El Son Jarocho Como Patrimonio I

32
El son jarocho como patrimonio... ¿a la lista de la UNESCO? I Como ya habíamos anunciado, durante las próximas semanas publicaremos una serie de artículos relacionados con la posible inclusión del Son Jarocho en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Insistimos: nos interesa abrir este debate informada y críticamente. México, desde que la lista se abrió por el Comité de la UNESCO en 2008 ha logrado la aceptación de ocho elementos, siete en la lista representativa y uno en la lista de Programas, proyectos y actividades para la salvaguardia del patrimonio. Ningún elemento ha sido inscrito en la lista de Salvaguarda urgente. Las listas las pueden encontrar y consultar en las ligas que subimos en el post anterior dedicado al tema (no el Intermedio de la semana pasada sino el texto de hace quince días). Desde hace algunos años diferentes instituciones, estatales y federales, han intentado crear una carpeta de candidatura del son jarocho para la lista representativa. Ninguno de estos intentos tuvo éxito. Las razones las reflexionaremos en las semanas siguientes. En fechas recientes se ha vuelto a poner el tema sobre la mesa a través de la iniciativa de la Secretaría de Turismo, Cultura y Cinematografía del Estado de Veracruz. Analizando el panorama, las posiciones de los actores involucrados, el manejo que se le ha dado a los elementos inscritos por parte de nuestro país en la lista y las consecuencias que este hecho -la inscripción del Son- puede acarrear, consideramos que es urgente una revisión sobre el tema. Por lo pronto subimos un texto escrito hace unos años por Ishtar Cardona donde plantea el problema de considerar o no al Son Jarocho como un elemento patrimonial. Este texto fue publicado por la Revista Mexicana de Literaturas Populares en su número 1 del Año XI, correspondiente a enero - junio de 2011. Este texto no retoma directamente el problema de la acción institucional respecto al concepto de "patrimonio" manejado por la UNESCO. Más bien se trata de una reflexión sobre lo que se moviliza al pensar al Son Jarocho como herencia, memoria, acción viva y a futuro, bien intangible de lo regional, de lo nacional y de lo extra-nacional. Lo subimos como antecedente del debate. _____________________________________________________________________ Fandangos de cruce: La reapropiación del son jarocho como patrimonio cultural Ishtar Cardona De cansancio estoy muriendo / sin dejar a nadie herencia Porque esto se está volviendo / un baile de resistencia El Siquisirí. Son jarocho Introducción El Son Jarocho, la música originaria del centro-sur del Estado de Veracruz en México, también llamada música del Sotavento, ha sido considerado durante largo tiempo como uno de los componentes constitutivos de la herencia cultural nacional. No existe un ballet folklórico profesional que no cuente entre sus

description

El son jarocho como patrimonio. Primera parte.Ishtar Cardona

Transcript of El Son Jarocho Como Patrimonio I

El son jarocho como patrimonio... a la lista de la UNESCO? IComo ya habamos anunciado, durante las prximas semanas publicaremos una serie de artculos relacionados con la posible inclusin del Son Jarocho en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Insistimos: nos interesa abrir este debate informada y crticamente. Mxico, desde que la lista se abri por el Comit de la UNESCO en 2008 ha logrado la aceptacin de ocho elementos, siete en la lista representativa y uno en la lista de Programas, proyectos y actividades para la salvaguardia del patrimonio. Ningn elemento ha sido inscrito en la lista de Salvaguarda urgente. Las listas las pueden encontrar y consultar en las ligas que subimos en el post anterior dedicado al tema (no el Intermedio de la semana pasada sino el texto de hace quince das). Desde hace algunos aos diferentes instituciones, estatales y federales, han intentado crear una carpeta de candidatura del son jarocho para la lista representativa. Ninguno de estos intentos tuvo xito. Las razones las reflexionaremos en las semanas siguientes. En fechas recientes se ha vuelto a poner el tema sobre la mesa a travs de la iniciativa de la Secretara de Turismo, Cultura y Cinematografa del Estado de Veracruz. Analizando el panorama, las posiciones de los actores involucrados, el manejo que se le ha dado a los elementos inscritos por parte de nuestro pas en la lista y las consecuencias que este hecho -la inscripcin del Son- puede acarrear, consideramos que es urgente una revisin sobre el tema. Por lo pronto subimos un texto escrito hace unos aos por Ishtar Cardona donde plantea el problema de considerar o no al Son Jarocho como un elemento patrimonial. Este texto fue publicado por la Revista Mexicana de Literaturas Populares en su nmero 1 del Ao XI, correspondiente a enero - junio de 2011.Este texto no retoma directamente el problema de la accin institucional respecto al concepto de "patrimonio" manejado por la UNESCO. Ms bien se trata de una reflexin sobre lo que se moviliza al pensar al Son Jarocho como herencia, memoria, accin viva y a futuro, bien intangible de lo regional, de lo nacional y de lo extra-nacional. Lo subimos como antecedente del debate. _____________________________________________________________________ Fandangos de cruce: La reapropiacin del son jarocho