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  • INTRODUCCIN A

    DIALCTICA

    DE LA NATURALEZAy otros escritos sobre dialctica

    Federico Engels

    Fundacin Federico Engels

  • INTRODUCCIN A DIALCTICA DE LA NATURALEZA(y otros escritos sobre dialctica)Federico EngelsTraduccin: Grupo de Traductores de la Fundacin Federico Engels

    Primera edicin: septiembre de 2006

    Este libro ha sido editadogracias a la aportacin desinteresadade Pepe Blanes y de una colectarealizada en una escuela de formacin marxista.

    ISBN: 84-96276-15-5Depsito Legal: M-51424-2006

    PRINTED IN SPAIN

    Publicado y distribuido por:Fundacin de Estudios Socialistas Federico EngelsC/ Hermanos del Moral 33, bajo B. 28019 MadridTelf.: 914 283 870 Fax: 914 283 871www.engels.org [email protected]

  • NDICE

    I. INTRODUCCIN A DIALCTICA DE LA NATURALEZA . . . . . 7

    II. EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA TRANSFORMACINDEL MONO EN HOMBRE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

    III. Viejo prlogo para el Anti-DhringSOBRE LA DIALCTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

    IV. Anti-Dhring (primera parte)FILOSOFA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

    Divisin. Apriorismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55Esquematismo universal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62Filosofa de la naturaleza

    Tiempo y esapacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68Cosmogona, fsica, qumica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79El mundo orgnico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89El mundo orgnico (final) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100

  • 71. La obra de Engels Dialctica de la naturaleza constituye una sntesis dialctico-ma-terialista de los principales avances de las ciencias naturales de mediados del si-glo XIX, desarrolla la dialctica materialista y critica las concepciones metafsi-cas e idealistas. Esta introduccin, denominada en el ndice del tercer cuadernode materiales de Dialctica de la naturaleza, redactado por Engels, Vieja intro-duccin fue escrita en 1875-76.

    2. Respectivamente, Renacimiento y los aos quinientos, denominacin italianade la segunda mitad de su Renacimiento (siglo XVI).

    3. La llamada Gran Guerra campesina de 1524-25.

    INTRODUCCIN ADIALCTICA DE LA NATURALEZA1

    Las modernas ciencias naturales, las nicas que han alcanzado undesarrollo cientfico, sistemtico y completo, en contraste con lasgeniales intuiciones filosficas que los antiguos aventuraron acer-ca de la naturaleza y con los descubrimientos de los rabes, muyimportantes pero espordicos y en la mayora de los casos perdi-dos sin resultado; las modernas ciencias naturales, como casi todala nueva historia, datan de la gran poca que nosotros, los alema-nes, llamamos la Reforma segn la desgracia nacional que en-tonces nos aconteciera, los franceses Renaissance y los italianosCinquecento2, si bien ninguna de estas denominaciones refleja contoda plenitud su contenido. Es sta la poca que comienza en lasegunda mitad del siglo XV. El poder real, apoyndose en los ha-bitantes de las ciudades, quebrant el podero de la nobleza feu-dal y estableci grandes monarquas, basadas esencialmente en elprincipio nacional y en cuyo seno se desarrollaron las nacioneseuropeas modernas y la moderna sociedad burguesa. Mientraslos habitantes de las ciudades y los nobles se hallaban todava en-zarzados en su lucha, la guerra campesina en Alemania3 apuntprofticamente las futuras batallas de clase: en ella no slo salie-ron a la arena los campesinos insurreccionados (esto no era nadanuevo), sino que tras ellos aparecieron los antecesores del prole-tariado moderno, enarbolando la bandera roja y con la reivindi-cacin de la propiedad comn de los bienes en sus labios. En los

  • 84. El crculo de la Tierra, nombre que los antiguos romanos daban a nuestroplaneta.

    manuscritos salvados tras la cada de Bizancio, en las estatuas an-tiguas excavadas en las ruinas de Roma, un nuevo mundo laGrecia antigua se ofreci a los ojos atnitos de Occidente. Losespectros del Medievo se desvanecieron ante aquellas formas lu-minosas; en Italia se produjo un inusitado florecimiento del arte,que vino a ser como un reflejo de la antigedad clsica y que ja-ms volvi a repetirse. En Italia, Francia y Alemania naci una li-teratura nueva, la primera literatura moderna. Poco despus lle-garon las pocas clsicas de la literatura en Inglaterra y en Espa-a. Los lmites del viejo orbis terrarum4 fueron rotos; slo entoncesse descubri el mundo, en el sentido propio de la palabra, y sesentaron las bases para el subsiguiente comercio mundial y parael paso del artesanado a la manufactura, que a su vez sirvi depunto de partida a la gran industria moderna. Fue abatida ladictadura espiritual de la Iglesia; la mayora de los pueblos ger-manos se sacudieron su yugo y abrazaron la religin protestan-te, mientras que entre los pueblos romnicos una serena liber-tad de pensamiento, heredada de los rabes y nutrida por la fi-losofa griega, de nuevo descubierta, iba echando races cadavez ms profundas y desbrozando el camino al materialismodel siglo XVIII.

    Esta fue la mayor revolucin progresista que la humanidadhaba conocido hasta entonces; fue una poca que requera ti-tanes y que engendr titanes por la fuerza del pensamiento,por la pasin y el carcter, por la universalidad y la erudicin.De los hombres que echaron los cimientos del actual dominiode la burguesa podr decirse lo que se quiera, pero, en ningnmodo, que pecasen de limitacin burguesa. Por el contrario: to-dos ellos se hallaban dominados, en mayor o menor medida,por el espritu de aventuras inherente a la poca. Entonces casino haba ni un solo gran hombre que no hubiera realizado leja-nos viajes, no hablara cuatro o cinco idiomas y no brillase envarios campos de la ciencia y la tcnica. Leonardo de Vinci noslo fue un gran pintor, sino un eximio matemtico, mecnicoe ingeniero al que debemos importantes descubrimientos enlas ms distintas ramas de la fsica. Alberto Durero fue pintor,

  • 95. Marc Ren de Montalembert (1714-1800): Ingeniero y general francs considera-do el precursor de la fortificacin; propuso el trazado poligonal de las construc-ciones fortificadas.

    6. Referencia al quinto de los doce trabajos que, segn la mitologa, Hrcules tuvoque realizar para purgar el asesinato de sus propios hijos. El rey Augas, cuyoganado, por designio divino, no padeca enfermedades, posea el rebao msgrande del pas, pero los establos nunca haban sido limpiados; Hrcules tuvoque hacerlo en un solo da.

    7. Engels se refiere al coral de Lutero Ein feste Burg ist unser Gott (El Seor es nues-tra firme fortaleza), tambin llamada Cantata para la fiesta de la Reforma. E. Hei-ne, en su Historia de la religin y la filosofa en Alemania, llam a este canto LaMarsellesa de la Reforma.

    grabador, escultor, arquitecto y, adems, ide un sistema defortificacin que encerraba pensamientos que mucho despusdesarrollara Montalembert5 y la moderna ciencia alemana de lafortificacin. Maquiavelo fue hombre de Estado, historiador,poeta y, por aadidura, el primer escritor militar digno de men-cin de los tiempos modernos. Lutero no slo limpi los esta-blos de Augas de la Iglesia6, sino tambin los del idioma ale-mn, fue el padre de la prosa alemana contempornea y compu-so la letra y la msica del himno triunfal que lleg a ser LaMarsellesa del siglo XVI7. Los hroes de aquellos tiempos an noeran esclavos de la divisin del trabajo, cuya influencia propor-ciona a la actividad humana, como podemos observar en mu-chos de sus sucesores, un carcter limitado y unilateral. Lo quems caracterizaba a dichos hroes era que casi todos ellos viv-an plenamente los intereses de su tiempo, participaban de ma-nera activa en la lucha prctica, se sumaban a un partido u otroy luchaban, unos con la palabra y la pluma, otros con la espada,y otros con ambas cosas a la vez. De ah la plenitud y la fuerzade carcter que les daba tanta entereza. Los sabios de gabineteeran en aquel entonces una excepcin; eran hombres de segun-da o tercera fila o prudentes filisteos que no deseaban pillarselos dedos.

    En aquellos tiempos, tambin las ciencias naturales se desarro-llaban en medio de la revolucin general y eran revolucionariashasta lo ms hondo, pues an deban conquistar el derecho a laexistencia. Al lado de los grandes italianos que dieron nacimien-to a la nueva filosofa, las ciencias naturales dieron sus mrtires alas hogueras y mazmorras de la Inquisicin. Es de resaltar que los

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    8. Coprnico recibi el primer ejemplar de su libro Sobre las revoluciones de los orbescelestes, en el que expona el sistema heliocntrico del mundo, el mismo da desu muerte (24 de mayo de 1543).

    protestantes aventajaron a los catlicos en sus persecuciones con-tra la investigacin libre de la naturaleza. Calvino quem a Ser-vet cuando ste se hallaba ya en el umbral del descubrimiento dela circulacin de la sangre y lo tuvo dos horas asndose vivo; laInquisicin, por lo menos, se dio por satisfecha simplemente conquemar a Giordano Bruno.

    El acto revolucionario con que las ciencias naturales declara-ron su independencia y parecieron repetir la accin de Luterocuando ste quem la bula papal fue la publicacin de la obra in-mortal en que Coprnico, si bien tmidamente y, por decirlo as,desde su lecho de muerte, arroj el guante a la autoridad ecle-sistica en las cuestiones de la naturaleza8. De ese acto data laemancipacin de las ciencias naturales respecto a la teologa,aunque la lucha por algunas reclamaciones antagnicas se haprolongado hasta nuestros das y en ciertas mentes an hoy dis-ta mucho de haber terminado. Pero a partir de entonces la cien-cia se desarroll a pasos agigantados, y puede decirse que sudesarrollo se ha intensificado proporcionalmente al cuadrado dela distancia (en el tiempo) que lo separa de su punto de partida.Pareci como si hubiera sido necesario demostrar al mundo que,a partir de entonces, para el producto supremo de la materia or-gnica, para el espritu humano, rega una ley del movimientoque era inversa a la ley del movimiento que rega para la mate-ria inorgnica.

    La tarea principal en el primer perodo de las ciencias natura-les, que acababa de empezar, consisti en dominar el materialque se tena a mano. En la mayor parte de las ramas hubo queempezar por lo ms elemental. Todo lo que la antigedad habadejado en herencia eran Euclides y el sistema solar de Ptolomeo,y los rabes, la notacin decimal, los rudimentos del lgebra, elsistema numrico moderno y la alquimia; el Medievo cristiano nohaba dejado nada. En tal situacin era inevitable que el primerpuesto lo ocuparan las ciencias naturales ms elementales: la me-cnica de los cuerpos terrestres y celestes y, al mismo tiempo,como auxiliar de ella, el descubrimiento y el perfeccionamiento

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    * Torricelli en conexin con la regulacin de los torrentes de los Alpes. (Nota deEngels.)

