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869 APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO Herminio de la Red Vega, OSA • La personalidad de San Agustín es tan singular y única, como comple- jos y polifacéticos sus perfiles. En él se conjuga el ardor de la genética africana con la sutileza intelectual y cultural grecorromana. Vital por temperamento y proclive a saborear con fruición cuanto las circunstan- cias le ofrecían, proyecta una peculiar dialéctica en todo su proceso existencial. Bien formado e ilustrado por sus estudios más tempranos en Tagaste y en Madaura (365-371), y por sus lecturas filosófico-litera- rias de juventud o los estudios de especialización como retórico en Cartago, consigue una cosmovisión intelectual pagana en distensión con los gérmenes cristianos, en él nunca agostados, y que desde niño le inculcó su madre, Santa Mónica. Diestro en el ejercicio de la docencia, por su profesión de literato-científico, no deja ser un autodidacta ecléctico de identidad afrorromana (371-383). Inmigrante en Roma y en Milán con ansias de triunfar y de integrar- se en el mundo occidental, no renuncia nunca a su africanidad (383- 385). Inquieto buscador del amor y de la verdad por todos los caminos del saber, de las artes y de las religiones, discierne con mirada intros- pectiva y contrasta sus pesquisas dialogando en la amistad. Desde que encuentra a San Ambrosio, la mente de Agustín evoluciona de una lógi- ca pura a la psicología concreta, pasa del razonamiento abstracto a una Herminio de la Red Vega es agustino, licenciado en Teología Dogmática, en Filo- sofía y en Filología Hispánica. RELIGIÓN Y CULTURA, L (2004), 869-908

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APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO

Herminio de la Red Vega, OSA •

La personalidad de San Agustín es tan singular y única, como comple-jos y polifacéticos sus perfiles. En él se conjuga el ardor de la genéticaafricana con la sutileza intelectual y cultural grecorromana. Vital portemperamento y proclive a saborear con fruición cuanto las circunstan-cias le ofrecían, proyecta una peculiar dialéctica en todo su procesoexistencial. Bien formado e ilustrado por sus estudios más tempranosen Tagaste y en Madaura (365-371), y por sus lecturas filosófico-litera-rias de juventud o los estudios de especialización como retórico enCartago, consigue una cosmovisión intelectual pagana en distensióncon los gérmenes cristianos, en él nunca agostados, y que desde niño leinculcó su madre, Santa Mónica. Diestro en el ejercicio de la docencia,por su profesión de literato-científico, no deja ser un autodidactaecléctico de identidad afrorromana (371-383).

Inmigrante en Roma y en Milán con ansias de triunfar y de integrar-se en el mundo occidental, no renuncia nunca a su africanidad (383-385). Inquieto buscador del amor y de la verdad por todos los caminosdel saber, de las artes y de las religiones, discierne con mirada intros-pectiva y contrasta sus pesquisas dialogando en la amistad. Desde queencuentra a San Ambrosio, la mente de Agustín evoluciona de una lógi-ca pura a la psicología concreta, pasa del razonamiento abstracto a una

• Herminio de la Red Vega es agustino, licenciado en Teología Dogmática, en Filo-sofía y en Filología Hispánica.

RELIGIÓN Y CULTURA, L (2004), 869-908

1 SCIACCA, M. F., San Agustín, Luis Miracles, Barelona 1955; MORROU, H. I., SantAugustin et la fin de la culture antique, Boccard, Paris 19584; FLÓREZ, R., Las dos dimen-siones del hombre agustiniano, Religión y Cultura, Madrid 1958; BOYER, CH.,Sant´Agostino filosofo, Pàtron, Bologna, 19644; PEGUEROLES, J. (I), El pensamiento filo-sófico de San Agustín, Labor, Barcelona 1972, ampliada en San Agustín. Un platonismocristiano, PPU, Barcelona 1985; PRZYWARA, E., San Agustín. Perfil humano y religioso,Cristiandad, Madrid 1984; LANGA, P., San Agustín y la cultura, Revista Agustiniana,Madrid 1998; ALESANCO REINARES, T., Filosofía de San Agustín. Síntesis de su pensa-miento, Augustinus, Madrid 2003.

dialéctica histórica y se interesa, más que por las esencias, por lasexistencias mismas (385-387).

Plantado en la coyuntura de los siglos IV-V, contempla el sucedersede la historia y vislumbra e intuye el declinar del primer gran poderíode Europa; debate y filosofa honradamente sobre el ser perdurable ytransitorio, y afronta sin tregua las cuestiones más radicales de la per-sona humana con sus proclividades éticas, estéticas y eviternales.Agustín toma como punto de partida el conocimiento de sí mismo, paraabordar los problemas de la verdad y de la felicidad, así como las cues-tiones de la libertad y del mal, y analiza los impulsos del amor, delorden y la paz. El corazón inquieto de Agustín busca empatizar conDios, y cómo esclarecer lo relativo al tiempo, a la providencia divina ya la eternidad (387-391).

Su magisterio antropológico e introspectivo inspira a fenomenólogosy psicólogos; la configuración que diseña de la sociedad, por ejemplo,en su obra magna la Ciudad de Dios (426), interesa por igual a filóso-fos, juristas, teólogos e historiadores. Los sociólogos ven en San Agus-tín al reanimador de la humanidad cansada; los moralistas a un magní-fico referente de los auténticos valores, y los escritores admiran elgenio de su estilo cálido, preciso y rotundo, de frases bellas y giros sor-prendentes. Siendo afín a los filósofos, se muestra un gran comunica-dor, sin que el catequista vaya a la zaga del polemista y del teólogo, ysin que el retórico y el poeta desmerezcan cuando se considera la pala-bra y la música entrañable en sus discursos de estilo que agrada, ins-truye, conmueve y contagia (†430).

En torno a San Agustín abundan tantas aproximaciones, que seimpone la modestia en cualquier ensayo nuevo. Su fecunda y genialbibliografía ha inspirado inagotables perspectivas 1, y su biografía

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peculiar es tan de carne y hueso, como sugerente a lo divino 2. Al res-pecto subrayamos, en estos apuntes para un eneagrama agustiniano,que la palabra eneagrama procede del griego y hace referencia a unafigura circular con nueve puntos en su circunferencia; e igualmenteprecisamos que la afinidad con la teoría de la filosofía sufí, respecto alos procedimientos ascéticos y aspectos creativos en sus nueve expre-siones diferentes, es casi mera analogía nominal. Menos asumimos, encuanto al eneagrama, las perspectivas de la psicología transpersonal ola espiritualidad relativista del New Age. Incluso, ante los entusiasmosque ha despertado el eneagrama en algunos ambientes católicos, mos-tramos serios reparos 3.

Sin embargo, San Agustín, más conocido por filósofos y teólogos quepor el gran público, ofrece desde su cosmovisión biográfica múltiples cau-dales. Su biografía está impregnada de tantas circunstancialidades histó-ricas que, aun poniendo entre paréntesis connotaciones de su santidad,induce a contemplar a la persona que realizó un proceso existencial conestrategia perdurable y enteramente actual, modélica y paradigmática.

Al arriesgar estos apuntes en clave organicista estamos más persua-didos de su funcionalidad que seguros de lograrlo. La autobiografía deAurelio Agustín, tanto desde una mirada retrospectiva como en pros-pectiva, describe una fenomenología válida para ayer, hoy y mañana.Una biografía en proceso dialéctico en espiral, que conjuga interiori-dad, conversión y trascendencia; y que, en síntesis apretada, pudieradelinearse desde las tríadas eneagramáticas del siguiente esquema:

INTERIORIDAD Soliloquio Inquietud BúsquedaCONVERSIÓN Diálogo Amistad OraciónTRASCENDENCIA Compromiso Amor Evangelización

2 CAPÁNAGA, V., Agustín de Hipona, BAC, Madrid 1974; NOS MURO, L., San Agustínde Hipona, Paulinas, Madrid 1986; HAMMAN, A. G., La vida cotidiana en África del nor-te en tiempos de San Agustín, CETA-FAE-OALA, Madrid 1989; ÁLVAREZ TURIENZO, A.,Regio media salutis. Imagen del hombre y su puesto en la creación. San Agustín, PUPS,Salamanca 1988; CAMPELO, M. M.ª., San Agustín: un maestro de espiritualidad, EstudioAgustiniano, Valladolid 1995; BROWUN, P., Agustín, Acento, Madrid 2000.

3 RISO, R., Personality Types, Using the Enneagram for Self-Discovery, Houghton Mif-flin, Boston 1987; PALMER, H., The Enneagram, Harper ad Row, San Francisco 1988;MELENDO, M., En tu centro: el eneagrama, Sal Terrae, Santander 1993; O´LEARY, P. H.,El eneagrama: Un camino hacia el autodescubrimiento, Narcea, Madrid 1995; ZUER-CHER, S., La espiritualidad del eneagrama. De la compulsión a la contemplación, Narcea,Madrid 1996.

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4 Cf. PRÓSPERO DE AQUITANIA, Sentencias tomadas de Agustín, BAC, Madrid 2002, pp.784-901; TISSOT, A., Saint Augustin, maitre de vie spirituelle, Le Puy 1960; RUBIO, F.,Habla Agustín. Mil pensamientos para revivir, Buen Consejo, Real Monasterio del Esco-rial 1968; CAPÁNAGA, V., Pensamientos de San Agustín, BAC, Madrid 1978; RUBIO, P., Amodo de refranero agustiniano, Monte Casino, Valladolid 1983; ROTELLE, J. E., Un Pen-samiento Diario de Agustín de Hipona, San Pablo, Venezuela 1999.

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Estimo que, desde esa perspectiva, puede dibujarse y configurarsela dinámica de la vida de Aurelio Agustín. Una trayectoria que, a nues-tro parecer, muestra en la busca de la Verdad su peculiaridad más sig-nificativa y carismática. Y acaso ayude a evocar, en los no iniciados ypara cuantos sus libros no resultan familiares, algunas de las grandesintuiciones y principios del mensaje agustiniano.

San Agustín es uno de los grandes maestros de sentencias. Sus prin-cipios y definiciones de esencias han sido luz y regocijo de las edades.Y aunque en la traducción pierdan muchos de sus encantos estilísticos,una sola frase suya nos puebla de sabrosas sugerencias.

Agustín instruye, enseña e ilumina conmoviendo y contagiando. Enel taller de sus aforismos confluyen la imaginación, la reflexión, lamemoria y la cordialidad. Desde la primera mitad del siglo V hasta laactualidad, abundan los autores que han espigado definiciones y máxi-mas, frases, sentencias, aforismos, apotegmas y toda una literaturaparemiológica agustiniana 4. Quizá fuera suficiente con intentar unanueva muestra. Pero en el sentido enunciado, alienta memorar su bio-grafía para acercarse a su bibliografía integrada, aunque tan sólo seade manera fragmentaria y aforística.

1. INTERIORIDAD

La Interioridad es la dimensión antropológica fundamental e incitativaque, desde la introspección y el soliloquio, invita a vivir con inquietudla multivocidad circunstancial, mientras busca con tensión inconteni-da, entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, la verdadde la vida y la vida en la verdad.

Ayer, como hoy y siempre, el conócete a ti mismo, ya de patrimoniouniversal, es obertura de toda sinfonía gnoseológica y cordial. Cono-cerse a sí mismo es punto de partida para apreciar a los otros y a lascosas justamente. A quien se ignora le cuesta valorarse; y el que no se

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aprecia, con dificultad acierta a amar debidamente a los demás. Elconocimiento engendra aprecio, y la ignorancia desentendimiento.