como patrimonio culturalIshtar Cardona De cansancio estoy muriendo / sin dejar a nadie herencia Porque esto se est volviendo / un baile de resistencia El Siquisir. Son jarocho Introduccin El Son Jarocho, la msica originaria del centro-sur del Estado de Veracruz en Mxico, tambin llamada msica del Sotavento, ha sido considerado durante largo tiempo como uno de los componentes constitutivos de la herencia cultural nacional. No existe un ballet folklrico profesional que no cuente entre sus estampas con un baile jarocho. En las escuelas de educacin elemental se montan bailables para los festivales escolares: La Bamba, La Guacamaya o El Jarabe Loco forman parte del repertorio potencial listo para ser escenificado en alguna festividad nacional o evento dedicado a la familia. Dentro del discurso de los encargados de las polticas culturales estatales o federales, al referirse al patrimonio cultural es difcil que se deje de lado al son jarocho en el repertorio de lo mexicano. La fuerza de su representacin solamente puede ser comparada con los sones del Estado de Jalisco y su msica de mariachi. Al parecer, estamos hablando de un elemento cultural que no se encuentra en peligro de desaparecer y cuya administracin no representa dificultades particulares dado que cuenta con el aprecio y el apoyo de parte de las instituciones culturales, muy por encima de otras representaciones regionales que no gozan de visibilidad y sostn gubernamental para manifestarse. Sin embargo, la historia reciente del son de Veracruz se encuentra cruzada por fenmenos varios que narran la dificultad y los riesgos de considerar una prctica en tanto que patrimonio sin analizar el sentido que sta guarda para los agentes que la determinan, las interacciones que se juegan en el contexto actual y las transformaciones a las que, por lo tanto, se ve sujeta. Actualmente, cuando nos referimos a la defensa del Patrimonio Cultural, hablamos del establecimiento de acuerdos entre los diferentes actores involucrados en la creacin, reproduccin y transmisin de ciertos elementos que poseen un peso simblico como herencia del conjunto social. El primer acuerdo debe ser la definicin de lo que es o no patrimonio: Qu es considerado lo patrimonial y a qu reglas se sujeta? Y para instaurar una defensa adecuada sobre el patrimonio cmo deben considerarse las mutaciones que se operan a lo largo del tiempo sobre lo patrimonial para seguir siendo considerado tal? En el caso del Patrimonio Cultural Intangible, estas mutaciones corresponden en ocasiones con el sentido mismo que le otorgan los creadores a su prctica! El debate que se desarrolla actualmente en torno a estos temas involucra definiciones conceptuales como Identidad, Regin y Nacin, Tradicin y Folklore, Mercado y Gobierno. Definiciones que desarrollan su propia direccionalidad dependiendo del agente que se las apropie para construir un discurso. Quisiera yo, en el presente texto, examinar como estos componentes problematizan la adscripcin de una prctica intangible, el son jarocho, como Patrimonio Cultural con el fin de salvaguardar su realizacin y desarrollo. De lo regional a lo nacional Segn el investigador francs Gerard Lenclud, la antigedad parece conferir un prestigio particular a todo objeto capaz de probar su pasado lejano1, y el son jarocho suscribe esta afirmacin. Como lo ha estudiado Antonio Garca de Len, entre otros investigadores, los elementos rtmicos, meldicos y poticos que conforman el son jarocho como gnero musical se van lentamente amalgamando durante los dos primeros siglos de la Colonia, pero es a finales del s. XVIII y principios del XIX que podemos rastrear la diferenciacin de las msicas y danzas regionales de la Nueva Espaa. Las particularidades geogrficas y econmicas del territorio, las influencias circulantes en el Gran Caribe Afroandaluz (espaolas, indgenas y africanas), la permeabilidad propia al Puerto de Veracruz, por el cual entraban las modas musicales y se internaban para mezclarse en mayor o menor medida con los llamados sones de la tierra, van a definir un tipo de instrumentario particular basado esencialmente en la cuerda -rasgada o punteada-, un cancionero ternario con variaciones sesquilteras, una rtmica que puede tender a la binarizacin de 2x4, pero que mayoritariamente se ejecuta en 6x8 y 3x4, una lrica asociada al canto que sigue las pautas del Siglo de Oro, y una fiesta propiciatoria de la experiencia musical y bailable, el fandango, donde la danza en la tarima va marcando dinmicas diferenciadas a lo largo de la fiesta2. Llegado el s. XX, las transformaciones en las formas ancestrales de vida impactaron en la recomposicin social de la zona: la extraccin petrolera en la zona sur del Estado de Veracruz, el debilitamiento del comercio fluvial y la migracin a centros urbanos perfilaron un nuevo panorama donde los antiguos espacios comunitarios pierden centralidad. Por otra parte, los estereotipos regionales, que conforman el rompecabezas de lo nacional, van a ser vehiculado por los medios de comunicacin masiva que en aquellos aos comienzan a evolucionar de forma acelerada. La radio y el cine de forma particular incorporan la figura del jarocho (el campesino de la costa por excelencia) a su catlogo de representaciones. La XEW y otras estaciones de radio contratan msicos jarochos para acompaar a las grandes