El Gran Robo Del Tren - Michael Crichton
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Esta novela de acción es una auténtica obra maestra del género.Ambientadaen laépocavictoriana,elbrumosoLondres finisecularsirvedetelóndefondoparaelrobomásespectaculardelsilgo.UnavezalmessaledeLondres condestinoaParís un trenque transporta la pagadel ejércitobritánicoque luchaenCrimea.Lasdoscajas fuertesque la contienensoninviolables,yparaabrirlas,senecesitancuatrollavesdistintasqueestánenpoderdecuatropersonas.Sinembargo,lascajaslleganvacíasaParís…
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MichaelCrichton
ElgranrobodeltrenePUBv1.2
Perseo08.07.12
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Títulooriginal:TheGreatTrainRobberyMichaelCrichton,1975Traducción:AníbalLealFernándezyFranciscoTorresOliverDiseño/retoqueportada:Perseo
Editororiginal:Perseo(v1.0av1.2)ePubbasev2.0
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ABárbaraRosa
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Satanásseregocija—cuandosoymalo,yesperaqueyo—conélmehunda.Enelfuegoylascadenas—ylashorriblespenas.
PoemainfantilVictoriano,1856
«Queríaeldinero».
EdwardPierce,1856
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Introducción
Despuésdetranscurridomásdeunsiglo,esdifícilcomprenderhastadondeconmovióel robodel trende1855 lasensibilidadde la Inglaterravictoriana.Aprimeravista,estedelitonoparecetannotable.Lasumadedinerorobada—12.000librasenoro—eraelevada,perono inaudita;duranteelmismoperíodohubounadocenade robosmás lucrativos. Y la organización y el planeamiento meticulosos del delito, quecomprometióamuchaspersonasyseprolongóduranteunaño,tampococonstituíanhechosdesusados.Todos losdelitos importantesdemediadosdesigloexigieronunaltogradodepreparaciónycoordinación.
Sin embargo, los Victorianos siempre aludieron a este delito con letrasmayúsculas,ylollamaronElGranRobodelTren.LosobservadorescontemporáneoshablarondelDelitodelSigloy laMásSensacionalHazañade laEraModerna.Seutilizaron adjetivos resonantes: Era algo «inenarrable», «desconcertante» y«perverso». Incluso en una época propensa a la exageraciónmoral, estos términossugierenunprofundoimpactosobrelaconcienciacotidiana.
Paraentender la razónpor la cual losVictorianos seconmovieron tantoanteelrobo, es necesario aclarar un poco el sentido de los ferrocarriles. La Inglaterravictoriana fue la primera sociedad urbanizada e industrializada de la tierra, y sedesarrolló con sorprendente rapidez. En la época de la derrota de Napoleón enWaterloo,laInglaterrageorgianaeraunanaciónesencialmenteruraldetrecemillonesde personas. Hacia mediados del siglo XIX la población casi se había duplicado;sumabaveinticuatromillones,ylamitaddeloshabitantesvivíaencentrosurbanos.LaInglaterravictorianaeraunanacióndeciudades;latransformación,apartirdelavida agraria, parecía haberse realizado casi de la noche a lamañana; en efecto, elprocesofuetanvelozquenadielocomprendiórealmente.
A excepción de Dickens y Gissing, los novelistas Victorianos no escribieronacerca de las ciudades; lamayoría de los pintoresVictorianos no representó temasurbanos. También había problemas conceptuales—durante gran parte del siglo seconcibió la producción industrial como una suerte de cosecha particularmentevaliosa,ynocomounhechonuevoysinprecedentes.Inclusoellenguajeserezagó.Durante lamayor parte del sigloXIX la palabra «slum» (barrio bajo) aludió a unlocal demala reputación, y «urbanizar» significó adquirir características urbanas y
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corteses.Noerantérminosaceptadosparadescribirelcrecimientodelasciudades,oladecadenciadealgunadesuspartes.
Ello no implica afirmar que los Victorianos no advirtiesen los cambios queocurríanensusociedad,oqueestoscambiosnofuesendiscutidosconamplitud,yamenudoconfiereza.Perolosprocesoserantodavíademasiadonuevos,demodoquenoseentendían fácilmente.LosVictorianos fueronprecursoresde lavidaurbanaeindustrialquedespuésseconvirtióenhechocorrienteentodoelmundooccidental.Ysi sus actitudesnosparecenextrañas,de todosmodosdebemos reconocer ladeudaque hemos contraído con ellos. Las nuevas ciudades victorianas que crecieron tanvelozmenteresplandecíanconunariquezasuperioraladecualquiersociedadanterior—ydesprendíanelhedordeunapobrezatanabyectacomonolahabíavistoningunasociedad. Las desigualdades y los contrastes estridentes de los centros urbanosoriginaronmuchas peticiones de reformas. Sin embargo, también semanifestó unageneral complacencia pública, pues el supuesto fundamental de losVictorianos eraqueelprogreso—progresoenelsentidodelacreacióndemejorescondicionesparatodalahumanidad—erainevitable.Hoypodemoscreerqueesacomplacenciaeraenverdadrisible,peroenladécadade1850adoptarlaconstituíaunaactitudrazonable.
DurantelaprimeramitaddelsigloXIXelpreciodelpan,lacarne,elcaféyeltéhabíadescendido;elpreciodelcarbónhabíabajadocasialamitad;elcostodelatelasehabíareducidoenun80porciento;yhabíaaumentadoelconsumopercápitadetodo.Se había reformado el derechopenal; las libertades personales estabanmejorprotegidas;elParlamentoeramásrepresentativo,porlomenoshastaciertopunto;yunhombredecadasiete teníaderechodevoto.Los impuestospercápitasehabíanreducido a la mitad. Comenzaban a manifestarse las primeras bendiciones de latecnología:laslucesdegasresplandecíanentodaslasciudades;losbuquesdevaporcruzabanelAtlánticoendirecciónaAméricaendiezdías,enlugardeochosemanas;los nuevos servicios telegráficos y postales permitían comunicacionessorprendentementeveloces.
Las condiciones de vida de todas las clases de ingleses habían mejorado. Elmenor costo de los alimentos significaba que todos comían mejor. Las horas detrabajo en las fábricas habían disminuido de setenta y cuatro a sesenta horassemanalesparalosadultos,ydesetentaydosacuarentaparalosniños;comenzabaadifundirse la costumbre de trabajar medio día el sábado. La vida media habíaaumentadoencincoaños.
En resumen, había sobradas razones para creer que la sociedad estaba «enmarcha»,quelascosasmejoraban,yquecontinuaríanhaciéndoloduranteunfuturoindefinido.Laideamismadelfuturo,alosojosdelosVictorianos,parecíamássólidade lo que alcanzamos a imaginar. Podía arrendarse un palco en elAlbertHall pornovecientosnoventaynueveaños,ymuchosciudadanoslohacían.
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Pero de todas las pruebas del progreso, la más visible y sorprendente era elferrocarril.Enmenosdeuncuartodesiglolosferrocarrileshabíanmodificadotodoslosaspectosdelavidayelcomercioingleses.Apenassefaltaalaverdadcuandoseafirmaqueantesde1830nohabía ferrocarrilesenInglaterra.Todos los transportesentre ciudades se realizaban en diligencias tiradas por caballos, y los viajes eranlentos,desagradables,peligrososycaros.Deahíquelasciudadesestuviesenaisladasentresí.
Enseptiembrede1830seinauguróelFerrocarrildeLiverpool&Manchester,ycomenzó la revolución. Durante el primer año de funcionamiento, el número depasajerostransportadosentreestasdosciudadesduplicóelnúmerodelosquehabíanviajado el año anterior en diligencia.Hacia 1838, la línea transportaba anualmentemásdeseiscientasmilpersonas—unacifrasuperioralapoblacióntotaldeLiverpooloManchesterenesaépoca.
Lainfluenciasocialfueextraordinaria.Lomismopuededecirsedelrugidodelaoposición.Losnuevosferrocarrilesrespondíantodosalaorganizaciónprivada,eranempresasdelucro,suscitaronmuchascríticas.
Tambiénhubooposiciónfundadaenargumentosestéticos;eljuiciocondenatoriode Ruskin acerca de los puentes ferroviarios sobre el Támesis fue el eco de unaopinión ampliamente compartida por sus contemporáneos menos refinados; todosdeploraron la «desfiguración general» de la ciudad y el campo. Por doquier, losterratenientes combatieron a los ferrocarriles, que los consideraban nocivos para elvalordelapropiedad.Ylatranquilidaddelaslocalidadesruralessevioturbadaporlairrupcióndemilesde«navvies»(peonesdeobras),individuosásperos,trashumantes,quevivíanencampamentos—puesenunaépocaenquenoseconocíaladinamitanilas topadoras, se construían puentes, se tendían caminos y se excavaban túnelesapelandoalesfuerzohumanopuroysimple.Además,eracosasabidaqueenépocasde desocupación estos peones se incorporaban fácilmente a las filas de losdelincuentesurbanosmásviolentos.
Pese a todas estas reservas, el crecimiento de los ferrocarriles ingleses fue unprocesovelozypenetrante.Hacia1850ochomilkilómetrosdevíasseentrecruzabanenelterritoriodelanación,suministrandotransportebaratoycadavezmásvelozatodos los ciudadanos.Era inevitable que los ferrocarriles acabasen simbolizando elprogreso. De acuerdo con el Economist, «En la locomoción terrestre… nuestroprogresoha sido estupendo—hemos superado todos los éxitos anteriores, desde lacreación de la raza humana… En tiempos de Adán la velocidad media de viaje,supuestoelcasodequeAdánviajara,erade seiskilómetrosymedioa lahora;en1828,esdecircuatromilañosdespués,erasólodedieciséiskilómetrosporhora,yloshombres razonablesy conocedoresde la ciencia estabandispuestos a afirmaryansiosos de demostrar que esta velocidad nunca podría superarse; en 1850 la
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velocidad corriente es de setenta y cuatro kilómetros por hora, y ciento doce paraquieneslodesean».
Elprogresoerainnegable,yparalamentevictorianasetratabadeunasuperaciónmoral y al mismo tiempo material. De acuerdo con Charles Kingsley, «el estadomoraldeunaciudaddepende…desuestadofísico;delosalimentos,elagua,elairey la vivienda de sus habitantes. El progreso de las condiciones físicas conducíainevitablementealasuperacióndelosmalessocialesylaconductacriminal»,losqueseríaneliminados tantocomosedestruíana intervalosson los lugaressórdidosquealbergabanaestosseresperversosycriminales.Parecíaqueelproblemaerasencillo:setratabadeanularlacausa,yasutiempoelefecto.
Teniendoencuentaesta reconfortanteperspectiva,eraasombrosodescubrirque«la clase criminal» había hallado elmodo de aprovechar el progreso, e incluso decometerdelitosabordode laexpresiónmismadelprogreso, esdecir el ferrocarril.Ademáselhechodequelosladroneshubiesenpodidoviolarlascajasmássegurasdelaépoca,alosumoacentuabalaconsternación.
Lo que parecía tan chocante en El Gran Robo del Tren era que sugería alpensador ecuánime que la extinción del delito quizá no fuera una consecuenciainevitable del progreso ascendente. Ya no era posible identificar el Delito con laPlaga, la cual había desaparecido gracias a la modificación de las condicionessociales, convirtiéndose en una amenaza apenas recordada. El delito era una cosadiferente,ylaconductacriminalnoestabaextinguiéndoseporsímisma.
Unospocoscomentaristasaudacesinclusotuvieronlatemeridaddesugerirqueeldelito de ningún modo se relacionaba con las condiciones sociales, y más bienrespondía a otro impulso. Lo menos que podía afirmarse era que tales opinionesparecíanpordemásdesagradables.
Ycontinúan siéndolo todavíahoy.Másdeun siglodespuésdelGranRobodelTren, ymásde unadécadadespués de otro espectacular robo enun tren inglés, elhombrecomúndelasciudades todavíaseaferraa lacreenciadequeeldelitoeselresultado de la pobreza, la injusticia y la mala educación. Nuestra imagen deldelincuente presenta a un individuo limitado, maltratado, quizá mentalmenteperturbadoqueinfringelaleymovidoporunanecesidaddesesperada;eldrogadictoaparececomounasuertedearquetipomodernodeesteserhumano.Yciertamente,cuandohacepocoseinformóquelamayoríadelosdelitosviolentoscometidosenlascallesde laciudaddeNuevaYorknoeranimputablesaadictos, laobservaciónfuerecibidaconescepticismoydesaliento,comounecodelaperplejidadexperimentadapornuestrosantepasadosVictorianoshaceunsiglo.
El delito se convirtió en tema legítimo de la investigación científica durante ladécadade1870,yenlosañossiguientesloscriminólogosatacarontodoslosantiguosestereotipos, creandounnuevoenfoquedeldelitoquenuncagozóde las simpatías
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delpúblicogeneral.Ahora,losexpertoscoincidenenlossiguientespuntos:Primero,eldelitonoesconsecuenciadelapobreza.Deacuerdoconlaexpresión
deBarnesyTeeters(1949),«lamayoríadelosdelitos,secometenporcodicia,nopornecesidad».
Segundo, los delincuentes no son individuos de inteligencia limitada, y esprobable que la formulación inversa sea válida. Los estudios de las poblacionescarcelariasmuestranquelosreclusosalcanzanelmismonivelqueelpúblicogeneralenlos testsdeinteligencia—yademás, losdetenidosrepresentanlafraccióndelosdelincuentesaquienesseatrapa.
Tercero,lagranmayoríadelasactividadescriminalesnosufreningúncastigo.Setrataintrínsecamentedeuntemaespeculativo,peroalgunasautoridadesenlamateriasostienenqueseinformasólodel3al5porcientodetodoslosdelitos;yquedelosdelitosinformados,sólose«resuelve»—enelsentidousualdelapalabra—del15al20 por ciento. Esta afirmación es aplicable incluso a los delitos más graves, porejemploelasesinato.Lamayoríadelospatólogospolicialessonríenante la ideadeque el «asesinato desaparecerá». Asimismo los criminólogos rechazan el conceptotradicional de que «el delito no compensa». Ya en 1877, Richard Dugdale, uninvestigador del sistema carcelario norteamericano, llegó a la conclusión de que«debemosdesecharlaideadequeeldelitonocompensa.Enrealidad,lohace».Diezañosdespués,elcriminólogoitalianoColajannifueunpasomáslejos,arguyendoqueen general el delito compensa más que el trabajo honesto. Hacia 1949, Barnes yTeetersafirmaron lisay llanamente:«Essobre todoelmoralistaquien todavíacreequeeldelitonocompensaasuautor».
Nuestras actitudes morales hacia el delito expresan una peculiar ambivalenciahacialapropiaconductacriminal.Porunaparte,selateme,despreciaycondenadeun modo estridente. Pero en secreto también se la admira, y siempre estamosdispuestos a escuchar los detalles de una hazaña delictiva destacada. Esta actitudprevalecíavisiblementeen1855,pueselGranRobodelTrennosólofueasombrosoydesconcertante,sinotambién«atrevido»,«audaz»,y«magistral».
Compartimos con los Victorianos otra actitud, la creencia en una «clasecriminal»,esdecirunasubculturadedelincuentesprofesionalesquesegananlavidainfringiendolasleyesdelasociedadenlacualviven.Hoydenominamosaestaclase«LaMafia»,«elsindicato»,o«laturba»,ynosinteresaconocersucódigoético,susistemadevaloresinvertidos,sulenguajepeculiarysuspautasdeconducta.
Es indudablequehaceun sigloexistíauna subculturadefiniblededelincuentesprofesionales en la Inglaterra demediados del período Victoriano.Muchos de susrasgos se revelaron en el proceso de Burgess, Agar y Pierce, los principalesparticipantesdelGranRobodelTren.Todosfuerondetenidosen1856,casidosañosdespués del episodio. Se conserva el voluminoso testimonio que prestaron ante el
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tribunal, así como las crónicas periodísticas de la época. La siguiente narración sebasaenesasfuentes.
M.C.Noviembrede1974
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Primeraparte
PREPARATIVOS
Mayo-octubrede1854
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1Capítulo
LAPROVOCACIÓN
AcuarentaminutosdeLondres,mientrasatravesabalosonduladoscamposverdesylos huertos de cerezos deKent, el trenmatutino del Ferrocarril Sureste alcanzó suvelocidadmáximadeochentaycincokilómetrosporhora.Almandodelarelucientemáquina pintada de azul, podía verse almaquinista con su uniforme rojo de pie yexpuesto a las ráfagas del viento, sin la protección de una cabina o un parabrisas,mientrasqueasuspies,elfogoneroagazapadoechabacarbónalresplandorrojizodelacaldera.Detrásdelamáquinajadeanteyel ténderhabíatrescochesamarillosdeprimera clase, seguidos de siete vagones verdes de segunda clase; y cerrando elconvoy,unfurgóngris,sinventanillas,destinadoalosequipajes.
Mientrasel trenrepiqueteabasobre lasvías,avanzandohacia lacosta, lapuertacorredera del furgón de equipajes se abrió bruscamente, revelando una luchadesesperadaensuinterior.Lapeleaeradesigual:unjovendelgadoderaídoatuendo,golpeabaauncorpulentoguardaferroviariodeuniformeazul.Aunquemásdébil,eljoven hizo buen papel, y logró aplicar uno o dos golpes vigorosos a su robustoantagonista.Ciertamente,sóloporcasualidadelguarda,quehabíacaídoderodillas,reaccionódetalmodoquesorprendiódescuidadoaljovenyloarrojódeltrenporlapuertaabierta;eljovenaterrizó,entretumbosyrebotes,comounamuñecadetrapo.
Elguarda,jadeandopararecuperarelaliento,volviólosojoshacialafiguracadavezmáspequeñadel jovencaído.Luego,cerró lapuertacorrediza.El trenaceleró,emitiendounsilbidoagudo.Prontotomóunasuavecurva,yloúnicoqueseoyófueeldébilsonidodelamáquinajadeante,yseviounrestodehumogrisqueseposabalentamentesobrelasvíasyelcuerpodeljovencaído.
Pasóunmomento,yeljovensemovióAcometidoporintensosdolores,seapoyóenuncodo,ypareciódispuestoaincorporarsePerosusesfuerzosfueroninútiles,casialmomentovolvióadesplomarse,sufrióunúltimoyconvulsivoestremecimiento,ypermaneciótotalmenteinmóvil.
Media hora después una elegante berlina negra de lujosas ruedas carmesí seacercóporelcaminodetierraquecorríaparaleloalasvíasdelferrocarrilElcarruajeseacercóaunaelevación,yelcocherocontuvoelcaballoDelvehículodescendióuncaballero de aspecto muy peculiar, elegantemente ataviado con una levita deterciopeloverdeoscuroyaltosombrerodecopa.Elcaballerosubióalacolina,aplicó
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losojosaunpardegemelos,yrecorriólalíneadelasvías.Inmediatamenteidentificoel cuerpo del joven postrado. Pero no hizo ninguna tentativa de aproximarse oprestarleayuda.Alcontrario,permaneciódepieenlacolinahastaquetuvolacertezade que el muchacho estaba muerto Entonces se volvió, subió al coche que loesperaba,yregresóenlamismadirecciónquehabíavenido,haciaelnorteylaciudaddeLondres.
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2Capítulo
ELORGANIZADOR
EstesingularcaballeroeraEdwardPierce,ypor tratarsedeunhombredestinadoaalcanzartantanotoriedadquelapropiaReinaVictoriaexpresoeldeseodeconocerlo—o, si tal cosano era posible, de asistir a su ahorcamiento—continúa siendounafiguraextrañamentemisteriosa.Desdeelpuntodevistadesuapariencia,Pierceeraun hombre alto y apuesto, de pocomás de treinta años, con una barba roja que lecubríatodalacara,eraunamodaimpuestapocoantes,sobretodoenelambientedelos empleados del gobierno. El lenguaje, losmodales y el atuendo eran los de uncaballero,acomodadoporañadidura;parecíadotadodemuchoencanto,yexhibía«untrato cautivador». Afirmaba ser huérfano de una familia de nobles rurales deMidlands,ydecíaquehabía idoaWinchestery luegoaCambridge.Eraunafiguraconocida en muchos círculos sociales de Londres, y entre sus relaciones habíaministros, miembros del Parlamento, embajadores extranjeros, banqueros y otrosindividuosdesólidaposición.Aunqueerasoltero,teníapuestaunacasaenelnúmero12delacalleHarrow,enunbarrioelegantedeLondres.Peropasabagranpartedelañoviajando, y se afirmabaquehabía visitadono solo elContinente sino tambiénNuevaYork.
Es evidente que los observadores contemporáneos creyeron en sus orígenesaristocráticos, las crónicas periodísticas lo calificaban con el término «rogue»(bellaco,pícaro),utilizandoel terminoenel sentidodel animalmachoque sehacemontarazLaideamismadequeuncaballerodealtacunasedieseaunavidadelictivaeratansorprendenteysugestivaqueenrealidadnadiedeseabadesaprobarla.
PeronoexistenpruebasindubitablesenelsentidodequePierceprovinieradelasclasessuperiores,yen realidad,noseconoceconcertidumbrenadade loquehizoantes de 1850 Los lectores modernos, acostumbrados al concepto de la«identificaciónpositiva»comohechocorrientede lavida,quizás seasombrenantelas ambigüedades del pasado de Pierce. Pero en una época en que las partidas denacimientos constituían una innovación, la fotografía era un arte en pañales y sedesconocíanporcompletolashuellasdactilares,setropezabaconseriasdificultadesparaidentificarprecisamenteaunhombre;yporlodemás,Pierceprocurómostrarseespecialmenteesquivo. Inclusosunombreesdudoso;enelproceso,varios testigosafirmaronhaberloconocidocomoJohmSimms,oAndrewMilleroRobertJeffers.
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Lafuentedesusingresos,porciertoconsiderables, tambiénesdudosa.AlgunossostienenqueerasociocapitalistadeJukesenlaprósperafirmaqueproducíaequiposde croquet. El croquet se había convertido de pronto en lamoda que suscitaba elfervordelasjóvenesdamasdeinclinacionesatléticas,yeraperfectamenteconcebibleque un joven y agudo hombre de negocios obtuviese excelentes dividendos de lainversióndeunamodestaherenciaendichaactividad.
OtrosafirmaronquePierceeradueñodevariastabernas,ydeunapequeñaflotadecochesdepunto,dirigidosporuncocherodeaparienciasobremanerasiniestra,untal Barlow, que se distinguía por una cicatriz blanca que le cruzaba la frente. Laverdaddeestaversióneramásprobable,pueslapropiedaddetabernasycochesdepunto era una actividad en la cual servían los vínculos con los bajos fondos. Porsupuesto,nopuededescartarsequePiercefueseunhombredebuenacuna,dotadodeuna educación aristocrática. Cabe recordar que durante esa época Winchester yCambridge solían caracterizarsemás por la conducta desordenada y la embriaguezque por el saber serio y la templanza. Charles Darwin, el espíritu científico másprofundodelaeravictoriana,consagrólamayorpartedesujuventudaljuegoyloscaballos;ylamayoríadelosjóvenesdebuenacunateníamásinterésenadquirir«unporteuniversitario»queundiplomauniversitario.
También es cierto que los bajos fondos Victorianos albergaban a muchosindividuoseducadoscuyasuerteleshabíasidoadversa.Generalmenteerascreevers—es decir, redactores de falsas cartas de recomendación—, o falsificadores queorganizaban sus «pequeños engaños».Aveces se convertían enmagsmen, es decirestafadores. Pero en general estos individuos educados eran delincuentes de pocamonta, y expresaban un destino patético que merecía la compasión más que lacondenapública.
Encambio,EdwardPierceabordóeldelitoconunauténticodesbordamientodeenergías. Poco importa cuáles fueran sus fuentes de ingresos, o la verdad de susantecedentes;unacosaescierta:fueunladrónmagistral,queenelcursodelosañoshabía acumulado el capital suficiente para financiar operaciones delictivas en granescala,convirtiéndoseenloquesedenominaba«unorganizador».Yhaciamediadosde1854yahabíadesarrolladobastanteelcomplicadoplanquelepermitiríaejecutarelrobomásimportantedesucarrera.ElGranRobodelTren.
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3Capítulo
ELCERRAJERO
RobertAgar—conocidocerrajero,esdecirespecialistaenllavesyviolacióndecajasdecaudales—atestiguóanteeltribunalquecuandoseencontróconEdwardPierce,afinesdemayode1854,hacíadosañosquenoloveía.Agarteníaveintiséisaños,yeraunhombrederegularestadodesalud,salvounatospersistente,recuerdodelosañosdeinfancia,cuandotrabajabaparaunfabricantedefósforosdelacalleWharf,enBehtnalGreen.Ellocaldelaempresaestabamalventilado,yelvaporblancodelfósforo saturabaconstantementeel aire.Se sabíaqueel fósforoeravenenoso,perohabía mucha gente deseosa de trabajar en cualquier cosa, aunque le atacase lospulmonesolepudrieraelmaxilar…avecesencuestióndemeses.
Agarseencargabadeempaparlospalillosdemaderaenelfósforo.Teníadedoságiles,ymástardesededicóala«cerrajería»,ymuypronto,tuvoéxito.Fuecerrajeroduranteseisaños,ynuncalodetuvieron.
Agar nunca había mantenido trato directo con Pierce, pero sabía que era uneximio ladrón que trabajaba en otras ciudades, lo cual explicaba sus prolongadasausenciasdeLondres.Agar tambiénhabíaoídodecirquePiercedisponíadedineroparaorganizargolpes,decuandoencuando.
AgaratestiguóqueelprimerencuentroocurrióenlatabernadelToroyelOso,dela calleHounslow.Situada en la periferia del famosobarrio de delincuentes de lasSiete Esferas, este conocido tugurio era, de acuerdo con las palabras de unobservador, «un lugar de reunión de todo tipo de mujeres vestidas para parecerdamas,ydemiembrosdelaclasecriminal,distribuidosportodoslosrincones».
Vistoelcarácterdellugar,eracasiseguroqueenlatrastiendahabíaunagentedecivildelaPolicíaMetropolitana.PeroelToroyelOsoerafrecuentadoporcaballerosdesociedaddeseososdeconocerlavidadelosbajosfondos,ylaconversacióndedoshombres jóvenesybienvestidos,depíefrentealmostradormientrasexaminabanalasmujeresdelsalón,nollamóespecialmentelaatención.
Agar dijo que la reunión fue casual, pero que la llegada de Pierce no lesorprendió.AgarhabíaoídohablardePierce,yparecíaqueestabaorganizandoalgo.Agarrecordóquelaconversaciónseiniciósinsaludosnipreliminares.
—Heoídodecir—afirmóAgar—quePrimaveraJackhasalidodeWestminster.—Asíparece—convinoPierce,mientrasgolpeabaelmostradorconsubastónde
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empuñaduradeplataparallamarlaatencióndelbarman.Piercepidiódosvasosdelmejor whisky, y Agar interpretó el gesto como prueba de que se avecinaba unaconversacióndenegocios.
—Heoídodecir—continuóAgar—queJackibaalsur,atrabajarconlagentedelasvacaciones—enesaépocaloscarteristaslondinensessalíandelaciudadafinenesdelaprimavera,ysedirigíanalnorteoalsur,enbuscadeotrasciudades.Lacualidadmás valiosa del carterista es el anonimato, y no podía trabajar mucho tiempo endeterminadolugarsinquelapolicíaloidentificase.
—Noestoyenteradodesusplanes—dijoPierce.—Tambiénhesabido—continuóAgar—quetomóeltren.—Esposible.—Yheoídodecir—dijoAgar,mirandoen losojosaPierce—queenese tren
estuvoespiandoparaciertapersonaqueestáorganizandoalgo.—Esposible—repitióPierce.—Ytambiénmeheenterado—dijoAgarconunasúbitasonrisa—dequeusted
estáorganizando.—Tal vez—dijo Pierce. Sorbió suwhisky y clavó los ojos en el vaso—.Este
lugarsolíasermejor—comentóconairereflexivo—.Neddydebeestaraguandoellicor.¿Quéhaoídodecirdemí?
—Unrobo—contestóAgar—.Ungolpegrandeypronto,sidicenlaverdad.—Si dicen la verdad—repitióPierce.La frase parecía divertirle. Se apartó del
mostradorymiróalasmujeresdelsalón.Algunasrespondieronconcalidez—.Todoscreenqueelgolpeesmásgrandedeloquees—dijoalfin.
—Asíocurresiempre—reconocióAgarconunsuspiro.(En su testimonioAgar representó claramente la escena: «Entonces yo suspiro
hondo, comodiciendoquemi paciencia se acaba, porque él esmuy cauteloso, esePierce,peroquieroiralgrano,demodoquesuspirohondo»).
Hubounbrevesilencio.Finalmente,Agardijo:—Hacedosañosquenoleveo.¿Estámuyocupado?—Viajando—contestóPierce.—¿PorelContinente?Pierceseencogiódehombros.MiróelvasodewhiskyenlasmanosdeAgar,yel
vaso inconcluso de ginebra y agua que Agar había estado bebiendo antes de lallegadadePierce.
—¿Cómoandadetacto?—Comosiempre—dijoAgar.Parademostrarlo,extendiólasmanos,laspalmas
haciaarribaylosdedosabiertos:nielmásmínimotemblor.—Quizástengaunpardecositas—dijoPierce.—PrimaveraJacknohaabiertolaboca—dijoAgar—.Yomeheenteradodeeso
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porunmontóndehechos.Aélseleveíaimportanteysegurodesímismo,peronodijopalabra.
—Jackestáennaftalina—dijosecamentePierce.ComoloexplicódespuéselmismoAgar,eraunafraseambigua.Podíasignificar
quePrimaveraJacksehabíaocultado,perosusentidohabitualeraqueestabamuerto;dependía.Agarnopreguntómás.
—Esepardecositas,¿puedenserrobos?—Puedenser.—¿Muchojugo?—Mucho—dijoPierce.—¿Dentroofuera?—Nosé.Talveznecesiteuncampanaodos.Ylabocabiencerrada.Sielprimero
marchabien,habrámás.Agardespachóelrestodesuwhiskyyesperó.Piercelepidióotro.—Entonces,¿sonllaves?—preguntóAgar.—Sí.—¿Cera,osacarlas?—Cera.—¿Conprisa,ohaytiempo?—Conprisa.—Perfecto—dijoAgar—.Soysuhombre.Puedosacarunmoldeantesdeloque
ustedtardaenencenderelcigarro.—Losé—dijoPierce,encendiendounfósforosobrelasuperficiedelmostradory
acercándolo a la punta de su cigarro. Agar se estremeció un poco; no fumaba.Además, el hábito de fumar se había restablecido hacía poco, después de ochentaaños— y siempre que olía el azufre y el fósforo de una cerilla se estremecía,recordandosustiemposenlafábrica.
ObservóaPierce,quechupabaelcigarro,hastaqueencendióbien.—Bueno,¿dequésetrata?Piercelomirófríamente.—Losabrácuandollegueelmomento.—Reservado.—Por eso —dijo Pierce— nunca me han cogido. Aludía a su falta de
antecedentespenales.Peroduranteelprocesootrostestigosrefutaronestaafirmación,ydijeronquePiercehabíaestadoenManchestertresañosymedioporrobo,bajoelnombredeArthurWills.
Agar dijo que Pierce le hizo una advertencia final acerca de la necesidad demantener reserva,y seapartódelmostrador, cruzandoel cargadoyestridente localdelToroyelOsoparainclinarsebrevementeymurmuraralgoaloídodeunamujer
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bonita.Lamujerseechóareír;Agarsevolvió,ynorecuerdanadamásdeesanoche.
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4Capítulo
ELCÓMPLICEINVOLUNTARIO
El señor Henry Fowler, de cuarenta y siete años, conoció a Edward Pierce encircunstanciasuntantodistintas.FowleradmitiósinrodeosquenoconocíabienlosantecedentesdePierce:elhombrelehabíadichoqueerahuérfano,yeraevidentequesetratabadeunindividuoeducadoydeposicióndesahogada,quemanteníaunacasamuybienpuesta, siempre equipada con los artefactosmásmodernos, algunosmuyingeniosos.
ElseñorFowlerrecordabasobretodounanotableestufainstaladaenelvestíbulo,conelfindecalentarlaentradadelacasa.Laestufateníalaformadeunaarmadura,yfuncionabaconadmirableeficacia.ElseñorFowlertambiénrecordóhabervistounpardeprismáticosdecampo,muybienconstruidosconaluminio,yforradosdecueromarroquí; el artefacto había intrigado tanto al señor Fowler que buscó un parsemejante,yleasombróelhechodequecostabanochentachelines,locualconstituíaunprecioexorbitante.Sinduda,Pierceeraunhombreacomodado,yHenryFowlerconsiderabagratoreunirseocasionalmenteconélacenar.
Recordó,aunquecondificultad,unepisodioocurridoenlacasadePierceafinesdemayode1854.Había sidoenunacenaa laqueasistieronochocaballeros,y laconversaciónserefirióprincipalmentealnuevoproyectodeferrocarrilmetropolitanodeLondres.Fowlerconsideróaburridoeltema,ysesintiódecepcionadocuandolosasistentescontinuaroncomentándolomientrasbebíanelcoñacenelsalón.
Luego,laconversaciónseorientóhaciaelcólera,queúltimamenteeraepidémicoenciertaszonasdeLondres,dondelaenfermedadestabamatandoaunapersonadecadacien.Ladiscusiónacercade losproyectosdelseñorEdwinChadwick,unodelosComisionadosSanitarios,enelsentidodequedebíanorganizarsenuevossistemasde alcantarillado en la ciudad, además de limpiar el Támesis contaminado, aburrióprofundamentealseñorFowler.Además,elseñorFowlersabíadebuenafuentequeprontoseríaelviejoChadwickrelevadodelcargo;perolehabíanhechoprometerqueno divulgaría la información. Bebió su café con una sensación cada vez másacentuada de fatiga. En realidad, estaba pensando en la posibilidad de marcharsecuandosuanfitrión,elseñorPierce,lepreguntóacercadeunintentorecientederobarcierto cargamento de oro transportado por el tren. Era muy natural que PiercepreguntaseaFowler,puesHenryFowlereracuñadodesirEdgarHuddleston,de la
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firmabancariaHuddleston&Bradford,deWestminster.ElseñorFowlereragerentegeneral de esta próspera firma, especializada en divisas extranjeras desde sufundaciónen1833.
Eraunperíododenotabledominioinglésdelcomerciomundial.Inglaterraextraíamásdelamitaddelcarbónproducidoentodoelmundo,ysuproduccióndemineralde hierro eramayor que la del resto de los países juntos. Producía las tres cuartaspartes de la tela de algodón elaborada en todo el mundo. Se calculaba que sucomercio exterior llegaba a 700.000.000 de libras esterlinas, el doble de lo queobtenían sus principales competidores, Estados Unidos y Alemania. Su imperioultramarinoeraelmásgrandedelahistoriamundial,ycontinuabaexpandiéndose,yasíllegóaabarcaruncuartodelasuperficieterrestreyunterciodesupoblación.
Porconsiguiente,eraperfectamentenaturalquelasempresasextranjerasdetodaclase convirtiesen Londres en un centro financiero, y que los bancos londinensesprosperasen.HenryFowlerysubancosebeneficiabanconlastendenciaseconómicasgenerales, pero la especialización en transacciones con divisas extranjeras lesaportaba también otros negocios. Así, cuando Inglaterra y Francia declararon laguerra a Rusia, dos meses antes (en marzo de 1854), se encomendó a la firmaHuddleston&BradfordelpagodelastropasbritánicasqueluchabanenlacampañadeCrimea.Precisamenteunadeestasconsignacionesdeorodestinadasalpagodelastropashabíasidoobjetodeunrecienteintentoderobo.
—Unesfuerzotrivial—declaróFowler,conscientedequehablabaennombredelbanco.
Losdemáshombresreunidosenlasala,fumandocigarrosybebiendocoñac,erancaballerossólidosqueconocíanaotroscaballerossólidos.ElseñorFowlersesintióobligadoadisiparcualquiertipodesospechaenelsentidodeunaposibleineficaciadelbanco,yahacerloenlostérminosmásvigorosos.
—Sí,enefecto—dijo—,trivialypropiodeaficionados.Noteníalamásmínimaposibilidaddeéxito.
—¿Murióelmalhechor?—preguntóelseñorPierce,sentadofrenteaFowler,almismotiempoqueexpelíaunabocanadadehumodesucigarro.
—Enefecto—dijoelseñorFowler—.Elguardadelferrocarrilloarrojódeltren,quemarchabaabastantevelocidad.Elchoquelomatóenelacto,sinduda—yagregó—:Pobrediablo.
—¿Loidentificaron?—Oh, no lo creo —dijo Fowler—. El modo de abandonar el tren sin duda
desfiguró considerablemente sus rasgos… Algunos afirman que se llamaba JackPerkins,peronosesabeconseguridad.Lapolicíanosehainteresadomuchoenelasunto,ymetemoquesuactitudessensata.Latécnicamismadelroborevelaaunaficionado.Jamáspodíateneréxito.
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—¿Supongo—dijoPierce—queelbancoadoptaprecaucionesconsiderables?—Miqueridoamigo—dijoFowler—,ymuyconsiderablesporcierto.Leaseguro
queunonotransportatodoslosmesesdocemillibrasdeoroenbarrasaFranciasinadoptarlasprecaucionesmásminuciosas.
—¿DemodoqueelbandidoqueríaapoderarsedeldinerodestinadoaCrimea?—preguntóotrocaballero,elseñorHarrisonBendix.
BendixeraunconocidodetractordelacampañadeCrimea,yFowlernodeseabainiciarunadiscusiónpolíticaahoratanavanzada.
—Eso parece —dijo brevemente, y se sintió aliviado cuando Pierce volvió atomarlapalabra.
—Todos tenemos curiosidad de conocer la naturaleza de las precauciones queustedesadoptan—dijo—.¿Osetratadeunsecretodelafirma?
—Enabsoluto—dijoFowler,aprovechandolaoportunidadparaextraersurelojdeorodelbolsillodelchaleco,soltarelresortedelatapaymirarlaesfera.
Eran las once pasadas; debía marcharse, y sólo le retenía allí la necesidad dedefenderlareputacióndelbanco.
—En realidad, yomismo ideé las precauciones.Y si seme permite decirlo, leinvitoaqueseñalelosdefectosdelplanquetracé—paseólamiradaporlosrostrosdesusamigos,ycontinuóhablando—.Cadaembarquedeoroenbarrassedepositaenlasinstalacionesdelpropiobanco,yapenasnecesitodestacarelhechodequelasmismassoninexpugnables.Eloroseguardaenunaseriedecajasdehierro,lasqueluegosesellan.Unhombrerazonablepodríaconsiderarqueestascajasconstituyenprotecciónsuficiente,peroporsupuestollegamosmuchomáslejos—seinterrumpióparatomarunsorbodecoñac.
—Bien…Un grupo de guardias armados lleva las cajas selladas a la estaciónferroviaria.Elconvoynoseajustaadeterminadaruta,nitienehorariofijo;siguelascallesmásconcurridas,demodoquenoesposibleunasaltoenunparajedesierto,enel trayecto hasta la estación. Nunca empleamos menos de diez guardias, todoshombres fidedignos, y antiguos servidores de la empresa; y todos fuertementearmados.
—Pues bien, en la estación las cajas se cargan en el furgón de equipajes delferrocarrilaFolkestone,ysedepositanendosdelasmásmodernascajasfuertesdelafirmaChubb.
—¿Cajas fuertesChubb?—dijoPierce, arrugandoel ceño.Chubb fabricaba lasmejores cajas fuertes del mundo, y su capacidad y sus técnicas eran reconocidasuniversalmente.
—Tampoco son cajas Chubb del tipo que normalmente ofrece esa firma —continuóFowler—,puesenrealidadselasconstruyóespecialmentedeacuerdoconlasespecificacionesdelbanco.Caballeros,fueronfabricadasconacerotempladode
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un cuarto de pulgada, y las puertas están sostenidas por goznes interiores, que nopermitenningúngénerodemanipulacióndesdeafuera.Caramba,elpesomismodeestascajasimpideelrobo,puescadaunatienemásdedoscientascincuentalibras.
—Enverdad,impresionante—dijoPierce.—Hasta el punto—dijo Fowler—de que uno puede con razón considerar que
todo esto constituye una adecuada protección del cargamento de oro. Pero hemosagregado otras cosas.Cada una de las cajas tiene no una sino dos cerraduras, querequierendosllaves.
—¿Dosllaves?Quéingenioso.—No sólo eso—agregó Fowler—; además, cada una de las cuatro llaves, dos
paracadacaja,estáprotegida individualmente.Dosseguardanen lapropiaoficinadel ferrocarril.Una tercera está a cargo del señor Trent, presidente del banco, quecomoalgunosdeustedes sabránesuncaballerodignode todaconfianza.Confiesoque ignoro dónde guarda exactamente su llave el señor Trent. Pero conozco elparaderodelacuartallaveporquelatengoyomismo.
—Qué extraordinario —dijo Pierce—. Yo diría que es una responsabilidadconsiderable.
—Reconozcoquesentíciertanecesidaddemostrarinventivaenestacuestión—reconocióFowler,yluegoinicióunapausateatral.
ElseñorWyndham,unpocoachispadoporlabebida,decidióhablar.—Bueno,malditasea,Henry,¿nosdirádondehaocultadosuasquerosallave?El señor Fowler no se ofendió; al contrario, sonrió benigno. No solía beber
mucho, y contemplaba con ciertamodesta satisfacción los extravíos de los que seentregabanalosexcesosdelalcohol.
—Laguardo—dijo—alrededordelcuello—yseabriólacamisaalmidonadaconlamanoextendida—.Latengosiempreconmigo,inclusomientrasmebañoycuandoduermo.Nuncaseseparademí—sonriósatisfecho—.Comoven,caballeros,eltorpeintentodeunjovencitodelasclasespeligrosasmalpuedepreocuparaHuddleston&Bradford,pueseseminúsculorufiánnoteníamásposibilidadesderobareloroqueyode…bueno,devolaralaluna.
ElseñorFowlersepermitióunarisitaentredientesanteloabsurdodelproyecto.—Ybien—dijo—,¿venalgúndefectoenmisistema?—Absolutamenteninguno—dijofríamenteelseñorBendix.PeroelseñorPiercetuvounareacciónmáscálida.—Henry, lo felicito—dijo—.Enverdad, es la estrategiamás ingeniosaquehe
vistoparaprotegerunaexpedicióndevalores.—Esomismopienso—dijoelseñorFowler.PocodespuéselseñorFowlersedespidiócomentandoquesinollegabaprontoa
casa, suesposacreeríaquehabíaestado jugandoconalgunamuñeca«y lamentaría
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soportarlasmolestiasdelcastigosinlarecompensaprevia».Sucomentarioarrancórisasa loscaballeros reunidos; leparecióqueera lanotaexactaqueconveníaparamarcharse. Los caballeros deseaban que sus banqueros fuesen prudentes, pero nomojigatos;lalíneadivisoriaentreambasactitudeseramuydelgada.
—Leacompañohastalasalida—dijoPierce,poniéndosedepie.
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5Capítulo
LAOFICINADELFERROCARRIL
Los ferrocarriles ingleses crecieron a velocidad tan fenomenal que la ciudad deLondresnosupocómoafrontarelproblema,ynunca llegóaconstruirunaestacióncentral. En cambio, cada una de las líneas, construidas por empresas privadas,introdujotodoloposiblesusvíasenlapropiaciudaddeLondres,yluegolevantóunaterminal. Pero a mediados del siglo XIX este sistema comenzaba a ser objeto deataques.Unargumento era el desarraigode lagentepobre, cuyasviviendas fuerondemolidas para dar paso a las líneas ferroviarias; otro, se centraba en lasincomodidadesde losviajeros,obligadosaatravesarLondresencarruajeconel findeempalmarunaestaciónconotraycontinuarviaje.
En1846CharlesPearsonpropusoyplaneóunaenormeCentralFerroviaria,quedebíainstalarseenLudgateHill,peronuncaseaceptólaidea.Encambio,despuésdela construcción de varias estaciones —la más reciente fue la estación Victoria yKing’s Cross en 1851— se paralizaron las construcciones, a causa del ardor de lapolémicapública.
Conel tiempo,seabandonóporcompletoelconceptodeuna terminalúnicadeLondres,yseerigieronnuevasestacionesperiféricas.En1899,cuandoseterminólaúltima—laestaciónMarylebone—,Londresteníaquinceterminalesferroviarias,másdeldoblequecualquierotraciudadimportantedeEuropa;yladesconcertantetramade líneasyhorariosparecíaque jamáspodría ser asimiladaporningún londinense,exceptoporSherlockHolmes,quelosconocíadememoria.
Laparalizacióndelasconstrucciones,amediadosdesiglo,dejóensituacióndedesventajaavariaslíneasnuevas,yunadeellasfueelFerrocarrilSureste,queibadeLondres a la ciudad costera de Folsketone, a unos ciento treinta kilómetros dedistancia. El Sureste no tuvo acceso al centro de Londres hasta 1851, cuando sereconstruyólaterminaldelPuentedeLondres.
Instalada en la ribera sur del río Támesis, cerca de su homónimo, la estaciónferroviariadelPuentedeLondreseralamásantiguadelaciudad.Fueconstruidaen1836porelFerrocarrildeLondres&Greenwich.Nuncafuepopular,ysecriticólainferioridad de «su diseño y su concepción», comparada con estaciones erigidasdespués, por ejemplo Paddington y King’s Cross. Pero en 1851, cuando se lareconstruyó,elIllustratedLondonNewsrecordóquelaantiguaestaciónhabíasidoun
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edificio«notableporelequilibrio,elcarácterartísticoylarealidaddesufachada.Poreso lamentamos que haya desaparecido, para dejar lugar a una construcción queparecemenosmeritoria».
Este es exactamente el tipo de inversión crítica que siempre ha frustrado y hapuesto furiosos a los arquitectos. Una figura tan importante como Sir ChristopherWeen, que escribió doscientos años antes, se quejaba de que «los habitantes deLondres quizá desprecien un adefesio hasta que se demuele, y entonces como porobrademagiaseafirmaqueelsustitutoesinferioraledificioanterior,alqueahoraseelogiaconafirmacionesexaltadasyesplendorosas».
Detodosmodos,debereconocersequelanuevaterminaldelPuentedeLondreseramuypoco satisfactoria. Para losVictorianos las estaciones ferroviarias eran las«catedralesde laépoca»;pretendíanquecombinasen losmásaltosprincipiosde laestéticaconlarealización tecnológica—yenrealidadmuchasestacionessatisfacentalescondiciones—,consusaltas,arqueadasyelegantesbóvedasdevidrio.Perolanueva Estación del Puente de Londres era deprimente por donde se lamirase. SuestructuradedospisosenformadeLteníaunairechatoyutilitario,conunahileradesórdidoslocalesbajounaarcada,alaizquierda,ylaestaciónprincipalformandounalínearecta,sinmásadornoqueunrelojinstaladoeneltecho.Yloqueesmásgrave,la distribución interior de las plantas —el blanco de la mayoría de las críticasanteriores—nosufrióningunamodificación.
Durante la reconstrucción de la estación el Ferrocarril Sureste decidió usar laTerminaldelPuentedeLondrescomopuntodesalidadelaslíneasquesedirigíanalacosta.Seconcertóunacuerdodearriendo;elFerrocarrilSurestealquilabalasvías,las plataformas y el espacio de oficinas del Ferrocarril de Londres & Greenwich,cuyos propietarios no estaban dispuestos a otorgar al Ferrocarril Sureste másfacilidadesquelasnecesarias.
Las oficinas del supervisor de tráfico consistían en cuatro habitaciones en unasección lejana de la terminal —dos cuartos para los empleados, un sector dealmacenamiento para valores verificados, y una oficinamás amplia para el propiosupervisor—. Todas las habitaciones tenían tabiques de vidrio. La serie dehabitacionesestabainstaladaenelsegundopisodelaterminal,yelúnicoaccesoeraunaescaleradehierroqueascendíadesdelaplataformadelaestación.Laspersonasquesubíanobajabanlaescaleraestabanalavistadelosempleadosdelaoficina,asícomodelospasajeros,losmozosdecuerdaylosguardiasdistribuidosenelandén.
Elsupervisorde tráficose llamabaMcPherson.Eraunescocésentradoenañosquevigilabaatentamenteasusempleados,ytratabadequenosedistrajesenmirandoporlaventana.Demodoqueningunodelosqueocupabanlaoficinaprestóatenciónundíadeprincipiosdejuliode1854,cuandodosviajerosseinstalaronenunbancode la plataforma y permanecieron allí todo el día, consultando con frecuencia sus
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relojes, como impacientes por emprender viaje. Y tampoco advirtió nadie que losmismoscaballerosvolvíanalasemanasiguiente,ynuevamentesepasabaneldíaenelmismobanco,observandolaactividaddelaestaciónmientrasesperabansutren,yconsultandoamenudosusrelojesdebolsillo.
En realidad, Pierce y Agar no utilizaban relojes de bolsillo, sino más biencronómetros. Pierce tenía uno muy elegante, un gran cronógrafo con dos diales,montadoenunacajadeoro18quilates.Seloconsiderabaunamaravilladelatécnicamásmoderna, y se empleaba en las carreras y otras actividades parecidas. Pero lososteníaocultoenlamano,demodoquenoatraíalaatención.
Después del segundo día de observación de la rutina de los empleadosadministrativos, los cambios de turnos de los guardas ferroviarios, la llegada y lapartidadelosvisitantesdelaoficina,yotrosasuntosqueparaelloseranimportantes,Agaralzólosojoshacialaescaleradehierroqueconducíaalaoficinayanunció:
—Infernalmentepeligroso.Estádemasiadoexpuesta.Enfin,¿quéquieresacardeahí?
—Dosllaves.—¿Quéllaves?—Dosllavesquenecesito—dijoPierce.Agarmiródereojolasoficinas.SilarespuestadePiercelodecepcionó,surostro
nomostróelmenorindicioenesesentido.—Bien—dijo en tono profesional—, si lo que quiere son dos llaves, creo que
están en ese depósito —esbozó un gesto, sin atreverse a señalar con el dedo—despuésdelasmesasdelosempleados.¿Velaalacena?
Pierceasintió.Atravésdelvidriodelfrentepodíavertodalaoficina.Enelcuartodestinado a depósito había una estrecha alacena de color verde lima, adosada a lapared.Parecíalaclasedelugardondeunopodíaguardarlasllaves.
—Laveo.—Enesaalacenaestálomío.Bueno,seguroquetienecerradura,peroesonoes
muyimportante.Unacosabarata.—¿Ylapuertadelfrente?—dijoPierce,desviandolavista.Nosóloestabacerradaconllavelaalacena,sinoquelapuertadeaccesoalaserie
de oficinas—una puerta de cristal esmerilado, que ostentaba la inscripción FCSE,escrita a molde, y debajo, División Supervisor de Tráfico— tenía una robustacerraduradebroncesobreelpicaporte.
—Apariencia, y nada más —rezongó Agar—. Un tirón y la destripo. Podríaabrirlasóloconlauña.Esonoesproblema.Elproblemaeslamalditagente.
Pierce asintió, pero no dijo nada. Agar era el principal responsable de laoperación,ytendríaqueresolverlasdificultades.
—¿Hadichodosllaves?
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—Si—dijoPierce—.Dosllaves.—Dos llaves son cuatromoldes.Cuatromoldes necesitan casi unminuto, para
hacerlosbien.Perosincontar lapuerta,oelgabinete interior.Esosuma tiempo—Agarpaseólavistaporelandéncolmadodegente,ylosempleadosdelaoficina—.Dedíaesdemasiadodifícil—dijo—.Haymuchagenteportodoslados.
—¿Denoche?—Sí,denoche,cuandoestávacía,ycomolabocadeunlobo.Creoquedenoche
esmejor.—Denochelapolihacerondas—lerecordóPierce.Yahabíanvistoquedurante
lanoche,cuandolaestaciónsequedabavacía,losagenteslapatrullabanaintervalosdecuatroocincominutos—.¿Tendrátiempo?
Agarfruncióelceñoymiródereojolaoficina.—No—dijofinalmente—.Salvo…—¿Qué?—Quelasoficinasyaestuviesenabiertas.Entrotranquilamente,hagolosmoldes
sinperderunmomento,ydesaparezcoenmenosdedosminutos.—Perolasoficinasestaráncerradas—dijoPierce.—Pensaba utilizar a un culebra —dijo Agar, con un gesto de la cabeza en
direcciónalaoficinadelsupervisor.Pierce levantó la vista. La oficina del supervisor tenía una amplia ventana de
vidrio; en el interior pudo ver al señorMcPherson, enmangas de camisa, con loscabellos blancos y una visera verde sobre la frente. Detrás de McPherson, unaventanadeventilación,deaproximadamenteunpiecuadrado.
—Yaveo—dijoPierce.Yagregó—:Muypequeña.—Un buen culebra puede pasar—dijoAgar.Un culebra era un niño capaz de
atravesarcontorsionándosepequeñosespacios.Generalmenteeraunexaprendizdedeshollinador—. Y cuando está en la oficina, abre la alacena, y la puerta desdedentro, y me lo prepara todo. Así, el trabajo será coser y cantar, créame—dijo,asintiendosatisfecho.
—Sitenemosaunculebra.—Claro.—Ydebesercondenadamentebueno—dijoPierce,volviendoamirarlaventana
—parapasarporahí.¿Quiéneselmejor?—¿Elmejor?—preguntóAgar sorprendido—.ElmejoresPerfectoWilly,pero
estádentro.—¿Dónde?—En la prisión deNewgate, y de ahí nadie escapa. Cumplirá su tiempo en la
noria,yseráunbuenchico,yesperarálarebaja,siseladan.Peronopuedeescapar.No,deNewgatenadieescapa.
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—QuizáPerfectoWillypuedahacerlo.—Nadiepuedehacerlo—dijoAgarconvozgrave—.Yasehaintentado.—EnviaréunmensajeaWilly—dijoPierce—yveremos.Agarasintió.—Tengoesperanzas—dijo—,peronodemasiadas.Losdoshombresreanudaronlavigilanciadelasoficinas.Piercefijólavistaenel
depósitoanexoa lasoficinas,yen lapequeñaalacenaadosadaa lapared.Recordóquenuncalahabíavistoabierta,yseleocurrióunaidea:¿Quépasaríasihubiesemásllaves—quizádocenas—enesepequeñoarmario?¿CómosabríaAgarcuálesdebíacopiar?
—Ahívienelapoli—dijoAgar.Piercemiró,yvioalagentequehacíasuronda.Apretóelbotóndelcronómetro:
Sieteminutos cuarenta y siete segundos desde la última pasada. Pero la rutina delpolicíaseríamásrápidaporlanoche.
—¿Veunescondrijo?—dicePierce.Agarasintióendirecciónaundepósitodeequipajesinstaladoenunaesquina,alo
sumoadocepasosdelaescalera.—Servirá.—Excelente—comentóPierce.Los dos hombres permanecieron sentados hasta las siete, hora en que los
empleados abandonaron la oficina para volver a sus casas. A las siete ymedia seretiró el supervisor, después de cerrar con llave la puerta de acceso. Desde esadistancia,Agarfijólosojosenlallave.
—¿Quétipodellave?—preguntóPierce.—Bastaráuntirón,nomuyfuerte—dijoAgar.Losdoshombrespermanecieronotrahora,hastaquesehizopeligrosocontinuar
en la estación. El último tren había partido, y ahora llamabanmucho la atención.Permanecieron el tiempo indispensable para cronometrar al policía de la guardianocturnaquehacíalasrondasdelaestación.Elagentepasabafrentealaoficinadelgerentedetráficocadacincominutosytressegundos.
Pierceapretóelbotóndelcronómetroymiróelsegundero.—Cincoytres—dijo.—Feoasunto—dijoAgar.—¿Puedehacerlo?—Claroquepuedo—dijoAgar—.Puedoconseguirunmoldeenmenos…todo
loquehedichoesqueesfeoelasunto.¿Cincoytres?—Puedoencendermásrápidoelcigarro—lerecordóPierce.—Puedo—dijoAgarconfirmeza—,sitengounculebracomoPerfectoWilly.Salierondelaestación.Cuandollegaronalacalle,Piercehizoseñasalcochede
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punto.Elcochero,quemostrabaunacicatrizenlafrente,descargóunlatigazosobreelcaballoyelvehículoseadelantóhacialaentradadelaestación.
—¿Cuándolohacemos?—preguntóAgar.Pierceleentregóunaguineadeoro.—Cuando yo le avise —dijo. Luego, subió al coche y el vehículo se alejó,
hundiéndoseenlasombranocturnacadavezmásdensa.
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6Capítulo
ELPROBLEMAYLASOLUCIÓN
Haciamediadosdejuliode1854,EdwardPierceconocíalaubicacióndetresdelascuatro llaves que necesitaba para robar las cajas.Dos llaves estaban en la alacenaverde de la oficina del supervisor de tráfico del Ferrocarril Sureste. Una terceracolgaba del cuello de Henry Fowler. Estas tres llaves no representaban problemasimportantesparaPierce.
Por supuesto, había que resolver el problema del momento oportuno en quepodría realizarse una entrada clandestina con el fin de obtener el molde de cera.Tambiénhabíaqueencontrarunbuenculebraqueayudaseaentrarenlasoficinasdelferrocarril.Perotodosestoseranobstáculosquepodríansuperarsefácilmente.
Ladificultadrealestabaenlacuarta llave.Piercesabíaquesehallabaenpoderdel señor Trent, presidente del banco, pero ignoraba dónde estaba —y estedesconocimiento representaba un desafío por cierto formidable, que absorbió suatenciónduranteloscuatromesessiguientes.
Conviene hacer aquí una breve aclaración. En 1854 Alfred Nobel iniciaba sucarrera;pasaríaotradécadaantesdequeelquímicosuecodescubrieseladinamita,yla posibilidad de la «sopa» de nitroglicerina todavía era cosa del futuro. Porconsiguiente, a mediados del siglo XIX una caja de metal bien construida era unobstáculoserioparalosladrones.
Estaafirmacióngozabadeunreconocimientotangeneralquelosfabricantesdecajasconsagrabanlamayorpartedesusenergíasalproblemadelaproteccióndeesosartefactoscontraelfuego,pueslapérdidadedineroydocumentospor incineraciónera un riesgo mucho más grave que el robo. Durante este período se otorgarondistintaspatentesquecubríanelferromanganeso,laarcilla,elpolvodemármolyelyesodeParísutilizadoscomorevestimientosapruebadefuegodelascajasfuertes.
Elladróninstaladofrenteaunacajateníatresposibilidades.Laprimeraconsistíalisayllanamenteenrobarlacajaentera,llevándoselaparaviolentarlacómodamente.Eraunaempresaimposiblesisetratabadeuncajadeciertotamañoperodeterminadopeso,ylosfabricantesprocurabanutilizarlosmaterialesdeconstrucciónmáspesadoseincómodosparadesalentarestamaniobra.
Obienelladrónpodíaemplearun«rebajador»,esdeciruntaladroquefijabaalagujerodelacerraduradelacaja,ypermitíapracticarunorificiosobrelacerradura.
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Elmecanismode la cerradurapodíamanipularse a travésde esteorificio,ydeesemodoseabría lacaja.Peroel«rebajador»eraunaherramientadeespecialistas;eraruidosa,lentaeinsegura;yademásdesucostoelevado,eravoluminosa.
Laterceraposibilidaderaecharunaojeadaalacajayrenunciar.Eraeldesenlacemásusual.Veinteañosdespuéslacajafuertedejaríadeserunobstáculoinsalvable,yseconvertiríaensimplemolestiaenelespíritudelosladrones;peroporelmomentoeraprácticamenteinexpugnable.
Porsupuesto,amenosquesetuvieseunallavedelacajafuerte.Aúnnosehabíaninventado las cerradurasde combinación; todas las cerraduras se abríany cerrabancon llave, y el modo más seguro de violar una caja era ir provisto de una llaveobtenida previamente. Este hecho subyace en la preocupación por las llaves quecaracterizaaldelincuentedelsigloXIX.Laliteraturadelictiva,oficialypopular,dela época victoriana, parece obsesionada por las llaves, como si fuese lo único queimportaba. Pero en esos tiempos, como dijo en su proceso de 1848Neddy Sykes,magistralvioladordecajasfuertes:«Lallaveeseltodoenelgolpe,eselproblemaylasolución».
DemodoquecuandoEdwardPierceplaneóelrobodeltren,partiódelapremisaindudabledequeantetododebíaconseguircopiasdelasllavesnecesarias.Ydebíahacerloobteniendoaccesoalaspropiasllaves,puessibienexistíaunnuevométodoconsistenteenusar«modelos»deceraeinsertarlosenlascerradurasdelascajas,estatécnicanomerecíaconfianza.Deahíquelascajasfuertesdelaépocasolíandejarsesinvigilancia.
El eje de la actividaddelictiva era determinar el lugar enque se guardaban lasllaves de la caja. El proceso de copia no ofrecía dificultades; en pocosmomentospodían obtenerse impresiones en cera de la llave. Y podía violentarse con rápidafacilidadellocaldondeseguardabaunallave.
Perosiunosedetieneapensarenelasunto,unallaveespordeprontobastantepequeña.Puedeocultársela en los lugaresmás inverosímiles; es posible esconderlacasiencualquierpartedelcuerpodeunapersona,oencualquierrincóndeuncuarto.Y sobre todo de una habitación victoriana, donde incluso un objeto tan corrientecomouncestodepapelesprobablementeestabaforradode tela,capassucesivasdeflecos,ycercosdecorativosdeborlas.
Solemos olvidar lo extraordinariamente recargadas que eran las habitacionesvictorianas. El decorado que prevalecía en este período suministraba innumerablesescondrijos.Además,lospropiosVictorianosadorabanloscompartimentossecretosylos lugares disimulados; amediados del siglo el anuncio de venta de un escritorioafirmabaque«contiene110compartimentos,inclusomuchosdisimuladosdelmodomásingenioso».Aúnlaschimeneasmuyadornadas,quepodíanhallarseentodosloscuartosdeunacasa,ofrecíandocenasdelugaresdondeocultarunobjetotanpequeño
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comounallave.Por consiguiente, amediados de la época victoriana, la información acerca del
esconditedeunallaveeracasitanútilcomolacopiadelapropiallave.Elladrónquepretendía obtener una impresión en cera podía irrumpir en una casa si sabíaexactamente dónde se ocultaba la llave, o por lomenos en qué habitación estaba.Perosidesconocíaesosdatos,ladificultadderealizarunabúsquedaminuciosa—ensilencio,enunacasapobladadehabitantesycriados,usandosólounalinternasordaquesuministrabaa losumounojode luz—era tangrandequeavecesnovalía lapenarealizarelintento.
Envirtuddetodasestascircunstancias,PierceconcentrósuatenciónendescubrirdóndeguardabasullaveelseñorEdgarTrent,presidentedelafirmaHuddleston&Bradford.
Ante todo, habíaque averiguar si el señorTrentguardaba la llave en el banco.LosempleadosjóvenesdeHuddleston&Bradfordalmorzabanalaunadelatardeenuna taberna llamada El Caballo y el Jinete, frente al local de la firma. Era unestablecimiento pequeño, colmado y cálido a la hora del almuerzo. Pierce hizoamistadconunodelosempleados,unjovenllamadoRivers.
En general, los ordenanzas y los empleados de menor categoría del banco semostraban cautelosos frente a las relaciones casuales, porque uno nunca sabía siestabaconversandoconundelincuenteenlibertad;peroRiversnoseinquietó,puessabía que el banco estaba a salvo de cualquier intento de robo —y quizá teníaconcienciadequeélmismoestababastanteresentidoconsuspatrones.