    9. Segn los criterios dominantes en la qumica del siglo XVIII, el proceso de com-bustin estaba condicionado por la existencia en los cuerpos de una sustancia es-pecial, el flogisto, que se segregaba de ellos durante la combustin. El gran qumi-co francs Lavoisier demostr la inconsistencia de esta teora y explic el procesocomo una reaccin de combinacin de un cuerpo combustible con el oxgeno.

    de los mtodos matemticos. En este dominio se consiguierongrandes realizaciones. A finales de ese perodo, caracterizadopor Newton y Linneo, vemos que estas ramas de la ciencia hanalcanzado un cierto lmite. En lo fundamental, se establecieronlos mtodos matemticos ms importantes: la geometra analti-ca, principalmente por Descartes, los logaritmos, por Napier, ylos clculos diferencial e integral, por Leibniz y, quizs, porNewton. Lo mismo puede decirse de la mecnica de los cuerposslidos, cuyas leyes principales fueron halladas de una vez ypara siempre. Finalmente, en la astronoma del sistema solar,Kepler descubri las leyes del movimiento planetario y Newtonlas formul desde el punto de vista de las leyes generales delmovimiento de la materia. Las dems ramas de las ciencias na-turales estaban muy lejos de haber alcanzado incluso ese topepreliminar. La mecnica de los cuerpos lquidos y gaseosos slofue elaborada con mayor amplitud a finales del perodo indica-do*. La fsica propiamente dicha se hallaba an en paales, ex-cepcin hecha de la ptica, que alcanz realizaciones extraordi-narias impulsada por las necesidades prcticas de la astronoma.La qumica acababa de liberarse de la alquimia merced a la teo-ra del flogisto9. La geologa an no haba salido del estado em-brionario que representaba la mineraloga, y por ello la paleon-tologa no poda existir an. Finalmente, en el campo de la bio-loga, la preocupacin principal todava era la acumulacin yclasificacin elemental de un inmenso acervo de datos no slobotnicos y zoolgicos, sino tambin anatmicos y fisiolgicosen el sentido propio de la palabra. Casi no poda hablarse an dela comparacin de las distintas formas de vida ni del estudio desu distribucin geogrfica, condiciones climticas y dems con-diciones de existencia. nicamente la botnica y la zoologa,gracias a Linneo, alcanzaron una estructuracin relativamenteacabada.

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    Pero lo que mejor caracteriza este perodo es la elaboracin deuna peculiar concepcin general del mundo, en la que el puntode vista ms importante es la idea de la inmutabilidad absoluta dela naturaleza. Segn esta idea, la naturaleza, independientementede la forma en que hubiese nacido, una vez presente permanecasiempre inmutable, mientras existiera. Los planetas y sus satli-tes, una vez puestos en movimiento por el misterioso primerimpulso, seguan eternamente, o por lo menos hasta el fin de to-das las cosas, sus elipses prescritas. Las estrellas permanecaneternamente fijas e inamovibles en sus sitios, mantenindoseunas a otras en ellos en virtud de la gravitacin universal. LaTierra permaneca inmutable desde su aparicin o segn elpunto de vista desde su creacin. Las cinco partes del mun-do haban existido siempre y siempre haban tenido los mismosmontes, valles y ros, el mismo clima, la misma flora y la mismafauna, excepcin hecha de lo cambiado o trasplantado por elhombre. Con su aparicin, las especies vegetales y animales ha-ban sido establecidas de una vez para siempre, cada individuosiempre produca otros iguales a l, y Linneo hizo ya una granconcesin al admitir que en algunos lugares, gracias al cruce, po-dan haber surgido nuevas especies. A diferencia de la historiahumana, que se desarrolla en el tiempo, a la historia natural se leatribua exclusivamente el desarrollo en el espacio. Se negabatodo cambio en la naturaleza. Las ciencias naturales, tan revolu-cionarias al principio, se vieron frente a una naturaleza conserva-dora hasta la mdula, en la que todo segua siendo como habasido en el principio y en la que todo deba continuar, hasta el findel mundo o eternamente, tal y como era desde el principio mis-mo de las cosas.

    Las ciencias naturales de la primera mitad del siglo XVIII sehallaban tan por encima de la antigedad griega en cuanto al vo-lumen de sus conocimientos e incluso en cuanto a la sistematiza-cin de los datos, como por debajo en cuanto a la interpretacinde los mismos, en cuanto a la concepcin general de la naturale-za. Para los filsofos griegos, el mundo era, en esencia, algo sur-gido del caos, algo que se haba desarrollado, que haba llegado aser. Para todos los naturalistas del perodo que estamos estudian-do, el mundo era algo osificado, inmutable, y para la mayora deellos algo creado de golpe. La ciencia estaba an profundamente

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    10. La teleologa es la doctrina de las causas finales.Christian F. Wolff (1679-1754): Filsofo alemn discpulo de Leibniz.

    11. Se trata del libro de Kant Historia general de la naturaleza y teora del cielo, publi-cado en 1755, donde expuso la hiptesis cosmognica, segn la cual el sistemasolar se habra desarrollado a partir de una nebulosa originaria. Laplace expu-so por vez primera su hiptesis acerca de la formacin del sistema solar en elltimo captulo de su obra Exposicin del sistema del mundo (1796).

    empantanada en la teologa. En todas partes buscaba y encontra-ba como causa primera un impulso exterior ajeno a la propia na-turaleza. Si la atraccin, llamada pomposamente por Newtongravitacin universal, se concibe como una propiedad esencial dela materia, de dnde proviene la incomprensible fuerza tangen-cial que dio origen a las rbitas de los planetas? Cmo surgieronlas innumerables especies vegetales y animales? Y cmo, en par-ticular, surgi el hombre, respecto al cual se est de acuerdo enque no existe desde siempre? Al responder a estas preguntas, lasciencias naturales se limitaban con harta frecuencia a hacer res-ponsable de todo al creador. Al comienzo de este perodo, Copr-nico expuls de la ciencia a la teologa; Newton cierra esta pocacon el postulado del primer impulso divino. La idea general mselevada alcanzada por las ciencias naturales del perodo conside-rado es la de la congruencia del orden establecido en la naturale-za, la teleologa vulgar de Wolff10, segn la cual los gatos fueroncreados para devorar a los ratones; los ratones, para ser devora-dos por los gatos; y toda la naturaleza, para demostrar la sabidu-ra del creador. Hay que sealar los grandes mritos de la filoso-fa de la poca que, a pesar de la limitacin de las ciencias natu-rales contemporneas, no se desorient y comenzando porSpinoza y acabando por los grandes materialistas franceses seesforz tenazmente para explicar el mundo partiendo del propiomundo, dejando la justificacin detallada de esta idea a las cien-cias naturales del futuro.

    Incluyo tambin en este perodo a los materialistas del sigloXVIII porque no disponan de otros datos de las ciencias natura-les que los descritos ms arriba. No llegaron a conocer la obra deKant, que posteriormente hizo poca, y Laplace apareci muchodespus de ellos11. No olvidemos que, si bien los progresos de laciencia abrieron numerosas brechas en esa caduca concepcin dela naturaleza, toda la primera mitad del siglo XIX se encontr,

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    * El carcter osificado de la vieja concepcin de la naturaleza ofreci el terreno parala sntesis y el balance de las ciencias naturales como un todo ntegro: los enci-clopedistas franceses, lo hicieron de un modo mecnico, lo uno al lado del otro;luego aparecen Saint-Simon y la filosofa alemana de la naturaleza, a la que He-gel dio cima. (Nota de Engels).

    12. Referencia al libro de J.H. Mdler Astronoma popular. El arraigo de estas con-cepciones en un hombre cuyos trabajos cientficos proporcionaron materialesmuy valiosos para superarlas se demuestra en la siguiente frase: El mecanis-mo entero de nuestro sistema solar tiende, por todo cuanto hemos logrado com-prender, a la preservacin de lo que existe, a su existencia prolongada e inmu-table. Del mismo modo que ni un solo animal y ni una sola planta en la Tierrase han hecho ms perfectos o, en general, diferentes desde los tiempos ms re-motos, del mismo modo que en todos los organismos observamos nicamenteestadios de contigidad, y no de sucesin, del mismo modo que nuestro propiognero ha permanecido siempre el mismo corporalmente, la mayor diversidadde los cuerpos celestes coexistentes no nos da derecho a suponer que estas for-mas sean meramente distintas fases del desarrollo; por el contrario, todo lo cre-ado es igualmente perfecto de por s.

    pese a todo, bajo su influjo*, y en esencia, incluso hoy continanensendola en todas las escuelas12.

    La primera brecha en esta concepcin fosilizada de la natura-leza no fue abierta por un naturalista, sino por un filsofo. En1755 apareci la Historia general de la naturaleza y teora del cielo deKant. La cuestin del primer impulso fue eliminada; la Tierra ytodo el sistema solar aparecieron como algo que haba devenidoen el transcurso del tiempo. Si la mayora aplastante de los natu-ralistas no hubiese sentido hacia el pensamiento la aversin queNewton expres en la advertencia Fsica, ten cuidado de la me-tafsica!, el genial descubrimiento de Kant les hubiese permitidohacer deducciones que habran puesto fin a su interminable ex-travo por sinuosos vericuetos y ahorrarse el tiempo y el esfuerzoderrochados copiosamente al seguir falsas direcciones, porque eldescubrimiento de Kant era el punto de partida para todo avan-ce posterior. Si la Tierra era algo que haba devenido, tambin suestado geolgico, geogrfico y climtico, as como sus plantas yanimales, eran algo que haba devenido; la Tierra no slo debatener una historia de coexistencia en el espacio, sino tambin desucesin en el tiempo. Si las ciencias naturales hubieran conti-nuado, sin tardanza y de manera resuelta, las investigaciones enesta direccin, hoy estaran mucho ms adelantadas. Pero, qupodra dar de bueno la filosofa? La obra de Kant no proporcion

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    * La influencia retardadora de las mareas en la rotacin de la Tierra, tambin su-puesta por Kant, slo ahora ha sido comprendida. (Nota de Engels.)

    13. El defecto de las concepciones de Lyell, al menos en su forma original, consisteen que considera las fuerzas que actan sobre la Tierra como constantes, tantocualitativa como cuantitativamente. Para l no existe el enfriamiento de la Tie-rra y sta no se desarrolla en una direccin determinada, sino que cambia sola-mente de modo casual.

    resultados hasta que, muchos aos despus, Laplace y Herscheldesarrollaron su contenido y la fundamentaron con mayor deta-lle, preparando as, gradualmente, la admisin de la hiptesis delas nebulosas. Descubrimientos posteriores dieron, por fin, lavictoria a esta teora; los ms importantes fueron el del movi-miento propio de las estrellas fijas, la demostracin de que en elespacio csmico existe un medio resistente y la prueba, suminis-trada por el anlisis espectral, de la identidad qumica de la ma-teria csmica y la existencia supuesta por Kant de masas ne-bulosas incandescentes*.

