El mal olor

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1 El mal olor ¿Qué es la halitosis? Halitosis (comúnmente "mal aliento") es un término médico usado para describir cualquier olor desagradable en el aire exhalado por la boca o la nariz. El término deriva del latín halitos (aire espirado) y del griego osis (alteración patológica). En la sociedad actual, la imagen y las relaciones interpersonales presentan especial importancia. En este contexto, cuando un estímulo olfativo resultado desagradable o no placentero, es percibido como anti-estético. Hoy en día, el aliento es algo que preocupa al público en general, dándole una importancia cada vez mayor. En los Estados Unidos, la halitosis fue destacada como la tercera razón más común de consultas al dentista, después de la caries dental y la enfermedad periodontal. Aunque muchas personas asocian el mal aliento con la expresión de un problema físico, la mayoría de los afectados se molesta más con sus consecuencias sociales. De hecho, la conciencia de los que sufren de halitosis suele causar importantes efectos psicológicos. El espectro de efectos varía desde un pequeño impacto hasta un trastorno total de la vida del paciente. Terminología La halitosis suele ser clasificada en dos grupos dependiendo de si esta es o no percibida. Cabe señalar que la mayoría de los adultos padece de halitosis genuina al despertar, pero esta se encuadra en la categoría de halitosis transitoria. Se trata de un problema temporal atribuido a la reducción del flujo salival durante el sueño y al ayuno prolongado. Este tipo de halitosis ocurre también

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El olor y sus repercusiones cuando este es repugnante.

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El mal olor

¿Qué es la halitosis?

Halitosis (comúnmente "mal aliento") es un término médico usado para describir cualquier

olor desagradable en el aire exhalado por la boca o la nariz. El término deriva del latín

halitos (aire espirado) y del griego osis (alteración patológica).

En la sociedad actual, la imagen y las relaciones interpersonales presentan especial

importancia. En este contexto, cuando un estímulo olfativo resultado desagradable o no

placentero, es percibido como anti-estético. Hoy en día, el aliento es algo que preocupa al

público en general, dándole una importancia cada vez mayor. En los Estados Unidos, la

halitosis fue destacada como la tercera razón más común de consultas al dentista,

después de la caries dental y la enfermedad periodontal.

Aunque muchas personas asocian el mal aliento con la expresión de un problema físico,

la mayoría de los afectados se molesta más con sus consecuencias sociales. De hecho,

la conciencia de los que sufren de halitosis suele causar importantes efectos psicológicos.

El espectro de efectos varía desde un pequeño impacto hasta un trastorno total de la vida

del paciente.

Terminología

La halitosis suele ser clasificada en dos grupos dependiendo de si esta es o no percibida.

Cabe señalar que la mayoría de los adultos padece de halitosis genuina al despertar, pero

esta se encuadra en la categoría de halitosis transitoria. Se trata de un problema temporal

atribuido a la reducción del flujo salival durante el sueño y al ayuno prolongado. Este tipo

de halitosis ocurre también con la ingesta de ciertos alimentos tales como el ajo y la

cebolla.

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Datos epidemiológicos

La halitosis presenta una prevalencia elevada en la población y puede afectar a cualquier

sexo, edad, raza y condición socioeconómica. Para estimar la prevalencia de halitosis en una

población pueden ser utilizados varios métodos.

Cuestionarios deautorrelleno

Respuesta a un cuestionario estándar que tiene en cuenta la propia percepción de mal aliento. Es un método

poco fiable ya que las personas que padecen de mal aliento frecuentemente no lo saben. También es común

que muchas personas (incluyendo las más íntimas) no adviertan sobre la existencia del problema,

generalmente por pudor o vergüenza social – la halitosis es aún tabú en la sociedad moderna. Por otro lado,

otras personas piensan que padecen mal aliento cuando no esto no sucede – la percepción olfativa de un

individuo no siempre le permite evaluar correctamente el propio aliento.

Pruebas organolépticas

Juicio de la presencia de halitosis con recurso al olfato de jueces/árbitros humanos. Tal como el anterior, este

método no es totalmente fiable. Ciertos factores psicológicos y fisiológicos como el grado de atención,

expectativas, ocurrencia de ayuno y ciclo menstrual, pueden influenciar el resultado de la medición.

Medición de los Compuestos Sulfurados Volátiles

Los CSVs son los compuestos predominantes en los casos de halitosis y su medición puede ser realizada con

recurso a aparatos portátiles específicos. Sin embargo, como estos aparatos miden solamente los CSVs, los

resultados son susceptibles de errores como los falsos-negativos, frecuentes en el caso de que la halitosis

esté asociada a otros tipos de compuestos que no sean los CSVs (ex: indol, escatol, cadaverina, putrescina,

etc.).

Cromatografía gaseosa

Permite identificar y medir de forma objetiva todos los compuestos presentes en el aire espirado, siendo

considerada la forma de medición más fiable. Sin embargo, es un método dispendioso, moroso y poco

práctico para ser usada en estudios epidemiológicos de gran escala. Generalmente, su uso está restringido a

la consulta especializada de halitosis.

 

Los estudios epidemiológicos que ofrecen un mayor nivel de evidencia, es decir, una

estimación más fiable de la prevalencia de halitosis en una determinada población, son

aquellos que recurren a más de un método.

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El estudio realizado por el Instituto del Aliento en la Península Ibérica utilizando los 4 métodos descritos anteriormente ha demostrado que la prevalencia de halitosis permanente en España y Portugal es idéntica a la de la población mundial, alrededor de 30%. También aquí afecta de igual forma a mujeres y hombres, sin predilección por la edad ni el nivel socioeconómico.

El mal aliento a través del tiempo

La halitosis como entidad médica fue descrita hace solamente 200 años. Sin embargo, es una de las patologías más antiguas y problemáticas relacionadas con la coexistencia social. Desde la antigüedad se encuentran referencias al mal aliento. No obstante, son casi inexistentes las referencias a sus aspectos médicos (causas, diagnóstico y tratamiento). En su mayoría, esas referencias son consideraciones referentes a aspectos sociológicos como tabús, vínculos afectivos, civismo y religión, encontrándose diseminadas en variados registros antiguos y representando diferentes culturas.

El dramaturgo Tito Mácio Plauto (230-180 a.C.) alude a esta patología como causa de menosprecio conyugal (sucedía el período pre-imperial de la República Romana), a través de un personaje que censura públicamente el mal aliento de su esposa: “Preferiría beber agua del alcantarillado que besar a mi mujer.” En algunos contextos culturales llega a poseer consecuencias determinantes. El Talmud (tratado judaico que contiene leyes civiles y religiosas) posee registros con más de 2000 años que establecen que la boda (ketubah) puede ser judicialmente anulada si uno de los cónyuges padece de mal aliento. Como las leyes relativas al divorcio en el actual Estado de Israel poseen fundamentación en los tribunales religiosos, puede ser citado en el presente como fundamentación para la separación judicial de una pareja.

Miswak (utensilio de higiene oral)

El mal aliento también fue indicado como un indicador de la naturaleza psicológica y moral de una persona. Hipócrates de Cós (460-377 a.C.), considerado el padre de la Medicina, insistía en que los jóvenes de la Antigua Grecia tuviesen un aliento agradable. Exhortaba el cumplimiento de esta condición, pues parecía ser un indicador del grado de dulzura interior y del estado de pureza de la alma. Imbuido de un espíritu de misión para esta causa, formuló un enjuague aromático para garantizar un aliento agradable, compuesto de vino puro, anís, semillas de eneldo y mirto.

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También la teología islámica hace referencia a este tema, enfatizando la importancia de limpiar los dientes con un miswak (palo de madera) durante los períodos de ayuno, con el fin de prevenir el mal aliento. Se ha dado un énfasis especial a este tema en el período de consagración del Ramadán, llegándose a atribuir al profeta Muhammad la expulsión de un congregante de una mezquita debido a un aliento con olor intenso a ajo.

Aún hoy, los monjes budistas japoneses recomiendan la higiene oral, incluyendo la limpieza de la lengua, como forma de prevención del mal aliento antes de las primeras oraciones matinales. También los hindúes, considerando la boca como la puerta de entrada del cuerpo, sustentan que ésta debe de ser mantenida limpia, especialmente antes de las oraciones.

Desde el punto de vista médico, en 1874 la halitosis fue descrita por primera vez como una entidad clínica (Howe). Sin embargo, fue durante estas últimas tres décadas cuando se asistió a un gran crecimiento en la publicación de trabajos científicos y las causas de halitosis se han perfilado cada vez con más claridad. Como señal del interés creciente y de la importancia atribuida por parte de la comunidad científica, fueron creadas la ISBOR – International Society for Breath and Odor Research (www.isbor.net) y la IABR – International Association for Breath Research (www.iabr.li), en 1.995 y 2.005 respectivamente, en las cuales el Instituto del Aliento participa. En 2.007, conjuntamente, crearon una revista científica específicamente dedicada a la publicación de trabajos sobre halitosis, el Journal of Breath Research.

Analizando las diversas culturas y civilizaciones, se constata que existe un denominador común que cualifica el mal aliento: es un agente innegable de prejuicio social. En particular en la sociedad occidental, con la afirmación de la época victoriana en el siglo XIX, la tolerancia en relación a los malos olores disminuyó manifiestamente, especialmente respecto a los olores originarios de mala higiene y condiciones sanitarias deficientes. Hoy en día, aumenta la presión sobre la imagen personal, ocasionalmente violenta. El concepto halitosis o mal aliento trasciende lo físico y biológico y se une a lo psicológico. Es sabido que el simple acto de oler está imbuido de carga emocional, pudiendo estimular la memoria y suscitar la aproximación o repulsa. Las reglas sociales,

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sobremodo influenciadas por “los mass media” como vehículo de campañas publicitarias a veces inconscientes e irresponsables, marcan la importancia de la imagen personal en las relaciones interpersonales. Y parecer bien implica oler bien. En conjunto con otras dolencias antiestéticas, se constata que actualmente el mal aliento se encuentra como uno de los mayores defectos.

Causas de la halitosis o mal aliento

El último informe publicado por el Instituto del Aliento indicó que la mayoría de los

pacientes (60%) que demandan tratamiento en los centros clínicos de la red en la

Península Ibérica posee halitosis con origen oral. No obstante, la proporción de halitosis

con este origen ha disminuido en los últimos años. Algunas explicaciones posibles son la

creciente sensibilización por parte de la población para mayores cuidados de higiene oral

y un acceso más facilitado al establecimiento del diagnóstico.

Las causas extraorales (aparato respiratorio, tubo digestivo, sistémico) son responsables

por alrededor del 17% de los casos diagnosticados por el Instituto del Aliento. Estas

causas son de diagnóstico más complejo y requieren generalmente una tecnología más

avanzada, siendo más perceptibles de detectar en una consulta especializada de

halitosis.

En el restante 23% de los pacientes que demandan los servicios del Instituto del Aliento

no es diagnosticada halitosis. Ciertas condiciones como la disminución de la secreción

salival, problemas digestivos, estrés/ansiedad, aunque en algunos casos originen halitosis

verdadera, pueden crear sensaciones gustativas que son percibidas como sensaciones

olfativas. En estos casos, los pacientes poseen autopercepción de halitosis cuando en la

verdad no existen COVs o CSVs por encima del normal (pseudohalitosis). También es

cada vez más frecuente que las personas demanden la consulta especializada de

halitosis solamente para hacer un check-up y recibir orientaciones preventivas. Esta

situación se debe especialmente a la consciencia del impacto negativo que la halitosis

puede provocar en sus vidas personales y profesionales (y que una persona puede

padecer de halitosis sin que se perciba).

