Emile MALE CAP 1 El Arte Religioso de La Contrarreforma

4
El arte religioso de la contrarreforma (Emile Mâle) Capítulo primero.- El arte y l os artistas después del Concilio de Trento En la vigesimoquinta sesión del Concilio de Trento (1563) se dijo: “El Santo Concilio prohíbe que se sitúen en las iglesias imágenes que se inspiren en un dogma erróneo y que puedan confundir a los simples de e spíritu; quiere, además, que se evite toda impureza y que no se de a las imágenes caracteres provocativos”. Lo primero que hizo la iglesia fue proscribir el desnudo en el arte religioso. Los Papas (Pablo IV, Pío V y Clemente VIII) condenaban lo que otro Papa, un siglo antes, juzgaba digno de la Capilla Sixtina. Para el arte religioso había empezado un período de a usteridad. Pero no solo los Papas eran escrupulosos; había artistas tan o más escrupulosos que los Papas. Por ejemplo, Philippe de Champagne no consentía en pintar ningún desnudo. Pero, ¿era realmente posible proscribir el desnudo y abandonar las conquistas del Renacimiento? ¿Se podía llegar a la conclusión de que Donatello, Verrochio, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, habían trabajado en vano para descubrir la belleza del cuerpo humano? Ni la propia iglesia podía pretenderlo. Por un acuerdo tácito, se convino que la fábula clásica permanecería en el ámbito del desnudo. La mitología, convertida en algo sin peligro, permanecía como en un encantamiento. Se puede, pues, comprender que en 1600, un príncipe de la Iglesia hubiese hecho pintar a los Carracci en el Palacio Farnesio los Amores de los dioses, verdadero triunfo del paganismo y del desnudo. La Contrarreforma, que potenciaba un arte religioso irreprochable, había dejado al artista, en sus trabajos fuera del espacio sagrado, toda su libertad. Asombrado de ver en la villa del cardenal Borghese el encantador grupo de Bernini con la voluptuosa figura de Dafne, perseguida por Apolo, convirtiéndose en laurel, el cardenal Barberini (el futuro Urbano VIII), dijo sonriendo que con dos versos convertiría la obra en edificante, y escribió: Quisquis amans sequitur fugitivae gaudia formae, fronde manus implet, baccas seu carpit amaras (“El amante, persiguiendo una forma encantadora que huye, no encuentra en su mano, cuando lo busca, más que hojas muertas, o frutos amargos”).  En las obras destinadas a la Iglesia, existía la posibilidad de que se representase otra serie de inconveniencias; el tema sagrado podía ser tratado con escaso respeto. Así pues, en un cuadro religioso, nada en lo sucesivo debe alejar el pensamiento del tema. El arte religioso que ahora defiende la Iglesia es un arte severo, concentrado, en el que nada es inútil, en el que nada distrae la atención del cristiano que medita sobre los misterios de la salvación. En lo sucesivo habría un arte religioso y un arte profano. Había aún otros formas de quebrantar las reglas del Concilio de Trento. Sin introducir figuraciones inútiles que aparecían ahora como verdaderas faltas contra las normas del arte religioso, el artista podía no dar la suficiente nobleza a los personajes evangélicos. En este sentido, la Iglesia se mostró muy severa para el gran innovador que fue Caravaggio; por tres veces le rechazó sus obras. Ribera debe a Caravaggio no solo sus contrastes de luz y sombra, sino también su crsitianismo popular.

description

Émile Mâle - Capítulo 1 de "El arte religioso de la Contrarreforma"

Transcript of Emile MALE CAP 1 El Arte Religioso de La Contrarreforma

El arte religioso de la contrarreforma (Emile Mle)Captulo primero.- El arte y los artistas despus del Concilio de Trento