En ese sentido, es conveniente reproducir aquí la versión revisada, de las«Normasparaelpersonaldelaoficina»,distribuidasporelseñorTrentaprincipiosde1854.Decíanasí:
1. El temor deDios, la limpieza y la puntualidad son factores indispensables deunabuenaempresa.
2. LaCompañíahareducidoeldíadetrabajoalhorariode8.30delamañanaa7delatarde.
3. Todos los días, por la mañana, se elevarán rezos en la oficina principal. Elpersonaladministrativoestarápresente.
4. El atuendo debe ser sobrio. El personal administrativo no usará prendas decoloresvivos.
5. Se suministra una estufa para beneficio del personal administrativo. Serecomienda que cada miembro del personal traiga diariamente dos kilos decarbónduranteeltiempofrío.
6. Ningúnmiembro del personal administrativo puede dejar el salón sin permisodel señor Roberts. Se permiten las necesidades naturales y el personaladministrativodebeusareljardínqueestádetrásdelsegundoportón.Estesector
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debemantenerselimpioyenbuenorden.7. Nosepermiteconversardurantelashorasdetrabajo.8. El deseo de consumir tabaco, vinos o alcoholes es una debilidad humana, y
comotalestáprohibidaalpersonaladministrativo.9. Losmiembrosdelpersonaladministrativotraeránsuspropioslápices.10. Los administradores de la empresa esperan que, en compensación por estas
condicionescasiutópicas,seobtendráungranaumentodelaproducción.
Utópicasono,lascondicionesdetrabajodeHuddleston&Bradfordmovieronalempleado Rivers a expresarse libremente acerca del señor Trent. Y con menosentusiasmodeloquecabíaesperarenelcasodeunsuperiorutópico.
—Unsujetobastanterígido—dijoRivers—.Sacaelrelojalasochoytreintaenpunto,yobservasitodosestánensusrespectivoslugares;ynovalenexcusas.Diosamparealhombreaquienseleatrasaelómnibusenlaavalanchadelamañana.
—Hayqueajustarsealanorma,¿verdad?—Demasiado.Esuntipoduro…hayquecumplirlatarea,yesoesloúnicoque
importa.Estámásviejo—dijoRivers—.Y tambiénmás envanecido: se hadejadocrecerbigotesmáslargosquelossuyos,ysóloporqueestáquedándosecalvo.
En este período se discutía mucho si estaba bien que los caballeros llevasenbigote. Era una moda nueva, y las opiniones acerca de sus beneficios estabandivididas. También comenzaba a difundirse lamoda de fumar cigarrillos, pero losindividuosmásconservadoresnofumaban—porlomenosnolohacíanenpúblico,yavecesnisiquieraenelhogar—.Yloshombresmásconservadoresllevabanlacaratotalmenteafeitada.
—Heoídodecir que tiene ese cepillo—continuóRivers—.El cepillo eléctricodel doctor Scott, viene de París. ¿Y sabe cuánto cuesta? Doce chelines y seispeniques,nadamásynadamenos.
A Rivers le parecía una suma elevada: en efecto, le pagaban doce chelinessemanales.
—¿Quéhace?—inquirióPierce.—Cura las jaquecas, la caspa y también la calvicie—dijo Rivers—, o por lo
menos eso dicen. Un cepillito bastante original. Se encierra en su despacho y secepillaunavezcadahora,puntualmente—Riversseriódelasmaníasdesupatrón.
—Seguramentetieneundespachoamplio.—Sí,amplioytambiénconfortable.ElseñorTrenteshombreimportante.—¿Lotienebienordenado?—Sí, pero la encargada de la limpieza viene todas las noches, desempolva y
ordena,ytodaslasnochesalretirarseelseñorTrentdicealamujer:«Unlugarparacadacosaycadacosaensulugar»,ysemarchaalassieteenpunto.
Piercenorecordabaelrestodelaconversación,quenolehabíainteresado.Sabía
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ya lo que necesitaba, es decir, que Trent no guardaba la llave en su despacho.Dehaberlohecho,nohabríapermitidoque limpiasenel lugarensuausencia,pueseranotorioquelasmujeresencargadasdelalimpiezasedejabansobornarfácilmente;yparaelobservadorcasual,habíaescasadiferenciaentreunalimpiezaminuciosayunabúsquedaexhaustiva.
Peroaunquelallavenoestuvieseenlaoficina,detodosmodoseraposiblequeselaguardaseenelbanco.QuizáelseñorTrenthabíapreferidodepositarlaenunadelasbóvedas. Para aclarar el punto, Pierce podía suscitar una conversación con otroempleado,perociertamentepreferíaevitaresepaso.Encambio,eligióotrométodo.
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7Capítulo
ELDESCUIDERO
Teddy Burke, de veinticuatro años, estaba trabajando en el Strand a las dos de latarde, la hora más elegante. Como los restantes caballeros, Teddy Burke estabaimpecablemente vestido, con sombrero de alta copa, levita oscura, pantalonesestrechosy corbatínde sedaoscura.El atuendo lehabía costadobastante, pero eraesencialparasuactividad,puesTeddyBurkeeraunodeloscarteristasmáselegantes.
Enlacorrientededamasycaballerosquerecorríanlastiendaselegantesdeestavía, llamadaporDisraeli «laprimera calle deEuropa», nadiepodíaver queTeddyBurkenoestabasolo.Enrealidad,estabaejecutandosuoperaciónhabitual;éldabaelgolpe,asuladoestabaelayudante,ydelanteyatrásdoscampanas.Entotal,cuatrohombres, y todos perfectamente vestidos. Los cuatro se deslizaban a través de lamultitud,sinllamarlaatención.Habíamuchoselementosdedistracción.
Esehermosodíadeprincipiosdelveranoelaireestabatibioyolíaaestiércoldecaballo, a pesar de la intensa actividad de una docena de barrenderos. Había unintensotráficodecarros,carretones,ómnibustraqueteantesconleyendasencoloresbrillantes, coches de punto y cabriolés, y de cuando en cuando algún carruajeelegante,conuncocherouniformadoenelpescanteycriadosdelibreaatrás.Algunosniñosharapientos sedesplazabanenel tráfico,yempujabansuscarretillasbajo loscascos de los caballos, para diversión de la multitud, de la que a veces llegabanalgunasmonedasarrojadasalospequeños.
TeddyBurkesemostrabaindiferentealaexcitacióngeneral,asícomoalalujosaexhibicióndemercancíasenlosescaparatesdelas tiendas.Concentrabalaatenciónen la presa, una hermosa dama que vestía una falda de crinolina púrpura oscuraguarnecidadeflecos.Daríaelgolpeenpocosinstantesmás,mientrasellacaminabaporlacalle.
Labandaavanzabaenformación.Unodeloscampanasocupabasuposicióntrespasosalfrente;otroestabacincopasosatrás.Lamisióndeloscampanaseraprovocardesordenyconfusiónsialgosalíamal.
La presa seguía caminando, pero el hecho no inquietó a Teddy Burke. Seproponíarobarlasobrelamarcha,eltipomásdifícildegolpe,mientrasibaelladeunatiendaalaotra.
—Vamosallá—dijo,yelayudanteavanzóasulado.Sutareaerarecibirelbotín
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apenasTeddy lohabía robado, dejándolo limpio si había escándaloyun agentedepolicíaledetenía.
Acompañado por el ayudante, se acercó tanto a la mujer que pudo oler superfume.Caminabaa laderechade la joven,pueselvestidodeunamujer teníaunsolobolsillo,yestabadeeselado.
Teddy sostenía un abrigo sobre el brazo izquierdo. Una persona sagaz podríahaberpreguntadoporquéun caballero llevaba abrigo enundía tan cálido;pero laprenda parecía nueva, y podía suponerse que acababa de recogerla de una de lastiendascercanas.Entodocaso,elabrigoocultabaelmovimientodelbrazoderechoendirecciónalafaldadelamujer.Acariciódelicadamenteelvestido,paradescubrirsi llevabamonedero.Susdedos lo tocaron; respiróhondo, rogandoal cieloque lasmonedasnotintineasen,yloretiródelbolsillo.
Seapartóinmediatamentedelamujer,pasóelabrigoalotrobrazo,yenelmismomovimiento entregó el bolso al ayudante. Este se alejó. Adelante y atrás, loscampanas se marcharon en direcciones diferentes. Sólo Teddy Burke, que ahoraestaba limpio, continuaba caminando por el Strand, y pasó frente a un local queexhibíagarrafasdevidriotalladoycristalimportadasdeFrancia.
Unindividuoaltodebarbarojaestabamirandolosartículosexhibidos.NomiróaTeddyBurke.
—Buengolpe—dijo.TeddyBurkepestañeó.Elhombrequehabíahabladoestabademasiadobienvestido,parecíademasiado
pulcroparaserunpolicíadecivil,yciertamentenoeraunconfidente.TeddyBurkedijoconcautela:
—¿Sedirigeamí,señor?—Sí—dijoelhombre—.Digoquehasidoungolpemuybueno.¿Loenganchó?TeddyBurkesesintióprofundamenteinsultado.Sellamabaganchoaunalambre
queloscarteristasinferioresusabanparapescarunbolso,silosdedoslestemblabandemasiadoparaejecutarlatarea.
—Discúlpemeseñor.Nosédequémehabla.—Creoquelosabeperfectamente—insistióelhombre—.¿Andamosunpoco?TeddyBurkeseencogiódehombrosymarchóalpasodeldesconocido.Después
detodo,estabalimpioynadateníaquetemer.—Hermosodía—dijo.Eldesconocidonorespondió.Caminaronunosminutosensilencio.—¿Creequepodríasermenoseficaz?—preguntóelhombredespuésdeunrato.—¿Quéquieredecir,señor?—Setrata—dijoelhombre—,deapretaraunclientesinrobarlenada.—¿Intencionadamente?—TeddyBurke se echó a reír—.Ocurre amenudo sin
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intención,seloaseguro.—Haycincolibrasparausted,sisabehacerlo.TeddyBurkeentornólosojos.Habíamuchosestafadores,hombressagacesquea
menudousabanauncómpliceinvoluntario,ydejabanquellevaselapeorpartedeunplancomplicado.TeddyBurkenosedejaríaburlarpornadie.
—Cincolibrasnoesmucho.—Diez—dijoelhombreconvozfatigada.—Tengoquepensarenmismuchachos.—No—dijoelhombre—;ustedsolo.—¿Dequésetrata?—preguntóTeddyBurke.—Unbuengolpe,lasmanossobreelotro,losuficienteparapreocuparleyquese
reviselosbolsillos.—¿Yustedquierequenolequitenada?—Absolutamentenada—repusoelhombre.—¿Quiéneseltipo?—preguntóTeddyBurke.—Unhombre llamadoTrent.Tienequeabordarlo frenteasuoficina…fuertey
bruscamente,comolehedicho.—¿Ydóndeestálaoficina?—ElBancoHuddleston&Bradford.TeddyBurkesilbóporlobajo.—Westminster.Espeligroso.Allílamalditapolicíapulula.—Peroustedsaldrálimpio.Loúnicoquequieroesqueélsepreocupe.Teddy Burke caminó unos metros más, meditando el asunto, tomando aire y
reflexionando.—¿Cuándo?—Mañanaporlamañana.Alasochoenpunto.—Muybien.Elcaballerodebarbarojaleentregóunbilletedecincolibras,yleinformóque
recibiríaelrestounavezejecutadoeltrabajo.—¿Yporquéhaceesto?—preguntóTeddyBurke.—Asuntopersonal—replicóelhombre,yseperdióenlamultitud.
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8Capítulo
TIERRASANTA
Entre1801y1851lasproporcionesdeLondressetriplicaron.Conunapoblacióndedosmillonesymediodehabitantes,eraconmucholaciudadmásgrandedelmundo,y sus dimensiones asombraban a todos los observadores extranjeros. NathanielHawthorne se sintió atónito; su «tremenda densidad» fascinó y abrumó a HenryJames;Dostoievskihallóqueera«dilatadacomounocéano…unavisiónbíblica,unaprofecíadelApocalipsisrealizadaantenuestrospropiosojos».
Pero Londres continuaba creciendo. A mediados de siglo había siempre enconstruccióncuatromilviviendas,ylaperiferiadelaciudadliteralmentereventaba.Esta pauta hoy muy conocida de expansión se denominaba ya «la fuga hacia lossuburbios».Ciertasáreasperiféricasqueaprincipiosdel siglohabíansidoaldeasyvillorrios—Marylebone, Islington.Camden,Saint John’sWoodyBethnalGreen—se desarrollaron integralmente, y las nuevas clases medias, ahora prósperas,abandonabanelcentrodelaciudadparatrasladarseaestaszonas,dondeelaireeramáspuro,elruidomenosirritanteylaatmósferaengeneralmásgratay«rural».
Naturalmente, algunos barrios más antiguos de Londres conservaron un nivelelevadodeeleganciayriqueza,peroamenudoestabanalladomismodelosbarriosbajos más sórdidos y sorprendentes. La vecindad de la riqueza y la sordidezimpresionó también a los observadores extranjeros, sobre todo porque los barriosbajos o «palomares» eran refugios e incubadoras de «la clase criminal». Habíasectores de Londres en los que un ladrón podía desvalijar una mansión, yprácticamenteconsólocruzarlacallepodíadesaparecerenunenmarañadolaberintodecallejuelasyconstruccionesruinosasatestadasdesereshumanos,ytanpeligrosoquenisiquieraunpolicíaarmadoseatrevíaaperseguiraldelincuente.
La génesis de los barrios bajos era mal comprendida entonces; más aún, laexpresiónmisma«barriosbajos»nofueaceptadageneralmenteantesde1890.Peroyaseteníaunaimprecisaconcienciadelapautaqueahoraesfamiliar:lasnuevasvíasdecomunicaciónevitabanciertos sectoresde laciudady losaislaban; losnegociosdesertaban del lugar; venían a instalarse industrias poco agradables, de modo queaumentabanel ruidoy la contaminacióndel aire,ydisminuíaaúnmás la atracciónquepodíaejercerlazona;endefinitiva,nadiequedispusieradelosmediosnecesariosparavivirenotrolugaraceptabaresidirenunlugarsemejante,ylaregiónadquiríaun
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aspecto ruinoso, el mantenimiento era deficiente y las clases inferiores lasobrepoblaban.
Entonces,comoahora,estosbarriosbajosexistíanenparteporqueconstituíanunnegociolucrativoparalospropietarios.Uninquilinatodeochocuartospodíaadmitiracieninquilinos,cadaunodeloscualespagabaunchelínodosporsemanaparavivirencondicionesde«confusapromiscuidad»,durmiendohastaconveintepersonasdelmismoodistintosexoenlamismahabitación.(Talvezelejemplomásextrañodelosalojamientosdelaépocaestárepresentadoporlosfamosos«colgadosdeapenique»delpuerto.Aquíunmarineroborrachopasaba lanocheporunpenique,atándoseacuerdastendidasalaalturadelpecho,ycolgandocomolasprendastendidasdeunasoga).
Aunquealgunospropietariosdealojamientos,oinquilinatosvivíanenlazona—yamenudoaceptabancosasrobadasenpagodelalquiler—muchoseranciudadanosdepro,propietarios inabsentiaqueempleabanaunhombredeacciónparacobrar losalquileresymantenerciertaaparienciadeorden.
Durante este período hubo varios «palomares» famosos, en las Siete Esferas,RosemarieLane,laIsladeJacoboyelCaminodeRatcliffe,peroningunollegóasertanfamosocomolastreshectáreasdelcentrodeLondresqueformabanel«palomar»deSaintGiles,yquesellamaba«laTierraSanta».SituadocercadeldistritoteatraldelaplazaLeicester,elbarriodeprostitutasdelHaymarket,y las tiendaselegantesdeRegent Street, el palomar de Saint Giles estaba situado estratégicamente, desde elpuntodevistadeldelincuentequedeseaba«sumergirse».
Deacuerdoconlasdescripcionescontemporáneas,laTierraSantaera«unadensamasa de casas tan viejas que fingían tenerse en pie, con pasadizos estrechos ytortuosos que se curvan y serpentean. Aquí la intimidad es imposible, y quien seaventuraenlazonadescubrequelascalles—asíllamadaspormeracortesía—estánocupadaspormultituddevagabundos,ysimiraporlasventanascerradascontrozosdevidrio,vehabitacionesdondeloshabitantesvivenapiñadoshastalaasfixia».Hayreferenciasa«losalbañalesnauseabundos…laroñaquecolmalospasajesoscuros…losmuroscubiertosdehollíny laspuertasdegoznesarrancados…yenjambresdeniñospordoquier,satisfaciendoencualquierpartesusnecesidades».
Esta masa de inquilinatos sórdidos, malolientes y peligrosos no eran lugarapropiadoparauncaballero,sobretododespuésdelacaídadelsolenunabrumosanoche estival. Sin embargo, a fines de julio de 1854 un hombre de barba rojiza yeleganteatuendorecorriósin temor lospasadizosestrechos,humeantesyatestados.Losholgazanesylosvagosquelomirabanobservaronseguramentequesubastóndeempuñadura de plata parecía ominosamente pesado, y posiblemente ocultaba unahojadeacero.Además,sobre lospantalonesseadvertíaunbultoquepodíaserunapistola puesta en la cintura. Y la audacia misma de esta temeraria visita
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probablementeintimidabaamuchosdelosquepodíansentirsetentadosdeatacarlo.ElpropioPiercehabríadedecirdespués:—Loqueestagenterespetaeslaactitud.Conocenlaexpresióndeltemor,ypor
lotantoladesuausencia,yelhombrequenoteme,lesintimida.Pierce pasó de una calle maloliente a otra, preguntando por cierta mujer.
Finalmente,encontróaunvagabundoborrachoquelaconocía.—¿Busca a Maggie? ¿La pequeña Maggie?—inquirió el hombre apoyándose
contraelpostedeunalámparadegas,elrostroensombrecidoporlaniebla.—EslachicadePerfectoWilly.—Laconozco.Robaropacolgada,¿no?Sí,seguroquetrabajaenesalínea—el
hombreseinterrumpiósignificativamente,ybizqueó.Pierceleentregóunamoneda.—¿Dóndevive?—Enelprimerpasaje,primerapuertaaladerecha—dijoelhombre.Piercereanudólamarcha.—Peronosemoleste—legritóelhombre—.Willyestáenchirona…nadamenos
queenNewgate…yahínopuedehacernada.Pierce no volvió la cabeza. Se internó por la calle, pasando frente a sombras
imprecisas en la niebla, aquí y allá una mujer cuya ropa brillaba en la noche—obrerasdelasfábricasdecerillasconmanchadefósforosobreelvestido.Losperrosladraban;losniñoslloraban;atravésdelanieblalellegabanmurmullos,gemidosyrisas. Finalmente llegó a la casa de inquilinato, con un rectángulo brillante de luzamarillaenlaentrada,queiluminabauncartelescritotoscamenteamano:
PIESASPARAVIAGEROZ
Pierce contempló el cartel, y luego entró en la casa, abriéndose paso entre laspandillas de niños sucios y harapientos reunidas alrededor de la escalera; pellizcóbruscamente a uno, paramostrarles que no toleraría que le revisaran los bolsillos.Subiólosescalonescrujienteshastaelsegundopiso,ypreguntóporlamujerllamadaMaggie.Leindicaronqueestabaenlacocina,demodoquedescendióotravez,ysedirigióalsótano.
Lacocinaeraelcentrodetodoslosinquilinatos,yaesahoraeraunlugarcálidoyacogedor,unfocodecaloryfraganciassabrosas,mientrasafueraseenroscabanlosjironesdenieblagrisyhúmeda.Al ladodelfuegohabíamediadocenadehombresqueconversabanybebían;alrededordeunamesa,varioshombresymujeresjugabana las cartas, mientras otros sorbían cuencos de sopa caliente; en los rincones seamontonabaninstrumentosmusicales,muletasdemendigos,canastasdebuhonerosycajasdevendedoresambulantes.EncontróaMaggie,unasucianiñadedoceaños,y
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laapartóaunlado.Leentregóunaguineadeoro,ylachicalamordió.Embozóunasemisonrisa.
—¿Qué pasa, patrón? —Miró apreciativamente las finas prendas, con unaexpresióncalculadoraquepor ciertonoconcordabacon suedad—.¿Quiereque lediviertaunpoco?
Pierceignorólasugerencia.—¿VivesconPerfectoWilly?Lachicaseencogiódehombros.—Vivía.Willyestáenchirona.—¿Newgate?—Sí.—¿Leves?—Aveces.Digoquesoysuhermana,¿sabe?Pierceseñalólamonedaqueellaaferraba.—Tendrásotraigualsilepasasunmensaje.Durante un instante los ojos de la chica centellaron interesados. Luego
recuperaronlaexpresiónmortecina.—¿Quées?—DileaWillyquedebesalirdurantelapróximaejecución.SeráEmmaBarnes,
laasesina.Seguroque laahorcanpúblicamente.Dileeso: tieneque salir cuando laejecuten.
Lachicaserió.Unarisaextraña,durayáspera.—Willy esta enNewgate—dijo—ynadie sale deNewgate… tanto si ahorcan
comosino.—Dilequeélpuede—dijoPierce—.Quevayaa lacasadondeconocióaJohn
Simms,ynohabráproblemas.—¿EsustedJohnSimms?—Soyunamigo—dijoPierce—.Dilequeenelpróximoahorcamientotieneque
salir,onoesPerfectoWilly.Lachicameneólacabeza.—¿CómopuedesalirdeNewgate?—Dileeso—repitióPierce,ysevolvióhacialasalida.Enlapuertadelacocinasevolvióhacialachica,unaniñadesgarbada,cargadade
hombros,quellevabaunvestidoviejoyharapientomanchadodebarro,loscabellosapelmazadosysucios.
—Selodiré—dijolaniña,mientrasdeslizabaenelzapatolamonedadeoro.Elhombresealejóyvolviópordondehabíavenido,ysalióde laTierraSanta.
Emergió de una estrecha callejuela, se internó en la plazaLeicester y se unió a lamultitud reunida frente al Teatro Mayberry, perdiéndose entre los grupos que
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ocupabanlacalle.
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9Capítulo
LARUTINADELSEÑOREDGARTRENT
ElsectorrespetabledeLondreseraunlugartranquilodurantelanoche.Enunaépocaanterior almotor de combustión interna, los distritos comerciales y financieros delcentrodelaciudadestabandesiertosysilenciosos,siseexceptúanlospasosdiscretosdelosagentesdelaPolicíaMetropolitanaquehacíansusrondasdeveinteminutos.
Alalba,elsilencioseinterrumpíaconelcacareodelosgallosyelmugidodelasvacas, sonidos rurales incongruentes enunmediourbano.Pero en esa épocahabíamuchos animales en el centro de la ciudad, y la cría era una de las principalesindustrias londinensesyademás,duranteeldía,unade lascausasprincipalesde lacongestióndeltránsito.Noerararoqueunelegantecaballerotuviesequeesperarensu coche el paso de un pastor con su rebaño que recorrían las calles de la ciudad.Londreseraentonceslamayorconcentraciónurbanadelmundo,peroenrelaciónconlasnormasmodernas,ladivisiónentrelavidaurbanaylaruralnoeramuydefinida.
Esdecir, pocodefinidahasta el instante enque el reloj de laGuardiaMontadadaba las siete, y aparecían los primeros representantes de ese fenómenopeculiarmente urbano—los habitantes de los barrios alejados— que se dirigían altrabajo, transportadospor«ladiligenciadelHueso» («theMarrowbone stage»); esdecir,apie.EranlosejércitosdemujeresyniñasempleadascomocosturerasenlasdespiadadasfábricasderopadelWestEnd,dondetrabajabandocehorasdiariasporunospocoschelinessemanales.
A lasocho losestablecimientosde lascallesprincipales retiraban laspersianas;losaprendicesylosayudantesarreglabanlosescaparates,preparándoseparaeldíadetrabajo, y exhibiendo lo queunobservador sarcásticodenominó«los innumerablescaprichitosyfrivolidadesdelamoda».
De las ocho a las nueve el tránsito era particularmente intenso, y los hombresocupabanlascalles.Todoelmundo,desdeempleadosdelgobiernoacajerosdelosbancos,desdecorredoresdebolsaaconfiterosyobrerosdelasfábricasdejabón,sedirigía al trabajo apie, enómnibus, tándems, cochesdedos ruedas—en suma,unconjunto traqueteante, ruidosoyespesodevehículosyconductoresquemaldecían,jurabanyflagelabanasuscaballos.
En medio de esta barahúnda, los barrenderos callejeros iniciaban su trabajocotidiano. En el aire saturado de amoníaco, recogían los primeros montículos de
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estiércolequino,metiéndoseentreloscarrosylosómnibus.Yteníanmuchatarea;deacuerdoconlaopinióndeHenryMayhew,uncaballolondinensecomúndepositabaanualmente en las calles seis toneladas de estiércol, y la ciudad tenía lomenos unmillóndeanimales.
Alejándose en medio de la confusión, unas pocas berlinas elegantes, concarroceríaderelucientemaderaoscuralustradavruedasderayosdelgadosyfuertes,transportaban cómodamente a algunos prósperos ciudadanos a sus ocupacionesdianas.
Pierce y Agar, agazapados en un tejado que daba a la imponente fachada delBanco Huddleston & Bradford, vieron que por la calle se acercaba una de estasberlinas.
—Ahíviene—dijoAgar.Fierceasintió.—Bien,prontosabremosaquéatenernos—echóunaojeadaalreloj—.Lasocho
yveintinueve.Puntual,comodecostumbre.Pierce y Agar estaban en el tejado desde el alba. Habían visto llegar a los
contadores y los empleados; y también habían percibido que el movimiento en lacalleylasacerassehacíamásintensoypremiosoacadaminutoquepasaba.
Laberlinasedetuvofrentealapuertadelbanco,yelcocherosaltóalsueloparaabrir la portezuela. El presidente de Huddleston & Bradford descendió. El señorEdgarTrentteníacasisesentaaños,subarbaeragrisyexhibíaunvientreapreciable;Pierce no pudo determinar si era calvo, porque el sombrero de copa le cubría lacabeza.
—Unsujetogordo,¿eh?—dijoAgar.—Atención,ahora—dijoPierce.EnelinstantemismoenqueelseñorTrentpusopieatierra,unjovenbienvestido
chocobruscamenteconél.Murmurounabrevedisculpapor encimadelhombro,ycontinuópresurososucamino.ElseñorTrent ignoróel incidente.Recorrió lacortadistanciaqueleseparabadelasimpresionantespuertasderobledelbanco.
Depronto,enmitaddeunmovimiento,sedetuvo.—Ahorahacaído—dijoPierce.Enlacalle,Trentmiróenladireccióndeljovenbienvestido,einmediatamentese
palpó el bolsillo lateral de la levita, en busca de cierto objeto. Al parecer, lo quebuscabaseguíaenelmismositio,porqueesbozóungestodealivioysiguióandandohaciaelbanco.
Laberlinareanudólamarcha;laspuertasdelbancosecerraron.PiercehizounamuecaysevolvióhaciaAgar.—Bien—dijo—.Esoestodo.—¿Elqué?—preguntóAgar.
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—Loquenecesitamossaber.—¿Yquénecesitamossaber?—insistióAgar.—Necesitamos saber —dijo lentamente Pierce— que el señor Trent trae hoy
consigolallave,porqueeseldíade…—seinterrumpióbruscamente.AúnnohabíaexplicadoelplanaAgar,ynoveíarazónalgunaparahacerlohastaúltimomomento.Unhombreinclinadoalabebida,comoAgar,podíasoltarlalenguaenunmomentoinoportuno.Perounborrachonopodíadecirloqueignoraba.
—¿Quédía?—insistióAgar.—Eldíadelajustedecuentas—replicóPierce.—Es ustedmuy reservado—dijoAgar.Y luego agregó—: ¿No era ése Teddy
Burkeintentandodarungolpe?—¿QuiénesTeddyBurke?—dijoPierce—.Uncarterista,trabajaenelStrand.—Noleconozco—dicePierce,ylosdoshombresbajarondeltejadodeledificio.—Vaya,esustedmuyreservado—dijodenuevoAgar—.EseeraTeddyBurke.
Pierceselimitóasonreír.DurantelasemanasiguientePiercereuniómuchosdatosacercadelseñorEdgar
Trentysurutinacotidiana.ElseñorTrenterauncaballerobastanteseveroydevoto;raravezbebía, ynunca fumabani jugabaa las cartas.Erapadrede cincohijos; laprimeraesposahabíafallecidodepartoalgunosañosantes,ylasegunda,Emily,eratreinta añosmás joven que él ymuy bella, pero de actitudes tan severas como elmarido.
La familiaTrent vivía en el número 17 de la calleHighwater,Mayfair, en unaespaciosacasadeestilogeorgiano,conveintitréshabitaciones,sinincluirloscuartosde los criados.La servidumbre estaba formadapor docepersonas, un cochero, dosmozos de cuadra, un jardinero, un portero, un mayordomo, una cocinera y dosayudantasdecocina,ademásdetrescriadas.Tambiénhabíaunainstitutrizdestinadaalostresniñosmenores.
Los hijos tenían distintas edades, desde los cuatro años del menor a losveintinuevedelahijamayor.Todosvivíanencasa.Elmáspequeñoerapropensoalsonambulismo, de modo que a menudo se suscitaban escenas nocturnas queconmovíanatodalacasa.
ElseñorTrentteníadosbulldogsqueeranpaseadosdosvecesaldía,alassietedela mañana y a las ocho y cuarto de la noche, por dos de los criados. Los perrosestabanalojadosenunespaciocercado,alfondodelacasa,nolejosdelaentradadelosproveedores.
ElseñorTrentseajustabaaunarígidarutina.Todoslosdíasselevantabaalas7delamañana,desayunabaalas7.30ysalíaparasudespachoalas8.10,parallegaralas 8.29. Almorzaba invariablemente en Simpson’s a la una, durante una hora.Abandonabaelbancoalassietedelatarde,yalosumoalas7.20estabaensucasa.
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Aunque eramiembro de varios clubs de la ciudad, rara vez los visitaba. El señorTrentysuesposasalíandenochedosvecesporsemana;generalmenteofrecíanunacena una vez por semana, y a veces organizaban una reuniónmás importante. Endichasveladasseagregabanalpersonalunadoncellayuncriado,peroestaspersonasveníandelascasasvecinas;erangentedignadeconfianzaynoselespodíasobornar.
Losproveedoresquellegabandiariamentealaentradalateraldelacasavendíanatodas las familias de la calle, y procuraban no relacionarse nunca con un posibledelincuente. Por amable que se mostrase, un desconocido no podía entablarfácilmenterelacionesconunvendedordefrutasoverduras,yestossabíanmantenerlabocabiencerrada.
Un deshollinador llamado Marks trabajaba en el barrio. Era sabido quecomunicaba a la policía cualquier petición de información de un desconocido. Elayudante del limpiador de chimeneas era un jovencito estúpido; de él nada podíaobtenerse.
El policía que vigilaba la calle, un tal Lewis, hacía sus rondas una vez cadadiecisiete minutos. A medianoche cambiaba el turno; Howell, encargado de lavigilancia nocturna, hacía sus rondas una vez cada dieciséis minutos. Los doshombreseranindividuosmuyresponsables,nuncaestabanenfermosniborrachos,ynoaceptabansobornos.
Los criados estaban satisfechos. Ninguno había sido empleado y tampocodespedidorecientemente;atodosselestratababien,yeranlealesalacasa,ysobretodoalaseñoraTrent.Elcocheroestabacasadoconlacocinera;unodelosmozosdecuadradormíaconunadelasdoncellas;lasotrasdoseranchicasbonitas,yalparecernocarecíandecompañíamasculina:habíanencontradoamantesenlaservidumbredelascasasvecinas.
LafamiliaTrentsolíatomarsusvacacionesanualesenelmesdeagosto,peronopensaban hacerlo este año, pues en vista de sus obligaciones comerciales el señorTrentdebíaquedarseenlaciudadtodoelverano.Aveces,lafamiliapasabaelfindesemana en el campo, en casa de los padres de la señora Trent, pero durante estassalidas lamayoríade loscriadospermanecíaen lamansión.Aparentemente,nuncahabíamenosdeochopersonasenlacasa.
Pierce reunió toda esta información lenta y cuidadosamente, y a menudo concierto riesgo. Parece que utilizó varios disfraces para hablar con los criados en lastabernas y en la calle; es posible que también se paseara por el vecindario,observando las costumbres de la casa, pero ésta era una práctica peligrosa. Porsupuesto,podíausarunaseriede«espías»querecorriesenlazona,perocuantomayorera el número de personas que intervinieran,más probable era que se difundiesenrumores acerca de un robo inminente en lamansión de los Trent. En ese caso, seagravarían los problemas que dificultaban la entrada en la casa, que ya eran
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formidables.Demodoquedecidiórealizarpersonalmentelalabordereconocimiento,conciertaayudadeAgar.
De acuerdo con su propio testimonio, hacia fines de agosto Pierce no estabamejorqueunmes antes. «Esehombreno tenía fisuras»,dijoPierce, refiriéndose aTrent —«Ni vicios, ni debilidades, ni excentricidades, y una esposa salidadirectamentedelaspáginasdeunmanualacercadelamujerperfectaalfrentedeunhogarfeliz».
Era evidente que no tenía sentido introducirse en una mansión de veintitréshabitaciones con la esperanza de que la casualidad permitiese encontrar la llaveoculta.Piercenecesitabamásinformación,yamedidaquepasabaeltiempoeramásevidentequeesta informaciónpodíaobtenerlasólodelpropioseñorTrent,elúnicoquesabíadóndeestabalallave.
Todos los intentos de Pierce por establecer una relación personal con el señorTrent fracasaron. Henry Fowler, que a veces veía a Pierce en algunas veladas dehombres solos, había sido abordado en relación con el temadeTrent, peroFowlersosteníaqueeraunindividuoreligioso,correcto,ydeconversaciónbastanteaburrida;yagregabaquelaesposa,sibienbonita,eraigualmenteaburrida.(Estoscomentarios,reveladosenelcursodelproceso,causaronconsiderableembarazoalseñorFowler;peropor lodemás,el señorFowler tendríaqueafrontardespuéssituacionesmuchomásmolestas).
EraevidentequePiercenopodíainsistirenquelepresentaranapersonasdotadasde tan escaso atractivo. Tampoco podía abordar directamente a Trent, pretextandonegocios con el banco. A Henry Fowler le hubiese extrañado que Pierce no lesometiese cualquier posible asunto comercial. Por lo demás, Fowler era la únicapersonaconocidadePiercequeestabarelacionadaconTrent.
En resumen, se estaban agotando los recursos de Pierce, y hacia principios deagostocontemplabavariosplanesdesesperados—porejemplo,fingirunaccidenteenelcursodelcualuncochedebíaatropellarlofrentealacasadelafamiliaTrent,ounepisodiosimilarfrentealbanco.Perosetratabadeestratagemasbaratas,yparaquefueseneficaceseranecesarioquePiercesufrieseheridasmásomenosreales.Comopuede suponerse, la perspectiva no le agradaba, de modo que aplazabaconstantementeelasunto.
Depronto,enlanochedel3deagosto,elseñorTrentmodificóbruscamentesurutina habitual. Volvió a casa a la hora de siempre, la 7.20, pero no entró en laresidencia. En cambio, se encaminó directamente hacia la perrera instalada en elfondodelacasa,ysujetóaunacorreaunodelosbulldogs.Despuésdeacariciarunratoalanimal,volvióasubirconélalcarruajequeloesperaba,ylaberlinasealejó.
CuandoPiercevioesto,comprendióqueteníaasunombre.
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10Capítulo
UNPERROENTRENADO
NolejosdeSouthwarkMintsehallabaelestablodeJeremyJohnson&Hijo.Eraunestablecimientopequeño,quealojabaaunpardedocenasdecaballosentresestablosde madera, con los fardos de heno, las monturas, los arreos y otros elementoscolgadosdebastidores.Elvisitanteaccidentaldelestablotalvezsesorprendieradeoír,en lugardel relinchode loscaballos,el sonidopredominantede losperrosqueladraban, gruñían y rezongaban. Pero el significado de estos sonidos era bastanteclaroparaquienes frecuentabanel lugar,yno suscitabacomentariosespeciales.EnLondreshabíamuchosestablecimientosprestigiososquecompletabansusactividadesconelentrenamientodeperrosdepelea.
ElseñorJeremyJohnson(padre)acompañóasuclientedebarbarojizaahacerunrecorridoporlosestablos.Eraunancianojovialaquienlefaltabalamayoríadelosdientes.
—Yotambiénsoyunviejodesdentado—decíariendo—.Peroesonomeimpidebeber, se lo aseguro—palmeó los cuartos traserosdeuncaballopara apartarlodelcaminó—.Vamos,vamos—dijoyluegovolviólosojoshaciaPierce—.Ybien,¿québusca?
—Elmejoranimalqueustedtenga—dijoPierce.—Esoesloquepidentodosloscaballeros—dijoelseñorJhonsonconunsuspiro
—.Todosquierenlomejor.—Soymuyexigente.—Oh,yaloveo—dijoJohnson—.Comprendoperfectamente.¿Ustedquiereun
cachorro,paraprepararlopersonalmente?—No,—dijoPierce—.Quierounperroperfectamenteentrenado.—Ustedsabequeesocuesta.—Losé.—Cuesta mucho, mucho —murmuró Johnson, mientras recorrían el establo.
Empujóunapuertachirriante,ypasaronunpequeñopatiodelfondo.Aquíhabíatrespistascircularesconrebordedemadera,cadaunadeunosdosmetrosdediámetro,yportodaspartesperrosenjaulados.Losperrosaullaronyladraroncuandovieronaloshombres.
—Unperroentrenadocuestamucho—dijoJohnson—.Senecesitamuchotiempo
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paraamaestrarbienalanimal.¿Sabequéhacemos?Primero,entregamoselperroaunayudante,yélloprovocadurantediezdías…paraendurecerlo,¿comprende?
—Entiendo—dijoPierceconimpaciencia—peroyo…—Luego —continuó Johnson— dejamos al perro con un animal viejo sin
dientes…oconunperro joven, tambiénsindientes,segúnelcaso.Haceunpardesemanasperdimoselque teníamos,demodoqueahorausamoséste—señaló aunperroenjaulado—ylearrancamostodoslosdientes;ahoraeseldesdentado.Ymuybueno.Sabeentrenaralaprendiz…estedesdentadoesmuyágil.
Pierce miró al animal sin dientes. Era un perro joven y sano que ladrabavigorosamente.Lehabíanquitado todos los dientes; pero continuaba rezongandoyentreabriendoloslabiosamenazadoramente.ElespectáculoprovocólarisadePierce.
—Sí,sí;esuntantocómico—dijoJohnson,acercándoseaotrajaula—,peronodirálomismodeéste.LeaseguroqueestámirandoelmejorperrodepruebadetodoLondres.
Era un mestizo, más grande que un bulldog, y le habían afeitado partes delcuerpo. Pierce conocía la rutina: primero se entrenaba al animal joven en brevessesionesdepeleaconunveteranoviejoysindientes; luegoselometíaenlaarenaconun«perrodeprueba»,unanimalprescindibleaunquecombativo.Enelcursodelencuentroconelperrodepruebaelaprendizadquiríalashabilidadesnecesariasparamatar.Laprácticausualeraafeitarlaspartesvulnerablesdelperrodeprueba,conelfindeincitaralaprendizaatacaresaszonas.
—Este animal —dijo Johnson— ha enseñado a más campeones de los querecuerdo. ¿Conoce el perro del señor Benderby, el que venció el mes pasado alcampeóndeManchester?Puesbien,esteanimalentrenóalperrodelseñorBenderby.Y también al perro del señor Starrett, y… bueno,más de una docena, y todos loscampeones.YelotrodíavinoelseñorStarrett,enpersona,yquisocomprarlo.Dicequequierefastidiaraunpardetejones.¿Ysabeloquemeofreció?Nadamenosquecincuentalibras.¿Yquélecontesté?Ledijequepornadadelmundo,novendoesteanimalporcincuentalibras.
Johnsonmeneótristementelacabeza.—Ynoquieroquecacetejones—dijo—.Lostejonesnosonrivalesparaunperro
depelea.No,no.Unbuenperrodepeleatienequeenfrentarseconotrosperros,oalosumoconlasratas—miródereojoaPierce.
—¿Quiere un perro parta cazar ratas? Tenemos animales entrenadosespecialmente—dijoelseñorJohnson—.Algomásbaratos,poresolodigo.
—Quieroelmejorperroentrenado.—Y le aseguro que lo tendrá. Vea, vea este verdadero demonio—Johnson se
detuvofrenteaunajaula.DentroPierceviounbulldogquepesabaunosveintekilos.Elperrogruñó,peronosemovió—.¿Ve?Tieneconfianzaensímismo.Yahadado
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unbuenpardemordiscosaotrosperrosyestábienadiestrado.Perversocomoelquémás. Sabe, algunos perros tienen instinto…no es posible enseñarles, nacen con elinstintodemorderenellugarexacto.Yéstetieneeseinstinto.
—¿Cuánto?—preguntóPierce.—Veintelibras.Piercevaciló.—Conlacorreatachonada,elcollaryelbozal,todoincluido—agregóJohnson.Piercepermanecióensilencio.—Leaseguroquesesentiráorgulloso,muyorgulloso.Despuésdeunlargosilencio,Piercedijo:—Quiero elmejor perro que usted tenga—señaló la jaula—.Este perro no ha
peleadonunca.Notienecicatrices.Quierounveteranoentrenado.—Ylotendrá—dijoJohnsonsinpestañear.Continuócaminando,ysedetuvodos
jaulasmáslejos—.Estetieneinstintodematador,legustalasangre,ycomorápido…caramba,esmásvelozqueelojo.LasemanapasadalearrancóelcuelloalperrodelviejoWhitington,eneltorneodelataberna…Quizáustedestuvoallíylovio.
Piercepregunto:—¿Cuánto?—Veinticincolibras,todoincluido.Piercemiróunmomentoalanimal,yluegodijo:—Quieroelmejorperroquetengaaquí.—Esteeselmejor,selojuro…elmejorperrodetodalajauría.Piercecruzólosbrazossobreelpechoygolpeteóelsueloconelpie.—Selojuro,señor,veinticincolibras,unamaravillaparaelcaballero,yexcelente
entodoslosaspectos.Pierceselimitóamirarlo.—Enfin—dijoJohnson,apartando lavista,comosi se sintiese turbado—,hay
otroanimal,peroesmuyespecial.Tieneinstintodematador,haprobadolasangre,esmuyágilyresistente.Poraquí.
CondujoaPiercefueradelpatiocercado,yentróenotrosectordondehabíatresperros en jaulas un pocomás grandes.Todos eranmás pesados que los anteriores;Piercecalculóquedebíanpesarveinticincokilos,quizámás.Johnsonseñalólajauladeenmedio.
—Este—dijo—.Mehaatacadoamímismo—dijo—.Ytuvequefrenarlo…unanimal malvado de veras —Johnson se arremangó una manga de la camisa paramostrarunaseriedecicatricesblancas—.Me lashizoestabestia—dijo—,cuandomeatacó,perolodominé,locuidéyloentrenéespecialmente,porquetienecarácter,yustedsabequeelcaráctereseltodo.
—¿Cuánto?—dijoPierce.
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Johnsonsemirólascicatricesdelbrazo.—Pensabareservarlopara…—¿Cuánto?—Contodorespeto,nopuedovenderlopormenosdecincuentalibras.—Ledarécuarenta.—Vendido—dijoprontamenteJohnson—.¿Selollevaahora?—No—dijoPierce—.Vendréabuscadodentrodeunosdías.Por elmomento,
guárdeloaquí.—Entonces,¿medaráunaseñal?—Porsupuesto—dijoPierce,yentregódiezlibrasalindividuo.PidióaJohnson
queabrieselabocadelperro,verificoelestadodelosdientes,ysemarchó.—Condenación —dijo Johnson después de marcharse Pierce—. Un hombre
compraunperroentrenado,ylodeja¿Quésignificaesto?
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11Capítulo
LADESTRUCCIÓNDEALIMAÑAS
ElcapitánJimmyShaw,pugilistaretirado,dirigíalaCabezadelaReina,unadelastabernas«deportivas»másfamosasenlacalledelMolinodeViento.Elvisitantequehubieseentradoenellocalenlanochedel10deagostode1854habríapresenciadoelespectáculomásoriginal,puessibienlatabernasecaracterizabaporeltechomuybajo,yeraunlugarsórdidoybarato,estabaocupadoenesemomentoportodaclasedecaballerosbienvestidos,quealternabanconbuhoneros,vendedoresambulantesdealimentos,jornalerosyotrosmiembrosdecondiciónsocialhumilde.Peroesoanadieparecía importarle, pues todos compartían un sentimiento de nerviosa y estridenteexpectación. Además, casi todos habían traído perros. Eran animales decaracterísticas muy variadas: bulldogs, terriers de distintos tipos y diferentesmestizos. Algunos descansaban en los brazos de sus propietarios; otros estabanatados a las patas de las mesas, o al posapiés del mostrador. Todos eran tema deintensadiscusiónyatentoexamen:selessopesaba,selespalpabalaspatasconelfindedeterminarlaresistenciadeloshuesos,ylesabríanlasfaucesparaexaminarlosdientes.
Unvisitantepodríahaberobservado luegoque lospocoselementosdecorativosde laCabeza de laReina indicaban idéntico interés por los perros.De las perchascolgabancollaresdecueroclaveteados;habíaperrosdisecados,guardadosensuciosfanales, sobre elmostrador; sobre la chimenea, imágenes de distintos perros, entreellas un famoso dibujo de Tiny, «el perro maravilloso», un bulldog blanco cuyashazañaslegendariaseranbienconocidasportodos.
Jimmy Shaw, una figura corpulenta con la nariz rota, se desplazó por el salóndiciendoenvozalta:«Pidanloquegustencaballeros».EnlaCabezadelaReinaaunlos caballeros más elegantes bebían ginebra caliente sin quejarse. Más aún, nadieparecíatenerencuentalasordidezdelambiente.
Oparaelcaso,anadieparecíapreocuparlequelamayoríadelosperrosexhibieseabundantescicatricesenlacara,elcuerpoylaspatas.
Sobreelmostrador,uncartelmanchadodehollíndecía:
TODOHOMBRECONSUANTOJOLACAZADERATASENLAREALIDAD
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Ysialguiendudabadelsentidodelcartel,susdudassedisipabanalasnuevedelanoche,cuandoelcapitánJimmyordenaba«abrirlapista»,ytodoelpúblicosedirigíahaciaelsalóndelprimerpiso;cadahombrellevabasuperro,ycadaunodepositabaunchelínenlamanodeunempleadoantesdesubirlaescalera.
Elprimerpisode laCabezade laRemaeraunsalónamplio,de techo tanbajocomolaplantainferior.Carecíatotalmentedemuebles,yenelcentroestabalapista—uncírculodedosmetrosdediámetro,cerradoporplanchasdeunmetroveintedealtura—.Elsuelodelapistaestabaencalado,conunacapaqueseaplicabatodaslasnoches.
Amedidaquelosespectadoresllegabanalsegundopiso,losperrosreaccionabanvigorosamente,seagitabanenlosbrazosdesuspropietarios,ladrabanconenergía,ytirabandelascorreas.
ElcapitánJimmydijoconvozsevera:—Ahora, los caballeros que tienen antojos… háganlos callar —Y algunos
intentaronobedecer laorden,pero con escaso éxito, sobre todocuandoapareció laprimerajauladeratas.
A la vista de las ratas, los perros ladraron y gruñeron fieramente. El capitánJimmysostuvolaoxidadajauladealambresobresupropiacabeza,balanceándolaenelaire;conteníaunascincuentaratasasustadas.
—Lomejorde lomejor, caballeros—anunció—.Todas ratasdecampo,niunasolaratadealbañal.¿Quiénquiereempezar?
Enelsalónsehabíanreunidocincuentaosesentapersonas.Muchasseapoyabanenlastablasdemaderaquecircundabanlapista.Todosteníandinero,yregateabananimadamente.Imponiéndosealvoceríogeneral,sealzóunavoz:
—Probaréconveinte.Veintedelasmejoresparamiperro.—PesenelperrodelseñorT.—dijoelcapitánJimmy,puesconocíaalquehabía
hablado. Los ayudantes se apresuraron a retirar el bulldog de los brazos de uncaballerocalvodebarbacana.Elperrofuepesado.
—¡Trecekilos!—dijounavoz,yelperrofuedevueltoasudueño.—Así es, amigos—dijo el capitán Jimmy—.Trecekilospesa el perro favorito
delseñorT.,yquiereprobarconveinteratas.¿Digamoscuatrominutos?ElseñorT.asintió.—Caballeros, son cuatro minutos, y pueden cruzarse apuestas. Hagan sitio al
señorT.Elcaballerodebarbacanaseacercóalbordedelapista,siempreconelperroen
brazos.El animal teníamanchas blancas y negras, y gruñó a las ratas que estabanenfrente.ElseñorT.azuzóalperroemitiendoélmismogruñidosyrezongos.
—Quesalgan—dijoelseñorT.Elayudanteabriólajaulaymetiólamanodesnudaparaatraparlasratas.Elgesto
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era importante, porque demostraba que las ratas eran animales del campo, y noestaban infectadas por ninguna enfermedad. El ayudante seleccionó «veinte de lasmejores»,ylasechóalapista.Losanimalessedistribuyeronportodoelperímetro,yfinalmenteseagruparonenunrincón,formandounamasapeluda.
—¿Estamoslistos?—preguntóelcapitánJimmy,conuncronómetroenlamano.—Listo—dijoelseñorT.,mientrasexcitabaasuperrocongruñidosyrezongos.—¡Ataca!¡Ataca!—Fueelgritodelosespectadores,yvarioscaballeros,porlo
demásmuydignos,gritaronysoplaronendirecciónalasratas,demodoqueestasseerizaronyelmiedoseconvirtióenfrenesí.
—¡Ahooooora!—gritóelcapitánJimmy,yelseñorT.echóelperroalapista.InmediatamenteelseñorT.seagazapó,demodoquesucabezaapenassobresalía
delcírculodemadera,yenestapostura incitóasuperro,con instruccionesagritopeladoygruñidoscaninos.
Elperro seabalanzósobre lamasade ratas, lanzandodentelladasa loscuellos,comoauténticoanimaldepeleaqueera.Enunmomentomatótresocuatro.
Losapostadoresgritabanyaullabantantocomoelpropietarioquenoapartabalosojosdelcombate.
—¡Esoes!—gritóelseñorT.—.Yaestámuerta,suéltala,sigue¡Grrrr!Bien,otramás,suéltala,¡sigue!¡Grrrrr!
Elperropasabaprontamentedeuncuerpopeludoalsiguiente.Depronto,unarataseleprendiódelhocico,ynolosoltó;elperronopodíalibrarsedelarata.
—¡Sacúdela!¡Sacúdela!—gritólaturba.Elperrosecontorsionó,consiguió liberarse,ysearrojósobreelgrupoderatas.
Yahabíanmuertoseis,yloscuerposyacíanenlapistamanchadadesangre.—Dosminutos—llamóelcapitánJimmy.—Adelante,Lover,adelante,Lover—gritóelseñorT.—Vamos,chico. ¡Grrrrr!
Yaestá,suéltala.¡Vamos,Lover!El perro corría de un lado a otro, persiguiendo a su presa; la gente gritaba y
golpeabalastablasdemaderaparamantenerlaexcitacióndelosanimales.EnciertomomentoLovertuvocuatroratascolgadasdelacarayelcuerpo,peronocejóyconlas fuertes dentelladas, desgarró a una quinta. En medio de la furiosa excitación,nadievioauncaballerodebarbarojizaydignoportequeseabríapasoentrelagenteysedeteníaalladodelseñorT.,cuyaatencióncontinuabatotalmenteconcentradaenelperro.
—Tresminutos—anuncióelcapitánJimmy.Variosespectadoresgimieron.Habíantranscurridotresminutos,yhabíamatadosólodoceratas;losquehabían
apostadoalpreferidodelseñorT.seguramenteperderíansudinero.ElpropioseñorT.parecíano tenernocióndel tiempo.Noapartaba losojosdel
perro;ladrabayaullaba;retorcíaelcuerpo,almismotiempoquesuperro;rechinaba
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lasmandíbulasygritabaórdenesconvozronca.—¡Lahora!—gritóelcapitánJimmy,alzandoelcronómetro.Lagentesuspiróy
secalmó.RetiraronaLoverde lapista; las tres ratasquehabíanquedadoconvidafueronencerradasprontamenteporlosayudantes.
Elcombatedelperroconlasratashabíaconcluido.ElseñorT.habíaperdido.—Excelenteactuación—dijoelhombredelabarbaroja,comoconsuelo.La paradoja implícita en la conducta del señorEdgarTrent en laCabeza de la
Reina —más aún, su presencia misma en un lugar de ese estilo— exigen ciertaexplicación.
Enprimer lugar,unhombrequeerapresidentedeunbanco,devotocristianoycolumnade lacomunidaddecente, jamáshubieraconcebido la ideade relacionarseconmiembrosde lasclases inferiores.Todo locontrario:elseñorTrentconsagrabaunamedidaconsiderabledetiempoyenergíaamanteneraestagenteensulugar,yprocedía así con el conocimiento seguro y cierto de que estaba contribuyendo amantenerelbuenordensocial.
De todosmodos, en la sociedad victoriana había algunos lugares en los cualestodaslasclasessemezclabanlibremente,yunodelosprincipalesestabarepresentadoporlosacontecimientosdeportivos—elboxeo,loscaballos,yporsupuestolaspeleasentre animales Todas estas actividades gozaban de mala reputación o erandirectamente ilegales, y sus partidarios, reclutados en todas las capas sociales,compartían un interés común que les permitía ignorar el incumplimiento de losconvencionalismossocialesentalesocasionesYsielseñorTrentnoadvertíaningunaincongruencia en su propia presencia en un ambiente de buhoneros y vendedoresambulantes,noesmenosciertoqueestos,quegeneralmenteguardabansilencioysesentían incómodosenpresenciadecaballeros,mostraban lamismadesenvolturaentalesepisodiosdeportivos,yreíanyalternabanlibrementeconhombresaquienesnisehabríanatrevidoarozarencircunstanciascorrientes.
El interés comúnde todos—laspeleasdeanimales—había sidounadiversiónmuy apreciada en Europa occidental desde los tiempos medievales Pero en laInglaterravictoriana losdeportesanimalesestabandecayendovelozmente,víctimasdelalegislación,ydelatransformacióndelosgustosdelpúblico.Lalidiadetorosyosos, común a comienzos del siglo, era ahora bastante rara; y sólo en los centrosruralesseorganizabanpeleasdegallos.EnelLondresde1854sólotresdeportesconanimalesconservabanpopularidad,ytodosteníanqueverconlosperros.
Desde los tiempos isabelinos casi todos los observadores extranjeros hancomentado el afecto que los ingleses dispensan a sus perros, y por esomismo esextrañoqueprecisamentelacriaturamáscaraaloscorazonesinglesesfueseelcentrodeun«deporte»tanvisiblementesádico.
Delostresdeportesconperros,lasluchasentreperroseranconsideradascomoel
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«arte» supremo en elmundo de los deportes animales. Su difusión justificaba quemuchosdelincuenteslondinensesseganaranbienlavidadedicándoseexclusivamentea robar perros (se los denominaba «peleteros»). Pero las peleas de perros eranrelativamentepococomunes,puessolíansercombatesamuerte,yunbuenperrodepeleaeraunartículocaro.
LapeleaentreelperroyeltejóneratodavíamenoscorrienteSeencadenabaauntejón,yunperroodossededicabanahostigarloLapielresistenteyfuertedentelladadel tejónproporcionabanunespectáculosobremanera tensoymuypopular,pero laescasezdetejoneslimitabalasposibilidadesdeestedeporte.
La lucha del perro con las ratas era el deporte más corriente, sobre todo amediados del siglo Aunque técnicamente era ilegal, durante varias décadas sepracticóenflagranteviolacióndelaleyEnmuchoslugarespodíanversecartelesquedecían«Senecesitanratas»y«Secompranyvendenratas»,dehecho,lacazaderataseraunaindustriamenor,ajustadaasuspropiasnormasespecialesEranmuyvaloradaslasratasdecampo,porsucapacidadcombativaylaausenciadeinfeccionesLasratasdealbañal,máscomunesy fácilmente identificablesporelolor, eran tímidasy susmordedurastemanmayoresprobabilidadesdeinfectaraunvaliosoperrodepelea.
Siseconsideraqueeldueñodeunataberna«deportiva»,conunabuenaclientela,podía llegar a comprar dosmil ratas en una semana—yunabuena rata de campocostabahasta un chelín—,no sorprendequemuchos individuos se ganaran la vidacapturandoratas.Elmásfamosofue«BlackJack»Hanson,quesedesplazabaenunvehículo parecido a un coche fúnebre, ofreciendo limpiar de plagas lasmansioneselegantesporunaretribuciónabsurdamentebaja,acondicióndequeselepermitiera«atraparvivasalassinvergüenzas».
No se sabe con seguridadpor qué losVictorianos de todos los niveles socialesfingían no saber nada del asunto, pero a decir verdad padecían una ceguera muyconveniente La mayoría de los alegatos humanitarios de la época deploran ycondenanlaspeleasdegallos—lascualesdetodosmodoseranbastanteraras—ynoaluden en absoluto a los entretenimientos con perros Tampoco hay indicios en elsentidodequeloscaballeroshonorablessesintiesenincómodosparticipandoenestosdeportes con perros y ratas, pues en definitiva dichos caballeros se creían «firmessostenedoresdelacampañadedestruccióndealimañas»,ynadamás.
Unodeestosfirmessostenedores,elseñorT.,sehabíaretiradoalaplantabajadeLa Cabeza de la Reina, ahora prácticamente desierta Hizo una señal al barmansolitario,ypidióunvasodeginebraparasíyunpocodementaparasuperro.
El señor T. estaba lavando con menta la boca de su perro —para impedir laformacióndeúlceras—cuandoelcaballerodelabarbarojizadescendiólaescaleraydijo:
—¿Puedoacompañarleconunacopa?
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—Conmuchogusto—dijoelseñorT.,sindejardeatenderasuperro.Arriba,elruidodelospiesgolpeandoelsueloylosgritosindicaronelcomienzo
deotroepisodiodedestruccióndealimañas.Eldesconocidodelabarbarojizatuvoquegritarparahacerseoírporencimadelestrépito.
—Veoqueesusteduncaballerodeaficionesdeportivas—observó.—Ydesafortunado—contestóel señorT., tambiénagritos.Palmeóalperro—.
Lovernohaestadoensumejorforma.Cuandoestábien,notieneigual,peroaveceslefaltaimpulso—elseñorT.emitióunsuspirodolido—.Estanochehasidounadeesas ocasiones —pasó la mano sobre el cuerpo del perro, en busca de heridasprofundas, y se limpió con el pañuelo la sangre de varios cortes que le habíamanchadolosdedos—.Perosehaportadobastantebien.MiLovervolveráaluchar.
—Sinduda—convinoelcaballerodelabarbaroja—,yesedíavolveréaapostarporél.
ElseñorT.mostróciertapreocupación.—¿Haperdido?—Unafruslería.Diezguineas,realmentenada.El señor T. era un hombre de carácter conservador, y estaba en situación
acomodada, pero rehusaba creer que diez guineas fuesen «una fruslería».Miró denuevoasucompañerodecopas,yadvirtióelexcelentecortedesulevitaylacalidaddelasedablancadesucorbatín.
—Me alegro de que no le conceda mucha importancia —dijo—. Permítameinvitarleaunacopa,paracompensarenpartesumalasuerte.
—Deningúnmodo—replicóelhombrede labarba rojiza—;yonocreohabertenidomala suerte. En realidad, admiro a un hombre que puede tener y presentaranimales.Yotambiénloharíasilosnegociosnomeobligaranaviajaramenudoelextranjero.
—¿Ah,sí?—dijoelseñorT.,mientraspedíaotrarondaalbarman.—Enefecto—dijoeldesconocido—.Sinirmáslejos,elotrodíameofrecieron
un excelente perro entrenado, de notable ferocidad, con las inclinaciones de unauténticoluchador.Nopudecerrartrato,porquenodispongodetiempoparacuidardelanimal.
—Lamentable—dijoelseñorT—.¿Cuántolepidieron?—Cincuentaguineas.—Excelenteprecio.—Enefecto.Elmozotrajomásbebidas.—Yotambiénestoybuscandounperroentrenado—dijoelseñorT.—¿Deveras?—Sí—dijoelseñorT—.Desearíaeltercero,paraagregarloaLover,yShantung
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eselotroperro.Peronocreo…Elcaballerodelabarbarojahizounadiscretapausaantesdecontestar.Después
de todo,elentrenamiento, lacompray laventadeperrosdepeleaeranactividadesilegales.
—Si así lo desea—dijo al fin Pierce—, puedo preguntar si el animal aún estádisponible.
—¿Deveras?Seríamuyamabledesuparte.Realmentemuyamable—alseñorT.se leocurriósúbitamenteunpensamiento—.Perosiyofuerausted,novacilaríaencomprarlo.Despuésdetodo,mientrasestáenelextranjerosuesposapodríavigilaraloscriadosquecuidandelabestia.
—Metemo—replicósuinterlocutor—queduranteestosañosheconsagradolamayor parte de mis energías a las actividades comerciales. Nome he casado—yluegoagregó—:Aunque,porsupuesto,desearíahacerlo.
—Porsupuesto—dijoelseñorT.,conunaexpresiónmuypeculiarenelrostro.
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12Capítulo
ELPROBLEMADELASEÑORITAELIZABETHTRENT
La Inglaterra victoriana fue la primera sociedad que recogió sistemáticamenteestadísticas acerca de sí misma, y en general las cifras obtenidas determinaronsiempreunsentimientodeirreprimibleorgullo.Peroapartirde1840ciertatendenciainquietó a los principales pensadores contemporáneos: el número de las mujeressolterascrecíaconstantementeconrelaciónadeloshombresenlamismasituación.Hacia1851elnúmerodemujeressolterasenedaddemerecerera,segúncifrasdignasdecrédito,de2.765.000—yunaconsiderableproporcióndeestegrupocorrespondíaalashijasdelasclasesmediayalta.
Eraunproblema importanteygrave.Lasmujeresdecondiciónsocialmásbajapodían ocuparse como costureras, floristas, o trabajadoras rurales, o dedicarse acualquieradeunadocenadeocupacionesinferiores.Estasmujeresnoimplicabanunproblemaapremiante;erancriaturaspocoatractivas,quecarecíandeeducaciónynosabían apreciar las cosas buenas del mundo. A. H.White explica asombrado queentrevistóaunajovencitaempleadaenunafábricadefósforos,yquelapersonaencuestión «nunca asistía a la iglesia o a la capilla. Jamás había oído hablar de“Inglaterra”, ni de “Londres” ni del “mar” y los “barcos”.No sabía nada deDios.IgnoraloqueÉlhace.Desconocesiesmejorserbuenoomalo».
Evidentemente,enpresenciadetansólidaignorancia,sólocabíaagradecerquelapobre niña hubiese descubierto un modo de sobrevivir en la sociedad. Pero elproblema de las hijas de hogares de clasemedia o alta era distinto. Estas jóvenesteníaneducaciónylesagradabanlosrefinamientosdelacivilización.Ydesdelacunase las había educado con el único y exclusivo propósito de que fueran «esposasperfectas».
Eraesencialqueestasmujerescontrajeranmatrimonio.Lasoltería—esdecir,lacondicióndesolterona—representabaunasuertedeterribleimpedimento,puestodosconveníanenque«latareaverdaderadeunamujerconsistíaenserlaadministradora,el resorte y la estrella polar del hogar»; y si no lograba cumplir esta función, seconvertíaenunasuertedelamentableinadaptadasocial,unaauténticarareza.
Veníaaagudizarelproblemaelhechodequelasmujeresdebuenacunateníanpocasalternativasfueradelmatrimonio.Despuésdetodo,comodijounobservadorcontemporáneo, «¿qué profesiones podían ejercer sin perder el lugar que les
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correspondíaenlasociedad?paramerecerlacondicióndetal,unadamadebeserunadamaynadamás.Nodebe trabajarenactividades lucrativas,ni comprometerseenocupaciones subordinadas al dinero, no sea que afecte a los derechos de las clasestrabajadoras,quevivendesulabor…».
