Emergencias y urgencias Medicas M2
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EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
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EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
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Parte 1
Recomendaciones en Resucitación Cardiopulmonar
1. Introducción.
Se considera actualmente la parada cardiaca "sanitariamente evitable" como un reto a
enfrentar en la salud pública. En Perú y en la región andina se desconoce la real
incidencia de las muertes súbitas y las causas que la producen, ya que son varias las
posibilidades: golpes, choque eléctrico, asfixia, ahogamiento, hipotermia y la principal
de todas, la arritmia severa del corazón que lleva a la fibrilación y al final el paro.
La experiencia lograda en las actuaciones de emergencias, demuestra que el
funcionamiento de la "CADENA DE SOCORRO O DE SUPERVIVENCIA" es
esencial para la atención a la parada cardíaca. Son unas recomendaciones que destacan
la importancia de actuar con una secuencia de acciones establecida ante cualquier
sospecha de parada cardiorrespiratoria (PCR). Con su aplicación puede lograrse una
importante tasa de supervivencia.
Las recomendaciones en RCP Básica comprenden una serie de actuaciones dirigidas a:
a) Identificación de víctimas con parada cardiaca (PC) y/o respiratoria (PR) con una
valoración rápida y sencilla.
b) Activación inmediata del sistema de emergencias en aquellas situaciones que se
precise.
c) Sustitución temporal de las funciones respiratoria y circulatoria espontaneas.
Estas recomendaciones se resumen en 4 Planes de Actuación, que por su utilidad y
sencillez deben ser iniciados por cualquier persona. Para su aplicación no se precisa de
ningún tipo de equipamiento.
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Las recomendaciones en RCP Avanzada se basan en unas guías sencillas, de fácil
memorización y que pueden aplicarse en cualquier medio. La RCP Avanzada
comprende el análisis de la situación por personal entrenado en técnicas de RCP y el
tratamiento definitivo de la PCR con material adecuado. Las PC pueden estar
ocasionadas por cuatro situaciones electrocardiográficas (ECG): taquicardia ventricular
sin pulso (TVSP), fibrilación ventricular (FV), asistolia (AS) y disociación
electromecánica (DEM). Las dos primeras tienen el mismo tratamiento, por lo que las
recomendaciones se resumen en tres sencillos algoritmos.
2. Importancia de la resucitación cardiopulmonar.
El funcionamiento de la "CADENA DE SOCORRO O DE SUPERVIVENCIA" es
esencial para la atención adecuada a la parada cardíaca, lográndose tasas de
supervivencia muy significativas en una situación tan dramática como es la PCR. Se
compone de unos eslabones enlazados secuencialmente. "La cadena es tan frágil como
lo sea su eslabón más débil". Los eslabones fundamentales de esta cadena de
supervivencia son:
1. La cadena se activa cuando alguien reconoce la situación de PCR. Para ello es
esencial la educación del ciudadano para que pueda ser el primer eslabón de la
"cadena de la vida", conociendo tanto los síntomas y signos de la PCR, como la
mecánica para activar inmediatamente al servicio de emergencias. Estos
conocimientos se aportan en los cursos de Soporte Vital Básico (SVB).
2. La RCP básica precoz: la iniciación de medidas de RCP deben comenzar lo
antes posible tras la parada cardíaca . La RCP básica sustituye, de forma
precaria, las funciones vitales, pero permite ganar algunos minutos, para que así
pueda aplicarse el tratamiento definitivo con mayores posibilidades de éxito.
Multitud de estudios han demostrado cómo las tasas de supervivencia de las PCs
descienden si la RCP básica no es iniciada por los testigos antes de la llegada de
los equipos profesionales.
3. La desfibrilación precoz: es la actuación que de forma aislada determina más
decisivamente el pronóstico en el tratamiento de las FVs. Se logran los mejores
resultados cuando es posible efectuar la primera desfibrilación antes de 90
segundos o al menos antes de 6 minutos. Para lograr una desfibrilación precoz
las Asociaciones Internacionales (AHA y ERC) preconizan que el personal de
emergencias y no únicamente los médicos, puedan disponer de un desfibrilador;
para ello deben estar formados en su uso. Los modernos desfibriladores
automáticos o semiautomáticos han simplificado el aprendizaje y su utilización,
hasta el punto que están proliferando y se están ubicando equipos en espacios
públicos y en algunos países se ha dotado a las ambulancias asistenciales de
desfibriladores semiautomáticos.
4. El soporte vital avanzado: indica la necesidad de completar la estabilización de
las funciones vitales y la actuación sobre la causa desencadenante. Los
resultados logrados con carácter inmediato con la desfibrilación precoz se
consolidan cuando se asocia antes de 10 minutos el conjunto de técnicas de
soporte vital avanzado (SVA). El grupo Larsen, Eisenberg y Cumming
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comprobaron que en las PCs extrahospitalarias por FV la supervivencia era de
un 67% si se aplicaban inmediatamente la RCP básica, la desfibrilación y el
soporte avanzado, descendiendo significativamente por cada minuto de retraso
en realizar estas técnicas. Las probabilidades de supervivencia disminuyen a un
ritmo de un 5,5% por minuto si no se realizan ninguna de estas medidas. Los
Cuidados Intensivos hospitalarios se deben aplicar a todo paciente superviviente
de una PCR. El ingreso en UCI debe efectuarse directamente para evitar los
riesgos que representan los retrasos que se producen con frecuencia en las áreas
de admisión de urgencias.
Las técnicas de RCP básica, desfibrilación y RCP Avanzadas son sencillas y pueden
aprenderse mediante cursos periódicos de corta duración. Es necesario que éstos sean
eminentemente prácticos para adquirir los hábitos manuales necesarios para la
realización de estas maniobras. Las técnicas de RCP Avanzada no pueden ser
monopolio de unos pocos médicos especialistas, sino práctica común de todos los
profesionales sanitarios.
3. Conceptos esenciales en RCP:
La Parada Cardiorrespiratoria (PCR) se define como una situación clínica que cursa con
interrupción brusca, inesperada y potencialmente reversible, de la actividad mecánica
del corazón y de la respiración espontánea.
La Resucitación Cardiopulmonar (RCP) comprende un conjunto de maniobras
encaminadas a revertir el estado de PCR, sustituyendo primero, para intentar reinstaurar
después, la respiración y circulación espontáneas.
La combinación secuencial de estas técnicas, descritas en la década de los 50 y
desarrolladas en los primeros años de los sesenta, ha permitido disponer de un recurso
terapéutico relativamente eficaz, que aplicado en forma y tiempo adecuados, ha
ampliado el concepto de "muerte previsible o sanitariamente evitable".
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Fig. 1
La Resucitación Cardiopulmonar Básica (RCPB): Agrupa un conjunto de
conocimientos y habilidades para identificar a las víctimas con posible parada cardiaca
y/o respiratoria, alertar a los sistemas de emergencia y realizar una sustitución (aunque
precaria) de las funciones respiratoria y circulatoria, hasta el momento que la víctima
pueda recibir el tratamiento cualificado.
4. Recomendaciones en RCP básica:
Las recomendaciones en RCP Básica contemplan una serie de actuaciones dirigidas a:
1. Identificar a las víctimas con situación clínica de parada cardiaca y/o respiratoria y
valorar de forma simple a las mismas.
2. Activar rápidamente al sistema de emergencias en aquellas situaciones que se precise.
3. Sustituir temporalmente la respiración y la circulación espontaneas.
Estas recomendaciones se resumen en 4 planes de actuación (tabla1), que se inician
cada uno de ellos con un simple análisis de la situación. Por su utilidad y sencillez estos
planes deben ser iniciados por cualquier persona que esté presente en el lugar donde se
produzca una situación critica de esta índole (Fig.2). Para la aplicación de las medidas
contempladas en los diferentes planes no se precisa de ningún tipo de equipamiento,
aunque si es aconsejable el disponer de un simple dispositivo de barrera para la
ventilación boca-boca.
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Tabla 1
Fig. 2
4.1. ANALISIS DE LA SITUACION
La estrategia para que un ciudadano con/sin conocimientos sanitarios pueda identificar
y valorar a una víctima con una aparente PCR es muy simple y consiste en observar, de
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una manera secuencial, únicamente tres aspectos clínicos: consciencia, respiración y
circulación.
La pérdida brusca de consciencia es el primer signo de alerta sobre la posibilidad de que
se haya producido una PCR. Cuando se presenta una PCR en pocos segundos se pierde
la consciencia; además un paciente inconsciente por otras causas, puede presentar una
parada respiratoria o una PCR, como consecuencia de una obstrucción de la vía aérea o
por la inhibición de los centros respiratorios cerebrales. Por ello, el testigo de una
supuesta pérdida de consciencia debe inmediatamente confirmarla, comprobando si
responde o no a estímulos. Así se acercará a la víctima y le preguntará ¿Se encuentra
bien?; si no responde reiterará la pregunta, esta vez con tono más enérgico, mientras le
da una palmada en la cara anterior del tórax o le zarandea suavemente por los hombros.
Si contesta o intentara contestar es claro que está consciente y que por tanto tiene
respiración y circulación espontaneas, aunque estás puedan estar amenazadas.
Si, a diferencia, la víctima no responde a estímulos verbales ni táctiles es porque está
inconsciente y por tanto puede estar en situación de PR o PCR. En este caso, el testigo
analizará de forma inmediata, la ventilación del paciente. Para ello, debe colocar a la
víctima en decúbito supino y realizar la apertura de la vía aérea con la maniobra frente-
mentón (traccionando con dos dedos de la parte ósea de la mandíbula hacia arriba,
mientras que con la otra mano desplaza la frente hacia atrás, Tabla 2). Se retirarán los
cuerpos extraños visibles que puedan existir en la boca incluida la dentadura postiza, si
no es fija. Se dispondrá de 5 segundos para comprobar si existe o no respiración
espontanea; para ello el reanimador acercará su mejilla a la boca-nariz de la víctima
pudiendo de esta forma oír y sentir la respiración del paciente, así como observar las
excursiones torácicas. Seguidamente dispondrá de otros 5 segundos para comprobar la
existencia o no de pulso carotideo y por tanto de circulación espontanea.
Tabla 2. Apertura de la vía aérea
1. La víctima en posición de RCP
2. Realizar la maniobra frente-mentón
- Bascule la cabeza hacia atrás, desplazando la frente con
su mano
- Traccione la mandíbula hacia delante con los dedos
índice y corazón de la otra mano.
3. Desobstruir la vía aérea
Con este sencillo método, el testigo de una aparente inconsciencia, puede confirmarla y
comprobar la presencia o no de respiración y circulación espontaneas, para así poder
aplicar un plan de actuación concreto para cada una de las cuatro situaciones posibles.
4.2. PLANES DE ACTUACION EN RCP BASICA:
Plan de Actuación 1(Tabla 3). Se aplica en aquellos pacientes que responden a
estímulos. El manejo inicial es dejarle en la posición en que se encontró, buscar
lesiones, controlar periódicamente la situación del afectado, solicitando ayuda médica
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urgente en aquellos casos en que se precise. Si existiera una hemorragia externa se
realizará hemostasia, con compresión manual del punto sangrante, lo que constituye
también una medida de RCP Básica.
En caso de atragantamiento se procederá a la desobstrucción y permeabilización de la
via aerea como se describe en el apartado de técnicas.
Tabla 3. RCP básica. Plan de actuación 1
- ¿Responde? -------> SI
- Deje a la víctima en la posición en que la ha encontrado (si ello no representa un
riesgo)
- Observe y vigile; pida ayuda si la considera necesaria
Plan de Actuación 2 (Tabla 4). Se aplica en los enfermos que no responden pero, que
mantienen respiración y pulso arterial central (ACVA, fármacos depresores del SNC,
etc). El plan de actuación se activa cuando se comprueba que la víctima no responde; en
esta situación se debe gritar pidiendo ayuda, abrir la vía aérea, comprobar la presencia
tanto de respiración espontanea como de pulso carotideo y se debe colocar al afectado
en posición lateral de seguridad (Figura 3) (para disminuir los riesgos de obstrucción de
la vía aérea y de broncoaspiración). Una vez posicionada la víctima se debe activar al
Sistema de Emergencia, aunque para ello haya que dejarla sóla durante unos instantes.
Al volver a su lado se reevaluará su situación periódicamente.
Tabla 4. RCP básica. Plan de actuación 2
- ¿Responde? --------> NO
- Pida ayuda
- Posición de RCP
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- Abra la vía aérea
- ¿Respira ? ---------> SI
- ¿Pulso? ---------> SI
-Posición lateral de seguridad
- Llame al teléfono de emergencias
Plan de Actuación 3 (Tabla 5). Se aplica en los pacientes inconscientes que no respiran,
pero que tienen pulso arterial central palpable. El plan se activa cuando se comprueba
que el paciente no responde, momento en que se debe gritar pidiendo ayuda, mientras se
coloca a la víctima en decúbito supino, para inmediatamente después abrir la vía aérea,
con la maniobra frente-menton, y comprobar durante 5 segundos la ausencia de
respiración; posteriormente se debe confirmar que el pulso carotideo esta presente.
En este momento se debe iniciar la ventilación artificial con 10 insuflaciones con aire
espirado de unos 2 segundos de duración cada una.
