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Guillermo Coronado El Sidereus nuncius: Galileo y el uso científico del telescopio Abstract. This paper is about the cognitive revolution created by the scientific use of the telescope 400 years ago. After a brief incursión about its invention, and the invention of its scientific use, there is an analysis of the . SIDEREUS NUNCIUS and the discoveries exposed in it. Special attention is dedicated to Jupiter's moons. Later discoveries are also considered, like the sun's spots and the phases of Venus, the alter a crucial one, according to Galileo, to resolve the oppossition between the Copernican and the Ptolemaic System. Finally, in the case of a posible tricorporarl caracter of Saturn, Galileo shows his conviction of that the continuos improvements of the instrument would resolve the problem in a near future, which is a fundamental aspect of the incorporation of instruments in the cognitive process. Key words: Galileo. Telescopic astronomy. Epistemology. Cosmology. Modern science. Resumen. Esta ponencia versa sobre la revolución cognoscitiva creada por el uso cien- tífico del telescopio hace cuatrocientos años. Tras breve incursión sobre la cuestión de la invención del mismo, de la invención de su uso científico, se pasa a analizar el SIDEREUS NUNCIUS y los descubrimientos allí referidos. Especial atención se dedica a las lunas de Jüpi- ter. Se considera descubrimientos ulteriores, como las manchas solares y las fases de Venus, este último crucial, según Galileo, para resolver la oposición entre los sistemas ptolemaico y copernicano. Finalmente, en el caso del supuesto carácter tricorpóreo de Saturno, se enfatiza en la convicción galileana de que un mejoramiento técnico del instrumento resolvería en un futuro la cuestión, lo que es rasgo fundamental de la incorporación de los instrumentos al proceso cognoscitivo. Palabras clave: Galileo. Astronomía tele- scópica. Epistemología. Cosmología. Ciencia moderna. l. Introducción A partir del 12 de marzo de 1610, desde la ciudad de Venecia, quinientos cincuenta ejem- plares de un pequeño libro comienzan a circu- lar con un efecto doblemente espectacular. Por una parte, el libro catapulta a su autor, Galileo Galilei (1564-1642), un relativamente viejo pro- fesor universitario de matemáticas-astronomía, de 46 años, a la cima de la fama científica. En ese entonces, y por 18 años, Galileo había sido profesor no titular del Studium Paduano. Por la otra, se plantea una transformación radical de la manera de hacer ciencia, ya sea desde una pers- pectiva general, como específica, en astronomía y cosmología. El texto, que más que un tratado es un breve informe de novedades astronómicas acumuladas tanto en los meses finales del año anterior, como de los dos primeros del año en curso, tiene como obvia intención la de procurar la propiedad o prioridad galileana de tales descubrimientos. Descubrimientos llevados a cabo mediante el Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVII (122), 163-171, Setiembre-Diciembre 2009/ISSN: 0034-8252

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Guillermo Coronado

El Sidereus nuncius: Galileo y el uso científicodel telescopio

Abstract. This paper is about the cognitiverevolution created by the scientific use of thetelescope 400 years ago. After a brief incursiónabout its invention, and the invention of itsscientific use, there is an analysis of the .SIDEREUS NUNCIUS and the discoveriesexposed in it. Special attention is dedicatedto Jupiter's moons. Later discoveries are alsoconsidered, like the sun's spots and the phasesof Venus, the alter a crucial one, according toGalileo, to resolve the oppossition between theCopernican and the Ptolemaic System. Finally,in the case of a posible tricorporarl caracter ofSaturn, Galileo shows his conviction of that thecontinuos improvements of the instrument wouldresolve the problem in a near future, which isa fundamental aspect of the incorporation ofinstruments in the cognitive process.

Key words: Galileo. Telescopic astronomy.Epistemology. Cosmology. Modern science.

Resumen. Esta ponencia versa sobre larevolución cognoscitiva creada por el uso cien-tífico del telescopio hace cuatrocientos años.Tras breve incursión sobre la cuestión de lainvención del mismo, de la invención de su usocientífico, se pasa a analizar el SIDEREUSNUNCIUS y los descubrimientos allí referidos.Especial atención se dedica a las lunas de Jüpi-ter. Se considera descubrimientos ulteriores,como las manchas solares y las fases de Venus,este último crucial, según Galileo, para resolverla oposición entre los sistemas ptolemaico ycopernicano. Finalmente, en el caso del supuesto

carácter tricorpóreo de Saturno, se enfatiza enla convicción galileana de que un mejoramientotécnico del instrumento resolvería en un futurola cuestión, lo que es rasgo fundamental de laincorporación de los instrumentos al procesocognoscitivo.