En la práctica, una mujer soltera de la clase superior podía utilizar el únicoatributodesuposición—asaber,laeducación—ytomarempleodeinstitutriz.Perohacia1851veinticincomilmujeresyaeraninstitutrices,ylomenosquepodíadecirseera que no se necesitaban más. Las restantes posibilidades eran mucho menosatractivas:vendedora,empleadadeoficina,telegrafistaoenfermera;perotodasestasprofesioneseranmásapropiadasparaunamujerambiciosadelaclasebajaqueparaunadamadecalidad.
Siuna jovenrechazabaesospuestosque larebajaban,susoltería implicabaunaconsiderablecargafinancieraparaelhogar.LaseñoritaEmilyDowningobservóque«las hijas de los profesionales… inevitablemente sienten que son una carga y unarémoraparaelniveldevidaduramenteconquistadodesuspadres;tienenquesaber—si se atreven a pensar en el asunto—que constituyen una fuente permanente deansiedad, y que si no contraenmatrimonio esmuy probable que,más tarde omástemprano, se vean obligadas a afrontar la lucha por la vida sin la preparación o laaptitudnecesarias».
Enresumen,lapresiónenfavordelmatrimonio—cualquierclasedematrimoniodecente—era intensa, y semanifestaba tanto en los padres comoen las hijas.LosVictorianos tendían a casarse a edad relativamente tardía, en la veintena o latreintena,peroelseñorEdgarTrentteníaunahija,Elizabeth,queyahabíacumplidolosveintinueveaños,yqueera«perfectamentecasadera»—locualsignificabaqueyahabíadejadoatrássumejoredad.NohabíaescapadoalaatencióndelseñorTrentqueel caballero de la barba roja podía necesitar una esposa. El propio caballero habíamanifestadoquenoseoponíaalmatrimonio,yqueenrealidadlasexigenciasdelaactividadcomercial lehabíanestorbadolabúsquedadelafelicidadpersonal.Porlotanto, nada impedía suponer que este joven bien vestido y sin duda acomodado,dotadodeinclinacionesdeportivas,podíasentirseatraídoporElizabeth.Conestaideaenmente,elseñorTrentselasingenióparainvitaralseñorPierceatomareltéensucasadelacalleHighwater,conelpretextodediscutirlacompradeunperrodepeleaalmismoseñorPierce.Conciertarenuencia,elseñorPierceaceptólainvitaciónparaeldomingosiguiente.
Por respeto a su más delicada sensibilidad, Elizabeth Trent no fue llamada aatestiguar en el proceso de Pierce. Pero las versiones populares de la época nosofrecenunaimagenbastanteprecisadesufigura.Eraunamujerdemedianaestatura,decutisunpocomásoscuroqueelmatizreclamadoporlamoda,ydeacuerdoconlaspalabrasdeunobservador sus rasgoseran«bastantearmoniosos, sin llegara lo
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que podríamos llamar bonita». Entonces, como ahora, los periodistas tendían aexagerarlabellezadeunamujercomplicadaenunepisodioescandaloso,demaneraque la ausencia de cumplidos acerca de la apariencia de la señorita Trentprobablementeimplicaquetenía«unaspectopocoagraciado».
Parece que tenía pocos pretendientes, salvo los individuos francamenteambiciososquedeseabandesposaralahijadelpresidentedeunbanco;peroaestoslosrechazabaconfirmeza,conlaaprobaciónseguramentedubitativadelpadre.PeroesindudablequesesintióimpresionadaporPierce,ese«hombreapuesto,atrevidoeintrépido,ydotadodesobradoencanto».
Segúntodaslasversiones,Piercesesintióigualmenteimpresionadoporlajoven.El testimoniodeuncriadodescribeelprimerencuentro,quepareceextraídode laspáginasdeunanovelavictoriana.
ElseñorPierceestabatomandoeltéeneljardíndelfondo,conelseñorTrentysuesposa,«unabellezaadmiradaenlaciudad».Observabaneltrabajodelosalbañiles,que erigían pacientemente una construcción ruinosa en el jardín, mientras a pocadistanciaun jardineroplantabapintorescasmalezas.Era laúltimaexpresióndeunafascinacióninglesaporlasruinasquesehabíaprolongadodurantecasiunsiglo;ylamodateníaaúntantavigenciaquetodoaquélquepodíapagarseunasruinasdecenteslasinstalabaensujardín.
Pierceobservóunmomentolalabordelosalbañiles.—¿Quéserá?—preguntó.—Pensamos en un molino de agua—dijo la señora Trent—. Será encantador,
sobretodosileagregamoslaruedaoxidada.¿Noleparece?—Estamosconstruyendolaruedaoxidada,ybastantequenoscuesta—gruñóel
señorTrent.—La están haciendo de metal oxidado previamente, y eso nos ahorra mucho
trabajo—agrególaseñoraTrent—.Aunque,comoesnatural,debemosesperaraquecrezcanlasmalezasantesdequeellugaradquieraelaspectodeseado.
EnesemomentoaparecióElizabeth,ataviadaconunvestidodecrinolinablanca.—Ah,miqueridahija—dijoelseñorTrent,poniéndosedepie;yelseñorPierce
loimitó—.SeñorEdwardPierce,mihijaElizabeth.—Confieso que ignoraba que usted tuviera una hija —dijo Pierce. Se inclinó
profundamentedecintura, tomó lamanode la jovenypareciódispuestoabesarla,perovaciló.Parecíasumamenteturbadoporlaaparicióndelajoven.
—SeñoritaTrent—dijo,desprendiendotorpementelamano—.Debodecirlequemehacogidoustedcompletamenteporsorpresa.
—¿Esuncumplido…olocontrario?—preguntóElizabeth,almismotiempoqueocupabaunasientoyextendíalamanopararecibirunatazadeté.
—Leaseguroquedebeinterpretarlocomouncumplido—replicóelseñorPierce.
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Ydeacuerdoconlaversión,mientrasdecíaestaspalabrasseruborizóintensamente.La señorita Trent se abanicó; el señor Trent carraspeó; la señora Trent, esposa
perfecta,alzóunabandejadebizcochosydijo:—¿Quiereprobarlos,señorPierce?—Gracias,madame—replicóelseñorPierce,yningunodelospresentesdudóde
lasinceridaddesuspalabras.—Estábamos hablando de las ruinas —dijo el señor Trent, en voz quizás
demasiado alta—. Pero antes el señor Pierce nos estaba refiriendo sus viajes alextranjero.Adecirverdad,acabadevolverdeNuevaYork.
Eraunaseñal,ylahijalarecogiódiestramente.—¿De veras? —dijo, mientras se abanicaba con gesto nervioso—. ¡Qué
fascinante!—Eso suele creerse, perome temo que la realidad no es tan deslumbrante—
replicóel señorPierce,evitandocon tantocuidado lamiradade la jovenque todosadvirtieronsuvergonzosareticencia.Sindudasesentíaatraídoporella,ylapruebadefinitivafuequedirigiósusobservacionessóloalaseñoraTrent—.Adecirverdad,esunaciudadcomocualquierotra,ysecaracterizaprincipalmenteporlaausenciadelosrefinamientosquelosresidentesdeLondresconsideramossobrentendidos.
—Mehaninformado—aventurólaseñoritaTrent,sindejardeabanicarse—quehaydepredadoresnativosenlaregión.
—Meencantaríaofrecerle—dijoel señorPierce—interminablesaventurasconlosindios—selesllamaasítantoenAméricacomoenOriente—perometemoquenopuedohablardeaventuras.ElterritoriosalvajedeAméricacomienzamásalládelMississippi.
—¿Lohacruzado?—preguntólaseñoraTrent.—En efecto —replicó el señor Pierce—. Es un ancho río muchas veces más
ancho que el Támesis, y en América señala el límite entre la civilización y elsalvajismo. Pero recientemente han iniciado la construcción de un ferrocarril queatraviesa esa extensa colonia… —se permitió la referencia condescendiente aAmérica,yelseñorTrent lanzóunarisotada—yesperoqueconelestablecimientodelalíneaférreamuyprontoseextinguirálavidasalvaje.
—Quéextraño—dijo la señoritaTrent, aquien aparentementeno se leocurriónadamásingenioso.
—¿QuénegocioslollevaronaNuevaYork?—preguntóelseñorTrent.—Si se me permite el atrevimiento —continuó el señor Pierce, ignorando la
pregunta—ysilosdelicadosoídosdelasdamaspresentesnoseofenden,ofreceréunejemplodelsalvajismoquesubsisteenlasregionesamericanas,ydelarudezadeunavidaque,a juiciodemuchosdesushabitantes,nada tienedeparticular.¿Hanoídohablardelosbúfalos?
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—Heleídosobreellos—dijolaseñoraTrent;losojosbrillantes.Segúnalgunostestimoniosdeloscriados,sehabíasentidoatraídaporelseñorPiercetantocomosuhijastra,ysucomportamientoprovocóunpequeñoescándaloenelhogardelosTrent—.Esosbúfalossonbestiasgrandes,comovacassalvajes,ymuypeludas.
—Precisamente —confirmó el señor Pierce—. La región occidental del paísamericano está muy poblada de búfalos, y muchas personas viven —lo que allállamanvivir—delacazadeestosanimales.
—¿HaestadoenCalifornia,dondehayoro?—preguntóbruscamentelaseñoritaTrent.
—SídijoPierce.—Dejadleque terminesuhistoria—intervino laseñoraTrent,quizásconcierta
aspereza.—Bien—dijo Pierce—, los cazadores de búfalos, como se los llama, a veces
buscan la carne de los animales, parecida a la del venado, y a veces el cuero, quetambiéntienevalor.
—Notienencolmillos—dijoelseñorTrent.Enrepresentacióndelbanco,elseñorTrent había financiado poco antes una expedición para cazar elefantes, y en esemismo momento un enorme depósito del puerto guardaba cinco mil colmillos demarfil. El señor Trent había ido a inspeccionar personalmente el cargamento, y sehabía encontrado con el impresionante espectáculo de un amplio cobertizo decolmillosblancosycurvos.
—No,notienencolmillos,sibienelmachodelaespecieposeecuernos.—Sí,cuernos.Peronodemarfil.—No,nodemarfil.—Entiendo.—Continúe,seloruego—dijolaseñoraTrent,conlosojosaúnbrillantes.—Bien—dijoPierce—loshombresquema…quesacrificanaestosbúfalosse
llamancazadoresdebúfalos,ypararealizarsutareausanrifles.Avecesformanunalíneaqueempujaalasbestiascontraunpromontorio.Peronoeselmétodousual.Esmás frecuente que sacrifiquen a un solo animal. En cualquier caso—y aquí debodisculparmeporlacrudezadeloquedeborelatardeesepaístantosco—unavezquelabestiahadejadodeexistirladespojandelasentrañas.
—Muyrazonable—dijoelseñorTrent.—Sin duda —dijo Pierce—, pero aquí está lo particular del asunto. Estos
cazadoresdebúfalosconsideranelmanjarmássabrosounapartedelasentrañas…esdecir,elintestinodelgado.
—¿Cómo lo preparan?—preguntó la señoritaTrent—.Supongo que lo asan alfuego.
—No,madame—dijoPierce—,yrepitoquemirelatodescribeunasituaciónde
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abyectosalvajismo.Estosintestinosmuyapreciados,enopinióndeloscazadorestansabrosos,seconsumeninmediatamente,sinapelaraningunaformadecocción.
—¿Quieredecircrudos?—preguntólaseñoraTrent,arrugandolanariz.—En efecto, madame, así como nosotros consumimos una ostra cruda, los
cazadoresconsumenelintestino,ylohacencuandotodavíaestácalientedelabestiaqueacabadeexpirar.
—Diosmío—dijolaseñoraTrent.—Ybien—continuóPierce—ocurre a veces que dos hombres cazan juntos, e
inmediatamente después cada uno se arroja sobre un extremo de los preciadosintestinos.Cadacazadorprocuraaventajaralotro,tratandodedevorarlapresaantesquesurival.
—Cómico —dijo la señorita Trent, abanicándose con movimientos másnerviosos.
—Noessóloeso—dijoPierce—,pues impulsadoporsucodiciosoapremio,elcazador de búfalos se traga a menudo todo el órgano en cuestión. Es un trucoconocido.Perosurival,advertidodelardid,escapazdearrancardirectamentedelabocadelotrolaporciónindigerida,delmismomodoqueyopuedoextraerunacuerdaquemepasaentrelosdedos.Demodoqueunhombrepuedetragarseloque,porasídecir,otroyasehabíacomido.
—Oh,Dios—dijolaseñoraTrent,palideciendo.ElseñorTrentseaclarólagarganta.—Notable—dijo.—Muyextraño—dijovalerosamentelaseñoritaTrent,convoztemblorosa.—Leruegomedisculpe—dijolaseñoraTrent,poniéndosedepie.—Querida—intervinoelseñorTrent.—Madame, espero no haberla perturbado —dijo el señor Pierce, también
poniéndosedepie.—Sus anécdotas son realmente notables —acotó la señora Trent, volviéndose
paraentrarenlacasa.—Querida—repitióelseñorTrent,yseapresuróaseguirla.Así, el señor Edward Pierce y la señorita Elizabeth Trent permanecieron solos
durantebrevesminutoseneljardíndelfondodelacasa,ysegúnseafirmacambiaronunaspocaspalabras.Seignoraelcontenidodelaconversación.PerolaseñoritaTrentdijodespuésaunacriadaqueelseñorPierceleparecíaunhombre«fascinante,asumodounpocoáspero»;yengeneralseadmitíaenelhogardelosTrentquelajovenElizabethhabíarealizadoahoralamásvaliosadelasadquisiciones:esdecir,teníaun«candidato».
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13Capítulo
UNAHORCAMIENTO
LaejecucióndeEmmaBarnes,lafamosaasesinadelhacha,el28deagostode1854,fue un asunto que mereció amplia publicidad La noche anterior a la ejecución,comenzó a reunirse lamultitud frente a los altosmuros de granito de la cárcel deNewgate,dispuestaapasarallí lanocheparaasegurarseun lugarque lepermitieseverbienelespectáculoaldíasiguiente.Esamismanochetrajeronelpatíbulo,quefuearmado en el lugar por los ayudantes del verdugo El ruido de los martillos seprolongóhastabienavanzadalanoche.
Los dueños de las casas de inquilinato de la vecindad que daban a la plaza deNewgatealquilarondebuenaganasuscuartosparaquepasaranlanochelasdamasylos caballeros deseosos de obtener un lugar que les permitiese presenciar la«ceremoniadelahorcamiento»LaseñoraEmmaMolloy,unavirtuosaviuda,conocíaperfectamente el valor de sus habitaciones, y cuando un culto caballero llamadoPierce quiso alquilar la mejor de ellas por toda la noche, la mujer fijó un precioelevado:veinticincoguineasporunanoche.
Erauna sumaconsiderableLa señoraMolloypodíavivir cómodamenteun añoconesacantidad,perolamujernopermitióqueesareflexiónmodificasesudecisión,pues sabía lo que dicha suma significaba para el señor Pierce—el salario de seismeses de unmayordomo, o el precio de uno o dos vestidos demujer, y nadamásimportante—.Lapruebamismadelaindiferenciadelcaballeroestuvoenlaprontitudconquelepagó,enelacto,utilizandoguineasdeoro.
LaseñoraMolloynoqueríacorrerelriesgodeofendermordiendolasmonedasenpresencia del caballero, pero lo haría tan pronto estuviera solaNunca sobraban lasprecaucionesconlasguineas,einclusoalgunoscaballeroslahabíanengañadomásdeunavez.
Lasmonedaseranlegítimas,ylamujersesintiómuyreconfortadaDemodoquenoprestómuchaatencióncuandoalgunashorasdespuéselseñorPierceysugruposubieronalahabitaciónalquiladaElgrupoestabaformadoporotrosdoshombresydos mujeres, todos bien vestidos El acento con que hablaban indicó a la señoraMolloyqueloshombresnoerancaballeros,ylasmujeresciertamentenoerandamas,apesardelaselegantescanastasylasbotellasdevinoquellevaban.
Cuandoelgrupoentroenlahabitaciónycerrólapuerta,ladueñadelacasanose
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molestóenpegarlaorejaalojodelacerradura.Teníalacertezadequeesagentenolecausaríaproblemas.
Pierce se acercó a la ventana y contempló la multitud, cuyo número crecíaconstantementeLaplazaestabaaoscuras,apenasiluminadaporelresplandordelasantorchasalrededordelpatíbulo;esaluzardienteyfantasmagóricalepermitióvereltravesañoylatrampaqueempezabanatomarforma.
—Nopodrá—dijoAgardetrásdePierce.Piercesevolvió.—Tienequehacerlo,muchacho.—Es elmejor culebrade la profesión, elmejor queha existido jamás, perono
puedesalirdeahídijoAgar,conungestoalacárceldeNewgate.ElsegundodeloshombresintervinoenlaconversaciónEraBarlow,unindividuo
corpulento, de rasgos ásperos, conuna cicatriz de cuchillo en la frente, disimuladageneralmentebajoelaladelsombreroBarloweraunladrónreformadoquesehabíaconvertido en atracador—esdecir, un carterista quehabíadegenerado en asaltantepuro y simple— y que había sido contratado pocos años antes como cochero porPierceTodoslosatracadoreseranenelfondomatones,yesoeraexactamenteloqueunhombrecomoPiercedeseabaenelpescantedesucarruaje,unhombrequeconlasriendas en las manos estuviese pronto para huir—o dispuesto a cambiar algunospuñetazos,siaesose llegabaYBarlowera leal,yahacíacincoañosque trabajabaparaPierce.
Barlowfruncióelceñoydijo:—Si es posible, lo hará Si se puede. Perfecto Willy es el hombre Habló
lentamente,ydio la impresióndeunhombrequepensaba sin apremioPeroPiercesabíaqueenlaacciónpodíaserrápido.
PiercemiroalasmujeresEranlasamantesdeAgaryBarlow,locualsignificabaquetambiéneransuscómplices.
Ignorabasusnombres,ynodeseabasaberlos.Lamentabaelhechomismodequeestuvieran ahí—en cinco años nunca había visto a lamujer deBarlow—pero nohabíamododeevitarlo.LamujerdeBarloweraevidentementealcohólica;seolíasualientoaginebraentodoelcuarto.LamujerdeAgarnoeramuchomejor,peroporlomenosestabasobria.
—¿Hantraídolascosas?—preguntóPierce.Lamujer de Agar abrió una canasta de picnic. Allí había una esponja, polvos
medicinalesyvendas.Tambiénunvestidocuidadosamentedoblado.—Todoloquemeordenaron,señor.—¿Elvestidoespequeño?—Sí,señor.Apenasmásqueelvestidodeunaniña.—Está bien—dijo Pierce, y se volvió para examinar nuevamente la plaza.No
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prestóatenciónalpatíbulonialamultitudquecrecíaconstantemente.Encambio,fijólavistaenlosmurosdelacárceldeNewgate.
—Aquí está la comida, señor —dijo la mujer de Barlow. Pierce examinó lasvituallasdepollofrío,frascosdecebollasenconserva,patasdelangostayunpaquetedecigarrososcuros.
—Muybien,muybien—dijo.Agardijo:—¿Quieredárselasdenoble,señor?—Eraunaalusiónaunconocidocuentodel
tío.Fuedichosarcásticamente,yAgaratestiguóluegoquePiercenorecibióconbuentalante el comentario. Se volvió con la larga levita abierta delante paramostrar unrevólvermetidoenlacinturadelpantalón.
—Sicualquieradeustedesmefalla—dijo—lemeteréunabalaenlacabeza,ylopondré en conserva—sonrió levemente—. Como saben, hay cosas peores que elviajeaAustralia.
—Noseofenda—dijoAgar,contemplandoelarma—.No,noseofenda…Fuesólounabroma.
Barlowobservó:—¿Paraquénecesitamosaunculebra?Piercenosedejódistraer:—Recuerden mis palabras —dijo—. Al que me falle, le meto una bala en la
cabeza. Hablo absolutamente en serio—se sentó a la mesa—. Y ahora—dijo—,comeréunapatadepollo,ynosentretendremoslomejorposiblemientrasesperamos.
Piercedurmiópartedelanoche;alalbalodespertólamultitudqueseapiñabaenlaplaza.Yahabíamásdequincemilpersonasruidosasyagitadas,yPiercesabíaquevendríandiezoquincemilmás,desviándose,encaminoaltrabajo,parapresenciarlaejecución.Lospatronesraravezsemostrabanrígidosloslunesporlamañanaenqueseahorcabaaundelincuente:erasabidoquetodosllegaríantardealtrabajo—yconmayorrazónesedía,enquecolgabanaunamujer.
El patíbulo ya estaba instalado; la cuerda colgaba en el aire, sobre la trampa.Piercemirósureloj.Eranlas7.45,yfaltabapocoparalaejecución.
Abajo,enlaplaza,lamuchedumbreempezóacantar:«¡Oh.Diosmío,piensaquevoyamorir!¡OhDiosmío,piensaquevoyamorir!».Huborisas,gritosygolpesdepies. Se suscitaron algunas peleas, pero no era posible cambiar puñetazos en unamultitudtanapretada.
Todosseacercaronalaventanaparamirar.Agardijo:—¿Cuándocreequelohará?—Supongoquealasochoenpunto.—Yomeadelantaríaunpoco.Piercedijo:
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—Tendráqueprocederdeacuerdoconsupropiocriterio.Los minutos pasaron lentamente. Ninguno de los presentes habló. Finalmente,
Barlowdijo:—ConocíaEmmaBarnes…nuncacreíqueterminaríaasí.Piercenocontestó.A las ocho, el carillón del Santo Sepulcro señaló la hora, y la multitud rugió
expectante.Seoyóelsuavetintineodeunacampanadelacárcel,seabrióunapuertadeNewgateyapareciólaprisionera,conlasmuñecasatadasalaespalda.Alfrente,marchabauncapellán,leyendopasajesdelaBiblia.Detráselverdugodelaciudad,vestidodenegro.
Lamultitudvioalaprisionerayseelevóelgrito:—¡Descúbranse! —Todos los hombres se descubrieron mientras la prisionera
subía lentamente al cadalso. Entonces se oyeron gritos de «¡Arrodíllense, delante!¡Arrodíllense,delante!».Peroengeneralnofueronacatados.
Pierceteníalavistafijaenlacondenada.EmmaBarnesestabaenlaveintena,yparecíabastantevigorosa.Elvestidodecuelloabiertopermitíadistinguirlasarrugasy los músculos del cuello. Pero tenía los ojos perdidos y vidriosos; en realidad,parecíaquenoveíanada.Ocupósulugar,yelverdugodelaciudadsevolvióhaciaella,paraarreglarpequeñosdetalles,comosihubierasidounacostureraqueacomodaun vestido sobre un maniquí. Emma Barnes miró por encima de la multitud. Leajustaronlacuerdaaunacadenaquellevabaalrededordelcuello.
Elclérigoleyóenaltavoz,losojosfijosenlaBiblia.Elverdugouniólaspiernasdelamujerconunacintadecuero;paraconseguirlo,tuvoquemeterlasmanosbajolasfaldas,ylamultitudprofiriógroseroscomentarios.
Luego,elverdugoseenderezó,ydeslizóunacapuchanegrasobrelacabezadelamujer.Aunaseñal,latrampaseabrióconuncrujidodemaderaquePierceoyóconsorprendente claridad; y el cuerpo cayó y se detuvo, e instantáneamente quedoinmóvil.
—Estámejorandolatécnica—dijoAgar.Erasabidoqueelverdugodelaciudadhabía realizado ejecuciones chapuceras, en las que el ahorcado continuabaretorciéndoseyagitándosevariosminutosantesdemorir—.Alagentenolegustará—agregóAgar.
En realidad, lamultitudnopareciópreocupada.Hubounmomentode absolutosilencio,yluegoelexcitadorumordelasdiscusiones.Piercesabíaquelamayorpartedel gentío continuaría en la plaza durante la hora siguiente, hasta que bajaran a lamujermuertayladepositaranenunataúd.
—¿Quierenbeberalgo?—preguntólamujerdeAgar.—No—dijoPierce.Yluego—:¿DóndeestáWilly?PerfectoWillyWilliams,elculebramásfamosodelsiglo,estabaenlacárcelde
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Newgateiniciandosufuga.Eraunhombremenudo,yensuniñezhabíasidofamosoporsuagilidadcomoaprendizdedeshollinador;durantelosúltimosañoshabíasidoempleado por los ladrones más eminentes, y sus hazañas ya eran legendarias.Afirmábase que PerfectoWilly podía trepar por una superficie de vidrio, y nadieestabaabsolutamentesegurodequefueraincapazdehacerlo.
Ciertamente,losguardiasdeNewgate,queconocíanlafamadesuprisionero,lohabíanvigiladodecercadurantemuchosmeses,porlasdudas.Perotambiénsabíanque era imposible fugarse de Newgate. Un hombre habilidoso podía intentarlo enPonsdarle, donde apenas había disciplina, losmuros eran bajos, y los guardias norechazaban el ofrecimiento de unasmonedas de oro, que los incitaba a desviar lavista.Ponsdarle,oHighgate,ocualquierotracárcel,peronuncaNewgate.
Newgateera lacárcelmássegurade todaInglaterra.HabíasidoproyectadaporCharlesDance,«unodelosintelectosmásmeticulososdelaEradelGusto»,ytodoslosdetallesdelaconstruccióntendíanadestacarladurezadelconfinamiento.Así,lasproporcionesdelosarcosdelasventanashabíansido«engrosadossutilmenteconelfin de acentuar la dolorosa estrechez de las aberturas», y los observadorescontemporáneosaplaudíanlaexcelenciadetancruelesefectos.
La reputación deNewgate no era simplemente cuestión de estética.Enmás desetenta años transcurridos desde 1782, fecha de terminación del edificio, ningúnconvictohabíaescapado.Yelhechonoerasorprendente:Newgateestabatotalmenterodeadapormurosdegranitodequincemetrosdealtura.Laspiedrasteníanuncortetan limpio que según se afirmaba era imposible escalarlas. Pero aunque alguienhubiera realizado lo imposible,denada lehubiese servido,pues rodeandoelbordesuperior de losmuros había una barra de hierro, equipada con cilindros giratorioserizadosdepuntasafiladascomonavajas.Tambiénlabarraestabaerizadadepuntas.Nadiepodíasalvarelobstáculo.LafugadeNewgateerainconcebible.Conelcorrerde los meses, a medida que los guardias se familiarizaron con la presencia delpequeñoWilly,dejarondevigilarloestrechamente.Noeraundetenidodifícil.Nuncainfringíalaregladelsilencio,jamáshablabaalosrestantesprisioneros;soportabala«noria»—unmolino de escalones de tablas— durante los intervalos prescritos dequinceminutos sin quejas ni incidentes; trabajaba picando estopa sin escatimar elesfuerzo. En realidad, sentían cierto respeto renuente ante la aparente reforma delhombrecillo,yelespírituanimosoconquecumplíalarutina.Erabuencandidatoparalalibertadcondicional,conacortamientodelasentencia,enunañoopocosmás.
Peroalasochodelamañanadeeselunes28deagostode1854.PerfectoWillyWilliams se había deslizado hacia una esquina de la cárcel, donde se unían dosmuros,ydeespaldasalángulo,trepabaporlasuperficiedelaroca,apoyándoseenlasmanosylospies.Oyóelcantolejanodelamultitud:«¡Oh,Diosmío,piensaquevoyamorir!»cuandollegóalbordesuperiordelmuro,ysinvacilarseagarróalabarra
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depuntasdehierro.Lasmanosselelaceraroninmediatamente.DesdelaniñezPerfectoWillynosentíanadaenlaspalmas,cubiertasporgruesos
callosycicatrices.Lospropietariosdeesaépocasolíanmantenerencendidoelhogarhasta el momento mismo en que el deshollinador y su ayudante infantil venían alimpiar el conducto, y si el niño se quemaba lasmanos trepando por la chimeneatodavíacaliente,lacosanolesinquietabamucho.Sialniñonolegustabaeltrabajo,habíamuchosotrosdispuestosaocuparsulugar.
Avanzólentamentealolargodeloscilindrosgiratoriospuntiagudos,recorriendotodalaextensióndelmuro,luegopasóalsegundomuroydespuésaltercero.Erauntrabajo agotador. Perdió el sentido del tiempo, y no alcanzó a oír el clamor de lamultitudquesiguióalaejecución.Continuóabriéndosepaso,siguiendoelperímetrodel patio de la prisión hasta que llegó a la muralla sur. Allí se detuvo, y esperómientrasabajopasabaunguardiaquehacíalaronda.Elguardianolevantólavista,aunquemástardeWillyrecordóquealgunasgotasdesupropiasangrehabíancaídosobreelgorroyloshombrosdelcarcelero.
Unavezqueelguardiasealejó,Willypasósobrelaspuntasafiladas—cortándoseel pecho, las rodillas y las piernas, de modo que ahora la sangre manaba enabundancia—ysaltócincometroshastaeltechodeledificiomáspróximoalacárcel.Nadie oyó el ruido de la caída, porque la zona estaba desierta; todos asistían a laejecución.
Deesetechosaltóaotro,yluegoaotro,salvandosinvacilardistanciasdedosytres metros. Una o dos veces no llegó a agarrarse a las tejas de los techos, perosiempreconsiguió reaccionar.Despuésde todo,habíapasadogranpartede suvidasobrelostejadosdelascasas.
Finalmente,mediahoradespuésdelmomentoenquecomenzaraa treparporelmurode laprisión, sedeslizóporunaventana triangularqueestabaal fondode lacasadeinquilinatodelaseñoraMolloy,atravesóensilencioelvestíbulo,yentróenlahabitaciónalquiladaabuenprecioporelseñorPierceysugrupo.
Agar recordó que Willy «parecía un fantasma, ofrecía un aspecto terrible», yagregóque«sangrabacomounsantoacuchillado»,peroestareferenciablasfemafueexpurgadadelasactasdeltribunal.
Pierce dirigió el pronto tratamiento del hombre, que apenas se manteníaconsciente. Lo reanimaron con vapores de cloruro de amonio extraído de uninhaladordecristal.Lasmujeresledespojarondelasropas,sinfalsosrecatosyconrapidez; aplicaronpolvoastringentey esparadrapoa lasmuchasheridas,ydespuéslasvendaronconvendasquirúrgicas.Agarlediodebeberunsorbodevinodecocapara infundirle energía,yvinoBurroughs&Wellcomecon jugodecarneyhierro,paraalimentarlo.LeobligaronatomardospildoritasdeCárterparalosNervios,yunpoco de tintura de opio, para calmar el dolor. Este tratamientomúltiple facilitó la
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reaccióndel hombre, y permitió que lasmujeres le limpiasen el rostro, rociasen elcuerpoconaguaderosas,ylovistiesenconlasropasfemeninas.
Unavezvestido,ledieronunsorbodeBromoCafeínaparareforzarsuenergía,yledijeronque se fingiesedesmayado.Lecolocaronunsombrerodemujer sobre lacabeza,ylocalzaronconbotasfemeninas;eluniformecarcelarioensangrentadofueapararalacestadelamerienda.
De lamultitud demás de veintemil personas, nadie prestó lamenor atencióncuandoelelegantegrupodeespectadoressalióde lacasade laseñoraMolloy—alfrente unamujer tan desmayada que los hombres debían llevarla sostenida por losbrazos,paraintroducirlaenuncarruajequeesperaba—yquesealejóenlamañanasoleada.Unamujerdesmayadaeraunespectáculobastantecorriente,yentodocasonadaquepudieracompararseconunamujerquegirabalentamentealextremodelacuerda,adelanteyatrás,adelanteyatrás.
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14Capítulo
UNADESHONRAGEORGIANA
SecalculageneralmentequesieteoctavosdelasestructurasdelLondresVictorianoen realidad eran edificios georgianos. El rostro de la ciudad y su carácterarquitectónico general eran legados de ese período anterior; los Victorianos noacometieron seriamente la tarea de reconstruir su capital hasta la década de 1880.Estarenuencia trasuntaba laeconomíade laconstrucciónurbana.Durante lamayorpartedelsiglo,sencillamente,nofuerentabledemolerlasviejasestructuras,inclusocuandoseadaptabanmalasusfuncionesmodernas.Nosetratabadeunaresistenciafundada en motivos estéticos —los Victorianos detestaban el estilo georgiano,consideradoporelpropioRuskin«elneplusultradelafealdad».
Porlotanto,quizánodebasorprenderelhechodequeelTimes,alinformarqueunconvictohabíaescapadodelacárceldeNewgate,señalaraque«esevidentequesehan sobrestimado las cualidades de este edificio.No sólo es posible fugarse de surecinto, sino que es un simple juego de niños, pues el villano huido aún no habíaalcanzadolamayoríadeedad.Eshoradequeesadeshonrapúblicaseademolida».
El artículo continuaba señalando que «la PolicíaMetropolitana ha despachadogruposdeagentesarmadosalos“palomares”delaciudad,conelpropósitodeatraparalhombrequesehafugado,ytodosesperanqueseráposibleaprehenderlo».
No volvió a hablarse del caso. Conviene recordar que durante ese período lasfugaseran,paradecirlocon laspalabrasdeuncomentarista,«tanusualescomolosnacimientos ilegítimos», y en realidad no valía la pena informar sobre hechos tancorrientes. Enmomentos en que se empapaban de cal las ventanas del Parlamentopara proteger a sus miembros de la epidemia de cólera, mientras discutían sobrecómosellevabaacabolacampañadeCrimea,losdiariosnopodíanocuparsedeundelincuentedepocamonta,unmiembrodelasclasespeligrosasquehabíatenidolafortunadehuirsindejarrastro.
Unmes después se halló flotando en el Támesis el cadáver de un joven, y lasautoridades policiales afirmaron que era el convicto fugado de Newgate. Merecióapenas un párrafo en el Evening Standard; los restantes diarios ni siquiera lomencionaron.
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15Capítulo
ELHOGARDEPIERCE
Despuésdesufuga,PerfectoWillyfuellevadoalacasadePierceenMayfair,dondepasó recluido varias semanas, mientras se le curaban las heridas. Gracias a sutestimonioulterioralapolicía,tenemoslaprimeranoticiadelamisteriosamujerqueeralaamantedePierce,conocidaporWillycomola«señoritaMiriam».
Willyfueinstaladoenuncuartodelprimerpiso,yseexplicóaloscriadosqueeraunparientede la señoritaMiriam,quehabía sidoatropelladoporuncarruajeen lacalleNewBond.Devezencuando,laseñoritaMiriamacudíaaatenderaWilly.Deacuerdoconladescripcióndelhombrecillo,eraunamujer«apuesta,debuenafigura,hablababienyteníamovimientoslentos,nuncaseapresuraba».Lamismaimpresiónsemanifiestaentodoslostestigos,aquienesllamólaatenciónelaspectoetéreodelajoven;seafirmabaqueteníaojosparticularmentecautivadoresysedecíadelagraciadesusmovimientosqueparecían«losdeunsueño»,algo«fantasmagórico».
ParecequeestamujervivíaenlacasaconPierce,aunqueamenudodesaparecíaduranteeldía.PerfectoWillynuncatuvounaideamuyclaradesusmovimientos,yen todo caso a menudo estaba embotado por el opio, lo cual quizás explica lascualidadesespectralesquevioenella.
Willyrecordabaunasolaconversaciónconlajoven.Élhabíapreguntado:—¿Asíqueustedessucanario?—Enellenguajedelosbajosfondoslondinenses,
el«canario»eraelcómplicedelladrón.—Oh,no—habíareplicadoellasonriendo—.Notengooídoparalamúsica.De lo cualWilly dedujo que ella nada tenía que ver con los planes de Pierce,
aunque después se demostró que no era así. La joven era parte del plan, yprobablementefuelaprimeraqueconociólasintencionesdePierce.
En el proceso se especulómucho acerca de la señoritaMiriam y sus orígenes.Diversos elementos apuntan a la conclusión de que era actriz.Así se explicaría suhabilidadparaimitarelacentoylosmodalesdedistintasclasessociales;sutendenciaausarmaquillajeenunaépocaenqueningunamujerrespetablequeríasabernadadecosméticos;yelhechodequenodisimularasucondicióndeamantedePierce.Enesaépocala líneadivisoriaentre laactrizy laprostitutaerasumamentedelgada.Ypor su propia profesión los actores se desplazaban constantemente, de modo quepodíanestablecervínculoscondelincuentes,oserdelincuentesellosmismos.Entodo
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caso,almargendelanaturalezarealdesupasado,parecequefuesuamantedurantevariosaños.
ElpropioPiercenoparabamuchoenlacasa,yavecesseausentabaporlanoche.PerfectoWillyrecuerdahaberlevistounaodosvecesalfinalde la tarde,vistiendoropas demontar y oliendo a caballo, como si hubiese regresado de una excursiónecuestre.
—Nosabíaquelegustabanloscaballos—dijoWillyciertavez.—Nomegustan—dijoPiercesecamente—.Odioalasmalditasbestias.PiercemantuvoencerradoaWillymientrasse lecurabanlasheridas,esperando
que le creciera su «pelo de terrier». En esos tiempos el modo más seguro deidentificaraunconvictofugadoeraporelcabellocorto.Hacia finesdeseptiembretenía el cabellomás largo, pero Pierce se negaba a dejarlo salir. CuandoWilly lepreguntólarazón,Piercecontestó:
—Estoyesperandoqueteatrapenoteencuentrenmuerto.Esta afirmación desconcertó a Willy, pero obedeció las órdenes. Pocos días
después apareció Pierce con un diario bajo el brazo, y le dijo que podía salir. Esamisma nocheWilly fue a Tierra Santa, con la esperanza de encontrar a su amigaMaggie.DescubrióqueMaggiesehabíaunidoaunasaltante,unindividuorudoquetrabajaba«conelgarrote»—esdecir,asaltandoamanoarmada—.MaggienomostróinterésporWilly.
Demodo queWilly se relacionó con una chica de doce años, llamada Louise,cuya ocupación principal era robar ropa. Ante el tribunal se explicó que «noestampabanialmidonaba,sólodecuandoencuandounpocodenieveblancaparaeltraductor. En realidad, muy sencillo». Este pasaje, que debió ser explicadodetalladamente a los magistrados, significaba que la nueva amante de Willy sededicaba a la forma más humilde del robo de ropas. Las categorías más altas deladronasderopa,las«estampadoras»ylas«almidonadoras»,robabanenlosbarriosdelaclasealta,confrecuenciaretirandolasprendasdelascuerdas.Elroboderopacorrientesedejabaalosniñosylasjóvenes,ypodíaserbastantelucrativocuandoelproductosevendíaalos«traductores»,quienesasuveznegociabanlasropascomoartículosdesegundamano.
Willyvivíadelasgananciasdelachica,ynuncaseaventurabafueradelsantuariorepresentadoporel«palomar».Piercelehabíaadvertidoquedebíamantenercerradala boca, y él nuncamencionaba que en su fuga deNewgate había recibido ayuda.PerfectoWilly vivía con su chica en un alojamiento que albergaba amás de cienpersonas;lacasaeraunconocidorefugiodedelincuentesdeínfimacategoría.Willyvivíaydormíaconsuamanteenunacamacompartidaalolargodeldíaconveintepersonasdeambossexos,yrefiriéndoseaestostiempos,Louisedijo:
—Tomabalascosasconcalma,yparecíacontento,esperandolallamadadeljefe.
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16Capítulo
ROTTENROW
De todos los sectores elegantes de la elegante ciudad de Londres, ninguno podíacompararse con el embarrado camino de Hyde Park llamado la Avenida de lasDamas,oRottenRow.Cuandoeltiempolopermitía,aquísepaseabancentenaresdehombres y mujeres a caballo, todos lujosamente vestidos, esplendorosos bajo ladoradaluzdelsoldelascuatrodelatarde.
Era una escena de agitada actividad: los jinetes y las amazonas formandoapretados grupos; las mujeres acompañadas de pequeños pajes uniformados quetrotabandetrásdesusamas,avecescondamasdecompañíadeseverocontinente,oescoltadas por sus galanes. Pero si el espectáculo deRottenRow era espléndido yelegante, no siempre merecía el calificativo de respetable, porque muchas de lasmujeres tenían una reputación dudosa. «No es difícil», escribía un observador,«adivinar la profesión de la atrevida equestrienne que saluda simultáneamente amediadocenadehombresconunmovimientodel látigoounguiño,yqueavecesinterrumpelamonotoníadeunasillasegurajuntandolasmanosalaespaldaalmismotiempo que se inclina graciosamente para oír los cumplidos de un admirador queavanzaapie».
Eran miembros de la más alta clase de prostitutas, y por mucho que lesdesagradase a las damas respetables, a menudo se veían compitiendo con estashábilesdemi-mondaines por la atención masculina. Tampoco puede afirmarse queRottenRowfueseelúnicoescenariodeestacompetencia;éstaproseguíaenlaóperayel teatro.Másdeuna jovendamadescubríadeprontoque losojosde suescoltaestabanfijos,noenlarepresentación,sinoenciertopalcoaltoocupadoporunamujerelegantequecorrespondíaalasmiradasconfrancoymanifiestointerés.
LosVictorianos afirmaban que la intromisión de las prostitutas en los círculosrespetableslesparecíaescandalosa,peropeseatodaslasinvocacionesenfavordelareformayelcambio,estasmujerescontinuaronapareciendoalegrementedurantecasimediosiglomás.Esunaactitudcorrienteverenlaprostituciónvictorianaunaformaparticularmentegroseradelaprofundahipocresíadeesasociedad.Peroenrealidadelproblemaesmáscomplejo,yserelacionaconlaimagenqueseteníadelasmujeresenlaInglaterravictoriana.
Eraunaépocadeacentuadadiferenciaciónsexualenelvestido, lascostumbres,
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las actitudes y el porte. Incluso los muebles y los cuartos de la casa podían ser«masculinos»o«femeninos»;así,elcomedoreramasculino,ylasalafemenina.Sepresumíaquetodoestorespondíaaunajustificaciónracionalderaícesbiológicas.
«Esevidente»,escribióAlexanderWalker,«queelhombre,dotadodefacultadesde raciocinio, de poder muscular y de coraje para usarlo, reúne las condicionesnecesariasparaserelprotector;lamujer,pocodotadaparaelrazonamiento,débilytímida, necesita protección. En tales circunstancias, es natural que el hombregobierne,ynaturaltambiénquelamujerobedezca».
Convariacionessecundarias,estacreenciasemanifiestaamenudo.Lacapacidadderaciociniodelasmujereseraescasa;nocalculabanlasconsecuencias;sedejabandominar por los sentimientos, y por ello necesitaban que el varón,más racional yreflexivo,controlaserigurosamentesuconducta.
La presunta inferioridad intelectual de la mujer se veía reforzada por sueducación, de modo que muchas mujeres bien educadas probablemente eran lastontasgimientes,temblorosasypatológicamentedelicadasquepueblanlaspáginasdelas novelas victorianas. Los hombres no podían abrigar la esperanza de compartirmuchascosasconsusesposas.MandellCreightonescribióquehabíahalladoen«lasdamasengeneralunalimentomentalmuypocosatisfactorio;sediríaquenotienenpensamientos o ideas, y si bien durante un tiempo halaga nuestra vanidad laposibilidaddeenseñarlesalgo,alalargafatiga.Porsupuesto,aciertaedad,cuandouno tieneunacasay todo loque laacompaña, recibeaunaesposacomopartedelconjunto,y leparecequerepresentauna instituciónsumamentecómoda;perodudomuchoqueloshombresquehanconcebidopensamientosoriginalescomenzaranporcomunicarlosasusrespectivasesposas,oconfiasenenqueellaslosapreciarían».
Hay pruebas sobradas en el sentido de que ambos sexos estaban mortalmentehastiados de este sistema. Las mujeres, sepultadas en su hogares espaciosos ycolmadosdecriados, resolvíansus frustracionesconexhibicionesespectacularesdeneurosis histérica: perdían el oído, el habla y la vista; tenían ahogos, y desmayos,perdían el apetito, y hasta la memoria. En medio de un ataque realizabanmovimientos copulatorios o se retorcían en espasmos tan violentos que la cabezatocaba los talones. Por supuesto, estos síntomas extraños venían a reforzar laconviccióngeneralacercadelafragilidaddelsexofemenino.
Loshombresfrustradosteníanotraopción,yerarecurrira lasprostitutas,queamenudoeranmujeresvivaces, alegrese ingeniosas—ensuma, todo loqueparecíainconcebible en una mujer—. En un plano más simple, los hombres hallabanagradables a las prostitutas porque en su compañía podían desechar las severasformalidades de la sociedad educada, y gozar de una atmósfera de «cómododesembarazo».Estaposibilidaddeliberarsedelasrestriccioneseraporlomenostanimportantecomolaposibilidadintrínsecadelasatisfacciónsexual,yestefactorfue
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probablementeelqueconfirióalainstituciónunabasesocialtanampliaypermitióque las prostitutas se introdujeran audazmente en lugares decentes de la sociedadvictoriana,porejemploRottenRow.
Afinesdeseptiembrede1854EdwardPiercecomenzóarealizarpaseosecuestrescon la señoritaElizabethTrent enRottenRow.El primer encuentro aparentementefue accidental, pero los posteriores, gracias a una suerte de acuerdo implícito, serealizaronregularmente.
La vida de Elizabeth Trent comenzó a organizarse alrededor de estas salidasvespertinas;consagrabatodalamañanaaprepararseparaelpaseo,ytodalaveladaacomentarlo;susamigossequejabandequehablabasindescansodeEdward;elpadresequejabadequeexigíaconstantementevestidosnuevos.Segúndecía,parecíacreer«queunvestidonuevotodoslosdíasconstituíaunanecesidad,yenrealidadpreferíados».
Por loque se sabe, a esta jovenpoco atractivanunca le pareció extrañoque elseñorPierceladistinguieseentrelamultituddenotablesbellezasdeRottenRow;enrealidad, ella estaba completamente cautivada por las atenciones que Pierce leprodigaba. En el juicio, Pierce resumió las conversaciones entre ambos con laspalabras«intrascendentesytriviales»,yrelatóendetallesólouna.
Fue en el mes de octubre en 1854. Era un momento de conmoción política yescándalomilitar;laautoestimadelanaciónhabíasufridounseverogolpe.Laguerrade Crimea estaba adquiriendo caracteres de desastre. Al principio, señala J. B.Priestley,«lasclasessuperioresdieronlabienvenidaalaguerra,enlacualvieronunasuerte de gloriosa excursión en gran escala organizada en cierto lugar remoto yromántico». Casi hubiera podido decirse que el Mar Negro se había abierto alturismo.Algunosoficialesadinerados,porejemplo lordCardigan,decidieron llevarsusyates.Lasesposasdeciertoscomandantesinsistieronenviajar,acompañadasdesusdoncellaspersonales.Hubocivilesquecancelaronsusvacacionesenotroslugaresconelfindeseguiralejércitoypresenciarelespectáculo.
Elespectáculoseconvirtióprontoendesastre.Lastropasbritánicasestabanmalinstruidas y mal abastecidas, y el mando era inepto. Lord Raglán, el comandantemilitar,teníasesentaycincoañosyeraunhombre«viejoparasuedad».AmenudoRaglánparecíacreerqueaúnestabaluchandoenWaterloo,yparaaludiralenemigosereferíaa«losfranceses»,peseaqueenestaocasiónlosfranceseseranaliados.Enunaocasiónseconfundiódetalmodoqueinstalóunpuestodeobservacióndetrásdelaslíneasrusasenemigas.Laatmósferade«caossenil»seagravó,yhaciamediadosdel verano aun las esposas de los oficiales escribían a Inglaterra diciendo que«aparentementenadietienelamásmínimaideadeloquesucede».
Haciaelmesdeoctubre,estaineptitudculminóenlacargadelaBrigadaLigeraalmando de lord Cardigan, un acto de espectacular heroísmo que liquidó las tres
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cuartaspartesdesusfuerzasenuneficazintentodecapturarunabateríaequivocadadecañonesenemigos.
Era evidente que la excursión había concluido, y casi todos los ingleses de laclasealtaseinquietaronprofundamente.LosnombresdeCardigan,RaglányLudanestabanenlabiosdetodoelmundo.PeroesacálidatardedeoctubreenHydePark,elseñorPierceindujodiscretamenteaElizabethTrentahablardesupadre.
—Estamañanaleheencontradoterriblementenervioso—dijolajoven.—¿Sí?—dijoPierce,trotandoalladodeElizabeth.—Selevemuynerviososiemprequetienequedespacharelcargamentodeoro
para Crimea. Desde que se levanta es un hombre distinto. Parece distante y muypreocupado.
—Seguramenteesunaresponsabilidadmuypesada—dijoPierce.—Tanto,quetemosedediquealabebida—corroboróElizabeth,ydejóescapar
unarisita.—Madame,creoqueustedexagera.—Entodocaso,sucomportamientoesmuyextraño.Comoustedsabe,seopone
terminantementealconsumodealcoholantesdelanoche.—Sí,ymeparecemuyrazonable.—Bien—continuóElizabethTrent—.Sospechoqueestá infringiendosupropia
norma, pues en lamañanadel día enquedebe realizarse el embarqueva solo a labodegadevinos,ynoaceptaqueleacompañencriadosoquealguienlesostengalalinterna. Insiste en bajar solo.Mi madrastra le ha dicho muchas veces que puedetropezar o resbalar en la escalera que baja al sótano. Pero no atiende a razones.Permaneceunratoenelsótano,finalmentesaleysedirigealbanco.
—Supongo—dijo Pierce— que deseará controlar el estado de la bodega. ¿Nocreequeesunaactitudlógica?
—No,noloes—dijoElizabeth—,puessiempredejaamimadrastralatareadeabastecerycuidarlabodega,yextraervinosantesdelascomidas,ytodasesascosas.
—Enefecto,pareceunaactitudmuyextraña.Confío—dijoPierceconairegrave— en que su responsabilidad no esté pesando excesivamente sobre su sistemanervioso.
—Yo también lo espero —respondió Elizabeth con un suspiro—. ¿No es unhermosodía?
—Hermoso—convino Pierce—. Inenarrablemente hermoso, pero nomás belloqueusted.
ElizabethTrent rióentredientes,y replicóqueéleraunsujetoatrevido,puestoquelahalagabatandescaradamente.
—Inclusocabríasospecharunmotivoulterior—dijolajovenriendo.—Cielos,no—dijoPierce,yparatranquilizarlaaúnmásrozóbrevementeconsu
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manolamanodeElizabeth.—Mesientotanfeliz—dijoella.—Yyosoyfelizconusted—dijoPierce;ynomentía,porqueahorasabíadónde
estabanlascuatrollaves.
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Segundaparte
LASLLAVES
Noviembrede1854-Febrerode1855
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17Capítulo
LANECESIDADDEUNAVIRGEN
ElseñorHenryFowler,sentadoenunrincónoscurodelbaralahoradelalmuerzo,mostrabalossignosdeunavivaagitación.Semordíaloslabios,girabaincansableelvasoentrelasmanos,ynolograbamiraralosojosdesuamigoEdwardPierce.
—Nosécómoempezar—dijo—.Esunasituaciónsumamenteembarazosa.—Leofrezcolaseguridaddemimásabsolutareserva—dijoPierce,alzandosu
vaso.—Seloagradezco—continuóFowler—.Mire—empezó,peronopudocontinuar
—.Compréndame,es…—volvióainterrumpirseymeneólacabeza—horriblementeembarazoso.
—Entonces,dígaloderechamente—aconsejóPierce—dehombreahombre.Fowlersetragósubebida,yconungolpesecodepositóelvasosobrelamesa.—Muybien.Dichosinvueltasnirodeos,elcasoesquehecogidolaenfermedad
francesa.—Oh,Diosmío—exclamóPierce.—Creoqueheabusado—dijoFowlerconexpresióndetristeza—yahoradebo
sufrir el castigo. Es una situación realmentemolesta e irritante—en esos años secreíaquelaenfermedadvenéreaerafrutodelaexcesivaactividadsexual.Escaseabanlascuras,yaúnmáslosmédicosdispuestosa trataraunpacienteafectadoporestadolencia. En la mayoría de los hospitales se ignoraba totalmente la gonorrea y lasífilis.Elhombrerespetablequecontraíaestasenfermedadespodíaservíctimadelaextorsión;deahílareticenciademostradaporelseñorFowler.
—¿Enquépuedoayudarle?—preguntóPierce,peseaquesabíamuybienloqueselepediría.
—Teníalaesperanza…esperoquenoinfundada…dequedadasucondicióndesoltero,talvezustedconozca…enfin,quepuedarelacionarmeconunajovenvirgen,unamuchachadelcampo.
Piercefruncióelceño.—Yanoestanfácilcomoantes.—Lo sé, lo sé—dijoFowler, alzando la voz. Procuró controlarse, y habló con
másserenidad—.Entiendoladificultad.Peroconfiabaenque…Pierceasintió.
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—EnHaymarket hayunamujer—dijo—que con frecuencia disponedeunaodosvírgenes.Puedorealizaraveriguacionesdiscretas.
—Oh, se lo ruego —dijo el señor Fowler con voz trémula. Y agregó—: Essumamentedoloroso.
—Loaveriguaré—dijoPierce—.Mecomunicaré conusteddentrodeundía odos.Entretanto,nosedejeabatir.
—Oh,gracias,muchasgracias—dijoFowler,ypidióotrabebida.—Puedesercostoso—leadvirtióPierce.—Hombre, no me importa el gasto. ¡Pagaré lo que sea!—Pero luego pareció
reconsiderarelasunto—.¿Cuántocreequemecostará?—Cienguineas,siquieretenerlacertezadequeesunaverdaderavirgen.—¿Cienguineas?—Fowlerparecíasentirsemuyincómodo.—En efecto, y sólo si tengo la suerte de conseguir un precio favorable.Como
ustedsabe,haymuchademanda.—Bien,deacuerdo—dijoelseñorFowler,ysorbiósubebida—.Queasísea.Dosdíasdespués,el señorFowler recibiópor intermediodelnuevoserviciode
correosunacartadirigidaasuoficinaenelBancoHuddleston&Bradford.ElseñorFowlersesintióreconfortadoporlaexcelentecalidaddelpapel,asícomolarefinadacaligrafía,inequívocamentefemenina.
11denoviembrede1854
Señor:Nuestromutuo conocido, el señor P.,me pidió le informase tan prontomeenterase de una dama virgen.Me complace recomendarle a una jovenmuybonita, recién llegada del campo; y confío en que le agradarámucho. Si lepareceapropiado,puedeconocerladentrodecuatrodíasenlacalleLichfield,alfondodeSaintMartin’sLane,alasochoenpunto.Estaráesperándole,ysehapreparadounahabitaciónnolejosdeeselugar.
Quedadeusted,señor,sumáshumildeyobedienteservidora.
M.B.CalleSouthMoulton.
Nosemencionabaelpreciodelajoven,peroesoapenasleimportóaFowler.Suspartesíntimasestabanahorahinchadasymuysensibles,alextremodequenoatinabaa pensar en nada mientras estaba sentado frente a su escritorio, esforzándose pordespachar los asuntos del día. Releyó la carta, y nuevamente le tranquilizó laexcelente impresiónque suscitaba lamisiva.Llegóa laconclusióndequequien lahabía escrito era una persona de absoluta confianza, y ese aspecto era importante.
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Fowler sabía quemuchas vírgenes no eran tales, ni muchomenos, sino más bienjóvenes iniciadas muchas veces; y se renovaba el «estado virginal» mediante laaplicacióndeunapequeñapuntadaenunlugarestratégico.
Sabíatambiénquelarelaciónconunavirgennogozabadeaceptaciónuniversalcomo cura de la enfermedad venérea.Muchos hombres juraban que la experienciacuraba;perootrosrechazabanlaidea.Seargüíaamenudoqueelfracasorespondíaalhechodequelajovenencuestiónnoeraunavirgenauténtica.PeroelseñorFowlerexaminóelpapelylacaligrafía,yenellosencontróelconfortamientoqueanhelabahallar.
DespachóunanotadeimprecisoagradecimientoasuamigoPierceporlaayudaquelehabíaprestadaenelasunto.
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18Capítulo
ELTRUCODELCARRUAJE
Elmismodíaenqueel señorFowlerescribíaunacartadeagradecimientoal señorPierce, éste se preparaba para violar el domicilio del señor Trent. En el planparticipabancincopersonas:Pierce,queposeíaciertoconocimientodeladisposicióninteriordelacasa;Agar,queobtendríaelmoldedeceradelallave;lamujerdeAgar,querepresentaríaelpapeldecampanaovigía;yBarlow,queseocuparíadedistraerlaatencióndelenemigo.
ParticipabatambiénlamisteriosaseñoritaMiriam.Eraesencialparaelplan,puesdebíaejecutar loquesedenominaba«el trucodelcarruaje».Eraunade las formasmásastutasdeentrarenunacasa.Losefectosdeltrucodelcarruajedependíandeunaarraigadacostumbresocialdelaépoca:lapropinaentregadaaloscriados.
En la Inglaterra victoriana,más omenos el 10 por ciento de toda la poblaciónformabapartedela«servidumbre»,ycasitodoslosmiembrosdeestegrupoestabanmalpagados.Ylospeorpagadoseranaquellosqueporsustareasserelacionabanconlos visitantes y los invitados de la casa: el mayordomo y el portero obtenían susingresos sobre todo de las propinas. De ahí el famoso desdén del portero por losvisitantesdepocosmedios…ytambiénel«trucodelcarruaje».
A las nuevede la nochedel 12denoviembrede1854 los cómplicesdePiercehabíanocupado sus respectivos lugares.El campana, es decir lamujer deAgar, sepaseabalentamenteporlacalledelamansióndeTrent.Barlow,elhombrequedebíarealizarlamaniobradediversión,sehabíadeslizadoporlacallejuelaendirecciónalaentradadelosproveedoresylasperrerasinstaladas,alfondodelacasa.PierceyAgarestabanocultosentrelosmatorralesquecrecíanfrentealapuertaprincipal.Cuandotodoestuvopreparado,unelegantecarruajecerradosedetuvojuntoalaacera,frentealacasa,ysonólacampanilla.
El portero de lamansión de los Trent oyó el sonido, y abrió la puerta. Vio elcarruaje detenido junto a la acera. Con su aire digno, pero siempre atento a laposibilidad de la propina, el portero no podía quedarse en el umbral de la puerta,gritando en medio de la noche para preguntar qué deseaban. Como después dealgunos instantes nadie descendió del vehículo, el hombre bajó los escalones queconducíanalaaceraparaverificarsipodíaserútil.
Enel interiordelcarruajehabíaunamujerbellayelegante,quepreguntósiera
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ésalaresidenciadelseñorRobertJenkins.Elporterorespondiónegativamente,peroconocíaeldomiciliodelseñorJenkins;lacasasehallabaalavueltadelaesquina,yelhombreindicóprecisamentecomoencontrarla.
Mientras se desarrollaba esta conversación, Pierce y Agar se deslizaron en elinteriordelacasaporlapuertaabierta.Seencaminarondirectamentealapuertadelsótano. Estaba cerrada con llave, pero Agar utilizó una ganzúa y la abrió en uninstante.Losdoshombresbajaronalsótano,yyahabíancerradolapuertacuandoelporteroestabarecibiendosupropinadeladamadelcarruaje.Elporterolanzóalairelamoneda,laatrapóconunmovimientorápido,regresóalacasa,ycerródenuevocon llave la puerta, sin sospechar que le habían engañado. Este era el truco delcarruaje.
Alaluzdeunalinternasorda,Pierceechóunaojeadaalreloj.Eranlas9.04.Demodo que tenían una hora para hallar la llave, antes de que Barlow iniciara lamaniobradediversiónquecubriríalafuga.
PierceyAgardescendieronsilenciosamentelosescalonesquellevabanalsótano.Vieron las filas de botellas de vino, guardadas en jaulas de hierro. Las cerradurasnuevasdeestasjaulascedieronfácilmentealasmanipulacionesdeAgar.Alas9.11abrieron las puertas de hierro y entraron en la bodega propiamente dicha.Inmediatamentecomenzaronabuscarlallave.
Labúsquedafueinevitablementeunatarealentaydifícil.Alosumo,Piercepodíasuponerunacosaacercadelescondrijode la llave:ComolaesposadelseñorTrentera la persona que generalmente descendía al sótano, y puesto que su marido nodeseabaqueellaencontrase la llaveporaccidente, eraprobablequeelbanquero laocultaseenunsitioabastantealtura,yporlotantoincómodoparalamujer.Primerobuscaronenel extremosuperiorde losbastidores, explorandocon losdedos.Todoestabapolvoriento,yprontohubobastantetierraenelaire.
Agar con sus pulmones enfermos, difícilmente conseguía reprimir la tos. SusgruñidossofocadosalarmaronvariasvecesaPierce,perosegúnpareceloshabitantesdelacasanolosoyeron.
Prontosehicieronlas9.30Piercecomprendióqueeltiempoempezabaatrabajarcontra ellos. Buscó con mayor apremio y se mostró impaciente, quejándose entredientesaAgar,quedirigíaelhazdeluzdelalinternasorda.
PasaronotrosdiezminutosyPiercecomenzóa sudar.Y luego,endeterminadomomento,susdedossintieronalgofríosobreelrebordesuperiordelosbastidoresqueguardabanlasbotellas.Elobjetocayóalsuelocontintineometálico.Unossegundosdebúsquedadesordenada sobre el pisode tierradel sótano,y encontraron la llave.Eranlas9.45.
Piercelasostuvofrentealrayodeluzdelalinterna.Enlasombra,Agargimió.—¿Quépasa?—murmuróPierce.
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—Noesésta.—¿Cómo?—Digoquenoeslamalditallave,esotra.Piercediovueltasalallaveenlamano.—¿Estáseguro?—murmuró,perosabíamuybienqueAgarestabaenlocierto.
Era una llave sucia y vieja; había tierra acumulada en lasmuescas y las salientes.Agardijoloquepensaba.
—Haceañosquenadielatoca.Pierce lanzó un juramento, y continuó buscando, mientras Agar sostenía la
linterna.Agarexaminabalallaveconairecrítico.—Qué rara es—murmuró—. Nunca vi nada parecido. Pequeña, tan delicada,
podríaserunapiezadeunadminículofemenino,casi…—…Cállese—silbóPierce.Agarguardósilencio.Piercebuscó,sintiendoqueelcorazónlegolpeabaelpecho,
sinmirarel reloj,porquenoqueríaver lahora.Depronto, losdedos tocaronmetalfrío.Lollevóalaluz.
Eraunallavebrillante.—Esdeunacajafuerte—dijoAgarcuandolavio.—Bien—dijoPiercesuspirando.Seapoderódelalinternaylasostuvoparaque
Agarpudiesever.Agarextrajodosmoldesdeceradesusbolsillos.Lossostuvoenlamanoparacalentarlosunmomento,yluegoapretólallavesobrelaceraprimerounladoydespuéselotro.
—¿Hora?—murmuró.—Lasnueveycincuentayuno—dijoPierce.—Haréotrojuego—dijoAgar,yrepitióelprocesoconotropardemoldes.Erala
práctica usual de los buenos «cerrajeros», pues siempre había que contar con laposibilidad de que después de realizada la operación, algunos de los moldes sedeteriorase.Unavezquetuvolosdosjuegos,Piercedevolviólallaveasuescondrijo.
—Lasnueveycincuentaynueve.—Caramba,porpoco.Abandonaron la bodega, cerraron después de salir, y subieron en silencio la
escaleraqueconducíaalapuertadelsótano.Allíesperaron.Barlow, acechandoen las sombras cercade lashabitacionesde la servidumbre,
extrajosurelojyvioqueeranlasdiez.Tuvouninstantedevacilación.Porunaparte,cada instantequesuscómplicespasabanenel interiorde la residenciade losTrentera peligroso; por otra, quizá no habían terminado el trabajo, a pesar del horarioestablecido.Barlownoteníaelmenordeseodeserelvillanodelaobra,saludadoporelespectáculodelosrostrosirritadoscuandoescaparandelacasa.
