Entrevista Gloria cuartas

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ENTREVISTA A GLORIA CUARTAS MONTOYA 1 . Con poca frecuencia en el ámbito académico se entrevista a intelectuales de los hechos. Habitualmente se exalta y reconoce públicamente a quienes escriben libros, investigan y publican, y a quienes tienen una trayectoria académica que se mueve en los cánones del enciclopedismo propio de las universidades colombianas. Pero poco se dialoga y visibiliza a otros intelectuales que en el día a día, en el trabajo de campo, en el hacer diario y por medio de la investigación acción participativa, construyen y comparten su conocimiento, aportando a transformaciones tangibles desde las cuales, entre otras cosas, es posible apostar por un país mejor. 1 Entrevista hecha por Fredy Andrés Vargas g. Estudiante de Licenciatura en Educación Básica con énfasis en tecnología e informática y empleado de la Universidad de San Buenaventura de Cali en la Unidad de Planta Física. Trabajador comunitario con niños y niñas de la comuna 18 de la ciudad de Cali, sector de Los Chorros y fundador y coordinador del coro franciscano Colibrí. Dirección electrónica: [email protected] y [email protected] . DIALOGOS…

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ENTREVISTA A GLORIA CUARTAS MONTOYA1.

Con poca frecuencia en el ámbito académico se entrevista a intelectuales de los hechos. Habitualmente se exalta y reconoce públicamente a quienes escriben libros, investigan y publican, y a quienes tienen una trayectoria

académica que se mueve en los cánones del enciclopedismo propio de las universidades colombianas. Pero poco se dialoga y visibiliza a otros intelectuales que en el día a día, en el trabajo de campo, en el hacer diario y por medio de la investigación acción participativa, construyen y comparten su conocimiento, aportando a transformaciones tangibles desde las cuales, entre otras cosas, es posible apostar por un país mejor.

Este es el caso de una de las más importantes intelectuales de la paz y de los derechos humanos en Colombia: Gloria Cuartas Montoya, una mujer, paisa, de 49 años, trabajadora social y socióloga, que por más de dos décadas ha hecho aportes de gran importancia para que se teja y se piense de manera distinta el conflicto armado en nuestro país. Esta mujer galardonada a nivel internacional, hace hoy un

1 Entrevista hecha por Fredy Andrés Vargas g. Estudiante de Licenciatura en Educación Básica con énfasis en tecnología e informática y empleado de la Universidad de San Buenaventura de Cali en la Unidad de Planta Física. Trabajador comunitario con niños y niñas de la comuna 18 de la ciudad de Cali, sector de Los Chorros y fundador y coordinador del coro franciscano Colibrí. Dirección electrónica: [email protected] y [email protected].

DIALOGOS…

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llamado para que a través de la educación, sea posible conocer y reconfigurar políticamente los modelos de ordenamiento territorial, la ley, la justicia y la paz en Colombia.

Fue seleccionada en el 2007 por la UNESCO como una de las 60 mujeres que ha contribuido al desarrollo de los derechos humanos en el mundo y el 3 de julio del mismo año, en el marco del Foro Mundial de Derechos Humanos, recibió el Premio del Edicto de Nantes en Francia, premio otorgado a aquellas personas en el mundo que de manera influyente y significativa han trabajado por la paz civil, el Estado de derecho y la libertad de conciencia. Este es uno de los premios más importantes en materia de paz y derechos humanos otorgado en el mundo.

Esta intelectual del hacer, de la paz y de los derechos humanos, galardonada con el premio Simón Bolívar del Ministerio de Educación y con el premio a la Mujer en 1996 , por su especial interés en el tema de resolución de conflictos y el trabajo cultural, compartió saberes en el Kibut Ramat Rahel en Jerusalén, Israel y posteriormente en la Universidad Alternativa de Tamera (Biotoposdecura)2 en Portugal. Se presenta como una soltera por opción de vida, como una mujer que decidió no tener hijos y que decidió compartir su vida construyendo otras formas de relación y de convivencia afectiva con compañeros y compañeras, quienes le han permitido construir “comunidad afectiva” 3 para trabajar por la vida, por la justicia y en definitiva por la paz, reconociendo otras formas para amar.

Esta ex-alcaldesa de Apartadó4-Antioquia es también reconocida porque sólo en tres años consiguió que una ciudad que figuraba entre las más violentas del mundo, empezara a ser reconocida como un ejemplo de movilización civil por el derecho a la paz. Esto lo logró con la firme convicción de que las armas en Colombia no pueden seguir siendo un símbolo de poder y autoridad y con la certeza que más allá de jardines públicos y pavimento en las carreteras, Apartadó necesitaba los caminos de la solidaridad y los jardines de la tolerancia y 2 www.tamera.org

3 En Bogotá el grupo de amigas con las que habita han complementado su formación académica y emocional para seguir avanzando. La experiencia de la académica Doctora en Derecho s Humanos Dídima Rico Chavarro ha fortalecido su espíritu de libertad y compromiso con las causas del país.

