Entrevista Franco Volpi
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COMUN PRESENCIA
Entrevista a Franco Vopli
«Es el desierto que avanza» 2
Diez revelaciones árabes 9
Joumana Haddad 10
Ounsi El Hage 11
Qassim Haddad 12
Youssef Al Khal 13
Abbas Beydoun 14
Muhsin Al-Ramli 15
Paul Chaul 16
Issa Makhlouf 17
Amal Nawwar 18
Akl Awit 19
Hernán Díaz
«El ladrón de instantes»: Iván Beltrán 20
Brevedades Mexicanas 23
Presentación: Marco Antonio Campos
Mariano Silva y Aceves. Ramón López
Velarde. Julio Torri. Alfonso Reyes.
Nellie Campobello. Juan José Arreola.
Augusto Monterroso. Salvador Elizondo.
José de la Colina. Beatriz Espejo.
José Emilio Pacheco. Guillermo Samperio.
Vengo en nombre del pan
Dossier Central 31
Ensayo: «Lautréamont / Huidobro»
Luis Bravo 43
Entrevista a Jim Amaral 48
«¡Cuídense de la esperanza!»
Poemas de Herberto Helder 53
Reseñas 56
Colaboradores 64
DirectorGONZALO MÁRQUEZ CRISTO
EditorAMPARO OSORIO
Asesoría literaria y editorialIVÁN BELTRÁN CASTILLO
ANTONIO CORREA LOSADA
JOSÉ CHALARCA
Colaboran en este númeroHerberto Helder, Jim Amaral, Hernán Díaz,José Emilio Pacheco, Eduardo Gómez, LuisBravo, Susana Giraudo, Alfredo Fressia, JoséÁngel Leyva, Rodolfo Häsler, María Baranda,Fabio Jurado Valencia, José Zuleta, Luz MeryGiraldo, Enrique Rodríguez, Fredy Galvis, JairoAlberto López, Aldemar González, NathalyAlexandra Díaz, Rodolfo Lara, Julio JaramilloHoyos, Marco Fabián Herrera, Rómulo Bustos,Germán Villamizar
En ColombiaOmar Rayo, Ángel Loochkartt, FernandoMaldonado, Carlos Granada, H. Socarrás, OmarMartínez Ortiz, Argemiro Menco Mendoza,Miguel Torres Pereira, Esmir Garcés, FabioMartínez, Pedro Alcántara Herrán
En el ExteriorClaude Michel Cluny, Antonio Gamoneda,António Ramos Rosa, Ernesto Sábato, JuanGoytisolo, Franco Volpi, Alfredo Silva Estrada,Rodolfo Alonso, Julio Ortega, JoumanaHaddad, Fernand Verhesen, Andrée Chedid,Roger Munier, Philippe Jones, Casimiro deBrito, Luis Alejandro Contreras, Efer Arocha,Laura Cerrato, Eugenio Montejo, Martha L.Canfield, Alfonso Peña, Marco Antonio Campos,Jorge Torres, Iván Oñate, Hermes Vargas,Benito Mieses, Floriano Martins, RenatoSandoval, Luis Alberto Crespo
Esta revista contó conel apoyo permanente de:
E.M. Cioran, Roberto Juarroz, Olga Orozco,José Ángel Valente, Leonel Góngora,Oswaldo Guayasamín, Ida Gramcko
Diseño y Diagramación: Común Presencia
El material gráfico y literario ha sido realizado, traducido o cedido exclusivamente para esta revista.Ningún texto puede reproducirse sin nuestra autorización. Licencia Min-gobierno No. 1972, de 1989. ISSN 0121-134X.FUNDACIÓN LITERARIA COMÚN PRESENCIA: Personería Jurídica 091 ESPECIAL -17 de febrero de 1993
Común Presencia
Tel/fax: (571) 2550478, 3465677
E-mail: [email protected]://comunpresencia.blogspot.com/
Bogotá D. C. - Colombia
No 19. Bogotá, Colombia. 2008
Carátula: Jim Amaral
PRESENCIACOMÚN
DOSSIER: «VENGO EN NOMBRE DEL PAN»
POEMAS
Herberto Helder
Diez revelaciones árabes
Homenaje a Jim Amaral
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ENTREVISTA
Franco Volpi
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COMUN PRESENCIA
Entrevista con Franco Volpi
Es el desierto que avanzaPOR: GONZALO MÁRQUEZ CRISTO
OBRA ESCULTÓRICA: JIM AMARAL
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COMUN PRESENCIA
