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F FÁBULA En términos literarios es una historia en la cual plantas o animales, comportándose como seres humanos, producen una lección para éstos. En Jue. 9:8–15 aparece un ejemplo, cuando •Jotam narra un supuesto concurso entre los árboles para “elegir rey sobre sí”. Otro caso es lo narrado por el rey •Joás en cuanto a una conversación entre “el cardo que está en el Líbano ... [y] el cedro que está en el Líbano” (2 R. 14:9). Pero el AT no utiliza la palabra f. para designar historias como éstas. RV60 la usa en el NT para traducir un término griego que otras traducciones ponen como “mito”. Así, Pablo dice a Timoteo que debía mandar “a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a f. [mitos] y genealogías interminables” (1 Ti. 1:3–4). Se mencionan “fábulas [mitos] profanas y de viejas” (1 Ti. 4:7); “f. [mitos] judaicas” (Tit. 1:14); y “f. [mitos] artificiosas” (2 P. 1:16). FALÚ Hijo de Rubén (Gn. 46:9; Éx. 6:14). Cabeza de “la familia de los faluitas” (Nm. 26:5). FAMILIA Grupo de personas relacionadas entre sí por vínculos de consanguinidad o legales (matrimonio). Entre los israelitas el concepto era más amplio, pues también podía influir la cercanía geográfica para que alguien fuera considerado parte de una f. Para los hebreos la f. era una unidad religiosa, además de social (Éx. 12:3). La f. israelita era esencialmente patriarcal. Los individuos se agrupaban en f., éstas formaban un clan, los clanes una tribu y las tribus “el pueblo de Israel”. La palabra “clan” no se usa en la Biblia, pero el concepto aparece con el uso en plural de f. (“... la tribu que Jehová tomare, se acercará por sus f.; y la f. que Jehová tomare, se acercará por sus casas; y la casa que Jehová tomare, se acercará por los varones” [Jos. 7:14]). Las ideas de casa y familia muchas veces aparecen unidas, de manera que se hablaba de criar una f. como “edificar la casa” (Dt. 25:9–10). Era usual que los miembros de una f. se dedicaran a la práctica de un mismo oficio, por lo cual a veces se identificaban por ello (“...las familias de los que trabajan lino en Bet-asbea” [1 Cr. 4:21]). Existía una gran solidaridad entre los miembros del grupo familiar, como puede verse por el deber que existía del “vengador de la sangre” (Nm. 35:12, 19), según el cual un pariente tenía que ejecutar la pena de muerte sobre el asesino de un miembro del grupo. Si un pariente se veía en necesidad de vender su libertad por causa de deudas, uno de los miembros del grupo debía rescatarlo. Lo mismo pasaba si vendía una propiedad por razones de pobreza (Lv. 25:25, 47–49). Se establecieron en el Pentateuco prohibiciones para las uniones sexuales entre parientes cercanos. Se consideraban así al padre, a la madre, a la esposa del padre, la hermana (fuera hija del padre o de la madre), la nieta (fuera hija de un hijo o de una hija), la hija de la esposa del padre, la hermana del padre o tía, la hermana de la madre o tía, el hermano del padre y su esposa, la esposa del hijo o nuera y la esposa del hermano o cuñada (Lv. 18:6–18; 20:11–17). Aunque se permitía la poligamia, no se podía tomar por esposa a una mujer junto con su hija, o con una nieta (Lv. 18:17; 20:14). Tampoco se permitía el matrimonio con dos hermanas, mientras viviera una de ellas (Lv. 18:18). Es evidente que algunas de estas prohibiciones no existían en tiempos patriarcales, puesto que •Sara era medio hermana de Abraham (Gn. 20:12) y Jacob casó con dos hermanas, •Lea y •Raquel (Gn. 29:21–28). El padre, como cabeza de la f., era el dueño de las propiedades. Debía cuidar de su f. con benevolencia, mostrando amor a todos sus miembros, pero no era raro que se establecieran diferencias, como el caso de Isaac y Rebeca, que preferían, el uno a •Esaú y la otra a Jacob (Gn. 25:28). La bendición patriarcal que se describe en Gn. 27 en cuanto a estos dos hijos, estaba relacionada con los derechos de herencia y la distribución del patrimonio familiar. La madre, aunque subordinada al marido, ocupaba un puesto de honor y autoridad, como puede verse en los casos de Sara (Gn. 21:12) y la esposa de •Manoa (Jue. 13:23). Ese papel

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FÁBULA En términos literarios es una historia en la cual plantas o animales, comportándose como seres humanos, producen una lección para éstos. En Jue. 9:8–15 aparece un ejemplo, cuando •Jotam narra un supuesto concurso entre los árboles para “elegir rey sobre sí”. Otro caso es lo narrado por el rey •Joás en cuanto a una conversación entre “el cardo que está en el Líbano ... [y] el cedro que está en el Líbano” (2 R. 14:9). Pero el AT no utiliza la palabra f. para designar historias como éstas. RV60 la usa en el NT para traducir un término griego que otras traducciones ponen como “mito”. Así, Pablo dice a Timoteo que debía mandar “a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a f. [mitos] y genealogías interminables” (1 Ti. 1:3–4). Se mencionan “fábulas [mitos] profanas y de viejas” (1 Ti. 4:7); “f. [mitos] judaicas” (Tit. 1:14); y “f. [mitos] artificiosas” (2 P. 1:16).

FALÚ Hijo de Rubén (Gn. 46:9; Éx. 6:14). Cabeza de “la familia de los faluitas” (Nm. 26:5).

FAMILIA Grupo de personas relacionadas entre sí por vínculos de consanguinidad o legales (matrimonio). Entre los israelitas el concepto era más amplio, pues también podía influir la cercanía geográfica para que alguien fuera considerado parte de una f. Para los hebreos la f. era una unidad religiosa, además de social (Éx. 12:3). La f. israelita era esencialmente patriarcal. Los individuos se agrupaban en f., éstas formaban un clan, los clanes una tribu y las tribus “el pueblo de Israel”. La palabra “clan” no se usa en la Biblia, pero el concepto aparece con el uso en plural de f. (“... la tribu que Jehová tomare, se acercará por sus f.; y la f. que Jehová tomare, se acercará por sus casas; y la casa que Jehová tomare, se acercará por los varones” [Jos. 7:14]). Las ideas de casa y familia muchas veces aparecen unidas, de manera que se hablaba de criar una f. como “edificar la casa” (Dt. 25:9–10). Era usual que los miembros de una f. se dedicaran a la práctica de un mismo oficio, por lo cual a veces se identificaban por ello (“...las familias de los que trabajan lino en Bet-asbea” [1 Cr. 4:21]).

Existía una gran solidaridad entre los miembros del grupo familiar, como puede verse por el deber que existía del “vengador de la sangre” (Nm. 35:12, 19), según el cual un pariente tenía que ejecutar la pena de muerte sobre el asesino de un miembro del grupo. Si un pariente se veía en necesidad de vender su libertad por causa de deudas, uno de los miembros del grupo debía rescatarlo. Lo mismo pasaba si vendía una propiedad por razones de pobreza (Lv. 25:25, 47–49).

Se establecieron en el Pentateuco prohibiciones para las uniones sexuales entre parientes cercanos. Se consideraban así al padre, a la madre, a la esposa del padre, la hermana (fuera hija del padre o de la madre), la nieta (fuera hija de un hijo o de una hija), la hija de la esposa del padre, la hermana del padre o tía, la hermana de la madre o tía, el hermano del padre y su esposa, la esposa del hijo o nuera y la esposa del hermano o cuñada (Lv. 18:6–18; 20:11–17). Aunque se permitía la poligamia, no se podía tomar por esposa a una mujer junto con su hija, o con una nieta (Lv. 18:17; 20:14). Tampoco se permitía el matrimonio con dos hermanas, mientras viviera una de ellas (Lv. 18:18). Es evidente que algunas de estas prohibiciones no existían en tiempos patriarcales, puesto que •Sara era medio hermana de Abraham (Gn. 20:12) y Jacob casó con dos hermanas, •Lea y •Raquel (Gn. 29:21–28).

El padre, como cabeza de la f., era el dueño de las propiedades. Debía cuidar de su f. con benevolencia, mostrando amor a todos sus miembros, pero no era raro que se establecieran diferencias, como el caso de Isaac y Rebeca, que preferían, el uno a •Esaú y la otra a Jacob (Gn. 25:28). La bendición patriarcal que se describe en Gn. 27 en cuanto a estos dos hijos, estaba relacionada con los derechos de herencia y la distribución del patrimonio familiar.

La madre, aunque subordinada al marido, ocupaba un puesto de honor y autoridad, como puede verse en los casos de Sara (Gn. 21:12) y la esposa de •Manoa (Jue. 13:23). Ese papel

especial se ve con más relevancia en el tratamiento que se daba a las progenitoras de los reyes, que son llamadas reinas madres, como puede verse por el tratamiento que dio Salomón a Betsabé (1 R. 2:19). El rey Asa “privó a su madre Maaca de ser reina madre, porque había hecho un ídolo de Asera” —1 R. 15:13). Si una mujer enviudaba y no tenía un hijo que pudiera ser el responsable, pasaba a ser la cabeza de la f. (2 R. 8:1–6). El no tener ese hijo, añadido a la ausencia del esposo, ponía a las viudas en situación de desventaja social, en un desamparo. Por eso se hacía énfasis en el deber de protegerlas (“No torcerás el derecho del extranjero ni del huérfano, ni tomarás en prenda la ropa de la viuda” [Dt. 24:17]).

Se consideraba una gran desgracia el no tener hijos, como puede verse por la expresión de Raquel a Jacob (“Dame hijos, o si no, me muero” [Gn. 30:1]). Así, la abundancia de hijos era tenida como una bendición (“Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos” [Sal. 127:5]). La educación de los hijos varones era responsabilidad mayormente de la madre mientras eran niños, pero pasaba a ser responsabilidad principal del padre a partir de cierta edad. En el caso de las muchachas la educación estaba siempre a cargo de la madre. El control paterno sobre las hijas incluía el derecho de darlas en matrimonio. Si una hija enviudaba, usualmente retornaba a la casa del padre (Gn. 38:11).

La honra a los padres, motivo de uno de los Diez Mandamientos (Éx. 20:12), era una cosa exigida y loada. La primera manifestación de esa honra era la obediencia (“Cada uno temerá a su madre y a su padre” [Lv. 19:3]). Tan importante se le consideraba que el infringir ese mandamiento era penado con la muerte (Éx. 21:15; Lv. 20:9; Dt. 21:18–21; 27:16). El incumplimiento del mandato de honrar a los padres era tomado como una demostración de decadencia social. Así, Ezequiel profetiza: “Al padre y a la madre despreciaron en ti; al extranjero trataron con violencia en medio de ti” (Ez. 22:7). El término “hermano” era usado a menudo para referirse a primos y hasta parientes relativamente lejanos. Así, Abraham llama a Lot “hermano” (Gn. 13:8), y se habla de la persona que sería “sumo sacerdote entre sus hermanos” (Lv. 21:10).

FANUEL Padre de Ana, la profetisa “de edad muy avanzada” que estuvo presente cuando el Señor Jesús fue presentado en el •templo (Lc. 2:36).

FARAÓN (La gran casa). Originalmente el término se usaba para designar el palacio donde vivía el rey de Egipto, pero a mediados de la decimoctava dinastía (1575–1308 a. C.) se aplicó al gobernante. En la Biblia se aplica siempre al rey de Egipto, añadiéndosele a veces el nombre particular del personaje. En la Biblia se mencionan varios f., pero no es siempre fácil identificarlos con los personajes que se conocen por vía de la historia secular. A continuación la opinión de algunos eruditos.

1. El de tiempos de Abraham. No se sabe exactamente el nombre ni a cuál dinastía pertenecía. Algunos especulan que pudo ser en tiempos de la XI dinastía, que gobernó desde •Tebas a partir del 2134 a. C.

2. El de tiempos de José. No se conoce su nombre. En la •cronología que usamos en este Diccionario, José aparece en la época de los f. Amenemhet II, Senusert II, Senusert III y Amenemhet III. El reino de este último terminó alrededor del 1792 a.C. Pero hay que observar que en la historia de José se mencionan caballos (“y José les dio alimentos por caballos” [Gn. 47:17]). Se sabe que este animal fue introducido en Egipto por los hicsos en su invasión desde Siria en una época posterior. Los hicsos gobernaron Egipto entre los años 1720 al 1550 a. C.

3. El que no conocía a José. No se conoce su nombre. Según la •cronología que usamos en este Diccionario, pudo haber sido Amenemhet IV, que gobernó del 1792 al 1782 a.C. Esto, de nuevo, no concuerda con lo mencionado anteriormente sobre el gobierno de los

hicsos. El término hicso, entre los egipcios, significaba “gobernantes extranjeros”. Eran semitas. ¿Explicaría esto el hecho de que José, un semita, fuera colocado en posición tan relevante? Hasta el momento sólo se pueden hacer especulaciones sobre el particular.

4. El de tiempos del éxodo. Probablemente Amenofis II (1450–1423 a. C.). Hijo de Tutmosis III, llamado por algunos “el Faraón de la opresión”.

5. El de tiempos de David. Probablemente Amenenope, de la XXI dinastía, dio asilo a •Hadad, príncipe edomita, tras la masacre que hizo Joab de su pueblo. Hadad casó con “la hermana de la reina Tahpenes” (1 R. 11:15–25).

6. El suegro de Salomón. Sianum, de la XXI dinastía (1090–945 a. C.). Salomón se casó con su hija (1 R. 3:1; 7:8).

7. Sisac. Sesón I, de la XXII dinastía (libia) (945–924 a. C.). Invadió a Judá en tiempos de •Roboam (1 R. 14:25). Dio refugio a Jeroboam (1 R. 11:40; 2 Cr. 10:2).

8. Zera. Se trata de Osorkón I, sucesor de Sisac (910–869 a. C.), o uno de sus generales. Derrotado por el rey Asa (2 Cr. 14:9–14).

9. So. El •f. con el cual el rey •Oseas trató de aliarse, lo que provocó la invasión de •Salmanasar y la toma de Samaria (2 R. 17:1–6). Algunos identifican a este f. con Osorkón IV, de la XXIII dinastía.

10. Tirhaca. Taharka, de la XXV dinastía (688–663 a. C.). Con él hizo alianza •Ezequías (2 R. 18:21; 19:9).

11. Necao. Nejo II, de la XXVI dinastía (609–594 a. C.). Mató al rey •Josías en una batalla en •Meguido (2 R. 23:29–30).

12. Hofra. Apris, de la XXVI dinastía (588–568 a. C.). Fue el f. de tiempos de Jeremías, quien predijo que sería derrotado por sus enemigos (Jer. 44:30).

FARES (Rotura, brecha). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de •Judá y •Tamar. Cuando su madre fue a “dar a luz, he aquí gemelos en su seno”. A pesar de que su hermano “sacó la mano” primero, F. logró salir como primogénito del vientre de su madre, por lo cual ella dijo: “¡Qué brecha te has abierto!” (Gn. 38:27–29). F. aparece en la ascendencia de David y en la del Señor Jesús (Rt. 4:12, 18; Mt. 1:3; Lc. 3:33). Otra forma de este mismo nombre es “Perez”, y así es usado en algunas traducciones.

2. Grupo familiar descendiente de F., “los hijos de F.” (1 Cr. 27:3). Al regreso del exilio “habitaron algunos” de ellos en Jerusalén (Neh. 11:4).

FARESITAS Descendientes de •Fares.

FARFAR Río de Siria. Se menciona en la historia de •Naamán (“Abana y f., ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel?” [2 R. 5:12]). Se trata de un tributario del río •Abana. Nace en la ladera oriental del monte Hermón. Hoy se le conoce como “Awaj”.

FARISEO Josefo habla de tres sectas de los judíos: los f., los saduceos y los esenios. Los f. florecieron en el período del segundo •templo. Se consideraban a sí mismos como herederos

de las tradiciones de •Esdras, a quien veían como el fundador del judaísmo, después de Moisés. Aceptaban la llamada “ley oral”, en adición a la Torá, como fundamento de su fe. Creían en la resurrección, y en que Dios daba recompensas en esta vida y en la posterior. Aceptaban la predestinación como compatible con el libre albedrío del hombre y hacían esfuerzos por adaptar a los tiempos recientes las viejas ordenanzas, haciendo para ello sus propias interpretaciones de la ley. Su meta en la vida era conseguir la santidad por medio de una estricta observancia de la ley. En general, representaban las creencias de la mayoría del pueblo, que les tenía gran respeto y cuya vida religiosa casi controlaban.

El nombre de f. viene del arameo parash, ser separado o apartado. Por tanto, los f. se consideraban “los separados”, especialmente con el sentido de “los que se apartan para no contaminarse”. La secta nació probablemente como una reacción contra las tendencias helenizantes que causaron también la guerra de los Macabeos, aunque el nombre de f. vino a ser utilizado después de terminadas éstas. Desde sus inicios entraron en contradicción con los saduceos, a causa del control que éstos ejercían sobre las actividades del •templo. Los f. creían en un Dios omnipotente, omnipresente, todo justicia y misericordia, que amaba sus criaturas y exigía que los hombres anduvieran en sus caminos. Dios no podía ser concebido en forma antropomórfica. Cuando tenían que mencionarlo, preferían usar los términos el Creador del mundo o la Divina Presencia (Shekkinah).

Aunque competían con los saduceos, se unieron a éstos en el afán de perseguir al Señor Jesús, quien no dejó de reconocer que los f. habían elaborado un concepto de justicia, pero predicaba que era necesario superar ese concepto, “hacer más”, para entrar en el reino de los cielos (Mt. 5:20). Por otra parte, el Señor Jesús criticaba a los f., no tanto por su doctrina, como por su poca práctica de los enunciados que enarbolaban. En efecto, el Maestro recomendaba a sus seguidores que guardaran e hicieran todo lo que los f. enseñaban, añadiendo: “Mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” Mt. 23:2–3). A ese decir y no hacer el Señor Jesús lo llamó hipocresía (Mt. 16:6–11), cosa que criticó fuertemente (Mt. 23:13–29).

A pesar de esto, muchos f. se acercaron al Señor; le invitaban a sus casas (Lc. 7:36; 11:37). Nicodemo era un f. (Jn. 3:1). Pablo lo fue (Fil. 3:5). En el principio de la Iglesia, “algunos de la secta de los f. que habían creído” fueron los que trataron de obligar a los gentiles a circuncidarse y guardar la ley de Moisés (Hch. 15:5).

FAROS Padre de una persona que trabajó en la reconstrucción del muro de Jerusalén (Pedaías) (Neh. 3:25).

FE Gracia mediante la cual Dios capacita al hombre para creer en él y confiar plenamente en sus promesas. La f. tiene su origen en Dios mismo, que la da (“Porque por gracia sois salvos por medio de la f.; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” [Ef. 2:8]). El Señor Jesús es el “autor y consumador de la fe” (He. 12:2). Aunque la palabra “creer” es la que más se utiliza hablando de la f., no se puede limitar el significado de ésta a la acepción más simple de ese término, porque “los demonios creen y tiemblan” (Stg. 2:19). Pablo reconoció que el rey Agripa creía a los profetas (Hch. 26:27). El hombre es capaz de creer en la veracidad de algunos hechos históricos, o en un conjunto de dogmas, o de doctrinas, o en una ideología, o en una religión. Esa capacidad del hombre para creer está incluida en lo que la Biblia llama “tener f.”, pero es sólo una parte de algo mucho más extenso y profundo, siempre vinculado con el evangelio. En el sentido bíblico ese acto intelectual va acompañado de otros que son volitivos y emotivos. Intelecto, voluntad y emociones se conjugan en el acto de f.

En el AT se utiliza la palabra f. sólo dos o tres veces (Nm. 35:30; Is. 57:11; Hab. 2:4). Probablemente en el caso de Habacuc es donde el concepto está más cercano al del NT, pues el profeta dice que ante la amenaza de desastres que realizarían los caldeos, el justo tenía que

vivir por la f., creyendo en que Dios haría su obra de todos modos. Pero aunque el término no sea abundante, el concepto sí que lo es. Está presente en el uso de he’emin, palabra hebrea para creer. La religión de los hebreos fue siempre una religión de •esperanza, comenzando desde Abraham, quien “creyó en esperanza contra esperanza.... por lo cual su f. le fue contada por justicia” (Ro. 4:18, 22). La exhortación de Josafat al pueblo: “Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados” (2 Cr. 20:20), bien que puede resumir la posición del AT. Repetidas veces se enfatiza la confianza en Dios como modelo de virtud y piedad. “Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria” (Sal. 20:7).“En su santo nombre hemos confiado” (Sal. 33:21). Los héroes del AT, nos dice el autor de Hebreos, confiaban en Dios, creían a Dios, daban por ciertas cosas que no veían. Aunque todos ellos murieron “sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (He. 11:1–40), el NT les reconoce que vivieron por f.

En el NT, sin embargo, el término f. es ampliamente utilizado. La palabra griega es pistis, que aparece doscientas treinta y nueve veces, veinticuatro de ellas en los evangelios sinópticos. El verbo “creer” (gr. pisteuo) se repite a través del todo el NT doscientas veintisiete veces. Es interesante notar que el Evangelio de Juan no usa la palabra f., pero, en cambio, emplea pisteuo (creer) ochenta y cinco veces (los sinópticos lo hacen sólo unas treinta y tres veces). Esto demuestra la importancia del tema en el nuevo pacto.

En algunas ocasiones se habla de f. con el sentido simplemente de confiar. El Señor Jesús dijo de sus discípulos que eran “hombres de poca f.” (Mt. 8:26). Reconoció la f. en la mujer que tocó su manto buscando sanidad (Mt. 9:22). Le dijo a la mujer cananea: “Oh mujer, grande es tu f.” (Mt. 15:28). Reconvino a los fariseos por su falta de f. (Mt. 23:23). Y alabó a un centurión diciendo: “Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta f.” (Lc. 7:9). Por lo tanto, ese tipo de f. o confianza es algo posible en los hombres, que la tienen en mayor o menor grado.

Pero en la mayoría de las ocasiones, cuando el NT habla de f., por lo general se está haciendo referencia a lo que se llama en lenguaje teológico corriente “f. salvadora”, que va muchísimo más lejos, puesto que encierra una confianza absoluta en Dios y su palabra, así como una entrega de todo el ser a ese Dios en quien se cree y se confía. Tan importante es la f., el creer, en el NT, que los servidores de Dios son llamados “creyentes”.

Con ese sentido, debe considerarse a la f. como el instrumento que Dios le provee al hombre para que pueda conocerle. Es, pues, una herramienta de conocimiento para el ser humano, adicional a la razón. Muchas cosas de Dios pueden conocerse por vía de la razón, “porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Ro. 1:20). Pero la razón, como instrumento para el conocimiento de Dios, tiene sus límites. Para ir más allá de ellos, entonces, es necesario que Dios provea de otro medio cognoscitivo. La fe es la provisión de Dios para que le conozcamos. Es comprensible, pues, que los hombres en su teoría del conocimiento digan que no pueden aceptar las cosas que los creyentes aceptan. No pueden hacerlo porque no disponen del mecanismo de la fe, que es un don de Dios (“no es de todos la f.” [2 Ts. 3:2]). Y al no tenerlo, no pueden reconocer siquiera su existencia como medio de conocimiento. Por eso sólo aceptan la razón. Sin embargo, “no tienen excusa”, precisamente porque lo que sí pueden entender por medio de ésta debía serles más que suficiente para, por lo menos, glorificar a Dios y darle gracias, lo cual no hicieron, sino que “se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” (Ro. 1:21). ¿Cómo aceptaría la razón humana la expresión de Pablo de “que habite Cristo por la f. en vuestros corazones” (Ef. 3:17)? Lo que haría sería recordarnos la ley de la física en cuanto a que dos cuerpos no pueden ocupar un mismo lugar en el espacio. A lo más que llegaría sería a

reconocer en esa expresión una significación poética, una figura literaria. Pero el creyente sabe que no es así. La f. es el mecanismo que le permite conocer las realidades del mundo del espíritu, donde no gobiernan las leyes del tiempo y el espacio.

Para el que no tiene el don de la f. una gran cantidad de expresiones bíblicas aparentan ser unos galimatías. Que somos “salvos por medio de la f.” (Ef. 2:8), que fuimos “sepultados en él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la f. en el poder de Dios” (Col. 2:12), que tenemos “acceso con confianza por medio de la f.” (Ef. 3:12), etcétera. Estas aseveraciones son imposibles de aceptar para una mente que sólo utilice la razón. Pero los creyentes dicen: “Por la fe entendemos...” (He. 11:3).

En el NT se utiliza también el término f. para señalar al evangelio y el conjunto de doctrinas que de él se derivan. Casi siempre se usa la expresión “la f.” Así, se habla de guardar la f. (2 Ti. 4:7); los creyentes son animados a combatir “unánimes por la f. del evangelio” (Fil. 1:27) y a contender “ardientemente por la f. que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 3). Los que van a ser considerados líderes entre los cristianos deben ser examinados para ver que “guarden el misterio de laf. con limpia conciencia” (1 Ti. 3:9). “En los postreros tiempos algunos apostatarán de la f., escuchando a espíritus engañadores” (1 Ti. 4:1).

FEBE (Radiante). “Diaconisa de la iglesia en Cencrea” que Pablo recomienda a los hermanos de Roma pidiendo que la ayuden “en cualquier cosa en que necesite”, reconociendo que “ella ha ayudado a muchos”, incluyendo al mismo apóstol (Ro. 16:1–2). Muchos piensan que fue la portadora de la carta a los •Romanos. Parece que era una persona de ciertos medios económicos.

FELIPE (Amante de caballos). Nombre de personas del NT.

1. Uno de los doce apóstoles (Mt. 10:3; Mr. 3:18; Lc. 6:14). Fue uno de los primeros discípulos del Señor Jesús, a quien conoció “el siguiente día” del bautismo de éste por •Juan el Bautista. Inmediatamente “F. halló a Natanael”, a quien testificó sobre el Cristo (Jn. 1:43–45). Estuvo presente en el milagro de la alimentación de cinco mil personas. Antes Jesús le había preguntado: “¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” (Jn. 6:5). “F. era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro” (Jn. 1:44). En esa región había muchos griegos o judíos helenizados, lo cual probablemente motivó que “ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.... se acercaron a F..... y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús” (Jn. 12:20–22). Cuando Cristo dijo que era“ el camino, y la verdad, y la vida” y que nadie vendría al Padre si no era por él, F. contestó: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, F.?” (Jn. 14:6–9). Participó en la elección del sustituto de Judas (Hch. 1:13). No se conoce la vida posterior de F. Una tradición dice que falleció de muerte natural en Hierápolis. Otros dicen que fue crucificado.

2. Hijo de •Herodes el Grande. Su madre se llamó Mariana. Fue el primer esposo de •Herodías. Ésta le abandonó para vivir con •Herodes Antipas, que era hermano de F. (Mt. 14:3; Lc. 3:19). Según Josefo, aunque F. estaba en la línea de sucesión, su padre lo dejó fuera en su testamento y vivió como persona privada en Roma.

3. Hijo de Herodes el Grande y Cleopatra de Jerusalén. Cuando Juan el Bautista comenzó su ministerio F. era “tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite” (Lc. 3:1). Casó con Salomé, la hija de Herodías. “La región de Cesarea de Filipo” (Mt. 16:13) se llamaba así porque F. construyó una ciudad que llamó •Cesarea en honor del César. Se le decía “de Filipo” para que no se confundiera con la otra Cesarea en la ribera del Mediterráneo. F. gobernó unos treinta y siete años (del 4 a.C. al 34 d. C.).

4. El evangelista. Uno de los “siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” seleccionados “para servir a las mesas” en el principio de la comunidad cristiana (Hch. 6:2–5). Tras la muerte de Esteban “los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.... F., descendiendo a.... Samaria, les predicaba a Cristo”. Muchos se convirtieron, entre ellos •Simón el mago, que “estaba siempre con F.” y quiso luego comprar “el don de Dios” (Hch. 8:4–20). “Un ángel del Señor habló a F.” y le dirigió al desierto “por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza”, donde encontró al •eunuco etíope, a quien predicó y bautizó (Hch. 8:26–40). F. predicó en •Azoto (Asdod) y Cesarea (Hch. 8:40). En esta última ciudad Pablo cuando iba de camino a Jerusalén “entrando en casa de F. el evangelista, que era uno de los siete”, posó con él. F. tenía “cuatro hijas doncellas que profetizaban” (Hch. 21:8–9).

FÉLIX (Lat. Feliz). Procurador romano de Judea del año 52 al 60 d.C. Fue nombrado por el emperador Claudio porque su hermano, el liberto Palas, tenía mucha influencia en Roma. El gobierno de F. fue desastroso. Era hombre cruel y corrupto. Se Casó con •Drusila, que era hija de •Herodes Agripa (Hch. 24:24). Por la mala administración de F. hubo muchos disturbios entre los judíos, algunos de los cuales recurrieron a la violencia. Éstos eran llamados “sicarios” porque usaban de una daga, llamada “sica”, con la cual muchas veces se acercaban a sus víctimas en medio de una multitud y le dejaban clavada el arma en el cuerpo y escapaban en la confusión. En su tiempo hubo “un egipcio que levantó una sedición... y sacó al desierto... cuatro mil sicarios” (Hch. 21:38). Se trataba de un falso profeta que arrastró mucha gente. F. ordenó atacarle y mató a muchos de sus seguidores, aunque el egipcio escapó. Al caer Pablo preso, le confundieron con él. Cuando se conspiró para matarle, el tribuno ordenó que “le llevasen en salvo a F. el gobernador” en Cesarea. Días después F. oyó la acusación de los judíos, que vinieron con “cierto orador llamado Tértulo”. La defensa de Pablo fue contundente, pero F. le dejó preso porque “esperaba... que Pablo le diera dinero para que le soltase”. A los dos años, a causa de los muchos disturbios en Judea, “recibió F. por sucesor a •Porcio Festo; y queriendo F. congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo” (Hch. 23:23–35; 24:1–27).

FENICE (Palmera de dátiles). Puerto al S de la isla de •Creta, al O de Buenos Puertos. Este último fue considerado como “incómodo ... para invernar” por los marinos del barco que llevaba a Pablo a Roma, y quisieron dirigirse “a F., puerto de Creta que mira al NE y SE e invernar allí”, cuando fueron azotados por “un viento huracanado llamado Euroclidón” (Hch. 27:8, 13–14). F. puede que fuera el lugar que hoy se llama Lutro.

FENICIA. FENICIOS Con este nombre conocían los griegos a Canaán. El término está relacionado con phoinix, que significa •“púrpura”, por ser este producto el que le dio fama a la región en un principio. F. comprendía la franja entre los montes del •Líbano y la costa mediterránea desde el •Hermón en el S hasta la ciudad de •Arvad en el N. Incluía las ciudades de •Tiro, •Sidón, •Biblos y Arvad. En términos generales las referencias bíblicas casi siempre son a los habitantes de la costa mediterránea.

La tribu de Aser fue la que quedó más cerca del territorio de los f. Consta que no los pudieron desplazar (Jue. 1:32). Los f. hicieron alianza con David y Salomón. El rey fenicio •Hiram aportó cedros del Líbano y obreros especializados para la construcción del templo, a cambio de productos agrícolas israelitas (1 R. 5:1–18; 2 Cr. 2:2–18). Por la gran experiencia marinera y comercial de los f., Salomón también pactó con Hiram expediciones navieras que “fueron a Ofir y tomaron de allí oro” (1 R. 9:26–28). Posteriormente, el Reino del Norte (Israel) hizo también alianza con los f., casándose el rey •Acab con •Jezabel, hija de Et-baal, rey de los sidonios (1 R. 16:31). El capítulo 27 de Ezequiel es un canto profético que contiene muchos detalles sobre Tiro, los f. en general, y su comercio. Las naves tirias o f., las famosas

“naves de Tarsis” (Is. 23:1) cruzaban todo el Mediterráneo en grandes expediciones comerciales. A finales del siglo IX a.C. los tirios fundaron la ciudad de Cartago.

Inicialmente era Sidón la ciudad más importante, rivalizando con ella Tiro. Pero luego esta última logró la preeminencia por el año 1200 a.C. Eso hizo que los sidonios se aliaran con los asirios en contra de Tiro en días de •Senaquerib. Después se rebelaron contra los asirios, pero fueron derrotados por •Esar-hadón y puestas de nuevo bajo Tiro. •Nabucodonosor capturó la ciudad de Tiro tras un asedio de trece años, cosa que fue profetizada por Jeremías y Ezequiel (Jer. 27:1–11; Ez. 27:31–36). Alejandro Magno la conquistó en el año 332 a. C.

El Señor Jesús recorrió algunos lugares de f., y de allí venían personas a oírle y recibir el beneficio de sus milagros (Mt. 15:21; Mr. 7:24, 31). Tras la persecución que se desató en Jerusalén después de la muerte de Esteban, muchos creyentes fueron a f. y predicaron el evangelio, y se formó una comunidad cristiana que luego fue visitada por el apóstol Pablo (Hch. 11:19; 15:3; 21:2, 3). •Arvad. •Sidón. •Tiro.

FEREZEO (Aldeano). Una de las tribus que habitaban Canaán antes de la llegada de los israelitas. Los f. no eran descendientes de Canaán, sino que probablemente vinieron desde la Anatolia. Vivían mayormente en las cercanías de •Siquem y •Bezec (Gn. 13:7; 15:20; Dt. 7:1; Jos. 17:15). “Y a todo el pueblo que había quedado de los ... f.... que no eran de Israel ... hizo Salomón tributarios” (2 Cr. 8:7–8).

FESTO, PORCIO Procurador de Judea en los años 60–62 d.C. Durante su gobierno aumentó la actividad de los “sicarios” judíos, llamados así porque mataban con una daga pequeña llamada “sica”. Josefo dice que en su tiempo hubo una revuelta causada por un “engañador” que fue seguido por mucha gente al desierto. Posiblemente se trata de “aquel egipcio ... que sacó al desierto los cuatro mil sicarios” (Hch. 21:38). P. F. sustituyó en la gobernación de Judea a Félix, encontrando al apóstol Pablo como prisionero de éste. Los líderes religiosos de Jerusalén le pidieron que trajera a Pablo a esa ciudad, pero habían preparado ellos “una celada para matarle en el camino”. P. F. se negó. Vuelto a Cesarea, P. F. hizo traer al apóstol, quien fue acusado por “los judíos que habían venido de Jerusalén”, pero no podían probar nada. Fue entonces cuando Pablo decidió apelar al César, haciendo uso de sus derechos como ciudadano romano. P. F. diría al rey Agripa y su esposa Berenice que le parecía “fuera de razón enviar un preso y no informar de los cargos que haya en su contra” (Hch. 24:27; 25:1–24). P. F. tuvo otros problemas con los líderes religiosos judíos. El rey Agripa había levantado un piso en el palacio de manera que desde él podía ver el patio del •templo. Los sacerdotes contestaron haciendo levantar una pared que impedía la vista. P. F. ordenó su demolición por razones militares, pero los sacerdotes apelaron a Nerón, quien fue convencido por su esposa Popea para que favoreciera a estos últimos.

FIADOR, FIANZA El que garantiza con su persona o bienes el cumplimiento de una deuda se llama fiador. Aquello que se pone como garantía es la fianza. El verbo arab se usa en hebreo para señalar el acto de hacerse garante de un préstamo o de una promesa. Judá “salió por fiador” ante su padre de que traería de vuelta a •Benjamín (Gn. 44:32). La •prenda era una de las formas de garantizar un préstamo.

En el libro de los Proverbios se hacen muchas advertencias en contra de salir por fiador de otra persona (Pr. 6:1–5; 11:15; 17:18, etcétera). Se recomienda: “No seas de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas” (Pr. 22:26). La expresión “dar la mano” señala el otorgamiento de una fianza. El mismo término que se usa para “fianza” es traducido como “rehenes” en el caso de prisioneros de guerra (2 R. 14:14), porque éstos eran

una garantía de que no habría rebeliones. En el NT, el Señor Jesús es presentado como fiador del nuevo pacto (“Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto” [He. 7:22]).

FICOL Príncipe del ejército de Abimelec I. Junto con éste dijeron a Abraham: “Dios está contigo en todo cuanto haces”, e hicieron pacto con él (Gn. 21:22, 32). Luego, ejerciendo el mismo oficio con Abimelec II, hizo de la misma manera con Isaac (Gn. 26:26).

FIESTAS Antes de recibir la revelación de Jehová, los hebreos venían de una cultura politeísta en la cual se llevaban a cabo muchas f. en honor de diversas deidades. Pero después del éxodo Dios les señaló cuáles serían las que tendrían y por cuáles razones. Esto no quiere decir, sin embargo, que el mandamiento recibido eliminara las fechas de las festividades anteriores. Es posible que continuaran teniendo lugar en las mismas épocas del año, pero ahora lo que hacían era “f. solemne para Jehová” (Éx. 10:9; Éx. 13:6; Lv. 23:2).

Dios ordenó: “tres veces al año me celebraréis f..... También la f. de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo, y la f. de la cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido los frutos de tus labores del campo” —Éx. 23:14–16). En Éx. 34:22 leemos: “También celebrarás la f. de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo, y la f. de la cosecha a la salida del año”.

Las fases de la luna eran muy importantes para los orientales, especialmente los nómadas, pues por ellas medían el mes, que fue durante miles de años la medida de tiempo que se usaba entre el día y el año. Por eso leemos de los levitas en 1 Cr. 23:31, que estaban para “ofrecer todos los holocaustos a Jehová los días de reposo, lunas nuevas y f. solemnes”. En la celebración de la luna nueva se acostumbraba hacer una comida especial para la familia y se hacía un sacrificio, como puede verse en el caso de Saúl, que esperaba que David viniera a esa celebración en los días que decidió huir (1 S. 20:1–29). Es a esta festividad que se refiere Is. 1:14 (“Vuestras lunas nuevas y vuestras f. solemnes las tiene aborrecidas mi alma”). También se lee en Is. 66:23: “... de mes en mes [de un novilunio a otro], y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová”.

“En el séptimo mes, el primero del mes” era día de “sonar las trompetas” (Lv. 23:24; Nm. 29:1). Coincidía con la f. de la cosecha, festejándose así la renovación de los ciclos productivos. Se nos dice que se hacía “a la salida del año” (Éx. 23:16; 34:22). Entre los cananeos se trataba de una celebración del año nuevo. Con el sonido de las trompetas se anunciaba eso a todos, los cuales, a su vez, prorrumpían en gritos de alborozo (el Talmud habla de “clamor”). Por eso dice el Salmista: “Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día señalado, en el día de nuestra f. solemne” (Sal. 81:2–4). Teniendo esta f. como telón de fondo pueden entenderse mejor las palabras del NT sobre el sonar de la trompeta en la segunda venida del Señor Jesús: “Y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta...” (Mt. 24:31). “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo...” (1 Ts. 4:16).

Los cananeos habían dejado de ser nómadas antes de la llegada de los israelitas. Eran pueblos agricultores, asentados en la tierra. Como tales, celebraban con festividades en el novilunio que marcaba el comienzo de año nuevo. La nueva cosecha, pensaba el campesino cananeo, indicaba la renovación del ciclo de la naturaleza. No debía mezclarse, entonces, con nada viejo. Como la levadura se fabricaba con harina fermentada, vieja, ésta se echaba fuera, para no mezclarla con la renovada producción del agro. Es posible que éste fuera el origen de la f. hebrea de los panes sin levadura, lo que nos ayuda a entender mejor las palabras de Pablo: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois.... Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Co. 5:7–8).

Los cananeos celebraban también una gran festividad en la época de la cosecha, como puede verse en Jue. 9:26–27 (“... y los de Siquem pusieron en él [Gaal] su confianza. Y saliendo al campo, vendimiaron sus viñedos, y pisaron la uva e hicieron f.; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron...”). Al salir al campo a vendimiar se confeccionaban cabañas provisionales con ramas para el descanso de los trabajadores. Los israelitas, paralelamente, hicieron de esto una festividad para Jehová, celebrando en la misma fecha (“La f. solemne de los tabernáculos harás por siete días, cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar” [Dt. 16:13]). Pero a las cabañas o tabernáculos les darán otro significado, pues ellos aludirán a la peregrinación de Israel por el desierto (“En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos, para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto” [Lv. 23:42–43]). Con esto como trasfondo se ilumina mucho el pasaje de Ap. 7:9–17, donde aparece una gran cosecha de almas (“una gran multitud ... vestidos con ropas blancas, y con palmas en las manos). Estas palmas aluden a la f. de los tabernáculos, lo cual queda ratificado cuando inmediatamente leemos: ”Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed..."

Con el inicio de la primavera los cananeos celebraban una festividad mediante la cual ofrecían a su dios la primera gavilla cortada, o los primeros frutos. Los israelitas tomaron la f. y la juntaron con otra, la Pascua, durante la cual se hacía el sacrificio, la comida comunal y se hacía uso de panes sin levadura. La significación nueva que dieron los israelitas se relacionaba con la salida de Egipto (“Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto” [Éx. 12:26–27]), que tuvo lugar en el mes de •Abib (“Guardarás el mes de Abib, y harás pascua a Jehová tu Dios; porque en el mes de Abib te sacó Jehová tu Dios de Egipto” [Dt. 16:1]). El NT declararía más tarde que Cristo es “nuestra pascua” que “ya fue sacrificada por nosotros” (1 Co. 5:7).

•Dedicación, Fiesta de la, •Jubileo, Año del, •Pascua, •Pentecostés, •Purim, •Sábado, y •Sacrificios.

FIGELO (Fugitivo). Personaje del cual Pablo dice que le abandonó en un momento de crisis, probablemente cuando estaba preso en Roma. Se nombra con él a otro llamado •Hermógenes (2 Ti. 1:15). Las palabras no sugieren una apostasía de la fe, sino abandono a la persona del apóstol.

FILACTERIA La palabra se deriva de términos griegos que quieren decir “medios de protección”, o amuletos. Los judíos las llaman tefillin (plegarias). Eran cajitas de cuero, de color negro, que se ataban a la frente y en la parte alta del brazo izquierdo (o derecho si la persona era zurda) por medio de tiras o cintas, también de cuero. Dentro de las cajitas se ponían rollos con trozos de la Escritura que venían a representar la Torá (ley). La tradición de su uso se apoyaba en las palabras de Dt. 6:6–9: “Y estas palabras que yo te mando hoy.... las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos” (Éx. 13:9, 16; Dt. 11:18). No se mencionan f. en el AT, pero no debe descartarse la posibilidad de que la interpretación de estos pasajes debía ser literal. En •Qumrán se encontraron restos de f. El Señor Jesús reprochó a los fariseos porque hacían “todas sus obras para ser vistos de los hombres. Pues ensanchan sus f. y extienden los flecos de sus mantos” (Mt. 23:5). Para aparentar santidad, los fariseos aumentaban el tamaño de sus f. y, además, algunos las utilizaban todo el día y no sólo para orar.

FILADELFIA (Amor de hermano). Ciudad en donde estaba una de “las siete iglesias que están en Asia” a las cuales se dirige el Apocalipsis (Ap. 1:4). Átalo II Filadelfo, de •Pérgamo, del cual tomó nombre la ciudad, la fundó alrededor del 140 a.C. como una colonia en el corazón

de la Anatolia para extender la cultura griega. Se infiere de las palabras de Apocalipsis que la comunidad cristiana era pequeña, pero muy fiel (Ap. 3:7–13). Es la moderna Ala Sehr, a unos 120 km al E de •Esmirna.

FILEMÓN Creyente de •Colosas (algunos piensan que de •Laodicea), muy amigo del apóstol Pablo, quien lo llama “amado ... colaborador nuestro” (Flm. 1:1). Era conocido como hombre de muchas buenas obras (“... por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos” [Flm. 1:7]). A él está dirigida la epístola que lleva su nombre.

FILEMÓN, EPÍSTOLA A. Autor y fecha. Es universal la aceptación de esta epístola como escrita por el apóstol Pablo. Figura en la lista del fragmento de Muratori ( •Canon del NT) y era reconocida desde el siglo II d.C. La crítica que se le hacía al documento estaba relacionada con su supuesta superficialidad, observándose que se trata de una carta muy personal, sin el desarrollo de ningún tema de doctrina. Sin embargo, precisamente el carácter doméstico, familiar, el tono íntimo de la carta, en la cual casi siempre se usa la segunda persona del singular, arrojan una valiosísima luz sobre la forma en que el apóstol Pablo se trataba con sus hermanos en Cristo. Pablo, preso en Roma, predica el evangelio y se convierte •Onésimo, un esclavo escapado de Filemón. Ambos decidieron que Onésimo debía arreglar su relación personal con su antiguo amo, por lo cual Pablo le envía con cartas para él, para los hermanos de •Colosas y para los de Laodicea. •Tíquico acompaña a Onésimo en el viaje. Fue escrita alrededor del año 62 ó 63 d.C. Timoteo aparece como coautor de la epístola.

Introducción. Las mismas palabras introductorias de la misiva dan la tónica que ésta tendría en su totalidad, pues el apóstol se presenta humildemente, sin acudir a su autoridad apostólica, sino como “prisionero de Jesucristo”. La carta también va dirigida “a la amada hermana •Apia, y a •Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa” (v. 2). Va a pedir algo, pero quiere conseguirlo, no por obediencia frente a su autoridad, sino por solidaridad y amor entre colaboradores en el evangelio. Nótese que escribe un “prisionero”, a un “amado colaborador”, a una “amada hermana”, a un “compañero de milicia” y a una iglesia.

Buen testimonio de Filemón. El apóstol da gracias a Dios porque había tenido noticias “del amor y de la fe” de Filemón. Este amor y esta fe eran “hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos”. Las buenas obras de Filemón le habían producido “gran gozo y consolación” (vv. 4–7). El conocimiento de estas cosas en cuanto a Filemón le permitían al apóstol hacer con confianza su pedimento.

Onésimo. Pablo sabe que tiene autoridad para ordenar y lo dice, pero aclara que no ordena, sino que ruega (“Siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésimo”). Hace un juego de palabras, porque Onésimo significa “útil” (“el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil”) (vv. 8–11).

La solicitud. Lo que pide el apóstol es que Filemón reciba a Onésimo (“recíbele como a mí mismo”). Pablo hubiera querido retener a Onésimo, pero pensó que no era bueno hacerlo sin el consentimiento de su amigo. Al recibirle, Filemón debía tratar a Onésimo “no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado”. Nótese el uso de la palabra “como”. Pablo no niega que Onésimo seguía siendo esclavo, pero ahora debía ser tratado “como hermano amado” (vv. 12–16).

El garante. Pablo promete pagar cualquier daño del cual fuere responsable Onésimo. Pero le recuerda con dulzura a Filemón que él mismo se debía al apóstol. Expresa que desea

recibir “algún provecho” de su amigo y que por eso le escribía confiando en su obediencia (“sabiendo que harás aun más de lo que te digo” [vv. 17–21]).

Despedida. El apóstol espera ver pronto a Filemón, pues sabe que están orando por él. En toda la epístola, que es muy corta, Pablo ha mencionado sus prisiones unas cuatro veces. Ahora, al terminar, lo hace una quinta vez, cuando envía los saludos de •Epafras (“mi compañero de prisiones por Cristo Jesús” [vv. 22–23]).

FILETO (Amado). Personaje a quien Pablo menciona como hereje, junto con •Himeneo. Éstos “se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección y a se efectuó” (2 Ti. 2:17–18).

FILIPENSES. EPÍSTOLA A LOS Carta escrita a los hermanos de •Filipos, la primera iglesia fundada en Europa.

Autor y fecha. Fue escrita por el apóstol Pablo, desde su prisión en Roma, entre los años 61–63 d.C. Se han planteado otras dos teorías sobre la fecha y el lugar. Unos alegando que la carta fue enviada desde una prisión en •Cesarea y otros desde una prisión en •Éfeso. Según se acepte una u otra, la fecha posible para la redacción de la carta variaría, pero hasta ahora los argumentos se inclinan a favor de la prisión en Roma.

Circunstancias históricas. Desde su misma fundación, la iglesia de Filipos mantuvo una estrecha relación de amor con el apóstol Pablo, apoyándole financieramente en sus empresas misioneras (“... por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora” [Fil. 1:5]). Eso lo hicieron a pesar de su “profunda pobreza” (2 Co. 8:1–3). Cuando estaba en •Tesalónica, le enviaron una ofrenda (Fil. 4:16). Lo mismo cuando estaba en •Corinto (2 Co. 11:9). Cuando supieron que el apóstol estaba preso, le enviaron otra ofrenda por mano de •Epafrodito, que la llevó corriendo muchos riesgos (Fil. 2:25, 30). Así se enteró Pablo del estado de la iglesia, en el cual sobresalían algunas divisiones internas, así como otras dificultades. Por eso decide escribirles una carta de agradecimiento, aprovechando la ocasión para dar consejos pertinentes a la fe y los problemas que enfrentaban.

Características. Sobresale el tono personal de la carta, su cordialidad y las reiteradas menciones de la palabra “gozo” que realiza (unas dieciséis veces, en forma de verbo o sustantivo). Es maravilloso contemplar al apóstol Pablo hablar en esta forma cuando las circunstancias que le rodeaban eran tan negativas. Pero la clave está en la centralización que hace de la persona de Cristo, a quien menciona constantemente. Esto se manifiesta por la continua mención de frases como “en Cristo”, “en él”, o “en el Señor”. Y también por el uso frecuente de la idea de comunión (koinonía) o participación, que aparece en Fil. 1:5, 7; 2:1; 3:10; 4:14–15. Otra palabra que se menciona mucho (siete veces) es “evangelio” (1:5, 7, 12, 27; 2:22; 4:3, 15).

Introducción. La carta es dirigida por Pablo y •Timoteo “a todos los santos ... con los obispos y diáconos”. El saludo incluye una acción de gracias a Dios y el testimonio de que siempre les recuerda en oración, a causa de la “comunión en el evangelio” que han tenido los hermanos, a quienes ama “con el entrañable amor de Jesucristo”. Ora por ellos para que sean “llenos de frutos de justicia” (Fil. 1:1–11).

Las prisiones de Pablo. “Han redundado más bien para el progreso del evangelio”, pues “se han hecho patentes” y han animado a otros a predicar. Aunque no todos lo hacen sinceramente, hay quienes actúan por amor y, de todos modos, “Cristo es anunciado”, lo cual es causa de gozo (Fil. 1:12–18).

La disyuntiva. El apóstol espera que todo resultará en su liberación y en que “será magnificado Cristo” en su cuerpo “o por vida o por muerte”. Cualquiera que fuera el

resultado, para él “el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”, pero se siente “puesto en estrecho” porque no sabe qué escoger, ya que quiere “partir y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor, pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”. Confía en que se quedará y les anima a estar firmes, sin temor a “los que se oponen” (Fil. 1:19–30).

Exhortación a la unidad. Pablo quiere que los filipenses estén “unánimes, sintiendo una misma cosa”. Para ello es imprescindible que nada se haga “por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad”. Así, pone el ejemplo del Señor Jesús describiendo los siete pasos de su humillación en un pasaje que muchos piensan que era un himno del cristianismo primitivo (Fil. 2:1–11).

Exhortación a la obediencia. El apóstol reconoce que los filipenses siempre han sido obedientes y espera que ahora también lo serán. Que deben ocuparse de su “salvación con temor y temblor”, procurando ser “irreprensibles y sencillos ... en medio de una generación maligna y perversa” (Fil. 2:12–18).

Timoteo y •Epafrodito. Pablo quería enviar a Timoteo hacia Filipos y le alaba diciendo “que como hijo a Padre” había servido con él “en el evangelio”, pero debe ver antes cómo irían sus asuntos del juicio. Por eso les devuelve a Epafrodito, quien había estado enfermo, “próximo a la muerte”. Les exhorta a que lo reciban “en el Señor, con todo gozo” (Fil. 2:19–30).

Advertencias sobre los judaizantes. El apóstol llama “perros ... malos obreros ... mutiladores del cuerpo” a los que quieren forzar a los gentiles a circuncidarse. “Los que en espíritu servimos a Dios” son “la circuncisión” “no teniendo confianza en la carne”. Él mismo les recuerda que tendría motivos para gloriarse en sus privilegios como judío, pero todas esas cosas las había “estimado como pérdida por amor de Cristo”, el cual era su suprema vocación (Fil. 3:1–14).

Los enemigos de la cruz. Los filipenses deben seguir el ejemplo de Pablo y cuidarse, porque “por ahí andan muchos”, cuyo fin “será perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal”. Llama su atención a la esperanza bienaventurada del creyente, la venida de Cristo “el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra” (Fil. 3:15–21).

Recomendaciones finales. Pablo llama a la unidad a dos hermanas que aparentemente tenían diferencias. A todos anima a regocijarse en el Señor y a dedicar sus mentes a pensar en “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre...” (Fil. 4:1–9).

Las gracias por la ofrenda. La ayuda que los filipenses le enviaron le produjo gran regocijo, aunque él sabía contentarse en todas las situaciones (“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia.... Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”). Reitera las gracias por las otras ofrendas que le habían enviado y espera que el Señor suplirá “todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Se despide con unos saludos finales (Fil. 4:10–23).

FILIPOS Ciudad en el NE de Macedonia, cerca de la frontera de Tracia, a unos 14 km de su puerto de mar, que era •Neápolis. En la antigüedad había en sus cercanías minas de oro. Filipo, el padre de Alejandro Magno, le dio su nombre. En el año 42 d.C. las fuerzas de quien fuera luego •Augusto César vencieron a los ejércitos de Bruto y Casio cerca de F., por lo cual ésta fue hecha colonia romana (Hch. 16:12), consiguiendo sus habitantes el derecho a la ciudadanía romana, lo que determinó que buena parte de su población en los días de Pablo fuese de origen latino. Residían allí, además, muchos veteranos de las legiones romanas.

La primera comunidad cristiana en territorio europeo nació cuando Pablo hizo caso a la visión del varón macedonio que pedía ayuda, y viajó a Neápolis y de allí a F. (Hch. 16:9–12). La primera persona convertida fue •Lidia de Tiatira (Hch. 16:13–15). Pablo sanó a “una muchacha que tenía espíritu de adivinación”. Sus amos, que vieron perdidas sus ganancias, le llevaron “a los magistrados”. Éstos, sin averiguar ni percatarse de que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, les azotaron y les echaron en la cárcel. Su salida de allí y la conversión del carcelero se narran en Hch. 16:23–40, destacándose la circunstancia de que Pablo exigiera el respeto a sus derechos como ciudadano romano. La iglesia de F. conservó lazos de afecto y solidaridad con el apóstol, enviándole ofrendas, lo que motivó la epístola a los Filipenses (2 Cor. 8:1–6; 11:9; Fil. 1:1–8).

FILISTEA En la Biblia es el territorio entre •Gaza y •Jope, en la llanura costera de •Canaán, habitada por los filisteos, llamada en hebreo peleset. Incluía cinco ciudades principales: •Gaza, •Asdod, •Gat, •Ascalón y •Ecrón. Por la permanente enemistad con Israel encontramos profecías en su contra, tales como Is. 14:28–32 (“... disuelta estás toda tú, F.”) y Jer. 25:20, en la cual la copa de la ira de Dios es dada a beber “a todos los reyes de la tierra de F.” (Jer. 25:15, 20). El patronímico “Palestina”, aplicado a toda Canaán viene de “tierra de los filisteos”. No es un uso bíblico. Aparece por primera vez en los escritos de Herodoto.

FILISTEOS Pueblo que en dos oleadas emigró hacia la costa de Canaán, alrededor de los siglos XIII y XI a.C. desde el mar Egeo, especialmente •Creta, que en la Biblia es llamada •Caftor (Dt. 2:23; Jer. 47:4 Am. 9:7). En la primera de ellas vinieron los f. de •Gerar, que fueron amigos de Abraham (Gn. 20 al 21) y estaban gobernados por una persona que usaba el título de •Abimelec, “rey de los filisteos” (Gn. 26:1). Los que vinieron más tarde ocuparon cinco ciudades, cada una de ellas con su rey. Adoptaron la cultura de los cananeos, especialmente su religión. Todos los dioses de los f. que se mencionan son cananeos, como •Dagón, •Baal-zebub, •Astoret, etcétera. Su llegada no fue muy anterior a la de los israelitas, pero manejaban mejor la tecnología del hierro. En la rivalidad suscitada entre los dos pueblos, los f. trataron de monopolizar esa técnica “para que los hebreos no hagan espada o lanza” (1 S. 13:19–22).

Mientras que los egipcios, los moabitas, los edomitas y otros pueblos practicaban la circuncisión al igual que los israelitas, los f. eran incircuncisos (Jue. 14:3). Los jefes de los f. eran llamados en hebreo seranim, o líderes. Su reunión podía anular la decisión del rey o jefe principal, como en el caso de •Aquis y David (1 S. 29:1–11). Los conflictos entre israelitas y f. muchas veces terminaron en victorias para estos últimos. Se nos dice de los israelitas que “Jehová ... los entregó en mano de los f.”, quienes los oprimieron (Jue. 10:7, 11). Los choques eran mayormente con las tribus de Judá y Dan, como puede verse por las historias de •Sansón, quien tras muchos encuentros con los f. murió en el •templo de Dagón (Jue. 13 al 16). Los f. llegaron en una ocasión a capturar el •arca de Jehová (1 S. 4 al 6). Finalmente la victoria se definió del lado israelita, pues “David derrotó a los f. y los sometió” (2 S. 8:1).

FILÓLOGO (Amigo de la palabra). Creyente de Roma a quien Pablo saluda en su carta a los hermanos de esa ciudad (Ro. 16:15). Por la redacción del saludo, que incluye “a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los santos que están con ellos” parece que eran un grupo o una familia.

FILOSOFÍA Tradicionalmente, en el pensamiento griego, el amor a la sabiduría, a la ciencia, al saber. A ella se refirió Pablo al escribir que “los griegos buscan sabiduría”, diciendo que “el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría [filosofía]” (1 Co. 1:21–22). El NT menciona específicamente a los filósofos •estoicos y •epicúreos, los cuales disputaban con Pablo en •Atenas (Hch. 17:18).

El apóstol evidencia un amplio conocimiento de la f. griega. Y no tiene problema alguno en utilizar las ideas de los filósofos para predicar el evangelio. En su discurso en el Areópago de Atenas el apóstol citó a dos conocidos poetas-filósofos, Epiménides y Arato. Dice la Escritura que “algunos creyeron” (Hch. 17:16–34).

Sin embargo, cuando algunas personas trataron de confundir a los creyentes de Colosas, les advirtió: “Mirad que nadie os engañe por medio de f. y huecas sutilezas”, las cuales son “según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Col. 2:8). Parece que algunos introdujeron ideas que trataban de conciliar los planteamientos filosóficos griegos con el mensaje del evangelio. También el apóstol advierte a Timoteo que evite “los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe” (1 Ti. 6:20–21).

Aunque el término ciencia es en el original griego gnosis, no se debe confundir con el •gnosticismo, pues éste es un movimiento del siglo II. Pero la mayoría de los estudiosos están de acuerdo que aun en el período precristiano existían ideas que pueden ser consideradas como semilla del gnosticismo. De todos modos, es evidente que esa “falsamente llamada ciencia” es una referencia a alguna clase de pensamiento filosófico que trataba de infiltrarse en la iglesia. •Colosenses, Epístola a los.

FINEES Nombre de personas del AT.

1. Hijo de •Eleazar. Nieto de •Aarón (Éx. 6:25; Esd. 7:5). Se destacó cuando “el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab” y “un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita ... mientras lloraban ellos” por causa de una plaga. F. “alanceó a ambos”, lo cual hizo apartar el furor de Jehová, por lo cual recibió la promesa de un “sacerdocio perpetuo”, por cuanto “tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel” (Nm. 25:1–13). “F.... fue a la guerra con los vasos del santuario, y con las trompetas en su mano para tocar” en la campaña contra Madián (Nm. 31:6). Presidió una delegación enviada a averiguar la razón por la cual “los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron ... un altar junto al Jordán”, y recibió la explicación, que fue aceptada como satisfactoria (Jos. 22:10–30). Al morir Eleazar, “lo enterraron en el collado de F. su hijo ... en el monte de Efraín” (Jos. 24:33). F. aparece ministrando delante del “arca del pacto” en •Bet-el cuando la guerra civil contra los benjamitas (Jue. 20:28). En 1 Cr. 9:19–20 dice que “F. hijo de Eleazar fue antes capitán sobre” un grupo de levitas, esto es, que fue cabeza de su familia.

2. Uno de los dos hijos de •Elí (1 S. 1:3), que “eran hombres impíos y no tenían el conocimiento de Jehová” (1 S. 2:12). Muerto por los filisteos en la batalla en la cual éstos capturaron el arca (1 S. 4:11). Cuando su esposa supo la noticia dio a luz a •Icabod (1 S. 4:19–22).

3. Progenitor de Eleazar, uno de los sacerdotes que regresaron con Esdras del exilio (Esd. 8:2). Eleazar tomó parte en el pesaje de “la plata, el oro y los utensilios” dedicados para la casa de Jehová (Esd. 8:33).

FLECOS Por la literatura acádica antigua sabemos que en Mesopotamia se acostumbraba poner en los ruedos de ciertas vestiduras unos f. que eran usados como simbólicos de la persona que los llevaba. Así, se lee en un texto acádico que alguien tomó por los f. a otra persona y la obligó a ir al tribunal. También los f. servían para identificarse y humillarse ante otro. Se dice en una carta de •Mari: “Yo, que me aferro al ruedo de tu vestido, imploro a vuestra divina majestad”. La ley, entonces, ordenó que los israelitas se hicieran f. en sus mantos como un

símbolo de acatamiento e identificación con Dios (“Te harás f. en las cuatro puntas de tu manto con que te cubras” (Dt. 22:12). Y: “Que se hagan franjas en los bordes de sus vestidos.... para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos de Jehová, para ponerlos por obra” (Nm. 15:38–39). Por eso todo judío piadoso en el borde de su manto hacía un deshilachado, anudado en la base como una borla, que dejaba colgar los hilos. Después del exilio la costumbre quedó reducida a hacerlo sólo en los mantos ceremoniales para fines de oración, llamados en hebreo tallit, con los cuales los judíos se cubrían al orar. Pero las personas muy religiosas lo llevaban encima todo el tiempo, como símbolo de su acatamiento a la Torá y su sumisión a la voluntad de Dios. Algunos piensan que el Señor Jesús usaba un tallit. Así, la mujer con flujo de sangre que vino por detrás de él tocó “el borde de su manto”, es decir, los f. de su tallit (Mt. 9:20; Mr. 5:27; Lc. 8:44). De igual manera en •Genesaret los enfermos “le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que lo tocaron, quedaron sanos” (Mt. 14:36; Mr. 6:56). El Señor Jesús criticó a los escribas y fariseos porque extendían “los f. de sus mantos” para exhibir su supuesta santidad (Mt. 23:5).

FLEGONTE (Ardiente). Creyente de Roma al cual Pablo saluda en su epístola a los hermanos de esa ciudad (Ro. 16:14).

FORNICACIÓN En el AT, el término f. (zanah) envolvía la idea de deslealtad y promiscuidad, aplicándose de manera especial a la práctica de la idolatría. Así, Dios dice que Jerusalén se prostituyó con muchas f., refiriéndose a los ídolos (Ez. 16:15), y le pide que se arrepienta de ellas (Jer. 3:1–2). No hay duda de que el hecho de que la f. generalmente acompañaba a los cultos idolátricos (Éx. 34:15–16) contribuyó a esta asociación de ideas.

La f. (gr. porneia) en su sentido más amplio, denota cualquier clase de inmoralidad sexual, pero la mayoría de las veces se utiliza el término para señalar las relaciones sexuales realizadas fuera del matrimonio. Como pecado aparece colocado junto al •homicidio, la •idolatría, la •hechicería, etcétera (Gá. 5:19). La f. heterosexual y la homosexualidad son condenadas de igual manera (1 Co. 6:9; 1 Ti. 1:10). A veces la palabra se utiliza para abarcar también el •adulterio (Mt. 5:32). Un incesto también es llamado f. (1 Co. 5:1). El creyente ha de huir de la f., porque siendo su cuerpo el templo de Dios, el contaminarse con este pecado produce una afrenta al Espíritu Santo (1 Co. 6:18), ya que “el cuerpo no es para la f., sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo” (1 Co. 6:13). •Prostitución.

FORO RV60 utiliza esta palabra en Hch. 16:19: “Prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al f., ante las autoridades”. Otras versiones traducen plaza pública, o plaza, o mercado, siendo ágora el término griego original. El f. era la plaza en Roma donde se trataban los asuntos públicos. Más tarde, por extensión, se dio ese nombre a otras plazas que no tenían necesariamente la misma función. Excavaciones arqueológicas en •Éfeso han revelado la existencia de un ágora, donde seguramente tuvo lugar el famoso escándalo provocado por •Demetrio.

FORO DE APIO Era una plaza, o estación, a unos 69 km al SE de Roma, en la famosa Vía Apia. Un grupo de hermanos de Roma fueron allí a recibir al apóstol Pablo (Hch. 28:15). Otro lo recibió en las •Tres Tabernas. El nombre de la plaza era en honor de Appio Claudio Caeco, iniciador de la construcción de la Vía Apia, que comunicaba a Roma con el S de Italia.

FORTUNA O la Suerte. Deidad de posible origen babilónico. Dios se queja de los que se olvidan de “su santo monte” y ponen “mesa para la f.” y hacen “libaciones para el Destino” (Is. 65:11). El dios de la suerte se identificaba con el planeta Júpiter, llamado por los árabes “la Buena f. mayor”. La otra deidad, identificada como “el Destino”, era llamada “la Buena f. menor”, el planeta Venus. En el ritual de estas deidades se tendía un mantel delante de su ídolo poniéndole comidas y una copa de vino mezclado con miel. La palabra en hebreo para fortuna o suerte es Gad. A uno de los hijos de Jacob se le puso ese nombre, pero sin referencia

a la deidad. Algunos nombres de lugares en el AT pueden referirse a un ídolo de la f., como •Baal-gad —señor de la f. (Jos. 11:17); •Migdal-gad —torre de la f. (Jos. 15:37), etcétera.

FORTUNATO (Lat. favorecido por la fortuna). Miembro, junto con •Estéfanas y •Acaico, de una comisión enviada por la iglesia de •Corinto con una carta para el apóstol Pablo, que se hallaba en •Éfeso, quien se alegró con su visita (1 Co. 16:17). Es probable que portaran la carta mencionada en 1 Co. 7:1. También es posible que volvieran a Corinto llevando la respuesta, que hoy conocemos como 1 Corintios.

FOSO. FOSA Hoyo cavado en el suelo. La idea apunta a un agujero profundo. Puede ser con diversos propósitos. Las cisternas eran fosos para recolectar y almacenar el agua lluvia. José fue echado por sus hermanos en una cisterna que “estaba vacía, no había en ella agua” (Gn. 38:24). También se hacían agujeros como escondite para personas o para almacenar granos. En un momento de aprieto en que los filisteos les vencían, los israelitas “se escondieron en cuevas, en fosos...” (1 S. 13:6). Había que tener mucho cuidado en cubrir los fosos que se cavaban (“Y si alguno abriere un pozo, o cavare una cisterna, y no la cubriere, y cayere allí el buey o asno, el dueño de la cisterna pagará...” [Éx. 21:33–34]). Para indicar la necesidad de atenerse a los riesgos de nuestras acciones, se dice en Proverbios: “El que cava foso caerá en él” (Pr. 26:27).

Se hacían fosos como parte de fortificaciones militares (“Hicisteis foso entre los dos muros para las aguas del estanque viejo” [Is. 22:11]). También para cazar animales. Se les espantaba tratando de dirigirles a un foso cavado en cierto lugar. Al caer los animales en él, se les apresaba con una red (“Terror, foso y red sobre ti, oh morador de la tierra” [Is. 24:17]). Se usaban también para guardar fieras, como es el caso del “foso de los leones” del libro de Daniel (Dn. 6:7–24). El término fosa casi siempre se usa para señalar la tumba (“todos están destinados a la muerte, a lo profundo de la tierra ... con los que descienden a la fosa” [Ez. 31:14]).

FRAGMENTO MURATORIANO •Canon del NT.

FRANJAS •Flecos.

FRASCO Botella o recipiente para contener líquidos. Una mujer pecadora “trajo un f. de alabastro con perfume” y ungió los pies al Señor Jesús (Lc. 7:37). Este f. probablemente era pequeño, sin asas, con un cuello delgado que había que romper para usar el contenido. Como se hacían muchos vasos o frascos de alabastro, por extensión se aplicaba el nombre aun a recipientes parecidos que podían ser hechos de vidrio u otro material.

La redoma era un f., generalmente de vidrio, que se usaba para guardar líquidos muy preciosos (“Pon mis lágrimas en tu redoma” [Sal. 56:8]). Es probable que la •redoma de aceite con la cual Samuel ungió a Saúl (1 S. 10:1) fuera de ese tipo. También Jehú fue ungido con aceite que se guardaba en un f. (2 R. 9:1). •Alabastro. •María. •Redoma. •Vaso.

FRAUDE Acción dolosa con propósitos de obtener algún tipo de beneficio. Dios prohibió que los israelitas se engañaran unos a otros (Lv. 25:14). Tampoco podían engañar al extranjero (Éx. 22:21). Usualmente el f. y la •opresión van de la mano, por lo cual se veía todavía más abominable engañar al huérfano y a la viuda (Éx. 22:22–24). Los rabinos usualmente distinguían entre el f. de palabras y el de hechos, porque el primero no afectaba a la persona de tal manera que no se podía restituir con dinero, lo cual se hacía con el segundo.

FRENTE El término hebreo mesah significa f. Era el lugar indicado para llevar cualquier tipo de distintivo. Así, el sumo sacerdote llevaba sobre su f. una lámina con la inscripción “Santidad a Jehová” (Éx. 28:36–38). En el NT, la palabra es metopon (“No hagáis daño a la tierra ... hasta que hayamos sellado en sus f. a los siervos de nuestro Dios” [Ap. 7:3]; “Y se les mandó que no dañasen ... sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus f.” [Ap. 9:4]).

En el AT se acusa a la casa de Israel de ser “dura de frente” (“Por cuanto conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu f. de bronce” [Is. 48:4]). Es decir, “obstinada de corazón” (Ez. 3:7), que insiste en pecar contra Dios y no hace caso de sus consejos. Algunos eruditos piensan que esta expresión nació de la observación de animales con cuernos que golpeaban con ellos.

FRIGIA Región en Asia Menor, en la Anatolia central, al N de •Panfilia. En el día de Pentecostés algunos de los presentes eran de F. (Hch. 2:9). Las ciudades de Antioquía de Pisidia e Iconio pertenecían a F. Junto con Silas y Timoteo, Pablo atravesó “F. y la provincia de Galacia” (Hch. 16:6). Volvió allí en su F. y la provincia de Galacia" (Hch. 16:6). Volvió allí en su tercer viaje misionero (Hch. 18:23).

FÚA Nombre de personas del AT.

1. Uno de los hijos de Isacar (Gn. 46:13).

2. Junto con •Sifra, una de las “parteras de las hebreas” a las cuales Faraón dio órdenes de matar a los hijos varones de éstas. “Pero las parteras temieron a Dios.... y Dios hizo bien a las parteras.... y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias” (Éx. 1:15–21).

3. Miembro de la tribu de Isacar que fue padre de uno de los jueces de Israel (Tola) (Jue. 10:1).

FUEGO Combustión que produce calor y luz, a veces con llamas. La mayoría de las religiones primitivas usaban el f. como parte de sus ceremonias, relacionándolo con el sol, fuente de vida y energía. Necesario para cocinar los alimentos, para calentarse en momentos de frío y alumbrarse de noche, se mantenía un f. encendido en los templos paganos, de los cuales se servía toda la comunidad. En la religión de los hebreos había una multiplicidad de usos para el f., especialmente en los sacrificios.

No se tiene un registro bíblico sobre la forma en que los israelitas producían el f., pero lo más probable es que el método utilizado en el desierto era algo laborioso. Quizás por eso se prohibió encender f. en el día de reposo (Éx. 35:3). Ya en Canaán, les fue posible fabricar •carbón, por la abundancia de árboles (“El carbón para brasas, y la leña para el f.” [Pr. 26:21]). La costumbre era dejar en la casa algunas brasas de carbón encendidas para renovar el f. cuando se necesitara. Se mencionan otros materiales, como rastrojo, paja, espinos, hojarasca, etcétera (Is. 5:24; 33:12; Jl. 2:5). También se utilizaba como combustible excremento seco de animales (Ez. 4:15).

El f. se usa el término para comunicar la idea de la presencia de Dios, quien es “f. consumidor” (Dt. 4:24). “El Ángel de Jehová” se apareció a Moisés “en una llama de f. en medio de una zarza” (Éx. 3:2). Dios guió al pueblo de Israel de noche “en columna de f.” (Éx. 13:21; Nm. 14:14). “Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un f. abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel” (Éx. 24:17). En la inauguración del •templo “vieron todos los hijos de Israel descender el f. y la gloria de Jehová sobre la casa” (2 Cr. 7:3). El Señor Jesús es el que bautiza “en Espíritu Santo y f.” (Mt. 3:11). Por eso en el

día de •Pentecostés a los discípulos “se les aparecieron lenguas repartidas, como de f., asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo” (Hch. 2:3–4).

También se usa el f. para comunicar la idea de juicio. La primera mención que se hace de algo relacionado con el f. es en Gn. 3:24, donde se habla de “una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el árbol de la vida” Como se utilizaba el f. para derretir metales, separando la escoria de los elementos valiosos (“Mas él conoce mi camino, me probará y saldré como oro” [Job 23:10]), la palabra sirve para señalar a un proceso mediante el cual se hace separación entre lo bueno y lo malo. Así, el apóstol Pablo señala que “la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el f. será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el f. la probará” (1 Co. 3:13).

En vista de la capacidad destructiva del f. se utiliza el término como figura para señalar destrucción y calamidad. Muy frecuentemente se le relaciona con la ira de Dios, quien dice: “Porque f. se ha encendido en mi ira, y arderá hasta las profundidades del Seol; devorará la tierra y sus frutos, y abrasará los fundamentos de los montes” (Dt. 32:22). El Sal. 21:9, dice: “Jehová los deshará en su ira, y f. los consumirá”. La costumbre de quemar la basura y los desperdicios ( •Hinom) es usada para ilustrar el destino final de los impíos, el infierno, el “f. que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el f. nunca se apaga” (Mr. 9:43–44). •Satanás mismo está destinado “al lago de f.” (Ap. 20:10–15). •Carbón. •Infierno.

FUENTE El Señor había dicho a los israelitas que les traería a una “buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de f. y de manantiales” (Dt. 8:7). En efecto, el agua era abundante en Canaán. Varias palabras hebreas se traducen como “fuente” en RV60. La mayoría de las veces se refiere a un manantial o a un lugar de aguas subterráneas hasta el cual se podía llegar por algún medio hecho por el hombre. “El ángel de Jehová” apareció a Agar “junto a una f. de agua en el desierto” (Gn. 16:7). El siervo de Abraham encontró a Rebeca junto a una fuente (Gn. 24:13–18). En •Elim había “doce f. de aguas” (Éx. 15:27). También se llama f. al •mar de bronce en el •tabernáculo y el •templo.

Por lo general las ciudades se edificaban en lugares donde era fácil el abastecimiento de agua. A veces la f. quedaba fuera de las murallas de la ciudad, por lo cual se construían túneles y otros ingenios para llegar a ella, protegiéndola al mismo tiempo, de los enemigos. Los atacantes de una ciudad procuraban controlar o destruir las f. de agua (2 R. 3:25).

Además de Elim, se mencionan con un nombre especial “la f. de las aguas de Neftoa” (Jos. 18:15), “la f. de Rogel” (Jos. 18:16; 2 S. 17:17), “la f. de Harod” (Jue. 7:1), “la f. del Dragón” (Neh. 2:13), “la puerta de la f.” (Neh. 3:15), etcétera.

Dios es “f. de agua viva” (Jer. 2:13). Todos deben venir a sacar “con gozo aguas de las f. de la salvación” (Is. 12:3). Él había prometido que saldría “una f. de la casa de Jehová” (Jl. 3:18). “Una f. de agua que salte para vida eterna” sale de aquellos que creen en el Señor Jesús (Jn. 4:13–14).

FUNITAS Descendientes de Fúa #1 (Nm. 26:23).

FURA Criado de •Gedeón que descendió con él al campamento de los madianitas (Jue. 7:10).

FUT Nombre de persona y un pueblo del AT. También se les llama Put.

1. Tercero de los hijos de Cam (Gn. 10:6; 1 Cr. 1:8), cuya descendencia formó un pueblo conocido por el mismo nombre.

2. Pueblo descendiente del tercer hijo de Cam. Generalmente se le identifica con •Libia o lugares cercanos (Cirenaica). Jeremías, hablando de la invasión de •Nabucodonosor, menciona a “los etíopes y los de Put que toman escudo, y los de Lud que toman y entesan arco” (Jer. 46:9). Isaías dice que “tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria”, mencionando luego a “f. y Lud que disparan arco” (Is. 66:18–19). Según Ezequiel “los persas y los de Lud y f. fueron” mercenarios en el ejército de Tiro (Ez. 27:10). También dice que este pueblo sufrirá, con “Egipto.... Lud, toda Arabia, Libia y los hijos de las tierras aliadas” un castigo divino (Ez. 30:4–5). En la profecía de •Gog y •Magog aparece como ligada a éstos (Ez. 38:5). Los hijos de f. eran grandes guerreros y se prestaban como mercenarios al servicio de los fenicios, egipcios y otros pueblos.

FUTIEL Suegro de •Eleazar, el hijo de Aarón (Éx. 6:25).

FUTITAS Grupo familiar de •Quiriat-jearim, en la descendencia de Judá (1 Cr. 2:53).

G

GAAL (Aversión, aborrecimiento). Personaje de tiempos de los Jueces. Cuando “envió Dios un mal espíritu entre •Abimelec y los hombres de Siquem.... G. hijo de Ebed vino con sus hermanos y se pasaron a Siquem” y se convirtió en su líder. “Zebul gobernador de la

ciudad” avisó a •Abimelec. En la batalla que siguió G. fue vencido (Jue. 9:23–41).

GAAS (Temblor [de tierra]?). Nombre de lugares del AT.

1. Monte que es mencionado en relación con la sepultura de Josué (Jos. 24:30; Jue. 2:9). Hoy es Jirbet Tibné, unos 32 km al SE de •Siquem.

2. Arroyo junto al cual nació “Benaía piratonita”, uno de los valientes de David (2 S. 23:30; 1 Cr. 11:32).

GABAA (Colina). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:57).

2. Ciudad en el territorio de Benjamín. Fue escenario de la historia del levita y su concubina, que fueron recibidos por “un hombre viejo ... el cual era del monte de Efraín, y moraba como forastero en G.”, tras lo cual “los hombres de aquella ciudad, hombres perversos” hicieron un alboroto y maltrataron a la concubina hasta dejarla muerta, caso que motivó una guerra civil en Israel (Jue. 19:1–30; 20:1–48). G. era la ciudad de Saúl, que la puso como su capital, por lo cual es llamada también “G. de Saúl” (1 S. 10:26; 15:34; 2 S. 21:6). Tres de los valientes de David eran de G.: “Itai hijo de Ribai” (2 S. 23:29), “Ahiezer ... [y] Joás, hijos de Semaa gabaatita” (1 Cr. 12:3). G. se conoce hoy como Tell el-Ful, 5.5 km al N de Jerusalén.

GABAI Personaje de la tribu de Benjamín que moró en Jerusalén después del exilio (Neh. 11:8).

GABAÓN (Colina). Ciudad cuyos moradores “cuando oyeron lo que Josué había hecho a •Jericó y •Hai, usaron de astucia” y engañaron a los israelitas al fingir que venían de muy lejos para pedir una alianza (Jos. 9:3–27). “ G. era una gran ciudad” en esos tiempos (Jos. 10:1–2) y esa alianza con los israelitas motivó que fuera atacada por “ •Adonisedec rey de Jerusalén”, pero Josué le defendió en una batalla en la cual “Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre” los enemigos. Fue en esta ocasión cuando Josué ordenó al sol que se

detuviera (Jos. 10:12–13). En la repartición de la tierra, G. correspondió a la tribu de Benjamín (Jos. 21:17). La familia de Saúl originalmente provenía de G. (1 Cr. 8:29–33; 9:35). Pero, al parecer, •Saúl cometió una injusticia contra los gabaonitas, según se desprende del deseo que expresaron más tarde a David para que les vengara (2 S. 21:1–9). Junto a un estanque que había en esta ciudad tuvo lugar una batalla entre •Abner, al frente de las tropas de •Is-boset y •Joab, al frente de las tropas de David (2 S. 2:12–23), y salieron victoriosas estas últimas, aunque Abner mató a •Asael, hermano de Joab (2 S. 3:30). Cerca de esa misma ciudad, donde había una “piedra grande”, Joab mató a •Amasa (2 S. 20:8–10).

Salomón iba a G. “porque aquel era el lugar alto principal” y allí “se le apareció Jehová ... una noche en sueños” (1 R. 3:3–5; 9:2). El arca estuvo un tiempo en aquel sitio, hasta los días de David (1 Cr. 16:39; 21:29). •Hananías, falso profeta que se opuso a Jeremías, era de G. (Jer. 28:1). “Junto al gran estanque que está en G.” •Johanán logró convertirse en líder de los que escapaban de la autoridad caldea, al vencer allí a •Ismael, que había “dado muerte ... a •Gedalías hijo de Ahicam, al cual el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra” (Jer. 41:12–18). Se mencionan algunos gabaonitas entre los que regresaron del exilio (Neh. 3:7; 7:25). Se identifica hoy a G. con el-Jib, 8 km al NO de Jerusalén.

GABAONITA Habitante de Gabaón (2 S. 21:1, 2, 3, 4, 9).

GABATA (Der. del Aram. Espacio abierto). Lugar en Jerusalén adonde el Señor Jesús fue llevado por Pilato, que “se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo G.” (Jn. 19:13). Algunos lo identifican con un área pavimentada de unos 2.000 m2 que los arqueólogos han encontrado debajo del convento de las Hermanas de Sion. Pero otros opinan que ese pavimento es de tiempos del emperador Adriano (135 d. C.), por lo cual favorecen otra localización, próxima al Seminario Ortodoxo Armenio, cerca de la puerta de Jaffa.

GABAATITA Habitante de •Gabaa (1 Cr. 12:3).

GABRIEL (Varón de Dios). Ángel que aparece dos veces a •Daniel. La primera para enseñarle “lo que ha de venir al fin de la ira” (Dn. 8:16, 19). En la segunda es mencionado como “el varón G.”, que hace entender a Daniel el misterio de las setenta semanas (Dn. 9:21–27). También aparece a •Zacarías para anunciarle el nacimiento de •Juan el Bautista (Lc. 1:11–20). “El ángel G. fue enviado por Dios ... a una virgen desposada ... y el nombre de la virgen era María”, a quien le dice que será madre del Mesías (Lc. 1:26–38). En la tradición judía, especialmente en libros apócrifos, G. es puesto como un arcángel, pero la Biblia no lo designa así. Sólo G. y Miguel son ángeles mencionados con nombre propio en la Biblia. Otros nombres de ángeles aparecen en libros apócrifos. •Arcángel.

GACELA Animal cuadrúpedo, rumiante, de tamaño algo mayor que el •corzo y de formas esbeltas como él. Es famosa la belleza de sus ojos grandes, negros y vivos. Su cornamenta presenta formas anilladas. Era apta para comerse (Dt. 12:15; 14:5). La g. es muy veloz, por lo que se dice que “Asael era ligero de pies como una g.” (2 S. 2:18; 1 Cr. 12:8). Por lo grácil de sus formas se usaba la figura de la g. en poemas amorosos. Así se compara a la amada con una “cierva amada y graciosa g.” (Pr. 5:19; 6:15; Cnt. 4:5; 7:3). Nombre científico: Gazella sp.. •Animales de la Biblia.

GAD (Fortuna). Nombre de personas y un lugar del AT.

1. Séptimo hijo de Jacob. Su madre fue •Zilpa, sierva de Lea (Gn. 30:10–11). Su descendencia constituyó una de las tribus de Israel, formada originalmente por siete familias, los zefonitas, los haguitas, los sunitas, los oznitas, los eritas, los aroditas y los arelitas, que tuvieron por cabeza a hijos de G. (Nm. 26:15–17). En el segundo censo fueron contados cuarenta mil quinientos (Nm. 26:18). De Gad, Moisés profetizó: “Como

león reposa, y arrebata brazo y testa” (Dt. 33:20). Los hombres de esta tribu son descritos como “hombres que traían escudo y espada ... diestros en la guerra” (1 Cr. 5:18).

Los gaditas, junto con los rubenitas y la media tribu de Manasés, tenían “una muy inmensa muchedumbre de ganado”, por lo cual quisieron quedarse al E del Jordán, lo cual les fue permitido siempre que cruzaran el río armados y ayudaran a sus hermanos en la conquista de la tierra (Nm. 32; Dt. 3:12–20). Habitaron, pues, en •Galaad, en el centro de la Transjordania. Su frontera O era el río Jordán, entre el lago de Cineret (•mar de Galilea) y el mar Muerto. Hacia el E le quedaban las tribus amonitas, con las cuales tuvo conflictos permanentes. Finalmente éstas prevalecerían en el territorio (Jer. 49:1).

2. Profeta de tiempos de David. Aconsejó a éste cuando huía de Saúl (1 S. 22:5). Cuando David cayó en el pecado de hacer el censo “vino palabra de Jehová al profeta G.” para que planteara uno de tres castigos divinos para el rey y luego le dijo: “Sube y levanta un altar a Jehová en la era de •Arauna Jebuseo”, donde luego se hizo el •templo (2 S. 24:11–18; 1 Cr. 21:9–19). Junto con David y el profeta •Natán participó en la organización del culto en la casa de Jehová “porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas” (2 Cr. 29:25). Se le menciona como una de las fuentes para la elaboración de los libros de las Crónicas (1 Cr. 29:29).

3. Lugar en el cual acamparon “Joab con los capitanes del ejército” en su recorrido para hacer el censo. En RV60 es llamado “valle de G.” (2 S. 24:5). Otras traducciones dicen: el barranco de G. Posiblemente es el valle del río •Arnón.

GADARA Una de las diez ciudades de la región de •Decápolis. Su territorio se encontraba en la orilla oriental del •mar de Galilea, frente a •Tiberias. La ciudad en sí un poco más adentro. Estaba poblada mayormente por gentiles (de ahí la crianza de puercos que se menciona en el relato de los endemoniados gadarenos). El nombre de G. no aparece en el NT, sino el territorio circundante: “la tierra de los •gadarenos”. Los hallazgos arqueológicos indican que era una ciudad helenizada importante. El sitio se llama hoy Um Qeis.

GADARENOS Habitantes de •Gadara. El Señor Jesús y sus discípulos “arribaron a la tierra de los g.”, “que está en la ribera opuesta a Galilea”. Allí tuvo lugar un encuentro con “dos endemoniados que salían de los sepulcros” a los cuales sanó enviando los demonios a “un hato de cerdos” (Mt. 8:28–34; Mr. 5:1–20; Lc. 8:26–39). •Cerdo.

GADI (Mi fortuna). Nombre de personas del AT.

1. Personaje de Manasés que fue uno de los doce espías enviados a reconocer Canaán (Nm. 13:11).

2. Padre del rey de Israel llamado •Manahem (2 R. 15:14).

GADIEL (Dios es mi fortuna). Personaje de la tribu de Zabulón que fue uno de los doce espías enviados a reconocer Canaán (Nm. 13:10).

GADITA Descendiente de Gad, el hijo de Jacob. Perteneciente a la tribu de Gad (Dt. 3:12; Jos. 1:12).

GAHAM (El que quemando brilla). Uno de los hijos de •Nacor con “su concubina, que se llamaba Reúma” (Gn. 22:23–24).

GAHAR (Escondrijo). Cabeza de una familia de sirvientes del •templo que retornaron del exilio (Esd. 2:47; Neh. 7:49).

GALAAD (Monumento de piedras). Nombre de personas y lugares del AT.

1. Región montañosa al E del río Jordán, sirviéndole éste de límite desde el extremo S del •mar de Galilea hasta el extremo N del •mar Muerto. Usualmente se llamaba G. a la Transjordania y se dividía en tres subregiones: la parte llana, el monte de G. y •Basán (Dt. 3:10; Jos. 20:8; 2 R. 10:33). El nombre le fue puesto por Jacob, cuando él y su suegro •Labán levantaron un monumento de piedras para recordar su alianza (Gn. 31:46–47). Sometida a un régimen favorable de lluvias, era muy fértil y abundaba en bosques y buenos pastos, que hacían famosas por su hermosura “las laderas de G.” (Cnt. 4:1). En los bosques de G. se producía una resina muy apreciada para fines médicos (Jer. 8:22). Los ismaelitas que compraron a José venían de G. cargados con “aromas, bálsamo y mirra” (Gn. 37:25). A “los hijos de Rubén y los hijos de Gad ... les pareció el país lugar de ganado”, y lo ocuparon, conjuntamente con la media tribu de Manasés (Nm. 32:1; Dt. 3:12–13). Algunos israelitas, huyendo de los filisteos, fueron a G. (1 S. 13:7). •Is-boset, el hijo de Saúl, buscó refugio en G. (2 S. 2:8–9). Lo mismo hizo David cuando huía de •Absalón (2 S. 17:22, 26). En la división del reino G. quedó con el Reino del Norte (Israel). El profeta Elías “era de los moradores de G.” (1 R. 17:1).

2. Hijo de Maquir, en la tribu de Manasés. Cabeza de “la familia de los galaaditas” (Nm. 26:29).

3. Padre de •Jefté, al cual procreó de una ramera (Jue. 11:1).

4. Personaje en la descendencia de Gad (1 Cr. 5:14).

GALAADITA Habitante de Galaad. “Jair g. ... juzgó a Israel veintidós años” (Jue. 10:3). Los g. vencieron en una guerra civil contra “los de Efraín” y “tomaron los vados del Jordán”, obligando a los que querían pasar que dijeran la palabra “Shibolet”. Los efrateos no podían pronunciarla correctamente y eran atrapados (Jue. 12:1–6). •Barzilai era un g. muy rico que apoyó a David cuando éste huía de •Absalón (2 S. 17:27–29). Un sacerdote de tiempo de Esdras “tomó mujer de las hijas de Barzilai g. y fue llamado por el nombre de ellas” (Esd. 2:61).

GALACIA Provincia romana en Asia Menor, en lo que hoy es Turquía. Tenía al N el •mar Negro y la provincia de •Bitinia, al S •Panfilia y •Cilicia, al E •Capadocia y al O la provincia de Asia. Pablo y •Bernabé, en su primer viaje misionero, evangelizaron varias ciudades de G., entre ellas •Antioquía de Pisidia, •Iconio, •Listra y •Derbe (Hch. 13 al 14). Pablo volvió a la región en su tercer y cuarto viajes misioneros. La carta a los Gálatas fue dirigida a las ciudades mencionadas, aunque algunos piensan que también a iglesias que estaban más al N en la región.

GALAL (Ondulado). Levita. Hijo de Jedutún (1 Cr. 9:16).

GALARDÓN •Recompensa.

GÁLATAS Habitantes de •Galacia.

GÁLATAS, EPÍSTOLA A LOS Carta escrita a los hermanos de Galacia. El texto dice: “... a las iglesias de Galacia” (Gá. 1:2). El Imperio Romano formó la provincia de Galacia incluyendo varias regiones además de los gálatas propiamente dichos. Éstos vivían en lo que hoy es Turquía, a orillas del mar Negro. Pero administrativamente, también se llamaba

Galacia a subregiones como Frigia, Licaonia y otras más. No se sabe a ciencia cierta a cuáles iglesias se dirigió la carta. La mayoría de los estudiosos piensan que se trataba de •Antioquía de Pisidia, •Iconio, •Listra y •Derbe (Hch. 13 al 14).

Autor y fecha. El apóstol Pablo es el autor de la epístola, en la cual aconseja a los creyentes a mantener la pureza de la doctrina del evangelio en contra de los planteamientos judaizantes que algunos querían imponerles. El tema es básicamente el mismo que motivó el •Concilio de Jerusalén. Como Pablo no hace uso de las resoluciones de ese Concilio en el texto de esta carta, muchos piensan que la escribió antes de la celebración del mismo en el año 49 d.C. De ser así, ésta sería la más antigua de las epístolas de Pablo.

Desarrollo. Pablo comienza enfatizando su autoridad como apóstol (“... no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo” [Gá. 1:1]). Luego expresa su asombro porque los hermanos se habían “alejado” del evangelio que los “llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente”. Aclara que no hay otro evangelio, y que el que predique algo distinto es anatema (Gá. 1:6–9). Enseguida pasa a describir el evangelio que predicaba y la forma en que recibió la comisión para ello. Narra así:

a) Su oposición anterior al cristianismo y su conversión (Gá. 1:10–24).

b) La forma en que resistió los intentos judaizantes en uno de sus viajes a Jerusalén en compañía de Tito (Gá. 2:1–5).

c) La decisión adoptada en Jerusalén de reconocer que Pablo y Bernabé irían a los gentiles, mientras que Jacobo, Cefas y Juan a la circuncisión (Gá. 2:6–10).

d) El incidente con Pedro en Antioquía, donde Pablo le resistió “porque era de condenar” por su simulación al no juntarse con los gentiles después que llegaron “algunos de parte de Jacobo” (Gá. 2:11–13).

e) Un resumen de los argumentos que esgrimió frente a Pedro en esa ocasión, señalando que “el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo” y que él estaba “con Cristo ... juntamente crucificado” y que lo que vivía ahora en la carne lo vivía “en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gá. 2:14–21).

Dirigiéndose entonces más directamente a sus lectores (“Oh gálatas insensatos”), les hace recordar que habían recibido el Espíritu por medio de la fe. Que habían comenzado por el Espíritu y ahora querían “acabar por la carne” (Gá. 3:1–5). El ejemplo de Abraham, el cual “creyó a Dios, y le fue contado por justicia” es una prueba que utiliza el apóstol. Basándose en su historia, aclara:

a) Que la promesa es para los creyentes (“los que son de fe son hijos de Abraham” [Gá. 3:6–9]), lo que incluye a los gentiles.

b) Que “los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición”, de la cual Cristo nos redimió “hecho por nosotros maldición” (Gá. 3:10–14).

c) Que la promesa era para la simiente, en singular, de Abraham, “la cual es Cristo”, en el cual están incluidos los creyentes (Gá. 3:15–16).

A la pregunta de “¿Para qué sirve la ley?”, responde que fue “añadida a causa de las transgresiones”. Que fue una especie de “ayo, para llevarnos a Cristo”, pero que “venida la fe, ya no estamos bajo ayo” (Gá. 3:19–29). El creyente es hijo de Dios y, por lo tanto, “heredero de Dios por medio de Cristo” (Gá. 4:1–7).

El que los gálatas le hayan hecho caso a las doctrinas de los judaizantes y se pusieran a guardar “los días, los meses, los tiempos y los años” es, para el apóstol, un retroceso, volver “de nuevo a los débiles y pobres rudimentos...” (Gá. 4:8–11). Lo cual es extraño en ellos, puesto que Pablo reconoce que su conversión había sido sincera, habiéndole recibido a él “como a un ángel de Dios”, aunque estaba enfermo (Gá. 4:12–16).

Continuando con su asombro, les recuerda de nuevo la historia de Abraham, pero ahora mencionando a sus dos hijos, “uno de la esclava, el otro de la libre”, para indicarles que representan a la Jerusalén terrenal, el primero, y a “la Jerusalén de arriba”, el segundo; los que son nacidos “según la carne” y “según el Espíritu”, respectivamente. Los creyentes “no somos hijos de la esclava, sino de la libre” (Gá. 4:17–31).

Por lo tanto, debemos estar “firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres” y no volver a estar “otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. El volver a los rudimentos equivale a desligarse de Cristo. Los verdaderos creyentes esperan “por la fe la esperanza de la justicia; porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (Gá. 5:1–6).

Pablo condena resueltamente a aquellos que habían perturbado a los gálatas con las doctrinas judaizantes. Les reitera a los gálatas que se mantengan firmes en la libertad cristiana. Solamente que no debían usar esa libertad “como ocasión para la carne”, sino servirse “por amor los unos a los otros”, cumpliendo así la ley, resumida en el mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Debían reconocer que “el deseo de la carne es contra el Espíritu” y viceversa. Les habla de “las obras de la carne” y “el fruto del Espíritu” (Gá. 5:7–26).

Finalmente, les exhorta a sobrellevar “los unos las cargas de los otros”, siendo pacientes entre sí, evitando la vanagloria. Deben hacer “partícipe de toda cosa buena” a los que los instruyen en la fe. No deben sembrar para la carne, sino para el Espíritu y no cansarse de hacer “el bien a todos, mayormente a los de la familia de la fe”. Les aclara que aquellos que les recomendaban la circuncisión lo que querían era “gloriarse en vuestra carne”, pero que él no se gloriaría sino sólo “en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.... Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gá. 6:1–15).

Se despide deseando paz y misericordia para “todos los que anden conforme a esta regla” y pide que nadie le moleste más, porque él traía en su “cuerpo las marcas del Señor Jesús” (Gá. 6:16–18).

GÁLBANO Planta de Siria y Persia de cuya corteza se extraía un elemento resinoso que se utilizaba en la preparación del incienso que se quemaba “delante del testimonio en el tabernáculo de reunión” (Éx. 30:34–36). También se usaba como condimento y para fines medicinales. •Plantas de la Biblia.

GALILEA La parte N del territorio de Israel. El territorio entre el lago de Genesaret y el Jordán, en el E, y Fenicia al O. El nombre se deriva de una raíz hebrea que significa “círculo”. El territorio fue dividido entre las tribus de Neftalí, Aser, Zabulón e Isacar, pero consta que muchos cananeos no pudieron ser desalojados, lo cual quizás diera origen al nombre “G. de los gentiles” (Is. 9:1). Es posible que esta mezcla de israelitas y cananeos se reflejara en el hablar de los galileos, que tenían un acento particular (Mr. 14:70).

Se menciona por primera vez a G. en Jos. 20:7, donde se establece a •Cedes como ciudad refugio. Salomón dio a •Hiram “veinte ciudades en tierra de G.” (1 R. 9:11). El rey asirio •Tiglat-pileser III conquistó G. en el año 732 a. C., y desterró gran parte de sus habitantes. Aparentemente el rey •Josías pudo controlar el territorio en sus días. No se tienen muchas

noticias de G. sino hasta la época de los Hasmoneos, cuando fue reincorporada al reino judío en el año 104 a.C. En el período romano fue un distrito sobre el cual •Herodes el Grande llegó a ser gobernador antes de ocupar el trono. Su gobierno fue odiado en G., que se mantuvo siempre como un reducto zelote de oposición. Tras la muerte de Herodes el Grande, su sucesor •Herodes Antipas construyó •Tiberias, a orillas del lago.

En los días del ministerio terrenal del Señor Jesús se le consideraba galileo por el tiempo que había vivido en la región (criado en •Nazaret) y por ser ésta escenario de sus viajes de predicación y de muchos de sus milagros (Mt. 2:22; 4:12; Mr. 7:31; Lc. 5:17; Jn. 4:45, etcétera). A causa de la mezcla de población gentil y judía, la G. era una región despreciada por los judíos de Jerusalén. Era, además, lugar donde se levantaban muchas rebeliones, lo cual obligó a Pilato a represiones sangrientas (Lc. 13:1). Se le dijo a Nicodemo que “de G. nunca se ha levantado profeta” (Jn. 7:52), para señalarle que era imposible que de allí viniera el Cristo (esto, sin embargo, no era cierto, porque Jonás había nacido en •Gat-hefer). La mayoría de los apóstoles eran de origen g. y en los inicios de su predicación se formaron en G. muchas iglesias (Hch. 9:31).

GALILEA, MAR DE •Mar de Galilea.

GALIM (Montones). Localidad en el territorio de Benjamín de donde era “Palti hijo de Lais”, a quien Saúl dio “a su hija •Mical mujer de David” (1 S. 25:44). Quedaba en la ruta de los asirios cuando éstos invadieron Israel (Is. 10:30). Se le identifica hoy con Jirbet Kakul, a 1 km al O de Anatot.

GALIÓN Procurador romano de Acaya. Cuando “los judíos se levantaron ... contra Pablo” en Corinto, G. “los echó del tribunal”, negándose a “ser juez de estas cosas”. “Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes ... le golpeaban delante del tribunal; pero a G. nada se le daba de ello” (Hch. 18:12–17). Su nombre completo era Lucio Junio Galión. Era hermano del filósofo Séneca, el maestro de Nerón. Por una inscripción encontrada en la ciudad de Delfos se sabe que G. ejerció sus funciones en el año 52 d. C.

GALLINA, GALLO No se hace una mención específica de estos animales en el AT, aunque se conoce por la arqueología que existían en Israel en esa época. En tiempos del Señor Jesús la madrugada era mencionada como “el canto del g.” (Mr. 13:35), para diferenciarla de la mañana. Cristo predijo a Pedro que le negaría “antes que el g. cante” (Mt. 26:34, 74–75; Mr. 14:30–72; Lc. 22:34, 60–61). La figura de una g. protegiendo con ternura a sus polluelos fue usada por el Señor Jesús para expresar su amor hacia Jerusalén (Mt. 23:37; Lc. 13:34). •Animales de la Biblia.

GALLINAZO Ave de rapiña. Buitre. De gran talla, pico curvo, alas largas y anchas. Se alimenta de carroña. Los egipcios creían que todos los g. eran hembras y que el viento las fecundaba, por lo cual los respetaban como símbolos de la maternidad. No era apta para comerse (Lev. 11:14; Dt. 14:13). •Águila. •Animales de la Biblia.

GAMADEOS Habitantes de Gamad, ciudad de Siria. Eran mercenarios al servicio de •Tiro (Ez. 27:11).

GAMALIEL (Dios es mi recompensa). Nombre de una persona del AT y otra del NT.

1. Jefe de la media tribu de Manasés que fue seleccionado para ayudar en la elaboración del censo (Nm. 1:10). Tenía bajo su mando treinta y dos mil doscientos hombres (Nm. 2:20–21). En la dedicación del altar le tocó hacer su ofrenda el octavo día (Nm. 7:54).

2. Rabino de tiempos del Señor Jesús. “Doctor de la ley, venerado de todo el pueblo”, fue tolerante con los primeros cristianos, exhortando al •Sanedrín a que se dejaran tranquilos a éstos, diciendo: “No seáis tal vez hallados luchando contra Dios” (Hch. 5:34–41). En su discurso de defensa en Jerusalén Pablo saca a relucir que fue discípulo de G. (Hch. 22:3). En la tradición judía se conoce a este rabino como G. el Viejo. Era nieto del famoso Hillel y representaba la escuela de pensamiento de éste, liberal y tolerante, contraria a la de Shamai, más extremista. Llegó a presidir el Sanedrín. Fue el primero que recibió el honor de ser llamado, entre los judíos, Rabán (Nuestro Maestro).

GAMUL (Destetado). Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondía el turno #22 en el orden del culto establecido en tiempos de David (1 Cr. 24:17).

GANADO En el relato de la creación se nos dice que Dios hizo el g., diferenciándolo del resto de los animales, esto es, los que no se domestican (Gn. 1:25). •Jabal fue el “padre de los que habitan en tiendas y crían g.” (Gn. 4:20). Los israelitas, que llamaban “g. mayor” (1 S. 15:9) a los bueyes, toros, vacas, mulos, mulas, caballos, carneros, ovejas, etcétera, se distinguieron como pastores, sobre todo en su época de nomadismo (Gn. 13:2). Los egipcios, pueblo asentado por miles de años, preferían las labores agrícolas y abominaban el pastoreo, sobre todo de ovejas (Gn. 46:34). Estaba prohibido ser crueles con los animales, los cuales debían ser tratados como parte de la creación de Dios. Por eso no debían trabajar en el día de reposo (Éx. 20:10; Dt. 5:14); en el año sabático se dejaba la tierra sin cultivar para beneficio del g. (Lv. 25:6–7); no se podía poner “bozal al buey cuando trillare” (Dt. 25:4); no se podía degollar a madre e hijo el mismo día (Lv. 22:28); había que ayudar a una bestia en dificultades (Éx. 23:5), etcétera. No se permitía arar con animales de diferentes especies, ni hacerles cruzar entre sí (Lv. 19:19; Dt. 22:10). •Animales de la Biblia.

GANADO VACUNO Muy apreciado por su leche, su carne, su cuero y sus cuernos, este tipo de animales era usado en los sacrificios (Lv. 9:4, 18–19; Nm. 7:13, 23, 29, etcétera). El poseer abundancia de ellos era símbolo de gran riqueza. En Gn. 12:16 se habla de Abraham en Egipto, cuando tenía “ovejas, v., asnos, siervos, criadas, asnas y camellos”. Isaac heredó esa riqueza y la aumentó (Gn. 26:13). El macho de este ganado, el toro, se usaba en los trabajos agrícolas. Los que no eran dejados como padrotes (Job 21:10), se castraban. Los bueyes se usaban para tirar del •arado y de •carros (2 S. 6:3–6). También se usaban bueyes para sacrificios. Por estas razones se menciona entre las cosas que no deben ser codiciadas si son ajenas (“No codiciarás la casa de tu prójimo ... ni su buey” [Éx. 20:17]). Se veía con malos ojos que se tomara “en prenda el b. de la viuda” (Job 24:3). Se establecieron penas para los casos de un buey que atacara a las personas (Éx. 21:28–32). Se prohibía arar “con buey y con asno juntamente” (Dt. 22:10). De igual manera, no estaba permitido poner “ •bozal al buey cuando trillare” (Dt. 25:4). El mar de bronce que Salomón hizo para el •templo “estaba asentado sobre doce bueyes (2 Cr. 4:4).

Es posible que el •becerro de oro hecho por Aarón estuviera inspirado en el b. Apis, que era adorado como dios en Egipto. Por eso dice el Sal. 106:20: “Cambiaron su gloria por la imagen de un b. que come hierba”. En la paz total futura que Dios promete por medio del profeta Isaías “el león como el b. comerá paja” (Is. 11:7; 65:25). Nombre científico: Bos taurus. •Animales de la Biblia. •Apis. •Becerro de oro. •Ganado.

GAREB (Leproso). Nombre de una persona y un lugar del AT.

1. Uno de los valientes de David. Llamado “itrita” (2 S. 23:38; 1 Cr. 11:40).

Lugar en Jerusalén (“el collado de G.”), que Jeremías menciona como uno de los sitios por donde comenzaría la reconstrucción de la ciudad (Jer. 31:39). Algunos señalan ciertas colinas al NO o el SO del •templo como posibles lugares para localizar a G.

GARMITA Gentilicio aplicado a un tal Keila, miembro de la tribu de Judá (1 Cr. 4:19). Al llamarle G. es posible que se estuviera refiriendo a una ciudad o localidad de la cual no se tienen noticias.

GARZA Ave zancuda, de gran talla, con un pico robusto y puntiagudo. Gusta de vivir en ríos, lagos y charcas, alimentándose mayormente de peces y pequeños animales. No apta para comerse (Lv. 11:19; Dt. 14:18). Nombre científico: Egretta sp. y Ardea sp.. •Animales de la Biblia.

GASMU (Lluvia). Uno de los adversarios de los judíos en tiempos de Nehemías, junto con •Sanbalat y •Tobías. Esparció el rumor (“ G. lo dice”) de que el muro se edificaba con fines de una rebelión (Neh. 6:1, 6). Llamado también •Gesem.

GAT (Lagar). Una de las cinco ciudades de los filisteos. Sus habitantes eran llamados geteos. Los israelitas no pudieron tomar la tierra de los •anaceos, que “quedaron en •Gaza, en G. y en •Asdod” (Jos. 11:22). Había entre ellos personas de alta estatura (1 Cr. 20:8). G. quedaba sin conquistar al fin de la vida de Josué (Jos. 13:3). Cuando los filisteos capturaron el •arca, la pasaron de Asdod a G. (1 S. 5:8). •Aquis, rey de G., dio refugio a David (1 S. 21:10). Éste se fingió loco para evadir conflictos con los príncipes de los filisteos (1 S. 21:12–15) y luego se fue a •Adulam. Más tarde volvió con sus hombres a buscar refugio en G. (1 S. 27:1–2). En su elegía por la muerte de Saúl y •Jonatán, David dice: “No lo anunciéis en G.” (2 S. 1:20). Los conflictos con G. eran frecuentes (1 Cr. 7:21; 8:13), aun en tiempos de David (2 S. 21:20–22), que finalmente la conquistó (1 Cr. 18:1). Huyendo de la rebelión de Absalón, David tuvo como aliados a seiscientos geteos “que habían venido a pie desde G.” (2 S. 15:18). También •Uzías conquistó a G. (2 Cr. 26:6). G. fue destruida por el rey asirio Sargón II. Se señala a Tell es-Safi, a unos 19 km al E de Asdod, como posible ubicación de G.

GATAM Edomita. Nieto de •Esaú. Hijo de •Elifaz (Gn. 36:11).

GAT-HEFER (Lagar del pozo). Población en el territorio de Zabulón (Jos. 19:13) de la cual era originario el profeta •Jonás (2 R. 14:25), situada a unos 5 km al NE de •Nazaret.

GAT-RIMÓN (Lagar de la granada). Nombre de lugares en el AT.

1. Ciudad que correspondió a la tribu de Dan en la repartición de la tierra (Jos. 19:45). Fue entregada a los levitas (Jos. 21:24).

2. Ciudad en el territorio de la tribu de Manasés que fue entregada a los levitas (Jos. 21:25). Era ciudad de refugio (1 Cr. 6:69).

GAVILÁN Ave de rapiña. Halcón. Hay muchas especies de g. Es animal diurno que dispone de una vista muy potente con la cual detecta pequeños animales e insectos, a los cuales llega con un vuelo rapidísimo. Los atrapa con sus fuertes garras y los destroza con su pico curvo y fuerte. Caza aves más pequeñas en pleno vuelo, por lo cual algunas especies son usadas para la cetrería. El g. y el halcón eran venerados en Egipto como símbolos del dios Hor. No era apto para comerse (Lv. 11:16; Dt. 14:15). Una de las especies de g. emigra hacia el S antes del invierno (Job 39:26). Nombre científico: Falco tinnunculus. •Animales de la Biblia.

GAVIOTA Ave palmípeda. Se usa el término para referirse de manera general a las aves que viven cerca del mar, alimentándose de peces, de las cuales hay una gran diversidad de especies. Una de ellas es la Larus sp. No era apta para comerse (Lv. 11:16; Dt. 14:15). •Animales de la Biblia.

GAYO Nombre de personas del NT.

1. Creyente macedonio amigo de Pablo. Fue su compañero de viaje en Éfeso, donde una multitud le arrebató junto con •Aristarco en el alboroto que agitó el platero •Demetrio (Hch. 19:29).

2. Uno de los que acompañaron a Pablo cuando el apóstol decidió regresar por Siria desde Grecia (Hch. 20:2–4). Lucas dice que era de •Derbe. Muchos piensan que se trata del mismo #1, aunque Derbe quedaba en Asia Menor, suponiendo que era un macedonio que vivía allí.