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Las patologías y las condiciones clínicas relacionadas con la producción de compuestos

volátiles pueden tener relación con una variedad de especialidades médicas, tales como

Estomatología, Otorrinolaringología, Gastroenterología, Neumología, Medicina Interna,

Endocrinología, Nefrología, Neurología y Psiquiatría. En el cuadro siguiente se presentan

algunas de las patologías/factores predisponentes más asociados con la halitosis.

Boca

Mala higiene; saburra lingual; enfermedades periodontales; hiposalivación y/o xerostomía;

noma; caries muy extensas; abscesos; alveolitis seca; pericoronaritis; retenciones

alimentarias interdentales; sangrado gingival; exposición pulpar; restauraciones

desbordantes; estomatitis; heridas quirúrgicas; candidiasis; prótesis porosas; piercings

linguales; quiste dentígero; miasis; histiocitosis; escorbuto; leucemia; neoplasias.

Aparato respiratorio

Rinosinusitis; respiración bucal; obstrucción nasal; rinorrea posterior; desviación del septo

nasal; adenoiditis; amigdalitis; amigdalitis caseosa; presencia de cuerpo extraño; ocena;

abscesos nasofaríngeo y retrofaríngeo, carcinomas de laringe; bronquitis;

bronquiectasias; neumonías; abscesos pulmonares; carcinomas de pulmón.

Tubo digestivo

Divertículo faríngeoesofágico o de Zenker; reflujo gastroesofágico; neoplasias, gastritis;

úlceras; presencia de Helicobacter pylori; hernia de hiato, vómitos, presencia de cuerpo

extraño en la faringe, eructaciones, enfermedad inflamatoria intestinal.

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Sistémico, nutrición y hábitos

Alimentos odorantes (ajo y otros); tabaco; medicamentos odorantes; deshidratación;

estados febriles; absorción por la piel o mucosas; hipoglicemia (ayuno prolongado; dietas

pobres en carbohidratos); alteraciones intestinales, hepáticas y renales varias; diabetes;

trimetilaminuria.

Psicológico y neurológico

Halitofobia; estrés; disgeusia; síndrome de referencia olfativa.

Causas en la bocaLas halitosis de origen oral aun son las más frecuentemente halladas en clínica. Generalmente están asociadas a fenómenos de necrosis o putrefacción mediada por bacterias. Existen tres tipos de prueba que fundamentan que las bacterias presentes en la cavidad oral son agentes productores de halitosis. Primero, in vitro, cuando se adicionan substratos orgánicos (ex: restos alimentarios) a medios de cultivo con bacterias orales, estas producen compuestos de halitosis, e in vivo, la producción de CSVs puede ser inmediatamente inducida si fuesen administrados péptidos y aminoácidos ricos en azufre a la boca. En segundo lugar, la intensidad de la halitosis generalmente disminuye al ser eliminados los substratos orgánicos y microorganismos. Ejemplos de eso son el cepillado de los dientes y la limpieza de la lengua. Tercero, el uso de agentes antimicrobianos de utilización tópica oral (enjuagues) pueden en algunos casos reducir la halitosis (cuando esta está relacionada con bacterias orales), aunque con un efecto de corta duración.

Las causas orales están casi todas relacionadas con la acción de bacterias sobre substratos de materia orgánica que, frecuentemente, causan un mal olor. Uno de los factores contribuyentes es la presencia de sangre, que muchas veces promueve el desarrollo de Porphyromonas gingivalis. Todas las causas de sangrado teóricamente pueden causar halitosis, pues la acción de algunas bacterias proteolíticas sobre la sangre puede generar diversos compuestos volátiles. La sangre proporciona productos de descomposición, como son ejemplo los péptidos, que contienen azufre y aminoácidos, posibles fuentes de CSVs.

La mala higiene oral fue una de las primeras causas de halitosis en ser identificada desde los tiempos antiguos. Estudios epidemiológicos han demostrado que cuanto menor es el índice individual de higiene oral, mayores son las concentraciones de compuestos sulfurados volátiles (CSVs) presentes en el aire espirado. También fue demostrado que incluso en pacientes sin halitosis, un programa de higiene oral, incluyendo una sesión de profilaxis profesional (limpieza con un dentista), motivación e instrucción para una higiene oral adecuada, es capaz de reducir el sangrado gingival y los niveles de CSVs orales en 34% durante un período de cuatro semanas. Al contrario de lo que la mayoría de las personas puedan pensar, estudios más recientes han demostrado que la utilización de hilo dentario y la limpieza regular de la lengua, son más decisivos en el control de la halitosis que el uso regular de enjuagues orales o la frecuencia de cepillado de los dientes.

La presencia de lengua saburrosa es una de las causas más comunes de halitosis, pues esta constituye el mayor nicho de microorganismos en la cavidad oral. Fue demostrado que la

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camada de materia orgánica y bacterias sobre el dorso de la lengua, o saburra, es significativamente mayor en pacientes con halitosis. La predisposición para la acumulación y estagnación de bacterias y residuos provenientes de la dieta varía dependiendo de diversos factores, entre ellos, la morfología del dorso de la lengua (papilas linguales más elevadas). Incluso en personas no enfermas, sin antecedentes de halitosis ni enfermedad periodontal, la lengua es el principal origen de producción de compuestos volátiles de azufre. Fenómenos de rinorrea posterior y el reflujo gastroesofágico pueden contribuir también en la formación de este substrato sobre el dorso de la lengua.

La halitosis está también asociada con la enfermedad periodontal (conjunto de patologías relacionadas con los tejidos de soporte de los dientes como las encías, el ligamento periodontal y el hueso alveolar). Los pacientes con periodontitis crónica generalmente presentan una mayor concentración de CSVs intraorales, conjuntamente con otras señales típicas de este cuadro: sangrado gingival, presencia de cálculo/tártaro, movilidad dental, presencia de bolsas subgingivales/periodontales, entre otros. Otras condiciones periodontales, como la periimplantitis, la gingivitis ulcerativa necrotizante aguda (GUNA), la periodontitis ulcerativa necrotizante aguda (PUNA) y el cancrum oris (o noma), también pueden ser causas de halitosis.

La secreción salival también posee una función importante. Varias situaciones que interfieren con la función salival pueden inducir la halitosis. Es el caso de los ayunos prolongados (sin actividad masticatoria que estimule la producción de saliva), ritmo circadiano del sueño, ciertos medicamentos que disminuyen el flujo salival, hablar continuamente y el ejercicio físico. El pH (más alcalino), la concentración de oxigeno (menor) y la composición salival (aumento de la presencia de células epiteliales y restos celulares) influencian la producción de CSVs. La explicación para la aparición de halitosis a partir de saliva residual se debe a la capacidad que ciertos compuestos odoríferos (por ejemplo, indol, escatol, putrescina, cadaverina, entre otros) tienen para volatilizarse en los tejidos orales. En este caso, el espesor de la película salival (residuos de saliva) parece ser crucial. Cuanto menor el espesor, mayor la volatilización de estos compuestos. Además, una menor cantidad de saliva favorece la acumulación de bacterias y materia orgánica en la boca, pues disminuye el potencial de clearance/autolimpieza. También diversos medicamentos ampliamente utilizados por la población pueden disminuir el flujo salival. Son comúnmente denominados como medicamentos xerostómicos, e incluyen los antidepresivos, antipsicóticos, antihipertensivos, los inhibidores de la bomba de protones, entre otros.

Otros problemas relacionados con la actividad bacteriana, focos infecciosos, y respectivas acciones sobre diferentes substratos de materia orgánica, pueden generar halitosis. Estos substratos habitualmente son restos de alimentos, sangre y tejido del propio organismo que desencadenan necrosis y putrefacción, con o sin secreción purulenta. Entre estos casos están la pericoronaritis, alveolitis, abscesos y otras colecciones de pus, aftas y otras úlceras orales, retenciones alimentarias interdentales, exposición pulpar con necrosis, restauraciones desbordantes, estomatitis, heridas quirúrgicas, candidiasis, caries extensas, piercings linguales, quisto dentígero (cuando drena por una fistula para la cavidad oral), la parasitosis miasis, escorbuto, histiocitosis, leucemia (estas últimas cuando se manifiestan por úlceras bucales/hemorragia espontánea), y las neoplasias. Las prótesis removibles demasiado porosas, especialmente las más antiguas confeccionadas con materiales de menor dureza pueden ser causa de halitosis (lo mismo se aplica en relación a su uso nocturno).

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Causas en el aparato respiratorioEn el aparato respiratorio superior (encima del nivel de la laringe), existen algunas patologías que frecuentemente se presentan como infecciones crónicas y que pueden resultar en halitosis. Las más comunes son la rinosinusitis y la amigdalitis crónica.

Las malformaciones y las enfermedades del complejo ostium-meato, pueden obstruir el ostium de los senos paranasales, resultando en extasis e infección de esas cavidades. Las principales molestias de estos pacientes son la rinorrea posterior, tos, presencia de moco en la garganta, lengua saburrosa, y halitosis. Una de las consecuencias de la rinorrea posterior es la acumulación continua de moco purulento en la región más posterior de la lengua, donde se instala un segundo foco de la infección crónica provocando alteraciones en la flora bacteriana, lo que desencadena la halitosis. Existen varias bacterias, como las del género Fusobacterium y Bacteroides, relacionadas con la sinusitis crónica, que pueden producir COVs y CSVs de mal olor.

La respiración bucal influencia la cantidad y composición bacteriana de la saliva. Los respiradores bucales poseen una mayor predisposición para padecer de halitosis. Otra condición, el desvío del septo nasal, puede en algunos casos impermeabilizar el ostium del seno con la consecuente infección. En un estudio con 24 pacientes con molestias obstructivas del complejo ostium-meato, fue demostrado que, después de cirugía correctiva, el 80% de los pacientes relataron una mejora de su halitosis. Otro estudio constató que la halitosis es uno de los principales síntomas de una muestra de 100 pacientes pediátricos con rinosinusitis crónica. También la adenoiditis puede causar halitosis.

Las amígdalas son también un origen frecuente de halitosis. Estas poseen invaginaciones tubulares retorcidas que van desde la superficie hasta el interior del parénquima, más conocidas como criptas. Fragmentos de epitelio exfoliado, restos de queratina y cuerpos extraños (como restos de alimentos) pueden quedarse retenidos en las criptas, formando los cáseos (cálculos friables putrefactos). Los cálculos amigdalinos son una causa de halitosis muy frecuente, pudiendo tener un patrón de liberación periódico o continuo. Aunque es una condición prácticamente asintomática, algunos pacientes se dan cuenta al observar la eliminación de los cáseos por la lengua. Pueden ocurrir situaciones en que no ha formación de cáseos, pero al exprimir las amígdalas, es expelido un olor fuerte nauseabundo, a veces inclusive en amígdalas con aspecto sano (no hiperemiadas ni hipertrofiadas). La flora presente en las amígdalas, incluso en pacientes sin historia previa de amigdalitis, presenta bacterias capaces de producir mal olor. Un estudio epidemiológico demostró que en 49 pacientes con amigdalitis crónica caseosa, los pacientes que presentaron cáseos en el momento de la medición de los CSVs obtuvieron resultados 5 veces más elevados que aquellos que no presentaron cáseos.