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Pensador italiano. Profesor titular de filosofía en la universidad de Padua y StandingVisiting Professor en la de Staffordshire (Inglaterra). Ha tenido también la cátedra defilosofía en la universidad de Witten/Herdecke (1991-1998), y ha enseñado en otrasimportantes universidades europeas y americanas. Becario de la Fundación Alexandervon Humboldt, miembro de la Academia Olímpica y del Istituto Veneto di Scienze,Lettere e Arti. Ha sido galardonado con los premios literarios «Montecchio» (1989),«Capo Circeo» (1997) y «Nietzsche» (2000). Entre sus publicaciones en español,además de sus valiosas ediciones de Schopenhauer (Alianza), Heidegger (Adelphi), CarlSchmitt (Trotta) y Nicolás Gómez Dávila (Villegas) sobresalen: Los titanes venideros.Ideario último de Ernst Jünger (Península 1998, con A. Gnoli), Enciclopedia de obrasde filosofía (3 vols., Herder Barcelona 2005), El solitario de Dios (Villegas, Bogotá 2005),El nihilismo (Siruela 2007), y El dios de los ácidos -Conversaciones con Albert Hofmann(Siruela 2008, con A. Gnoli). Escribe para los diarios la Repubblica, FrankfurterAllgemeine Zeitung y para la revista semanal Panorama.
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espués de algunos mensajes el encuentro seríaen la ciudad de la lluvia. La noche imponía su
furor. El ron se escanciaba sin reservas mien-
ción, que continuaríamos durante otros encuentrossiempre necesarios y afortunados, sería la forma de
celebrar la pregunta, la interrogación asesina quedesde Tales pone en el límite al ser humano.
Por tanto lo que emprenderemos aquí es simple-mente un homenaje a todos los cuestionamientos, a
aquella fórmula homicida que nos aumenta, la que nopodemos responder sin un accidente interior, sin el
asesinato de algún dios desprevenido. Del «conócetea ti mismo» que estaba inscrito en el templo de Apolo
en Delfos, al irónico «sólo sé que nada sé» de Sócrates,pasando por el conocimiento revelador de la nada, y
por varias aristas de nuestra incompletud, fuimos –lodigo con perplejidad– indagando sin interrupciones,
entregándonos a las trampas fortuitas del pensamien-to; sin temor a la desgarradura. Es importante agregar
que estábamos expuestos, que somos seres de intem-perie, sin refugio metafísico. Qué para estar a salvo,
sólo nos queda la palabra, la inquisidora, la mismaque ahora se observa en su espejo de papel.
Volpi renunció ante el conato del amanecer. Lo hevuelto a ver varias veces durante sus intempestivos
viajes a Colombia en jornadas que se prolongan endelirios, y –debo confesarlo– siempre surge, cuando
estamos al borde de la desesperanza, una evocacióndel sabio Epicuro en su Carta a Meneceo: «Así pues, el
más estremecedor de los males, la muerte, no es nadapara nosotros, ya que mientras nosotros somos, la
muerte no está presente y cuando la muerte estápresente, entonces nosotros no somos»; verdadera y
necesaria trinchera existencial.Ahora evoco su voz que cabalga en varias lenguas
siempre teñida de ternura. Y me divierte su narraciónque contiene intacta la sorpresa, de cuando al entrar
a un bar en Atenas con algunos amigos filósofos, elmesero los interrogó así para la perplejidad gene-
ral: «¿Cuántos átomos son?» ¿Cuántos «indivisibles?»,¿cuántos individuos?, quería decir el griego. «La eti-
mología se reviste de ironía», explica Volpi riendo;luego limpia sus lentes y se dispone para el saqueo
metafísico que está por emprender.Lo demás es pregunta.