3. Creyente de Corinto en cuya casa se hospedaba Pablo cuando escribió su carta a los Romanos (Ro. 16:23). El apóstol lo cita como una de las pocas personas que había bautizado (1 Co. 1:14). Algunos sugieren que este G. es el mismo llamado •Justo, en cuya casa que “estaba junto a la sinagoga” se hospedó Pablo en Corinto (Hch. 18:7). Quizás sea el mismo #1.

4. Anciano creyente al que Juan escribe su tercera epístola. Se distinguía por su hospitalidad (v. 5–8). Es posible que sea el mismo #1.

GAZA (El fuerte). Principal ciudad de los filisteos, en el S de su territorio, a unos 4 km de la costa mediterránea y 80 km al SO de Jerusalén. Sus habitantes se llamaban gazeos. Las conquistas de Josué llegaron “hasta G.” (Jos. 10:41), tras las cuales “ninguno de los •anaceos quedó en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en G.....” (Jos. 11:22). En la repartición de la tierra G. correspondió a la tribu de Judá (Jos. 15:46–47), por lo cual esta tribu vivió en constante conflicto con los filisteos de esa ciudad. Al principio de la conquista “tomó ... Judá a G. con su territorio.... mas no pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros herrados” (Jue. 1:18–19). El dominio de la tecnología del hierro y estos “carros herrados” le dieron por mucho tiempo una superioridad militar a G. sobre los israelitas. Buena parte de la historia de Sansón tiene relación con los filisteos de G. (Jue. 16:1, 2). Cuando al final fue engañado por Dalila, “le sacaron los ojos, y le llevaron a G.” (Jue. 16:21), donde murió en las ruinas del templo de •Dagón.

Salomón reinó sobre G., pero su población no fue nunca aniquilada. El rey Ezequías “hirió ... a los filisteos hasta G. y sus fronteras” (2 R. 18:8). El profeta •Amós predijo gran destrucción para G. (Am. 1:6–8). Lo mismo hicieron •Sofonías (Sof. 2:4) y •Zacarías (Zac. 9:5). Estas profecías vinieron a cumplirse en el 332 a. C., cuando Alejandro el Grande invadió la tierra y destruyó a G., masacrando a sus habitantes. En el NT, al relatar la historia de la conversión del •eunuco etíope, se nos dice que iba en su carro por “el camino que desciende de Jerusalén a G.” (Hch. 8:26).

GAZAM (Ave de presa). Jefe de una familia de servidores del •templo que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:48; Neh. 7:51).

GAZEO Habitante de •Gaza (Jos. 13:3).

GAZEZ (Esquilador de ovejas). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Caleb (1 Cr. 2:46).

2. Nieto de Caleb (1 Cr. 2:46).

GEBA (Colina). Ciudad adjudicada a la tribu de Benjamín en la repartición de la tierra (Jos. 18:24). Fue entregada a los levitas (Jos. 21:17; 1 Cr. 6:60). Su localización, a unos 10 km al NE de Jerusalén, era estratégica para la defensa de esta ciudad de ataques del Reino del Norte, por lo cual fue reconstruida en tiempos de •Asa, rey de Judá con “la piedra y la madera con que Baasa edificaba” a •Ramá (1 R. 15:22). Familias de G. regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:26; Neh. 7:30). En el día de hoy se le conoce como Jeba.

GEBAL (Montaña). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad fenicia situada en un promontorio del •Líbano que mira hacia el Mediterráneo, de donde el rey •Hiram envió “hombres [que] ... cortaron y prepararon la madera y la cantería para labrar la casa” de Dios (1 R. 5:18). Los habitantes de esta ciudad eran expertos también en la fabricación de barcos (Ez. 27:9). Era uno de los puertos más importantes de los fenicios. Se hizo famoso porque importaba gran cantidad de papiro de Egipto. El nombre griego de los papiros, byblos, (libro, biblioteca) salió del mismo vocablo con el cual ese pueblo designaba a la ciudad de G. A sus habitantes se les llama •giblitas (Jos. 13:5).

2. Región montañosa al S del •mar Muerto cuyos habitantes, de origen edomita, son señalados entre los enemigos tradicionales de Israel en el Sal. 83:5–7 (“Porque se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho alianza las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas, Moab y los agarenos; G., Amón y Amalec”).

GEBER (Fuerte). Nombre de personas del AT.

1. Padre de uno de los oficiales del rey Salomón que tenía responsabilidad de la región de •Ramot de Galaad (1 R. 4:13).

2. Uno de los principales oficiales del rey Salomón. Tenía responsabilidad sobre la extensa y riquísima región de •Galaad. “Este era el único gobernador en aquella tierra” (1 R. 4:19). Posiblemente era el padre del otro oficial que estaba en Ramot.

GEBIM (Zanjas). Ciudad del territorio de Benjamín (Is. 10:31).

GEDALÍAS (Jehová es grande). Nombre de personas del AT.

1. Músico en tiempos de David. Oficiaba bajo la dirección de “su padre Jedutún, el cual profetizaba con arpa, para aclamar y alabar a Jehová” . Le tocó el segundo turno o suerte en el orden del servicio en la casa de Dios (1 Cr. 25:3, 9).

2. Noble judío a quien Nabucodonosor encargó la gobernación de Judá tras la captura de Jerusalén en el 586 a.C. (2 R. 25:22; Jer. 40:5). Su padre, •Ahicam, y su abuelo, •Safán, fueron personajes importantes en tiempos de los reyes •Josías y •Joacim (2 R. 22:3, 12; Jer. 26:24). Tenía su residencia en •Mizpa. Los caldeos “tomaron a Jeremías del patio de la cárcel y lo entregaron a G.” (Jer. 39:14). Oficiales del ejército judío que habían escapado a la muerte y el exilio, encabezados por “Ismael hijo de Netanías ... de la estirpe real” vinieron allí y mataron a G. (2 R. 25:25). Ismael estaba apoyado por •Baalis, rey de Amón (Jer. 40:14). Según tradiciones judías, el “ayuno del séptimo mes”, que se menciona en Zac. 7:5 y 8:19 era para conmemorar el asesinato de G.

3. Personaje que se opuso a la predicación de Jeremías. Era “hijo de Pasur” (Jer. 38:1).

4. Sacerdote en tiempos de Esdras que fue uno de los que tomaron mujeres extranjeras (Esd. 10:18).

5. Antepasado del profeta Sofonías (Sof. 1:1).

GEDEÓN Aunque no se acompaña su historia con la tradicional frase: “Juzgó a Israel...”, G. es reconocido como uno de los jueces. Salvó a Israel de la opresión de los madianitas. Éstos, junto con los “amalecitas y los hijos del oriente”, invadían la tierra, se llevaban las cosechas y dejaban destrucción detrás de sí. El ángel de Jehová visitó a G., cuando “estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas”. Al animarle el ángel a liberar a su pueblo, G., dudando, preguntó: “¿Con qué?...”. Pero ofreció una comida al ángel, que le dijo que la pusiera sobre una roca e hizo descender fuego del cielo que la consumió. Luego desapareció. G. entendió que había estado tratando con Dios, y tuvo miedo. Pero el Señor le consoló. Allí construyó G. un altar que llamó “Jehová-salom”. Luego, siguiendo instrucciones divinas, destruyó el altar de •Baal que tenía su padre, así como “la imagen de Asera que estaba junto a él”. Cuando los habitantes del lugar quisieron matarle por esto, el padre de G. dijo que si Baal era un dios debía contender “por sí mismo con el que derribó su altar”. Por esto se llamó a G. “Jerobaal”, que significa: “Contienda Baal contra él”.

Los madianitas atacaron de nuevo, cruzando el Jordán y acampando en el valle de •Jezreel. “El Espíritu de Jehová vino sobre G.”, que convocó a las tribus de Aser, Zabulón y Neftalí para ir a la batalla. Pero como todavía dudaba, pidió a Dios una señal que confirmara que le iba a dar la victoria. Puso un vellón de lana en la era, pidiendo que amaneciera lleno de rocío mientras que la era quedara seca. Luego solicitó que el vellón amaneciera seco mientras que la era apareciera totalmente mojada. En ambas ocasiones Dios le complació (Jue. 6:1–40).

Pero el Señor le dijo que el pueblo que había venido a la pelea era mucho y que no quería que luego de la victoria ellos pensaran que la habían logrado por sus fuerzas. Que, por lo tanto, devolviera a sus hogares a todos los que tuvieran temor. Hecho el pregón, “se devolvieron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil”. Entonces el Señor ordenó a G. que llevara a sus hombres a beber agua y se fijara cómo lo hacía cada uno de ellos. Trescientos bebieron “llevando el agua con la mano a su boca”. Dios decidió que con ellos liberaría a los israelitas, por lo cual el resto fue despachado.

En su gracia, el Señor dio otra señal a G., enviándolo cerca del campamento enemigo, donde oiría algo que le confirmaría su fe. En efecto, G. escuchó a dos madianitas conversando. Uno de ellos contaba un sueño y su compañero lo interpretó como un anuncio de que la victoria iba a ser de G. Ante esto, G. dio a sus hombres “trompetas en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros”. Dividió su tropa en tres escuadrones y a una señal suya quebraron los cántaros, tocaron las trompetas y clamaron: “Por la espada de Jehová y de G.”. Se formó una gran confusión en el campamento de los enemigos, que salieron huyendo. Dos príncipes madianitas, •Oreb y •Zeeb, fueron muertos.

G. envió un mensaje a la tribu de Efraín para que tomaran los vados del Jordán, a fin de cortar la retirada de los amalecitas. Los efraimitas protestaron por no haber sido llamados a la guerra, pero G. los convenció de que la acción de ellos podía ser también muy importante. Los de •Sucot y •Peniel se negaron a dar comida a los que perseguían a los madianitas. Pero cuando G. regresó victorioso, castigó duramente a los de estas ciudades. •Zeba y •Zalmuna, reyes de los madianitas, cayeron prisioneros y confesaron haber matado a unos hermanos de Gedeón, por lo cual fueron ejecutados.

Esta victoria sobre los madianitas sería recordada como un evento muy especial en la historia de Israel (Sal. 83:11; Is. 9:4; 10:26). Los israelitas quisieron hacer rey a G., pero éste se negó, diciendo: “Jehová señoreará sobre vosotros”. Aparecía así por primera vez el deseo

del pueblo de abandonar su organización tribal y de fundar una dinastía. G. pidió que le dieran buena parte del botín, incluyendo oro, joyas y vestidos de púrpura con los cuales hizo un •efod que luego “fue tropezadero a G. y a su casa”. El largo relato de los hechos de G. indica la importancia que se le atribuyó a su papel en el período entre la entrada a la tierra de Canaán y la implantación de la monarquía. G. tuvo setenta hijos y murió “en Ofra de los abiezeritas” (Jue. 8:1–32).

GEDEONI (Derribador). Moisés escogió a príncipes, “un varón de cada tribu”, para hacer el censo en el desierto. Por Benjamín fue escogido •Abidán. Su padre se llamaba G. (Nm. 1:11; 2:22; 7:60, 65; 10:24).

GEDER (Cerca, valla). Una de las ciudades de los cananeos vencidas por los israelitas (Jos. 12:13). Quedaba en el S del territorio de Judá.

GEDERA (Redil). Ciudad adjudicada a la tribu de Judá, en la parte baja de su territorio (la Sefela) (Jos. 15:36). Es probable que sea la misma •Gedor #1.

GEDERATITA Habitante de Gedera. El Jozabad, g. que se menciona como valiente en el ejército de David, era de origen benjamita, aunque habitaba en •Gedera (1 Cr. 12:4).

GEDEROT (Rediles). Ciudad adjudicada a la tribu de Judá, en la parte baja de su territorio (la Sefela) (Jos. 15:41). En tiempos del rey Acaz “los filisteos se habían extendido por las ciudades de la Sefela ... y habían tomado ... G.” (2 Cr. 28:18).

GEDEROTAIM (Dos rediles). Ciudad adjudicada a la tribu de Judá, en la parte baja de su territorio (la Sefela) (Jos. 15:36).

GEDOLIM Padre de Zabdiel. Éste era cabeza de un grupo de 128 personas, “hombres de gran vigor”, que habitaron en Jerusalén después del exilio (Neh. 11:14).

GEDOR (Pared, muro). Nombre de lugar y de personas del AT.

1. Ciudad adjudicada a la tribu de Judá, en las montañas (Jos. 15:58). Dos benjamitas que se pasaron a David habitaban en esa ciudad (1 Cr. 12:7). Es probable que sea la misma •Gedera. Es la actual Jirbat Jadur.

2. Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Penuel (1 Cr. 4:4).

3. Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Jered (1 Cr. 4:18).

4. Sitio hasta donde llegó la tribu de Simeón “buscando pastos para sus ganados” (1 Cr. 4:39).

5. Descendiente de Benjamín (1 Cr. 8:31).

GEHENNA •Infierno.

GELILOT (Círculos). Lugar “que está delante de la subida de Adumín” en la frontera de Benjamín (Jos. 18:17). Es la misma •Gilgal.

GEMALI (Dueño de camellos). Padre de Amiel, de la tribu de Dan. Amiel fue uno de los doce espías (Nm. 13:12).

GEMARÍAS (Jehová ha cumplido). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Hilcías. Funcionario de “ •Sedequías rey de Judá” que éste envió “a Nabucodonosor rey de Babilonia” junto con “Elasa hijo de Safán”. Jeremías aprovechó la oportunidad y remitió con ellos una carta para los judíos que vivían en el exilio en Babilonia diciéndoles que Dios quería que procuraran “la paz de la ciudad a la cual os hice transportar” (Jer. 29:1–7).

2. Hijo de Safán. Funcionario del rey •Sedequías. Desde el aposento de G. en el •templo “ •Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías”. Micaías, hijo de G., fue y lo dijo a “los príncipes”, entre los cuales estaban G. su padre y Safán su abuelo (Jer. 36:12–14). Éstos enteraron al rey, que escuchó la lectura del rollo y lo quemó “aunque Elnatán y Delaía y G. rogaron al rey que no quemase aquel rollo” (Jer. 36:10–25).

GENEALOGÍA Entre los hebreos, al igual que en otras naciones del Oriente Medio, se consideraba que los pueblos se desarrollaban como familias que iban creciendo, partiendo del padre, bajando luego a los hijos, los nietos, etcétera. Así, aparecen en la Biblia varias listas de nombres que informan del origen de naciones, tribus, familias e individuos. En Gn. 5:1; 6:9; 10:1, y pasajes similares figuran los individuos y familias que dieron lugar al nacimiento de naciones enteras. Otras listas pertenecen a clanes o familias organizadas en tribus, como pueden verse en el libro de Números. También se presentan listas que detallan el origen de ciertas familias importantes, ya sea por razones religiosas, políticas o simplemente históricas. Así, aparecen las g. de la casa de David (1 Cr. 2:10–15; 3:1–24), de la familia de Leví (1 Cr. 6:1–30), de la casa de Saúl (1 Cr. 8:1–33) etcétera.

Cuando se presentó el retorno del exilio babilónico, el asunto de los registros genealógicos tomó mayor importancia. Sobre todo había que definir quiénes pertenecían a la clase sacerdotal, a las familias de los levitas, etcétera. Algunas personas no pudieron probar su g. y fueron puestas aparte “hasta que hubiese sacerdote para consultar con Urim y Tumim” (Esd. 2:59–63; Neh. 7:61–65). En 1 Ti. 1:4 y Tit. 3:9 el apóstol Pablo menciona unas “fábulas y g. sin término”. Lo más probable es que sea una referencia a enseñanzas gnósticas de la época que describen la creación como hecha a través de una gran cantidad de seres espirituales, llamados “eones” ( •Gnosticismo). Los gnósticos creían, por ejemplo, que cada parte del cuerpo humano había sido creada por un “eón” y decían los nombres de cada uno de ellos. Así, en uno de los documentos de •Nag Hammadi, se lee: “Eterafaope-abrón creó su cabeza, Menigestroez creó el cerebro; Asterecme el ojo derecho; Taspomoca el ojo izquierdo, y así sucesivamente”.

GENEALOGÍA DEL SEÑOR Los Evangelios presentan dos genealogías del Señor Jesús, una en Mt. 1:1–17 y otra en Lc. 3:23–38. Ambas tienen la intención de demostrar el vínculo del Señor como descendiente de la familia de David. Se han dado varias explicaciones sobre el particular, incluyendo: a) que Mateo ofrece la genealogía de •José como padre legal de Jesús, mientras que Lucas enumera la de •María. En realidad, no se acostumbraba presentar la genealogía de nadie por la línea de la madre, pero tratándose de este caso excepcional, de una persona concebida sin intervención de hombre, la explicación podría aceptarse. Debe tenerse en cuenta que en el día de hoy la filiación legal judía se establece por la línea materna; b) que existe la posibilidad de que las diferencias se expliquen por un matrimonio realizado por la costumbre del levirato. Enseñaba africano, en el siglo II, que de conformidad con una tradición de la iglesia el •Elí que aparece como padre de José en Lc. 3:23 había muerto sin dejar descendencia y que su esposa casó con el •Jacob que aparece como el padre de José en Mt. 1:16. Así, Lucas dio la genealogía por vía de Elí y Mateo por vía de Jacob, ambos de la

línea davídica. A la luz de las investigaciones bíblicas hasta el presente, todavía este asunto no queda aclarado a satisfacción de todos.

GENERACIÓN En el pensamiento hebreo, el período de la vida de un hombre, desde el nacimiento hasta la muerte se llamaba dor, equivalente a g. También el lapso entre el nacimiento de una persona y la concepción de su hijo (“No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová; ni hasta la décima g. de ellos” [Dt. 23:3]). También se aplicaba a otros conceptos relacionados con la vida del ser humano. Como en los tiempos patriarcales se llegaba a una larga edad, se piensa que la expresión de Gn. 15:16 (“Y en la cuarta g. volverán acá”) es una referencia a cuatro g., o sea, el tiempo que los israelitas pasaron en Egipto. Las personas que tenían aproximadamente una misma edad son llamadas una g. (“No verá hombre alguno de éstos, de esta mala g., la buena tierra que juré que había de dar a vuestros padres” [Dt. 1:35]).

La idea de tiempo mensurable está ligada al uso de la palabra g. A veces el significado equivale a una “era” o tiempo pasado (“Acuérdate de los tiempos antiguos, considera los años de muchas g.” [Dt. 32:7]). O una época futura (“Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las g.” [Sal. 45:17]). Una clase o tipo de personas distinguidas por alguna razón son llamadas una g. (“Dios está con la g. de los justos” [Sal. 14:5]; “Tal es la g. de los que te buscan, de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob” [Sal. 24:6]).

En el NT, la palabra equivalente es genea. La expresión “esta g.” tiene la idea de “contemporáneo”. El Señor Jesús acusó a sus contemporáneos de ser una “ g. mala y adulterina” (Mt. 12:39), “incrédula y perversa” (Mt. 17:17). La exhortación de Pedro tras su sermón de Pentecostés era: “Sed salvos de esta perversa g.” (Hch. 2:40).

GENESARET (Jardín de riquezas). Nombre de lugar en el AT y el NT.

1. Ciudad (Cineret) en la ribera O del lago del mismo nombre. Era una de las “ciudades fortificadas” adjudicadas a la tribu de Neftalí en la repartición de la tierra (Jos. 19:35).

2. Nombre griego del lago de Cineret, o mar de Galilea (Lc. 5:1).

3. Región o distrito que se extendía por la ribera N del lago, una franja de unos 2 km de ancho y 5 km de largo, muy rica en agricultura. Es la “tierra de G.”, escenario de muchos eventos en la vida de nuestro Señor Jesucristo (Mt. 14:34; Mr. 6:53).

GÉNESIS, LIBRO DE Primer libro del •Pentateuco. El título viene de la palabra griega geneseos, que significa “origen” o “fuente”. En diversos lugares del libro aparecen las siguientes expresiones: “estos son los orígenes de...” (Gn. 2:4); “este es el libro de las generaciones de...” (Gn. 5:1); “estas son las generaciones de...” (Gn. 6:9; 10:1; 11:10, 27; 36:1); “estos son los descendientes de...” (Gn. 25:12, 19); “estos son los linajes de...” (Gn. 36:9); “esta es la historia de la familia de...” (Gn. 37:2). Por esta razón la •Septuaginta le aplicó el nombre de G. Los hebreos lo llaman Bere’shit (“en el principio”), porque así comienza el libro.

Autor. Se atribuye a Moisés, según la tradición judía y cristiana, aunque el libro no lo dice así. Los judíos se referían al Pentateuco, como “los libros de Moisés”. Cuando leemos en

Lc. 24:27 que el Señor Jesús “comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”, se entiende claramente que ese “desde Moisés” es una referencia al Pentateuco y, por lo tanto, también al G. Lo mismo puede decirse de citas como Jn. 5:46 (“Porque si creyéseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él”). Algunos señalan, sin embargo, que esa forma en que se hacía referencia a los libros del Pentateuco no implica necesariamente la autoría del líder hebreo. No obstante, la mayoría de los creyentes opinan que el origen del libro de G. está en los tiempos de Moisés, aunque no puede descartarse que en el devenir de las edades se hicieran modificaciones hasta llegar a la forma actual. •Pentateuco.

Propósito. G. relata la historia de cómo Dios crea el universo, sus relaciones con el hombre, la caída de éste y la forma en que comienzan a desarrollarse los planes redentores de Dios a través de la elección de una persona, Abraham, que vendría a ser bendición para toda la humanidad por medio de su descendencia. La narración histórica termina cuando Jacob y sus hijos están ya viviendo en Egipto, lo que continuará expuesto en el libro de Éxodo. Si no se tiene esto en cuenta y se pretenden para este libro otros propósitos, será fácil caer en contradicciones y confusiones. Muchos críticos de G. dan la apariencia de que vinieron a buscar en él cosas que se encuentran totalmente fuera del propósito del libro. G. no es una cosmogonía, ni una historia geológica de la tierra. No intenta describir la creación del universo. Toca ese asunto solamente para enmarcar su tema y colocarlo en una perspectiva histórica muy general ( •Creación). Pero tiene que hacer una grandiosa síntesis de éste y otros aspectos para centrarse luego en su trama. No narra la historia de los inicios de la creación, sino de los comienzos de la redención. Las grandes síntesis de G., sin embargo, no son mitos, ni fábulas, ni parábolas; son historia expresada en pocas palabras. En efecto, una de las cosas admirables de G. es lo bien logradas que resultan sus síntesis históricas, puesto que han servido por miles de años a generaciones diferentes en conocimiento y cultura.

Desarrollo. Algunos comentan que el primer capítulo de G. parece haber sido escrito con un estilo litúrgico, pues presenta unas fórmulas solemnes en las cuales se expresan las acciones de Dios en la creación. Dios habla y las cosas son. Luego hace al hombre, varón y hembra, lo coloca en el huerto de Edén y le da mandamientos. La serpiente engaña a los seres humanos, que pecan y son expulsados del paraíso. Pero en ese mismo momento de la •caída reciben la promesa de una simiente que heriría en la cabeza a la serpiente. Adán y Eva tienen dos hijos: Caín y Abel. Pero lo que se ve es que uno de ellos hiere al otro, no a la serpiente. Caín se aleja de Dios (“... de tu presencia me esconderé...”). Pero Adán y Eva tienen un tercer hijo, a quien llaman Set, con el cual hay un comienzo de búsqueda del retorno a la relación con Dios (Gn. 1 al 4).

La humanidad se desarrolla así con el paralelismo de una mayoría que se aleja de Dios y unos pocos que lo buscan (Enoc). La narración va reduciendo su enfoque de la humanidad en general hacia un grupo de personas que se presentan como antepasados de Noé. Como la mayoría de los hombres viven en violencia, Dios decide enviar su juicio ( •diluvio), pero salva a Noé y a sus familiares. Dios renueva su pacto con el hombre. Los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, pueblan la tierra. Las naciones surgen de ellos (Gn. 5 al 10).

El enfoque se reduce más y se fija en Sem y su descendencia. Dentro de ella nace Abraham. Se describe el llamamiento que Dios le hace para que vaya a Canaán, y las vicisitudes de su estancia allí y en Egipto. Dios promete a Abraham un hijo a pesar de que su esposa era estéril. Abraham tiene un hijo, Ismael, con la egipcia Agar, pero ese no es el hijo prometido por Dios. Dios hace juicio contra Sodoma y Gomorra, y salva a Lot, sobrino de Abraham. Finalmente Sara concibe y da a luz a Isaac. Dios prueba a Abraham pidiéndole la vida de su hijo, y al ver que obedece, le hace sacrificar un cordero en su lugar (Gn. 11 al 22).

Abraham busca esposa para su hijo. Isaac se casa con Rebeca. Rebeca tiene dos hijos, Esaú y Jacob. El primero menosprecia su primogenitura y la cede a Jacob. Isaac emigra a Egipto y vuelve a Canaán. Al querer disponer de la bendición paterna para Esaú antes de morir, Isaac es engañado por su hijo Jacob, que luego tiene que huir. Viaja a Mesopotamia a casa de Labán, pariente de su madre. Dios se le revela en el camino. En Padam-aram se enamora de Raquel y pide su mano. Es engañado y se casa con Lea, pero se queda trabajando para conseguir a Raquel por esposa. Tiene hijos con Lea, con Bilha la sierva de Raquel, con Zilpa la sierva de Lea y finalmente con Raquel. Un total de doce varones y una hembra. Jacob enriquece pero, al mismo tiempo, es engañado varias veces por Labán. Finalmente decide regresar a Canaán. Teme el encuentro con Esaú, pero Dios de nuevo se le revela. Esaú le recibe bien. Muere Isaac (Gn. 23 al 35).

Se narra entonces la historia de José. Éste era amado por su padre y envidiado por sus hermanos, que le venden como esclavo. Es llevado a Egipto, donde la bendición de Dios le acompaña y llega a ser primer ministro de Faraón, y organiza el país para un período de abundancia y otro de hambre. En medio del segundo, sus hermanos tienen que venir dos veces a comprar alimento a Egipto. José les atiende pero no se revela a ellos sino en el segundo viaje. Manda a buscar a su padre Jacob y sus familiares, que descienden así a vivir en Egipto, donde Faraón les asigna tierras. Se ofrece la lista de las doce familias de los hijos de Jacob. Éste muere tras bendecirlos. José le entierra en Canaán, en la cueva de Macpela. José ratifica su perdón a sus hermanos y les dice: “Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y Jacob”. Muere José y es “puesto en un ataúd en Egipto”. (Gn. 36 al 50).

GENTIL Persona que no es judía. A partir del retorno del exilio y erección del segundo templo el término vino a tomar su actual connotación. Antes de esa época, a los israelitas se les prohibía casarse con personas de siete naciones: los heteos, los gergeseos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos (Dt. 7:1–3). Pero desde los tiempos de Esdras, se consideró que la prohibición abarcaba a otros pueblos (Esd. 9:1). El pensamiento que rigió fue que el monoteísmo era lo que caracterizaba a Israel, mientras que las demás naciones eran idólatras. Así, el ideal de Dios de que Israel fuera canal de bendición para las naciones (Gn. 12:2–3; Gá. 3:14) fue convertido en un exclusivismo por el cual, se pensaba, las demás naciones no parecían estar en los planes de Dios, en cuyo centro los descendientes de Israel se ponían solamente a sí mismos. Debe reconocerse también que fue un movimiento de autodefensa por el peligro de la asimilación que produjo el exilio. Este sentimiento exclusivista se hizo sentir aun en la primitiva iglesia cristiana en Jerusalén, hasta que Dios, que es “Dios de los g.” así como de los judíos (Ro. 3:29), usó a Pedro en su experiencia con •Cornelio para señalarle que “también a los g. ha dado Dios arrepentimiento para vida” (Hch. 11:18). Más tarde Pablo se distinguiría por su labor misionera y pastoral en las naciones no judías, por lo cual sería llamado “apóstol de los g.” (Ro. 11:13), predicando y enseñando que Cristo había derribado “la pared intermedia de separación” (Ef. 2:14) y que en él no hay “griego ni judío” (Gá. 3:28; Col. 3:11).

GENUBAT Hijo de “Hadad edomita, de sangre real”, fugitivo en Egipto tras la masacre de los edomitas hecha por Joab. Su madre era hermana “de la reina Tahpenes”. G. se crió “entre los hijos de Faraón” (1 R. 11:14, 19–20).

GERA •Pesos y medidas de la Biblia.

GERA (Viajero, peregrino). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Benjamín (Gn. 46:21). En 1 Cr. 8:5 se le presenta como nieto.

2. Benjamita. Padre de •Aod, juez de Israel (Jue. 3:15).

3. Benjamita. Padre de •Simei, que maldijo a David cuando huía de •Absalón (2 S. 16:5).

4. Benjamita. Hijo de Aod. Uno de los que “fueron transportados a •Manahat” (1 Cr. 8:6–7

GERAR (Lugar de parada). Ciudad cananea (Gn. 10:19) que fue ocupada por los filisteos. Estaba situada “entre Cades y Shur” (Gn. 20:1), cerca de •Gaza, en el S de Canaán, en un lugar estratégico para el paso de las caravanas. Abraham “habitó como forastero en G.” (Gn. 20:1), diciendo a •Sara que se hiciera pasar por su hermana. El rey de G. era •Abimelec, que mandó tomar a Sara, pero advertido por Dios en sueños la devolvió y luego hizo un pacto con Abraham (Gn. 20:2–18). El episodio se repite con Isaac, que fue a habitar en G. y dijo que Rebeca era su hermana, pero Abimelec “vio a Isaac que acariciaba a Rebeca su mujer” y le llamó la atención. Luego dio órdenes de que todos los filisteos respetaran, bajo pena de muerte, a Isaac. G. es hoy Tell Abu Hureira, a unos 18 km al S de Gaza.

GERGESEOS Una de las tribus que habitaban la tierra de Canaán. Dios dijo a Abraham: “A tu descendencia daré esta tierra ... de los g.” (Gn. 15:18–21). El nombre g. aparece en las listas de los pueblos conquistados por los israelitas, pero no se ofrecen detalles sobre la forma en que fueron vencidos ni se conoce dónde estaban ubicados (Dt. 7:1; Jos. 3:10; Neh. 9:8; 1 Cr. 1:14).

GERIZIM Cerca de la ciudad de Siquem había dos montes, llamados uno •Ebal y otro G. Moisés ordenó que al pasar el Jordán los israelitas debían escribir las palabras de la ley sobre unas piedras cubiertas de cal. Luego el pueblo se repartiría: seis tribus sobre el monte G. “para bendecir al pueblo” y seis sobre el monte Ebal “para pronunciar la maldición”, cosas que seguiría a la lectura de la ley (Dt. 27:1–13). La comparación entre ambos montes ha hecho que algunas personas noten que el G. (el de la bendición) está lleno de vegetación, mientras que el Ebal (el de la maldición) es casi completamente árido y sin ella. Después del exilio los samaritanos construyeron allí un templo. Josefo dice que fue en tiempos de Alejandro Magno, pero otros piensan que fue en la época de Nehemías. El Señor Jesús “vino ... a una ciudad de Samaria llamada Sicar”, que es la antigua •Siquem, donde tuvo un famoso encuentro con una mujer en el pozo de Jacob. Ella dijo: “Nuestros padres adoraron en este monte”, refiriéndose al monte G., pero recibió la respuesta de que “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn. 4:5–42).

GERSÓN (Extranjero que mora temporalmente). Nombre de personas del AT.

1. Hijo mayor de Leví (Gn. 46:11; Éx. 6:16), que fue cabeza de un grupo de familias de levitas.

2. Hijo mayor de Moisés. Su madre fue Séfora. Le llamó G. “porque dijo: Forastero soy en tierra ajena” (Éx. 2:21–22; 18:3). En tiempo de los jueces un descendiente de G., llamado Jonatán, actuó como sacerdote frente a una “imagen de talla” que levantaron los hijos de Dan (Jue. 18:30). Otro descendiente de G., llamado Sebuel, fue “jefe sobre los tesoreros” en tiempos de David (1 Cr. 26:24).

3. Descendiente de Finees #1 que regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 8:2).

GERSONITAS Descendientes de Gersón #1. Acampaban “a espaldas del tabernáculo, al occidente” (Nm. 3:23) y tenían la responsabilidad de conducir gran parte del •tabernáculo (Nm. 4:24–27), para lo cual recibieron “dos carros y cuatro bueyes” (Nm. 7:3–7). Les fueron adjudicadas trece ciudades en los territorios “de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la media tribu de Manasés en Basán” (Jos. 21:6; 1 Cr. 6:71).

GERUT-QUIMAM Lugar “que está cerca de Belén” donde habitaron los fugitivos de Jerusalén que seguían a “Johanán hijo de Carea ... a fin de ir y meterse en Egipto ... por haber dado muerte Ismael hijo de Netanías a Gedalías hijo de Ahicam” (Jer. 41:16–18). Otra traducción entiende que G. era “la habitación u hospedaje de Quimam”. •Quimam fue el hijo de •Barzillai que acompañó a David en su retorno a Jerusalén después de la derrota de •Absalón (2 S. 19:36–40). Algunos piensan que David le dio ese mesón en agradecimiento por el apoyo de su familia durante la crisis con Absalón. Años después, según esta opinión, los fugitivos de Jerusalén hicieron un alto allí antes de ir a Egipto, huyendo de los caldeos.

GESAM (Firme). Descendiente de Caleb (1 Cr. 2:47).

GESEM Llamado “el árabe”. Adversario de Nehemías. Junto con “Sanbalat horonita [y] Tobías el siervo amonita ... hicieron escarnio” de los que trabajaban en la reconstrucción del muro de Jerusalén. Dijeron, además, que se trataba de un intento de rebelión contra el rey (Neh. 2:19). Trataron por diversas maneras de interrumpir la obra. La acusación de sedición era atribuida principalmente a G., llamado también •Gasmu (Neh. 6:1–7).

GESUR (Puente). Pequeño reino arameo que quedaba al N de Basán y al S de Siria, en las laderas del monte •Hermón. •Og, rey de Basán, dominaba “hasta los límites de G.” (Jos. 12:5). “A los gesureos y a los maacateos no los echaron los hijos de Israel, sino que G. y Maaca habitaron entre los israelitas” (Jos. 13:13). David tomó como mujer a “Maaca, hija de Talmai rey de G.”, que fue madre de •Absalón (2 S. 3:3). Éste, tras matar a su hermano •Amnón, “huyó y se fue a Talmai hijo de Amiud, rey de Gesur”, su abuelo materno (2 S. 13:37). Más tarde Joab fue a buscarle allí (2 S. 14:23).

GESUREOS Los habitantes de •Gesur (Jos. 13:11, 13).

GESURI •Gesur.

GESURITAS Pueblo que habitaba al sur de la tierra de los filisteos y al norte de Arabia, contra el cual David realizó varias incursiones cuando vivía en Siclag (1 S. 27:8).

GETEO Habitante de •Gat (Jos. 13:3). A pesar de la constante enemistad de los g., por su condición de filisteos, con los israelitas, la Biblia menciona casos en los cuales algunos de ellos jugaron un papel favorable en la historia de Israel. Así pasó con •Obed-edom g., en cuya casa David dejó el arca unos tres meses “y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa” (2 S. 6:11). “Los g., seiscientos hombres que habían venido a pie desde Gat, iban delante del rey” David cuando éste huía de Absalón. Su comandante era •Itai g. (2 S. 15:18–22). •Goliat era g. y tuvo parientes de gran estatura como él (2 S. 21:19).

GETER (Temor). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Aram (Gn. 10:23).

2. Hijo o descendiente de Sem (1 Cr. 1:17).

GETSEMANÍ (Prensa de olivas). Huerto que quedaba “al otro lado del torrente de Cedrón” donde “muchas veces Jesús se había reunido ... con sus discípulos” (Jn. 18:1–2). El día que fue entregado, el Señor había ido con ellos a orar a G., donde le encontró •Judas, que le señaló con un beso a sus captores (Mt. 26:36–56; Mr. 14:32–50). Varias tradiciones señalan diferentes sitios como posibles para la localización de G. La más aceptada señala un área en el monte de los Olivos donde se construyó una iglesia llamada “De Todas las Naciones”.

GEUEL (Majestad de Dios). Príncipe de la tribu de Gad que fue escogido como uno de los doce espías para recorrer la tierra de Canaán (Nm. 13:15).

GEZER (Partición, división). Ciudad cananea, situada al O de Jerusalén, camino a •Jope. “Horam rey de G. subió en ayuda de Laquis” cuando ésta era atacada por los israelitas, “mas a él y a su pueblo destruyó Josué, hasta no dejar a ninguno de ellos” (Jos. 10:33). Este lenguaje parece aludir sólo al ejército de •Horam, porque luego se nos dice que “los hijos de Efraín... no arrojaron al cananeo que habitaba en G.; antes quedó el cananeo en medio de Efraín, hasta hoy, y fue tributario” (Jos. 16:9–10). Fue asignada como habitación para los levitas (Jos. 21:21). Los filisteos dominaban G. en tiempos de David, pues éste los derrotó “desde Geba hasta llegar a G.” (2 S. 5:25). Pero la ciudad pasó totalmente a manos israelitas en tiempos de Salomón. “Faraón el rey de Egipto había subido y tomado a G., y la quemó, y dio muerte a los cananeos que habitaban la ciudad, y la dio en dote a su hija la mujer de Salomón”. Éste la reedificó y fortificó (1 R. 9:15–17). En una inscripción relacionada con •Tiglat-pileser, rey de Asiria, se nombra a G. entre las ciudades destruidas por este rey cuando vino en ayuda de •Acaz, que estaba siendo atacado en Jerusalén por •Rezín, rey de Siria y •Peka, rey de Israel (2 R. 16:5–7). Hoy es conocido el sitio como Tell Jezer. Se han hecho importantes descubrimientos arqueológicos allí, incluyendo la muralla edificada por Salomón y un famoso calendario agrícola en hebreo, uno de los documentos más antiguos que se conocen en ese idioma.

GEZRITAS Pueblo que habitaba al S del territorio de los filisteos. David hizo incursiones contra ellos cuando estaba en Siclag (1 S. 27:8).

GÍA (Manantial burbujeante). Lugar hasta donde llegaron •Joab y •Abisai persiguiendo a •Abner y sus hombres que huían derrotados. G. estaba delante del “collado de Amma ... junto al camino del desierto de Gabaón” (2 S. 2:24). Se desconoce su ubicación actual.

GIBAR (Hombre poderoso). Patriarca de una familia que regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:20).

GIBEA (Colina). Personaje en la tribu de Judá. Nieto de Caleb (1 Cr. 2:49).

GIBETÓN (Altura). Ciudad adjudicada a la tribu de Dan en la repartición de la tierra (Jos. 19:44). Fue asignada a los levitas de la familia de Coat (Jos. 21:23). En tiempos de la monarquía hebrea estaba bajo dominio filisteo. El rey •Nadab, hijo de Jeroboam I, atacó esta ciudad. Durante el cerco “Baasa hijo de Ahías, el cual era de la casa de Isacar, conspiró contra él” y lo mató (1 R. 15:27). Más tarde el rey •Ela, de Israel, también atacó a G., pero “conspiró contra él su siervo Zimri, comandante de la mitad de los carros”. Mientras se realizaba el asedio a G. Ela estaba en su capital, “Tirsa, bebiendo y embriagado en casa de Arsa su mayordomo” que aparentemente estaba involucrado en la conjura. Pero •Omri, que estaba al frente de las tropas en G. atacó a •Tirsa. Zimri, viéndose perdido, se suicidó (1 R. 16:9–20). G. es hoy Tell el-Melat, al E de •Ecrón.

GIBLITAS Habitantes de •Gebal #1.

GIDALTI (Yo he magnificado a Dios). Uno de los catorce hijos varones del cantor •Hemán que “estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová”. Le correspondió la vigesimasegunda suerte en el culto (1 Cr. 25:4, 29).

GIDEL (Magnificado). Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de una familia de sirvientes del •templo que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:47; Neh. 7:49).

2. Cabeza de una familia de “siervos de Salomón”, algunos de cuyos miembros regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:56; Neh. 7:58).

GIDGAD Monte junto al cual los israelitas hicieron un campamento durante su peregrinación por el desierto (Nm. 33:32–33).

GIDOM (Desolación). Lugar en el territorio de la tribu de Benjamín. En la guerra civil contra esta tribu los demás israelitas persiguieron a los benjamitas hasta G. (Jue. 20:45).

GIEZI (Valle de visión). Siervo del profeta •Eliseo. Recomendó a éste que recompensara a la mujer sunamita orando por ella para que tuviera un hijo (2 R. 4:14). Cuando ese hijo creció y un día murió, G. fue encargado de llevar el báculo de Eliseo para ponerlo sobre el rostro del muchacho mientras llegaba el profeta, que luego lo resucitó (2 R. 4:18–37). Pecó al pedirle a •Naamán regalos y esconderlos, y mentir a Eliseo, por lo cual quedó leproso (2 R. 5:20–27). Aparece luego relatando al rey de Israel los hechos maravillosos de Eliseo, cuando se presenta la sunamita a reclamar las tierras que había abandonado para ir a vivir entre los filisteos. G. dio testimonio de esos hechos ante el rey y ésta recuperó sus tierras (2 R. 8:1–6).

GIGANTES La Biblia habla de varios tipos de g.: a) Nefilim, que se refiere a los descendientes de la unión de “los hijos de Dios” con “las hijas de los hombres” (Gn. 6:2–5). El énfasis en este caso no está sobre la exagerada estatura, sino sobre su carácter violento y malvado. Se ha discutido mucho sobre la interpretación de este pasaje, pensando algunos que la idea de ángeles cohabitando con mujeres pertenece más a la ideografía pagana que al monoteísmo hebreo. Otros eruditos judíos sugieren que “los hijos de Dios” eran una clase aristocrática que casó con mujeres sin rango social. Sin embargo, en la tradición tanto judía como cristiana, ha persistido la lectura inicialmente señalada, la cual surge de abundantes testimonios escritos en obras apócrifas del AT. b) Refaim. Era una raza que habitó muy antiguamente la tierra de Canaán. Uno de los remanentes de esta raza fue “ •Og rey de Basán”, y se menciona su cama, que medía 4 por 1.8 m (Dt. 3:11). c) Anakim. Son mencionados por los espías que regresaron dando cuenta de que habían visto “ g., hijos de Anac, raza de los g.” en Canaán (Nm. 13:33). Se los localiza como nativos de •Hebrón. •Anac, el principal de ellos, tenía unos hijos llamados •Sesai, •Ahimán y •Talmai, que eran de gran estatura (Nm. 13:22; Jos. 15:13–14; 21:11; Jue. 1:20). Se mencionan varios otros, como •Goliat (1 S. 17:1–58), •Isbi-benob (2 S. 21:15–17), •Saf (2 S. 21:18), •Sipai (1 Cr. 20:4). d) Emim. Pueblo de personas de gran estatura que habitó en la tierra de Moab y que era “alto como los hijos de Anac” (Dt. 2:10–12). Aparecen conquistados por •Quedorlaomer en Gn. 14:5. e) Zomzomeos. Igual tipo de pueblo, pero que habitaba entre los amonitas, que los llamaban así (Dt. 2:20–21).

GIHÓN (Corriente de aguas). Nombre de lugares del AT.

1. “Segundo río ... que rodea toda la tierra de Cus”. Era uno de los “cuatro brazos” del río que salía del Edén “para regar el huerto” (Gn. 2:10, 13).

2. Manantial que había en Jerusalén junto al cual fue coronado Salomón (1 R. 1:33–39, 45). El rey •Ezequías “cubrió los manantiales de G. la de arriba, y condujo el agua hacia el occidente de la ciudad de David” (2 Cr. 32:30) para asegurar el abastecimiento de agua a Jerusalén y negarla a los atacantes.

GILALAI (Pesado). Sacerdote que participó en la celebración con motivo de la restauración del muro de Jerusalén “con los instrumentos musicales de David varón de Dios” (Neh. 12:36).

GILBOA (Monte de la fuente espumosa). Conjunto de montañas en el territorio de la tribu de Isacar al E de la llanura de •Jezreel. Allí tuvo lugar la batalla contra los filisteos en la cual murieron Saúl y sus hijos (1 S. 28:4; 31:1, 8). David lo menciona en su elegía por la muerte de éstos: “Montes de G., ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierra de ofrendas” (2 S. 1:21). Hoy se llama Jebel Fukua.

GILGAL (Círculo de piedras). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad cananea donde los israelitas al mando de Josué derrotaron el rey de Goim (Jos. 12:23).

2. Lugar “al lado oriental de Jericó” donde por primera vez los israelitas acamparon dentro de Canaán tras pasar el Jordán (Jos. 4:19). “Josué erigió en G. las doce piedras que habían traído del Jordán” (Jos. 4:20). Allí fueron circuncidados los varones que habían nacido en el desierto, “fue quitado el oprobio de Egipto” de sobre los israelitas, celebraron la pascua y “comieron del fruto de la tierra”, y cesó el maná (Jos. 5:9–12). A partir de ese momento se convirtió en un lugar de gran significación en la historia del pueblo de Israel. Josué usó G. como su base de operaciones para varias conquistas, comenzando con Jericó. El reparto de la tierra comenzó a hacerse en G. Los gabaonitas engañaron a los israelitas estando éstos en G. (Jos. 9:6). Hay una mención de que “el ángel de Jehová subió de G. a Boquim” para anunciar a Israel que por su desobediencia los pueblos que ellos no habían exterminado serían azotes para sus costados (Jue. 2:1–5).

G. llegó a convertirse en un santuario pagano, porque en la historia del juez •Aod se dice que se devolvió en busca de •Eglón, rey de Moab, “desde los ídolos que están en G.” (Jue. 3:19). Más tarde, Saúl fue proclamado rey en G., donde también se declaró años después que Dios le había rechazado (1 S. 11:15; 13:4–12; 15:12–33). Tras la muerte de Absalón “Judá vino a G. para recibir al rey [David] y hacerle pasar el Jordán” (2 S. 19:15). En tiempos de Nehemías se encontraron cantores del •templo que vivían en G. (Neh. 12:29). Durante mucho tiempo G. se mantuvo como centro religioso con santuarios idolátricos, lo cual fue atacado por los profetas. Dice Oseas: “Toda la maldad de ellos fue en G.” (Os. 9:15); “En G. sacrificaron bueyes” (Os. 12:11). Amós también: “Aumentad en G. la rebelión” (Am. 4:4); “ G. será llevada en cautiverio” (Am. 5:5). G. queda a 2 km al NE de Jericó.

3. Collado alto al N de Bet-el, mencionado en relación con el viaje de •Elías y •Eliseo antes de que el primero fuera llevado al cielo (2 R. 2:1) y en los relatos de varios milagros hechos por Eliseo en favor de los hijos de los profetas (2 R. 4:38).

GILO (Círculo). Ciudad en las montañas que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:51). De allí era •Ahitofel, el consejero de David que le traicionó y luego se suicidó en esa misma ciudad (2 S. 15:12; 17:23).

GILONITA Habitante de •Gilo. Ahitofel era g. (2 S. 15:12)

GIMZO (Sicómoros). Ciudad de Judá que fue ocupada por los filisteos en tiempos del rey •Acaz de Judá (2 Cr. 28:16, 18). Sus habitantes eran llamados •gizonitas.

GINAT Padre de •Tibni. Tibni fue el que disputó el trono a •Omri tras la muerte de •Zimri, rey de Israel (1 R. 16:21).

GINETO Sacerdote que regresó del exilio con Zorobabel (Neh. 12:4).

GINETÓN (Jardinero). Nombre de personas del AT.

1. Sacerdote que firmó el •Pacto de Nehemías (Neh. 10:6).

2. En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. Una de las órdenes fue la de G., a cuya cabeza estaba •Mesulam (Neh. 12:16).

GISPA (Atento). Supervisor de “los sirvientes del templo” que “habitaban en Ofel” después del exilio (Neh. 11:21).

GITAIM (Dos prensas de vino). Lugar hacia el cual huyeron los •beerotitas, los cuales eran contados entre los hijos de Benjamín (2 S. 4:3). Es posible que esta huida esté relacionada con la guerra civil contra la tribu de Benjamín narrada en Jue. 19 al 20. Se desconoce donde quedaba G.

GITIT •Salmos.

GIZONITA Habitante de •Gimzo. •Hasem, uno de los valientes de David, era g. (1 Cr. 11:34).

GLORIA Valor y esplendor de algo, especialmente de una persona. En el hebreo se utiliza la palabra kabod, que apunta a la idea de “peso”, especialmente relacionada con metales preciosos. Por eso cuando el arca cayó en manos de los filisteos y la mujer de Finees dio a luz, “llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la g. de Israel!” (1 S. 4:21). La g. de una persona envuelve las ideas de su riqueza, su esplendor, su honor, su belleza. También, por comparación con el brillo de los metales preciosos, su brillantez. Estas cosas quiso Moisés ver de Dios (“Te ruego que me muestres tu g.” [Éx. 33:18]), pero eso sólo era posible parcialmente. Dios le reveló parte de su g., pero no la plenitud (“... porque no me verá hombre y vivirá” [Éx. 33:20]).

La expresión “la g. de Jehová” se utiliza para indicar una manifestación visible de Dios. “En la nube” que guió a los israelitas por el desierto estaba la g. de Dios (Éx. 16:7–10). En el monte Sinaí, cuando fue dada la ley, Dios mostró “su g. y su grandeza” (Dt. 5:24) mediante “truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte” (Éx. 19:16). También “la g. de Jehová apareció a todo el pueblo” tras la santificación del •tabernáculo (Lv. 9:23). De igual manera en ocasión de la contradicción de Coré (Nm. 16:19). En otra oportunidad, cuando faltó agua en la congregación y ésta “habló contra Moisés.... la g. de Jehová apareció sobre” Moisés y Aarón (Nm. 20:6). En la inauguración del •templo, “cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová”. Eso fue señalado diciendo que “la g. de Jehová había llenado la casa” (1 R. 8:10–11; 2 Cr. 7:1). Cuando Isaías “vio su g.” (Jn. 12:41), el Señor estaba “sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo” (Is. 6:1). Ezequiel tuvo visiones de “la g. de Jehová” que trató de describir hablando de “una gran nube, con un fuego envolvente y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente...” (Ez. 1:4).

El tema de la g. de Dios es abundante en los Salmos. Dios ha puesto su g. en los cielos (Sal. 8:1) y ellos “cuentan la g. de Dios” (Sal. 19:1), pero su g. es “sobre los cielos” (Sal. 113:4). Jehová es “el Rey de la g.” (Sal. 24:7–10). El deseo del creyente es ver su g. (Sal. 63:2). Dios se ha vestido “de g. y de magnificencia” (Sal. 104:1). “Dar g. a Dios” significa reconocer su riqueza, su esplendor, su honor, su belleza, su grandeza, su santidad, en una actitud de acatamiento, admiración y sumisión. Así, el salmista dice: “Tributad a Jehová, oh

hijos de los poderosos, dad a Jehová la g. y el poder” (Sal. 29:1; 96:7), “Cantad la g. de su nombre” (Sal. 66:2).

En el griego del NT la palabra es doxa, que significa “reputación” u “opinión” en el sentido de renombre, o reputación, o fama. El término “doxología” se aplica a expresiones que hablan de estos atributos divinos, alabándolos. Los reinos del mundo tienen g. (Mt. 4:8). Salomón tuvo mucha g. (Mt. 6:29). Pero cuando el término se refiere a Dios, indica su perfección y majestad. Los hombres “cambiaron la g. del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible” (Ro. 1:23). Todos “pecaron, y están destituidos de la g. de Dios” (Ro. 3:23). Pero Dios manifestó su g. en su Hijo Jesucristo. En la transfiguración, “una nube de luz” cubrió al Señor Jesús y a dos de sus discípulos, Juan y Pedro, después que “les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él” (Mt. 17:1–8). Más tarde Juan dio testimonio de ello “(y vimos su g., g. como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:14). Pedro hizo lo mismo (“Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y g., le fue enviada una voz desde la magnífica g..” [2 P. 1:17]). El sentido de la palabra g. incluye aquí, de nuevo, su riqueza, su esplendor, su honor, su belleza, su grandeza, su santidad, etcétera. Cristo es “el resplandor” de la g. de Dios, “y la imagen misma de su sustancia” (He. 1:3). De modo que Dios buscó una manera de manifestarse plenamente al hombre sin que éste muriera. La g. de Dios manifestada en este sentido hace énfasis en su carácter (“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” [Jn. 14:9]).

El NT habla de que Cristo disfrutaba, “antes que el mundo fuese” de una especial g. con su Padre (Jn. 17:5). Además de esto, Dios, cuando “le resucitó de los muertos”, le dio g. (1 P. 1:21), premiando así su obra de satisfacción de la justicia divina. Como eso fue posible por su muerte en la cruz, ella vino a ser, entonces, causa de su g. El Señor Jesús lo sabía antes de ser crucificado, por lo cual dijo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado” (Jn. 12:23). Eso hace posible que Dios nos llame hoy “a su reino y g.” (1 Ts. 2:12), haciéndonos “para alabanza de la g. de su gracia” (Ef. 1:6). De esta manera, el Señor Jesús es “la esperanza de g.” para todos aquellos que creen en él (Col. 1:27), pues es su propósito llevar “muchos hijos a la g.” (He. 2:10). “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la g. de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mt. 16:27).

GLOTONERÍA Abuso en el consumo de alimentos. Las Escrituras condenan la g. En el AT un hijo “contumaz y rebelde ... glotón y borracho” podía ser condenado a muerte (Dt. 21:20–21). Generalmente la g. viene ligada con la embriaguez. Así, en Lc. 21:34, el Señor Jesús dice: “Mirad ... que vuestros corazones no se carguen de g. y embriaguez”. Los creyentes no deben andar “en g. y borracheras” (Ro. 13:13).

GNIDO Ciudad en el Asia Menor, en el extremo SO de la Anatolia. Cuando llevaban a Pablo a Roma arribaron “a Mira, ciudad de Licia”. De allí zarparon para Italia “y llegando a duras penas frente a G.” fueron en dirección de Creta (Hch. 27:7). G. es un puerto en el Mediterráneo entre las islas de Cos y •Rodas.

GNOSTICISMO Movimiento filosófico-religioso que tuvo su apogeo en el siglo II d.C. Sus ideas básicas, sin embargo, se estaban ya introduciendo en el siglo I y fueron combatidas por los apóstoles con el Evangelio de Juan y 1 Juan, así como en las epístolas de Pablo, especialmente las pastorales. El g. se formó con teorías de tradición persas (zoroastrismo) y conceptos platónicos que se mezclaron con el mensaje cristiano. Surgió así una gran diversidad de sectas y grupos de doctrina gnóstica. Esa diversidad no permite dar una definición que sea aplicable exclusivamente a una de ellas, pero en general, se puede decir que el g. planteaba lo siguiente:

a) que el hombre se salvaba por medio de la “gnosis” o sabiduría, que no debe confundirse con simple conocimiento intelectual, pues era algo que se recibía por revelación;

b) que esta “gnosis” era esencialmente secreta y se concedía sólo a unos cuantos privilegiados o “iniciados”;

c) que las Escrituras del AT eran interpretadas alegóricamente y consideradas como obra de un “demiurgo”, un dios secundario que era quien, además, había creado los cielos y la tierra;

d) que Dios, como sumo bien, no podía tener ningún contacto con la materia, pues ésta es esencialmente mala (dualismo);

e) que ese Dios, sin embargo, tenía ciertas emanaciones o “eones”, una de las cuales era el “demiurgo”, que había creado la materia en contra de la voluntad de Dios o, a lo menos, sin su conocimiento;

f) que en el hombre natural hay una parte “pneumática” que desea volver a Dios y otra parte material o carnal que se opone;

g) que los seres humanos se dividen en tres clases, dependiendo de la cantidad de “gnosis” que tengan: los “pneumáticos”, que la tienen plenamente, los que sólo poseen “pistis” o fe, que logran cierto grado de salvación y los que tomados por el mundo material no tienen posibilidad alguna de salvarse;

h) que la “pistis” y la “gnosis” son cosas diferentes;

i) que como la materia es mala, hay que vivir con gran ascetismo. Sin embargo, entre los gnósticos se presenta también lo opuesto, pues algunos decían que en virtud de que el espíritu y la materia no tienen relación entre sí, algunos podían dedicarse a la edificación del espíritu mientras que, al mismo tiempo, su materia o su carne vivía en gran disolución;

j) que como Dios, el sumo bien, no podía tener relación con la materia, Jesucristo no fue un verdadero hombre. Por lo general, los gnósticos se inclinaban a una especie de docetismo, según el cual el Señor Jesús era un ser intermedio entre los ángeles y el hombre.

Durante mucho tiempo lo que se sabía de los gnósticos nos vino mayormente por los escritos de los llamados padres de la Iglesia, es decir, por las obras de aquellos que se oponían a sus enseñanzas. La literatura gnóstica fue muy perseguida y casi toda se perdió. Pero en el año 1945 se encontró en •Nag-hammadi, Egipto, una colección de unos cuarenta tratados gnósticos que confirma en gran parte la evaluación hecha por los escritores cristianos antiguos y, además, ha significado la posibilidad de estudiar los planteamientos gnósticos en sus propias fuentes. En la literatura patrística generalmente se acusa a •Simón el mago (Hch. 8:9–24) de ser el introductor del g. entre los cristianos, pero no hay un apoyo estrictamente bíblico para esa aseveración. Parece indiscutible que por lo menos sus discípulos fueron gnósticos. La misma estructura del pensamiento gnóstico lo hacía eminentemente radical y conducía a sus seguidores a lamentables excesos.

GOA Sitio mencionado por Jeremías en una profecía sobre la reconstrucción de Jerusalén, diciendo que por allí “saldrá ... el cordón de la medida” (Jer. 31:39). Se desconocen tanto el significado de la palabra como la posible ubicación.

GOBERNADOR Funcionario oficial responsable de una ciudad o un territorio, dentro del marco de un reino. José fue hecho “ g. en toda la tierra de Egipto” (Gn. 45:8; Hch. 7:10).

Salomón dividió su reino en doce distritos, poniendo un g. sobre cada uno de ellos (1 R. 4:7). En la ciudad de •Jezreel había un gobernador en tiempos de Acab (2 R. 10:5). Los distintos imperios que gobernaron en el Oriente Medio usaban diferentes títulos para el cargo de g. Los persas lo llamaban •Tatnai. Los romanos tenían varios tipos de g., cuyas funciones y duración en el cargo variaban. El •procónsul era un g. a cargo de una provincia senatorial. El procónsul de Chipre, •Sergio Paulo, “creyó, maravillado de la doctrina del Señor” por el testimonio de Pablo (Hch. 13:6–12). El procurador era una persona designada para gobernar un territorio pequeño que por alguna razón necesitaba un trato especial. Ese era el caso de Judea, que fue encargada a •Pilato (Mt. 27:2).

El NT enseña que se debe obedecer “a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los g....” (1 P. 2:13–14). También utiliza la palabra como una metáfora para señalar a •Satanás y sus ángeles (“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados ... contra los g. de las tinieblas de este siglo...” [Ef. 6:12]).

GOBIERNO La palabra g., así como el término “política”, no se utilizan en la Biblia. Eso no quiere decir, por supuesto, que no se mencionen diferentes tipos de g. o que no pueda discernirse en las acciones de éstos la clase de política que desarrollaban. Dios es un Dios de orden. Es él quien establece la autoridad en el mundo. Existe ya la idea de g. cuando Dios le ordena al hombre y a la mujer que debían reinar sobre la tierra (“... llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” [Gn. 1:28]). En la familia patriarcal había un g., ejercido por los padres, siendo el varón quien desempeñaba el papel principal. La formación tribal también tenía su g., representado mayormente por el consejo de ancianos. Las tribus de Israel sufrieron bajo el g. egipcio las dificultades de una monarquía absoluta, cuando todo el poder estaba en manos del faraón, que disponía de personas y bienes. Después del éxodo, el sistema de g. que rigió a los hijos de Israel era una teocracia. Dios era su gobernante. •Moisés era su profeta, su representante. No obstante, siguiendo el consejo de •Jetro, para los asuntos de menor importancia Moisés nombró ancianos que servían mayormente como jueces (Dt. 19:12; 21:2–3, 19, 20; 22:15, 18). Esa estructura de g. continuó así hasta la muerte de •Josué.

En el período de los •jueces, seguía el concepto de que Israel era una teocracia, pero no se sabía quién tomaba el papel de Moisés o de Josué, es decir, quién era el que traía la voz de Dios al pueblo. Estaban los sumos sacerdotes, pero no tenían el liderazgo nacional en materia civil y militar. Dios, entonces, levantaba “salvadores” o “libertadores” para hacer frente a los muchos períodos de crisis que tuvo que enfrentar Israel. •Samuel, profeta de Dios, fue el último de ellos. Finalmente, el pueblo decidió pedir que Samuel les nombrara un rey (“Constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen las naciones” [1 S. 8:5]). Aunque vulneraron el principio teocrático que los regía, Dios les concedió su deseo. Así nació en Israel la monarquía.

Las leyes del reino, probablemente escritas por Samuel (1 S. 10:25), indicaban: a) Era Dios quien debía escoger al gobernante (“Ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere” [Dt. 17:15]). b) El rey tenía que ser israelita de nacimiento y origen (“... de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano” [Dt. 17:15]). c) El rey no debía aumentar exageradamente su fuerza militar (“Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos” [Dt. 17:16]). d) El rey debía caracterizarse por la sobriedad y el dominio propio (“Ni tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe” [Dt. 17:17]); e) El rey no haría acopio de grandes sumas de dinero para fines personales (“... ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia” [Dt. 17:17]). f) El rey haría una copia de la ley para su uso personal, la leería diariamente y la cumpliría... (“... escribirá para sí una copia de esta ley ... y leerá en él todos los días...” [Dt. 17:18–20]). Es evidente que el propósito de Dios era que el gobernante estuviera siempre en su absoluta dependencia.

Lamentablemente, estas leyes del reino no fueron cumplidas a cabalidad nunca por ninguno de los reyes que tuvo Israel, pero representan el ideal de Dios en cuanto a lo que debía hacer un monarca.

Aun aceptando la existencia de un rey entre los israelitas, siempre se entendió que había una esfera en la cual éste no tenía autoridad. Los aspectos religiosos de la vida de Israel estaban al cuidado de los descendientes de los sacerdotes y los levitas. En algunas ocasiones este poder religioso se concentraba en los profetas, pero nunca se vio como natural que la corona y el sacerdocio estuvieran unidas en una misma cabeza. Hubo un período en la historia de Israel, el de los asmoneos, en que esto aconteció, pero fue algo que se hizo “hasta que apareciera profeta o se pudiera consultar con Urim y Tumim”, según se dijo. Y aun así, fue criticado.

Los israelitas, entonces, vivieron bajo distintas formas de g., desde el consejo de ancianos de la tribu, hasta la monarquía. Cuando ésta desapareció, estuvieron bajo gobernantes que representaban a imperios enormes. Algunas veces esos gobernadores fueron israelitas, como en el caso de Nehemías, que gobernó a nombre del g. persa. En otras ocasiones eran extranjeros, como los procuradores romanos. En los tiempos del NT, Judea estaba bajo el dominio romano. Éstos tenían varios tipos de gobernadores para sus territorios, cuyas funciones y duración en el cargo variaban. El •procónsul era un •gobernador a cargo de una provincia senatorial. El procurador era una persona designada para gobernar un territorio pequeño que por alguna razón necesitaba un trato especial. Ese era el caso de Judea, que fue encargada a •Poncio Pilato (Mt. 27:2). La Galilea estaba bajo la jurisdicción del tetrarca •Herodes Antipas (Lc. 23:6–12).

Enseñanzas del NT El principio clave de todas las enseñanzas del NT acerca del g. humano es que “toda autoridad viene de Dios” (Ro. 13:1). Esto supone la obediencia en los gobernados, así como también impone a los que gobiernan el hacerlo de acuerdo con la voluntad de Dios. Hay que recordar que los sistemas de autoridad que Dios estableció fueron constituidos para atender a los resultados del pecado que se introdujo en la humanidad. Ese elemento disturbador rompe con el orden de la naturaleza y el equilibrio social. Así, por ejemplo, es la voluntad de Dios que haya policías, pero en un mundo donde no hubiera pecado éstos no existirían. A causa, pues, del pecado introducido entre los hombres, fue necesario que Dios estableciera jerarquías de autoridad para ellos, pero, en fin de cuentas, es el “solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores” quien lo gobierna todo (1 Ti. 6:15). Que las personas no se den cuenta de que es Dios quien gobierna, no le quita realidad al hecho. En el AT vemos a Dios escoger a los reyes de Israel. Él decidió que fuera •Hazael el rey de Siria (1 R. 19:15). Él escogió a Nabucodonosor como su siervo, para sus propósitos (Jer. 27:6). Hizo lo mismo con Ciro, aunque éste no lo supiera (Is. 45:1–4).

El Señor Jesús reconoce esto cuando dice: “Dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios” (Lc. 20:25). De manera que es Dios mismo, el Soberano, que ordena a sus hijos cumplir con las obligaciones ante la autoridad (“... al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra” [Ro. 13:7]). La obediencia al g. es un mandamiento. Esto, por supuesto, siempre y cuando las órdenes gubernamentales no afecten negativamente la conciencia de los creyentes delante de Dios. Los apóstoles se negaron a obedecer ciertas órdenes del g. de su país (“Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” [Hch. 4:19]). De manera que las leyes de los hombres, sin excepción, han de pasar por la conciencia de los creyentes antes de cumplirlas o no. En los casos en que se decida no cumplirlas, hay que estar dispuestos a padecer las consecuencias. Otro problema que se levanta con respecto a la obediencia que se debe a la autoridad es qué hacer cuando sus actos son evidentemente injustos. Los reclamos a la autoridad para que cumpla con los propósitos de Dios son legítimos. Pablo reclamó sus derechos como ciudadano romano, exigiendo que fueran respetados (Hch. 16:37). En cuanto al insulto a las autoridades

gubernamentales, algunos citan el ejemplo del Señor Jesús, que hablando de Herodes, le llamó “zorra” (Lc. 13:32). La especial autoridad del Señor le permitía hacer eso. Pero los apóstoles siempre trataron a las autoridades del g. con mucho respeto (Hch. 22:1; 23:1–5; 24:10–11; 26:1–3). Por otra parte, es una orden del NT que los creyentes oren por las autoridades. Deben hacerse “rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias ... por los reyes y por todos los que están en eminencia...” (1 Ti. 2:1–2).

GOFER Madera con la que debía ser construida el •arca de Noé (Gn. 6:14). Muchos entienden que equivale a •ciprés. •Plantas de la Biblia.

GOG (Ornamento de oro). Nombre de personas del AT y un grupo de naciones en el NT.

1. Descendiente de Rubén. Hijo de Joel (1 Cr. 5:4).

2. Personaje mencionado por Ezequiel. Se dice de él que es “príncipe soberano de Mesec y Tubal”. Dios está contra él, porque éste viene al frente de una confederación de pueblos entre los cuales se nombra a “Persia, Cus y Fut ... Gomer ... la casa de Togarma, de los confines del N”, a “los montes de Israel”, con ánimo destructor y en búsqueda de botín. Pero G. perecerá “sobre los montes de Israel”. Habrá una mortandad tal que se tardará siete años recoger las armas de guerra que quedarán en el campo de batalla y tomará siete meses enterrar los cadáveres de los muertos. “Y será para ellos célebre el día en que yo sea glorificado, dice Jehová”, quien no esconderá más su rostro de los hijos de Israel. “Porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor” (Ez. 38–39).

3. “G. y Magog” es una fórmula usada para aludir “a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra”, que serán engañadas por •Satanás cuando éste sea “suelto de su prisión” (Ap. 20:6–8). Esta profecía parece estar relacionada con Ez. 38 al 39.

GOIM (Naciones). Nombre de dos pueblos del AT.

1. Pueblo o ciudad que aparece como parte de la confederación que apoyó a •Quedorlaomer rey de Elam cuando atacó a •Sodoma, •Gomorra y otras ciudades de la llanura. Su rey se llamaba •Tidal (Gn. 14:1). Se desconoce la localización de esta ciudad.

2. En la lista de “reyes de la tierra que derrotaron Josué y los hijos de Israel” figura “el rey de G. en Gilgal” (Jos. 12:7, 23). Muchos piensan que el G. #1 era un pueblo heteo, mientras que el #2 era de posible origen filisteo, pero no debe descartarse que ambos G. sean uno mismo y que los reyes aliados a Quedorlaomer, que eran de Mesopotamia, buscaran la alianza de un rey cuyo territorio estuviera más cercano a Sodoma y Gomorra, en cuyo caso “ G. en Gilgal” pudo haber servido para esos fines.

GOLÁN (Círculo). Ciudad al E del río Jordán que fue designada de refugio (Dt. 4:43; Jos. 20:8). Quedaba a unos 27 km al E del •mar de Galilea. Era parte del reino de •Basán que correspondió a la media tribu de Manasés. Dada a los levitas descendientes de •Gersón (Jos. 21:27; 1 Cr. 6:71). Se llama hoy Sahem el-Jaulan. Las llamadas “Alturas de Golán” son una región cercana.

GÓLGOTA (Gr. del aram calavera). Colina en las afueras de Jerusalén donde Cristo fue crucificado (Mt. 27:33; Mr. 15:22; Lc. 23:33; Jn. 19:17). Se dan varias versiones sobre la razón por la cual se llamaba así, pero no hay pruebas fidedignas de ninguna. Es posible que en el sitio existiera alguna formación rocosa en forma de calavera. La expresión “los que pasaban le injuriaban” (Mt. 27:39) sugiere que estaba junto a un camino por donde muchos transitaban. Estaba fuera de la ciudad, según lo ordenaban las costumbres romana y judía. En

el año 336 Constantino el Grande edificó la Iglesia del Santo Sepulcro donde la tradición señalaba que estaba el G. y la tumba del Señor Jesús. En el año 1885 Charles Gordon, un general inglés, señaló otro sitio diferente, que hoy se conserva también, pero no se han aportado pruebas definitivas para descartar la tradición más conocida.

GOLIAT (Adivino). Gigante filisteo a quien David mató. G. “tenía de altura seis codos y un palmo” (aprox. 2.74 m). Con su armadura y armamento presentaba una apariencia de invencibilidad. Desafiaba a los israelitas de tal manera que “oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo”. David “tomó su cayado en su mano y escogió cinco piedras lisas del arroyo y las puso en el saco pastoril ... y tomó su honda en su mano”. Le dijo a G. que venía a él “en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado”. Le lanzó una piedra con la honda “e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente y cayó sobre su rostro en tierra”. Luego cortó la cabeza de G. con la espada de éste (1 S. 17:1–51). G. era nativo de •Gat, lugar donde habían quedado algunos de los •anaceos, personas de gran estatura (Jos. 11:22). En tiempos de David, sus siervos mataron a un hermano de G. y a otro gigante, los cuales “eran descendientes de los gigantes en Gat” (1 Cr. 20:5–8).

GOLONDRINA Ave muy pequeña pero que tiene largas alas y vuelo raudo, y se alimenta de insectos que caza mientras vuela. Se agrupa en grandes bandadas. Hace nidos en rincones de los techos de edificios. Por eso se dice que “aun el gorrión halla casa y la g. nido para sí ... cerca de tus altares” (Sal. 84:3), una referencia que debió nacer de la observación de g. que hacían nidos en el •templo. Emigra buscando climas cálidos, por lo cual al verla venir se sabía que había cambio de estación. Así, se dice que “la grulla y la g. guardan el tiempo de su venida” (Jer. 8:7). Nombre científico: Apus sp.. •Animales de la Biblia.

GOMER (Completo). Nombre de personas y un pueblo del AT.

1. Hijo mayor de Jafet. Padre de Askenaz, Rifat y Togarma (Gn. 10:2–3).

2. Pueblo descendiente del G. #1 que Ezequiel (38:6) incluye en una confederación de pueblos que atacará la tierra de Israel. Muchos expertos lo identifican con unas tribus que vivían al N de Crimea.

3. Esposa infiel del profeta Oseas (Os. 1:3), el cual perdonó su infidelidad y tuvo que comprarla para librarla de la esclavitud en que había caído, y la restauró como esposa. Los actos del profeta con su esposa son utilizados como ilustración de lo que Dios hace con Israel, al cual perdona sus pecados y le restaura en posición de privilegio.

GOMER (medida). •Pesos y medidas de la Biblia.

GOMORRA (Sumersión). Una de “las ciudades de la llanura” hacia las cuales •Lot fue “poniendo sus tiendas” (Gn. 13:12). Su rey se llamaba •Birsa y fue derrotado por •Quedorlaomer, que llevó cautivos a los habitantes de G., que fueron rescatados por Abraham (Gn. 14:1–16). El nombre de G. aparece siempre asociado al de •Sodoma. Ambas ciudades se caracterizaban por un enorme ambiente de pecado, lo que hace que Dios decida destruirlas, no sin antes avisar a Abraham (Gn. 18). “Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre G. azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos” (Gn. 19:24). G. quedaba al S del •mar Muerto. Algunos creen que el sitio está hoy cubierto por las aguas. •Sodoma y Gomorra.

GORRIÓN Ave pequeña, con un fuerte pico cónico que se dobla un poco en la punta, sedentario, muy abundante en Israel en todas las estaciones del año. Hay una gran diversidad de g., pero en las traducciones de la Biblia se usa a veces el término para señalar a cualquier avecilla, con énfasis en el tamaño. Así, la “avecilla” mencionada en Lv. 14 es un g. El g. hace

su nido en la techumbre de casas y entre piedras de muros. Se observaron g. que hacían nidos en el •templo (Sal. 84:3), y todavía en el día de hoy se los ven en el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén. Son animales muy sociables, que gustan de habitar en las ciudades, entre la gente. Por eso, ver uno de ellos solo en un lugar es algo extraño y se toma como la expresión de la más triste soledad (Sal. 102:7). La abundancia de g. los hace baratos. Se vendían “dos pajarillos [o g.] por un cuarto” (Mt. 10:29) y el Señor Jesús dijo que “con todo, ni uno de ellos cae a tierra” sin el conocimiento de Dios. Nombre científico: Passer domesticus biblicus. •Animales de la Biblia.

GOSÉN (Montón de tierra). Nombre de lugares en el AT.

1. Región al NE de delta del •Nilo, muy fértil, donde Faraón permitió que Jacob y su familia se asentaran (Gn. 47:1–6). En el tiempo de las plagas de Egipto, Dios protegió la tierra de G. (Éx. 8:22; 9:26).

2. Región en Canaán. A los reyes de esa tierra “los hirió Josué desde Cades-barnea hasta Gaza, y toda la tierra de G. hasta Gabaón” (Jos. 10:41).

3. Ciudad adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra. Estaba “en las montañas” (Jos. 15:48, 51).

GOZÁN (Cantera). Lugar en Mesopotamia adonde fueron llevados los israelitas vencidos por “el rey de Asiria”, que “los puso en Halah, en Habor junto al río G. y en las ciudades de los medos” (2 R. 17:6). La región de G. había sido conquistada, a su vez, por los asirios (2 R. 19:12; Is. 37:12). El río lleva hoy el nombre de Kabur.

GOZO El g. es una situación del alma (“movimiento del ánimo”, dice el Diccionario de la Real Academia) producido por la complacencia a causa de un acontecimiento agradable o por algo que se tiene o que se espera. Una multiplicidad de palabras expresan la idea de g. y alegría en el AT, pero en todos los casos esa idea va acompañada de un sentido de moralidad y rectitud, cosa muy diferente a la práctica de los paganos. Dios es el origen y el objeto de g. para el creyente (Sal. 43:4). Su salvación produce g. (Sal. 51:12), que da fuerza al que cree (Neh. 8:10).

Las noticias del evangelio son “de gran g.” (Lc. 2:10). “El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y g. en el Espíritu Santo” (Ro. 14:17). Ese g. se experimenta “en el creer ... por el poder del Espíritu Santo” (Ro. 15:13), que lo produce como un fruto (Gá. 5:22). Los creyentes son animados a gozarse en el Señor (Fil. 3:1). Ese g. es de una naturaleza tal que puede disfrutarse aun en medio de las tribulaciones (2 Co. 7:4).

GRACIA Palabra que encierra varios significados relacionados con las ideas de favor, benevolencia, agradecimiento y beneficio. El término griego es caris, de donde “carismático” quiere decir un don otorgado por pura benevolencia. Las palabras hebreas que más se acercan al concepto de caris en el AT son hen (o chen), hesed (o chesed) y ratsón.

Hen da la connotación de ser acepto sin tener merecimiento y por pura benevolencia del que acepta. Así, en medio de una generación pervertida, “Noé halló g. ante los ojos de Jehová” (Gn. 6:8). La expresión se ve en las palabras de Moisés: “Ahora, pues, si he hallado g. en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle g. en tus ojos” (Éx. 33:13). La idea que este término transmite es de una superación de la distancia entre aquel que es poderoso y aquel que es débil, y de que la iniciativa parte del primero.

Hesed generalmente se traduce como misericordia, en porciones como Gn. 39:21 (“Pero Jehová estaba con José, y le extendió su misericordia...”). En otras porciones, aunque no se

utilizan estos términos hebreos, la idea está presente. Como cuando Dios dice en Oseas: “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura g.” NBE lo traduce así: “... los querré sin que lo merezcan”.

Ratsón se utiliza para señalar aceptación o buena voluntad, como en Is. 60:10 (“... porque en mi ira te castigué, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia”). Es la misma idea que se presenta en Lc. 2:14, cuando los ángeles cantan: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”

Conviene señalar que la palabra caris expresa varias ideas distintas en la cultura griega. Según el contexto: a) habla de la actitud de un hombre o de un dios para inclinarse a actuar benevolentemente; b) señala también al favor mismo que esa actitud concede; c) apunta hacia la belleza que se produce en el donante como consecuencia de ambas cosas. (Hay que recordar que la palabra griega está relacionada en sus orígenes con los personajes mitológicos llamados las Gracias, que eran las que se suponía otorgaban las gracias o el garbo.) d) Se usa también para indicar la gratitud por el don recibido. e) En términos ético-jurídicos, los griegos usaban la palabra, además, para significar condonación de una deuda, o que se le perdona la vida a alguien.

Caris aparece unas ciento treinta y seis veces en el NT, de las cuales unas ciento cinco están en las epístolas de Pablo. El apóstol usa el término para expresar el concepto de la acción decisiva que Dios realizó al buscar la salvación del hombre por medio de la encarnación y muerte de su Hijo. Este concepto lo contrapone al del intento humano de buscar la salvación por medio de las obras de la ley. Al hacer esto va poniendo un frente a los otros dos grupos antitéticos de ideas. Por un lado, la g. de Dios, el don, la justicia de Dios, la fe, la sobreabundancia, el evangelio, la elección, etcétera. Y por el otro, la ley, la idea de recompensa, el pecado, las obras, la justificación propia, la jactancia, la sabiduría carnal, y cosas similares. El resultado final siempre apunta a enfatizar que la salvación es obra de Dios y que la iniciativa no puede surgir del hombre muerto en sus delitos y pecados (Ro. 3:24; 4:4–16; 5:1–21; 6:1–17; 11:5–6; 2 Co. 4:15; 6:1; 8:1; Gá. 1:6; 2:21; 5:4; Ef. 1:6–7; 2:5–9; Col. 1:6; 2 Ts. 2:16; 1 Ti. 1:14; Tit. 2:11).

Esa contraposición de la ley y la g. no es solamente del apóstol Pablo, sino de todo el NT. Juan la introduce al principio de su Evangelio (“Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la g. y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” [Jn. 1:17]). Así se discutió en el •Concilio de Jerusalén, donde Pedro dijo: “¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la g. del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hch. 15:10–11). El uso principal del término g. está relacionado, entonces, con la soteriología, con la doctrina de la salvación. Y Pablo lo enseña indicando que sale de la voluntad soberana de Dios como un regalo, un don inmerecido para el hombre, que lo recibe por fe. Es con ese sentido como utiliza las frases “ g. de Dios”, “ g. en Cristo” o “ g. de nuestro Señor Jesucristo”. En el NT el Señor Jesús mismo es la g. de Dios personificada “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de g. y de verdad” [Jn. 1:14]), pues por medio de él Dios logra para el hombre la posibilidad de salvación. Este aspecto es esencial en el mensaje del NT.

También usa el NT la palabra g. para indicar un don de Dios mediante el cual habilita a una persona para actuar por encima de sus condiciones y circunstancias naturales. Así, aunque la condición sea de flaqueza, Dios capacita al creyente para sobreponerse a ella y aun hacer cosas que no se supone que pueden salir de un origen débil. El apóstol Pablo confesaba que tenía “un aguijón” en su carne y que había pedido a Dios que se lo quitara, pero recibió la respuesta: “Bástate mi g; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9).

GRADUAL, CÁNTICO Frase que aparece en el encabezamiento de los Salmos del 120 al 134. La palabra gradual es traducción de un término hebreo que quiere decir “yendo hacia arriba”. Muchos piensan que este grupo de salmos eran los que cantaban los peregrinos cuando iban subiendo a las festividades en Jerusalén.

GRAN TRIBULACIÓN •Escatología.

GRANA Llamábase así a un hilo o cordón teñido con el tinte que se saca de un insecto llamado cochinilla o quermes. Exprimiendo varios de éstos se obtiene un líquido color encarnado en el cual se sumergen los géneros, especialmente la lana. A uno de los hijos de •Tamar, que sacó el brazo antes que su hermano mellizo en el momento del parto, “la partera tomó y ató a su mano un hilo de g.” (Gn. 38:28). Se usaba la g. en ceremonias de purificación (Lv. 14:4, 6, 49, 51–52). •Rahab ató “un cordón de g.” en la ventana de su casa como una señal para salvarla de la destrucción de Jericó (Jos. 2:18, 21). Salomón pidió a •Hiram que le enviara “un hombre hábil que sepa trabajar ... en púrpura, en g. y en azul” (2 Cr. 2:7) para la construcción del •templo. El asiento de la carroza de Salomón era de g. (Cnt. 3:10). Se dice de la Esposa que sus labios son “como hilo de g.” (Cnt. 4:3). Dios promete a Israel que tras su arrepentimiento, si sus “pecados fueren como la g., como la nieve serán emblanquecidos” (Is. 1:18). La g. era usada mucho en vestidos considerados lujosos (Jer. 4:30; Nah. 2:3).

GRANADO Árbol que produce la granada, que es una fruta esférica que puede medir a veces 12 cm o más de diámetro. Tiene abundantes semillas revestidas de una masa que produce un dulce y agradable jugo, algo astringente. La granada es de color verde antes de madurar y rojo después. Se cultiva en todo el Oriente Medio. Figuras de granada fueron usadas en el •tabernáculo y el •templo (Éx. 28:33; 39:25; 1 R. 7:18). La bondad de la Tierra Prometida se expresa, entre otras cosas, porque es “tierra de ... granados” (Dt. 8:8) y por eso los espías trajeron granadas (Nm. 13:23). Las mejillas de la esposa en Cantares son “como cachos de granada” (Cnt. 4:3). Nombre científico: Punica granatum. •Plantas de la Biblia.

GRANERO Lugar donde se almacenan los granos. En tiempos de abundancia se guardaban en grandes cantidades para prevenir los días de escasez. Así hizo José, que abrió “todo g. donde había” para vender a los egipcios (Gn. 41:56). Algunos eran depósitos bajo el nivel del piso. Los egipcios hacían edificaciones, con un hueco en el techo para depositar los granos y otro en la parte baja para sacarlos. Las “ciudades de aprovisionamiento”, eran aquellas que se distinguían por su capacidad para almacenar granos. Algunas de ellas fueron construidas por Salomón y •Josafat con grandes g. (2 Cr. 8:4; 16:4; 17:12). El tener g. llenos se interpretaba como una bendición de Dios (Dt. 28:8; Sal. 144:13). El hombre de la parábola del rico insensato pensaba derribar sus g. y edificarlos más grandes, olvidándose de la fuente de la bendición (Lc. 12:18). La acción de recoger los granos, ponerlos en el g. y quemar la paja es utilizada como ilustración del juicio de Dios (Mt. 3:12; 13:30; Lc. 3:17).

GRANIZO Fenómeno natural en el cual cae agua del cielo en forma de pequeños nódulos. La séptima plaga de Egipto fue de g. (Éx. 9:24–34). En la derrota de un ejército amorreo en días de Josué “Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos ... y fueron más los que murieron por las piedras del g.” que los muertos a espada (Jos. 10:10–11). Como el g. se presenta a menudo en medio de tempestades, con relámpagos y truenos, se le tiene como señal de ira divina, a veces mencionado con fuego (Sal. 18:12). Por los daños que el g. causa en las cosechas y el ganado se le considera siempre como señal de juicio (Sal. 78:47; 105:32; Is. 30:30; Ez. 13:11; Hag. 2:17).

GREBA •Armadura y armas.

GRECIA, GRIEGOS País en el SE de Europa. En la Biblia se le conoce como •Javán. Aparece en la lista de las naciones en Gn. 10:2, 4, como descendiente de •Jafet. Isaías profetizó que

muchos israelitas emigrarían a G. (Is. 66:19). En la profecía de Ezequiel, aparece G. como uno de los países que más comerciaban con los fenicios (Ez. 27:13, 19). En las visiones de Daniel, “el macho cabrío es el rey de G.” cuyas luchas contra los medos y persas se profetizan (Dn. 8:5–21; 10:20; 11:2).

Se llamaba G. al conjunto de países y ciudades-estado que se establecieron en el SE del continente europeo. Los g. colonizaron la mayoría de las islas del mar Egeo y buena parte de la Anatolia, hoy Turquía. Incluso habían ciudades-estado g. tan lejos al E como en la India y al O en España. La influencia de la cultura helénica se sintió por toda la cuenca del Mediterráneo, donde su idioma llegó a ser lengua franca. Saber g. era signo de distinción, de intelectualidad. La literatura griega era estudiada y apreciada por todos, lo mismo que su filosofía, que los hizo tan famosos (“... los g. buscan sabiduría” [1 Co. 1:22]).

No existen pruebas sobre la presencia de judíos en G. hasta el siglo III a. C., pero es posible que algunos viajaran allí antes de esa fecha, o que fueran llevados cautivos por los enemigos de Israel. Quizá a eso se refiere la alusión de Jl. 3:6, donde se habla de que los fenicios y los filisteos vendieron a “los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén a los hijos de los g. para alejarlos de su tierra”.

Por los años 333 al 332 a. C., con la conquista que hace Alejandro Magno del Oriente Medio, comienza un proceso de helenización que haría más tarde que el idioma g. fuera el más utilizado también en esa zona. A la muerte de Alejandro y tras dividirse su imperio entre sus cuatro generales, las dinastías g. de los seléucidas, gobernantes en Siria, y la de los ptolomeos, gobernantes en Egipto, se disputaron el territorio de Israel, hasta la victoria del seléucida Antíoco III sobre los egipcios en el año 198 a.C. Los seléucidas gobernaron en Jerusalén hasta la rebelión de los Macabeos, que fue causada precisamente por los excesos cometidos por Antíoco IV Epífanes para helenizar al país. Después de esto se instauró la dinastía asmonea. En 1 M. 15:23 se menciona una lista de ciudades a las cuales los romanos enviaron una carta diciendo que habían hecho alianza con los judíos. Algunos dicen que hay razones para pensar que en las mismas había ya comunidades judías de importancia en esa época. Se mencionan a Esparta, Delos, Samos, Sición y otras.

En 1 M. 12:12–23 aparece una correspondencia entre los judíos y los espartanos en la cual se dice: “Se ha encontrado un documento relativo a espartanos y judíos de que son hermanos y que son de la raza de Abraham...”. Aunque los párrafos relativos a este asunto han levantado muchas dudas, los arqueólogos encontraron no lejos de Atenas, una inscripción probablemente de los años 300 al 250 a. C., que habla de “Moscos, hijo de Mosquión el judío”, lo cual a lo menos demuestra que hubo cierto intercambio entre judíos y g. para esa fecha. Durante el período de la dinastía asmonea en Israel, indudablemente ese intercambio aumentó. Otra lista atribuida al judío Filón, probablemente de los años 281–282 a.C. menciona que había comunidades judías en Tesalónica, Macedonia, Ática, Corinto y muchos otros lugares en el Peloponeso. En Israel, mientras tanto, se siguió manifestando la influencia helénica a pesar de la conquista de éste por los romanos a partir del año 63 a. C.

Cuando nació el Señor Jesús, aunque el idioma que hablaba el pueblo era el arameo, el g. todavía se usaba entre la gente culta. Por eso, el título que pusieron encima de su cruz (“Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”, “estaba escrito en hebreo, en g. y en latín” (Jn. 19:20). Cuando Pablo cayó preso en Jerusalén, un soldado romano le interrogó diciendo: “¿Sabes g.?” (Hch. 21:37). En Hch. 6:1 se menciona que “hubo murmuración de los g. contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria”. Es evidente que se trataba de judíos provenientes de las comunidades antes mencionadas en G., o prosélitos de allí, porque todavía el evangelio no había sido predicado a los gentiles. Muchas de las ciudades visitadas por Pablo en sus viajes misioneros, como Éfeso, habían sido parte del imperio griego. En el segundo viaje, Pablo fue a G. por instrucciones del Espíritu Santo

(Hch. 16), conoció sus grandes ciudades, donde fundó iglesias en Filipos, Corinto, Atenas, etcétera, y mantuvo luego con ellas una correspondencia de la cual algunas piezas forman parte hoy del NT.

Así como los judíos llamaban gentiles a los que no eran de su nación, los g., orgullosos de su cultura, llamaban “bárbaros” a los que no estuviesen incluidos en ella. Sin embargo, la predicación del evangelio, que fue hecha “al judío primeramente, pero también al g.” (Ro. 1:16) enseñó que en Cristo Jesús “no hay g. ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos” (Col. 3:11).

GRIEGO DEL NT El desarrollo de la lengua griega alcanzó un cenit que quedó plasmado en las grandes obras de la filosofía y la literatura que son conocidas como escritas en el g. “clásico” o ático, que fue el que llegó hasta nosotros a través, precisamente, de aquellas grandes obras. Los escritos del NT, sin embargo, se muestran disímiles en relación con ese tipo de g. Muchos eruditos cristianos notaron la diferencia, que es de tal magnitud que llevó a algunos a pensar que Dios había casi inventado un griego “especial” para comunicar su revelación. En el NT existen palabras que no eran de común uso en la literatura griega. Sin embargo, a fines del siglo XIX se encontraron en Oxyrhynchus, Egipto, una gran cantidad de papiros y documentos que contienen textos de cartas, asuntos domésticos y de otro tipo, escritos en los tiempos cercanos a los del NT. El lenguaje que usan no es el g. clásico, pero cuando se los comparó con los libros del NT se comprobó que eran idénticos. Fue así que se llegó al entendimiento de que el NT fue escrito en la lengua que se hablaba comúnmente entre la gente del pueblo, el g. llamado koiné. Era la lingua franca en todo el Mediterráneo, no necesariamente para las cosas de todos los días, pues para ello cada país usaba su propio idioma o dialecto, sino para las comunicaciones escritas formales e informales, para que personas de diferentes culturas pudieran entenderse mutuamente.

El g. clásico sufrió modificaciones lingüísticas en el devenir de los siglos, según la cultura helénica se iba expandiendo por toda Asia, especialmente después de las conquistas de •Alejandro Magno. El idioma que se hablaba en los días neotestamentarios era una mezcla de dialectos de los muchos pueblos que componían la •Grecia original, más el enriquecimiento natural surgido por el contacto con otras culturas y otras lenguas. Los escritores del NT, salvo Pablo y Lucas, no eran hombres de letras. Las personas para las cuales escribían tampoco lo eran. De ahí que se expresaran con el lenguaje llano, popular, conocido por todos. De todos los libros del NT, el mejor escrito es •Hebreos, donde la claridad de los conceptos se acompaña de fluidez y elegancia en la exposición. Naturalmente, el koiné utilizado por los escritores del NT está marcado también por la influencia del idioma nativo de éstos, por lo cual se encuentran hebraísmos, arameísmos, etcétera. Incluso el latín influyó en el koiné, especialmente mediante la introducción transliterada de algunas palabras. Estas influencias deben ser tenidas muy en cuenta en los estudios bíblicos, sobre todo por los hebraísmos. El lenguaje del NT está también muy marcado por la relación que tenían los autores con la Septuaginta. Muchos conceptos neotestamentarios, aunque expresados en koiné, tienen un trasfondo hebreo sin cuyo conocimiento se hace difícil entender el texto.

GROSURA Con esta palabra se traducen diferentes términos del hebreo. Expresan la abundancia de algo, con especial referencia a la delicia de un plato, la fertilidad de un terreno, la robustez de una persona o de un animal. “Dios, pues, te dé ... de las g. de la tierra” (Gn. 27:28). “En aquel tiempo la gloria de Jacob se atenuará, y se enflaquecerá la g. de su carne” (Is. 17:4). También es una referencia a la parte de grasa o cebo que cubre algunos órganos de animales. Se prohibía comerla (Lv. 3:17), y en los casos de ciertos sacrificios debía ser quemada (Éx. 29:22–25; Lv. 4:31).

GRULLA Ave zancuda, la más grande de las que existen en Israel. Es migratoria, llegando de Europa en el otoño y regresando en la primavera. De allí nace la expresión “la tórtola y la g.

guardan... el tiempo de su venida” (Jer. 8:7). Su graznido no es un sonido agradable, de donde Ezequías, cuando se lamentaba de su enfermedad, dice que se quejaba “como una g.” (Is. 38:14). Nombre científico: Grus grus. •Animales de la Biblia.

GUARDA •Centinela.

GUDGODA Uno de los lugares donde acamparon los hijos de Israel durante su peregrinación por el desierto (Dt. 10:7). Es llamado “el monte de Gidgad” en Nm. 33:32.

GUERRA La inclinación del hombre por la violencia se manifestó después de la •caída, como se ve en la historia de Caín y Abel, así como en el violento •Lamec, que decía en su canto: “Que un varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe” (Gn. 4:23). La Biblia dice que “se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba llena de violencia” (Gn. 6:11). A pesar del juicio que Dios trajo al mundo con el •diluvio, los hombres insistieron en atacarse mutuamente, y se acentuó así la tradición de g. que conoce el mundo.

Los métodos de g. descritos en las Escrituras obedecen a principios de los cuales muchos todavía son válidos en el día de hoy. Se utilizaba el ataque por sorpresa, como pasó en el caso de Gedeón contra los madianitas, al atacarlos de noche (Jue. 6 al 8). También la emboscada, método que utilizó Josué frente a la ciudad de Hai (Jos. 8:1–29). El principio de la concentración de las fuerzas se aplicaba universalmente. •Afec era un lugar preferido por los filisteos para reunir sus tropas y atacar a Israel (1 S. 4:1; 29:1). Se procuraba que las fuerzas tuvieran un máximo de movilidad. David y sus hombres “hacían incursiones contra los gesuritas, los gezritas y los amalecitas”, en una especie g. de guerrillas con las que asolaba rápidamente estas regiones y luego se refugiaba en •Siclag (1 S. 27:6–12).

Los ejércitos se dividían por lo general en tres cuerpos: infantería, caballería y carros (“Porque no le había quedado gente a Joacaz, sino cincuenta hombres de a caballo, diez carros, y diez mil hombres de a pie” [2 R. 13:7]). Era importante el obtener una buena coordinación entre los distintos cuerpos en la acción de g. Los israelitas no usaron carros en grandes cantidades, por lo accidentado del terreno de su país. La infantería (“hombres de a pie” [1 R. 20:29]) estaba compuesta por arqueros (“Los hijos de Efraín, arqueros armados...” [Sal. 78:9]), honderos (“De toda aquella gente había setecientos hombres escogidos, que eran zurdos, todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban” [Jue. 20:16], lanceros (“... hombres de g. muy valientes para pelear, diestros con escudo y pavés” [1 Cr. 12:8]), más los auxiliares.

Para proteger las ciudades tanto como puestos fronterizos o considerados estratégicos se levantaban fortificaciones, a veces con muros muy gruesos. Éstas tenían generalmente forma cuadrada o de cuadrilátero. Las torres comenzaron a construirse también cuadradas, y luego las hicieron redondas. Para las fortificaciones se utilizaba piedra y ladrillo, o una combinación de estos materiales. Los ataques a ciudades amuralladas o a fortalezas se hacían mediante una aproximación directa, como era el asalto a las fortificaciones para sobrepasarlas o abrir una brecha en ellas. Los asirios fueron famosos por el uso del ariete para estos fines. Un método indirecto era cavar debajo de las edificaciones para lograr la penetración. El sitio consistía en rodear la ciudad o fortaleza cortando sus vías de comunicación y abastecimiento, para hacerla rendir por hambre o sed. También se utilizaban tretas para lograr la entrada a los sitios fortificados mediante el engaño.

Usualmente se escogían para los combates y batallas puntos estratégicos o clave, en los caminos principales. Se hacía uso intensivo de las labores de inteligencia para conocer las fuerzas enemigas y, de ser posible, identificar su curso de acción. En la conquista de la ciudad de Bet-el, “la casa de José puso espías” que procuraron detectar los puntos vulnerables (Jue.

1:23–26). Como en todo esfuerzo bélico, se hacían trabajos dirigidos a mantener un buen espíritu y la disciplina dentro de las propias tropas.

Era, por supuesto, importantísima la disponibilidad de armamento adecuado. ( •Armadura y armas). Durante mucho tiempo los israelitas estuvieron en desventaja frente a los cananeos en ese sentido. Rememorando la batalla contra Jabín y Sísara, Débora dijo: “Cuando escogían nuevos dioses, la g. estaba a las puertas; ¿se veía escudo o lanza entre cuarenta mil en Israel?” (Jue. 5:8). Los filisteos manejaban bien la tecnología del hierro y procuraban mantener el monopolio de ella en contra de los israelitas, usando eso como instrumento de dominación. Por eso, hubo un tiempo en que “no se hallaba herrero” en Israel y había que “descender a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz” (1 S. 13:18–20). Los herreros eran artesanos muy apreciados, sobre todo porque producían las armas que usaban todos los ejércitos. Cuando Nabucodonosor destruyó Jerusalén se llevó los herreros a Babilonia (2 R. 24:14–16).

Las Escrituras mencionan a Dios muchas veces con un lenguaje tomado del vocabulario de la g. Se usa el nombre de “Jehová de los ejércitos”, mayormente para aludir a él como Dios supremo en la corte celestial, rodeado de los ángeles (1 S. 1:3). Moisés le llama “varón de guerra” (Éx. 15:3) y David, el “Dios de los escuadrones de Israel” (1 S. 17:45). La idea implícita es que Dios dirigía al pueblo en sus batallas.

Las historias de g. del AT pueden incluirse dentro del concepto expresado en 1 Co. 10:11 (“Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”). Pero a pesar de que las Escrituras hablan de la g. y describen muchas de ellas como parte de la historia de la humanidad, el ideal de Dios que presentan para el mundo es el de la paz, pues él es el “que hace cesar las g. hasta los fines de la tierra” (Sal. 46:9). Dios no se complace en las naciones guerreristas, sino que “esparce a los pueblos que se complacen en la g.” (Sal. 68:30). Promete, además, que vendrá un día cuando “juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni si adiestrarán más para la g.” (Is. 2:4. “En aquel tiempo ... quitaré de la tierra arco y espada y g.” (Os. 2:18).

Muchos soldados fueron creyentes. •Juan el Bautista exigió a los militares que no abusaran de las armas (“Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario” [Lc. 3:14]). El Señor Jesús alabó la fe de un centurión (Lc. 7:9). El primer gentil convertido fue un militar, Cornelio (Hch. 10). En la historia de la iglesia, sin embargo, siempre existió cierta reticencia en cuanto a recomendar la carrera militar a los creyentes. No obstante esto, los que eran militares antes de convertirse no siempre eran alentados a abandonar su profesión.

La g. espiritual. El NT enseña que los creyentes están involucrados en una g. espiritual (“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” [2 Co. 10:4]). Los escritores del NT toman el vocabulario de la g. para expresar verdades del mundo del espíritu. Así, se nos habla de que el creyente debe hacer uso de “toda la armadura de Dios...” (Ef. 6:11–17). La presencia del mal en la tierra, fruto del pecado, y la actividad de los •demonios, que está en continua oposición a los propósitos de Dios, mantienen a los creyentes en permanente lucha. Pablo advirtió también que los hombres escucharían “a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Ti. 4:1). Por eso utiliza el lenguaje del combate para referirse a la vida cristiana (“combatiendo ... por la fe del evangelio” [Fil. 1:27; 4:3]). En Hebreos se nos dice: “... combatiendo contra el pecado” (He. 12:4).

GUNI (Protegido). Nombre de personas del AT.

1. Segundo hijo de Neftalí (Gn. 46:24; Nm. 26:48; 1 Cr. 7:13). Fue cabeza de “la familia de los gunitas” (Nm. 26:48).

2. Personaje en la descendencia y tribu de Gad (1 Cr. 5:15).

GUNITAS Familia de descendientes de Guni #1 (Nm. 26:48).

GUR (Cachorro de león). “La subida de G.” era un lugar cerca de •Ibleam, hasta donde los hombres de •Jehú persiguieron al rey •Ocozías, que huía herido (2 R. 9:27).

GUR-BAAL (Morada de Baal?). Lugar, quizás una ciudad, que figura entre las conquistas del rey •Uzías. Era habitado por árabes (2 Cr. 26:7).

GUSANO El uso que la Biblia da a este término generalmente se refiere a un animalito de cuerpo alargado que aparece en el proceso de putrefacción de vegetales y animales, siendo a veces el agente de su destrucción (Jon. 4:7). Por eso, es casi siempre mencionado para dar la idea de transitoriedad, o del fin de las cosas, o del aspecto más desagradable de la pudrición. Así, cuando los israelitas dejaron maná para el otro día éste “crió g. y hedió” (Éx. 16:20). Decía Job: “A la corrupción he dicho: Mi padre eres tú; a los g.: Mi madre y mi hermana” (Job 17:14). Se le menciona también en relación con la muerte (Job 24:20; Is. 66:24). El g. ataca los viñedos y los mata (Dt. 28:39). El pequeño tamaño del g. se usa para expresar humillación (Job 25:6; Sal. 22:6). El g. mencionado en Jon. 4:7 es probablemente el Cerambyx. •Animales de la Biblia.

H

HABA Planta leguminosa que da por fruto un grano muy alimenticio. Se cultivaba de manera regular en Israel. Entre las provisiones que •Barzilai trajo a David cuando éste huía de •Absalón se mencionan las h. (2 S. 17:28). Igualmente en la “receta” que para un pan indicó Dios a Ezequiel (Ez. 4:9). Su nombre científico es Vicia faba. •Plantas de la Biblia.

HABACUC Profeta de Israel. Se dan dos significaciones para su nombre. Según algunos, viene del acadio y quiere decir “una hierba fragante”. Según otros, tiene en el hebreo el sentido de “uno que es abrazado”. Lutero lo interpretó en esta última forma, diciendo: “H. tiene un nombre muy apropiado para su oficio. Porque H. significa uno que alienta, uno que toma a otro y lo acerca a su corazón y sus brazos, como quien mima a un pobre niño que llora, diciéndole que calle....” No se tienen datos de la vida de H., a no ser aquellos que salen de la evidencia interna de su profecía. El hecho de que se llame “profeta”, indica ya que tenía una posición de respeto dentro del pueblo. Al final del libro, aparece una inscripción que dice: “Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas...” (Hab. 3:19). Esto sugiere la posibilidad de que H. fuera un levita.

Se han tejido muchas leyendas alrededor de la figura de H. Algunos rabinos interpretaban su nombre relacionándolo con las palabras de •Eliseo a la sunamita en 2 R. 4:16 (“El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo”) y, por lo tanto, pensaban que H. era el niño de aquella mujer. Según “La vida de los profetas”, una obra judía de alrededor del siglo I d.C., H. pertenecía a la tribu de Simeón. En esa obra se narra un suceso maravilloso según el cual el Señor arrebató a H. por los pelos de su cabeza y lo llevó de Israel a Babilonia para darle comida a Daniel, que estaba en el foso de los leones. Este relato aparece, además, en la añadidura apócrifa al libro de Daniel conocida como la historia de “Bel y el Dragón”.

HABACUC, LIBRO DE Uno de los libros de la Biblia llamados “profetas menores”, contentivo de los oráculos del profeta •Habacuc. Entre éstos es, sin duda, el de mayor

profundidad de pensamiento, lo cual ha conducido a que algunos le llamen “el profeta escéptico”, o “el profeta filósofo”.

Fecha. El contenido mismo de la profecía permite determinar la posible fecha de su composición, aunque no se indique la misma con precisión. Se describe un estado de corrupción en Judá. Dios anuncia el castigo que vendría por medio de los caldeos, etcétera. Por éstos y otros detalles la mayoría de los eruditos concluyen en que la fecha está posiblemente alrededor del año 600 a.C., en tiempos del rey •Jeconías.

Desarrollo. El profeta clama preguntando a Dios: “¿Hasta cuándo?”, en relación con la violencia que presenciaba en la sociedad, donde “pleito y contienda se levantan.... la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad” y “sale torcida la justicia....” (Hab. 1:1–4).

Dios le contesta que levantaría “a los caldeos, nación cruel...” que anda tomando “las moradas ajenas”. Le describe la fuerza de sus ejércitos y cómo escarnecería a los reyes (“... se reirá de toda fortaleza, y levantará terraplén y la tomará”), y que hará todo eso “atribuyendo su fuerza a su dios” (Hab. 1:5–11).

El profeta reacciona sorprendido y pensando que no puede ser, porque Dios es “muy limpio de ojos para ver el agravio”. Que lo que ha escuchado le parece que pinta a los escarnecedores destruyendo “al más justo que él”. El profeta le dice a Dios que eso sería tratar a “los hombres” como a “los peces del mar, como reptiles que no tienen quien los gobierne”. Que así se comportan los caldeos, aniquilando “naciones continuamente” (Hab. 1:12–17).

Después de expresar sinceramente su perplejidad, el profeta queda a la espera de la respuesta de Dios. Éste le contesta. Entre las cosas que le dice está la famosa frase: “El justo por su fe vivirá”, que luego sería citada varias veces en el NT. Sigue una serie de ayes y condenas contra una persona cuyo nombre no aparece, aunque sugiere ser el líder de un gran imperio, quizás Nabucodonosor. Pero todas las injusticias cometidas tendrán su merecido fin, “porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”. Se hace alusión a la soberanía de Dios (“Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra”) (Hab. 2:1–20).

Con una oración o salmo el profeta dice a Dios que ha escuchado y que teme. Y que espera la acción de Dios, a quien dice: “En la ira acuérdate de la misericordia”. Describe entonces la gloria de Dios en la creación del universo y su potencia salvadora. Expresa que al oír la voz de Dios se conmovió (“dentro de mí me estremecí”). Pero que ahora estaría “quieto en el día de la angustia” y que a pesar de lo negativo o sombrío de las circunstancias “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento...”, con todo se alegraría en Dios, porque “Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar” (Hab. 3:1–19).

HABAÍA (Jehová ha escondido). Cabeza de una familia que regresó del exilio en tiempos de Esdras, los cuales “buscaron su registro de genealogías, y no fue hallado; y fueron excluidos del sacerdocio” (Esd. 2:60–62).

HABASINÍAS Antepasado de •Jaazanías, de la familia de los •recabitas, que tenían por tradición no beber vino (Jer. 35:3–6).

HABOR Uno de los lugares adonde fueron llevados los israelitas por los asirios tras la caída de Samaria (2 R. 17:6; 18:11; 1 Cr. 5:26). Se encontraba “junto al río Gozán”, en la Mesopotamia. Este río se llama hoy Kabur, un tributario del Éufrates.

HACALÍAS (Dios se ha escondido). Padre de Nehemías, el gobernador de Israel después del regreso del exilio y reconstructor de los muros de Jerusalén (Neh. 1:1).

HACATÁN (Pequeño). Padre de un personaje (Johanán) que regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 8:12).

HACHA Herramienta que consiste en una pieza de hierro, con filo cortante, unida a un palo, llamado cabo. Mayormente se usaba para cortar leña y talar árboles. Al hacer esto, era posible que el hierro se separara e hiriera accidentalmente a otra persona. Si ésta moría, el responsable podía huir a una de las ciudades de refugio (Dt. 19:4–5). A uno de los hijos de los profetas “se le cayó el h. en el agua” y Eliseo “hizo flotar el hierro” (2 R. 6:5–7). Se advertía a los israelitas contra el uso indiscriminado del h. en la tala de árboles (Dt. 20:19). Hubo un tiempo en el cual “los de Israel tenían que descender a los filisteos para afilar cada uno ... su h.”, por lo cual tenían que pagar “la tercera parte de un siclo” (1 S. 13:20–21). Se menciona el h. como arma de guerra, especialmente en la destrucción de fortificaciones (Jer. 33:4; 46:22; Ez. 26:9). Para señalar la inminencia del juicio de Dios, •Juan el Bautista decía que “el h. está puesta a la raíz de los árboles” (Mt. 3:10; Lc. 3:9). •Armadura y armas.

HACMONI (Sabio). Nombre de personas del AT.

1. Padre de Jasobeam, uno de los valientes de David (1 Cr. 11:11).

2. Padre de Jehiel, compañero de los hijos de David (1 Cr. 27:32).

HACUFA. (Curvo o encorvado). Patriarca de una familia de servidores del •templo que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:51; Neh. 7:53).

HADAD (Tronador). Designación de una deidad cananea, equivalente también a Baal, que aparece como parte del nombre de varias personas del AT.

1. Personaje que reinó sobre •Edom, aunque no era edomita. Sucedió a •Husam. Fue quien “derrotó a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue •Avit”. Era “hijo de Bedad” (Gn. 36:35).

2. Rey edomita, sucesor de Baal-hanán. “El nombre de su ciudad fue Pau”. Su mujer se llamaba •Mehetabel (Gn. 36:39; 1 Cr. 1:50–51).

3. “Edomita, de sangre real” a quien “Jehová suscitó” como “adversario a Salomón”. Cuando Joab estaba matando a todos los edomitas, labor que le tomó seis meses, H. siendo “muchacho pequeño”, escapó y se fue a Egipto, donde halló “gran favor delante de Faraón, el cual le dio por mujer la hermana de su esposa”. Cuando David murió, H. regresó a su tierra como enemigo de Salomón (1 R. 11:14–22).

4. Octavo de los doce hijos de Ismael. Nieto de Abraham (1 Cr. 1:30).

HADAD-EZER (Heded es ayudador). “Rey de •hijo de Rehob”. Fue muy poderoso, con dominios que llegaban hasta la Mesopotamia. “Al ir éste a recuperar su territorio al río Éufrates”, David le derrotó, y le tomó muchos prisioneros y carros. “Tomó David los escudos de oro que traían los siervos de H., y los llevó a Jerusalén”, así como otros despojos. “Vinieron los sirios de Damasco para dar ayuda a H. rey de Soba”, pero también fueron vencidos (2 S. 8:3–9), así como un “general del ejército de H.”, llamado •Sofac, que gobernaba “al otro lado del Éufrates”. Así, “viendo los sirios de H. que habían caído delante de Israel, concertaron paz con David, y fueron sus siervos” (1 Cr. 19:16–19). Un siervo de H. que escapó de él, llamado “ •Rezón hijo de Eliada”, fue adversario de Salomón (1 R. 11:23).