Otras condiciones y patologías del aparato respiratorio superior relacionadas con la halitosis son la presencia de cuerpo extraño, la ocena o rinitis atrófica, la ocurrencia de absceso nasofaríngeo y/o retrofaríngeo, y los carcinomas de la laringe.

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Las causas de halitosis procedentes del aparato respiratorio inferior, es decir, con origen primario debajo del nivel de la laringe, son más raras, e incluyen las bronquitis, bronquiectasias, neumonías, abscesos pulmonares y carcinomas del pulmón.

Causas en el tubo digestivoAunque exista la creencia generalizada de que la halitosis con origen en el estomago sea una de las principales causas, se ha verificado que las halitosis relacionadas con el tubo digestivo son poco frecuentes.

Sin embargo, la infección por la bacteria Helicobacter pylori puede provocar halitosis pues algunas cepas poseen la capacidad de producir CSVs. Un estudio observó que, de 46 pacientes con síntomas de halitosis, acidez e hiperplasia lingual, 87% poseían la bacteria. No obstante, esta bacteria posee una elevada prevalencia en la población y no siempre se manifiesta a través de síntomas. También existe asociación entre la presencia de H. pylori oral con periodontitis y halitosis. Un estudio con 50 pacientes obtuvo asociación entre halitosis y presencia de H. pylori estomacal, identificada a través de la biopsia de la mucosa gástrica y prueba del aire espirado 14C-ureia, en pacientes periodontalmente sanos.

Aunque con menor frecuencia, considerando la elevada prevalencia en la población de algunas de las condiciones siguientes, existen casos de halitosis asociada a la gastritis, úlceras gastroduodenales, reflujo gastroesofágico, divertículo de Zenker, enfermedad inflamatoria intestinal, presencia de cuerpo extraño de la faringe, hernia del hiato, eructaciones, vómitos y neoplasias.

Aún así, un cuestionario a 1.551 pacientes asoció significativamente autopercepción de halitosis con síntomas gastrointestinales. Frecuentemente, los disturbios del foro digestivo generan autopercepción de halitosis, es decir, causan molestias a los pacientes (ej.: mal gusto, sensación de ardor) que los hace creer padecer de mal aliento. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, nadie alrededor lo siente (pseudohalitosis).

Causas sistémicas, nutrición y hábitosEstas halitosis son también denominadas de halitosis sanguíneas. Los compuestos de mal olor, originados en diversos órganos (ej.: hígado y riñones) son transportados por la corriente sanguínea hasta los pulmones, donde se volatilizan y promueven la halitosis. Las fuentes potenciales de las halitosis sanguíneas son algunas enfermedades sistémicas, trastornos metabólicos, y ciertos medicamentos y alimentos.

Es del conocimiento general que algunos alimentos pueden causar halitosis. Los alimentos con el mayor nivel de evidencia son el ajo, cebolla, bebidas alcohólicas, quesos, alimentos grasos, aceitunas, huevos, condimentos, mayonesa, aceite, chocolate, leche, mantequilla, natas, salami, jamón, col lombarda, coliflor, brócolis, sardina y alcachofa. A este respecto, es

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oportuno distinguir la halitosis provocada, por ejemplo, por el reflujo gastroesofágico que puede ser desencadenada por ciertos alimentos pero que no posee relación con la vía sistémica o pulmonar.

Después de la ingesta alimentaria, se observa que, inicialmente, los COVs y CSVs se originan mayoritariamente en la boca, y solo en una fase posterior (cerca de 1 hora después) los más predominantes pasan a ser los originados en el eje intestino-sangre-pulmón. Fue verificado que algunos alimentos picantes pueden provocar halitosis y sensación de mal gusto, pudiendo durar hasta 72 horas después de su ingestión. Además del eje sangre/pulmón, se puede también verificar un eje alternativo, o eje sangre-saliva, poseyendo este último mayores implicaciones en las disgeusias (alteraciones del sentido del gusto).

La ingesta de alcohol con frecuencia afecta la halitosis, ya sea porque el etanol es un agente deshidratante (y provocar la volatilización de los CSVs y COVs intraorales), o por sus productos catabólicos libertados por el pulmón a través del torrente sanguíneo.

Los hábitos tabáquicos también influencian la halitosis. Sin embargo, la alteración provocada, un aliento de olor característico, que normalmente desaparece después un corto período de tiempo (2-3 horas). No obstante, es un factor de riesgo para otras condiciones que pueden causar halitosis o la sensación de esta, como la enfermedad periodontal, xerostomía, disgeusias (alteraciones del gusto), cáncer del pulmón y otros.

Las enfermedades hepáticas, como la cirrosis, frecuentemente causan un olor característico. En estos casos son identificados los compuestos tales como sulfuro de hidrogeno, limoneno, ácidos alifáticos, metilmercaptano, dimetilsulfuro y etanotiol. Los pacientes con enfermedad renal crónica, en hemodiálisis y los trasplantados renales, habitualmente poseen un aliento urémico. Estudios más recientes demostraron la asociación entre la halitosis y algunas alteraciones del intestino, como la enfermedad inflamatoria intestinal.

La diabetes melitos puede también resultar en halitosis, principalmente debido al acúmulo de cetonas en la sangre, que son liberados durante la espiración y causan el aliento de acetona característico.

La trimetilaminuria [enfermedad metabólica caracterizada por la incapacidad de una persona para oxidar y convertir trimetilamina (TMA) derivados de la dieta en N-óxido de trimetilamina (OTMA) en el hígado] es también una causa de halitosis. Los compuestos de mal olor (TMA) que circulan en la sangre pueden ser excretados en la saliva, orina, sudor y aire espirado. La manifestación de esta enfermedad varía de caso en caso, desde una simple alteración de un nucleótido en los casos menos graves hasta mutaciones genéticas en los casos más graves. Existe una elevada prevalencia en la población de algún grado de enfermedad, sin el olor típico a pescado, pero si están presentes otros malos olores característicos del TMA (en diferentes concentraciones). La enfermedad puede también provocar alteraciones del gusto y pseudohalitosis.

La hipoglucemia (debido a ayunos prolongados y dietas pobres en hidratos de carbono), los estados febriles y la deshidratación pueden también provocar halitosis. En el caso del ayuno, la formación de compuestos de halitosis resulta de la formación de productos metabólicos del catabolismo proteico y lipídico, como vías alternativas de la neoglucogenesis. Sin embargo, es

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frecuente el despertarse con mal aliento después de pasar por un largo período de ayuno, además de que durante la noche el flujo salival disminuye. Cuando se aumenta el intervalo entre las comidas, aumentan los depósitos de saburra en el dorso de la lengua y disminuye el flujo salival, por lo que acontecen alteraciones en su composición. Lo mismo sucede cuando aumenta la temperatura corporal (estados febriles). El ejercicio físico muy intenso puede también provocar hipoglucemia. La deshidratación tiende a disminuir la secreción salival y aumenta la saburra lingual.

La intolerancia a la lactosa es otra causa de halitosis que viene a tener una mayor expresión actualmente. También desde hace algunas décadas se constató que algunas mujeres, durante la menstruación, exhalan niveles de CSVs por encima de lo normal. La causa se debe a la absorción de CSVs resultantes de la acción bacteriana sobre substratos sanguíneos, absorbidos por la mucosa vaginal y liberados en el aire espirado.

La toma de medicamentos puede influenciar el aliento, sea por administración tópica o sistémica. Este último caso, más frecuente, ocurre después de la ingesta o perfusión de ciertos fármacos que son liberados o que originan otros compuestos de mal olor (siendo después eliminados a través de los pulmones). En su mayoría, son medicamentos constituidos por compuestos de azufre. Es el caso del dimetilsulfóxido (DMSO), disulfiram, nitrito de amilo, dinitrato de isosorbida y algunos medicamentos citotóxicos.

Medicamento Indicación Terapéutica

Disulfiram Alcoholismo crónico

Dimetilsulfóxido Amiloidosis

Cisteamina Cistinosis

Tosilato de suplatast (anti-alérgico) Asma

Noxitiolina (antimicrobiano tópico) Periodontitis

Otros medicamentos, indirectamente, pueden provocar halitosis por inducir alteraciones en el ecosistema oral. Un caso paradigmático es el de un conjunto de fármacos comúnmente usados por la población y que colateralmente influencian el flujo salival (xerostómicos) como las anfetaminas, omeprazol, anticolinérgicos, ondansetron, antihistamínicos, inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, tiabendazol, antineoplásicos, didanosina, antidepresivos tricíclicos y levodopa, entre otros. También una gran variedad de medicamentos pueden inducir otros efectos adversos como la hiperplasia gingival (fenitoína, ciclosporina, nifedipina, etc.), la lengua pilosa, el reflujo gastroesofágico, etc. También se ha demostrado que algunas cremas y lociones aplicadas sobre la piel pueden causar alteraciones en el aliento.

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Impacto en la calidad de vida

Diversos indicadores físicos y la percepción del paciente sobre su estado de la salud

influencian la calidad de vida. Las personas que clasifican su salud oral de insatisfactoria

son personas menos felices y presentan una menor autoestima. Varios instrumentos de

medida, a saber ‘oral health related quality of life measures’ (OHQoL), preconizados por la

Organización Mundial de la Salud (OMS), han sido desarrollados para evaluar hasta que

punto los diversos problemas bucodentales afectan la función física y psicosocial, y la

satisfacción con la vida. El instrumento más utilizado hasta la fecha es el Oral Health

Impact Profile (OHIP-49).

Oral Health Impact Profile (OHIP-49)

Originalmente desarrollado en Australia, y basado en el modelo conceptual de salud oral

que usa la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el cuadro de la International

Classification of Impairments, Disabilities and Handicaps. Sólo incorpora las influencias

negativas sobre la salud y es una escala de tipo Likert 0-4, cuyas opciones de respuesta

pueden ir desde "nunca" hasta "muy frecuentemente", e incluye 49 preguntas (OHIP-49).

Se basa en la experiencia del paciente enfocando la frecuencia del impacto negativo

diario de las condiciones bucales sobre a vida en general. Se tienen en cuenta siete

dimensiones diferentes: la limitación funcional (9 preguntas), el dolor físico (9), el

disconfort psicológico (5), la deficiencia física (9), incapacidad psicológica (6), incapacidad

social (5) y la desventaja en la vida (6). Tal como en el modelo de la OMS, los impactos

son organizados de forma lineal y pasando desde una dimensión biológica a una

dimensión de comportamiento y después social. Usando esta escala, se llegó a la

conclusión de que la halitosis es de las patologías orales que provoca mayor impacto

negativo.

Sin embargo, la escala OHIP-49 considera el impacto no específico del conjunto de todos

los problemas orales. Para permitir una mejor evaluación del impacto específico de la

halitosis, fue creada en 2007 una escala exclusiva para esta patología – la Escala de

Impacto de la Halitosis (EIH) por clínicos y psicólogos del Instituto del Aliento. Esta

escala permite también una identificación más concreta de cuales son los efectos en el

comportamiento resultantes de la conciencia de padecer de halitosis (ej.: usar chicles o

fumar), con el objetivo de permitir una atención más personalizada al paciente,

acompañamiento y orientación. Es también una escala de tipo Likert, midiendo la

frecuencia de un conjunto de emociones negativas y comportamientos defensivos. Su

concepción tiene como base las diversas molestias referidas por los pacientes sobre el

efecto de la halitosis en sus vidas.

