EL DIARIO

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L o que sucedió en Sogamoso el domingo de cierre de campaña en Boyacá, del presidente candidato Juan Manuel Santos, resultó un acto simbólico de reconciliación del presidente, con los campesinos boyacenses. Los dos momentos de este acercamiento, fue- ron las reiteradas disculpas del presidente Santos a los campesinos de este territorio, por la desafortunada frase del año pasado que “el tal paro no existe” y la aceptación del regalo, que un matrimonio de labriegos entregó a Juan Manuel Santos y a German Vargas, consistente en sendas ruanas que, una vez en sus hombros, propiciaron la escena de esta gráfica, la cual se considera, debe ser el comienzo de un nuevo pacto entre los campesinos boyacenses y el alto Gobierno, para corregir las inequidades y la pobreza que por siempre han padecido los habitantes del campo. En el acto de Sogamoso, el presidente-candidato se comprometió con los sectores más sensibles de la economía regional: inversiones y apoyos directos para los agricultores, salvaguardas para la industria del acero y forta- lecimiento de los programas de formalización para los mineros tradicionales. Año 17 Edición semanal 712 • 13 de junio al 19 de junio de 2014 • $1000 www.periodicoeldiario.com • [email protected] / Foto: Hisrael Garzonroa-ELDIARIO bajo el abrigo de la ruana Reconciliados PUBLICIDAD POLITICA PAGADA

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Edición Impresa 712 Periódico EL DIARIO. Opinión y análisis de las noticias de Boyacá. Para ver más visite www.periodicoeldiario.com

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Lo que sucedió en Sogamoso el domingo de cierre de campaña en Boyacá, del presidente candidato Juan Manuel Santos, resultó un acto simbólico de reconciliación del presidente, con los campesinos boyacenses. Los dos momentos de este acercamiento, fue-ron las reiteradas disculpas del presidente Santos a los campesinos de este territorio, por la desafortunada frase del año pasado que “el tal paro no existe” y la aceptación del regalo, que un matrimonio de labriegos entregó a Juan Manuel Santos y a German

Vargas, consistente en sendas ruanas que, una vez en sus hombros, propiciaron la escena de esta gráfica, la cual se considera, debe ser el comienzo de un nuevo pacto entre los campesinos boyacenses y el alto Gobierno, para corregir las inequidades y la pobreza que por siempre han padecido los habitantes del campo. En el acto de Sogamoso, el presidente-candidato se comprometió con los sectores más sensibles de la economía regional: inversiones y apoyos directos para los agricultores, salvaguardas para la industria del acero y forta-lecimiento de los programas de formalización para los mineros tradicionales.

Año 17 Edición semanal 712 • 13 de junio al 19 de junio de 2014 • $1000www.periodicoeldiario.com • [email protected]

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Boyacá con Zuluaga, Boyacá con SantosE s la expectativa que surge antes de las

elecciones del próximo 15 de junio. Si el triunfo le pertenece a Zuluaga, a jui-

cio de entendidos, las consecuencias serían de dos clases: unas inmediatas que surgirían de una actitud que asumen los mandatarios recién po-sesionados, en el sentido de congelar todos los presupuestos pendientes de ejecución, donde se supondría que están los recursos del Contrato Plan, de los cuales hasta el momento están asegu-rados $180 mil de los 512 mil millones, asignados del presupuesto nacional.

Si esto sucede, habría que esperar a la confir-mación de tales recursos, si es que se logran ínte-gros o esperar las reasignaciones; en todo caso, las obras contratadas, lo más seguro es que quedarían aplazadas por algún tiempo, lo cual sería nefasto para las expectativas que se han generado con las licitaciones ya adjudicadas de las carreteras, Puente Camacho – Garagoa, Buenavista – Coper, Tipacoque – El Espino, Sogamoso – Tasco, circui-to del Lago de Tota; paso nacional por Sogamoso, Villa de Leyva – Moniquirá, y Duitama – Charalá.

Es posible que también se vean afectados los presupuestos asignados para carreteras como las transversales Chiquinquirá–Otanche–Puerto Bo-yacá y la carretera Barbosa – Vélez – Cimitarra.

Pero quizá lo más preocupante, analizan otros, es que la llegada de Zuluaga a la Presidencia, tendría la consecuencia inmediata del reempo-deramiento de las viejas estructuras de poder, que han definido la escena política y económica del departamento en los últimos 30 años, como la intervención y posterior liquidación de la Caja Popular Cooperativa, uno de los descalabros eco-nómicos más estruendosos para el departamen-to, que tuvo nombre propio en lo administrativo y político, pero que ha pasado de agache durante los últimos 15 años.

También es el regreso de los que en su mo-mento permitieron, sin dar ninguna explicación, negocios como la venta de las acciones de Ce-mentos Paz del Río, ahora Argos, en tiempos del gobernador Vega Lozano; de los que consintieron el cambio de los diseños de la autopista Bogotá Sogamoso, por la obra de segunda categoría, to-davía no terminada, que ahora es la doble calzada.

