El otro eje del mal

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Biografía pág. 2

Introducción pág. 3

La ética del poder y el paraíso post-histórico pág. 7

El 11 de septiembre y la ideología de la fantasía pág. 11

La reinvención del proletariado pág. 13

De víctimas y victimarios pág. 15

Del antisemitismo clásico al antiisraelismo moderno pág. 33

Reflexión final pág. 36

Índice

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Julián Schvindlerman es un prestigioso analistapolítico internacional, escritor y conferencista.Posee una licenciatura en administración de laUniversidad de Buenos Aires y una Maestría enCiencias Sociales de la Universidad Hebrea deJerusalem. Es autor del libro "Tierras por Paz,Tierras por Guerra" y columnista del periódicoComunidades, de Radio Jai y de FM Identidad.

Sus artículos han sido publicados en WashingtonTimes, Middle East Quarterly, Midstream, El NuevoHerald (Estados Unidos), Haartez, JerusalemReport (Israel), Clarín, La Nación, El Cronista, LaVoz del Interior, Agenda Internacional, Perfil, DyN,Infobae.com, Veintitrés Internacional (Argentina),El Heraldo, Cali Cultural (Colombia), LibertadDigital (España), y periódicos de las comunidadesjudías de Gran Bretaña, España y Latinoamérica.

Ha sido entrevistado por diversos periódicos y programas televisivos y radiales, tales como Perfil,Infobae, C5N, Hora Clave, La Cornisa, Télam, Dominó, Hora23, Mosaico, Menorah, AMIA para todos,Jaque Mate, Fisherton CNN, Radio Palermo, Radio Identidad (Argentina), Arutz 7 (Israel), Voice ofAmerica, Jewish Telegraphic Agency, Noticias Radio y TV Martí (Estados Unidos), NTN24(Latinoamérica y USA), El Informador (México), El Universal, El Nacional, Globo, Tal Cuál, RadioCaracas Radio (Venezuela), Libertóplis, Radio Infinita (Guatemala), El País, NTN24 (Colombia), LaRazon, RPP-TV (Perú), Eco News, Radio Nacional (Costa Rica), Bon Dia Aruba (Aruba), Channel 11,Radio Station Z-86 (Curaçao), Puntos de Vista (Telecaribe) y Shalom Brasil (Brasil).

Ha dictado conferencias en la Argentina, Aruba, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Curaçao,Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela. Ha sido colaboradordel Miami Herald, director ejecutivo adjunto de United Nations Watch en Suiza, e instructor delInstituto para Jóvenes Lideres del Extranjero en Israel.

NOTA: El ensayo “EL OTRO EJE DEL MAL: Antinorteamericanismo, Antiisraelismo yAntisemitismo” ha sido publicado por primera vez en el año 2004 por la Editorial Mila deArgentina. Ha sido ahora levemente actualizado pero las referencias históricas son las delmomento en que fue escrito. A pesar de la ocasional temporalidad, el ensayo aborda temas deraíz que no han cambiado y consideramos oportuna su redivulgación.

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Dossier JUDEOFOBIA - Antinorteamericanismo, Antiisraelismo y Antisemitismo Autor:Julián Schvindlerman Diseñado: Eva BesProducido por Ha-Tzad Ha-Sheini – La Cara de la verdad – Abril 2010

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Nadie puede poner en duda el hecho deque el Estado de Israel es globalmentediscriminado.

El sionismo (es decir, el nacionalismojudío) es el único movimiento de li-beración nacional alguna vez tildado deracista por la familia de las naciones.Alrededor de un tercio de todas las re-soluciones de condena de las NacionesUnidas han caído sobre un único estado,Israel. La Comisión de DerechosHumanos monitorea a los 191 estadosmiembro de la ONU colectivamente, entanto que Israel es examinada separada-mente bajo un ítem especial de la agen-da. Cuando los Países Signatarios de lasConvenciones de Ginebra se reunieronpor primera vez, cincuenta y dos añosluego de su establecimiento, lo hicieronpara debatir a Israel. AI Magen DavidAdom (la Estrella de David Roja, enhebreo), la organización de asistenciahumanitaria israelí, por largo tiempo sele ha negado membresía a la FederaciónInternacional de las Sociedades de laCruz Roja y el Cuarto Creciente Rojo,donde la Cruz Roja cristiana y el CuartoCreciente Rojo musulmán son agenciasreconocidas. (A partir del 2005, fue acep-tada como miembro permanente ypuede usar su logo, pero, si sale fuera delpais en misión internacional debe hacer-lo usando un Maguen david dentro deun rombo, al igual que otras organiza-ciones que no acepten las tres señales dela organización). Sólo Israel fue objetode campañas de desprendimientoempresarial en las universidades occi-dentales, y sólo los académicos israelíesfueron boicoteados por sus colegas enOccidente.

Ídem para la Corte Internacional deJusticia (la más saliente institución legalde la humanidad para resolver disputasentre países), cuyos 15 jueces ponde-raron la legalidad de la valla antiterro-rista israelí. La CIJ, que ha emitido sola-mente 22 opiniones desde 1947, ha juz-gado a Israel no por cometer crímenescontra la humanidad, sino por evitar queotros los lleven a cabo, tal como apta-mente observó el experto en derechointernacional Alan Stephens.

Ninguna nación es tan cotidianamentecatalogada de nazi, fascista, imperialista,colonialista, expansionista, genocida ysegregacionista, como Israel lo es. Unaencuesta europea del 2003 arrojó el sor-prendente dato que el 60% de loseuropeos considera a Israel la principalamenaza a la paz mundial.

Lo que estamos presenciando aquí esesencialmente un proceso de pales-tinización del discurso intelectual occi-dental. Es como si algunos formadoresde opinión en Occidente hubieran adop-tado la terminología intransigente yofensiva de la Carta Nacional Palestina,el documento fundacional de la OLP quellama a la destrucción de Israel. Este noes un comentario irónico. El Artículo 22de la Carta denomina a Israel "una basepara el imperialismo mundial" y "unaconstante fuente de amenaza vis-à-vis lapaz en el Medio Oriente y todo elmundo", un punto de vista reflejado enla encuesta europea. El sionismo esdescrito como "racista y fanático en sunaturaleza, agresivo, expansionista ycolonial en sus objetivos, y fascista ensus métodos", una caracterización regu-

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Introducción

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larmente asignada a Israel aún enrespetables plataformas occidentales. ElArticulo 9 afirma que la "lucha armada esel único camino para liberar Palestina",un concepto ya incorporado literal-mente en varias resoluciones de la ONU.Y uno debiera ser perdonado por pensarque la CIJ pareciera estar respondiendoal Artículo 18 en el que los palestinosdeclaran "buscar el apoyo de estadosamantes de la paz, la libertad y la justiciapara restaurar sus legítimos derechos enPalestina..."

Tal lenguaje escapa del ámbito de loretórico para ingresar al de la incitación.Pierre-André Taguieff, autor de LaNueva Judeofobia, lo expresó de estamanera: si Israel se ha realmente trans-formado en una entidad tan fea, peli-grosa y amenazadora de la paz compara-ble a la Alemania nazi y a la Sudáfrica delApartheid, ¿entonces no debiera lacomunidad mundial aislar -sino directa-mente abolir- la existencia del estadojudío?

La demonización de Israel es tan total, lacrítica tan dura, y la condena tanmaniqueísta, que uno apenas si puedeconsiderar esta actitud no tendenciosa oincluso no maliciosa. ¿Se ha convertidoIsrael, tal como cada vez se dice másseguido, en el judío entre las naciones?¿Cómo sabemos exactamente dónde ter-mina el territorio soberano de la críticarazonable y comienza el del ataqueodioso?

Obviamente, la crítica de políticasisraelíes puntuales es juego limpio. No es

solamente legítima sino también nece-saria. Israel es una nación perfectible, talcomo lo es cada nación del planeta. Yeste es precisamente el punto: tomarsolamente al estado judío para el juiciomoral de entre una pluralidad denaciones imperfectas es un acto discri-minatorio. Enfocar tanta atención inter-nacional sobre la democrática y diminu-ta Israel cuando existen mucho másurgentes, y de hecho intolerables, viola-ciones a los derechos humanos, guerrasy destrucción alrededor del orbe, pare-cería estar un poco fuera de lugar.

Sería incorrecto atar automáticamentetoda crítica de Israel al prejuicio o alodio. Pero sería igualmente equivocadoignorar el hecho de que a veces el nexorealmente existe. Cuando la condena aIsrael es tan impiadosa, selectiva, despro-porcionada y absoluta como lo es actual-mente, cuando el estado judío es dis-criminado de manera tan injusta y demo-nizado a escala tan vasta entonces, inad-vertidamente o no, se cruza una línea; lalínea, "fina como un cabello" en palabrasdel historiador León Poliakov, entre elantiisraelismo y el antisemitismo.

Análogas aunque no idénticas pregun-tas podemos realizar respecto de la críti-ca a Norteamérica. ¿Representa la san-ción mundial a la única superpotenciauna crítica a políticas específicas, o másbien refleja un desprecio porNorteamérica más general y abarcativo?¿Hay una diferencia real entre el anti-Bushismo y el antinorteamericanismo, otal como la férrea condena a Sharonpuede englobar una fobia oculta a Israel,el rechazo que observamos hacia Bush

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pudiera quizás enmascarar un odio debase extemporáneo hacia los EstadosUnidos? En otras palabras, ¿esNorteamérica, tal como Israel, criticadapor lo que hace o por lo que es?

Naturalmente, el paralelismo entre elanti-Bushismo como antinorteamerica-nismo, emparentado al anti-Sharonismocomo antiisraelismo, no es impecable. Lanoción de la relación entre el pueblojudío con Israel y el antisemitismo mile-nario no puede equiparase a la formu-lación simple del anti-Bushismo=anti-norteamericanismo. La fórmula antisha-ronismo=antiisraelismo seria harto insu-ficiente para estudiar de manera integralel fenómeno de la crítica a Israel, peropodría su simétrico constituirse enaproximación respetable para el otrocaso en estudio. No obstante las diferen-cias comparativas, hay trazos comunes yvínculos interesantes entre el antiis-raelismo, el antisemitismo y el anti-norteamericanismo que este ensayoprocurara explorar.