Palabras clave: Galileo. Astronomía tele-scópica. Epistemología. Cosmología. Cienciamoderna.

l. Introducción

A partir del 12 de marzo de 1610, desde laciudad de Venecia, quinientos cincuenta ejem-plares de un pequeño libro comienzan a circu-lar con un efecto doblemente espectacular. Poruna parte, el libro catapulta a su autor, GalileoGalilei (1564-1642), un relativamente viejo pro-fesor universitario de matemáticas-astronomía,de 46 años, a la cima de la fama científica. Enese entonces, y por 18 años, Galileo había sidoprofesor no titular del Studium Paduano. Por laotra, se plantea una transformación radical de lamanera de hacer ciencia, ya sea desde una pers-pectiva general, como específica, en astronomíay cosmología.

El texto, que más que un tratado es un breveinforme de novedades astronómicas acumuladastanto en los meses finales del año anterior, comode los dos primeros del año en curso, tiene comoobvia intención la de procurar la propiedad oprioridad galileana de tales descubrimientos.Descubrimientos llevados a cabo mediante el

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uso de un instrumento aplicado a la observacióny estudio de los cielos, lo cual es tan novedoso,reiteramos, como la serie de observaciones ohallazgos mismos.

Su título es Sidereus nuncius -Mensajerode los astros, en uno de los dos significados denuncius, siendo el otro el de aviso o noticia- y queen la portada se explicita de la siguiente manera:

"Sidereus nuncius en que se dan a conocerimportantes y muy admirables observa-ciones y se las somete a la consideraciónde todos, en especial a la de los filósofosy astrónomos; las que han sido efectua-das por Galileo Galilei, patricio florentino,matemático público del Gimnasio de Padua-con el auxilio de un anteojo que acabade inventar-, en la superficie de la Luna,en innumerables estrellas fijas, en la VíaLáctea, en las nebulosas y, principalmente,en los cuatro planetas que giran en torno deJúpiter a intervalos y periodos dispares perocon velocidad asombrosa; los cuales, desco-nocidos hasta hoy, han sido observados porvez primera por el autor: el cual determinóque se llamarían ASTROS MEDICEOS."

11. Invención del telescopio

A pesar de la afirmación de la portada antescitada, el hecho plenamente establecido es queGalileo no es el inventor del anteojo o telescopio(Cf., van Helden, 1975). Ciertamente, Galileo seexpresa de manera ambigua al respecto, afirmandotanto que es el inventor -gracias a la ayuda divina-como que habiendo recibido noticias acerca de unnovedoso instrumento que permitía ver los objetoslejanos como si estuvieran cerca del observador, élse abocó a construir un ejemplar del mismo.

En el primer caso, se le puede citar diciendoque "Todo esto ha sido descubierto y observadocon el auxilio de un anteojo inventado por míhace pocos días, con la luz de la gracia divi-na". (Galileo. 1964. 37) En el segundo, Galileoescribe que "Hace aproximadamente diez meses,llegó a mis oídos la noticia de que cierto belgahabía construido un anteojo, mediante el cuallos objetos visibles, aunque distaban mucho del

observador, se distinguían claramente como siestuvieran muy cerca;" (Galileo. 1964. 37) Másclaramente, y prácticamente a continuación deltexto anterior, Galileo dice que "Pocos días des-pués un ilustre francés Jacques Badouvere, meconfirmó lo mismo desde París por carta".

En este punto vale la pena recordar queGalileo tenía un taller en su casa para fabricar susfamosos compases geométrico-militares y para lapreparación de magnetos naturales, tan de modadesde la publicación del De Magnete de Gilberten 1600.

En efecto, el telescopio tiene su origen enlos países bajos, y el fundamento para atribuirloa Hans Lippershey, fabricante de gafas holandés,es la existencia de una solicitud de patente deoctubre de 1608. Patente que sin embargo nose otorgó. Otros posibles inventores son JacobMentius y Zacharias Jansenn. Es una invenciónestrictamente técnica, resultado de una tradiciónde utilización de lentes pulidos para el remediode problemas visuales y otros fines. Circula enlos Países Bajos en primera instancia y luego seextiende por Francia llamando la atención tanto ahombres de sentido práctico, militares y políticos,pero también a unos pocos eruditos que difundenla noticia por Europa.

Galileo, en otras oportunidades, insiste enque su invención se debe a la aplicación de losprincipios de la ciencia de la óptica (cf., 37), perono encuentro fundamentos suficientes para sus-.tentar tal afirmación. Considero que quien podríaemplear la óptica al servicio de dicha invenciónsería Johannes Kepler, pero él no lo hizo comoposteriormente se lamentará (Cf., Galileo-Kepler.1984. 106ss).

Ahora bien, lo importante para Galileo esque como resultado de la construcción del arte-facto -a inicios de agosto- y su donación a laRepública de Venecia. a fines del mismo mes,finalmente es nombrado como profesor titular ovitalicio del Studium Paduano con un muy signi-ficativo aumento de salario.