Terminada esta secuencia que debe durar aproximadamente un minuto, se debe alertar
telefónicamente al Sistema de Emergencias, aunque para ello sea necesario (si el
reanimador esta solo), suspender unos instantes las ventilaciones.
Una vez activado el servicio de emergencias, el reanimador volverá al lado del paciente,
comprobando de nuevo consciencia, ventilación y pulso.
Si la situación no se ha modificado se continuará con la ventilación artificial, valorando
cada 10 respiraciones la presencia o no de pulso carotideo; si este se perdiera, debe
asociarse el masaje cardiaco externo, siguiendo la pauta del Plan de actuación 4.
Tabla 5. RCP básica. Plan de actuación 3
- ¿Responde? --------> NO
- Pida ayuda
- Posición de RCP
- Abra la vía aérea
- ¿Respira? --------> NO
- ¿Pulso? ----------> SI
- 10 ventilaciones (boca-boca)
- Llame al teléfono de Urgencias
- Continúe con 10 ventilaciones por minuto
- Vigile periódicamente el pulso
Plan de Actuación 4 (Tabla 6). Se aplica a enfermos inconscientes que no respiran y no
tienen pulso central. El plan se inicia confirmando dicha situación de PCR y activando
inmediatamente el sistema de emergencias, para volver de nuevo al lado del paciente,
realizar la apertura de la vía aérea e iniciar la ventilación y el masaje cardiaco externo.
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Cuando solo está presente un reanimador, la secuencia de compresiones/ventilaciones es
15:2, a un ritmo de unas 80 compresiones por minuto. Dado lo infrecuente que es la
recuperación de la circulación espontanea con la RCP básica, no deben suspenderse
estas maniobras para comprobar si ha recuperado o no pulso, excepto que el paciente
presente respiración o algún movimiento espontaneo. En este caso se podrá disponer de
hasta 5 segundos para palpar el pulso carotideo y confirmar si continua o no en parada
cardiaca.
Tabla 6. RCP básica. Plan de actuación 4
- ¿Responde? ----------> NO
- Pida ayuda
- Posición de RCP
- Abra la vía aérea
- ¿Respira? -----------> NO
- ¿Pulso? -------------> NO
- Llame al teléfono de emergencias
- Inicie RCP (15 compresiones, 2 ventilaciones)
- Si recupera respiración o presenta algún movimiento,
verifique el pulso carotídeo
4.3. TECNICAS DE RCP BASICA:
4.3.1. Apertura de la vía aérea:
Dado que la causa más frecuente de obstrucción de la via aérea en los pacientes
inconscientes es la relajación de la lengua y su caída sobre la hipofaringe, la maniobra
de elección para desobstruir la misma es la maniobra frente-mentón. Con los dedos 2º y
3º de una mano se traccionará la mandíbula hacia arriba apoyándolos en borde inferior
óseo del mentón, mientras que con la otra mano se desplazará la frente hacia atrás,
hiperextendiendo el cuello. Si la víctima ha tenido un accidente y puede presentar una
lesión de columna cervical debe evitarse la hiperextensión del cuello, por lo que
únicamente se traccionará hacia arriba la mandíbula, mientras que con la otra mano se
mantendrá la cabeza fija en una posición estable. Otras maniobras alternativas como
cabeza-nuca y la triple maniobra han quedado relegadas.
En caso de existir un cuerpo extraño accesible en la boca, deberá retirarse manualmente.
Para ello, se traccionará de la lengua y de la mandíbula, para posteriormente introducir
lateralmente el índice de la otra mano hasta la base de la lengua. Con el índice, en forma
de gancho, se desenclava el cuerpo extraño y se extrae cuidadosamente, evitando no
introducirlo más profundamente.
El manejo de situaciones con obstrucción de la vía aérea dependerá del grado de ésta. Si
la oclusión es parcial y el paciente está consciente, se le debe animar para que tosa. El
golpe interescapular está contraindicado ya que puede impactar o desplazar más
caudalmente el cuerpo extraño. Si persiste la obstrucción y/o es completa, puede estar
justificado el realizar la Maniobra de Heimlich aunque su eficacia no está
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suficientemente documentada. Para realizarla se efectuan 5 compresiones bruscas en
epigastrio, lo que aumenta la presión intratorácica, simulando el mecanismo de la tos.
4.3.2. Inmovilización:
Posición lateral de seguridad:(Fig.3 y Tabla 7) Con esta posición se logra en el paciente
no traumatizado inconsciente, que respira y tiene pulso, una posición estable (con la
cabeza, cuello y tórax alineados), que además disminuye los riesgos de obstrucción de
la vía aérea y de broncoaspiración.
4.3.3. La ventilación sin equipo
se realiza mediante la insuflación de aire espirado, que contiene un 16-18% de O2, a
través de los procedimientos boca-boca, boca-nariz o boca-estoma de traqueostomía y
tapando el orificio por el que no se insufla (48, 49, 50). La duración de cada insuflación
debe ser de unos 2 segundos, confirmando cada vez la elevación torácica, lo que
significa un volumen corriente que oscila entre 800-1.200 cc. Si se insufla muy
rápidamente la resistencia aumentará, introduciendo menor cantidad de aire en los
pulmones y produciendo insuflación gástrica, lo que facilitará la aparición de vómitos y
por tanto incrementará el riesgo de broncoaspiración.
Entre cada insuflación se dejan unos 3-4 segundos, hasta que ha descendido totalmente
el tórax (tiempo normalmente suficiente para permitir una espiración pasiva completa).
El ciclo completo son 10 insuflaciones en las que se deben tardar entre 40 y 60
segundos. Durante éstas maniobras es importante el sellado de los labios del reanimador
a los de la víctima para que no se produzca fuga del aire espirado del primero.
4.3.4. El masaje cardiaco externo
o soporte circulatorio es el siguiente paso en la secuencia de actuació.. Un aspecto
controvertido es el mecanismo por el que se genera el flujo circulatorio durante la RCP.
Los datos clínicos son escasos y no permiten ninguna conclusión. Tanto la presión
ejercida directamente sobre el corazón (Bomba Cardiaca), como la realizada sobre el
tórax (Bomba Torácica) parece que generan dicho flujo, aunque probablemente sea este
último su principal mecanismo.
El masaje debe realizarse con el paciente en decúbito supino y sobre una superficie
dura. Se aplica en línea media esternal, en su parte inferior, a unos 3-5 cm por encima
del xifoides. El reanimador se sitúa a un lado de la víctima, coloca dos dedos (índice y
medio) sobre dicha apófisis y el talón de la otra mano justo por encima de estos.Una vez
localizado el sitio, la otra mano se posiciona encima entrelazando los dedos para evitar
que se apoyen fuera del esternón y puedan provocar lesiones torácicas o abdominales.
Los brazos se colocan extendidos y perpendiculares al esternón, y con el cuerpo erguido
se carga el peso sobre aquellos para conseguir, con el menor esfuerzo físico, la mayor
eficacia posible. La posición es de pie si el paciente está encamado o de rodillas si se
encuentra en el suelo. La depresión esternal óptima es de 4-5 cm.
La relación del tiempo compresión/descompresión debe ser 1:1 (50%), y la cadencia de
aproximadamente 80 compresiones/minuto (60-100). La sincronización Ventilación-
Masaje es obligada cuando no se dispone de aislamiento de la vía aérea, mediante
intubación endotraqueal. La RCP básica debe efectuarla un solo reanimador con una
secuencia de compresiones / ventilaciones de 15:2; si existen varios reanimadores, estos
se alternarán para evitar la fatiga. La RCP Avanzada se realiza con al menos 2
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reanimadores, uno de ellos se encarga de las compresiones y el otro de la ventilación,
con una secuencia 5:1. No debe olvidarse que con el masaje solo se consigue un soporte
circulatorio precario, de forma que se ha observado experimentalmente que el pH
intramiocárdico sigue descendiendo a pesar de una óptima RCP Básica.
5. RECOMENDACIONES EN RCP AVANZADA:
Tras confirmar la seguridad del reanimador y de la víctima, el primer paso es la
determinación de la inconsciencia del paciente con la aplicación tanto de estímulos
verbales como dolorosos. Si ésta se confirma se pedirá ayuda y se iniciarán los pasos de
RCP. Se colocará al paciente en decúbito supino sobre una superficie lisa y dura y con
los brazos en aducción y sin perder en ningún momento la alineación cabeza-tórax:
1. Apertura de la vía aérea: mientras no se demuestre lo contrario, todo paciente
inconsciente presenta una obstrucción de la vía aérea superior, sea por caída de la
lengua hacia atrás o por la presencia de algún cuerpo extraño (dentadura postiza,
etcétera).
La maniobra recomendada para efectuar la apertura de la vía aérea es la denominada
mentón-frente: se debe traccionar del mentón con los dedos índice y medio de una
mano mientras con la otra mano se aplica con firmeza sobre la frente, lo que produce
extensión de la cabeza y desplazamiento de la mandíbula hacia arriba y adelante. En
casos de sospecha de lesión cervical se recomienda la triple maniobra modificada:
colocar las dos manos bajo los ángulos de la mandíbula sin hiperextender la cabeza
traccionando hacia arriba y adelante y subluxando anteriormente la mandíbula.
Si el paciente presenta materiales líquidos o semilíquidos interpuestos en la vía aérea,
se procede a su extracción digital o con la ayuda de aspiradores de boca. Las
dentaduras postizas, si están bien sujetas, se mantendrán.
La colocación de una cánula orofaríngea (tubo de Güedel) permite dejar de traccionar
el mentón, pero no se debe perder la hiperextensión.
Si se conocen las técnicas de intubación orotraqueal se procede a su realización
(método de elección de aislamiento de la vía aérea) intentando no interrumpir las
maniobras de RCP. La colocación de la mascarilla laríngea puede ser suficiente hasta
la realización de la intubación orotraqueal.
2. Ventilación: una vez efectuada la apertura de la vía aérea y manteniéndola permeable
en todo momento, se debe comprobar durante 10 segundos si el paciente respira. Se
debe acercar la oreja a la boca del paciente para sentir y oír el aire exhalado, mientras
que la mirada paralela al tórax permite observar si existen movimientos torácicos.
Si no respira se procede de inmediato a activar el sistema de parada de la urgencia y a
la detección de la existencia o no de pulso central.
3. Circulación: el pulso central más fiable y accesible es el carotídeo; no hay que
demorarse más de 10 segundos en su detección. Si hay pulso central pero el paciente
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no respira, existe parada respiratoria, por lo que se iniciará la ventilación a ritmo de
10 veces por minuto comprobando de forma regular (cada minuto) la persistencia del
pulso.
Si no hay pulso central, se debe iniciar de inmediato el masaje cardíaco externo. El
punto de masaje se encuentra en el esternón a la altura de las mamilas. La realización
del masaje se realiza manteniendo los dedos de ambas manos entrelazados, con el
talón de una mano fijo al punto de masaje, colocando los brazos extendidos (no hay
que doblar los codos) y perpendiculares sobre el punto elegido. La compresión se
realiza cargando el peso del cuerpo con la fuerza necesaria para deprimir el esternón
4-5 cm y permitiendo la recuperación completa del tórax después de cada
compresión. La duración de la compresión debe ser del 50% del ciclo. La frecuencia
de compresiones recomendada es de 100 por minuto. Tras las 30 primeras
compresiones se iniciarán las ventilaciones. Rara vez está justificada la ventilación
boca-boca en el medio hospitalario, ya que se dispone de mascarillas y de bolsas
autohinchables con válvula unidireccional (Ambú®) conectadas a la fuente de
oxígeno. Se procederá a dar dos insuflaciones de 1 segundo de duración cada una,
con un volumen corriente suficiente para producir la elevación de la caja torácica.
Habitualmente no se necesitan más de 400-600 mI. La secuencia de
compresión/ventilación recomendada es de 30 compresiones y dos ventilaciones,
intentando evitar al máximo la interrupción del masaje.
Si previamente se ha intubado, se procederá a la ventilación con el ambú conectado al
tubo endotraqueal. En este caso no es necesaria una sincronización entre
compresiones y ventilaciones; el masaje se realizará a un ritmo de 100 por minuto y
la ventilación a un ritmo de 10 por minuto.
4. Canalización de la vía venosa. Administración de fármacos: durante la realización de
la RCP, de no tenerla el paciente previamente, se debe proceder a la canalización de
una vía venosa, a ser posible periférica. Tras cada dosis de un fármaco se
administrarán 20 cc de suero salino para favorecer la llegada del fármaco a la
circulación sistémica.
Si no se consigue canalizar una vía venosa, la adrenalina se puede administrar a
través del tubo endotraqueal a una dosis tres veces superior a la intravenosa y diluida
en 10 cc de agua destilada. Posteriormente se procederá a realizar cinco insuflaciones
pulmonares para facilitar su distribución por todo el lecho bronquial.
Los fármacos imprescindibles en toda RCP son el oxígeno (que se ha de administrar
desde las primeras fases de la RCP y a la concentración más alta posible) y la
adrenalina. La utilidad de la adrenalina deriva de sus efectos a-estimulantes. Se
empleará a dosis iniciales de 1 mg, con dosis repetidas cada 3-5 minutos, mientras
dure la RCP.