GMC: Usted fue galardonado con el Premio Nietzschey además fue recientemente elegido para celebrar en ellago de Silvaplana –tan caro al genial filósofo alemán–el deslumbrante acontecimiento de la filosofía conocidocomo el Eterno Retorno de lo Mismo…
FV: Nietzsche es un escritor y pensador sin par. Nosólo por la calidad estética y la profundidad teórica de
su obra, sino porque registró, como un sismógrafosensible, las convulsiones de nuestra época. La crisis
de los valores, el agotamiento de los ideales de latradición vetero-europea y la «muerte de Dios». La
Dtras nos preparábamos para el arribo del nuevo dueñode Heidegger en el mundo. En una casa sombría de
Chapinero en Bogotá, un joven escritor cantaba esoque han decidido denominar «rock depresivo» y poco
a poco dábamos pinceladas verbales al retrato delinsomne personaje que nos visitaría.
El Ser y tiempo acechaba en la mesa central, pueslo habíamos puesto como talismán dada la laboriosa
traducción al italiano del libro capital de MartinHeidegger que realizara Franco Volpi, la cual le otorgó
un prestigio sin reservas en todas las latitudes. De vezen cuando leíamos fragmentos de la incomparable
Visita a Godenholm de Jünger y brindábamos por sunarrativa cromática, dada la amistad de nuestro invi-
tado con el novelista alemán.Sabíamos que el Nihilismo, ese depósito de lo
sagrado, como pensaba la filósofa española MaríaZambrano, sería asediado inevitablemente durante la
noche, pues un tratado sobre el tema lo fatigabadurante los dos últimos años, mientras alternamente
dictaba su cátedra de filosofía en la Universidad dePadua, famosa por haber tenido profesores como
Copérnico y Galileo Galilei. Volpi, conocedor de una decena de lenguas, acaba-
ba de terminar la vasta Enciclopedia de los Filósofos yapublicada en inglés, italiano y español, y seguía el
impulso de su errancia, dictando conferencias envarios países latinoamericanos, mientras asistía iner-
me a una emboscada de Eros en el trópico.A su llegada, y antes de su primera copa, le referí
nuestro interés por invitar a un estudiante de filosofíaque anhelaba conocerlo. Entonces entusiasmado me
instó a llamarlo y ante su ausencia me arrebató elteléfono para recitarle (en alemán) a su contestador
las dos primeras páginas de Humano, demasiado hu-mano de Nietzsche, para el estupor colectivo. «Hay
que defenderse de las máquinas», dijo al finalizar.Sobra añadir que el mensaje aún no ha sido borrado.
Fuimos avanzando. El tejido de signos operabafelizmente. Le habían dicho con frecuencia en Europa
que Colombia era peligrosa y ya había corroboradoesa visión en muchas esferas de lo imaginario; pues
era víctima de la intrincada belleza de los paisajes ydel fulgor femenino, según comentó con desasosiego.
La poesía, aquella temeraria respuesta a la pregun-ta insistente de la muerte, probó nuestra memoria.