Igualmente vale la pena notar que el nom-bre de telescopio fue acuñado por Demissiani,miembro de la Academia de los Linces de Roma,la que acogió a Galileo como su sexto miembro,en un banquete en su honor en abril de 1611.Galileo había empleado los nombres de occhiali

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y perspicillum. Este nombramiento será tan signifi-cativo para Galileo que seguirá firmándose Linceohasta el final de sus días aunque la Academia cesóde existir en 1630. En esa misma primavera de 1611,también en Roma, Galileo obtuvo el aval de susdescubrimientos y del uso astronómico del telesco-pio por parte del importantísimo Colegio Romano,centro científico de la Orden de los Jesuitas bajo elmando de Clavius, el gran responsable de la instau-ración del calendario gregoriano en 1582.

Sin embargo, hay un detalle de gran impor-tancia en el hecho de que aunque Galileo no seael inventor si fuera capaz de reconstruirlo a partirde las noticias recibidas, y es que Galileo puedeconstruir nuevos ejemplares y percatarse queellos pueden ser mejorados continuamente. Ellono solamente es importante para el telescopiocomo instrumento técnico en sí mismo sino ensus aplicaciones. En efecto, si Galileo solamentehubiera dispuesto de un ejemplar comprado a losfabricantes de ese entonces ante las dificultadesprácticas en su uso simplemente habría tenidoque resignarse o desilusionarse. Pero tal con-fianza será de gran importancia para el quehacerinvestigativo de Galileo como se verá más ade-lante, en el caso del supuesto carácter tricorpóreode Saturno.

III. Galileo y la invención deluso científico del telescopio

Lo que nos interesa en este ensayo, es defen-der la tesis de que el gran aporte de Galileo con-siste en la creación del uso científico del nuevoinstrumento óptico. Ello lo logra cuando en elotoño de 1609 dirige el anteojo a los cielos, porejemplo, a la Luna, y contempla una serie de ras-gos desconocidos por todas aquellas generacionesque previamente observaron al cuerpo celeste quese mueve alrededor de nuestra tierra. De igualmanera surgen hechos inéditos al contemplar elfirmamento en general, por ejemplo la vía láctea.El Sidereus nuncius, es el documento público queprecisamente le presenta al mundo científico esenuevo medio de generar conocimiento científicoy los novedosos hallazgos logrados en particularen las ramas cosmológicas y astronómicas.

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Thomas Harriot, inglés, también dirigió untelescopio a los cielos y estudió la Luna en grandetalle, probablemente antes que Galileo, perosolamente lo registró en su diario personal. Perola ciencia es pública e intersubjetiva, y al mante-ner privadas sus observaciones, Harriot no cum-plió con tales rasgos de la actividad científica. Alaparecer el Sidereus nuncius no le quedará másque lamentarse pues la prioridad está plenamenteestablecida a favor de Galileo.

IV. La cuestión gnoseológica

Para ser más precisos, el aporte de GalileoGalilei radica en el enriquecimiento de la relacióncognostiva misma en virtud de la incorporacióndel anteojo o telescopio. Enriquecimiento quecomplementa la relación natural de un sujeto queconoce y un objeto conocido en virtud de la razóny los sentidos como los referentes necesarios.Razón y sentidos que tienen su fundamento en laestructura natural del conocimiento.

Pero Galileo está proponiendo que tal rela-ción diádica se convierta en triádica pues ahorase puede ver y comprender aquello no accesiblea los sentidos y por ende a la razón. Aquelloque es accesible a los sentidos cuando ellos sonpotencializados por el instrumento, esto es, eltelescopio y que en consecuencia se convierte ennovedoso dato empírico de nuevo cuño, que a suvez permitirá un desarrollo más sofisticado de lafunción interpretativa de la razón respecto de lanaturaleza.

En este punto vale la pena diferenciar lafunción cognoscitiva del telescopio de la utiliza-ción de las gafas, otro desarrollo técnico de granimportancia a partir de la Edad Media. Las gafasson valiosas pues permiten recuperar las poten-cialidades visuales que se deterioran por la edadu otras causas. Este efecto es de crucial importan-cia para los intelectuales y su necesaria relacióncon el documento escrito; pero también lo es parala relación con los fenómenos por observar. Perose debe tener presente que a pesar de lo valiosode recuperar potencialidades perdidas, las gafassolamente pueden proporcionar tal recuperación;con ellas no se puede ver por primera vez lo que

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no estaba al alcance de la vista normal. El telesco-pio, por el contrario, permite descubrir aquello novisto sin el concurso del instrumento en cuestión.Por ejemplo, solamente con el telescopio puedenverse las estrellas que causan la luminosidad dela Vía Láctea, y por ende, corroborarse la audazhipótesis de los atomistas acerca de la naturalezade tal fenómeno celeste, esto es la luminosidadde innumerables estrellas tan lejanas que no sonvisibles a simple vista.