Hoy andamos convulsos y contagiados de velocidad y de precipita-ciones. El sosiego y la reflexión son bienes escasos. Padecemos el malendémico de la prisa. Contemplar el fulgor de las estrellas o escuchar elcanto reconfortante de la naturaleza, son lujos y ejercicios en desuso.Recrearse en el diálogo peripatético cuenta con pocos seguidores, y lasaulas del pensamiento están casi vacías. Reposar sin fastidio, disfrutardel sabroso arte de esperar sentado, parece anacrónico y un contrasenti-do. El silencio de la soledad sonora hiere y se evita. Leer, estudiar ymeditar con detenimiento son deportes de los antiguos sabios griegos yromanos, o de los monjes medievales. Nos fustiga tal oleada de vehe-mencia cósmica y colectiva que, con frecuencia, degenera en furia, enentusiasmo frenético y hasta en ira no siempre contenida. Falta sereni-dad para discernir lo real y lo virtual, lo conveniente y lo necesario, losustantivo y lo meramente artificioso. La vida resulta apresurada y estre-sante. Intentamos ir a tantos sitios que ni disfrutamos de los lugares pordonde pasamos ni los contemplamos cuando llegamos. Los tiempos sesuceden y se superponen los días tan cargados de apremios y urgenciasque no hay serenidad para saborearlos. Predomina la información sobrelos análisis ponderados y la propaganda fabrica, difunde y acosa con tan-tos reclamos, ofertas tentadoras y espejismos que nos arrastra y nos des-borda con sus incitaciones a la codicia voraz y compulsiva, sobrepasan-do los umbrales de la asimilación y de la actitud sapiencial. Los sucesosy notificaciones que difunden son tan estremecedores y tan horripilantesque apenas hay lugar para la reacción. Abunda una sofística de discur-sos escépticos y nihilistas que provoca actitudes estoicas y estrategias ohuidas hacia ninguna parte. Se vagabundea con sofoco y febril precipita-ción por los mercados de la aldea global, y se accede a consumir la viday las cosas con la voracidad de lo funcional e inmediato…

Aceptemos que el corazón anda disperso, falto de interioridad einquieto en búsquedas volubles. Reconozcamos que, desde esas pers-pectivas y circunstancialidades, conviene volver a la recomendaciónsapiencial de los antiguos: se tú mismo. Y apuntemos que, para tal fin,resulta sugerente el proceso dialéctico de la interioridad agustinianacon sus jornadas clásicas: recogimiento en soliloquio, discernimientoentre inquietudes y búsqueda contemplativa. Tarea que reclama sere-nidad, sinceridad y valentía. Una dinámica tan necesaria como recon-

fortante, tan fructífera como indispensable para retornar a la esenciadel espíritu, para viajar y reconocerse en profundidad, y para rescatarnuestra identidad más auténtica en todas sus reverberaciones.

La interioridad enfila hacia la realidad fundante y frontal, revelandoanalogías y a vueltas con el Ser y los demás seres, ya como parábola, yacomo paradoja. Sin interioridad no son posibles referencias ni relacio-nes auténticamente teológicas, ecológicas o antropológicas.

La interioridad agustiniana camina por los paisajes de la introspec-ción en soliloquio, por donde afloran las nociones eternas de las cosasy se reactivan los vestigios metafísicos divinos; los paisajes en los quesurge la inquietud del corazón que experimenta insatisfecho el frag-mento relativo y se ordenan los valores en su justa jerarquía, los paisa-jes en donde se busca el original del que procede la persona y al quetiende como a fin, nostalgiando paz en plenitud y lo absoluto.

A modo de refranero

– Poco importa cuánto tienes * Lo que importa es qué tal eres (Ser 23, 3).

– Lo que yo soy de verdad * lo soy en mi intimidad (Con 10, 3).

– Sé de mi mismo tan poco * que no sé ni lo que ignoro (Con 11, 25).

– Para no andar por las ramas * ten raíz profunda y sana (Ena 79, 2).

– No vas a Dios caminando * sino amando (Car 155, 13).

1.1. Soliloquio

Cuando la interioridad actúa soplando sobre las propias ascuas, se inau-gura un soliloquio que va más allá de la fonología. En el soliloquio rever-beran evocaciones y gérmenes de realidades insospechadas. En el solilo-quio vibra lo entrañable de la persona como en una guitarra. El soliloquioauténtico y sincero es susurro, melodía y grito, método para descubrir lascosas y ordenar valores o estimaciones en armoniosa jerarquía. Por el soli-loquio la persona reactiva la aventura de la consciencia atenta y se tornareceptiva, discernidora, dinámica y trascendida. A través del soliloquiolos vestigios metafísicos divinos subyacentes se desvelan multívocos; ycuando acompaña la sensibilidad y la nobleza, es posible oír la voz de laverdad entreverada: unas veces como fragmento, otras como sugerencia ysiempre como incitación inacabada.

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5 Utilizamos la edición biblingüe Obras de San Agustín, BAC, Madrid. Con fre-cuencia modificamos la traducción. Las siglas que adoptamos en las citas responden alos títulos abreviados con los que suelen denominarse las obras de San Agustín. Loespecificamos a continuación: AO = Del alma y su origen; Con = Las Confesiones;

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El ritmo agitado de la vida, el ruido, el vértigo y el torbellino de pre-ocupaciones e intereses enrarecen y dificultan la paz interior. Perotácita o explícitamente se reclaman experiencias de interioridad. Lasdrogas y el éxtasis provocado, por ejemplo, son evasiones para ahogarel vacío que se siente; son ansias disfrazadas de fondear en las entra-ñas interiores. Junto a la libertad en fuga, la deserción y el escapismoexaminarse y juzgarse a solas y sin testigos, en clima de recogimiento,de silencio y de reflexión, de autocrítica y en libertad favorece paraconquistar clarificaciones y sinceridad, respecto al bien y el mal, quese manifiestan en las propias tendencias y realizaciones abrazadas conresponsable libertad.

El soliloquio, la introspección del propio corazón, es el ámbito delos grandes interrogantes: ¿Qué soy yo, cuál es mi naturaleza, haciadónde camino? Unas cuestiones tan ineludibles como universales, yque persisten sin tregua, desde los primeros escritos, en todas las refle-xiones agustinianas, tanto filosóficas como teológicas. El tanteo de lainterioridad agustiniana comienza escuchando la voz de la concienciae invita a conseguir autoconciencia de la realidad primera y de la ver-dad radical, para fundamentar de manera inmediata un conocimiento,una persuasión y una visión que irradia luz y claridad en el espíritu. Lainterioridad agustiniana orienta a recibir la vida humana como regalomisterioso y a experimentarla con estremecedora responsabilidad ycon agradecimiento reconocido.

El soliloquio trascendido, que difiere del monólogo por el lirismogerminal que lo provoca y por la sinceridad que lo fecunda, aproximade manera afectuosa y transparente a cuanto se conoce, se obra y espe-ra; a cuanto se es y se anhela. Es como una chispa que incendia hogue-ras en el propio hogar. Pero los desasosiegos que produce no son deses-perantes; porque en él se toca a Dios, y Dios jamás acosa sin sentido nidefrauda aun en la inquietud imprevisible.

Habla San Agustín 5

– ¿Hasta cuándo darás vueltas en torno a la creación? Vuelve a ti, considé-rate, examínate a ti mismo (Ser 52, 17).

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CA = Contra los académicos; CDi = La Ciudad de Dios; CPa = Contra las cartas deParmeniano; DRu = La catequesis a principiantes; CIg = De las costumbres de laIglesia católica; OTC = Sobre 83 cuestiones diferentes; DCR = Sobre la doctrina cris-tiana; Car = Epístolas; TESJ = Tratados sobre el Evangelio de San Juan; Ena =Enarraciones sobre los Salmos; LAi = Del libre albedrío; Ma = Del maestro; NGr =Sobre la naturaleza y la gracia; Ord = Sobre el orden; Reg = Regla; Ser = Sermo-nes; Sol = Soliloquios; TCa = Tratado de la Carta a los Gálatas; Tri = Sobre la San-tísima Trinidad; VR = Sobre la verdadera religión.

– Aquí estoy, Señor, trabajando en mí mismo. Me he convertido en un terre-no áspero que me hace sudar a raudales (Con 10, 16, 25).

– ¡Cuántas riquezas atesora la persona humana en su interior! Pero ¿de quéle sirven si no se sondea, investiga y examina? (Ena 76, 9).

– Me dirigí a mí mismo y me pregunté: ¿Tú quién eres? Y me contesté: Unapersona humana (Con 10, 6, 9).

– Tú, Señor, que eres siempre el mismo: conózcame a mí, conózcate a Ti. Heaquí mi plegaria (Sol 2, 1, 1).

– ¿Qué soy yo? ¿Cuál es mi naturaleza? Mi vida es variable, multiforme yllena de tensiones (Con 10, 17, 26).

– Señor, Tú nos hiciste a tu imagen y semejanza, como lo reconocen quienesse conocen. Óyeme, escúchame, atiéndeme según tu estilo (Sol 1, 1, 4).

– La naturaleza íntegra de la persona humana comprende espíritu, alma ycuerpo (AO 4, 2, 3).

– Estoy equipado de un cuerpo y de un alma; el uno exterior, la otra interior(Con 10, 6, 9).

– Nuestro Dios hizo el cuerpo y el espíritu; de uno y otro es el creador, deambos el recreador (Ser 82, 13).

– No desprecies el cuerpo. Es heno, pero será transformado en oro. Quienfue poderoso para convertir el agua en vino, también puede transformarel heno en oro y hacer de la carne un ángel (Ser 45, 10).

– ¿En qué comportamientos del alma se realiza la clasificación de estospesos de amores tan variopintos y contrapuestos?... Grande abismo es lapersona humana, Señor (Con 4, 14, 22).

– El reconocimiento de la propia ignorancia es la primera prueba de la inte-ligencia (Ser 301, 3).

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– De tu corazón sólo puedes huir a tu corazón. Pero ¿adónde podrás huirde ti mismo? (Ena 45, 3).

– Entra en ti mismo. Examínate, júzgate. Demuestra categoría… para noengañarte a ti mismo (Ser 13, 7).

– Dejemos algo para el silencio. Retorna al interior y apártate de todo estré-pito. Vuelve al apacible retiro de la conciencia y escucha la voz de la ver-dad para que puedas entenderla (Ser 52, 22).

– La voz de la verdad no calla nunca. No grita con los labios, pero susurraen el corazón. Aplica el oído (Ena 57, 2).

– Advertido de que volviese a mí mismo, entré en lo íntimo de mi corazón.Tú fuisteis mi guía. Pude hacerlo porque tú me ayudaste (Con 7, 10, 16).

– Conocerse a uno mismo de verdad no es otra cosa que oír de Dios lo queÉl piensa de nosotros (Con 10, 3, 3).

– Tal vez el silencio fuera el único homenaje digno del entendimiento a loInefable; pues si algo puede expresarse con palabras, ya no es inefable(Ser 117, 7).

1.2. Inquietud

Del silencio donde a Dios se toca surge la inquietud en la persona queexperimenta insatisfecha el fragmento relativo de cuanto es y le rodea,al tiempo que nostalgia la plenitud y lo absoluto. A vueltas en solilo-quio, y contemplando el misterio de las cosas, ve, mira, valora y vive lamultivocidad circunstancial. La vida se torna fe interrogativa entre lasmemorias que Dios alienta y las brumas del presente que sumergen enla niebla. Las sugerencias y llamadas que percibe las siente y resuenanen el alma como apremios y reclamos, como misteriosa invitación ilumi-nada por una verdad siempre presentida e inapresable, como sorbo pro-visional e itinerante sin que sacie nunca por entero. Ahí se alumbra lavocación de cada cual y con libertad debate y discierne preferenciasdecidiendo entre posibilidades para optar entre disyunciones y caminoshacia metas e ideales, en conformidad con las aspiraciones personales.

