Enrique de Aguinaga “Madrid, Capital del Barroco” L Enrique de... · ... La guerra de Sucesión...

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L a conferencia se inició, como de cos- tumbre, a la hora programada. “Nos hemos hecho tan puntuales, que lo que podía ser una virtud, se nos va a convertir en un defecto”, dijo con humor el Presidente del Casino, Mariano Turiel de Castro, en la presentación de la última po- nencia del ciclo “El barroco en España”, que realiza el Casino de Madrid en colaboración con la Real Academia de Doctores de España. La disertación corrió a cargo de Enrique de Agui- naga, Decano de los Cronistas de la Villa y Ca- tedrático emérito de la Universidad Compluten- se, el 10 de diciembre de 2007. En la mesa, estaban también el presidente de la academia de Doctores, Alejandro Mira Monerris y el coordi- nador del ciclo Juan Gómez y González de la Buelga, de la misma institución. Aguinaga inició su disertación, dividida en “estaciones”, analizando en la primera de ellas la palabra Barroco, “¿que es ? ¿Por qué un estilo artístico de- limita y define un pe- riodo histórico?” Se trata de una “delimita- ción que se hace a posteriori. Si ningún soldado parte para la guerra de los treinta años, ningún sujeto histórico tiene con- ciencia de que ingresa en un periodo históri- co ya etiquetado” y explicó, que mientras vivimos, habitamos la Historia; pero sólo so- mos empadronados por los historiadores cuando ya estamos muertos. Por ejemplo y citando a Ignacio Sotelo “todavía no tie- ne nombre el periodo histórico que se inicia con la Guerra Civil de 1936 y que todavía no se ha cerrado”. Sotelo consideraa que las gue- rras son fenómenos de instalación histórica que señalan un antes y un después. Y pone ejem- plos: La guerra de Sucesión (1700-1712) abre el periodo de la Ilustración, como la Guerra de In- dependencia (1808-1812) abre el periodo del Liberalismo. “En reinados, que es un lenguaje mas visi- ble, este periodo Barroco comprendería los veintitrés años últimos del reinado de Felipe II y los reinados completos de Felipe III, Felipe IV y Carlos II; es decir la mitad alargada del rei- nado de la dinastía austriaca, que se ha instala- do como una seña madrileña (el Madrid de los Austrias) y que con su política matrimonial avanzó el lema Bella gerant alii, tu, Félix Austria, nube (Hagan otros la guerra, tu, Austria feliz, cása- te), de modo que el Haz el amor y no la guerra del movimiento hippy no era tan nuevo”, dijo, aña- diendo que las fechas varian según las fuentes. La “Segunda estación”, el profesor Aguina- ga la denominó “En busca de una definición”, encontrando la primera de ellas en la joyería an- tigua, en la que la palabra barroco designaba las perlas irregulares. También Barrueco, en el Teso- ro de la Lengua Castellana de Covarrubias, es CICLO DE CONFERENCIAS FORO DE OPINION “La primera de las definiciones de Barroco está basada en la joyería antigua, en la que la palabra barroco designaba las perlas irregulares” 50 Enrique de Aguinaga “Madrid, Capital del Barroco” 38 a 55 F. de Opinión 13/3/08 09:27 Página 50

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La conferencia se inició, como de cos-tumbre, a la hora programada. “Noshemos hecho tan puntuales, que loque podía ser una virtud, se nos va aconvertir en un defecto”, dijo con

humor el Presidente del Casino, Mariano Turielde Castro, en la presentación de la última po-nencia del ciclo “El barroco en España”, querealiza el Casino de Madrid en colaboración conla Real Academia de Doctores de España. Ladisertación corrió a cargo de Enrique de Agui-naga, Decano de los Cronistas de la Villa y Ca-tedrático emérito de la Universidad Compluten-se, el 10 de diciembre de 2007. En la mesa,estaban también el presidente de la academia deDoctores, Alejandro Mira Monerris y el coordi-nador del ciclo Juan Gómez y González de laBuelga, de la misma institución.

Aguinaga inició su disertación, dividida en“estaciones”, analizando en la primera de ellas

la palabra Barroco,“¿que es ? ¿Por quéun estilo artístico de-limita y define un pe-riodo histórico?” Setrata de una “delimita-ción que se hace aposteriori. Si ningúnsoldado parte para laguerra de los treintaaños, ningún sujetohistórico tiene con-ciencia de que ingresaen un periodo históri-co ya etiquetado” yexplicó, que mientrasvivimos, habitamos laHistoria; pero sólo so-mos empadronadospor los historiadorescuando ya estamosmuertos. Por ejemploy citando a IgnacioSotelo “todavía no tie-ne nombre el periodohistórico que se iniciacon la Guerra Civil de1936 y que todavía no

se ha cerrado”. Sotelo consideraa que las gue-rras son fenómenos de instalación histórica queseñalan un antes y un después. Y pone ejem-plos: La guerra de Sucesión (1700-1712) abre elperiodo de la Ilustración, como la Guerra de In-dependencia (1808-1812) abre el periodo delLiberalismo.