Finalmente murmuró: «Las diez, son las diez» y cogiendo una bolsa, avanzó
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hacialasperreras.Allíhabíatresperros,entreelloselanimalentrenadoqueelseñorPiercehabíaregaladoaldueñodelacasa.Barlowseinclinósobrelaempalizada,yagitando la bolsa consiguió que cuatro ratas salieran chillando y semetieran en elrecinto. Los perros empezaron inmediatamente a aullar y ladrar, armando unescándaloterrible.
Barlowvolvióasurefugioenlassombras,mientrascomenzabanaencenderselaslucesenunaventanatrasotradeloscuartosdelaservidumbre.
Cuando oyeron la conmoción, Pierce y Agar abrieron la puerta del sótano ysalieronalsendero,cerrandolapuertatrasdesí.Oyeronelruidodepasosquecorríanal fondo de la casa. Abrieron los cerrojos y la cerradura de la puerta del frente,salieronalacalleydesaparecieronenlanoche.
Dejaronunsolosignodesuvisita:Lapuertaprincipalsinllave.Sabíanquealamañanasiguienteelportero,queeraelprimeroenlevantarse,seacercaríaalapuertay lahallaría sin llave.Peroelportero recordaría el incidentedel carruaje, lanocheanterior,ysupondríaquehabíaolvidadoechar la llave.Íntimamente,sospecharía laposibilidaddequehubiesenentradoladrones;peroamedidaqueavanzaraeldíasinqueseadvirtieselafaltadeobjetosdevalor,olvidaríaelasunto.
Entodocaso,noseinformóalasautoridadesquehubiesenentradoladronesenlaresidencia de los Trent. Se explicó la misteriosa agitación de los perros por loscuerpos de las ratas muertas en la perrera. Hubo algunos comentarios acerca delmodoenquelasratashabíanllegadoalasjaulasdelosperros,peroelhogardelosTrenteraunacasagrandeyatareada,ynohabíatiempoquededicaracharlasociosasacercadecosastriviales.
De modo que la noche del 13 de noviembre de 1854, Edward Pierce tenía laprimeradelascuatrollavesquenecesitaba.Consagróinmediatamentesuatenciónalabúsquedadelasegundallave.
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19Capítulo
LACITA
ElseñorHenryFowlerapenaspodíacreereneltestimoniodesusojos.Allí,aldébilresplandor del farol callejero de gas, había una criatura delicada, de mejillassonrosadas,maravillosamentejoven.Nopodía tenermuchomásdedoceaños,ysuposturamisma,alporteylaactitudtímidarevelabansucondicióningenuayvirginal.
Seacercóalaniña;ellareplicóconvozsuaveytemblorosa,losojosbajos,ylecondujoaunacasadecitasquehabíanolejosdeallí.ÉlseñorFowlermiróvacilanteel lugar,pueselexteriornoeraparticularmenteatractivo.Poresomismo, tuvounagratasorpresacuandolasuavellamadadelaniñaenlapuertafuerespondidoporunamujermuybella,aquienlapequeñallamó«señoritaMiriam».Depieenelvestíbulo,Fowlervioqueestacasadecitasnoeraunodeesosestablecimientossórdidosdondese alquilaban camas por cinco chelines hora, y el propietario venía a llamar a lapuertaconunbastón,unavezcumplidoelplazo;porlocontrario,aquíhabíamueblesforrados de suave terciopelo, con lujosas fundas, buenas alfombras persas, yaccesorios de excelente gusto y calidad. La señorita Miriam se condujo conextraordinaria dignidad cuando pidió ciento cinco libras; sus modales fueron tandiscretos queFowler pagó sin chistar, y se encaminó directamente a un cuarto delprimerpisoconlaniña,cuyonombreeraSarah.
Sarah le explicó que había llegado poco antes de Derbyshire, que sus padreshabíanmuerto,queteníaunhermanomayorenlaguerradeCrimea,yotromenorenel asilo.Leexplicó todoestocasi alegremente,mientras subían laescalera.Fowlercreyóadvertirciertaexcitaciónenelmododehablardelaniña;eraindudablequelapobre pequeña estaba nerviosa ante su primera experiencia, y él se hizo el firmepropósitodeactuardelmodomásgentil.
La habitación en la cual entraron estaba amueblada tan soberbiamente como elsalónde laplantabaja; era rojoyelegante,yel aireestaba suavementeperfumadocon aroma de jazmín. Fowler examinó brevemente el sitio, porque un hombresiempre debía tomar precauciones. Luego, echó el cerrojo a la puerta y se volvióhacialajovencita.
—Bien,yaestamos—dijo.—¿Señor?—dijoella.—Bien,ahora—dijo—.Creoqueeselmomentode…
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—Oh,sí,porsupuesto,señor—dijoella,ylasencillaniñacomenzóadesvestirlo.Aélleparecióqueeraextraordinario,hallarseenelcentrodeestahabitaciónelegante—casipodíadecirsedecadente—mientrasqueunaniñaque apenas le llegabaa lacinturaconsusdeditoslemanipulabalosbotonesyledesvestía.Enverdad,fuealgotan notable que se sometió pasivamente, y pronto quedó desnudo, mientras ellacontinuabavestida.
—¿Qué es eso? —preguntó la niña, tocando una llave que Fowler llevabaalrededordelcuello,unidaaunacadenadeplata.
—Nadamásque…bueno…unallave—replicó.—Esmejorqueselaquite—dijoella—,puedelastimarme.Fowlerselaquitó.Laniñaatenuólaslucesdegas,yluegosedesvistió.Lasdos
horas siguientes fueron un episodio mágico en la vida de Henry Fowler, unaexperienciatanincreíbleysorprendentequecasiolvidósudolorosacondición.Yporcierto no oyó que una mano misteriosa surgía de entre las pesadas cortinas deterciopelorojo,yseapoderabade la llavedepositadasobresuropa;y tampocoviocuando,unratodespués,lallavefuedevueltaasulugar.
—Oh,señor—exclamolaniñaenelmomentodecisivo—.¡Oh,señor!Ydurante un breve instanteHenryFowler sintió en su cuerpomás vida ymás
excitaciónquelaquepodíarecordarenloscuarentaysieteañosdesuvidaanterior.
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20Capítulo
ASUNTOARREGLADO
La facilidad conquePiercey sus cómplicesobtuvieron las dosprimeras llaves lesinfundió un sentimiento de confianza que pronto se demostraría falso. CasiinmediatamentedespuésdeconseguirlallavedeFowler,surgierondificultadesenunsector inesperado: El Ferrocarril Sureste cambió su rutina en las oficinas de laEstacióndelPuentedeLondres.
La banda utilizó a la señoritaMiriampara vigilar la rutina de las oficinas, y afines de diciembre de 1854 la joven apareció con malas noticias. En una reunióncelebradaencasadePierce,explicóaPierceyAgarquelaempresaferroviariahabíacontratadoaundetectivequeahoracuidabalasinstalacionesdurantelanoche.
Como habían planeado entrar de noche, la noticia eramuy desagradable. PerosegúnlaversióndeAgar,Piercedisimulóprontamentesudecepción.
—¿Cómotrabaja?—preguntó.—Entraenserviciotodaslasnochesalahoradelcierre,alassieteenpunto—
dijolaseñoritaMiriam.—¿Yquéclasedeindividuoes?—Unprofesional—contestóella,queriendodecirqueeraunauténticopolicía—.
Alrededordecuarentaaños;corpulento,gordo.Peroseguroquenoseduermeensuguardia,ynoesningúnborracho.
—¿Vaarmado?—Sí—dijolajoven,asintiendo.—¿Dóndeespera?—preguntóAgar.—En la puerta. Se sienta al final de la escalera, al lado de la puerta, y no se
muevedeallí.Tieneunabolsadepapelallado,creoquellevaenellalacomida—laseñoritaMiriamnopodíaestarsegura,porquenoseatrevíaaprolongardemasiadolavigilanciadelaoficinaportemoradespertarsospechas.
—Maldito —dijo Agar disgustado—. ¿Se sienta frente a la puerta? Así esimposible.
—Mepreguntoporquéhabránpuestounguardianocturno—dijoPierce.—Tal vez se hayan enterado de que pensamos dar el golpe—dijo Agar, pues
habíanestadovigilandolaoficinadurantevariosmeses,condiferentesintervalos,yquizáalguienhabíaadvertidoelhecho.
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Piercesuspiró.—Ahoranohaynadaquehacer—dijoAgar.—Siemprehayalgoquehacer—dijoPierce.—Ahoraesimposible—insistióAgar.—Imposible,no—dijoPierce—,sólounpocomásdifícilqueantes.—¿Cómopiensahacerlo?—preguntóAgar.—Alahoradelacomida—respondióPierce.—¿Alaluzdeldía?—dijoAgar,desconcertado.—¿Porquéno?—dijoPierce.Aldíasiguiente,PierceyAgarobservaronlarutinadelaoficinaalmediodía.Ala
una, laEstacióndelPuentedeLondresestabacolmadadepasajerosqueentrabanysalían;mozosdecuerdacargandoequipajesdetrásdeviajeroselegantesque ibanaabordarlosvagones;vendedoresofreciendorefrescos;ytresocuatropolicíasaquíyallá, manteniendo el orden y vigilando a los carteristas porque las estacionesferroviariasestabanconvirtiéndoseenelcotodecazafavorito.Elladróndespojabaalapresacuandoéstasubíaaltren,ylavíctimageneralmentedescubríaelrobocuandoyahabíasalidodeLondres.
Larelacióndeloscarteristasconlasestacionesferroviariasllegóasertannotoriaque cuando en 1862 William Frith pintó uno de los cuadros más famosos de sugeneración, «La estación ferroviaria», el centro de la composición estabarepresentadopordosdetectivesquedeteníanaunladrón.
Ahora, la Estación del Puente de Londres tenía varios agentes de la policíaMetropolitana.Además,lasempresasferroviariascontratabanagentesprivados.
—Lospolispululan—dijoAgarcongestodedesagrado,recorriendoconlavistalasplataformasdelaestación.
—Nosepreocupe—dijoPierce.Estabaobservandolaoficinadelferrocarril.A la una, los empleados descendieron la escalera de hierro charlando
despreocupadamente mientras se dirigían a almorzar. El gerente de tráfico, uncaballero de aire severo y bigotes recortados, permaneció en la oficina. Losempleadosretornaronalasdos,ysereanudólarutinaoficinesca.
Al día siguiente, el gerente fue a comer, pero dos de los empleadospermanecieronenlaoficina,privándosedelalmuerzo.
Hacia el tercer día, ya conocían el sistema: Uno o varios empleados salían aalmorzara launa,ypermanecíanausentesunahora;pero laoficinanuncaquedabasola.Laconclusióneraevidente.
—Nohaynadaquehacerdedía—dijoAgar.—Quizáeldomingo—observóPierce,pensandoenvozalta.En esa época —e incluso ahora— el sistema ferroviario británico se oponía
firmementealtrabajoeldíadeguardar.Seconsiderabainnecesarioeimpropioquela
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empresa trabajase los domingos, y sobre todo los ferrocarriles siempre habíanexhibido un sesgo extrañamente moralista. Por ejemplo, se prohibía fumar en losvagones ferroviarios aúnmucho después de que el consumo de tabaco se hubieseconvertidoenunacostumbresocialgeneralizada;elcaballeroquedeseabasaborearuncigarrodebíadarunapropinaalempleadodel tren—otroactoprohibido—;yapesar de la presión intensa de la opinión pública, esta situación se prolongó hasta1868, año en que el Parlamento aprobó finalmente una ley obligando a losferrocarrilesapermitirquelospasajerosfumasen.
Asimismo,aunquetodosconveníanenqueaveceslosindividuosmástemerososdeDios necesitaban viajar en domingo, y pese a que la costumbre popular de lasexcursionesdefindesemanaacentuabalapresiónenfavordelostrenesdominicales,los ferrocarriles se opusieron firmemente a esta tendencia. En 1854 el FerrocarrilSurestecorríasólocuatrotrenesendomingo,ylaotralíneaqueusabaelPuentedeLondres,elFerrocarrildeLondres&Greenwich,teníasolamenteseistrenes,menosdelamitaddelnúmerohabitual.
Pierce y Agar inspeccionaron la estación el domingo siguiente, y hallaron unadoble guardia instalada cerca de la oficina del gerente de tráfico; un hombre seestacionaba cerca de la puerta, y el otro ocupaba su lugar a pocos metros delcomienzodelaescalera.
—¿Porqué?—preguntóPiercecuandovioa losdosguardias—.EnnombredeDios,¿porqué?
Graciasalostestimoniosofrecidosdespuésanteeltribunal,pudosabersequeenelotoñode1854laadministracióndelFerrocarrilSurestehabíacambiadodemano.Elnuevopropietario,WillardPerkins,erauncaballerodeinclinacionesfilantrópicas;deseoso de beneficiar a las clases inferiores, inició la política de emplear a máspersonas en todos los cargos de la línea, «con el fin de ofrecer trabajo honesto aquienesdelocontrariosesentiríantentadosdeincurrirenunaconductailegalyunasórdida promiscuidad». Esta fue la única razón que determinó la contratación depersonalsuplementario;elferrocarrilnuncasospechólaposibilidaddeunrobo,yenefectoelseñorPerkinssesintióprofundamenteafectadocuandomástardesedioelgolpe.
TambiéndebeseñalarsequeporesaépocaelFerrocarrilSuresteintentabatendernuevas líneas de acceso al centro de Londres, y esta política determinó eldesplazamiento de muchas familias y la destrucción de sus viviendas. Porconsiguiente, en el espíritu de estos propietarios del ferrocarril esta conductafilantrópicaimplicabatambiénciertoaspectoderelacionespúblicas.
—Nadaquehacerendomingo—dijoAgar,examinandoalosdosguardias.—¿QuizáenNavidad?Piercemeneó lacabeza.EraconcebiblequeeldíadeNavidadseatenuasen las
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medidasdeseguridad,peronopodíandependerdeeso.—Necesitamosalgoqueseajustealarutina—dijo.—Dedíanohaynadaquehacer.—Sí —dijodijo Pierce—. Pero no conocemos toda la rutina nocturna. Nunca
hemosvigilado toda lanoche—denoche laestaciónestabadesierta,y lospolicíasque hacían sus rondas expulsaban sin miramientos a los holgazanes y a losvagabundos.
—Si metemos a un hombre, lo echarán —dijo Agar—. Y quizá también lodetengan.
—Estaba pensando en un espía escondido—dijo Pierce—. Un hombre ocultopodríapermanecertodalanocheenlaestación.
—¿PerfectoWilly?—No—dijoPierce—.PerfectoWillyesuncharlatányunidiotaynotienefibra.
Esunretrasado.—Esoescierto—dijoAgar.Según se indicó en el testimonio ante el tribunal, Perfecto Willy, que en el
momentodel juicioyahabíamuerto,eraunindividuode«disminuidacapacidadderaciocinio»;asíloafirmaronvariostestigos.ElpropioPierceafirmó:«Pensamosquenopodíamosconfiarle la tareadevigilancia.Si lodetenían,nosdelataría; revelaríanuestrosplanessinelmenorescrúpulo».
—¿Entonces?—dijoAgar,paseandolavistaporlaestación.—Pensabaenunskipper—dijoPierce.—Unskipper—dijosorprendidoAgar.—Sí—dijoPierce—.Creoqueunskipperharíabieneltrabajo¿Conocealguno
quesirva?—Puedoencontrarlo.Pero¿dóndeseesconderá?—Lometeremosenuncajóndeembalar—dijoPierce.Pierce ordenó que enviasen a su casa un cajón de embalar.De acuerdo con su
propiaversión,Agarconsiguió«unskipperdignodetodaconfianza»,yseadoptaronlasmedidasnecesariasconelfindeenviarelcajónalaestaciónferroviaria.
Elskipper,llamadoHenson,nuncafuehallado,ytampocoserealizaronesfuerzosmuyintensosparaidentificarlo;eraunafiguramuysecundariaentodoelplan,yenvistadesucondiciónsocialnovalíalapenatomarsedemasiadotrabajoconél.Pueslapalabraskippernoimplicabaunaocupación,sinomásbienunmododevida,ymásespecíficamenteunmododepasarlanoche.
Amediados de siglo la población londinense crecía al ritmo del 20 por cientocadadécada.Elnúmerodehabitantesdelaciudadaumentabaenunmillardiario,yapesar de los grandes programas de construcción y los barrios bajos densamentepoblados, una parte importante de la población carecía de techo, y de medios
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necesariosparapagarlo.Estaspersonaspasaban lanocheal aire libre, dondequieraque la policía con sus temidas linternas sordas las dejaba en paz. Los lugaresfavoritos eran los llamados «hoteles de las arcadas», es decir, bajo los puentesferroviarios; pero también había otros lugares: edificios en ruinas, portales deestablecimientos, cuartos de calderas, estaciones de ómnibus, mercados vacíos, alamparode losmatorrales, cualquier lugarque suministraseunpocodeabrigo.Losskipperseranpersonasquerutinariamentebuscabanotrotipoderefugio:esdecir,losestablos y los retretes instalados fuera de las casas. En esta época, incluso lasresidenciasmásomenoselegantesamenudocarecíandeinstalacionessanitariasenlacasamisma.Elretretefueradelacasaeraunelementocomúnatodaslasclases,ycomenzabaadifundirse tambiénen los lugarespúblicos.Elskipper se refugiabaenesoslugaresestrechos,yasípasabalanoche.
Eneljuicio,Agarmencionóorgullosamenteelmodoenquehabíaconseguidounskipper digno de confianza. La mayoría de la gente que dormía al raso estabacompuesta por vagabundos, gente miserable completamente desmoralizada; losskippereranunpocomásemprendedoresqueelresto,perodetodosmodosformabanelúltimopeldañodelordensocial.Yamenudoeranborrachos;esindudablequelaembriaguezlesayudabaatolerarsusfragantesrefugios.
Porsupuesto, larazónpor lacualPiercequeríaunskippereraquenecesitabaaalguien capaz de tolerar el encierro durante muchas horas. Según se informó, elindividuo llamado Henson encontró que el cajón de embalar era «perfectamenteespacioso».
ElcajónfueubicadoestratégicamenteenlaEstacióndelPuentedeLondres.Porlas rendijas que separaban las tablas, Henson pudo vigilar el comportamiento delguardianocturno.Despuésdelaprimeranoche,elcajónfueretirado,sepintódeotrocoloryseexpidiónuevamentea laestación.Seaplicó lamismarutinadurante tresnoches sucesivas. Luego, Henson comunicó sus observaciones. Ninguno de losladronessesintiómuyalentado.
—Elpoliesuntiposólido—dijoHenson—.Regularcomoestereloj—mostróelreloj quePierce lehabía entregadopara cronometrar las actividades—.Viene a lassieteenpunto,consubolsadecomida.Sesientaenlaescalera,siemprealerta,jamásseduerme,ysaludaaltipoquehacelaronda.
—¿Cómosonlasrondas?—Elprimerpolicíatrabajahastamedianoche,ypasacadaonceminutos.Aveces
doce;yunaodosvecestreceminutos,peroengeneralcadaonce.Elsegundoguardiatrabajademedianochehasta lamadrugada.Esun tipodifícil, no sigueuncaminofijo, se desvíade aquí para allá,mirando en todasdirecciones comoesosmuñecosconresorte.Ytienedosrevólveresenelcinto.
—¿Quéhaydelhombrequesesientafrentealapuertadelaoficina?—preguntó
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Pierce.—Como digo, es un tipo muy sólido. Viene a las siete, charla con el primer
guardiaynosimpatizaconelsegundo,porciertoquelomiramal.Pero legustaelprimer tipo,ydecuandoencuandocharla;peroelhombreno interrumpelaronda,solamentecharlaalpasar.
—¿Nuncaabandonasupuesto?—preguntóPierce.—No—informó el skipper—. Está sentado ahí, y oye las campanas de Saint
Falsworth dando las horas, y siempre que empiezan a tocar inclina la cabeza yescucha.Bueno,alasonceabrelabolsaysetragalacomida,siempredeacuerdoconel reloj. Come durante diez o quince minutos, y tiene una botella de cerveza, yentonces aparece otra vez el guardia. Bueno, el hombre se acomoda, tranquilo, yesperaaqueelguardiavengaotravez.Ahorasonlasonceymedia,másomenos.Elguardiasealeja,yeltipovaalaseo.
—Entonces,dejasupuesto—dijoPierce.—Sóloparaorinar.—¿Ycuántotarda?—Pensé que usted querría saberlo—dijo Henson—, de modo que le tomé el
tiempo.Unanochetardósetentaycuatrosegundos,sesentayocholasegundavez,ysesentaycuatro la tercera.Siemprea lamismahora,cercade lasonceymedia.Yvuelveasupuestocuandoelguardiahacelaúltimaronda,alasdocemenoscuarto,ydespuésvieneelsegundoguardia.
—¿Fuelomismotodaslasnoches?—Todaslasnoches.Eslacerveza.Conlacervezaunhombretienequeorinar.—Sí—dijoPierce—, lacervezaproduceeseefecto.¿Ynoabandonasupuesto
otrasveces?—No,queyosepa.—Yusted,¿nosehadormidoenningúnmomento?—¿Qué?Aquí estoy durmiendo todo el día en su preciosa cama, en su propia
casa,¿ytodavíamepreguntasiduermodenoche?—Tienequedecirmelaverdad—insistióPierce,perosinexcesivoapremio.Agar atestiguó después: «Pierce le hace las preguntas pero sin mucho interés,
actúacomoeldescuidero,oeltimador,sininterés,comosinoleimportaramucho,esquenoquierequeelskippersedécuentadequeesunpastelgrande.Nostomamostantotrabajoporqueelskipperpodíacantarnosalosmiltonianos,porunasmonedas,peronotienesesossuficientessino,noseríaskipper,¿verdad?».
(Estadeclaraciónprovocóconmocióneneltribunal.CuandosuSeñoríapidióunaexplicación,Agardijosorprendidoquesehabíaexplicadotodolomejorposible.Senecesitó un interrogatorio de variosminutos para aclarar que Agar había dicho losiguiente: Que Pierce había fingido ser un carterista común, o un ladrón de poca
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monta,oun«cogotero»,unhombrequeatacabaalosborrachosconelpropósitodeengañar al skipper, demodo que éste no advirtiese que se estaba desarrollando unplandegranalcance.Agardijotambiénqueelskipperpodríahaberloimaginadoporsímismo,encuyocasohubierapodidodenunciarlosalapolicía;peronohabíatenidointeligencia suficiente. Este fue uno de los casos en que la incomprensible jergadelictivainterrumpiólosprocedimientosdeltribunal).
—Lejuro,señorPierce—dijoelskipper—quenohedormidounminuto.—¿Yelpolicíasólosealejaunavezdurantelanoche?—Sí,ytodaslasnocheslomismo.Esregularcomoestechirimbolo—sostuvoel
cronómetro—,completamenteregular.Pierce dio las gracias al skipper, le pagómedia corona por su trabajo, se dejó
convencer por las protestas y regateos y agregó otra media corona, y despidió alhombre. Cuando se cerró la puerta, Pierce dijo a Barlow que «aleccionase» alhombre;Barlowasintió,ysaliódelacasaporotrapuerta.
CuandoPiercevolvióadondeestabaAgar,dijo:—¿Ybien?¿Esimposible?—Sesentaycuatrosegundos—dijoAgar,meneandolacabeza—.Noesunjuego
deniños…—Nuncadijequelofuera—dijoPierce—.Peroustedmedijomuchasvecesque
eraelmejorcerrajerodelpaís,yaquí tieneunproblemaapropiadoparasu talento:¿Lepareceimposible?
—Veremos—dijo Agar—. Tengo que practicar el asunto. Y necesito verlo decerca.¿Podemosvisitarlo?
—Seguramente—dijoPierce.
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21Capítulo
UNACTOAUDAZ
«Enlasúltimassemanas»,decíaelIllustratedLondonNewsdel21dediciembrede1854, «la incidencia de la delincuencia callejera temeraria y brutal ha alcanzadoproporciones alarmantes, sobre todo durante la noche. Parece que la confianzadepositada por el señor Wilson en la iluminación callejera de gas como factordisuasorio de las tropelías de los malhechores ha sido injustificada, porque losdelincuentessemuestrancadavezmástemerarios,yatacanconaudaciasinparalaspersonasdesprevenidas.Ayermismo,elagentedepolicíaPeterFarrellfueatraídoauncallejón,dondeunabandadematonescayósobreél,legolpeóylequitótodoloquellevabaencima,inclusoeluniforme.Tampocopodemosolvidarquehaceapenasun par de semanas el señor Parkington, miembro del Parlamento, fue cruelmenteasaltadoenunlugarabiertoybieniluminado,mientrassedirigíaapiedelParlamentoasuclub.Estaepidemiadeataquesamansalvadebemerecer laprontaatencióndelasautoridadesenunfuturopróximo».
ElartículocontinuabadescribiendoelestadodelagenteFarrell,cuya«condiciónnoeramejordeloquecabíaesperar».Deacuerdoconlaversióndelpolicía,habíasidollamadoporunamujerbienvestida,queestabadiscutiendoconuncochero,«unsujetodeaspectohoscoybrutal,conunacicatrizblancaqueleatravesabalafrente».Cuando el policía intercedió en la disputa, el cochero se arrojó sobre él jurando ymaldiciendo y golpeándolo con una cachiporra; y cuando el infortunado policíarecobróelsentido,descubrióquelehabíandespojadodesusropas.
En1854muchosVictorianosquehabitabanen lasciudadessesentían inquietosante al recrudecimiento del delito en las calles. Algunas «epidemias» ulteriores yperiódicas de violencia callejera culminaron finalmente en el pánico de lostranseúntesdurantelosaños1862y1863,yenlaaprobaciónporelParlamentodelaLey de Asaltos con Violencia. Esta legislación dictaminó castigos desusadamenteseverosparalos infractores,entreellos laflagelaciónpor tandas—conelpropósitodepermitirquelosdetenidosserecuperasenantesdevolveracastigarlos—ylapenade muerte por ahorcamiento. En efecto, en 1863 se ahorcó en Inglaterra a máspersonasqueencualquierotroañoapartirde1838.
El ataque brutal en la calle era la forma más baja de actividad delictiva. Losatracadores y los asaltantes a mano armada eran a menudo despreciados por sus
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colegas de los bajos fondos, que detestaban los métodos groseros y los actos deviolencia.Elmétodohabitualdeataquerequeríaqueuncómplice,depreferenciaunamujer,atrajesealavíctima,preferiblementeunborracho;entonces,elatracadorcaíasobrelavíctima,lagolpeabaconunacachiporrayladespojaba,dejándolatiradaenlacalle.Noeraunmodoelegantedeobtenerdinero.
Los ingratos detalles del atracador cayendo sobre su impotente víctima eran eltemacorrientedelainformacióndiaria.Segúnparece,nadiesedetuvoapensarque,en realidad, el ataque al agenteFarrell eramuyextraño.Dehecho teníamuypocosentido.Entoncescomoahoralosdelincuentesevitabansiemprequeeraposiblelosenfrentamientos con la policía. Atacar a un policía era simplemente provocar unabúsqueda exhaustiva en todos los palomares, hasta que se detenía a los culpables,pueslapolicíaponíaparticularinterésenresolverlosataquescontralosmiembrosdelafuerza.
Tampoco había motivos razonables para atacar a un policía. Sabía defendersemejorquelamayoríadelasvíctimas,ynuncallevabamuchodinero;amenudo,noteníadinero.
Finalmente, carecía de sentido desvestir a un policía. En esa época era usualdespojardesusropasalasvíctimas,ylatareaestabageneralmenteacargodeviejasqueatraíanalosniñosauncallejón,yluegolesquitabantodalaropaparavenderlaenunatiendadeartículosdesegundamano.
Peroeraimposibledisimulareluniformedeunpolicía,conelfindequetuvieseciertovalordereventa.Losestablecimientosdeartículosdesegundamanosiempreestaban vigilados, y amenudo se les acusaba de aceptar artículos robados; ningún«traductor» aceptaría jamás un uniforme de policía. En todo Londres era quizá elúnicotipodeprendaquecarecíaabsolutamentedevalordereventa.
Porconsiguiente,elataquealagenteFarrellnosóloerapeligroso,sinoinsensato,yunobservador reflexivodebíapreguntarsecuálespodríanser lasmotivacionesdesusautores.
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22Capítulo
CHALANEOS
A fines de diciembre de 1854 Pierce se reunió con un hombre llamado AndrewTaggerten la tabernaLasArmasdelRey,cercadeRegentStreet.EnesemomentoTaggert tenía casi sesentaaños,y eraunpersonajemuyconocidoenelvecindario.Había sobrevivido a una carrera prolongada y pintoresca, que podemos rememorarbrevemente, porque es uno de los pocos participantes del Gran Robo del Tren dequienseconocenlosantecedentes.
Taggert había nacido alrededor de 1790 en las afueras de Liverpool, y habíallegadoaLondreshaciafinesdelsiglo,consumadresoltera,queeraprostituta.Teníaunos diez años cuando trabajó en «el negocio de la resurrección», es decir, laexhumacióndecadáveresrecientes,extraídosdeloscementeriosparavenderlosalasfacultadesdemedicina.Prontoadquirióunareputacióndeaudaciasinigual;decíaseque cierta vez había transportado un cadáver atravesando las calles de Londres enplenodía,conelhombreinstaladoensucarromatocomounpasajero.
La Ley deAnatomía de 1838 liquidó el negocio de los cadáveres, y AndrewsTaggert se dedicó a la profesión de pasador, «dando cambio», es decir, colocandodinerofalsificado.Enestamaniobra,sepagabaconunamonedagenuinalacompraauncomerciante,yluegoelpasadorrebuscabaensubolso,diciendoquecreíatenerelcambiojusto,ytomabadevueltalamonedaoriginal.Despuésdeunmomentodecía:«No,enrealidadnotengocambio»,yentregabaunamonedafalsificadaenlugardelaanterior.Erauntrabajomezquino,yTaggertsecansóprontodelasunto.Sededicóadiferentes estafas, y hacia mediados de la década de 1840 era un experto en lamateria.Segúnparece,tuvomuchoéxitoensuprofesión;alquilóunpisorespetableen Camden Town, un barrio, por cierto, no del todo respetable. (Charles Dickenshabía vivido allí unos quince años antes, mientras su padre estuvo encarcelado).Taggerttambiéntomóesposa,unaviudallamadaMaryMaxwell,yunadelasironíasmenores del asunto es que este magistral estafador fue engañado a su vez. MaryMaxwell se especializaba en la falsificación de pequeñasmonedas de plata.Habíacumplidovaríascondenasdecárcel,yteníaciertosconocimientosjurídicos,loquenoeraelcasodesunuevoesposo;enrealidad,lamujersehabíacasadorespondiendoamotivosulteriores.
Laposiciónlegaldelamujeryaeratemadeactivosintentosdereformas;peroen
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esaépocalasmujeresnoteníanderechodevotar,poseerpropiedadesotestar,ylosingresos de una mujer casada que estaba separada de su marido legalmentecontinuabansiendopropiedaddeéste.Aunquelaleytratabaalasmujerescasicomoa idiotas, y parecía favorecer abrumadoramente a los hombres, el asunto conteníaciertascomplicacionesextrañas,comomuyprontohabríadedescubrirloTaggert.
En 1847 la policía allanó el lugar donde trabajaba Mary Maxwell Taggert,sorprendiéndola en el momentomismo en que estaba fabricandomonedas de seispeniques.Lamujer recibió serenamente el allanamiento, anunció convoz tranquilaqueestabacasada,eindicóalapolicíaelparaderodesuesposo.
Deacuerdoconlaley,elmaridoeraresponsabledelasactividadesdelictivasdesu mujer. Se presumía que dicha actividad era resultado del planeamiento y laejecucióndelhombre,enloscualeslaesposaeraunmeroparticipante…quizácontrasuvoluntad.
Enjuliode1847AndrewTaggertfuedetenido,convictodefalsificarmoneda,ycondenadoaochoañosenlacárceldeBridewell;MaryMaxwellquedóenlibertad,yni siquiera se le formuló una reprimenda. Se asegura que en la sesión en que secondenóalmaridoexhibióeneltribunal«unaconductaburlonaydesafiante».
Taggertcumpliótresañosdesusentencia,yluegoselepermitiósalirenlibertadcondicional.Mástardesedijoquehabíaperdidotodasufibra,unresultadobastanteusualdelosperíodosdecárcel;yanoteníalaenergíanilaconfianzanecesariasparadedicarse a la estafa, de modo que comenzó a «frenar cascos» —es decir, robarcaballos. Hacia 1854 era un rostro conocido en las tabernas frecuentadas por losaficionadosalascarrerasdecaballos;sedicequeestuvocomplicadoenelescándalode1853,enelcualunanimaldecuatroañosfuepresentadoenelDerbyincluyéndoloenlacategoríadecaballosdetresaños.Nadieteníadatosciertos,perosesupusoque,en su condición de ladrón de caballos, organizó el robo del animal más famosodurante ese período: Silver Whistle, un caballo de tres años proveniente deDerbyshire.
PiercesereunióconélenLasArmasdelRey,ylehizounapropuestasumamentesingular.Taggertsetragódegolpesuginebraydijo:
—¿Quierequeleconsigaqué?—Unleopardo—dijoPierce.—Pero ¿dónde puede hallar un leopardo un hombre honrado como yo?—dijo
Taggert.—Nolosé—dijoPierce.—Entodamivida—dijoTaggert—jamáshetenidoqueverconleopardos,ypor
lo que sé, se los encuentra únicamente en los zoológicos, que tienen toda clase debestias.
—Asíes—dijocalmosamentePierce.
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—¿Hayquebautizarlo?Esteeraunproblemaparticularmentedifícil.Taggertsabíabautizarmuybien,es
decir,disimularelhechodequelosartículoseranrobados.Podíadisfrazarlasseñasde un caballo de modo que ni siquiera su dueño lo reconociera. Pero bautizar unleopardopodíasermásdifícil.
—No—dijoPierce—.Loaceptocomoesté.—Noengañaráanadie.—Noesnecesario.—Entonces,¿Paraquéloquiere?PiercedirigióaTaggertunamiradaespecialmenteseveraynocontestó.—Preguntandonohagomalanadie—dijoTaggert—.Notodoslosdíasvienena
pedirmequeconsigaunleopardo,poresopregunto…sinmalaintención.—Esunregalo—dijoPierce—paraunadama.—Ah,unadama.—DelContinente.—Ah,delContinente.—DeParís.—Ah.Taggertlemiródearribaaabajo.Pierreibabienvestido.—Usted podría comprar uno legalmente—dijo—. Le costaría casi tanto como
comprármeloamí.—Lehehechounapropuestacomercial.—Enefecto,ymuycorrecta,peronohadichocuantomepagará.Solamenteque
leconsigaunleopardo.—Lepagaréveinteguineas.—Demonios,quierocuarentayconsidéreseafortunado.—Lepagaréveinticincoyconsidéreseustedelafortunado—dijoPierce.Taggertpareciómolesto.Hizogirarelvasodeginebraenlamano.—Muybien—dijo—.¿Adóndelollevo?—Nosepreocupe—dijoPierce—.Encuentre el animalyguárdelo,quepronto
tendránoticiasmías—ydejóunaguineadeorosobreelmostrador.Taggertlarecogió,lamordió,hizoungestodeasentimientoysetocólagorra.—Señor,tengaustedbuenosdías—dijo.—Buenosdías—dijoPierce.
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23Capítulo
LAESCENA
LaactituddetemoroindiferenciadelresidenteurbanodelsigloXXfrenteaundelitocometidoantesuspropiosojoshabríaasombradoalosVictorianos.Enesaépocaunapersona robada o asaltada inmediatamente iniciaba un escándalo, y la víctimaesperabayobtenía una reacción inmediata de los ciudadanos respetuososde la leyqueestabancerca,yqueprestamenteuníanfuerzasconelfindeatraparalvillanoquehuía.Yhubocasosenlosquealgunasdamasdealcurniaparticiparonconentusiasmoenlabarahúndageneral.
La disposición de la gente a comprometerse en un episodio de esta claserespondía a varias razones. En primer lugar, la fuerza policial organizada era cosatodavía relativamente reciente; laPolicíaMetropolitanadeLondresera lamejordeInglaterra,perofuncionabadesdehacíasóloveinticincoaños,ylagenteaúnnocreíaqueeldelitoera«asuntodeincumbenciadelapolicía».Segundo,lasarmasdefuegoeranraras,ycontinúansiéndolotodavíahoyenInglaterra;erapocoprobablequeunespectador recibiese un balazo mientras perseguía a un ladrón. Y finalmente, lamayoríadelosdelincuentesestabaformadaporniños,amenudomuypequeños,ylosadultosnovacilabanenperseguirlos.
En todo caso, el ladrón debía esforzarse todo lo posible por desarrollar susactividades sin ser descubierto, pues si se daba la alarma era probable que loatraparan.Deahíquelosladronestrabajasenamenudoenbandas,yquevariosdesusmiembros se ocupasen de provocar confusión en caso de alarma.Los delincuentescontemporáneos utilizan también el desorden —planeado previamente— paradisimularlasactividadesilegales,yestamaniobrasedenomina«laescena».
Unabuenaescenaexigíaunplaneamientoyunasincronizacióncuidadosos,puescomo el nombre sugiere era una forma de teatro. En lamañana del 9 de enero de1855PierceinspeccionóelinteriorcavernosoyresonantedelaEstacióndelPuentedeLondres,yvioquetodoslosactoresestabanenloslugaresprefijados.
El propio Pierce representaría el papel más importante, el de «denunciante».Exhibíaelatuendodeviajero,lomismoquelaseñoritaMiriam,queestabaasulado.Ellaseríala«víctima».
Apocosmetrosseencontrabael«delincuente»,unniñodenueveaños,enjutoyvisiblemente (si alguno se hubiera molestado en mirar, demasiado visiblemente)
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fuera de lugar en la corriente de pasajeros de primera clase. Pierce había elegidopersonalmente al chicuelo después de examinar a una docena de chicos de TierraSanta;elcriterioerapuraysimplementelavelocidad.
Un poco más lejos estaba el «policía», Barlow, con uniforme de agente y elsombrerounpocoladeadoparaocultar lacicatrizblancaenlafrente.Barlowdebíapermitirqueelniñoseleescaparaamedidaquelaescenaprogresaba.
Finalmente,apocadistanciadelaescaleraquellevabaalaoficinadelferrocarril,estaba el centro mismo de la conspiración: Agar, disfrazado con finas ropas decaballero.
CuandollegóelmomentodelasalidadeltrendelasoncedestinadoaGreenwich,Pierce se rascó el cuello con la mano izquierda. El niño entró en accióninmediatamente, y rozó bruscamente el costado derecho de la señorita Miriam,agitándoleelvestidodeterciopelopúrpura.LaseñoritaMiriamgritó:
—¡John,mehanrobado!Piercelanzóelgrito:—¡Detengan al ladrón!—y corrió en pos del chico que huía—. ¡Detengan al
ladrón!Lossorprendidosespectadores tratarondeatraparalniño,peroésteeravelozy
ágil,yprontoseescabullóentrelagenteycorrióhaciaelfondodelaestación.Consuuniformedepolicía,Barlowavanzóconaireamenazador.Agar,caballero
deseoso de colaborar, se unió también a la persecución, consiguieron encerrar alchico;suúnicasalidaerasubirdesesperadamentepor laescaleraqueconducíaa laoficina del ferrocarril; y por allí continuó huyendo, seguido de cerca por Barlow,AgaryPierce.
Las instrucciones dadas al niño habían sido explícitas: debía subir la escalera,introducirseenlaoficinaypasarfrentealosescritoriosdelosempleados,hastallegarauna altaventanadel fondoque se abría sobre el tejadode la estación.Teníaqueromperestaventana,enunaparente intentodefuga.EntoncesBarlowledetendría.PeroteníaquelucharvalerosamentehastaqueBarlowlepusieselasesposas:éstaeralaseñaldequelaescenahabíaconcluido.
El niño irrumpió en la oficina del Ferrocarril Sureste, sorprendiendo a losempleados.Pierceentróinmediatamentedespués:
—¡Deténganlo,esunladrón!—gritó,yensuesfuerzoporapresurarsederribóauno de los empleados. El niño procuraba alcanzar la ventana. Entonces aparecióBarlow,elpolicía.
—Yo me encargaré de esto—dijo Barlow, con voz áspera y autoritaria, peroderribótorpementeunodelosescritorios,ydesparramóunmontóndepapeles.
—¡Atrápenlo!¡Atrápenlo!—gritoAgar,entrandoenlasoficinas.Ahoraelniñosehabíasubidoalescritoriodeldespachante,tratandodellegarala
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estrecha ventana; rompió el cristal con su puñito y se cortó. El jefe de estaciónmurmuraba:«Oh,Diosmío,oh,Diosmío»sindescanso.
—Soyunrepresentantedelaley,¡abranpaso!—gritóBarlow.—Deténgalo!—gritóPierce,esforzándoseporllegaralhisterismo—.Deténgalo,
seescapa!Cayeronalsuelofragmentosdevidriodelaventana,yBarlowyelniñorodaron
porelsueloenunaluchadesigualquedurómástiempodeloquecualquierahubieraprevisto.Losempleadosylosescribientesmirabanconfusos.
NadieadvirtióqueAgarhabíadadolaespaldaalaconmoción,ytrabajabasobrela cerradura de la puerta de acceso, probando las llaves de un manojo hasta queencontróunaqueencajababien.TampocovionadiequeAgarseacercóalgabineteadosadoalapared,yhacíalomismoqueantesconlapuerta,hastaqueencontróunallave que funcionada bien. Transcurrieron tres o cuatro minutos antes de que elpequeño rufián—que continuaba escapándose de las manos del policía de rostroenrojecido— fuese atrapado finalmente por Pierce, que lo detuvo con energía.Finalmente,elpolicíadiounosbuenostironesdeorejasalpequeñodelincuente,yelchicodejóde luchary entregó la carteraquehabía robado.El agentedepolicía losacódelaoficina.Piercesequitóelpolvoquecubríasusropas,vioeldesordendelaoficinaysedisculpóconlosempleadosyeljefedeestación.
Luego,elcaballeroquesehabíaunidoalapersecucióndijo:—Metemo,señor,quehaperdidosutren.—Diosmío,asíes—dijoPierce—.Malditogranuja.Ylosdoscaballerosseretiraron,unodandolasgraciasalotroporlaayuda,yel
segundodiciendoquenoteníaimportanciamientrasquelosempleadossededicabanalimpiaryordenarlaoficina.
Piercellegódespuésalaconclusióndequehabíasidounaescenacasiperfecta.
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24Capítulo
CAMINATAS
CuandoPerfectoWillyWilliams,elculebra,llegóalacasadePierce,entradalatardedel9deenerode1855,encontróenlasalaunespectáculomuyextraño.
Pierce,ataviadoconunachaquetadefumardeterciopelorojo,descansabaenundiván, fumando un cigarrillo, absolutamente relajado, con un cronómetro en lasmanos.
EncambioAgar,enmangasdecamisa,ocupabaelcentrodelahabitación.Agarestabamedioagazapado;mirabaaPierceyjadeabaligeramente.
—¿Listo?—preguntóPierce.Agarasintió.—¡Ahora!—dijoPierceypusoenmarchaelcronómetro.Congransorpresade
PerfectoWilly,Agar corrió a través de la habitación, en dirección al hogar, dondeinició un trote lento sinmoverse del lugar, contando por lo bajo, en unmurmulloapenasaudible:
—…siete…ocho…nueve…—Ahora—dijoPierce—.¡Puerta!—¡Puerta!—repitióAgarehizolapantomimadegirarelpicaportedeunapuerta
invisible.Luegodio trespasos a la derecha, y levantó lasmanos a la alturade loshombros,tocandoalgoenelaire.
—Gabinete—dijoPierce.—Gabinete…Aquí, Agar extrajo del bolsillo dos moldes de cera, y fingió que obtenía la
impresióndeunallave.—¿Tiempo?—preguntó.—Treintayuno—dijoPierce.Agarobtuvounasegundaimpresión,yluegoextrajootroconjuntodemoldes,al
mismotiempoquecontaba:—Treintaytres,treintaycuatro,treintaycinco…Nuevamentelevantólasmanos,comosiestuviesecerrandoalgo.—Gabinetecerrado—dijo,ydiotrespasoshaciaatrás—.Puerta.—Cincuentaycuatro—dijoPierce.—¡Escalones!—dijoAgar,y luegotrotóotravezsinmoversedelsitio,yalfin
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atravesó la habitación para detenerse al lado de la silla de Pierce—. ¡Listo! —exclamó.
Piercemiróelrelojymeneólacabeza.—Sesentaynueve—aspiróunabocanadadehumo.—Bien—dijoAgarconaireofendido—,esmejorqueantes.¿Cuántofuelavez
anterior?—Laúltima,setentaytres.—Bien,estámejor…—Pero no lo suficiente. Tal vez si no cierra el gabinete, y tampoco cuelga las
llaves.Willypuedeocuparsedeeso.—¿Dequé?—inquirióWilly,mirando.—Abrirycerrarelgabinete—dijoPierce.Agarvolvióalaposicióninicial.—¿Listo?—dijoPierce.—Listo—dijoAgar.Serepitió laextrañaceremonia,yAgaratravesóa lacarreraelcuarto, trotósin
moversedel sitio, fingióabrir lapuerta,dio trespasos,obtuvodosmoldesdecera,diootros trespasos,cerró lapuerta, trotóenel lugar,y luegoatravesócorriendoelcuarto.
—¿Tiempo?Piercesonrió.—Sesentaytres—dijo.Agaresbozóunamueca,tratandoderecuperarelaliento.—Unavezmás—dijoPierce—,paraestarseguros.Unratodespués,seleexplicó
elplanaPerfectoWilly.—Seráestanoche—dijoPierce—.Apenasoscurezca,iráalPuentedeLondres,y
subiráaltejadodelaestación.¿Algúnproblema?PerfectoWillymeneólacabeza.—¿Ydespués?—Cuandoesté en el tejado, cruza endirección aunaventanaque está rota.La
verá; corresponde a la oficina del despachante. Es pequeña, tiene apenas un piecuadrado.
—¿Ydespués?—Entraenlaoficina.—¿Porlaventana?—Sí.—¿Ydespués?—Verá una alacena pintada de verde, adosada a la pared—Pierce examinó al
hombrecillo—. Tendrá que subirse a una silla para alcanzarla. No haga el menor
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ruido;hayunpolicíajuntoalapuertadelaoficina,enlaescalera.PerfectoWillyfruncióelceño.—Abralaalacena—dijoPierce—,conestallave—hizoungestoaAgar,yéste
entregóaWillylaprimeradelasganzúas—.Abralaalacena,déjelaasíyespere.—¿Paraqué?—Alrededordelasdiezymediahabráciertomovimiento.Unborrachoentraráen
laestaciónparadistraeralpolicía.—¿Ydespués?—Abra la puerta principal de acceso a la oficina, usando esta llave—Agar le
entrególasegundaganzúa—yluegoespere.—¿Aqué?—Aqueden lasonceymedia,pocomásomenos,horaenqueelpolicíavaal
aseo.Agarsubelaescalera,pasaporlapuertaqueustedabrióytomalosmoldes.Semarcha,yustedcierraenseguidalaprimerapuerta.Ahoraelpolicíayahavueltodelaseo.Cierralaalacena,devuelvelasillaasulugar,ysaleporlaventana,sinruido.
—¿Esoestodo?—preguntódudosoPerfectoWilly.—Esoestodo.—¿YmehasacadodeNewgateparaesto?—preguntóPerfectoWilly—.Noes
problemameterseenunlugarvacío.—Esunlugarvacíoconunpolicíaenlapuerta,yesnecesariosilencio,silencio
todoeltiempo.PerfectoWillysonrió.—Esasllavessignificanunacosamuygorda.Ustedeshantramadoalgúnplan.—Hagaloqueledigo—insistióPierce—,ysinruido.—Unbuenpedazodetorta—dijoPerfectoWilly.—Tenga a mano esas ganzúas—dijo Agar, señalando las llaves—, y que las
puertas estén preparadas para cuando yo llegue, porque si no, todos lo pasaremosmal,yesposiblequeelpolicíanosatrape.
—Noquieroquemeatrapen—dijoWilly.—Entoncesdespiértese,ynadadeerrores.PerfectoWillyasintió.—¿Quéhaydecomer?
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25Capítulo
OTRAVIOLACIÓNDEDOMICILIO
En la noche del 9 de enero una característica niebla londinense del tipo «puré deguisantes», muy mezclada con hollín, ensombreció a la ciudad. Perfecto WillyWilliams,queveníacaminandoporlacalleTooley,conunojopuestoenlafachadade la Estación del Puente de Londres, no estaba muy seguro de que la niebla leagradase.Disimulabalosmovimientos,peroeratandensaquenopodíaverelprimerpiso de la estación terminal, y así el acceso al techo se convertía en un problemainquietante. No tenía sentido llegar hasta la mitad de la ascensión, para descubrirentoncesquenopodíaseguir.
Pero PerfectoWilly sabía mucho de las características de construcción de losedificios,ydespuésdemerodearunahoraalrededordelaestaciónencontróellugarapropiado.Despuésdesubiraunacarretilladetransportedeequipajes,pudosaltarauncanalóndedesagüe,ydeahípasóal alféizarde laventanadelprimerpiso.Unrebordedepiedrarecorríatodalaextensióndelprimerpiso;losiguió,hastaquellegóaunaesquinade la fachada.Enese lugarcomenzóa subir,deespaldasa lapared,exactamente como había escapado de la cárcel de Newgate. Por supuesto, dejaríaseñales;enesaépoca,casitodoslosedificiosdelcentrodeLondresestabancubiertosde hollín, y la ascensión de Perfecto Willy dejó un extraño dibujo de raspadurasblancuzcasenelsectordelaesquina.
Alrededordelasochodelanocheestabadepieenelanchotechodelaterminal.Laparteprincipaldelaestaciónestabatechadaconpizarra;sobrelasvías,el techoera de vidrio, demodo que evitó esa parte. PerfectoWilly pesaba treinta y cuatrokilogramos;peroesopodíabastarpararompereltechodevidrio.
Avanzócautelosamenteenmediodelaniebla,ybordeóeledificiohastaencontrarlaventanarotamencionadaporPierce.Mirandoporlaventana,violaoficinadeljefede estación. Le llamó la atención el desorden, como si durante el día hubiesenpeleadoenelrecinto,ylosdañossehubieranreparadosóloenparte.
Metiólamanoporelagujerodelcristal,descorrióelcerrojoylevantólahojadela ventana. Esta tenía forma rectangular, y medía aproximadamente veinticincocentímetrosporcuarenta.Contorsionándose,entrófácilmente,pusopieenlacubiertacorredizadeunescritorioypermanecióinmóvil.
Nolehabíandichoquelasparedesdelaoficinaerandevidrio.
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A travésdel vidriopudover lasvíasy lasplataformasdesiertasde la estación,másabajo.Tambiénalcanzabaadistinguiralpolicíaenlaescalera,cercadelapuerta,conlabolsadelacomidaasulado.
PerfectoWilly descendió cautelosamente del escritorio. Sus zapatos pisaron unmontóndevidrioroto,yseoyóuncrujido;seinmovilizóinstantáneamente.Perosielguardiaoyóalgo,nolomanifestó.Despuésdeunmomento,Willycruzólaoficina,levantóunasillayladepositófrentealaaltaalacena.Subiósobrelasilla,extrajodelbolsillolaganzúaqueAgarlehabíaentregado,ylaintrodujoenlacerradura.Luegosesentóaesperar,oyendolaslejanascampanasdelaiglesiaquedabanlasnueve.
Agar, protegido por las sombras profundas de la estación oyó también lascampanadasdelaiglesia.Suspiró.Doshorasymediamás,yyahacíadosqueestabaapretujadoensuincómodorincón.Sabíaquecuandotuviesequesalvaralacarreraladistanciaqueleseparabadelosescalonessentiríalaspiernasrígidasydoloridas.
Desdesuescondite,pudoveraPerfectoWillyentrandoenlaoficina,detrásdelguardia; y también la cabeza de Willy, de pie sobre la silla, trabajando con lacerradura.Luego,Willydesapareció.
Agar volvió a suspirar. Se preguntó por milésima vez qué se proponía hacerPierceconesasllaves.Solamentesabíaquedebíaserungolpefantástico.Pocosañosantes, Agar había participado en el atraco a un depósito de Brighton. Se habíannecesitadonuevellaves:unaparaelportónexterior,dosparaunportóninterior,tresparalapuertaprincipal,dosparalapuertadeoficina,yunaparaeldepósito.Elbotínfue de diez mil libras en billetes del Banco de Inglaterra, y el organizador habíaconsagradocuatromesesalapreparacióndelgolpe.YaquíestabaPierce,unladrónde los buenos, dedicando ocho meses para conseguir cuatro llaves, dos de losbanquerosydosdelaoficinadelferrocarril.Ylehabíacostadobastantedinero,Agarestabasegurodeello;locualsignificabaquelarecompensabienvalíalapena.
Pero ¿qué era? ¿Por qué tenían que meterse en esa oficina? El asunto lepreocupabamásque la técnicaque lepermitiría realizar suobjetivoenelplazodesesenta y cuatro segundos. Era un profesional; controlaba sus nervios; estaba bienpreparado,yteníaconfianzaensímismo.Sucorazónnoaceleróloslatidosmientrasvolvíalosojoshaciaelpolicíadelaescalera,enelinstantemismoenquepasabaelguardiadelasrondas.
Elguardiadijoalpolicía:—¿Sabequehayunapeleaporelcampeonato?—No—dijoelpolicía—.¿Quiénespelean?—DinamitaBillHamptonyEdgarMoxley.—¿Dóndeserá?—preguntóelpolicía.—HeoídodecirqueenLeicester—dijoelguardia.—¿Porquiénapuesta?
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—MegustaDinamitaBill.—Esbueno—dijoelpolicía;eseBillesuntipofuerte.—Sídijoelguardia.Heapostadounaodosmediascoronasasufavor,yespero
queseafuerte.Elguardiasiguiósucamino,paracompletarlaronda.Agar sonrió en la oscuridad. Un poli envaneciéndose de una apuesta de cinco
chelines.AgarhabíaapostadodiezlibrasenlaúltimapeleaporelcampeonatoentreJohnBoynton, elDervichedeLancaster, y el bravoKidBallew.Agarhabía salidobien librado, las apuestas eran de dos a uno, demodo que había ganado bastante.Estirólosmúsculosdelaspiernasacalambradas,procurandomantenerlacirculación,yluegoserelajó.Aúnfaltabamucho.Pensóensumuñequita.Siemprequetrabajaba,evocaba su recuerdo.Era natural—la tensión excitaba a un hombre—.Luego, suspensamientosvolvieronaPierce,yalapreguntaqueAgarseveníaformulandodesdehacíaunaño:¿Dequésetrataba,realmente?
Elirlandésborrachodebarbarojizaysombreroaplastadoavanzóatumbosporlaestacióndesiertacantando«MollyMalone».Consuandararrastradoytambaleante,eraun auténtico ebrio, ymientras avanzaba, parecía tan absorto en su canciónquequizánoadvirtiósiquieralapresenciadelguardiaenlaescalera.Perolovio,ymirócon suspicacia la bolsa de papel del guardia, antes de ofrecerle una reverenciacomplicadayvacilante.
—Ymuybuenasnoches,señor—dijoelborracho.—Buenasnoches—dijoelguardia.—¿Y qué está haciendo, si puedo preguntarle —dijo el borracho, tratando de
enderezarse—enestoslugares,eh?¿Nadabueno,seguramente?—Vigiloestasoficinas—dijoelguardia.Elborrachohipó.—Esodiceusted,mibuenamigo,peromuchosbandidoshandicholomismo.—Bueno,mire…—Creo—dijoelborrachomoviendoenelaireundedoacusador,y tratandode
señalar al guardia, pero sin lograrlo del todo—, creo señor, que llamaremos a lapolicía,yqueleinterrogue,asísabremosquésetraeustedentremanos.
—Bueno,óigame—dijoelguardia.—Óigame usted, y ahora mismo—dijo el borracho, y bruscamente empezó a
gritar—.¡Policía!¡Policía!—Veamos —dijo el guardia, bajando la escalera—. Contrólese, borracho del
diablo.—¿Borrachodeldiablo?—dijoelebrio,enarcandoelceñoyagitandoelpuño—.
VengodeDublín,señor.—Yaloheadvertido,nolodude—rezongóelguardia.
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Enesemomentollegóelagente,doblandolaesquinaalacarrera,atraídoporlosgritosdelborracho.
—Ah, un delincuente, amigo policía —dijo el borracho—. Arreste a estesinvergüenza—dijo, señalando al guardia, quien ahora había descendido hasta elfinaldelaescalera—.Notienebuenasintenciones.
Elborrachohipó.Elagenteyelguardiasemiraron,ysonrieron.—Señor,¿leparececesaderisa?—dijoelborracho,volviéndosehaciaelpolicía
—.Noveonadagracioso.Esevidentequeestehombretieneplanessiniestros.—Vamos,salgadeaquí—dijoelpolicía—olearrestarépordesorden.—¿Desorden?—dijoelborracho,zafándosedelamanodelpolicía—.Creoque
ustedyestedelincuentesoncómplices.—Bastaya—dijoelpolicía—.Vengasinresistirse.Elborrachosedejóllevarporelagente.Mientrassealejaba,seleoyódecir:—Ustednotendráunpocodecerveza,¿verdad?—yalagentequeleaseguraba
quenoteníabebidaencima.—Dublín—dijoelguardia,conunsuspiro,yvolvióasubirlaescaleraparatomar
sucena.Elcarillónlejanodiolasonce.Agarlohabíavistotodo,yaunquesedivirtióconlarepresentacióndePierce,se
preguntósiPerfectoWillyhabríaaprovechadolaoportunidadparaabrirlapuertadelaoficina.Losabríaúnicamentecuandoélmismoentraraenacción,menosdemediahoradespués.
Mirósureloj,volviólosojoshacialapuertadelaoficina,yesperó.Para Pierce, la partemás delicada de su representación fue el final, cuando el
agentelosacóalacalleTooley.Piercenodeseabaalterarlarondaregulardelpolicía,demodoqueteníaquedeshacersedelotroconciertarapidez.
Cuandosalieronalairebrumosodelanoche,respiróhondo.—Ah—dijo—,esunahermosanoche,yquéreconfortante.Elpolicíaexaminólanieblasombría.—Puesamímeparecebastantefría—dijo.—Bien,miestimadoamigo—dijoPierce,mientrassesacudíalasropasyfingía
reaccionar,comosielairedelanochehubiesedisipadolosvaporesalcohólicos—.Leagradezco muchísimo su atención en este caso, y le aseguro que ahora puedoarreglarmesolo.
—¿Noprovocarádesórdenes?—Mi estimado señor—dijo Pierce, acentuando todavía más la firmeza de su
postura—,¿porquiénmetoma?ElpolicíavolviólosojoshacialaEstacióndelPuentedeLondres.Suobligación
eramantenerelrecorridoquelehabíanencomendado;unborrachoqueambulabapor
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lacallenoeraasuntosuyo,unavezquelohabíaexpulsadodelaestación.Además,en Londres abundaban los borrachos, y sobre todo los irlandeses que charlabandemasiado.
—Bueno,ándeseconcuidado—dijoelpolicía,yledejómarchar.—Buenasnoches,agente—dijoPierce,conunainclinaciónalagentequeempezó
aalejarse.Luego,sehundióenlanieblacantando«MaryMalone».PiercenopasódelfinaldelacalleTooley,amenosdeunamanzanadelaentrada
delaestación.Allí,ocultoenlaniebla,habíauncochedepunto.Miróalconductor.—¿Cómohaido?—preguntóBarlow.—Muybien—replicóPierce—.Willyhatenidodosotresminutos;creoquees
suficiente.—Willyesunpocoobtuso.—Loúnicoquedebehacer—dijoPierce—esabrirdoscerraduras,yparaesono
estonto—dirigióunaojeadaasureloj—.Bien,prontosabremosaquéatenernos.Ysealejó,sumergiéndoseenlaniebla,deregresoalaestación.A las once ymedia Pierce había ocupado una posición que le permitía ver los
escalonesdelaoficinayalguardia.Elpolicíacontinuabahaciendosusrondas;hizoungestoendirecciónalguardia,yéstelecontestó.Elagentecontinuólamarcha,elguardiabostezó,sepusodepieysedesperezó.
Piercerespiróhondoyacercóeldedoalbotóndelcronómetro.El guardia descendió la escalera, bostezando de nuevo, y echó andar hacia el
aseo.Caminóvariospasos,ydesaparecióalvolverunaesquina.Pierceoprimióelbotón,ycontóporlobajo:—Uno…dos…tres…VioapareceraAgar,alacarrera,descalzoparanohacerruido,enfilandohacialos
escalonesqueconducíanalapuerta.—Cuatro…cinco…seis…Agaralcanzó lapuerta,movióelpicaporte; lapuerta seabrióyAgarentró.La
puertasecerró.—Siete…ocho…nueve…—Diez—dijoAgarjadeante,almismotiempoqueexaminabalaoficina.Perfecto
Willy,sonrienteenlassombrasdeunrincón,continuólacuenta.—Once…doce…trece…Agar se acercó a la alacena ya abierta. Extrajo del bolsillo el primero de los
moldesdecera,yluegovolviólosojoshacialasllavesdelaalacena.—¡Condenación!—exclamó.—Catorce…quince…dieciséis…Allíhabíadocenasdellavesdetodaclase,grandesypequeñas,unasrotuladasy
otrasno,ytodascolgandodeganchos.Comenzóasudarprofusamente.
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—¡Malditasea!—Diecisiete…dieciocho…diecinueve.Agar comenzaba a rezagarse. Lo advirtió con un repentino sentimiento de
desastre:ahoraandabaretrasado.Miróimpotentelasllaves.Nopodíaobtenermoldesdetodas.¿Cuáleseran?
—Veinte…veintiuno…veintidós…La voz con sordina de PerfectoWilly le enfureció; hubiera deseado cruzar la
oficina y estrangular al pequeño bastardo. Miró el mueble con creciente pánico.Recordólaformadelasdosprimerasllaves;quizásestasdoseranparecidas.Acercólosojosalaalacena,forzandolavista:laluzdelaoficinaeraescasa.
—Veintitrés…veinticuatro…veinticinco…—Maldición,esinútil—murmuróparasí.Yentoncesadvirtióunhechopeculiar:
cada gancho tenía una sola llave, excepto uno que tenía dos. Las descolgó conpresteza.Separecíanalasdosanteriores.
—Veintiséis…veintisiete…veintiocho…Abrió el primer molde, y presionó sobre la cera un lado de la primera llave,
sosteniéndolaconfirmeza,yapretandoconlauñadeldedo;lauñadelmeñiqueeralarga,unacaracterísticadelos«cerrajeros»».
—Veintinueve…treinta…treintayuno…Tomóelsegundomolde,extrajolallaveylaapretódelotroladosobrelacera.La
sostuvofirmemente,yluegolaretiró.—Treintaydos…treintaytres…treintaycuatro…AquíentróenacciónelprofesionalismodeAgar.Andaba retrasado—segúnsu
propiacuentalomenoscincosegundos,quizásmás—perosabíaqueatodacostaeranecesario no confundir las llaves. Era bastante usual que, en el apremio de lascircunstancias, un cerrajero obtuviese dos impresiones delmismo lado de una solallave;ysihabíados llaves, seduplicaba laposibilidaddeconfusión.SinperderuninstantePeroconcuidadocolgólaprimerallaveterminada.
—Treinta y cinco… treinta y seis… treinta y siete,Dios—dijoPerfectoWilly.Estabamirando por las ventanas de vidrio, en dirección al lugar donde el guardiaregresaríaenmenosdetreintasegundos.
