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    LA

    GUERRA DE ESPAÑA

    1936-1939)

    lucionaria

    y

    separatista en octubre de

    1934).

    A propósito de la guerra

    civil, remarca que fue l resultado inevitable de la anarquía existente en

    el país desde el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de

    1936 y

    del convencimiento del Ejército, con masivo apoyo popular, de que solo

    una intervención militar podría conjurar la amenaza de subversión revo

    lucionaria y disolución nacional alentada por un gobierno débil ante los

    revolucionarios

    y

    traidor ante la patria. Y finalmente, por lo que hace a la

    dictadura, enfatiza que su victoria en la contienda fratricida salvó a Espa

    ña del comunismo y de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, le

    proporcionó más de tres decenios de paz interior, activó un· proceso de

    modernización económica sin parangón

    y

    sentó las bases

    para

    la pacífica

    transición política a la democracia bajo el arbitraje de la Corona.

    En resolución: gran parte de la historia española del siglo habría

    sido un catálogo de tragedias cuya responsabilidad básica sería atribuible

    a unas izquierdas seducidas por la ilusión revolucionaria el delirio sece

    sionista, contra las cuales hubo de alzarse, en mera reacción defensiva,

    una derecha acosada y

    patriótÍca que atajó los desafíos con el sufragio

    electoral, primero, con las armas en la mano, después, con la prosperi

    dad y el bienestar, finalmente.

    Se

    apela así, en esencia, a la omnipresente

    clave de bóveda de esa tradición interpretativa de raigambre franquista

    que el propio Caudillo revalidó en su último discurso en vida

    un

    ya lejano

    1 de octubre de 1975: «Todo obedece a una conspiración masónica-iz

    quierdista en la clase política en contubernio con la subversión comunista

    terrorista en lo social».'

    El

    conjunto de autores y obras que sostienen todas o partes de las tesis

    precedentes no

    es

    quizá muy numeroso en términos cuantitativos, pero

    sí muy influyente en su calidad. E incluye tanto a periodistas reputados o

    ignotos como a historiadores coyunturales o profesionales. Entre los pri

    meros, sería obligado citar a figuras como Federico Jtménez Losantos,

    José Javier Esparza, José María Zavala o César Alcalá; entre los segundos

    bastaría citar a Pío

    Moa,

    César Vidal, Ángel David Martín Rubio o Luis

    Eugenio Togores. A todos ellos se

    les ha

    venido calificando de «revisionis

    tas» con notoria injusticia y abuso del término.

    2

    Primero, como nos ha

    recordado Enzo Traverso, porque esta aplicación del adjetivo supone un

    caso de

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    REVISIÓN

    HISTÓRICA CRÍTICA

    Y

    PSEUDORREVISIONISMO 26

    5

    do, porque, en realidad, la mayor parte de dichas tesis y la imagen global

    conjunta que componen no son el producto de

    una

    «re-visión» del pasado

    histórico inmediato, resultado natural de una investigación historiográfica

    que, por definición, siempre está «revisando» sus propios postulados y los

    frutos de su trabajo sobre la base del estudio crítico de fuentes informati

    v s

    inéditas y de la aplicación de renovadoras perspectivas metodológicas

    de

    análisis y comprensión.

    4

    Sin embargo, desde nuestro punto de mira, nos atrevemos a afirmar

    que no hay tal «revisión» historiográfica de una supuesta «ortodoxia»

    histórica en dichos autores. Aún más: sus obras tampoco son exponentes

    de

    un

    modus operandi

    propiamente historiográfico, que demanda como

    principios operativos la distancia emocional frente a la adhesión emotiva;

    la duda metódica frente a la sacralización corroborativa y la contextua

    lización referenciadora atenta a las gradaciones frente a la simplificación

    dualista y maniquea. Por el contrario, salvo aspectos parciales y margina

    les, esas obras de los referidos autores más bien representan una reactua

    lización,

    mutatis mutandis

    de lo que fue doctrina oficial historiográfica

    durante los casi cuarenta años

    de

    duración del régimen franquista.

    No

    en

    vano, casi todas cada una de sus tesis y argumentaciones incluso «prue

    bas» y «demostraciones») fueron enunciadas y elevadas a la categoría de

    «verdad histórica oficial» e incontestada en virtud de la censura vigente)

    por parte de los publicistas e historiadores de la dictadura. En otras pala

    bras: una auténtica «ortodoxia» historiográfica sancionada con

    todo

    el

    poder del Estado dictatorial; no se olvide).

    Dicho de otro modo más breve y quizá más certero: ese supuesto «re

    visionismo» contiene muy poca novedad y exhibe mucha repetición de lo

    que fueron los mitos históricos fundacionales del franquismo. Unos mitos

    elevados a la categoría de ortodoxia profusamente divulgada durante dé

    cadas con

    toda

    la fuerza del aparato de Estado, sin cortapisa, réplica o

    impedimento alguno, en obras como el

    Dictamen oficial sobre ilegitimi-

    dad de poderes actuantes en 8 de julio de 9 3 6

    edición en Madrid a

    cargo del Ministerio de Gobernación en

    1939),

    los ocho volúmenes de la

    Historia de l Cruzada Española

    dirigida

    por

    el

    periodista Joaquín Arra

    rás y publicada en Madrid entre

    939

    y

    1943

    por Ediciones Españolas), el

    folleto anónimo oficial titulado

    l

    Frente Popular en España publicado

    en Madrid

    por

    la Oficina Informativa Española en 1948), la

    Síntesis his-

    tórica de

    l

    Guerra de Liberación

    editada nada menos que por el Estado

    Mayor

    Central del Ejército en la capital española en

    1968)

    o la biografía

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    LA GUERRA DE ESPAÑA 1936-1939)

    Francisco Franco u siglo de España

    firmada por Ricardo de la Cierva

    aparecida en fascículos a lo largo de

    1973

    bajo

    el

    patrocinio de la Editora

    Nacional radicada en Madrid).

    Se nos permitirá recurrir a

    un

    procedimiento crítico habitual en la

    práctica historiográfica

    el

    mero cotejo de textos) para refrendar esa con

    sideración de las tesis «pseudorrevisionistas» como una reactualización

    de

    la «ortodoxia» historiográfica franquista más veterana

    y

    añeja: compáre

    se

    cada una de esas tesis anteriormente resumidas,

    por

    ejemplo, con las

    declaraciones que

    el

    propio Caudillo

    y

    jefe del Estado sostuvo en público

    en su Mensaje de Navidad del año 19 58, justo en la cumbre de su poder

    político

    y

    a la mitad de su virtual reinado sin corona. En aquella memora

    ble ocasión, Franco afirmó respecto a la Segunda República:

    Recordad la situación de la que hubimos de partir y que puso en marcha las

    ansias renovadoras del Movimiento: España

    se

    moría desintegrada por sus

    luchas intestinas. Sus tierras y ius hombres estaban en trance de disgregación.

    La anarquía, estimulada desde

    el

    Poder, se señoreaba del país progresivamen

    te. El comunismo acechaba su presa.s

    Por lo que respecta a la guerra civil, señaló:

    Desencadenada la revolución roja en

    193.6

    vino a España a dirigir los aconte

    cimientos el embajador ruso Rosenberg, { .. ]. Desde los primeros momentos

    se

    establecieron en las poblaciones checas tipo ruso, tribunales populares y en

    el

    Ejército, comisarios políticos comunistas, mientras el retrato de Stalin lle

    naba las fachadas de los grandes edificios. [ .. ]

    El

    Gobierno rojo entregó a

    Rusia en depósito todo el oro de la Nación. A Rusia se llevaron por los. Go

    biernos rojos millares de niños para sovietizarlos. o creo que pueda existir

    una mayor política de sumisión a Moscú que la que aquellos Gobiernos prac-

    · ticaron.6

    Y,

    finalmente, a propósito de la tarea modernizadora de la dictadura, re

    calcó lo que sigue:

    Nuestra España ya no es hoy un país a espaldas

    de

    los progresos de industria

    lización y de aprovechamiento técnico intensivo. Tenemos puesto

    el

    pie en la

    otra orilla, en la de la expansión industrial y de la difusión tecnológica, la del

    horizonte abierto a los grandes planes

    de

    desarrollo económico con eficacia

    simultánea sobre los múltiples aspectos y factores de la vida nacional. [ .. ] La

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    REVISIÓN

    HISTÓRIC

    CRÍTIC

    Y PSEUDORREVISIONISMO

    67

    elevación del nivel

    de

    vida

    de

    los españoles es una realidad que las cifras pro

    claman con harta mayor elocuencia que las palabras.

    7

    En todo caso, este sedicente revisionismo histórico que

    es

    más bien una

    reactualización publicística de la ortodoxia filofranquista, no deja de ser un

    fenómeno socio-político y cultural muy relevante y de innegable interés his

    toriográfico y cívico. Sobre todo porque supone la mayor y más consistente

    tentativa de rehabilitación moral e intelectual de la dictadura desplegada en

    los últimos años, con sus correspondientes implicaciones para el presente y

    futuro de la democracia española. Y su propio eco y audiencia pública, de

    mostrada en los índices

    de

    tirada

    de

    sus obras y

    de

    venta y lectura

    de

    las

    mismas, exige una explicación mínimamente convincente. Una explicación

    que, a nuestro leal y siempre falible saber y entender, requeriría por lo me

    nos atender a cinco factores diferentes aunque íntimamente entrelazados.

    En primer lugar, debe destacarse que

    el

    fenómeno descrito no constitu

    ye el resultado de una mera corriente historiográfica que «revisa» un pa

    sado reciente español definido por dos notas básicas: su carácter t ra~á-

    tico

    el

    cataclismo de la guerra civil y su profuso baño de sangre) y su

    carácter divisivo (las fracturas previas que dieron origen al conflicto la

    escisión entre vencedores y vencidos oficializada

    por

    la dictadura triun

    fante). Nada de eso o, al menos, no solo ni principalmente eso.