Galileo nos comunica tal descubrimiento dela siguiente manera: "Lo que, ..., he observado,es la esencia o materia de la Vía Láctea, la cual-rnediante el anteojo- se puede contemplar tannítidamente que todas las discusiones, martiriode los filósofos durante tantos siglos, se disipanmediante la comprobación ocular, al mismo tiem-po que nos vemos librados de inútiles disputas.En efecto, la GALAXIA no es sino un cúmulo deinnumerables estrellas diseminadas en agrupa-rnientos; y cualquiera que sea la región de ella a laque dirijamos el anteojo, inmediatamente se ofre-ce a la vista una cantidad inmensa de estrellas,muchas de las cuales se muestran bastante gran-des y resultan muy visibles; aunque la multitudde las pequeñas es absolutamente inexplorable."(Galileo. 1964. 63-64)

Igualmente la tarea de construir una visióncosmológica se ve afectada por el telescopiocuando este permite distinguir a los planetas delas estrellas fijas. Tal distinción es inédita puesdesde la visión natural se tiene que las estrellasfijas y los planetas aparecen como estrellas ruti-lantes en los cielos con la diferencia de que lossegundos vagan entre las constelaciones mien-tras que las primeras son fijas -con relacionesespaciales constantes entre sí-o Por el contrario,con el telescopio la diferenciación es más directadado que: "Constituye un hecho digno de notala diferencia entre el aspecto de los planetas yel de las estrellas fijas. Los planetas, en efectonos muestran sus globos exactamente redondosy circulares, y, como pequeñas lunas bañadascompletamente de luz, parecen orbiculares. Lasestrellas fijas, en cambio, no se ven en absolutodeterminadas por un contorno circular, sino queaparecen con ciertos resplandores vibrantes entorno que titilan de manera notable. Vistas con elanteojo o con la facultad natural se muestran con

igual figura, pero agrandadas al punto de que unaestrella de quinta o sexta magnitud parece igualara Sirio, las más grande de las estrellas." (Galileo.1964. 60-61)

Digamos, con una imagen muy valorada paralos creadores de la ciencia moderna, que Galileoestá abriendo senderos cognoscitivos por los quetransitarán en el futuro tanto él como sus contem-poráneos. Galileo mismo transita esos caminoscon investigaciones nuevas y reportadas ulte-riormente como son las de las manchas solaresy las fases de Venus; investigaciones y hallazgosrealizados simultánea e independientemente porotros y que lo llevará, en algunos casos, a seriaspolémicas. Pero lo que es más importante, a nue-vos senderos de conocimiento gracias a nuevosinstrumentos como los casos del microscopio ytermométro, anticipados por Galileo, o el baró-metro de su último discípulo, Torricelli; y portoda la dotación de instrumentos al servicio delquehacer de la ciencia desde ese entonces hastanuestros días.

En efecto, el microscopio llevará al descu-brimiento de una nueva dimensión de lo vivientetotalmente desconocida hasta ese entonces: elmundo de los animalcules como lo denominaLeewenhoek. Por su parte, el termómetro consus escalas de temperatura permite trascender lasimple distinción entre caliente y frío, relacióncualitativa en sí, por una dimensión cuantitativaque finalmente desemboca en una ciencia del-calor, la termodinámica.

En el caso del telescopio, la relación cognos-citiva se hace tan compleja en tiempos recientesque ya no hay necesariamente un sujeto observa-dor humano sino unos instrumentos de registro yhasta un programa de computación seleccionandodatos significativos. En consecuencia, el astróno-mo no debe sufrir las bajas temperaturas de unobservatorio abierto... sino que puede estar ensalas de computadoras calefaccionadas o a grandistancia del sitio del telescopio.

No se olvide que tal situación llevará, enfísica cuántica, a desarrollos semejantes queculminan en el principio de incertidumbre deHeisenberg.

Sin embargo, y para mantenemos en elcontexto de las prioridades galileanas, se tieneuna nueva manera de conocer que resulta en un

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conjunto de hechos que fortalecen la hipótesisheliocéntrica de Copérnico. En el caso del des-cubrimento de las lunas de Júpiter, Galileo, concerteza, expresa que "Por otra parte, tenemos unexcelente y clarísimo argumento para librar deescrúpulos a quienes, con aceptar ecuánimementesegún el sistema de Copérnico la revolución delos planetas en torno al Sol, se ven perturbadospor la traslación de la única Luna alrededorde la Tierra -mientras que ambas cumplen unarevolución anual en torno al Sol- que opinan quese debe desechar, como imposible, este esquemadel universo: pues ahora no se trata de un solo yúnico planeta que gira en torno a otro, mientrasque ambos cumplen una gran órbita alrededordel Sol, sino que nuestros sentidos nos muestrancuatro estrellas errantes alrededor de Júpiter, asícomo la Luna en torno de la Tierra, al mismotiempo que todas ellas junto con Júpiter efectúanuna gran revolución alrededor del Sol en unperíodo de doce años." (Galileo. 1964. 90-91)

Dicho de otra manera, este nuevo hechoconocido gracias al telescopio corrobora, enterminología popperiana, la pluralidad de cen-tros establecida por Copérnico como elementobásico para construir una teoría alternativa algeocentrismo ptolemaico, por una parte, pero unapropuesta verdadera, por la otra. La razón resultamás poderosa gracias al enriquecimiento de larelación cognoscitiva.

v. Descubrimientos telescópicosde Galileo

En primer lugar se hace referencia a los queaparecen descritos en el Sidereus Nuncius, enespecial en torno a la Luna y los planetas medí-ceos. En segundo lugar a aquellos realizados pos-teriormente como las manchas solares y las fasesde Venus pero también al problemático aspectotricorpóreo de Saturno que ya se ha anticipado.