Otros fármacos en la RCP son:
Atropina: sólo en casos de asistolia o de bradicardia extrema precursora de parada
cardíaca y disociación electromecánica (DEM) con frecuencia cardíaca lenta « 60
Ipm). Se administrará en una dosis única de 3 mg (máximo efecto vagolítico en el
miocardio).
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Amiodarona: en caso de fibrilación ventricular refractaria a las tres primeras
desfibrilaciones. La dosis inicial es de 300 mg; si la situación de fibrilación
ventricular persiste se puede administrar una segunda dosis, esta vez de 150 mg.
Bicarbonato sádico: sólo indicado precozmente en situaciones de acidosis-
bicarbonato sensibles que han desencadenado la parada (p. ej., parada en un
paciente con cetoacidosis), en hiperpotasemias y en casos de parada por
intoxicación por tricíclicos o por barbitúricos. Además se empleará en el curso de
una RCP prolongada si el control gasométrico indica la presencia de acidosis
metabólica (pH < 7,1 o exceso de bases < -10). La dosis inicial es de 50 mEq, que
se puede repetir según la duración de la RCP. Se empleará el bicarbonato 1 Molar
(1 mEq = 1 cc).
Calcio: sólo indicado en PCR desencadenadas por hiperpotasemia, hipocalcemia,
hipermagnesemia (p. ej., administración rápida de magnesio intravenoso) o
antagonistas del calcio (p. ej., parada tras administración de verapamilo
intravenoso). Se empleará el cloruro cálcico al 10% a una dosis inicial de 1 g, que
se podrá repetir si es necesario.
Magnesia: en casos de fibrilación ventricular desencadenadas por hipomagnesemia
(sospeche de esta situación en pacientes tratados con diuréticos). Dosis de 2 g.
Fibrinolítico: en casos de PCR por embolismo pulmonar masivo que no revierte
tras las maniobras habituales de RCP. En este caso se administrarán 0,6 mg/kg de
peso de rtpa (ActilyseC).
5. Monitorizacián electrocardiográfica: mientras se completan los pasos A, B, C Y D,
la primera persona disponible debe proceder, sin pérdida de tiempo, a la
monitorización electrocardiográfica a través de las palas del desfibrilador.
Tras esta monitorización nos podemos encontrar ante:
Fibrilación ventricular o taquicardia ventricular (sin pulso): la detección de este
ritmo supone un mejor pronóstico en cuanto a las posibilidades de supervivencia de
la víctima.
No fibrilación ventricular: sea asistolia (ausencia de actividad eléctrica) o DEM
(actividad eléctrica organizada, incluso ritmo sinusal, con ausencia de pulso central
palpable).
Las posteriores medidas de RCP irán dirigidas al tratamiento de cada una de estas
situaciones con protocolos específicos.
Se deberá mantener la monitorización ECG durante toda la RCP. Para esto se
colocarán los electrodos y se seleccionará en el monitor la derivación donde mejor se
observe la actividad eléctrica.
Desfibrilacián: es el tratamiento definitivo de la fibrilación ventricular o de la
taquicardia ventricular sin pulso. El éxito depende del tiempo que se ha tardado en
aplicar la primera desfibrilación. Cuando ésta se realiza inmediatamente, la
supervivencia alcanza el 90%, pero disminuye un 10% por cada minuto de retraso. Si
la PCR lleva más de 5 minutos sin haberse iniciado la RCP avanzada, probablemente
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2 minutos de RCP con administración de oxígeno y adrenalina mejoren las
posibilidades de desfibrilación.
Todo el personal que trabaja en urgencias, tanto médico como de Enfermería, debe
estar entrenado en la colocación y en el uso del desfibrilador. En casi todos los
desfibriladores actuales los mandos están indicados con los números 1, 2, 3, que
señalan los sucesivos pasos que debemos realizar:
1) mando de encendido;
2) selección de la carga;
3) mando de descarga.
La técnica incluye, tras secar la pared torácica y retirar parches de medicación:
Colocación de pasta conductora.
Colocación correcta de las palas del desfibrilador. Una subclavicular, paraesternal
derecha, y la otra en la línea medioaxilar izquierda inframamaria,
aproximadamente 7 cm bajo la axila.
Aplicación de una fuerza equivalente a un peso de 10 kg.
Comprobación de la retirada de todo el personal evitando el contacto con la cama
o el paciente y que la fuente de oxígeno esté sobre el paciente.
Descarga.
Reinicio de las maniobras de RCP y 2 minutos después comprobación de ritmo y
pulso.
Si el paciente tiene un marca pasos las palas deben estar alejadas al menos 2,5 cm del
generador.
6. PROTOCOLOS ESPECÍFICOS
Las paradas cardíacas pueden estar ocasionadas por cuatro patrones
electrocardiográficos: taquicardia ventricular sin pulso (TVSP), fibrilación ventricular
(FV), asistolia (AS) y disociación electromecánica (DEM). Las dos primeras tienen el
mismo tratamiento, además de que la TVSP degenera rápida y espontáneamente a
fibrilación ventricular. Por tanto los protocolos quedan resumidos en tres algoritmos de
procedimientos:
A) Fibrilación Ventricular/TVSP.
B) Asistolia
C) Disociación electromecánica.
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Desde el punto de vista práctico el protocolo más importante es él de FV ya que es el
patrón que se produce con más frecuencia y que tiene mayores posibilidades de
tratamiento con éxito.
6.1 RECOMENDACIONES ESPECIFICAS:
6.1 Fibrilación ventricular/Taquicardia ventricular sin pulso
La FV es el ritmo ECG inicial más frecuente en pacientes que presentan PCR
secundaria a enfermedad coronaria (85% de los estudios con Holter de muertes súbitas).
La FV degenera en AS, de forma que después de 5 minutos de evolución sin tratamiento
solo en menos de un 50% de las víctimas se comprueba su presencia. Es de vital
importancia el poder realizar una desfibrilación precoz, ya que se han comprobado
supervivencias inmediatas de hasta un 89% cuando la FV es presenciada y la DF es
instantánea, descendiendo ésta supervivencia en aproximadamente un 5% por cada
minuto perdido antes de realizar la DF.
Una vez objetivada la presencia de FV/TVSP, la primera medida a realizar es la puño-
percusión precordial (PPP). Esta maniobra, si se realiza dentro de los primeros 30
segundos de PCR, puede restaurar un ritmo eficaz en aproximadamente un 40% de los
casos de TVSP y en un 2% de las FV, descendiendo rápidamente su eficacia si se aplica
mas tardíamente (57, 58, 59). La aplicación de la PPP consume escaso tiempo y su
mecanismo de acción es el de una desfibrilación eléctrica de 0,04 a 1,5 J (60) gracias a
la conversión de la energía mecánica en energía eléctrica. La PPP puede acelerar una
taquicardia ventricular o precipitar una FV (61), pero esto es irrelevante en pacientes
que ya se encuentran en PCR.
Seguidamente, si la maniobra anterior no fue eficaz, se procede a la DF. Para ello se
coloca una pala por debajo de la mitad externa de la clavícula derecha y la otra en el
apex cardiaco (V4-V5 del ECG). Para asegurar un contacto eficaz se ha de ejercer una
presión firme con ambas palas. La pasta conductora (o compresas humedecidas con
suero salino) debe ser previamente aplicada para evitar quemaduras y optimizar la
transmisión eléctrica entre las palas del desfibrilador y el tórax. Se deben retirar los
parches de nitroglicerina para evitar su explosión.
Rápidamente se aplicará una serie de tres descargas sucesivas de 200 J, 200 J y 360 J,
comprobando entre los choques la persistencia de la FV, bien a través del monitor o por
la ausencia de pulso, según se utilice un desfibrilador semiautomático o uno
convencional. Si las tres descargas se realizan en unos 30-45 segundos no se realizará
entre las mismas masaje cardíaco. Si el tiempo es más prolongado se efectuarán tres
secuencias de 5 compresiones y una ventilación. El hecho de utilizar el segundo choque
con la misma energía que el primero se debe a que este reduce la impedancia
transtorácica, lo que aumenta la proporción de energía que alcanza con eficacia el
miocardio.
Si el paciente no recupera un ritmo eficaz con estas tres desfibrilaciones, es poco
probable que se consiga un resultado satisfactorio; no obstante debe continuarse con los
intentos de resucitación. Dispondremos de unos 15 a 30 segundos para realizar el
aislamiento de la via aerea (intubación endotraqueal si es posible) y canalizar una vía
venosa (la vía antecubital es la más indicada). Si en este tiempo no se ha conseguido, se
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debe continuar la secuencia de actuaciones, intentándolo de nuevo tras un bucle
completo (ver algoritmo).
Inmediatamente después se aportará 1 mg. de Adrenalina IV al tiempo que se realizarán
10 secuencias de compresión/ventilación a ritmo 5/1 (con la concentración de O2 más
elevada posible). Si en este momento no se dispusiera de vía venosa, puede aportarse la
Adrenalina por vía endotraqueal a una dosis de 2 a 3 veces mayor que la que se había
aportado por vía I.V. y disuelta en 10 cc. de suero salino. A continuación se aplicarán de
nuevo otros tres choques eléctricos, en esta ocasión todos de 360 J. Entre la primera
serie de DF y esta segunda no han de transcurrir más de 2 minutos.
Si la FV persiste debe iniciarse de nuevo el ciclo, intubando la tráquea y canalizando la
vía venosa, si no ha sido realizado en el bucle anterior. Se aporta nuevamente 1 mg. de
Adrenalina IV al tiempo que se realizan 10 secuencias de 5 compresiones y una
ventilación y volviendo a efectuar hasta tres desfibrilaciones sucesivas de 360 J. Si a
pesar de ello no se revierte, se repetirán todos los pasos contemplados en un nuevo
ciclo. Con ello la Adrenalina se aportará cada 2 minutos, lo cual no es excesivo dado las
altas concentraciones de Adrenalina existentes durante el paro cardíaco (62, 63).
Después de 3 ciclos del algoritmo (12 DF en total) puede estar justificada la
administración de bicarbonato sódico, antiarrítmicos y adrenalina a altas dosis. Su uso
no es obligado, quedando a juicio del médico responsable de la RCP su indicación.
Con respecto a recomendaciones más antiguas, la aceptación del uso del Bicarbonato ha
disminuido. Se había argumentado que la acidosis se producía rápidamente en el
transcurso de la parada y que podía perpetuar las arritmias. Pero en la actualidad está
demostrado que la acidosis se desarrolla menos rápidamente de lo que se había pensado,
si la ventilación y las compresiones son efectivas y, además no se conoce a que nivel
exacto la acidosis puede provocar arritmias. Por otra parte, el aporte de bicarbonato
puede producir un efecto paradójico ( 65, 66, 67) agravando la acidosis en el sistema
nervioso central y a nivel intracelular, incluida la fibra miocárdica.
Ello es debido a que el bicarbonato aumenta la producción de C02 y este difunde
libremente al interior de las células y atraviesa la barrera hematoencefálica. El
Bicarbonato también puede desencadenar hiperosmoralidad y con ello bajar la presión
diástolica aórtica y por tanto el flujo coronario (68). El Bicarbonato puede ser también
el responsable de una alcalosis iatrogénica, principalmente postparada, que puede ser
perjudicial. Por todo ello, se debe ser restrictivo en el uso del Bicarbonato, siendo
aconsejable que su aplicación se realice con control gasométrico: arterial o mejor aun de
sangre venosa mixta (69, 70) , Su administración debe reservarse para tratamiento de
acidosis metabólicas severas (pH inferior a 7,10 o EB menor de -10) (71) . En paradas
prolongadas podría estar justificado su uso sin control gasométrico, por ejemplo
después de cada tres bucles completos de tratamiento sin éxito, o después de 10-20
minutos, a dosis de 50 ml de bicarbonato 1 molar.
Después de tres ciclos sin resultados es también el momento de valorar la posible
asociación de un antiarritmico (Lidocaina, Toxilato de Bretilio o Amiodarona)(72) .
Usualmente se utiliza la Lidocaina, ya que el Toxilato de Bretilio no se ha demostrado
superior (73) y con respecto a la Amiodarona no hay información suficiente (74).
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No obstante, no existen pruebas de que la Lidocaina asociada a la desfibrilación sea
superior a únicamente la desfibrilación y en cambio experimentalmente se ha
comprobado que son necesarios mayores niveles de energía para la desfibrilación (75).
Todo ello no significa que la Lidocaina no sea un "excelente" fármaco para prevenir la
F.V. en ciertas situaciones, aunque en el IAM la disminución de la incidencia de la F.V
(76, 77)(estando el enfermo ingresado en una UCI), va paradójicamente unida a un
ligero incremento de la mortalidad (78). La dosis de lidocaina es: carga: 1-1.5 mg/kg y
perfusión de 2-4 mg/minuto. La amiodarona es un fármaco opcional en TV y FV
recurrente o refractaria a otras medidas. Hay diferentes pautas para su uso. La más
usada es: 300 mg iv en 10-15 minutos, seguido de una perfusión de 600 mg en 1 hora.