figuras de la cancin como Toa la Negra y Agustn Lara (tambin veracruzanos). El cine por su parte produce una serie de filmes que presentan la figura del jarocho como uno ms de los tipos nacionales, a la par de figuras como el charro y la china poblana: A la orilla de un palmar de Rafael J. Sevilla, Alma Jarocha de Antonio Hel, Pescadores de perlas de Guillermo Calles, Huapango de Juan Bustillo Oro y All en el Trpico de Fernando de Fuentes, filmadas entre 1937 y 1940, son ejemplos de la utilizacin del personaje jarocho y su msica para contar historias nuestras3. Adems, la campaa presidencial de 1946 se acompaa con conjuntos jarochos para reafirmar la pertenencia identitaria del candidato del partido oficial, Miguel Alemn Valds, como veracruzano y por lo tanto como mexicano4. La construccin de un Nacionalismo Cultural, puesta en marcha por los regmenes post-revolucionarios, se lleva a cabo mediante la incorporacin al repertorio simblico mexicano de las expresiones populares regionales; expresiones y prcticas que fueron transformadas, sintetizadas y potenciadas es decir, folklorizadas5- con el fin de resultar ms asequibles para el conjunto nacional. Expresiones populares asimiladas en tanto que tradiciones como el mariachi, la fiesta de muertos y por supuesto el son jarocho perdieron lentamente sus particularismos locales para devenir prcticas pertenecientes a la herencia cultural de la Nacin. Sin embargo, no resulta excesivo afirmar que este movimiento de lo local a lo nacional se tram con gran eficacia, constituyndose estas prcticas en elementos altamente significativos del imaginario nacional. Los msicos que como Andrs Huesca y Lino Chvez migran a la ciudad de Mxico, o a Tijuana y Los ngeles a partir de la dcada de los cuarenta, buscando esos espacios abiertos a la representacin de lo nacional (cabarets, centros sociales y estaciones de radio) tendrn que ajustar sus cdigos de actuacin a esta lgica de consumo, y con el paso del tiempo van a instituir prcticas definidas sobre la ejecucin musical. Prcticas que a lo largo de los aos se convertirn, hasta para los mismos habitantes de la regin de origen, en la verdadera forma de tocar el son6. Como explica el historiador Eric Hobsbawm al exponer el inters en la reivindicacin del pasado y la reconstruccin o invencin de tradiciones durante el siglo XX, este fenmeno puede situarse, entre otras causales, en la creacin -en ocasiones deliberada- de prcticas y de smbolos de legitimidad y de cohesin social por parte de las lites dirigentes transformando as a sus sujetos en ciudadanos con un pasado (y un futuro) comn. Pero como tambin lo dice el mismo autor, estas tradiciones introducidas desde lo alto del sistema social no funcionan con xito si no son asimismo aceptadas desde la base7. Podemos observar, el estudiar este repertorio simblico que constituye lo nuestro, que se ejerci una suerte de patrimonializacin sobre las culturas regionales en beneficio de lo nacional. Es decir, se les consider como parte indisociable de la herencia del conjunto mexicano en general y como tal se les introdujo al juego de escenificaciones a travs de las cuales el pas se representa. Sin embargo, y jugando con el sentido jurdico del patrimonio, en esta transformacin de las tradiciones regionales no se define el elemento pasivo de lo patrimonial respecto a las obligaciones y deudas pendientes con la herencia que se recibe. El son jarocho, al ser desvinculado de su matriz originaria, se transform en un elemento folklrico destinado al consumo y que se ostenta a travs de imgenes estandarizadas en los programas de televisin, los centros tursticos y los programas institucionales. No obstante, esta transformacin no elev el estatus del son sino que lo arrincon en la clasificacin de popular, y como tal se le ha tratado. Es claro que el Estado Mexicano puso en marcha todo un mecanismo de fomento que, a travs de las instituciones gubernamentales designadas, otorgaba recursos para la reproduccin de las expresiones culturales. Sin embargo, resulta evidente que se estableci una diferenciacin valorativa entre lo popular, lo tradicional, y lo decantado del arte acadmico y occidental. Esta diferenciacin se manifestaba y manifiesta en los presupuestos y en el espacio que se le confiere a cada uno en el esquema estatal: la dicotoma artesana/arte provoca suspicacia y resquemor en los creadores, y confusiones e incongruencia en los funcionarios encargados de velar por la preservacin de las expresiones artsticas. La divisin entre lo culto y lo popular no da cuenta de la complejidad e interacciones que se operan al interior de prcticas que se van transformando con el paso del tiempo, que renuevan su carga simblica y que incorporan nuevos elemento a sus cdigos de representacin. Cuando el Estado Mexicano patrimonializa las culturas regionales, no genera marcos de referencia sobre su produccin y desarrollo ni se muestra particularmente interesado en entablar dilogo con las comunidades de origen. Por lo tanto, las acciones que se realizan para proyectar estas culturas regionales son coyunturales o de bajo impacto, y en todo caso se vuelven susceptibles de ser aprovechadas, bajo su aspecto folklrico, por los poderes polticos o por el mercado. El patrimonio, en este momento, se vuelve una herencia instrumentada pero no asegurada. Una herencia que