A esta altura cabría introducir la obliga-toria y pertinente aclaración de que elpresente ensayo no postula que el antiis-raelismo necesariamente implica anti-semitismo, que el antisemitismo obliga-toriamente sugiere antinorteamericanis-mo, o que el antinorteamericanismosiempre va acompañado de antiisraelis-mo. Advertencia similar a la ya efectuadacabría insertar aquí y reiterar que seríapoco prudente siempre emparentarautomáticamente a estos ismos, osuponer que toda crítica de Israelesconde una malicia antisemita o unavinculación inexorable con un despreciopor todo lo nortea mericano y viceversa.

AI mismo tiempo, sería igualmenteabsurdo ignorar los vínculos -estrechosen muchos casos- que unen en unamatriz del odio común a estas tres fobiasen la actualidad. Después de todo, lospropios detractores de Israel, EstadosUnidos y el pueblo judío suelen agruparsus críticas en un mismo conjunto.

Unos pocos ejemplos ilustrarán el punto.La encuesta europea más arriba referen-ciada, ubicó a los Estados Unidos comola segunda amenaza a la paz global,después de Israel, en las mentes de lamayoría de los europeos. En varias de lasmanifestaciones europeas y araboislámi-cas contra la guerra en Irak, los postersburlescos del presidente norteameri-cano George W. Bush solían estar acom-pañados de imágenes nazificadas delpremier israelí Ariel Sharon. Irán define aEstados Unidos como "el gran Satán" y aIsrael como "el pequeño Satán". En lascalles de Egipto, Siria, Pakistán y otrasnaciones árabes y musulmanas se que-man conjuntamente banderas nortea-mericanas e israelíes. En las zonaspalestinas, las mismas donde seaplaudieron los misiles Scud que SaddamHussein lanzó contra centros civilesisraelíes en 1991, se vendían TorresGemelas de plástico con avionesincrustándose en ellas. "Procurar matarnorteamericanos y judíos en todas laspartes del mundo es una de las másgrandes obligaciones, y el buen actomás preferido por Alá", afirma el mag-nate terrorista (ex) saudita Osama bin-Laden. "Estados Unidos quiere convertira Chile en el Israel de América Latina",explicaba el entonces líder cocalero yhoy Presidente boliviano Evo Morales."Los planes estadounidenses para elfuturo de la región tras la intervención

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contra Irak no dejan lugar a dudas: con-trolar el suministro petrolífero delmundo industrializado e imponer lainserción económica de Israel en OrienteMedio", afirmaba el cineasta españolPedro Almodóvar. El granjero radicalfrancés José Bové ataca un MacDonaldsen 1999 en el marco de su lucha contrala globalización; unos años después loveremos en Ramallah denunciado aIsrael y apoyando a Yasser Arafat en laMukata. En tanto que círculos militaresargentinos padecen de una teoría cons-pirativa según la cual los israelíes inten-tarán algún día invadir la Patagonia, lasfuerzas armadas brasileras, nos informael corresponsal en San Pablo del diarioLa Nación, "mantienen en el fondo unacasi romántica hipótesis de conflicto enque los Estados Unidos podrían tomar laAmazonia”.

Podríamos continuar con más ejemplosde la vituperación trilliza de Israel, losjudíos y Norteamérica pero consideroque el punto ya es evidente. Digámoslode otra manera: no se queman al mismotiempo banderas de Francia y Perú enNablus, ni se grita al unísono muerte alos argentinos y a los chinos en Irán, nise considera a Kim Jong II y HosniMubarak las mas urgentes amenazas a laestabilidad del orden mundial. No, lacrítica empareja a Estados Unidos conlos judíos e Israel, los que se han consti-tuido en objetivos del tiro al blanco;abstracto y dialéctico en Occidente, con-creto y físico en Oriente.

Ahora bien, ni el antinorteamericanis-mo, ni el antiisraelísmo, ni el anti-semitismo son fenómenos novedosos;pero la confluencia de los tres en unacrítica común de acentuada intensidad sí

lo es. Mucho se ha escrito sobre el anti-semitismo y su relación con el antisionis-mo, y quizás no habría mayor originali-dad en lo que un nuevo ensayo sobre eltema podría aportar. El enfoque queaquí se propone es el de universalizar re-lativamente el estudio del fenómeno encuestión, tomando respetuosa distanciade la tradicional aproximación compren-siblemente particularista respecto deesos gemelos infames que son el anti-semitismo y el antiisraelismo, e intentardilucidar los trazos comunes que pudie-ran existir con el odio a Norteamérica.En otras palabras, procuraremosdemostrar cómo hay un común denomi-nador en la base del antiisraelismo y delantinorteamericanismo, fenómeno esteúltimo a primeras vistas enteramentedistinto y disociado del otro "anti-ismo".Para lo cual estudiaremos primero lascaracterísticas más distintivas del odio alos Estados Unidos con el propósito depoder exponer de esta manera la comu-nión filosófico-ideológica de este ver-dadero eje del mal integrado por el anti-norteamericanismo, el antiisraelismo y elantisemitismo.

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A nivel fundamental, Israel y EstadosUnidos son dos naciones imbuidas de unclaro sentido de la misión histórica. El esta-do judío está íntimamente conectado conpromesas divinas, profecías bíblicas y lacons-trucción de un país "Luz entre lasnaciones", en tanto que la empresanorteamericana fue convocada con ellenguaje de la "tierra prometida", la "nuevaJerusalén" y la constante alusión a lo divino,al punto tal de haber sido considerada poralgunos observadores como "la nación mas'judía' en el mundo cristiano". El ideal iguali-tario y de justicia judío, fuente inspiradoradel movimiento sionista, halla su paralelo enla visión libertaria y democrática de EstadosUnidos, cuya revolución independentistacomienza a gestarse quince años con ante-rioridad a la revolución francesa de la igual-dad, la fraternidad y la libertad.Actualmente, Israel y Estados Unidos son lasdos potencias militarmente más poderosas ycientíficamente más desarrolladas en susrespectivas escalas: Israel en el MedioOriente, Norteamérica en el mundo. Ambasnaciones comparten en un nivel básicoparecidas percepciones de los desafíosmundiales contemporáneos: desde el terro-rismo fundamentalista islámico y los progra-mas de proliferación de armas no conven-cionales en manos de estados totalitarioshasta la desconfianza de estructurassupranacionales como agentes rectores dela conducta global. Esto obedece en granmedida a que ambos países se encuentranenredados en guerras contra el terror, y enel caso de Israel, en una lucha de super-vivencia. Esto hace que en lo relativo a lanoción del poder -en su uso, su eficacia y sumoralidad- estos dos países se distinganconsiderablemente del resto de las nacionesde occidente, y muy especialmente deEuropa.Tienen, desde ya, serias diferencias enmuchísimas áreas, pero a un nivel muy esen-cial ambas comparten una cosmovisión quecontiene más similitudes que disparidades.No por casualidad Israel es el principal y más

confiable aliado de Norteamérica en MedioOriente, ni la comunidad judía más grande einfluyente del orbe vive en Estados Unidos.Josef Joffe, editor del semanario alemán DieZeit, define a ambas naciones como "dife-rentes del resto de occidente, diferentes dela misma manera".

Uno de los grandes vectores que distinguenen la actualidad a la filosofía política de lasnaciones es, según Robert Kagan, la deter-minación de dónde "exactamente seencuentra la humanidad en el continuoentre las leyes de la jungla y las leyes de larazón". Estados Unidos e Israel viven en unmundo anárquico hobbesiano en el cual eluso del poder es esencial. Europa (y hastacierto punto aunque en mucho menor medi-da Latinoamérica) reside en lo que Kagandenomina "un paraíso post-histórico de pazy relativa prosperidad" en donde el poder esvisto como algo maligno y la fe en la nego-ciación y la conciliación es casi absoluta.Razón por la cual, nos explica Victor DavisHanson, el poder se transforma en el princi-pal medidor de virtuosidad:"Aquellos sin él merecen la aprobación éticaen virtud de su status de víctima; aquelloscon él, al menos si son occidentales, y espe-cialmente si son norteamericanos, son ipsofacto opresores. Israel podría entregar latotalidad del Margen Occidental, sufrir10.000 muertes en atentados suicidas, y dis-culparse formalmente por su existencia, yaún sería despreciada por intelectualesnorteamericanos y europeos por ser lo que

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Capítulo 1:La ética del poder y

el paraíso post-histórico

Dibujo publicado en mediooriente.org. El tío Sam (que separece a Bush) condena solamente a algunos de los país-

es que detentan poder nuclear mientras que a Israel lasaltea. Irán en cambio, desarrolla plantas (¿nucleares?)