4 Municipio de 100.000 habitantes del Urabá Antioqueño, Alcaldesa entre 1995 -1997, allí denunció el plan de exterminio, contra las comunidades y la ocupación territorial. Recordemos que Álvaro Uribe Vélez era gobernador de Antioquia en el mismo período.

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el respeto. Movilizó, entre otros, a universitarios, profesionales y artistas de Colombia para desarrollar actividades educativas y culturales como el corredor educativo y la aldea del arte, con el fin de que los niños y las niñas de Apartadó vieran que es posible un ambiente de tolerancia y con el ánimo de que los adultos se dieran la oportunidad de re- aprender y darle lugar a la convivencia pacífica. En especial construyendo una metodología de la geografía y la historia que permitiera conocer en qué territorio vivían, como una de las formas de comprender el conflicto y su magnitud.

Gloria Cuartas en la actualidad es candidata al Senado de la República5, estuvo en la ciudad de Cali y con la generosidad que la caracteriza, dialogó sobre algunos recorridos de vida y compartió algunas invitaciones a las Instituciones de Educación Superior y a las Ciencias Sociales, para que piensen y contribuyan de una manera más decidida al país desde la configuración de políticas sociales, equitativas y pertinentes.

F.A.V. ¿Usted cómo llega a ocuparse del tema de la paz y la justicia social, de los derechos humanos y de la democracia en Colombia?

G.C. Trabajé durante 10 años en comunidades que habían perdido todo por los desastres naturales: en Armero, Cauca, Tolima, Caldas, Córdoba y Antioquia, allí estuve acompañando la tristeza y el sufrimiento de la gente que perdió todo por desastres naturales. Un ejemplo de ello es lo que conocemos como la Tragedia de Armero, había una lucha de la gente por recuperar lo perdido y Colombia se solidarizaba en los años 80. A través del trabajo con un grupo de personas, aportamos a la reconstrucción del tejido social en momentos de pérdida, dolor y sufrimiento. Éstos desastres dejan muy vulnerable a una comunidad y se requiere de apoyo para recuperar la voz, la dignidad y la esperanza.

Debido a esto en el año 92, me fui a vivir al Urabá Antioqueño, al municipio de Apartadó. Apartadó cambió mi vida. Allí tomé conciencia de que Colombia estaba atravesando un conflicto social y armado. Allí fue donde sentí

5 Se reconoce como mujer de izquierda, hace parte del Polo Democrático Alternativo.

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de cerca los efectos devastadores de la violencia. Antes no me daba cuenta, escuchaba que había gente desplazada, oía de asesinatos de personas que pertenecían a la Unión Patriótica, oía que había situaciones generadas por la FARC o el ELN, escuchaba acerca de la insurgencia en Colombia, pero eran temas lejanos a mi vida y a mi realidad.

Cuando llegué a Apartadó, en el año de 1992, me puse de frente al dolor, encontrando que lo cotidiano era ver personas que habían desaparecido, que lentamente los familiares de los desaparecidos también desaparecían. Me encontré que con frecuencia mataban sindicalistas y se efectuaban masacres, sentí que ésta Colombia yo no la conocía. Y no la conocía porque estaba en la ciudad, estudiaba, tenía comodidades, tenía comida permanente, no me faltaba nada y veía novelas y tenía una vida muy tranquila, pero cuando llegué allí, el trabajo social y la sociología eran como teorías, no estaba de frente con la realidad.

Conocí el desplazamiento, la desaparición, la tortura, fui testigo de cómo morían personas de organizaciones sociales y en el año 1994, después de la masacre de La Chinita, que fue una masacre de 34 personas a manos de un comando de las FARC, ví cuerpos destrozados, mujeres que sufrían por sus hijos, que preguntaban ¿dónde están los desaparecidos?. Esta situación sumada a las muertes atroces por grupos paramilitares, me condujo a pensar: “este asunto tiene que ver conmigo, porque yo estudié una carrera de las Ciencias Sociales que tenía que tener sintonía con la vida”, y en el año 94, fue Monseñor Isaías Duarte Cansino, quién me dijo: “¿Porqué no te quedas en esta región? y trabajamos para que el sufrimiento que está pasando la gente, la desaparición, lo conozca el mundo, no podemos guardar silencio”6. Me quedé, observando una cruda realidad, en la vida cotidiana, en una región muy rica en su diversidad étnica y cultural, en agua, oro, petróleo, carbón, biodiversidad, pero una región donde la muerte y la sangre llamaban a que fuese necesario comprender las razones sociales y humanas que están detrás del conflicto, las razones económicas nacionales e internacionales en la lucha por la tierra y por el uso de ella.