HADADRIMÓN Tanto •como •Rimón eran deidades cananeas y sirias que en oportunidades se confundían con Baal. El profeta Zacarías (Zac. 12:11) menciona un día en que “habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de H. en el valle de Meguido”, “como se llora por hijo unigénito”, en referencia a la aparición futura del Mesías. La expresión es oscura, pero muchos estudiosos la relacionan con la muerte de •Josías, que cayó en una batalla en Meguido. “Todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías. Y Jeremías endechó en memoria de Josías. Todos los cantores y cantoras recitan esas lamentaciones sobre Josías” (2 Cr. 35:20–25). Queda sin aclarar la forma en que esa conmemoración se relacionaba con H.

HADAR Nombre de personas del AT.

1. •Hadad #4 (Gn. 25:15; 1 Cr. 1:30).

2. •Hadad #2 (Gn. 36:39; 1 Cr. 1:50–51).

HADASA (Nueva). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad en las llanuras que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:37).

2. Nombre hebreo de Ester. Significa “mirto” (Est. 2:7).

HADID (Agudo). Ciudad de Benjamín. Es mencionada, junto con Lod y Ono, como lugar donde vinieron a habitar benjamitas después del regreso del exilio en tiempos de Esdras y Nehemías (Esd. 2:33; Neh. 7:37; 11:34).

HADLAI (Grueso). Padre de •Amasa #2.

HADRAC Territorio en el N de Siria del cual escribe el profeta Zacarías, conjuntamente con Damasco y Hamat (“La profecía de la palabra de Jehová está contra la tierra de H.” ) declarando que formarán parte del territorio de Israel (Zac. 9:1–2).

HAFARAIM (Dos fosos). Ciudad adjudicada a la tribu de Isacar en la distribución de la tierra (Jos. 19:19)

HAGAB Palabra hebrea equivalente a “saltamontes”, un insecto ortóptero abundante en llanuras tropicales, en regiones semiáridas y áreas de pasto. Era apto para comerse (Lv. 11:22). Todavía hoy algunos pueblos lo comen, ya sea secado, o friéndolos para empaparlos luego con miel, o mezclado con otros alimentos. Nombre técnico: Acrididae y Tettigonidae. •Animales de la Biblia.

HAGABA (Saltamontes). Cabeza de una familia de servidores del •templo que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:45; Neh. 7:48).

HAGEO (Nacido en día de fiesta). Profeta que vivió en los tiempos de •Zorobabel y junto con •Zacarías animó a los que habían retornado del exilio para que reconstruyeran el •templo (Esd. 5:1–2; 6:14). Algunos piensan que las palabras de Hag. 2:3 sugieren que H. había conocido el primer templo. Si es así, eso indicaría que era persona de mucha edad cuando ejerció el ministerio profético. No se tienen detalles sobre su vida.

HAGEO, LIBRO DE Décimo de los profetas menores. En sus treinta y ocho versículos están contenidos los oráculos con los cuales animó al remanente para que emprendiera la obra de reconstrucción del •templo. Los antecedentes históricos son los mismos que para el libro de

•Esdras. La oposición samaritana había logrado impedir los trabajos durante unos quince años. Cuando •Darío el Grande subió al trono persa, los judíos no aprovecharon la buena disposición del monarca para con los distintos grupos religiosos del imperio y continuaron inactivos. Entonces Hageo y •Zacarías pronunciaron sus profecías para levantar el entusiasmo del pueblo hacia la obra. La •Septuaginta atribuye a Zacarías y H. la autoría de los salmos 145 al 148.

Autor y fecha. No existe polémica importante sobre quién escribió H. Se trata del mismo personaje mencionado en Esd. 5:1–2; 6:14. Como el profeta es preciso en dar las fechas de sus oráculos, no hay discusión en cuanto a que el escrito se originó alrededor del año 520 a.C., en el reinado de •Darío Histaspes.

Características. H. no se distingue por un lenguaje florido. Su prosa no tiene brillo, pero sí es vigorosa y, por los resultados, muy efectiva. H. habla con la autoridad del que trae palabra de Jehová (Hag. 1:1, 3; 2:1, 10, 20). El tono enfático puede notarse en la repetición de ciertas expresiones. Cuatro veces llama al pueblo a que reconsideren sus actitudes (“Meditad en vuestros caminos.... meditad en vuestro corazón” [Hag. 1:5, 7; 2:15, 18]). Repite que la “casa está desierta” (Hag. 1:4; 9) y que Dios dice: “Haré temblar los cielos y la tierra” (Hag. 2:6, 21). Algunas partes de sus oráculos parecen estar relacionadas con otros textos del AT. Así, Hag. 1:6 (“Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis y no os saciáis...”) parece citar a Dt. 28:38–40 (“Sacarás mucha semilla al campo, y recogerás poco.... plantarás viñas y labrarás, pero no beberás vino...”). También Hag. 2:17 (“Os herí con viento solano...”) parece tener de fondo a Dt. 28:23–24 (“Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce.... dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo...”).

Primer oráculo. Una gran sequía azotaba al país. En medio de ella el profeta se dirige a los líderes del pueblo, •Zorobabel y •Josué (o Jesúa). Dios pregunta si hacen bien en vivir en sus “casas artesonadas” mientras la casa de Jehová está desierta. Les pide que reconsideren, pues los males que sufren son causados precisamente por ese hecho. Les anima: “Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa”. Los que gobernaban, y el pueblo, oyeron “la voz de Jehová su Dios ... y temió el pueblo delante de Jehová.... y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová” (Hag. 1:1–15).

Segundo oráculo. Animando a Zorobabel, Josué y al pueblo, H. anuncia que Dios llenará “de gloria esta casa” con una gloria que será mayor que la que tenía el •templo original, porque “vendrá el Deseado de todas las naciones” (Hag. 2:1–9).

Tercer oráculo. H. plantea al pueblo una pregunta cuya contestación demuestra que las ofrendas que son traídas a Dios son inmundas por venir de personas cuyo corazón no es recto para con Dios. Pero éste promete bendición, sin embargo, si reemprenden los trabajos (Hag. 2:10–19).

Cuarto oráculo. Dios ordena a H. que reafirme el corazón del líder Zorobabel, a quien el Señor pondrá “como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos”. La predicación de este profeta, junto con la de Zacarías, trajo como resultado la reconstrucción de la casa de Dios (Hag. 2:20–23).

HAGRAI (Errante, viajero). Padre de uno de los valientes de David (Mibhar) (1 Cr. 11:38).

HAGUI (Nacido en día de fiesta). Segundo de los hijos de Gad (Gn. 46:16; Nm. 26:15).

HAGUÍA (Festival). Levita. Descendiente de Merari (1 Cr. 6:30).

HAGUIT (Festival). Una de las mujeres de David. Madre de •Adonías (2 S. 3:4; 1 R. 1:5, 11; 2:13; 1 Cr. 3:2).

HAGUITA Descendiente de •Hagui (Nm. 26:15).

HAI (La Ruina). Ciudad cananea al E de Bet-el, donde Abraham “plantó su tienda ... y edificó allí altar a Jehová” (Gn. 12:8). “Estaba junto a Bet-avén” (Jos. 7:2), al N de Micmas (Is. 10:28). Fue conquistada por Josué después de •Jericó, aunque inicialmente encontró dificultades, pues sus espías aconsejaron que la ciudad era pequeña y sólo fueron enviados unos tres mil hombres a conquistarla, los cuales fueron derrotados a causa del pecado de •Acán, que había tomado de los despojos del anatema en Jericó. Una vez juzgado y debidamente castigado ese pecado, Dios ordenó el ataque a H. Josué envió treinta mil hombres y pusieron una emboscada, fingiendo huir delante de los de H. Cuando éstos los siguieron, los emboscados tomaron la ciudad y le prendieron fuego (Jos. 7–8). De esta manera los israelitas penetraron al corazón mismo de Canaán. Doscientos veintitrés “varones de Bet-el y H.” regresaron del exilio (Esd. 2:28; Neh. 7:32). El sitio de H. también es mencionado como Aía, lugar donde habitaron los hijos de Benjamín después del regreso del exilio (Neh. 11:31). En Is. 10:28 también se le menciona como •Ajat. Generalmente se le identifica con Et-tell, a unos 3 km al SE de Bet-el.

HALAC (Monte pelado o calvo). Montaña en el S de Canaán. Se le menciona para decir que Josué conquistó la tierra “desde el monte H. Baal-gad en la llanura del Líbano” (Jos. 11:17; 12:7). Se le identifica hoy con Yebel Halaq.

HALAH Lugar en Asiria, al NO de Nínive, adonde fueron exiliados los israelitas. Salmanasar “llevó a Israel cautivo ... y los puso en H.” (2 R. 17:6; 18:11; 1 Cr. 5:26).Es posible que se trate de un antiguo distrito asirio en la cuenca del río Kabur, en el N de la Siria de hoy.

HALHUL Ciudad adjudicada a la tribu de Judá en la distribución de la tierra. Quedaba en las montañas (Jos. 15:58). Se le identifica hoy con Halhul, 6 km al N de •Hebrón.

HALÍ (Adorno). Ciudad adjudicada a la tribu de Aser en la distribución de la tierra (Jos. 19:25). Se desconoce su ubicación.

HALLEL (Alabad al Señor). Nombre que dan los judíos al grupo de salmos del 113 al 118, que eran considerados como una unidad litúrgica. Estos salmos eran leídos en las fiestas, especialmente durante la Pascua.

HALOHES (Susurrador). Nombre de personas del AT:

1. Padre de uno que trabajó en la restauración del muro en tiempos de Nehemías (Salum) (Neh. 3:12).

2. Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:24).

HAM (Caliente). Ciudad mencionada en relación con la campaña desarrollada por •Quedorlaomer en contra de Sodoma y Gomorra. Éste venció “a los zuzitas en H.” (Gn. 14:5). Probablemente quedaba en la Transjordania.

HAMAT (Fortaleza). Nombre de lugar y de una persona del AT:

1. Importante ciudad de Siria que formó parte del imperio heteo. Los espías enviados por Moisés exploraron la tierra hasta el extremo N “entrando en H.” (Nm. 13:21). En las

conquistas de Josué quedaron varios territorios sin dominar, incluyendo “el Líbano hacia donde sale el sol, desde Baal-gad al pie del monte Hermón, hasta la entrada de h.” (Jos. 13:5), pero en las profecías de Ezequiel y Zacarías se dice que la tierra de Israel llegará hasta H. (Ez. 47:16–20; Zac. 9:2). El rey de H., llamado •Toi, que era enemigo de •Hadad-ezer, rey de Damasco, hizo alianza con David cuando éste venció al rey sirio (2 S. 8:9–10) precisamente en territorio de H. (1 Cr. 18:3). De Jeroboam se dice luego que “restituyó al dominio de Israel a Damasco y H., que habían pertenecido a Judá” (2 R. 14:28). Cuando la dominación Asiria sobre Israel, gente de H., así como de otras naciones, fueron traídas a Samaria.

“Pero cada nación se hizo sus dioses.... los de H. hicieron a Asima”, supuestamente adorando, al mismo tiempo, a Jehová, comenzando así un culto mezclado en Israel (2 R. 17:24, 29–34). Los asirios, precisamente, se ufanaban de que el dios de H. no había podido librar a ese pueblo de sus manos (Is. 36:19). Cuando la invasión caldea, el rey •Sedequías fue hecho preso “en los llanos de Jericó; y le tomaron, y le hicieron subir a Ribla en tierra de Hamat, donde estaba Nabucodonosor rey de Babilonia, y le sentenció” (Jer. 39:5; 52:8–9). Situada a orillas del río Orontes, en un punto estratégico para las rutas comerciales, •Amós habló de ella como “la gran H.” (Am. 6:2).

2. Ciudad en el territorio de la tribu de Neftalí (Jos. 19:35), probablemente la misma •Hamón #2 y •Hamot-dor.

3. Cabeza “de la casa de Recab”, de la cual salieron varias familias de escribas que eran de origen •ceneo (1 Cr. 2:55). •Recab.

HAMATEO Uno de los pueblos descendientes de •Canaán. Habitantes de •Hamat (Gn. 10:18; 1 Cr. 1:16).

HAMBRE La escasez de alimentos, o su ausencia total. A veces regiones enteras la padecen como consecuencia de malas cosechas, o por haber sido éstas destruidas por algún fenómeno natural, plaga de langostas, etcétera. Muy a menudo el h. venía a causa de la disminución de las lluvias. O por efecto de la acción humana en las guerras. La Biblia menciona muchos casos de h., sin decir necesariamente el origen de las mismas, como sucede con el h. que obligó a Abraham a descender a Egipto (Gn. 12:10) y la que tuvo lugar en tiempos de José, que llevó a Jacob y sus hijos a ese país (Gn. 41:56–57; 42:1; 43:1; Hch. 7:11). Pero Dios, que gobierna todos los aspectos de la naturaleza, utiliza a veces el h. como una medida disciplinaria o de juicio. (“Os hice estar diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos.... os detuve la lluvia...” [Am. 4:6–9]). Si el pueblo de Israel obedecía a Dios, se le prometía: “Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo ... y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite” (Dt. 11:13–14; 28:11–12). Pero si desobedecía, se le advierte: “Los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro. Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza...”, describiéndose una situación de h. generalizada (Dt. 28:15–45). Pero era claro que el arrepentimiento traería de nuevo la abundancia de frutos y comida (1 R. 8:33–38). Como señales de los últimos tiempos se menciona que vendrá h. (Mt. 24:7; Mr. 13:8) y el juicio de Dios incluirá h. sobre la tierra (Ap. 6:8).

HAMEA (Torre de los cien). Torre que formaba parte de los muros de Jerusalén, reconstruida en tiempos de Nehemías (Neh. 3:1). Quedaba entre la puerta del Pescado y la puerta de las Ovejas. Se desconoce la razón por la cual se le llamaba de esa manera.

HAMEDATA (Dado por la luna). Padre de •Amán agagueo, enemigo de los judíos (Est. 3:1, 10; 8:5; 9:10, 24).

HAMELEC Padre de uno de los cortesanos del rey •Joacim, llamado Jerameel, que fue enviado a apresar a Jeremías, al cual echaron “en la cisterna de Malquías, hijo de H., que estaba en el patio de la cárcel” (Jer. 36:26; 38:6).

HAMMURABI Sexto rey de la primera dinastía que gobernó Babilonia (1792–1750 a.C.). Era de origen amorreo. No se menciona con este nombre en la Biblia, pero algunos lo identificaban con el “ •Amrafel, rey de Sinar” que se menciona en Gn. 14:1, aunque modernamente no se considera válida esa teoría. Es de interés para los estudios bíblicos, porque en el año 1901 se descubrió una estela de diorita negra de unos 2.5 m de altura, en excavaciones arqueológicas en •Susa, la cual contiene inscripciones de una colección de doscientas ochenta y dos decisiones judiciales de ese rey, conocidas con el “Código de H.”, en las cuales se pueden identificar disposiciones que tienen algún parecido con las leyes del AT. Se estudia este código para entender mejor las costumbres de la época de los patriarcas, al tener en cuenta que Abraham salió originalmente de Caldea. Las decisiones en la famosa lista incluyen temas de comercio, tarifas, precios, el matrimonio, el adulterio, la adopción. También sobre robo, asalto, la esclavitud y otros temas. Se estatuyen distintas penas, según la gravedad de las faltas. Aunque el Código de H. se conserva en idioma acádico (semítico), se sabe que resumía las costumbres de muchos otros pueblos civilizados de la época en los cuales se aplicaba.

Las penas criminales se imponían teniendo en cuenta la jerarquía social de la persona perjudicada. Muchos detalles del Código de H. pueden señalarse como probables antecedentes de otros en el código mosaico. Se castigaba con la pena de muerte la hechicería (Éx. 22:18; Dt. 18:10), el falso testimonio (Dt. 19:18–19), el robo, incluyendo la venta de una propiedad perdida (Éx. 22:1–4, 9; Lv. 6:3–5), el secuestro (Éx. 21:16; Dt. 23:15), el incesto y el adulterio (Lv. 19:20–22; 20:10–12; Nm. 5:11–28), el homicidio (Éx. 21:12–15), así como otros delitos. Lo que después fue llamado “ley del talión”: “ojo por ojo, diente por diente”, era aplicada. A un hijo que golpeara a su padre había que cortarle la mano. Si alguien dañaba el ojo a otro debía perder uno de los suyos. Lo mismo si le rompía un diente o un hueso. Asimismo contenía disposiciones penales en forma de multas. Las leyes relativas al matrimonio, la herencia, la adopción, etcétera, guardan también similitud con lo que se estipula en la ley de Moisés.

HAMOLEQUET (La que reina). Hija de Maquir, hermana de Galaad. Fue madre de “Isod, Abiezer y Mahala” (1 Cr. 7:18).

HAMÓN (Manantial caliente o aguas termales). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Aser en la repartición de la tierra (Jos. 19:28). Se desconoce su ubicación.

2. Ciudad en el territorio de la tribu de Neftalí que fue dedicada a los levitas (1 Cr. 6:76).

HAMONA (Multitud). En la profecía de Ezequiel contra •Gog se dice que sus muertos serán una gran multitud, que “obstruirá el paso a los transeúntes ... y lo llamarán el Valle de Hamón-gog”. La ciudad que allí habrá será llamada H., nombre simbólico que alude a la gran cantidad de muertos (Eze. 39:11, 16).

HAMÓN-GOG (La multitud de Gog). Nombre que se pondrá al valle donde la gran multitud de tropas de Gog y sus aliados serán derrotados en su lucha contra Israel (Ez. 39:11, 15).

HAMOR (Asno, burro). Personaje principal cananeo, padre de Siquem. Cuando Jacob regresó de Padan-aram “compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de H.” cerca de la ciudad de Siquem, y construyó allí “un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel”

(Gn. 33:18–20). Pero “Siquem, hijo de H. heveo, príncipe de aquella tierra” violó a •Dina, hija de Jacob, por lo cual Simeón y Leví mataron a “H. y a Siquem su hijo” (Gn. 34:1–31). Cuando los israelitas regresaron de Egipto, “enterraron en Siquem los huesos de José ... en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de H. padre de Siquem, por cien piezas de dinero” (Jos. 24:32).

HAMOT-DOR (Fuentes termales de Dor). Ciudad en el territorio de Neftalí que fue dedicada a los levitas de la línea de Gersón (Jos. 21:32). Es probable que sea la misma •Hamat #2.

HAMUEL (Dios protege). Hijo de Misma, en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:26).

HAMUL (Perdonado o pasado por alto por Dios). Hijo de Fares, en la descendencia de Judá (Gn. 46:12; Nm. 26:21; 1 Cr. 2:5).

HAMULITA Descendiente de •Hamul (Nm. 26:21).

HAMUTAL (El suegro es protección). Una de las esposas del rey •Josías, “hija de Jeremías, de Libna”, que fue madre de los reyes •Joacaz y •Sedequías (2 R. 23:31; 24:18).

HANAMEEL Primo de Jeremías, hijo de su tío Salum, que vendió al profeta una “heredad, que está en Anatot en tierra de Benjamín”. Dios advirtió a Jeremías que H. vendría a hacerle la oferta (Jer. 32:6–10).

HANÁN (Misericordioso). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:23).

2. Personaje en la descendencia de Benjamín, hijo de Azel, parte de la genealogía de Saúl (1 Cr. 8:38; 9:44).

3. Uno de los valientes de David. “Hijo de Maaca” (1 Cr. 11:43).

4. Ascendiente de una familia de sirvientes del •templo que regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:46; Neh. 7:49).

5. Uno de los levitas que “hacían entender al pueblo la ley” cuando ésta fue leída en tiempos de Esdras y Nehemías (Neh. 8:7).

6. Nombre de tres personas que firmaron el •Pacto de Nehemías (Neh. 10:10, 22, 26).

7. Levita que fue puesto por Nehemías a colaborar, junto con otros, en los trabajos de tesorería del •templo “porque eran tenidos por fieles” (Neh. 13:13).

8. Personaje principal de una familia que tenía un aposento en el •templo adonde llevó Jeremías a los recabitas para probarlos ofreciéndoles que tomaran vino (Jer. 35:4).

HANANEEL (Dios es misericordioso). Nombre de una torre en el muro N de Jerusalén, entre la puerta de las Ovejas y la puerta de los Cien ( •Hamea). Jeremías profetizó que Jerusalén sería reconstruida “desde la torre de H. hasta la puerta del Ángulo” (Jer. 31:38). En tiempos de Nehemías “el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos.... edificaron hasta la torre de H.” (Neh. 3:1), por la cual luego pasaría el desfile en la celebración que se hizo por la restauración del muro (Neh. 12:39).

HANANI (Don gracioso del Señor). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los catorce hijos varones del cantor •Hemán que “estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová”. Le correspondió la decimaoctava suerte en el culto (1 Cr. 25:4, 25).

2. Padre del profeta Jehú (1 R. 16:1, 7; 2 Cr. 19:2). De él “se hace mención en el libro de los reyes de Israel” (2 Cr. 20:34).

3. Vidente que llamó la atención al rey •Asa por haber hecho alianza con Siria. “Se enojó Asa contra el vidente y lo echó en la cárcel” (2 Cr. 16:7–10).

4. Uno de los personajes principales que se unieron a mujeres extranjeras en tiempos de Esdras (Esd. 10:20).

5. Uno de los hermanos de Nehemías, que le trajo noticias de Jerusalén y luego participó con él en las obras de reconstrucción en aquella ciudad (Neh. 1:2; 7:2).

6. Sacerdote que participó en la celebración de la reconstrucción del muro. Iba “con los instrumentos musicales de David varón de Dios” (Neh. 12:36).

HANANÍAS (Jehová es gracioso o lleno de gracia). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Zorobabel, en la descendencia de David (1 Cr. 3:19, 21).

2. Uno de los “jefes principales de familias” de Benjamín que “habitaron en Jerusalén” (1 Cr. 8:24, 28).

3. Uno de los catorce hijos varones del cantor •Hemán que “estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová”. Le correspondió la decimasexta suerte en el culto. (1 Cr. 25:4, 23).

4. “Uno de los jefes del rey” •Uzías, estaba a cargo de parte de su ejército (2 Cr. 26:11).

5. “Hijo de Azur, profeta que era de Gabaón” que se opuso a Jeremías. Decía que Dios quebrantaría “el yugo del rey de Babilonia” y que en dos años Dios devolvería a Jerusalén “todos los utensilios de la casa de Jehová” tomados por los caldeos. Anunciaba, asimismo, que “todos los transportados de Judá que entraron el Babilonia” regresarían en ese tiempo. Cuando Jeremías dijo lo contrario de parte de Jehová, llevando como señal un yugo sobre sí, “H. quitó el yugo del cuello del profeta ... y lo quebró”, alegando que de esa forma sería roto el yugo de los caldeos. Jeremías declaró que H. era un falso profeta y éste murió dos meses más tarde “en el mismo año ... en el mes séptimo.” (Jer. 28).

6. Personaje que fue de los que se casaron con mujeres extranjeras en tiempos de Esdras (Esd. 10:28).

7. Abuelo de Irías, el capitán que apresó a Jeremías, diciéndole: “Tú te pasas a los caldeos” (Jer. 37:13).

8. “Hijo de un perfumero” que colaboró en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:8).

9. “Hijo de Selemías” que colaboró en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:30).

10. Uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:23).

11. En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. H. aparece como cabeza de la familia organizada bajo el nombre de •Jeremías (Neh. 12:12). Participó “con trompetas” en la dedicación del muro (Neh. 12:41).

HANATÓN (Dedicada a la gracia). Ciudad en el territorio que correspondió a Zabulón en la repartición de la tierra (Jos. 19:14).

HANES Lugar en Egipto mencionado en Is. 30:4 en relación con un momento en el cual “la fuerza de Faraón” en la cual habían confiado los israelitas les fallaría, “cuando estén sus príncipes en Zoán, y sus embajadores lleguen a H.”. Se identifica a Zoán con Tanis, en el delta del •Nilo. Se han propuesto varias teorías para señalar la posible ubicación de H. o la interpretación de la palabra, pero ninguna ha sido totalmente comprobada.

HANIEL (Gracia de Dios). Nombre de personas del AT.

1. Príncipe de la tribu de Manasés, hijo de Efod, que fue uno de los escogidos por Dios para “dar la posesión de la tierra” de Canaán, repartiéndola entre las tribus (Nm. 34:16, 23).

2. Personaje de la tribu de Aser, contado como uno de las “cabezas de familias paternas, escogidos, esforzados, jefes de príncipes” (1 Cr. 7:39–40).

HANOC (Dedicado). Nombre de personas del AT.

1. Descendiente de Abraham a través de Madián hijo de Cetura (Gn. 25:4; 1 Cr. 1:33).

2. Primogénito de Rubén (Gn. 46:9; Éx. 6:14; 1 Cr. 5:3).

HANÚN (Gracioso). Nombre de personas del AT.

1. Rey amonita. Hijo de Nahas. A su muerte “David envió embajadores” a consolar a H., pero éste los maltrató. David envió al ejército al mando de Joab a vengar la ofensa. Los amonitas fueron derrotados a pesar de haber tomado “a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba” (2 S. 10; 1 Cr. 19:1–19).

2. Personaje que restauró la puerta del Valle “con los moradores de Zanoa” en tiempos de Nehemías (Neh. 3:13).

3. “Hijo sexto de Salaf”, que participó en la restauración del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:30).

HAQUILA (Sequía). Uno de los lugares donde se escondió David cuando huía de Saúl. Los habitantes de •Zif lo delataron al rey, diciendo que el fugitivo estaba “en las peñas de Hores, en el collado de H., que está al S del desierto”, pero en ese momento ya “David y su gente estaban en el desierto de Maón, en el Arabá” (1 S. 23:19, 24) y pudieron escapar.

HARA (Montañas). Una de las regiones, junto con Halah, Habor y el río Gozán en Mesopotamia, adonde el rey asirio •Tiglat-pileser exilió a “los rubenitas y gaditas y ... la

media tribu de Manasés” (1 Cr. 5:26). Se desconoce la ubicación exacta de H., lo cual ha dado lugar a que algunos interpreten el nombre simplemente como una alusión a terrenos abruptos y montañosos en Asiria.

HARADA (Temor). Uno de los lugares donde los israelitas acamparon en su peregrinación por el desierto (Nm. 33:24–25).

HARÁN Nombre de lugar y de personas del AT.

1. Hermano de Abraham que “murió... antes que su padre Taré en la tierra de su nacimiento, en Ur de los Caldeos” (Gn. 11:26, 28). Milca, una de sus hijas, fue tomada como esposa por •Nacor, hermano de Abram (Gn. 11:29). Lot era hijo de H. (Gn. 11:31).

2. Ciudad en Mesopotamia, una de las principales en la llamada Media Luna Fértil, en un cruce de varias rutas comerciales, especialmente la que unía a Babilonia con el mar Mediterráneo. H. es llamada hoy Harran, en Turquía, a orillas del río Balih. Taré, padre de Abraham, se detuvo en H. cuando iba en su peregrinación hacia Canaán, y murió allí (Gn. 11:31–32). Su hijo Abraham, sin embargo, salió de H. a la edad de setenta y cinco años, con su sobrino Lot, hacia Canaán (Gn. 12:5). Nacor, el otro hermano de Abraham, quedó en H., donde luego recibirían a •Eliezer que fue en busca de esposa para Isaac, llevándose a •Rebeca (Gn. 24:10, 36, 58–66). Ésta, cuando el conflicto entre sus hijos Esaú y Jacob, envió a éste último a H., a casa de su hermano •Labán (Gn. 27:43). H. fue destruida por los asirios en tiempos de Ezequías (2 R. 19:12; Is. 37:12), pero reconstruida por éstos más tarde. H. es mencionada como una de las ciudades que sostenía gran intercambio comercial con Tiro (Ez. 27:23).

3. Hijo de Caleb con su concubina Efa (1 Cr. 2:46).

4. Levita. Hijo de Simei, en la línea de Gersón. Escogido para el servicio musical en el •templo (1 Cr. 23:5–9).

HARBONA (Montador de asno). Uno de los siete eunucos enviados por el rey Asuero en busca de la reina Vasti (Est. 1:10). Fue el que habló a ese rey de la •horca que Amán “había hecho preparar para Mardoqueo” (Est. 7:9).

HAREF (Otoño). Hijo de Caleb (1 Cr. 2:50–51).

HARET (Espeso). Bosque en tierra de Judá donde se escondió David siguiendo el consejo del profeta •Gad (1 S. 22:5).

HARHAÍA Platero cuyo hijo Uziel participó en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:8).

HARHAS (Esplendor). Antepasado de Salum, el esposo de la profetiza •Hulda (2 R. 22:14; 2 Cr. 34:22).

HARHUR Cabeza de una familia de sirvientes del •templo que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:51; Neh. 7:53).

HARIF (Otoño). Nombre de personas del AT.

1. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Ciento doce

“hijos de H.” regresaron del exilio (Neh. 7:24). La lista paralela de Esdras dice •Jora (Esd. 2:18).

2. Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:19). Es probable que su nombre fuera puesto en representación de la familia mencionada en el #1.

HARIM (Dedicado a Dios). Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondió la tercera suerte en el servicio del •templo (1 Cr. 24:8). En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. A la cabeza de la familia de H. estaba •Adna (Neh. 12:15). Unos mil diecisiete miembros de este grupo regresaron del exilio (Esd. 2:39; Neh. 7:42). Algunos de ellos casaron con mujeres extranjeras (Esd. 10:21). Uno de ellos, Malquías, participó en la restauración de la torre de los Hornos (Neh. 3:11).

2. Cabeza de una familia de la cual unas trescientas veinte personas regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:32; Neh. 7:35). Algunos de ellos casaron con mujeres extranjeras (Esd. 10:31).

3. Nombre de dos firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:5, 27). Es probable que sus nombres fueran puestos en representación de las familias mencionadas en el #1 y el #2.

HARINA En la Biblia se refiere siempre al producto de la molienda del trigo que, una vez separado de la cascarilla o salvado, servía para hacer pan. La h. era usada, además, como ofrenda, mezclándola con aceite e incienso (Lv. 2:1). Muchas veces se traduce como “flor de h.” (Lv. 14:10; Nm 29:14).

HARNEFER (Horus es misericordioso). Personaje en la descendencia de Aser (1 Cr. 7:36).

HAROD (Terror). Fuente o manantial donde “Gedeón y todo el pueblo que estaba con él, acamparon” en la campaña contra los madianitas. Tras ordenar que se despacharan a todos los temerosos, Dios probó al pueblo diciéndole a Gedeón que se fijara en la forma que cada uno bebía agua allí. “Y fue el número de los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca, trescientos hombres”. Dios los eligió para la batalla, a fin de que fueran pocos los que pelearan contra Madián (“No sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado”). De esta forma el ejército de Gedeón se redujo de treinta y dos mil a trescientos hombres (Jue. 7:1, 3, 5–7). Se identifica H. con Ain Jalud, en la ladera NO del monte Gilboa.

HARODITA Dos de los valientes de David, Sama y Elica, son nombrados como h. (2 S. 23:25). Es probable que provinieran de una localidad cercada a la fuente de •Harod.

HAROE (El vidente). Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Sobal (1 Cr. 2:52). Algunos piensan que es el mismo Reaía mencionado en 1 Cr. 4:2.

HAROSET-GOIM (Floresta de los gentiles). Ciudad cananea donde vivía •Sísara, capitán de los ejércitos de •Jabín (Jue. 4:2). Los israelitas, al mando de Barac y Débora, derrotaron esos ejércitos. “Barac siguió los carros y el ejército hasta H.” Sísara huyó y se escondió en la tienda de Heber ceneo, donde le mató •Jael (Jue. 4). Se identifica el lugar en la Galilea, a unos 16 km al NO de Meguido, en las orillas del arroyo de Cisón.

HARSA (Silencioso). Cabeza de una familia de sirvientes del •templo que regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:52; Neh. 7:54).

HARUFITA Entre los que se aliaron a David cuando huía de Saúl figura “Sefatías h.” (1 Cr. 12:5). Es posible que el término se refiera a los descendientes de •Haref.

HARUM (Exaltado). Personaje en la descendencia de Judá. Padre de Aharhel (1 Cr. 4:8).

HARUMAF (Nariz mutilada). Padre de un personaje (Jedaías) que colaboró en la restauración del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:10).

HARUZ (Oro). Abuelo del rey •Amón. Padre de •Mesulemet (2 R. 21:19).

HASABÍAS (Jehová ha tomado cuenta). Nombre de personas del AT.

1. Levita. Cantor, de los hijos de Merari (1 Cr. 6:45; 9:14; Neh. 11:15, 22).

2. Levita. Hijo de Jedutún. Con su padre y hermanos “profetizaba con arpa, para aclamar y alabar a Jehová” (1 Cr. 25:3, 19).

3. Hebronita. Con sus hermanos “hombres de vigor ... gobernaban a Israel al otro lado del Jordán” en tiempos de David (1 Cr. 26:30).

4. Jefe de los levitas en tiempos de David. Hijo de •Kemuel (1 Cr. 27:17).

5. Uno de los jefes de los levitas en tiempos del rey •Josías (2 Cr. 35:9).

6. Levita, de los “ministros para la casa de nuestro Dios” que fueron traídos a Esdras desde •Casifia (Esd. 8:19). Fue seleccionado para recibir, con •Serebías, los utensilios del •templo (Esd. 8:24).

7. Levita, “gobernador de la mitad de la región de Keila”, que colaboró en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:17).

8. Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:11).

9. En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. H. aparece como cabeza de la familia organizada bajo el nombre de •Hilcías (Neh. 12:21).

HASABNA (Jehová ha considerado). Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:25).

HASABNÍAS (Jehová ha considerado). Nombre de personas del AT.

1. Personaje que colaboró en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:10).

2. Levita, de los que “clamaron en voz alta a Jehová su Dios” confesando y alabando en el momento en que se firmó el •Pacto de Nehemías (Neh. 9:4–5).

HASADÍAS (El Señor es fiel). Hijo de •Zorobabel (1 Cr. 3:20).

HASAR-ADAR (Noble villa). Ciudad en la frontera de la tierra de Canaán (Nm. 34:4), al S del territorio que correspondió a la tribu de Judá.

HASBADANA (Juez meditabundo). Uno de los levitas que estaba “sobre un púlpito de madera” junto a Esdras, leyendo la ley al pueblo (Neh. 8:4).

HASEM (Brillante, fulgoroso). Uno de los valientes de David (1 Cr. 11:34).

HASMONA (Fructuoso). Uno de los lugares donde acamparon los israelitas durante su peregrinación en el desierto (Nm. 33:29–30).

HASUB (Considerado). Nombre de personas del AT.

1. Levita en la descendencia de los hijos de Merari (1 Cr. 9:14; Neh. 11:15).

2. Personaje que colaboró en la reconstrucción de la torre de los Hornos en tiempos de Nehemías (Neh. 3:11).

3. Personaje que reconstruyó el muro “frente a su casa”, en tiempos de Nehemías (Neh. 3:23).

4. Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:23).

HASUBA (Dios ha considerado). Hijo de •Zorobabel (1 Cr. 3:20).

HASUFA (Rápido). Cabeza de una familia de sirvientes del •templo que regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:43; Neh. 7:46).

HASUM (Nariz ancha). Nombre de personas del AT.

1. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Doscientos veintitrés “hijos de H.” regresaron del exilio (Esd. 2:19; 10:33; Neh. 7:22).

2. Uno de los levitas que estaban “sobre un púlpito de madera” junto a Esdras, leyendo la ley al pueblo (Neh. 8:4).

3. Uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:18).

HATAC (Bueno). Enuco del tiempo de Ester, que “había sido puesto al servicio de ella” y le sirvió de mensajero frente a su tío •Mardoqueo (Est. 4:5–10).

HATAT (Terror). Hijo de Otoniel, en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:13).

HATIFA (Agarrado, alcanzado). Cabeza de una familia de sirvientes del •templo que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:54; Neh. 7:56).

HATIL (Conversador). Cabeza de una familia de “siervos de Salomón” que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:57; Neh. 7:59).

HATITA Cabeza de una familia de porteros del •templo que regresaron del exilio en tiempos de Nehemías (Neh. 7:45).

HATÚS (Contendedor). Nombre de personas del AT.

1. Descendiente de David. Hijo de Semaías (1 Cr. 3:22).

2. Personaje que colaboró en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:10).

3. Uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:4).

4. Sacerdote que regresó del exilio con Zorobabel (Neh. 12:2)

HAURÁN (Tierra negra de roca basáltica). Uno de las regiones, de acuerdo con Ez. 47:16, que marcará el límite futuro de la tierra de Israel. Situada al NE del mar de Galilea y al S de Damasco, fue conocida como la provincia romana de Auranitis. Tierra volcánica, muy fértil, con mucha producción de trigo.

HAVILA (Distrito). Nombre de un lugar y dos personas del AT.

1. Según Gn. 2:10–12, “salía de Edén.... [el río] Pisón; este es el que rodea toda la tierra de H., donde hay oro ... bedelio y ónice”. No se conoce su localización exacta y varias teorías se han presentado sobre el particular. Los padres de la Iglesia identificaban este lugar con el valle del Ganges, en la India. De igual manera lo hace Josefo. Los minerales preciosos que se asocian con el río dan pie en cierto modo a esta interpretación. Algunos piensan que H. es una región en Arabia, partiendo de lo dicho en cuanto a los hijos de Ismael, de que “habitaron desde H. hasta Shur, que está enfrente de Egipto viniendo a Asiria” (Gn. 25:18). Se nos dice que “Saúl derrotó a los amalecitas desde H. hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto” (1 S. 15:7), lo cual parece favorecer la identificación de H. con la península arábica, a orillas del •mar Rojo.

2. Hijo de Cus (Gn. 10:7).

3. Semita. Hijo de Joctán. Llegó a ser cabeza de una tribu árabe (Gn. 10:29).

HAVOT-JAIR (Villas de Jair). Grupo de poblaciones en •Galaad, al E del Jordán, que fueron tomadas por “Jair hijo de Manasés”, que les puso el nombre de H. (Nm. 32:40–41). Otro Jair, hijo de Segub, de la tribu de Judá “tuvo veintitrés ciudades en la tierra de Galaad” (2 Cr. 2:22), pero no debe confundirse con el que puso su nombre a H.

HAYA •Ciprés. •Plantas de la Biblia.

HAZAEL (Dios ha tomado nota). Poderoso rey de Siria. Originalmente servía como general a las órdenes del rey sirio •Ben-adad. Pero Dios había ordenado a Elías que ungiera a H. como rey en su lugar. Quien cumplió finalmente el encargo fue Eliseo. En una visita de éste a Damasco, Ben-adad envió a H. a preguntarle si sanaría de una enfermedad que tenía. Tras contestar que sanaría, Eliseo miró fijamente a H., se ruborizó y lloró pensando anticipadamente en las muchas crueldades que H. cometería contra Israel (2 R. 8:7–15). Tras asesinar a Ben-adad y comenzar su propia dinastía, H. venció a una alianza de •Ocozías, rey de Judá y •Joram, rey de Israel, y quedó este último mal herido (2 R. 8:27–29; 2 Cr. 22:5). Vino luego una serie de victorias de H. sobre Israel, y llegó a conquistar mucho territorio, sobre todo al E del Jordán (2 R. 10:32–33). Incluso logró tomar la ciudad de Gat de los filisteos y atacó a Jerusalén (2 R. 12:17). Esta ciudad se libró gracias al pago de un fuerte tributo por parte del rey •Joás (2 R. 12:17–18). La predicción de Amós 1:4: “Prenderé fuego en la casa de H., y consumirá los palacios de Ben-adad”, se cumplió cuando los asirios invadieron Siria. Lo mismo había predicho Jeremías (Jer. 49:27).

HAZAÍAS (Jehová mira). Personaje en la descendencia de Judá (Neh. 11:5).

HAZAR-ENÁN (Villa de fuentes). Lugar que formaba parte de la frontera N de Canaán (Nm. 34:9–10). Ezequiel también la señala como parte de la futura frontera de Israel (Ez. 47:17; 48:1). Quizás era un oasis localizado entre •Damasco y •Hamat.

HAZAR-GADA (Villa de Gad). Ciudad que correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra. Era de las que quedaban “en el extremo S, hacia la frontera de Edom” (Jos. 15:27).

HAZAR-HATICÓN (Villa del medio). Lugar señalado por el profeta Ezequiel como situada en el NE de la futura frontera de Israel. Algunos piensan que es otra forma de llamar a •Hazar-gada (Ez. 47:16).

HAZAR-MAVET Semita. Hijo de Joctán. Llegó a ser cabeza de una tribu árabe (Gn. 10:26; 1 Cr. 1:20).

HAZAR-SUAL (Villa del chacal). Villa “en medio de la heredad de los hijos de Judá” que fue adjudicada a los simeonitas en la distribución de la tierra (Jos. 19:1, 3). Era de las que quedaban “en el extremo S, hacia la frontera de Edom” (Jos. 15:28).

HAZAR-SUSA (Villa de los caballos). Ciudad “en medio de la heredad de los hijos de Judá” que correspondió a la tribu de Simeón en la repartición de la tierra (Jos. 19:5).

HAZAR-SUSIM •Hazar-susa (1 Cr. 4:31).

HAZE-LELPONI (Que da sombra). Personaje femenino en la descendencia de Judá. Hermana de Jezreel, Isma e Ibdas (1 Cr. 4:3).

HAZEROT (Villas). Uno de los lugares donde acamparon los israelitas en su peregrinaje por el desierto de Parán (Nm. 11:35). Allí tuvo lugar el incidente de •María y Aarón que criticaron a Moisés (Nm. 12:1–16). Uno de los escenarios donde Moisés habló sus palabras al pueblo de Israel (Dt. 1:1).

HAZEZÓN-TAMAR (Villa de la palmera). Nombre de lugares del AT.

1. Localidad originalmente amorrea cerca de •Cades y •Sodoma que fue invadida por •Quedorlaomer (Gn. 14:7). Quedaba en el S de Judá y es nombrada como parte de las fronteras ideales de Israel (Ez. 47:19; 48:28). = •Tamar #4.

2. Oasis cerca de la orilla occidental del mar Muerto. Un manantial nace a una altura de 200 m por encima de ese mar, donde desemboca tras crear varios saltos de agua. La presencia de agua y la temperatura caliente permitió que se desarrollara allí una abundante agricultura. Se le identifica también como •En-gadi (2 Cr. 20:2). Huyendo de Saúl, David se refugió allí, especialmente en la parte alta, “los lugares fuertes de En-gadi” (1 S. 23:29).

HAZIEL (Dios mira). Levita en la descendencia de Gersón (1 Cr. 23:9).

HAZO (Visionario). Uno de los hijos de •Nacor, hermano de Abraham (Gn. 22:22).

HAZOR (Recinto, cercado). Nombre de varios lugares en el AT.

1. Importante ciudad cananea a unos 16 km al NO del mar de Galilea, en lo que luego se llamó “Vía Maris”, esto es, la planicie costera. Servía para dominar las rutas de las caravanas que venían del S, especialmente de Egipto, por esa vía. Su rey, llamado •Jabín,

al saber de las hazañas de Josué, formó una alianza para oponérsele. En una batalla “junto a las aguas de Merom” los israelitas derrotaron a esos aliados. Josué “tomó en el mismo tiempo a H.” y le pegó fuego. Su prominencia es atestiguada por la declaración de que “ H. había sido antes cabeza de todos esos reinos” (Jos. 11:1–11). Se menciona otro Jabín como rey de H. en tiempos de •Débora, el cual oprimió “a los hijos de Israel por veinte años” (Jue. 4:2–3, 17). Débora y •Barac derrotaron a este Jabín, cuyo capitán era •Sísara. Algunos explican la mención de este otro Jabín señalando la posibilidad de una reconstrucción de H. después del fuego de Josué y que otro líder tomara el título y nombre del primer Jabín. La política de construcciones de Salomón incluyó la reconstrucción de H., junto con “el muro de Jerusalén ... Meguido y Gezer” (1 R. 9:15). Pero más tarde el rey asirio •Tiglat-pileser la tomó y volvió a destruirla (2 R. 15:29).

2. Ciudad que correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra. Era de las que quedaban “en el extremo S, hacia la frontera de Edom” (Jos. 15:23).

3. Otra ciudad que correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra, de las que quedaban “en el extremo S, hacia la frontera de Edom” y que también era llamada •Hezrón (Jos. 15:25). = •Queriot #1.

4. Ciudad al N de Jerusalén donde habitaron los benjamitas en tiempos de Nehemías (Neh. 11:33).

5. Región en la península arábica mencionada por Jeremías en una profecía “acerca de Cedar y de los reinos de H.” (Jer. 49:28). No se tienen muchos datos sobre la misma.

HAZOR-HADATA (El nuevo recinto de Hazor?). Ciudad que correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra. Era de las que quedaban “en el extremo S, hacia la frontera de Edom” (Jos. 15:25).

HEBER (De más allá, el que emigra). Nombre de personas del AT.

1. Biznieto de Sem. Hijo de Sala (Sela). Padre de Peleg y Joctán (Gn. 10:21, 25; 11:14; 1 Cr. 1:18). Vivió cuatrocientos sesenta y cuatro años (Gn. 11:16–17). Aunque la Biblia no lo dice de manera explícita, muchos consideran que el nombre de H. dio origen a la denominación más general de “hebreos”. Se piensa que los hebreos eran los hijos de H. a través de Peleg, mientras que los árabes provenían de Joctán. En Nm. 24:24, Balaam profetiza de naves (un poder) que vendrían “de la costa de Quitim (Chipre), y afligirán a Asiria (semitas orientales), afligirán también a H. (semitas occidentales). Una de las interpretaciones que se dan a este pasaje toma el uso de H. aquí como señal, en forma simbólica, de los semitas que habitaban la parte occidental del Oriente Medio en paralelismo con los semitas de oriente (Asiria). H. aparece como antepasado en la genealogía del Señor Jesucristo (Lc. 3:35).

2. Personaje en la descendencia de Aser que aparece en la lista de los que acompañaron a Jacob cuando fue a Egipto. Hijo de Bería (Gn. 46:17). Cabeza de la familia de los heberitas (Nm. 26:45).

3. “De los hijos de Hobab suegro de Moisés” que “se había apartado de los ceneos” (Jue. 4:11), y hecho alianza con Jabín rey de Hazor. Su esposa Jael fue quien mató a Sísara (Jue. 4:17–21; 5:24).

4. Personaje en la descendencia de Judá. Padre de Soco (1 Cr. 4:18).

5. Personaje en la descendencia de Gad. Fue de los que habitaron en •Basán (1 Cr. 5:13).

6. Personaje en la descendencia de Benjamín que fue de los que “habitaron en Jerusalén”. Hijo de Elpaal (1 Cr. 8:17, 28).

7. Personaje en la descendencia de Benjamín, que fue de los que “habitaron en Jerusalén”. Hijo de Sasac (1 Cr. 8:22, 28).

HEBERITA Descendiente de •Heber #2 (Nm. 26:45).

HEBREOS, EPÍSTOLA A LOS Libro que en la colección del NT se coloca después de las epístolas de Pablo. Se considera a H. como uno de los escritos neotestamentarios más difíciles de analizar, en parte porque no se tienen detalles específicos sobre las circunstancias que la motivaron, ni quiénes eran los destinatarios, ni quién la escribió. Es evidente que los destinatarios eran creyentes hebreos, pero no se sabe si vivían en Israel o si pertenecían a la dispersión. El texto no da testimonio directo de la presencia de gentiles entre ellos, aunque los principios que enuncia sean aplicables a todos los cristianos. También es claro que esos creyentes sufrían la tentación de retornar a los rudimentos del AT. La carta se propone demostrarles que el Nuevo Pacto es muy superior al Viejo.

Autor. En ciertos manuscritos aparece con un título o encabezamiento que dice que fue el apóstol Pablo, pero el texto mismo no lo dice. Se nota que era costumbre de Pablo declarar abiertamente su autoría en las cartas que escribía y se duda que escribiera anónimamente. Los eruditos han entendido que el mencionado encabezamiento fue puesto a causa de una tradición que no era unánime en la historia de la Iglesia, pues mientras así se pensaba en el Oriente, los cristianos de Occidente negaron la autoría paulina tan temprano como el Siglo III y IV. Se argumenta que aunque las ideas son parecidas a las de Pablo, el estilo es completamente diferente. De todas maneras, se sabe que Clemente, Policarpo, Justino y otros de los llamados padres de la Iglesia la citaron. Pero Marción no la incluyó en su canon. Tampoco figura en el Fragmento Muratoniano ( •Canon del NT). Algunos sugieren que el autor fue •Bernabé. Otros que fue •Apolos. No hay, entonces, seguridad sobre quién escribió H.

Fecha. La forma en que el autor se refiere a actividades relacionadas con el •templo podría sugerir que cuando se escribió esta carta el mismo todavía existía (He. 8:4, 13; 9:4–9; 10:1–10; 13:10–11). De ser así, se estima que fue escrita alrededor de los años 67 al 69 d.C.

Desarrollo. El autor comienza señalando que Dios se manifestó antes “a los padres por los profetas”, pero que “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”, pasando enseguida a explicar que esta última es la suprema revelación de Dios. Cristo es “superior a los ángeles”, dice, probándolo con diversas citas del AT sobre el Señor Jesús como Hijo de Dios, heredero y Rey, que no se puede comparar con los ángeles, que no son más que “espíritus ministradores”. Él ha sido “coronado de gloria y de honra” tras haber gustado la muerte, cosa para la cual se encarnó (He. 1:1 al 2:1–18).

También Cristo, puesto que es Hijo de Dios, es superior a Moisés. Los israelitas que bajo Moisés no hicieron caso a la voz del Espíritu Santo “cayeron en el desierto”, pero el autor espera que los hermanos no tengan semejante “corazón malo de incredulidad”. Deben temer no alcanzar el reposo de Dios y considerar a “Jesús el Hijo de Dios” como sumo sacerdote y acercarse “al trono de la gracia, para alcanzar misericordia” (He. 3:1 al 4:16).

Además Cristo, como sacerdote, es superior a Aarón. Su sacerdocio es “según el orden de Melquisedec”. Los creyentes deben dejar “los rudimentos de la doctrina de Cristo” y adelantarse en la fe, guardando lo básico del evangelio. La promesa de Dios a Abraham fue hecha bajo juramento. Dios promete y jura. Esto representa “un fortísimo consuelo” a los que se agarran de Cristo, la esperanza. Se ofrecen más explicaciones sobre la grandeza de

Melquisedec, señalando las implicaciones de la decisión de Dios de hacer a Cristo sacerdote según el orden de este personaje y no por el linaje de Aarón. Esto significa el cambio de un pacto a otro. Enfatiza el rol de Cristo como “ministro del santuario”, pero del verdadero, el de “las cosas celestiales” y declara que “al decir: Nuevo pacto” Dios ha dado “por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer” (He. 5:1 al 8:13).

El autor da detalles sobre el •tabernáculo para reiterar que Cristo es “sumo sacerdote de los bienes venideros”. Declara que “la sangre de los toros y de los machos cabríos” no podían quitar los pecados, pero “la sangre de Cristo” limpiaría sus “conciencias de obras muertas” para que sirvieran a Dios. El sacrificio de Cristo fue hecho “una sola vez para llevar los pecados de muchos”. La ley sólo tenía “la sombra de los bienes venideros”. Por eso los sacrificios había que repetirlos una y otra vez. “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”, por lo cual debían acercarse a él “con corazón sincero”, en pureza y manteniéndose “sin fluctuar”, especialmente después que habían sostenido “gran combate” tras su conversión. Les anima a no perder esa confianza “que tiene grande galardón” (He. 9:1 al 10:39).

Para ello es necesario vivir por la fe. Les pone muchos ejemplos de hombres que sirvieron a Dios mediante ella, animándoles a seguir su ejemplo, “puestos los ojos en el autor y consumador de la fe”, que es Cristo Jesús. En el combate contra el pecado ellos experimentarían la disciplina de Dios, la cual les demuestra que él les trataba como verdaderos hijos “porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina” (He. 11:1 al 12:11).

Exhorta a los hermanos a levantar “las manos caídas”, a andar en lo recto, siguiendo la paz y la hospitalidad, tratando de “alcanzar la gracia de Dios”. Les recuerda la historia de Esaú, que después de menospreciar su primogenitura no tuvo “oportunidad para arrepentimiento”. El caso de los h. era mucho más fuerte. No se habían acercado a un monte físico como el Sinaí, sino “al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles ... a Jesús el Mediador del nuevo pacto...”. Termina con otros consejos prácticos sobre el amor cristiano, la atención a los presos, el matrimonio, el cuidado de los pastores, etcétera (He. 12:12 al 13:25).

HEBREO, IDIOMA El que se hablaba en Israel. La Biblia misma no lo menciona en esa forma. Los siervos de Ezequías, al dialogar con •Rabsaces en el sitio de Jerusalén, le dijeron: “No hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo” (2 R. 18:26). En Is. 19:18 se le nombra como la “lengua de Canaán”. Pero en el prólogo del libro apócrifo Eclesiástico, escrito unos 200 años a.C., se dice: “No tienen la misma fuerza las cosas expresadas originalmente en h....” La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que el h. tuvo su origen en un dialecto semita que era utilizado por los pueblos de Canaán, especialmente los fenicios. Pero de esto, que podría llamarse el protohebreo, no se han conservado muchos testimonios, a excepción de algunos topónimos.

El alfabeto h., que viene directamente del fenicio, al igual que los otros que se utilizan actualmente, tiene veintidós consonantes. Durante muchos siglos no se escribían las vocales, suponiéndose que el lector las pondría al leer. Pero como este idioma dejó de usarse en el lenguaje corriente por muchos siglos, la gente olvidó la forma de utilizarlas. Las invasiones asirias y caldeas, con el exilio de los israelitas, marca el fin del uso del h. en el lenguaje corriente, pues vino a imponerse el arameo como lengua en el Oriente Medio. Se supone, además, que los patriarcas hablaban arameo antes de emigrar a Canaán. El h. se siguió utilizando entre la gente culta y como lenguaje sagrado. Pero unos eruditos judíos, que son llamados los •masoretas, fueron introduciendo signos para representar las vocales en un proceso que tomó varios siglos (entre el V y el X d.C.). En tiempos del NT es evidente que se

mantenía el uso del h. como lengua sagrada, como puede verse por las aclaraciones que hace en varias ocasiones el evangelista Juan (“un estanque, llamado en h. Betesda” [Jn. 5:2; 19:13, 17, 20]). Cuando Pablo comenzó a hablar frente a una multitud en Jerusalén que le quería matar, lo hizo en h. (“Y al oír que les hablaba en lengua h., guardaron más silencio” [Hch. 21:22]).

El h. es el idioma en el cual se escribió el AT, con excepción de unos cuantos capítulos de Esdras y de Daniel (Gn. 31:47; Esd. 4:8 al 6:18; 7:12–26; Jer. 10:11; Dn. 2:4 al 7:28). Los libros de Ester y Eclesiastés, aunque escritos en h. tienen una marcada influencia del arameo. El •Talmud también fue escrito en h. Se han encontrado muchas inscripciones en este idioma en exploraciones arqueológicas, especialmente en estelas, sellos, tumbas, osarios, monedas, marcas en vasijas de barro, etcétera.

HEBREOS, PUEBLO El término hebreo es un gentilicio que se aplica generalmente a los israelitas. Muchos consideran que la palabra viene de •Heber, biznieto de Sem (Gn. 10:21, 25). Se piensa que a diversos pueblos descendientes de Heber se les aplicaba originalmente el término, pero que poco a poco el uso se fue restringiendo para referirse a la familia de Abraham. Diversos documentos cuneiformes encontrados por los arqueólogos (•Amarna. Documentos de El.) mencionan a unos “abiru” o “apiru” que causaban muchos problemas en el Oriente Medio. Por mucho tiempo se pensó que se trataba de referencias extrabíblicas a los h., pero estudios más recientes han descartado ese planteamiento, diciendo que los “abiru” probablemente eran mercenarios en zonas muy al N de Canaán, adonde nunca llegaron los israelitas. Y que, por lo tanto, las famosas cartas de Tell el-Amarna no hablan de la invasión del pueblo de Israel a la Tierra Prometida. Pero es posible que la referencia sea a los grupos o pueblos de los cuales salió Abraham, puesto que cuando emigró a Canaán ya era llamado h. (Gn. 14:13) y no hay razón para pensar que él fuera el único llamado así.

La mujer de Potifar dijo que José era un “siervo h.” (Gn. 39:17). En Egipto, los israelitas eran conocidos como h. (Éx. 1:15) y Dios es llamado “el Dios de los h.” (Éx. 3:18). Los filisteos también llamaban h. a los israelitas (1 S. 4:6). En tiempos de Jeremías se usaba todavía el apelativo (Jer. 34:9). En tiempos del NT los judíos que vivían en Israel se llamaban a sí mismos h. para diferenciarse de los que vivían en el exterior. Así, se nos dice que “como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los h., de que las viudas de aquéllos eran desatendidas” (Hch. 6:1). Pablo dijo que era “ h. de h.” para hacer entender que podía, si hubiera querido, gloriarse, pero que todo lo había “estimado como pérdida por amor de Cristo” (Fil. 3:5–7).

HEBRÓN (Alianza). Nombre de varios lugares y de una persona del AT.

1. La antigua ciudad de Quiriat-arba se encuentra a unos 32 km al S de Jerusalén, en las montañas de Judea, a 930 m por encima del nivel del mar. Fue fundada “siete años antes de •Zoán en Egipto” (Nm. 13:22); según algunos eruditos alrededor el año 1720 a.C. Los patriarcas vivieron en sus alrededores y Abraham compró “la cueva de Macpela”, donde fueron enterrados él, Sara, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob (Gn. 23:9–20; 25:8–10; 49:31–32; Hch. 7:16). Los espías enviados por Moisés llegaron hasta allí (Nm. 13:22). •Hoham, el rey de H., participó en la alianza que formó •Adonisedec, rey de Jerusalén, para oponerse a los israelitas, y fue derrotado (Jos. 10:3). H. fue dada como heredad a Caleb, un extranjero que “había seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel” (Jos. 14:6–15), asignada a la tribu de Judá (Jos. 15:13) y designada como ciudad levítica y de refugio (Jos. 21:13; 1 Cr. 6:55–56). David la escogió como el lugar donde reinar antes de tomar Jerusalén (2 S. 2:1–4) y allí le ungieron como rey sobre todo Israel (2 S. 5:1–3). Después de la destrucción de Jerusalén, H. vino a formar parte del territorio de los edomitas, pero algunas familias judías vivían allí tras regresar del exilio (Neh. 11:25).

En el período intertestamentario Judas Macabeo atacó la parte edomita de H. y la incendió. Juan Hircano la conquistó a fines del siglo II a.C., y obligó a los edomitas o idumeos a convertirse al judaísmo. El rey Herodes, que era idumeo, construyó una muralla a la cueva de •Macpela. Durante la primera guerra contra los romanos los zelotes la tomaron y los romanos la destruyeron por completo, pero como se consideraba un lugar sagrado los judíos insistieron en seguir viviendo allí.

2. Ciudad que fue asignada a la tribu de Aser en la distribución de la tierra (Jos. 19:28). = •Abdón (Jos. 21:30).

3. Tercero de los hijos de •Coat (Éx. 6:18). Sus descendientes fueron llamados hebronitas (Nm. 3:27).

4. Personaje en la descendencia de Caleb (1 Cr. 2:42–43).

HEBRONITA Descendientes de •Hebrón, hijo de Coat (Nm. 3:27; 1 Cr. 26:23, 30–31).

HECHICERÍA •Magia. Mago.

HECHOS DE LOS APÓSTOLES, LIBRO DE LOS Libro del NT que narra la historia de los comienzos de la iglesia cristiana.

Autor y fecha. Lucas, el mismo que escribió el tercer Evangelio (“el primer tratado” [Hch. 1:1]). Hay un acuerdo general sobre esto. Ya en el siglo III se reconocía así. Incluso hay una variante textual en un antiguo manuscrito de origen armenio que en Hch. 20:13 en vez de decir: “Nosotros, adelantándonos a embarcarnos...”, se lee: “Pero yo, Lucas, y aquellos que estaban conmigo fuimos a bordo...” El libro termina su narración con la estadía de Pablo como prisionero en Roma. Se sabe que la muerte del apóstol fue en aquella ciudad en los años del gobierno de Nerón (54 al 68 d.C.). Como Lucas habla en forma futura sobre la destrucción de Jerusalén, se piensa que este libro fue escrito probablemente antes del 70 d.C. Si Pablo estuvo dos veces preso en Roma y su primera liberación de la cárcel fue en el año 62 d.C. y su segunda prisión y muerte en el año 65 d.C., entonces este libro pudo haber sido escrito en el intervalo de ambas fechas.

Importancia. La historia de los comienzos del cristianismo hace por sí mismo muy interesante este libro. Pero Lucas no se limitó a darnos un simple relato de aquellas cosas sino que hace una presentación teológica de los acontecimientos, con una clara intención apologética, es decir, para defender la doctrina cristiana de los que la adversaban. Lucas engarza sus narraciones dentro del contexto general de una acción continuada de Dios, que tras revelarse en el AT y luego en la persona de Jesucristo, lo continúa haciendo por medio del Espíritu Santo a través de sus apóstoles.

Desarrollo. Tras hacer una referencia al tratado que había escrito antes, su Evangelio, Lucas comienza su historia a partir de la resurrección del Señor Jesús. Narra como él estuvo con sus discípulos “apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios”, su subida al cielo y la decisión de los apóstoles de escoger un sustituto para Judas. Se elige a Matías, y se completa el número de los apóstoles (Hch. 1:1–26).

El Espíritu Santo desciende sobre los discípulos el día de Pentecostés. Se predica el evangelio en forma tal que los oyentes, siendo de distintas nacionalidades, lo entienden en sus idiomas respectivos. Muchos se convierten. El Espíritu Santo hace milagros en el pueblo. Lucas resume dos sermones de Pedro. Los sacerdotes ponen en prisión a Pedro y Juan. Otro sermón de Pedro. Los gobernantes consultan entre sí y tras amenazar a los apóstoles les

sueltan. Más manifestaciones del Espíritu Santo. Los apóstoles continúan dando testimonio de la resurrección del Señor (Hch. 2:1 al 4:31).

Los convertidos eran “de un corazón y un alma”. Venden sus propiedades y “tenían todas las cosas en común”. Un intento de engañar con una actitud falsa al respecto es castigado. Siguen los milagros. “Por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes.... los que creían en el Señor aumentaban...” Eso hace que los de “la secta de los saduceos” se llenen de celos. Los apóstoles son encarcelados de nuevo, pero un ángel del Señor les liberta. Siguen predicando y vuelven a ser apresados. Se resume otro sermón de Pedro, esta vez dicho frente a los gobernantes. Gamaliel, un “doctor de la ley”, venerado de todo el pueblo, recomienda que no se persiga más a los apóstoles. Éstos son azotados y salen de nuevo a predicar (Hch. 4:32 al 5:42).

Se eligen siete personas para dirigir “la distribución diaria”. Uno de ellos, Esteban, se distingue por su fervor y sabiduría. Unos judíos levantan al pueblo en su contra. Esteban es juzgado y pronuncia un discurso elocuentísimo, pero la multitud le apedrea y muere. Un joven llamado Saulo fue uno de los testigos. Se desata una persecución que esparce a los creyentes. Felipe predica el evangelio en Samaria. “Los apóstoles que estaban en Jerusalén” conocen del éxito en Samaria y envían a Pedro. Los creyentes de allí reciben el Espíritu Santo. Dios dirige a Felipe para que le predique a un eunuco etíope, y éste se convierte (Hch. 6:1 al 7:60).

Saulo se convierte. Bernabé lo presenta a los hermanos en Jerusalén. Pedro es enviado a predicarle a Cornelio, un gentil, que se convierte con toda su familia. Cuando Pedro vuelve a Jerusalén explica la conversión de los gentiles a la iglesia. Los creyentes que habían sido esparcidos llevan el evangelio a Fenicia, Chipre, Cirene, Antioquía y otros lugares. Bernabé es enviado a ver los resultados en Antioquía y presenta a Pablo a los hermanos allí. Herodes desata una persecución contra los cristianos. Mata a Jacobo y encarcela a Pedro. Este es librado por un ángel, que le saca de la cárcel. Herodes muere “comido de gusanos” (Hch. 8:1 al 12:25).

Primer viaje misionero. El Espíritu Santo ordena a la iglesia de Antioquía que envíen a Pablo y Bernabé para un viaje de predicación. Se emprende la misión, que en casi todos los lugares que visita, a pesar de las dificultades y persecuciones, deja un núcleo de creyentes. Predican en Salamina. En Pafos se convierte el procónsul Sergio Paulo. Viajan a Antioquía de Pisidia. El autor ofrece aquí un resumen de un sermón de Pablo dado en ese lugar en una sinagoga. Los judíos hacen un escándalo, y Pablo entiende que debe poner más empeño en la predicación a los gentiles. Son expulsados de la ciudad (Hch. 13:1–52).

Predican en Iconio, pero tienen que abandonar la ciudad. Van a Listra y Derbe. Al sanar a un cojo la gente piensa que eran dioses. Judíos de Antioquía e Iconio hacen que se les maltrate. Pablo es apedreado. Constituyen “ancianos en cada iglesia”. Retornan a Antioquía (Hch. 14:1–28).

Cristianos judíos comienzan a enseñar en Antioquía que los gentiles tienen que guardar la ley de Moisés. Se decide consultar a la iglesia en Jerusalén. Se celebra el concilio. En un sermón, Pedro explica que no se debe poner esa carga a los hermanos no judíos. Se escribe una carta con esa decisión, que es llevada por Pablo y Bernabé (Hch. 15:1–34). La decisión de los hermanos puede considerarse como el momento en que se define la separación completa entre cristianismo y judaísmo.

Segundo viaje misionero. Pablo sale acompañado de Silas. Visitan “Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias”. Van a •Derbe y a •Listra, en donde toman a •Timoteo. Pasan por Frigia, Galacia, Misia. Intentan ir a •Bitinia “pero el Espíritu no se lo permitió”. Llegan a

Troas. Allí Pablo tiene una visión en la cual un varón macedonio le invita a pasar a Europa. Se embarcan para Filipos. Allí se convierte Lidia, pero se forma un tumulto y son encarcelados. Dios envía un terremoto y salen de la cárcel. Se convierte el carcelero junto con su familia. Tienen que salir de la ciudad, pero dejan atrás un grupo de discípulos (Hch. 16:1–40).

Pasan a Tesalónica, donde se funda otra iglesia. Se forma otro alboroto y tienen que salir. Pasan a Berea, y son bien recibidos. Pablo viaja a Atenas, donde da un sermón cuyo resumen se ofrece en el texto. Después va a Corinto, y funda otra iglesia. Allí se detiene “un año y seis meses”. Después Pablo pasa a Éfeso, y luego viaja a Siria y llega a Cesarea y Antioquía.

Tercer viaje misionero. Vuelve a Galacia y Frigia “confirmando a todos los discípulos”. Apolos, “varón elocuente, poderoso en las Escrituras” llega a Éfeso, donde es discipulado por Aquila y Priscila. De allí pasa a Corinto (Hch. 18:1–28). Pablo viene a Éfeso, donde encuentra “a ciertos discípulos”. Otra iglesia es fundada (“Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús”). “Un platero llamado Demetrio” forma un alboroto al ver que no se vendían los templecillos de Diana. Pablo va a Macedonia y luego a Grecia. Emprende su regreso a Siria por vía de Macedonia. Parte de Filipos hacia Troas. Allí, mientras está predicando, un joven cae de un tercer piso, pero Pablo lo resucita. Va a Mileto y allí manda a buscar a los ancianos de la iglesia de Éfeso, a los cuales exhorta. Viaja a Tiro, pasando antes por diversos lugares. Los discípulos de Tiro le advierten que no debe ir a Jerusalén, pero sale hacia Cesarea, donde se hospeda en casa de Felipe el evangelista. Un profeta llamado Agabo le dice que será hecho preso en Jerusalén. Llega a esa ciudad y da un informe a la iglesia. Estando en el •templo se forma un alboroto y Pablo es arrestado. Pronuncia un discurso ante la multitud. Pero le quieren matar. Los soldados romanos le ponen en la cárcel (Hch. 19:1 al 22:30).

Reunido el concilio de los judíos, Pablo hace su defensa. De nuevo quieren matarle. Los soldados le meten en la fortaleza. Se conoce de un complot para asesinarle y los soldados le trasladan a Cesarea. “Cinco días después” los líderes judíos vienen allí con “un cierto orador llamado Tértulo”. Pablo hace su defensa ante Félix, el gobernador. Éste le deja preso, esperando “que Pablo le diera dinero para que le soltase”. Pasan dos años (Hch. 23:1 al 24:27).

Porcio Festo sucede a Félix en el gobierno. Los judíos insisten en sus acusaciones contra Pablo, que decide apelar al César. El rey Agripa y su esposa Berenice visitan a Festo y Pablo les predica el evangelio (Hch. 25:1 al 26:32).

Se decide enviar a Pablo a Roma. Le acompañan varios hermanos. Llegan a Sidón. Viajan a “Mira, ciudad de Licia”. Se embarcan en “una nave alejandrina que zarpaba para Italia”. Llegan a Buenos Puertos y Pablo dice que la navegación se tornaría peligrosa, pero no le escuchan. Cerca de la isla de Creta encuentran un temporal que dura unos catorce días. Naufragan en la isla de Malta. Allí se convierte Publio, “un hombre principal de la isla”. “Pasados tres meses” se embarcan en otra nave alejandrina. Llegan a Puteoli y después a Roma. A Pablo se le permite “vivir aparte” de los presos, “con un soldado que le custodiase”. Allí convoca a “los principales de los judíos” y les relata su historia. Al rechazar algunos su mensaje, ratifica “que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios”. Permanece en Roma “dos años enteros ... predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo” (Hch. 27:1 al 28:31).

HEFER (Pozo). Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de la familia de los heferitas, en la descendencia de Manasés. Hijo de Galaad. Padre de Zelofehad (Nm. 26:32–33).

2. Ciudad cananea conquistada por Josué (Jos. 12:17). Formó parte de un distrito administrativo, junto con Arubot y Soco, en tiempos de Salomón (1 R. 4:10). Quedaba al E del Jordán.

3. Personaje en la descendencia de Judá. Su madre se llamaba Naara (1 Cr. 4:6).

4. Uno de los valientes de David (1 Cr. 11:36).

HEFERITA Descendiente de •Hefer #1 (Nm. 26:32).

HEFZI-BÁ (Mi deleite está en ella). Nombre poético con el cual Isaías profetiza que se llamará a Sion en su momento de gloria futura (Is. 62:4).

HEGAI Eunuco al servicio del rey •Asuero. Tenía a su cargo “la casa de las mujeres”, de las cuales era guarda (Est. 2:3). Ester “agradó a sus ojos”, por lo cual le concedió un tratamiento especial (Est. 2:9).

HELA (Collar). Una de las mujeres de Tecoa. Madre de Zeret, Jezoar y Etnán (1 Cr. 4:5, 7).

HELAM (Fortaleza). Lugar al E del Jordán donde David venció a los sirios, muriendo •Sobac, general de éstos (2 S. 10:15–19).

HELBA (Fértil). Ciudad cananea en el territorio que correspondió a la tribu de Aser y que los israelitas no pudieron desalojar (Jue. 1:31–32).

HELBÓN (Fructífera). Lugar en Siria muy famoso por su producción de buenos vinos (Ez. 27:18). Probablemente corresponda a lo que hoy es Khalbún, a unos 29 km al N de •Damasco.

HELCAI (Jehová es mi porción). En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. H. aparece como cabeza de la familia organizada bajo el nombre de •Meraiot (Neh. 12:15).

HELCAT (Porción). Ciudad cananea adjudicada a la tribu de Aser en la distribución de la tierra (Jos. 19:24–25). Fue ciudad levítica (Jos. 21:31). Generalmente se le identifica con Tel el-Harbaj, cerca de Haifa. = •Hucoc (1 Cr. 6:75).

HELCAT-HAZURIM (Campo de espadas afiladas). Lugar cerca de •Gabaón donde “doce de Benjamín por parte de Is-boset hijo de Saúl, y doce de los siervos de David” se mataron unos a otros, tras lo cual se desarrolló una batalla entre los dos bandos. Se puso el nombre de H. por causa de esas peleas (2 S. 2:14–16).

HELDAI (Mundano). Nombre de personas del AT.

1. Oficial del rey David, encargado de una división de 24.000 que servía en el mes duodécimo (1 Cr. 27:15).

2. Personaje que fue uno de los que “volvieron de Babilonia”. Mencionado por el profeta Zacarías en relación con unas coronas de plata y oro que habrían de usar junto con Tobías, Hen y Jedaías “como memoria en el templo de Jehová” (Zac. 6:11–14).

HELEB Uno de los valientes de David. = •Heldai #1 y •Heled (2 S. 23:29; 1 Cr. 11:30).

HELEC (Porción). Personaje en la descendencia de Manasés. Cabeza de la familia de los helequitas (Nm. 26:30).

HELED Uno de los valientes de David. = •Heldai #1 y •Heleb (1 Cr. 11:30).

HELEF Ciudad en la frontera del territorio de Neftalí (Jos. 19:33).

HELEM (Fuerza). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Aser (1 Cr. 7:35).

2. Personaje mencionado por Zacarías en relación con unas coronas de plata y oro que habrían de usar H., Tobías, Jedaías y Hen “como memoria en el templo de Jehová” (Zac. 6:11–14). = •Heldai #2.

HELEQUITAS Familia formada por los descendientes de •Helec (Nm. 26:30).

HELES (Dios ha salvado). Uno de los valientes de David (2 S. 23:26; 1 Cr. 11:27). Tenía a su cargo una división de veinticuatro mil hombres que servía en el séptimo mes (1 Cr. 27:10).

HELÓN Moisés escogió a príncipes, “un varón de cada tribu”, para hacer el censo en el desierto. Por Zabulón fue escogido •Eliab. Su padre se llamaba H. (Nm. 1:4, 9; 2:7; 7:24, 29; 10:16).

HEMAM (Furioso). Personaje en la descen- dencia de Esaú. Hijo de Lotán (Gn. 36:22).

HEMÁN (Fiel). Nombre de personas del AT.

1. Personaje famoso por su gran sabiduría. Se dice que Salomón “fue más sabio que todos los hombres, más que Etán ezraíta, y que H., Calcol y Darda, hijos de •Mahol” (1 R. 4:31). H. era hijo de Zera, en la descendencia de Judá (1 Cr. 2:6). El Salmo 88, aunque dirigido, dedicado o encomendado “para los hijos de Coré”, su autor es “ H. ezraíta”.

2. Nieto de Samuel. Se distinguió por su don para la música. Era jefe de los cantores (1 Cr. 6:33). Ejerció sus funciones desde los tiempos en que el arca estaba en •Gabaón, junto con •Jedutún (1 Cr. 16:39–42). En tiempos de David es llamado “vidente del rey en las cosas de Dios” (1 Cr. 25:5). Cuando se construyó el •templo, H., •Asaf, Jedutún y sus hijos, “vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar” alabando a Dios (2 Cr. 5:12).

HEMÁN, HIJOS DE Descendientes de •Hemán #2. El jefe de los cantores tenía catorce hijos y tres hijas “y todos éstos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová” (1 Cr. 25:5–6), comenzando una tradición que seguiría en los reinados de •Josafat (2 Cr. 20:18–19) y de •Ezequías (2 Cr. 29:12–14). Por razones desconocidas no se les menciona en tiempos de •Josías (2 Cr. 35:15) ni aparecen en las genealogías de los libros de Esdras y Nehemías.

HEMDAN (Agradable, placentero). Descendiente de Seir horeo. Hijo de Disón (Gn. 36:26). =Amram #2 (1 Cr. 1:41).

HEN (Gracia). Sacerdote. “Hijo de Sofonías”, mencionado por Zacarías en relación con unas coronas que debía confeccionar de plata y oro para uso de Helem, Tobías y Jedaías, junto con H., a quien también se le llama Josías (Zac. 6:10, 14).

HENA Ciudad conquistada por los asirios. Éstos se jactaban frente a Jerusalén de que el dios de H. no había podido evitar esa conquista (2 R. 18:34; 19:13; Is. 37:13). Es posible que se trate de Anah, una ciudad sobre el Éufrates, a unos 32 km de Babilonia.

HENADAD (Gracia de Hadad). Cabeza de una familia de levitas “que hacían la obra en la casa de Dios” en tiempos de Esdras (Esd. 3:9). Sus hijos Bavai y Binúi participaron en la restauración del muro con Nehemías (Neh. 3:18, 24).

HENO. HIERBA Planta pequeña, de tallo tierno, sin tronco. Las h. mencionadas en la Biblia son una referencia siempre a comestibles para los seres humanos o los animales, sin indicaciones ni descripciones particulares de cada una. Dios “hace producir el heno para las bestias y la h. para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra” (Sal. 104:14). Esta expresión divide entre el alimento para el ganado, el heno, y las h. que producen granos para consumo humano. El heno pertenece a la familia de las gramíneas. Es secado y preparado como forraje para los animales. Dios señaló “a toda planta que da semilla” para que el hombre comiera de ellas. Pero como consecuencia de la •caída éste comería “plantas (hierbas) del campo”, como las bestias (Gn. 1:29; 3:18).

Como la h. crece espontáneamente en abundancia, se dice en Job, hablando de la felicidad de tener muchos hijos: “... tu prole como la h. de la tierra” (Job 5:25). El corte de las h. se toma como ejemplo de lo que pasará a los impíos, “porque como h. serán pronto cortados” (Sal. 37:2). David bendecía a Salomón diciendo que sus actuaciones serían “como la lluvia sobre la h. cortada” (Sal. 72:6). La h. es de escasa duración, pero la Palabra de Dios “permanece para siempre” (Is. 40:8), porque la flor de la h. es muy transitoria (Stg. 1:10). Sin embargo, hay en la h. una gran hermosura puesta por Dios (Mt. 6:30). •Plantas de la Biblia.

HEPSIBÁ (Mi deleite está en ella). Madre del rey Manasés (2 R. 21:1).

HERALDO •Juegos deportivos. •Predicación.

HEREJÍA Se usa este término para traducir la palabra griega airesis, que significa “escoger, seleccionar”. En varios pasajes se traduce también como “secta”. Los judíos utilizaban el término. Por ejemplo, se menciona “la secta [airesis] de los saduceos” (Hch. 5:17), “la secta [airesis] de los fariseos” (Hch. 15:5). Tértulo, el orador que llevaba la acusación contra Pablo frente a Félix, le señaló como “cabecilla de la secta [airesis] de los nazarenos”, a lo cual Pablo respondió que andaba “según el Camino que ellos llaman h. [airesis]” (Hch. 24:5, 14). En 1 Co. 11:19 dice: “Es preciso que entre vosotros haya disensiones [airesis]”. En Gá. 5:20 y en 2 P. 2:1 se traduce h. por airesis. Generalmente se entiende que las instrucciones de Pablo en Tit. 3:10 en cuanto “al hombre que cause divisiones” es una referencia a la h. Se ordena desechar a ese tipo de persona.

Entonces, los cristianos eran considerados al principio como una h. [airesis] del judaísmo. Luego adoptaron la palabra para señalar la tendencia de los corintios a formar grupos, o las disensiones causadas por diversidad de opiniones doctrinales, o las enseñanzas mismas de maestros que “introducirán encubiertamente” (2 P. 2:1) ideas que se apartaban de la sencillez del evangelio. En el desarrollo de la historia de la Iglesia se aplicó la palabra h. a toda desviación de la ortodoxia.

HERENCIA Entre los hebreos se practicaba la poligamia, lo cual creaba una diferencia importante al respecto entre las esposas y las concubinas. Los hijos de las que tenían condición de esposa eran los que recibían herencia del padre. Los hijos de las concubinas no heredaban. Así, Sara dijo: “El hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo” (Gn. 21:10; Gá. 4:30). Abraham dio bienes a los hijos que tuvo con concubinas, pero los mandó lejos de Isaac (Gn. 25:6). El orden de sucesión que se estableció en la ley fue que de los bienes repartidos se daba el doble al hijo mayor. Si no habían varones, entonces los bienes se daban a las hijas. De faltar éstas, se entregaban al hermano del difunto. Y si no tenía hermano, se entregaban a su tío paterno (Nm. 27:7–10). Las hijas que heredaban no podían casarse con personas de una tribu diferente (Nm. 36:2–12).

El concepto de adopción vino a practicarse más frecuentemente entre los judíos tras el contacto con las culturas griega y romana, especialmente esta última. De ese modo, se introdujeron los usos y costumbres que el NT recoge para ilustrar relaciones entre Dios y el creyente como las de un padre y su hijo, la idea de testamento (He. 9:16–17), etcétera. •Testamento.

HERES (Silencioso). Nombre de lugar y de persona del AT.

1. Monte cerca de •Ajalón donde “el amorreo persistió en habitar”. La casa de José lo hizo tributario (Jue. 1:35).

2.Levita en la descendencia de •Asaf (1 Cr. 9:15).

HEREZ Una de las “cinco ciudades en la tierra de Egipto” donde de conformidad con una profecía de Isaías hablarán “la lengua de Canaán” (Is. 19:18). La palabra ha tenido distintas lecturas, pero una buena cantidad de expertos la interpreta como “ciudad del sol”, o sea Heliópolis, la antigua •On.

HERMANOS Este término se usa de muchas maneras en la Biblia. La primera referencia es a personas que son hijos del mismo padre o de la misma madre. En las lenguas semíticas, sin embargo, se aplica más ampliamente para incluir a parientes varones. Es sinónimo de compatriota (Lv. 10:4; Dt. 15:3), o amigo (2 S. 1:26), o persona de una misma profesión (2 Cr. 31:15; Esd. 3:8), etcétera. Como los israelitas eran hijos de Abraham (Jn. 8:33–39), el término h. se usaba entre ellos con una acepción restrictiva a los miembros de la “congregación de Israel”. Pero en el NT los que creen en el Señor Jesús son “hechos hijos de Dios” y, por lo tanto, h. entre sí. Como tales, han de amarse unos a otros (1 Jn. 2:7–11; 3:14–17). Además de reflejar la realidad de compartir la misma naturaleza espiritual, para los cristianos la palabra h. tiene por propósito resaltar la igualdad entre ellos (Mt. 23:8). Es el apelativo que más se utiliza para señalar a los creyentes.

HERMANOS DEL SEÑOR La Biblia habla claramente de que el Señor Jesús tenía varios hermanos. Se nos dan sus nombres en Mt. 13:55–56 y Mr. 6:3: “ •Jacobo [Santiago], •José, •Simón y •Judas”. También se indica que tuvo hermanas (“¿No están todas sus hermanas con nosotros?”), pero no aparecen sus nombres. Además de estas declaraciones, las palabras de Mt. 1:25, donde dice que José “no... conoció” a •María “hasta que dio a luz a su hijo primogénito” (Mt. 1:25) son interpretadas en el sentido de que María y José tuvieron hijos después, siendo el Señor Jesús el primogénito entre varios.

Pero la Iglesia Ortodoxa prefiere pensar que esos h. del S. eran, realmente, de un matrimonio anterior de José. La Escritura no dice nada sobre el particular, pero una obra del siglo III o IV titulada La Natividad de María presenta las cosas en esa forma, a lo cual la Iglesia Católica añade la opinión de que el término “hermanos” hay que interpretarlo como “primos hermanos”, como en efecto sucede en otros casos. Esto se hace para defender la

teoría sobre la permanente virginidad de María. Después de la Reforma, sin embargo, entre los protestantes ha prevalecido la opinión de que José y María tuvieron varios hijos, h. del S. Al principio éstos no aprobaban el ministerio del Señor Jesús, “porque ni aun sus hermanos creían en él” (Jn. 7:5). Sin embargo, luego aparecen como creyentes y siervos del Señor, en compañía de los apóstoles y de su madre María (Hch. 1:14). •Jacobo. •Santiago.

HERMAS (Que pertenece a Hermes). Creyente de Roma al que Pablo envía saludos (Ro. 16:14). Existe una obra apócrifa llamada El Pastor que en opinión de Orígenes fue escrita por este H., pero eso no ha sido comprobado.

HERMES Nombre que los griegos utilizaban para el dios •Mercurio. Se decía que una de sus funciones principales era la de servir de mensajero de •Júpiter y los demás dioses. Fue por esta razón que habiendo Pablo y Bernabé sanado a un cojo en Listra, los habitantes de la ciudad “a Bernabé llamaban Júpiter [o Zeus] y a Pablo, Mercurio [o •Hermes], porque éste era el que llevaba la palabra” (Hch. 14:12).

HERMÓGENES. (Vástago de Hermes). Personaje del cual Pablo dice que le abandonó en un momento de crisis, probablemente cuando estaba preso en Roma. Se nombra con él a otro llamado •Figelo (2 Ti. 1:15). Las palabras no sugieren necesariamente una apostasía de la fe, sino abandono a la persona del apóstol.

HERMÓN (Montaña sagrada). Montaña de unos 2.814 m de altura en el extremo S del Antilíbano, un conjunto de macizos montañosos al E de los montes del Líbano. Su cima, siempre coronada de nieve, puede verse desde más de 100 km de distancia. En sus laderas nace el río Jordán. El rocío que descendía del monte H. era considerado como una bendición (Sal. 133:3). El sitio era lugar sagrado para sus habitantes amorreos, de cuyas manos lo tomó Josué. “Los sidonios llama a H., •Sirión; y los amorreos, •Senir” (Dt. 3:8–9; Jos. 12:1).

Tras la conquista, pasó a ser límite del territorio de la tribu de Manasés (Jos. 13:8, 11, 15). En los Salmos, el monte H. es mencionado poéticamente varias veces (Sal. 29:6; 42:6–7; 89:12). Antiguamente el H. abundaba en árboles, los cuales se usaban para la construcción de barcos (Eze. 27:5). La parte NO y O del monte H. pertenece al país del Líbano, mientras que la NE corresponde a Siria. El resto es de Israel.

HERMONITA Habitante del monte •Hermón (Sal. 42:6).

HERODES Nombre de varios gobernantes de Judea y regiones circundantes en los tiempos del Señor Jesús, así como en el inicio del ministerio de los apóstoles.

1. Herodes el Grande. Sus padres fueron el idumeo Antípater y la nabatea Cipros. En el año 47 a.C. fue nombrado gobernador de •Galilea. Su crueldad y ejecuciones de muerte le trajeron a juicio delante del •Sanedrín en Jerusalén, librándose a duras penas de ser ejecutado. Escapó a Siria, cuyo rey lo hizo gobernador de •Samaria. Tras el asesinato de Julio César, se puso del lado de Casio, uno de los asesinos, pero cuando Marco Antonio resultó victorioso fue a verle y se ganó su amistad, posiblemente sobornándolo. Así pasó a ser tetrarca de Judea, junto a su hermano •Fasael. Una invasión de los partos resultó en la muerte de Fasael y el exilio de H., que al huir dejó su familia en Masada y fue a Roma, vía •Alejandría, a pedir el trono de Judea. El Senado romano se lo concedió. H. desarrolló una campaña en Galilea, que fue infructuosa, pero luego puso sitio a Jerusalén y tras siete meses de pelea la conquistó con la ayuda de tropas romanas. H. convenció a esas tropas para que no destruyeran la ciudad, pero ordenó la muerte de cuarenta y cinco miembros del Sanedrín, que quedó como un cuerpo restringido sólo a los asuntos religiosos, y logró H. el control absoluto del gobierno.

H. asentó su poder con el apoyo de los romanos y supo mantener ese apoyo con los distintos emperadores que se sucedieron. Así, cuando Octavio ( •Augusto César) triunfó sobre Antonio, H. logró su beneplácito a pesar de la amistad que le había unido al rival de éste. Con el patrocinio de Augusto César, se convirtió en uno de los más poderosos reyes del E del imperio, teniendo plena autonomía administrativa interna como rey amigo de los romanos, levantando su propio ejército, y ejerciendo total autoridad judicial. El cargo no era hereditario, pero tenía el derecho de proponer herederos a Roma para su aprobación.

H. fue un guerrero intrépido, un administrador eficiente y un gran diplomático. Mientras la dinastía asmonea gobernó siempre respetando a las instituciones judías, H. las eliminó. También aplastó con crueldad toda clase de oposición, considerando el reino como una posesión suya. Fue un gran constructor, amante de la cultura griega, llevando sus iniciativas de proyectos a Siria, las islas del mar Egeo y hasta la misma Grecia, donde incluso apoyaba financieramente la celebración de las olimpíadas. Construyó Sebaste en el sitio de la antigua Samaria. También •Cesarea, a la que convirtió en el principal puerto del país. Edificó otras ciudades, y fortalezas como la torre Antonia, en Jerusalén, el Herodión, en Judea, Masada, etcétera.

Aunque técnicamente H. era judío, al ser nieto de un prosélito, no podía ser rey de los judíos por haber nacido idumeo. Esto hizo, por un lado, que viviera en constante sospecha de conspiraciones, especialmente de la dinastía asmonea. Pero, por otro lado, le llevó a tratar de congraciarse con los judíos, respetando sus costumbres. No puso su imagen en las monedas que acuñó ni trajo estatuas al •templo, salvo unas águilas que representaban al Imperio Romano. Y decidió reconstruir éste, realizando una obra que le haría famoso, pues sustituyó el anterior con uno de gran magnificencia, ampliando su perímetro.

La vida de H. estuvo caracterizada por muchas conspiraciones y problemas familiares. Tuvo diez esposas y quince hijos e hijas. Las intrigas y conjuras por el trono condujeron a la muerte de varios parientes cercanos, incluyendo a una de sus esposas, a una suegra y tres de sus propios hijos. A su muerte en el año 4 a.C., el reino fue dividido entre sus hijos •Arquelao y •Herodes Antipas.

Dentro de ese ambiente de sospecha en que vivía, agravado por su incapacidad legal para ser rey de los judíos, se produce la llegada de los magos a Jerusalén preguntando por “el rey de los judíos que ha nacido”. H. trató de indagar el hecho, y al verse burlado por los magos, que “regresaron a su tierra por otro camino”, ordenó “matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén”. José y María, avisados por Dios, ya habían huido a Egipto, de donde regresaron a la muerte de H., cuando reinaba su hijo Arquelao (Mt. 2:1–23).

2. Herodes Arquelao. Hijo de H. el Grande con la samaritana Maltace. Fue educado en Roma. Poco antes de morir, H. el Grande había ordenado la ejecución de unos sabios judíos que quisieron quitar del •templo el emblema de las águilas romanas. Arquelao tuvo que enfrentar la ira popular por esto, y resultó una rebelión que logró aplastar, pero que le hizo impopular. Cuando fue a Roma a buscar la confirmación de su nombramiento como rey, los judíos enviaron otra delegación que le contradecía. El emperador decidió abolir la monarquía y repartir el territorio, dando a Arquelao el título de etnarca sobre Judea, Samaria e Idumea, con la promesa de hacerle rey según fuera su comportamiento. El resto del antiguo reino de H. el Grande fue dado a sus hijos Felipe y Antipas, con el mismo título de etnarcas.

Arquelao heredó de su padre el gusto por las edificaciones, y levantó palacios e hizo obras de irrigación. Pero desagradó a la población con un matrimonio que estaba prohibido por la ley judía. En el año 6 d.C. otra delegación de los judíos fue a quejarse

ante Augusto César. En esta ocasión la decisión del emperador fue en contra de Arquelao, al que se mandó al exilio en Lyon (Francia), y sus propiedades fueron confiscadas. Allí murió en el año 16 d.C.

Estando José con María en Egipto, recibió de un ángel la orden de volver a su tierra, cosa que obedeció. “Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de H. su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea” (Mt. 2:19–23), es decir, fuera de la jurisdicción de Arquelao.

3. Herodes Antipas. Hermano menor de Arquelao, criado con él también en Roma. En el testamento de su padre sólo le tocaba gobernar sobre Galilea y parte de la Transjordania, quedando sujeto a su hermano Arquelao, pero Antipas apeló ante Augusto Cesar. La decisión de éste fue dividir el reino de Judea. A Antipas le otorgó el título de tetrarca (Mt. 14:1). Tras la muerte de Augusto y la elevación de •Tiberio como emperador, Antipas fundó su nueva capital a la cual llamó •Tiberias. Josefo testifica de las buenas relaciones que siempre existieron entre Antipas y el nuevo emperador romano.

Antipas casó con una hija del rey nabateo •Aretas, pero luego se enamoró de •Herodías, que había sido esposa de H. Felipe, su hermano paterno. Juan el Bautista le criticaba el hecho diciéndole: “No te es lícito tenerla” (Mt. 14:2–4). Herodías logró el encarcelamiento de Juan. Un día cuando la hija de Herodías agradó con su baile a Antipas y éste le ofreció complacerle en lo que pidiera, Herodías instruyó a la muchacha para que solicitara la cabeza de •Juan el Bautista. Antipas ordenó así la muerte del profeta (Mt. 14:6–12).

Antipas es el H. que se menciona varias veces en los relatos relacionados con el ministerio terrenal del Señor Jesús. Cuando oyó la fama de Cristo, Antipas dijo: “Este es Juan el Bautista; ha resucitado de los muertos” (Mt. 14:2; Mr. 6:14). Cuando apresaron al Señor Jesús y le trajeron ante Pilato, al enterarse éste de que Cristo era de Galilea, “de la jurisdicción de H., le remitió a H., que en aquellos días también estaba en Jerusalén”. Antipas se alegró mucho, porque quería ver alguna señal de las que había oído decir que Jesús hacía. Pero el Señor no contestó a sus preguntas, por lo cual “le menospreció y le escarneció”, y le devolvió a Pilato (Lc. 23:6–12).

En el año 36 d.C. se desató una guerra porque la esposa de Antipas, al saber que éste se iba a casar con Herodías, huyó a tierra de su padre el rey •Aretas. Este atacó a Antipas y le derrotó. El emperador Tiberio envió a un general llamado Vitelio en su ayuda. En esos días •Poncio Pilato fue relevado de su cargo y Antipas acompañó a Vitelio a Jerusalén para evaluar la situación. Pero en esas circunstancias murió Tiberio.

Antes, Antipas había servido de mediador en la guerra entre los romanos y los partos. Cuando se logró un acuerdo con éstos, Antipas lo informó directamente a Tiberio, pasándo por encima de Vitelio, lo cual le causó su enemistad. Con el acceso de Calígula al trono imperial, quien vino a tener el favor de los romanos fue H. •Agripa, cuñado de Antipas y amigo del nuevo emperador. Agripa convenció a Calígula de que Antipas conspiraba con los partos para volver a hacerle la guerra a Roma. Antipas trató de defenderse en Roma, pero fue condenado al exilio y sus propiedades confiscadas. Sus territorios fueron añadidos a los de su cuñado Agripa. A Herodías se le permitió regresar a su tierra, pero prefirió acompañar a Antipas en el exilio.

4. Felipe. Hijo de H. el Grande y, por tanto, medio hermano de Antipas. Fue implicado en una conspiración contra su padre, por lo cual éste le sacó de su testamento, quitándole todo derecho hereditario. Se fue a vivir como ciudadano privado en Cesarea. Su esposa, •Herodías, se divorció de él para casarse con su medio hermano Antipas Mt. 14:3; Mr.

6:17; Lc. 3:19). No debe confundirse este Felipe con otro hermano suyo, llamado H. Felipe, que fue tetrarca de Iturea (Lc. 3:1). La historia secular señala que fue una hija de Felipe y Herodías, llamada Salomé, la que danzó para Antipas, casó con H. Felipe, el tetrarca. La multiplicidad de matrimonios endogámicos en esta familia real y el uso de los mismos nombres son causa muchas veces de confusión.

5. Herodes Felipe. Nació en el año 4 a.C. Hijo de H. el Grande y, por tanto, hermano de Arquelao y Antipas. Fue tetrarca de Iturea (Lc. 3:1). Mostró ser un gobernante hábil y hombre de paz. Casó con Salomé, hija de su otro hermano Felipe con Herodías. Fue el primer gobernante judío que acuñó monedas con las efigies de Augusto y Tiberio. Fue el constructor de •Cesarea de Filipo. Tras su muerte en el 34 d.C. su tetrarquía se añadió a la de Agripa.

6. Herodes Agripa. Nieto de H. el Grande. Primero fue tetrarca de Galilea, luego llegó a ser rey de Judea, del 41 al 44 d.C. Fue educado en Roma junto con otros príncipes, y se hizo amigo de Druso, hijo del emperador Tiberio. Por una vida de disipación que le llenó de deudas, tuvo que regresar a su tierra. Su cuñado Antipas le dio un cargo en Cesarea. Allí volvió a verse en deudas, se peleó con Antipas y se fue a Siria, de donde pasó a Roma de nuevo, y allí se hizo amigo de Calígula. Un día, estando borracho, dijo que Calígula debía ser emperador en lugar de Tiberio, por lo cual fue enviado a prisión. Pero cuando murió Tiberio y Calígula fue hecho emperador, le libertó, nombrándole en la tetrarquía que había dejado vacante la muerte de H. Felipe, pero con el título de rey. En el año 39 d.C., al ser exiliado Antipas, se le concedió su tetrarquía.

Calígula había ordenado el levantamiento de una estatua suya en el •templo en Jerusalén, pero Agripa intercedió en favor de los judíos para que desistiera. Además, Agripa apoyó las aspiraciones de •Claudio para emperador, y cuando éste lo logró, fue recompensado con la unión de Samaria y Judea bajo su trono. Así, Agripa vino a reinar sobre el mismo territorio que su abuelo H. el Grande.

Agripa había persiguido a los cristianos, mató a •Jacobo y encarceló a Pedro. Cuando éste fue liberado de la cárcel, Agripa ordenó la muerte de los soldados responsables de su custodia (Hch. 12:1–19). Agripa simpatizaba con los fariseos y procuraba cumplir con los ritos judíos. Incluso negó el consentimiento para el matrimonio de una hija suya con un personaje real que se negó a ser circuncidado. Josefo testifica que le gustaba vivir en Jerusalén y guardar las leyes ancestrales.

El relato de la muerte de Agripa que aparece en Hch. 12:20–23 coincide en lo básico con el relato del historiador judío Josefo. Éste dice que el evento tuvo lugar en la celebración de unos juegos en honor del emperador en Cesarea. Al entrar Agripa al teatro sus áulicos “comenzaron a dirigirse a él como si fuera un dios”, pero levantó la vista y vio un búho posado en una cuerda encima de él y sintió un intenso dolor. Entonces dijo: “Yo, a quien vosotros habéis llamado un dios, estoy ahora bajo sentencia de muerte”, y murió cinco días después.

La versión de Lucas explica que después de oír un discurso de Agripa “el pueblo le aclamaba gritando: ¡Voz de Dios y no de hombre!”. Y que “al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios, y expiró comido de gusanos” (Hch. 12:20–23).

HERODIANOS En los Evangelios se menciona a los h. No se dice explícitamente que eran una secta de los judíos, pero a lo menos actuaban como un grupo, pues los fariseos “tomaron consejo con los h.” para destruir al Señor Jesús (Mr. 3:6). Vinieron adonde él estaba y le hicieron la famosa pregunta sobre el tributo a César (Mt. 22:16; Mr. 12:13). La pregunta,

evidentemente, era una trampa de carácter político que intentó poner al Señor Jesús en conflicto con las autoridades. La mayoría de los eruditos entienden que el nombre de h. les vino porque apoyaban al gobierno de la dinastía de Herodes, que era de origen idumeo pero gozaba del favor del Imperio Romano. Tenían una tendencia helenizante.

HERODÍAS Nieta de •Herodes el Grande. Hija de Aristóbulo. La mayoría de los datos sobre ella nos llegan por medio de los escritos de Josefo. Casó con •Felipe, su tío (no Felipe el tetrarca), de quien tuvo una hija llamada Salomé. Pero se divorció de él, prefiriendo a un medio hermano de Felipe, esto es, a •Herodes Antipas. •Juan el Bautista reprendió a Antipas, diciéndole, en cuanto a H.: “No te es lícito tenerla”. En el día del cumpleaños de Antipas, “la hija de H.”, (su nombre no lo dice la Escritura) bailó y agradó al tetrarca. H., a través de su hija, pidió la cabeza de Juan el Bautista (Mt. 14:1–12). La relación de Antipas con H. causó otros problemas, especialmente en el matrimonio de éste, pues su esposa legítima era hija del rey •Aretas y huyó a casa de su padre, y desató una guerra que fue desfavorable a Antipas, cuyo ejército quedó prácticamente destruido. Josefo dice que el pueblo tomó eso como un acto de Dios, para vindicar a Juan. H. acompañó a Antipas cuando el emperador Calígula lo desterró a Lyon. Josefo destaca el carácter ambicioso de H. •Herodes.

HERODIÓN (Heroico). Pariente del apóstol Pablo que vivía en Roma (Ro. 16:11).

HERRERO Se nos dice que •Tubal-caín fue “artífice de toda obra de bronce y de hierro” (Gn. 4:22). Pero cuando los israelitas entraron en Canaán no eran expertos en la extracción de metales y su uso. Les causó asombro ver que los cananeos tenían “carros herrados” (Jos. 17:16). Los filisteos manejaban bien la tecnología del hierro y procuraban mantener el monopolio de ella en contra de los israelitas, usando eso como instrumento de dominación. Por eso hubo un tiempo en que “no se hallaba h.” en Israel y había que “descender a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz” (1 S. 13:19–20). Todavía en días de David, que hizo gran acumulación de hierro y otros metales para el futuro •templo, fue necesario buscar un h. experto entre los fenicios, que en cuanto a trabajar metales estaban más avanzados que los israelitas (1 Cr. 22:3–16; 2 Cr. 2:7).

Los h. eran artesanos muy apreciados, sobre todo porque producían las armas que usaban todos los ejércitos. Cuando Nabucodonosor destruyó Jerusalén se llevó a los h. para Babilonia (2 R. 24:14–16). Los h. fabricaban, además, todo tipo de utensilios, entre ellos ídolos de metal (Is. 44:10–12; 54:16). Desde tiempo muy temprano los israelitas conocían el método de vaciado en moldes (Jue. 17:4) y los arqueólogos han encontrado estatuillas de dioses fabricadas en esa forma. Se trabajaba mayormente el cobre, el bronce, el hierro. A veces el h. trabajaba también la plata y el oro.

HESBÓN (Lugar fuerte). Ciudad al E del Jordán, a unos 80 km de Jerusalén. Originalmente era moabita, pero el rey amorreo •Sehón “había tenido guerra antes con el rey de Moab, y tomado de su poder toda su tierra hasta Arnón” (Nm. 21:26), lo cual era relatado en un cántico o proverbio que se hizo famoso (Nm. 21:27–30). Conquistada por Moisés, H. fue adjudicada a la tribu de Rubén, que la reedificaron (Nm. 32:37). Fue ciudad levítica (1 Cr. 6:81). En tiempos de •Jefté los amonitas trataron de reclamar a H., pero se les dijo que los israelitas habían “estado habitando por trescientos años a H. y sus aldeas” (Jue. 11:26). Era rica en agricultura (Is. 16:8) y en Cantar de los Cantares se mencionan unos estanques de allí, comparándose los ojos de la amada con ellos (Cnt. 7:4). Fue restituida al reino de Moab. Isaías y Jeremías la mencionan en oráculos en contra de Moab (Is. 15 al 16; Jer. 48).

HESED (Misericordia). Padre de un oficial del rey Salomón que gobernaba en Arubot (1 R. 4:10).

HESMÓN (Fructífero). Ciudad adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:27).

HET (Terrible). Hijo de Canaán (Gn. 10:15; 1 Cr. 1:13).

HETEOS. Hititas. Pueblo muy antiguo que habitaba la parte central de la Anatolia y la tierra de Canaán. Por mucho tiempo se desconoció la historia de este pueblo, hasta que desde el principio del siglo XX la arqueología ha ido descubriendo datos que ayudan a formar una idea general sobre ellos. No se sabe exactamente de dónde vinieron los h. o hititas, pero es claro que su origen es indoeuropeo. Lo que se conoce de su idioma así lo señala. Se estima que ocuparon la parte norte de la Anatolia en el siglo XIX a.C., haciendo de Hatussa, hoy Boghazkoy, en el centro de la península, su capital y extendiéndose más al S, hasta incluir la Siria superior. Eran buenos explotadores de la plata y el hierro, lo cual les ayudó en sus guerras de conquista. Desarrollaron una escritura, en parte ideográfica pero con algunos signos fonéticos, que ha permitido conocer algunas de sus costumbres. Eran liderados por un rey que gobernaba a nombre de una deidad asociada con la tempestad o el rayo. A la muerte del rey éste se convertía también en dios. Practicaban un abundante politeísmo y, como todo pueblo primitivo, la magia y la hechicería.

Alrededor del 1320 a.C. los h. eran ya un imperio que choca con los egipcios, desatándose una guerra entre ellos en tiempos de Ramsés II. La batalla de Cades, en las orillas del río Orontes, es una de las más famosas de la antigüedad, mayormente conocida por fuentes egipcias, que se atribuyeron la victoria, aunque se piensa que ésta no fue definitiva, pues luego se estableció la paz con Egipto y el imperio h. floreció hasta aproximadamente el 1192 a.C. cuando se derrumbó por causas no del todo claras y que algunos relacionan con grandes migraciones provenientes del mar Egeo. Algunos h. se extendieron por distintos puntos de la tierra de Canaán, formando ciudades-estado. Éstos, junto con otras ciudades h. prevalecieron con su independencia hasta las invasiones asirias.

El uso del término “los hijos de Het” en la Biblia indica que los hebreos veían a los h. como los descendientes de ese personaje. Abraham compró de ellos un terreno para enterrar a Sara (Gn. 23). Rebeca no quiso que Jacob se casara con “mujer de las hijas de Het” (Gn. 27:46), pero Esaú tomó dos mujeres h., las cuales “fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca” (Gn. 26:34–35). Fueron condenados por Dios a perder sus tierras a manos de los israelitas (Éx. 3:8) y a ser destruidos (Dt. 20:17). No lo fueron del todo, pero los que vivían en territorio de Israel estaban sometidos a tributo (1 R. 9:20–21; 10:29). Varios h. sirvieron a David, entre ellos •Ahimelec (1 S. 26:6) y •Urías, el esposo de •Betsabé (2 S. 11:3). Los mercaderes de Salomón compraban en Egipto, al S de Israel, para vender a los reyes de los h. que quedaban al N (2 Cr. 1:17). Salomón tuvo mujeres h. (1 R. 11:1). Aun en tiempos de Esdras se encontraron israelitas que se habían casado con mujeres h. (Esd. 9:1). En lenguaje profético, Dios dice a Jerusalén: “Tu padre fue amorreo, y tu madre h.” (Ez. 16:1–3), para señalar que tuvo misericordia de ella a pesar de su origen. Algunos piensan que estas expresiones podrían apuntar a los orígenes remotos de Jerusalén como asentamiento de amorreos y h.

HETLÓN Lugar que será parte de los límites futuros de la tierra de Israel según Ez. 47:15. Se trata de un paso entre montañas que comunicaba a •Hamat con el mar Mediterráneo.

HEVEO Uno de los pueblos descendientes de Canaán (Gn. 10:15–18; 1 Cr. 1:13–16) que habitaba la tierra de ese nombre antes que los israelitas. Un primer incidente con este pueblo fue consecuencia de que “Siquem, hijo de Hamor h.” deshonró a •Dina, hija de Jacob, lo cual trajo una venganza ejecutada por Simeón y Leví (Gn. 34). •Esaú tomó por mujer a una h. (Gn. 36:2). Dios decidió dar la tierra de los h. a los israelitas (Éx. 3:8; 13:5; 23:23, 28; 33:2). Las ciudades de los h. eran •Gabaón, •Cafira, •Beerot y •Quiriat-jearim (Jos. 9:17). Los habitantes

de Gabaón “usaron de astucia” para lograr una alianza con los israelitas, tras lo cual quedaron sujetos a tributo (Jos. 9:3–27). Otros h. que vivían “al pie de Hermón en tierra de Mizpa” se aliaron con •Jabín y otros reyes contra Israel, pero fueron derrotados “junto a las aguas de Merom” (Jos. 11:1–8). Los israelitas se mezclaron con los h. “que habitaban en el monte Líbano” (Jue. 3:3–6), lo cual les fue de tropiezo. Salomón impuso tributo a los h. (1 R. 9:20–21; 2 Cr. 8:7). Muchos opinan que el nombre bíblico h. es la forma en que los israelitas llamaban al pueblo de los hurritas, que junto a los heteos o hititas, provenían de la Anatolia (hoy Turquía).

HEZEQUIEL (Jehová fortalece). Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondía el turno vigésimo en el orden del culto establecido en tiempos de David (1 Cr. 24:16).

HEZIÓN Personaje en la genealogía del rey sirio •Ben-adad (1 R. 15:18).

HEZIR Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondía el turno decimoséptimo en el orden del culto establecido en tiempos de David (1 Cr. 24:15).

2. Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:20).

HEZRAI Habitante del Carmelo que fue uno de los valientes de David (2 S. 23:35). =•Hezro (1 Cr. 11:37).

HEZRÓN (Cercado). Nombre de personas y de un lugar del AT.

1. Tercero de los hijos de Rubén (Gn. 46:9; Éx. 6:14; 1 Cr. 5:3). Cabeza de la familia de los hezronitas (Nm. 26:6, 21).

2. Primero de los hijos de Fares. Nieto de Judá (Gn. 46:12; Nm. 26:21). Padre de Jerameel, Ram y Quelubai (1 Cr. 2:9).

3. Ciudad en la frontera del territorio que correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:3). = •Hazor #3 (Jos. 15:25).

HEZRONITA Descendientes de •Hezrón #1 (Nm. 26:21).

HIDAI Uno de los valientes de David. Era habitante “del arroyo de Gaas” (2 S. 23:30).

HIDEKEL Nombre con el cual los hebreos designaban al río •Tigris. Es uno de los ríos que salían del huerto de Edén (“el que va al oriente de Asiria” [Gn. 2:14]). Daniel recibió una visión estando a orillas del río H. (Dn. 10:4).

HIEL En el AT es traducción de dos palabras hebreas. Rosh se usaba para toda planta que al comerse produjera un sabor amargo, como en Dt. 29:18: “No sea que haya en medio de vosotros raíz que produzca h. y ajenjo”. En varias porciones, para señalar un gran sufrimiento, se habla de “beber aguas de h.” (Sal. 69:21; Jer. 8:14; 9:15; 23:15). Merera es una referencia al contenido de las agallas del pez, a la bolsita de h., que se compara con la h. humana. Donde más se usa el término es en Job: “Mi h. derramó por tierra” (Job 16:13). “ h. de áspides será dentro de él” (Job 20:14). Al Señor Jesús le dieron a beber “vinagre mezclado con h.” (Mt. 27:34). Mr. 15:23 dice “vino mezclado con mirra”. Se trataba de un vinagre hecho de uvas, por lo cual también se le llama vino. Y se dice mirra porque el énfasis

del término es una hierba que producía gran amargura, a la cual también se le decía genéricamente h.