—Treintayocho…treintaynueve…cuarenta…Agarseapresuróapresionarlasegundallavesobreel tercermolde.Losostuvo
uninstante,yluegoloretiró.Obtuvounabuenaimpresión.—Cuarentayuno…cuarentaydos…cuarentaytres…Agarguardóelmolde,yextrajolacuartaláminacubiertadecera.Acostóelotro
ladodelallavesobreelmaterialblando.—Cuarentaycuatro…cuarentaycinco…cuarentayseis…cuarentaysiete…Depronto,mientrasAgar retiraba la llave de la cera, elmolde se partió por la
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mitad.—¡Mierda!Rebuscóotromoldeenelbolsillo.Teníalosdedosfirmes,peroelsudorlebañaba
lafrente.Cincuentayuno…cincuentaydos…cincuentaytres…Extrajoelnuevomoldey
oprimióotravezelsegundolado.—Cincuentaycuatro…cincuentaycinco…Extrajolallave,lacolgóyselanzóhacialapuerta,siempreconelúltimomolde
enlamano.AbandonolaoficinasinmirarsiquieraaWilly.—Cincuenta y seis—dijoWilly, acercándose inmediatamente a la puerta para
cerrarlaconllave.Pierce vio salir aAgar, retrasado por lomenos cinco segundos.Tenía el rostro
enrojecidoporelesfuerzo.—Cincuentaysiete…cincuentayocho…Agarbajoasaltoslosescalones,detresentres.—Cincuentaynueve…sesenta…sesentayuno…Agarcorrióporlaestaciónendirecciónasuescondite.—Sesentaydos…sesentaytres…Agarsehabíaocultado.El guardia apareció por la esquina, bostezando y todavía abotonándose los
pantalones.Sedirigióalaescalera.—Sesentaycuatro—dijoPierce,ycerróelreloj.Elguardiaocupósupuestoenlaescalera.Despuésdeunosinstantescomenzóa
tararear,muysuavemente,ypasóunratoantesdequePierceadvirtieraqueentonabalamelodíade«MollyMalone».
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26Capítulo
ENCUENTROCONUNGUARDADEFURGÓN
«Ladistinción entre la baja avaricia y la ambición honesta puede llegar a sermuyborrosa» observó el reverendo Noel Blackwell en su tratado de 1853 Acerca delperfeccionamientomoraldelgénerohumano.NadielosabíamejorquePierce,quienorganizóelencuentrosiguienteenelCasinodeVenecia,quefuncionabaenlacalledel Molino de Viento. Era un amplio y animado salón de baile, brillantementeiluminadoporgrannúmerodelámparasdegas.Losjóvenesguiabanenladanzaalasmuchachasdecoloridosatuendosyalegresmaneras.Ciertamente,laimpresióntotaleradeesplendoryelegancia,comodesmintiendolareputacióndenotorioyperversolugardecitasdelasprostitutasysuclientela.
Pierce se encaminó directamente almostrador, donde un hombre corpulento deuniforme azul con distintivos plateados estaba sentado frente a una bebida. Elindividuoparecíasentirsemuyincómodoenellugar.
—¿Nohabíavenidonunca?—preguntóPierce.Elhombresevolvió.—¿EsustedelseñorSimms?—Enefecto.Elindividuocorpulentorecorrióconlosojoselsalón,lasmujeres,losadornosy
laslucesbrillantes.—No—dijo—,nuncahabíaestadoaquí.—Animado,¿nocree?Elhombreseencogiódehombros.—Noestáamialcance—dijofinalmente,yvolvióaclavarlavistaenelvaso.—Yescaro—dijoPierce.Elhombrealzósucopa.—¿Doschelinesuntrago?Sí,escaro.—Permítame invitarle con otra copa —dijo Pierce, levantando una mano
enguantadaparallamaralbarman—.¿Dóndevive,señorBurgess?—TengouncuartoenlacalleMoresby—dijoelhombrecorpulento.—Tengoentendidoqueelairenoesbuenoenesazona.Burgessseencogiódehombros.—Nosarreglamos.
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—¿Estácasado?—Sí.Vinoelbarman,yPiercepidiólasbebidas.—¿Quéhacesuesposa?—Cose—Burgessmostróunatisbodeimpaciencia—.¿Aquévienetodoesto?—Un poco de conversación —dijo Pierce— para saber si usted necesita más
dinero.—Sólounestúpidonolonecesita—dijosecamenteBurgess.—Esguardadefurgón—dijoPierce.Más impacienteaún,Burgessasintióyseñaló las letrasplateadasSERsobresu
cuello:lainsigniadelFerrocarrilSureste.Piercenohacíaestaspreguntasconelfindeobtenerinformación;enrealidad,ya
sabíamuchodeRichardBurgess,guardade losfurgonesdel ferrocarril.ConocíaeldomiciliodeBurgess; loquehacía laesposa;que teníandoshijos,dedosycuatroaños,yqueelmayoreraunniñoenfermizoynecesitabalafrecuenteatencióndeunmédico, que Burgess y sumujer no podían pagar. Sabía que el cuarto de la calleMoresbyeraunahabitaciónsórdida, ruinosayestrecha, impregnadapor loshumossulfurososdelosgasógenoscercanos.
Sabía también que Burgess pertenecía a la categoría peor pagada del personalferroviario. Un maquinista ganaba 35 chelines semanales; un guarda 25 chelines;peroelguardadefurgónrecibía15chelinessemanales,ypodíaconsiderarsefelizdequenoledieranbastantemenos.
La esposa deBurgess ganaba diez chelines semanales, demodo que la familiaobteníaun total de sesentay cinco libras anuales.Además, había ciertosgastos—Burgess teníaqueprocurarsesuspropiosuniformes—ypor lo tantoel ingresorealprobablemente llegaba a cincuenta y cinco libras anuales, una ciframuymezquinaparaunafamiliadecuatromiembros.
MuchosVictorianos tenían ese nivel de ingresos, pero lamayoría contaba consuplementos de distinto tipo: trabajos suplementarios, propinas, o un hijo en lafábricaeranlosmásusuales.ElhogardelosBurgessnoteníanadaparecido.Seveíanobligados a vivir de lo que conseguían los dos esposos, y no era de extrañar queBurgesssesintieraincómodoenunlugarquecobrabadoschelinesporunabebida.Elprecioexcedíaconmuchoasusmedios.
—¿Dequésetrata?—preguntóBurgess,sinmiraraPierce.—Estabapensandoensuvisión.—¿Mivisión?—Sí,sucapacidadvisual.—Veoperfectamente.—Mepregunto—dijoPierce—cuántonecesitaríaparavermal.
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Burgesssuspiróyduranteunosinstantesnodijonada.Finalmentehablóconvozfatigada.
—HaceunosañospaséuntiempoenNewgate.Noquierovolveralanoria.—Muy razonable—dijo Pierce—.Y yo no deseo que nadie eche a perdermi
plan.Losdostenemosnuestrostemores.Burgesstragósubebida.—¿Cuántometoca?—Doscientaslibras—dijoPierce.Burgesstosió,ysegolpeóelpechoconunpuñopoderoso.—Doscientaslibras—repitió.—Esomismo—dijoPierce—.Aquí tiene diez, a cuenta—extrajo su cartera y
separó dos billetes de cinco libras; sostuvo la cartera de manera que Burgess nopudiesedejardeverelfajodebilletes.Depositóeldinerosobreelmostrador.
—Bonitoscomounahembracaliente—dijoBurgess,peronotocólosbilletes—.¿Dequésetrata?
—Nosepreocupedeeso.Loúnicoquenecesitaescuidarsuvista.—¿Yquéesloquenodebover?—Nadaqueletraigadificultades.Ustednovolveráalacárcel,deesopuedeestar
seguro.Burgessadoptóunaexpresiónobstinada.—Hableclaro—dijo.Piercesuspiró.Extendiólamanohaciaeldinero.—Losiento—dijo—.Metemoquenopodremoshacernegocio.Burgesslesujetólamano.—Noseapresure—dijo—.Sólopreguntaba.—Nopuedocontestarle.—¿Temequecantealapoli?—Cosasasí—dijoPierce—avecessuceden.—Nohablaré.Pierceseencogiódehombros.Hubo un momento de silencio. Finalmente, Burgess movió la otra mano y se
apoderódelosdosbilletesdecincolibras.—Dígamequédebohacer—pidió.—Esmuysencillo—dijoPierce—.Prontorecibirálavisitadeunhombrequele
preguntarásisuesposalecoselosuniformes.Cuandoseencuentreconeseindividuo,sencillamente…desvíelavista.
—¿Esoestodo?—Esoestodo.—¿Pordoscientaslibras?
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—Pordoscientaslibras.Burgessfruncióelceñouninstanteyluegoseechóareír.—¿Quéledivierte?—preguntóPierce.—No lo conseguirá—dijoBurgess—.Eso es imposible.Por donde lomire, es
imposibleabriresascajas.Haceunosmesesunmuchachosemetióenel furgón,yquisoabrirlas.Prueba,ledije,yprobómediahora,ynoconsiguiónada.Después,losaquédeunpuntapié,ylotiréalasvías.
—Yalosé—dijoPierce—.Yoestabamirando.Burgess dejó de reír. Pierce extrajo dos guineas de oro del bolsillo y las dejó
sobreelmostrador.—Eneserincónhayunamuñequita…unacosabonita,vestidaderosa.Creoque
leestáesperando—dijoPierce,ydandomediavueltacomenzóaalejarse.
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27Capítulo
LAPERPLEJIDADDELSALCHICHERO
LoseconomistasdemediadosdelperíodoVictorianoobservaronqueunnúmerocadavezmáselevadodepersonasseganaba lavidacon loqueentoncessedenominaba«losnegocios»,expresióngeneralquealudíaalsuministrodebienesyserviciosalafloreciente clase media. Inglaterra era entonces la nación más rica del planeta, ytambién la más rica que la historia había conocido. La demanda de toda clase deartículos de consumo era insaciable, y se procuraba satisfacerla mediante laespecialización en la manufactura, la distribución y la venta de artículos.Precisamente en la Inglaterra victoriana oímos hablar por primera vez de losfabricantes de gabinetes que producían únicamente las ensambladuras de losgabinetes,ydenegociosquevendíansólociertostiposdegabinetes.
La especialización cada vez más acentuada era evidente también en los bajosfondos,ysuexpresiónmáspeculiareralafiguradel«salchichero».Elsalchicheroerageneralmenteunoperariometalúrgicoquehabíatomadoelmalcamino,ounhombredemasiado viejo para soportar el ritmo furioso de la producción honesta. Encualquiera de los dos casos, desaparecía de los círculos formados por personashonradas,yreaparecíacomoproveedorespecializadodeartículosdemetaldestinadosalosdelincuentes.Aveces,elsalchicheroeraunacuñadordemonedafalsaquenopodíaconseguirlasmatricesnecesariasparaproducirmonedas.
Encualquiercaso,suprincipalactividaderalafabricacióndesalchichas,esdecircachiporras.Lasprimerascachiporraseranbolsasdeformaalargadallenasdearena,ylosasaltantesylosladroneslasllevabanocultasenlamangahastaquellegabaelmomento de usarlas contra sus víctimas, después, se llenaron las bolsas conmunición,paradestinarlasalmismopropósito.
Unsalchicherotambiénproducíaotrosartículos.Sellamaba«neddy»aunaporra,a veces consistente en una simple barra de hierro, y otras en una barra con unaabrazaderaenunextremo.El«saco»eraunaesferadehierrodeaproximadamenteunkilogramo metida en una media de tejido fuerte. El «whippler» (látigo) era unamunición unida a una cuerda, y se usaba para golpear la cabeza de la víctima; elatacantesosteníalamuniciónenlamano,ylaarrojabaalrostrodelavíctima,«comounhorribleyo-yo».Unospocosgolpesdeestasarmasbastabanparaincapacitaralapresa,yluegoseejecutabaelrobosinmásresistencia.
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Amedidaquelasarmasdefuegosedifundieron,lossalchicherossededicaronalaproduccióndebalas.Unospocossalchicheroshábilestambiénfabricaronjuegosdeganzúas, pero éste era un trabajo difícil, y la mayoría se limitaba a tareas mássencillas.
A principios de enero de 1855, un salchichero deManchester llamadoHarkinsrecibió la visita de un caballero de barba roja, quien le dijo que deseaba comprarciertacantidaddemunición.
—Eso es fácil —dijo el salchichero—. Fabrico toda clase de municiones.¿Cuántasnecesita?
—Cincomil—dijoelcaballero.—¿Cómo?—Digoquenecesitocincomilmuniciones.Elsalchicheropestañeó.—Cincomil…esmucho.Veamos…seismunicionesporonza.Demodoque…
—elevó los ojos al techo y se mordió el labio inferior—. Y dieciséis… buenosignificaque…Diosmío,entotalmásdecincuentalibrasdemunición.
—Esocreo—dijoelcaballero.—¿Demodoquequierecincuentalibrasdemunición?—Enefecto,quierocincomilunidades.—Bien,cincuentalibrasdeplomollevantiempoytrabajo,ylosmoldes…bien,
esmuchotrabajo.Parasatisfacersupeticiónnecesitarétiempo.—Lanecesitodentrodeunmes—dijoelcaballero.—Un mes, un mes… Veamos, ahora… cien por molde… Sí, bien… —el
salchicheroasintió.Deacuerdo, tendrásuscincomilmunicionesenelplazodeunmes.¿Vendráabuscarlas?
—Enefecto—dijoelcaballero,einclinándoseunpoco,conaireconspirativo—:EsparaEscocia,¿sabe?
—ParaEscocia,¿eh?—Sí,paraEscocia.—Aah, muy bien, entiendo perfectamente —dijo el salchichero, aunque era
evidentequenoentendíanada.El caballero de la barba roja entregó una señal y se marchó, dejando al
salchicheroenestadodeprofundaperplejidad.Peromássehabríadesconcertadodehaber sabido que el mismo caballero había visitado a otros especialistas deNewcastle-on-Tyne, Birmingham, Liverpool y Londres, encargándoles idénticopedidoacadauno,demodoqueenrealidadestabaordenandountotaldedoscientascincuenta libras de munición de plomo. ¿Para qué podría necesitar alguien estematerial?
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28Capítulo
ELTOQUEFINAL
AmediadosdesigloLondresteníaseisdiariosdelamañana,tresdelatardeyveintesemanarios influyentes. Este período señaló el comienzo de una prensa organizadacon poder suficiente para plasmar la opinión pública, y en definitiva losacontecimientos políticos. Pero en enero de 1855 se manifestó el carácterimprevisiblededichopoder.
Por unaparte, el primer corresponsal deguerra de la historia,WilliamHowardRussell, estaba enRusia con las tropasdestacadasdeCrimea, y los despachosqueenviaba al Times habían provocado una oleada de indignación en el territoriometropolitano. La carga de la Brigada Ligera, el embrollo de la campaña deBalaclava, el desastroso invierno en que las tropas británicas, desprovistas dealimentosysuministrosmédicos,soportaronunamortandaddel50porciento,fueronelementostrasmitidosporlaprensaaunpúblicocadavezmásirritado.
Pero en enero lord Raglán, comandante de las fuerzas británicas, estabagravemente enfermo, y lord Cardigan —«altanero, rico, heroico y estúpido», elhombrequehabíallevadovalerosamenteasuBrigadaLigeraaldesastretotal,yhabíaregresadoluegoasuyateabeberchampañaydormir—lordCardiganhabíavueltoalapatria,y toda laprensaexaltabaen supersonaaungranhéroenacional.Eraunpapel que le encantaba representar. Vestido con el uniforme que había usado enBalaclava,en todas lasciudadesrecibióelsaludodemultitudes; lagentearrancabapelos a la cola de su caballo para conservarlos como recuerdo. Las tiendaslondinenses copiaron el abrigo de lana que había usado en Crimea —llamado«cárdigan»ysevendieronmillaresdeunidades.
Elhombreaquiensuspropiossoldadosllamaban«elburropeligroso»recorríaelpaís pronunciando discursos en los cuales relataba su propia proeza al frente de lacargadesushombres;yamedidaquepasaronlosmeses,hablócadavezconmayoremoción,yavecessevioobligadoainterrumpirseparareaccionar.Laprensanodejódeexaltarlo;nadielomostrólaásperaseveridadconquelotrataronloshistoriadoresdeunperíodoulterior.
Perosi laprensasemostrabavoluble, las inclinacionesdelpúblico tendíanaúnmás al mismo defecto. A pesar de las noticias irritantes que venían de Rusia, losdespachos que más excitaron a los londinenses en enero se relacionaban con un
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leopardodevoradordehombresqueamenazabaaNainiTal, en India septentrional,nolejosdelafronteraconBirmania.El«devoradordehombresdePanar»segúnseafirmaba había matado a más de cuatrocientos nativos, y las crónicas secaracterizaban por los detalles vividos, e incluso atroces. «La maligna bestia dePanar»,escribióuncorresponsal,«mataporelplacerdematar,ynoparaalimentarse.Raravezcomepartesdelcuerpodesusvíctimas,aunquehacedossemanasdevoróeltorsosuperiordeunniñodespuésdesacarlodesucuna.Ciertamente,lamayoríadesus víctimas han sido niñosmenores de diez años, que por desgracia se alejan delcentrode laaldeadespuésde lacaídade lanoche.Sueleherirconsuszarpasa lasvíctimas adultas ymás tarde estásmuerenpor la infecciónde las heridas; el señorRedby, cazador de la región, afirma que estas infecciones se originan por la carnedescompuestaadheridaalasgarrasdelabestia.ElasesinodePanaresmuyfuerte,yse lo ha visto llevar en sus fauces a una mujer adulta de proporciones normales,mientraslavíctimaluchabaygritabadesgarradoramente».
Estos y otros relatos se convirtieron en el comentario sabroso de los salonesfrecuentadosporpersonasquegustabande las anécdotas excitantes; lasmujeres sesonrojaban,proferíanrisitasylanzabanexclamaciones,yloshombres,especialmentelosquehabíanservidoalaCompañíaenIndias,disertabandoctamenteacercadeloshábitosdelabestia,ysucarácter.Lasmultitudesfascinadasvisitabanuninteresantemodelomecánicode tigredevorandoaun inglés,unartefactopropiedadde laEastIndiaCompany.(ElmodeloestátodavíaenelMuseoVictoriayAlberto).
Demodoquecuandoel17defebrerode1855llegóalaTerminaldelPuentedeLondres un leopardo adulto enjaulado, el hecho provocó considerable agitación,muchomásquelallegada,pocoantes,deguardiasarmadosquetraíancajasfuertescolmadas de oro, las que fueron cargadas en el furgónde equipajes delFerrocarrilSureste.
Eraunabestiacompletamentedesarrollada,quegruñía,rugíaysearrojabasobrelosbarrotesdesujaulamientrascargabanéstaenelmismofurgóndeltrenLondres-Folkestone.Elguardiándelanimalacompañabaalabestia,conelfindeatenderalasnecesidadesdelleopardo,yprotegeralguardadelfurgóndeequipajesencasodequesurgieraninconvenientes.
Entretanto, antes de la salida del tren, el cuidador del leopardo explicaba a losgruposdeespectadorescuriososyniñosquelabestiacomíacarnecruda,queeraunahembradecuatroaños,yqueestabadestinadaalContinente,comoregaloaunadamadealcurnia.
El trensalióde laestaciónpocodespuésde lasocho,yelguardadelfurgóndeequipajescerrólapuertacorredera.Hubounbrevesilencio,mientraselleopardosepaseabaensujaulaygruñíaintermitentemente:finalmente,elguardadelferrocarrilpreguntó:
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—¿Conquélaalimenta?Elcuidadordelanimalsevolvióhaciaelguarda:—¿Suesposalecoselosuniformes?—preguntó.Burgessseechóareír.—¿Asíqueesusted?El cuidador del leopardo no contestó. En cambio, abrió una bolsita de cuero y
extrajounjarrodegrasa,variasllavesyunacoleccióndelimasdedistintasformasytamaño.
Se acercó inmediatamente a las dos cajas Chubb, cubrió de grasa las cuatrocerraduras,ycomenzóaprobarlasllaves.Burgesslemiró,manifestandopocointerésenelproceso:Sabíaquelasllavescopiadasgroseramenteenceranofuncionabanenunacajabienconstruidasipreviamentenoselasrebajabayrefinaba.Perotambiénsesentía impresionado; nunca había contemplado la posibilidad de que el asunto serealizaracontantaaudacia.
—¿Dóndeconsiguiólosmoldes?—preguntó.—Aquíyallá—replicóAgar,probandoylimando.—Guardanlasllavesendistintoslugares.—Enefecto—dijoAgar.—Sí,asíes.¿Cómolasconsiguió?—Esonoleimporta—dijoAgar,sindejardetrabajar.Burgesslemiróunrato,yluegoobservóalleopardo.—¿Cuántopesa?—Pregúntele—dijoAgarirritado.—¿Sellevanhoyeloro?—preguntóBurgesscuandovioqueAgarlograbaabrir
lapuertadeunadelascajas.Agarnocontestó;mirótransfiguradoduranteuninstanteelinteriordelacaja—.Lehepreguntadosihoysellevaneloro.
Agarcerrólapuerta.—No—dijo—.Ahora,cierrelaboca.Burgessguardósilencio.Durantelahorasiguiente,mientraseltrendepasajerosdelamañanaavanzabade
LondresaFolkestone,Agar trabajóconsus llaves.Finalmente, logróabrirycerrarambas cajas. Cuando terminó, limpió la grasa de las cerraduras.Después, lavo lascerradurasconalcoholylassecóconuntrapo,finalmente,recogiólascuatrollaves,lasdepositócuidadosamenteenelbolsilloysesentóaesperarlallegadadeltrenalaestacióndeFolkestone.
Piercelerecibióenlaestación,yleayudóadescargarelleopardo.—¿Cómohaidolacosa?—preguntó.—Les he dado los toques finales —dijo Agar, y luego sonrió—. Es el oro,
¿verdad?ElorodeCrimea…éseeselgolpe.
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—Sí—dijoPierce.—¿Cuándo?—Elmespróximo—dijoPierce.Elleopardoemitióunrugidoirritado.
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Terceraparte
DILACIONESYDIFICULTADES
Marzo-Mayode1855
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29Capítulo
INCONVENIENTESMENORES
Los ladrones se proponían inicialmente robar el oro durante el siguiente embarquepara Crimea. El plan era muy sencillo. Pierce y Agar debían abordar el tren enLondres, y cada uno consignaría varías bolsas de mano pesadas en el furgón deequipajes.Lasbolsasllevaríanpaquetescosidosdemunicióndeplomo.
Agar volvería a viajar en el furgón, ymientrasBurgess desviaba la vistaAgardebíaabrirlascajas,retirareloroysustituirloporlamunicióndeplomo.Lasbolsascon el oro serían arrojadas del tren en determinado lugar, y recogido por Barlow.Luego,BarlowcontinuaríahastaFolkestone,dondedebíareunirseconPierceyAgar.
Entretanto, lascajas fuertes—queaúneranconvincentementepesadas—seríantrasladadasalvapordestinadoaOstende,yallívariashorasdespués,lasautoridadesfrancesasdescubriríanelrobo.Enesemomento,elnúmerodepersonascomplicadasen el proceso del transporte determinaría que no hubiese razones especiales parasospechar de Burgess; y en todo caso, las relaciones francobritánicas habíanalcanzadounnivelmuybajoacausadelaguerradeCrimea,porlocualseríanaturalque los francesessupusieranque los ingleseshabíancometidoel robo,yviceversa.Losladronespodíanconfiarenquelaconfusióndificultarálastareaspoliciales.
El plan parecía perfecto, y los ladrones proyectaban ejecutarlo con el siguienteembarquedeoro,programadoparaelcatorcedemarzode1855.
El 2 de marzo, el zar Nicolás I de Rusia, «ese demonio en forma humana»,falleciórepentinamente.Lanoticiadesumuerteprovocóconsiderableconfusiónenloscírculoscomercialesyfinancieros.Durantevariosdíassedudódelaveracidaddelosinformes,ycuandoalfinseconfirmósumuerte,losmercadosdevaloresdeParísy Londres reaccionaron con fuertes alzas. Pero como resultado de la generalincertidumbreelembarquedeoroseretrasóhastael27demarzo.EnesemomentoAgar, que había caído en una especie de estado depresivo después del día catorce,estaba gravemente enfermo a causa de una agudización de su estado pulmonar, demodoqueseperdiólaoportunidad.
LafirmaHuddleston&Bradfordrealizabaembarquesdeorounavezalmes;enCrimeahabíasólooncemilsoldadosingleses,encontraposiciónasetentayochomilfranceses,ylamayorpartedeldineroseenviabadirectamentedesdeParís.DemodoquePierceysuscompatriotassevieronobligadosaesperarhastaabril.
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El embarque siguiente debía realizarse el 19 de abril. En ese momento losladronesrecibíansuinformaciónacercadelasfechasdeembarquedeunamujerdevidaalegrellamadaSusanLang,favoritadeHenryFowler.ElseñorFowlerdeseabaimpresionaralajovenconepisodiosquedemostrasenlaimportanciaqueélteníaenel mundo de la banca y el comercio, y por su parte, la pobre muchacha —quedifícilmente podía haber entendido una palabra de lo que él le decía— parecíaabsolutamentefascinadaconlasexplicacionesdeFowler.
SusanLangnoeratonta,perolociertoesquehuboalgúnerror.Elorosalióel18deabril,ycuandoPierceyAgar llegarona laEstacióndelPuentedeLondresparasubiraltrendel19deabril,Burgesslesinformódelaconfusión.Conelpropósitodesalvar las apariencias. Pierce y Agar realizaron el viaje, pero Agar dijo ante eltribunalquePierceestabade«muymalhumorduranteelviaje».
El embarque siguiente debió realizarse el 22 de mayo. Con el fin de impedirnuevos errores, Pierce dio un paso bastante peligroso: Abrió una línea decomunicaciónentreAgaryBurgess.EstepodíacomunicarseencualquiermomentoconAgarutilizandolosserviciosdeunintermediario,untalSmashingBillyBanks,propietario de una agencia de apuestas; y Burgess debía avisar a Banks si semodificabalarutinadelembarque.Porsuparte,AgarconsultaríadiariamenteaBank.
El 10 de mayo Agar fue a ver a Pierce para comunicarle noticias muydesagradables: las dos cajas habían sido retiradas del furgón de equipajes delFerrocarrilSureste,ydevueltasalfabricanteChubbpara«reparaciones».
—¿Reparaciones?—dijoPierce—.¿Quésignificaeso?Agarseencogiódehombros.—Esloquemedijeron.—Son las mejores cajas fuertes del mundo —dijo Pierce—. No necesitan
reparaciones—fruncióelceño—.¿Quépasa?Agarseencogiódehombros.—Usted,bastardo—dijoPierce—,¿raspólascerradurascuandoajustólasllaves?
Lejuroquesialguienvioralladuras…—Lasengrasébien—dijoAgar—.Séquesiempremiransihay raspaduras.Le
aseguroquenoeseso.LaactitudserenadeAgarconvencióaPiercedequeelcerrajerodecíalaverdad.
Piercesuspiró.—Entonces,¿porqué?—No lo sé —dijo Agar—. ¿Conoce a alguien que pueda informarnos lo que
hacenenChubb?—No—dijoPierce—.Yyonointentaríametermeahí.EnChubbnosontontos
—lafábricadecajasfuertesponíauncuidadoescrupulosoenlasrelacionesconsusempleados.Seincorporabaydespedíapersonalconmuchadificultad,yseprevenía
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constantemente a los empleados de la posibilidad de que la delincuencia intentasesobornarlos.
—¿Talvezconuncuento?—sugirióAgar,aludiendoalaposibilidaddeprepararuna«escena».
Piercemeneólacabeza.—Yonopuedo—dijo.Tienenmuchocuidado;nolograríanada…Susojosadquirieronunaexpresiónpensativa.—¿Tienealgunaidea?—preguntóAgar.—Estabapensando—dijoPierce—quenuncasospecharíandeunadama.
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30Capítulo
UNAVISITAALSEÑORCHUBB
El lugar queRolls-Royceocuparía en elmundodel automóvil, yOtis en el de losascensores,hacíamuchoqueChubbselohabíaganadoenlaindustriadeproducciónde cajas fuertes. El jefe de esta firma venerable, el señor Laurence Chubb Jr., norecordódespués—o fingióno recordar— lavisitadeunabella joven, enmayode1855.Perounempleadodelaempresaquedótanimpresionadoantelabellezadeladamaquedespuéslarecordóconmuchodetalle.
Llegóenunelegantecarruaje,conlacayosdelibrea,ysinningunaescoltaentróimperiosamenteenellocaldelaempresa.Estabamuybienvestida,yhablandocongestoaltivoexigióverinmediatamentealpropioseñorChubb.
Pocosmomentosdespués,cuandoaparecióelseñorChubb,lamujeranuncióqueeraladyCharlotteSimms;dijoqueellaysumaridoinválidoteníanunapropiedadenlaregióndeMidlands,yquealgunosepisodiosrecientesderoboenelvecindariolahabíanconvencidodequenecesitabanunacajafuerte.
—En ese caso, usted ha acudido a lamejor fábrica de laCristiandad—dijo elseñorChubb.
—Esomehaninformado—dijoladyCharlotte,comosinoestuvieraconvencidadeltodo.
—Ciertamente, madame, fabricamos las mejores cajas fuertes del mundo, detodos los tamaños y formas, y por su calidad superan incluso a las mejores cajasalemanasdeHamburgo.
—Comprendo.—Madame,¿quénecesitaexactamente?Peseasucarácterimperioso,aquíladyCharlotteparecióvacilar.Esbozóungesto
conlasmanos.—Bien,yodiríaque…unacajagrande,yasabe.—Madame—dijoserenamenteelseñorChubb—,fabricamoscajassimplesyde
dobleespesor;cajasdeaceroydehierro;cajasdecerraduraydecerrojo;portátilesyfijas; cajas con capacidad de seis pulgadas cúbicas y otras con capacidad de doceyardascúbicas;cajasprovistasdecerradurassimplesydobleseinclusotriples,sielclienteloexige.
Estaenumeraciónpareciódesconcertar todavíamása ladyCharlotte.Se laveía
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casi indefensa —lo corriente cuando se pide a una mujer que aborde cuestionestécnicas.
—Bien—dijo—,yo…enfin…nosé…—Quizámadamepuedaconsultarnuestrocatálogo,queestáilustradoeindicalos
diferentesaspectosycaracterísticasdelosmodelos.—Sí,claro,esoestaríabien.—Poraquí,seloruego—elseñorChubblallevóasudespacho,yleofrecióun
asientoalladodesuescritorio.Extrajoelcatálogoyloabrióenlaprimerapágina.Lamujerapenaslomiró.
—Parecenbastantepequeñas.—Nosonmásquereproducciones,madame.Veráquelasdimensionesrealesse
indicanalladodecadailustración.Porejemplo,aquí…—SeñorChubb—interrumpióella,conexpresiónsincera—,deborogarlequeme
ayude. En realidad, mi esposo está enfermo, pues de lo contrario se ocuparíapersonalmentedelasunto.Adecirverdad,nosénadadeestascosas,ysolicitaríalaayuda de mi hermano si en este mismo momento no estuviese viajando por elextranjero,porcuestióndenegocios.Mesientoperdida,yconestasreproduccionesnoséquéhacer.¿Quizáustedpuedamostrarmealgunascajas?
—Madame,perdóneme—dijoelseñorChubb,apresurándoseaofrecerlelamanoparaayudarlaaponersedepie—.Ciertamente,haréloqueustedmepide.Comoseimaginará,notenemossaladeexposición,perosiustedmeacompañaal taller—leruegodisculpeelpolvo, el ruidoo la impresiónquepuede sufrir— lemostraré lasdiferentescajasqueproducimos.
CondujoaladyCharlottealampliotallerinstaladodetrásdelaoficina.Allí,unadocenadehombresmartillaba,ajustaba,armabaysoldaba.HabíatalestrépitoqueelseñorChubbtuvoquegritarparahacerseoírporladyCharlotte,ytambiénlabuenamujerseestremecióanteelruido.
—Veaestemodelo—dijoél—,sucapacidadesunpiecúbico,ytieneunadobleláminadeacerotempladodeundieciseisavodepulgada,conunacapaaisladoradepolvo secode ladrillodeCornwall.Esunaexcelente caja fuertede tamañomedio,utilizadacondiferentespropósitos.
—Esmuypequeña.—Muybien,madame,muypequeña.Veaésta—avanzóalolargodelalíneade
cajas—esunadenuestrascreacionesmásrecientes.Tieneunasolaláminadeacerodeunoctavodepulgada, conungozne interior, yunacapacidadde…—sevolvióhaciaeloperario—:¿Quécapacidadtiene?
—Dosymedio—dijoeloperario.—Dospiescúbicosymedio—repitióelseñorChubb.—Tambiénesmuypequeña.
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—Muybien,madame.Continuemosporaquí—yavanzóhaciaelfondodeltaller.LadyCharlottetosiódelicadamenteenunanubedepolvodeladrillo.
—Estemodelo…—empezóelseñorChubb.—¡Esa!—dijo ladyCharlotte, señalando hacia un rincón—. ¡Ese es el tamaño
quequiero!—¿Serefiereaesasdoscajas?—Sí,quieroésas.Cruzaroneltaller.—Estas cajas fuertes —dijo el señor Chubb— constituyen las muestras más
acabadasdenuestraartesanía.SonpropiedaddelBancoHuddleston&Bradford,yseutilizanenlosembarquesdeoroparaCrimea,unatareaenlacual,comoesnatural,laseguridad constituye el principal requisito. Pero generalmente las vendemos ainstituciones,ynoaparticulares,porsupuesto,penséque…
—Esaeslacajaqueyodeseo—dijoella,yluegolasmiróconsospecha—.Peronoparecenmuynuevas.
—Oh,no,madame,yatienencasidosaños.EstainformaciónparecióalarmaraladyCharlotte.—Dosaños.¿Yporquéestánaquí?¿Sondefectuosas?—Ciertamente, no. Una caja Chubb no tiene defectos. Han vuelto para que
reemplacemos los pernos de sostén. Dos están muy desgastados. Como ustedcomprenderá,viajanenelferrocarril,ylavibracióndelasvíasactúasobrelospernosqueaseguranlascajasalpisodelfurgón—seencogiódehombros—.Peronotengoporquémolestarlaconestosdetalles.Lascajasestánenperfectascondiciones,ynopensamosmodificarlas.Noslimitaremosareemplazarlospernosdesostén.
—Veoquetienencerradurasdobles.—Sí,madame;lafirmabancariaexigióunmecanismodedoblecerradura.Como
yalehedicho,tambiéninstalarnoscerradurastriples,sielclienteloexige.LadyCharlotteexaminóatentamentelascerraduras.—Esoseríaexcesivo.Debeserbastantefastidiosoabrirtrescerradurasparatener
accesoalacaja.¿Estascerradurassonapruebadeladrones?—Sinduda.Alextremodequeenunperíododedosañosningúndelincuenteha
intentadoviolarlas.Ysi lohiciera,nadaconseguiría.Estascajas fueronconstruidascon una doble lámina de acero templado de un octavo de pulgada. Es imposibleabrirlas.
LadyCharlotteexaminópensativa lascajasduranteunos instantesy finalmenteasintió.
—Muybien—dijo—.Mellevaréuna.Porfavor,cárguelaenmicarruaje.—¿Cómodice?—Digoquemellevaréunadeestascajas.Esexactamenteloquenecesito.
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—Madame—dijopacientementeelseñorChubb—,estascajasseconstruyenporencargo.
—¿Quieredecirquenotieneningunaenventa?—Terminada, no, madame, lo siento muchísimo. Cada caja se construye
especialmentedeacuerdoconlasindicacionesdelcliente.LadyCharlotteparecióbastanteirritada.—Bien,¿puedeprepararlaparamañana?ElseñorChubbsesobresaltó.—Mañana… hum, bien, en general, madame, se necesitan seis semanas para
fabricarunacajafuerte.Avecespodemosreducirelplazoacuatrosemanas,pero…—¿Cuatrosemanas?Esdecir,unmes.—Sí,madame.—Quierocomprarunahoy.—Sí,madame,entiendo.Perocomoheintentadoexplicarle,esnecesariofabricar
cadacaja,yelplazomásbreve…—SeñorChubb,usteddebetomarmeporestúpida.Bien,leayudaréaabandonar
tan peregrina idea.He venido aquí con el propósito de comprar una caja fuerte, yahoradescubroquenopuedevendermeninguna…
—Madame,leruego…—…yencambioestádispuestoafabricarmeunaenelplazodeunmes.Enun
mespuedequelosdelincuentesdelVecindarionoshayanvisitado,ydesaparecido,ysucajanotendráelmásmínimointerésparamí,oparamimarido.Iréacompraraotraparte.Buenosdíastengausted,señor,yporeltiempoquemehadedicado.
Dicho locual, ladyCharlottesalióapresuradamentede laempresaChubb.YseoyóalseñorLaurenceChubbJr.murmurarenvozbaja:
—Mujeres.Deestemodo,PierceyAgarsupieronquelareparaciónnoincluíaelcambiode
lascerradurasdelascajas.Porsupuesto,eraloúnicoquelesinteresaba,demodoquerealizaronlospreparativosfinalesparaelrobo,quedebíaejecutarseel22demayode1855.
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31Capítulo
ELCULEBRADELATA
Una semanadespués se suscitó otro factor deperturbaciónde los planes.El 17demayode1855Piercerecibióunacarta.Escritaporunamanodiestrayeducada,decíaasí:
Miestimadoseñor:Le estaría muy agradecido si se encontrara conmigo en el Palacio, enSydenham,estatardealascuatro,conelfindeconversaralgunosasuntosdeinterésmutuo.
Respetuosamentesuyo,WilliamWilliams,Esq.
Pierceexaminóconsternadolacarta.LamostróaAgar,peroéstenosabíaleer,demodoquePierceleinformódelcontenido.Agarexaminólacaligrafía.
—PerfectoWillyhaconseguidounescribiente—dijo.—Sinduda—dijoPierce—.Pero¿quéquiere?—Quizápretendeapretarlo.—Siesoestodo,meconsiderarésatisfecho—dijoPierce.—¿Iráalacita?—Porsupuesto.¿Vendráconmigo?Necesitouncampana.Agarasintió.—¿AvisóaBarlow?Unabuenaporrapuedeahorrarmuchosproblemas.—No—dijoPierce—.Esolospondríaatodossobrelapista.—Deacuerdo—dijoAgar—solamentedecampana.NoseráfácilenelPalacio.—SeguroqueWillylosabe—dijoPierceconairesombrío.ConvienedecirunaspalabrasacercadelPalaciodeCristal,esaestructuramágica
quevinoa simbolizar el universoVictorianodemediadosde siglo.Eraunenormeedificiodevidrio,queconsustresplantasabarcabaunasdiezhectáreas,yfueerigidoen1851enHydePark,paraalbergara laGranExposicióncelebradaeseaño;yenefecto,impresionómuchoatodoslosvisitantesquelovieron.Ciertamente,aunenlasreproduccioneselPalaciodeCristaldesconciertaalojomoderno,y lavisióndeunmillóndepiescuadradosdecristalresplandeciendoalaluzdelatardeseguramente
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fue un espectáculo notable para cualquiera.Así, no es sorprendente que el Palaciorepresentara muy pronto la estética tecnológica y futurista de la nueva sociedadvictorianaindustrial.
Pero esta fabulosa estructura tuvo un origen extrañamente casual. Bajo ladireccióndelpropiopríncipeAlberto,en1850comenzaronatrazarseplanesparalaGranExposición,yprontosesuscitarondiscusionesacercadelproyectadoSalóndeExposiciónydesuubicación.
Era evidente que se necesitaba un edificio muy espacioso. Pero ¿qué clase deedificio,ydóndesituarlo?Unconcursoorganizadoen1850reuniómásdedoscientosdiseños, pero ningún proyecto satisfizo. De modo que el Comité de Construcciónelaborósupropioplan,queseresumíaenunahorrendamonstruosidaddeladrillo;laestructura tendríaelcuádruplode la longitudde laAbadíadeWestminsterconunacúpulamásgrandequeladeSanPedro.SepensabalevantarlaconstrucciónenHydePark.
El público protestó ante la destrucción de árboles, las molestias que deberíansoportarlosjinetes,eldeteriorogeneraldeunvecindariodeagradablefisonomía,etc.El Parlamento parecía oponerse a la utilización de Hyde Park como asiento de laconstrucción.
Entretanto,elComitédeConstruccióndescubrióquesusplanesrequeríanelusode diecinueve millones de ladrillos. Hacia el verano de 1850 no se disponía deltiemponecesarioparafabricarestamasadeladrillosyconstruirelGranSalónenlafechaindicadaparalainauguración.Algunosinclusomencionabanlaposibilidaddecancelaroporlomenosaplazarlaexposición.
Entonces Joseph Paxton, jardinero del duque deDevonshire, propuso erigir unenorme invernadero como Salón de Exposición. El plan original presentado alComité,ydibujadosobreunpedazodepapelsecante,endefinitivafueaceptadoenvistadequeofrecíavariasventajas.
Primero,permitíasalvarlosárbolesdeHydePark;segundo,elprincipalmaterialutilizado, es decir el vidrio, podía fabricarse rápidamente; y tercero, después de laexposicióneraposibledesarmarloyvolverainstalarloenotrositio.ElComitéaceptóuna oferta por 79.800 libras esterlinas, presentada por un contratista dispuesto alevantar lagigantescaestructura, terminadaensólosietemeses,ymás tardecentrodelelogiocasiuniversal.
Demodoqueunjardinerosalvólareputacióndeunimperio;ydespuéshabríadeotorgarseaesejardineroeltítulodecaballero.
Despuésdelaexposición,sedesarmóelGranSalónysetrasladóaSydenham,enel sector sureste de Londres. En esa época Sydenham era un agradable barriosuburbanoderesidenciasbienconstruidasypradosabiertos,yelPalaciodeCristalrepresentóunadornoexcelente.Pocoantesdelascuatro,EdwardPierceentróenla
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ampliaestructura,parareunirseconPerfectoWillyWilliams.El gigantesco salón alojaba varias exposiciones permanentes, la más
impresionantede lascualesestabaformadaporreproduccionesa tamañonaturaldelas enormes estatuas egipcias de Ramsés II y Abu Simbel. Pero Pierce no prestóatencióna talesatracciones,nia losnenúfaresy losestanquesdeaguadistribuidospordoquier.
El Palacio de Cristal planteó un solo problema imprevisto. En el interior deledificiohabíaárboles,yen losárbolesgorriones,quenoestabandomesticados.Noera cosa de risa, sobre todo porque no podía dispararse sobre los pájaros, y ellosignorabanlastrampasqueselesponían.Analmente,seconsultóalapropiaReina,yelladijo:«AvisenalduquedeWellington».ElDuquefueinformadodelproblema.
—«Madame,pruebeusargavilanes»,sugirió,ynuevamentetuvorazón.Estabadesarrollándoseunconciertodebanda;PiercevioaPerfectoWillysentado
enunadelasfilasdelaizquierda.TambiénvioaAgar,disfrazadodeoficialretiradodel ejército, y en apariencia dormitando en otra esquina. La banda tocabaestrepitosamente.PierceseinstalóenelasientoqueestabaalladodeWilly.
—¿Quépasa?—dijoPierceenvozbaja.Miróa labanda,ypensóociosamentequeesetipodemúsicaledesagradaba.
—Necesitoalgo—dijoWilly.—Selehapagado.—Necesitomás—dijoWilly.Pierce le dirigió unamirada.Willy sudaba, y estaba nervioso, pero nomiraba
nerviosamentealrededorcomosuelehacerunhombreinquieto.—¿Hahablado,Willy?—No.—¿Lehanhablado,Willy?—No,juroqueno.—Willy—dijoPierce—,simedelata,lemandoacriarmargaritas.—Se lo juro —dijo Willy—. No es mucho… solamente cinco o diez, y ahí
termina.La banda, en un rapto de apoyo patriótico a los aliados de Inglaterra, atacó la
«Marsellesa».Unospocosmiembrosdelpúblicotuvieronelmalgustoderepudiarlaselección.
Piercedijo:—Willy,estásudando.—Porfavor,señor,cincoodiez,ynuncamás.Pierceextrajosucarterayretiródosbilletesdecincolibras.—Nomedelate—dijoPierce—,oharéloqueesnecesario.—Gracias, señor, gracias—dijoWilly, y se embolsó rápidamente el dinero—.
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Muchasgracias,señor.Pierce se alejó. Después de abandonar el Palacio e internarse en el parque, se
dirigiórápidamentealacalleHarleigh.Allísedetuvoparaajustarseelsombrerodecopa.ElgestofueadvertidoporBarlow,quehabíaestacionadosucarruajealfinaldelacalle.
Luego,Pierce avanzó lentamente por la calleHarleigh, con un aire de perfectaindiferencia,comoelhombresinproblemasquesaleadarunpaseo.Detodosmodos,suspensamientos fueron interrumpidosporel silbidodeuna locomotorayel jadeocercanodelamáquina.Mirandoporencimadelosárbolesylostechosdelascasas,vioelhumonegroqueseelevabaenelaire.Congestoautomático,verificólahora;erael trendemedia tardedelFerrocarrilSureste,queregresabadeFolkestoneysedirigíaalaEstacióndelPuentedeLondres.
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32Capítulo
INCIDENTESSECUNDARIOS
EltrencontinuósumarchahaciaLondres,yelseñorPiercehizolomismo.AlfinaldelacalleHarleigh,cercadelaiglesiadeSanMartín,subióauncochedepuntoyordenóquelollevaseaRegentStreet,dondedescendió.
PiercecaminótranquilamenteporRegentStreet,sinvolverjamáslacabeza,perodeteniéndose a menudo para examinar los escaparates de la calle, y observar lasimágenesreflejadasenelcristal.
Lo que vio no fue de su agrado, pero estaba totalmente desprevenido para laescenaquesiguió.Unavozconocidaexclamó:
—¡Edward,queridoEdward!Con un gemido interior, Pierce se volvió para ver a Elizabeth Trent. La joven
estaba haciendo compras, acompañada por un niño de librea que llevaba paquetesenvueltos en papel de vivos colores. El rostro de Elizabeth Trent se ruborizóintensamente.
—Yo…bueno,admitoqueesunasorpresaextraordinaria.—Cuantomealegraverla—dijoPierce,inclinándoseparabesarlelamano.—Yo…sí,claro,yo…—Lajovenretirólamanoylafrotóconlaotra—.Edward
—dijorespirandohondo—.Edward,¿quéleocurrió?—Debo disculparme —dijo blandamente Pierce—. Tuve que viajar muy
repentinamentealexteriorpornegocios,yseguramentemicartadeParísnosatisfizosussentimientosheridos.
—¿París?—dijolajoven,frunciendoelceño.—Sí.¿NorecibiómicartadeParís?—Bueno,no.—¡Maldición!—dijoPierce,yluegosedisculpóporsulenguajedescomedido—.
Son los franceses—dijo—, siempre tan ineptos. Si lo hubiera sabido, pero yo nosospechabanada,ycomoustednomecontestóaParís,supusequeestabaenojada…
—¿Yo? ¿Enojada? Edward, le aseguro —empezó, pero se interrumpió. Pero¿cuándovolvió?
—Haceapenastresdías—dijoPierce.—Qué extraño—dijo Elizabeth Trent, con una súbita expresión de sagacidad
muypocofemenina—,pueselseñorFowlervinoacenarhaceunpardesemanas,y
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dijoquelohabíavisto.—Nodeseocontradecirauncolaboradorcomercialdesupadre,peroHenrytiene
ladeplorablecostumbredeconfundirlasfechas.Hacecasitresmesesquenoloveo—Pierceagregórápidamente—:¿Ycómoestásupadre?
—¿Mipadre?Oh,mipadreestábien,gracias—laexpresiónastutadejópasoauna actitud de herido desconcierto—.Edward, yo…Adecir verdad,mi padre dijoalgunaspalabraspocohalagadorasacercadeusted.
—¿Realmente?—Sí.Dijoqueeraunindividuogrosero—suspiró—.Ycosaspeores.—Comprendoperfectamente,dadaslascircunstancias,pero…—Pero ahora —dijo Elizabeth Trent, con aire decidido—, puesto que ha
regresadoaInglaterra,confíoenquevolveremosaverleencasa.AquíPiercepareciómuydesconcertado.—Querida Elizabeth —dijo, balbuceante—. No sé cómo decírselo —y se
interrumpió,meneandolacabeza.Parecíaquelosojosselellenabandelágrimas—.Como en París no recibí cartas, supuse naturalmente que usted estaba irritadaconmigo,y…bien,pasóeltiempo…—Pierceseenderezósúbitamente—.Lamentoinformarlequeestoycomprometido.
ElizabethTrentlemirófijamente,labocaentreabierta.—Sí—dijoPierce—,escierto.Hedadomipalabra.—Pero¿conquién?—Conunadamafrancesa.—¿Unadamafrancesa?—Sí,metemoqueasíes,precisamente.Comoustedcomprende,mesentíamuy
desgraciado.—Comprendo, señor —dijo secamente la joven, y volviéndose bruscamente
siguiósucamino.Piercepermaneciódepieenlaacera,procurandoexhibir laactitudmásabyecta
posible,hastaqueellasubióasucarruajeysealejó.Luego,continuócaminandoporRegentStreet.
Quien lo hubiese observado atentamente, habría advertido que cuando llegó alfinaldelacallenadaensurostroosuporteindicabaelmásmínimoremordimiento.SubióauncochequelellevóalacalledelMolinodeViento,yallíentróenunacasade citas que era un conocido refugio de prostitutas, aunque uno de losestablecimientosdemayorcategoríaensutiempo.
EnelvestíbulotapizadodeterciopelolaseñoritaMiriamdijo:—Estáarriba.Latercerapuertaaladerecha.Pierce subió al primer piso y entró en una habitación, donde le esperabaAgar
instaladoenunasilla.
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—Unpocotarde—dijoAgar—.¿Dificultades?—Meheencontradoconunaantiguaamistad.Agarasintiódistraídamente.—¿Quéhavisto?—dijoPierce.—Habíados—dijoAgar—.Losdoslehanseguido.Unoesunpolicíadecivil,el
otroibavestidodemarino.LehanseguidoportodalacalleHarleigh,yhansubidoauncochecuandoustedsehavenidoparaelcentro.
Pierceasintió.—LeshevistoenRegentStreet.—Probablementeahoraestánahíafuera—dijoAgar—.¿QuépasaconWilly?—CreoqueWillyestádelatando—dijoPierce.—Seguramenteyahacantado.Pierceseencogiódehombros.—¿QuéhacemosconWilly?—Loquesehacesiempreconlosquehablan.—Lodespacharé—dijoAgar.—No sé si será lo mejor—dijo Pierce—, pero no tendrá otra oportunidad de
delatarnos.—¿Quévaahacerconesosdospolicías?—Por el momento nada —dijo Pierce—. Tengo que pensar un poco —se
arrellanóenelasiento,encendióuncigarro,yfumóensilencio.El robo debía realizarse cinco días después, y la policía estaba siguiéndole los
pasos.SiWillyhabíacantado,contodasuvoz,lapolicíadebíasaberquelabandadePiercehabíaentradoenlasoficinasdelaTerminaldelPuentedeLondres.
—Necesito preparar otro golpe—dijo, los ojos fijos en el techo—.Algomuyllamativoque losmiltonianosdescubran—contempló la ascensióndelhumode sucigarro,yfruncióelceño.
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33Capítulo
LOSMILTONIANOSSOBRELAPISTA
Las instituciones de una sociedad están interrelacionadas, aunque aparenten tenermetas completamente contrarias. El propio Gladstone observó: «En este mundoextraviadoysorprendente,amenudoseobservaunaoposiciónexterna,yunaactituddecondenasincerayaunviolentaentrepersonasyorganismosque,peseatodo,estánprofundamentevinculadosporlazosyrelacionesdeloscualesnotienenconciencia».
Quizáelejemplomásnotorioenesesentido,porlodemásadmitidosinreservasporlosVictorianos,eralaagriarivalidadentrelasligasantialcohólicasylastabernas.De hecho, las dos instituciones tenían fines similares, y en definitiva adoptaronprogramas similares: las tabernas incorporaron órganos, organizaron grupos quecantaronhimnos,yvendieronbebidassinalcohol;ylasligasantialcohólicasapelarona losanimadoresprofesionales,yexhibieronuna renovadayvigorosavivacidad.Ycuando las asociaciones contra el alcohol comenzaron a comprar tabernas con elpropósito dedesterrar de ellas las bebidas alcohólicas, la confusión entre estas dosfuerzashostilesseacentuótodavíamás.
Los Victorianos también presenciaron otro tipo de rivalidad, centrado en unanuevainstituciónsocial:lafuerzapolicialorganizada.Casiinmediatamentelanuevafuerzacomenzóaestablecer relacionesconsuenemigoacérrimo, laclasecriminal.Estas relaciones fueron materia de mucha discusión en el siglo XIX y el asuntocontinúa debatiéndose todavía hoy. La semejanza de métodos de la policía y losdelincuentes,asícomoelhechodequemuchosagenteseranexcriminales—yalainversa— fueron aspectos que no pasaron inadvertidos a los pensadorescontemporáneos. Y sir James Wheatstone observó también que una instituciónconsagrada a vigilar el cumplimiento de la ley planteaba un problema lógicointrínseco,«puessi lapolicía lograserealmenteeliminareldelito,almismotiempoconseguiría eliminarse ella misma como apéndice necesario de la sociedad, y enverdad ninguna fuerza y ningún poder organizado está dispuesto a promover supropiadesaparición».
EnLondres,laPolicíaMetropolitana,fundadaporsirRobertPeelen1829,teníasu cuartel general en un distrito llamado Scotland Yard. Originariamente ScotlandYard fue una expresión geográfica, e indicativa de un sector de Whitehall quecontenía muchos edificios oficiales. Entre ellos estaba la residencia oficial del
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inspectordeobraspúblicasdelacorona,ocupadoporIñigoJones,ydespuésporsirChristopherWren.JohnMiltonvivíaenScotlandYardcuandotrabajabaparaOliverCromwell, entre1649y1651,ypareceque estehechodeterminó ladenominaciónpopularde«miltonianos»parareferirsealapolicíadossiglosdespués.
CuandosirRobertPeelinstalóenWhitehallalaNuevaPolicíaMetropolitana,ladirección exacta del cuartel general era Whitehall Place 4, pero el asiento de lapolicía teníaunaentradaporScotlandYardpropiamentedicho,y laprensasiempreutilizaba esta denominación para referirse a la institución, hasta que la expresiónllegóasersinónimadelafuerzamisma.
ScotlandYard creció rápidamentedurante losprimeros años; en1829 la fuerzacontaba con mil hombres, pero una década después eran tres mil trescientoscincuenta,yhacia1850másdeseismil,ydiezmilhacia1870.ElYardafrontabaunaenormetarea:debíaocuparsedelosdelitoscometidosenunsectordecasisetecientasmillascuadradas,conunapoblacióndedosmillonesymediodepersonas.
Desde el principio Scotland Yard adoptó una actitud de deferencia ymodestiacuando teníaque referirsealmodoenquehabíaaclaradodelitos; lasexplicacionesoficiales siempre mencionaban circunstancias afortunadas de diferente clase —uninformador anónimo,una amante celosa, un encuentro casual—y todoello enunamedidaqueparecíainverosímil.Enrealidad,elYardutilizabainformadoresypolicíasde civil, y estos agentes eran tema de acalorado debate, por la razón ahora muyconocidadequemuchosmiembrosdelPúblico temíanqueun agente provocara lacomisióndeundelito,paraarrestarluegoalosparticipantes.LaprovocaciónPolicialera un candente tema político contemporáneo, y el Yard procuraba defenderse lomejorposible.
En1855 la figuraprincipal deScotlandYard eraRichardMayne, «un abogadocomprensivo» que había hecho mucho para mejorar la actitud pública frente a laPolicía Metropolitana. El señor Edward Harranby estaba directamente bajo lasórdenes de Mayne; y Harranby supervisaba la importante red de relaciones conagentessecretoseinformantes.ElseñorHarranbyteníahorariosirregulares;evitabalas relaciones con el periodismo, y su oficina tenía extraños visitantes, a menudonocturnos.
Entrada la tarde del 17 de mayo, Harranby mantuvo una conversación con suayudante,elseñorJonathanSharp.ElseñorHarranbyreconstruyólaconversaciónensus memorias, tituladas Mis tiempos en la fuerza, y publicadas en 1879. Estaconversación debe considerarse con cierta reserva, pues en ese volumenHarranbyintentaexplicarporquénohabíalogradofrustrarlosplanesderobodePierceantesdequesuautorlosllevasealapráctica.
Sharpledijo:—Elculebracantó,ypudimosecharunaojeadaalhombre.
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—¿Quéclasedeindividuo?—dijoHarranby.—Pareceuncaballero.Probablementeun ladrónouncarterista.Elculebradice
quevienedeManchester,perotieneunacasabienpuestaenLondres.—¿Conoceladirección?—Dice que ha estado en ella, pero no sabe la situación exacta. Por el lado de
Mayfair.—NopodemosrecorrerMayfairllamandodepuertaenpuerta—dijoHarranby—.
¿Nopuederefrescarlelamemoria?Sharpsuspiró.—Quizádijo.—Tráigalo.Conversaréconél.¿Sabemosquéseproponenuestrohombre?Sharpmeneólacabeza.—Elculebradicequeloignora.Temeversecomplicado,ynoquieresoltartodo
loquesabe.Dicequeesteindividuoplaneaungolpemuyimportante.Harranbysemostróirritado.—Todoesomesirvedemuypoco—dijo—.¿Cuálesexactamenteeldelito?Es
unapreguntaqueexigeunarespuestaapropiada.¿Quiénesestánsiguiendoahoraalcaballero?
—CrameryBenton,señor.—Soneficaces.Quelosigan,ytráigameenseguidaalinformador.—Ahoramismo,señor—dijoelayudante.Mástarde,Harranbyescribióensusmemorias:«Haymomentosenlavidadeun
profesional enque los elementosexigidospor elprocesodeductivoparecencasi alalcance de la mano, y pese a todo se nos escapan. Son las situaciones de mayorfrustración,yéseeselcasodelRobode1855».
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34Capítulo
ELIMINACIÓNDELDELATOR
PerfectoWilly,visiblementenervioso,estababebiendoenlatabernadelColmillodePerro.SaliódellocalaesodelasseisyseencaminódirectamentehaciaTierraSanta.Sedesplazórápidamenteatravésdelamuchedumbrevespertina,yluegosezambullóenunacallejuela,saltóunaempalizada,sedeslizóhaciael interiordeunsótano, locruzó,searrastróporunpasadizoqueseabríasobreunedificioadyacente,subióporlaescalera,salióauncallejónestrecho,caminómediamanzanaydesaparecióenotracasa,uninquilinatomaloliente.
Aquí,subiólaescaleraquellevabaalprimerpiso,pasóaltejado,saltóauntejadovecino, trepóporuncanalónhastaelsegundopisodeunacasadeinquilinato,pasóporunaventana,ydescendiólaescaleraquellevabaalsótano.
Unavezenelsótano,sedeslizóporuntúnelque lo llevóal ladoopuestode lacalle,y entró enunestrechoestablo.Porunapuerta lateralpasóauna taberna, lasArmasdeOro,examinórápidamenteellocal,ysalióporlapuertaprincipal.
Caminóhaciaelextremodelacalle,yluegosemetióporlapuertadeotracasadeinquilinato. Inmediatamente supo que algo andabamal; normalmente había chicosbrincandoyjugandoentodalaescalera,peroahoralaentradaylosescalonesestabandesiertosy silenciosos.Sedetuvoenelumbral,y sedisponíaadarmediavueltayhuir cuando una cuerda silbó y se le enroscó en el cuello, arrastrándolo hacia unrincón oscuro. Perfecto Willy tuvo una imagen fugaz de Barlow, con la cicatrizblanca sobre la frente,mientrasBarlowacentuaba lapresiónde lacuerdacadavezmás tensa.Willy tosióy sedebatió,peroBarlow tenía tanta fuerzaqueelpequeñoculebrafueprácticamentelevantadodelpiso,pateandoelaire,ytratandodeagarrarellazoconlasmanos.
La lucha continuó casi unminuto, y luego el rostro de PerfectoWilly se pusoazul,ylalenguacolgógrisácea,ylosojosparecíansalírseledelasórbitas.Laorinalecorrióporlaspiernasdelpantalón,yluegoelcuerpoquedóinerte.
Barlowlodejócaeralpiso.Lequitólacuerdadelcuello,retirólosdosbilletesdecincolibrasguardadosenelbolsillodelculebra,ysealejóporlacalle.ElcuerpodePerfectoWillyquedócomounmontónconfusoenunrincón,inmóvil.Pasaronvariosminutos antes de que los primeros niños reaparecieran, y se aproximarancautelosamente al cadáver. Luego, los niños le robaron los zapatos al culebra, le
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despojarondetodassusropas,yhuyeronvelozmente.
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35Capítulo
PREPARANDOLATRAMPA
Instalado en una habitación del segundo piso de la casa de citas, en compañía deAgar,Pierceterminosucigarroyseincorporóenelasiento.
—Somosmuyafortunados—dijofinalmente.—¿Afortunados?¿Afortunadosdequelapolinospiselostalonescincodíasantes
delgolpe?—Sí, afortunados—dijo Pierce—. ¿Qué importa queWilly haya cantado? Les
habrádichosolamentequeentramosenlaTerminaldelPuentedeLondres.—Nocreoquealprincipiohayadichotanto.Seguroquequeríaqueledieranmás
—elconfidentesolíacomunicarpocoapocosusdatos,obteniendoencadapasounsobornodelapolicía.
—Sí,—dijoPierce—,perodebemossuponerquehabló.Yprecisamenteporesosomosafortunados.
—¿Yenquéconsistenuestrasuerte?—preguntóAgar.—EnelhechodequelaTerminaldelPuentedeLondreseslaúnicaestacióndela
ciudaddondeoperandoslíneas.LaSuresteylaLondres&Greenwich.—Sí,asíes—dijoAgar,desconcertado.—Necesitamosunbuensoplónquenoscante—dijoPierce.—¿Piensadespistaralapoli?—Hayquedarlesalgoquelostengaocupados—dijoPierce—.Deaquíacinco
díasestamosenesetren,ynoquierotenerlosencima.—¿Quésepropone?—Pensaba en Greenwich —dijo Pierce—. Sería agradable que viajaran a
Greenwich.—Ynecesitaunsoplónquelespaseeldato.—Sí—asintióPierce.Agarreflexionóunmomento.—EnlasSieteEsferasestáesamuñeca,Lucinda.Dicenqueconoceaunoodos
miltonianos.Seacuestaconellossiemprequelaatrapan,loqueesamenudo,envistadequelachicalesgustamucho.
—No—dijoPierce—.Nocreeránaunamujer;oleránlatrampa.—Bueno, estáBlackDick, el de los caballos. ¿Lo conoce?Es judío, y por las
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nochesestáenlaCoronadelaReina.—Loconozco—asintióPierce—.BlackDickesunborracho,legustademasiado
laginebra.Necesitounsoplónauténtico,unsujetodelafamilia.—¿Delafamilia?EntoncesChokeeBillvienebien.—¿ChokeeBill?¿Esepaletoirlandés?Agarasintió.—Sí,elmismo,estuvountiempoenNewgate.Peronodemasiado.—¿Ah, sí?—Pierce se interesó súbitamente.Una sentencia reducida amenudo
sugería que el hombre había aceptado convertirse en soplón—. Lo soltaron muypronto,¿noesasí?
—Demasiado pronto—dijoAgar—.Y la policía también le dio en seguida lalicenciadeprestamista.Raro,paraserunirlandés.Losprestamistasrecibíanpermisodelapolicía,yéstacompartíaelprejuiciousualcontralosirlandeses.
