El señor conde y la humanidad

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1 Los caminos del racismo en México Jorge Gómez Izquierdo Coordinador BUAP, Plaza y Valdes, México, 2005

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Capítulo del libro Los caminos del racismo en México, 2005

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Los caminos del racismo en México

Jorge Gómez Izquierdo

Coordinador

BUAP, Plaza y Valdes, México, 2005

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El señor conde y la humanidad.

Los prejuicios étnico-raciales de un viajero suizo decimonónico

Guy Rozat Dupeyron

Resumen. Durante el siglo XIX fueron muy numerosos los viajeros que se personificaron en México. Atraídos a

estas tierras por diversos motivos, muchos dejaron de su experiencia mexicana escritos que aunque

algunas veces son solo el resultado de una experiencia personal y fueron redactados a partir de sus

prejuicios, representan para la historia de México una importante fuente de información sobre ese siglo.

En las numerosas cartas que el naturalista Henri de Saussure manda a su familia y que analizaremos aquí,

en la medida que ese no es, ni un colono fracasado, ni un aventurero en busca de El Dorado, sino un joven

científico muy atento a la naturaleza, a la realidad política, así como a la historia de México, encontramos

un manantial de informaciones puntuales y realmente mucha materia para las reflexiones del científico

social de hoy. Pero en el presente ensayo solo nos limitaremos a estudiar algunos prejuicios “raciales” de

ese científico, que innumerables también, acompañan las informaciones sobre ese México que ve o cree

ver, y que atraviesa furioso y decepcionado. Pero ese México real en revolución no se parece en nada al

México imaginario que se forjó a partir de la lectura de los grandes viajeros que lo precedieron.

Introducción

El joven Henri De Saussure, diplomado de Paris y de Berlín, vástago de una familia de

científicos ginebrinos reconocidos, deseoso de hacerse un nombre en la ciencia de su tiempo

preparó con mucho esmero el viaje que hizo a las Antillas y a México entre 1854 y 18561.

Hacía años que soñaba con realizar un viaje a algún país lejano, que en esos entonces era

fundamental para la formación y la fama futura de un naturalista. Ya en 1850 cuando tenía solo

veintiún años, escribía en su diario:

Nada podría remplazar el tiempo que paso leyendo libros de viajeros célebres, Humboldt por

ejemplo. Ardo de deseo por seguir su ejemplo y visitar países lejanos, pero al mismo tiempo,

siempre me pregunto si la providencia me permitirá algún día realizar una empresa tan vasta, si

sabré sacar los frutos que todos ellos han sacado.”2

Durante algún tiempo piensa dirigir sus pasos hacia África, pero como en el Museo de Historia

Natural de Paris descubre muchas colecciones de plantas y animales americanos sin ordenar,

1 Saussure,Henri de, Voyage aux Antilles et au Mexique ,1854-1856, Olizane, Genève, 1993.

2 Ibid, p.9

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3

realizando esas clasificaciones, se familiariza con la flora y la fauna americana y así

naturalmente empieza a dirigir su mirada hacia ese continente marcado en ese tiempo por las

omnipresentes huellas del barón de Humboldt. Lee todo cuanto encuentra a su alcance en las

bibliotecas europeas sobre México y América. Su fascinación mórbida por la obra del barón

prusiano es evidente, incluso si pretende venir a América a corregir “los errores” del famoso

viajero3. También establece una red de comunicación con personajes oficiales y privados, tanto a

través de Europa como en México, susceptibles de favorecer su proyecto.

Con todo este cúmulo de informaciones, el personaje parece tan seguro de sí mismo que no

debemos extrañarnos si puede escribir, en la primera carta a su familia que redacta en el barco

que lo lleva hacia América: “ya conozco México a fondo, y creo que tocando tierra abordaré a un

país ya conocido”4

Y algunos renglones después añade:

“A veces me río de vuestros temores sobre el desarrollo de mi viaje. Según ustedes este lindo

país de México no es más que una caverna de bandidos y una cueva de ladrones, corroído por la

fiebre amarilla...”

Pero como en el barco iba un grupo de mexicanos con quienes está forzado de cohabitar, tiene

tiempo para informarse más sobre México y sobre la gravedad de la fiebre amarilla y puede

escribir a su madre angustiada que esa enfermedad no era tan terrible y que los mexicanos “se

burlaron de mí cuando les manifesté sus terrores.” La conclusión que saca tanto de sus lecturas

como de sus conversaciones con algunos mexicanos es que: “México es un país de risa y los

habitantes también son gente para reírse”.5

3Saussure, Henri de, op.cit., p.27 Lo que no le impide hacerse del apoyo del sabio alemán, quién muy amablemente

le da una carta de recomendación para sus viejos amigos y corresponsales mexicanos.

4 Saussure, Henri de, Voyage aux Antilles et au Mexique ,1854-1856, Olizane, Genève, 1993, p.27

5 Op cit., p.28

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Evidentemente hay una gran parte de fanfarronada en esas primeras afirmaciones sobre México,

pero si ponemos de lado el lado “humorístico” de ese juicio podemos ver a pesar de todo en

acción esa pretensión general de ese representante del logos occidental que afirma ya conocer el

mundo antes de haber llegado a las tierras que va a visitar e incluso ya las ha juzgado. De un

logos siempre inventando al mundo y describiendo al otro según la dialéctica bien conocida de lo

mismo, pero cuando ese mismo se vuelve problemático, se irá utilizando principalmente la figura

de la inversión. Si el otro no puede ser yo -¿y quién puede estar a la altura de nuestro joven

científico suizo?- por lo tanto, si esos otros que va a encontrar no pueden ser sus álter ego, solo

podrá pensarse como su inverso6 .

Es esa suficiencia sin fallas la que llamó poderosamente nuestra atención, al hojear el libro,

cuando lo encontramos por azar en una librería de segunda mano. En la medida en que estas

cartas del joven científico suizo no estaban destinadas a una futura publicación, sino al círculo de

los íntimos, podemos ver expresarse sin ningún freno de lo políticamente correcto de su época,

en toda su crudeza y jocosidad, los prejuicios de un joven occidental.7

No queremos hacer de ese viajero El prototipo de todos los occidentales de esa época, pero sí

creemos que en sus innumerables juicios sobre los otros hombres, hay algo fundamental, un

núcleo que bien vale la pena analizar y que nos parece pertenecer a la matriz de la civilización

occidental en sus relaciones con los demás.

Por otra parte el interés por estudiar las cartas de este viajero en particular, es que no se trata de

un hombre de pocas luces, al cual una falta de cultura pudiera parecer como una excusa para sus

juicios negativos y radicales sobre los otros. Al contrario, se trata del hijo de una familia

reconocida de científicos, él mismo a pesar de su juventud es un científico conocido, que ya ha

publicado varios trabajos que han sido bien acogidos en el medio científico europeo.

6 Guy Rozat, Las representaciones del indio, una retórica de la alteridad , Debate Feminista, año 7, vol.13, abril

1996, México.

7 Si estas cartas hubieran estado destinadas a la publicación se hubiera desarrollado desde el momento de su

escritura un trabajo de censura sobre su textualidad. El interés principal de estas cartas es que son documentos

relativamente brutos salidos al calor de la pluma y enviadas a personas con quienes el autor se siente en plena

complicidad de ideas y prejuicios.

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Por otra parte, tratándose de un suizo podíamos pensar que este no estaba ligado o influenciado

directamente por los sectores que en las opiniones nacionales empezaban a apoyar la nueva

expansión europea ultramarina8. Por fin se trata de un sujeto que escribe antes de lo que será la

gran ola del racismo científico de la segunda mitad del XIX. Por otra parte, el hecho de que sean

cartas a su grupo familiar, la complicidad de los intercambios que vemos desarrollarse nos

permite pensar que muchos de sus juicios son compartidos por ese mismo grupo familiar, y por

lo tanto no es ninguna casualidad si un descendiente de ese mismo Henri se vuelva décadas más

tarde un teórico del colonialismo.

Así creemos que más allá de la visión del joven Henri de Saussure se pueden reconstruir algunos

elementos de esa especial manera de los occidentales de ese periodo de apropiarse del mundo y

armados de la creencia narcisista en su superioridad natural se instauran en el siglo XIX como

los amos del universo.

Los prejuicios del joven Henri

Si hemos dicho que esos textos son producidos antes de la gran ola del racismo científico,

quedaría por aclarar si podemos considerar a nuestro viajero llanamente como racista. Cierto es

que a grosso modo utiliza términos despectivos y fórmulas que serán en el siglo siguiente el

vocabulario y las expresiones e imágenes clásicas del racismo. Pero es probable que para

entender históricamente al fenómeno del racismo, sería preferible no adelantarse y tachar

sistemáticamente de RACISTA a todo individuo que profiera algún juicio negativo sobre otro

hombre, porque de esa manera los conceptos de racismo como de antirracismo se vuelven opacos

y pierden toda pertinencia histórica. Por eso proponemos de ver en los prejuicios del joven Henri

solo manifestaciones de la manera en que la conciencia europea se ve a sí misma, al mundo y a

8 Recordando que es en esos años cuando empieza a gestarse entre las grandes potencias coloniales europeas la gran

estrategia de apropiación de la cual saldrá el reparto de África y Asia.

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los demás desde hace varios siglos.9 Si tuviéramos que ponerle etiqueta a nuestro joven Henri es

muy probable que perteneciera aún al siglo de las luces, muchas de sus cóleras, sus prejuicios

de clase, su fascinación por los honores nobiliarios, los símbolos jerárquicos, la caza, y al mismo

tiempo, la valoración del mérito y de la acción individual lo jalan hacia un modo de vida y

valores de esa aristocracia ilustrada, con títulos de nobleza reconocidos o no del XVIII.10

Una

oligarquía rica, ilustrada que está desapareciendo frente a la nueva burguesía financiera e

industrial, dueña de esa modernidad que lo espanta y le hace odiar por ejemplo a los yankees. Por

fin su anticlericalismo virulento es más que una particular forma suya de la denuncia tradicional

del papismo por un protestante, la violencia de la denuncia huele más al “ecrasons l’infâme” de

Voltaire, a Diderot y a la “clique holbachique” que a una crítica decimonónica de la Iglesia

católica. Recordemos que de hecho, al contrario, en la mayoría de los países europeos en esos

entonces las iglesias firman un vigoroso pacto social y político con esa nueva fuerza social en

el poder11

.

Censar todos los prejuicios de nuestro viajero sobre los hombres que encuentra en sus dos años

de viaje en solo unas cuantas páginas parece una tarea imposible y solo podremos intentar

establecer parte de la taxonomía que organiza en sus cartas ese naturalista, que no clasifica solo

plantas e insectos, sino también a los humanos. En la jerarquía de los prejuicios expresados la

cantidad correspondientes a los mexicanos tiene evidentemente un lugar preeminente, a cada

paso que da en este país afloran juicios sobre el lugar y sus habitantes y por eso nos dedicaremos

aquí a mostrar como ve el viajero a los mexicanos, pero nos apreció importante en un libro sobre

“Racismo” recuperar los prejuicios que florecen en sus cartas cuando empiece a relatar su

9 Ver por ejemplo Rozat Guy, Identidades y alteridades. El Occidente medieval y sus otros, Desacatos no4,

Racismos, Ciesas, 2000, pp.27-43. 10

Es probablemente por eso que aceptara jubiloso que en América se le otorgue un titulo de nobleza que sabe

ficticio, pero que si no es real marca claramente la diferencia esencial entre él y el resto de los humanos que puede

encontrar en esas tierras. 11

Por ejemplo en Francia en los mismos años del viaje de Henri de Saussure, se concluye esa alianza entre la

iglesia y la burguesía que permitirá a la iglesia como institución fortalecerse, reconstituyendo su sistema de

organización y de propaganda así como su riqueza temporal. El aparato eclesial francés y por lo tanto su riqueza se

multiplica por 3 en el periodo incluido entre 1850 y 1880.

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primer contacto con América, cuando entra en contacto con la población de origen africana en

las Antillas y con los colonizadores hispanos.

I Los monólogos oceánicos del conde Henri

Un México imaginario.

En el barco que lo lleva de Francia a Inglaterra de donde sale su vapor para las Antillas y México

nuestro viajero conoce a sus primeros mexicanos reales. Rápido expresa sus primeros prejuicios,

solo son “un cargamento de mexicanos, todos ferreteros, puros pelagatos, en una palabra,

verdaderos mexicanos, exceptuado uno que es el encargado del correo diplomático y al cual me

pegué...” Vemos en esa primera frase expresada sobre los mexicanos sus prejuicios

aristocráticos, los comerciantes, los ferreteros, son iguales a nada, solo es digno de atención un

personaje que participa de alguna manera del poder12 . Se puede ver también aquí expresada la

superioridad natural del occidental, los mexicanos son realmente poca cosa, lo que explica el

comportamiento arrogante que tendrá a todo lo largo de su viaje en sus relaciones con los

habitantes de México. Así ese prejuicio aristocrático, más que racista en el sentido clásico del

XIX y del XX, lo llevará a reconocer las luces y las cualidades de unos cuantos mexicanos13

.

Esos escasos mexicanos que le parecen “tan poco mexicanos” son finalmente siempre hombres

ricos, comerciantes, empresarios, lo que no quiere decir que sea un adulador sistemático de los

representantes del poder o del capital. Al contrario es bastante crítico del estado mexicano y de

los políticos mexicanos en general. De hecho sus juicios críticos son ante todo la expresión de su

enojo porque como llegó a México al final de la era de Santa Anna los problemas políticos

12 Incluso en la descripción de sus relaciones con el General Mayor García Conde, el tono es burlón y un tanto

despectivo, su interés hacia ese personaje es sacarle informaciones frescas y útiles para su viaje: “Pregunto mucho y

haciéndolo con astucia saco una gran cantidad de cosas que me serán útiles y que cada uno considera como tan

triviales que nadie habría pensado en hablarme de ellas.” 13

Así conocerá en Córdoba, Ver. al señor Nieto, uno de sus corresponsales mexicanos, del cual cuenta, “ese

hombre es totalmente europeo por sus maneras”. Si ese mexicano es tan poco mexicano “ es probablemente el único

mexicano que camina rápido, el único que posee una biblioteca científica y una colección de insectos”, pero sobre

todo es un hombre rico que cultiva 1.000,000 de pies de tabaco y 200.000 de cafés y lo recibió muy gentilmente e

incluso le regala una colección de insectos.

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suscitados por el fin de la era de su Alteza van a contrariar la organización de su viaje y sus

proyectos de investigación.

Promiscuidades.

Abordo, antes incluso de expresarse sobre antillanos y mexicanos, su sentimiento de superioridad

aristocrática, se ejerce ya sobre “la raza” (blanca) del personal de servicio. Como la comida y el

servicio no están a la altura de lo que se puede esperar, o de lo que esperaba el joven suizo, este

organiza un movimiento de protesta al cual se unen algunos pasajeros. Exageración o no, según

el relato del incidente a su familia, se hace investir del poder de reorganizar el servicio en el

vapor, cuya máquina por otra parte, está fallando.

Lo que más lo molesta es que en el barco no haya división de clases y eso realmente chocante

para nuestro científico, solo hay un salón para comer:

“Todos comemos revueltos, el resultado es que la gente sin educación se echa sobre los platos

más comestibles. Nuestras comidas son asquerosas. Se cuentan fácilmente 10 platos sobre la

mesa pero son tan detestables que por fuerza tengo que desayunar y cenar papas hervidas.”

Y el colmo es que también los empleados de los viajeros comen en ese mismo salón aunque sea

en un segundo servicio, esto lo pone evidentemente furioso ya que no encuentra otro lugar para

poder escribir tranquilamente más que la mesa del comedor. 14

En su primera carta se esboza así el retrato de nuestro joven ambicioso, su manera de

relacionarse con la gente y su deseo narcisista de dominar e imponer su voluntad y sus intereses

particulares sobre el mundo.