En una palabra, vista hoy la situación política del departamento, el triunfo de Oscar Iván Zuluaga será la reentronización de los esquemas de poder y manejo de personajes como Ciro Ramírez y la con-tinuación de estilos clientelistas, como los de Jorge Hernando Pedraza, quien en aras de sus intereses no se sonroja cuando tiene que sentarse del mismo lado de sus copartidarios a los que no ha tratado del todo bien, como el caso del ex parlamentario Hernando Torres y el ex candidato a la Gobernación de Boyacá, Rigoberto Barón, o cuando ha tenido que alejarse de ellos para hacer pactos distintos, como los realizados en 2011 con Juan Carlos Gra-nados, con tal de ser socio principal de la burocracia y la contratación regional.

También, los seguidores de Zuluaga esperan que en un eventual mandato, la seguridad demo-crática vuelva a sus regiones para blindarse, de to-

dos modos, de cualquier ataque guerrillero, máxi-me si rompe las negociaciones de La Habana y se escala el conflicto, como suponen los habitantes del norte del departamento; y, para los agriculto-res de las dignidades campesinas, convocados por César Pachón para el compromiso de la Cámara de Comercio de Tunja, ver si cumple sus pactos que ya están en los acuerdos con el Gobierno actual.

Muchos dirán que el asunto no parece mejor, debido a lo que fueron los pasados cuatro años con sectores como el agropecuario y el siderúrgico. Sin embargo, con cifras en mano, este Gobierno afirma que ha sido el que más recursos ha destinado a obras en el departamento, como la terminación de la carretera al Cusiana, la construcción com-pleta de la carretera a Puerto Boyacá por Otanche; se garantizaría la ter-minación de las obras del Contrato Plan, las obras de la Transversal del Carare, la rehabilitación de la carre-tera Central del Norte, desde Belén hasta La Palmera, en los límites con Santander; la asignación de recursos para la carretera El Sisga – El Secreto, la rehabilitación de las carreteras, Tunja–Chiquin-quirá – Barbosa –Tunja.

A pesar de todo, algunos sectores recla-man inversiones concretas en re-giones y corredo-res que todavía no han tenido asigna-ciones de la Nación ni del Departamen-to, como son los ca-sos de la carretera

Si es Santos

de La Libertad, que es el corredor para Arauca por Socha; la carretera Socotá – Jericó – Chita; y, en la región de Samacá, la llamada transversal del Car-bón, hasta Ubaté.

También se ve cómo en el actual Gobierno, y seguramente en un segundo mandato de Santos, rendirían los frutos proyectados las asignaciones de recursos para las viviendas gratis, proyectos en fase de terminación, empezando por las de Tunja; la ejecución del Conpes del Lago de Tota que asig-na $40 mil millones, los recursos ubicados para proyectos como el plan maestro de acueducto y alcantarillado para Chiquinquirá, que aspira dar solución al abastecimiento de agua potable y el tratamiento simultáneo de las aguas servidas.

Es el resumen general de lo que se avizora en el panorama regional, dependiendo de quién será el próxi-mo mandatario de los colombianos.

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Lo que empieza bien termina bienGobierno Nacional trazó un buen camino para Boyacá

E n marzo de 2012, se unió la clase política de Boyacá en torno al propósito común de buscar el beneficio de la región y su

gente, resultó una maravilla mejor que las siete enunciadas por el gobernador Juan Carlos Gra-nados, como lo fue el sacar adelante el Contrato Plan para el departamento por $739 mil millones de pesos en 15 proyectos de inversión en 117 de los 123 municipios. Esa reunión que empezó como un buen augurio por el compromiso del Go-bierno nacional, terminó con la adjudicación de más de $480 mil millones para el mejoramiento de las vías de Boyacá, como lo firmó y ratificó el presidente Juan Manuel Santos, en noviembre de 2012, en el CP.

Y fue ese el primer eslabón de la cadena que finalmente terminó en mayo de 2014, con la adjudicación más grande de obras viales para Boyacá. El Contrato Plan se firmó en la histórica

y emblemática Villa de Leyva, por $739 mil mi-llones, de los cuales $495 mil millones son de la Nación (68 por ciento) y 243 mil millones (32 por ciento) aporte del territorio, a través de más de 15 proyectos de inversión.

El eje estratégico de conectividad vial tiene un costo total de $482 mil millones (65 por ciento del costo total del Contrato Plan), que es financiado en un 99 % por la Nación. La Secretaría de Hacien-da del departamento, precisamente adjudicó las licitaciones de los cuatro corredores viales inclui-dos en el CP, con los cuales Boyacá mejorará gran parte de la infraestructura de las carreteras.

Los corredores viales que fueron adjudicados, son los siguientes:

La construcción, rehabilitación y mejoramiento de Puente Camacho – Jenesano – Tibaná – Chi-

navita – Garagoa – Las Juntas, por $79 mil 456 millones 332 mil 682, fue entregada al Consorcio Vías y Equipos, lo mismo que la pavimentación y rehabilitación de Buenavista – La Victoria y Moni-quirá – Santa Sofía – Villa de Leyva, por $111 mil 578 millones 827 mil 148.