Page 14: El mal olor

14

Escala de Impacto de la Halitosis (EIH)®

La conciencia que yo tengo de mi aliento… Nunca Raramente Algunas veces Muchas veces Siempre

1 - …me restringe hablar

2 - …hace distanciarme durante una conversación

3 - …me limita hablar en lugares más pequeños o cerrados

4 - … me hace comunicar más por gestos o señales

5 - … me hace ocultar mi boca con la mano socialmente

6 - …limita mi apertura bucal cuando estoy hablando

7 - …limita mi forma de espirar

8 - … provoca reacciones negativas en terceros

9 - …me hace utilizar chicles o fumar para enmascararlo

10 - …interfiere en mis relaciones íntimas

11 - …me hace cepillar mis dientes ≥ 5x/día

12 - …restringe mi vida social

13 - …me pone nervioso

14 - …disminuye mis ganas de vivir

15 - …me hace pensar en el suicidio

Su empleo fue preconizado también para ser utilizado durante y después de un

tratamiento. Diversos centros mundiales (incluyendo el Instituto del Aliento) constataron

que es posible que algunos pacientes tratados con éxito de su halitosis se sientan, sin

embargo, inseguros y continúen evitando el contacto social, apoyándose continuamente

en productos de enmascaramiento de olores (chicles u otros) y otras formas defensivas.

Por este motivo, esta escala es usada actualmente para monitorizar si la evolución

psicológica cursa con la evolución biológica.

Page 15: El mal olor

15

Es importante referir que incluso pacientes sin halitosis verdadera (pseudohalitosis)

pueden sufrir un impacto severo en su calidad de vida. Es la consciencia (aunque

equivocada) de padecer de halitosis que desencadena los efectos negativos en la vida de

una persona. Según los datos recogidos en la primera consulta de centenas de pacientes

que demandaran tratamiento en los centros clínicos asociados al Instituto del Aliento, los

pacientes sin halitosis genuina (casos de pseudohalitosis y halitofobia) fueron los que

reportaron el impacto más elevado: 25,0 y 19,2 respectivamente. Los pacientes con

halitosis del tipo verdadera o genuina obtuvieron 16,9. No obstante, en cualquiera de los

casos, los valores son bastante elevados. Después del tratamiento, hubo una disminución

del valor del índice en cerca de 40%, para valores próximos de los 10 puntos (dentro del

espectro normal).

¿Por qué cuando queremos oler algo inspiramos

repetidas veces?Nadie nos lo ha enseñado, pero en la naturaleza es un

comportamiento que exhibimos muchas especies: cuando

queremos oler algo, percibir mejor el olor de algo, oliscamos,

hacemos breves y repetidas inspiraciones por la nariz. ¿A qué se

debe esto?

Page 16: El mal olor

16

Toda sustancia que huele debe este hecho a que algunas de sus moléculas se

hallan esparcidas por el aire. Estas moléculas acceden a nuestra cavidad nasal

con el aire y nos producen la sensación de olor porque se adhieren a las

neuronas receptoras olfatorias o receptores olfatorios.

El problema es que cuando respiramos normalmente tan sólo un 5% o 10% del

aire que va a acceder a los pulmones pasa cerca de la mucosa olfatoria, que es

donde se hallan estas neuronas dedicadas a la tarea de producir la sensación

de olor. El objetivo de estas inspiraciones breves e intensas es hacer pasar

mayor cantidad de aire y, por ende, mayor cantidad de “moléculas de olor” por

la mucosa olfatoria, situada en la parte superior de la cavidad nasal.

Las moléculas de “la cosa que huele” interactúan con las dendritas (filamento

neuronal dedicado a la captación de señales) de las neuronas receptoras

olfatorias, las activan y estas envían su señal a través de sus axones (filamento

neuronal dedicado al envío de señales) hasta el bulbo olfatorio, una conexión

directa con el cerebro.

Page 17: El mal olor

17

Nuestra mucosa olfatoria tiene una superficie aproximada de 2 cm cuadrados y

sus neuronas receptoras olfativas (unas 30.000 por mm cuadrado) se renuevan

aproximadamente cada 60 días. Este tamaño resulta paupérrimo en

comparación con otras especies: 20 cm cuadrados para el gato, 200 cm

cuadrados para las especies de perro más grandes.

Cabe destacar una cosa curiosa: el olfato es el único “sentido” (cotidianamente

hablando) que lleva su información directamente a la corteza cerebral, en vez

de seguir la ruta típica de los sentidos: receptor-médula espinal o tronco

encefálico-diencéfalo-corteza.NOV26

COMUNICACIÓN NO VERBAL Y EL OLOR DEL CUERPO HUMANO

“Crearía un perfume que no sólo fuera humano, sino sobrehumano. Un aroma de ángel, tan indescriptiblemente bueno y pletórico de vigor que quien lo oliera quedaría hechizado y no tendría más remedio que amar a la persona que lo llevara”“Su figura no le interesaba; no existía para él como cuerpo, sólo como una fragancia incorpórea.” (Süskin, El perfume)

Aunque de los cinco sentidos el olfato podría ser el menos valorado en nuestra cultura occidental, la importancia que este tiene en la comunicación es mayúscula ya que puede ser determinante en la interacción social.

Cuando leí la obra de Patrick Süskin (1985) “El Perfume”, comencé a considerar al  aroma humano como un factor fundamental, como  una forma de comunicarnos de  la cual probablemente pocas veces (o quizá ninguna)  nos percatamos. Ese  olor característico que tiene voz propia que manifiesta, que expresa y que en su impacto con el entorno genera consecuencias de acercamiento, comodidad, rechazo o incomodidad. Una comunicación que si ponemos en palabras posiblemente se transforme en mensajes como: puedes acercarte, aléjate, si te quiero, no te quiero, siento lo mismo que tú,  entre otros tantos. Y como Herrera y Mendoza (2010) lo puntualizan: Los olores son hoy en día uno de los motivos de fascinación para la especie humana; suelen estar ligados a sensaciones, emociones y experiencias cotidianas. El olor representa muchas cosas: algo que marca límites, un símbolo de status, algo que mantiene distancias, una señal de peligro  y hasta quizá  una huella de personalidad. Hellen Keller decía que los adultos por lo general emiten un nítido aroma una huella de olor que distingue a los unos de los otros.

El intercambio de comunicación a través del aroma que exonera el ser humano, puede resultar en un intercambio también de emociones, un fenómeno recién estudiado pero que lo  demarca  como un elemento de un posible reflejo emocional.

Page 18: El mal olor

18

En una investigación reciente publicada  por la revista Psycologycal Science, de la Association for Psychological Science de Estados Unidos se descubrió que las sustancias químicas presentes en secreciones como el sudor favorecen la sincronización emocional entre personas. Así pues, si un individuo es emisor de  señales químicas asociadas con una emoción como el miedo, estas  pueden  provocar en el receptor expresiones de temor y lo mismo ocurre con señales químicas relacionadas con la repugnancia es decir se emiten y el receptor expresa sensorialmente rechazo y manifiesta facialmente expresiones de asco. Luego entonces, es posible que uno de los  factores de la  empatía sumados a los ya estudiados a través de las  neuronas espejo puedan enfocarse  también en la interacción química de los individuos. Es así como el olfato también puede ser un protagonista en la comunicación.

¿Por qué no te hueles a ti mismo?

Seguro que más de una vez alguien te ha dicho “qué bien hueles” y tú no percibes ese

olor especial. O que algún invitado a casa ha halagado el olor del ambiente y tú ni siquiera

sabrías describir cómo huele tu casa. También seguramente te ha pasado que, al volver a

tu casa tras unas vacaciones más o menos prolongadas, has notado ese olor diferente.

Incluso cuando has viajado fuera de tu país y vuelves a él al cabo de un tiempo, notas que

tu país huele a algo. Pero en la vida cotidiana no percibes ninguno de esos olores.

¿A qué se debe esto?

La respuesta, por supuesto, debemos buscarla en el olfato. Concretamente en el

tipo de receptores que los componen. En el ser humano existen de dos tipos.

Tenemos los denominados receptores tónicos, que son los que proporcionan una

información continua y fidedigna de aquello que reciben. Por ejemplo, los receptores que

informan sobre temperatura o dolor. Por así decirlo, podemos llamarlos receptores

“activos”.

Page 19: El mal olor

19

También tenemos receptores fásicos. Estos receptores no proporcionan información

continua sino que informan sobre los cambios de información. Son receptores “vagos” que

sólo se activan, sólo reaccionan, si se da un cambio. Como habréis adivinado, los

receptores olfativos son receptores fásicos. No olemos a menos que no exista un cambio

en ese olor general. Es decir, no es que el olfato “se apague”, lo que ocurre es que

sus receptores (químicos en este caso) no envían información a menos que

cambien las moléculas que lo estimulan.

Esto es de una enorme importancia adaptativa. Si los receptores fásicos del ser

humano fuesen tónicos, no podríamos olernos más que a nosotros mismos y, por tanto, el

sentido nos serviría de poco. El sistema estaría continuamente activado por el mismo olor

y estaría excitado constantemente por un olor que no supone peligro.

El olor es sencillamente un sector del sistema activado por química. Del mismo modo que

el color y todo lo que vemos “no es más” que el sistema visual excitado por radiaciones

electromagnéticas, es decir, que no existe fuera de nosotros, el olor actúa igual: no

existe en el mundo. En el mundo sólo existen las moléculas que nos producen la

Page 20: El mal olor

20

sensación de olor. Es “triste” pero cierto. Y además sólo olemos eso a lo que no estamos

acostumbrados.

Autopercepción

Cuando un paciente demanda ayuda médica para el tratamiento del mal aliento, es difícil disuadirlo de que puede sentir su halitosis pero no la posee verdaderamente. Diversos centros mundiales (incluyendo el Instituto del Aliento), relatan su experiencia con pacientes que demandan tratamiento de la halitosis, y refieren encontrar una asociación débil o incluso inexistente entre la autopercepción de halitosis y la presencia real de mal olor.

Esta constatación es también confirmada por estudios epidemiológicos en muestras poblacionales de grandes dimensiones. Las encuestas realizadas a miles de personas sobre su autopercepción de halitosis seguida de pruebas de aliento (a través de aparatos que miden la concentración de CSVs y pruebas organolépticas del aire espirado realizadas por jueces de olor) demostraron la no existencia de asociación estadísticamente significativa entre las dos.

De hecho, muchas personas sienten padecer de halitosis cuando no la poseen. Por otro lado, las personas que padecen de halitosis verdadera generalmente no la sienten debido a fenómenos de fatiga olfativa (habituación al olor). Contrariamente a lo que la mayoría de la población piensa, hoy es bastante claro que la autopercepción de halitosis, por parte de las personas en general, posee poca objetividad.

La autopercepción de halitosis no deberá, pues, ser utilizada como método de diagnóstico, tanto por parte de los pacientes (para evitar conclusiones sobre su propio aliento), como por parte de los profesionales de la salud (para la institución del plan terapéutico). A su baja fiabilidad se unen varias condiciones de carácter psicológico o psiquiátrico que pueden influenciar la autopercepción de una persona y/o incluso la idea que esta tiene sobre la percepción de otros en relación a su aliento (Halitosis de origen neuropsicológica).