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es: occidental, próspera, segura de sí misma,y exitosa en un mar de abyecto fracasoautoinducido".Esto explica en gran medida el resentimien-to a Norteamérica en occidente, y especial-mente en los sectores progresistas, pacifis-tas y posmodernos que tipifican a granparte del establishment diplomático y cul-tural europeo en los que Estados Unidos esvisto como un Gulliver descontrolado eirresponsable que ejercita el poder pordoquier. En su libro Of Paradise and Power,Robert Kagan describe con brillantez lasdiferencias transatlánticas en lo relativo a lanoción del poder, mostrándonos cómo,habiendo sufrido en su propio suelo lascalamidades de dos guerras mundiales enmenos de medio siglo, Europa se ha torna-do a rechazar la idea del poder y a restringirsu uso al mínimo indispensable, mientrasque Norteamérica -que desconoce esa pers-pectiva derivada de una experiencia forma-tiva histórica diferente y habida cuenta desu papel en el mundo como la única super-potencia global- posee una menor aprehen-sión al concepto del poder y una mayor pre-disposición al uso del mismo.¿Cómo una Europa prisionera de un sen-timiento de aversión al poder podría notemer a los Estados Unidos cuando con sóloel 5% de la población mundial concentra el44% del gasto militar del mundo? ¿Cómocuando esta superpotencia tiene un pre-supuesto militar que supera al de los diezpaíses que lo siguen y dobla al de la propiaUnión Europea ya conformada por 25 países?¿Cómo no podría aumentar la ansiedadeuropea cuando ve a Norteamérica enmenos de quince años invadir Panamá, li-berar militarmente a Kuwait, enviar tropas aSomalía, a Haití, a Bosnia y a Kosovo, y verladerrocar los regímenes afgano e iraquí?Nótese que de estas intervenciones militares,solamente las dos últimas ocurrieron bajo laadministración de George W. Bush. Las dosprimeras acontecieron bajo el gobierno deBush padre y las restantes cuatro durante elmandato de Bill Clinton. Cuando elentonces canciller francés Hubert Vedrinetildó a Norteamérica de "hiperpotencia" (eltérmino superpotencia era insuficiente paradescribir a un megagigante como USA) lohizo cuando Clinton era presidente. Y los

ataques del 11 de septiembre fueron tam-bién planeados cuando el demócrataClinton estaba en el poder. ¿Porqué?"Porque la bronca extremista contra losEstados Unidos", indica CharlesKrauthammer, "es generada por la propiaestructura del sistema internacional, no porlos detalles de nuestra administración delmismo". Este sea quizás un claro ejemplo decómo el odio en unos casos, y la suspicaciaen otros, hacia Estados Unidos, no debeconfundirse con, pues de hecho trasciende,el desprecio a George W. Bush. De la mismamanera que la demonización de ArielSharon suele ser un sendero indirecto parala denostación de Israel, o de la distinciónque el filósofo francés Alan Finkielkrautrealiza de la critica política a Sharon de lacritica antisemita a Sharon; una incuestiona-blemente legítima, la otra obviamente no.Kagan sugiere que la psicología del poder yla debilidad tienen un rol importante en laconformación de percepciones en torno aqué constituye un riesgo cierto o los nivelesde tolerancia frente a una amenaza concre-ta. No es que Europa y Estados Unidos coin-ciden en la identificación de las amenazasmundiales y discrepan en cuanto a lasrespuestas; pareciera no haber siquiera con-senso en lo relativo a la definición de lasamenazas a la seguridad internacional, talcomo la guerra en Irak ampliamentedemuestra. Este analista ejemplifica el casocon la siguiente ilustración: Imagine a unhombre en un bosque en el que un osoenorme habita, armado sólo con un puñal.Para él, convivir con el peligro que represen-ta la posibilidad de que el oso lo ataque esun riesgo tolerable, dado que enfrentarse ala bestia con un puñal no le da altas chancesde éxito. Para un hombre armado con unaescopeta, sin embargo, el cálculo de lo querepresenta un peligro tolerable será distin-to. ¿Para qué exponerse a ser devorado porel oso cuando no tiene porque hacerlo?Esto lo podemos apreciar en los datos deuna encuesta germano-americana del año2002 en la que se les preguntó a norteame-ricanos y europeos que definieran a cuálesde las siguientes amenazas consideraban"extremadamente importante" (las cifrasmuestran los porcentajes de estadouniden-ses y europeos en ese orden): terrorismo

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internacional (91-65), que Irak desarrollearmas de destrucción masiva (86-58), el fun-damentalismo islámico (61 49), el conflictomilitar entre Israel y vecinos árabes (67-43),las tensiones entre India y Pakistán (54-32),China como potencia mundial (56-19), elcaos político en Rusia (27-15).Como es sabido, con el colapso de la exUnión Soviética, Estados Unidos se con-solidó como la única superpotencia delorbe. Quiera ella o no, y quieran sus críticoso no, recae sobre Norteamérica la respon-sabilidad de velar por el orden mundial, y esde hecho a ella a quien recurren todos cuan-do una crisis de envergadura estalla entrecristianos y musulmanes en los Balcanes,entre hindúes y paquistaníes en Asia, entreisraelíes y palestinos en Medio Orienteentre partidarios y opositores en Haití. (Ohsi, también se recurre a la ONU, una de lasorganizaciones mas inútiles en la historia delas instituciones multinacionales).Recordemos que Estados Unidos salvó dosveces el siglo pasado a Europa de sí misma,en las francas palabras de Oriana Fallaci:"...y nunca olvido que, si [Estados Unidos]no hubiese ganado la guerra contra Hitler yMussolini, hoy hablaría alemán. Nunca olvi-do que si no se hubiese enfrentado a laUnión Soviética, hoy hablaría ruso".

Con una Europa que ha ingresado al estadiode la "paz perpetua" kantiana, en la que lassupraestructuras internacionales, las leyes ylos tratados marcan el rumbo para lahumanidad, y en la que las guerras y las con-frontaciones son manifestaciones poco civi-lizadas de tiempos pasados, con una Europacada vez más decidida a no actuar militar-mente y a mostrarse siempre confiable en laperfectibilidad del alma humana, EstadosUnidos no tendrá otra opción mas que con-tinuar siendo ese sheriff despreciado, esepolicía global detestado obligado a actuarunilateralmente, no por pasión por el unila-teralismo, sino porque Europa simplementeno esta dispuesta a hacer lo que debe ha-cerse para proteger el orden mundial. Unagran paradoja de las relaciones transatlánti-cas radica en el hecho de que, como Kaganpropone, el pasaje hacia el paraíso post-histórico de los europeos ha dependido enque Estados Unidos no hiciera lo mismo:"Lo que esto significa es que aunqueEstados Unidos ha jugado un rol crítico entraer a Europa a este paraíso kantiano, yaún juega un papel central en hacer posibleese paraíso, no puede ingresar al paraíso.Custodia las murallas pero no puede cruzarel portón. Estados Unidos, con todo su vastopoder, permanece atascado en la historia,pronto a enfrentar a los Sadams y los ayatollas,los Kim Jong IIs y Jiang Zemins, dejando losbeneficios para otros".Esto a su vez hace que Norteamérica debadisponer de los medios necesarios paraenfrentar los numerosos desafíos actualesglobales y nacionales (más de la mitad delos atentados terroristas de los últimos tresaños fueron contra objetivos esta-dounidenses). Krauthammer así lo explica:"En tanto poder unipolar y en consecuenciael garante de la paz en lugares a los que lossuecos no deben ir, necesitamos armas queotros no necesitan. Al estar tan especial-mente ubicados en el mundo, no podemosdarnos el lujo de tolerar los eslóganes vacíosde aliados que no son lo suficientementecándidos para admitir que viven bajo elparaguas del poder norteamericano”.Históricamente, no siempre ha sido este elcaso. Cuando Europa era una potenciaimperial que dominaba las tierras y losmares, creía en el poder y la gloria marcial.

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El ex director general de la Agencia Internacional de laEnergía Atómica (AIEA) y premio Nobel de la Paz, el egip-cio Mohamed El Baradei afirmaba; a mediados del 2007;que "No hemos visto instalaciones no declaradas funcio-

nando en Irán. No tenemos ninguna prueba de que elprograma nuclear iraní este siendo utilizado para armas",agregando, "El uso de la fuerza es el último recurso, cuan-

do todos los demás han sido agotados", insistió ElBaradei. Sobre el problema iraní, las persepciones de lospeligros y las formas de enfrentarlo no se interpretan de

igual manera en los Estados Unidos pre-Obama y entre laintelectualidad europea. El Baradei representa una de

estas posturas.

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Tal como Samuel Huntington señala en suobra El choque de civilizaciones y la recon-figuración del orden mundial, en la últimamitad del silgo XIX, Europa extendió suautoridad sobre África, en el subcontinenteasiático y otros lugares de Asia. Para princi-pios del siglo XX controlaba directa o indi-rectamente prácticamente todo OrientePróximo y Oriente Medio, salvo Turquía. Loseuropeos o las antiguas colonias europeas(en las Américas) controlaban el 35% de latierra firme del planeta en 1800, el 67% en1878 y el 84% en 1914. En 1920, el por-centaje llegó a ser aún mayor, cuando elimperio otomano fue dividido entre GranBretaña, Francia e Italia. Que esta Europacondene hoy el "imperialismo" norteameri-cano, o, para el caso, el "expansionismo"israelí, es poco menos que irónico.Al contrario de Europa, Estados Unidoshace el trabajo que debe hacerse y luego seretira. Tal como destaca Krauthammer, nopretende imponer una gran visión de unnuevo mundo, un Reich de mil años, o unnuevo hombre soviético, ni de conquistarpara extraer recursos naturales, o gobernarpor puro placer de dominio. Su propósito esresguardar cierta estabilidad y tranquilidaden el mundo. Debe hacerlo porque otros nolo hacen. O como cierta vez escribió estecomentarista: dejaremos a los europeos quenos tengan el saco mientras peleamos, perono que nos aten las manos.Las diferencias entre Europa y EstadosUnidos han quedado especialmente reve-ladas luego del atentado terrorista del 11 demarzo del presente año en Madrid, donde elfundamentalismo islámico mato a 201civiles e hirió a otros 1500. Acontecidodurante la ronda final de un proceso deelecciones nacionales, el mismo provocó uncambio de actitud en la sociedad española,la que desplazó sus preferencias políticashacia el PSOE, partido opositor al gobiernode José Maria Aznar. Matando civiles, Al-Qaida logró derrocar a un gobierno aliado aNorteamérica en su lucha contra el terror.La respuesta del electorado español hadado lugar al escenario inquietante de quelos terroristas musulmanes decidan deahora en mas repetir atroces ataques contraciviles durante períodos electorales con elobjeto de hacer pendular a la opinión públi-

ca de las democracias en la dirección porellos deseada. Otros aliados de EstadosUnidos tendrán de ahora en más genuinosmotivos de preocupación. Si algunos deellos fueran a ver un distanciamiento políti-co de Estados Unidos como una medidadefensiva frente a potenciales atentados, labrecha transatlántica se ampliaría peligrosa-mente.