“En reinados, que es un lenguaje mas visi-ble, este periodo Barroco comprendería losveintitrés años últimos del reinado de Felipe IIy los reinados completos de Felipe III, FelipeIV y Carlos II; es decir la mitad alargada del rei-nado de la dinastía austriaca, que se ha instala-do como una seña madrileña (el Madrid de losAustrias) y que con su política matrimonialavanzó el lema Bella gerant alii, tu, Félix Austria,nube (Hagan otros la guerra, tu, Austria feliz, cása-te), de modo que el Haz el amor y no la guerra delmovimiento hippy no era tan nuevo”, dijo, aña-diendo que las fechas varian según las fuentes.

La “Segunda estación”, el profesor Aguina-ga la denominó “En busca de una definición”,encontrando la primera de ellas en la joyería an-tigua, en la que la palabra barroco designaba lasperlas irregulares. También Barrueco, en el Teso-ro de la Lengua Castellana de Covarrubias, es

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“La primera delas definicionesde Barroco está

basada en lajoyería antigua,

en la que lapalabrabarroco

designaba lasperlas

irregulares”

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�Enrique de Aguinaga

“Madrid, Capital del Barroco”

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piedra irregular y berrueco, el granito desgasta-do. Buscando orígenes cultos, barocco es el máscomplicado de los silogismos. Lo barroco apare-ce como algo complicado, confuso, extravagan-te o vano. Es la idea dominante en el enciclope-dismo, en la impregnación del neoclasicismo, demodo que el barroco para Rousseau es algo ne-gativo. Tampoco era algo elogioso para otrosautores como Jovellanos, que denomina a To-mé, Churriguera y Ribera como corruptores delarte hasta extremos de depravación. Y MenéndezPelayo que considera a los artista barrocos here-siarcas y siervos de la monstruosidad.. Otros autoressurgen en su defensa como Unamuno, CamonAznar, Lafuente Ferrari, Maravall y Chueca.Para éste último la palabra que se identifica conel estilo barroco es esplendor.

En la “Tercera estación”, el ponente la dedicaa” la aparición de Lucero”, religioso agustino,profesor de Teología en la Universidad de Wit-tenberg, que se rebeló contra lo establecido y enlas noventa y cinco tesis que fijó a la puerta de laiglesia en 1517, negó la autoridad del Papa e im-pugnó el celibato sacerdotal, los votos monásti-cos, el culto de los santos, el purgatorio y la mi-sa. Después de tres años de controversia, elPapa León X le excomulgó (1520) y Lutero que-mó la bula de excomunión en la plaza publica.Fue desterrado, se refugio en el castillo de suprotector Federico de Sajonia y regresó a Wit-tenberg para organizar el culto y desarrollar losprincipios de la Reforma. Su doctrina, el lutera-nismo, derivada en muy diversas versiones, des-de la ortodoxia al racionalismo, fue condenadapor el Concilio Ecuménico de Trento, que no esno es solo la reacción de la Iglesia Católica fren-te al luteranismo; no es solo la Contrarreforma,sino también una propia Reforma católica. Yaquí nace el tópico histórico: el barroco es el arte dela Contrarreforma. La Iglesia reacciona tambiénpor vía artística, en cuanto que el arte es un me-dio directo, eficaz y sensitivo de llegar a la con-ciencia de los fieles. El barroco abarcó todas lasmanifestaciones de la vida de su tiempo y consti-tuyó el vehiculo de expresión y propagación delos nuevos valores de la Contrarreforma, con te-atralidad y retórica. Son representativos en ar-quitectura: Borromini, Churriguera, Ribera, To-mé. En escultura, Bernini, Martínez Montañés,Mena y Salcillo. En pintura, Caravaggio, Coe-llo, Zurbaran, Alonso Cano, Murillo y Veláz-quez. En literatura (conceptismo y culteranis-mo) Quevedo y Góngora .Y en música, con laopera como arte global, Scarlatti, Vivaldi, Haen-del y Juan Sebastián Bach. Roma es la patriadel barroco y la Roma de los Papas su gran

cliente, además de la Monarquía absoluta, comosigno del poder que se manifiesta no sólo en laarquitectura sino también en el urbanismo.