No existe evidencia a favor de recomendar la utilización de Calcio, Magnesio o Potasio
cuando la situación de FV no es debida o mantenida por su déficit. Asímismo, también
hay que valorar el uso de adrenalina a altas dosis. Aunque distintos estudios sugieren un
mejor pronóstico, los estudios controlados actuales no han demostrado mejor
supervivencia.
Durante la PCR no es aconsejable el aporte de sueros glucosados ya que niveles
elevados de glucemia se han correlacionado con mayor daño neurológico (79, 80, 81).
En FV refractarias debería considerarse el cambiar de desfibrilador, así como valorar la
posibilidad de cambiar las palas a una posición anteroposterior. No se debe suspender la
RCP mientras la FV persista. El número posible de DF es indefinido, aunque cuanto
mayor sea el número de estas, más efectos deletereos se pueden producir en la
estructura celular y función miocárdica.
Si el ritmo del paciente ha cambiado a AS o DEM, se procederá a aplicar el algoritmo
correspondiente.
6.2 Asistolia (AS).(Tabla 9).
La AS constituye el ritmo primario o responsable de la aparición de una situación de
PCR en el 25% de las acontecidas en el ambiente hospitalario y en el 5% de las
extrahospitalarias. No obstante, se encuentra con más frecuencia al ser la evolución
natural de las FV no tratadas. Su respuesta al tratamiento es mucho peor que la de la
FV, cuando es causada por enfermedad cardiaca, presentando una supervivencia menor
de un 5%. Las tasas de supervivencias pueden ser mejores cuando se presenta asociada
a hipotermia, ahogamiento, intoxicación medicamentosa, bloqueo A-V completo por
afectación trifascicular, bradicardia extrema, o cuando se trata de un fenómeno
transitorio tras la DF de una FV.
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Tabla 9
Una asistolia puede confundirse con una FV ya que las ondas de la fibrilación pueden
pasar desapercibidas por fallos en el equipo, artefactos, mala regulación de la amplitud
etc. Este hecho justifica el tomar algunas medidas dirigidas al diagnóstico y tratamiento
de una posible FV enmascarada, más aun cuando estas medidas son simples, eficaces y
consumen sólo unos pocos segundos. Por ello, el algoritmo se inicia con la
Puñopercusión precordial y la inmediata confirmación del diagnóstico de AS,
verificando el equipo y comprobando su correcto funcionamiento. Si a pesar de todo, no
se puede descartar rotundamente la presencia de FV se realizará inmediatamente
tratamiento eléctrico (DF primero con 200 J, si no recupera ritmo, nuevo choque con
200 J, seguido de un tercero con 360 J, si no se logra respuesta). Es importante recordar
en estos casos de AS no confirmada o FV de grano fino, que la DF debe realizarse
mediante desfibrilador manual, ya que el automático puede no reconocer el ritmo
eléctrico como FV y por tanto no descargar el choque eléctrico.
Si la PCR persiste, se trata de una AS y se descarta la presencia de FV, se procede
rápidamente al aislamiento de la vía aérea mediante intubación endotraqueal, y
canalización de vía venosa periférica. Al mismo tiempo se administra 1 mg de
Adrenalina IV, o en su defecto a través del tubo endotraqueal, repitiéndola si es preciso
a intervalos de 2 a 3 minutos.
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Tanto se haya o no podido aislar la vía aérea y/o canalizar la vía venosa se procederá de
inmediato a realizar 10 ciclos de compresión esternal-ventilación a una secuencia de
5:1. Si llegados a este punto persiste la situación de PCR se aconseja la administración
IV de una sola dosis en bolo de Atropina (3 mg), con el fin de contrarrestar una posible
hipertonia vagal, aunque no esté probada su utilidad clínica. Esta se considera la dosis
vagolítica completa.
Después de estas actuaciones, puede ocurrir que se evidencie una escasa actividad
eléctrica en cuyo caso ha de considerarse la colocación de Marcapasos (MP)
Transcutáneo o Endovenoso. El MP sólo será considerado si existe alguna actividad
eléctrica (ondas P y/o complejos QRS ocasionales), eligiendo uno u otro en función de
la disponibilidad de material en ese momento. Si se decide su aplicación está debe
realizarse precozmente.
Si la AS continuara ha de repetirse el ciclo incluyendo todas las maniobras desde el
paso de intubación endotraqueal y canalización de vías venosas (intentándolo de nuevo
si no se consiguió en la primera ocasión).
Si la AS persiste después de tres ciclos, debe considerarse la administración de altas
dosis de Adrenalina (5 mg IV en bolo) y de Bicarbonato Sódico. El uso de Adrenalina a
altas dosis se basa en que diferentes estudios experimentales han comprobado que con
ellas se logran mejores flujos coronarios y cerebrales que con las dosis tradicionales
aunque también es cierto, que en los estudios clínicos no se ha demostrado que con ello
se logren mejorar las resultados en cuanto mortalidad y secuelas (88, 89, 90). El aporte
de Bicarbonato Sódico se debe realizar preferentemente con control gasométrico (si pH
< 7,0-7,1 y Exceso de bases < -10). Cuando no es posible disponer de gasometría, se
puede aportar 50 mEq IV.
En condiciones ordinarias, después de 15 minutos de RCP sin éxito en una AS, debe
valorarse la conveniencia o no de continuarla. Pocas situaciones justifican el
mantenimiento de las maniobras de RCP durante más tiempo, excepto en casos de
hipotermia, ahogamiento e intoxicación medicamentosa.
6.3 Disociación electromecánica (DEM):(Tabla 10).
Se define como la presencia de actividad eléctrica cardiaca organizada, sin traducirse en
actividad mecánica (ausencia de pulso arterial central) o TAS < 60 mmHg. En ausencia
de flujo en las coronarias las ondas coordinadas en el ECG solo pueden existir de forma
transitoria. La presencia de DEM provoca una situación de muy mal pronóstico
(supervivencia inferior al 5% cuando está causada por enfermedad coronaria), excepto
en aquellos casos en que se trata de un fenómeno transitorio tras la DF o es secundaria a
una causa rápidamente corregible. Por ello desde un primer momento es sumamente
importante diagnosticar y tratar sus posibles causas, como hipovolemia, hipoxia,
neumotórax a tensión, taponamiento cardiaco, alteraciones electrolíticas y del equilibrio
ácido-base, intoxicación por fármacos, hipotermia, infarto agudo de miocardio y
embolismo pulmonar masivo. El tratamiento recomendado en caso de DEM es similar
al de AS (intubación, canalización de vías venosas, administración de Adrenalina,
secuencias de ventilación/compresión), pero complementado, desde el principio, con
uno específico si existiera una causa desencadenante tratable.
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A diferencia de la Asistolia en la DEM no está justificado el uso de la Atropina. Si
persiste la DEM una vez agotadas las medidas contempladas en tres ciclos del
algoritmo, se debe considerar la utilización de Adrenalina a altas dosis (5 mg IV en
bolo), Cloruro cálcico, Bicarbonato sódico y otros Agentes Vasopresores como la
Noradrenalina. No obstante, estas últimas medidas no pueden ser recomendadas
rutinariamente por carecer de una base científicamente demostrada, aunque en algunas
circunstancias hayan resultado eficaces. El cloruro cálcico puede ser especialmente útil
en casos de intoxicación por antagonistas del calcio, hipocalcemia e hiperpotasemia.
7. Tecnicas de RCP avanzada:
7.1 Desfibrilación:
La desfibrilación es una técnica esencial en la resucitación cardiopulmonar; es el único
tratamiento definitivo posible de la FV. Debe disponerse de una estrategia que posibilite
su realización precoz porque: La FV es la responsable del 85% de las PCR de origen
cardíaco. La FV sin tratamiento degenera en pocos minutos en asistolia, la cual
conlleva peor pronóstico. En la FV las probabilidades de éxito con la DF disminuyen
rápidamente según se retrase su aplicación. Las FV reanimadas con éxito, mediante una
desfibrilación precoz, presentan una baja tasa de secuelas neurológicas.
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Tabla 10
Para lograr una DF eficaz es necesario que una suficiente cantidad de corriente eléctrica
pase a través del corazón y despolarice un mínimo de masa miocárdica (masa crítica de
despolarización) produciendo una asistolia transitoria que posibilite que los marcapasos
naturales del corazón reasuman el control de la actividad eléctrica.
Generalmente menos del 5% de la energía aplicada durante la desfibrilación atraviesa el
corazón debido al fenómeno de impedancia transtorácica. No obstante este fenómeno no
tiene repercusiones clínicas, si se utilizan las energías de cargas propuestas en las
recomendaciones y se toman unas elementales precauciones para evitar que esta
impedancia se incremente: utilización de pasta conductora, contacto apropiado de las
palas con la piel ,etc.
La DF puede realizarse con desfibriladores manuales o con desfibriladores automáticos
o semiautomáticos. En la Tabla 11 se recoge la técnica de la DF con desfibrilador
manual.
Tabla 11. TECNICA DE LA DESFIBRILACIÓN
MANUAL.
1.- Lubrique las palas del desfibrilador con pasta conductora o
cúbralas con compresas empapadas con un suero salino y
escurridas, para que no goteen.
2.- Cargue el desfibrilador a 200 Julios (en adultos: 3 julios/Kg
de peso; en niños: 2 julios/Kg de peso).
3.- Ponga el mando de modalidad en posición de asincrónico
(emergencia).
4.- Coloque las palas sobre el tórax del paciente: pala negativa
(negra) en la región infraclavicular derecha, paraesternal y pala
positiva (roja) en el ápex. Si no están señaladas las palas se
colocan indistintamente.
5.- Compruebe que la pasta conductora o las compresas
empapadas en suero, de ambas palas, no contactan entre sí (se
perdería parte de la energía entregada).
6.- Presione fuertemente las palas sobre el tórax (unos 10 Kg de
fuerza).
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7.- Confirme el diagnóstico de FV en el monitor ECG.
8.- Avise que va a realizar la descarga y asegúrese que está
despejada el área, alrededor del paciente, para evitar el riesgo
de descarga al personal reanimador.
9.- La descarga eléctrica se produce al apretar simultáneamente
los botones de ambas palas.
10.- Compruebe que la descarga realmente se ha producido al
constatar que se ha provocado movimiento músculo-esquelético
en el paciente.
11.- Compruebe si se ha recuperado el ritmo observando el
monitor y/o buscando el pulso carotideo.
12.- Si continúa en fibrilación ventricular aplique un nuevo
choque, con la misma carga y, si no ha sido tampoco eficaz,
aplique un nuevo choque a 360 julios en adultos (en niños 4
julios/Kg de peso) y continúe con el protocolo específico.
La introducción de los desfibriladores automáticos y semiautomáticos han permitido
extender el uso de esta técnica a personal sanitario poco cualificado (técnicos de
ambulancia) y también a personal no sanitario (miembros de los cuerpos de seguridad,
bomberos o familiares de pacientes de alto riesgo). Esto ha sido posible porque el nivel
de simplificación alcanzado permite que pueda entrenarse a personal no experto en
cursos de únicamente 6 horas.
7.2 Aislamiento de la vía aérea en la RCP:
7.2.1 Dispositivos para desobstrucción de la vía aérea:
La via aerea superior puede estar obstruida por cuerpos extraños o sustancias diversas
(contenido gástrico, sangre, etc) que imposibilitan una adecuada ventilación. Para
conseguir la permeabilidad de la vía aérea podemos utilizar:
- Sistemas de aspiración: son sistemas que producen aspiración al ser conectados a
una fuente de vacío, acumulando el material obtenido en un reservorio. La
aspiración se realiza con sondas estériles que se introducen en la via aerea. Son muy
útiles para aspirar secreciones y sustancias líquidas.
- Pinzas de Magill: son pinzas con un diseño especial que permiten la extracción de
cuerpos extraños de cavidad orofaringea.
7.2.2 Cánulas faríngeas:
Son tubos realizados con un diseño anatómico que ayudan a mantener la apertura de la
via aerea y a la aspiración de secreciones. Evitan la caida de la base de la lengua hacia
la pared posterior de la faringe. Pueden ser:
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- Orofaringeas: se introducen a través de la boca, adaptándose al paladar. No se deben
usar en pacientes que estén conscientes. Disponemos de varios tamaños; debemos
elegir aquel cuya longitud sea similar a la distancia que hay entre la comisura bucal
y el ángulo mandibular.
- Nasofaringeas: se introducen por via nasal. Son muy útiles en pacientes con trismus
o imposibilidad para abrir la boca. No obstante, en general son menos eficaces
porque se obstruyen con facilidad (la luz interna es pequeña). Se elegirá aquel cuyo
tamaño sea similar a la distancia entre la nariz y el conducto auditivo.
- Tubo en "S" de Safar: sistema con dos cánulas orofaringeas acopladas en forma de
"S". Una vez adaptada la cánula, permite la ventilación con el aire espirado del
reanimador, usando la cánula que queda externa.
7.2.3 Intubación endotraqueal:
La mejor técnica para el control y apertura de la vía aérea es su aislamiento mediante la
intubación endotraqueal. Esta facilita:
- El aislamiento seguro de la vía aérea.
- La ventilación mecánica y el aporte de altas concentraciones de oxígeno.
- La aspiración de secreciones.