    Se

    trata de

    un fenómeno político de implantación socio-cultural que tiene la vista

    puesta en

    el

    presente actual y el futuro inmediato de la democracia espa

    ñola.

    8

    Se

    trata, básicamente, de

    una

    lectura ideológica simbólica de ese

    pasado inmediato (la tríada insep r ble República-~uerra-Franquismo)

    que quiere servir como catalizador para la forja de ciertas identidades

    colectivas que postula una determinada genealogía del presente con de

    rivaciones políticas explícitas

    para

    el futuro.

    9

    No de

    otro modo puede

    entenderse

    l

    hecho de que, contrariando los principios operativos de la

    disciplina de la Historia (por ejemplo, el de distanciamiento crítico aten

    ción exclusiva al contexto histórico particular), los cultivadores del su

    puesto revisionismo incidan una y otra vez en el presentismo de sus análi

    sis y en la actualidad política inmediata de sus explicaciones rayanas en

    sentencias firmes condenas sin paliativos propias de inquisidores (o de

    comisarios, tanto da para

    el

    caso). º

    Se

    diría que, al operar de ese modo en

    «la búsqueda de la verdad», han cambiado los hábitos del historiador por

    la toga del fiscal, con el consiguiente peligro extremo que ya advertía Enzo

    Traversa para casos análogos registrados en Europa:

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    LA

    GUERRA

    DE

    ESPAÑA 1936-1939)

    El historiador

    no es

    un juez, su tarea

    no

    consiste en juzgar sino en comprender.

    [ .. ] La verdad de la justicia es normativa, definitiva

    y

    coactiva. No trata de

    comprender, sino de atribuir responsabilidades, absolver a los inocentes y cas

    tigar a los culpables.

    Comparada

    a l verdad judicial, la del historiador

    no

    solo

    es provisional y precaria, es también más problemática. Resultado de una ope

    ración

    intelectual,

    la Historia

    es analítica y reflexiva, intenta sacar a la ID;Z las

    estructuras subyacentes de los acontecimientos, las relaciones sociales en las que

    están implicados los hombres y las motivaciones de sus actos. Es decir, se

    trata

    de

    otra

    verdad, indisociable de la interpretación.u

    Cabe recordar al respecto algunas afirmaciones de varios de los autores

    mencionados

    para

    refrendar esta idea del prioritario carácter político

    ideológico subyacente a sus obras y sus publicaciones. A título ilustrativo,

    véase el paralelismo establecido

    por

    el escritor Pío Moa, uno de los más

    fecundos y famosos integrantes del grupo, a la hora de juzgar/entender la

    coyuntura política de octubre

    df

    193 y la coyuntura política de octubre

    de 2004

    el

    debate alrededor del nuevo Estatuto autonómico catalán):

    «El

    PSOE y Ezquerra Republicana de Cataluña planificaron y organizaron la

    guerra civil de

    1934.

    Dos partidos que vuelven a estar unidos

    ahora»

    (se

    gún el registro de la entrevista efectuada

    por

    el diario ovetense a

    Nueva

    España 11

    noviembre 2004, subrayado nuestro). En este mismo sentido,

    léase la declaración de Luis Eugenio Togores, profesor de historia de la

    Universidad San Pablo-CEU, al evaluar el significado de la Segunda Repú

    blica: «Fue un caos, la clase media

    se

    sentía amenazada y a las clases bajas

    no se

    les

    dio soluciones. Como ocurre ahora hubo grandes palabras, pero

    sin soluciones reales» (según recoge

    el

    número

    de

    la revista semanal Tiem-

    po 17

    de julio de

    2006,

    subrayado nuestro). Este último autor, en reali

    dad, perpetuaba con sus declaraciones una tradición católica hostil a la

    memoria de la República que tenía su ilustre precedente en los juicios del

    diario madrileño confesional Ya con ocasión del aniversario de su procla

    mación

    el

    14 de abril de

    1978:

    «Ni libertad ni democracia con los dos en

    sayos de República». 2

    Estamos en ambos casos mencionados ante la extracción de una su

    puesta lección histórica nítida y muy presentista, derivada de esa imagen

    pretérita indubitable, que tanto advierte sobre los riesgos letales

    de

    la

    combinación parlamentaria entre PSOE-ERC ( «siguen tratando de crear

    determinado ambiente»,

    Moa

    dixit

    como de las peligrosas veleidades de

    conmemorar con mínima benevolencia el 75º aniversario de la proclama-

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    REVISIÓN HISTÓRICA CRÍTICA

    Y

    PSEUDORREVISIONISMO 269

    ción de la Segunda República mera antesala de

    una

    guerra virtualmente

    inevitable). Se trata, en fin, de algo tan· conocido como un uso y abuso del

    pasado interpretado de modo sui generis sectario) con la vista puesta en

    el presente político y con

    un

    objetivo explícito y directo: la legitimación de

    las credenciales democráticas de las derechas españolas y la simultánea

    deslegitimación de las credenciales democráticas de las izquierdas españo

    las. Porque, sencillamente, según estos autores, en mayor o menor medi

    da, la actual democracia en España es el fruto maduro del desarrollo del

    franquismo y de su victoria en la guerra civil. Así se entienden declaracio

    nes del tenor siguiente, obra muy reciente del propio Pío Moa:

    No condeno al franquismo porque libró a España de la revolución, de la gue

    rra mundíal y de un nuevo intento de guerra civil que fue el maquis. [ ..] No

    condeno

    el

    franquismo porque de

    él

    y no del antifranquismo -totalitario y

    terrorista en su mayoría- de la paz y prosperidad legadas por

    el

    franquismo,

    han nacido la democracia y la monarquía constitucional que estos antifran

    quistas retrospectivos están echando

    abajo.13

    Y por

    supuesto, desde esa perspectiva, la culpa moral responsabilidad

    histórica de todos los males pasados, presentes futuros del país tiene

    un responsable único y recurrente, «unos perpetradores del crimen»: las

    izquierdas españolas

    y sus ocasionales cómplices útiles a veces, inge

    nuos demócratas y liberales, según parece). Nuevamente en palabras del

    señor Moa:

    Cierto, habría sido preferible una democracia a la dictadura autoritaria no

    totalitaria) de Franco, pero para que haya democracia tiene que haber demó

    cratas,

    y tras

    l

    devastación intelectual moral y política

    causada por el Frente

    Popular, casi todo el mundo había dejado de creer en la democracia en España.

    Una situación a la que nos están llevando de nuevo los enterradores de Mon

    tesquieu, los políticos tipo Filesa y GAL,

    ahora

    compinchados con los terroris

    mos y los separatismos, y todos ellos, eso sí, muy «antifranquistas». [ .. ] Es

    preciso responder con la máxima energía para frenar

    el

    proceso que nos lleva

    a l liquidación de las libertades y de l misma España. Generación miserable

    la que lo consintiera· o

    se

    arrugase ante los perpetradores del crimen.,.

    Al margen del contenido intelectual específico de este y otros textos, el

    propio formato y estilo discursivo adoptado, con sus ocasionales ironías

    despreciativas, su

    tono

    inquisitorial apocalíptico ayer «devastación» to-

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    LA GUERRA DE

    ESPAÑA

    1936-1939)

    tal con l Frente Popular; hoy «liquidación de las libertades» con Rodrí

    guez Zapatero) y sus perentorias apelaciones a la acción salvífica, serviría

    para

    recordar a los más incautos de que no se trata de una obra historio

    gráfica

    stricto sensu.

    Se

    alude, sí, a la historia. Pero

    se

    trata de una versión

    histórica

    d hoc

    del pasado inmediato que trata de prese~tar una genealo

    gía de la democracia española como arma de combate político presentista.

    Y al obrar de este modo instrumental,

    l trabajo de esos autores no se

    distingue en nada de las apelaciones históricas legitimadoras que hacen

    otros políticos como,

    por

    ejemplo, Manuel Fraga) con menos recursos

    retóricos dramatizantes, más conocimiento fáctico de causa y menos pre

    tensiones de actuación profesional decorosa:

    «Al

    final,

    el

    juicio sobre

    Franco será positivo. Del franquismo nació la democracia. [ .. ] El fran

    quismo ha sentado las bases para una España con más orden. De hecho,

    no hay más que comparar la España de hoy con la de los años treinta».•s

    Un juicio histórico-político que olvida convenientemente la advertencia

    cautelar que ya hace años pron~nció

    un

    historiador nada sospechoso de

    simpatías izquierdistas, como

    es

    H

    caso de Stanley

    G.

    Payne:

    No sirve

    sugerir como lo

    han hecho algunos, que

    se

    puede

    atribuir

    a Franco

    el

    mérito de haber creado la España democrática y tolerante de los años ochenta.

    Una

    dictadura

    no

    es una escuela

    de

    democracia y Franco

    no

    fue el responsable

    de la democratización de España.

    Más recientemente, otro historiador del mismo signo ideológico liberal

    conservador, Pedro Carlos González Cuevas, tampoco ha dudado en salir

    al paso de este pseudorrevisionismo falsamente historiográfico con su ha

    bitual contundencia:

    Atribuir en exclusiva la responsabilidad de tales hechos [la crisis del reinado

    de Alfonso Xill], de esa quiebra política fundamental, al «mesianismo»· de las

    izquierdas y a los intelectuales resulta

    no

    solo inexacto e insatisfactorio desde

    el punto de vista histórico, sino que refleja una

    abrumadora

    simpleza mental y

    un pasmoso sectarismo

    político.[

    ..]

    Vidal

    y

    Moa

    han sido lo suficientemente astutos

    y

    oportunistas

    para

    perci

    bir la situación la hegemonía cultural de

    la

    izquierda antifranquista) e inten

    tan cubrir ese desguarnecido espacio político-cultural-simbólico-mediático.

