en Juan 11

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en Juan 11-12; las mujeres al pie de la cruz en Juan 19, y la aparición de Jesús a María Magdalena. Tomadas en conjunto estas narraciones revelan la manera como dichas mujeres se convirtieron en discípulas de Jesús, y cómo fueron progresando en la comprensión y en la fe en Jesús. El texto de Juan 20 es muy importante, porque ahí encontramos no solamente a una mujer que recibió la primera aparición del Señor resucitado, sino que también le encargó que evangelizara a los Once, proclamándoles la buena nueva. La lista de testigos mencionada en Juan 19 también indica que el testimonio de las mujeres fue algo fundamental para afirmar otro aspecto fundamental del credo cristiano, la muerte de Jesús. Es improbable que los primeros cristianos hubieran inventado el dato que hacía de estas mujeres, testigos claves en los eventos conclusivos de la última etapa de la vida de Jesús; resulta más probable pensar que el cuarto evangelista estuviera transmitiendo datos históricos en estas narraciones. La convicción hondamente arraigada de que María Magdalena fue una mujer pública y una prostituta no tiene fundamento bíblico y tiene que ser abandonada. María era un miembro prominente de la iglesia primitiva, fue imposible para los escritores eliminar su nombre de los relatos pascuales, por más incómoda que les resultara su presencia. Todos los textos relativos a la resurrección durante los tres primeros siglos conectan invariablemente el nombre de María Magdalena. ¿Por qué permaneció su nombre en los textos canónicos, no obstante que en las primeras etapas de la tradición evangélica, los nombres de otras mujeres fueron cambiados de un evangelio a otro o fueron confundidos en los evangelios apócrifos? El respeto que Magdalena mereció en los primeros textos cristianos, fue desapareciendo paulatinamente hasta la aparición de la figura legendaria de Magdalena, como mostraremos en seguida. En los cuatro relatos encontramos una evidencia clara del lugar que María Magdalena tuvo en la Iglesia primitiva. Ella era líder del grupo

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en Juan 11-12; las mujeres al pie de la cruz en Juan 19, y la aparicin de Jess a Mara Magdalena. Tomadas en conjunto estas narraciones revelan la manera como dichas mujeres se convirtieron en discpulas de Jess, y cmo fueron progresando en la comprensin y en la fe en Jess. El texto de Juan 20 es muy importante, porque ah encontramos no solamente a una mujer que recibi la primera aparicin del Seor resucitado, sino que tambin le encarg que evangelizara a los Once, proclamndoles la buena nueva. La lista de testigos mencionada en Juan 19 tambin indica que el testimonio de las mujeres fue algo fundamental para afirmar otro aspecto fundamental del credo cristiano, la muerte de Jess. Es improbable que los primeros cristianos hubieran inventado el dato que haca de estas mujeres, testigos claves en los eventos conclusivos de la ltima etapa de la vida de Jess; resulta ms probable pensar que el cuarto evangelista estuviera transmitiendo datos histricos en estas narraciones.

La conviccin hondamente arraigada de que Mara Magdalena fue una mujer pblica y una prostituta no tiene fundamento bblico y tiene que ser abandonada. Mara era un miembro prominente de la iglesia primitiva, fue imposible para los escritores eliminar su nombre de los relatos pascuales, por ms incmoda que les resultara su presencia. Todos los textos relativos a la resurreccin durante los tres primeros siglos conectan invariablemente el nombre de Mara Magdalena. Por qu permaneci su nombre en los textos cannicos, no obstante que en las primeras etapas de la tradicin evanglica, los nombres de otras mujeres fueron cambiados de un evangelio a otro o fueron confundidos en los evangelios apcrifos? El respeto que Magdalena mereci en los primeros textos cristianos, fue desapareciendo paulatinamente hasta la aparicin de la figura legendaria de Magdalena, como mostraremos en seguida.

