…entró donde estaba la niña,
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…entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: - Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña; levántate). Mc 5, 38-42
DOMINGO 13º del TIEMPO ORDINARIO – Ciclo B
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Ante las dificultades de la vida, es preciso confiar en el Señor al que obedecen los vientos
y el mar.Ése era el mensaje del domingo pasado.
Aquellas dificultades parecían ajenas a la misma persona.
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Hay un drama más profundo que acompaña a todo ser humano: el de la muerte.
Ahí es donde realmente se pone a prueba nuestra fe.
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Se dice que la sexualidad es un tabú. Pero el tabú más importante es la muerte.
Ella sí que nos atrae y nos horroriza al mismo tiempo.
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La sexualidad y la muerte marcan el principio y el final de la vida.
Por eso son inevitables.Y aparecen constantemente en las pantallas de nuestros televisores.
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“Dios no hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes.” (Sap
1,13).
Dios es la fuente y el dueño de la vida. Una vida recta y justa es semilla de inmortalidad.
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Jairo pide a Jesús que cure a su hija.
La niña muere…
…pero Jesús sigue aceptando el desafío.
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Su fe es más firme que la de los discípulos de Jesús.
El relato contiene tres mensajes:
Un judío practicante, reconoce el poder de Jesús
sobre la enfermedad.
Tiene fe en Jesús.
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Apoyada en su experiencia, la gente sigue afirmando el poder de la muerte. Reconocen a Jesús como el “ Maestro”,
nada más.
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Jesús habla a la niña muerta y le devuelve la vida.
La devuelve al amor de la familia.
Con su palabra y su acción, Jesús muestra ser más que un “maestro”.
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Estas palabras son una llamada a cada uno de los creyentes.
El maestro no quiere la muerte. Tampoco quiere esa apatía que nos mantiene inmóviles e inactivos ante el drama del mundo.
TALITA QUMI: “Muchacha, levántate”.
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Esas palabras son una orden para la Iglesia entera.
¿Ha perdido la capacidad de responder a los desafíos del momento?
También la Iglesia ha de ponerse en pie.
TALITA QUMI: “Muchacha, levántate”.
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TALITA QUMI: “Muchacha, levántate”.
Estas palabras interpelan a toda la sociedad,
tantas veces sedada para no percibir el mal y los dolores
de los que se lamentan y sufren.
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Señor Jesús, que has aceptado el desafío de la muerte
para devolver la confianza a los que creen en ti, te reconocemos como dueño de la vida
y te rogamos nos devuelvas la esperanza y el coraje. Amén
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Autor: José Román Flecha AndrésPALABRA DEL SEÑOR Secretariado Trinitario. Salamanca