El fenómeno del antinorteamericanismo, sinembargo, no es explicable solamente por lapsicología del poder y la debilidad, o por elpapel histórico que a Europa y a él le tocanjugar en la actualidad. Este tipo de anti-norteamericanismo es de índole naciona-lista, definido por una Europa nostálgica dela gloria perdida, frustrada por su irrelevan-cia geopolítica, y profundamente celosa dela consolidación y el uso del poder nortea-mericano. En cierto sentido, el proyecto deunificación europea apunta a la conforma-ción de un bloque de poder (fundamental-mente económico) como contrapeso aEstados Unidos. Alvin Toffler encuentracurioso el hecho de que al mismo tiempoque acusan a Norteamérica de pretenderhomogeneizar el mundo, los europeoscreen unidades únicas para el té, el queso, laeducación, y el transporte entre otras áreas.Pero hay otra Europa, ya no nacionalistasino de extracción marxista, para la que la

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Según el especialista en terrorismo Ehud Shprintzak, elterrorismo es el uso o amenaza de uso de fuerza extrema(asesinar) contra civiles para alcanzar objetivos políticos.En el atentado de Atocha en España, Al Qaeda cumpliócon su objetivo, logró que Zapatero acceda al poder vía

las elecciones del 2004 para que luego este ordene elretiro inmediato de las tropas españolas de Irak.

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norteamericanofobia es parte y parcela desu definición identitaria. Ciertamente, paraaquellos que deambulan los senderos delfanatismo religioso o secular, el asunto esdistinto. El 11 de septiembre de 2001 cristal-izó claramente el sentimiento de antipatíaantinorteamericana en tales movimientos.

Cuando el líder tribal azteca Moctezumavio al navegante español Hernán Cortés ysus hombres por primera vez en las costasmexicanas, la curiosidad y la incompren-sión seguramente azotaron su mente coninterrogantes en torno a quiénes eranesos sujetos de piel blanca y ropasextrañas, de dónde provenían y quéquerían. Moctezuma debió imaginar lasrespuestas en función a su propia cosmo-visión y entendimiento del mundo; esdecir, de su mundo. Tomando como refe-rencia la mitología azteca, Moctezumaconcluyó que Cortes era el diosQuetzalcoatl. Enfrentado a un aconte-cimiento fenomenalmente exógeno a sumundo habitual, Moctezuma redujo elevento extraño a las dimensiones por élentendibles. La historia ya nos ha permiti-do verificar cuán trágico fue para losaztecas ese error comprensible.Mediante este ejemplo, el filósofonorteamericano Lee Harris explica que el11 de septiembre de 2001 dejó a losnorteamericanos y a occidente enfrenta-dos a un enigma similar al que se le pre-sentó a los aztecas oportunamente, unenigma tan total que incluso cuestionesde nomenclatura se convirtieron endesafíos: ¿había acontecido una tragedia,una calamidad, un acto criminal o un actode guerra? "Eventualmente la sabiduríacolectiva e inconsciente que gobiernatales asuntos prevaleció. Las palabras fallaron,luego cayeron completamente, y todo loque quedó fue el frío y monumental-mente emotivo set de números, 9/11"

escribió Harris . Amoldando el episodio aun contexto de racionalidad occidental,muchos buscaron en las motivaciones delos terroristas islámicos la explicación delatroz incidente. Una masacre de civilestan colosal sólo podía deberse a la deses-peración personal, o la pobreza abyecta,o al imperialismo opresor deNorteamérica, o a su apoyo a Israel, o a lapresencia de tropas yanquis en ArabiaSaudita o a una combinación de estascuestiones. La conocida alusión a las"raíces causales" del terrorismo cobró unanueva magnitud a partir de aquel fatídico11 de septiembre.Lo cual era entendible. Tal comoMoctezuma en el siglo XVI, los perplejosobservadores del siglo XXI debieronrecurrir a su propio entendimiento delmundo para explicar un evento de con-siderable extrañeza. No que el terrorismointernacional en general, ni el de la va-riante musulmana en particular, fueranpoco conocidos en occidente. Pero laaudacia y originalidad de la planificación,la simpleza y efectividad de la ejecución,la singular elección de los objetivos, y laenvergadura y letalidad de la conclusión,indudablemente posicionaron a dichoatentado en una nueva y hasta entoncesno vista escala de espectacularidad en lahistoria del terrorismo mundial.Es por esto que en su libro Civilizationand its Enemies: The Next Stage ofHistory, Harris invita a sus compatriotas arecordarse a sí mismos una y otra vez queel mismo evento puede no tener la mismasignificancia para ellos que la quepudiera tener para los seguidores delIslam radical. Tómese el caso del terro-rista suicida. En occidente el fenómeno esvisto como una técnica, un medio paraobtener un fin mayor: la independencia ola gloria. En los países extremistas deMedio Oriente, sin embargo, el lugar queocupa el suicido por una causa santa, esdecir, el martirio, es un fin en sí mismo: lasantificación y exaltación de Ala. ("Losnorteamericanos aman Pepsi-Cola,nosotros amamos la muerte" explicó unintegrante de Al-Qaida).

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Capítulo 2:El 11 de septiembre y

la ideología de la fantasía

1En Estados Unidos, el 11/09/01 se lo conoce popularmente como 9/11 que es la manera de referenciar fechas en ese país, comenzandopor el mes y siguiendo con el día.

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Este escritor introduce el concepto de"ideología de la fantasía" para describir elestado mental de quienes idearon y per-petraron el atentado así como de quieneslo aplaudieron y aún aplauden en elmundo musulmán. Para Harris, losextremistas islámicos operan influencia-dos por una peligrosa seducción a la fan-tasía colectiva, similar -conceptualmente,no en contenido- a la que aqueja a losmovimientos del fin de los tiempos, esosgrupos apocalípticos presas de frenesíssobre la inminencia del armagedón, o avarias de las grandiosas y criminalesideologías del siglo XX, como ser el nazis-mo alemán o el comunismo estalinista,cautivos de falsas utopías. En estosmovimientos, el concepto de la creenciaadopta una valoración singular. En pa-labras de Harris: "Decir que Mussolini, porejemplo, creía que la Italia fascista haríarevivir el Imperio Romano no implica queel realizó una examinación cuidadosa dela evidencia y luego llegó a esa con-clusión. Mas bien quiere decir queMussolini tenía la voluntad para creerque la Italia fascista haría renacer alImperio Romano".Harris postula que en la cosmovisiónmusulmana fanática, el propósito delataque descomunal del 11 de septiembreno fue provocar un cambio de políticaestadounidense, ni procurar destruir a laúnica superpotencia mundial, ni socavarel poder de occidente, sino que se tratóde una obra de teatro espectacular paraconsumo interno en el mundoárabe/musulmán. El 9/11 no fueentonces un acto de terror tendiente adebilitar psicológicamente a los nortea-mericanos o a lograr cualquier otroimpacto sobre la sociedad norteameri-cana. Fue, más bien, un despliegue de"drama simbólico, un gran ritual quedemuestra el poder de Ala, unaostentación diseñada para trasladar elmensaje no al pueblo norteamericanosino al mundo árabe". ¿Qué mensaje?Que el Islam es superior a Occidente apesar de sus falencias actuales, o comodecía un póster impreso en 1999 enPakistán que incluía una foto de Bin-Laden, que "Alá es la única superpoten-

cia". Puesto que el Islam es "una civi-lización diferente cuya gente esta con-vencida de la superioridad de su cultura yesta obsesionada con la inferioridad desu poder" en palabras de SamuelHuntington. Y hay un gran resentimientopor los Estados Unidos de América quedefine la cultura global en el siglo XXI dela manera en que el Islam definió el"orden mundial" catorce siglos atrás,como sugiriera Robert Satloff.(Especialmente elocuente fue esta edito-rial del periódico marroquí L'Opinion: "Esla espada contra el Tomahawk, un com-bate a priori desproporcionado. Sinembargo, en este caso la espada se hallapreñada de 14 siglos de historia, está car-gada de victorias, de derrotas, de frustra-ciones, de humillaciones y del deseo devengar una dignidad que se consideraescarnecida").Bajo esta óptica, Norteamérica no fuemás que el conejillo de indias para "elgran psicodrama que Al-Qaida y susseguidores habían ideado para su propioconsumo" según Lee Harris. En resumidascuentas, "el puro David islámico necesita-ba un Goliat" y Estados Unidos con todosu chauvinismo cultural, su egocentrismonacional, su poderío militar, y su hege-monismo económico cumpliría ese rolideal. Este filósofo norteamericano sus-tenta su tesis, entre otras cosas, con laevidencia de la ausencia de demandaspolíticas por parte de Al-Qaida pre o postatentado, por el hecho asombroso que laorganización fundamentalista ni siquieraclamó la autoría del ataque en primerlugar, dejando a Norteamérica durantelas primeras semanas posteriores al aten-tado especulando sobre la identidad delagresor, y por la ausencia de nuevosatentados terroristas en suelo norteame-ricano en los años siguientes, puesto queestos carecerían del glamour y lagrandiosidad que Al-Qaida buscaba ensus objetivos; un glamour y unagrandiosidad indispensables para que lacompensación psicológica colectiva fueraefectiva.