pretende ser fijada en el tiempo, no considerada como un sistema mutable. Una herencia que no termina de definirse dado que quienes la crean no han muerto, y an siguen transformando su sentido. Vuelta a lo local Hacia principios de los aos setenta, algunos msicos e investigadores comienzan a cuestionar la lgica esttica imperante en la representacin del son jarocho proponindose rescatar la autntica tradicin musical, menguada en su zona de origen y poco reproducida al interior de las comunidades, contrariamente a lo que ocurra en los centros urbanos, donde bajo su aspecto folklrico se enseaba, se presentaba y se consuma. Ya desde los aos sesenta, un grupo de investigadores, antroplogos y etnomusiclogos en su mayora, haban aprovechado el inters generado por la estructura de apropiacin de las manifestaciones regionales fomentada desde el Estado en beneficio de la bsqueda de materiales sonoros autctonos. Este grupo realiz una serie de investigaciones sobre las msicas en vas de desaparicin, haciendo una apologa de este universo primigenio, puro, idealizado, que haba que rescatar mediante la recoleccin de testimonios grabados8. Pero es a partir de los aos setenta que se observa el surgimiento de una generacin de jvenes msicos, originarios de la zona, y en ocasiones instalados en la Ciudad de Mxico, que se preguntan si no es a ellos a quienes corresponde rescatar la msica jarocha, buscando ellos mismos las bases sobre las que se asienta el sistema simblico de la prctica musical. Esto en parte gracias a la efervescencia que se vivi en Mxico en aquellos aos respecto a la trova, el canto nuevo y las msicas latinoamericanas. As, comienzan por buscar el testimonio de los viejos jaraneros rurales. Considerados una fuente abundante de informacin que ser aprovechada a travs de grabaciones de campo o mediante su incorporacin a nuevos ensambles musicales, como ocurri con Arcadio Hidalgo, quien se integra al grupo Mono Blanco, fundado en 1977 por Gilberto Gutirrez, Jos ngel Gutirrez y Juan Pascoe. Este colectivo, capaz de reconocer a sus miembros mediante el prisma de una prctica heredada, y de provocar la adhesin de otros individuos a travs de una estructura significante va a constituirse en el llamado Movimiento Jaranero (por el uso de la jarana) o Movimiento Sonero. Es en ese momento cuando se comienza a hablar de una tradicin y de una identidad como si se tratase de entidades inseparables, a la vez que se genera un repertorio temtico que acompaa a este binomio: los fandangos como fiestas contenedoras de la memoria comn, las viejas familias de soneros, la herencia campesina que se traduce en formas muy precisas de hacer la msica. Es decir, en ese momento la identidad se construye en tanto que vaso contenedor de la tradicin, una tradicin entendida como un sistema esttico definido, de raz histrica y no mutable que se confronta a la apropiacin nacionalista de su cdigo, esto es, al folklore. A partir de los aos noventa, el Movimiento Jaranero se expande, pero este crecimiento va de la mano de un aumento en la complejidad del sistema de accin: los actores del movimiento se dan cuenta de la dinamizacin de la carga simblica en el seno de la prctica musical provocada por s misma: hacer son jarocho no puede significar la imitacin de la msica hecha en los fandangos de antao, pues de ella se ha perdido casi toda traza! Adems, los jarochos actuales han crecido escuchando otras sonoridades de las cuales tambin abreva su modo de concebir ritmos y melodas. Por otra parte, la presencia de msicos extranjeros a la regin que se integran a las experiencias nacidas de esta nueva etapa de la msica sotaventina, provoca que se replanteen los lmites de lo jarocho. Actualmente, el movimiento trata de administrar su prctica y de forjar una esttica propia con base en la cultura regional. Sin embargo, esto se torna complicado dado el contexto presente en el que los reencuentros favorecen la experimentacin, y el mercado deviene realidad ineluctable para todos aquellos que pretenden hacer de la msica una forma de vida y una actividad de reproduccin material. La dimensin identitaria Para ayudarnos en la construccin de un campo problemtico de lo identitario en el caso del son jarocho, hay que definir tres elementos: los elementos formales y tcnicos que prefiguran la prctica del son como algo identificable y nico en s, la cuestin de las herencias localizadas (familiares, territoriales) sobre las que en un primer momento se buscan definir los lmites de la tradicin (y esto nos regresa al problema de los msicos que no poseen estas herencias); y finalmente la tensin existente entre tradicin-folklore-fusin, en tanto que etiquetas nominativas de la accin en el marco de una prctica musical. Los elementos que configuran el repertorio formal que caracteriza al son jarocho como gnero instrumentario, danza, ritmos y poesa- conforman un cdigo que, al reivindicarse propio a un espacio construido histricamente, permite construir un discurso de afirmacin identitaria al reproducirse tcnicamente, an si los contextos de la prctica han cambiado, y an si en la recreacin del cdigo, aquello que en otros tiempos era vivido, practicado como un mero saber, hoy da no deja de ejercerse sin un cierto sentimiento de apropiacin patrimonial, de herencia recibida legtimamente. En el caso de las herencias localizadas, stas