Había una relación estrecha entre los derechos que conocí en la declaración universal de los derechos humanos: derecho a pensar distinto, derecho a una vivienda, derecho a la salud, derecho a la educación, derecho a la felicidad, y el cuidado de la naturaleza y la realidad del Urabá. Urabá de los años 1995-1998, me llevaron a

6 Como parte del proceso “consenso por la paz” que venían liderando 14 iniciativas políticas y sociales en la región.

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decidir mi vida por los Derechos Humanos y la paz en Colombia, pensando que los Derechos Humanos requieren del derecho a la tierra, ala territorio, no basta con nombrar derechos económicos, sociales y culturales, la lección del Urabá me llevó a reconocer la integralidad de los derechos con la tierra.

F.A.V. ¿Qué le ha significado a Usted en su vida ésta apuesta, y qué le da el aliento para mantenerse en este camino?

G.C. Para mí los niños y las niñas tienen un valor fundamental y creo que los profesionales que estudian carreras que pertenecen a las Ciencias Sociales: Derecho, Trabajo Social, Sociología, Psicología o en general cualquier carrera, deberían colocar sus oídos y corazón en ellos y ellas. Deberían preguntarse de qué hablan los niños, de qué hablan las niñas y se darán cuenta que sus relatos muestran una Colombia que está fracturada. Evidenciaran que tenemos un grave problema de salud mental, que hay mucho dolor. Una niña que vio descuartizar a su padre o una niña o un niño que ve el dolor que le causa a su padre sufrir el desplazamiento forzado, que lo sacaron de su tierra, que le rompieron sus raíces. O un adolescente que observa como los abuelos fueron desaparecidos. Todo esto queda en la memoria, fracturando la identidad, dejando mucho dolor, y esto necesariamente tendrá efectos en lo que conocemos como participación y democracia.

En Apartadó una niña de 12 años me enseñó que yo no tenía que tener miedo. Uno siente miedo físico, no quiere que le pase nada, no quiere sufrimiento, no quiere el dolor, pero el miedo inmoviliza y congela. En una escuela, delante de mí, le quitaron la cabeza a un niño de 12 años que había visto pintar paredes a los paramilitares, le cortaron la cabeza, me la lanzaron a mí, entre en pánico, era alcaldesa, estaba trabajando para que se identificara otro tipo de autoridad . La niña me cuidó.

Yo nunca he tenido escoltas, esquemas de seguridad, no creo en las armas, no creo en los sistemas de seguridad armados, no creo que uno tenga que tener carros blindados o tenga que tener armas a su alrededor. Pude reconocer que la niña desde la escuela estaba identificando la relación entre la violencia y el conflicto armado y ella aún así, me protegió, me cuidó en medio del bombardeo.

El ver cómo le cortan la cabeza a un niño, el ser testigo de este episodio me comprometió mucho más. En la Universidad yo no había visto casos de la vida real, no había visto experiencias de comunidades que están

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luchando por vivir, no había visto de pronto la cara de sufrimiento. Las teorías y los profesores que a mí me formaron sabían mucho académicamente, pero ni siquiera conocían los barrios. Conocer la realidad era como una asignatura pendiente. Era una Universidad para el país anhelado no para el país que estaba siendo vivido por miles de colombianos, por niños y niñas que tenían que enfrentar una cruda realidad y una incierta vida cotidiana.

Creo que Apartadó a mí como trabajadora social, me llevó a reflexionar sobre cuál es el currículo que se enseña, sobre la fuerza y pertinencia del mismo y sobre el papel de los intelectuales y la función social de las Universidades. Me condujo a preguntarme cómo se está preparando a hombres y mujeres que salen a conocer un país atravesado por el modelo económico neoliberal, que salen a trabajar y vivir en una sociedad atravesada por el conflicto.

Apartadó cambió totalmente mi vida. Ese día me hice una promesa a mí misma: yo soy una mujer que vengo de las comunidades eclesiales de base, vengo de una apuesta ética en el evangelio7 y creo en el cambio, en trabajar por la vida, en luchar por la vida, en levantar la voz, no hay carrera neutral, no existe ni una sola carrera neutral, no hay una sola lectura neutral, no hay expertos neutrales y la promesa fue quedarme y trabajar para que fuese posible otra forma de enfrentar el conflicto y tramitar las diferencias.

