El Guardian Entre El Centeno

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J.D. Salinger El guardián entre el centeno El Libro de Bolsillo Alianza Editorial Madrid®

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Holden Caulfield, un joven de diecisiete años, ha estado en varios colegios de los que sale expulsado o es cambiado por sus padres ya que no es un buen estudiante. Tras haber sido expulsado del último centro en el que estaba tras no aprobar y quedando tres días para las vacaciones y volver a casa, decide marcharse de allí por su cuenta y pasar esos días sólo sin volver a casa para que sus padres no se enteren de lo ocurrido y así no tener represarías.El joven, se mueve por las calles de Nueva York en las que se va encontrando a distintos personajes y narra tanto cómo se siente como que lugares transita.

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J.D. Salinger

El guardin entre el centeno

El Libro de Bolsillo Alianza Editorial Madrid Ttulo original: The Catcher in the Rye Traductor: Carmen Criado Primera edicin en El Libro de Bolsillo: 1978 Vigsima reimpresin en "El Libro de Bolsillo": 1995 Copyright 1945, 1946, 1951 by Copyright renewed 1973, 1974 Ed. cast: Alianza Editorial, S.A. - Madrid, 1978, 1979, 1981, 1982, 1983, 1984, 1985, 1986, 1987, 1988, 1989, 1990, 1991, 1992, 1993, 1994, 1995 Calle J. I. Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid Tel. 393 88 88 ISBN: 84-206-1689-3 Depsito legal: B: 41.558-1995 Impreso y encuadernado por Printer, industria grfica sa c.n. II, Cuatro Caminos, s/n 08620 Sant Vicen dels Horts, Barcelona Printed in Spain Captulo 1 Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrn saber es dnde nac, cmo fue todo ese rollo de mi infancia, qu hacan mis padres antes de tenerme a m, y dems puetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les dara un ataque si yo me pusiera aqu a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Adems, no crean que voy a contarles mi autobiografa con pelos y seales. Slo voy a hablarles de una cosa de locos que me pas durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan dbil que tuvieran que mandarme aqu a reponerme un poco. A D.B. tampoco le he contado ms, y eso que es mi hermano. Vive en Hollywood. Como no est muy lejos de este antro, suele venir a verme casi todos los fines de semana. El ser quien me lleve a casa cuando salga de aqu, quiz el mes prximo. Acaba de comprarse un Jaguar, uno de esos cacharros ingleses que se ponen en las doscientas millas por hora como si nada. Cerca de cuatro mil dlares le ha costado. Ahora est forrado el to. Antes no. Cuando viva en casa era slo un escritor corriente y normal. Por si no saben quin es, les dir que ha escrito El pececillo secreto, que es un libro de cuentos fenomenal. El mejor de todos es el que se llama igual que el libro. Trata de un nio que tiene un pez y no se lo deja ver a nadie porque se lo ha comprado con su dinero. Es una historia estupenda. Ahora D.B. est en Hollywood prostituyndose. Si hay algo que odio en el mundo es el cine. Ni me lo nombren. Empezar por el da en que sal de Pencey, que es un colegio que hay en Agerstown, Pennsylvania. Habrn odo hablar de l. En todo caso, seguro que han visto la propaganda. Se anuncia en miles de revistas siempre con un to de muy buena facha montado en un caballo y saltando una valla. Como si en Pencey no se hiciera otra cosa que jugar todo el santo da al polo. Por mi parte, en todo el tiempo que estuve all no vi un caballo ni por casualidad. Debajo de la foto del to montando siempre dice lo mismo: Desde 1888 moldeamos muchachos transformndolos en hombres esplndidos y de mente clara. Tontadas. En Pencey se moldea tan poco como en cualquier otro colegio. Y all no haba un solo to ni esplndido, ni de mente clara. Bueno, s. Quiz dos. Eso como mucho. Y probablemente ya eran as de nacimiento. Pero como les iba diciendo, era el sbado del partido de ftbol contra Saxon Hall. A ese partido se le tena en Pencey por una cosa muy seria. Era el ltimo del ao y haba que suicidarse o -poco menos si no ganaba el equipo del colegio. Me acuerdo que hacia las tres, de aquella tarde estaba yo en lo ms alto de Thomsen Hill junto a un can absurdo de esos de la Guerra de la Independencia y todo ese folln. No se vean muy bien los graderos, pero s se oan los gritos, fuertes y sonoros los del lado de Pencey, porque estaban all prcticamente todos los alumnos menos yo, y dbiles y como apagados los del lado de Saxon Hall, porque el equipo visitante por lo general nunca se traa muchos partidarios. A los encuentros no solan ir muchas chicas. Slo los ms mayores podan traer invitadas. Por donde se le mirase era un asco de colegio. A m los que me gustan son esos sitios donde, al menos de vez en cuando, se ven unas cuantas chavalas aunque slo estn rascndose un brazo, o sonndose la nariz, o rindose, o haciendo lo que les d la gana. Selma Thurner, la hija del director, s iba con bastante frecuencia, pero, vamos, no era exactamente el tipo de chica como para volverle a uno loco de deseo. Aunque simptica s era. Una vez fui sentado a su lado en el autobs desde Agerstown al colegio y nos pusimos a hablar un rato. Me cay muy bien. Tena una nariz muy larga, las uas todas comidas y como sanguinolentas, y llevaba en el pecho unos postizos de esos que parece que van a pincharle a uno, pero en el fondo daba un poco de pena. Lo que ms me gustaba de ella es que nunca te vena con el rollo de lo fenomenal que era su padre. Probablemente saba que era un gilipollas. Si yo estaba en lo alto de Thomsen Hill en vez de en el campo de ftbol, era porque acababa de volver de Nueva York con el equipo de esgrima. Yo era el jefe. Menuda cretinada. Habamos ido a Nueva York aquella maana para enfrentarnos con los del colegio McBurney. Slo que el encuentro no se celebr. Me dej los floretes, el equipo y todos los dems trastos en el metro. No fue del todo culpa ma. Lo que pas es que tuve que ir mirando el plano todo el tiempo para saber dnde tenamos que bajarnos. As que volvimos a Pencey a las dos y media en vez de a la hora de la cena. Los tos del equipo me hicieron el vaco durante todo el viaje de vuelta. La verdad es que dentro de todo tuvo gracia. La otra razn por la que no haba ido al partido era porque quera despedirme de Spencer, mi profesor de historia. Estaba con gripe y pens que probablemente no se pondra bien hasta ya entradas las vacaciones de Navidad. Me haba escrito una nota para que fuera a verlo antes de irme a casa. Saba que no volvera a Pencey. Es que no les he dicho que me haban echado. No me dejaban volver despus de las vacaciones porque me haban suspendido en cuatro asignaturas y no estudiaba nada. Me advirtieron varias veces para que me aplicara, sobre todo antes de los exmenes parciales cuando mis padres fueron a hablar con el director, pero yo no hice caso. As que me expulsaron. En Pencey expulsan a los chicos por menos de nada. Tienen un nivel acadmico muy alto. De verdad. Pues, como iba diciendo, era diciembre y haca un fro que pelaba en lo alto de aquella dichosa montaita. Yo slo llevaba la gabardina y ni guantes ni nada. La semana anterior alguien se haba llevado directamente de mi cuarto mi abrigo de pelo de camello con los guantes forrados de piel metidos en los bolsillos y todo. Pencey era una cueva de ladrones. La mayora de los chicos eran de familias de mucho dinero, pero aun as era una autntica cueva de ladrones. Cuanto ms caro el colegio ms te roban, palabra. Total, que ah estaba yo junto a ese can absurdo mirando el campo de ftbol y pasando un fro de mil demonios. Slo que no me fijaba mucho en el partido. Si segua clavado al suelo, era por ver si me entraba una sensacin de despedida. Lo que quiero decir es que me he ido de un montn de colegios y de sitios sin darme cuenta siquiera de que me marchaba. Y eso me revienta. No importa que la sensacin sea triste o hasta desagradable, pero cuando me voy de un sitio me gusta darme cuenta de que me marcho. Si no luego da ms pena todava. Tuve suerte. De pronto pens en una cosa que me ayud a sentir que me marchaba. Me acord de un da en octubre o por ah en que yo, Robert Tichener y Paul Campbell estbamos jugando al ftbol delante del edificio de la administracin. Eran unos tos estupendos, sobre todo Tichener. Faltaban pocos minutos para la cena y haba anochecido bastante, pero nosotros seguamos dale que te pego metindole puntapis a la pelota. Estaba ya tan oscuro que casi no se vea ni el baln, pero ninguno queramos dejar de hacer lo que estbamos haciendo. Al final no tuvimos ms remedio. El profesor de biologa, el seor Zambesi, se asom a la ventana del edificio y nos dijo que volviramos al dormitorio y nos arreglramos para la cena. Pero, a lo que iba, si consigo recordar una cosa de ese estilo, enseguida me entra la sensacin de despedida. Por lo menos la mayora de las veces. En cuanto la not me di la vuelta y ech a correr cuesta abajo por la ladera opuesta de la colina en direccin a la casa de Spencer. No viva dentro del recinto del colegio. Viva en la Avenida Anthony Wayne. Corr hasta la puerta de la verja y all me detuve a cobrar aliento. La verdad es que en cuanto corro un poco se me corta la respiracin. Por una parte, porque fumo como una chimenea, o, mejor dicho, fumaba, porque me obligaron a dejarlo. Y por otra, porque el ao pasado crec seis pulgadas y media. Por eso tambin estuve a punto de pescar una tuberculosis y tuvieron que mandarme aqu a que me hicieran un montn de anlisis y cosas de sas. A pesar de todo, soy un to bastante sano, no crean. Pero, como deca, en cuanto recobr el aliento cruc a todo correr la carretera 204. Estaba completamente helada y no me romp la crisma de milagro. Ni siquiera s por qu corra. Supongo que porque me apeteca. De pronto me sent como si estuviera desapareciendo. Era una de esas tardes extraas, horriblemente fras y sin sol ni nada, y uno se senta como si fuera a esfumarse cada vez que cruzaba la carretera. Jo! No me di prisa ni nada a tocar el timbre de la puerta en cuanto llegu a casa de Spencer! Estaba completamente helado. Me dolan las orejas y apenas poda mover los dedos de las manos. Vamos, vamos! dije casi en voz alta. A ver si abren de una vez! Al fin apareci la seora Spencer. No tenan criada ni nada y siempre salan ellos mismos a abrir la puerta. No deban andar muy bien de pasta. Holden! dijo la seora Spencer. Qu alegra verte! Entra, hijo, entra. Te habrs quedado heladito. Me parece que se alegr de verme. Le caa simptico. Al menos eso creo. Se imaginarn la velocidad a que entr en aquella casa. Cmo est usted, seora Spencer? le pregunt. Cmo est el seor Spencer? Dame el abrigo me dijo. No me haba odo preguntar por su marido. Estaba un poco sorda. Colg mi abrigo en el armario del recibidor y, mientras, me ech el pelo hacia atrs con la mano. Por lo general, lo llevo cortado al cepillo y no tengo que preocuparme mucho de peinrmelo. Cmo est usted, seora Spencer? volv a decirle, slo que esta vez ms alto para que me oyera. Muy bien, Holden Cerr la puerta del armario-. Y t, cmo ests? Por el tono de la pregunta supe inmediatamente que Spencer le haba contado lo de mi expulsin. Muy bien le dije. Y, cmo est el seor Spencer? Se le ha pasado ya la gripe? Qu va! Holden, se est portando como un perfecto... yo que s qu... Est en su habitacin, hijo. Pasa. Captulo 2 Dorman