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La propuesta de Harris consistente enintentar ver los eventos, no bajo nuestrapropia cosmovisión intelectual, sino bajo laóptica cultural de "los otros" (para usar ter-minología en boga en la academia), nospermitiría también comenzar a dilucidar elcomún denominador en el antinorteameri-canismo que agrupa a anticapitalistas,antiglobalistas, medioambientalistas radi-cales, e "izquierdistas todoterreno" -con-forme a la caracterización de Pierre-AndréTaguieff- en occidente, grupos que apoyancon visible entusiasmo al enemigo de turnode Estados Unidos, sea este Osama Bin-Laden, Sadam Husein, o Fidel Castro.Cuando el compositor alemán KarlheinzStockausen tildó al 9/11 como "la másgrande obra de arte de todos los tiempos"ilustró hasta que niveles de disparidadpuede un mismo evento ser interpretadopor diferentes actores. Es dable asumir quepara el común de la gente en occidente, elatentado representó un ataque terroristano provocado sobre una nación en tiemposde paz. Para los islamistas significó la pues-ta en escena de un show criminal para con-sumo masivo en el mundo árabe/musulmány además tipificó la proeza musulmanafrente a la inmoralidad del infiel. Unademocracia fue golpeada, y no cualquierdemocracia, sino la más robusta y añeja denuestra contemporaneidad; se trató de unataque contra el líder del mundo libre, elguardián de los valores mas preciados deoccidente.Y para los habitués legendarios de laizquierda radical, aquellos que ven enEstados Unidos la raíz de todo mal, el paíscausante de todo lo que esta errado en estemundo, para esa izquierda en la queNorteamérica -o más bien, el odio aNorteamérica- se ha consolidado como elhilo conductor de su propia existenciaideológica, su punto nodal intelectual,para esa izquierda extremista nostálgica dela revolución proletaria, del determinismohistórico materialista, de la lucha de clasesy de la pseudoigualdad, para esa izquierda"con ingredientes de Marx y Mao, un poco

de Fanon, y quizás un toque de Jean-PaulSartre" (Harris), el 9/11 reivindicó en susmentes la lucha de liberación de los oprimi-dos del mundo, un golpe espectacular delos débiles y los desposeídos. Pues aquellamañana de septiembre, un golpe descomu-nal fue arrojado sobre una superpotencia, yno cualquier superpotencia sino la únicasuperpotencia. La poderosa Norteaméricahabía sido golpeada, y no por un estadobien armado sino por una agrupaciónmusulmana clandestina usando el únicomedio posible del marginado, el arma delos débiles, la misma que los anarquistas deantaño empleaban contra el tirano: elterror. El renombrado lingüista NoamChomsky fue uno de los primeros en con-textualizar el atentado como una instanciade lucha renovada contra el capitalismomundial. Por su parte, en un ensayo publi-cado en el journal Policy Review, Harris loexplica así: "Aquí, por primera vez, elmundo había presenciado al oprimido final-mente golpear al opresor; un golpe política-mente inmaduro, quizás, comparable a latoma de la Bastilla por la masa parisina ensu furiosa desconsideración de todas lasleyes de la humanidad, pero aún un actoigualmente meta-histórico en su significan-cia: el amanecer de una nueva era revolu-cionaria”.El terrorista marxista venezolano/palestinoconverso al Islam "Carlos el Jackal" declaróal mes siguiente de los atentados que losmusulmanes de Al-Qaida "han golpeado loscentros de mando de la agresión imperia-lista yanqui contra los pueblos del mundo:militar en el Pentágono y de especulaciónfinanciera en Nueva York… prácticamentetodos los muertos son soldados enemigos,de uniforme en el Pentágono y con corbataen Nueva York". Tal como Pierre-AndréTaguieff señala en La Nueva Judeofobia, lade Carlos es básicamente una postulaciónleninista y trotskista según la cual está justi-ficada toda acción que acerque la revolu-ción. En uno de sus mensajes Trotsky sen-tenció: "Sólo es moral lo que prepara el derro-camiento total y definitivo de la bestialidadcapitalista, y nada más". Agrega Taguieff entorno a los neoizquierdistas antiesta-dounidenses: "Vuelven a andar los caminosdel ensalzamiento del odio total que ya se

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Capítulo 3:La reinvención del proletariado

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observaban en la tradición revolucionaria,como atestigua este párrafo lleno de arrojoque le debemos al Che Guevara: “El odiocomo factor de lucha. El odio intransigenteal enemigo, que arraiga más allá de loslímites naturales del ser humano y hace deél una eficaz, violenta, selectiva y fríamáquina de matar. Nuestros soldadosdeben ser así'."

Vista como una desigual lucha de los des-heredados del orbe contra el capitalistaopresor, es entonces inevitable y hastacomprensible que el despojado recurra amétodos non-sanctos pero siempre bienjustificados, como Trotsky nos recordaría.Al reducir los atentados del 11 de septiem-bre a sus "causas" (humillación, pobreza,opresión, desigualdad, etc.), al catalogar alos Estados Unidos como el mal absolutomas allá de toda redención, y al ungir alpobre musulmán despojado y desesperan-zado como el nuevo arquetipo portador dela promesa reivindicadora del proletariado,la nueva/vieja izquierda radical materializa,en efecto, lo que Taguieff denomina el"Eterno retorno alucinatorio del CheGuevara... un residuo de guerrillero, unabrizna de Robin Hood, un aire de mártirislámico". Así queda entonces edificada laposmoderna, nihilista, e inmoral reinven-ción del proletariado. Es el colgar unpasacalle en el inconsciente colectivo con eleslogan de una falsa promesa para el por-venir de la humanidad: el aggiornamientodel anarquista de otrora ahora reformuladoen el packaging del terrorista islamista ra-

dical. Muy acertado estuvo Olivier Roy alafirmar que Bin-Laden ha islamizado el sen-timiento antiestadounidense latente. Seríauna suerte de islamización del marxismo,donde la lucha de clases se desdibuja enuna guerra santa. Si antes hablamos de lapalestinización del discurso intelectual entorno a Israel, bien podríamos ahora postu-lar la islamización de la ideología neomar-xista actual en relación a los EstadosUnidos de América. ¿Que irónico, no? que estos neoizquierdis-tas que siempre han visto a la religión comoel opio del pueblo, ahora se alíen a su ma-nifestación mas fundamentalista y oscuran-tista.Demás está indicar que esta visión rosadade los terroristas binladenistas como com-batientes cheguevaristas es pura tontería.Ver a un grupo de dementes consumidospor el fanatismo coma la vanguardia de larevolución social es un buen ejemplo de laideología de la fantasía introducida por LeeHarris ya enunciada. Y en este caso espe-cialmente, la denotación de la palabra fan-tasía es doble. Primeramente en el sentidoya descrito, en querer creer algo y aferrarsea ello al margen de la realidad objetiva. Yen segundo término en lo relativo a unhecho que la propia doctrina marxista haenunciado como condición para el éxito dela revolución: la supremacía del realismopolítico por sobre la utopía deseada.Al-Qaida no puede provocar la caída deNorteamérica ni menos aún del sistemacapitalista o del libremercado, efectúe unoo treinta atentados más como los del 11 deseptiembre. Atentados del tipo sin lugar adudas crearían un sentimiento de psicosisen la sociedad norteamericana, afectaríansu economía y estándar de vida, y dañaríansus prioridades nacionales. Pero al mismotiempo, acentuarían el etnocentrismonacionalista estadounidense, convertirían aNorteamérica en una nación cerrada sobresí misma y más unilateralista y militaristaque nunca, más dispuesta que nunca aderrocar entidades esponsoreadoras delterror, y por sobre todo más unida quenunca a nivel popular. Este es el puntojusto donde Lee Harris encuentra laparadoja de la noeizquierda revolucionaria:"Pero esta condición, recordemos, es pre-

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Para el architerrorista marxista Ilich Ramirez; alias Carlos“El Chacal”; todos los muertos en el 11/9 eran soldados

enemigos, de uniforme en el Pentágono o con corbata enNueva York. En la actualidad, el Chacal cumple condena

en Francia.

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cisamente lo opuesto a las condicionespolíticas objetivas que, según Marx, debenestar presentes para que el capitalismo seaderrocado. Puesto que el Marxismo clásicorequiere, con bastante realismo, un estadoque esté siendo literalmente partido por eldisenso interno. La revolución, en síntesis,demanda una guerra civil completa dentrodel propio orden social capitalista, dadoque nada que se aleje de eso puede lograrel objetivo que la revolución persigue.Entonces, ataques al estilo 9/11 que sólosirven para reforzar la ya considerable soli-daridad entre clases en los Estados Unidosson, desde la perspectiva del Marxismoclásico, fatalmente errados... las únicasmasas que fueron motivadas por la puestaen escena de esta fantasía fueron las quehabitan las calles árabes; una poblaciónpatéticamente incapacitada de controlarincluso los aspectos mas elementales de supropio destino político, y en consecuenciaapenas el material del cual un revolu-cionario verdadero podría tener la esperan-za de dar forma a un instrumento de trans-formación histórico-mundial."Es una deshonra para lo que pudiera haberde virtuoso en la teoría marxista quequienes se consideran sus fieles herederosideológicos pretendan forzarla paraencasillar un acto político criminal en elmarco teórico del marxismo tradicional ymalusarlo de esta manera como justificati-vo de su sentimiento antiestadounidense.Pertenecen a la misma caña de lospseudopacifistas europeos y latinoameri-canos que nos explicaban, durante la guerraen Afganistánn, y después en Irak, que lademocracia no se exporta, que debíamosentender y respetar la diversidad culturalde otras zonas del planeta y de otros sis-temas de gobierno, aún cuando esos sis-temas fueran políticamente totalitarios, reli-giosamente fundamentalistas, socialmenteretrógrados, y policíacamente represivos.Como señalara un analista, a los talibanesafganos y a los baatistas iraquíes había quecomprenderlos en el marco del relativismocultural, sólo los norteamericanos debíanser juzgados absoluta e inmisericordiosa-mente.

La irracionalidad y la contradicción son, eneste esquema multiculturalista, una cons-tante intelectual, al igual que lo son la teoríaconspirativa y las acusaciones infundadas.El peor ataque contra Estados Unidos sobresu propio suelo en los últimos casi doscien-tos años no despertó empatía con los sobre-vivientes, simpatía con la nación, o com-prensión por su necesaria defensa preventi-va. Muy al contrario, generó la que posible-mente sea la más furiosa alzada de sen-timiento antiestadounidense a escala globaldesde la guerra de Vietnam, si no peor.Libros que afirmaban que la CIA provocó losatentados del 11 de septiembre y sus casi3000 muertes norteamericanas se con-virtieron en best-sellers en Francia yAlemania. (¿Convierte esto a George Tenet,ex titular de la CIA, en un bolchevique de laavantgarde revolucionaria?).

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Capítulo 4:De víctimas y victimarios

El periodista francés Thierry Meyssan, miembro de la orga-nización de izquierdas Red Voltaire, escribió en 2002 un

libro titulado La gran impostura, en el cual criticaba la ver-sión oficial de los hechos y afirmaba, por ejemplo, que enel Pentágono no se estrelló ningún avión, y que todo fueuna operación interna orquestada por sectores políticos,

económicos y militares de Estados Unidos, entre otrascosas. Este libro vendió un elevado número de copias yfue traducido a 27 lenguas. Este mismo periodista ase-guró, en el 2002, que la Casa Blanca estaba detrás del

golpe de estado a Chávez en Venezuela.

