EXCAVACIONES ARQUEOLOGICA EN ESPAÑSA 56

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EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA 56 EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN IBIZA Memoria redactada por María José Almagro Gorbea MINISTERIO DE EDUCACION Y CIENCIA, DIRECCION GENERAL DE BELLAS ARTES SERVICIO NACIONAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS

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E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S E N ESPAÑA

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E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S

E N IBIZA

Memoria redactada por

María José Almagro Gorbea

MINISTERIO DE E D U C A C I O N Y CIENCIA, DIRECCION G E N E R A L DE BELLAS ARTES

SERVICIO N A C I O N A L DE E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S

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RECIENTES PUBLICACIONES DE LA INSPECCION GENERAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS

EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA

1. LANCIA, por FRANCISCO JORDÁ CERDA.

2. H E R R E R A DE PISUERGA, por A. GARCÍA Y BELLIDO, A . FERNÁNDEZ DE AVILES, ALBERTO

B A L I L Y MARCELO VICIL .

3. MEGALITOS DE E X T R E M A D U R A , por M A R T Í N ALMACRO BASCH.

4. MEGALITOS DE E X T R E M A D U R A (II), por MARTÍN ALMACRO BASCH.

5. TOSSAL D E L MORO, por JUAN MALUQUER DE M O T E S .

6. AITZBITARTE, por JOSÉ M I G U E L DE BARANDIARÁN.

7. SANTIMAMINE, por JOSÉ M I G U E L DE BARANDIARÁN.

8. L A ALCUDIA, por ALEJANDRO RAMOS FOLQUES.

9. AMPURIAS, por M A R T Í N ALMAGRO BASCH.

10. TORRALBA, por F . C. H O W E L L , W . BUTZER y E . ACUIRRE.

11. L A S NECROPOLIS DE MERIDA, por ANTONIO GARCÍA Y BELLIDO.

12. CERRO D E L R E A L (GALERA), por M A N U E L PELLICER y W I L H E L M SCHÜLE. 13. LAS FORTIFICACIONES D E L MONTGO, CERCA DE DENIA (ALICANTE), por H E R -

MANFRID SCHUBART, DOMINCO FLETCHER V A L L S Y JOSÉ OLIVER Y DE CÁRDENAS.

14. NECROPOLIS Y CUEVAS ARTIFICIALES DE S'ON SUNYER ( P A L M A DE MALLOR­CA), por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY.

15. EXCAVACIONES E N "ES VINCLE V E L L " ( P A L M A DE MALLORCA) , por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY.

16. ESTRATIGRAFIA PREHISTORICA DE L A CUEVA DE NERJA, por M A N U E L PELLICER CATALÁN.

17. EXCAVACIONES E N L A NECROPOLIS PUNICA " L A U R I T A " , D E L CERRO DE SAN CRISTOBAL (ALMUÑECAR, GRANADA), por M A N U E L PELLICER CATALÁN.

18. INFORME PRELIMINAR SOBRE LOS TRABAJOS REALIZADOS E N CENTCELLES, por H E L M U T SCHLUNK Y THEODOR HAUSCHILD.

19. L A VILLA Y E L MAUSOLEO ROMANOS DE SADABA, por ANTONIO GARCÍA y BELLIDO. 20. EXCAVACIONES E N SEPULCROS MEGALITICOS D E VALDOSERA (QUEROL, TA­

RRAGONA), por JUAN MALUQUER DE MOTES, P. GIRÓ y J . M . MASACHS.

21 . C U E V A DE L A S CHIMENEAS, por JOAQUÍN GONZÁLEZ ECHECARAY.

22. E L C A S T E L L A R (VILLAJIMENA, P A L E N CIA), por M . A . GARCÍA GUINEA, P. JOAQUÍN GONZÁLEZ ECHECARAY y BENITO MADARIAGA DE LA CAMPA.

23. U N A CUEVA S E P U L C R A L DEL B A R R A N C O D E L A G U A DE DIOS, E N TEGUESTE (TENERIFE), por Luis DIEGO CUSCOY.

24. L A NECROPOLIS DE "SON R E A L " y la " I L L A DELS PORROS", por M I C U E L TARRADELL. 25. POBLADO IBERICO DE E L M A C A L O N (ALBACETE), por M . A . GARCÍA GUINEA y

J . A - S A N M I G U E L R U I Z .

26. C U E V A D E L A CHORA (SANTANDER), por P. J . GONZÁLEZ ECHECARAY, Dr. M . A . GAR­CÍA GUINEA, A . BEGINES RAMÍREZ (Estudio Arqueológico); y B. MADARIAGA DE LA CAMPA

(Estudio Paleontológico). 27. EXCAVACIONES E N L A PALAIAPOLIS DE AMPURIAS, por M A R T Í N A L M A C R O . 28. POBLADO P R E R R O M A N O DE SAN MIGUEL V A L R R O M A N E S (MONTORNES, BAR­

CELONA), por E . RIPOLL PERELLÓ, J . BARBERA FARRAS y L . MONREAL AGUSTÍ .

29. FUENTES TAMARICAS, V E L I L L A D E L RIO CARRION (PALENCIA), por ANTONIO GAR­CÍA BELLIDO y AUCUSTO FERNÁNDEZ DE A V I L E S .

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E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S

E N IBIZA

Memoria redactada por

María José Almagro Gorbea

MINISTERIO DE E D U C A C I O N Y CIENCIA. DIRECCION G E N E R A L DE B E L L A S ARTES

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D E L E G A C I O N D E Z O N A D E L D I S T R I T O U N I V E R S I T A R I O D E B A R C E L O N A

E X C A V A C I O N E S ARQUEOLOGICAS E N IBIZA

DIRECTOR: MARÍA JOSÉ ALMACRO GORBEA

E l material se ha depositado en el Museo Arqueológico de Ibiza.

Depósito legal: M . 5.634-1967.

Langa y Cía.—Tahona de las Descalzas, 6. MADRID.

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INTRODUCCION

Toda la isla de Ibiza es un único y rico yacimiento arqueológico don­de, con sólo mirar detenidamente su suelo, puede el arqueólogo encon­trar numerosos vestigios de su pasada y gloriosa historia. Tanto los dis­cutidos materiales de época prehistórica como los pertenecientes a las épocas púnica y romana y los más tardíos de tiempos bizantinos y ára­bes están todos presentes en su suelo, aguardando ser descubiertos y estudiados por los arqueólogos.

Pero son sobre todo los materiales de la época púnica los que más abundan y los que más fama han dado a la arqueología de la isla, tal vez debido a la larga permanencia que en Ibiza tuvo la ocupación de la civili­zación cartaginesa, la cual sabemos perduró en muchas de sus manifesta­ciones aun en tiempos ya romanos. También, indudablemente, debe su prestigio arqueológico la isla a los escasos conocimientos que todavía hoy se tienen sobre la cultura cartaginesa en España, pues aún quedan muchos puntos oscuros acerca de su dispersión, perduración y cronología, sobre todo en los comienzos de su desarrollo en nuestras tierras.

Recientemente encargada de la Dirección del Museo de Ibiza hemos procurado diligentemente aprovechar las ocasiones que se nos han ofre­cido para enriquecer las colecciones de nuestro museo con tres nuevos hallazgos de singular importancia. Alguno de ellos representa una gran novedad dentro de los materiales arqueológicos de nuestra patria, como veremos. Es nuestra intención dar al mundo científico noticia de estos hallazgos que han venido a enriquecer los ricos y variados materiales púnicos de la ya famosa colección del Museo de Ibiza. Tres son los hallazgos de los cuales vamos a dar cuenta detallada (Fig. 1): Se trata de un tesorillo de monedas de bronce púnicas, de la ceca de Ebusus; los ajuares de algunas nuevas tumbas descubiertas casualmente en el Puig des Molins, y el hallazgo de una bella estela, al parecer de carácter vo­tivo, que dado su gran interés vamos a describir en primer lugar a nues­tros lectores.

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F I G . 1.—Plano de la isla de Ibiza con el lugar de los hallazgos arqueológicos recientemente aportados por la isla.

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L A E S T E L A D E «CAN RAFALET»

1. CIRCUNSTANCIAS DEL HALLAZGO.

A l tomar posesión de nuestro cargo, en la Dirección del Museo Ar­queológico de Ibiza, se nos notificó la aparición, algunos meses antes, de una estela de piedra que se hallaba depositada en el garaje de una de las casas de campo de la isla, situada a unos siete ki lómetros al N . de Ibiza, en los llanos que se extienden ante la ciudad.

Se trata de una hermosa estela púnica, que dentro de la variada co­lección de terracotas, cerámicas, monedas y joyas ibicencas pertenecien­tes a nuestro museo, representa el único ejemplar de su especie, testi­monio material del complejo mundo cultural, religioso y funerario de los púnicos. Como ya hemos indicado antes, resulta hasta el momento la primera estela votiva con inscripción que hemos encontrado, perte­neciente a la civilización cartaginesa.

E l hallazgo se realizó, a finales del año 1965, de una manera casual en la finca denominada «Can Rafalet», propiedad de la familia ibicenca Villangómez. Está situada esta propiedad rúst ica en el té rmino munici­pal de San Rafael.

La encontró el colono de la finca cuando estaba arando las tierras con un tractor. Avisado el propietario del hallazgo, tuvimos la satisfac­ción de acompañar le hasta la finca citada y recibir esta estela como ge­nerosa donación para el Museo Arqueológico de Ibiza, donde ha ingre­sado en 1966 y quedará definitivamente instalada en el lugar apropiado, que por su importancia le corresponde, en el futuro Museo que se va organizando en el nuevo edificio situado en medio de los restos de la necrépolis púnica del Puig des Molins, singular conjunto arqueológico que va a ser rehabilitado y hermoseado por la Dirección General de Bellas Artes, como conviene al importante pasado púnico de nuestra isla de Ibiza.