La vida ofrece tantas disyunciones y veredas, a la vez que presentatal cúmulo de dificultades y horizontes, que, administrarla con libertadconsciente y responsable, requiere lucidez ante la pasión de amores

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que enciende afectos con frecuencia muy enfrentados. El ser humanoes inquietud. Oscila entre movimientos e interrelaciones encontrados.Frustraciones y esperanzas, carne y espíritu, oscuridad y luz, duda y fe,orgullo y vergüenza, autosuficiencia y depresiones son algunos de losrasgos del dibujo que esboza San Agustín. Entre lo fugaz y la nadasiente el clamor de la plenitud, de lo eterno y perdurable. La personahumana peregrina en tensión siempre creciente. Pero la esperanza delograr el fruto cierto de la paz en orden y equilibrio es su alimento máspreciado.

En desasosiego y con inquietud esperanzada vive la interioridadagustiniana la realidad convulsa y las nostalgias de paz, orden y amor.Por eso exige esfuerzos de clarificación y muchos análisis que libere deadherencias, de calcomanías y posibles deformaciones de lo auténtico yverdadero encubierto en los fenómenos. En el propio corazón creadofulgura y se enciende el fuego de Dios creador. Volando sobre las cosasy tras ellas aparece la Verdad siempre antigua y siempre nueva. A impul-so y ritmo del amor se llega a la felicidad, a la verdad y belleza eternade Dios. Dios, para San Agustín, está lejos; pero también muy cerca. Lamalicia o la inconsciencia no le reconoce ni le aprecia. Por autosufi-ciencia se prescinde de Dios cuando está más cerca que uno mismo.Pero el amor de Dios sigue siempre en oferta, y crea, recrea y mantieneen la existencia, como milagro patente creacional y perdurable.

Habla San Agustín

– Vuelve a ti mismo, pero no te quedes en ti mismo. Regresa, primero, a timismo desde lo que está fuera de ti. Y dirígete, luego, al que te hizo (Ser330, 3).

– Nos has hecho, Señor, para Ti; y nuestro corazón está inquieto, hasta quedescanse en Ti (Con 1, 1, 1).

– Quizás, porque condesciendes con todas las exigencias de la carne, nomantienes lucha alguna (Ser 30, 4).

– Dios no manda cosas imposibles. Al mandar, te amonesta que hagas loque puedas y que pidas lo que no puedes (NGr 43, 50).

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– Observe cada uno su corazón y examínese sin adulación ni fáciles com-placencias. La mayor tontería es tratar de halagarse y engañarse uno a símismo (Ena 85, 7-8).

– Haz de tu corazón una audiencia y constitúyete juez de ti mismo. Que tumemoria sea el fiscal; tu conciencia, el testigo, y el temor de Dios, la san-ción. Confiesa allí tus faltas con toda honestidad y, tras declararte culpa-ble, cumple la sentencia con lágrimas de dolor y penitencia (Ser 351, 7).

– El hombre puede librarse de todo, menos de su conciencia (Ena 30, 2, 18).

– El corazón humano es un campo de batalla. En él uno solo lucha contrauna turbamulta de enemigos. Tienta la avaricia, tienta la lujuria, tienta lagula, tienta la misma alegría del mundo; todas las cosas tientan. Difícilque no hiera alguna. ¿Dónde habrá, pues, seguridad en esta vida? Única-mente en la esperanza de las promesas divinas (Ena 99, 11).

– Lucha por la libertad, mas procura no ser vencido y caer de nuevo en laservidumbre. El combate es áspero y penoso; pero también será igual-mente grande la alegría del triunfo (Ser 152,3).

– Dios consuela en la prosperidad y amonesta en la adversidad (Car 210, 1).

– El que presume de sus propias fuerzas es derrotado antes del combate(Ser 174, 2).

– La paciencia de Dios invita a los malos a penitencia, y las pruebas de Diosconducen a los buenos a la paciencia. La misericordia de Dios ama yfavorece a los buenos, y corrige a los malos con severidad (CDi 1, 8, 1).

– Todas las cosas que nos suceden en esta vida son avisos y estímulos paranuestra corrección (Ser 22, 3).

– La lucha es llevadera, si la acometes con decisión; es áspera, si la rehúsascon miedo (Ser 143, 4).

– Tenga hambre y sed mi peregrinación, para quedar satisfecho cuando lle-gue el momento de estar junto a la fuente (Ser 158, 7).

– Bendigamos a Dios, que mezcla las amarguras con la dulzura de la vidatemporal; no sea que cegados con placeres temporales olvidemos las deli-cias perdurables (Ena 138, 15).

– Tú dices: vivimos tiempos difíciles de opresión y preocupantes. Vivecorrectamente y cambiarás los tiempos. Los tiempos nunca hicieron mal anadie (Ser 311, 8).

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– Cada edad, desde la infancia hasta la vejez, tiene en cada persona huma-na su propia hermosura (OTC 83, q. 44).

– Somos caminantes, siempre en movimiento, y debemos ir hacia delante…Continúa el camino, continúa hacia delante, busca la meta. No te pares amedio camino, no vuelvas atrás ni te desvíes (Ser 169, 18).

– Imita a la pequeña hormiga; sé una hormiga de Dios. Escucha la palabrade Dios y escóndela en tu corazón. Recoge mucho alimento durante losdías alegres de tus veranos espirituales. Serás capaz de soportar los díasdifíciles de la tentación durante los inviernos de tu alma (Ser 38, 6).

1.3. Búsqueda

La inquietud origina preguntas, despierta y dinamiza búsquedas y res-puestas. La busca supone ver, mirar y valorar. Pero lo discernido sólosatisface cuando provoca la opción mantenida con actitud contemplati-va. Y quizá deba sugerirse que la estética, la ética y la contemplaciónse vertebran y conjugan. Toda búsqueda arranca del conocer, asciendeal entender y se sumerge en los ámbitos del pensar. Ver los fenómenosa nivel de sensibilidad, circunscritos al espacio y al tiempo, es infor-mación tan necesaria como superficial. Incluso entender cuanto acae-ce y establecer relaciones categoriales a fuer de hipótesis, leyes o axio-mas más o menos congruentes, tampoco plenifica; pues no pasan de loanecdótico, de la información apenas contrastada o de la científica.Sólo la búsqueda y la pesquisa que introduce en los ámbitos de larazón y del pensar; solamente la aproximación a la entraña de lascosas, a los últimos porqués de los entramados satisface a la personahumana. Y es así como surgen las cuestiones en torno a Dios, al mun-do y a nosotros mismos marcando aspiraciones, ideales, horizontestrascendidos y trascendentales. Son enunciaciones y preguntas queaproximan al epicentro del ser, de Dios y de cuanto nos rodea.

Y surgen de manera inaplazable cuando se aplica el oído a la cajade la interioridad y se escuchan las resonancias en los contextos en losque, inevitablemente, libramos nuestros soliloquios, inquietudes ybúsquedas. Cierto es que nuestros entornos invitan poco al recogimien-to; que el soliloquio resulta dificultoso y que las búsquedas suelen des-plazarse a lo tangencial y retórico. Pero cabe preguntarse si es posiblevivir sin reflexión profunda, navegar sin un epicentro bien fundado y

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brujulear por las autopistas de la información sin criterios discernidos,sin bagajes conquistados con serenidad sapiencial. Alguien ha dichoque la humanidad subsistirá, si se potencia la actitud contemplativa enun mundo robotizado.

En nuestros días cunde la apatía, la indiferencia o la autosuficien-cia. Entre nieblas vaporosas y sentimientos indefinidos proliferanescépticos, agnósticos y posmodernos. La cita con Dios se aplaza y serecibe con insensibilidad e indiferencia. Las nostalgias se amortiguancon la arrogante venia del respeto. Se mitifican las sospechas en nom-bre del progreso, de la ciencia y del propio poder voluntarioso. Losvalores sacrosantos del pasado se reducen a patologías que alienan,que infantilizan, que roban señorío a las personas manteniéndolas enla tropa de anticuarios.

Pero entre tantas huelgas y ayunos de Dios, el hambre de lo divinoaumenta y las personas no desisten de buscar en Dios la fuente ymanantial que sacie su sed de una vez por todas. Resurgen dinámicasy rumores de ángeles. Hay latidos que reaniman e intentan recobrar ala mente y al corazón en medio de las multivocidades y tensiones de lavida. Y hay quienes aplican el oído interior donde susurran sugeren-cias oportunas y discernimientos ponderados, y conquistan iluminacio-nes y respuestas renovadas.

Surge una metafísica y una teología donde la manifestación delespíritu y la voz del Verbo o de la Palabra divina resuena, se escuchaen el fondo de la conciencia e incita a contemplar los valores del ser,del tener y del amor en su justa medida, orientación y sentido trascen-dido. La interioridad trascendida agustiniana, con Dios siempre a lavista, orienta el método y la meta de las búsquedas constantes parareencontrarnos con nosotros mismos en Dios, y a los otros, a la cultura,al ambiente y a la naturaleza creada por su Creador.

Habla San Agustín

– Queremos ser felices. Y consista la felicidad ya en el hallazgo de la ver-dad, ya en la diligente investigación de la misma, es necesario dejar a unlado todas las demás cosas y dedicarnos a buscarla si pretendemos serdichosos (CA 1, 9, 25).

– La verdad inconmutable no podrás decir que es propia y exclusivamentetuya, o mía, o de cualquier otro. La verdad es una luz, privada y pública

al mismo tiempo. Se ofrece y está al alcance de quienes la buscan (LAi 2,12, 33).

– Hay que buscar la verdad con empeño para que su encuentro produzcamayor satisfacción. Y hay que disfrutarla sin hastío para seguir buscandocon afán siempre nuevo (Tri 15, 2, 2).

– Conforme progresa la persona interior, de tal modo se transforma, serenueva y mejora que toda ella vuelve a su integridad (VR 41, 77).

– No es lo mismo tener ojos que mirar, ni mirar que ver. El alma necesita trescosas: tener ojos, mirar, ver. No es lo mismo oír que escuchar, ni escucharque entender (Sol 1, 6, 12).

– Ama, busca, consigue, abraza y guarda no tal o cual escuela de sabidu-ría, sino la sabiduría sin aditivos, por sí misma y en sí misma (Con 3, 4, 8).

– En la búsqueda de la verdad, el primer paso es la humildad. El segundo,la humildad. El tercero, la humildad. Y el último, la humildad. Y cuantasveces me preguntes, otras tantas te diré lo mismo (Car 118, 3, 22).

– Apetecemos las cumbres. Para ser grandes aceptemos lo pequeño. Obser-vad el árbol: crece hacia abajo para crecer luego hacia arriba. Primeroclava su raíz en la humildad de la tierra, para lanzar luego al cielo supicota (Ser 117, 17).

– Si quieres ser grande, comienza por ser humilde… Cuanto más alto seplanifica un edificio, tanto más profundos han de ser los cimientos. Antesde subir los edificios los cimientos bajan; de forma que la grandeza sehace pequeña, y la pequeñez grande (Ser 69, 2).

– No tratemos de parar en el camino, o de volvernos atrás, o de desviarnos dela ruta. El que se para, no avanza. El que añora el pasado, vuelve la espal-da a la meta. El que se desvía, pierde la esperanza de llegar. Es mejor uncojo en el camino, que un buen corredor fuera de él (Ser 169, 18).

