ELISA LAMAS, una escritora creyente y progresista

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ELISA LAMAS (María Elisa Maseda de Arango, nombre real) Una escritora creyente, y progresista Selección: © Julio Pollino Tamayo [email protected]

Transcript of ELISA LAMAS, una escritora creyente y progresista

ELISA LAMAS (María Elisa Maseda de Arango, nombre real)

Una escritora creyente, y progresista

Selección:

© Julio Pollino Tamayo

[email protected]

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ÍNDICE

-Introducción............................3

-Anécdotas...............................3

-Artículos censurados....................5

-Cuento “Juana quiere ser cura”.........15

-Artículos en “Destino” (selección).....24

-Artículos en “La Vanguardia”

(selección).............................48

-Entrevista de Carmen Mieza.............51

3

-¿Creyente y progresista? ¿Eso existe? ¿No son toda s

conservadoras, de derechas?

Pues no, haberlas haylas, pocas, muy pocas,

incluso feministas. Lo que ya es imposible, o

debería serlo, es ser mujer y aceptar sin rechistar

la repugnante misoginia de la Iglesia, de su

jerarquía. Pero va a ser que no, mujeres creyentes,

practicantes, que cuestionen de forma pública el

retrógrado machismo de la religión cristiana, la

Biblia debería ser prohibida como libro que hace

apología de la violencia de género, son una pequeña

minoría silenciosa, dentro de la dictadura fascista

de Franco, una excepción.

“Es fundamental que en la política se integren los

valores femeninos, que nunca han sido tenidos en

cuenta de una manera clara y explícita. Hasta que l a

mujer no intervenga en la vida política no se

logrará que exista la paz en el mundo. Esto no lo

conseguirán nunca los hombres ” (finales de los años

60)

Bastan dos anécdotas para situar al personaje, a la

persona:

1- Agreden a su marido (Manuel Jiménez de Parga,

Presidente del Tribunal Constitucional del 2001 al

2004) un grupo de ultraderechistas a la salida de

una conferencia en Sabadell a mediados de los años

60. Reconoce a uno de los agresores en las fotos qu e

le muestra el juez de instrucción, y el juez trata

de convencerla de que no denuncie porque es un

conocido político local. Su respuesta es: “Creía qu e

había venido a declarar ante un juez y me doy cuent a

que no estoy siquiera ante un hombre”.

4

2- Su cuñado Carlos Jiménez de Parga, sacerdote

obrero en Vallecas, es acusado de cobijar en su

parroquia a unos sindicalistas de Comisiones

Obreras, sindicato ilegal. Al terminar el juicio

María Elisa Maseda le suelta al Magistrado lo

siguiente: “Señor Presidente, ustedes pueden

condenar a mi cuñado o absolverlo. Espero la

sentencia. Pero lo que no aguanto ni un minuto más

es quedarme parada ante esta mesa presidida por un

crucifijo. Soy católica practicante y no tolero que

un crucifijo se utilice en este tipo de juicios.

¡Así que me lo llevo!”. Y agarra el crucifijo y sal e

corriendo con él.

El profesor Serge Vedel y Elisa Lamas en Bidart

(País Vasco francés) 1973

5

-¿Nada más? ¿En eso consistió toda su rebeldía, tod o

su compromiso cívico?

Pues de nuevo va a ser que no, ese compromiso lo

explicitó en cientos de conferencias, de seminarios ,

de provocadores artículos, en las revistas Destino,

El Ciervo, y los periódicos La Vanguardia y Diario

16, que levantaron muchas ampollas, sólo hay que

leer las cientas de cartas al director que

suscitaron, como si de una Oriana Fallaci a la

española se tratase. En cuatro ocasiones artículos

suyos fueron denunciados por la censura, por el

Tribunal de Orden Público, el legendario TOC. En

concreto los siguientes:

1- “El sentido de la navidad” , Destino, 23-

Diciembre-1972. El 19 de enero compadeció ante un

Juzgado de Barcelona, ratificando expresamente las

afirmaciones contenidas en el artículo. Fue

sobreseída la causa el 5 de marzo de 1973 por el

Juzgado de Orden Público. Un extracto del artículo:

[...] Las fiestas navideñas son una ocasión para

disfrutar de los afectos familiares, hacer un alto

en la monotonía de las tareas diarias, olvidar por

unas horas trabajos y preocupaciones. ¿Son algo más

que eso? ¿Tienen algún otro sentido para los hombre s

de hoy?

6

A primera vista se diría que sólo conservan

alguna otra significación para los creyentes muy

sinceros. El folklore y el comercio han tomado

posesión de la Navidad. En la medida de las propias

fuerzas cada uno gasta más que de costumbre en come r

y beber, en regalos, en divertirse; muchos también

en viajes –marcharse al lugar de origen, al campo o

a esquiar-. No es que esté mal todo ese tráfago. La

gente se alegra un poquito, hace un intento de

olvidar problemas, estrecheces, tedio. Si probáramo s

a llevar a cabo una encuesta en la calle sobre lo

que la Navidad significa, ¿qué resultados arrojaría ?

¿Qué mensaje encuentra el hombre medio en las

fiestas de Navidad?

Para muchos se trata tan sólo de una adaptación

de antiguos festejos paganos. Se celebra el fin de

otoño y la alegría de que pronto las horas de sol

comenzarán de nuevo a crecer, como cada año. En el

ritmo repetitivo de la naturaleza las fiestas de

Navidad marcan el final de una estación y el

comienzo de otra, como siempre, como ayer y como

mañana. Para otros es un conjunto de ritos que poco

a poco han ido perdiendo vigencia barridos por los

vientos implacables del progreso técnico y

científico. Para bastantes de los que creen en el

mensaje de Cristo es un tiempo de esperanza y de

humildad.

7

Elisa Lamas con su esposo, Manuel Jiménez de Parga, y sus

siete hijos

2- “Contra la voluntad general” , Destino, 20-Octubre-

1973. El expediente se archivó el 17 de abril de

1974. Un extracto del artículo:

[...] La reacción de los destinatarios de una ley

es parte importante de la suerte que esa ley correr á

en el futuro. Tal reacción es lo que se ha llamado,

en el mundo del Derecho, “la voluntad general”,

concepto que ha volcado ríos de tinta sobre los

papeles científicos. La discusión arrancó ya de su

misma base. ¿Hay que entender la voluntad general

como la suma aritmética de las voluntades

individuales, o es una voluntad distinta, que

resulta de la concurrencia de los criterios

diversos? Mucho se ha afirmado sobre estos temas,

pero lo que nunca hemos visto en parte alguna es qu e

la ley debe ir en contra de la voluntad general.

Que esto sea posible, es decir, que se pueda

llevar adelante una ley contra el parecer masivo de

todos los destinatarios de ella –en este caso

estudiantes, padres y profesores- es, a mi modesto

entender, un caso de enfermedad social, una muestra

más de los desequilibrios que pueden aparecer en un a

sociedad donde no existen cauces suficientes ni par a

la expresión eficaz de la opinión pública ni para

sancionar al administrador cuya gestión no satisfac e

al país.

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Elisa Lamas con su esposo, Manuel Jiménez de Parga

3- “Polémica sobre el aborto” , Destino, 29 de junio

de 1974. El Juez especial de prensa acordó el

secuestro del número de la revista y abrió sumario

contra la escritora. Extractos del artículo:

“[...] Hay, pues, dos problemas que enfrentar en

conciencia: el legal y el moral. Del legal ya he

dicho que la legislación debe ser realista, no

utópica. Desconocer la realidad social, no darse po r

aludido y legislar sobre el papel, no sobre la vida ,

siempre trae consecuencias incalculables.

El problema moral es delicadísimo, y, en última

instancia, privado. Nadie, absolutamente nadie,

puede imponer a una mujer un hijo contra su

voluntad. Tal imposición lesiona gravemente la

dignidad humana desconoce los daños psicológicos

para la madre, y puede significar una vida inhumana

para el hijo.

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[...] De la aceituna al olivo hay todo un largo

proceso de cuidados, de trabajos, de inteligencia

humana funcionando. Del embrión prehumano a la

persona humana, es decir, al adulto capaz de actos

libres y responsables, hay un proceso infinitamente

más largo y complicado de cuidados amorosos, de

clima afectivo, de unión espiritual entre el padre y

la madre, indispensable, según la mayoría de los

psicólogos, para que ese proceso de hominización

desemboque en un nuevo ser completo, no en un ser

con apariencia humana pero incapaz de ser auténtico

dueño de sus actos, y que no da así ni gloria a

Dios, ni felicidad a sí mismo, y es casi siempre un

verdadero peligro social.”

Elisa Lamas con su esposo, Manuel Jiménez de Parga,

y sus siete hijos

10

4- “La educación política de nuestros gobernantes” ,

Destino, 2-Noviembre-1974.

Artículo acusado por el fiscal de propaganda ilegal ,

el ministerio fiscal solicitó también que se

secuestrara la publicación, petición que no fue

atendida por el Juzgado.

Extractos del artículo:

[...] Unas fotos del mismo don Manuel Fraga,

paseando por un parque londinense con una aire tan

británico que parece imposible que haya nacido en

Villalba, me levantaron el ánimo aún más. Aquel

señor tan elegante, con tanta clase, que en otra

foto aparece eligiendo los vinos para un almuerzo e n

la bodega de la Embajada, no recuerda en nada al

mismo que empapeló sin pausa ni respiro a Néstor

Luján, que entiende tantísimo del buen comer y

beber. Esto es otro señor Fraga. Aire sereno,

reposado, sin una arruga en el impecable corte del

correcto traje, salido, sin duda, de alguna

sastrería de los aledaños de Bond Street. ¿Qué se

hicieron, como diría Jorge Manrique, de los gritos

con que contestó en una famosa rueda de prensa a

algún corresponsal extranjero que se atrevió a

preguntarle si eran ciertos los rumores de que en e l

recuento de los votos habían salido dos millones má s

de “síes” que de votantes? ¿Qué es lo que ha

transformado de esta manera a un político? ¿Será un a

combinación de la lectura del “Times” a la hora del

desayuno, los paseos por las calles y los parques

londinenses y el cambio de sastre?

11

[...] La metamorfosis de don Pedro Cortina, según

actúe intra o extramuros, no es tan espectacular,

visualmente hablando, porque don Pedro Cortina no h a

sido nunca ministro de Información y Turismo –que

es, reconozcámoslo, una prueba de fuego- y además

posee ese estilo peculiar del diplomático con

experiencia que, como sabemos, está muy adiestrado

para sostener cualquier tesis con la misma falta de

pasión que su contrario si le avisan sus superiores

un cambio en la política con el extranjero. Además,

don Pedro Cortina es mucho más delgado que el señor

Fraga y su delgadez le confiere un aspecto menos

autóctono, aunque defienda una doctrina fuera de la s

fronteras y otra para los ciudadanos del país.

Ya sólo por esto, merecería ser reconocida,

recordada, como una incansable luchadora por los

derechos civiles individuales y colectivos, en plen a

dictadura. Pero además escribió un libro de cuentos

que redunda en esa rebeldía, en ese compromiso,

titulado: “Once historias perversas y una ejemplar”

12

(Laia, 1986), y que por desgracia no tuvo

continuidad, no publicó más (escribió otro libro

inédito, "La mujer en el cristianismo de hoy", que

presentó al Premio "Monte de Espiritualidad"

(Burgos, 1968), obteniendo el segundo premio.

Gracias a este hecho se conoció que detrás del

seudónimo Elisa Lamas (nombre de su abuela) se

encontraba María Elisa Maseda de Arango). Esto es l o

que dijo la crítica de él:

1-“ La articulista Elisa Lamas, colaboradora habitual

de “La Vanguardia”, acaba de publicar en Editorial

Laia su primera obra de ficción literaria, titulada

“Once historias perversas y una ejemplar”. La obra

fue presentada en la librería Itaca, en un acto en

el que estuvo presente Josep Tarradellas, ex-

presidente de la Generalitat.

Lorenzo Gomis glosó la obra diciendo que en ella

“tanto los personajes como las historias son

reales”, aunque recreadas literariamente con “el

humor gallego de la autora, que da como resultado

una obra llena de gusto y entusiasmo y gracia”.

Gomis se congratuló de que, “si hasta ahora teníamo s

en Elisa Lamas una gran articulista, ahora tenemos a

una gran narradora”.

Manuel Jiménez de Parga, catedrático de Derecho

Político y esposo de la autora, recordó la

trayectoria literaria y vital de Elisa Lamas,

destacando sus inquietudes de justicia social y “su s

artículos de corte progresista” en “El Ciervo” –

revista dirigida por Lorenzo Gomis en la que Elisa

Lamas cuenta con una sección fija, “La Vanguardia” y

“Diario 16”. Elisa Lamas explicó que esta obra ha

surgido de una “sensación de tranquilidad personal”

experimentada en los últimos tiempos .”

13

La Vanguardia, sábado 31 de mayo de 1986

2-“ Bien conocida del gran público –Elisa Lamas es

colaboradora habitual de “La Vanguardia”, “Destino” ,

“El Ciervo” y “Diario 16”-, ahora la escritora

catalana ha publicado un libro de narraciones corta n

que giran alrededor de los problemas de la mujer. S e

trata de cuentos breves, escritos con dominio y

sobriedad, en los que aborda casi con desenfado las

circunstancias sociales e históricas que han situad o

a la mujer en situación de desventaja frente al

hombre.

El feminismo de Elisa Lamas no se expresa con

estridencias, sino interiormente, sus historias y

relatos no envuelven un mensaje y lo desarrollan

explícitamente, quiero decir: no prefiguran una

tesis “entre comillas” ni concluyen con una no meno s

entrecomillada moraleja. Elisa Lamas cuenta doce

historias de mujer y luego, ya en la imaginación de l

lector, tras el diálogo con las páginas, él mismo

alcanza sus propias conclusiones.

Para Elisa Lamas el universo de la mujer en

nuestra sociedad está determinado, sea cual sea la

clase social o el nivel cultural, de antemano por l a

ideología que los hombres han impuesto y que la

sociedad y sus instituciones –desde la familia

hasta la Universidad-perpetúan con una terrible

naturalidad. La mujer de las clases más acomodadas

recibe una educación distinta que los hombres, una

educación que la sitúa al margen del mundo y que

hace de ella, sobre todas las cosas, un delicado

artículo de lujo, inservible, pero absolutamente

necesario. Su función es doble, por una parte cuida

de la familia, da afecto y empuja a sus hijos, educ a

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a las hijas, se dedica al marido y a la casa; por

otra parte, la mujer ha sido bien instruida en todo

aquello que sirve a aumentar y promover el prestigi o

social del hombre, organiza y conduce reuniones y

fiestas, interviene aquí y allá cuidando todos los

detalles para el mayor lucimiento del apellido

familiar.

¿Qué ocurre cuando una circunstancia imprevista,

un deseo distinto de lo esperable, enfrenta a la

mujer con su propia condición? “Once historias

perversas y una ejemplar” aborda casos y

circunstancias distintos, desde la mujer que, al

decidir emprender una carrera académica brillante,

debe de matar a una parte de sí misma; a la hija de

buena familia que ha quedado embarazada después de

una violación y no puede abortar... Los casos y las

historias que narra Elisa Lamas pertenecen en su

mayoría a la vida real.