También me alienta mi profesión, mi carrera. Uno tiene que ubicarse en un lugar y yo que soy una mujer muy feliz de ser trabajadora social, me ubiqué al lado de las víctimas. Las victimas me permitieron descubrir que hay dolor, pero que también hay una potencia política. Me llevaron a entender que en medio de la desaparición, en medio del secuestro, en medio de la toma de rehenes, en medio del sufrimiento de la guerra o del desempleo, ahí, hay una palabra, hay una experiencia, hay un camino, hay un conocimiento, hay un saber y un aprehender. Me permitieron testificar que el conocimiento se construye teniendo la capacidad de leer la vida cotidiana, que tener conceptos de la ciencia, la tecnología, es importante, pero debemos hacer un complemento con la construcción colectiva del conocimiento, y esto se logra cuando ponemos los sentidos al servicio del desarrollo humano.

7 Las comunidades de mujeres religiosas, en especial Las Carmelitas, Las Oblatas y las Javerianas , estas últimas en Cali; me han permitido dimensionar en mi vida , el evangelio de la vida, desde mi experiencia de mujer, creyendo profundamente que el derecho a la paz y la felicidad es aquí en la tierra.

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Yo sentí que Apartadó me cambió, amo mi carrera, la vivo con intensidad. Sé que las nuevas generaciones de estudiantes les ha tocado un mundo un tanto particular: novelas, internet, realitys, un mundo donde se muestra a las mujeres y hombres en un mundo imaginario, música, literatura que pareciera limpiar el alma, que en últimas te hace olvidar, te saca de la realidad, te convierte en un ser despolitizado, generaciones que crecen que creyendo que seguridad es sinónimo de fuerza, que seguridad es sinónimo de armas, que seguridad es sinónimo de eliminación.

Hoy hago parte de una corriente de pensamiento latinoamericano que desde las ciencias sociales, el trabajo social critico, las lecturas, los contextos, la realidad, la visión del barrio, de la historia unido a la realidad colombiana y a la realidad latinoamericana, nos pone una perspectiva de profundización sobre los desafíos a los que hoy estamos enfrentados. Apartadó me enseñó eso: que los ríos, los volcanes, el oro, la plata, el platino, la biodiversidad, aunque no sean objetos de la profesión que se estudia, deben conocerse. Si no conocemos la tierra que pisamos, sino conocemos la posición geoestratégica, sino conocemos las potencialidades económicas y culturales, no nos va a caber el país que se desgarra y el país en el que la violencia y el conflicto aniquilan la vida misma, no lograremos incidir ni en el modelo de desarrollo, ni en las políticas públicas para trasformar la realidad.

Yo hago de mí carrera profesional y de mi experiencia un mecanismo para unirme con la red latinoamericana de trabajo social critico, compartimos experiencias tanto los trabajadores sociales como los educadores y la comunidad académica que desea participar. Estamos haciendo la investigación con un nuevo concepto de Universidad, donde las comunidades populares, el arte, la cultura popular, la cultura en general, nos permite reconocer formas de cuidar el ambiente, defender los derechos humanos, amar la vida y no permitir la impunidad ni en nuestros cuerpos, ni en nuestros barrios, profundizar qué es la paz y el derecho a ella. Es un aliento para levantar la voz, lo que permite que las personas sientan que es posible construir y vivir con dignidad.

F.A.V. ¿En qué le aportó la educación a lo largo de su vida a estas apuestas y vitalidades?

G.C. Yo siento que uno tiene que buscar permanentemente razones para vivir y a esto contribuyó la época de la cual soy hija. Quienes venimos de los años 60, quienes somos modelo 60, las mujeres del modelo 60, crecimos oyendo música latinoamericana: Mercedes Sosa, Pablo Milanes, Facundo Cabral, Silvio Rodríguez, José Luis Perales, los poemas de amor, la trova cubana, nos enseñaron que había problemas en América Latina, en Chile, en Argentina, en Cuba. El arte, la literatura, la poesía de Neruda, Galeano, Fals Borda… nos fueron mostrando la

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otra América, constituyéndose en las primeras lecturas de la realidad. Todo esto se fue acumulando, fue dejando huella, se quedó allí y se fue sumando hasta que yo llegué a la Universidad.

