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Revista de Geografía VOL. II, No. 3. MEXICO, 1988 95 ESPACIO Y CRISIS EN MEXICO ATLANTIDA COLL HURTADO* RESUMEN Hacia 1970 México reflejaba las profundas trans- formaciones que habían ocurrido en los últimos 35 años durante los cuales se había dado un crecimiento acelerado de ciertos sectores de la economía lo que, aunado a una de las mayores tasas de crecimiento natural del mundo, conllevó una modificación de los paisajes existentes así como la creación de nue- vos espacios. País de grandes contrastes, selvas y desiertos, in- mensas llanuras y extensas cadenas montañosas, su población también presenta graves diferencias. Por ser un país de tradición campesina, la población fue mayoritariamente rural hasta 1970: 27.5 millones (de los 48.2 de la población total) de los cuales 8.3 millones habitaban en localidades menores de 500 habitantes, o sea que cerca de la quinta parte de la población sufría un elevado grado de dispersión en el territorio que agudizaba las condiciones de rura- lidad. Al mismo tiempo, una fracción importante se había urbanizado y se tenían 20.7 millones de ha- bitantes urbanos concentrados en unas cuantas ciu- dades millonarias como la ciudad de México y su área metropolitana y las ciudades de Guadalajara y Monterrey. Algunos otros centros habían crecido a un ritmo acelerado: los de la frontera norte, gra- cias a los flujos migratorios hacia los Estados Unidos y al inicio del establecimiento de las maquiladoras, y algunos otros del centro del país o del Golfo: Pue- bla, León, Poza Rica, Veracruz, etc. El proceso de urbanización fue concomitante al de industrialización dado a partir de 1940; los nue- vos elementos ordenadores del espacio fueron los corredores industriales, los parques industriales, y las ciudades crecieron a su alrededor modificando el patrón de uso del suelo existente y, por tanto, al- •Investigadora titular, Instituto de Geografía, UNAM. terando la actividad cotidiana de los habitantes. Los suelos de uso agrícola y pecuario y los bosques fueron ocupados por las fábricas y la mancha urbana; los campesinos se vieron obligados a buscar un nuevo modus vivendi, mismo que encontraron en la indus- tria y en la construcción. Asimismo, fueron incre- mentando el sector terciario y, por tanto, el ejérci- to industrial de reserva. En gran parte del país se mantuvo una agricultura y una ganadería de sub- sistencia, pero en algunas regiones se desarrolló una actividad agropecuaria de tipo comercial mediante fuertes inversiones de capital que permitieron, sobre todo en el noroeste del país, la irrigación de grandes áreas y la tecnificación agropecuaria, lo que modi- ficó la distribución, el tipo, la calidad y el mercado final de los cultivos y de las especies animales e im- plicó, asimismo, la agroindustrialización. A pesar de esto, las actividades primarias disminuyeron drás- ticamente su participación en la producción nacional. La modernización del país no podía llevarse a cabo sin una infraestructura .energética y de transportes adecuada. Esta fue instrumentada por el Estado quien tomó a su cargo la construcción de grandes complejos hidroeléctricos en el sur y plantas termoe- léctricas en el centro y el norte del país, así como el tendido de ductos desde las zonas de explotación petrolera hasta el interior (de Poza Rica al D.F y de éste hacia Salamanca, por ejemplo). La consolida- ción del sistema carretero, a partir de 1950, permitió la integración sucesiva de amplias zonas del país. ¿Qué sucede en México durante 1970-1987 cuando en el mundo ya se resiente la crisis? Al principio de la década de 1970, se da un crecimiento muy lento, pero a partir de 1977 se tiene un crecimiento acele- rado hasta 1982. Esta es una época de nuevos cam- bios, profundos y muy rápidos, de modificaciones espaciales drásticas, de alteraciones sociales, econó- micas y ambientales cuyo costo apenas empezamos DGE. Revista de geografía. 1988

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Revista de GeografíaVOL. II, No. 3. MEXICO, 1988

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ESPACIO Y CRISIS EN MEXICO

ATLANTIDA COLL HURTADO*

RESUMEN

Hacia 1970 México reflejaba las profundas trans­formaciones que habían ocurrido en los últimos 35 años durante los cuales se había dado un crecimiento acelerado de ciertos sectores de la economía lo que, aunado a una de las mayores tasas de crecimiento natural del mundo, conllevó una modificación de los paisajes existentes así como la creación de nue­vos espacios.

País de grandes contrastes, selvas y desiertos, in­mensas llanuras y extensas cadenas montañosas, su población también presenta graves diferencias. Por ser un país de tradición campesina, la población fue mayoritariamente rural hasta 1970: 27.5 millones (de los 48.2 de la población total) de los cuales 8.3 millones habitaban en localidades menores de 500 habitantes, o sea que cerca de la quinta parte de la población sufría un elevado grado de dispersión en el territorio que agudizaba las condiciones de rura- lidad. Al mismo tiempo, una fracción importante se había urbanizado y se tenían 20.7 millones de ha­bitantes urbanos concentrados en unas cuantas ciu­dades millonarias como la ciudad de México y su área metropolitana y las ciudades de Guadalajara y Monterrey. Algunos otros centros habían crecido a un ritmo acelerado: los de la frontera norte, gra­cias a los flujos migratorios hacia los Estados Unidos y al inicio del establecimiento de las maquiladoras, y algunos otros del centro del país o del Golfo: Pue­bla, León, Poza Rica, Veracruz, etc.

El proceso de urbanización fue concomitante al de industrialización dado a partir de 1940; los nue­vos elementos ordenadores del espacio fueron los corredores industriales, los parques industriales, y las ciudades crecieron a su alrededor modificando el patrón de uso del suelo existente y, por tanto, al-

•Investigadora titular, Instituto de Geografía, UNAM.

terando la actividad cotidiana de los habitantes. Los suelos de uso agrícola y pecuario y los bosques fueron ocupados por las fábricas y la mancha urbana; los campesinos se vieron obligados a buscar un nuevo modus vivendi, mismo que encontraron en la indus­tria y en la construcción. Asimismo, fueron incre­mentando el sector terciario y, por tanto, el ejérci­to industrial de reserva. En gran parte del país se mantuvo una agricultura y una ganadería de sub­sistencia, pero en algunas regiones se desarrolló una actividad agropecuaria de tipo comercial mediante fuertes inversiones de capital que permitieron, sobre todo en el noroeste del país, la irrigación de grandes áreas y la tecnificación agropecuaria, lo que modi­ficó la distribución, el tipo, la calidad y el mercado final de los cultivos y de las especies animales e im­plicó, asimismo, la agroindustrialización. A pesar de esto, las actividades primarias disminuyeron drás­ticamente su participación en la producción nacional.

La modernización del país no podía llevarse a cabo sin una infraestructura .energética y de transportes adecuada. Esta fue instrumentada por el Estado quien tomó a su cargo la construcción de grandes complejos hidroeléctricos en el sur y plantas termoe­léctricas en el centro y el norte del país, así como el tendido de ductos desde las zonas de explotación petrolera hasta el interior (de Poza Rica al D.F y de éste hacia Salamanca, por ejemplo). La consolida­ción del sistema carretero, a partir de 1950, permitió la integración sucesiva de amplias zonas del país.

¿Qué sucede en México durante 1970-1987 cuando en el mundo ya se resiente la crisis? Al principio de la década de 1970, se da un crecimiento muy lento, pero a partir de 1977 se tiene un crecimiento acele­rado hasta 1982. Esta es una época de nuevos cam­bios, profundos y muy rápidos, de modificaciones espaciales drásticas, de alteraciones sociales, econó­micas y ambientales cuyo costo apenas empezamos

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a vislumbrar. Dos elementos son fundamentales en esa dinámica: en primerísimo lugar, la petrolización del país; en segundo, el boom del turismo. Ambas actividades se convierten oficialmente en sinónimo de desarrollo, de entrada de divisas, pero no se con­templa ni su aleatoriedad ni la dependencia que pre­suponen para el país.

En contrapartida a ese dinamismo, una recurrente crisis agrícola afecta el medio rural dando lugar, entre otros, a dos fenómenos: una creciente y alar­mante deficiencia en la producción de alimentos básicos y un mayor desequilibrio en la distribución de la población del campo. Esta se polariza aún más; por un lado una masa de campesinos miserables que son expulsados por el agro improductivo; por el otro, una creciente burguesía agrícola, si bien poco nu­merosa, sí altamente capitalizada y tecnificada que acapara tierras pero que ocupa poca mano de obra. El resultado es la persistencia de una población ru­ral marginal dispersa en localidades de muy peque­ño tamaño (9.4 millones de habitantes en 1980, es decir, un millón más que en 1970), y un éxodo cre­ciente hacia las grandes ciudades y hacia la frontera norte. La población urbana crece a 36.6 millones y se invierte el peso de los sectores urbano y rural respecto a la población total que en 1980 es de 66.8 millones. Las ciudades intermedias (de 100 000 a 500 000 habitantes) se desarrollan rápidamente, ya sea gracias a la industrialización o a un creciente apa­rato burocrático, como en ciertas capitales estatales, que'actúan como imán para los migrantes. Pero son las típicas ciudades terciarizadas del subdesarrollo en las que el desempleo, el subempleo disfrazado son ley. No obstante, algunas de estas ciudades se especia­lizan: ciudades de industria de transformación en el centro del país; ciudades petroleras en el Golfo de México; ciudades maquiladoras en la frontera nor­te. Y sobre ellas, el monstruo que es la Ciudad de México: 20 millones de habitantes hoy día y más de 33 millones estimados para el año 2000.

Otro elemento importante de los últimos 15 años es el uso cada vez mayor del transporte carretero en detrimento de los ferrocarriles, gracias al desa­rrollo de las carreteras y el combustible subsidiado por el Estado. El ferrocarril pierde terreno rápida­mente en el transporte de mercancías, incluso de las pesadas, y se ocupa más que nada del acarreo de algunos m inerales, de granos o de ciertos hidrocarburos.

