El Semanario Murciano. 14-11-1880

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EL SEMANARIO MURCIANO. ARo IlM.-t'l ae 1%'nvtetitbfe tie IHMi.—IViUn, lili. SUMA.1ÍI0; Bu busca de un dommeiito, por D. A. Buquaro Aliaaiiáii.—¿luiirt'siQíi de la núia, por ol Dr. Félix Sulionaidun. La falta de tn/jijo.La. Jlata de San Cai/elino, por O. .F. A¿;iiUó Murioz.—CWm 6iit!/í(i/«wa..,, (poesía), por D. Cíirlos Cü.nQ.—.l/iscelii)iea,.—Crónica de la semana, por D. Rodolfo Uárlcs. EN BUSCA DE UN DOCUMENTO. AL SR. D. JOSÉ MARTÍNEZ TORNEL. ' Efüctivamence, amigo Torne!, me ha proporcionado V. un giisto con la curiosa cuestión que me propone ^su carta del 28 publicada en E/ Diario de Murcio. —i,Se trata de una carta-órden expedida en Sevilla ú 25 de Diciembre de 1477, por los Reyes Católicos, á favor de Federico Alemán, impresor de libros de molde.j, —Un escritor americano, afirmando, con. la autoridad de una cita de Clemencin, que este interesante docu- mento debe hallarse en nuestro archivo municipal, ha solicitado del Gobierno español que se lo facilite, y el Gobierno, deferente, ha recomendado la satisfacción de tan culta solicitud al Sr. Castillo, quien la ha trasmitido ií ese Ayuntamiento. El Ayuntamiento ha acudido á su archivero; el archivero ha revuelto y hojtado escrupulo- samente sus librotes de actas y de cartas-reales, pero sus pesquisas han sido hasta aiiora infructuosas. Y V. me pregunta;—Quí sabe V. de esto? Casi nada. Siento defraudar las esperanzas que V. ha puesto en la erudición que su buena amistad me supone, —iijExpidieron los Reyes Católicos el documento de que se trata, á favor de Federico Alemán, impresor de libros de molde?» Nuestro insigne Clemencin (D. Diego, el que fu<S á principios del siglo Secretario perpetuo de la Academia de la Historia) lo asegura en su magnífico E/ogio de la Reina Católica, donde reseñando las principales dis- posiciones sobre la administración interior del Reino, de- bidas á la gran Isabel, entre otros muchos documentos tomados de las colecciones legales y de los archivos, con- signa así el que motiva su epístola de V. •lAiío 1477.—Carta orden dirigida á la ciudad de jiMurcia, mandando que Teodorico Alemán, impresor de ídibros de molde, en estos reinos, sea l'ranco de pagar Maleábalas, almojarifazgo ni otros derechos, por ser uno jide los principales inventores y factores del arte de hacer «libros de molde, exponidndose ¡I muchos peligros de la ümar por traerlos á España y ennoblecer con ellos las líübrerias. Sevilla 25 de Diciembre.»—Y aquí una llama- da á la siguiente nota: »Archivo de la ciudad de Murcia.» Ahí lo vería, sin duda, el concienzudo D. Diego, •cuya veracidad literaria merece toda f¿. No cabe duda tampoco de que este es el Federico Alemán del escritor americano, pues conviene en todo lo sustancial la cita; y la pequeña variante en el nombre se explica recordando que casi todos los oficiales alema- nes que introdujeron en España el arte de la imprenta, cuando todavía estaba en mantillas, suelen españolizar sus firmas con poco escrúpulo y cuidándose poco de conser- var en sus trabajos sucesivos la que primero estamparon. Muchos de estos impresores alemanes, aparecen fir- mando los incunables mas valiosos de las primeras pren- sas españolas. Un alemán fué, (Lope de Roca) el que en 1487 tiró en nuestra ciudad el Oracional de Fer- nán Pérez y. el l^alerio de Almela. Valencia se honra con Pedro Hagenibach y Leonardo Hutum; Barcelona con Bruno y Spindelcr, Juan de Roscmbach y Sucliner; Zaragoza con Pedro de Hurus, Coci, Butz y Appen- tegger; Sevilla con 'Paulo de Colonia y Juan Pegniccr de Nurcmberga; Lérida con Hcnrique Botcl de Saxonia.— Lo ordinario es el que por apellido usen solo el patro- nímico de su nación; así, Cristóbal de Alemania (que imprimía en Valencia por los años de 1495), Leonardo Alemán de Salamanca, \ai Alemanes compañeros, de Za- ragoza, lo? Alemanes compañeros, de Sevilla, Friderico Alemán, de Burgos. »Ahora de nuevo. Serenísima Princesa, (se lee en la. dedicatoria de la Crónica de Diego de Valera á la reina Isabel, así como en socorro puestos, ocurren con tan maravilloso arte de escribir, do tornamos en las eda- des áureas restituyéndonos por multiplicados códices en conoscimiento de lo pasado, presente y futuro, tanto quan- to ingenio humano conseguir puede, por nación Alema- nos muy expertos y continuo inventores dcsta arte de imprimir, que sin error divina decirse puede.» »De los cuales es uno (añade) Federico de Basilea, de maravilloso ingenio y de doctrina muy experto y de co- piosa memoria.... » Friderico, Frederico, Federico ó Fadrique Alemán ó de Basilea pues con todas estas variantes se halla el nom- bre de este famoso impresor) debió ser de los primeros que vinieron y de los más estimados. Era discípulo de Berthold Rot. Más de veinticinco años vivió en Burgos ejerciendo su arte en obras de importancia como la Cró- nica abreviada de Valera, la del Cid, la de Fernán Gon- zález. En las Ordenanzas de Montalvo, que imprimió en 1488, se dá el gracioso título de »escribauo de mol- de», que indica lo reciente que todavía era el «divino» invento de Guttcmberg, cuyos explotadores sabe V. que al principio vendieron sus Biblias como MS. El impreso más antiguo que se conoce de Friderico Alemán, con su firma, es según Barrantes, la citada Cró- nica de Valera (edición de 1484'), según Brunet, el Arte de Gramática de Fr. Andrés Cerezo (1485) ¿Cuán- to interés no tendrá para los bibliófilos y bibliómanos el documento citado por Clemencin, que es anterior en siete ú ocho años, y solo tres años posterior al Certamen poe'icb de Fenollar, considerado mucho tiempo como el primer libro estampado en España? Apenas si hay noticia de más de media docena de obras impresas en la península antes de 1477, fecha del documento en cuestión, y de esta media docena, solo el Manipnliis cura'Qrnm conozco que lleve el nombre del impresor (Mateo Flandro, Zaragoza 1475.) Me inclino á ( •) Quizá está equivocado en úste dato el «Catálo- go de impresores desde la introduecion de la impren- ta en España hasta 1600» puhlieado ))or el Sr. Barrantes en la «Revista Contemporánea», pues el P, Méndez, después de rechazar la noticia do M. Denis. (Supl. á los Anales de Maittaire) qne supone la primera edi- ción de dicha Crónica en 1480, por Friderico do Ba- silea, solo d i como de este la edición fechada en MCCCCLXXXVn. I

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EL SEMANARIO MURCIANO. ARo IlM.-t'l ae 1%'nvtetitbfe tie IHMi.—IViUn, l i l i .

SUMA.1ÍI0; Bu busca de un dommeiito, por D. A. Buquaro Aliaaiiáii.—¿luiirt'siQíi de la núia, por ol Dr. Félix Sulionaidun. —La falta de tn/jijo.—La. Jlata de San Cai/elino, por O. .F. A¿;iiUó Murioz.—CWm 6iit!/í(i/«wa..,, (poesía), por D. Cíirlos Cü.nQ.—.l/iscelii)iea,.—Crónica de la semana, por D. Rodolfo Uárlcs.

EN BUSCA DE UN DOCUMENTO.

AL SR. D. JOSÉ MARTÍNEZ TORNEL. ' Efüctivamence, amigo Torne!, me ha proporcionado

V. un giisto con la curiosa cuestión que me propone su carta del 28 publicada en E/ Diario de Murcio.

—i,Se trata de una carta-órden expedida en Sevilla ú 25 de Diciembre de 1477, por los Reyes Católicos, á favor de Federico Alemán, impresor de libros de molde.j, —Un escritor americano, afirmando, con. la autoridad de una cita de Clemencin, que este interesante docu­mento debe hallarse en nuestro archivo municipal, ha solicitado del Gobierno español que se lo facilite, y el Gobierno, deferente, ha recomendado la satisfacción de tan culta solicitud al Sr. Castillo, quien la ha trasmitido ií ese Ayuntamiento. El Ayuntamiento ha acudido á su archivero; el archivero ha revuelto y hojtado escrupulo­samente sus librotes de actas y de cartas-reales, pero sus pesquisas han sido hasta aiiora infructuosas.

Y V. me pregunta;—Quí sabe V. de esto? Casi nada. Siento defraudar las esperanzas que V. ha

puesto en la erudición que su buena amistad me supone, —iijExpidieron los Reyes Católicos el documento de

que se trata, á favor de Federico Alemán, impresor de libros de molde?»

Nuestro insigne Clemencin (D. Diego, el que fu<S á principios del siglo Secretario perpetuo de la Academia de la Historia) lo asegura en su magnífico E/ogio de la Reina Católica, donde reseñando las principales dis­posiciones sobre la administración interior del Reino, de­bidas á la gran Isabel, entre otros muchos documentos tomados de las colecciones legales y de los archivos, con­signa así el que motiva su epístola de V.