Quizá por ello mismo una leve y fundada

desesperanza recorre sus páginas, aunque a veces

ellas –las protagonistas de estos cuentos- logran

salvarse con alguna pirueta. Isabel, la protagonist a

de “Una chica preciosa” que desde niña hizo siempre

preguntas impertinentes, y sin respuesta, se

consolará en la búsqueda intelectual y en la apuest a

de la fe .”

Tulio H. Demicheli – ABC – 5 de julio de 1986

15

Extraño que la crítica literaria feminista más

radical no lo haya adoptado como bandera. Me refier o

a esa crítica talibán que sólo se fija, resalta, el

contenido de los libros, olvidándose por completo d e

su valor literario. Por mucho que un libro tenga un

mensaje feminista, de reivindicación de la igualdad ,

de denuncia del machismo, si está mal escrito, no

sirve para nada. La literatura doctrinaria,

panfletaria, ha aportado muy pocos grandes libros,

por no decir ninguno, a la historia de la

literatura. No conozco a ningún gran escritor que s e

plantee de antemano voy a escribir un libro

feminista, machista, de derechas, o de izquierdas.

Si el escritor es sincero, honesto, escribe lo que

siente, como lo siente, su ideología, sus valores,

se acabarán plasmando en sus textos sin necesidad d e

subrayados. “Once historias perversas y una

ejemplar” es un buen libro a secas, al margen de qu e

sea o deje de ser feminista, que lo es. En el

sentido que denuncia, critica, con humor,

determinadas actitudes machistas de la sociedad, no

porque los cuentos estén protagonizados por mujeres ,

que es lo de menos.

16

Sirva como ejemplo uno de ellos, mi favorito:

Juana quiere ser cura

La ciudad natal de Juana era muy hermosa, antigu a

y pequeña. Contaba con un pasado de esplendor desde

la conquista romana, pasado cuyo cenit brilló en la

Edad Media cuando formaba parte del Camino de

Santiago y toda Europa pasaba por allí.

Sus moradores –apenas unos cinco mil- vivían

orgullosos de la belleza de su urbe, aunque en

realidad hablaban de oídas, es decir, se enteraban

por los elogios de los extranjeros de que era uno d e

los pocos conjuntos arquitectónicos que resistió en

España invasiones, contiendas civiles, ignorancias y

mal gusto. Ellos la encontraban húmeda, fría y

aplastada por el peso tristón de las instituciones

eclesiásticas. De su historia –nudo de

17

comunicaciones medievales, centro comercial potente ,

capital de provincia- sólo quedaban la catedral y e l

seminario. La proporción de sotanas por habitante

era abrumadora. Por las bellas calles empedradas,

paseando entre casonas sin habitar o decaídas de su s

nobles usos de origen se encontraban sacerdotes a

todas las horas del día. Los latidos del corazón de

la ciudad los marcaban las campanas de la catedral.

-Date prisa. Empieza la misa mayor.

-Tocan a coro. Las tres y cuatro.

Lo más importante que se podía ser era obispo,

“Señor Obispo”, y en orden descendente ocupar algún

cargo de su entorno. Los escasos representantes de

las profesiones liberales debían cuidar con mimo la s

relaciones con el poder eclesiástico. Las pocas

familias de la antigua nobleza campesina que aún

conservaban casas allí consideraban obligada una

visita de cortesía al señor Obispo al llegar para e l

veraneo.

No es demasiado extraño, puestas así las cosas,

que en la mente infantil de Juana adquiriera el

estado eclesiástico un relieve especial. Un día en

la escuela una profesora preguntó a las alumnas qué

querían ser de mayores. Casi todas soñaban con ser

maestras, una profesión respetadísima y compatible

con el matrimonio. Juana contestó.

-Yo quiero ser

cura.

Se armó un escándalo fenomenal de risas y

exclamaciones de asombro. La profesora intervino.

-Querrás decir monja.

-No, señora maestra. Quiero decir cura.

18

La maestra se quedó muda de pasmo. Cuando

recuperó el habla le echó una bronca a Juana.

-Hija, parece mentira que seas la primera de la

clase y salgas ahora con esa idiotez. Las mujeres

nunca han podido ser curas.

-¿Por qué?

-Pues porque no, está clarísimo.

A veces no son las lecciones inteligentes las qu e

ponen en funcionamiento imparable los más íntimos

resortes de un ser humano, las que determinan un

destino. La vacía explicación de la señora maestra

llegó como un bisturí clavarse en el profundo

sentido de la justicia que poseía Juana y decidió

allí mismo, de manera traumática, su trayectoria

vital. Juana se sintió atacada en lo más recóndito

de la totalidad de su persona. Ella era una mujer y

hasta entonces jamás se le había ocurrido que las

mujeres y los hombres estuvieran separados por una

insalvable barrera existencial.

Comenzó a observar y a pensar. En la ciudad habí a

dos farmacias: una era de un farmacéutico y la otra

de una farmacéutica. En la escuela de niños los

profesores eran hombres y en la de niñas mujeres. E l

escaso ocupaba sin distingos a los dos sexos. En el

campo, que allí constituía el organismo vivo que

rodeaba y nutría a la urbe, trabajaban hombres y

mujeres en todas las faenas agrícolas y ganaderas. A

los mercados del domingo acudían vendedores y

vendedoras con su manteca de vaca recién hecha, sus

gallinas, sus frutas y sus puestos de ropa barata.

Era verdad que el notario, al registrador de la

propiedad y el juez eran hombres, pero en cambio la

madre de Juana era la encargada de la centralita

telefónica y ostentaba su cargo con una eficacia y

19

una dignidad que llenaban a su hija de orgullo. Tod o

el mundo respetaba a su madre, incluyendo a las

antiguas familias que sólo venían en verano, porque

de su humor dependía que una conferencia con Madrid

tardara media hora o tres horas y media. Si la madr e

de Juana barruntaba que alguien cometía el error de

no demostrarle el respeto suficiente, el tiempo

podía alargarse de manera imposible de conjeturar,

porque ella se volvía sorda a ruegos y amenazas.

Juana era igualita.

Como la vida apremia y las dos estaban solas en

el mundo, para ir ganando tiempo decidió hacerse

maestra. La ciudad contaba con una fundación

instituida en testamento por una solterona rica que

proporcionaba becas modestas para estudiar en la

capital de la provincia. Allí había Escuela Normal e

Instituto de Segunda Enseñanza, paso para acceder a l

olimpo de los dioses o sea a la universidad. Ir

directamente a la universidad parecía por el moment o

demasiado ambicioso; mejor sería programar por

partes el futuro de Juana, porque una vez maestra

era posible, con suerte y tesón, entrar en el

recinto universitario por una especie de portillo:

la rama de pedagogía. Así se llevó a cabo sin

problemas, y durante todos los años que duraron los

estudios de Juana su orgullo herido y su fuerza

interior siguieron operando secretamente, dirigidas

hacia el rumbo que ella, con la ingenuidad de la

infancia, había cometido la torpeza de desvelar en

público: su telos, la finalidad de su existencia,

era llegar a obispo, o por lo menos a canónigo.

20

Juana había sido educada en una fe sin fisuras y

jamás se le ocurrió hacerse cuestión de ella. Siend o

el cristianismo a sus ojos la más perfecta de las

religiones posibles compadecía a los que no gozaban

de su mensaje y de las fuerzas y los consuelos que

aporta. El más noble quehacer humano consistía en

propagar la doctrina liberadora.

En aquella época la Acción Católica era una

fuerza social vigorosa capaz de conducir incluso al

poder político, aunque esto último, por supuesto,

sólo en le caso de haber nacido hombre. Juana se

inscribió en la rama femenina de la juventud de su

parroquia movida por una serie de razones, en parte

conscientes, en parte inconscientes. Las reuniones,

los círculos de estudio, servirían para darle datos ,

para desvelar el enigma del tabú que la separaba si n

solución de la meta de su vida. Además para una

chica pobre y sin amistades constituía una fácil

ocasión de conocer gente, quizá gente con

influencia. Por otra parte, las reuniones llenaban

bastante tiempo libre. Entonces no había televisión ,

ir al cine era un lujo semanal, y en los bares de

moda se sentía incómoda: no era ni guapa ni fea per o

no tenía ropa para competir con las señoritas de la

provincia, dedicadas, muy seguras de sí mismas, a l a

caza del novio.

La inteligencia de Juana empezó a empujarla haci a

arriba en el escalafón organizativo. Una vez

superadas todas las etapas que ofrecían los cargos

parroquiales se pensó en ella para los diocesanos.

Así empezó a viajar para encuentros y contactos con

las demás ramas de la vasta y poderosa organización .

Conoció El Escorial, Montserrat, y poco a poco fue

haciéndose con una culturita pasable y un pequeño

nombre personal.

21

Aprendió a la fuerza a no decir nunca lo que

pensaba. En la organización una cosa era la letra y

otra la realidad. Oficialmente se trataba de un

movimiento apostólico seglar en el que los

sacerdotes, los consiliarios, tenían sólo funciones

de asesoramiento. En la realidad los fieles de a pi e

se limitaban a obedecer y los consiliarios eran los

verdaderos jefes, los que hacían y deshacían los

nombramientos. Allí era impensable repetir aquella

ingenuidad que soltó con tan poca diplomacia en su

niñez.

A pesar de su escasa belleza le salieron algunos

aspirantes a novios. Los maltrataba. Los odiaba por

el mero hecho de pertenecer al sexo masculino, y,

como añadidura de ese pecado mortal sin perdón

posible, por abrigar la pretensión de reducirla a

ella a un papel despreciable, subordinado, de orden

ínfimo: querían convertirla en madre de sus hijos y

esposa propia. Sólo de pensarlo enrojecía de

vergüenza.

A fuerza de actuar de ese modo echó fama de poco

femenina. Los pretendientes comenzaron a

distanciarse y finalmente a desaparecer. Para ella

fue un alivio. Decidió usar zapatones, cortarse el

pelo como un chico para alisárselo de prisa y usar

ropa cómoda y sin gracia. Aprovechó una ligerísima

miopía para no desprenderse de las gafas ni de día

ni de noche; así se encontraba un aire intelectual,

capaz, unido a todo lo demás, de quitar a cualquier

hombre la idea de mirarla como si fuera una mujer.

Ya que no podía cambiar de sexo había decidido no

tener ninguno.

22

El meollo de sus obsesiones, el sacerdocio

femenino, fue nutriendo de títulos su biblioteca

particular. Cada libro le proporcionaba más

bibliografía y acumuló poco a poco tal cantidad de

conocimientos sobre el papel de la mujer en la

Iglesia y en sus instituciones que pudo redactar, a l

fin, una obra que le bullía en la cabeza. Algo

prácticamente exhaustivo sobre la materia tratada:

“ La mujer y los ministerios eclesiásticos en las

diferentes confesiones cristianas.” Tres tomos

impresionantes que le publicó en traducción frances a

una editorial calvinista localizada en la Vielle

Villeginebrina. En aquellos tiempos ninguna empresa

española se hubiera atrevido a lanzar algo

semejante. Las iras del Poder, tanto civil como

eclesiástico, habrían arruinado al autor de la

fechoría y además ¿quién iba a comprar eso? Caía

fuera de las preocupaciones y aficiones de la

estrecha franja de ciudadanos amantes de la letra

impresa.

Al cambiar el régimen político y como

consecuencia el clima religioso apareció un editor

español dispuesto a sacar a la luz la obra,

aligerada, por supuesto; en su forma original

resultaba invendible. Los tres tomos convertidos en

uno resultaron mucho más explosivos que la versión

primitiva. Despojado de ropajes científicos

excesivamente eruditos el pensamiento de la autora

aparecía en toda su descarnada desnudez. Quedaba

claro que nunca había habido razones bíblicas para

cerrar el acceso de la mujer al sacerdocio católico .

Sólo el peso de la tradición romana, reverdecida en

su antifeminismo con el nombramiento de dos nuevos

pontífices que dieron marcha atrás después del

segundo Concilio Vaticano, impedía que desaparecier a

ahora la discriminación.

23

Juana había abandonado por propia iniciativa sus

actividades en Acción Católica bastante tiempo

atrás. Asistió con secreta alegría al espectáculo d e

la pérdida de poder de aquellas estructuras

arrastradas por el ciclón de la historia.

En sus contactos con la editorial ginebrina tuvo

ocasión de conocer a un pastor calvinista muy

agradable. Un hombre metódico, pacífico, desprovist o

de imaginación y de sentido estético, que admiraba

en aquella española la tenacidad en la lucha y la

amplitud de miras. Se casaron un helado diciembre y

Juana se ordenó por su nueva Iglesia cuando la

primavera esmaltaba de colores brillantes las

praderas suizas.

Aquel matrimonio resultó francamente

satisfactorio. El marido fue disolviendo con

paciencia el sedimento de amargura y rencor que

oscurecía el corazón de Juana. El nuevo pastor

Jeanne Carballeira anda ahora prestando un servicio

eficaz en su comunidad.

Sólo dos cosas no ha conseguido aún su cónyuge:

que su mujer quiera volver a España aunque sea de

visita ni que acepte colaborar en la kermesse anual

a favor de la parroquia católica del pueblo. Por ah í

no pasa.

1985

24

Para finalizar, una pequeña selección personal de

extractos de sus artículos en “Destino” y en “La

Vanguardia”:

Profesión sus labores (Destino, 3-febrero-1968)

Los partidarios del status quo, del inmovilismo

perpetuo, se inclinan a creer en una especie de

manía colectiva. La mujer está muy bien donde ha

estado siempre, dedicada a sus tres K, al famoso

Kirche, Kinder, Küche (Iglesia, niños, cocina); es

difícil, sin embargo, creer en que las manías pueda n

extenderse tanto sin una base real. Tal diluvio de

libros y artículos, de ponencias y mesas redondas e n

los congresos internacionales, debe tener alguna

causa, y alguna causa de importancia suficiente com o

para justificar esa avalancha de tinta, esa montaña

de papeles, ese río de palabras.

La causa, como suele acontecer en los problemas

humanos, no es una sola: concurren unas cuantas. El

progreso de las ciencias particulares, el avance

técnico aplicado, la situación de la política

internacional, la renovación de la Iglesia Católica ,

entre otras muchas. Todos esos factores actúan unos

sobre otros, creando una situación en la que la

mujer ya no puede, sencillamente, vivir como antes.

25

Mujer y española (Destino, 24-febrero-1968)

LAS RICAS

Con muy raras y encomiables excepciones, la muje r

española que pertenece al pequeño porcentaje que

disfruta de la mayor parte de la renta nacional,

posee un nivel de cultura muy bajo. Como ocurre en

todo, faltan estadísticas bien hechas. Sería

posible, utilizando la técnica del muestreo y

aplicándolo a la lista de invitadas a una cacería o

a la boda del hijo de un banquero, deducir el tanto

por ciento aproximado de mujeres ricas que han

pasado por la Universidad. Es insignificante.

Este atraso cultural, y la extraordinaria

facilidad de su vida, impide que la mujer española

rica vea cuál es su situación auténtica. Sólo algun a

más inteligente o sensible es capaz de analizar y

ver el telón de acero de prejuicios e intereses

creados que la rodea y la convierte en un ser

socialmente inútil, conservador ciego y, a ultranza ,

incapaz de renovación, incluso incapaz de acceder a

través de su riqueza a un lugar propio y personal.