La construcción de este país de dinámica tan ace­lerada se logró mediante la tarjeta de crédito que fue el petróleo, el mismo gran modificador del en­torno: campos de explotación, ductos y plantas de

bombeo, grandes complejos petroquímicos y plantas termoeléctricas, alteraron profundamente el paisaje local y a sus hombres. Y, al mismo tiempo, per­mitió una importación creciente de capitales tanto vía préstamos como mediante la inversión directa en ciertas ramas productivas, muchas de ellas pre­viamente transnacionalizadas: maquiladoras, industrias de transformación no tradicional como la electró­nica, la química y la petroquímica secundaria, la automotriz; minería, etc., Los prestamos interna­cionales se dirigieron en parte a mantener una in­dustria nacional débil, poco eficiente y en general concentrada alrededor de la Ciudad de México, agi­gantándose el centralismo mediante la industrialización de ciudades aledañas: Puebla, Querétaro, Toluca y Cuernavaca. Otros préstamos se canalizaron para crear las condiciones adecuadas para el desarrollo turístico.

En efecto, los años 1970-1980 son los años del des­pegue turístico del país. El turismo es la panacea uni­versal y se le adjudican todas las bondades. De la “ nada” , es decir, de espacios marcados por las ocu­paciones tradicionales de subsistencia, surgen carre­teras, aeropuertos internacionales, “ ciudades” con todos los servicios municipales que la población ori­ginaria desconocía, gracias a préstamos otorgados por el FMI o por el BID para tal fin. Una vez la in­fraestructura lista, llegaron las grandes compañías aéreas y hoteleras extranjeras. El impacto espacial es profundo pero, tomando en consideración las di­mensiones del país, geográficamente sólo se puede representar por puntos o líneas; no se puede hablar de inversiones que implican un desarrollo regional puesto que se vierten en la creación de una ciudad o en franjas de decenas o cientos de kilómetros por 500 metros de ancho, como en la costa del Pacífico, y son dirigidas tan solo a la prestación de servicios: Cancún, Ixtapa, Puerto Vallaría y en la actualidad Bahía de Huatulco. Hasta ahora no existen planes de inversión que armonicen el desarrollo de las ac­tividades productivas y las actividades derivadas de la llamada “ industria sin chimeneas” .

Otra parte importante de los préstamos se cana­lizó al apoyo de planes gubernamentales a largo plazo para la instrumentación de la industria de bienes de capital; así surgieron los proyectos de los puertos industriales —fundamentales en un país exportador— y algunos otros como la creación de Ciudad Láza­ro Cárdenas (Las Truchas), centro portuario y de siderúrgica de la vertiente del Pacífico.

De 1940 a 1980 se fue conformando un país con­trastado con ciertas regiones altamente productivas, modernizadas, tecnificadas, frente a regiones que,

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a consecuencia del mismo proceso, se mantienen marginales al desarrollo (véanse figuras 1 y 2), to­do ello integrado por una vasta red de vías terrestres.

El auge petrolero retardó los efectos de la crisis; y fue de repente cuando se tomó conciencia de ella, de la devaluación de la moneda, del monto de la deuda externa, de la carencia de créditos para proseguir los proyectos fundamentales ya a medio camino como el de Las Truchas; de las presiones del FMI, de los posibles impactos de la entrada de México al GATT, de la inflación... El costo social derivado de la crisis apenas empieza a ser concientizado por una pobla­ción abrumada por los problemas cotidianos, por la corrupción y, más recientemente, por los trágicos sucesos de septiembre de 1985. Hoy, otros golpes vienen a sumarse a la crisis, sobre todo la drástica caída de los precios del petróleo, energético que lle­gó a representar el 77% de nuestras exportaciones. La maquiladora ya se considera como la segunda industria generadora de divisas, después del turismo, y se amplía su localización geográfica al centro del país: ¿nuevamente dependencia y aleatoriedad?

¿Qué podemos prever para fines de siglo? Si en los últimos 15 años sufrimos profundos y rápidos cambios, en los próximos seremos testigos de una nueva modificación del espacio. Puesto que persis­ten las altas tasas de crecimiento de la población, la posibilidad real del agro de producir lo necesario para el sustento de las familias campesinas se redu­ce cada vez más y se da tanto un recrudecimiento del éxodo rural hacia los centros urbanos como una continua dependencia en alimentos básicos que deben ser importados. Si los pueblos mineros fantasmas son una herencia de un pasado muy próximo, pronto tendremos también pueblos campesinos abandonados. Las ciudades seguirán creciendo pero terciarizándose y con un nivel de vida muy deteriorado, sobre todo

Figura 1. Principales espacios productivos, 1940.

por el altísimo costo de dotación de los servicios fun­damentales, agua principalmente. El proceso indus­trial se verá modificado tanto en lo que respecta a la fabricación en sí como en lo referente a su ubica­ción geográfica debido, entre otros factores, a las políticas vigentes de reconversión industrial, auna­das a las nuevas tecnologías expulsoras de mano de obra; al cierre de empresas obsoletas y a la reorien­tación exportadora de la economía. Así, se aban­donarán ciertos espacios de tradición industrial y se abrirán otros nuevos. En los últimos años, meses in­cluso, se cierran plantas tan importantes como la Fundidora de Monterrey, por no hablar de espacios ocupados por pequeñas y medianas industrias, y se abren otras como la nueva planta ensambladora de la compañía Ford en Hermosillo. Puede cuestionar­se, incluso, la temporalidad a mediano plazo de las grandes construcciones petroleras y de las destinadas al turismo y el concepto de arqueología industrial que usan los países desarrollados para calificar sus espacios industriales envejecidos, podrá ser utiliza­do, en otro contexto, en nuestro país. A pesar de la ley Simpson Rodino, los flujos migratorios incre­mentarán las tensiones ya existentes en la frontera con los Estados Unidos, del mismo modo que la po­blación expulsada de nuestros vecinos del sur pre­siona en nuestra frontera centroamericana.

La mía es quizá una visión pesimista. A corto pla­zo habrá una retracción de los espacios productivos y se dará una cada vez mayor polarización espacial entre ciertos puntos-ciudades productivos y extensas áreas que la sobreexplotación o el abandono habrán vuelto improductivas. La polarización del espacio se reflejará, infortunadamente, en la de la pobla­ción y la violencia ejercida sobre el espacio puede llevar a la pérdida de frágiles equilibrios y a la vio­lencia social.

Figura 2. Principales espacios productivos, 1980.

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AMARANTO (Amaranthus L.) EN MEXICO

TERESA REYNA TRUJILLO* GUADALUPE SUAREZ RAMOS**

JUAN MANUEL CERVANTES SANCHEZ***

Nuestro país atraviesa por una grave crisis econó­mica que ha repercutido en la disminución del poder adquisitivo de las clases populares. En estas circuns­tancias se hace necesario buscar alternativas ali­menticias que, a bajo costo, contribuyan a mejorar la nutrición del mexicano a corto plazo (G. Suárez R., 1986, p. 4).

Una de estas alernativas puede ser la revaloración del uso del amaranto en la dieta de la población, planta relegada por siglos a la categoría de materia prima de un dulce marginal de producción limitada y mercado reducido, circuinscrito a las clases popu­lares del centro del país. El amaranto puede surgir y transformarse en lo que fue en la época precolom­bina: un alimento básico por su riqueza nutritiva y de aceptación generalizada.

El amaranto o Huauhtli, que había desempeña­do en las culturas prehispánicas un papel destacado como alimento casi ritual, fue desplazado por nue­vas costumbres y casi borrado de la dieta mexicana (J.L. Urzúa V., 1987. p. 19). Así como por el abando­no obligado de su cultivo, debido en parte, y según J. D. Sauer (1950, p. 561) al trastorno general de los asentamientos indígenas durante la colonia y tam­bién a la supresión deliberada de los amarantos como símbolo del paganismo pecaminoso.

Sin embargo, revalorado por botánicos, investi­gadores y técnicos agrícolas, dietistas, etc., así co­mo probados sus rendimientos como cultivo alter­nante, en la actualidad puede ser una opción viable por su alto contenido proteico —mayor que el del trigo y de la soya— para resolver problemas alimentarios.

Breve Historia del Amaranto

Para los viejos habitantes de la Cuenca del Valle de México o del Valle de Toluca, el amaranto era co­

* instituto de Geografía, UNAM, México, D.F.** Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Cam­

pus Querétaro, Querétaro, Qro.***Departamento de Nutrición Animal y Bioquímica, Facultad de Me­

dicina Veterinaria y Zootecnia, UNAM, México, D.F.

nocido como Huauhtle o Huauthli; vocablo náhuatl que significa bledo. J.L. Urzúa, op. cit.r menciona que: “ para el pueblo aficionado a los dulces típicos son las comunes y corrientes “ alegrías” . Hasta hace qui­nientos años, las pequeñas semillas con las que ac­tualmente se elaboran las “alegrías” eran un alimen­to que, como el maíz o los escamóles (larvas de hor­miga), se aprovechaban intensivamente por las di­ferentes culturas que poblaban una extensa área del actual territorio nacional y a las que los aztecas da­ban un carácter ritual” .

De acuerdo con algunos estudios arqueológicos realizados en México y Perú, el cultivo era ya cono­cido desde el año 8000 a.C. Aztecas, tlaxcaltecas, otomíes y purépechas destinaban buena parte de sus tierras al cultivo del huauhtle o bledo y utilizaban toda la planta. Como otras legumbres, las hojas se comían hervidas, cocidas o asadas, o se elaboraban tamales, cuya masa era una mezcla de harina de maíz y de bledo. Básicamente para los aztecas, junto con el maíz, frijol y chía ocupó el cuarto lugar en im­portancia como producto alimenticio. La semilla, era y sigue siendo la parte más aprovechada y nutritiva.

Las siguientes son consideraciones de J . Aguilar y G. Alatorre (1978 p. 157-203), de A.M .L. Velas- co y D. Heyden (1986 p. 8-15) así como de J.L. Ur­zúa (op . cit.).

La comunión prehispánica y el amaranto

En tiempos de escasez y de hambre el amaranto te­nía una importancia estratégica. En época de cere­monias adoptaba su carácter ritual y en su presen­tación de tamales se ofrecía a Xiuhtecuhtli, dentro de la fiesta que llamaban Huauhquiltamal culiztli, cuyo significado literal es “ comida de tamales de ble­dos” , en ese mismo período se hacía la ofrenda an­te los sepulcros y se convidaban unos a otros, cinco de esos tamales.

Pero su utilización no terminaba ahí, los peque­ños granos de amaranto secos, tostados y molidos,

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se mezclaban con miel de maguey para elaborar bo­llos que eran puestos a secar al sol. Con masa de maíz la semilla de amaranto servía para preparar los Tzualli. Estos solían hacerse con la figura de perso­nas, animales o dioses. Una de las más importantes era la de Huitzilopochtli, que se distribuía en peque­ños trozos entre el pueblo, a manera de comunión ritual, tal y como se acostumbra en la iglesia católica.