Causas neuropsicológicas

Ciertos estados psicológicos relacionados con el estrés o con la ansiedad pueden generar halitosis verdadera. Se debe especialmente al hecho de que las glándulas salivales (estimuladas por fibras nerviosas ligadas al Sistema Nervioso Autónomo) provocan la disminución de la secreción salival en estas condiciones. La estancación de saliva residual en la boca resulta en un aumento de la producción de COVs y CSVs. Fue demostrado este fenómeno cuando un grupo de alumnos universitarios fue invitado a ver una película de terror durante 15 minutos, habiendo sido medido el aliento antes y

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21

después. Esta situación también es denominada de halitosis del conferenciante, por ser frecuente en personas que hablan en público (necesitando habitualmente de tener un vaso con agua cercano).

No obstante, otras condiciones de carácter psicológico o psiquiátrico pueden influenciar solamente la autopercepción de una persona y/o incluso la idea que esta tiene sobre la percepción de otros en relación a su aliento. Los casos de pseudohalitosis pueden deberse a una serie de factores. Algunas personas simplemente sienten un mal olor constante en el propio aire espirado (cuando terceros no lo sienten), o se quedan convencidas simplemente debido al olor sentido después de envolver la nariz y la boca con las manos, lamer las manos, oler el auricular del teléfono, oler el hilo dentario, frotar los dedos en las encías, amígdalas o lengua, o respirar por debajo de una manta. Estos pacientes suelen obtener resultados más elevados en las escalas de compulsión-obsesión, sensibilidad interpersonal, ansiedad y psicosis, cuando son comparados con la población en general de pacientes.

Presunciones erróneas en la actitud de terceros son también una causa frecuente. La inseguridad lleva muchas veces a que uno sobrevalore/interprete erradamente actitudes y comportamientos habituales de terceros, como abrir una ventana, rascar la nariz, cubrir la boca con la mano, ofrecer un chicle, mirar hacia bajo mientras se escucha, etc., o por hallar una capa de material blanco sobre la lengua (frecuentemente depósitos proteicos de origen salival) deduciendo de inmediato tratarse de saburra.

Las disgeusias, o alteraciones del paladar, también llevan los pacientes a creer que padecen de halitosis. Estas pueden ser influenciadas por una serie de factores nutricionales, hormonales, metabólicos, entre otros, originando alguna confusión consecuente de la estrecha proximidad entre la percepción olfativa y la percepción del paladar. Los pacientes con deficiencias olfativas generalmente también presentan una mayor preocupación.

La halitofobia se ha tornado recientemente en una condición psiquiátrica reconocida. Los halitofobicos son pacientes afectados por halitosis psicosomática (muchos de ellos ni siquiera poseen autopercepción de halitosis) y rehusan ver un especialista psicológico, por no reconocer su propia condición psicosomática. Para ellos no existe duda de que sufren de halitosis muy intensa, incluso después de los más íntimos insistan en que no la padecen. El comportamiento de otras personas, como cubrir la nariz o el distanciamiento durante una conversación, es inmediatamente interpretado como una indicación de que su aliento es ofensivo y cualquiera de estos comportamientos o actitudes son suficientes para creer que manifiestan un fuerte mal olor bucal. Es un problema grave que frecuentemente resulta en dramas a nivel personal y familiar.

El síndrome de referencia olfativa es una condición psiquiátrica caracterizada por la creencia obstinada de poseer un olor corporal muy desagradable (no solo proveniente del aire espirado como sucede con la halitofobia, pero también de la piel, axilas, genitales u otras regiones del cuerpo), y acompañada por una vergüenza y angustia considerables, llevando al aislamiento social. Estos pacientes presentan características marcadas de auto-observación, autocrítica, neurosis, inferioridad, dificultad en expresar las emociones y obsesión. La depresión muchas veces es secundaria a este síndrome.

Page 22: El mal olor

22

La hipocondría puede ser también un factor desencadenante de una auto-percepción errada del aliento. También existen casos de personas que pueden volverse hipersensibles por tener un familiar que padezca de halitosis crónica.

La presencia de cáseos amigdalinos no siempre resulta en mal olor sentido por terceros, sin embargo, al propio paciente le origina una perturbación constante, llevando a que crea que padece de mal aliento.

En los últimos años, se ha asistido a un fenómeno de mayor frecuencia de personas ue demandan tratamiento al darse cuenta de que no poseen un aliento “fresco”. Estas expectativas poco realistas o exigencias demasiado elevadas es en muchas ocasiones resultado de la publicidad relacionada con los más diversos productos para mejorar el aliento difundido a través de los medios.

Los compuestos del mal olor

La percepción olfativa es originada a través de sustancias químicas dispersas en el aire,

con capacidad para estimular las células receptoras del bulbo olfativo. Estas sustancias,

de diferentes composiciones y estructuras físico-químicas, poseen dos propiedades en

común: volatilidad y solubilidad. No existe, sin embargo, una ecuación química que

permita determinar si una sustancia posee olor agradable o desagradable.

Linus Carl Pauling (1901-1994)

Los médicos antiguos creían que las alteraciones del aliento podían estar asociadas a

algunas enfermedades e intentaban reconocerlas a través del olor específico en el aire

espirado del paciente. El análisis moderno del aliento empezó en la década de 70 (siglo

XX), cuando Linus Pauling (laureado con el Nobel de la Química) detectó, aunque sin

identificar, más de 200 compuestos orgánicos volátiles (COVs), separándolos por técnicas

de cromatografía gaseosa. Fue la primera vez que se demostró que el aliento humano

considerado normal es un gas con una composición compleja.

Actualmente, existen instrumentos analíticos más modernos que permiten la identificación

y medición de los distintos compuestos exhalados. No obstante, son pocas las pruebas

Page 23: El mal olor

23

usadas de forma rutinaria. Las más conocidas son las pruebas que identifican la

presencia de la bacteria Helicobacter pylori, la determinación de la concentración de

etanol y acetaldehído (las pruebas de alcohol) y la detección do óxido nítrico en la asma.

Un campo que está generando un gran interés por parte de la comunidad científica es el

diagnóstico precoz del cáncer del pulmón.

En los últimos 30 años, diversos compuestos han sido identificados y se ha constatado

que la mayoría de las muestras de aire exhalado, procedentes de una misma persona,

contienen más de 200 COVs. Algunos factores pueden influir en la composición del

aliento humano, como la condición física, diversas patologías, el estado de salud general,

la ingesta de alimentos y medicamentos, factores ambientales y estilos de vida. A día de

hoy, más de 3.000 compuestos diferentes fueron detectados en el aliento de diferentes

personas. Cabe señalar que la International Association for Breath Research (IABR), de la

cual el Instituto del Aliento es miembro, tiene en curso una base de datos,

permanentemente actualizada, conteniendo todas las sustancias volátiles de origen

humano y animal descubiertas en los diferentes centros de análisis en el mundo.

Los compuestos volátiles presentes en el aire espirado pueden ser distribuidos en tres

grupos principales:

1. Compuestos Orgánicos Volátiles (COVs) de origen sistémico

En este grupo están incluidos todos los COVs en circulación en sangre que poseen la

capacidad de pasar al aire exterior, ya sea a través de los alvéolos pulmonares o a través

de la excreción por las glándulas salivales. El aire que es exhalado a partir de los alvéolos

pulmonares generalmente incluye diversos tipos de compuestos químicos, orgánicos

(hidrocarbonatos, alcoholes, cetonas, aldehídos, esteres, alcanos, etc.), inorgánicos

(óxido nítrico, oxigeno molecular, dióxido de carbono, etc.), e inclusive compuestos no

volátiles en el aire expirado condensado (isoprostanos, citocinas, leucotrienos, peróxido

de hidrogeno, etc.). De forma indirecta, estos compuestos también pueden tener un origen

externo, ya sean absorbidos como contaminantes a través de la piel, o a través de la

ingestión de alimentos o medicamentos, o también por inhalación. También en esto caso,

son metabolizados en el organismo y excretados por la espiración.

El aire proveniente de los pulmones puede también contener compuestos volátiles

asociados a patologías, pudiendo ser considerados biomarcadores. Su identificación y

medición pueden ser útiles para la obtención de un diagnóstico precoz y constituye un

campo de investigación muy prometedor y en gran expansión en los últimos años. La

tabla siguiente enseña algunos ejemplos:

Biomarcadores Patologías asociadas

Page 24: El mal olor

24

Acetona Diabetes melitos y cuadros de acetonemia

Nitratos y cianuro Infección por Helicobacter pylori

Disulfuro de hidrogeno y limoneno Enfermedad hepática y cirrosis biliar primaria

Ácidos alifáticos C2-C5 y metilmercaptano Cirrosis descompensada del hígado

Dimetilamina y trimetilamina Uremias e insuficiencia renal

2. Compuestos Orgánicos Volátiles (COVs) de origen extra-sistémico

En este grupo están incluidos todos los COVs que se incorporan en el aire de origen

sistémico/pulmonar. El aire proveniente de los alvéolos pulmonares puede recibir

aportaciones de otras fuentes de compuestos volátiles antes de salir por la boca o por la

nariz. Estos COVs pueden tener o no origen bacteriano, pero generalmente están más

relacionados con fenómenos de necrosis y putrefacción. Su origen es variado y puede

incluir órganos o regiones distintas que comunican de algún modo con el trayecto de la

espiración, como el aparato respiratorio superior, la boca y el tubo digestivo.

Los COVs más comunes de origen extra-sistémico, relacionados con la halitosis, son los

fenoles indol y escatol, las proteínas putrescina e cadaverina, y el hidrocarboneto metano.

Estos COVs son productos habituales de la acción de bacterias putrefactivas sobre los

compuestos proteicos propios del organismo humano, originados por procesos de

reducción, desaminación o descarboxilación. La variedad de estos compuestos es grande.

En un estudio en que fueron incubadas muestras de placa bacteriana (obtenidas a partir

de la lengua y de la saliva) fueran identificados más de 85 COVs, representando siete

grupos de compuestos químicos diferentes.

3. Compuestos Sulfurados Volátiles (CSVs)

Los compuestos sulfurados volátiles (CSVs) son aquellos que contienen azufre en su

composición. Son generalmente descritos como un grupo aparte debido a su prevalencia

y relevancia. Son los hallados principalmente en los casos de halitosis, pudiendo tener

origen sistémico o extra-sistémico. Los más frecuentes son el sulfuro de hidrogeno (H2S),

el metilmercaptano (CH3SH) y el dimetilsulfuro (CH3)2S. El análisis del aire espirado por

cromatografía gaseosa ha demostrado que los dos primeros son los CSVs responsables

del 90% del olor de la boca.

Estas substancias son formadas a partir de la putrefacción de materia orgánica o de la

degradación de compuestos proteicos, durante la metabolización de los aminoácidos

metionina y cisteína. La principal fuente intraoral de estos compuestos proviene de las

actividades putrefactivas de bacterias presentes en la saliva, encías, dorso de la lengua y

Page 25: El mal olor

25

mucosas. El dorso de la lengua fue considerado la principal región donde se producen

CSVs, tanto en individuos sin enfermedad periodontal como en enfermos. En la boca, el

metilmercaptano está más asociado a la enfermedad periodontal.

Los principales substratos bacterianos son los aminoácidos que contienen azufre:

cisteína, cistina y metionina. Estos son los hallados en su forma libre en las secreciones

salivales, fluido crevicular, o como resultado de la proteólisis de diversas proteínas en la

saliva. Las células epiteliales, resultantes de la descamación de los diferentes epitelios de

la cavidad oral, y los leucocitos, son también una fuente importante de esos substratos. La

producción y emanación de CSVs aparentemente dependen de una serie de factores

(cerca de 74) tales como el tipo de flora bacteriana (mayor prevalencia de bacterias

anaerobias Gram-negativas), de las condiciones físico-químicas (pH salivar alcalino, baja

presión parcial de oxígeno y reducido potencial de oxidación-reducción), y el substrato

global disponible en la saliva, fluido crevicular y, en menor medida, proveniente de la

dieta.