Pero para combatir el aburrimiento y lo tedioso de esos largos días de viaje, el joven científico

soliloquia, a lo mejor para exorcizar cierta angustia, prosigue su reflexión sobre México y los

mexicanos, integrando el fruto de sus conversaciones con los recuerdos de sus estudios. 14 Esa primera carta es interesante no solamente por los prejuicios expresados sino para entender las condiciones de

viaje al interior de esos primeros vapores que no son más que antiguos veleros que han sido adaptados, mal que

bien a la navegación al vapor. También el abasto, así como la formación del personal dejaba mucho que desear si

creemos en el testimonio de nuestro viajero. Y en cuanto a la promiscuidad con las “clases subalternas” escribe

molesto: “Me expulsan (de la única mesa que sirve para comer) para dejar el lugar libre a los domésticos que cenan

también en el salón” (subrayado nuestro: el colmo.)

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Un rito de paso, la aduana

Si México es un país de risa, lo más chistoso es la aduana, afirma nuestro viajero. Leyendo ese

relato entendemos porqué se extiende tanto sobre esa administración mexicana, el tema de la

aduana debía ser recurrente en las conversaciones entre los pasajeros. La regla parecía ser que se

podía pasar “todo lo necesario para el uso personal”, evidentemente eso se presta, dice nuestro

suizo, a una gran corrupción. Cita el ejemplo de un pasajero, Monsieur Alexandre, quien “tiene

el nombre y toda la facha de un peluquero”(sic), y que pasó150 pares de guantes “para su uso

personal”15

.

Pero si realmente el aduanero quiere hacer su trabajo hay que ponerse a gritar y hacer que se

llame al director, quien de todas maneras jamás se molesta en llegar. Pero también si “la cantidad

de relojes, guantes y otros objetos personales pasan de lejos la cantidad que la imaginación más

vagabunda y la indulgencia más elástica permiten...”, lo más natural es dar uno o dos codazos al

aduanero, darle su carta de visita y éste gentilmente cerrará las maletas, pero en la noche se

presentará en el hotel para hacer una visita “desinteresada y amable”.

Por esta corrupción, explica nuestro viajero, México no saca de sus aduanas lo que debería. El

erario nacional no tiene ingresos y en consecuencia los empleados federales no están bien

pagados por lo que se vuelven bandidos.

Bandidos, personajes de novelas.

El suizo introduce así una interesante digresión sobre los bandidos mexicanos, que será un tema

recurrente en todas sus cartas. Sí, estos son muy numerosos en México, pero cuidado, no

pertenecen a una chusma cualquiera, en general son hombres “bien nacidos, bandidos con

buenas maneras.” Aunque informa que si en estos entonces estaban bastante perseguidos,

seguían atracando viajeros, pero solo robaban lo que podían agarrar rápidamente. Esos bandidos

de zarzuela, si pedían temblando, también huían pidiendo perdón, explicando a sus víctimas que

era la miseria la que los había empujado a tomar ese camino, antes habían sido empleados

15

Ese personaje que desprecia así en un primer movimiento -cómo alguien como él tiene que convivir con un peluquero- se revelara después como perteneciente al círculo de los íntimos de Santa Ana y su mujer y probablemente como un agente de las múltiples triquiñuelas financieras de su Altesa Serenísima.

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honestos del gobierno y eso era lo que los había arruinado. En general se podía tratar con ellos y

llegar a un acuerdo y separarse dándose la mano, como “auténticos caballeros”.

Si era cierto que los bandidos eran más numerosos en las grandes vías donde circulaban las

exportaciones de plata mexicana, era también un hecho muy conocido que los atracadores de

caminos secundarios sabían casi siempre lo que había en las maletas de los viajeros, y solo

atacaban muy bien informados. Así para prevenir esas inoportunas intervenciones, explica a su

familia que en las ventas y posadas dejará ver el contenido de sus maletas, llenas de cajitas,

hierbas, insectos y papeles. Y que, si a pesar de todo algún loco se atrevía a atracarlo, asegura,

que abriría fuego con todas sus armas sin titubear.

Las armas son otro tópico que nuestro viajero no deja de mencionar, está orgulloso de sus

pistolas y de sus carabinas de doble cañón. Como viajan a caballo tiene siempre las armas a la

mano, la carabina en la espalda y las pistolas en el cinto. Por la manera tan tensa con la cual

describe el placer y sensación de potencia que le procuran esas armas, se intuye que le gustaría,

si la ocasión se presenta, utilizarlas no solamente contra los patos y animales silvestres que no

pierde la ocasión de matar, para comer y/o aumentar sus colecciones, sino también contra esas

especies de animales tan poco humanos que encuentra a lo largo de su viaje16

.

Si está tan tranquilo de la protección que le procuran sus armas es porque está convencido de

que los ladrones y los mexicanos en general son muy cobardes, y no vacila en escribir: “El

mexicano está hecho de tal manera que no resiste al placer de huir a toda velocidad cuando una

bala chifla cerca de sus orejas.” Está convencido de que los mexicanos eran tan cobardes que era

suficiente con matar a un bandido para que los otros 24 huyeran despavoridos.

Justicia de zarzuela

Y en ese monólogo que redacta para su familia por asociación de ideas, la imagen de los

bandidos lo lleva directamente a hablar de la justicia. También la justicia mexicana es de risa, o

más bien, no existe si como escribe: “la justicia mexicana es de una admirable organización:

16

Viendo en Veracruz el espectáculo de una cuerda de forzados, escribe “viendo estas caras sombrías y barbudas,

como no se ven en Europa, me parecía tenerlos en la mira de mi carabina”

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cada quien se hace justicia a sí mismo”, fórmula humorística que para un suizo ilustrado llega a

negar la misma posibilidad de la Justicia. Si tu sirviente te roba, explica, hay que darle una buena

tunda a palos, pero sin testigos, sino se podría quejar a un juez, que aunque el sirviente fuera

culpable condenaría al amo, porque es el único que tiene dinero para pagar una multa. Si todo se

hace sin testigos, “el sirviente no se atreverá a quejarse, porque el amo mexicano tiene la

costumbre de mentir, negará todo, llegará incluso a sostener que ni conoce a su sirviente”.

Esos primeros escritos redactados en la promiscuidad de los primeros barcos de vapor, nos ha

permitido esbozar un primer retrato de nuestro viajero y observar que ese lleva consigo ya, antes

de llegar a las tierras americanas muchos de los prejuicios que ordenaran sus relaciones con los

americanos.

II América ya llegue. El conde Henri en las Antillas

Pero como El Paraná se demora por múltiples descomposturas en el Atlántico, cuando llega a

Santo Tomás donde el viajero debía tomar su correspondencia para México ésta se había ido ya.

Condenado a viajar de isla en isla, el texto de sus cartas se olvida de México y de los mexicanos

para consagrarse a la descripción de una región que no pensaba visitar. Si el viajero está furioso

por ese contratiempo que perturba sus planes, para nosotros será una fuente infinita de reflexión

por la reiteración jubilosa de sus prejuicios frente a la realidad contrastada de las Antillas.

-Las maravillas de Saint Thomas.

La primera carta americana la redacta en Santo Tomás, pequeña colonia danesa y punto de

encuentro de diversas líneas de navegación que unen a Europa con las Américas, empieza con

descripciones muy pintorescas, los viajeros escapan por fin a la promiscuidad forzada de la vida

en el vapor, y el cambio de alimentación es bienvenido17 . El viajero tiene la impresión de haber

llegado a una “decoración de teatro, pero una decoración animada”y “cuando encontramos

17 “Hacemos comidas deliciosas de pescados voladores, de bananas, patatas y cocos” pero pronto el viajero forzado

a navegar sin rumbo por las Antillas, sin encontrar un barco para México, no tardará en vomitar gran parte de esa

nueva cocina.

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negras cargando canastas llenas de naranjas y de frutos de formas extrañas creímos estar en la

ópera”. Nada parece poder alterar el sentimiento de felicidad que le procura el descubrimiento

de ese nuevo mundo americano.

Negros extraordinarios

En ese paisaje, negros y negras, mariposas, ciempiés y lagartijas tienen el mismo estatuto, son

partes del paisaje. Pero algo rápidamente choca a nuestro viajero. En esa próspera colonia danesa

los negros “parecen muy felices, son propietarios de tiendas, se pasean muy bien vestidos,

incluso hay algunos vestidos con elegancia y que tienen maneras distinguidas”. El correo

incluso esta en manos negras, “parece como si aquí escapasen los negros a la regla común” y

“cosa extraordinaria, los negros prosperan y se civilizan sin golpes de palos”. En efecto solo ve

negros “trabajadores, activos, sonrientes”, no ve a esos tradicionales negros de caricatura ni de

sus prejuicios, insolentes, sucios, harapientos y todo el día acostados tomando el sol.

Pero para nuestro joven científico, esa aparente prosperidad de los negros de Santo Tomas no

les quitaba “su negritud”,

“ a pesar de todas estas cualidades, siguen siempre siendo negros, la riqueza no va con su color,

nada es más grotesco que el observar a uno de estos morricaud18

con aspecto muy respetable,

canoso, con lentes cercados de plata, examinando su reloj en la puerta de su tiendota y

aparentando que no le molesta su saco hecho a la medida, ni el cuello estrangulado por una

corbata perfectamente anudada.”

Los negros en esta isla son muy felices, cantan todo el día, lo que constituye un ruido de fondo

muy agradable, de noche bailan y siguen cantando “sus cantos monótonos pero armoniosos”, en

el puerto, a la luz de la luna.19

Criollos degenerados

18

La palabra Morricaud que utiliza en contraste con la descripción del aspecto respetable y civilizado de esos

comerciantes, es voluntariamente despectiva y constituye un intento por hacer ver a sus corresponsales lo inaudito

del espectáculo. La palabra “morricaud” se empleará de manera despectiva en Francia durante toda la época colonial

para designar a casi a todos los no blancos europeos.

19 Esa descripción aparentemente positiva de la felicidad de los negros de Santo Tomas no debe engañarnos, para

un suizo de esa clase social y esa época como para muchos europeos del mismo rango, hay algo de obsceno e

indecente en esas manifestaciones gratuitas y públicas de felicidad. En su incontinencia festiva, en esa incapacidad

de refrenar sus emociones de placer, estos negros demuestran que finalmente a pesar del éxito económico aparente

de algunos de ellos, son solo primitivos.

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Pero no hay solo negros y mulatos en Santo Tomas para sorprenderlo, las costumbres de los

criollos llaman su atención, aunque hoy podemos preguntarnos si su mirada aquí también no está

falseada por la añeja visión de los criollos americanos producida por las Luces europeas, y que

trajo con él, por esos criollos degenerados que describía Cornelius de Paw y enfurecían tanto a

nuestro Clavijero. Después de escribir que las mujeres criollas “son de una blancura notable”,

afirma que “los criollos tienen un miedo fenomenal al sol”. Los europeos, incluso, tienen una

mejor constitución y resistencia al sol, pueden caminar bajo sus rayos mucho mejor que ellos,

que no pueden caminar con rapidez sin caer en un ataque de nervios. Solo salen temprano o al

anochecer y bajo enormes panamas que los protegen del sol, “el resto del tiempo duermen bajo

sus mosquiteros y beben ron”. Resultado, todos los comerciantes criollos están borrachos al

mediodía. Con esta última condena acaba su retrato, pero nosotros podemos interrogarnos si este

retrato desfavorable del criollo no debe ponerse en paralelo con el éxito de los negros, será la

especie de degeneración de los criollos la que permite y sostiene el extraño y fuera de lo común

éxito negro. Una naturaleza para el pincel

La mayor parte de esa primera carta americana esta dedicada a la descripción de la naturaleza

antillana cuya seducción intenta hacer compartir a sus familiares, aunque no encuentre las

palabras para describir ese encantamiento.

“Las palabras son vanas, hay que haberlo visto. Creo que nadie podría pintar este efecto, porque

cada país tiene su poesía propia y estos lugares por donde navegamos solo podrían ser recreados

por pintores que los hubieran estudiado durante mucho tiempo.”

El viaje tiene que continuar finalmente su vapor ha puesto el cabo sobre Haití. Si la comida a

bordo sigue igual y los mal educados siguen comportándose como siempre, “les hicieron el

favor” de embarcar frutas tropicales, naranjas, piñas, cocos. Pero el viajero ya no los aprecia

porque está de muy mal humor, su deriva sin fin a través de las Antillas lo pone furioso. La

escala forzada que tiene que hacer en Haití no estaba prevista y nada sucede como lo había

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planeado. Incluso un corto viaje a Jamaica no dio los frutos esperados, fue a esa posesión

inglesa para obtener dinero, pero el representante local de su banco inglés no quiso pagarle una

carta de cambio y tuvo que regresar con su mismo vapor a Santo Tomas y sin dinero.

B) Haití y los haitianos vistos por el conde Henri

Llegando a Haití sabe que su estancia ahí no es muy bienvenida, las autoridades no acuerdan

fácilmente permiso para visitar el país, ambas cosas llenan su pluma de acidez.20 El encanto de

los trópicos se está esfumando, y si las frutas son las que reciben las primeras gotas de su humor

ácido, Haití, sus habitantes, su gobierno, van a recibir un diluvio de juicios negativos cuyo

desprecio alcanza proporciones impresionantes.21 Finalmente encuentra un pequeño interés en

ese viaje forzado y considera que esos contratiempos le permitirán visitar “un país enteramente

nuevo, que muy pocos viajeros han visitado aún, que nadie ha explorado”, aunque lamenta el

numero restringido de días que se le acordaron.22 Conforme a su costumbre contacta

inmediatamente a los cónsules, representantes de las potencias europeas y logra hacer con la

ayuda de estos personajes que su dinero le sea pagado.

Su atracción por los uniformes que marcan el rango y enuncian a la persona, se ve confrontado

con el estado lamentable, uniformes hechos jirones, armas inservibles, soldados descalzos o con

chanclas del ejército Haitiano lo que le permite hacer digresiones llenas de humor despectivo

sobre ese ejército de negros en un país de puros negros. Al leer esas páginas es evidente que

20 “Tienen derecho de poseer y habitar en este imperio (Haiti) solo los negros y hombres de color.”p.50 Al

desembarcar se siente mal, “en posición precaria” porque “los blancos son tolerados en este país y nada más”, pero

el que más se burla con manifestaciones ruidosas de la garita de la aduana de Haití es su sirviente Marc..

21 Si las naranjas son una santa bendición en este país, las piñas, son bastante ácidas y en cuanto a los cocos, no

valen nada. “Los he probado porque leí hace 19 años el “Robinson Suizo” (una de las muchas imitaciones que

suscitó el éxito del Robinson Crusoe de Daniel de Foe) pero francamente considero que Robinson era muy tonto por

pasarse toda una tarde lanzando piedras a los monos para procurarse ese fruto sin sabor”

22 De Saussure da dos razones a la restricción de ingreso a extranjeros; la primera es que “Soulouque (el emperador

de Haiti) no deja entrar a nadie, ni permite recorrer el interior, temiendo que la riqueza del suelo pusiera a prueba la

avidez del extranjero...” Explicación demasiado racional para ese ilustrado quien propone también otra: “los

haitianos sienten muy bien su inferioridad natural, creen que los blancos son brujos y que si se instalan en la isla, se

apoderarán de ella.” p 55.

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nuestro viajero las escribió con un placer intenso, parece una revancha contra aquellos negros tan

limpios, tan cuidadosos de sí mismos, tan exitosos de Saint Thomas, en Haití el naturalista

encuentra por fin a “sus” verdaderos negros. Se burla del viejo emperador que gobierna ese

extraño país y que un día mandó un ejército de 18,000 hombres para liberar a sus hermanos

negros de Santo Domingo pero que fue parado por un solo cañonero suizo que acabó con 5,000

de esos soldados libertadores.