– No hagamos como la serpiente obstinada que se tapa los oídos con lacola. Que nada del pasado nos impida escuchar el presente, ni las cosaspresentes nos impidan pensar las futuras. Movámonos con decisión haciael porvenir (Ena 66, 10).

– No seas indolente para escudriñar el ser de Dios, buscándole ya en suEscritura, ya en la criatura (Tri, 2, 1).

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– Da vueltas por los cielos hasta llegar a la tierra; nada dejes de observar,por todas partes las cosas te gritan y aclaman al Creador (Ena 26, 2, 12).

– El amor del alma estudiosa y la mente ansiosa de saber lo que ignora noama la cosa ignorada, sino la conocida. En razón de lo que ya conoce, elalma tiene curiosidad y deseo de seguir conociendo (Tri 10, 1, 3).

– Estabas, Señor, delante de mí; pero yo había huido de mí mismo, y no meencontraba: ¡cuánto menos a Ti! (Con 5, 2, 2).

– Es muy difícil a la persona atrapada por los negocios de las cosas que setome a sí misma en serio (Or 2, 11, 30).

– Debemos buscar a Dios y orar en esa cámara secreta del alma que se lla-ma el hombre interior (Ma 1, 1, 2).

– Dios satisface al que le busca en la medida de su capacidad; y da al quele encuentra más capacidad para que tenga que seguir buscándole (TESJ63, 1).

– Las gentes viajan para admirar las crestas de los montes, el oleaje proce-loso de los mares, el fácil y copioso curso de los ríos, las revoluciones y losgiros de los astros. Y, sin embargo, pasan de largo delante de sí mismos.No hacen turismo interior (Con 10, 8, 15).

– Es preferible el deseo de conocer la verdad que la necia presunción delque toma lo desconocido como cosa sabida. Busca, como buscan los quehan de encontrar. Encuentra, como encuentran los que han de seguir bus-cando. Cuando se cree haber llegado, entonces se empieza (Tri 9, 1, 1).

2. CONVERSIÓN

La segunda dimensión de la biografía agustiniana es ascética y de con-versión. Una dinámica que reconduce el rumbo por donde la interioridadpresiente y que emplaza en el diálogo amistoso oracional. Es tarea ytransformación en camino. Una hoja de ruta que lleva siempre hacia tie-rra extranjera: Sal de tu tierra y de tu familia (Gén 12,24); sal de tu situa-ción e ideologías, sal de tus espiritualidades y proyéctate hacia donde temostraré. Y no mañana, sino ahora. La conversión es más asunción queascensión; más don e invitación que esfuerzo propio, y más proceso sintérmino que cambio definitivo. La conversión exige renacer de nuevo,como Jesús dijo a Nicodemo; liberarse de cuanto se tiene, a ejemplo delos discípulos de Jesús; bajar de árboles e ídolos, como lo realizó

Zaqueo; descabalgarse de fundamentalismos, como lo hizo Pablo, yaceptar nuevos proyectos existenciales, como lo efectuó Agustín.

La conversión es pasar del egoísmo al amor, es buscar el tesoroescondido (Mt 13,44), y optar por el camino verdadero para que la vidaresulte un éxito. Sin dar vuelco a la vida, y sin decidirse a nacer a unavida enteramente nueva, no hay conversión posible. El pan y el vino ose trasustancializan, trashistorizan y trasfinalizan, o el milagro y sím-bolo eucarístico carecen de realidad evocadora relevante. Los regateosde Zaqueo –daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres– es un ini-cio de la conversión, pero resulta insuficiente. No valen las componen-das salomónicas: la mitad para ti, y la otra mitad para mí; una vela aDios y otra al diablo. La conversión a medias y cicatera, dar la mitadde la vida ni satisface ni plenifica. La excelencia de la virtud cristianadifiere del término medio aristotélico. La ascética evangélica no recalaa mitad de camino –Sed perfectos como el Padre celestial–; igual queuna ética de mínimos, tanto la secular como la secularista, resulta ali-corta e insatisfactoria si no proyecta hacia la ética de máximos.

Entre amores dispersos, sin norte ni sentido de la vida, hay cansan-cio vital, hastío, desamparo y soledad profunda. Dubitativos y atormen-tados como Hamlet; ávidos de placeres, encadenados y desesperanza-dos como Fausto, y aventureros esteparios como Don Quijote a lo quesalga y hacia ninguna parte, renacen con nueva actualidad. Los desva-ríos, el positivismo y la ausencia de cordialidad convierten casi en cur-silería revindicar fe, esperanza y sensatez. Pero el Dios al que se mata,se niega, ignora o menosprecia continúa citando al ser humano eirrumpe en su vida para llenarle de sentido. Una cita y un encuentrocuya iniciativa parte siempre del Dios Padre que invita, espera y sugie-re, arrastrando y conmoviendo con ternura y con misericordia paciente.

Restaurar y ennoblecer la vida, humanizar los sentimientos y res-catar la ética, la estética y la moral suena a música de ángeles pinta-dos. No obstante, conviene volver, sin ironías ni gestos despectivos, aromper la noche oscura y remontar el vuelo sin otra luz ni guía que laque en el corazón ardía. Dios llama desde los hechos cotidianos, des-de el éxito o en el dolor. Y cita a un cambio de mente y corazónmediante el ejercicio de la introspección y la tarea mantenida queexplora el mundo de los amores y opta por el centro de los interesessustantivos. Un proceso permanente a abandonar los ídolos creados yvolver al Creador manteniendo con una insobornable pasión por la

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verdad y la fidelidad a Dios. Una conversión gradual que cambie laconducta, purifique actitudes y retorne de los bienes, verdades yamores al Bien, a la Verdad y al Amor. Retorno al interior del corazóncon el propósito radical de remontarse hasta las cimas del amor pri-mero; superación de tempestades sensoriales, de dudas y engrei-mientos fantasiosos para aceptar la fe que enciende ansias de Dios.Una conversión experimentada en las circunstancias del ambiente,como lo describe la búsqueda intelectual y el retorno cordial de laodisea espiritual agustiniana. Una conversión vivida en diálogo amis-toso en oración con Dios mismo: Aclárame, Señor, si es primero invo-carte o alabarte. Qué es antes: conocerte o invocarte. Mas ¿quiénpodrá invocarte si no te conoce? Porque no conociéndote fácilmentepodrá invocar una cosa en vez de otra (Con 1,1,1).

Ninguna conversión es un grito en el vacío, ni perdura si le falta dis-cernimiento caluroso y decidido. La conversión es teórico-práctica,cambio de ideas y obrar en consecuencia. La persona agustinianalucha entre dos abismos: el de su pecado y el del amor de Dios. Elalma, desasosegada, siente que Dios está a la vista y lo busca insisten-temente. Dios sobrepasa; pero en Jesús cada uno lo halla a su medida.A Dios se le busca con el corazón y el alma le acepta en la conversióny el sentimiento. La lírica de la conversión vibra en la entraña personaly se hace reclamo y canto mediante el diálogo, la amistad y la oración.Sin ecuanimidad, serenidad y afecto es imposible el diálogo; sin empa-tía y transparencia no nace ni se consolida la amistad; y la oración esmás sugerencia y clamor que discurso, más vibración y anhelo delcorazón que rezo puntual y pedigüeño. En el diálogo amistoso y orantecon Dios encuentra la persona humana la fuente de la felicidad, elimpulso para la acción y la esperanza de lo eterno.

En la biografía agustiniana, la ética civil de la ciudad de los hombresse ilumina con la moral sugerida y aceptada por los constructores de laCiudad de Dios. Los discípulos de Jesús captaron bien la utopía de laconversión al dejarlo todo, como estrategia de un seguimiento coherente.Convertirse en verdad supone optar por Dios y amarlo más que a lasredes y a las barcas. Convertirse supone bajar de muchos árboles y caba-llos en los que se cabalga a lomos del orgullo, o en los que se enreda lacuriosidad. Convertirse supone renacer a una vida enteramente nueva,dejar que el Espíritu se cierna sobre el caos personal, para que, al soplode su Palabra, surjan actitudes y comportamientos inspirados que infla-

men la voluntad. Convertirse supone acoger el mensaje de Jesús y obrarconforme a sus indicaciones para hacer posible que el agua se conviertaen vino como aconteció en las bodas de Caná. Convertirse supone humil-dad frente a autosuficiencia, dejarse ayudar y prestar colaboración, orarqué hacer y dejarse orar para saber cómo proceder.

En la biografía agustiniana subyace la tríada onto-teo-lógica (ser,Dios y pensamiento) que articula mente y corazón generando paz armo-nizada en el amor bien ordenado. Y no en solitario, sino en solidaridad.No mañaneado, sino con puntualidad decidida. No por los ámbitos yrecintos solisípticos e individualistas, sino por los paisajes de los diá-logos, de la amistad y de la oración compartida. Y no con cálculosmediocres ni especulaciones dubitantes, sino con la generosidad entre-gada y sin reservas al amor en el Amor.

A modo de refranero

– Por si mañana no puedes * hoy de vida cambiar debes (Ser 82, 12).

– ¡No te olvides, Señor, * del que de Ti se olvidó! (Con 13, 1,1).

– Sea como fuere la muerte * de haber nacido es la suerte (Ser 77, 14).

– Dame, Señor, lo que pides * y pídeme lo que quieras (Con 10, 29).

– Tu Dios, contigo, no es más –mas tú, sin Él, eres menos * Te rehaces, si teacercas, –te deshaces, si vas lejos (TESJ 11, 5).

2.1. Diálogo

La biografía de toda persona humana es dialógica. Quien se mantieneirrelato se suicida. La alteridad es consustancial al ser humano. El jue-go del tú, del yo y el nosotros, tanto biológica, psíquica como sociológi-camente se desenvuelve en el mapa horizontal del diálogo. Pero el diá-logo no es mera charla distendida, ni monólogo entrecortado ni cofron-tación dialéctica. El diálogo es conversación, ejercicio de oír y escu-char, de dar y recibir, de transparencia y autenticidad, de sinceridadmenesterosa y de generosidad compartida. El diálogo es intercambiovital en la humildad y en la pobreza. El primer diálogo fracasó porsoberbia, y quien en el diálogo se cree superior, en poco se enriquece ydelata autosuficiencia repelente.

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Si el Génesis describe la autosuficiencia como causa de cuantosmales padece la humanidad, restaurar diálogos será legítimo recursopara rescatar la dignidad primera. Un diálogo horizontal y vertical. Undiálogo distendido entre lo que es y lo que se anhela, entre los recla-mos de la carne y del espíritu. Un diálogo en movimiento pendularentre el Creador y la persona humana, su imagen malograda por causadel pecado, y que busca restaurar sus mitades antagónicas para herma-narlas a imagen del Creador. Pero las personas humanas no son islas.Tampoco mero producto de la colectividad. La persona peregrina debecuestionarse en soledad solidaria. Está llamada a vivir y convivir. Cre-ce cuando conjuga y armoniza lo comunitario con lo personal. Se agos-ta cuando no funciona a manera de vasos comunicantes. No la sober-bia, sino la humildad; no la autosuficiencia, sino la indigencia y elcompartir riquezas materiales y espirituales es lo que engrandece yregenera a los humanos. La comunicación de bienes, el intercambio dehallazgos y el apasionado entusiasmo por buscar la verdad, contem-plarla, aceptarla y difundirla es tarea individual y compartida que enri-quece sin perjudicar a nadie.