- La administración de drogas esenciales (en caso de nodisponer de acceso iv).
Asímismo, la intubación endotraqueal evita la distensión gástrica y la broncoaspiración.
Durante la intubación traqueal no se debe suspender más de 30 segundos el resto de las
técnicas de RCP. Si no se lograra en este tiempo se continuará con la RCP y se volverá
a intentar al inicio del siguiente ciclo del tratamiento. Durante este tiempo se ventilará y
oxigenará al paciente con un balón de reanimación con mascarilla y bolsa reservorio,
conectada a una fuente de oxigeno. Para ayudar a la apertura de la vía aérea se usara una
cánula orofaringea. En la tabla 12 se recoge el material necesario para la intubación
endotraqueal, en la tabla 13 la relación entre la edad y los números de los tubos
endotraqueales recomendados o aproximados (y sondas de aspiración para los mismos)
y, por último, en la tabla 14 la técnica para la realización de la intubación endotraqueal.
Tabla 12. MATERIAL NECESARIO PARA LA INTUBACIÓN
ENDOTRAQUEAL
Ha de ser comprobado antes de su uso.
1.Laringoscopio con palas de varios tamaños (palas curvas en
adultos, rectas en lactantes y niños pequeños).
2.Tubo endotraqueal con manguito distal inflable, con su
conexión para válvula y del tamaño adecuado: nº 8 (en mujeres);
nº 8,5 (en varones). En niños menores de 6 años se recomienda
que los tubos no vayan dotados de manguito distal.
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3.Tubos endotraqueales del número inmediatamente menor y
mayor al que vaya a usarse.
4.Jeringuilla para inflar el manguito distal.
5.Fiador adecuado al número del tubo endotraqueal.
6.Sistema de aspiración con sondas de varios calibres.
7.Balón de reanimación-mascarilla con sistema de aporte de
oxígeno suplementario conectada a bolsa reservorio.
8.Pinzas de Magill.
9.Pinzas de Kocher.
10.Cánula orofaríngea del tamaño adecuado.
11.Vendas para la fijación del tubo traqueal y fonendoscopio
para su comprobación.
12.Lubricante hidrosoluble.
Tabla 13
Edad Tubo endotraqueal
D.Interno Sonda de aspiración
Recién nacido
18 meses
5 años
8 años
12 años
16 años
Adulto (masculino)
Adulto (femenino)
3 mm
4 mm
5 mm
6 mm
6,5 mm
7 mm
8,5 mm
8 mm
6F
8F
10F
10F
10F
10F
14F
12F
- En las edades intermedias pueden usarse los tamaños intermedios (los
tubos endotraqueales se presentan en tamaños que varían O,5 mm).
- Deben estar preparado en cada caso, un tubo de tamaño inmediatamente
superior y otro inferior para variaciones individuales.
- Para estimar el numero de tubo que precisa un niño puede utilizarse como
regla (16+edad)/4
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7.2.4 Técnicas Quirúrgicas:
En ocasiones especiales puede estar indicado el acceso quirúrgico de emergencia de la
via aerea para conseguir su apertura:
1. Imposibilidad para la intubación orotraqueal con imposibilidad para mantener
una adecuada ventilación.
2. Obstrucción de la via aerea superior que no se puede solucionar mediante
técnicas menos agresivas.
La traqueotomía es poco adecuada para una situación de emergencia. Son preferibles:
- Cricotiroidotomía: con el paciente en decúbito supino y la cabeza
hiperextendida, se localiza el espacio entre los cartílagos tiroides y cricoides. En
este se realiza una incisión horizontal con el bisturí, que debemos profundizar
hasta la membrana cricotiroidea. Después debe agrandarse el orificio (con un
dilatador o el propio mango del bistrurí si es romo) y colocar el tubo de
traqueostomía.
- Punción cricotiroidea: la técnica es similar a la previa, pero en lugar de realizar
una incisión y colocar una cánula, se realiza una punción en la membrana
cricotiroidea, dejando un cateter de diámetro más pequeño. Aunque es una
técnica más rápida, solo puede considerarse como una medida transitoria.
Actualmente se dispone de sets comercializados con todo el material que se precisa para
la técnica; si no se dispone de estos, la técnica puede ser realizada con un simple
angiocateter de 12 o 14 G.
7.2.5 Técnicas alternativas de apertura de la via aerea:
Hay diferentes sistemas alternativos a la intubación endotraqueal para la apertura de la
via aerea. No obstante, ninguno de estos sistemas se ha demostrado tan eficaz. En
nuestro medio, estas técnicas se usan poco.
- Obturador esofágico: está compuesto por un tubo más largo que el tubo
orotraqueal, con un manguito distal y una mascarilla facial proximal. Se
introduce por la boca hasta el esófago. La mascarilla proximal debe quedar
colocada sellando la boca y nariz del paciente; en ésta mascarilla se puede
conectar la bolsa de ventilación. El manguito distal se hincha en el esófago,
sellando el mismo. El tubo presenta unos orificios a nivel de faringe y entrada de
laringe que son los que sirven para realizar la ventilación.
- Via aerea faringotraqueal: es un sustituto del obturador esofágico; se compone
de dos tubos que tienen dos luces de tamaño similar, dos conexiones externas,
un manguito distal y un balón proximal. Este último, cuando se hincha, sella la
hipofaringe (lo que permite que no se precise mascarilla facial). El sistema se
coloca a ciegas por la boca; el tubo más corto queda encima de la glotis, con el
balón proximal obliterando la hipofaringe. Normalmente el tubo más largo
queda en esófago. En este caso, la ventilación se realiza por el tubo corto,
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entrando el aire a través del orificio glótico. Si el tubo largo, en lugar de ir a
esófago, entra en traquea, la ventilación puede ser aplicada a través de este.
- Tubo esofagotraqueal o combitubo: es similar al anterior y también está
diseñado para poder ventilar al paciente tanto si el tubo entra en traquea como si
lo hace en esófago. Se diferencia en el tipo de balón esofágico y la posibilidad
de aspiración gástrica directa. Ha sido usado con éxito en la PCR, aunque hasta
la actualidad se dispone de escasa experiencia con este dispositivo.
- Mascarilla laringea: es un dispositivo que consta de un tubo similar al traqueal y
una mascarilla neumática en forma de barquilla que se aloja en la glotis,
adaptandose a la misma tras ser hinchada y permitiendo que se aisle de la
hipofaringe. Así la ventilación se realiza de forma directa desde el orificio
proximal del tubo hasta la glotis (por la mascarila anatómica). No permite
ventilación con altas presiones.
7.3 Ventilación artificial:
Durante la RCP se administrará precozmente oxigeno suplementario a la mayor
concentración posible, bien con un resucitador manual o bien con un respirador
mecánico.
Los balones de reanimación, con válvula unidireccional, se utilizan habitualmente para
la ventilación durante la RCP. Se conectan a una fuente de oxigeno a un flujo de 10-15
l/m, pero deben disponer de una bolsa reservorio, para poder alcanzar concentraciones
de oxigeno del nivel del 90% (sin bolsa reservorio no se supera una concentración del
60% independientemente del flujo de oxigeno al que este conectado el balón). El balón
de reanimación puede conectarse al tubo endotraqueal, si el enfermo está intubado o a
una mascarilla facial si aún no se ha aislado la vía aérea. Con la ventilación con el
balón de reanimación y mascarilla se alcanza un volumen corriente menor que con el
boca-boca y además su manejo por un solo reanimador es técnicamente difícil, ya que
no es fácil el sellado de la mascarilla a la cara del paciente y se producen fugas
frecuentemente. Por tanto es preciso un entrenamiento específico, siendo aconsejable
que su uso lo realicen dos reanimadores, uno fija la mascarilla a la cara y mantiene la
extensión de la cabeza y otro presiona el balón.
Tabla 14. TECNICA DE INTUBACION OROTRAQUEAL EN LA RCP
1. Continúe con el masaje cardíaco y con la ventilación con balón-mascarilla,
preferentemente con O2 al 100%.
2. Intube lo antes posible, pero sin improvisaciones y no suspendiendo las
maniobras de RCP más de 30 segundos.
3. No empiece hasta tener preparado todo el equipo. Verifique la luz del
laringoscopio y compruebe el manguito del tubo endotraqueal seleccionado.
4. Coloque al paciente adecuadamente, alineando los ejes traqueofaríngeo y de la
boca. Para ello flexiónele el cuello ligeramente, hiperextienda moderadamente la
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 28
cabeza y eleve ligeramente el occipucio.
5. Suspenda la ventilación para iniciar la intubación. NO OLVIDE QUE NO DEBE
TARDAR MAS DE 30 SEGUNDOS. Si no lo logra, suspenda la maniobra y
ventile al paciente.
6. La presión cricoidea reduce el riesgo de regurgitación del contenido gástrico
durante la intubación traqueal al ocluir el esófago. No es necesaria en la intubacion
durante la RCP.
7. Inicie la intubación: Sujete el mango del laringoscopio con la mano izquierda.
Con la mano derecha mantenga la hiperextensión de la cabeza desplazando la frente
hacia atrás.
8. Introduzca la pala del laringoscopio en la parte derecha de la boca desplazando la
lengua hacia la izquierda.
9. Visualice progresivamente lengua, úvula, laringe, epiglotis y aritenoides.
10. Coloque la punta de la pala del laringoscopio:
- En la vallecula, si es pala curva (en adultos).
- Sobre la epiglotis, si es pala recta (lactantes y niños pequeños).
11. Traccione hacia delante y arriba el mango del laringoscopio desplazando hacia
adelante la base de la lengua y la epiglotis; nunca se apoye en los dientes superiores
para hacer palanca.
12. Visualizadas las cuerdas vocales y los cartílagos aritenoides inserte el tubo
traqueal con la mano derecha avanzando hasta pasar cuerdas vocales y llegar a
traquea. El manguito distal debe quedar situado más allá de las cuerdas vocales.
13. Si por las características anatómicas del paciente no puede dirigir la punta del
tubo utilice un fiador. Sitúelo para que no sobresalga, de forma que su extremo
distal quede a 1,5 cm. de la punta del tubo. Moldéelo de la manera más apropiada.
14. Si no consigue intubar en 30 segundos suspenda la intubación y continúe
ventilando con balón-válvula-mascarilla y espere para volver a intentarlo al inicio
del siguiente bucle.
15. Si logró intubar ventile con balón-válvula y ausculte ambos hemitórax y
epigástrio para comprobar la posición del tubo.
16. Mientras se ventila infle con la jeringuilla el manguito distal hasta producir
neumotaponamiento; lo que comprobará por la ausencia de fugas de aire durante las
ventilaciones. Vuelva a auscultar ambos hemitórax para comprobar la correcta
posición del tubo.
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 29
17. Continúe con la ventilación y el masaje cardíaco externo. Mientras tanto se
debe:
17.1. Colocar y fijar una cánula orofaríngea apropiada.
17.2. Fijar el tubo traqueal con una venda.
18. Una vez finalizada la RCP debe colocarse una sonda nasogástrica en sifón a
bolsa.
En la Tabla 15 se recoge la técnica de ventilación balón de reanimación-mascarilla.
Durante la RCP también pueden utilizarse diferentes tipos de respiradores que aportan
ventajas sobre la ventilación manual con balón; concretamente permiten una mayor
exactitud en el aporte de volumen corriente, frecuencia respiratoria, concentración de
oxigeno y presión inspiratoria máxima. Existen respiradores portátiles simples y
pequeños, que pueden utilizarse durante la RCP (96) . Sólo deben usarse respiradores
ciclados por tiempo o por volumen, estando contraindicados los ciclados por presión.
Los parámetros aconsejados inicialmente son una Fi02 de 1, un volumen corriente de 10
ml/Kg, una frecuencia respiratoria de 12-15/minuto y una relación inspiración-
espiración 1/2 o 1/1.5. Su uso debe ser reservado apersonal entrenado en su manejo.
7.4 Vías de administración de fármacos en la RCP:
La vía de primera elección para administración de fluidos y fármacos en la RCP es la
vía venosa periférica. La canalización venosa periférica es de elección porque no
interfiere con el resto de maniobras de RCP, es más fácil su acceso y tiene escasas
complicaciones. Suelen usarse las venas antecubitales. Solo debe recurrirse al abordaje
de vías centrales cuando la canalización de las periféricas conlleven dificultades
técnicas. La canalización de vias centrales debe realizarse por personal experimentado y
puede asociarse a complicaciones como punción arterial, hemotórax y neumotórax,
sobre todo cuando la canalización se realiza en situaciones no programadas (97) .
Incluyen las vias yugulares internas, subclavias y femorales.
Tabla 15. TECNICA DE VENTILACION BALON DE
REANIMACION-MASCARILLA
Paciente en decúbito supino:
1. Introduzca una cánula orofaríngea.
2. Si dispone de fuente de oxígeno conéctela al balón y regule el
flujo de 02 a 10-15 litros.
3. Coloque la mascarilla sobre la boca y nariz del paciente.
4. Para sellar la mascarilla a la cara del paciente sitúe el pulgar de
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Pag. 30
su mano izquierda sobre la posición nasal de la mascarilla y el
índice sobre la parte mentoniana.