    Pero lo han hecho de una forma tan intelectualmente precaria y vulgar, que el

    remedio

    ha

    sido peor,

    mucho peor

    que la enfermedad. La cultura de derechas

    en

    España, lastrada por la discontinuidad, los complejos y la más elemental

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    REVISIÓN HISTÓRIC CRÍTIC

    Y PSEUDORREVISIONISMO

    7 I

    picaresca, tardará, sin duda, mucho tiempo en superar esta situación de indi

    gencia y oscuridad, una

    de

    las peores de toda su historia, incluso resulta dudo

    so que alguna

    vez

    pueda lograrlo. Por de pronto, Vida y

    Moa

    han bloqueado

    eficazmente la posible y necesaria emergencia de un auténtico revisionismo

    histórico a nivel académico. Lo que

    ha

    beneficiado,

    de

    paso, a la izquierda

    cultural, que sigue manteniendo su empobrecedora hegemonía intelectual.n

    Este uso y abuso abierto, interesado y explícito del pasado por parte de los

    pseudorrevisionistas filofranquistas no

    es

    nada nuevo, por otra parte, por

    que como ya nos recordó hace bastante tiempo George Orwell en su mag-'

    nífico libro

    I984:

    « l

    que controla el pasado controla

    el

    futuro; y

    el

    que

    controla el presente controla el pasado».r

    8

    No

    en vano, de todos

    es

    sabido

    que la Historia (o al menos cierta lectura e interpretación de la misma o de

    alguno de sus períodos) es un componente inexcusable de la «identidad

    colectiva» de todo grupo humano (sea de grupos de parentesco, clases,

    naciones, estados o creencias religiosas) y un ingrediente básico de la «iden

    tidad social» de cada uno de los individuos singulares por una crucial· ra

    zón de tipo biopsicológico: «Estamos constituidos por nuestros recuerdos

    que van configurando lo que somos» ,1, Esa base bioantropológica de la

    exigencia de conciencia social y conciencia temporal ha sido bien descrita

    por Femando Savater en uno de sus más sutiles ensayos sobre este tema:

    El aprendizaje a través de la comunicación con fos semejantes y

    de

    la transmi

    sión deliberada de pautas, técnicas, valores y recuerdos

    es

    proceso necesario

    para

    llegar a adquirir la plena estatura humana. Para ser hombres no basta con

    nacer, sino que también hay que aprender. La genética nos predispone a llegar

    a ser humanos pero solo por medio de la educación

    y

    la convivencia social

    conseguimos efectivamente serlo. [ .. ] Lo primero que la educación transmite

    a cada uno de los seres pensantes

    es

    que no somos

    únicos

    que nuestra condi

    ción implica

    el

    intercambio significativo con otros parientes simbólicos que

    confirman

    y

    posibilitan nuestra condición. Lo segundo, ciertamente no menos

    relevante,

    es

    que no somos los

    iniciadores

    de nuestro linaje, que aparecemos

    en un mundo donde ya está vigente la huella humana de mil modos y existe

    una tradición de técnicas, mitos

    y

    ritos de la que vamos a formar parte y en la

    que vamos también ormarnos. Para el ser humano, estos son los dos descu

    brimientos originarios que le abren a su propia vida: la sociedad y

    el

    tiempo.

    En

    el

    medio social sus capacidades

    y

    aptitudes biológicas cuajarán en humani

    dad efectiva, que solo puede venirnos de los semejantes; pero también apren

    derá que esos semejantes no están todos

    de

    hecho presentes, que muchos

    ya

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    10/41

    LA GUERRA DE

    ESPAÑA

    I936-I939)

    murieron y que sin embargo sus descubrimientos o sus luchas siguen contando

    para

    él como lecciones vitales, lo mismo que otros aún no han nacido aunque

    ya le corresponde a él tenerlos en cuenta para mantener o renovar

    el

    orden

    de

    las cosas.

    1

    Y

    si

    bien esa conciencia temporal del pasadó de un ser humano puede ser

    cubierta bajo muy distintos mantos representativos míticos, religiosos,

    poéticos, legendarios, científico-humanísticos ..

    ),

    el hecho sigue siendo

    que nacemos al mundo como seres sociales y como seres temporales a la

    par. Y que la historia nos envuelve y circunda,

    velis nolis

    de un modo bien

    apreciado

    por

    John Lewis Gaddis:

    Tan grande

    es el

    peso del pasado sobre el presente y el futuro que difícilmente

    pueden estos dos dominios del tiempo tener sentido al margen

    de

    él.

    Ya

    sea que

    adopten la forma del lenguaje en que pensamos y hablamos, de las institucio

    nes en cuyo interior funcionamos, de la cultura en la cual existimos o incluso

    del paisaje físico en el que noá movemos, las limitaciones que la historia ha

    impuesto impregna nuestra vida como

    el

    oxígeno impregna nuestro cuerpo.

    x

    En todo caso, solo cabría hacer una pequeña pero crucial matización a la

    tesis de Orwell mencionada, tan certera al aplicarse a regímenes totalita

    rios y autoritarios que en este aspecto apenas

    se

    distinguen, digamos de

    paso). Para fortuna de casi todos, en una democracia consolidada y plura

    lista no cabe tratar de lograr ese control unívoco del pasado porque la li-

    bertad de expresión y su concomitante libertad de imprenta) asegura la

    competencia entre v1siones diferentes y establece una barrera infranquea

    ble para la constitución de una imagen oficial monolítica sobre un pasado ·

    polémico siempre revisable.

    De hecho, a nuestro juicio, esta cualidad política presentista del pseu

    dorrevisionismo filofranquista está ligada íntimamente a otro fenómeno

    muy similar, pero antagónico, también existent~ en los últimos años: la

    configuración de varias corrientes dentro del espectro político de la iz

    quierda que tienden a deslegitimar a las derechas actuales como meras

    legatarias del franquismo, sin títulos ni credenciales para gobernar demo

    cráticamente por esa supuesta tara de origen casi irremediable. Y no se

    trata solo de corrientes maximalistas y extremistas como las ligadas, por.

    ejemplo, a la organización terrorista ETA, que siempre han sostenido que

    el

    franquismo no desapareció con Franco y que la democracia parlamen-

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    11/41

    REVISIÓN HISTÓRICA

    CRÍTICA

    Y PSEUDORREVISIONISMO 73

    taria coronada

    es

    un mero disfraz formal continuista para mantener la

    «opresión nacional» de España sobre Euskadi. Se trata de otras corrientes

    mucho más templadas moderadas, con responsabilidades de gobierno.

    Un

    ejemplo, a título impresionista, podrían ser las reveladoras declaracio

    nes del periodista Juan Luis Cebrián, en

    2001

    después de que el Partido

    Popular hubiera cosechado la mayoría absoluta en las elecciones generales

    del año anterior: «La derecha actual sigue siendo heredera del franquis

    mo [ .. ] la derecha de siempre, la que colaboró con la dictadura decidida

    mente porque la engendró». Con un

    corolario lógico impecablemente ab

    surdo: «De algún modo, es como si Franco se hubiera presentado a las

    elecciones las hubiera ganado».2

    2

    Este uso político del pasado con fines presentistas. en las filas de

    la

    iz

    quierda «constitucional», según algunos autores, comenzó a ser recurren

    te durante los primeros años de la década de 1990 en el contexto de

    crispada lucha política sostenida por el Partido Popular contra los últimos

    gobiernos socialistas de Felipe González. De hecho, el propio expresid~nte

    llegaría a defender que fueron sus oponentes los que rompieron los acuer

    dos básicos de la Transición con su «agresiva», «irresponsable» «renco

    rosa» estrategia opositora de los años 1993-1996.'.l.

    3

    En cualquier caso,

    desde entonces, como ha señalado Paloma Aguilar, «para la izquierda el

    recuerdo del pasado se ha convertido en un argumento político importan

    te. Se trata de la memoria necesaria »

    ...

    4

    Y

    si

    tal afirmación resulta válida para el PSOE, no

    es

    menos válida

    para otros grupos importantes: el abatido Partido Comunista de España y

    su derivación en Izquierda Unida parecen haber registrado un aumento de

    la prioridad de esa dimensión pretérita en su labor política a medida que

    han visto disminuir sus horizontes electorales.

    Dentro de este ámbito de las izquierdas volcadas a la «memoria» han

    cristalizado corrientes enfrentadas al reviva neofranquista que han llega

    do a sostener tesis casi

    tan

    drásticas maniqueas como sus antagonistas,

    con el mismo perfil de combate militante simbólico-político. Son, a título

    de ejemplo, aquellas fuerzas y sectores que sostienen que la democracia

    actual es imperfecta porque no

    ha

    roto su cordón umbilical con el fran

    quismo, que hay pendiente una segunda transición hacia una «verdadera»

    democracia o que es imprescindible ajustar cuentas con el pasado y esta~

    blecer las responsabilidades morales políticas (ya que no penales) por los

    crímenes de la dictadura. .1.

    5

    Y que también sostienen que «la mal llamada

    guerra civil» no fue una verdadera contienda entre dos bandos porque,

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    12/41

    274

    LA GUERRA DE ESPAÑA 1936-1939)

    reactualizando los viejos mitos filorrepublicanos, solo uno de ellos era

    en

    verdad «popular»: «No fueron dos Españas, sino unas minorías que, para

    asegurarse el poder, aterrorizaron a la mayoría de las clases populares que

    lucharon en su gran mayoría

    por

    la democracia y la libertad».

    26

    Se trata de corrientes políticas que cuent~n innegablemente con cierto

    cobijo historiográfico muy disperso y nada armónico. Ahí está, a modo

    ilustrativo, el manifiesto ombate por

    l

    historia firmado en junio de 1999

    por

    varios autores entre otros, Miguel Izard, Antoni Jutglar, Abel Paz

    y

    Eduardo Pons Prades), en el que se denunciaba a «los mandarines de la

    Historia Oficial» supuestamente Santos Juliá, Julián Casanova, Antonio

    Elorza ... )

    por

    hacer una «historia de clase de la Burguesía», ignorar y des-

    preciar al «movimiento revolucionario» léase: anarcosindicalismo

    y

    poumismo) y practicar la «falsificación de los hechos históricos». Y su

    diatriba no ahorraba la presencia de ironías, desprecios y admoniciones

    como las cultivadas

    por

    el pseudorrevisionismo franquista: «La Historia

    Oficial se caracteriza

    por

    su EfTRAORDINARIA ineptitud y su no menos

    EXTRAVAGANTE

    actitud».