La verdad une. El egoísmo separa y divide. La soberbia sobreestimacuanto se posee, se dice y propone. La autosuficiencia descalifica ymenosprecia las opiniones de los demás. Secuestra y tergiversa la ver-dad. Jesús se negó a salvar a los demás contra su voluntad. Renunció autilizar la fuerza para obligar a aceptar a Dios. Aprender a escuchar alotro sin obligarle a pensar del mismo modo, respetar y compartir lasdiferencias; permitir que los demás nos cambien y tratar que ellosmejoren a la vez que rectificamos. Dialogar dispone a transformarse.

En el diálogo agustiniano la comunicación no es piramidal, sino enesfera. Todos dan y reciben, enseñan y aprenden. Las ideas no se asu-men desde la verticalidad; se intercambian visiones y expresionesreconfortantes en clima familiar. Buscar la verdad y compartirla, comopatrimonio de todos sin monopoliozarla nadie, quizá sea el rasgo másgenuino y singular del carisma agustiniano. Amar y convivir en unidadde corazones hacia Dios, acaso sea la versión que mejor resume labibliografía y autobiografía de San Agustín.

Habla San Agustín

– Si eres un cabezota, ten cuidado; puedes acabar en el precipicio. Unacabeza hinchada desequilibra todo el cuerpo (Ser 266, 8).

– La verdad no es mía ni tuya, sino patrimonio de todos (Ena 75, 17).

– La verdad no es mía, ni del otro, ni del de más allá; sino de todos nosotrosa quienes llamas públicamente a participar de ella, amonestándonos a nopretender aprisionarla en exclusividad para no vernos privados de ella(Con 12, 25, 34).

– Una es la verdad que ilustra a las almas santas; pero como son muchas lasalmas, puede decirse que en ellas hay muchas verdades, como de unamisma cara aparecen muchas imágenes en los espejos (TESJ 120, 3).

– La verdad no es mía ni tuya, para que pueda ser tuya y mía (Ena 103, 2, 11).

– Poned más empeño en ir de acuerdo que en reprocharos los unos a losotros. Porque, como el vinagre corroe el vaso si dura en él, así la cóleracorroe el corazón si dura hasta el día siguiente (Car 210, 2).

– Si estoy en el cuerpo de Cristo, en la Iglesia hablo todas las lenguas yestoy en las lenguas de todos; mi idioma es el griego, el sirio, el hebreo, elde todas las naciones, porque estoy en unión con todas las naciones (Ena147, 19).

– El amor cohesiona; la cohesión produce la unidad, la unidad mantiene elamor y el amor conduce a la transparencia (Ena 30, 2, 1).

– Un coro lo forman unos cantores en armonía. Si la voz de cada uno deellos no se fusiona con las de los otros, todo el coro se hace ofensivo parala audiencia y el concierto se malogra (Ena 149, 7).

– La verdad es común para todos. Y quizá se halla en medio para que, entorno suyo, estén todos los que la aman. Lo que es común se halla enmedio; es decir, dista igualmente de todos y de todos está igualmente cer-ca (Ena 75, 17).

– Si preguntas qué es lo que agrada a los sentidos, comprobarás que lo queproduce placer es la armonía, mientras que lo inarmónico produce dolor.Y si quieres reconocer cuál es la verdadera armonía, no huyas fuera; por-que en tu interior reside la verdad. Incluso si te encuentras mudable, tras-ciéndete; mas no olvides que al salir de ti traspasas los lindes racionales.Dirígete, pues, adonde se enciende la misma luz de la razón. Así lograrásel centro al que tienden los pensadores y también la armonía que superaa toda dialéctica racional. Mírala como la armonía superior posible y viveen conformidad con ella (VR 39, 72).

– Da de lo que tienes, para que merezcas recibir lo que no tienes (Ena 38, 5).

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– Si se buscan la sabiduría y la verdad como se debe, no se retiran ni seesconden a sus amantes (CIg 1, 17, 31).

– Por amor se pide, por amor se busca, por amor se llama, por amor se des-cubre y por amor, en fin, se permanece en aquello que se ha descubierto(CIg 1, 17, 31).

– Sólo conquista la verdad. La victoria de la verdad es el amor (Ser 358, 1).

– Cuidado con la palabrería. No hay símbolo más expresivo de la vaciedadque el continuo canto de las ranas (Ena 77, 27).

– Si levantas la voz, haya amor interiormente. Si exhortas, si acaricias, sicorriges, si te muestras duro: ama y haz lo que quieras (Ser 163B, 3).

– Algunos estudian las leyes no para ser justos, sino para ser doctos; sabencómo se debe vivir, pero no tienen ánimo de vivir bien (Ena 118, 1, 2).

– Toda persona es prójimo –próxima– de la persona. Y no debe pensarse endiferencias marginales, donde la naturaleza es común… Para amar alprójimo como a sí mismo se debe primeramente, amando a Dios, amarsea sí mismo (Ena 118, 8, 2).

– Unámonos a nuestros oyentes con amor de hermano, con amor de padre, yhasta con amor de madre. En espíritu solidario se enseña y se aprende, sefomenta la amistad con amor y las cosas viejas resultan nuevas (DCR 12, 17).

2.2. Amistad

El diálogo contrasta verdades y errores, y conjuga luces y sombras enel discernimiento distendido de la amistad. Se ignora cómo nace laamistad, pero se sabe que crece en el concierto del compartir. Tieneetapas, pero es auténtica y de buena ley si no abandona en las dificul-tades ni condesciende con la frivolidad. La amistad es semilla, caminoy abrazo. Requiere cuidados y atenciones para que crezca y fructifique.La amistad transforma la coexistencia en convivencia, el silencio ensinfonía discursiva y el diálogo en comunicación concorde. La amistadcincela y aquilata generosidades y amores, es solidaria, fiel y leal.

Sentenciaron los antiguos: la amistad es el don más preciado de losdioses. Leemos en la Biblia: quien encuentra un amigo, encuentra untesoro (Eclo. 6,14). Alguien escribió de manera casi insuperable: laamistad es el vino de la vida. Tener en la vida fortuna y distinciones

sociales sin amigos es como una fiesta con música en solitario. DijoDios: No es bueno que el ser humano esté solo (Gén. 2,18). Y pensar quelos amigos se compran y se coleccionan, es confundir el oro con labisutería y la baratija mercantil.

Cuando falta a la persona la amistad, el pentagrama de la vida seemborrona, el danzar en los quehaceres se torna insulso, y aun enmedio de la popularidad tumultuosa golpea la soledad. En la amistadlas personas cobran rostro y nombre. Es en la amistad en donde cadacual adquiere colorido: porque la persona amiga más que aceptar alotro como es lo ama por lo que es con todas sus virtudes y defectos,logros y potencialidades.

En la biografía agustiniana la amistad proporciona aire, tono ymúsica a la vida.

El verdadero amigo acoge y reconforta, sí; pero el amigo no engaña,ni aprisiona, ni edulcora en exceso. El verdadero amigo no silencia losdefectos, aunque acierta a estar próximo en los éxitos, y logra, aún enlos fracasos, estimular con la palabra y el gesto oportunos para ayudara mantenerse en actitud de superación constante. La amistad es dulcevínculo que une simpatías y afectos en cuanto a la voluntad y la acciónsobre las cosas divinas y humanas. Facilita conocimiento de Dios y delalma en amistosa concordia: Nadie tiene amor más grande que el queda la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos. No os he llamadoya siervos, pues el siervo no sabe lo que hace el amo. A vosotros os he lla-mado amigos, porque os comuniqué todas las cosas que escuché a miPadre (Jn 15, 12-15).

Habla San Agustín

– La amistad armoniza opiniones en las cosas humanas y divinas con bene-volencia y amor (Car 258, 1).

– La verdadera amistad no nace de las ventajas calculadas, sino en el amorenteramente desinteresado. Nadie es amigo de una persona si no es pri-mero de la misma verdad; y si tal amistad no es gratuita, no existe enmodo alguno (Car 155, 1, 2).

– No todo el que perdona es amigo, ni todo el que atormenta es enemigo.Preferibles son las heridas del amigo que los besos del enemigo. Mejor esamar con severidad que engañar con suavidad (Car 93, 4).

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– Dime quiénes son tus amigos y te diré quién eres. El semejante se adhiereal semejante y se aparta de su disimilitud (Ser 15, 2).

– Ámese al amigo por sí mismo y gratuitamente, no por otros motivos (Ser385, 4).

– En tanto eres amigo de tus amigos, en cuanto eres enemigo de sus defec-tos (Car 151, 12).

– Dulce es la amistad entre las personas cuando las une el lazo del amor,porque conjuga muchos afectos (Con 2, 5, 10).

– Muchos presumieron de amigos más poderosos que ellos. Cuando caye-ron aquellos de quienes presumieron, arrastraron consigo a los que con-fiaron en ellos (Ena 131, 25).

– Feliz el que te ama a ti, Señor; y ama al amigo en ti, y al mismo enemigopor ti (Con 2, 9, 14).

– Tanto mayor debe ser mi libertad cuanto lo es mi amistad; porque tantomás amigo seré cuanto más fiel (Car 155, 11).

– Son más útiles los enemigos que nos increpan que los amigos que temenentristecernos (Car 73, 4).

– Quien debiendo por oficio corregir no lo hace, es culpable no del pecadoajeno, sino del suyo propio. La negligencia en asunto tan importante esuna falta grave (CPa 3, 1, 2).

– Entre los bienes que son apetecibles por sí mismos están el bienestar y laamistad (Car 130,14).

– Amas al amigo en la medida en que odias lo que le perjudica (Ser 49, 6).

– En toda clase de vida, lugar y tiempo se tengan amigos o se procure tener-los (Ord 2, 8, 25).

– La amistad es el afecto que se tiene a la persona que se ama por sus bue-nas calidades, y de la que se recibe también correspondencia (DTC 39).

– Quien colecciona amistades circunstanciales pierde las perdurables (Con4, 9, 14).

– Mucho ayudan los buenos amigos para lo bueno; y los malos, para lomalo (Ser 87, 12).

– Al que llamé amigo mío mientras fue rico y dejé de hacerlo cuando seempobreció; no fui amigo de él, sino del oro (Ser 49, 1).

– Una comunidad es un grupo de amigos unidos por la armonía y la comu-nión de las cosas que buscan y mana en santa compañía (TESJ 32, 7).

2.3. Oración

Diálogo con Dios en amistad es la oración. Si la tragedia de la humani-dad comenzó rechazando el encuentro, el diálogo y la amistad conDios, toda la historia de la salvación, es una misiva reiterada para rea-nudar el diálogo interrumpido. El resto fiel a Yahvé adquiere rostro yencarnación al aceptar María el diálogo con Dios y cuando lo actualizade manera inquebrantable Jesús de Nazaret.

Se habla de ratos de oración. La oración que no hilvana toda la vidatiene bastante de charlatanería y mercadeo. Optar por Dios resultaincómodo. Decir sí a Dios en momentos de emoción, cuesta poco. Per-severar con todas las consecuencias expone a lo imprevisible, disponepara la resurrección que está precedida de la muerte, y aún muerte decruz: porque si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no producefruto (Jn 12, 24).