•lAiío 1477.—Carta orden dirigida á la ciudad de jiMurcia, mandando que Teodorico Alemán, impresor de ídibros de molde, en estos reinos, sea l'ranco de pagar Maleábalas, almojarifazgo ni otros derechos, por ser uno jide los principales inventores y factores del arte de hacer «libros de molde, exponidndose ¡I muchos peligros de la ümar por traerlos á España y ennoblecer con ellos las líübrerias. Sevilla 25 de Diciembre.»—Y aquí una llama­da á la siguiente nota: »Archivo de la ciudad de Murcia.»

Ahí lo vería, sin duda, el concienzudo D. Diego, •cuya veracidad literaria merece toda f¿.

No cabe duda tampoco de que este es el Federico Alemán del escritor americano, pues conviene en todo lo sustancial la cita; y la pequeña variante en el nombre se explica recordando que casi todos los oficiales alema­nes que introdujeron en España el arte de la imprenta, cuando todavía estaba en mantillas, suelen españolizar sus firmas con poco escrúpulo y cuidándose poco de conser­var en sus trabajos sucesivos la que primero estamparon.

Muchos de estos impresores alemanes, aparecen fir­mando los incunables mas valiosos de las primeras pren­sas españolas. Un alemán fué, (Lope de Roca) el que en 1487 tiró en nuestra ciudad el Oracional de Fer­nán Pérez y. el l^alerio de Almela. Valencia se honra

con Pedro Hagenibach y Leonardo Hutum; Barcelona con Bruno y Spindelcr, Juan de Roscmbach y Sucliner; Zaragoza con Pedro de Hurus, Coci, Butz y Appen-tegger; Sevilla con 'Paulo de Colonia y Juan Pegniccr de Nurcmberga; Lérida con Hcnrique Botcl de Saxonia.— Lo ordinario es el que por apellido usen solo el patro­nímico de su nación; así, Cristóbal de Alemania (que imprimía en Valencia por los años de 1495), Leonardo Alemán de Salamanca, \ai Alemanes compañeros, de Z a ­ragoza, lo? Alemanes compañeros, de Sevilla, Friderico Alemán, de Burgos.

»Ahora de nuevo. Serenísima Princesa, (se lee en la. dedicatoria de la Crónica de Diego de Valera á la reina Isabel, así como en socorro puestos, ocurren con tan maravilloso arte de escribir, do tornamos en las eda­des áureas restituyéndonos por multiplicados códices en conoscimiento de lo pasado, presente y futuro, tanto quan-to ingenio humano conseguir puede, por nación Alema-nos muy expertos y continuo inventores dcsta arte de imprimir, que sin error divina decirse puede.»

»De los cuales es uno (añade) Federico de Basilea, de maravilloso ingenio y de doctrina muy experto y de co­piosa memoria....»

Friderico, Frederico, Federico ó Fadrique Alemán ó de Basilea pues con todas estas variantes se halla el nom­bre de este famoso impresor) debió ser de los primeros que vinieron y de los más estimados. Era discípulo de Berthold Rot. Más de veinticinco años vivió en Burgos ejerciendo su arte en obras de importancia como la Cró­nica abreviada de Valera, la del Cid, la de Fernán Gon­zález. En las Ordenanzas de Montalvo, que imprimió en 1488, se dá el gracioso título de »escribauo de mol­de», que indica lo reciente que todavía era el «divino» invento de Guttcmberg, cuyos explotadores sabe V. que al principio vendieron sus Biblias como MS.

El impreso más antiguo que se conoce de Friderico Alemán, con su firma, es según Barrantes, la citada Cró­nica de Valera (edición de 1484') , según Brunet, el Arte de Gramática de Fr. Andrés Cerezo (1485) ¿Cuán­to interés no tendrá para los bibliófilos y bibliómanos el documento citado por Clemencin, que es anterior en siete ú ocho años, y solo tres años posterior al Certamen poe'icb de Fenollar, considerado mucho tiempo como el primer libro estampado en España?

Apenas si hay noticia de más de media docena de obras impresas en la península antes de 1477, fecha del documento en cuestión, y de esta media docena, solo el Manipnliis cura'Qrnm conozco que lleve el nombre del impresor (Mateo Flandro, Zaragoza 1475.) Me inclino á

( •) Quizá está equivocado en úste dato el «Catálo­go de impresores desde la introduecion de la impren­ta en España hasta 1600» puhlieado ))or el Sr. Barrantes en la «Revista Contemporánea», pues el P, Méndez, después de rechazar la noticia do M. Denis. (Supl. á los Anales de Maittaire) qne supone la primera edi­ción de dicha Crónica en 1480, por Friderico do Ba­silea, solo d i como de este la edición fechada en MCCCCLXXXVn.

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creer que ninguna de esas obras nnóiiima* se debiese á Federico Alemán, por el mismo contexto de ii\ cita de Clcmcncin, donde si bien se le reputa como niino de los principales inventores y factores del arte de hacer libros de molden, el privilegio se le concede en atención 11 los ^muchos peligros de la mar'i á que se exiioue upor traer­los'á España-I.

Fijándose en lo cual, y» ca menos difícil dar u.lguna contestación á su segunda pregunta de V. sobre si Fede­rico Alemán estuvo c(i Murcia 6 hizo, efectivo el privile­gio de que se trata: desde luego me ¡uventuro (i asegurar que no estuvo en nuestra ciudad como impresor, no tuvo imprenta en ella. Estarla, si acaso, como, mercader de libros, y no hay duda, que ahí haria efectivo el privilegio-concedido ú su mercadería, que entrnria quizá por Carta­gena (Biblias,, libros de re/.o y aigun clásico), cuando la carta orden eximiíiídole de pagar derechos de alcabala y almojarifazgo estaba^ dirigida á la ciudad de Murcia y constaba en su archivo;municipal.

Solo el texto de la cart.i orden podria contribuir efi­cazmente á aclarar este punto curioso. Mucho me ale­graré de que V, al cabo dé con ella. Mientras tanto, acepte V. estas mal pcrgefiadas cuartillas, que c.i cuanto se me ocurre, en agradecida correspondencia al artículo que me ha dedicado, 6 más bien solo como un amiitoso recuerdo de su afectísimo

A . BAUU1!I(.0 AI ,MA.N'8 , \ .

Madrid, 4 de Octubre.

El articulo del .Sr. Tornftl on f!!- Dinno y la fiontiwl-.ii-eion do nuentro asiduo eolahorndor .Sr. Hnquen) hmi dado motivo i'i esta otra 110 JIIÜIIO.-J inluresitiitu carta del wuñur Díaz (Ju.sflou:

i.Sr. Director de FJ Diario dfi Muran.—Mi querido amigo: Busca V., y no halla, un documento importante para la Historia de la .f.inprenta, que dclx: hallarse en el Archivo de su digno cargo; y, al objeto, ha llamado en su auxilio al erudito historiador tle la literatura murcia­na en el período en que está Iccluido ti documcatoj como, si de autiglledades eclesiásticas se tratara, hubiera V. acu­dido á Martínez Espinosa ¿í al pluscuam-cartagcncro Cíon-zalez; s! de arte, á Albac'.-te; y al firmaiuc de etta carta, si de alguna acequia /< institución aijríeola se buscara orí-gen (C antecedente. Un escritor americano aguarda la co­pia del documento, el gobierno la interesa, ni V., ni Ua-quero la han encontrado, y yo, que la conozco y encon­tré, le ofrezco ponérsela a la vista, si por hallazgo, hace que Baquero me conteste sobre un punto histórico, sobre el que le rogué me escribiera hace y tiempo. Así, ilo iit lies; V. que tiene el secreto de hacer que Baquero absuel­va posiciones, hágale que me conteste remitiéndome los antecedentes de leyes (¡ reglamentos árabes en los regadíos de la península; y, á la media hora de entregarme la con­testación del erudito amigo, Inibrá V. co|)iado el docu­mento referente á 'í'heodorico el Alemán que vino á ven­der los primeros libros que tuvieron los murcíanos y tpie por cierto debieron molestarle alguna cosa.

Suyo atr'mo.—P. Diirz Ciii¡oii,^>

SUPRESIÓN DE LA RABLi.

liodoado do eáufiafi de dríHtriifíelon liü todas elaiiCH, tan multlplíeada.H que OH udinirnijlo que ha,yu poijiílo, n¡H¡>itlr durante tre.s cnarlow de KI IO y aún míl.^, el hombre emplea todoH lo.>i UVÁ'WH pbslldes, durante ÜU vida, para conjurar lo.s peli;/ro« qu<i lo ¡uuiínazau, I,a lii^íícne, cuando él OH ))ruden'to parü obKCrvar HU.Í re­írla';, hí íjarantiza Irisaliid; la vaeuria, renovada eo.i-venienteinente, le libra del azote horrible y dehitéreo do la viruela. h.t\maii>i, los habiof- a.spiran íí doíjeuljrir el. (/énuen de las liebroH e;iant«iuúliea«, eüiuo la tiroi­

dea y la oacarlntina, y tal voz proludlon esto innion-Hü de.seubriialouto, por los trabajoa triiseHndontalos dn quo non olijoto aetmilmontR la tml'oraiodad dnl eurbua-cío y i n dúl colora do las gaüinafl. Conocer las eiiu-snrt del mal, doHeubrir el onouiijío laira pcdnr ataenrlü dn tVonto, tul ü,s id ohjütD tío la nohlo lunbieion do Ion iiombrea q.no dodieuu su oxiatonela á loa proyrosoa de la humanidad.