En la vigesimoquinta sesin del Concilio de Trento (1563) se dijo: El Santo Concilio prohbe que se siten en las iglesias imgenes que se inspiren en un dogma errneo y que puedan confundir a los simples de espritu; quiere, adems, que se evite toda impureza y que no se de a las imgenes caracteres provocativos.Lo primero que hizo la iglesia fue proscribir el desnudo en el arte religioso. Los Papas (Pablo IV, Po V y Clemente VIII) condenaban lo que otro Papa, un siglo antes, juzgaba digno de la Capilla Sixtina.Para el arte religioso haba empezado un perodo de austeridad. Pero no solo los Papas eran escrupulosos; haba artistas tan o ms escrupulosos que los Papas. Por ejemplo, Philippe de Champagne no consenta en pintar ningn desnudo.Pero, era realmente posible proscribir el desnudo y abandonar las conquistas del Renacimiento? Se poda llegar a la conclusin de que Donatello, Verrochio, Leonardo da Vinci, Miguel ngel, haban trabajado en vano para descubrir la belleza del cuerpo humano? Ni la propia iglesia poda pretenderlo. Por un acuerdo tcito, se convino que la fbula clsica permanecera en el mbito del desnudo. La mitologa, convertida en algo sin peligro, permaneca como en un encantamiento.Se puede, pues, comprender que en 1600, un prncipe de la Iglesia hubiese hecho pintar a los Carracci en el Palacio Farnesio los Amores de los dioses, verdadero triunfo del paganismo y del desnudo. La Contrarreforma, que potenciaba un arte religioso irreprochable, haba dejado al artista, en sus trabajos fuera del espacio sagrado, toda su libertad.Asombrado de ver en la villa del cardenal Borghese el encantador grupo de Bernini con la voluptuosa figura de Dafne, perseguida por Apolo, convirtindose en laurel, el cardenal Barberini (el futuro Urbano VIII), dijo sonriendo que con dos versos convertira la obra en edificante, y escribi: Quisquis amans sequitur fugitivae gaudia formae, fronde manus implet, baccas seu carpit amaras (El amante, persiguiendo una forma encantadora que huye, no encuentra en su mano, cuando lo busca, ms que hojas muertas, o frutos amargos).En las obras destinadas a la Iglesia, exista la posibilidad de que se representase otra serie de inconveniencias; el tema sagrado poda ser tratado con escaso respeto. As pues, en un cuadro religioso, nada en lo sucesivo debe alejar el pensamiento del tema. El arte religioso que ahora defiende la Iglesia es un arte severo, concentrado, en el que nada es intil, en el que nada distrae la atencin del cristiano que medita sobre los misterios de la salvacin. En lo sucesivo habra un arte religioso y un arte profano.Haba an otros formas de quebrantar las reglas del Concilio de Trento. Sin introducir figuraciones intiles que aparecan ahora como verdaderas faltas contra las normas del arte religioso, el artista poda no dar la suficiente nobleza a los personajes evanglicos. En este sentido, la Iglesia se mostr muy severa para el gran innovador que fue Caravaggio; por tres veces le rechaz sus obras. Ribera debe a Caravaggio no solo sus contrastes de luz y sombra, sino tambin su crsitianismo popular.

El Concilio condenaba las obras que propagaban un dogma errneo. Los censores eclesisticos parecan dar prueba de un cierto celo. La Iglesia no llev a cabo un golpe de Estado: se mostr conciliadora, moderada, indulgente, para las tradiciones antiguas. La Iglesia no entabl una lucha contina contra el arte religioso; simplemente lo mejor y le inculc otro espritu. Si en la Edad de Oro del Renacimiento, el arte religioso era sereno como el arte antiguo, en el siglo XVII lucha contra la hereja; si expresaba la confianza en la fe, traduce ahora el impulso de todo ser hacia Dios; si hua de la expresin de dolor, lo que ahora representa es el martirio con todo su horror.Si tuvo tanto xito, fue por el hecho de que encontr artistas dciles a sus enseanzas y enteramente inmersos en el espritu religioso de su tiempo. Al igual que los artistas italianos, los franceses comenzaban el da asistiendo a misa. En Espaa, el arte permaneca tan ntimamente vinculado a la Iglesia, que incluso muchos hombres de Iglesia eran artistas.Todos estos artistas, tanto los laicos como los clrigos, se haban formado en la enseanza de la Iglesia; estaban de tal manera en perfecta armona con el pensamiento religioso de su tiempo que, aun sin haber recibido el rumbo preciso, fueron fieles intrpretes del catolicismo de la Contrarreforma.