HIEL (persona). (Dios es viviente). Personaje que en tiempos del rey •Acab “reedificó a Jericó”, y sufrió la maldición que existía contra el que esto realizase. “A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas” (Jos. 6:26; 1 R. 16:34). Muchos interpretan que se trató de sacrificios humanos, pues se ha visto que era costumbre en varios pueblos de la antigüedad.

HIENA Mamífero carnívoro oriundo de Asia y África. Era muy respetado en Egipto. Se alimenta principalmente de carroña. La h. no es mencionada específicamente en la Biblia. Sólo aparece una referencia de un lugar llamado el “valle de Zeboim”, o valle de las h. (1 S. 13:18). Sin embargo, el profeta Isaías hace unas referencias a unas “bestias salvajes” que, por el contexto, se deduce que son h., y se usa esa palabra en diversas traducciones, especialmente RV60 (Is. 13:22; 34:14). Nombre científico: Hyaena hyaena. •Animales de la Biblia.

HIERÁPOLIS (Gr.Ciudad sacerdotal o sagrada). Ciudad en la provincia romana de Frigia, en la parte S de la Anatolia (Turquía), a unos 16 km al NO de Colosas y cerca de Laodicea. Fue fundada por Eumenes II, rey de •Pérgamo, en el año 190 a.C. Era famosa por sus fuentes termales. Vivía en ella una numerosa colonia de judíos. Una tradición señala a •Felipe el evangelista como el fundador de la iglesia allí. Pero la forma en que Pablo habla sobre el interés de •Epafras por los colosenses “y por los que están en Laodicea, y los que están en H.” podría sugerir que éste, si no fue el fundador, a lo menos tuvo parte en el principio mismo de la obra en esos lugares (Col. 4:13). Hoy se llama Pamukale.

HIERBAS AMARGAS La Pascua debía ser comida “con hierbas amargas” (Éx. 12:8; Nm. 9:11) en memoria de la amargura de la opresión que sufrieron el Egipto. Al desconocerse con exactitud cuál fue la que usaron los israelitas en la primera Pascua, sólo queda referirse a las tradiciones judías recogidas en el •Talmud. Para algunos rabinos, esas hierbas debían ser de “un sabor amargo, que tuvieran jugo y una apariencia grisácea (o plateada)”. El •Talmud menciona la lechuga, la escarola, la achicoria, y el marrubio. Muchas familias judías usan el rábano.

HIERRO •Tubal-caín fue “artífice de toda obra de bronce y de h.” (Gn. 4:22). En Job, libro muy antiguo, se menciona el h., diciendo que “se saca del polvo, y de la piedra se funde el cobre” (Job 28:2). Este metal era conocido por los israelitas en la época del éxodo, pero no eran expertos en su extracción o en fabricar objetos con él. Les causó asombro ver que los cananeos tenían “carros herrados” (Jos. 17:16). Una de las características que Dios mencionó de Canaán era que sus “piedras son h., y de cuyos montes sacarás cobre” (Dt. 8:9). En efecto, existían yacimientos de h. en las montañas de Edom y en el S del Líbano. Josefo menciona una “montaña de h.” cerca de Gerasa. Pero el h. que utilizaban los filisteos parece haber sido de importación, a través de su comercio marítimo y con los fenicios. Hubo un tiempo en que “no se hallaba herrero” en Israel y había que “descender a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz” (1 S. 13:19–20), lo que quiere decir que los filisteos manejaban la tecnología del h. más que los israelitas.

El h. era utilizado para fabricar toda clase de utensilios para la guerra, así como para fines agrícolas y domésticos. Se mencionan “instrumentos de h.” (Nm. 35:16); camas (Dt. 3:11); cinceles (Job 19:24; Jer. 17:1); espadas y lanzas (1 S. 13:19); cuernos (1 R. 22:11); grillos (Sal. 105:18); cadenas (Sal. 149:8); trillos (Am. 1:3); yugos (Jer. 28:14); cerrojos (Dt. 33:25; Is. 45:2); clavos (1 Cr. 22:3); martillos y hachas (Dt. 19:5; 1 R. 6:7; 2 R. 6:6); estatuas de dioses (Dn. 5:4); etcétera.

En sentido metafórico se usa el h. para señalar la dureza. Así, se dice que Dios sacó al pueblo de Israel “del horno de h., de Egipto” (Dt. 4:20), para hablar del duro sufrimiento de los israelitas en aquel país. El castigo por la desobediencia sería que la tierra sería como h. debajo de ellos (Dt. 28:23). Se le dice a Israel que era “duro, y barra de h.” su cerviz, y su “frente de bronce” (Is. 48:4). •Metales y minería.

HÍGADO Órgano en el cuerpo de hombres y de animales. Se menciona el h. de los animales sacrificados, pues había que quitarles la grasa que estaba sobre el h. (Éx. 29:13, 22; Lv. 3:4, 10, 15; etcétera). También existía la consulta al h. de aves con fines adivinatorios (Ez. 21:21). Entre los hebreos el h. era donde residían los deseos sensuales. Así, la expresión: “Mi h. se derramó por tierra a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo” (Lm. 2:11), trata de expresar la amargura, la pérdida del deseo de vivir por la tragedia que veía Jeremías.

HIGAIÓN Palabra usada con propósitos musicales que aparece entre los versículos 16 y 17 del Sal. 9. En hebreo significa “meditación”. Algunos traducen “en tono suave”, como sucede en Sal. 92:3.

HIGO. HIGUERA Árbol de la familia de las moráceas. La hoja es ancha y puede tener de tres a cinco lóbulos, siendo mayores los tres del medio. Adán y Eva “cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales” (Gn. 3:7). Se usa su fruto, el higo, el cual puede comerse fresco o en forma seca (1 S. 25:18). También se hacen tortas de higos (1 Cr. 12:40). Se narra sobre el uso del higo en cataplasma para curación de diviesos o llagas (2 R. 20:7). La higuera produce frutos durante diez meses del año, pero en el invierno produce higos que no tienen mucho jugo y que caen fácilmente si el árbol es sacudido por el viento (Ap. 6:13). A mediados de junio maduran y en agosto se presenta otra cosecha. Al llegar el invierno la higuera deja caer sus hojas, que vuelven a aparecer en marzo o abril, y anuncia así la llegada del verano (Cnt. 2:13; Mt. 24:32).

Junto con la vid y el olivo, la higuera gozaba de mucho aprecio entre los israelitas. En la parábola de •Jotam se le pone como una posible reina entre las plantas (Jue. 9:9–10). La expresión “debajo de su parra y debajo de su higuera”, que vino a ser sinónimo de un estado ideal de paz y prosperidad (1 R. 4:25; Zac. 3:10) nació de la costumbre de cultivar ambos árboles el uno al lado del otro, uniéndose así y dando muy buena sombra. Al describir las características de la Tierra Prometida se nos dice que era “tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados...” (Dt. 8:8). Y cuando viene un juicio sobre Israel se dice “haré talar sus vides y su higuera” (Os. 2:12), señalando destrucción (Jl. 1:7).

La importancia de fructificar se enfatiza tomando a la higuera como ejemplo, tanto en la parábola de la higuera como en el relato de la maldición de la higuera estéril (Lc. 13:6–9; Mt. 21:19–21). Nombre científico: Ficus carica. El cabrahígo es la higuera silvestre (2 Cr. 1:15). El •sicómoro es una clase de higuera llamada Ficus sycomorus. •Plantas de la Biblia.

HIJA La preferencia de las familias hebreas era tener hijos varones. Cuando una mujer daba a luz un hijo, permanecía treinta y tres días en purificación, pero si era h. el período era el doble (Lv. 12:2–5). Era costumbre en el Oriente Medio que el padre decidiera la boda de sus h. (Éx. 2:21), pero eso no quiere decir que se actuara siempre en contra de la voluntad de la muchacha. •Rebeca fue llamada y consultada: “¿Irás tú con este varón?” (Gn. 24:58). A veces el matrimonio era arreglado cuando la joven era todavía una niña y se consumaba cuando cumplía trece años. En materia hereditaria no se consideraban a las h. como herederas si tenían hermanos, pues entre los varones se repartía la herencia. En casos especiales, sin embargo, el padre de familia podía determinar que se diera a las h. parte de la herencia, como fue el caso de Job (Job 42:15). “Las h. de Zelofehad” reclamaron a Moisés que se les diera la herencia de su padre, que no había tenido hijo varón. Dios ordenó que así se hiciera, diciendo: “Cuando alguno muriere sin hijos, traspasaréis su herencia a su h.” (Nm. 27:8). Las h. eran

consideradas como propiedad del padre, por lo cual el novio, en el momento del matrimonio, tenía que comprar ese derecho mediante el pago de una •dote. En algunos casos resultaba a la inversa, es decir, el padre daba propiedades a la novia, que los aportaba así al matrimonio. Un padre podía vender su h. como sierva, con fines de conseguir que se casara, pero se reglamentaba el tratamiento que ésta recibiría en la casa adonde fuera (Éx. 21:7–11). •Familia.Se utiliza la expresión “las h. de Sion” para señalar a Jerusalén o representar en las mujeres de Jerusalén a lo mejor del país (Is. 1:8; 3:16–17; Jer. 4:31, Lm. 2:13 etcétera).

HIJO Los h. eran considerados como una riqueza por el aporte que podían hacer en el proceso de producción, por la defensa que podían significar para los padres y para el sostén de éstos en la vejez (Sal. 127:3–5). El mandamiento de honrar al padre y a la madre, que traía la bendición de larga vida, se respetaba (Éx. 20:12). Si un h. no lo cumplía, siendo “contumaz y rebelde ... glotón y borracho”, los padres podían llevarlo ante los ancianos de la ciudad y era apedreado (Dt. 21:18–21). Era deber del h. velar porque sus padres no pasaran dificultades en la vejez. El Señor Jesús criticó toda desviación al respecto (Mr. 7:11). •Corbán. Los padres tenían el deber de disciplinar a sus h., incluyendo castigos corporales (Pr. 3:12; 22:15; 29:17). Al h. mayor se le daba el doble de lo que recibían los demás hermanos en una herencia (Dt. 21:15–17).

Hay que tener en cuenta que el término se utiliza, sobre todo en las listas genealógicas, para señalar que alguien desciende, aunque no sea inmediatamente, de otro. Así, “ h. de fulano” puede significar h. directo, o nieto, o biznieto, o tataranieto, etcétera. El Señor Jesús es llamado “ h. de David, h. de Abraham” (Mt. 1:1). Aunque los egipcios y otros pueblos practicaban la adopción (Éx. 2:10), la misma no era frecuente entre los israelitas. Pero después del exilio y especialmente tras el contacto con las culturas griega y romana, se introdujo la costumbre, que es tomada por los autores del NT para señalar la nueva relación de los creyentes con Dios. ( •Adopción).

También se usa la palabra para señalar a los miembros de una familia: “los h. de Coat” (Jos. 21:26); o de una tribu, “los h. de Gad” (Jos. 13:24); o de un gremio, “ h. de un perfumero” (Neh. 3:8); o de una asociación, “los h. de los profetas” (2 R. 2:3); o de una misma ciudad, “los h. de Belén” (Esd. 2:21), etcétera. •Familia.

HIJO DE DIOS Estos términos se utilizan para referirse al Señor Jesús en una forma que no tiene precedentes en el AT, ni en la los libros apócrifos, ni en la literatura pseudoepigráfica. Era costumbre pagana que a ciertos reyes o líderes se los llamara hijos de alguna divinidad. Los caldeos y los romanos desarrollaron el culto al rey o emperador como un dios. Pero cuando el NT presenta al Señor Jesús con este título está señalando a la especial posición que tiene él dentro de la Deidad Trina.

Los judíos nunca creyeron que el Mesías sería Dios mismo. A lo más que llegaban era a decir que Dios tenía, en su conocimiento eterno, el nombre de quien sería el Mesías. Ciertas expresiones, especialmente en el Sal. 2 y otros (“Yo publicaré el decreto: Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy”), aunque aplicables al Mesías, se interpretaban como situaciones que se darían en el tiempo. La expresión de Os. 11:1 (“de Egipto llamé a mi hijo”) se tomaba, con razón, como una referencia a Israel. Es el Espíritu Santo quien interpreta en el NT que esa escritura se refería también al Señor Jesús (Mt. 2:15).

En el día del bautismo del Señor Jesús, Dios dijo abiertamente que él era su “Hijo amado” en el cual tenía su contentamiento, lo cual ratificó en el monte de la Transfiguración (Mt. 17:5). Cristo es “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre”, el único que puede dar a conocer a Dios (Jn. 1:18). Es interesante que los mejores manuscritos dicen “el unigénito Dios”, expresión que se encuentra a veces en la literatura rabínica. Cristo mismo enseñó “que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (Jn. 5:18). Es claro que

estos términos pueden prestarse a confusión si de alguna manera los relacionamos con conceptos de espacio y tiempo. Ninguna palabra del vocabulario humano realmente sirve para describir con exactitud esta realidad. El Espíritu Santo escogió el término “hijo” porque es el que más se acerca, para la mente humana, a expresar el tipo de relación que existe entre la primera y la segunda personas de la •Trinidad. Las palabras Padre e Hijo, entonces, no deben nunca entenderse en el sentido de que el último tuvo un principio.

El Padre y el Hijo tienen el mismo poder, “porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida” (Jn. 5:21). El Padre perdona pecados y el Hijo también (Mt. 9:1–8). El Padre y el Hijo merecen igual honra (“Para que todos honren al Hijo como honran al Padre” [Jn. 5:23]). •Jesucristo. •Trinidad.

HIJO DEL HOMBRE Expresión que se usaba en el AT para enfatizar la debilidad del ser humano frente a la grandeza de Dios (“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el h. del h., para que lo visites?” [Sal. 8:4]). Así llama Dios al profeta Ezequiel unas noventa y dos veces. Este título aparece en el libro de Daniel, que habla de “un h. de h.” que venía “con las nubes del cielo” al cual “le fue dado dominio, gloria y reino” (Dn. 7:13–14). Posteriormente, en el libro pseudoepigráfico de Enoc aparece un “H. del H.” que es presentado con muchos detalles como el Mesías (En. 46 al 48). En tiempos del Señor Jesús, por lo tanto, el título se entendía como perteneciente al Mesías. Con él se apunta hacia el hecho de que él personifica la nueva humanidad. Él es el “postrer Adán” (1 Co. 15:45).

El Señor Jesús se refirió a sí mismo como el H. del H. unas ochenta veces. En algunas ocasiones queriendo decir: “Yo”. En muchas otras utilizaba la expresión en relación con sus acciones (“El H. del H. no tiene dónde recostar su cabeza” [Mt. 8:20]; “Vino el H. del H., que come y bebe...” [Lc. 7:34]), así como para referirse a los sufrimientos que padecería (“el H. del H. será entregado en manos de hombres” [Lc. 9:44]), o para hablar sobre la gloria que tendría en su regreso a la tierra (“Entonces aparecerá la señal del H. del H. en el cielo ... y verán al H. del H. viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” [Mt. 24:30]).

HIJOS DE DIOS Expresión utilizada en las Escrituras con los siguientes sentidos:

a) Con referencia a una criatura de Dios. Los ángeles son llamados así en el libro de Job, incluyendo entre ellos a Satanás (“Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los h. de D., entre los cuales vino también Satanás” [Job 1:6; 2:1; 38:7]). En el caso de lo descrito en Gn. 6:1–2 (“... viendo los h. de D. que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres), la tradición judía siempre ha interpretado que se trataba de ángeles. Pero otras opiniones se han ofrecido, una de las cuales dice que esa porción se refiere a hombres fieles o piadosos (la línea de los descendientes de Set) que celebraron matrimonios con mujeres que no lo eran. No se ha logrado una interpretación que todos acepten. También Adán es llamado h. de D. en Lc. 3:38.

b) Los que son engendrados por Dios, según el NT, participan de su naturaleza. Son “miembros de la familia de Dios” (Ef. 2:19). Para ello hay que nacer dentro de ella, lo que se produce por el nuevo nacimiento (“... siendo renacidos ... por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” [1 P. 1:23; Jn. 3:3–8]). Esta es una obra que hace Dios (“ h. de D.; los cuales no son engendrados de sangre ... sino de Dios” [Jn. 1:12–13]). Se llama también a este proceso la •adopción (“... a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” [Gá. 4:5]), que se realiza por el Espíritu Santo, llamado por eso “el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Ro. 8:15). “Todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado” y necesariamente ama a los otros que tienen el mismo Padre, esto es, sus hermanos (1 Jn. 3:9–10).

HILAR. HILO Acto de hacer h. Se hacían de pelos de animales, como la cabra, el camello, la oveja, etcétera. O de plantas, como el lino y el algodón. Cuando se dice en Est. 1:6 que el “pabellón era de blanco”, la palabra es karpas, algodón. Los eruditos explican que había en Israel una planta de algodón, la llamada Gossypium arboreum, que era perenne y se utilizaba para hacer telas. Más tarde se introdujo el Gossypium herbaceum, que es una especie de mejor calidad, cultivable dos veces al año, traída de la India. La actividad de h. es antiquísima, pues el hombre tuvo que descubrirla para poder fabricar tela para hacer su ropa. Para la construcción del •tabernáculo había que confeccionar muchas cortinas, para las cuales “todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos ... azul, púrpura, carmesí o lino fino.... pelo de cabra” (Éx. 35:25). •Juan el Bautista usaba un manto hilado de pelo de camello (Mt. 3:4). Las mujeres israelitas utilizaban para h. el huso y la rueca (Pr. 31:19). Se han encontrado muchas muestras de estos instrumentos en yacimientos arqueológicos, con abundancia de formas. La hilandería era actividad de ambos sexos, pero eran mujeres primordialmente las que hacían los h. y los hombres las telas. Se menciona a “los que trabajaban lino” (1 Cr. 4:21). Aunque también mujeres “tejían tiendas para Asera” (2 R. 23:7).

HILCÍAS (Jehová es mi porción). Nombre de personas del AT.

1. Padre de •Eliaquim #1 (2 R. 18:18, 26, 37; Is. 22:20; 36:3, 22).

2. Sumo sacerdote en tiempos del rey •Josías. Éste le encargó que tomara las ofrendas de dinero y las usara “para reparar las grietas de la casa” de Jehová. En las reparaciones encontró H. el libro de la ley, que remitió a Josías por vía del escriba •Safán. El rey se afligió mucho al leer el libro y pidió que se consultara a Jehová, lo cual se hizo a través de la profetiza •Hulda. Esto trajo como consecuencia la reforma religiosa de Josías (2 R. 22 al 23; 2 Cr. 34).

3. Levita. Cantor. Descendiente de Merari (1 Cr. 6:45; 26:11).

4. Uno de los levitas que estaba “sobre un púlpito de madera” junto a Esdras, leyendo la ley al pueblo (Neh. 8:4).

5. Antepasado de un sacerdote (Seraías) que regresó del exilio en tiempos de Esdras y quedó viviendo en Jerusalén (Neh. 11:11).

6. Uno de los “príncipes de los sacerdotes” en días de •Jesúa (Neh. 12:7).

7. En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. Una de las órdenes fue la de H., a cuya cabeza estaba •Hasabías (Neh. 12:21).

8. Personaje de Anatot que fue padre del profeta Jeremías (Jer. 1:1).

9. Padre de •Gemarías #1 (Jer. 29:3).

HILEL (Él ha alabado). Personaje natural de •Piratón que fue padre de uno de los jueces de Israel, llamado •Abdón (Jue. 12:13).

HILÉN (Heb. Lugar fuerte). Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (1 Cr. 6:58). También llamada •Holón (Jos. 15:51).

HIMENEO Personaje cuyo nombre es igual al del dios griego del matrimonio. Pablo lo menciona como hereje, junto con •Alejandro y •Fileto. Su enseñanza incluía el decir “que la

resurrección ya se efectuó” (2 Ti. 2:17–18). Pablo señala: Los “entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar” (1 Ti. 1:19–20).

HIMNO Originalmente el h. fue una composición poética que se hacía en alabanza de los dioses, o para exaltar algún personaje o acontecimiento histórico. Al tener los hebreos sus propias obras poéticas para alabar a Dios, los Salmos, se aplicó a éstos la designación de h. A muchos de ellos se les puso música, lo cual facilitaba la memorización. La costumbre hebrea era recitarlos acompañados de instrumentos musicales o vocalizándolos musicalmente, o ambas cosas a la vez. En el AT abundan las exhortaciones a cantar. En el NT se narra que el Señor Jesús y sus discípulos, inmediatamente después de la institución de la •Cena del Señor, cantaron un h. (Mt. 26:30; Mr. 14:26). Se supone que se trató de la segunda parte del •Hallel (Sal. 115 al 118), porque era costumbre cantarlo en la cena pascual. También se registra que estando Pablo y •Silas en la cárcel en •Filipos, “cantaban h. a Dios” (Hch. 16:25). No se sabe cuáles eran éstos, pero puede pensarse que se trataba de salmos, puesto que la música cristiana no se había desarrollado todavía. Sin embargo, se ve que era costumbre de los primeros cristianos el hacer uso de cánticos en su vida colectiva y personal, pues el apóstol Pablo decía a los Corintios: “... cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Co. 14:15). Dice también que en la iglesia se cantaba mucho (“Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo...” [1 Co. 14:26]). De igual manera alentó a los efesios: “... hablando entre vosotros con salmos, con h. y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Ef. 5:19). La misma exhortación dio a los Colosenses (Col. 3:16). Santiago anima a los creyentes diciendo: “¿Está alguno alegre? Cante alabanzas” (Stg. 5:13).

En el AT hay muchas composiciones poéticas, no incluidas en el libro de los Salmos, pero que son también verdaderos h., como los cánticos de Moisés (Éx. 15:1–18; Dt. 32:1–43), el de •Débora (Jue. 5:1–31), otros de David (2 S. 22:1–51; 23:1–7), etcétera. También en el NT pueden encontrarse ejemplares de este tipo de h. en Lc. 1:46–55, comúnmente llamado el “Magnificat”; en Lc. 1:68–79, el cántico de •Zacarías; y en Lc. 2:29–32, el cántico de Simeón. La iglesia continuó la tradición de la sinagoga en cuanto a la utilización de la música en la liturgia, cantándose h. del AT y otros que fueron componiéndose. En efecto, los eruditos piensan que algunos pasajes del NT fueron tomados de composiciones poético-musicales que se utilizaban en la iglesia primitiva. Se señalan principalmente algunas doxologías, como las de 1 Ti. 1:17; 6:15–16; Ap. 4:8, 11; 5:9, 12–13, etcétera. Hay otros textos de los cuales también se piensa que probablemente eran h. primitivos, aunque no se tiene una certeza. Entre ellos Ro. 8:31–39; 1 Co. 13:1–13; Ef. 1:3–14; Fil. 2:5–11, etcétera. Los h. cristianos tal como los conocemos hoy tuvieron auge a partir del siglo IV.

HIN •Pesos y medidas de la Biblia.

HINOM Estrecho valle o barranca situada al S de Jerusalén. Formaba parte de la frontera N del territorio asignado a la tribu de Judá (Jos. 15:8). Era conocido como “el valle del hijo [o de los hijos] de H.” (Jos. 18:16). Esta depresión era utilizada como vertedero de basura de Jerusalén, lugar donde se quemaban los animales muertos y otros desechos, por lo cual salía de él humo día y noche. Esto hizo que con el tiempo se hablara de H., en lenguaje figurado, como equivalente al •infierno. Además, en un lugar donde el valle es más ancho, llamado •Tofec, los israelitas llegaron a practicar sacrificios humanos en el culto al dios •Moloc, cosa que fue suspendida por el rey •Josías en su reforma (2 R. 23:10; Jer. 7:31; 32:35). El rey •Acaz “quemó también incienso en el valle de los hijos de H., e hizo pasar a sus hijos por fuego” (2 Cr. 28:3). Lo mismo hizo el rey Manasés (2 Cr. 33:6). Jeremías profetizó un gran juicio contra Jerusalén por este pecado, de tal manera que “no se diga más Tofet, ni valle del hijo de H., sino Valle de la Matanza” (Jer. 7:32; 19:1–6). Las palabras hebreas correspondientes a “el valle de H.” transliteradas al griego formaron el término gehenna, tan utilizado por el Señor Jesús (11 veces) y traducido al español como “infierno” (Mt. 5:22, 29,

30; 10:28; 18:9; 23:15, 33; Mr. 9:43, 45, 47; Lc. 12:5). También es usado por Santiago (Stg. 3:6).

HIPOCRESÍA. HIPÓCRITA Persona falsa, no sincera, que finge bondad cuando en realidad es mala, que procura aparentar lo que no es. En castellano, la palabra viene del gr. upokrites, término que surge en el teatro griego, donde los actores hablaban detrás de una careta. Quiere decir “actor”. Con ese sentido no aparece en el AT. Pero palabras hebreas parecidas son traducidas como “malvados”, “obstinados” (Job. 36:13), “inconstantes” (Sal. 119:113), “impío” (Pr. 11:9). En el NT se usa la palabra con su carga semántica griega. Así, el Señor Jesús advertía contra las actitudes h. al dar limosna, al orar y al ayunar, diciendo que algunos hacen estas cosas por una motivación pecaminosa,"para ser alabados por los hombres", “para ser vistos de los hombres” o “para mostrar a los hombres” (Mt. 6:2, 5, 16). Muchos escribas y fariseos venían al Señor con preguntas mal intencionadas, pero él “percibiendo la h. de ellos” (Mr. 12:15) les contestaba con sabiduría. Además, les acusó de h. en varias ocasiones (Mt. 15:7; 22:18; 3:13, 16; 23, 25, 27, 28).

Estando en Antioquía, Pablo reprendió a Pedro porque se comportó con h. cuando llegaron hermanos “de parte de Jacobo” (Gá. 2:11–14). Más tarde el mismo Pedro escribiría a los hermanos advirtiéndoles en contra de la h. (1 P. 2:1). Pablo dijo a Timoteo que “en los postreros tiempos” muchos apostatarían “por la h. de mentirosos” que enseñarían falsas doctrinas (1 Ti. 4:1–3).

HIPOPÓTAMO •Animales de la Biblia. •Behemot.

HIR Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 7:12).

HIRA Amigo de Judá con quien éste se juntó cuando “se apartó de sus hermanos”. Por esa amistad Judá conoció a una cananea hija de un hombre llamado Súa, con la que tuvo tres hijos (Gn. 38:1–5). Cuando ésta murió, Judá, acompañado por su amigo íntimo H., cayó en el incidente con su nuera •Tamar (Gn. 38:12–26).

HIRAM (Hermano es exaltado). Rey de Tiro en tiempos de David y Salomón. Subió al trono a los diecinueve años y reinó treinta y cuatro. Bajo su mando los fenicios expandieron grandemente su comercio e influencia en todo el Mediterráneo. Su riqueza le permitió emprender la construcción de templos, tanto en Tiro como en Chipre y otras partes, así como mercados y obras portuarias. Es posible que esto influyera en la aceptación que hicieron David y Salomón de la alianza con H. Además, se interpreta que con esa alianza, en la cual H. aportaba el dominio del mar y David el de la tierra, se quebraba la preponderancia de los filisteos. Tan pronto David consolidó su poder, H. le envió embajadores, junto con materiales y expertos en construcción que levantaron la casa del rey israelita (2 S. 5:11). Como “H. siempre había amado a David” (1 R. 5:1), la alianza continuó con Salomón, que solicitó ayuda para la construcción del •templo. H. envió madera de •cedro y madera de •ciprés por vía marítima, así como a expertos en metalurgia, entre ellos a •Hiram-abi. También canteros, albañiles y carpinteros. Salomón pagaba por esto en trigo y aceite (1 R. 5:2–18; 2 Cr. 2:1–18). Cuando terminó la obra del templo y de su palacio Salomón “dio a H. veinte ciudades en tierra de Galilea”, pero éstas “no le gustaron” (1 R. 9:10–13). Pero H. participó con Salomón en sus actividades comerciales hacia el mar Rojo y lo que hoy se conoce como océano Índico, aportando la experiencia de sus marineros (1 R. 9:26–28; 10:11). A causa de su colaboración en la construcción del templo, la figura de H. es muy importante en las tradiciones religiosas judías.

HIRAM-ABI Experto en metalurgia, especialmente en bronce, que vino a participar en la obra del •templo como consecuencia de la alianza de Salomón e •Hiram. Hizo muchos utensilios y artefactos, pero su obra principal fue la construcción de las dos columnas de bronce, llamadas

•Jaquín y Boaz, “en el pórtico del templo” (1 R. 7:13, 21, 40; 2 Cr. 2:13–14). Es posible que el término “Abi”, añadido a su nombre, que significa “padre”, fuera el equivalente de lo que hoy se usa para designar a un experto con la palabra “maestro”.

HISOPO Planta pequeña muy abundante en Israel. Crece entre las rocas. Tomando ramas de hisopo con sus hojas se hacía un haz que servía magníficamente para rociar líquidos en forma de aspersión. De ahí su uso ritual. Con “un manojo de h.” se salpicó la sangre sobre los dinteles de las casas de los israelitas en el Éxodo (Éx. 12:22). Se usaba también en la limpieza ritual de los leprosos (Lv. 14), de donde sale la expresión de David “purifícame con h.” (Sal. 51:7). Cuando el Señor Jesús estaba en la cruz le pasaron vinagre en “una esponja ... poniéndola en un h.” (Jn. 19:29). Nombre científico: Majorana syriaca. •Plantas de la Biblia.

HITITAS •Heteos.

HIZQUI (Jehová es fortaleza). Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:17).

HOBA (Escondrijo). Lugar “al N de Damasco” hasta donde persiguió Abraham al ejército de •Quedorlaomer y sus aliados tras rescatar a •Lot de sus manos (Gn. 14:15).

HOBAB (Amado). Hijo de •Ragüel madianita, o •Jetro, o Reuel, suegro de Moisés. Era, por tanto, hermano de •Séfora y cuñado de Moisés. Éste le invitó a acompañar al pueblo de Israel en su peregrinaje por el desierto porque H. conocía los lugares donde habrían de acampar los israelitas (Nm. 10:29–33).

HOD (Gloria). Personaje en la descendencia de Aser (1 Cr. 7:37).

HODAVÍAS (Da honor a Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia del rey David. Hijo de •Elioenai (1 Cr. 3:24).

2. Uno de los que fueron “jefes de las casas de sus padres” en la descendencia de Manasés (1 Cr. 5:24).

3. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 9:7).

4. Cabeza de una familia de setenta y cuatro levitas que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:40; Neh. 7:43).

HODES (Nueva luna). Mujer que tomó Saharaim, de la tribu de Benjamín, en la provincia de Moab “después que dejó a Husim y a Baara que eran sus mujeres” (1 Cr. 8:8–9).

HODÍAS (Esplendor de Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Judá. Su mujer era hermana de Naham (1 Cr. 4:19).

2. Levita que era uno de los que “hacían entender al pueblo la ley” cuando ésta fue leída en público en tiempos de Esdras y Nehemías (Neh. 8:4, 7). Firmó el •Pacto de Nehemías (Neh. 10:10).

3. Levita. Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:13).

4. Uno de los “cabezas del pueblo”. Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:14, 18).

HODSI Lugar al este del Jordán mencionado entre los lugares visitados por Joab cuando se hacía el censo ordenado por David. Se encontraba entre •Galaad y •Danjaán. Se dice que era “tierra baja” (2 S. 24:6).

HOFRA Faraón de la XXVI dinastía (588–569 a.C.). En la historia secular se le conoce con el nombre de Apries. En su tiempo tuvo lugar la rebelión de Judá contra el dominio de los caldeos. El rey •Sedequías pensaba que sería apoyado por H., pero Nabucodonosor sitió Jerusalén y la tomó. Jeremías predijo que H. sería derrotado por sus enemigos (Jer. 44:30), lo cual aconteció cuando fue vencido por Amasis, otro general egipcio. •Egipto. •Faraón.

HOGLA (Perdiz). Personaje en la descendencia de Manasés. Hija de Zelofehad. Hermana de Maala, Noa, Milca y Tirsa (Nm. 26:33). Con sus hermanas vino a Moisés a reclamar que se les permitiera heredar a su padre, que no tuvo hijos varones. Dios autorizó que recibieran la herencia, siempre que se casaran dentro de su propia tribu, y quedó establecido el derecho de las hijas a heredar (Nm. 27:1–8).

HOHAM Rey amorreo de •Hebrón que se unió a •Adonisedec, rey de Jerusalén y otros tres reyes en contra de los israelitas. Vencidos por Josué, los cinco reyes se refugiaron en una cueva, de donde fueron sacados y ejecutados (Jos. 10:1–27

HOJALDRE Pan en forma de torta muy fina. En la consagración de los sacerdotes se hacía una ofrenda que incluía “panes sin levadura, y tortas sin levadura amasadas con aceite, y h. sin levadura untadas con aceite” (Éx. 29:2; Lv. 2:4; Nm. 6:15).

HOLOCAUSTO •Sacrificios y ofrendas.

HOLÓN (Lugar fuerte). Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:51). También llamada •Hilén (1 Cr. 6:58).

HOMAM (Furioso). Personaje en la descendencia de Esaú (1 Cr. 1:39).

HOMBRE El ser humano es la cumbre de la creación de Dios. Como tal, se le encargó gobernar la tierra (“... llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread...” [Gn. 1:28]). Este mandamiento incluye las ideas de poblar el planeta, dominar los recursos naturales para ponerlos a su servicio en perfecto equilibrio y ejercer señorío sobre todos los animales.

Tricotomía o dicotomía? Los pensadores del cristianismo oriental opinaban que el h. es una persona compuesta por tres partes: el •espíritu, el •alma y el •cuerpo. Se basaban para ello en lo que dice Pablo a los Tesalonicenses (“... y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” [1 Ts. 5:23]). Explicaban los eruditos que el cuerpo, que es la parte “inferior” de la persona, se comunicaba con el espíritu, que es la parte superior, por medio de alma, que es la parte intermediaria entre los dos. Esta manera de pensar estaba influenciada por el platonismo. Pero entre los pensadores de Occidente se aceptaba más bien la idea de la dicotomía, que ve al h. dividido en dos, cuerpo y alma. Los teólogos de la Reforma parecieron preferir la tricotomía. Pero actualmente se prefiere hablar de una dicotomía moderada, llegándose a decir que el ser humano no es como un edificio de tres niveles (cuerpo, alma y espíritu). Pero que en el nivel segundo (el alma) existen dos ventanas por las cuales el h. se asoma a dos direcciones: hacia arriba y hacia abajo. Llamamos “alma” a lo que mira hacia abajo y “espíritu” a lo que mira hacia arriba.

Unidad. El ser humano, sin embargo, es una unidad. Así lo enseñan tanto el AT como el NT. De tal modo están imbricados cuerpo y alma que la visión bíblica no describe como h. a un alma sin cuerpo, ni a un cuerpo sin alma. Así, los pecados del alma son pecados del h. y los pecados del cuerpo también. Cuando las Escrituras presentan a un alma como separada del

cuerpo por haber muerto éste, siempre se está hablando de un estado intermedio, de espera, hasta la futura resurrección, cuando esa alma será dotada de un cuerpo espiritual para que pueda ser el h. nuevo.

El h. y el cosmos. Como fue tomado “del polvo de la tierra” (Gn. 2:7), el ser humano está íntimamente ligado a la naturaleza material. El no fue creado “exnihilo”, de la nada, sino de la tierra. Parte de lo que constituye su ser proviene de los mismos elementos que se encuentran en la naturaleza que le rodea. Esa parte material de él es lo más inmediato, lo que le apela con más urgencia (“... lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual” [1 Co. 15:46]). Las fuerzas de la naturaleza influyen en él y viceversa. La íntima vinculación entre h. y naturaleza comienza a apreciarse en el lenguaje del Génesis, cuando se dice al h.: “Maldita será la tierra por tu causa” (Gn. 3:17). El pecado afecta el interior del ser humano y éste, entonces, se torna incapaz de mantener equilibradamente su señorío sobre la tierra. Surge la llamada ley de entropía, según la cual con cada obra organizativa que el h. hace en el mundo crea un desorden en alguna otra parte del mismo. El trabajo del h., que antes de la •caída era agradable y gozoso, se torna dificultoso, y la tierra, además, sufre el daño ecológico (“... espinas y cardos te producirá” [Gn. 3:18]). Por eso Pablo dice que “la creación fue sujetada a vanidad” y a “esclavitud de corrupución” (Ro. 8:20–21). También se ve esa íntima relación en el hecho de que la obra de redención que hace nuestro Señor Jesucristo abarca, no solamente al h., sino a la creación misma. Por eso “toda la creación gime a una”, esperando el momento en que sea libertada, en el día de “la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Ro. 8:21).

La imago Dei. En el relato de la •creación, se habla de la imagen de Dios en el h. (“Hagamos al h. a nuestra imagen...” [Gn. 1:26]). El h. fue el único ser a quien Dios hizo a su imagen y semejanza (Gn. 1:26). Es, al mismo tiempo, el objeto de la redención. La eminente dignidad de la persona humana se deriva de esos hechos. El tema de la imagen de Dios en el h. (imago Dei) ha sido objeto de muchos debates a través de los siglos. Cuando los teólogos reformadores lo expresan se están refiriendo al estado inocente del h., antes de la •caída. Las Escrituras no ofrecen una descripción detallada que nos permita decir de manera categórica en cuál sentido el h. fue creado a la imagen de Dios. En términos generales, puede decirse que el h. fue hecho con facultades racionales, morales y espirituales que le permitían relacionarse con Dios mismo. El h., como Dios, es una persona dotada no solamente de atributos divinos que le permiten razonar y hablar, sino también de cualidades divinas como la santidad y el amor. Todo eso gracias a que Dios insufló en el ser humano su divino soplo (Gn. 2:7). Todos estos rasgos que le hacen ser imagen de Dios fueron dañados por el pecado, pero no destruidos por completo. El pecado hace que la imagen de Dios en el h. se desfigure. El h. conserva todavía su capacidad de pensar y expresarse, pero muy disminuida en comparación con el desarrollo que hubiera tenido de no haber pecado. De igual manera los h. conservan nociones de justicia y santidad que están escritas en sus conciencias, pero mezcladas con la presencia del pecado.

El soplo divino no hizo inmortal al h. pero sí le dio la posibilidad de llegar a serlo, si obedecía a Dios. De ahí que Dios sacó del Huerto del Edén el •árbol de la vida, diciendo: “Ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Gn. 3:22). En su estado de inocencia, el h. incluso estaba preparado para vivir sin morir, pareciéndose en eso a Dios. Es decir, estaba preparado para la inmortalidad. Pero el pecado trajo la muerte.

Ante esto, Dios decidió hacer una nueva creación, con un nuevo h.: Jesucristo, que es la verdadera imagen del Dios invisible (Col. 1:15), quien podía decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn. 14:9). El NT señala al Señor Jesús como el modelo de h. que Dios ama. El carácter de Cristo es el carácter de Dios. Enseña, además, que todos los creyentes están pasando por un proceso de transformación que les conduce a parecerse cada día más a

Jesús, esto es, que se forma en ellos un nuevo h. (“... hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” [Ef. 4:13]).

HOMBRES DE A PIE Término de origen militar. Se usaba para señalar a los soldados de infantería (“Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil h. de a p., sin contar los niños” [Éx. 12:37]). Los “hombres de a caballo” eran los que tenían cabalgaduras o iban en carros. Cuando José llevaba los restos de su padre Jacob, “subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande” (Gn. 50:9).

HOMER •Pesos y medidas de la Biblia

HOMICIDIO Después de la •caída, el próximo pecado que la Biblia narra es la muerte de •Abel por parte de Caín (Gn. 4:8). La seriedad de este crimen a los ojos de Dios se ve en la expresión “la voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Gn. 4:10). Y tras el •diluvio Dios enfatizó el mandamiento de que “el que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre” (Gn. 9:5–6). Sólo debía derramarse la sangre de una persona que había matado a otra. Nunca debía ser “derramada sangre inocente en medio de la tierra” (Dt. 19:10; 13; 21:8; 27:25). Uno de los Diez Mandamientos es: “No matarás” (Éx. 20:13; Dt. 5:17). “No matarás al inocente y justo” (Éx. 23:7). Para el h. se establecía, sin embargo, la pena de muerte (“El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá” [Éx. 21:12]) si se trataba de algo intencional. No se permitía pagar dinero para librar a un homicida (Nm. 35:31). Un pariente del muerto podía actuar como “el vengador de la sangre”, persiguiendo al criminal para darle muerte (Nm. 35:18–19). Para los casos en que la muerte había sido involuntaria o accidental se establecieron en Israel las ciudades de refugio, lugares adonde podía huir “el homicida que hiriere a alguno de muerte sin intención” (Nm. 35:11). Había que hacer un juicio, y nadie podía ser condenado por h. sin el testimonio concordante de dos o tres testigos (Dt. 17:6). Si alguien se había acogido a una •ciudad de refugio el juicio debía determinar si la muerte fue accidental, en cuyo caso la persona podía quedarse viviendo en el lugar hasta la muerte del sumo sacerdote. Si se establecía lo contrario debía ser ejecutada (Éx. 21:13; Nm. 35:22–23; Dt. 19:4–6). Se procuraba poner en claro si el que cometió el hecho había utilizado algún arma o instrumento ofensivo, o si tenía algún odio o enemistad con el muerto.

El h. se castigaba aun en el caso de que el fallecido fuera un esclavo (Éx. 21:20–21). Si alguien tenía un animal con tradición de agresividad y por su descuido éste mataba a otra persona, el dueño debía morir (Éx. 21:29). Pero si se mataba a un ladrón que “fuere hallado forzando una casa”, no había culpa, siempre que el hecho aconteciera durante la noche (Éx. 22:2–3). Los israelitas debían poner mucho empeño en no permitir que los h. quedaran impunes, por su efecto contaminador sobre la tierra. En el caso de que “fuere hallado alguien muerto, tendido en el campo, y no se supiere quién lo mató”, había que hacer una ceremonia especial para quitar “la culpa de la sangre inocente” de en medio del pueblo (Dt. 21:1–9).

En los tiempos del NT regían en Israel las leyes romanas. De conformidad con éstas la pena de muerte sólo podía ser dictada por las autoridades imperiales (Jn. 18:31–32). La responsabilidad del Estado en cuanto al castigo de los criminales se enseña en las palabras de Pablo a los Romanos, cuando dice que “las autoridades superiores ... por Dios han sido establecidas”. Y que el magistrado es “servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo”, lo cual incluye el uso de la espada. Una clara alusión a la pena de muerte (Ro. 13:1–4).

HOMILÉTICA •Predicación.

HOMOSEXUALIDAD La Biblia señala que la práctica de la h. es un pecado. En Gn. 9:22–27, se narra que estando Noé borracho, “Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre”. Cuando Noé “supo lo que le había hecho su hijo más joven”, lanzó una maldición. Las palabras “vio la •desnudez”, siguiendo la idea de Lev. 18, donde se prohíbe “descubrir la desnudez” de ciertos parientes, sugieren algún acto indecoroso más allá de la simple vista. Este pasaje se relaciona con la tradicional acusación de desviaciones y perversiones sexuales que se le hace a los pueblos cananeos, descendientes de Cam.

La próxima referencia al tema aparece en el relato de •Lot en •Sodoma (Gn. 19:1–38). La expresión de los sodomitas: “Sácalos, para que los conozcamos”, refiriéndose a los varones que visitaban a Lot, es una alusión a actos sexuales, aunque algunas personas opinan que el pecado de los sodomitas fue solamente el haber faltado al deber de la hospitalidad. La palabra “sodomita”, tal como se usa en la RV60, es una traducción que se refiere a los hieródulos, hombres que ejercían la prostitución con hombres y mujeres en santuarios y cultos paganos. En hebreo, la palabra que los señala no se deriva de Sodoma (cedom), pues hay un término específico para este tipo de persona: qadesh, con una connotación muy religiosa. Otro incidente digno de observación es el de Jue. 19:16–30, donde unos benjamitas quisieron tener relaciones sexuales (“Saca al hombre ... para que lo conozcamos”) con un levita y terminan infligiendo grandes maltratos a su mujer. Esto ocasionó una guerra civil en Israel (Jue. 20:1–48).

Dios prohibió la práctica de la h.: “No haya ramera de entre las hijas de Israel, ni haya sodomita [qadesh] de entre los hijos de Israel” (Dt. 23:17). En el versículo siguiente se añade: “No traerás la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová” (Dt. 23:18). El término “perro” (Ap. 22:15) se aplicaba a los que practicaban la prostitución masculina en los templos paganos. Parte del pago que éstos recibían se dejaba para uso en el templo del caso, que es lo que se prohíbe hacer en el •templo de Dios. No sólo la Biblia los llama así, sino que en textos paganos se usa también el término en esa forma. Los griegos los llamaban kinaidos por la apariencia que daban al practicar este abominable acto. Pero los israelitas copiaron estas prácticas de los cananeos, especialmente con el culto de •Astarot o •Astarté. Así, hubo “sodomitas en la tierra, e hicieron conforme a todas las abominaciones de las naciones...” (1 R. 14:24). Los reyes •Asa y •Josafat trataron de eliminarlos (1 R. 15:12; 22:46). En la reforma religiosa de •Josías se derribaron “los lugares de prostitución idolátrica” que estaban en la casa de Jehová, que incluía a sodomitas (2 R. 23:7).

La tradición israelita consideró la h. como una aberración, y su práctica como una violación de la naturaleza y de las leyes de Dios. Al compararse con otros pueblos, los judíos hacían resaltar la h. practicada por los gentiles como un signo de degradación, mientras que entre ellos, los judíos, no se conocía la h. como una costumbre generalizada de la población. En el Libro III de los “Oráculos Sibilinos”, obra pseudoepigráfica del período intertestamentario, un autor judío del siglo II a.C. compara la moral israelita con la de los romanos. De estos últimos dice: “Gran decadencia conocerán aquellos hombres ... el varón con el varón tendrá comercio carnal, a sus hijos expondrá en vergonzosas casas....” Mientras que de los judíos expresa: “La santa raza de hombres seguirá existiendo ... los hombres tienen el pensamiento puesto en el santo lecho y no se unen impuramente con muchachos....” Años después, Pablo, escribiendo sobre la corrupción y decadencia entre los paganos, dice que “aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza” (Ro. 1:26). Asimismo, dijo que “los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres” (Ro. 1:27).

Las Escrituras condenan totalmente la práctica de la h., pues “ni los afeminados, ni los que se echan con varones ... heredarán el reino de Dios” (Gá. 6:9–10). Esta condena, sin embargo, no es diferente a la que recibirán los promiscuos sexuales, pues en el mismo versículo se mencionan “los fornicarios ... los adúlteros”, que también son excluidos del

reino. Si la sociedad hace diferencia entre fornicarios y adúlteros, por un lado, y los homosexuales, por otro, se trata de un criterio social que no figura en la mente de Dios, que condena la promiscuidad heterosexual de igual manera que la h. No debe confundirse, sin embargo, la inclinación homosexual, ni aun los deseos de este tipo, con su práctica. Como no se confunden los deseos de matar, o de mentir o de hacer cualquier otra cosa mala, con su realización en el campo de los hechos.

HOR (Colina, monte, montaña). Nombre de lugares del AT.

1. Monte en la frontera de •Edom. Tras salir de •Cades, el pueblo de Israel se detuvo en H. al negarle los edomitas el paso por su territorio. El oficio de sumo sacerdote fue traspasado allí a Eleazar, hijo de Aarón, que luego murió (Nm. 20:19–21; 33:37–39). En Deut. 10:6 se usa el nombre de Mosera para el lugar donde murió Aarón. Existe una tradición que señala a H. como una montaña llamada Jebel Harún (monte de Aarón) entre el extremo S del •mar Muerto y el golfo de Aqaba, de una altura de 1.440 m. Otros afirman que un promontorio más bajo, Jebel Madeira, como el H. mencionado en el libro de Números.

2. Monte que fue puesto como uno de los lugares que marcaba la frontera N de Israel, que iba “desde el mar Grande ... al monte de H.” y de allí “a la entrada de Hamat” (Nm. 34:7–8). Se desconoce su ubicación exacta.

HORA En el AT no se conocía la división del día en h. Esto vino a practicarse después del exilio. Pero en tiempos del NT ya se utilizaba la división en doce h. (“¿No tiene el día doce h.?” [Jn. 11:9]). El día comenzaba a contarse a partir de las seis de la mañana y terminaba a las seis de la tarde. Ese es el sistema que se utiliza mayormente en la Escritura. Así, “la h. tercera del día” (Mt. 20:3) correspondía a las nueve de la mañana; “la h. sexta”, a las doce del mediodía; “la h. novena”, a las tres de la tarde (Mt. 20:5), etcétera. El evangelio según Juan, sin embargo, utiliza el método romano para dividir el día, por lo cual en Jn. 19:14, cuando Pilato sacó al Señor Jesús ante el pueblo, era “como la h. sexta”. En el método romano “la h. sexta” equivalía a las doce m. (Jn. 4:6), “la h. décima”, a las cuatro de la tarde (Jn. 1:39); etcétera. Los otros evangelistas, al hablar de las h., usaron el método judío.

También se utiliza el término para señalar la idea del “momento preciso”, indicándose que era o no el momento adecuado u oportuno para una cosa. Así, “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su h.” (Ec. 3:1). Hubo ocasiones en las cuales se intentó hacer daño al Señor Jesús, pero no se pudo “porque aun no había llegado su h.” (Jn. 7:30; 8:20). •Día. •Tiempo.

HORAM (Altura). Rey cananeo de la ciudad de •Gezer que “subió en ayuda de •Laquis” cuando ésta fue atacada por Josué. Fue derrotado y su pueblo destruido (Jos. 10:31–33).

HORCA Instrumento de suplicio para condenados a muerte. Generalmente consiste de una soga con un lazo, que se cuelga de un palo. Los egipcios utilizaban la h. (Gn. 40:22). Dios ordenó a Moisés ahorcar a “los príncipes del pueblo” de Israel que participaron en el pecado de •Baal-peor (Nm. 25:4). Siete varones de la descendencia de Saúl fueron ahorcados en Gabaa (2 S. 21:6–13). Se menciona a dos personas que se suicidaron mediante el método del ahorcamiento: •Ahitofel y Judas (2 S. 17:23; Mt. 27:5). Se ha discutido mucho sobre la h. que se menciona en Est. 2:23; 5:14; 6:4; 7:9–10, etcétera, pues no se tiene conocimiento de que los persas practicaran el ahorcamiento para ejecutar a los reos, sino que más bien los empalaban ( •Cruz). En el caso de los blasfemos, después de apedreados se colgaban sus cuerpos “en un madero ... porque maldito por Dios es el colgado” (Dt. 21:22–23), pero cuando apareció la crucifixión, costumbre más bien romana, se consideró a ésta como equivalente al ahorcamiento.

HOREB •Sinaí.

HOREM (Sagrada). Una de las “ciudades fortificadas” que correspondió a la tribu de Neftalí en la repartición de la tierra (Jos. 19:38).

HOREO Pueblo muy antiguo que habitaba en la parte oriental de la Anatolia, en la alta Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates, una zona que hoy abarca parte de Iraq, Turquía e Irán (Persia). Antiguamente se llamaba a esa región el reino de Mitani. Otro nombre es el de los hurritas. Algunos pueblos h. emigraron hacia el S y fundaron ciudades por Canaán, llegando a ocupar una vasta región entre el •mar Muerto y el golfo de Akaba, muchas veces llamada •Seir. Los descendientes de Esaú, edomitas, “los arrojaron de su presencia y habitaron en lugar de ellos” (Dt. 2:12, 22). La arqueología ha sugerido que en Seir floreció una civilización que fue destruida aproximadamente en el siglo XVIII a.C. y que no se recuperó durante unos cinco siglos, hasta el XIII a.C. Los edomitas dominaron a los h. y se mezclaron con ellos. Gn. 36:20–21 ofrece una lista de líderes h. cuyos nombres han sido identificados como de origen hurrita. Cuando •Quedorlaomer vino a pelear contra Sodoma derrotó a muchos pueblos, entre ellos “a los h. en el monte de Seir” (Gn. 14:6).

Existían algunos asentamientos h. en el centro de Canaán que fueron luego desalojados por los israelitas. Algunas costumbres mencionadas en tiempos patriarcales son identificadas como de origen hurrita. Una mujer estéril debía dar a su esposo una concubina, como es el caso de Sara (Gn. 16). Raquel hurtó los ídolos de su padre porque según la costumbre hurrita el yerno podía heredar al suegro si tenía en su poder los ídolos de éste (Gn. 31:19). Los hurritas también reconocían el derecho de las hijas a la herencia, lo cual coincide con lo que aconteció con las hijas de Zelofehad (Nm. 27:1).

HORES (Bosque, floresta). Lugar en el desierto de •Zif donde David se escondió huyendo de Saúl. Allí le visitó •Jonatán, reafirmándole su amistad (1 S. 23:15–18). “Los de Zif” denunciaron a David, pero David escapó al desierto de •Maón (1 S. 23:19–24). El Sal. 54 está vinculado a esta experiencia. H. Debió ser un pequeño oasis en medio de aquella zona estéril. Queda al sudeste de •Hebrón y hoy es conocido como Tell-zif.

HORI (Noble). Nombre de personas del AT.

1. Personaje del pueblo de los •horeos. Hijo de Lotán (Gn. 36:22).

2. Personaje de la tribu de Simeón. Su hijo Safat fue uno de los espías enviados a la tierra de Canaán (Nm. 13:5).

HORMA (Total destrucción). Ciudad cananea cuyo nombre original era •Sefat. Cuando los israelitas, en desobediencia, intentaron entrar por sus propias fuerzas en la Tierra Prometida, los cananeos les infligieron una derrota “persiguiéndolos hasta H.” (Nm. 14:45). Pero más tarde “Judá con su hermano Simeón ... derrotaron al cananeo que habitaba en Sefat y la asolaron; y pusieron por nombre a la ciudad H.” (Nm. 21:1–3; Jue. 1:17), por lo cual se menciona su rey como uno de los conquistados por los israelitas (Jos. 12:14). Al parecer la participación protagónica de las dos tribus mencionadas hace que H. aparezca como asignada a ambas (Jos. 15:30; 19:4; 1 Cr. 4:30). Quedaba en el borde del Neguev, en tierra de Judá, al E de •Beerseba, no lejos de •Siclag (Jos. 15:30). Se señalan varios sitios como ubicaciones posibles de H.

HORMIGA Insecto himenóptero abundante en casi todas partes del mundo y conocido por su laboriosidad. Las h. trabajan en una forma muy organizada acumulando alimentos en las galerías subterráneas donde habitan. Hacen esto para poder alimentarse en la época cuando la obtención de dichos alimentos se torna más difícil o imposible, especialmente en el invierno.

En Proverbios se pone como ejemplo el orden con el que trabajan las h. “no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor” y la demostración de previsión que hacen, (Pr. 6:6–8; 30:25). Nombre científico: Messor semirufus. •Animales de la Biblia.

HORNO La obra de fábrica o el utensilio que sirve para crear un ambiente de alta temperatura donde se pueda cocer una masa. Varias palabras hebreas se traducen como h. en las Escrituras. Los h. domésticos para cocer pan tomaban muchas formas. Una de ellas era un agujero en el piso recubierto con algún material de alfarería. Éste se calentaba, poniéndose luego la masa encima hasta cocerse. También se usaban grandes vasijas de alfarería que podían llegar a unos 91 cm de altura, con una abertura en la parte superior y una base ancha en la cual había un agujero para introducir el combustible y extraer las cenizas. La masa se ponía encima del agujero superior, sobre un recipiente. El combustible que se usaba era paja (Mt. 6:30), a veces mezclada con estiércol o leña (1 R. 17:10–13). El rescoldo eran brasas que se conservaban entre las cenizas y, a veces, se prefería cocer la masa sobre él. Algunas de las ofrendas a Jehová eran “cocidas en h.” (Lv. 2:4).

Los h. para cocer ladrillos no eran abundantes en tierra de Israel, pues más bien se trata de una técnica desarrollada en Mesopotamia. Los israelitas hacían sus ladrillos secándolos al sol. Por eso algunos eruditos piensan que donde se dice que David puso a los amonitas a realizar trabajos forzados en “los h. de ladrillos”, es preferible traducir “moldes de ladrillos” (2 S. 12:31). Existen pruebas documentales de que los caldeos acostumbraban ejecutar a reos lanzándolos en un “ h. de fuego ardiendo” como aquel al cual fueron arrojados •Sadrac, Mesac y Abed-nego (Dn. 3:6–30). Quizás usaban para ello un h. de los construidos para cocer ladrillos.

También se mencionan en la Biblia como h. a los crisoles para fundir metales (“Te he purificado, y no como a plata; te he escogido en h. de aflicción” [Is. 48:10]). Las situaciones de aflicción en que se encontraba el pueblo de Dios en Egipto se comparan con un h. de este tipo (Dt. 4:20). El término se utiliza, asimismo, en alusiones al •infierno (“... y los echarán en el h. de fuego” [Mt. 13:42, 50]).

HORONAIM Ciudad moabita mencionada por Isaías y Jeremías en profecías contra •Moab (Is. 15:5; Jer. 48:3, 5, 34) relacionadas con la invasión asiria. H. quedaba en la ruta que siguieron los asirios y sufrió grande destrucción. H. estaba cerca de •Zoar. Las expresiones “a la subida de Luhit” y “a la bajada de H.” (Jer. 48:5) sugieren que estaba situada junto a una meseta, dominando un camino, probablemente el que ascendía desde el extremo S del mar Muerto. Se le identifica con el-Araq, lugar donde pueden verse hoy muchas cuevas, a unos 10 km al S de Kir de Moab.

HORONITA Gentilicio utilizado junto al nombre de •Sanbalat, uno de los adversarios de Nehemías (Neh. 2:10, 19; 13:28). Es posible que sea una alusión a •Bet-horón.

HOSA (Refugio). Nombre de lugar y de persona en el AT.

1. Villa mencionada como parte de la frontera del territorio de la tribu de Aser (Jos. 19:29). No se conoce su ubicación exacta, sólo que quedaba cerca de Tiro.

2. Levita. Portero en el •templo (1 Cr. 16:38).

HOSAMA (Jehová ha oído). Uno de los hijos del rey •Jeconías (1 Cr. 3:17–18).

HOSANNA Traducción al griego de una voz o exclamación que aparece en el Sal. 118:25, que significa “Oh Jehová, sálvanos ahora”. La palabra se pronuncia con acento en la última vocal. En las grandes festividades, especialmente la pascua y la fiesta de los tabernáculos, las multitudes hacían coro respondiéndole al sacerdote que leía lo que se llamaba “el •Hallel”, o sea el conjunto de salmos de alabanza del 113 al 118. En lo que se conoce como “la entrada triunfal” del Señor Jesús en Jerusalén la multitud espontáneamente comenzó a hacer lo mismo clamando: “¡ H. al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡H. en las alturas!” (Mt. 21:9; Mr. 11:9; Jn. 12:13).

HOSPITALIDAD El recibir en casa al extranjero, o al viajero, proveyéndole de sustento y alojamiento era una costumbre con características de institución moral entre los hebreos, herencia de su historia como pueblo nómada. Era una práctica vista como el ejercicio de una gran virtud. Job, por ejemplo, se cuidaba de cumplir con este deber (“El forastero no pasaba fuera la noche; mis puertas abría al caminante” [Job 31:32]). Los israelitas debían ejercer la h. tomando en consideración la historia misma de Israel (“... porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto” [Lv. 19:34]). Desde los tiempos patriarcales, el ofrecer h. era algo en lo cual una persona justa ponía empeño. Cuando Abraham vio a tres varones venir hacia él, “salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos” y los atendió, poniéndolos cómodos y ofreciéndoles abundante comida (Gn. 18:1–8). De igual manera •Labán recibió al siervo de Abraham, al cual •Rebeca dijo: “... hay en nuestra casa paja y mucho forraje, y lugar para posar” (Gn. 24:23–31). •Jetro se apresuró a ofrecer h. a Moisés (Éx. 2:20). Cuando un •ángel anunciaba el nacimiento de •Sansón a sus padres, éstos le ofrecieron su h. y quisieron darle comida (Jue. 13:15–20). La mujer sunamita construyó un aposento para alojar al profeta Eliseo (2 R. 4:8–11).

En el acto de ofrecer h. se envolvía el honor del dueño de la casa. Cuando Lot vio a los ángeles que vinieron a Sodoma “se levantó a recibirlos” y les invitó (“... os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino”). Luego se empeñó en defenderlos de los habitantes de Sodoma que le decían: “Sácalos, para que los conozcamos”. Les rogó que no hicieran “tal maldad” y les ofreció sus propias hijas. Decía de los varones: “... vinieron a la sombra de mi tejado”, cosa que pedía que se respetara (Gn. 19:1–10). La gran maldad de los sodomitas no consistía solamente en sus deseos aberrantes, sino en haber roto con el sagrado deber de la h. Algo parecido acontecería en el caso del levita cuya mujer fue violada y muerta en Gabaa. “Un hombre viejo” les dio alojamiento, aunque luego unos “hombres perversos” actuaron deshonrosamente (Jue. 19:1–30).

Se relatan en la Biblia casos de h. que tuvieron una recompensa, como el ejemplo de •Rahab. Según algunos eruditos y tradiciones judías, esta mujer no era una ramera sino una persona de baja reputación porque lo que hacía era manejar un hostal o mesón. Por haber recibido a los espías que envió Josué fue librada de la destrucción de Jericó (Jos. 2:1–21). Cuando David huía de la rebelión de •Absalón, •Barzilai galaadita le recibió con bastimentos y le ayudó, y fue recompensado a través de su hijo o siervo •Quimam (2 S. 17:27–29; 19:37–38). También se registran casos en los cuales se castigó a alguien por haber faltado al deber de h. Eso hizo Gedeón con las ciudades de •Sucot y •Peniel, que le negaron socorro cuando luchaba contra los madianitas (Jue. 8:5–9). David estuvo a punto de tomar represalias contra •Nabal porque éste no cumplió con el deber de h. para con él (1 S. 25:2–38).

El profeta Isaías, cuando denunciaba el mal uso del ayuno que hacían los israelitas, decía: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí ... [que] a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras?” (Is. 58:7). En los Evangelios aparecen otros ejemplos de h. El Señor Jesús envió a sus discípulos diciéndoles que al llegar a una ciudad preguntaran “quién en ella sea digno” y posaran en su casa (Mt. 10:11–15). Tenía que ser así, porque no abundaban las facilidades públicas de hospedaje. Y las que había, por lo regular, no

eran de muy buena reputación. El Señor mismo disfrutó de la h. de distintas personas, como •Simón el fariseo (Lc. 7:36, 40), o •Zaqueo (Lc. 19:1–10), o •Marta y sus hermanos (Lc. 10:38–42).

La cortesía hacia el huésped incluía el facilitarle el lavado de los pies, a veces se ungía si era un invitado de honor, se le proveía de comida y cama. En los tiempos de la iglesia primitiva se hacía mucho énfasis en la h. Se animaba a los hermanos a practicarla (“... compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la h.” [Ro. 12:13]). Se recuerda a los creyentes que “por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (He. 13:2). Por lo tanto, debían hospedarse unos a otros “sin murmuraciones” (1 P. 4:9). Eso debía ser algo sobresaliente en los obispos o pastores (1 Ti. 3:2; Tit. 1:8). También las viudas que aspiraban a recibir ayuda de la iglesia debían ser personas conocidas por su h. (1 Ti. 5:10).

HOTAM (Anillo de sellar). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Heber (1 Cr. 7:32).

2. Padre de Sama y Jehiel, dos de los valientes de David. Era de •Aroer #2 (1 Cr. 11:44).

HOTIR (Abundancia). Uno de los catorce hijos varones del cantor •Hemán que “estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová”. Le correspondió la vigesimoprimera suerte en el culto (1 Cr. 25:4, 28).

HUCOC (Zanja). Nombre de lugares del AT.

1. Villa que se encontraba en la frontera del territorio de la tribu de Neftalí (Jos. 19:34). Algunos la identifican con la actual Yaquq, a unos 10 km al NO de •Capernaum, pero eso no parece estar totalmente de acuerdo con el registro bíblico, sino más posible que sea un asentamiento llamado Hikok, cerca de Tiberias.

2. Villa en el territorio de la tribu de Aser. Fue ciudad levítica (1 Cr. 6:75). En la Edad Media se creía que allí estaba la tumba del profeta •Habacuc, por el parecido de los nombres. = •Helcat.

HUÉRFANO Los niños sin padres, junto con las •viudas y los •extranjeros, eran considerados en Israel como los marginados sociales, los que merecían especial cuidado de la comunidad por su estado de indefensión. Dios “no hace acepción de personas, ni toma cohecho ... hace justicia al huérfano y a la viuda ... ama también al extranjero...” (Dt. 10:17–18). Los h. participaban en las fiestas de Israel, pues cuando se traían las ofrendas, venía “el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el h. y la viuda ... y comerán y serán saciados” (Dt. 14:29). Al hacer las cosechas, había que dejar en el campo frutos sin recoger (“... serán para el extranjero, para el h. y para la viuda” [Dt. 24:20]). Los israelitas debían tratar bien a los h., especialmente otorgándoles un trato de justicia (“Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero, del h. y de la viuda” [Dt. 27:19]). En el libro de Santiago se dice que “la religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los h. y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Stg. 1:27).

HUERTO Porción de tierra, generalmente pequeña, dedicada al cultivo de frutos. Después de su vida nómada, los hijos de Jacob vinieron a vivir en Egipto durante varios siglos, presenciando allí las costumbres agrícolas, que incluían el uso de las aguas del Nilo para irrigar grandes extensiones de tierra, pero también pequeños h. en los cuales se producían “los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos...” que luego quisieron comer cuando vagaban por el desierto tras el éxodo (Nm. 11:5). Dios les advirtió que la Tierra Prometida no era “como la tierra de Egipto ... donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu

pie, como huerto de hortaliza”, pues en Canaán se dependía de la lluvia (Dt. 11:10–11). Los israelitas hicieron sus h. también. La irrigación no era tan abundante como en Egipto, pero siempre se cultivaban en las cercanías de alguna fuente de agua. Si no se podía llevar por canales al h., entonces se cargaba ésta para regar las plantas. Generalmente se ponía una cerca alrededor de los h. (Cnt. 4:12) y se construía una enramada dentro de ellos (Lm. 2:6).

Los palacios reales y las casas de personas acomodadas tenían sus h. •Acab le pidió a •Nabot que le vendiera su viña para convertirla en “un h. de legumbres”, porque quedaba cerca de su palacio (1 R. 21:2). Había un gran h. en el palacio del rey •Asuero (Est. 1:5). A veces se utilizaban los h. como lugar de enterramiento, como fue el caso de •Manasés, que “fue sepultado en el h. de su casa, en el h. de •Uza” (2 R. 21:18). •José de Arimatea había construido una tumba en un h., donde fue luego enterrado el Señor Jesús (Jn. 19:41). El Señor acostumbraba reunirse, descansar y orar en el h. de •Getsemaní (Jn. 18:1).

La figura del h. habla de lugar de fructificación, abundancia, comodidad y felicidad. Por eso se utiliza unas nueve veces en Cantares (Cnt. 4:12, 15, 16; 5:1; 6:2, 11; 8:13). “Jehová Dios plantó un h. en Edén ... y puso allí al hombre que había formado” (Gn. 2:8). Esa idea está subrayada en Isaías, donde se dice que el hombre que agrada a Dios será “como h. de riego” (Is. 58:11). También en Jer. 31:12, pues el alma de los redimidos “será como h. de riego” en la era mesiánica. Por eso el Apocalipsis termina con la visión de un “río limpio de agua de vida” y “el árbol de la vida, que produce doce frutos... y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones” (Ap. 22:1–2).

HUESOS La parte dura que forma la armazón del cuerpo de los animales y del hombre. El término hebreo esem, se utiliza para ambos casos (“Su piel está pegada a sus h....” [Lm. 4:8]). No se debía quebrar ningún h. del cordero pascual (Éx. 12:46). Se usan las palabras “carne y hueso” para formar una expresión que significa relación íntima, parentesco. Adán dijo de Eva: “Esto es ahora h. de mis h. y carne de mi carne” (Gn. 2:23). •Labán le dijo a Jacob: “Ciertamente h. mío y carne mía eres” (Gn. 29:14). También se utiliza para señalar “los restos mortales” o el cadáver de una persona. José dijo a los hijos de Israel: “Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis h.” (Gn. 50:25). A veces, cuando se quiere expresar un sentimiento íntimo y muy profundo, se habla de que se siente “en los h.” Decía Jeremías: “... había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis h.; traté de sufrirlo, y no pude” (Jer. 20:9). En otras ocasiones la idea se relaciona con todo el ser (“Todos mis h. dirán: Jehová, ¿quién como tú...?” [Sal. 35:10]).

Cuando el Señor Jesús resucitó, dijo a sus discípulos: “Palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni h., como veis que yo tengo” —Lc. 24:39. Los que han creído en el Señor Jesús son “miembros de su cuerpo, de su carne y de sus h.” (Ef. 5:30).

HUÉSPED •Hospitalidad.

HUFAM (Habitante de la costa). Personaje en la descendencia de Benjamín. Cabeza de la familia de los •hufamitas (Nm. 26:39). También llamado •Hupim (Gn. 46:21; 1 Cr. 7:12, 15).

HUFAMITAS Familia de los descendientes de •Hufam (Nm. 26:39).

HUL Personaje en la descendencia de Sem. Hijo de Aram (Gn. 10:23).

HULDA (Comadreja). Profetisa que vivió en Jerusalén en tiempos del rey Josías. Era esposa de “Salum ... guarda de las vestiduras” de la corte. Cuando fue hallado el libro de la ley en una limpieza del •templo, •Josías ordenó que se consultara con H. No se tienen más detalles sobre esta profetiza, la única que se menciona como tal en el período de la monarquía, pero es evidente que era muy apreciada. H. predijo la destrucción de la ciudad, pero dijo que no

sucedería en tiempos de Josías, en atención a la sensible reacción de éste cuando leyó el libro de la ley (2 R. 22:12–20). En la tradición judía, H. tenía una escuela en Jerusalén, no lejos del •templo, una de cuyas puertas era llamada “la puerta de H.”

HUMILDAD La persona que se coloca a sí misma en una actitud de no exigir los merecimientos que le corresponden, o que renuncia a ellos por amor a otras personas, ejecuta el acto de humillarse. En ese sentido Dios, siendo grande y poderoso, “se sienta en las alturas”, pero “se humilla a mirar en el cielo y en la tierra” (Sal. 113:5–6). “Jehová es excelso, y atiende al humilde” (Sal. 138:6). Escribiendo a los filipenses, Pablo les puso el sublime ejemplo del Señor Jesús, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo ... se humilló...” (Fil. 2:5–11). El Señor dijo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11:29). Por lo tanto, en imitación al ejemplo de Dios, el humillarse constituye una virtud, contrapuesta siempre en la Escritura al pecado de la soberbia y el orgullo. “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Pr. 3:34; Stg. 4:10; 1 P. 5:5). “La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Pr. 29:23).

Ante la grandeza y santidad de Dios lo que corresponde al ser humano es adoptar una actitud de rechazo a toda pretensión u orgullo, inclinándose ante él en pleno acatamiento de su voluntad. A eso se le llama “humillarse” delante de Dios. Pero en ese caso el hombre no está abandonando o renunciando a nada, sino simplemente reconociendo la realidad. Esto debe hacerse en todo momento, pero sobre todo cuando Dios se manifiesta en juicio. La Biblia describe la vida de muchos reyes que pecaron contra Dios y no se humillaron. Pero aquellos que lo hicieron y buscaron el arrepentimiento recibieron perdón y prosperidad. Si el pueblo pecaba, pero luego se humillaba ante Dios y pedía su perdón él oiría desde los cielos (2 Cr. 7:14). Por ejemplo, cuando •Sisac invadió a Judá en tiempos de •Roboam, “los príncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehová”. Por su humillación, Dios no permitió que fueran destruidos (2 Cr. 12:6–7). También el rey •Acab se humilló delante de Dios, y evitó así un juicio (1 R. 21:27–29).

El término “humilde” se utiliza también de forma genérica para referirse a los pobres, los desamparados y marginados. Dios oye “el deseo de los humildes” (Sal. 10:17). Una cosa es humillarse y otra es ser humillado. Se humilla a una persona cuando se le trata mal, o por debajo del respeto que merece, o cuando se le destruye, o cuando se le avergüenza injustamente. Dios prometió humillar a los enemigos de Israel si éste le obedecía (Dt. 9:3; 33:29). El abuso sexual a una mujer constituía una humillación y era castigado con la muerte (Dt. 22:23–27). David confiesa: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba.... Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” (Sal. 119:67, 71).

En cuanto a la evaluación que la persona haga de sí misma, la h. no consiste en una autodifamación o en hablar mal de uno mismo. El creyente no debe tener “más alto concepto de sí que el que debe tener”, sino que ha de pensar de “sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Ro. 12:3). Pero en cuanto a la comparación con los demás, debe considerar “a los demás como superiores a él mismo”, lo cual le conducirá a no hacer nada “por contienda o vanagloria” y actuará siempre “con h.” (Fil. 2:3).

HUMTA (Lugar de lagartos). Villa que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:54).

HUPA (Cubierta, envoltura). Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondía el turno decimotercero en el orden establecido para el culto en tiempos de David (1 Cr. 24:13).

HUPIM •Hufam.

HUR (Noble). Nombre de personas del AT.

1. Personaje que aparece varias veces como asistente de Moisés. Acompañó a éste a la cumbre de un collado en los momentos de la pelea contra Amalec. “Aarón y H. sostenían sus manos” porque Moisés se cansó (Éx. 17:10–12). También quedó junto a Aarón con la responsabilidad de atender al pueblo cuando Moisés y Josué subieron al monte de Dios (Éx. 24:14). Según Josefo, H. era el esposo de •María, la hermana de Moisés.

2. Abuelo de Bezaleel, de la tribu de Judá, aquel que fue “llenado del Espíritu de Dios” para la obra del •tabernáculo (Éx. 31:2; 35:30; 38:22; 1 Cr. 2:19, 20; 2 Cr. 1:5).

3. Uno de los “cinco reyes de Madián” vencidos por Moisés y ejecutados cuando se hizo “la venganza de Jehová en Madián” (Nm. 31:3, 8; Jos. 13:21).

4. Padre de un oficial del rey Salomón que tenía la responsabilidad de gobernar “en el monte de Efraín” (1 R. 4:8).

5. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:1).

6. Personaje en la descendencia de Caleb (1 Cr. 2:50; 4:4).

7. Personaje en la ascendencia de Refaías, el que fue “gobernador de la mitad de la región de Jerusalén” en tiempos de Nehemías (Neh. 3:9).

HURAI (Noble). Habitante “del río Gaas” que fue uno de los valientes de David (1 Cr. 11:32).

HURI (Tejedor de lino). Personaje en la descendencia de Gad (1 Cr. 5:14).

HURÓN Animal cuadrúpedo, mamífero, parecido a un ratón grande. No se menciona específicamente en la Biblia, pero el profeta Isaías hace unas referencias a unas “criaturas lúgubres” que, por el contexto, se ha preferido traducir como h. (Is. 13:21). •Animales de la Biblia.

HURTO •Robo.

HUSA (Prisa). Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:4).

HUSAI (Rápido). Amigo de David (1 Cr. 27:33). Era miembro o descendía de una tribu o clan mencionados en Jos. 16:2 como habitantes en parte del territorio que se dio a los hijos de José. Cuando David tuvo que salir huyendo de su hijo •Absalón, “H. arquita ... le salió al encuentro, rasgados sus vestidos y tierra sobre su cabeza” queriendo acompañar al rey. Pero éste le pidió que se quedara en Jerusalén para que le mantuviera informado de lo que pasara y, además, frustrara los consejos del famoso sabio •Ahitofel, que había sido consejero de David (2 S. 15:32–37; 1 Cr. 27:33) y se había pasado a •Absalón. Así lo hizo H., contradiciendo lo propuesto por Ahitofel y avisando de todo a David (2 S. 17). Su hijo •Baana fue oficial de Salomón, gobernando en Aser y Alot (1 R. 4:16).

HUSAM (De prisa). Uno de “los reyes que reinaron en la tierra de •Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel” (Gn. 36:34), lo cual no quiere decir que fuera necesariamente edomita. Era “de tierra de •Temán”.

HUSATITA Gentilicio usado junto al nombre de •Sibecai, o •Mebunai, uno de los valientes de David (2 S. 21:18; 23:27; 1 Cr. 11:29).

HUSIM (De prisa). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Dan (Gn. 46:23).

2. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Aher (1 Cr. 7:12).

3. Una de las mujeres de Saharaim, a la cual abandonó para irse a Moab. Madre de •Abitob y •Elpaal (1 Cr. 8:8, 11).

I

IBDAS (Corpulento). Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:3).

IBHAR (Dios escoge). Hijo de David. Uno de “los que le nacieron en Jerusalén” (2 S. 5:15).

ÍBICE Especie de cabra montés. Habita mayormente en zonas montañosas. El macho tiene cuernos semicirculares y anillados en la superficie anterior. Era apto para comerse (Dt. 14:5). •Animales de la Biblia.

IBIS Ave zancuda. Aparte de sus largas patas, su cuerpo es del tamaño de una gallina. Su pico es largo y curvo. Habita en las proximidades de ríos, lagos y charcas, alimentándose de insectos y animales pequeños. Era considerado como animal sagrado por los egipcios, que le rendían culto. Esto probablemente se debía a que aparecía en el Bajo Egipto cuando el Nilo se desbordaba, creyéndosele muy beneficioso para la agricultura. No apto para comerse (Lv. 11:17; Dt. 14:16). •Animales de la Biblia.

IBLEAM (Él destruye al pueblo). Una de las villas, al O del Jordán, que la tribu de Manasés tenía dentro del territorio de Isacar y de Aser (Jos. 17:11). Originalmente los de la tribu de Manasés no pudieron expulsar a los cananeos habitantes de I. (Jue. 1:27). Fue ciudad levítica. •Bileam (1 Cr. 6:70). Cuando •Jehú mató al rey •Joram, el rey •Ocozías salió huyendo, pero los soldados de •Jehú lo alcanzaron en I. y le mataron (2 R. 9:27). I. es Jirbet Belameh, a unos 27 km al SE de •Meguido.

IBNEÍAS (Jehová construye). Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 9:8).

IBNÍAS (Jehová construye). Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 9:8).

IBRI Levita. Fue de los que “echaron suertes ... delante del rey David, y de Sadoc, y de Ahimelec” para definir sus turnos en el servicio del •templo (1 Cr. 24:27, 31).

IBZÁN (Veloz). Juez que juzgó a Israel, después de •Jefté. Era de •Belén, de la tribu de Zabulón."Tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos" (Jue. 12:8–10).

ICABOD (Sin gloria). Hijo de •Finees. Nieto del sacerdote •Elí. Su madre lo dio a luz cuando recibió la noticia de la muerte de su suegro y su marido, y supo que el arca había caído en manos de los filisteos, por lo cual dijo: “Traspasada es la gloria de Israel” (1 S. 4:21).

ICONIO Ciudad principal de la región de Licaonia, en la Anatolia (Turquía) o Asia Menor central. A su vez, Licaonia formaba parte de la región más amplia llamada Galacia. I. quedaba a 32 km al N de Listra. Hoy se le conoce como Konya. Tras ser expulsados de •Antioquía de Pisidia, Pablo y Bernabé visitaron I. , donde “se detuvieron mucho tiempo hablando con denuedo”, pero de allí tuvieron también que salir huyendo hacia Listra y •Derbe (Hch. 13:51;

14:1–6). Mientras predicaban allí vinieron “unos judíos de Antioquía e I. , que persuadieron a la multitud” y apedrearon a Pablo. A pesar de eso, el apóstol volvió a I. , “confirmando los ánimos de los discípulos” (Hch. 14:19–22). El apóstol recuerda a •Timoteo, entre otras, la persecución que sufrió en I. (2 Ti. 3:11). Se cree que Pablo, en su tercer viaje misionero, volvió a I. , esto se deduce de la expresión “recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia” de Hch. 19:23.

IDALA (Memorial de Dios). Villa en el territorio adjudicado a Zabulón en la repartición de la tierra (Jos. 19:15).

IDDO (Aprox. Perteneciente a la fiesta sagrada). Nombre de personas del AT.

1. Padre de un oficial del rey Salomón, llamado Ahinadab (1 R. 4:14).

2. Levita en la descendencia de Gersón (1 Cr. 6:21).

3. Funcionario del rey David que gobernaba sobre la “media tribu de Manasés, en Galaad”. Su padre se llamaba Zacarías (1 Cr. 27:21).

4. Profeta que emitió oráculos “contra •Jeroboam hijo de Nabat” (2 Cr. 9:29). Se sabe que su profecía fue escrita y que sirvió como fuente para el o los escritores de las Crónicas. No se conocen más datos sobre este personaje.

5. En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. Una de las órdenes fue la de I., a cuya cabeza estaba •Zacarías (Esd. 5:1; 6:14; Neh. 12:16; Zac. 1:1). Muchos piensan que se trata del #4.

6. Levita de tiempos de Esdras que era “jefe en el lugar llamado Casifia” adonde fueron mandados a buscar “ministros para la casa de nuestro Dios” (Esd. 8:17).

7. Sacerdote que regresó del exilio en tiempos de Nehemías (Neh. 12:4).

IDOLATRÍA Acto de adoración a un objeto o sujeto que sustituye a Dios. El sujeto puede ser una persona, como es el caso de la costumbre primitiva de adorar como a un dios al líder, al Faraón o al César. El objeto puede ser un animal, o un astro como el sol o la luna, o un lugar especial como una roca o árbol frondoso, o una obra de mano de hombre, como las estatuas y pinturas. El común denominador consiste en atribuir divinidad a esas cosas en sí mismas, nombrándolas dioses o diosas. Pero también es i. la adoración de una representación de la divinidad, aun cuando se diga que es la de Dios mismo e incluso pervertir la adoración a Dios con cosas o costumbres no ordenadas por él. Israel se consideraba liberado de la i. por la revelación de Dios, lo cual era su privilegio especial entre los pueblos, por lo cual Moisés le advertía que no debían confeccionar “imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra ... de animal ... de pez alguno.... y viendo el sol y la luna y las estrellas y todo el ejército del cielo ... te inclines a ellos y les sirvas...” (Dt. 4:16–19). “No os volveréis a los ídolos, ni haréis para vosotros dioses de fundición” (Lv. 19:4). “Ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis ... tierra pintada para inclinaros a ella” (Lv. 26:1). Los ídolos se hacían de madera (Dt. 29:17), o de metal (Sal. 115:4), o de piedra (Nm. 33:52), o eran pintados en la pared (Ez. 8:10).

Generalmente se ligaba la idea de una deidad con localidades, o con algún fenómeno natural. Los sirios que peleaban contra Israel en tiempos del rey •Acab pensaron que debían cambiar de táctica guerrera porque decían de Israel que “sus dioses son dioses de los montes ... mas si peleáremos con ellos en la llanura, se verá si no los vencemos” (1 R. 20:23). •Naamán pidió “la carga de un par de mulas” en tierra de Israel para adorar sobre ellas, en su

idea localizada de la deidad (2 R. 5:17). Los israelitas recibieron el mandamiento de destruir los ídolos de los habitantes de Canaán (Nm. 33:52). Sin embargo, imitaron a los pueblos de allí “y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores.... y adoraron a •Baal y a •Astarot” (Jue. 2:12–13). Por lo general el culto idolátrico incluía, entre otras cosas: a) La confección de un muñeco, estatua o estatuilla. Había estatuas pequeñas, que se conservaban en lugar especial en los hogares o en sitios de culto. Mediante una ceremonia especial se invocaba el espíritu del dios para que viniera a residir en el objeto. Es posible que la ceremonia descrita en Dn. 3 para la estatua que hizo •Nabucodonosor sea una referencia a esta ceremonia de consagración; b) La presentación de ofrendas, que podían ser de incienso o de animales (1 R. 11:8). Para el dios •Moloc, ídolo de los amonitas, se hacían sacrificios humanos, especialmente la quema de niños (Lv. 18:21; 20:2–5; 1 R. 11:7; Jer. 32:35). c) La celebración de fiestas con características orgiásticas. Esto era en especial frecuente con los dioses que se relacionaban con ritos de fertilidad. En los templos de i. se ejercía la prostitución supuestamente sagrada, mediante la cual hombres y mujeres estaban dedicados como sacerdotes a tener intercambios heterosexuales y homosexuales con los que venían a los cultos (1 R. 15:12; 22:46; 2 R. 23:7).

Era costumbre cananea, así como israelita, el preferir alguna elevación natural, como un monte o una colina, para poner un altar o establecer un culto a la deidad. Antes de la construcción del •templo, se aceptaban los altares a Jehová en los lugares altos, como lo hizo •Samuel en •Ramá (1 S. 9:12). Pero es evidente que los israelitas copiaron las costumbres paganas, haciendo altares en los lugares altos que no eran para Jehová (Jue. 6:25–26). El hecho de que se hiciesen gradas para subir a los altares que se construían contribuyó también a la denominación de “lugares altos”. Tras el establecimiento del reino en Israel algunos reyes fomentaron la i., comenzando por el mismo Salomón. Generalmente esto se hacía para complacer a las esposas paganas (1 R. 11:5–7). Tal fue el caso de “ •Jezabel, hija de •Et-baal rey de los sidonios”, que animó a Acab a construir un •templo a •Baal y a adorar a •Asera (1 R. 16:31–33). Jezabel tenía “cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y cuatrocientos profetas de Asera” que comían a su mesa (1 R. 18:19) y habían prostituido de tal manera al pueblo que sólo quedaban siete mil personas “cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 R. 19:18).

El rey Manasés no se limitó a la i. en los lugares altos, sino que puso un ídolo en la casa de Jehová (2 Cr. 33:15). Los profetas fueron fuertes opositores de la i., proclamando que por su carácter de traición al único Dios verdadero, su ejercicio constituía una fornicación, un adulterio (Jer. 2:33 Ez. 6:9; 16:17; Os. 2:4). En el NT se mantuvo la oposición a la i. (Hch. 17:23–25), que es una abominación (1 P. 4:3), de la cual los creyentes debían huir (1 Co. 10:14; 1 Jn. 5:21). Esto creó problemas en cuanto a la costumbre pagana de ofrecer a los dioses la carne que luego se expendía al público, lo cual motivó consultas al respecto (1 Co. 8:1–10; 10:19, 28). Pero el concepto de i. se amplió hacia todo aquello que ocupara el lugar de Dios, como pasa en el caso de la •avaricia (Col. 3:5).

ÍDOLOS, CARNE OFRECIDA A El llamado •Concilio de Jerusalén había recomendado a los creyentes gentiles: “Que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos” (Hch. 15:29). Pero sucedió que algunas personas interpretaron esto con una gran radicalidad, llevando el asunto hasta el extremo de pensar que no se debía comer carne de la que se vendía en el mercado. Mucha de esa carne, antes de venderse en el mercado, había formado parte de un sacrificio a algún dios.

En Ro. 14:1–23 Pablo trata el asunto, llamando “débiles” a los hermanos que sustentaban esa posición. La otra posición sustentada sobre el particular alegaba que “el ídolo nada es en el mundo” (1 Co. 8:4) y que no había que averiguar si la carne vendida en el mercado había sido sacrificada a ellos. Pablo, contestando a una consulta hecha por la iglesia de •Corinto, aceptó esta última posición como la correcta, pero aclaró que la decisión final no debía ser

tomada sobre la base del conocimiento, o la inteligencia que se tuviera sobre el tema, sino impulsados por el amor.

El principio que debía regular la conducta de los creyentes era que “ninguno busque su propio bien, sino el del otro” (1 Co. 10:24). Desde ese punto de vista, animó a los creyentes a comer de la carne que se vendía en la carnicería, sin preguntar nada “por motivos de conciencia” (1 Co. 10:28), porque ellos comían para el Señor, no para los ídolos, siendo lo importante la intención. Pero que si un incrédulo les decía que la carne había sido ofrecida a los ídolos, se abstuvieran de comerla, porque ese hecho mismo indicaba que se podía afectar la conciencia del incrédulo. También recomendó que no se comiese carne ofrecida a ídolos en un lugar que estuviera dedicado específicamente a esa actividad, para evitar confusión en la mente de los que les observaran.

IDUMEA Forma grecorromana para señalar a •Edom. No indica, sin embargo, a la región tradicionalmente conocida con ese nombre, sino a otra dentro del territorio mismo de Israel, al S, cerca de •Hebrón, adonde los edomitas emigraron aprovechándose de la destrucción de Jerusalén por los caldeos en el 586 a.C., hecho que denunciaron los profetas (Ez. 25:12; Am. 1:11). Pueblos árabes, especialmente los nabateos, tomaron el territorio de la antigua Edom. Más tarde, en el año 126 a.C., Juan Hircano dominó a los habitantes de I., a los cuales obligó a circuncidarse, poniéndoles como gobernador a Antípater, que fue el abuelo de •Herodes el Grande.

IFDAÍAS (Jehová redime). Uno de los “jefes principales de familias” de Benjamín, que “habitaron en Jerusalén” (1 Cr. 8:25).

IGAL (Jehová salva). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los espías enviados a Canaán. Era de la tribu de Isacar (Nm. 13:7).

2. Uno de los valientes de David. Era “hijo de Natán, de Soba” (2 S. 23:36).

3. Personaje en la descendencia del rey David (1 Cr. 3:22).

IGDALÍAS (Grande es Jehová). Padre de un “varón de Dios” llamado •Hanán, en cuyo aposento Jeremías probó a los recabitas en cuanto a beber vino (Jer. 35:4).

IGLESIA El término griego ekklesia, que se traduce como i., significa “asamblea, congregación, reunión”. Originalmente, se usaba para designar una asamblea de ciudadanos reunida para tratar asuntos comunales o políticos en una ciudad griega. En hebreo había una palabra similar, kahal, que se empleaba para referirse a una asamblea hecha con propósitos religiosos. En el período helenístico de la historia de Israel, la palabra griega que se buscó como equivalente fue sunagögë, que quiere decir “reunir, juntar”. Cuando se hizo la traducción de la Biblia hebrea al griego ( •Septuaginta), donde decía kahal se puso “sinagoga”. Pero también se traducía como ekklesia, en diversos lugares (“... y en ellas estaba escrito según todas las palabras que os habló Jehová en el monte ... el día de la asamblea [ekklesia]” [Dt. 9:10]; “No entrará amonita ni moabita en la congregación [ekklesia] de Jehová” [Dt. 23:3]; “¿Quién de todas las tribus de Israel no subió a la reunión [ekklesia] delante de Jehová?” [Jue. 21:5]; “Por tanto, no habrá quien a suerte reparta heredades en la congregación [ekklesia] de Jehová” [Mi. 2:5]).

De manera que cuando el Señor Jesús dijo: “... edificaré mi i.” (Mt. 16:18), la palabra era conocida por los que le escuchaban. La epístola de Santiago, considerada como de los primeros libros del NT que fueran escritos (entre el 40 y el 60 d.C.), cuando se refiere a una reunión de cristianos usa la palabra sunagögë (“Porque si en vuestra congregación entra un

hombre...” [Stg. 2:2]). Pero, en general, los autores del NT utilizan el vocablo ekklesia. En sus orígenes neotestamentarios, este vocablo es paralelo y casi similar a sinagoga. Ekklesia también se usa para señalar al pueblo de Israel en Sinaí (“Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación [ekklesia] en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí” [Hch. 7:38]). O para indicar a una muchedumbre (“Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la muchedumbre [ekklesia] estaba confusa” [Hch. 19:32]; “... en legítima asamblea [ekklesia] se puede decidir” [Hch. 19:39]). Pero muy pronto se restringió el uso de la palabra para referirse a la reunión, o asamblea, o congregación de los cristianos. El término así utilizado tiene sólo dos sentidos en el NT: uno que habla del conjunto de los cristianos de todos los tiempos y otro que designa lo mismo, pero con un sentido local, aquellos que se reúnen en un sitio. A lo primero se le denomina “i. universal”, y a lo segundo “i. local”. En ningún lugar del NT se habla de i. como refiriéndose a un local o un edificio. Este es un uso que se aplicó, por extensión, en períodos posteriores. Tampoco se habla de una i. en el sentido regional, o nacional, o internacional. Cuando los apóstoles escribían a i. que estaban diseminadas en una región o provincia, les llamaban “las i.”

Las i. del NT. ¿Cómo eran las i. del NT? ¿Cuáles cosas sucedían en ellas? La primera que conocemos fue la de Jerusalén. Los apóstoles se reunían en un “aposento alto, donde moraban...”; “... partiendo el pan en las casas...” (Hch. 1:13; 2:46). Una de esas casas era la de “María la madre de Juan ... donde muchos estaban reunidos orando” (Hch. 12:12) cuando Pedro estaba preso. Se hacían reuniones en el templo judío (“Y perseverando unánimes cada día en el templo y partiendo el pan en las casas...” [Hch. 2:46]). La forma del lenguaje parece indicar que las reuniones eran diarias. Los apóstoles acudían al •templo a orar (Hch. 3:1). En efecto, los cristianos iban a las sinagogas y participaban de sus cultos. Los creyentes de Jerusalén, cuando oyeron los informes de Pablo acerca de lo que Dios hacía entre los gentiles, le dijeron: “Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley” (Hch. 21:20). Fue en el año 90 d.C. cuando los judíos decidieron, con sentido universal, la expulsión de las sinagogas de todo aquel que confesara que Jesús era el Cristo. Las iglesias de los gentiles también comenzaron reuniéndose en casas. Se mencionan varios ejemplos, como el de •Priscila y •Aquila (“Saludad también a la iglesia de su casa” [Ro. 16:5; 1 Co. 16:19]), el de Ninfas (“... la iglesia que está en su casa” [Col. 4:15]) y el de •Filemón (“... la iglesia que está en su casa” [Flm. 2]).

En cuanto al gobierno de las i., es evidente que los apóstoles asumieron la dirección de la de Jerusalén. Luego, para ciertos trabajos que les distraían de la “oración y ... el ministerio de la palabra” se escogieron siete personas para “servir a las mesas”, surgiendo así lo que se llamó el oficio de •diácono (Hch. 6:1–6). En su trabajo misionero, los apóstoles se preocupaban de establecer “ancianos en cada ciudad”, esto es, en las i. (Tit. 1:5). Los •ancianos, pastores u obispos eran los encargados de dirigir las i. Los que “gobiernan bien”, decía Pablo, merecían ser sostenidos por la i. (1 Ti. 5:17). Aunque la i. de Jerusalén no interfería en los asuntos de las demás i., se reconocía su autoridad moral por ser la más antigua y por la significación histórica de la ciudad y la experiencia de sus líderes.

Conjuntamente con la predicación del evangelio, las i. se preocupaban por los pobres y marginados sociales. En Jerusalén, “vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la necesidad de cada uno” (Hch. 2:45). Los líderes de la i. de Jerusalén pidieron a Pablo que se acordase de los pobres (“... lo cual también procuré con diligencia hacer” [Gá. 2:10]). Las i. gentiles se preocuparon por ayudar a los necesitados en Jerusalén (“Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos en Jerusalén” [Ro. 15:26]). También tenían la costumbre de ayudar económicamente a las viudas de su comunidad (“Sea puesta en la lista sólo la viuda no menor de sesenta años...” [1 Ti. 5:9]) y se ocupaban de los enfermos (Stg. 5:14–15).

Algunas personas idealizan las i. del NT, pero éste no encubre los grandes problemas, errores y pecados que existían en aquellas comunidades cristianas. En Jerusalén •Ananías y •Safira mintieron (Hch. 5:1–11). También “hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria” (Hch. 6:1). En •Antioquía, líderes de la envergadura de •Pedro y •Bernabé tuvieron que sufrir de Pablo un reproche público como hipócritas, por una “simulación” que hacían frente a visitantes judíos para que no les vieran comer con gentiles (Gá. 2:11–13). En •Corinto hubo casos de diversos pecados, incluyendo uno de incesto (1 Co. 5:1). El apóstol Juan menciona a un tal •Diótrefes, que se convirtió en un cacique exclusivista en una i. No recibía a los hermanos y expulsaba a los que no estaban de acuerdo con él (3 Jn. 9–10). En la i. de los •Tesalonicenses había personas que tomaban como excusa la esperanza de la venida del Señor para comportarse como vagos (2 Ts. 3:10–12). Aparecieron maestros falsos en las i., que tenían “apariencia de piedad” pero negaban “la eficacia de ella”, y “mujercillas cargadas de pecados” (2 Ti. 3:5–7). En la mayoría de las cartas a las iglesias de Asia, a las cuales Juan se dirige en el Apocalipsis, se detectan defectos y pecados que existían en ellas.

Ante la observación de estos aspectos de la vida de las i., corrientes en toda la historia hasta el día de hoy, nos asombran las declaraciones apostólicas en cuanto a la i. No “las i., sino ”la i.“ Ella es ”la casa de Dios ... la i. del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad" (1 Ti. 3:15). Jesucristo es el fundamento de ella (1 Co. 3:11–12). Él es su cabeza y ella es su cuerpo (Ef. 1:22–23; Col. 1:18). Esta figura se refuerza con otra: la i. es la esposa de Cristo (Ef. 5:21–33). Pablo explica que el evangelio era un “misterio escondido desde los siglos en Dios” y que “la multiforme sabiduría de Dios” es “dada a conocer por medio de la i. a los principados y potestades en los lugares celestiales” (Ef. 3:9–10). El propósito de Cristo es “santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una i. gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5:26–27).

IGNORANCIA En el AT, la i. no es un asunto de carácter intelectual, sino moral. Se aplicaba especialmente a las faltas cometidas por yerro, de manera involuntaria, a cometer un pecado sin darse cuenta (“Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos de Jehová sobre cosas que no se han de hacer, e hiciere alguna de ellas...” [Lv. 4:2]). En Lv. 4:1–35 y 5:1–19 se establecen los sacrificios que debían hacerse en caso de pecados de i.

En el NT, la palabra es agnoia. Los judíos crucificaron al Señor Jesús en i. (“Mas ahora, hermanos, sé que por i. lo habéis hecho” [Hch. 3:17]). Pablo fue un gran perseguidor de la iglesia. Lo dice así: “... habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por i., en incredulidad” (1 Ti. 1:13). Sin embargo, Pedro habla de los que “ignoran voluntariamente” (2 P. 3:5). Cuando la i. es voluntaria, equivale a una negativa de la verdad de Dios, y lo que trae es juicio.

IIM (Montón, ruinas). Villa que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:29).

IJE-ABARIM (Montículos, ruinas). Lugar “en el desierto que está enfrente de •Moab, al nacimiento del sol” donde acamparon los israelitas (Nm. 21:11).

IJÓN (Ruina). Villa en el N de Israel, en el territorio de la tribu de Neftalí. En tiempos de la alianza entre •Asa, rey de Judá y •Ben-adad, rey de Siria, contra •Baasa, rey de Israel, los sirios invadieron y tomaron a I. , junto con otras ciudades (1 R. 15:18–22; 2 Cr. 16:4). “En los días de •Peka, rey de Israel, vino •Tiglat-pileser rey de los asirios, y tomó a I.” (2 R. 15:29). Se le identifica con Tell Dibbin, cerca de las fuentes del Jordán en Hazbani.

ILAI (Elevado). Uno de los valientes de David (1 Cr. 11:29). Es llamado •ahohita, un término aplicado a los descendientes de •Ahoa, que al parecer tenían fama de aguerridos (2 S. 23:9, 28; 1 Cr. 11:12, 29; 27:4).

ILÍRICO Provincia romana en los territorios que ocupan hoy los países balcánicos, incluyendo parte de la antigua Yugoslavia, Albania y Macedonia. El nombre le fue puesto por causa de una tribu que habitaba la región. Los griegos colonizaron esa zona. Luego los romanos la dominaron alrededor del año 168 a.C., y la convirtieron en provincia del imperio. Los judíos habían llegado allí con el ejército romano. El apóstol Pablo, describiendo el alcance de su obra evangelizadora, dice: “Desde Jerusalén ... hasta I., todo lo he llenado del evangelio de Cristo” (Ro. 15:19). •Tito fue enviado por Pablo a •Dalmacia, que formaba parte de I. (2 Ti. 4:10).

IMAGEN Es la representación visual o mental que se tiene de un objeto. A veces se llama i. al objeto mismo. Así, las representaciones de dioses por la vía de estatuas o pinturas son llamadas i. (“No te harás i.” [Éx. 20:4]). El término i. tiene también la connotación de “parecido”, “semejanza”, “apariencia”. La prohibición de la •idolatría no solamente abarcaba toda la fantasiosa creatividad que la mente humana expresó en forma de estatuas, pinturas, bajos y altos relieves, sino también la representación del mismo Jehová. Así, no se podía elaborar una estatua de •Baal, o •Astarté, o •Bel. Tampoco se podía, como hizo •Jeroboam, establecer un “culto a Jehová” representado en los becerros que tenía en •Bet-el y •Dan. La imaginación humana, por más poderosa que sea, no puede jamás concebirlo en términos materiales, puesto que Dios es espíritu y trascendente a los conceptos de espacio y tiempo. Todo intento de representarlo equivale a un intento de reducirlo. Dios siempre cuidó de que aquellos que de veras creen en él mantengan un claro sentido de esa su trascendencia espiritual. Para la i. de Dios en el hombre. •Hombre.

IMER (Prominente). Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de una familia sacerdotal de tiempos de David a la cual le correspondió la decimasexta orden en el servicio del •templo (1 Cr. 9:12; 24:14). Uno de sus descendientes, Pasur, azotó a Jeremías por causa de sus oráculos (Jer. 29:1–6). 1.052 de los descendientes de I. regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:37; Neh. 7:40), algunos de los cuales habían contraído matrimonio con extranjeras (Esd. 10:20). Miembro de esta familia fue •Sadoc, que restauró parte del muro de Jerusalén “enfrente de su casa” (Neh. 3:29), así como •Mesilemot, uno de los sacerdotes que participó en la celebración por la restauración del muro (Neh. 11:13).

2. Lugar en el imperio caldeo, mencionado junto a Tel-mela, Tel-harsa, Querub y Addán, al cual fueron exiliados algunos judíos que luego no pudieron probar su genealogía (Esd. 2:59). Algunos piensan que la expresión “Querub, Addán e I.” aluden a un solo sitio, pero se desconoce la ubicación exacta (Esd. 2:59; Neh. 7:61).

IMLA (Dios cumple). Padre del profeta •Micaías (1 R. 22:8–9; 2 Cr. 18:7–8).

IMNA (Sea el preservado). Nombre de personas del AT.

1. Primogénito de Aser (Gn. 46:17).

2. Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Helem (1 Cr. 7:35).

3. Levita. Padre de Coré #6 (2 Cr. 31:14).

IMNITA Descendiente de •Imna #1 (Nm. 26:44).

IMPERIO ROMANO •Roma.

IMPIEDAD. IMPÍO Ausencia de •piedad, actitud contraria a ella y los hechos que resultan de esta actitud. Distintas palabras hebreas se traducen como impiedad. Uno de ellos es el vocablo ra’a, que significa maldad o lo malo, según el contexto. Así, por ejemplo, en 2 S. 14:17, se lee: “... pues que mi señor el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo”. Y en Is. 7:15: (“Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno”). Otra palabra es rish’a, que denota un comportamiento, no solamente contrario a Dios, sino dañino para la comunidad. Moisés explicó al pueblo de Israel que la impiedad de los cananeos era la causa de que Dios decidiera quitarles la tierra y darla a otro pueblo (“... pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti” [Dt. 9:4]).

Pero el vocablo que más se utiliza, traducido como “impío” es rasha. Aparece unas doscientas sesenta y seis veces en el AT, siempre unido al concepto de lo malo, pecaminoso e inicuo. Contrastado, además, con el carácter de Dios, que es justo y santo (“Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días” [Sal. 7:11]). En el libro de Proverbios se hace a menudo un paralelismo entre el impío (rasha) y el justo (sedeq). Así, “Jehová no dejará padecer hambre al justo, mas la iniquidad lanzará a los impíos”; “Hay bendiciones para la cabeza del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos” (Pr. 10:3; 6, etcétera). La referencia del término es a personas de una conducta desordenada, viciosa, traicionera e inestable (“Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo” [Is. 57:20]).

En el NT, la palabra es asebia. La ira de Dios “se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres” (Ro. 1:18). La gracia de Dios se manifestó “para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tit. 2:11–12). Decía Pablo a Timoteo que “la ley no fue dada para el justo, sino para los impíos [asebes] y pecadores...” (1 Ti. 1:9). Viene un día de juicio y “perdición de los hombres impíos” (2 P. 3:7).

IMPOSICIÓN DE MANOS Acto mediante el cual se simbolizaba el otorgamiento de una bendición. Jacob, al bendecir a •Efraín y •Manasés, puso sus manos sobre sus cabezas (Gn. 48:14). Así, el Señor Jesús, para bendecir a unos niños, ponía sus manos sobre ellos y oraba (Mt. 19:13–15); y para dar la bendición de la sanidad, ponía sus manos sobre los enfermos (Mr. 1:41). Además, la i. de m. expresaba la identificación con el animal sacrificado en holocausto (Lv. 1:4) y la trasmisión de la culpa hacia el cordero de la expiación (Lv. 4:3–4).

También para un nombramiento se imponían las manos. Dios ordenó a Moisés que pusiera sus manos sobre Josué para nombrarlo su sucesor (Nm. 27:18–23) y de esta manera “fue lleno de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él” (Dt. 34:9). Los apóstoles “impusieron las manos” y oraron al nombrar a los siete diáconos (Hch. 6:6). Y los líderes de la iglesia de Antioquía, tras recibir órdenes del Espíritu Santo, “impusieron las manos” a Bernabé y Saulo (Hch. 13:1–3). Pablo aconsejó no hacer eso con ligereza (1 Ti. 5:22). Por la i. de m. de los apóstoles muchos recibieron el Espíritu Santo (Hch. 8:17; 19:6).

IMPUESTOS. TRIBUTOS Los •diezmos y ofrendas que los israelitas debían dar a Dios pueden ser considerados como el impuesto o tributo de un pueblo para su rey. La clase sacerdotal era la encargada de recibirlos en nombre del soberano Dios. Además de éstos, se estableció también que de todo botín de guerra había que entregar a los sacerdotes una parte (“Y apartarás para Jehová el tributo de los hombres de guerra...” [Nm. 31:28–30]). Otra forma de pagar tributo consistía en el ofrecimiento de trabajo no remunerado. Con este sentido se habla en Éx. 1:11 (“... pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los

molestasen con sus cargas”). También en 1 R. 4:6 y 2 Cr. 10:18, donde se habla de unos funcionarios reales que tenían a su cargo “los tributos”.

No se tienen detalles sobre las cargas impositivas que imponían los reyes israelitas sobre sus súbditos, pero en 1 S. 8:11–17 se habla de la política que podría seguir el rey, el cual, además de exigir trabajo obligatorio en sus tierras y ejércitos: “Diezmará vuestro grano y vuestras viñas.... diezmará también vuestros rebaños...” Como estas palabras de Samuel fueron dichas en el momento en que los israelitas pidieron un rey (“como tienen todas las naciones” [1 S. 8:5]), es evidente que estaba tomando lo que era costumbre entre los reyes cananeos de la época. Salomón dividió el reino en doce distritos, encargando a cada uno de ellos el abastecimiento de la casa real durante un mes (1 R. 4:7–19). Muchos eruditos entienden que el concepto de “renta” utilizado en 1 R. 10:14–15 (“El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro; sin lo de los mercaderes...”) es una referencia a impuestos y tasas, especialmente de importación.

Era facultad del rey otorgar exoneraciones de impuestos como premio por servicios especiales. Así, se decía que Saúl eximiría “de tributos a la casa” del padre de aquel que venciera a Goliat (1 S. 17:25). En la carta del rey Artajerjes que ordenaba apoyo para la reconstrucción del •templo se encuentra una disposición que otorga exoneración de impuestos a los sacerdotes, levitas y demás ministros (Esd. 7:24).

La derrota en una guerra implicaba muchas veces la destrucción completa del vencido. Pero en otras ocasiones podía resultar conveniente para el vencedor dejar a éste en condición de vasallo, o reino tributario. Para ello se le imponía el pago de un tributo, que podía ser en oro, plata o frutos de la tierra, con el propósito de mantenerlo débil mientras que, al mismo tiempo, se fortalecía más el triunfador. El rey •Oseas fue hecho siervo del asirio •Salmanasar, “y le pagaba tributos”. Cuando dejó de hacerlo, estaba en realidad rebelándose (2 R. 17:1–4).

Los distintos imperios que conquistaron a Israel imponían sus propios métodos de recaudación de impuestos. Los romanos tenían un sistema muy fuerte, que produjo muchas quejas y revueltas. Entre ellos estaba el tributum capitis, que implicaba un pago de una suma por cada persona. Es posible que el •censo ordenado por Augusto César mencionado en Lc. 2:1–2 tuviera alguna relación con esto. Otros impuestos romanos eran el tributum soli, a la propiedad de la tierra, y la arnona, semejante a las cargas aduaneras, pero que incluía también tasas por el uso de ciertos caminos y puentes. Los •publicanos eran los encargados de la recaudación de impuestos para los romanos. Las “dos dracmas” que se mencionan en Mt. 17:18–27 era una contribución, voluntaria pero de muy arraigada tradición, que los judíos pagaban para el •templo. Las palabras del Señor Jesús allí indican que él no tenía que pagarlo, por ser hijo de Dios. Pero lo hizo “para no ofenderles”. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., los romanos convirtieron esa contribución en un impuesto pagadero al imperio.

En el NT se amonesta a los creyentes: “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto.... No debáis a nadie nada” (Ro. 13:7), siguiendo la indicación del Señor Jesús (“Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” [Lc. 20:25]).

IMRA (Terco). Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Zofa (1 Cr. 7:36).

IMRI (Jehová ha prometido). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Bani (1 Cr. 9:4).

2. Padre de un personaje que colaboró en la reconstrucción del muro de Jerusalén, llamado Zacur (Neh. 3:2).

INCENSARIO Receptáculo en el cual se ponían brasas para quemar sobre ellas incienso. Los arqueólogos han encontrado muchos i. en Israel, la mayoría de ellos eran usados de manera fija, sobre un pedestal. Puede decirse que el altar del incienso en el tabernáculo era un i. fijo. En el •templo de Salomón se pusieron varios otros i. (1 R. 7:50). Los que usaron •Nadab y •Abiú, al ofrecer “fuego extraño” a Jehová, eran portátiles (Lv. 10:1–2). Igualmente los 250 utilizados por los aliados de •Coré, que eran de •bronce y luego fueron utilizados para hacer las planchas batidas para el altar (Nm. 16:1–39).