    Sin embargo, puede dudarse de que la mayora de los natu-ralistas hubiera adquirido pronto conciencia de la contradiccinentre la idea de una Tierra sujeta a cambios y la teora de la in-mutabilidad de los organismos que viven en ella, si la nacienteconcepcin de que la naturaleza no existe simplemente, sino quese encuentra en un proceso de devenir y de cambio, no se hubie-ra visto apoyada por otro lado. Naci la geologa y no slo des-cubri estratos geolgicos formados unos despus de otros y si-tuados unos sobre otros, sino la presencia en ellos de caparazo-nes, de esqueletos de animales extintos y de troncos, hojas yfrutos de plantas que hoy ya no existen. Se impona reconocerque no slo la Tierra, tomada en su conjunto, tena su historia enel tiempo, sino que tambin la tenan su superficie y los anima-les y plantas en ella existentes. Al principio esto se reconoci debastante mala gana. La teora de Cuvier acerca de las revolucio-nes de la Tierra era revolucionaria de palabra y reaccionaria dehecho. Sustitua un nico acto de creacin divina por una seriede actos de creacin, haciendo del milagro una palanca esencialde la naturaleza. Lyell fue el primero que introdujo el sentido co-mn en la geologa, sustituyendo las revoluciones repentinas,antojo del creador, por el efecto gradual de una lenta transforma-cin de la Tierra13.

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    La teora de Lyell era ms incompatible que todas las anterio-res con la admisin de la constancia de las especies orgnicas. Laidea de la transformacin gradual de la corteza terrestre y de lascondiciones de vida en la misma llevaba de modo directo a la te-ora de la transformacin gradual de los organismos y de suadaptacin al medio cambiante, llevaba a la teora de la variabili-dad de las especies. Sin embargo, la tradicin es una fuerza pode-rosa no slo en la Iglesia catlica, sino tambin en las ciencias na-turales. Durante largos aos, el propio Lyell no advirti esta con-tradiccin, y sus discpulos, mucho menos. Ello se debi a ladivisin del trabajo dominante por entonces en las ciencias natu-rales, en virtud de la cual cada investigador se limitaba, ms omenos, a su especialidad, siendo muy contados los que no per-dieron la capacidad de abarcar el todo con su mirada.

    Mientras tanto, la fsica haba hecho enormes progresos, cuyosresultados fueron resumidos casi simultneamente por tres perso-nas en 1842, ao que hizo poca en esta rama de las ciencias natu-rales. Mayer, en Heilbronn, y Joule, en Manchester, demostraronla transformacin del calor en fuerza mecnica y de la fuerza me-cnica en calor. La determinacin del equivalente mecnico del ca-lor puso fin a todas las dudas al respecto. Mientras tanto, Grove,que no era un naturalista, sino un abogado ingls, demostraba,mediante una simple elaboracin de los resultados sueltos ya ob-tenidos por la fsica, que todas las llamadas fuerzas fsicas lafuerza mecnica, el calor, la luz, la electricidad, el magnetismo e,incluso, la llamada energa qumica se transformaban unas enotras en determinadas condiciones, sin que se produjera la menorprdida de energa. Grove prob as, una vez ms y de acuerdo almtodo fsico, el principio formulado por Descartes de que la can-tidad de movimiento existente en el mundo es siempre la misma.Gracias a este descubrimiento, las distintas fuerzas fsicas, esasespecies inmutables, por as decirlo, de la fsica, se diferencia-ron en distintas formas del movimiento de la materia, que setransformaban unas en otras siguiendo leyes determinadas. Sedesterr de la ciencia la casualidad de la existencia de tal o cualcantidad de fuerzas fsicas, pues quedaron demostradas sus inter-conexiones y transiciones. La fsica, como antes la astronoma, lle-g a un resultado que apuntaba necesariamente al ciclo eterno dela materia en movimiento como la ltima conclusin de la ciencia.

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    * Embriologa. (Nota de Engels.)14. Anfioxo: Pequeo animal pisciforme marino que es una forma transitoria de los

    invertebrados a los vertebrados. || Lepidosirena: Pez dipneumnido (con pul-mones y branquias) sudamericano.

    ** Ceratodus, ditto archeopteryx. (Nota de Engels).Ceratodus: Pez dipneumnido australiano. || Archeopteryx: Ave fsil, una de lasms antiguas conocidas, que presenta ciertos caracteres de los reptiles. (Nota dela Editorial.)

    El desarrollo maravillosamente rpido de la qumica desdeLavoisier y, sobre todo, desde Dalton atac, por otro flanco, lasviejas concepciones. La obtencin por medios inorgnicos decompuestos que hasta entonces slo se haban producido en losorganismos vivos demostr que las leyes de la qumica tenan lamisma validez para los cuerpos orgnicos que para los inorgni-cos y salv en gran parte el supuesto abismo entre la naturalezainorgnica y la orgnica, abismo que Kant estim insuperable porlos siglos de los siglos.

    Finalmente, tambin en la esfera de las investigaciones biol-gicas, sobre todo los viajes y las expediciones cientficas organi-zados de modo sistemtico a partir de mediados del siglo pasa-do, el estudio ms meticuloso de las colonias europeas en todo elmundo por especialistas que vivan all y, adems, los avances dela paleontologa, la anatoma y la fisiologa en general, sobre tododesde que empez a usarse sistemticamente el microscopio y sedescubri la clula, han acumulado tantos datos, que se ha hechoposible y necesaria la aplicacin del mtodo comparativo*.De una parte, la geografa fsica comparada permiti determinarlas condiciones de vida de las distintas floras y faunas; de otraparte, se compararon los rganos homlogos de especies distin-tas, y por cierto no slo en el estado de madurez, sino en todaslas fases de su desarrollo. Y cuanto ms profunda y exacta eraesta investigacin, tanto ms se esfumaba el rgido sistema quesupona la naturaleza orgnica inmutable y fija. No slo se ibanhaciendo ms difusas las fronteras entre las distintas especies ve-getales y animales, sino que se descubrieron animales, como elanfioxo y la lepidosirena14, que parecan mofarse de toda la clasifi-cacin existente hasta entonces**; finalmente, se hallaron organis-mos de los que ni siquiera se puede decir si pertenecen al mundoanimal o al vegetal. Las lagunas en los anales de la paleontologa

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    15. Reino, establecido en 1866, para los organismos inferiores cuya clasificacincomo animales o vegetales era controvertida.

    se iban llenando una tras otra, lo que obligaba a los ms obstina-dos a reconocer el asombroso paralelismo existente entre la histo-ria del desarrollo del mundo orgnico en su conjunto y la histo-ria del desarrollo de cada organismo por separado, ofreciendo elhilo de Ariadna que deba indicar la salida del laberinto en que labotnica y la zoologa parecan cada vez ms perdidas. Es de no-tar que casi al mismo tiempo que Kant atacaba la doctrina de laeternidad del sistema solar, C. F. Wolff desencadenaba, en 1759,el primer ataque contra la teora de la constancia de las especiesy proclamaba la teora de la evolucin. Pero lo que en l slo fueuna anticipacin brillante, tom una forma concreta en manos deOken, Lamarck y Baer y fue victoriosamente implantado en laciencia por Darwin, en 1859, exactamente cien aos despus. Casial mismo tiempo qued establecido que el protoplasma y la clu-la, considerados hasta entonces como los constituyentes morfol-gicos ltimos de todos los organismos, eran tambin formas or-gnicas inferiores con existencia independiente. Todos estosavances redujeron al mnimo el abismo entre la naturaleza inor-gnica y la orgnica, y eliminaron uno de los principales obstcu-los que se alzaban ante la teora de la evolucin de las especies.La nueva concepcin de la naturaleza se hallaba ya trazada en susrasgos fundamentales: toda rigidez se disolvi, todo lo inerte co-br movimiento, toda particularidad considerada eterna resultpasajera, y qued demostrado que la naturaleza se mueve en unflujo eterno y cclico.

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    Y as hemos vuelto a la concepcin del mundo que tenan losgrandes fundadores de la filosofa griega, a la concepcin de quetoda la naturaleza, desde sus partculas ms elementales hasta suscuerpos ms gigantescos, desde los granos de arena hasta los so-les, desde los protistas15 hasta el hombre, se halla en un estado pe-renne de nacimiento y muerte, en flujo constante, sujeto a ince-santes cambios y movimientos. Con la sola diferencia esencial deque lo que para los griegos fue una intuicin genial es, en nuestro

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    caso, el resultado de una estricta investigacin cientfica basadaen la experiencia y, por ello, tiene una forma ms terminada yms clara. Es cierto que la prueba emprica de este movimientocclico no est exenta de lagunas, pero stas, insignificantes encomparacin con lo que ya se ha logrado establecer firmemente,disminuyen cada ao. Adems, cmo puede estar dicha pruebaexenta de lagunas en algunos detalles teniendo en cuenta que lasramas ms importantes del saber la astronoma interplanetaria,la qumica, la geologa apenas si tienen un siglo, que la fisiolo-ga comparada apenas si tiene cincuenta aos y que la forma b-sica de casi todo desarrollo vital, la clula, fue descubierta hacemenos de cuarenta?

    * * * * *

    Los innumerables soles y sistemas solares de nuestra isla csmi-ca, limitada por los anillos estelares extremos de la Va Lctea, sehan desarrollado debido a la contraccin y enfriamiento de nebu-losas incandescentes, sujetas a un movimiento en torbellino cu-yas leyes quiz sean descubiertas cuando varios siglos de obser-vacin nos proporcionen una idea clara del movimiento propiode las estrellas. Evidentemente, este desarrollo no se ha operadoen todas partes con la misma rapidez. La astronoma se ve ms yms obligada a reconocer que, adems de los planetas, en nues-tro sistema estelar existen cuerpos opacos, soles extintos (M-dler); por otra parte (segn Secchi), una parte de las manchas ne-bulares gaseosas pertenece a nuestro sistema estelar como solesan no formados, lo que no excluye la posibilidad de que otrasnebulosas, como afirma Mdler, sean distantes islas csmicas in-dependientes, cuyo estadio relativo de desarrollo debe ser esta-blecido por el espectroscopio.

    Laplace demostr con todo detalle, y con maestra insuperadahasta la fecha, cmo un sistema solar se desarrolla a partir de unamasa nebular independiente; investigaciones posteriores de laciencia han ido probando su razn cada vez con mayor fuerza.

    En los cuerpos independientes as formados tanto los solescomo los planetas y sus satlites, la forma de movimiento de lamateria que al principio prevalece es la que hemos denominadocalor. No se puede hablar de compuestos de elementos qumicos

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    ni siquiera a la temperatura que tiene actualmente el Sol; obser-vaciones posteriores sobre ste nos demostrarn hasta qu puntoel calor se transforma en estas condiciones en electricidad o enmagnetismo; ya est casi probado que los movimientos mecni-cos que se operan en el Sol se deben exclusivamente al conflictoentre el calor y la gravedad.

