Error de origen

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Error de origen En el marco de una feroz medición de fuerzas, los sectores oficialistas se esfuerzan por presentarse como triunfadores una vez que los gremios magisteriales decidieron un retorno a las aulas escolares. Una lectura de perdedores y triunfadores es la actitud que más daño le puede ocasionar a una verdadera búsqueda de solución a un conflicto magisterial que sin duda capta con mayor precisión la profundidad de la crisis hondureña puesto que cruza a todos los sectores de la sociedad hondureña. Sin embargo, así como los sectores oficialistas no ocultan que están derrotando a los gremios magisteriales y con euforia confirman que seguirán profundizando la implementación de su propuesta educativa, dirigentes magisteriales y sectores populares afines están enfrascados en estériles debates, sobre si el llamado “repliegue táctico” es una derrota o un cálculo político. Más allá de ganadores y perdedores, lo que está en cuestión en la crisis hondureña es si apostamos por una propuesta educativa con la cual todos los sectores de la sociedad se sienten identificados, o si la misma abona o atiza a la polarización que nos hunde todavía más en el proceso de confrontación e ingobernabilidad. Ya lo hemos dicho en nuestra palabra: en la actual conflictividad política y social y en la inestabilidad sistémica que nos abate, ninguna propuesta que provenga de un único sector puede constituirse en propuesta nacional, puesto que cuando todos los tejidos sociales, políticos e institucionales están rotos, como en el caso hondureño, lo que necesitamos son consensos mínimos que recojan demandas e intereses nacionales. Aquí no estamos ni siquiera calificando si la propuesta educativa que impulsa el sector oficialista es válida o inválida. Lo que aquí cuestionamos es el error de origen de dicha propuesta: creyendo que tienen la verdad, y la única verdad, y aprovechando las ventajas de su posición de fuerza, los sectores oficialistas la implementan como si en Honduras estuviésemos insertos en una realidad democrática estable y bajo condiciones de políticas públicas consensuadas. Y con ese error de origen, los sectores oficialistas proceden siguiendo la misma lógica de aquellos sectores que promovieron y sostuvieron el golpe de Estado: imponen su visión y concepción de la sociedad como si fuesen nacionales, y se sienten eufóricos por haber derrotado a quienes, según sus convencimientos, estaban llevando al país por caminos equivocados. Curiosamente, en esta fase de la crisis hondureña, los sectores que impulsan la actual propuesta educativa coinciden casi irremediablemente con aquellos mismos que proceden de un golpe de Estado triunfante. En este error de origen, ni el triunfalismo del sector oficialista ni el llamar “repliegue táctico” al retorno a clases por parte de los gremios magisteriales pueden ser contribuciones a una búsqueda de salida a la crisis educativa. Sólo un diálogo honrado en torno a la educación nacional hasta alcanzar una negociación en torno a consensos mínimos, es la única ruta hacia una salida al actual conflicto. Y en este punto, los gremios magisteriales han retornado a las clases. Ya no existe excusa para no dialogar. La pelota ha quedado muy bien establecida: se encuentra en el campo del señor Don Porfirio Lobo Sosa. Es tiempo para el diálogo, no desperdiciemos la ocasión. Nuestra Palabra | 06 ABRIL 2011

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Editorial Radio Progreso ERIC-SJ

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Error  de  origen  

En   el   marco   de   una   feroz   medición   de   fuerzas,   los   sectores   oficialistas   se   esfuerzan   por  presentarse  como  triunfadores  una  vez  que  los  gremios  magisteriales  decidieron  un  retorno  a  las  aulas  escolares.  Una  lectura  de  perdedores  y  triunfadores  es  la  actitud  que  más  daño  le  puede   ocasionar   a   una   verdadera   búsqueda   de   solución   a   un   conflicto  magisterial   que   sin  duda  capta  con  mayor  precisión   la  profundidad  de   la  crisis  hondureña    puesto  que  cruza  a  todos  los  sectores  de  la  sociedad  hondureña.  