La mujer española rica, a pesar de lo sencillo que

es administrar la riqueza en nuestra sociedad tan

poco desarrollada e industrializada, no es casi

nunca capaz de explotar sus fincas, elegir sus

valores bursátiles o dirigir sus negocios. Cuando e l

capital le pertenece a ella, personalmente y no est á

en manos de padre o marido, es aún más asustadizo y

falto de imaginación que en manos del capitalista

masculino.

26

El atraso cultural de la mujer española de la

clase rica –atraso perfectamente compatible con un

cierto barniz exterior compuesto de algún idioma,

conocimientos superficiales, lecturas inconexas y

viajes frecuentes- es causa importante de la falta

de conciencia social del país. Una gran cantidad de

mujeres de esta clase vive con la mayor buena fe

dentro de una organización económica injusta y a

expensas de ella, y no se les pasa siquiera por la

cabeza la idea de que esté mal, y mucho menos de qu e

ellas deben y pueden hacer algo para mejorarla. Las

desigualdades de trato que la ley aplica y la mujer

y el varón, en general le traen sin cuidado; las

laborales y profesionales, no le afectan; las

penales, y civiles tampoco, salvo en casos

especiales, no lo bastante numerosos como para crea r

en las mujeres de esta clase la conciencia de ser

objeto de una discriminación como sexo. No puede

contarse con ella para mejorar el “status” femenino .

LA MUJER DE LA CLASE MEDIA

Como es sabido, las clases medias españolas

carecen de solidez económica. Excepto en Cataluña y

el País Vasco, desde este punto de vista puede

decirse que no existe apenas una burguesía. Las

capas económicas intermedias de nuestra sociedad

viven inmersas en una serie de problemas derivados

de la falta de posibilidades. La lucha para abrirse

camino es muy áspera: los candidatos, más numerosos

que los puestos; las oposiciones, “esa segunda

bárbara fiesta nacional”, un derroche de energías;

los trabajos, mal pagados; el pluriempleo,

indispensable para subsistir; la enseñanza pública,

insuficiente; la privada, carísima; los seguros

sociales, mezquinos cuando los hay; la subsistencia

en la vejez, dependiente en un altísimo porcentaje

27

de la buena voluntad de los miembros más jóvenes de

la familia. La batalla de la vida es en efecto aquí

una auténtica batalla en las que son necesarios una

buena preparación y nervios sólidos. En la

preparación, ya pierde la mujer. Cuando hay poco

dinero para los estudios, tienen preferencia los

varones de la familia. Cuando un hijo sale perezoso ,

se gastan más energías en empujarle si es un chico,

se abandona antes si es una chica.

Por otro lado, el convencimiento de la terrible

dureza de la lucha incita a la familia a apartar a

las chicas de ella, mientras se pueda. Siempre que

leo algún escrito feminista publicado en otro país

compruebo una vez más que este aspecto de la

aspereza de la batalla es importantísimo para

comprender la situación de la mujer española. Ser

médico es posible para una americana, canadiense,

holandesa o sueca sin un esfuerzo excesivamente

duro, pero ¿cómo no calificar de excesivamente dura

la vida de un médico en España hasta que puede

considerarse situado? A los padres les entran

escalofríos pensando en la clase de vida que espera

a su hijo, pero como eso sí que no tiene

remedio...).

Los padres españoles saben que el fin de la

carrera es, precisamente, el principio de la lucha,

lucha que coincide con los años en que normalmente

se elige fundar o no una familia. En la práctica,

hoy por hoy, la mujer española de las clases medias

tiene que optar entre conseguir y conservar un buen

puesto de trabajo o tener marido e hijos, tanto más

cuanto que su esfuerzo personal también tiene que

aportarse a abrir camino al marido sobre todo en la s

profesiones liberales. La esposa cuida de los niños

y ayuda en la casa para ahorrar sueldos, pero ademá s

28

toma citas por teléfono para el despacho, sustituye

a los transportes escolares, insuficientes y caros,

vigila y dirige los deberes, prepara o supervisa la

preparación, servicio y recogida de un sistema de

comidas fatigosísimo que depende del interminable

horario de trabajo del jefe de familia y no puede,

por lo tanto, mejorarse. Muy pocos maridos de estas

clases pueden permitirse el lujo de una mujer “que

haga algo”, que tenga una actividad personal. Todo

su esfuerzo, que es mucho, se agota en establecer

las condiciones necesarias para que el marido sí qu e

la tenga, y tenga además una vida de familia.

Creo sinceramente que la mayor parte de estas

mujeres no se dan cuenta de cuál es su situación

real, de que de hecho no viven siquiera en la misma

clase social que su marido, de que son las

proletarias de su casa. Han sido educadas para

adaptarse, y se adaptan a todo. Al marido, a los

usos y costumbres establecidos, a la injusticia de

la sociedad en que viven, y que en general no están

capacitadas para ver. La mujer de estas clases suel e

ser políticamente conservadora, cuando en realidad

tiene poquísimo que conservar y se beneficiaría

extraordinariamente con una organización mucho más

socializada. Sin embargo, bastantes mujeres de esta s

clases sociales empiezan a darse cuenta, a través d e

la creciente proletarización de sus vidas, de que

algo no marcha bien, y empiezan a adquirir

conciencia de las injusticias sociales y económicas

en general. Paralelamente comprueban la injusticia

con que son tratadas como sexo. Aunque con lentitud ,

esa toma de conciencia y la comparación con los

patrones de vida de otros países que poco a poco va n

empezando a conocer, acabará por llevarles a una

acción positiva en el campo de su realización

personal.

29

Es posible que los programas de la sociedad de

consumo, que la famosa mística de la feminidad

encadena a la mujer española en el futuro, pero

parece un peligro más auténtico para la mujer de la s

clases bajas –suponiendo que el nivel de vida del

país no se estanque- que para la mujer de las clase s

medias, la cual se encuentra inmersa en un proceso

de proletarización personal irreversible si en una

nación atrasada aumenta la demanda de mano de obra

femenina para la industria por un lado, y no se

socializa la vida, por otro.

LA UNIVERSITARIA

La cifra de mujeres que ha hecho estudios

universitarios es tan pequeña que da pena: solo el

0,55% de las mujeres españolas tuvieron en 1960

acceso a la Universidad. La situación de la

universitaria española es, en general, tristísima.

Desde el comienzo de sus estudios se pregunta

interiormente qué podrá hacer con ellos. El problem a

de la elección entre esposa y madre, o ser humano

completo con una actividad personal, se le plantea

con mayor agudeza que a ninguna otra mujer. Ya

estudia con el espíritu dividido. Si se casa, es mu y

difícil que pueda trabajar en serio, y si abandona

el trabajo, cuando termine la crianza de sus hijos

los muchachos que estudiaron con ella, o después, l e

han quitado los puestos.

La universidad sí suele darse cuenta de lo

injusta que es su situación en el mundo, de las

trabas legales y de hecho que encuentra en su

camino. Soporta además muy mal la incomprensión de

su familia y de la de su marido (cuando no la del

marido en persona) respecto a su vida, y la

incomprensión del sociedad en general. Se ahoga en

30

la abrumadora monotonía diaria. Ve pasar los años,

compara su situación con la de sus compañeros de

estudios y se da cuenta de lo difícil que es para

ella abrirse camino. Tiene la impresión de estar

subempleada, de perder su tiempo en trabajos que

podrían hacer otras personas que no tengan su

preparación. La universitaria es el fermento que

puede mover a las demás mujeres españolas. Un

reciente trabajo de cuatro universitarias catalanas ,

“La mujer en España”, me parece en este aspecto una

muestra muy estimulante. Como mujer, española y

universitaria, no puede menos de dar las gracias a

sus autoras, Mireia Bofill, Maria Luisa Fabra, Ana

Sallés y Elisa Vallés, a ninguna de las cuales teng o

el gusto de conocer personalmente. Un libro de este

tipo, hecho con tanta seriedad (que no excluye una

amenísima lectura) apoya la confianza en las

cualidades de la mujer española a medida que vaya

aumentando su nivel cultural.

Por supuesto, no todas las universitarias

alcanzan un tal grado de lucidez. Hay bastantes que

solo consideran la Universidad como una oficina de

expedir títulos y, utilicen o no el suyo para

ejercer una profesión concreta, no piensan en

inquietarse por la situación de su país ni de las

mujeres que viven en él.

LA MUJER DE LAS CLASES BAJAS

Si el atraso cultural influye tanto en el escaso

nivel de conciencia de las mujeres de las otras

clases, ¡qué podríamos decir de las de clase baja!

Como ya ha sido denunciado en otros países la mujer

proletaria es dos veces proletaria, de la sociedad y

de su marido. Le toca bailar en todo con la más fea .

Cuando se da cuenta de su situación, y solo las muy

31

inteligentes se la dan de verdad, es raro que sepa

separar la parte de injusticia que le toca como

clase de la que le toca como sexo. Se siente –y es

natural- más cerca de los hombres de su nivel socia l

que de las mujeres de otros niveles.

¿PODEMOS TENER ESPERANZA?

En este campo, como en tantos otros de la

actividad humana, no se puede hacer el bien en un

sitio sin que inevitablemente no vaya surgiendo a l a

vez en otros lugares. Nadie sabe todo el bien que

hace, cuando hace el bien. Si las mujeres españolas

luchamos por una sociedad más justa, conseguiremos a

la vez una situación como sexo más justa. Pondré

sólo un ejemplo: el acceso a la cultura. Los

periódicos de estos días han dado noticia de un

escrito firmado por cien procuradores y dirigido al

vicepresidente del Gobierno. Las cifras que se

aducen son reflejo de un gran escándalo; más de un

millón de niños sin escuelas, la enseñanza media

alcanza solo a un millón de españoles y podría

triplicarse; en la enseñanza superior nos superan

Francia e Italia cuatro o cinco veces; tenemos aún

un millón de analfabetos; todos los países de

Europa, e incluso Iberoamérica, dedican más

porcentaje de sus presupuestos y rentas nacionales a

la enseñanza... ¿Para qué seguir? Hay aún más datos

igual de tristes.

¡Qué duda cabe de que si elevamos el nivel de

cultura, cada vez habrá más mujeres que tomen

conciencia de su condición de lo insuficiente de su s

vidas! Cuando la presión de ese número de mujeres

sea suficientemente grande, la sociedad en su

conjunto, tendrá que aceptarla, y todo habrá

cambiado para nosotros.

32

El derecho a quedarse en casa (Destino, 23-marzo-

1968)

Con sinceridad, no creo que la mentalidad

conservadora sea más propia del sexo femenino que

del masculino. La mentalidad conservadora es

característica de las personas que desconfían de lo s

cambios, o, al menos, de la velocidad de los

cambios, y esa desconfianza puede darse y se da en

los dos sexos, y puede darse y se da, por variadas

razones basadas en caracteres constitucionales o

adquiridos. Una de esas razones es el íntimo

convencimiento de que no se podría afrontar con

éxito un cambio demasiado grande o rápido, de que

escasean las posibilidades de adaptarse a él. La

inmensa mayoría de las mujeres españolas están

faltas de formación profesional seria en ningún

terreno, y carecen, además –y esto es aún más grave -

, de imaginación. No es culpa suya, sino de la

manera de educarlas, pero el hecho están ahí. “Más

vale malo conocido que bueno por conocer”, dice un

pavoroso refrán castellano. Tal podría ser la divis a

del inmovilismo y del atraso. Esa es, por desgracia ,

la bandera obligada de muchísimas compatriotas

nuestras.

33

La mujer de su casa y la rebeldía de la

juventud (Destino, 1-junio-1968)

¿De quién es la culpa de que nuestros hogares

sean esa máquina de matar generosidades, de atrofia r

impulsos altruistas? No basta decir que es

inevitable que suceda así, que la vida material

tiene sus exigencias, que una familia necesita

recursos fijos, trabajo metódico para obtenerlos, y

que la juventud tiene que aprender a aceptar la

inevitable rutina y el tedio del trabajo. Esa es un a

gran verdad... a medias. Los jóvenes tienen razón a l

no encontrar estimable la sociedad que hemos

montado, al desear otra en la que el dinero no sea

el único ni el principal motor de las acciones

humanas. Los jóvenes desean una sociedad donde,

gracias al esfuerzo de todos, el bienestar mínimo

esté asegurado, y quede así libre un potencial

inmenso de energía, entusiasmo y tiempo para

trabajar, cada uno según su personal vocación, por

causas altruistas. Esto es en el fondo lo que piden

los estudiantes que aclaman a Fidel Castro o a “Che ”

Guevara. Y no es una utopía, un ideal irrealizable.

El progreso de la ciencia en todos los órdenes, las

nuevas técnicas, los avances de las disciplinas

sociales y políticas permiten esa moderna sociedad.

En lugar de asustarnos leyendo las noticias sobre l a

rebelión de la juventud y enfadarnos con nuestros

hijos, intentemos comprender la carga de desinterés

y nobleza que encierra su rebeldía. Aunque no en la

forma muchas veces, en el fondo tienen razón. ¡Si

nosotras mismas aun las más apegadas a las pequeñas

rutinas, allá en lo más escondido de nuestro

corazón, sentimos de cuando en cuando, entre el

ruido del secador de la peluquería, el barullo de

los grandes almacenes, el griterío de los niños, el

34

atronar de los claxons, un suave y casi ahogado

murmullo que nos invita a salir fuera, a desear una

vida menos encerrada en un círculo tan estrecho! Es

nuestra alma, que necesita oxígeno.

La mujer y la construcción de la paz (Destino, 5-

abril-1969)

Nosotras podemos ayudar a construir la paz. ¿Ya

desde ahora? ¿Ya usted que lee y yo que escribo? Sí .

Ya, ahora mismo. No ahogándonos en la rutina

cotidiana, evadiéndonos en la comodidad del puesto

femenino de algunas zonas sociales, ni dejándonos

aplastar por el trabajo agotador y sin brillo que

otras zonas reservan a sus mujeres. No permitiendo

que se nos confine en el terreno acotado para

nosotras por usos no escritos pero vigentes. No

dejando para otros la vida política. Aceptando las

cargas de una ciudadanía responsable que nadie va a

regalarnos, por supuesto, que hemos de conquistar

nosotras con esfuerzos.

¿Quién verá los resultados? Tal vez nuestros

hijos. Tal vez nuestros nietos. No lo sé. Pero hay

que empezar en este momento.

35

Los ritos necesarios (Destino, 25-Noviembre-1972)

[...] Cuando las costumbres se han convertido en

una rígida armazón que impide el movimiento de la

vida, es de toda evidencia que ha llegado el moment o

de deshacerse de ellas. A nuestra época le ha tocad o

en suerte ser un tiempo de arreglo de cuentas. Hay

muchas cosas que ajustar, y por suerte la

sensibilidad social va poco a poco afinándose y

señalando errores, injusticias y desórdenes que

corregir.