E l lugar donde se encontró la pieza corresponde, sin ningún género de dudas, a una necrópolis púnica de hipogeos excavados en la roca de estructura seguramente muy semejante a los encontrados anteriormente en el Puig des Molins, necrópolis de la que no teníamos noticia alguna publicada y de cuya existencia queremos dar cuenta en esta ocasión, esperando próximamente realizar excavaciones que nos permitan ofre-

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cer más amplia referencia. Por el momento, tan sólo podemos decir que pueden apreciarse allí, a simple vista, las recortadas aberturas que su­perficialmente aparecen en el suelo rocoso y que correspondería , sin duda, a las bocas de los hipogeos.

Queremos, antes de pasar a la descripción de la pieza, dar las gracias a su propietario y generoso donante por el espléndido regalo que ha proporcionado al Museo de Ibiza y por las facilidades que nos ha ofre­cido para excavar este yacimiento, del que es de esperar nos aporte nuevos elementos para reconstruir el pasado púnico de la isla, aún lleno de lagunas y misterio.

2 . D E S C R I P C I Ó N D E L A PIEZA.

Nuestra estela no es, desde luego, un ejemplar monumental de gran tamaño. Se trata de una losa rectangular de piedra caliza, ligeramente grisácea, que mide 3 8 cm. de ancho máximo por 1,02 cm. de largo y 14 de espesor. Esta clase de piedra se encuentra en la isla en varios luga­res, por lo que debe tratarse de una pieza fabricada en la misma Ibiza, siendo de ext rañar que, habiendo un posible taller ibicenco, sea el único ejemplar de su especie hallado hasta el presente. Pero este interesante tema lo tratamos especialmente más adelante. Antes vamos a describir esta singular pieza.

L a superficie esculpida ocupa casi toda la cara anterior de la misma y aunque se aprecian claramente las formas, la figura esculpida está muy perdida, pues la piedra ha sido fuertemente erosionada.

La representación grabada que en ella podemos ver está inspirada en el arte griego helenístico. Pueblo sin grandes aptitudes representa­tivas, los fenicios, primero, y sus sucesores los púnicos, después, no supieron o no pudieron concebir obras de arte originales, por falta del poder creador necesario y así fueron en su comienzo imitadores del arte egipcio y oriental y después, cuando el mundo griego empezó a im­ponerse sobre los otros pueblos del Mediterráneo, los fenicios y sus he­rederos, los púnicos, utilizaron igualmente los modelos art ís t icos helé­nicos.

L a estela es en esencia un bloque de piedra cuadrangular, rematado en su parte superior por un frontón triangular, cuyos vértices laterales terminan en volutas, hoy casi totalmente perdidas. Debajo de este re­mate vemos un friso transversal completamente liso y más abajo, den­tro de un nicho rectangular de 3 9 cm. de largo por 19 cm. de ancho y 3 mm. de profundidad, aparece representada la imagen de un persona­je, sin duda masculino, pues aunque borrosa se distingue la barba, ves­tido con una larga túnica a la manera griega y con los brazos en ac­titud orante, es decir, el brazo izquierdo con la palma abierta y levan­tada hacia arriba, tal como aparecen en todas las estelas votivas y funerarias púnicas. Esta colocación de las manos es igualmente carac­terística en la mayoría de las figuritas o ex votos de terracota fenicias y cartaginesas. L a palma de la mano abierta y dirigida hacia lo alto, denota un acto de adoración y respeto hacia la divinidad.

E l brazo derecho de la figura, apoyado contra el pecho, sostiene una especie de banda ancha o epitoga que le cae hasta las rodillas y

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debió sujetar seguramente en la mano una redomita o pequeño cofreci­llo, como ocurre en otros ejemplares paralelos de Cartago.

Toda esta escultura nos ofrece muy desgastada su indumentaria y también presenta desgastados los rasgos de la cara y cabellos del per­sonaje. El lo es muy de lamentar, sobre todo porque nos priva de datos esenciales para su determinación y clasificación cronológica. La túnica larga y ancha que lleva el personaje está ceñida estrechamente al cuer­po, dejando entrever las formas del pecho, vientre y piernas de la mis­ma. Fuera de la túnica aparecen los pies desnudos, que descansan direc­tamente sobre la parte inferior del nicho, sin que se nos ofrezca el pód ium o basa intermedia sobre la que se levanta el personaje en algunas otras estelas paralelas de las que haremos referencia más adelante, al tratar de los paralelos arqueológicos de este monumento.

3. ESTUDIO MICROSCÓPICO DE LA ESTELA.

Para asegurarnos que se trataba efectivamente de una piedra caliza natural de nuestra isla de Ibiza, procedimos a hacer un análisis micros­cópico de la piedra sobre la cual se esculpió esta estela, hallada en Can Rafalet.

Para ello presentamos en la Facultad de Ciencias de Madrid dos mues­tras de calizas, una procedente de una cantera ibicenca de las que se explotan actualmente y otra cortada de la misma estela, y con la ayuda del geólogo profesor don Manuel Esteras pudimos obtener el siguiente informe, absolutamente positivo, como podrá observar el lector.

«Muestra de una lámina transparente de un fragmento de la estela:

Matriz caliza de grano fino, con frecuentes granos de cuarzo suban-gulosos (poco rodados), algo de glauconita, muchos nodulos margosos pequeños y frecuentes restos de equín idos : Globigerina aff. dissimilis, Globigerina opima, Eponides y Cibicides. No se encuentran globorrota-lias aquilladas.

Muestra de una lámina transparente de una caliza de las canteras de Ibiza:

Es idéntica a la anterior, con igual microfauna y demás elementos minerales; únicamente se observa una mayor alteración en dichos ele­mentos y un ligero aumento en la proporción de granos de cuarzo.

De este análisis, el citado geólogo nos ofrece, sin ninguna duda, las siguientes conclusiones:

La roca de la estela es idéntica a la de la cantera, y las diferencias observables no justifican en modo alguno darle otra procedencia, pues éstas son atribuibles a pequeñas diferencias sedimentológicas dentro del mismo paquete estratigráfico.

Es más difícil que puedan hallarse dos microfacies tan semejantes en países tan alejados de Ibiza como son Cartago, Cerdeña o Grecia que el hecho de existir pequeñas diferencias litolofides dentro de un mismo país (Ibiza).»

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Por lo tanto, podemos afirmar con toda seguridad que la estela ha sido fabricada con materiales calizos procedentes de una cantera ibi-cenca. El lo implica asimismo que debieron de existir en esta isla uno o varios talleres dedicados a la fabricación de este tipo de monumentos, utilizando las ricas canteras del país . Esto no es de extrañar, pues la antigua Ebusus púnica gozó de una prosperidad e independencia gran­des en todos los aspectos de su vida, tanto material como artística y cultural. Nos lo demuestran no sólo los textos escritos de la antigüedad, sino toda la riqueza de materiales que sus necrópolis nos han pro­porcionado. Ofrecen éstos una gran personalidad dentro del arte púnico, que nos habla de la independencia que gozó nuestra isla frente a la metrópoli y las otras colonias del mundo púnico.

Nada mejor que este documento arqueológico que ahora publicamos puede asegurar cuanto anteriormente hemos afirmado, a la vez que nos viene a enriquecer con una obra hasta ahora única la arqueología pú­nica española.

Más difícil será explicarnos cómo si existió un taller escultórico pú­nico en Ibiza, según puede deducirse del presente estudio, no han llegado hasta nosotros más restos de su actividad. Pero de ello no hemos de tratar ahora más en extenso.

4. P A R A L E L O S ARQUEOLÓGICOS.

Desde luego, aunque creamos que esta estela haya sido esculpida en Ibiza, es en la madre patria, Cartago, donde encontramos los pa­ralelos más cercanos y realmente muy aproximados de este monumento, hasta hoy único en toda la isla de Ibiza. E n la necrópolis de Los Rabs y de Santa Mónica, donde se enterraban los sacerdotes y sacerdotisas de la antigua Cartago y los personajes más sobresalientes de la ciudad, dentro de sepulcros espaciosos excavados en la roca a la manera de nuestras sepulturas del Puig des Molins, aparecen en abundancia estos monumentos funerarios que en su mayoría se fechan allí en el siglo rv an­tes de J . C. Sobre la entrada de pozo de varios de estos sepulcros se encontraron, hincadas en tierra, varias estelas que tuvieron una estructu­ra igual a la nuestra. Contrariamente a lo que se creyó en un principio, de que todas estas estelas tuviesen carácter votivo, el conocido arqueólo­go y orientalista francés Delattre comprobó que todas las halladas en estas necrópolis estaban hincadas, como hemos dicho, en la abertura de los pozos de entrada a sepulturas y eran, por lo tanto, exclusivamente funerarias. Así lo demostraron algunos epitafios, no muchos, que en va­rias estelas se hallaron (1) .

(1) L. D E L A T T R E : «La Necropole des Rabs, prétres et prétreses de Cartaghe». París, págs . 20-23, láms . X X X I X a X L .

L. D E L A T T R E : «Fouilles executées dans la Necropole punique de Sainte Monique á Carthaghe». Extrait des Comptes rendues a l'Academie des Inscriptions et Belles Lettres. Pág. 583, láms. I, II, III y IV.

Catalogue du Musée Lavigerie, de Saint Louis de Carthage. Premiére serie. An-tiquités Puniques. N ú m . 5. París, 1900, lám. I.

A L B E R T P I C A R D : Catalogue du Musée Alaoui. Nouvelle serie, tomo I. Túnez, Ins­tituí des Hautes Etudes, láms. X, XVIII.

M A X - P O L F O U C H E T ; L'art & Carthague, París, 1942, láms. XVI , X X V I y XXVII .

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E n Sicilia y Cerdeña se pueden encontrar igualmente tipos semejan­tes, aunque la mayoría de las estelas halladas en Cerdeña suelen tener carácter votivo y no funerario. E n los casos en que las estelas son vo­tivas se hallan dedicadas generalmente a un dios o diosa, bien Tanit, Hamon o Baal, cuya imagen aparece representada muchas veces en la estela dentro de un nicho semejante al que ofrece la estela ibicenca. Así son, por ejemplo, las estelas encontradas en los «tophets» o san­tuarios de Sulcis, Nora y San Avendrade que hemos podido estudiar personalmente en los museos de Cagliari y Sasari. Pero todas estas este­las tienen unas estructuras y una tipología más complicada que la estela ibicenca, que es mucho más simple, y, como ya hemos hecho notar, se acerca mucho más a los ejemplares funerarios de las necrópolis de Car­tago (2) .