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Cuando las autoridades norteamericanastomaron la decisión de fotografiar y tomarhuellas dactilares de ciudadanos de muchospaíses del mundo, incluyendo a losbrasileros, que ingresaran al territorio esta-dounidense, Julier Sebastiao da Silva, unjuez brasilero dijo: "Considero el acto abso-lutamente brutal, amenazador de los dere-chos humanos, violador de la dignidadhumana, xenofóbico y digno de los peoreshorrores cometidos por los nazis" y decidióadoptar la infantil "represalia" de replicar lamedida norteamericana, convirtiéndose asíen un nazi bajo sus propios estándares, talcomo acotó James Taranto del Wall StreetJournal. (Además, agregó el columnista,"uno pensaría que los niños del Brasil seríanespecialmente cautos en arrojar analogíasnazis"). Luego de que el presidente Bushanunciara el objetivo espacial de poner unastronauta en Marte, Sebastián DozoMoreno, escritor y profesor de literatura,publicó una nota de opinión con una insóli-ta hipótesis en La Nación:"George W. Bush, el mismo que atacóAfganistán e inició la guerra contra Irak,acaba de anunciar el plan de una misióntripulada a Marte. ¿Existe alguna relaciónsimbólica entre estos hechos?... No pareceuna simple casualidad que el belicoso presi-dente de los Estados Unidos se interese hoypor el planeta de la guerra. Mas bien, loshechos insinúan una coincidencia alar-mante y significativa: alarmante porque eldeseo de Bush de llevar a cabo esa hazañaespacial no parece tener otra intención últi-ma que la guerra y su mayor eficaciadestructiva: quien conquiste primero elEspacio podrá conquistar, ante todo, nu-estro planeta... Decimos que Bush, por supasión bélica y planes espaciales, 'parecería'estar bajo la nefasta y poderosa influenciadel planeta de la guerra, y esto le confiere alos hechos un carácter simbólico muy suges-tivo".Por momentos, la crítica a Estados Unidos esefectuada mediante una defensa de susenemigos. De esta forma se expresó el car-denal Renato Martino del Vaticano, luegode la difusión de las imágenes de la capturadel dictador de Bagdad: “Lo que dio lástimafue ver a este hombre destruido, tratado

como una vaca a la que le controlan losdientes. Nos podrían haber ahorrado esasimágenes". (¿Realmente, no? Qué brutosestos norteamericanos, tratar de esa ma-nera a un genocida). Para el docente univer-sitario Ruben Dri, “el terrorismo y la vio-lación fundamental de los derechoshumanos se encuentra al norte de Cuba, enlos Estados Unidos, y la nación que luchacontra eso es precisamente el pueblocubano". En líneas similares, una solicitadapublicada en Pagina12, titulada “Judíos conCuba", expresaba “solidaridad con laRevolución Cubana que, en una lucha de 45años tan férrea como desigual, ha sabidoenfrentar con dignidad a las fuerzashegemónicas mundiales...". Y recordemos aHebe de Bonafini y su notorio aplauso a Al-Qaeda luego del colapso del World TradeCenter.Los críticos del Tío Sam protestan además suimperialismo cultural, estereotipado en laMcmundialización del orbe, prototipo delengendro materialista que está agobiandoal mundo y a sus habitantes. Se quejan de laglobalización uniformizante de la MTV, laCoca-Cola, Hollywood y Madona, sin com-prender que la ideología de la Jihad funda-mentalista es al menos igual de globalizado-ra y definitivamente más peligrosa. Despuésde todo, lo peor que le puede pasar a unoccidentalista enfadado es tener queabstenerse de tomar Coke, ir al VillageRecoleta a ver Titanic, o comprar un CD deMichael Jackson en Musimundo . Pero endonde reinan la Jihad y la Sha'aria, a uno lecortan las manos por robar, lo apedrean amuerte por ser infiel, lo arrestan por mane-jar sola o quitarse la burka de uso obligato-rio bajo un sol de 40 grados si es mujer, y loencarcelan o lo matan por disentir.Esto sucede porque quienes odian aEstados Unidos (e Israel) son impermeablesa la evidencia. Son prejuiciosos en el sentidoestricto del término. El juicioso deja que seala realidad la conformadora de la propiaóptica; el prejuicioso forma su opinión yluego no tiene más que desconsiderar a larealidad. Sólo de esta manera puede unoestar convencido de que el programa espa-cial norteamericano obedece a una“poderosa y nefasta influencia" marciana

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2Village Recoleta es un centro comercial en Buenos Aires, mientras que Musimundo es una famosa red de disquerías en Argentina.

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sobre el presidente Bush, que Norteaméricaes un estado nazi por tomar huellas dacti-lares a algunos visitantes extranjeros, o queel totalitarismo comunista del régimencubano es digno, (o creer que Israel pre-tende expandirse del Nilo al Éufrates o queexporta caramelos afrodisíacos, etc.). Y encuanto a la acusación de odio esta-dounidense contra los musulmanes (ataca aAfganistán e Irak, se opone a Irán, apoya aIsrael, etc.) tiene mucho de teoría conspirati-va pero nada de asidero. En palabras deVíctor Davis Hanson:"El supuesto odio estadounidense a losmusulmanes apenas encaja con nuestrorecord de salvar a kuwaitíes de Iraquíesfascistas, musulmanes en Kosovo y Bosniade serbios cristianos, o afganos de comu-nistas rusos y luego de sus propios amosislamistas, todo esto mientras proveemosmiles de millones de dólares en asistencia aEgipto, Jordania y la Autoridad Palestina.Fueron los jordanos y los kuwaitíes, nonosotros y no los israelíes, quieneslimpiaron étnicamente a los palestinos;iraquíes y egipcios, no nosotros, quienesgasearon a poblaciones musulmanas. Y es anuestras costas a donde musulmanes agota-dos del despotismomesooriental están desesperados por emi-grar."La reversión de víctima y victimario esimperativa para el sostenimiento de la cari-catura antinorteamericana. El imán deBolonia ejemplifica con estas palabras elpunto: "Fue la derecha norteamericana laque abatió las dos Torres Gemelas y ahorautiliza a Bin-Laden como tapadera. Si no fuela derecha norteamericana, fue Israel. Encualquier caso, Bin-Laden es inocente y elpeligro no es Bin-Laden: es Estados Unidos".Al imán le preocupa una sola cosa, y no es laverdad, sino que quede bien claro que elpeligro es Estados Unidos. (Al autor de esteensayo le tocó presenciar en Ginebra a unaperiodista palestina que, a los gritos, decía aun auditorio de periodistas y diplomáticosque Osama Bin-Laden no era musulmán...sino judío).Ahora bien, para que ese sea el caso, valedecir, para que Estados Unidos sea el ge-nuino peligro mundial, Bin-Laden y suséquito de terroristas musulmanes deben

ser descartados como amenaza o al menosla magnitud de la misma minimizada. Elprimer paso consiste en diferenciar entre elIslam y la minoría fundamentalista islámica.¿Se recuerda como de la noche a la mañana,inmediatamente después del 9/11, periodis-tas que hasta hacía apenas 24 hs. atrásjamás habían si quiera tocado un libro sobreel Islam, nos explicaban con autoridad cleri-cal que el Islam es una religión bondadosa ytolerante? ¿Cómo, pecando de arrogancia,se atribuían a sí mismos los títulos demejores conocedores del canon islámicoque el propio Bin-Laden y lo desmentíancuando el sostenía que era una obligaciónde todo musulmán unirse a la Jihad? ¿Cómoignoraban lo que Fallaci denunciaba frustra-da, “¿Simples grupos de extremistas?¿Simples minorías de fanáticos? Sonmillones y millones, los fanáticos. Sonmillones y millones, los extremistas"?Hecha esta distinción se procede a la cons-trucción del mito del fundamentalista islámi-co como víctima, en donde su acción nuncaes motivada por una ideología fanática, elfervor religioso o un odio ciego a la mo-dernidad, sino que es mera consecuencia desus condiciones sociales de existencia, talescomo la humillación y la pobreza (y así, depaso y muy convenientemente, el principiomarxista del determinismo socioeconómicoqueda a salvo, en la apta observación deTaguieff). El escritor francés denomina aesto "una retórica autoprotectora, como uncinturón de seguridad, véase como unmecanismo inmunitario (o autoinmunitario)que viene a prohibir toda critica del Islam ode la conducta de los musulmanes. Se tratade la puesta en marcha de un terrorismo in-telectual que desemboca en una conducta'islámicamente correcta'."En menor escala y fuera del entorno políticoal que aquí se alude, una de todas manerassingular manifestación del fenómeno en dis-cusión aconteció en octubre de 2001durante los disturbios en un partido de fút-bol entre Francia y Argelia. Luego de haberrecibido el impacto directo de una botellavacía en pleno rostro, la ministra comunistade la juventud y los deportes, Marie-GeorgeBuffet, declaró: "No es grave. Por supuesto,no es nada malintencionado, invaden elcampo para expresar algo... es preciso com-

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prender a estos jóvenes”.