se encuentran en la base de la definicin de una estructura de accin esttica deseada, pero el problema se haya en las condiciones de representacin que opera en toda memoria que se reconstituye. Cuando se habla de reconstruir una tradicin (o de inventarla a la manera de Hobsbawm), hablamos de una interpretacin de esta tradicin, porque es imposible copiar un sistema simblico expresivo ad infinitum. Se trata de un juego especular (en trminos de especulacin y de representacin). El hecho de pertenecer a una familia de msicos jarochos o de haber nacido en la regin puede manifestarse como una ventaja para el ejercicio musical, la legitimidad que da el saberse originario del territorio, pero hace falta definir cul es el margen de innovacin del que nos podemos aprovechar para dinamizar la prctica cultural. Al mismo tiempo, la introduccin de elementos reformadores puede solamente producirse desde el exterior, mediante la intromisin de otro que encuentre sentido en mi accin, pero que no puede ejercerla de forma integral. O tal vez, como comenzaron a cuestionarse hace algunos aos ciertos soneros jarochos, las herencias son tan complejas y diversas, que lo exterior puede provenir de ellos mismos! En el son jarocho, como en tantas otras prcticas populares reinterpretadas y resignificadas, existe una tensin entre la tradicin, la folklorizacin y la fusin. El son resulta esencialmente producto de la hibridacin entre varios universos culturales, pero el sentido que se le confiere a la prctica y el uso que se le da a los elementos que integran una memoria es lo que determinar la dimensin instrumental de la accin. Refirindonos a lo anterior, podemos observar cul era el rol jugado por la msica veracruzana en el esquema nacionalista (un elemento integrante de un sistema cultural autntico) y en el pensamiento de los intelectuales de los aos sesenta (un patrimonio en vas de extincin). En ambos casos, hablamos de la estructuracin de una imagen folklrica homogeneizante de las expresiones regionales. Para los integrantes del Movimiento Jaranero, el hecho de reestructurar la prctica del son en oposicin al cdigo instrumentado desde lo nacional, signific volver a darle a la msica su autenticidad, centrarla nuevamente al interior de la comunidad y por lo tanto recuperarla como parte integral de la identidad regional. Pero la comunidad ya tampoco es lo que era: los msicos soneros no tardan en darse cuenta que su propia experiencia les impide reflejarse cmodamente en esta imagen: los pueblos se fragmentan, las familias migran y ellos mismos ya han sido tocados por otros smbolos ajenos al ncleo comunitario, y por lo tanto han recibido otras herencias9. No es posible retornar al paraso perdido. La reconstruccin arqueolgica no opera para el son, y los msicos deben hacer funcionar los mecanismos de la memoria con los filtros que su propia experiencia individual les ha ido dejando. En el panorama del son jarocho, podemos encontrar hoy en da a msicos campesinos que realizan grabaciones profesionales pero que no salen jams o muy poco de su comunidad, a msicos que se encuentran a medio camino entre la prctica comercial y los proyectos de autogestin comunitaria, a msicos-investigadores que hacen el viaje de ida y vuelta entre los fandangos y las universidades, a grupos de rock, ska, son montuno, que practican eventualmente el son jarocho y que toman prestados elementos para sus propios experimentos sonoros, a msicos hijos de msicos soneros que disponen de elementos de otras tradiciones o de otras estructuras musicales para fusionarlas al son de Veracruz. Todo este proceso no se ha llevado a cabo de forma tersa: los debates al interior del Movimiento se multiplican, y la forma de ejecucin, la transmisin del conocimiento musical, las formas vestimentarias, la construccin de instrumentos y la profesionalizacin de los msicos devienen puntos de confrontacin en nombre de la tradicin y en el cruce entre lo que Manuel Castells llama en su libro El poder de la identidad la identidad-resistencia (el enquistamiento autorreferencial) y la identidad-proyecto (la trascendencia de lo autorreferente). Estos debates se manifiestan de forma notable en la constitucin de espacios de accin donde la memoria atribuida a la comunidad se recrea, se reproduce y se resignifica. Los espacios de la tradicin El primero de estos espacios ha sido el fandango, materia prima del rescate del son. Los registros histricos que refieren a estas fiestas populares son abundantes, desde documentos inquisitoriales hasta estudios realizados recientemente, pasando por las relaciones de viajeros que vean en esta expresin el verdadero espritu del pueblo. Toda esta literatura ha fijado firmemente las bases mticas del fandango como un evento reproducido en el tiempo, asentado en la memoria de la colectividad. Asimismo, al establecerse como rea por excelencia del encuentro comunitario, puesto que segn las crnicas no haba suceso importante que no terminara en fandango, deviene apuesta mayor en el proceso de reapropiacin de la tradicin. Si lo que se pretende es reactivar la memoria de una prctica heredada, y esa herencia es propia a la comunidad, en este espacio del fandango se reactivarn los lazos intersociales que dan origen a este sistema simblico, se ejercer el saber tcnico y se transmitirn las bases de su