Ensayo sobre la soledad

1
7 al 20 de noviembre de 2008 16 / CASA COMÚN U n profesor de literatura en el otoño de su vida inicia una relación platónica con una joven ac- triz de teatro y presentadora de televisión. Al cabo de unos pocos –y breves– encuentros en lugares públicos, donde intercambian unas cuantas frases, se produce un desenlace fatal con el que culmina la historia. Cuento de otoño (2006) es el libro más reciente de Raúl Teixidó, y como mucho de lo que él escribe, está cargado de melancolía y romanticismo “exacer- bado”, como el mismo Teixidó no duda en reco- nocer. Mucho tiene que ver con la vida personal del autor, pero sería un error pensar que se pue- de hacer de su obra una lectura plana, de primer nivel, y asumir que lo au- tobiográfico domina so- bre la creación literaria. Dos citas que el pro- pio autor incluye –entre varias otras– en la con- traportada de su libro, a manera de pistas para la lectura, han llamado es- pecialmente mi atención. La primera es de Antonio Tabucchi: “Escribir es siempre un modo de lle- gar a un compromiso con la falta de sentido de la vida” y parece describir de cuerpo entero no al autor, sino al personaje narrador del cuento, el profesor de secundaria. La otra cita es de Jacques Prévert: “La vida que en algún momento no parezca un sueño, no merece vivirse”. Y esta cita sí interpela directamente al escritor, a Teixidó, que ha sabido construir un mundo narrativo en el cual a veces él mismo puede ser un personaje. Sus autores predilectos Cualquiera que haya seguido la trayectoria literaria de Raúl Teixidó encontrará en Cuento de otoño referencias a sus autores predilectos, unos más fáciles de identificar, como Kafka o Hes- se, y otros menos. No se trata de una identificación estrictamente literaria, ni de una contamina- ción del estilo, como sucede con aquellos escritores que escriben “como García Márquez” o “como Cortázar”… El parentesco de la obra de Teixidó con los au- tores citados está en la atmósfera que baña sus re- latos. Sus personajes viven un aislamiento querido y buscado, una soledad escogida, un mundo imagi- tidiana, su “depresivo ensimismamiento” (p. 9) y acce- der a “un plan casi perfecto de realización personal” (p. 52). Inmaculada Santos A través de la relación platónica, donde el enamora- miento se disfraza de un respeto púdico, casi virginal, el profesor siente que por primera vez existe. Es tan casta la relación, que la persona objeto de la devoción se lla- ma Inmaculada Santos, o sea, por el nombre y por el apellido es ya inalcan- zable cuan una virgen de esas que aparecen en lo alto de las columnas de las iglesias. Pero eso no parece importar mientras llena la vida del persona- je y le permite autocon- vencerse de que a través de Inmaculada puede redimirse, quizás incluso escribir esa obra literaria que lo consagrará como escritor. Pero la realidad es la realidad, aún en el marco de una ficción, y allí Teixidó, el autor/re- gidor supremo, no le hace fácil la vida a su per- sonaje. Queda claro que la relación platónica que establece el profesor de literatura con la actriz es una elucubración volun- tariosa pero sin futuro. No tiene futuro porque el profesor en realidad nunca va a poder escribir la obra que lo consagrará como escritor, y porque nunca llegará a tener una re- lación verdadera, de carne y hueso, y al margen de lo episódico, con su musa. Y como no hay manera de re- solver ese rompecabezas por una vía evolutiva racional, lo único que queda es extraviar algunas piezas y plan- tear un desenlace fatal que, sin necesidad de más, corta por lo sano la historia. La muerte llega como una constatación de que no se podía ir más lejos, ya no había oxígeno suficiente para mantener viva la ilusión del profesor. Lo que hace interesante a Cuento de otoño es esa posibilidad de hacer una lectura de segundo nivel, más allá de la narración romántica sobre la relación de de- pendencia extrema que construye el personaje para sal- varse, o para crear la ilusión de que puede salvarse. De esta manera, Raúl Teixidó sigue contribuyen- do con la literatura boliviana desde lejos, desde su exilio voluntario en Igualada, una ciudad cercana a Barcelo- na, en España. * Escritor, cineasta, periodista y fotógrafo. nario propio. Desde punto de vista del estilo, lo que destaca no es parcela de ningún autor en particular, aunque puede remitirnos a varios: pulcritud en la narración, sobriedad, descripciones sin aspavientos, sin propuestas audaces. Simplemente narrar bien, contar una historia que vale por sí misma, con eco- nomía de palabras, con precisión de relojero, como lo hace Rulfo, Carver, Coetzee o el boliviano Oscar Cerruto. El profesor de literatura de Cuento de otoño no pue- de ser... Su “deteriorada identidad espiritual” (p. 10) lo paraliza, no logra dar el paso para convertirse en escri- tor, no tiene la energía necesaria para salir de una vida un tanto mediocre. Teixidó castiga a su personaje mostrándolo pu- silánime, cursi, incapaz de em- presas arriesgadas. Por ello, su gran empresa, su mayor logro, es conocer a una joven exitosa y establecer con ella una rela- ción platónica casi enfermiza: “La primera conversación que sostuvimos se asemeja a un pai- saje de vivos colores…” (p. 27), “parecía haber salido de las pá- ginas de un auténtico cuento de hadas...” (p. 29) En ese proceso que los sicólogos calificarían de “transferencia”, ¿cuánto es verdad y cuánto lo inventa el personaje? Puesto que el relato es en primera per- sona, el profesor de literatura es quien puede haberlo inventado todo, para así trascender su mediocridad co- Cuento de otoño, de Raúl Teixidó Ensayo sobre la soledad Alfonso Gumucio Dagron* El parentesco de la obra de Teixidó con los autores citados está en la atmósfera que baña sus relatos. Sus personajes viven un aislamiento querido y buscado, una soledad escogida, un mundo imaginario propio. Desde punto de vista del estilo, lo que destaca no es parcela de ningún autor en particular Mocsuma Teixidó castiga a su personaje mostrándolo pusilánime, cursi, incapaz de empresas arriesgadas. Por ello, su gran empresa, su mayor logro, es conocer a una joven exitosa y establecer con ella una relación platónica casi enfermiza…