INCIENSO Existen varios tipos de árboles en África y Arabia de cuya corteza se extrae una resina o líquido gomoso que al ser quemado expele un aroma muy apreciado para fines domésticos y rituales. El que más se menciona en la Biblia tiene el nombre científico de Boswellia carteri. Servía de base al compuesto, llamado por eso genéricamente “i.”, que se quemaba en el altar de oro, o altar del i., en el tabernáculo (Éx. 25:6; 30:27, 34–37; 37:29; Nm. 7:14), el cual no podía ser usado para fines privados sino sólo rituales (Éx. 30:37–38), que eran competencia exclusiva del sumo sacerdote (Éx. 30:7–8).

Ese humo perfumado que se eleva al cielo es tomado como símbolo de la oración. “Suba mi oración delante de ti como el i.” (Sal. 141:2). “Las oraciones de los santos” aparecen en forma de i. en copas de oro (Ap. 5:8). La idea la encontramos como algo común en los antiguos pueblos del Oriente Medio, que quemaban i. a sus dioses. Israel tuvo muchos problemas por esa práctica idolátrica (1 R. 11:8; 2 R. 12:3; 18:4; 2 Cr. 28:25; Is. 65:3; Jer. 11:12). •Lugares altos.

INCREDULIDAD Falta de fe. Es no decir “amén” a todo lo que Dios dice. No existe un término equivalente en el AT. En el NT la palabra es apistia. La buena palabra de Dios para con los israelitas cuando estaban en el desierto “no les aprovechó” porque no la oyeron “acompañada de fe” (He. 4:2). Por eso “vemos que no pudieron entrar” a la Tierra Prometida “a causa de i.” (He. 3:19). A veces la i. impide la plena manifestación del poder de Dios (“Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la i. de ellos” [Mt. 13:58]). El Señor Jesús se asombró “de la i.” de sus coterráneos (Mr. 6:5). Después de su resurrección, reprochó la “ i. y dureza de corazón” de sus discípulos (Mr. 16:14). Se exhorta a los cristianos a evitar la i. (“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de i. para apartarse del Dios vivo” [He. 3:19]). El mundo será juzgado a causa de su i. (“... por cuanto no creen en mí” [Jn. 16:9]).

INDIA País en el Lejano Oriente que ocupa la gran península al S de los montes Himalayas. La mención en el libro de •Ester, al decir que •Asuero “reinó desde la I. hasta Etiopía” (Est. 1:1), no debe entenderse como una referen-cia a la península entera, sino a las zonas de la frontera occidental de la I. actual. Los persas gobernaron lo que hoy es Afganistán y parte de Pakistán, sin llegar a dominar el territorio que corresponde a la moderna I. Sin embargo, muchos creen que la referencia al “oro, plata, marfil, monos y pavos reales” que traían la flota de Salomón cada tres años indica que posiblemente los viajes hayan incluido la parte S de la I. (1 R. 10:22). •Alejandro Magno y sus sucesores seléucidas trajeron elefantes de la I. para usarlos como arma de guerra en Israel. Es tradición que el apóstol •Tomás llevó el cristianismo a la I.

INFIERNO El lugar de eterno castigo para los que rechazan el amor de Dios. Para examinar la doctrina del i. hay que comentar las palabras Seol, Hades y Abadón y Gehenna.

Seol. Para los hebreos el Seol era el mundo de los muertos. Así, Jacob decía: “Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol” (Gn. 37:35). Se utilizan muchas otras palabras

para aludir al destino de los muertos: “la tierra” (1 S. 28:13; Jon. 2:6); “la tierra del olvido” (Sal. 88:12); “el polvo” (Gn. 3:19; Is. 26:5); “el abismo” (Is. 14:15); “el sepulcro” (Pr. 28:17); “el silencio” (Sal. 94:17; 115:17); “lo profundo de la tierra” (Ez. 31:14); “tierra de tinieblas y de sombra de muerte” (Job 10:21–22).

“Descender al Seol” es morir (Gn. 42:38; Nm. 16:30). Dios habla de un fuego que ha encendido allí (Dt. 32:22). Job dijo que “el que desciende al Seol no subirá” (Job 7:9), pero Ana expresó que Dios “hace descender al Seol, y hace subir” (1 S. 2:6). El Seol es un sitio abajo, profundo (Job 11:8); sitio de tinieblas (Job 17:13). El Seol arrebata a los pecadores (Job 24:19); está descubierto delante de Dios (Job 26:6); allí van los malos (Sal. 9:17); pero el Mesías no sería dejado allí (Sal. 16:10); nadie puede evitar el poder del Seol (Sal. 89:48); pero ni aun el Seol está fuera del alcance de Dios (Sal. 139:8). Debe notarse que el Seol, presentado como morada de los muertos, es una manera en que el AT se refiere a algún tipo de existencia posterior a la muerte. •Alma. •Estado intermedio. •Eternidad. •Inmortalidad.

Abadón. (“Lugar de destrucción o perdición”). Es sinónimo de Seol. El término viene de una raíz que significa “corromper”. Señala el oscuro lugar de los muertos. Job lo menciona junto con la muerte (Job. 28:22) y el Seol (Job 26:6), diciendo que el Abadón “no tiene cobertura” ante Dios. También Proverbios hace lo mismo (Pr. 15:11; 27:20). En el Abadón son castigados los adúlteros (Job 31:12). Es un lugar que no se sacia de recibir muertos, en la misma forma en que no se sacian los ojos del lascivo (Pr. 27:20). Allí no se proclama la verdad de Dios ni se cuenta su misericordia (Sal. 88:11), pero aun así el conocimiento de Dios alcanza hasta allí (Pr. 15:11). En el NT sólo hay una mención de Abadón, en Ap. 9:11, donde se nos presenta al “ángel del abismo”, rey de unos seres que salen del “pozo del abismo”. Su nombre es Abadón, y en griego, •Apolión.

Hades. Al traducir el AT al griego ( •Septuaginta) fue necesario buscar una palabra que fuera equivalente al hebreo sheol. Se escogió Hades porque en la cultura griega ese nombre se aplicaba primero al dios del país de los muertos y luego al mismo lugar. Para los griegos la morada de los muertos era subterránea, un sitio oscuro, triste y sombrío, donde reinaba Plutón. Consecuentemente, donde el AT pone el término sheol los traductores pusieron “Hades”. Los autores del NT heredan ese uso. Así, se dice que •Capernaum sería abatida “hasta el Hades” (Mt. 11:23). La iglesia batalla contra “las puertas del Hades”, que no podrán resistirla (Mt. 16:18); el rico que no quiso dar migajas al mendigo •Lázaro murió y “en el Hades alzó sus ojos” (Lc. 16:23); pero el Cristo resucitado tiene “las llaves de la muerte y del Hades” (Ap. 1:18); y llegará un día en que “la muerte y el Hades” entregarán los muertos que hay en ellos antes de ser ambos lanzados “al lago de fuego” (Ap. 20:13–14).

Gehenna. Este término, tan utilizado por el Señor Jesús (once veces) y por Santiago, traducido al español como “i.” (Mt. 5:22, 29, 30; 10:28; 18:9; 23:15, 33; Mr. 9:43, 45, 47; Lc. 12:5; Stg. 3:6) es una transliteración del nombre hebreo del “valle del hijo de •Hinom”, donde se depositaba la basura de Jerusalén, se quemaban los animales muertos y otros desechos, por lo cual salía de él humo día y noche. Esto hizo que con el tiempo se usara en lenguaje figurado como equivalente al i.

Este i. es descrito con un lenguaje que utiliza mucho la palabra “fuego”, y de él se diría que es “eterno” (Mt. 18:8), horrible (He. 10:27) y un “horno” (Mt. 13:42). Se le llama “las tinieblas de afuera” (Mt. 8:12); lugar donde será “el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 22:13). Allí serán castigados los hipócritas (Mt. 24:51). Es un lugar “preparado para el diablo y sus ángeles” pero a él irán los hombres que no practicaron la misericordia (Mt. 25:41).

Originalmente el sheol se presentaba en el AT como uno y el mismo lugar, morada de los muertos. La revelación posterior muestra una división. En el sheol existe un paraíso, o •Seno de Abraham, adonde van los justos y un i., adonde van los malos. Pero después del juicio

final, sólo se nos habla del cielo, de un lado, y del otro, el “lago de fuego que arde con azufre” donde son lanzados la bestia, el falso profeta (Ap. 19:20), el diablo (Ap. 20:10), la muerte y el Hades. “Esta es la muerte segunda” (Ap. 20:14).

INIQUIDAD En el AT se traduce así el término hebreo awon, que señala al •pecado con énfasis en su depravación y perversión. También desde el punto de vista de su carácter de injusticia grande, causa de especial culpabilidad frente a Dios. Dios aborrece “a todos los que hacen i.” (Sal. 5:5), pero “guarda misericordia a millares ... perdona la i., la rebelión y el pecado” (Éx. 34:7–9). Tanto la acción de pecar como el resultado y la culpabilidad que de ella resultan son i. Así, se habla de “hacer i.” (Sal. 14:4; 53:4; Is. 29:20). En el NT i. traduce el griego anomia. Como en Ro. 4:7 (“Bienaventurados aquellos cuyas i. son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos”). O en Tit. 2:13–14 (“... nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda i.”). En 2 Ts. 2:7–12 Pablo habla del “misterio de la i.” que ya actúa en el mundo y que se manifestará plenamente cuando surja “aquel inicuo ... cuyo advenimiento es por obra de Satanás...” Se trata del •anticristo, que “se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Ts. 2:3–4). •Pecado.

INMORTALIDAD La vida que no cesa, aquella que no es mortal. En la cultura mesopotámica se pensaba que el hombre había sido creado como ser mortal. Otras religiones hablan de la i. del alma. Pero según la Biblia el hombre entero, cuerpo y alma, no fue creado para la mortalidad. La muerte es una intrusión en la historia. Sin embargo, los santos del AT no tenían la revelación de todas las implicaciones de esta verdad. No obstante, en Is. 25:8 se promete: “Destruirá [Dios] a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros”. Y en Is. 26:19 se lee: “Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán”. La profecía de Is. 53:10 (“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días...”) no era algo que se entendía con claridad, pues hablaba de la muerte y de una vida posterior.

Fue el Señor Jesús quien “quitó la muerte y sacó a luz la vida y la i. por el evangelio” (2 Ti. 1:10). Es en el NT donde se trata de la i. Los términos griegos que se utilizan son athanasia y aphtharsia. Dios es el “único que tiene i.” (1 Ti. 6:16). Dios da “vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e i.” (Ro. 2:7). El adjetivo aphthartos se emplea para señalar la idea de “cosa que no se corrompe” (“... y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible...” [Ro. 1:23]; “... para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” [1 Co. 9:25]). En 1 Co. 15:53–54 se lee: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción.... y esto mortal se haya vestido de i....” La referencia aquí es a un cuerpo que no morirá, el cual Dios dará a los suyos en la •resurrección. Por eso Pedro dice que la herencia del cristiano es incorruptible (1 P. 1:4).

En el pensamiento extrabíblico se cree generalmente que el alma o el espíritu del hombre son inmortales. La idea de i. que así se propaga hace énfasis en que el alma sigue existiendo aun después de la muerte. Pero la Biblia habla de una muerte primera y otra segunda. La i. de la cual habla la Biblia es aquella que sobrevive a la primera y no conoce la segunda. Por otra parte, la i. de las Escrituras está relacionada con el don que recibe el hombre de un nuevo “cuerpo espiritual” en la resurrección, que no conocerá deterioro ni corrupción. Como se ha dicho, sólo Dios es inmortal. Pero él tiene el poder de trasmitir su inmortalidad a los seres mortales. Eso lo hace en una forma que abarca a todo el hombre, espíritu, alma y cuerpo.

INMUNDO •Limpio e inmundo.

INRI •Latín.

INSENSATO •Necio.

INSPIRACIÓN Doctrina por la cual se explica que Dios tomó la iniciativa de hacer que se escribieran los libros de la Biblia, escogiendo para ello a seres humanos por medio de los cuales expresó su verdad. En 2 Ti. 3:16 dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”. El término griego theopneustos, que se traduce allí por “inspirada por Dios”, contiene la idea de “algo que sale de”, relacionada con “soplar”. Es más bien “expiración” que “inspiración”. El énfasis está en el origen. El término tal como lo usa Pablo no era común entre los griegos, pero Josefo lo utiliza en una de sus obras diciendo precisamente que los libros del AT fueron escritos según la i. que viene de Dios.

En 2 P. 1:20–21 se lee: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. En este lugar se utiliza la palabra phero, con el sentido de “traer”. Por lo tanto, cuando se habla de la i. de las Sagradas Escrituras lo que se está diciendo es que las mismas tuvieron su origen en Dios y que él mismo actuó para que se escribieran, usando hombres para ello. Lo que sabemos es que Dios habló “muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas” (He. 1:1).

En el AT, Zacarías dice claramente que los antiguos “pusieron su corazón como un diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros” (Zac. 7:12). En el NT, Pablo explica que no enseñaba con palabras de “sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu” (1 Co. 2:13).

La Biblia no se detiene a darnos detalles sobre el mecanismo o la forma en que Dios inspiró a los escritores de la Biblia. Usualmente hay la tendencia de tomar el sentido de la palabra i. en la misma forma que la utilizan los poetas y literatos, poniendo a los escritores sagrados en una especie de éxtasis en el cual reciben de Dios lo que han de decir. Eso pudo haber sido así o no. No puede ponérsele límites a Dios a la hora de establecer las formas en que actúa. En algunas ocasiones un profeta recibía revelaciones en estado extático. Otras no. En unas ocasiones la “voz” de Dios tenía sonido físico (Mt. 3:17; Mr. 9:7). Otras no. En algunas oportunidades Dios dio visiones a sus siervos, o sueños, pero no siempre les habló así. Se registran momentos en que Dios ordenó a alguien: “Escribe...” (Éx. 17:14). Pero de otros no se nos dice eso. La revelación es también una obra de “la multiforme sabiduría de Dios” (Ef. 3:10), movida por “la multiforme gracia de Dios” (1 P. 4:10). En esa sabiduría y gracia, Dios, al comunicar su mensaje a través de un instrumento humano, no anuló las características personales de dicho instrumento. Antes, por el contrario, las utilizó para expresar su verdad. Así, en algo dicho por Dios a través de Jeremías, o Mateo, o Pablo, se pueden apreciar las formas, maneras y circunstancias personales de cada uno de ellos, utilizadas éstas por el Espíritu Santo para la comunicación del mensaje divino. Como dice Zacarías, Dios envió “palabras ... por su Espíritu” (Zac. 7:12). Se concluye, entonces, que las mismas tienen que ser ciertas, porque Dios no miente. Es por eso que el Señor Jesús dijo que “la Escritura no puede ser quebrantada” (Jn. 10:35).

La ignorancia en cuanto a la forma en que se fueron formando y luego copiando a mano durante siglos y siglos las Sagradas Escrituras conduce a algunos a hablar de “errores” de la Palabra de Dios.

A veces, un mismo suceso es descrito por diferentes autores. Cada uno de ellos lo narra desde su ángulo o perspectiva personal, por lo cual no tiene necesariamente que dar exactamente los mismos detalles que otro o los otros. Así, por ejemplo, la lista de los emigrados que ofrece Esdras es en unas pocas cosas algo diferente de lo que expone Nehemías. Y algo parecido sucede en el caso de la descripción de los sucesos relacionados con la resurrección del Señor Jesús que hacen los cuatro evangelistas. Luego está el asunto de las copias en los manuscritos. Es humanamente natural que aquellos encargados de hacerlas para su mayor difusión, cometieran errores de transcripción que muchas veces son identificados tras largos estudios hechos por expertos. Hay casos, además, en que no se trata de errores sino de verdaderas modificaciones introducidas por los copistas para “mejorar” o “corregir” el texto ( •Escribas). Las dificultades en el conocimiento del hebreo antiguo, el desarrollo y modificación que se produce con el tiempo en el significado de las palabras y los errores o cambios realizados por los copistas han hecho que algunos pasajes, especialmente del AT, parezcan algo oscuros y difíciles de traducir.

Pero, a pesar de eso, mucha confusión se evitaría si se tiene siempre presente que lo importante es el mensaje contenido en las Escrituras, el cual salió de Dios, es su Palabra para nosotros. El énfasis, entonces, es sobre el mensaje, el significado de lo que Dios nos quiere expresar, sobre todo de una manera práctica, para poder lograr la salvación y experimentar la vida cristiana. Rechazar el mensaje, la Palabra, porque una letra no esté bien clara es un absurdo. Hay que recordar también cuál es el propósito para el cual Dios inspiró las Escrituras. No lo hizo para satisfacer curiosidades científicas o históricas, sino “para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” al “hombre de Dios” (2 Ti. 3:16). Las historias que aparecen en la Biblia “están escritas para amonestarnos a nosotros” (1 Co. 10:11). Para lograr este fin, Dios ordenó que se escribieran cosas negativas o pecaminosas dichas o hechas por los antiguos. La i. no tiene el sentido de decir que Dios ordenó a Satanás, por ejemplo, que dijera sus mentiras. Pero sí entra en el concepto de i. que Dios ordenó que se hiciera el registro de lo que Satanás dijo

INTERCESIÓN Acto de hablar con una persona con el propósito de conseguir para otra algún bien, o para defenderla. El término traduce una palabra hebrea que significaba “asaltar a alguien con peticiones”. Abraham intercedió ante Dios por Sodoma (Gn. 18:23–33). Cuando este patriarca quiso comprar la cueva de •Macpela, habló a los hijos de •Het, diciéndoles: “Interceded por mí con Efrón”, el dueño original (Gn. 23:8). •Mardoqueo animó a •Ester a que hablara con el rey •Asuero para “interceder delante de él por su pueblo” (Est. 4:8). Muchas veces Moisés intercedió por Israel, delante de Dios (“Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado ... que perdones ahora su pecado” [Éx. 32:31–32]). También los profetas intercedieron ante Dios por el pueblo. Una i. fracasada fue la que hizo •Betsabé cuando pidió a Salomón que permitiera el matrimonio de •Adonías con •Abisag sunamita (1 R. 2:13–25).

En el NT es traducción de la palabra entuncanö para decirnos que “Cristo es el que murió ... el que también intercede por nosotros” (Ro. 8:34; He. 7:25). Él es el “mediador entre Dios y los hombres” (1 Ti. 2:5). La i. es función eminentemente sacerdotal (“Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad” [Joel 2:17]). Por eso el Señor Jesús dijo a Pedro: “Yo he rogado por ti, que tu fe no falte” (Lc. 22:32). Pero también “abogado tenemos para con el Padre” (1 Jn. 2:1), cuyos servicios necesitamos continuamente a causa de nuestros muchos pecados. Y también por la existencia del “acusador”, que nos acusa “delante de nuestro Dios día y noche” (Ap. 12:10).

En la vida de oración el creyente necesita la ayuda del Espíritu Santo, “pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.... porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Ro.

8:26–27). A su vez, el creyente tiene el deber de interceder por otras personas. Pablo exhorta que “se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en eminencia...” (1 Ti. 2:1–2). Es deber orar “por los que os ultrajan y os persiguen” (Mt. 5:44) y “los que os calumnian” (Lc. 6:28). Pablo solicitaba que se orara por él (Ro. 15:30; Col. 4:3; 1 Ts. 5:25). Debemos interceder “unos por otros” (Stg. 5:16). •Oración.

INTERPRETACIÓN Entre los eruditos, se llama hermenéutica (del griego, hermeneutike) al conjunto de normas que se utilizan para interpretar cualquier texto, en tal caso se denomina “hermenéutica general”. La hermenéutica sacra, o bíblica es la que se dedica a la interpretación de las Sagradas Escrituras. Es tanto un arte como una ciencia. Cuando se aplica la hermenéutica a un texto, lo que se hace es una exégesis. Este término proviene de una palabra griega que significa “guiar, exponer, explicar”. Se usa mayormente en teología con referencia a la explicación del texto bíblico, la cual debe hacerse con atención a las reglas establecidas en la hermenéutica.

En la tradición judía se fue formando en un proceso de siglos la literatura talmúdica, que no es más que una compilación de análisis exegéticos y hermenéuticos de los libros de la ley (la Torá). El principio de esta tradición se remonta a •Esdras, a quien se considera el fundador de lo que luego sería la institución del escriba, aquellos hombres que se dedicaban a estudiar y explicar los Sagrados Libros. En términos generales, los métodos de interpretación judíos se dividían en cuatro tipos: el peshat, que buscaba la traducción literal, el remez que indagaba por los significados implicados en el texto, el derash, más orientado a una explicación homilética y el sod, que se interesaba por lo místico y lo alegórico en el texto. Las interpretaciones del texto hechas en esa forma aparecen en el Talmud como los midrash, que son exposiciones exegéticas que tenían el objeto de investigar las posibles explicaciones y aplicaciones de la ley.

Había diferencias entre los principios de interpretación que aplicaban los judíos que vivían en Israel y los de la •dispersión, especialmente aquellos de •Alejandría. Los primeros se inclinaban por la interpretación literal, mientras que los segundos hacían énfasis en la interpretación alegórica, estando bajo la influencia de la filosofía de Platón. Según ésta, no debe creerse nada que nos parezca indigno de la Deidad. Por lo tanto, cuando un intérprete alejandrino tropezaba con algunos pasajes del AT prefería pensar que se trataba de una alegoría. Esta tradición judía influyó, como es natural, a los estudiosos bíblicos cristianos. Los creyentes de Alejandría, con Clemente y Orígenes a la cabeza, propusieron que toda Escritura debía interpretarse en forma alegórica. Mientras que otra escuela de interpretación, la de Antioquía, especialmente a través de Teodoro y Juan Crisóstomo, se inclinó por la interpretación literal. Tiempo después, los escolásticos enseñaban que la interpretación de la Biblia debía hacerse en sentido literal, o alegórico, o moral, o analógico.

Para la interpretación y explicación adecuada de las Escrituras debe, antes que nada, asegurarse de que el texto utilizado es el que más razonablemente se acerque al arquetipo o documento original. Para esto hay que consultar, no sólo los documentos mismos, sino también las referencias históricas o citas que se hagan de ellos en escritos antiguos, así como también las versiones paralelas del mismo texto. La historia, la arqueología, la filología, la antropología, la sociología, y otras, son ciencias auxiliares del intérprete, pues una vez que tiene ante sí el texto, ha de preocuparse por ponerlo dentro del contexto, es decir, teniendo en cuenta el entorno cultural, de palabras, hechos, costumbres, etcétera, dentro del cual éste se produjo. De igual manera, el intérprete ha de considerar el género literario de la obra que analiza, cuál fue el propósito con el cual fue escrita, sus circunstancias, los aspectos relacionados con la personalidad del autor, etcétera. Finalmente, no debe olvidarse el principio hermenéutico básico enfatizado por la Reforma protestante: La Biblia se interpreta a sí misma. De manera que la explicación de un pasaje ha de estar en perfecta armonía con lo

que la misma Escritura dice en cualquier otro lugar. El método de i. llamado “gramático-histórico” procura estudiar las formas y estilos literarios, así como las construcciones gramaticales, juntamente con un conocimiento del ambiente histórico y las diferentes situaciones en las cuales se escribieron los libros de la Biblia, a fin de entenderlos adecuadamente.

INTÉRPRETE DE LA LEY Se utilizaba este apelativo como sinónimo de •escriba, o sea, una persona que se dedicaba al estudio de las Escrituras. El término griego es nomikos. En varias ocasiones vinieron al Señor Jesús con preguntas difíciles. Uno de ellos le “preguntó, por tentarle: ¿Cuál es el gran mandamiento en la ley?” (Mt. 22:35–36). Cristo denunció a los i. de la l. porque habían “quitado la llave de la ciencia”, de manera tal que ellos no entraron e impidieron que otros que querían entrar lo hicieran (Lc. 11:52).

INVIERNO Esta estación comienza en Israel en la mitad del período que usualmente se llama otoño. Se calcula a partir de septiembre y termina en los principios de marzo (Gn. 8:22; Sal. 74:17; Mt. 24:20). No se experimentan temperaturas muy bajas (Jer. 36:22) y nieva en las montañas. En las regiones más bajas las nevadas son raras. De diciembre a mediados de febrero sopla un fuerte viento del N. El i. es la estación de las lluvias, por lo cual se hace necesario aprovecharlas, guardando el agua en estanques, aljibes, etcétera, para su uso el resto del año. •Calendario. •Dedicación. Fiesta de la.

INVOCAR Acto de llamar a Dios. La invocación nace de un corazón que sabe que Dios es “galardonador de los que le buscan” (He. 11:6). Los impíos no invocan el nombre de Jehová (Sal. 14:4). Dios libra al que le invoca en el día de la angustia (Sal. 50:15; 118:5). La i. de Dios supone un reconocimiento de la existencia del Creador y un esfuerzo tanto por comunicarse como para identificarse con él. Dios responde a la invocación que le hacemos (Sal. 91:15; 99:6). La invocación incluye un pedimento a Dios por las necesidades del alma, comenzando por la salvación. “Todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo” (Hch. 2:21; Ro. 10:13). Dios “es grande en misericordia para con todos” los que le invocan (Sal. 86:5). Esta i. tiene que ser sincera, “de veras” (Sal. 145:18); porque: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos” (Mt. 7:21).

IQUES (Sutil). Personaje de Tecoa, que fue padre de uno de los valientes de David, llamado Ira (2 S. 23:26).

IRA (Persona) (Burro, pollino). Nombre de personas del AT.

1. Sacerdote de tiempos del rey David. Era descendiente de •Jair (2 S. 20:26).

2. Uno de los valientes de David, natural de Tecoa. Hijo de •Iques (2 S. 23:26). Comandaba una división de veinticuatro mil hombres que servían en el sexto mes (1 Cr. 27:9).

3. Uno de los valientes de David, llamado “itrita” (2 S. 23:38).

IRA. ENOJO El hombre es hecho a la imagen de Dios y tiene, por lo tanto, la capacidad de reaccionar con indignación frente a la maldad y la injusticia. Esa capacidad, sin embargo, ha de ser ejercida siempre sujeta a la virtud del dominio propio. Pablo enseñaba: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro e.” (Ef. 4:26). De manera que la i. no es necesariamente pecaminosa. Las Escrituras enseñan, sin embargo, que así como Dios es paciente, sus hijos deben serlo también, imitando su longanimidad. Por lo tanto, no es bueno airarse con rapidez. “El que tarda en airarse es grande de entendimiento” (Pr. 14:29). “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Pr. 16:32). “Todo hombre sea ... tardo para airarse” (Stg. 1:19).

Las explosiones de i. por lo regular son pecaminosas porque casi siempre se producen, precisamente, por la falta de dominio propio. Después del cuidado que debemos tener en cuanto a como comienza nuestra i., lo próximo será controlar también su duración (“No se ponga el sol sobre vuestro e.”). Dios dice: “No guardaré para siempre el e.” (Jer. 3:12). Eso deben imitarlo sus hijos. También es importante la forma en que se expresa la i. El apóstol Pablo aconsejaba: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, i., gritería y maledicencia” (Ef. 4:31; Col. 3:8).

En algunas ocasiones la i. se levanta como consecuencia del celo por Dios, en situaciones en las cuales se ofende su santidad. Eso fue lo que aconteció a •Finees, que fue alabado por su actuación en el caso de •Baal-peor, “por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel” (Nm. 25:1–15). El Señor Jesús echó violentamente a los mercaderes del •templo. Aquella no fue una explosión de ira, pues él hizo previamente “un azote de cuerdas”, lo cual indica que fue una acción bien premeditada (Jn. 2:13–17). Pero es muy fácil que nuestro corazón nos engañe pretendiendo que actuamos impulsados por el celo divino. Por eso, lo recomendable es recordar siempre la exhortación de la Escritura: “Deja la i., y desecha el e.; no te excites en manera alguna a hacer lo malo” (Sal. 37:8). “Porque la i. del hombre no obra la justicia de Dios” (Stg. 1:20).

IRA DE DIOS El enojo y la indignación de Dios frente al pecado le conducen a hacer juicio sobre éste, derramando su i. en el merecido castigo y retribución. “Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días” (Sal. 7:11). Pero también es “Dios misericordioso y clemente, lento para la i.” (Éx. 34:6; Sal. 86:15; 103:8; 145:8). Esto se demuestra cuando vemos que él ha “pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” de los gentiles (Ro. 3:25; 1 P. 3:20) y “soportó con mucha paciencia” a su pueblo Israel (Ro. 9:22). Él es “el Dios de la paciencia” (Ro. 15:5), pero su i. “se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres” (Ro. 1:18) porque así corresponde a su naturaleza santa y justa. Por lo tanto, el pecado de los hombres le provoca a i. Desafortunadamente, eso fue lo que hizo el pueblo de Israel al salir de Egipto (“... no olvides que has provocado la ira de Jehová tu Dios en el desierto” [Dt. 9:7]) y durante su vida como nación (“Mas después que nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos, él los entregó en mano de Nabucodonosor...” [Esd. 5:12]).

En el final de la historia Dios ejecutará sus juicios sobre el pecado de la humanidad. Los profetas llaman a esto “el día del ardor de su ira” (Is. 13:13), “el día de ira”, “día de la ira de Jehová”, el cual será “terrible y de indignación y ardor de ira” (Is. 13:9), “de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y oscuridad...” (Sof. 1:14–18). “Día grande y espantoso” (Jl. 2:31), “grande y terrible” (Mal. 4:5). En el Apocalipsis se nos habla de “la ira del Cordero ... porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Ap. 6:16–17). Los hombres que insisten en su rebelión contra Dios atesoran para sí mismos “ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (Ro. 2:5).

IRAD (Asno salvaje). Hijo de •Enoc. Padre de •Mehujael (Gn. 4:18).

IRAM Descendiente de Esaú. Uno de “los jefes de Edom”. Dio origen a una tribu edomita (Gn. 36:43).

IRI (Jehová es vigilante). Descendiente de Benjamín. Hijo de Bela (1 Cr. 7:7).

IRÍAS (Jehová ve). Capitán del ejército de Judá que estaba vigilando una puerta de Jerusalén y arrestó a Jeremías cuando éste salía “para irse a tierra de Benjamín”, acusándolo de que se pasaba a los caldeos (Jer. 37:11–13).

IRÓN (Lugar de terror). Ciudad adjudicada a la tribu de Neftalí en la repartición de la tierra (Jos. 19:38). Se le identifica con la moderna Yarun, 16 km al NO de •Hazor.

IRPEEL (Dios sana). Ciudad adjudicada a la tribu de Benjamín en la repartición de la tierra (Jos. 18:27).

IR-SEMES (Ciudad del sol). Ciudad adjudicada a la tribu de Dan en la repartición de la tierra (Jos. 19:41). = •Bet-semes #1.

IRU (Pollino). Primogénito de Caleb (1 Cr. 4:15).

ISAAC (Risa). Hijo de Abraham y Sara. Tanto Abraham como Sara se rieron cuando oyeron la promesa de que tendrían un hijo en su vejez, lo cual motivó el nombre del niño (Gn. 17:17–19; 18:12). Isaac representa el cumplimiento de la promesa de Dios. Nació cuando su padre tenía cien años y su madre noventa y uno (Gn. 21:5). Ante los problemas que podrían levantarse con la existencia de un hermano mayor, •Ismael, Sara pidió que éste fuera alejado, lo cual Dios permitió, dando promesas también para Ismael (Gn. 21:8–13). Tras reiterarle varias veces que en I. le sería levantada descendencia, Dios probó a Abraham pidiéndole que lo ofreciera en holocausto. Cuando éste mostró su obediencia y fe absoluta, un ángel le mostró un carnero que fue sacrificado en lugar de I. (Gn. 22). Siendo Abraham “ya viejo y bien avanzado en años”, ordenó a un siervo que fuera a su tierra de origen en Mesopotamia a buscar esposa para I. , lo cual éste logró al traer a Rebeca, a quien I. “trajo ... a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó” (Gn. 24:67), cuando tenía cuarenta años (Gn. 25:20). “Abraham dio todo cuanto tenía a I.” (Gn. 25:5) “Dios bendijo a I.” (Gn. 25:11).

I. tenía sesenta años cuando nacieron Esaú y Jacob (Gn. 25:26). Dios se apareció a I. y le dijo que no descendiera a Egipto, sino que morara como extranjero en la tierra de Canaán (Gn. 26:1–15). Cuando habitaba en •Gerar, I. dijo que Rebeca era su hermana, pero •Abimelec le sorprendió acariciando a Rebeca, por lo cual le amonestó (Gn. 26:7–11). I. comenzó actividades agrícolas allí (Gn. 26:12), lo cual señala que su vida fue seminómada. La búsqueda de agua y apertura de pozos fue una de las actividades que le distinguieron, reacondicionando los pozos que había abierto su padre, los cuales los filisteos habían llenado de tierra (Gn. 26:15–22, 32). Dios se le apareció de nuevo en •Beerseba, y le bendijo (Gn. 26:23–25). Abimelec, vino desde Gerar e hizo pacto con él (Gn. 26:26–31).

Guiado por su madre, Jacob engañó a I. , cuando éste era ya muy anciano, y se quedó con la bendición que correspondía al primogénito (Gn. 27:1–30), pero I. bendijo también a Esaú (Gn. 27:32–40) y luego envió a Jacob a •Padan-aram, con órdenes de casarse allí (Gn. 28:1–2). I. pasó sus últimos días en Hebrón, donde murió (Gn. 35:27–29). Dios se describió a sí mismo como “el Dios de I.” (Gn. 28:13). El Señor Jesús, ante la fe del centurión, dijo que “vendrán muchos del oriente y del occidente y se sentarán con Abraham e I. y Jacob en el reino de los cielos” (Mt. 8:11).

ISACAR (Hay recompensa). Nombre de personas y una tribu del AT.

1. Noveno hijo de Jacob. Quinto de •Lea, que “viendo que había dejado de dar a luz”, dio su sierva •Zilpa como concubina a Jacob. Cuando Lea volvió a tener un hijo, interpretó el nacimiento del niño como una bendición de Dios por haber cedido a su sierva (Gn. 30:9–18). I. tuvo cuatro hijos: Tola, Fúa, Job y Simrón. Con ellos y sus nietos acompañó a Jacob cuando fue a Egipto en tiempos de José (Gn. 46:13; Éx. 1:3).

2. Tribu formada por los descendientes de I. , hijo de Jacob. Aunque I. tenía otros hermanos hijos de Lea, hubo poco tiempo entre su nacimiento y el de •Zabulón. Varias veces en la

Biblia aparecen mencionadas juntas ambas tribus (Gn. 49:13–15; Dt. 33:18; Jos. 19:10–23). Observando la lista de las ciudades que le fueron asignadas, se infiere que el territorio de I. estaba al SO del mar de Galilea, teniendo por límite al N los territorios de Neftalí. Al S la tribu de Manasés. Al E el río Jordán y al O la tribu de Zabulón (Jos. 17:11; 19:17–23). En el primer •censo en tiempos de Moisés la tribu tenía cincuenta y cuatro mil cuatrocientos hombres que llevaban espada (Nm. 1:28–29). En el segundo había sesenta y cuatro mil trescientos (Nm. 26:25). Cuando el de David había ochenta y siete mil (1 Cr. 7:5).

Las palabras con las cuales Jacob le menciona en su bendición final (“... asno fuerte que se recuesta entre los apriscos...” [Gn. 49:14–15]) son interpretadas por muchos como alusión a que I. tenía capacidad para la guerra, pero que se dejó seducir por la comodidad de la tierra en la cual vivía, que incluía el famoso valle de •Jezreel. Incluso es posible que durante un tiempo I. fuera dominado por el cananeo que persistió en habitar en parte del territorio que le correspondió como tribu, a lo cual quizás se refería Jacob al profetizar que I. “bajó su hombro para llevar, y sirvió en tributo” (Gn. 49:15). La tribu de I. peleó valientemente en la guerra contra •Sísara (Jue. 5:15) y cuando David fue coronado rey en Hebrón una delegación de la tribu estuvo presente (1 Cr. 12:32).

3. Levita. Séptimo hijo de •Obed-edom. Portero en el •templo (1 Cr. 26:5).

ISAÍ Padre de David. Nieto de •Booz, el esposo de •Ruth (Rt. 4:22). Antepasado del Señor Jesucristo (Mt. 1:5). Personaje de cierta importancia en Belén, como se sugiere en 1 S. 17:12. Teniendo en cuenta su parentesco con Booz y la forma en que se le describe en ese versículo puede deducirse que era terrateniente. Dios envió a Samuel a su pueblo y a su casa. “Y santificando él a I. y a sus hijos, los llamó al sacrificio”, tras lo cual ungió a David como futuro rey de Israel. Más tarde I. recibió un mensaje de Saúl a fin de que le enviara a David para ponerlo a su servicio (1 S. 16:1–21). Éste regresó por un tiempo a casa de I.; pero cuando volvió a haber guerra contra los filisteos, I. envió a David con comida para sus hermanos mayores, que estaban en el ejército (1 S. 17:15–19). La aparición futura de “una vara del tronco de I.”, o “la raíz de I.”, es una de las formas en que el profeta Isaías describe la promesa del Mesías (Is. 11:1, 10).

ISAÍAS Profeta israelita, considerado el más grande de todos. Algunos estiman que debió de haber nacido alrededor del año 760 a.C. Él mismo dice que profetizó “acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías” (Is. 1:1). Fue contemporáneo de •Amós y de •Oseas, que ejercían su ministerio en el Reino del Norte, así como de •Miqueas, que como él, profetizó en Judá, el Reino del Sur. Se marca el comienzo de su ministerio en el año 740 a.C., cuando murió Uzías. Puede decirse que tuvo en ese momento una experiencia espiritual que conmovió todo su ser, le hizo ver su pecado, y recibió el llamado de Dios para el ministerio profético. No se tienen datos sobre el carácter de I. , a no ser aquellos que se deducen de sus profecías mismas. Se piensa que pertenecía a la familia real judía o que, por lo menos, era de familia noble. Se sabe que era casado y que tenía dos hijos. Su mujer es llamada “profetisa”. Es apreciable la educación y los conocimientos políticos de I.

En tiempos de •Acaz, los reyes •Peka y •Rezín atacaron a Jerusalén. El pueblo se llenó de temor, pero I. recomendó que no se temiera esa alianza, porque no vencería, y anunció, además, la invasión asiria contra Samaria y Siria (Is. 7:1–25). Más tarde, cuando •Senaquerib sitió a Jerusalén, I. aconsejó la resistencia, profetizando que la ciudad no sería tomada (2 R. 19:1–7, 21–37). El rey •Ezequías “cayó enfermo de muerte” y el profeta le dijo que debía prepararse para morir. Por el ruego a Dios de Ezequías, sin embargo, I. le profetizó que viviría unos quince años más y recomendó la medicina que había que usar para la enfermedad. Dio, además señal a Ezequías para que tuviera seguridad de lo que le había dicho (2 R. 20:1–11). Desafortunadamente, Ezequías comenzó una política de alianza con los caldeos, que eran ya

rivales de Asiria, recibió sus embajadores y les mostró sus riquezas. El profeta se manifestó en contra de ello y le anunció que todo lo que tenía el rey sería llevado a Babilonia (Is. 20:12–19).

Existe un libro apócrifo llamado Vida de los Profetas, probablemente escrito en el siglo I d.C., que dice que I. era de Jerusalén y que “en tiempos de Manasés murió serrado en dos”. Algunos relacionan estas palabras con He. 11:37, donde hablando de los héroes de la fe, dice: “Fueron apedreados, aserrados...” Según el •Talmud, I. fue perseguido y se escondió en el tronco hueco de un cedro. Éste fue derribado y aserrado con el profeta adentro.

ISAÍAS, LIBRO DE En la Biblia hebrea, este libro forma parte de Los Profetas (Nevi’im), entre los llamados Profetas Posteriores. Pero se habla de él en los libros históricos (2 R. 19 y 20). En 2 Cr. 26:22 se dice que fue cronista de lo acontecido en el reinado de Uzías (“Los demás hechos de Uzías, primeros y postreros, fueron escritos por el profeta Isaías, hijo de Amoz”). También del reinado de •Ezequías (“Los demás hechos de Ezequías ... he aquí todos están escritos en la profecía del profeta Isaías, hijo de Amoz...” [2 Cr. 32:32]). Se le menciona también en 2 Cr. 32:20. De manera que el autor o los autores de los libros de Reyes y Crónicas usaron los escritos de Isaías como una de sus fuentes.

Autor y fecha. Se han levantado en tiempos modernos muchas discusiones con respecto a si ciertas partes del libro fueron escritas o no por el profeta Isaías. El problema surge porque hay críticos que señalan que los mensajes proféticos sólo tenían pertinencia para los hombres de su generación y niegan la capacidad del mensajero divino de proyectarse hacia un futuro lejano. Desde ese punto de vista, hay partes de la obra que hablan de acontecimientos muy posteriores a la época de Isaías y que, por lo tanto, tuvieron que haber sido escritas por otras personas. Al no conocerse el nombre de éstas, los eruditos denominan Deutero-Isaías a los capítulos 40 al 66, que se supone son obra de un profeta anónimo de tiempos del exilio babilónico que se añadió a la obra de Isaías como un apéndice. Ciertos eruditos no quieren reconocer que un profeta del siglo VIII a.C. pudiera tener conocimiento de cosas que pertenecen al siglo VI o IV a.C. Extraña, sin embargo, que profecías del calibre de las que aparecen en esos capítulos quedaran en el anonimato. Hay incluso quienes piensan que fueron tres los autores, llamando al tercero el Trito-Isaías. Otra explicación que se ofrece es la posibilidad de que escritores o compiladores posteriores fueron agregando escritos al material básico preparado por Isaías, quizás porque se consideraban sus discípulos o porque entendían que el mensaje se relacionaba de alguna manera con lo que el profeta dijo. De todas maneras, el libro de Isaías aparece siempre como una unidad. El libro apócrifo del •Eclesiástico, escrito unos doscientos años antes de Cristo, menciona a Isaías, diciendo: “... el profeta Isaías ... con grande inspiración vio el fin de los tiempos, consoló a los afligidos de Sion, anunció lo venidero hasta el fin de los tiempos y las cosas antes que sucediesen...” (Si. 48:22–24). Por lo tanto, ya en esa época se trataba al libro como una unidad. De igual manera lo consideraron los miembros de la comunidad de •Qumrán y los autores del NT. Los rabinos concuerdan en que el libro es obra de un mismo autor, explicando las referencias a cosas de tiempos muy posteriores a la vida de I. a su capacidad profética.

Las razones presentadas por los eruditos que sugieren que sólo la primera parte del libro fue escrita por el profeta Isaías y la segunda por otro u otros, son atendibles, aunque no implican una prueba definitiva. En realidad, el hecho de que el libro haya sido escrito por más de una persona, en diferentes épocas, no contradice ninguna doctrina bíblica. Pero la mayoría de los creyentes evangélicos siguen tratando al libro como una unidad.

Circunstancias. Los ataques de los asirios a Siria habían debilitado a ésta, y permitido un largo período de prosperidad para los reinos de Israel, gobernados por •Jeroboam II y Judá, bajo •Uzías. Pero la prosperidad vino acompañada de mucha corrupción e injusticia social. La expansión asiria, sin embargo, significaba una amenaza para los dos reinos israelitas. Cuando

•Peka se hizo con el trono de Israel, formó una alianza con •Rezín, rey sirio, en contra de los asirios. El rey •Acaz, de Judá, se negó a participar en ella. Peka y Rezín invadieron a Judá. Isaías animó a Acaz a la resistencia y predijo que tanto Samaria como Siria serían destruidas (Is. 7:1–25). Jerusalén no pudo ser tomada, pero el rey Acaz envió embajadores a •Tiglat-pileser, rey asirio, pagando tributo y solicitando apoyo, quedando así como vasallo asirio (2 R. 15:37; 16:5, 7–9). El Reino del Norte, que buscó alianza con los egipcios para librarse de los asirios, finalmente fue destruido por éste en el año 722 a.C. y el territorio de Israel pasó a ser una provincia de Asiria.

•Ezequías, rey de Judá, hijo de Acaz, se mantuvo un buen tiempo sin atender a las propuestas de Egipto, que proponía también una alianza para librarse del yugo asirio. Se atribuye esta posición en gran parte al consejo de Isaías, que constantemente predicaba en contra de todo arreglo con los egipcios (“¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos...!” [Is. 31:1]). Pero en un momento en que parecía que Egipto y Etiopía podían vencer a los asirios, Ezequías entró en la alianza. El resultado fue que los asirios invadieron, derrotaron a los egipcios y etíopes, tomaron las ciudades de Judá y cercaron a Jerusalén. Isaías aconsejó la resistencia, asegurando que Jerusalén no sería violada (“Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo...” [Is. 37:35]). •Senaquerib, el rey asirio, tuvo que retirarse a causa de una plaga en su ejército, que la Biblia explica como obra del ángel de Jehová (Is. 36 y 37).

Durante todo el tiempo de su ministerio, Isaías predicaba en contra de las injusticias y la corrupción que se manifestaban en Judá. Las clases dirigentes se dedicaban a la opresión de los pobres (“Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones, todos aman el soborno, y van tras las recompensas, no hacen justicia...” [Is. 1:23]). Las casas de los ricos se llenaban a costa de los marginados (“... porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas” [Is. 3:14]). En los tribunales imperaba la compra de conciencias (“... los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho” [Is. 5:23]). Los terratenientes poderosos quitaban a los campesinos sus tierras (“¡Ay de los que junta casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo!” [Is. 5:8]). Las mujeres vivían en un ambiente de lujos extravagantes y desvergonzados (Is. 3:16–24). Con el aumento del comercio y los contactos con otros pueblos, la idolatría se incrementó (“... siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria” [Is. 10:10]).

Los capítulos del 40 al 66 hablan de la situación de los exiliados en Babilonia, los cuales vivían en angustia y desesperación pensando que Dios les había abandonado (“¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?” [Is. 40:27]). Algunos incluso se habían dejado llevar por la idolatría caldea (Is. 44:8–21). Isaías, les anuncia los triunfos de •Ciro sobre •Babilonia, lo cual tuvo lugar en el año 539 a.C. El profeta habla de ello como el preludio de una restauración de Judá (“No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré” [Is. 43:5]; “Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores...” [Is. 49:19]). Los ídolos de Babilonia serán destruidos (“Se postró Bel, se abatió Nebo...” [Is. 46:1]). Dios perdonará a su pueblo (“Hablad al corazón de Jerusalén, decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado...” [Is. 40:2]). El retorno a la tierra es asegurado (“Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas...” [Is. 51:11]). Los capítulos 56 al 66 son los que algunos quisieran llamar el Trito-Isaías, porque sugieren que su tema y estilo es muy diferente del resto.

Desarrollo. Dada la extensión y la variedad de los oráculos contenidos en este libro, para fines de este artículo se señalan solamente los temas principales de cada capítulo, tomando unas palabras representativas de la idea central de cada uno de ellos.

Cap. 1. Queja de Dios sobre su pueblo (¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos..." [1:4]). Se anuncia el juicio, a menos que consientan en arrepentirse (“... si no quisiéreis y fuereis rebeldes, seréis consumidos...” [1:20]).

Cap. 2. Sin embargo, “en lo postrero de los tiempos” hay un futuro glorioso para Sion, cuando Dios “quitará totalmente los ídolos” (2:18).

Cap. 3. Vuelve con los avisos de juicio. La corrupción entre el elemento femenino será juzgada (“Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas...” [3:18]).

Cap. 4. Sigue el juicio contra Jerusalén, pues habrá un día en el que “el Señor lave las inmundicias de las hijas de Sion...” (4:4).

Cap. 5. Es una parábola en la cual se compara a Israel con una viña que a pesar de los cuidados de su dueño “ha dado uvas silvestres” (5:4). De nuevo se anuncia el juicio de Dios.

Cap. 6. Isaías ve la gloria de Dios, a quien contempla “sentado sobre un trono alto y sublime”. Acepta la encomienda divina para el ministerio profético.

Cap. 7. Narra los acontecimientos relacionados con el ataque de Peka y Rezín contra Jerusalén, que fue un fracaso (“... pero no la pudieron tomar” [7:1]).

Cap. 8. El profeta anuncia la destrucción de Samaria y Damasco (“... será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria” [8:4])

Cap. 9. Contiene profecías sobre el futuro •Mesías (“... el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz” [9:2]; “... porque un niño nos es nacido...” [9:6]). Se ratifica el triste destino de Samaria (“Jehová cortará de Israel cabeza y cola...” [9:14]).

Cap. 10. Asiria es descrita como un instrumento de Dios para juicio (“Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira” [10:5]).

Cap. 11. Contiene profecías sobre el Mesías (“Saldrá una vara del tronco de Isaí” [11:1]).

Cap. 12. Cántico de alabanza por la liberación del poder de Asiria (11:16; Mi. 5:2–5).

Cap. 13. Dios hará juicio contra los caldeos (“Babilonia... será como Sodoma y Gomorra.... Nunca más será habitada” [13:19–20]).

Cap. 14. Babilonia y Asiria sufrirán juicio de Dios (“... raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto” [14:22]; “... quebrantaré al asirio” [14:25]).

Cap. 15. Juicios contra Moab (“Porque el llanto rodeó los límites de Moab” [15:8]).

Cap. 16. Juicios contra Moab (“Por tanto, aullará Moab...” [16:7]).

Cap. 17. Juicios contra Damasco (“Damasco dejará de ser ciudad” [17:1]).

Cap. 18. Juicios contra Etiopía (“¡Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos de Etiopía...!” [18:1]).

Cap. 19. Juicios contra Egipto (“Levantaré egipcios contra egipcios...” [19:2]).

Cap. 20. Egipto y Etiopía serán vencidos por Asiria (“... señal y pronóstico sobre Egipto y Etiopía, así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y los deportados de Etiopía...” [20:3–4]).

Cap. 21:1–9. De nuevo se habla de la destrucción de Babilonia (“Cayó, cayó Babilonia...” [21:9]).

Cap. 21:11–17. Las tribus árabes también sufrirán (“Profecía sobre Arabia.... porque ante la espada huye...” [21:13, 15]).

Cap. 22. Juicio sobre Jerusalén (“Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta ... tus muertos no son muertos a espada...” [22:2]).

Cap. 23. Juicio sobre Fenicia (“... porque destruida es Tiro...” [23:1]; “No te alegrarás más, oh oprimida virgen hija de Sidón” [23:12]).

Cap. 24. Profecías sobre el día de Jehová (“... cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso” [24:23]).

Cap. 25. Después de ese día Dios “destruirá a la muerte para siempre” [25:8]).

Cap. 26. Es un cántico de alabanza celebrando las bondades de Dios para con su pueblo (“Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán” [26:19]).

Cap. 27. Continúan las promesas de restauración de Israel (“... será perdonada la iniquidad de Jacob...” [27:9]).

Cap. 28. Se reiteran los juicios contra los gobernantes de Judá (“... varones burladores que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén...” [28:14]).

Cap. 29. Juicio contra Jerusalén (“¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David!” [29:1]).

Cap. 30:1–17. Isaías aconseja en contra de buscar ayuda egipcia (“¡Ay de los hijos que se apartan...! para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca...” [30:1–2]).

Cap. 30:18–33. A pesar de todo, Dios tendrá misericordia de Israel (“Ciertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén...” [30:19]).

Cap. 31. Se reitera el consejo en contra de la alianza con Egipto (“¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda...!” [31:1]).

Cap. 32. Profecías sobre el reino mesiánico (“He aquí que para justicia reinará un rey...” [32:1]).

Cap. 33. Profecías sobre la esperanza de Israel (“Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas, llenó a Sion de juicio y justicia” [33:5]).

Cap. 34. Juicio contra las naciones. El día de Jehová (“Porque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sion” [34:8]).

Cap. 35. Profecías sobre el reino mesiánico (“Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría” [35:10]).

Cap. 36. Narración sobre la invasión de Senaquerib. Jerusalén es sitiada (“Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá” [36:1]).

Cap. 37. Incidencias del sitio de Jerusalén (“Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios” [37:36]).

Cap. 38. Enfermedad y curación de Ezequías. Cántico de éste (“El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy” [38:19]).

Cap. 39. Visita de los embajadores caldeos. Isaías anuncia la invasión caldea (“He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa” [39:6]).

Cap. 40. Promesa de consolación para Jerusalén (“Consolaos, consolaos, pueblo mío...” [40:1]).

Cap. 41. Promesas de restauración para Israel (“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios...” [Is. 41:10]).

Cap. 42. Cántico del siervo de Jehová (“He aquí mi siervo, yo le sostendré...” [42:1]).

Cap. 43. Promesas de restauración para Israel (“No temas, porque yo te redimí...” [43:1]).

Cap. 44. Promesas de restauración para Israel (“No temas, siervo mío, Jacob...” [44:2]).

Cap. 45. Profecías sobre Ciro, el persa (“Así dice Jehová a su ungido, a Ciro...” [45:1]).

Cap. 46. Derrota de los ídolos caldeos (“Se postró Bel, se abatió Nebo...” [46:1]).

Cap. 47. Derrota y destrucción de Babilonia (“Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia...” [47:1]).

Cap. 48. Dios tendrá misericordia de los exiliados (“Por amor de mi nombre diferiré mi ira...” [48:9]).

Cap. 49. Dios tendrá misericordia de los exiliados (“Cantad alabanzas, oh cielos ... porque Jehová ha consolado a su pueblo...” [49:13]).

Cap. 50. El siervo de Dios sufre (“Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba...” [50:6]).

Cap. 51. Dios tendrá misericordia de los exiliados (“He aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento...” [51:22]).

Cap. 52. Promesas de restauración para Jerusalén (“Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion...” [52:1]).

Cap. 53. El siervo de Dios sufre (“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores...” [53:3]).

Cap. 54. Cántico de una Sion triunfante (“... levanta canción y da voces de júbilo...” [54:1])

Cap. 55. Invitación universal al arrepentimiento (“A todos los sedientos: Venid a las aguas...” [55:1]).

Cap. 56. Recompensa para los que guardan el pacto de Dios (“... yo les daré lugar en mi casa...” [56:5]).

Cap. 57. Rechazo a la inutilidad de los ídolos (“Cuando clames, que te libren tus ídolos...” [57:13]).

Cap. 58. La verdadera religión. El verdadero ayuno (“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad...?” [58:6]).

Cap. 59. Detalles sobre los pecados de Israel (“Sus pies corren al mal...” [59:7]).

Cap. 60. La gloria futura de Israel (“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz...” [60:1]).

Cap. 61. Misión del Mesías (“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí...” [61:1]).

Cap. 62. La gloria futura de Israel (“Y serás corona de gloria en la mano de Jehová...” [62:3]).

Cap. 63. Dios vengará a su pueblo (“Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado...” [63:4]).

Cap. 64. Oración de Israel pidiendo la restauración (“¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas?” [64:12]).

Cap. 65. Los gentiles buscarán a Jehová (“Fui buscado por los que no preguntaban por mí...” [65:1]).

Cap. 66. Rechazo a la religión hipócrita (“El que sacrifica buey es como si matase a un hombre...” [66:3]). Juicio de Dios (“... voz de Jehová que da el pago a sus enemigos” [66:6] y futura gloria de Jerusalén (“He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río...” [66:12]).

ISBA Personaje en la descendencia de Judá. Padre de Estemoa (1 Cr. 4:17).

ISBAC (Libre). Hijo de Abraham con •Cetura (Gn. 25:2; 1 Cr. 1:32).

ISBI-BENOB (Morador de la montaña). Gigante filisteo que estuvo a punto de matar a David cuando éste se cansó en medio de una batalla. •Abisai salvó a David, pero se decidió que el rey no saliera más a pelear en persona (2 S. 21:15–17).

IS-BOSET (Hombre de vergüenza). Uno de los hijos de Saúl. Su nombre fue cambiado de Es-baal (Hombre de Baal); no se sabe exactamente cuándo. Al morir su padre, “ •Abner hijo de Ner, general del ejército de Saúl, tomó a I. ... y lo llevó a Mahanaim, y lo hizo rey sobre ... todo Israel” (2 S. 2:8–9), mientras que David “reinó en Hebrón sobre la casa de Judá, siete años y seis meses” (2 S. 2:11). “Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David” (2 S. 3:1). I. riñó con Abner porque éste había tomado “una concubina que se llamaba Rizpa” que había sido de su padre Saúl, lo que parece fue considerado como una conspiración contra la autoridad real de I. Abner se enojó y rompió con I. , e hizo alianza con David.

I. devolvió a Mical su hermana a David, quitándosela “a su marido Paltiel hijo de Lais” (2 S. 3:15). Pero Abner convenció a “los ancianos de Israel” y “a los de Benjamín” para apoyar a David. Aunque Abner fue asesinado por Joab, la noticia asustó a I. , “las manos se le debilitaron, y fue atemorizado todo Israel” (2 S. 4:1). Dos de sus siervos, Baana y Recab, conspiraron contra I. , y lo mataron cuando “dormía sobre su lecho en su cámara ... le cortaron la cabeza.... y trajeron la cabeza de I. a David en Hebrón”. David reaccionó ordenando la muerte de los asesinos (2 S. 4:5–12).

ISCA Hija de Harán. Hermana de Milca, la mujer de •Nacor el hermano de Abraham (Gn. 11:29).

ISCARIOTE •Judas Iscariote.

ISHI (Mi marido, mi hombre). Expresión usada en el libro de •Oseas para señalar la especial e íntima relación que Dios tendrá con su pueblo, visto éste como una esposa, en la era mesiánica (Os. 2:16).

ISI (Dios ha salvado). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Apaim (1 Cr. 2:31).

2. Personaje en la descendencia de Judá. Padre de Zohet y Benzohet (1 Cr. 4:20).

3. Uno de “los jefes de las casas de sus padres” en la media tribu de Manasés, “hombres valientes y esforzados y varones de nombre, jefes de las casas de sus padres” (1 Cr. 5:24).

ISÍAS Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Isacar. Hijo de Israhías (1 Cr. 7:3).

2. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando este vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–6).

3. Levita de tiempos de David. Uno de los que “trabajaban en el ministerio de la casa de Jehová”. Hijo de Uziel (1 Cr. 23:20, 24).

4. Levita de tiempos de David que participó en el ministerio de la casa de Jehová. Hijo de Rehabías (1 Cr. 24:21).

5. Levita de tiempos de David que participó en el ministerio de la casa de Jehová. Hermano de Micaía. Padre de Zacarías (1 Cr. 24:25).

6. Personaje de tiempos de Esdras. Fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y se comprometieron a separarse de ellas (Esd. 10:31).

ISLA En el AT no se usa esta palabra para señalar una i. en particular. Es un término genérico que se refiere a lugares lejanos, que incluye tanto i. habitadas como tierras costeras del Mediterráneo. El Señor dice a Tiro: “Ahora se estremecerán las i. en el día de tu caída...” (Ez. 26:18), en un mensaje de juicio que afectaría a los muchos territorios allende el mar con los cuales los fenicios tenían comercio. Otra forma genérica de referirse a esas i. y lugares lejanos es mediante la frase “las costas” (“Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes” [Sal. 72:10]; “Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos” [Is. 49:1]). En el NT,

la palabra es nesos, referida a una i. específica, como las i. de •Chipre, •Malta, •Patmos, etcétera. •Costa.

ISMA (Que Dios oiga). Personaje en la des- cendencia de Judá. Hermano de Jezreel e Ibdas (1 Cr. 4:3).

ISMAEL (Dios oye). Nombre de personas del AT.

1. Hijo mayor de Abraham. Siendo Sara estéril, le dio a Abraham por concubina a •Agar, siguiendo una costumbre de su tierra. Al ver Agar que concibió “miraba con desprecio a su señora”, por lo cual Sara comenzó a afligirla. Agar huyó. Llegó “junto a una fuente de agua en el desierto”, donde le apareció el ángel de Jehová que le dijo que volviera y estuviera sujeta a su ama, prometiéndole que de su hijo haría un gran pueblo. El ángel señaló que debía llamar al niño I. , “porque Jehová ha oído tu aflicción”. Al nacer I. , Abraham era de ochenta y seis años de edad (Gn. 16). Cuando Abraham comenzó con el rito de la •circuncisión I. tenía trece años (Gn. 17:25).

Cuando luego nació •Isaac y fue destetado, en la fiesta que Abraham hizo por ello, I. se burlaba de Isaac, lo cual vio Sara, que exigió que I. fuera echado, lo cual “pareció grave en gran manera a Abraham”, pero Dios le dijo que lo hiciera, ratificando su promesa de hacer también de I. una gran nación. Agar fue expulsada con su hijo. Andando por el desierto se le acabó el agua “y echó al muchacho debajo de un arbusto” para no verlo morir. “El muchacho alzó su voz y lloró. Y oyó Dios la voz del muchacho”. Dios le mostró a Agar una fuente de agua. I. creció, estando Dios con él. “Y su madre le tomó mujer de la tierra de Egipto” (Gn. 21:1–21). Cuando murió Abraham, I. acompañó a Isaac en el entierro (Gn. 25:9). I. tuvo doce hijos, que formaron igual número de tribus o naciones (Gn. 25:12–16). Tuvo también una hija llamada •Mahalat, con la cual casó Esaú (Gn. 28:9). Murió de ciento treinta y siete años (Gn. 25:17). Se le considera el padre de los árabes. •Ismaelitas.

2. Personaje del linaje real de Judá que se rebeló contra el poder de los caldeos y mató a •Gedalías, a quien •Nabucodonosor había dejado como gobernador sobre la tierra de Judá. Era hijo de Netanías (2 R. 25:23–25). I. estaba en connivencia con el rey amonita •Baalis, lo cual fue dicho a Gedalías, pero éste no lo creyó. I. “y algunos príncipes del rey y diez hombres con él” vinieron a •Mizpa, donde vivía Gedalías, y le asesinaron después de comer juntos con él. Poco después I. mató también a unos ochenta hombres “de Siquem, de Silo y de Samaria” que “traían en sus manos ofrenda e incienso para llevar a la casa de Jehová”; les invitó a entrar en Mizpa, donde residía Gedalías, y luego los degolló. Se salvaron diez porque prometieron señalar un tesoro escondido. I. tomó al pueblo que estaba con Gedalías y se lo llevó hacia tierra de los amonitas, pero fue perseguido por •Johanán hijo de Carea, que rescató a la gente. I. escapó con ocho hombres. La acción de I. al matar a Gedalías hizo que muchos judíos huyeran hacia Egipto por temor a represalias de los caldeos (Jer. 40:8–16; 41:1–18).

3. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:38; 9:44).

4. Padre de Zebadías, aquel que fue “príncipe de la casa de Judá”, en tiempos del rey Josafat (2 Cr. 19:11).

5. Jefe de centena en tiempos del sacerdote Joiada. Conspiró con éste para poner en el trono a •Joás, eliminando a la usurpadora •Atalía (2 Cr. 23:1–21).

6. Personaje que fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras en tiempos de Esdras (Esd. 10:22).

ISMAELITAS Descendientes de Ismael #1, cuyos hijos, Nebaiot, Cedar, Abdeel, Mibsam, Misma, Duma, Massa, Hadar, Tema, Jetur, Nafis y Cedema, doce en total, formaron diferentes tribus o naciones (Gn. 25:13–16). Eran i. los comerciantes a los cuales fue vendido José (Gn. 37:25). En el Sal. 83:6 los i. aparecen diferenciados de los moabitas, los agarenos, los de Gebal, Amón y Amalec, los filisteos, los habitantes de Tiro y el asirio. Sin embargo, con el tiempo el término fue extendido a los pueblos árabes en general.

ISMAÍAS (Jehová está oyendo). Nombre de personas del AT.

1. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl. Fue “valiente entre los treinta, y más que los treinta” (1 Cr. 12:2–4).

2. Jefe de la tribu de Zabulón en tiempos de David (1 Cr. 27:19).

ISMAQUÍAS (Jehová apoya). Uno de los mayordomos que servían bajo •Conanías en el servicio del •templo en tiempos del rey Ezequías (2 Cr. 31:13).

ISMERAI (Jehová es protector). Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:18)

ISOD (Hombre de vitalidad). Personaje en la descendencia de Manasés. Su madre se llamaba Hamolequet (1 Cr. 7:18).

ISPA (Fuerte). Personaje en la descendencia de Benjamín. Era hijo de Bería (1 Cr. 8:16).

ISPÁN (Fuerte). Personaje en la descendencia de Benjamín. Era hijo de Sasac (1 Cr. 8:22).

ISRAEL, HISTORIA DE Este artículo abarcará desde la fundación de la monarquía israelita hasta la destrucción del segundo templo por los romanos. Para períodos anteriores: •Éxodo. •Hebreo, Pueblo. •Jueces. •Patriarcas.

El reino. Después de conquistar Canaán, los israelitas pasaron por un período de ajuste a las nuevas condiciones sedentarias de vida, mientras continuaba el proceso de ocupar la tierra. Todo eso implicaba, como es natural, luchas contra los pueblos que la habitaban o los vecinos. Las tribus de •Judá y de •Benjamín tuvieron constantes conflictos con los filisteos, que ocupaban la llanura costera. Judá, entonces, se defendía refugiándose en las montañas, donde los carros herrados de los filisteos eran menos eficaces. Siendo •Samuel juez de Israel, tuvo lugar una ofensiva filistea que produjo mucho pánico, pero por intervención divina estos adversarios fueron derrotados (1 S. 7:1–12). Este acontecimiento, y la vejez de Samuel, cuyos hijos no se comportaban a satisfacción del pueblo, hizo que éste sintiera la necesidad de tener un rey.

Con la expresión: “Constitúyenos ahora un rey que nos juzgue” (1 S. 8:5), los israelitas expresaban la necesidad de tener una milicia permanente y una organización central capaz de atender a la defensa del país. Hasta ese momento no había ejército profesional en Israel, sino que los ciudadanos acudían a las armas cuando se presentaba algún peligro. La organización tribal y descentralizada de Israel no podía competir con los pueblos vecinos, que estaban estructurados en forma de ciudades-estado y naciones-estado. Samuel, siguiendo las instrucciones de Dios, ungió a •Saúl como rey de todos los israelitas. Así nació el reino de Israel.

Saúl. El primer deber del nuevo rey consistió en organizar un ejército permanente y desarrollar una campaña contra el dominio filisteo de diversas áreas, incluso en las montañas. También atacó a los moabitas, los amonitas, los edomitas y los amalecitas, evidentemente

buscando hacer el papel de protector de las tribus que colindaban con estos enemigos o que eran invadidos por éstos. Saúl no tuvo tiempo o no supo organizar una administración verdaderamente centralizada, sino que continuó apoyándose en el sistema tribal, poniendo a miembros de su familia en ciertos puestos. Durante todo el reinado de Saúl los filisteos continuaron siendo motivo de conflicto, sin quedar totalmente dominados. En una ocasión penetraron hacia el valle de •Ela, que podía darles acceso a las montañas de Judá. Es allí donde se produce el encuentro entre David y •Goliat, siendo nuevamente derrotados los filisteos (1 S. 17:1–58).

Pero la victoria del pueblo quedó empañada por la rivalidad que surgió entre Saúl y David, a causa del acto heroico de éste y la alabanza que le otorgó la gente. Ya Samuel había ungido a David como un futuro rey de Israel, al disgustarse Dios con Saúl por su desobediencia. A pesar de que David se convirtió en el principal de los generales de Saúl en las luchas contra los filisteos, finalmente tuvo que salir huyendo, porque Saúl quería matarlo. Por un tiempo, David combatía a los adversarios de Israel, pero como jefe de una banda que le era afecta. Saúl muere en la batalla de Gilboa contra los filisteos, lo cual permite a David subir a •Hebrón, donde “los varones de Judá ... ungieron ... a David por rey sobre la casa de Judá” (2 S. 2:1–4).

David. David reinó en Hebrón durante unos años, en competencia con •Is-boset, hijo de Saúl, que gobernaba en •Galaad. La guerra civil resultante terminó con una victoria de David. Entonces “todas las tribus de Israel” se reunieron en Hebrón “y ungieron a David por rey sobre Israel” (2 S. 5:1–5). Poco después capturó a •Jerusalén, que había estado bajo dominio jebuseo, y la convirtió en capital del reino (2 S. 5:6–9). La situación estratégica de Jerusalén servía perfectamente a los ambiciosos planes de David, pues era una especie de puente entre la tribu de Judá, en el S, y las demás en el N. Ante esto, los filisteos atacaron de nuevo, pero fueron derrotados y tuvieron que retroceder. En rea-lidad, se convirtieron en vasallos de David (2 S. 5:17–25; 8:1; 1 Cr. 18:1). A seguida, combatió a los moabitas, a los sirios y los edomitas, y los derrotó y sometió. Hizo alianza con la ciudad de •Hamat (2 S. 8:1–18). La actividad de David, un verdadero estadista, le condujo a procurar el traslado del •arca a Jerusalén, lo cual se logró después de un tropiezo inicial (2 S. 6:1–23). Comenzó los planes para construir un gran •templo para Jehová. Organizó el ejército, la agricultura y las finanzas reales. Levantó una verdadera estructura administrativa centralizada alrededor de su monarquía. La organización de los levitas que realizó no tuvo como fin exclusivo la parte propiamente religiosa, sino que los incorporó a otras actividades del estado. Como los israelitas no tenían experiencia para estos asuntos, David utilizó a personas de otros países que sí la tenían.

La centralización política del reino no se realizó sin dificultades. Algunas tribus llevaron a cabo manifestaciones de descontento. Cuando •Absalón se rebeló contra su padre, individuos de tribus que no era la de Judá, le acompañaron. David logró salvarse al principio porque disponía de una guardia personal formada por extranjeros, los cereteos y peleteos (2 S. 15:18) y por la ayuda de soldados del reino filisteo vasallo de •Gat. Al final de su reinado ocupaba un territorio que incluía, desde el torrente de Egipto, en el S, hasta Tifsa, en las orillas del Éufrates, dominando a los edomitas, los moabitas, los amonitas y los sirios. Sólo no quedaron bajo su dominio los territorios al O del Líbano, donde habitaban los fenicios, que eran aliados de David. Tenía comunicación con el mar Rojo, a través de Eilat y controlaba una gran extensión de la costa. Las vías de comunicación de África y Arabia con Asia y Europa estaban en sus manos, especialmente la “Vía Maris”, que seguía la llanura costera y “el Camino Real o del Rey”, en la parte occidental del reino. Esto produjo un período de gran auge económico.

Los historiadores señalan que la hegemonía de los israelitas en ese tiempo se hizo posible porque los imperios mesopotámicos y egipcios atravesaban por un período de declinación. Esto permitió que David pudiera consolidar sus victorias y convertirlas en verdaderas

conquistas. Además, su política de alianzas con Hamat y con Tiro resultaron ser muy beneficiosas, especialmente esta última, porque permitió el acceso de Israel al gran comercio que controlaban los fenicios, mientras que éstos se vieron provistos de los productos agrícolas de Israel.

Salomón. Al final del reinado de David se desató una lucha por la sucesión. Antes de morir, David hace ungir a Salomón como rey. No tuvo éste que librar grandes luchas, sino más bien consolidar lo logrado por su padre. Para ello concertó diversas alianzas estratégicas, que reforzó mediante vínculos matrimoniales por razones políticas. Así, tuvo mujeres de •Moab, •Amón, •Edom, •Sidón y heteas. Egipto, que comenzaba a despertar de su letargo, intentó penetrar en Israel, pero Salomón supo resistir, resolviéndose finalmente el asunto mediante una alianza que incluía el matrimonio del rey israelita con una hija del Faraón. La Biblia critica esta política, porque “sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos...” (1 R. 11:1–13). La vieja alianza de David con Tiro fue ratificada, adquiriéndose así mano de obra especializada para los grandes proyectos de Salomón.

Aprovechando la paz de su reinado, floreció el comercio. Al dominio de las rutas de tierra que pasaban por Israel, se añadieron empresas de carácter marítimo, junto a los fenicios, partiendo del puerto de Eilat, en el mar Rojo, hacia el océano Índico. La riqueza de Israel fue extraordinariamente aumentada (1 R. 9:26–28; 10:11). Con los impuestos que se aplicaban al comercio de las caravanas y otras cargas impositivas sobre la población, Salomón pudo desarrollar un amplio programa de obras públicas, entre las cuales figuraban el templo y los palacios reales. Se fortificaron muchas ciudades importantes. Se dividió el territorio en doce distritos administrativos. Por primera vez se utilizó el sistema de leva, para conseguir mano de obra local para los trabajos de construcción. Hasta ese momento sólo se obligaba a este tipo de trabajo a los extranjeros. Algunos historiadores interpretan que sus programas eran demasiado ambiciosos y que la tierra que cedió a •Hiram probablemente fue para poder cubrir un déficit fiscal. Además, fue necesario aumentar el nivel de impuestos a la población. Eso, a la larga, produjo insatisfacción en el pueblo. •Jeroboam, de la tribu de Efraín, se rebeló y tuvo que huir. También en Edom hubo asomos de rebelión, así como entre los arameos.

División del reino. Roboam de Judá, Jeroboam y Nadab de Israel. A la muerte de Salomón, su hijo •Roboam recibió la petición del pueblo para que disminuyera las cargas impuestas por su padre. Rechazando el consejo de los ancianos, se negó. •Jeroboam, que había regresado de su exilio lideró una rebelión en la cual diez tribus se separaron de Roboam (1 R. 12:16). Es así como surgen dos reinos, uno en el N y otro en el S. En este último, donde la tribu de Judá era preponderante, se mantendría siempre la dinastía de David. Pero en el N las cosas eran distintas, porque el rey vendría a ser el resultado del acuerdo al cual llegaban algunas de las tribus, lo cual cambiaba según la circunstancias. Con el fin de romper los vínculos de la población del N con la del S, Jeroboam lo primero que hizo fue construir santuarios que compitieran con el templo de Jerusalén, a fin de que los habitantes de su territorio no fueran allá. Como •Bet-el y •Dan eran tradicionalmente lugares de culto, los usó para ese fin. También cambió el calendario de las fiestas (1 R. 12:33) y excluyó a los levitas de sus planes. Éstos tuvieron que emigrar a Jerusalén. Judá, por supuesto, nunca aceptó como legítima la separación, por lo cual comenzó una serie de luchas entre ambos reinos. Aprovechando la debilidad que esto implicaba, •Sisac, un faraón egipcio que había sido enemigo de Salomón, produjo una invasión a Judá. No llegó a tomar a Jerusalén porque le entregaron como tributo todos los tesoros del templo así como los escudos de oro que había hecho Salomón (2 Cr. 12:1–9).

Asa de Judá. Este rey de Judá logró vencer a Jeroboam, y apoderarse de parte de las montañas de Efraín. En esta empresa tuvo la colaboración de los sirios que, habiéndose liberado del Reino del Norte (Israel), se convirtieron en aliados de Judá. Desde este momento, el reino sirio sería un factor de importancia en la lucha entre los reinos israelitas divididos,

pues podía aliarse a uno u otro de ellos, según su conveniencia. Siria, pues, se beneficiaba de la división israelita. También los filisteos quisieron aprovecharse del debilitamiento de los israelitas y, en tiempos de •Nadab el hijo de Jeroboam, quisieron tomar parte de la llanura costera del Reino del Norte (Israel). Cuando Nadab los combatía, se produjo una rebelión en sus ejércitos encabezada por •Baasa. Nadab fue muerto y Baasa ascendió al trono (1 R. 15:26–29).

Baasa, Ela, Zimri y Tibni de Israel. Asa logró defenderse de una invasión desde Egipto (2 Cr. 14:9–14). Con esta victoria fue posible recuperar, e incluso ampliar, los territorios perdidos cuando la invasión de Sisac. Además, consiguió realizar en lo interno ciertas reformas religiosas, aunque para ello tuvo que enfrentar a su propia madre o abuela, a quien destituyó de su alta posición. Así, se pudo disminuir los cultos idolátricos. Pero •Baasa, rey de Israel, se aseguró la neutralidad de Siria y atacó a Judá, llegando casi hasta las puertas mismas de Jerusalén. Asa, entonces, viéndose en aprietos compró el apoyo de •Ben-adad, el rey de Damasco, para que atacara a Baasa. Ben-adad logró conquistar varias ciudades y territorios de Israel. Baasa, no pudiendo sostener la lucha en dos frentes, se vio obligado a retroceder. Asa, entonces, fue y tomó la ciudad de •Ramá, que dominaba el acceso a Jerusalén desde el N y que Baasa estaba fortificando “para no dejar a ninguno salir ni entrar a Asa rey de Judá” (1 R. 15:16–22; 2 Cr. 16:1–5). Con los materiales que Baasa estaba utilizando, Asa reforzó las fronteras de Judá en el N, lo cual algunos interpretan como una confesión per se de que ya no había esperanza de que se volviera a la unión de los reinos, que había sido hasta aquí el pensamiento de la dinastía davídica. A la muerte de Baasa, su hijo •Ela reinó poco tiempo, pues fue asesinado por •Zimri, uno de sus generales que, a su vez, fue muerto por •Omri. Hubo una guerra civil en Israel, porque también •Tibni aspiraba al trono. Omri salió victorioso de la lucha y Tibni fue muerto (1 R. 16:21–22).

Omri de Israel. Asa de Judá fue un rey popular al principio, pero perdió el apoyo del vidente •Hanani, que le reprochó la alianza con Siria. El rey metió al vidente en la cárcel “y oprimió ... a algunos del pueblo” (2 Cr. 16:7–10). Omri, por su parte, reorganizó el Reino del N; construyó su nueva capital en •Samaria, siempre sufriendo la presión de los sirios, que llegaron a tener ciertos privilegios en el comercio de la ciudad. Para contrabalancear la influencia siria, Omri hizo alianza con los sidonios, casando a su hijo •Acab con la hija del rey de allí, llamada •Jezabel. De esta manera, además, abría a su reino la posibilidad de incrementar el comercio desde y hacia el Mediterráneo. Dentro de ese propósito general, Omri conquistó las alturas de •Moab, desde las cuales se controlaba el Camino Real o del Rey, que venía de N a S. Si se lograba la integración de Judá a la alianza con Sidón, entonces existiría un dominio completo de esa ruta, puesto que Judá la controlaba en el trayecto que pasaba por Edom, entonces bajo el gobierno de Judá.

Acab de Israel. Muerto Omri, le sucedió en el trono •Acab. Su reinado fue próspero, pero la influencia de su mujer trajo como consecuencia la reintroducción del culto a •Baal. Es en este tiempo que se producen los encontronazos entre la casa real y el profeta Elías (1 R. 18:18–45). Los sirios, comandados por Ben-adad, atacaron a Samaria, pero fueron derrotados. Volvieron un año más tarde y de nuevo fueron vencidos, y cayó prisionero Ben-adad. Acab le perdonó la vida, lo cual fue criticado por un profeta. La posible razón de ese perdón es que Israel pensaba que la ayuda de Siria era necesaria para hacer frente al peligro asirio, que ya se sentía en el N. La historia secular registra una alianza entre Acab y Ben-adad, quienes pelearon contra el rey asirio •Salmanasar III en la batalla de Karkar, junto al río Orontes, en Siria, y fueron vencidos. Acab fue el primer rey de Israel que hizo la paz con Judá, donde reinaba •Josafat. Los sirios no vieron con buenos ojos esa alianza. El gobierno de Israel en la Transjordania impedía a los sirios el control de la ruta de las caravanas que pasaba por allí. Se trataba de una aspiración natural desde el punto de vista de los sirios, por lo cual reanudaron las hostilidades contra Israel. Alentados por Siria, los moabitas se rebelaron contra Israel. Acab pidió la ayuda de Josafat, y fueron ambos a la guerra. •Micaías predijo que serían

derrotados. Acab se disfrazó para pelear como un soldado cualquiera, pero un hombre que lanzó una flecha al azar le hirió, y murió poco después (1 R. 22:1–37).

Josafat de Judá. Josafat, el hijo de Asa se manifestó como uno de los mejores reyes de Judá. Reorganizó el ejército, y aumentó su poderío (2 Cr. 17:2, 12–19) y recibió gran apoyo del pueblo (2 Cr. 17:5). Comenzó una reforma religiosa, de la educación y de la justicia. No continuó la política de su padre en contra del reino del N, sino que hizo una alianza con él (1 R. 22:44–45). Esta alianza quedó confirmada mediante el matrimonio de •Joram, hijo de J., con •Atalía, hija de •Acab (2 R. 8:18). Acompañando Josafat a Acab en la batalla contra los sirios estuvo a punto de perder la vida (1 R. 22). Preparó un proyecto “para construir naves que fuesen a Tarsis”, pero la empresa no prosperó (1 R. 22:48; 2 Cr. 20:35–37). Otro hecho digno de mención en relación con la alianza Judá-Israel es la campaña que los reyes de ambos desarrollaron juntos contra el rey de los moabitas, llamado •Mesa (2 R. 3:4–27), que terminó sin una victoria claramente definida. Pero Josafat logró salir vencedor en otra confrontación con un ejército de moabitas y amonitas (2 Cr. 20:1–30). Tras esa victoria, Judá disfrutó de un período de paz.

Joram de Judá. Este rey, hijo y sucesor de Josafat, se casó con •Atalía, hija de Acab, rey de Israel. A la muerte de Josafat, Joram asesinó a sus seis hermanos, a los cuales su padre había concedido ciertas ciudades fuertes en Judá. De manera que el principio de su reinado fue muy agitado y, además, “anduvo en el camino de los reyes de Israel”. La debilidad que significó la lucha interna en Judá tuvo como consecuencia dos rebeliones en reinos vasallos: •Edom y •Libna. El profeta •Elías condenó la conducta de Joram, anunciándole grandes males. Efectivamente, su reino sufrió invasiones “de los filisteos y de los árabes que estaban junto los etíopes”, esto es, tribus nómadas del desierto. Joram fue derrotado y los invasores se llevaron “todos los bienes que hallaron en la casa del rey, y a sus hijos y a sus mujeres”. En 2 Cr. 21 se dice que los árabes tomaron a todos sus hijos, excepto Joacaz ( •Ocozías), el más pequeño, que sería su sucesor. La explicación que dan algunos historiadores a esta tragedia es que aparentemente Joram de Judá, en alianza con Joram de Israel, había enviado sus ejércitos a tratar de contener el avance de las huestes del asirio Salmanasar III en el N de Israel. Judá quedó desprovista de defensas adecuadas, lo cual aprovecharon los árabes y los filisteos. Joram murió de “una enfermedad incurable en los intestinos” (2 R. 8:16–24; 2 Cr. 21:1–19).

Joram de Israel, Ocozías de Judá. El hijo de Joram de Judá, Ocozías, duró poco en el trono, pues participó junto a Joram de Israel en una guerra contra los sirios. Éstos hirieron a Joram. Ocozías fue a visitarle cuando estalló la conspiración de •Jehú, que mató a Joram y a Ocozías. Ante esto, Atalía, madre de Joram, “destruyó toda la descendencia real”, esto es, a sus nietos, para apoderarse del trono. Pero uno de los herederos, •Joás, fue salvado por una tía, que le escondió en el templo.

Jehú de Israel. La revuelta que dirigió este líder militar contaba con mucho apoyo popular y de los profetas. Además de matar a dos reyes, uno de Judá y otro de Israel, exterminó con mucha crueldad toda la casa real de Israel, comenzando por •Jezabel, siguiendo con los setenta hijos que Acab tenía en Samaria y terminando con “todos sus príncipes, a todos sus familiares, y a sus sacerdotes, hasta que no quedó ninguno”. Mató, asimismo, a los profetas de Baal (2 R. 9:30–37; 10:1–26). Al hacer esto, sin embargo, •Jehú había terminado con una alianza que aseguraba a Israel el comercio de Fenicia y el apoyo militar de Judá. Los sirios aprovecharon inmediatamente esa brecha y atacaron a Israel. Gobernaba en Siria un rey muy dinámico, de nombre •Hazael. Israel perdió en esta guerra muchos territorios fronterizos (2 R. 10:32–33). La respuesta de Joram fue buscar una alianza con los asirios, que ejercían presión sobre Siria. Finalmente, Salmanasar III tomó la ciudad de Damasco en el año 841 a.C.

Atalía de Judá. Entre todos los aspectos negativos de Joram, sobresale el problema que representó su esposa •Atalía, la cual había sido criada con mucha influencia de los cultos

fenicios. De manera que, aun antes de apoderarse del trono tras matar la descendencia real, Atalía era ya bastante impopular. Pero el sacerdote •Joiada, que tenía al niño •Joás escondido en el templo, logró coordinar una conspiración para poner al legítimo heredero en el trono. Atalía fue muerta y el templo de Baal destruido (2 R. 11:4–18).

Joás de Judá. Por la influencia del sacerdote •Joiada, el reino de Joás comenzó con una gran característica religiosa. El pacto entre Jehová, el rey y el pueblo fue renovado. El templo volvió a tener la antigua importancia, y se le hizo una reparación costeada por contribuciones hechas por la población. Pero tras la muerte de Joiada, Joás decayó en su fe religiosa. Ante las advertencias de •Zacarías, hijo de Joiada, lo hizo matar. Un año después de esto, el rey sirio Hazael, que había vencido a Jehú de Israel, enfiló sus tropas hacia Judá. Joás no tenía fuerzas suficientes para resistirle, por lo cual le tuvo que pagar un fuerte tributo, haciendo uso del tesoro del •templo (2 R. 12:17–18). Quizás precisamente por esto, se formó una conspiración en su contra, que terminó con su muerte (2 R. 12:20–21).

Joacaz de Israel. En Israel, mientras tanto, reinaba •Joacaz, hijo de Jehú. Pero las derrotas a manos de los sirios continuaron, siendo Hazael vencedor en varias ocasiones. Fue una época de empobrecimiento de Israel. El rey Joacaz se quedó con un ejército muy disminuido, y se convirtió en vasallo de Hazael. Es posible que fuera en este tiempo, a finales de la vida de Eliseo, que se dieran los incidentes relatados en 2 R. 5 y 7, entre ellos el relativo a •Naamán. Finalmente Joacaz dio señales de arrepentimiento hacia Dios, lo cual cambió la situación. Se lee que “dio Jehová salvador a Israel” (2 R. 13:5). Esta expresión puede ser que aluda a Adad-nirari III, rey de los asirios, que invadió Siria, lo cual significó una disminución de la presión que este país aplicaba a Israel. Una inscripción asiria dice que Israel (“la tierra de Omri”) le pagó tributo.

Amasías de Judá. Este hijo de Joás reinó unos veinticinco años en Jerusalén. Hizo justicia a los que habían asesinado a su padre. Preparó una expedición para retomar Edom. Para ello reclutó mercenarios de Israel, pero luego los despidió por consejo de un profeta. Después atacó a los edomitas y los venció. Pero los mercenarios de Israel, descontentos por haber sido despedidos hicieron muchos destrozos al regresar a su tierra. Amasías, ensoberbecido por su victoria contra los edomitas y no haciendo caso a los profetas de Jehová, retó a Joás de Israel, que había sucedido a Joacaz, para que se enfrentaran en batalla. El choque fue en •Bet-semes, en Judá. Amasías fue derrotado y hecho prisionero. Joás de Israel tomó a Jerusalén y derribó parte de sus murallas, y se llevó muchos prisioneros hacia Samaria. Amasías quedó como vasallo del Reino del N, lo que podría quizás explicar la rebelión que se levantó en su contra, y causó su muerte (2 Cr. 25:1–28).

Jeroboam II de Israel. Las derrotas sirias a manos de los asirios debilitaron su poder en la región, lo que significó una ventaja para los reinos de Israel y de Judá. Estando Siria bajo el control asirio, Israel disfrutó un período de paz y expansión. Jeroboam II, hijo de Joás, gobernó durante cuarenta años. “Restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá”, lo que quiere decir que incluyó también a Damasco (2 R. 14:23–29). Por el libro de •Oseas sabemos, sin embargo, que la prosperidad trajo consigo corrupción espiritual y mucha injusticia social. Al estudiar los libros de •Crónicas y •Amós, algunos historiadores piensan que Jeroboam extendió mucho sus dominios en Transjordania y que los territorios así logrados los distribuyó entre sus oficiales, que se convirtieron en ricos propietarios. En este tiempo las relaciones con Judá fueron buenas, como lo demuestra el hecho de que se hizo un censo en Galaad, probablemente con fines impositivos. Este censo parece haber sido hecho en combinación por los dos reyes Jeroboam II, de Israel, y •Jotam, de Judá (1 Cr. 5:17).

Uzías de Judá ( •Azarías). El dominio de Siria por los asirios también benefició a Judá, que bajo el rey Uzías disfrutó de un período de prosperidad. No teniendo grandes presiones

internas, este rey pudo dedicarse a un programa de construcciones que incluyó el fortalecimiento de las defensas de Jerusalén y el levantamiento de plazas fuertes en distintos lugares. Los historiadores piensan que, en términos generales, esas construcciones obedecían también a una especie de preparación para una posible invasión asiria, por la actividad que •Tiglat-pileser III hacía sentir en el N. Reorganizó y equipó su ejército, y emprendió una serie de luchas de las cuales salió victorioso. Reconquistó Edom para Judá, incluyendo el puerto de •Eilat. Venció a los a los filisteos, ocupó sus ciudades e incluso realizó asentamientos en sus territorios. Las tribus árabes, así como los amonitas y los moabitas, le ofrecieron tributo. Pero sus muchas victorias le llevaron a ensoberbecerse, intentando realizar funciones sacerdotales. Dios le hirió con lepra y pasó sus últimos días recluido en una casa aparte. Amós dice que comenzó a profetizar “en días de Uzías ... dos años antes del terremoto” (Am 1:1). Zacarías también habla del “terremoto en los días de Uzías” (Zac. 14:5). Isaías comenzó su ministerio “en días de Uzías” (Is. 1:1).

Jotam de Judá. Este hijo de Uzías continuó el programa de construcciones de su padre. En sus días los amonitas volvieron a ser tributarios de Judá. Jotam siguió una política de entendimiento con los asirios, lo cual disgustó a los reyes de Israel y de Damasco, que deseaban una alianza para oponerse a aquellos.

Acaz de Judá. Al negarse el reino de Judá a participar en una liga antiasiria con Israel y Siria, los reyes de estos últimos países, •Peka y •Rezín, atacaron a Jerusalén “mas no pudieron tomarla”. Presionado en el flanco N, Acaz no pudo defender •Eilat, en el S, que fue recobrada por los edomitas. Todo esto motivó que Acaz buscara la ayuda de Asiria, para lo cual pagó un gran precio. Los asirios, entonces, atacaron Damasco y la destruyeron, y mataron a Rezín (2 R. 16:5–9).

•Zacarías, •Salum, •Manahem y •Pekaía de Israel. A la muerte de Jeroboam II, Israel se vio envuelto en gran inestabilidad. Su heredero Zacarías murió asesinado por Salum y éste, a su vez, fue muerto por Manahem. Este último quiso afianzar su gobierno y para ello buscó el apoyo del asirio Tiglat-pileser III, a quien pagó un gran tributo. Algunos eruditos consideran que las profecías de Oseas, del cap. 4 al 14 están relacionadas con el período del reinado de Manahem. A la muerte de éste, su hijo •Pekaía no logró retener el trono por una conspiración que levantó •Peka en su contra.

Peka de Israel. Los habitantes de Galaad en la frontera con Siria, cultivaban buenas relaciones con ésta. Fueron ellos los que auspiciaron la conspiración de Peka, pues no estaban de acuerdo con la política de vasallaje hacia Asiria que desarrolló Manahem. Peka hizo enseguida una alianza con Rezín, rey de Siria. Para completar un flanco defensivo ante los asirios, quisieron incluir en esta alianza a Judá, tanto en tiempos de Jotam como de Acaz. Al negarse estos reyes, Peka y Rezín atacaron a Jerusalén. Eso dio la oportunidad para que los edomitas se rebelaran contra Judá y se independizaran (2 R. 16:5–6) pero, al mismo tiempo, motivó que Judá afianzara más sus arreglos con los asirios (2 R. 16:7–9). El ataque asirio terminó con la conquista de Damasco y parte del territorio de Israel. Como es natural, esto tuvo sus repercusiones en la corte israelita, pues se levantó una rebelión contra Peka, el cual fue sustituido por •Oseas hijo de Ela. Los asirios dieron su consentimiento a Oseas.

Oseas de Israel. Este rey gobernaba en Israel en el momento de la muerte de Tiglat-pileser III, cuando Asiria fue afectada por inestabilidad interna, con problemas en Siria y otras partes. Tratando de aprovechar la oportunidad de una Asiria debilitada, Oseas buscó la ayuda de Egipto (2 R. 17:4). Asiria reaccionó con una fuerte expedición militar que sitió a Samaria durante tres años. La ciudad cayó en el año 722 a.C., cuando Sargón II reinaba en Asiria (2 R. 17:6). Como el reino de Judá no había participado en la rebelión contra los asirios, no sufrió daño de magnitud en este caso. Pero Samaria fue destruida, sus habitantes transportados a otros países y el territorio de Israel pasó a ser una provincia de Asiria.

Ezequías de Judá. Gobernaba en Judá el hijo de Acaz, •Ezequías. Ante la destrucción de Samaria, este rey renovó el culto en Jerusalén y trató de incorporar a los que habían quedado en el territorio de Israel. Su reforma religiosa tuvo éxito, y muchos de Efraín y de Manasés acudieron a las fiestas. El reino de Judá se fue fortaleciendo de nuevo. Mientras tanto, se producían más luchas dentro del imperio asirio. Los caldeos se habían rebelado. Su rey, •Merodac-baladán, envió una embajada a Ezequías, explorando una posible alianza antiasiria. El profeta Isaías aconsejó en contra de esto. Ezequías “se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió” (2 R. 18:7), por lo cual hizo grandes preparativos para la segura invasión que vendría del N. Fue así como construyó, entre otras cosas, el famoso túnel para llevar el agua al interior de Jerusalén. Los asirios, bajo el mando de •Senaquerib, sucesor de Sargón II, vencieron a los caldeos y enseguida bajaron hacia el S, invadiendo la llanura costera de Israel y Judá. Los egipcios enviaron una fuerza para socorrer a Judá, pero fue derrotada. Entonces las tropas asirias ocuparon el territorio de Judá y cercaron a Jerusalén. Ezequías pagó un fuerte tributo a Sargón, pero a pesar de eso insistió en sitiar la ciudad. Isaías aconsejó al rey de Judá que no cediera. De manera que las puertas de Jerusalén permanecieron cerradas, hasta que las tropas asirias se tuvieron que retirar a causa de una plaga. Ezequías quedó en el trono, pero Judá continuaba como vasallo de Asiria. A su muerte le sustituyó su hijo •Manasés.

Manasés, Amón de Judá. Judá continuó pagando tributo a Asiria. Durante su reinado la idolatría prosperó, así como todo tipo de injusticia. Al parecer, los asirios le encontraron cómplice de alguna conspiración dentro del imperio, porque le tomaron preso y le llevaron encadenado a Babilonia (2 Cr. 33:11). Pero después de un tiempo le permitieron volver a Jerusalén, donde realizó obras de reforma religiosa a favor de Jehová. •Amón, el hijo de •Manasés, fue asesinado a poco de subir al trono. Algunos historiadores piensan que en su caso se trataba de una lucha interna en la corte alrededor del problema de las relaciones con Asiria. Ya había señales de la debilidad de Asiria, y algunos cortesanos pensaron en librarse de su yugo.

Josías, Joacaz de Judá. •Josías, el hijo de Amón se dedicó, como Ezequías, a una reforma religiosa profunda en el pueblo, después que se encontró un ejemplar de la Torá en el templo. Celebró una Pascua con gran pompa y solemnidad. “Nunca fue celebrada una pascua como esta en Israel...” (2 Cr. 35:1–18), y se renovó la alianza entre el pueblo y Dios. Sin menospreciar la sinceridad de este tipo de movimiento en la historia de Judá, hay que resaltar que detrás de él había fuertes motivaciones políticas. El culto renovado significaba también un remozamiento del sentir nacionalista del pueblo. Mientras tanto, en Mesopotamia se incrementó la lucha entre asirios y caldeos. El faraón •Necao, aliado de los asirios, subió a apoyarlos. Josías le salió al encuentro, quizás porque pensaba que le convenía la derrota de Asiria y, además, porque parece que tenía algunos intereses territoriales en la zona. Necao le advirtió a Josías que no tenía pleito con él, pero de todas maneras éste vino a la batalla y fue derrotado y muerto (2 Cr. 35:20–24). El profeta Jeremías comenzó su ministerio en tiempos de este rey (Jer. 1:2). La muerte de Josías marca el fin de otra época de prosperidad en Judá. Su hijo •Joacaz le sucedió en el trono, pero Necao lo destituyó, y puso en su lugar a su hermano •Joacim, que gobernó unos once años en Jerusalén.

Invasión caldea. •Joaquín, •Joacim, •Sedequías, •Gedalías de Judá.

Los caldeos vencieron a los asirios y a los egipcios en la batalla de Carquemis (605 a.C.) y luego prosiguieron sus conquistas hacia el S. Su rey •Nabucodonosor subyugó a •Ascalón, que se negaba a pagar tributo. Joacim, rey de Judá, pagó tributos por tres años (2 R. 24:1). Pero los caldeos, empeñados en invadir a Egipto, sufrieron algunas derrotas momentáneas. Joacim, pensando que los caldeos se habían debilitado, hizo pacto con Egipto. Por eso Nabucodonosor atacó a Jerusalén, la tomó y se llevó a •Joaquín, heredero de Joacim, junto con otros rehenes, dejando como rey a un tío de Joaquín a quien llamó Sedequías (2 R. 24:8–18). Este último gobernó por unos nueve años, pero se rebeló contra los caldeos. En esos

tiempos ministraba como profeta Jeremías, que dejó un relato de lo sucedido. Su permanente consejo fue que la única manera de evitar la destrucción de Judá estaba en mantenerse en paz con los caldeos y servirles, pero no le hicieron caso (Jer. 37–40). Para castigar la rebelión, Nabucodonosor atacó de nuevo a Jerusalén y la tomó, después de un sitio que duró tres años. La ciudad fue incendiada y sus muros derribados. Sedequías fue castigado severamente y la mayor parte de la población fue forzada a emigrar. Sobre los pocos israelitas que quedaron, Nabucodonosor puso como gobernador a •Gedalías hijo de Ahicam. Pero una conspiración dirigida por algunos del linaje real condujo a su asesinato. La población, temerosa de las represalias caldeas, decidió emigrar a Egipto. La tierra de Judá quedó prácticamente despoblada, incluida ya simplemente como una unidad administrativa del imperio caldeo.

El retorno del exilio. Esdras. Nehemías. En realidad no tenemos muchos detalles sobre la vida de los israelitas en el exilio. Es un período oscuro. El profeta •Ezequiel, que realizó su ministerio en ese tiempo, nos da testimonio de la existencia de un consejo de ancianos entre ellos. El imperio caldeo, por su parte, no fue de larga duración. Después de la muerte de Nabucodonosor, le sucedieron unos cuantos reyes que no llegaron nunca a su nivel de fuerza y gloria. El último de ellos fue Nabonido ( •Belsasar). Los persas atacaron a los caldeos y se adueñaron de Babilonia en el año 539 a.C., cosa que profetizó en Babilonia el sabio •Daniel. Poco después Ciro, el rey del imperio medo-persa, emitió su famoso edicto que permitía el regreso de los judíos a Jerusalén. El retorno se hizo en varias oleadas encabezadas por •Sesbasar, •Zorobabel, •Esdras y •Nehemías. La santa ciudad fue reconstruida, incluyendo el templo y los muros, pero quedó siempre bajo la autoridad del imperio persa. A esta época corresponden las profecías de •Hageo y •Zacarías, así como los famosos documentos de •Elefantina, una colonia de soldados judíos que vivía en la isla del Nilo que lleva ese nombre. Los persas, sin embargo, estaban enfrentados con los griegos, lo cual termina con la victoria de estos últimos.

Conquista de •Alejandro Magno. En el año 332 a.C. este rey macedonio conquistó el territorio de Israel. En términos generales, hubo poca resistencia, con excepción de la ciudad de •Gaza, donde la guarnición persa resistió heroicamente, pero fue vencida. Jerusalén y otras ciudades se rindieron pacíficamente a cambio de que se les mantuvieran los mismos privilegios que gozaban dentro del imperio persa. A la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a.C., varios de sus herederos se disputaron el territorio que incluía a Jerusalén, pero finalmente vino a quedar en manos de Ptolomeo I, a quien le correspondía el reino de Egipto. Allí quedaría hasta el año 200 a.C. Pero cuando ascendió al trono sirio Antíoco III, las cosas cambiaron. En ese año la tierra de Israel pasó a manos de la dinastía seléucida, que venció a los Ptolomeos. Desde entonces, y hasta la dominación romana, Israel fue parte del reino de Siria y Fenicia. En este período se produce en la población cambios inducidos por el contacto con la cultura helénica. Los griegos establecieron varias colonias con población suya. Los pueblos de la región, especialmente los fenicios, acogieron con gusto la cultura griega. Pero en el interior de Israel el proceso fue más lento. En cuanto al gobierno de la tierra, éste se ejercía a través de los sumos sacerdotes y un grupo colegiado, la Gerusía o consejo de ancianos. El sumo sacerdocio pasaba por herencia de padre a hijo. Los griegos autorizaron la práctica de las antiguas leyes judías. Antíoco III incluso aumentó los privilegios a los judíos, concediéndoles exención de impuestos por tres años y luego de éstos una reducción de 33%. Pero en el año 188 Antíoco III fue derrotado por los romanos y obligado a firmar una paz a cambio de lo cual tenía que pagar a Roma una fuerte indemnización. Los seléucidas buscaron los recursos en todos los templos de su territorio, incluyendo el de Jerusalén. Esto suscitó un serio problema con los judíos ( •Jerusalén). Antíoco IV Epífanes, hermano y sucesor de Antíoco III, concentró sus actividades al S de su reino, en conflicto con Egipto. Esto le hizo intervenir más activamente en los asuntos de Jerusalén y desarrolló un programa de helenización forzada. Depuso al sumo sacerdote Onías III, y lo sustituyó por su hermano Jasón, de tendencias helenizantes. Jasón introdujo cambios significativos en la administración de Jerusalén y en la vida general de los judíos. Sus esfuerzos estuvieron dirigidos a convertir la ciudad santa en una polis griega, con el nombre de “Antíoca”. Construyó un gimnasio, que

estaba bajo la protección de Hermes y Hércules, según la costumbre griega y que se convirtió en un competidor del templo como centro social. En los libros apócrifos de los •Macabeos se nos dice que hasta los sacerdotes abandonaban el culto para ir a ver los juegos. Más tarde, Jasón fue sustituido por Menelao. En el año 169 a.C., Antíoco se llevó de Jerusalén el altar de oro, el candelero y otros utensilios valiosos, cuando regresaba de una guerra contra Egipto. Poco después, Jasón encabezó una rebelión, pero ésta fue sofocada por el rey, que hizo entonces construir una fortaleza frente al templo, llamada el Acra, y dejó allí una guarnición. Antíoco profanó el templo, acabó de llevarse sus tesoros, lo convirtió en un santuario dedicado a Dionisos y puso una estatua de Zeus Olímpico en él. Esto provocó una rebelión. Los helenizantes se quedaron en la ciudad, pero los que se oponían la abandonaron.

Los asmoneos. Se llama así, o “dinastía asmonea”, a los fundadores y sucesores de una familia de sacerdotes originaria de Modín que se rebeló contra el gobierno de Antíoco IV y su programa de helenización. Su primer líder fue Matatías. En nombre “asmoneo” parece que se deriva de uno de los antepasados de Matatías, que tenía varios hijos, entre ellos Judas, de sobrenombre “Macabeo”. Es costumbre aplicar este apelativo a todos los hijos de Matatías. Esta familia ocupará un puesto central en la historia de Israel por unos ciento treinta años. Mantuvieron una guerra de guerrillas contra los seléucidas. En el año 164 a.C. los macabeos lograron tomar Jerusalén, con excepción de el Acra, la fortaleza que estaba frente al templo. Éste fue purificado y se reiniciaron los sacrificios. Para conmemorar esa victoria se instituyó la fiesta judía de Hanukah ( •Dedicación, Fiesta de la). La guerra con los seléucidas terminó con un arreglo en el cual esa dinastía claramente renunciaba a su programa de helenización. Los macabeos, aunque tenían el liderazgo de las tropas judías, no fueron reconocidos como reyes. En el año 162 el rey Demetrio I trató de eliminar de Judea la influencia de éstos. La victoria fue de los macabeos, que a partir de ese momento buscaron la independencia total de Judea. Para ello buscaron aliarse a Roma, que reconoció al nuevo estado judío. Eso no impidió al rey seléucida Demetrio el envío de fuertes tropas a Jerusalén, que provocaron la derrota de los macabeos, quienes se vieron obligados a retirarse y a adoptar la antigua táctica de guerra de guerrillas. Esa situación cambió cuando Alejandro Balas, que se decía ser hijo de Antíoco IV, se rebeló contra Demetrio I. Una de las primeras cosas que hizo Alejandro fue ganarse la amistad de los macabeos o asmoneos, nombrando a uno de ellos, de nombre Jonatán, sumo sacerdote en Jerusalén. Aprovechando los conflictos internos de Siria, Jonatán pudo afianzar su autoridad sobre Judea, la parte S de Samaria y varias ciudades de la costa. Aunque este sumo sacerdote fue asesinado por Trifón, un general sirio, su hermano Simón le sucedió y tuvo éxito en lograr el reconocimiento de Judea por parte del rey Demetrio II en el año 142 a.C. Simón siguió la misma política que su hermano Jonatán e incluso logró ampliar más el territorio bajo su autoridad. En la ciudad de •Gezer expulsó a todos los que no eran judíos y nombró a su hijo Juan Hircano como gobernador. Sin embargo, más tarde el rey Antíoco VII trató de hacer volver a los judíos a su antigua condición de vasallos de Siria. En una batalla que siguió, las tropas sirias fueron derrotadas por un contingente de judíos al mando de Juan Hircano. Deseoso de asegurar oficialmente el mando entre los judíos, Simón logró que una asamblea le confirmara a él y sus descendientes como etnarca, sumo sacerdote y comandante del ejército. Aunque Simón fue luego asesinado, la autoridad de los asmoneos continuó por medio de su hijo Juan Hircano. Cuando murió Antíoco VII, en la guerra contra los partos, el imperio seléucida se debilitó grandemente, lo cual aprovechó Juan Hircano para expandir aun más su influencia. Una de sus conquistas fue •Idumea ( •Edom), que fue anexada al territorio de Israel, y sus habitantes obligados a convertirse al judaísmo. Atacó, asimismo, a los samaritanos, y destruyó su santuario en el monte •Gerizim. Capturó a Samaria y llegó hasta la misma Galilea. Su hijo Aristóbulo completó la conquista de esta última y se hizo dueño de varias de las ciudades griegas. Otro miembro de la misma dinastía, Alejandro Janeo, tomó las ciudades de •Decápolis y •Gadara. En términos geográficos, se había logrado unir casi todo el territorio del antiguo Israel. Aristóbulo incluso comenzó a utilizar el título de rey.

Llegada de los romanos. No todos los judíos aceptaban de buena gana el título de realeza para los asmoneos. Pero el prestigio que sus victorias le habían dado a Alejandro Janeo hizo

que aun sus adversarios buscaran alguna forma de acomodación. A su muerte, su esposa Salomé Alejandra actuó como regente. Pero cuando también murió ésta, dos de sus hijos, Hircano y Aristóbulo, se empeñaron en una lucha por el trono. Hircano reclutó la ayuda de Antípater, influyente idumeo que consiguió el apoyo de Aretas III, rey de los nabateos. Aristóbulo fue derrotado y tuvo que guarecerse en Jerusalén. Mientras tanto, los romanos habían arribado a Siria. Su decisión fue ordenar a Aretas que abandonara la lucha, de manera que la decisión de quién sería rey en Judea sería tomada por ellos, los romanos. Aristóbulo se entregó a los romanos, al frente de los cuales estaba Pompeyo. Éste se decidió por dar el sumo sacerdocio a Hircano. Después de un sitio al mismo templo, éste fue tomado, y matados miles de sus defensores. Era el año 63 a.C. Ahora Siria era una provincia romana, y Judea, con un territorio muy cercenado, fue hecha un distrito de esa provincia. El cargo de rey fue eliminado y se impusieron tributos para los romanos.

•Herodes el Grande. En la lucha entre Julio César y Pompeyo, los judíos apoyaron al primero. Esto fue muy importante sobre todo en Egipto. Cuando Julio César se vio victorioso, mostró su gratitud dando privilegios a Judea. Fasael, el hijo mayor de Antípater, vino a ser gobernador de Jerusalén, y Herodes, otro hijo, gobernador de Galilea ( •Herodes). A los disturbios en el Imperio Romano a causa del asesinato de Julio César se añadió una invasión de los partos a Judea. Hircano y Fasael trataron de negociar con éstos, pero fueron hechos prisioneros. Herodes apenas pudo escapar, y fue a Roma para buscar ayuda. Antígono, de la dinastía asmonea, fue hecho rey por los partos. Herodes fue recibido en Roma como un héroe y se le concedió el título de rey porque Antígono lo usaba. Con la ayuda de tropas romanas pudo volver a Judea y reconquistar varias ciudades. Finalmente, la ciudad de Jerusalén cayó en manos de ese ejército en el año 37 a.C. Herodes fue confirmado como gobernante en Judea. Después de una guerra que no siempre le fue favorable, logró dominar a los nabateos. Cuando Augusto César venció a Antonio, Herodes ganó su favor, y se convirtió en uno de los más poderosos reyes en el E del imperio. Quitó al Sanedrín todos los poderes civiles y creó un consejo real para asesorarle. Como no podía ser sacerdote él mismo, nombró a alguien que fuera su amigo en el cargo, y eliminó la costumbre de que el sumo sacerdocio fuera vitalicio. Era un hombre valeroso y un gran administrador. Construyó y embelleció ciudades, y la más importante de ellas fue Cesarea, a la cual dotó de un magnífico puerto que fue muy útil para la vida económica de la región. Una de sus obras más famosas fue, sin duda, la reconstrucción del templo. Vivía, sin embargo, en constante peligro de conspiraciones, reales o supuestas, que le condujeron a muchos crímenes. Tuvo muchos hijos con varias mujeres, lo cual creó intrigas entre ellos, queriendo cada uno ser el heredero. Herodes mató a una de sus esposas y a tres de sus hijos. Es en tiempos de este rey que nace el Señor Jesús en Belén y que se desata la matanza de los niños menores de dos años de edad. En su testamento, Herodes sugirió que el reino se dividiera entre varios de sus hijos. Arquelao recibió Judea, Idumea y Samaria; Antipas la Galilea y Perea; mientras que la parte NE el reino se concedió a Felipe.

Herodes Arquelao. Este heredero de Herodes tampoco supo ganarse la buena voluntad del pueblo de Judea, que deseaba una disminución en los impuestos. Una revuelta estalló. Para sofocarla fue necesario que el general romano Varo, que gobernaba en Siria, viniera con tropas. La queja de los habitantes de Judea y Samaria encontró eco en la corte romana. Arquelao fue destituido y Judea pasó a ser dirigida por procuradores romanos. •Poncio Pilato era el •procurador cuando el Señor Jesús fue crucificado. Los romanos daban mucha autonomía a los judíos para que se administraran. Su responsabilidad era mantener el orden y ayudar a los romanos a cobrar los impuestos. Pero no había en Judea una fuerza romana capaz de combatir una rebelión, por lo cual la seguridad de la región residía en Siria, que era la más importante provincia romana en el E. El sanedrín funcionaba con jurisdicción civil y religiosa en Judea, pero su influencia en términos religiosos iba más allá de ese territorio.

