integridad en el momento de la elección”, como nos dice Stephen Covey en su libro “Primero, lo primero”, nos habla justo de esto mismo. (Merrill, A. R.; Covey, S. R. y Merrill, R. R., 2000).

En 1970, el psicólogo Walter Mischel realizó un experimento en la Universidad de Stanford. El “Marshmallow Test” fue un famoso experimento que consistió en ofrecer un premio comestible (un

malvavisco o “nube rosa”) a un niño de cuatro años con la promesa de que si era capaz de esperar cierto tiempo sin comerlo obtendría otro malvavisco más. Así, la mayoría de niños era capaz de esperar sin comérselo. Con el paso de los años se comprobó que de esos niños, ya siendo casi adultos, los que habían sido capaces de esperar para obtener otro malvavisco, a día de hoy habían tenido más éxito en sus vidas.

Salvando las distancias y sin entrar a ahondar en los resultados de dicho test, sirva el mismo para comprender lo comentado líneas atrás: nuestra capacidad para escoger la acción más favorable a medio-largo plazo no siempre está desarrollada.

En resumen, como diría el maestro “Yoda” de la guerra de las Galaxias, la exigencia lleva al estrés, el estrés conduce al bloqueo, el bloqueo lleva a la frustración, la frustración lleva al miedo, y el miedo…lleva al lado oscuro.

Por otro lado, la disciplina lleva a la preferencia, la preferencia conduce al entendimiento, el entendimiento lleva a la motivación, la motivación conduce a la acción, la acción conduce a disfrutar, y disfrutar…lleva al éxito.

Es importante que los directivos y los entrenadores reflexionen sobre su estilo a la hora de tratar con las personas: ¿Exiges o trasmites disciplina?.

Bibliografía-MERRILL, A. R.; COVEY, STEPHEN R. y MERRILL, REBECCA R. (2000). PRIMERO, LO PRIMERO: VIVIR, AMAR, APRENDER, DEJAR UN LEGADO. Paidos Ibérica: Madrid.

- http://www.stevepavlina.com Steve Pavlina

- Diccionario de la RAE.

- Wikipedia.