Rimbaud y Celan iluminaron por instantes nuestradesesperación pero reiteradamente caíamos bajo la
protección de los presocráticos. Y cuando Volpi reci-taba en griego algunas ideas germinantes, supe que
Epicuro de Samos nos guiaría, y que esta conversa-
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búsqueda de nuevos recursos simbólicos y otrosfenómenos culturales, encuentran en sus escritos un
primer análisis. Por eso Nietzsche ha proyectado susombra sobre la cultura contemporánea y no ha
dejado de atormentar la auto-comprensión de nues-tro tiempo, suscitando entusiasmos y atrayendo
anatemas, inspirando posturas, estilos y modas cul-turales, pero provocando al mismo tiempo reacciones
y rechazos radicales. Nietzsche es uno de aquellosescasos pensadores de los que no podríamos decir
que son verdaderos o falsos, sino que están vivos omuertos. «Miro a veces mi mano» escribe en el medio
de su exaltación «y pienso que tengo en la mano eldestino de la humanidad: lo divido invisiblemente en dospartes, antes de mí, después de mí». Fue un magníficoprofeta, y sigue estando vivo en nuestros días, más
que nunca.GMC: María Zambrano afirmó que una cultura
depende de la calidad de sus dioses. Si evocamos ellamento de Heidegger «dos mil años sin un solo dios», ¿espertinente afirmar que este arrasamiento imaginario yanunca podrá recobrar su tiempo luminoso?
FV: Lo particular de la crítica de Nietzsche, corro-siva y disolvente, es que no fue mera descripción, sino
que contribuyó a acelerar el estado de crisis quedescribía y que, en cuanto «maestro de sospecha»,
hizo difícil construir y edificar nuevas certidumbresdespués de él. El resultado es conocido: es el «desier-
to que avanza», el agigantamiento de la sombra de lo
que él llama «nihilismo», la época de los dioses huidosy del nuevo dios que aún no se vislumbra en el
horizonte.GMC: Desde que Plutarco recoge el grito: «El gran
Pan ha muerto», hasta lo que León Bloy denomina el«retiro de Dios», varios pensadores han descrito lo quesería la orfandad de lo divino. ¿Cuáles momentos deaquella descomunal finitud recuerda con más asombro?
FV: El instante que me parece determinante es elprincipio de la Edad Moderna cuando con la nueva
cosmología materialista cambia la posición del hom-bre en el universo. Una escalofriante constatación de
Pascal mide esta profunda metamorfosis: «Hundidoen la infinita inmensidad de los espacios que ignoro
y que me ignoran», anota Pascal, «me espanto». Estepreocupado lamento señala el desarraigo metafísico
del hombre: en el universo simplemente físico él yano puede habitar y sentirse en su casa como en el
cosmos antiguo y medieval. El universo es percibidoahora como una angosta celda en la cual el alma se
siente cautiva, o bien, como una infinitud que lainquieta. Frente al eterno silencio de las estrellas y a
los espacios infinitos que le permanecen indiferentes,el hombre está solo consigo mismo. Está sin patria.
Cierto, Pascal opone resistencia a esta nueva condi-ción: detrás de la necesidad natural cree todavía que
un dios escondido la gobierna. El hombre es, sí, unanada aplastada por las fuerzas cósmicas, pero puede,
en cuanto piensa y cree, sustraer su contingencia alcondicionamiento de las leyes de la Naturaleza pro-
clamándose ciudadano de otro mundo, el del espíritu.Pronto también Dios se eclipsará. Y cuando Dios se
retira, cuando la trascendencia pierde su fuerzavinculante, el hombre abandonado a sí mismo recla-
ma su libertad. El problema es que esta libertad es unalibertad desesperada e infunde más angustia que
plenitud de ser. Y el hombre moderno debe convivircon eso.
GMC: Hegel, Nietzsche, Foucault y Derrida presa-giaron el fin del hombre, como concepto, como sujetofilosófico. Dado que el superhombre no se vislumbra enninguna latitud, ¿quizá estamos condenados a un mun-do de sub-hombres como pensaba Camus?
FV: Cuando Dios muere, el hombre se animaliza.