También contribuyó la educación del colegio, estudié en un colegio administrado por unas religiosas carmelitas, ellas estuvieron siempre comprometidas con las causas de la liberación, ellas nos mostraron que había gente en los barrios que no podían comer, que no podían estudiar, que se dormían sin un alimento en un día y nos mostraron la fuerza, potencia e importancia de la solidaridad. Yo hice mi alfabetización en los barrios y esto me marcó, cuando llegué a la Universidad ya conocía mucho de la realidad social desde mis sentidos, lo que me permitió construir argumentos más allá de los libros y cuestionar a los profesores. Un docente nos podía hablar muy bonito de economía, nos hablaba divino de historia, pero les decía que nos contaran la historia no como0 verdad única, sino la historia como historiografía, no de los que la hicieron, no de los héroes militares, les pedíamos que nos contaran esa historia por dónde pasaron estas tropas, que nos contaran que ocurrió? ¿Qué pasó con los campesinos? ¿Qué pasó con la gente? ¿Qué pasó con las mujeres?, ¿Qué pasó con la tierra?, ¿Qué pasó con la naturaleza y sus recursos?

F.A.V. ¿Qué retos cree Usted tenemos los maestros universitarios para que seamos capaces de pensar a Colombia y podamos construir otro tipo de pensamiento social y político?

G.C. Para mí la Universidad fue un proceso de desafío, de cuestionar, preguntar, leer, interrogar, dudar, construir y tener múltiples versiones acerca de un mismo fenómeno. No teníamos internet, teníamos que ir a la biblioteca, amábamos los libros, los libros eran nuestros amantes. Prestar un libro implicaba dialogo, degustación, interpelación, análisis, otras versiones.

Esto no pasa con frecuencia ahora. Soy profesora de algunas clases de investigación y me impacta cuando los estudiantes copian y pegan, buscando una calificación exitosa. Puede incluso que la obtengan y el profesor otorga esa calificación a partir de la verdad que él quiere leer, pero sin análisis, sin palabra propia, sin interpelación, sin cuestionamiento. Los estudiantes así no son más que seres vacios. Puede que tengan incluso cuerpos físicamente hermosos, pero uno sabe que en el futuro ese cuerpo no podrá tener felicidad, no podrá tener sueños, no podrá tener utopías, porque no hay lectura, no hay música, no hay sueños propios que llenen el alma.

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Hoy, como docente universitaria esporádica8 , me encuentro con jóvenes extraordinarios que llegan a clase y vienen con un interés de formación política, llegan sintiendo la realidad social, pero los contenidos, los temas prefabricados, las verdades pre-establecidas que les ofrecen en las carreras, no incluyen dicha formación política, la consideran ajena y sienten que le genera contrapeso a lo que supuestamente debe saber el futuro profesional. Con mayor frecuencia para los maestros y directivos, las inquietudes e impresiones de los estudiantes acerca de la realidad social, resultan inocuas, secundarias y estorbosas frente a las formulas y premisas pre-establecidas.

Creo que las Instituciones de Educación Superior deben con prontitud interrogar sus currículos, deben actualizarlos y adaptarlos a la realidad social del país, a la realidad múltiple y diversa del estudiante. De allí la importancia de discutir con los profesores la necesidad de leer de otra manera al estudiante, de crear con ellos laboratorios sociales desde los cuales se pueda volver al barrio, a escuchar música, a leer la ciudad, a hacer prácticas desde el inicio de las carreras, pero no para aprender con el dolor de la gente, sino para oír prácticas del silencio, salir y oír, salir y ver, salir e interpretar, salir e interrogar y regresar a la academia con múltiples preguntas, y con la convicción de que lo que se aprende, no es para decir a la gente que es lo que tiene que hacer con su vida.

Las Ciencias Sociales, la investigación científica tienen que transformarse, no podemos ir con supuestos inamovibles, tenemos que encontrarnos afuera con la incertidumbre.

Actualmente un grupo de personas, entre los cuales hay importantes académicos del país, estamos constituyendo un movimiento que se llama “colombianos y colombianas por la paz”, se está construyendo como un proceso abierto, dinámico, no hay jerarquías, nadie consume ni silencia a nadie con su verdad como si fuera la única. Es un proceso de Investigación Acción Participativa-IAP, andamos en el barrio, en los sectores, en la capilla, en las instituciones educativas, con el teatro, con la música, con el arte, con la literatura, con la caricatura, construimos reflexiones para que Colombia no olvide, para salir de la impunidad. Colombia vive un conflicto social y armado que estamos obligados todos los colombianos y colombianas a conocer y a enfrentar y que estamos

8 Fui docente en la Universidad Nacional, actualmente hago parte de un equipo de investigación en la Universidad Autónoma de Colombia (sede Bogotá) Universidad que me acogió cuando el desierto y el exilio en mi vida personal se intensificaron a raíz de la experiencia de Apartadó; con este claustro universitario estaré siempre agradecida por la acogida de sus estudiantes y el respeto de sus profesores.

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seguros que no vamos a ganar con bombardeos, ni pagando recompensas, ni con bases militares extranjeras, ni poderes externos que buscan la tierra prometida usando cualquier método.