ILujo niueho tlompo qiio el pndro do la rnodlelna dijo; siélata alíisii, tuUit'iirrj'/tniíits. ICn ofoeto, Hupriralr lii eau-aa del nial, eiiaudo au puedo, ea mueho mAa aoneillo y míia oapodltlvo qiio eui'ar ol mal cuando ya sn ha declarado, líntru paréntoala debo deeirquo condono íihia poraonaa quo no ao revacunan, porque si la oporaololi no lleno éxito, aua eonaoeiuMiclaa no aoii dosagradal.iloa y dá 1,'raniliia proauneioiu-'a on favor do ¡a inmunidad jier-manunto dol aiijoto; y ai lo tluno, bondad divina ¡cm\n-toino. doliomüs iilograrnoa do luibor provenido un gran peligro íi tan poca costa! Iluvanilo alguuoa diua una á luu-ehua puatullllaa inalgullleaiitüa cúiiiparadaa íi un vulgar divleau.

En gonoral la e/uisa oa fíieil do auprlmlr; lo quo os difiell oa roconocerla antieipadamonto y eon sO(»uridad aera una Provldoneia para hua aomejantoa el hombro quü loa Mumlniatro ol medio do cortar unn nloeehm quo cuen­ta anualmente un eruid tributo i'i la oapoeio huiaana, Hay una, cuyo iiombru eapiuita, y hioi-o antea do llegar á noaotroa, A nuoatroa auxiliaroa míia doainteroaailoa, Y,Í\ ho nomln'ado la raljia.

So ha |)ropuoato. contra olla ol cnraro y multitud do Huai.anciaa medicimilea quo nu tionon niñgutuí otleaein real, l'oro por qué ae ha do meurrir /i la larmacopon, cuando hay muchas coaa.i mojore.-i quo hacei'i' ¿No o,s mejor clo.-itrnir el Inatrnmunto do propagación debí rabiu'i'

—L'úmo! ¿queréis matar tüdoa loa perroai' —.Mcontíario, propongo poner termino/t la matanza

qu'i ao hace con ólloa anualmouto y quo eon id pretexto (|i! la rabia, alcanza haata Um porroa quo iiü la tionon,

—lüch! pero cómo i)roeedoi'oi.aí' .—Yo pido quo Hü ponga k todoa loa porro*—digo todM—

en la impoaii.iüida(l lie comunicar la rabia, aun cmindo ao iloaarrollo ea|.)Ontauoamontit onlro elloa. Háganme ol favor do decirmu para quo tíírvon loa difiilnn cuiiiiion iM perro, del perro civilizado, dol vigilante guardián 1I3 luioatraa |irüpi(idadoa, did ilol eomjiañero do imoatroa via-ji:a y de nuesLroa phieoroa. Yo aé quo todoa loa natura-liataá coloiíun al porro on la familia do loa animalea carni'.'oroa y no ignoro qiio ae alimenta vuliintariamcn" te de carne cimudo ao la d/iii. l'oro rceonueorola do bue­na I'iiqucaon rai'oa loa propletarioa quo atan loa |ierroa eon longaniza. Hace tlompo que ol peiTO, al sorvieio dol homlire, ae ha. convertido on un aimjilc granívoro como el g'jrrioM, con la única dil'ercncia do que en vez lio conier el grano al natural, nhaorvo loa proiluetos d<d molinoro amaandoa por el panadero y rogadoa legalmoii-te con au audor. En nuo.'straa maiioa ol perro se ha eon-voitldo on un «ü//itfí»/"0. No ,so ha consultado au gusto pa-rii «aher al la mixtura quo so lo sirvo, bajo ol nombre do sopa, lo agi'ada tanto como ol pan aeeo, quo eon el agua forma la compüsieion ea.si oxeluaiva, on la genoralíiiatl rio loa caaos. La famillu velluda ú quien ao lo distribuyo diariamento esto i)iato claro no necesita, eon evidencia, dieutes para tragárselo, D .seo quo conservo sus mola-rea. que con ayudado .'sua poderosas íiiandihulus le per-miilrán rooi- loa hueaos que encuentro on la basuní (1 que la generosidad del amo lo dá porque no los otieueiitra« empleo míis económico. I'ero tocante íi los caninos, no les veo empleo poailjle, on ol catado do domestieidad de la raza quo lea du su iiomln'o; y/i no lea veo omiileo prác­tico, puoatoquo el perro civilizado no tiene carne que des­garrar para au alinionto y porque si so le permito de vez en cuando clavar sus ebúrneos dientes on la carne de los paseantes, es jior efecto do un abuso intolerable contra el cual tengo derecho personal !i protestar, lin efecto, ea dos años ho sido mordido siete veces, y on esta momen­to, llevo ea la paiitoi'riUa izquierda la señal de los dien­tes de ui) podenco alonan. líaco una semana que yo arrastro la jjiernade este modo, pero tongo la seguridad de tener que estar en cama un raes, el dia que me rauer-(la uno de esos enormes perros daneses que los etaigra-do,i vun k poner en aioda ea lu Alsaeia-Lorena,

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^•^^...aisv.^'mímtwsms^s'^ tim^tffin»vl!r<Ü*t!Íífm)m^^

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Covao el impuaato aobro loa peri'os, deatinado on sii orí-ffon k (liaiuiíuiii'loa, i'iiirfluú ttíimi' por efáüto el iiuiaBiUaiv loa sin ueaiir, no aa puedü aiitriu' uii iinii unan aiii (¡autnr (íiii'tiílni'aa UDII la guiirilin ariumla quu vela á la puoii.a y nn loa oorredorea, AUi sa aiiüiieiiti'an oaiiinoa iiia ae ei'iíun üoiao liayonataa natumlaa, «iiya aeuion oatii au-Ijordiiiada al capi'iolio da loa porteros, La antiiuUiadü eatoa lUtiinos se ogoriia iyualiuanto uodtra loa liúaibrua, rjiiB uüiUra al hallo aaxo; eou una diTaraiiuia eu loa afíiotfia, porrpia laa nuijaras van protagidaa aou lúa i'alr daa, inlaiilraa qiia aii iioaotroa laa aa láiiy lYiuil aji'arrar im padazo; la cpia liaaa qiia laia piarnaa lia.yan aido mu-> chaa veaaa morditlua por loa parroa da mia ámiji'oa. líatoa animalaa, (loa parroa) íio han euuonlrado maa qiia aaca luttiiara da uiiiraa ít mí.

tíi no halíaia «ido mordido iiuiiaa yn oa iiiatriiirii, para ciiaiulo oa llajíua la va/, porrina aa liiavitabla,

Vd.—VüY vidu! viíaatro parro nía hii mordido. 63 malo. Vad mi

.M/j/'rt;nV¿íiriü.—(Jalla! lo axCritña, porqua no Vil,'—Malo ó no el animal ina luí mordido,

pantalón daagarrado,.,, y he arpií la aangra. lUprupiíitiiriü.-^fíá aoaii rara, porrina Mador ea mny

ufahle, Noaotroa hauamoa da él todo lo que quaremoa, Vi/,—BavaramaiUe,—(.Juiíndo se tianan animalea foro-

caa.aa dahan tañar atinloa, Jü propúiiifio, «aariaiando al (lidinauanLa,'—<Vh! galo­

po, parro rula, ¡lüiora aaljnioa «on eaaal La uiaga duhilidad ila loa pro|ii«liu'ioa na maa inao-

rragihla que la aúlara da an.a «hi«ho.a, Hata amor irraaio-lutl liíiaia loa parroa loa ainhrutaea y laa liarA protaatar,— í,al va/, muy in'rmto—muuido hi lay—quiera Üioa qua llague pron'to—laa lu-eaurilia uortar loa anatro aiininoa da ana tavoriloa vallüaoa. Loa amoa rahiaráu auaiulo aua aarvidnraa no nuedaii aoniuiiiaar la rabia, A.1 luaooa, aala ridjia muila, aata liidroruhia, no rabiosa, aaril iu-traamiailiUt,

Paro la propoaiaiou no aa araliirazonabla? Yo pido pura y aeimiUamente que sa auprinuin loa aauinoa ila loa pa'ri'na, qn« no iiaaaaltau para ningún Un útil, y aiipit-cea úniaainauta de aatial'iiaar al hnnior atraltiliario da eatoa aiijniahia lumudo al eialo aat^i nublado; 6 para [luo-jmgar la aapaittoaa anrarnualad do la rabia, ija parro h parro, ó da eate al hoiid)ra. L'uamlo digo suprimir no axijo la aoiiiplata uxtinalou da loa aauinoa, medida ra^ diaiil qua lua valdría al agratleainiionto ile lO:! diuitistaa; me limito /i jiailir que aa arjrten loa aaniíuja al nivel de aua V'-.>!Ínoa, lo qua impoaibilitará hia murdadurna |iro-Turalaa, La mordadura ual parro aará aonio la del ciiliullo, aoii uiaiioa violanaia, iio pudiando determinar, gaueral-mante, iiu»a rjua (íontuaionea »iii gravailad, é rompiu' al traga.

l'aro piuM llagar fi eate raanltado con «I anal aa aonae-giuria la i:>:tiuaiou da la hidrolVdda, qna (juadará limitada lil aaao de invaairju expoiit/uiaa, ae naanaita una ley, La naambhia aonstituyante que la votara mo-itraria uu var-dailaro ealo iior loa Intei'eaaa da la humanidad, atrayén-doae al agriiilaaimiauto Lia loa habitantaa del paia ijue beuüílaie la uuava ley,

Yo no aoy lo haataiite joven para llegar íi eraar qua niulie se lairlarít da esta idea nueva. Iliiiu.aa eu liuen hoi'a aniinl;o í|Uieran ai ai)naigo qu(i la i)on¡íau aa práetiea. Dcjadlaa )'eir, deaia .Mii/arino.alloa pagaran.