E n España tan sólo existe otra estela de carácter sepulcral con epi­tafio, que fue hallada en Villaricos, pero consiste únicamente en una simple losa en forma de betilo, es decir, apuntada por arriba y que no tiene ninguna clase de decoración grabada, exceptuado el epitafio (3) .

5. L A INSCRIPCIÓN.

E n la parte inferior de la estela, por debajo del nicho que acabamos de describir y a unos 25 cm. del mismo, podemos ver una línea de la inscripción en caracteres púnicos que aparece incompleta por estar rota la estela en toda su parte inferior. Es esta inscripción un importante elemento que valora nuestra estela grandemente, dadas las escasas ins­cripciones púnicas halladas en España.

Hemos procurado lograr una adecuada transcripción de este epígrafe púnico y para ello recurrimos primero al doctor Díaz Esteban, del Ins­tituto Arias Montano, de Madrid, con el cual hemos discutido una po­sible lectura de nuestra inscripción. Igualmente, mientras el doctor Díaz Esteban nos facilitaba dicha lectura de la estela, pudimos informarnos de que el ilustre especialista de epigrafía púnica, doctor Sola Solé, había realizado también una lectura de esta pieza, que aparecerá próximamen­te en la Revista «Sefarad», del C. S. I. C , y de la cual el citado profesor nos dio información adecuada.

Según los datos proporcionados por estos epigrafistas, a quienes que­remos agradecer la ayuda prestada, la transcripción de la inscripción púnica de nuestra estela ibicenca creemos debe ser la siguiente:

] M T N T M N B C L . . . [ B N

y la interpretación que se impone de esta mutilada inscripción es la de:

«Oferta (estela) de parte de B C L . . . , hijo de...» (2) G . P E S C H E : «La Sardegna púnica». Cagliari, 1961. Págs. 85-91, láms. 78-82. G . G A R B I X I : «I monumenti figurad», Monte-Sirai I. Págs. 65-93, láms. X X X V I

a XLVII. S. M . CECCHINI: «II Thophet», Monte-Sirai II, págs. 123-133, láms. L-LVII. (3) J. M . SOLA S O L É : «Inscripciones fenicias de la Península Ibérica». Rev. Se­

farad, año 1955. Fase. I, págs. 46-47, lám. III.

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Según el doctor Sola Solé, la única duda en la lectura está en los sig­nos que siguen a B C L . Estos signos se presentan parcialmente mutilados por la fractura de la estela, lo que no permite una buena identificación.

Después del signo [j el doctor Sola cree ver en la foto que le propor­

cionamos algo así como una J y luego

Sin embargo, hace una rectificación con referencia a su art ículo de

«Sefarad» y es que después del segundo M ( ^ ) y en un formato muy

pequeño habr ía realmente una N = ^ , o sea, que la par t ícula M N no

tiene el signo N asimilado, como creía advertir en el citado artículo, sino que consta realmente en la estela.

Por otra parte, el nombre B C L no puede restituirse por completo con toda seguridad, ya que, como hemos dicho, parte de los signos es­tán fragmentados por la mitad. Tal vez dicho nombre pueda leerse como: B C L R M o bien B C L ' S , pero desde luego esta interpretación no deja de ser un tanto aventurada.

Posteriormente, en torno a estas dudas de interpretación de los sig­nos, que surgen por causa de la rotura de la estela, pudimos averiguar, gracias a la ayuda prestada por P. Jean Ferron, del Museo de Cartago, la posible interpretación completa del nombre del oferente que aparece en parte mutilado. Según este estudioso de la epigrafía púnica, la trans­cripción de la inscripción debe de ser la siguiente en caracteres latinos:

M T N T S B c L c Z R ...

que se traduce a s í : «Ofrenda de Baalazar. . .» Es decir, que en esencia coincide con la interpretación de los otros

autores, dando carácter votivo a la inscripción por causa de la palabra M T N T (4) «matanat», que significa ofrenda o voto. L a part ícula M N que Sola Solé veía en el quinto signo, empezando por la izquierda de la ins­cripción, según Jean Ferron corresponde al relativo S (5) , interpretando el nombre completo del oferente como Baalazar, nombre común en muchas inscripciones púnicas de Cartago (6) .

E n cuanto a la fecha de la estela, según el estudio de los caracteres epigráficos de la misma, tanto el doctor Sola Solé como Díaz Esteban y Jean Ferron, están de acuerdo en situarla dentro del siglo iv a. de J . C. Según ellos, los signos que aparecen en esta pieza púnica conservan aún el ductus y los tipos de letra propios del siglo iv a. de JC. Concretamente

( 4 ) La palabra «MTNT» se halla con frecuencia en varias inscripciones de Susa y Constantina. Véase H . D O N N E R y W. R O L L I N G , en «Kanaanaische und Aramáische Inschriften». Wiesbaden, 1962-64. N ú m s . 99 , 1 y 2 , y también núms . 102, 2 ; 104, 1; 112, 1; 113 A l .

( 5 ) La partícula S puede ser bien relativo, equivaliendo a S y se utiliza tanto en la lengua fenicia como en la del pueblo púnico. Véase J. F R I E D R I C H , en «Phóni-zisch-Punische Grammatik». Roma, 1951. Págs. 5 1 , 121 .

( 6 ) Ver G I S E L L E H A L F F : «L'Onomastique punique de Carthage: repertoire et commentaire», en la revista KARTHAGO, vol. XII. Pág. 101.

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el doctor Sola se inclina a fechar nuestra estela hacia la primera mitad del siglo iv, entre los años 400 y 350 a. de J . C.

Estos datos epigráficos coinciden con el estudio arqueológico de la pieza que por su arte debemos situar dentro del período griego clásico del siglo iv, pues todos los paralelos arqueológicos de la misma que hemos citado anteriormente, nos inclinan a considerarla como típica del siglo IV-II I a. de J . C.

E n cuanto al significado y carácter religioso de la estela, por el tipo de la inscripción debe considerarse esta pieza como votiva y no fune­raria, según podía esperarse, dado que fue encontrada en una zona de necrópolis de estructura parecida a las de Cartago, donde se hallaron pie­zas muy semejantes a la nuestra de indudable carácter funerario.

Pero sabemos que concretamente la palabra M T N T (matanat) se re­fiere siempre a inscripciones de tipo votivo que van unidas al sacrificio cruento de niños, llamado «molek», muy frecuentes en el mundo púnico. A veces el niño era sustituido por un corderito, conservando, sin embar­go, el sacrificio su valor (7).

Estelas de este tipo, en tamaño más reducido que la nuestra, aparecen en el «thophet» de Nora y se hallaron igualmente en Cartago. Todo ello nos inclina a suponer que tal vez la zona donde fue hallada la estela de Ibiza pueda ser un antiguo «thophet» o santuario púnico donde se ente­rraban también los cuerpos de los niños sacrificados a los dioses, gene­ralmente Tanit.

La rotura de la inscripción no nos permite aclarar si el personaje representado en el pequeño recuadro debe interpretarse como el ofe­rente, cuyo nombre figura en la inscripción, o bien debe ser la figura de la divinidad a quien se hizo la ofrenda. E n un principio pensamos que este personaje pudiera tal vez representar a la diosa Tanit, pero la figura más bien parece la de un personaje masculino que la de una diosa, aun­que es difícil asegurar nada a causa del mal estado de conservación de la representación grabada que aparece toda picada y muy arrasada por la erosión.

Es de esperar que nuevos hallazgos en dicha zona, cuando proceda­mos a excavarla y a estudiarla, nos permit i rán, tal vez, aclarar y asegurar la significación aún algo dudosa de esta pieza.

(7) S . M O S C A T I : « I I sacrificio dei fanciulli. Nuove scoperte su un rito cartagine-se». Rendiconti della Pontificia Accademia Romana di Archeologia, Vol. XXXVIII , año 1965-1966.

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E L T E S O R I L L O D E M O N E D A S

Además de esta estupenda estela ibicenca queremos dar a conocer, aquí también, otro reciente hallazgo que hemos procurado recuperar para nuestro Museo.

Se trata de un lote de 121 monedas de bronce púnicas halladas todas juntas en la propiedad rústica denominada «Can Juan den Cama». Como en el caso anterior, aparecieron al labrar las tierras con un tractor y con toda seguridad representan el producto de un tesoro enterrado hace mu­cho tiempo por su propietario, temeroso de que le fueran arrebatadas.

Este conjunto de bronces púnicos es de un gran valor para el Museo por ser el primer tesorillo importante formado por monedas de diversos tipos que ha ingresado en este Centro, permit iéndonos después de un estudio detallado de todas las monedas, sacar conclusiones bastante exactas acerca de su cronología, que vienen a apoyar en cierto modo las fechas ya establecidas en estudios anteriores para las series monetales de Ibiza.

Fuimos enterados del hallazgo por mediación del profesor Sorá, ilus­tre Director del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza, de Ibiza, al que deseamos manifestar públ icamente nuestro agradecimiento y tras recoger todas las monedas halladas propusimos su compra al Direc­tor General de Bellas Artes, el cual las ha adquirido previo pago de las mismas a su propietario, don Juan Ferrer y Ferrer, que las había en­contrado en tierras de su propiedad.

Desde luego, casi todo este conjunto de monedas, a primera vista puede apreciarse que pertenecen a las series ebusitanas del Cabiro, pero, sin embargo, se aprecian cuños diversos, que describiremos con la minu­ciosidad que merecen.

Todas estas piezas pertenecen a la serie que presenta en el anverso el Cabiro Eshmun con una corona sobre la cabeza, la mano derecha levantada y sujetando una maza, mientras la izquierda, baja, sostiene una especie de bastón o puñal . Bajo el brazo derecho, y en algunas oca­siones junto al brazo izquierdo, pueden apreciarse unos caracteres pú­nicos, hasta el presente de significación dudosa. Algunos autores preten-

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den se trate de cifras alusivas al valor de la moneda, pero en realidad no se ha aclarado lo que representan.