Ocurre, empero, que es difícil la operación de

separar los ritos que conviene barrer y los que

deberían conservarse. Como ha señalado algún

sociólogo, en una época crítica los ritos están más

expuestos a perder su sostén porque los espíritus s e

encuentran inclinados a observar la disparidad que

se da entre la apariencia de la ceremonia y la

realidad subyacente. En nuestros días la fisura

entre rito y realidad se agranda a causa del

vertiginoso movimiento de la vida contemporánea.

Los lutos, la manera de vestirse, la celebración

de las bodas y tantas otras costumbres ritualizadas

han ido borrando sus contornos. Uno puede

preguntarse si, como dicen los anglosajones, no

habremos tirado al niño por el desagüe de la bañera ,

cuando lo único que queríamos era expulsar el agua

sucia.

36

Mujer 73 (Destino, 6-Enero-1973)

[...] En general la mujer española se desentiende

de sus responsabilidades como ciudadano.

Sencillamente, no le interesa el tema. Se entera de

los rebotes de la vida política por su vertiente

folklórica, moribunda y centelleante. Las revistas

gráficas se plagan de príncipes y princesas, unos

antiguos y otros recién acuñados; de reyes sin

trono, de reyes en funciones –pocos-; de fiestas

oficiales y privadas de los grupos en torno al

poder. Por supuesto que se encuentran mujeres con

conciencia clara de su situación real, pero son, ho y

por hoy, minoría, y minoría, además, silenciosa. La

mujer en nuestro país está ahora vendiendo su

primogenitura, es decir su auténtica libertad, por

un plato de lentejas en versión moderna: por más

cacharros para la casa, más seriales, más revistas

estúpidas y el permiso para ver películas en las qu e

se dicen palabras malsonantes. Claro que no todo en

esta triste situación es culpa de las mujeres. Hay

muchos interesados en que la gente viva como vive,

dócil, mansamente, aplacada con drogas de diversas

suertes, sin meterse en honduras políticas ni de

ninguna otra clase, pero, sobre todo, en las

políticas.

Y los que sí nos preocupamos por estas cuestione s

nos hacemos una pregunta en el principio de este añ o

1973. ¿Cuándo adquirirá la mujer de nuestro país un a

conciencia clara de su dignidad como ciudadano, com o

persona responsable, como sujeto de derechos y

deberes que implican a todos? ¿En 1983? ¿En el año

2000? ¡Ay!, nadie lo sabe.

37

La comunicación (Destino, 3-Febrero-1973)

[...] El amor humano que nos comunica con el otro

es el amor comprometido, el que se lanza hacia su

objeto perdiendo, sin cálculos, sus propias

posiciones. Nadie puede nadar si teme que sus pies

se despeguen del fondo del agua; nadie puede amar

esa aventura fabulosa que nos libra del peso de

nosotros mismos, si no está dispuesto a

comprometerse por entero, absolutamente, sin

reservarse nada. El amor verdadero necesita todo el

futuro y, yo diría, toda la eternidad. Cuando se

cree en un más allá el amor humano adquiere por eso

un gusto diferente, un aliento cósmico, porque se

abalanza perforando la muerte, atravesando incluso

esa última miseria humana, el despojamiento del

propio cuerpo. [...] El amor que comunica posee,

sin duda, un intenso componente sexual, pero es,

además, y sobre todo, ternura compartida. El amor

que comunica sobreabunda inevitablemente y se

reparte, fuera de los amantes, a los hijos, a los

amigos. Es una fuente viva que no cesa de manar. Es e

es otro de los signos que nos permiten reconocerlo.

No es con leyes restrictivas del divorcio, ni co n

trabas a la separación de las parejas mal avenidas

como se consigue una sociedad sana y en la que

abunda el amor que comunica. Es luchando por vivirl o

personalmente, intentando cada día depurarlo,

embellecerlo, darle ese toque de poesía, de dulzura ,

de calor, que es tan difícil y tan hermoso de

alcanzar.

38

El amor que comunica es la más plena e intensa

experiencia humana, una experiencia total que abarc a

al ser entero y lo transforma para mejorarlo. El

hace saltar en nosotros una chispa centelleante de

esa hoguera sin límites, abrasadora y viva que los

creyentes llamamos con una pequeña e inmensa

palabra: Dios.

Mujeres recuperadas (Destino, 21-Abril-1973)

[...] El movimiento feminista, tan esperanzador y

con tantos logros, desapareció engullido en la

contrarreforma que siguió a la guerra civil. Despué s

de haber ocupado escaños en las Cortes y altos

cargos en la Administración Pública, la mujer

española se vio relegada a una vía muerta, de

dedicación exclusiva y sin opciones de ninguna clas e

a un folklórico culto a la tradición hogareña más

raquítica.

Eran los tiempos del paternalismo salazariano en

Portugal, de las juventudes nazis y fascistas

cantando a la mujer madre de héroes, a la mujer

novia de soldados. Aquí todo se volvió coser y

bordar, dedicarse a la renovación de las danzas

populares y hablar de las virtudes de la mujer

española. Adiós a todo lo conseguido antes, a la

equiparación legislativa con el hombre, a las tarea s

públicas, a tantas otras cosas... Para huir, supong o

yo, de las milicianas marimachos, se encasilló a

todas las hembras del país en un candoroso Servicio

Social a base de canastillas para recién nacidos y

discursos de Onésimo Redondo que había que

aprenderse de memoria. Durante lustros la mujer de

este país ha hecho ejercicios espirituales, no ha

39

sabido una palabra de la historia reciente de sus

compañeras de sexo, y ha leído novelas rosa.

Las nuevas generaciones, las que ahora tienen

treinta años o menos, no pueden comprender lo que h a

sido esta larga cuaresma antifeminista. Ya sabemos

que en nuestra contienda civil murieron, además de

muchísimos compatriotas, ideas, avances, logros

parciales, entrañables cosas perdidas para siempre

unas, para largo tiempo otras. Una de esas cosas fu e

el feminismo español, que ahora, lentamente, parece

querer resurgir, como las aguas del Guadiana, tras

su curso subterráneo.

Acción popular o acción de millonarios (Destino, 5-

Mayo-1973)

[...] Una sociedad sin cauces para la expresión d e

la opinión pública, sin articulaciones legales para

que esa opinión se forme, estimula el crecimiento

del egoísmo, la insolidaridad, el encerramiento en

el más estrecho de los horizontes vitales del

ciudadano. La acción popular ofrece una vía legal

para reaccionar frente al daño hecho a los demás,

enseña a no dormitar ante el delito cuando

personalmente no nos ha causado daño. Esta acción

resulta en nuestro país, además de otras cosas, una

escuela de ciudadanía, y Dios sabe la falta que

tenemos de educación ciudadana.

40

Reducir tensiones (Destino, 23-Junio-1973)

[...] Ya lo saben las esposas de hombres abrumado s

de responsabilidades. No deben, en el futuro,

rellenar su hoja de pasaporte no los impresos del

censo con la vieja fórmula de “sus labores”. Así

parece que no hacen nada útil. En la línea que dice

“Profesión”, deben escribir, para estar a la última

en sociología: “Profesión: reducir tensiones”.

La mujer española y el trabajo (Destino, 7-Julio-

1973)

[...] Si uno, tímidamente, expone su idea de que

el problema de la mujer ante el trabajo debería ser

un problema individual y que cada uno debería tener

la posibilidad de resolverlo a su gusto, los ultras

de un lado te miran como si estuvieras a la

izquierda del PSUC y predicaras el amor libre; y lo s

del otro bando te consideran una burguesa decadente

y fusilable.

[...] Cuando hayamos conseguido que todo ser

humano, independientemente de su sexo, pueda elegir

libremente su propio estilo de vida, el problema de l

trabajo femenino estará resuelto.

41

El respeto al cuerpo (Destino, 4-Agosto-1973)

[...] Yo diría que hoy poca gente respeta su

cuerpo, poca gente se da cuenta de que vestido,

ademanes, gestos y porte descubren el espíritu, el

talante interior de cada uno. Es cierto que se habí a

llegado a una exageración insoportable en la nones,

a fines del siglo XIX y principios de éste, pero

casi se echa de menos la ñoñería, después de esta

indigestión de carne en crudo que padecemos hoy.

Todo lo que sea liberar al ser humano de falsas

servidumbres y mitos, resulta positivo. Conceder al

cuerpo el tributo que merece, como obra hermosa y

deleitable del Creador, es algo bueno en sí. La

corriente de desprecio del cuerpo que penetró en la

Iglesia, varios siglos después de su fundación,

carece de verdadero contenido cristiano. Lo

cristiano es amar el cuerpo, admirarlo... y no

permitir que una parte de él, de esa inextricable,

inseparable realidad físico-espiritual que llamamos

mujer, se alce con el mando.”

El final de muchas cosas (Destino, 25-Agosto-1973)

En una reciente sentencia del Tribunal Supremo s e

confirman las graves sanciones impuestas a un

semanario [Triunfo] por considerar los magistrados,

entre otros motivos, “que ha existido en la

publicación una falta de respeto a la verdad actual

de la vida social española”. Aunque tengo bastante

olvidado lo que estudié en la Facultad de Derecho,

la lectura de ese “considerando” del más alto

tribunal de justicia me hizo saltar de la silla.

Primero creí que había entendido yo mal, y releí el

texto de la solución judicial. Pero allí se decía l o

42

que he transcrito: la revista faltó al respeto

debido a la “verdad actual de la vida social

española”, y los jueces inapelables han decidido qu e

estaba bien castigada por la Administración pública .

Se ve que estoy muy atrasada en jurisprudencia.

Debe existir ahora una verdad de la vida social . La

sociología, esa ciencia ambiciosa que pretende

conocer –y no lo ha logrado todavía- la

configuración de las sociedades, la distribución de

poder de las mismas, los grupos que operan en ellas ,

las relaciones entre sus componentes, en suma, la

verdad de la vida social, ya no tiene objeto propio .

Lo que era simples opiniones científicas se ha

convertido en dogmas. Hay una verdad de la vida

social española, que debe acatarse sin rechistar.

Los sociólogos de aquí serán en adelante teólogos.

Pero de una teología cerrada, con todas sus páginas

ya escritas, con dogmas de interpretación invariabl e

“per saecula saeculorum”. Ha sonado, pues, la hora

trascendental de la historia en la que se asiste al

final de la sociología.

Otro ocaso de un saber humano, como el que

sucedió hace unos años con el ocaso de las

ideologías, cuyo entierro presidieron también unos

personajes de la vida española.

Casi coincidiendo con la publicación de esa

novísima sentencia del Tribunal Supremo, los

periódicos han insertado unas declaraciones del

señor subsecretario de Justicia, don José del Campo

Orellana, que también ha rematado otra cosa que yo

pensaba que estaba viva. Me hago cargo de que deben

estar amarillentas, pasadas de moda, las hojas de

los libros en que estudié Derecho.

43

Según el señor subsecretario, “hoy en día el

preso llamado político no tiene un estatuto

especial, como tampoco lo tiene en otras muchas

naciones...” Me inquieta esta advertencia de person a

tan autorizada. ¿En qué naciones no existen presos

políticos? Vuelvo a mis viejos libros de texto y

allí encuentro una repuesta que, estoy segura, no

compartirá el señor subsecretario.

“Los presos políticos, como categoría especial d e

infractores de las normas establecidas, han sido

eliminados en los regímenes totalitarios, dado que

en éstos sólo se admite una única ideología

política, que se impone desde arriba a todas las

personas y en todos los terrenos de la vida

comunitaria. El preso político no tiene estatuto

especial en un país totalitario, del signo que sea,

pues en esta clase de organización política se

considera delito común cualquier discrepancia

ideológica.” Así reza en los libros y así me lo

enseñaron a mí.

No obstante, podría ser que el señor

subsecretario tuviera en la mente, cuando hizo sus

manifestaciones a la prensa, los regímenes

pluralistas, con varias ideas políticas y diversos

partidos en sistema de concurrencia, donde tampoco

hay presos políticos. En estos últimos países no

existe el delito político, sencillamente porque se

permiten todas las ideas y todas las organizaciones .

Final de los presos políticos, final de la

sociología. Antes, ocaso de las ideologías. Cuando

abro el periódico cada mañana espero un final.

44

El panorama turístico (Destino, 1-Septiembre-1973)

[...] Hacía bastante tiempo que me rondaba la

sospecha de que el turismo puede ser la nueva

versión del oro de América que arruinó a Castilla

por su imprevisión y su codicia miope, y enriqueció

a los Países Bajos, que tuvieron una idea mucho más

amplia del futuro.

[...] Estoy firmemente convencida de que el juici o

de la historia será severo con la presente época, y

uno de los factores que este juicio tendrá, sin

duda, en cuenta –no el más importante, pero sí uno

de ellos- será el esquilmamiento irracional de

nuestros paisajes, nuestra atmósfera y nuestro

terreno. Hemos convertido al país, según frase del

señor alcalde de Torremolinos, frase perfectamente

extensible a todas las costas nacionales, “en la

cloaca de Europa y de España”.

La clase política (Destino, 3-Noviembre-1973)

[...] No hará falta decir que las teorías

elitistas fueron caras a los movimientos

totalitarios, que creían en los hombres escogidos y

providenciales y en las minorías destinadas, por la

fuerza de las cosas, a regir los destinos de las

personas comunes y corrientes. [...] Los teóricos

elitistas se inclinan a reducir la historia a una

lucha que enfrenta a una elite que dispone del pode r

y otra que se ve apartada de él y quiere

conquistarlo; el resto de la población se limita a

servir de masa de maniobra para los dos grupos que

luchan.

45

Los anónimos (Destino, 1-Diciembre-1973)

“[...] A veces los anónimos tienen algún detalle

divertido. Los pseudónimos que aparecen en lugar de

la firma resultan sintomáticos, y hasta jocosos. Lo s

procedentes de la ultraderecha suelen ser tan

patrióticos como anticuados, por ejemplo:

“Celtíbero”, “Viriato”, “Juan de Iberia”. Los de la

ultraizquierda –que, en honor a la verdad, envían

muchos menos- se amparan en banderas más modernas:

“Un amigo de Fidel”, “Guevarista”.

En cuanto al contenido, los hay amenazadores y

los hay simplemente calificativos. Lo curioso de lo s

que anuncian represalias es que las presentan como

castigo de frases que uno nunca ha escrito, o de

posturas que uno nunca ha adoptado. Recientemente m e

apellidaban en uno de esos billetitos “Elisa la

Roja” y “Nueva Pasionaria”. No sé qué pensarán las

lectoras que escribieron hace pocos meses al

director de DESTINO echando incienso al bikini y

dando a entender que me consideraban una beata

gazmoña, de las que se comen los santos.

[...] El hecho de que se enfaden algunos ultras

de ambos lados hace pensar que quizá no se está del

todo descaminado y que la postura en que uno intent a

colocarse debe ser bastante razonable. En este país ,

al faltar cauces suficientes para la expresión de

las opiniones del ciudadano, la verdad es que se

vive a tientas y resulta imposible saber con alguna

aproximación por dónde se mueven las ideas y los

intereses de la gente. A pesar de esta grave

limitación, y juzgando por lo que en lenguaje fisca l

se llaman signos externos, parece que la mayoría de

la gente posee sentido común y los ultras de todas

las tendencias no pasan de ser una minoría.

46

[...] Triste, baja manera de conducirse. Inhábil

manera, además. Cada anónimo viene a ser un

documento de propaganda en contra de las ideas de

los que lo envían.

