Eloy alfaro

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Eloy Alfaro Autor: Steeven Jácome

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Eloy Alfaro

Autor: Steeven

Jácome

José Eloy Alfaro Delgado nació el 25 de junio de 1842 en la ciudad

ecuatoriana de Montecristi, sus padres fueron Juan Alfaro González,

republicano español natural de Cervera del Rio Alhama  (La Rioja)

quien llegó a Ecuador en calidad de exiliado político y María

Natividad Delgado López, nacida en Montecristi el 8 de septiembre

de 1808, hija de Rafael de la Cruz Delgado, que fue en repetidas

ocasiones regidor del Cabildo de Montecristi y de María de la Cruz

López, mestiza.

Alfaro inició su lucha contra los conservadores católicos desde los

años 60 del siglo XIX, la fuerzas revolucionarias lo nombraron Jefe

Supremo de las provincias de Manabí  y Esmeraldas, durante su

rebelión en febrero de 1883, rebelión que terminó el 11 de

octubre del mismo año cuando fue organizado un gobierno

provisional que restauró el conservadurismo en el poder.

El 5 de junio de 1895, el pueblo de Guayaquil se pronuncia en

contra del presidente interino Vicente Lucio Salazar  y lo nombra

Jefe Supremo, por lo que Eloy Alfaro vuelve al país desde el

destierro en Panamá y se da inicio a la Revolución liberal y a una

corta guerra civil con la que conquista el poder.

El 17 de enero  de 1897es nombrado Presidente

Constitucional hasta el 1 de septiembre  de 1901, con lo cual entre

sus principales logros estuvo la separación entre iglesia y estado.

Después de su primer gobierno, apoyó a su sucesor, Leónidas

Plaza Gutiérrez, pero poco tiempo después surgieron diferencias

entre ambos. Se opuso contra el gobierno de Lizardo García el 1 de

enero de 1906 y a pocos días, el 17 de enero, se proclama Jefe

Supremo y gobernó hasta el 12 de agosto de 1911.

En el segundo período de gobierno de Alfaro se realizaron varios

cambios, entre los cuales consta la legalización del divorcio, la

construcción de numerosas escuelas públicas, se instauró la libertad

de expresión, se instituyó el laicismo, el derecho a la educación

gratuita, así como el matrimonio civil.

Sin embargo, se considera como el

mayor logro de este período el haber

finalizado la construcción

del Ferrocarril Transandino  que unió

las ciudades de Guayaquil y Quito

Esto ayudó a la creación de la empresa ferrocarrilera dirigida por

el empresario quiteño Marco Antonio Benavides; que se convirtió,

años después, en la mano derecha de Eloy Alfaro.

Después del cese de sus funciones, durante el gobierno de Emilio

Estrada Carmona, Alfaro cuestionó severamente la administración

del Presidente y pronto los coidearios de Alfaro, empezaron a

organizar una serie de sublevaciones militares. Alfaro fue

desterrado a Panama durante el gobierno interino de Carlos Freile

Zaldumbide. El 4 de enero de 1912 volvió al país y pronto se

propuso dialogar con el Gobierno, sin embargo, el general Leonidas

Plaza  lo encarceló. El 28 de enero de 1912, un tumulto de personas

en Quito ingresaron a la cárcel donde estaban detenidos Alfaro, sus

familiares, y amigos, y después de un linchamiento, arrastraron los

cuerpos de los líderes liberales por las calles de Quito hasta el

parque El Ejido donde finalmente los incineraron.

Se considera que su legado más importante fue la defensa de los

valores democráticos, la unidad nacional, la integridad territorial

del Ecuador, el laicismo, la modernización de la sociedad

ecuatoriana, la educación el sistemas de transporte y

comunicación.

La Escuela Superior Militar del Ejército ecuatoriano lleva su

nombre, el buque insignia de la Escuadra Naval, múltiples avenidas,

instituciones educativas militares (colegios, escuelas y academias),

parques y plazas en todo el Ecuador. Alfaro es considerado en la

historia del Ecuador como uno de los caudillos más sobresalientes y

con mayor impacto en la vida del Ecuador.

E L A S E S I N AT O D E E L O Y A L FA R O D E L G A D O

El domingo 28 de enero de 1912, Quito se convirtió

en escenario del crimen que una turba fanática

consumó contra el general Eloy Alfaro Delgado, líder

del liberalismo ecuatoriano, su hermano Medardo, su

sobrino Flavio, el periodista Luciano Coral y

los militares Manuel Serrano Renda y Ulpiano Páez.

En la consumación del martirologio influyeron aquellos

antecedentes incubados por la ambición y deslealtad de  jefes

liberales y fuerzas políticas y económicas contrarias a los afanes

transformadores alfaristas. 

Desde el derrocamiento de Alfaro en agosto de 1911, la división

del liberalismo agudizó y esa situación la aprovecharon terceros

para captar posiciones. Por la muerte del presidente Emilio Estrada

en diciembre de 1911, a pocos meses de ejercer su mandato, asumió

como encargado del poder Carlos Freile Zaldumbide. 

Este último tuvo el respaldo de los generales Leonidas Plaza y Julio

Andrade, pero no de Pedro J. Montero, quien pidió el regreso de Eloy

Alfaro, que en efecto arribó el 4 de enero. La tarea pacificadora del

ex presidente resultó infructuosa, pues ocurrieron feroces combates

entre las fuerzas simpatizantes del gobernante interino y los

liberales radicales. 

En Huigra, Naranjito y Yaguachi, los leales a Eloy Alfaro llevaron

la peor parte. La guerra civil cesó por la suscripción del Tratado de

Durán (22 de enero de 1912), que daba garantías a los dirigentes

rebeldes hecho prisioneros, aunque resultaron falsas. 

Pedro J. Montero murió asesinado el 25 de enero en Guayaquil por

el ataque de un soldado y de la turba que lo mutiló, arrastró y le

prendió fuego en la plaza de San Francisco. El grupo que

encabezaba Eloy Alfaro salió  por tren a Quito en la madrugada del

26.

. Cerca del mediodía del domingo 28, la máquina

entró en la ciudad.

Los prisioneros fueron llevados al Panóptico, en medio

de actitudes sospechosas del populacho. Sin dar tiempo

a algún leal auxilio, la displicente masa de hombres y

mujeres asaltó los calabozos, gracias al comportamiento

cómplice de autoridades y guardias de turno. 

El grupo inició la masacre y asesinó, ofendió cadáveres, los

arrastró y solo culminó su orgía de sangre cuando en la pira del

parque El Ejido ardió el cuerpo del líder manabita. El escritor

Alfredo Pareja Diezcanseco denominó 'La hoguera bárbara' al

repudiable episodio.