Sin  embargo,  así  como  los  sectores  oficialistas  no  ocultan  que  están  derrotando  a  los  gremios  magisteriales  y  con  euforia  confirman  que  seguirán  profundizando  la  implementación  de  su  propuesta  educativa,  dirigentes  magisteriales  y  sectores  populares  afines  están  enfrascados  en   estériles   debates,   sobre   si   el   llamado   “repliegue   táctico”   es   una   derrota   o   un   cálculo  político.  

Más   allá   de   ganadores   y   perdedores,   lo   que   está   en   cuestión   en   la   crisis   hondureña   es   si  apostamos   por   una   propuesta   educativa   con   la   cual   todos   los   sectores   de   la   sociedad   se  sienten   identificados,   o   si   la  misma   abona  o   atiza   a   la   polarización  que  nos  hunde   todavía  más  en  el  proceso  de  confrontación  e  ingobernabilidad.  

Ya   lo   hemos   dicho   en   nuestra   palabra:   en   la   actual   conflictividad   política   y   social   y   en   la  inestabilidad  sistémica  que  nos  abate,  ninguna  propuesta  que  provenga  de  un  único  sector  puede   constituirse   en   propuesta   nacional,   puesto   que   cuando   todos   los   tejidos   sociales,  políticos  e   institucionales  están   rotos,   como  en  el   caso  hondureño,   lo  que  necesitamos  son  consensos  mínimos  que  recojan  demandas  e  intereses  nacionales.  

Aquí   no   estamos   ni   siquiera   calificando   si   la   propuesta   educativa   que   impulsa   el   sector  oficialista   es   válida   o   inválida.   Lo   que   aquí   cuestionamos   es   el   error   de   origen   de   dicha  propuesta:  creyendo  que  tienen  la  verdad,  y  la  única  verdad,  y  aprovechando  las  ventajas  de  su   posición   de   fuerza,   los   sectores   oficialistas   la   implementan   como   si   en   Honduras  estuviésemos   insertos   en  una   realidad  democrática   estable  y  bajo   condiciones  de  políticas  públicas  consensuadas.  

Y   con   ese   error   de   origen,   los   sectores   oficialistas   proceden   siguiendo   la  misma   lógica   de  aquellos   sectores   que  promovieron   y   sostuvieron   el   golpe  de  Estado:   imponen   su   visión   y  concepción   de   la   sociedad   como   si   fuesen   nacionales,   y   se   sienten   eufóricos   por   haber  derrotado   a   quienes,   según   sus   convencimientos,   estaban   llevando   al   país   por   caminos  equivocados.    Curiosamente,  en  esta  fase  de  la  crisis  hondureña,  los  sectores  que  impulsan  la  actual   propuesta   educativa   coinciden   casi   irremediablemente   con   aquellos   mismos   que  proceden  de  un  golpe  de  Estado  triunfante.  

En  este  error  de  origen,  ni  el  triunfalismo  del  sector  oficialista  ni  el  llamar  “repliegue  táctico”  al  retorno  a  clases  por  parte  de   los  gremios  magisteriales  pueden  ser  contribuciones  a  una  búsqueda   de   salida   a   la   crisis   educativa.   Sólo   un   diálogo   honrado   en   torno   a   la   educación  nacional  hasta  alcanzar  una  negociación  en  torno  a  consensos  mínimos,  es  la  única  ruta  hacia  una  salida  al  actual  conflicto.  Y  en  este  punto,  los  gremios  magisteriales  han  retornado  a  las  clases.  Ya  no  existe  excusa  para  no  dialogar.  La  pelota  ha  quedado  muy  bien  establecida:  se  encuentra   en   el   campo   del   señor   Don   Porfirio   Lobo   Sosa.   Es   tiempo   para   el   diálogo,   no  desperdiciemos  la  ocasión.  

 

     Nuestra  Palabra  |  06  ABRIL  2011