El violento eclipse de la conquista

Con la derrota de los aztecas y el inmediato someti­miento de los diversos pueblos regidos por éstos, las costumbres y hábitos comenzaron a cambiar de acuerdo con los intereses de los nuevos amos. Dos generaciones después de la conquista daba la impre­sión de que la mayoría de los indígenas de la Nueva España ya no conocían a sus viejos dioses ni pa­recían sentir inquietud por la desaparición de su cultura.

Aturdidos por la derrota, diezmados por las epi­demias y sometidos a los mismos caciques, ahora aliados al conquistador, la realidad fue que el pueblo como tal supo mantener sus tradiciones y antiguas costumbres, asimiló aquellas occidentales que se iden­tificaban con las indígenas y transitó penosamente hasta nuestros días con todo su bagaje cultural.

El amaranto como elemento ritual pasó a ser so­lamente el ingrediente de la, en principio, popular golosina: la “ alegría” , inicialmente los españoles la hicieron suya, y con su peculiar forma de entender las cosas la llamaron “ cenizo” , para después rele­garla al uso del “ pueblo bajo” .

Un misterio resuelto y una esperanza

Por generaciones, médicos, sociólogos y políticos en­cargados de analizar los censos de la población, no encontraron una explicación satisfactoria al por qué un pueblo alimentado con tortillas, chile y frijoles no estaba tan desnutrido, como podría suponerse, si su dieta no incluía carne y otros artículos bási­cos, ricos en proteínas.

Sin embargo, el secreto se ha ido develando pro­gresivamente. La realidad es que el pueblo es el que ha transmitido de generación en generación, los co­nocimientos. Este se alimentaba de lo que para un sibarita serían exóticos platillos elaborados a base de huautle, escamóles, acociles y una larga lista de productos que abarcaría otras yerbas y animales.

Características Ecológicas

De la familia de las amarantáceas, el género Ama- ranthus L., esta es una planta anual, herbácea, ro­busta, que mide en promedio de 0.60 a 1.50 m; de tallos erectos, estriados, de colores diferentes según la especie, pero pueden ir de blanco-verdoso a rojizo (O, Sánchez, S. 1976, p. 150-151). Con hojas alter­nas, enteras y sin estípulas, sus flores son actino- morfas, unisexuales, pequeñas, protegidas por una bráctea y dos bracteolas, agrupadas en espigas, pa­nojas, panículas o glomérulos auxiliares, de colores muy vistosos. Las semillas de forma globosa o len­ticular son brillantes y muy pequeñas, con ellas se prepara hasta ahora el más conocido de sus produc­tos: los dulces llamados popularmente “ alegrías” y que le han dado en forma genérica el nombre de la misma planta.

Las especies de Amaranthus son difíciles de dis­tinguir y la clasificación taxonómica se basa esen­cialmente en los caracteres florales. Son las formas y proporciones de las partes de las flores pistiladas las que revelan, según C. Mapes (1984. p. 389) la presencia de especies aisladas genéticamente. Esta misma autora considera el género dividido en dos subgéneros: Amaranthus (plantas monoicas) y Ac- nida (plantas dioicas). Dentro del primero quedan incluidas todas las plantas domesticadas productoras de grano, así como las utilizadas como colorantes, las de ornato y las malezas más comunes.

Erróneamente y con mucha frecuencia el quelite Chenopodium SPP es confundido con el Amaranthus y debe aclararse que, aunque también es usado en la dieta alimenticia de muchos pueblos, corresponde a una familia muy diferente que es la quenopodiáceas.

J.M . Cervantes S. (1986). p. 289) menciona que el amaranto en la República Mexicana se puede cla­sificar desde el punto de vista de su uso agrícola en dos tipos: plantas cultivadas para la producción de grano con las que se elaboran los dulces, principal­mente de las especies A. hypochondríacus y A. cruentus. Y plantas que crecen en forma silvestre y que generalmente son consideradas malezas, entre las que se tienen A.retroflexus y A. hybrídus; éstas últimas en algunas partes del campo mexicano las llaman “ quelites” y son consumidas como verduras.

Distribución

Según estimaciones, “ durante el Imperio Azteca se llegaban a producir 20 mil toneladas de grano (se­milla) al año, de las cuales 5 mil se daban como tri­buto al emperador Moctezuma. A la llegada de los

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españoles, éstos se sorprendieron al ver los grandes almacenes donde se guardaban dichos granos” (G. Suárez R. 1986. p. 4).

Mucho se dice que ésta es una planta originaria de México y su tradición y arraigo es ancestral; sin embargo, actualmente ocupa una superficie reducida y no se cuenta con datos estadísticos fidedignos so­bre este particular.

T. Reyna T. (1984 p. 168) menciona que las zonas de México donde ahora se le cultiva —Sierra Madre Occidental, Llanura Costera del Golfo de California y del Pacífico, Altiplanicie Mexicana y Sierra Ma­dre del Sur— tienen características altitudinales muy contrastantes, pues lo mismo se encuentra a los 100 que a los 2,800 msnm (véase cuadro 1). Latitudinal­mente en el país, se distribuye de los 16 a los 28° norte; es decir, presenta un rango muy amplio.

En cuanto a la temperatura, ha mostrado buen desarrollo tanto en lugares muy calientes con tem­peraturas altas (29° C) y uniformes durante todo el año como en Atoyac, Gro., como en localidades templadas, Tulyehualco y Milpa Alta, D .F., con temperatura media anual de 14° C, inviernos defi­nidos y presencia de heladas tempranas que afectan principalmente el follaje, pero poco al grano.

Respecto a la precipitación se ha observado que se le cultiva en condiciones de temporal, aún en sitios con menos de 400 mm de lluvia al año y que se reci­ben casi exclusivamente durante el verano (de mayo a octubre), pero es factible encontrarlos también en zonas donde la precipitación es más abundante (por ejemplo en algunas localidades de Oaxaca), supe­rior a 1,300 mm. En tales condiciones el rendimiento es similar o incluso mayor al del maíz, con el cual es muy común que se siembre, así como con el frijol.

El amaranto se cosecha a fines de octubre o prin­cipios de noviembre, justo cuando termina la época de lluvias, y durante el ciclo fenológico presenta cier­ta resistencia a la sequía de medio verano; sequía relativa o “ canícula” , aunque la intensidad de ésta sobrepase el 30% (T. Reyna T., 1983, p. 18). Su cul­tivo se da en los climas que W. Kópper, 1948, de­nominó calientes y húmedos y que E. García (1973 p. 46-49) adaptó y modificó particularmente para México como AwJ’/(w) (i’)g, es decir, calientes con temperatura media anual mayor de 22° C. los más secos de los subhúmedos, con régimen de lluvias de verano, presencia de sequía intraestival, escasa pre­cipitación invernal (menos de 5% de la total anual) con poca oscilación de temperatura y cuyo mes más caliente se registra antes del solsticio de verano (21 de junio). También es frecuente que se le cultive en

climas semicálidos (A) C; aquellos de transición entre los calientes y los templados, o bien, en climas C(w) (w)b, templados, con temperatura media anual entre 12 y 18° C, con variados índices de subhumedad, precipitación invernal reducida y veranos frescos. Se han obtenido cosechas aún en sitios con climas B (secos), caracterizados por recibir muy escasa pre­cipitación durante el año, principalmente durante el verano. Con esto ha quedado plenamente com­probado que el amaranto, por ser de ciclo fotosin- tético C4, es altamente eficiente para aprovechar el agua, lo que favorece notablemente la formación de mayores cantidades de biomasa.

Posiblemente la zona más relevante para el culti­vo del amaranto, desde el punto de vista étnico, co­mercial e industrial, es desde siempre, una parte del Distrito Federal, donde se localizan varios centros productores: Tulyehualco, Milpa Alta y San Gre­gorio, mismos que desde hace varios años han sido considerados primordialmente en la producción de granos, con una producción, en condiciones de tem­poral, de más de 800 kilogramos por hectárea. Es­tos sitios quedan dentro de la zona templada y reci­ben precipitaciones de entre 700 y 800 mm al año. Le siguen en importancia áreas de Morelos y Pue­bla, dentro de la zona cálida, que recibe entre 800 y 1,000 mm de lluvia. En Huazulco Morelos, en cier­tos años, se han llegado a producir entre 1,500 y 2,200 kilogramos de semilla por hectárea. No menos importantes son Amilcingo, Huaquechula, Tepexco y Calmeca, Puebla, que comparten características climáticas semejantes a las de Huazulco.

Otro centro importante es el que está ubicado en Tlaxcala (Apizaco, Contla, Tlaxcala y San Miguel del Milagro) localizado dentro de la zona templada subhúmeda, con régimen de lluvias de verano y pre­sencia frecuente de sequía intraestival; siniestro que puede ser muy aleatorio en cuanto a su intensidad.

Macroclimáticamente se puede decir que el ama­ranto es una planta con grandes perspectivas de éxito aún en regiones semiáridas, por lo cual, sería inte­resante buscar analogías climáticas en zonas que pu­dieran considerarse desfavorables para otros cultivos por presencia de siniestros climáticos, por ejemplo; pero ante los cuales logra desarrollarse y brindar pro­ducciones medianas.

Composición química

Las plantas de amaranto se distinguen por su alto contenido proteínico en las hojas y en menor grado en los tallos; existe una gran variación que oscila del 12 al 38% dependiendo de la especie, la edad y la parte de la planta que sea muestreada (véase cuadro 2).