La rebelión judía. Aunque no puede decirse que las relaciones entre los romanos y los judíos fueron siempre buenas, éstas empeoraron en los tiempos de Poncio Pilato. Los romanos no permitían que se introdujeran ídolos en Jerusalén y, en términos generales, se aprobaba la

aplicación de las antiguas leyes judías. Pero en días del emperador Calígula eso cambió. Este emperador quiso ser adorado como dios. Unos habitantes de la ciudad de Jabna le levantaron un altar. Los judíos se opusieron y lo destruyeron. Calígula enfureció, ordenando que se le levantara una estatua de oro en el templo de Jerusalén. El gobernador de Siria era Petronio, que recibió el encargo imperial. Por poco estalla una rebelión en Judea, que sólo se evitó por la intervención de Agripa I, que convenció al emperador. En eso murió Calígula. Claudio, su sucesor, favoreció grandemente a Agripa, haciéndolo rey de todo Israel. Este descendiente de Herodes gobernó hábilmente, identificándose mucho con el pueblo judío. Pero a su muerte, Judea volvió a ser administrada por un procurador. Las relaciones con los romanos volvieron a dañarse. A cada rato habían disturbios y problemas. Los procuradores de este período no se destacaron por su buen gobierno. •Félix, por ejemplo, a cargo de Judea durante los años del 52 al 60 d.C., comenzó con buenos auspicios su administración, pero era un hombre cruel y corrupto.

En su tiempo fueron abundantes los conflictos, entre ellos el levantado por un personaje al cual llamaron “El Egipcio”, que profetizaba que las murallas de Jerusalén se derrumbarían con sólo él soplar (Hch. 21:38). En todos los casos Félix actuó con mucha crueldad. Cuando gobernaba Floro como procurador, se levantó en Cesarea un problema entre la población de origen judío y la de origen griego. Finalmente, estalló una rebelión de gran magnitud. Se suspendieron en el templo las ofrendas a nombre del emperador. La guarnición romana de Jerusalén fue atacada y vencida. El gobernador romano de Siria tuvo que intervenir con tropas, pero éstas fueron derrotadas también. •Nerón, que gobernaba en Roma, envió a Vespasiano para que suprimiera la revuelta. La crisis que se desató en Roma con la muerte de Nerón dilató las operaciones militares, pero esto terminó cuando Vespasiano ascendió al trono imperial. Su hijo, a quien había dejado al mando de la campaña en Judea, la terminó en el año 70 d.C., cuando Jerusalén fue tomada y el templo destruido.

ISRAEL (persona) •Jacob.

ISRAHÍAS (Jehová aparecerá). Personaje en la descendencia de Isacar (1 Cr. 7:3).

IS-TOB (Hombre de Tob). Llamado también •Tob. Lugar al E del Jordán. Allí habitó •Jefté cuando sus hermanos le echaron por ser hijo de una ramera. Luego los ancianos de •Galaad le buscaron en ese lugar para pedirle que fuera su jefe (Jue. 11:1–6). Cuando •Hanún, sucesor de Nahas, rey de Amón, avergonzó a los embajadores enviados por David, el líder amonita temiendo represalias contrató mercenarios de varios lugares, entre ellos doce mil hombres de I. (2 S. 10:1–19), que luego fueron derrotados.

ISÚA (Parecerse a). Segundo de los hijos de Aser (Gn. 46:17; 1 Cr. 7:30). Cabeza de la familia de los •isuítas (Nm. 26:44).

ISÚI (Igual). Nombre de personas del AT.

1. Tercero de los hijos de Aser (Gn. 46:17; 1 Cr. 7:30).

2. Hijo del rey Saúl (1 S. 14:49).

ISUÍTAS Familia de los descendientes de •Isúa (Nm. 26:44).

ITA-CAZÍN Villa que se adjudicó a la tribu de Zabulón en la repartición de la tierra (Jos. 19:13).

ITAI (Oportuno). Nombre de personas del AT.

1. Líder filisteo, de la ciudad de •Gat, amigo del rey David. Acudió con seiscientos hombres desde Gat en auxilio de David cuando la rebelión de •Absalón (2 S. 15:18–22). En la batalla del bosque de Efraín contra el ejército de Absalón, I. comandaba una tercera parte del ejército de David (2 S. 18:1–2), estando las otras dos partes al mando de •Joab y •Abisai. Como después de este evento sólo se mencionan a estos últimos, muchos interpretan que es posible que I. muriera en esa batalla.

2. Uno de los valientes de David. Era benjamita, hijo de Ribai (2 S. 23:29).

ITALIA Península y país en el S de Europa. Desde su capital, Roma, se expandió un gran imperio que llegó a dominar la mayor parte del mundo occidental conocido. Aunque es posible que algunos judíos conocieran I. por haber viajado allí como comerciantes, las relaciones entre Israel y Roma aparecen registradas a partir de la embajada que envió Judas Macabeo a esa ciudad para establecer un tratado en el año 161 a.C. (1 M. 8:1–32). Mucho después los romanos, comandados por Pompeyo, invadieron Israel en el año 63–61 a.C., ocupando la tierra y tomando muchos prisioneros que llevaron a I. como esclavos. Julio César dio un buen tratamiento a los judíos, permitiéndole ciertas excepciones para que pudieran cumplir con sus costumbres religiosas. Consta que en el año 19 d.C., bajo el gobierno de Tiberio, unos cuatro mil judíos residentes en I. fueron enviados a Cerdeña, como un castigo por cierta falta, lo que sugiere que la población judía en I. era abundante.

Se decretó varias veces la expulsión de los judíos de Roma. Pero estos decretos duraban corto tiempo. Siendo •Claudio emperador los conflictos entre la comunidad judía y la cristiana le llevaron a emitir una orden expulsando a ambas poblaciones (“... Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma...” [Hch. 18:1–2]). Fue así que Aquila y Priscila salieron de Roma por uno de esos decretos, y encontraron a Pablo en Corinto.

Cuando el Señor Jesús vivió en Israel había allí muchos ciudadanos de I. , funcionarios, soldados y comerciantes. El día de Pentecostés muchos de ellos (“... romanos aquí residentes” [Hch. 2:10]) escucharon el evangelio. Una iglesia se formó poco después, probablemente como consecuencia de la persecución tras la muerte de Esteban, pues “los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hch. 8:4). A la iglesia que se formó en Roma fue a la que Pablo dirigió su epístola, titulada “a los Romanos”, en donde expresa su deseo de viajar a I. para luego encaminarse a España (Ro. 15:24, 28). Ese deseo, sin embargo, sólo pudo cumplirlo cuando fue enviado preso a Roma (Hch. 27 al 28). •Italiana, La.

ITALIANA, LA Cuerpo del ejército romano al cual pertenecía el centurión •Cornelio. Generalmente se piensa que el nombre utilizado indica que los soldados habían sido reclutados en Italia, pero hay algunos que opinan que la referencia es a “Itálica”, o sea, la colonia romana de Sevilla, España. De ser esta última tesis cierta, el primer cristiano gentil fue un español. La palabra traducida por “compañía” en Hch. 10:1 equivale a “cohorte”. La cohorte estaba formada generalmente por quinientos a seiscientos hombres, o sea una décima parte de una legión. Cornelio comandaba cien hombres, o sea una centuria. •Italia.

ITAMAR (Oasis de palmeras). El más pequeño de los hijos de Aarón y Elisabet (Éx. 6:23). Fue consagrado junto con sus hermanos •Nadab, •Abiú y •Eleazar (Éx. 28:1). Moisés le encargó dirigir a los levitas en el inventario de los objetos del •tabernáculo (Éx. 38:21). Cuando sus hermanos Nadab y Abiú murieron por presentar “fuego extraño” delante de Jehová, I. no comió de una ofrenda realizada luego, evidentemente por su tristeza, lo cual Aarón explicó a Moisés (Lv. 10:16). I. supervisaba a los levitas de la línea de Gersón y de Merari (Nm. 4:28, 33). Generalmente se piensa que •Elí era descendiente de I. (1 S. 14:3; 1 Cr. 24:3). Un sacerdote de la línea de I. , llamado Daniel, regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 8:2).

ITIEL (Dios está conmigo). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín (Neh. 11:7).

2. Uno de los dos personajes a los cuales •Agur, hijo de Jaqué, dirigió la profecía que aparece en Pr. 30:1. No se tienen noticias históricas sobre él.

ITMA (Huérfano). Uno de los valientes de David. Era moabita (1 Cr. 11:46).

ITNÁN (Constante). Villa que fue asignada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:23). Quedaba cerca de •Hazor.

ITRA (Excelencia). Padre de •Amasa, “el cual se había llegado a Abigail hija de Nahas, hermana de Sarvia madre de Joab” (2 S. 17:25). También es llamado •Jeter (1 R. 2:5, 32; 1 Cr. 2:17).

ITRÁN (Excelencia). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Disón (Gn. 36:26; 1 Cr. 1:41).

2. Personaje en la descendencia de Aser (1 Cr. 7:37).

ITREAM (Remanente del pueblo). Sexto de los hijos de David que nacieron en Hebrón (2 S. 3:5). Su madre se llamaba Egla.

ITRITA Gentilicio aplicado a ciertos habitantes de •Quiriat-jearim. Dos de los valientes de David, •Ira y •Gareb, eran i. (2 S. 23:38; 1 Cr. 2:53; 11:40).

ITUREA Región al NE del •mar de Galilea que fue habitada por una tribu de descendientes de Jetur (de ahí el nombre), siendo a su vez éste descendiente de •Ismael (Gn. 25:15; 1 Cr. 1:31; 5:19). Los itureos eran famosos arqueros y tenían fama como bandoleros. Se especula que esta tribu, emigrando hacia el N, llegó a este lugar, donde quedó bajo la influencia de los arameos. En el tiempo del nacimiento de Cristo I. era una provincia romana gobernada por •Felipe, de la familia •Herodes (Lc. 3:1).

IVA (Cielo). Una de las ciudades conquistadas por los asirios cuando invadieron a Samaria. El •Rabsaces usó su nombre indicando que el dios de I. no había podido librarla de mano de los asirios, tratando con ello de desalentar al pueblo de Jerusalén, entonces bajo asedio (2 R. 18:34; 19:13; Is. 37:13).

IZHAR (Que la Deidad alumbre). Levita. Segundo de los hijos de •Coat. Padre de •Coré (Éx. 6:18, 21; Nm. 3:19; 16:1; 1 Cr. 24:22). Cabeza de la familia de levitas llamada •izharitas.

IZHARITAS Familia de levitas descendientes de •Izhar (Nm. 3:27; 1 Cr. 24:22).

IZRAHÍAS (Jehová aparecerá). Levita. Director de los cantores en tiempos de Nehemías (Neh. 12:42).

IZRAÍTA (Que la Deidad alumbre). Gentilicio aplicado a uno de los oficiales de David, llamado •Samhut, que tenía a su cargo una división de veinticuatro mil hombres que servían en el quinto mes (1 Cr. 27:8).

IZRI (Creador). Levita. Músico. Le correspondió “la cuarta suerte” en la distribución del servicio en la casa de Jehová, junto con “sus hijos y sus hermanos” (1 Cr. 25:11). = •Zeri (1 Cr. 25:3).

JAACÁN Personaje en la descendencia de •Esaú. Uno de los jefes edomitas. Hijo de Ezer (1 Cr. 1:42). Los israelitas, en su peregrinación por el desierto, acamparon en un lugar llamado •Beerot-Bene-Jaacán (Pozos de los hijos de Jaacán) (Dt. 10:6).

JAACOBA (Que Dios proteja). Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:36).

JAALA (Íbice, cabra montés). Cabeza de una familia de “siervos de Salomón”, algunos de cuyos miembros regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:56; Neh. 7:58).

JAALAM (Esconder). Uno de los hijos de •Esaú “que le nacieron en la tierra de Canaán”. Su madre se llamaba •Aholibama (Gn. 36:5, 14, 18; 1 Cr. 1:35)

JAANAI (Jehová responde). Personaje en la descendencia de Gad (1 Cr. 5:12).

JAARE-OREGIM (Leñador). Padre de un soldado de David, llamado •Elhanán, que mató a un gigante. J. era un hombre principal de Belén (2 S. 21:19; 1 Cr. 20:5).

JAASAI (Jehová es hacedor). Personaje de los tiempos de Esdras que fue uno de los que se casaron con mujeres extranjeras y tuvo que divorciarse (Esd. 10:37).

JAASIEL (Dios hace). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los valientes de David. A su nombre se añade el gentilicio de “mesobaíta” (1 Cr. 11:47).

2. Hijo de •Abner que quedó como jefe de los benjamitas en tiempos del rey David (1 Cr. 27:21).

JAAZANÍAS (Jehová está oyendo). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de un maacateo que se unió a los que se quedaron con •Gedalías en Mizpa después de la caída de Jerusalén cuando este último fue nombrado gobernador por Nabucodonosor (2 R. 25:23). Se ha encontrado en Israel un sello con el grabado de un gallo y la inscripción" J. Siervo del Rey" que algunos piensan que era posesión de este J.

2. Personaje en la descendencia de los recabitas. Jeremías le tomó, junto con toda su familia, para probarles ofreciéndoles beber vino, a lo cual se negaron (Jer. 35:1–6).

3. Personaje en la descendencia de •Safán que fue visto en visión por Ezequiel ofreciendo incienso a unos ídolos pintados en una pared (Ez. 8:10–11).

4. Personaje, hijo de Azur, que aparece en una visión de Ezequiel junto a •Pelatías hijo de Benaía y otros “principales del pueblo” dando malos consejos a éste (Ez. 11:1–3).

JAAZÍAS (Que Jehová fortalezca). Levita. Padre de •Beno. Fue de los que “echaron suertes... delante de David, y de •Sadoc y de Ahimelec, y de los jefes de las casas paternas de los sacerdotes y levitas” para distribuirse las labores en el •templo (1 Cr. 24:26–27, 31).

JAAZIEL (Que Dios alimente). Levita. Portero en tiempos de David (1 Cr. 15:18).

JABAL (Nómada). Hijo de •Lamec con Ada, una de sus mujeres. J. “fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados” (Gn. 4:20).

JABALINA •Armadura y armas.

JABES (Lugar seco). Nombre de personas y de lugar en el AT.

1. = Jabes-Galaad, o Jabes de Galaad.

2. Padre de un personaje llamado Salum. Aquel que mató al rey •Zacarías, hijo de Jeroboam “y reinó un mes en Samaria” (2 R. 15:10–15).

3. Lugar que se supone quedaba cerca de Jerusalén donde vivían unas “familias de los escribas ... los tirateos, los simeateos y los sucateos ... ceneos que vinieron de Hamat padre de la casa de Recab” (1 Cr. 2:55).

4. Descendiente de Judá. “Fue más ilustre que sus hermanos” porque invocó “al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh si me dieras bendición...!” Dios contestó su oración (1 Cr. 4:9–10).

JABES-GALAAD, JABES DE GALAAD Ciudad al E del Jordán, en tierra de •Galaad. Generalmente se le localiza a unos 32 km al S del •mar de Galilea. Los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés ocuparon Galaad (Nm. 32:1; Dt. 3:12–13), pero no es clara la composición de los habitantes de J., aunque se deduce que mantuvieron siempre una relación especial con la tribu de Benjamín. No participaron en la guerra civil contra los benjamitas en tiempos de los jueces, por lo cual fueron severamente castigados, matándose a gran parte de su población y tomándose a sus vírgenes como esposas para los sobrevivientes benjamitas (Jue. 21:6–12). Más tarde el rey amonita •Nahas atacó a J., pero Saúl defendió la ciudad (1 S. 11:1–13). Muerto Saúl en la batalla del monte •Gilboa, los filisteos “colgaron su cuerpo en el muro de Bet-san”, pero los habitantes de J. rescataron los cuerpos de Saúl y sus hijos, y los enterraron en J. (1 S. 31:8–13; 1 Cr. 10:12). Este acto les valió la felicitación de David (2 S. 2:4–7).

JABÍN (El que percibe o discierne). Nombre de personas del AT.

1. Nombre utilizado para designar al rey cananeo de •Hazor. Al saber de las hazañas de Josué, formó una alianza para oponérsele. En una batalla “junto a las aguas de Merom” los israelitas derrotaron a esos aliados (Jos. 11:1–8).

2. Rey de •Hazor en tiempos de •Débora, el cual oprimió “a los hijos de Israel por veinte años” (Jue. 4:2–3, 17). Débora y •Barac derrotaron a este J., cuyo capitán era •Sísara. Algunos explican la mención de este otro J. señalando la posibilidad de una reconstrucción de Hazor después del fuego de Josué y que el nombre fuera, en realidad, el título de los reyes de Hazor.

JABNEEL (Dios es constructor). Nombre de lugares del AT.

1. Lugar en la frontera N de Judá (Jos. 15:11). = Jabnia.

2. Villa en el territorio de la tribu de Neftalí (Jos. 19:33).

JABNIA •Jabneel #1 (2 Cr. 26:6).

JABOC Afluente del río Jordán, al cual llega por el E, unos 25 km antes del •mar Muerto. Pasa cerca de Ammán (la antigua Rabá de los amonitas). Partiendo en dos la región de •Galaad, el J. sirvió de frontera al territorio del rey amorreo •Sehón. “Se apoderó Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban aquel país.... desde Arnón hasta J.” (Jue. 11:21–22). Los amonitas, en tiempos de •Jefté, reclamaron por la fuerza ese territorio, pero fueron derrotados (Jue. 11:4–33). En las orillas del J. tuvo lugar el encuentro de Jacob con el •Ángel de Jehová (Gn. 32:22–32).

JABÓN En Israel se preparaba un j. (más bien una lejía) usando ciertas plantas, abundantes en el •Arabá, el •Neguev y a orillas del mar, que contenían potasa y soda. Se les quemaba y sus cenizas eran mezcladas con aceite, obteniéndose un j. líquido. Se usaba también, aunque con menos frecuencia, una sustancia alcalina de origen mineral. En Jer. 2:22 se mencionan las dos cosas (lejía y j.). •Lavador.

JACÁN (Afligido). Personaje en la descendencia de Gad. Fue de los que habitaron en •Basán (1 Cr. 5:13).

JACINTO Piedra preciosa de color anaranjado o rojizo. En “la tercera hilera” de piedras en el pectoral del sumo sacerdote había un j. (Éx. 28:19). En la revelación de Juan, la nueva Jerusalén aparece con muro de piedras preciosas, entre las cuales figura el j. (Ap. 21:19–20). •Piedras preciosas.

JACOB (Suplantador, o el que toma el talón).

Patriarca. Hijo de Isaac y Rebeca. Era mellizo con Esaú, quien nació primero. J. salió del vientre de su madre “trabada su mano al calcañar de Esaú”. Se distinguió desde joven por ser “varón quieto, que habitaba en tiendas”, siendo el preferido de su madre (Gn. 25:19–28). “Guisó J. un potaje” que apeteció Esaú, quien lo comió a cambio de los privilegios de su primogenitura. Llegado el momento de bendecir a sus hijos, Isaac pidió a Esaú que le trajera del campo alguna pieza y le hiciera un guisado como a él le gustaba. J., aconsejado por su madre, se disfrazó y engañó a su anciano padre haciéndose pasar por Esaú y recibió la bendición del primogénito. Cuando Esaú vino y lo supo “clamó con una muy grande y muy amarga exclamación”. Y aunque recibió otra bendición de su padre, “aborreció a J. por la bendición con que su padre le había bendecido”, y comentó: “Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob”. Rebeca, oyendo esto, sugirió a J. que se fuera a vivir a casa de su hermano Labán y que se casara allí (Gn. 27:1–46).

Isaac volvió a bendecir a J. cuando salió hacia Padam-aram. En el viaje, se detuvo a dormir en un lugar donde tuvo un sueño de “una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella”. En lo alto de la escalera estaba Jehová, quien le prometió bendecirle y estar con él. En aquel sitio J. hizo un pacto con Dios y realizó una libación sobre la piedra que había utilizado para dormir y le puso el nombre de Bet-el (Gn. 28:1–22).

J. fue recibido por Labán y pidió por esposa a Raquel, su hija. Se llegó a un arreglo con Labán de que así sería, a cambio de que sirviera a Labán por siete años, los cuales cumplió. “Y le parecieron pocos días, porque la amaba”. Pero llegado el día de la boda Labán lo engañó, dándole a su otra hija, Lea. Jacob tuvo que trabajar por otros siete años por el privilegio de tener a Raquel como esposa también. Lea le dio a J. sus cuatro primeros hijos, que fueron •Rubén, •Simeón, •Leví y •Judá (Gn. 29:1–35). Pero Raquel “no daba hijos a J.”.

Lo cual le condujo a pedir a su esposo que se llegara a •Bilha, sierva de Raquel, la cual tuvo de J. sus hijos •Dan y •Neftalí. Viendo eso, •Lea pidió que se hiciese lo mismo con su sierva •Zilpa, quien tuvo dos hijos, que fueron llamados •Gad y •Aser. Más tarde, la misma Lea dio a luz a •Isacar y a •Zabulón y a una niña que llamó •Dina. También Raquel tuvo un hijo entonces, al cual llamó •José. J. quiso salir de la casa de Labán, pero éste le pidió que se quedara, diciéndole: “He experimentado que Jehová me ha bendecido por tu causa”. Así, acordaron distintos tipos de salario para J., pero Labán cambiaba lo estipulado porque veía que todo lo que J. hacía era bendecido y siempre pedía la parte que antes había dicho que sería para J. Éste, por su parte, hacía arreglos para que el ganado creciera de una forma que beneficiara sus intereses. “Y se enriqueció el varón muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos” (Gn. 30:1–43).

Pero los hijos de Labán comenzaron a murmurar, diciendo que la riqueza de J. realmente pertenecía a su padre. Dios le dice a J. que regrese a su tierra. Consulta con sus esposas y éstas consienten. Así “J. engañó a Labán arameo, no haciéndole saber que se iba. Huyó, pues, con todo lo que tenía”. Cuando Labán lo supo le persiguió y le alcanzó, pero Dios le dijo en sueños que no debía hablar descomedidamente a su yerno. Finalmente, Labán hizo un pacto con J. y le dejó ir (Gn. 31:1–55).

Temiendo el encuentro con su hermano Esaú, J. envió delante de él diversos regalos. Antes de ver a Esaú, sin embargo, tuvo la experiencia de luchar con “un varón hasta que rayaba el alba”. Este varón no se identificó a sí mismo, pero bendijo a J. y le dijo que a partir de aquel momento su nombre sería Israel “porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”. Jacob interpretó que aquella experiencia había sido, en realidad, con Dios, porque dijo: “Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”. Llamó a aquel lugar •Peniel (Gn. 32:1–32).

Finalmente se encontraron J. y Esaú. Este último venía con 400 hombres, lo cual produjo cierto miedo en J., pero Esaú “corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron...” J. se instaló primeramente en •Sucot y luego “llegó sano y salvo a la ciudad de •Siquem, que está en la tierra de Canaán”, donde “compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas” (Gn. 33:1–20).

Viviendo allí, tuvo que sufrir la desgracia de ver a su hija Dina deshonrada y a sus hijos Simeón y Leví hacer una terrible venganza con los habitantes de Siquem para lavar la afrenta (Gn. 34:1–31). Dios le dijo que se trasladara de aquel lugar a Bet-el, donde debía hacer “un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú”. Así lo hizo. En Bet-el “murió Débora, ama de Rebeca”. Dios se reveló a J. de nuevo, reconfirmándole la promesa de que daría aquella tierra a su descendencia. Al partir de Bet-el hacia Efrata, en Belén, Raquel tuvo un nuevo parto, pero ella murió. El niño fue llamado Benjamín. De allí pasaron a •Migdal-edar, donde tuvo J. la tristeza de saber que su hijo mayor Rubén había tenido relaciones sexuales “con Bilha la concubina de su padre”. Pasaron entonces a Hebrón, donde años después murió Isaac. “Y lo sepultaron Esaú y J. sus hijos” (Gn. 35:1–29).

J. amó “a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez”. Esto causó un problema en la familia, que vino a ser aumentado porque José daba cuenta a su padre de la mala fama de sus hermanos y, también, por unos sueños que tenía aquel joven, según los cuales se daba la apariencia de que él vendría a desarrollar un papel preponderante en la vida de todos ellos. Todo esto condujo a que los hijos de J. tomaran un día a José y lo vendieran como esclavo a unos madianitas que iban a Egipto. Dijeron a J. que habían encontrado la ropa destrozada de José, para dar la apariencia de que había sido muerto por alguna fiera. Por providencia de Dios, José llegó a ser el segundo hombre de poder en Egipto y, con el tiempo, salvaría a sus hermanos y a J. de una gran hambre que se produjo sobre la tierra. Así, J. con

toda su familia vino a residir en Egipto (Gn. 38 al 47). Allí vivió en la tierra de Gosén, hasta el día de su muerte. Pero antes de morir, hizo que José le jurara que le sepultaría en Hebrón. Cuando estaba cerca el día de la muerte, J. bendijo a los hijos de José, •Manasés y •Efraín, dando preferencia al último a pesar de ser el menor. Llamó también a sus hijos y los bendijo con palabras que vinieron a significar también una verdadera profecía sobre el futuro de la descendencia de éstos. José llevó el cadáver de su padre a “la cueva del campo de Macpela, la que había comprado Abraham con el mismo campo, para heredad de sepultura, de Efrón el heteo, al oriente de Mamre” (Gn. 48 al 50).

JACOBO (Suplantador, o el que toma el talón). Nombre de personas del NT.

1. Apóstol. Hijo de Zebedeo. Junto con su hermano •Juan estaba remendando sus redes cuando el Señor Jesús les llamó (Mt. 4:21–22). Casi siempre se le menciona en compañía de Juan su hermano, especialmente en las listas de los apóstoles (Mt. 10:2; Mr. 3:17; Lc. 6:14). Jesús les “apellidó Boanerges, esto es, hijos del trueno”, por ser ambos de carácter fogoso y apasionado (Mr. 3:17), lo cual se vio cuando al ser rechazados en una aldea de samaritanos pidieron al Señor que les permitiera enviar “fuego del cielo, como hizo Elías” para que los consumiera (Lc. 9:54). Se atrevieron a pedir al Señor Jesús que en el día de su gloria le permitieran sentarse “el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda” (Mr. 10:37), lo cual disgustó al resto de los apóstoles.

El Señor Jesús incluía siempre, como en un círculo íntimo, a J. y a Juan, junto con Pedro. Así, ellos estuvieron con él en el monte de la •transfiguración (Mt. 17:1–8), entraron con él en la habitación donde resucitó a la hija de Jairo (Lc. 8:51) y le acompañaron en •Getsemaní (Mr. 14:33). J. fue muerto por orden de •Herodes Agripa (Hch. 12:2), siendo el primero de los apóstoles que murió martirizado. Después del siglo VII se hizo popular en España la leyenda de que este apóstol J., llamado también “•Santiago” (de “Sant Iakob”) viajó a ese país y predicó el evangelio allí, pero no existen testimonios documentales de ese hecho, que parece muy improbable, puesto que su muerte ocurrió en el año 44 d.C. Se dice, además, que su cadáver fue llevado a Compostela y enterrado allí. Esto hizo que ese lugar se convirtiera en un famoso centro de peregrinación. Este es el Santiago que invocaban los españoles en su lucha contra los moros.

2. Apóstol. Hijo de Alfeo. Este es el J. “el menor”, hijo de María, hermano de José, que se menciona en Mr. 15:40 y Lc. 24:10. El término “menor” puede significar “menos conocido”, o “de menos estatura”, o “más joven”. Algunos piensan que se utilizaba este término para distinguirle del J. #1, que era llamado “el mayor”.

3. Uno de los hermanos de nuestro Señor Jesucristo. (•Hermanos de Jesús). Antes de la muerte de Cristo fue incrédulo (Jn. 7:5). En 1 Co. 15:7 el apóstol Pablo dice que el Señor Jesús “apareció a J.”. Algunos piensan que se trata del hermano del Señor. Tras la resurrección, J. se convirtió en uno de los líderes de la iglesia en Jerusalén. Pablo le visitó en aquella ciudad (Gá. 1:18–19) y le describe como una de las “columnas”, junto con “Cefas y Juan” (Gá. 2:9). Cuando Pedro tuvo que salir de Jerusalén por la persecución de Herodes Agripa, J. quedó en el liderato de la iglesia, y se destaca en el llamado •Concilio de Jerusalén con un discurso en el cual aconseja medidas de tolerancia para con los creyentes gentiles (Hch. 15:13–21). Generalmente se identifica a este J. con el “Santiago” autor de la epístola de ese nombre. Algunos piensan que este J. es el mismo #2 y que, por tanto, era uno de los doce apóstoles. Los testimonios más antiguos, especialmente de Eusebio, dicen que fue nombrado “obispo de Jerusalén” y que sufrió el martirio en el año 62 d.C. por órdenes del Sanedrín.

JADA (Dios cuida). Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Onam (1 Cr. 2:28).

JADAU (Amigo). Uno de los que regresaron del exilio en tiempos de Esdras y se había casado con mujer extranjera, de la cual tuvo que separarse (Esd. 10:43).

JADÓN (Jehová juzga). Personaje que colaboró en la reconstrucción del muro de Jerusalén en tiempos de Nehemías. Trabajó junto a la puerta Vieja (Neh. 3:6–7).

JADÚA (Conocido). Nombre de personas del AT.

1. Personaje que fue de los que firmaron el •Pacto de Nehemías. Es señalado como uno de “los cabezas del pueblo” (Neh. 10:21).

2. Sacerdote que regresó del exilio en tiempos de Nehemías. Se le menciona como jefe de familia. Generalmente se cree que fue el último de los sumos sacerdotes mencionados en el AT (Neh. 12:11, 22). Josefo habla de un sumo sacerdote en tiempos de •Alejandro Magno que se llamaba J.

JAEL (Cabra Montés). Nombre de personas del AT.

1. Personaje mencionado en el cántico de •Débora del cual no se conocen datos biográficos. En su tiempo, que fueron los mismos de •Samgar, en el período entre los jueces •Aod y Débora había mucha inseguridad en Israel, “quedaron abandonados los caminos y los que andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos” (Jue. 5:6).

2. “Mujer de Heber ceneo”. Cuando los israelitas vencieron al ejército de •Jabín, su capitán •Sísara llegó huyendo hasta la tienda de J. Como “había paz” entre el rey Jabín y la casa de Heber ceneo, pensó refugiarse allí. J. le infundió confianza, “le cubrió con una manta” y le dio a beber leche. Pero cuando Sísara se durmió J. le mató “con una estaca de la tienda” (Jue. 4:17–22). Por esta acción en el cántico de Débora se dice de ella: “Bendita sea entre las mujeres J.” (Jue. 5:24). Heber ceneo era descendiente del suegro de Moisés (Jue. 4:11) y había hecho alianza con Jabín. El hecho de que J., esposa de Heber, matara a Sísara se interpreta como un cambio de alianzas de su familia, que volvió así a la amistad con Israel.

JAFET Hijo de •Noé. Casi siempre se le menciona en tercer lugar, después de •Sem y •Cam, lo cual da la apariencia de que era el tercero (Gn. 5:32; 6:10). Pero en Gn. 9:24 se dice que Cam era el “más joven”. J. entró en el arca con su esposa (Gn. 7:13). Él y su hermano Sem “cubrieron la desnudez de su padre” cuando éste se emborrachó y se desnudó (Gn. 9:23), por lo cual recibió una bendición de Noé (Gn. 9:27), la cual algunos interpretan como señalando cierta alianza o entendimiento entre las naciones descendientes de Sem y las de J. Se mencionan siete hijos y siete nietos de J. “Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras” (Gn. 10:2). Y los nietos: Askenaz, Rifat, Togarma, Elisa, Tarsis, Quitim, Dodanim. “De éstos se poblaron las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones” (Gn. 10:3–5). Generalmente son identificados con las naciones que se desarrollaron hacia el N y el O de Asia Menor, incluyendo a los griegos, los galos, los romanos, los rusos, etcétera. Algunos señalan la aparente coincidencia entre el nombre de J. con un personaje de la mitología griega llamado “Japetos”, el cual era hijo de Urano y de la Tierra, padre de Prometeo y de la raza helénica.

JAFÍA (Que Dios alumbre). Nombre de personas y de lugar del AT.

1. Rey de •Laquis. •Adonisedec, rey de Jerusalén, le llamó a una confederación para pelear contra •Gabaón cuando esta ciudad hizo alianza con los israelitas en tiempos de Josué (Jos. 10:3–5).

2. Población que fue adjudicada a la tribu de Zabulón en la repartición de la tierra (Jos. 19:12).

3. Hijo de David. Uno de “los que le nacieron en Jerusalén” (2 S. 5:15).

JAFLET (Mi Dios libra). Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Heber (1 Cr. 7:32, 33).

JAFLETITAS Descendientes de •Jaflet (Jos. 16:3).

JAGUR (Habitando). Población que correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:21).

JAH Es una contracción de “Jehová” o “Yahvé”. Se utiliza para señalar a Jehová en lenguaje poético. Se usa unas veintitrés veces, mayormente en los Salmos y el libro de Isaías (Sal. 68:4, 18; 102:18; Is. 12:2; 38:11).

JAHAT (Dios arrebatará). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:2).

2. Levita. Hijo de Gersón (1 Cr. 6:20, 43).

3. Levita en la descendencia de Gersón que oficiaba en tiempos del rey David (1 Cr. 23:10).

4. Levita en la descendencia de Izhar que oficiaba en tiempos del rey David (1 Cr. 24:22).

5. Levita en la descendencia de Merari que en tiempos del rey •Josías participó en la reparación del •templo (2 Cr. 34:12).

JAHAZA (Espacio abierto). Ciudad en el territorio de •Moab. •Sehón, rey de los amorreos, “no dejó pasar a Israel por su territorio” y vino a pelear contra él a J., donde fue derrotado (Nm. 21:23–24; Dt. 2:32; Jue. 11:20). J. fue asignada a la tribu de Rubén (Jos. 13:18). Era ciudad levítica, para los hijos de Merari (Jos. 21:36). El rey moabita •Mesa logró restaurar J. a Moab después de muerto •Acab. En la profecía de Isaías contra Moab se menciona a J. (Is. 15:4). Igualmente en Jer. 48:21, 34. = Jaza (1 Cr. 6:78).

JAHAZÍAS (Jehová revela). Personaje que, junto con otros tres, se opuso a Esdras cuando éste exigió que los que regresaron del exilio se separaran de las mujeres extranjeras (Esd. 10:15).

JAHAZIEL (Que Dios vea). Nombre de personas del AT.

1. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en •Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–4).

2. Sacerdote de tiempos de David. Junto con Benaías “sonaban continuamente las trompetas delante del arca del pacto de Dios” (1 Cr. 16:6).

3. Levita. Tercero de los hijos de Hebrón (1 Cr. 23:19; 24:23).

4. “Levita de los hijos de Asaf sobre el cual vino el Espíritu de Jehová” en medio de una reunión en tiempos de •Josafat y profetizó que no se debía temer al ataque de los moabitas y amonitas (2 Cr. 20:14–17).

5. Personaje en la familia de •Secanías. J. regresó del exilio con 300 varones (Esd. 8:5).

JAHDAI (Líder). Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 2:47).

JAHDIEL (Que Dios se regocije). Uno de los jefes de la tribu de Manasés. Fue de los “hombres valientes y esforzados, varones de nombre y jefes de las casas de sus padres” (1 Cr. 5:24).

JAHDO (Que Dios se regocije). Personaje en la descendencia de Gad (1 Cr. 5:14).

JAHLEEL (Dios espera). Uno de los hijos de Zabulón. Cabeza de la familia de los jahleelitas (Gn. 46:14; Nm. 26:26).

JAHLEELITAS Descendientes de •Jahleel (Nm. 26:26).

JAHMAI (Jehová protege). Personaje en la descendencia de Isacar (1 Cr. 7:2).

JAHZEEL (Que Dios distribuya). Hijo mayor de Neftalí. Cabeza de la familia de los jahzeelitas (Gn. 46:24; Nm. 26:48; 1 Cr. 7:13).

JAHZEELITAS Descendientes de •Jahzeel (Nm. 26:48).

JAIR (Que Jehová resplandezca). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Segub. Aunque éste era de la tribu de Judá, quizá por causa de su madre J. fue contado con la tribu de Manasés. Por eso es llamado también descendiente de Manasés (Nm. 32:41; Dt. 3:14). Conquistó varias aldeas en un territorio en Transjordania “y les puso por nombre Havot-jair” o •Basán-havot-jair (Nm. 32:41). En esa región había unas sesenta poblaciones, “las aldeas de J.” en Galaad (Jos. 13:30; 1 R. 4:13; 1 Cr. 2:22–23).

2. Juez de Israel al que juzgó veintidós años. Era galaadita, probablemente en la descendencia del J. #1. “Tuvo treinta hijos que cabalgaban sobre treinta asnos y tenían treinta ciudades, que se llaman las ciudades de J. hasta hoy, las cuales están en tierra de Galaad” (Jue. 10:3–4).

3. Israelita. Padre de Elhanán, aquel soldado de David que mató “a Lahmi, hermano de Goliat geteo” (1 Cr. 20:5).

4. Benjamita que fue antepasado de Mardoqueo (Est. 2:5).

JAIREO Habitante o proveniente de una de las aldeas o ciudades de •Jair. Un sacerdote de tiempos de David, llamado Ira, era j. (2 S. 20:26).

JAIRO (Él despertará). Padre de una niña de doce años que había muerto y a quien el Señor Jesús resucitó. J. buscó al Señor, y le pidió que fuera a su casa porque la niña estaba enferma. Decía: “Ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá”. Mientras iban, vinieron a avisarle que la niña había muerto. El Señor Jesús le animó en su fe y llegó a la casa, tomó la mano de la niña y le ordenó que se levantara. Este caso de resurrección es uno de los tres registrados en el ministerio del Señor Jesús. J. era un “principal de la sinagoga” (Mr. 5:22–43; Lc. 8:41–56).

JALÓN Personaje en la descendencia de Judá. Su padre se llamaba Esdras (1 Cr. 4:17).

JAMBRES •Janes y Jambres.

JAMÍN (Mano derecha, sur). Nombre de personas del AT.

1. Segundo de los hijos de Simeón. Cabeza de la familia de los jaminitas (Gn. 46:10; Éx. 6:15; Nm. 26:12).

2. Personaje en la descendencia de Judá. Nieto de Jerameel (1 Cr. 2:27).

3. Uno de los levitas que “hacían entender al pueblo la ley” cuando ésta fue leída por Esdras y otros levitas en tiempos de Esdras (Neh. 8:7).

JAMINITAS Descendientes de Jamín #1 (Nm. 26:12).

JAMLEC (Jehová gobierna). Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:34).

JANA Antepasado del Señor Jesucristo (Lc. 3:24).

JANES Y JAMBRES Legendarios magos que, según San Pablo, “resistieron a Moisés” (2 Ti. 3:8). Es una alusión a los magos que imitaban algunos de los prodigios que Moisés hacía delante de Faraón (Éx. 7:11–13; 8:7). El AT no da los nombres J. y J., pero la tradición judía los conservó en varios escritos extrabíblicos, donde de seguro Pablo los aprendió. Según uno de ellos, conocido como el Documento de Damasco, de tiempos del segundo •templo, J. y J. eran hermanos. Estos magos son mencionados por autores gentiles no cristianos. Entre ellos Numenio, un filósofo prepitagórico, habla de dos magos con estos nombres, que se distinguieron en Egipto en la época en que los judíos fueron “expulsados” de allí.

JANOA (Lugar de descanso). Villa situada en la frontera del territorio asignado a la media tribu de Efraín (Jos. 16:6).

JANUM (Dormitando). Villa en el territorio adjudicado a la tribu de Judá (Jos. 15:53).

JAQUE Antepasado de Agur, aquel que fue autor de “la profecía” que aparece en Pr. 30.

JAQUIM (Que Dios establezca). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:19).

2. Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondía el duodécimo turno en el orden del culto establecido en tiempos de David (1 Cr. 24:12).

JAQUÍN (Que Dios establezca). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Simeón (Gn. 46:10; Éx. 6:15).

2. Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondía el vigesimoprimer turno en el orden del culto establecido en tiempos de David (1 Cr. 24:17).

3. Sacerdote mencionado entre los que habitaban en Jerusalén (1 Cr. 9:10).

JAQUÍN Y BOAZ Nombre puesto por Salomón a las dos columnas de bronce que se colocaron en el pórtico del •templo. Jaquín estaba a la derecha y Boaz a la izquierda (1 R. 7:21). No formaban parte de la estructura sino que estaban aisladas. En cuanto a su altura, 1 R. 7:15 y

Jer. 52:21 dicen que era de dieciocho codos; 2 Cr. 3:15 dice treinta y cinco codos. Cuando la destrucción de Jerusalén por los caldeos fueron quebradas y el bronce llevado a Babilonia (Jer. 52:17). En cuanto a la significación de los nombres hay varias teorías. Una de ellas: Jaquín = Que Dios establezca (o haga fuerte). Boaz = En él (Dios) está la fortaleza.

JAQUINITA Descendiente de Jaquín #1 (Nm. 26:12).

JARA (Jehová descubre). Personaje en la descendencia de Saúl (1 Cr. 9:42).

JARDÍN •Huerto.

JAREB (Vengador). Nombre o epíteto que •Oseas atribuye a un rey de Asiria al cual Israel acudiría en busca de alianza a cambio de tributo (Os. 5:13). La BJ traduce J. como “el gran rey”. Se piensa que es una referencia a Sargón II, el que luego conquistó a Samaria en el año 722 a.C.

JARED (Siervo). Hijo de Mahalaleel. Padre de Enoc (Gn. 5:15–20; 1 Cr. 1:2; Lc. 3:37).

JARESÍAS (Jehová planta). Personaje en la descendencia de Benjamín. Fue uno de los “jefes principales” que habitaron en Jerusalén (1 Cr. 8:27).

JARHA Siervo egipcio a quien su amo •Sesán, de la descendencia de Judá, dio por esposa una de sus hijas (1 Cr. 2:34–35).

JARIB (Que Dios luche). Nombre de personas del AT.

1. Tercero de los hijos de Simeón (1 Cr. 4:24).

2. Uno de los “hombres principales” a quienes despachó Esdras a •Casifia para buscar “ministros para la casa de nuestro Dios” (Esd. 8:16–17). Probablemente es el mismo que aparece como uno de los que se casaron con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:18).

JARMUT (Una altura). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad cananea que se confederó con Jerusalén, •Hebrón, Jarmut, Eglón y •Laquis para pelear contra los gabaonitas por haber éstos hecho pacto con los israelitas. “Los moradores de Gabaón” pidieron ayuda a Josué y éste atacó a los ejércitos de las cinco ciudades. En esta ocasión cayó granizo del cielo y Josué dijo “en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón...” (Jos. 10:1–12). J. quedaba en la •Sefela, en un distrito del cual formaban parte también •Adulam, Soco y Azeca. Correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:35). Se identifica a J. con Jirbat al Yarmuk, al SO de Jerusalén.

2. Ciudad levítica en el territorio de Isacar (Jos. 21:29).

JAROA (Luna nueva). Personaje en la descendencia de Gad (1 Cr. 5:14).

JASÉN (Soñoliento). Padre de uno de los valientes de David, llamado Jonatán, (2 S. 23:32).

JASER, LIBRO DE Jaser significa “el justo”. Nombre de un libro hebreo perdido, citado en Jos. 10:13 y 2 S. 1:18. Es posible que fuera una colección de poemas épicos y relatos

históricos y que sirvió de fuente a algunos de los escritores del AT. Existen algunos escritos de fecha relativamente moderna con ese nombre que no deben ser confundidos con L. de J.

JASOBEAM (El pariente retorna). Nombre de personas del AT.

1. Primero de los valientes de David. Fue aquel que “blandió su lanza una vez contra trescientos, a los cuales mató”. Era hijo de Hacmoni (1 Cr. 11:11).

2. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en •Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:6). Es probable que se trate del mismo #1.

JASÓN (Gr. Portador de salud). Nombre de personas del NT.

1. Cristiano de Tesalónica en cuya casa se alojó Pablo en su primera visita. Una multitud asaltó la casa y J. fue traído “ante las autoridades de la ciudad, gritando [la turba]: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá”. Se deduce que era un hombre de cierta importancia, puesto que los magistrados aceptaron seguridades de parte de él en cuanto a Pablo y sus acompañantes (“obtenida fianza de J. y los demás”), de manera que los dejaron ir (Hch. 17:1–9). El nombre J. era muy común entre los griegos, en honor del semidios de su mitología, en la cual figura como cabeza de la famosa expedición de los Argonautas.

2. Creyente. Pariente del apóstol Pablo que estaba con él en Corinto cuando escribió su carta a los Romanos (Ro. 16:21).

JASPE Variedad del cuarzo que forma una piedra preciosa opaca, cuyo color, siempre muy vivo, varía según el contenido que tenga de óxidos metálicos, los cuales forman vetas brillosas y multicoloreadas (de ahí la palabra “jaspeado”). El jaspe era una de las piedras que formaban parte del pectoral del sumo sacerdote (Éx. 28:20; 39:13). Se le menciona como parte de las vestiduras del rey de Tiro (Ez. 28:12–13). En una visión de Juan de “un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado”, se dice que el aspecto de esa persona “era semejante a piedra de jaspe” (Ap. 4:3). El fulgor de la nueva Jerusalén “era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe”, así como su muro (Ap. 21:11, 18–20). •Piedras preciosas.

JASUB (Volviendo atrás). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Isacar. Cabeza de la familia de los jasubitas (Nm. 26:24; 1 Cr. 7:1).

2. Uno de los que regresaron del exilio en tiempos de Esdras y fueron obligados a separarse de mujeres extranjeras con las que se habían casado (Esd. 10:29).

JASUBITAS Descendientes de •Jasub #1 (Nm. 26:24).

JATIR (Preeminencia). Villa que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra. Estaba situada en las montañas (Jos. 15:48). Fue ciudad levítica y de refugio (Jos. 21:13–14; 1 Cr. 6:57). A los ancianos de J. envió David parte del botín que tomó a unos merodeadores amalecitas (1 S. 30:27).

JATNIEL (Dios está dando). Hijo de Selemías. Levita. Portero en el servicio de Jehová en tiempos de David (1 Cr. 26:2).

JAVÁN Nombre de personas y de lugar en el AT.

1. El cuarto de los hijos de •Jafet. J. tuvo cuatro hijos: •Elisa, •Tarsis, •Quitim y •Dodanim (Gn. 10:2, 4) que en la tradición judía son considerados padres de diversos pueblos.

2. Nombre con el cual se designa a los pueblos descendientes del cuarto de los hijos de •Jafet y a la región en que habitaban. Se menciona a ésta entre “las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria” (Is. 66:19). Estos pueblos mantenían gran comercio con los fenicios de •Tiro (Ez. 27:13, 19). En la tradición judía J. vino a ser sinónimo de griego, pensándose especialmente en las colonias griegas de Anatolia y el mar Egeo. Por eso se traduce la palabra J. como “Grecia” en Dn. 8:21; 10:20; 11:2 y Zac. 9:13.

JAZA •Jahaza.

JAZER (Fortificada). Ciudad amorrea conquistada por Moisés (Nm. 21:32). Sus alrededores abundaban en pastos, por lo cual los rubenitas y gaditas, ricos en ganado, pidieron su tierra para ellos (Nm. 32:1–5, 35; Jos. 13:25). Fue dedicada como ciudad levítica para los hijos de Merari (Jos. 21:39). J. fue parte del itinerario que siguió Joab al hacer el censo de David (2 S. 24:5). “Fueron hallados ... hombres fuertes y vigorosos en J. de Galaad” [1 Cr. 26:31]). También era tierra de buena agricultura, especialmente vides, por lo cual varios pueblos contricantes de Israel se disputaban su posesión.

JAZERA (Prudente). Sacerdote. Sus descendientes vivieron en Jerusalén (1 Cr. 9:12).

JAZIZ (Brillando). Funcionario del rey David que se encargaba de las ovejas. Era •agareno (1 Cr. 27:31).

JEARIM (Bosques). Montaña en el norte del territorio de Judá, a unos 14 km al norte de Jerusalén (Jos. 15:10).

JEATRAI (Resuelto, constante). Levita en la descendencia de Gersón (1 Cr. 6:21).

JEBEREQUÍAS (Jehová bendice). Personaje en la ascendencia de •Zacarías, aquel que menciona Isaías como testigo en su matrimonio (Is. 8:2). •Zacarías #15.

JEBÚS Nombre original de •Jerusalén (Jos. 18:28; 1 Cr. 11:4). •Jebuseos.

JEBUSEOS Primitivos habitantes de •Jebús o •Jerusalén. Son mencionados como descendientes de Canaán (Gn. 10:16). Dios prometió su tierra a los descendientes de Abraham (Gn. 15:21; Éx. 3:8; 3:17; 23:23). Los israelitas debían destruirlos (Dt. 20:17). Se confederaron con otros pueblos cananeos para resistir la invasión de los israelitas (Jos. 9:1). Su rey •Adonisedec lideró la confederación, que fue derrotada (Jos. 10:1–11). Pero Jebús no fue conquistada (Jue. 1:21), siendo un lugar fuerte que mantuvo su independencia hasta tiempos de David, que la conquistó (2 S. 5:6–9). El lugar donde más tarde se edificaría el •templo pertenecía a un j. llamado Ornán (1 Cr. 21:15–18; 2 Cr. 3:1), el cual piensan algunos que había sido el último de los reyes de Jebús o Jerusalén. Los j. fueron hechos tributarios por Salomón (2 Cr. 8:7–8).

JECABSEEL Uno de los lugares en donde habitaron “algunos de los hijos de Judá” que regresaron del exilio (Neh. 11:25). •Cabseel.

JECAMÁN (Se levanta). Levita. Cuarto de los hijos de Hebrón (1 Cr. 23:19; 24:23).

JECAMÍAS (Que Jehová establezca). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Judá, a través de Jerameel (1 Cr. 2:41).

2. Hijo del rey Jeconías (1 Cr. 3:18).

JECOLÍAS (Jehová es capaz). Madre del rey Uzías. Nativa de Jerusalén (2 R. 15:2; 2 Cr. 26:3).

JECONÍAS (Jehová levanta). Llamado también Joaquín y Conías. Rey de Judá (597 a.C.). Hijo de •Josías. Subió al trono a los dieciocho años, en medio de la rebelión contra Babilonia. Tuvo que rendirse ante Nabucodonosor, que lo llevó a Babilonia con su madre, sus mujeres, sus hijos y diez mil cautivos, cosa que le había profetizado Jeremías (Jer. 22:26). Gracias a esa rendición se evitó esa vez la destrucción de la tierra por parte de los caldeos, que pusieron por rey a Matanías, tío de J., a quien Nabucodonosor le puso por nombre Sedequías. J. vivió en Babilonia como prisionero real. Pero una vez muerto el rey caldeo, en el año 37 del cautiverio de J., “ •Evil-merodac, rey de Babilonia ... libertó a Joaquín [Jeconías] rey de Judá, sacándolo de la cárcel ... y puso su trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia” (2 R. 25:27–29). J. aparece en la genealogía del Señor Jesucristo en Mt. 1:11.

JECUTIEL (Que Dios cuide). Personaje en la descendencia de Caleb. Padre de Zanoa (1 Cr. 4:18).

JEDAÍA (Dios ha favorecido). •Jedaías #2.

JEDAÍAS (Dios ha favorecido). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:37).

2. Cabeza de una familia de sacerdotes a la cual le tocó la segunda orden o suerte en el servicio del Señor (1 Cr. 9:10; 24:7). Aparecen dos familias con este mismo nombre en la reorganización que se hizo en tiempos de Nehemías y Esdras. Regresaron del exilio 973 miembros de esta familia. Eran sus cabezas •Uzi y •Natanael (Esd. 2:36; Neh. 12:19, 21).

3. Personaje que colaboró en la restauración del muro en tiempos de Nehemías. Hijo de Harumaf (Neh. 3:10).

4. Sacerdote que regresó del exilio, descendiente de •Joiarib (Neh. 11:10; 12:6). Mencionado por el profeta Zacarías en relación con unas coronas de plata y oro que habrían de usar Helem, Tobías, Hen y J. “como memoria en el templo de Jehová” (Zac. 6:11–14).

5. Otro sacerdote que regresó del exilio en tiempos de Nehemías (Neh. 12:7, 21).

JEDIAEL (Conocido por Dios). Nombre de personas del AT.

1. Tercero de los hijos de Benjamín (1 Cr. 7:6, 10, 11).

2. Uno de los valientes de David. Hijo de Simri. Hermano de Joha (1 Cr. 11:45).

3. Levita. Portero. Segundo de los hijos de •Meselemías (1 Cr. 26:2).

JEDIAIEL (Conocido por Dios). Guerrero de la tribu de Manasés que se puso a las órdenes de David cuando éste estaba en Siclag (1 Cr. 12:20). Posiblemente es el mismo •Jedaiel #2.

JEDIDA (Amada). Madre del rey Josías. Hija de Adaía, de Boscat (2 R. 22:1). Fue esposa del rey Amón, de Judá.

JEDIDÍAS (Amado del Señor). Nombre que Dios puso a Salomón, por medio del profeta Natán (2 S. 12:25).

JEDUTÚN (El que alaba). Levita. Seleccionado por David “para glorificar a Jehová.... con trompetas y címbalos” (1 Cr. 16:41–42; 25:1). Se especializaba en el canto, junto con sus hijos. Esta actividad, es considerada profética (1 Cr. 25:3). Se le llama “vidente del rey” (2 Cr. 35:15). •Etán #4.

JEFONE Nombre de personas del AT.

1. •Cenezeo. Padre de •Caleb (Nm. 13:6; 14:6; Dt 1:36; Jos. 14:6).

2. Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Jeter (1 Cr. 7:38).

JEFTÉ (Jehová abrirá o librará). Juez de Israel. Era hijo de •Galaad, pero su madre era una ramera, por lo cual sus hermanos lo echaron. Se fue a tierra de •Tob, donde se hizo jefe de una banda. Cuando los amonitas pelearon contra la tierra de Galaad los ancianos de allí le mandaron a buscar para que les defendiera, lo cual aceptó hacer a cambio de ser el caudillo de ellos después de la crisis. Desde Mizpa envió un mensaje al rey de los amonitas haciendo un recuento de la historia del territorio. “Mas el rey de los hijos de Amón no atendió a las razones que J. le envió”, y se dio una batalla en la cual éste salió vencedor. Hubo disensión con los efraimitas, que se quejaron de no haber sido llamados a la batalla, lo cual terminó en una pelea con los galaaditas, saliendo victoriosos estos últimos, que tomaron “los vados del Jordán” y hacían pronunciar a los que escapaban la palabra Shibolet. Los que no pronunciaban correctamente eran matados. J. había hecho imprudentemente un voto de que si Dios le daba la victoria sacrificaría a él la primera persona que saliera a recibirle, que resultó ser su hija. Esta pidió varios días para hacer un duelo, siguiendo después el trágico destino asignado por su padre (Jue. 11:1–38; 12:1–6). El caso de la hija de Jefté no es alabado en la Biblia, siempre enemiga de sacrificios humanos. Pero en la lista de los héroes de la fe en He. 11 aparece el nombre de J. (He. 11:32).

JEFTE-EL Valle en la frontera de las tribus de Zabulón y Aser (Jos. 19:14, 27).

JEGAR SAHADUTA (Montón del testimonio). En el lugar donde Jacob y Labán hicieron pacto construyeron como memoria de ello un majano o montón de piedras. Labán lo llamó J. S., pero Jacob lo llamó •Galaad y •Mizpa (Gn. 31:46–55).

JEHALELEL (Que Dios brille). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:16).

2. Levita. En tiempos de Ezequías participó en la limpieza del •templo (2 Cr. 29:12).

JEHEDÍAS (Que Dios se regocije). Nombre de personas del AT.

1. Levita en tiempos de David. Hijo de Subael (1 Cr. 24:20).

2. Funcionario del rey David que tenía a su cargo las asnas. Era meronotita (1 Cr. 27:30).

JEHÍAS (Jehová vive). Levita. Era portero del arca en compañía de •Obed-edom (1 Cr. 15:24).

JEHIEL (Que viva, oh Dios). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la ascendencia de •Saúl. Vivía en •Gabaón. Su mujer se llamaba •Maaca (1 Cr. 9:35).

2. Uno de los valientes de David, con su hermano Sama. Eran “hijos de •Hotam aroerita” (1 Cr. 11:44).

3. Levita. Portero. Miembro “del segundo orden”. Tocaba “con salterios sobre •Alamot” (1 Cr. 15:18, 20; 16:5).

4. Levita, de los hijos de •Laadán, participó en el servicio de Jehová en tiempos de David (1 Cr. 23:8). Sirvió como tesorero (1 Cr. 29:8).

5. Hijo de •Hacmoni. Sirvió como instructor de los hijos de David (1 Cr. 27:32).

6. Hijo de •Josafat rey de Judá (2 Cr. 21:2).

7. Levita. Descendiente de •Hemán. Participó en la limpieza de la casa de Jehová en tiempos del rey •Ezequías (2 Cr. 29:12–15).

8. Uno de los “oficiales de la casa de Dios” que ofrendaron gran cantidad de animales para la celebración de la Pascua en tiempos del rey Josías (2 Cr. 35:8).

9. Personaje en una familia de la cual doscientos dieciocho varones regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 8:9).

10. Personaje en la familia de •Secanías, uno de los que habían tomado mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:2, 26).

11. Uno de los que habían tomado mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas. Era de los hijos de •Harim (Esd. 10:21).

JEHIELI (Jehová vive). Levita. Antepasado de Zetam y Joel, los cuales “tuvieron cargo de los tesoros de la casa de Jehová” (1 Cr. 26:22).

JEHIELITAS Descendientes de •Jehieli, familia de levitas de los cuales algunos vinieron a ser tesoreros en la casa de Jehová (1 Cr. 26:21).

JEHOVÁ •Dios. Nombres de.

JEHÚ (El Señor es él). Nombre de personas del AT.

1. Profeta. Hijo de •Hanani #1 (1 R. 16:1). Profetizó contra •Baasa, rey de Israel a causa de los pecados de éste (1 R. 16:2–4, 7, 12).

2. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–3).

3. Rey de Israel. Elías recibió el encargo de ungirlo por rey (1 R. 19:16), lo cual se hizo en tiempos de Eliseo (2 R. 9:2). Un hambre había azotado al país (2 R. 4:38), además de muchas guerras. J. comandaba el ejército en •Ramot de Galaad en medio de una campaña contra Siria cuando fue ungido por rey (2 R. 9–1-10). •Joram, rey de Israel había sido herido y se recuperaba en •Jezreel. Ocozías, rey de Judá vino a visitarlo. J. mató a ambos (2 R. 9:16–28). Hizo lo mismo con •Jezabel (2 R. 9:30–37). Exterminó la descendencia de Acab en Jezreel (2 R. 10:1–11) y Samaria (2 R. 10:17). Mató también a cuarenta y dos familiares de Ocozías (2 R. 10:14). En Samaria reunió con engaño a los profetas de Baal en el templo de ese dios y ordenó su muerte y la destrucción del templo y de los ídolos (2 R. 10:19–29). “Mas J. no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón” (2 R. 10:31). Al matar a Joram, a Ocozías y a Jezabel, había roto una alianza entre Israel, Judá y Tiro, lo que trajo como consecuencia varias derrotas para Israel. “En aquellos días comenzó Jehová a cercenar el territorio de Israel; y los derrotó Hazael por todas las fronteras...”, perdiendo gran parte de la Transjordania (2 R. 10:32–34).

JEHÚBA (Dios ha escondido). Personaje en la descendencia de Aser (1 Cr. 7:34).

JEHUD (Honorable). Villa que fue adjudicada a la tribu de Dan en la repartición de la tierra (Jos. 19:45).

JEHUDAÍA (La judía). Madre de Jered, Heber y Jecutiel, descendientes de Caleb (1 Cr. 4:18).

JEHUDÍ (Judío). Funcionario en la corte del rey Joacim que leyó a éste el rollo escrito por •Baruc y dictado por Jeremías (Jer. 36:14, 21).

JEHÚS Personaje en la descendencia de Saúl (1 Cr. 8:39).

JEIEL (Dios ha sanado, o preservado). Nombre de personas del AT.

1. Príncipe de la tribu de Rubén (1 Cr. 5:7).

2. Levita. Portero y cantor en tiempos de David. Era uno de los que “tenían arpas afinadas en la octava para dirigir” (1 Cr. 15:18, 21; 16:5). Era ascendiente de Jahaziel, el levita “sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio” de una reunión en tiempos de Josafat (2 Cr. 20:14).

3. Escriba del rey Uzías que tenía la responsabilidad de hacer la lista de las divisiones de su ejército (2 Cr. 26:11).

4. Levita de tiempos del rey Ezequías que fue uno de los que participaron en la limpieza de la casa de Jehová (2 Cr. 29:13).

5. Uno de los jefes de los levitas en tiempos del rey Josías. Fue de los que ofrendaron muchos animales para la celebración de la Pascua (2 Cr. 35:9).

6. Personaje que regresó del exilio en tiempos de Esdras. Hijo de Adonicam (Esd. 8:13).

7. Uno de los que casaron con mujeres extranjeras en tiempos de Esdras y fueron obligados a abandonarlas. Hijo de Nebo (Esd. 10:43).

JEMIMA (Paloma). La primera de las hijas de Job después de su crisis. “No había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra” (Job 42:14–15).

JEMUEL (Dios es luz). Primero de los hijos de Simeón (Gn. 46:10; Éx. 6:15). Llamado también •Nemuel (Nm. 26:12), cabeza de familia de los •nemuelitas.

JERA (Luna). Semita. Hijo de •Joctán. Llegó a ser cabeza de una tribu árabe (Gn. 10:26).

JERAMEEL (Dios es compasivo). Nombre de personas del AT.

1. Personaje famoso que dio su nombre a una parte del desierto del Neguev, donde había unas poblaciones llamadas “las ciudades de J.” (1 S. 27:10; 30:29).

2. Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Hezrón (1 Cr. 2:9). Padre Ram, Buna, Oren, Ozem y Ahías, así como de Onam (1 Cr. 2:25–26).

3. Levita. Hijo de Cis #3 (1 Cr. 24:29).

4. Funcionario del rey •Joacim, enviado por éste junto con otros “para que prendiesen a Baruc el escribiente y al profeta Jeremías” (Jer. 36:26).

JEREBAI (Jehová contiende). Uno de los valientes de David. Era hijo de Elnaam (1 Cr. 11:46).

JERED (Fluyente). Personaje en la descendencia de Caleb. Su madre se llamaba Jehudaía (1 Cr. 4:18).

JEREMÍAS Profeta de Israel, autor del libro que lleva su nombre y de •Lamentaciones. Nació en Anatot (Jer. 1:1), una villa benjamita a unos 7 km al NE de Jerusalén, proba-blemente alrededor del año 639 a.C. Pertenecía a una familia sacerdotal. La mayoría de los eruditos supone que descendía de la línea de •Abiatar, porque este sacerdote fue echado hacia esa ciudad por Salomón (1 R. 2:26–27). Siendo muy joven, fue llamado al ministerio profético. Parece que nunca se casó (Jer. 16:1–4). Vivió en la época en que decayó el poderío asirio, los judíos tuvieron una corta vida independiente, luego una dominación egipcia y finalmente la destrucción del reino de Judá por •Nabucodonosor.

Como testigo de tan trágicos acontecimientos, J. se expresa frente a Dios en hermosos poemas en los cuales da lugar a su perplejidad y su dolor. Siente que quiere oponerse a aquellas cosas, especialmente a ser mensajero de malas nuevas para el pueblo, pero la compulsión del Espíritu es tal que no puede resistir y tiene que hablar lo que Dios le ha dicho. Comenzó a predicar en tiempos de •Josías, convencido de que Israel estaba bajo el juicio de Dios, a pesar de las reformas de este rey. En aquellos días •Sofonías hacía lo mismo.

Los asirios gobernaban entonces el antiguo Reino del Norte (Israel). Algunos de los oráculos de J. fueron dirigidos a los que habitaban allí, probablemente con la intención de acercarlos al santuario único de Jerusalén (Jer. 3:12–18). Muchos de los primeros mensajes de J. fueron dirigidos a esa población del N. Es interesante que el lenguaje que utiliza es muy parecido al de •Oseas. Usa, como este profeta, la imagen de la esposa infiel (Jer. 3:1–5), animando al pueblo a ser fiel al pacto que tenía con Dios.

Después de la muerte de Josías parece que J. guarda silencio por un tiempo, hasta que aparece en la puerta del •templo predicando de nuevo (Jer. 7:1–15). Esto aconteció “en el principio del reinado de Joacim hijo de Josías” (Jer. 26:1), en el 609 ó 608 a.C. En esos mismos días apareció otro profeta llamado •Urías, con el mismo mensaje de J. Ambos

atacaban la falsa religiosidad del pueblo, que reducía su religión a los ritos del templo y olvidaba la parte moral. Este mensaje por poco cuesta la vida a J., pues, naturalmente, los sacerdotes se le oponían. El profeta Urías fue asesinado. A J. le prohibieron entrar en el templo (Jer. 36:5). Incluso sus coterráneos de Anatot intentaron quitarle la vida (Jer. 11:21). A pesar de todo esto, J. continuó predicando y anunciando el desastre que se avecinaba sobre Judá.

J. emitió una palabra “con respecto a Egipto: contra el ejército de Faraón Necao rey de Egipto, que estaba cerca del río Éufrates en Carquemis” (Jer. 46:1–28) prediciendo que los egipcios serían derrotados, como sucedió por mano de •Nabucodonosor II en el año 605 a.C. Los egipcios tuvieron que retirarse. De esta manera los caldeos controlaron todo el O de Mesopotamia, y siguieron más tarde su expansión hacia el S, que traería como consecuencia el avance hacia Jerusalén.

El profeta vio esto como el cercano cumplimiento de todos los oráculos con los cuales había advertido a Judá. Como no podía entrar en el templo, ordenó a su amanuense •Baruc que hiciera un resumen de todas sus profecías para que fuera a leerlas allí. Así se hizo. Al oír algunos funcionarios reales las palabras del rollo, lo dijeron al rey. Cuando fue leído al monarca, éste lo quemó en un brasero y ordenó que se aprisionara a Baruc y a J., “pero Jehová los escondió” (Jer. 36:1–26), y ordenó a J. que volviera a escribir las mismas palabras.

Todo esto sucedía mientras los caldeos habían tomado Siria y llegaban hasta las fronteras de Judá, que pasó a ser vasallo de •Nabucodonosor. Como rey, los caldeos pusieron a •Joacim. Esa situación duró unos tres años, tras los cuales Joacim se rebeló. Para ello se hizo el intento de coordinar fuerzas con otras naciones cercanas a Judá, pero J. predicó a los embajadores de esas naciones, diciendo que Dios permitiría vivir a aquel pueblo “que sometiere su cuello al yugo del rey de Babilonia” (Jer. 27:11). La conspiración fracasó y J. anunció que Jerusalén sería destruida. Jehová envió “tropas de caldeos ... sirios ... moabitas ... y amonitas ... contra Judá”, así como edomitas (2 R. 24:2). La rebelión duró varios años, hasta que Jerusalén fue sitiada y conquistada en el año 597 a.C. El rey judío tuvo que rendirse ante Nabucodonosor, que lo llevó a Babilonia con su madre, sus mujeres, sus hijos y diez mil cautivos, cosa que le había profetizado Jeremías (Jer. 22:26). Gracias a esa rendición se evitó esa vez la destrucción de la ciudad por parte de los caldeos, que pusieron por rey a Matanías, tío de Joacim, a quien Nabucodonosor le cambió el nombre, llamándole •Sedequías.

Para J. los caldeos eran un instrumento de Dios para castigar a su pueblo, que había desobedecido el pacto. Dios le había dicho que Nabucodonosor estaba haciendo la voluntad de Dios (“Y ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de Nabucodonosor, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para que le sirvan” [Jer. 27:6]). Durante el sitio de Jerusalén, J. continuó con su predicación, llegando incluso a recomendar que se entregaran a los caldeos, a fin de conservar la vida. Su mensaje entraba en contradicción con lo que decían los falsos profetas que pronosticaban victorias al rey Sedequías. Uno de ellos, llamado •Hananías, profetizó diciendo que Dios quebrantaría “el yugo del rey de Babilonia” y que “dentro de dos años” haría volver a los que fueron llevados cautivos (Jer. 28:2–17). J., en cambio, exhortaba a esos exiliados a que se comportaran pacíficamente (“Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar” [Jer. 29:7]). Les decía también que no prestaran oído a los falsos profetas que les pronosticaban cosas buenas, porque tardarían setenta años antes que se produjera el retorno a Jerusalén (Jer. 29:9–10). Los exiliados llegaron a quejarse ante el sumo sacerdote en Jerusalén porque J. les había hecho llegar ese mensaje (Jer. 29:22–32).

El rey Sedequías era persona débil de carácter, que prestaba oídos a sus consejeros para perseguir a J., como también luego le mandaba sacar de la cárcel por sugerencia de otro

servidor. A pesar de todo esto, en más de una ocasión buscó a través de J. indagando si había “palabra de Jehová” (Jer. 37:3, 17; 38:14). Pero el mensaje del profeta para él siempre fue desalentador. Insistía en que los caldeos tendrían la victoria, puesto que eran el instrumento de Dios para juicio contra Judá. No hay que asombrarse, entonces, de que los líderes de la corte conspiraran continuamente contra el hombre de Dios, y lograran finalmente que fuera puesto en la cárcel, donde estuvo hasta que los caldeos entraron en la ciudad.

J. fue apartado de entre los prisioneros que iban a ser deportados a Babilonia y se le permitió escoger su destino. Podía quedarse o irse. El profeta prefirió quedarse junto a •Gedalías, el gobernador nombrado por los caldeos. Pero poco después éste fue asesinado por unos judíos al mando de •Ismael, “de la descendencia real” (Jer. 41:1–3). •Johanán hijo de Carea, uno de los comandantes del ejército que había quedado, atacó a Ismael y le venció, aunque éste huyó a tierra de Amón. Entonces el pueblo discutió entre sí lo que harían, porque tenían temor de que los caldeos volvieran a vengar la muerte de Gedalías. Pensaron que lo mejor era escapar a Egipto. Consultaron a J., que les recomendó lo contrario, pero no le hicieron caso. Decidieron ir a Egipto, llevándose consigo al profeta. Entonces J. predijo que también Egipto sería conquistado por Nabucodonosor (Jer. 41:1–18; 42:1–22; 43:1–13).

A J. le tocó profetizar a los habitantes del Reino del Norte (Israel), a los que vivían en el reino de Judá (Jerusalén) y a los exiliados en Babilonia. Ahora le correspondió también emitir sus oráculos a los que se exiliaron en Egipto (“Pues castigaré a los que moran en Egipto como castigué a Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia” [Jer. 44:13]). No se tienen noticias de él después de esto. Según algunas tradiciones judías, murió apedreado en Egipto. Otras dicen que fue de muerte natural.

JEREMÍAS, LIBRO DE El más extenso de los libros proféticos del AT.

Autor y fecha. El autor es el profeta Jeremías. Es evidente que los primeros oráculos fueron puestos por escritos aproximadamente en el cuarto año de Joacim (604 a.C.). Baruc dijo: “El me dictaba de su boca estas palabras, y yo escribía con tinta en el libro” (Jer. 36:18).

Circunstancias históricas. Se estima que Jeremías nació alrededor del año 639 a.C., en la época en que •Josías subió al trono. La reforma religiosa de este rey comenzó a los ocho años de su reinado. Al poco tiempo murió el rey asirio •Asurbanipal y Josías aprovechó un momento de debilidad en el imperio asirio para conseguir la independencia de Judá. Los caldeos emergían como una gran potencia, mientras los medos causaban dificultades a los asirios. Finalmente, el caldeo Nabopolasar (626–605 a.C.) logró romper la hegemonía asiria. Al mismo tiempo, el faraón Psamético (664–610 a.C.) consiguió librar a Egipto de la influencia asiria. Más o menos en ese tiempo Jeremías comenzó a anunciar en Jerusalén sobre las maldades de Jerusalén y el peligro que vendría del N.

Los caldeos se unieron a los medos, y Asiria cayó definitivamente en el año 616 a.C. A los egipcios les interesaba mantener a Asiria como un estado amortiguador frente a los caldeos. •Necao, el sucesor de Psamético hizo una expedición al N, para auxiliar a los asirios en su lucha. Josías, que veía en los asirios el gran enemigo, intentó detener a Necao, pero murió en una batalla en Meguido. Judá pasó a ser vasallo de Egipto. Pero poco después Necao fue derrotado por los caldeos, al mando de Nabucodonosor II, en la batalla de Carquemis (605 a.C.). Los caldeos siguieron hacia el S, y tomaron •Ascalón y otros lugares en la zona costera. Muchos de los habitantes fueron llevados cautivos a Babilonia. Ante el peligro, el rey Joacim decidió pactar con Nabucodonosor, pero más tarde, ante un retroceso momentáneo de los caldeos en la frontera egipcia, Joacim creyó que éstos se habían debilitado e intentó aliarse a los egipcios para librarse del yugo caldeo.

En el año 598 a.C. los caldeos invadieron de nuevo en firme a Judá y Jerusalén fue tomada por Nabucodonosor. La familia real fue exiliada a Babilonia, y el gobierno fue dado a Sedequías para que lo ejerciera en nombre de los caldeos. Este rey, sin embargo, intentó hacer una alianza de varios países dominados por Babilonia para rebelarse contra ella. Aunque esta alianza no llegó a grandes consecuencias, Sedequías negoció con el faraón Ofra, buscando apoyo egipcio. Esto trajo como resultado otra invasión caldea, que termina con la toma de nuevo de Jerusalén en el 587 a.C. La ciudad fue saqueada y el templo destruido.

Jeremías quedó en Mizpa con el gobernador Gedalías. Pero éste fue asesinado y el pueblo, temeroso de la venganza de los caldeos, decidió emigrar a Egipto, adonde llevaron también al profeta.

Características. Como otros libros proféticos, el de Jeremías se considera una antología de los oráculos que emitió ese siervo de Dios. Estos oráculos se presentan en una gran variedad de estilos y formas literarias. Algunos son poemas que adquieren un sentido épico, o un tono patético cuando lamenta los pecados de Judá y su triste fin. Otros aparecen en prosa. Hay casos de lecciones objetivas, en los cuales el profeta hace algo que tiene una significación especial. Se incluyen también visiones, así como datos biográficos. A pesar de toda esta variedad, sin embargo, es evidente una coherencia en el estilo general del libro, lo cual apunta a la autoría de una misma persona. Algunos eruditos han sugerido que originalmente la obra estaba dividida en dos o tres volúmenes o colecciones. El orden en que aparecen los oráculos no es cronológico, lo cual dificulta un poco la deseada coordinación de éstos con los eventos históricos conocidos. Se desconoce cuál fue el criterio que se utilizó para la distribución. R. K. Harrison prefiere colocar las profecías de J. en los siguientes períodos históricos:

a. Bajo el reinado de Josías: 1:1–19; 2:1–3, 5; 3:6–6:30; 7:1–10:25; 18:1–20:18.

b. Bajo el reinado de Joacim: 11:1–13:14; 14:1–15:21; 16:1–17:27; 22:1–30; 23:1–8, 9–40; 25:1–14, 15–38; 47:1–7; 48:1–47.

c. Bajo el reinado de Joaquín: 31:15–27.

d. Bajo el reinado de Sedequías: 21:1–22:30; 24:1–10; 27:1–22; 28:1–17; 29:1–32; 30:1–24; 32:1–44; 33:1–26; 34:1–7, 8–11, 12–22; 37:1–21; 38:1–28; 39:1–18.

Un bosquejo del libro de Jeremías podría plantearse de la siguiente manera:

Primer manuscrito dictado a Baruc

1:1–19 Llamamiento de Jeremías

2:1–4:4 Declaraciones sobre el pecado del pueblo

4:5–6:30 Anuncio del juicio que viene

Adición a lo dictado a Baruc

7:1–8:3 Sermón en el templo y otros

8:4–9:21 Persistencia del pecado del pueblo y su inevitable destrucción

9:22–10:16 Diversos oráculos

10:17–25 Persistencia del pecado del pueblo y su inevitable destrucción

Segunda adición a lo dictado a Baruc

11:1–17 Reclamo por la ruptura del pacto de Jehová

11:18–12:6 Jeremías es perseguido por sus coterráneos

12:7–17 El lamento de Dios por la infidelidad de su pueblo y su triste fin

13:1–27 Parábola del cinto de lino. Diversos oráculos

14:1–15:4 La gran sequía y los problemas del pueblo

15:5–16:21 Confesiones y lamentos

17:1–27 Oráculos diversos

18:1–23 En la casa del alfarero

19:1–20:18 La vasija rota. Persecución de Pasur. Jeremías en el cepo

Profecías acerca de la casa de David y los líderes

21:1–24:10 Profecías contra los reyes de Judá

Profecías contra Jerusalén y las naciones

25:1–38 Contra Judá, Egipto, Filistea, Edom, Moab, Amón, etcétera

Relatos sobre la vida de Jeremías

26:1–24 El sermón del templo. Peligro de muerte de Jeremías

27:1–28:17 Mensaje a los embajadores de las naciones. Exhortación a servir a los caldeos

29:1–32 Relaciones de Jeremías con los exiliados en Babilonia

El “Libro de la Consolación”

30:1–31:40 Dios promete hacer volver a los cautivos

Más datos biográficos de Jeremías

32:1–33:26 Promesa de restauración futura para Jerusalén

34:1–7 Jeremías habla en medio del sitio de Jerusalén

34:8–22 El pueblo intenta libertar a los siervos hebreos y luego vuelve a tomarlos

35:1–19 El ejemplo de los recabitas

36:1–32 La forma en que Jeremías dicta a Baruc las profecías

37:1–10 Jeremías ratifica su predicción de la victoria caldea

37:11–38:28 Jeremías es puesto en prisión.

39:1–40:6 Los caldeos entran en la ciudad. Jeremías es liberado

40:7–43:7 Gedalías es asesinado. Se decide la huida a Egipto

43:8–44:30 Mensajes de Jeremías en Egipto

Jeremías y Baruc

45:1–5 Mensaje a Baruc cuando recibía el dictado de Jeremías

Los oráculos contra las naciones

46:1–51:64 Contra Egipto, Gaza, Moab, Amón, Edom, Damasco, etcétera.

Caída de Jerusalén en manos de los caldeos

52:1–34 Nabucodonosor toma la ciudad. El relato parece haber sido extraído de la misma fuente que 2 R. 24 y 25.

JEREMOT (Espeso, o hinchado). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:14).

2. Levita en la descendencia de Merari, que trabajaba “en el ministerio de la casa de Jehová” en tiempos de David (1 Cr. 23:23).

3. Uno de los catorce hijos varones del cantor •Hemán que “estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová”. Le correspondió la decimaquinta suerte en el culto (1 Cr. 25:4, 22).

4. Personaje en la descendencia de •Elam #4 que fue uno de los que en tiempos de Esdras casaron con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:26).

5. Personaje en la descendencia de Zatu que fue uno de los que en tiempos de Esdras casaron con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:27).

JERÍAS (Jehová ve). Levita. Jefe de la familia de los hijos de hebronitas en días del rey David (1 Cr. 23:19).

JERICÓ Se dan varias interpretaciones para el nombre de J. Algunos eruditos coinciden en decir que significa “ciudad de la luna”. Es la más antigua ciudad de Israel. Situada en una amplia llanura del valle del Jordán, al pie de la subida donde comienzan los montes de Judá, teniendo del otro lado el sistema montañoso de Moab (Dt. 34:1). Está a unos 250 m por

debajo del nivel del mar, regada por buenas aguas y con una temperatura cálida agradable, cosas que hicieron muy atractivo el sitio desde tiempos inmemoriales. Se fundó originalmente a un km al NO de donde está la J. moderna.

Los israelitas, al terminar la peregrinación por el desierto, “acamparon en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a J.” (Nm. 22:1). Los espías enviados por Josué recibieron la protección de •Rahab, que vivía sobre la muralla. Siguiendo instrucciones divinas, Josué dirigió al pueblo a dar vueltas a la ciudad. En un momento dado, “el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas ... y el muro se derrumbó”. Rahab y su familia, sin embargo, fueron librados. La ciudad fue totalmente destruida, y se lanzó una maldición sobre quien intentara reedificarla (Jos. 2:1–24; 6:1–27). Es muy discutida la fecha exacta de estos acontecimientos.

J. ha sido destruida y reconstruida muchas veces en el curso de su historia. Después de la conquista quedó en el territorio de la tribu de Benjamín (Jos. 18:21). Permaneció con escasa población durante muchos años, aunque hay una referencia a una “ciudad de las palmeras”, que se identifica con J., que fue conquistada por el rey moabita •Eglón en tiempos de los Jueces (Jue. 3:13). En tiempos de David se refugiaron allí los embajadores que fueron ultrajados por Hanún (2 S. 10:5). En los días de Acab fue levantada de nuevo por •Hiel “a precio” de la vida de dos de sus hijos, cosa que algunos interpretan como sacrificios humanos (1 R. 16:34). Elías, antes de ser arrebatado, fue con Eliseo a J. (2 R. 2:4). Los cautivos que hizo •Peka, rey de Israel, fueron devueltos a Judá llevándolos hasta “Jericó, ciudad de las palmeras” (2 Cr. 28:15). Allí fue hecho preso el rey •Sedequías cuando intentaba huir de los caldeos (2 R. 25:5). Trescientos cuarenta y cinco “hijos de J.” regresaron del exilio (Esd. 2:34) y “varones de J.” trabajaron en la restauración del muro (Neh. 3:2). El Señor Jesús visitó a menudo la ciudad. Allí curó a dos ciegos (Mt. 20:29–34), uno de ellos llamado •Bartimeo (Mr. 10:46) y logró la conversión del publicano •Zaqueo (Lc. 19:1–10).

JERIEL (Dios ve). Personaje en la descendencia de Isacar. Hijo de Tola (1 Cr. 7:2).

JERIMOT (Elevación). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Bela (1 Cr. 7:7).

2. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Bequer (1 Cr. 7:8).

3. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–5).

4. Levita en tiempos del rey David. Hijo de Musi (1 Cr. 24:30). •Jerimot #2.

5. Personaje en la descendencia de Neftalí. Hijo de Azriel (1 Cr. 27:19).

6. Hijo del rey David (2 Cr. 11:18).

7. Funcionario del rey Ezequías. Sirvió como uno de los mayordomos en la casa de Dios (2 Cr. 31:13).

JERIOT (Diez cortinas). Hijo de Caleb con su mujer Azuba (1 Cr. 2:18).

JEROBAAL (Que Baal suplique o alegue). Nombre que se dio a Gedeón después que taló el bosque de Baal (Jue. 6:32). •Gedeón.

JEROBOAM (Que Dios aumente el número del pueblo" o “Aquel que pelea las batallas del pueblo”). Nombre de dos reyes de Israel (Reino del Norte).

Jeroboam I. Primer rey (928–907 a.C.) del cismático Reino del Norte (Israel). Era hijo de una viuda llamada •Zerúa y se dice de él que “alzó su mano contra el rey” Salomón. J. se distinguió en unos trabajos que Salomón hizo en “la ciudad de David su padre”, por lo cual el rey “le encomendó todo el cargo de la casa de José” (los deberes de las tribus de Efraín y Manasés), lo que al parecer le hizo muy popular. El profeta •Ahías le anunció que sería rey sobre diez de las tribus de Israel, lo cual, al saberlo Salomón, le hizo objeto de una persecución que le obligó a huir a Egipto (1 R. 11:26–40). Tras la muerte de Salomón y la disputa de •Roboam con las diez tribus, éstas llamaron a J. “y le hicieron rey sobre todo Israel”, comenzándose una guerra civil. J. fortificó a Siquem y la utilizó como su capital. Temiendo que el pueblo continuara yendo a Jerusalén a adorar y perdiera su lealtad hizo “dos becerros de oro.... y puso uno en Bet-el y el otro en Dan”. Arregló, además, fiestas en “el mes que él había inventado de su propio corazón”, lo cual fue causa de que el pueblo cayera en la idolatría (1 R. 12:26–33). Por eso es recordado como “el que hizo pecar a Israel” (2 R. 3:3; 10:29, 31; 13:2, 6, 11, etcétera).

J. mandó a su mujer a consultar con el profeta •Ahías sobre la salud de su hijo. La respuesta fue que un juicio terrible vendría sobre su familia y sobre el país. La invasión del faraón Sisac, que atacó a los dos reinos y que está narrada en cuanto a Judá en 1 R. 14:25–28, causó muchos estragos y destrucción también en el Reino del Norte, como consta en inscripciones egipcias. •El rey Abías, hijo de Roboam, derrotó a J. en una gran batalla. “Y nunca más tuvo J. poder en los días de Abías”. La expresión: “y Jehová lo hirió, y murió” sugiere una enfermedad maligna (2 Cr. 13:3–20).

En las tradiciones judías se interpreta que los trabajos que hizo Salomón cerrando “el portillo de la ciudad de David” (1 R. 11:27) tenían el propósito de controlar la entrada para cobrar un impuesto a las personas de las tribus que vendrían a adorar a Jerusalén, lo cual causó una protesta de J., y que por eso le buscaron como rey tras el conflicto con Roboam.

Jeroboam II. Rey de Israel (789–748 a.C.). Hijo de •Joás. El más importante de la dinastía de Jehú. “Hizo lo malo antes los ojos de Jehová”. En su tiempo el profeta •Jonás predijo que vendría una época de ensanchamiento del poder de Israel y que se recuperarían los límites “desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá” o mar Muerto. Esto incluía a Damasco (2 R. 14:25–28). Así sucedió. J. aparece como un comandante hábil y valiente que supo aprovechar la oportunidad que se le presentó cuando Asiria venció a Siria y ocupó la parte N de ésta. Los asirios tuvieron que poner atención a otros problemas al N de su territorio, lo cual permitió a J. atacar a su vez a los sirios, vencerlos, y tomar •Damasco y •Hamat, que habían sido antes parte de los dominios de Israel desde tiempos de David y Salomón. Comenzó así una era de gran expansión comercial para Israel, que vio aumentada su riqueza. Pero esta prosperidad vino atada a grandes injusticias sociales, contra las cuales profetizaron •Oseas y •Amós, cuyos libros nos ofrecen datos interesantes sobre las condiciones de vida en aquella época.

JEROHAM (Que él tenga compasión). Nombre de personas del AT.

1. Padre de Elcana. Abuelo de Samuel (1 S. 1:1).

2. Personaje en la descendencia de Benjamín. Padre de Jaresías, Elías y Zicri (1 Cr. 8:27).

3. Personaje en la descendencia de Benjamín. Padre de Ibneías (1 Cr. 9:8).

4. Sacerdote. Padre de Adaía (1 Cr. 9:12), aquel que fue uno de “los que hacían la obra de la casa” de Dios en tiempos de Nehemías (Neh. 11:12).

5. Padre de dos de los valientes de David llamados Joela y Zebadías. Era de Gedor (1 Cr. 12:7).

JERUEL (Fundado por Dios). Lugar desértico donde en tiempos del rey Josafat y conforme a la profecía de un levita llamado •Jahaziel fueron destruidos los ejércitos de los amonitas y moabitas que venían a atacar a Jerusalén. Sus emboscadas se atacaron las unas a las otras (2 Cr. 20:16).

JERUSA (Tomada en matrimonio). Esposa de Uzías, rey de Judá. Madre del rey Jotam (2 R. 15:33; 2 Cr. 27:1).

JERUSALÉN La Ciudad Santa se encuentra en los montes de Judea, entre •Bet-el al N y •Hebrón, al S. Al E está el desierto de Judea, que desciende hacia el mar Muerto. Al O las laderas de los montes de Judea. La situación geográfica de J. le otorga mucha importancia estratégica, puesto que se encuentra en el mismo centro del territorio y por allí debían pasar las rutas que unían a Asia y África, así como las que conectaban el mar Mediterráneo con las tierras hacia el desierto.

La ciudad jebusea. J. se menciona en textos egipcios fechados aproximadamente en los siglos XIX y XVIII a.C., así como en las cartas de Tell •Amarna (siglo XIV a.C.). La primera mención bíblica aparece en Gn. 14:18, cuando se habla de •Melquisedec, que era un sacerdote-rey de la ciudad. Como otras ciudades en el Oriente Medio en esa época, J. era considerada como propiedad de un dios determinado, en este caso El Elión, el Altísimo. El gobernante ejercía sus funciones como representante y sacerdote de la deidad. Más tarde, en tiempos de Josué, encontramos a otro rey de J., •Adonisedec, cuyo nombre, en su última parte, indica esa misma política de gobierno. Aunque este rey fue derrotado y muerto, la ciudad no fue conquistada en ese momento, y continuó en manos de los jebuseos. Pero el hecho de que Adonisedec encabezara una liga de ciudades para oponerse a las conquistas de Josué demuestra ya la importancia de la ciudad en la región (Jos. 10:1–26). La J. jebusea ocupaba las laderas orientales de dos colinas, en una de ellas existía un manantial, el •Gihón. Los arqueólogos han logrado ubicar restos de las cuatro puertas que tenían las murallas jebuseas, han encontrado también un túnel que permitía el acceso seguro al agua en caso de sitio, pues se podía llegar al manantial por esa vía.

La ciudad de David. Cuando David fue coronado rey de todas las tribus, quiso eliminar ese enclave no israelita en medio de todo el territorio. Además, pensó que no estando en manos de ninguna de las tribus, era ideal para convertirla en capital. Por eso, alrededor del año 1000 a.C., buscó y logró conquistarla (2 S. 5:6–9; 1 Cr. 11:4–8). La toma de la ciudad fue hecha por Joab, con los hombres de David. Al parecer, utilizaron el túnel que se había construido muchos años antes por el problema de abastecimiento de agua. David no exterminó a los habitantes de la ciudad, sino que los sometió a servidumbre. Muchos opinan que •Arauna, el dueño del lugar donde después se erigiría el •templo, fue el último rey jebuseo (2 S. 24:18–25). David proclamó a J. como capital del reino. Para confirmar aun más esa decisión, trasladó el arca a J. y comenzó los planes del templo, a fin de hacer de la ciudad el centro de toda la vida religiosa de Israel. Esto vino a consumarse en el reinado de Salomón, quien ejecutó los planes de David construyendo el templo y el palacio real adyacente. El templo fue construido sobre la colina oriental, quedando el palacio al S de éste. Para esas y otras obras de Salomón fue necesario ampliar el perímetro de las murallas. Las actividades comerciales de Salomón, su numerosa burocracia, el harén real y el tráfico de las caravanas que pasaba por J. le dieron un período de gran riqueza.

La capital del reino de Judá. Esa prosperidad disminuye cuando el reino es dividido. Se produjo, además, una invasión del faraón Sisac que amenazó la ciudad. Ésta se libró pagando un tributo enorme. Todos los tesoros del templo y los escudos de oro que había hecho Salomón fueron entregados al rey egipcio (2 Cr. 12:1–9). Pero por otro lado, la posición religiosa de J. se vio enriquecida por el éxodo de los levitas que habitaban en el Reino del Norte, a los cuales •Jeroboam excluyó del servicio a Jehová. Èstos se refugiaron en J., junto con otros israelitas que decidieron mantenerse fieles al pacto. “Así fortalecieron el reino de Judá” (2 Cr. 11:13–17). Cuando en el Norte gobernaba el rey Omri (siglo IX a.C.), se firmó una paz entre los dos reinos, pero eso trajo como consecuencia alianzas que incluían reinas extranjeras que introdujeron las costumbres de sus dioses. En tiempos de Joram de Judá, J. fue atacada por tribus árabes y por los filisteos, que lograron tomar la ciudad, y mataron a los hijos del rey y se llevaron su familia y gran botín (2 Cr. 21:16–17). El culto a •Baal se hizo más popular, hasta la revolución de •Joiada, que destituyó a la regente •Atalía. En otra guerra entre los dos reinos, el rey de Judá Amasías fue derrotado por •Joás, quien tomó a J. y destruyó buena parte de sus murallas, las cuales repararía más tarde el rey •Uzías. Este rey reforzó las defensas de J. y realizó obras de embellecimiento de la ciudad.

•Acaz, hijo de Uzías, quiso buscó la alianza con Asiria y llegó incluso a construir un altar asirio en el templo. Pero su sucesor, •Ezequías, a cuyo lado aconsejaba el profeta •Isaías, purificó el templo, lo reparó e hizo preparativos para un posible ataque asirio. Amplió las murallas, para incluir parte de la colina occidental, “la segunda parte de la ciudad” (2 R. 22:14). Asimismo, “cubrió los manantiales de Gihón la de arriba, y condujo el agua hacia el occidente de la ciudad de David”, a través de un túnel, para asegurar el abastecimiento de agua a Jerusalén y negarla a los atacantes (2 Cr. 32:30). Los asirios, efectivamente, hicieron acampar un gran ejército alrededor de la ciudad en el año 701 a.C., pero Dios produjo un desastre en las tropas y tuvieron que retirarse. No hay que dudar que la falta de agua tuviera alguna relación con ello.

•Manasés, hijo de Ezequías, se distinguió por su idolatría, construyendo altares a deidades paganas en J. Pero fue hecho preso por los asirios, que le llevaron cautivo. Más tarde le permitieron regresar a la ciudad. La historia cuenta de su arrepentimiento y de cómo hizo obras para reparar los daños que había causado, incluyendo otra ampliación y fortificación de las murallas (2 Cr. 33:14–16). La gloria religiosa de la ciudad se vio parcialmente restaurada en tiempos de •Josías. El Reino del Norte había sido destruido y J. volvió a ser el centro espiritual de la nación. Después de esto, una serie de reyes desarrollaron una política exterior que vacilaba entre las alianzas con los caldeos o con los egipcios, hasta que, finalmente, la ciudad cayó en manos de Nabucodonosor en el año 587 a.C. (“Quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén...” [2 R. 25:10]). Los caldeos se llevaron las riquezas de la ciudad, y la destruyeron. Nabucodonosor dejó un gobernador judío, pero éste fue asesinado. Por temor a represalias por parte de Nabucodonosor, el pueblo que quedaba se refugió en Egipto, y el país quedó desolado.

La Sion del retorno. Durante el exilio, los judíos añoraban su ciudad (“Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y aun llorábamos, acordándonos de Sion” [Sal. 137:1]). Cuando se produce el retorno de los exiliados, encabezados por •Zorobabel, •Esdras y •Nehemías, después del decreto del rey persa Ciro, la ciudad estaba en deplorables condiciones. Poco a poco, se fueron reconstruyendo edificios, comenzando con los necesarios para morada de los que regresaron. El templo vino a ser terminado en tiempos del rey •Darío I, en el 515 a.C. Diez años más tarde •Nehemías, gobernando a nombre de •Artajerjes, vino y reconstruyó las murallas, repobló la ciudad y estableció un impuesto para el mantenimiento del templo. En este período, la labor de Esdras fue estratégica en los esfuerzos por el levantamiento espiritual de J.

El período helénico. •Alejandro Magno, en su lucha contra el imperio persa y la serie de conquistas que realizó mientras salía vencedor de ellas, se hizo dueño de todos los países de la zona, llegando hasta Egipto. J. no fue destruida, sino ocupada pacíficamente. •Josefo dice que Alejandro llegó a visitarla. A la muerte de éste rey griego en el 323 a.C., quedando su imperio dividido entre sus cuatro principales generales, J. estaba en la frontera entre Siria, gobernada por la dinastía seléucida y Egipto, gobernado por los Ptolomeos. Eso dio motivo a frecuentes guerras territoriales. Ptolomeo I, rey de Egipto conquistó a J. El estar la ciudad integrada al imperio egipcio fue beneficioso desde el punto de vista comercial. J. era gobernada de manera autónoma por un consejo o gerusía, a cuya cabeza estaba el sumo sacerdote como líder religioso y administrativo de J. y de Judá. Pero en el año 198 a.C. los seléucidas la tomaron, con la ayuda de los mismos habitantes de la ciudad. El rey Antíoco III les otorgó el derecho de vivir de acuerdo con la ley de sus padres y les concedió exoneración de impuestos por tres años. Pero comenzó entonces un proceso de culturización en el cual los judíos, incluyendo a muchos sacerdotes, adoptaban las formas de vida de los griegos. Se produjo una división entre los que querían la helenización y los que se oponían a ella. A la cabeza de estos últimos estaba el sumo sacerdote Onías. La otra tendencia la encabezaba su hermano Jasón. La situación se agravó a causa de la derrota que sufrió la dinastía seléucida a manos de los romanos. Esto produjo una gran necesidad de recursos financieros. Alguien informó al rey Antíoco que en el templo había una gran cantidad de dinero que no se usaba para fines religiosos. El rey mandó a investigar y quiso apoderarse de esos fondos. Onías se negó, porque se trataba de dinero dejado en custodia en el templo. Se produjeron encontronazos entre las autoridades reales y las religiosas, que incluyeron algunos disturbios.

En el año 175 a.C. subió al trono Antíoco IV Epífanes. Este rey quiso implantar por la fuerza una política de helenización general. Jasón, que deseaba la hegemonía en J., pidió al rey que lo designara sumo sacerdote en lugar de Onías, prometiendo conseguir más fondos a través de subir los impuestos. Jasón llevó a cabo sus propósitos, construyó un gimnasio en J. y la trasformó en una ciudad al estilo griego, llamándola “Antíoca”. El gimnasio, que estaba bajo la protección de Hermes y Hércules según la costumbre griega, vino a convertirse en un competidor del templo como centro social. En los libros apócrifos de los •Macabeos se nos dice que hasta los sacerdotes abandonaban el culto para ir a ver los juegos. Cuando se celebraron unos juegos en Tiro, la ciudad de Antíoca (Jerusalén) envió representantes a participar en ellos. Más tarde, Jasón fue sustituido por Menelao. En el año 169 a.C., Antíoco se llevó de J. el altar de oro, el candelero y otros utensilios valiosos, cuando regresaba de una guerra contra Egipto. Poco después, Jasón encabezó una rebelión, pero ésta fue sofocada por el rey, que hizo entonces construir una fortaleza frente al templo, llamada el Acra, y dejó allí una guarnición. Antíoco profanó el templo, acabó de llevarse sus tesoros, lo convirtió en un santuario dedicado a Dionisos y puso una estatua de Zeus Olímpico en él. Esto provocó una rebelión. Los helenizantes se quedaron en la ciudad, pero los que se oponían la abandonaron.

Jerusalén asmonea. Esta rebelión dirigida por la familia de los Macabeos tuvo éxito, después de varios años de lucha. El templo fue purificado, se reconstruyó el altar y comenzaron de nuevo los sacrificios en el año 164 a.C. Al morir Antíoco IV, su sucesor otorgó autonomía a los judíos y nombró como sumo sacerdote a Alquimos. De manera que volvió la autoridad seléucida a J. por varios años. Pero los asmoneos volvieron a ella poco después. Jonatán fue nombrado sumo sacerdote, pero no fue posible expulsar la guarnición seléucida del Acra. Lo que se hizo, entonces, fue construir un muro que separaba la fortaleza de la ciudad. Finalmente, en el año 141 a.C. los judíos pudieron tomar también esa plaza.

La presión de los seléucidas sobre la ciudad se hizo más fuerte a principios del reinado de Juan Hircano. Gobernaba Siria Antíoco Sidetes VII, quien sitió la ciudad. Hubo que llegar a un acuerdo según el cual las murallas fueron rotas en varios lugares, pero se permitió que la ciudad continuara con su propia administración. Así, el templo volvió a tener una gran influencia en toda la región, volviendo a ser el centro religioso por excelencia. En el libro apócrifo Carta de Aristeas se describe a una ciudad próspera, con su triple muralla, sus

mercados llenos de mercancías y su sistema de abastecimiento de agua. J. vivió un período de paz hasta que una guerra civil estalló entre dos hermanos, Hircano II y Aristóbulo II. El general romano Pompeyo aprovechó la oportunidad y apoyó a Hircano, pero los partidarios de Aristóbulo se encerraron en el templo. Los romanos lo sitiaron y finalmente lo tomaron en el año 63 a.C. Pompeyo no destruyó nada, sino que se fue, dejando el gobierno en manos de Hircano, pero con la asesoría de Antípater, un idumeo, padre de •Herodes.

La ciudad de Herodes. En el año 40 a.C. se produjo una invasión de los partos, que tomaron la ciudad. Herodes, apoyado por tropas romanas, la reconquistó. Los romanos permitieron a Herodes como rey de Judea durante unos treinta y tres años, del 37 a.C. al 4 d.C. Este rey, que se sabía odiado por los judíos, se dedicó a grandes proyectos de construcciones, suministrando así trabajo a muchas personas y embelleciendo la ciudad. Trasladó la sede del gobierno a un nuevo palacio. Nuevas torres y plazas fueron levantadas, así como hermosos jardines. Unos edificios que hizo construir se llamaron el Vespareum, en honor del emperador Vespasiano, y el Agripeum en honor del general Agripa. En la colina oriental de la ciudad levantó un edificio con altas torres al cual denominó Antonia, en honor de Marco Antonio. Agrandó el área del templo y lo reconstruyó en proporciones dobles a las anteriores. Construyó, asimismo, un muro alrededor de éste con bloques enormes. El “Muro de los Lamentos” es lo que queda de esa obra.

Tras la muerte de Herodes, Judea fue convertida en provincia del Imperio Romano en el 6 d.C. El centro administrativo fue trasladado a Cesarea. Los procuradores romanos venían de vez en cuando a J., sobre todo en tiempos de las festividades religiosas, cuando siempre era posible la presentación de disturbios. La ciudad era gobernada por el sumo sacerdote y el •Sanedrín.

El símbolo. El nombre de J., así como el de Sion se convirtieron en el arquetipo de ciudad santa, lo cual hace que sus pecados vengan a ser todavía más repugnantes, puesto que se cometían en el lugar donde Dios había puesto su nombre. Por otra parte, ambos nombres, J. y Sion, son utilizados como designaciones del pueblo de Israel, tanto para hablar de su gloria como de su pecado y caída. Se producen así una serie de expresiones positivas y negativas. Ella es “la ciudad del gran Rey” (Sal. 48:2), pero Isaías tiene que decirle: “¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel” (Is. 1:21). En los escritos de los profetas, la esperanza de Israel se sintetizaba con la presentación de un futuro esplendoroso para Sion cuando, a la llegada del •Mesías, los exiliados vuelvan desde todos los puntos de la tierra y J. sea llevada a una situación de gloria y preminencia en el mundo.

J. levantaba en los corazones de todo israelita, viviera o no en ella o en el extranjero, un sentimiento de amor que iba más allá de lo simplemente patriótico, porque estaba íntimamente vinculado a la fe en el Dios verdadero. El mismo Señor Jesús, expresó su fervoroso amor hacia la ciudad cuando “lloró sobre ella” (Lc. 19:41), diciendo: “ J., J., que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados...” (Mt. 23:37).

La destrucción. Sin embargo, el mismo Señor se vio en la obligación de profetizar que J. sería destruida (“... cuando viéreis a J. rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado” [Lc. 21:20]). En el año 66 se produjo la rebelión de los judíos contra los romanos. El gobernador de Siria Cestius Gallus atacó a la ciudad, pero fue rechazado en los muros del templo. Durante tres años la ciudad vivió sin el gobierno de Roma. Pero pronto se desarrolló una fuerte lucha interna y, al mismo tiempo, vinieron al lugar cuatro legiones romanas comandadas por Tito, hijo y heredero del emperador Vespasiano. Sus primeros asaltos no fueron muy eficientes, por lo cual decidió construir un muro alrededor de la ciudad para cercarla totalmente y evitar su aprovisionamiento. Los defensores, debilitados por el hambre y las luchas, fueron cediendo poco a poco. Finalmente, Tito ocupó la ciudad y la

destruyó, quemó el templo y se llevó a los pocos que quedaron con vida para venderlos como esclavos.

La celestial. La esperanza de gloria de Israel no desaparece con la destrucción de J. en el año 70 d.C. Pero el mensaje del evangelio toma el símbolo de J. y lo eleva a una categoría muy superior. Dios ha prometido una ciudad para los creyentes del antiguo y del nuevo pacto (“... por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” [He. 11:16]). Eso es lo que contempla Juan en su visión del Apocalipsis (“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva J., descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido” [Ap. 21:2]).

JESAHÍAS (Salvación de Jehová). Levita en tiempos de David. Le tocó la octava suerte o turno en el servicio de Jehová (1 Cr. 25:15).

JESAÍAS (Salvación de Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia del rey David (1 Cr. 3:21).

2. Uno de los hijos de Jedutún que “bajo la dirección de su padre” fueron escogidos “para aclamar y alabar a Jehová”. Le correspondió la octava suerte en los turnos que se distribuyeron en el templo (1 Cr. 25:3, 15). •Jesahías.

3. Levita. Tesorero en la casa de Jehová (1 Cr. 26:25).

4. Levita. Regresó del exilio junto con setenta varones de los hijos de Elam en tiempos de Esdras (Esd. 8:7).

5. Levita, de los hijos de Merari. Regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 8:19).

6. Personaje en la ascendencia de Salú, aquel benjamita que moraba en Jerusalén al regreso del exilio (Neh. 11:7).

JESANA (Anciana). Villa conquistada por el rey •Abías de Judá, en guerra contra Jeroboam, de Israel (2 Cr. 13:19). Queda en terreno montañoso a unos 6 km al norte de Bet-el. Hoy se le conoce como Ain Sinya. •Sen (?).

JESARELA (Derecho para con Dios). Levita. Músico líder de aquellos a los que les correspondió la séptima orden o suerte en el servicio de la casa de Dios (1 Cr. 25:14).

JESEBEAB (Que el padre dure). Sacerdote. Le correspondió la decimacuarta orden o suerte en el servicio de la casa de Jehová (1 Cr. 24:13).

JESER (Honradez). Hijo de Caleb con su mujer Azuba (1 Cr. 2:18).

JESIMIEL (Dios establece). Uno de los príncipes en la tribu de Simeón (1 Cr. 4:36).

JESISAI (Venerable). Personaje en la descendencia de Gad (1 Cr. 5:14).

JESOHAÍA (Jehová humilla). Personaje principal en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:36).

JESÚA (El Señor es salvación). Nombre de personas y de un lugar del AT.

1. Cabeza de una familia de sacerdotes a la cual le tocó la novena orden o suerte en el servicio de la casa de Jehová (1 Cr. 24:11). De esta familia volvieron del exilio novecientos setenta y tres sacerdotes en tiempos de Esdras (Esd. 2:36; Neh. 7:39).

2. Levita que bajo las órdenes de Coré, hijo de Imna, era uno de los encargados “de la distribución de las ofrendas dedicadas a Jehová, y de las cosas santísimas” para repartirlas entre sus hermanos en tiempos del rey Ezequías (2 Cr. 31:15–16).

3. Ascendiente de una familia de levitas de los cuales setenta y cuatro volvieron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:40; Neh. 7:43).

4. Personaje que fue uno de los que liderearon el regreso del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:2). Era hijo de •Josadac y participó en la reparación del altar después del regreso (Esd. 3:2) y era de los que asistían “para que activasen a los que hacían la obra en la casa de Dios” (Esd. 3:8). Se negó a aceptar que personas no judías participaran en la obra (Esd. 4:1–3).

5. Ascendiente de una familia de la cual, junto con los hijos de •Joab, mil ochocientos doce volvieron del exilio (Esd. 2:6).

6. Ascendiente de Jozabad, un levita que participó como tesorero en la reconstrucción del templo (Esd. 8:33).

7. Padre de Ezer, aquel que fue “gobernador de Mizpa” y que colaboró en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:19).

8. Levita que fue uno de los que “hacían entender al pueblo la ley” cuando ésta fue leída en tiempos de Esdras (Neh. 8:7; 9:4–5). Era hijo de Azanías y fue firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:9). “Oficiaba en los cantos de alabanza” (Neh. 12:8, 24).

9. Población en la cual vinieron a habitar algunos de los que regresaron del exilio en tiempos de Nehemías (Neh. 11:26).

JESUCRISTO Para este artículo se intenta hacer un resumen apretado de los acontecimientos narrados mayormente en los •Evangelios.

Fecha de nacimiento. El Señor Jesús nació en Belén (Mt. 2:1) en el año 4 a.C. ¿Por qué decir que en esa fecha y no en el año primero de la era cristiana? Porque la persona (Dionisio el Exiguo, muerto en el 550 d.C.) a quien se le ocurrió dividir los tiempos en dos: antes de Cristo (a.C) y después de Cristo (d.C.), cometió un error de cálculo. Pensó que el Señor había nacido en el año 754 de la fundación de Roma, poniendo ese año como el primero de la era cristiana, pero investigaciones posteriores probaron que el hecho ocurrió en el año 750.

En cuanto al día y el mes, las Escrituras no dicen nada. Es a partir del siglo IV que se adopta por costumbre celebrarlo el 25 de diciembre. Debe recordarse que fue una política de la iglesia sustituir las fiestas paganas por conmemoraciones cristianas. Para el 25 de diciembre se celebraban las llamadas Saturnalias, que los cristianos cambiaron para conmemorar la llegada al mundo del Señor.

Descendiente de David. La Biblia indica claramente que el Señor Jesús era de la descendencia del rey David (“Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David...” [Mt. 1:1; Lc. 1:27]). Habían pasado ya varios siglos del retorno de algunos exiliados a Jerusalén y, al parecer, los descendientes de David habían venido a ser una familia pobre. Algunos opinan

que la genealogía de Lc. 3:23–38 corresponde a los antepasados de •María, la cual, entonces, también sería descendiente de David.

María, la madre del Señor y •Elisabet, la madre de Juan el Bautista, eran parientes (Lc. 1:36), pero Juan no conoció al Señor Jesús hasta el momento en que se encuentran a orillas del •Jordán, cuando ya el Bautista llevaba algún tiempo ejerciendo su ministerio y el Señor Jesús estaba a punto de comenzar el suyo (Jn. 1:33).

Prodigios en su nacimiento. El hecho mismo de que se trataba de la •encarnación de Dios en la persona de un ser humano es el más maravilloso de los prodigios, el gran “misterio de la piedad” (1 Ti. 3:16). Además de la gran cantidad de profecías que anunciaban este acontecimiento, el desarrollo del mismo estuvo rodeado de eventos extraordinarios, como fueron las distintas visiones y anuncios angelicales a •María y a •José (Mt. 1:20; Lc. 1:26–37), el nacimiento de Juan el Bautista y el mensaje del ángel sobre su papel futuro (Lc. 1:5–23, 39–45), la manifestación a los pastores (Lc. 2:8–17), la aparición de la estrella y la adoración de los magos (Mt. 2:1–12), etcétera. Además, siendo todavía un recién nacido, fue reconocido como •Mesías por personajes como •Simeón (Lc. 2:25–35) y Ana (Lc. 2:36–38).