¿Un mundo mejor para la mujer? (Destino, 12-octubre-

1974)

[...] En una sociedad competitiva, en la que el

beneficio, el dinero, es el móvil último de la

empresa, la mujer lleva todas las de perder. Durant e

los años en que sus hijos la necesiten tendrá que

dejar de trabajar o hacerlo a tiempo parcial.

Mientras sus compañeros mediocres dedican todos sus

esfuerzos al éxito profesional, la universitaria

inteligente se encuentra dividida por dentro y por

fuera, en sus posibilidades y en su psicología. El

marido dedica todas sus horas a la profesión elegid a

y al llegar a casa se siente dispensado de las

tareas domésticas. Los más modernos ya arriman algo

el hombro, pero prácticamente nunca medias con la

esposa. En una sociedad competitiva el marido que n o

ayuda tiene razón. Su tiempo vale muchísimo más que

el de su mujer. Si el de él es oro, el de ella es

latón. Resulta ruinoso económicamente hablando, hac e

algo en la casa o con los niños.

¿Qué ocurriría con el trabajo de la mujer en otr o

tipo de sociedad, con otro tipo de empresa? Esa

empresa futura que nos pinta el hombre de negocios

francés, en la que lo primordial resulten los

valores humanos. Pasará que ni el marido tendrá que

trabajar jornadas extenuantes, en lucha sin tregua

con los rivales al acecho, ni la melancólica suerte

de la esposa encerrada en su aburrida rutina será

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echada en el olvido. La jornada laboral, más corta,

permitirá al hombre disponer de tiempo para la vida

de familia, y a la mujer de trabajo a tiempo

completo, o sea de trabajo que no resulte de segund a

clase.

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La producción de ciudadanos de recambio (La

Vanguardia, 16-julio-1975)

Según todos sabemos, la mujer que dedica varios año s

de su vida a tener hijos no aparece en ninguna

estadística oficial ni privada como .población

activa. En los países donde las estadísticas

funcionan—que no es, desde luego, nuestro caso— se

contabilizan ‘hasta el último tornillo o. el último

metro de algodón para pantalones vaqueros que se

fabrican en el territorio nacional; ‘se cuentan com o

miembros de la población activa las jardineras de

infancia, las maestras, las enfermeras, las cajeras ,

los barrenderos y las empleadas de las lavanderías.

Si una chica guapa trabaja como secretaria o

mecanógrafa, es población activa, aunque su jornada

real, descontando los ratos de charla con las

compañeras, las visitas al tocador, las

inasistencias al trabajo por pretextos más o menos

fútiles, lo días festivos y las vacaciones pagadas,

arrojarían un rendimiento real bastante bajo en

algunos casos. Si esa chica se casa y tiene cuatro o

cinco hijos, ha de trabajar de firme durante

incontables jornadas, sin domingos ni vacaciones,

sin que nadie le pague un céntimo a título personal

por hacerlo y, lo que es más divertido, pasando a

engrosar los efectivos oficiales de la población no

activa.

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La educación femenina (La Vanguardia, 29-agosto-

1975)

[...] Si la educación en general va como va en

este país, la educación de las niñas es algo que

raya lo increíble. A todas las insuficiencias, los

problemas e inconvenientes con que tropieza la

formación de sus hermanos, la niña española tiene

que añadir una última valla que saltar: la de haber

nacido mujer.

Oír las conversaciones de las jovencitas resulta co n

frecuencia desolador. Muchísimas —es difícil saber

la proporción relativa— se han cortado las alas sin

darse cuenta y hablan como viejas. A su lado, las

madres cuarentonas que han sabido conservar la

lozanía de espíritu, el amor a la propia

realización, ofrecen un alma mucho más combativa,

más moderna. Queda siempre, por supuesto, la

esperanza de la repesca, porque muchas de esas

madres abiertas al mundo de hoy, fueron alguna vez

jóvenes estereotipadas que un buen día no pudieron

aguantar más el confinamiento en un papel raquítico .

El aborto y la despenalización (La Vanguardia, 4-

septiembre-1982)

[...] La actual legislación española no es

misericordiosa, sino injusta. Porque al penalizar e l

aborto provocado como un delito grave crea de hecho

dos tipos: el de las ricas y el de las pobres. Las

primeras pueden coger el avión y marcharse a

Londres, por ejemplo, donde encontrarán toda clase

de garantías higiénicas. Las otras se ponen en mano s

de algún irresponsable que por unas pesetas coloca

en grave peligro su salud y su vida. En ambos casos ,

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además, se pierde el respeto a la ley, actitud que

luego se trasvasa a otras leyes. Como jurista esa

pérdida de respeto a las leyes en general ocasionad o

por una sola ley injusta me parece gravísima.

Feminista (La Vanguardia, 9-Marzo-1984)

[...] ¿Es que tan raro resulta que una mujer sea

feminista? Una mujer en una sociedad organizada por

y para los hombres, quiero decir. Si fuera al revés

yo entendería muy bien que a un señor que defendier a

a su sexo le pusieran debajo andrófilo, machófilo,

en fin, cualquier atrocidad. En el artículo yo me

quejaba de que a las mujeres nos bombardean los

hombres con consejos acerca de nuestros

comportamientos como mujeres, consejos unas veces

pedidos y otras no pedidos, y me quejaba también de

que en la Iglesia a la que pertenezco los dirigente s

sean todos hombres y además célibes. Supongo que po r

eso me encasquetaron lo de feminista.

De modo que por el momento y hasta nuevo aviso

siento tener que confesarlo: me veo obligada a

elegir ser feminista precisamente porque nadie me h a

concedido la oportunidad de elegir mujer o no serlo .

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ELISA LAMAS

-Hazme una especie de currículum: donde naciste, cómo eras. -Pues mira, yo nací, no diremos por casualidad sino más bien por tradición familiar, en Galicia. E n Mondoñedo, provincia de Lugo. En una vieja ciudad llena de carácter y de sabor, con un gran pasado histórico, donde la familia materna de mi madre tenía una casa antigua muy bonita. Mis padres no vivían allí, no vivieron allí nunca, pero de todas formas, pues para seguir la tradición familiar me llevaron allí, a que naciera yo en la vieja casa familiar, y aunque no he vivido nunca en Galicia me siento muy gallega. En fin que realmente le tengo u n cariño muy inmenso a todo lo gallego, y a todas las tradiciones de mi país.

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“Estudié por libre, porque no éramos más que dos hermanas, y entonces mis padres viajaban mucho y no querían de ninguna manera someterse, digamos, a la disciplina de enviarnos a un colegio, y verse entonces frenados en sus incesantes idas y venidas. Entonces nos educamos, hicimos el bachillerato por libre tanto mi hermana como yo, con profesores privados. Teníamos una institutriz y una serie de profesores para las diferentes materias. “Pasé gran parte de mi vida en Francia, mis padres pasaban unos seis meses cada año en Francia, y de aquí viene mi amor también a la cultura francesa. Así que en cierto aspecto me siento bastante europea, porque siendo gallega, y por lo tanto teniendo raíces puramente, digamos, celtas, l o cual me entronca claro con todos los países celtas europeos, Gran Bretaña, por ejemplo, con Inglaterra sobre todo y con los galeses por otro lado, pues también he tenido siempre acceso a la cultura francesa. De modo que en este aspecto me parece que soy un poco exponente de lo que son los nuevos europeos, es decir, estoy abierta a varias culturas diferentes. He estudiado la carrera de Derecho en Salamanca, y después de terminar la carrera, me pus e en relaciones con Manuel. Me casé. Entonces tuve qu e dejar el doctorado. “Empecé a tener niños y entonces me encontré sumergida en esa especie de hoyo que significa siet e embarazos y crianzas; además no tengo muy buena salud, y para mí los embarazos fueron espantosos, porque fueron todos patológicos, y desde el primer día del embarazo, hasta el momento de dar a luz lo pase malísimamente. Cuando los gemelos estuve a punto de morir, de modo que quizás ésta es la razón por la que yo tomé partido contra la “Humanae Vitae ” [Retrógrada Encíclica de Pablo VI de 1968 sobre la regulación de la natalidad, sobre la obligación de la paternidad, y que prohibía el aborto, la esterilización y cualquier método anticonceptivo, propugnando la castidad, como siempre la Iglesia a la vanguardia de la sociedad, es un decir] porque m e di cuenta de que realmente era necesario desamputar ese estado de conciencia tomado, porque, en fin, me pareció que era una Encíclica que no tenía en cuent a

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la realidad de la vida moderna, ni los problemas qu e tenemos los católicos hoy en día para conciliar nuestra obediencia filial al Papa, con el conocimiento de los problemas reales. “Ten en cuenta que tener siete hijos en una civilización técnica y en una cultura industrial, e n una ciudad enorme, que es el caso de la mayor parte de las culturas de hoy en día, pues, realmente, es algo sobrehumano; pero yo los he tenido y estoy encantada de haberlos tenido, los quiero muchísimo, y ahora me doy cuenta de que realmente uno, desde muchos puntos de vista, renuncia a una parte inmens a de su persona, realmente se queda ya dedicado, en fin, de una manera absoluta, digamos en la mayor parte de su vida...” -De una manera ¿cómo? -Absoluta, digamos al tiempo completo, de manera total a estar durante años dedicado a esto, a criar hijos; porque, claro, en lo de tener hijos lo de menos es tenerlos, lo importante es convertir a esa pequeña cosa que nace indefensa, y sin ninguna posibilidad propia, en un adulto que funcione por s u cuenta, y, claro, convertir siete hijos en adultos, defendiéndose por su cuenta, a mi modo de ver, quiz á justifique una vida. No lo sé, a mi modo de ver en todo caso, en fin, coge todas las posibilidades de una vida o el 90% de las posibilidades de una vida claro, pero no obstante, porque es una necesidad de la integración de la mujer en la cultura moderna, m e parece a mi que es imposible pedir que la mujer se integra directamente, puesto que ya hemos visto que la integración se realiza solamente a través de la familia es incompletísima y no puede satisfacer en absoluto las aspiraciones de un ser humano, para integrarse de una manera directa a una cultura moderna no es posible tener siete hijos, y criarlos y educarlos, no puede ser, te van haciendo jirones a tu persona.

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-¿Por qué estudiaste derecho? -Pues supongo que en parte por tradición familiar, porque mi padre era abogado, y yo he vivido siempre en un ambiente muy jurídico; de modo que en parte por tradición familiar, y en parte también porque realmente el mundo del derecho me parecía absolutamente apasionante. Cuando estudiaba derecho lo hacía porque me gustaba la carrera de derecho, porque pensaba ejercerla, y todavía continúo con la esperanza de que cuando los niños crezcan lo suficiente podré integrarme en el bufete de mi marido. -¿No has ejercido nunca? -Nunca, no. Ya te digo que cuando terminé la carrera me puse en relaciones con Manuel, le conocí... bueno cuando terminé la carrera pasé en principio una temporada, como suele ocurrir a los estudiantes, un poco indecisa respecto qué es lo qu e quería hacer. Por un lado pensé en integrarme a la vida universitaria, porque en un tiempo estuve pensando en ser adjunto de una de las cátedras de Salamanca, cuyo catedrático estaba muy empeñado en que aceptara la oferta de la Adjuntía, estuve meditando esto. Por otro lado, pues me gustaba muchísimo el periodismo y la literatura, entonces empecé a trabajar en Madrid, en, digamos, en los ambientes de periodismo apostólico. Entonces, pues, fue fundado por una serie de personas que antes era n muy conocidas cuando yo era una chiquilla, como Lil í Álvarez, y Heriz Magdalena, y mi amigo José Luis Aranguren de escritores, por otro lado yo escribía prácticamente en todas las revistas católicas que existían, en “Signo” que era el órgano de la juventud masculina de acción católica, en “Cumbres” que lo era de la de juventud femenina de acción católica, luego yo era la encargada de la sección d e editoriales y periódicos sacerdotales de la Universidad Pontificia de Salamanca que se llamaba “Incunable”, pero allí fue muy gracioso, tenía que firmar con seudónimo masculino, porque consideraban que mis pequeñas ideas servían para los sacerdotes, pero en cambio lo que no estaba bien era que firmar a

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una mujer, pero ten en cuenta que de esto hace ya dieciséis o diecisiete años. -Eso es una discriminación total y absoluta. -Total, total, pero es que eran otros tiempos. M e parece que estamos hablando de hace dieciséis o diecisiete años, y entonces no había ni sombras de una perspectiva en la que se pudiera convocar un Concilio Ecuménico en le que hubiera en la Iglesia una reforma del calibre de la que ha habido; o sea que, entonces hablando del catolicismo pre-concilia r salmantino, imagínate tú, como si dijéramos que vivíamos en la Edad Media. -¿Te doctoraste después? -No, no pude doctorarme. Eso es una inexactitud que no sé por qué ha salido en el libro de José María Gironella, porque en realidad, yo le di a Jos é María, con quien nosotros llevamos una fraternal amistad, un pequeño currículum, y allí no aparece, como es natural, ningún doctorado, puesto que no lo he hecho, cuando salió el libro, porque yo no vi la s pruebas. -¿Has pensado en hacerlo? -Sí que lo he pensado, y es un proyecto que he tenido siempre, pero que he tenido que abandonar, pues ten en cuenta que yo me casé un 20 de octubre y mi primera hija nació el 30 de julio siguiente, o sea que aunque esto no lo pongas en el libro me dej ó diez días para quedar bien ante la gente... -¿Te especializaste en alguna rama del derecho? -No, no llegué a especializarme en ninguna. Es curioso, les ocurre también mucho a los estudiantes . Cuando estudiaba la carrera me interesaba enormemente el derecho privado, tanto que estuve un tiempo pensando, en especializarme en civil o en procesal. Entonces me gustaba mucho el derecho privado, enormemente, y no me gustaba nada el derecho

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público; tanto que creo recordar que el único suspenso que tengo en toda la carrera es justamente el derecho público, imagínate tú. Y luego con el tiempo, cuando conocí a Manuel, empecé a interesarme por el derecho público, que no me había interesado nada durante la carrera. Claro, esto me hizo cambiar mucho la perspectiva, porque creo que en un principio cuando tenga tiempo y pued a hacer el doctorado lo haré con tema de derecho público, porque el derecho privado ya lo he dejado un poco a un lado en mis aficiones. Ahora me interesa francamente más el derecho público. Encuentro que tiene unas perspectivas mucho más cercanas a mis preocupaciones actuales, sin comparación, muchísimo más, empezando desde el punt o de vista, digamos, incluso literario. A mí me parec e más enlazado con las perspectivas filosóficas humanistas de una cultura que el derecho privado, que por otro lado está en franca crisis y en completa revisión. -¿Qué te parece la idea de este libro? ¿Tú crees que será eficaz para mejorar un poquito la mentalidad de la mujer? -A mí me parece que todo lo que sea hacer eso qu e llaman ahora con una palabra feísima, pero muy auténtica, mentalizar a la gente, me parece importantísimo, o sea que me parece una idea buenísima ésta del libro, porque me da la impresión de que quizás uno de los obstáculos con que más tropezamos en España, bueno, en España y en Europa y en el mundo, hoy por hoy, es la mentalidad de las familias y la mentalidad de la mujer. Es evidente que se opera una discriminación sexual ya desde cualquier nivel de enseñanza, o sea como una niña empieza a flaquear, se la oriente hacia otra parte. En el caso del niño, aunque sea un vago de espanto, el padre, la madre, todo el mundo se empeñan en que estudie ocurra lo que ocurra, aunque no sea ninguna lumbrera. El niño pertenece a una familia o a un ambiente en el cual la tradición es que tenga una carrera universitaria o un ambiente en el cual, aunque no sea tradicional, se desea, para mejorar e l status social, que el chico tenga una carrera