    Los cuerpos desgajados de las nebulosas se enfran ms rpi-damente cuanto ms pequeos son. Primero se enfran los sat-lites, los asteroides y los meteoritos, del mismo modo que nues-tra Luna se ha enfriado hace mucho. En los planetas, este proce-so se opera ms despacio, y en el astro central, todava con mslentitud.

    Paralelamente al enfriamiento progresivo, empieza a manifes-tarse con fuerza creciente la interaccin de las formas fsicas demovimiento, que se transforman unas en otras hasta que final-mente se llega a un punto en que la afinidad qumica empieza adejarse sentir, en que los elementos qumicos, antes indiferencia-dos, se diferencian qumicamente, adquieren propiedades qumi-cas y se combinan entre s. Estas combinaciones cambian de con-tinuo con la disminucin de la temperatura que influye de unmodo distinto no ya slo en cada elemento, sino en cada combi-nacin de elementos; cambian con el consecuente paso de unaparte de la materia gaseosa, primero al estado lquido y despusal slido, y con las nuevas condiciones as creadas.

    El perodo en que el planeta adquiere su corteza slida y apa-recen acumulaciones de agua en su superficie coincide con el pe-rodo en que la importancia de su calor intrnseco disminuye msy ms en comparacin con el que recibe del astro central. Su at-msfera se convierte en teatro de fenmenos meteorolgicos en elsentido que damos hoy a esta palabra, y su superficie, en teatrode cambios geolgicos en los que los depsitos, resultado de lasprecipitaciones atmosfricas, van ganando cada vez mayor pre-ponderancia sobre los efectos, lentamente menguantes, del fluidoincandescente que constituye su ncleo interior.

    Finalmente, cuando la temperatura ha descendido hasta talpunto por lo menos en una parte importante de la superficieque ya no rebasa los lmites en que la albmina es capaz de vivir,se forma, si se dan las condiciones qumicas favorables, el proto-plasma vivo. Hoy an no sabemos qu condiciones son sas, cosa

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    16. Mineral hallado en Canad, que se crey era un fsil. En 1878, el cientfico ale-mn K. Mbius demostr que no era de origen orgnico.

    que no debe extraarnos, ya que hasta la fecha no se ha logradoestablecer la frmula qumica de la albmina, ni siquiera conoce-mos cuntos albuminoides qumicamente diferentes existen, yslo hace unos diez aos que sabemos que la albmina completa-mente desprovista de estructura cumple todas las funciones esen-ciales de la vida: digestin, excrecin, movimiento, contraccin,reaccin a los estmulos y reproduccin.

    Seguramente pasaron miles de aos antes de que se dieranlas condiciones para el siguiente paso adelante y que de la alb-mina informe surgiera la primera clula, merced a la formacindel ncleo y la membrana. Pero con la primera clula se obtuvola base para el desarrollo morfolgico de todo el mundo orgni-co; lo primero que se desarroll, segn podemos colegir toman-do en consideracin los datos que suministran los archivos de lapaleontologa, fueron innumerables especies de protistas celula-res y acelulares de las cuales slo ha llegado hasta nosotros elEozoon canadense16 que fueron diferencindose hasta formar lasprimeras plantas y los primeros animales. Y de los primeros ani-males se desarrollaron, esencialmente gracias a la diferenciacin,incontables clases, rdenes, familias, gneros y especies, hastallegar a la forma en que el sistema nervioso alcanza su ms ple-no desarrollo, a los vertebrados, y finalmente, entre stos, a unvertebrado en que la naturaleza adquiere conciencia de s misma:el ser humano.

    Tambin el hombre surge por la diferenciacin, y no slocomo individuo desarrollndose a partir de un simple vulohasta formar el organismo ms complejo que produce la natura-leza, sino tambin en el sentido histrico. Cuando por fin, trasuna lucha de milenios, la mano se diferenci de los pies y se lle-g a la actitud erecta, el hombre se hizo distinto del mono yqued sentada la base para el desarrollo del lenguaje articuladoy para el poderoso desarrollo del cerebro, que desde entoncesha abierto un abismo infranqueable entre el hombre y el mono.La especializacin de la mano implica la aparicin de la herra-mienta, y sta implica la actividad especficamente humana, laaccin recproca transformadora del hombre sobre la naturaleza,

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    la produccin. Tambin los animales tienen herramientas en elsentido ms estrecho de la palabra, pero slo como miembros desu cuerpo: la hormiga, la abeja, el castor; los animales tambinproducen, pero el efecto de su produccin sobre la naturaleza queles rodea es, en relacin a sta, igual a cero. nicamente el hom-bre ha logrado imprimir su sello a la naturaleza, y no slo llevan-do plantas y animales de un lugar a otro, sino modificando tam-bin el aspecto y el clima de su hbitat y hasta las propias plantasy animales, hasta el punto de que los resultados de su actividadslo pueden desaparecer con la extincin general del globo terr-queo. Y esto lo ha conseguido el hombre, ante todo y sobre todo,valindose de la mano. Hasta la mquina de vapor, que es hoy porhoy su herramienta ms poderosa para la transformacin de lanaturaleza, depende a fin de cuentas, como herramienta, de la ac-tividad de las manos. Sin embargo, paralelamente a la mano fuedesarrollndose, paso a paso, la cabeza; iba apareciendo la con-ciencia, primero de las condiciones necesarias para obtener cier-tos resultados prcticos tiles; despus, sobre la base de esto, na-ci entre los pueblos que se hallaban en una situacin ms venta-josa la comprensin de las leyes de la naturaleza que determinandichos resultados tiles. Al mismo tiempo que se desarrollaba r-pidamente el conocimiento de las leyes de la naturaleza, aumen-taban los medios de accin recproca sobre ella; la mano sola nun-ca hubiera logrado crear la mquina de vapor si, paralelamente,y en parte gracias a la mano, no se hubiera desarrollado correla-tivamente el cerebro humano.

    Con el hombre, entramos en la historia. Tambin los animalestienen una historia, la de su origen y desarrollo gradual hasta suestado presente. Pero los animales son objetos pasivos de la his-toria, y su participacin en ella ocurre sin su conocimiento o vo-luntad. Los hombres, por el contrario, a medida que se alejanms de los animales en el sentido estrecho de la palabra, en ma-yor grado hacen su historia ellos mismos, conscientemente, ytanto menor es la influencia que ejercen sobre esta historia las cir-cunstancias imprevistas y las fuerzas incontroladas, y tanto msexactamente se corresponde el resultado histrico con los finesestablecidos de antemano. Pero si aplicamos este rasero a la his-toria humana, incluso a la historia de los pueblos ms desarrolla-dos de nuestro siglo, veremos que incluso aqu existe todava

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    17. Palabras de Mefistfeles en el Fausto de Goethe, parte I, escena III.

    una colosal discrepancia entre los objetivos propuestos y los re-sultados obtenidos, veremos que continan prevaleciendo las in-fluencias imprevistas, que las fuerzas incontroladas son muchoms poderosas que las puestas en movimiento de acuerdo a unplan. Y esto seguir siendo as mientras la actividad histricams esencial de los hombres, la que los ha elevado desde el esta-do animal al humano y forma la base material de todas sus de-ms actividades me refiero a la produccin de sus medios desubsistencia, es decir, a lo que hoy llamamos produccin social,se vea subordinada a la accin imprevista de fuerzas incontrola-das y mientras el objetivo deseado se alcance slo excepcional-mente y con mucha ms frecuencia se obtengan resultados diame-tralmente opuestos. En los pases industriales ms adelantadoshemos sometido las fuerzas de la naturaleza, ponindolas al ser-vicio del hombre; gracias a ello hemos aumentado inconmensura-blemente la produccin, de modo que hoy un nio produce msque antes cien adultos. Pero, cules han sido las consecuenciasde este incremento de la produccin? El aumento del trabajo ago-tador, una miseria creciente de las masas y un inmenso crac eco-nmico cada diez aos. Darwin no sospechaba qu stira tanamarga escriba de los hombres, y en particular de sus compatrio-tas, cuando demostr que la libre competencia, la lucha por laexistencia, que los economistas celebran como el mayor logro his-trico, era el estado normal del mundo animal. nicamente una or-ganizacin consciente de la produccin social, en la que la pro-duccin y la distribucin obedezcan a un plan, puede elevar so-cialmente a los hombres sobre el resto del mundo animal, delmismo modo que la produccin en general les elev como espe-cie. El desarrollo histrico hace esta organizacin ms necesaria yms posible cada da. A partir de ella se datar la nueva poca his-trica en que los propios hombres, y con ellos todos los camposde su actividad, especialmente las ciencias naturales, alcanzarnxitos que eclipsarn todo lo conseguido hasta entonces.

    Pero todo lo que nace merece perecer17. Quiz pasen antesmillones de aos, nazcan y bajen a la tumba centenares de miles degeneraciones, pero se acerca inexorablemente el tiempo en que elcalor decreciente del Sol no podr ya derretir el hielo procedente

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    de los polos; la humanidad, ms y ms hacinada en torno al ecua-dor, no encontrar ni siquiera all el calor necesario para la vida;ir desapareciendo paulatinamente toda huella de vida orgnica,y la Tierra, muerta, convertida en una esfera fra, como la Luna,girar en las tinieblas ms profundas, siguiendo rbitas ms yms reducidas en torno al Sol, tambin muerto, sobre el que al fi-nal terminar por caer. Unos planetas corrern esa suerte antes yotros despus que la Tierra; y en lugar del luminoso y clido sis-tema solar, con la armnica disposicin de sus componentes, que-dar tan slo una esfera fra y muerta, que an seguir su solita-rio camino por el espacio csmico. El mismo destino que aguar-da a nuestro sistema solar espera antes o despus a todos losdems sistemas de nuestra isla csmica, incluso a aquellos cuyaluz jams alcanzar la Tierra mientras quede un ser humano ca-paz de percibirla.

    Pero, qu ocurrir cuando nuestro sistema solar haya termi-nado su existencia, cuando haya sufrido la suerte de todo lo fini-to, la muerte? Continuar el cadver del Sol rodando eternamen-te por el espacio infinito y todas las fuerzas de la naturaleza, antesinfinitamente diferenciadas, se convertirn en una nica forma demovimiento, en la atraccin? O como se pregunta Secchi (pg.810) hay en la naturaleza fuerzas capaces de hacer que el siste-ma muerto vuelva a su estado original de nebulosa incandescen-te, capaces de despertarlo a una nueva vida? No lo sabemos.