Respecto de la Luna, Galileo no solamentedescribe sino que también dibuja rasgos lunaressumamente llamativos que tienen relación funda-mentalmente con el relieve lunar, y que por ende,sirven de cuestionamiento a la tesis cosmológicatradicional de su perfección esférica, por una

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parte, y que refuerzan las semejanzas entre laTierra y la Luna, como se requería en el helio-centrismo copernicano. En fin que nuevamentese tiene esa fecunda relación entre nuevos hechosgracias al telescopio y su interpretación racionalal servicio de la nueva astronomía copernicana ysu incipiente cosmología.

En el caso de Júpiter, el momento inicial deldescubrimiento de las lunas -satélites en termi-nología moderna- de Júpiter tiene fecha precisasegún el registro de observaciones que apareceen el Sidereus nuncius, a saber, siete de enero de1610. Esa noche, y de manera accidental, Gali-leo observa a Júpiter y le llama la atención tresestrellas colocadas en línea recta en su vecindadcon el planeta a la derecha -occidente- de dos deellas. La noche siguiente y todavía de manera cir-cunstancial observa la misma región notando quelas estrellas están allí pero que el planeta se hamovido hacia el occidente, estando ahora las tresa la izquierda. No habiendo sido posible observa-ciones la noche siguiente, el 10 de enero encuen-tra dos estrellas juntas en línea recta y Júpiter asu derecha. Pero ahora sí tiene plena concienciade que se halla ante un problema puesto que unplaneta no puede presentar un movimiento haciaadelante y hacia atrás en un intervalo tan cortocomo el de un par de noches. En efecto, aunque sumovimiento normal noche tras noche es de oestea este y con velocidad uniforme en el Zodíaco, elplaneta puede invertir su dirección y velocidaddurante un cierto intervalo, varios meses, gene-rando lo que se denomina un rizo o movimientoretrógrado. Pero ello no es un simple saltar en unay otra dirección en 24 horas. Júpiter estaba en eseentonces en retrogradación, ciertamente, pero ellano era compatible con el movimiento registradoa la derecha e izquierda de las estrellitas regis-tradas. En consecuencia, la audaz hipótesis queGalileo formula es que el movimiento no pertene-ce al planeta sino a las nuevas estrellas.

Por todo ello, Galileo decide que es crucialuna observación más detallada del fenómeno yque por ejemplo cubra toda la noche. Así, en lanoche del día once de enero la situación es lasiguiente según el relato mismo del descubridor."El día once, vi la siguiente posición: ori. X X OoCC.,o sea, sólo dos estrellas en posición oriental,de las cuales la de en medio distaba de Júpiter el

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triplo con respecto de la otra más oriental; éstaúltima, situada más hacia el este, era casi dosveces mayor que la otra, pese a que en la nocheanterior habían parecido casi iguales. Por lotanto, consideré y, fuera de toda duda, establecíque existían en el cielo tres estrellas errantesen torno de Júpiter, así como Venus y Mercurioalrededor del Sol, lo que, posteriormente, observécon mayor claridad a la luz meridiana en otrasmuchas inspecciones. Asimismo ví que no solotres, sino cuatro, son las estrellas errantes quecumplen sus revoluciones en torno de Júpiter;"(Galileo 1964. 67-68)

Las observaciones galileanas se extiendenpor casi dos meses más pues el último registropublicado es del dos de marzo. Pero el esfuerzose mantiene por mucho tiempo más llevando aobservaciones más detalladas de los movimientosde dichas lunas, como también a nuevos descubri-mientos de igualo mayor importancia.

y por supuesto, el hallazgo de las lunas esel resultado de esta nueva relación cognosciti-va creada por el telescopio en conjunción conlos sentidos y la razón. En efecto, se tiene unnuevo hecho pero la consecuencia racional esun apoyo significativo a la hipótesis heliocén-trica. En palabras elogiosas a su futuro mece-nas en el Ducado de Toscana, Galileo escribe,"He aquí, pues, cuatro estrellas consagradas avuestro ínclito nombre, no pertenecientes a laclase común y menos noble de las fijas, sinoal orden ilustre de los planetas; las cuales,con movimiento dispar, alrededor de Júpiter-nobilísimo astro- y como pertenecientes a sumisma progenie, siguiendo sus cursos y órbitascon admirable rapidez; mientras que, en con-cordia unánime, en torno del centro del mundo,esto es, el Sol, cada doce años completan todasuna gran revolución" (Galileo, 1964. 31)

Con la interpretación del descubrimiento delas lunas de Júpiter, Galileo da por terminado elSidereus nuncius. Pero sus investigaciones siguencomo también los sorprendentes hallazgos. Con-sideremos brevemente tres de esos eventos queverán la luz pública posteriormente, a saber, man-chas solares y fases de Venus, del lado exitoso, ySaturno como triple, del lado problemático.