    2

     

    Diferentes

    y

    hasta enfrentados a este grupo, pero en la misma línea

    crítica y militante, cabría mencionar también a aquellos historiadores que

    asumen un exceso de carga moral valorativa en sus trabajos sobre

    el

    pasa-

    do reciente, aunque solo sea

    por

    el uso impreciso de términos y conceptos.

    Pensemos, por ejemplo, en quienes siguen sosteniendo contra viento y ma-

    rea que el franquismo fue un «régimen fascista» homologable al nazismo

    en su criminalidad. O en aquellos que defienden que la represión franquis-

    ta

    en guerra

    y

    posguerra fue una verdadera «política de exterminio», un

    innegable «Holocausto español», en vez de ser un caso casi paradigmático

    de «violencia coercitiva» destinada básicamente a «controlar a una pobla-

    ción» mediante «un recurso» estratégico paralizar

    por

    el terror y eliminar

    resistencias) y no «el producto final» de una política exterminista, con

    independencia de que «aunque los métodos usados para conseguir la su-

    misión y la destrucción física pueden ser similares, estos objetivos difie-

    ren».28

    Ese

    abuso conceptual y falto de rigor de los términos y conceptos

    el

    «exterminio» genocida antijudío no es

    una

    mera masacre masiva: tras

    un genocidio, no suelen quedar nietos ni abuelos

    para

    testimoniar el ase-

    sinato del padre) ha

    llevado a extremos bien lamentables, como cuando

    se

    apunta con propósito propagandístico que la matanza franquista de Bada-

    joz que tuvo lugar en agosto de 1936 podría entenderse como «un antici-

    po de Auschwitz».

    2

    9

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    13/41

    REVISIÓN HISTÓRICA CRÍTICA

    Y

    PSEUDORREVISIONISMO 275

    in lugar a dudas, estas aplicaciones utilitariamente inmoderadas del

    conocimiento histórico

    por

    parte de sectores de la izquierda

    han

    servido

    como coartada justificativa para las críticas reactivas de ciertos autores

    del frente pseudorrevisionista: filofranquista.

    No

    en vano, ante la acusa

    ción de «Holocausto» y «política de exterminio»

    por

    parte de la izquier

    da,

    han

    podido replicar con total tranquilidad que, en

    todo

    caso, tam

    bién hubo

    un

    «holocausto de clérigos y creyentes» en la retaguardia

    gubernamental y una voluntad y práctica de «exterminio» del enemigo

    en las filas republicanas a cargo de las checas y de agentes estatales: «La

    consigna es: exterminio», alentaba el diario comunista

    undo Obrero

    el

    ro

    de agosto de

    I936;

    «la lucha contra el fascismo es un lucha de exter

    minio», rezaba en la

    portada

    de la revista de las milicias republicanas el

    I

    de agosto de ese mismo año.3º Y los recientes descubrimientos docu

    mentales no dejan bien

    parada

    la tesis complaciente de que los asesinatos

    en la retaguardia republicana eran meros «excesos espontáneos» que no

    implicaban responsabilidad alguna para las autoridades oficiales y los

    partidos y sindicatos que las sostenían. A título de ejemplo, en relaci6n

    con los masivos asesinatos de Paracuellos del Jarama, véase el acta del

    Comité Nacional de la CNT en Madrid el 8 de noviembre de 1936 recu

    perada por el escritor Jorge Martínez Reverte, en la que ese órgano de

    dirección sindical recapitula «los acuerdos que han tenido con los socia

    listas que tienen la Consejería de

    Orden

    Público de la

    Junta

    de Defensa

    de Madrid)»

    para

    tratar a los presos políticos de la capital: «Primer gru

    po. Fascistas y elementos peligrosos. Ejecución inmediata, cubriendo la

    responsabilidad [esto es: garantizando la impunidad]»Y O, en el caso de

    la furia homicida desatada

    en

    Cataluña, las memorias de «un pistolero

    anarquista» publicadas

    por

    Miguel Mir: «las órdenes»

    para

    llevar a cabo

    los asesinatos procedían de líderes de la FAI-CNT que tenían cargos ofi

    ciales

    en

    el Comité Central de Milicias Antifascistas

    y

    actuaban coordi

    nados: Aurelio Fernández departamento de Patrullas e Investigación),

    Dionisia Eroles Comisaría de

    Orden

    Público), Manuel Escorza Comité

    de Investigación), José Asens Servicios de Patrullas de Control), etc

    A este respecto, tomando como eje el conocido duelo del presidente Ma-

    nuel Azaña

    por

    los brutales asesinados de presos en

    Madrid

    el 3 de

    agosto de

    I936

    que su correligionario, el abogado Ángel Ossorio,

    com-

    prendía como parte de «la lógica de la historia»),

    un

    maestro de historia

    dores como Santos Juliá ha podido escribir

    una

    reflexión muy pertinente

    y

    nada

    complaciente:

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    14/41

    LA GUERRA DE

    ESPAÑA

    r936-r939)

    Porque el duelo del que hablaba Azaña obedecía a la evidencia

    -insoporta

    ble para quienes esperaron algún día que la República significara

    el .1mane-

    cer de un nuevo tiempo-, de que esas matanzas nada tenían que ver con su

    defensa ni con los valores por ella representados sino con el comienzo

    de

    una revolución social que entre otras catástrofes como acelerar la derrota

    significaría

    de

    triunfar el fin

    de

    la misma República. Cuando se comparan

    los crímenes de los rebeldes con los de los leales al modo en que Ossorio se

    lo decía a Azaña: ellos comenzaron; o se insiste en que fueron menos; ellos

    matan más; o se reducen a desmanes

    de

    incontrolados: ellos planifican; lo

    que se olvida es que esos crímenes obedecieron a una lógica propia reitera

    damente publicitada desde discursos

    de

    líderes anarquistas comunistas y

    socialistas repetidos cada vez que

    se

    cometía

    un

    crimen masivo: que era

    preciso destruir desde la raíz el viejo mundo prender fuego a sus símbolos y

    proceder a la limpieza de sus representantes. De esta suerte muchos miles

    de

    asesinados en las semanas de la revolución no lo fueron por franquistas ni

    por apoyar a los rebeldes: de lo primero no tuvieron tiempo y

    de

    lo segundo

    ocasión. Murieron porque qtlienes los mataron creían que una verdadera

    revolución

    que

    es una conqÁista violenta de poder político y

    social-

    solo

    puede avanzar amontonando cadáveres y cenizas en su camino. Fue en

    ese

    marco y movidos

    por

    estas ideologías y estrategias

    por

    lo que se cometieron

    en territorio de la República durante los primeros meses de la guerra críme

    nes en cantidades no muy diferentes y con idéntico propósito que en el terri

    torio controlado por los rebeldes: la conquista por medio del exterminio del

    enemigo de todo

    el poder en el campo en el pueblo en la ciudad. Luego

    desde los hechos

    de

    mayo

    de

    r937 en Barcelona la guerra continuó la Re

    pública consiguió rehacer

    un

    ejército y un mínimo de aparato de Estado

    y,

    aunque

    no

    se puso fin a las ejecuciones sumarias al menos se controlaron las

    matanzas. Solo ahí comienza la verdadera diferencia en la que tanto insisten

    quienes califican de desmanes los crímenes de unos y de genocidio o crimen

    contra la humanidad los de otros. La diferencia consiste en que a pesar de su

    rearme la República no logró conquistar nuevos territorios y dentro del

    suyo la limpieza ya había cumplido la tarea que se le había asignado sin que

    1a

    revolución social hubiera culminado en revolución política: en un territo

    rio progresivamente reducido era inútil y ya no había quién- seguir

    matando a mansalva como en las primeras semanas de la revolución. Los

    rebeldes sin embargo cada vez que ocupaban un pueblo una

    ciudad prose

    guían la implacable y metódica política de limpieza valiéndose de la maqui

    naria burocrático-militar de los consejos de guerra. Eso fue lo que cavó un

    abismo entre la rebelión triunfante y la República derrotada .un abismo en el

    que sucumbieron otros

    50 . 000

    españoles fusilados tras inicuos consejos de

    guerra una vez la guerra terminó.33

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    15/41

    REVISIÓN HISTÓRICA CRÍTICA Y

    PSEUDORREVISIONISMO

    277

    Los

    propios dirigentes del Partido Popular, con ocasión del debate sobre

    la llamada

    Ley

    de Memoria Histórica durante el año

    2007

    no dejaron de

    aprovechar esta conveniente línea argumental al negarse a aceptar leccio-

    nes de democracia» de «cierta izquierda comunista».3

    4

    Y diez años antes,

    casi al comienzo del proceso de «recuperación de la Memoria Histórica»,

    una alta jerarquía eclesiástica no había dejado de recriminar las demandas

    de

    petición de «perdón» a la Iglesia por su conducta durante la guerra y la

    dictadura con una contrapetición ahora revitalizada con mayor énfasis:

    ¿Y cuándo se va a oír una voz que pida a «las izquierdas» de los años treinta

    socialistas, comunistas, anarquistas .. ) que pidan perdón

    por

    las decenas de

    obispos, miles de sacerdotes, religiosos, religiosas, monjes, seminaristas y de

    cenas de miles de seglares cristianos que fueron ejecutados simplemente por

    ser creyentes? ¿O es que esto último fue correcto y positivo para la convivencia

    · entre los españoles? ¿Y qué decir de la destrucción de templos, monasterios,

    imágenes, conventos, sagrarios, ornamentos, cuadros, objetos litúrgicos, .bi

    bliotecas, etc., algunos de valor histórico y artístico, simplemente porqiie se

    relacionaban con la lglesia?H

    Que esa contrapetición eclesiástica está

    tan

    justificada moral y cívicamen

    te como la petición original la exigencia de «deplorar la legitimación re

    ligiosa de la guerra como Cruzada, que contribuyó a dividir y a encender

    y

    oponer radicalmente los ánimos») podría demostrarse por un caso para

    digmático: la trágica vivencia personal de monst:;ñor Gabino Díaz Mer

    chán, arzobispo emérito de Oviedo y presidente d~ la Conferencia Episco

    pal Española entre

    I98I

    y I987

    No

    en vano, con apenas diez años, quedó

    huérfano de padre y madre en su Mora de Toledo natal porque ambos

    fueron «paseados» el 2I de agosto de I936 sin jubo previo ni garantía

    jurídica alguna por milicias «republicanas» anarquistas y comunistas). El

    padre era propietario de

    un

    comercio de ultramarinos y miembro del Par

    tido Republicano Liberal-Democrático de Melquíades Álvarez. La madre

    era un ama de casa con dos niños pequeños que tenía una gran f religiosa.