    Sin duda, no lo sabemos en el sentido que sabemos que 2 x 2 = 4o que la atraccin de la materia aumenta y disminuye en razndel cuadrado de la distancia. Pero en las ciencias naturales teri-cas que en lo posible unen su concepcin de la naturaleza en untodo armnico y sin las cuales en nuestros das no puede hacernada el emprico ms limitado tenemos que operar a menudocon magnitudes imperfectamente conocidas; y la coherencia lgi-ca del pensamiento ha tenido que suplir, en todos los tiempos, lainsuficiencia de nuestros conocimientos. Las ciencias naturalescontemporneas se han visto obligadas a tomar de la filosofa elprincipio de la indestructibilidad del movimiento; sin este princi-pio, las ciencias naturales ya no pueden existir. Pero el movi-miento de la materia no es nicamente tosco movimiento mec-nico, mero cambio de lugar; es calor y luz, tensin elctrica ymagntica, combinacin qumica y disociacin, vida y, finalmente,

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    18. Posibilidad, potencial.19. Realidad, acto.20. Angelo Secchi (1818-78): Sacerdote y astrnomo italiano que estudi la compo-

    sicin del Sol.21. Literalmente, cabeza muerta; en sentido figurado, restos mortales, desechos

    sobrantes de la calcinacin, una reaccin qumica, etc. Aqu hace referencia alSol apagado con los planetas muertos cados sobre l.

    conciencia. Decir que la materia, durante toda su existencia ilimi-tada en el tiempo, solamente una vez y por un perodo infinita-mente corto en comparacin con su eternidad ha podido dife-renciar su movimiento y, con ello, desplegar toda la riqueza delmismo, y que antes y despus de ello se ha visto limitada eterna-mente a simples cambios de lugar, decir esto equivale a afirmarque la materia es perecedera y el movimiento, pasajero. La indes-tructibilidad del movimiento debe ser comprendida no slo en elsentido cuantitativo, sino tambin en el cualitativo. La materiacuyo mero cambio mecnico de lugar incluye la posibilidad detransformacin, si se dan condiciones favorables, en calor, electri-cidad, accin qumica, vida, pero que es incapaz de producir esascondiciones por s misma, esa materia ha sufrido determinado perjui-cio en su movimiento. El movimiento que ha perdido la capacidadde verse transformado en las distintas formas que le son propias,si bien posee an dnamis18, no tiene ya energeia19, y por ello se ha-lla parcialmente destruido. Pero ambas cosas son inconcebibles.

    En todo caso, es indudable que hubo un tiempo en que la ma-teria de nuestra isla csmica converta en calor una cantidad tanenorme de movimiento hasta hoy no sabemos de qu gnero,que de l pudieron desarrollarse los sistemas solares pertenecien-tes (segn Mdler) por lo menos a veinte millones de estrellas ycuya extincin gradual es igualmente indudable. Cmo se ope-r esta transformacin? Sabemos tan poco como sabe el padreSecchi20 sobre si el futuro caput mortuum21 de nuestro sistema so-lar se convertir de nuevo, alguna vez, en materia prima paranuevos sistemas solares. Pero aqu nos vemos obligados a recu-rrir a la ayuda del creador o a concluir que la materia prima in-candescente que dio origen a los sistemas solares de nuestra islacsmica se produjo de forma natural, por transformaciones delmovimiento inherentes por naturaleza a la materia en movimientoy cuyas condiciones deben, por consiguiente, ser reproducidas

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    por la materia, aunque sea despus de millones y millones deaos, ms o menos accidentalmente, pero con la necesidad que estambin inherente a la casualidad.

    Cada vez se admite ms la posibilidad de semejante transfor-macin. Se llega a la conviccin de que el destino final de loscuerpos celestes es caer unos sobre otros, e incluso se calcula lacantidad de calor que debe desarrollarse en tales colisiones. Laaparicin repentina de nuevas estrellas y el no menos repentinoaumento del brillo de estrellas hace mucho conocidas de lo cualnos informa la astronoma pueden fcilmente explicarse por se-mejantes colisiones. Adems, debe tenerse en cuenta que no slonuestros planetas giran alrededor del Sol y que no slo nuestroSol se mueve dentro de nuestra isla csmica, sino que sta semueve en el espacio csmico en equilibrio temporal relativo conlas otras islas csmicas, pues incluso el equilibrio relativo de loscuerpos que flotan libremente puede existir nicamente all don-de el movimiento est recprocamente condicionado; adems, al-gunos admiten que la temperatura en el espacio csmico no es lamisma en todas partes. Finalmente, sabemos que, a excepcin deuna porcin infinitesimal, el calor de los innumerables soles denuestra isla csmica se desvanece en el espacio csmico sin elevarsu temperatura aunque slo sea en una millonsima de gradocentgrado. Qu ocurre con toda esa ingente cantidad de calor?Se pierde para siempre en su intento de calentar el espacio cs-mico, cesa de existir prcticamente y contina existiendo slo te-ricamente en el hecho de que el espacio csmico se ha calentadoen una fraccin infinitesimal de grado? Esta suposicin niega laindestructibilidad del movimiento; admite la posibilidad de que,por la cada sucesiva de los cuerpos celestes unos sobre otros,todo el movimiento mecnico existente se convertir en calorirradiado al espacio csmico, merced a lo cual, a despecho detoda la indestructibilidad de la fuerza, cesara en general todomovimiento. (Por cierto, aqu se ve lo poco acertada de la expre-sin indestructibilidad de la fuerza, en lugar de indestructibi-lidad del movimiento). Llegamos as a la conclusin de que elcalor irradiado al espacio csmico debe, de un modo u otro lle-gar un tiempo en que las ciencias naturales se impongan la ta-rea de averiguarlo, convertirse en otra forma de movimientoen que tenga la posibilidad de volver a concentrarse y funcionar

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    22. La multiplicidad de los mundos en el espacio infinito lleva a la concepcin deuna sucesin de mundos en el tiempo infinito (J.W. Draper, History of the Inte-llectual Development of Europe, t. II, p. 325).

    activamente. Con ello desaparece el principal obstculo que hoyexiste para el reconocimiento de la reconversin de los soles ex-tintos en nebulosas incandescentes.

    Adems, la sucesin eternamente reiterada de los mundos enel tiempo infinito es nicamente un complemento lgico a la coe-xistencia de innumerables mundos en el espacio infinito. Este esun principio cuya necesidad indiscutible se ha visto forzado a re-conocer incluso el cerebro antiterico del yanqui Draper22.

    Este es el ciclo eterno en que se mueve la materia, un ciclo quenicamente cierra su trayectoria en perodos para los que nuestroao terrestre no puede servir de unidad de medida, un ciclo en elcual el tiempo de mximo desarrollo, el tiempo de la vida orgni-ca e, incluso, el tiempo de la vida de los seres conscientes de smismos y de la naturaleza es tan parcamente medido como el es-pacio en que la vida y la autoconciencia existen; un ciclo en el quecada forma finita de existencia de la materia lo mismo si es unsol que una nebulosa, un individuo animal o una especie de ani-males, la combinacin o la disociacin qumica es igualmentepasajera y en el que no hay nada eterno de no ser la materia eneterno movimiento y transformacin, y las leyes segn las cualesse mueve y se transforma. Pero por ms frecuente e inexorable-mente que este ciclo se opere en el tiempo y en el espacio, por msmillones de soles y tierras que nazcan y mueran, por ms que pue-dan tardar en crearse en un sistema solar e incluso en un solo pla-neta las condiciones para la vida orgnica, por ms innumerablesque sean los seres orgnicos que deban surgir y perecer antes deque se desarrollen animales con un cerebro capaz de pensar y queencuentren por un breve plazo condiciones favorables para suvida, para ser luego tambin aniquilados sin piedad, tenemos lacerteza de que la materia ser eternamente la misma en todas sustransformaciones, de que ninguno de sus atributos puede jamsperderse y que por ello, con la misma necesidad frrea con que hade exterminar en la Tierra su creacin superior, la mente pensan-te, ha de volver a crearla en algn otro sitio y en otro tiempo.

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    23. Este trabajo fue inicialmente pensado como introduccin a un trabajo ms ex-tenso denominado Tres formas fundamentales de esclavitud. Pero, como el proyec-to no avanzaba, Engels le dio el ttulo por el que ahora es conocido. Engels ex-plica el papel decisivo del trabajo, de la produccin de instrumentos, en la for-macin del tipo fsico del hombre y de la sociedad humana, mostrando que, apartir de un antepasado parecido al mono y a travs de un largo proceso evo-lutivo, se desarroll un ser cualitativamente distinto, el ser humano. Probable-mente fue escrito en junio de 1876. Se public por primera vez en la revista DieNeue Zeit, n 44, 1895-96.

    24. Cuando Engels escribi este trabajo, el cientfico britnico Philip Lutley Sclaterplante la teora de que desde Madagascar hasta Indonesia haba existido uncontinente que se haba sumergido bajo el mar.

    25. Vase Charles Darwin, El origen del hombre y de la seleccin con relacin alsexo.

    EL PAPEL DEL TRABAJOEN LA TRANSFORMACINDEL MONO EN HOMBRE23

    El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas eneconoma poltica. Y en efecto, lo es, junto con la naturaleza, queprovee los materiales que el trabajo convierte en riqueza. Pero eltrabajo es muchsimo ms, es la condicin bsica y fundamentalde toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto pun-to, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.

    Hace muchos centenares de miles de aos, en una poca, toda-va no establecida definitivamente, de la era del desarrollo de laTierra que los gelogos denominan terciaria, probablemente a fi-nales de la misma, viva en algn lugar de la zona tropical qui-zs en un extenso continente hoy desaparecido en las profundi-dades del ocano ndico24 una raza de monos antropomorfosextraordinariamente desarrollada. Darwin nos ha dado una des-cripcin aproximada de estos antepasados nuestros: estaban to-talmente cubiertos de pelo, tenan barba, orejas puntiagudas, vi-van en los rboles y formaban manadas25.

    Es de suponer que, como consecuencia directa de su gnero devida, por el que las manos, al trepar, tenan que desempear funcio-nes distintas a las de los pies, estos monos se fueron acostumbrando

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    a prescindir de ellas al caminar por el suelo y empezaron a adop-tar ms y ms una posicin erecta. Fue el paso decisivo para la trans-formacin del mono en hombre.

    Todos los monos antropomorfos que existen en la actualidadpueden permanecer en posicin erecta y caminar apoyndose ni-camente en sus pies; pero lo hacen slo en caso de extrema necesi-dad y, adems, con suma torpeza. Caminan habitualmente en acti-tud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos. La mayo-ra de estos monos apoyan en el suelo los nudillos y, encogiendolas piernas, hacen avanzar el cuerpo por entre sus largos brazos,como un cojo que camina con muletas. En general, an hoy pode-mos observar entre los monos todas las formas de transicin entrela marcha cuadrpeda y la marcha bpeda. Pero para ninguno deellos esta ltima ha pasado de ser un recurso circunstancial.