5. Para mantener la hiperextensión de la cabeza traccione de la
mandíbula hacia arriba y atrás con los dedos medios, anular y
meñique de la misma mano.
6. Ventile adecuadamente deshinchando bruscamente el balón
para cada espiración. Vigilar los movimientos torácicos.
7. Para evitar fugas de aire mantenga un perfecto sellado de la
mascarilla a la cara del paciente.
Tras la administración de un fármaco se deben infundir 20 ml de fluidos para garantizar
su rápido paso al torrente sanguíneo central. La ruta endobronquial para la
administración de fármacos es de segunda linea (cuando no es posible la via venosa) y
presenta múltiples problemas, como su incierto grado de absorción por patología
pulmonar asociada (atelectasias, edema pulmonar, etc), o por efectos inherentes al
propio fármaco, como vasoconstricción local producida por adrenalina, así como por la
desconocida concentración que alcanza en las ramificaciones broncoalveolares más
distales, en donde la capacidad de absorción es máxima. Además el uso de esta vía
puede asociarse a marcados episodios de hipoxemia.
No obstante es una alternativa cuando no se ha logrado la canalización venosa para el
aporte de fármacos como adrenalina, lidocaina, isoproterenol y atropina (nunca para el
bicarbonato sódico ni sales de calcio).
Para la utilización correcta de la vía endobronquial debe tenerse en cuenta que:
1. La dosis de la droga administrada debe ser 2-3 veces superior a la utilizada por
vía venosa.
2. El fármaco debe diluirse en 10 cc de salino isotónico y no debe administrarse
directamente a través del tubo endotraqueal, sino por medio de un catéter para
posibilitar que llegue a las areas pulmonares mas dístales.
3. Inmediatamente después de la administración de la droga, deben relizarse 5
ventilaciones rápidas con mayor volumen y a mayor flujo para garantizar su
mejor distribución en el árbol bronquial.
La vía intraósea es recomendada por la AHA en aquellos niños menores de 6 años, en
quienes el acceso venoso es técnicamente muy dificultoso. Existe escasa experiencia
con esta vía de administración en adultos.
La vía intracardiaca directa no debe utilizarse por su alta incidencia de complicaciones
(hemotórax, neumotórax, daño miocárdico directo y taponamiento cardiaco) y no
aportar ningún beneficio con respecto a las otras vías de administración.
7.5 Masaje cardiaco interno:
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 31
Durante el masaje cardiaco a tórax cerrado se consigue escasamente un 25% del gasto
cardiaco normal. La perfusión miocárdica puede ser menor de un 5% y el flujo
sanguíneo cerebral está también críticamente reducido. El masaje cardiaco interno se
reraliza, de forma directa, tras la realización de toracotomía izquierda estándar. El perfil
hemodinámico conseguido con ambas técnicas es totalmente diferente. Con la técnica a
cielo abierto tanto la presión de perfusión cerebral como coronaria se incrementan
significativamente y el gasto cardiaco aumenta de dos a tres veces el conseguido con la
técnica cerrada.
El masaje cardiaco interno no está prácticamente nunca indicado en las PCR de causa
"médica", aunque su uso está justificado en PCR en situaciones de hipotermia, en
algunas intoxicaciones medicamentosas y en taponamiento cardiaco. Su uso esta
indicado en PCR presenciadas o de muy corta duración por traumatismo torácico
penetrante, y en las PCRs del postoperatorio de cirugía cardiaca. No obstante, no se
realizan recomendaciones seguras.
7.6 Dispositivos de ayuda mecánica a la compresión torácica:
Estos dispositivos deben ser usados solo en determinadas circunstancias. La
compresión-descompresión activa (CDA o Cardiopump) es un dispositivo descubierto,
de forma fortuita, que mediante su ventosa permite no sólo la compresión, sino también
la descompresión activa del tórax. Diversos estudios experimentales han demostrado
que con su uso, se logran mejores flujos coronarios y cerebrales que con el masaje
cardíaco externo convencional. En los estudios clínicos realizados se ha comprobado
una tasa significativamente mayor de supervivencias inmediatas, en relación a las
logradas con la técnica habitual, pero no se ha demostrado que con su uso se logre
incrementar las supervivencias al alta al hospital de las PCR (98, 99, 100). Por este
motivo, su uso rutinario no está recomendado.
También existen diversos dispositivos para efectuar las compresiones torácicas
denominados cardiocompresores. En general estos aparatos no deben considerarse
sustitutos de la compresión manual, con la que debe iniciarse todas las RCPs, sino como
una técnica complementaria que debe ser utilizada sólo por personal entrenado y en
circunstancias muy concretas. Los cardiocompresores garantizan un ritmo constante,
uniforme y homogéneo de compresiones, con una relación adecuada entre el tiempo de
compresión y de relajación. Los automáticos llevan acoplado un respirador que permite
realizar, al mismo tiempo, en los pacientes intubados, una ventilación con O2 al 100%.
Su uso tiene un alto índice de problemas: necesidad de detener la RCP para su
colocación, frecuentes desplazamientos del pistón con riesgos de fracturas y de
compresiones inadecuadas. No se recomienda su uso sistemático y su indicación puede
ser la RCP prolongada con escaso número de reanimadores. Están contraindicados en
niños.
8. Conclusiones
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 32
La gravedad de la problemática, que originan las Paradas Cardio- Respiratorias obliga a
que las sociedades avanzadas desarrollen una política decidida de prevención,
complementada con la estructuración de una respuesta asistencial eficiente. Esta
respuesta debe basarse en una cadena de socorro/supervivencia, cuya efectividad va a
depender de la que alcance su eslabón mas débil.
Por tanto las posibilidades de sobrevivir a una PCR van a depender no sólo de la
enfermedad subyacente, sino también de la combinación de los tiempos de respuestas
con la calidad de las maniobras aplicadas. Por ello los conocimientos sobre RCP deben
estar ampliamente difundidos, a nivel básico entre la población, a nivel intermedio entre
los miembros de los cuerpos de seguridad, salvamento y rescate y a nivel avanzado
entre el personal sanitario titulado.
Las recomendaciones sobre RCP realizadas en nuestro país por la SEMIUC de acuerdo
con las guías del ERC son un instrumento útil para difundir este conocimiento y mejorar
la calidad en las técnicas de RCP. En estas recomendaciones se ha realizado un esfuerzo
para simplificarlas y así facilitar su memorización y aplicación.
La FV es la responsable del 85% de las PCR de origen cardíaco, disminuyendo las
probabilidades de éxito del tratamiento según se retrasa la desfibrilación. Por ello se
subraya la necesidad de poder disponer de una monitorización y una desfibrilación
precoz, destacándose la importancia del tratamiento eléctrico.
Parte 2
Insuficiencia
Respiratoria Aguda
1. Introducción
La respiración engloba los procesos relacionados con el intercambio gaseoso entre el
organismo y su entorno. Implica la transferencia de oxígeno, su transporte hasta los te-
jidos y su liberación a ese nivel, así como la eliminación de dióxido de carbono (C02) al
exterior. La medida en sangre arterial de la presión parcial de oxígeno (Pa02) Y CO2
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 33
(PaC02) permite una valoración de la eficacia global del aparato respiratorio. Sin embar-
go, estas determinaciones pueden infraestimar la hipoxia tisular cuando están afectando
los mecanismos de transporte, liberación o utilización del O2 por las células (anemia se-
vera, meta o carboxihemoglobina, bajo gasto cardiaco, hipoperfusión periférica o into-
xicación por cian uro).
La PaC02 en condiciones normales es de 35 a 45 mmHg y no se modifica con la edad.
Su aumento -hipercapnia- implica una ventilación alveolar (VA) inadecuada. La Pa02
normalmente es superior a 80 mmHg -saturación de O2 (S02) de la hemoglobina> 96
por 100-, aunque varía con la edad. Hay varias ecuaciones de regresión como Pa02 =
109-(0,43 x años) o en decúbito supino Pa02 = 103-(0,42 x años) sin bajar de 60
mmHg. La disminución por debajo de su valor normal se denomina hipoxemia. Se
denomina insuficiencia respiratoria (IR) cuando la Pa02 es menor de 60 mmHg. Este
límite arbitrario viene dado por la curva de disociación de hemoglobina (Hb) para el O2
que es relativamente plana por encima de 60 mmHg y muy pendiente por debajo, con lo
que pequeñas caídas de Pa02 suponen importantes caídas en la S02. El contenido ar-
terial de O2 (Ca02) depende sobre todo de la S02:
Ca02 = (1,36 x Hb x SO¿J100) + (0,003 x Pa02) Pa02 Y
PaC02 están relacionados por la ecuación:
Presión alveolar de O2 (PA02) = FJ02 x (Pb - PH20) - (PAC02/R)
donde FI02 es la fracción inspirada de O2 (a nivel del mar 0,21), Pb es la presión baro-
métrica, PH20 es la presión de vapor de agua en condiciones de saturación (47 mmHg) y
R es el cociente respiratorio (en estado estable 0,8). La PAC02 es asimilable a la PaC02.
Por tanto:
PA02 = FI02 x (Pb-47) - (PaC02)/0,8).
La diferencia entre la PA02 y la Pa02 es el gradiente alveoloarterial de O2 (GAa). En condiciones normales es menor de 20 mmHg, pero aumenta con la edad (hasta 20 o más por encima de los 70 años).
El carácter agudo (IRA) o crónico (IRe) de la IR viene determinado por la rapidez de
instauración. En los casos crónicos han podido ponerse en marcha mecanismos de
compensación, como poliglobulia y aumento de 2-3 difosfoglicerato para la hipoxemia.
y retención renal de bicarbonato (CO)H-) para normalizar el pH en caso de hipercapnia.
A nivel clínico, la diferencia debe establecerse además sobre la anamnesis y la etiología
de la IR. Conviene recordar que una IR agudizada puede ser la primera manifestación
de una enfermedad con IR crónica, y que hay enfermedades crónicas sin IR basal que
pueden dar episodios de IRA: asma, miastenia, cardiopatías, enfermedades restrictivas.
El carácter agudo o crónico implica diferencias en cuanto a la etiología, pronóstico y tra-
tamiento, aunque comparten un objetivo terapéutico esencial: asegurar una adecuada
oxigenación tisular. La IRA se clasifica como no hipercápnica o fallo de oxigenación, y
global o fracaso ventilatorio cuando se asocia a hipercapnia.
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 34
2. Valoración del paciente
En la IRA una primera valoración debe incluir la severidad, pues requiere medidas
terapéuticas, a veces de forma inmediata, para asegurar la ventilación y oxigenación del
paciente. El caso extremo, la parada respiratoria o cardiorrespiratoria, requiere medidas
de reanimación. Junto a ello debe iniciarse una investigación etiológica que permita un
pronóstico y un tratamiento dirigido.
2.1 Anamnesis
La clínica debida a la IR es con frecuencia inespecífica y en parte se debe a la enfer-
medad causal. Generalmente presenta disnea y, en casos severos, alteración del nivel de
conciencia. Desde el punto de vista etiológico es fundamental conocer los antecedentes
previos -asma, obstrucción crónica al flujo aéreo, cardiopatía, enfermedades neuro-
musculares, enfermedades restrictivas, inmunosupresión, adicciones, medicación que
toma, etc.-, existencia de factores de riesgo para el síndrome de distrés respiratorio agu-
do (SDRA) o para tromboembolismo pulmonar, circunstancias desencadenantes si las
hay -semiahogados, exposición a humos o gases, tóxicos ingeridos o inyectados, trau-
matismo torácico, aspiración masiva-. La clínica acompañante es clave en la orientación
etiológica: estridor, sibilancias, fiebre, dolor torácico pleurítico o anginoso, expec-
toración purulenta, hemoptisis, alteraciones neurológicas o musculares, oligoanuria,
edemas, etc. También es preciso valorar la rapidez de instauración y evolución, y anti-
cipar así la necesidad de ventilación mecánica (VM).
2.2 Exploración
De nuevo se unen hallazgos debidos a la IR y a la causa. Puede haber taquipnea, cia-
nosis, taquicardia, mper o mpotensión, confusión, agitación, sudoración profusa. Junto
a la exploración general básica, es fundamental una adecuada exploración cardiológica
y respiratoria -estridor, sibilancias, crepitantes focaJes o difusos, signos de
consolidación, asimetría del murmullo vesicular- y el patrón ventilatorio -lento y
superficial en la hipoventilación central, rápido y superficial en patología con
ocupación alveolar-. Es fundamentaJ reconocer los signos de fracaso muscular
respiratorio: taquipnea progresiva, con disminución de la amplitud de la respiración,
incoordenación toracoabdominal -depresión abdominaJ durante la inspiración- que
predice un fracaso ventilatorio inminente.
2.3 Pruebas complementarias
l. Gasometría arterial (GA). Es imprescindible y debe realizarse inicialmente -pre-
feriblemente de forma basal- salvo que su extracción interfiera con maniobras terapéu
ticas, en cuyo caso se realizará tan pronto como sea posible. El analizador de gases
tiene electrodos para pH, PCOz y POzo El resto de parámetros que proporciona, como
C03H-, exceso de bases, SOz o GAa, son calculados a partir de los parámetros
anteriores. Proporciona información sobre la oxigenación, ventilación y equilibrio
ácido-básico y permite monitorizar las medidas terapéuticas establecidas.