    Su condición de víctimas inocentes no admite duda alguna, así como tam

    poco la de su hijo huérfano, capaz de formular una pregunta pública de

    pertinencia evidente: «¿Queréis que pida perdón porque hayan matado

    á

    mis padres o por haber sido apuntado

    para

    fusilarme?».3

    6

    En todo caso, este proceso de reverdecimiento de «memorias» enfren

    tadas una de «izquierda-republicana», otra «católico-conservador~», en

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    16/41

    LA GUERRA DE ESPAÑA

    I936-I939)

    palabras certeras de Javier Ugarte) se nutre

    y

    alimenta

    con

    su propia diná-

    mica de oposición dialéctica acumulativa. Y a medida que se cor;tsolida

    agudiza dicha dinámica pasa a tener más componentes políticos presen-

    tistas («Y

    más ...

    »

    a perder los pocos atisbos historiográficos que la

    adornaban

    originalmente.37

    El segundo factor de comprensión del fenomeno del pseudorrevisionis-

    mo histórico filofranquista radica en el cambio generacional que ha tenido

    lugar en los últimos años de funcionamiento del régimen democrático, que

    ha permitido llegar a la madurez a unas generaciones de «nietos» de la

    guerra que apenas tienen «memoria» (porque la memoria es producto

    de

    la vivencia biográfica directa) de la dictadura solo pueden tener acaso

    «conciencia» sobre su historia (porque dicha conciencia histórica

    es

    el

    resultado de relatos, imágenes, lecturas e informaciones mediadas e indi-

    rectas). Y este reemplazo en el predominio social de segmentos activos

    (entre 25

    y

    60 años) de nuevas generaciones siempre

    y

    en

    todas

    partes ha

    sido

    acompañado

    de nuevas tsiones sobre el

    pasado

    de

    una

    sociedad,

    sobre

    todo

    cuando este

    pasado

    ha

    sido traumático

    y

    divisivo.3

    8

    ·

    No es necesario extenderse demasiado sobre los efectos de este reem-

    plazo generacional operado en los últimos decenios porque las cifras al

    respecto son inequívocas. Así

    por

    ejemplo, según los resultados del censo

    de población del año 2001 los ciudadanos que entonces tenían entre 25

    29 años de

    edad

    eran la cohorte más importante numéricamente de todas

    las existentes en la pirámide de población española: precisamente los que

    habían

    nacido en

    el

    año

    de la muerte de Franco o

    en

    los

    cuatro

    años pos-

    teriores de transición a

    la

    democracia. Y ese mismo año de

    2001

    la edad

    media de la población española era de 39 (edad de los nacidos en 1962

    que solo tenían 13 años cuando murió el Caudillo).

    39

    El proceso entonces

    en curso

    no

    ha hecho más que acentuarse, como es lógico. Según el censo

    correspondiente al año 2006

    nada

    menos que el 3 de la población

    española de 44 millones (casi

    16

    millones) había nacido en el

    año 1977

    o

    después. En otras palabras: más de

    un

    tercio de la población española re-

    gistrada ha nacido vivido si mpr en democracia no tuvo experiencia

    vital alguna del franquismo, ni siquiera como infantes o niños de corta

    edad sin uso de razón. Y los datos del censo del año

    2010

    solo refrendan

    esa tendencia:

    en

    esas fechas, nada menos que el 4 3 de los 46, 7 millones

    de españoles registrados

    habían

    nacido en democracia (casi

    20

    millones de

    españoles).4º

    Un cambio tan dramático en la pirámide demográfica de una sociedad,

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    17/41

    REVISIÓN

    HISTÓRICA

    CRÍTICA

    Y

    PSEUDORREVISIONISMO 279

    con lo que supone de reemplazo en el predominio de segmentos activos de

    nuevas generaciones, siempre ha ido acompañado de nuevas visiones so-

    bre el pasado de esa misma .sociedad, sobre todo cuando este pasado ha

    sido traumático y divisivo caso evidente de España). Dicho de otro modo:

    desde hace más o menos diez años

    ha

    entrado en crisis la casi unánime

    aceptación ciudadana de las dos imágenes mayormente míticas sobre la

    historia reciente española vigentes desde la guerra y hasta la actualidad.41

    Por un lado, la imagen dominante hasta la década de I960 generada

    por los «abuelos» que vivieron

    el

    período, que asumía la contienda como

    una «gesta heroica y maniquea», sea de naturaleza «anticomunista» tesis

    de los vencedores), sea «antifascista» tesis de los vencidos), que era pre-

    ciso recordar y loar y donde la culpa residía en el contrario demonizado

    sin atisbo de duda alguna «Ellos fueron los únicos culpables»). A título

    de ejemplo de esta visión propia de un mito de movilización bélica, recuér-

    dense las palabras pronunciadas por

    l

    almirante Luis Carrero Blanco

    ante l secretario de Estado del Vaticano durante la visita de este al Valle

    de los Caídos

    l

    28

    de enero de

    I964:

    En primer término, este grandioso monumento conmemora una victoria, pero

    no

    una victoria sobre unos adversarios políticos, como torcidas

    y

    amañadas

    interpretaciones han pretendido hacer creer, sino una victoria de España con-

    tra los enemigos de su independencia

    y

    de su Fe, únicos ideales cuya defensa

    justifica el máximo sacrificio de la vida, porque la guerra que los españoles

    hubimos de sostener de

    I936

    a r939 no fue en modo alguno una guerra civil,

    sino una guerra

    de

    Liberación del suelo patrio del dominio

    de

    un poder extran-

    jero y a la vez, una Cruzada en defensa de la Fe Católica que

    ese

    poder quería

    desarraigar

    por

    ser doctrinalmente

    ateoY

    Por otro lado, la imagen extendida desde aquella década de

    1960

    hege-

    mónica durante la transición política, cuyo soporte físico fueron los «hi-

    jos» de la guerra, que asumieron

    l

    conflicto como una «tragedia colecti-

    va»

    una «locura fratricida», que había que deplorar olvidar porque

    suponía

    una

    vergüenza nacional conllevaba un grado de inculpación

    conjunta de toda la sóciedad en la generación de la barbarie «Todos fui-

    mos culpables»). Como reveladora muestra de esta visión propia de un

    mito de reconciliación nacional, sirva el texto de la carta abierta que un

    dirigente socialista, Joaquín León, dirigió en

    1973

    al director del diario

    ABC

    l líder monárquico Juan Ignacio Luca de Tena:

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    18/41

    28 LA GUERRA

    DE ESPAÑA

    r936-r939)

    Entienda que ni los hijos de usted ni los míos vibran con los ecos y los himnos

    que a nosotros nos conmovieron y que son hoy, para ellos, música celestial,

    cuando no los belicosos acordes con los que una generación inepta, que no

    fue

    capaz de encontrar otra solución a sus problemas que la barbarie de una gue-

    rra, acompañó la inmolación de un

    millón

    de hermanos.

    [ ]

    Algo así como

    cuando a usted o a mí nos explicaban en clase fas guerras púnicas o la batalla

    de Lepanto. Ello traerá, al fin, el otorgamiento, a todos los muertos, del respe-

    to y la paz que

    le

    son debidos. Para bien o

    para

    mal, entre todos ellos escribie-

    ron la historia, y nadie tiene derecho a pretender borrar un solo nombre de

    esas páginas que ya están escritas para siempre 43

    El

    relevo generacional operado ha ido en paralelo a

    l

    puesta en cuestión

    de esas imágenes de modo plural, a pesar de la persistencia dominante

    entre la ciudadanía de la imagen trágica y doliente sobre las imágenes he-

    roicas en su doble vertiente. A ello responde la supuesta ruptura del «si-

    lencio» u «olvido» de la guerra ,civil acordado entre todas las fuerzas po-

    líticas, posfranquistas y antifrailfluistas, durante la transición política y en

    los primeros años de consolidación democrática, cuya justificación cívica

    y pragmática fue certeramente enunciada

    por

    un editorial del diario El

    aís con ocasión de

    la

    aprobación de la amnistía política

    por

    las Cortes

    Constituyentes:

    La España democrática debe, desde ahora, mirar hacia delante, olvidar las

    responsabilidades y los hechos de la guerra civil, hacer abstracción de los cua-

    renta años de dictadura [ .. ]. Un pueblo ni puede ni debe carecer de memoria

    histórica: pero esta debe servir para alimentar proyectos pacíficos de conviven-

    cia hacia el futuro

    y

    no para nutrir rencores hacia el pasado.

    44

    A la pérdida de vigor efectivo de dicho pacto le ha seguido también como

    lógico corolario la renovada búsqueda de explicaciones sobre el compor-

    tamiento brutal de los españoles en la contienda y en la larga posguerra.