conocimiento. Sin embargo, en el fandango tambin se escenifican los conflictos propios a la reconstruccin de la tradicin que hemos mencionado anteriormente. El sentido de pertenencia a la comunidad, la fidelidad con la que se practica el cdigo musical y an las atribuciones categricas se escenifican sobre y alrededor de la tarima. Las mltiples pertenencias identitarias de los soneros actuales se manifiestan en estos eventos, y hoy en da es difcil acercarse a este fenmeno sin tomar en cuenta que no solamente crea encuentro, sino tambin desencuentro entre las variadas filiaciones que ostentan los ejecutantes del son. Justamente esto es lo que vuelve al fandango un espacio privilegiado para el anlisis de la accin: los fandangos no operan actualmente bajo las reglas de los pueblos campesinos de tiempo atrs, los lugares donde se llevan a cabo no pertenecen exclusivamente al mbito de lo rural (an si en muchos pueblos de Veracruz han resurgido), y las lgicas que los rigen varan segn los organizadores. En este tenor, podemos encontrar fandangos que no solamente pretenden reactivar el nosotros en comunidad, sino que tambin pretenden marcar un territorio ganando a la modernidad, afirmar un estilo de ejecucin, poner en prctica una enseanza aprendida en taller y no a travs de la mera oralidad, recrear transitoriamente una forma de vida! Como espacio performativo de lo identitario, el fandango se manifiesta como contenedor de sentido, que se complejiza en la medida en que las lecturas de qu es la tradicin y qu hacer con ella se multiplican. La contraparte de la prctica del son hoy en da se manifiesta a travs de la presentacin que los grupos de son jarocho aspiran a realizar de su msica sobre los escenarios. Ciertos estudiosos han querido ver, en esta nueva espectacularizacin del son, una continuidad con los grupos folklricos de los aos cincuenta, una operacin meramente escnica que busca aprovechar el contexto de la globalizacin y del mercado de lo tnico imponiendo nuevos cnones sobre la ejecucin de un cdigo comunitario. Es cierto que algunos soneros jarochos no se han detenido en la mera reproduccin de fiestas regionales para el disfrute exclusivo de los habitantes de la zona, y que han integrado el saber del cdigo como un elemento constitutivo de su actuar individual. Algunos han devenido en msicos que tambin se proyectan en escenarios impropios al rito comunal, que se observan a s mismos no solamente como reproductores, sino afirmativamente como creadores (y en esto se diferencian con los jaraneros de mediados del siglo XX), con un pi anclado en una memoria especfica, y otro en la necesidad de erigir una base mnima de reproduccin material. Por ello no son inmunes al reencantamiento que propicia la espectacularizacin de los medios como dice Nestor Garca Canclini10. Sin embargo, son pocos los jaraneros que pueden vivir nica y exclusivamente de tocar. En general, fabrican instrumentos y dan clases, pero todo esto entra dentro del paquete de hacer vivir el son. Aqu las lgicas de accin tambin se entrecruzan: los grupos surgidos del rescate del son saben que no viven ms en las pocas del mecenazgo estatal, al mismo tiempo que han emprendido un camino que los aleja del consumo masivo de su produccin musical. Algunos programas de apoyo a las culturas populares y de difusin de las artes en Mxico han beneficiado recientemente iniciativas dedicadas al impulso del son jarocho a nivel regional y nacional11. El Nacionalismo Cultural dej como una de sus ms interesantes herencias la creacin de toda una estructura de reproduccin simblica, institucionalizada y contenida en entidades como el INBA, el INAH, y ms recientemente el CONACULTA. La creacin del Instituto Veracruzano de Cultura (IVEC) en 1987 permiti que se fundaran talleres de jarana, zapateado y laudera en el circuito de casa de cultura del Estado. Se han organizado festivales y encuentros institucionales que favorecen la re-visibilizacin del son como expresin propia a Veracruz y no como un elemento ms de la planta simblica nacional. Sin embargo, esta ayuda no ha sido suficiente para los jaraneros que pretenden vivir de su creacin, por lo que deben de combinar la ayuda obtenida a travs de becas y contrataciones por parte de las instituciones culturales, con otras fuentes de financiamiento, la cuales se encuentran, frecuentemente, ms all de las fronteras nacionales. De lo local a lo trasnacional Es importante mencionar aqu los procesos de arraigo del son en contextos lejanos a su fuente territorial, como ha ocurrido en los ltimos aos en la Ciudad de Mxico dando origen a los llamados jarochilangos- y en Estados Unidos, particularmente en California, donde existe una comunidad jarochicana. Respecto al auge que manifiesta el son jarocho en la capital del pas, los jaraneros encuentran que es el espritu diverso de la urbe, junto con el gusto por lo tradicional que se expande a travs del mercado de lo tnico, lo que ha provocado un acercamiento de los jvenes al son. Es por esto que se han creado talleres de son, laudera y zapateado en centro culturales independientes, talleres que forman a personas que sin tener una filiacin particular con la cultura veracruzana, se adhieren en diversos grados de aproximacin a la comunidad como pblico, como seguidores o como ejecutantes. Sin embargo, es en el caso de la comunidad chicana