En primer lugar, las manchas solares. Estedescubrimiento tiene implicaciones cosmológicas

significativas pues establece que aún el Sol no esun cuerpo perfecto e inmutable como sostenía lavisión tradicional.

Además, se tiene que aún la nueva visión delcosmos copernicana requería modificación pueslas manchas solares deben interpretarse comopertenecientes al cuerpo del Sol y por ende el Solrota para que el movimiento de las mismas seainterpretable adecuadamente, y en consecuencia,tal rotación choque con la tesis de la inmovilidadsolar del copernicanismo. Es interesante que eneste punto, Galileo coincide, aunque no hace refe-rencia, a la propuesta Kepleriana de la rotaciónsolar según su Astronomia nova de 1609.

El descubrimiento de las manchas solaresarrastra a Galileo a una agria polémica con undescubridor de las mismas, independiente, peroque las interpreta como el resultado del eclipsa-miento del Sol por cuerpos que se mueven a sualrededor. Scheiner, investigador jesuíta, informade su hallazgo en una serie de cartas que bajoel pseudónimo de Apelles se le hacen llegar aGalileo; cartas que son altamente elogiosas paraGalileo pero que son tomadas por él como undescarado intento de robarle su descubrimiento.La reacción de Galileo es injustificada, segúnnuestro modo de ver, pero que llevó a la redac-ción del importante documento galileano Cartassobre las manchas solares que le permite a Gali-leo sintetizar todas las consecuencias de su nuevaastronomía telescópica.

y sin embargo, todo el asunto simplemen-te muestra que Galileo tenía razón en que sumodificación en la forma de hacer astronomía, lamanera telescópica, sería prontamente adoptada ydesarrollada por muchos. Por ello, haremos refe-rencia al descubrimiento de las manchas solares,no en la forma descrita por Scheiner o Galileo,sino por un tercer descubridor, simultáneo eindependiente, y que publicó primero -1611 enWitterberg- que aquellos otros dos. En efecto, elastrónomo holandés Fabricio narra el asunto de lasiguiente forma:

"Examinando un día con un anteojo el discodel Sol, vi con sorpresa en su superficie unamancha negruzca bastante grande, que toméal principio por una nube; pero fijándomemás, conocí mi error; la elevación del Sol

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y su excesivo brillo me obligaron a dejar laobservación para el día siguiente. Mi padrey yo pasamos el resto del día y aquella nochecon gran impaciencia, discurriendo sobre loque podía ser aquella mancha; si perteneceal Sol, decía yo, volveré a verla, indudable-mente; en caso contrario, su movimiento nosla hará invisible; en fin, al día siguiente la viotra vez, con un placer indecible; pero habíacambiado de lugar, y esto aumentó nuestraconfusión; sin embargo, ideamos recibir losrayos solares por un pequeño agujero de unacámara oscura sobre un papel blanco, y lavimos dibujarse perfectamente en forma denube entrelarga; el mal tiempo nos obligó asuspender nuestras observaciones durantetres días; pasados estos había avanzado lamancha oblicuamente, hacia el occidente.Distinguimos otra más pequeña próxima alborde del Sol, que en el transcurso de algu-nos días llegó hasta el centro. Vino luego unatercera; antes había desaparecido la primeraque se presentó, y pocos días después lohicieron otras dos. Vacilaba entre el temory la esperanza de no volverlas a ver, perodiez días después apareció la primera enel borde oriental. Comprendí entonces quehacía una revolución, y desde principios delaño me he confirmado en esta creencia y heenseñado estas manchas a otras personas,que piensan lo mismo que yo. Sin embargo,una duda me impidió escribir desde luegosobre este asunto, y me hacía arrepentirmede haber empleado mi tiempo en estas obser-vaciones. Veía que no conservaban entre sí lamisma distancia, que cambiaban de forma yvelocidad; pero mi placer fue mucho mayorcuando descubrí la verdadera causa. Comoes de suponer por estas observaciones, lasmanchas se hallan situadas sobre el cuerpomismo del Sol, que es esférico y sólido, yal llegar cerca de los bordes han de versemás pequeñas, disminuyendo su velocidad.Invitamos a los aficionados a las verdadesfísicas a que se aprovechen del bosquejo queles presentamos; supondrán, sin duda, queel Sol tiene un movimiento de conversión,como dijo Bruno en su Tratado del Universo,y en último lugar, Keplero en su libro sobrelos movimientos de Marte, pues, en otrocaso, no sé que podríamos hacer de estasmanchas." (Johannis Fabricii. Phrysii demaculis en sale)

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En segundo lugar se tiene el descubrimientode las fases de Venus. Este descubrimiento esde importancia radical dado que la existenciade tales fases de Venus implica la refutación delsistema astronómico ptolemaico, el modelo astro-nómico triunfante de la astronomía antigua, y porende, el rival principalísimo del heliocentrismocopernicano.