Publiao, jiuea, aata idea arroatrando el reneor ria laa vindaa viejna, de laa amdea, ináa da una me guardará uu dianta, eoaa tViail, pueatotjue tendríoi euatro por aabe/a lie animal. Hiiuubro la idea en el domiiuo de la pranaa, aunvauaido da qua en alia ha de eueontrai' uu i'obuato pa-ilrino que la aoateiiga en la pila haufciamal, iSu ailopaiou me garanu/.a ermtra bia inorrleduraa de los pei'i'oa ra-bioaoa y t-onti'a hi muerte aagiira rpia aaiu'rea la iuoaula-aiou del vicua r'ujido,

Dn. Vdí.ix iSctiisNiiuiiiN,

{fiorreifiOiiMl de la Ji'oni/íJad uatiioual de Á'/rioulíura,)

iil iiator da/,'///íW«/> y de N/i/l//, U. "Znla, el jala de li escuahi realisi.i íVuncas:i, es tamljian autor da Rl niiuiiie del miillnu y de los preciosos Nuevas ciieiiios íi Niiioii, Da ctCi obra tradacinios el si^uiaiitc".

ífi.l

Lk PATyrA IM TUADA.IO. I,

Por la mañana, cuando Uearan los trabajadoraa al ta­llar, lo fluauantran l'rio, nsgro, con una triafcena que anwnii'/a ruinii. Un al fondo da la gran anla, es ta la míiquina muda, eon aua liray.oa tiaaos y ana ¡ruadas parar. daa; alia aumanta la nielanuolía, ella cuyo niovimisnto aidina toda la aaaa da ordinario, oon él batir da un corii/on da giganta, rndo en la tarea,

lil amo aale da an daapaulio y diaa con i ire triata d loa ültraroa:

—lUjoa mioa, hoy no hay aqui trabajo,,, No hay padi^ dos; de toihia partas ruaibo aontra-órdei'ias', voy ^ quadarr me aon laa uieraaderiaa estuuionadHa. Vil meada Diuiera-r-bra, eou que aontMauuoa, ila tanto traliajn otros afioa, ¿ota amanaba arruinar laa aasaa nina aólidaa,,. üs naae-^ anriü suapandarlo todo,

Y como vé k los tmbajadores mirarse entra ai aon miado da volver k aua aasaa, aon al miedo del hainbva del dia aiguiante, añada en tono niáa bajo;

—Yo no soy figoiaia; os lo juro,,. Mi situación es tan ti'.rrible, ni/ia terrible quiv.iWjue la vuaatra, lin oalio dias be perdido 5t),000 l'raneoa. iSuapendo hoy al trabajo por no llagur al abiamo antea y con tiempo; y no tango ni uu eéntimo mira mis veneimientoa del lñ,. ,Ü3 liablo como amigo: bien vais qua no oa oculto nada. Mañana tal vez, a.'itnrá.n aqui loa uanreroa, La culpa no es nnaa-tra, verdadi' Noaotroa liamoa lualiado haata al fin, Yo hubiera querido ayudaros ápaaareata mal tiempo; pero no me aa poail)la¡ estoy an tierra; no nía queda pan que partir,

lintoneea les tienda la mano. Los trabajadovaa la es­trechan ailanaiosamante. Y, durante algunos minutos, parmaneaau allí, mirando loa inútiles utensilios con los puños aerrndoa, íjoa diaa autarlúrea, «antaban las liniaa, los mai'tilloa marcaban el comp/ia; y aliora todo parece dormir eu el polvo de la qiiielira, fcjon, veinte, treinta t'auuliiiB bia que no comer^iu en la sauuum qua viene, A-lgunaa mujaraa qua traliiijan en la lábriaa no pueden iioiTlenar laa l/igrimas. Loa hombrea quieren j)nreeer mas tuertas, se hacen loa vali^ntoa; dicen qua en L'aris no ae muere nadie da hambre,

Daapuéa, cuando al piitron los deja, y ellos lo miran alajiirsa, arruiundo en odio dina, agobiado por un dasaarr tra mayor aún rpia lo que les luí conl'eaado, ae retiran, uno á uno, abogáudoae, «on la garganta aprelada, frió an el corazón, cmno ai salieran de la ii/imara de hi muer­te, lil muerto ea el trabajo, es la gra;) míiquina muda, cuyo lisqualeto aparece ainiaatro an ¡asombra,

n, l'íl obrero eatá, fuera, eu la calle, lín desgastado las

aaania ilurante ocho diaa, sin poder hallar trabajo. Tía ido de pulirla an puerta, ol'reciau.lo sus br.iy.os, sus ma-: nos, ofreciéndose para todo, sea lo .'juiera, desde lo mas repiignaute hnsta lo míis dqro, basta lo más mortal.. Todas las ¡luertas están aerradaa,

lintoneea ofraeii') aii trabajo/i la mitad del precio, Lní» puertaa no aa le abren, Trabnjaríide lialde, por un lioeado lie pan, La laisaria la terrible miaeria, llama k ja puertii de toíloa loa obi'aroa. lil pánico detiene todas las indus-triaa; el dinero, el cobarde, al dinero, se aaconda,

Al cabo de ocho diaa, todo hii, concluido, lil trabajar-dor lia beaho una suprema tentativa y vuelve laiitaniúii-ta, eon lus inanoa vacias, colmado de miseria,, Cae la lluviii: l'aris esta fúnebre oon el lo.lo, Hl obrero anda biijo al ahii|)uci'on sin sentirlo; no siente nuia qua ati hambre; deteniéndose para llegar menos pronto, (ríe aso -ma á un parapeto dal Henii; laa agnaa crecidas cflrren haciapdo minduj ruido; contra el macho dal puente tliv-manae saltos de espuma blanca, Se inclina; la corriente colosal pasa por debajo da él atrayéndole furiosamente, Luego, üonoce que sería cobarde, y se vá.

lia cesado la lluvia, lil gas brilla en los escaparates dé la s bisuterías, líoiupiendo ua vidi'io, tendría con un puñado pan piU'a muchos años. Las coainua de los reatauranta ealá;i fiscoudidiis; y deti'.'is de las eortiiins blancas, se ven gentes í|ueconi.en, Apresura, al paso, y se dirige á su Ijitrrio, pasando por junto 6. laa fondas, sal-

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3<S+

I ¡í I».

cliicJioi'ias y pastoloriiis do todo ol ['iirÍM tjii.stn'jnoiuo fiuo Hücxlilboá talos honufi. Coiuosu miijof y HU iilila lloni-ban por la manaría, les proiuoHó lluvurlu.s pan íi la tardo. No so atrevió íi ir h duuirlos quu haijia inuiitldo, untos do caer la noulio. Conformo ilja andando, so pru-guntaba c6mo entriiria, fjiiii los oontaria para <|uo tiivlo-ran paoioncla. No poiliau jMjriaaucour mas tiouipo HÍII comor. lil podiii probar, poro su mujor y su nlñason domasiiido díibilos.

Llegó un momento on quo tuvo la idoa do mondlgar, Poro cuando pasaba ¡lor su lado un oahallaro ó una H«-fíora, y ponsaoa oxtondor la mano, su l)ra'/,o temblalmy la j^ariíanta so loapretal)a. Ustalja plantado on la acunt, y UiH nontaH comme il faut Hü volvían creyóndolú borra­dlo, ttl vor su cara dóslltfurada [por el liambro.

ni. La mujer del obrero lia bajado i'i la oiillo, dejando

arriba á la niña doririidii. lisf.ú inuy lluca y visto un trajo do indiana. Tirita con ol íiiro liolado do la uallu.

Ño lo quoda nada en la habltaolon; todo lo lia llavado al Montc-do-Piodad. Oclio días sin trabajo bastan pa­ra dejar la cusa vacía. La víspera ha vendido casa do un baratillero ol último pnriadn dii lana do su colclion; ol colchón ha ido desaparociondo así; y no queda mus quo la tela. La lia jiuosto col^'ada on la ventana para quo no oMtro i'ilrü, porque la por(neñina toso tlenia- • Miado. Sin decir nada á su miirido, ha buscüido tam­bién por su liarte. I'ero la falta do trabajo hiero con jaas rudeza á las raujeros quo á los honibros. Dosdír la mcHottt (Jo la esealcra, hay (les¡,'raciadas á qulort(!s ho oido sollozar durante la nüclie. A una so la han encontrado tiesa en un rincón de una oscalera, á otra muerta; otra lia desaparecido, lili», por lortMna, tiene un hombro do bien á su lado, nn marido quo no bebe. Estarían muy bien si las pasadas ostaeiones no las hu­biera despojado del todo. Ya no tiene crédito; debo al |)a-nadcro,al tendero, k la frutera; no «o atreve 4 pasar por delante de las tiendas. Cerca iiol medio día ha ido cas;i, de su hermana á que lo prestiiru veinte- sueldos; pero ha encontrado allí tiuiiliien tunta iiilhorln niie so lia ochado li llorar «In decir una piilalira, eon/unfiléndo-sc por miiclio tiempo ol llanto de Iris dos liernianas, Cuando salió, prometió llevarla un pedazo de iiaii ni su marido volvía con al(>iina cosa.