description

por Alfonso Gumucio-Dagron El parentesco de la obra de Teixidó con los autores citados está en la atmósfera que baña sus relatos. Sus personajes viven un aislamiento querido y buscado, una soledad escogida, un mundo imaginario propio.

Transcript of Ensayo sobre la soledad

Page 1: Ensayo sobre la soledad

7 al 20 de noviembre de 200816 / CASA COMÚN

Un profesor de literatura en el otoño de su vida inicia una relación platónica con una joven ac-triz de teatro y presentadora de televisión.Al cabo de unos pocos –y breves– encuentros

en lugares públicos, donde intercambian unas cuantas frases, se produce un desenlacefatal con el que culmina la historia. Cuento de otoño (2006) es el libro más reciente de Raúl Teixidó, y como mucho de lo que él escribe, está cargado de melancolía y romanticismo “exacer-bado”, como el mismo Teixidó no duda en reco-nocer. Mucho tiene que ver con la vida personal del autor, pero sería un error pensar que se pue-de hacer de su obra una lectura plana, de primer nivel, y asumir que lo au-tobiográfico domina so-bre la creación literaria.

Dos citas que el pro-pio autor incluye –entre varias otras– en la con-traportada de su libro, a manera de pistas para la lectura, han llamado es-pecialmente mi atención. La primera es de Antonio Tabucchi: “Escribir es siempre un modo de lle-gar a un compromiso con la falta de sentido de la vida” y parece describir de cuerpo entero no al autor, sino al personaje narrador del cuento, el profesor de secundaria. La otra cita es de Jacques Prévert: “La vida que en algún momento no parezca un sueño, no merece vivirse”. Y esta cita sí interpela directamente al escritor, a Teixidó, que ha sabido construir un mundo narrativo en el cual a veces él mismo puede ser un personaje.

Sus autores predilectosCualquiera que haya seguido la trayectoria literaria de Raúl Teixidó encontrará en Cuento de otoño referencias a sus autores predilectos, unos más fáciles de identificar, como Kafka o Hes-se, y otros menos. No se trata de una identificación estrictamente literaria, ni de una contamina-ción del estilo, como sucede con aquellos escritores que escriben “como García Márquez” o “como Cortázar”…

El parentesco de la obra de Teixidó con los au-tores citados está en la atmósfera que baña sus re-latos. Sus personajes viven un aislamiento querido y buscado, una soledad escogida, un mundo imagi-

tidiana, su “depresivo ensimismamiento” (p. 9) y acce-der a “un plan casi perfecto de realización personal” (p. 52).