2. Pulsioximetría. Mide directamente la SaOz mediante espectrofotometría (dada las
diferencias de absorción de la luz por la hemoglobina oxidada y reducida) en relación
con el pulso. Permite la monitorización continua y no invasiva de la SaOz, pero no pro-
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 35
porciona información sobre la PaC02 o el pH. Puede dar problemas de señal en casos de
hipoperfusión periférica severa, hipotermia o fuentes de luz directas sobre el dedil o
medidas erróneas en caso de dishemoglobinemias. Su fiabilidad también es menor en
desatu raciones extremas (por debajo del 70 por 100).
3. Radiografía torácica. Es imprescindible en la valoración de pacientes con IRA, tan
pronto el paciente esté estabilizado, para orientar el diagnóstico, valorar la severidad,
evolución y posibles complicaciones de las maniobras terapéuticas. Con frecuencia la
radiografía inicial ha de realizarse en condiciones técnicas no idóneas, a veces en
decúbito, por lo que nos referiremos a unos «patrones» groseros, que pueden
reconocerse en la mayoría de los pacientes. No obstante, toda la información
radiológica que pueda obtenerse puede dar información diagnóstica útil -silueta
cardiomediastínica, pérdida de volumen, luminograma traqueal, nódulos o masas,
distribución y elementos que forman el infiltrado, etc.
a) Campos pulmonares claros. Cuando no hay evidencia de opacidades parenqui-
matosas o son tan discretas que no explican las alteraciones de oxigenación.
b) Infiltrado pulmonar difuso. Opacidades parenquimatosas en ambos campos pul-
monares, generalmente con patrón alveolar (a veces puede ser intersticial).
c) Infiltrados pulmonares localizados. Opacidades alveolares localizadas.
d) Patología extrapulmonar. Derrame pleural, neumotórax, enfisema mediastínico,
fracturas costales, deformidades torácicas importantes, etc.
4. Electrocardiograma. Puede dar información causal (IAM, taquirritmias severas) o
sobre las consecuencias (taquiarritmias y extrasistolia supra o ventriculares) que a veces
suponen un objetivo de tratamiento.
5. Sistemático de sangre y bioquímica. Necesaria para establecer otros focos de aten-
ción (anemia, alteraciones iónicas, insuficiencia renal, leucocitosis o leucopenia, etc.)
con interés etiológico, pronóstico o terapéutico.
6. Otras pruebas complementarias. En función de las posibilidades diagnósticas, de
forma urgente o diferida: pruebas funcionales respiratorias (en Urgencias puede deter-
minarse el flujo espiratorio máximo). Gammagrafía pulmonar de perfusión (o ventila-
ción-perfusión). Arteriografía pulmonar. Flebo o ecografía de extremidades inferiores.
Tomografía computarizada pulmonar o cervical. Laringoscopia. Broncofibroscopia y
técnicas asociadas. Ecocardiograma. Cateterismo cardiaco o Swanz-Gannz. Biopsia
pulmonar (transbronquial, por toracoscopia o por minitoracotomía), etc.
3. Orientación diagnóstica (Figura 3.1 y Tabla 3.1 de etiologías)
3.1 Ira no hipercápnica
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 36
3.1.l. IRA con infiltrado pulmonar difuso
Incluye
las
enfermed
ades con
ocupació
n alveolar
difusa. El
mecanism
o
predomin
ante de
hipoxemi
a es el
Shunt -
unidades
con relación ventilación/perfusión (V /Q) de 0-. Cursan con hipoxemia severa, GAa
elevado y mala respuesta a la oxigenoterapia. Aunque se aumente la FIOz, y por tanto la
PAOz en zonas ventiladas, las SOz capilar en esas zonas ya era alta, y por tanto el
contenido de oxígeno aumenta poco. En las zonas no ventiladas (alvéolos ocupados)
este aumento de FI02 no tiene efecto ninguno. La mezcla de sangre procedente de unas
y otras zonas se equilibra, con una Pa02 resultante apenas incrementada. No suele haber
hipercapnia salvo en fases evolucionadas con fatiga muscular y fracaso ventilatorio
asociado, o por otra patología subyacente.
Cursan con disnea, taquipnea, respiración superficial y crepitantes bilaterales Uunto a la
particular de cada entidad), y suelen ser graves y rápidamente progresivas.
3.1.2. IRA con infiltrado pulmonar localizado
Enfermedades con ocupación alveolar o atelectasia localizada. Su severidad suele ser
menor, menos progresiva, y en caso de alteración auscultatoria, es localizada. El meca-
nismo predominante es una baja relación V/Q en la zona y en menor medida ShunL La
respuesta al O2 es mejor.
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 37
Figura 3.1 Algoritmo diagnóstico
3.2.3. IRA con campos pulmonares claros
La causa más frecuente suele ser la obstrucción difusa de la vía aérea: los antecedentes,
clínica y semiología pulmonar -sibilancias o silencio auscultatorio, espiración pro-
longada- son de importancia clave para el diagnóstico y tratamiento y se encuadra mejor
en la IR crónica agudizada. Entra en este apartado también el tromboembolismo
pulmonar, aun cuando la radiografía suele ser patológica -atelectasias laminares, pe-
queño derrame pleural, etc.-, pero la alteración gasométrica suele ser desproporcionada
a la alteración radiológica. Debe sospecharse siempre que haya factores predisponentes
o clínica sugestiva. Las microatelectasias son también una causa frecuente de IRA,
sobre todo en el posoperatorio de cirugía torácica o abdominal superior, en particular en
pacientes de riesgo (obesidad, fumadores, bronquitis crónica, alteraciones
neuromusculares, ancianos, etc.).
El mecanismo de hipoxemia predominante en estos casos es la alteración de la relación
V /Q. Las unidades pulmonares con disminución de esta relación, el Shunt es el caso
extremo, producen un efecto mezcla venosa final y por tanto hipoxemia e incremento
del gradiente. Sin embargo, la respuesta al aumento de FI02 es mejor, pues mejora la
PAOz también en las unidades con ventilación disminuida y por tanto la oxigenación de
sangre procedente de ellas (a diferencia del Shunt en que no se modifica al ser la venti-
lación en esas zonas nula). Las unidades con relación V /Q aumentada no contribuyen a
la hipoxemia (la sangre procedente de ellas está bien oxigenada), pero producen un
efecto espacio muerto (o ventilación «desperdiciada»), con lo que disminuye la
ventilación alveolar y contribuyen al incremento del trabajo respiratorio.
3.2.4. IRA con patología extrapulmonar predominante
La IRA no suele ser lo dominante en la clínica de estos pacientes y la orientación
diagnóstico-terapéutica depende de la patología en cuestión.
EMERGENCIAS Y URGENCIAS MÉDICAS MÓDULO II
Pag. 38
3.2 Ira
hipercápnica
Supone un recambio inadecuado del gas alveolar para mantener una PaCOz normal.
PaC02 = VCOz x K/V A. Al disminuir la VA, aumenta la PaCOz. Este incremento del
carbónico tiene efectos sobre la oxigenación, dada la ecuación del gas alveolar (véase
antes) y sobre el equilibrio ácido-básico. En una situación aguda y siendo normal el
GAa y el bicarbonato sérico, por cada 10 mmHg de aumento de PaCOz, la PaOz
disminuye 8 mmHg, y el pH disminuye 0,08 unidades. Si se parte de una PaOz normal,
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Pag. 39
la trascendencia sobre la oxigenación es menor que la de la acidosis respiratoria. Las
causas de fallo ventilatorio pueden radicar a nivel del centro respiratorio (disminución
del estímulo ventilatorio), incompetencia neuromuscular (alteración de la transmisión
del impulso inspiratorio o de los músculos respiratorios) o incremento excesivo del
trabajo respiratorio, bien por aumento de la resistencia de la vía aérea, bien por
disminución de la distensibilidad del pulmón o de la caja torácica. Conviene recalcar
que se trata de una disminución de la ventilación alveolar, que puede producirse al
disminuir el volumen minuto (VM), o a pesar de su aumento si hay un incremento del
espacio muerto (VM = V A + VD) como ocurre en situaciones de alteración severa de
la relación V(Q (unidades con V¡Q muy elevada) o en respiración muy superficial.
El objetivo terapéutico en todas las situaciones de fallo ventilatorio -en particular con
VM reducido- es garantizar la ventilación, a diferencia de las situaciones descritas en el
epígrafe previo en que se trataba de garantizar la ventilación, a diferencia de las
situaciones descritas en el epígrafe previo en que se trataba de garantizar la
oxigenación.
3.2.l. IRA hipercápnica con gradiente normal
Es poco frecuente como mecanismo de IRA, y muchas de las situaciones que pueden
provocada cursan frecuentemente con GAa elevado al acompañarse de atelectasias. La
respuesta de la PaOz al aumento de FIOz es excelente, pero el objetivo fundamental es
asegurar la ventilación. Esta causa, dada la normalidad del gradiente es siempre extra-
pulmonar hasta corregir la causa. Puede no presentar disnea si se debe a alteración del
centro respiratorio.
3.2.2. IRA hipercápnica con gradiente elevado
Cuando la patología pulmonar cursa con un elevado trabajo respiratorio o se produce
fatiga muscular, cuando hay causas mixtas de la IRA o en las situaciones de
hipoventilación cuando se asocian microatelectasias, alteración de la relación V /Q, etc.
4. Tratamiento
Los objetivos del tratamiento en la IRA es asegurar la oxigenación del paciente,
garantizar la ventilación si se halla comprometida, tratar la causa y las circunstancias
desencadenantes de la IRA, y prevenir las complicaciones.
4.2 Oxigenoterapia
Supone la administración de 02 para aumentar la PA02 y por ende la Pa02. La respuesta
a este incremento ya vimos que dependía del mecanismo de hipoxemia (mínima en el
Shunt, mayor en las alteraciones de la relación V/Q, hipoventilación o alteración de la
difusión). El oxígeno puede administrarse de diversas formas:
l. Gafas nasales. Son cómodas y permiten la alimentación sin prescindir del oxígeno.
Su inconveniente es que proporcionan una FI02 variable en función del patrón
respiratorio del paciente, lo que las hace poco aconsejable en situaciones agudas
severas. A nivel general, un flujo de 1 lpm equivale a FI02 de 0,24 2 a 0,28,35 a
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Pag. 40
0,31-0,35.
2. Máscara tipo Venturi. Proporciona una FI02 constante independendiente del patrón
ventilatorio del enfermo, ajustable desde 0,24 a 0,5. No es posible proporcionar
FI02 por encima de 0,5 00,6.
3. Máscaras con reservorio. Permiten llegar a FI02 de 0,8.
4. En ventilación mecánica, de forma no invasiva mediante máscara nasal o facial o
de forma invasiva mediante traqueotomía o tubo traqueal. Puede administrarse
hasta FI 02 de l.
4.2 Ventilación mecánica (VM)
Los objetivos de la VM son garantizar la ventilación alveolar, adecuada oxigenación, y
proporcionar descanso a los músculos respiratorios. Las indicaciones de la VM en la
IRA vienen determinadas por la incapacidad para conseguir una adecuada oxigenación
mediante la oxigenoterapia, hipoventilación severa o progresiva, fatiga muscular que
predice un fracaso ventilatorio inminente, inestabilidad hemodinámica o alteración del
nivel de conciencia asociadas a la IRA. Es importante anticipar la necesidad de VM
pues la intubación electiva tiene menos complicaciones que la realizada de forma
emergente, yel pronóstico es peor si hay parada cardiorrespiratoria.
La VM no invasiva (se aplica a través de máscaras nasales, faciales o dispositivos bu-
cales) puede tener un papel en algunas situaciones de IRA o de IR crónica agudizada,
sobre todo si se espera una rápida mejoría con las medidas terapéuticas adecuadas. Sus
ventajas son el mayor confort del paciente, reducir la necesidad de sedación, evitar la
intubación orotraqueal y sus complicaciones, y mantener los mecanismos de defensa de
la vía aérea, el habla y la deglución. Requiere un paciente colaborador, sin inestabilidad
hemodinámica ni alteración metabólica severa y con mecanismos de protección de la
vía aérea intactos. Los inconvenientes son el peor manejo de las secreciones, la
posibilidad de lesiones cutáneas faciales y la aerofagia. Un porcentaje de pacientes no la
tolera. Se ha usado en pacientes con obstrucción al flujo aéreo agudizada, insuficiencia
cardiaca, neumonía, en otras enfermedades restrictivas o neuromusculares y en fallo
respiratorio perioperatorio.
En el seno de IRA, la VM se realiza siempre con presión positiva intermitente. El
cambio de la fase inspiratoria a la espiratoria se denomina ciclado. En función de cómo
se realiza este ciclado, los ventiladores pueden ser:
a) ventiladores ciclados por volumen o volumétricos: el ventilador introduce una
cantidad de gas prefijada (volumen corriente);
b) ventiladores ciclados por presión: introducen un flujo de gas hasta alcanzar una
presión determinada, pasando entonces a la fase espiratoria. No son los más
adecuados para la IRA, en particular cuando la mecánica pulmonar está alterada, y
c) ventiladores ciclados por tiempo: introducen un flujo durante un tiempo prefijado.