donde el son se manifiesta como un elemento patrimonial en reconstruccin. A principios de los aos ochenta el grupo Mono Blanco realiz una serie de giras a varias ciudades de los Estados Unidos con presencia de migrantes de segunda y tercera generacin, mexican-americans que haban crecido, en muchos casos, escuchando msica mexicana y que la ejecutaban a partir de la formula folklrica de los grupos surgidos en los aos cuarenta y cincuenta, y de la apropiacin que sobre la msica mexicana haban hecho msicos chicanos como Ritchie Valens o Los Lobos. El intercambio entre los soneros jarochos y los msicos chicanos inicia de forma problemtica dado que los chicanos no reconocan la tradicin que ellos haban asimilado, es decir el cdigo folklrico, en la sonoridad de los grupos de rescate del son. Al mismo tiempo, los jarochos no confieren legitimidad ni autenticidad a la msica que los chicanos consideran tradicional. El patrimonio que cada una de las partes reconoce como tal no se encuentra en sintona. A pesar de esto, es la idea de comunidad lo que permite que ambos frentes establezcan dilogo e intercambien referentes sobre la memoria comn. Los chicanos se interesan en la reconstruccin de lo propio por oposicin a un sistema que expropi el espritu de un pueblo, y los jarochos aprenden de la capacidad organizativa de los chicanos. La asimilacin de una tradicin como patrimonio se presenta aqu en un nivel estratgico, en el que los actores buscan una herencia convergente para construir un discurso que les permita explicarse y subsistir en tanto que una misma entidad histrica. Por supuesto, los chicanos no se remiten a la misma estructura identitaria que los nacidos en Veracruz, ni se consideran a s mismos meramente mexicanos trasterrados. Al mismo tiempo, los jaraneros reconocen que han sido cruzados por mltiples herencias y que su identidad jarocha es fragmentada y reconstruida. Sin embargo, en torno a la msica pueden establecer una comunidad de intensin, que en el mejor de los casos defienda las herencias regionales, d cuenta de sus desplazamientos territoriales, discuta su importancia para el desarrollo grupal, y vigile y negocie su eventual e ineluctable transformacin. Hoy en da existen diversos proyectos que involucran a msicos jaraneros de ambos lados de la frontera, se organizan festivales, se inician talleres, se ofrecen conferencias, se preparan fandangos. Por otra parte, la capacidad econmica con la que cuentan los centros culturales o los productores artsticos en California, Chicago o Nueva York ha permitido que algunos msicos jarochos puedan dedicarse a la msica de forma exclusiva sin depender de becas, o espordicos contratos en el pas. La comunicacin es fundamental en la organizacin de estos proyectos que involucran al son jarocho. Como es lugar comn afirmar en nuestro globalizado contexto, internet ha precipitado el intercambio de experiencias y de datos. Los conciertos y fandangos se pactan y se anuncian en la red. Existen comunidades virtuales en las que se discuten los smbolos de lo jarocho, canales de videos en los que se pueden tomar clases de laudera y jarana, portales donde los grupos se presentan, suben fotos y videos, y congregan seguidores12. Esto ha generado un puenteo en el que los signos de la tradicin se deslocalizan para multiplicarse sobre diferentes escenarios: salir de la comunidad para presentarse en un festival en Mali, Barcelona, Penang o San Diego sin pasar por la Ciudad de Mxico es una prctica que se vuelve recurrente entre los grupos que quieren proyectarse ms all de los fandangos. Conclusiones: El Son como Patrimonio? Si la circulacin del son jarocho ya no se constrie a un espacio regional determinado, si los actores que lo ejecutan asumen que sus pertenencias identarias son diversas y sus filiaciones no derivan nicamente del mundo tradicional jarocho, si el cdigo formal del son jarocho se ha transformado, y a l se integran nuevos instrumentos y se le mezcla con otros cdigos, si todo esto es as, podemos llamarle Patrimonio al Son Jarocho? La complejidad misma del trmino patrimonio y su aplicacin a los constructos simblicos determina su extensin: Hoy es la diversidad de expresiones lo que constituye la definicin de patrimonio ms que la adhesin a una norma descriptiva, dice Mounir Bouchenaki a la vez que afirma que el destino del patrimonio inmaterial est mucho ms ligado a sus creadores13. En el recorrido que se ha hecho a lo largo de este texto, hemos dado cuenta de cmo una prctica con races histricas, contenida en un espacio cultural delimitado, se expande ms all de sus referentes en sentidos dismbolos. Y es en esta expansin, en la tensin que provoca al interior de la estructura comunitaria, que el sentido de su accin se afirma. Mutando, adaptndose, el son jarocho ha logrado una vitalidad que surge del ncleo mismo de la comunidad. Compleja, la tradicin adopta formas que por lo menos hasta el momento no han diluido los elementos bsicos del gnero. La creatividad de los actores del son y los cuestionamientos que se han formulado han sido la tabla de salvacin de una msica que, desenraizada, perda poco a poco su sentido social. Al recuperar su sentido comunitario, as sea a travs de las dislocaciones espaciales por las que atraviesan las comunidades hoy en da, el son jarocho se proyecta como una prctica que sigue provocando y convocando a sus creadores y sus receptores. En la reflexin acerca de la preservacin del patrimonio y en el establecimiento de marcos que lo regulen, deben intervenir directamente los depositarios de la memoria cultural, aquellos que afirman una tradicin an si en la accin la problematizan y la transfiguran. De no ser esto as, corremos el riesgo de patrimonializar signos que se irn vaciando de contenido, y solamente nos quedarn lpidas fras que digan: en este lugar alguna vez se vivi. Notas 1" Lenclud, Gerard. Quest ce que la tradition en M. Detienne (Coordinador) Transcrire les mythologies, p. 33 2" Garcia de Len, Antonio. Fandango, pp. 38-40, 46, 53. 