Su niñez y juventud. Las Escrituras casi no ofrecen detalles sobre esta época de la vida del Señor. Sólo se nos narra un incidente ocurrido “cuando tuvo doce años”, que se quedó en el •templo “sin que lo supiesen José y su madre”, que lo encontraron “tres días después”. La respuesta del Señor ante la reconvención que le hace su madre (“¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”) demuestra una toma de conciencia de su misión aun en esa edad temprana y, al mismo tiempo, apunta hacia la naturaleza humana del Señor, que era en ese entonces un muchacho que “crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lc. 2:41–52). Estas palabras hacen énfasis en la humanidad del Señor que, como ser humano, no nació sabiéndolo todo, sino que fue creciendo y aprendiendo.

La imaginación de los hombres, sin embargo, no quiso respetar el silencio de Dios sobre este proceso de su formación humana y se levantaron muchos relatos fantasiosos sobre la niñez del Señor Jesús, que aparecieron en forma de evangelios apócrifos que no merecen crédito alguno.

Su educación. La Biblia también calla con respecto a la educación del Señor. Al no ser de la tribu de Leví (como lo era su pariente Juan el Bautista), no se esperaba que recibiera un entrenamiento especial. No hay alusión bíblica alguna sobre su participación en alguna escuela rabínica. Los niños y jóvenes eran educados por sus padres. La sinagoga, a la cual el Señor era un asiduo asistente, tenía también una función educativa. Las escuelas, como tales, surgieron en Israel en el siglo inmediatamente anterior al nacimiento del Señor Jesús, pero es dudoso que existiera una en •Nazaret, que era una localidad considerada sin importancia (“¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” [Jn. 1:46]). El Señor Jesús fue conocido como “el hijo del carpintero” (Mt. 13:55; Mr. 6:3), por lo cual hay que deducir que aprendió ese oficio. Sin embargo, la extremada religiosidad de José y María, como se muestra por sus actitudes y palabras registradas en la Biblia, indican que estaban en condiciones de ofrecer al Señor Jesús una formación religiosa muy buena, la cual éste seguramente incrementó con su gran capacidad de aprendizaje, lo cual quedó demostrado en el incidente registrado en Lc. 2:41–52, cuando sus padres lo encontraron “sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles”. De todos modos, muchas de las palabras del Señor demuestran un conocimiento amplísimo de las enseñanzas de los rabinos de su época.

Su bautismo. Después de una vida callada en •Nazaret, el Señor tenía unos treinta años cuando comenzó a darse a conocer públicamente. Para ello buscó a •Juan el Bautista que, al parecer, sin haberle conocido antes, había recibido de Dios la encomienda de anunciar la

llegada del •Mesías. El encuentro se produjo en el •Jordán, donde Juan predicaba y bautizaba. El Señor quiso también ser bautizado, “mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?”. Sin embargo, el Señor Jesús insistió y fue bautizado; al término de lo cual “los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él”, oyéndose una voz celestial que testificaba que Jesús era el Hijo de Dios (Mt. 3:13–17).

Su tentación en el desierto. Después de su bautismo, “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo” (Mt. 4:1; Mr. 1:12–13; Lc. 4:1–13). Debe notarse que es el mismo Espíritu Santo el que le conduce a la prueba. Allí estuvo sometido a las perversas insinuaciones de Satanás, saliendo vencedor de todas ellas y demostrando la perfección de su carácter.

Viaje a Galilea. Inmediatamente “Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea”, donde “enseñaba en las sinagogas...”, “y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor” (Lc. 4:14–15). En un período que los Evangelios no especifican, pero que pudo haber durado alrededor de un año, el Señor fue agrupando un número de discípulos a su alrededor, sin que sus actividades fueran demasiado abiertas o publicitadas, por lo cual algunos hablan de esa época como “la del retiro”, porque estaba básicamente enseñando y entrenando a sus discípulos. Pero luego, al asistir a una boda en •Caná de Galilea, realiza el milagro de convertir el agua en vino, con lo cual “manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él” (Jn. 2:1–11). “Vino a Nazaret, donde se había criado” y allí leyó en la sinagoga un pasaje profético sobre la misión del Mesías, aseverando, para sorpresa de todos, que esas palabras se estaban cumpliendo delante de los presentes en aquellos mismos momentos (Lc. 4:16–21). Los que le oyeron, le pidieron que hiciera alguna demostración maravillosa, a lo cual el Señor no accedió, por lo cual trataron de matarlo (Lc. 4:22–30).

Viaje a Jerusalén. Como “estaba cerca la fiesta de la pascua”, Jesús fue a Jerusalén, donde “haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas...” (Jn. 2:15), alegando que la casa de su Padre la habían convertido en “casa de mercado”. Hizo además diversas señales, lo cual condujo a que muchos creyeran en él (Jn. 2:15–23). Entre ellos estuvo un afamado maestro religioso de Israel, llamado •Nicodemo, con el cual sostuvo un interesante diálogo sobre el reino de los cielos y la forma de entrar en él (Jn. 3).

Algunos eruditos, estudiando los Evangelios sinópticos, piensan que antes de sus actividades en el S del país, se llevaron a cabo las de Galilea, pero es difícil asegurar lo uno o lo otro, porque los evangelistas no tenían por propósito guardar un orden cronológico riguroso en su registro de esta parte de los acontecimientos en la vida del Señor. Sin embargo, las palabras de Pedro en Hch. 10:37 (“... lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan...”), parecen indicar que el ministerio del Señor comenzó realmente en Galilea.

Toma a Capernaum como centro. El intento de asesinato en Nazaret le condujo a mudarse a •Capernaum, en la costa NO del •mar de Galilea. En este lugar, y en sus alrededores, también hizo milagros (Lc. 4:23; Jn. 2:12). Entre otros, sanó de una fiebre a la suegra de •Pedro (Mt. 8:15; Mr. 1:31; Lc. 4:39), hizo que sus discípulos lograran una pesca milagrosa (Lc. 5:5–6), curó a un leproso (Mt. 8:3; Mr. 1:41; Lc. 5:13), libró a un hombre de la opresión demoníaca (Mt. 8:32; Mr. 5:8; Lc 8:33), y resucitó al hijo de una viuda en •Naín (Lc. 7:14). Al difundirse aun más su fama, de todas partes le traían enfermos, que recibían sanidad. Fue una época de intensa actividad, al punto de que apenas le alcanzaba el tiempo para comer o estar solo en oración.

Usando una barca, se movía de un lugar a otro tratando de alcanzar toda la región. Así, al presentarse una tempestad, demostró a sus discípulos que “aun los vientos y el mar le obedecen” (Mt. 8:27), cuando reprendió a los elementos y éstos se calmaron. Asimismo, caminó por encima de las olas e incluso hizo que Pedro también caminara sobre ellas (Mt. 14:25; Mr. 6:48; Jn. 6:19). Hizo también portentos al alimentar a miles de personas multiplicando unos cuantos panes y peces Mt. 14:19; Mt. 15:36; Mr. 6:41; Mr. 8:6; Lc. 9:16; Jn. 6:11).

Significación de sus milagros. Todas estas y otras manifestaciones maravillosas, él mismo las explicaba como obras que hacía su Padre celestial, que debían servir como prueba para demostrar la autenticidad de su misión (Jn. 5:36). Todas ellas las realizaba, no por el hecho de ser Dios encarnado, sino en su calidad de hombre perfecto, lleno del •Espíritu Santo. También Pedro daría testimonio de esto más tarde, cuando predicando en la casa de Cornelio, diría: “Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch. 10:37–38). Cuando el Señor hacía milagros, procuraba evitar que los mismos fueran vistos como un simple espectáculo, o para satisfacer la curiosidad de portentos que tenían los judíos. Cuando éstos lo pedían con ese propósito, se negaba a hacerlos.

Su predicación. Además, los milagros servían de apoyo a su labor de enseñanza y predicación (“Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos” [Lc. 4:15]). Su estilo de exposición era sencillo, apelando a cosas conocidas de la vida diaria para con ellas llevar la mente de sus oyentes a grandes y profundas verdades espirituales, llamando siempre la atención al reino de Dios, que era el tema central de su mensaje. El famoso Sermón del Monte probablemente sea una recopilación de enseñanzas del Señor dadas en diferentes ocasiones. Aunque tampoco hay que rechazar la posibilidad de que el contenido de esta porción haya sido repetido en varias localidades (Mt. 5, 6 y 7). La parábola y las sentencias sapienciales abundaban en su discurso pero, al mismo tiempo, hablaba con un sentido de autoridad nunca antes conocido, al punto de que la gente “se admiraba” de la doctrina del Señor “porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mt. 7:28–29). “Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca” (Lc. 4:22). Él se preocupaba de aclarar siempre que lo que decía no venía de él, sino del Padre (“Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí...” [Jn. 14:10]). Ante estos hechos, muchos del pueblo le consideraban como un profeta.

El Señor tomó un grupo escogido, “a los cuales también llamó apóstoles” (Lc. 6:13), y a ellos comunicaba más amplia e íntimamente los misterios de Dios y les fue preparando para que continuaran su labor después de su muerte, resurrección y ascensión al cielo. Estos apóstoles no entendían de manera plena lo que recibían en esa forma, pero el mismo Jesús les explicó que cuando recibieran el Espíritu Santo tendrían un poder y un conocimiento especiales. Los últimos meses de su estadía en Galilea los dedicó mayormente al entrenamiento de estos discípulos. Sabiendo lo que le esperaba en el futuro en Jerusalén, pasaba, además, mucho tiempo dedicado a la oración.

Su carácter. Más importante que sus milagros y su predicación era la manifestación de su carácter perfecto, pues su misión era revelar al Padre (“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.... Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí, de otra manera, creedme por las mismas obras” [Jn. 14:9–11]). El autor de Hebreos dice que el Señor Jesús es “el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia” [Heb. 1:3]). Su absoluta perfección en conducta, palabra y hechos le permitió retar a sus adversarios diciendo: “¿Quién de vosotros

me redarguye de pecado?” (Jn. 8:46). Pedro, que le conoció íntimamente, escribió de él: “El cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 P. 2:22).

Sus viajes por Judea y Perea. Decidido a terminar su misión en Jerusalén, se dirigió hacia allá, enviando antes a setenta de sus seguidores a preparar las aldeas para su gira, que duraría unos seis meses. Jerusalén estaba como su meta principal, pero en el viaje trató de acostumbrar a sus discípulos a la idea de que le esperaban grandes sufrimientos (“He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles...” [Mr. 10:33]). El Señor hizo de •Betania una especie de centro de operaciones para sus viajes a Jerusalén y otros lugares cercanos, siendo recibido en casa de •Lázaro, •Marta y •María.

La oposición de los líderes. Al desarrollar sus actividades en el centro religioso del país, los líderes de las diferentes sectas manifestaron una fuerte oposición hacia él, cada una por sus propias razones. Los •saduceos, que afianzaban su poder alrededor del templo y sus actividades, se sintieron agredidos por la influencia del Señor Jesús, viendo las multitudes que iban a escucharle en el sagrado recinto y conociendo de su actitud de búsqueda de limpieza moral en el mismo. A éstos se unieron los •herodianos, que veían en el Señor un peligro para la seguridad pública, temiendo que el entusiasmo de la gente condujera a conflictos o revueltas. Sentían que eso pudiera traducirse en un problema político que obligara a más opresión por parte de los romanos. Los •fariseos, por su parte, que se sentían con el monopolio de la verdad y el conocimiento de la •Torá, tuvieron que sufrir los abiertos ataques del Señor contra su hipocresía y negativo legalismo. La negativa del Señor a sujetarse al excesivo ritualismo y prácticas religiosas no ordenadas por Dios pero consideradas como sagradas por la tradición de los judíos, unió a varios de estos grupos en su odio contra Jesús. Los mismos milagros del Señor eran considerados por los religiosos de su época, no como demostración de su mesianidad, sino como una obra de •Satanás, diciendo: “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mt. 12:24–26; Mr. 3:22; Lc. 11:15–19). Todos estos grupos, entonces, se coordinaban para ver si lograban atrapar al Señor Jesús en alguna falta que le hiciera pasible de una sanción. Cuando el Señor resucitó a •Lázaro, el entusiasmo de la gente subió a tal punto que los fariseos exclamaron: “Mirad, el mundo se va tras él” (Jn. 12:19).

La opinión del pueblo dividida. Como se ha dicho, la gente estaba al principio maravillada por las obras y palabras portentosas del Señor. En una de las ocasiones en que multiplicó los panes, quisieron hacerle rey, lo cual Jesús evitó (Jn. 6:15). Cuando sanó a “un endemoniado, ciego y mudo.... toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David?” (Mt. 12:22–23). Estando en “la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros: Jeremías, o alguno de los profetas” (Mt. 16:13–14). Este pensamiento, sin embargo, no era universal, porque estando él en Jerusalén hubo “gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo” (Jn. 7:12). Cuando en cierto momento llega a Jerusalén, en lo que se conoce como “la entrada triunfal” del Señor, la multitud que le seguía comenzó a aclamar: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” (Mt. 21:9; Mr. 11:9; Jn. 12:13). Sin embargo, poco después, los habitantes de Jerusalén pedían a •Pilato que lo crucificara (Mt. 27:23; Mr. 15:14; Lc. 23:23; Jn. 19:15).

Las discusiones en Jerusalén. Ocupado el Señor en enseñar y sanar en la Ciudad Santa, fue constantemente molestado por los líderes religiosos que le acosaban con preguntas supuestamente difíciles, tratando de ponerle alguna trampa. Quisieron enfrentarlo con las autoridades romanas al plantearle el asunto del tributo al •César (Lc. 20:21–25); inquirieron sobre el problema del •divorcio (Mr. 10:2–9), la resurrección (Mt. 22:29–32), y otros temas.

El Señor Jesús, con sus respuestas sabias venció la astucia de aquellos adversarios e incluso les puso en ridículo haciéndoles preguntas que no supieron contestar (Mt. 21:25; 22:42). Los líderes de las diferentes sectas judías, reunidos entonces en consejo, decidieron matar al Señor, para lo cual contaron con la colaboración de •Judas Iscariote, uno de los discípulos de Cristo.

La traición de Judas. Entre los doce discípulos que el Señor Jesús escogió figuraba Judas Iscariote. Jesús, lleno del conocimiento del Espíritu Santo, “sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar” (Jn. 6:64). Por eso dijo: “¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?” (Jn. 6:70). El Señor “conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre” (Jn. 2:24–25). Judas era hombre de capacidad, al punto de que fue nombrado tesorero del grupo apostólico. Desafortunadamente, “era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella” (Jn. 12:3–6). Pero cuando vio que el Señor repetidas veces se negaba a aceptar las claras posibilidades de ser un rey terrenal, especialmente después de su recibimiento triunfal en Jerusalén, se sintió desilusionado y quiso sacar alguna ganancia de su conocimiento de las entradas y salidas de Cristo. Para ello se brindó como delator a los sacerdotes judíos, que le ofrecieron dinero “y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle” (Mt. 26:16).

La última cena. El Señor Jesús celebró la •Pascua en un aposento alto que un amigo (cuyo nombre no se menciona) preparó para él y sus discípulos. Allí se despojó de sus vestiduras y tomando una toalla le lavó los pies. En medio de la cena, anunció que uno de ellos le había de entregar. Todos se preguntaban quién sería. Finalmente, hizo saber a Judas que él sabía lo que haría en su contra. Judas se fue a consumar su traición. El Señor Jesús, tomando pan y vino, pidió a sus discípulos que le recordaran haciendo uso de ellos (“Tomad, comed, esto es mi cuerpo.... esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” [Mt. 26:26–28]). “Haced esto en memoria de mí” (Lc. 22:19; 1 Co. 11:24–25).

Getsemaní. Después de la cena salieron hacia el jardín de •Getsemaní, un huerto que quedaba “al otro lado del torrente de Cedrón”, donde “muchas veces Jesús se había reunido ... con sus discípulos” (Jn. 18:1–2). Allí se hizo acompañar de Pedro, Juan y Jacobo, sus más cercanos discípulos, y les pidió que le acompañaran velando mientras él oraba. Pero éstos se durmieron. El Señor Jesús experimentó una gran agonía pensando en lo que le esperaba dentro de poco, por lo cual decía repetidas veces: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mt. 26:42). En esos momentos se apareció Judas Iscariote, que le identificó frente a una turba que le acompañaba dándole un beso. Así, el Señor fue llevado preso (Mt. 26:47–57; Mr. 14:43–53; Lc. 22:47–54; Jn. 18:3–13).

La negación de Pedro. Todos los discípulos salieron huyendo, pero el apóstol Pedro siguió la turba que se llevaba al Señor a la casa de •Anás. Antes había dicho al Señor: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré” (Mt. 26:35); “Mi vida pondré por ti” (Jn. 13:37). Pero en aquel momento crítico, ante la declaración de una muchacha que le reconoció en el patio del sumo sacerdote, Pedro “negó ... con juramento”, diciendo que no conocía a Jesús, que era interrogado en ese momento delante de sus ojos. Al oír que “cantó el gallo”, el apóstol salió fuera y “lloró amargamente” (Mt. 26:75).

Ante Pilato. Tras ser interrogado y maltratado por los sacerdotes, se decidió llevarlo ante el procurador romano Poncio •Pilato, pues querían su muerte y ésta sólo podía ser autorizada por él. Pilato le interrogó y no encontró motivo alguno para la condena que pedían. Viendo que Jesús era inocente y “que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes”, quiso salvarlo de la muerte, ejerciendo su costumbre de conceder gracia a un condenado, pero el pueblo pidió que soltase a •Barrabás. Incluso le envió a •Herodes, que se burló de Cristo y

lo devolvió a Pilato. Éste lavó sus manos para expresar que no estaba de acuerdo con el dictamen de los sacerdotes, pero le puso en sus manos “para que fuese crucificado”, después de azotarle (Mt. 27:1–26; Mr. 15:1–15; Lc. 23:1–25; Jn. 18:28–40).

Crucifixión. De esta forma, “cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota”, donde le crucificaron entre dos ladrones, poniendo sobre su cabeza un letrero “en hebreo, en griego y en latín”, que decía: “JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS” (Mt. 27:31–37; Mr. 15:20–26; Lc. 23:33–38; Jn. 19:17–20). El método de la crucifixión ( •Cruz. Crucifixión) era el castigo más abominable que aplicaban los romanos. Una persona podía pasar hasta ocho días en el proceso, antes de morir. Si los que lo ejecutaban querían acelerar la muerte, le rompían las piernas. Antes de la crucifixión el condenado era azotado en público y luego se le obligaba a ir a un lugar fuera de la ciudad cargando su cruz. Así se hizo con el Señor Jesús (Mt. 27:32: Lc. 23:26; Jn. 19:17).

Lo que el Señor expresó en los momentos en que era crucificado se conoce como las •Siete Palabras de la Cruz, que son: (1) “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23:34); (2) “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:43); (3) “Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre” (Jn. 19:26); (4) “¿Eli, Eli, lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?” (Mt. 27:46); (5) “Tengo sed” (Jn. 19:28); (6) “Consumado es” (Jn. 19:30); y (7) “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23:46). “Y habiendo dicho esto, expiró” (Lc. 23:46).

Su sepultura. Un rico funcionario judío llamado •José de Arimatea, junto con •Nicodemo, se encargaron de enterrar el cuerpo del Señor Jesús, aportando para ello un sepulcro que había mandado hacer José para sí mismo. Aunque este hombre era un discípulo secreto, fue más fuerte en él el amor que el temor, y tras la muerte del Señor Jesús fue a Pilato y pidió su cuerpo. Pilato se lo concedió y José “compró una sábana”, envolvió con ella al Señor Jesús, y lo puso en su propio sepulcro que quedaba cerca del lugar de la crucifixión (Mt. 27:57–60; Mr. 15:43–46; Lc. 23:50–53; Jn. 19:38–42).

Su resurrección y ascensión. Al tercer día, sin embargo, el Señor Jesús resucitó, y apareció a •María Magdalena, a otras mujeres y a dos discípulos que iban hacia •Emaús (Mt. 28:1–20; Mr. 16:1–20; Lc. 24:1–53; Jn. 20:1–19). También se mostró a los discípulos que estaban reunidos “estando las puertas cerradas ... por miedo de los judíos” (Jn. 20:19). •Tomás, que se había negado a creer la noticia de la •resurrección, tuvo que rendirse ante la evidencia cuando el Señor mismo se presentó delante de él (Jn. 20:24–28). Cuando estaba un grupo de sus discípulos pescando en el mar de Galilea, también se apareció a ellos, y les orientó para hacer una milagrosa pesca. Con ellos comió y bebió (Jn. 21:1–13). Habló con Pedro, para restaurarle y confirmarle en la fe (Jn. 21:15–17). “Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez” (1 Co. 15:6). “Se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios” (Hch. 1:3). Luego ascendió a los cielos (Hch. 1:9), habiendo dicho a su seguidores: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:18–20).

JESUCRISTO, APELATIVOS Y TÍTULOS DE Las Escrituras aplican diversos títulos al Señor Jesús. Cada uno de ellos apunta a un aspecto determinado de su carácter, su misión o su gloria. Los principales son los siguientes:

Alfa y Omega. El Señor Jesús es, para todas las cosas, “principio y fin.... el primero y el último” (Ap. 1:8, 11; 21:6). Juan identifica a ese Todopoderoso como el “Señor Jesús” (Ap.

22:12–13, 20). Esta expresión tiene su origen en el AT, pues Dios dice: “Yo soy el primero y yo soy el postrero” (Is. 41:4; 44:6; 48:12).

Cordero. Juan el Bautista, para señalar la persona y obra del Señor Jesús, le llamó “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29, 36). Veintiocho veces se llama a Cristo “el Cordero” en el libro de Apocalipsis. Este título se relaciona con la gloria que le produce al Señor Jesús precisamente su humillación y muerte en la cruz por los pecados y, al mismo tiempo, la suprema dignidad que por esa causa Dios le ha concedido. En Ap. 5:5 se le anuncia a Juan que “el León de la tribu de Judá, la raíz de David”, había vencido “para abrir el libro y desatar sus siete sellos”, pero cuando el apóstol se vuelve para mirar lo que ve “en medio del trono... y en medio de los ancianos” es “un Cordero como inmolado”, a quien se rinde el mismo homenaje que a Dios (Ap. 5:6, 12–14).

Cristo. Mesías. Ungido. La palabra “Cristo”, vino al griego como una traducción del hebreo ha-mashiah o mesiha, que significa “ungido”. Las multitudes que fueron testigos de los milagros que realizaba el Señor Jesús no tardaron en preguntarse: “El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales de las que éste hace?” (Jn. 7:31). “Algunos de la multitud ... decían: Verdaderamente éste es el profeta...” (Jn. 7:40–42). La mujer samaritana dijo: “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo”. Jesús le contestó: “Yo soy, el que habla contigo” (Jn. 4:25–26). Y cuando Pedro le confesó, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, el Señor reconoció que esa declaración provenía de una revelación hecha por Dios (Mt. 16:16–17).

El Santo. Este título se relaciona con el nombre de Dios como “el Santo de Israel” (Is. 1:4; 5:19; 10:20) y con la profecía del Sal. 16:10 (“... ni permitirás que su santo vea corrupción”). Pedro, predicando en Jerusalén, dijo: “Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo” (Hch. 3:14).

Hijo de David. Este título corresponde exactamente con el de Mesías. Por eso en su entrada triunfal en Jerusalén las multitudes clamaban: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” (Mt. 21:9; Mr. 11:9; Jn. 12:13).

Hijo de Dios. Cuando el NT presenta al Señor Jesús con este título está señalando a la especial relación y posición que tiene él dentro de la Deidad trina. En el día del bautismo del Señor Jesús, Dios dijo abiertamente que él era su “Hijo amado”, en el cual tenía su contentamiento, lo cual ratificó en el monte de la transfiguración (Mt. 17:5). Cristo es “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre”, el único que puede dar a conocer a Dios (Jn. 1:18). Él mismo enseñó “que Dios era su Padre, haciéndose igual a Dios” (Jn. 5:18).

Hijo del Hombre. Este título aparece en el libro de Daniel, que habla de “un hijo de hombre” que venía “con las nubes del cielo” al cual “le fue dado dominio, gloria y reino” (Dn. 7:13–14). Posteriormente, en el libro apócrifo de Enoc aparece un “Hijo del Hombre” que es presentado con muchos detalles como el Mesías (En. 46 al 48). En tiempos del Señor Jesús, por lo tanto, el título se entendía como perteneciente al Mesías. Con él se apunta hacia el hecho de que él personifica la nueva humanidad. Es notable que el Señor Jesús evadía el uso del título de Mesías, pero empleó el de Hijo del Hombre unas ochenta veces (“El Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” [Mt. 8:20]; “Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe” [Lc. 7:34]; “... el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres” [Lc. 9:44, etcétera]).

Jesús. (Jehová es salvación). Este fue el nombre puesto por el ángel que hizo el anuncio de su nacimiento (“Y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” [Mt. 1:21; Lc. 1:31]). Era un nombre muy utilizado entre los judíos ( •Josué,

•Jesúa), pero que tomaría su verdadera significación en la obra que haría el Señor para la salvación del mundo.

Jesús Nazareno. Se le llamaba de esta manera para distinguirlo de las demás personas que usaban el nombre Jesús. Pero algunos lo aplicaban con cierto sentido despectivo, por ser •Nazaret un lugar sin importancia. Por eso lo incluyeron en el letrero que se puso sobre su cabeza en la cruz (Jn. 19:19). Pero el Señor Jesús no se avergonzó nunca de ser llamado “de Nazaret”, aplicándose el nombre él mismo (Hch. 22:8).

Maestro. Esta era una forma respetuosa de llamar a una persona. También se reconocía así su actividad como gran enseñador. El mismo Señor se llamó a sí mismo “Maestro” (Mt. 23:8). Sus discípulos usaban este apelativo (Mr. 11:21). Aun sus adversarios se acercaban a él llamándole con hipocresía: “Maestro” (Mt. 22:16, 24, 36).

Profeta. Relacionado con su labor de enseñanza estaba el uso de llamarlo “profeta”. La gente pensaba que él era un profeta (Mr. 6:15), esperando que quizás él fuera “el profeta que habría de venir” (Jn. 6:14). Cuando entró triunfalmente en Jerusalén y se preguntó quién era él, muchos contestaron: “... es Jesús el profeta...” (Mt. 21:11). El mismo Señor aceptó ese apelativo como aplicable a su persona (Mr. 6:4; Lc. 4:24).

Rabí. Significa “mi maestro”. Era un título honorífico con el cual los judíos llamaban a personas expertas en la enseñanza de la Torá (la ley). Viene de una raíz hebrea que significa “grande”. El Señor Jesús recibió ese tratamiento (Jn. 1:38; 3:2; 4:31; 6:25; 9:2; 11:8; 20:16).

Rey. Además de las profecías del AT, en el anuncio angelical del nacimiento del Señor se hace alusión a esa calidad (“... el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” [Lc. 1:32–33]). Los magos vinieron del oriente preguntado: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?” (Mt. 2:2). •Natanael confesó: “Tú eres el Rey de Israel” ( Jn. 1:49). Pablo dijo: “... preciso es que él reine...” (1 Co. 15:25). Él es el “Rey de reyes y Señor de señores” (Ap. 17:14; 19:16).

Salvador. Consiguientemente, en varias ocasiones se le llama el “Salvador”. Así le llamó el ángel cuando anunció a los pastores su nacimiento (Lc. 2:11). Los samaritanos que se convirtieron dijeron que él era “el Salvador del mundo” (Jn. 4:42). Pablo habla del “Señor Jesucristo nuestro Salvador...” (Tit. 1:4).

Señor. En el lenguaje común se aplicaba este término a toda persona a la cual se le reconocía autoridad y superioridad. Pero más tarde el término devino en una expresión de reconocimiento de la sublime autoridad de Jesús. Sus palabras, entonces, son consideradas como la autoridad definitiva, puesto que son “del Señor” (1 Ts. 1:8). Desde el principio de la Iglesia, son cristianos aquellos que le confiesan como Señor (“... si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” [Ro. 10:9]).

Sumo sacerdote. La Epístola a los Hebreos es en la que más se resalta el papel del Señor Jesús como sumo sacerdote. Se especifica que su sacerdocio no es el levítico, sino “según el orden de Melquisedec”, interpretando el Sal. 110:4. Así, él es el “sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación” (He. 9:11). Como resultado de esto, los creyentes tienen hoy un sacerdote que conoce nuestras flaquezas y tentaciones, por lo cual son alentados a acercarse “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (He. 4:15–16).

JESURÚN (El amado o el recto). Nombre poético con el cual se alude a Israel en cuatro citas del AT (Dt. 32:15; 33:5, 26; Is. 44:2). Analizando mayormente Is. 44:2, algunos interpretan que el apelativo de “recto” se utiliza para contraponerlo al significado originalmente negativo de Jacob, “suplantador”. Es claro que el nombre J. es usado como algo honroso, hablando de un pueblo de justos (Balaam, mirando a los israelitas, los llamó “rectos” en Nm. 23:10).

JETER (Abundancia). Nombre de personas del AT.

1. Primogénito de Gedeón. Su padre le ordenó que matara a Zeba y a Zalmuna, príncipes de Madián, que estaban prisioneros en sus manos. J. “no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues era aún muchacho” (Jue. 8:20).

2. Padre de Amasa, aquel que fue general de Absalón. Era un ismaelita que casó con Abigail, hermana de David (1 R. 2:5, 32; 1 Cr. 2:17).

3. Personaje en la descendencia de Judá. Era hijo de Jada y murió sin prole (1 Cr. 2:32).

4. Personaje en la descendencia de Judá. El mayor de los hijos de Esdras (1 Cr. 4:17).

5. Personaje en la descendencia de Aser (1 Cr. 7:38).

JETET Descendiente de Esaú. Uno de “los jefes de Edom”. Dio origen a una tribu edomita (Gn. 36:40).

JETLA (Lugar colgante). Villa que fue adjudicada a la tribu de Dan en la distribución de la tierra (Jos. 19:42).

JETRO (Excelencia). Suegro de Moisés. Llamado también Reuel (Éx. 2:18) o Ragüel (Nm. 10:29). Era sacerdote madianita (Éx. 18:1). Cuando Moisés recibió la orden de ir a libertar a su pueblo, habló con J., que le despidió en paz (Éx. 4:18). Tras la salida de Egipto, J. trajo a Séfora, mujer de Moisés, y los dos hijos de éste, al desierto “donde estaba acampado junto al monte de Dios” (Éx. 18:2–5). “Y se alegró J. de todo el bien que Jehová había hecho a Israel”, bendiciendo a Dios y diciendo que “Jehová es más grande que todos los dioses”; tomó, asimismo, “holocaustos y sacrificios para Dios” (Éx. 18:10–12). Al ver a Moisés cargado de trabajo en la tarea de juzgar al pueblo, le recomendó que nombrara “varones de virtud, temerosos de Dios” para atender a los negocios menos importantes, y que trajeran a Moisés “todo asunto grave”, cosa que éste aceptó (Éx. 18:27).

JETUR Uno de los doce hijos de Ismael (Gn. 25:15; 1 Cr. 1:31; 5:19).

JEUEL (Dios ha sanado). Cabeza de un grupo “de los hijos de Zera”, de los cuales seiscientos noventa moraron en Jerusalén (1 Cr. 9:6).

JEÚS Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Esaú con su mujer •Aholibama (Gn. 36:5).

2. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Bilhán (1 Cr. 7:10).

3. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Simei (1 Cr. 23:10).

4. Uno de los hijos del rey Roboam con su mujer Mahalat (2 Cr. 11:18–19).

JEÚZ (El que aconseja). Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Saharaim con su mujer •Hodes (1 Cr. 8:10).

JEZABEL Nombre de una mujer del AT y otra del NT.

1. Esposa del rey Acab. Era “hija de •Et-baal, rey de los sidonios” (1 R. 16:30–31). Este matrimonio confirmaba una alianza entre Israel y Tiro. Acab edificó un templo a Baal e hizo una imagen de •Asera, evidentemente instigado por J., que promovió el culto de su tierra natal, lo cual imitaron muchos en Israel, especialmente los nobles. En los relatos del ministerio del profeta •Elías, J. aparece como la gran enemiga de Jehová y sus profetas. Desató una persecución contra estos últimos, de la que se salvaron algunos sólo porque •Abdías, mayordomo del rey, los escondió (1 R. 18:3–4, 13). Tras el incidente del monte Carmelo, donde Elías mató a los profetas de Baal, J. le amenazó de muerte. Elías huyó al desierto “para salvar su vida” (1 R. 19:1–3). Cuando Acab no pudo conseguir que •Nabot le vendiera su viña J. arregló una conspiración mediante un juicio amañado para que éste fuera condenado y así Acab pudiera adquirir la propiedad (1 R. 21:1–16). La condena de Dios por este acto incluyó una profecía de Elías de que “los perros comerán a J. en el muro de Jezreel” (1 R. 21:23). Muerto Acab reinaron sucesivamente sus hijos •Ocozías y •Joram, en cuyos reinados J. mantuvo una gran influencia como reina-madre. Tocó al profeta •Eliseo ordenar el ungimiento de Jehú como rey de Israel en lugar de la casa de Acab, acto en el cual se ordenó venganza por “la sangre de todos los siervos de Jehová, de la mano de J.” (2 R. 9:7, 10). Jehú, en su conspiración, mató a Joram (2 R. 9:14–24) y luego fue a •Jezreel. Cuando J. lo supo se puso sus ropas reales y recibió a Jehú desde una ventana del palacio tratando de impresionarlo, pero éste consiguió el apoyo de dos o tres de los eunucos de la misma J. y les ordenó que la lanzaran por la ventana. “Parte de su sangre salpicó en la pared y en los caballos; y él la atropelló”. Después de un tiempo ordenó que le dieran sepultura, puesto que era hija de rey. Pero los que fueron a buscarla sólo encontraron “la calavera, y los pies, y las palmas de las manos”, pues el resto lo habían comido los perros, cumpliéndose así la profecía (2 R. 9:30–37). J. nació aproximadamente en la primera década del siglo IX a.C. y murió por el año 841 a.C. En las tradiciones judías J. aparece como una mujer perversa que incitaba a su marido a cometer toda clase de impurezas sexuales.

2. Nombre que se utiliza en la carta a la iglesia de Tiatira para señalar a una mujer, que se decía profetisa, que enseñaba a los creyentes “a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos” (Ap. 2:20). Es probable que se escogiera este nombre como un paralelismo con J. #1, la esposa de Acab, rey de Israel.

JEZANÍAS (Jehová oye). Uno de los líderes que se quedaron con •Gedalías cuando éste fue designado gobernador de Judá tras la destrucción de Jerusalén por los caldeos (Jer. 40:8). Luego que •Ismael hijo de Netanías mató a Gedalías, J. fue de los que consultó a Jeremías en cuanto a si debían irse o no a Egipto. Pero no siguió el consejo del profeta (Jer. 42 y 43). Era hijo de Osaías. En las ruinas de •Mizpa fue encontrado un sello con la inscripción “Jaazanías siervo del rey” que se cree perteneció a J.

JEZER (Propósito). Tercero de los hijos de •Neftalí. Cabeza de la familia de los jezeritas (Gn. 46:24; Nm. 26:30, 49; 1 Cr. 7:13).

JEZERITA Miembro de la familia de los descendientes de •Jezer (Nm. 26:30, 49).

JEZÍAS (Jehová une). Uno de los que regresaron del exilio en tiempos de Esdras. Se había casado con mujer extranjera y fue obligado a separarse de ella (Esd. 10:25).

JEZIEL (Dios une). Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–3).

JEZLÍAS (Jehová libra). Personaje en la descendencia de Benjamín. Era hijo de Elpaal (1 Cr. 8:18).

JEZOAR Personaje en la descendencia de Judá. Era hijo de •Hela (1 Cr. 4:7).

JEZREEL (Dios esparce o que Dios dé semilla). Nombre de lugares y personas del AT.

1. Villa en las montañas que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:56). Ahinoam, una de las mujeres de David, era de J. (1 S. 25:43). Se identifica a J. con la actual Jirbet Terrama.

2. Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Isacar en la repartición de la tierra (Jos. 19:18). Colocada en un extremo del valle que tomó su nombre, conocido también como Esdraelón, que incluye a •Meguido. En la batalla del monte Gilboa Saúl acampó sus fuerzas “junto a la fuente que está en J.” (1 S. 29:1). Fue una de las ciudades sobre las cuales Abner puso por rey a Is-boset, sucesor de Saúl (2 S. 2:8–9). Era un distrito administrativo en tiempos de Salomón, bajo responsabilidad de un funcionario llamado •Baana. Por el potencial agrícola de la región, los reyes del Reino del Norte (Israel) la escogieron como ciudad real, mayormente usada como residencia de invierno. El palacio allí construido, que tenía una alta torre (2 R. 9:17), estaba al lado de una viña propiedad de Nabot, la cual apeteció el rey Acab. Jezabel, mujer de éste, conspiró para matar a Nabot y así conseguir la viña para su esposo (1 R. 21). Elías profetizó que Jezabel moriría junto al muro del palacio de J., y así sucedió (2 R. 9:10, 36–37). Jehú realizó una gran matanza en J. de toda la descendencia de Acab (2 R. 10:1–11). Más tarde el profeta Oseas predijo un castigo divino contra “la casa de Jehú por causa de la sangre de J.” (Os. 1:4, 11).

3. Valle muy fértil entre Galilea y Samaria. Después del valle del Jordán, es el más grande de los valles internos de Israel. Los cananeos que habitaban originalmente la zona llana, gracias a ello podían usar carros herrados, lo cual dificultó la conquista por parte de la media tribu de Manasés (Jos. 17:12–16). Parte del valle está formado por el arroyo de Cisón, donde Débora y Barac derrotaron a •Sísara, obtuvieron así parte del valle para los israelitas, que luego aseguraron la posesión con la victoria de Gedeón contra los amalecitas (Jue. 4, 5, 6, 7). •Meguido forma parte de este valle.

4. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:3).

5. Hijo del profeta Oseas con su mujer •Gomer. Dios ordenó ponerle ese nombre como parte de la profecía de un castigo sobre la casa de Jehú “por causa de la sangre de J.” (Os. 1:4).

JEZREELITA Habitante de Jezreel. Ahinoam, una de las mujeres de David, era j. (1 S. 27:3; 30:5).

JIBSAM (Buen perfume). Personaje en la descendencia de Isacar (1 Cr. 7:2).

JIDLAF (Derritiéndose). Uno de los hijos de •Nacor, el hermano de Abraham (Gn. 22:20–22).

JIFTA (Dios atraviesa). Villa adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:43).

JOA (Jehová es hermano). Nombre de personas del AT.

1. Levita que fue de los que en tiempos de •Ezequías trabajó en la limpieza de la casa de Jehová (2 Cr. 29:12). Era canciller (2 R. 18:18). Fue de los que recibió el mensaje desafiante de •Rabsaces, que hablaba a nombre del rey de Asiria, lo cual transmitieron luego al rey Ezequías (2 R. 18:18–37; Is. 36:3–22).

2. Levita de la descendencia de •Gersón (1 Cr. 6:21).

3. Levita. Tercero de los hijos de •Obed-edom (1 Cr. 26:4).

4. Levita de tiempos del rey Ezequías. Fue uno de los que se reunieron “para limpiar la casa de Jehová” (2 Cr. 29:12–15).

5. Levita. Padre de Edén, que fue uno de los que se reunieron “para limpiar la casa de Jehová” en tiempos del rey Ezequías (2 Cr. 29:12–15).

6. Canciller del rey Josías. Hijo de Joacaz. Fue uno de los que fueron encargados “para que reparasen la casa de Jehová su Dios” (2 Cr. 34:8).

JOAB (Jehová es padre). Nombre de personas del AT.

1. General de los ejércitos de David (2 S. 8:16). Al igual que Abisai y Asael, era hijo de Sarvia, la cual era hermana de David (1 Cr. 2:16). Aunque ocupó un lugar de liderato entre los hombres de David aun cuando éste estaba huyendo de Saúl y cuando reinaba en Hebrón, J. no vino a ser hecho comandante en jefe del ejército sino hasta el momento en que participó en la toma de Jerusalén de mano de los jebuseos (1 Cr. 11:6–7; 18:15). Pero siempre se distinguió por su valor y su capacidad como jefe. En la batalla contra las tropas de Is-boset, comandadas por Abner, éstas fueron derrotadas por los hombres de David a cuya cabeza estaba Joab con sus hermanos. En su huida, Abner mató a Asael (2 S. 2:13–32). Más tarde Abner pacta con David, pero Joab le mata arteramente “en venganza de la muerte de Asael su hermano”, cosa que David desaprobó (2 S. 3:23–30). J. comandó las fuerzas de David que se enfrentaron a los amonitas y los sirios y resultaron victoriosas (2 S. 10:6–14; 1 Cr. 19:1–19). Continuando la guerra contra los amonitas, Joab estaba al frente del ejército que sitiaba a Rabá, mientras “David se quedó en Jerusalén”. Fue así que recibió la carta del rey que ordenaba la muerte de Urías, la cual obedeció (2 S. 11:1–25), creándose así una situación de complicidad con David. Pero siempre se mostraba leal para con David y no quiso incluso tener la gloria de conquistar Rabá, pidiendo a David que viniera en el momento en que ésta iba a caer para que no se le atribuyera el triunfo (2 S. 12:27–29; 1 Cr. 20:1).

Cuando Absalón mató a su hermano Amnón y se fue al exilio, Joab hizo arreglos para que David le perdonara y fue a Gesur a buscarlo, y lo trajo a Jerusalén (2 S. 14:1–24). Al rebelarse el hijo del rey, tocó a J. ser uno de los tres jefes que dirigieron las tropas en batalla frente a los rebeldes, y los vencieron; y mataron a Absalón a pesar de la orden contraria del rey, al cual amonestó por llorar la muerte de su hijo en vez de alegrarse por la victoria (2 S. 18 y 19). Derrotada la rebelión, David quiso ganarse a Amasa, primo de J., que había sido general del ejército de Absalón, y le mandó a ofrecer hacerle “general del ejército ... en lugar de J.”, lo cual éste aceptó (2 S. 19:13). Pero J., resentido por ese hecho, le mató en un momento en que simuló que iba a dar un beso a Amasa, tomándole afectuosamente por la barba, pero hundiéndole una daga “en la quinta costilla” (2 S. 20:8–10). También sofocó J. la rebelión de Seba hijo de Bicri (2 S. 20:13–23). Una de sus victorias más famosas fue cuando “destrozó a doce mil de Edom en el valle de la Sal” (tít. del Sal. 60). Se opuso al deseo de David de realizar un censo, “pero la palabra del

rey prevaleció sobre J.” y éste tuvo que obedecer (2 S. 24:1–9; 1 Cr. 21:2). J. aparece mencionado, junto con Samuel y Saúl, entre las personas que consagraban tesoros para la casa de Jehová (1 Cr. 26:28). Luego se alió con Adonías, hijo de David que aspiraba al trono, pero el escogido del rey fue Salomón. David recordó a éste los crímenes de J. y le aconsejó hacer justicia (1 R. 2:5–6). J. participó en otra conspiración con Adonías y al ser descubierto huyó al •templo “y se asió de los cuernos del altar”, donde fue muerto por órdenes de Salomón (1 R. 2:28–34).

2. Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Seraías. Fue “padre de los habitantes del valle de •Carisim, porque fueron artífices” (1 Cr. 4:14).

3. Ascendiente de un grupo de 2.812 personas que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:6).

JOACAZ (Dios sostiene). Nombre de personas del AT.

1. Rey de Israel durante diecisiete años. Hijo y sucesor de •Jehú, “hizo lo malo ante los ojos de Jehová”. Fue contemporáneo de •Ocozías, rey de Judá (2 R. 10:35; 13:1). •Hazael, rey de Siria venció a Israel “por largo tiempo” (2 R. 13:3), lo cual indica que Israel fue vasallo de Siria en su tiempo. Sus fuerzas armadas quedaron muy reducidas, “pues el rey de Siria los había destruido y los había puesto como el polvo para hollar”. Probablemente a este período se refiere la profecía de Am. 1:3–5: “Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo, porque trillaron a Galaad con trillos de hierro. Prenderé fuego en la casa de Hazael...” También es posible que fuera en este tiempo, a finales de la vida de Eliseo, estando Israel como vasallo de los sirios, que se dieran los incidentes relatados en 2 R. 5 y 7, entre ellos el relativo a •Naamán. Finalmente J. dio señales de arrepentimiento hacia Dios, lo cual cambió la situación (2 R. 13:3–7), aunque el pueblo no abandonó la idolatría.

2. Rey de Judá. Hijo y sucesor de •Josías. Reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba •Hamutal. Muerto Josías en batalla contra Faraón •Necao, el pueblo ungió a J. como rey, pero fue hecho preso por Faraón, que lo confinó a Ribla, y lo sustituyó en el trono con •Joacim su hermano. Luego fue trasladado a Egipto, donde murió (2 R. 23:30–34), según lo había profetizado Jeremías, que vivió en su tiempo (Jer. 22:10–12). Ezequiel lamenta ese hecho (Ez. 19:4). También llamado •Salum.

3. Rey de Judá. Hijo menor y sucesor de Joram (2 Cr. 21:17). •Ocozías.

4. Padre de Joa, aquel que fue canciller del rey Josías (2 Cr. 34:8).

JOACIM (Jehová ha levantado). Nombre de personas del AT.

1. Rey que gobernó a Judá durante once años (2 R. 23:36). Su nombre original era Eliaquim. Fue el segundo hijo del rey Josías. Muerto éste en Meguido, peleando contra Faraón •Necao, fue puesto en el trono •Joacaz, el hermano menor de Eliaquim. Pero a Joacaz “lo puso preso Faraón Necao en Ribla ... para que no reinase en Jerusalén.... [y] puso por rey a Eliaquim, hijo de Josías y le cambió el nombre por el de J.” (2 R. 23:29–34; 2 Cr. 36:4). Algunos interpretan que Faraón al hacer el cambio de nombre quiso decir que Dios aprobaba sus acciones. J. tuvo que pagar grandes tributos a Faraón, para lo cual fue necesaria la realización de un catastro “sacando la plata y el oro del pueblo de la tierra, de cada uno según la estimación de su hacienda” (2 R. 23:35; 2 Cr. 36:3). Gobernó con muchos crímenes e injusticias. Durante los primeros tres años de su reinado fue vasallo de Egipto, que controlaba entonces todo Israel y Siria. Pero el poder egipcio sufrió una derrota a manos de los caldeos en la famosa batalla de •Carquemis, en el año 605 a.C.

Los caldeos tomaron Siria y llegaron hasta las fronteras de Judá, que pasó a ser vasallo de •Nabucodonosor, rey de Babilonia durante tres años, tras los cuales J. se rebeló. Eran los tiempos del profeta •Jeremías, el cual anunciaba que Jerusalén sería destruida. J. persiguió a Jeremías y mató a otro profeta llamado •Urías (Jer. 26). “En el año quinto de J.... en el mes noveno ... promulgaron ayuno en la presencia de Jehová a todo el pueblo de Jerusalén”, ocasión en la cual “Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías”. El rey J. escuchó parte de las palabras del documento, pero “lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego”, y ordenó el apresamiento de Jeremías y •Baruc, “pero Jehová los escondió”, y ordenó, además, a Jeremías que volviera a escribir la profecía “y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes” (Jer. 36). Jehová envió “tropas de caldeos ... de sirios... de moabitas ... y de amonitas ... contra Judá”, así como de edomitas (2 R. 24:2). La rebelión duró varios años, hasta que Jerusalén durante el reinado de Sedequías, fue sitiada, y conquistada en el año 587 a.C. J. murió en Jerusalén, en desgracia, y se cumplió así una profecía de Jeremías (Jer. 22:18–19; 36:30). El rey J. murió y fue sepultado sin honores y Nabucodonosor se llevó “los utensilios de la casa de Jehová” y muchos prisioneros, entre ellos •Daniel (Dn. 1:1).

2. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:22).

JOADA (Jehová descubre). Benjamita. En la descendencia de Saúl (1 Cr. 8:36).

JOADÁN (Jehová da deleite). Madre del rey Amasías. Nativa de Jerusalén (2 R. 14:2).

JOANA (Dado por Dios). Personaje en la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:27).

JOAQUÍN (Jehová ha levantado). Rey de Judá. También llamado •Jeconías y •Conías.

JOÁS (Dios ha dado). Nombre de personas del AT.

1. Padre de Gedeón. J. tenía un altar de Baal y una imagen de Asera en su tierra. Cuando Gedeón destruyó ambas cosas, los vecinos de Ofra lo quisieron matar, J. les dijo que si Baal era “dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar” (Jue. 6:27–31). Es probable que fuera J. el que puso a Gedeón el nombre de Jerobaal (“que Baal abogue o pelee”).

2. Hijo del rey Acab, de Israel. Cuando el profeta •Micaías predijo la derrota de •Acab y •Josafat ante los sirios, el rey ordenó que se le pusiera preso bajo cuidado de J. (1 R. 22:26; 2 Cr. 18:25).

3. Rey de Judá durante cuarenta años (2 R. 12:1). Hijo de •Ocozías. Cuando su abuela •Atalía mató a la descendencia real tras la muerte de Ocozías, J. era un recién nacido. Fue salvado por una tía, llamada •Josaba, esposa del sacerdote Joiada, que lo escondió en el •templo, donde estuvo seis años (2 R. 11:1–3; 2 Cr. 22:10–12). Al séptimo año el sacerdote •Joiada hizo una conspiración con el ejército y coronó a J. en el templo. “Todo el pueblo del país se regocijaba y tocaban las trompetas”. Atalía, exclamando “Traición, traición” , rasgó sus vestidos. Joiada ordenó que no la mataran dentro del templo. Fue muerta “en el camino por donde entran los de a caballo a la casa del rey” (2 R. 11:4–16; 2 Cr. 24:1–15). J. “hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el tiempo que le dirigió el sacerdote Joiada” (2 R. 12:2). El ascenso al trono de J. significó el inicio de un período de reforma religiosa, que comenzó con la destrucción del templo del dios tirio Baal y la muerte de su sacerdote •Matán (2 R. 11:18). Se decidió a restaurar la casa de Jehová, para lo cual organizó las finanzas del templo, (2 Cr. 24:27), estableciendo un programa de reparaciones (2 R. 12:4–16; 2 Cr. 24:4–14). Tras la muerte de Joiada, aunque el pueblo le

reafirmó lealtad, “desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres” y se produjo un retroceso religioso, volviéndose a la idolatría.

El sacerdote Zacarías, hijo de Joiada, profetizó en contra de esto, pero fue apedreado por orden del rey (2 Cr. 24:15–22). Un año después de esto Hazael, rey de Siria, “peleó contra Gat y la tomó”, y destruyó “en el pueblo a todos los principales de él”. Habiendo vencido con pocas fuerzas al ejército más numeroso de J., y se propuso atacar a Jerusalén. A fin de evitar eso J. le pagó un tributo, para lo cual tuvo que acudir a las reservas hechas por sus antecesores y él mismo (2 R. 12:17–18). Comenzó así un período de declinación en el poderío de Judá. J. fue asesinado en un complot llevado a cabo por dos de sus siervos, •Josacar y •Jozabad, y le sucedió Amasías su hijo (2 R. 12:20–21). No se conocen detalles de esta conspiración, pero aparentemente los asesinos de J. eran funcionarios reales con mucho poder, pues Amasías sólo actuó contra ellos, matándolos, “cuando hubo afirmado en sus manos el reino” (2 R. 14:5).

4. Rey de Israel durante dieciséis años (2 R. 13:10). Hijo y sucesor de •Joacaz. “Hizo lo malo ante los ojos de Jehová”. El profeta Eliseo, ya viejo, le profetizó que derrotaría tres veces a los sirios (2 R. 13:14–19), lo cual sucedió tras la muerte de •Hazael, en días de su hijo Ben-adad (2 R. 13:25). Desafiado por el rey de Judá •Amasías, le derrotó en una batalla en •Bet-semes, y lo tomó prisionero. “Rompió el muro de Jerusalén” en un largo trecho, y se llevó los tesoros de la casa de Jehová y del rey, así como muchos prisioneros en calidad de rehenes (2 R. 14:8–15). Le sucedió su hijo Jeroboam (2 R. 14:16).

5. Personaje en la descendencia de Judá. Uno de que “dominaron en Moab y volvieron a Lehem, según registros antiguos” (1 Cr. 4:22). Otra traducción dice “se casaron y volvieron a Lehem”. Otra dice: “en Moab y Jashubilehem”.

6. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Bequer (1 Cr. 7:8).

7. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–3).

8. Funcionario del rey David. Encargado “de los almacenes del aceite” (1 Cr. 27:28). Es posible que sea el mismo #7.

JOB Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Isacar. •Jasub (Gn. 46:13).

2. Protagonista del libro que lleva su nombre. Se desconoce exactamente quién y de dónde era. La Biblia dice que era “varón más grande que todos los orientales” (Job 1:3). ¿A cuál región se alude así? ¿A Mesopotamia o Arabia? Algunos piensan que fue un edomita, pero otros alegan que la tierra de Uz, donde vivía Job, debe buscarse hacia el Éufrates. Lo que sabemos es que se trataba de un “hombre perfecto y recto”, que agradaba a Dios hasta el punto de que éste se sintió en la confianza de permitirle a Satanás que lo probara, porque sabía que J. le sería fiel.

Las pruebas de J. consistieron en la pérdida de todos los bienes materiales, su familia y su salud. Unos amigos vinieron para consolarle, pero al ver su estado llegaron a la conclusión de que algo muy malo había hecho J. para merecer el castigo que estaba frente a sus ojos. Surge entonces la discusión entre ellos, que es objeto del libro. Finalmente, Dios se revela a J., le habla “desde un torbellino” y el hombre de Dios se arrepiente hasta de haberse quejado. Dios le premia devolviéndole sus bienes multiplicados, su salud y su familia, después que Job oró por los mismos amigos que le habían criticado.

JOB, LIBRO DE Libro poético de la Biblia que forma parte de la literatura sapiencial. En el canon hebreo se le coloca entre los “Escritos” o Ketuvim, junto con los Salmos y Proverbios.

Autor y fecha. Se desconoce quién fue el autor o los autores del libro. Durante muchos siglos se sustentó que este libro fue escrito por una misma persona. A partir del Siglo XIII se discute sobre el particular. Algunos proponen que se trata de un mismo autor, pero que fue escrito en etapas sucesivas, con intervalos entre una y otra. Otros señalan que un mismo autor escribió lo básico, pero que se realizaron retoques posteriores. Incluso no es seguro que el autor fuera judío, pues algunos eruditos piensan que pudo haber sido un edomita, o un árabe.

En cuanto a la fecha, también resulta imposible saber cuándo se escribió esta obra, pues se hacen muchas proposiciones, que van desde la época premosaica hasta el siglo II a.C. Ni siquiera se ha podido llegar a un acuerdo general sobre si el libro es previo o posterior al exilio. La obra está escrita en una forma tal que no permite ubicarla en un tiempo histórico específico. Sólo sabemos que es muy antigua.

Características. Tampoco ha sido posible clasificar a Job como obra literaria. No hay duda de que se trata de un poema, pero ¿es un poema didáctico? ¿O un diálogo-debate? ¿O un debate judicial? ¿O una epopeya? Los eruditos no se ponen de acuerdo en cuanto a este misterioso libro. El cuerpo de la obra está compuesto básicamente por unos diálogos que se celebran en el cielo, entre Dios y Satanás, y en la tierra, entre Job y sus amigos, finalizando con otro entre Dios y Job. El tema que se discute parece ser el sufrimiento del justo, pero en el fondo de todo hay una clara intención de señalar la soberanía de Dios y su control sobre todas las cosas, incluyendo los acontecimientos adversos que sufren lo suyos. Se presentan en Job los acontecimientos paralelos en dos planos diferentes, el cielo y la tierra. El origen de los hechos está en la esfera celeste, pero en la terrenal no se sabe de ello. Eso produce la tensión y el drama que narra Job.

Desarrollo. El libro comienza destacando la personalidad justa de Job, su riqueza y sus esfuerzos por agradar a Dios. En el cielo, “vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios”, Satanás (o el Satán, el acusador) entre ellos. Es Dios quien comienza el proceso al llamar la atención de Satanás sobre Job. El diablo sugiere que Job sirve a Dios porque éste le ha rodeado de bendiciones (“Pero extiende tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia”). Dios da permiso a Satanás para actuar, con ciertas limitaciones. Entonces suceden una serie de calamidades a Job, que pierde su riqueza y sus hijos. Job, sin embargo, no pecó “ni atribuyó a Dios despropósito alguno” (Job 1:1–22).

Se pasa luego a la narración de otra escena celestial. Dios vuelve a llamar la atención de el Satán sobre Job, pero éste alega que el siervo de Dios no había blasfemado porque no se le había tocado en su propia persona (“... toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia”). Dios le da permiso para que toque su salud, pero que conserve la vida de Job. Satanás “hiere a Job” con una terrible enfermedad. Hasta la mujer de Job incita a éste a renegar de Dios, pero no lo logra. •Elifaz temanita, •Bildad suhita y •Zofar naamatita, tres amigos de Job, vienen a consolarlo, pero al ver el espectáculo de su enfermedad, se quedan perplejos “y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande” (Job 2:1–13).

Pero se desarrolla una conversación, hablando en forma alternativa Job y sus amigos. Tras una queja inicial de Job, le contesta Elifaz. Después Job vuelve a hablar y le contesta Bildad. Tres veces hablan los amigos de Job y éste le contesta. Finalmente, aparece en el relato •Eliú, que no había sido mencionado antes. A continuación, a grandes rasgos, las reacciones de los amigos de Job ante sus quejas:

Elifaz. En los tres ciclos de discursos en el libro de Job, Elifaz es siempre el primero que habla. Como sus compañeros, esgrime el punto de vista tradicional de que el sufrimiento es siempre una retribución por pecados cometidos e intenta “defender” a Dios: “¿En dónde han sido destruidos los rectos?... ¿Será el hombre más justo que Dios?” (Job 4:1–21). Exhorta a Job a aceptar el castigo de Dios: “He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso” (Job 5:17). Cuando habla por segunda vez amonesta a Job: “¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, y para que se justifique el nacido de mujer?... No confíe el iluso en la vanidad” (Job 15:14, 31). En la tercera ocasión hace una defensa de Dios y su justicia: “¿Traerá el hombre provecho a Dios...” (Job 22:2). Mientras que Job es malvado: “Por cierto tu malicia es grande, y tus maldades no tienen fin” (Job 22:5). Job debe arrepentirse: “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz” (Job 22:21).

Bildad. Buscando explicaciones para los sufrimientos de Job, Bildad habla en tres ocasiones. En la primera ocasión, parece encontrar la clave en los pecados de los hijos de Job: “¿Acaso torcerá Dios el derecho o pervertirá el Todopoderoso la justicia? Si tus hijos pecaron contra él, él los echó en el lugar de su pecado” (Job 8:3–4). En la segunda ocasión le dice a Job que lo que le pasa es el resultado de sus pecados, pues, según él, los malos siempre lo que reciben es castigo y calamidad: “Ciertamente la luz de los impíos será apagada.... Sus pasos vigorosos serán acortados.... Red será echada a sus pies.... Una trampa le aguarda en la senda. De todas partes lo asombrarán temores.... La enfermedad roerá su piel.... Al rey de los espantos será conducido.... Se secarán sus raíces.... De la luz será lanzado a las tinieblas.... No tendrá hijo ni nieto en su pueblo.... Ciertamente tales son las moradas del impío, y este será el lugar del que no conoció a Dios” (Job 18:1–21). En la tercera ocasión habla de la insignificancia de Job ante la grandeza de Dios: “El señorío y el temor están con él.... ¿Tienen sus ejércitos número? ¿Sobre quién no está su luz? ¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios?... Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos; ¿cuánto menos el hombre, que es un gusano?...” (Job 25:1–6).

Zofar. En sus dos discursos Z. acusa a Job de hipocresía y maldad. En el primero le dice: “Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece” (Job 11:6). Y le exhorta al arrepentimiento: “Si tú dispusieres tu corazón, y extendieres a él tus manos...” (Job 11:13). En la segunda oportunidad acude a lo que él llama la experiencia “desde que fue puesto el hombre sobre la tierra”, según la cual, “la alegría de los malos es breve y el gozo de los impíos por un momento” (Job 20:4–5), y hace una descripción de los males que atacan a estos impíos, implicando que eso es lo que le está pasando a Job.

Después de los intercambios entre Job y sus amigos, éstos se callan, no sabiendo qué decir (“Cesaron ... de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos” [Job 32:1]). Entra entonces en acción otro personaje:

Eliú. Como no había sido nombrado entre los amigos de Job, ni se le menciona al final de libro, algunos piensan que fue un testigo casual de la discusión, que quiso dar su opinión. Su intervención no entra en el diálogo, pues nadie le contesta. Su discurso es más extenso que las intervenciones de los amigos de Job en conjunto. No contesta los planteamientos de Job, sino más bien es como si se adelantara en algo a lo que más tarde dirá el mismo Dios. Es difuso, muy reiterativo. Muchos piensan que no forma parte de la obra original, sino que fue añadido posteriormente. Ciertamente en términos literarios su calidad es inferior al resto del libro. Eliú acusa a Job de haber dicho: “Yo soy limpio y sin defecto; soy inocente y no hay maldad en mí” (Job 33:9). Pero la verdad es que Job había dicho: “Si yo me justificare, me condenaría mi boca; si me dijere perfecto, esto me haría inicuo” (Job 9:20). Pero acierta en señalar la dignidad que Dios da a los hombres, que les “enseña más que a las bestias de la tierra y [les] hace sabios más que a las aves del cielo” (Job 35:11). Habla de la gloria divina: “He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos, ni se puede seguir la huella de sus años” (Job

36:26).“El hace grandes cosas, que nosotros no entendemos” (Job 37:5). Este discurso sirve como una especie de transición a la intervención del Señor mismo, que hablará “desde un torbellino” con la palabra final.

La revelación de Dios a Job es grandiosa. No contesta las preguntas de Job, antes, por el contrario, le hace a su siervo muchas inquisiciones que le ponen en dificultades (Job 38:1 al 41:34).

Job se da cuenta de lo inadecuado de su actitud, se arrepiente de ella (“Yo conozco que todo lo puedes.... yo hablaba lo que no entendía.... De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto, me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” [Job 42:1–6]). Dios se enoja contra los amigos de Job, pero les perdona cuando éste ora por ellos. Los familiares de Job vienen y le ayudan económicamente. El siervo de Dios termina su vida felizmente, sano, con el doble de las riquezas que antes tenía y con “siete hijos y tres hijas”. Murió “viejo y lleno de días”.

JOBAB (El que aulla). Nombre de personas del AT.

1. Semita. Uno de los trece hijos de •Joctán. Llegó a ser cabeza de una tribu árabe (Gn. 10:29).

2. Uno de “los reyes que reinaron en la tierra de •Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel”, lo cual no quiere decir que fuera necesariamente edomita. Era hijo de •Zera, de •Bosra (Gn. 36:31–34; 1 Cr. 1:44–45).

3. Rey de •Madón, una ciudad cananea de la Galilea de tiempos de Josué. Participó en la confederación liderada por •Jabín, rey de •Hazor, en contra de los israelitas, la cual fue derrotada “junto a las aguas de Merom” (Jos. 11:1–7).

4. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Saharaim con su mujer Hodes. Nació en Moab (1 Cr. 8:8–9).

JOCABED (Jehová es honor). Madre de Moisés y Aarón, en la descendencia de Leví. Casó con su sobrino Amram (Éx. 2:1; 6:20). Moisés nació cuando ya estaba vigente la orden de Faraón de matar a los varones recién nacidos, pero J. “viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses” (Éx. 2:2; He. 11:23). Cuando no pudo ocultarle por más tiempo hizo una arquilla de juncos, la calafateó y puso en ella al niño en el río Nilo. La hija de Faraón lo encontró y quiso salvarlo, y contrató a la misma J., sin saber que era la madre del niño, para que lo criara (Éx. 2:3–9).

JOCDEAM Villa que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra. Estaba en las montañas (Jos. 15:56).

JOCMEAM Ciudad levítica en el territorio de Efraín (1 Cr. 6:68). Estaba situada en el valle del Jordán, cerca de la confluencia del río •Jaboc. Su rey fue uno de los vencidos por Josué (Jos. 12:22). Formaba parte de los límites del distrito que administraba •Baana en tiempos de Salomón (1 R. 4:12). = Jocneam.

JOCNEAM •Jocmeam.

JOCSÁN (Cazador de aves). Hijo de Abraham con Cetura. Fue padre de •Seba y •Dedán (Gn. 25:1–3).

JOCTÁN (Pequeño). Personaje en la descendencia de Sem. Hijo de Heber. Hermano de Peleg. Tuvo trece hijos: Almodad, Selef, Hazar-mavet, Jera, Adoram, Uzal, Dicla, Obal, Abimael, Seba, Ofir, Havila y Jobab, los cuales son considerados como cabezas de tribus árabes (Gn. 10:25–29; 1 Cr. 1:19–23).

JOCTEEL (Recompensa de victoria de Jehová). Nombre de lugar y de persona del AT.

1. Villa adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:38).

2. Nombre que el rey •Amasías dio a •Sela, una ciudad fortificada de los edomitas, cuando la conquistó (2 R. 14:7).

JOED (Jehová es testigo). Personaje en la descendencia de Benjamín. Era uno de los que “moraban en Jerusalén” en tiempos de Nehemías (Neh. 11:7).

JOEL (Jehová es Dios). Nombre de personas del AT.

1. Primogénito de Samuel. Junto con su hermano Abías, actuaba como juez en Israel, pero “no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho” (1 S. 8:1–3). El pueblo se apoyó en esto para pedir un rey, diciendo a Samuel: “Tus hijos no andan en tus caminos” (1 S. 8:5). •Vasni.

2. Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:35).

3. Personaje en la descendencia de Rubén (1 Cr. 5:4).

4. Personaje en la descendencia de Gad. “Fue el principal en •Basán” (1 Cr. 5:12).

5. Personaje en la ascendencia de Samuel (1 Cr. 6:36).

6. Personaje en la descendencia de Isacar, considerado como un príncipe (1 Cr. 7:3).

7. Uno de los valientes de David. Era hermano de •Natán (1 Cr. 11:38).

8. Levita, principal entre los descendientes de •Gersón en tiempos de David. Participó en el traslado del arca a Jerusalén (1 Cr. 15:7; 23:8). J. y su hermano Zetam “tuvieron cargo de los tesoros de la casa de Dios” (1 Cr. 26:22).

9. Funcionario del rey David que estaba sobre la media tribu de Manasés. Era hijo de Pedaías (1 Cr. 27:20).

10. Levita en tiempos del rey Ezequías. Fue de los que “se santificaron ... para limpiar la casa de Jehová” (2 Cr. 29:12, 15).

11. Uno de aquellos que en tiempos de Esdras se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:43).

12. Personaje que desempeñaba el cargo de “prefecto” sobre los descendientes de Benjamín que vivían en Jerusalén tras el exilio (Neh. 11:9).

13. Profeta, hijo de Petuel. Autor de la profecía que lleva su nombre (Jl. 1:1; Hch. 2:16).

JOEL, LIBRO DE Segundo de los profetas menores. Fue escrito en ocasión de una terrible plaga de langostas que acosó a la tierra de Israel y que hace pensar al profeta en el inminente juicio de Dios, por lo cual exhorta al arrepentimiento al pueblo y sus líderes.

Autor y fecha. El libro dice que el autor fue •Joel, hijo de Petuel. No se tienen detalles sobre la vida de este personaje. Del texto se desprende que vivió en Judá y que posiblemente profetizó en Jerusalén. En ninguna otra parte del AT se le menciona directamente. Sin embargo, en los escritos de otros profetas hay muchos pasajes que guardan parecido con algunos de este libro. Por ejemplo, las palabras de Am. 1:2 (“Jehová rugirá desde Sion”) son iguales a Jl. 3:16 (“Jehová rugirá desde Sion”). De igual manera Am. 9:13 (“He aquí vienen días, dice Jehová en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán”) se parecen a las de Jl. 3:18 (“Sucederá en aquel tiempo, que los montes destilarán mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas...”). Y las de Jl. 1:15 (“¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso”) guardan cierto parecido con Is. 13:6 (“Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso”) y con Sof. 1:14 (“Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente”). Esto hace pensar a algunos que posiblemente J. es más antiguo que estos otros profetas.

Desarrollo. El profeta señala a los “ancianos y ... todos los moradores de la tierra” la gravedad de la plaga de langostas, cuyos resultados son desoladores (“El campo está asolado, se enlutó la tierra”) al punto que el mismo culto del templo había sido afectado (“... porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación”). Ante tanta destrucción, Joel grita: “A ti, oh Jehová, clamaré” (Jl. 1:1–20).

Pero esta desgracia hace que el profeta piense en el día del juicio de Dios. Por eso quiere que se emita un toque de alarma, ya que aquel día será “de tinieblas y oscuridad, día de nube y de sombra...” Este juicio viene por medio de “un pueblo grande y fuerte” delante del cual “temblará la tierra”. Llama, por tanto, al arrepentimiento (“Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos...”). Todos son llamados a ello, pero deben estar encabezados por los sacerdotes (“... lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová...”). Dios perdonaría si hacían esto, y después habría gran gozo y abundancia. Más aún: Dios derramaría su “Espíritu sobre toda carne” (Jl. 2:1–32).

Esto estaría relacionado con el retorno de los esparcidos a la tierra de Israel, pues Dios reuniría “todas las naciones” y haría juicio contra ellas. Los de “Tiro, Sidón y todo el territorio de Filistea” habían hecho incursiones, apresando a judíos que luego vendían a los griegos como esclavos. Pero estaba cercano “el día de Jehová en el valle de la decisión”, cuando “Dios rugirá desde Sion”, destruyendo a los enemigos de Sion y afirmando a ésta en gloria (Jl. 3:1–21).

En el NT. Cuando predicaba su sermón en el día de Pentecostés, Pedro citó de este libro diciendo: “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu...” (Hch. 2:16; Jl. 2:28–32), certificando de ese modo que lo que los judíos estaban viendo en aquellos momentos, el derramamiento del Espíritu Santo, correspondía a la promesa hecha por Dios al profeta Joel.

JOELA (Dios está arrebatando). Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–7).

JOEZER (Jehová es ayuda). Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–6).

JOGBEHA (Altura). Una de las ciudades que “los hijos de Gad edificaron” (Nm. 32:34–35), en la tierra de Galaad, al E del Jordán. Gedeón pasó por allí cuando perseguía a los madianitas (Jue. 8:11).

JOGLI (Que Dios revele). Personaje de la tribu de Dan. Un descendiente suyo, •Buqui, fue uno de aquellos a los que “mandó Jehová que hiciesen la repartición de las heredades a los hijos de Israel en la tierra de Canaán” (Nm. 34:22).

JOHA (Jehová es viviente). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Bería (1 Cr. 8:16).

2. Uno de los valientes de David. Hijo de Simri. Hermano de •Jediael (1 Cr. 11:45).

JOHANÁN (Jehová es gracioso). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los príncipes del ejército de Judá que vino a •Mizpa para unirse a •Gedalías, a quien Nabucodonosor había dejado como gobernador. Advirtió a Gedalías la traición de •Ismael, pero no se le creyó. Cuando finalmente Ismael, junto con otros judíos, mató a Gedalías, J. les persiguió, y rescató a los prisioneros que éstos se habían llevado, aunque Ismael pudo escapar. J. y los suyos decidieron irse a Egipto, temiendo las represalias que tomarían los caldeos por los hechos de Ismael. Consultaron con Jeremías, que aconsejó lo contrario, pero J. no quiso hacerle caso y tomando a todo el pueblo, así como a Jeremías y a •Baruc, se fue a Egipto (Jer. 40–43).

2. Primogénito del rey Josías (1 Cr. 3:15).

3. Personaje en la descendencia de David (1 Cr. 3:24).

4. Sacerdote. Hijo de Azarías (1 Cr. 6:9–10).

5. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–4).

6. Personaje de la tribu de Gad que fue de los que “huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto ... sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas” (1 Cr. 12:8–9).

7. Levita. Fue portero en la casa de Dios (1 Cr. 26:3).

8. Militar. Jefe de 280.000 soldados en tiempos del rey •Josafat (2 Cr. 17:15).

9. Padre de Ismael #5, aquel que fue uno de los participantes en la conspiración organizada por Joiada para coronar a •Joás (2 Cr. 23:1).

10. Padre de Azarías #14, aquel que fue uno “de los principales de los hijos de Efraín” en tiempos de Acaz, que junto con otros se opuso a tomar como prisioneros a sus hermanos de Judá (2 Cr. 28:12–15).

11. Uno de los que regresaron del exilio en tiempos de Esdras. Líder de unos 110 varones de los hijos de Azgad (Esd. 8:12).

12. Sacerdote, hijo de Eliasib, en cuya cámara en el •templo se recluyó Esdras, entristecido “a causa del pecado de los del cautiverio” en relación con el matrimonio con mujeres extranjeras (Esd. 10:6).

13. Uno de los que en tiempos de Esdras se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas. Hijo de Bebai (Esd. 10:28).

14. Hijo de Tobías amonita, el adversario de Nehemías (Neh. 6:18).

15. En tiempos de Esdras y Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. J. aparece como cabeza de la familia organizada bajo el nombre de •Amarías (Neh. 12:13).

16. Sacerdote en tiempos de Nehemías. Participó en la celebración con motivo de la restauración del muro (Neh. 12:42).

JOIACIM (Jehová levanta). Sumo sacerdote. Hijo de Jesúa. Aparece mencionado como cabeza de una de las familias que regresaron del exilio en tiempos de Nehemías (Neh. 12:10, 12, 26).

JOIADA (Jehová conoce). Nombre de personas del AT.

1. “Príncipe de los del linaje de Aarón” que se unió a David en Hebrón con tres mil setecientos hombres (1 Cr. 12:27). Es llamado “varón esforzado, grande en proezas” (2 S. 23:20). Su hijo •Benaía fue uno de los valientes de David y “estaba sobre los cereteos y peleteos”, que eran la guardia personal del rey (2 S. 8:18; 20:23; 1 Cr. 11:22).

2. Sacerdote en días de los reyes •Ocozías y •Joás. Es el primero a quien se le aplica textualmente el título de “sumo sacerdote” (2 R. 12:7). Casó con •Josaba, hermana del rey Ocozías. Cuando a la muerte de éste su madre •Atalía mató a la descendencia real, Josaba salvó al recién nacido •Joás. Ella y J. le escondieron en el •templo (2 R. 11:1–3; 2 Cr. 22:10–12). Al séptimo año J. hizo una conspiración con el ejército y coronó a Joás en el templo. “Todo el pueblo del país se regocijaba, y tocaban las trompetas”. Atalía, exclamando: “Traición, traición”, rasgó sus vestidos. J. ordenó que no la mataran dentro del •templo. Fue muerta “en el camino por donde entran los de a caballo a la casa del rey” (2 R. 11:4–16; 2 Cr. 24:1–15). Joás “hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el tiempo que le dirigió el sacerdote J.” (2 R. 12:2), pero tras la muerte de éste “desampararon la casa de Jehová el Dios de sus padres” y se produjo un retroceso religioso, volviéndose a la idolatría. El sacerdote Zacarías, hijo de J., profetizó en contra de esto, pero fue apedreado por orden del rey (2 Cr. 24:15–21). “Así el rey Joás no se acordó de la misericordia que J. padre de Zacarías había hecho con él, antes mató a su hijo” (2 Cr. 24:22).

3. Hijo de •Benaía que era uno de los consejeros del rey David, junto con Ahitofel (1 Cr. 27:34).

4. Personaje que colaboró restaurando la puerta Vieja en tiempos de Nehemías. Era hijo de •Paseah (Neh. 3:6).

5. Sacerdote mencionado en la genealogía de un grupo de los que regresaron del exilio en tiempos de Nehemías (Neh. 12:10–11, 22; 13:28).

6. Sacerdote de tiempos de Jeremías (Jer. 29:26).

JOIARIB (Jehová contiende). Nombre de personas del AT.

1. Sacerdote en tiempos del rey David, al cual le tocó la primera suerte u orden en el servicio en la casa de Jehová (1 Cr. 24:7). Su familia fue reorganizada en tiempos de Nehemías y Esdras, teniendo como cabeza a •Matenai (Neh. 12:19).

2. Sacerdote mencionado entre los que habitaron en Jerusalén después del exilio (1 Cr. 9:10: Neh. 11:10; 12:6, 19).

3. Uno de los “hombres principales ... doctos” enviados por Esdras a buscar levitas a un lugar llamado •Casifia (Esd. 8:16).

4. Personaje en la descendencia de •Fares. Uno de su familia se menciona como morador de Jerusalén después del regreso del exilio en tiempos de Nehemías (Neh. 11:5).

JONADAB (Jehová es liberal). Nombre de personas del AT.

1. Sobrino de David. Hijo de •Simea. “Era hombre muy astuto”, amigo íntimo de Amnón, hijo de David, a quien aconsejó el método para forzar a su hermana Tamar (2 S. 13:1–5).

2. Hijo de •Recab. •Jehú le invitó a acompañarle en la matanza de los profetas de Baal, en una forma que sugiere que J. era una persona conocida por su radicalismo religioso a favor de Jehová (2 R. 10:17–26). Estableció entre su descendencia la abstención de bebidas alcohólicas y que moraran en tiendas. Dios alabó esta medida (Jer. 35:5–16).

JONÁN (Jehová ha sido gracioso). Personaje en la ascendencia del Señor Jesucristo (Lc. 3:30).

JONÁS (Paloma). Nombre de personas del AT y el NT:

1. Profeta que vivió en tiempos de •Jeroboam II. Profetizó que este rey restauraría “los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá” (2 R. 14:25). Era natural de •Gat-hefer. Su padre se llamaba •Amitai.

2. Padre de Simón Pedro (Mt. 16:17; Jn. 1:42).

JONÁS. LIBRO DE Quinto de los profetas menores. En todo el libro realmente sólo se menciona una profecía (“De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” [Jon. 3:4]), pero al parecer fue incluido allí quizás por el hecho de que en 2 R. 14:25 se dice que Jonás hijo de Amitai fue profeta. Pero en este libro no se utiliza la palabra profecía en ninguna forma. La mayor parte de la obra es una historia. El trasfondo de 2 R. 14:25 ayuda a comprender el conflicto que surgió en la mente del profeta, puesto que a él le había tocado pronosticar una época de victorias para Israel. La orden de ir a predicar a Nínive tenía que parecerle totalmente contradictoria con sus sentimientos nacionalistas y con el mensaje que anteriormente había recibido y expuesto. Jonás entendió que el mismo hecho de ir a profetizar la destrucción de Nínive implicaba que Dios le estaba dando una oportunidad de arrepentimiento a dicha ciudad.

Autor y fecha. Se desconoce quien escribió J., pero la tradición la atribuye al mismo Jonás. No se sabe a ciencia cierta cuando fue escrita esta obra. Algunos sugieren al siglo VIII a.C. como fecha probable. El libro apócrifo del •Eclesiástico (49:12), menciona ya a los “doce profetas”. Como esa obra fue escrita en el siglo II a.C., se entiende que J. es anterior.

Desarrollo. Dios ordena al profeta ir a predicar a “Nínive, aquella gran ciudad”, pero Jonás decide “huir de la presencia de Jehová a Tarsis ... lejos de la presencia de Jehová” Toma un barco. Pero “Jehová hizo levantar un gran viento”, una tempestad que amenazaba con hundir la nave. Los marinos echan suertes y se decide que el pasajero Jonás es el culpable. Le interrogan y él confiesa que huye de su Dios. Pide que le echen al agua. Así se hace y el mar se aquieta. “Pero Jehová tenía preparado un gran pez” que se tragó a Jonás. Dentro del pez, el profeta ora a Dios. Un hermoso salmo resume su sentimiento. “Mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra” (Jon. 1:1 al 2:10).

Dios reitera su mandamiento al profeta, que va a Nínive y predica el mensaje. Los hombres de Nínive se arrepienten y hacen penitencia. “Vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino, y se arrepintió del mal que había dicho ... y no lo hizo” (Jon. 3:1–10).

Esto enoja al profeta al punto de que pide a Dios que le quite la vida. Tras construir una enramada se pone a dormir. Entonces “Jehová Dios preparó una calabacera” que le hizo sombra, lo cual alegró a Jonás. “Pero al venir el alba ... Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera”. Cuando el sol estaba en su fuerza Jonás se sintió molesto y reiteró su deseo de morir. Dios le pregunta si estaba enojado por la calabacera y él dice que sí. El Señor le enseña a Jonás que él tuvo lástima de la calabacera, que había crecido sin ningún esfuerzo del profeta y que no debía, entonces, molestarse porque Dios había tenido piedad de Nínive, “donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda” (Jon. 4:1–11).

En el NT. El Señor Jesús mencionó a J. llamándole profeta (Mt. 12:39). Enseñó que su muerte, sepultura y resurrección serían una señal para el pueblo de Israel (“... la señal del profeta J. Porque como estuvo J. en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” [Mt. 12:39–40]). También reprendió a los judíos por haberle rechazado, diciendo que los ninivitas “a la predicación de J. se arrepintieron, y he aquí más que J. en este lugar...” (Lc. 11:30–32).

JONATÁN (Jehová ha dado). Nombre de personas del AT.

1. En Jue. 18:30 se menciona a un “ J. hijo de Gersón, hijo de Moisés” que fue de los que comenzaron un culto en un santuario de la tribu de Dan. El nombre “Moisés” está escrito de una forma que puede también interpretarse como “Manasés”. Muchos eruditos sugieren que este J. es el mismo levita que aparece en Jue. 17 y 18, a quien •Micaía puso como “padre y sacerdote” para atender a “una imagen de talla y una de fundición” que tenía en su casa. Unos hombres de la tribu de Dan se llevaron las imágenes y al joven levita. Micaía, “viendo que eran más fuertes que él”, los tuvo que dejar ir. Los danitas conquistaron a •Lais, la llamaron Dan y establecieron el culto con las imágenes que trajeron y con el levita, del cual entonces se da el nombre: “J. hijo de Gersón, hijo de Moisés (Manasés)”. Este culto permaneció en Dan “hasta el día del cautiverio de la tierra”.

2. Hijo mayor de Saúl. Era un hombre de guerra que se distinguió tomando con su escudero una posición de los filisteos en Micmas, en una época en que sólo él y su padre tenían espada entre los israelitas (1 S. 13:20–23; 14:1–15). Esta victoria causó una gran conmoción en el campamento filisteo. En la confusión comenzaron a matarse unos a otros. Saúl y su gente se dieron cuenta y atacaron a los filisteos, que huyeron. Saúl juramentó al pueblo diciendo que los persiguieran sin detenerse ni siquiera para comer y el que lo hiciera debía morir. J., que no sabía de ese juramento, se detuvo y comió un poco de miel silvestre. Queriendo proseguir con la persecución del enemigo, Saúl consultó a Dios, pero no recibió respuesta. Fue echada una suerte para ver qué pasaba y se

aclaró que J. no había cumplido con el juramento de su padre. Éste quiso matarlo, pero el pueblo se lo impidió (1 S. 14:17–45).

Cuando David mató a Goliat, “el alma de J. quedó ligada con la de David”, y comenzó una gran amistad. J. le regaló a David sus armas y “otras ropas suyas” (1 S. 18:1–4). Pero Saúl pidió a su hijo que matara a David. Lo que hizo J. fue ponerle sobre aviso e intercedió ante su padre por su amigo (1 S. 19:1–7). Como más tarde Saúl trató otra vez de cumplir su criminal propósito, David tuvo que huir. Reuniéndose con J., se juraron mutuamente fidelidad (1 S. 20:1–16). J. trató de nuevo de interceder por David frente a Saúl, pero éste se puso furioso y le arrojó una lanza, “de donde entendió J. que su padre estaba resuelto a matar a David” (1 S. 20:17–33), lo cual comunicó a su amigo, y se ratificó entre ellos el pacto que habían hecho.

De nuevo se reunieron J. y David en Hores y volvieron a jurarse lealtad mutua. Es admirable que J., siendo el heredero de Saúl, le dijera a David: “Tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe” (1 S. 23:17). Pero J. murió en la batalla del monte •Gilboa, junto a su padre Saúl. David, al saberlo, lo lamentó profundamente y lo endechó con grande angustia (2 S. 1:1–27). Más tarde, siendo ya rey, David se preocupó por cumplir con el pacto que había hecho con J., buscando a uno de sus descendientes, •Mefi-boset (2 S. 9:1–13).

3. Hijo del sacerdote •Abiatar. Cuando David tuvo que salir huyendo de Jerusalén a causa de la rebelión de Absalón, dejó a •Ahimaas y a J. para que sirvieran de mensajeros a su amigo •Husai, que dejó también en la ciudad para que le informase (2 S. 15:27–37). Ellos trajeron a David las noticias sobre los consejos que habían dado •Ahitofel y •Husai (2 S. 17:15–21).

4. Sobrino de David. Hijo de Simea. Se distinguió matando a “un hombre de gran estatura ... descendiente de los gigantes” (2 S. 21:20–21; 1 Cr. 20:7).

5. Uno de los valientes de David. Era “de los hijos de Jasén” (2 S. 23:32).

6. Personaje en la descendencia de •Jerameel (1 Cr. 2:32–33).

7. Funcionario del rey David. Tenía a su cargo “los tesoros de los campos, de las ciudades, de las aldeas y de las torres” (1 Cr. 27:25).

8. Tío de David. “Era consejero, varón prudente y escriba” (1 Cr. 27:32).

9. Uno de los levitas enviados por el rey •Josafat como educadores que “teniendo consigo el libro de la ley de Jehová ... recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo” (2 Cr. 17:8–9).

10. Padre de Ebed, el que fue líder “de los hijos de Adín”, en tiempos de Esdras (Esd. 8:6).

11. Personaje de tiempos de Esdras. Cuando se planteó que los que se habían casado con mujeres extranjeras se separaran de ellas, hizo oposición (Esd. 10:15).

12. Sacerdote. Hijo de Joiada (Neh. 12:11).

13. Jefe de la familia sacerdotal de Melicú “en los días de •Joiacim” (Neh. 12:14).

14. Jefe de la familia sacerdotal de Semaías “en los días de •Joiacim” (Neh. 12:18).

15. Uno de los sacerdotes que regresaron del exilio en tiempos de Nehemías. Padre de Zacarías (Neh. 12:35).

JOPE (Bello). Ciudad costera en el territorio de •Dan (Jos. 19:46), a unos 56 km al O de Jerusalén. Aunque no era muy profundo ni bien protegido, por mucho tiempo era el único puerto natural en la costa mediterránea de Israel. •Hiram rey de Tiro envió madera del Líbano para el •templo por vía marítima, en balsas, hasta J. (2 Cr. 2:16). Lo mismo se hizo en tiempos de Esdras para la reconstrucción (Esd. 3:7). •Jonás, queriendo escapar de la presencia de Jehová, se hizo a la mar en un barco, que salía del puerto de J. (Jon. 1:3). Allí vivía una creyente llamada Tabita, o •Dorcas, a quien Pedro levantó de los muertos (Hch. 9:36–40). Estando en J., Pedro recibió la visión y el llamado para ir a predicarle el evangelio a •Cornelio (Hch. 9:43; 10:1–24; 11:5–13).

JORA (Lluvia de otoño). En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Ciento doce “hijos de J.” regresaron del exilio (Esd. 2:18). La lista paralela de Neh. 7:24 dice •Harif.

JORAI (Jehová ha visto). Personaje en la descendencia de Gad. Fue de los que habitaron en •Basán (1 Cr. 5:13).

JORAM (Jehová es exaltado). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de “ •Toi rey de •Hamat”, la cual era una importante ciudad de Siria que formó parte del imperio heteo. J. es llamado •Adoram en 1 Cr. 18:10. Toi era enemigo de •Hadad-ezer rey de Damasco y por eso hizo alianza con David cuando éste venció al rey sirio (2 S. 8:9–10), precisamente en territorio de Hamat (1 Cr. 18:3). Toi envió a su hijo J. a David “para saludarle pacíficamente y para bendecirle”, y con él un tributo de “utensilios de plata, de oro y de bronce; los cuales el rey David dedicó a Jehová” (2 S. 8:10–11).

2. Rey de Judá durante ocho años. Hijo y sucesor de •Josafat (2 R. 8:16). Casó con una hija de •Acab, rey de Israel (2 R. 8:18), lo cual selló una alianza entre los dos reinos. J. reinó varios años junto con su padre Josafat y se entiende que hubo pleito con sus hermanos por la sucesión real, pero cuando asumió todo el poder asesinó a sus hermanos (2 Cr. 21:4). Muchos creen que ese crimen fue instigado por su mujer •Atalía que, además, se distinguió por el fomento de la idolatría, especialmente de Baal, a lo cual indujo también a su esposo, que le construyó un templo (2 R. 8:18; 11:18; 2 Cr. 21:6, 11). En su tiempo “se rebeló Edom contra el dominio de Judá... También se rebeló Libna” (2 R. 9:20–22). El profeta •Elías le envió una carta a J. en la cual le recriminaba sus pecados y le anunciaba una gran plaga sobre el pueblo y sus familiares, incluyendo una enfermedad de los intestinos para J. (2 Cr. 21:12–20). Una alianza de árabes, filisteos y etíopes invadió la tierra con éxito, llevándose gran botín, incluyendo a los hijos y mujeres de J., quedándole sólo •Ocozías, el menor, llamado también •Joacaz (2 Cr. 21:6–17). J. ciertamente enfermó de los intestinos y murió, sin mucho lamento del pueblo (2 Cr. 21:19–20).

3. Rey de Israel. Hijo de •Acab y •Jezabel. Hermano de Ocozías. Aunque no es descrito como un rey bueno, su política religiosa varió de la de sus padres que tuvieron un conflicto permanente con los profetas, especialmente con Elías. J. permitió las actividades de éstos (tiempos de Eliseo) y hasta “quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho”, probablemente por la influencia de los hombres de Dios (2 R. 3:2). A la muerte de Acab “ •Mesa rey de Moab”, que era un tributario de Israel, se rebeló. J. organizó una expedición contra él, apoyada por •Josafat, rey de Judá y el rey de Edom (algunos manuscritos dicen “Aram”, o sea Siria). Cruzando el desierto de Edom estuvieron a punto

de perder la vida por falta de agua y consultaron a •Eliseo, que anunció una victoria milagrosa, lo cual sucedió. Sin embargo, no pudieron conquistar la ciudad donde se refugió Mesa, porque éste, viéndose perdido, sacrificó a su primogénito sobre la muralla, lo cual excitó a su gente en la resistencia y los reyes aliados se retiraron (2 R. 3:4–27). J. rompió su alianza con Siria y atacó •Ramot de Galaad, siendo herido en batalla, se retiró a •Jezreel para curarse sus heridas. Su ejército en Ramot de Galaad quedó al mando de •Jehú, a quien Eliseo mandó ungir por rey sobre Israel para que destruyera la casa de Acab. Éste fue a Jezreel y mató a J. y a •Ocozías rey de Judá, que había venido a visitar a J. Lo mismo hizo con Jezabel, madre de J. y luego con toda la descendencia de Acab (2 R. 9:1–37; 10:1–17). Durante su reinado J. tuvo muchas guerras. También el pueblo sufrió una grande hambre (2 R. 4:38). Parece que ambas cosas influyeron para la rebelión de Jehú.

4. Levita en la descendencia de Eliezer (1 Cr. 26:25).

5. Sacerdote de tiempos del rey Josafat. Uno de los enviados “para que enseñasen en las ciudades de Judá ... teniendo consigo el libro de la ley de Jehová” (2 Cr. 17:7–9).

JORCOAM Personaje en la descendencia de Caleb (1 Cr. 2:44).

JORDÁN (El que desciende). Río que fluye hacia el S desde las montañas del Antilíbano, entra en el mar de Galilea en su extremo N y sale por el extremo S, yendo a desembocar en el mar Muerto. Las fuentes del J. se alimentan de nieve derretida del monte •Hermón, así como de numerosos manantiales. El J. recorre una distancia de 205 km, pero con sus meandros entre el mar de Galilea y el mar Muerto su longitud llega a 300 km.

La parte baja del J., que en un tiempo incluía el valle de Sidim con Sodoma, Gomorra y otras ciudades (Gn. 13:10; 14:3; 19:29), es lo que se llama “la llanura del J.” , región que llamó la atención de •Lot por su fertilidad. La llamada “espesura del J.” en Jer. 12:5; 49:19 y 50:44 es una referencia a la abundante vegetación y bosques que existen en ambas riberas del río. Allí fueron los hijos de los profetas a cortar madera (2 R. 6:4). “Los vados del J.” , es decir, los lugares por donde se podía cruzar, no eran muchos. Por eso, en varias ocasiones era estratégico controlarlos. Así, en tiempos de •Aod, luchando contra los moabitas, se “tomaron los vados del J. a Moab, y no dejaron pasar a ninguno” (Jue. 3:28). Lo mismo hizo Gedeón en la pelea contra los madianitas (Jue. 7:24). En un pleito entre efraimitas y galaaditas estos últimos “tomaron los vados del J.” y exigían a los que querían cruzar que pronunciaran la palabra “Shibolet”. Los que la pronunciaban mal eran muertos (Jue. 12:1–6).

Uno de los eventos más famosos en relación con el río J. es su cruce por el pueblo de Israel para entrar en Canaán (Jos. 3:1–17). Es interesante anotar que se tiene registro de otras ocasiones en que a causa de temblores de tierra que represaron el río en algún lugar, el J. ha dejado de fluir. En 1267, sus aguas se detuvieron por ocho horas; en 1546 por dos días; y en 1927 por algo más de veintiuna horas.

Antes de la llegada de los israelitas el J. servía de límite entre la tierra de Canaán y los territorios de •Sehón, rey amorreo, y •Og, rey de Basán. Esas tierras al E del J. fueron las que se dividieron entre las tribus de Rubén, Gad y parte de Manasés. Esa región, usualmente conocida como la Transjordania, servía de refugio a personas y grupos que por alguna razón tenían que esconderse o ponerse a buen recaudo por haber perdido el poder. Hacia allí fue Abner llevando a Is-boset, después de la muerte de su padre Saúl (2 S. 2:12). David, cuando huía de •Absalón, cruzó el J. (2 S. 17:22–24).

Juan el Bautista ministraba en el J. (Mt. 3:5–6). Allí bautizó al Señor Jesús (Mt. 3:13–17; Mr. 1:5–9; Jn. 1:28).

JORIM (Jehová es exaltado). Personaje en la genealogía del Señor Jesucristo (Lc. 3:29).

JORNALERO Persona que trabaja para otro, calculándose su remuneración por día, en contraste con un servidor con carácter permanente. Así, el j. tenía plazo para su trabajo. La expresión “como los días del j.” surge de este hecho. Además, el j. está a la espera de ese fin o término (Job 7:1–2; 14:6). No se debe oprimir “al j. pobre y menesteroso”, cuyo salario debía entregársele el mismo día, antes de la puesta del sol (Dt. 24:14–15). Por eso en una de las parábolas del Señor, alguien contrata a unos j. y al final del día ordena que se les pague (Mt. 20:1–16). Se consideraba que un siervo permanente producía para su amo el doble de lo que haría un j. (Dt. 15:18). El Señor Jesús contrasta al j. o asalariado con el pastor dueño de un rebaño, señalando la diferencia entre los intereses de ambos. Ante el peligro, “el asalariado huye, porque ... no le importan las ovejas”, mientras que “el buen pastor su vida da por las ovejas” (Jn. 10:11–13). •Salario.

JOSABA (Jehová es su juramento). Hija del rey •Joram. Hermana de •Ocozías. Salvó a su sobrino •Joás cuando era recién nacido en el momento en que •Atalía, su abuela, mataba a toda la descendencia real para quedarse con el trono. Estaba casada con el sacerdote •Joiada (2 R. 11:1–3; 2 Cr. 22:10–12). Llamada también Josabet.

JOSABAD (Jehová otorga). Uno de los jefes de los levitas en tiempos del rey Josías que contribuyeron con una gran ofrenda “para los sacrificios de la pascua” (2 Cr. 35:9).

JOSABET •Josaba.

JOSACAR (Jehová recuerda). Uno de los siervos del rey •Joás que participó en su asesinato, junto con Jozabad hijo de Somer, (2 R. 12:21). No se conocen detalles de esta conspiración, pero aparentemente los asesinos de J. eran funcionarios reales con mucho poder, pues •Amasías, hijo y sucesor de Joás, sólo actuó contra ellos, matándolos, “cuando hubo afirmado en sus manos el reino” (2 R. 14:5). Llamado •Zabad en 2 Cr. 24:26.

JOSADAC Sacerdote que “fue llevado cautivo” a Babilonia por Nabucodonosor (1 Cr. 6:14–15). Su descendiente •Jesúa aparece luego, al retorno del exilio, oficiando en Jerusalén (Esd. 3:2) y actuando como líder en las obras de reconstrucción (Esd. 3:8; 5:2; Zac. 6:11).

JOSAFAT (El Señor es juez). Nombre de personas del AT.

1. Funcionario de tiempos de los reyes David y Salomón. Era cronista (2 S. 8:16; 20:24; 1 R. 4:3).

2. Funcionario del rey Salomón que gobernaba sobre la tribu de Isacar (1 R. 4:17).

3. Rey de Judá. Hijo de •Asa. Su madre fue Azuba (1 R. 22:42). “Anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a los baales” (2 Cr. 17:3). Gobernó durante veinticinco años en los tiempos de los reyes de Israel Acab, Ocozías y Joram (#3). Reorganizó el ejército, con lo que aumentó su poderío (2 Cr. 17:2, 12–19), y recibió gran apoyo del pueblo (2 Cr. 17:5). Comenzó una reforma religiosa, de la educación y de la justicia. “Barrió ... de la tierra ... los sodomitas”, que ejercían la prostitución “sagrada” (1 R. 22:46). “Quitó los lugares altos y las imágenes de Asera de en medio de Judá” (2 Cr. 17:6) y envió a príncipes, sacerdotes y levitas “para que enseñasen en las ciudades de Judá ... teniendo consigo el libro de la ley de Jehová” (2 Cr. 17:7–9). “Puso jueces en todas las ciudades fortificadas de Judá”, instruyéndoles sobre cómo hacer un buen trabajo, separando los juicios civiles de los religiosos, con una corte de apelación en Jerusalén (2 Cr. 19:5–11).

No continuó la política de su padre en contra del reino del N, sino que hizo una alianza con él (1 R. 22:44–45). Esta alianza quedó confirmada mediante el matrimonio de Joram, hijo de J., con •Atalía, hermana de •Acab (2 R. 8:26). Así, le vemos junto a Acab tratando de reconquistar Ramot de Galaad, donde muere el rey de Israel y J. estuvo a punto de perder la vida (1 R. 22). J. quiso reabrir la ruta hacia el océano Índico, e inició un proyecto “para construir naves que fuesen a Tarsis”. No quiso darle participación a •Ocozías, hijo de Acab, pero Dios fue opuesto a esta empresa y los barcos se rompieron (1 R. 22:48; 2 Cr. 20:35–37). Por otro lado, acompañó a Joram, hijo de Acab, en una expedición contra el rey moabita •Mesa (2 R. 3:4–27). Por mucho tiempo los países vecinos no se atrevían a atacar a J. y le dieron tributos, especialmente los árabes y los filisteos (2 Cr. 17:10–11). Los edomitas estaban subyugados (1 R. 22:47). Pero finalmente se formó una alianza de moabitas, amonitas y sirios que vinieron en su contra. J. clamó a Dios, ordenó a “algunos que cantasen y alabasen a Jehová ... mientras salía la gente armada”. Mientras alababan a Dios, éste confundió a los enemigos, que se atacaron entre sí. J. y su ejército sólo tuvo que despojar a los muertos, y regresaron a Jerusalén “con salterios, arpas y trompetas”. De esa manera la paz fue confirmada para Judá (2 Cr. 20:1–30). El reinado de J. fue, pues, de gran prosperidad. Su alianza con Israel incluía a los fenicios, pues Israel era aliado de Tiro. Unidos esos tres países, floreció el comercio y aumentó la seguridad.

4. Padre del rey de Israel •Jehú (2 R. 9:2).

5. Uno de los valientes de David (1 Cr. 11:43).

6. Sacerdote que en tiempos de David era uno de los que “tocaban las trompetas delante del arca de Dios” (1 Cr. 15:24).

JOSAFAT, VALLE DE Lugar mencionado por el profeta Joel (3:2, 12) como el sitio donde Dios juzgará a las naciones. En las tradiciones rabínicas se especifica que este sitio no se conoce en términos geográficos, sino que el nombre está ligado al hecho que tendrá lugar allí, esto es, que “el Señor es juez”, o que “el Señor juzgará”, pero popularmente tanto cristianos como judíos y musulmanes lo identifican con el valle del •Cedrón.

JOSAVÍA (Jehová es igualdad). Uno de los valientes de David (1 Cr. 11:46).

JOSBECASA (Sitio de dificultad). Levita. Uno de los catorce hijos varones del cantor •Hemán que “estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová”. Le correspondió la decimaséptima suerte en el culto (1 Cr. 25:4, 24).

JOSÉ (Añadir, o añadid). Nombre de personas del AT y el NT, así como una tribu del AT.

1. Hijo de Jacob. Nació en Padan-aram. Su madre Raquel sufrió de esterilidad durante muchos años, por lo cual su nacimiento fue motivo de grande alegría (Gn. 30:22). Siendo un muchacho de diecisiete años, J. entró en contradicción con sus hermanos por el favoritismo que su padre le dispensaba. Jacob le había hecho una túnica especial, muy apreciada, que no tenían los demás. Por otra parte, J. reportaba a su padre los malos hechos de sus hermanos (Gn. 37:2). A eso se añadió que contó a sus hermanos unos sueños cuya interpretación evidente indicaba que él sería superior a todos ellos (Gn. 37:5–10). En una ocasión en que J. fue enviado a saber de la suerte de sus hermanos y sus rebaños, éstos le tomaron y quisieron matarlo. •Rubén, queriendo salvarlo, intercedió para que no lo asesinaran y pusieron a J. en una cisterna que no tenía agua. Más tarde, por sugerencia de •Judá, lo vendieron a un grupo de madianitas comerciantes que iban a Egipto. Le llevaron a Jacob la túnica de J. rasgada y llena de sangre de un cordero para

que se creyera que lo había muerto una bestia. Los madianitas, mientras tanto, vendieron a J. a •“Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia” (Gn. 37:12–36; 39:1).

Muy pronto J. se ganó la confianza de Potifar, quien le dejó administrar todos sus bienes. Pero la esposa del egipcio se enamoró de J. y le importunaba para que tuviera relaciones sexuales con ella. J. se negaba. Un día en que ella trató de obligarlo asiéndolo por la ropa, J. salió huyendo, quedándose la mujer con el vestido de J. en sus manos. Sintiéndose despreciada, la egipcia acusó a J. de haber querido violarla, lo cual obligó a Potifar a echar a J. en la cárcel. Allí Dios volvió a bendecir a J., pues el principal carcelero, viendo sus dotes administrativas, le confió todo el cuidado de la prisión (Gn. 39:1–23). Unos siervos del Faraón, “el jefe de los coperos.... y el jefe de los panaderos” cayeron en desgracia y fueron a parar a esa misma cárcel. J. interpretó correctamente unos sueños que ellos tuvieron. El panadero fue ejecutado conforme a lo dicho por J. y el copero fue restituido en su puesto. Pero éste último “no se acordó de J., sino que le olvidó” (Gn. 40:1–23). Faraón tuvo un sueño que le dejó inquieto, queriendo saber la interpretación. El copero, entonces, se acordó de J. y le contó a Faraón su experiencia. Llamado ante el rey, J. interpretó los sueños diciendo que se acercaban dos períodos de siete años en Egipto, uno sería de abundancia y otro de escasez, y recomendó lo que debía hacerse. Faraón le encargó que fuera él mismo quien lo llevara a cabo. J. vino a ser así el segundo hombre en Egipto. El rey “le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On”. Tenía en ese momento unos treinta años. Su programa consistió en guardar los excesos de producción de grano en los siete años de abundancia. Cuando llegó el período de escasez y se presentó el problema del hambre, “en toda la tierra de Egipto había pan” (Gn. 41:1–57).

Jacob mandó a sus hijos a Egipto a comprar alimentos, quedándose sólo con Benjamín. J. reconoció a sus hermanos, pero no se identificó ante ellos. Los acusó de ser espías. Después de discutir, les permitió volver a su tierra, pero dejando a Simeón como rehén hasta que regresaran con Benjamín. Jacob se negó a enviar a su hijo más pequeño, pero cuando los alimentos se terminaron, no tuvo más remedio que permitir que lo llevaran (Gn. 42:1–38; 43:1–14). J. los recibió, les sacó a Simeón, pero al ver a Benjamín no pudo contenerse y salió a llorar a escondidas. Luego les hizo un banquete. Cuando se iban de retorno a su tierra, los hermanos de J. fueron detenidos por órdenes de J. Se buscó en sus costales y se encontró la copa de J. en el que correspondía a Benjamín. J. mismo lo había ordenado así en secreto. Los hermanos fueron devueltos y tuvieron que enfrentarse a J. que fingía furia, y pidió que dejasen con él a Benjamín. Antes esto, Judá rogó que se le permitiera quedarse él en lugar de su hermano más joven. Conmovido por la escena, J. mandó salir a todos los egipcios del recinto y se identificó ante sus hermanos, que no lo podían creer. J. perdonó a sus hermanos y les rogó que fueran a buscar a su padre. Fue así como Jacob y todos sus hijos con sus familias descendieron a Egipto, donde J. los recibió y los asentó, con el favor de Faraón, en la tierra de Gosén (Gn. 43:15–34; 44:1–34; 46:1–34; 47:1–12).

La escasez de aquel período arreció, al punto que J. retiró todo el dinero circulante en Egipto y Canaán. Los egipcios, para poder adquirir alimentos, vendieron sus ganados y tierras a J. que los compró a nombre de Faraón. Cuando no había más ganado que vender, ofrecieron sus tierras y sus personas a Faraón. J. decidió dejarles en sus propiedades para que las cultivaran, dando “el quinto a Faraón”. Para facilitar la distribución de la comida, J. concentró la población en las ciudades (Gn. 47:13–31).

J. tuvo dos hijos, Efraín y Manasés. Cuando Jacob sintió cerca la hora de su muerte, J. vino a visitarle trayéndolos ante su padre, quien los bendijo, adoptándolos como hijos suyos. Los descendientes de Efraín y Manasés formaron dos tribus llamadas, precisamente, “hijos de J.” (Nm. 34:23; Jos. 14:4). Muerto Jacob, J. llevó el cadáver a ser

enterrado en tierra de Canaán, tal como había jurado a su padre, acompañándolo “un escuadrón muy grande” de familiares y gente de la corte de Faraón. De regreso en Egipto, los hermanos de J. pensaron que él se vengaría de ellos una vez muerto Jacob, pero J. “los consoló y les habló al corazón”. J. vivió hasta ver la tercera generación de los hijos de Efraín. Murió lleno de días, dejando órdenes para que sus huesos fueran llevados a Canaán, diciendo a su familia: “Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob” (Gn. 49:1–33; 50:1–26).

J. es mencionado en el NT en varias ocasiones, especialmente en el discurso de •Esteban (Hch. 7:9–18) y en He. 11:21–22. Los acontecimientos de la vida de J. parecen haberse desarrollado en tiempos de la dominación de los hicsos, un pueblo de origen semita que invadió Egipto y estableció una dinastía. Un detalle que insinúa esto consiste en la mención de la rueda. Es en la historia de J. donde por vez primera se menciona en la Biblia algo con ruedas (Gn. 41:43; 45:19; 46:29). Generalmente se entiende que el caballo y los carros fueron introducidos en Egipto desde el Asia central y la Mesopotamia por los hicsos, entre los años 1700 al 1555 a.C.

2. Padre de Igal, de la tribu de Isacar. Igal fue uno de los espías que mandó Moisés a reconocer la tierra (Nm. 13:7).

3. Levita de tiempos de David. Uno de los “hombres idóneos para la obra de su ministerio” musical “bajo la dirección de su padre” Asaf (1 Cr. 25:1–3).

4. Levita de tiempos de Esdras. Fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas. Era de los hijos de Bani (Esd. 10:42).

5. En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. J. aparece como cabeza de la familia organizada bajo el nombre de •Sebanías (Neh. 12:14).

6. Personaje que aparece en la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:24).

7. Personaje que aparece en la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:26).

8. Personaje que aparece en la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:30).

9. Varón de la tribu de Judá, descendiente de David, que vivía en Nazaret. Su oficio era la carpintería. Había sido desposado con una virgen llamada •María. “Antes que se juntasen” ésta “se halló que había concebido del Espíritu Santo”. De acuerdo con la costumbre israelita, J. era ya su marido, pero “como era justo y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente” (Mt. 1:18–19). Mientras cavilaba sobre el particular, un ángel le habló en sueños diciéndole que recibiera a María, lo cual hizo, viviendo con ella sin conocerla sexualmente hasta que nació el niño, al cual puso el nombre de JESÚS, siguiendo las instrucciones recibidas del ángel.

El nacimiento tuvo lugar en •Belén, adonde se habían trasladado los esposos con motivo del un censo ordenado por los romanos (Lc. 2:1–17). Tras un corto viaje a Jerusalén para presentar al niño en el •templo de acuerdo a la ley (Lc. 2:22), volvió a Belén, donde recibió otra revelación angelical en sueños a fin de que se fuera a Egipto porque la vida del niño corría peligro en Belén. J. obedeció de nuevo (Mt. 2:13–14). Vivió en Egipto con su esposa y el niño Jesús hasta que otra vez el ángel le ordenó regresar a su tierra, y vino a morar en Nazaret (Mt. 2:15–23).

Se piensa que la genealogía del Señor Jesús que aparece en Mateo corresponde a la de J., mientras que la de Lucas es de María. De las pocas cosas que se nos dicen de la personalidad de José, podemos entender que era un hombre de buen corazón y temeroso de Dios, humilde y obediente. Era extremadamente religioso, como puede verse, entre otras cosas, por la atención que prestaba a los preceptos de la ley y por sus visitas a Jerusalén “todos los años”, en una de las cuales el niño Jesús se extravió durante tres días (Lc. 2:41–52). J. tuvo hijos con María después del nacimiento del Señor Jesús ( •Hermanos del Señor). Como en el catolicismo se piensa que eso no puede ser, puesto que a su entender María fue virgen antes y después del nacimiento del Señor hasta su muerte, se elaboró la teoría de que J. era un viudo de mucha edad cuando su desposorio con la virgen, pero que tenía hijos de su matrimonio anterior. Esa es la explicación que se ofrece en unos evangelios apócrifos, especialmente en el llamado “Protoevangelio de Santiago”, escrito en los alrededores del siglo IV d.C. •María.

10. Uno de los hermanos del Señor. Se nos dan sus nombres en Mt. 13:56 y Mr. 6:3: “ •Jacobo (Santiago), J., •Simón y •Judas”. Al principio éstos no aprobaban el ministerio del Señor Jesús, “porque ni aun sus hermanos creían en él” (Jn. 7:5). Sin embargo, luego aparecen como creyentes y siervos del Señor, en compañía de los apóstoles y de su madre María (Hch. 1:14). •Jacobo. •Santiago.