    Y puesto que, para nuestros peludos antepasados, la posicinerecta haba de ser primero una norma y luego una necesidad, deaqu se desprende que por aquel entonces las manos tenan queejecutar funciones cada vez ms variadas. Incluso entre los mo-nos existe ya cierta divisin de funciones entre pies y manos.Como hemos sealado ms arriba, al trepar las manos son usadasde distinta manera que los pies. Las manos sirven fundamental-mente para recoger y sostener los alimentos, como hacen algunosmamferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos monos seayudan de las manos para construir nidos en los rboles; y algu-nos, como el chimpanc, llegan a construir tejadillos entre las ra-mas, para protegerse de las inclemencias meteorolgicas. Lamano les sirve para empuar garrotes con los que se defiendende sus enemigos, o para bombardear a stos con frutos y piedras.Cuando se encuentran en cautividad, realizan con las manos di-versas operaciones sencillas que copian de los humanos. Peroaqu es precisamente donde se ve la gran distancia que separa lamano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides supe-riores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo du-rante cientos de miles de aos. El nmero y la disposicin gene-ral de los huesos y los msculos son los mismos en el mono y enel hombre, pero la mano del salvaje ms primitivo es capaz deejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadaspor la mano de ningn mono. Ni una sola mano simiesca ha cons-truido jams un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.

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    Las funciones para las que nuestros antepasados fueron adap-tando poco a poco sus manos durante los muchos miles de aosde transicin del mono al hombre slo pudieron ser, en un prin-cipio, funciones sumamente sencillas. Los salvajes ms primiti-vos, incluso aquellos en los que puede presumirse el retorno a unestado ms prximo a la animalidad, con una degeneracin fsicasimultnea, son muy superiores a aquellos seres del perodo tran-sitorio. Antes de que el primer trozo de slex hubiese sido conver-tido en cuchillo por la mano humana, debi de pasar un perodode tiempo tan largo que, en comparacin con l, el perodo de his-toria conocida por nosotros resulta insignificante. Pero se habadado ya el paso decisivo: la mano era libre y ahora poda adquirircada vez ms destreza y habilidad; y sta mayor flexibilidad ad-quirida se transmita por herencia y aumentaba de generacin engeneracin.

    Vemos, pues, que la mano no es slo el rgano del trabajo;tambin es producto de l. La mano humana ha alcanzado ese gradode perfeccin que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte demagia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y ala msica de Paganini nicamente por el trabajo, por la adapta-cin a nuevas y nuevas funciones, por la transmisin hereditariadel perfeccionamiento especial as adquirido por los msculos,los ligamentos y, en un perodo ms largo, tambin por los hue-sos, y por la aplicacin siempre renovada de estas habilidades he-redadas a funciones nuevas y cada vez ms complejas.

    Pero la mano no era algo con existencia propia e indepen-diente, sino nicamente un miembro de un organismo entero ysumamente complejo. Y lo que beneficiaba a la mano beneficia-ba tambin a todo el cuerpo al que serva; y lo beneficiaba endos aspectos.

    Primeramente, en virtud de la ley que Darwin llam de la co-rrelacin del crecimiento. Segn esta ley, ciertas formas de lasdistintas partes de los seres orgnicos siempre estn ligadas a de-terminadas formas de otras partes que aparentemente no tienenninguna relacin con las primeras. As, todos los animales queposeen glbulos rojos sin ncleo y cuyo occipital est articuladocon la primera vrtebra por medio de dos cndilos poseen, sin ex-cepcin, glndulas mamarias para la alimentacin de sus cras.Tambin, la pezua hendida de ciertos mamferos va ligada, por

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    regla general, a un estmago con varios compartimentos adapta-do a la rumia. Las modificaciones experimentadas por ciertas for-mas provocan cambios en la forma de otras partes del organismo,sin que estemos en condiciones de explicar tal conexin. Los ga-tos totalmente blancos y de ojos azules son siempre o casi siem-pre sordos. El perfeccionamiento gradual de la mano del hombrey la adaptacin concomitante de los pies a la marcha en posicinerecta repercutieron indudablemente, en virtud de dicha correla-cin, sobre otras partes del organismo. Sin embargo, esta accintodava est tan poco estudiada que no podemos ms que sea-larla en trminos generales.

    Mucho ms importante es la influencia directa y demostra-ble del desarrollo de la mano sobre el resto del organismo.Como ya hemos dicho, nuestros antepasados simiescos eran ani-males que vivan en manadas; evidentemente, no es posible bus-car el origen del hombre, el ms social de los animales, en unosantepasados inmediatos que no fuesen gregarios. Con cada nue-vo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que haba comenza-do por el desarrollo de la mano con el trabajo, iba ampliando loshorizontes del hombre, hacindole descubrir constantemente enlos objetos nuevas propiedades hasta entonces desconocidas. Porotra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos deayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar as las venta-jas de esta actividad conjunta para cada individuo, tena que con-tribuir forzosamente a agrupar todava ms a los miembros de lasociedad. En resumen, los hombres en formacin llegaron a unpunto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros.La necesidad cre el rgano: la laringe poco desarrollada delmono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediantemodulaciones que a su vez producan modulaciones ms perfec-tas, mientras los rganos de la boca aprendan poco a poco a pro-nunciar un sonido articulado tras otro.

    La comparacin con los animales nos muestra que esta expli-cacin del origen del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajoes la nica acertada. Lo poco que los animales, incluso los msdesarrollados, tienen que comunicarse entre s puede ser transmi-tido sin el concurso de la palabra articulada. Ningn animal enestado salvaje se siente perjudicado por su incapacidad de hablaro de comprender el lenguaje humano. Pero la situacin cambia

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    26. Actualmente se considera que el ave que mejor imita la voz humana es el mindel Himalaya, de la familia de los estorninos. (Nota del Traductor.)

    por completo cuando el animal ha sido domesticado por el hom-bre. El contacto con el hombre ha desarrollado en el perro y en elcaballo un odo tan sensible al lenguaje articulado, que puedenllegar a comprender, dentro del rango de sus representaciones,cualquier idioma. Adems, pueden llegar a adquirir sentimientosantes desconocidos por ellos, como son el apego al hombre, lagratitud, etc. Quien conozca bien a estos animales, difcilmentepodr escapar a la conviccin de que, en muchos casos, esta in-capacidad de hablar es experimentada ahora por ellos como undefecto. Desgraciadamente, este defecto no tiene remedio, puessus rganos vocales estn demasiado especializados en una de-terminada direccin. Sin embargo, cuando existe un rganoapropiado, esta incapacidad puede ser superada dentro de cier-tos lmites. Los rganos bucales de las aves son radicalmente dis-tintos a los del hombre, pero sin embargo las aves son los nicosanimales que pueden aprender a hablar; y el ave de voz ms re-pulsiva, el loro, es la que mejor habla26. Y no importa que se nosobjete dicindonos que el loro no entiende lo que dice. Claro estque por el solo gusto de hablar y por sociabilidad con los hom-bres el loro puede estar repitiendo horas y horas todo su voca-bulario. Pero, dentro del rango de sus representaciones, tam-bin puede llegar a comprender lo que dice. Ensead a un loroa decir palabrotas, de modo que llegue a tener una idea de susignificacin (una de las distracciones favoritas de los marinerosque regresan de las zonas tropicales), y veris muy pronto queen cuanto lo irritis hace uso de esas palabrotas con la mismacorreccin que cualquier verdulera de Berln. Y lo mismo ocurrecon la peticin de golosinas.

    Primero el trabajo, y despus y con l la palabra articulada,fueron los dos principales estmulos bajo cuya influencia el ce-rebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebrohumano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera considera-blemente en tamao y perfeccin. Y a medida que se desarrolla-ba el cerebro, se desarrollaban tambin sus instrumentos msinmediatos: los rganos de los sentidos. De igual manera que eldesarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompaado

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    27. Sir William Thomson, autoridad de primer orden en la materia, calcul que handebido de transcurrir algo ms de cien millones de aos desde el momento enque la Tierra se enfri lo suficiente para que en ella pudieran vivir las plantas ylos animales. (Nota de Engels.)

    del correspondiente perfeccionamiento del rgano del odo, astambin el desarrollo general del cerebro va ligado al perfeccio-namiento de todos los rganos sensoriales. La vista del guila tie-ne mucho ms alcance que la del hombre, pero el ojo humanopercibe en las cosas muchos ms detalles que el ojo del guila. Elperro tiene un olfato mucho ms fino que el hombre, pero no pue-de captar ni la centsima parte de los olores que sirven a ste designos para diferenciar cosas distintas. Y el sentido del tacto, queel mono posee a duras penas en la forma ms tosca y primitiva,se ha ido desarrollando nicamente con el desarrollo de la propiamano del hombre, a travs del trabajo.

    El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la cre-ciente claridad de conciencia, la capacidad de abstraccin y dediscernimiento cada vez mayores, influyeron a su vez sobre eltrabajo y la palabra, estimulando ms y ms su desarrollo. Cuan-do el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollono cesa ni mucho menos, sino que contina, en distinto grado yen distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las dife-rentes pocas, interrumpido incluso a veces por regresiones decarcter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a gran-des pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado enun sentido ms preciso por un nuevo elemento surgido con laaparicin del hombre totalmente formado: la sociedad.

    Seguramente tuvieron que pasar cientos de miles de aos queen la historia de la Tierra tienen menos importancia que un se-gundo en la vida de un hombre27 antes de que la sociedad hu-mana surgiese de aquellas manadas de monos que trepaban porlos rboles. Pero, al fin y al cabo, surgi. Y qu es lo que volve-mos a encontrar como signo distintivo entre la manada de monosy la sociedad humana? Otra vez el trabajo. La manada de monosse contentaba con devorar los alimentos de un rea determinadapor las condiciones geogrficas o la resistencia de las manadasvecinas. Se trasladaba de un lugar a otro y entablaba luchas conotras manadas para conquistar nuevas zonas de alimentacin;

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    pero era incapaz de extraer de dichas zonas ms de lo que la na-turaleza buenamente le ofreca, si exceptuamos la accin incons-ciente de la manada, al abonar el suelo con sus excrementos.Cuando todas las zonas capaces de proporcionar alimento fue-ron ocupadas, el crecimiento de la poblacin simiesca se tornimposible; en el mejor de los casos, el nmero de animales podamantenerse al mismo nivel. Pero todos los animales son unosgrandes despilfarradores de alimentos; adems, con frecuenciadestruyen el germen de la nueva generacin de reservas alimen-ticias. A diferencia del cazador, el lobo no respeta la cabra mon-tesa que habra de proporcionarle cabritos al ao siguiente; lascabras de Grecia, que devoran los jvenes arbustos antes de quepuedan desarrollarse, han dejado desnudas todas las montaasdel pas. Esta explotacin rapaz llevada a cabo por los anima-les desempea un gran papel en la transformacin gradual de lasespecies, al obligarlas a adaptarse a unos alimentos que no sonlos habituales para ellas, con lo que cambia la composicin qu-mica de su sangre y se modifica poco a poco toda la constitucinfsica del animal; las especies que no se adaptan desaparecen. Nocabe duda de que esta explotacin rapaz contribuy en alto gra-do a la humanizacin de nuestros antepasados, pues ampli elnmero de plantas y las partes de stas utilizadas en la alimenta-cin por aquella raza de monos que superaba con ventaja a todaslas dems en inteligencia y capacidad de adaptacin. En una pa-labra, la alimentacin, cada vez ms variada, aportaba al organis-mo nuevas y nuevas sustancias, con lo que se crearon las condi-ciones qumicas para la transformacin de esos monos en sereshumanos.