en habitaciones separadas y todo. Deban tener como setenta aos cada uno y hasta puede que ms, y, sin embargo, an seguan disfrutando con sus cosas. Un poco a lo tonto, claro. Pensarn que tengo mala idea, pero de verdad no lo digo con esa intencin. Lo que quiero decir es que sola pensar en Spencer a menudo, y que cuando uno pensaba mucho en l, empezaba a preguntarse para qu demonios querra seguir viviendo. Estaba todo encorvado en una postura terrible, y en clase, cuando se le caa una tiza al suelo, siempre tena que levantarse un to de la primera fila a recogrsela. A m eso me parece horrible. Pero si se pensaba en l slo un poco, no mucho, resultaba que dentro de todo no lo pasaba tan mal. Por ejemplo, un domingo que nos haba invitado a m y a otros cuantos chicos a tomar chocolate, nos ense una manta toda rada que l y su mujer le haban comprado a un navajo en el parque de Yellowstone. Se notaba que Spencer lo haba pasado de miedo comprndola. A eso me refera. Ah tienen a un to como Spencer, ms viejo que Matusaln, y resulta que se lo pasa brbaro comprndose una manta. Tena la puerta abierta, pero aun as llam un poco con los nudillos para no parecer mal educado. Se le vea desde fuera. Estaba sentado en un gran silln de cuero envuelto en la manta de que acabo de hablarles. Cuando llam, me mir. Quin es? grit. Caulfield! Entra, muchacho! Fuera de clase estaba siempre gritando. A veces le pona a uno nervioso. En cuanto entr, me arrepent de haber ido. Estaba leyendo el Atlantic Monthly, tena la habitacin llena de pastillas y medicinas, y ola a Vicks Vaporub. Todo bastante deprimente. Confieso que no me vuelven loco los enfermos, pero lo que haca la cosa an peor era que llevaba puesto un batn tristsimo todo zarrapastroso, que deba tener desde que naci. Nunca me ha gustado ver a viejos ni en pijama, ni en batn ni en nada de eso. Van enseando el pecho todo lleno de bultos, y las piernas, esas piernas de viejo que se ven en las playas, muy blancas y sin nada de pelo. Buenas tardes, seor le dije. Me han dado su recado. Muchas gracias. Me haba escrito una nota para decirme que fuera a despedirme de l antes del comienzo de las vacaciones. No tena que haberse molestado. Habra venido a verle de todos modos. Sintate ah, muchacho dijo Spencer. Se refera a la cama. Me sent. -Cmo est de la gripe? Si me sintiera un poco mejor, tendra que llamar al mdico dijo Spencer. Se hizo una gracia horrorosa y empez a rerse como un loco, medio ahogndose. Al final se enderez en el asiento y me dijo: Cmo no ests en el campo de ftbol? Cre que hoy era el da del partido. Lo es. Y pensaba ir. Pero es que acabo de volver de Nueva York con el equipo de esgrima le dije. Vaya cama que tena el to! Dura como una piedra. De pronto le dio por ponerse serio. Me lo estaba temiendo. As que nos dejas, eh? S, seor, eso parece. Empez a mover la cabeza como tena por costumbre. Nunca he visto a nadie mover tanto la cabeza como a Spencer. Y nunca llegu a saber si lo haca porque estaba pensando mucho, o porque no era ms que un vejete que ya no distingua el culo de las tmporas. Qu te dijo el seor Thurmer, muchacho? He sabido que tuvisteis una conversacin. S. Es verdad. Me pas en su oficina como dos horas, creo. Y, qu te dijo? Pues eso de que la vida es como una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego. Estuvo muy bien. Vamos, que no se puso como una fiera ni nada. Slo me dijo que la vida era una partida y todo eso... Ya sabe. La vida es una partida, muchacho. La vida es una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego. S, seor. Ya lo s. Ya lo s. De partida un cuerno. Menuda partida. Si te toca del lado de los que cortan el bacalao, desde luego que es una partida, eso lo reconozco. Pero si te toca del otro lado, no veo dnde est la partida. En ninguna parte. Lo que es de partida, nada. Ha escrito ya el seor Thurner a tus padres? me pregunt Spencer. Me dijo que iba a escribirles el lunes. Te has comunicado ya con ellos? No seor, an no me he comunicado con ellos porque, seguramente, les ver el mircoles por la noche cuando vuelva a casa. Y, cmo crees que tomarn la noticia? Pues... se enfadarn bastante le dije. Se enfadarn. He ido ya como a cuatro colegios. Mene la cabeza. Meneo mucho la cabeza. Jo! dije luego. Tambin digo jo! muchas veces. En parte porque tengo un vocabulario pobrsimo, y en parte porque a veces hablo y acto como si fuera ms joven de lo que soy. Entonces tena diecisis aos. Ahora tengo diecisiete y, a veces, parece que tuviera trece, lo cual es bastante irnico porque mido seis pies y dos pulgadas y tengo un montn de canas. De verdad. Todo un lado de la cabeza, el derecho, lo tengo lleno de millones de pelos grises. Desde pequeo. Y aun as hago cosas de cro de doce aos. Lo dice todo el mundo, especialmente mi padre, y en parte es verdad, aunque slo en parte. Pero la gente se cree que las cosas tienen que ser verdad del todo. No es que me importe mucho, pero tambin es un rollo que le estn diciendo a uno todo el tiempo que a ver si se porta como corresponde a su edad. A veces hago cosas de persona mayor, en serio, pero de eso nadie se da cuenta. La gente nunca se da cuenta de nada. Spencer empez a mover otra vez la cabeza. Empez tambin a meterse el dedo en la nariz. Haca como si slo se la estuviera rascando, pero la verdad es que se meta el dedazo hasta los sesos. Supongo que pensaba que no importaba porque al fin y al cabo estaba solo conmigo en la habitacin. Y no es que me molestara mucho, pero tienen que reconocer que da bastante asco ver a un to hurgndose las napias. Luego dijo: Tuve el placer de conocer a tus padres hace unas semanas, cuando vinieron a ver al seor Thurner. Son encantadores. S. Son buena gente. Encantadores. Esa s que es una palabra que no aguanto. Suena tan falsa que me dan ganas de vomitar cada vez que la oigo. De pronto pareci como si Spencer fuera a decir algo muy importante, una frase lapidaria aguda como un estilete. Se arrellan en el asiento y se removi un poco. Pero fue una falsa alarma. Todo lo que hizo fue coger el Atlantic Monthly que tena sobre las rodillas y tirarlo encima de la cama. Err el tiro. Estaba slo a dos pulgadas de distancia, pero fall. Me levant, lo recog del suelo y lo puse sobre la cama. De pronto me entraron unas ganas horrorosas de salir de all pitando. Senta que se me vena encima un sermn y no es que la idea en s me molestara, pero me senta incapaz de aguantar una filpica, oler a Vicks Vaporub, y ver a Spencer con su pijama y su batn todo al mismo tiempo. De verdad que era superior a mis fuerzas. Pero, tal como me lo estaba temiendo, empez. Qu te pasa, muchacho? me pregunt. Y para su modo de ser lo dijo con bastante mala leche. Cuntas asignaturas llevas este semestre? Cinco, seor. Cinco. Y, en cuntas te han suspendido? En cuatro. Remov un poco el trasero en el asiento. En mi vida haba visto cama ms dura. En Lengua y Literatura me han aprobado le dije, porque todo eso de Beowulf y Lord Randal, mi hijo, lo haba dado ya en el otro colegio. La verdad es que para esa clase no he tenido que estudiar casi nada. Slo escribir una composicin de vez en cuando. Ni me escuchaba. Nunca escuchaba cuando uno le hablaba. Te he suspendido en historia sencillamente porque no sabes una palabra. Lo s, seor. Jo! Que si lo s! No ha sido culpa suya. Ni una sola palabra repiti. Eso s que me pone negro. Que alguien te diga una cosa dos veces cuando t ya la has admitido a la primera. Pues an lo dijo otra vez: Ni una sola palabra. Dudo que hayas abierto el libro en todo el semestre. Lo has abierto? Dime la verdad, muchacho. Ver, le ech una ojeada un par de veces le dije. No quera herirle. Le volva loco la historia. Conque lo ojeaste, eh? dijo, y con un tono de lo ms sarcstico. Tu examen est ah, sobre la cmoda. Encima de ese montn. Tremelo, por favor. Aquello s que era una pualada trapera, pero me levant a cogerlo y se lo llev. No tena otro remedio. Luego volv a sentarme en aquella cama de cemento. Jo! No saben lo arrepentido que estaba de haber ido a despedirme de l! Manoseaba el examen con verdadero asco, como si fuera una plasta de vaca o algo as. Estudiamos los egipcios desde el cuatro de noviembre hasta el dos de diciembre dijo. Fue el tema que t elegiste. Quieres or lo que dice aqu? No, seor. La verdad es que no le dije. Pero lo ley de todos modos. No hay quien pare a un profesor cuando se empea en una cosa. Lo hacen por encima de todo. Los egipcios fueron una antigua raza caucsica que habit una de las regiones del norte de frica. frica, como todos sabemos, es el continente mayor del hemisferio oriental. Tuve que quedarme all sentado escuchando todas aquellas idioteces. Me la jug buena el to. Los egipcios revisten hoy especial inters para nosotros por diversas razones. La ciencia moderna no ha podido an descubrir cul era el ingrediente secreto con que envolvan a sus muertos para que la cara no se les pudriera durante innumerables siglos. Ese interesante misterio contina acaparando el inters de la ciencia moderna del siglo XX. Dej de leer. Yo senta que empezaba a odiarle vagamente. Tu ensayo, por llamarlo de alguna manera, acaba ah dijo en un tono de lo ms desagradable. Pareca mentira que un vejete as pudiera ponerse tan sarcstico. Por lo menos, te molestaste en escribir una nota a pie de pgina. Ya lo s le dije. Y lo dije muy deprisa para ver si le paraba antes de que se pusiera a leer aquello en voz alta. Pero a se ya no haba quien le frenara. Se haba disparado. Estimado seor Spencer ley en voz alta Esto es todo lo que s sobre los egipcios. La verdad es que no he logrado interesarme mucho por ellos aunque sus clases han sido muy interesantes. No le importe suspenderme porque de todos modos van a catearme en todo menos en lengua. Respetuosamente, Holden Caulfield. Dej de leer y me mir como si acabara de ganarme en una partida de ping-pong o algo as. Creo que no le perdonar nunca que me leyera aquellas gilipolleces en voz alta. Yo no se las habra ledo si las hubiera escrito l, palabra. Para empezar, slo le haba escrito aquella nota para que no le diera pena suspenderme. Crees que he sido injusto contigo, muchacho? dijo. No, seor, claro que no le contest. A ver si dejaba ya de llamarme muchacho todo el tiempo! Cuando acab con mi examen quiso tirarlo tambin sobre la cama. Slo que, naturalmente, tampoco acert. Otra vez tuve que levantarme para recogerlo del suelo y ponerlo encima del Atlantic Monthly. Es un aburrimiento tener que hacer lo mismo cada dos minutos. Qu habras hecho t en mi lugar? me dijo. Dmelo sinceramente, muchacho. La verdad es que se le notaba que le daba lstima suspenderme, as que me puse a hablar como un descosido. Le dije que yo era un imbcil, que en su lugar habra hecho lo mismo, y que muy poca gente se daba cuenta de lo difcil que es ser profesor. En fin, el rollo habitual. Las tonteras de siempre. Lo gracioso es que mientras hablaba estaba pensando en otra cosa. Vivo en Nueva York y de pronto me acord del lago que hay en Central Park, cerca de Central Park South. Me pregunt si estara ya helado y, si lo estaba, adonde habran ido los patos. Me pregunt dnde se meteran los patos cuando vena el fro y se helaba la superficie del agua, si vendra un hombre a recogerlos en un camin para llevarlos al zoolgico, o si se iran ellos a algn sitio por su cuenta. Tuve suerte. Pude estar dicindole a Spencer un montn de