11. Hijo de •María, mujer de •Cleofas. Este J. posiblemente era primo del Señor Jesús (Mr. 15:40).

12. Discípulo que estuvo “todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre” los suyos “comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que ... fue recibido arriba” . También fue “testigo de su resurrección” (Hch. 1:21–22). Fue uno de los que los Once pusieron delante del Señor, echando suertes, para ver quien ocuparía el puesto de •Judas Iscariote, pero fue seleccionado •Matías (Hch. 1:23–26).

13. Nombre de pila de •Bernabé (Hch. 4:36).

JOSÉ DE ARIMATEA Rico funcionario judío que se encargó, junto con •Nicodemo, de enterrar el cuerpo del Señor Jesús, aportando para ello un sepulcro que había mandado hacer para sí mismo. J. de A. era miembro de Sanedrín pero se había hecho “discípulo de Jesús”, aunque “secretamente por miedo de los judíos”. Era un “varón bueno y justo.... que también esperaba el reino de Dios” por lo cual “no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos”. Fue más fuerte en él el amor que el temor y tras la muerte del Señor Jesús fue a Pilato y pidió su cuerpo. Pilato se lo concedió y J. de A. “compró una sábana”, envolvió con ella al Señor Jesús, y lo puso en su propio sepulcro que quedaba cerca del lugar de la crucifixión (Mt. 27:57–60; Mr. 15:43–46; Lc. 23:50–53; Jn. 19:38–42). Esta acción de J. de A. y •Nicodemo cumplió la profecía de Is. 53:9, (“mas con los ricos fue en su muerte”).

JOSÉ, ESPOSO DE MARÍA El que fue conocido como padre terrenal del Señor Jesús era del linaje de David. Mateo ofrece su genealogía hasta Abraham (Mt. 1:1–16). Era carpintero. Siendo un hombre justo, no quiso infamar a María, su prometida, cuando ella le dijo que estaba encinta, por lo cual “quiso dejarla secretamente”. Pero un ángel le confirmó el milagro y le dijo que recibiera a María. J. obedeció (Mt. 1:18–25). Cuando se ordenó un censo, bajó con María a Belén, donde nació el niño (Lc. 2:1–7), al cual circuncidó al octavo día y le puso por nombre JESÚS, como le había dicho el ángel. Éste se le apareció de nuevo y le dijo que fuera con su familia a Egipto. “Y estuvo allá hasta la muerte de Herodes”. Otra vez un ángel le habló, diciéndole que regresara. Así lo hizo, pero yéndose a vivir a Nazaret, por temor a Arquelao, hijo de Herodes (Mt. 2:13–23). Tenía la costumbre de subir a Jerusalén con su familia todos los años para la fiesta de la Pascua. En uno de esos viajes, el niño Jesús, que tenía doce años, se quedó en Jerusalén sin que J. y María se dieran cuenta. Lo encontraron en

el templo. Cuando María le pregunta al niño la razón de lo que había hecho, éste contestó: “En los negocios de mi Padre me es necesario estar”, palabras que J. difícilmente comprendería completamente (Lc. 2:41–52). Durante el ministerio terrenal del Señor Jesús muchos le llamarían “el hijo de J.” (Lc. 4:22; Jn. 1:45; 6:42). Como el Señor, al ser crucificado, encomendó su madre a Juan, es posible que eso indique que ya J. había muerto.

JOSEB-BASEBET El “principal entre los capitanes” de los valientes de David (2 S. 23:8). En otras versiones, sin embargo, no se trata de un nombre propio sino parte preliminar del texto que introduce a •Adino. La redacción no es clara. Es posible que J. fuera otro nombre de Adino.

JOSEFO, FLAVIO Historiador judío. Nació en el año 37 d.C., de una familia sacerdotal, descendiente por vía materna de los •asmoneos. Aficionado desde muy joven a las letras, se puso a estudiar las sectas de los judíos, especialmente los fariseos, los saduceos y los esenios. Prefería a estos últimos por un tiempo, pero luego se unió a los fariseos. Visitó a Roma en el año 64 d.C., y se ganó la amistad de Popea. Al regresar a Judea, encontró a sus compatriotas en una rebelión contra Roma, a la cual tuvo que unirse, y fue nombrado comandante de la zona de Galilea. En la ciudad de Jotapata logró resistir el asedio romano durante unos cuarenta y siete días, pero finalmente la ciudad cayó. J. se escondió en un pozo. Cayó prisionero de Vespasiano, a quien le predice que llegará a emperador. Eso evita su muerte, pues este general romano lo protegió desde entonces. Sirvió a los romanos durante el resto de la guerra y tras la destrucción de Jerusalén regresó a Roma. Murió en el año 100 d.C.

J. se dedicó a escribir historia. Sus obras: La Guerra de los Judíos, Antigüedades de los Judíos y Contra Apión, representan una fuente valiosísima para el conocimiento de la historia del pueblo israelita, arrojando datos que de otra manera no se hubieran podido conocer. Se basó en las Escrituras y una gran cantidad de obras apócrifas. De especial interés son los detalles relacionados con los acontecimientos del primer siglo de la era cristiana, incluyendo referencias al Señor Jesús, Juan el Bautista, Herodes, Poncio Pilato, Jacobo, Agripa, Félix, etcétera.

JOSÍAS Nombre de personas del AT.

1. Rey de Judá. Hijo de Amón. Gobernó unos treinta y un años (640–639 a 609–608 a.C). Hizo lo recto ante los ojos de Jehová y anduvo en todo el camino de David su padre (2 R. 22:2). Asesinado su padre Amón, “el pueblo de la tierra” lo puso en el trono (2 R. 21:24). Eran los días del dominio de Asiria. El Reino del Norte había sucumbido y Judá era tributario. Comenzaba, sin embargo, el nuevo ascenso del poder de Babilonia, cuya competencia con Asiria permitió que J. intentara independizarse del poder de Nínive. La reforma religiosa, que eliminaba “los lugares altos, imágenes de Asera, esculturas, e imágenes fundidas”, debe verse como parte de ese esfuerzo (2 Cr. 34:3), que se extendió incluso a zonas del desarticulado Reino del Norte (2 Cr. 34:6) hasta donde había logrado llevar sus fronteras, casi recuperando la dimensión que el reino tuvo en tiempos de David. Es de notar, sin embargo, que se especifican tres etapas en la reforma (“a los ocho años”.... “a los doce años”.... “a los dieciocho años”), lo cual pro-bablemente señala un escalamiento para ir eliminando los dioses extranjeros poco a poco, sin un rompimiento que alarmara a Asiria. Decidió reparar el •templo y en el proceso se encontró un ejemplar del “libro de la ley de Jehová dada por medio de Moisés” (2 Cr. 34:14). Generalmente se piensa que se trataba de un rollo de Deuteronomio, que al ser leído produjo en J. gran conmoción, y mandó a consultar a la profetisa •Hulda. Ésta dijo que vendrían los castigos mencionados en el libro, pero no en tiempos de J. (2 Cr. 34:22–28). El rey, entonces, reanudó el pacto del pueblo con Dios y celebró una pascua con gran pompa y solemnidad. “Nunca fue celebrada una pascua como esta en Israel...” (2 Cr. 35:1–18). Egipto, que había sido vencido y subyugado por los asirios era un reino vasallo de éstos y realizó una

expedición para ayudar a Asiria en su lucha contra los caldeos. El Faraón •Necao subió con tropas con estos fines hacia el Éufrates. J. salió a combatirle a pesar de que Necao le decía que no lo hiciera pues no había venido a hacerle guerra. En la batalla que siguió J. fue herido y murió (2 Cr. 35:20–24). El profeta Jeremías comenzó su ministerio en tiempos de J. (Jer. 1:2). La muerte de J. fue muy lamentada por su pueblo e incluso Jeremías la endechó en una composición que desafortunadamente no se conservó. J. aparece en la genealogía del Señor Jesucristo.

2. Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:34).

3. Personaje que regresó del exilio y que tenía una casa en Jerusalén adonde fue enviado el profeta Zacarías (Zac. 6:10).

JOSIBÍAS Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:35).

JOSIFÍAS De los descendientes de Selomit. De su familia unos 160 varones regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 8:10).

JOSUÉ El líder del pueblo de Israel a quien Dios usó para dirigir el inicio de la conquista de la tierra de Canaán. Era efraimita, hijo de Nun. Fue “ayudante de Moisés, uno de sus jóvenes” (Nm. 11:28). Luego fue su sucesor. Originalmente su nombre era •Oseas (Salvado, Salvación), pero Moisés se lo cambió a J. (Yehoshua, el Señor es salvación. Equivalente al castellano “Jesús”) (Nm. 13:16).

J. fue escogido para dirigir la pelea contra •Amalec en •Refidim, que terminó con una victoria (Éx. 17:8–15). Cuando Moisés partía para subir al monte Sinaí, J. le acompañaba (Éx. 24:13). Y cuando descendían de allí, J. escuchó los gritos en el campamento, y creyó que se trataba de alguna pelea, pero Moisés le corrigió, diciéndole: “... voz de cantar oigo yo” (Nm. 32:17–18). Más tarde, cuando Moisés volvió a subir al monte, J. “nunca se apartaba de en medio del tabernáculo” (Éx. 33:11). El celo de J. se manifestó en su deseo de impedir que •Eldad y •Medad profetizaran, porque lo hacían en el campamento y no en el •tabernáculo (Nm. 11:28).

Escogido entre el grupo enviado a reconocer la tierra, J. y Caleb fueron los únicos que animaron al pueblo a entrar (Nm. 13:1–33; 14:6–10). Como el pueblo fue incrédulo, la sentencia de Dios fue que todos perecerían en el desierto y que los únicos de esa generación que entrarían en Canaán serían J. y Caleb (Nm. 14:30). Cuando Dios decidió que había llegado la hora para la muerte de Moisés, le dio órdenes a éste para que invistiera a J. como su sucesor (Nm. 27:18–23). Moisés dijo a J.: “Esfuérzate y anímate”, y le prometió que Dios haría entrar a los israelitas en la tierra para heredarla (Dt. 31:7–9). Para ese fin Dios le llenó de “espíritu de sabiduría” (Dt. 34:9).

J. despachó espías para explorar la tierra, los cuales llegaron hasta Jericó y regresaron con la noticia de que los pueblos estaban llenos de miedo por la llegada de los israelitas. Siguiendo las instrucciones divinas, J. guió al pueblo y cruzó el Jordán, comenzando entonces la conquista de Canaán. Puede notarse una inteligente planificación del proceso, pues J. dirigió su primera campaña a conseguir un asentamiento en el centro de Canaán. Después, dirigió su atención hacia el S y el N de la tierra.

Aunque el inicio fue auspicioso, con la victoria sobre •Jericó, luego hubo problemas porque fueron derrotados al atacar a •Hai. La causa fue la prevaricación de •Acán. Pero se hizo el juicio correspondiente, y Hai también fue tomada. Después continuó una serie de luchas en las cuales los israelitas, guiados por J., fueron tomando las principales ciudades de Canaán. Una vez logrado esto, J. realizó la distribución de la tierra (“Por suerte ... les dio su

heredad” [Jos. 14:2]). Cada tribu recibió su heredad, se designaron las ciudades en las cuales habrían de habitar los levitas y las ciudades de refugio.

“ J., siendo ya viejo y avanzado en años” (Jos. 23:1), se despidió del pueblo con un discurso en el cual les animaba a servir a Dios (“Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad” [Jos. 24:14]). Murió a la edad de ciento diez años, y fue enterrado “en su heredad en Timnat-sera, que está en el monte Efraín, al norte del monte de Gaas” (Jos. 24:30).

Algunos de los eventos relacionados con su vida se mencionan en el NT (He. 11:30–31). Esteban hace referencia a J. en su discurso (Hch. 7:45). El autor de Hebreos también lo menciona (“Porque si J. les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día” [He. 4:8]).

JOSUÉ, LIBRO DE Libro del AT. En el canon hebreo es el primero entre “Los Profetas” ( Nevi’im).

Autor y fecha. No se tiene una certeza sobre la autoría. Por mucho tiempo se pensaba que Josué fue el autor del libro, pero a partir del siglo XV algunos señalan que lo más probable es que quien lo escribió fue •Samuel. Otros hablan de un autor desconocido que fue testigo de la conquista. Pero el libro ofrece detalles que difícilmente hubieran sido conocidos por otra persona que no fuera Josué. Las evidencias internas hacen más probable que a lo menos el material básico fuera escrito en su época. No hay razones válidas para desechar la posibilidad, entonces, de que el autor básico fuera Josué. Se sugiere una fecha probable de composición entre los años 1400–1370 a.C. Pero algunos eruditos opinan que los libros de Josué, •Jueces, •Samuel y •Reyes formaban parte de una misma colección de obras históricas, lo cual haría variar la fecha de composición o compilación final.

Características. Es una obra de carácter histórico, en la cual se trata de describir la forma en que se llevó a cabo la conquista de la tierra de Canaán. Es una continuación de los eventos descritos en el Pentateuco. La obra está escrita con bastante coherencia en cuanto a estilo. Debe notarse que aunque J. es el protagonista de los relatos, en realidad el énfasis está sobre la historia del pueblo.

Bosquejo. El libro se compone de las siguientes partes:

La entrada a Canaán

1:1–18 Órdenes de Dios a Josué y al pueblo.

2:1–24 Envío de espías a Jericó. Historia de Rahab.

3:1–4:24 Se cruza el río Jordán y se levanta un monumento conmemorativo.

5:1–15 El pueblo es circuncidado. Encuentro milagroso de Josué con el “Príncipe del ejército de Jehová”.

Conquistas en el centro

6:1–27 Toma de Jericó.

7:1–26 Derrota en Hai. El pecado de •Acán.

8:1–35 Toma de Hai. Adoración en el Monte Ebal.

Conquistas hacia el sur

9:1–27 Alianza con los gabaonitas.

10:1–43 Victorias sobre los reyes de •Jerusalén, •Hebrón, •Jarmut, •Laquis y •Eglón. Toma de sus ciudades, con excepción de Jerusalén. Toma de •Maceda, •Libna. Todo el Neguev es conquistado.

Conquistas hacia el norte

11:11–15 Batalla en las aguas de Merom. Derrota de los reyes de •Hazor, •Madón, •Acsaf y otros cananeos. Se toman sus ciudades. Lista de los reyes que fueron derrotados en toda la tierra.

Repartición de la tierra

13:8–33 La Transjordania se otorga a las tribus de Rubén y Gad y a parte de la media tribu de Manasés.

14:1–15 Caleb recibe Hebrón.

15:1–63 Heredad correspondiente a la tribu de Judá.

16:1–10 Heredad correspondiente a la tribu de Efraín.

17:1–18 Heredad correspondiente a la media tribu de Manasés.

18:1–10 Josué anima a la repartición.

18:11–28 Heredad correspondiente a la tribu de Benjamín.

19:1–9 Heredad correspondiente a la tribu de Simeón.

19:10–16 Heredad correspondiente a la tribu de Zabulón.

19:17–23 Heredad correspondiente a la tribu de Isacar.

19:24–31 Heredad correspondiente a la tribu de Aser.

19:32–39 Heredad correspondiente a la tribu de Neftalí.

19:40–48 Heredad correspondiente a la tribu de Dan.

19:49–51 Heredad para Josué.

20:1–9 Se establecen las ciudades de refugio.

21:1–45 Se señalan ciudades donde vivirían los levitas.

Despedida y muerte de Josué

22:1–34 Exhortación de Josué a las tribus de Rubén y Gad y a la media tribu de Manasés. Se aclara el propósito de un monumento que éstas levantaron junto al Jordán.

23:1–24:28 Discursos de Josué a todo el pueblo.

24:29–33 Muerte de Josué.

JOTA Y TILDE Expresión utilizada por el Señor Jesús (“ni una jota ni un tilde pasará de la ley”) señalando a dos signos de la escritura hebrea. La “jota” es, en realidad, la letra yod (iota en griego), la más pequeña del alfabeto hebreo. La “tilde” corresponde a unos puntos usados en la escritura de ese idioma. Dijo así que ni el más pequeño signo de la Palabra de Dios dejaría de tener su cumplimiento (Mt. 5:18).

JOTAM (Jehová es perfecto). Nombre de personas del AT.

1. Hijo menor de Gedeón. •Abimelec, hijo de Gedeón con una concubina, mató a sus setenta hermanos, pero J. escapó. Al ser puesto Abimelec como rey en Siquem, J. “se puso en la cumbre del monte de Gerizim”, desde la cual habló contra la ingratitud de los del pueblo para con su padre Gedeón y les contó una parábola en la cual los árboles útiles rehusaron ser rey entre su clase mientras que se otorgó la corona a la zarza, un árbol inútil que puso en peligro la vida de los demás. De esa forma denunciaba la coronación de Abimelec. Tras maldecir a los de Siquem, escapó hacia •Beer (Jue. 8:31; 9:1–21). Los acontecimientos posteriores en Siquem y la muerte de Abimelec se presentan como un cumplimiento de la maldición de J.

2. Rey de Judá (750–739 a.C.). Hijo y sucesor de Uzías (Azarías). Gobernó durante dieciséis años. “Hizo lo recto ante los ojos de Jehová” (2 R. 15:32–34). Asumió el poder durante la vida de su padre, que enfermó de lepra y vivía “en una casa apartada”, mientras J. “tuvo cargo de la casa real” (2 Cr. 26:21). Se distinguió por ciertas edificaciones, entre ellas “la puerta mayor de la casa de Jehová” (2 Cr. 27:3). Venció a los amonitas, que quedaron como tributarios durante por lo menos tres años (2 Cr. 27:5). En su tiempo se hizo un censo en Galaad (Transjordania) (1 Cr. 5:17). Hubo un conflicto en tiempos de J. con Rezín rey de Siria y Peka rey de Israel. Uzías había liderado una confederación de estos países para rechazar a los asirios, pero J. cambió de política y se acercó a éstos, por lo cual Rezín y Peka le atacaron. Isaías fue profeta “en días de Uzías, J. Acaz y Ezequías, reyes de Judá” (Is. 1:1).

3. Personaje en la descendencia de Jerameel (1 Cr. 2:47).

JOTBA (Amabilidad). Lugar de procedencia de Mesulemet, madre del rey Amón de Judá (2 R. 21:19).

JOTBATA (Amabilidad). Uno de los lugares donde acampó Israel durante su peregrinación por el desierto (Nm. 33:33–34; Dt. 10:7).

JOYAS Tanto los hombres como las mujeres israelitas procuraban, si tenían los recursos, poseer j. con las cuales adornarse. Cuando salieron de Egipto, cada uno pidió “a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro” (Éx. 11:2). Algunas j. eran usadas también como medio de pago ( •Dinero). Los materiales para las j. eran el oro, la plata y las piedras preciosas. Estas últimas eran simplemente pulidas y en su superficie se hacían a veces inscripciones, especialmente cuando se trataba de anillos que servían como sellos.

Los apóstoles advirtieron a las mujeres creyentes sobre el exceso en el uso de j. (“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos” [1 P. 3:3; 1 Ti. 2:9]).

En la Biblia se mencionan de manera específica las siguientes j.:

Anillos. Aunque ambos sexos usaban anillos, en el caso de los hombres éstos podían servir también como •sellos. Los reyes y altos funcionarios acostumbraban sellar sus documentos oficiales como señal de autenticidad. Jezabel “escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su anillo” ordenando la muerte de Nabot (1 R. 21:8). Para la construcción del •tabernáculo se usaron muchos anillos ofrendados por el pueblo (Éx. 35:22). Los familiares y amigos de Job le visitaron “y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro” (Job 42:11). El usar anillos de oro era una señal de riqueza (Stg. 2:2).

Brazaletes. Aunque ambos sexos podían usar un brazalete, esta era una joya más apreciada por las mujeres. El siervo de Abraham le dio a Rebeca “un pendiente de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez” (Gn. 24:22). Se ofrendaron para el •tabernáculo (“... y trajeron cadenas y zarcillos, anillos y brazaletes” [Éx. 35:22; Nm. 31:50]). En juicio contra “las hijas de Sion”, Isaías dice que “quitará el Señor ... los brazaletes” y otras joyas que ellas usaban (Is. 3:17–23).

Cadenas. Las utilizaban hombres y mujeres. Se ofrendaron para el •tabernáculo (“Vinieron así hombres y mujeres... y trajeron cadenas y zarcillos, anillos y brazaletes” [Éx. 35:22; Nm. 31:50]). Generalmente eran de oro, pero también las había de plata (“... antes que la cadena de plata se quiebre...” [Ec. 12:6]).

Collares. Generalmente hechos con eslabones grandes, de oro ( “Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, tu cuello entre los collares” [Cnt. 1:10]). Pero Dios tuvo que hacer juicio contra “las hijas de Sion”. Isaías dice que el Señor quitará “los collares” y otras joyas que usaban las hijas de Sion (Is. 3:17–23).

Coronas. No era sólo de reyes el usar coronas, aunque las de éstos eran mucho más ricas y costosas. El término atarah se emplea para designar una ornamentación bella en la cabeza, que podría ser un tocado especial, pero mayormente se refiere a una c., como en Ez. 23:42 (“... pusieron pulseras en sus manos, y bellas c. sobre sus cabezas”). David conquistó Rabá “y quitó la c. de la cabeza de su rey, la cual pesaba un talento de oro, y tenía piedras preciosas” (2 S. 12:30). •Corona.

Diademas. Adorno que se usaba en la cabeza, mayormente en forma de banda o cinta a la cual se ponían metales o piedras preciosas (Zac. 9:16). A los novios se les coronaba con una diadema preciosa según la capacidad económica de la pareja (Cnt. 3:11). •Diadema.

Joyeles de las narices. Usualmente en forma de un anillo, o nariguera. Isaías dice que el Señor quitará “los joyeles de las narices” y otros arreglos que usaban las hijas de Sion (Is. 3:17–23). En Ez. 16:1–13 se presenta la figura de Dios como un novio ataviando a su novia (“... puse joyas en tu nariz...” [Ez. 16:12]).

Manillas. Equivalente a pulsera (Ez. 23:42). Se ofrendaron muchas para el •tabernáculo (Nm. 31:50).

Partidores de pelo. Las mujeres israelitas gustaban de hacerse tocados muy elaborados, para lo cual usaban objetos que a veces eran de materiales preciosos. Isaías dice que el Señor quitará “los partidores de pelo” y otras joyas que usaban las hijas de Sion (Is. 3:17–23).

Pendientes. Son adornos que se cuelgan de las orejas. El siervo de Abraham le dio a Rebeca “un pendiente de oro que pesaba medio siclo” (Gn. 24:22). Isaías dice que el Señor quitará “los pendientes” y otras joyas que usaban las hijas de Sion (Is. 3:17–23).

Pulseras. Usada por ambos sexos. En una figura que describe la infidelidad de Israel, se habla de ella como una mujer que paga a sus amantes con “pulseras en sus manos, y bellas coronas sobre sus cabezas” (Ez. 23:42).

Redecillas. Para el arreglo de su pelo, las israelitas usaban redecillas. Algunas eran de hilo de oro, como han encontrado los arqueólogos. El Señor quitará “las redecillas” y otras joyas que usaban las hijas de Sion (Is. 3:17–23).

Zarcillos. En tiempos patriarcales, es posible que los zarcillos o pendientes que usaban hombres y mujeres tuvieran una significación relacionada con la idolatría. Cuando Jacob regresaba con su familia y Dios le ordenó que se quedara en •Bet-el, el patriarca dijo a su familia: “Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos”. Los miembros de la familia “dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas, y Jacob los escondió debajo de una encina” (Gn. 35:1–4).

Aarón confeccionó el •becerro de oro con los pendientes de oro que le dio el pueblo (“Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas...” [Éx. 32:2]). También se usaron luego zarcillos para la construcción del •tabernáculo (Éx. 35:22; Nm. 31:50). Usar zarcillos era una costumbre de los hombres ismaelitas (Jue. 8:24–26).

El amor que Dios había tenido para su pueblo se expresó diciendo que éste había sido como una niña de quien un hombre se enamora y la atavía (“con adornos ... brazaletes ... collar.... joyas en la nariz ... zarcillos en tus orejas...” [Ez. 16:1–13]). Pero Dios tuvo que hacer juicio contra “las hijas de Sion”. Isaías dice que “quitará el Señor ... los zarcillos” y otras joyas que ellas usaban (Is. 3:17–23). •Piedras preciosas.

JOZABAD (Jehová otorga). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los siervos del rey Joás que participó, junto con •Zabad hijo de Simeat ( •Josacar), en el asesinato del rey Joás (2 R. 12:21). No se conocen detalles de esta conspiración, pero aparentemente los asesinos de J. eran funcionarios reales con mucho poder, pues Amasías, hijo y sucesor de Joás, sólo actuó contra ellos, matándolos, “cuando hubo afirmado en sus manos el reino” (2 R. 14:5).

2. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–4).

3. Uno de los “príncipes de millares de los de Manasés” que se pasaron a David cuando éste estaba en Siclag (1 Cr. 12:20).

4. Otro de los “príncipes de millares de los de Manasés” que se pasaron a David cuando éste estaba en Siclag (1 Cr. 12:20).

5. Segundo de los hijos de Obed-edom. Servía como portero en la casa de Jehová (1 Cr. 26:4).

6. Funcionario militar en tiempos del rey Josafat, al mando de ciento ochenta mil hombres (2 Cr. 17:18).

7. Levita de los que “fueron mayordomos al servicio de Conanías y de Simei ... por mandamiento del rey Ezequías y de Azarías, príncipe de la casa de Dios” (2 Cr. 31:13).

8. Levita en tiempos de Esdras. Participó como uno de los tesoreros a cargo de la “plata, el oro y los utensilios en la casa de nuestro Dios” (Esd. 8:33).

9. Personaje que regresó del exilio en tiempos de Esdras. Fue de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:22).

10. Levita de tiempos de Esdras. Fue de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:23).

11. Levita de tiempos de Esdras. Junto con Sabetai, eran “de los principales de los levitas, capataces de la obra exterior de la casa de Dios” (Neh. 11:16). Es posible que sea el mismo #8.

JOZABED (Jehová otorga). Uno de los levitas que “hacían entender al pueblo la ley” cuando ésta fue leída por Esdras y otros levitas en tiempos de Esdras (Neh. 8:7). •Jozabad #8.

JUAN (Derivado griego del hebreo Yohanan -“Jehová ha hecho gracia”). Nombre de personas del NT.

1. Juan el Bautista. El Señor Jesucristo evaluó la persona de J. el B. diciendo que “entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro profeta mayor” que él (Mt. 11:11). Hijo del sacerdote •Zacarías y su mujer •Elisabet, J. el B. se crió “en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel” (Lc. 1:80). Esto, junto con otros factores, hacen especular a muchos que quizás J. el B. fue criado por la secta de los •esenios, que floreció especialmente en el desierto de Judea. Su forma de vida posterior, sus enseñanzas y prácticas ascéticas y el uso que hizo del bautismo contribuyen a esta especulación.

Como sus padres eran de edad avanzada, algunos piensan que quizás sus padres murieron cuando J. el B. era todavía muy niño. Era de la línea sacerdotal y eso le hacía un candidato potencial para la secta, que tenía la costumbre de criar niños huérfanos. No existe ninguna prueba para adoptar como definitiva esa teoría. Josefo, que conocía bien a los esenios porque anduvo entre ellos, da testimonio histórico de la vida de J. el B., pero no lo menciona específicamente en relación con la secta. Sin embargo, cuando este historiador comenta los acontecimientos alrededor de la muerte de J. el B. dice de él: “Juan era un hombre bueno y exhortaba a los judíos a vivir vidas justas.... Juan enseñaba que el bautismo no debe ser empleado para obtener el perdón por los pecados cometidos, sino como una consagración del cuerpo, implicando que el alma ya quedaba purificada por una conducta apropiada...” Hay que entender que con estas palabras Josefo trata de interpretar la doctrina de J. el B. Y si tenemos en cuenta que quien habla es un historiador y no un teólogo debemos concluir que lo que Josefo entendió, aunque no exacto, fue una aproximación bastante buena a lo que realmente enseñó J. el B., quien se preocupaba por decir “a las multitudes que salían para ser bautizadas por él” que lo importante era hacer “frutos dignos de arrepentimiento” (Lc. 3:7–8). Esos frutos tenían consecuencias sociales inmediatas: “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo”, decía a todos (Lc. 3:11). A los empleados públicos requería: “No exijáis más de lo que os está ordenado” (Lc. 3:13). Y a los soldados: “No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario” (Lc. 3:14).

J. el B. andaba “vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre” (Mr. 1:6). De su vida ascética el mismo Señor Jesús dio testimonio cuando dijo: “Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y

dicen: Demonio tiene” (Mt. 11:18). Dijo también que la gente no había salido al desierto para ver “a un hombre cubierto de vestiduras delicadas” (Mt. 11:8). Este ascetismo fue continuado por sus discípulos (Mr. 2:18). María, la madre del Señor y la madre de J. el B. eran parientes (Lc. 1:36), pero él no conoció al Señor Jesús hasta el momento en que se encuentran a orillas del Jordán cuando ya J. el B. tenía algún tiempo ejerciendo su ministerio y el Señor Jesús estaba a punto de comenzar el suyo (Jn. 1:33). Lo principal del ministerio de J. el B. no era el bautismo, sino el anuncio de aquel que vendría detrás de él. No pretende en ningún momento saber todas las implicaciones espirituales de su ministerio. En efecto, cuando le preguntaron si él era •Elías, dijo que no. Sin embargo, más tarde el Señor dijo que J. el B. era el Elías cuyo advenimiento se había prometido (Mr. 9:11–13; Mal. 4:5). Pero J. el B. anuncia que servía de heraldo al “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29), y que ése bautizaría “en Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3:11). En ningún momento ofrece una explicación sobre una forma de conjunción de ambas cosas. La orden que había recibido de Dios era que cuando viera descender el Espíritu “y que permanece sobre él”, ese es “el que bautiza con el Espíritu Santo”. Por eso, cuando el Señor Jesús viene a él y ve al Espíritu descender en forma de paloma, dio testimonio de que éste era “el Hijo de Dios” (Jn. 1:19–34). Pero J. el B. no tenía toda la luz. No lo sabía todo. Y cuando Herodes lo hace preso, en un momento de confusión envió “dos de sus discípulos” a preguntar al Señor: “¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?” (Lc. 7:18–20).

Aunque Josefo dice que la prisión y muerte de J. el B. se debió a que Herodes se alarmó porque su elocuencia podría llevar a una rebelión, los Evangelios dan testimonio de que la verdadera razón fue otra. Ciertamente “ •Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana” (Mr. 6:16–29). Lo había encarcelado en la fortaleza de Macaronte para protegerle de la persecución de •Herodías. La causa del odio de ésta era que J. el B. le decía a Herodes: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano” (Mr. 6:18). Herodías se había divorciado de •Felipe, para casarse con su medio hermano Herodes. J. el B. le decía que eso no estaba permitido, seguramente basándose en Lv. 18:16 (“La desnudez de la mujer de tu hermano no descubrirás; es la desnudez de tu hermano”). Desafortunadamente, en medio de una fiesta Herodes prometió a la hija de Herodías complacerle en cualquier petición que hiciera. Ésta, aconsejada por su madre, pidió la cabeza de J. el B. Herodes, “se entristeció” (Mt. 14:9), pero cumplió la promesa. Más tarde, cuando oyó la fama del Señor Jesús dijo: “Este es J. el B.; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes” (Mt. 14:2).

2. Juan, el apóstol. “El discípulo a quien [Jesús] amaba” (Jn. 13:23; 19:26) era natural de Betsaida. Hijo de •Zebedeo (Mt. 4:21), un empresario de la pesca en el mar de Galilea. Su madre se llamaba •Salomé (Mt. 27:55–56). Junto con su hermano •Jacobo y otros obreros trabajaba en el negocio de su padre (Mr. 1:19–20). Pertenecía a una clase acomodada, pues su madre era una de las que, cuando el Señor Jesús “estaba en Galilea, le seguían y le servían” (Mr. 15:40–41), junto con “otras muchas que le servían de sus bienes” (Lc. 8:3). El hecho de que fuera un “conocido del sumo sacerdote” y que pudiera entrar en el patio de su casa y hacer pasar a Pedro la noche del juicio del Señor, parece confirmar esa idea (Jn. 18:15).

Antes de conocer al Señor Jesús, J. fue discípulo de •Juan el Bautista. El Señor le encontró, junto con Jacobo, en la barca de su padre, mientras “remendaban las redes” y les llamó (Mr. 1:19–20). De todos los discípulos de Cristo, tres eran los que formaban el círculo íntimo: Pedro, Jacobo y J. A estos tres permitió el Señor que presenciaran la resurrección de la hija de Jairo (Mr. 5:37–43). De igual manera, fueron ellos quienes le acompañaron en el monte de la transfiguración (Mr. 9:2–9) y en el huerto de Getsemaní (Mr. 14:33–40). Estos privilegios quizás llevaron a Salomé, la madre de J. y Jacobo, a quienes el Señor llamaba “Boanerges, esto es, hijos del trueno” (Mr. 3:17), a pedir al

Señor que en su reino sus dos hijos se sentaran en lugares de honor (“... uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”). El Señor respondió que eso no lo podía dar él, pues era decisión del Padre. Al oír las pretensiones de la familia de Zebedeo, los otros discípulos “se enojaron contra los dos hermanos” ( Mt. 20:20–24). El Señor encomendó a Pedro y a J. que prepararan el cordero de lo que sería la última pascua (Lc. 22:8) y en la cena, J. “estaba recostado cerca del pecho de Jesús”, por lo cual Pedro le hizo señas para que preguntara al Maestro quién era el que le iba a entregar. El Señor le dijo: “A quien yo diere el pan mojado, aquél es”, y así señaló a •Judas (Jn. 13:23–26).

En la hora de la crucifixión, el único discípulo que se menciona como cerca de la cruz fue J., a quien Cristo encomendó que cuidara de su madre (“He ahí tu madre” [Jn. 19:26–27]). Pedro y J., tras oír el testimonio de María Magdalena, que había encontrado vacío el sepulcro, se dirigieron allí corriendo. J. “corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro” (Jn. 20:1–8). También estuvo cuando el Señor se manifestó en el mar de Galilea con una pesca milagrosa (Jn. 21:1–25). Nuevamente aparecen juntos Pedro y J. en Hch. 3:1–11 cuando, subiendo al •templo a orar, curaron a un cojo de nacimiento. “Jacobo, Cefas y J.... eran considerados como columnas” de la iglesia de Jerusalén, según dice Pablo en Gá. 2:9.

Juan vivió una larga vida, y terminó sus días en la ciudad de Éfeso. Ireneo, que fue obispo de Lyon en el año 177 d.C., da testimonio de que escribió o hizo escribir su Evangelio durante su estancia en la mencionada ciudad asiática. En tiempos de Domiciano, fue deportado a la isla de •Patmos, donde escribió el •Apocalipsis. En la tradición cristiana se llama a J. “el divino”, o “el teólogo”.

3. Juan el sacerdote. Uno de los que interrogaron a Pedro y Juan después de Pentecostés (Hch. 4:6).

4. Juan Marcos. •Marcos.

JUAN, EPÍSTOLAS DE Autor y fecha. Estas tres cartas fueron escritas por el apóstol Juan. En la primera, no aparece su nombre en la introducción. En las dos últimas se identifica como “el anciano” (2 Jn. 1; 3 Jn. 1). Aunque en las obras de los primeros escritores cristianos aparecen expresiones que, sin ser citas exactas, pudieron ser tomadas de 1 Jn., el primero que cita esta epístola es Papías, a mediados del siglo II. Ireneo, obispo de Lyon (130–200 d.C.), da testimonio de que tanto 1 Jn., como 2 Jn. y el cuarto Evangelio eran obras de Juan, el apóstol. Lo mismo dice el Fragmento Muratoniano ( •Canon del NT).

Algunos discuten por qué el autor de las últimas dos cartas se llama a sí mismo “el anciano”. Esto ha dado pie a una polémica sobre la posible existencia de otro Juan, llamado “el anciano” o “el presbítero”. La confusión surgió de unas líneas escritas por Papías que dan la apariencia de que existieron dos llamados Juan, uno el apóstol y otro, el anciano. Algunos, entonces, llegan incluso a decir que este “anciano” es el autor del cuarto Evangelio. Sin embargo, la evidencia en cuanto a que hubo dos llamados Juan es muy pobre. El apóstol Juan, escribiendo ya muy viejo, bien podía llamarse a sí mismo “el anciano”. Por lo cual, no existen razones para negar la autoría juanina de estas epístolas, tal como lo ha creído la Iglesia desde muy antiguo.

Relación con el cuarto Evangelio. La relación entre estas epístolas y el Evangelio de Juan puede observarse al constatar que el estilo y los temas son muy parecidos. La costumbre hebrea de establecer paralelismos aparece a cada rato. Se contrasta el amor y el odio, la luz con las tinieblas, la verdad y la falsedad, la vida y la muerte, etcétera. También se habla de los hijos de Dios y los hijos del diablo, los que tienen vida y los que no la tienen, los que son del

mundo y los que no lo son... Pero también se ha señalado que hay una gran cantidad de palabras (unas 813) que aparecen en el Evangelio pero están ausentes de las cartas.

Características. Estas cartas tienen un carácter pastoral y, al mismo tiempo, polémico. El deseo de Juan es, por un lado, proteger a sus “hijitos” y, por el otro, refutar las malas enseñanzas que intentaban confundirles. El principal problema era cristológico. Juan advierte contra los “falsos profetas [que] han salido por el mundo”, diciendo: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios” (1 Jn. 4:1–3). “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (2 Jn. 7).

Como se menciona en el artículo sobre el cuarto Evangelio, “la tradición señala que el apóstol tenía muy en cuenta las enseñanzas de Cerinto, un hereje que, al parecer, mezclaba especulaciones de los ebionitas, con elementos de lo que luego sería el gnosticismo. Los ebionitas negaban la existencia del Señor Jesús, antes de nacer de María. Por eso Juan registra detalladamente la discusión con los judíos (Jn. 8:46–59), que termina diciendo: `De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy’. El apóstol toma también en consideración la herejía docetista. Esta alegaba que la humanidad del Señor sólo había sido aparente. Esto explica el énfasis de Juan al hablar de que `el Verbo fue hecho carne’ (Jn. 1:14). Hay que notar en este Evangelio el empeño en subrayar la condición del Señor como Hijo del Hombre. Juan desea que sus lectores entiendan que el Hijo de Dios se hizo Hijo del Hombre, pues sólo así era posible obtener una expiación por los pecados del mundo, a través de su verdadera muerte y verdadera resurrección.”

Primera de Juan. Desarrollo. El apóstol enfatiza que habla de cosas que había experimentado de manera directa (“lo que hemos visto ... contemplado, y palparon nuestras manos”). Fue una experiencia física, pero lo que se manifestó fue “la vida eterna”. Eso es el anuncio, lo que predica. “Dios es luz”. No se puede tener comunión con él si estamos en pecado. Pero si lo confesamos, “él es fiel y justo para perdonar” (1 Jn. 1:1–10).

Cristo es “la propiciación por nuestros pecados”. Conocer a Dios es guardar sus mandamientos. El que dice que está en luz, debe amar a su hermano. Juan se dirige a sus “hijitos” de todas las edades. Les dice que no deben amar al mundo, pues lo que hay en él, “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida”, no provienen del Padre. Una señal de los últimos tiempos es la apostasía de algunos. El que niega “que Jesús es el Cristo” es un mentiroso. Son personas “que os engañan”. El apóstol anima a sus “hijitos” a perseverar (1 Jn. 2:1–29).

Comienza entonces a exponer sobre el amor. El amor del Padre se ha manifestado en “que seamos llamados hijos de Dios”. Tenemos la esperanza de ser como Cristo. Eso debe conducirnos a la purificación. “Todo aquel que permanece en él no peca”, pero “el que practica el pecado es del diablo”. El mensaje que hemos recibido es “que nos amemos los unos a los otros”, pues “el que aborrece a su hermano es homicida”. “Pero el que tiene bienes de este mundo” y no ayuda al hermano pobre “¿cómo mora el amor de Dios en él?” Guardar los mandamientos de Dios es “que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado” (1 Jn. 3:1–24).

Los hermanos no deben creer “a todo espíritu”. Si alguien no confiesa la encarnación del Señor Jesús, no es de Dios. “Nosotros somos de Dios”. Insiste en que nos amemos unos a otros, porque “el que no ama, no ha conocido a Dios”. El amor de Dios consiste en que envió a su Hijo “en propiciación por nuestros pecados”. “El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Jn. 4:1–21).

La fe de los cristianos ha vencido al mundo. “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”. Sabemos que podemos orar, pues él nos oye. “Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Juan anima a cuidar de los que habían caído en pecado “que no sea de muerte”, orando por ellos. Finalmente, ratifica que “sabemos que el Hijo de Dios ha venido al mundo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna. Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Jn. 5:1–21).

Segunda de Juan. Desarrollo. El tema de 1 Juan se repite, más resumido, en esta carta. Su propósito parece que estuvo relacionado con la hospitalidad que debía darse a los evangelistas, maestros o misioneros que viajaban constantemente entre las iglesias. El apóstol, comienza declarando su gozo por la perseverancia en la fe de la “señora elegida” y sus hijos. Muchos piensan que esos términos, “señora elegida”, son una especie de personificación de una iglesia y que, por lo tanto, la carta no fue dirigida a una dama. Le advierte el apóstol contra “los engañadores” que “han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne”. Les anima a perseverar “en la doctrina de Cristo”. “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!”, para no participar “en sus malas obras”. Luego se despide indicando que piensa visitarles pronto (2 Jn 1–13).

Tercera de Juan. Desarrollo. La carta a •Gayo también está relacionada con la hospitalidad que debía darse a los evangelistas, maestros o misioneros que viajaban constantemente entre las iglesias. Pero mientras en 2 Jn. se advierte contra los falsos maestros y engañadores, en 3 Jn. se felicita a Gayo por su hospitalidad con los siervos verdaderos (“... fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos”). Los misioneros salían “por amor al nombre de El, sin aceptar nada de los gentiles”. Los hermanos deben “acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad”. La excepción, muy negativa, la constituye •Diótrefes, “al que le gusta tener el primer lugar” y se negaba a recibir a los hermanos. Incluso “a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. En cambio, “todos dan testimonio de •Demetrio”. El apóstol le anuncia que espera verle “en breve” para hablar “cara a cara”. Pide que salude a los amigos, “a cada uno en particular” (3 Jn. 1–15).

JUAN, EVANGELIO El cuarto de los Evangelios.

Autor y fecha. Es casi universal la aceptación de la autoría de Juan el apóstol, hijo de Zebedeo. Aunque algunos especulan sobre la posibilidad de que interviniera un amanuense o un discípulo de Juan en el acto específico de escribir esta obra, nadie duda que detrás de ella está la autoridad de Juan. En el Fragmento Muratoniano (170 d.C. •Canon del NT) aparece este Evangelio, pero con la indicación de que lo hizo con la ayuda de varias personas, porque Juan estaba ya muy viejo. Fue escrito en la última década del primer siglo, probablemente en el año 95 a.C.

Características. Según Clemente de Alejandría, a Juan le pidieron que escribiera este evangelio en vista de que ya existían otros que narraban los eventos de la vida del Señor Jesús y que se necesitaba otro con más énfasis en los aspectos “espirituales”. Dice Eusebio que a Juan le mostraron los otros tres Evangelios y que les dio su aprobación, pero que pensó que los mismos no daban detalles sobre los eventos que antecedieron a la prisión de Juan el Bautista, lo cual contribuyó a la decisión de escribir otro.

En los primeros tres Evangelios los milagros del Señor Jesús son la evidencia de su naturaleza mesiánica. El cuarto Evangelio mezcla los eventos con la interpretación de los mismos. Los milagros son señales que apuntan hacia quién, realmente, es el Señor Jesús y qué

vino a hacer en el mundo. Se interpreta lo que significa que el Verbo de Dios haya venido al mundo. El propósito se expresa claramente en las palabras: “Estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Jn. 20:31).

También motivó este Evangelio el problema de la infiltración de ciertas doctrinas ajenas al cristianismo que ya venían causando confusión en tiempos de Juan. La tradición señala que el apóstol tenía muy en cuenta las enseñanzas de Cerinto, un hereje que, al parecer, mezclaba especulaciones de los ebionitas, con elementos de lo que luego sería el gnosticismo. Los ebionitas negaban la existencia del Señor Jesús, antes de nacer de María. Por eso Juan registra detalladamente la discusión con los judíos (Jn. 8:46–59), que termina diciendo: “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy”. El apóstol toma también en consideración la herejía docetista. Ésta alegaba que la humanidad del Señor sólo había sido aparente. Esto explica el énfasis de Juan al hablar de que el “Verbo fue hecho carne” (Jn. 1:14). Hay que notar en este Evangelio el empeño en subrayar la condición del Señor como Hijo del Hombre. Juan desea que sus lectores entiendan que el Hijo de Dios se hizo Hijo del Hombre, pues sólo así era posible obtener una expiación por los pecados del mundo, a través de su verdadera muerte y verdadera resurrección.

Para los detalles sobre los relatos de este Evangelio •Evangelios. •Jesucristo. •Milagro. •Sinópticos.

JUANA (Jehová ha sido gracioso). Discípula del Señor Jesucristo. Era “mujer de Chuza, intendente de Herodes”. Ella, María Magdalena, “Susana y otras muchas” “que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades” servían de sus bienes al Señor, acompañándole a veces en sus viajes (Lc. 8:2–3). Fue una de las mujeres que fueron a la tumba a ungir el cuerpo del Señor, el cual no encontraron porque había resucitado (Lc. 24:1–10).

JUBAL (Tocando). Hijo de Lamec y Ada. “Fue padre de todos los que tocan arpa y flauta” (Gn. 4:21).

JUBILEO, AÑO DEL Una de las instituciones más avanzadas del derecho mosaico fue la del j. La tierra debía ser sembrada y cosechada durante seis años, pero en el año séptimo se le dejaba descansar (Éx. 23:10–11; Lv. 25:1–7). Ese era el año sabático, pero cada cincuenta año se efectuaba el año del jubileo (Lc. 25:8–34). Debían contarse “siete semanas de años, siete veces siete años” para celebrar el A. del J., cuando se tocaría la trompeta por toda la tierra de Israel pregonando libertad. En ese año cada cual volvería a su posesión. Los terrenos no podían venderse a perpetuidad, sino que se establecía su precio tomando en cuenta el tiempo que faltaba para el a. del j. “Cuanto mayor fuere el número de los años, aumentarás el precio, y cuanto menor fuere el número disminuirás el precio”, en razón de que en ese año había que devolver la propiedad a su dueño original. La verdad es que los israelitas no fueron fieles en practicar estos mandamientos, como lo atestigua Jeremías (Jer. 34:8–20). Hay que consignar, sin embargo, que tras el retorno del exilio en tiempos de Esdras se acordó “que el año séptimo dejaríamos descansar la tierra y remitiríamos toda deuda” (Neh. 10:31).

JUBILEOS, LIBRO DE LOS Libro apócrifo escrito originalmente en hebreo, pero conocido por una copia etiópica de una versión griega. Fue escrito en el siglo II a.C. Los eruditos lo relacionan con los •esenios o la comunidad de •Qumrán, pues allí se han encontrado fragmentos de él. Se le clasifica como obra del género apocalíptico. Reelabora lo narrado desde Gn. 1 a Éx. 2, en la forma de una revelación que un ángel hace a Moisés en el monte Sinaí. El nombre le viene por dividir la historia en períodos de cuarenta y nueve años o jubileos. Éstos, a su vez, se dividen en períodos de siete años. •Apócrifos y pseudoepigráficos, Libros.

JUCAL (Jehová es poderoso). Personaje que fue enviado por el rey Sedequías al profeta Jeremías para pedirle que rogara a Dios por el pueblo a causa del conflicto con los caldeos (Jer. 37:3). Oyendo el mensaje de Jeremías, que exhortaba a la sumisión a los caldeos, J., junto con otros príncipes querían la muerte del profeta. El rey les permitió que lo echaran en la cárcel (Jer. 38:1–6).

JUDÁ (Alabanza, acción de gracias). Nombre de personas, una tribu, y el reino de ésta en el AT.

1. Cuarto de los hijos de •Jacob y •Lea (Gn. 29:35). Es uno de los hijos de Jacob de cuya vida y carácter se ofrecen algunos detalles en el Pentateuco. Se dice que “se apartó de sus hermanos” y se casó con una cananea cuyo padre se llamaba •Súa, con la cual tuvo tres hijos (Gn. 38:1–5). Dos de esos hijos, •Er y •Onán, murieron sin dejar descendencia. Sela, en cambio, tuvo muchos hijos y nietos (1 Cr. 4:21–23).

J. procreó a los mellizos •Fares y •Zara, con •Tamar, que era viuda de Er y Onán. Tamar engañó a J. porque éste no había cumplido con la promesa de darla por esposa a Sela (Gn. 38:11–30). Antes de estos hechos, J. desempeñó un papel de importancia en la historia de •José, convenciendo a sus hermanos que en vez de matar a José lo vendieran como esclavo (Gn. 37:26–27). Por la manera en que sirve de vocero de sus hermanos ante Jacob (Gn. 43:3–10) y frente a José, como virrey de Egipto (Gn. 44:16–34), se ve que había llegado a ocupar un puesto de cierta preponderancia en la familia.

2. Tribu de los descendientes del #1. Inicialmente esta tribu ocupaba un lugar bajo en relación con las otras. Fue, además, la que más se mezcló con otros grupos no hebreos, comenzando por el mismo Judá, que casó con una cananea. Luego, los •cenezeos se identificaron tanto con la tribu de J. que vinieron a ser considerados como parte de ésta. El gran líder •Caleb era un cenezeo. Sin embargo, es contado como uno de los pilares de esta tribu. •Otoniel, sobrino de Caleb, fue uno de los jueces de Israel (Jue. 3:8–11). En el libro de los •Jueces no se menciona esta tribu, con excepción del caso de Otoniel. La tribu de •Efraín era considerada como más importante. Sin embargo, la tribu de J. estaba destinada a desarrollar un papel de preponderancia en la historia de Israel, como se refleja en la bendición de Jacob (“ J., te alabarán tus hermanos ... los hijos de tu padre se inclinarán a ti. Cachorro de león, J.... No será quitado el cetro de J....” [Gn. 49:8–12]). El Señor Jesús era de esa tribu (“Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de J....” [He. 7:14]).

Los miembros de esta tribu se asentaron en las montañas, en la Sefela y en las tierras semidesérticas al S de Canaán. Sus fronteras aparecen descritas en Jos. 15:1–12. La expresión “tierra de J.” en Dt. 34:2 señala la parte S del territorio montañoso al O del Jordán, en contraste con la Galilea, los montes de Efraín y el Neguev. Incluye toda esa zona entre el Jordán y el mar Mediterráneo. En otras porciones, sin embargo, es una referencia al territorio que ocupaba la tribu de J. (Rt. 1:7; 1 S. 22:5). Al dividirse el reino de Israel, la tribu de J., junto con la de Benjamín, constituyeron el reino de Judá, con Jerusalén como capital. Después del retorno del exilio, se usaba la expresión para señalar a la provincia de J. (Zac. 1:21).

3. Levita de tiempos de Esdras y Nehemías (Esd. 10:23; Neh. 12:8).

4. Benjamita de tiempos de Esdras. Fue “el segundo en la ciudad” de Jerusalén (Neh. 11:9).

5. Personaje en la ascendencia de •Petaías hijo de Mesezabeel, de la tribu de Judá (Neh. 11:24).

6. Uno de los “príncipes de Judá” en tiempos de Esdras y Nehemías. Participó en la celebración por la restauración del muro (Neh. 12:34).

7. Sacerdote de tiempos de Esdras y Nehemías. Participó en la celebración por la restauración del muro (Neh. 12:36).

8. Personaje en la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:26).

9. Personaje en la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:30).

JUDAÍSMO La religión de los judíos. No debe confundirse con la religión del AT, puesto que es más bien un desarrollo de ésta. No se conoce este designación en el AT, sino en el NT. Pero la palabra surgió en tiempos intertestamentarios, como puede verse en un texto en el libro apócrifo de 2 Macabeos 2:21. El apóstol Pablo, escribiendo a los Gálatas, dice: “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el j., que perseguía a la iglesia de Dios ... y en el j. aventajaba a muchos de mis contemporáneos...” (Gá. 1:13–14). El mismo Pablo usó el verbo “judaizar” (“... ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?” [Gá. 2:14]). El término hace referencia, no sólo a la religión judía sino a sus costumbres y formas de vida. Los judíos mismos prefieren llamar a su religión “Torá” (Enseñanza, Doctrina), porque j. les parece que hace énfasis en los aspectos culturales, mientras que Torá habla de revelación. Pero generalmente se usan una u otra palabra. No hay duda de que Pablo aplicaba el vocablo tanto a la religión como a las costumbres judías.

El j. surgió mayormente en el exilio, cuando no había •templo, ni sacrificios, ni sacerdocio. Los judíos enfrentaron esa nueva situación aferrándose a las tradiciones de sus padres. El nuevo centro religioso fue la sinagoga, la cual permanece como institución religiosa después del retorno a Jerusalén y la reconstrucción del •templo. La ley de Moisés era estudiada para asegurar que aun en el exilio o en su tierra los israelitas cumplirían con sus preceptos. A la lectura de la ley de Moisés, la tradición fue haciendo comentarios que pasaron oralmente de generación a generación, especialmente desde el año 20 d.C. hasta el 200 d.C. Un famoso rabí llamado Judá ha-Nasi las recopiló en forma escrita a principios del siglo III d.C. A esa colección se le llama “la Misná”. Como resultado de los estudios hechos por los eruditos judíos a la Misná se fueron añadiendo a ésta, entre los siglos III y VI d.C. muchos apuntes y comentarios que se le hacían. El •Talmud es el conjunto de la Misná con esas adiciones. Como ve, el j. es algo que fue evolucionando después de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor y la •diáspora y que viene a cristalizarse en su forma actual alrededor del año 500 d.C.. En nuestro caso, nos interesa saber en cuál etapa de ese desarrollo se encontraba cuando se escribió el NT, es decir, en el primer siglo de la era cristiana, sabiendo que todos los libros del NT, menos Apocalipsis, fueron escritos antes de la destrucción del •templo por los romanos en el año 70 d.C. A continuación algunas de las ideas básicas que conformaban el j.:

Dios. Antes que nada, el j. se preciaba de su monoteísmo. La existencia de un solo Dios verdadero era esencial para un judío del NT, puesto que se contraponía a la idolatría generalizada. La invocación de la unidad de Dios haría que la doctrina cristiana de la •Trinidad viniera a ser abominación para el j.

La •Torá. Ese Dios se había revelado a sí mismo por medio de la Torá, los cinco libros de Moisés. Los judíos del NT no hacían las diferencias que hoy se señalan entre “ley moral”, “ley civil” y “ley ceremonial”. Los libros de Moisés son todos “la Torá”, la ley. Los judíos la aceptaban como la revelación de Dios. Había diferencia, sin embargo, en cuanto al tratamiento que se daba a los profetas. Los •saduceos no los aceptaban como autoridad, aunque reconocían que tenían cierto valor. Los •fariseos, en cambio, veían como autoritativo todo el AT. Había otra secta, los •esenios, que aceptaban también la Torá y creían que los

profetas podían adquirir autoridad dependiendo de que fueran interpretados por un buen maestro. Estas diferencias de actitudes frente a la Torá implicaban, como es natural, diferentes énfasis doctrinales de conformidad con la interpretación de cada una de estas sectas.

La elección de Israel. Los judíos del NT creían que Dios, en su revelación, había escogido a Israel para un futuro glorioso. Los israelitas de nacimiento, entonces, eran el pueblo de Dios. Un gentil podía pasar a ser judío por medio de la conversión.

El •Mesías. La esperanza de Israel era el Mesías, un libertador humano que les libraría de la opresión e inauguraría la etapa gloriosa de su historia. La idea era de un líder político y militar que realizaría grandes portentos y maravillas. La idea de un Mesías sufriente, aunque claramente indicada en el AT, no aparecía como fijada en la mente de los israelitas.

La •resurrección. La idea de una vida después de la muerte era algo enseñado por los fariseos. Los saduceos lo negaban. Los judíos del NT, en su mayoría, hablaban de “este presente siglo” y del “siglo venidero”, cuando Dios premiaría a los justos y castigaría a los impíos.

Ritos y fiestas. El j. de tiempos del NT, como se ha dicho, no hacía separación entre ley moral, leyes rituales y leyes civiles. El judío decía “la Torá”, refiriéndose a los cinco libros de Moisés que incluía todo ello. Por lo tanto, el cumplimiento del ritual del AT y la celebración de los días especiales eran cosa obligatoria, formando parte, en su pensar, de la esencia misma de su religión. Tanto guardar el •sábado como la •circuncisión eran considerados como mandamientos con igual peso. Así también la celebración de la •Pascua o la fiesta de los Tabernáculos u otras.

El hombre. Los judíos del NT reconocían que el hombre había nacido con cierta inclinación hacia el mal, pero que también era capaz de hacer el bien. El cumplimiento de la Torá acercaba al ser humano al ideal de justicia que le haría agradable ante Dios. En el Talmud, que pertenece al j. más desarrollado de tiempos posteriores al NT, se conserva una tradición según la cual Dios dio a Moisés seiscientos trece preceptos. Más tarde, sin embargo, los videntes y profetas los fueron reduciendo a varios principios básicos. David los redujo a once, que se encuentran en el Sal. 15. Isaías a seis, según Is. 33:15 y luego a dos, según Is. 56:1. Finalmente, Habacuc los redujo a uno (“El justo por su fe vivirá” [Hab. 2:4]). Los efectos del pecado, salvo la muerte, podían ser evitados mediante los sacrificios y las buenas obras. Es famosa la anécdota de un gentil que pidió al rabino Hillel que le enseñara toda la Torá mientras él la aprendía haciendo equilibrio sobre una sola pierna. Hillel aceptó y le dijo: “No hagas a tu prójimo aquello que odiarías que lo hicieran a ti mismo. Esa es la totalidad de la Torá. El resto no son sino comentarios. Ve y estudia”.

Los rabinos. Cualquier persona que se dedicara al estudio de la Torá y fuera capaz de enseñar podía ser rabino. No se trata de una clase sacerdotal, ni de una casta. Tampoco era un linaje, aunque se apreciaba que un hijo de rabino llegara a serlo también. No se permitía a la mujer ser rabino, porque ésta estaba bajo la autoridad de su marido.

JUDAIZAR. JUDAIZANTES El verbo j. aparece sólo una vez en la Biblia, en Gá. 2:14, donde Pablo relata que llamó la atención a Pedro diciéndole: “¿Por qué obligas a los gentiles a j.?” Es decir, a comportarse religiosamente como si fueran judíos. El término “judaizantes” no aparece en el NT, pero en el lenguaje exegético corriente se utiliza para señalar a los hermanos judíos que habiéndose convertido a Cristo seguían con las observancias de la ley y quisieron obligar a los gentiles a hacer lo mismo. El conflicto que esto trajo motivó, entre otras cosas, la decisión del concilio de Jerusalén (Hch. 15:1–29) y la epístola a los Gálatas.

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JUDAS Varias personas en el NT llevan este nombre:

1. Tadeo. Uno de los doce apóstoles escogidos por el Señor Jesús. Aparece en las listas de Lc. 6:13–16 y Hch. 1:13, como “hermano de Jacobo” (literalmente: “Judas de Jacobo”, por lo que algunos leen: “hijo de Jacobo”). En la lista de Mt. 10:2–4, aparece como “Lebeo, por sobrenombre Tadeo”. En la lista de Mr. 3:15–19 aparece como “Tadeo”. Algunos señalan el sobrenombre “Tadeo” como significando “de seno femenino” y “Lebeo” como una derivación de la palabra hebrea “corazón”, por lo cual interpretan que es una referencia a un carácter dulce, apacible y compasivo. Fue el que interrogó al Señor sobre las razones por las cuales éste se manifestaría sólo a ellos y no al mundo (Jn. 14:22). Algunos piensan que J. T. fue el autor de la Epístola de Judas, porque ésta comienza diciendo: “Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo...” (Jud. 1:1). Pero la expresión “... tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo...” (Jud. 17) parecen sugerir que el autor no se considera un apóstol. Por eso muchos piensan que el autor de dicha epístola fue •Judas, el hermano del Señor. •Hermanos del Señor. •Judas, Epístola. No se tienen noticias muy ciertas sobre el desarrollo de la vida y ministerio posterior de J. T. Una tradición dice que murió mártir en Mesopotamia.

2. El hermano del Señor. Antes de la muerte de Cristo fue incrédulo (Jn. 7:5). Generalmente se identifica a este J. con el autor de la epístola de ese nombre. No se sabe más nada sobre su vida. (•Hermanos de Jesús).

3. El Galileo. Personaje judío que Gamaliel citó en su discurso, junto a otro llamado •Teudas, cuando propuso que no se persiguiera a Pedro y los apóstoles. Habló el sabio judío de una rebelión que protagonizó J. el G. “en los día del censo... llevó en pos de sí a mucho pueblo”, y fue muerto y sus seguidores dispersados (Hch. 5:37). Gamaliel llamó la atención sobre este fracaso, alegando que si lo que predicaban los apóstoles era falso les pasaría lo mismo. J. el G. fue posiblemente un nacionalista judío. Josefo confirma la historia, aunque su cronología es un poco diferente. Lucas señala que el censo fue “siendo Cirenio gobernador de Siria” (Lc. 2:2); luego, en el discurso de Gamaliel, J. el G. se levantó “en los días del censo”; Josefo confirma que “un cierto Judas de Gamala” se levantó cuando Cirenio era gobernador de Siria. La protesta de J. de Gamala fue por causa del censo y, según Josefo, porque reprochaba “a los judíos por obedecer a los romanos cuando tenían a Dios como señor”.

4. El Iscariote. Uno de los doce apóstoles escogidos por el Señor Jesús (Mt. 10:1–4; Mr. 3:13–19; Lc. 6:13–16). Juan dice que era “hijo de Simón” (Jn. 6:71; 12:4). El sobrenombre de Iscariote significa “natural de •Queriot”. El Señor le llamó “diablo” (“¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?” [Jn. 6:70]) e “hijo de perdición” (“... ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición” [Jn. 17:12]).

El Señor “sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar” (Jn. 6:64). Después del discurso en la sinagoga de Capernaum, cuando el Señor Jesús habló del “pan de vida”, “muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él” J. I. quedó en el círculo de los doce, pero sin fe alguna. Funcionaba como tesorero en las actividades del Señor Jesús y sus discípulos, a los cuales robaba (“... era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella”). Por eso protestó cuando María ungió al Señor con un perfume muy caro, diciendo que se había desperdiciado y que hubiera sido mejor venderlo por “trescientos denarios” y darlo “a los pobres” (Jn. 12:3–6).

Después de este incidente, J. I. decidió traicionar al Señor Jesús ofreciéndose a los sacerdotes para ayudarles a localizar al Señor a cambio de una suma de dinero (“¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?”). Ellos “le asignaron treinta piezas de plata” (Mt. 26:14–16; Zac. 11:13). Lo que se buscaba era apresar al Señor Jesús en un momento propicio, sin alborotar al pueblo (Lc. 22:6). En la noche en que comían la pascua, el Señor dijo a sus discípulos: “Uno de vosotros me va a entregar” (Mt. 26:21). Y señaló a J. I. por medio de una señal convenida con Juan (Jn. 13:21–26). El mismo J. I. preguntó: “¿Soy yo, Maestro?”. Y Cristo se lo confirmó (Mt. 26:25). Satanás entró en J. I. en ese momento y salió a buscar a los que querían apresar al Señor. Conociendo el lugar donde Cristo iba usualmente, el huerto de •Getsemaní, se presentó allí con “una compañía de soldados y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos” (Jn. 18:1–3), e identificó al Señor por medio de un beso (Mt. 26:47–49).

Cuando J. I. vio que el Señor Jesús era condenado “devolvió arrepentido las treinta piezas de plata”, diciendo: “Yo he pecado entregando sangre inocente”. Al parecer, esa condena a muerte no estaba dentro de los planes de J. I. Los sacerdotes no quisieron recibir el dinero, por lo cual “fue y se ahorcó”. Pedro dice que “cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron” (Hch. 1:18). Papías, escribiendo en el siglo II d.C., dijo que el cadáver de J. I. se hinchó desmesuradamente. Otra tradición cuenta que la cuerda con la cual J. I. quiso suicidarse se rompió, lo cual podría explicar la expresión “cayendo de cabeza”. Con el precio de la traición de J. I. se compró “el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros” (Mt. 27:1–10; Hch. 1:19). Después de la resurrección, los apóstoles escogieron a •Matías para ocupar el lugar de J. I. (Hch. 1:15–26).

JUDAS, EPÍSTOLA DE Carta escrita por un “hermano de Jacobo”. El autor se llama a sí mismo “siervo de Cristo” (Jud. 1).

Autor y fecha. Desde muy temprano en la historia de la Iglesia se atribuye esta obra a uno de los hermanos del Señor Jesús. Según Mt. 13:56 y Mr. 6:3, éstos se llamaban •Jacobo (Santiago), •José, •Simón y •Judas". Muchos opinan que el autor de la epístola no dice “hermano del Señor” por humildad. Como tampoco lo hace •Santiago ( •Jacobo). Se piensa que la obra fue escrita entre los años 70 y 80 d C. La expresión “... tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo...” (Jud. 17) parecen sugerir que el autor no se considera un apóstol. Esto podría confirmar la opinión en cuanto a que no se trata de •Judas Tadeo.

Canonicidad. Clemente de Alejandría (155 al 220 d.C.) escribió un comentario sobre esta epístola. A principios del siglo II, otros autores cristianos la citan, entre ellos Atenágoras y Policarpo. A pesar de esto, muchas iglesias, especialmente en el Oriente, tenían dudas sobre la canonicidad de J. El problema surgía del uso que hace el escritor de varios libros apócrifos, entre ellos I Enoc y La asunción de Moisés. Ya en el siglo IV la epístola quedó como parte del canon. Figura en el famoso fragmento de Muratori (•Apócrifos y pseudoepigráficos del NT. •Canon del NT).

Las citas de los apócrifos. El uso de material sacado de los libros apócrifos hizo que algunos autores, como Clemente de Alejandría y Tertuliano, aceptaran a esas obras como Escritura. Pero con el tiempo los creyentes fueron dándose cuenta de que los apócrifos contienen muchas leyendas y conceptos que contradicen el resto de la Biblia, por lo cual fueron dejados fuera del canon. Así como Pablo utilizó citas de profetas paganos (Hch. 17:28; Tit. 1:12), lo cual no significa que apruebe todo lo que digan las obras citadas, el autor de la epístola toma del texto de libros apócrifos sin por ello otorgarle al resto del mismo la calidad de Sagrada Escritura. También en 2 P. 2:4–5 se hace uso de pasajes de los apócrifos. Muchos comparan esta epístola con 2 P. 2:1–22, encontrando entre ellos cierta similitud. No se ha

podido llegar a una conclusión en cuanto a quién escribió primero, si el autor de Judas o el de 2 Pedro.

Desarrollo. La carta no está dirigida de manera general, sino a un grupo específico de creyentes. Hoy no sabemos quiénes eran éstos. Fue escrita para hacer frente a falsas doctrinas, enseñadas por hombres que habían “entrado encubiertamente” entre los hermanos (Jud. 4). El autor dice que tenía la intención de escribirles desde hacía tiempo, pero que ahora lo hacía porque era necesario. “Hombres impíos” estaban enseñando doctrinas de error. Éstas parecían contener elementos de un gnosticismo muy incipiente, que se expresaba en una forma distinta a la que Pablo había combatido en el caso de los colosenses. Los falsos maestros enseñaban:

a) El libertinaje (“... convierten en libertinaje la gracia de Dios” [Jud. 4]).

b) Negación de la deidad y señorío de Cristo (“... niegan a Dios el único soberano y a nuestro Señor Jesucristo” [Jud. 4]).

c) Lujuria (“... mancillan la carne” [Jud. 8])

d) Rebeldía y desorden (“... rechazan la autoridad” [Jud. 8])

e) Irrespeto y blasfemia contra los seres espirituales (“... blasfeman de las potestades superiores” [Jud. 8]).

El autor amonesta a sus lectores sobre la necesidad de contender “ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 3). Para animarles en la fidelidad, pone varios ejemplos:

a) El caso de los israelitas que fueron salvados de Egipto, pero que “después” el Señor “destruyó a los que no creyeron” (Jud. 5). Es una referencia al •éxodo y lo que se narra en el Pentateuco.

b) El caso de Sodoma y Gomorra. Destaca el hecho de que los habitantes de aquellas ciudades habían “fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza”, siendo luego “puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Jud. 7). Alude a lo narrado en GN. 19:24–25).

c) El caso de la contienda del arcángel Miguel con el diablo (Jud. 9). Destaca el hecho de que ni aun ese arcángel “se atrevió a proferir juicio de maldición contra” Satanás. Por testimonio de Clemente y Orígenes se sabe que este relato, ahora perdido, aparecía en el libro apócrifo La asunción de Moisés.

Pasa enseguida a lamentarse, con un sentido de amenaza (“¡Ay de ellos!”), comparando a los falsos maestros con varios personajes del AT. Dice que “han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré” (Jud. 11).

Lleno de santo celo, el autor continúa lanzando diversos epítetos contra los falsos maestros. Les llama:

a) “Manchas en vuestros ágapes” (Jud. 12).

b) Apacentadores de sí mismos (Jud. 12).

c) “Nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos” (Jud. 12).

d) “Árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados” (Jud. 12).

e) “Fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza” (Jud. 13).

f) “Estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” (Jud. 13).

g) “Murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos ... adulando...” (Jud. 16).

Dice que “Enoc, séptimo desde Adán”, profetizó sobre estos falsos maestros, diciendo: “He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos...” (Jud. 14–15). Es una cita del libro apócrifo 1 Enoc.

Les recuerda también que los apóstoles habían profetizado que “en el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.... los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen el Espíritu” (Jud. 17–19). Continúa exhortando a los creyentes, los cuales deben:

a) Edificarse sobre la “santísima fe” (Jud. 20).

b) Orar “en el Espíritu Santo” (Jud. 20).

c) Esperar “la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna” (Jud. 21).

d) Convencer a los que dudan (Jud. 22).

e) Salvar a los que están en peligro de caer, “arrebatándolos del fuego” (Jud. 23).

f) Teniendo misericordia con temor de aquellos que han caído, pero “aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Jud. 23).

Termina con una doxología: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.” (Jud. 24–25).

JUDEA Los persas llamaban Yehud (traducido como J. en Esd. 5:8 y 7:14) a parte de los territorios del antiguo reino de Judá (Esd. 5:8; 7:14). Los griegos y romanos, posteriormente, lo llamaron J. El NT hereda ese uso, que aparece también en los libros apócrifos de 1 y 2 Macabeos y en los escritos de Josefo. En la época de la narración de los evangelios J. era parte de la provincia de Siria y estaba administrada por procuradores romanos.

JUDÍOS El término j. proviene del hebreo Yehudi, que se aplicaba originalmente a los miembros de la tribu de •Judá. Más tarde se llamaba así a los habitantes del territorio que constituyó el reino de Judá, sobre el cual reinó David desde Hebrón (2 S. 5:5). Después que el reino de Israel se dividió, con diez tribus al N (Israel) y dos tribus al S, estas dos últimas continuaron utilizando la designación de Judá y, por lo tanto, a sus habitantes se les fue llamando j., sin tener en cuenta si eran de la tribu de Judá o de Benjamín. Pero al ser destruido el Reino del Norte (Israel), la connotación del nombre dejó de relacionarse solamente con el reino de Judá. Es así que vemos como •Mardoqueo, que era benjamita, es llamado j. (Est. 2:5;

5:13). También en esa época, la palabra era entendida con su peso cultural y religioso, como puede verse en Est. 8:17, donde dice que “muchos de entre los pueblos de la tierra se hacían j., porque el temor de los j. había caído sobre ellos” (Est. 8:17).

Este vocablo se usaba mayormente fuera de Israel, puesto que ellos, dentro de sus fronteras, preferían llamarse “israelitas”. Pero la palabra j. aparece en los libros de la Biblia que tratan del exilio (Esdras, Nehemías, Ester, Jeremías, Daniel y Zacarías) así como en toda la literatura apócrifa y pseudoepigráfica, incluyendo los documentos de •Qumrán. Esta diferencia en el uso puede apreciarse en los Evangelios, cuando en la crucifixión, los habitantes de Jerusalén se burlaban del Señor, diciendo: “El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz”. Sin embargo, Pilato había puesto un letrero que decía: “El Rey de los Judíos” (Mr. 15:26, 32).

En el NT es imprescindible discernir que la palabra j. se utiliza con varios sentidos. Unas veces se refiere a los habitantes de Judea. Pero en muchas ocasiones señala a los religiosos, mayormente habitantes de Jerusalén, que se distinguían incluso de otros israelitas. Los evangelios hablan de Galilea y Judea como regiones distintas. Y a los habitantes de ambas los describe con características propias. Sin embargo, un galileo era israelita y un habitante de Jerusalén también, pero se usaba el gentilicio “galileo” y “j.” diferenciadamente. Marcos y Juan, que eran israelitas, hablan de “los j.” (Mr. 7:3; Jn. 1:19). Pablo, era “hebreo” e “israelita” (2 Co. 11:22), pero alude a los problemas y las persecuciones de los j. en su contra.

JUDIT (La judía). Una de las mujeres heteas que tomó Esaú, que “fueron amargura de espíritu para Isaac y Rebeca” (Gn. 26:34). Su nombre es el femenino de “Judá”.

JUDIT, LIBRO DE Libro apócrifo escrito por un judío de la •Diáspora entre los siglos V al II a.C. Contiene un relato sobre una mujer, de nombre Judit, que libra al pueblo judío de la destrucción por un ejército extranjero. •Apócrifos y pseudoepigráficos del AT, Libros.

JUECES, LIBRO DE LOS Libro del AT, el segundo del grupo que en la Biblia hebrea se llaman “Los Profetas ( Nevi’im)”.

Autor y fecha. Las diferentes historias que aparecen en el libro posiblemente circulaban de manera separada y en forma oral por mucho tiempo. Uno o varios compiladores las pusieron juntas. Según la tradición hebrea en el Talmud, Samuel fue el autor. Pero otros consideran que él o los compiladores fueron los mismos que formaron los libros de •Josué, •Reyes y •Crónicas, posiblemente en tiempos del exilio. Por lo tanto, es difícil establecer la fecha de composición.

Características. Se trata de una obra histórica que sirve de puente para enlazar las épocas de Moisés y Josué, con las de David y Salomón. No debe entenderse que relata la vida de personas que se ocupaban de asuntos legales o judiciales. Se comprende mejor el título del libro usando las palabras de Jue. 2:16 (“Y Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les despojaban”). La función judicial de estos “salvadores” o “libertadores” que Dios enviaba, era secundaria. Lo primordial consistía en librar a Israel de sus enemigos. El término “juez” no se aplica a ninguno de los personajes del libro, pero sí se dice de ellos que “juzgaron”.

Es importante reconocer que los diferentes jueces o shofetim y sus respectivas historias desenvuelven sus actividades en ambientes geográficamente limitados, que no incluían todo Israel. Las opresiones de las cuales se habla eran el resultado de las agresiones de alguna nación vecina a una o varias de las tribus.

Desarrollo. El libro comienza a relatar los esfuerzos de los israelitas para conquistar la tierra después de la muerte de Josué. La historia recapitula las luchas llevadas por las diversas tribus, señalando el hecho de que algunas de ellas no destruyeron por completo a los habitantes de Canaán (Jue. 1:1–36).

En una •teofanía, Dios llama la atención a Israel por haber hecho pacto con las naciones. Se narra cómo, después de la muerte de Josué, vino una generación “que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel” (Jue. 2:10). Se hace un resumen a grandes rasgos de lo que pasaría a continuación: la apostasía de Israel, la opresión de los enemigos, la liberación por vía de un juez, y el retorno, como un círculo vicioso, al mismo comportamiento (Jue. 2:1–23; 3:1–7).

•Otoniel. Una de las opresiones provino de •Cusan-risataim rey de Mesopotamia. Dios levantó a •Otoniel como salvador (Jue. 3:8–11).

•Aod. Los moabitas, al mando de •Eglón, oprimieron a Israel. “Jehová les levantó un libertador, a Aod hijo de Gera”. Éste mata a Eglón con un largo puñal y luego se pone al frente de los efraimitas, y derrotó a los moabitas (Jue. 3:12–29).

•Samgar. Fue utilizado por Dios para liberar a Israel de la amenaza filistea (Jue. 3:31).

•Débora. •Jabín, rey de Hazor, extendió su influencia sobre Israel. El capitán de su ejército se llamaba Sísara. “Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora...” (Jue. 4:4). Ésta llama a •Barac, de la tribu de Neftalí. Juntos atacan a Sísara, que es derrotado. Al huir Sísara, es muerto por una mujer llamada •Jael. Se destruye el poderío de Jabín. Débora emite un cántico en el cual celebra la victoria (Jue. 4:1–24; 5:1–31).

•Gedeón. Israel vuelve a pecar y ahora el opresor son los madianitas. Dios envía un profeta que reprende al pueblo. El ángel de Jehová aparece a •Gedeón y le encomienda liberar al pueblo. Gedeón vence a los amalecitas con un reducido número de soldados. Los israelitas ofrecen a Gedeón hacerlo rey, pero éste rehúsa (“Jehová señoreará sobre vosotros”) (Jue. 6:1–40; 7:1–25; 8:1–32).

•Abimelec. Este hijo de Gedeón mata a sus hermanos. Sólo se salva •Jotam. Abimelec ejerce autoridad en Israel, pero una guerra civil se levanta. Abimelec destruye a Siquem, centro de la rebelión y luego ataca a Tebes. En el ataque pierde la vida (Jue. 8:33–35; 9:1–57).

•Tola. Después de Abimelec, Tola, varón de Isacar, “juzgó a Israel veintitrés años” (Jue. 10:1–2).

•Jair. “Juzgó a Israel veintidós años”, desde la región de •Galaad (Jue. 10:3–5).

•Jefté. Tras un nuevo período de caída, Israel estaba bajo la opresión de los amonitas. Para dirigir una guerra contra ellos fue elegido •Jefté, quien los derrota. Hace, sin embargo, la ofrenda de su hija por la victoria. Los efraimitas se pelean con Jefté por no haberle dado participación en la guerra, pero son derrotados también (Jue. 10:6–18; 11:1–40; 12:1–7).

•Ibzán. Este personaje era de Belén. Juzga a Israel siete años (Jue. 12:8–10).

•Elón. Fue un zabulonita que juzgó a Israel diez años (Jue. 12:11–12).

•Abdón. Personaje de •Piratón, en Efraín, juzgó a Israel unos ocho años (Jue. 12:13–15).

•Sansón. Este líder israelita era de la tribu de Dan. Su conflicto es mayormente con los filisteos. Es engañado por Dalila y muere en el templo de Dagón, derribándolo al presionar sobre sus columnas principales (Jue. 13:1–25; 14:1–20; 15:1–20; 16:1–31).

Después de esta serie de jueces de Israel, se ofrecen varios relatos que señalan el grado de decadencia en el cual había caído el pueblo. Se comienza con la historia de •Micaía, un levita que se convierte en sacerdote de una casa de dioses. Miembros de la tribu de Dan roban la casa y al sacerdote, llevándoselo para ellos (Jue. 17:1–13; 18:1–31).

Otro levita, que regresaba de Belén, adonde había ido a buscar a su concubina, fue maltratado por benjamitas, que tomaron a su mujer, abusaron de ella y la mataron. Como consecuencia de esto se levanta una guerra civil contra Benjamín, de parte de las demás tribus. Mueren casi todos los varones de Benjamín. Luego éstos tienen que robarse mujeres, porque los demás israelitas habían jurado no dárselas voluntariamente (Jue. 19:1–30; 20:1–48; 21:1–25).

JUEGOS Los israelitas jugaban diversos juegos. Las adivinanzas, por ejemplo, eran muy populares, como la que propuso Sansón a sus compañeros (Jue. 14:12–15). Se mencionan j. infantiles. Pintando el cuadro de la felicidad y paz que reinará en la era mesiánica, se nos dice que “el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid” (Is. 11:8), y en Jerusalén “las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas” (Zac. 8:5). El Señor Jesús hizo alusión a un j. de los niños de su época, “que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: ”Os tocamos flauta y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis" (Mt. 11:16–17). La expresión “se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar”, que aparece en 1 Co. 10:7, es una cita de Éx. 32:6. La palabra “jugar” apunta a festejos orgiásticos. Los j. de azar no son tratados de manera específica en las Escrituras. En tiempos modernos los rabinos rechazan su práctica si es para beneficio personal. Si es para fines benéficos los aprueban.

JUEGOS DEPORTIVOS Los israelitas practicaban distintas actividades que hoy serían llamadas deportivas, como el tiro al blanco con arco y flecha (1 S. 20:20), las competencias de carreras, tanto de personas como de caballos (Jer. 12:5); la esgrima (2 S. 2:14–16), etcétera. Pero es en tiempos de la dominación griega y romana que se copian en Israel las costumbres de esos pueblos y se construyen grandes estadios. El establecimiento en Jerusalén de un “gimnasio al uso de los paganos”, como se dice en el apócrifo 1 M. 1:15, fue una de las causas de la rebelión macabea. La cultura judía no podía aceptar la veneración griega del cuerpo humano, que hacía a los atletas competir desnudos en los juegos.

En los escritos del NT, sin embargo, se hace uso de términos relacionados con los deportes conocidos por los gentiles para enseñar con ellos asuntos espirituales. Así, se describe la vida cristiana como un estadio con una “gran nube de testigos”, donde debemos correr “con paciencia la carrera que tenemos por delante”, por lo cual hay que despojarse de todo peso o impedimento a la libertad de movimiento (He. 12:1). En esa carrera (gr. dromos) hay que correr de manera que se obtenga el premio (1 Co. 9:24); Pablo quería acabar su carrera con gozo (Hch. 20:24); y no correr en vano (Fil. 2:16); sostenía “gran lucha” por los colosenses (Col. 2:1); para ser coronado, el atleta tiene que respetar las reglas del juego (2 Ti. 2:5).

Pablo habla del entrenamiento y la disciplina del atleta, pues “todo aquel que lucha de todo se abstiene”, y del premio que recibe: “para recibir una corona corruptible”, y así él quería correr, sabiendo su meta, y pelear como un boxeador, pero “no como quien golpea al aire”, sino su cuerpo (1 Co. 9:25–27). La expresión “no tenemos lucha contra sangre y carne” (Ef. 6:12) sale de las experiencias en los estadios, donde los gladiadores peleaban. •Heraldo.

JUEZ El que juzga. El que toma decisiones y emite sentencias como miembro o cabeza de un tribunal. Moisés hacía esa función en el pueblo de Israel (Éx. 18:13). Su suegro •Jetro le recomendó organizar un cuerpo de j. que tomaran a su cargo la mayoría de los casos, trayendo ante Moisés sólo los más difíciles (Éx. 18:17–26; Dt. 1:9–14). De manera que en el caso de Israel, la judicatura precedió a la ley.

Los j. tenían que ser “varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia” (Éx. 18:21); “Varones sabios y entendidos y expertos” (Dt. 1:13). Su deber era: “Oíd entre vuestros hermanos, y juzgad justamente entre el hombre y su hermano, y el extranjero. No hagáis distinción de persona en el juicio; así al pequeño como al grande oiréis; no tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios” (Dt. 1:16–17).

Mientras el pueblo andaba por el desierto, los j. eran designados atendiendo al número de personas (“... millares ... centenas ... cincuenta ... diez” [Dt. 1:15]). Pero al asentarse en Canaán se establecieron jurisdicciones territoriales (“ J. y oficiales pondrás en todas tus ciudades ... los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio” [Dt. 16:18]). En un principio, la función de juez se entendía como parte integrante del liderazgo civil y militar. Los varones que Moisés escogió para juzgar ejercían, al mismo tiempo, funciones administrativas e incluso guiaban al pueblo en caso de guerra. No debe pensarse, entonces, que el j. se limitaba a asuntos legales.

En el largo período de ajuste en el cual el pueblo se adaptaba a la vida sedentaria en Canaán y se organizaba en el territorio, el liderazgo nacional no estaba muy claro y se produjeron muchos desórdenes en Israel (“En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” [Jue. 17:6]). Como consecuencia de esto los israelitas sufrieron muchas veces la opresión de parte de pueblos vecinos. Sin embargo, cuando clamaban a Dios, éste les enviaba un “salvador” o “libertador”, de los cuales se dice en varias ocasiones que “juzgaban a Israel”, es decir, que servían de líderes, tanto en lo civil como en lo militar. Son los “jueces”, cuyas historias se narran en el libro que lleva ese nombre (Rt. 1:1).

Con el desarrollo de la sociedad israelita, especialmente después del establecimiento de la monarquía, se establecieron j. que tenían como responsabilidad exclusiva los asuntos civiles y legales. Esta organización puede apreciarse en las palabras de Isaías, cuando habla de “el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; el capitán de cincuenta y el hombre de respeto...” (Is. 3:2–3). El rey Josafat puso “en Jerusalén a algunos de los levitas y sacerdotes, y de los padres de familia de Israel, para el juicio de Jehová y para las causas” (2 Cr. 19:8), encomendándoles que actuaran correctamente, porque juzgaban “en lugar de Jehová” (2 Cr. 19:5–7). Pues, ciertamente, desde antiguo se sabía que Dios es “el J. de toda la tierra” (Gn. 18:25; Jer. 25:31). “Dios es el j.” (Jue. 11:27; Sal. 50:6; 75:7). Los j. humanos sólo actúan en representación de él.

Los profetas clamaban contra los pecados que se cometían contra Dios con una práctica de corrupción en la justicia (“... el príncipe demanda, y el j. juzga por recompensa; y el grande habla el antojo de su alma, y lo confirman” (Mi. 7:3). En el NT, el Señor Jesús mencionó en una parábola a un j. injusto “que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre” (Lc. 18:2). En el Evangelio de Juan se nos dice que “el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo” (Jn. 5:22). El Señor Jesús “es el que Dios ha puesto por J. de vivos y muertos” (Hch. 10:42).

JUICIO El término hebreo shepet se traduce como j. Es un derivado de shapat (juzgar, gobernar). Otros vocablos relacionados son shepot (juicio) y mishpat (justicia). Estas palabras están ligadas a la idea de los procesos de gobierno. Pero hay que recordar que los antiguos no dividían a éstos en diferentes ramas, pues una misma persona podía ejercer las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales. Por eso muchas veces, cuando se lee: “los j. de Jehová”,

debe entenderse que se habla de las decisiones de Dios, su palabra, lo que él ordena (“Se gozarán las hijas de Judá por tus j.” [Sal. 48:11]; “No me aparté de tus j., porque tú me enseñaste” [Sal. 119:102]). En muchas otras ocasiones, cuando se usa shepet, se encierra un sentido penal. Así, Dios habla a Israel: “... y yo os sacaré de las tareas pesadas de Egipto ... y os redimiré con brazo extendido, y con j. grandes” (Éx. 6:6; 7:4). Y castiga a Jerusalén con “cuatro j. terribles, espada, hambre, fieras y pestilencia” (Ez. 14:21). Por las sentencias de los jueces están “preparados ... j. para los escarnecedores, y azotes para las espaldas de los necios” (Pr. 19:29). De manera que, a veces, se utiliza la palabra j. como sinónimo de castigo.

Dios es “el Juez de toda la tierra” (Gn. 18:25; Jer. 25:31). “Dios es el j.” (Jue. 11:27; Sal. 50:6; 75:7), y como tal juzga las acciones de los hombres. Esto indica que cada uno de ellos tiene una responsabilidad ante Dios, tiene que rendirle cuentas a él. Las decisiones que Dios toma son perfectas (“Los j. de Jehová son verdad, todos justos” [Sal. 19:9]). La función de juzgar entre los hombres se consideraba una delegación divina, “porque el j. es de Dios” (Dt. 1:17). Los jueces humanos sólo actúan en representación de él.

JUICIO FINAL En el AT se tenía el concepto, como se ha dicho, de Dios como “juez de toda la tierra”, lo cual quería decir que juzgaría las acciones de cada uno de los seres humanos (“Porque tú pagas a cada uno conforme a su obra” [Sal. 62:12]; “Al justo y al impío juzgará Dios” [Ecl. 3:17]). Después del exilio, inmerso en sus muchos sufrimientos, los cuales eran un j. de Dios para Israel, éste dirigía su mirada hacia el futuro en la esperanza de una redención. Esta esperanza, que traería una era de victorias y gloria para el pueblo de Dios, incluía necesariamente derrotas y j. contra los que habían sido sus enemigos. Los profetas anunciaban j. contra las naciones. Una frase que aludía a ese hecho es “el día de Jehová”. Así, el “día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo” (Is. 2:12) y será “terrible, y de indignación y ardor de ira” (Is. 13:9), “de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad...” (Sof. 1:14–18). “Día grande y espantoso” (Jl. 2:31), “grande y terrible” (Mal. 4:5).

En la literatura intertestamentaria, especialmente en el Libro I de Enoc, se desarrolla el concepto de j. hasta llevarlo a una dimensión universal (“Se hundirá la tierra, perecerá cuanto hay en ella, y tendrá lugar el juicio universal, incluso de los justos todos. A éstos, sin embargo, dará paz [Dios], custodiará a los elegidos y habrá misericordia para ellos.... ”He aquí que llegará con miríadas de santos para hacer justicia, destruir a los impíos y contender con todos los mortales por cuanto hicieron y cometieron contra él los pecadores e impíos..." [1 En. 1:7–9]). Esta idea, que luego se citaría en Jud. 14–15, era ya ampliamente aceptada en tiempos del NT. Por eso, cuando el Señor Jesús hablaba del “día del j.” (Mt. 10:15; 11:22, 24), la gente entendía a qué se refería.

En el NT la palabra que se utiliza es krisis, equivalente a j. “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el j.” (He. 9:27). En la visión de Juan del Apocalipsis se proclama la seguridad de ese evento futuro (“Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su j. ha llegado” [Ap. 14:7]; “... tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos” [Ap. 11:18]). El Señor Jesús recibió del Padre la potestad de hacer todo j. (“Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el j. dio al Hijo” [Jn. 5:22]). Pablo predicó a los atenienses que Dios “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hch. 17:31). El Apocalipsis dice: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios, y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas, según sus obras” (Ap. 20:12). •Escatología.

JUICIO DE JESÚS El arresto del Señor se produjo en horas de la noche, siendo llevado inmediatamente a casa de •Anás, quien sometió al Señor a un interrogatorio (Jn. 18:19). Cristo fue abofeteado cuando respondía a una de las preguntas del sumo sacerdote (Jn. 18:19–24).

Luego fue enviado a •Caifás, “adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos”, que formaban “todo el concilio” o •Sanedrín (Mt. 26:57–59). Es evidente, desde el principio, que su muerte estaba decidida, pues Caifás había dicho: “... nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca” (Jn. 11:47–51; Jn. 18:14). De manera que los procedimientos fueron hechos sin escrúpulo alguno y el Sanedrín buscaba “falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte” (Mt. 26:59).

La ley judía obligaba al testimonio de dos o tres testigos (Dt. 17:6), los cuales debían ser personas calificadas y no sospechosas de parcialidad, a los cuales se interrogaba separadamente, a fin de que uno no supiera lo que se preguntó al otro. Se presentaron algunos testigos falsos, “mas sus testimonios no concordaban” (Mr. 14:56). Algunos testigos dijeron haber oído al Señor enseñar: “Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano. Pero ni aun así concordaban en el testimonio” (Mr. 14:58–59). Finalmente, el sumo sacerdote le preguntó al Señor: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo”. Eso fue considerado como una blasfemia, “declarándole digno de muerte” (Mr. 14:61–64). Entonces comenzaron a maltratarlo.

El delito de blasfemia, para los allí presentes, no consistía solamente en declarar que era el Cristo, sino también en haber pronunciado el nombre de Dios. Caifás fue muy cuidadoso en decir “Hijo del Bendito”. Jesús dijo: “Hijo del Hombre” (Dn. 7:13) y mencionó el “poder de Dios”. Además, el Sanedrín entendió bien el significado de la declaración de Jesús, que se presentaba como “Hijo de Dios” (Jn. 19:7). Por otra parte, la pena de muerte se aplicaba a los falsos profetas. En la mente de Caifás y sus compañeros, el hecho de que el Señor se declarara como el Cristo era ya, de por sí, prueba de ser un falso profeta.

Decidida la suerte del Señor, lo llevan temprano en la mañana al •pretorio. Algunos eruditos discuten las razones de esto, diciendo que el Sanedrín tenía la potestad de declarar sentencia de muerte y que los líderes religiosos lo que estaban era buscando una muerte vergonzosa y horrible, como era la crucifixión, en vez de la lapidación, que estaba prescrita en la ley. Pero eso contradice las palabras de ellos mismos (“A nosotros no nos es permitido dar muerte a nadie”), que indican probablemente la existencia de una decisión romana sobre el particular. El Sanedrín explicó a Pilato: “Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios” (Jn. 19:7). Pero sus acusaciones fueron presentadas también desde el punto de vista de la ley romana. Decían: “Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí” (Lc. 23:5). Con ello planteaban la violación de la leyes romanas sobre la sedición y los tumultos que ocasionaran perturbaciones a la tranquilidad pública ( seditio, coetus, conventus). Al oír que Jesús era de Galilea, Pilato lo mandó a •Herodes, quien estaba en esos días en Jerusalén, pero éste lo devolvió después de humillarlo. El procurador romano trató entonces de dejar libre al Señor, tras azotarle (Lc. 23:13–16). Incluso propuso aprovechar la costumbre que había de soltar un preso en esa fecha, pero la multitud se negó, pidiendo que se liberara a Barrabás, un ladrón (Lc. 23:17–19).

Pilato insistió en su intento de no castigar a Jesús, a quien sabía inocente, pero el Sanedrín y la multitud se opusieron, incluyendo ahora otra acusación: Jesús era reo del delito de lesa majestad ( maiestatis). La multitud gritó: “Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone” (Jn. 19:12). Esto le planteaba a Pilato un problema político, por lo cual “se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado.... Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro rey!”. La multitud pidió que fuera crucificado. Pilato, entonces, se lavó las manos indicando que no quería tener responsabilidad en aquella injusticia “y entregó a Jesús a la voluntad de ellos” (Lc. 23:25).

JULIA Creyente de Roma a quien Pablo saluda en su epístola (Ro. 16:15).

JULIO Centurión “de la compañía Augusta” que recibió de Festo el encargo de llevar a Pablo junto con otros prisioneros a Roma. Trató benignamente al apóstol, permitiéndole bajar en el puerto de Sidón para ser atendido por amigos. Salvó la vida a Pablo cuando el naufragio al negarse a matar a los prisioneros. Entregó a Pablo “al prefecto militar” en Roma (Hch. 27:1–44; 28:1–16).

JUNCO Planta de tallo recto, liso y flexible, que se cría en lugares húmedos, a orilla de ríos y lagos. “¿Crece el j. sin lodo?” (Job 8:11). Por su flexibilidad se inclina al impulso de la brisa, de donde sale la expresión “que incline su cabeza como j. ” (Is. 58:5). La madre de Moisés “tomó una arquilla de j. y la calafateó con asfalto y brea” para colocar en ella a su niño (Éx. 2:3). Los caldeos, los egipcios y los etíopes desarrollaron una técnica para hacer “naves de j.” (Is. 18:2), juntando haces de ellos. Existe una gran cantidad de especies de j. Uno de los más comunes es el Saccharum biflorum. •Plantas de la Biblia.

JUNIAS (Perteneciente a Juno). Pariente del apóstol Pablo, residente en Roma, a quien éste saluda en su epístola. Se había convertido antes que Pablo (Ro. 16:7).

JÚPITER Nombre romano de Zeus, el mayor de los dioses en la mitología grecorromana. Tras sanar a un cojo de nacimiento en Listra, la gente tomó a Bernabé por J. y a Pablo por Mercurio e intentaron ofrecerles sacrificios (Hch. 14:6–14). Existía una leyenda de que dichos dioses, en apariencia humana, habían visitado juntos esa región en tiempos remotos, siendo muy maltratados. Sólo Filemón y Baucis, dos pobres ancianos, les trataron bien, por lo cual recibieron cierta recompensa. De ahí el interés de la gente de Listra por atender bien a los apóstoles. En Éfeso se tenía la creencia de que la imagen de •Diana que se adoraba allí había venido de J. (Hch. 19:35). En el libro apócrifo de los Macabeos se narra como Antíoco Epífanes, en su programa de helenización de los judíos, dedicó el •templo de Jerusalén a “J. Olímpico”. Esto fue uno de los motivos que dieron lugar, precisamente, a la rebelión narrada en el libro apócrifo de los Macabeos (2 M. 6:2).

JURAMENTO Para asegurar los pactos, las promesas entre personas, o para atestiguar sobre la veracidad de un hecho, o como castigo para alguien que cometiera un hecho no deseado, los hebreos acostumbraban utilizar un j., que es una fórmula mediante la cual se invoca una maldición sobre el que jura para el caso de que la promesa no se cumpla, o no fuera cierto lo dicho, o si se hacía el hecho inconveniente (He. 6:16). El j. suponía una maldición invocada por el jurante sobre sí mismo en caso de no cumplir con lo prometido o de faltar a la verdad. En el caso de una mujer sospechosa de adulterio, el sacerdote la conjuraba “con j. de maldición”, aplicable en caso de que fuera culpable (Nm. 5:19, 22).

El j. supone la existencia de una autoridad superior a la cual uno se remite en el momento de jurar, poniéndola como testigo y garante del cumplimiento. Dios dijo a Israel: “A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás” (Dt. 6:13). Por eso, se hacía el j. poniendo a Dios como testigo (Gn. 21:23; 1 S. 30:15). En el caso de las promesas a Abraham Dios, para enfatizar que ellas eran ciertísimas, juró por sí mismo, puesto que no existe una instancia superior a él (Gn. 22:16–17; He. 6:13–14). Abraham hizo jurar a su siervo que le buscaría esposa a Isaac entre sus parientes en Mesopotamia (Gn. 24:3–9). Los israelitas juraron no dar sus hijas por mujeres a los de la tribu de Benjamín (Jue. 21:18). Nehemías hizo jurar a judíos que devolverían ciertas heredades que habían quitado a sus hermanos (Neh. 5:12–13).

El que “hiciere j. ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra” (Nm. 30:2). Esta era la ordenanza divina. Pero los israelitas incumplían este mandamiento, por lo cual vino a ser inútil para ellos. Además, se acostumbraron a jurar continuamente y por diversas cosas. El Señor Jesús se opuso a este defecto del pueblo y prohibió a sus seguidores esa mala costumbre, diciéndoles que su hablar debía ser “Sí, sí; no, no” (Mt. 5:33–37).

Algunos han entendido que esto incluye a las fórmulas de j. que se utilizan en los tribunales. Pero otros piensan que el mandamiento del Señor tenía relación con la conversación corriente de los cristianos y su actitud firme en el cumplimiento de su palabra empeñada o en la veracidad de sus afirmaciones.

JUSAB-HESED (Regreso de la misericordia). Uno de los cinco hijos de Zorobabel (1 Cr. 3:19–20).

JUSTICIA No existe una sola palabra en castellano equivalente a j. desde el punto de vista del AT. En hebreo se usaban los términos sedek (masc.) y sedaka (fem.) para expresar la idea de j., y saddik para aquello que es derecho, recto y de acuerdo con una norma ética. Pero las implicaciones del término son múltiples y ricas, muy difíciles de encerrar en cortas definiciones. El concepto de j. se descubre mayormente en términos de relación, en tres vertientes: a) La j. en las relaciones entre Dios y el hombre. b) La j. en las relaciones entre el Dios y su pueblo. c) La j. en las relaciones entre los hombres.

“Justo es Jehová en todos sus caminos” (Sal. 145:17; 2 Cr. 12:6; Jer. 12:1). Eso ha de tenerse en cuenta sobre todo al pensar que él es “el Juez de toda la tierra” (Gn. 18:25), por lo cual se dice en Is. 5:16: “Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con j.”. David señala: “ J. eterna son tus testimonios (Sal. 119:144). Tu j. es j. eterna, y tu ley la verdad” (Sal. 119:142). La j. del carácter de Dios le hace incompatible con el pecado, por lo cual tiene que hacer juicio sobre éste.

En cuanto al ser humano, el acto de fe de Abraham fue considerado como característico de lo que es justo (“Y creyó a Jehová, y le fue contado por j.” [Gn. 15:6]), por lo cual Dios hablaba de él diciendo: “Yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo j. y juicio” (Gn. 18:19). Se aplica también la palabra para señalar la forma en que los jueces deberían emitir sus sentencias (“No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo” [Lv. 19:15]).

Desde el punto de vista jurídico, se enseña en las Escrituras que la ley debía aplicarse a todos por igual, sean pobres o ricos. Contra el “inocente y justo” no se debía levantar mentira y, por supuesto, tampoco matarlo (Éx. 23:7). Los profetas denuncian a aquellos que “al justo quitan su derecho” (Is. 5:23). También en las relaciones comerciales hay que mantener la j., especialmente en los •pesos y medidas (“Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis” [Lv. 19:36]). Como se ve, la idea es que la j. es la conformación a una norma, el no desviarse de ella.

En las relaciones entre los hombres, debe imperar la j. Estas relaciones, sin embargo, no pueden ser juzgadas de conformidad con las normas que imperen entre ellos en un momento dado, sino por aquellas que Dios ha dispuesto como sabias y convenientes para todos. El hombre justo en términos humanos es aquel que por guardar los mandamientos de Dios contribuye a la paz y la prosperidad de sus semejantes. Siempre debe establecerse una íntima relación entre el servir a Dios y el trato que tenemos con los hombres (“... discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” [Mal. 3:18]). Las buenas obras son naturales y espontáneas en el justo (“... yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que carecía de ayudador.... y al corazón de la viuda yo daba alegría. Me vestía de j....” [Job 29:12–14]). En muchas ocasiones se compara la conducta del justo con la del impío. Este último “toma prestado, y no paga; mas el justo tiene misericordia y da” (Sal. 37:21). “Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece” (Sal. 11:5). “Hay bendiciones sobre la cabeza del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos” (Pr. 10:6). Pero la fuente de la j. está siempre en Dios (“Oh Dios, da tus juicios al rey, y tu j. al hijo del rey” [Sal. 72:1]). Este tipo de j. entre los seres humanos era el

continuo reclamo de los profetas (“Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la j. en juicio.... corra el juicio como las aguas, y la j. como impetuoso arroyo” [Am. 5:15, 24]).

Aparentemente se produjo un desarrollo en el uso del término “justo”, que ya en los días de la literatura intertestamentaria vino a interpretarse como el hombre que confía en Dios y guarda la ley, diferenciado de aquellos que son considerados pecadores.

JUSTIFICACIÓN Acto de hacer a un hombre justo, aceptable ante Dios. Se podía colegir, entonces, que la •salvación estaba reservada para ellos. Este concepto de •justicia, sin embargo, sólo era aceptable en términos relativos, desde el punto de vista humano, pero ante Dios, ante su santidad, la Biblia dice tajantemente que ningún hombre es completa y absolutamente justo (“Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y no peque” [Ec. 7:20], “No hay justo, ni aun uno” [Ro. 3:10]). De ahí la inquietante pregunta que hacía Job: “¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?” (Job 9:2). La búsqueda, entonces, de métodos y vías para obtener la j. es una constante en el mundo judío. En los tiempos del AT se pensaba alcanzar la j. mediante una perfecta observancia de la ley (la Torá). Era, entonces, una j. buscada por el esfuerzo humano (“Porque de la j. que es por la ley de Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas” [Ro. 10:5]). Pero la experiencia humana fue que por medio de las obras de la ley nunca podría lograr su j., pues encontraba que siempre faltaba en algo (“... sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley...” [Gá. 2:16]).

La comunidad de •Qumrán reconocía que conseguir la j. ante Dios era algo que se concedía como un don de Dios mismo. Decían: “En cuanto a mí, mi j. está con Dios. En sus manos está la perfección de mis caminos y el enderezamiento de mi corazón. Él borrará mis transgresiones por medio de su j....” Este es el concepto, pero mucho más ampliado, que encontramos en el NT.

Tuvo que ser Dios mismo quien encontrara una solución a este problema, proveyendo él, mediante la muerte y la vida del Señor Jesús, un medio de j. al alcance del hombre. La justicia posible para el hombre no es, entonces, la que se busque con el esfuerzo humano, sino la que Dios concede. Es una j. otorgada, imputada, por él. Fue necesario para ello que Jesucristo, hombre perfecto, el justo por antonomasia, diera su vida en •expiación por los pecados de la humanidad, satisfaciendo así la j. divina. A partir de ese hecho, Dios ofrece gratuitamente justificar a todos aquellos que creen en su Hijo, los que ponen en él su fe, los que reconocen y aceptan que el sacrificio que él hizo fue en su particular favor.

La j. es, entonces, un don de Dios que se recibe por la fe. Así, “aparte de la ley, se ha manifestado la j. de Dios, testificada por la ley y los profetas; la j. de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.... siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su j.....” (Ro. 3:21–25). El primer sentido de esta j. incluye un significado de tipo legal. Es una declaración de inocencia que Dios hace. Es cierto que no la realiza a través de las buenas obras que el ser humano pueda ofrecer, pero sí supone que tras la obra gratuita de j. Dios espera que la reacción del hombre sean las buenas obras, que vienen a ser resultado y no causa de la j. Es así que venimos a ser “hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2:10).

Cuando la Biblia dice que Dios “justifica al impío”, no quiere decir que pone como buenas sus malas obras, sino que toma a una persona pecadora y la limpia con la sangre de Cristo, haciéndola así justa. Todo porque “su fe le es contada por j....” (Ro. 4:5). Esa persona que ha hecho uso de su fe, depositándola en la persona y el sacrificio del Señor Jesús, puede entonces disfrutar de “paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Ro. 5:1).

JUSTO Nombre de personas del NT.

1. Creyente de Jerusalén. Para sustituir a •Judas Iscariote, los apóstoles quisieron seleccionar a una persona que hubiera estado junto con ellos “todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía...” Dos nombres fueron separados: “José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre J., y a Matías”. Fue escogido este último (Hch. 1:21–26). No se sabe más nada sobre su vida, pero existe una leyenda que cuenta que una vez bebió un veneno mortal y no sufrió daño.

2. Creyente gentil de la ciudad de Corinto. Vivía al lado de una sinagoga y parece que era un prosélito antes de que viniera el apóstol Pablo a predicar allí. Al oponerse los miembros de la sinagoga, J. recibió a Pablo en su casa (Hch. 18:6–7). Se alude a él con nombres diferentes en varios manuscritos. Muchos eruditos han llegado a la conclusión de que se llamaba “Gayo Ticio Justo” y que es el mismo “Gayo” a quien Pablo llama “hospedador mío y de toda la iglesia” en Ro. 16:23.

3. Creyente judío de nombre “Jesús, llamado J.” que fue de “los únicos de la circuncisión” que ayudaron al apóstol Pablo (Col. 4:11). No se sabe nada más sobre su vida.

JUTA (Extendida). Villa asignada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra. Estaba en las montañas (Jos. 15:55).

K

KEILA (Fortaleza). Nombre de lugar y de persona del AT.

1. Villa adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:44). Se encontraba a unos 29 km al suroeste de Jerusalén. Cuando David estaba huyendo de Saúl supo que los filisteos combatían a K. Tras consultar a Jehová fue allí y “les causó una gran derrota” (1 S. 23:1–5). Ya que se había quedado a vivir en K., Saúl fue a atacarle a esa ciudad. David consultó de nuevo a Dios y éste le reveló que los habitantes de K. le entregarían en mano de Saúl, por lo cual “se levantó con sus hombres que eran como seiscientos y salieron de K.” (1 S. 23:7–13). En tiempos de Nehemías aparecen como gobernadores de K. •Hasabías y •Bavai (Neh. 3:17–18).

2. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:19).

KELAÍA Levita de tiempos de Esdras. Fue de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:23). Tenía por sobrenombre •Kelita. Fue uno de los que “hacían al pueblo entender la ley” cuando Esdras la hizo leer ante todos (Neh. 8:7). Firmó el •Pacto de Nehemías (Neh. 10:10).

KELITA Sobrenombre de •Kelaía.

KEMUEL (Ayudador de Dios). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los hijos de Nacor. Sobrino de Abraham (Gn. 22:20–21).

2. Uno de los varones escogidos para ayudar en la repartición de la tierra de Canaán. Era príncipe de la tribu de Efraín (Nm. 34:24).

3. Levita. Su hijo •Hasabías fue jefe de los levitas en tiempos de David (1 Cr. 27:17).

KENAT Villa en Galaad, en el extremo nordeste de la frontera de Israel, a unos 100 km al este del mar de Galilea. Fue conquistada por un líder de la tribu de Manasés llamado Noba. En el día de hoy se le conoce como Kanawat (1 Cr. 2:23).

KEREN-HAPUC (Cuerno de antimonio). Tercera de las hijas que tuvo Job después de su restauración a la prosperidad. “No había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra” (Job 42:14–15).

KESITA •Pesos y medidas de la Biblia.

KIBROT-HATAAVA (Tumbas de la glotonería). Uno de los lugares donde acamparon los israelitas en su peregrinaje por el desierto. Fue allí donde Dios envió gran cantidad de codornices en respuesta a la queja del pueblo, que quería comer carne. Luego “hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande”. Como consecuencia de la mortandad se puso este nombre al sitio (Nm. 11:34).

KIBSAIM (Doble reunión). Villa que fue adjudicada a la tribu de Efraín en la repartición de la tierra. Fue ciudad levítica (Jos. 21:22).

KIR (Muralla o ciudad). Nombre de lugares del AT.

1. Lugar adonde Tiglat-pileser exilió a los habitantes de Damasco después de capturar la ciudad (2 R. 16:9). Se desconoce su localización actual. Se le supone en Mesopotamia. Isaías la menciona junto a •Elam en Is. 22:6 (“Elam tomó aljaba, con carros y con jinetes, y Kir sacó el escudo”). El profeta Amós había predicho la derrota de Siria la de Damasco y el exilio a K. (Am. 1:5), e indica que los arameos (sirios) habían venido de K. (Am. 9:7).

2. Ciudad de Moab. •Kir-hares. •Kir-hareset.

KIR-HARES •Kir #2. •Kir-hareset.

KIR-HARESET (Ciudad de alfarería). Ciudad fortificada de Moab, hoy conocida como Karak. A la muerte del rey Acab de Israel, los moabitas se rebelaron contra el dominio de Israel. Una alianza de los reyes de Israel, Judá y Edom atacó a Moab. Mesa, el rey moabita rebelde, se refugió en K., pero fue derrotado y la ciudad destruida, “hasta que en K. solamente dejaron piedras” (2 R. 3:1–25). Isaías profetizó de ella que sería destruida de noche y “reducida a silencio” (Is. 15:1). Lo mismo hizo Jeremías (Jer. 48:31, 36).