Galileo nos ofrece una descripción en cartadel primero de enero de 1611 a Giulano de Médici,representante del Ducado de Toscana en Praga.

"Es tiempo que descifre a Su Majestad oo.

y, por medio de ella al señor Kepler, lasletras transpuestas que le envié hace algunassemanas; es tiempo, digo, porque la verdaddel hecho me es tan perfectamente claraque no me queda el menor escrúpulo ni lamenor duda.

Sabed pues que, hace alrededor de tresmeses, Venus apareciendo en la tarde, me pusea observarla cuidadosamente con el anteojo a finde ver con mis propios ojos aquello por lo cual mirazón no dudaba más. La vi entonces primero deforma redonda, neta y entera, pero muy pequeña;se mantuvo en esta forma hasta el día en quecomenzó a acercarse de su más grande digresión;no obstante, crecía en tamaño. Comenzó luego aperder su contorno circular en su parte oriental,la más alejada del Sol, y en pocos días se redujoa un semicírculo perfecto; y tal permaneció, sincambiar en nada, hasta el punto en que comienzaa retirarse hacia el Sol, alejándose de la tangente.Es entonces que pierde su forma semicircular y sepresenta como un creciente que se va adelgazan-do más y más, reduciéndose a dos cuernos muydelgados, hasta la ocultación completa; cuandovolverá luego el tiempo de su aparición matinal,la encontraremos bajo el aspecto de un muy finocreciente, con los cuernos vueltos en direccióncontraria al Sol; crecerá poco a poco hasta su másgrande digresión, será entonces semicircular y sequedará sin alteración muchos días; después delo que pasará bastante rápido del semicírculo alcírculo perfecto y permanecerá así toda redondadurante varios meses. Pero su diámetro aparentees entonces de alrededor cinco veces más grandeque el de la época de su aparición vespertina".

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVII (122), 157-165, Setiembre-Diciembre 2009/ ISSN: 0034-8252

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170 GUILLERMO CORONADO

Hasta este punto se ha establecido el hecho deque Venus presenta, al ser observado por mediodel telescopio, fases como las de la Luna. Y elloes de enorme importancia pues la posibilidad dedichas cuatro fases es imposible en el contextodel arreglo planetario del sistema ptolemaico, enel que por el movimiento de Venus y el Sol alre-dedor de la Tierra -centro a su vez del universo-,y la necesidad de que los dos cuerpos celestes dealguna manera estén conectados, dado que Venuses estrella de la mañana o de la tarde y que tam-bién tarda el mismo tiempo -365 días- en moversealrededor del observador, resulta imposible quela iluminación desde el Sol cayendo sobre Venuspermita observarlo como completamente ilumi-nado como debe ser el caso de la fase plena ollena. Las otras fases serían posibles pero no lade total iluminación, y por el contrario tendríanque observarse dos instancias de Venus nuevao no iluminada. Pero el nuevo hecho empírico,aunque de naturaleza telescópica es la realidadde las cuatro fases. Luego la propuesta ptolemaicaes refutada por la nueva evidencia observacional.y se podría afirmar, como de hecho lo haceGalileo, que el sistema copernicano, para el cualtales fases son necesarias se hace verdadero. Inte-resantemente Copérnico las había anticipado ensu De Revolutionibus, libro 1, capítulo X, comoposibilidad conceptual si se asume la naturalezaopaca de los planetas.

Sin embargo, la deducción galileana no eslógicamente aceptable, pues el silogismo disyun-tivo que le da sustento deja por fuera la existenciaen ese entonces de otro sistema planetario quetambién daba razón de las cuatro fases de Venus,a saber, el sistema mixto de Tycho Brahe. Lasituación lógica sería la siguiente:

Premisa 1: o bien el Sistema Ptolemaico es verdady no hay fases de Venus. O bien el SistemaCopernicano es verdad y hay fases de Venus.

Premisa 2: El telescopio muestra que hay fasesde Venus.

Conclusión: El Sistema Ptolemaico es falso y elSistema Copernicano es verdadero.

Empero la situación real es mucho más com-pleja y argumento debiera ser así:

Premisa 1: O bien el Sistema Ptolemaico esverdadero y no hay fases de Venus; O bienel Sistema Copernicano es verdadero y hayfases de Venus; O bien el sistema Tychónicoes verdadero y también hay fases de Venus.

Premisa 2: El telescopio muestra que hay fasesde Venus.

Conclusión: O bien el Sistema Copernicano; obien el Tychónico es verdadero.