E n el reverso de las monedas aparece la ya conocida inscripción en caracteres púnicos en la que se ha querido leer el nombre de Ibiza o Aibushim en uno de los dos renglones.

Pero aunque en líneas generales las monedas pertenezcan todas a la misma serie, sin embargo, tanto el anverso como el reverso de estas piezas ofrecen diversos cuños y tipos diferentes que nosotros vamos a describir a continuación detenidamente, al agrupar las monedas por series tipológicas distintas, según los signos epigráficos que aparecen en ambas caras de las monedas.

Hemos tomado como fuente de referencia para nuestro estudio el trabajo del ilustre numismát ico balear Luis Ferbal Ocampo (1), aunque en algún caso por conveniencia hemos simplificado sus series tipológicas para dar mayor claridad al estudio de las piezas.

La aparición en este tesorillo de un ejemplar extraño a la moneda ibicenca pueden ayudarnos, como veremos, a establecer algo la cronolo­gía de todas estas series numismát icas de la ceca de Ebusus, representa­das en este hallazgo y que, según Ferbal Ocampo, debieron de empezarse a acuñar en época ya romana de la dominación de la isla que se inicia tras la segunda guerra púnica.

DESCRIPCIÓN DE LAS SERIES TIPOLÓGICAS DEL TESORILLO DE C A N J U A N D ' E N CAMA.

Moneda de IOL-Cesárea de este tesorillo monetal.

Pasando ahora al análisis cuidadoso y detallado de cada una de las 121 monedas, debemos hacer especial mención, en primer lugar, de la pieza núm. 1 (Lám. II, núm. 1), que por su valor se aparta de todas las demás. Dentro de este tesorillo es la única pieza que no corresponde a la ceca de Ebusus. Se trata de una moneda indudablemente púnica, tam­bién, que viene seguramente del N . de Africa y que por su tamaño, tipolo­gía y peso corresponde a algunos ejemplares de la Mauritania Oriental. Efectivamente, la serie de monedas con espigas en el reverso, atribuidas recientemente a la ciudad de IOL, llamada posteriormente Cesárea, tras su ampliación y embellecimiento por Juba II, coinciden exactamente con la pieza hallada en Ibiza (2).

Pueden apreciarse en nuestra moneda los siguientes tipos: Anverso: Cabeza velada de Isis a la derecha, tocada con un despojo

de buitre que no puede apreciarse en la foto, como tampoco el símbolo de Isis que aparece encima de la cabeza. Delante, la letra 1. = i . Detrás,

(1) Luis F E R B A L O C A M P O : «Las monedas púnicas de Ibiza con inscripción local», en la obra de I. M A C A B I C H : «Historia de Ibiza». Ibiza, 1964. Págs. 64-73.

(2) J. M A Z A R D : «Corpus Numorum Numidiae Mauritaniaeque». París, 1955, pá­ginas 167, 168, 169 y 256, n ú m s . 546 y 548.

las letras

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Reverso: Tres espigas unidas por su parte inferior. A la izquierda,

la letra / f = 1, que no puede verse, y a la derecha, se aprecia, borrosa,

la letra = ch.

Peso: 2,303 gr. L a cronología de esta moneda es muy insegura, pudiendo tan sólo

decirse que es anterior al advenimiento de Juba II, es decir, la segunda mitad del siglo i a. de J . C. Tampoco es muy segura la atr ibución de esta moneda a Cesárea, antigua IOL o Chalka, nombre púnico de Cartoena o Thenes, cuyas iniciales se leen en el reverso de la pieza.

Monedas, casi idénticas, con espigas se encuentran igualmente en Cartago y, muy parecidas, en Cerdeña, aunque las sardas presentan el disco solar y la media luna encima de las espigas (3).

Las monedas de la ceca de Ebusus del tesoro de «Can Juan d'en Cama».

Son en total 120 monedas, que hemos agrupado en cuatro series ti­pológicas generales, atendiendo a los diferentes signos que aparecen en las monedas. Unas pocas piezas únicamente han quedado dudosas, por estar los signos muy borrosos o completamente perdidos.

Es la serie que ofrece más variedad de cuños. Para algunos numis­máticos, como Ferbal Ocampo, los caracteres epigráficos púnicos que aparecen en esta serie corresponden a tipos más antiguos de escritura que los de las otras tres series, y, desde luego, esta afirmación no deja de tener sus bases, porque, en efecto, algunas de las letras correspon­den a letras más antiguas, aunque no debe de darse demasiada impor­tancia a este hecho, siendo el resto de las letras del tipo moderno.

Esta serie primera ofrece hasta diez cuños diferentes. E l reverso de todas las monedas de la serie es idéntico y los anversos de los diferentes cuños se distinguen por los signos y letras diversas que presentan.

Serie 1-1 (Lám. II, núms. 2-6).

Anverso: Cabiro de frente dentro de grafila. Presenta la cabeza cu­bierta por una corona; la mano derecha, levantada sobre la cabeza, su­jeta una maza, y la izquierda, en jarras, sostiene un bas tón o puñal y

lleva enroscada una serpiente. Bajo el brazo derecho la letra ^ = g. Reverso: Leyenda en caracteres púnicos distribuida en dos líneas den-

(3) L . F O R T E L E O N I : «Le emissioni monetali della Sardegna púnica», Gallici-Sassa-ri, 1961. Serie V A y V B , págs. 54-59.

S E R I E I.

tro de grafila. E n la línea primera puede leerse ¡KJ^j =

ha sido traducido por Aibusim o Ebusus. E n la segunda línea = th zz.

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E n esta serie 1-1 tenemos cinco monedas numeradas del núm. 2 al 6 en la Lám. II y cuyos pesos son los siguientes:

Lám. II, núm. 2. Peso: 8,031 gr. Lám. II, núm. 3. Peso: 4,052 gr. Lám. II, núm. 4. Peso: 7,122 gr. Lám. II. núm. 5. Peso: 5,073 gr. Lám. II, núm. 6. Peso: 6,000 gr.

Serte 1-2 (Lám. II, núms. 7-11).

Anverso: Igual al anterior, pero con la letra "J"̂ = sh bajo el brazo

derecho. Reverso: Igual al anterior. E n esta serie 1-2 tenemos también cinco monedas con los números

7 al 11 en la lámina II y con los pesos siguientes:

Lám. II, núm. 7. Peso: 7,800 gr. Lám. II, núm. 8. Peso: 7,522 gr. Lám. II, núm. 9. Peso: 7,702 gr. Lám. II, núm. 10. Peso: 7,396 gr. Lám. II, núm. 11. Peso: 7,712 gr.

Serie 1-3 (Láms. II y III, núms . 12-24).

Anverso: Igual al anterior, pero con el signo ^ = ch.

Reverso: Igual al anterior. Figuran en esta serie 13 monedas numeradas con los números 12 a 24

en las láminas II y III, cuyos pesos son los siguientes: Lám. II, núm. 12. Peso: 6,150 gr. Lám. II, núm. 13. Peso: 5,648 gr. Lám. II, núm. 14. Peso: 8,100 gr. Lám. III, núm. 15. Peso: 5,780 gr. Lám. III, núm. 16. Peso: 6,718 gr. Lám. III, núm. 17. Peso: 6,300 gr. Lám. III, núm. 18. Peso: 9,075 gr. Lám. III, núm. 19. Peso: 6,179 gr. Lám. III, núm. 20. Peso: 7,678 gr. Lám. III, núm. 21. Peso: 7,128 gr. Lám. III, núm. 22. Peso: 6,042 gr. Lám. III, núm. 23. Peso: 6,530 gr. Lám. III, núm. 24. Peso: 7,715 gr.

Serie 1-6 (Lám. IV, núms. 30-35).

Anverso: Cabiro igual al anterior. Aparece una espiga bajo el brazo

derecho y delante del izquierdo el signo ^

Reverso: Igual a los anteriores citados.

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Tenemos dentro de esta serie 1-6 seis monedas numeradas de los nú­meros 30 a 35 y cuyos pesos son los siguientes:

Lám. IV, núm. 30. Peso: 10,500 gr. Lám. IV, núm. 31. Peso: 5,900 gr. Lám. IV, núm. 32. Peso: 6,200 gr. Lám. IV, núm. 33. Peso: 8,450 gr. Lám. IV, núm. 34. Peso: 5,785 gr. Lám. IV, núm. 35. Peso: 6,105 gr.

Serie 1-7 (Lám. IV, núms. 36-42).

el brazo derecho del cabiro. Reverso: Igual a los anteriormente citados. Dentro de esta serie 1-7 tenemos siete monedas numeradas del núme­

ro 36 al 42 en la lámina IV y cuyos pesos son los siguientes:

Lám. IV, núm. 36. Peso: 8,650 gr. Lám. IV, núm. 37. Peso: 7,633 gr. Lám. IV, núm. 38. Peso: 6,583 gr. Lám. IV, núm. 39. Peso: 5,785 gr. Lám. IV, núm. 40. Peso: 5,272 gr. Lám. IV, núm. 41. Peso: 6,650 gr. Lám. IV, núm. 42. Peso: 5,120 gr.

Serie 1-8 (Lám. III, núms . 25-28).

Anverso: Es una variante del tipo I presentándonos bajo el brazo

derecho levantado la misma letra ^ = g y debajo un caduceo.

Reverso: Igual a los anteriores. Dentro de esta serie 1-8 tenemos cuatro monedas que van del núme­

ro 26 al 29 en la lámina III y cuyos pesos son.los siguientes:

Lám. III, núm. 25. Peso: 6,645 gr. Lám. III, núm. 26. Peso: 7,010 gr. Lám. III, núm. 27. Peso: 7,010 gr. Lám. III, núm. 28. Peso: 6,115 gr. Lám. III, núm. 29. Peso: 6,645 gr.