En ocasiones los universitarios preguntan: ¿Y cómo nos organizamos? ¿Quién coordina? ¿Quién ocupa el cargo superior? Esperan jerarquías. Siempre quieren un jefe. Eso es parte de un pensamiento colonizado, nos colonizaron el corazón y el cuerpo, siempre estamos esperando que alguien nos mande, que nos diga la verdad y lo que debemos hacer, somos muy buenos para obedecer y nos resulta difícil tener iniciativas. Hay que educar para la libertad, la diversidad, la autonomía y el trabajo más allá de la conducción externa y de la obediencia sumisa.

F.A.V. De acuerdo con estas búsquedas, alientos y vitalidades que Usted ha planteado, ¿Qué le propone a la educación de hoy, para aportar a un país que le duele pensar la vida de otra manera?

G.C. Esta época, es una época de los grandes avances de la tecnología y de perfeccionamiento de los medios de comunicación. Internet muestra otros mundos posibles, virtuales, de una considerable potencia. Por ejemplo la solidaridad de los correos electrónicos, las redes sociales, you tube o facebook, twitter, son micro universos donde la gente comparte sus ideas y mediante los cuales se generan nuevas uniones y formas de socialización.

Estas nuevas formas de comunicación hay que colocarles cuerpo, carne, sentimiento, para permitirnos tener mayor contacto con la realidad, este mundo de las tecnologías tiene que ser usado para avanzar en la solidaridad y no caer en la trampa de un modelo de mercado que desterritorializa la vida y las luchas. Se pueden tener amigos vía internet, se pueden generar redes abiertas y solidarias de aprendizaje, se pueden compartir experiencias exitosas, crear redes, intercambiar experiencias sociales de alto impacto, constituyéndose en un complemento para nuestro trabajo, pero además tenemos que estar en la calle, hay que ir a la movilizaciones, hay que ir al teatro, al teatro alternativo, hay que hacer y escuchar música, hacer rutas de observación, montar en bus, sentir el contacto de la gente, arriesgarnos a caminar, arriesgarnos a ver, , arriesgarnos a conocer el país de los dos mares, sus playas y las realidades de su gente, arriesgarnos a conocer el campo, arriesgarnos a crear otros mundos que le hagan contrapeso al reducido mundo de las telenovelas. Quedarse en un mundo imaginario

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y fantasioso hace muy difícil que podamos tener un desarrollo humano, hace muy difícil que se puedan articular esfuerzos para transformar la realidad colombiana y seguramente crear despolitización sea el propósito, a esto tenemos que reaccionar.

Esta época, es una época de odios, de polarizaciones, de modelos donde sólo existe el blanco o el negro, lo bueno o lo malo. Creo que tenemos que volver a la ayuda mutua, a la cooperación, a la solidaridad, al compartir, a las comunidades afectivas. Desde la educación estamos llamados a lo incluyente, a lo diverso, al respeto y disfrute de la diferencia. Tenemos que hacer nichos, reconocer lo que las tribus urbanas nos están diciendo: que ante la sociedad, ante la violencia sexual, la violencia emocional, la violencia en los medios de comunicación, la violencia estructural, los jóvenes están buscando refugio en las drogas, en el trago, en el sexo, en un mundo desde el cual están construyendo sus propios sentidos. Creo que hoy tenemos que oír que está diciendo el rap, que están diciendo los tipos diversos de música, que nos dicen los otros lenguajes de vida de los jóvenes, los otros relatos alternativos de la juventud y sus orientaciones sexuales, lo que sin duda alguna nos ayudará a entender la soledad de la época. A la educación le compete hoy independientemente del nivel de escolaridad ayudar a pensar e impulsar la otredad y Colombia, por supuesto, lo necesita.

F.A.V. ¿Qué piensa de la formación universitaria, cree que a las Universidades de hoy les cabe el país y qué retos cree Usted que tenemos los maestros universitarios para que seamos capaces de pensar a Colombia y podamos construir otro tipo de pensamiento social y político?

G.C. Las Universidades tienen el reto de conocer, investigar, contar, los múltiples países que hay en nuestro país y esto es mucho más que libros. Las Universidades están llamadas a contar las otras historias, no la de los héroes, la historia de aquellos que padecieron la presencia de los héroes. Las Universidades están llamadas a pensar y a escribir y documentar el mundo diverso y darle cabida a las diversidades y mundos posibles, esto pasa por la necesaria transformación del rol del docente, el maestro universitario en ningún caso es el que tiene la verdad y la revela, el maestro universitario es un mediador, una persona que favorece el contacto y conocimiento de esa realidad social y que apoya las comprensiones de los relatos homogéneos y naturalizadores sobre esa realidad social. El maestro universitario ayuda a pensar, a configurar palabra propia y a comprender y defender la vida.