Es esta misma actitud mental la que explicala devoción en algunos sectores occiden-tales por racionalizar, proporcionar, contex-tualizar, entender o directamente justificarcualquier atrocidad terrorista islámica. Paraestas almas nobles los musulmanes siempreson víctimas, aún cuando casi la totalidadde las dictaduras del globo estén en sureinado, aún cuando lleven a cabo el 80%de las ejecuciones anuales del mundo, aúncuando en sus cárceles se pudran 2/3 de losprisioneros políticos que hay en todo elplaneta. Niegan la tesis de choque de civi-lizaciones de Samuel Huntington pero aúnno logran explicar por qué los musulmaneshan estado o aún están enfrentados con ser-bios ortodoxos en los Balcanes, con rusos enChechenia, con chinos en Asia Central, conhindúes en India, con judíos en Israel, conbudistas en Burma y Afganistán, y con cris-tianos en las Filipinas, Egipto, Indonesia,Timor Oriental, Sudan y Mauritania. O por

qué razón el número de conflictos dentrodel Islam es el más alto que en cualquierotra civilización, incluidos los conflictos tri-bales en África, o el motivo por el cual ladécada pasada han librado más guerras quelos pueblos de otras civilizaciones, o por quées el Islam la única religión del planeta enfabricar hordas de asesinos suicidas que vangustosos a sus muertes y cuyos padres enmuchos casos los aplauden post-mortem. Osencillamente, por qué motivo todo el te-rrorismo mortal desde el 9/11 -en contra detrenes en Madrid, contra la ONU y EstadosUnidos en Irak, contra pizzerías y autobusesen Israel, contra sinagogas en Túnez, contrasoldados franceses en Pakistán, contranorteamericanos en Karachi, turistas enBali, israelíes en Kenya, rusos en Moscú yChechenia, extranjeros en Arabia Saudita, elconsulado británico en Turquía, el hotelMarriot en Indonesia, etc., etc., etc.- fue lle-vado a cabo por devotos seguidores de eseIslam bondadoso y tolerante.Ídem para el terrorista palestino y su "luchade liberación" frente a Israel. No parecierahaber crimen posible merecedor de sanciónmoral por parte de las elites progresistas ysofisticadas en occidente que un palestinopudiera cometer. Él puede disparar a matara una beba de meses, hacer estallar en milpedazos a estudiantes en una universidad,transportar explosivos en ambulancias,ocultar bombas en mochilas de escolares,apedrear a conductores en plena ruta, lin-char a reservistas, asesinar a un ministro enplena capital, aplaudir misiles que aterrizanen Tel-Aviv declarar a los cuatro vientos queél exige Palestina desde el río al mar, ypuede estar seguro de que las almas noblesde occidente siempre encontrarán unaexplicación apologista para su acción. Es loque Taguieff califica como el "neo y seudopalestinismo, condiciones en las que ladenominación étnica 'palestino' funcionacomo un epónimo o seudónimo de toda víc-tima a la que se supone (o que se supone aella misma) inocente". El confortable rol devíctima le da el derecho a odiar, matar ydestruir, porque él es un desposeído, unoprimido, un humillado, y en consecuenciatiene derecho, es merecedor del buen tratode todos los corazones sensibles y de lasbuenas conciencias.

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El terrorismo suicida palestino era interpretado por bastossectores del progresismo europeo como una consecuancia

directa de la presión a que se veían sometidos por losisraelíes. Le teología islámica radical que sustenta estas

acciones era continuamente despreciada.

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Este es el "pietismo hipócrita" de las elitessnobs europeas que Oriana Fallaci criticacon dureza en su magistral libro La Rabia yel Orgullo. Es el falso pietismo que elescritor francés Jean Genet epitomizó consu "todos somos palestinos" como muestrade afecto por los palestinos, al escribir:"La elección que uno hace de una comu-nidad privilegiada... es una elección que severifica por medio de una adhesión norazonada, no porque la justicia no tenga enella su lugar, sino porque esa justicia y todala defensa de esa comunidad se realizan envirtud de una atracción sentimental, tal vezincluso sensible, sensual; soy francés y, sinembargo, por entero, sin crítica, defiendo alos palestinos. Tienen el derecho de suparte, dado que les amo."¡Cuánto ha evolucionado el "todos somospalestinos" de Golda Meir a Jean Genet!Cuando Golda Meir lo pronunció, lo hizopresa del fastidio frente a una emergenteidentidad palestina inventada por necesi-dades políticas. Su "todos somos palestinos"aludía e incluía a los judíos israelíes quevivían en Israel, zona previamente al año1948 llamada Palestina. Era una protestafrente a lo absurdo de la situación de pre-tender manufacturar una identidad árabeseparada. El "todos somos palestinos" deJean Genet también contiene un elementode lo irracional, sólo que en sentido inverso.No es el repudio al "nuevo y mejorado"pueblo, sino una declaración publica deamor incondicional por quienes a esta

altura ya se han convertido en el puebloelegido de la neoizquierda fundamentalista.¿Quién podía haber imaginado que acomienzos del siglo XXI los judíos estaríanenredados en una guerra de religión con elIslam, en donde sus seguidores cometeríanun microgenocidio gradual en cámara lentacontra los ciudadanos del estado judío,inmolándose al grito de "Ala es grande" ylevándose consigo al paraíso infernal pre-ciosas vidas humanas? ¿O que volvamos aencontrar, según Taguieff, la dimensión

redentora en la judeofobia islamista radical,que da a entender que el mundo musulmánsólo puede salvarse mediante el exterminiode los judíos?¿Quién podía haber anticipado que en el ini-cio del tercer milenio la acusación cristianadel crimen del deicidio sería reavivada ymundialmente distribuida en DVD? ¿Qué dela progresista Hollywood surgiría unapelícula como La Pasión de Cristo? ¿Queincluso la prensa secular de la que es parteel diario italiano La Stampa, publicaría unacaricatura del bebé Jesús rodeado de tan-ques israelíes con el titulo "No me digan quequieren matarme de nuevo"? ¿Que lascomunidades judías una vez más vivirían ala sombra de una acusación tan diabólica? Ydecimos diabólica porque ¿cómo podríanseres humanos matar a un dios? Solamentesi, más que humanos, fueran satánicos,podrían haber hecho semejante cosa, ¿ono?¿Quién podía haber concebido la noción deque unas pocas décadas después delHolocausto se le recomendaría a los judíosde Europa (puntualmente, en Francia,Bélgica y Alemania) no usar kippot en públi-co, que seríamos testigos de profanacionesde cementerios judíos, golpizas a rabinos,incendios a sinagogas, que graffitis judeófo-bos serían pintarrajeados sobre las paredesde instituciones hebreas y que la demo-nización medieval del judío reemergería enla mismísima Europa de la ilustración y de laShoá; una suerte de Shylock estafador debuenos cristianos reencarnado enTerminator asesino de inocentes palestinos?No siempre es fácil discernir cuando ha sidocruzada la frontera entre antiisraelismo oantisionismo y antisemitismo. Pero otrasveces, determinar eso es evidente. El uso dedemonología antisemita clásica para tipi-ficar la conducta israelí presente descubre elantifaz del rostro judeófobo. ¿"Es nece-sario", pregunta el académico de OxfordEmanuele Ottolenghi, "evocar la conspi-ración judía o describir a los israelíes comoasesinos de Cristo para denunciar las políti-cas israelíes?" ¿Se equivocó Martin LutherKing cuando afirmó que "Cuando la gentecritica a los sionistas, ellos quieren decirjudíos"? ¿O Franklin Littell al escribir"Teóricamente uno puede ser tolerante de

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Capítulo 5:Del antisemitismo clásico al antiisraelismo moderno

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los católicos romanos y trabajar día y nochepor la destrucción del papado... En lo con-creto y específico, sin embargo, tales distin-ciones no tienen diferencia. Nadie puedeser un enemigo del sionismo y amigo delpueblo judío hoy"? Ni uno ni otro se equivo-caron. En la actualidad estamos siendo testi-gos de una nueva metamorfosis de lo queRobert Wistrich famosamente tildó el odiomás prolongado de la historia.Le debemos al filósofo judío EmilFackenheim la asignación de tres etapas a laevolución de la judeofobia. En la primera, elmensaje es “Uds. no pueden vivir entrenosotros como judíos”. En la segunda es“Uds. no pueden vivir entre nosotros”. Y enla tercera es “Uds. no pueden vivir”. Elacadémico y político israelí AmnonRubinstein agrega la cuarta fase actual: Uds.no pueden tener su estado propio, o Uds. nopueden vivir con nosotros como miembrode la familia de las naciones. Podemos vis-lumbrar la evolución histórica del anti-semitismo como un desplazamiento de focode lo religioso desde los inicios hasta ydurante el medioevo, a lo individualdurante la ilustración, a lo racial durante lasegunda guerra mundial, y a la dimensiónestatal o de la autodeterminación nacionalen la actualidad. Si antes se cuestionaba lalegitimidad de la religión judía, de la indivi-dualidad judía, o de la etnicidad judía,ahora es la legitimidad de la soberanía judíalo que está en el tapete. Ella queda manifes-tada mediante la discriminación, la selectivi-dad y la demonización. Conforme a la carac-terización de Irwin Cotler, académico,activista y actual ministro de justicia cana-diense, es la transformación de Israel en eljudío entre las naciones, el único país pasi-ble de ser juzgado por estándares utópicosde moralidad; es el estado judío convertidoen el Salman Rushdie de las naciones, el paíssobre el que recaen continuamente fatwasreligiosas genocidas; es el nuevo anticristopara la religión secular de los derechoshumanos, el supuesto violador serial de lasnormas más elementales de coexistenciahumana."Estaba convencido de que el antisemitismohabía muerto en Auschwitz, pero en cambiohe debido constatar con estupor que sólolos judíos murieron en ese lugar, mientras

que el antisemitismo está mas sano y vi-goroso que nunca" se lamentaba hace pocoElie Wiesel ante un periodista del Corrieredella Sera. La Shoá y su lugar en la memoriaeuropea. ¿Podría ser que el inconscientecolectivo europeo busque autoexpiarse alrevertir a víctimas israelíes y victimariospalestinos para satisfacerse con la respuestade que los judíos, después de todo, son unosopresores que se lo tenían merecido, y ellos,los culpables de ayer entonces másinocentes hoy? O será como diceFinkielkraut, "Nos acordamos tan bien delos crímenes de Hitler que a partir de esemodelo interpretamos la realidad palestino-israelí. Los israelíes se convierten entoncesen los nazis". Ambas nos permiten entenderla fuerza de esta reflexión maestra delpsiquiatra israelí Zvi Rex: "Los alemanesnunca perdonaran a los judíos porAuschwitz".La periodista italiana Fiamma Nirenstein hasugerido que la conmemoración delHolocausto como herramienta educativacontra el antisemitismo ha fallado.Personalidades europeas visitan YadVashem y no sienten la menor inhibición detildar a Israel de estado apartheid a lamañana siguiente. Y las comunidades judíasdiaspóricas se autoengañan al creer queporque un dignatario participó en un home-naje por la Shoá o del aniversario de unatentado están inmunizados del antiisraelis-mo judeofóbico contemporáneo y en conse-cuencia sus programas de lucha contra elantisemitismo a resguardo.Una de las principales dificultades enreconocer la nueva judeofobia radica enque sus más usuales y celosos promotoresen la actualidad pertenecen al campo de laizquierda progresista. Tradicionalmente,bastaba que un Le Pen o un Haider mini-mizaran el Holocausto, celebraran a Hitler, ovituperaran a algún judío, para que la ju-dería global reaccionara con justa indig-nación. Hoy, sin embargo, uno no tiene queser un neonazi para evocar el fantasma delantisemitismo. Uno puede ser un intelectualrenombrado, un distinguido profesor uni-versitario, un comentarista respetado, uncompositor conocido, y un marxista declara-do y aún así ser un enemigo acérrimo delestado de Israel y del pueblo judío. ¿Pero