El problema aparece en el Divino Marqués de Sadecon toda su crudeza. Su disoluta obra representa la
más coherente antropología negativa, es decir, latentativa más drástica de imaginar un mundo comple-
tamente desposeído de Dios. El mundo de la extremafinitud. Abandonemos entonces las ilusiones: el hom-
bre es un animal que a veces imagina ser hombre.GMC: ¿El exterminio de lo sagrado nos dejará más
despojados que todos los deicidios? ¿Podremos resistir aeste desierto interior?
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El problema es encontrar nuevos recursos simbó-licos compartidos, capaces de llenar el vacío que
reina. Por ejemplo: ¿cómo podemos hoy en día resti-tuir un sentido a la palabra «Dios» o a la palabra
«sagrado» sin comprometer nuestra reputación filo-sófica? Hay que luchar para ofrecer una respuesta
satisfactoria; pero frente a este problema estamossolos y abandonados a nuestro desnudo destino.
Como imagina Ernst Jünger en un apunte escrito enmedio de la Guerra, que es como un plan de vida: «Sicierro los ojos, diviso a veces un paisaje tétrico en losmárgenes del infinito, con piedras, arrecifes y monta-ñas. En el fondo, en las orillas de un mar negro, mereconozco a mí mismo, una figura minúscula, casiesbozada en yeso. Ésta es mi avanzada, próxima a lanada: allí abajo, en el abismo, yo conduzco por mímismo el fragor de mi lucha».
GMC: Es reconocida su proximidad a ese extraordi-nario, poético y profundo escritor alemán…
FV: Tuve la suerte de conocerlo personalmente.
En sus Diarios él mismo cuenta cómo nos conocimos.Traduciendo su ensayo Mas allá de la línea había
encontrado algunos errores de imprenta y le escribípara que me aclarase el sentido de algunas frases
problemáticas. Me invitó a Wilflingen, donde vivía enla hospedería colindante del castillo de los
Stauffenberg, y hablamos de todo. Incluso deSchopenhauer. A la época yo había inventado un
pequeño texto inédito del viejo Schopenhauer que,por broma, publiqué como auténtico bajo el título Lahora difícil de Schopenhauer. Allí el viejo filósofo searrepentía de su pesimismo metafísico y se convertía
al optimismo. Pensé que los alemanes hubieran de-tectado la broma, pero no, tomaron en serio mi texto
y de pronto incluso los periódicos hablaron del des-cubrimiento excepcional: un inédito que documentaba
la conversión de Schopenhauer. Jünger también lohabía creído hasta que, durante la conversación, le
revelé que se trataba de una broma y que yo era elautor del texto. Desde allí me honró con su amistad,
luego me invitó al Escorial cuando –por sus cien años–la Universidad Complutense de Madrid lo galardonó
con el título de Doctor Honoris Causa. Lo visité variasveces en su casa y me concedió su última entrevista
(que publiqué con Antonio Gnoli, mi amigo periodis-ta de «la Repubblica», bajo el título: Los titanesvenideros. Ideario último (Península 1998, ahora enedición de bolsillo: Quinteto 2007).
GMC: ¿Usted también conoció al lúcido e his-triónico Jacques Lacan? ¿Recuerda alguna anécdotaque ejemplifique su extraordinaria personalidad?
FV: No fui honrado por su afecto pero escuché una
conferencia suya: hablaba poniendo mucha énfasis enlas palabras claves, repitiéndolas varias veces e insis-
tiendo reiterativamente en su tesis. Un verdaderoactor, y más: un histrión. Por ejemplo, recuerdo que
hablando de la muerte, repetía muchas veces, endistintas tonalidades, en voz baja y alta, hasta casi
gritar, la misma y obsesiva pregunta: Qu’est-ce lamort? Qu’est-ce la mort?
GMC: Y Michel Foucault, ¿cómo era ese animalantediluviano?
FV: Su fuerza consistía menos en la teatralidad ymás en la lucidez y la claridad cartesiana con la que
presentaba sus argumentos. Aunque se escarnía cuan-do lo llamaban filósofo, era un verdadero maître-à-penser.Escucharlo era como asistir a una fiesta del pensa-miento: agudo, preciso, contundente.