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Yo siento y creo que los años 70 y 80, fueron de mucha efervescencia, de jóvenes luchadores, comprometidos, de grandes movimientos sociales en Colombia; los años 90 son de profundización de modelos neoliberales, de privatización de la educación, privatización de la salud, privatización de la seguridad social, legalización del paramilitarismo, eliminación de las FARC vía Estados Unidos, Israel, con bombardeos y de prevalencia de la alternativa militar frente al conflicto, sin reconocer el diálogo como fuente vital de la sociedad.

Luego viene una generación detrás que es la generación de los hijos e hijas de la guerra, la generación de los hijos e hijas del desplazamiento, de los hijos e hijas del desempleo, de los hijos e hijas del modelo neoliberal, de los hijos e hijas del dolor y los padres le dicen a los hijos que ellos no tienen derecho a sufrir y los padres hacen lo que sea para que los hijos no sufran. Por eso creo que hay un vacío generacional. Los padres, o los que han quedado, deben contar a sus hijos la realidad que se vive y creo que el dialogo entre las nuevas configuraciones familiares es absolutamente necesario. Hoy el concepto de familia ha cambiado, no solamente papá, mamá e hijos, hay otras formas de unidades familiares y tenemos que recuperar ese vacío generacional, hay silencio, hay impunidad, hay dasamor y hay desmemoria.

Una juventud que no tenga memoria de lo que ha sido su barrio, su casa, sus abuelos, qué pasó con sus padres, qué pasó con su mamá, qué pasó con su realidad urbana o rural, le va a resultar difícil asumir un futuro. Colombia tiene que hacer un esfuerzo por la recuperación de la memoria histórica, que permita reconocer definitivamente que tenemos que trabajar por la paz con dignidad y no seguir maquillando la que hoy tenemos.

F.A.V. ¿A qué invitaría Usted a las ciencias sociales y en particular, a la educación, a la psicología, a la comunicación social para pensar y tejer de otra manera distinta una sociedad como la colombiana?

G. C. Creo que tenemos que levantar la cartografía de la esperanza, hacer investigaciones que lleven a los estudiantes a conocer cómo emerge la esperanza, qué está pasando en la ciudad y levantar la información-investigación a partir de la confluencia y dialogo entre todas las áreas que enunciaste. Las Ciencias Sociales están llamadas a hacer investigaciones en profundidad para conocer la estructura de la realidad económica, de la realidad social, de la realidad ambiental, de la realidad política que se vive, hay que profundizar en cuáles son las formas alternativas que está construyendo la gente para generar respuestas, porque si bien es cierto, hay un momento de mucha desesperación por la crisis, hay también esperanza y resiliencia, pero esta ultima entendida

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no como acomodamiento del cuerpo y del alma, si no como el derecho a la memoria, a la verdad, a la justicia y a la reparación, entre personas y también con la naturaleza.

Las comunidades, las organizaciones están construyendo otras prácticas, que al no ser legitimadas por los modelos científicos y no ser legitimadas por los grupos de poder, nos las conocemos, nunca saldrán en televisión, no saldrán en los periódicos, no se sistematizan para las revistas indexadas. Por eso hay que hacer una cartografía, una nueva geografía y una nueva historia. A partir de la potenciación de los medios de comunicación, las ciencias sociales con sus investigaciones pueden reconstruir y contar la otra historia, las que están construyendo las comunidades, pero también mirarlo en el contexto de los desafíos, oír también cuales son las apuestas que se están construyendo alternativas en América Latina.

Hay un movimiento social muy importante en Colombia y en América Latina que está colocándole límites a la humillación, limites a la corrupción, hay un proceso de dignidad que mueve, es la historia de resistencia de este país y creo que, en la medida que contemos, mostremos, invitemos y movilicemos a los estudiantes de otra manera a hacer investigación social, tendremos la seguridad que los sentidos de vida y el sentido de país tendrá que cambiar.

Hay un proceso muy consolidado en América Latina y en Colombia hoy, que bueno que la academia se interesara porque las investigaciones científicas, los resultados de tesis de grado, las investigaciones y las experiencias ayudaran a construir la agenda de país, ¿cuál es la agenda de país que hoy Colombia necesita?, ojalá que la San Buenaventura o los estudiantes amigos o los que lean ésta entrevista sepan que estamos haciendo mesas de trabajo donde quepa el pensamiento diverso y en el movimiento de Colombianos y Colombianas por la Paz son bienvenidos y bienvenidas.