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universitaria; vamos, la familia se destroza para conseguirlo. Como sea una niña, no; si la niña buenamente puede... -Consideran que la carrera será el matrimonio, y creen que es el camino más fácil, cuando en realida d es el más difícil ¿no? -Y cuando en realidad, además de ser muy difícil , ocurre que no es la meta total ni muchísimo menos, porque hay que tener en cuenta que, sobre todo y en esto insisto siempre que tengo ocasión de hacerlo, hay que tener en cuenta los factores de hoy en día como el alargamiento espectacular de la vida que hace que la mujer viva dos vidas de las de antes, una detrás de la otra. Antes 35 años era la expectativa de vida media, y es todavía la que hay hoy en día en el Nordeste del Brasil, y que era la que había en Europa en el sigl o pasado. Hoy, en Suecia, ya están en los 74 años de promedio de expectativa de vida media para la mujer y 72 para los hombres. Esto significa que la mujer de hoy en día vive una vida a continuación de la otra. Antes la mujer moría normalmente cuando todavía estaba en la edad de procrear. Y la expectativa de la hembra no era muy... -Sí, sí. Moría casi siempre. -Y la que no moría se quedaba hecha puré, ya no estaba para bromas. Estaba ya envejecida y destrozada. Hoy en día, en cambio, no; no cabe la menor duda que cuando una acaba de tener hijos es porque físicamente no puede, o porque ya no le interesa. Claro que por otro lado están los adelantos de la medicina en el aspecto de haber hecho al ser human dueño también de la procreación, y no un mero sujeto pasivo desde que deja de tener hijos hasta que se muere. Entonces le quedan ahí un a barbaridad de años para hacer algo, si es que no ha s hecho más que tener hijos que hacen que te encuentres con la vida totalmente vacía.

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-Y más ahora que las mujeres tienen una mentalidad mucho más clara y son más lúcidas en cuanto a sus propias actitudes. No se pueden conformar con tener hijos, criarlos, educarlos, y hacerlos adultos... -¡Ah! Eso tampoco, porque significa vivir siempr e a través de otra persona, no vivir nunca como si dijéramos para uno mismo, de una manera digamos... -La propia vida ¿no? Eres la madre de esos hijos , y te conviertes en la madre de Jenny, la madre de Juan, de José, o de Alberto, y eso es lo trágico, dejar de ser una misma para pasar a ser madre solamente. -Esto es terrible y a mi modo de ver ha sido bastante estudiado, pero todavía no lo suficiente. Loa fenómenos digamos de angustias y de neurosis e incluso de aberraciones psicológicas de todo tipo s e dan en proporción inmensa entre las mujeres que no hacen ni más ni menos que ser esposas y madres. Se sienten indefensas por completo ante la vida, no tienen ninguna otra posibilidad. Y, luego, los fenómenos del colonialismo materno, la madre abusiva, la madre que no quiere que los hijos se casen, que no quiere que las hijas se vayan; eso es terrible, eso son fenómenos de autodefensa, claro. Una persona que ve que se le acaba eso, que no tien e otra cosa, ¿a qué demonios se dedica? De modo que y o soy sincera, partidaria de que se vaya mentalizando a la gente lo más posible, y, por eso, este aspecto me parece una cosa importante. Todo lo que se haga en este aspecto me parece muy positivo, y me parece que es una tarea absolutamente necesaria, en la que tenemos que colaborar todos. -¿Cuál es el camino más fácil para obtener la libertad de la mujer? ¿Cuáles los mínimos derechos a que tenemos derecho? Valga la redundancia. -¿El camino más fácil...?

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-Más rápido en nuestra sociedad actual, tal y como está montada, y tal como los hombres enfocan hoy las cosas. -Pues a mí me parece que el camino más rápido es la integración de las nuevas generaciones en el mundo del trabajo. A mí me parece que ése es el camino más fácil; o sea, que toda niña que está estudiando, que toda jovencita que está acabando el bachillerato, que se haga a la idea de adquirir una profesión lo más apropiada a sus aptitudes y a sus posibilidades, e integrarse inmediatamente en el mundo del trabajo. En la actual organización de la cultura... -Esta es una pregunta que suelo hacer y he observado un fenómeno curioso, todas las mujeres conscientes me contestan lo mismo. ¿crees que la liberación de la mujer está en el trabajo? -Creo que sí. -¿Libera el trabajo a la mujer? -Ahora tropezamos con un problema gravísimo. A mi modo de ver no hay más que ese camino, pero ese camino es, por decirlo así, una especie de salto en el vacío, porque me parece observar, sin duda alguna, que ninguna de las culturas existentes ha encontrado aún un hueco apropiado para el trabajo d e la mujer. Y esto tanto en los países capitalistas como en los países comunistas. O sea, ninguna cultura actual ni la capitalista ni la comunista ha encontrado aún un sistema de trabajo que permita qu e la mujer se realice a la vez como madre y como ser humano. En el actual estado de las culturas, tanto en un campo como en otro, tanto en los países del Este como en los países occidentales, la mujer que trabaja se encuentra con que tiene que trabajar mucho más que el hombre, se encuentra con que si tiene que tener y criar hijos por un lado, por el otro continuar su profesión, pasa toda su juventud llevando unas jornadas de trabajo abrumadoras, verdaderamente agobiantes. Es inhumana la actual situación del trabajo, y te vuelvo a repetir que, a

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través de todos los datos a que tengo acceso, no es mejor en absoluto la situación de la mujer en las culturas socialistas que en las culturas capitalistas. -Yo no creo en eso. Por mis conocimientos y por los viajes que he hecho, creo que donde mejor solucionado lo tienen, sin que todavía hayan conseguido el éxito absoluto, es en Estados Unidos. Por dos razones: porque la sociedad está montada d e otra forma, hay muchas más facilidades para la muje r en guarderías, en cuestión de horarios, y, después, el hombre colabora si no exactamente, casi al mismo nivel que la mujer en el hogar. -Estoy de acuerdo contigo, aunque Estados Unidos sin ser como tú bien dices el ideal ni mucho menos, es, sin embargo, un país en el cual se está más cerca de alcanzar un status razonable para la personalidad de la mujer. Precisamente iba a decirt e en este momento que hay ya soluciones parciales que van apuntando en diferentes países y entre ellos, como tú hacías notar, está Estados Unidos. Soluciones parciales que hacen conjeturar lo que será una futura civilización, en la cual se hayan integrado los valores femeninos, y en la cual las mujeres tengan posibilidad de desarrollar su personalidad con las mismas posibilidades que el hombre. Evidentemente, en los Estados Unidos, debid o en parte al altísimo nivel de vida que el país se puede permitir, a la riqueza inmensa en todos los órdenes y a la riqueza económica de ese país, es evidente que la mujer ha tenido ocasión hasta ahora de demostrar sus posibilidades mucho más que en otros países cualesquiera. “Ahora bien, esto nos lleva a un problema político de mucho más largo alcance pues es que est a situación privilegiada de Estados Unidos es una situación que, desde el punto de vista de la justicia mundial, no puede continuar. Es una situación que se monta sobre el privilegio del nive l de vida altísimo de este país, se monta sobre el nivel bajísimo de otros países, de modo que es evidente que hace falta ir a una reestructuración mundial, de modo que este camino no es un camino qu e

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podamos esperar que se dé en todos los países a la vez. Habrá que ir a otra reestructuración, a otro cambio, a otro sistema político y económico mundial . Ahora bien, como si dijéramos separando de este otro problema enorme de justicia, de lo que es la justicia respecto a los pueblos subdesarrollados, a los países del tercer mundo, dejando aparte este problema político y circunscribiéndonos exactamente al mundo norteamericano, hoy se ve muy bien, efectivamente, lo que podría ser en el futuro, en e l porvenir, una parte de una cultura en la que los valores femeninos estuvieran integrados. A mí me parece que, en el futuro, cuando merced a los avances técnicos y sobre todo si se consigue una socialización mucho mayor y una justicia social en todos los países, se podrá pensar en una jornada de trabajo de cinco o seis horas para todo el mundo, tanto para el hombre como para la mujer. Si a la ve z se va educando al hombre de las nuevas generaciones para que considere que los trabajos del hogar no tienen sexo, que son tanto del hombre como de la mujer, ésta podrá tener posibilidades idénticas a las del hombre. Si la jornada de trabajo es de cinc o o seis horas y los trabajos del hogar son comunes, son compartidos, entonces la mujer tendrá un status parecido o sensiblemente igual al del hombre. Para eso hace falta conseguir que la jornada de trabajo no sea mayor ni para la mujer ni para el hombre; porque si la jornada de trabajo para el hombre sigu e siendo mucho más larga que la de la mujer, la mujer se encuentra con el terrible problema de supeditar su trabajo al del hombre.” -O sea que, de no ser así, siempre estará en trabajos de segunda categoría... -Si coge un trabajo a full time, a tiempo completo, se encuentra totalmente aplastada por el hecho de ser mujer, porque primero ha de trabajar e n la fábrica, o en el taller, o en la oficina, o en l a editorial, o en la universidad, o donde sea, una jornada larguísima y, luego, tiene que llegar a cas a y ponerse a trabajar dentro de la casa. Esto significa que para liberar a la mujer es necesario que la jornada de trabajo, tanto del hombre como de

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la mujer, no sea excesivamente larga, por un lado, y, por el otro, que los trabajos domésticos sean compartidos. Yo no veo ninguna otra salida más que ésta. -Pero ¿cómo se va a meter esto dentro de las cabezas masculinas? -Bueno, los hombres, aunque sin darse cuenta del todo, van poniendo en práctica un poco lo de aquel viejo aforismo moralista que dice que “nadie sabe todo el bien que hace cuando hace una cosa buena”. Los hombres a través, por ejemplo, de la política van marcando, sensibilizando a todos los seres humanos, tanto hombres como mujeres, respecto a la necesidad de que todos los seres humanos tengan las mismas posibilidades, que no hayan discriminaciones de ningún tipo, etcétera. Todo ello son como ladrillos que ellos van fabricando pero que podemos nosotras también utilizar para nuestro propio edificio. Eso por un lado. Por otro, me parece a mí que los hombres, quizá sin darse cuenta, van, a través de los adelantos técnicos que ellos han hech o sin nuestra colaboración puesto que estábamos completamente al margen de la posibilidad de colaborar en la vida cultural, avanzando técnicamente de tal forma que, cosas, adelantos que en otros tiempos hubieran parecido utópicos, por ejemplo, esto de una jornada de cinco o seis horas de trabajo sea una realidad. En el futuro estas reivindicaciones masculinas, servirán para nosotras , encontraremos el camino abierto, esto es evidente. “Así ocurre en los kibutz israelíes. Allá la jornada de trabajo es de cuatro a seis horas para todo el mundo, y se desarrolla simplemente por la mañana. Los trabajos comunitarios, los trabajos, digamos, de limpieza, de preparación de comidas, se hacen por equipos. Todo el mundo interviene, tanto hombres como mujeres, y las tardes se dedican a actividades culturales y artísticas, y de este tipo , y de, digamos, de trabajo no pagado. Esto, en el futuro, a mí me parece que significará un adelanto, un salto enorme en el aspecto cultural. Será la creación de una nueva sociedad en la cual los valores femeninos, por primera vez en la historia,

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serán integrados realmente en la cultura masculina. Entonces desparecerá aquello de poder comparar la cultura con un árbol que crece arrimado a una tapia y no se puede desarrollar más que por una lado, el lado de las culturas masculinas. La cultura femenin a nos se ha podido desarrollar nunca. Hasta ahora hemos llamado cultura femenina a una especie de subproducto de la Cultura, con mayúscula, donde nos han tenido encajonadas durante siglos y siglos. “Pero todo esto ha sido debido, entre otras cosas, a que los adelantos técnicos, las diferentes técnicas, las diferentes ciencias estaban atrasadísimas. Hasta hace poco las mujeres se moría n a chorros en los partos por infecciones, por problemas ginecológicos que hoy están totalmente resueltos. Naturalmente no se podía pensar en nada de todo esto y esta conversación tuya y mía sería impensable hace cine años. Tú te acuerdas, por ejemplo, de la señora de Moratín, aquella famosa mujer, la madre explicando sus terribles embarazos, y tal y cual, y claro hoy lo lees y te asustas. Per o es que entonces ésa era la vida de la mujer.” -A veces la mujer emplea sus encantos para liberarse. ¿Tú crees que con esto consigue algo? ¿N o crees que en el fondo es un cambio vulgar de amo? -Esto es evidente. En este aspecto yo, como católica, me voy dando cuenta de que muchos de nuestros viejos esquemas que la Iglesia, en fin, qu e la comunidad católica, cultivó durante siglos como valores, han ido siendo olvidados, y ahora están siendo redescubiertos, incluso por los no creyentes . El otro día –esto me hizo mucha gracia- volvía de i r a recoger unos niños por la ronda del general Mitre , y había un cartelón enorme de anuncios, de estos pósters enormes que ponen anunciando unos leotardos , unos pantys; la señorita estaba arrodillada en un sofá con una falda realmente mini, y alguien había escrito encima, “manipulación, no”. Bueno, esto de que ahora esté siendo denunciada por personas al margen de toda ideología religiosa, la manipulación erótica como una nueva alienación, pues esto es el sentido, el profundo sentido de lo que la Iglesia defendió como el sentido del pudor, que consideraba

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que la mujer no podía ser de ninguna forma vetada como un objeto sexual, que no podía ser considerada ni agotada su personalidad en el sentido de tenerla como una especie de objeto de placer y de lujo, sin o que era un ser humano con todas sus responsabilidades. Bueno, pues esto, que fue tan profundo en el sentido de lo que la comunidad cristiana siempre consideró, ha sido, por una serie de razones larguísimo de desmenuzar, ha sido siendo olvidado y ahora está siendo redescubierto por personas completamente ajenas a lo que son los viejos valores cristianos del pudor femenino y de l a profunda personalidad femenina. Yo, en este aspecto , me siento totalmente cristiana. Quiero decir que me da la impresión, estoy convencida, de que la personalidad femenina es una cosa demasiado seria para poderla reducir a esto, a un objeto sexual, en fin, a una chica que porque sea guapa se casa con u n chico rico, eso me parece sencillamente deplorable bajo todos los puntos de vista, y no utilizo palabras más fuertes que deplorable, por respeto al prójimo, pero se me ocurren verdaderas barbaridades . -La galantería de los hombres ¿no crees que es una especie de trampa para demostrar la superiorida d que creen tener sobre nosotras? -Hombre sí, eso es evidente. Durante mucho tiemp o la han utilizado como arma, para tenernos encadenados en la clásica jaula de oro. Pero la mujer siempre ha sentido la necesidad de agradar al sexo opuesto. Y claro, estos instintos normales colocados en unas situaciones sociales disparatadas , convertirán a la mujer en un corderito, esto es evidente. Se la comprará con nada, como a los salvajes, vamos, cuando iban los exploradores con tres collares de cuentas de cristal, que no valían más de tres perras chicas.