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Condiciones Climáticas de las Principales Localidades Productoras de Amaranthus spp Cuadro 1

DISTRITO FEDERAL:Milpa Alta i9 ° i r 2 300 13.7 800 w —

San Gregorio Atlapulco 19°16’ 2 250 14.0 800 w —

Tulyehualco 19o15’ 2 280 14.0 700 w —

EDO. DE MEXICO:Cocotitlán 19°13’ 2 300 14.0 700 w” 20Chiconcuac 19°33’ 2 240 14.0 750 w” 20Tenancingo 18°57’ 2 040 16.8 1 290 w” 20Texcaltitlán 18°55’ 2 400 17.0 1 200 w” 20Tonatico 18°48’ 1 640 18.0 1 200 w” 20

MORELOS:Amilcingo 18°43’ 1 250 22.0 880 w” 20Huazulco 18°44’ 1 250 22.0 800 w” 20Hutzililla 18°42’ 1 200 23.0 800 w” 20

TLAXCALA:Apizaco 19°25» 2 400 14.0 859 w” 20Contla 19°15’ 2 500 14.0 800 w” 20Ixtenco 19°08’ 2 550 15.5 700 w” 25San Miguel del Milagro 19°17’ 2 250 16.0 800 w” 20Tlaxcala 19°19’ 2 552 16.2 802 w” —

GUERRERO:Altamirano 1802T 250 28.0 1 010 w” 20Atoyac 19°12’ 100 28.9 1 014 w” 22Chílapa 17°36’ 1 300 20.5 846 w” 22Tlacotepec 17°47’ 1 600 20.0 1 209 w” 20

PUEBLA:Acatlán 18°12’ 1 213 24.6 646 w” 30Atlixco 18°48’ 1 800 18.0 890 w” 18Calmeca 18°43’ 1 500 23.0 860 w” 25Huaquechula 18°46” 1 600 22.1 863 w” 25Tepexco 18°44” 1 500 23.0 800 w” 25

OAXACA:Ixtlán de Juárez 17°20” 1 886 16.1 1 036 w” 5San Miguel Suchixtepec 16°06’ 2 842 17.0 1 347 w” —

Zimatlán 16°53’ 1 568 21.2 720 w” 9

MICHO ACAN:Cherán 19°39’ 2 200 14.0 1 200 w” 10Chilchota 19°49’ 2 040 18.0 850 w” 9Tzintzuntzan 19°34’ 2 130 16.0 1 040 w” 10Pátzcuaro 19°30> 2 132 16.4 1 041 w —

JALISCO:Tlajomulco 20°37’ 1 350 21.0 770 w —

Tlaquepaque 20°39’ 1 567 19.1 883 w —Tuxpan 19°31’ 1 280 22.0 1 000 w —

Zacoalco 20°16’ 1 500 20.0 600 w” 20

CHIHUAHUA:Cusihuiríáchic 28°15” 1 985 16.4 469 w __

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(A)C(w0)(w)a(i’)(A)C(w1)(w)a(i,)gAwjíwXi’)BS1hw” (w)ig

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FUENTE: Reyna, T. T. 1984.

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Contenido de proteína en diversas especies de Amaranthus Cuadro 2

' ’ É iiS - o . . ...A. anciancalius _ 22.40A. ascendeos -- 22.50A. caudatus -- 29.70A. cruentus hoja 33.00A. cruentus hoja 30.69A. cruentus HHt — 16.60A. cruentus HH2 — 18.10A. cruentus HH3 — 16.60A. dubiens parte aérea 23.40A. flavus — 18.49A. flavus — 28.25A. flavus — 28.37A. flavus — 27.62A. gangeticus hoja 12.20A. gangeticus — 21.60A. hybridus incurvatus plañía 19.40A. hybridus incurvatus hoja 27.60A. hybridus incu^atus tallo 12.80A. hybridus hoja 38.00A. hybridus hoja 27.03A. hypochondiacus — 18.50A. hypocondriacus planta 16.90A. hypochondriacus tallo 14.70A. mantegaus hoja y tallo 25.86A. mantegazzianus — 23.40A. retroflexus planta 25.00A. retroflexus — 22.70A. retroflexus — 14.60A. spinosus parte aérea 13.60A. spp parte aérea 14.10A. spp hoja 33.64A. standleyanus parte aérea 12.70A. taiwan 3 parte aérea 23.60A. viridis parte aérea 22.40FUENTE: Cervantes, S. J.M. 1986.

Los amarantos han sido estudiados bajo condi­ciones controladas y se ha mostrado que los niveles de proteína cruda tienden a incrementarse con el uso de fertilizantes. (A. Duncan E., 198 p. 16).

R. Cheeke P. et al. (1980 p. 106-109) al realizar un aminograma de la proteína del forraje de A. hypo- chondríacus obtuvieron los siguientes resultados:

Estos valores indican que dicha proteína no es de-

Aminoácidos g/100

ArgininaHistidinaIsoleucinaLeucinaLisinaMetioninaFenilalaninaTreoninaValina

5.8 2.45.89.3 6.62.4 6.0 5.06.5

ficiente en aminoácidos escenciales. Aw° (w) ig

La hoja contiene el tejido fisiológicamente más activo de la planta y como tal es usualmente rica en vitaminas y minerales. El B-canoteno se encuentra en grandes cantidades en las hojas, especialmente en aquellas de color oscuro. La vitamina C también se encuentra en grandes cantidades en forma de ácido L-xyloascórbico. En algunos estudios hechos en Ni­geria con A. hybríuds se encontraron los siguientes valores en 100 g de materia seca:

Rivoflavina Piridoxina Acido ascórbico Tiamina

10.50 mg. 1.08 mg.

52.46 mg. 0.13 mg.

Sólo para la tiamina se detectaron niveles de de­ficiencia (T. Ifon E y O. Bassir, 1980, p. 231-235).

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Probablemente una de las principales objeciones que se hace al consumo de los amarantos es que, bajo condiciones muy particulares, acumulan nitratos y oxalatos, sustancias que producen serios trastornos en los animales. Por lo que respecta a los nitratos, son productos naturales que se encuentran en culti­vos forrajeros como el maíz, la avena, la cebada y otras gramíneas; también éstos se han encontrado en la paja de avena a niveles de hasta un 7% en base seca, contenido sumamente alto y tóxico para los ani­males (B.W. Bradley et al, 1939, O. 541).

Los nitratos se absorben en el aparato digestivo y se excretan por la orina, en humanos y animales mono- gástricos, siempre y cuando no se reduscan a nitritos.

Otros usos del amaranto

C. Mapes (1984, O. 394-403) consigna distintos usos de los amarantos además del dulce, en diferentes regiones, así, por ejemplo, en Chihuahua entre los tarahumaras y los tepehuanes y en la región toto- naca de la costa de Veracruz, las hojas se comen a manera de quelites; asimismo menciona que Maxi­mino Martínez (1928) en su obra “ Las plantas más útiles que existen en la República Mexicana” dice que en los tallos se acumula potasa y que en algu­nos lugares de Durango se extrae ésta para la fabri­cación de jabones. El pigmento rojo extraído de los tallos de A. cruentus es usado principalmente co­mo colorante. De la misma manera que en Jalisco, dice J.M . Cervantes S. (1986, p. 289), algunos avi­cultores utilizan las hojas de A. hypochondriacus, va­riedad roja, para incrementar la pigmentación del huevo para plato. El A. retroflexus es consumido como forraje por los animales criados en forma ex­tensiva, y también algunos amarantos son usados como plantas ornamentales.

C. Mapes (op. cit.) considera que: “ A. hybridus es la especie más ampliamente consumida en Méxi­co. Las hojas generalmente se comen cocidas o fri­tas en manteca. Entre los totonacas de Tajín, Ver., las hojas se mezclan con semillas de calabaza o nuez, cilantro, cebolla y chile; otras veces las hojas se baten con huevo y se fríen para agregarlas a los frijoles” . Dice también que Felger (1976) observó que los in­dios seris de Sonora utilizan las semillas tostadas molidas y mezcladas con aceite de tortuga. También guisan, con un poco de este aceite, los tallos y las hojas tiernas.

La misma autora concluye su trabajo diciendo que las semillas de color negro provienen de las plantas que son más apreciadas como especies ornamenta­les, como fuentes de obtención de colorantes y co­

mo hierbas que se comen a manera de verdura. Las plantas de semillas blancas provienen de especies que han sido desarrolladas y domesticadas como fuen­te de seudocereales, es decir, de granos ricos en pro­teínas y carbohidratos que pueden aportar, por sí mismos, elementos esenciales para la dieta.

Para J.M . Cervantes S. (1986, p. 294-295), uno de los usos más importantes del amaranto es como forraje para alimentar animales (vacas, borregos y cabras, principalmente).

En los últimos años se han abierto otras posibili­dades para el uso del amaranto, y así, A. Sánchez —Marroquín y S. Maya ( 1984, p. 11-27) hablan de la importancia que ha tenido el gluten de amaranto para enriquecer la harina de maíz y elaborar tortillas cuyo valor nutricional es elevado; o bien, utilizar es­tas mezclas de harina en la preparación de tamáles, atoles, gelatinizados, galletas, pa^as para sopa, e incluso alimentos infantiles.

Las harinas obtenidas del grano de amaranto pue­den combinarse también con las de trigo y triticale para dar origen a productos más nutritivos como pan de caja, bolillos, pan dulce, mazapanes, etc.

En la industrialización del amaranto también se han probado diferentes fórmulas para obtener cre­mas en polvo, con una mezcla de harina proveniente de semillas y hojas, con diferentes proporciones de harina de frijol, garbanzo, maíz y soya desgrasada, así como sal, cebolla, leche descremada en polvo y glutamato monosódico (J.L. Pérez G. et al, 1984 p. 105-114).

Muy recientemente (1986-1987) se ha estado tra­bajando en la obtención de germinados de am aran­to que al igual que las hojas, son utilizados en la preparación de ensaladas crudas, o bien en sopas donde substituyen a las espinacas o a las acelgas, L. Castañeda et al (1987 p. 150-161). Experimen­talmente, un grupo de investigadores del Instituto Nacional de la Nutrición “ Salvador Zubirán” , J. Morales, M. Lazcano, C. Santin y otros (1987, p. 255-299) están probando resultados de productos deri­vados del amaranto —papillas, pastas para sopa, ba­rras troqueladas y galletas— en la alimentación infantil, con resultados hasta ahora, muy halagadores.

Conclusiones

Si bien se han mostrado en general las bondades del amaranto quedan todavía muchas incógnitas por re­solver sobre el mismo, y se prestan para hacer las siguientes reflexiones sobre las ventajas y desventajas

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que su cultivo representaría al considerársele como una alternativa para el desarrollo agrícola de las áreas marginadas.

En síntesis dentro de las principales ventajas se pueden enunciar las siguientes:

— Contiene una proteína que se asemeja a la ideal.

— Se utiliza tanto en la alimentación humana co­mo en la animal; se aprovechan la semilla y la hoja e incluso, por su colorido la panoja tam ­bién puede ser utilizada con fines ornamentales.

— Su cultivo puede hacerse en condiciones temporaleras.

— La producción puede ser para autoconsumo fa­miliar y para el mercado.

— La semilla puede ser almacenada durante mucho tiempo sin ser atacada por plagas y enfermedades.

Pero también presenta desventajas, entre ellas:

— Gran desconocimiento respecto a su cultivo.

— Carencia de un inventario nacional sobre la dis­tribución natural y cultivada de esta planta, así como sobre su posición genética y taxonómica.