Vamos avanzando son esas agendas históricas que tenemos que articular para que haya un cambio político y social en Colombia de incidencia, creo que tenemos que ser sujetos políticos, sujetos hombres y mujeres que no sigamos permitiendo que los grupos de poder, quienes tienen mayor control sobre los recursos naturales no renovables, las multinacionales quienes colocan políticos a su servicio para controlar los destinos del país, nos sigan llevando la delantera, no permitamos que se siga entregando la riqueza natural para que otros la administren.

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Colombia y los movimientos sociales tienen que repensar todo esto, la academia tiene que asumir la posición de incidencia política en el análisis de las políticas públicas y preguntarse ¿cuál es la estructura tributaria de las ciudades?, ¿para qué políticas públicas? si las concentración de la riqueza cada vez es mayor y no hay dinero, ¿para qué las políticas públicas se materializan?, ¿Hay políticas de infancia, de vejez, de juventud, de niños y niñas, hay política ambiental, pero no hay recursos, por qué? ¿Por que a los movimientos sociales les dicen que ya está la política social pero los municipios, la estructura tributaria sigue beneficiando a grupos de poder específicos? Hay que replantear la economía y hay que replantear los modelos de convivencia y los modelos de desarrollo local. Conocemos los planes de ordenamiento territorial? Los planes ancestrales de territorio?.

La educación tiene que profundizar en los modelos de ordenamiento territorial y de configuración de poder político. Una educación que no investigue qué está pasando con el plan de desarrollo local o regional o los planes de ordenamiento territorial, una educación que no conozca la reconfiguración política y que no sepa lo que está pasando con la ley de justicia y paz en Colombia y la impunidad, es una educación que le da la espalda al país.

Un país que no sepa cómo están resistiendo las comunidades más solas, más lejanas al conflicto, es un país sordo y ciego, que no quiere oír ni quiere ver, y es un país que está perdiéndose una gran oportunidad histórica de contribuir a la paz de Colombia. Este país de pocos no le cabe a la educación, porque a la educación le compete la otredad, la diferencia y le compete la equidad y la esperanza.

DATOS COMPLEMENTARIOS.

Gloria Cuartas es actualmente consultora independiente en proyectos de investigación social. Proyectos de estrategia de apoyo y acompañamiento a comunidades en resistencia civil. Hace parte de la Escuela Política de Mujeres, del Polo Democrático Alternativo. La solidaridad Internacional por el trabajo emprendido le ha permitido estar en comunicación en especial con organizaciones sociales Latinoamericanas y Caribeñas que animan el proceso

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de Unidad de los pueblos. Acompaña la Comunidad de Paz de San José de Apartadó en su proceso de resistencia y de trabajo por conservar su territorio y contra la impunidad.9

OTROS RECONOCIMIENTOS

  Premio UNESCO “Alcaldes por la Paz”, en reconocimiento de la labor realizada como Alcaldesa en el Municipio de Apartadó. Colombia. Septiembre de 1996, Río de Janeiro.

  Medalla Simón Bolívar “Educadora en Valores”, del Ministerio de Educación Nacional de Colombia en reconocimiento al trabajo desarrollado. 1996

  Premio CAFAM, Caja de Compensación Familiar. Mujer del Año 1996 (Sector privado) en reconocimiento a la contribución para la construcción de estrategias de participación ciudadana. VIII Premio Cafam a la Mujer.

  Reconocimiento de la Universidad Pontificia Bolivariana, en el marco de la celebración de sus 60 años por la labor adelantada en campo social. Junio 1996.

  El Municipio de Villa de Guaduas, en el marco de la celebración del día de la Mujer Colombiana y al centésimo septuagésimo Noveno aniversario del sacrificio de la máxima heroína Nacional Policarpa Salabarrieta otorga la ORDEN POLICARPA SALABARRIETA. Noviembre 14 de 1996

  Reconocimiento del Gobierno de Florencía, Italia, por la gestión desarrollada en el campo humanitario en un municipio en conflicto, diciembre 1997.

  Reconocimiento de la UNESCO como defensora de derechos humanos en el marco de la celebración del cincuentenario de los derechos humanos diciembre 1998.

9 www.cdpsanjose.org

Page 16: Entrevista  Gloria cuartas

  Reconocimiento de The Newman Centre Catholic Mission at The UNIVERSITY Of Toronto, Canadá, como mujer laica comprometida en la paz mayo 1999.

Ver más en: www.gloriacuartas.org

Santiago de Cali, Diciembre de 200910.

FIN.

10 Entrevista diseñada y editada por la profesora Dulfay Astrid González Jiménez. Docente de la Facultad de Psicología de la Universidad de San Buenaventura de Cali. Coordinadora del Grupo de Investigación GIECE. Dirección electrónica: [email protected]