El marido no vieno. Kstá lloviendo, y so refu;(ia en la puerta; las gotas chapotean sus pies; el ¡¡¡/¡un pe­netra por su rojia dclff:ida. He impaeienta |jor momen­tos; ¡i pesar do que la lluvia cao k torrentes, sale hanta el íln do la calle, á ver si vé llegar al fine espera, y vá liastu el camino. Cuando vuelvo, está ompnpada; se piisa las manos por los cabellos para enjugarse; aun tionc paciencia, sacudida por el estremecimiento de la Uebro.

El vaivén de los que pasan la <;odoa. So rncogo ¡lara no incomodar á niídio, J/OS liombres la ininm condes-caro; k viiuc.H siente su aliento tildo llegarlo al cuello. Todo el París sospeclioso, el lodo de la calle, sus lu­ces en aumento, el ruido de los carriüijes, parece que quieren cogerla y urrojarla al arroyo, lilla tiene lium-bre, está á merced do toflo el mundo. Un frente hay un panadero, y piensa nn la nina que duerme arriba.

Cuando el marido aparece por Un, deslizándose como un miserable á lo lurgo de Ja,s casas, preeípílase ha­cia él y lo inlra ansiosamente.

—¿Y bien? balbuceó, El 'no respondió; bajó la cabeza. Entonces, ella su­

bió delante, ¡lálida como la muerte.

IV.

Arriba, la nifia no dorinia. Rita despierta, y nueñ'i, enfrente del cabo de vela que agoniza en nn rincón de la mesa.. Un no sé qué de monstruoso v triste pasa por la faz de esta niña do siete a.ños, do ííieelones ajadas y serlas de mujer ya hecha.

I2stá senlíu.la en el borde del cofre que Je sirve do ca­ma. Sus piá.) desnudos penden tiritando; sus manos de muñeca ení'i;rmiza, recogen contra su pecho lo.s menga­jos que la cubren. .Siente allí un arJor, un fuego que desea extinguir. Está noMttdo.

Rila nO'ha tenido Juguotos nunca. No puede Ir al co­legio, porque no tionü /.iipatos. Cunado ora puquefliu. rocuerila quo su madre la ponía al sol. Pero iisto liaoQ mucho tlonipo, lia sido nocosarlo desbaratar la casa, y, desdo ontouces lo paroco que soplii un grun t'í'lo por toda olla. Desde aquel día no ha estado uontoiita; slenipro tiene lianibro. Desulende hacia una cosa profunda quo no piioilo comprender, ¿Tieno todo (d inundo Imnibro'i' Ita jifocurado consoguir' habituiirso á olla y no lo lia podido comprender, Plüiisa (|ue es demasiado' puquofin. y quo US necesario sor grande para saber. Su minlrn sabo, sin duda, esta cosa (¡uo s» oculta íi Ion niritis SI so atroviora. le progiintiirla; ¿quién 0,1 ha traído al mun­do para toiior hambrel'

Además, oatá todo l;aii feo 011 esta cana! Vé la ven-tanit donde ustá la tela ilel colchón, lim paroilos desnu­das, los muebles lisiados, toda esta vergíioir/.n del des­ván que liL falta do trabajo sacado la ilosesperaelon, l'hi su Ignorancia oreo habor sonadotcon habitaciones abrl-giidiis, con lun-nioyos objetos brillantes, cierra los ojos liara Vulverlo á vor, y á través de sus IVIOM |)árpadoH, lit luz do la velase vuelve un gran iiiplendor de oro on id que desea entrai'- Pero, sopla ol vientO'y |»ónetra por la visnlaiia tal corriente lio airo, (|ue es prosa do un golpe do tus. liOM ojos so lo llenan do liigrlmiis.

Otnis veces, cimndii la dejuban iiolii, tinila miedo; pero hoy no sloiito nada, todo lo es Igual. Como no ha comi­do dcsiie la víspera, pieiisii que su iiiadro ha bajado á buscar imn. Kota idea la alegra. Cortará «11 |ian 011 pe-daeitos, y se los conuu'á leiilamento, uno á uno, .tugara con su pan.

La madre entra; el padre mira la |(iierta, í.a peqneñai les mira las manos á los dos, muy sorprendida. V, como no dicen nada, al cabo, do un mó:iiento, riqíllo can­tando:

—Tengo hambre, tengo fiiiinibre. m pudro so agai'i'a lii oiibeza con liis manos, en un rln -

con, en la osciiridafl; allí permanece aplanado, sacudien­do si.is hombi'os los rudos y silenciosos sollozos. I,a madre, abogando sus lágrimas, viene á volver á acos­tar k su pequefilna, l a CUIJI'O con todffs los harapos de lik liabltiieion, y lo dice: sé liiiena y duérmete, I'ero la nlfía, cuyo frío le hace castarietcar los dientns, y quo «lente id l'inigo de su peclio abrasarla más vivo, «o vuelve muy atreviilii. Si cdelga al ciwllo de su nuiílre, y lo dice muy dulcoinente:

—IJÍ, mamá, ¡lor qué tenomos nosotros haiabreí'

LA FlESl'A 1>K 8AN CAYETANO. (rcKcnicuDOs)

Dedicado i'i mi /¡iieridti ¡obrlna y iiljijadit SiiHoaiTA DoU.i ENUAUNACIOÍI ALVAHIÍ/, A'';UI.I.I>.

1.1) [umiilii un ün Ijori'u Jnin/íii.

Miooitr.

A unu legua de Murcia, en medio de tina Vcgu d í -lÍL'íosa, y al pií de un fumoiio ciutillo, teatro—durant': la dominación árabe—de escenas verdaderamente tr.'ÍKÍco-ainoroíai, hay un pueblo-, que, desde ti';«ij)o inniemorial y con cierta propiedad, nc It; viene llamando M'jiuca-gudo.

lista cxíí;ua población, que, si bien cuenta Vin al|{iina vida propia, por ocuparse en las faenas agrícolas, no es la bastante para adipiirir cierta ím|)ortancia, tiene sin em­bargo un glorioso pasudo, Í[UC la ardient': inspiración de algunos postas, no menos que la fecunda imaginación de algunos otros literatos, han tenido el cuidado de hacer­nos conocer, por medio de sus bellísimas y cncantadoriis leyendas.

No hay aldea, ni Uijiar, ni pueblo en esta nuestra dcudícliada, aunque católica Espada, que deje de con­sagrar toda su devoción (i la Santísima V{rp;<:n María, en quien fundamos todas nuestras; csperan/as, ó <le noin-

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hr»r por pau'on d cimlquler Siinto, á quien totloí vene» t'aii con vivft y (inüfiíuij \'i,\/ luti iiMis vccns, con «xu». (ícruflo Icrvor rqHt¡io8Ci,,,.

Moiueuiíiulo tiene por piici'on /i 6ii ülorlogo Sun Ctt-J'ctuno,

Atiucllus tiencUliia gfincqs, yuyo espíritu religioso, liiiío nuit <lc 30 iifioit, rHVHliii c;n runutlstno^-pues hojí g''"*'l'*s ul progrenci tienen ulgr» Hbierton lo» njoá^^por au nnnto gloi'ioiio y il vceeit por U CQBH niue lniílgniricitni;';i se p». Icwliiin, «orno vulgurmunte ii« t-life, liiiBtn con el Uicero tic! ulbu,

Y lu.) eran «olo d pueblo y iiii« ulrctleirlor'}», los "-iHii en «(|ii«llti ípoíiitriluitiibiui tiin ,/W'f'«''«:ítf culto il su sin pur Sun Ciiyetmio! erit toUn It» Huertu tle Mui'i 'lti, cuy» c.',>ít«niilon se L-IIICUIU C*U mus íln 5 Iqüuiis de longitud por I res il« Ilicitud! enm lus pueblos convecinos, y nun Mud-=' iltud de iirteaimns y jonnilcros de lu (.'U|ilttil,

Desdé tlenipo iuuieuiori;il, (.[ne, por el uies de Agosto, en plenu Cunlcnlii, ,y cuundo en Mui'cíu se sudu el ipiilo, viene cclebrilndosc, con gi'íin regocijo y i íei't.t soleinnl'" diid, lu liesiu cívlco-^religiosu, <-\ua dielio puebln iledicu d su tuceliir, el glorioso tiuii Cuyetuiior liesttt tjuerrr-iídn el niuyor ¡ducer, y reinont;ínilose ¡1 lu ciílido'e épocu d» Í.HJ tlfdi ilf Iii 'l'riiiiliii, en (|Ue thias y IroyiUiui s« dlsputubun e! poííer, con iltitritnfiíilo dri li.s ciududiinoí pucírtcos,^^vu" nios il permitirnos describir, si no en U niejor lornii, ul menos con lu in.iy.ir sumu de dutos que nos seu pciaible, ilespues i|iic denniB cuentu de lo i|uc lenlu lugur en eatu lupitul, ilurunie U turdc >|e lu vlaperu de lu reptfiidu lieotu entre lo? niurt'i.inos de buen hunvor,,, y U'iuéllu especie lie curuvunus de huinniiiins, tpie utruvcsubun lu ciinlud puru tomur el caniino de Morifeugudo,