    Pero todo esto no era trabajo en el verdadero sentido de la pa-labra. El trabajo comienza con la elaboracin de instrumentos. Ycules son los instrumentos ms antiguos, a juzgar por los restosque nos han llegado del hombre prehistrico, por el gnero devida de los pueblos ms antiguos que registra la historia, ascomo por el de los salvajes actuales ms primitivos? Son instru-mentos de caza y de pesca; los primeros, utilizados tambincomo armas. Pero la caza y la pesca suponen el trnsito de la ali-mentacin exclusivamente vegetal a la alimentacin mixta, loque significa un nuevo paso de suma importancia en la transfor-macin del mono en hombre. El consumo de carne proporcion al

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    organismo, en forma casi acabada, los ingredientes ms esencia-les para su metabolismo. Con ello acort el proceso de digestiny otros procesos de la vida vegetativa del organismo (es decir, losprocesos anlogos a los de la vida vegetal), ganando as tiempo,materiales y estmulos para que pudiera manifestarse activamen-te la vida propiamente animal. Y cuanto ms se alejaba el hom-bre en formacin del reino vegetal, ms se elevaba sobre los ani-males. De la misma manera que el habituarse a la alimentacinmixta convirti al gato y al perro salvajes en servidores del hom-bre, as tambin el habituarse a combinar la carne con la dieta ve-getal contribuy poderosamente a dar fuerza fsica e indepen-dencia al hombre en formacin. Pero donde ms se manifest lainfluencia de la dieta carnvora fue en el cerebro, que recibi asen mucha mayor cantidad que antes las sustancias necesariaspara su nutricin y desarrollo, con lo que su perfeccionamientofue hacindose mayor y ms rpido de generacin en generacin.Debemos reconocer y perdonen los seores vegetarianosque el hombre ha llegado a ser hombre con el consumo de carne;y el hecho de que, en una u otra poca de la historia de todos lospueblos conocidos, el empleo de la carne en la alimentacin hayallevado al canibalismo (todava en el siglo X, los antepasados delos berlineses, los veltabos o wilzos, solan devorar a sus proge-nitores) es una cuestin que no tiene hoy para nosotros la menorimportancia.

    El consumo de carne en la alimentacin signific dos nuevosavances de importancia decisiva: el uso del fuego y la domestica-cin de animales. El primero redujo an ms el proceso digesti-vo, ya que permita llevar a la boca comida, como si dijramos,medio digerida; el segundo multiplic las reservas de carne, puesahora haba una nueva fuente, adems de la caza, para obtenerlams regularmente. La domesticacin de animales tambin pro-porcion, con la leche y sus derivados, un nuevo alimento, que encuanto a composicin era por lo menos del mismo valor que lacarne. As pues, estos dos avances se convirtieron directamentepara el hombre en nuevos medios de emancipacin. No podemosdetenernos aqu a examinar en detalle sus consecuencias indirec-tas, a pesar de toda la importancia que hayan podido tener parael desarrollo del hombre y de la sociedad, pues tal examen nosapartara demasiado de nuestro tema.

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    El hombre, que haba aprendido a comer todo lo comestible,aprendi tambin, de la misma manera, a vivir en cualquier cli-ma. Se extendi por toda la superficie habitable de la Tierra, sien-do el nico animal capaz de hacerlo por propia iniciativa. Los de-ms animales que se han adaptado a todos los climas los ani-males domsticos y los insectos parsitos no lo lograron por ssolos, sino nicamente siguiendo al hombre. Y el paso del climauniformemente clido de la patria original a zonas ms fras don-de el ao se divida en verano e invierno cre nuevas necesida-des, al obligar al hombre a buscar cobijo y a cubrir su cuerpo paraprotegerse del fro y la humedad. As surgieron nuevas esferas detrabajo y, con ellas, nuevas actividades que fueron apartando msy ms al hombre de los animales.

    Gracias a la cooperacin de la mano, los rganos del lenguajey el cerebro, no slo en cada individuo, sino tambin en la socie-dad, los hombres fueron aprendiendo a ejecutar operaciones cadavez ms complejas, a plantearse y a alcanzar objetivos cada vezms elevados. El trabajo se diversificaba y perfeccionaba de gene-racin en generacin, extendindose cada vez a nuevas activida-des. A la caza y a la ganadera vino a sumarse la agricultura, yms tarde el hilado y el tejido, la metalurgia, la alfarera y la na-vegacin. Junto al comercio y los oficios, aparecieron finalmentelas artes y las ciencias. De las tribus salieron las naciones y los Es-tados. Se desarrollaron el derecho y la poltica, y con ellos el re-flejo fantstico de las cosas humanas en la mente del hombre: lareligin. Frente a todas estas creaciones, que se manifestaban enprimer trmino como productos del cerebro y parecan dominarlas sociedades humanas, las producciones ms modestas, frutodel trabajo de la mano, quedaron relegadas a un segundo plano,tanto ms cuanto que, en una fase muy temprana del desarrollode la sociedad (por ejemplo, ya en la familia primitiva), la cabezaque planeaba el trabajo era ya capaz de obligar a manos ajenas arealizar el trabajo proyectado por ella. El rpido progreso de la ci-vilizacin fue atribuido exclusivamente a la cabeza, al desarrolloy la actividad del cerebro. Los hombres se acostumbraron a expli-car sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar la explica-cin en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabezahumana, que as cobra conciencia de ellas). As fue cmo, con eltranscurso del tiempo, surgi esa concepcin idealista del mundo

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    que ha dominado el cerebro de los hombres, sobre todo desde ladesaparicin del mundo antiguo, y que todava lo sigue domi-nando hasta el punto de que incluso los naturalistas de la escue-la darwiniana ms allegados al materialismo son todava incapa-ces de formarse una idea clara acerca del origen del hombre, puesesa misma influencia idealista les impide ver el papel desempe-ado por el trabajo.

    Los animales, como ya hemos indicado de pasada, tambinmodifican con su actividad la naturaleza exterior, aunque no enel mismo grado que el hombre; y estas modificaciones provoca-das por ellos en el medio ambiente repercuten, como hemos vis-to, en sus causantes, modificndolos a su vez. En la naturalezanada ocurre de forma aislada. Cada fenmeno afecta a otro y es,a su vez, influenciado por ste; y es generalmente el olvido deeste movimiento y de esta interaccin universal lo que impide anuestros naturalistas percibir con claridad las cosas ms simples.Ya hemos visto cmo las cabras han impedido la repoblacin delos bosques griegos; en Santa Elena, las cabras y los cerdos des-embarcados por los primeros navegantes llegados a la isla arrasa-ron casi por completo la vegetacin autctona, con lo que prepa-raron el suelo para que pudieran multiplicarse las plantas lleva-das ms tarde por otros navegantes y colonizadores. Pero lainfluencia duradera de los animales sobre la naturaleza que losrodea es completamente involuntaria y constituye, por lo que alos animales se refiere, un hecho accidental. Pero cuanto ms sealejan los hombres de los animales, ms adquiere su influenciasobre la naturaleza el carcter de una accin intencional y plane-ada cuyo fin es lograr objetivos previstos de antemano. Los ani-males destrozan la vegetacin del lugar sin darse cuenta de loque hacen. Los hombres, en cambio, cuando destruyen la vegeta-cin lo hacen con el fin de utilizar la superficie que quede librepara sembrar cereales, plantar rboles o cultivar la vid, conscien-tes de que la cosecha que obtengan superar varias veces lo sem-brado por ellos. El hombre traslada de un pas a otro plantas ti-les y animales domsticos, modificando as la flora y la fauna decontinentes enteros. Ms an; las plantas y los animales, cultiva-das aqullas y criados stos en condiciones artificiales, sufren ta-les modificaciones bajo la influencia de la mano del hombre quese vuelven irreconocibles. Hasta el presente, todava no han sido

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    hallados los antepasados silvestres de nuestros cultivos cerealis-tas, ni ha sido resuelta la cuestin de saber qu animal dio origena nuestros perros actuales, tan distintos unos de otros, o a las ac-tuales razas de caballos, tambin tan numerosas.

    Por lo dems, no hace falta decir que no tenemos la intencinde negar a los animales la facultad de actuar de un modo plani-ficado. Por el contrario, la accin planificada existe embrionaria-mente dondequiera que el protoplasma la albmina vivaexista y reaccione, es decir, realice determinados movimientos,aunque sean los ms simples, en respuesta a determinados est-mulos del exterior. Esta reaccin se produce, no digamos ya enla clula nerviosa, sino incluso cuando an no hay clula de nin-guna clase. Tambin, hasta cierto punto, parece haber algo deplanificacin en el acto mediante el cual las plantas insectvorasse apoderan de su presa, aunque se realice de un modo total-mente inconsciente. La facultad de realizar actos conscientes ypremeditados se desarrolla en los animales en correspondenciacon el desarrollo del sistema nervioso, y en los mamferos alcan-za ya un nivel bastante elevado. Durante la caza inglesa del zorropuede observarse siempre la infalibilidad con que el zorro utilizasu perfecto conocimiento del lugar para ocultarse de sus perse-guidores, y lo bien que conoce y sabe aprovechar todas las venta-jas del terreno para despistarlos. Entre nuestros animales doms-ticos, que han llegado a un grado ms alto de desarrollo graciasa su convivencia con el hombre, pueden observarse a diario ac-tos de astucia, equiparables a los de los nios, pues lo mismoque el desarrollo del embrin humano en el seno materno esuna repeticin abreviada de toda la historia del desarrollo fsicoseguido a travs de millones de aos por nuestros antepasadosdel reino animal, a partir del gusano, as tambin el desarrollomental del nio representa una repeticin, todava ms abrevia-da, del desarrollo intelectual de esos mismos antepasados, entodo caso de los menos remotos. Pero ni un solo acto planificadode ningn animal ha podido imprimir en la naturaleza el sello desu voluntad. Slo el hombre ha podido hacerlo.

    Resumiendo: los animales nicamente usan la naturaleza ex-terior, modificndola por el mero hecho de su presencia en ella.En cambio, el hombre modifica la naturaleza y la obliga as aservirle, la domina. Y sta es, en ltima instancia, la diferencia

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    * Ennoblecimiento. (Nota de Engels.)28. Enfermedad que suele acompaar a la tuberculosis.

    esencial que existe entre el hombre y los dems animales, diferen-cia que, una vez ms, viene a ser efecto del trabajo*.