La oración como la conversión es tarea y proceso serio y nada fácilque, como aconteció a Jesús, puede producir sudor de sangre. No hayoración, diálogo, encuentro auténtico con Dios si no se produce unaconversión, una transformación interior y exterior, una purificación deactitudes y comportamientos. Resulta imposible que una persona seencuentre con Dios sin quedar transfigurada, aunque ella lo ignore. Albajar Moisés del Sinaí no sabía que su piel era radiante por haberlehablado Dios; pero Aarón y los hijos de Israel captaron cómo irradiabasu cara. Cuando Jesús dialogó con Dios en el Tabor, su rostro brillócomo el sol y sus vestidos se volvieron blancos y todo él se transfiguró.Desde entonces todos los contemplativos han subido a tabores parasumergirse en la luz de la oración e intentar transfigurarse. Pero la ora-ción proyecta hacia la vida. Ni Moisés quedó en el Sinaí, ni Jesús en elTabor tras el coloquio con el Padre. La transfiguración que se logra enla oración no es para el reposo ni para plantar tienda. Hay que ofrecer-la a quien espera para comprobar lo sucedido, para compulsar la con-versión, para verificar la oración.

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La oración no es traer a Dios al terreno propio, sino decidirse aentrar en su órbita, asumir sus proyectos, ponerse confiadamente ensus manos. Quien ora a Dios, más que decir cuento contigo, Señor;dice: Señor, que puedas contar conmigo. La única oración que no seescucha siempre no es la de la persona humana a Dios, sino la queDios hace a la persona. Y mientras no haya una disponibilidad resuel-ta para escuchar, buscar y aceptar la voluntad de Dios la oración nocomienza. La oración es un diálogo existencial. Un diálogo en el queDios lleva la iniciativa y en donde la convocación precede a la invoca-ción. Un diálogo y una oración en los que más que hablar a Dios,expresándole deseos y pedirle cosas, se recibe lo que Él ofrece.

Ante los avances y descubrimientos, mirar con asombro renovado labelleza de la naturaleza y de la vida. En la vorágine de los ruidos ysuperficialidades, conquistar espacios de recogimiento y de silenciosfecundos. Entre la desgana y sinsentido, frente a la eficacia técnico-científica y ante las convulsiones y tantas autosuficiencias, urge yresulta necesario clamar: Señor, enséñanos a orar. Orar la vida y dejar-se orar, sensibiliza e ilumina. La oración conforma y transforma la vidaen una oración. Si decae la oración, pierde fuerza la vida, no logra ple-nitud, y cuanto se emprende y rodea se torna trepidante convulsión.

Desde la biografía agustiniana la amistad tiene poco que ver con lainútil o demagógica complacencia, y mucho con la actitud orante. Unaactitud que incida en el proceso de conversión por el diálogo amistosoen oración. Para el orante toda su vida es una oración, y la oración es suvida. Vivir la vida en la órbita de Dios, es descubrir su huella en todala creación y su presencia en el que pasa al lado. Dios sugiere y propo-ne sin imponerse ni anular. Su voz resuena en la intimidad. El Espíritugime en el corazón con suspiros inenarrables y fortalece para optar porlos caminos del mensaje de Jesús el Cristo. La oración es el sí en Jesu-cristo. Es la expresión de la vida por la fe. Orad sin desfallecer, apre-miaba el Cristo. Orad sin cesar, insistió el Apóstol. El orante oye yescucha a Dios. Llama al Padre, pide que le perdone las ofensas come-tidas y muestra disposición sincera de perdonar. El orante se deja orarpor Dios que interpela de muchas formas y de diversas maneras, y siem-pre sensibiliza y proyecta la aspiración hacia Dios de por vida. El oran-te acepta lo que Dios le pide y lo efectúa con fidelidad, con esperanzay resolución decidida con amor, por amor y en el amor. El que vive la

vida en onda de oración fomenta actitudes receptivas, de escucha y desolidaridad.

Habla San Agustín

– La oración es una conversación con Dios. Cuando lees la Biblia, te hablaDios; cuando oras, hablas tú con Dios (Ena 85, 7).

– Orar es amar en la alabanza, y alabar en el amor (Ena 147, 3).

– Ora bien, quien vive bien (Ord 2, 19, 51).

– Hay una oración interior que no cesa nunca: es el deseo. No interrumpastu deseo y no interrumpirás tu oración. Mantén vivo tu deseo. Tu deseomantenido es tu oración continua. Sólo calla quien deja de amar. El fríodel amor es el silencio del corazón, y el fuego del amor, el clamor delcorazón. Si tu amor está siempre encendido, siempre clamas. Si clamassiempre, siempre deseas. Y si deseas siempre, siempre oras (Ena 37, 14).

– Vive de manera que tu vida sea una oración. Canta a Dios con la boca,salmodia con las obras. No te contentes con recitar salmos e himnos. Ponen tus manos el salterio de las buenas obras (Ena 91, 3).

– Vive bien, quien ora bien (Ena 85, 7).

– Para arruinar la salud, te sobra tu esfuerzo. Para recuperarla, necesitas laayuda del médico (Ser 156, 2).

– Dios quiere dar, pero sólo da al que pide y quiere recibir. Quien no pide,tampoco quiere recibir (Ena 102, 10).

– ¡Oh amor, que siempre ardes y nunca te extingues! ¡Caridad, Dios mío,enciéndeme! Mandas la continencia, ¿no? Pues da lo que mandas y man-da lo que quieras (Con 10, 29, 40).

– Dos cosas hay que evitar en la oración: pedir lo que no debemos y pedira quien no debemos (Ser 56, 2).

– Clama a Dios en tu corazón. Allí te oye. Y, si pecas donde sus ojos temiran, clama donde sus oídos te escuchan (Ser 161, 7).

– Cuando pides a Dios dinero, posición social o ventajas materiales, noinvocas a Dios para que purifique tus deseos, sino para hacerle comparsatus ambiciones (Ena 85, 8).

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– Si en la oración pides la muerte de los malos, te conviertes en malo pordesear un homicidio… Quien dice a Dios: “Mata al malo”; Él podrá res-ponder: ¿a cuál de los dos?” (Ser 90, 9).

– Alabad al Señor como un coro a una sola voz. Armonizad vuestras vocescon el amor fraterno. Si falta el amor a las voces, no habrá música, sinoruido (Ena 149, 7).

– Lo que digas en la oración, dilo de corazón. La oración tiene siempre efec-to cuando se hace con afecto (Ser 56, 5).

– Una oración sin fe es una fórmula vacía. Es pérdida de tiempo pedir algo enlo que no se cree. La fe es el manantial; la oración el arroyuelo. ¿Cómocorrerá el arroyo si está seca la fuente? Cuanto más mana la fuente, máscorre el arroyo; más firme está la fe (Ser 115, 1).

– Los vanos pensamientos impiden con frecuencia la oración, pues apenaspermiten elevar el corazón a Dios (Ena 85, 7).

– Tras escuchar la Palabra de Dios, déjala anidar en tu alma. No la obliguesa escapar de ti. No te contentes con tenerla contigo. Ayúdala a crecer y adar fruto en ti (Ser 343, 1).

– No dejes de vivir bien, y alabarás siempre al Señor. Dejas de alabar aDios cuando te apartas de su justicia y de lo que a Él le agrada. Si no teapartas de la rectitud, aunque calle la lengua grita tu vida; y el oído deDios está atento a tu corazón (Ena 148, 2).

– El Señor, al enseñarnos a orar, redujo mucho las palabras para que nocreyésemos que con las muchas palabras íbamos a informarle a Él. Cuan-do ores, lo que necesitas es fervor, no demasiados discursos (Ser 56, 4).

3. TRASCENDENCIA

La tercera dimensión agustiniana es la trascendencia y origina y dina-miza el compromiso con amor evangelizador. De las interiorizacionesantropológicas y las conversiones ascéticas deviene, en la biografíaagustiniana, la estética trascendental-contemplativa.

La persona agustiniana intuye la meta en el punto partida. Perosiendo teleológica es también eudemonista. Sus pasos transitan pordonde la luz de la razón se enciende y por donde el amor atrae y sedifunde. Vive de remembranzas, e intenta caminar y superar desáni-

mos. El mal ontológico no existe, y el físico es consecuencia del moralcausado por la voluntad desorientada. La paz es el fin supremo al quetiende todo el cosmos, y también la persona humana. Dios creadorpenetra, rige y mueve todo. Con su providencia divina gobierna losacontecimientos prósperos y adversos de la historia. Cada época y cadamomento se conectan y preparan los siguientes. La concepción cíclicadel tiempo, con sus eternas rotaciones, se rechaza como falsa e inhu-mana. La historia no vuelve sobre sí misma. Es camino con sentido,con dirección y significación. A través de tres etapas –espera del Sal-vador-Encarnación y tiempo de la Iglesia-Juicio final y venida delSeñor– se instaura el Reino de Cristo inaugurando la eternidad a la quetodo está orientado. El origen de las cosas y la trayectoria de las épocasson como notas, momentos, acordes con sus mordientes y disonanciaspuntuales que preparan y anuncian el acorde final perfecto. Desde esaconcepción musical del tiempo, cuanto sucede son variaciones de lamelodía querida por Dios.

En La Ciudad de Dios San Agustín distingue dos grandes grupos:los que siguen sus propias apetencias y los que viven conforme a lavoluntad de Dios. Unos y otros están entremezclados dando origen ados ciudades: La ciudad terrena, que construyen los que aman sus pro-pios intereses, desprecian los planes divinos y fijan la felicidad única-mente en las cosas convirtiéndolas en su fin; y son como Caín y losángeles rebeldes, son los que constituyen la Babilonia, que significaconfusión. La Ciudad de Dios, que la integran los que aman a Dios,aceptan los planes divinos, se adhieren a la voluntad de Dios y utilizanlas cosas como medios para alcanzar el fin que es Dios; son como Abel,los santos, son los que construyen la futura Jerusalén, que significavisión de paz. La lucha entre estas dos ciudades describe el sentidoprofundo de la historia.

Hay pesimistas y superficiales que ven la vida humana como uncaos o una serie de acontecimientos sin horizonte ni sentido, o comonotas desarticuladas en el pentagrama de la humanidad histórica. Losdías y las oportunidades se consumen como en un bacanal sin mañana.Se ignoran las estrellas y languidecen los candores de la vida. No así elcreyente que la vislumbra y la contempla, entre gemidos y dolores departo”, con rumbo, trayectoria y en avance progresivo. No así el con-templativo cristiano; pues desde la clave que da nombre a cada nota dela partitura existencial se mantiene en sintonía y fidelidad con la domi-

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nante, gustando los arpegios y las sorprendentes variaciones en esperadel acorde perfecto del Cristo Total. Quedarse en el detalle de lo inme-diato es como percibir un rasgo del mosaico, escuchar una nota sueltade la melodía u oír una palabra aislada del discurso. Y dejarse impre-sionar por lo oscuro y los contrapuntos tergiversa el cosmos en mos-trenco enigma. Los fragmentos nunca satisfacen, igual que los puntossin acordes y las palabras inconexas. La persona humana aspira siem-pre a perspectivas y horizontes de plenitud y perdurables. Tambiénrehuye tanto las estridencias como las visiones maniqueas. Y cuandose confunden medios y metas se padece la desventura de absolutizar lorelativo. Pero cuando en la soledad sonora se distingue el centro de laperiferia, se captan rumores y nostalgias trascendentes. En los paisajesinteriores de la persona humana, junto con la inquietud, brota unaconstelación de valores palpitantes. Los intuye y los acoge el corazónantes que la mente. Primero los siente el corazón, los purifica y dina-miza. En el corazón se contemplan y se viven de manera sorprendentey ascendente. Una ascensión no espacial, sino afectiva; más sugeridaque impuesta, y aceptada por amor y rubricada con la sangre del com-promiso fiel de la propia existencia.