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-¿Somos víctimas de la sociedad de consumo, de l a publicidad erotizada? -Bueno, somos víctimas igual que los hombres. Aunque en este aspecto quizás tenga razón Betty Friedman, cuando asegura que la mujer es más víctim a que el hombre de la publicidad, de la propaganda de la sociedad de consumo. Quizá sí, y quizá tenga razón porque, efectivamente, la situación en la cua l se ve situada la mujer en la sociedad de consumo, e s una situación verdaderamente, cómo diría yo... de cárcel; se la encierra en una casita, generalmente como decimos nosotros, se le ponen una serie de aparatos y de cacharros, se la limita enormemente e n sus campos de actividad, a ver unos cuantos amigos al cabo del año, siempre con el marido a la hora de cenar. En fin, está la pobre coartada, separada de toda posibilidad de realización personal. En esas condiciones, es evidente que los objetos que utiliz a para ella son su mundo, para ella tienen un valor realmente impresionante, no tiene otro aspecto del mundo más que la pantalla de televisión, y eso es atroz. Es un ambiente demencial, es un ambiente, digamos, de cápsula espacial con la diferencia que la cápsula va a un sitio y el hogar no va a ninguno , se está ahí, quieto, cada día se desintegra más, cada día que pasa el hogar se va convirtiendo en el mínimo posible núcleo familiar: padre, madre e hijo s menores de edad. En eso ha quedado reducida la viej a familia patriarcal, padre, madre e hijos menores de edad. Cuando los hijos dejan de ser menores eso estalla como una bomba, y se desintegra, ya no existe, queda la pareja, y el día que uno de los miembros de la pareja se muere el otro queda totalmente pulverizado y arrojado en medio del mund o sin nada a que agarrarse. Encuentro que es realment e cruel la situación a que la sociedad, la cultura actual, reduce a la mujer. En ciertos aspectos se puede decir que la ha despersonalizado al máximo.

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-En los Estados Unidos ha comenzado la lucha de sexos, por medio de una serie de asociaciones femeninas que estudian y discuten los problemas vitales de la mujer. Tú decías que las cosas... -¡Ah! que las cosas tienen un aspecto positivo y uno negativo. Me parece que el aspecto negativo es querer hacer las cosas de una manera, digamos, a la tremenda, y yo creo que éste no es el camino. Además, tampoco veo por qué tenemos que suscitar el antagonismo masculino. Sí, claro, empezamos a hacer la vida imposible a los maridos en casa, a base de este tipo de huelgas, pero a mí me parece que por este camino no se puede ir a ninguna parte. -Bueno, yo nunca he creído en las asociaciones femeninas. No creo que las mujeres no deban asociarse, tienen que integrarse. -Integrarse, exacto. -Por lo tanto, las asociaciones femeninas ¿a qué conducen? ¿A discutir? Sí, se discuten los problema s y se clarifican mucho las ideas en este aspecto sí... -Bueno, en ese aspecto han hecho una labor positiva y continúan haciéndola. -Sí. -Esto me recuerda, por ejemplo, lo del diario femenino. Cuando se iba a empezar a publicar me escribió Carmen Alcalde que, entonces, era la encargada de colaboraciones, y yo le dije: “Mira Carmen, a mí esto de un diario femenino me parece una cosa francamente terrible, yo creo que los diarios no tienen sexo, lo natural es que leamos La Vanguardia, el Diario de...

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-Una mujer que depende económicamente y totalmente del marido. ¿Cómo crees que debe reaccionar? O sea, el hecho de depender económicamente del marido significa que no tiene un trabajo, por lo tanto, esa mujer se ocupa del hogar , de los hijos, algunas carecen totalmente de servicio. La finalidad de esta mujer ¿cuál tiene qu e ser? -A mí me parece que la misma que dije antes de l a integración en el mundo del trabajo. Creo que un tipo de mujer que no tiene más que posibilidades económicas que el trabajo de su marido, es una muje r que, quiera o no quiera, vive a través de otra persona. Desgraciadamente, el hecho es que ahora la inmensa mayoría de las mujeres, en el actual sistem a económico y social, viven de esa forma, y, realmente, no creo que el mercado de trabajo en est e momento sea de tal naturaleza que soportara la oferta masiva de las ama de casa ociosas. Se formaría un lío económico de mil demonios, si de repente convenciéramos a todas las amas de casa de todo el país, si no a todas las amas de casa sí a las que están dedicadas solamente a sus labores, la s convenceríamos de una manera mágica de que en 24 horas todas ellas pidieran trabajo, desde luego no se podría... -No podría ser, pues la mayoría de ellas no sabe n ningún trabajo. Quizá las labores caseras, pero es muy distinto cocinar en tu casa que hacer de cocinera fuera de casa. Por lo tanto, eso no puede suceder, primero hay que preparar a estas mujeres. -Bueno, esto hace que la mayoría de ellas, en este momento, no puedan reaccionar de ninguna forma diferente de cómo lo hacen. Al no tener ninguna preparación técnica, el mercado de trabajo no tiene amplitud suficiente para coger esa cantidad de mano de obra en potencia. De modo que no creo que puedan hacerse ninguna pregunta. Me parece que, tal y como están las cosas, en este momento no pueden hacer nada más que lo que hacen: continuar donde están. Este es el problema.

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-Ten en cuenta que la mayoría de las rebeliones que uno puede percibir en varios estratos sociales proviene de la economía. La mujer que tiene algo, u n pequeño trabajo, un ingreso por su cuenta, se sient e ya bastante liberada. -Se siente mucho más segura de sí misma. -Exacto. -No tiene amargura, no tiene resentimiento. Claro, esto es evidente. Y en este aspecto es por l o que soy tan partidaria de que en la medida de las fuerzas de cada una, cada mujer se vaya integrando al mundo del trabajo como pueda. Esto me remite a l a pregunta respecto a cuál será el sistema mejor o má s fácil. Bueno, pues yo creo que en la medida en que la mujer se pueda ir haciendo un pequeño hueco dond e meter sus manos, donde poder empezar a actuar, debe hacerlo. Ahora, desde un punto de vista de planificación general, me parece que no hay mercado de trabajo suficiente para todos, y que no hay, desde luego, preparación técnica suficiente. Por es o me parece que por el momento serán únicamente las pioneras, las más inteligentes, las más preparadas, las que tienen más conciencia, las que irán haciendo. Hay que procurar que, a medida que se vay a ensanchando ese mercado de trabajo, se vayan creand o otros nuevos puestos y se vayan creando nuevas posibilidades. Es necesario que las nuevas generaciones se vayan integrando desde el principio y mejor. Ahora, las generaciones que están en plena vida activa, me de la impresión de que no tienen otra posibilidad de la que hay. O sea, es muy difícil conseguir puestos de trabajo para todas ahora.

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-¿Crees que la fisiología femenina constituye verdaderamente nuestra propia cárcel? -Hombre, es evidente que es una carga. Ahora también es evidente que es una carga que se ha ido aligerando muchísimo. Y que se aligerará todavía má s en el futuro a partir de los adelantos enormes de l a ciencia médica en general, de la higiene, de la ginecología, y concretamente de la genética. Es evidente que es una cárcel, pero cada vez menos. Está dejando de ser una cárcel. En el futuro imagino que llegará un momento en el que será una cárcel bastante restringida, o sea, una vez que la ciencia médica consiga que los problemas normales como la fatiga menstrual desaparezcan; cosa que es completamente posible a base de, en fin, de una medicación y de una alimentación apropiada, y un sistema de higiene apropiado, y a medida que, por otro lado, el hombre, el ser humano masculino, vaya adquiriendo una conciencia más real de su responsabilidad; cuando la irresponsabilidad masculina, en cuanto a la paternidad, por ejemplo, desparezca porque su sentido humano le ponga en la misma situación en que pone la fisiología a la mujer, o sea, con el deber de apechugar con lo que venga, es evidente que la cárcel para la mujer se irá reduciendo. -La píldora. ¿Qué opinas? -Hombre, la píldora me parece que, suponiendo que no tenga efectos perniciosos para la salud, lo cual todavía está por ver, es un evidente progreso. Todo lo que sea que el hombre se vaya haciendo cargo de las leyes instituidas por Dios, y pueda, como se dice, dirigirlas, pueda controlarlas, pueda someterlas a su voluntad, pueda someterlas a su conciencia, todo eso contribuye a humanizar al ser humano, eso es evidente. Todo lo que sea escapar de las fuerzas ciegas, y convertir en opciones humanas las leyes de la naturaleza, que uno pueda elegir entre una cosa y otra y no ser esclavo de lo que caiga, eso es evidente que es un progreso. Siempre es un progreso.

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-¿Entonces, la frase bíblica de “creced y multiplicaos”? -Bueno, la frase bíblica de “creced y multiplicaos” se ha interpretado durante siglos por un mundo que necesitaba ser poblado rápidamente, po r un mundo que no tenía pobladores suficientes. Es evidente que desde el punto de vista económico, era necesario una cantidad inmensa de brazos. -Pero Jesucristo, al decir esto, ¿tuvo en cuenta la falta de población del mundo? -Es evidente que cuando en el Génesis Yavé dijo: “Creced y multiplicaos” se refería a los primeros pobladores humanos de un mundo despoblado. Esto es muy diferente de lo que ocurre hoy en día. Es evidente que el “creced y multiplicaos” siempre ser á válido, por que si no la población envejecería a un a velocidad enorme. Si la gente deja, si los seres humanos dejan de tener en cuenta este precepto bíblico de una manera razonable, el envejecimiento de la población será tal que las generaciones jóvenes no podrán soportar el peso de los viejos. Y en última instancia llevado a un grado extremo se acabaría el mundo. O sea, este es un precepto que siempre será válido, válido dentro de unos límites y unas circunstancias, en los moldes que las nuevas circunstancias exigen, y en mundo que parece ser qu e va camino de los 6.000 millones de habitantes para el año 2000. Es evidente que habrá que pensar en hacer una cosa seria desde el punto de vista de saber qué quiere decir ese “creced y multiplicaos”, ese deber que continúa siendo deber, y lo será siempre aplicado a nuestras circunstancias de hoy e n día.

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-¿Se ha interpretado bien, a través de los siglos, las palabras de Jesucristo, los evangelios? -Hombre, bien del todo no. Quiero decir que todas las posibilidades encerradas en los Evangelios, todas las posibilidades encerradas en la buena nuev a de Cristo, en lo que Cristo vino a revelarnos, no s e han llevado nunca a la práctica, y todas, hasta el final de los siglos, no se llevaran nunca a la práctica. Se han llevado una cuantas, en unos sitio s mejor, en otros peor; en unas culturas mejor, en otras peor. Esto es evidente, la Iglesia y todas la s confesiones cristianas han ido adaptándose, unas veces mejor, otras peor, a las posibilidades históricas que les han tocado vivir, y creo que han cometido muchos errores como seres humanos que eran . Ahora bien el fermento de lo que significó la buena nueva del evangelio continúa siendo, a mi modo de ver, la fuerza más positiva que ha existido nunca e n el mundo, y estoy de acuerdo con Garandy cuando dic e que Cristo nos enseñó, por primera vez en la historia del mundo, que el hombre puede ser un ser libre. -¿Garandy, al que ha expulsado del partido comunista te refieres, el que tuvo con el cardenal Danielou aquella polémica...? -Exacto. Garandy dijo, y lo publicó “Le Monde” hace unos tres meses, una cosa maravillosa sobre cristo, la cosa más maravillosa que yo he leído en mi vida... -¿Por un comunista? -Por un comunista, algo extraordinario. Dijo: “Cristo vino a enseñar por primera vez en el mundo, y enseñó que el hombre es un ser libre, puede ser u n ser libre.” Yo lo encuentro fabuloso; no sé, nunca nadie me ha dicho nada que me llegue tan dentro como esta frase de un comunista.

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-Y el divorcio, ¿qué opinas sobre el divorcio? ¿Es necesario en nuestra sociedad? -El divorcio es un problema de una delicadeza inmensa. No ya desde el punto de vista moral, que necesitaría un rato larguísimo para hablar del asunto, sino desde el punto de vista social, sociológico digamos. Claro, el problema del divorcio, a mi modo de ver, es un problema, como diría yo, de medida. O sea, sí claro, el ideal, lo que todos querríamos sería poder abrir la puerta lo suficiente para que salieran por ahí todos los caso s desesperados, y destrozados, que realmente no puede n continuar viviendo, en fin, haciendo una vida común . Y, por otro lado, que nos habría ayudado bastante para que se desintegrara la sociedad familiar. Eso es lo que querríamos todos. Ahora, en la práctica, esto me parece una dificultad bastante grande. Dada la naturaleza humana y dado que todos somos muy propensos cuando tenemos un problema a buscar el remedio sencillo y no el difícil, todos iríamos hacia el divorcio, y no es eso. A mí me parece que el hombre es un ser plástico, es muy adaptable, es un ser muy capaz de intentar nuevas posibilidades y de sacarse mucho provecho a sí mismo. En estas condiciones, muchas uniones que parecen fracasos, podrían y pueden muy bien salvarse, si ambos cónyuges, o incluso solamente uno de ellos tiene mu y buenas cualidades y un gran convencimiento de que l a unión, puede, debe ser salvada, me parece que una proporción inmensa de esos matrimonios que en principio van mal podrían ir mejor. Por eso, en principio, no soy partidaria del divorcio, porque creo que facilita que muchas uniones, que en principio podrían mejorar y podrían consolidarse, no lleguen a hacerlo, sino que se destrocen totalmente con males enormes para los hijos que, evidentemente, necesitan de un padre y d e una madre. De modo que, yo, en principio, no soy partidaria del divorcio. No lo soy. Creo que los seres humanos somos muy propensos a salir por la puerta más fácil.