estupideces y al mismo tiempo pensar en los patos del Central Park. Es curioso, pero cuando se habla con un profesor no hace falta concentrarse mucho. Pero de pronto me interrumpi. Siempre le estaba interrumpiendo a uno. Qu piensas de todo esto, muchacho? Me interesa mucho saberlo. Mucho. Se refiere a que me hayan expulsado de Pencey? le dije. Hubiera dado cualquier cosa porque se tapara el pecho. No era un panorama nada agradable. Si no me equivoco creo que tambin tuviste problemas en el Colegio Whooton y en Elkton Hills. Esto no lo dijo slo con sarcasmo. Creo que lo dijo tambin con bastante mala intencin. En Elkton Hills no tuve ningn problema le dije. No me suspendieron ni nada de eso. Me fui porque quise... ms o menos. Y, puedo saber por qu quisiste? Por qu? Ver. Es una historia muy larga de contar. Y muy complicada. No tena ganas de explicarle lo que me haba pasado. De todos modos no lo habra entendido. No encajaba con su mentalidad. Uno de los motivos principales por los que me fui de Elkton Hills fue porque aquel colegio estaba lleno de hipcritas. Eso es todo. Los haba a patadas. El director, el seor Haas, era el to ms falso que he conocido en toda mi vida, diez veces peor que Thurmer. Los domingos, por ejemplo, se dedicaba a saludar a todos los padres que venan a visitar a. los chicos. Se derreta con todos menos con los que tenan una pinta un poco rara. Haba que ver cmo trataba a los padres de mi compaero de cuarto. Vamos, que si una madre era gorda o cursi, o si un padre llevaba zapatos blancos y negros, o un traje de esos con muchas hombreras, Haas les daba la mano a toda prisa, les echaba una sonrisita de conejo, y se largaba a hablar por lo menos media hora con los padres de otro chico. No aguanto ese tipo de cosas. Me sacan de quicio. Me deprimen tanto que me pongo enfermo. Odiaba Elkton Hills. Spencer me pregunt algo, pero no le o porque estaba pensando en Haas. Qu? le dije. No sientes remordimientos por tener que dejar Pencey? Claro que s, claro que siento remordimientos. Pero muchos no. Por lo menos todava. Creo que an no lo he asimilado. Tardo mucho en asimilar las cosas. Por ahora slo pienso en que me voy a casa el mircoles. Soy un tarado. No te preocupa en absoluto el futuro, muchacho? Claro que me preocupa. Naturalmente que me preocupa medit unos momentos. Pero no mucho supongo. Creo que mucho, no. Te preocupar dijo Spencer. Ya lo vers, muchacho. Te preocupar cuando sea demasiado tarde. No me gust orle decir eso. Sonaba como si ya me hubiera muerto. De lo ms deprimente. Supongo que s le dije. Me gustara imbuir un poco de juicio en esa cabeza, muchacho. Estoy tratando de ayudarte. Quiero ayudarte si puedo. Y era verdad. Se le notaba. Lo que pasaba es que estbamos en campos opuestos. Eso es todo. Ya lo s, seor le dije. Muchas gracias. Se lo agradezco mucho. De verdad. Me levant de la cama. Jo! No hubiera aguantado all ni diez minutos ms aunque me hubiera ido la vida en ello! Lo malo es que tengo que irme. He de ir al gimnasio a recoger mis cosas. De verdad. Me mir y empez a mover de nuevo la cabeza con una expresin muy seria. De pronto me dio una pena terrible, pero no poda quedarme ms rato por eso de que estbamos en campos opuestos, y porque fallaba cada vez que echaba una cosa sobre la cama, y porque llevaba esa bata tan triste que le dejaba al descubierto todo el pecho, y porque apestaba a Vicks Vaporub en toda la habitacin. Ver, seor, no se preocupe por m le dije. De verdad. Ya ver como todo se me arregla. Estoy pasando una mala racha. Todos tenemos nuestras malas rachas, no? No s, muchacho. No s. Me revienta que me contesten cosas as. Ya lo ver le dije. De verdad, seor. Por favor, no se preocupe por m. Le puse la mano en el hombro. De acuerdo? le dije. No quieres tomar una taza de chocolate? La seora Spencer... Me gustara. Me gustara mucho, pero tengo que irme. Tengo que pasar por el gimnasio. Gracias de todos modos. Muchas gracias. Nos dimos la mano y todo eso. Sent que me daba una pena terrible. Le escribir, seor. Y que se mejore de la gripe. Adis, muchacho. Cuando ya haba cerrado la puerta y volva hacia el saln me grit algo, pero no le o muy bien. Creo que dijo buena suerte. Ojal me equivoque. Ojal. Yo nunca le dir a nadie buena suerte. Si lo piensa uno bien, suena horrible. Captulo 3 Soy el mentiroso ms fantstico que puedan imaginarse. Es terrible. Si voy camino del quiosco a comprar una revista y alguien me pregunta que adonde voy, soy capaz de decirle que voy a la pera. Es una cosa seria. As que eso que le dije a Spencer de que tena que ir a recoger mi equipo era pura mentira. Ni siquiera lo dejo en el gimnasio. En Pencey viva en el ala Ossenburger de la residencia nueva. Era para los chicos de los dos ltimos cursos. Yo era del penltimo y mi compaero de cuarto del ltimo. Se llamaba as por un tal Ossenburger que haba sido alumno de Pencey. Cuando sali del colegio gan un montn de dinero con el negocio de pompas fnebres. Abri por todo el pas miles de funerarias donde le entierran a uno a cualquier pariente por slo cinco dlares. Bueno es el tal Ossenburger! Probablemente los mete en un saco y los tira al ro. Pero don a Pencey un montn de pasta y le pusieron su nombre a esa ala de la residencia. Cuando se celebr el primer partido del ao, vino al colegio en un enorme Cadillac y todos tuvimos que ponernos en pie en los graderos y recibirle con una gran ovacin. A la maana siguiente nos ech un discurso en la capilla que dur unas diez horas. Empez contando como cincuenta chistes, todos malsimos, slo para demostrarnos lo campechanote que era. Menudo rollazo. Luego nos dijo que cuando tena alguna dificultad, nunca se avergonzaba de ponerse de rodillas y rezar. Nos dijo que debamos rezar siempre, vamos, hablar con Dios y todo eso, estuviramos donde estuvisemos. Nos dijo que debamos considerar a Dios como un amigo y que l le hablaba todo el tiempo, hasta cuando iba conduciendo. Qu valor! Me lo imaginaba al muy hipcrita metiendo la primera y pidiendo a Dios que le mandara unos cuantos fiambres ms. Pero hacia la mitad del discurso pas algo muy divertido. Nos estaba contando lo fenomenal y lo importante que era, cuando de pronto un chico que estaba sentado delante de m, Edgard Marsala, se tir un pedo tremendo. Fue una grosera horrible, sobre todo porque estbamos en la capilla, pero la verdad es que tuvo muchsima gracia. Qu to el tal Marsala! No vol el techo de milagro. Casi nadie se atrevi a rerse en voz alta y Ossenburger hizo como si no se hubiera enterado de nada, pero el director, que estaba sentado a su lado, se qued plido al orlo. Jo! No se puso furioso ni nada! En aquel momento se call, pero en cuanto pudo nos reuni a todos en el paraninfo para una sesin de estudio obligatoria y vino a echarnos un discurso. Nos dijo que el responsable de lo que haba ocurrido en la capilla no era digno de asistir a Pencey Tratamos de convencer a Marsala de que se tirara otro mientras Thurmer hablaba, pero se ve que no estaba en vena. Pero, como les deca, viva en el ala Ossenburger de la residencia nueva. Encontr mi habitacin de lo ms acogedora al volver de casa de Spencer porque todo el mundo estaba viendo el partido y porque, por una vez, haban encendido la calefaccin. Daba gusto entrar. Me quit la chaqueta y la corbata, me desabroch el cuello de la camisa y me puse una gorra que me haba comprado en Nueva York aquella misma maana. Era una gorra de caza roja, de esas que tienen una visera muy grande. La vi en el escaparate de una tienda de deportes al salir del metro, justo despus de perder los floretes, y me la compr. Me cost slo un dlar. As que me la puse y le di la vuelta para que la visera quedara por la parte de atrs. Una horterada, lo reconozco, pero me gustaba as. La verdad es que me sentaba la mar de bien. Luego cog el libro que estaba leyendo y me sent en mi silln. Haba dos en cada habitacin. Yo tena el mo, y mi compaero de cuarto, Ward Stradlater, el suyo. Tenan los brazos hechos una pena porque todo el mundo se sentaba en ellos, pero eran bastante cmodos. Estaba leyendo un libro que haba sacado de la biblioteca por error. Se haban equivocado al drmelo y yo no me di cuenta hasta que estuve de vuelta en mi habitacin. Era Fuera de frica, de Isak Dinesen. Cre que sera un plomo, pero no. Estaba muy bien. Soy un completo analfabeto, pero leo muchsimo. Mi autor preferido es D.B. y luego Ring Lardner. Mi hermano me regal un libro de Lardner el da de mi cumpleaos, poco antes de que saliera para Pencey. Tena unas cuantas obras de teatro muy divertidas, completamente absurdas, y una historia de un guardia de la porra que se enamora de una chica muy mona a la que siempre est poniendo multas por pasarse del lmite de velocidad. Slo que el guardia no puede casarse con ella porque ya est casado. Luego la chica tiene un accidente y se mata. Es una historia estupenda. Lo que ms me gusta de un libro es que te haga rer un poco de vez en cuando. Leo un montn de clsicos como La vuelta del indgena y no estn mal, y leo tambin muchos libros de guerra y de misterio, pero no me vuelven loco. Los que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojal el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por telfono cuando quisieras. No hay muchos libros de esos. Por ejemplo, no me importara nada llamar a Isak Dinesen, ni tampoco a Ring Lardner, slo que D.B. me ha dicho que ya ha muerto. Luego hay otro tipo de libros como La condicin humana, de Somerset Maugham, por ejemplo. Lo le el verano pasado. Es muy bueno, pero nunca se me ocurrira llamar a Somerset Maugham por telfono. No s, no me apetecera hablar con l. Preferira llamar a Thomas Hardy. Esa protagonista suya, Eustacia Vye, me encanta. Pero, volviendo a lo que les iba diciendo, me puse mi gorra nueva y me sent a leer Fuera de frica. Ya lo haba terminado, pero quera releer algunas partes. No habra ledo ms de tres pginas cuando o salir a alguien de la ducha. No tuve necesidad de mirar para saber de quin se trataba. Era Robert Ackley, el to de la habitacin de al lado. En esa residencia haba entre cada dos habitaciones una ducha que comunicaba directamente con ellas, y Ackley se colaba en mi cuarto unas ochenta y cinco veces al da. Era probablemente el nico de todo el dormitorio, excluido yo, que no haba ido al partido. Apenas iba a ningn sitio. Era un tipo muy raro. Estaba en el ltimo curso y haba estudiado ya cuatro aos enteros en Pencey, pero todo el mundo segua llamndole Ackley. Ni Herb Gale, su compaero de cuarto, le llamaba nunca Bob o Ack. Si alguna vez llega a casarse, estoy seguro de que su mujer le llamar tambin Ackley. Era un to de esos muy altos (meda como seis pies y cuatro pulgadas), con los hombros un poco cados y una dentadura horrenda. En todo el tiempo que fuimos vecinos de Habitacin, no le vi lavarse los dientes ni una sola vez. Los tena fesimos, como mohosos, y cuando se le vea en el comedor con la boca llena de pur de patata o de guisantes o algo as, daba gana de devolver. Adems tena un montn de granos, no slo en la frente o en la barbilla como la mayora de los chicos, sino por toda la cara. Para colmo tena un carcter horrible. Era un tipo bastante atravesado. Vamos, que no me caa muy bien. Le sent en el borde de la ducha, justo detrs de mi silln. Miraba a ver si estaba Stradlater. Le odiaba a muerte y nunca entraba en el cuarto si l andaba por all. La