Cierto que la filosofía y la teología han padecido, durante casi 70años, desganas metafísicas. Pero también es cierto, como premonitoria-mente anunciaron otros, que se está volviendo a redescubrir que elpensar las experiencias de la vida es tan imprescindible como sentir ybuscar motivaciones. Y que el sentido práctico sin inteligencia arrastraal cinismo de las decisiones más irresponsables.

En la biografía agustiniana Ser y yo aparecen siempre juntos. Y dentrodel yo, en la realidad profunda e íntima, aflora y se manifiesta Dios atra-yendo y moviendo la voluntad. Pero a la persona agustiniana, biográfica-mente, le importa más la actitud que lo que logra; más la voluntad que elhecho, más lo esperado que lo poseído. Por eso es pobre en espíritu, fiel yobediente en las urgencias. Desde la razón y la fe su vida se cohesiona:pensar y confiar, mente y corazón buscan la Verdad por amor. Una Verdadque está siempre adelante. Y también sabe y comprueba que los caminosestán sembrados de ídolos arrumbados. Por eso ante las preguntas máscomunes la persona que se inspira en la biografía agustiniana busca sinquedarse en las respuestas retóricas de cualquier Fausto. Por eso, admi-tiendo la información, la erudición y la autoridad, ratifica con Platón que

la experiencia, como tal, es enemiga del verdadero saber, y que el destinohay que pensarlo y sentirlo, intuirlo, conquistarlo y hasta compartirlo.

No obstante, experimenta al mismo tiempo que, cuando ordena susamores, la paz y la felicidad afloran y la trayectoria se contempla inequí-vocamente lineal, progresiva y optimista. Ve las cosas y las mira y, sinquedarse en la superficialidad de las mismas, descubre valores con que-rencia admirativa y trascendida. Lo exterior remite al interior, en dondelo superior ilumina hasta tornar la imagen en eficiente sacramento. Es enel sacramento del corazón inquieto –abismo, misterio y signo– donde semanifiesta como incitación constante y como tierra pregustada el caminoverdadero para que todo el proyecto existencial resulte un éxito con losmínimos riesgos de fracaso. A eso se compromete la persona agustinianacon amor y lo proclama de manera existencial.

A modo de refranero

– Si el dolor es compartido * es dolor disminuido (Car 99, 2).

– El amor como la hoguera *cuanto más arde, más quema (Ena 131, 2, 5).

– La esperanza de llegar * ánimos da para andar (Ser 158, 8).

– Si te sabes peregrino * pon tu vista en el destino (Ena 122, 2).

– El amor se debe a todos – aunque no a todos igual * En correspondenciaa unos – en condescendencia a más (Car 130, 6, 13).

3.1. Compromiso

El espiritualismo desencarnado y el secularismo rastrero deforman yempobrecen a la persona humana. Adán y Eva no hirieron a Dios; seapuñalaron a ellos mismos al perder contacto con su fuente de vida.Tampoco es humano ni cristiano hablar de las cosas del espíritu y mos-trarse insensible ante los problemas temporales. Siendo diferentes losvalores espirituales y los temporales, unos y otros son interdependien-tes; ambos se compenetran y están llamados a reconciliarse. Para queflorezca el servicio solidario, generoso y sacrificado; para comprome-terse con espontaneidad y para que el compromiso soporte las contra-riedades y perdure, ha de estar la interioridad personal sosegada y bienclarificada. Sin paz y armonía interiores el compromiso es turbio yendeble. Cuanto más profunda se hace la vivencia de Dios como Padre,

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más palmaria es la vivencia fraternal entre los humanos. Cuanto másauténtica es la solidaridad entre las personas, más se esclarece lavivencia de Dios Padre. Y cuanto más contemplamos el estilo de Jesús,más purificamos nuestra idea de Dios, mejor nos acercamos a todos loshumanos como hijos del Padre común y mejor comprendemos tambiéna la persona humana en todas sus posibilidades.

Sólo entonces surge el compromiso. Un compromiso puntual y con-creto, de abajo arriba, encarnado en el quehacer diario y a pie de obra,aunque apuntando hacia lo alto. Apropiarse revelaciones del Horeb,enterrar talentos, ocultar lámparas bajo el celemín, plantar tiendasprefabricadas emulando transfiguraciones en tabores cómodos, sonsutilezas tan inútiles como reprobables.

Lo recibido no es para la autocomplacencia narcisista. Las virtudesno son moneda de curso restringido ni para la especulación calculada,sino para el intercambio, la ayuda mutua y el convivir concorde; parafomentar la paz y difundir el amor bien ordenado entre cuantos se com-prometen sin mentira a construir la Ciudad de Dios.

Habla San Agustín

– Haz lo que debes hacer. Y hazlo bien. Ésta es la norma para alcanzar laperfección (Ena 34, 2, 16).

– El que oye la Palabra de Dios y no la pone en práctica se parece al enfer-mo que come, pero no digiere. No asimila el jugo nutritivo, padece náu-seas y, como consecuencia, vomita el alimento (Ser 28, 2).

– No gritemos invocando ni enmudezcamos obrando (Ser 88, 12).

– Dios no mira tu poder, sino tu querer. Conoce tus deseos, aunque hayasfracasado en el intento. Dios contabiliza en tu favor lo que trataste dehacer sin conseguirlo, como si lo hubieras hecho de verdad (Ser 18, 5).

– La hermosura que del viejecito encorvado atrae es la de su santidad. Sufigura, vacilante y frágil con la cachavita, no la envidia nadie. Sin embargo,le aman todos por lo que siente con los ojos del corazón (Ena 32, 2, 6).

– Sea la vejez humilde como la infancia, y la niñez sabia como la anciani-dad. La sabiduría no es soberbia, ni la humildad ignorancia. Convieneuna sabiduría humilde y una humildad sabia (Ena 112, 2).

– Son rectos de corazón, los que rectifican su voluntad de acuerdo con la deDios, sin maquinar curvar la de Dios a la suya. Si quieres tener un cora-zón recto haz lo que Dios quiere; no pretendas que Dios haga lo que túquieres. No sentencies sobre lo que Dios hizo, enmendándole la plana;deja que sea Dios el que modele y corrija el rumbo de tu propia voluntad(Ena 124, 2).

– Tu alma ya no te pertenece por completo. Pertenece también a tus herma-nos. Pero sus almas también te pertenecen a ti. Tu alma y sus almas son unalma sola: el alma de Cristo (Car 243, 4).

– Manda y ordena, Señor, lo que gustes. Pero limpia mis oídos para oír tuvoz. Sana y abre mis ojos para ver tus signos. Aparta de mí toda igno-rancia para que reconozca tus caminos. Dime a dónde debo dirigir lamirada para verte a Ti, y así poder cumplir tus mandatos (Sol 1, 1, 5-6).

– Sólo tengo voluntad; sé que lo caduco y transitorio debe superarse para irtras lo seguro y eterno. Enséñamelo, muéstramelo, dame la fuerza para elviaje, Señor. Por tu bondad, aumenta en mí la fe, la esperanza y el amor(Sol 1, 1, 5).

– Prometed y cumplid lo prometido… En ti está lo que debes prometer ycumplir. Saca del arca del corazón el incienso de la alabanza. Ofrece dela despensa de la conciencia el sacrificio de la fe, y enciende con el fuegodel amor lo que ofrezcas (Ena 55, 19).

– Observad vuestras reglas con agrado, como enamorados de la bellezaespiritual, exhalando en vuestra convivencia el buen olor de Cristo; nocomo siervos bajo el peso de la ley, sino como personas libres ayudadospor la gracia (Reg 8, 44).

– Es ley de justicia devolver lo que se ha recibido. Y como Dios nos ha dadolo que somos, debemos devolverle todo nuestro ser (LAi 3, 15, 42).

– Corrijamos razonablemente, consolemos con palabras y ofrezcamos elejemplo de vivir bien (Ena 50, 1).

– Cuando nosotros hacemos la voluntad de Dios, se hace la voluntad deDios en nosotros (Ser 58, 4).

– El que no cumple sus promesas es un perjuro (Car 126, 13).

– Tu conciencia está ante Dios; pero tu conducta, también ante tu hermano(Ser 47, 11).

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– Haz lo que puedas. Dios no te pide más (Ser 128, 12).

– Dios te creó sin ti, pero no te justificará sin ti (Ser 169, 13).

– Dios no reprende al que no puede hacer lo que quiere, sino al que noquiere hacer lo que puede (Ser 54, 2).

3.2. Amor

El amor es vida generosa e irradia bondad y comprensión. Sólo Dios esAmor. Todo amor verdadero es don y participación de Dios Amor. Todoamor fluye de Dios y con referencia a Él se ordenan los amores que tie-nen las personas. Imposible definir con palabras el misterio, la fuerza yel motor del vivir humano del amor. Pero se expresa por un acto de lavoluntad e implica intención y acción, elección y decisión. El amor noes ciego ni indiscriminado. Tiene fuente, cauce, caudal y meta. Y tam-bién ritmo y proceso. Y quizá proceda incidir en que el amor se ejerci-ta en la propia mismidad. Nadie ama sin amarse. El río sin agua esmero simulacro. Pero aunque el amor se colme a sí mismo, llena a lapersona en lugar de vaciarla y genera el placer de amar. No obstante, elsentimiento de amar a todo el mundo sólo se hace realidad cuando seconcreta, cuando se da a la caza alcance. Elegir a quiénes hemos deamar es harto difícil. Requiere autodisciplina y evitar romanticismos.Los sentimientos amorosos pueden ser ilimitados, pero la capacidad deamar es tan limitada como la atención. La ley más sublime brota delamor y al amor encarna y remite. San Agustín encuentra en el amor aDios el espejo para amarse a sí mismo, a los demás y a la creación. Seama lo que nos hace felices, y somos felices al amar y sentirnos ama-dos. El amor bien ordenado produce paz, felicidad, libera e interrela-ciona. Memorable es la consigna de inspiración agustiniana: En loesencial, unidad; en lo cuestionable, libertad; y en todas las cosas, cari-dad.

Por todo, el lenguaje común y propio en la biografía agustiniana esel Amor. Quien no ama carece de horizontes. Quien no se siente amadola soledad le desvitaliza. Los psicólogos afirman que el suicidio lo rea-liza tan sólo quien llega al convencimiento de que nadie le querrájamás.

Toda vida brota del amor que lo lleva en sus raíces y es lo que laexpande y fructifica. El amor es la fuerza motriz de la humanidad. Él es

su origen; y de él vive, en él se mueve y hacia él tiende. Cada persona

es lo que ama. Su peso, valencia y estatura depende de su amor. El

amor potencia, interrelaciona y estimula. El amor convierte al mundo

en paraíso que está siempre en oferta. El amor es Dios, y dioses hace a

los que lo acogen, lo encarnan y lo difunden.

El amor anima la voluntad a extender los límites del propio yo con

el fin de impulsar el desarrollo individual o ajeno. Por eso es más

voluntad que sentimiento; libre pero disciplinado, y tan egoísta como

altruista. Cuanto más se ama, más profundo se hace y más se alimenta

el amor a sí mismo: pues dando es como se recibe.

Pero al igual que quien no se valora ni respeta tampoco aprende a

respetar ni a valorar a los demás, así ocurre en el amor. Quien de ver-

dad ama, aparte patologías narcisistas, es porque en su interioridad ha

experimentado el don del amor que enriquece y evoluciona expandien-

do los contornos. No obstante, toda relación amorosa y verdadera es

una relación disciplinada. El sentimiento amoroso requiere disciplina.