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El volumen corriente depende del flujo y del tiempo inspiratorio. Dependiendo del
mecanismo por el que se inicia el ciclo inspiratorio (o insuflación) la VM puede
ser:
a) Controlada. La máquina inicia la inspiración a intervalos fijos según la frecuencia
respiratoria predeterminada.
b) Asistida. El ventilador introduce el flujo de gas inspiratorio cuando «reconoce» el
inicio de la inspiración del paciente. La frecuencia respiratoria depende del pa ciente. La insuflación se inicia al detectar una presión o un flujo por debajo de un
umbral fijado. Este umbral es la sensibilidad o trigger, que debe ser suficientemen-
te bajo para que no incremente mucho el trabajo respiratorio, y no tanto que se
produzca autociclado.
c) Asistida-controlada. El ventilador garantiza un número de insuflaciones según una
frecuencia prefijada, pero actúa también en respuesta a la inspiración del paciente.
La mayoría de ventiladores modernos permiten regular un gran número de paráme· tros
vantilatorios y monitorizar muchas funciones respiratorias. Así, y dependiendo del tipo
de ciclado y el modo, puede regularse la frecuencia respiratoria (fr), la sensibilidad o
trigger, la presión en la vía aérea (Paw) máxima, el flujo, el tiempo imspiratorio (y la
relación inspiración/espiración -l/E-), el volumen corriente y la PEEP (presión espi-
ratoria final positiva). Monitorizan y disponen de alarmas visuales o acústicas de
presión, volumen espirado, frecuencia, FI02 y alimentación (en caso de que falle el
suministro eléctrico).
La PEEP consiste en aplicar una presión positiva tele-espiratoria, lo que aumenta la
capacidad residual funcional (volumen pulmonar al final de la espiración pasiva) mejo-
rando así la oxigenación y disminuyendo el Shunt. La desventaja es un aumento de la
presión intratorácica, que puede disminuir el retorno venoso y el gasto cardiaco y au-
mentar el riesgo de barotrauma. Junto a la ventilación mandatoria asistida o controlada
existen otros modos o técnicas de ventilación:
- Ventilación mandataria intermitente.
El ventilador permite la inspiración espontánea del paciente (con o sin ayuda
inspiratoria de presión) pero garantiza un número mínimo prefijado de insuflaciones a
un volumen dado. Cuando estas insuflaciones se acoplan a la inspiración del paciente,
se denomina ventilación mandatoria intermitente sincronizada. Cuando se monitoriza el
volumen minuto espirado puede programarse el volumen minuto total deseado de
forma que el ventilador compensa la parte de este volumen que el paciente no haya
alcanzado. Es la ventilación mandatoria minuto.
- Presión de soporte (PS).
El ventilador mantiene una presión prefijada durante toda la fase inspiratoria mediante
un flujo decelerado. La inspiración es promovida por el paciente (es pues un modo
asistido) y el ciclo es flujo dependiente (pasa a la fase espiratoria cuando el flujo cae por
debajo de un umbral). El paciente regula pues la fr, el tiempo ins y espiratorio, el
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volumen inspirado y el flujo. La diferencia con la técnica de ventilación ciclada por
presión es muy importante, pues en ésta el ciclado no es por flujo -es por presión- y la P
durante la inspiración es ascendente hasta el nivel determinado para el ciclado y no
constante como en la PS.
- CPAP.
Consiste en mantener una presión positiva continua prefijada en la vía aérea durante la
respiración espontánea del paciente, igual en la fase inspiratoria que en la espiratoria.
Cuando la presión es diferente entre ambas fases se habla de presión positiva a dos
niveles (BiPAP es una marca registrada por Respironics lnc.). Consigue aumentar la
CRF y prevenir el colapso de la vía aérea en la espiración (efecto PEEP) con sus efectos
beneficiosos sobre la oxigenación y el Shunt, junto a la ayuda inspiratoria: generalmente
aumenta el volumen corriente y disminuye el trabajo respiratorio.
- Hipercapnia permisiva.
Cuando por el deterioro de la mecánica pulmonar y para mantener un nivel de PaC02
normal se alcanzan altas presiones en la vía aérea que deterioran aún más esa mecánica
y hacen excesivo el riesgo de barotrauma. Se ha ensayado una técnica de ventilación en
la que el objetivo es no superar una determinada presión inspiratoria (40-45 cm H20)
aun a costa de reducir el volumen suministrado, lo que se traduce en el aumento de
carbónico. Este aumento es bien tolerado si se mantiene controlado el pH y con
adecuada oxigenación.
- Relación l/E invertida.
La fase inspiratoria dura más que la espiratoria. La indicación sería la incapacidad para
alcanzar una adecuada oxigenación sin un aumento excesivo de FI02 PEEP o Paw. Al
aumentar la relación l/E, aumenta la P intratorácica media y disminuye la P Pico (al
mismo volumen y flujo). Puede hacerse en ventilación controlada por volumen o por
presión.
- Ventilación de alta jrecuencia.
Consiste en introducir pequeños volúmenes a altas frecuencias. Su papel en la IRA no
está claramente definido.
En función del tipo de IRA, de las características y situación del paciente y de los
equipos disponibles, se elegirá una forma u otra de ventilación, un modo ventilatorio y
unos parámetros -V c, fr, flujo inspiratorio, trigger, nivel de PEE y FI02-. La forma más
rápida de corregir una IRA severa es la forma controlada. Suele ajustarse un volumen
corriente de 10 mljkg, frecuencia de 12-20 rpm, FI02 de 1, PEEP según el tipo de IRA,
modificándolo luego según parámetros gasométricos, hemodinámicos, adaptación del
paciente y repercusión en la mecánica pulmonar.
4.3 Tratamiento de la causa
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Una vez identificada hay que iniciar el tratamiento etiológico y de los factores desen-
cadenantes (diuréticos, broncodilatadores, antibióticos, antídotos o antagonistas, etc.).
4.4 Otras medidas
Encaminadas también a asegurar la oxigenación, como el mantenimiento de la vía
aérea, reducir los requerimientos de oxígeno y producción de CO2 -control de fiebre,
relajación muscular, dieta pobre en hidratos de carbono, disminuir el trabajo respirato-
rio, etc.-, mejorar el transporte de oxígeno -tratamiento de la anemia, controlar y
mantener el gasto cardiaco- y evitar o prevenir complicaciones de la IRA o iatrogenia.
5. Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo (SDRA)
5.1 Clínica
Cuadro de ocupación alveolar difusa causado por un aumento de la permeabilidad de la
membrana alvéolo-capilar. Se caracteriza por disnea, taquipnea y aumento del trabajo
respiratorio, crepitantes en la auscultación, infiltrado pulmonar difuso en la radiología,
hipoxemia refractaria -efecto shunt- y disminución de la distensibilidad pulmonar, en
ausencia de fracaso cardiaco izquierdo. La lesión anatomopatológica es el daño alveolar
difuso. Una conferencia de consenso euro-americana define desde un punto de vista
operativo: «Daño pulmonar agudo» como la lesión pulmonar menor que cursa con
inf¡]trado bilateral radiológico, deterioro de la oxigenación severo (razón P02/FI02
inferior a 300) y presión de oclusión de la arteria pulmonar de 18 mmHg (o no
evidencia de fallo cardiaco izquierdo). Cuando la razón PaOJFl02 es menor de 200 se
denomina SDRA.
Las causas o desencadenantes del SDRA pueden ser pulmonares o extrapulmonares
(Tabla 3.2).
La mortalidad está alrededor del 50 por 100, aunque hay factores pronósticos positivos:
edad menor de 40 años, ciertas etiologías -sobredosis, embolia grasa, pacientes
quirúrgicos-, Pa02/FI02 > 250 o mejor distensibilidad -mayor de 50 ml/cm H20- tras los
primeros días. Y negativos: edad mayor de 65 años, fracaso multiorgánico, insuficien·
cia renal, ciertas etiologías -SDRA asociado a patología médica o traumatismos frente a
los quirúrgicos, sepsis- Pa02/FI02 < 150 mmHg o distensibilidad estática < 25 ml/ cm
H20 tras los primeros días, o el desarrollo de sepsis secundaria. La causa de muerte
suele ser el proceso subyacente en los primeros días, y luego sepsis, fracaso
multiorgánico, insuficiencia cardiaca o insuficiencia respiratoria refractaria. Entre los
supervivientes puede haber curación ad integrum, o dejar secuelas que se correlacionan
sobre todo con la severidad del daño pulmonar tras los primeros 4 a 7 días y con la
presencia de sepsis.
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Tabla 3.2 Circunstancias asociadas a SDRA
5.2 Tratamiento
El tratamiento del SDRA es un tratamiento fisiopatológico y de soporte, dirigido a
mantener la oxigenación y perfusión sanguínea periférica:
l. Resucüación y estabilización si precisa.
2. Tratamiento de la causa y factores desencadenantes. Antibiótico en el caso de
sepsis o neumonía, tratamiento de las fracturas, etc.
3. Oxigenación. Muchos pacientes con daño pulmonar agudo y prácticamente todos
aquellos con SDRA requerirán VM. Los objetivos son estabilizar al paciente re-
duciendo al mínimo el trabajo respiratorio, utilizar el menor volumen posible
manteniendo una pC02 adecuada y la mínima PEEP que permita saturaciones de
O2 > 90 con la menor FI02. Generalmente se inicia con volumétrico en modo
asistido-controlado, con FI02 de 1, volumen corriente de 6-12 ml/kg de peso y
PEEP menor de 5 cm H20. Flujo inspiratorio de 60 L/m. Posteriormente se ajustan
para mantener una saturación por encima de 90 mmHg, unas presiones en vía
aérea por debajo de 40-45 mmHg, una FI02 menor de 0,6, un gasto cardiaco ade-
cuado y pC02 normal, aunque se ha ensayado con éxito la hipercapnia permisiva.
El uso de relación l/E invertida puede mejorar la oxigenación y disminuir las pre-
siones inspiratorias, por 10 que puede ser útil en algunas ocasiones en que no puede
mantenerse la oxigenación con niveles de PEEP y presiones aceptables.
4. Otras medidas. En función de la situación del paciente se requerirán fármacos
vasoactivos, sedorrelajación variable según el modo ventilatorio, manejo de
líquidos (evitar la sobrecarga de volumen y la hipovolemia), nutrición adecuada y
medidas para mejorar el transporte y liberación de O2 a los tejidos. En estadios
avanzados (fase de fibrosis) pueden ser útiles los corticoides. Algunas otras
aproximaciones como anticuerpos antiendotoxinas o frente a moduladores de la
inflamación están en estudio.
Es necesario tratar cualquier otra disfunción orgánica que pueda producirse duran-
te el curso de estos pacientes.
5. Prevención, diagnóstico y tratamiento de complicaciones.
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5.3 Complicaciones de IRA
5.3.1 Barotrauma
Las complicaciones son consecuencia de la sobrepresión, e incluye el neumotórax,
neumomediastino, enfisema subcutáneo e intersticial y neumoperitoneo. Pueden pro-
ducirse de forma iatrogénica -masaje cardiaco, punción de vena central, punción peri-
cárdica, toracocentesis- o por la enfermedad causal de la IRA -trauma torácico, neu-
monía necrotizante, obstrucción severa al flujo aéreo, aspiración, etc.
5.3.2 Disminución del gasto cardiaco
Aparte de las causas cardiacas de IRA, puede disminuir el GC en relación con la hi-
poxia, hipercapnia, taquiarritmias, en la sepsis, como consecuencia del aumento de pre-
sión intratorácida (PEEP) o por barotrauma. La hipovolemia lo magnifica. La disminu-
ción del GC conlleva una disminución del transporte de O2 e hipoxia tisular.
5.3.3 Sobreinfección
Muchas de las causas de IRA se acompañan de una alteración de los mecanismos de
defensa pulmonar frente a la infección, y en particular cuando es preciso la intubación
orotraqueal y VM. Las infecciones nosocomiales se tratan en otro apartado.
5.3.4 Toxicidad por oxígeno
Depende de la HOz (no por debajo de 0,5) y del tiempo. Por ello se intenta siempre
conseguir oxigenación adecuada con la menor HOz.
5.3.5 Hemorragia digestiva
Es una complicación frecuente, por lo que se recomienda profilaxis. En el caso de VM
se aconseja sucralfato, pues hay estudios que demuestran que la alcalinización del pH
gástrico aumenta el riesgo de neumonía.
5.3.6 Tromboembolismo pulmonar
La incidencia es alta (8-29 por 100), puede ser difícil de reconocer y diagnosticar, y en
pacientes con IRA previa las consecuencias sobre el intercambio de gases y la hemo-
dinámica pueden ser catastróficas. Se recomiendan pautas de profilaxis.
5.3.7 Aspiración
Está favorecida por la depresión del nivel de conciencia que puede producir la IRA o
por la pérdida de la barrera anatómica y depresión de la tos cuando hay una intubación
orotraqueal o la dilatación gástrica en ventilación a través de mascarilla.
5.3.8 Otras complicaciones
iatrogenia, arritmias e isquemia miocárdica, complicaciones nutricionales, fracaso renal
agudo y complicaciones neurológicas.
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