— Falta de estadísticas de rendimiento y producción.

— Falta de estudios sobre el comportamiento del rendimiento al variar las condiciones ecológicas y los factores de producción.

— Maduración desigual de la panoja y alto porcen­taje de dehiscencia.

— Carencia de herbicidas selectivos y de implemen­tos para siembra y trilla.

— Precio alto en el mercado, debido a la concen­tración del producto por pocos comerciantes.

— Diversificación de productos derivados del ama­ranto a precios accesibles a la población en general.

Para subsanar lo anteriormente expuesto, el cul­tivo del amaranto y su aprovechamiento ha estado resurgiendo en varios estados de la República Me­xicana; investigadores, técnicos y productores han iniciado proyectos de investigación y de producción para que llegue a ser en el futuro de gran producti­vidad en áreas agrícolas, tanto de riego como de tem­poral, ya que su reconocido valor nutricional y su plasticidad a condiciones ecológicamente variadas,lo hacen ver como un cultivo altamente promisorio.

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IMPACTO DE LA PETROLIZACION EN LA VIVIENDA DE TARASCOGUILLERMO BOILS*

RESUMEN

lEn̂ esl# trabad se examinan las diferentes formas ik ^iviéida eá éi estado de Tabasco, a raíz de la creciente petf^mdón de i^^tiáad. Aste todo, el interés principalqm motiva el estudio se enfoca ha- Giáifia revisión dé las consecuencias espaciales y constructivas en las tipolo­gías ele vivienda, tomando en cuenta la intervención dé la variable actividad gftíolera, como factor de cambio. - ; i

Introducción

En la primera mitad de la década de los setenta se descubrieron nuevos yacimientos de hidrocarburos en el sureste mexicano. Al mismo tiempo, al correr de ese decenio, se intensificó la explotación de los pozos petroleros que estaban en operación en los es­tados de Tabasco, norte de Chiapas y la plataforma continental del Golfo de México, frente a las costas de Campeche. La expansión petrolera en poco tiem­po generó alteraciones en el habitat natural, en la vida cotidiana de los habitantes y en las relaciones económico-sociales de toda esa región. En forma precipitada la inflación y el costo de la vida alcan­zaron los niveles más elevados del país. De igual manera, el flujo migratorio desde otras entidades —incluso de las más apartadas— se incrementó de manera considerable, lo que se tradujo en una mayor demanda de bienes y servicios, mismos que la infra­estructura de la zona no estaba en condiciones de brindar. En particular, este fenómeno se hace presente en la demanda de espacio vital; con mayor eviden­cia en las principales localidades de la región, o en las proximidades de los campos de extracción, em­barque o procesamiento del petróleo y sus derivados.

Petróleo y vivienda en Tabasco: el déficit creciente

Uno de los primeros efectos que se resienten en la entidad, a medida que se intensifica la extracción y procesamiento de los hidrocarburos, es el de la es­casez de vivienda. En Villahermosa, capital del estado, se han hecho estimaciones en el sentido de que al comenzar la década de los ochentas el déficit de casas ascendía a un 4097o de edificios. En esa estimación

* Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales, y la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

se comprende, tanto a los espacios habitacionales que deben ser reconstruidos por su deterioro, como aquéllos que hace falta construir1.

Situación similar es la que se produce en Cárde­nas, segunda ciudad del estado de Tabasco, donde la proporción de déficit de alojamientos muestra un perfil equivalente al de la capital de la entidad. Sólo que, a diferencia de ésta, aquélla cuenta con menores posibilidades financieras; además de que su equipa­miento e infraestructura urbanos son más limitados que los de Villahermosa.

Sin embargo, no sólo en las principales localidades tabasqueñas de deja sentir la aguda necesidad de alo­jamiento. Puede decirse que en más de la mitad de los municipios del estado, en especial en aquéllos en los que PEMEX ha destacado por la intensidad de sus actividades, sus habitantes enfrentan serios pro­blemas para contar con un espacio edificado en el cual vivir. Así, los campesinos de las zonas petroleras de nueva creación, o en las que se vienen desarro­llando instalaciones de esa paraestatal, se han visto afectados por la expropiación. Esos lugareños que se quedan sin casa reciben por ello una indemniza­ción; aunque, en ocasiones no se les paga o ésta se cubre con mucho retraso2. Incluso es frecuente que, aun cuando se pague a tiempo, no alcance plena­mente para procurarse una vivienda, en virtud de que los precios de los insumos para producirla se han elevado considerablemente. Esta situación se com­

1 Leopoldo Allub y Marco A. Michel Impactos regionales de la política Petrolera en México, Centro de Investigaciones para la integración so­cial, México, 1982, p. 94,

2 Esta ha sido la razón primordial por la que miles de campesinos se hayan organizado en el movimiento conocido como “pacto ribereño” , la movilización colectiva independiente, más vigorosa en el Tabasco de los últimos años.

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plica merced a que la tradición artesanal de la edi­ficación por autoconstrucción se ha ido perdiendo en relación directa con el auge petrolero.

Por otra parte, la vivienda de alquiler se locali­za, como es natural, casi en forma exclusiva en los centros urbanos. Además el alza en el precio de las rentas se ha disparado en una proporción tal que, a partir de 1976, alcanza tasas promedio del 200% anual. Para ese año en las principales ciudades ta- basqueñas se estaban construyendo de manera ace­lerada alojamientos destinados a renta. Al mismo tiempo, comenzaron a transformarse edificaciones existentes para crear departamentos o cuartos de vecindad, muchas veces con una inadecuada e irra­cional solución de espacio, por no hablar de sus ca­rencias e insuficiencias en términos de instalaciones y aún de ventilación y orientación. Se advierte enton­ces que el atractivo mercantil generado por la cre­ciente demanda habitacional devino en una intensa improvisación de espacios, con frecuencia insalubres, de reducido tamaño y con rentas que están entre las más elevadas del país. Esto ha llegado a situaciones extremas, como los casos en que se han habilitado galerones o espacios en forma de crujía, que fungen como dormitorios colectivos en muchas ciudades de la zona. En ellos, los trabajadores y usuarios en ge­neral pagan hasta mil pesos a cambio de facilitarles un catre o una hamaca para pasar la noche, com­partiendo el espacio para otras decenas de alojados.

Como quiera que sea, debe enfatizarse que la ofer­ta de vivienda para renta está muy lejos de poder cubrir la creciente demanda de espacios habitacio- nales en las localidades tabasqueñas de mayor po­blación. Y este panorama se ha tornado más grave después de 1982, con la disminución sensible de la actividad en la industria de la construcción orienta­da a la producción de vivienda.

En las condiciones anteriores, los sectores popu­lares acuden —como en el resto del país— a proce­dimientos de autoconstrucción para procurarse una morada. De esta forma se desenvuelven asentamien­tos espontáneos en la periferia de los centros urba­nos, situación que en la zona era poco significativa antes de los años setenta. Los pobladores de las nue­vas barriadas periféricas van edificando sus casas en predios cuya tenencia es irregular, generalmente sin contar con ninguna garantía de propiedad legal. Asimismo edifican con materiales de desecho, o de mala calidad, a costo muy alto, y cada vez más ale­jados de los centros citadinos.

En suma, la relativa bonanza económica ocasio­nada por el petróleo no ha impedido que en Tabas- co se incremente la situación deficitaria de espacios habitacionales. Y ello, a pesar de que ahí la activi­

dad económica sigue manteniendo un dinamismo por encima de medio nacional. Al mismo tiempo, la petrolización del aparato productivo ha provocado mayores índices de desigualdad, en cuyo marco se insertan las dificultades para que muchos habitantes de la entidad tengan acceso a un lugar donde vivir.

Vivienda y urbanización

Otro de los grandes efectos que surgen con el aumen­to en las actividades petroleras del sureste es el ace­lerado crecimiento en los centros urbanos, proceso que trae consigo un sinnúmero de alteraciones en la vida cotidiana de la región. En primer término se advierte un crecimiento acelerado de la población y, consecuentemente, de los centros urbanos que van incorporándose a las zonas aledañas. Estas, de ma­nera paulatina o apresurada, van siendo integradas a la estructura urbana sin estar sujetas a mecanis­mos de planeación que las regulen. Frente al creci­miento desordenado y espontáneo las autoridades se revelan incapaces de ofrecer soluciones.

Por otra parte, el aislamiento de las localidades rurales va disminuyendo al desarrollarse una extensa red de comunicaciones. Las carreteras en particular cruzan buena parte del estado y, en los municipios donde PEMEX actúa, se adentran hasta los rinco­nes más apartados. Esto facilita el desplazamiento de los pobladores del agro hacia otras localidades o regiones de la entidad. Al mismo tiempo, esta red es uno de los principales agentes, que facilita la pe­netración de nuevos patrones de vida y es uno de los vehículos más determinantes en la transform a­ción de los valores y expectativas de las comunida­des. Así, de manera gradual o precipitada, la cultura tradicional es desplazada por formas que tienen su origen en los grandes centros hegemónicos de la so­ciedad nacional y aún del capitalismo a nivel mundial dial. En ese proceso se van perdiendo la identidad comunitaria, en tanto que va ganando terreno la ideología y la práctica consumista, asociados a los valores culturales de la modernización citadina.

En tal perspectiva, se advierte el notorio fenómeno del cambio en los patrones de edificación de la vi­vienda, que atiende más a consideraciones de imita­ción que a una búsqueda de mejoría. Se expresa la necesidad de manifestar un cambio de status social, más que la pretensión de procurarse un espacio bien consolidado o producido con matariales de construc­ción de mayor durabilidad. En efecto, se aprecia que las modificaciones en los tipos de vivienda se proce­san, sobre todo, a través de mecanismos ideológicos, por encima de aquellos que tienen que ver con pro­curarse una mejor calidad de vida en lo que a habi­tación se refiere.

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Desde 1975, un estudio elaborado por PEMEX adelantaba algunos problemas que se agudizarían en los años posteriores. Se preveía que "... Villahermo- sa va a sufrir ciertas alteraciones al llegar, por un lado, - grupos de mayor poder adquisitivo y nivel técnico profesional y, por otro, grupos de pocos recursos en busca de empleo” 3. Incluso se advertía que en determinados núcleos sociales aumentaría la deman­da de “ ...servicios más sofisticados y en otro nivel, habrá grupos que formarán barrios marginales” 4. Lo cierto es que el documento de PEMEX no plan­teaba propuestas para hacer frente a lo que se veía venir, limitándose tan sólo ha exponer líneas gene­rales, en las que se manifestaban meros buenos propósitos.