Serie 1-9 (Lám. V , núms. 43-47).

Anverso: Igual, pero con los signos H'j ̂ = mb.

Reverso: Igual al anterior. Pertenecen a esta serie 1-9 cinco monedas que van del núm. 43 a 47

de la lámina V y cuyos pesos son los siguientes: Lám. V , núm. 43. Peso: 6,597 gr. Lám. V , núm. 44. Peso: 7,218 gr.

Anverso: Igual a los anteriores, pero con

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Lám. V , núm. 45. Peso: 6,868 gr. Lám. V , núm. 46. Peso: 8,098 gr. Lám. V , núm. 47. Peso: 8,593 gr.

Serie 1-10 C (Lám. V , núms. 48 y 49).

Anverso: Igual a los anteriores, pero con la letra fc^ = q.

Reverso: Igual a los anteriormente citados. Los pesos de las dos monedas de esta serie son los siguientes: Lám. V , núm. 48. Peso: 5,650 gr. Lám. V , núm. 49. Peso: 6,180 gr.

Serie 1-18 C (Lám. V , núms. 50 a 52).

Anverso: Igual, pero con la letra 2 . = i a la derecha del cabiro y

^ = b a la izquierda.

Reverso: Igual a los anteriores. Pertenecen a esta serie 1-18 C tres monedas con los números 50 a 52

de la Lám. V , que tienen los pesos siguientes: Lám. V , núm. 50. Peso: 6,650 gr. Lám. V , núm. 51. Peso: 6,250 gr. Lám. V , núm. 52. Peso: 6,840 gr.

Serie 1-20 C (Lám. V, núm. 53).

Anverso: Igual a los anteriores, pero con una palma a la izquierda del cabiro.

Reverso: Igual a los anteriores. Peso: 6,251 gr. Los números 29 y 54 a 57 quedan dudosos. Sólo podemos agruparlos

dentro de esta serie I, pero no podemos aclarar a qué tipo pertenecen por estar muy borrosos o completamente desaparecidos los signos del anverso. Sus pesos son los siguientes:

Lám. III, núm. 29. Peso: 6,560 gr. Lám. V I , núm. 54. Peso: 6,895 gr. Lám. V I , núm. 55. Peso: 7,545 gr. Lám. V I , núm. 56. Peso: 8,455 gr. Lám. V I , núm. 57. Peso: 5,037 gr.

S E R I E II

Tiene mucha menor variedad de cuños. E l reverso de esta serie se di­ferencia del de la Serie I anterior en que el primer signo de la derecha de

la fila primera es ^ en lugar de 4^ que veíamos en las monedas an­

teriores.

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Presentando las dos series monetales juntas sus reversos se diferencia­r ían a s í :

Serie I Serie II

9 ti ti 9 n:ti

Este cambio indica, según los estudiosos de la lengua púnica, un pro-

como vemos en las series II, III y IV. Sin embargo, las letras 2 - 9 y

son ya neopúnicas en las cuatro series.

Serie II-3 C (Lám. V I , núms . 58-66).

Anverso: Es igual que el de la Serie I, cuño 3. Es decir, presenta el

Dentro de esta Serie II-3 C tenemos nueve monedas con los números 58 a 66 en la Lám. V I y cuyos pesos son los siguientes:

Lám. V I , núm. 58. Peso: 5,750 gr. Lám. V I , núm. 59. Peso: 5,100 gr. Lám. V I , núm. 60. Peso: 6,757 gr. Lám. V I , núm. 61. Peso: 7,090 gr. Lám. V I , núm. 62. Peso: 5,800 gr. Lám. V I , núm. 63. Peso: 5,858 gr. Lám. V I , núm. 64. Peso: 6,358 gr. Lám. V I , núm. 65. Peso: 6,857 gr. Lám. V I , núm. 66. Peso: 8,108 gr.

Serie 11-12 (Lám. V I y V I I , núms . 67-71).

Anverso: Corresponde al cuño 7 de la Serie I y presenta las letras

signo g = ch bajo el brazo derecho del cabiro.

Reverso: E l propio de esta serie. Es decir: 1.a línea

y en la segunda línea las mismas letras ^) H M .

(\ = az bajo el brazo derecho del cabiro.

Reverso: Igual a los anteriores de la Serie II.

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Dentro de esta serie tenemos cinco monedas que tienen los números 67 a 71 en las Láms. V I y VI I y cuyos pesos oscilan de la siguiente ma­nera :

Lám. V I , núm. 67. Peso: 6,590 gr. Lám. VI I , núm. 68. Peso: 7,735 gr. Lám. VI I , núm. 69. Peso: 6,283 gr. Lám. VI I , núm. 70. Peso: 6,857 gr. Lám. VI I , núm. 71. Peso: 8,007 gr.

Serie 11-13 (Lám. VI I , núm. 72).

Anverso: Cabiro como los anteriores con el signo ^ = g bajo el bra­

zo derecho. Reverso: Igual a los anteriores de la Serie II. Peso: 4,350 gr. Pertenecen indudablemente a esta Serie II los números 73 a 78 de la

Lámina VI I , pero es dudoso su cuño por estar borrados los signos del anverso. Los pesos son los siguientes:

Lám. VI I , núm. 73. Peso: 6,955 gr. Lám. VI I , núm. 74. Peso: 5,715 gr. Lám. VI I , núm. 75. Peso: 6,700 gr. Lám. VI I , núm. 76. Peso: 6,000 gr. Lám. VI I , núm. 77. Peso: 7,880 gr. Lám. VI I , núm. 78. Peso: 6,140 gr.

S E R I E III

E n la Serie III el reverso de las monedas varía de la siguiente manera:

9 t i H Serie III-l C (Lám. VI I , núm. 80).

Anverso: Presenta el mismo tipo que las monedas pertenecientes a la

Serie I, cuño 1, y Serie II, cuño 13; es decir, que aparece la letra ^

bajo el brazo derecho del cabiro. Reverso: E l propio de esta serie. Peso: 5,662 gr.

Serie 111-14 (Lám. VI I , VI I I y I X , núms . 81-105).

Anverso: Presenta la letra ^ £ = a bajo el brazo derecho levantado

del cabiro. E l núm. 105 es una variante de cuño que hay que tener en

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cuenta y que hemos llamado Tipo 111-14 b, pues nos ofrece un cabiro

más esquemático y estilizado de la misma manera que la letra

Reverso: Igual al anterior de esta misma Serie III.

Pertenecen a esta Serie 111-14 veinticinco monedas numeradas con los números 81 a 105 de las Láms. VI I , VII I y I X , cuyos pesos son los si­guientes :

Lám. VI I , núm. 81. Peso: 6,590 gr. Lám. VI I , núm. 82. Peso: 6,127 gr. Lám. VI I , núm. 83. Peso: 6,330 gr. Lám. VII I , núm. 84. Peso: 9,300 gr. Lám. VI I I , núm. 85. Peso: 6,200 gr. Lám. VII I , núm. 86. Peso: 6,385 gr. Lám. VII I , núm. 87. Peso: 7,130 gr. Lám. VII I , núm. 88. Peso: 6,375 gr. Lám. VII I , núm. 89. Peso: 6,160 gr. Lám. VII I , núm. 90. Peso: 7,460 gr. Lám. VI I I , núm. 91. Peso: 6,850 gr. Lám. VI I I , núm. 92. Peso: 4,850 gr. Lám. VII I , núm. 93. Peso: 6,810 gr. Lám. VII I , núm. 94. Peso: 8,200 gr. Lám. VII I , núm. 95. Peso: 5,925 gr. Lám. VII I , núm. 96. Peso: 8,040 gr. Lám. VII I , núm. 97. Peso: 5,760 gr. Lám. VII I , núm. 98. Peso: 7,390 gr. Lám. VII I , núm. 99. Peso: 8,255 gr. Lám. I X , núm. 100. Peso: 7,050 gr. Lám. I X , núm. 101. Peso: 8,020 gr. Lám. I X , núm. 102. Peso: 6,945 gr. Lám. I X , núm. 103. Peso: 7,593 gr. Lám. I X , núm. 104. Peso: 7,200 gr. Lám. I X , núm. 105. Peso: 6,500 gr.

Serie 111-15 (Lám. I X , núms. 106-107).

Anverso: Coincide con el Tipo 3 de la serie I y con el 3 C de la Serie II.

Ofreciéndonos el signo ^ = ch bajo el brazo derecho levantado del cabiro. E l núm. 107 está muy borroso y resulta difícil asegurar si perte­nece al cuño 111-15 o al 111-14, pero creemos que debe de agruparse den­tro de las monedas del primero.

Reverso: Igual a los anteriores de esta serie.

Los pesos son los siguientes:

Lám. I X , núm. 106. Peso: 8,725 gr. Lám. I X , núm. 107. Peso: 7,200 gr.

de este Tipo 111-14 aparece tumbada de esta manera

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Serie 111-18 (Láms. IX y X , núms. 108-118).

Anverso: Es una variante del Tipo 1-18 C y presenta los signos ^

y ^ a la derecha e izquierda del cabiro.

Reverso: Igual a los anteriores. Dentro de la Serie 111-18 tenemos once monedas numeradas con los

números 10 a 118 y cuyos pesos son los siguientes: Lám. I X , núm. 108. Peso: 8,350 gr Lám. I X , núm. 109. Peso: 5,255 gr Lám. IX , núm. 110. Peso: 6,210 gr Lám. I X , núm. 111. Peso: 7,050 gr Lám. I X , núm. 112. Peso: 6,790 gr Lám. IX , núm. 113. Peso: 6,630 gr Lám. I X , núm. 114. Peso: 7,870 gr Lám. IX , núm. 115. Peso: 7,485 gr Lám. X , núm. 116. Peso: 6,130 gr Lám. X , núm. 117. Peso: 11,140 gr Lám. X , núm. 118. Peso: 8,120 gr

Dentro de la Serie III el número 79 de la Lám. VI I es dudoso por estar completamente borrados los signos del anverso. Pesa dicha mone­da : 6,260 gr.