En los cuatro relatos encontramos una evidencia clara del lugar que Mara Magdalena tuvo en la Iglesia primitiva. Ella era lder del grupo de discpulas, fue la primera beneficiaria de la resurreccin y la primera portadora del testimonio de la resurreccin a los Once. Mientras que Juan y Pedro, despus de haber visto los signos, simplemente regresan a casa (Juan 20,10); enfatizando que ninguno de los varones apostlicos, ni los discpulos, ni los Doce creyeron en la resurreccin en un primer momento; fue necesaria la mediacin de Magdalena y de otras mujeres que realizaron el ministerio proftico-kerigmtico: proclamar la resurreccin en la Iglesia madre de Jerusaln. En el cuarto evangelio encontramos una escena nica (Juan 20,11-17) que nos presenta a Mara Magdalena como la nica que busca, que llora y que intenta prestar un servicio al cadver del nico a quien ella haba amado. Los discpulos mientras tanto estaban con las puertas atrancadas (Juan 20,19); segn Lucas un par de discpulos regresaban a casa pensando que la

historia de Jess haba terminado; mientras que en el relato de Mateo y en Juan 21 los discpulos van de regreso a Galilea, slo Mara Magdalena es retratada en los cuatro evangelios cannicos como una buscadora que pretende servir a su Seor. En el evangelio de Juan, las mujeres son fundamentalmente proclamadoras de la persona de Jess. La samaritana regresa a la aldea y dice a sus vecinos. vengan, a ver a un hombre que ha adivinado todo lo que he hecho, Ser ste tal vez el Mesas? (Juan 4,30); Marta es guiada por Jess hasta confesar: S, Seor; yo creo que t eres el Mesas, el Hijo de Dios que tena que venir al mundo (Juan 11,27). La funcin de Mara Magdalena como la primera mensajera de la resurreccin ajusta con el modelo de las mujeres que proclaman la realidad de Jess en el evangelio. Ella es verdaderamente un apstol del Seor

J. Sachaberg escribe en su obra The Resurrection of Mary Magdalene lo siguiente: De acuerdo a los cuatro evangelios, Mara Magdalena es un testigo primario para los datos fundamentales de la fe cristiana primitiva. Ella particip en el ministerio galileo de Jess de Nazaret, lo sigui hasta Jerusaln, permaneci a su lado en su ejecucin y sepultura, descubri su tumba vaca y recibi una explicacin de dicho vaco. Dos textos mencionan que de ella haban salido siete demonios (Lucas 8,2; Marcos 16,9). Segn tres relatos (Marcos 16,7; Mateo 28,7; Juan 20, 17); fue enviada con el encargo de entregar la explicacin de la tumba vaca a los discpulos. Segn otros tres relatos (Mateo 28,9-10; Juan 20,14-18; Marcos 16, 9) fue la primera que tuvo una visin o aparicin de Jess resucitado. Los materiales gnsticos la presentan como una lder intelectual y una gua espiritual de la primera comunidad postpascual, como una visionaria, como la compaera amada del Salvador y una intrprete de sus enseanzas.

Magdalena no debe ser vista solamente a partir de la relacin apostlica y discipular que mantuvo con Jess. Ella se sostiene por su propio peso como una mujer abierta a la voz del Espritu. Su figura tampoco debe quedar restringida a la realizacin de las tareas femeninas estereotipadas del servicio domstico, el lamento y la atencin a los difuntos, o jugando un papel subordinado en relacin a los varones apostlicos, que aparecen como los nicos encargados de cambiar el mundo. El Apocalipsis o la revelacin sobre la resurreccin y la reivindicacin de Jess debe enmarcarse dentro de la realidad de las luchas contra la dominacin. Sin la lucha, la creencia en la resurreccin es irrelevante. Magdalena se abri camino, se liber de la tutela que los varones ejercan obsesivamente sobre las mujeres en aquel mundo androcntrico. Desde esa libertad recuperada, sirvi al Seor que le auxili para encontrar el camino de su humanizacin.

Magdalena est presente al pie de la cruz, junto con la Madre de Jess y otras mujeres. Ella fue quien descubri, la maana del primer da despus del sbado, el sepulcro vaco, junto al cual permaneci llorando hasta que se le apareci Jess resucitado. La historia de Mara Magdalena recuerda a todos una verdad fundamental: discpulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por l y lo ha seguido de cerca, convirtindose en testigo del poder de su amor misericordioso, ms fuerte que el pecado y la muerte.(Benedicto XVI, 23 de julio de 2006).