Ligado con lo anterior está el aumento en el va­lor del suelo, en parte debido a la especulación in­mobiliaria y la creación de fraccionamientos, con la subsecuente transformación de los usos de la tierra. Extensas áreas aledañas a las localidades principa­les, tradicionalmente ocupadas para la producción agropecuaria, se van convirtiendo en nuevos barrios habitacionales. A la acción de los promotores inmo­biliarios debe añadirse la de los asentamientos es­pontáneos. En el origen de esta situación se encuen­tra el notable flujo migratorio desde otras entidades y del propio agro tabasqueño hacia las ciudades y zonas de mayor actividad petrolera. La afluencia de inmigrantes en los años finales del decenio de los setenta, contribuyó a que se dieran tasas de incre­mento poblacional cercanas al 6% anual, cifra que duplica el promedio para el conjunto del país, que en esos años se situaba alrededor del 3°7o5.

Ligado a lo anterior, el precipitado ritmo de ur­banización conforma el aumento en el déficit de servicios públicos. El agua potable, aún en las lo­calidades de una entidad que se significa por la abun­dancia de sus recursos hidráulicos, resulta cada vez más insuficiente en las localidades mayores, en vir­tud, sobre todo, de la limitada red de abastecimiento.Y algo similar acontece con otros servicios como el transporte, la recolección de basura o la energía eléc­trica, por hacer referencia a algunos de los más im­portantes. Puede decirse que la población urbana de Tabasco se enfrenta a la imposibilidad material

3 PEMEX. Estudio preliminar sobre vivienda para trabajadores en Villa- hermosa, Tabasco. Gerencia de Verificación y Construcción de PEMEX, Villahermosa, Tabasco, 1975, p. 26.

4 Ibid., pp . 26-7.5 Sin autor. Estudio sobre la vivienda en Tabasco, Documento mimeo-

grafiado, existente en el CID1PO, Villahermosa, 1979.Véase también: SPP. X Censo General de Población y Vivienda. Mé­xico, 1983.

de las autoridades municipales para atender a todas esas carencias.

Cambios de la vivienda en Tabasco

La expansión de la actividad petrolera en el sureste mexicano incide en el cambio de los patrones de la vivienda a través de varios factores. Por un lado está el hecho de que con la llegada de los petroleros a un lugar, por lo general se propicia el aumento de los ingresos de algunos lugareños. La paraestatal proporciona algún reducido número de empleos para los pobladores de las zonas donde actúa, dado que la mayor parte de los petroleros son elementos que po­seen cierto nivel de calificación para el trabajo, en tanto que los campesinos no lo tienen. De cualquier forma, los salarios que paga, aún en empleos sin cali­ficación alguna, está muy por encima de los mínimos regionales. Empero este no es el medio más impor­tante a través del cual su presencia aporta mayores ingresos a determinados sectores locales. En efecto, es ante todo de manera indirecta como la empresa petrolera y otras compañías privadas que trabajan para ella inyectan ingresos a las comunidades donde operan. Así, en torno a las instalaciones u oficinas petroleras se establecen comercios, predominante­mente expendios de comida. En verdad se desarrolla toda una gama variada de pequeños negocios fami­liares y de otros medianos que ofrecen mercancías o prestan servicios, alentados por el crecimiento del mercado que se produce a raíz de la llegada de PEMEX.

Contraponiéndose a lo anterior se manifiesta un efecto opuesto: el proceso de encarecimiento de la vida. Se desenvuelve implacable y a un ritmo acele­rado, en las zonas donde se extraen o procesan los hidrocarburos, incluso desde antes de que se esta­blezcan en ese sitio los petroleros. De este modo que­dan neutralizados los aspectos estimulantes para cualquier economía local. En último término se pro­duce un saldo desfavorable para los sectores popu­lares, merced al ostensible alza en el costo de la vida. En la misma forma en que ocurre en el resto del país, en Tabasco la carestía de los artículos de consumo sobrepasa, cada vez más, los incrementos en los salarios6. Por ello las clases subalternas resultan se­riamente afectadas en sus niveles de vida.

6 El fenómeno se dio en todo el país al calor de la expansión petrolera, cuando el esperado mejoramiento en las condiciones socioeconómi­cas para las clases trabajadoras desapareció tan pronto como había surgido. Véase G. Sekely. La economía política del petróleo en Mé­xico El Colegio de México, México., 1983, pp. 134-135.

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Además, el cambio en las relaciones económicas motiva nuevas expectativas en los lugareños, las que se pueden designar en términos de una “ ideología de modernización” . En ella se advierten, entre otros aspectos, modificaciones en la manera de vestir, en la alimentación o el consumo de nuevos satisfacto- res (antes desconocidos en las comunidades, o que no eran considerados atractivos) y, desde luego, al­teraciones en las preferencias relativas a los espa­cios habitacionales.

Ciertamente, son múltiples las formas concretas a través de las cuales PEMEX y las empresas que trabajan para ella afectan las condiciones de produc­ción de vivienda. En primer término está la reducción —cuando no la virtual desaparición— de diversos materiales constructivos de origen natural. En par­ticular, cabe referirse a los de índole vegetal, cuyo empleo, por tradición, ha sido esencial en la fabrica­ción de la casa campesina; y aún en las áreas urbanas se utilizan en forma considerable para la edificación. Sólo que ahora se muestra una pronunciada tenden­cia a la disminución en su uso, en virtud de que cada vez hay menor disponibilidad de ellos. Factor decisivo para ello ha sido la deforestación directa de vastas superficies de bosque tropical, o bien el desmonte de zonas arboladas en las parcelas ejidales. Para las plataformas de perforación, las estaciones compresoras, los derechos de vía u otras instalacio­nes, se desmontan muchas hectáreas.7 Pero también los árboles y la flora en general se van acabando co­mo resultado de la contaminación del aire, de las aguas superficiales y el suelo; o bien, a raíz de las modificaciones en los cauces de los ríos. Es notable como en municipios tales como Comalcalco, Cár­denas y Paraíso, la madera de árboles locales es muy escasa, y aún las palmeras han visto reducido su nú­mero de manera sensible.

A la acción de PEMEX en el proceso de defores­tación debe agregarse la intensa campaña de desmon­tes, en vastas áreas del estado, para la explotación ganadera. En efecto, alrededor del 45% de la super­ficie del estado se halla cubierta de pastizales y no es remoto esperar que en poco tiempo se extienda más, dado que se trata de una actividad con un mer­cado garantizado.

En suma, la alteración del medio ambiente ha sido violentada por la intensidad de la acción petrolera.

7 En el ejido de La Ceiba, municipio de Cunduacán, más de 60 hectá­reas, que representan cerca del 7% de la superficie total del ejido, fueron expropiadas por PEMEX para sus instalaciones. Comité Pro­motor de Desarrollo Socioeconómico del Estado de Tabasco. SARH. Evaluación de los impactos socio-ecológicos en el ejido La Ceiba, Mpo. de Cunduacán, Tabasco.Ediciones del Plan Estatal de Desarrollo, Vi- llahermosa, diciembre de 1979, p. 71.

Ello se ha traducido, en buena parte del estado, en un desplome de amplios recursos forestales. Por tal motivo, se dificulta día con día la obtención de ma­teriales como la madera o la palma para la produc­ción de la vivienda tradicional. En consecuencia, se despeja el camino para la creciente introducción de nuevos materiales y patrones constructivos.

De la palma al asbesto-cemento

La evolución de las tipologías constructivas, en el marco de la ideología de la modernización, transforma múltiples elementos de las viviendas. En el caso de las techumbres este fenómeno —particularmente en las regiones con mayor actividad petrolera de Tabasco— se expresa ante todo a través de un gradual, pero ostensible, abandono de las tradicionales cubiertas, realizadas con materiales de origen vegetal o de te­ja de barro cocido.

Por lo que hace a las cubiertas vegetales la más común, en la arquitectura vernácula en la zona, es la producida a partir de hojas de palma, principal­mente de cocotero. Esta techumbre se monta sobre una armadura de madera, combinando troncos y vi­gas con “ hueso” de palmera, otates o varas de ár­bol. Este tipo de cubierta generalmente se resuele a cuatro aguas, con alero volado hasta un metro o más, respecto de los muros, en virtud de la copiosa precipitación pluvial imperante en la región.

Una de las ventajas que ofrecen las cubiertas ve­getales estriba, precisamente, en la fácil obtención de la materia prima; aunque ésto, como se apuntó antes, en algunas zonas ya presenta dificultades. En

Materiales en los Techos de las Viviendas Cuadro 1 en el Estado de Tabasco (1970-1980)

Material 1970 % 1980 ;

Concreto o similares 9 900 7.8 22 319 12.3

Palma o similares 52 600 41.5 29 086 16.1

Teja o similares 47 002 37.1 20 474 11.3

Otros materiales 17 204 13.6 109 050* 60.4

TOTAL 126 706 100.0 180 n 9 ÍÓfcO

* Incluye los rubros: lámina de cartón, lámina metálica y la categoría no especificada, que no se contemplaron en el registro censal de 1970.

FUENTE: Secretaría de Industria y Comercio. IX Censo General de Población y Vivienda, México, 1971; y Secretaría de Programación y Presupuesto. X Censo General de Población y Vivienda, México, 1983.

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verdad resulta innumerable la variedad de la flora tabasqueña suceptible de ser aprovechada en la cons­trucción de casas. Además, sus ventajas se amplían en vista de que el material no suele requerir de técni­cas complejas para su empleo. Con frecuencia basta con la habilidad del campesino para manejar el ma­chete. Asimismo, estas techumbres tienen la propie­dad de ser muy frescas, en una región muy calurosa, proporcionando amplias posibilidades de ventilación en los espacios interiores. También debe añadirse que, entre las conveniencias para su uso, se cuen­tan las que resultan de una mayor integración con el paisaje, estableciendo un diálogo, bien logrado, con el medio natural. En lo que se refiere a sus in­convenientes, es un material cuya duración resulta relativamente breve (entre 5 y 20 años). Sus reque­rimientos de mantenimiento son altos, sobre todo en climas como el de Tabasco, de alta insolación y abundante precipitación pluvial. De igual modo, de­be tenerse en cuenta que se trata de materiales con un alto grado de combustibilidad y aunque son re­motos los incendios no se puede desatender a ese factor.