verdad es que odiaba a muerte a casi todo el mundo. Baj del borde de la ducha y entr en mi habitacin. Hola dijo. Siempre lo deca como si estuviera muy aburrido o muy cansado. No quera que uno pensara que vena a hacerle una visita o algo as. Quera que uno creyera que vena por equivocacin. Tena gracia. Hola le dije sin levantar la vista del libro. Con un to como Ackley uno estaba perdido si levantaba la vista de lo que lea. La verdad es que estaba perdido de todos modos, pero si no se le miraba en seguida, al menos se retrasaba un poco la cosa. Empez a pasearse por el cuarto muy despacio como haca siempre, tocando todo lo que haba encima del escritorio y de la cmoda. Siempre te coga las cosas ms personales que tuvieras para fisgonearlas. Jo! A veces le pona a uno nervioso. Cmo fue el encuentro de esgrima? me dijo. Quera obligarme a que dejara de leer y de estar a gusto. Lo de la esgrima le importaba un rbano. Ganamos o qu? No gan nadie le dije sin levantar la vista del libro. Qu? dijo. Siempre le haca a uno repetir las cosas. Que no gan nadie. Le mir de reojo para ver qu haba cogido de mi cmoda. Estaba mirando la foto de una chica con la que sola salir yo en Nueva York, Sally Hayes. Deba haber visto ya esa fotografa como cinco mil veces. Y, para colmo, cuando la dejaba, nunca volva a ponerla en su sitio. Lo haca a propsito. Se le notaba. Que no gan nadie? dijo. Y cmo es eso? Me olvid los floretes en el metro contest sin mirarle. En el metro? No me digas! Quieres decir que los perdiste? Nos metimos en la lnea que no era. Tuve que ir mirando todo el tiempo un plano que haba en la pared. Se acerc y fue a instalarse donde me tapaba toda la luz. Oye le dije, desde que has entrado he ledo la misma frase veinte veces. Otro cualquiera hubiera pescado al vuelo la indirecta. Pero l no. Crees que te obligarn a pagarlos? dijo. No lo s y adems no me importa. Por qu no te sientas un poquito, Ackley, tesoro? Me ests tapando la luz. No le gustaba que le llamara tesoro. Siempre me estaba diciendo que yo era un cro porque tena diecisis y l dieciocho. Sigui de pie. Era de esos tos que le oyen a uno como quien oye llover. Al final haca lo que le decas, pero bastaba que se lo dijeras para que tardara mucho ms en hacerlo. Qu demonios ests leyendo? dijo. Un libro. Lo ech hacia atrs con la mano para ver el ttulo. Es bueno? dijo. Esta frase que estoy leyendo es formidable. Cuando me pongo puedo ser bastante sarcstico, pero l ni se enter. Empez a pasearse otra vez por toda la habitacin manoseando todas mis cosas y las de Stradlater. Al fin dej el libro en el suelo. Con un to como Ackley no haba forma de leer. Era imposible. Me repantigu todo lo que pude en el silln y le mir pasearse por la habitacin como Pedro por su casa. Estaba cansado del viaje a Nueva York y empec a bostezar. Luego me puse a hacer el ganso. A veces me da por ah para no aburrirme. Me corr la visera hacia delante y me la ech sobre los ojos. No vea nada. Creo que me estoy quedando ciego dije con una voz muy ronca. Mamita, por qu est tan oscuro aqu? Ests como una cabra, te lo aseguro dijo Ackley. Mami, dame la mano. Por qu no me das la mano? Mira que eres pesado! Cundo vas a crecer de una vez? Empec a tantear el aire con las manos como un ciego, pero sin levantarme del silln y sin dejar de decir: Mamita, por qu no me das la mano? Estaba haciendo el indio, claro. A veces lo paso brbaro con eso. Adems saba que a Ackley le sacaba de quicio. Tiene la particularidad de despertar en m todo el sadismo que llevo dentro y con l me pona sdico muchas veces. Al final me cans. Me ech otra vez hacia atrs la visera y dej de hacer el payaso. De quin es esto? dijo Ackley. Haba cogido la venda de la rodilla de Stradlater para ensermela. Ese Ackley tena que sobarlo todo. Por tocar era capaz hasta de coger un slip o cualquier cosa as. Cuando le dije que era de Stradlater la tir sobre la cama. Como la haba cogido del suelo, tuvo que dejarla sobre la cama. Se acerc y se sent en el brazo del silln de Stradlater. Nunca se sentaba en el asiento, siempre en los brazos. Dnde te has comprado esa gorra? En Nueva York. Cunto? Un dlar. Te han timado. Empez a limpiarse las uas con una cerilla. Siempre estaba haciendo lo mismo. En cierto modo tena gracia. Llevaba los dientes todos mohosos y las orejas ms negras que un demonio, pero en cambio se pasaba el da entero limpindose las uas. Supongo que con eso se consideraba un to aseadsimo. Mientras se las limpiaba ech un vistazo a mi gorra. All en el Norte llevamos gorras de esas para cazar ciervos dijo. Esa es una gorra para la caza del ciervo. Que te lo has credo me la quit y la mir con un ojo medio guiado, como si estuviera afinando la puntera. Es una gorra para cazar gente le dije. Yo me la pongo para matar gente. Saben ya tus padres que te han echado? No. Bueno, y dnde demonios est Stradlater? En el partido. Ha ido con una chica. Bostec. No poda parar de bostezar, creo que porque en aquella habitacin haca un calor horroroso y eso da mucho sueo. En Pencey una de dos, o te helabas o te achicharrabas. El gran Stradlater! dijo Ackley. Oye, djame tus tijeras un segundo, quieres? Las tienes a mano? No. Las he metido ya en la maleta. Estn en lo ms alto del armario. Djamelas un segundo, quieres? dijo Ackley. Quiero cortarme un padrastro. Le tena sin cuidado que uno las tuviera en la maleta y en lo ms alto del armario. Fui a drselas y al hacerlo por poco me mato. En el momento en que abr la puerta del armario se me cay en plena cabeza la raqueta de tenis de Stradlater con su prensa y todo. Son un golpe seco y adems me hizo un dao horroroso. Pero a Ackley le hizo una gracia horrorosa y empez a rerse como un loco, con esa risa de falsete que sacaba a veces. No par de rerse todo el tiempo que tard en bajar la maleta y sacar las tijeras. Ese tipo de cosas como que a un to le pegaran una pedrada en la cabeza, le hacan desternillarse de risa. Tienes un sentido del humor finsimo, Ackley, tesoro le dije. Lo sabas? le di las tijeras. Si me dejaras ser tu agente, te metera de locutor en la radio. Volv a sentarme en el silln y l empez a cortarse esas uas enormes que tena, duras como garras. Y si lo hicieras encima de la mesa? le dije. Crtatelas sobre la mesa, quieres? No tengo ganas de clavrmelas esta noche cuando ande por ah descalzo. Pero l sigui dejndolas caer al suelo. Vaya modales que tena el to! Era un caso. Con quin ha salido Stradlater? dijo. Aunque le odiaba a muerte siempre estaba llevndole la cuenta de con quin sala y con quin no. No lo s. Por qu? Por nada. Jo! No aguanto a ese cabrn. Es que no le trago. Pues l en cambio te adora. Me ha dicho que eres un encanto. Cuando me da por hacer el indio, llamo encanto a todo el mundo. Lo hago por no aburrirme. Siempre con esos aires de superioridad... dijo Ackley. No le soporto. Cualquiera dira... Te importara cortarte las uas encima de la mesa, oye? Te lo he dicho ya como cincuenta... Y siempre dndoselas de listo sigui Ackley. Yo creo que ni siquiera es inteligente. Pero l se lo tiene credo. Se cree el to ms listo de... Ackley! Por Dios vivo! Quieres cortarte las uas encima de la mesa? Te lo he dicho ya como cincuenta veces. Por fin me hizo caso. La nica forma de que hiciera lo que uno le deca era gritarle. Me qued mirndole un rato. Luego le dije: Ests furioso con Stradlater porque te dijo que deberas lavarte los dientes de vez en cuando. Pero si quieres saber la verdad, no lo hizo por afn de molestarte. Puede que no lo dijera de muy buenos modos, pero no quiso ofenderte. Lo que quiso decir es que estaras mejor y te sentiras mejor si te lavaras los dientes alguna vez. Ya me los lavo. No me vengas con esas. No es verdad. Te he visto y s que no es cierto le dije, pero sin mala intencin. En cierto modo me daba lstima. No debe ser nada agradable que le digan a uno que no se lava los dientes. Stradlater es un to muy decente. No es mala persona. Lo que pasa es que no le conoces. Te digo que es un cabrn. Un cabrn y un credo. Credo s, pero en muchas cosas es muy generoso. De verdad le dije. Mira, supongamos que Stradlater lleva una corbata que a ti te gusta. Supn que lleva una corbata que te gusta muchsimo, es slo un ejemplo. Sabes lo que hara? Pues probablemente se la quitara y te la regalara. De verdad. O si no, sabes qu? Te la dejara encima de tu cama, pero el caso es que te la dara. No hay muchos tos que... Qu gracia! dijo Ackley. Yo tambin lo hara si tuviera la pasta que tiene l. No, t no lo haras. T no lo haras, Ackley, tesoro. Si tuvieras tanto dinero como l, seras el to ms... Deja ya de llamarme tesoro! Maldita sea! Con la edad que tengo podra ser tu padre. No, no es verdad le dije. Jo! Qu pesado se pona a veces! No perda oportunidad de recordarme que l tena dieciocho aos y yo diecisis. Para empezar, no te admitira en mi familia. Lo que quiero es que dejes de llamarme... De pronto se abri la puerta y entr Stradlater con muchas prisas. Siempre iba corriendo y a todo le daba una importancia tremenda. Se acerc en plan gracioso y me dio un par de cachetes en las mejillas, que es una cosa que puede resultar molestsima. Oye me dijo, vas a algn sitio especial esta noche? No lo s. Quiz. Qu pasa fuera? Est nevando? Llevaba el abrigo cubierto de nieve. S. Oye, si no vas a hacer nada especial, me prestas tu chaqueta de pata de gallo? Quin ha ganado el partido? An no ha terminado. Nosotros nos vamos dijo Stradlater. Venga, en serio, vas a llevar la chaqueta de pata de gallo, o no? Me he puesto el traje de franela gris perdido de manchas. No, pero no quiero que me la des toda de s con esos hombros que tienes le dije. ramos casi de la misma altura, pero l pesaba el doble que yo. Tena unos hombros anchsimos. Te prometo que no te la dar de s. Se acerc al armario a todo correr. Cmo va esa vida? le dijo a Ackley. Stradlater era un to bastante simptico. Tena una simpata un poco falsa, pero al menos era capaz de saludar a Ackley. Cuando ste oy lo de Cmo va esa vida? solt un gruido. No quera contestarle, pero tampoco tena suficientes agallas como para no darse por enterado. Luego me dijo: Me voy. Te ver luego. Bueno le contest. La verdad es que no se le parta a uno el corazn al verle salir por la puerta. Stradlater empez a quitarse la chaqueta y la corbata. Creo que voy a darme un afeitado rpido dijo. Tena una barba muy cerrada, de verdad. Dnde has dejado a la chica con que salas hoy? le pregunt. Me est esperando en el anejo. Sali de la habitacin con el neceser y la toalla debajo del brazo. No llevaba camisa ni nada. Siempre iba con el pecho al aire porque se crea que tena un fsico estupendo. Y lo tena. Eso hay que reconocerlo. Captulo 4 Como no tena nada que hacer me fui a los lavabos con l y, para matar el tiempo, me puse a darle conversacin mientras se afeitaba. Estbamos solos porque todos los dems seguan en el campo de ftbol. El calor era infernal y los cristales de las ventanas estaban cubiertos de vaho. Haba como diez lavabos, todos en fila contra la pared. Stradlater se haba instalado en el de en medio y yo me sent en el de al lado y me puse a abrir y cerrar el grifo del agua fra, un tic nervioso que tengo. Stradlater se puso a silbar Song of India mientras se afeitaba. Tena un silbido de esos que le atraviesan a uno el tmpano. Desafinaba muchsimo y, para colmo, siempre elega canciones como Song of India o Slaughter on Tentb Avenue que ya son