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pueden intelectuales ilustres, pensadoresbien educados, personalidades refinadascultural y políticamente, albergar hostilidadhacia los judíos? Pueden, y el antisemitismode la ilustración demuestra el punto, con elpropio padre fundador -Voltaire- un judeó-fobo rabioso. Y así nos topamos con una delas grandes ironías del presente, donde laizquierda, legendaria defensora de los dere-chos de los judíos, adopta el socialismo delos tontos de la derecha xenófoba. SegúnGeorge Will del Washington Post:

"Todas las prescripciones de la izquierdapara curar las enfermedades de la sociedad-socialismo, comunismo, psicoanálisis, edu-cación “progresiva”, etc.- han sido descar-tadas, por ende ahora la izquierda se vereducida a adaptar esa permanenteresistente de la derecha, el antisemitismo.Este es un nuevo giro para la recetaizquierdista de la salvación mediante laeliminación: Todo estará bien si eliminamosa los capitalistas, o a la propiedad privada, oa las clases gobernantes, o a los “interesesespeciales”, o a la neurosis o a las inhibi-ciones. Ahora, tratemos de eliminar a unpueblo, comenzando por su nación, la quees detestablemente pronorteamericana e

insufriblemente espartana".Con su repudio a la legitimidad de la auto-derminación nacional judía en la Tierra deIsrael, el mundo árabe/musulmán primero, yla extrema izquierda ahora, han convertidoa Israel en el país mas anormal del planeta alsentar su acusación sobre la existenciamisma del estado. Al visualizar un estadojudío, los padres fundadores del sionismopolítico del siglo XIX imaginaron el remedioal antisemitismo. Era la falta de un estadopropio lo que explicaba el odio al judío, pen-saron. Hoy pareciera ser que fuera la exis-tencia del estado judío lo que explica talodio. "En lugar de cambiar el destino de losjudíos, Israel ha asumido el destino de losjudíos" escribió la profesora de HarvardRuth Wisse. Desde ya, la judeofobia no esfunción ni de la existencia actual de Israel nide su ausencia anterior. Tal como escribióNatan Sharansky, "Obviamente, el estadode Israel no puede ser la causa de un fenó-meno que lo precede en mas de 2000 años".El abandono de la izquierda progresista dela causa judía y su ácida condena de Israel,podrían estar basados en la imposibilidaden modificar su cosmovisión optimista de lasrelaciones humanas. Wisse elabora estateoría en su libro If I Am Not For Myself...The Liberal Betrayal of the Jews (aclaremosque "liberal" en inglés equivale a “progre-sista" en español). Ella sostiene que unapremisa central del progresismo es la creen-cia en la racionalidad, la tolerancia y hastaquizás la bondad de los hombres, donde lahistoria de la experiencia humana es unrécord de progreso, de evolución de bar-barie a civilización, donde las disputas siem-pre pueden ser negociadas y la razón invo-cada. La hostilidad irracional de árabes ymusulmanes hacia Israel, la magnitud de suodio tan visceral, y la terquedad en torno ala no aceptación de la existencia judía en elDar al Islam, desafían muchas de laspremisas más centrales de la cosmovisiónintelectual progresista. Enfrentados a unadisonancia cognitiva tan marcada, recurrensubliminalmente a la negación comomecanismo de protección del mundo imagi-nado. Así lo describe Wisse:

"Cuando el optimismo progresista es con-frontado por la agresión decidida, o bien

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La periodista Pilar Rahola decía en una conferencia enBuenos Aires (2003) que: “Los intelectuales de izquierdaeuropeos son desmemoriados. Europa es un monstruo

como Dorian Gray: juzga a Israel para sepultar el nazismoy stalinismo que engendró y ahora parece defender al

integrismo islámico que es el gran responsable de que nohaya paz en la región'. “Saramago es un pensador

inmoral aunque sea un escritor. Con su profesión encubresu ignorancia sobre el Medio Oriente y al comparar elHolocausto con lo que Israel hace sólo se dedica a la

pornografía de la Shoa", agregó.

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admite la realidad de la agresión y suspendesu creencia de que el mundo es progresistapor cierto tiempo para ayudar a que éste seael caso, o bien mantiene su optimismo pro-gresista y niega la realidad de la agresión...El progresista fundamentalista... es uno talpara el que el progresismo no es tanto unapreferencia política si no un principioontológico. Él debe por lo tanto negar laagresión que contradice su creencia".

De ahí la necesidad de negar el cuestio-namiento existencialista árabe/musulmánhacia Israel. Debe haber otras razones parauna oposición tan fenomenal a la empresasionista. Los sionistas deben de haberhecho mal las cosas, han de haber truncadolos derechos de otro pueblo, usurpado sustierras, oprimido a sus habitantes o algunavejación del tipo para despertar semejanteanimosidad. Vale decir, ha de haber causasracionales para esta hostilidad. La realidades que no las hay. Que las podamos explicarracionalmente no las convierte enracionales; lo racional es el método de laexplicación, no el objeto explicado. Y laausencia de racionalidad en la raíz del con-flicto árabe/israelí es una fuente deirritación muy grande para los creyentes enla hermandad entre los hombres. Su mo-deración es en realidad reflejo de debilidadideológica y titubeo intelectual. Quieneshan ingresado al paraíso post-histórico men-cionado al principio de este ensayo, quienesdesean residir en ese soñado estadio de pazperpetua, tendrán inevitablemente menorpredisposición a cuestionar los pilares de lautopía que pudieran provocar su derrum-bamiento. "Nadie le está agradecido a losjudíos por recordarles la realidad del odio"escribe Wisse. Muchos eligen ir a pasear a loque Charles Krauthammer definió como laDisneylandia Moral, un espacio ideal al quelas almas sensibles y las nobles concienciasvan a expresar toda su indignación por lasupuesta inconducta israelí, para sentirse enelitista y confortable oposición a la repre-sentación del mal actual. Así, el Eje del Malde Bush es una banalidad, sino una inmora-lidad. El Eje del Mal de la izquierda radical -la trilogía antinorteamericana, judeófoba yantiisraelí- es, al contrario, fashionable en

los círculos del pensar politically correct.Elie Wiesel ha escrito: "Supongamos quenuestro pueblo no hubiera transmitido laLey a otras naciones. Olvidemos a Abrahamy su ejemplo, a Moisés y su justicia, a los pro-fetas y su mensaje. Supongamos que nues-tras contribuciones a la filosofía, a la ciencia,a la literatura, son despreciables o inclusoinexistentes. Maimonides, Nahmaniades,Rashi: nada. Spinoza, Bergson, Einstein,Freud: nada. Supongamos que de ningunamanera hemos añadido nada al progreso, albienestar de la humanidad. Una cosa nopuede ser impugnada: los grandes verdu-gos, los grandes asesinos de la historia -elFaraón, Nerón, Chmelnitzky, Hitler- ni unosolo se formó en nuestro seno". Uno podríahumildemente agregar que no sólo queninguno de los genocidas de la historia fuejudío, sino que estos han hecho de losjudíos sus mortales enemigos. Razón por lacual, según postula Ruth Wisse, estar conlos judíos significó estar contra el zarismo yel estalinismo, contra el fascismo y el nazis-mo, y es estar hoy contra el despotismo delya derrocado Sadam Hussein y el terrorismode Yasser Arafat y el fanatismo de OsamaBin-Laden. Estar con los judíos es estar dellado moral de la historia.Hasta hace poco más de treinta años atrás,luchar contra el racismo significaba estar afavor de los judíos. Hoy, producto de unaindecente corrupción del lenguaje -donde elsionismo es racista, los israelíes nazis, y losjudíos cómplices del crimen que es Israel lalucha contra el racismo engloba, absurda-mente, la oposición al estado judío. Porsupuesto, los verdaderos racistas son aque-llos demagogos en el mundo árabe y musul-mán que inescrupulosamente envenenan eldiscurso junto a sus fans en occidente, esostontos útiles de siempre cuya complicidadconverge imperdonablemente en unamatriz de errores e ingenuidad.Posiblemente haya sido Yossi Klein Haleviquien mejor tipificó la antedicha coo-peración indigna al hacernos recordar elsecuestro de Entebbe de 1976, durante el

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Capítulo 6:Reflexión final

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cual terroristas palestinos y alemanes mar-xistas separaron a los pasajeros judíos de losno judíos, en una "separación" propia deDachau. La insensatez de esos jóvenessecuestradores alemanes -los cuales paraHalevi intentaron probar cuán diferenteseran de la generación de sus padres al elegirla defensa de los "oprimidos" y terminaronatacando a los judíos- constituyen hoy "unsímbolo apto para aquellos que afirmaríansu humanidad demonizando aNorteamérica y los judíos". Recordemos quecomandos israelíes liberaron a los rehenesel mismo día del bicentenario de la indepen-dencia norteamericana -un inolvidable 4 dejulio- dotando quizás de un simbolismoelocuente a la unión de los destinos de esasdos grandes naciones en su lucha en pos dela justicia y de la libertad.

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