    En consecuencia, se abrió desde entonces

    un

    nuevo «tiempo de contar»

    porque una parte significativa de los nuevos españoles tenían «sensación

    de ser herederos de un tiempo mal explicado».4

    5

    Y a ese nuevo contexto

    responde el hecho de que los nuevos «revisionistas» ya no sean los viejos

    historiadores y publicistas franquistas Ricardo de la Cierva, Vicente Pala-

    cio Atard, Fernando Vizcaíno Casas, Ángel Palomino), cuya legitimidad

    para pontificar ecuánimemente sobre

    l

    tema estaba lastrada

    por

    su com-

    promiso personal y directo con un régimen hostil a las libertades y bas~do

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    19/41

    REVISIÓN

    HISTÓRICA

    CRÍTICA

    Y

    PSEUDORREVISIONISMO 8 I

    en

    la censura

    y

    la represión inclemente del disidente. Estos nuevos autores,

    «nietos» o «bisnietos»

    de la guerra por su edad, carecen de esa pesada

    servidumbre

    y, en cambio, incluso algunos de ellos pueden presumir de

    haber sido activos y armados opositores a la dictadura Pío Moa, en espe

    cial). Y, sin duda, en esa novedad del neófito y converso y en su facundia

    eficacia narrativas vertebrada sobre un dualismo maniqueo, o blanco o

    negro, que rehúye los matices gradaciones, las «zonas grises» de Primo

    Levi) reside buena parte de su fortuna mediática y pública. Un público,

    excusamos insistir en ello, que está formado mayormente por una audien

    cia para la que la guerra civil sus consecuencias no son más que

    una

    narración y un relato mediado e indirecto, cuya lectura e interpretación

    solo cabe hacerla desde el presente y para el presente.

    Como tercer factor de comprensión del fenómeno del sedicente revisio

    nismo filofranquista, cabría aludir al nuevo contexto político nacional e

    internacional configurado durante la década de

    1990

    Un contexto defini

    do básicamente por dos fenómenos de gran trascendencia

    para

    el ser y

    d

    hacer de

    toda

    la sociedad española en su conjunto.

    Por un lado, la firme consolidación en España de un régimen democrá

    tico-parlamentario que fue eliminando las inhibiciones para hablar públi

    ca y oficialmente sobre un pasado traumático y divisorio sin riesgos graves

    para la estabilidad social e institucional. Es decir: el final del tácito «pac

    to de silencio u olvido» o mera «afasia» conveniente) sobre la guerra civil

    sus crímenes que sirvió de trasfondo cívico y cultural

    para

    la transición

    pacífica de la dictadura a la democracia. Un pacto tácito que, en

    todo

    caso, más que una mordaza o amnesia concertada general fue más bien

    un consciente acuerdo entre las élites políticas y sus representados para no

    utilizar en público el pasado respectivo como arma de lucha política activa

    y evidente. Esa renuncia a la instrumentación política del pasado en el

    presente no era el resultado de un «olvido» o «silencio» sobre la guerra

    el franquismo cosa imposible para quienes sufrieron sus penalidades di

    recta o indirectamente), sino el fruto de una lectura moral negativa de

    aquel período y de su lecciones prácticas; lectura que ansiaba «echar al

    olvido» la tragedia para superar sus hipotecas porque la mayoría social

    del país recordaba demasiado su baño de sangre, estaba decidida a evitar

    su repetición «Nunca más la guerra civil») y sobre todo pretendía propi

    ciar un futuro en paz y en democracia tras la desaparición de Franco.4

    6

    Pero ese peculiar «olvido» político-institucional no impidió que en el mun

    do cultural

    e

    historiográfico) más que un «pacto de silencio» respecto a

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    20/41

    LA GUERRA

    DE ESPAÑA 1936-1939)

    la guerra y la posguerra

    se

    hubiera impuesto un «pacto de memoria» des

    de

    el

    inicio de la Transición.

    De hecho, según una estimación fidedigna realizada ya en

    1996,

    desde

    la muerte de Franco hasta aquel

    año

    se habrían registrado

    nada

    menos

    que

    3.597

    referencias bibliográficas sobre la guerra civil

    r.848

    libros y

    otros

    r.749

    artículos de revistas . Lo que sign:ífica que en esos veinte

    añOs

    se habrían publicado, como mínimo, un artículo o libro sobre la guerra

    civil española en el mundo cada dos días.

    47

    Vistas así las cosas, tiene fun

    damento el juicio de Paloma Aguilar al respecto: «No deja de ser sorpren

    dente que haya tantas menciones a una conspiración de silencio sobre

    el

    pasado, cuando la guerra civil ha ocupado

    un

    lugar preferente en la litera

    tura,

    el

    cine y la producción histórica española».

    48

    Y por

    eso mismo Jose

    fina Cuesta ha podido también «rechazar la idea de una transición amné

    sica» y «reforzar la de una transición memoriosa, silenciosa en muchos

    campos»

    el

    político,

    por

    ejemplo , «pero alimentada

    por

    el recuerdo co

    lectivo de los traumas pasados»

    y

    muy viva y activa en «la propia literatu

    ra y la filmografía», además de ia prensa. A título de ejemplo, el diario

    l

    aís dedicó anualmente, entre 1976 y 2004, una media muy considerable

    de

    más

    de

    cien referencias a

    la

    guerra civil en sus páginas: desde el mínimo de

    poco más de setenta en 1991 al máximo de trescientas en 1999.

    49

    Por otro lado,

    el

    segundo fenómeno del nuevo contexto mencionado

    tiene que ver con el, cambio mundial derivado del desplome del bloque

    soviético y del derrumbe

    por

    implosión de los regímenes del socialismo

    realmente existente a partir del año crucial de

    1989.

    Un proceso que trajo

    consigo la pérdida del prestigio residual de la mística comunista y revolu

    cionaria, al permitir el descubrimiento de la magnitud de los crímenes de

    esos regímenes y del sufrimiento experimentado

    por

    sus sociedades.

    5

    º No

    en vano, después de la caída del muro de Berlín con todas sus consecuen

    cias, la ideología y la práctica

    de

    los Estados comunistas quedaron cruda

    mente expuestos a la luz pública como ilusorias y cruentas tentativas tota

    litarias cuyo fracaso había generado millones de víctimas mortales en

    todo

    el mundo: entre

    8

    5

    y

    roo

    millones, según la discutida estimación del equi

    po

    de historiadores presidido

    por

    Stéphane CourtoisY

    Y

    esas revelaciones

    tuvieron un efecto colateral nada despreciable: l comunismo como ideo

    logía fraca~ada

    y

    totalitaria, hasta entonces juzgada más por la dulzura

    moral de sus intenciones y por su protagonismo «antifascista», empezó a

    sufrir el oprobio moral y el descrédito intelectual que

    el

    fascismo había

    cosechado tempranamente tras su derrota en

    1945.

    No en vano,

    l

    descu-

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    21/41

    REVISIÓN

    HISTÓRICA

    CRÍTICA Y PSEUDORREVISIONISMO 283

    brimiento del vasto y cruel sistema represivo vigente en la extinta Repúbli

    ca Democrática Alemana o en la Rumanía de Ceaucescu, recordaba sinies

    tramente los peores aspectos de la Gestapo nazi sin rebozo alguno y

    reverdecía la pertinencia

    de

    la categoría

    de

    «totalitarismo» como clave de

    lectura de las similitudes entre ambos regímenes antitéticos. Como resul

    tado, recientemente ha podido escribir al respecto Enzo Traversa

    l si

    guiente juicio impensable en

    un historiador «de izquierdas» antes de 1989:

    La Revolución Rusa y las que han seguido sus huellas) ha engendrado un ré

    gimen totalitario. Todo contra lo que, desde Babeuf y Marx, el comunismo se

    había sublevado

    l a

    opresión, la desigualdad, la

    dominación

    se

    convirtió

    rápidamente en su condición normal de existenciaY

    En el caso español, esa especie de rendición de cuentas pendiente de la

    ambivalencia esencial del fenómeno revolucionario y comunista también

    ha sido muy bien expresada

    por

    la siguiente reflexión histórico-moraJ de

    Santos Juliá:

    Mientras

    el

    comunismo se organizó y creció como una especie de iglesia por

    tadora de una mitología del futuro, fue una potente máquina de movilización

    en todos los órdenes de la vida, también en la política. [ .. ] Los problemas del

    comunismo no surgen, pues, por el hecho de que sus militantes compartan una

    fe,

    crean en él ( ..]. Los problemas surgen, por el contrario, en el mismo mo

    mento en que el futuro humano prometido en el mito se hace presente, o sea,

    cuando los comunistas en lugar de iglesia de creyentes

    se

    convierten en iglesia

    triunfante. En este punto, no

    se

    conoce ninguna excepción: el poder comunis

    ta, se mire por donde se mire, ha sido siempre un horror. Un horror no como

    metáfora o cualquier otra figura retórica sino como práctica diaria de bárba

    ras técnicas de poder. A esta historia de ejercicio del poder a hase de purgas

    hacia dentro de terror hacia fuera al colapso final del gigantesco aparato

    construido sobre una burocracia de partido una policía política

    es

    a lo que

    nunca se ha enfrentado en serio [la izquierda española].

    5

    3

    Ambos fenómenos coadyuvaron a la floración del pseudorrevisionismo

    fi-

    lofranquista hispano en la estela de una tendencia general occidental que ha

    puesto en cuestión otras certidumbres fundacionales del mundo desde

    1945:

    la razón

    y

    ética de la resistencia francesa e italiana frente a sus regí

    menes fascistas o autoritarios propios; el acierto o desacierto

    de

    Churchill

    y

    Roosevelt al combatir a Hitler Mussolini en unión de Stalin no acaso al

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    22/41

    LA

    GUERRA

    DE

    ESPAÑA 1936-1939)

    revés; la consideración del Holocausto nazi como

    una

    mera réplica del Gu

    lag soviético y no

    como una

    invención alemana autóctona y original, etc 5

    4

    En esa estela general, casi reduplicativa del ambiente polarizado de Gue

    rra Fría de la década de

    1950

    con el comunismo como enemigo batido

    pero reciente), la imputación de todas las culpas a la izquierda española

    por

    la trágica historia nacional recibía su aparente sanción legitimadora

    global, a la

    par

    que se revalidaba la condición de Franco como «primer

    vencedor del comunismo en el

    campo

    de batalla», «centinela de Occiden

    te» y

    virtual «dictador liberal» a

    su

    pesar

    y

    casi contra su voluntad

    y

    sus

    declaraciones públicas

    y

    privadas.