Finalmente nos encontramos con la úl t ima serie de nuestro estudio del tesorillo de monedas ibicencas.

S E R I E IV (Lám. X , núms . 119-121).

Esta serie presenta también una variante en las letras del reverso,

. i . . x/i y $ , , , . que aparece de la siguiente manera: ' ' en lugar de los sig-

OA A x/Mi x

nos de la Serie III anterior OH\\ Ofrece sólo dos variantes de cuño en este tesorillo. E l tipo IV-22:

que presenta en el anverso una espiga y la letra = q a la derecha

y a la izquierda del cabiro, respectivamente, coincidiendo con el Tipo 6 B de la Serie I.

El cuño IV-23, que es una variante del anterior y en el que aparece

el mismo signo = q a la derecha del cabiro, pero sin espiga.

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Pertenecen a la Serie IV-22 dos monedas numeradas con los núme­ros 119 y 120 en la Lám. X y cuyos pesos son los siguientes:

Lám. X , núm. 119. Peso: 8,420 gr. Lám. X , núm. 120. Peso: 10,050 gr.

A la Serie IV-23 pertenece la moneda núm. 121 de la Lám. X y úl t ima que pesa: 7,110 gr.

CONCLUSIONES Y CRONOLOGÍA.

Si comparamos todas estas ricas variantes de cuños veremos que hay cuatro series que se diferencian exclusivamente en el reverso por el trazo más o menos moderno de las letras que son siempre las mismas. Los anversos tienen los mismos signos en todas las series con una mayor variedad de los mismos en la Serie I. L a Serie III presenta el signo

L a cronología relativa que podemos dar a todas estas moneditas de la ceca de Ebusus viene dada en primer lugar por el hallazgo en el teso­ri l lo de la moneda con espigas en el reverso atribuida a la antigua IOL 0 Cesárea en la Mauritania Oriental (2).

Estas monedas con espigas al parecer deben considerarse inmedia­tamente anteriores al establecimiento del dominio romano en el Medite­r ráneo Occidental. E n Cerdeña, L . Forteleoni (3) coloca la emisión de monedas con espigas y cabeza de Tanit dentro de una cronología ante­rior al año 117 a. de J. C , es decir, antes de la cesión de Cerdeña a Roma por Carthago al final de las guerras púnicas. Según el citado autor la acuñación de este tipo monetal púnico cesaría con la aparición de los romanos en tierras sardas, o bien perdurar ía durante muy poco tiempo después dando paso a tipos con leyendas y cuños romanos.

También a las series de monedas con espigas de la ciudad de IOL, con la cual creemos debe identificarse la moneda de nuestro tesorillo, se les ha atribuido una cronología antigua, pero aún dudosa. Desde luego las monedas con cabeza de Isis en el anverso y espigas en el reverso perte­necen a las series primeras y más antiguas, al parecer del establecimien­to púnico de la supuesta C H A L K A , identificada como IOL. La datación, siempre relativa de las mismas, viene dada por el advenimiento del rey I U B A II, que engrandeció la antigua IOL, convirtiéndola en Cesárea en honor a su protector romano y acuñó moneda con tipos y leyendas ro­manas. Teniendo en cuenta que el advenimiento de este rey tuvo lugar en el año 46 a. de J . C , pueden fecharse estas monedas con espigas dentro de la etapa inmediatamente anterior, teniendo desde luego una larga perduración. L a moneda hallada en Ibiza, por su arte tardío y decadente, creemos debe colocarse en el siglo i a. de J . C.

Todas estas cronologías relativas no nos proporcionan ninguna fecha segura de momento para las series con leyendas en caracteres púnicos de la ceca de Ibiza, pero sin embargo nos van aclarando más y más la datación de las mismas. Esta debe situarse entre los siglos n finales y 1 a. de J . C , pues en Ibiza la adopción de la civilización romana por el

= a que no aparece en las otras series.

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pueblo púnico se hizo de una manera mucho más lenta que en otras co­lonias cartaginesas y estas monedas con leyenda púnica debieron de per­durar aún bastante tiempo después de las guerras púnicas, llegando tal vez hasta el principio de la época imperial romana, como nos lo demuestran algunos ejemplares bilingües con la leyenda de «Insula Augusta».

Epigráficamente estas fechas quedan corroboradas por el ductus de las letras. Aunque en las dos primeras series más antiguas, al parecer, las letras M y A podr ían tal vez remontarse al siglo n i a. de J. C. Sin embargo, el resto de las letras pertenecen ya a una escritura neopúnica tardía que se remonta en su mayoría al siglo 11 y i a. de J. C.

Son necesarios nuevos estudios y la aparición de otros hallazgos para que podamos aclarar más esta cronología aún muy insegura y relativa que hemos dado de momento a estas monedas, pero que esperamos se verá corroborada con toda certeza en un futuro próximo.

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I I I

D E S C U B R I M I E N T O D E A L G U N A S T U M B A S E N E L PUIG DES M O L I N S

También durante el mes de septiembre de este año 1966 llevamos a cabo, por exigírnoslo las circunstancias, una corta campaña de excava­ciones en la misma ciudad de Ibiza.

Con motivo de ensancharse y dignificar la calle «Vía Romana», anti­guo camino de Ibiza a San José, en donde se encuentra situado el Museo Monográfico del Puig des Molins, hubo que hacer un desmonte de tierras en uno de los lados de la citada «Vía Romana». A la vez que se hacía este movimiento de tierras, vigilamos los trabajos y tuvimos la suerte de descubrir y excavar tres tumbas, de las cuales damos cuenta a conti­nuación (Fig. 2 ) .

D E S C R I P C I Ó N DE LAS SEPULTURAS

Dos de estas tumbas estaban cavadas casi completamente pegadas al edificio del nuevo Museo del Puig des Molins y consistieron solamente en simples agujeros de t amaño muy reducido excavados en tierra, que con­tenían sendos cuerpos inhumados.

Tumba I

Esta sepultura apareció al hacer el desmonte de las tierras que se en­cuentran en el lado derecho del museo. E ra una sepultura de inhumación de tipo de fosa simple, excavada en el suelo rocoso de la zona del Puig des Molins y estaba emplazada a unos 65 cm. escasos de los muros exte­riores del edificio del museo. Su profundidad era de un metro y medio y su anchura escasamente medio metro.

E l cadáver de adulto apareció completamente despedazado y revuelto, por lo que resultó muy difícil saber en qué sentido estaba orientado. E l ajuar de esta tumba, ciertamente bastante modesta, consistió solamente

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F I G . 2.—Plano de la zona ocupada por la necrópolis de P U I G DES M O L I N S , en parte ya destruida por las modernas urbanizaciones que han ido reduciendo el área de la misma. (Los puntos representan los hipogeos descubiertos en la campaña de excavación de 1944 a 1949. E l Sector II es un área de incineraciones en parte explorada durante dichos tra­bajos de excavación, realizados por J . M . Maná, sólo muy parcialmente publicados.) Los lugares representados por los cuadrados corresponden a las tumbas halladas reciente­

mente durante los trabajos realizados en la Vía Romana a finales del verano de 1966 y en el área que ha de ocupar una proyectada clínica.

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en varias piezas cerámicas, algunas en regular estado de conservación, y de las cuales daremos cuenta a cont inuación:

Ajuar de la tumba I

Número 1.—Pequeña ánfora de cerámica de barro rojizo que no pre­senta barniz de ninguna clase. E l perfil es muy típico en todas las ánforas de tradición púnica y consiste en una doble curva muy acusada que se ensancha y se estrecha dos veces. Tiene dos pequeñas asitas redondas a los lados, la boca no presenta reborde y todo alrededor de su cuerpo a la altura del comienzo de las asas presenta un estrecho resalte o acana­ladura continua (Fig. 3, núm. 1).

Medidas: 20,5 cm. de largo por 9 cm. de abertura de la boca y 18 cen­t ímetros de ancho de asa a asa.

Se fecha en el siglo i v - m a. de J. C. (1). Número 2.—Anforita de forma muy parecida a la anterior que pre­

senta la parte inferior rota. Es también de barro muy rojo y sin barni­zar. E l cuello, a diferencia de la descrita anteriormente, presenta un re­borde no muy ancho, de 1 cm. de espesor, y a la altura de las asas vemos el mismo resalte que da la vuelta todo alrededor del ánfora (Fig. 3, nú­mero 2).

Mide : 16 cm. de largo en la parte conservada por 7,5 cm. de anchura de la boca y 16 cm. de ancho desde un asa a la otra.

Se fecha, como la primera, en el siglo IV-III a. de J. C. Número 3.—Olpe de cuello alto, de perfil ovoide y pequeño reborde

en la boca del mismo. Está fabricado con un barro de color blanquecino amarillento y no presenta tampoco ningún barniz. E l asa que debió de tener apareció completamente rota, conservándose sólo los puntos de apoyo que ésta tenía en el cuello y panza del recipiente (Fig. 3, nú­mero 5).

Medidas: 15 cm. de altura por 2,7 de anchura de la boca. Puede datarse esta pieza en el siglo I II-II a. de J . C. (2). Número 4.—Ungüentado de barro cocido de color muy rojo, de for­

ma alargada, con el cuerpo ovoide y el cuello y pie largos. Esta pieza presenta toda la parte de cuello fragmentada, pero es fácil reconstruirlo siguiendo modelos parecidos (3) (Fig. 3, núm. 4).

Medidas: Altura conservada, 14,5 cm., pero debía tener unos 20 cent ímetros de altura total. Anchura del pie, 4,5 cm.

Número 5.—Pequeño platito en forma de taza con pie circular, de barro ocre grisáceo ligeramente amarillento. Es, sin duda alguna, una imitación local de la cerámica campaniense, pues conserva en muy mal estado un barniz negro pardusco o gris oscuro. L a boca, muy abierta, presenta un reborde muy saliente que apareció roto y ha sido restaurado recientemente. Correspondería a una forma intermedia entre la forma 2

(1) P. C I N T A S : «Ceramique punique». Túnez, 1960. Pág. 139, lám. X X I . (2) P. C I N T A S : Obr. cit. N ú m s . 86-88, pág. 93, lám. VI. M . A L M A G R O : «Las necrópol is de Ampurias», vol. I. Barcelona, 1953. N ú m . 19, pá­

gina 393. (3) P. C I N T A S : Ob. cit. Lám. II, núms . 32-36. M . A L M A G R O : Ob. cit. Pág. 397, n ú m s . 225 y ss.