difciles de por s hasta para los que saben silbar. El to era capaz de asesinar lo que le echaran. Se acuerdan de que les dije que Ackley era un marrano en eso del aseo personal? Pues Stradlater tambin lo era, pero de un modo distinto. El era un marrano en secreto. Pareca limpio, pero haba que ver, por ejemplo, la maquinilla con que se afeitaba. Estaba toda oxidada y llena de espuma, de pelos y de porquera. Nunca la limpiaba. Cuando acababa de arreglarse daba el pego, pero los que le conocamos bien sabamos que ocultamente era un guarro. Si se cuidaba tanto de su aspecto era porque estaba locamente enamorado de s mismo. Se crea el to ms maravilloso del hemisferio occidental. La verdad es que era guapo, eso tengo que reconocerlo, pero era un guapo de esos que cuando tus padres lo ven en el catlogo del colegio en seguida preguntan: Quin es ese chico? Vamos, que era el tipo de guapo de calendario. En Pencey haba un montn de tos que a m me parecan mucho ms guapos que l, pero que luego, cuando los veas en fotografa, siempre pareca que tenan orejas de soplillo o una nariz enorme. Eso me ha pasado un montn de veces. Pero, como deca, me sent en el lavabo y me puse a abrir y cerrar el grifo. Todava llevaba puesta la gorra de caza roja con la visera echada para atrs y todo. Me chiflaba aquella gorra. Oye dijo Stradlater, quieres hacerme un gran favor? Cul? le dije sin excesivo entusiasmo. Siempre estaba pidiendo favores a todo el mundo. Todos esos tos que se creen muy guapos o muy importantes son iguales. Como se consideran el no va ms, piensan que todos les admiramos muchsimo y que nos morimos por hacer algo por ellos. En cierto modo tiene gracia. Sales esta noche? me dijo. Puede. No lo s. Por qu? Tengo que leer unas cien pginas del libro de historia para el lunes dijo. Podras escribirme una composicin para la clase de lengua? Si no la presento el lunes, me la cargo. Por eso te lo digo. Me la haces? La cosa tena gracia, de verdad. Resulta que a quien echan es a m y encima tengo que escribirte una composicin. Ya lo s. Pero es que si no la entrego, me las voy a ver moradas. chame una mano, anda. chame una manita, eh? Tard un poco en contestarle. A ese tipo de cabrones les conviene un poco de suspense. Sobre qu? le dije. Lo mismo da con tal de que sea descripcin. Sobre una habitacin, o una casa, o un pueblo donde hayas vivido. No importa. El caso es que describas como loco. Mientras lo deca solt un bostezo tremendo. Eso s que me saca de quicio. Que encima que te estn pidiendo un favor, bostecen. Pero no la hagas demasiado bien dijo. Ese hijoputa de Hartzell te considera un genio en composicin y sabe que somos compaeros de cuarto. As que ya sabes, no pongas todos los puntos y comas en su sitio. Otra cosa que me pone negro. Que se te d bien escribir y que te salga un to hablando de puntos y comas. Y Stradlater lo haca siempre. Lo que pasaba es que quera que uno creyera que si escriba unas composiciones horribles era porque no saba dnde poner las comas. En eso se pareca un poco a Ackley. Una vez fui con l a un partido de baloncesto. Tenamos en el equipo a un to fenomenal, Howie Coyle, que era capaz de encestar desde el centro del campo y sin que la pelota tocara la madera siquiera. Pues Ackley se pas todo el tiempo diciendo que Coyle tena una constitucin perfecta para el baloncesto. Jo! Cmo me fastidian esas cosas! Al rato de estar sentado empec a aburrirme. Me levant, me alej unos pasos y me puse a bailar claquet para pasar el rato. Lo haca slo por divertirme un poco. No tengo ni idea de claquet, pero en los lavabos haba un suelo de piedra que ni pintado para eso, as que me puse a imitar a uno de esos que salen en las pelculas musicales. Odio el cine con verdadera pasin, pero me encanta imitar a los artistas. Stradlater me miraba a travs del espejo mientras se afeitaba y yo lo nico que necesito es pblico. Soy un exhibicionista nato. Soy el hijo del gobernador le dije mientras zapateaba como un loco por todo el cuarto. Mi padre no / quiere que me dedique a bailar. Quiere que vaya a Oxford. Pero yo llevo el baile en la sangre. Stradlater se ri. Tena un sentido del humor bastante pasable. Es la noche del estreno de la Revista Ziegfeld me estaba quedando casi sin aliento. No poda ni respirar. El primer bailarn no puede salir a escena. Tiene una curda monumental. A quin llaman para reemplazarle? A m. Al hijo del gobernador. De dnde has sacado eso? dijo Stradlater. Se refera a mi gorra de caza. Hasta entonces no se haba dado cuenta de que la llevaba. Como ya no poda respirar, decid dejar de hacer el indio. Me quit la gorra y la mir por milsima vez. Me la he comprado esta maana en Nueva York por un dlar. Te gusta? Stradlater afirm con la cabeza. Est muy bien. Lo dijo slo por darme coba porque a rengln seguido me pregunt: Vas a hacerme esa composicin o no? Tengo que saberlo. Si me sobra tiempo te la har. Si no, no. Me acerqu y volv a sentarme en el lavabo. Con quin sales hoy? Con la Fitzgerald? No fastidies! Ya te he dicho que he roto con esa cerda. Ah, s? Pues psamela, hombre. En serio. Es mi tipo. Puedes quedrtela, pero es muy mayor para ti. De pronto y sin ningn motivo, excepto que tena ganas de hacer el ganso, se me ocurri saltar del lavabo y hacerle a Stradlater un medio-nelson, una llave de lucha libre que consiste en agarrar al otro to por el cuello con un brazo y apretar hasta asfixiarle si te da la gana. As que lo hice. Me lanc sobre l como una pantera. No jorobes, Holden! dijo Stradlater. No tena ganas de bromas porque estaba afeitndose. Quieres que me corte la cabeza, o qu? Pero no le solt. Le tena bien agarrado. A que no te libras de mi brazo de hierro? le dije. Mira que eres pesado! Dej la mquina de afeitar. De pronto levant los brazos y me oblig a soltarle. Tena muchsima fuerza y yo soy la mar de dbil. A ver si dejas ya de jorobar! dijo. Empez a afeitarse otra vez. Siempre lo haca dos veces para estar guapsimo. Y con la misma cuchilla asquerosa. Y si no has salido con la Fitzgerald, con quin entonces? le pregunt. Haba vuelto a sentarme en el lavabo. Con Phyllis Smith? No, iba a salir con ella, pero se complicaron las cosas. Ha venido la compaera de cuarto de Bud Thaw. Ah! Se me olvidaba! Te conoce. Quin? pregunt. Esa chica. S? le dije. Cmo se llama? Aquello me interesaba muchsimo. Espera. Ah, s! Jean Gallaher. Atiza! Cuando lo o por poco me desmayo. Jane Gallaher! le dije. Hasta me levant del lavabo. No me mor de milagro. Claro que la conozco! Viva muy cerca de la casa donde pasamos el verano el ao antepasado. Tena un Dobberman Pinscher. Por eso la conoc. El perro vena todo el tiempo a nuestra... Me ests tapando la luz, Holden dijo Stradlater. Tienes que ponerte precisamente ah? Jo! Qu nervioso me haba puesto! De verdad. Dnde est? le pregunt. Debera bajar a decirle hola. Est en el anejo? S. Cmo es que habis hablado de m? Va a B. M. ahora? Me dijo que iba a ir o all o a Shipley. Cre que al final haba decidido ir a Shipley. Pero, cmo es que habis hablado de m? Estaba excitadsimo, de verdad. No lo s. Levntate, quieres? Te has sentado encima de mi toalla me haba sentado en su toalla. Jane Gallaher! No poda creerlo! Quin lo iba a decir! Stradlater se estaba poniendo Vitalis en el pelo. Mi Vitalis. Sabe bailar muy bien le dije. Baila ballet. Practicaba siempre dos horas al da aunque hiciera un calor horroroso. Tena mucho miedo de que se le estropearan las piernas con eso, vamos, de que se le pusieran gordas. Jugbamos a las damas todo el tiempo. A qu? A las damas. A las damas? No fastidies! S. Ella nunca las mova. Cuando tena una dama nunca la mova. La dejaba en la fila de atrs. Le gustaba verlas as, todas alineadas. No las mova. Stradlater no dijo nada. Esas cosas nunca le interesan a casi nadie. Su madre era socia del mismo club que nosotros. Yo recoga las pelotas de vez en cuando para ganarme unas perras. Un par de veces me toc con ella. No le daba a la bola ni por casualidad. Stradlater ni siquiera me escuchaba. Se estaba peinando sus maravillosos bucles. Voy a bajar a decirle hola. Anda s, ve. Bajar dentro de un momento. Volvi a hacerse la raya. Tardaba en peinarse como media hora. Sus padres estaban divorciados y su madre se haba casado por segunda vez con un to que beba de lo lindo. Un hombre muy flaco con unas piernas todas peludas. Me acuerdo estupendamente. Llevaba shorts todo el tiempo. Jane me dijo que escriba para el teatro o algo as, pero yo siempre le vea bebiendo y escuchando todos los programas de misterio que daban por la radio. Y se paseaba en pelota por toda la casa. Delante de Jane y todo. S? dijo Stradlater. Aquello s que le interes. Lo del borracho que se paseaba desnudo por delante de Jane. Todo lo que tuviera que ver con el sexo, le encantaba al muy hijoputa. Ha tenido una infancia terrible. De verdad. Pero eso a Stradlater ya no le interesaba. Lo que le gustaba era lo otro. Jane Gallaher! Qu gracia! no poda dejar de pensar en ella. Tengo que bajar a saludarla. Por qu no vas de una vez en vez de dar tanto la lata? dijo Stradlater. Me acerqu a la ventana pero no pude ver nada porque estaba toda empaada. En este momento no tengo ganas le dije. Y era verdad. Hay que estar en vena para esas cosas. Cre que estudiaba en Shipley. Lo hubiera jurado. Me pase un rato por los lavabos. No tena otra cosa que hacer. Le ha gustado el partido? dije. S. Supongo que s. No lo s. Te ha dicho que jugbamos a las damas todo el tiempo? Yo qu s. Y no jorobes ms, por Dios! Slo acabo de conocerla. Haba terminado de peinarse su hermosa mata de pelo y estaba guardando todas sus marranadas en el neceser. Oye, dale recuerdos mos, quieres? Bueno dijo Stradlater, pero me qued convencido de que no lo hara. Esos tos nunca dan recuerdos a nadie. Se fue, y yo an segu un rato en los lavabos pensando en Jane. Luego volv tambin a la habitacin. Oye le dije, no le digas que me han echado, eh? Bueno. Eso era lo que me gustaba de Stradlater. Nunca tena uno que darle cientos de explicaciones como haba que hacer con Ackley. Supongo que en el fondo era porque no le importaba un pito. Se puso mi chaqueta de pata de gallo. No me la estires por todas partes le dije. Slo me la haba puesto dos veces. No. Dnde habr dejado mis cigarrillos? Estn en el escritorio le dije. Nunca se acordaba de dnde pona nada. Debajo de la bufanda. Los cogi y se los meti en el bolsillo de la chaqueta. De mi chaqueta. Me puse la visera de la gorra hacia delante para variar. De repente me entraron unos nervios horrorosos. Soy un tipo muy nervioso. Oye, adonde vais a ir? Lo sabes ya? le pregunt. No. Si nos da tiempo iremos a Nueva York. Pero no creo. No ha pedido permiso ms que hasta las nueve y media. No me gust el tono en que lo dijo y le contest: Ser porque no saba lo guapo y lo fascinante que eres. Si lo hubiera sabido habra pedido permiso hasta las nueve y media de la maana. Desde luego dijo Stradlater. No haba forma de hacerle enfadar. Se lo tena demasiado credo. Ahora en serio. Escrbeme esa composicin dijo. Se haba puesto el abrigo y estaba a punto de salir. No hace falta que te mates. Pero eso s, ya sabes, que sea de muchsima descripcin, eh? No le contest. No tena ganas. Slo le dije: Pregntale si sigue dejando todas las damas en la lnea de atrs. Bueno dijo Stradlater, pero estaba seguro de que no se lo iba a preguntar. Que te diviertas! dijo. Y luego sali dando un portazo. Cuando