Nuestro científico visita a las autoridades y describe al gobernador de la provincia de Jacmel,

puerto donde está autorizado a residir: “Es el más pobre diablo del imperio. Su casa es una de las

más humildes... el hombre es digno de ser visto, es la bestia más curiosa de Jacmel. Pasa por

incorruptible...” pero en lugar de ser una cualidad, la honorabilidad de un negro parece más bien

ser la prueba de la completa estupidez del personaje. Pero lo que más molesta a nuestro

ilustrado, es que aquel tenga la costumbre de decir, a los escasos extranjeros de paso por su

circunscripción, que si se pica a un negro y a un blanco la sangre que sale es roja, idéntica en los

dos casos, por lo tanto, “la identidad más perfecta entre las dos razas es demostrada.”

Constatación a la cual nuestro ilustrado añade, para su parentela, que si se pica a un burro y al

duque la sangre es igualmente roja, por lo tanto el duque es un burro.23

En otra carta vuelve a

describir a ese personaje:

“Es un hombre grande de 6 pies y tantas pulgadas, perfectamente proporcionado. En Cuba

valdría 3,000 francos. Negro completo, color de carbón, porque hay negros de todos los colores y

son menos parecidos a los gorilas mientras más se acercan al moreno o al amarillo.”

Sabía muy bien que para tener audiencia con el duque había que pedirla con antelación, pero

cómo, ¿hacer antesala para ser recibido por un negro? Así se presenta repentinamente exigiendo

ser recibido. Los oficiales del gobernador lo hacen esperar un buen momento, sin una palabra, y

rápidamente se siente ofendido y exasperado. Describe así la comunicación que esboza con ellos:

“Cuando el primer oficial me dirige sonoros gruñidos de puerco (la palabra no es exagerada). En

efecto, el negro os advierte con un sonido, un ruido, un gruñido pero su inteligencia jamás le

permite dar una explicación”24

.

23

Op.cit., p74 24

Op. cit.,p.76.

Page 16: El señor conde y la humanidad

16

Otra manera de burlarse de los haitianos es hablar de sus sacerdotes, que son según él, todos

usureros, borrachos, ladrones y tienen casi todos un harén a su disposición. Estos defectos

humanos no impiden que estos sacerdotes inmorales sean siempre acorralados por feligreses

“horriblemente supersticiosos” que los adoran, otra prueba según él de su total estupidez.25

Finalmente confiesa que le es muy difícil describir lo que ve en ese país y reportarlo con

exactitud, porque el lenguaje traiciona toda posibilidad de un relato fiel, e inmediatamente da un

ejemplo de su imposibilidad semántica con un chiste eminentemente “racista”. Cuando en Suiza

“se habla de tal ministro o de tal general, uno se representa a un ministro o a un general, pero

aquí es diferente porque el primero es un orangután y el segundo un mono capuchino.”

Su relación con la naturaleza americana es ambigua, oscila siempre entre lo maravilloso-poético

e incluso épico y un realismo negativo y vengador. Así si hay bellezas en las Antillas como las

que les describió ya, estas tienen que ser pagadas muy caro por todo tipo de desavenencias y

tribulaciones. Y los que han escrito sobre esos países lejanos, los que “ halagan las bellezas de

los mares y de las Antillas son gente que no ha conocido más que las insípidas llanuras de París o

Londres, porque cuando se ha visto Suiza, se ha visto todo”. Es evidente que Suiza es para él el

parangón, la medida de toda vida social y cultural pero también la naturaleza de Suiza, sus lagos,

montes y valles son los instrumentos con los cuales mide siempre los paisajes que descubre.

Las bellezas de la naturaleza tropical contrastan con la estupidez de los habitantes, así cuenta que

despuntando el día, como se había perdido cuando regresaba a Jacmel, lanzó su caballo hacia

una casita que vio a lo lejos con la intención de pedir la dirección para llegar a la ciudad. El

relato de ese encuentro y de las conclusiones que saca son ejemplares de la manera de actuar de

un petit blanc cuando está convencido de su superioridad natural.

25 Afirma también que en Francia cuando un cura se revela muy aficionado a la cosa venérea y se convierte en un

escándalo, se manda al susodicho a las colonias y si sigue así finalmente lo mandan a Haití. Incluso cuenta que

encontró a un personaje particularmente especial que estaba excomulgado pero seguía en sus funciones. Da el

ejemplo de un corso de 80 años, pastor de Jacmel, que no pudo hablarle de otra cosa más que de sus mujeres y de su

ron.p.59.

Page 17: El señor conde y la humanidad

17

“...despierto a la gente haciendo dar coces a mi caballo contra la puerta. Rápidamente tres negros

con cara de espanto salen medio desnudos. Uno dice que hay que continuar, otro que hay que

regresar, el tercero quiere mandarnos por una vereda que nos llevaría a perdernos en el monte.

Es imposibledar cuenta del estado limitado del negro que no ha sido educado. Es apenas un ser

humano, el lenguaje se le dio al nacer, pero el raciocinio le es imposible”26

Con esta actitud frente al mundo negro es evidente que nada le parece prohibido, así al querer

visitar los jardines privados de la residencia del emperador, frente a la prohibición que le hace un

oficial concluye:

“ Nada es más chistoso que oír a un alto funcionario cubierto de galones de oro hablar el

lenguaje limitado e inocente de los negros. De cualquier manera un negro es siempre ridículo en

un hermoso traje, pero si además se le oye hablar, uno se inclina hacia esas cosas que nadie se

atreve a pensar desde que leyó La casa del tío Tom, les puedo asegurar que el tío Tom está muy

bien en teoría (como los viajes) pero de la teoría a la práctica hay un trecho. El Tío Tom es

sublime, pero Montesquieu dijo que había solo un paso de lo sublime al galimatías”27 .

Su reflexión sobre la economía de las Antillas también lo lleva a reconocer el papel fundamental

de la población de origen africana

“ Los negros son verdaderamente de una inmensa ayuda en las colonias: los europeos mueren

por la fiebre como moscas y sin los negros ningún trabajo pesado podría ser realizado; los barcos

estarían sin tripulación, los puertos sin cargadores, las campiñas sin operarios. En tierra esta raza

es de una gran impertinencia, pero en el mar mandada por oficiales ingleses, forma excelentes

marineros y excelentes servidores” 28

Reconocido el papel fundamental de esa mano de obra le queda por tocar el tema de la esclavitud

porque el problema para él es cómo hacer trabajar a los negros si éstos son liberados. En su

viaje forzado e imprevisto a las diferentes islas de las Antillas se da cuenta de la complejidad del

problema de la abolición.

“Es una verdadera lástima ver a todas las colonias que hemos encontrado en nuestro camino

arruinadas, abandonadas, destruidas, en todos los lugares donde la esclavitud ha sido abolida, el

26 Henri de Saussure, op cit .p.69

27 Henri de Saussure, op cit .p.74

28 Henri de Saussure, op cit .p.87 Pero un texto como el de nuestro viajero no sirve solo par enterarnos de los

prejuicios raciales de los europeos. Como se trata de un viajero observador su texto podría también servir para

encontrar informaciones sobre el papel de las potencias europeas en Haití, en ese periodo mal conocido, de las

funciones imperialistas de esos cónsules extranjeros y particularmente del cónsul Francés Reybaud que conoció.

Page 18: El señor conde y la humanidad

18

espectáculo del país es espantoso, cuando al contrario, Puerto Rico ofrece un espectáculo

floreciente, de lo más limpio del mundo. La Habana es también, me han dicho, una ciudad

soberbia, pero al contrario, todo lo que se ve en Jamaica y Haití no es más que un conjunto de

barracas. En efecto, desde el momento en el cual el negro esta libre, ya no trabaja y como el

europeo no puede trabajar en los trópicos e incluso los chinos mueren al desembarcar, las tierras

siguen abandonadas y se transforman en ruinas.29

Al llegar a Cuba y a pesar de las restricciones del poder colonial español que teme una invasión

de filibusteros yankees, no puede evitar retomar el problema de la esclavitud.

“En Cuba el negro es el hombre más feliz del mundo... es el amo de su amo. En efecto, no le

pegan por lo que se vuelve holgazán e impone una inercia a su amo que su molicie criolla no

logra vencer. A la larga se le deja hacer lo que quiera.”

En su reflexión aparecen los viejos argumentos que desde el fin del XVIII animaban ya los

debates en la Societe des amis des noirs, donde lo que estaba realmente en juego, no era tanto la

emancipación de los negros, sino la demostración de que visto desde la naciente economía

política ese sistema era obsoleto. Porque nuestro viajero estima que si “el negro es un detestable

doméstico” finalmente era una mano de obra muy cara, si se consideraba su precio de compra, de

3 a 4,000 francos, además de que había que vestirlo y mantenerlo, por lo que el dueño arriesgaba

a perder su capital.

Pero sus reflexiones sobre la esclavitud no son solamente teóricas, como pudieran ser las de un

ilustrado europeo de finales del siglo XVIII, es confrontado con la realidad que ve en sus viajes y

tiene que tomar en cuenta la gran falta de mano de obra necesaria para un crecimiento económico

de las Antillas. Porque si no hay crecimiento autónomo, está convencido de que los yankees se

apoderarán de éstas y particularmente de Cuba. Veremos más adelante cómo se sostiene ese odio

a los yankees, pero solo mencionaremos aquí el rechazo a ciertas formas de la eficacia

capitalista, nuestro ilustrado quiere un mundo de progreso pero que conserve las antiguas

jerarquías y valores aristocráticos, y particularmente la idea de que hay hombres nacidos para ser

29 Henri de Saussure, op cit .p.89

Page 19: El señor conde y la humanidad

19

amos por sus eminentes cualidades naturales, y éstos en general son europeos, y hay otros

hechos para servir y obedecer, es decir, el resto de la humanidad.

Pero regresando al modo de solucionar el problema de la esclavitud, que es antes que nada un

problema pragmático de economía y en ningún momento puede ser moral, en la medida en que,

de hecho, no reconoce a los “negros” una humanidad semejante a la suya, piensa que no hay

solución. Porque intenta pensar más allá de la suerte de la población esclava y más del desarrollo

global del área, se da cuenta de que no hay solución porque

“ahora que la trata de negros encuentra obstáculos, falta mano de obra y se hacen venir chinos

que aunque libres son más esclavos que los negros. Y a pesar de todo falta mano de obra.”

C) Cuba, un destino incierto.

En sus cartas escritas desde Cuba seguirá retomando el problema de la esclavitud. Así

encontramos el relato de la visita a dos plantaciones que pueden parecer como arquetípicas del

debate sobre la abolición de la esclavitud.

Paternalismo y modernización

La primera plantación azucarera es la de un hacendado inteligente, modernista, que introdujo el

vapor para moler y trabajar el azúcar, que ha transformado sus medios de producción, que utiliza

las técnicas más modernas para el refinamiento del azúcar y trata con relativa “humanidad” a sus

esclavos. En este relato vemos cómo el joven Henri se identifica con este tipo de amo y de

organización del trabajo.

Está muy sorprendido por ese dueño que lo recibe con los brazos abiertos, es un hombre que ha

viajado, ilustrado al punto que incluso ha leído algunas obras de su abuelo. Cuando llega a esa

hacienda reina una gran excitación porque se está llevando a cabo la primera experiencia de

refinamiento del azúcar con el bisulfito de calcio.30 A la hora de la comida él y su sirviente son

30 Ese hacendado particularmente dinámico no es un criollo cubano, originario de Santo Domingo, “expulsado

durante la insurrección” vivió un tiempo en los Estados Unidos antes de instalarse en Cuba. Antes de sembrar caña

su hacienda era de café pero fue totalmente arrasada por un huracán en 1848 que “arrancó del suelo cafetos,

cocoteros, casas y hasta a los hombres. La volvió empresa azucarera porque el azúcar da ingresos casi inmediatos

mientras que el café necesita varios años.”

Page 20: El señor conde y la humanidad

20

invitados y comparten una excelente cena con un sabroso vino de Málaga. Durante la comida,

recuerda el viajero, el amo no hablo de otra cosa más que de la felicidad de sus negros y del

famoso bisulfito. Escéptico, nuestro viajero visita la hacienda y debe constatar que hay algo de

verdadero en los propósitos del amo y nos confía que “es un placer ver los procedimientos

mecánicos que han reemplazado los brazos de los negros” Aunque la zafra sigue siendo a mano,

el vapor ha transformado el aspecto tradicional de la hacienda que se parece más a una fábrica.

Efectivamente los esclavos que puede ver tienen un aire de alegría, aunque nos dice que trabajan

16 horas diarias, también añade que pudo constatar que no era ningún trabajo rudo31

. Estos

esclavos están muy bien alimentados e incluso el amo les da un día de descanso cada 10 días.32

Pero esta benevolencia tiene una explicación personal: el dueño siendo niño fue salvado por un

esclavo en Santo Domingo y desde ese día ése se quedó con él hasta su muerte.

Aunque también menciona, sin comentarios, que hay guardias y grupos de perros “en cada

habitación que no dicen nada a los blancos pero ladran a los negros”.

No todos los azucareros son como el Sr. Chartrand, nuestro viajero relatará otra visita a un

ingenio en la misma región de Matanzas, donde la situación es enteramente diferente.

Pero no olvida de apuntar para sus lectores, que el aparente “humanismo” del Sr. Chartrand tiene

también y ante todo muy buenos resultados económicos, así como sus esclavos están bien

alimentados y procura darles medicinas cuando es necesario, durante la última epidemia de

cólera en la región, no perdió un solo esclavo, lo que no fue el caso de otros dueños menos

cuidadosos de su mano de obra, recuerda con todo su realismo económico que “cuando un

hacendado pierde 20 negros, pierde 100.000 francos”. Afirmaciones como esta nos recuerdan

que estamos en una reflexión económica sobre la esclavitud y jamás en una discusión moral

sobre la naturaleza y estatuto “del negro” o de la esclavitud.

31

Actualmente la cifra de 16 horas de trabajo nos parece algo terrible y muy cínica de parte de “un amigo de los

negros”, pero recordemos y comparemos no con nuestra época sino con las condiciones de trabajos de los obreros,

mujeres y niños en la naciente industria europea de la época.

32 La hacienda del Sr Chartrand tiene 80 esclavos, 50 en la producción de azúcar y 30 en el servicio y produce

según Henri de Saussure 800,000 libras de azúcar.

Page 21: El señor conde y la humanidad

21

Explotación mortífera

La segunda visita a una hacienda azucarera que encontramos en sus cartas es a una medio

arruinada en manos de un capataz vasco, nada familiar ni mínimamente amable, más bien avaro

y duro “que maltrata a los negros y vive como un perro en su guarida”.

El espectáculo, más bien inhumano, deprime al viajero:

“Nada es más triste que ver a 400 negros trabajando a latigazos dominados por un pequeño

numero de blancos, aquí nada de canto, de alegría, solo un trabajo lento y maquinal. Aquí el

negro no es más que un animal de trabajo al que se hace trabajar hasta su muerte para enriquecer

a un particular que vive en Paris.”

Aquí también encontramos uno de los temas de los discursos ilustrados de finales del XVIII,

sobre la irresponsabilidad social de los grandes propietarios ausentistas. Si hay que someter a los

esclavos con el látigo es por la culpa de un dueño irresponsable que vive a miles de kilómetros.

Sin la presencia activa y pensante del amo no hay otra vía que de maltratar a los esclavos,

sacándoles todo lo que se puede. Departiendo con el viajero, el capataz le confiará incluso que:

“No me quedaré ni 24 horas si se proclama la emancipación, los hacemos sufrir demasiado para

que nos perdonen”.

Pero se harta pronto del espectáculo de las grandes regiones productoras de azúcar y se regresan

a La Habana.

“No me gustan estos inmensos corrales quemados por el sol, estos latigazos que resuenan hasta

las entrañas de un europeo, ni estos perros caza-negros que merodean amenazadores en todos los

edificios, ni el trabajo silencioso de la esclavitud”.

En conclusión la posición de Saussure frente a la esclavitud es ambigua. Una cosa si está clara,

no le gustan los abolicionistas, la repetición de esa afirmación confirma que la abolición sigue

siendo un debate fundamental en esa época, ha leído ya varios libros y como todo el mundo

cultivado de su época La Casa del Tío Tom no le gustó.