Es cuestionable poder amar a todo el mundo. Como sentimiento vapo-

roso, sí; como voluntad productiva y fértil, no. El amor verdadero hacia

unos pocos, los próximos, es lo preceptuado, y cuanto está al alcance

de la persona humana. En el amor, como en la evangelización, hay que

comenzar por los hijos de la casa de Israel.

Intentar amar a todo el mundo por igual alimenta utopías desen-

carnadas y fraudulentas que con nadie comprometen. Hay que elegir a

quienes amar verdaderamente. La elección no es nada fácil, ya que

puede recaer sobre quienes se niegan a beneficiarse del amor, lo que

conlleva malgastar energías y sembrar en tierra árida.

Habla San Agustín

– El cumplimiento de todas nuestras obras es el amor. Éste es nuestro fin;para eso corremos, hacia esta meta tendemos; cuando lleguemos encon-traremos nuestro descanso (TESJ 10, 4).

– Dejar de amar es morir (Ena 54 ,9).

– La verdadera felicidad no consiste en poseer lo que se ama, sino en amarlo que debe ser amado (Ena 26, 2, 7).

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HERMINIO DE LA RED VEGA

– El amor es como la andadura del espíritu. Tus pies son tu amor. Ten dospies; no seas cojo. ¿Cuáles son estos dos pies? Los dos preceptos del amor:el amor de Dios y el amor del prójimo (Ena 33, 2, 10).

– Pon amor en las cosas, y las cosas tendrán sentido. Retírales el amor y setornarán insulsas (Ser 138, 2).

– En el mundo hay dos amores que edifican dos ciudades. El amor a Diosedifica la ciudad de Jerusalén, y el amor al mundo la de Babilonia. Pre-gúntese cada persona qué es lo que ama, y sabrá a qué ciudad pertenece(Ena 64, 2).

– Los buenos y los malos amores hacen buenas o malas las costumbres (Car155, 4, 13).

– El amor es como la mano del alma. Si tiene asida una cosa, no puedecoger otra distinta. Por eso, quien ama el siglo, no puede amar a Dios.Tiene ocupada la mano (Ser 125, 7).

– De uno que ama se enciende otro amante (Con 4, 14, 21).

– Sin amor, el rico es pobre; pero con amor, el pobre es rico (Ser 350, 3).

– Las personas humanas son lo que son sus amores (Ser 96, 1).

– El amor es una llama inquieta. No puede estar parada (Ena 31, 2, 5).

– Pon en orden tu amor (Ser 299 E, 5).

– Todo lo que dijeres con ánimo herido es movimiento de quien castiga, noamor de quien corrige. Ama, y di lo que quieras (TCa 57, 6, 1).

– Mi amor es mi peso. Por él soy llevado adondequiera que voy (Con 13, 9, 10).

– La virtud en esta vida no es otra cosa que amar aquello que debe ser amado.Elegirlo es prudencia; sujetarse a él a pesar de las dificultades es fortaleza; latemplanza conlleva resistir la seducción, y la justicia no dejar que se camufleso capa de orgullo (Car 155, 4, 13).

– ¿Quieres saber cómo es tu amor? Averigua hacia dónde te conduce (Ena121, 1).

– El amor de Dios es lo primero que hay que recomendar; pero el amor alprójimo es lo primero que hay que practicar (TESJ 17, 8).

– No pienses en Dios como algo inmenso y disperso por todos los lugares nite lo imagines como un venerable anciano. No pienses en nada de eso.

Pero si persistes en saber algo de Dios, piensa en esto: Dios es amor.¿Cómo es la cara del amor? ¿Cómo es su cuerpo y estatura, sus pies ymanos? Nadie puede decirlo. Pero es verdad que tiene pies: son los quecaminan hacia la Iglesia. Tiene manos: son las que se extienden hacia elpobre. Tiene ojos: son los que ven al necesitado. Tiene oídos: son los queoyen al Señor (TESJ 17, 8).

– El amor es dulce y saludable vínculo de las mentes… El amor fortalece enla adversidad y templa en la prosperidad. El amor reconforta en las prue-bas duras y satisface en las obras buenas. El amor es garantía en la tenta-ción, generosidad en la hospitalidad, alegre entre hermanos y pacientecon todos… El amor es el alma de las Escrituras, la fuerza de las profecí-as, la salvación de los sacramentos, el fundamento de la ciencia, el frutode la fe, la riqueza de los pobres y la vida de los que mueren (Ser 350, 3).

3.3. Evangelización

El amor bien discernido orienta la evangelización. Y si para amar hayque ser amado y expresarse con amor, para evangelizar hay que aceptarser previamente evangelizado. La evangelización, como el amor, tras-ciende la inmanencia de la fe individual legitimando el grito de S.Pablo: ¡Ay de mí si no evangelizare! Al evangelizador agustino nada delo humano le es extraño e indiferente. El prójimo se le aproxima tantoque se le revela hermano: con él calla, habla y conversa; con él se con-vierte en recíproco proceso, y, en los silencios compartidos, vislumbralas comunes resonancias. En el diálogo se explicitan e intercambianlas verdades, se aceptan y descubren las luces y exigencias de losotros, y la fe proyecta más allá de las palabras sin las obras.

Dar razón de la propia fe, esperanza y amor (I Petr 3,15). Anunciar ytestificar en positivo un futuro mejor, pues los que siembran con lágri-mas cosechan entre cantares (Sal 125,5). Alentar en el trabajo y en lossufrimientos, porque Dios nos acompaña y contamos con quien ha ven-cido al mundo (Jn 16,32-33). Recuperar el entusiasmo y el agradeci-miento en las peripecias de la vida entre afanosas reflexiones e inquie-tudes y búsquedas constantes es tarea anhelante que integra y vinculacon Dios, con la humanidad y la creación. Optar por convertirsemediante el diálogo, la amistad y la oración recupera la unidad, armo-nía y coherencia de uno mismo. Compartir y difundirlo en solidaridad

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HERMINIO DE LA RED VEGA

iluminaciones y experiencias transforma convivencias y amplía pers-pectivas y horizontes. Y anunciar la trascendencia que remedia contra-posiciones y fronteras divisorias entre las personas compromete poramor en la autenticidad y la verdad, y la libertad se aquilata en amor,se proyecta de manera trascendida y se conquista la plenitud cabal.

El estímulo del corazón pasa a ser sal, pan y sangre, y se transformaen signo, en símbolo y en milagro de los hechos. El mensaje tan sólocomunica y es creíble cuando acompaña a lo anunciado la acción con-creta, puntual e histórica. Por eso el evangelizador agustiniano, mante-niendo que el mejor discurso es la parábola de la propia vida, más queimponer, sugiere; en lugar de acosar, ofrece y, pacientemente, espera.El evangelizador agustiniano es poco partidario de fórmulas y pedago-gías muy regladas. Más bien, con talante de misionero que ama, seincultura y comunica con grandes márgenes de libertad y confía que elmaestro interior suscite el guiño y la oportuna referencia, o el argu-mento persuasivo que haga germinar, crecer y producir la adhesión dela persona por la fuerza misma del mensaje. Por eso el evangelizadoragustiniano huye de anunciarse a sí mismo, opta por la actitud de escu-cha y, en la interioridad orante, reflexiva y vivencial, redescubre lo quetiene que anunciar. Pero lo hace dialogando sus hallazgos con quienesconvive y comparte un idéntico propósito apostólico, y con ellos sehace responsable del evangelio que proclama y también del que silen-cia. Por eso su proclamación no es discrecional, sino en sintonía con laIglesia a la que sirve, de la que recibe ilustración y cuyas directricesobedece comulgando en la misma fe, practicando el mismo culto yteniendo el mismo amor del pueblo fiel a quien sirve entre advientos ycuaresmas en su caminar hacia el Cristo de la Pascua.

Habla San Agustín

– El verdadero honor de la persona humana radica en ser imagen y seme-janza de Dios, y sólo el que la imprimió puede custodiarla (Tri 12, 11, 16).

– El caminar en Cristo debemos de aprenderlo; no tanto por sus palabras,como por su ejemplo (Ser 157, 2).

– Persona humana soy, y nada de lo humano puede serme indiferente (Car155, 14).

– Toda persona humana que anuncia la Palabra es voz del Verbo (Ser 288, 4).

– Entiende lo que oyes: No llevéis bolsa. No seáis sabios para vosotrossolos. En ti debe haber una fuente, nunca un depósito. Sé una persona-fuente, no una persona-talega (Ser 101, 6).

– Nadie logra elevar a otro a su propio nivel si no desciende un tanto allugar en que el otro está (Car 11, 4).

– Que la verdad brille; que la verdad agrade; que la verdad conmueva(DCR 4, 28, 61).

– Enseñar a los ignorantes es un servicio necesario; enseñarles agradandoes una remuneración placentera; ganarlos a la verdad es la mayor de lasvictorias (DCR 4, 12, 27).

– Considérate feliz no por mandar con autoridad, sino por servir con amor(Reg 7, 44).

– Tenemos un solo maestro. Y, bajo él, somos todos condiscípulos. El Maes-tro común mora y habla desde dentro (Ser 134, 1).

– Hay un solo Maestro cuya escuela está en la tierra y cuya cátedra está enel cielo (Ser 292, 1).

– Si no eres capaz de hablar sabiamente, procura, al menos, que tu vida sir-va de lección. Haz que tu forma de vivir sea un elocuente discurso (DCR 4,29, 61).

– Cada cual tiene un don y una función específica, pero la misma vida. Lo quees el alma para el organismo corporal, lo es el Espíritu Santo respecto delCuerpo de Cristo, La Iglesia… Un miembro integrado en el Cuerpo, vive.Amputado del Cuerpo, muere (Ser 267, 4).

– Se evangeliza Cristo a sí mismo, se evangeliza también en sus miembrosactuales para atraer a los demás, para que se acerquen los que todavíano son sus miembros y se unan a aquellos que predican su Evangelio y sehagan un solo Cuerpo bajo una sola Cabeza, con un mismo espíritu y unasola vida (Ena 74, 4).

– En medio de los paganos hay hijos de la Iglesia, y dentro de la Iglesia hayfalsos cristianos (CDi 1, 35, título).

– No hay en el género humano una sola persona a la que no se deba elamor de caridad, el amor del Espíritu (Car 130, 13).

– El Verbo de Dios baña a toda persona humana con su rocío (Ser 4, 31).

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HERMINIO DE LA RED VEGA

– Como corresponde a los obispos el hablar en la Iglesia, así corresponde alos padres el actuar en casa para responder de aquellos que los estánsometidos. Dios ama la disciplina. Y es perversa la despreocupación y lanegligencia que da largas a los pecados de los hijos (Ena 50, 24).

– Que las cosas pasadas no impidan escuchar las cosas presentes ni éstasnos enreden para no pensar en las futuras. Proyectémonos sobre las cosasque tenemos delante sin nostalgia de las pasadas… Que se renueve nues-tra juventud como la del águila (Ena 66, 10).

– Míranos, Señor, protector nuestro, y mira el rostro de tu Cristo. ¿Qué sig-nifica mirar el rostro de tu Cristo? Haz que todos conozcan tu Cristo. Mirael rostro de tu Cristo: sea conocido por todos tu Cristo (Ena 83, 13).

Terminamos estos apuntes a modo de eneagrama, reivindicando labiografía agustiniana como paradigma de interioridad trascendida.Porque vibra con inquietud en soliloquios y busca la verdad entrevera-da entre las cosas. Porque en conversión dialoga con la prosa de la viday se hace lírica; y en la amistad de los encuentros ora, comunica ysiembra paz que genera belleza y armonía. Y porque compromete enlas urgencias del amor, y sugiere cómo cantar e iluminar con estrellas yaleluyas de evangelio.