—¿Demodoqueahorasededicaalcomercio?—dijoPierce.—Sí—dijoAgar—.Perodicenqueavecesvendearmas,yqueessoplón.Piercereflexionóunmomento,yfinalmenteasintió.—¿Ydóndeestáahora?—EnBattersea,enlacalleRidgeby.—Iréahoramismo—dijoPierce,poniéndosedepie—.Vamosatenderlatrampa.—Nolohagademasiadofácil—advirtióAgar.Piercesonrió.—Tendránqueesforzarsetodoloposibl—sedirigióalapuerta.—Unmomento—lellamóAgar,aquienselehabíaocurridoalgo—.Yahoraque
lopienso:¿QuédemoniospuederobarseenGreenwich?—Esa—dijoPierce—,esexactamentelapreguntaqueseharálapolicía.—Pero¿hayalgo?—Porsupuesto.—¿Grande?—Porsupuesto.—Pero¿qué?Piercemeneólacabeza.Sonrióante laexpresiónperplejadeAgarysalióde la
habitación.Cuando Pierce salió de la casa de citas, comenzaba a anochecer. Vio
inmediatamentea losdos agentes apostadosenambosextremosde la calle.Fingióque miraba nerviosamente en todas direcciones, y luego caminó hasta la esquina,dondellamóauncoche.
Viajó varías manzanas en el vehículo, descendió rápidamente en un lugar demuchotránsitodelaCalledelRegente,cruzólacalzadaysubióauncochequeibaen dirección contraria. A juzgar por las apariencias, se comportaba con suprema
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astucia.En realidad,Piercenunca sehubiesemolestadoenapelar al recursode losvehículosquesedesplazanendireccióncontrariaparadeshacersedeunperseguidor;eraunmétodotorpequeraravezresultaba.Yenefecto,cuandomiróporlaventanillaposteriordelcoche,vioquenohabíaconseguidodespistarasusperseguidores.
ContinuóelviajehastalatabernadeArmasdelaRegencia,unlugarbullicioso.Entró en el local, salió por la puerta lateral (visible desde la calle), y cruzó endirecciónaNewOxfordStreet,dondesubióaotrovehículo.Entodoestoconsiguiódesprendersedeunodelospolicías,peroelotroseguíapegadoasustalones.Luego,atravesóelparqueendirecciónaBattersea,paraveraChokeeBill.
La imagen de Edgar Pierce, un caballero respetable y pulcro, entrando en elsórdido local de un prestamista de Battersea puede parecer incongruente al lectormoderno,peroenesaépocanoeraunhechodesusado,pueselprestamistaservíanosólo a las clases inferiores y en todos los casos su función era esencialmente lamisma: ladeunbancopara resolver situacionesurgentes,una suertede instituciónquepermitíarealizaroperacionesmásbaratasquelasquepodíanconcertarseconlosbancosestablecidos.Unapersonaavecesadquiríaunartículocostoso,porejemplounabrigo,yloempeñabaunasemanaparapagarelalquiler;lorecuperabapocosdíasdespués, para usarlo el domingo; volvía a empeñarlo el lunes, a cambio de unpréstamo más reducido; y así sucesivamente, hasta el momento en que ya nonecesitabalosserviciosdelprestamista.
Porconsiguiente,elprestamistacumplíaunafunciónimportanteenlasociedad,yelnúmerodelocalesautorizadosseduplicóamediadosdelperíodoVictoriano.Losmiembros de la clasemedia se sentían atraídos por el prestamistamás a causa delanonimatodelpréstamoqueporsubaratura;muchoshogaresrespetablesnodeseabanque se supiera que habían empeñado parte de la platería para obtener dinero enefectivo. Después de todo, era una época en la cual mucha gente equiparaba laprosperidad económica y la buena administración con el comportamientomoral; einversamente, la necesidad de conseguir un préstamo implicaba cierta forma deinmoralidad.
Laspropiascasasdeempeñonoeranenrealidad lugaresmuysiniestros,peseaque tenían esa reputación. Los criminales que buscaban peristas generalmenteacudíanalos«Traductores»deartículosdesegundamano,comerciantessinlicenciaquenoestabansujetosalaregulaciónpolicial,yqueteníanmenosprobabilidadesdequeselossometieraavigilancia.Poresomismo,Piercepasólapuertabajolastresbolasconunsentimientodeimpunidad.
EncontróaChokeeBill,unirlandésderostrorojizocuyacomplexiónleconferíaunaaparienciadecasipermanenteasfixia, sentadoenun rincóndel fondo.ChokeeBillselevantódeunsalto,advirtiendoenelvisitanteelatuendoylosmodalesdeuncaballero.
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—Buenasnoches,señor—dijoBill.—Buenasnoches—dijoPierce.—¿Enquépuedoservirle,señor?Pierceexaminóellocal.—¿Estamossolos?—Loestamosseñor,comomellamoBill—peroChokeeBillteníaunaexpresión
cautelosaenlosojos.—Deseohacerciertacompra—dijoPierce—.Alhablaradoptóelacentodelos
habitantesdelpuertodeLiverpool,peseaquehabitualmentenohablabadeesemodo.—Ciertacompra…—Unosartículosquequizáustedtengadisponibles—dijoPierce.—Aquí tienemi local, señor—dijo Chokee Bill, con un Resto de lamano—.
Todoloquetengoestáaquí.—¿Estodo?—Sí,señor.Loqueustedpuedever.Pierceseencogiódehombros.—Talvezmehayaninformadomal.Buenasnoches.—Yenfilóhacialapuerta.Casihabíallegado,cuandoChokeeBilltosió.—¿Quélehandicho,señor?Piercesevolvióamirarlo.—Necesitociertosartículospococorrientes.—Artículos poco corrientes —repitió Chokee Bill—. ¿Qué clase de artículos
pococorrientes,señor?—Objetos de metal —dijo Pierce, mirando directamente al prestamista. Tanta
circunspección le parecía tediosa, pera era necesaria para convencer a Bill de laautenticidaddesutransacción.
—¿Diceusteddemetal?Pierceesbozóungestodespectivoconlasmanos.—Comoustedcomprende,esunproblemadedefensa.—Dedefensa.—Tengoobjetosdevalor,propiedad,cosasimportantes…yporlotantonecesito
defenderme.¿Mecomprende?—Lecomprendo—dijoBill—.Yesposiblequetengaloqueustedmepide.—Enrealidad—dijoPierce,volviendoaexaminarellocal,comoparaasegurarse
dequeenverdadestabasoloconelpropietario—.Enrealidadnecesitocinco.—¿Cincoarmas?—dijoasombradoChokeeBill.Ahoraquehabíareveladosusecreto,Pierceparecíamuynervioso.—Asíes—dijo,mirandoaquíyallá—.Necesitocinco.—Cincoesunnúmeroconsiderable—dijoBill,frunciendoelceño.
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Pierceinicióunmovimientoderetirada.—Bien,sinopuedeconseguirlos…—Unmomento—dijoBill—.No he dicho nada de eso.Usted nome ha oído
decirquenopuedo.Sólohedichoquecincoesunnúmeroconsiderable,ycreoquetengorazón.
—Medijeronqueusteddisponíadegénero—dijoPiercesiemprenervioso.—Quizá.—Enesecaso,quierocomprarlosinmediatamente.ChokeeBillsuspiró.—Nolostengoaquí,señor…seloaseguro…Unhombrenoguardaesasarmas
enunacasadeempeño,¿noleparece,señor?—¿Cuántotardaráentraerlas?A medida que aumentaba el nerviosismo de Pierce, crecía la calma y la
ecuanimidaddeChokeeBill.Piercepodíaadivinarelsesgodesuspensamientos,ycómo procuraba desentrañar el posible uso de las cinco pistolas. Se trataba de undelito importante, de eso no cabía duda. Si conocía los detalles y pasaba el dato,podríaganaralgo.
—Necesitounosdías,señor,seloaseguro—dijoBill.—¿Ahoranoesposible?—No,señor,demeunpocodetiempoyleentregaréelmaterial.—¿Cuándo?Unprolongadosilencio.Billmurmuróalgo,contandolosdíasconlosdedos.—Dossemanasestaríabien.—¡Dossemanas!—Porlomenos,ochodías.—Imposible—dijoPierce,comoquienpiensaenvozalta—.Deaquíaochodías
deboestarenGreenw—seinterrumpió—.No—dijo—.Ochodíasesdemasiado.—¿Siete?—preguntoBill.—Siete—dijoPierce,mirandoeltecho—.Siete,siete…sietedías…¿Elmartes
próximo?—Sí,señor.—¿Aquéhoradelmartes?—Tiene que llegar a tiempo, ¿verdad?—preguntóBill, con un aire indiferente
quenopodíaconvenceranadie.Pierceselimitóamirarlo.—No quiero entrometerme, señor —dijo Bill rápidamente—. Entonces, no lo
haga.¿Quéhoradelmartes?—Mediodía.Piercemeneólacabeza.
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—Noharemosnegocio.Esimposibleyyo…—Veamosunpoco…¿Aquéhoradelmarteslosnecesita?—Alosumo,alasdiezdelamañana.ChokeeBillreflexionó.—¿Alasdiezaquí?—Sí.—¿Nodespués?—Niunminutodespués.—¿Vendráabuscarlospersonalmente?Pierceledirigióotramiradasombría.—Esomalpuedeimportarle.¿Puedeentregaronolosmetales?—Puedo—dijoBill—.Peroelserviciourgenteesmáscaro.—Esonoimporta—dijoPierce,yleentregódiezguineasdeoro—.Acuenta.ChokeeBillmirólasmonedas,anversoyreverso.—Creoqueestoeslamitad.—Muybien.—¿Ypagaráelrestoenmetal?—Sí,enoro.Billasintió.—¿Tambiénnecesitarábalas?—¿Dequéclaseson?—Webley cuarenta y ocho, encendido anular, modelos de sobaquera, si mi
suposiciónacierta.—Enesecaso,necesitarébalas.—Otrastresguineasporlasbalas—dijosuavementeChokeeBill.—Deacuerdo—dijoPierce.Sedirigióalapuertaperosevolvióantesdellegar
—. Para terminar—dijo—. Si el martes próximo cuando llegue los artefactos noestánaquí,ustedtendrádificultades.
—Soydignodeconfianza,señor.—Tendrámuchasdificultades—dijootravezPierce—,sinoloes.Piénselo—y
desapareció.Aúnnohabíaoscurecidodeltodo;lacalleestabamaliluminadaporlaslámparas
degas.Novioalpolicíaqueleescoltaba,perosindudaestabaporahí.Subióauncochey se hizo llevar a la plazaLeicester, donde comenzaba a reunirse el públicodeseosodeasistiralasfuncionesteatralesnocturnas.Seagregóaungrupo,compróunbilleteparalafuncióndeSheStoopstoConquer,yentróenelvestíbulodelteatro.Volvió a su casa una hora después, no sin antes haber cambiado tres veces devehículo,yhaberentradoysalidosubrepticiamentedecuatrotabernas.Estabasegurodequenolehabíanseguido.
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36Capítulo
SCOTLANDYARDDEDUCE
La mañana del 18 de mayo fue desusadamente cálida y soleada, pero el señorHarranby no encontraba ningún placer en las condiciones del tiempo. Las cosasandaban mal, y había tratado con notable acritud a su ayudante, el señor Sharp,cuandoseleinformódelamuertedelculebraPerfectoWillyenuninquilinatodelasSieteEsferas.Ycuandodespuésleinformaronquesusdetectiveshabíanperdidolapistadelcaballeroen lamultitudqueentrabaal teatro—unhombredequiensabíasolamentequesellamabaSimms,yqueteníacasaenMayfair—elseñorHarranbysedejódominarporlacólera,ycriticóenérgicamentelaineptituddesussubordinados,incluidoelseñorSharp.
Pero el señorHarranby procuró dominarse el genio, pues la única pista que elYardposeíaaúnestabasentadafrenteaél,sudandoprofusamente,retorciéndoselasmanosyconelrostrocasipúrpura.HarranbymiróconseveridadaChokeeBill.
—Bueno,Bill—dijoHarranby—,elasuntoesgrave.—Losé,señor,loséperfectamente—dijoBill.—Cinco revólveres indican que se está organizando algo, y me propongo
descubrirquées.—Nogastabamuchaspalabras,créame.—Nolodudo—dijoHarranbyconvozlenta.Extrajodelbolsillounaguineade
oroyladepositósobreelescritorio,frentealhombre—.Tratederecordar—dijo.—Terminabaeldía,señor,contodorespeto,yyonoPrestabamuchaatención—
dijoBill,mirandointencionadamentelamonedadeoro.Harranbypreferíamorirantesquepagarmásalindividuo.—Deacuerdoconmiexperiencia,unatemporadaenlanoriamejoralosrecuerdos
demuchagente—dijo.—Yonohehechonadamalo—protestóBill—.Soyhonestocomoeldía,señor,y
noleocultonada.Notienederechoadetenerme.—Entonces,tratederecordar—dijoHarranby—,ypronto.Billserestrególasmanosquedescansabansobrelosmuslos.—Vino a la tienda a eso de las seis. Bien vestido, con buenos modales, pero
hablabacomounflotadordeLiverpool,ysaberomaní.HarranbymiróaSharp,queestabaenunrincón.Decuandoencuando, incluso
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Harranbynecesitabaqueleayudaranatraducir.—Tenía el acento de losmarineros de Liverpool, y hablaba el lenguaje de los
delincuentes—dijoSharp.—Sí, señor, eso mismo —dijo Bill, asintiendo—. Seguro que pertenece a la
familia.Quiere que le consiga cincohierros, y yo le digoque cinco es unnúmeronotable,yentoncesdicequelosquierepronto,yloveonervioso,ymuyapurado,ymuestramuchodinero,quelotraíaparapagaralcontado.
—¿Y usted qué le dijo? —preguntó Harranby, los ojos fijos en Bill. UnconfidentehábilcomoChokeeBillaveces tendíaamanipularaunbandoenfavordelotro,yBillsabíamentircomounmaestro.
—Yoledigoquecincoesunnúmeronotable,peroquesimedatiempopuedo.Ymepregunta cuánto tiempo.Yyo le digo que dos semanas. Se desanima un poco,pero luegodiceque loquiereantes.Yodigoochodías. Insisteenqueochodíasesmucho,yempiezaadecirquedeaquíaochodíasestáenGreenwich,peronoterminadehablar,secontiene.
—Greenwich—dijoHarranby,frunciendoelceño.—Sí,señor,teníaGreenwichenlapuntadelalengua,perosecortaydicequees
mucho.Yyolepregunto,¿decuántotiempodispone?Ymecontestaquesietedías.Bueno, le digoque en siete días puedo.Y él pregunta, a qué hora.Amediodía, lecontesto.Peroéldicequeamediodíaesmuytarde.Cuandomuchoalasdiez.
—Sietedías—dijoHarranby—.Esdecir,elviernespróximo.—No,señor.Eljuevespróximo.Sietedíascontandodesdeayer.—Continúe.—Entonces,despuésdehablarunpoco, ledigoquetendrálascosasel juevesa
lasdiez.Yélcontestaquedeacuerdo,peroelhombrenoestonto,ymeavisaquesijuegosuciomecostarácaro.
—¿Yustedquédijo,Bill?—inquirióHarranby.—Ledigoquepuedohacerlo,ydoypalabra.Meentregadiezmonedasdeoro,y
veoquesonbuenas,semarchaydicequevolveráeljuevespróximo.—¿Quémás?—preguntóHarranby.—Esoestodo—dijoBill.Sehizounprolongadosilencio.Finalmente,Harranbyhabló:—¿Quépiensadeesto,Bill?—Sin duda, un golpe grande. Este hombre no es un raterito, conoce bien su
negocio.Harranbysepellizcóellóbulodelaoreja,unantiguohábitonervioso.—¿QuépuedehaberenGreenwich?¿Quépuedenrobar?—Quemecuelguensilosé—dijoChokeeBill.—¿Haoídoalgo?—dijoHarranby.
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—Tengo la oreja pegada al suelo, pero juro que no he oído una palabra deGreenwich.
Harranbyhizounapausa.—Hayotraguineaparaustedsisabealgo.UnaexpresiónfugazdesufrimientosedibujóenelrostrodeChokeeBill.—Ojalápudieseayudarle,señor,peronadasé.Eslapuraverdad,señor.—Sinduda—dijoHarranby.Esperóunosinstantesmás,yfinalmentedespidióalprestamista,queseapoderó
delaguineaysalió.CuandoHarranbyquedósoloconSharp,repitió:—¿QuéhayenGreenwich?—Malditosilosé—dijoSharp—.¿Ustedtambiénquiereunaguineadeoro?Sharpnocontestó.EstabaacostumbradoalosmalosmodalesdeHarranby,yno
tenía más remedio que soportarlos. Permaneció sentado en el rincón, y miró a susuperior mientras éste encendía un cigarrillo y fumaba pensativo. En opinión deSharp,loscigarrilloseranfrusleríastontaseinsustanciales.LoshabíaintroducidoelañoanterioruncomerciantedeLondres,ylosfumabansobretodolossoldadosquevolvíandeCrimea.Porsuparte,Sharppreferíaunbuencigarro,ynadamenos.
—Veamos—dijoHarranby—.Comencemosporelprincipio.SabemosqueestesujetoSimmsvienetrabajandodesdehacemesesenalgo,ypodemossuponerqueesunindividuoastuto.
Sharpasintió.—Elculebrafueasesinadoayer.¿Esosignificaquesabenlesseguimoslapista?—Talvez.—Talvez,talvez—dijoHarranbyirritado—.Talveznoessuficiente.Tenemos
que decidir, y hacerlo de acuerdo con los principios de la lógica deductiva. Lasconjeturasnadatienenquehacerennuestropensamiento.Atengámonosaloshechosdelproblema,yveamosadondenosllevan.Bien,¿quémássabemos?
Lapreguntaerapuramenteretórica,ySharpnodijonada.—Sabemos—dijoHarranby—queestesujetoSimms,despuésdevariosmeses
de preparativos, de pronto se encuentra, en vísperas de su gran golpe,desesperadamente necesitado de cinco revólveres. Dispuso de varios meses paraconseguirlosdiscretamente,unoporuno,sinllamarlaatención.Peroaplazaelasuntoparaelúltimomomento.¿Porqué?
—¿Creequenostiendeunatrampa?—Debemos considerar la posibilidad, por mucho que nos desagrade —dijo
Harranby—.¿LagentesabequeBillesconfidente?—Talvez.—Malditosseansustalvez.¿Sesabeono?
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—Seguramentehaysospechas.—Ciertamente—dijoHarranby—.Ypeseatodo,nuestroastutoseñorSimmsle
eligeparacomprarsuscincorevólveres.Yodiríaqueestohueleatrampa—miróconexpresiónsombríaelextremoencendidodelcigarrillo—.EsteseñorSimmsnosestádespistandodeliberadamente,ynodebemospermitírselo.
—Creoqueustedtienerazón—dijoSharp,conlaesperanzadequemejoraraelhumordesujefe.
—Esindudable—dijoHarranby—.Nosestádespistando.Unaprolongadapausa.Harranbytamborileóconlosdedossobreelescritorio.—Todoestonomegusta.Nosestamospasandodelistos.Atribuimosdemasiada
inteligenciaaestesujetoSimms.Debemossuponerqueenrealidadseproponedarelgolpe en Greenwich. Pero, en nombre de Dios, ¿qué demonios puede robar enGreenwich?
Sharpmeneólacabeza.Greenwicheraunpuertodemar,peronohabíacrecidotanvelozmentecomolospuertosmásimportantesdeInglaterra.Seloconocíasobretodopor suobservatorionaval, quemantenía lahora estándar—laHoraMediadeGreenwich—parausodelanavegación.
Harranbyempezóaabrirloscajonesdesuescritorio,yarevolverpapeles.—¿Dóndeestáesamalditacosa?—¿Qué,señor?—Elhorario,elhorario—dijoHarramby—.Ah,aquíestá—extrajounfolletito
impreso—.FerrocarrildeLondres&Greenwich…jueves…Ah, los jueves saleuntren de laTerminal del Puente deLondres en dirección aGreenwich, a las once yquincedelamañana.Bien,¿Quésugiereeso?
LosojosdeSharpbrillaronsúbitamente.—Nuestrohombrequierearmasparalasdiez,porquenecesitatiempoparallegar
alaestaciónyabordareltren.—Exactamente—dijo Harranby—. El razonamiento lógico demuestra que, en
efecto, piensa viajar aGreenwich el jueves.Y también sabemos que no puede serdespuésdeljueves.
Sharpdijo:—¿Yquémedicedelosrevólveres?Cincodeunavez.—Bien, veamos —dijo Harranby, comenzando a interesarse en el tema—
mediante un proceso de deducción podemos llegar a la conclusión de que sunecesidadde los revólvereseraauténtica,yque si aplazó la compraparaelúltimomomento —en apariencia una actitud muy sospechosa— ello responde a ciertasituación lógica.Podemospresumirvarias.Quizásusplanesparaobtener lasarmasapelando a otros medios se vieron frustrados. O bien considera tan peligrosa lacompradelosrevólveres—enlocualnoseequivoca;todossabenquepagamosbien
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lainformaciónacercadeloscompradoresdearmas—queaplazalaoperaciónhastaúltimomomento. Pueden existir otras razones acerca de las cuales nada sabemos.Perolarazónexactanoimporta.LoqueimportaesquenecesitaesosrevólveresparadesarrollarestaactividaddelictivaenGreenwich.
—Bravo—dijoSharp,congestoentusiasta.Harranbyledirigióunamiradahostil.—Noseaestúpido—dijo—,apenasestamosmejorquealcomienzo.Todavíano
hemosresueltoelproblemaprincipal.¿QuésepuederobarenGreenwich?Sharp no dijo nada. Se miró los pies. Oyó el raspado de un fósforo cuando
Harranbyencendióotrocigarrillo.—Notodoestáperdido—dijoHarranby—.Losprincipiosdelalógicadeductiva
aún pueden ayudarnos. Por ejemplo, el delito es probablemente un robo. Si se haplaneadodurantemuchosmeses, sindudadependedeuna situaciónestable, laquepuedepreverseconmesesdeanticipación.Noesunatracocasualyrepentino.
Sharpcontinuómirándoselospies.—No,nadadeeso—dijoHarranby—.Nosetratadeunhechocasual.Además,
podemos deducir que tan prolongado planeamiento persigue una meta de ciertamagnitud,unroboimportantequeaspiraaunresultadopocousual.Además,sabemosque nuestro hombre está acostumbrado a viajar por mar, y por lo tanto podemossospecharque sudelito tienealgoquever conelocéano,o conciertas actividadesportuarias. Por consiguiente, podemos limitar nuestra indagación a los elementosexistentesenlaciudaddeGreenwichqueconcuerdenconnuestra…
Sharptosió.Harranbylemiróconelceñofruncido.—¿Tienealgoquedecir?—Señor,sóloestabapensando—dijoSharp—quesisetratadeGreenwich,está
fuera de nuestra jurisdicción. Quizá deberíamos telegrafiar a la policía local paraprevenirla.
—Quizá, quizá. ¿Cuándo aprenderá a prescindir de esa palabra? Si tuviésemosque cablegrafiar a Greenwich, ¿qué le diríamos? ¿Eh? ¿Qué diríamos en nuestrocable?
—Sóloestabapensando…—Diosmío—dijoHarranby,poniéndosedepie—.¡Porsupuesto!¡Elcable!—¿Elcable?—Sí,naturalmente,elcable.AhoramismoelcableestáenGreenwich.—¿Serefierealcabletrasatlántico?—preguntóSharp.—En efecto —dijo Harranby, restregándose las manos—. Oh, encaja
perfectamente.¡Perfectamente!Sharp no terminaba de entender. Por supuesto, sabía que el cable telegráfico
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trasatlántico proyectado estaba fabricándose en Greenwich; el proyecto veníaejecutándose desde hacía más de un año, y constituía uno de los esfuerzostecnológicos contemporáneos más importantes. Ya se habían tendido cablessubmarinosenelcanaldelaMancha,paraenlazarInglaterraconelContinente.Peroeso era nada comparado con las dos mil quinientas millas de cable que estabanconstruyendoparaunirInglaterraconNuevaYork.
—Peroseguramente—dijoSharp—notienesentidorobaruncable…—Elcableno—dijoHarranby—.Lanóminadesueldosdelaempresa.¿Quiénes
son?Glass,Elliot&Company,oalgoporelestilo.Unproyectoenorme,ylanóminadebe concordar con la magnitud de la operación. Ese es el objetivo de nuestrohombre. Y si está tan apremiado por salir el jueves, es porque desea estar allí elviernes…
—¡Eldíadepago!—exclamóSharp.—Exactamente —dijo Harranby—. Completamente lógico Ahí tiene usted el
procesodededucciónllevadoasuconclusiónmáscabal.—Lefelicito—dijoSharpcautelosamente.—Una pequeñez —dijo Harranby. Todavía estaba muy excitado, y juntó las
manosenunfuerteapretón—.Oh,nuestroamigoSimmsesunhombreaudaz.Robarlanóminadepagosdelcable…¡Quégolpeaudaz!ylecogeremosconlasmanosenlamasa.Vamos,señorSharp.DebemosviajaraGreenwich,paraestudiarlasituaciónsobreelterreno.
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37Capítulo
MÁSFELICITACIONES
—¿Yentonces?—preguntóPierce.Miriamseencogiódehombros.Subieronaltren.—¿Cuántoseran?—Cuatro.—¿YabordaroneltrendeGreenwich?Miriamasintió.—Iban con mucha prisa. El jefe era un sujeto corpulento de bigotes, y su
subordinadoteníalacaracompletamenteafeitada.Habíaotrosdos,deuniformeazul.Piercesonrió.—Harranby—dijo—.Debesentirsemuyorgullosodesímismo.Quéhombretan
sagaz—sevolvióhaciaAgar—.¿Yusted?—ElgordoLewisestuvoenlatabernaArmasdelaRegenciapreguntandoporun
golpeenGreenwich.Dicequequiereparticipar.—¿Demodoquelanoticiacircula?—dijoPierce.Agarasintió.—Selohantragado—dijo.—¿Quiéndigoqueestáenelajo?—Porejemplo,PrimaveraJack.—¿Ysilosmiltonianosleencuentran?—dijoAgar.—Lodudo—dijoPierce.—Estáescondido,¿no?—Esocreo.—Entonces,lomenciono.—QueelgordoLewispague—dijoPierce—.Estainformaciónesvaliosa.Agarsonrió.—Leprometoquelesaldrácara.Agarsemarchó,yPiercequedósoloconMiriam.—Felicitaciones—dijolajoven,sonriendo—.Ahoranadapuedesalirmal.Piercesesentó.—Siemprehayalgoquepuedesalirmal—dijo,perotambiénsonreía.—¿Encuatrodías?—preguntóMiriam.
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—Inclusoenunahora.Tiempodespués,ensutestimonioanteeltribunal,Piercereconocióquesehabía
sorprendidoporquesuspalabrasenverdadfueronproféticas;enefecto,sesuscitarondificultadesenormes…yrespondieronalascausasmásinverosímiles.
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38Capítulo
UNAPRÁCTICACOMERCIALDESAPRENSIVA
Henry Mayhew, el gran observador, reformador y clasificador de la sociedadvictoriana, enumeró cierta vez los distintos tipos de delincuentes ingleses. La listaincluía cinco categorías principales, veinte subcategorías, y más de cien epígrafesdistintos.Desdeelpuntodevistadelhombremoderno, llama laatenciónqueen lalistanosemencioneloqueahoradenominamosel«delitodecuelloblanco».
Por supuesto, ese tipodedelitoexistíaentonces,yhuboejemplos flagrantesdeestafa, falsificación, asientos contables falsos, manipulación de bonos y otrasprácticas ilegales, reveladas amediados del siglo. En 1850 un empleado de ciertacompañíadeseguros,unhombre llamadoWalterWatts, fuedescubiertodespuésdehaber desfalcado más de 70.000 libras esterlinas, y se cometieron varios delitosmucho más graves: Leopold Redpath falsificó valores de la Gran CompañíaFerroviariadelNortepor150.000librasesterlinas,yBeaumontSmithfalsificóbonosdelTesoropor350.000librasesterlinas,paranocitarmásquedosejemplos.
Entonces, como ahora, el delito de cuello blanco representaba las sumas máselevadas, teníamenos probabilidades de ser descubierto, y se castigaba conmayorlenidad cuando se detenía a los malhechores. Pero de todos modos la lista dedelincuentespreparadaporMayhewignoraporcompletoestesectordeldelito.PuesMayhew, lomismo que lamayoría de sus contemporáneos, creía fielmente que elcrimeneraproductode«lasclasespeligrosas»,yqueelcomportamientodelictivoseoriginaba en la pobreza, la injusticia, la opresión y la falta de educación. Era casicuestión de definición: la persona que no pertenecía a la clase criminal no podíacometerundelito.Laspersonasdemejorposiciónsocialselimitabana«infringirlaley».Variosfactoresparticularesdelaactitudvictorianafrentealdelitocometidopormiembrosdelaclasealtacontribuíanaestacreencia.
En primer lugar, en una sociedad que había ingresado recientemente en elcapitalismo,conmillaresdenuevasempresas,aúnnosehabíanafirmadoclaramentelosprincipiosde lacontabilidadhonesta,yseatribuíaa losmétodoscontablesmásvariabilidadquehoy.Sinningúncargodeconciencia,unhombrepodía traspasar lafronteraqueseparabaeldesfalcodela«prácticacomercialdesaprensiva».
Segundo, el moderno guardián de todos los países capitalistas occidentales, esdecirelgobierno,nomostrabaentoncesnimuchomenos,unaactitudtanalerta.Los
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ingresospersonalesinferioresa150librasanualesnosegravabanconimpuestos,ylagranmayoríadelosciudadanosestabapordebajodeeselímite.Losquecontribuíanalerariosalíanbastantebienlibrados,juzgadosdeacuerdoconlasnormasmodernas,yaunquelagenteprotestabaapropósitodelcostodelgobierno,aúnnoseinsinuabalafrenéticaagitacióndelciudadanomodernopororganizarsusfinanzasdemodoqueevitasetodoloposiblelosimpuestos.(En1870,losimpuestosrepresentabanel9porciento del producto nacional bruto de Inglaterra; en 1961, representaron el 38 porciento).
Además, losVictorianosde todas lasclasesaceptabanensusmutuasrelacionesactitudesdeunarudezatalquehoynospareceríaintolerable.PorejemplocuandoSirJohnHall,elmédicojefedelejércitodeCrimea,quisodesembarazarsedeFlorenceNightingale, decidió matarla de hambre ordenando que se le suprimiera la raciónalimenticia. Todos consideraban corrientes estas maniobras perversas; MissNightingalehabíaprevistoelcaso,yllevabaconsigosuspropiasvituallas,einclusoLyttonStrachey,unhombreporciertopocobenévoloconlosVictorianos,desechaelincidenteconsiderándolosimplemente«unardid».
Siestoerasólounardid,esfácilcomprenderporquélosobservadoresdelaclasemedia se resistían a considerar «delitos»muchos tipos de fechorías; y cuantomáselevada era la posición acomodada de un individuo, más acentuada esta actitudrenuente.
UnejemplopropioeselcasodeSirJohnAlderstonysucajóndevino.ElcapitánJohnAlderstonfueordenadocaballerodespuésdeWaterloo,en1815,
y en los años siguientes se convirtió en Prospero londinense. Era uno de lospropietarios del Ferrocarril Sureste, desde la creación de la línea, y teníaconsiderables intereses financieros en varias minas de carbón de Newcastle. Deacuerdo con todas las versiones, era un caballero corpulento de hablar seco, quemantuvounportemilitar todasuvida,yproferíaórdenes tonantesdeunmodoqueparecíacadavezmásridículo,amedidaquesuabdomensedilatabaconelcorrerdelosaños.
Ei único vicio de Alderston era la pasión por los juegos de cartas, adquiridadurantesuserviciomilitar,ysuexcentricidadmásnotableeraquerehusabajugarpordinero, y prefería apostar artículos y pertenencias personales en lugar de efectivo.Segúnparece,erasumododeconsiderareljuegodecartascomounpasatiempodecaballeros, y no un vicio. La historia de su cajón de vino, que ocupa un lugar tandestacadoenelGranRobodelTrende1855,no fueconocidaantesde1914,unoscuarentaañosdespuésdelamuertedeAlderston.Enesemomento,lafamiliaencargóaunautorllamadoWilliamShawnlapreparacióndeunabiografíaoficial.Elpasajeencuestióndiceasí:
SirJohnmostrósiempreunsentidomuyagudodeldeber,ysólounavezlecreó
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esacualidaddificultadesdecarácterpersonal.Unmiembrodelafamiliarecuerdaqueciertanochevolvióalhogardespuésdeunapartida,yqueestabasumamenteagitado.Cuandoselepreguntólacausa,contestó:«Nopuedotolerarlo».
Nuevas preguntas permitieron aclarar que Sir John había estado jugando a lascartas con varios asociados, personas que también tenían participación en elferrocarril.EneljuegoSirJohnhabíaperdidouncajóndeMadeira,dedoceañosdeviejo,yseresistíaprofundamenteaperderelvino.PerohabíaprometidodepositarelcajóneneltrenaFolkestone,paraquefueseentregadoalganador,queresidíaenesaciudad costera, donde supervisaba la operación del ferrocarril en su terminal máslejana.
SirJohnrabióyprotestótresdías,condenandoalcaballeroquehabíaganado,yexpresando en voz alta su sospecha de que el hombre le había hecho trampa, y amedidaquepasabanlosdías,másseconvencíadeladoblezdelhombre,aunquenoteníapruebaalgunaenfavordeesacreencia.
Finalmente, ordenó a su criado que despachase el cajón de vino en el tren,depositándoloenel furgóndeequipajes conmuchasceremoniasygrannúmerodeformularios; en efecto el vino estaba asegurado contra pérdida o rotura durante elviaje.
Cuandoel tren llegóaFolkestone, sedescubrióqueel cajónestabavacío,y sepresumióquehabíanrobadoelpreciosolicor.Elhechosuscitónopocaconmociónenlosempleadosferroviarios.Elguardadelfurgónfuedespedido,ysemodificaronlosprocedimientos.SirJohnpagóalempleadoconlosfondosdelseguro.
Muchosañosdespués,confesóasufamiliaquehabíacargadoeneltrenuncajónvacío,puessegúndijonopodíasoportarlapérdidadesupreciosoMadeira.Perosesentíaabrumadopor laculpa, sobre todoen relaciónconelempleadodespedido,aquien envió durante muchos años un estipendio anual anónimo, con lo cual endefinitivalasumapagadasuperóconsiderablementeelvalordelvino.
Pero hasta el último minuto no sintió ningún remordimiento por su acreedor,cierto John Banks. Por lo contrario, en los últimos días de su existencia terrenal,cuandoyacíaensulechoacometidoporeldelirioylafiebre,seleoyódecirvariasveces: «Ese maldito Banks no es un caballero, y que me cuelguen si le doy miMadeira,¿meoyen?».
El señor Banks había muerto varios años antes. Afírmase que muchos de loscolaboradoresmásestrechosdeSirJohnsospecharonqueélhabíatenidoalgoqueverenlamisteriosadesaparicióndelvino,peronadieseatrevióaacusarlo.Encambio,seintrodujeron ciertos cambios en los procedimientos de seguridad del ferrocarril (enparte a petición de la compañía de1 seguros).Y cuando poco después robaron delferrocarriluncargamentodeoro,todosolvidaronelasuntodelcajóndevinodeSirJohn,exceptoelpropio interesado,pues suconciencia leatormentóhastaelúltimo
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minuto.Taleralafuerzadelcarácterdeestegranhombre.
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39Capítulo
ALGUNASDIFICULTADESDEÚLTIMAHORA
Enlanochedel21demayo,pocashorasantesdelrobo,PiercecenóconsuamanteMiriamenlacasadeMayfair.
Poco antes de las nueve ymedia de la noche, la cena fue interrumpida por larepentina llegada de Agar, que parecía muy nervioso. Entró bruscamente en elcomedor,sindisculparseporlasúbitairrupción.
—¿Quépasa?—preguntóPierceserenamente.—Burgess—dijoAgar,sinaliento—.Burgess:Estáabajo.Piercefruncióelceño.—¿Lehatraídoaquí?—Eranecesario—dijoAgar—.Espereasaberloquehaocurrido.Pierce se apartó de lamesa y bajó al salón. Burgess estaba de pie, estrujando
incesantementesugorraazul.ParecíatannerviosocomoAgar.—¿Quépasa?—preguntóPierce.—Lacompañía—dijoBurgess—.Lohancambiado todo,y justohoy…lohan
cambiadotodo.—¿Quéhancambiado?—dijoPierce.Burgesshablódesordenadamente:—Meenteréestamañana,fuiatrabajarcomosiemprealassieteenpunto,yenel
furgónhabíauncerrajero,martillandoygolpeando.Ytambiénunherrero,yalgunoscaballeroslosmirabantrabajar.Yentoncesdescubroqueloestabancambiandotodo,precisamentehoy,absolutamentetodo.Quierodecir,elsistemadelfurgón,laformadetrabajo,todocambiado,yyonosabía…
—¿Enquéconsisten,exactamente,loscambios?—preguntóPierce.Burgesstomóaliento.—Elsistema—dijo—.Elmododehacerlascosas,todoesdistinto.Piercefruncióelceño,impaciente.—Dígamequéhacambiado—dijo.Burgessapretólagorra,hastaquelosnudillospalidecieron.—Primero, tienen un nuevo guardia, ha empezado hoy… un individuo nuevo,
joven.—¿Viajaconustedenelfurgón?
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—No,señor—dijoBurgess—.Trabajasolamenteenlaplataformadelaestación.Vigilalaestación,sí.
PiercedirigióunamiradaaAgar.Pocoimportabaquehubiesemásguardiasenlaplataforma.Paraelcasopodíandestacarunregimiento,siasílodeseaban.
—¿Yqué?—dijo.—Bueno,estálanuevanorma,¿comprende?—¿Quénorma?—Solamente yo puedo viajar en el furgón —explicó Burgess—. Es la nueva
regla,yesetiponuevolahacecumplir.—Comprendo—dijoPierce—.Eseerauncambioimportante.—Haymás—dijoAgarconairesombrío.—¿Sí?Burgessasintió.—Han puesto una cerradura nueva en la puerta del furgón. Por fuera. Ahora,
cierranenlaterminal,yabrenenFolkestone.—Maldición—exclamóPierce.Comenzóapasearsepor lahabitación—.¿Yen
lasrestantesparadas?EltrensedetieneenRedhill,yen…—Han cambiado eso —informó Burgess—. El furgón no se abre hasta
Folkestone.Piercecontinuócaminando.—¿Porquéhanmodificadolarutina?—Por lo que ocurrió en el rápido de la tarde —explicó Burgess—. Hay dos
rápidos,unoporlamañanayotroporlatarde.Parecequelasemanapasadarobaronenel trende la tarde.Robaronunobjetovaliosoauncaballero…Unvinoraro,oídecir.Bueno,reclamóalacompañía.Despidieronalguarda,ysearmóunescándalo.El jefe de estación en persona me llamó esta mañana, y me echó un discurso,advirtiéndomedeestoyaquello.Porpocomemandadetener.Yeltiponuevodelaplataformaeselsobrinodeljefedeestación.Esquiencierraelcandadoenlaestacióncentral,antesdelasalida.
—Vinosraros—dijoPierce—.Diossanto,vinosraros.¿PodemosponeraAgarenunbaúl?
Burgessmeneólacabeza.—No,sihacenlomismoquehoy.Estesobrino,sellamaMcPherson,esescocés,
yponetodaelalmaenel trabajo.Seguramentenecesitaelempleo,esteMcPhersonobliga a los pasajeros a abrir los baúles o los bultos que pueden contener a unhombre.Yodiríaquehacausadobastantedesorden.Un tipovoluntarioso.Sabe, esnuevoeneltrabajo,yquierehacerméritos,demodoqueasíestánlascosas.
—¿PodemosdistraerleeintroduciraAgarmientrasnomira?—¿Mientrasnomira?Nuncadejademirar.Pareceunaratahambrientafrentea
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unpedazodequeso,miraatodaspartes.Ycuandoyahancargadotodoelequipaje,sube al furgón, y mete la nariz en todos los rincones, no sea que haya alguienescondido.Despuéssale,ycierraelcandado.
Pierceextrajosurelojdelbolsillodelchaleco.Eranlasdiezdelanoche.Teníandiezhorasantesdequeel trenaFolkestonepartiese,a lamañanasiguiente.PiercepodíaimaginarunadocenademodosastutosdeintroduciraAgarbajolasnaricesdeunescocésalerta,peronadaquepudiesearreglarseenseguida.
Agar,cuyorostroeralaimagenmismadeladesesperanza,seguramentepensabalomismo.
—Bueno,¿lodejamosparaelmespróximo?—No—dijoPierce.Pasó inmediatamentealproblema siguiente—.Veamosese
candado que han instalado en la puerta del furgón… ¿puede manipularse desdeadentro?
Burgessmeneólacabeza.—Elcandadoasegurauncerrojoquecaesobreunatraba,porfuera.Piercecontinuabapaseándose.—¿Podría abrirse esunade lasparadas—porejemplo,Redhill—ycerrarlode
nuevoenTonbridge,unasestacionesmáslejos?—Es un riesgo —dijo Burgess—. Es un candado grande, como un puño, y
podríanverlo.Pierce continuó paseándose. Durante largo rato el ruido de sus pasos sobre la
alfombra y el tic tac del reloj en la chimenea fueron los únicos sonidos en lahabitación.AgaryBurgesslomiraban.Finalmente,Piercedijo:
—Silapuertadelfurgónestáclausurada,¿cómopuederenovarseelaire?Unpococonfuso,Burgessdijo:—Oh,haysuficienteaire.El furgónestámalconstruido,ycuandoel tren toma
velocidad, el viento silba por las grietas y las junturas, hasta que me zumban losoídos.
—Quiero decir —insistió Pierce—, ¿hay algún aparato de ventilación en elfurgón?
—Bueno,estánlosventanillosdeltecho…—¿Quéson?—preguntóPierce.—¿Losventanillos?Puesventanillos…bueno,adecirverdad,nosonventanillos
auténticos, porque no tienen goznes.Muchas veces quisiera que fuesen ventanillosauténticos, quiero decir que tuviesen goznes, y más cuando llueve, se forma uncharcofríoadentro,leaseguroque…
—¿Quéesunventanillo?—interrumpióPierce—.Eltiempoapremia.—¿Unventanillo?Unacosaparecidaaunatrampilla.Esunapuertacongoznes
en el techo, y dentro una barra para abrirla o cerrarla.A veces, los ventanillos—
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quiero decir, los verdaderos— se ponen por pares en cada vagón, mirando endireccionescontrarias.Así,unoestásiemprecontraelviento.Enotrosvagones,losdosventanillosmiranhaciaelmismolado,peroesunamolestiaenloscobertizosdedepósito,sabe,porquesignificaquedebeagregarseelvagónconlosventanilloshaciaatrás,y…
—¿Demodoquesufurgóntienedosventanillos?—Sí, así es—dijo Burgess—, pero no son de los verdaderos, porque siempre
estánabiertos,sabe,notienengoznes,ycuandolluevemeempapo…—¿Losventanillosdandirectamentealinteriordelfurgón?—Enefectovandirectoabajo—Burgesshizounapausa—.Perosipiensameter
unhombreporahí,quíteselaideadelacabeza.Tienenelanchodeunamano,y…—No pensaba en eso —dijo Pierce—. Ahora, ¿dice usted que hay dos
ventanillos?¿Dóndeestán?—Comoyalehedicho,eneltecho,enmedio,y…—¿Dónde, en relación con la longitud del vagón?—dijo Pierce. Su continuo
desplazamiento, y su actitud brusca e irritable desconcertaban completamente aBurgess,queestabanerviosoyalmismotiempodeseabaserútil.
—Dónde…enrelación…—suvozseapagó.Agardijo:—Noséloqueestápensando,peromeduelelarodilla—laizquierda—yesoes
siempremalaseñal.Creoqueporahoradebemosdejarelasunto.—Cállese —dijo Pierce, en un súbito acceso de cólera que indujo a Agar a
retrocederunpaso.PiercesevolvióhaciaBurgess—:Escuchemipregunta—dijo—,siustedmiraelvagóndesdeunlado,pareceunacaja,unacajamuygrande,ysobrelapartesuperiordeesacajaestánlosventanillos.Bien.¿Dóndeestánexactamente?
—Nodondedeberían,queDiosmeasista—dijoBurgess—.Unventanillodebeestarenelextremodelvagón,unoencadaextremo,demodoqueelairepasedeunextremoalotro,deunventanilloalsiguiente.Eseeselmejormodode…
—¿Dóndeestánlosventanillosdesufurgón?—dijoPierce,volviendoamirarelreloj—.Esloúnicoquemeinteresa.
—Ahí está el problema —dijo Burgess—. Están cerca del centro, separadosapenasportrespasos,ynotienengoznes.Demodoquecuandollueveentraelagua,directoalcentrodelfurgón,yseformaungrancharco,exactamenteenelcentro.
—¿Dicequelosventanillosestánseparadosunostrespasos?—Tres o cuatro, más o menos —dijo Burgess—. Nunca me he ocupado de
averiguarlo,peroleaseguroqueodioesascosas,y…—Muybien—dijoPierce—,mehadicholoquenecesitabasaber.—Mealegro—dijoBurgess,conunaespeciedesentimientodeconfusoalivio—,
peroleaseguroqueniunhombreniunchicopuedenpasarporeseagujero,yunavez
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encerrados…PierceleinterrumpióconungestodelamanoysevolvióhaciaAgar.—Esecandadodelapuerta,¿serámuydifícil?—No sé—dijoAgar—, pero los candados no suelen ser problema. Los hacen
fuertes,peroacausadesutamañotienensegurosgruesos.Algunoshombrespuedenmoverlosconelmeñique,yabrirlosenuninstante.
—¿Yopodría?—preguntóPierce.Agarlemiró.—Esbastantefácil,peroquizátardeunpardeminutos—fruncióelceño—.Pero
yahaoídoloquehadicho,nopodráhacerloenunadelasparadas,asíque…PiercesevolvióhaciaBurgess.—¿Cuántosvagonesdesegundaclasehayeneltrendelamañana?—Noloséseguro.Avecesseis,sietelosfinesdesemana.Algunosdías,enmitad
de semana ponen cinco, pero últimamente son seis. Ahora bien, en primera clasehay…
—Nomeinteresalaprimeraclase—dijoPierce.Burgess guardó silencio, totalmente confundido. Pierce miró a Agar; Agar
adivinó.Elcerrajeromeneólacabeza.—MadredeDios—dijoAgar—,estáloco,totalmenteloco,comoqueyorespiro.
¿Qué se cree? ¿Qué es el señor Coolidge? —Coolidge era un montañero muyconocido.
—Séquiénsoy—dijosecamentePierce.SevolvióhaciaBurgess,cuyaconfusiónsehabíaacentuadoconstantementedurantelosúltimosminutos,demodoqueahoraestaba casi rígido, el rostro vacío e inexpresivo, incapaz incluso de manifestardesconcierto.
—¿Demodoquese llamaCoolidge?—preguntóBurgess—.UsteddijoqueeraSimms…
—Me llamo Simms —dijo Pierce—. Nuestro amigo está bromeando. Ahora,vuelvaacasa,duermaymañanavayaatrabajarcomosiempre.Compórtesecomodecostumbre,noimportaquéocurra.Cumplasustareashabituales,ynosepreocupedenada.
BurgessmiróaAgar,yluegodenuevoaPierce.—Entonces,¿serámañana?—Sí—dijoPierce—.Ahora,vuelvaacasayduerma.Cuandolosdoshombresestuvieronsolos,Agarestallóenunarrebatodeangustia
ydefuria.—Quemecuelguensiseguiréhablandodelasunto.Lodemañananoesunjuego
deniños.¿Estáclaro?—Agaralzólasmanos—.Ledigoqueno,esimposible.Elmespróximopuedeser.
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Piercepermanecióensilenciounmomento.—Heesperadounaño—dijoalfin—yserámañana.—Estáobcecado—dijoAgar—,loquedicenotienesentido.—Puedehacerse—insistióPierce.—¿Hacerse?—explotó otra vez Agar—. ¿Cómo?Mire, sé que usted es hábil,
peroyonosoyningúnidiota,ynomeengatusa.Estoseterminó.Esunalástimaquerobaran el vino, pero así son las cosas, y tenemos que aceptarlas—tenía el rostrocongestionadoyestabafrenético;movíalosbrazosdominadoporlaagitación.
Encambio,Pierceparecía extrañamente sereno.Susojos examinaron serenos aAgar.
—Hayunmodo—dijoPierce.—Como que Dios es mi testigo, ¿cuál?—Agar miró a Pierce, que se dirigió
tranquilamenteaunaalacenaysirviódosvasosdecoñac—.Nomeharábebertantoquemeconfundalasideas—dijo—.Vamos,lacosaestábienclara.
Agarlevantóunamanoyfueseñalandolospuntosconlosdedos.—Dijoquedeboviajarenelfurgón.Peronopuedoentrar…esabestiadeescocés
vigilalapuerta.Ustedmismolohaoído.Muybien:supongamosqueustedconsiguemetermeahí.Sigamos.
Bajóotrodedo.—Ahora,estoyenelfurgón.Elescocéscierraelcandadodesdefuera.Noconsigo
tocarelcandado,demodoqueaunqueabra lascajas,nopuedosacareloro.Estoybienencerrado,hastallegaraFolkestone.
—Amenos que yo le abra la puerta—dijo Pierce. Entregó aAgar el vaso decoñac.
Agarsebebióellicordeunsolotrago.—Sí, una hermosa solución. Usted recorre todos esos vagones, caminando
despacitosobrelostechos,ybajacomoelseñorCoolidgeporelcostadodelfurgón,paraabrirelcandadoydejarmesalir.¡Perfecto,deverasselodigo!
Pierceleinterrumpió.—ConozcoalseñorCoolidge.Agarseextrañó.—¿Deveras?—LoconocíenelContinenteelañopasado.EstuveconélenSuiza.Escalamos
conéltrespicosyaprendítodoloquesabe.Agar se quedó sin habla.Miró a Pierce, procurando descubrir algún indicio de
engaño en el rostro del ladrón. El montañismo era un deporte nuevo, que habíacomenzado a difundirse apenas tres o cuatro años antes, pero había atraído laatención popular; y los más notables profesionales ingleses, por ejemplo A. E.Coolidge,habíanalcanzadolafama.
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—¿Deveras?—preguntódenuevoAgar.—Tengolascuerdasylosganchosenelarmario—aseguróPierce—.Enserio.—Tomaréotracopa—anuncióAgar,entregándoleelvasovacío.Piercelollenó
inmediatamente,yAgarbebióellicor.—Bien —dijo—. Supongamos que puede abrir el candado, colgando de una
cuerda,yabrirelfurgón,ycerrarotravezsinquenadielevea.¿Cómoconsigoentrar,coneseescocésquetodolove?
—Hayunmodo—dijoPierce—.Noesagradable,peropuedehacerse.Agarnoparecióconvencido.—Digamosqueustedmemeteenunbaúl.Élloabreymeve,yahíestoy.¿Qué
pasa?—Mepropongoqueabraylovea—dijoPierce.—¿Sepropone?—Esomismo,ylacosafuncionará,siustedpuedesoportarunpocodeolor.—¿Quéclasedeolor?—Elolordeunperrooungatomuerto—dijoPierce—.Muertohacevariosdías.
¿Puedeconseguirlo?Agardijo:—Lejuroquenoentiendo.Ayúdemeconunaodoscopasmás—yextendiósu
vaso.—Basta ya —dijo Pierce—. Tenemos que trabajar. Vaya a su alojamiento y
vuelvaconsumejortraje,elmáselegante,yrápido.Agarsuspiró.—Vaya—dijoPierce—.Yconfíeenmí.UnavezqueAgarsemarchó,mandóllamaraBarlow,sucochero.—¿Tenemoscuerdas?—dijoPierce.—¿Cuerdas,señor?¿Quieredecircuerdasdecáñamo?—Exactamente.¿Tenemosalgunaencasa?—No,señor.¿Lesirveunadecuero?—No—dijoPierce.Pensóunmomento.—Ateelcaballoalcoche,yprepárese
paratrabajar.Tenemosqueconseguiralgunosartículos.Barlow asintió y salió. Pierce regresó al comedor, donde le esperaba Miriam,
pacienteyserena.—¿Hayproblemas?—preguntólajoven.—Nadairreparable—dijoPierce—.¿Tienesunvestidonegro?Merefieroauna
prendabarata,delasquepodríausarunadoncella.—Creoquesí.—Bien —dijo Pierce—. Prepárala, pues tendrás que usarla mañana por la
mañana.
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—¿Paraqué?—preguntólajoven.Piercesonrió.—Parademostrarturespetoalmuerto—dijo.
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40Capítulo
FALSAALARMA
En la mañana del 22 de mayo, cuando el guarda escocés McPherson llegó a laplataforma de la Estación del Puente de Londres para comenzar su día de trabajo,presenció un espectáculo inesperado. Frente al furgón de equipajes del tren aFolkestone había una mujer vestida de negro—según las apariencias, una criada,aunquebastantebella,sollozandodelmodomásdesgarrador—.
No era difícil descubrir la causa de su aflicción, pues cerca de la pobre joven,sobreuna carretilla plana, sedivisabaun sencillo ataúddemadera.Aunque eraunobjeto barato y sin adornos, el féretro tenía varios agujeros de ventilación a loscostados.Ysobre la tapa seveíaunaespeciedecampanarioenminiatura, conunacampanilla,yunacuerdaquebajabadesdeéstayatravesabaunorificioparaperderseenelinteriordelataúd.
Aunque el espectáculo era inesperado, de ningún modo constituía una escenamisteriosaparaMcPherson—oentodocasoparacualquierVictorianodelaépoca—.Tampocolesorprendió,amedidaqueseacercóalataúd,elolornauseabundodeunavanzadoprocesodedescomposición,quebrotabade losorificiosdeventilación,yque sugería que el actual ocupante del cajón estaba muerto desde hacía tiempo.Tambiénesoeraperfectamentecomprensible.
EnelcursodelsigloXIXsesuscitótantoenInglaterracomoenEstadosUnidosunapreocupaciónmuyparticularantelaideadeunentierroprematuro.TodoloquerestadeestaextrañainquietudeslamacabraliteraturadeEdgarAllanPoeyotros,enlacualdistintasformasdeentierroprematuroconstituyenunmotivofrecuente.Paraelconceptomoderno,setratadeunaactitudexageradayfantasiosa.AhoranosparecedifíciladmitirqueparalosVictorianoselentierroprematuroerauntemorauténticoypalpable,compartidoporcasitodoslosmiembrosdelasociedad,desdeeltrabajadormássupersticiosohastaelprofesionalmejoreducado.
Tampoco puede afirmarse que este difundido temor fuese una obsesiónsimplemente neurótica. Todo lo contrario. Muchas pruebas inducían al hombrerazonable a creer en la existencia de las inhumaciones prematuras, y en queacontecimientotanhorriblesólosepreveníagraciasaalgúnhechofortuito.Uncasoocurrido en 1853 en Gales, relacionado con un niño de diez años aparentementeahogado, mereció amplia publicidad. «Mientras el ataúd descansaba en la tumba
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abierta, y comenzaban a cubrirlo con las primeras paladas de tierra, de su interiorsurgieronruidosygolpesespantosos.Lossepulturerosinterrumpieronsutrabajo,yseordenó abrir el ataúd, y entonces apareció el niño, y llamó a sus padres. Pero elmismoniñohabíasidodeclaradomuertomuchashorasantes,yelmédicohabíadichoquenorespirabaniteníapulso,ylapielestabafríaygris.Cuandovioasuhijo, lamadresufrióunprofundodesmayoynoreaccionóduranteciertotiempo».
La mayoría de los casos de entierro prematuro tenían que ver con víctimasahogadas,oelectrocutadas,perohabíaotroscasosenlosqueunapersonapodíacaerenunestadode«muerteaparenteoanimaciónsuspendida».
En realidad, la determinación del momento en que una persona estaba muertasuscitaba muchas dudas —como volvería a ocurrir un siglo después, cuando losmédicostuviesenqueenfrentarseconlaéticadeltrasplantedeórganos—.Perovalelapenarecordarquelosmédicosnoadvirtieronqueelparocardíacoeratotalmentereversible hasta 1950; y en 1850 había muchos motivos para mostrarse escépticoacercadelahabilidaddecualquierindicadordelfallecimiento.
LosVictorianos resolvíandedosmodosesa incertidumbreLaprimeraconsistíaenaplazarelentierrodurantevanosdías—noerararoquesedemoraseunasemana—alaesperadelainequívocapruebaolfativadequeelseramadohabíaabandonadoestemundo.Ciertamente, la inclinaciónvictorianaaaplazarelentierroalcanzabaaveceslímitesextremos.En1852,cuandofallecióelduquedeWellington,sesuscitóundebatepúblicoacercadelmododeorganizarelfuneral;yelDuquedeHierrotuvoque esperar que se resolvieran las discrepancias, de modo que en definitiva se lesepultómásdedosmesesdespuésdesumuerte.
El segundométodopara evitar el entierroprematuro tenía carácter tecnológico;losVictorianos idearonuna complicada serie de artefactosde avisoy señalización,con el fin de permitir que la persona fallecida indicase que había resucitado. Seenterraba aun individuo adinerado conun largo tubodehierroque comunicaba elataúdconelniveldelsuelo,ysedejabaaunservidordeconfianzaquepermanecieseen el cementerio, día y noche, durante un mes o más, no fuese que el fallecidodespertara súbitamente y comenzase a pedir auxilio. Las personas depositadas alnivel del suelo, en panteones familiares, a menudo ocupaban ataúdes patentados,equipadosconresortes,yconuncomplejolaberintodecablesunidosalosbrazosylaspiernas,demodoqueelmáspequeñomovimientodelcuerpodeterminabaqueseabrieralatapadelféretro.Muchoscreíanqueestemétodoerapreferibleacualquierotro, pues se pensaba que los individuos retornaban a menudo del estado deanimaciónsuspendidaencondicionesdeparálisisparcialodemudez.
Elhechodequeestosataúdesde resorte seabriesenmesesoaunañosdespués(sindudacomoresultadodeunavibraciónexterna,odeldeteriorodelmecanismo)acentuaba sencillamente la incertidumbre general acerca del tiempo en que una
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personapodíaestarmuertaantesdevolveralavida,aunquefueseporunmomento.Lamayoríade lossistemasdeavisoerancostosos,yestabanalalcancesólode
lasclasesadineradas.Lagentepobreadoptabalaprácticamássencilladeenterraralosparientesconalgúnelemento—unabarradehierro,ounapala—basándoseenelsupuestomásomenosimprecisodequesirevivíanpodríansalirdelaprietograciasasuspropiosesfuerzos.
Era evidente que existía unmercado propicio para un sistema de alarma pococostoso,y en1852GeorgeBateson solicitóyobtuvounapatenteparaelArtefactoResucitador Bateson, descrito como «un mecanismo sumamente económico,ingeniosoydignodeconfianza,superioracualquierotrométodo,ycapazdellevarpazespiritualalosseresqueridosentodoslosmomentosdelavida.Fabricadoconlos mejores materiales». Y un comentario adicional: «Un instrumento de probadaeficaciaeninnumerablescasosnacionalesyextranjeros».
El«campanariodeBateson»,comosolíallamársele,eraunasimplecampanilladehierroinstaladasobrelatapadelataúd,alaalturadelacabezadelmuerto,yestabaconectada por una cuerda o un cable, que atravesaba el féretro, a la mano de lapersona fallecida, «de modo que el más mínimo movimiento da directamente laalarma». Los campanarios de Bateson conquistaron inmediata popularidad, y enpocos años una proporción importante de ataúdes tenía esas campanillas. Duranteeste período solamente enLondresmorían diariamente tresmil personas, demodoquelaempresadeBatesontrabajabaintensamente;ysupropietariollegóasermuyprontounhombreadinerado,ytambiénrespetado:en1859lareinaVictorialeotorgóuntítulodenoblezaenreconocimientodesusesfuerzos.
Como una especie de extraño colofón de esta historia, diremos que el propioBatesonvivíadominadoporelterrormortaldequeleenterrasenvivo,yasíordenóasu taller que fabricara sistemas de alarma cada vez más complejos, que debíaninstalarse en supropio ataúddespuésde sumuerte.Hacia1867 lapreocupación ledesequilibró,yredactóunnuevotestamento,ordenandoalafamiliaqueleincinerasedespués de su fallecimiento. Pero como sospechaba que no se cumplirían susinstrucciones,enlaprimaverade1868serocióconaceitedelinoensupropiotaller,sepegófuegoymurióenesteactodeautoinmolación.
Enlamañanadel22demayo,McPhersonteníapreocupacionesmásimportantesque la criada llorosa y el ataúd con su campanilla, porque ese día llegaba elcargamentodeorodeHuddleston&Bradford,ydeunmomentoaotrohabríaquecargarloenelfurgón.
PorlapuertaabiertadelfurgónvioaBurgess.McPhersonlesaludóconlamano,yBurgess respondió conungestonerviosoyun tanto reservado.McPherson sabíaque su tío, el jefe de estación había hablado seriamente a Burgess el día anterior;seguramente Burgess estaba inquieto por su empleo, sobre todo en vista de que
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habían despedido a uno de los guardas. McPherson supuso que ello explicaba elnerviosismodeBurgess.
O quizá se trataba de lamujer que sollozaba.No sería la Primera vez que laslamentacionesfemeninasdesconcertabanaunhombre.McPhersonsevolvióhacialajovenyleofreciósupañuelo.
—Vamos, señorita—dijo—.Vamos, cálmese…—olió el aire.Estaba cercadelataúd,yadvirtióquelaemanaciónquesedesprendíadelosorificiosdeventilacióneraatroz.Peroelhedornoleabrumótantoquedejaradeobservarquela joveneraatractiva,inclusoensuaflicción—.Vamos,cálmese—repitió.
—Oh,porfavor,señor—exclamóla jovenaceptandoelpañueloy llevándoloalosojos—.Oh,seloruego,¿puedeayudarme?Esehombreesunabestiainsensible.
—¿Aquiénserefiere?—preguntóMcPherson,enunarranquedeindignación.—Oh,señor,elguardadelfurgón.Nomepermitesubiramiqueridohermano,y
dicequetienequeesperaralotroguarda.Oh,quedesgraciadasoy—dijo,yvolvióasollozarruidosamente.
—Cómo,¿esecanallacruelnolepermitesubirelataúddesuhermano?Entresollozosyquejidos,lajovendijoalgoacercadelasnormas.—¿Lasnormas?—dijoMcPherson—.Yoafirmoquealdemonioconlasnormas
—vioelsenoagitadodelajovenysucinturaestrechaygrácil.—Porfavor,señor,dicequeelotroguarda…—Señorita—dijoel escocés—,yo soyelotroguarda,ymeocuparédeque su
queridohermanovayainmediatamentealfurgón.Nohagacasodeesematón.—Oh, señor, estoy en deuda con usted—dijo la joven, logrando sonreír entre
lágrimas.McPhersonsesintióabrumado:erajoven,laprimaveraflorecía,lamuchachaera
bonita,yprontoestaríaendeudaconél.Enuninstanteexperimentolamásprofundacompasióny lamáshonda ternuraanteeldolorde la joven.En resumen, se sentíaagobiadoporlossentimientosdelmomento.
—Espere un instante—prometió, y se volvió para reprender aBurgess, que seatenía a las reglas de unmodo implacable y excesivo. Pero antes de que pudieseexpresarsuopinión,aparecióelprimerodelosguardiasarmados,deuniformesgris,delBancoHuddleston&Bradford,trayendoelcargamentodeoroporlaplataforma.
Laoperaciónserealizóconabsolutaprecisión.Primero,dosguardiasavanzaronporlaplataforma,subieronalfurgónyrealizaronunarápidainspeccióndelinterior.Luego, llegaron ocho guardias más, en ordenada formación alrededor de doscarretillas,cadaunaempujadaporvariosmozosquegruñíany—sudaban—ycadaunaconaltaspilasdecajasrectangularesselladas.
Delfurgónsebajóunarampa,ylospeonesunieronsusfuerzasparaintroducirenel furgónprimerounade las carretillas, y después la otra, acercándolas a las cajas
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fuertes.Luegounfuncionariodelbanco,unindividuoatildadoconairedeautoridad,apareciócondosllavesenlamano.Pocodespuésllegóeljefedeestación—eltíodeMcPherson—,conunsegundopardellaves.Losdoshombresintrodujeronlasllavesenlascajasylasabrieron.