A su vez, los techos con teja de barro cocido van cayendo en desuso, más pronto que los de material vegetal. Esto ha llegado a tal punto que ese mate­rial resulta, hoy día, muy difícil de conseguir en la mayor parte del estado. La tradición artesanal pa­ra producirlo efectivamente ha desaparecido casi por completo en Tabasco; y cuando se le encuentra su precio es más elevado que en otras entidades del país. En 1970 se registraron más de 47 mil viviendas con cubierta de teja en todo el estado. Diez años des­pués, su número apenas llegó a las 21 mil. Este dato pone de manifiesto la marcada tendencia a la dis­minución de las viviendas con techo de teja.

Las cubiertas de lámina acanalada de asbesto- cemento, así como las losas de concreto se han ido convirtiendo, cada vez más, en las techumbres más comunes. Este proceso viene ocurriendo en to­do el país, y se ha intensificado en los últimos 25 años. Tabasco no es la excepción a la tendencia; an­tes bien, las cifras estadísticas ponen de manifiesto que el ritmo ha sido ahí más rápido que el prome­dio nacional. El cuadro número 1 muestra que en la entidad las cubiertas de concreto o similares pasa­ron de poco menos de 10 mil a más de 22 mil entre 1970 y 1980. En cambio, en ese mismo decenio, las de palma disminuyeron del 41.5%, al 16.1%, mientras que la teja también bajó del 37.1 %, al 16.1 %. El no­table aumento del 60.4% en el renglón de “ otros materiales” , se explica porque en él se registró toda una serie de techumbres del censo del 80, que no apa­recieron en el del 70.

Las cubiertas de concreto y con mayor razón las de asbesto-cemento, presentan importantes incon­venientes de adecuación al medio tabasqueño. En primer lugar se halla el aspecto térmico. Mientras las cubiertas vegetales son frescas, como se señalara antes, las derivadas del cemento resultan calurosas. Al mismo tiempo debe considerarse que por lo ge­neral su utilización es más costosa, sobre todo en las localidades apartadas de los centros de abaste­cimiento de materiales de construcción producidos por la industria. Además, debe añadirse que en el caso de las láminas de asbesto-cemento un porcentaje considerable de ellas se rompen durante su traslado, especialmente en las rancherías alejadas de las carre­teras, lo que significa mayor gasto para los usuarios.

A pesar de las consideraciones anteriores el uso de estos materiales continúa ganando terreno entre los pobladores de Tabasco. La razón de ésto, insisti­mos, radica en que su uso está motivado por factores de índole subjetiva y no nada más por sus caracte­rísticas objetivas.

Cambios en el material de los muros

De nueva cuenta, en el caso de las paredes de las viviendas, se aprecian sensibles cambios en el Ta­basco de los últimos tiempos. Así, mientras el la­drillo, el tabique y el tabicón experimentaron en el decenio 70-80 un incremento del 14% como mate­rial predominante en muros, la madera disminuyó

Materiales en los Muros de las Viviendas Cuadro 2 en el Estado de Tabasco (1970-1980)---------- - . - - l 1 U „ ; _

I p f T é

' > v . K . n

. . . . . . , v i . .

xY¡V'v?Ladrillo (tabique o tabicón) 39 026 30.8 82 397 45.5

Adobe 4 609 3.6 1 257 0.7

Madera 54 087 42.7 29 102 16.1

Embarro 3 169 2.5 1 382 0.8

Otros materiales 25 815 20.4 66 791* 36.9

. ...... '• - . • . . . * .. :VW126 706’ ’ ■ í , '; í% ■ - * ~

- — - — r • . s

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* Incluye los rubros: lámina de cartón, carrizo, bambú o palma; lámina de asbesto-cemento o metal y la categoría no especificado. Todos estos renglones no se contemplaron en el censo de 1970.

FUENTE: Secretaría de Industria y Comercio. IX Censo General de Población y Vivienda, México, 1971; y Secretaría de Programación y Presupuesto. X Censo General de Población y Vivienda, México, 1983.

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en cambio en un 26%, en ese mismo lapso. Dismi­nución similar, aunque ligeramente menor, ocurre en los casos de paredes elaboradas con materiales como el adobe y el embarro, los que pasan de 4 609 y 3 169 en 1970, a 1 257 y 1 389 en 1980. La verdad es que ya quedan muy pocas viviendas de adobe en Tabasco, el millar y cuarto de ellas, registrado en el último censo de población, no representa ni el uno por ciento del total de las viviendas en la entidad, proporción que se encuentra entre las más bajas de todo el país.

En el cuadro anterior se advierte con gran evidencia como la madera va dejando de representar el material predominante en las paredes de las casas tabasqueñas. De 54 mil viviendas en 1970, bajó a 29 mil diez años más tarde. La sustitución de este material que, en términos relativos es el menos durable, por otro de mayor duración como el tabique, indiscutiblemente que resulta explicable, en razón de una mejora objetiva en la calidad de la cons­trucción. Empero, aquí también intervienen factores subjetivos, que se inscriben en la perspectiva de las aspiraciones modernizantes, a las que ya se ha aludido antes. Este aspecto de carácter ideológico fue apreciado como invariable a lo largo de una serie de entrevistas realizadas en diferentes municipios de Tabasco. Entre los habitantes del medio rural y los de varias ciudades siempre apareció la idea de que su casa se veía más bonita edificada con ladrillo.

Asimismo, fue muy frecuente que, en el caso de la madera, se argumentara más que a su menor durabi­lidad, a factores ligados con su apariencia, considerada, en términos generales, menos atractiva que el tabique.

Cabe referirse también al asunto de los costos.Y aquí, como se vió en la parte de las cubiertas, nos encontramos con creciente escasez de los recursos forestales en diversas áreas de Tabasco. Si en los cen­tros urbanos la madera, ya desde hace tiempo era más cara que el tabique, en la actualidad esa dife­rencia se ha tornado más pronunciada. En las co­munidades campesinas empieza a ser cada vez más barato el tabique, en términos comparativos, que el precio de la madera.

Lo cierto es que este cambio de materiales en las paredes de las casas viene ocurriendo en el conjun­to del país. Sólo que en el caso de Tabasco, una vez más, la tendencia adquiere un ritmo más acelerado; en gran medida por tratarse de una sociedad some­tida a múltiples influencias ocasionadas por la in­tensificación en la extracción y procesamiento de los combustibles fósiles. Esta aseveración se constata en los datos contenidos en el cuadro número 3, don­de se consignan los materiales en ios muros de las viviendas, para los 17 municipios tabasqueños.

Material en Muros de las Viviendas en Municipios de Tabasco, 1980 en el Estado de Tabasco 1980

Cuadro 3

Lam.Cart.

Palma o Carrizo

Embsi-rro

Tabique,

Madera Asbesto Adobe

Balancán 133 1 906 32 2 725 165 26 1 337 81 114 6 519Cárdenas 478 3 524 93 3 091 1 167 166 10 609 411 400 19 939Centla 503 3 698 97 1 818 401 95 2 243 151 216 9 222Centro 2 563 7 281 177 3 676 1 976 322 27 921 804 699 45 416Comalcalco 356 4 274 168 895 713 169 8 815 480 295 16 165Cunduacán 323 3 677 98 885 486 38 3 981 419 238 10 145E. Zapata 43 501 11 362 127 29 1 940 25 15 3 053HuimanguiUo 398 3 498 161 5 153 677 93 5 257 257 364 15 858Jalapa 137 1 493 42 580 83 9 1 166 98 85 3 693Jalpa 146 2 138 104 249 229 57 3 352 173 158 6 606Jonuta 31 1 801 18 488 32 6 587 37 50 3 050Macuspana 583 4 187 100 3 255 999 54 4 274 322 336 14 110Nacajuca 243 2 133 67 207 198 47 1 781 128 249 5 053Paraíso 173 1 935 72 258 298 80 3 645 135 44 6 640Tacotalpa 199 1 158 20 1 703 106 6 898 60 72 4 223Teapa 225 567 38 1 142 149 17 2 340 73 71 4 622Tenosique 185 1 057 84 2 615 166 43 2 251 121 90 6 612

Total 6 719 44 828 1 382 29 102 7 972 1 257 82 397 3 775 3 497 180 929

FUENTE: SEP X Censo General de Población y Vivienda (Edo. de Tabasco, Vol. I. Tomo 27, México, 1983, pág. 63 a 67.

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En el cuadro anterior se constata que municipios como Cárdenas, Centro o Comalcalco, se alcanza una proporción superior al 50% de las viviendas con muros de tabique y tabicón; en tanto que, en Taco- talpa o Tenosique, donde la presencia de PEMEX es mínima, apenas se llega a un 34% y un 21.2% respectivamente.

Pisos de las viviendas

En el renglón de los pisos es donde se aprecia una modificación más sustantiva en el Tabasco del últi­mo decenio. Para 1970 cerca de 80 mil viviendas, el 62% del total, tenían piso de tierra. Diez años más tarde la cifra de las casas con piso de tierra bajó en números absolutos a 67 mil, que representan sólo un 37% del total en 1980.

Aquí también cabe aventurar la suposición de que el cambio se produjo, en gran medida, merced a fac­tores equivalentes a los apuntados en los casos de techos y muros. Debe sin embargo añadirse, en este caso, la campaña desplegada por el gobierno fede­ral a través de la SAHOP, en el sexenio 1976-82; así como la acción dél gobierno de Ja entidad —que continúa hasta la fecha— por medio de su oficina de obras públicas— tendiente a dotar a la vivienda con piso de cemento u otros materiales más consoli­dados. Esta campaña se ha enfocado principalmente a la vivienda rural; aunque de manera restringida se han registrado acciones en los barrios populares de las ciudades. A partir de 1982 la participación del gobierno federal en este tipo de acciones se redujo ostensiblemente; en tanto que la del gobierno estatal se incrementó. De esta forma, es muy probable que en la actualidad se haya disminuido más aún el por­centaje de vivienda con piso de tierra en Tabasco.

La razón medular para que se haya montado una campaña de esta naturaleza reside en propósitos de salubridad. Los gobiernos federal y de la entidad, sostienen que el mejoramiento en los pisos de vivien­das, se traduce en un notable descenso en las enferme­dades gastrointestinales y de las vías respiratorias, las más comunes en la región. Lo cierto es que el programa de mejoramiento de la vivienda desarro­llado por los anteriores SAHOP y COPLAMAR tuvo una considerable importancia en el sureste me­xicano en el sexenio 1976-1982. Puede decirse que fue un destacado agente en la modificación de ese com­ponente en la vivienda campesina, especialmente de las regiones con mayor grado de aislamiento. La ac­ción del gobierno de la entidad ha sido continua hasta nuestros días y en ella se han combinado fórmulas de autoconstrucción con asistencia guber­namental. Así, el usuario de la vivienda colabora con su fuerza de trabajo, en tanto que el gobierno le pro­

porciona el cemento y algún otro material, cuando es requerido, además de facilitarle asistencia técnica.