GMC: ¿Conoció a Derrida? Podría hacernos unbreve retrato…
FV: Derrida era un grand seigneur. Una figuranoble. Lo conocí bastante bien en la fiesta de sus
sesenta años, en el castillo de Cerisy-la-Salle. Mehabía invitado para hablar en torno a las traducciones
de Heidegger. Empezamos una larga conversación y
Cuando Dios muere, el hombre se
animaliza... Abandonemos entonces las
ilusiones: el hombre es un animal que a
veces imagina ser hombre.
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me di cuenta de algo que en sus escritos no se percibetan claramente como en la discusión, es decir, que era
un lector muy agudo y preciso, atento a todos losmatices y los pliegues de un texto. Desde entonces leo
sus escritos de manera completamente distinta. Loescuché por última vez en Niza, donde en aquella
época yo enseñaba; dictó una lección magistral sobreHusserl y sus conocidas conferencias de Viena y
Praga: La crisis de la ciencias europeas. Con inimitablesoberanía mostró que el «heroísmo de la razón», que
Husserl reivindica en el gran final de sus conferenciaspara salvar a Europa de la crisis, está basado sobre un
fundamento irracional.GMC: Usted es uno de los más reconocidos especia-
listas en Heidegger. Ha traducido al italiano Ser ytiempo, el deslumbrante Nietzsche y los difíciles Apor-
tes a la filosofía. ¿Cómo puede explicar la vinculacióndel mayor filósofo del siglo XX con el nacional-socialis-mo?
FV: Heidegger ha sido el más más grande pensador
alemán contemporáneo, y el nacional-socialismo elmás trágico totalitarismo del siglo XX. Ese es el
problema. ¿Por qué razón una inteligencia tan agudaapoyó una ideología tan bárbara? La coincidencia
manifiesta un absurdo incomprensible y el obstinadosilencio del maestro teutónico después de la Guerra
resulta aún más problemático. Otra vez: ¿cómo pudoel nacional-socialismo atraer en el remolino demónico
de su poder a una mente tan sutil? ¿Y por qué
Heidegger hizo espacio en sus discursos a conceptoscomo «pueblo» y «raza»?
Es que a veces los pensamientos abstractos de losfilósofos tienen roce con asuntos peligrosos, y se
posan donde no deberían. El caso Heidegger es unejemplo evidente de la complicada boda mística entre
filosofía y política. Heidegger pretendió en aquellosturbulentos años ilustrar a Alemania y cultivó la
ilusión de llevar la filosofía en el corazón mismo delpoder, pero obtuvo lo inverso.
Sin embargo, como dijo Leo Strauss, filósofo de lapolítica, judío emigrado a los Estados Unidos: «Hereis the great trouble: the only great thinker in our timeis Heidegger» (El verdadero problema es que Heideggeres el único gran pensador de nuestro tiempo). Quieredecir que la filosofía contemporánea está en una gran
miseria política. Y que por eso debemos plantear lacuestión: ¿cómo es posible, hoy, reconciliar filosofía
Heidegger ha sido el más más grande
pensador alemán contemporáneo, y el
nacional-socialismo el más trágico totalita-
rismo del siglo XX. Ese es el problema. ¿Por
qué razón una inteligencia tan aguda
apoyó una ideología tan bárbara?
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y política después de que «el único gran pensador denuestro tiempo» las disoció tan traumáticamente?
GMC: ¿Se podría decir que Habermas, al haberhuido de su origen teñido de rebeldía, se aproxima a unpositivismo que pretende resucitar los ídolos?