Murciu, ipie generuhncnte luddundo, es lu tierru de lu ¡fUiíia truilicioiiul, la >p.ty uiitÍKt"ii"«i' "? 'i" gustudo vivir en contlnmi jolgorio, unntpu! en Inusltudu uputiu. respecto (í toi-lo ui[uidlo, one teu>ler lu» podido i\ su (ue= jorumienco nioruly muteriul, paníuse'íitniovlinlenio iniue^», Hit turde, n'd sin ubundonur sus queliuceres y sugrudus obliguciones-«|Ue dicho seu de puso-—no lit \I<Í\\A<{ÍÍ, nuil, por BUtisfucer sus ¡iliciones y estur i'i'ello ucostioubrudu,

l/iiu (iestu promovidu por cuuUpii'n' insigiiilieunte mo-" livo en un diu l'eriudo, vuKu por unu I'ÍISCUU, ¡Tul eru el poeo uinor óptese prolesuliu ul f'ubujo, y tul el dcs^ conocimiento de lu niíxiinu iuglesu, nel tiempo es oro,,,!,,

Artesuiios y inenesirules, cumpuner<is y sucristuries, mU" jercs ilesocupudus y eücesivumente curíosus, y cuuntu gente de Inien liumor encerrulv.i, en rMi,estu puclíicu ciudud en »t|uellf)6 tiempos de leli/, recorducí'm,,,, se unresurubun gozosos (í dur toriDenio—iuí sin Itulvir dormido unu lur :' ga siestu""!! u'juellos ¡íobres y sencillos huertunos, que oru horriciilmenie, u\'x¡i'eMI'iu iitiiliiuiln, teniun neccsidud, como liemos dicho, de utru"esur lu pohiucion puru dirigir-^ se, '.'on uyudu de Díxs, hícia Moiiteugudo,

Alienas utiertubuii í |)uaur por. ciertus culles ulgunus puiioillus de estos ubigurrud'is romeros, se urinubu tul es™ trc|)itoso ruido de cencerros, (l)Uhiin'iii, fitt'Hi'ul.ii, y oíros iiiiirwnfitits di' t'iti: JiifA, '|iie utortoludos los unos, ute» iiiorizudos los otros, /; írríiu-los h)s mus, por lu terrible Kurc-.tÁ de bu<|iiccu, ipie les liuciun sulVír, |iroruinpiun en interjeeríones, y po'oí'eríun (ruses, i\w huy necesidufl <le ctíbrir con el tujiido veh) del mus prolnndíi sílen"^ CÍO,

Unu de las calles en 'jue m.'ís |vr¡n'-ipalment<; teníun lu" gur estas y otras escenas, eru lu aiv/<stu y jioco ventlludu lullc de lul'luteríuj en ellu, como hoy, solíun ))allars'íesfu=' Idecídos muchos comercí iiifes, algunos /uputeros y sastres, y tv'i •is.'iMú niímero de ¡/lateros, 'JV/dos, coul mas, cusil meiirts, tomaban par téenla ruidosa íi'ísta,,,

/.,as platerías en aquellos tiempos no ^'.vm lo tjue al ¡irescrite, A la su'/.on, era/i obrador.es-ríeíidas en doi)?!'; se hacía tanto ruido como en los tulleres de los caldererosi hoy ,'.0)1 unos verdader.os ettablei-imíem'ys mercantiles muy

s^rlpsi unos lujosísimos bítsciti'ss de joya» rii]uísim»6 y de gran gusto,

Kii lits puertrts Ae, dluhos íjstubtecimlentos cenluo unu. capeule de petnienos tnosci'iidoi'as, llumudos vulgurmsni« cujones, ciue les süi'vlun put'i» labrar iu plftta y guardur el heri'itniantul y, lus ple'/.us Isbnriibltís, l'ues bíetii BStOn inostratlores h cujonss, litUl(ibuti#« pqri'wdoii Pon llttvfl en ui]uelhi furd». no pudinndo producir, por cunto, «<|U8l constunti; y molesto rum^rumde lus limas, ni pl templudo y fugrte tnarclllijo cotldlunoi pero en cambio «1 paüar los íuiertunos viajeros por duliuit*! tle olios, eran agicados estos con iiiaViOs de inuderu y oci'os «rtelaiitos por los nii>= mos plateros, urniíludose un estrepitoao ruido, que haPÍu volverse loco al mejor (.'ristiuno,

ISn las demíls calles del trímsito tenían tumbien lugar estas y otras parecidas iist^ínas, \l\\ la do la l'unria ds Or l -luielu, cpi es por donde genfiratiuunt'i desemboeaban^y aun continilun hoy desembocaiuio^^todas las caravanas ve» gueras, 'Jü ín la '[ue s« «cliaba el ípiintal,

Al corregido y aunisntado ruido, con (jiitf los vecinos d" esta calle despedían í aquellos inítillcps iranssuntiss, se solían agregar algunos aprtutroíes, f.|u« aiinquo pronuncia-ilos con bronca y iwiiH'iiJn voy,, llevaban totlu la ruar/u pulmoiiur de uipiellas gentes,^rr^rMoros,,,I, Ips dfieíaii unoo,^"¡r'unochos,.,!, les decía» otroa.'=^//ii/'vyi/7// hiirrii, ijHdiity il S,iii t'dytii't,,, se pcrmltia añadir "alguno qu'i otro íliiiii'iul'y f.ij)itiiHitii, de los ipiecn atpiel infernal re^ cinto umigubkmente se reunianí y as' pasaban la tardr, mas alegres que niiao l'áscuas,

Al Tranquear la puerta de CJrlhuela, ya se liallaban estos seiu'ili'is viajeros en territorio luieriatio, yuntoiu-e^ respirubun libremente, y hasta solía descargar su ira la inraiueríu huertuiiu, arriinándides unos cuantos tíarrofa--'/,os ií las borricas, que conducían no solo rolliv.as y Tre.s-cas miichuclius sino tambi'ín, v m aguaderas, todos los pertreelios de lioca, lira naturui que, al sentirse ujHtleados aqucürfS rtiiimuljllos, s? doblanin por U l'nt}r'/,a dpí dolor; y al doblarse, también era na'iural H"^' las mígalas per=^ dieran el equilibrio, y estampara» su Mmina en PI jiolvo del camimí, y lus mas .le las veces nos C/fhibieran, por lo menos, unas robustas y dn* ínulas pantorcillas,

Uejihiios, pues, qiis el v.agal. levante >í la riiborí/ada •/uíjulu, la quite el jiolvo, vtn^lvaU (í montar en la borrica, y que ambos c/intlnileii caminando híícia Mon-te.ugudo, Kn el eiitretuiito, veamos lo qi)" ocurría aque,^ lia noche y uiii) «1 siguient'í diu cu el ramoso jHicblo de h)s cliumbcís y pimeiitoties,

figuraos, lejitoi'ce, ver to.la iina í'^ígresía rítiinída con tu Cura ul iVente y el tiucrístan A lus revucttass i^ow el ama de aquel y sus rolliv.as y írc-scus sobrinas y ht mujer de este con sus lindas / maictoiías hijas, sentadoü lodos y t'ormando ctirro m la pu-srCft de la OasHí^ctiraio, y decidnos si esto solo no bast'irfa pura que el vecindario en musa derroeliura alegría por todas partes,

La |da'/,u del pueblo estaba convfsrtidu en ima f¿r¡a> allí se velan niiestos de cascaruja, ds rica horchala y agua iKlada, de peladillas y dulces secos, d« quincalla y |íaquetéríu y aun de juguetes! allí no faltaban o) los lumo -.-sos chumbos de la tifirra, ni los ricos nielones del íi«-- ^fueron, ni la u|)et¡tosa sandía dií''«/«'vw y azucaritiloc-fe razón, ni el po|Hdar bacalao frito y los huevos pícidos, ni el fi!/,'o/i y h lnilii^t'iiut It agiiaV-.UeDte; allí, en (jn, había todo lo necesario jjara suciur el apetito de aqu'slla <^i(fi¿\il,i co ncM rr'jiicia,

IVÍas de mil personas pululaban jwr aquel' agradabl-t recinto, sin contar con otras mil am s»? calculaban po­drían reüníi'se, entre las qu.e se Invilaban acampadas ftl pí'í d.e las moreras, y la.s qtie des)>iies aeodian «jn tropel, í ver los fuegos artilicialíís, quíj liabi»/i de ten^r l(4gat' en aquella noche,

l'd nt'imero de los de uml 'ís SÍÍ.ÍOS y ed.adíis, qge aci/--dian lí cumplir al tíanto sus prom<?sas, <;i'a inca!culabl>;,

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El Cura y el Sacristán, que puede decirse que eran sus administradores generales, son los únicos que podían aproximarse en el cálculo. Cuántos incautos y ciegos de te solian subir de rodillas la cuesta de la Iglesia...! Las promesas, que habían'hecho en el lecho del dolor, no hacia muchos días, y aun convalecientes, las cumplian. Las mas de las %'cccs, como era natural, era peor el remedio que la enfermedad; fuera de alguno que otro milagro, que tenia á bien hacer el glorioso San Cayetano, la mayor parte de estos prometedores, venían á pagar con el pe ­llejo su insano fanatismo.