    Recordemos,

    no

    en

    vano, que los grandes triunfos mediáticos de esos

    autores y sus obras tuvieron lugar en el contexto político favorable de la

    segunda etapa de gobierno del presidente José María Aznar, alzado al

    poder con mayoría absoluta en las trascendentales elecciones generales del

    año 2 aquellas que, según Cebrián, parecería haber

    ganado

    Franco).

    Desde esa atalaya socio-política, la visión complaciente

    y

    satisfecha del

    pasado

    por

    parte de los proclkmados ideólogos de una «derecha sin com

    plejos»

    no

    hizo sino afirmarse

    y

    divulgarse sin hipotecas respecto a un

    pasado de dictadura

    cada

    vez más lejano generacionalmente) y cada vez

    más objeto de la mirada nostálgica y benevolente en su representación

    literaria e incluso televisiva: la serie Cuéntame cómo

    pasó .55

    Se

    trataba y

    se trata) de

    una

    visión que se afanaba

    y

    afana) en mostrar

    solo el componente anticomunista y nacionalista de la dictadura, eclipsan

    do o minimizando convenientemente sus genuinas motivaciones antide

    mocráticas, antiliberales y netamente reaccionarias y filototalitarias. Todo

    ello a fin de que la

    máxima

    explicativa «Franco

    versus

    Comunismo» no

    deje hueco o lugar a la otra máxima igualmente operante en

    el

    plano his

    tórico: «Franco versus Democracia». Y todo ello

    con

    flagrante olvido de

    ese crucial

    y

    vital componente antiliberal, antidemocrático amén de anti

    masónico

    y anti

    udaico) que formó parte del universo ideológico del fran

    quismo desde su origen y hasta su mismo final. Sencillamente porque,

    desde la perspectiva reaccionaria y filototalitaria franquista, la democra

    cia liberal era un enemigo natural, «la antesala del bolchevismo» curiosa

    mente al igual que el comunismo la consideraría conceptualmente como

    «la tierra abonada del fascismo»). ¿Acaso no merece la

    pena

    recordar

    cómo el padre Menéndez-Reigada definía en el año de la victoria de

    I939

    al nuevo régimen en su libro

    Catecismo patriótico español

    «declarado de

    texto para las escuelas por

    orden

    del Ministerio de Educación Nacional»?:

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    23/41

    REVISIÓN HISTÓRICA CRÍTICA Y PSEUDORREVISIONISMO 28

    El Caudillo que

    es

    como la encamación de la Patria y tiene el poder recibido

    de Dios para gobernarnos. [ ..

    En España no hay división de Poderes sino unidad de mando y de direc

    ción y bajo ella orden y jerarquía. [ .. }

    El

    Estado español ha adoptado la forma de Estado totalitario cristiano

    porque esa

    es

    la forma que conviene a la estructura y a la tradición de la Na-

    ción española [ ..].

    Los enemigos de España son siete: l liberalismo la democracia l judaís

    mo la masonería

    l

    capitalismo

    l

    marxismo y el separatismo. [ .. ]

    La democracia

    es

    la compañera inseparable del liberalismo la cual procla

    ma que todo poder público viene

    de

    la libre voluntad

    de

    los individuos parti

    culares a los que reconoce como iguales sean sabios o ignorantes honrados

    o criminales y una vez constituido el Estado con esa base falsa ya no recono

    ce derechos superiores ni anteriores a

    é

    en la sociedad ni en los individuos que

    para él no valen nada más que por el voto que pueden darle o retirarle.

    56

    Y no cabría decir a modo de excusa que

    se

    trata de un texto retórico. de

    un autor secundario sin valor oficial probatorio y todavía contaminado

    por los disculpables ecos militantes de la reciente guerra civil. Las propias

    declaraciones del Caudillo retoman incansablemente esa crucial y definito

    ria veta antiliberal y antidemocrática durante toda la vigencia del régimen

    dictatorial. Un ventenio después de la victoria en mayo de I959 a título

    de ejemplo Franco todavía reiteraba ante las Cortes reunidas en pleno los

    graves daños que la democracia como sistema socio-político había causado

    a España convirtiéndola en

    l

    «sistema más dañino»

    para

    el

    país:

    Si a los regímenes políticos hemos de juzgarlos

    por

    sus frutos y con la sereni

    dad que nos dan los años transcurridos hacemos el balance ya no de lo alcan

    zado sino de lo que bajo el signo de la democracia liberal hemos perdido

    llegamos a la conclusión que

    no

    podría concebirse

    un

    sistema más dañino

    para

    los intereses

    de

    la Patria y para el bienestar y el progreso

    de

    los españoles que

    el

    que hasta nuestro Movimiento padecimos.

    No

    es

    necesario en

    esto el

    des

    cender al detalle de hechos

    tan

    tristes y calamitosos.

    57

    Si fuera precisa una prueba última de la persistencia de esta visión benévo

    la

    y

    políticamente interesada sobre Franco

    y

    su régimen bastaría recordar ·

    la penosa polémica suscitada en junio del año 2 n por la biografía del

    Caudillo escrita

    por

    el

    octogenario medievalista Luis Suárez Fernández

    para un enciclopédico

    y

    necesario

    Diccionario Biográfico Español

    patroci-

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    24/41

    LA

    GUERRA

    DE

    ESPAÑA 1936-1939)

    nado por la Real Academia

    de

    la Historia.

    El

    problema no consiste tanto

    en que

    el

    autor, conocido admirador del Caudillo, a cuyo régimen sirvió

    con lealtad inquebrantable, recordara en su texto que se trataba de «un

    régimen autoritario, pero no totalitario», lo que es simplemente discutible

    y opinable como categoría historiográfica. Consiste en que negara radical

    mente que Franco hubiera presidido una dictadura ( «No llamo a Franco

    dictador porque no lo fue»), aunque en esa misma obra otro autor del mis

    mo signo no dudara en conceptuar a su antagonista en la guerra,

    el

    gobier

    no republicano presidido por

    el

    doctor Negrín, como un poder «práctica

    mente dictatorial».

    58

    En este extremo, hay que decir sin miramientos que

    la prudencia, ecuanimidad y afán de veracidad que

    se

    supone

    y

    exige a

    l

    historiografía resulta pisoteada en aras del «blanqueo» socio-político más

    deleznable y bochornoso. ¿Habrá que recodar a esos autores y biógrafos

    cómo acogió la prensa de la zona franquista de manera pública «la exalta

    ción del general Franco a la Jefatura del Estado»? Pues bien: valga como

    ejemplo el diario

    La Gaceta Kiegional

    de Salamanca, en cuya portada del

    día

    2

    de octubre de

    1936

    figur~ en grandes titulares la noticia del traspaso

    de poderes de la Junta de Defensa Nacional a Franco, verificado en Burgos

    el día anterior, con estas palabras:

    «El

    nuevo Dictador de España dirigió la

    palabra a una imponente muchedumbre». Y en su texto central, también en

    portada:, añadía sin remordimiento léxico y con precisión conceptual:

    Suenan las bandas de música, pero la música

    se

    desvanece y quedan apagados

    los ruidos

    d~

    los instrumentos

    por

    los aplausos de la muchedumbre. Vivas y

    estentóreas ovaciones que el pueblo, el verdadero pueblo, tributa al nuevo Jefe

    del Estado español, al

    Dictador.

    [ .. ] El Dictador revista las tropas y las mili

    cias. [ .. ] Quédese para los taquígrafos el recoger el texto íntegro de su impor

    tante discurso. Aquí solamente daremos una impresión de las vibrantes pala

    bras del heroico general, hoy

    Dictador

    de España. [ .. ]. Arriba, dominando a

    la multitud, con gesto de Caudillo, el que dentro de unos minutos asumirá los

    plenos poderes. Abajo,

    el

    pueblo y

    el

    Ejército confundidos, dispuestos a res

    ponder con sus vidas y haciendas las palabras del

    Dictador.

    [ .. ]

    En la Plaza de Alonso Martínez se encuentra hoy representada la España

    sana, la España que está en pie y delante de ella, como conductor indiscutible,

    un Jefe firme y sereno: un Dictador el general Franco. ¡Viva Franco ¡Viva

    Franco ¡Viva Franco ¡Viva España ¡Viva siempre España

    Por supuesto, siempre cabría decir que esas repetidísimas alabanzas a

    Franco como dictador (porque eso son: en aquellos tiempos la dictadura

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

    25/41

    REVISIÓN

    HISTÓRICA

    CRÍTICA

    Y

    PSEUDORREVISIONISMO 287

    no

    era precisamente una palabra ominosa

    para

    muchos, hay que recordar

    lo

    eran excesos retóricos que nada indicaban sobre la naturaleza del «ré

    gimen de mando personal» ejercido por

    el

    Caudillo. Pero la realidad

    es

    que era una alabanza precisa y acertada porque Franco ejercía como dic

    tador personal de «magistratura vitalicia» y «solo responsable ante Dios

    y la Historia» y así quedó tempranamente recogido en toda la legislación

    del bando insurgente con el uso de un verbo nada equívoco ni ambiguo.