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F I G . 3.—Ajuar de las tumbas halladas junto al edificio del nuevo Museo en el P U I G DES MOLINS. Núms. 1-5: Ajuar de la tumba núm. 1; núm. 6: Ajuar de la tumba núm. 2.

y la forma 18 de Lamboglia, pero con alguna variante (4) (Fig. 3, núm. 3). Medidas: 4 cm. de altura por 11 cm. de ancho total de la boca. Número 6.—Diversos fragmentos indefinidos de cerámica pertenecien­

tes a varias grandes ánforas de tipo púnico, imposibles de reconstruir con estos escasos materiales.

(4) N . L A M B O G L I A : «Per una classificazione preliminare della cerámica Cam­pana». Bordighera, 1952. Págs. 156-163.

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Tumba II

A l hacer los desagües para el nuevo museo apareció a 2,50 m. del edi­ficio y a una altura muy superficial otra sepultura parecida a la anterior, de tipo fosa simple. Estaba a 15 cm. de profundidad y se presentó muy revuelta, acabándose por disgregar los restos del esqueleto al meter el pico en ía roca. De su ajuar sólo ha podido conservarse en regular estado un pequeño j arrito o fiol de cerámica tosca que describiremos a conti­nuación.

Ajuar de la tumba II

Pequeño fiol fabricado con un barro muy rojizo que es característ ico del suelo de Ibiza como en la mayoría de las piezas ya citadas. Presenta la boca, cuello y asa, que seguramente debió de tener, completamente fragmentados y rotos. Del asa sólo se conserva la huella junto al lado derecho del cuello (5) (Fig. 3, núm. 6).

Medidas: L a parte que se conserva mide 15 cm. de altura y 4 cm. la abertura de la boca rota.

Tumba III

Otra interesante sepultura púnica fue hallada durante las excavacio­nes que se llevaron a cabo en la zona más cercana al Museo nuevo, en el Sector II (Fig. 2) de la necrópolis de Puig des Molins, en parte aún por explorar. L a excavación de una reducida área se efectuó para poder dar el permiso reglamentario a la construcción de una clínica proyectada en aquella zona arqueológica.

E l ensanche urbanís t ico de la ciudad de Ibiza, que ya sacrificó hace pocos años una gran parte de la necrópolis de Puig des Molins, antes de ser nombrada Directora de aquel Museo la que esto escribe, amenaza con absorber dentro de poco todo el llamado Sector II por nuestro prede­cesor J . M . Maná, el cual ya lo señala como zona sin explorar. L a Direc­ción General de Bellas Artes, a la cual notificamos el caso, ordenó se rea­lizaran plenamente excavaciones para explorar aquella zona. Nosotros hemos realizado los trabajos pertinentes y pudimos ratificar que, efecti­vamente, el área de la necrópolis se prolonga hasta allí, pues a los pocos días apareció una nueva sepultura.

Esta tumba se encontraba a 25 m. de la boca de entrada pública a los hipogeos y a 5 m. por encima del ú l t imo hipogeo del Sector III. Sólo hemos explorado la estrecha área de 16 por 35 m. que ocuparía la planta de la citada clínica, pero a ambos lados se deberá explorar antes de edi­ficar, si se atiende a nuestros informes.

La composición del terreno excavado donde estaba la tumba consistía en una capa superficial de humus grisáceo que variaba de S. a N . entre los 10 y los 25 cm. de espesor. Bajo ésta aparecía otra capa mayor de 30 cm. de tierras rojizas compactas y difíciles de cavar, que cubr ían ya la roca virgen que constituye la base de toda la zona del Puig des Molins.

L a tumba en cuestión se encontraba bajo los restos de un desapare-( 5 ) P. C I N T A S : Ob. cit. Pág. 103, lám. I X , núm. 111.

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cido olivo, a unos 50 cm. de la superficie del terreno bajo la capa de tie­rras rojizas y excavada directamente en la roca virgen. Las tierras que la cubrían estaban completamente revueltas, así como los objetos del ajuar y los huesos mismos del muerto, que sólo pudimos reagrupar recogiéndo­los con atención (Lám. XII ) .

Se trataba de una sepultura de fosa que tenía proporciones rectangu­lares bastante simétricas. Medía 2,30 cm. de largo total por 94 cm. de ancho máximo en el centro y 73 cm. de ancho en los extremos. Su pro­fundidad dentro de la roca era de 1,40 cm.

E l cuerpo inhumado pertenecía a una mujer o persona joven de pocos años, pues presentaba los huesos muy ligeros y finos. Aparecía el cadáver orientado con la cabeza al SW. y los huesos encontrados se hallaban en extremo revueltos y deshechos.

Proporcionó un ajuar curioso, pero de relativo valor por la poca ori­ginalidad de las piezas halladas dentro de las series proporcionadas por las numerosas tumbas excavadas en esta necrópolis. Los objetos hallados los describiremos a cont inuación:

Ajuar de la tumba III

1. Figurita de terracota de color grisáceo y mala cochura que ofrecía indicios de haber sido quemada, pues apareció con un color muy negro. Representa con toda seguridad a la diosa púnica Tanit sentada en un trono y cubierta por una larga túnica, con la cabeza tocada con un alto «kalathos» a la manera de otras figuritas aparecidas en la cueva santua­rio de Es Cuyeram, en el N . de la isla de Ibiza. Los rasgos de esta terra­cota aparecen muy perdidos, tanto debido al roce a que se ha visto some­tida la figura como a la mala calidad de su factura. Mide esta pieza 16 cm. de alto total (Lám. X I I , núm. 2).

2. Figurita de la diosa Tanit entronizada, de característ icas muy se­mejantes a la anteriormente citada. Está fabricada igualmente en terra­cota, pero no aparece tocada como aquélla con un alto «kalathos», sino que cubre su cabeza con un simple manto o velo. L a parte inferior de la misma, correspondiente a los pies, fue rota con el pico por un obrero al realizarse la excavación. Mide esta figurita en la parte conservada 12 cm. de alto máximo. (Lám. X I I , núm. 3).

3. Campanita púnica, fabricada en bronce, que tiene 5 cm. de altura total por 2,5 cm. de diámetro máximo. E n la parte superior presenta un pequeño orificio circular para poder llevarla colgada por una cinta o cuer-decita (Lám. X I I , núm. 4).

Este tipo de amuleto campanilla servía para espantar los malos espí­ritus y eran en extremo frecuentes en casi todos Jos ajuares de las sepul­turas fenicias y púnicas.

4. Parte inferior de un vaso cerámico indeterminado de barro de color amarillento. La parte que falta no fue hallada, a pesar de la aten­ción que prestamos, pero se negaron los constructores a cribar las tie­rras y tal vez se perdieron. Su reconstrucción y valoración tipológica resulta totalmente imposible a base de lo conservado.

5. Fragmentos indefinidos de un pequeño recipiente o cajita de bron­ce imposible de reconstruir.

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CRONOLOGÍA DE ESTAS SEPULTURAS

A través del estudio detallado de las piezas cerámicas de estos ajua­res pudimos proporcionar una cronología bastante segura para estas sepulturas del Puig des Molins, necrópolis excavada de manera poco cien­tífica y a la cual hasta el presente no ha podido atr ibuírsele una cronolo­gía con fechas definitivas para sus sepulturas, que abarcan épocas muy diversas desde la llegada de los púnicos a la isla hasta la época tardo-rromana.

Las tumbas que nosotros descubrimos junto al camino antiguo de Ibiza a San José, denominado actualmente «Vía Romana» en recuerdo de la antigua calzada, primero púnica y luego romana que cruzaba por esta zona, no son, desde luego, de época muy antigua dentro de la cul­tura púnica de la isla, pues las piezas cerámicas aparecidas en ellas pre­sentan ya tormas evolucionadas tardías que en su mayoría deben fechar­se hacia el siglo n i a. de J. C. o después.

Las únicas piezas que tal vez permitiesen dar una cronología más an­tigua a las tumbas son las dos pequeñas ánforas, muy parecidas por su forma a piezas cartaginesas de la Metrópoli, fechadas a veces en el siglo v y v i a. de J . C. (1). Sin embargo, aquellas piezas más tempranas suelen ser de factura más cuidada y pasta fina presentando muchas veces fran­jas pintadas que no aparecen en las piezas de esta tumba del Puig des Molins. Esta forma, además, sabemos que tuvo una larga perduración dentro de la cerámica cartaginesa y en Cap Bon se ofrece el mismo tipo de ánfora, aunque más basta y con la misma acanaladura a la altura de las asas, pero menos saliente que en las piezas antiguas que se fecha en aquel establecimiento púnico en el siglo n i a. de J . C. Esta fecha coinci­de ya mejor con las del resto de los ajuares.

E n primer lugar tenemos el ungüentar lo de pasta gruesa y pie estre­cho y corto que podemos fecharlo en los siglos III-II a. de J . C. y más concretamente entre el 250 y el 200 (3). Olpes del tipo que hemos encon­trado con el asa rota los fecha Cintas también en el siglo III-II a. de J. C. (2) y eji las tablas tipológicas del libro de las Necrópolis de Ampurias, volumen I (2) aparece este tipo de jarrito con una cronología que va desde el año 150 al 100 a. de J . C. Esta úl t ima fecha, mucho más tardía , coincide exactamente con el platito de imitación campaniense que debe­mos situar más bien hacia el siglo I I a. de J . C , pues este tipo de campa­niense llamada C parece ser que tuvo su dispersión mayor con posterio­ridad al año 150 a. de J. C. E n Ibiza, por el momento no se ha emprendido el estudio de este tipo de cerámica de imitación campaniense que es muy abundante y sólo podemos fecharla de momento comparándola con la encontrada en otros yacimientos del Mediterráneo.