Multitud de inocentes y fervorosas mujeres iban á de­positar en manos del Sacristán las ofrendas, que en sus apuros y dolencias habían ofrecido al Santo: ojos, pechos, piernas, brazos y hasta cabezas de cera y también de plata, mandaban colgar en derredor de la capilla del glo­rioso S. Cayetano, para mostrarle su gratitud y perpetuar la memoria de sus milagros.

A un lado de la Iglesia hallábase una gran mesa, r e ­presentada por tres piadosos varones del pueblo: en ella depositaban las velas de cera y aun las ofrendas de metá­lico. El trigo, que no era poco, pasaba á llenar el espa­cioso granero del Santo...; si por casualidad había ofre­cido alguno, por ejemplo, tres fanegas, y no había podido llevar mas que dos, pronto les decía que quería abonar­la en metálico, y á seguida le contestaban:—.,no des mas que 45 reales por ella; á eso se le hemos cobrado á Pa­corro Zambudio, hermano mayor de las Animas i/e¿ par-

• tio del Llano de Brujas, y á algunos más, antiguos bien­hechores de otros pardos.!:—

A las 9 en punto de la noche, cuando todo estaba ilu­minado por los i'arolillos de papel de varios colores, y después de un continuo campaneo, y de que la música dejara oír sus alegres acordes, y el tamboril y la chirimía su tradicional tocata, prendíase fucgü al castillo, que há­biles y afamados pirotécnicos de Bcniel habían construido.

El gentío inmenso, que de 3 ó 4 leguas en contorno habia acudido á presenciar la ¡icsta de pólvora, con­templaba cxtasiado la salida de ios cohetes, y aquellos soberbios roncaores, y las vistosas palmerns y culebrinas, y hasta /í? Míjr...! Cuando llegaba el momento, en que se empezaba el castillo, una general exclamación partía de la apiñada multitud; un unánime y cxpontanco aaaaah...\ salía de lo mas profundo del alma de aquellas alegres y sencillas gentes. Después sonaba el trueno gordo, en señal de que los fuegos habían tocado á su término, y cada cual giraba por su lado; los unos iban á buscarse lacena, los otros sitio donde dormir al raso, y los maS'el camino, para dcíhaccr lo que horas antes habían andado.

Lo que en el silencio y la oscuridad do la noche allí pasara, es cosa que completamente ignoramos: si aquellos frondosos y regados panizales hablaran, ellos podrían darnos cuenta de las promesas y juramentos de eterno amor, que habrían escuchado.—IVtas vale así; todo lo liacc Dios por mejor...

Al amanecer del siguiente día, (Domingo), un repique general de campanas, acompañado de estrepitosas salvas de morteretes, anunciaba á aquella especie de campa­mento y á todo el vecindario, que debían abandonar el lecho para empezar el jolgorio y asistir desputs á la fun­ción de iglesia, que se celebraba en honor del glorioso San Cayetano.

La murciana banda de música y la oriolana y tradicio­nal chirimía con su inseparable tamboril, no se hacen es­perar mucho. Recorrítndo el pueblo con sus bien tem­plados instrumentos, atraen la concurrencia, y vuelven á dar vida y movimiento á la interrurapida fiesta.

.Algunos infelices ciegos de los que honradamente se buscan la vida vendiendo descomunales romances y can­tando coplas, que se acompañaban con sus ennegrecidas guitarras y bandurrias, también acuden—como ira de ene— á aquel sitio, para amenizar la fiesta con parrandas y

malagueñas, y armar unos bailotees de rechupete... De la función religiosa, que tenia lugar en el templo

nada diremos, puesto que se reducía á una misa mayor con mas ó menos música y algunas mas luces que de ordi­nario, y panegírico del Santo tutelar, que siempre lo ha­cia un padrucho de campanillas.,'

La procesión, que tenía lugar por las calles del pueblo, .sí merece que la describamos, siquiera sea ligeramente, por no hacernos demasiado prolijos, A la caída del sol, cuando el calor se dejaba sentir menos, salía aquella de la iglesia: la formaban varios ancianos muy serios y en­copetados, algunos mozalvetes con rizados zaragüelles y grandes cuellos de camisa muy almidonados, i. infinidad de chiquillos muy curiosos y bien peinados; todos ellos con velas encendidas, alumbrando á su glorioso S. Ca­yetano,

El mas rico de la hermandad llevaba el estandarte; la capa pluvial el Sr. Cura; la cruz parroquial el sacristán, y presidía toda aquella comitiva el Alcalde, en unión del Hermano Mayor y otro hermano de los mas antiguos. No hay para que decir que, el Santo iba en su sitio de preferencia, y adornado cuanto cxigia su riqueza y ge-rarquía.

E l / í r c c r religioso de aquellos ^ í / w no tiene ejemplo: sil entusiasmo llegaba hasta el punto de arrojarle al santo peladillas, cascaruja, chumbos y—según cuentan las cró­nicas—hasta solían tirarle alguno que otro melonazo; habiéndose dado el triste caso de romperle un brazo.— ¡Valiente entusiasmo religioso era el que allí se derrocha­ba...! ¡Tanto era lo que aquellos devotos qtierian al santo. que, con la mas sana intención, le dejaban sin remos...!

Así que el glorioso volvía en procesión á su casa-iglesia, la fiesta habia concluido: desde aquel momento, todas las gentes se disponían á partir con dirección á sus vi­viendas, en las que referían lo mucho, que se habían di­vertido en la gran fiesta de Montngü, como ellos dicen, y la promesa que habían hecho al santo de visitarle al siguiente año.

En cuanto á las zagalas—y para terminar—diremos que, esta antiquísima fiesta las servia á muchas de anzuelo para pescar candidísimo^ novios, que luego y muy santa­mente solían uncir al yugo matrimonial.

— ¡¡¡Milagros del glorioso y bendito S. Cayetano...!!!

.J. AOULLÓ Mu.'SOZ.

C0BR.4. BUENA F.4MA.

—¿Conocen ustedes A visitación? Pues es una chica Como no habrá dos; So deja el paseo Por ir al sermón. Del sucio los ojos Jamás levantó, Y, si la dirigen Palabras de amor, Se tifie su cara De vivo arrebol, Dieesc que ha dado Mas de un tropezón, Y que la visita Un señor mayor; Y, á poíjar de todo, Nadie se atrevió En tela de juicio A poner su honor. Y es porque las gentes Discurren asi: Cobra, buena fama Y écliatt ít dormí}-,

\¡ SmJtí^i'm>mmv,\iK.íSlíá!3!SVS!S,

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De soltera, Juann, Su amor concedió A dos ó tres tunos De marca mayor. Se casó mas tardo Y á su esposo amó Con todo el delirio De su corazón; Brilla en su mirada Celestial candor, La existencia pasa Como manda iJios, Y ni el paraiso Que Adiin liabitó Es mas delicioso Que su lialjitacion. Í5in embargo, el mundo Con encono atroz Dice que es dudosa Su reputación. Y es porque las gentes Discurren asi; Coim mala fama Y ¿chale á morir.

Tama de valiente Tiene don León. Afirma que estuvo Kn Sebastopol, En la guerra do África Y en la do Joló, Y que en cuantos duelos Ditoiidió su honor, Herido ó difunto Su rival quedó. Yo sé que so asusta Si suena un tambor Y se encierra en casa Y celia el aldabón; Y. aunque liaee tres nocues Que se desmnvó Porque eutró una gata Kn su habitación, Todos se hacen lengu8.s De su gran valor. Y es porque liis gentes Discurren asi: Cobra buena fama Y échale á dormir.

Desdo niño.Marcos^ lieiiombro alcanzó De tener un genio Avasallador. Camorras armaba Sin ton y sin son, Y daba de palos Con todo primor. Casóse, y eclipsa Al paciente Job, Y, aunque adelantado 1/lemsu reloj, Desde que una tarde, Que so retrasó Kn volver á casa L'n minuto ó dos, 1,0 arañó su esposa Sin contemplación, Afirman que tiene Un genio l'eroz. Y es porque las gentes Discurren asi: Cnhra mala fama Y échale á morir

Quien quiera que seas,. Lectora ó lector,

Procura que el mundo Te elogie á una voz; Evita su dardo Punzante y traidor, Y vive á tus anchas Sin ley y sin Dios: No importa que seas Un monstruo do horror Si fama de santo El mundo te dio. La fama es sentencia sin apelación; Tenia buena, y vivo Sin ningún temor, Mas si mala fama El mundo te dio En vano es que entonos El yo pecador; Que siempre las gentes Discurren así; ,', Tienes óuena fama'! líchale á dormir. ¡Mala fama tiencsl {Misero di lll

CARLOS CANO.

ílllSCELáilEA. Nuestros aprcciablcs colegas La Paz, El Noticiero y El

Diario se han ocupado con alguna extensión de la vista pública verificada el miércoles último en el proceso incoa­do contra nuestro digno director por supuesta injuria v calumnia al Alcalde de Orihucla, contenida en un sueltu del número 115 de EL SEMANARIO, y en cuyo suelto se hacian apreciaciones sobre la negada existencia de la per­judicial presa del Mcrancho.