Material en los Pisos de las Viviendas Cuadro 4 en el Estado de Tabasco 1970-1980

M o rta l . M ♦ I I R i t a * * *

Tierra 78 546 62 67 681 37.4

Otro 48 160 38 113 248* 62.6

TOTAL 126 706 100 180 929 100

* incluye los rubros: cemento o firme (90 517); mosaico u otro recubrimiento (18 255) y no especificado (4 476), que no se contemplaron en el censo de 1970.

FUENTE: IX y X Censos de Población op. d i.

Eii el cuadro anterior se puede constatar el rápi­do cambio experimentado en el material utilizado en los pisos de las viviendas. Si se consideran los 90 517 pisos de cemento o firme, a los que se añaden 18 255 de mosaico u otro recubrimiento, suman más de 108 000 viviendas (el 60%), que cuentan con pisos de material consolidado, casi el doble de la produc­ción que había en 1970.

En el medio rural, el vehículo del cambio com­prende tanto a patrones de lo que hemos denomi­nado ideología de la modernización, cuanto a la señalada acción gubernamental como agente impulsor de cambio. Por su parte, en las ciudades de Tabasco, el cambio en el material de los pisos se ubica en el marco del proceso mismo de urbanización del espacio, que va a compañado de una constante asimilación de tipologías constructivas de mayor durabilidad. Tener una casa en Villahermosa o Cárdenas, repre­senta para Ja familia que la posee, algo más que un espacio vital o un patrimonio, tiene también un sentido de rango social. De donde deducen que los materiales de la vivienda en general, sean de mayor durabilidad y, al mismo tiempo, expresen un sentido de mayor costo en la edificación.

Cambios en la superficie de la vivienda

El tamaño y la integración de los espacios habita- cionales también han sufrido alteraciones que, en parte, pueden atribuirse a la actividad petrolera de los últimos tres lustros en el sureste del país. La principal modificación espacial se advierte en el as­pecto cuantitativo de la superficie edificada. De esta forma, se acusa una señalada tendencia al incremen­to del área de la vivienda en el medio rural. Al res­pecto, es indudable que una ampliación se realiza, casi siempre, atendiendo a razones objetivas, como la de contar con mayor espacio para las actividades

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cotidianas de la familia. Empero en las zonas rura­les del trópico húmedo, como la que nos ocupa, la existencia de un espacio no edificado, en el solar don­de se asienta la vivienda, proporciona un agregado al espacio de uso familiar. En efecto, múltiples ac­tividades se desarrollan fuera de las paredes de la casa. Es muy común que el solar, bajo sombra de árboles o arbustos, haga las veces de comedor, so­bre todo en los meses calurosos, y sitio de reunión familiar, por lo que representa el espacio correspon­diente a la estancia en la vivienda convencional de la clase media urbana. Incluso, en los periodos más calurosos, es recurrente la práctica de dormir al aire libre, colocando el catre o la hamaca para pasar la noche.

Por tanto, la ampliación de la casa rural conlleva una cierta dosis de asimilación de patrones habita- cionales provenientes de la casa urbana. Paradógi- camente, en ésta se viene desenvolviendo un proceso completamente inverso, en lo que se refiere al cam­bio en la superficie de la vivienda. Así, se observa una tendencia a la reducción del espacio promedio de las viviendas urbanas de Tabasco, como resultado del alza en los precios del terreno y los materiales de construcción. Es cierto que en las zonas urbanas hay mayor disponibilidad de recursos económicos que en el agro; pero ello no compensa los aumentos en los costos de construcción y el notable encareci­miento de los predios en los mayores asentamientos.

Desafortunadamente no se tiene información cen­sal sobre la superficie de las viviendas para el estado en su conjunto. Aún así, el registro de observaciones y la información levantada en el trabajo de campo, reveló, de manera bien definida, las tendencias: cre­cimiento en las zonas rurales, y disminución en las urbanas.

Con relación al número de cuartos en la vivien­da, por encima de las 130 mil de las registradas en 1980 tienen un máximo de dos cuartos. Esta cifra representa casi el 75% total de viviendas de la en- tiad. A su vez, en ese mismo año se consignaron poco más de 72 mil viviendas con un sólo cuarto, las que representan alrededor del 40.5% del total. Esta pro­porción es inferior a la de 1970, cuando las viviendas de ur sólo cuarto llegaban a ser más del 54%; en tantc \jue las de 2 cuartos como máximo eran poco más i el 83%.

L< anterior no significa necesariamente que las casa; actuales sean más amplias. En realidad, lo que se d< prende, es que tienden a tener más cuartos.Y ésT ■' bien puede suponer, un incremento en la sub- divis- >n de los espacios interiores, al menos en buena

parte de las casas del medio rural. Como quiera, este asunto deberá estudiarse con más detenimiento, a fin de someter a prueba el supuesto que aquí se adelanta.

Vida cotidiana y vivienda: algunos efectos

Si la petrolización de la economía estatal ha contri­buido como agente acelerador del cambio entre am­plios sectores de la sociedad tabasqueña, también es cierto que ha provocado reacciones de rechazo, cuando no de abierta oposición, en considerables nú­cleos de ésta. Casi no hay día en que los periódicos locales manifiesten puntos de vista críticos hacia los impactos negativos de la intensificación de las acti­vidades de PEMEX. Asimismo, es recurrente en la opinión pública, la idea de que los beneficios crea­dos por la presencia de la paraestatal, son menores que los perjuicios derivados de su actuación en la entidad.

Funcionarios del gobierno estatal han manifes­tado incluso en varias ocasiones, muestras de incon­formidad en torno a las consecuencias producidas por el aumento en la extracción de los hidrocarburos en Tabasco. En el caso de autoridades municipales, representantes de ganaderos u organizaciones campe­sinas, ligados al partido oficial, el malestar tiende a ser más manifiesto. Hasta se han producido conflictos en algunas zonas, como el mencionado movimiento del “ Pacto Ribereño” ,que aglutinó ejidatarios y pe­queños propietarios por miles, en varios municipios. Opiniones extremas, que no son tan aisladas, dejan ver una visión apocalíptica acerca de los impactos que la acción de PEMEX ha generado.

Ciertamente, las fuentes principales de la incon­formidad se hallan en el encarecimiento de la vida, por una parte; y en el deterioro del medio ambiente por la otra. Aparentemente con relación a la vivien­da, el tabasqueño no se siente afectado. Sólo en las grandes ciudades, en donde el nivel de las rentas as­cendió en forma descomunal, se perciben síntomas de descontento al respecto. En contraste, para nada se advierte malestar alguno hacia las modificaciones en los patrones de edificación; ni en la creciente susti­tución de los materiales de construcción tradicionales, por los de procedencia industrial. Por el contrario, el común de la gente, asimila estos últimos de ma­nera acrítica. Más aún, los ha incorporado con una evidente aceptación, pues son vistos como una me­joría en la calidad de su morada.

Conclusiones

El sureste mexicano —y Tabasco en particular— han cambiado mucho en los últimos tres lustros. Su

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IMPACTO DE LA PETROLIZACION EN LA VIVIENDA DE TABASCO 1 1 7

estructura productiva, el asentamiento de su pobla­ción, sus patrones culturales y su medio ambiente, entre otras cosas, han sufrido una notable alteración. En verdad, esta experiencia casi no tiene paralelo en ninguna otra zona del país. En especial porque se trata de cambios profundos y extensos a la vez; que de manera acelerada o paulatina, se traducen en modificaciones en los ritmos y estilos de vida, en la transformación del espacio y el paisaje; en fin, en cambios que afectan la esencia y la apariencia de una vasta región tropical.

El sentido de esos cambios, desafortunadamen­te, no ha sido el de un mejoramiento en la calidad de la vida material de los pobladores, de su cultura o el medio ambiente. Por el contrario la petrolización se ha convertido, con mucho, en elemento depre­dador de la biosfera y de amplios grupos sociales. Si bien la vida para ciertos sectores tabasqueños, se facilitó en algunos aspectos, al crearse fuentes de tra­bajo con salarios por encima de los promedios pre­valecientes en la región, también es innegable que se hizo más difícil en muchos otros aspectos: cares­tía, mayor desigualdad social y se acentuaron ten­dencias de marginación urbana y rural.

En el asunto de la vivienda, los cambios también presentan ese doble carácter. Hemos visto aquí la realización de mejoras, al tiempo que se han contem­plado resultados desfavorables. Entre los primeros se examinó lo referente a la adopción de materiales

de construcción con mayor durabilidad y, al mis­mo tiempo, la ampliación en las dimensiones de las viviendas en las zonas rurales. Además, se aprecia la relativa mejoría en los servicios urbanos en algunas barriadas populares de las ciudades más pobladas del estado. Por lo que se refiere a las desventajas, se han detectado problemas en cuanto al uso de materiales de construcción no siempre apropiados para las condiciones ambientales, o bien de alto cos­to. Pero ante todo, llama la atención el creciente y acelerado volumen en el déficit de alojamientos, que a su vez provoca el encarecimiento de la vivienda.

En fin, un panorama de carencias, insuficiencias y abusos, es el que prevalece en el terreno de la vi­vienda para Tabasco. El saldo sigue siendo desfavo­rable, tanto en términos de calidad como cantidad. De ahí que no se vislumbren perspectivas mejores a corto y a mediano plazo. Sólo en el caso, muy re­moto por cierto, de que PEMEX adoptara profun­dos cambios en su política de intervención en la zona, y además se llevara adelante un vasto programa de reformas económicas y sociales, que favorecieran a los sectores populares de la entidad, entonces sí po­dría esperarse que el problema habitacional, tuviera verdaderas bases para ser atacado. Al mismo tiempo, el espejismo desarrollista y la ideología de la mo­dernización, sólo habrán de desvanecerse, cuando los usuarios y los agentes productores de vivienda, desistan de aplicar prototipos habitacionales y ele­mentos constructivos que no se adecúan a las con­diciones regionales.

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Esta publicación consta de 500 ejemplares y se terminó de imprimir en el mes de abril de 1989 en los talleres del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, calle 26 Norte No. 220 Ciudad industrial, 20290 Aguascalientes, Ags.

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