“En los últimos años los abolicionistas recorren la isla, se hacen nutrir y alojar por los dueños de

las plantaciones de caña y después dicen 100 estupideces en sus libros” .

...Cierto nadie más que yo desea ver acabar la esclavitud pero encuentro a estos abolicionistas

absurdos en sus libros, para empezar el del Tío Tom. Todos parten de una mala primicia, quieren

Page 22: El señor conde y la humanidad

22

arruinar a los propietarios para meter en el paraíso terrenal a esa mala raza del negro, incluso

algunos excitan a los esclavos contra sus amos y estarían encantados de ver estallar una guerra

de negros”.

El problema de la esclavitud no era un problema moral sino de eficacia económica y como está

convencido de que sin amo el negro no hacía nada, no puede imaginar solución alguna para la

economía de las Antillas, considerando muy realistamente que solo puede subsistir por el trabajo

de la mano de obra negra. Aunque ha tenido varios ejemplos de eficacia negra en San Tomas o

en la finca de Chartran, son sus propios prejuicios de clase lo que le impiden razonar fríamente y

construir esa lógica económica que parece interesarle ante todo. Sus prejuicios aristocratizantes

se oponen definitivamente a que pueda considerar a los negros como hombres iguales a él, si

para él son solo un eslabón primitivo y lejano entre el simio y el hombre. Es por eso que lo que

reprocha a los abolicionistas no es la denuncia de la terrible suerte cotidiana de los esclavos, que

ha observado con sus propios ojos, sino al hecho de pretender considerarlos como seres

humanos con los mismos derechos fundamentales que los suyos. Es ese rechazo de la igualdad

humana proveniente de las antiguas identidades jerárquicas, que las teorías científicas

raciológicas de las décadas siguientes, con el racismo científico, vendrán a confortar y a

sistematizar.

Españoles y criollos.

Reflexionando sobre lo que ve, o cree ver en Cuba nuestro viajero irá esbozando para su familia,

lo que cree ser la esencia del carácter español. La mirada que deja caer sobre Cuba será siempre

la de un ojo dominador y seguro de sí mismo. Si en esta colonia todo parece más civilizado que

en Haití, reconoce que en la isla se puede observar “una civilización muy especial, enteramente

española”. Para caracterizar esa excepcionalidad española vemos que utiliza un estereotipo ya

muy clásico en Europa que afirmaba que “África empieza en los Pirineos”, o como lo escribe de

Saussure, “Europa, es bien conocido, se termina en los Pirineos”. Así si España ya es África,

Page 23: El señor conde y la humanidad

23

entendemos mejor porqué, al terminar su descripción de las grandes aficiones de ese país, las

peleas de gallos y las corridas de toros, espectáculos que considera grotescos y salvajes, puede

escribir “paso ahora a los negros, solo hay un paso que dar”33

.

La vida en La Habana

Por su exotismo la ciudad de La Habana le gustó, y por eso escribe que

“es una soberbia ciudad, pero una ciudad española. Su arquitectura es admirable en los trópicos,

va muy bien con las palmeras y la tierra quemada del país, desgraciadamente las calles son

estrechas y fangosas.”34

Cómo solo algunas están pavimentadas, en las otras los coches transiten a trancazos en el barro

entre profundos baches, concluye que no hay que sorprenderse de eso ya que “es lo propio de

las colonias”35

.

Si recordamos que nuestro viajero es un ser apurado que lleva meses paseándose contra su

voluntad por Las Antillas, podemos entender porqué tanto el ritmo de vida colonial como las

complicaciones impuestas por la burocracia de la administración española lo exasperan. “Todo

es muy lento, a la española”. Esa lentitud, escribirá más tarde, impregna toda la vida social y

económica, llegando a infectar incluso a las escasas empresas americanas.

El primer contratiempo es que cómo no había previsto pasar por esa isla no llevaba visa, las

autoridades no lo dejan desembarcar. Tiene que llamar al cónsul suizo, dueño naturalmente de

una tienda de relojes, quien intercede con el gobernador para que se les autorice bajar pagando

solo los derechos usuales, exceptuando las fuertes multas de castigo por no traer ese requisito.

Se queja de que toda esa burocracia colonial encargada de hacer cumplir tantos reglamentos

confusos y contradictorios no sirve de nada, pero como ya existe esa bendita institución española

33

Entendido como un juego de palabras, entre la proximidad física, España solo está separada de África por el

estrecho de Gibraltar y la proximidad moral entre Españoles y negros. 34

Op.cit., p.97. 35

Ese juicio elíptico sobre las colonias nos indica cómo se representa nuestro viajero una colonia, un lugar donde se

enfrentan dos espacios, el de la cultura, una soberbia ciudad (aunque sea solo española) y el mundo de la naturaleza,

a veces admirable pero indómito y peligroso. El viajero finge aquí olvidarse del estado lamentable de algunas

ciudades europeas en esa época, e incluso que la pavimentación sistemática de las grandes capitales de Europa data

solo de la mitad del siglo precedente.

Page 24: El señor conde y la humanidad

24

del coyote, éstos se encargan de desembarcarlos y de allanar las mil dificultades contra una corta

remuneración.

Al pasar los días, el ritmo de decisión de la administración española lo pone realmente frenético

“se necesitan días para las cosas más sencillas”, por suerte la ayuda del cónsul es decisiva y logra

obtener visa y pasar la aduana sin problemas. Se fascina con la originalidad de los uniformes de

los soldados y de la policía española, en general los uniformes le fascinan, afirma que “lo militar

es muy hermoso, agrada al ojo”36

. Si los uniformes son muy vistosos, confiesa también que por

desgracia “la música de los regimientos negros de Jamaica es superior a la de los militares

españoles de Cuba.”37

La barbaridad española.

De la “vida cultural en la colonia española”, las primeras cosas que describe son las peleas de

gallo y las corridas que, junto con la tumba de Colón, son las tres cosas que el europeo tiene que

ir a ver en la isla al desembarcar.

Las peleas de gallos se asemejan “a una asamblea de locos vociferando hasta la ronquera” y las

corridas son “el gran espectáculo del lugar, hay que haber nacido español para encontrar el

menor placer a esta serie de escenas tan crueles como asquerosas”. Lo único que gozó del

espectáculo fue, otra vez, los uniformes, la entrada de las cuadrillas con sus trajes de luceslo

maravilla, incluso confiesa que si pudiera se compraría uno para ir al baile en Ginebra.

36

Frente al antimilitarismo declarado de las inteligentsias de finales del siglo XX, esa fascinación de un joven

suizo, país de donde saldrá el fundador de la cruz roja, revela a contrario cosas muy interesantes y poco estudiadas

sobre el estatuto en el imaginario social de ese periodo del militar y de la guerra, cuyo análisis debería ir más allá de

una visión mecanicista que lo reduce muchas veces al estudio de un simple estamento con sus fueros y privilegios. 37

Op. cit., p.92. No es que reconozca aquí las dotes musicales de los negros, burlados en cartas anteriores, sino de

esa incapacidad española de producir ahora algo artístico, una bella música militar con orquesta de cobres. La

grandeza de España pertenece para él definitivamente al pasado, si soldados negros bien dirigidos y controlados por

amos ingleses logran superarlos en ese estilo musical que gusta particularmente en esa época. La superioridad

artística solo puede provenir de la capacidad innata de los ingleses de domesticar con eficacia a la raza negra. Ya

explicó en páginas anteriores cómo en el mar esos haraganes negros, se convierten en marineros eficaces bajo la

mirada (y el látigo) de los oficiales ingleses. Nada extraño por lo tanto que estos soldados españoles como sus

superiores inmersos en el mundo de la naturaleza sean incapaces de superar a los brutos negros bien dirigidos.

Recordemos que a lo largo de su viaje comparando por ejemplo a indios y negros siempre recordará que si el indio

es capaz de perfeccionamiento, bien dirigido (por mentores europeos se entiende), el negro al contrario, es incapaz

de superación y condenado para siempre a la brutalidad.

Page 25: El señor conde y la humanidad

25

No entendió nada de esa manifestación cultural típicamente hispana. Describe la corrida

mofándose y concluye que mientras más sangre, caballos destripados, picadores o toreros

heridos, más hermosa y más exitosa ha sido la corrida.

Estas páginas encantarán a los estudiosos de esa práctica porque describe un espectáculo bastante

diferente a los rituales de la corrida actual. Vemos por ejemplo como se prende fuego a un toro

demasiado manso, o un combate de perros contra un toro. Nada extraña que nuestro ilustrado

suizo pueda escribir: “todo este espectáculo es cruel, horrible, repelente... no entiendo mucho a

los toreros que se dan en espectáculo y son tan viles para divertir a un populacho que aplaudirá

su muerte”38

.

Todo es deprimente para él, los toros flacos casi incapaces de moverse, los caballos cegados

recibiendo cornadas que les sacan las vísceras. Pero más que el espectáculo del sufrimiento

animal y de los flujos de sangre lo que le choca es el “vil populacho que ríe”. Pero, rectifica en

seguida, ni tan populacho, si a ese espectáculo sangriento y repugnante, asiste la sociedad de La

Habana, condes, alcaldes, señoras e incluso el gobernador. Es un espectáculo bárbaro para un

pueblo de bárbaros. Mientras más sangre corra, el público grita más fuerte su satisfacción.

“Lo realmente curioso es el conjunto de los espectadores. Esas caras apasionadas, esos aullidos,

esos gestos, uno se cree en un hospital de orates”39

Carácter del Español.

Si la imagen de los combates de gladiadores viene inmediatamente a su pluma, es porque esas

manifestaciones romanas ya anunciaban según él, la decadencia irremediable de Roma, la corrida

se transforma así en la muestra visible de la decadencia española. Repite “hay que haber nacido

español para agarrarle gusto a ese espectáculo”, el retrato que esboza del español está de acuerdo

con su gusto por esas manifestaciones bárbaras. Escribe que si todos los españoles tienen cara de

asesinos, felizmente su aspecto no corresponde a su personalidad. En el fondo no tienen chiste y

son mil veces más infantiles que los campesinos suizos, además no tienen ningún sentimiento

38

Op cit ., p.96. 39

Op. cit p.97

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26

profundo. Porque los españoles “no reflexionan jamás, todo es pasión en ellos”. Afirma a sus

lectores que esa poca civilización se refleja incluso en su vocabulario- que ignora en gran parte

no lo olvidemos-el español está lleno de expresiones simples y triviales.40

Si el español y el

francés -que él habla - son lenguas hermanas “una se crió en la ciudad y la otra en el campo.”41

En La Habana asiste a otras actividades culturales como el teatro, pero tampoco le gustó lo que

vio. En todos los teatros generalmente gesticulaban de manera grotesca actores de todos los

países. Cuenta que así vio “estropear la ópera italiana Lucia.”42

Si los espectáculos son malos,

no es solo porque los actores sean malos, sino porque el espectador es inculto y no sabe juzgar

el trabajo de los actores. Como también su falta de modales y de cultura le impiden medir su

entusiasmo, éste grita sin medida, hace grandes gestos, aplaude a lo loco. Y concluye “es todo un

placer ser artista en este país.”43

Es ese déficit civilizacional lo que explica por ejemplo el fanatismo religioso español. Si

encuentra bellas iglesias en pequeños pueblos recuerda que para su construcción se arruinaron

fortunas, que aunque no lo explicita claramente, hubieran sido mejor utilizadas en otros fines,

en la mejoría de la producción agrícola por ejemplo44

.

Cuba, economía presente y futura.

Constata que Cuba no producía nada fuera del azúcar y tabaco, y que si todo era muy caro es

porque todo tenía que ser importado de España, pagando altos derechos de aduana. Como

40

Lo interesante es que no habla muy bien “el español” y su comunicación en esa lengua debía ser pasablemente

azarosa, pero la reflexión sistemática sobre la lengua es un tópico en las cartas de nuestro viajero, como lo era a

finales del siglo XVIII en los círculos ilustrados, podemos imaginarnos que leyendo estas cartas, un vástago de esa

familia se volvió “Ferdinand de Saussure”. 41

Aquí también encontramos ese viejo prejuicio ilustrado contra la gente del campo, sin cultura, bárbaros, e incluso

se pueden hacer paralelos entre la manera en cómo los ilustrados piensan que hay que tratar a los esclavos al final

del siglo XVIII, con la manera con que recomiendan tratar a los campesinos europeos. A todos, darles más que

todo la ilusión de la libertad, simple reflejo ilusorio de la libertad verdadera la de entrar en el mercado y el reparto

de sus riquezas, único privilegio de sus señores naturales. 42

Probablemente Lucia de Lammermor, de Gaetano Donizetti (1797 –1848) 43

Pero el edificio de la ópera de La Habana le gustó mucho, “bien valía una visita”, aunque lo que se representara

al interior fuera más que mediocre, el edificio es muestra del genio español, las representaciones las muestras de su

decadencia. 44

Se compadece de los propietarios cubanos. Si había tantas tierras ociosas en Cuba era porque los propietarios

tenían que pagar impuestos, produjeran o no, si no podían trabajarlas por falta de mano de obra, por ejemplo,

seguían pagando impuestos sobre esas tierras incultas y esto los arruinaba forzándolos a entregar sus tierras al fisco.

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27

además se pagaba el mismo impuesto por objetos baratos o caros, los importadores preferían

importar solo los productos caros. Por otra parte como los productos cubanos que llegaban a la

metrópoli pagaban ellos también altos derechos de aduana, el negocio cubano para España era

redondo. Pero la riqueza cubana produce envidia, nuestro viajero hace eco de los rumores

persistentes durante su estancia. los posibles ataques filibusteros yankees. Él no cree en el éxito

de tal empresa, afirma que solo para dominar La Habana se necesitarían más barcos que todos

los que tienen los yankees juntos y en cuanto a intentar desembarcar, ni pensarlo45

.

Concluye que si España dominaba aún a Cuba cuando el resto de las colonias americanas se

habían independizado desde hacía tiempo, era por la desidia y la falta de carácter de los criollos,

que permitían a España oponer una terrible fuerza de inercia frente a sus demandas legítimas.

Todo se arreglará “mañana”. Considera que si tal sistema era muy vejatorio para los criollos, y

que si bien estos gritaban mucho, nada pasaba a mayores, porque finalmente “casi todos hacían

buenos negocios”, sin olvidar, como le explica a su hermano, “imposible de darte una idea de la

indolencia y la cobardía de los criollos”.

El diagnóstico que nos ofrece de las relaciones entre Cuba y la metrópoli es bastante realista.

“España sangra a Cuba”, la trata como trataba antes a México, “la pérdida de ese soberbio país

no le enseñó nada”. El resultado es que los criollos odian a los españoles que solo vienen a Cuba

para enriquecerse. Todos los lugares importantes eran ocupados por españoles, y el criollo está

excluido de cualquier función oficial, un criollo que quiere entrar en el ejército tiene que ir a la

escuela militar a Madrid.46

Como la justicia estaba en manos de jueces corruptos, los procesos

duraban años arruinando a las dos partes, pero está a favor del fisco, los abogados eran según él

la parte más abominable de del sistema de dominación española. Añade que si España seguía

45

Nuestro viajero vaticina que España seguiría dominando a Cuba como efectivamente lo hará hasta finales del siglo

y que América seguiría siendo una región dominada por los españoles, juicio más erróneo. 46

Nuestro viajero logra hacerse recibir por el Gobernador Capitán General de la Concha, deja constancia de que era

un hombre querido, “tanto como un español puede serlo” porque no roba, ni se enriquece, es un hombre simple y

accesible pero tiene el defecto de que “en sus recepciones busca impresionar por el silencio y una impasibilidad

hierática”.

Page 28: El señor conde y la humanidad

28

atrasada dos siglos con respecto a lo que podría ser su relación con su colonia y no quería

cambiar nada, era porque ganaba mucho dinero con esa situación47

.