Aparte de las cariñosas frases, de los elogios con har­ta benevolencia tributados ;l las condiciones y gran mc-iura del novel detensor, tratándose de una c;íusa en que la justiücada pasión filial pudiera haber influido en los termino^ de la defensa, y sin que, no obstante, pu­diera reprocharse en su discurso algo que no fuese doc­trina legal y la historia clara, exacta y precisa del mal­hadado asunto de la presa, aparte de esto, decimos, que nuestros colegas no hacen otra cosa que interpretar la opinión pública, ilustrada suficientemente para haber formulado su veredicto en esto que afecta interés pú­blico.

Bien se ve por otra parte que á nuestro director no Ic arredraba exponerse :í que la forma dura y seca con que la verdad se dice en ocasiones para que produzca sus cfcctoi, originase ciertas consecuencias, porque es lo cierto que b-ien merece la salud pública y los intereses de los más, el sacrificio que los hombres públicos y que se deben á su país, se imponen.

Nuestro-dÍrccto.r descansa tranquilo en la ilustración y recto criterio de los tribunales de justicia, después de haber mcrecid') que la opinión, que con interés vino ocu­pándose de este asunto, desde el principio, se haya puesr-to en absoluto de su lado, como era de esperar.

Por lo demás, nuestro director no encuentra palabras bastantes á expresar su agradecimiento á los tres colegas indicados por sus deseos y favorable juicio, pues él r e ­fleja repetimos el de la opinión pública, que es una de las mayores satisl'acciones que pudieran caber al director de EL SEMANARIO.

D. Antonio- Marco Padilbi, persona mny conocida en esta capital, y en la quo vino dosempoñando muchos años la profesión de Procurador do estos juzgados hasta liace algún tiempo, falleció el viernes último con sen­timiento do todos los que tenían el gusto de conocerle y de sus muchos amigos, entre cuyo número nos contá­bamos.

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Enviamos á su estimíida familia la expresión do nues­tro mas vivo sentimiento por la ¡umensa pérdida que ha .sufrido.

Nuestro apreciaba amigo y colaborador D. Pedro Al­cántara Bcrenguer, que tiene publicadas algunas inte­resantes y elogiarlas obras sobre su profísion, ha sido nombrado por R. O. de 20 do Octubre último de la re­dacción de la importante «Revista Militar Española».

Reciba el parabién nuestro amigo,

Enviamos nuestra felicitación á nuestro colega La Co­rrespondencia. Ilustrada absuelto de la denuncia que so­bre él pesaba.

Ha fallecido en Madrid, el dia 10 del presente, la Exce­lentísima Sra. D." Julia Stuyck de García Maurifio.

Honda pena nos ha producido la noticia del falleci­miento de dicha señora, que tan buenos recuerdos dejó entre nosotros durante el tiempo que estuvo su respe­table esposo al frente del gobierno de esta provincia.

Participarnos del dolor que embarga en'estos momea-tos alSr. Garcia Jlauriño.

En los números de ayer de El Diario y La Paz se ¡aser­ta copia déla conumieacion que el Sr. U. Pedro Uiaz Cas-sou lia pasado al Sr. Alcalde de esta ciudad contestan­do á la que esta autoridad ie había trasladado del señor Gobernador civil do la provincia, interesando manifestara en donde se encontraba ó facilitara la copia del docu­mento que se menciona cu la primera plana de esto nú­mero de EL SEMANAHIO.

Nos complace mucho, como murcianos y como amantes de las letras, el feliz hallazgo que se perseguía, enorgu-Jleciéndonos.—lo prueba la galana comunicación del sc-fior Diaz Cassou,—de que cuento Murcia con una juven­tud brillante y estudiosa, digna de la que en la capital de España mantiene nuestro nomljreá tan buena altura en todos los ramos del saber, y una y otra dignas su-cesoras de los nombres que en todos los tiempos ¡lus­traron lii historia patria.

Aumentamos, con tristeza, el catálogo do las personas fallecidas esta semana y de que damos cuenta, con el nombro del Sr. D. Andrés Aleolado, ingeniero de minas que ha sido en esta provincia hasta liace unos cuantos meses quo fué trasladado á Madrid con ascenso, y en cu­ya capital ha dejado de existir.

Nos asociamos al dolor de su estimada familia.

CROJ^ICADELASEÍMNA. No hay como posesionarse de la cosa deseada para que

ya las miremos coa la mayor indiferencia. Enseguida á "anhelar algo nuevo.

Todos los quo iban á Cartagena á negocios y los otros que pasarían un sarampión en el invierno si el verano que lo antecede no visitaran el Arsenal y el rompe-olas, se venían haciendo lenguas y no sabemos sí relamién­dose del cemento Porland que hay en la calle Mayor de la vecina ciudad. Pues bien La Paz, no recordamos s¡ fCl Diario, y quizá casi todos los periódicos de Murcia,

'jjidieron al Ayuntamiento quo probara el especifico en nuestras calles, y efectivamente la Corporación muni­cipal, quo en lo que quiero atiende i\ la prensa y en lo que no quiero deja de atenderla, ni mas ni monos que haría cualquiera en su casa sin ser municipal, y porque sin duda asi le convino ó le pareció, dispuso que se CÍ-neiUaraii varias, diversas y diferentes aceras, sin con­tar con quo el Casino había antes dispuesto colocar en su pasaje del mejor cemento.

HéTiqui, en resumen, lo que sucede: que la gente no so dá por sorprendida do la novedad; y los que conocían el ceiuoiito Porlaud por su aplicación á la callo Mayor

de Cartagena no han dicho nada de bueno; si acaso para ponerle faltas.—Hombre! hombre! esperemos.

La cuestión del piso, del nuevo pavimento á las prin­cipales Calles do la capital, nos lleva—no como por la mano, sino como por el pié—á la plaza de Romea, ó á la plaza en donde está el ediflcío del teatro y lleva este nombre.

Bien podrá maldecirse á nuestro tiempo: las burlas y sarcasmos mezclados de compasión con que la gente echada para atrás mira esta nuestra época, no evita que los compadecidos sean los compasivos realmente y que prefieran estos días con ser tan aciagos á aquellos" otros de hace sesenta años en que tenía que pasar armado hasta los dientes el pacifico murciano que había oido la ora­ción algo Injos de su casa, corriendo el peligro de quo le quitaran la capa ó la respiración sí se resistía,.en la mismísima plaza del Esparto, y si lograba frapquear ese escollo, caer con infalible seguridad en manos de otros foragidos que tenían su teatro hacia San Judas Tadco.

Véase ahora que cuando se quieren hacer las cosas se liacen con gran actividad. Aquellos árboles que en un tiem­po prestaron sombra amiga á mas de un galán... de co­medía V á mas de un barba, mientras les daban quizá de betún a las botas, han caído al implacable íUo del hacha guiada por la mano municipal; delante del coliseo se acaban a toda prisa gerogliQcos de adoquín y de cemento: dentro debe ser aquello un arsenal en donde emulen todos los subastadores para acabar en primeros de Di­ciembre, porque, no hay que darle vueltas, el teatro so acaba para la fecha prometida queramos ó no quena-mos; es mas, hay quien, apoyado en referencias autori­zadas asegura que para mediados de dicho mes estará el teatro en disposición de que se alce el telón; pero esta­mos otros quo abrigamos la idea (estamos en el invier­no) do que .so prepara una sorpresa al público porque debo ser á primeros da Diciembre y creamos muchos que asi será, cuando se empiecen las funciones: lo decimos con sinceridad y en la creencia fundada de que habrá muchas menudencias, muchos detalles, quo ai no están acabados pura una fecha precisa y determinada lo estarán para otra, sin que esto afecte al formal compromiso de inaugurar el teatro cuando so dijo,

Conocen ustedes á Cosmydor? Pues Cosmydor no es ninguno de los premiados con el mayor do la lotería, ni es prestidigitador, ni contratista de ferrocarriles, ni tras- . punte, ni músico, ni diputado á Cortés, ni siquiera es hombre. Es un agua do tocador, cuyo uso se recomienda á las señoras en seis lenguas vivas, según uu prospecto quo liaco ocho días llevamos en el bolsillo,

Do modo que cuando leáis por las esquinas y en los periódicos; «vá á venir Cosmydor,» aestá al caer Cosmy­dor,» «ha llegado Cosmydor,» sabed que no so truta ni de "Walcot, el que afilaba veinte cuchillos en un minu­to, ni do IVlonerris, el de las peladilliis, quo estará al caer, y ya habrá tomatlo localidades pan la Pascua, sino de un'agua «incomparable que recomiendan los higienis­tas de nuestra época», la cual parecerá bien á las damas, y eso que en cuestión de aguas tenemos aqui hasta «la de gracia», (cuando la tenemos),

Bien es cierto que maldito la que hará á los maridos que no sean muy f/alaiUuomos, la perspectiva do esto au­mento en el ramo de la ¿oilelle.

• • Hemos empezado liablando de las calles y acabamos

haciéndolo de las que lo parecen y lo oran en realidad antes do la inundación. Aludimos ala callo de Cartagena conservada, sin duda en son de muestra, como lodazal.

Si el pedir á coro sirve para conseguir las cosas justas y razonables unimos nuestra voz á la de los colegas lo­cales para quo se limpie, y ya puesto, ílje y dé esplen­dor á la dicha callo,

RODOLFO CABLES.

Murcia.—Eslallccimienlo lipogrifico de LA PAZ.

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