Consecuencias psicológicas y sociales

Aunque es raro que las personas compartan con terceros su preocupación en relación a

su propio aliento, se ha confirmado que es un tema por el cual la mayor parte de la

población se preocupa. En una encuesta realizada en Japón a 3.290 personas, el 20%

señalaron sentirse siempre nerviosas en relación al estado de su aliento y un 60%

ocasionalmente. Sólo el 20% de los encuestados refirió no preocuparse nunca por su

aliento.

Una evidencia de esta preocupación en relación al aliento es el elevado consumo de

enjuagues orales y chicles, que se venden en supermercados, quioscos y estaciones de

servicio. Un estudio americano apuró que, en 1.994, el mercado de estos productos con

acción desodorizante en los EE. UU. generó ingresos superiores a 2 mil millones de

dólares. Una encuesta realizada señaló que alrededor del 60% de las mujeres y 50% de

los hombres usan productos específicos para mejorar el aliento.

La conciencia de padecer de halitosis, real o ilusoria, provoca frecuentemente un impacto

a nivel del comportamiento y emociones, que puede tener repercusiones severas en la

calidad de vida de una persona (sin predilección por el nivel cultural o social al que uno

pertenece).

Efectos en el comportamiento

Un estudio científico pionero, efectuado por investigadores del Instituto del Aliento,

observó varios efectos defensivos a nivel del comportamiento (con el intento de disfrazar

la existencia de halitosis o para minimizar el impacto en terceros) en personas con

conciencia de padecer mal aliento:

Page 26: El mal olor

26

Limitación de la comunicación oral (especialmente en lugares más pequeños o cerrados)

Mayor distanciamiento interpersonal Mayor frecuencia de comunicación por señales o gestos Cobertura de la boca con la mano Tiempo de espiración más corto

Se han verificado también otros tipos de comportamientos por parte de aquellos que se

preocupan con su mal aliento. Conscientes de las implicaciones de la halitosis y en una

tentativa desesperada de enmascarar el olor y verse socialmente aceptados, estas

personas se cepillan los dientes compulsivamente (más de 5 veces al día), usan

repetidamente enjuagues orales y chicles, y llegan incluso a fumar. Sin embargo, estas

soluciones son poco eficaces debido a su corta duración.

Instrucción previa a uno de los grupos que participaron en el estudio del Instituto del Aliento

Efectos psicológicos y emocionales

El Instituto del Aliento, a través de estudios en muestras poblacionales de grandes

dimensiones, demostró de modo inequívoco que la halitosis restringe la vida social,

aumenta la ansiedad, interfiere con las relaciones íntimas y disminuye la felicidad global

de un individuo. Los efectos psicológicos pueden ir desde la falta de confianza, baja

autoestima y consternación, hasta un aumento continuo de la ansiedad y del estrés. En

algunos casos, aquellos que padecen de halitosis son objeto de escarnio y de bullying

continuado por parte de aquellos más cercanos. Muchos pacientes refieren incluso haber

sido desestimados en promociones de empleo y apuntan consecuencias trágicas a nivel

familiar como la separación conyugal.

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27

En la principal base de datos médica americana (PubMed/Medline), están reportados algunos casos de personas que cometieron suicidio refiriéndose en vida a la halitosis como el mayor disturbio de sus vidas. Una evidencia del impacto severo de la halitosis en la calidad de vida de una persona es la remisión de los efectos anteriormente descritos después del tratamiento exitoso. El Instituto del Aliento publicó en 2010 los resultados del tratamiento de un grupo que incluya varias centenas de pacientes, demostrando que el tratamiento eficaz de la halitosis resulta en varios efectos beneficiosos, entre ellos:

Efecto Escala de medición utilizada por el Instituto del Aliento

Remisión de cuadros de ansiedad y depresión Anxiety and Depression Scale (de Zigmond)

Mejora significativa de la felicidad SWLS – Satisfaction With Life Scale (de Dinier)

Aumento de la frec. de emociones +s en

detrimento de las -s

PANAS – Positive And Negative Affect Schedule

(de Watson, Clark & Tellegen)

Aumento significativo de la calidad de vida OHIP - Oral Health Impact Profile (de Slade e Spencer)

En suma, los resultados del estudio llevado a cabo confirmaron, de modo sistemático, lo

que ya se sospechaba en las últimas décadas: el mayor impacto de la halitosis es a nivel

psicológico y social. Cuando es comparada con otras condiciones patológicas del foro de

la Estomatología/Odontología (ej.: dolor crónico y disfunción temporo-mandibular,

síndrome de ardor bucal, utilización de prótesis removibles, etc.), la halitosis obtuvo los

niveles de impacto más elevados. Es inequívoco referir que, aunque raramente

represente un riesgo para la vida, la halitosis debe de ser valorada tanto por parte de los

profesionales de la salud como por aquellos más cercanos a los pacientes que padecen

de este problema.

Señales y factores asociados

Existen diversos signos y síntomas que son característicos de algunas de las patologías que se manifiestan a través de la halitosis. Algunos ejemplos son:

Estomatología: sangrado gingival, presencia de saburra lingual, sensación de boca seca, gusto desagradable

Otorrinolaringología: obstrucción nasal y situaciones relacionadas, ocurrencia de cáseos

Page 28: El mal olor

28

Gastroenterología: sensación de ardor en la garganta, estreñimiento persistente

Cabe remarcar que la ocurrencia de estas señales no significa obligatoriamente el aparecimiento de mal aliento. Son solamente factores predisponentes o señales/síntomas frecuentemente asociados, y no desencadenantes obligatorios de halitosis. El diagnóstico de la presencia de halitosis debe de ser realizado mediante tecnología específica como el recurso a aparatos de cromatografía gaseosa con un profesional de la salud experimentado.

Tu desagradable olor corporal puede hacer que las personas te traten mejor

Page 29: El mal olor

29

De acuerdo a un nuevo estudio experimental, No usar desodorante puede hacer que las

personas a tu alrededor sean más “amables” contigo. “Amables porque sienten lástima

por ti”, aclaran, “pero amables al fin”. Los investigadores apuntan que ello ocurre porque “el

mal olor es comúnmente relacionado con la vulnerabilidad, que fomenta sentimientos de

preocupación”. En otras palabras, si hueles mal, las personas te mirarán para abajo, pero

también te darán privilegios”.

Los científicos pusieron a 36 participantes en dos grupos: la mitad olfateó una camiseta

empapada en “sudor humano, cerveza y otros olores desagradables”, mientras a la otra mitad

se le asignó una camiseta con “olor más neutral”. Los participantes, a quienes se les pidió que

imaginaran que el objeto pertenecía a alguien con quien trabajaban, generalmente mostraron

más conmiseración hacia los colegas imaginarios que olían peor.

Traducir esto a la vida cotidiana es bastante patético; dejar el desodorante no es el consejo

más alentador (nadie quiere ser víctima de lástima), pero si lo que buscas es

“amabilidad” y quizá privilegios con tus colegas, es una opción probada.

¿Qué es el síndrome de olor a pescado?

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30

Se trata de una enfermedad rara, que afecta a una persona de cada 200.000, cuya principal manifestación clínica es que los enfermos que la padecen desprenden un fuerte olor a pescado podrido, fenómeno que se acentúa al transpirar y al ingerir alimentos ricos en colina. Se produce debido a  un error congénito del metabolismo por un fallo en el sistema oxidante de la trimetilamina del hígado, que permite que esta enzima volátil, con un desagradable olor, pase a la sangre, las secreciones, el aliento y la orina. La enfermedad también se conoce como enzimopatía trimetitaminemia o trimetitaminuria.El único tratamiento de este raro síndrome, de momento, es un control en la dieta evitando todos los alimentos que contengan trimetilamina. Los yogures y zumos minimizan el mal olor.

Mal olor corporal no siempre es por falta de

higiene

Page 31: El mal olor

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La bromhidrosis es una afección causada por un mal funcionamiento de las glándulas apocrinas, localizadas principalmente en las axilas, los genitales y el pecho.

Sudor en niños sirve para detectar fibrosis quística| RPPHay gente que huele mal, pero no siempre se debe a un problema de higiene. En algunos casos se trata de la bromhidrosis, una enfermedad relacionada con las glándulas apocrinas que causa un olor muy desagradable e imposible de disimular.Según Manuel Fernández, dermatólogo del grupo Pedro Jaén (España), la bromhidrosis, afecta tanto a hombres como a mujeres y que puede ser todo un problema para la autoestima y las relaciones sociales.

La afección es causada por un mal funcionamiento de las glándulas apocrinas, localizadas principalmente en las axilas, los genitales y el pecho.

"No se produce más sudor sino que la secreción de estas glándulas tiene ceramidas distintas. Cuando ese sudor entra en contacto con las bacterias que todos tenemos en la piel, la descomposición produce amonio y ácido graso, lo que genera el fuerte olor",

Se cree que la bromhidrosis tiene un origen genético, sin embargo, también puede ser causado por algunas otras enfermedades, como la diabetes, tiroides, alteraciones en la glándula suprarrenal, entre otras.

Algunos fármacos antidepresivos, el consumo de tóxicos como el alcohol y el tabaco, así como de las especias, la cebolla o el ajo, también la pueden producir.

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La bromhidrosis se puede presentar a partir de los 15 años, edad en la que comienzan a funcionar las glándulas apocrinas y no desaparece nunca, aunque en las mujeres suele disminuir después de la menopausia.

Lo bueno es que la bromhidrosis tiene soluciones. "El paciente debe usar jabones que llevan germicidas en su composición para eliminar las bacterias de la piel y que en definitiva son las que descomponen el sudor.

También se recomiendan antibióticos tópicos en lugar de cremas hidratantes", comenta el experto. El médico recomienda la depilación, tanto en hombres como en mujeres, pues el vello contribuye a que haya más producción de sudor. Una de las razones es que se bromhidrosis esté acompañada de hiperhidrosis (exceso de sudor). Si es el caso, el recomienda un tratamiento con toxina botulínica o bótox, para detener la producción de sudor.Otra opción es la cirugía aunque, ésta solo se utiliza cuando el resto de los tratamientos no han dado resultado ya que deja cicatrices y es un tanto agresiva.

Ahora vamos por la orina. Este desecho de nuestro cuerpo está constituido

principalmente por agua (95 %), sales y urea, en general su olor es suave, pero hay

ocasiones en las cuales es penetrante debido a la presencia de bacterias que metabolizan

la urea en amoníaco, sustancia con intenso hedor. Los cambios en el olor de la orina son

normalmente temporales y no siempre son una señal de enfermedad. Ciertos alimentos y

medicamentos, entre ellos las vitaminas, pueden afectar el olor de la orina. El caso más

estudiado, que incluso ha protagonizado publicaciones en la prestigiosa revista Science,

es el de los espárragos. Los espárragos hacen las delicias de nuestras mesas. No

obstante unas horas después de disfrutarlos la orina tiene un olor inusual y penetrante.