Cuba y los yankees

La mención de los norteamericanos es siempre la ocasión de recordar el estado de barbarie que

encuentra imperante en los Estados Unidos. El encanto de Cuba, si tiene alguno, radicaba en que

era española, “Cuba es más bella, más pintoresca y más digna de ser vista española que

americana”, de todas maneras los que la conquistaran no harían más que “empeorar un poco

más la suerte de los negros”, la base de la población, repitiendo una vez más ese juicio

definitivo, no se debe olvidar que “el americano el más bárbaro de todos los pueblos

civilizados”. Si el español tiene sus corridas de toros y detiene diligencias para pedir limosna a

mano armada, el americano atraviesa con su vapor otro barco y cuando 100 personas batallan en

el agua pidiendo ayuda para no morirse ahogados, él responde, “adelante” y continúa su camino

para no perder tiempo. Llegado a su destino, hace un reporte del percance y las autoridades

responsables solo responden “adelante”. “Así es el yankee”, por eso “prefiere al mexicano”

(aunque todavía no ha pisado esas tierras)48

A veces es tan afilada la pluma del viajero que no sabemos qué pensar de algunos juicios un

tanto extraños, como el que profiere sobre el tabaco cubano y sobre los cigarros que ahí se

manufacturaban. No solamente los cigarros se han vuelto caros, por la falta mano de obra -“de

dedos sucios para enrollarlos” - sino que “los habaneros y habaneras no saben fumar” dice que él

“ganaría mucho dinero dándoles lecciones”, para colmo, éstos prefieren fumarlos verdes y no

secos. En resumen afirma que es difícil encontrar buenos cigarros en La Habana, lo que no

impide que un poco más tarde escribirá a su hermano, que le envió 150 cigarros para pasar juntos

y agradablemente largas tardes del invierno suizo.

47

Incluso afirma que es difícil formarse una opinión sobre la riqueza de la colonia porque los balances anuales de

los ingresos de la aduana publicados por la administración colonial son voluntariamente falseados. 48

Una vez más, no debemos construir la ilusión retrospectiva de una consideración positiva del mexicano, sino

solamente del grado extremo de su visión acerca de la barbarie del yankee.

Page 29: El señor conde y la humanidad

29

Si los cubanos no saben fumar, tampoco saben montar, aunque la isla criaba excelentes caballos,

es evidente que con este juicio nuestro viajero nulifica una larga tradición hípica hispana que

probablemente ignora o le parece una vez más decadente y perteneciente al pasado.

Mujeres cubanas

En su estancia en La Habana pudo asistir a varios eventos sociales, fue a la ópera como dijimos,

así como al baile ofrecido por la visita de la flota inglesa de Jamaica, lo que le permitió ver de

cerca a las habaneras, así como a sus acompañantes masculinos. Su juicio es severo, los

habaneros son sencillamente “horribles” y si ellas “son lindas”, su aspecto las hace parecerse a

las campesinas suizas, “más bien gorditas, con ojos negros” añade que todas tienen más o

menos figura de vampiro aunque confiesa que ese vampirismo puede gustar, pero a él no le

gustó. Aunque conoció a algunas señoras muy bellas, su contacto era muy poco atractivo porque

casi todas eran “idiotas, sin instrucción y sin conversación”, exceptuando unas pocas inglesas y

americanas49

.

Adiós Cuba

Por fin puede escribir jubiloso que encontró un transporte para viajar a México, “nos vamos de

La Habana”. Zarpa de esa ciudad “plana e insípida como ninguna, en la cual al cabo de una

semana uno se aburre. El color local sorprende los primeros días pero rápidamente viene el

aburrimiento nacido de la falta de cultura y conversación de los cubanos”.

Se despide de Cuba con palabras muy severas para sus habitantes, “es muy singular que bajo

esas bellas figuras españolas de aire tan noble, con grandes bigotes negros, se esconda un

49

A un joven tan lleno de prejuicios no debía faltarle, los del sexismo, como vimos, pocas mujeres tienen gracia a

sus ojos. Cuando en una carta anterior se comparaba con el Quijote por lo épico y utópico de su empresa americana,

y si bien ya tenía a su Sancho Panza, su valet Marc Grosjean, está seguro de que no encontrará en América a ni una

Dulcinea. Por otra parte en cartas posteriores desde México cuando tratará sobre su interés por enlazarse con la que

será su futura esposa solo será utilizando el vocabulario frío de un trato comercial o de una alianza social, con una

mujer cuya utilidad reconocida es la de proporcionarle descendencia y compañía. De esa reserva no podemos sacar

ninguna conclusión sobre su posible misoginia y su poca consideración hacia una suiza que de todas maneras,

aunque sea mujer, pertenece como él al estrato más culto y racional de la especie humana. El elemento femenino

está casi ausente de su correspondencia a excepción de unas notas sobre la salud de su cuñada enferma, y si bien

recuerda que, según rumores recogidos, el barón de Humboldt en vez de investigar sobre la Nueva España se fue a

gozar un romance de seis meses con una condesa Mexicana a una lejana hacienda, está seguro de que eso no le

pasara a él.

Page 30: El señor conde y la humanidad

30

espíritu tan nulo”. Para ilustrar un juicio tan drástico, esboza el retrato de un español que acababa

de ver actuar en su propia mesa en el barco que lo lleva a Veracruz.

“Tenemos en nuestra mesa a uno de estos españoles, que se pone frenético todos los días y

gesticula con un fuego extraordinario... para probarnos que la nación española es grande y

noble”. Como sus discursos duran la mitad de la comida no hay manera de colocar una palabra

y por lo tanto siempre nos reímos a carcajadas. “Es un pueblo de caníbales sin vergüenza y sin

pudor”.

III) Primeros contactos con el México real

El conde Henri en Veracruz

Henri de Saussure llega por fin a su destino. Cierto, no ha perdido su tiempo, ha escrito muchas

páginas, levantado mapas y realizado planes, también ha embarrilado centenas de kilos de

pescado en salmuera, disecado plantas e insectos, naturalizado aves, que van ya en camino hacia

las colecciones del museo de Historia Natural de Ginebra, vía Veracruz.

Llega a Veracruz el 3 marzo 1855, una vez más, no siente haber llegado a un espacio nuevo, al

contrario, su primera impresión es que esta aún en España, esa España que creía ver a todo

momento en La Habana. Si bien es cierto que hay algo en común entre esas dos ciudades, sus

impresiones nos muestran cómo su relato está siempre funcionando en un imaginario compartido

con sus correspondientes, más que en lo que ve. Pero Veracruz supera según él mucho a la

capital cubana.

“... por el momento me creo más en Sevilla que en México. Imposible de estar más

agradablemente sorprendido que cuando se desembarca en esta linda ciudad después de haber

arrastrado el cuerpo por las Antillas”.

“Si La Habana tiene calles estrechas y lodosas, casas bajas de un solo piso y sin estilo. Aquí las

calles están bien pavimentadas, bien alineadas, uno encuentra una plaza espléndida, monumentos

dignos de capitales europeas. Todas las casas son igualmente regulares, llenas de arquitectura y

con cornisas elegantes”.50

50

Op.cit. p.121

Page 31: El señor conde y la humanidad

31

El primer recorrido por Veracruz impresiona favorablemente al viajero y añade que cada casa es

“como un pequeño palacio”, no hay ninguna que no tenga “una arquitectura distinguida”.

Asegura que el europeo encuentra realizado aquí un sueño imposible en toda Europa, el de una

ciudad sin calles feas. De las 4 ó 5 iglesias que vio, “la más modesta es más bella que la catedral

de La Habana”. La ciudad parece rica y “el ayuntamiento la mantiene con gran cuidado, aunque

el aire es propicio a las fiebres y mefítico”.

Atento al espectáculo de la calle puede mirar “una cantidad de tropas muy bien ordenadas que

circulan por la cuidad y maniobran con la misma precisión que la tropa francesa”, aunque lo

hagan a veces vestidos muy ligeramente y calzados con huaraches.

Esa aduana mexicana objeto de tantos comentarios negativos y burlones en los meses anteriores

se pasa sin problemas, el proceso fue largo pero logra introducir todo lo que trae. Sin embargo

nuestro viajero no agradece mucho estas facilidades

“Nada es más falso ni más alevoso que un mexicano, pero nadie tampoco es más servil e

indulgente cuando se sabe manipularlo y halagar su vanidad con muchos señor y señor

caballero...”51

Si el paso de la aduana fue tan fácil es porque había escrito con antelación al director de la

aduana y éste se sintió tan honrado por el detalle,

“que nuestras cajas fueron depositadas en la aduana sin que nadie las abriera, ese buen hombre

incluso había enviado una carta a mi nombre a casa del cónsul a fin de asegurarme su gran

consideración”.

Pero insiste, si hay algo corrupto en México es su aduana, no solo considera que los derechos de

aduana son exorbitantes y por eso el fraude se hace a gran escala, no solo la burocracia de las

aduanas es parasitaria, sino que el ejemplo viene de muy alto. Como el gobierno acuerda

exenciones a los funcionarios públicos, estos

“ se aprovechan para contrabandear y pasar bajo su nombre cosas que los otros revenden con

beneficios enormes...son las imperiosas necesidades de liquidez del estado mexicano las que

51

Op.cit., p.121.

Page 32: El señor conde y la humanidad

32

producen expedientes torcidos, leyes retroactivas, cambio de tarifas, prestamos forzosos, pero

todo eso es inútil si sigue la corrupción”, dictamina el viajero.

En el espectáculo pintoresco cotidiano que ofrece el puerto se topa con una tropa de forzados,

“conjunto pintoresco de todo tipo de bandidos, un lienzo de bandidos italianos... la pierna

desnuda calzada con sandalias, el largo pantalón de cuero, una manta de lana con cinta de color

en la espalda y el sombrero de fieltro....viendo estas caras cerradas y barbudas, como no se ve en

Europa, me parecía tenerlos en la mira de mi carabina”52

Definitivamente México es otro mundo, pero no algo específico que se llamaría México y que

habría que descubrir, sino algo que le recuerda más bien “al mundo de Carlos Quinto en su

esplendor y originalidad.” Esa reconstrucción espectacular de la historia española es ambigua

porque a pesar de toda su grandeza, el ridículo local se asoma a cada momento. Si los inmensos

sombreros hechos de los restos de otros sombreros provocan sus carcajadas, pudo oír una

excelente música “distinguida” en la tardeada ofrecida al gobernador. Ese refinamiento musical

contrasta con el de La Habana donde la música era en general mediocre. Y otra vez nos hará

partícipes de sus impresiones musicales de Veracruz, estoy “maravillado por esa música militar

que perturba mi reflexión”.

El cónsul de Francia que ya se ocupó de varias cajas suyas llegadas anteriormente desde las

Antillas lo ayuda a sacar su pasaporte y lo presenta al general-intendente que vivió 15 años en

Paris y está contento de recibir a un joven naturalista tan bien recomendado, de una honorable

familia de científicos, le abre su casa. El cónsul inglés también lo recibe muy bien, impresionado

por sus cartas de recomendación, pero como estaba contando un millón en plata que salía en el

próximo vapor, no lo pudo atender de inmediato, nuestro viajero no se formaliza, el cónsul

inglés esta realmente muy ocupado, y en algo importante.53

52

Aquí están índices de la percepción del viajero de una cierta extrañeza física del mexicano, no se trata solo del

producto de un cruce con los indios sobre el cual insistirá, sino que son más bien síntoma de una ambigüedad moral.

Se tiene la impresión de que estos forzados representan algún escalafón de la humanidad hacia la animalidad y por

lo tanto de la misma manera que espera ir a cazar tigres, anhela usar sus armas ultramodernas contra estos semi-

animales. 53

Los agentes consulares son los intermediarios naturales y obligatorios entre estos viajeros y el país a donde llega

el extranjero, y su contacto con estos personajes le permite concluir: “desde el principio de mi viaje siempre he

podido constatar que los cónsules franceses son mil veces más influyentes, con mejores maneras y más honestos que

Page 33: El señor conde y la humanidad

33

Fiebre amarilla

Sin embargo su humor y el color rosa de su relato empiezan rápidamente a cambiar cuando se da

cuenta de que un baúl salido de la Jamaica se perdió. Se vuelve repentinamente pesimista y la

aduana una administración siniestra, escribe a su familia, “si es la caja de armas no veo como

vamos a poder continuar. En cuanto a “esperar aquí en la capital de la fiebre amarilla es

imposible”.

De hecho tiene ya la fiebre amarilla, por suerte está en buenas manos porque vive en casa de un

doctor húngaro que le presentará a un doctor alemán, amigo de Santa Anna, y director del

hospital militar En unos días estará fuera de peligro y después de describir los métodos que lo

llevaron a su curación, se burla de esa enfermedad recordando los miedos de su familia y de los

europeos en general54

.

Como sobrellevó el primer acceso de fiebre ironiza sobre ese flagelo de Veracruz que es la fiebre

amarilla. Asegura que “es menos peligrosa de lo que se dice en Europa, aquí la gente se burla, y

en efecto no es finalmente más que una fiebre de aclimatación por la cual deben pasar los

extranjeros” y que “curada a tiempo y tratada adecuadamente se salvan unos 19 sobre 20 y la

enfermedad, afirma, no se agarra dos veces” no deja huellas y dura 9 días sin más.55

La razón de la inmensa mortalidad que se observa a veces “es que el populacho cuando enferma

sigue en las cantinas y va al hospital demasiado tarde”. De hecho el terror que inspira a los

soldados es el resultado de la conjunción de los “2 amigos de la fiebre”, el miedo y la borrachera.

Entre cónsules, doctores, generales y alguno que otro científico y comerciante extranjero está

inmerso en un medio extranjero, pero que su familia no se extrañe, si no ha tenido contacto con

los veracruzanos es porque,

“La sociedad mexicana es absolutamente nula, no se sabe aquí lo que es rendre une visite y solo

se ven cuando se encuentran por casualidad.”

los cónsules ingleses. Aquí los dos se valen” 54

Después de haber salido del acceso de fiebre comenta: lo que mata es el miedo y el alcoholismo, más que la

enfermedad y como le comenta el general médico en jefe del hospital: el que tiene miedo, se muere. 55

No sabe que durante todo su viaje será asediado por innumerables accesos recurrentes de esa enfermedad y no

será la menor de sus dificultades en su viaje por México.

Page 34: El señor conde y la humanidad

34

Pronunciamiento

En lo político tampoco tiene muy clara la cosa, con las noticias que había tenido antes de llegar

pensaba que iba a encontrar todo en desorden... “pero Santa Anna esta aún de pié y Álvarez no

está en México”. El elemento sorpresa es que “las tropas no son pagadas y amenazan a todo

momento con levantarse”. Para ilustrar esa instabilidad, cuenta que al estar escribiendo, “todas

las tiendas están cerrando, se teme un pronunciamiento militar” aunque luego se vio que fueron

solo rumores y temores, de manera muy atinada confiesa a sus familiares que teme que no podrá

ver todo el país, aunque no puede saber a qué punto esa agonía del régimen santanista modificará

su proyecto de viaje.

Espera con impaciencia la salida de Veracruz y si esta ciudad le encantó un instante, ahora no

es más que una pequeña ciudad de comercio, sin ningún interés, donde la base de la población es

extranjera, y vive en medio de la arena e invadida por los zopilotes.

“Vera-Cruz no tiene ni un encanto, es bonita y coqueta, su pavimento es limpio como en ningún

otro lugar”, pero se debe a que no hay coches para desgastarlo. Y “a los dos días, uno se harta de

esta colonia en la arena. La ausencia de coches y la falta de movimiento comercial hacen que las

calles sean mortalmente tristes”.56

Mestizaje

Los extraños sombreros de los mexicanos van muy bien “con esas caras de bandidos”. La piel

del mexicano es diferente de la de los europeos de las Antillas. Es morena, o café con leche,

lo que proviene, piensa el viajero, de la constante exposición al sol y sin ninguna duda a una

mezcla de sangre. Hay pocas familias que no tengan sangre india.