En la “Cuarta estación, en la que se confun-den modas y corrientes”, el conferenciante, sepregunta por el autor intelectual del barroco. Yla respuesta la encuentra en otras tantas pre-guntas, “la famosa regla de las uve dobles delreporterismo. ¿Quién, en que momento, dónde, cómoy por qué decide que el Barroco nazca y se ponga enmarcha hasta su agotamiento histórico?”, formuladacomo un juego. Las respuestas llevan a nuevosinterrogantes como “¿Quién convenció a Chu-rriguerra para que se incorporase al Barrococon su churriguerismo? ¿Por qué Velázquez nopintó de otra manera? ¿Quién nos puede de-mostrar que Ribera no habría sido mejor médi-co que arquitecto? En este marco de ideas y re-alidades, la aparición de las formas del Barrocoy su sustitución por otras formas, la permanen-cia física de aquellas formas resistentes al pasodel tiempo, el rechazo o la aceptación por la crí-tica histórica, son accidentes del devenir y de lacompleja sociología del gusto”.

Pasamos a la “Quinta estación, en la que Es-paña está en la Contrarreforma, como está en elBarroco, y en el Siglo de Oro”. En este último

CICLO DE CONFERENCIASLA CULTURA ESPAÑOLA EN LA HISTORIA: “EL BARROCO EN ESPAÑA”

“El Cuartel deConde Duque yel Hospicio deSan Fernando,son ejemplostan señeroscomo losnombres dePedro Ribera yJosé BenitoChurriguera”

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periodo y para explicarlo telegráficamente, se-ría posible “que, en el reinado de Felipe III, enla calle de Madrid, se pueden encontrar Cer-vantes (1547-1616), Góngora (1561-627), Lopede Vega (1562-1635), Quevedo (1580-1645),Velázquez (1599-1660) y Calderón (1600-1681) . ¡Vaya tertulia!”, exclamó el ponente pa-ra plantearse como era posible “que tantos es-critores y artistas coetáneos, produjeran susobras, hoy consideradas clásicas, bajo el impe-rio de la más estricta Inquisición; es decir, bajoel imperio de la más estricta censura, sin que es-ta circunstancia afectase a la calidad esencial desu trabajo y, en definitiva, a la expresión de sutalento”, lo que lleva al profesor a reflexionarsobre “si la socorrida inculpación de la censura,formulada por los mediocres, no será un modode disimular la falta de talento” y dar la razón aquienes como Goethe, piensan que “que en eltrabajo dificultado es donde se conoce al maes-tro”.

Por último “la Sextaestación, en la que Ma-drid es capital y teatro”,y cita para ello al cronis-ta de Felipe IV, AlonsoNúñez de Castro, queofrece un Madrid llenode datos: Tiene la Villa deMadrid cuatrocientas calles,dieciséis plazas, dieciséis milcasas, en que tendrían vi-vienda más de setenta milvecinos, trece parroquias,treinta conventos de religio-sos, veintiséis monasterios demonjas, veinticuatro hospi-tales, diferentes ermitas yhumilladeros. “Este Ma-

drid que va a ser, segúnOrtega la tercera de lascausas del desinterés es-pañol por el imperio. Laprimera, la torsión del in-terés hacia lo íntimo de lanación. La segunda, co-mún a los pueblos que hanmandado en el mundo, elcansancio de mandar, ladesilusión de la hegemo-nía y la preponderancia”.

“Madrid es un gran es-cenario que acumula, pormodo capitalicio, todasuerte de riqueza barroca,desde la arquitectura efí-

mera, de quita y pon, hasta la permanente pie-dra de las grandes portadas, aquellos retablosde Chueca. El Cuartel de Conde Duque y Hos-picio de San Fernando son ejemplos tan señeroscomo los nombres de Pedro Ribera y José Be-nito Churriguera”.

Frente a las ideas tradicionales, el maestrod´Ors considera, punto por punto, que el Barro-co es una constante histórica, presente en épo-cas y regiones distantes, que interesa no sólo alarte sino a toda la civilización.

Para finalizar, Aguinaga mostró su admira-ción por las obras de esta etapa, lejos de la sen-sación de “desnudez” que provocan las enormesconstrucciones de cristal, “esas fachadas fríasque rechazan cualquier adherencia, esos murosgeométricos por los que todo resbala y junto alos cuales el hombre, en la cota cero, es un refe-rente de tamaño, una figura añadida, minúsculay desnuda, sobre todo, desnuda, como expulsa-da del Paraíso”.

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“En el reinadode Felipe III, en

la calle deMadrid, se

podían haberencontradoCervantes,

Góngora, Lopede Vega,

Quevedo,Velázquez y

Calderón.¡Vaya tertulia!”

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