Captulo segundo.- El arte y el protestantismo

No se puede pensar sin emocin en las angustias de Clemente VII. Desde lo alto del castillo de SantAngelo vea Roma saqueada por las bandas luteranas y saba que Dinamarca, Noruega, Suecia e Inglaterra se alejaban de la Iglesia.El protestantismo destruy las imgenes y proscribi el arte religioso. El templo protestante, blanqueado, estaba desnudo. A esta desnudez, la iglesia opuso el esplendor de sus colores, mrmoles y materiales preciosos.La pobreza voluntaria del templo protestante explica, en cierta medida, el arte fastuoso del siglo XVII. Las destrucciones de los iconoclastas hicieron ms queridas las imgenes a los catlicos. Es la poca en la que se multiplican los libros sobre las imgenes veneradas en la cristiandad y, sobre todo, sobre las imgenes de la Virgen.Los escritores luteranos y calvinistas no teman considerar a Len el Isurico y a Constantino Coprnimo como los primeros apstoles de la verdad; citaban sus leyes y repetan sus argumentos. As, a los protestantes que no queran contemplar a Cristo ms que en espritu, la iglesia contest multiplicando las imgenes en las que vea, como antiguamente, una perpeteua enseanza.Los protestantes se encarnizaban muy particularmente contra las imgenes de la Virgen, la acusaban de haber reemplazado a Cristo. Parecen olvidar, dice Erasmo, que el pequeo nio que lleva en sus brazos ha crecido. La Iglesia no se la dej arrebatar y la defendi con toda su ciencia y todo su amor.Para los ms profundos telogos de la poca, la serpiente que la Virgen tiene a sus pies no es solamente el espritu del mal, es la hereja. El arte reprodujo entonces, con una gran exactitud, esta interpretacin de la iglesia. En el arte del siglo XVII, esta lucha de la Madre y del Hijo contra el espritu del error toma algunas veces una forma un poco diferente. En todas estas representaciones inspiradas por la controversia, las alusiones al protestantismo quedan un tanto veladas, aunque el siglo XVII ha sabido crear obras ms claras.Los Papas, cardenales y monjes de la Iglesia proclaman que la Virgen se ha librado del pecado original y que no ha sido ni siquiera rozada por el pecado venial. Los protestantes, que se esforzaban en disminuir el papel de la Virgen, no queran admitir que haba sido concebida por Dios ante el mundo y eximida del pecado original por una ley exclusiva de su Providencia.Todos los protestantes luteranos o calvinistas atacaban al Papado con igual violencia, convencidos de que quebrantndolo preparaban la ruina de la Iglesia catlica. Para ellos, el Papa es el que niega a Jesucristo, el que interpreta errneamente sus enseanzas, es el Anticristo. Para quitar al Papado su carcter sobrenatural ofrecen una nueva explicacin de los pasajes del Evangelio que se refieren a la prioridad de San Pedro.A estos argumentos contra el Papado, Bellarmin contesta con una fuerza dialctica y un conocimiento de los textos que perturba a los reformados y afirma la fe de los catlicos.Sin la Reforma, no tendramos el monumento a la ctedra de San Pedro, pues no hubiera sido necesario afirmar lo que nadie dud. Es remarcable que la antigua fiesta de la Ctedra de San Pedro fuese afianzada por Pablo IV en 1558, en el momento culminante de la lucha emprendida por la iglesia contra los reformadores.De esta manera, San Pedro proclama el carcter sobrenatural y afirma la grandeza de este Papado que la hereja no haba conseguido quebrantar. Pero no es menos importante que los Papas hayan expresado tambin sus esperanzas, anunciando que los pueblos separados estarn de nuevo un da en el regazo de la madre comn. Permitieron que junto a los sepulcros de los Soberanos Pontfices se levantaran los de algunos ilustres convertidos como Cristina de Suecia y los ltimos Estuardo.La reina Cristina haba ofrecido a Suecia el ejemplo de su conversin, conversin tanto ms notoria, puesto que era la hija de Gustavo Adolfo, el hroe de la Reforma; y conversin tanto ms meritoria, puesto que haba luchado largo tiempo con los telogos antes de rendirse.La querella de las indulgencias haba marcado el comienzo de la Reforma. Los protestantes que rehusaban creer en la virtud de las indulgencias fueron muy pronto inducidos a negar la realidad del purgatorio. De todas las negaciones del protestantismo, quiz no exista otra que haya parecido ms inhumana a los catlicos.Hostiles a las indulgencias, los protestantes lo fueron tambin a los sacramentos. Rechazaron el sacramento de la penitencia y, despus de mucho dudar, acabaron por no dar al sacramento de la eucarista ms que un valor simblico. Juzgaban la confesin intil, ya que consideraban al bautismo como el verdadero sacramento de la penitencia.En las Escrituras, Bellarmin encuentra ejemplos para oponerse a los protestantes y, nombra a San Pedro y a Mara Magdalena. As se explica, pues, que en el siglo XVII la imagen de Magdalena sea muy frecuente.Se puede afirmar que la Eucarista entr en el arte solo como consecuencia de las grandes luchas religiosas. Cuando se trataba de exaltar la Eucarista, a los Papas nada les pareca demasiado grandioso: sus sentimientos eran compartidos por todos los pases catlicos. El ciborio de El Escorial es tan bello como los de las baslicas de Roma.Lutero y Calvino defendieron que las buenas obras no contribuyen de ninguna manera a la salvacin. El hombre es tan profundamente vicioso que no se puede hacer digno, ni siquiera con la gracia. La iglesia contestaba que la fe no poda salvar sin la caridad. El hombre no se justifica solamente por su fe, sino por sus obras.El culto que la iglesia catlica renda a los santos fue entendido por los protestantes como una especie de supersticin pagana. Invocar a los santos era menospreciar a Jesucristo, el nico mediador. La negacin protestante tuvo su lgico efecto: exaltar el culto de los santos.Todo lo que el protestantismo atac: el culto a la Virgen, la primaca de San Pedro, la fe en los sacramentos, la virtud de las oraciones por los muertos, la eficacia de las obras, la intervencin de los santos, la veneracin de las imgenes y de las reliquias, todos estos dogmas o antiguas tradiciones fueron defendidas por el arte, aliado de la iglesia. La Reforma, en lugar de destruir las imgenes, las multiplic; hizo crear nuevos temas, dio a los antiguos una significacin y una belleza nuevas; en fin, fue sin duda uno de los ms poderosos estimulantes del arte catlico.