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-Pero el ser humano, tú misma lo has dicho, está sujeto a error como ser humano que es, por lo tanto es muy fácil equivocarse, sobre todo si se es joven ¿no? ¿No crees que el castigo es superior a la culpa? - Bueno, es que yo no lo concibo en términos de castigo y de culpa, y, en cuanto a eso que tú dices de ser fácil equivocarse, me parece que es aún más fácil si existe el divorcio. O sea, si la gente tiene la impresión antes de casarse, o lo sabe, viv e en un clima en que el divorcio es una situación aceptable y consolidada. Si la gente normal, antes de casarse, sabe que existe el divorcio, se casará mucho más a tontas y a locas todavía de lo que se casa, sin creer que después existirá el divorcio. -Estoy segura. Yo pongo como culpa el hecho de equivocarse. -Ya, ya. -Y el castigo compartir toda la vida con un ser... -Sí, que no era lo que uno esperaba, no se figuraba, no creía que era... -Exacto. -Y claro, esto es evidente. Esto se trae de herencia. Yo creo que es un problema de una dificultad realmente intensa. Ahora, también te dig o que creo que hay muchísimos matrimonios que en un estado de civilización en el cual las ciencias médicas, la psicología, hayan avanzado lo suficient e hay muchos matrimonios que en realidad no deberían desaparecer como divorcio, sino como anulación. Es decir, hay muchos matrimonios que en sí son inválidos totalmente, sin son contrarios en ciertas condiciones suficientes... Te decía que, a mi modo de ver, en un estadio más avanzado de las ciencias particulares, sobre todo de las ciencias médicas, y de las psicológicas, me parece que una gran cantida d de esos matrimonios que no andan, son casos de

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anulación, pura y simple. Son casos de matrimonio que en sí no existen, que carecen de, como si dijéramos, da datos necesarios para que tal unión pueda ser calificada de auténtico matrimonio. Mucha s de esas equivocaciones en realidad son de tal calibre y de tal hondura que invalidan el hecho mismo del matrimonio. De modo que muchos de esos casos, una vez que las ciencias psicológicas y las médicas hayan llegado a un avance suficiente para establecer los datos concretamente, serán declarado s inválidos en un futuro. A mí me parece que cuando u n matrimonio realmente es válido, es que en mi opinió n es del deber de los cónyuges hacer todo lo posible para salvarlo. Me parece, que hay matrimonios que n o son tales matrimonios, matrimonios contraídos a tontas y a locas, sin libertad por lo menos por parte de uno de ellos. Ten en cuenta que la Iglesia católica en esto siempre ha defendido la existencia de un cierto porcentaje de matrimonios no válidos, matrimonios nulos, matrimonios que no existen, porque no ha habido suficiente libertad por parte d e uno de ellos, o por una serie de razones. -¿Háblame sobre el amor? -¿Sobre el amor? Bueno, a mí me parece que sobre el amor, una de las cosas más bonitas que se haya escrito nunca es la famosa epístola segunda a los corintios de San Pablo: cuando dice que el amor “es un sentimiento que todo lo soporta, que todo lo sufre, que no piensa mal, que no se enorgullece”. E s un texto precioso a mí modo de ver. Para mí el amor es la fuerza que impulsa todo. L a gran fuerza que lo impulsa todo, y, en este aspecto , creo que se la da el nombre de amor a muchas cosas que no lo merecen en absoluto. Y creo que la cultur a actual, con esa carga de erotismo verdaderamente gravísima que sufre, está desvirtuando por completo un valor. El valor más fuerte que ha existido nunca , que es el valor de la entrega amorosa a los demás seres humanos a través según del matrimonio o a través del sacrificio, a través del trabajo desinteresado. Creo que uno de los grandes errores, y uno de los grandes valores negativos que tiene la cultura actual es una carga increíble de erotismo

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que está desvirtuando por completo el concepto de amor en la mentalidad de la masa media; por eso los países del Este están mejor que nosotros, mejor situados. Creo que de todas formas en Rusia existe un concepto bastante más elevado del amor que en la sociedad de consumo de occidente. -La mujer se viene diciendo, sobre todo a la vista de la sociedad, que es frígida, ¿tú lo crees así? -Me parece que hay mucha literatura sobre el asunto. No creo que haya tantos casos de frigidez n i muchísimo menos, en primer lugar me parece que no s e puede tener una opinión estadística sobre el asunto porque no hay estadística. De modo que todo son conjeturas, tanto las de las que opinan que sí, com o las que opinamos que no. Me parece que no, yo creo que no existe tanta frigidez como se dice ni muchísimo menos, yo no lo creo así en absoluto. Y tampoco creo que la frigidez, sea, en fin, como si dijéramos una carga negativa femenina, que no tenga como contrapartida una cantidad inmensa de impotencia en el sexo masculino. Creo que en esto pasa como en todo, dado que la naturaleza humana, e n fin, tiene bastantes fallos. Hay mucha gente que le funciona mal la vista y necesita lentes, hay muchísima gente que oye mal, hay una barbaridad de gente que tiene problemas con la columna vertebral o con la vesícula biliar, y también hay gente que tiene problemas, con ese tipo, digamos, de parte orgánica. No me parece que sea una cosa que exija una atención tan desmesurada, y me parece que mucha s frigideces son, digamos, consecutivas a una serie d e problemas que, una vez que la mujer esté bien entroncada y bien colocada en la vida, desparecerán por sí solos.

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-¿Tú educas exactamente igual a tus hijos que a tus hijas? -Bueno, hasta ahora es muy difícil saber lo que estoy haciendo, porque los niños son más pequeños que las niñas. Digo lo que estoy haciendo porque, claro, éste es el tipo mismo de pregunta en el cual uno tiene que hacer examen de conciencia antes de contestar. Me parece que creemos que estamos haciendo una cosa, y total estamos haciendo otra. Y o tengo el propósito de educarlos igual, ahora, ¿lo conseguiré? Ya no depende solamente de las ideas qu e uno tenga, sino una serie de cosas, empezando por las fuerzas físicas, ¿no? Los niños son muy turbulentos. A veces me doy cuenta de que me aparto de lo que yo desearía como línea educativa óptima por falta de fuerzas físicas, o por falta de tiempo , en fin, por una serie de limitaciones que tenemos todos. Ahora bien, sí puedo contestar a la pregunta en el sentido de “tú crees que puedes educar a tus hijos igual que a tus hijas”, digo que sí, yo creo que debo educarlos exactamente igual, teniendo en cuenta naturalmente sus... -Hay una serie de tabúes de frases, que marcan definitivamente la vida de las muchachas, ¿tú las empleas? -Pues vuelvo a decirte que no te puedo contestar . No estoy muy segura de escapar siempre a ese riesgo dado que muchas de esas frases son de uso tan corriente que las decimos sin darnos cuenta; ahora, de manera consciente, cuando me doy cuenta de lo qu e digo, tengo mucho cuidado de no emplear ningún tipo de frase que pueda marcar a las niñas, y convencerlas de que son unos seres aparte de los niños. Yo no sé si alguna vez me escapará alguna, y desde luego que las niñas se dan cuenta que delante de ellas se dicen muchas cosas, no por su madre sin o por otras muchas personas que les hacen tener la impresión de que, efectivamente, no son del todo igual que los niños, no tienen las mismas posibilidades que los niños, esto es evidente, me pasa a mí y a los hijos de todas las mujeres, por muy promocionadas que estén en este momento.

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-¿Qué opinas sobre la virginidad? -Bueno, me parece que es un valor, un valor que tiene importancia en un momento. Yo es que creo que la virginidad desencarnada, hablando de ella como s i fuera una cosa suelta, algo que se puede coger, no tiene ningún sentido. Ahora bien, si se la enlaza con el sentido de la responsabilidad de los propios actos, cual la idea de todo lo relacionado con el amor, y, concretamente, con el amor entre hombre y mujer, es una cosa demasiado seria para andar haciendo tonterías. En este sentido creo que la virginidad tiene un valor muy alto y lo tendrá siempre; ahora, si se habla de la virginidad, como se habla muy a menudo, como si se tratara de una cosa, en fin, extraña, extraordinaria, semi-mística o semi-misteriosa, cargada con una serie de tabúes por una lado y de mitos por otro, me parece una cos a totalmente ridícula y hay que desmitificarla por todos los medios a nuestro alcance. -¿Es posible la auténtica amistad entre el hombr e y la mujer? - ¡Uy! Pues ya lo creo, pues naturalmente que creo, y tengo excelentes amigos a los que quiero muchísimo y realmente creo que cuando esa amistad e s como tiene que ser, pues realmente uno se olvida de quién es el hombre y quién la mujer, en el buen sentido de la frase. Quiero decir que no creo que tenga nada que ver el sexo de cada uno para que la amistad pueda desarrollarse, claro que creo en la diferente amistad entre hombre y mujer, no faltaba más. -¿La infidelidad puede dejar, o deja, una marca eterna, o puede ser simplemente epidérmica? -Bueno, eso depende de la psicología de cada cual. Las personas que se toman en serio las cosas, naturalmente se toman en serio la fidelidad; entonces, para ellas, evidentemente una infidelidad si es propia deja un sentimiento de frustración y d e tristeza inmenso, y si es del otro pues también.

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-¿Los hombres dicen que no tiene importancia par a ellos? -Bueno, eso me parece un poco injusto. Permíteme que te lo diga así, generalizando; no creo que sean los hombres los que lo dicen, hay mujeres que lo dicen y hay hombres que no lo dicen. Creo que depende sobre todo de la seriedad de cada uno. Esto es un problema de ser o no ser, una persona que se toma en serio las cosas, o no toma en serio la relación con el cónyuge al decir que eso es una cosa, que, como si dijéramos, forma parte necesaria de esa relación. Yo no comprendo una relación infiel, creo que formamos un ser intrínseco al propio valor de las relaciones, no se puede concebi r de otra manera. -¿No crees que la auténtica infidelidad es más moral que física? -¡Ah! pues naturalmente, que duda cabe. Puede haber personas que no hayan sido infieles físicamente nunca, y que, sin embargo, no han calibrado jamás lo que es la auténtica infidelidad. Esto es cierto. Ahora, a la inversa, ya no es tanto , o sea eso de la persona infiel, que, sin embargo, e s fiel en la profundidad me parece de novela barata. Yo creo que eso no puede ser... -¿Qué te parece si volvemos a hablar de la mujer y de la cultura? - Pues sí, me gustaría volver a hablar un poco de la cultura. A mí me parece que la vía de acceso de la integración de la mujer en la moderna sociedad e s la cultura, y de la cultura tal y como es hoy en día, escrita con mayúscula: o sea, la cultura sin sexo, la cultura que se da en los centros técnicos especializados, en la universidad, en los centros d e formación superior. A mí me parece que mientras la mujer siga acantonada como está, en muchos casos no s encontraremos que su cultura es una subcultura, de que su cultura es un cultura aparte de la cultura masculina, de que se cultura se puede conseguir a través de enseñanzas en sitios menos importantes, e n

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sitios menos especializados, o a través de enseñanzas del hogar, o a través de esas espantosas culturas generales como las grandes culturas enciclopédicas. Mientras no se consiga meter en la cabeza de la mujer que la forma de su integración e n la sociedad del futuro, no pasa por ningún camino más que por el de la cultura, no creo que se consig a absolutamente nada. -¿Qué opinas de los colegios de monjas para las niñas como sistema de educación? - ¡Ay! Pues a mí no me gusta. No me gusta por varias razones: primera no me gusta que los niños y las niñas se eduquen separados, creo que es mejor que se eduquen juntos. Segunda, no me gusta que los eduquen personas que no tienen una vida de familia normal y corriente. Creo que los profesores deben ser personas que estén casadas y tengan hijos. De modo que por estas razones... -O sea que eres partidaria de la coeducación. -Soy partidaria de la coeducación, y soy partidaria de que todos los profesores y profesoras sean padres y madre de familia. -¿Tiene capacidad política la mujer española? - No, por el momento, no. Por el momento tiene aún menos capacidad política que el hombre, que ya es decir. Claro que no es culpa suya. Llevamos 30 años en los cuales no es posible hacer vida política. Ha y que tener en cuenta que la mujer española tuvo el voto antes que la mujer francesa. De modo que esto significa que la mujer española no va por un camino político desencaminado, pero 30 años de inacción política, de inactividad y de imposibilidad de hace r nada acaban por atontar a cualquiera. Hasta este momento concreto no tiene capacidad política. Ahora bien, la puede tener tan buena como otra cualquiera . La mujer española ha dado casos de políticas estupendas y excepcionales, a pesar de lo que eran los tiempos anteriores. Yo creo que la mujer

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española tiene condiciones políticas muy fuera de l o corriente. -El futuro político de nuestro país ¿cómo lo ves tú? - Pues como una incógnita. Me parece que es deber de todo ciudadano intentar hacer los posible para convencerse a sí mismo de que es muy optimista, com o sistema de sacar fuerzas de flaqueza y hacer algo. Ahora, en el fondo, no soy tan optimista, ni muchísimo menos. Creo que hay que hacer todo lo posible por evitar un salto en el vacío. En este sentido el futuro, lo fabricamos entre todos, de modo que el futuro del país será prácticamente lo que queramos los ciudadanos que sea la cultura del país, y, por lo tanto, la ciudadanía y, concretamente, en el caso de la mujer española creo que es necesario hacer una labor de, digamos, formación política. Naturalmente está desacreditadísima por el mal uso que se ha hecho, pero creo que es absolutamente necesario que nuestr a mujer española debe hacerse a la razón que los ciudadanos no tienen sexo, vamos que son, que somos ciudadanos los hombres y las mujeres. Y que no tien e sentido soportar las consecuencias de las decisione s políticas, en las cuales no hemos tomado parte. -Antes he hablado del futuro ¿tú de quién crees que será el futuro, de los técnicos o de los ideólogos? -Pues de los ideólogos. Esto es evidente. El técnico tiene su puesto que es estar al servicio de las ideas. Un técnico no tiene ningún sentido más que como el segundo de a bordo, para eso sirve, no para otra cosa.

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-Háblame un poco de literatura, de literatura femenina. - Bueno, pues la literatura femenina me parece que es una muestra más, entra las muchas que podemos aducir, para afirmar nuestra condición de que la mujer es un sexo tan valioso como el hombre. Como l a literatura es un campo en el cual no son necesarias prácticamente condiciones exteriores de apoyo, puesto que la literatura se puede hacer prácticamente aislado, la historia de la literatura está llena de nombres femeninos válidos. Así como e n muchas otras cosas son necesarias condiciones sociales que apoyen esa actividad, en la literatura no ocurre así. El resultado es que la literatura está llena de nombres femeninos de primerísima fila , y yo, concretamente como gallega, estoy orgullosísima de las grandes escritoras gallegas; han sido fabulosas en todos los terrenos y además mujeres de un brío como por ejemplo la condesa de Pardo Bazán, que escribe con un brío que ya lo querrían muchos de los escritores más modernos. -¿Dime una obra que te haya impresionado últimamente? - ¿Últimamente? La tragedia es que no tengo ni tiempo de leer. Si te digo alguna obra que me haya impresionado corro el peligro de que sea una obra d e valor secundario, porque leo un poco, como si dijéramos, en función de lo que me envían, lo que puedo encontrar, lo que me da tiempo de leer. Estoy verdaderamente descapitalizándome desde el punto de vista cultural. Esta es otra de las cosas a que me refería cuando te decía eso de que cuando se tienen siete hijos la mujer tiene que sacrificarse por completo, y hay días que no tengo tiempo ni de leer el periódico, esta es la verdad. Y cuando cojo un libro tardo a lo mejor 20 días en leerlo, leo 22 páginas aquí, 3 páginas allá, esto es una cosa verdaderamente tremenda. De todas maneras acabo de leer un libro hace muy poco tiempo que me parece interesantísimo para formar la mentalidad femenina; es un libro del sociólogo Alfred Sardi, que se llam a “Los mitos de nuestro tiempo”.

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-Una novela. Dime una novela. -Mira, me ha gustado mucho una novela en catalán de María Aurelia Capmany. Se llama “Felizmente se fue con un amante”. -¿Te gusta la música? -Muchísimo, es uno de los grandes sacrificios qu e tengo que hacer, no puedo casi oír música...

Carmen Mieza (1972-73) (entrevista recogida en el libro póstumo

“La mujer del español”)

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2014