Notemos que en este segundo razonamientono podemos establecer la verdad de uno de losdos sistemas de manera definitiva. Se requierenotros criterios. No obstante Galileo, por razonesde índole no científica, ha decidido no considerarla propuesta tychónica, y en consecuencia suconclusión a favor del copernicanismo le parecefundamentada

Pero Galileo aclara más las consecuenciasdel descubrimiento y es importante escuchar suspalabras, no solamente por su contenido sinoporque resuelven el famoso anagrama enviado aKepler por medio del miembro de la familia delos Médici:

"Esta admirable experiencia nos dió lademostración sensible y cierta de dos pro-posiciones hasta el presente dudosas paralos más grandes espíritus del mundo. La unaes que todos los planetas son naturalmentetenebrosos (pues lo que sucede a Venussucede también a Mercurio); la otra es quees necesario que Venus rote alrededor delSol, como Mercurio y como todos los otrosplanetas, cosa de la cual los pitagóricos,Copérnico, Kepler y yo estábamos convenci-dos, pero de la que no se tenía la prueba tan-gible que tenemos ahora en lo que conciernea Mercurio y a Venus. Kepler y los otroscopernicanos podrán pues hacerse el honorde haber creído lo que estaba bien creer y dehaber filosofado bien, aunque la universali-dad de los filósofos in libris nos haya tenidoy continuará en tenernos por ignorantes ycasi por locos. Así las letras del anagramaque os envié y que decían: Haec immatura ame iam frustra leguntur o y, dicen, una vezpuestas en orden: Cynthiae figuras aemu-latur mater amorum, lo que significa queVenus imita las fases de la Luna".

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EL SIDEREUS NUNCIUS: GALILEO y EL USO CIENTÍFICO DEL TELESCOPIO

En tercer lugar y para terminar, considere-mos el tema de Saturno y su apariencia problemá-tica a partir de un documento galileano.

El 30 de julio de 1610, desde Padua, Galileoescribe una carta a Belisario Vinta, en la quecomunica un nuevo hallazgo en los cielos, a saber,que el planeta más alto, lejano, no es unitario sinotriple o tricorpóreo. Hallazgo que debe mante-nerse en privado hasta que lo publique. Luegoenviará la información a otros corresponsalespero de manera cifrada, en forma de anagramaque finalmente resuelto se lee como Altissimumplanetam tergeminum observa vi, esto es, observéque el planeta más alto era triple.

La carta dice "que el pasado día 25 comen-cé a observar de nuevo a Júpiter oriental ymatutino con su camada de Planetas Medíceos,descubriendo además otra muy extraordinariamaravilla que deseo sea conocida por SusAltezas y por V.S., manteniéndola no obstanteoculta hasta que la haya publicado yo en laobra que habré de imprimir. Ahora bien, hequerido dar cuenta de ella a Sus Altezas Sere-nísimas de manera que, si alguien la descu-briese, sepan que nadie la ha observado antesque yo, aunque estoy seguro que nadie la veráantes que yo la haya anunciado. Trátase de quela estrella de Saturno no es una sola, sino unagregado de tres que casi se tocan y que nuncase mueven o mudan entre sí; están dispuestasen fila a lo largo del Zodíaco, siendo la delmedio tres veces mayor que las otras dos late-rales y estando situadas de esta forma: 000 "

(Galileo-Kepler. 1984. 178-9)Lamentablemente el hallazgo galileano no se

sostuvo ante nuevas y reiteradas observaciones.Por el contrario, en muchas ocasiones Saturnovolvía a presentarse como unitario, un disco. Peroen otras ocasiones volvía a aparecer como siendotriple. Galileo no tiene más que reconocer estadificultad en la observación del planeta más lejanoy cierre de la serie de cuerpos celestes errantes

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que directamente se mueven alrededor del centrodel universo.

Por supuesto, como se anticipó al considerarla innovación cognoscitiva que supuso el tele-scopio, Galileo no aceptó la más fácil solución,a saber, que el telescopio no era realmente uninstrumento confiable y por ende transformadorde la forma de obtener conocimiento acerca denuestro universo. Por supuesto tampoco aceptaríaque el telescopio engañara por intervención deldemonio que se aprovechase de la propensiónhumana a romper las limitaciones impuestas alconocimiento humano buscando alcanzar losniveles del saber divino.

Galileo puso en el perfeccionamiento deltelescopio, ya fuera como simple objeto técnicoo resultado de una comprensión científica, suconfianza en que tal cuestión se resolvería en unfuturo no lejano. Y esta decisión tuvo no sola-mente resultados positivos, dado que la cuestiónse resolvería a mediados del siglo con el descu-brimiento de los anillos de Saturno por Huygensen 1655, comunicado de manera cifrada al añosiguiente y hecho público en 1659 en su SystemaSatturnium, sino que puede decirse fue la tablade salvación para la nueva actitud epistemológicaque es central para la ciencia moderna, comotambién se apuntó antes.

Bibliografía

Galilei, Galileo. (1964) El mensajero de los astros.Buenos Aires. Editorial Universitaria de BuenosAires.

Galilei, Galileo. (1989) Sidereus nuncius or TheSideral Messenger. Chicago: The University ofChicaago Press.

Galileo-Kepler. (1984) El Mensaje y el MensajeroSideral. Madrid: Alianza Editorial.

Van Helden, Albert. (1975) "The Historical Problemof the Invention of the Telescope", History o/ Sci-ence, xiii, 251-263.

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