Incluso, escribe, Santa Anna es medio blanco, medio moreno y medio negro. Pero ese chiste

sobre el tambaleante presidente refleja la ambigüedad del espectáculo de la mezcla racial que

ofrecen las calles de Veracruz.

56

El comercio de Veracruz “es solo un comercio de importación, el país exporta solo plata, un poco de vainilla, la

raíz de Jalapa, y el “bois de Campeche”, por eso solo se ve 30 barcos enfrente de Veracruz... llegan cargados de todo

porque aquí no se fabrica nada... como los derechos aduanales son muy altos, solo se importan cosan de valor...

resultado, todo es muy caro... La ciudad se termina en su muralla y ningún barrio se edifica en sus alrededores,

porque las ciudades de México disminuyen en vez de aumentar”.

Page 35: El señor conde y la humanidad

35

“He visto figuras perfectamente españolas tan negras que un europeo se pregunta si se trata de

negro o de un blanco...y aquí no hay mezcla de sangre”57

El pueblo mexicano es a la vez un pueblo de bandidos y un pueblo honesto y muy pacífico, el

mismo cargador del puerto que robaría unos cuantos pesos en una mesa, transporta bolsas de

monedas de plata con toda honestidad, lo mismo ocurre con los arrieros que transportan cada año

toneladas de plata desde México hacia Veracruz.

Primera cacería américana

Aunque su salud no es tan buena, después del acceso de fiebre amarilla, no puede rechazar una

expedición de caza en los alrededores: “la caza en este país es una verdadera bendición” confiesa

el nemrod suizo, “uno no tiene que moverse”, solo se pone a tirar lo más que puede, por

desgracia la mayoría de las presas caen en el agua donde no es muy prudente aventurarse.

Lástima que nadie tenga perros de caza para recoger las presas en el agua, afirma este fanático de

la caza, aunque reconoce que éstos tampoco servirían de mucho porque con el calor pierden el

olfato y solo pueden trabajar con la vista. De cualquier manera regresan cargados y puede

empezar así su colección de aves mexicanas.

Adiós Veracruz

Es tiempo de despedirse, ha encontrado su baúl, una caja faltante, ya compró caballos y mulas,

conseguido un guía, las armas han sido engrasadas, es hora de empezar las cosas serias.

Al salir de Veracruz reconoce que ha sido muy bien recibido por los mexicanos y no solamente

se despide del gobernador, “una persona muy distinguida”, sino que “los burgueses de la

ciudad” también lo despiden. Tiene que despedirse de “3 pequeñas sociedades” donde fue bien

recibido e incluso muchos que no tuvieron la ocasión de conocerlo quieren ahora ser

presentados, “es un fastidio”, añade nuestro infatuado. Concluye así su estancia, “me llevo de

Veracruz un recuerdo muy agradable” a pesar de la fiebre amarilla, ese recibimiento sin embargo

57

Op. cit., p .124.

Page 36: El señor conde y la humanidad

36

no revaloriza su concepto de “los mexicanos” porque finalmente así debía ser “me han recibido

como se debe siempre recibir a los extranjeros”58

.

IV) El conde Henri a la conquista de México

Llegando a Córdoba se hospeda en casa de un francés a quien ha sido recomendado por el cónsul

ahí encuentra al Sr. Nieto, con quien se carteaba desde Suiza. El retrato de este personaje es uno

de los escasos retratos positivos de mexicano de sus cartas, y si bien es mexicano, “este hombre

es totalmente europeo por sus costumbres y a lo mejor es el único mexicano que camina rápido,

el único en tener una biblioteca científica y una gran colección de insectos”59

Tiene “también” un sembradío de 1 millón de pies de tabaco, 200 mil cafetos sin contar sus

sembradíos de maíz. El señor Nieto es dueño por lo tanto de “un país” inmenso, pero no lo

puede cultivar por falta de mano de obra. Nuestro viajero deplora las inmensas selvas que siguen

sin ser roturadas y los terrenos productivos que no son barbechados. Pero el Señor Nieto ha

encontrado un medio para hacerse de mano de obra, ha pedido al gobierno mexicano que los

mayas insurrectos capturados en la guerra de castas de Yucatán en lugar de ser vendidos a Cuba

como esclavos, le sean enviados para cultivar las tierras de Córdoba y su región.

Los mexicanos pueden a veces comportarse con amabilidad, así cuando se cruza en el camino

con dos grandes recuas de mulas, en la confusión que resulta, sus mulas se mezclan con aquellas

y se van en sentido contrario. Felizmente los arrieros mexicanos, gente “muy complaciente”,

bajaron del caballo y les ayudan a recuperar sus mulas.60

Comidas exóticas

58

Op. cit. p .134 59

Ese señor Nieto es probablemente José Apolinario Nieto(1810-1873), conocido naturalista quien ayudó al francés

Laseur a formar la colección entomológica mexicana. Corresponsal de varias academias y grupos d e científicos

europeos recolectó para ellos una multitud de coleópteros. Conocido también por sus estudios meteorológicos que

mandaba a varias sociedades científicas. En sus últimos años, según el Diccionario Porrúa (H.G.B.) “se dedicó a

cultivar diversas plantas, sobre todo la quina, a cuyo celo se debe su propagación por la República.” 60

Henri de Saussure está muy atento en apuntar todo lo que ve, nos ofrece elementos para la descripción del tráfico

arriero de esa época.

Page 37: El señor conde y la humanidad

37

Los detalles pintorescos en la descripción de su viaje, no son solo los de la naturaleza mexicana y

los cambios drásticos de paisajes que atraviesa y descubre día tras día, también describe

sistemáticamente las prácticas cotidianas de la alimentación que se le ofrecen o que puede

observar. Le tiene horror a la tortilla que le sabe como a trapo mojado, odiará el pulque y

generalmente la comida mexicana que hay que comer sin cubiertos solo con la ayuda de la

tortilla. Por suerte, su cocinero y valet, Marc, sabe sacarlos de apuros porque además viajan con

buenas reservas para no pasar hambre, una cosa que Peyrot, el compañero suizo de Henri, quien

financió parte de la expedición, no hubiera podido aguantar. Y si finalmente no hay nada

comestible, un poco de chocolate les permite soportar el hambre unas cuantas horas hasta llegar a

algún otro sitio más hospitalario.

En ese exotismo culinario forzado, expresa su sorpresa y su placer cuando puede encontrar algún

cocinero vizcaíno o algún francés perdido en alguna venta de arrieros y capaz de hacerle una

sencilla sopa. Sobre ese camino los estamentos sociales tienen que ser respetados, de la misma

manera que en Cuba los barcos y los trenes manifestaban la segregación entre blancos y negros,

en las ventas de arrieros, los señores duermen en el rancho, en camas rústicas o sobre las mesas

pero los demás, sirvientes, arrieros, mozos, la chusma en una palabra, duerme afuera en el suelo

de las galeras, por suerte no hace frío, anota el viajero.

Iglesia, papismo et fanatismo.

El interior de las iglesias llama su atención sobre todo, admira las magníficas esculturas de

madera de las iglesias y capillas de algunos conventos, constata a veces el mal estado de algunos

edificios que aunque fueron saqueadas en varias épocas contenían aún oro y plata.”61 Pero ese

arte religioso no lo conmueve, al contrario, refuerza ese prejuicio protestante que piensa que

México es un país dominado por el papismo.62 Y por eso pasa directamente de la mención de

las iglesias y su decoración a un juicio general: “la superstición de los mexicanos sobrepasa los

61 Uno puede preguntarse si detrás de estas reflexiones sobre el patrimonio mexicano, no se esconde ese deseo

omnipresente del viajero de apoderarse de todo lo que puede incluso esas obras de arte productos de la superstición

papista.

62 Op.cit., p.141

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38

límites de lo creíble”. Critica el laxismo moral imperante, caucionado por el papismo “el

campesino asesina y se confiesa al día siguiente, si se arriesga a morir sin confesión no

intentaría la aventura”. Le parece muy arcaico que en el momento en que tocan los campanarios

el Angelus todos se quitan el sombrero, aunque concede que ya se había dado un ligero

progreso, porque hacía 20 años se hubiera lapidado al que no lo hubiera hecho. De ese

fanatismo religioso pasa al fanatismo nacional. Porque quién, si no un extranjero evidentemente

más ilustrado que los mexicanos, hubiera conservado su sombrero. En esos años, afirma que el

odio hacia los extranjeros (sobre todo si eran protestantes, o ateos) “era extremo”. Pero

“Ahora el pueblo los quiere, se fascina con los americanos, si éstos regresaran los recibirían con

entusiasmo, porque el país es muy infeliz. Es la gente en el poder la que sigue siendo una clase

que odia a los extranjeros; el mexicano es un pueblo eminentemente tranquilo, como no existe

ningún otro en Europa, pero en cuanto sube al rango de caporal ya no vale nada. Si el país es

infeliz es porque el gobierno es detestable”.63

Santa Anna

Llegando en los últimos momentos de la era de Santa Anna, la figura de este personaje

controvertido de la historia de México atraviesa muchas veces a su relato. Según él, tiene el

mérito de haber acabado con los bandidos, aunque no tenga instrucción y aplaste al país con

derechos aduanales. La confusa situación política de México interesa mucho a nuestro viajero y

varias veces escribe largas cartas en las cuales intenta proponer a sus familiares una imagen de

esa situación política y social. Les cuenta el fracaso de Santa Anna cuando intentó reducir por la

fuerza a Alvarez, la pérdida de su ejército y cómo logró a pesar de todo entrar “triunfalmente” a

la ciudad de México después de haber perdido el 60 % de sus tropas. Es testigo de las últimas

pataletas de su Alteza Serenísima, “que mueve cielo y tierra para mantenerse en el poder” pero

“la falta de dinero pone al pobre dictador en aprietos”. Esa falta de dinero es evidente si es

verdad, como lo afirma el viajero, que los ingresos del estado son solo de 13 millones de pesos

63 Sería interesante saber si esa deducción del sabio suizo es una opinión individual o si era compartida por la elite

europea. Lo que explicaría en parte el entusiasmo por apoyar la aventura de Maximiliano en México. Un pueblo

suave, un país rico pero sin trabajar, con un gobierno corrupto e incapaz de hacer la felicidad de un pueblo, ese

razonamiento podía incitar a muchos ilustrados a pensar que la intervención francesa era bastante legítima y sería

bien recibida por la gran mayoría delos mexicanos.

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39

cuando el ejército que acaba de perder Santa Anna costó 18. En consecuencia los empleados

civiles ya no son pagados y los soldados piden a gritos sus sueldos atrasados. Todas las remesas

que los Estados Unidos mandaban (para el pago de La Mesilla) equilibraban hasta ese momento

el presupuesto nacional, pero como se han terminado, ya no hay dinero. Lo más lamentable

escribe nuestro viajero, es que todo ese dinero solo ha servido para pagar al ejército, los oficiales

se acostumbraron a ser demasiado bien pagados. Para procurarse dinero el viejo dictador

pretende ahora vender Yucatán “pero el yankee no lo quiere comprar, porque no lo necesita,

además para qué pagarlo, cuando sabe que en su momento lo obtendrá gratis.”64

Su visión del gobierno de Santa Anna, es bastante realista.

“Aunque Santa Anna esté muy cerca del final, no lo detestan. La gente en el poder le es fiel, lo

que es normal, pero también la gente ilustrada, los comerciantes, los agricultores, todos los

hombres en una palabra que tienen como proyecto introducir la civilización europea a México

también deben serle favorables, porque Santa Anna es un hombre fuerte como su gobierno, no

hay que olvidarlo, es el más estable de todos, en definitiva es el menos peor”.65

También considera que Santa Anna es “ilustrado y está deseoso de hacer el bien a su país”,

cuenta que el presidente escucha los consejos de hombres con ideas nuevas por lo tanto,

modifica las leyes de un día para otro si se le demuestran el efecto nocivo de éstas. Pero también

en el preciso momento en que estas reformas “benéficas” se van a realizar, el presidente se deja

embaucar por otros consejeros cambiando de nuevo la ley, nada provechoso se realiza en el país.

Santa Anna “carece de instrucción, no está al nivel de su posición y no entiende las reglas de la

buena economía política. En cuanto al pueblo no se inmiscuye en política.Ya sea el criollo o el

indio son los seres más lindos y pacíficos del mundo y para ellos todos los gobiernos son

buenos”.66

Incluso añade que la palabra linda parecerá un poco extraordinaria aplicada a una población en

donde cada ser es un bandido potencial al nacer,

“pero en Europa uno se hace ideas muy falsas sobre la ferocidad del mexicano. Son bandidos por

tradición, pero bandidos corteses y ladrones de risa loca... El bandido de México es el hombre

64 Op.cit. p.143.

65 Op.cit. p.143.

66 Op.cit. p.143.

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40

más lindo del mundo, no cree hacer mal, se confiesa y todo está perdonado, sus rasgos no se

contractan jamás por la ira.”67

Pero sus relatos no están dedicados en primera instancia al análisis político de México,

Hospitalidad y convivialidad

En el relato de su peregrinación cuenta como los franceses lo han recibido como paisano como

muchos otros europeos, pero al contrario, se queja amargamente de la falta de hospitalidad de

los mexicanos.

“En este país, los franceses son universales. Se les encuentra hasta en los pequeños pueblos,

están en todas partes, y para un viajero son la providencia, porque uno está seguro de encontrar

ayuda y protección en sus casas, cuando los mexicanos leen vuestras cartas de recomendación, os

ofrecen todo y cuando se les pide un servicio, inventan mil pretextos para escabullirse.”68

Calzando inconscientemente las botas del barón Humboldt, éste esperaba ser recibido con los

brazos abiertos, como lo fue en su tiempo ese ilustre viajero; pero nuestro joven gallo suizo no

sabe relacionarse con los mexicanos, el tiempo ha pasado y el México que visita de Saussure ya

tiene poco que ver en muchos aspectos con la Nueva España. Furioso contra lo que considera

como una falta de atención a su persona, escribe:

“En resumen el mexicano no recibe, il tient boutique, pero no tiene idea de lo que es el confort.

Estas ciudades de México son solo grande pueblos, nadie tiene idea de invitarse a cenar y nadie

sabe lo que se entiende por devolver un servicio. Por lo demás esta gente es dulce, inofensiva y

buena persona, pero no le pidan nada”.

La pepena

Llegando a Orizaba se dirige hacia iglesias y conventos, si le maravilla siempre la obra

constructiva de los españoles, esos conventos que parecen palacios están ya muy descuidados.

“No puedo dejar de admirar la grandeza de España en sus monumentos mexicanos: ningún

pueblo supo jamás colonizar con tanta rapidez y levantar tantas cosas importantes. Necesitaron

llenar el país de arquitectos, de cortadores de piedras, de doradores, de artistas y lo que las

revoluciones han dejado de ese antiguo esplendor es apenas suficiente para hacerse una idea.

Ahora el gusto de la grandeza y de lo bello ha desaparecido”.69

67 Op.cit. p.144.

68 Op.cit. p.147 69

A cada paso nuestro viajero se maravilla de la obra arquitectónica dejada en América por España , pero esto no

cambia su concepto del español cuya grandeza pertenece definitivamente al pasado, y muchas veces sirve solo para

mostrar al contrario la desidia, la flojera y el mal gusto de los mexicanos que dejan perderse las grandes obras que

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Pero de Saussure ya no es un romántico, no es sensible a la poesía de las ruinas; se lanza más

bien y con todas sus fuerzas en esos conventos arruinados a la pepena de viejos manuscritos, de

joyas bibliográficas olvidadas en esas bibliotecas descuidadas.

Hará verdaderos números de seducción para obtener que le regalen o vendan manuscritos,

coloniales o códices indígenas, y si no se los regalan de buena gana, los robará y logrará

constituir así la colección de manuscritos y códices que actualmente lleva su nombre en

Ginebra.70 Al inicio de sus investigaciones se quejaba de su incapacidad de robarse nada a pesar

de muy fuertes tentaciones ya que lo dejaban solo mucho tiempo en esas bibliotecas, pero pronto

aprovechará el descuido de los monjes, y constituye su propio fondo de manuscritos del siglo

XVI, interesado particularmente en las gramáticas de las lenguas indígenas.