Esto se debe a que los espárragos contienen dos sustancias conocidas como el ácido

asparagúsico y la S-metilmetionina. Cuando el cuerpo las metaboliza produce metanotiol

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(o metil-mercaptano, lo recuerdas, el del mal aliento), dimetilsulfuro, dimetildisulfuro,

dimetilsulfóxido, bis (metiltio) metano, y dimetilsulfona. Al parecer el olor que percibimos

es debido a la mezcla de estos seis compuestos que contienen azufre. Pero no a todos

nos sucede, tanto la capacidad de metabolizar las sustancias (este punto aún está en

estudio), así como la percepción de su olor son de carácter genético; lo que lleva a

concluir que no todas las orinas de comedores de espárragos huelen, ni todos podemos

olerlo. La próxima vez que los comas tómalo en cuenta para saber si eres de los “elegidos

por la genética”.

Nuestra siguiente parada son los pies. Los culpables del terrible olor a pies son los

calcetines, los zapatos y la falta de higiene. Si usáramos solamente sandalias o

viviéramos descalzos, nuestros pies no apestarían jamás. Imagínate a tus pies en un día

caluroso sumergidos dentro de los zapatos y más aún con calcetines. Los pobres no

pueden más que sudar, sudar muchísimo. Los casi 250,000 pequeñísimos poros que se

encuentran en la planta de los pies emanan un cuarto de taza de sudor por día; nuestros

piececitos prácticamente chapotean en sudor. La zona entre los dedos de tus pies es un

sitio perfecto para la proliferación de hongos y bacterias. Aquí hay mucha comida y

además es cálido y húmedo. ¡El paraíso de las bacterias! Si a esto se une la falta de

higiene, más bacterias existirán y más notorio será el característico “olor a queso”.

Efectivamente los componentes químicos que se encuentran en el insoportable olor a pies

sudados son exactamente los mismos que en el queso Camembert, que es una delicia al

paladar. Los responsables son el metil-mercaptano (¡cuando no!) y el ácido butírico. 

Como vemos en casi todos los casos la sustancia apestosa contiene azufre. Pero, ¿qué

es el azufre? El azufre es un elemento muy abundante en la naturaleza; se encuentra

tanto en estado libre como formando compuestos. Se encuentra en los volcanes, puede

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estar en forma de pirita (FeS2), cinabrio (HgS) o también formando sulfatos como en el

yeso (BaSO4· 2 H2O). Son cientos los compuestos que contienen azufre, incluso se

encuentra en cantidades importantes en el petróleo “ácido” de alta viscosidad.

El azufre está bajo el oxígeno en la tabla periódica; por lo tanto muchos compuestos

orgánicos con oxígeno tienen análogos con azufre. El análogo de un alcohol se llama

alcanotiol, se usa mucho el diminutivo tiol, o también su nombre más antiguo:

mercaptano. El término mercaptano proviene del latín mercurius captans, que significa

“capturado por mercurio”. En realidad es el grupo –SH el llamado grupo tiol. Así, el CH3SH

se llama metanotiol o metil-mercaptano, que no se debe confundir con el metanol, en

donde el azufre es remplazado por oxígeno (CH3OH). Los grupos –SH también están

presentes en las proteínas de nuestro organismo y de este modo se explica la alta

toxicidad del mercurio al capturar el grupo tiol e inactivar múltiples enzimas. Si miramos el

ejemplo más simple cuando el hidrógeno se une al oxígeno forma agua (H2O, óxido de

hidrógeno), y si es el azufre el que se enlaza al hidrógeno tenemos sulfuro de hidrógeno

(H2S). Muy parecidos, sin embargo, y esto es lo impresionante de la química, el agua es

líquida e inodora, mientras que el sulfuro de hidrogeno es un gas y huele a huevos

podridos. Esto se explica porque el azufre es menos electronegativo que el oxígeno, sus

electrones externos están más dispersos, y por consiguiente los átomos de azufre forman

enlaces débiles con el hidrógeno. Debido a esto el H2S es un gas (punto de ebullición: –

61ºC) y por lo tanto mucho más volátil que el H2O (punto de ebullición: 100ºC), en donde

los enlaces de hidrógeno fuertes obligan a las moléculas a estar más juntas. como

consecuencia el agua es líquida. De igual manera los tioles son más volátiles que sus

alcoholes análogos.                                                                                                      

El olor más desagradable del mundo es el producido por el Mercaptano.

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Aunque sea difícil clasificar los olores de más fuertes a más suaves, los expertos coinciden en que el olor más desagradable es el del Mercaptano.

Es un compuesto sulfurado que genera la materia en estado de descomposición y que en su estado más puro emite una peste que nos puede hacer sentir que estamos enfermos.

Aunque asqueroso también es útil, ya que añadiendo unos de sus derivados al gas natural se consigue que este gas que es inodoro pueda ser detectado por el olfato, pudiendo así detectar posibles fugas y evitar accidentes.

El, ahora famoso, metil-mercaptano es un gas a temperatura ambiente (punto de ebullición: 6 ºC). Uno de los usos más curiosos de esta sustancia se debe a su desagradable olor. Se utiliza como aditivo para el gas de uso doméstico (gas natural, propano, butano). Su terrible olor nos ayuda a detectar los escapes de gas.Ya para finalizar, vamos con uno de los asuntos más desagradables, y penosos, en caso que salgan sin control. Se trata de nuestros gases intestinales, flatulencias o ventosidades (pedos). Estos contienen varios gases, algunos de ellos producidos en nuestro interior y otros debido a las grandes cantidades de aire que tragamos al comer o al tragar saliva. El aire contiene principalmente gases inodoros como el nitrógeno y el oxígeno con una mínima cantidad de dióxido de carbono. Las bacterias que colaboran con nuestra digestión hacen su parte produciendo algo de metano y dióxido de carbono. Hasta aquí nada tiene olor, siendo el constituyente principal el nitrógeno que además es inerte. Pero, sabemos que huelen. ¿Cuál es, entonces, el componente oloroso y de donde proviene? Aproximadamente generamos un litro de gases por día, y ni hablar si comimos legumbres; en ese caso el volumen se dispara. Esto sucede porque las legumbres contienen un tipo de carbohidratos llamados oligosacáridos (como la rafinosa y la estaquiosa) que no podemos digerir. Estas sustancias llegan al intestino grueso, y allí las bacterias se

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encargan de descomponerlas en sus correspondientes monosacáridos, los que a su vez son fermentados anaeróbicamente (sin presencia de oxígeno) para generar, como ya se dijo, dióxido de carbono y metano. También se genera cierta cantidad de hidrógeno (todos inodoros). Pero son otros gases, sobre todo los que contienen compuestos del azufre y nitrógeno, los responsables del olor nauseabundo. El intenso mal olor proviene de trazas de otros constituyentes producidos por la ruptura de las proteínas: Entre ellos están los ya conocidos acido butírico (olor a mantequilla rancia), el sulfuro de hidrógeno (este es el mayor culpable, huele a huevos podridos), el metil-mercaptano (segundo culpable de la peste) y el dimetilsulfuro, unidos a dos compuestos nitrogenados constituyentes de las heces: el indol y el escatol. 

Tanto las palabras escatol como escatológico provienen del griego skatos que significa

estiércol (esto te da una idea del olor). Químicamente hablando el escatol (3-metil-indol)

es un compuesto orgánico que se obtiene como producto de la degradación anaeróbica

del aminoácido triptófano por las bacterias del intestino, en la parte final del intestino

grueso. Nuestro olfato es muy sensible a esta molécula; hemos evolucionado para sentir

repulsión hacia ella, esto debido a que los excrementos transmiten enfermedades muy

peligrosas. Curiosamente, algunas plantas como los lirios de agua sintetizan escatol con

el propósito de atraer a los insectos que polinizan sus flores.

Pero sí de mal olor se trata, seguramente el olor de la mofeta (zorrillo) no tiene mayor

competencia. Cuando este mamífero se siente amenazado segrega un líquido en finas

gotas a partir de sus glándulas anales. Su rasgo característico es el fuerte y fétido olor

que en caso de alcanzar a humanos o animales puede durar fácilmente una semana a

pesar del baño en repetidas ocasiones. La secreción de mofeta tiene al menos siete

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sustancias con un olor desagradable, pero la sustancia del olor realmente repugnante

es el trans-2-buteno-1-tiol (azufre, nuevamente). 

Como podemos darnos cuenta estamos rodeados de olores. Hay cabezas, eructos,

alientos, axilas, pies y gases olorosos. Es en este instante cuando tener buen olfato

resulta una maldición; todos, en algún momento, hemos compartido espacio con alguna

persona que emana una o más de estas repugnancias y odiamos aquella frase que dice:

¡qué lindo es compartir!

Snif, snif….Ugh, algo huele mal por aquí

Hay olores que dan miedo.

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Un estudio publicado por la revista Science asegura que no hay olores que huelan bien ni mal, sino que los olores se asocian a los recuerdos de cada persona, por eso hay infinidad de opiniones en cuanto a un mismo olor.

Una colonia, una flor o una comida pueden provocar terror en una persona y felicidad en otra, y las dos están en lo correcto, porque cada una lo asocia a un recuerdo en un momento de su vida.

La investigación  constó de varios experimentos realizados con ratones a los que se les estudió las neuronas sensoriales olfativas. Para ello se les mostró una flor y cada vez que los roedores olían la flor les daba una minúscula descarga. Así asociaban el olor de la flor con algo que les producía miedo.

El equipo de investigación descubrió que el condicionamiento de miedo provoca estímulos negativos al percibir el olor, debido al recuerdo que se tiene asociado con él, como los olores de los hospitales por ejemplo, cuando reconocemos ese olor nos produce pensamientos negativos porque sabemos que es un lugar al que la gente acude cuando tiene problemas de salud.

¿Podemos oler el miedo de otra persona?

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Muchos animales son capaces de oler el miedo entre otros de su especie. Esto incluye a los humanos, que son afectados fisiológicamente por el olor del miedo sin ser conscientes de ello.

Así lo comprobó un estudio alemán, el que analizó durante una década las muestras de sudor de 50 donantes. 

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Los seres humanos pueden percibir el miedo de otras personas inconscientemente a través de la nariz, según un estudio publicado hoy y realizado por psicólogos alemanes de la Universidad de Düsseldorf. 

Con ello se habría encontrado por primera vez la prueba de que también los humanos transmiten los sentimientos y sensaciones químicamente, destacó la psicóloga Bettina Pause, de la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf. 

Este fenómeno sólo se conocía hasta ahora en los animales. "Las moscas, los peces o los roedores, todos comunican el estrés químicamente", señaló. 

Cuando una persona siente miedo, desarrolla determinadas moléculas en su sudor. Cuando otra las huele, se activan en su cerebro las regiones que reconocen el estado de angustia y de miedo y que desarrollan el sentimiento de compasión, explicó Pause. Una década de estudio

Para realizar esta investigación, los psicólogos alemanes analizaron durante 10 años las muestras de sudor de 50 donantes. Así, estudiaron el sudor de estudiantes antes de un examen, y días después sus muestras de sudor cuando hacían deporte. Después, 28 personas olieron esas muestras recogidas en un olfatómetro mientras se analizaban paralelamente las reacciones en su cerebro. 

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La mitad de ellos supo identificar cuál era el sudor del miedo, aseguró la científica, que publicó el estudio en la revista especializada "One". 

Lo que se pudo demostrar con la investigación fue sólo que las pruebas del sudor del miedo activaban las zonas del cerebro especializadas en "el reflejo emocional" de los sentimientos de otros y en el reconocimiento del miedo. Con las muestras del sudor obtenido durante el esfuerzo físico no se obtuvo ninguna reacción cerebral. 