Los recipientes con el oro fueron depositados en las cajas, y se cerraron laspuertasconunpoderososonidometálicoqueseprolongóenel interiordel furgón.Lasllavesgiraronenlascerraduras,yasíconcluyólaoperación.
Elhombredelbancoguardósus llavesy semarchó.McPhersonsemetióenelbolsillosusdosllaves,yseacercóalsobrino.
—Prestamuchaatenciónestamañana—dijo—.Abrecualquierbultoquepuedaconteneraunhombre,sinexcepción—olióelaire—.¿Dedóndevieneestapeste?
McPhersonhizoungestoporsobreelhombroendirecciónalajovenyelataúd,apocospasosdedistancia.Formabanunespectáculolamentable,peroeltíofruncióelceñosinrastrodecompasión.
—Saleconestetren,¿noesasí?—Sí,tío.—Ordenaqueloabran—dijoeljefedeestación,ysevolvió.Eljefedeestaciónsedetuvo.—Pero, tío…—empezó a decir McPherson, temeroso de perder el favor que
habíaconquistadoconlajovensiinsistíaenunacosasemejante.—¿Notienesestómagoparahacerlo?Caramba,eresdelicado—examinóelrostro
doloridodel joven, interpretandomalsudesconcierto—.Muybien.Estoy tancercade la muerte que no me intimida. Me ocuparé yo mismo—y el jefe de estaciónavanzóhacialajovenllorosayelataúd.McPhersonlossiguiódemalagana.
Yenesemomentooyeronunsonidoelectrizanteyespectral;elcampanilleodelartefactopatentadodelseñorBateson.
En su testimonio ante el tribunal, Pierce explicó la psicología del plan. «Unguarda está al acecho de ciertas situaciones que le parecen sospechosas, y que loencuentran preparado. Yo sabía que el guarda del ferrocarril sospechaba que seorganizaría algo para introducir a una persona viva en el furgón. Ahora bien, unguardaalertasabequeunataúdpuedecontenerfácilmenteuncuerpo;perosospechamenos,porquelepareceunrecursomuymediocre.Esdemasiadoevidente».
»Sinembargo,probablementesepreguntarásielcuerpoestárealmentemuerto,ysiesunhombreescrupulosoexigiráqueseabraelataúd,ydedicaráunmomentoarealizar un examen completo del cuerpo, para comprobar si estámuerto. Quizá letomeelpulso,overifiquelatemperaturadelapiel,oleclaveunalfileraquíoallá.Yningúnservivopuedesoportareseexamensindelatarse.
»Peroquédiferentees lasituaciónsi todoscreenqueelcuerponoestámuerto,sinovivo,yqueselepusoenelataúdporerror.Enestecaso,todoslossentimientos
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se invierten. En lugar de sospecha, se alimenta la esperanza de que el cuerpo estévivo. En lugar de abrir respetuosa y solemnemente el féretro, hay una agitaciónfrenéticaparaliberarlo,ytodoslosparientescolaborandebuenagana,pruebaciertadequenohaynadaqueocultar.
»Y luego, cuando se levanta la tapa y aparecen los restos descompuestos, quédistintalarespuestadelosespectadores.Susdesesperadasesperanzassefrustranenuninstante;laverdadcruelyespectralsemanifiestadeinmediato,ynojustificaunainvestigaciónprolongada.Losparientessesientenamargamentedecepcionadosysonpresadeldolor.Rápidamentesedevuelvelatapaasulugar—ytodoporquesehaninvertido las expectativas—. Así es la naturaleza humana, evidente en todos losindividuoscomunes».
Alsonidodelacampanilla,quevibróunasolavez,ybrevemente,lajovenllorosapegó un alarido. En elmismo instante, el jefe de estación y su sobrino echaron acorrer,salvandorápidamentelacortadistanciaquelosseparabadelataúd.
Lajovenyaseencontrabaenunestadodeprofundahisteria,clavandolasuñasenlatapadelataúd,sinadvertirquesusesfuerzoseraninútiles.
—Oh,queridohermano…oh.Richard,queridoRichard…oh,Diosmío,vive…—arañabalasuperficiedemadera,ysusmovimientosbalanceabanelataúd,demodoquelacampanillatocabaconstantemente.
El jefe de estación y su sobrino percibieron instantáneamente la frenéticaansiedadde la joven,peropudieronactuarconmáscriterio.La tapaestabacerradaconuna seriede aldabasdemetal, y las abrieronuna trasotra.En la situacióndelmomento,parecequeaningunodelosdoshombresseleocurrióqueeseataúdteníamásaldabasquelousual.
Yciertamente,latareadeabrirloseprolongóporquelapobreniña,ensudolor,consupropiaagitaciónestorbabalosesfuerzosdeloshombres.
En pocos instantes los hombres estaban trabajando con febril intensidad. Y lajovennocesabadegritar:
—¡Oh,Richard!Diosmío, apresúrense, está vivo…por favor,Diosmío, vive,alabadoseaDios…—ymientrastanto,lacampanillasonabaporelmovimientodelataúd.
Laconmociónatrajoamuchagente,quesemantuvoapocospasosdedistancia,mirandoelextrañoespectáculo.
—Oh, dense prisa, no sea que lleguemos tarde —exclamaba la joven, y loshombrestrabajabanfrenéticamenteconlasaldabas.
Cuando sólo faltabandos aldabas, el jefede estaciónoyó la exclamaciónde lajoven:
—Oh,yosabíaquenoeracólera,comodecíaesematasanos.Oh,bienlosabía…Quedócomoparalizado,conlamanosobrelaaldaba.
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—¿Cólera?—dijo.—Oh,porfavor,apresúrese—exclamólajoven—.Hantranscurridocincodías,y
cómoesperabaoírlacampana…—¿Hadichocólera?—repitióeljefedeestación—.¿Cincodías?Pero el sobrino, quehabía continuadoaflojando las aldabas, retiródepronto la
tapa.—¡Gracias a Dios! —exclamó la joven, y se arrojó sobre el cuerpo inerte,
dispuesta a abrazar al hermano. Pero se detuvo en mitad del gesto, lo cual eraperfectamentecomprensible.Cuandoselevantólatapa,unhedorrepugnante,fétidoydenso se desprendió como una oleada casi palpable, y no fue difícil identificar lafuente; el cuerpo que yacía en el ataúd, ataviado con sus mejores prendasdominicales, las manos plegadas sobre el pecho, se encontraba ya en estado deevidentedescomposición.
Lacarnedelrostroylasmanosestabatumefactaehincada,yexhibíaunrepulsivocolor gris verdoso. Los labios estaban ennegrecidos, lo mismo que la lenguaparcialmentevisible.Eljefedeestaciónysusobrino,apenasentrevieronelhorribleespectáculo,yyalajovenenloquecida,conunalaridofinaldedolor,cayódesmayadaal suelo. El sobrino se apresuró a atenderla, y con no menor prontitud el jefe deestaciónvolvióacerrarelataúdycomenzóaajustarlasaldabasconapremiomuchomayorqueelquehabíamostradocuandosetratódeabrirías.
Cuandosecorriólanoticiadequeelhombrehabíamuertodecólera,elgrupodecuriosossedispersóconigualrapidez.Enuninstanteelandéndelaestaciónquedócasidesierto.
Pocodespuéslajovensaliódesudesmayo,perocontinuósumidaenunestadodeprofundoabatimiento.Preguntabasindescanso,envozbaja:
—¿Cómo puede ser?Oí la campana, ¿No oyeron ustedes la campana? Se oyóperfectamente,¿verdad?Sí,lacampanasonó.
McPhersonhizo todo loposiblepara reconfortarla, diciéndoleque seguramenteuntemblordetierraounsúbitogolpedevientohabíanprovocadoelfenómeno.
Comosusobrinoestabaatendiendoalapobrechica,eljefedeestaciónseocupódesupervisareltransportedelequipajealfurgóndeltrenaFolkestone.Procediócontodaladiligenciadequefuecapazdespuésdeunaexperienciataningrata.Dosdamaselegantemente vestidas tenían grandes baúles, y a pesar de sus altivas protestas elhombre insistió en que los abrieran para inspeccionarlos. Se suscitó otro incidentecuandouncaballerocorpulentodepositóunloro—ounavemulticolorparecida—enelfurgón,yexigióquesucriadoviajaseconelanimalparaatendersusnecesidades.Eljefedeestaciónrechazólapetición,yexplicólasnuevasreglasdelferrocarril.Elcaballero adoptó una actitud insultante, y luego ofreció al jefe de estación «unarecompensarazonable»,peroelempleado—quemirólosdiezchelinesofrecidoscon
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uninterésuntantomayorqueloqueestabadispuestoaadmitir,inclusoantesímismo—sabíaqueerablancode lasmiradasdeBurgess, elmismoguardaaquienhabíareprendidoeldíaanterior.Demodoqueeljefedeestaciónsevioobligadoarechazarel soborno, con gran disgusto propio y también del caballero, que se alejómurmurandounaletaníadepalabrassoeces.
Estos incidentes no contribuyeron a mejorar el humor del jefe de estación, ycuandoalfinfuecargadoelataúdmalolienteenelfurgón,elhombresecomplacióbastante en advertir a Burgess, con acento solícito, que le convenía cuidar de susalud,puessucompañerodeviajehabíacaídovíctimadelCóleramorbo.
A lo cual Burgess nada respondió, limitándose a parecer nervioso y distraído,exactamente lamismaactitudque tenía antesde la admonición.Conun indefinidosentimientodeinsatisfacción,eljefedeestaciónordenófinalmenteasusobrinoqueterminaseeltrabajoyclausuraseelfurgón.Luego,regresóasuoficina.
Muymolesto,eljefedeestaciónatestiguótiempodespuésquenorecordabahabervistoesedíaaningúncaballerodebarbarojaenelandén.
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41Capítulo
ELOBSTÁCULOFINAL
En realidad, Pierce había sido uno de los que presenció el terrible episodio de laapertura del ataúd. Vio que la escena se desarrollaba exactamente como él habíaprevisto,yqueAgar,consuespantosomaquillaje,habíapasadoelexamen.
Cuandoelgruposedispersó,Pierceseacercóalfurgón,acompañadodeBarlow.Este llevaba unos bultos extraños en una carretilla, y Pierce experimentó unsentimientodeinquietudcuandoadvirtióqueelpropiojefedeestaciónsupervisabalacarga del furgón. Pues si alguien se detenía a pensar en el asunto, la conducta dePierceerarealmentepeculiar.
De acuerdo con las apariencias era un caballero próspero. Pero su equipaje erarealmenteextraño:cincobolsasdecueroidénticas.Sinduda,noeraeltipodecosasqueloscaballerostransportabanconagrado.Elcueroeraásperoylaspuntadasdelascosturas torpes y evidentes. En verdad, eran bolsas sólidas y resistentes, pero almismotiempodeunafealdadsinatenuantes.
Detodosmodos,ningunaeramuygrande,yPiercepodríahaberlasdepositadoenelportaequipajesdelcompartimientoqueocupabaenelvagóndepasajeros,enlugardellevarlosalfurgón.Engeneral,elusodelfurgónrepresentabaunamolestiaporqueobligabaaincurrirendemorasalprincipioyalfindelviaje.
Finalmente, el criado de Pierce no utilizó los servicios de un empleadoferroviario; subió las bolsas al furgón, una por una. Y aunque el hombre era unindividuocorpulentodeevidentevigorfísico,tuvoquerealizarungranesfuerzoparasoportarelpesodecadabolsa.
En resumen, un hombre reflexivo podía preguntarse la razón que movía a uncaballero distinguido a viajar con cinco bolsas pequeñas, feas, muy pesadas eidénticas. Pierce observó el rostro del jefe de estación mientras se cargaban lasbolsas.El jefedeestación,un tantopálido,noprestóatencióna lamaniobra,ynosaliódesudistracciónsinocuandollegóotrocaballeroconunloroysesuscitóunadiscusión.
Piercesealejó,peronosubióaltren.Encambio,permaneciócercadelextremomásalejadodelandén,alparecer interesadoenel restablecimientode lamujerquehabíasufridoundesmayo.Enrealidad,sedemorabacon laesperanzadeecharunaojeada al candado que muy pronto intentaría abrir. Cuando el jefe de estación se
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alejó,despuésdeunaúltimayásperaobservaciónasusobrino, la jovencaminóendirecciónalosvagones.Piercesepusoasulado.
—¿Sesientemejor,señorita?—preguntó.—Creoquesícontestólajoven.Semezclaronconelpúblicoquesubíaalosvagones.Piercedijo:—¿Puedoinvitarlaahacerelviajeenmicompartimiento?—Esustedmuyamable—dijolajoven,conunbrevegestodeasentimiento.—Quítatelodeencima—murmuróPierce—.Comosea,peroquesevaya.Miriampareciódesconcertadauninstante,yluegoseoyóunavoztonante.—Edward,Edward,¡Queridoamigo!—Unhombreseabríapasoenlamultitud.Pierceadoptóunaexpresióncomplacida.—Henry—dijo—.HenryFowler,quéextraordinariasorpresa.FowlerseacercóyestrechólamanodePierce.—Quéraroencontrarleaquí—dijo—.¿Viajaenestetren?¿Sí?Puesyotambién.
Bueno…—nosupocómocontinuar,puesdeprontohabíavistoalajovenalladodePierce. Pareció desconcertado; en efecto, en las normas de su mundo social noencajabaunasituaciónparecida.AhíestabaPierce,eleganteycortéscomosiempre,con una joven que sin duda era bella pero que a juzgar por el vestido y la actitudpertenecíaaunacategoríasocialmuybaja.
Pierceerajovenysoltero,ypodíaviajarconunaamanteaunlugardeveraneoaorillasdelmar;perosuacompañantesindudaestaríavestidaconelegancia,loquenoeraelcasodeestamuchacha.Ysiporlocontrarioestacriaturaeraunacriadadesucasa no podía mostrarse con ella en un lugar tan Público como una estaciónferroviaria,amenosquehubieseunarazónespecial;peroFowlernopodíaimaginarcuálpodíaser.
Advirtió que la jovenhabía estado llorando; tenía los ojos enrojecidos y líneasoscuras en las mejillas, de modo que la situación le pareció cada vez másdesconcertanteydesusada,y…
PiercepusofinaldesconciertodeFowler.—Perdóneme —dijo, volviéndose hacia la joven—. Debería presentarla, pero
desconozcosunombre.EsteeselseñorHenryFowler.Lajovenesbozóunasonrisatímidaydijo:—YosoyBrigidLawson.Muchogusto,señor.Fowlerrespondióconindefinidacortesía,esforzándoseporadoptarlaactitudmás
conveniente ante una joven que sin duda era una criada (y por lo tanto, no podíaconsiderarse su igual) y una mujer sufriente (y por lo tanto merecedora de unaconductacaballerosa,sieldolorproveníadeunaexigenciamoralmenteaceptable).Pierceaclarólasituación.
—Laseñorita…Lawsonha tenidounaexperienciamuydifícil—dijoPierce—.
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Viaja acompañando a su hermano fallecido, que está en el furgón. Pero hace unosminutossonólacampanilla,yseconcibióciertaesperanza,demodoqueseprocedióaabrirelataúd…
—Comprendo, comprendo —dijo Fowler—, realmente lamentable… pero fueunafalsaalarma—concluyóPierce.
—Yporlotantodoblementedolorosa,sinduda—dijoFowler—.Leheofrecidomicompañíaduranteelviaje—dijoPierce.
—Yo habría hecho lo mismo en, su lugar—dijo Fowler—. En realidad…—vaciló—.¿Lespareceráunaimposiciónsilesacompaño?
Piercenovaciló.—De ningún modo—replicó amablemente—. Es decir, si la señorita Lawson
no…—Son ustedes muy buenos —dijo la joven con una sonrisa valerosa pero
agradecida.—Entonces,está resuelto—dijoFowler, sonriendo también.Pierceadvirtióque
lajovenleinteresaba—.¿Porquénovienenconmigo?Micompartimientoestáaquí,apocosmetros—señalóunodelosvagonesdeprimeraclase.
Por supuesto, Pierce pensaba sentarse en el último compartimiento del últimovagóndeprimeraclase.Desdeallítendríaquerecorrerlamenordistanciasobrelostechosdelosvagonesparallegaralfurgón,alfinaldelconvoy.
—Adecirverdad—dijoPierce—,tengoallímicompartimiento—señalóhaciaelsectorposteriordeltren—.Ordenésubirlasmaletas,yahepagadoalempleadoquelashacargadoydemás.
—MíestimadoEdward—dijoFowler—.¿Cómohadejadoqueleacomodenallí?Los mejores compartimentos están delante, donde el ruido es menor. Vengan: leaseguroqueconseguiráuncompartimientomásapropiado,ysobretodosilaseñoritaLawson no se siente bien… —se encogió de hombros, como sugiriendo que laconclusióneraevidente.
—Nadamecomplaceríatanto—dijoPierce—,peroadecirverdadheelegidoesecompartimientoporconsejodemimédico,despuésdesufrirciertasmolestiasdurantelosviajesen tren.Lashaatribuidoa losefectosde lasvibracionesoriginadasen lamáquina, y por lo tanto aconsejó que me instalara lo más lejos posible de lalocomotora—Pierce sonrió—.En realidad, dijoquedebíaviajar en segunda clase,peroesomepareciódemasiado.
—Una actitud muy natural —dijo Fowler—. Los derechos de la salud debensujetarseaciertoslímites,aunquenopuedeesperarsequeunmédicolosepa.Elmíome aconsejó cierta vez que dejara el vino… ¿Se imagina tamaña temeridad?Muybien,viajaremosensucompartimiento.
Piercedijo:
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—¿Quizás la señorita Lawson cree como usted que sería más conveniente unvagónenlapartedelanteradeltren?
Peroantesdequelajovenpudieracontestar,Fowlerdijo:—¿Qué?¿Yprivarledesucompañía,dejándolesolotodoelviaje?Nipensarlo.
Vamos,eltrenpartiráenseguida.¿Dóndeestásucompartimento?Recorrieronlaextensióndel trenenbuscadelcompartimentodePierce.Fowler
mostraba un excelente ánimo, y charlaba sin parar de los médicos y sus manías.EntraronenelcompartimentodePierceycerraronlapuerta.Piercemirósureloj;lasochomenos seisminutos.El tren no siempre salía exactamente a su hora, pero detodosmodosdisponíadepocotiempo.
PierceteníaquedesembarazarsedeFowler.Nopodíatrepardelcompartimentoaltechodeltrenenpresenciadeextraños,ymenosaúndeunmiembrodelbanco:PeroalmismotiempoteníaquelibrarsedeFowlerdetalmodoqueelhechonosuscitarasospecha, porque después del robo, el señor Fowler repasaría sus recuerdos —yprobablemente sería interrogadopor las autoridades—procurandodescubrir elmásmínimoindiciodeirregularidadquerevelaselaidentidaddelosladrones.
El señor Fowler continuaba hablando, pero se dirigía a la joven, y ésta leconsagrabasutotalyfascinadaatención.
—Haberme encontrado hoy con Edward ha sido una casualidad extraordinaria.Edward, ¿viaja amenudo en esta línea?Yo lo hago sólo una vez almes.Yusted,¿señoritaLawson?
—He viajado otras veces en tren —explicó la muchacha—, pero nunca enprimeraclase;peroenestaocasiónmiamamecompróunbilletedeprimera,envistadeque…
—Oh,comprendo,comprendo—dijoFowlerconairecordialyanimoso—.Hayque ayudar en los momentos difíciles. Yo también tengo problemas esta mañana.Edward seguramente ya habrá imaginado elmotivo demi viaje, y por lo tanto lacausademiproblema.¿QuédiceEdward?¿Noloadivina?
Piercenoestabaescuchando.Mirabaporlaventanilla,yconsiderabaelmododedesembarazarsedeFowlerenlosminutossiguientes.MiróaFowler.
—¿Creequesusmaletasestánseguras?—¿Mismaletas?¿Maletas?¿Qué…ah,enmicompartimento?Pero,Edward,no
tengomaletas.Ni siquiera llevounportafoliopuestoqueenFolkestone sóloestaréunas horas, el tiempo indispensable para comer o beber algo, o fumar un cigarro,antesdetomareltrenderegreso.
Uncigarro,pensóPierce.Porsupuesto,esoera.Llevó lamanoalbolsillode lachaqueta,extrajounlargocigarroyloencendió.
—Puesbien,queridaniña—dijoFowler—,nuestroamigoEdwardseguramenteadivinaelpropósitodemiviaje,perosupongoqueustedestáaoscuras.
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LajovenmirabafijamenteaFowler,conlabocaentreabierta.—Adecirverdad,éstenoesuntrencorriente,niyosoyunpasajerocorriente.Por
lo contrario, soy el gerente general del banco Huddleston & Bradford, deWestminster, y hoymismo, en este tren, amenos de doscientos pasos de aquímifirmahadespachadounacantidaddeoroalextranjeroconelfindepagaranuestrasvalerosas tropas. ¿Se imagina a cuántoasciendeeste cargamento?¿No?Pues…miqueridaniña,lacantidadexcedelasdocemillibras.
—¡Caramba!—exclamólajoven—.¿Yustedestáacargodetodoesto?—Enefecto.Era evidente que Henry Fowler se sentía muy satisfecho de sí mismo, y con
razón.Habíadeslumbradoalasencillajovenconsuspalabras,yéstalemirabacondesconcertada admiración. ¿Quizá con algo más? Parecía haber olvidado porcompletoaPierce.
Esdecir, loolvidóhastaqueelhumodelcigarrodePiercecomenzóallenardenubesgriseselcompartimento.Lajovenemitióunatosdelicadaysugestiva,copiadasindudadelaquehabíavistoensuama.Pierce,quemirabaporlaventanilla,pareciónoadvertirnada.
Lajovenvolvióatoserconmásinsistencia.ComoPiercenoreaccionaba,Fowlerdecidióintervenir.
—¿Sesientebien?—preguntó.—Estaba bien, pero ahorame ahogo…—la joven hizo un gesto indefinido en
direcciónalhumo.—Edward—dijo Fowler—, Edward, creo que su tabaco está molestando a la
señoritaLawson.Piercelomiróydijo:—¿Qué?—Digoquesinotieneinconveniente…—empezóFowler.Lajovenseinclinóhaciaadelanteydijo:—Porfavor,creoquevoyadesmayarme—yextendió lamanohacia lapuerta,
comoqueriendoabrirla.—Vealoquehahecho—dijoFowleraPierce.Fowlerabriólapuertayayudóala
joven,queseapoyóensubrazoalsaliralcorredor.—Nomehabíadadocuenta—protestóPierce—.Créame,nosemeocurrió…—Podría haber preguntado antes de encender su artefacto diabólico —dijo
Fowler,mientraslajovenseapoyabaenél,sindudayamuydebilitada,ysusenoseapretabacontraelpechodelcaballero.
—Lo siento muchísimo—dijo Pierce. Comenzó a ponerse de pie, deseoso deayudar.
AyudaeraloúltimodelmundoqueFowlerdeseaba.
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—Detodosmodos,nodeberíafumar,yaquesumédicoleadvirtióquelostrenesleperjudican—dijo secamente—.Venga,querida—continuó,volviéndosehacia lajoven—, mi compartimento no está lejos, y podemos continuar conversando sinexponernos a la acción del humo venenoso —la joven le acompañó sin ofrecerresistencia.
—Lo siento muchísimo —repitió Pierce, pero ninguno de los dos volvió lacabeza.
Unmomentodespués,sediolaseñaldelapartidaylamáquinacomenzóajadear.Pierceentróensucompartimento,cerrólapuertayporlaventanillaviodeslizarseelandén de la Estación del Puente de Londres, mientras el tren de la mañana condestinoaFolkestonecomenzabaatomarvelocidad.
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Cuartaparte
ELGRANROBODELTREN
Mayode1855
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42Capítulo
UNANOTABLERESURRECCIÓN
Burgess,encerradoenelfurgónsinventanas,podíadeterminarlaubicacióndeltrenpor el sonido de las ruedas sobre la vía.Oyóprimero el traqueteo suave sobre losraíles bien afirmados de la entrada a la estación.Después, los tonos huecos ymásresonantes,cuandoeltrencruzóBermondseyenuntramoelevadodevariasmillas;yaúnmástarde,latransiciónaunsonidomássordo,yunmovimientomásirregular,que indicabanel comienzodeldesvíohacia el sur, cuandoel tren salíadeLondresparainternarseenlacampiña.
Burgess no tenía idea del plan de Pierce, de modo que se asombró cuando lacampanilladelataúdcomenzóasonar.Atribuyóelhechoalavibraciónyelbalanceodeltren,peropocosmomentosdespuésoyógolpes,yluegounavozahogabaComonopudoentenderlaspalabras,seacercóalataúd.
—Abra,malditasea—dijolavoz.—¿Estávivo?—preguntómaravilladoBurgess.—SoyAgar,malditoidiota—fuelarespuesta.Burgessseapresuróaabrirlasaldabasdelatapadelataúd.Pocodespués,Agar
—cubiertodeunahorriblesustanciadecolorverde,conunolorespantoso,peroporlodemáscomportándosenormalmente—saliódelataúdydijo:
—Debo apresurarme. Tráigame esas bolsas—señaló los cinco bultos de cueroamontonadosenunrincóndelfurgón.
Burgessactuósindemora.—Peroelfurgónestácerrado—dijo—.¿Cómoloabrirá?—Nuestroamigo—dijoAgar—esmontañista.Agarabriólascajasfuertesyretiróelprimerodeloscofres,rompiendoelselloy
extrayendolasbarrasdeoro,todasconelsellodeunacoronarealylasinicialesH&B.
Lassustituyóporsaquitosdemunicionesquesacódelasbolsasdecuero.Burgessmirabasinhablar.Eltrenavanzabaahoracasienlínearectahaciaelsur,
dejando atrás el Palacio de Cristal, en busca de Croyden y Redhill. Desde estalocalidadsedesviabahaciaeleste,endirecciónaFolkestone.
—¿Montañista?—dijoalfinalBurgess.—Sí—confirmóAgar—.Vendráaquícaminandosobreeltechodeltren.
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—¿Cuándo?—preguntóBurgess,frunciendoelceño.—DespuésdeRedhill,yvolveráasuvagónantesdeAshford.Esazonaescampo
abierto.Seguramentenoleverán—Agarhablabasindesviarlavistadesutrabajo.—¿EntreRedhillyAshford?Peroésaeslapartedemáximavelocidad.—Sí,seguramente—dijoAgar.—Enesecaso—dijoBurgess—,suamigoestáloco.
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43Capítulo
ELORIGENDELAAUDACIA
EndeterminadomomentodelprocesodePierce,elfiscaltuvounareaccióndefrancaadmiración.
—Entonces, ¿noescierto—dijoel fiscal—queusted tuvieraexperienciaen laprácticadelmontañismo?
—Ninguna—dijoPierce—.LodijeconelúnicopropósitodetranquilizaraAgar.—¿NoconocíaalseñorCoolidge,nihabía leídonadasobreel tema,y tampoco
poseíaelementosauxiliaresconsideradosvitalesparapracticarelmontañismo?—No—dijoPierce.—¿Quizá usted había realizado experiencias atléticas o físicas que le habían
persuadidodesucapacidadparaejecutarelplan?—Enabsoluto—respondióPierce.—Entonces—dijo el fiscal—, debo preguntar, aunque sólo sea por razones de
simple curiosidad humana, ¿qué le indujo a suponer, señor, que sin entrenamientoprevio,sinconocimientosniequiposespeciales,ydesprovistodeparticularcapacidadatlética… en fin, qué le indujo a creer que lograría ejecutar la empresa, sin dudapeligrosa,e inclusopuedodecircasisuicida,dedesplazarseporel techodeuntrenqueavanzabavelozmente?¿Dóndehalló laaudacianecesariaparaejecutarunactosemejante?
Lascrónicasperiodísticasindicanqueaquíeltestigosonrió.—Yo sabía que el problema no ofrecería dificultades —dijo—, a pesar de la
aparienciadepeligro,puesenvariasocasioneshabíaleídoenlaprensacomentariosacercadelosincidentesquerecibenladenominacióncomúndecimbreouoscilacióndelostrenes;ytambiénhabíaleídolaexplicación,Propuestaporlosingenieros,enelsentido de que las fuerzas están determinadas por la naturaleza del aire que sedesplazarápidamente,comolodemuestranlosestudiosdelfallecidoitalianoBaroni.Poresoteníalacertezadequeestasfuerzasaseguraríanmipersonaalasuperficiedelvagón,demodoquelaempresanoimplicaríaningúnriesgo.
Aquí el fiscal pidió mayor aclaración, y Pierce la ofreció resumidamente. LasíntesisdeestapartedelprocesoqueaparecióenelTimesestáaúnmásresumida.LaideageneraleraquePierce—aquienlaprensapresentabaahoracasicomoungeniodel delito— poseía cierto conocimiento de un principio científico que le había
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ayudadoensuempresa.En realidad Pierce, que se sentía bastante orgulloso de su erudición, inició el
recorrido sobre el techo de los vagones con un sentimiento de confianza que eratotalmenteinfundado.Endefinitiva,lasituacióneraésta:
Alrededor de 1848, cuando los trenes comenzaron a alcanzar velocidades deochentao incluso cientodiezkilómetrosporhora, seobservóun fenómenonuevo,extraño e inexplicable. Siempre que un tren lanzado a gran velocidad pasaba alcostado de otro detenido en una estación, los vagones de ambos trenes tendían aacercarse, enunmovimientodenominado«cimbreouoscilaciónde los trenes».Enalgunoscasoslosvagonesseinclinabandetalmodoquelospasajerossealarmaban,e incluso hubo situaciones en las que los convoyes sufrieron daños de menorimportancia.
Despuésdeunperiododuranteelcualseesgrimieronsupuestasrazonestécnicas,los ingenieros ferroviarios acabaren por reconocer su perplejidad Nadie tenía lamenorideadelacausadeesta«oscilacióndelostrenes»,odelmododeimpedirla.Convienerecordarquelostreneseranentonceslosobjetosmásvelocesdelahistoriahumana, y que se sospechaba que el comportamiento de estos rápidos vehículosestabaregidoporleyesfísicaspococonocidas.Laconfusiónfuesemejantealadelosingenieros aeronáuticos un siglo después, cuando tampoco pudo explicarse elfenómeno del buffeting, que se manifiesta cuando un avión se aproxima a lavelocidaddelsonido,ylosmediosdestinadosasuperarloalosumofuerontemadeconjeturas.
Pero hacia 1851 la mayoría de los ingenieros había llegado a la acertadaconclusióndequelaoscilacióndelostreneseraunejemplodela leydeBernoulli,formulacióndeunmatemáticosuizodelsigloanteriorqueindicabaquelapresiónenel interior de una corrientemóvil de aire esmenor que la presión del aire que larodea.
Es decir, que dos trenes en movimiento, si estaban bastante cerca, se veíanatraídosporelvacíoparcialdeaireentreellos.Lasolucióndelproblemaerasencilla,y se la adoptó muy pronto; las vías paralelas se separaron un poco más, y laoscilacióndelostrenesdesapareció.
En los tiempos modernos, la ley de Bernoulli explica fenómenos tan diversoscomolascurvasdelapelotadebaseball,porquéunveleropuedenavegarcontraelviento,yelhechodeque lasalasdelaviónelevenelaparato.Peroentonces,comoahora,lamayoríadelagentenoentendíarealmenteestoshechosentérminosfísicos:la mayoría de los viajeros de la época del avión de reacción se sorprenderíaprobablementesiseledijesequeunaparatodereacciónvuelaporqueelvacíoparcialsobrelasalaslosuccionaliteralmentehaciaarriba,demodoqueelúnicopropósitodelosmotoresesimpulsaralasalashaciaadelanteconrapidezsuficienteparacrearuna
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corrientedeairequeproduceestevacíonecesario.Ademáselfísicocuestionaríainclusoestaexplicación,porentenderquenoesdel
todoválida,e insistiríaenqueunadilucidación rigurosade loshechosestá todavíamásalejadadelconceptode«sentidocomún»delpúblicoacercadeestosfenómenos.
Envistadelacomplejidaddelasunto,esfácilcomprenderlaconfusióndePierce,y la conclusión errónea que extrajo. Aparentemente creía que la corriente de airealrededordelconvoyenmovimiento,deacuerdoconladescripciónde«Baroni»,leempujaría sobre el techo del vagón, ayudándolo amantener el equilibriomientraspasaba de un vagón a otro. En realidad, la ley de Bernoulli no tenía ningunaaplicaciónensucaso.Pierceerasimplementeunhombresometidoaunacorrientedeaire de ochenta kilómetros por hora, que podía arrancarle del tren en cualquiermomento,demodoquesuintentoeraunverdaderoabsurdo.
Peroesonoeratodo.Elhechomismodequelosdesplazamientosaaltavelocidadfuesen un fenómeno tan reciente, determinaba que Pierce, lo mismo que suscontemporáneos,tuviesemuypocaideadelasconsecuenciasdeunacaídadesdeunvehículoquesedesplazaagranvelocidad.
Pierce había visto a Primavera Jack muerto después de caer del tren. Pero nohabíacreídoquese trataradeunresultado inevitable,consecuenciadeciertas leyesfísicasinexorables.Enesemomentoseteníaalosumolaideaimprecisadequecaerdesdeuntrenqueestabaacelerandoerapeligroso,ytodavíamássieltrenyahabíaalcanzado gran velocidad. Pero se creía que la naturaleza del peligro residíaexactamenteenelmododecaerdelapersona;unhombreafortunadopodíasalirdelasunto con unas pocas contusiones, y en cambio el individuo sin suerte podíaromperseelcuelloacausadel impacto.Enresumen,sepensabaquelacaídadeuntrenerabastanteparecidaalacaídadeuncaballo;algunaseranpeoresqueotras,yesoeratodo.
Ciertamente, durante los primeros tiempos de los ferrocarriles se practicó unaespeciededeportetemerariodenominado«saltodelvagón»,quegozabadelfavordelos mismos jóvenes que más tarde escalaban edificios públicos y acometían otrasaventuras imprudentes. Los estudiantes universitarios semostraban particularmenteaficionadosaestosentretenimientos.
El salto del vagón consistía en saltar al suelo desde un vagón ferroviario enmovimiento.Aunquelosfuncionariosoficialescriticabanestaprácticaylasempresasferroviariaslaprohibieronlisayllanamente,estetipode«deporte»gozódeunbrevefavor entre 1830 y 1835. En general, las consecuencias no pasaban de unas pocascontusiones,oenelpeordeloscasosunhuesoroto.Coneltiempoestamodatendióa desaparecer, pero el recuerdo del asunto fortaleció la creencia del público en elsentidodequelacaídadeuntrennoeranecesariamentefatal.
Enrealidad,duranteladécadade1830lamayoríadelostrenesdesarrollabanuna
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velocidadmediadecuarentakilómetrosporhora.Perohacia1850lavelocidaddelostrenes se había duplicado, las consecuencias de una caída eranmuydistintas, y noguardaban ninguna relación con el resultado de una caída a velocidades menores.PerocomolodemuestraeltestimoniodePierce,aúnnosehabíallegadoaentenderestehecho.
Elfiscalpreguntó:—¿Adoptóalgunaprecaucióncontraelpeligrodeunacaída?—En efecto —dijo Pierce—, y con no poca incomodidad. Bajo mis ropas
habituales,llevabadosjuegosdegruesasprendasinterioresdealgodón,demodoqueteníamuchocalor;peroconsideréqueesasmedidasprotectoraserannecesarias.
Demodoque,sinpreparacióndeningúngéneroyconunconceptoporcompletoerróneodelosefectosdelosprincipiosfísicosdelcaso,EdwardPiercecargóunrollode cuerda, abrió la puerta del compartimento y trepó al techo del vagón enmovimiento.Laúnicaproteccióndequedisponía—ylafuentedesuaudacia—erasuignoranciatotaldelpeligroquecorría.
Elviento legolpeócomounpuñogigantesco,aullóensusoídos, lecegó,se lemetióenlabocaylepellizcólasmejillas,quemándolelapiel.Nosehabíaquitadosulargalevitaylosfaldonesdelaprendalegolpeabanlaspiernas«contantafuerzaqueledolían».
Duranteunosmomentossesintiótotalmentedesorientadoantelafuriainesperadadelairequeaullabayleazotaba;seagazapó,aferrándosealasuperficiedemaderadelvagón,ysedetuvoparatomaraliento.Comprobóqueapenaspodíaveracausadelas partículas de hollín queveníande la locomotora.En efecto,muypronto quedócubiertoporunafinapelículaoscuraquesedepositósobrelasmanos,elrostroylasropas. Bajo su cuerpo, el vagón se balanceaba y saltaba de un modo alarmante eimprevisible.
Duranteesosprimerosmomentoscasirenuncióalintento,perounavezpasadalaimpresióninicialdecidiócontinuarconsuplan.Siempregateando,retrocedióhaciaelextremodelvagón,ysedetuvoenelespacioqueleseparabadelsiguiente.Habíaunhuecodeaproximadamenteunmetroymedio.Pasaronunosinstantesantesdequesedecidieraasaltaralvagónsiguiente,perofinalmentelologró.
Desdeallí, siguióarrastrándosedificultosamentea lo largodelvagón.Elvientoarrojabahaciaadelantelalevitaquelecubríaelrostroyloshombrosylecastigabalos ojos. Después de luchar unos instantes con la prenda, consiguió quitársela yarrojarla;volóretorciéndoseenelaire,ycayóaunladodelcamino.Elmovimientodelaprendavolandoenelaireasemejababastantealdeuncuerpohumano,ylehizopensar; parecía una advertencia del destino que le aguardaba si cometía el másmínimoerror.
Liberado de la levita, pudo avanzar con mayor rapidez sobre los vagones de
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segundaclase;saltódecadaunoalsiguienteconseguridadcadavezmayor,yllegóalfurgóndeequipajesdespuésdeunperíododetiempoquenosupoestimar.Leparecióunaeternidad,perodespuésllegóalaconclusióndequenohabíanecesitadomásdecincoodiezminutos.
Cuandoestuvosobreelfurgón,seagarróaunventanilloabiertoydesenrollólacuerda.Introdujounextremoporelventanilloyunmomentodespuéssintióuntirón.Adentro,Agarhabíarecogidolacuerda.
Piercesevolvióyseacercóalsegundoventanillo.Esperóunosinstantes,conelcuerpoagazapadocontraelgolpeteoconstanteeimplacabledelviento,yluegounaespectralmanoverde—ladeAgar—apareciósosteniendoelextremodelacuerda.PiercelorecogióylamanodeAgardesapareció.
Ahora, Pierce tenía la cuerda extendida entre los dos ventanillos. Unió losextremosalrededordesucintura,yluego,colgandodelascuerdas,sedeslizóporelflancodelfurgónhastaquequedóalniveldelcandado.
De este modo permaneció suspendido varios minutos, mientras manipulaba elcandado con una ristra de ganzúas, probando una tras otra y trabajando, según suposteriorymesuradotestimonio,«conelgradodedelicadezaquelascircunstanciaspermitían». En resumen, probó más de una docena de llaves, y comenzaba adesesperar de la posibilidad de abrir el candado, cuando oyó el silbato de lalocomotora.
ApocadistanciaseiniciabaeltúneldeCuckseys,yenuninstantemássehundióenlaoscuridadylasresonanciasdeltúnel.Esteteníaunalongituddemediamilla;demodoquenohabíamásremedioqueesperar.Cuandoel trensaliónuevamentea laluz del sol, continuó trabajando con las llaves, y casi inmediatamente una de lasganzúasmoviósuavementeelmecanismo.Elcandadocedió.
Ahora,sólorestabaretirarelcandado,abrirelcerrojoygolpearlapuertaconlospies hasta que Burgess abriese desde adentro. El tren de la mañana atravesó lasomnolientalocalidaddeGodstone,peronadievioalhombrecolgandodelacuerda,Pierceentróalinteriordelfurgón,ycayóalsuelototalmenteagotado.
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44Capítulo
UNPROBLEMADEATUENDO
AgaratestiguóquecuandoPierceentróenelfurgón,alprincipioélyBurgessnolereconocieron:
—Yoleviprimero,yhubierapodidojurarqueeraunindioounnegro,tanoscuratenía la piel, y la ropa completamente destrozada, como si le hubieran dado unatremendapaliza.Laropaestabaenjirones,ynegracomoelresto,yyopenséqueeljefehabíaencargadoelgolpeaotrotipo.Yentoncesveoqueesél,ynadiemás.
Los tres hombres seguramente ofrecían un extraño espectáculo. Burgess, elguarda, con su pulcro uniforme azul; Agar, vestido elegantemente con ropas muyformales, con el rostro y lasmanos teñidos de unverde cadavérico y tumefacto, yPierce, caído sobre las manos y las rodillas, las ropas en jirones, y manchado dehollíndepiesacabeza.
Perotodosreaccionaronprontamente,ytrabajaronconmovimientoseficientesyveloces.Agarhabía terminado suparte; las cajas fuertes estabancerradasotravez,con su nuevo depósito demuniciones de plomo; las cinco bolsas de cuero, con sucontenidodeoro,estabanalineadasaunladodelapuertadelfurgón.
Pierceseincorporóyextrajosurelojdelbolsillodelchaleco—unobjetodeoroextrañamente limpioalextremodeunacadenacubiertadehollín—.Loabrió:eranlas8.37.
—Cincominutos—dijo.Agar asintió. Cinco minutos más tarde llegarían al sector menos poblado del
recorrido,yallídebíaesperarBarlow,Pararecogerlasbolsasarrojadasdesdeeltren.Piercesesentóymirólacampiñaatravésdelapuertaabiertadelfurgón.
—¿Sesientebien?—preguntoAgar.—Bastantebien—dijoPierce—.Peronomegustalaperspectivadevolver.—Sí, no tiene buen aspecto—dijoAgar—. Parece un fantasma. ¿Se cambiará
cuandovuelvaalcompartimento?Pierce, que aún jadeaba, no comprendió inmediatamente el sentido de las
palabras.—¿Cambiarme?—Sí, la ropa —Agar sonrió—. Si aparece así en Folkestone se armará un
escándalo.
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Pierce miró las suaves colinas verdes que desfilaban frente al tren, y oyó eltraqueteodelvagónsobrelosdurmientes.Eraunproblemaquenohabíaimaginado,yporelmomentonosabíacómoresolverlo.PeroAgarteníarazón:nopodíaaparecerenFolkestonecomoundeshollinadorharapiento,sobretodoporqueeracasiseguroqueFowlerlebuscaríaparadespedirse.
—Notengoropaparacambiarme—dijoenvozbaja.—¿Quédice?—preguntóAgar,pueselsilbidodelvientoporlapuertaabiertadel
furgónimpedíaoír.—Notengoropaparacambiarme—dijoPierce—.Nuncapensé…—nocompletó
lafrase,yfruncióelceño—.Nohetraídomásropa.Agarriódebuenagana.—Entonces, será un auténtico vagabundo, así como yo he sido un auténtico
fiambre—Agarsegolpeólosmuslos—.Creoqueentodoestohayciertajusticia.—No es cosa de risa —protestó Pierce—. En este tren viajan conocidos, y
seguramenteadvertiránelcambio.ElregocijodeAgarseextinguióenuninstante.Serascólacabezaconlamano
verdosa.—Yesosconocidos,¿sepreocuparánsinolevenenlaestación?Pierceasintió.—Entonces,estamosenaprietos—dijoAgar—.Examinóelfurgón,consuspilasdebaúlesymaletas.—Tienelasganzúas;ahíencontraremosalgunasropas.Extendió lamanoaPierce, para recibir la ristra deganzúas, peroPierce estaba
estudiandosureloj.Faltabandosminutosparallegarallugardondedebíanarrojarlosbolsos.Y treceminutos después el tren se detendría enAshford; en esemomento,Piercedebíaestarfueradelfurgón,deregresoensupropiocompartimiento.
—Nohaytiempo—dijo.—Es la única forma…—empezó a decir Agar, pero se interrumpió. Pierce le
mirabadearribaaabajoconairereflexivo—.No—dijoAgar—.¡Malditasea,no!—Tenemosaproximadamentelasmismasmedidas—dijoPierce—.Vamos,dese
prisa.Se volvió, y el cerrajero comenzó a desvestirse, murmurando toda suerte de
imprecaciones. Pierce contemplaba el paisaje. Ya estaban cerca: se inclinó paradisponerlasbolsassobreelumbraldelapuertaabierta.
Vio un árbol a la vera del camino, uno de losmojones quemucho antes habíaelegidoélmismo.Prontoaparecíalaempalizadadepiedra…Ahíestaba…Yluegoelviejoyoxidadocarromatoabandonado.Yaestabaalavista.
Unmomentodespuésviolacimadeunacolina,yelperfildeBarlowalladodelcarruaje.
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—¡Ahora!—dijo,yconunaexclamaciónahogadaarrojóunabolsatrasotrafueradeltrenenmovimiento.Lasviogolpearelsueloyrodar,unatrasotra.TambiénvioaBarlowque descendía presuroso la colina en dirección a los bultos.Luego, el trentomóunacurva.
VolviólosojosaAgar,quehabíaquedadoenpañosmenores,yofrecíaaPiercesusropaselegantes.
—Aquílastiene,ymalditosea.Pierce recibió las prendas, hizo un bulto muy apretado, aseguró todo con el
cinturón de Agar, y sin decir palabra salió por la puerta abierta a la plataformaazotadaporelviento.Burgesscerrólapuertadelfurgón,ypocosmomentosdespuéselguardayAgaroyeronelgolpemetálicodelcerrojo,yotrosonidomássecocuandosecerróelcandado.
OyeronelrocedelospiesdePiercequetrepabaaltecho;yluegovieronquelacuerda,queantesestabatensaentrelosdosventanillos,deprontocolgabaflácida.Lacuerda se deslizó y desapareció. Oyeron los pasos de Pierce sobre el techo unmomentomás,ydespuésnada.
—Maldición,tengofrío—dijoAgar—.Serámejorquevuelvaaencerrarme—ysedeslizóalinteriordelataúd.
Piercenohabíaavanzadomuchoenelcaminoderegresocuandoadvirtióqueensus planes había cometido otro error; había supuesto que el trayecto de retorno lellevaría elmismo tiempoque el traslado de su compartimento al furgón. Pero casiinmediatamenteadvirtiólaequivocación.
Elmovimiento de retorno, de cara al viento, eramuchomás lento.Además, lemolestabaelpaqueteconlaropadeAgar;losujetabacontraelpechodemodoquelequedabaunasolamanoparaagarrarsealasmaderasdeltecho,mientrassearrastrabaa lo largo del tren. Avanzaba con dolorosa lentitud. Pocos minutos despuéscomprendió que fallaría, y por ampliomargen.Aún estaría arrastrándose sobre lostechosdelosvagonescuandoeltrenllegaseaAshford;ytanprontolevieran,todohabríaconcluido.
Pierce tuvo un instante de profunda cólera porque el paso final del plan eraprecisamente lo único que ya no tenía remedio. El hecho de que el error fueseexclusivamenteculpasuyasóloexacerbabasufuria.Agarróunamaderadeltechodelvagónymaldijoalviento,peroelsilbidodelaireeratanagudoquenisiquieraoyósupropiavoz.
Por supuesto, sabía lo que era necesario hacer, pero no quiso pensar en ello.Continuó avanzando lo mejor que pudo. Estaba en mitad del cuarto de los sietevagonesdesegundaclasecuandosintióqueeltrencomenzabaaaminorarlamarcha.Seoyóelsilbatodelalocomotora.
Entornando los ojos, alcanzó a distinguir la estacióndeAshford, unminúsculo
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rectángulorojoconuntechogris,alolejos.Nopodíaverlosdetalles,perosabíaqueenmenosdeunminutoeltrenseacercaríatantoquelospasajerosqueesperabanenelandénpodríandistinguirleeneltecho.Duranteuninstantefugazsepreguntóquépensaríansiloveían,yluegoseincorporóycorrió,saltandodeunvagónaotrosinvacilación,mediocegadoporelhumoquebrotabadelamáquina.
Al fin consiguió llegar al vagón de primera clase. Bajó rápidamente, abrió lapuerta,semetióenelcompartimentoycerrólaspersianas.Ahora,el trenavanzabamuy lentamente, y cuandoPierce sedesplomóen su asientooyóel chirridode losfrenosyelgritodeunguarda:
—EstacióndeAshford…Ashford…Ashford…Piercesuspiró.Lohabíalogrado.
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45Capítulo
ELFINALDELALÍNEA
VeintisieteminutosdespuéseltrenllegóaFolkestone,finaldelalíneadelFerrocarrilSureste, y todos los pasajeros descendieron. Pierce abandonó su compartimento, ysegún suspropiaspalabras estaba«muchomejorde loquehubierapodidoesperar,pero lejos de lo que se entiende como pulcritud del atuendo, para decirlo con lamayormesuraposible».
Aunquesehabíaapresuradoausarpañueloysalivapara limpiarse lacaray lasmanos, descubrió que el hollín y el polvo pegados a su piel eran por demásrecalcitrantes.Comocarecíadeespejo,sólopodíaimaginarelestadodesucara,peroentodocasolasmanosostentabanunextrañomatizgrispálido.Además,sospechabaquesuscabelloscolorarenaahoraseveíanmuchomásoscurosqueantes,demodoquesesintióagradecidoporquepodíacubrirlosconelsombrerodecopa.
Peroexceptoelsombrerodecopa,todaslasprendaslesentabanmal.Inclusoenunaépocaenquelamayoríadelagentevestíamal,Piercellamabaespecialmentelaatención.Lospantaloneserancasicincocentímetrosmáscortosque loquehubierasidoaceptable,yel cortede la levita, aunquebastanteelegante, correspondíaaesamodaexageradayostentosaquelosauténticoscaballerosdebuenacunaevitabanporconsiderarlaunaindecentemanifestacióndelnouveauriche.Yporsupuesto,hedíaagatomuerto.
De modo que Pierce bajó a la atestada plataforma de Folkestone con unsentimientode temor.Noignorabaque lamayoríade losobservadores interpretaríasu apariencia simplemente como unmodo de pasar por lo que no era: conmuchafrecuencialoshombresqueaspirabanaqueselestomaseporcaballerosconseguíanropasdesegundamano,ylasusabanorgullosamente,sinadvertirquelasprendaslescaían mal. Pero Pierce sabía demasiado bien que Henry Fowler, cuya atenciónconsciente se concentraba por completo en los matices de la jerarquía social,advertiríaenun instante lapeculiaridadde laaparienciadePierce,ysepreguntaríaquépasaba.Además,casi seguramenteveríaquePiercesehabíacambiadode ropaduranteelviaje,ytambiénquerríasaberlacausadelhecho.
LaúnicaesperanzadePierceeramantenerseadistanciadeFowler.Sieraposible,se proponía zanjar el asunto con un gesto de despedida desde lejos, con el aire dequientienenegociosapremiantesqueexcluyenlascortesíassociales.Fowlersinduda
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entenderíaaunhombrequeatendíaprimeroalosnegocios.Ydesdeciertadistancia,con la protección de los grupos de personas que los separaban, era posible que elextrañoatavíodePiercepasarainadvertidoparaFowler.
En realidad, Fowler irrumpió a pocos metros de distancia antes de que Piercepudieseverle.Fowlerveníaacompañadoporlamujer,ynoparecíamuyfeliz.
—Bien, Edward —empezó a decir Fowler con voz tensa—, le estaríaprofundamenteagradecidosiusted…—seinterrumpió,conlabocaabierta.
Diosmío,pensóPierce.Seterminó.—Edward—dijoFowler,mirandoasombradoasuamigo.ElcerebrodePiercetrabajabaapresión,esforzándoseporpreverlaspreguntasy
elaborarrespuestas;sintióqueempezabaatranspirar.—Edward,queridoamigo,tieneunaspectoterrible.—Losé—empezóadecirPierce—,comoustedcomprenderá…—Pareceunmuerto,deveras,estápálidocomouncadáver.Cuandomedijoque
lostrenesleenfermaban,noimaginé…¿Sesientebien?—Creoquesí—dijoPierce,conunhondosuspiro—.Creoquemejorarémucho
despuésdecomer.—¿Comer?Sí,porsupuesto,necesitacomerinmediatamente,ybeberunpocode
coñac.Suaspectodemuestraquetienemalacirculación.Loacompañaría,pero…ah,ya están descargando el oro, y debo afrontar mi responsabilidad. Edward, ¿medisculpa?¿Deverassesientebien?
—Apreciosuinquietud—empezóPierce—,y…—Quizáyopuedaayudarle—dijolajoven.—Oh,excelenteidea—dijoFowler—.Espléndido.Sencillamenteespléndido.Es
unachicaencantadora,Edward.Seladejo.Fowler le miró de un modo peculiar al mismo tiempo que formulaba este
comentario,yluegosealejóapresuradamenteporelandénendirecciónalfurgóndeequipaje,peroantesdedesaparecersevolvióydijo:
—Recuerde,leconvienebeberunabuenacopadecoñac—ydesapareció.Pierceemitióunenormesuspiro,ysevolvióhacialajoven.—¿Cómonohavistomisropas?—Deberíasvertelacara—dijoella—.Tienesunaspectohorrible—examinólas
ropas—.Yveoquetehasapoderadodeltrajedeunmuerto.—Elvientomehadestrozadolaropa.—Entonces,¿lohabéisconseguido?Pierceselimitóasonreír.Pierce abandonó la estación poco antes demediodía. La joven llamada Briged
Lawson,permanecióallíparavigilareltrasladodelataúddesuhermanoauncochede punto. Con gran irritación de losmozos de cuerda que lo habían transportado,
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rechazó varios carruajes que esperaban frente a la estación, alegando que ya habíacontratadoaciertocochero.
Elvehículollegódespuésdelauna.Elcochero,unbrutohostilymacizoconunacicatrizquelecruzabalafrente,ayudóacargarelcajón,luegofustigóloscaballosysealejóa!galope.Nadieprestóatencióncuandoelcochesedetuvoalextremodelacallepararecogeraotropasajero,unindividuodecolorcenizayropasmalcortadas.Luego,elcochesealejóydesapareciódelavista.
Alrededor del mediodía, los cofres del Banco Huddleston & Bradford fuerontransferidos,bajolaproteccióndeunaguardiaarmada,delaestaciónferroviariadeFolkestonealvaporquecruzabaelCanal,yquerealizabaelcrucehastaOstendeencuatrohoras.Acausadeladiferenciadehoras,eranlascincodelatardecuandolosfuncionariosde laaduana francesa firmaron los formulariosy tomaronposesióndelos cofres. Con otra guardia armada, se los transportó a la terminal ferroviaria deOstende,paradespacharlosportrenaParísdurantelamañanasiguiente.
En la mañana del 23 de mayo los representantes franceses del banco LouisBonnardetFilsllegaronaOstendeconelpropósitodeabrirloscofresyverificarelcontenido,antesdeembarcarloseneltrendelasnuevecondestinoaParís.
Así, alrededor de las 8.15 de lamañana del 23 demayo se descubrió que loscofres contenían gran cantidad de munición de plomo, en paquetes individualesrecubiertosdetela,yqueelorohabíadesaparecido.
Sin pérdida de tiempo, este hecho sorprendente fue informado por telégrafo aLondres,yelmensaje llegópocodespuésde las10de lamañanaa lasoficinasdeHuddlesion&BradfordenWestminster.Provocó lamásprofundaconsternacióndequesetuvieramemoriaenlabreveperohonrosahistoriadelafirma,ylaexcitacióncausadanosecalmódurantemuchosmeses.
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46Capítulo
BREVEHISTORIADELAINVESTIGACIÓN
Como puede suponerse, la reacción inicial de Huddleston & Bradford fue deincredulidad absoluta; no era posible que faltara nada. El cable francés había sidoredactado en inglés y decía: FALTA ORO DONDE ESTÁ, y llevaba la firmaVERNIER,Ostende.
Antelaambigüedaddelmensaje,elseñorHuddlestonanuncióqueseguramentelas autoridades aduaneras francesas habían causado alguna absurda demora, yanticipó que todo el asunto quedaría aclarado antes de la hora del té. El señorBradford, que nunca había hecho el menor intento de disimular su profundo yduradero menosprecio por todo lo que era francés, supuso que esos roñososfranchutes habían encaminado mal el oro, y que ahora trataban de achacar a losingleseslaresponsabilidaddesupropiaestupidez.ElseñorHenryFowler,quehabíaacompañadoelembarquedeorohastaFolkestone,ysupervisadola transferenciaalvaporquedebíacruzarelCanal,observoquelafirma«Vernier»noeraconocida,ypensó en laposibilidaddeque el cablepudiese ser unabromapesada.Despuésdetodo,eraunaépocaderelacionescadavezmástensasentrelosinglesesysusaliadosfranceses.
Loscablesquesolicitaban—ydespuésexigían—aclaracióncruzabanelCanaldelaManchaenambasdirecciones.HaciamediodíasecreyóqueelvaporquehacíaelcrucedeDover aOstendehabía sidohundido, y que el oro se había perdido en eldesastre.Perohaciaprincipiosdela tardeseaclaróqueelvaporhabíarealizadounviajesinincidentes.Perocasitodoelrestoparecíamuchomásconfuso.
El banco parisiense, el ferrocarril francés, la línea inglesa de vapores, elferrocarril británico y el banco británico estaban ahora disparando cables, envertiginosaprofusión,a todoslosposiblesparticipantesenelasunto.Amedidaqueavanzabaeldía,eltonodelosmensajescobromayoracritud,yelcontenidofuemásabsurdo. Todo el asunto alcanzó una suerte de culminación cuando el gerente delFerrocarrilSurestedeFolkestone telegrafióalgerentede laCompañíaBritánicadeVapores,tambiéndeFolkestone:QUIESTM.VERNIER.Alocualelgerentedelacompañía naviera replicó: SUS INJURIOSAS AFIRMACIONES RECIBIRÁNDIGNOCASTIGO.
En Londres a la hora del té, los escritorios de los principales funcionarios de
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Huddleston&Bradfordestabancubiertosdetelegramasycables,ysedespachabanrecaderosalascasasdeloscaballerosparainformaralasrespectivasesposasquesusmaridos no volverían a casa a cenar, porque debían tratar urgentes asuntos denegocios. La atmósfera inicial de inconmovible calma y desdén por la ineficaciafrancesaestabaahoradisipándose,reemplazadaporlasospechacadavezmásfirmedequeenrealidadpodíahaberocurridoalgoconeloro.Eracadavezmásevidenteque los franceses estaban tan preocupados como los ingleses —el propio señorBonnardhabíatomadoeltrendelatardeparalacosta,conlaintencióndeinvestigarpersonalmente la situación en Ostende. El señor Bonnard era famoso por suausteridad,ysudecisióndeviajarfueinterpretadacomounhechomuysignificativo.
EnLondres,alrededordelassiete,cuandoseretirólamayoríadelosempleadosdel banco, el ánimo de los funcionarios era francamente pesimista. El señorHuddleston contestaba agriamente; el señor Bradford tenía un acentuado aliento aginebra; el señor Fowler estaba pálido como un espectro; y al señor Trent letemblabanlasmanos.Hubounbrevemomentodealivioalrededordelas7.30delatarde,cuandollegaronalbancolosdocumentosaduanerosdeOstende,firmadosporlos franceses el día anterior. Indicaban que a las 5 de la tarde del 22 demayo elrepresentantedeBonnardetFils,untalRaymondVernier,habíafirmadoelrecibopordiecinuevecofresselladosdeHuddleston&Bradfordquecontenían,deacuerdoconladeclaración,docemillibrasesterlinasenoro.
—Estaessumalditasentenciademuerte—dijoelseñorHuddleston,agitandoelpapelenelaire—.Ysihuboalgunairregularidad,laculparecaerásobrelosfranceses—peroestaafirmaciónimplicabaexagerarlasituaciónlegal,yéllosabíamuybien.
Pocodespués,elseñorHuddlestonrecibióunextensocabledeOstende:
SUCONSIGNACIÓNDIECINUEVE(19)COFRESLLEGÓOSTENDEAYER22MAYO17HORASABORDO BARCO «ARLINGTON» DICHA CONSIGNACIÓN ACEPTADA POR NUESTROREPRESENTANTE SIN ROMPER SELLOS QUE APARECIERON INTACTOS CONSIGNACIÓNDEPOSITADA EN CAJA FUERTE OSTENDE CON GUARDIA NOCHE 22 MAYO SIGUIENDONUESTRACOSTUMBRESINPRUEBASDEMANIPULACIÓNCARÁCTERDELOSGUARDIASFIDEDIGNO MAÑANA 23 MAYO NUESTRO REPRESENTANTE ROMPIÓ SELLOS SUCONSIGNACIÓNENCONTRÓCONSISTENTEGRANCANTIDADMUNICIONESPLOMOPARAESCOPETAPERONOOROINVESTIGACIÓNPRELIMINARRESPECTOORIGENMUNICIONESSUGIEREFABRICACIÓNINGLESAEXAMENDESELLOSROTOSSUGIEREROTURAPREVIAYREPARACIÓN ULTERIOR HÁBIL PARA NO DESPERTAR SOSPECHAS A INSPECCIÓNCORRIENTE NOTIFICACIÓN INMEDIATA A FUNCIONARIOS POLICIALES TAMBIÉNGOBIERNO DE PARÍS SEÑALAMOS TODO DE ORIGEN BRITÁNICO FERROCARRILBRITÁNICO BARCO BRITÁNICO GUARDIAS SÚBDITOS BRITÁNICOS SOLICITO USTEDESINFORMEN AUTORIDADES BRITÁNICAS ESPERO SU SOLUCIÓN A ESTE VERDADEROENIGMA.
LOUISBONNARD,PRESIDENTEBONNARDETFILS,PARÍSORIGEN:OSTENDE
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La primera reacción del señor Huddleston ante el cable fue, según se informódespués,«unacaloradoyfuerteexabrupto,provocadoporlatensióndelmomentoyloavanzadodelahora».Afírmasetambiénqueexpresóamplioscomentariosacercala nación francesa, la cultura francesa, y los hábitos personales e higiénicos delpueblo francés. El señor Bradford, cuya vociferación era todavía más estridente,manifestó sucreenciaen laantinatural inclinación francesaa las relaciones íntimasconlascriaturasdelestablo.EraevidentequeelseñorFowlerestabaembriagado,yelseñorTrentsentíaagudosdoloresenelpecho.
Erancasilasdiezdelanochecuandolosbanquerosconsiguieroncalmarse,yelseñorHuddlestondijoalseñorBradford:
—Avisaréalministro.UstedcomuníqueseconScotlandYard.Loshechosde los días siguientes se ajustaron a un sistemabastante previsible.
Losinglesessospecharondelosfranceses;losfrancesessospecharondelosingleses;todos sospechaban de los empleados ferroviarios ingleses, quienes a su vezsospechabande losoficialesdelbarco inglés, quienes a suvez sospechabande losfuncionariosaduanerosfranceses.
Los policías británicos en Francia y los policías franceses en Inglaterra semezclaroncondetectivesprivadoscontratadospor losbancos, los ferrocarrilesy laempresanaviera.Todosofrecíanalgunaformaderecompensaporlainformaciónquecondujesea ladetenciónde losdelincuentes,y los informantesdeambos ladosdelCanal reaccionaron prontamente con una desconcertante profusión de datos yrumores.
Lasteoríasacercadelorodesaparecidoabarcaronunaampliagama,desdelamásmundana—una pareja demalhechores franceses o ingleses que había hallado unaoportunidad fortuita— a lamás grandiosa—una complicada conspiración de altosfuncionariosdelgobiernofrancésoinglés,comprometidosenunplanmaquiavélicocuyametaera llenarse losbolsillosyalmismotiempoagriar lasrelacionescon losaliados militares—. El propio lord Cardigan, gran héroe de la guerra, expresó laopinióndeque«sindudaesunaastutacombinacióndeavariciaymaniobrapolítica».