se fue, me qued sentado en el silln como media hora. Quiero decir slo sentado, sin hacer nada ms, excepto pensar en Jane y en que haba salido con Stradlater. Me puse tan nervioso que por poco me vuelvo loco. Ya les he dicho lo obsesionado que estaba Stradlater con eso del sexo. De pronto Ackley se col en mi habitacin a travs de la ducha, como haca siempre. Por una vez me alegr de verle. As dejaba de pensar en otras cosas. Se qued all hasta la hora de cenar hablando de todos los tos de Pencey a quienes odiaba a muerte y reventndose un grano muy gordo que tena en la barbilla. Ni siquiera sac el pauelo para hacerlo. Yo creo que el muy cabrn ni siquiera tena pauelos. Yo nunca le vi ninguno. Captulo 5 Los sbados por la noche siempre cenbamos lo mismo en Pencey. Lo consideraban una gran cosa porque nos daban un filete. Apostara la cabeza a que lo hacan porque como el domingo era da de visita, Thurmer pensaba que todas las madres preguntaran a sus hijos qu haban cenado la noche anterior y el nio contestara: Un filete. Menudo timo! Haba que ver el tal filete. Un pedazo de suela seca y dura que no haba por dnde meterle mano. Para acompaarlo, nos daban un pur de patata lleno de grumos y, de postre, un bizcocho negruzco que slo se coman los de la elemental, que a los pobres lo mismo les daba, y tipos como Ackley que se zampaban lo que les echaran. Pero cuando salimos del comedor tengo que reconocer que fue muy bonito. Haban cado como tres pulgadas de nieve y segua nevando a manta. Estaba todo precioso. Empezamos a tirarnos bolas unos a otros y a hacer el indio como locos. Fue un poco cosa de cros, pero nos divertimos muchsimo. Como no tena plan con ninguna chica, yo y un amigo mo, un tal Mal Brossard que estaba en el equipo de lucha libre, decidimos irnos en autobs a Agerstown a comer una hamburguesa y ver alguna porquera de pelcula. Ninguno de los dos tena ninguna gana de pasarse la noche mano sobre mano. Le pregunt a Mal si le importaba que viniera Ackley con nosotros. Se me ocurri decrselo porque Ackley nunca haca nada los sbados por la noche. Se quedaba en su habitacin a reventarse granos. Mal dijo que no le importaba, pero que tampoco le volva loco la idea. La verdad es que Ackley no le caa muy bien. Nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones a arreglarnos un poco y mientras me pona los chanclos le grit a Ackley que si quera venirse al cine con nosotros. Me oy perfectamente a travs de las cortinas de la ducha, pero no dijo nada. Era de esos tos que tardan una hora en contestar. Al final vino y me pregunt con quin iba. Les juro que si un da naufragara y fueran a rescatarle en una barca, antes de dejarse salvar preguntara quin iba remando. Le dije que iba con Mal Brossard. Ese cabrn... Bueno. Espera un segundo. Cualquiera dira que le estaba haciendo a uno un favor. Tard en arreglarse como cinco horas. Mientras esperaba me fui a la ventana, la abr e hice una bola de nieve directamente con las manos, sin guantes ni nada. La nieve estaba perfecta para hacer bolas. Iba a tirarla a un coche que haba aparcado al otro lado de la calle, pero al final me arrepent. Daba pena con lo blanco y limpio que estaba. Luego pens en tirarla a una boca de agua de esas que usan los bomberos, pero tambin estaba muy bonita tan nevada. Al final no la tir. Cerr la ventana y me puse a pasear por la habitacin apelmazando la bola entre las manos. Todava la llevaba cuando subimos al autobs. El conductor abri la puerta y me oblig a tirarla. Le dije que no pensaba echrsela a nadie, pero no me crey. La gente nunca se cree nada. Brossard y Ackley haban visto ya la pelcula que ponan aquella noche, as que nos comimos un par de hamburguesas, jugamos un poco a la mquina de las bolitas, y volvimos a Pencey en el autobs. No me import nada no ir al cine. Ponan una comedia de Cary Grant, de esas que son un rollazo. Adems no me gustaba ir al cine con Brossard ni con Ackley. Los dos se rean como hienas de cosas que no tenan ninguna gracia. No haba quien lo aguantara. Cuando volvimos al colegio eran las nueve menos cuarto. Brossard era un manitico del bridge y empez a buscar a alguien con quien jugar por toda la residencia. Ackley, para variar, aparc en mi habitacin, slo que esta vez en lugar de sentarse en el silln de Stradlater se tir en mi cama y el muy marrano hundi la cara en mi almohada. Luego empez a hablar con una voz de lo ms montona y a reventarse todos sus granos. Le ech con mil indirectas, pero el to no se largaba. Sigui, dale que te pego, hablando de esa chica con la que deca que se haba acostado durante el verano. Me lo haba contado ya cien veces, y cada vez de un modo distinto. Una te deca que se la haba tirado en el Buick de su primo, y a la siguiente que en un muelle. Naturalmente todo era puro cuento. Era el to ms virgen que he conocido. Hasta dudo que hubiera metido mano a ninguna. Al final le dije por las buenas que tena que escribir una composicin para Stradlater y que a ver si se iba para que pudiera concentrarme un poco. Por fin se larg, pero al cabo de remolonear horas y horas. Cuando se fue me puse el pijama, la bata y la gorra de caza y me sent a escribir la composicin. Lo malo es que no poda acordarme de ninguna habitacin ni de ninguna casa como me haba dicho Stradlater. Pero como de todas formas no me gusta escribir sobre cuartos ni edificios ni nada de eso, lo que hice fue describir el guante de bisbol de mi hermano Allie, que era un tema estupendo para una redaccin. De verdad. Era un guante para la mano izquierda porque mi hermano era zurdo. Lo bonito es que tena poemas escritos en tinta verde en los dedos y por todas partes. Allie los escribi para tener algo que leer cuando estaba en el campo esperando. Ahora Allie est muerto. Muri de leucemia el 18 de julio de 1946 mientras pasbamos el verano en Maine. Les hubiera gustado conocerle. Tena dos aos menos que yo y era cincuenta veces ms inteligente. Era enormemente inteligente. Sus profesores escriban continuamente a mi madre para decirle que era un placer tener en su clase a un nio como mi hermano. Y no lo decan porque s. Lo decan de verdad. Pero no era slo el ms listo de la familia. Era tambin el mejor en muchos otros aspectos. Nunca se enfadaba con nadie. Dicen que los pelirrojos tienen mal genio, pero Allie era una excepcin, y eso que tena el pelo ms rojo que nadie. Les contar un caso para que se hagan una idea. Empec a jugar al golf cuando tena slo diez aos. Recuerdo una vez, el verano en que cumpl los doce aos, que estaba jugando y de repente tuve el presentimiento de que si me volva vera a Allie. Me volv y all estaba mi hermano, montado en su bicicleta, al otro lado de la cerca que rodeaba el campo de golf. Estaba nada menos que a unas ciento cincuenta yardas de distancia, pero le vi claramente. Tan rojo tena el pelo. Dios, qu buen chico era! A veces en la mesa se pona a pensar en alguna cosa y se rea tanto que poco le faltaba para caerse de la silla. Cuando muri tena slo trece aos y pensaron en llevarme a un siquiatra y todo porque hice aicos todas las ventanas del garaje. Comprendo que se asustaran. De verdad. La noche que muri dorm en el garaje y romp todos los cristales con el puo slo de la rabia que me dio. Hasta quise romper las ventanillas del coche que tenamos aquel verano, pero me haba roto la mano y no pude hacerlo. Pensarn que fue una estupidez pero es que no me daba cuenta de lo que haca y adems ustedes no conocan a Allie. Todava me duele la mano algunas veces cuando llueve y no puedo cerrar muy bien el puo, pero no me importa mucho porque no pienso dedicarme a cirujano, ni a violinista, ni a ninguna de esas cosas. Pero, como les deca, escrib la redaccin sobre el guante de bisbol de Allie. Daba la casualidad de que lo tena en la maleta as que copi directamente los poemas que tena escritos. Slo que cambi el nombre de Allie para que nadie se diera cuenta de que era mi hermano y pensaran que era el de Stradlater. No me gust mucho usar el guante para una composicin, pero no se me ocurra otra cosa. Adems, como tema me gustaba. Tard como una hora porque tuve que utilizar la mquina de escribir de Stradlater, que se atascaba continuamente. La ma se la haba prestado a un to del mismo pasillo. Cuando acab eran como las diez y media. Como no estaba cansado, me puse a mirar por la ventana. Haba dejado de nevar, pero de vez en cuando se oa el motor de un coche que no acababa de arrancar. Tambin se oa roncar a Ackley. Los ronquidos pasaban a travs de las cortinas de la ducha. Tena sinusitis y no poda respirar muy bien cuando dorma. Lo que es el to tena de todo: sinusitis, granos, una dentadura horrible, halitosis y unas uas espantosas. El muy cabrn daba hasta un poco de lstima. Captulo 6 Hay cosas que cuesta un poco recordarlas. Estoy pensando en cuando Stradlater volvi aquella noche despus de salir con Jane. Quiero decir que no s qu estaba haciendo yo exactamente cuando o sus pasos acercarse por el pasillo. Probablemente segua mirando por la ventana, pero la verdad es que no me acuerdo. Quiz porque estaba muy preocupado, y cuando me preocupo mucho me pongo tan mal que hasta me dan ganas de ir al bao. Slo que no voy porque no puedo dejar de preocuparme para ir. Si ustedes hubieran conocido a Stradlater les habra pasado lo mismo. He salido con l en plan de parejas un par de veces, y s perfectamente por qu lo digo. No tena el menor escrpulo. De verdad. El pasillo tena piso de linleum y se oan perfectamente las pisadas acercndose a la habitacin. Ni siquiera s dnde estaba sentado cuando entr, si en la repisa de la ventana, en mi silln, o en el suyo. Les juro que no me acuerdo. Entr quejndose del fro que haca. Luego dijo: Dnde se ha metido todo el mundo? Esto parece el depsito de cadveres. Ni me molest en contestarle. Si era tan imbcil que no se daba cuenta de que todos estaban durmiendo o pasando el fin de semana en casa, no iba a molestarme yo en explicrselo. Empez a desnudarse. No dijo nada de Jane. Ni una palabra. Yo slo le miraba. Todo lo que hizo fue darme las gracias por haberle prestado la chaqueta de pata de gallo. La colg en una percha y la meti en el armario. Luego, mientras se quitaba la corbata, me pregunt si haba escrito la redaccin. Le dije que la tena encima de la cama. La cogi y se puso a leerla mientras se desabrochaba la camisa. Ah se qued, leyndola, mientras se acariciaba el pecho y el estmago con una expresin de estupidez supina en la cara. Siempre estaba acaricindose el pecho y la cara. Se quera con locura, el to. De pronto dijo: Pero, a quin se le ocurre, Holden? Has escrito sobre un guante de bisbol! Y qu? le contest ms fro que un tmpano. Cmo que y qu? Te dije que describieras un cuarto o algo as. Dijiste que no importaba con tal que fuera descripcin. Qu ms da que sea sobre un guante de bisbol? Maldita sea! estaba negro el to. Furiossimo. Todo tienes que hacerlo al revs me mir. No me extraa que te echen de aqu. Nunca haces nada a derechas. Nada. Muy bien. Entonces devulvemela le dije. Se la arranqu de la mano y la romp. Por qu has hecho eso? dijo. Ni siquiera le contest. Ech los trozos de papel a la papelera, y luego me tumb en la cama. Los dos guardamos silencio un buen rato. El se desnud hasta quedarse en calzoncillos y yo encend un cigarrillo. Estaba prohibido fumar en la residencia, pero a veces lo hacamos cuando todos estaban dormidos o en sus