FV: Confieso que prefiero el primer Habermas,
aquel crítico y rabioso de los años setenta, al Habermassucesivo, plácido y tranquilo semejante a un burgués
satisfecho. Entendámonos: es un pensador con clase,un maestro, pero el primer Habermas tiene una fuerza
innovadora notable, mientras después su estilo depensamiento y de escritura se vuelve demasiado
prolijo, académico y universitario. Según creo sumejor libro sigue siendo Strukturwandel derÖffentlichkeit, donde analiza el agotamiento de lafunción crítica de la opinión pública y su trasformación
en el foro donde se manipula el consenso.GMC: Usted ha vivido en diversas ciudades y ha
viajado infatigablemente: Colonia, Lovaina, París, Niza,Viena, Varsovia, Praga… ¿Alguna vez ha intentadodefinir las ciudades que más ama?
FV: Entre las grandes capitales la que más quiero
es París. Estuve allí por primera vez con trece años yfue una experiencia que me marcó. Volví repetidas
veces, y cada vez he vivido algo especial. Desde elprimer gran amor hasta la primera conferencia inter-
nacional importante. Fue en la Sorbonne, en el CentreLéon Robin, la «arena de los leones», donde los
filólogos clásicos trataron de descuartizarme, perocreo que salí victorioso. Me gustan también las peque-
ñas ciudades europeas, donde en cada esquina unorespira historia y piensa en lo que escribe Gómez
Dávila: «Viajar por Europa es visitar una casa para quelos criados nos muestren las salas vacías donde hubo
fiestas maravillosas». Me encanta Lovaina, por ejem-plo, una perla maravillosa en Bélgica, donde estudié
durante un año. A la época hubo un cambio lingüísti-co imprevisto: se pasó del francés, hasta entonces el
idioma oficial, al flamenco, y tuve que aprender estalengua tan particular. Fue un entrar en otro mundo y
vivir el poder de lo imaginario en otra lengua.GMC: Recientemente se publicó en español El arte
de tratar a las mujeres de Schopenhauer, antología queusted realizara a partir de la obra del filósofo alemán. Ensu divertido prólogo refiere que casi todos los grandesfilósofos han fracasado en las proximidades de lo feme-nino, desde el tormentoso matrimonio de Sócrates conJantipa…
FV: Parece casi una ley natural, una ley bajo la cualno quisiera caer, pero en Colombia… Cuando uno
viaja a ese país siempre le avisan de todos los peligrosque va a encontrar, pero nadie le avisa del peligro más
insidioso: las mujeres colombianas. Tan encantado-ras, tan bellas, que los europeos inevitablemente
caen en la trampa. Algunos amigos colombianos me
dicen al verme tan indefenso que parece que yo nohubiera leído el librito de Schopenhauer sobre las
mujeres que he compilado y prologado…GMC: Después de haber traducido a Gómez Dávila y
de diversos viajes a Colombia, ¿qué imagen tiene de estepaís cuya belleza florece siempre al pie del precipicio?
FV: Es un país donde hay gente maravillosa,fantasía, humor, una increíble e inagotable capacidad
de improvisar y crear. Donde todo acontece y se vivede manera intensa, extrema, en el bien como en el
mal. Un país con potencialidades inexplotadas perotambién con contradicciones estridentes que recla-
man una solución.GMC: En un artículo titulado «Pornosofía», publi-
cado en una importante revista italiana, se refiere a lapedofilia promulgada en la última novela de GarcíaMárquez Memoria de mis putas tristes. ¿Por qué se hacerrado un silencio al respecto? ¿La hermosa novela deKawabata que la antecedió (La casa de las bellasdurmientes) descentró a la crítica de su acucioso ejer-cicio valorativo?