Pero la creenciamásgeneral a ambos ladosdelCanal eraque se tratabadeuntrabajorealizadodesdedentro.Porunaparte,ésaeralatécnicadelamayoríadelosdelitos.Ysobre todoenestecaso, lacomplejidady la limpiezadel robo indicabaninequívocamentelaexistenciadeinformaciónycooperacióninternas.Poresomismo,todos los que tenían la más mínima relación con el embarque de oro destinado aCrimeafueronsometidosaexamen,einterrogadosporlasautoridades.Elcelodelapolicía por reunir información determinó situaciones inverosímiles: Por ejemplo,durantevariosdíasunpolicíadecivilsiguiólospasosdeunniñodediezaños,nietodelcapitándelPuertodeFolkestone—porrazonesquenadiepudorecordarmuybientiempo después—. Esos incidentes acentuaban la confusión general, y los
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interrogatoriosseprolongarondurantemeses,mientraslaprensaansiosayfascinadadispensabalamayoratenciónposibleatodaslasclavesyposibilidades.
Noserealizaronprogresosimportanteshastael17dejunio,casiunmesdespuésdelrobo.Esedía,atendiendoalapeticióninsistentedelasautoridadesfrancesas,lascajas fuertes instaladas en Ostende, a bordo del barco inglés y en el FerrocarrilSureste, fueron devueltas a sus respectivos fabricantes de París, Hamburgo yLondres,conelfindequelasdesarmaranyexaminaranlosmecanismosdecierre.Sedescubrióque las cajasdeChubb tenían llamativas raspaduras en el interiorde loscierres,asícomorastrosdelimadurasdemetal,grasaycera.Enlasrestantescajasnose observaron indicios de manipulación. El descubrimiento centró nuevamente laatención sobreBurgess, el guarda del furgón de equipajes—el hombre había sidointerrogadoanteriormente,ydejadoenlibertad.El19dejulioScotlandYardanuncióque sehabíadictado su arresto, pero elmismodía el hombre, su esposay susdoshijos desaparecieron sin dejar rastros. Durante la búsqueda que se realizó en lassemanassiguientesnofueposiblehallaraBurgess.
Se recordó entonces que el Ferrocarril Sureste había sufrido otro robo en sufurgón de equipajes, apenas una semana antes de la desaparición del oro. Laconsecuencia clara que podía extraerse de todo esto—a saber, que las autoridadesferroviarias realizaban una administración en general poco seria— acentuó lacreciente sospecha pública en el sentido de que el robo se había realizadoseguramenteeneltrendeLondresaFolkestone.YcuandolosdetectivescontratadosporelFerrocarrilSuresteofrecieronpruebasdequeelrobohabíasidoejecutadopordelincuentes franceses —una afirmación que según se demostró en seguida erainfundada—lasospechapúblicaseconvirtióencertidumbre,ylaprensacomenzóahablardelGranRobodelTren.
Durante losmeses de julio y agosto de 1855, elGranRobo del Tren continuósiendountemasensacionalenlaprensaylasconversaciones.
Aunquenadieacortabaaimaginarcómosehabíaejecutado,lacomplejidadylaaudaciaevidentesenelhechodeterminaronmuyprontolaconviccióninconmovibledequehabíasidoobradeingleses.Ahoraseafirmabaquelosfranceses,dequienesantes se había sospechado, eran indivisos excesivamente limitados y tímidos paraconcebirsiquieraempresatanaudaz,sinhablardelaejecución.
CuandoafinesdeagostolapolicíadelaciudaddeNuevaYorkanuncióquehabíacapturadoalosladrones,yqueerannorteamericanos,laprensainglesareaccionóconincredulidadfrancamentedesdeñosa.Yenefecto,algunassemanasdespuéssesupoque la policía neoyorquina se había equivocado, que sus ladrones jamás habíanpuesto pie en suelo inglés, y que de acuerdo con las palabras de un corresponsal,exhibían «ese sesgo mental errático, en virtud del cual un hombre aprovecha unacontecimientopublicitario, inclusoescandaloso,paraatraer laatencióndelpúblico
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engeneral,conelfindesatisfacersuabsurdoanhelodeunmomentodefama».Los diarios ingleses publicaron todos los rumores, chismes y especulaciones
acercadelrobo;sedeformabanotrascrónicasconelfindevincularlasconelrobo.Porejemplo,cuandolareinaVictoriavisitóParísenagosto,laprensasepreguntóenquémedidaelroboinfluiríasobrelarecepciónqueesaciudadhabíadedispensarle.(Segúnparece,elhechonooriginóningunadiferencia).
Pero en definitiva, durante los meses de verano no ocurrió nada nuevo, einevitablementeelinteréscomenzóadecaer.Durantecuatromeseslaimaginacióndelagentesehabíasentidoatraídaporelacontecimiento.Eneselapsohabíapasadodela hostilidad a los franceses, quienes seguramentehabían robado el oro apelando arecursos sinuososyoscuros, a la sospecha respectode losdirigentes inglesesde lafinanzaylaindustria,enelmejordeloscasosculpablesdegraveincompetenciayenelpeorculpablesdeldelitomismo,ymás tardeaunaespeciedeadmiraciónpor lafecundidadderecursosylaaudaciadelosdelincuentesinglesesquehabíanplaneadoyejecutadolaacción—cuyatramaaúnseignoraba—.
Perocomonohabíahechosnuevos,elGranRobodelTrenseconvirtióenasuntotedioso,yconeltiempolaopiniónpúblicaseenfrióvisiblemente.Despuésdehaberchapoteadoenunadeliciosaorgíadesentimientoantifrancés,decondenaroaplaudiralospropiosvillanos,yderecrearseenlasmaníasdelosbanqueros,losjefesdelasempresasferroviarias,losdiplomáticosylapolicía,elpúblicoestabadispuestoahoraa devolver su confianza a la solidez esencial de los bancos, los ferrocarriles, elgobiernoylapolicía.Enresumen,deseabaqueatrapasenalosmalhechores,yquelohiciesenrápidamente.
Perolosmalhechoresnocayeron.Losfuncionariosmencionaron«laposibilidaddehechosnuevosenelcaso»conconviccióncadavezmenor.Afinesdeseptiembrecirculó una versión anónima en el sentido de que el señor Harranby, de ScotlandYard,habíaestadoenteradodelainminenciadelgolpe,perosinlograrimpedirlo;elseñorHarranbydesmintióvigorosamentetalesrumores,peroseoyeronalgunasvocesaisladas pidiendo su dimisión. La firma bancaria deHuddleston&Bradford, cuyaactividad aumentó levemente durante los meses estivales, sufrió ahora una levedeclinación. Los diarios que traían información acerca del robo vendieron menosejemplares.
Hacia octubre de 1855 el Gran Robo del Tren ya no interesaba a nadie enInglaterra.Sehabíacompletadoelcírculo,pasandodeltemadefascinaciónuniversalypermanenteaunincidenteconfusoyembarazoso,quecasitodosdeseabanolvidar.
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Quintaparte
ARRESTOYPROCESO
Noviembrede1856-Agostode1857
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47Capítulo
REVELACIONESDEUNARATERA
El5 de noviembre, llamadoDía delComplot de laPólvora o día deGuyFawkes,habíasidofiestanacionalinglesadesde1605.PerosegúnobservabaelNewsen1856,«últimamentehacontribuidoalacausadelabeneficencia,ynoalameradiversión.Veamos un caso digno de elogio. El viernes por la noche se realizó una granexhibicióndefuegosartificialesenlosterrenosdelAsilodeHuérfanosdelaMarinaMercante,conelfindeallegarfondosalainstitución.SeiluminaronlosterrenosdeacuerdoconelestiloadoptadoenWauxhall,ysecontratóunabandademúsica.Alfondo había un patíbulo, del cual colgaba una efigie del Papa; y alrededor habíavarios barriles de alquitrán, que en el momento oportuno se consumieron conformidables llamaradas. Asistió mucha gente a la exhibición, y parece que losresultadosfueronmuybeneficiososparalosfondosdecaridad».
Lacombinacióndegrannúmerodepersonasydeentretenimientos,naturalmente,tambiéneramuybeneficiosapara loscarteristas, losdescuiderosy las rateras,yenefectoesanochelapolicíadestacadaenelasilotuvomuchotrabajo.EneltranscursodelaveladalosagentesdelaFuerzaMetropolitanadetuvieronporlomenosatrece«vagabundos y delincuentes de poca monta», entre ellos a una mujer acusada derobarauncaballeroembriagado.LadetenciónfuehechaporciertoagenteJohnson,yporsucaráctertípicolascircunstanciasjustificanunaexplicación.
Loselementosprincipalesdelcasosonsuficientementedaros.ElagenteJohnson,unhombredeveintitrésaños,estabarecorriendolosterrenosdelasiloydepronto,ala luzde los fuegosartificialesqueestallabanenel aire,vioaunamujer inclinadasobre el cuerpo tendido de un hombre. Temiendo que el caballero pudiera estarenfermo,elagenteJohnsonseacercóparaofrecerauxilio;peroapenasseacercó lajoven inició la fuga.Elagente Johnson lapersiguió,y ladetuvopocosmetrosmáslejos,cuandoellatropezóconsupropiafaldaycayóalsuelo.
Cuando la tuvo cerca vio que era «una mujer de aspecto lujurioso ycomportamiento lascivo», y comprendió enseguida el verdadero carácter de lasatenciones que estaba dispensando al caballero —a saber, estaba robándoloaprovechandosuestadodeembriaguez,ypertenecíaalacategoríamásdegradadadedelincuentes,«losladronesdeborrachos».ElagenteJohnsonseapresuróaarrestarla.
La descarada moza puso los brazos en jarras y le miró con ojos brillantes de
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desafío.—Notengonadaencima—declaró;ynocabedudadequesuspalabrasobligaron
areflexionaralagenteJohnson.Afrontabaungravedilema.DeacuerdoconelconceptoVictoriano,elhombredebíatrataratodaslasmujeres
—aúnalasdecategoríasocialmásbaja—conprudenciaymoderación,envistadeladelicadezadesunaturalezafemenina.Deacuerdoconunmanualcontemporáneodeconducta policial, esta naturaleza, «con sus resortes emocionales sagrados, suennoblecedora fecundidad maternal, su exquisita sensibilidad y su profundafragilidad —es decir, todas las cualidades que configuran la esencia misma delcarácterfemenino,derivadelosprincipiosbiológicosofisiológicosquedeterminanlasdiferenciasentre los sexosmasculinoy femenino.Por lo tanto,debeentendersequelaesenciadelcarácterfemeninoresideencadamiembrodedichosexo,ydebeser respetado debidamente por un oficial, incluso si en ciertas personas vulgaresparecequefaltadichocarácterfemenino».
Lacreenciaenunapersonalidaddeterminadabiológicamenteeraaceptadahastacierto punto por casi todos los miembros de los distintos niveles de la sociedadvictoriana, sin que inquietase la existencia de toda suerte de incongruencias. Porejemplo, el hombredenegocios sedirigía a su trabajo todos losdías, dejandoa laesposa«irrazonable» la tareadeadministrarunhogarenorme—esdecir,una tareaqueimplicabaunaactividaddeformidablesproporciones—;sinembargo,elmaridonuncaconsiderabadesdeestepuntodevistalasactividadesdelaesposa.
De todos losabsurdosdelcódigo,elqueprovocabamayoresdificultadeseraelaprietoenqueseveíaelpolicía.Lafragilidadintrínsecadelamujersuscitabaobviasdificultades cuando llegaba elmomento de tratar a lasmujeres delincuentes.Y loscriminales no dejaban de aprovechar la situación, y utilizaban cómplices del sexofemeninoprecisamenteporquelapolicíaevitabaarrestarlas.
El agente Johnson, enfrentado a esta descarada joven en la noche del 5 denoviembre, teníaperfectaconcienciadesupropiasituación.Lamujerafirmabaquenollevabaencimaningúnobjetorobado,ysitalcosaeracierta,jamáslacondenarían,pese al testimonio del propio Johnson en el sentido de que la había encontradorobando a un ebrio. Si no le hallaba entre las ropas un reloj de bolsillo u otroelementoirrefutablementemasculino,lachicasaldríalibre.
Tampocopodíaregistrarla;laideamismadequepodíatocarelcuerpodelamujerle parecía inconcebible al propio Johnson.Sólo le quedaba el recursode escoltarlahastalaprevención,dondeseharíallamaraunamatrona;yéstarealizaríaelcacheo.Peroyaeratarde;eranecesariodespertaralamatrona,yellocaldelapolicíaestabaavariasmanzanas.Mientrasrecorríanlasmanzanasoscuras,lapequeñarameratendríasobradasoportunidadesdedeshacersedelaspruebas.
Además, si el agente Johnson la arrestaba, llamaba a lamatrona,movilizaba a
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todoelmundo,y luego sedescubríaque la jovenno teníanada, élmismoharía elpapel de tonto y recibiría una agria reprimenda. Lo sabía; y también lo sabía lamuchachaqueteníafrenteaélenactituddeinsolentedesafío.
Engeneral,eraunasituaciónquenojustificabaelriesgoolamolestia,yalagenteJohnson le hubiera gustado despacharla con una represión. Pero últimamente sussuperiores habían advertido a Johnson que su número de arrestos dejaba algo quedesear; se le había dicho que pusiese más atención en la lucha contra losmalhechores.Ysehabíadejadoentreverconbastanteclaridadquesuempleopendíadeunhilo.
En definitiva, el agente Johnson decidió, a la luz intermitente de los fuegosartificialesqueestallabanenelaire,quellevaríaalarateraparasometerlaaunatentoregistroanteelfrancoasombrodelamuchacha,yapesardelapropiayconsiderablerenuenciadelpropioJohnson.
ElsargentodeguardiaDalbyestabademalhumor,puesleobligabanatrabajarlanochedeundíafestivo,yleMolestabaperderselafiestaquesecelebrabaendistintoslugaresdelaciudad.
Miró irritadoaJohnsonya lamujer.Estadijo llamarseAliceNelson,yafirmóquetenía«dieciochoaños,oalgoasí».Dalbysuspiróysefrotóelrostrosoñolientomientras rellenabael impreso.Envióa Johnsonabuscara lamatrona.Ordenóa lachica que se sentará en un rincón.La comisaría estaba desierta, y sólo se oían losestallidosysilbidoslejanosdelosfuegosartificiales.
Dalbyteníaunfrascodelicorenelbolsillo,ybienentradalanochesolíatomarunostragossinohabíanadiealrededor.Peroahoraestabaahíesapequeñaperdida,ydelincuente o no, lo cierto era que le impedía beber su trago; la idea lo irritó, yfrunció el ceño, sintiéndose frustrado. Cuando algo le impedía beber, lo deseabamuchomás;oporlomenosesoleparecía.
Despuésdeunrato,lachicarompióelsilencio.—Siustedcreequetengomucharopabajolafalda,véaloustedmismo,yahora.El tono era lascivo, la invitación inequívoca; y para que no quedase la más
mínimaduda,comenzóarascarselaspiernasatravésdelafalda,adoptandoalmismotiempounaexpresiónsensual.
—Sibuscaunpoco,seguroqueencuentra—agregó.Dalbysuspiró.Lachicacontinuórascándose.—Puedogustarle—dijo—,puedeestarseguro,comoqueDiosesmitestigo.—Ytambiénquecogeréunainfección—dijoDalby—.Conozcoalasdetuclase,
querida.—Vamos,vamos—protestó lachica,pasandobruscamentede la invitacióna la
expresiónofendida—.Notienederechoahablarmeasí.Notengoinfección,nuncala
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hetenido.—Sí, sí, sí—dijoDalby convoz fatigada, volviendo apensar en su fracaso—.
Nuncaestáisenfermas,nunca.Lachicavolvióaguardarsilencio.Dejóderascarseypocodespuésseenderezó
enelasiento,adoptandounaposturamásomenoscorrecta.—Hagamosuntrato—dijo—,yyoleaseguroqueleconvendrá.—Querida,nohaytratocontigo—dijoDalby,casisinprestaratención.Conocía la aburrida rutina, porque se repetía todas las noches en la comisaría.
Primerolasprotestasdeinocencia,despuéslapromesadefavores;ysiesonoservíaunintentodesoborno.
Erasiempreigual.—Dejequemevaya—insistiólachica—yledoyunaguinea.Dalbysuspiróymeneólacabeza.Siestacriaturateníaencimaunaguinea,erala
pruebaciertadequehabíaestadorobando,comososteníaeljovenJohnson.—Bueno, entonces —siguió hablando la joven— le daré diez —su voz tenía
ahoraunmatizdemiedo.—¿Diezguineas?—preguntóDalby.Esosíqueeranovedad;hastaahoranuncale
habíanofrecidodiezguineas.Seleocurrióquepodíanserfalsas.—Leheprometidodiez,ysondiez.Dalbyvaciló.Seconsiderabaunhombredeprincipiosyunpolicíaveterano.Pero
susalariosemanaleradequincechelines,ynosiemprepagadoconpuntualidad.Diezguineaserasindudaunacifraimportante.Dejóquesumenteacariciaralaidea.
—Bueno,entonces—prosiguió lamuchacha, interpretandoequivocadamentesuvacilación—,¡ledarécien!¡Cienguineasdeoro!
Dalby se echó a reír. Su humor cambió, y sus ensoñaciones se interrumpieronbruscamente. Impulsadaporel sentimientodeansiedad, la jovenestaba inventandounahistoriafantástica.¡Cienguineas!¡Quéabsurdo!
—¿Nomecree?—Cállatedeunavez—dijoelpolicía.Suspensamientosvolvieronalfrascoque
guardabaenelbolsillo.Sehizounbrevesilencio,mientras lamuchachasemordíael labioy fruncíael
ceño.Finalmentedijo:—Séalgunascosas.Dalby elevó losojos al techo.Era todo tanmonótonoyprevisible.Despuésde
fracasarelsoborno,veníaelofrecimientodeinformaciónacercadealgúndelito.Elprocesoerasiempreelmismo.Pordeciralgo,másqueporotrarazón,preguntó:
—¿Yenquéconsisteesainformación?—Informaciónsobreungolpemuygrande,sinbromas.—¿Quégolpe?
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—Séquiéndioelgolpedeltren.—Madre de Dios —exclamó Dalby—, pero mira que eres inteligente. Caray,
sabesexactamenteloquetodosdeseamosconocer…yoímosdetodoratero,soplónyatracadordeborrachossenoscruzaenelcamino.Todosloslocosqueandanporahívienenacontarnoslomismo.Yaloheoídocienveces,conestosmismosoídosqueaquíves—ledirigióunasonrisaburlona.
En realidad, Dalby comenzaba a compadecer a la joven. Esa pobre infeliz,desvalijadora de borrachos, la forma más repugnante y la categoría más baja deldelito, incapaz siquiera de ofrecer un soborno razonable. A decir verdad, en losúltimostiemposraravezseofrecíaaDalbyinformaciónacercadelrobodeltren.Eraunaviejahistoria,yanadieleinteresaba.Ahorahabíamediadocenadedelitosmásrecientesysugestivos.
—Noesbroma—insistiólachica—.Conozcoalcerrajeroqueestuvoeneso,ypuedollevarlesadondeélestá.
—Sí,claro,sinduda—respondióDalby.—Selojuro—dijolachica,queparecíacadavezmásdesesperada—.Selojuro.—Veamos,¿quiénes?—Noselodiré.—Sí,perosupongo—continuóDalby—queirásabuscarlositesoltamos,¿noes
así?—Dalbymeneó lacabezaymiróa la joven,atentoa laexpresióndeasombroquesindudasedibujaríaensurostro.Estosdelincuentesdepocamontasiempreseasombrabancuandoelpolicía lesayudabaacompletarelcuento.¿Porquésiemprecreíanqueloshombresdelafuerzaeranestúpidostotalesyabsolutos?
PeroelsorprendidofueDalby,porquelajovenreplicóserenamente:—No.—¿No?—preguntóDalby.—No—insistiólajoven—.Séexactamentedóndeestá.—Perotendrásquellevarnosallí—preguntóDalby.—No—volvióadecirella.—¿Cómono?—Dalbyvaciló—.Bien,¿dóndeloatrapamos?—EnlaprisióndeNewgate—dijolamuchacha.PasaronvariosinstantesantesdequeDalbyapreciarabienestarespuesta.—¿EnlaprisióndeNewgate?—repitió.Lachicaasintió.—Entonces,¿cómosellama?Lachicasonrió.Poco después Dalby ordenó a un mensajero que fuera al Yard e informara
directamentealaoficinadelseñorHarranby,pueshabíaoídounahistoriatanextrañaqueprobablementetendríaalgodeverdad.
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Al alba, las autoridades entendían que la situación básica se había aclaradobastante. La mujer llamada Alice Nelson era la amante de cierto Robert Agar,arrestado poco tiempo antes bajo la acusación de falsificar billetes de cinco libras.Agarhabíaafirmadosuinocencia;ahoraestabaenlacárceldeNewgate,esperandoelproceso.
La mujer, privada del apoyo de Agar, había cometido diferentes delitos parasubsistir, y la habían detenido cuando se disponía a desvalijar a un borracho. Deacuerdoconuninformeoficialulterior,manifestó«unaabrumadoraaprensiónfrentealaposibilidaddequelaencerraran»,locualprobablementesignificabaquepadecíaclaustrofobiaSeacomofuere,delatóasuamante,ydijo todo loquesabía,queerabastantepoco—perolosuficienteparainduciralseñorHarranbyaenviarabuscaraAgar—.
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48Capítulo
LACAZADELCANGURO
«Unconceptoclarodelatortuosamentecriminal»,escribióEdwardHarranbyensusmemorias,«esfundamentalenelinterrogatoriopolicial».EsindudablequeHarranbyposeía dicho concepto, pero también tenía que reconocer que el hombre sentadofrente a él, tosiendo y temblando, planteaba un caso particularmente difícil. Yallevabandoshorasdeinterrogatorio,peroRobertAgarseaferrabaasuversión.
EnlosinterrogatoriosHarranbytendíaaintroducirbruscamentenuevaslíneasdeinvestigaciónparasorprenderalosdelincuentes.PeroAgarparecíacapazdeafrontarfácilmentelasituación.
—SeñorAgar—dijoHarranby—.¿QuiénesJohnSimms?—Nuncaheoídohablardeél.—¿QuiénesEdwardPierce?—Yalehedichoquenoloconozco—tosióenunpañuelofacilitadoporSharp,el
ayudantedeHarranby.—EstePierce,¿noesunfamosoladrón?—Nolosé.—Nolosabe—suspiróHarranby.EstabasegurodequeAgarmentía.Supostura,
losojoshuidizosybajos, losgestosde lamano…todo sugeríael engaño—.Bien,señorAgar,¿cuántotiempohacequesededicaalafalsificación?
—No he falsificado —negó Agar—. Le juro que no fui yo. Yo estaba en lataberna,bebiendountrago.Esoestodo,lojuro.
—¿Esustedinocente?—Sí,losoy.Harranbyhizounapausa.—Ustedmiente—dijoalfin.—Digolaverdad,comoquehayDios—insistióAgar.—Iráalacárcelpormuchosaños.Puedeestarsegurodeello.—Nosoyculpable—dijoAgar,excitándose.—Mentiras,todomentiras.Ustedesunfalsificadorvulgar.—Lo juro —dijo Agar—. Yo no he falsificado. No tendría sentido… —se
interrumpióbruscamente.Hubounbrevesilencioeneldespacho,interrumpidoúnicamenteporeltictacdel
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reloj sobre la pared.Harranbyhabía comprado el reloj especialmente por el tictac,queeraconstante,sonoroeirritanteparalosdetenidos.
—¿Porquénovaatenersentido?—preguntósuavemente.—Porquesoyunhombrehonrado—replicóAgar,clavandolavistaenelsuelo.—¿Quétrabajohonradohace?—Jornalero.Aquíyallá.Eraunaexcusapococoncreta,perobastanteverosímil.EnelLondresdelaépoca
habíacasimediomillóndejornalerossinespecializaciónquedesempeñabantrabajosdiversoscuandoencontrabanempleo.
—¿Dóndehatrabajado?—Bien,veamos—dijoAgar,enderezándose—.Undíadetrabajoenelgasómetro
deMillbank, cargando.Dos días enChenworth, transporte de ladrillos. La semanapasada unas horas en casa del señorBarnham, limpiando el sótano.Trabajo dondepuedo,comotodos.
—¿Lerecordaránesospatrones?Agarsonrió.—Quizás.Otrocallejón sin salidaparaHarranby.Lospatronesqueutilizaban jornalerosa
menudonorecordabanasusobreros,olosrecordabanmal.Entodocaso,todoesonosignificabagrancosa.
Harranby se puso a mirar las manos del hombre. Agar tenía las manosentrelazadassobresupropioregazo.Luego,Harranbyvioquelauñadelmeñiqueeramáslarga.Estabamordidaparadisimular,perodetodosmodoseratodavíaunpocomáslarga.
Unauñalargapodíasignificarmuchascosas.Losmarineroslausabanparaatraerlabuenasuerte—sobretodolosgriegos—;tambiénalgunosempleadosqueusabansellos,parasepararelsellodelaceracaliente.PeroAgar…
—¿Cuántotiempohacequeescerrajero?—preguntóHarranby.—¿Eh?—preguntóAgarconexpresiónderefinadainocencia—.¿Cerrajero?—Vamos,vamos—dijoHarranby—.Ustedsabedesobraquéesuncerrajero.—Trabajé como leñador una vez. Pasé un año en el norte, trabajando en un
aserradero.Si,eso,eso.Harranbynosedejódesviardeltema.—¿Hizoustedlasllavesdelascajas?—¿Llaves?¿Quéllaves?Harranbysuspiró.—Ustednotienefuturocomoactor,Agar.—Noséquémequieredecir,señor—dijoAgar—.¿Dequéllavesmehabla?—Delasllavesdelrobodeltren.
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Agarseechóareír.—Caray—dijo—.¿Yustedcreequesihubieraestadoenesoahoramededicaría
afalsificar?¿Realmentelocree?Esoestonto,deveras.ElrostrodeHarranbynoteníaexpresiónalguna,perosabíaqueAgarteníarazón.
Eraabsurdopensarqueunhombrequehabíaparticipadoenelrobodedocemillibrassededicaríaunañodespuésafalsificarbilletesdecincolibras.
—Es inútil fingir—dijoHarranby—.Sabemos queSimms le ha dejado.No leimportaquéleocurra…¿porquéloprotege?
—Noloconozco—dijoAgar.—Díganosdóndeestáylerecompensaremosbien.—Noloconozco—insistióAgar—.¿Nomeentiende?Harranbymiró fijamente aAgar.El hombre semostrabamuy sereno, salvo los
ocasionalesataquesdetos.MiróaSharp,queestabaenunrincón.Habíallegadoelmomentodecambiardetáctica.
Harranbyrecogióunahojadepapeldesuescritorioysecolocóloslentes.—Veamos,señorAgar—dijo—.Aquítenemosunarelacióndesusantecedentes.
Noesmuybuena.—¿Antecedentes?—Ahora se lo veía sinceramente asombrado—.Yo no tengo
antecedentes.—Puesclaroque los tiene—dijoHarranby, recorriendoel textoconeldedo—.
RobertAgar…hum…veintiséisaños…hum…nacióenBethnalGreen…hum…Sí,aquíestá,cárceldeBridewell,seismeses,acusadodevagancia,en1849…
—Esonoescierto—explotóAgar.—…yColdbath,unañoyochomeses,acusadoderobo,en1832…—Esonoescierto,¡juroquenoesverdad!Harranbymiróaldetenidoporencimadesuslentes.—SeñorAgar,estáaquí,enlaficha.Creoqueeljuezseinteresaráenelasunto.
¿Quéleparece,señorSharp?¿Cuántolepondrán?—Catorce años de destierro, por lo menos—dijo Sharp con aire reflexivo—.
Hum,sí,catorceañosenAustralia…creoqueseráeso.—Australia—dijoAgarconvozapagada.—Bueno,yocreo—dijocalmosamenteHarranby—,queenuncasoasínohay
másremedioqueembarcarlo.Agarguardabasilencio.HarranbysabíaquesibieneldestierroaAustraliaaparecíaalosojosdelpueblo
como un castigo muy temido, los propios delincuentes veían el asunto conecuanimidad o incluso con cierta agradable expectativa. Muchos criminalessospechabanqueAustraliaeraunlugaragradable,ysinduda«lacazadelcanguro»erapreferibleaunalargatemporadaenunacárcelinglesa.
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Además, durante esos años Sydney, en Nueva Gales del Sur, era un bello yprósperopuertodemardetreintamilhabitantes.Porotraparte,setratabadeunsitiodonde «no interesaban las historias personales, y la buena memoria y la menteinquisitiva suscitaban particular desagrado…».Y si tenía sus aspectos brutales—aloscarniceroslesgustabadesplumarlasavesaúnvivas—tambiéneraunlugargrato,con calles iluminadas con luz de gas, mansiones elegantes, mujeres enjoyadas ypretensionessocialespropias.ParaunhombrecomoAgareldestierropodíaserunasituaciónconsusdefectosysusvirtudes,PeroAgarestabamuyagitado.Eraevidenteque no deseaba salir de Inglaterra. Cuando vio esta reacción, Harranby se sintióalentado.Sepusodepie.
—Eso es todo por ahora —dijo—. Si durante los próximos días deseacomunicarme algo, informe a los guardias de Agar fue retirado del despacho.Harranbyvolvióasusillón.Sharpseacercóalescritorio.
—¿Quéestabaleyendo?—preguntó.Harranbylemostrólahojadepapel.—Unanotificaciónde laComisióndelAyuntamiento—dijo—enel sentidode
quedebeevitarseestacionarloscarruajesenelpatio.TresdíasdespuésAgarinformóalosguardiasdeNewcatequedeseabatenerotra
audienciaconelseñorHarranby.El13denoviembreAgardijoaHarranbytodoloquesabíaacercadelrobo,acambiodelapromesadeuntratamientobenévolo,ylaindefinida posibilidad de que una de las instituciones afectadas —el banco, elferrocarril o aun el propio gobierno— aceptara otorgarle una parte de lasrecompensaspendientesofrecidasaquienessuministraninformación.
Agar no sabía dónde se guardaba el dinero. Dijo que Pierce le había estadopagando una asignación mensual en papel moneda. Los delincuentes habíanconvenido previamente en que dividirían el botín dos años después del golpe, enmayodelsiguienteaño,esdecir,1857.
PeroAgarconocíaeldomiciliodePierce.En lanochedel13denoviembre lasfuerzasdelYard rodearon lamansióndeEdwardPierce,o JohnSimms,yentraroncon las armas dispuestas. Pero el propietario no estaba en casa; los atemorizadossirvientesexplicaronquehabíasalidodelaciudadparaasistiralcombatedeboxeodeldíasiguienteenManchester.
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49Capítulo
ELCOMBATEDEBOX
Desde el punto de vista técnico los combates de boxeo eran ilegales en Inglaterra,perose realizarona lo largode todoelsigloXIX,yatraíanaunpúblicoenormeyfiel.Lanecesidaddeevitar laacciónde lasautoridadesdeterminabaqueaveces,aúltimomomento,unencuentrosedesplazaradeunaciudadaotra,demodoquelosnutridosgruposdeentusiastasdelpugilismoydeaficionadosaldeporteviajabanpordistintasáreasrurales.
El combate del 19 de noviembre entre Dinamita Tim Revels, el CuáqueroPeleador,ysuretador,NeddySingleton,pasódeLiverpoolaunapequeñalocalidadllamada Eagle Welles, y más tarde a Barrington, en las afueras de Manchester.Presenciaron lapeleaveintemil aficionados,quienes juzgaronpoco satisfactorioelespectáculo.
En esa época los encuentros de boxeo se ajustaban a reglas que hoy nosparecerían casi imposibles. Los boxeadores peleaban con los puños desnudos, yprocurabanregularsusgolpesdemodoquenosufriesenlesionesenlasmanosolospuños; el hombre que se lastimaba los nudillos o lasmuñecas al comienzo de unencuentroperdíacasiconseguridad.Losasaltosteníanunaduraciónvariable,yloscombatesnosesubordinabanalímitesdetiempo.Amenudoseprolongabandurantecincuenta o incluso ochenta asaltos, demodo que ocupaban gran parte del día. Elpropósito de la acción era lesionar lenta y metódicamente al adversario, con unasucesióndepequeñoscortesymoretones;nosebuscabaponerfueradecombatealcontrario.Porlocontrario,elbuenluchadorsometíaagolpesasuadversario.
NeddySingletonsevio irremediablementesuperadoporDinamitaTimdesdeelcomienzo.AlprincipiodelaluchaNeddyadoptoelardiddedoblarlarodillasiempreque recibía un golpe, con el propósito de detener el combate y tomar aliento. Losespectadores silbaban y abucheaban a la vista de un truco tan indigno, pero eraimposibleimpedirlo,sobretodoporqueelárbitro—encargadodecontardiez—decíalosnúmerosconunalentitudquedemostrabaquehabíasidogenerosamentepagadopor lospartidariosdeNeddy.Laindignacióndelosaficionadossemoderóuntantoporque advirtieron que esta argucia tenía al menos el efecto de prolongar elsangrientoespectáculoquehabíanvenidoapresenciar.
Conmillaresdeespectadoresdistribuidosalrededordelcuadrilátero,yentreellos
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todas las variedades imaginables de rufianes y matones, los hombres del Yard sevieron en dificultades para actuar discretamente. Agar, con un revólver contra laespinadorsal, señalódesde cierta distancia aPiercey aBurgess.Losdoshombresfuerondetenidos enunaoperaciónejecutadacondestreza: aplicaronun revólver alcostado de cada hombre, y les sugirieron en voz baja que se entregaran sinresistencia.Delocontrario,lesmeteríanunabalaenelcuerpo.
PiercesaludóamablementeaAgar.—¿Demodoquesehavueltosoplón?—preguntóconunasonrisa.—No importa—dijo Pierce. Agar no se atrevió amirarle a los ojos—. Como
ustedsabe,tambiénheprevistoesto.—Noteníaalternativa—exclamóAgar.—Perderásuparte—dijoserenamentePierce.Enlaperiferiadelamultitudqueasistíaalencuentro,Piercefuellevadoanteel
señorHarranby,delYard.—¿EsustedEdwardPierce,tambiénconocidocomoJohnSimms?—Yosoy—replicóelhombre.—Selearrestaacusadoderobo—dijoelseñorHarranby.AlocualPiercereplicó:—Nopodrántenermepreso.—Metemoqueloconseguiremos,señor—dijoelseñorHarranby.Enlanochedel19denoviembrePierceyBurgessfueronareunirseconAgaren
lacárceldeNewgate.Harranbyinformódiscretamentedesuéxitoalosfuncionariosdelgobierno,peronadaseanuncióenlaprensa,porqueHarranbyqueríaapresaralamujerllamadaMiriamyalcocheroBarlow,quetodavíaestabanenlibertad.Tambiéndeseabarecuperareldinero.
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50Capítulo
HÁBILESINTERROGATORIOS
El22denoviembreelseñorHarranbyinterrogóaPierceporprimeravez.Eldiariodesu ayudante Jonathan Sharp registra que «H., llegó temprano al despacho; estabapulcramentevestido,yteníaexcelenteaspecto.Tomóunatazadecaféenlugardeltéacostumbrado.Comentarios acerca delmodomás eficaz demanejar a Pierce, etc.,etc. Dice que sospecha será imposible obtener nada de Pierce sin ablandarlepreviamente».
En realidad, la entrevista fuemuy breve.A las nueve de lamañana Pierce fuellevado a la oficina y se le indicó que ocupara una silla, aislada en medio deldespacho.Harranby,instaladodetrásdelescritorio,formulólaprimerapreguntaconlahabitualbrusquedad.
—¿ConocealhombrellamadoBarlow?—Sí—replicóPierce.—¿Dóndeestáahora?—Nosé.—¿DóndeestálamujerllamadaMiriam?—Nosé.—¿Dóndeestáeldinero?—Nosé.—Parecequeustedignoramuchascosas.—Asíes—confirmóPierce.Harranbylemiróunmomento.Hubounbrevesilencio.—Quizás—dijoHarranby—untiempoenelSteellerefrescarálamemoria.—Lodudo—dijoPierce,sinelmásmínimoindiciodeansiedad.Pocodespuéslesacarondeldespacho.CuandoestuvosoloconSharp,Harranbydijo:—Loquebraré,seloaseguro.El mismo día Harranby ordenó que Pierce fuera trasladado de la cárcel de
Newgate a la Correccional de Coldbath Fields, llamado también la Bastilla. El«Steel»—otrodesusnombres—normalmentenoeraunlugardedetenciónparalosdelincuentesacusadosqueesperabanproceso.Perolapolicíaenviabaallíamenudoaundetenidosiquería«sonsacarle»informaciónantesdeljuicio.
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El Steel era la más temida de las cárceles inglesas. Después de una visitarealizada en 1853, Henry Mayhew describió sus principales características. Porsupuesto,lomásimportanteeralanoria,formadaporestrechascajasenhileras,con«aspectodelasdivisionesdeunurinariopúblico»,dondelosdetenidospermanecíanporperíodosdequinceminutos,moviendounaruedadeveinticuatroescalones.Unceladorexplicódel siguientemodo lasvirtudesde lanoria:«Mire, loshombresnopuedenafirmarse,porquelosescalonessiemprecedenbajolospies,yporesoestanagotador.Además, los compartimentos son pequeños, y hacemucho calor, así quedespuésdeuncuartodehoraelcalordificultalarespiración».
Aúnmenos agradable era el ejercicio de la bala, un esfuerzo tan riguroso quegeneralmente se eximía a los hombres mayores de cuarenta y cinco años. Losprisionerosformabanuncírculo,separadosentresíportrespasos.Aunaseñal,cadahombrelevantabaunabaladecañóndedocekilogramos,lallevabahastasuvecino,la dejaba y volvía al punto de partida, donde lo esperaba otra bala.El ejercicio seprolongabaunahoracadavez.
Pero loque inspirabamayor temorera«lamanivela»,un tambor llenodearenamovido por una manivela. Se reservaba como castigo especial a los detenidosdíscolos.
El régimen cotidiano de Coldbath Fields era tan duro que aún después de unabreve sentencia de seismesesmuchos hombres salían del establecimiento «con elespíritu quebrantado», el cuerpo debilitado, los nervios agotados y la voluntad tanamortiguada que su capacidad para cometer nuevos delitos se veía gravementedisminuida.
En su condición de detenido que esperaba el proceso. Pierce no podía serobligadoasoportarlanoria,labalaolamanivela;perodebíasometersealasreglasde conducta de la prisión, y si por ejemplo infringía la norma de silencio podíacastigársele con un período de manivela. Por lo tanto, podemos presumir que losguardias le acusaron a menudo de hablar, y que se le sometió a un proceso de«ablandamiento».
El 19 de diciembre, después de cuatro semanas en el Steel, Pierce fue llevadonuevamente al despacho de Harranby. Este había dicho a Sharp: «Ahora veremosalgo».Peroelsegundointerrogatoriofuetanbrevecomoelprimero.
—¿DóndeestáelhombrellamadoBarlow?—Nosé.—¿DóndeestálamujerMiriam?—Nosé.—¿Dóndeestáeldinero?—Nosé.El señor Harranby, el rostro congestionado, las venas de la frente hinchadas,
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despidióaPierceconvoztemblorosadeindignación.CuandoseestabanllevandoaPierce,ésteexpresóserenamentealseñorHarranbysudeseodequepasaraunafelizNavidad.
—Eldescarodelindividuo—escribióHarranbytiempodespués—superabatodoloconcebible.
DuranteesteperíodoelseñorHarranbysoportabapresionesconsiderablesqueseejercíandesdevariossectores.ElBancoHuddleston&Bradfordqueríarecuperarsudinero, y expresaba sus deseos aHarranbypor intermediodel despachodel propioPrimerMinistro,lordPalmerston.Laspreguntasdel«ViejoPam»lecreabanasuvezunasituaciónembarazosa,porqueHarranbytuvoquereconocerquehabíarecluidoaPierce enColdbathFields, de lo cual podía deducirse que su actitudnohabía sidomuycaballerosa.
Palmerstonexpresó laopinióndequeesaactitudera«un tanto irregular»,peroHarranbyseconsolóconelpensamientodequeunPrimerMinistroqueseteñíalosbigotes,malpodíacriticaraotrosdequetambiénhicierantrampa.
Pierce permaneció en Coldbath hasta el 6 de febrero, día en que le llevaronnuevamenteapresenciadeHarranby.
—¿DóndeestáelhombreBarlow?—Nolosé.—¿DóndeestálamujerMiriam?—¿Dóndeestáeldinero?—EnunacriptadeSaintJohn’sWood—dijoPierce.Harranbyseinclinóhaciaadelante.—¿Cómoeseso?—Estáguardado—dijoPierceconaireindiferente—enunacriptaanombrede
JohnSimms,enelcementeriodeMartinLañe,enSaintJohn’sWood.Harranbytamborileóconlosdedossobreelescritorio.—¿Porquénonosinformóantes?—Porquenoquería—dijoPierce.HarranbyordenóquePiercefuesellevadootravezaColdbathFields.El7de febrero se localizó la cripta, y seobtuvo la autorizaciónnecesariapara
abrirla.ElseñorHarranby,acompañadoporelseñorHenryFowler,representantedelbanco,abriólacriptaalrededordelmediodía.Nohabíaallíningúnataúd,ytampocoestabaeloro.Despuésdeunexamenmásminucioso,sellegóalaconclusióndequepocoantessehabíaforzadolacerradura.
Este descubrimiento encolerizó profundamente al señor Fowler, y el señorHarranby se sintió muy molesto. El 8 de febrero —es decir, al día siguiente—devolvieronaPiercealaoficinadeHarranbyyleinformarondelasnovedades.
—Caramba—dijoPierce—,esosvillanosdebendehabermerobado.
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Nilavoznilaactitudrevelabanmuchainquietud,yasíselodijoHarranby.—Barlow —dijo Pierce—. Siempre he dicho que ese hombre no merecía
confianza.—Entonces,¿ustedcreequeBarlowsehaapoderadodeloro?—¿Quiénmáspuedehaberlohecho?Hubounbrevesilencio.Harranbyescuchóeltictacdesureloj,yporunavezel
sonido le irritó más que a su detenido. A decir verdad, éste parecía sentirse muycómodo.
—¿Noleimporta—preguntóHarranby—quesuscómpliceslehayantraicionadoasí?
—Esmimalasuerte—dijotranquilamentePierce—.Ytambiénlasuya—agregóconunalevesonrisa.
«Por sus maneras mesuradas y su actitud cortés», escribió el señor Harranby,«lleguéa laconclusióndequehabía inventadootrahistoriaparadespistarnos.Peromis intentos ulteriores por conocer la verdad se vieron frustrados, pues el 10 demarzode1857elcronistadelTimesseenteróde lacapturadePierce,yyanofueposiblemantenerloenunlugarconveniente».
DeacuerdoconelseñorSharp,sujeferecibiólacrónicaperiodísticadelacapturade Pierce «con calurosas imprecaciones y expresiones enérgicas». Harranby quisosaber cómo se habían enterado los periódicos. El Times se negó a identificar a sufuente. Se exoneró a un guardia de Coldbath, sospechoso de haber transmitido lainformación,peronuncapudoaclararsetotalmenteelcaso.InclusollegóaafirmarsequelafiltraciónsehabíaoriginadoeneldespachodePalmerston.
Entodocaso,seestablecióel12de juliode1857comofechade iniciacióndelprocesodeBurgess,AgaryPierce.
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51Capítulo
ELPROCESODEUNIMPERIO
El público dispensó al proceso de los tres ladrones del tren el mismo interéssensacionalista que había mostrado antes en relación con el hecho mismo. Losfuncionarios judiciales, conscientes de que la atención estaba puesta en elacontecimiento,procuraronacentuareldramatismointrínsecodeljuicio.Burgess,elmenos importantede losactores, fue llevadoenprimer términoanteel tribunaldelAntiguoBailey.Comosóloconocíapartesdelasunto,seavivóeldeseodelpúblicodeconocermásdetalles.
Agarfueinterrogadoensegundotérmino,yaportómásinformaciónqueBurgess.Pero lo mismo que el guarda ferroviario. Agar era un hombre evidentementelimitado,ysutestimoniovinoaconcentrarlaatenciónenlapersonalidaddelpropioPierce,aquienlaprensadenominaba«eldelincuentemagistral»y«lafuerzabrillanteymalignaqueorquestóelasunto».
Pierce continuaba encarcelado en Coldbath Fields, y ni el público ni losperiodistaslehabíanvisto.Demodoquelosperiodistasgozabandeamplialibertadparapergeñarfantásticasversionesacercadelaapariencia,losmodalesyelestilodevidadelhombre.Muchodeloqueseescribiódurante lasdosprimerassemanasdejuliode1857eraevidentementefalso:quePiercevivíacontresamantesenlamismacasa,yerauna«dínamohumana»;quehabíaorganizadolagranestafadeloschequesde1852;queeraelhijoilegítimodeNapoleónI;quetomabacocaínayláudano;quehabíasidoelesposodeunacondesaalemanay lahabíaasesinadoenHamburgoelaño1848.Noexistelamásmínimapruebadequeningunadeestasversionesfueseválida; pero es indudable que la prensa aguijoneó hasta el frenesí el interés delpúblico.
LapropiareinaVictoriasucumbióalafascinaciónde«esteaudacísimoypícarodelincuente,aquiennosgustaríaverdecerca».Tambiénmanifestóeldeseodeverleahorcado;parecequelaReinanorecordabaqueen1857elrobomayoryanoeraundelitocapitalenInglaterra.
DurantevariassemanaselpúblicosereunióalrededordeColdbathFields,conlaesperanza dudosa de echar una ojeada al ladrónmagistral. Y la casa de Pierce enMayfairfuevioladaentresocasionesporávidosbuscadoresderecuerdos.Sedetuvouna«mujerdealcurnia»—eslaúnicadescripciónexistente—cuandoabandonabala
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casaconunpañuelodehombre.Sinelmásmínimoembarazodijoquesólodeseabatenerunrecuerdodelindividuo.
ElTimessequejódequeestafascinaciónconuncriminalconstituíaunaconducta«impropia,einclusodecadente»,yllegóalextremodesugerirqueelcomportamientodelpúblicoreflejaba«ciertodefectofataldelcarácterdelespírituinglés».
Por lo tanto, veamosunade lasmás extrañas coincidenciasde lahistoria en elhecho de que, cuandoPierce comenzó a atestiguar, el 29 demayo, el público y laprensa orientaban su atención hacia otros rumbos. Pues Inglaterra afrontabainesperadamenteunanuevapruebadeproporcionesnacionales:un impresionanteysangrientoalzamientoenindia.
El dinámico Imperio Británico —algunos lo llamaban el Imperio Británico—habíasufridodos importantes revesesen lasúltimasdécadas.ElprimeroenKabul,Afganistán, el año 1842, cuando 16.500 soldados, mujeres y niños británicosmurieronenseisdías.ElsegundofuelaguerradeCrimea,queyahabíaconcluido,yquedeterminóunaseriedepeticionesenfavordelareformamilitar.Esesentimientoera tan profundo que lord Cardigan, aclamado antes como héroe nacional, ahoragozaba demala reputación; se llegó incluso a acusarlo (injustamente) de no haberparticipadodelacargadelaBrigadaLigera,ysumatrimonioconlanotoriaamazonaAdelineHorseydeHorseyhabíacontribuidoaperjudicartodavíamássuprestigio.
YentoncesestallóelMotínIndio,tercerrevésparalasupremacíamundialinglesayotrogolpeasestadoalaconfianzadelosinglesesensímismos.QuelosinglesessemostrabanexcesivamenteconfiadosenIndiasededuceclaramentedelhechodequeteníansólo34.000soldadosenesepaís,sumadosauncuartodemillóndesoldadosnativos—loscipayos—quenosemostrabandemasiadofielesasusjefesingleses.
Desde ladécadade1840habíanvenidodemostrandounexcesivoautoritarismoenlaIndia.Elrenovadofervorevangélicodelavirtudreligiosaenlametrópolihabíainducido a promover inflexibles reformas religiosas en el exterior; los thugs y lossuttiseranobjetodepersecución,ylosindiosnosesentíanmuycomplacidosdeveralosextranjerosdedicadosamodificarsusantiguaspautasreligiosas.
Cuando los ingleses adoptaron el nuevo rifle Enfield, en 1857, los cartuchosvenían de la fábrica abundantemente revestidos de grasa. Era necesariomorderlosparaliberarlapólvora.Enlosregimientosdecipayoscorrióelrumordequelagrasaproveníadecerdosyvacas,ydequeestoscartuchoseranunardidparadeshonraraloscipayoseinducirlosainfringirlasreglasdelacasta.
Lasautoridadesinglesasactuaronconrapidez.En enero de 1857 se ordenó que los cartuchos engrasados en la fábrica se
suministraranúnicamentealastropaseuropeas;loscipayospodíanengrasarlossuyoscon aceite vegetal. Esta razonablemedida llegó demasiado tarde, y no fue posiblecalmar la irritación general. En marzo los primeros oficiales británicos cayeron
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abatidosporcipayos.Yenmayoestallóunalzamientogeneral.El episodio más famoso delMotín Indio ocurrió en Cawnpore, una ciudad de
150.000habitantesaorillasdelGanges.Vistoenlaperspectivamoderna,elsitiodeCawnpore parece cristalizar todo lo que era noble y absurdo en la Inglaterravictoriana.Unmillarde ciudadanosbritánicos, incluso trescientasmujeresyniños,estuvieron bajo el fuego enemigo durante dieciocho días. Las condiciones de vida«violaban todos los elementos de decencia y propiedad de la vida, y chocaban lamodestiade… lanaturaleza femenina».Perodurante losprimerosdíasdel sitio, lavidasedesarrollóconnotablenormalidad.Lossoldadosbebíanchampañaycomíanarenqueenlatado.Losniñosjugabanalrededordelasarmas.Nacieronvariosbebés,yse celebró una boda, a pesar del estrépito constante del fuego de los rifles y laartillería,quesemanteníadíaynoche.
Después,todostuvieronqueplegarseaunasolacomidadiaria,yprontolestocócomer carne de caballo, «si bien algunas damas no podían avenirse a esta racióndesacostumbrada».Lasmujeresentregaronsuropainteriorparahacerlostacosdelasbalas:«LasdamasdeCawnporerenunciaronaloqueeraquizáselcomponentemásapreciadodesuatuendofemeninoparamejorarelabastecimiento…».
La situación adquirió caracteres desesperados. No había agua, excepto la quepodía obtenerse de un pozo que estaba fuera del campamento; los soldados queintentaron conseguirla murieron en la empresa. Durante el día se alcanzabantemperaturas de 58°C.Varios hombresmurieron de insolación.Un pozo seco queteníandentrodelrecintofueutilizadocomosepulturadeloscadáveres.
El 12 de junio uno de los edificios se incendió y quemó totalmente. Sedestruyeron todos los abastecimientos médicos. Pero los ingleses continuaronresistiendoyrepeliendotodoslosataques.
El25de junio loscipayospidieronuna tregua,yofrecierona los inglesespasolibre por agua aAllahabad, una ciudadque estaba a 160kilómetros río abajo.Losinglesesaceptaron.
La evacuación se inició al alba del 27 de junio. Los ingleses embarcaron encuarenta navíos fluviales, vigilados atentamente por los cipayos armados. Apenassubióelúltimo inglésabordo, los tripulantesnativossaltaronalagua.Loscipayosabrieron fuego sobre las embarcaciones, todavía amarradas a la costa. Pronto lamayoría de los barcos comenzó a incendiarse, y el río se cubrió de cadáveres ycuerpos que se ahogaban. Los jinetes indios entraron en el río y sablearon a lossobrevivientes.Todosloshombresfueronmuertos.
Lasmujeresylosniñosfueronllevadosaunacasadeadobecercanaalacosta,ymantenidosallívariosdíasenuncalorsofocante.El15dejuliovarioshombres,entreellos algunos que eran carniceros de profesión, entraron en la casa con sables ycuchillosyexterminaronatodoslosprisioneros.Loscuerposdesmembrados,incluso
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«algunos que aún no habían terminado de morir», fueron arrojados a un pozopróximo,quesegúnseafirmasellenó.
Los ingleses de la metrópoli, en una expresión de su «vigoroso cristianismo»,clamaronsangrientavenganza.InclusoelTimes,impulsadoporlafuriadelmomento,exigió que «cada árbol y cada alero del lugar comparta la carga, en la forma delcadáver de un amotinado».LordPalmerston afirmóque los rebeldes indios habíanactuadocomo«demoniosbrotadosdelasmáshondasprofundidadesdelinfierno».
En talmomento, lapresentacióndeundelincuente ante el tribunaldelAntiguoBailey,porundelitocometidodosañosantes,teníauninteréssecundario.Detodosmodos,sepublicaronalgunasinformacionesenlaspáginasinterioresdelosdiarios,quesonfascinantesporloquerevelanacercadeEdwardPierce.
Fue llevado por primera vez ante el juez el 29 de julio, «apuesto, seductor,mesurado, elegante y atrevido». Atestiguó con voz regular, absolutamente serena,pero sus afirmaciones fueron por demás explosivas.Dijo del señorFowler que era«un estúpido sifilítico», y del señor Trent que se trataba de «un viejo majadero».Estoscomentarios llevaronal fiscala inquirir laopinióndePierceacercadelseñorHarranby,elhombrequelehabíacapturado.«Unpetimetrehinchadoconelcerebrodeunescolar»anuncióPierce,provocandounaexclamaciónenel tribunal,pueselseñor Harranby estaba en la galería, en calidad de observador. Se vio enrojecerintensamentealseñorHarranby,yselehincharonlasvenasdelafrente.
MásasombrosaaúnquelaspalabrasdelseñorPiercefuesuactitudgeneral,pues«seleveíamuycompuesto,yorgulloso,ynomostrabaindiciosdearrepentimiento,ni rastros de remordimiento moral por sus negras fechorías». Todo lo contrario,parecía entusiasmado con su propia astucia a medida que explicaba los diferentespasosdelplan.
«Sediría»,observóelEveningStandard,«quehastaciertopuntosecomplaceensuspropiosactos,locualparecedeltodoinexplicable».
Estacomplacenciaseextendióal relatodetalladode lasmaníasde los restantestestigos,quienessemostraronmuyrenuentescuandolestocóelturnodeatestiguar.El señor Trent se mostró torpe y nervioso, y muy molesto («con sobrada razón»,protestóunindignadoobservador)envistadeloqueteníaquedecir,yporsuparteelseñor Fowler declaró sus propias experiencias en voz tan baja que el fiscal se vioforzadoapedirleconstantementequeelevaralavoz.
HuboalgunosmomentosdramáticosduranteeltestimoniodePierce.Unofueelsiguientediálogo,altercerdíadesupresentacióneneltribunal.
—SeñorPierce,¿conocealcocherollamadoBarlow?—Enefecto.—¿Puedeindicarnossuparadero?—No.
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—¿Puededecirnoscuándolevioporúltimavez?—Sí,puedo.—Porfavor,dígalo.—Levihaceseisdías,cuandomevisitóenColdbathFields.(Unmurmullodevoceseneltribunal,yeljuezreclamaorden).—SeñorPierce,¿porquénocomunicóantesestainformación?—Porquenomelapidieron.—¿CuálfueelsentidodesuconversaciónconestehombreBarlow?—Hablamosdemifuga.—Entonces,¿ustedseproponefugarseconlaayudadeestehombre?—Preferiríaquefueseesounasorpresa—dijoPierceconvozserena.La consternación del tribunal fue considerable, y los diarios se mostraron
profundamenteofendidos:«Undelincuentebrutal,desaprensivoymaligno»,dijoelEveningStandard.Sealzaronvocesenelsentidodequese leaplicara lasentenciamásseveraposible.
La actitud serena de Pierce nunca se alteró. Continuó mostrándosedesdeñosamente insultante. El 1 de agosto Pierce dijo de pasada del señor HenryFowlerque«esunestúpidotangrandecomoelseñorBrudenell».
Elfiscalignoróelcomentario.Replicóalpunto:—¿SerefierealordCardigan?—MerefieroalseñorJamesBrudenell.—Enrealidad,setratadelordCardigan,¿verdad?—Usted puede llamarle como le plazca, pero paramí no esmás que el señor
Brudenell.—¿UsteddenigraaunpareInspectorGeneraldelaCaballería?—Esimposibledenigraraunidiota—dijoPierceconsuhabitualserenidad.—Señor,lerecuerdoqueustedestáacusadodeunperversodelito.—No he matado a nadie —replicó Pierce—, pero si por mi propia estupidez
hubieranmuertoquinientosingleses,deberíanahorcarmesindemora.Este diálogo no tuvo amplia difusión en los periódicos, temerosos de que lord
Cardigan les demandarapordifamación.Perohabíaotro factor: con su testimonio,Pierceestabaatacandoloscimientosdeunaestructurasocialqueyasesentíaasaltadadesdemuchosfrentesdistintos.Enresumen,eldelincuentemagistralhabíadejadodeserfascinanteparanadie.
Y en todo caso, el juicio dePierce nopodía competir con los relatos sobre los«negros»(comoselesdenominaba)deojosfebriles,entrandoacuchilloenunsalóncolmado de mujeres y niños, violando y matando a las mujeres, ensartando a lospequeñuelos que lloraban, y «ofreciendo un espectáculo escalofriante de atavismopagano».
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52Capítulo
ELFIN
Pierce finalizó su testimonio el 2 de agosto. Ese día el fiscal, advertido de que elpúblicoestabaperplejoantelafrialdadylafaltadesentimientosdeculpabilidaddeldelincuente,abordóunaúltimacuestión.
—Señor Pierce —dijo el fiscal, irguiéndose en actitud de severidad—. SeñorPierce, se lo pregunto directamente: ¿En momento alguno experimentó unsentimientodeimpropiedad,nuncaadvirtióqueprocedíamal,ocomprendióquesusactoseran ilegales,no tuvociertaaprensiónmoral,mientrasejecutabaestoshechosdelictivos?
—Nocomprendolapregunta—dijoPierce.Sedicequeelfiscalrióporlobajo.—Sí,sospechoquenolacomprende;estáescritoentodasuactitud.Aquí,SuSeñoríaseaclarólagargantaypronuncióelsiguientediscurso:—Señor—dijoeljuez—,esunaverdadadmitidaenjurisprudenciaquelasleyes
soncreacióndeloshombres,yqueloshombrescivilizados,eneldesarrollodeunatradicióndemásdedosmilenios,aceptanajustarseatalesleyesporelbiencomúndelasociedad.Puesúnicamentegraciasalimperiodelderechoexisteunacivilizacióndeunnivelsuperiora lapromiscuasordidezde labarbarie.Es loquesedesprendedetoda la historia del género humano, y lo que transmitimos a todos nuestrosciudadanosenlaactividaddenuestrosprocesoseducativos.
—Ahora bien; con respecto a la motivación, señor, yo le pregunto: ¿Por quéconcibió,planeó,yejecutóesteperversoyasombrosodelito?
Pierceseencogiódehombros.—Queríaeldinero—dijo.Despuésdeprestartestimonio,Piercefueesposadoysacadodeltribunalpordos
robustosguardias,ambosarmados.CuandoPiercesalíadeltribunal,secruzóconelseñorHarranby.
—Buenosdías,señorPierce—dijoelseñorHarranby.—Adiós—replicóPierce.PiercesalióporelfondodelAntiguoBailey,ysubióalcarruajedelapolicíaque
debía llevarle aColdbathFields.En la escalinatadel tribunal sehabía reunidounamultitud considerable. Los guardias empujaban a la gente, que lanzaba gritos de
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salutaciónyformulabadeseosdebuenasuerteaPierce.Unahorrendaprostitutaviejaconsiguióacercarseybesaralbandidoenplenaboca.Fuesólouninstante,porquelapolicíalaapartóinmediatamente.
Se supone que esta prostituta era en realidad la actriz,—es decir, la señoritaMiriam—yquealbesaraPiercelepasólallavedelasesposas;peronohaycertezaacercadeestepunto.Sesabe,encambio,quecuandopocodespuéssedescubrióalosdos guardias, desmayados en una zanja próxima a la calle Bow, no pudieronreconstruir losdetallesexactosdelafugadePierce.Solamentecoincidieronenquehabíaaparecidouncochero—unhombrebestial,segúnafirmaron,conunahorriblecicatrizblancaenlafrente.
ElcarruajedelapolicíafuerecuperadodespuésenuncampodeHampstead.NiPiercenielcochefueroncapturadosjamás.Lasversionesperiodísticasdelafugasonimprecisas, y todas mencionan el hecho de que las autoridades mostraron ciertarenunciaacomentarampliamenteelasunto.
En septiembre los británicos capturaron nuevamente a Cawnpore. No cogieronprisioneros,yquemaron,ahorcaronydegollaronasusvíctimas.Cuandodescubrieronlacasaensangrentadadondehabíanpasadoacuchilloamujeresyniños,obligaronalosnativosa lamerelsueloenrojecidoantesdeahorcarlos.Siguieronsumarchaenterritorio indio, en lo que se denominó«elViento infernal»haciendohasta sesentamillasdiarias,quemandoaldeasenterasyasesinandoatodosloshabitantes,atandoalosamotinadosalasbocasdeloscañonesparavolarlosenpedazos.ElMotínIndiofueaplastadoantesdefinesdeaño.
Enagostode1857Burgess,elguardaferroviario,alególapreocupacióncausadapor la enfermedad de su hijo, y afirmó que había deformado de tal modo susinclinacionesmoralesquehabíaacabadoporunirseadelincuentes.FuecondenadoasólodosañosenlacárceldeMarshalsea,dondemuriódecóleraeseinvierno.
El cerrajero Robert Agar fue sentenciado a destierro en Australia por suparticipaciónenelGranRobodelTren.AgarmurióenSydney.NuevaGalesdelSur.Australia, el año 1902; y era un hombre acaudalado. Su nieto.Henry L.Agar fueintendentedeSydneyde1938a1941.
ElseñorHarranbyfallecióen1879,mientrascastigabaauncaballoqueleasestóunacozenelcráneo.Suayudante,Sharp,llegóajefedelYardycuandofalleció,en1919,ya teníabisnietos.Sedicequeenciertaocasióndijoque leenorgullecíaqueningunodesushijosfuerapolicía.
ElseñorTrentmuriódeunaafeccióndelpechoen1857;suhijaElizabethcasócon sir Percival Harlow en 1859, y tuvo con él cuatro hijos. Después delfallecimientodesuesposo laviudadelseñorTrent tuvounaconductaescandalosa:muriódeneumoníaen1884,despuésdehabertenido,segúnpropiaconfesión,«másamantesquelaBernhardt».
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HenryFowlermuriópor«causasdesconocidas»en1858.ElFerrocarrilSureste, cansadode la incomodidadde laEstacióndelPuentede
Londres, constriñó dos nuevas terminales, el famoso arco abovedado de la calleCannonen1862.LaestaciónBlackfnarspocodespués.
Pierce,BarlowylamisteriosaseñoritaMiriamnofueronhalladosnunca.En1862seafirmóquevivíanenParís.En1868sedijoquevivían«espléndidamente»en laciudaddeNuevaYork.Ningunadelasdosversionespudoconfirmarsenunca.
EldinerodelGranRobodelTrennoserecuperójamás.
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MICHAELCRICHTON (Chicago, Illinois, 23 de octubre de 1942 - Los Ángeles,California, 4 de noviembre de 2008) fue un médico, escritor y cineastaestadounidense,consideradoeliniciadordelestilonarrativollamadotecno-thriller.
Sehanvendidomásde150millonesdecopiasliterariasdesusobras,lamayoríabest-sellers,quehansidotraducidasamásdetreintaidiomasydelascualesdocesehan llevado al cine, a destacarDevoradores de cadáveres (1973),Parque Jurásico(1990)oTwister(1996).
QuizáprincipalmenteconocidoporserelpadredeParqueJurásico,loestambiénde la prestigiosa serie de televisión, ER (Urgencias). Es la única persona que hatenido:el libronúmerouno(Acoso), lapelículanúmerouno(ParqueJurásico)y laseriedetelevisiónnúmerouno(Urgencias-ER),enelmismoinstante.
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