Así, pues, con todos estos datos nos inclinamos a fechar esta tumba I del Puig des Molins dentro del siglo H a. de J. C. a pesar de la forma algo más antigua de las ánforas, que puede explicarse por la larga perdu­ración que tuvieron las formas cerámicas siempre. Incluso hoy en día en algunos alfares de Ibiza siguen imitándose formas que son todavía de tradición púnica indudable.

E l pequeño jarrito u oinocoe de la sepultura II viene también a corro­borar esta cronología, pues se data hacia el siglo n i a I antes de J . C. y

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pertenecía probablemente a una sepultura del mismo tipo que la an­terior (5) .

E n cuanto al ajuar interesante, pero vulgar, dentro del conjunto de los hallazgos que ofrece la necrópolis del Puig des Molins como aportado por la tumba número 3, poco podemos añadir . Nos asegura que el tipo de Tanit sentada, corriente en la necrópolis de Es Cuyeram, que se han fechado entre los siglos iv a i antes de J . C , fue también frecuentemente empleado en los enterramientos del Puig des Molins, aunque no ha sido hasta ahora concretamente situado entre las terracotas del Puig des Mo­lins, que se conservan generalmente sin referencia de hallazgo en el Mu­seo de Ibiza.

Otros datos cronológicos o tipológicos sobre estos objetos no es ahora ocasión de extendernos en ellos, y lo mismo podemos decir de la cam­panilla de bronce, que tampoco nos aporta ningún dato de interés cro­nológico.

Es una tarea cultural sumamente interesante para el museo de Ibiza realizar excavaciones sistemáticas y científicas en esta necrópolis famo­sa del Puig des Molins, que nunca fue debidamente excavada ni publi­cados sus hallazgos. Esta Necrópolis, que en un principio gozaba de un área extensa, se encuentra hoy en día muy mutilada y limitada por la creciente y cada vez mayor presión urbanís t ica de la ciudad actual de Ibiza que se ha ido extendiendo en estos úl t imos años a expensas de la antigua Necrópolis púnica, romana y bizantina y desaparecerá lo que aún resta por excavar de la Necrópolis antes de que sea estudiado, si la Dirección General de Bellas Artes no lo remedia. Quedarán así cientos de materiales excavados sin rigor científico, sin posibilidad de documen­tarlos y poderlos fechar con certeza al no poderse realizar esta impor­tante y absolutamente necesaria tarea de excavaciones científicas y sis­temáticas, cosa que ocurr i rá en cuanto el ensanche urbanís t ico de la ciudad ocupe también lo que resta sin edificar de la antigua Necrópolis, acabándose así lastimosamente con un monumento nacional único no sólo en la historia de Ibiza, sino en todo el resto de la península.

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L A M I N A S

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L A M I N A I

1.—La estela de Ib iza con i n s c r i p c i ó n a l pie.

2.—Detalle de l a i n s c r i p c i ó n p ú n i c a de l a estela de Ib iza .

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L A M I N A II

Fo togra f í a m i c r o s c ó p i c a de una muestra de cal iza procedente de la cantera actual­mente explotada en Ibiza , que nos muestra la misma c o m p o s i c i ó n que la cal iza de

la estela.

Fotograf ía m i c r o s c ó p i c a de la c o m p o s i c i ó n de la piedra cal iza sobre la que fue esculpida la estela de C a n Rafalet.

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L A M I N A III

1.—Moneda de Cesare de l tesor i l lo de C A N J U A N D ' E N C A M A . — 2 a 14. T ipos diversos de mo­nedas p ú n i c a s de la ceca de E b u s u s del tesor i l lo de C A N J U A N D ' E N C A M A .

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L A M I N A I V

Tipos diversos de monedas de la ceca de Ib iza , de la Serie I, del t esor i l lo de CAN 1 JUAN D'KN CAMA.

Page 42: EXCAVACIONES ARQUEOLOGICA EN ESPAÑSA 56

L A M I N A V

Diversos t ipos de monedas de la Ser ie I, del tesor i l lo de C A N J U A N D ' E N C A M A .

Page 43: EXCAVACIONES ARQUEOLOGICA EN ESPAÑSA 56

L A M I N A V I

Monedas de la Serie I, de la ceca de Ib iza , pertenecientes al tesorillo de C A N J U A N D ' E N C A M A .

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L A M I N A V I I

T ipos diversos de la Ser ie I I , de monedas ibicencas hal ladas en el tesor i l lo de C A N J U A N D ' E N C A M A .

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L A M I N A V I I I

C u ñ o s diversos de monedas ibicencas de las Series II y I I I , pertenecientes a l teso­r i l l o de C A N J U A N D ' E N C A M A .

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L A M I N A I X

Tipos diversos de l a Serie I I I , del t esor i l lo de C A N J U A N D ' E N C A M A .

Page 47: EXCAVACIONES ARQUEOLOGICA EN ESPAÑSA 56

L A M I N A X

Monedas diversas de la Serie I I I , del tesor i l lo de C A N J U A N D ' E N C A M A .

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L A M I N A X I

121

Monedas p ú n i c a s de Ib iza , del tesor i l lo de C A N J U A N D ' E N C A M A . N ú m s . 113 a 118: Ser ie I I I , y n ú m s . 119 a 121: Ser ie I V .

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L A M I N A X I I

3 4 5 6

Ajuar de las tumbas halladas en el P U I G D E S M O L I N S . T u m b a I , n ú m s . 1 a 5; T u m b a I I , n ú m . 6.

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L A M I N A X I I I

4

T u m b a III y ajuar hal lado en la misma.

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30. E L POBLADO IBERICO DE ILDURO, por MARIANO RIBAS BERTRÁN. 31. LAS GANDARAS DE BUDIÑO, PORRINO (PONTEVEDRA), por EMILIANO ACUIRRE. 32. EXCAVACIONES E N L A NECROPOLIS DE SAN J U A N DE BAÑOS (PALENCIA), por

PEDRO DE P A L O L .

33. EXCAVACIONES E N L A V I L L A R O M A N A D E L "CERCADO DE SAN ISIDRO", DUEÑAS (PALENCIA), por el RVDO. D. R A M Ó N REVILLA VIELVA, ILMO. SR. D . PEDRO DE

P A L O L SALELLAS y D. ANTONIO CUADROS SALAS.

34. C A P A R R A (CACERES), por J . M . BLÁZQUEZ. 35. EXCAVACIONES EN E L CONJUNTO TALAYOTICO DE SON OMS (Palma de Mallorca,

Isla de Mallorca), por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY.

36. E L TESORO DE V I L L E N A , por JOSÉ MARÍA SOLER GARCÍA.

37. TRES CUEVAS S E P U L C R A L E S GUANCHES (TENERIFE), por Luis DIECO CUSCOY. 38. L A CANTERA DE LOS ESQUELETOS (TORTUERO, G U A D A L A J A R A ) , por EMETERIO

CUADRADO, MIGUEL FUSTE y R A M Ó N JUSTE, S. J .

39. E L COMPLEJO ARQUEOLOGICO DE T A U R O ALTO, E N M O G A N (ISLA DE G R A N CANARIA), por SEBASTIÁN JIMÉNEZ SÁNCHEZ.

40. POBLADO DE PUIG C A S T E L L A R (SAN VICENTE DELS HORTS, BARCELONA), por E. RIPOLL PERELLÓ, J . BARBERA FARRAS y M . LLONCUERAS.

41. L A NECROPOLIS CELTIBERICA DE LAS MADRIGUERAS (CARRASCOSA D E L CAMPO, CUENCA), por M A R T Í N ALMAGRO GORBEA.

42. L A E R E T A D E L P E D R E G A L (NAVARRES-VALENCIA) , por DOMINGO FLETCHER V A L L S , ENRIQUE P L A BALLESTER y ENRIQUE LLOBREGAT CONESA.

43. EXCAVACIONES E N SEGOBRIGA, por H E L E N A LOSADA GÓMEZ y ROSA DONOSO GUERRERO.

44. MONTE BERNORIO, por JULIÁN S A N VALERO APARISI .

45. M E R I D A : L A G R A N NECROPOLIS R O M A N A DE L A SALIDA D E L P U E N T E (Memoria segunda y última), por ANTONIO GARCÍA Y BELLIDO.

46. E L CERRO DE L A VIRGEN, por W I L H E L M SCHÜLE Y M A N U E L PELLICER.

47. L A V I L L A R O M A N A DE L A TORRE L L A U D E R D E M A T A R O , por MARIANO RIBAS BERTRÁN.

48. STLLOT, por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY Y OTTO H E R M A N N F R E Y .

49. LAS CASAS R O M A N A S D E L ANFITEATRO DE MERIDA, por EUCENIO GARCÍA SANDOVAL. 50. M E M O R I A DE L A E X C A V A C I O N DE L A MEZQUITA DE MEDINAT A L - Z A H R A , por

BASILIO PAVÓN MALDONADO.

51. EXCAVACIONES E N E L CIRCULO FUNERARIO DE "SON BAULO D E D A L T " (SANTA MARGARITA-ISLA DE MALLORCA) , por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY.

52. EXCAVACIONES E N E L CERRO D E L R E A L (GALERA, GRANADA), por M A N U E L P E ­LLICER y V lLHELM SELUILE.

53. C U E V A D E L OTERO, por P . J . GONZÁLEZ ECHECARAY, D R . M . A . GARCÍA GUINEA y

A . BEGINES RAMÍREZ,

54. C A P A R R A II (CACERES), por J . M . BLÁZQUEZ. 55. CERRO D E LOS SANTOS (MONTEALEGRE D E L CASTILLO, ALBACETE) , por

A. FERNÁNDEZ DE A V I L E S .

56. EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS E N IBIZA, por MARÍA JOSÉ ALMAGRO GORBEA.

NOTICIARIO ARQUEOLOGICO HISPANO Tomo VIL Año 1963

Dirección:

INSPECCION GENERAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS Medinaceli, 4. Apartado 1.039, MADRID

Preciot 120 p t a s .