    A título de ejemplo, todavía en plena guerra civil,

    la

    Ley de 30 de enero

    de I938

    que reformaba la estructura gubernativa del régimen franquista

    disponía en su artículo 17: «Al Jefe del Estado, que asumió todos los Po

    deres

    por

    virtud del Decreto de la Junta de Defensa Nacional de

    9

    de

    septiembre de I936, corresponde la suprema potestad de dictar normas

    jurídicas de carácter general» Boletín Oficial del Estado, 3 de enero de

    193 8). Y así fue refrendado explícitamente

    por

    la Ley de Reorganización

    de

    la Administración Central del Estado firmada

    por

    el propio Franco el

    8 de agosto de I939, tras su victoria incondicional en la guerra civiL En

    ella se atribuía al Caudillo «invicto y providencial» todos los poderes. le

    gislativos

    y

    ejecutivos amén de otros jurídicos

    nada

    despreciables) con el

    uso, otra vez, del mismo verbo revelador:

    Artículo 7. Correspondiendo al Jefe del Estado la suprema

    P Otestad

    de

    dictar

    normas jurídicas de carácter general, conforme al artículo 17 de la

    Ley

    de

    30

    de

    Enero

    de

    1938, radicando en

    él de

    modo permanente las funciones

    de

    go

    bierno, sus disposiciones y resoluciones, adopten la forma de

    Leyes

    o

    de

    De

    cretos, podrán

    dictarse

    aunque no vayan precedidas de la deliberación del

    Consejo de Ministros Boletín Oficial del Estado, de agosto

    de 1939 .

    Si tales competencias, atribuciones, poderes y capacidades personales para

    dictar en exclusiva y sin limitación temporal toda suerte de leyes, órdenes,

    normas, decretos o reglamentos no sirven

    para

    definir a un dictador ni

    para

    calificar a

    un

    régimen como dictadura, realmente estamos envueltos

    en una confusión más densa y oscura que la que rodeó la construcción de

    la Torre de Babel. O no tanto,

    si

    somos honestos y recordamos el dictum

    para no dejar tal verbo) clásico ciceroniano: «¿Quién no sabe que la pri

    mera ley de la historia es no atreverse a decir nada falso? ¿Y

    por

    consi

    guiente decir todo lo que

    es

    verdad?».

    El cuarto factor de comprensión del fenómeno pseudorrevisionista

    fi-

    lofranquista concierne al tipo de visión

    de

    la época de la Segunda Repú-

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

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    LA

    GUERRA DE ESPAÑA

    1936-1939)

    blica crecientemente dominante en el

    ámbito

    público y político desde

    los años del tardofranquismo y la Transición. Una visión que podríamos

    calificar de «arcádica» o «irenista» cuando no simplemente de «utópi

    ca»), procedente de las filas del antifranquismo democrático, que había

    calado hondo en la mayoría

    de

    la población sobre

    todo

    en sus segmentos

    jóvenes y contestatarios) y que se proyectaba sobre la consideración del

    bando republicano en la propia guerra civil.

    e trata

    de una explícita o

    difusa visión que tiende a concebir la «Segunda República» únicamente

    como «la niña bonita» que vino

    con

    la «fiesta popular» y primaveral del

    14 de

    abril de

    19

    3

    1

    Y que normalmente no

    se

    detiene a pensar que tam

    bién fue el régimen político que sufrió la convulsión de la «lucha de cla

    ses» de octubre de

    1934

    y del trágico primer semestre de

    1936.

    Bastaría

    señalar aquí un mero ejemplo de este tipo de conmemoración: el mani

    fiesto «Memoria del Futuro», suscrito

    por

    muchos intelectuales y artistas

    con motivo del

    75º

    aniversario de la proclamación de la Segunda Repú

    blica. Reza así:

    La II República Española encarnó el sueño de un país capaz de ser mejor que

    sí mismo, y reunió

    en

    un solo esfuerzo a todos los españoles que aspiraban a

    un

    porvenir de democracia y de modernidad, de libertad y de justicia, de edu

    cación y de progreso, de igualdad y de derechos universales

    para

    todos sus

    ciudadanos. s

    Dicha visión tuvo grandes virtudes cívicas y políticas en los años del tar

    dofranquismo, la Transición y la consolidación democrática, sin duda al

    guna, en la medida en que restablecía la legitimidad de una demanda de

    restauración democrática al fin y al cabo, la Segunda República había

    sido la última democracia imperante en

    el

    país antes

    de

    1977) y contrape

    saba la masiva y omnipresente difamación y calumnia que había constitui

    do la razón de ser legitimadora de la propia dictadura ella misma autode

    finida como «la contrafigura de la República»

    por

    parte del Caudillo en

    su discurso conmemorativo del aniversario del «Glorioso Alzamiento

    Na

    cional» el

    17

    de julio de

    1953).

    6

    º

    Pero también hay que señalar que

    se

    trataba de una visión ingenuamente filorrepublicana por recuperadora de

    su condición de democracia reformista y modernizadora, sin matices, ni

    sombras, ni claroscuros) que la lenta tarea de la historiografía nunca dejó

    de someter a cuestión. Sencillamente porque la labor de la ciencia humana de

    la historia es siempre sacrílega y nunca santificante, siempre crítica y anti-

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

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    REVISIÓN HISTÓRICA CRÍTICA Y PSEUDORREVISIONISMO 289

    dogmática. Tzvetan Todorov lo ha recordado con énfasis comprensible

    frente a la obsesión conmemorativista:

    La historia complica nuestro conocimiento del pasado; la conmemoración lo

    simplifica, puesto que su objetivo más frecuente

    es

    procurarnos ídolos

    para

    venerar enemigos para aborrecer. [ .. ] La verdad histórica, verdad de des

    velamiento, está siempre,

    por

    fortuna, sujeta a revisión. Lo contrario de la

    historia revisionista, en el otro sentido de la palabra, es la historia piadosa,

    que precisamente depende más de la conmemoración que de la investiga

    ción.6

    En consecuencia, desde muy

    prontc;>

    toda la ciudadanía pudo saber (si

    leía y se informaba adecuadamente) que no era cierto que allá

    por

    I936

    hubiera una tranquila y pacífica república democrática que, súbitamente

    y sin previo aviso, fue asaltada por cuatro generales, otros tantos obis

    pos y terratenientes, todos ellos alentados por Hitler y Mussolini, que se

    lanzaron contra el régimen democrático constitucional que tenía el ~p.o-

    yo

    de «todo» el pueblo español. También

    pudo

    saber que no era acerta

    do pontificar sobre la

    bondad

    inmaculada de los anarquistas y revolu

    cionarios que «defendían la libertad, la democracia y los derechos

    humanos», encubriendo así lo que de verdad eran y propugnaban orga

    nismos como la FAI la CNT, el POUM, el PCE y la facción radical del

    PSOE-UGT a la altura de

    I936

    con anterioridad y con posterioridad al

    estallido de la guerra. Incluso pudo conocer las debilidades y errores de

    la coalición republicana-socialista que, presidida

    por

    Manuel Azaña,

    trató

    infructuosamente entre I93I y I933 y de nuevo en I936 de encon

    trar la difícil vía para llevar adelante el programa reformista democráti

    co frente

    a

    la tenaza letal articulada por la reacción autoritaria y la revo

    lución social. En definitiva, una ciudadanía que tuvo a su alcance un

    juicio historiográfico sobre la experiencia democrática republicana aten

    ta a sus muchas luces a sus no menos importantes sombras, tanto na-

    cionales como internacionales.

    En todo

    caso, contra esa visión simplista (por «arcádica)) e «irenista))} -

    que eclipsaba la profunda escisión sociai existente y la crisis de autoridad

    pública del primer semestre de I936 se metieron a fondo en el último

    decenio unos nuevos historiadores y polígrafos profranquistas (a fuer

    de··

    anti-«progresistas») que vieron su oportunidad intelectual y aprovecha

    ron

    su contexto político. Y lo hicieron maniqueamente y con abuso pre

    sentista de sus argumentos porque su voluntad y propósito no era histo-

  • 8/17/2019 Enrique Moradiellos - Revisión Histórica Crítica y Pseudorrevisionismo Político Presentista. El Caso de La Guerra Ci…

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    LA GUERRA

    DE

    ESPAÑA 1936-1939)

    riográfico ni de búsqueda de la verdad por imperfecta que pudiera ser o

    parecer. De hecho, cabría subrayar que esta visión arcádica es en realidad

    la supuesta «ortodoxia» histórica que pretenden «revisar» en su combate

    político-ideológico, no la imagen compleja compuesta por la historiogra

    fía «oficial» que dicen denunciar.

    De otro modo, y solo a título de ejemplo y mera contraprueba: ¿cómo

    es

    posible que casi todos ellos ignoren

    el

    ya veterano análisis

    de

    Santos

    Juliá sobre la futilidad suicida de la Izquierda Socialista entre

    I934

    y ~936

    y sus graves efectos sobre la estabilidad del sistema democrático republi

    cano

    ?6

    ¿Cómo pueden minusvalorar o simplemente obliterar el examen

    de

    Julián Casanova sobre

    el

    ensueño autista e igualitario del movimiento

    anarquista y su impacto en la viabilidad del programa reformista de la

    coalición azañista?

    63

    ¿Cómo se explica que orillen o desconozcan

    el

    mag

    no estudio

    de

    Josep Maria Solé Sabaté y

    Joan

    Villarroya sobre la amplitud

    y crueldad de

    la

    represión de retaguardia en la Cataluña republicana de

    tiempos de guerra?

    6

    4

    ¿Por qué¡desprecian los estudios canónicos de Mar

    tin Blinkhom, Julio Gil Pecharromán, Joan Maria Thomas, Jordi Canal,

    Jsé

    Luis Rodríguez Jiménez y tantos otros sobre las vetas violentamente

    totalitarias e ins.urreccionales que definían a grupos derechistas como l

    carlismo, el falangismo o el monarquismo alfonsino pilotado

    por

    José

    Calvo Sotelo?

    6

    5

    Y sobre todo: ¿por qué eluden sistemáticamente