FV: Leyendo el incipit de la novela de García
Márquez aparece en toda evidencia una contradic-ción. En el día de sus noventa años el protagonista
quiere regalarse una noche de amor loco con unavirgen adolescente, y gracias a la dueña de un burdel
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logra satisfacer su indecente apetito. ¿Pedofilia? ¿Por-nografía? Por supuesto que no, si es un Premio Nobel
quien está escribiendo. Gabo añade además a uncierto punto de la novela un juicio perentorio: «El
sexo es la consolación que queda cuando somosincapaces de amar». El sexo –podríamos añadir– no
resuelve ni siquiera los problemas sexuales. Sin em-bargo, ¿por qué permitimos al gran escritor imaginar
que un viejo compre una niña virgen? No es acaso quesu novela divulga una ficción pedofilo-pornográfica
que lamentablemente la vida se encarga a menudo detraducir en realidad? ¿En cuál esquizofrenia vive una
sociedad que por un lado pretende que se cierrenpáginas obscenas en la Red, pero por otro lado acepta
que un poderoso multiplicador cultural como lanovela de un Premio Nobel propague lo mismo? Ni
prédicas ni moralismo, por favor, pero planteémonosel problema, eso sí.
GMC: Usted habla ocho idiomas, escribe librementeen cuatro de ellos y lee en otros dos. Steiner propone queel lenguaje materno es aquel que usamos cuando lamuerte nos asalta y lo ejemplifica con un accidente,seguro de que la exclamación que se profiere en unevento extremo revela el idioma más profundo de todoser humano. ¿Cree que existen pensamientos o sensacio-nes qué sólo podría fijar en su lengua materna?
FV: Es raro, pero no es tan sólo la lengua maternaque ocupa algunas experiencias con exclusividad,
sino también otros idiomas en los que me he forma-do. Hay vivencias que podría expresar mejor en
francés que en cualquier otro idioma, habiéndolasvivido originalmente en esa lengua, otras que sabría
decirlas mejor en alemán. En los sueños lo mismo: aveces sueño en un idioma, a veces en otro. Algunas
pocas cosas puedo decirlas tan sólo en la lenguacervantina. Y en cuanto a la Dama Muerte, puedo
decir que desconozco su lengua legítima, a pesar delos indicios que me lega lo poético.
GMC: En su tratado sobre el Nihilismo, reciente-mente publicado en español por Siruela, rastrea elorigen de su concepción filosófica. «El huésped inquie-tante» como lo denominaba Nietzsche, o «el únicocamino que lleva al hombre a establecerse en la quime-ra» como lo describía Jean Dubuffet, ha sido fundamentofilosófico incuestionable. ¿Debemos indagar las fuerzasgerminativas del nihilismo, seguros del radiante caminoque sucederá a este tiempo en que los valores supremosdesaparecieron?
Hoy se habla a menudo de «pérdida del centro»,«desvalorización de los valores», «crisis de sentido»:
esta terminología negativa que floreció con el nihilis-mo indica que no disponemos más de un punto
arquímedeo –ni la religión ni el mito, ni el arte, nisiquiera la ciencia– sobre el cual haciendo palanca
pudiéramos nuevamente dar un nombre al mundo, ala totalidad de lo que es. El nihilismo de nuestro
tiempo ha engendrado una crisis de autodescripción.Nos avisa que estamos navegando a ciegas en los
archipiélagos de la vida, el mundo y la historia. En eldesencanto ya no hay brújula ni oriente, no hay más
rutas ni trayectos ni mediciones preexistentes utiliza-bles, ni tampoco metas preestablecidas a las que
podríamos arribar. El nihilismo ha carcomido lasverdades y debilitado las religiones, pero también ha
disuelto los dogmatismos y las ideologías, enseñán-donos a mantener aquella razonable prudencia delpensamiento, aquella actitud oblicua y prudente, quenos vuelve capaces de navegar entre los escollos del
mar de la precariedad, en la travesía del devenir, en latransición de una cultura a la otra, en la negociación
entre un grupo de intereses y otro. Después de lacaída de lo Absoluto y la entrada en el mundo
moderno de la secularización, después de la corrup-ción del reino de la legitimidad y del tránsito al
territorio de la convención, mi filosofía es una filoso-fía de Penélope que deshace incesantemente su tela,
porque no sabe si Ulises retornará. C P
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