El estudio no pudo demostrar la composición molecular de los distintos tipos de sudor, ni el alcance exacto que puede tener el olor del miedo. "Creemos que son moléculas que pueden superar una cierta distancia", señaló Pause. 

Por ello, quienes quieran disimular el olor del miedo con una intensa higiene no tienen apenas oportunidades de lograrlo. "Los desodorantes sólo pueden ocultar las señales por un tiempo determinado", subrayó.

Olores que asustan

Los científicos demuestran que los aromas más agradables pueden convertirse

en terroríficos según el momento al que se asocian.

El olor de un perfume, de una rosa, de una comida o simplemente de un vestido puede provocar el miedo más pavoroso a una persona. Nada tienen que ver que el aroma de la colonia lo despida un bebé, la rosa adorne un ramo de novia, la comida sea servida en el mejor restaurante o el vestido lo lleve la pareja. Lo que para una persona puede ser de lo más placentero, para otra puede producir auténtico terror.

Estas son las conclusiones de un estudio, que publica esta semana la revista Science, dirigida por el investigador Marley Kass. El trabajo realizado con ratones consistió en realizar un exhaustivo seguimiento de las neuronas sensoriales olfativas de los roedores (OSN por sus siglas en ingles), que son las primeras células en interactuar con las moléculas de olor que son absorbidas por las fosas nasales.

De esta manera, los científicos electrificaron una simple rosa. De manera que cuando los ratones olían la flor recibían una pequeña descarga. Los animales aprendieron de esta forma a asociar el olor de la rosa con un recuerdo de miedo. Hasta ahora, los investigadores nunca se habían pensado que la

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recompensa o el castigo podrían influenciar el procesamiento sensorial como el olfato.

El equipo de Marley Kass monitoreó los cerebros de los ratones y descubrieron que la cantidad de neurotransmisor que salió de los OSNs de los roedores en respuesta a esos olores de "miedo" fue cuatro veces la cantidad producida por olores normales.

Sus hallazgos sugieren que tal condicionamiento de miedo puede mejorar la sensibilidad de olores importantes, y que la información sobre estímulos negativos puede ser incorporada en los niveles más tempranos del procesamiento sensorial.

Esto no significa que el miedo huela, pero si que hay olores que pueden dar miedo o se asociados a sensaciones desagradables. De hecho, muchas personas dicen que no les gustan porque les producen malas sensaciones los olores de los hospitales -desinfectantes, productos farmacéuticos o quirófanos-, de los mataderos de animales, de los cementerios o simplemente del plástico al quemarse que suele asimilarse a los incendios en inmuebles.

El olor del miedo

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El corazón late de manera acelerada, las pupilas se dilatan o se nubla la vista, se seca la

boca, el vello se eriza y sentimos escalofríos, sudamos, parece incluso que nos falta el

aire y cualquier roce o sonido desconocido hace que saltemos como un resorte porque

estamos en tensión. Son algunos de los síntomas del miedo. Son respuestas físicas

automáticas de nuestro organismo que se denominan “respuesta de lucha/huida”. Ahora

bien, ¿el miedo huele?

Decimos que los perros saben por su olfato si una persona les teme. Y eso es porque

detectan a distancia el olor de la adrenalina, algo que los humanos no somos capaces de

hacer. Ahora bien, a corta distancia sí somos capaces de percibir ese cambio, aunque no

lo asociamos de manera automática a esa sensación.

Vayamos por partes. Cuando percibimos una señal de peligro, el cerebro manda

señales al órgano que se encarga del nivel de energía del cuerpo y de prepararnos

para actuar, el Sistema Nervioso Autónomo. Este libera dos hormonas:

la adrenalina y la noradrenalina.

El corazón se acelera para bombear más sangre que llegue rápidamente a los músculos y

también aumenta la velocidad de la respiración para generar más oxígeno. Los músculos

se tensan y estan listos para la acción. Gracias a este aporte extra de energía decimos

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que en situaciones de pánico el hombre es capaz de correr más rápido o levantar pesos

que en condiciones normales no podría hacerlo. Del mismo modo, las pupilas se dilatan

para que entre más luz.

Los escalofríos, quedarse literalmente blanco, los mareos o la sequedad en la boca

también son resultado de esta redistribución del flujo sanguíneo que afecta a todo nuestro

organismo. Al llegar menos sangre a la piel, se vuelve más pálida y fría. También el

cerebro se ve afectado por este recorte de la circulación y de ahí los problemas de visión,

mareos o pérdida de equilibrio. Tenemos activados todos los mecanismos de alerta y los

organismos que son supéfluos para este fin bajan su ritmo normal.

Pero volvamos al olor. Cuando sentimos miedo, otro de los síntomas es un aumento de la

transpiración; sudamos y es un sudor frío porque actúa a modo de termostato. Hay una

sobreactividad y hay que evitar un sobrecalentamiento que podría llevarnos al colapso. De

esta manera el Sistema Nervioso Automático enfría nuestro cuerpo y lo mantiene a la

temperatura adecuada.

Pero el efecto de la adrenalina hace que sea a toda máquina, y este exceso de actividad

provoca que trabajen las dos glándulas que lo producen: las ecrinas (en todo el cuerpo,

segregan un compuesto formado en un 99% por agua) y las apocrinas (en axilas,

genitales y pecho, que segregan un líquido oeloso formado por proteínas, responsables

del mal olor) y además en el proceso se rompen algunos capilares (que contienen

citocinas, sustancias necesarias para la defensa del organismo). Esa mezcla resultante es

el olor del miedo.

Cuando son percibidas por otra persona, reconoce el estado de angustia y reacciona

desarrollando el sentimiento de compasión y ayuda.

Entonces si el miedo es un mecanismo instintivo que nos prepara a defendernos.

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La 'hormona del amor' ayuda a reaccionar ante el miedo

La oxitocina es conocida como 'la molécula del amor' porque se segrega en grandes cantidades durante el parto y la lactancia, y se cree que refuerza las relaciones sociales. Ahora, científicos de Lausana afirman que cuando esta hormona (oxitocina) actúa sobre la amígdala cerebral, evita que el individuo quede paralizado por el miedo, pero mantiene intacta la percepción del peligro para poder afrontarlo.

Ya se sabía que la oxitocina, una hormona que se segrega en el hipotálamo, inhibe el miedo al actuar sobre la amígdala, que es la estructura cerebral donde se origina esta sensación. Lo que ahora han descubierto investigadores de la Universidad de Lausana (Suiza) es que esta hormona no bloquea todas las reacciones generadas por el pánico: deja intactas las necesarias para actuar ante él.

“La oxitocina inhibe las respuestas al miedo que se proyectan desde la amígdala al tronco del encéfalo y que causan la parálisis del individuo”, explica a SINC Ron Stoop, uno de los autores del estudio e investigador del Centro de Psiquiatría y Neurociencias de la Universidad de Lusanne (Suiza).

Lo que hace la oxitocina es mantener la sensación de miedo sin que el individuo se quede del todo bloqueado, de manera que permite al organismo actuar contra este sentimiento paralizador. “Mientras las benzodiacepinas (medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central) eliminan la sensación de miedo, la oxitocina la mantiene intacta, pero a la vez permite al organismo actuar de una manera más juiciosa aunque la percepción del peligro permanezca”, señala Stoop.

“Esta hormona no afecta a otras respuestas que se proyectan de la amígdala al área del tronco del encéfalo encargada de regular la expresión fisiológica del miedo, como la frecuencia cardíaca”, añade el científico.

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Los expertos extraen estas conclusiones, publicadas en la revista Science, de un estudio realizado en ratas de las que analizaron su respuesta fisiológica y conductual al miedo. Para ello, controlaron su ritmo cardiaco y las distintas respuestas proyectadas de la amígdala al tronco del encéfalo.

Una hormona con muchos fans

Además de reducir el miedo, la oxitocina ha atraído la atención de los científicos por sus efectos sobre el comportamiento (incrementa la confianza y las relaciones sociales) y el rol que desempeña en la conducta maternal y algunos procesos fisiológicos como el parto y la lactancia. Por estos efectos sobre la conducta, la oxitocina es conocida como la ‘hormona del amor’.

Por otro lado, la oxitocina también resulta importante para el desarrollo de tratamientos terapéuticos contra el autismo, la esquizofrenia, la ansiedad y los trastornos causados por el miedo.

El hecho de que los receptores de oxitocina varíen de una persona a otra “podría explicar las diferentes respuestas que los individuos muestran al sentimiento de miedo en cada circunstancia”, concluye el investigador.

¿Sufrir migraña agudiza el olfato?

Según un estudio de la Universidad Metropolitana de Santos de Brasil, al menos un tercio de las personas que sufren dolores de cabeza experimentan un aumento en su sensibilidad a los olores durante un ataque de migraña, una cifra que puede incrementarse hasta un 70% en el caso de mujeres con migraña. Esta intolerancia a los olores, también conocida como osmofobia, se nota, entre otras cosas, en que los pacientes son capaces de detectar olores a gran distancia. 

Además, el olor en sí mismo es un desencadenante de las migrañas en un 48% de los casos, lo que convierte a los aromas intensos en el segundo factor que con más frecuencia causa dolores de cabeza por detrás del estrés (59%). 

Los olores de los perfumes, del humo de los cigarrillos y de los productos de

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limpieza son los olores más frecuentemente relacionados con las migrañas, según la investigación. Le siguen en el ranking, en este orden, el queroseno, el amoniaco, la lejía, la gasolina y la contaminación.

¿Existe algún olor "blanco"?

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Los seres humanos podemos ver el color blanco y, según se demostró hace poco, somos capaces de escuchar ciertos ruidos o sonidos blancos. Pero ¿existe algún olor que se pueda calificar como blanco o neutro� � ? Es la pregunta que se han hecho neurobiólogos del Instituto de Ciencias Weizmann de Israel. Y después de trabajar con 86 moléculas olorosas únicas en varias mezclas aromáticas han conseguido por primera vez obtener un olor neutro, es decir, que el olfato humano valora como ni agradable ni desagradable".�  

Al nuevo "olor blanco" los investigadores lo han denominado Laurax y, aunque por el momento solo puede ser experimentado en el laboratorio, podría servir para crear un verdadero desodorante, entre otras muchas aplicaciones, según explicaban en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Algunos olores acortan la vida

Según varios estudios realizados en organismos modelo (moscas, ratones…) y en humanos, las experiencias sensoriales pueden tener un impacto importante en cuestiones de salud, en el desarrollo atlético y en el ritmo de envejecimiento. Con estos estudios se ha confirmado que los gusanos y las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster) que son incapaces de percibir olores o sabores viven más tiempo.

Mediante técnicas de genética molecular, unos investigadores de las universidades de Michigan y Houston han tratado de averiguar la razón de este alargamiento en el tiempo de vida. Y han conseguido demostrar que “el olor que más altera la fisiología y afecta a la longevidad es el del bióxido de carbono (CO2)”. Según varios experimentos, las moscas genéticamente modificadas que han perdido la capacidad de oler el CO2 viven

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más que aquellas con capacidades olfativas normales. Además, son más resistentes al estrés. “Estamos trabajando duro para entender cómo la percepción sensorial afecta a la salud”, explica Scott Pletcher, responsable del estudio. “De algún modo hay un grupo de neuronas cuyo principal cometido es detectar el CO2 que son capaces de provocar cambios que aceleran el envejecimiento”. El reto ahora es entender cómo.