Inmaculada SantosA través de la relación platónica, donde el enamora-miento se disfraza de un respeto púdico, casi virginal, el profesor siente que por primera vez existe. Es tan casta la relación, que la persona objeto de la devoción se lla-

ma Inmaculada Santos, o sea, por el nombre y por el apellido es ya inalcan-zable cuan una virgen de esas que aparecen en lo alto de las columnas de las iglesias. Pero eso no parece importar mientras llena la vida del persona-je y le permite autocon-vencerse de que a través de Inmaculada puede redimirse, quizás incluso escribir esa obra literaria que lo consagrará como escritor.

Pero la realidad es la realidad, aún en el marco de una ficción, y allí Teixidó, el autor/re-gidor supremo, no le hace fácil la vida a su per-sonaje. Queda claro que la relación platónica que establece el profesor de literatura con la actriz es una elucubración volun-tariosa pero sin futuro.

No tiene futuro porque el profesor en realidad nunca va a poder escribir la obra que lo consagrará como escritor, y porque nunca llegará a tener una re-lación verdadera, de carne y hueso, y al margen de lo episódico, con su musa. Y como no hay manera de re-solver ese rompecabezas por una vía evolutiva racional, lo único que queda es extraviar algunas piezas y plan-tear un desenlace fatal que, sin necesidad de más, corta por lo sano la historia.

La muerte llega como una constatación de que no se podía ir más lejos, ya no había oxígeno suficiente para mantener viva la ilusión del profesor.

Lo que hace interesante a Cuento de otoño es esa posibilidad de hacer una lectura de segundo nivel, más allá de la narración romántica sobre la relación de de-pendencia extrema que construye el personaje para sal-varse, o para crear la ilusión de que puede salvarse.

De esta manera, Raúl Teixidó sigue contribuyen-do con la literatura boliviana desde lejos, desde su exilio voluntario en Igualada, una ciudad cercana a Barcelo-na, en España.

* Escritor, cineasta, periodista y fotógrafo.

nario propio. Desde punto de vista del estilo, lo que destaca no es parcela de ningún autor en particular, aunque puede remitirnos a varios: pulcritud en la narración, sobriedad, descripciones sin aspavientos, sin propuestas audaces. Simplemente narrar bien, contar una historia que vale por sí misma, con eco-nomía de palabras, con precisión de relojero, como lo hace Rulfo, Carver, Coetzee o el boliviano Oscar Cerruto.

El profesor de literatura de Cuento de otoño no pue-de ser... Su “deteriorada identidad espiritual” (p. 10) lo paraliza, no logra dar el paso para convertirse en escri-tor, no tiene la energía necesaria para salir de una vida un tanto mediocre.

Teixidó castiga a su personaje mostrándolo pu-silánime, cursi, incapaz de em-presas arriesgadas. Por ello, su gran empresa, su mayor logro, es conocer a una joven exitosa y establecer con ella una rela-ción platónica casi enfermiza: “La primera conversación que sostuvimos se asemeja a un pai-saje de vivos colores…” (p. 27), “parecía haber salido de las pá-ginas de un auténtico cuento de hadas...” (p. 29)

En ese proceso que los sicólogos calificarían de “transferencia”, ¿cuánto es verdad y cuánto lo inventa el personaje? Puesto que el relato es en primera per-sona, el profesor de literatura es quien puede haberlo inventado todo, para así trascender su mediocridad co-

Cuento de otoño, de Raúl Teixidó

Ensayo sobre la soledadAlfonso Gumucio Dagron*

El parentesco de la obra de Teixidó con los autores citados está en la atmósfera que baña sus relatos. Sus personajes viven un aislamiento querido y buscado, una soledad escogida, un mundo imaginario propio. Desde punto de vista del estilo, lo que destaca no es parcela

de ningún autor en particular

Mocsuma

Teixidó castiga a su personaje mostrándolo pusilánime, cursi,

incapaz de empresas arriesgadas. Por ello, su gran empresa, su

mayor logro, es conocer a una joven exitosa y establecer con ella una

relación platónica casi enfermiza…