3" El antroplogo Ricardo Prez Montfort ha escrito una serie de ensayos sobre los estereotipos nacionales, entre ellos el jarocho: Expresiones nacionales y estereotipos culturales en Mxico. Siglos XIX y XX. 4" El Partido de la Revolucin Mexicana se transforma en ese ao en el Partido Revolucionario Institucional, el cual mantendr la presidencia de la Repblica hasta el ao 2000. 5" Folklore en el sentido de recopilacin de la memoria popular ancestral que le otorgan varios autores; recopilacin que sirve a fin de cuentas a la construccin de una idea de nacin. Ver el texto de Anne-Marie Thiesse, La cration des identits nationales. Europe XVIII-XX sicle. 6" Sirva aqu el testimonio que Juan Pascoe consigna en su libro La Mona, en el que narra como algunos soneros de la tradicin rural (v.gr. Andrs Vega, actual requintero del grupo Mono Blanco y figura emblemtica del Son Jarocho) no escapan del todo a estos cdigos folklricos de virtuosismo instrumental. 7" Esto ya haba sido sealado por Eric Hobsbawm en la obra colectiva The invention of tradition, y lo remarca en el prefacio del libro Fabrication de tradition, invention de modernits dirigida por D. Dimitrijevic. 8" P. ej. la serie Testimonio Musical de Mxico editada por el INAH. El disco Sones de Veracruz se grab en 1969. 9" Cardona, Ishtar. Los actores culturales entre la tentacin comunitaria y el mercado global: El resurgimiento del Son Jarocho en Arizpe (Coordinadora), Retos culturales de Mxico frente a la globalizacin, p. 403. 10" Nestor Garca Canclini, Culturas hbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad, p. 18 11" Podemos mencionar el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC) y el foro Puerta de las Amricas. 12" En Yahoo! se hospeda el grupo sonjarocho (http://mx.groups.yahoo.com/group/sonjarocho/) que cuenta con 1741 miembros. MSN mantuvo en lnea hasta febrero de 2009 el grupo jarochoson con 352 miembros (http://groups.msn.com/jarochoson) para ser desplazado posterior a esa fecha al nuevo servicio Multiply. En Youtube existe el canal jarochelofilms (http://mx.youtube.com/user/jarochelofilms) en donde Csar Castro, antiguo integrante de Mono Blanco y ahora residente en Los Angeles ofrece manuales visuales de laudera, cortos de fandangos y videos de otros grupos relacionados con la comunidad jarocha. No daremos cuenta aqu de todas las pginas de redes sociales como Myspace y Facebook dedicadas a los grupos de son jarocho; baste con saber que cada grupo profesional cuenta con un escaparate de este tipo. 13" Extraido de la Editorial del nmero doble 221/222 de Museo Internacional Patrimonio Intangible, UNESCO, pp. 7-10 Bilbiografa Bouchenaki, Mounir, Editorial de Patrimonio Intangible, Museo Internacional, UNESCO, nm. 221/222, mayo de 2004. Cardona, Ishtar, Los actores culturales entre la tentacin comunitaria y el mercado global: El resurgimiento del Son Jarocho en Arizpe (Coordinadora), Retos culturales de Mxico frente a la globalizacin, Mxico, LIX Legislatura Miguel ngel Porra, 2006 (Conocer para decidir). Castells, Manuel, Le pouvoir de lidentit, Pars, Fayard, 1999 (Lre de linformation). Delgado Caldern, Alfredo, Historia, cultura e identidad en el Sotavento, Mxico, CONACULTA-DGPI, 2004 (Culturas Populares de Mxico). Dimitrijevic D. (d.), Fabrication de traditions, invention de modernits, Pars, ditions de la Maison des Sciences de lHomme, 2004. Figueroa Hernndez, Rafael, Son jarocho. Gua Histrico-Musical, Xalapa, PACMYC-CONACULTA, 2000. Garca Canclini, Nstor, Culturas hbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. Mxico, Grijalbo, 1990. Garca de Len, Antonio Griego. El mar de los deseos. El caribe hispano musical. Historia y contrapunto, Mxico, Siglo XXI Editores, 2002. ---------- Fandango. El ritual del mundo jarocho a travs de los siglos, Mxico, CONACULTA Instituto Veracruzano de Cultura, 2006. Garca Daz, Bernardo, Horacio Guadarrama Olivera, 15 aos por la cultura en Veracruz IVEC (1987-2002), Xalapa, Gobierno del Estado de Veracruz-Llave / Instituto Veracruzano de Cultura, 2004. Hobsbawn, Eric, Terence Ranger (ed.), The invention of tradition, Cambridge, Cambridge University Press, 1967. Lenclud, Gerard, Quest ce que la tradition en M. Detienne (ed.), Transcrire les mythologies, Pars, Bibliothque Albin Michel, 1994 (Ides). Pascoe, Juan, La Mona, 2. Edicin, Xalapa, Universidad Veracruzana, 2003 (Ficcin). Prez Montfort, Ricardo, Expresiones nacionales y estereotipos culturales en Mxico. Siglos XIX y XX. Diez ensayos. Mxico, CIESAS, 2007 (Publicaciones de la Casa Chata). Thisse, Anne-Marie, La cration des identits nacionales. Europe XVIIIe XXe sicle, Pars, ditions du Seuil, 1999 (LUnivers Historique).