casas y nadie poda oler el humo. Adems lo hice a propsito para molestar a Stradlater. Le sacaba de quicio que alguien hiciera algo contra el reglamento. El jams fumaba en la habitacin. Slo yo. Segua sin decir una palabra sobre Jane, as que al final le pregunt: Cmo es que vuelves a esta hora si ella slo haba pedido permiso hasta las nueve y media? La hiciste llegar tarde? Estaba sentado al borde de su cama cortndose las uas de los pies. Slo un par de minutos dijo. A quin se le ocurre pedir permiso hasta esa hora un sbado por la noche? Dios mo! Cmo le odiaba! Fuisteis a Nueva York? le dije. Ests loco? Cmo bamos a ir a Nueva York si slo tenamos hasta las nueve y media? Mala suerte me mir. Oye, si no tienes ms remedio que fumar, te importara hacerlo en los lavabos? T te largas de aqu, pero yo me quedo hasta que me grade. No le hice caso. Segu fumando como una chimenea. Me di la vuelta, me qued apoyado sobre un codo y le mir mientras se cortaba las uas. Menudo colegio! Adonde uno mirase, siempre vea a un to o cortndose las uas o reventndose granos. Le diste recuerdos mos? S. El muy cabrn menta como un cosaco. Qu dijo? Sigue dejando todas las damas en la fila de atrs? No se lo pregunt. No pensars que nos hemos pasado la noche jugando a las damas, no? No le contest. Jo! Cmo le odiaba! Si no fuisteis a Nueva York, qu hicisteis? No poda controlarme. La voz me temblaba de una manera horrorosa. Qu nervioso estaba! Tena el presentimiento de que haba pasado algo. Estaba acabando de cortarse las uas de los pes. Se levant de la cama en calzoncillos, tal como estaba, y empez a hacer el idiota. Se acerc a mi cama y, de broma, me dio una serie de puetazos en el hombro. Deja ya de hacer el indio! le dije. Adonde la has llevado? A ninguna parte. No bajamos del coche. Volvi a darme otro puetazo en el hombro. Venga, no jorobes! le dije. Del coche de quin? De Ed Banky. Ed Banky era el entrenador de baloncesto. Protega mucho a Stradlater porque era el centro del equipo. Por eso le prestaba su coche cuando quera. Estaba prohibido que los alumnos usaran los coches de los profesores, pero esos cabrones deportistas siempre se protegan unos a otros. En todos los colegios donde he estado pasaba lo mismo. Stradlater sigui atizndome en el hombro. Llevaba el cepillo de dientes en la mano y se lo meti en la boca. Qu hiciste? Tirrtela en el coche de Ed Banky? cmo me temblaba la voz! Vaya manera de hablar! Quieres que te lave la boca con jabn? Eso es lo que hiciste, no? Secreto profesional, amigo. No me acuerdo muy bien de qu pas despus. Lo nico que recuerdo es que salt de la cama como si tuviera que ir al bao o algo as y que quise pegar con todas mis fuerzas en el cepillo de dientes para clavrselo en la garganta. Slo que fall. No saba ni lo que haca. Le alcanc en la sien. Probablemente le hice dao, pero no tanto como quera. Podra haberle hecho mucho ms, pero le pegu con la derecha y con esa mano no puedo cerrar muy bien el puo por lo de aquella fractura de que les habl. Pero, como iba diciendo, cuando me quise dar cuenta estaba tumbado en el suelo y tena encima a Stradlater con la cara roja de furia. Se me haba puesto de rodillas sobre el pecho y pesaba como una tonelada. Me sujetaba las muecas para que no pudiera pegarle. Le habra matado. Qu te ha dado? repeta una y otra vez con la cara cada vez ms colorada. Qutame esas cochinas rodillas de encima! le dije casi gritando. Qutate de encima, cabrn! No me hizo caso. Sigui sujetndome las muecas mientras yo le gritaba hijoputa como cinco mil veces seguidas. No recuerdo exactamente lo que le dije despus, pero fue algo as como que crea que poda tirarse a todas las tas que le diera la gana y que no le importaba que una chica dejara todas las damas en la ltima fila ni nada, porque era un tarado. Le pona negro que le llamara tarado. No s por qu, pero a todos los tarados les revienta que se lo digan. Cllate, Holden! me grit con la cara como la grana. Te lo aviso. Si no te callas, te parto la cara! Estaba hecho una fiera. Qutame esas cochinas rodillas de encima! le dije. Si lo hago, te callars? No le contest. Holden, si te dejo en paz, te callars? .repiti. S. Me dej y me levant. Me dola el pecho horriblemente porque me lo haba aplastado con las rodillas. Eres un cochino, un tarado y un hijoputa! le dije. Aquello fue la puntilla. Me plant la manaza delante de la cara. ndate con ojo, Holden! Te lo digo por ltima vez! Si no te callas te voy a... Por qu tengo que callarme? le dije casi a gritos. Eso es lo malo que tenis todos vosotros los tarados. Que nunca queris admitir nada. Por eso se os reconoce en seguida. No podis hablar normalmente de... Se lanz sobre m y en un abrir y cerrar de ojos me encontr de nuevo en el suelo. No s si lleg a dejarme K.O. o no. Creo que no. Me parece que eso slo pasa en las pelculas. Pero la nariz me sangraba a chorros. Cuando abr los ojos lo tena encima de m. Llevaba su neceser debajo del brazo. Por qu no has de callarte cuando te lo digo? me dijo. Estaba muy nervioso. Creo que tena miedo de haberme fracturado el crneo cuando me peg contra el suelo. Ojal me lo hubiera roto! T te lo has buscado, qu leches! Jo! No estaba poco preocupado el to! Ve a lavarte la cara, quieres? me dijo. Le contest que por qu no iba a lavrsela l, lo cual fue una estupidez, lo reconozco, pero estaba tan furioso que no se me ocurri nada mejor. Le dije que camino del bao no dejara de cepillarse a la seora Schmidt, que era la mujer del portero y tena sesenta y cinco aos. Me qued sentado en el suelo hasta que o a Stradlater cerrar la puerta y alejarse por el pasillo hacia los lavabos. Luego me levant. Me puse a buscar mi gorra de caza pero no poda dar con ella. Al fin la encontr. Estaba debajo de la cama. Me la puse con la visera para atrs como a m me gustaba, y me fui a mirar al espejo. Estaba hecho un Cristo. Tena sangre por toda la boca, por la barbilla y hasta por el batn y el pijama. En parte me asust y en parte me fascin. Me daba un aspecto de duro de pelcula impresionante. Slo he tenido dos peleas en mi vida y las he perdido las dos. La verdad es que de duro no tengo mucho. Si quieren que les diga la verdad, soy pacifista. Pens que Ackley habra odo todo el escndalo y estara despierto, as que cruc por la ducha y me met en su habitacin para ver qu estaba haciendo. No sola ir mucho a su cuarto. Siempre se respiraba all un tufillo raro por lo descuidado que era en eso del aseo personal. Captulo 7 Por entre las cortinas de la ducha se filtraba en su cuarto un poco de luz. Estaba en la cama, pero se le notaba que no dorma. Ackley le pregunt. Ests despierto? S. Haba tan poca luz que tropec con un zapato y por poco me rompo la crisma. Ackley se incorpor en la cama y se qued apoyado sobre un brazo. Se haba puesto por toda la cara una pomada blanca para los granos. Daba miedo verle as en medio de aquella oscuridad. Qu haces? Cmo que qu hago? Estaba a punto de dormirme cuando os pusisteis a armar ese escndalo. Por qu os peleabais? Dnde est la llave de la luz? tante la pared con la mano. Para qu quieres luz? Est ah, a la derecha. Al fin la encontr. Ackley se puso la mano a modo de visera para que el resplandor no le hiciera dao a los ojos. Qu barbaridad! dijo. Qu te ha pasado? Se refera a la sangre. Me pele con Stradlater le dije. Luego me sent en el suelo. Nunca tenan sillas en esa habitacin. No s qu hacan con ellas. Oye le dije, jugamos un poco a la canasta? era un adicto a la canasta. Ests sangrando. Yo que t me pondra algo ah. Djalo, ya parar. Bueno, qu dices? Jugamos a la canasta o no? A la canasta ahora? Tienes idea de la hora que es? No es tarde. Deben ser slo como las once y media. Y te parece pronto? dijo Ackley. Maana tengo que levantarme temprano para ir a misa y a vosotros no se os ocurre ms que pelearos a media noche. Quieres decirme que os pasaba? Es una historia muy larga y no quiero aburrirte. Lo hago por tu bien, Ackley le dije. Nunca le contaba mis cosas, sobre todo porque era un estpido. Stradlater comparado con l era un verdadero genio. Oye le dije, puedo dormir en la cama de Ely esta noche? No va a volver hasta maana, no? Ackley saba muy bien que su compaero de cuarto pasaba en su casa todos los fines de semana. Yo qu s cundo piensa volver! contest. Jo! Qu mal me sent aquello! Cmo que no sabes cundo piensa volver? Nunca vuelve antes del domingo por la noche. Pero yo no puedo dar permiso para dormir en su cama a todo el que se presente aqu por las buenas. Aquello era el colmo. Sin moverme de donde estaba, le di unas palmaditas en el hombro. Eres un verdadero encanto, Ackley, tesoro. Lo sabes, verdad? No, te lo digo en serio. No puedo decirle a todo el que... Un encanto. Y un caballero de los que ya no quedan le dije. Y era verdad. Tienes por casualidad un cigarrillo? Dime que no, o me desmayar del susto. Pues la verdad es que no tengo. Oye, por qu os habis peleado? No le contest. Me levant y me acerqu a la ventana. De pronto senta una soledad espantosa. Casi me entraron ganas de estar muerto. Venga, dime, por qu os peleabais? me pregunt por centsima vez. Qu rollazo era el to! Por ti le dije. Por m? No fastidies! S. Sal en defensa de tu honor. Stradlater dijo que tenas un carcter horroroso y yo no poda consentir que dijera eso. El asunto le interes muchsimo. De verdad? No me digas! Ha sido por eso? Le dije que era una broma y me tumb en la cama de Ely. Jo! Estaba hecho polvo! En mi vida me haba sentido tan solo. En esta habitacin apesta le dije. Hasta aqu llega el olor de tus calcetines. Es que no los mandas nunca a la lavandera? Si no te gusta cmo huele, ya sabes lo que tienes que hacer dijo Ackley. Era la mar de ingenioso. Y si apagaras la luz? No le hice caso. Segua tumbado en la cama de Ely pensando en Jane. Me volva loco imaginrmela con Stradlater en el coche de ese cretino de Ed Banky aparcado en alguna parte. Cada vez que lo pensaba me entraban ganas de tirarme por la ventana. Claro, ustedes no conocen a Stradlater, pero yo s le conoca. Los chicos de Pencey Ackley por ejemplo se pasaban el da hablando de que se haban acostado con tal o cual chica, pero Stradlater era uno de los pocos que lo haca de verdad. Yo conoca por lo menos a dos que l se haba cepillado. En serio. Cuntame la fascinante historia de tu vida, Ackley, tesoro. Por qu no apagas la luz? Maana tengo que levantarme temprano para ir a misa. Me levant y la apagu para ver si con eso se callaba. Luego volv a tumbarme. Qu vas a hacer? Dormir en la cama de Ely? Jo! Era el perfecto anfitrin! Puede que s, puede que no. T no te preocupes. No, si no me preocupo. Slo que si aparece Ely y se encuentra a un to acostado en... Tranquilo. No tengas miedo que no voy a dormir aqu. No quiero abusar de tu exquisita hospitalidad. A los dos minutos Ackley roncaba como un energmeno. Yo segua acostado en medio de la oscuridad tratando de no pensar en Jane, ni en Stradlater, ni en el puetero coche de Ed Banky. Pero era casi imposible. Lo malo es que me saba de memoria la tcnica de mi compaero de cuarto, y eso empeoraba mucho la cosa. Una vez sal con l y con dos chicas. Fuimos en coche. Stradlater iba detrs y yo delante. Vaya escuela que tena! Empez por largarle a su pareja un rollo largusimo en una voz muy baja y as como muy sincera, como si adems de ser muy guapo fuera muy buena persona, un to de lo ms ntegro. Slo orle daban ganas de vomitar. La chica no