Llega muchas veces a sus fines, así anuncia de repente a su madre que “en el convento del

Oratorio de Orizaba” me han vendido a un precio módico unos libros aztecas”, y cuando no los

puede robar ni comprar no le queda más remedio que hacerlos copiar por su ayudante.

El pueblo de Orizaba es como el de Córdoba, pero aún más supersticioso, si eso es posible.

“Cuando un hombre se enferma de gravedad, se cuida mucho de llamar a un médico, es al cura al

que se llama.” En Orizaba solo valen arquitectónicamente la pena los conventos y las iglesias, las

casas son poco confortables, de un solo piso, y solo hay ventanas en las más ricas, las otras solo

tienen puertas. Como está soplando un Norte, la ciudad está inmersa en la neblina y el

espectáculo deprime a nuestro viajero.“Les aseguro que una ciudad muerta, habitada por

mexicanos es mortalmente triste en la neblina.” Por suerte su amigo francés, Mr. Bernard,

ofrece muy buenas comidas donde los labios se animan con los vinos franceses.

También en esa pepena incluye sumarios “rescates” arqueológicos. Así en Orizaba, situada,

según él, “en un lugar encantador, donde se encuentran grandes túmulos aztecas”: el señor

Grandison director de la fábrica de Cocolapan después de hacerle la visita de la gran hilatura, le

les heredo España.

70 Joaquín Galarza, Decouverte des codex mexicains à Genéve. La collection Henri de Saussure de 1855, in Bull.

Soc. Suisse des Americanistes, 50 (1986): 7-41.

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prometió que “hará abrir uno para él”. La codicia de nuestro viajero está al rojo vivo, porque su

amigo Legrand hace tiempo abrió uno y encontró muchas vasijas “en las cuales había cráneos

humanos y diversos objetos de oro”. La región es rica en objetos arqueológicos pero otra vez la

desidia impide toda recolección. “Los alrededores de la ciudad están llenos de cráneos y objetos antiguos: me regalaron ayer una cabeza de

piedra y si buscara encontraría cosas, pero la gente de aquí, incluidos los europeos dejan todo perderse”.

Enriquecerse en México, especulación y corrupción.

La reflexión sobre esa potencial riqueza enterrada, la arqueológica, así como los muchos

rumores de tesoros enterrados lo lleva a exponer a su familia, pensando en los jóvenes de la

familia ampliada, diversos métodos para enriquecerse. Reconoce que si las fortunas particulares

eran muy variables, lo cierto es que México era aún “un país en el cual nadie se muere de

hambre. Cuando un hombre tiene un peso, lo gasta, el ahorro es desconocido”.

Incluso afirma que hay personas que viven casi sin trabajar o más bien han encontrado la

posibilidad de rechazar ser asalariados, y estos, caso interesante para una historia ecológica de

México, cazan todos los días y viven de ello: “están siempre bien vestidos porque cuando ya no

tienen nada, encuentran algún trabajo que les permite comprase un pantalón y regresan a cazar”.

Pero los que ganan sumas locas son los comerciantes, como esos franceses que abren “bazares”

panaderías, etc., en cualquier pequeña ciudad y muy activos amasan rápidamente grandes

fortunas.

Al lado de este comercio estable y regular hay manera de ganarse 50,000 pesos en un mes,

participando en varias empresas especulativas. Pero eso no constituía una riqueza sólida, porque

“con una especulación bien lograda, el mexicano empieza a vivir como príncipe, y gasta todo”.

Un hombre que puede tener aún 6 caballos en su caballeriza, debe todo a sus amigos y no tiene

nada para cenar, sino pan y tortillas. Porque en lugar de retirarse, ese especulador quiso más y en

el siguiente intento perdió todo. Pero si logra participar en un nuevo negocio especulativo, se

levantará y reempezará un nuevo ciclo de gastos desconsiderados.

Page 43: El señor conde y la humanidad

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Lo que le parece extraordinario es que “el mexicano se pliega con una extraña filosofía a esos

golpes de suerte. Cuando tiene, despilfarra, cuando no tiene no se siente infeliz de vivir como un

perro”.

Un modo más seguro de enriquecerse en poco tiempo era arreglarse con el presidente para

compartir con él los beneficios de una operación de contrabando en grande. O si se tiene la suerte

de ser ministro, uno puede comprar bonos de la deuda nacional a 20 % de su valor y aprovechar

el puesto para hacérsela pagar íntegramente. Así concluye que como el ejemplo viene de muy

alto no se debe uno extrañar de que los funcionarios medianos y chicos apenas pagados, para no

morirse de hambre, entren a su vez al juego de la corrupción.

Por fin, un último método para volverse rico era hacerla de caza-tesoros en un país que ha sido

desde siempre un gran productor de metales preciosos y en el cual el robo de caudales y su

entierro posterior se vuelve verosímil. Es interesante ver como nuestro viajero, suizo y científico,

consagra páginas a esa ficción y se deja atrapar por esa fascinación del tesoro escondido, llega a

conversar y a acompañar a un francés que enloqueció buscando tesoros y que pretende conocer

un lugar donde fueron escondidas inmensas riquezas, muy probablemente imaginarias.

Un experimento científico fracasado, la ascensión del Pico de Orizaba.

-Esperando.

Henri no ha venido a México para hacerse rico especulando, llegando a Orizaba quiere empezar

sus observaciones científicas y por eso tiene que subir a la punta del Pico para realizar nuevas

mediciones si quiere comprobar lo que él llama “los errores” del Barón Humboldt. El relato de

esa expedición peligrosa será el de un rotundo fracaso, hoy incluso sabiendo el numero de

personas que han encontrado la muerte en sus intentos de ascensión de ese pico podemos pensar

que tuvo mucha suerte de regresar con vida.

Pero en el relato escrito después de su regreso y amargado por su fracaso, veremos como a pesar

de su resistencia física y su familiaridad con la montaña el suizo será víctima de su carácter

imperioso y de sus prejuicios clasistas y etnocentristas, aunque le echará toda la culpa de su

fracaso a su guía y a los mexicanos que lo acompañaron.

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Después de haberse quejada amargamente desde Veracruz de que no encontraba unos sólidos

zapatos para la caminata en montaña, en Orizaba encuentra “mal que bien nuevos zapatos” y

emprenderá una marcha que podía suponer triunfal. Pero al leer su testimonio, podemos darnos

cuenta de que desde el principio había acumulado una serie de errores que lo llevarán al fracaso.

De hecho, nuestro matamoros llega en un mal periodo, en los últimos días de la cuaresma y

pretende ecomo buen protestante crítico organizar su expedición durante la semana santa,

evidentemente nadie le hace caso y si logra el sábado de Gloria decidir a algunos habitantes a

acompañarlo será a regañadientas.

La descripción de Orizaba manifiesta su mal humor y su apuro; esta furioso:

“El valle de Orizaba es encantador, encantador para los mexicanos evidentemente”, el camino

atraviesa algunos pueblitos y llanuras bien cultivadas. Estos riachuelos, escasos en México,

hacen crecer el pasto y los árboles y por momentos uno se cree en Europa”. Pero ese encanto no

dura y en el fondo mismo del valle, montañas de cenizas vomitadas por el Pico a lo largo de los

siglos forman “el paisaje más lamentable el mundo”. Tomando “la soberbia ruta trazada por los

españoles” suben hasta el Altiplano, donde el paisaje cambia y llegando a Istapa en medio de los

arenales volcánicos, reconoce que no entiende como el hombre puede vivir en una tierra tan

árida71

. El espectáculo de esas enormes capas de cenizas le recuerda inmediatamente a Pompeya

y vaticina, que a lo mejor algún día se encontrará bajo tantas cenizas una antigua civilización que

se busca en vano desde que el vandalismo español destruyó todo72

.

El segundo día de camino fue particularmente duro porque no encontraron ni una gota de agua en

8 leguas bajo un sol ardiente y en medio de remolinos de cenizas, hasta los caballos estaban

agotados y las mulas ya no querían caminar. Si al alba le dan ganas de gozar del paisaje, del sol

“dorando las nieves” del Pico, de las haciendas o las chozas de los indios que ve a lo lejos, al

mediodía cada uno silencioso, sudoroso, escondido bajo su sombrero solo mira la tierra frente de

su caballo. Por primera vez habla del pulque porque la carretera está marcada por un doble rango

71

Explica a sus familiares que aunque esté situado al pie de una inmensa montaña de nieve, la región se muere de

sed. Se está obligado de ir a buscar el agua a 8 o 10 leguas y cargarla a lomo de mulas, además de sacarla de lagunas

salobres. Porque el Pico está aislado, sus nieves no son suficientes para alimentar los alrededores ya que el agua se

infiltra y se pierde en la arena en lugar de correr sobre la tierra y formar arroyos y ojos de agua. 72

Es interesante esa reflexión porque nos muestra, no sólo la fuerza del intertexto histórico occidental que sostiene

sus relatos, viendo montes de arenas volcánicas llama inmediatamente a la historia de Pompeya, sino que para la

reflexión historiográfica que puede construir sobre América necesita como un momento orígen, el momento del

esplendor americano, de una cultura madre.

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de magueyes: “La gente de aquí fabrica con esa planta un detestable licor refrescante e indigesto

que se llama pulque.”

En medio de gigantescas tolvaneras que describe para sus lectores llegan a San Andrés

Cholchicomula al pie del volcán, en medio de un aire lleno de polvo. Como llegan temprano se

instalan en el mesón del pueblo y acaparan los dos único colchones, llevan sus cartas de

recomendación. La ciudad está celebrando la semana santa, este protestante describe con mucha

burla las procesiones, las vírgenes, los cirios. Pero no hay mucha concurrencia ese año a la fiesta

porque los campesinos de los alrededores no han bajado, se ha filtrado que la prensa (la leva) iba

a llegar, como en efecto sucedió.

Por sus cartas de recomendación llegan con el inevitable francés multiempresario que a la vez

tiene una tienda de telas, un bazar, es uno de los 5 panaderos de la ciudad, además es molinero y

con el salvado cría puercos, y con la grasa de éstos produce jabón. Este pretendía entonces

establecer sobre el único riachuelo del pueblo un molino de trigo, porque hasta ese momento el

trigo se molía con mulas.

Pero como la gente estaba muy ocupada quemando cirios, nuestro viajero y su séquito se

proponen visitar la hacienda del señor Borbolla, “a quien en un principio juzgamos muy mal”,

pero es uno de los hombres más ricos, más sabios y más influyentes del país. No gasta nada en

él, pero presta a sus parientes y amigos todo lo que quieren. Le ofrecieron el cargo de ministro de

comercio, pero lo rechazó diciendo que no “porque no podría impedir a Santa Anna de robar y a

sus colegas de arruinar la República”.

-Primeros encuentros y desencuentros

El tiempo pasado en esa hacienda es ilustrador del choque de mentalidades entre nuestro joven

suizo imperioso y el discreto señor Borbolla.

En su primera visita el señor Borbolla lo recibió muy bien y aceptó hospedarlos a todos, de tal

manera que al día siguiente llegaron a tocar la puerta de su hacienda con armas y bagajes.

“He aquí una muestra de las recepciones mexicanas. Nos tendieron la mano, después nos dejo una hora

frente a la puerta: estaba por preguntarme si debíamos hacer recargar las mulas y dar la vuelta o si el

señor Borbolla carecía de usos del mundo y nos trataba así por ignorancia o por timidez. Tomé la decisión

de tomar la fortaleza por asalto. Pedí un cuarto, me lo acordaron, pedí de comer y se me sirvió. El señor

Borbolla muy atento en servirnos parecía chocado por nuestra presencia, es de una timidez extraordinaria.

Es un gordito que no caza, ni fuma y cuando se sube a un caballo es para ir al paso hasta al ciudad. No le

gusta el contacto mundano, pasa su vida en su hacienda, solo con sus mayorales y dos malas sirvientes

indias que nos habían de servir sin entender nuestro español. En la noche tuvimos una muy buen cena,

después un té, y después unas camas excelentes y lo cierto es que cuando uno está privado de ese lujo

desde hacía tiempo, se sabe apreciar muy bien ese confort”.

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Como el señor Borbolla no apareció a comer al día siguiente, empezaron a pensar que se trataba

de una invitación a retirarse, pero el viajero estaba demasiado bien instalado y decidió quedarse

un día más, por suerte en la noche llegó un conocido suyo, el Señor Coeto, otra personalidad de

la región, que le contó que el Señor Borbolla había hecho el voto de comer solo una vez durante

40 días y que cenaba solo.

Durante esa estancia intentan ir de cacería pero sin perros no pudieron lograr nada. Tampoco

pudo recoger cosas curiosas que lo consolaran del cansancio y los contratiempos del viaje,

“cada vez es una decepción y la apatía de los mexicanos es tal que a través de ellos no se puede

obtener nada.”

Instaladazos en la hacienda “se siente en casa”, el dueño aparece poco. Para qué aparecería si

sus “invitados” solo pueden decirle: “mucho calor” y “buenos días”. El viajero reconoce que si la

comunicación no fluye es:

“porque nuestro español no mejora y como nuestro anfitrión no ha inventé la poudre, no pone mucho de

su parte para entendernos73

. Su timidez lo atormentaba mucho y nos huía un poco. Estoy seguro de que

hubiéramos podido instalarnos en su casa por un mes...”74

Si el viajero suizo tiene conciencia de haber forzado un tanto la puerta del señor Borbolla, eso no

le procura ningún remordimiento, al contrario, escribe con esa presunción que siempre lo

caracteriza: “después de todo, no tenía nada mejor que hacer que recibirnos, no puedo entender

en qué gasta sus millones.”

Cuando regresan a San Andrés el pueblo está en plena revolución, los panaderos no habían

querido trabajar el día anterior y no había pan.

“Esto es México. El señor Couttolenc tiene bajo su mando a 10 panaderos y la ley le autoriza

meterlos a la cárcel si faltan a trabajar. Bajo el último presidente esa ley fue suprimida y al día

siguiente México se moría de hambre. Tuvieron que reestablecerla. El mexicano solo trabaja

cuando es forzado. Se dice que el país carece de mano de obra, no, lo que le falta es voluntad y

nada más.”

Continua su reflexión sobre el pan. Aunque el pan sea caro comparado con el precio suizo,

nuestro viajero siempre encuentra un pan excelente hasta en los más pequeños poblados.

73

Otra maravillosa marca del funcionamiento de la superioridad occidental, Henri no habla español, pero al fin y al

cabo el indígena tampoco hace ningún esfuerzo para entenderlo, prueba de su poca inteligencia.

74 Op.cit. p.175 Decir que alguien no ha “inventé la poudre” literalmente “inventado la pólvora”quiere decir que no

le parece muy despierto e incapaz de una conversación de hombre cultivado.

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47

“En pueblitos donde no hay ni cucharas ni tenedores, se sirve al viajero chocolate con excelentes

panecitos.”75

La evocación del chocolate lo lleva a algunas reflexiones amargas sobre los criollos y sus

descendientes los mexicanos. “El chocolate es una invención mexicana o mejor dicho azteca, porque los criollos no inventan nada, son

bestias ignorantes y nada más. ¡Ah! sí ustedes pudieran ver como los remuevo a estos mexicanos. Les

digo sobre su país todo lo que es posible decirles. Aquí todo el mundo se trata de señor y de caballero, yo

tuteo a todo el mundo, incluso a los hoteleros, así todo el mundo me respeta y me saluda atentamente.”76

Aunque llegó hasta el pie del Pico no puede emprender su ascenso porque “los jueves y viernes

santos ningún hombre faltaría a la procesión, así que no pudimos subir antes de las fiestas.”

Describiendo lo que ve en San Andrés pasa su coraje sobre la obra del viejo barón la cual tiene

muy atravesada.

“He contado 23 pequeños volcanes en esta llanura y creo que soy el primero en señalarlos. Han

escapado al Señor de Humboldt, así como estas inmensas corrientes de lava que bajan del Pico.