    Sin embargo, no nos dejemos llevar por el entusiasmo antenuestras victorias sobre la naturaleza. Despus de cada una deesas victorias, la naturaleza se venga. Bien es verdad que las pri-meras consecuencias de esas victorias son las previstas por nos-otros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuen-cias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anu-lan las primeras. Los hombres que en Mesopotamia, Grecia, AsiaMenor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra delabor, ni siquiera podan imaginarse que, al eliminar con los bos-ques los centros de acumulacin y reserva de humedad, estabansentando las bases de la actual aridez de esas tierras. Cuando lositalianos de los Alpes talaron en las laderas meridionales los bos-ques de pinos, conservados con tanto celo en las laderas septen-trionales, no tenan ni idea de que con ello destruan las races dela industria lechera en su regin; y mucho menos podan preverque estaban dejando sin agua sus fuentes de montaa la mayorparte del ao y permitiendo que durante la estacin de las lluviasvertieran todava con ms furia sus torrentes sobre la planicie. Losque difundieron el cultivo de la patata en Europa no saban quecon este tubrculo farinceo difundan a la vez la escrfula28. As,a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobrela naturaleza no se parece en nada al dominio de un conquistadorsobre el pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien si-tuado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne,nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza,nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ellaconsiste en que, a diferencia de los dems seres, somos capaces deconocer sus leyes y de aplicarlas adecuadamente.

    De hecho, cada da aprendemos a comprender mejor las leyesde la naturaleza y a conocer tanto los efectos inmediatos como lasconsecuencias remotas de nuestra intromisin en el curso naturalde su desarrollo. Sobre todo despus de los grandes progresos lo-grados en este siglo por las ciencias naturales, nos hallamos encondiciones de prever y, por tanto, de controlar cada vez mejor

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    las ms remotas consecuencias naturales de al menos nuestras ac-tividades productivas ms corrientes. Y cuanto ms sea esto unarealidad, ms sentirn y comprendern los hombres su unidadcon la naturaleza, y ms inconcebible ser esa idea absurda y an-tinatural de la anttesis entre el espritu y la materia, el hombre yla naturaleza, el alma y el cuerpo, idea que empieza a difundirsepor Europa a raz de la decadencia de la antigedad clsica y queadquiere su mxima elaboracin en el cristianismo.

    Pero si han sido precisos miles de aos para que el hombreaprendiera en cierto grado a prever las remotas consecuencias so-bre la naturaleza de sus actos productivos, mucho ms le costaprender a calcular las remotas consecuencias sobre la sociedadde esos mismos actos. Ya hemos hablado ms arriba de la patatay de sus consecuencias en cuanto a la difusin de la escrfula,pero qu importancia puede tener la escrfula comparada conlos efectos que sobre las condiciones de vida de las masas popu-lares de pases enteros ha tenido la reduccin de la dieta de lostrabajadores a simples patatas, con el hambre que se extendi en1847 por Irlanda a consecuencia de una enfermedad de este tu-brculo, y que llev a la tumba a un milln de irlandeses que sealimentaban exclusivamente o casi exclusivamente de patatas yoblig a emigrar al otro lado del ocano a otros dos millones?Cuando los rabes aprendieron a destilar el alcohol, ni siquiera seles ocurri pensar que haban creado una de las armas principa-les con que habra de ser exterminada la poblacin indgena delcontinente americano, an desconocido en aquel entonces. Ycuando Coln descubri ms tarde Amrica, no saba que a la vezdaba nueva vida a la esclavitud, desaparecida desde haca muchotiempo en Europa, y sentaba las bases de la trata de negros. Loshombres que en los siglos XVII y XVIII trabajaron para crear lamquina de vapor no sospechaban que estaban creando un ins-trumento que habra de subvertir, ms que ningn otro, las con-diciones sociales en todo el mundo, y que, sobre todo en Europa,al concentrar la riqueza en manos de una minora y al privar detoda propiedad a la inmensa mayora de la poblacin, habra de,primero, darle a la burguesa el dominio social y poltico y, des-pus, provocar la lucha de clases entre la burguesa y el proleta-riado, lucha que slo puede terminar con el derrocamiento de laburguesa y la abolicin de todos los antagonismos de clase. Pero

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    tambin aqu, aprovechando una experiencia larga y a vecescruel, confrontando y analizando los materiales proporcionadospor la historia, vamos aprendiendo poco a poco a conocer las con-secuencias sociales indirectas y ms remotas de nuestros actos enla produccin, lo que nos permite extender tambin a estas con-secuencias nuestro dominio y nuestro control.

    Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algoms que el simple conocimiento. Hace falta una revolucin quetransforme por completo el modo de produccin existente hastala actualidad y, con l, el orden social vigente.

    Todos los modos de produccin que han existido hasta el pre-sente slo buscaban el efecto til del trabajo en su forma ms di-recta e inmediata. No hacan el menor caso de las consecuenciasremotas, que slo aparecen ms tarde y cuyo efecto se manifiestanicamente gracias a un proceso de repeticin y acumulacingradual. La primitiva propiedad comunal de la tierra correspon-da, por un lado, a un estadio de desarrollo de los seres humanosen que el horizonte de stos quedaba limitado, por lo general, alas cosas ms inmediatas, y presupona, por otro lado, cierto ex-cedente de tierras libres que daba algn margen para neutralizarlos posibles resultados adversos de esta economa primitiva. Alagotarse el excedente de tierras libres, comenz la decadencia dela propiedad comunal. Todas las formas ms elevadas de produc-cin que vinieron despus condujeron a la divisin de la pobla-cin en clases diferentes y, por tanto, al antagonismo entre las cla-ses dominantes y las clases oprimidas. En consecuencia, los inte-reses de las clases dominantes se convirtieron en el elementopropulsor de la produccin, dado que sta ya no se limitaba amantener mal que bien la msera existencia de los oprimidos.Donde esto halla su expresin ms acabada es en el modo de pro-duccin capitalista que prevalece hoy en la Europa occidental.Los capitalistas individuales, que dominan la produccin y el in-tercambio, slo pueden ocuparse de la utilidad ms inmediata desus actos. Ms an; incluso esta misma utilidad por cuanto setrata de la utilidad de la mercanca producida o intercambiadapasa por completo a segundo plano, apareciendo como nico in-centivo la ganancia obtenida en la venta.

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    29. Referencia a la crisis econmica mundial de 1873. En Alemania, una gran banca-rrota en mayo fue el preludio de una crisis que durara hasta el final de la dcada.

    * Aqu se interrumpe el manuscrito. (N. de la Ed.)

    La ciencia social de la burguesa, la economa poltica clsica, slose ocupa preferentemente de aquellas consecuencias sociales queconstituyen el objetivo inmediato de los actos realizados por loshombres en la produccin y el intercambio. Esto corresponde ple-namente al rgimen social cuya expresin terica es esa ciencia.Dado que los capitalistas aislados producen o intercambian conel nico fin de obtener beneficios inmediatos, slo deben ser teni-dos en cuenta, primeramente, los resultados ms prximos y msinmediatos. Cuando un industrial o un comerciante venden lamercanca producida o comprada por l y obtiene la ganancia ha-bitual, se da por satisfecho y no le interesa absolutamente nada loque pueda ocurrir despus con esa mercanca y su comprador.Igual ocurre con las consecuencias naturales de esas mismas ac-ciones. Cuando en Cuba los plantadores espaoles quemaban losbosques de las laderas de las montaas para obtener con la ceni-za un abono que slo les alcanzaba para fertilizar una generacinde cafetos de alto rendimiento, poco les importaba que, privadade la proteccin de los rboles, las lluvias torrenciales del trpicobarriesen la capa vegetal del suelo y dejasen la roca al desnudo!En el actual modo de produccin, y tanto en lo que respecta a lasconsecuencias naturales como a las consecuencias sociales de losactos humanos, lo que interesa preferentemente son slo los pri-meros resultados, los ms palpables. Y luego hasta se manifiestaextraeza de que las consecuencias remotas de las acciones quepersiguen ese fin resulten ser muy distintas y, en la mayora delos casos, hasta diametralmente opuestas; de que la armona en-tre la oferta y la demanda se convierta en su contrario, como noslo demuestra el curso de cada uno de esos ciclos industriales dediez aos, y como han podido convencerse de ello los que con elcrac han vivido en Alemania un pequeo preludio29; de que lapropiedad privada basada en el trabajo de uno mismo se convier-ta necesariamente, al desarrollarse, en la desposesin de los tra-bajadores de toda propiedad, mientras toda la riqueza se concen-tra ms y ms en manos de los que no trabajan; de que*

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    30. Wilhelm Liebknecht, fundador, junto con August Bebel, del SPD alemn. Suhijo Karl fue un dirigente del ala marxista del partido que se destac en la lu-cha contra la I Guerra Mundial y fund el Partido Comunista Alemn el 1 deenero de 1919. Catorce das ms tarde, l y Rosa Luxemburgo fueron fusiladospor orden de un ministro socialdemcrata.

    31. Vorwrts (Adelante): rgano de expresin de la socialdemocracia. Del 3 de ene-ro de 1877 al 7 de julio de 1878 public la obra de Engels Anti-Dhring.

    Viejo prlogo para el Anti-DhringSOBRE LA DIALCTICA

    El presente trabajo no es, ni mucho menos, fruto de ningn im-pulso interior. Lejos de esto, mi amigo Liebknecht30 puede ates-tiguar cunto esfuerzo le cost convencerme de la necesidad deanalizar crticamente la novsima teora socialista del seor Dh-ring. Una vez resuelto a ello, no tena ms remedio que investigaresta teora, que se presenta a s misma como el ltimo fruto prc-tico de un nuevo sistema filosfico, analizando por consiguiente,en relacin con este sistema, el sistema mismo. Me vi, pues, obli-gado a seguir al seor Dhring por esos anchos campos en quetrata de todas las cosas posibles y de unas cuantas ms. Y as sur-gieron una serie de artculos que vieron la luz en el Vorwrts31 deLeipzig desde comienzos del ao 1877 y que se recogen, ordena-dos, en este volumen.

    Dos circunstancias deben excusar el que la crtica de un siste-ma, tan insignificante pese a toda su jactancia, adopte unas pro-porciones tan grandes, impuestas por el tema. Por un lado, estacrtica me brindaba la ocasin para desarrollar de un modo posi-tivo, en los ms diversos campos de la ciencia, mis ideas acercade las cuestiones en litigio que encierran hoy un inters general,cientfico o prctico. Y aunque esta obra no persigue, ni muchomenos, el designio de oponer un nuevo sistema al sistema del se-or Dhring, confo en que la conexin interna entre las ideas ex-puestas por m, a pesar de la diversidad de las materias tratadas,no escapar a la percepcin del lector.

    Y por otra parte, el seor Dhring, como creador de siste-ma, no es un fenmeno aislado en la Alemania actual. Desde

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    32. El 10 de mayo de 1876 se inaugur en Filadelfia (EEUU) la sexta exposicin in-dustrial mundial. La exposicin evidenci que la industria alemana iba muy a lazaga de la de otros pases y que se rega