haca ms que decir: No, por favor. Por favor, no. Por favor... Pero Stradlater sigui dale que te pego con esa voz de Abraham Lincoln que sacaba el muy cabrn, y al final se hizo un silencio espantoso. No saba uno ni adonde mirar. Creo que aquella noche no lleg a tirarse a la chica, pero por poco. Por poqusimo. Mientras segua all tumbado tratando de no pensar, o a Stradlater que volva de los lavabos y entraba en nuestra habitacin. Le o guardar los trastos de aseo y abrir la ventana. Tena una mana horrorosa con eso del aire fresco. Al poco rato apag la luz. Ni se molest en averiguar qu haba sido de m. Hasta la calle estaba deprimente. Ya no se oa pasar ningn coche ni nada. Me sent tan triste y tan solo que de pronto me entraron ganas de despertar a Ackley. Oye, Ackley le dije en voz muy baja para que Stradlater no me oyera a travs de las cortinas de la ducha. Pero Ackley sigui durmiendo. Oye, Ackley! Nada. Dorma como un tronco. Eh! Ackley! Aquella vez s me oy. Qu te pasa ahora? No ves que estoy durmiendo? Oye, qu hay que hacer para entrar en un monasterio? se me acababa de ocurrir la idea de hacerme monje. Hay que ser catlico y todo eso? Claro que hay que ser catlico! Cabrn! Y me despiertas para preguntarme esa estupidez? Vulvete a dormir. De todas formas acabo de decidir que no quiero ir a ningn monasterio. Con la suerte que tengo ira a dar con los monjes ms hijoputas de todo el pas. Por lo menos con los ms estpidos... Cuando me oy decir eso, Ackley se sent en la cama de un salto. yeme bien! me dijo. No me importa lo que digas de m ni de nadie. Pero si te metes con mi religin te juro que... No te sulfures le dije. Nadie se mete con tu religin. Me levant de la cama y me dirig a la puerta. En el camino me par, le cog una mano, y le di un fuerte apretn. El la retir de un golpe. Qu te ha dado ahora? me dijo. Nada. Slo quera darte las gracias por ser un to tan fenomenal. Eres todo corazn. Lo sabes, verdad Ackley, tesoro? Imbcil! Un da te vas a encontrar con... No me molest en esperar a or el final de la frase. Cerr la puerta y sal al pasillo. Todos estaban durmiendo o en sus casas, y aquel corredor estaba de lo ms solitario y deprimente. Junto a la puerta del cuarto de Leahy y de Hoffman haba una caja vaca de pasta dentfrica y fui dndole patadas hasta las escaleras con las zapatillas forradas de piel que llevaba puestas. Iba a bajar para ver qu haca Mal Brossard, pero de pronto cambi de idea. Decid irme de Pencey aquella misma noche sin esperar hasta el mircoles. Me ira a un hotel de Nueva York, un hotel barato, y me dedicara a pasarlo bien un par de das. Luego, el mircoles, me presentara en casa descansado y de buen humor. Supona que mis padres no recibiran la carta de Thurmer con la noticia de mi expulsin hasta el martes o el mircoles, y no quera llegar antes de que la hubieran ledo y digerido. No quera estar delante cuando la recibieran. Mi madre con esas cosas se pone totalmente histrica. Luego, una vez que se ha hecho a la idea, se le pasa un poco. Adems, necesitaba unas vacaciones. Tena los nervios hechos polvo. De verdad. As que decid hacer eso. Volv a mi cuarto, encend la luz y empec a recoger mis cosas. Tena una maleta casi hecha. Stradlater ni siquiera se despert. Encend un cigarrillo, me vest, baj las dos maletas que tena, y me puse a guardar lo que me quedaba por recoger. Acab en dos minutos. Para todo eso soy la mar de rpido. Una cosa me deprimi un poco mientras haca el equipaje. Tuve que guardar unos patines completamente nuevos que me haba mandado mi madre haca unos pocos das. De pronto me dio mucha pena. Me la imagin yendo a Spauldings y hacindole al dependiente un milln de preguntas absurdas. Y todo para que me expulsaran otra vez. Me haba comprado los patines que no eran; yo le haba pedido de carreras y ella me los haba mandado de hockey, pero aun as me dio lstima. Casi siempre que me hacen un regalo acaban por dejarme hecho polvo. Cuando cerr las maletas me puse a contar el dinero que tena. No me acordaba exactamente de cunto era, pero deba ser bastante. Mi abuela acababa de mandarme un fajo de billetes. La pobre est ya bastante ida tiene ms aos que un camello y me manda dinero para mi cumpleaos como cuatro veces al ao. Aunque la verdad es que tena bastante, decid que no me vendran mal unos cuantos dlares ms. Nunca se sabe lo que puede pasar. As que me fui a ver a Frederick Woodruff, el to a quien haba prestado la mquina de escribir, y le pregunt cunto me dara por ella. El tal Frederick tena ms dinero que pesaba. Me dijo que no saba, que la verdad era que no le interesaba mucho la mquina, pero al final me la compr. Haba costado noventa dlares y no quiso darme ms de veinte. Estaba furioso porque le haba despertado. Cuando me iba, ya con maletas y todo, me par un momento junto a las escaleras y mir hacia el pasillo. Estaba a punto de llorar. No saba por qu. Me cal la gorra de caza roja con la visera echada hacia atrs, y grit a pleno pulmn: Que durmis bien, tarados! Apuesto a que despert hasta al ltimo cabrn del piso. Luego me fui. Algn imbcil haba ido tirando cscaras de cacahuetes por todas las escaleras y no me romp una pierna de milagro. Captulo 8 Como era ya muy tarde para llamar a un taxi, decid ir andando hasta la estacin. No estaba muy lejos, pero haca un fro de mil demonios y las maletas me iban chocando contra las piernas todo el rato. Aun as daba gusto respirar ese aire tan Limpio. Lo nico malo era que con el fro empez a dolerme la nariz y tambin el labio de arriba por dentro, justo en el lugar en que Stradlater me haba pegado un puetazo. Me haba clavado un diente en la carne y me dola muchsimo. La gorra que me haba comprado tena orejeras, as que me las baj sin importarme el aspecto que pudiera darme ni nada. De todos modos las calles estaban desiertas. Todo el mundo dorma a pierna suelta. Por suerte cuando llegu a la estacin slo tuve que esperar como diez minutos. Mientras llegaba el tren cog un poco de nieve del suelo y me lav con ella la cara. An tena bastante sangre. Por lo general me gusta mucho ir en tren por la noche, cuando va todo encendido por dentro y las ventanillas parecen muy negras, y pasan por el pasillo esos hombres que van vendiendo caf, bocadillos y peridicos. Yo suelo comprarme un bocadillo de jamn y algo para leer. No s por qu, pero en el tren y de noche soy capaz hasta de tragarme sin vomitar una de esas novelas idiotas que publican las revistas. Ya saben, esas que tienen por protagonista un to muy cursi, de mentn muy masculino, que siempre se llama David, y una ta de la misma calaa que se llama Linda o Marcia y que se pasa el da encendindole la pipa al David de marras. Hasta eso puedo tragarme cuando voy en tren por la noche. Pero esa vez no s qu me pasaba que no tena ganas de leer, y me qued all sentado sin hacer nada. Todo lo que hice fue quitarme la gorra y metrmela en el bolsillo. Cuando llegamos a Trenton, subi al tren una seora y se sent a mi lado. El vagn iba prcticamente vaco porque era ya muy tarde, pero ella se sent al lado mo porque llevaba una bolsa muy grande y yo iba en el primer asiento. No se le ocurri ms que plantar la bolsa en medio del pasillo, donde el revisor y todos los pasajeros pudieran tropezar con ella. Llevaba en el abrigo un prendido de orqudeas como si volviera de una fiesta. Deba tener como cuarenta o cuarenta y cinco aos y era muy guapa. Me encantan las mujeres. De verdad. No es que est obsesionado por el sexo, aunque claro que me gusta todo eso. Lo que quiero decir es que las mujeres me hacen muchsima gracia. Siempre van y plantan sus cosas justo en medio del pasillo. Pero, como deca, bamos sentados uno al lado del otro, cuando de pronto me dijo: Perdona, pero eso, no es una etiqueta de Pencey? iba mirando las maletas que haba colocado en la red. S le dije. Y era verdad. 'En una de las maletas llevaba una etiqueta del colegio. Una gilipollez, lo reconozco. Eres alumno de Pencey? me pregunt. Tena una voz muy bonita, de esas que suenan estupendamente por telfono. Debera llevar siempre un telfono a mano. S le dije. Qu casualidad! Entonces tienes que conocer a mi hijo. Se llama Ernest Morrow y estudia en Pencey. S, claro que le conozco. Est en mi clase. Su hijo era sin lugar a dudas el hijoputa mayor que haba pasado jams por el colegio. Cuando volva de los lavabos a su habitacin iba siempre pegando a todos en el trasero con la toalla mojada. Eso da la medida de lo hijoputa que era. Cunto me alegro! dijo la seora, pero sin cursilera ni nada. Al contrario, muy simptica. Le dir a Ernest que nos hemos conocido. Cmo te llamas? Rudolph Schmidt le dije. No tena ninguna gana de contarle la historia de mi vida. Rudolph Schmidt era el nombre del portero de la residencia. Te gusta Pencey? me pregunt. Pencey? No est mal. No es un paraso, pero tampoco es peor que la mayora de los colegios. Algunos de los profesores son muy buenos. A Ernest le encanta. Ya lo s le dije. De pronto me dio por meterle cuentos. Pero es que Ernest se hace muy bien a todo. De verdad. Tiene una enorme capacidad de adaptacin. T crees? me pregunt. Se le notaba que estaba interesadsima en el asunto. Ernest? Desde luego le dije. La mir mientras se quitaba los guantes. Jo! No llevaba pocos pedruscos! Acabo de romperme una ua al bajar del taxi me dijo mientras me miraba sonriendo. Tena una sonrisa fantstica. De verdad. La mayora de la gente, o nunca sonre, o tiene una sonrisa horrible. A su padre y a m nos preocupa mucho dijo. A veces nos parece que no es muy sociable. No la entiendo... Vers, es que es un chico muy sensible. Nunca le ha resultado fcil hacer amigos. Quiz porque se toma las cosas demasiado en serio para su edad. Sensible! No te fastidia? El tal Morrow tena la sensibilidad de una tabla de retrete. La mir con atencin. No pareca tonta. A lo mejor hasta saba qu clase de cabrn tena por hijo. Pero con eso de las madres nunca se sabe. Estn todas un poco locas. Aun as la de Morrow me gustaba. Estaba la mar de bien la seora. Quiere un cigarrillo? le pregunt. Mir a su alrededor. Creo que en este vagn no se puede fumar, Rudolph me dijo. Rudolph! Qu gracia me hizo! No importa. Cuando empiecen a chillarnos lo apagaremos le dije. Cogi un cigarrillo y le di fuego. Daba gusto verla fumar. Aspiraba el humo, claro, pero no lo tragaba con ansia como suelen hacer las mujeres de su edad. La verdad es que era de lo ms agradable y tena un montn de sex-appeal. Me mir con una expresin rara. Quiz me equivoque, pero creo que te est sangrando la nariz dijo de pronto. Asent y saqu el pauelo. Le dije: Es que me han tirado una bola de nieve. De esas muy apelmazadas. No me hubiera importado contarle lo que haba pasado, pero habra tardado muchsimo. Estaba empezando a arrepentirme de haberle dicho que me llamaba Rudolph Schmidt. Con que Ernie, eh? Es uno de los chicos ms queridos en Pencey, lo saba? No. No lo saba. Afirm: A todos nos llev bastante tiempo conocerle. Es un to muy especial. Bastante raro en muchos aspectos, entiende lo que quiero decir? Por ejemplo, cuando le conoc le tom por un snob. Pero no lo es. Es slo que tiene un carcter bastante original y cuesta llegar a conocerle bien. La seora Morrow no dijo nada. Pero, jo! Haba que verla! La tena pegada al asiento. Todas las madres son iguales. Les encanta que les cuenten lo maravilloso que es su hijo. Entonces fue cuando de verdad me puse a mentir como