Verdaderamente no puedo impedir el reírme, pensando que en su carta me pide intentar descubrir

estas corrientes, aquí son tan evidentes que si no las ha visto es porque no ha venido aquí, a pesar

de lo que afirma”.

“ A veces viajando se aprenden cosas muy singulares. Supe, por ejemplo, que durante su estancia

en México el señor de Humboldt no se cansó mucho como se cree generalmente en Europa.

Pasó tranquilamente 6 meses en un lugar encantador con cierta condesa de México, cuando

media docena de pequeños grandes-hombres que le había adjudicado el rey de Prusia recorrían el

país y recogían sin mucho cuidado informaciones más o menos exactas y que el señor de

Humboldt tomaba como verdaderas. Finalmente todo esto no prueba nada, hay pocos

prohombres cuya vida examinada de cerca no mostraría una reputación más o menos usurpada.

De todas maneras tiene siempre un gran mérito el producir, aun cuando sea a través de otros.

Muy pocos tienen ese talento”.77

- La ascensión

Durante horas nuestro viajero escruta con su catalejo la cima del coloso cubierto de nieve, pero

no vislumbra el camino hacia la cima sino por la parte nevada. La ascensión es posible porque

“un francés ya lo logró yo no dudo que lo lograremos”. Si el viernes santo nadie quiso

acompañarlos, por fin el sábado lograron con la ayuda de Couttolenc decidir a 2 hombres a

acompañarlos. Estos hombres ya se habían acercado al cráter para buscar azufre y un tercer

hombre que en el tiempo en que se creyó posible la explotación de ese material hizo construir

75 Op.cit. p.171. El detalle de los “excelentes panecitos”de los pueblitos es probablemente la huella del uso

generalizado del pan durante la colonia, en una clara asimilación al alimento espiritual simbólico del cristianismo.

76 Op.cit. p.172.

77 Op.cit.173.

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una cabaña los acompaña. El día anterior éste se retracta y pide un mejor sueldo, como repuesta

del suizo recibe solo la amenaza de que si no viene lo hará incorporar a fuerza en el ejército.

Montan sus caballos y empiezan la ascensión llegan a un rancho donde pensaban desayunar,

pero el menú no es del gusto del señor naturalista y se van sin comer.78 Siguen subiendo y llegan

después de unas horas llegan a proximidad del cono pero aún muy lejos de la nieve. La barraca

esperada es ahora solo unos cuanto palos podridos, que les ayudan a armar un precario abrigo

con sus petates. Hace frío sopla un fuerte viento, están a 10,000 pies, el termómetro marca cero.

A esta altura no hay ningún punto de agua, no se podrá cocinar. Intentan sin éxito cocer

guisantes con tocino, pero sin agua el resultado es incomible. Solo pueden comer un poco de pan

de maíz, porque como lo señalamos, los panaderos no habían trabajado el día anterior y no hubo

pan en San Andrés. Llegada la noche, los mexicanos toman tantito aguardiente. Los europeos se

envuelven en unas frazadas de franela y se cubren con sus abrigos apretados unos contra otros.

Los mexicanos con huaraches “medio desnudos se quedaron manteniendo un fuego de brezo

seco alrededor del cual se acuclillaron, no entiendo como no se congelaron” 79

A las tres de la mañana levantan el campo, “pero el mexicano solo arranca dos horas más tarde

con un descuido que sobrepasa todos los límites”. Tampoco “tienen bastones para ayudarse a

subir”. Es otra vez la culpa de los mexicanos que no lo hicieron cuando el viajero se los indicó.

A las 5 empiezan finalmente la ascensión, la boca seca y el estómago vacío, el aire falta, sopla

un viento glacial que los congela. Llegan a las 6 y media al límite de las nieves, pero aquí

también, nueva decepción la nieve se funde pero el agua se pierde directamente en las cenizas.

Una vez más es imposible beber y comer.

Después de muchos esfuerzos y sufrimientos, que cuenta con detalle a su familia, todos expertos

alpinistas, hacia las 13 horas llegan los dos últimos sobrevivientes de la escalada, el naturalista y

su guía, a escasos 300 pasos del cráter. Pero se siente agobiado, no ha comido ni bebido desde

78 Nos hicieron una atroz mezcolanza (ratatouille) de bacalao rancia, de chiles y habas, pero Marc había olvidado

las cucharas y renunciamos todos a comer esa sopa sobre trozos de tortillas indigestas, de tal manera que nos fuimos

habiendo tenido como sustento solo la taza de café del desayuno, pero muy decididos a recuperarnos con los víveres

que llevaba nuestra mula” Op.cit.p.179. Es evidente que el nos aquí empleado solo se refiere a los 3 elementos

suizos y es muy verosímil que los 3 mexicanos hubieran deseado comer esa “infame”comida y esas tortillas

“indigestas”. Podemos pensar que desde ese momento hay una fuerte situación de conflicto en la expedición, lo que

no es buen pronostico para emprender una ascensión peligrosa.

79 Op.cit. p.179.

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hacía horas, recorre en una hora 150 pasos pero debe abandonar exhausto a unos cuantos pasos

del cráter, solo el guía subirá y bajara por el cráter para recoger muestras de azufre.

La bajada es otra aventura porque ya están agotados, por fin encuentran un pequeño riachuelo y

puede beber agua mezclada con vino y aguardiente y comer un poco de chocolate. Se reagrupa

todo el equipo y llegan de nuevo al rancho despreciado a la ida pero que les parece un auténtico

palacio. Por fin Marc puede cocinar, arroz, frijoles, tocino, chiles, “festín de rey”. Pero está

demasiado débil y agotado, su estómago no aguanta y vomita todo. Y concluye “es así como

cumplí mis 48 horas de ayuno”. Confiesa que también está muy curado de ascensiones, y que si

al regreso no mató a palos a su guía, fue porque “es imposible ponerse furioso con un mexicano,

porque es tan tonto y tan antipático que no entendería. El mexicano mata sin odio, jamás se pone

furioso”.

La justicia cotidiana en México.

Para terminar este ensayo, recogeremos su testimonio sobre las prácticas de una cierta forma de

justicia que observó en el campo mexicano y nos regala unos juicios muy suyos sobre ese

México que atraviesa.

En su camino desde el Pico hacia Puebla, que apodará “ciudad de la canalla, los bandidos y la

superstición”, se para en una fundición que pertenece al señor Borbolla y está dirigida por un

francés el señor Durand, quien al leer sus cartas de recomendación lo recibe “como un verdadero

francés recibe”, es decir que le sirvió una buena comida.80

La descripción de esa fundidora no nos interesa por la descripción de los “monumentos de la

aberración del espíritu de los mexicanos” como caracteriza a la obra de su predecesor mexicano

del señor Durand, sino por el relato que nos propone de cómo ese señor logro imponerse y

reorganizar esa fundidora y poner en orden hasta el pueblo vecino. Es decir que tenemos aquí un

relato sobre las relaciones laborales en esos entonces y cómo la practica de esas relaciones se

inserta en el estado de derecho.

Cuando el señor Durand tomo el control de la fundidora hace 4 años el pueblo donde viven los

operarios era apodado La Pequeña Sodoma, y ese nombre no era usurpado. Los juegos

prohibidos a los mineros, las puñaladas, los robos, los asesinatos eran cotidianos. El sólo, purgo

el pueblo de toda la canalla y el pueblo cuenta con 600 almas81

. Penetraba de noche en las

80

En esa fundidora se trabajaba el mineral de una mina lejana de 7 leguas, pero donde no había ni agua para hacer

funcionar los martinetes, ni madera para fundir el mineral de plata. 81

Lo que quiere decirnos aquí es que como se trata de un pueblo de 600 mexicanos la canalla era muy numerosa y

la obra del señor Durand fue algo extraordinaria, casi una epopeya, un solo hombre, un francés, contra esa mala

raza mexicana.

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casuchas con su carpintero francés, sorprendía a los bandidos entre sus armas, los desarmaba, los

amarraba y los mandaba al ejército. A cada vuelta de la leva, cambiaba los prisioneros contra los

buenos sujetos designados por la suerte y así la depuración se hizo rápidamente. En México un

jefe de establecimiento es rey y dictador, sus obreros son esclavos como un poco más tarde les

explicaré, y las autoridades están siempre del lado del amo, de tal manera que están libres de

hacer caminar a su mundo como le parece.

Los jueces de pueblos que solo hablaban con los bandidos con el sombrero en la mano fueron

amenazados y en el espacio de dos años la pequeña república fue cambiada de todo a todo. Pero

esta depuración no fue fácil, un día dos jueces fueron heridos por los bandidos. El Señor Durand

se apoderó de estos últimos, metiéndoles su pistola en la garganta cuando estaban fumando sus

cigarros entre sus armas y sables, y par darles una idea de la justicia mexicana, le voy a contar lo

que ocurrió.

Hizo ir a San Andrés al oficial de policía encargado de fusilar a todo aquel de quien se tuvieran

sospechas fundadas y sin más proceso, dejandole claro que si no lo llevaba a cabo perdía su

plaza. Como no se podía fusilar a los dos bandidos contra una pared sin arriesgar con desatar un

motín, se organizó todo a la mexicana. A las 3 de la mañana el oficial y sus tropas se llevaron a

estos hombres con las manos libres afín de permitirles intentar evadirse, lo que hubiera permitido

aplicarles la ley fuga, lo que es más cómodo que las fusiladas judiciales. Pero estos no eran tan

tontos, querían ser llevados ante la justicia ordinaria porque sabían muy bien que los liberaría. El

señor Durand que no quería eso por nada del mundo, se puso de acuerdo con el oficial, dio una

gran vuelta con algunos hombres de confianza y espero a la tropa en una vuelta del camino.

Cuando estaba a 200 pasos él y su gente abren fuego yéndose a todo galope en todas las

direcciones. El oficial grita para que liberaran a los bandidos y les pega unos tiros en la cabeza.

Después mando su reporte en ese sentido y nadie volvió a hablar del incidente. El cura enterró a

sus parroquianos, sembró una cruz sobre sus cuerpos y dijo una misa. Es así como se hace

justicia en México y el que tiene la infelicidad de querer hacerla de otra manera esta en el error,

aunque tuviese mil veces razón.” 82

Conclusiones.

Como hasta las buenas cosas tienen que tener un fin, tenemos que dejar a nuestro enojado y

apurado viajero a sus berrinches e intentar concluir este ensayo. Estoy consciente de que el tono

que he adoptado, intentando lo más posible “darle la palabra”, podrá molestar a algunos lectores,

que esperaron a lo mejor un tono más cercano a la retórica científica universitaria clásica; pero

espero que más allá de la manipulación medio jocosa de las cartas del joven Henri que hemos

realizado, el lector ilustrado podrá ver cómo, a través de la figura de un viajero suizo, hemos

finalmente intentado reconstruir algunos elementos explicativos que nos pueden ayudar a

acercarnos al problema historiográfico con el cual empezamos el ensayo. Haber escogido este

testimonio en particular tenía un doble objetivo; por una parte mostrar que a pesar de su libertad

82 p.cit.p.189.

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de palabra y sus juicios categóricos el joven Henri no es ningún fenómeno particularmente

“racista” en su época, sino que representa la típica visión narcisista del occidental ilustrado de la

primera mitad del XIX, pero sobre todo, leer con atención las cartas de ése científico, nos

permite ver como está constituida una serie de juicios sobre México y los mexicanos que son

tantos dispositivos políticos que hacen posible e incluso deseable lo que se llamo después “La

Intervención Francesa”. Al hilo de sus páginas se ve constituir la imagen de unos mexicanos sin

estado, sin moral colectiva, sin organización política verdadera, que no solamente no se interesan

en la política sino que más bien aceptarían por desidia, cualquier forma política que se les

presentara y les pareciera mejor.

México es así un espacio marcado por un déficit fundamental, como lo pensaba en su tiempo

algunos filósofos dela Ilustración, unas tierras donde todo falta, faltan caminos, falta agricultura,

falta industria, falta mano de obra, es un país casi virgen para audaces empresarios ilustrados que

serían capaces de poner los primeros elementos de orden y progreso, para fecundar las inmensas

posibilidades de sus múltiples regiones83

. Incluso cuando nos adentramos en el retrato esbozado

del mexicano vemos cómo sus defectos, su poca hombría, su cobardía, su falta de modales, su

falta de palabra van siempre marcados con el sello de ese algo que falta, para que México

alcance por lo menos el brillo y esplendor que, imagina Henri, tuvo a finales del XVIII cuando

era aún la Nueva España. Así no debemos caer en el error de leer en palabras como cobarde, un

contenido racista, algo ofensivo para el mexicano, y si lo es, es solo desde la perspectiva del

siglo XX dentro del nacionalismo mexicano, Henri habla solo desde la superioridad

incuestionable de la ilustración occidental, de ese déficit general que hemos señalado, y que una

buena y sana pedagogía moral podría fácilmente llenar, porque insiste también en que el pueblo

mexicano es dulce, lindo, amable, sonriente, y trabajador cuando está bien dirigido. A ese país

de risa, a estos personajes de novela o de zarzuela hay que darle consistencia, y en ese sentido el

testimonio de nuestro viajero es siempre optimista, aún en las peores condiciones ve adelante, y

si un tiempo se desanima y se lamenta amargamente de haber escogido a México como teatro de

su viaje iniciático al mundo científico, su testimonio es fundamentalmente optimista. Henri cree

en México, México es un gran país, tiene un gran futuro, pero también está firmemente

83

Sobre ese déficit fundamental, sobre esa inmadurez de la matriz América en general, el más ilustrativo de esos

filósofos es sin ninguna duda Cornelius de Paw en sus “Recherches philosophiques sur les Américains ou mémoires

interessants pour servir à l’histoire de l’espèce humaine.” (Berlin, 1774, 3 vol in 12). Ése vacío, ése pretendido

desierto será retomado como eje fundamental organizador del discurse de justificación de la nueva empresa

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convencido que solos los mexicanos no lograrán construir ese gran país. Quedaría por examinar

en qué medida esa visión de México era compartida en su época por las elites europeas, es una

tarea a la cual esperamos dedicarnos en el futuro. Buscaríamos así entender cómo ese conjunto

de representaciones de México, en la medida en que estaba compartida por algunos o muchos

grupos dirigentes pudo constituir una base “seria”(sic) para la toma de una decisión que apareció

en su momento como muy racional por los dirigentes franceses, la de lanzarse en la aventura

mexicana.

Incluso podemos pensar que el viajero se felicito por esa intervención, si propuso poner al

servicio del emperador Napoleón III los resultados de su viaje, ofreciendo un mapa reciente del

país que acababa de terminar y que será aceptado.84

No queremos afirmar aquí que los objetivos y esperanzas de Henri fueran totalmente idénticos a

los de esos hombres que decidieron finalmente esa empresa colonial tan particular. Henri tiene su

originalidad, sus relatos se sitúan en una tensión, entre algo que se fue, y que el imaginario

occidental vio, quiso o creyó ver en las obras del Barón Von Humboldt y de algunos otros

viajeros, y un futuro de progreso ante todo moral, necesario e inevitable, pero conservando lo

esencial del conjunto de los valores de ese viejo mundo que la revolución francesa se propuso

acabar. Es por eso que odia a los bárbaros yankees y a la nueva eficacia capitalista y su ausencia

de moral y de sentido de las jerarquías naturales.

La Pitaya, Coatepec, el 26 de febrero del 2004

colonizadora emprendida sobre el mundo entero durante todo el XIX. 84

En una carta al emperador Napoleón del 25 de agosto del 1863, al ofrecer su mapa explica que “una estancia de

más de un año en esta magnifica región me permitió estudiarla a fondo tanto desde el punto de vista físico como del

moral”... “esforzándome por adquirir un conocimiento lo más completo posible de las condiciones científicas y

topográficas del territorio mexicano así como también de los recursos del pueblo que ahí mora.” Henri de

Saussure, Op.cit., p.498.