Por otra parte, los estudios, diseños, construc-ción, mantenimiento, rehabilitación y desarrollo vial Lago de Tota, vía Sogamoso – Tasco y el mejo-ramiento de la red paso Sogamoso, se le entregó al Consorcio Muisca Sogamoso por $167 mil 760 millones 149 mil 59, igualmente que el manteni-miento y rehabilitación de Duitama – Charalá y Tipacoque – El Espino, con un presupuesto de $72 mil 833 millones 232 mil 892.

De los $482 mil millones, hay que restar el 7 % de interventoría ($33 mil 740 millones) y restar $8.300 millones que ya se invirtieron previamente.

/ Foto: Archivo Presidencia de la República

El Gobierno Nacional recibió en la Casa de Nariño, en 2012, al gobernador de Boyacá, Juan Carlos Granados. y a todos los parlamentarios boyacenses, para escuchar y concertar la gestión del Contrato Plan del departamento. Todo lo que comenzó como un gesto de buena voluntad de ambas partes, terminó con la adjudicación de las obras del eje más importante de éste, lo cual se convierte en el logro más importante del gobernador y por supuesto del presidente Santos

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"Para que la gente crezca en Boyacá"

L a decisión del gobierno Santos de asignar en la cartera de las TICs a un ministro boyacense como Diego Molano, ha permitido que el departamento en estos cuatro años

avance como nunca en conectividad y promoción de las nuevas tecnologías, con una inversión que supera cualquier expectativa, 250 mil millones de pesos, y que llegará a los 123 municipios.

En estos días en visita a El Diario, el ministro Molano Vega, expli-có en detalle las cifras que sustentan la intervención de la nación en la nueva realidad tecnológica que en menos de dos meses será puesta al servicio para todos los boyacenses.

La apuesta del ministro Diego Molano:

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No es hora de callarP or el contrario, es hora de ha-

blar y decir las cosas con toda claridad. El pueblo colombiano

está frente a un dilema que sólo se pre-senta en raras ocasiones: escoger con sus votos, este 15 de junio, entre la gue-rra y la paz. Con su decisión en las urnas, determinará no sólo su propio futuro y el de sus descendientes, sino el futuro de la democracia colombiana y del Es-tado de derecho. En esa decisión no hay términos medios; es lo uno o lo otro.

En un lado, se encuentra el candida-to del Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga, portavoz del expresidente Al-varo Uribe Vélez, esto es, de la extrema derecha colombiana; en el otro lado, el candidato-presidente Juan Manuel Santos, de centro derecha, que no obs-tante su cuestionada política neoliberal, garantiza el mantenimiento del proceso de paz que actualmente se negocia en La Habana, Cuba.

Ante esta encrucijada, es necesario hacer algunas reflexiones: Colombia ha sido, sin duda, el país latinoamericano que, en los últimos sesenta años, ha sufrido más violencia: primero, la de los años 40 y 50, que dejó más de 200.000 muertos; luego, la de las guerrillas insur-gentes, que prolongó la anterior, y que aun no termina; después, la violencia te-rrorista de los narcotraficantes, que en-sangrentó al país en los años 80 y 90, y que tampoco ha desaparecido; más tar-de, a partir de los años 90 del siglo pasa-do, la de los paramilitares, asociados con la fuerza pública, que ha producido más de 6 millones de víctimas, entre muer-tos, heridos, torturados, desterrados y desaparecidos. Más de medio siglo de violencia, de guerra, de tragedia, de dolor, de frustración general. Violencia y guerra, causadas y dirigidas por la in-tolerancia política, el fundamentalismo político, la obsesión por eliminar al ad-versario, por impedir que las ideas y los programas de los otros puedan existir.

Sin haber salido aún de la hecatom-be, el gobierno de Juan Manuel Santos ha logrado iniciar y adelantar diálogos de paz con las FARC-EP, la guerrilla in-surgente más poderosa del país, y ha logrado llevar esas negociaciones hasta un punto avanzado. Nunca antes, en las últimas décadas se había logrado llegar hasta ese punto, lo cual, por sí solo, es un logro positivo. El proceso de paz es visto con esperanza por la mayor par-

te del pueblo y es apoyado por todos los países latinoamericanos y muchos otros países del mundo. Sólo queda culminar las negociaciones, someter el acuerdo a la aprobación o negación de los colombianos, e iniciar el proceso posterior, el post-conflicto, mucho más difícil, complicado y largo, pero profun-damente esperanzador. El resultado fi-nal debe ser la paz, la reconciliación de los colombianos, sobre la base del res-tablecimiento de la verdad histórica, la reparación de las víctimas y las gran-des reformas hacia la justicia social.

El candidato Zuluaga y sus partida-rios se oponen a la continuación del proceso de paz y lo consideran inacep-table; aducen que el gobierno está pac-tando la impunidad de los guerrilleros, responsables de crímenes atroces, que va a desmantelar las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional y va a entregar el país al “castro-chavismo”; lo único que admiten es la derrota militar de las FARC y su rendición incondicional. Tratan de sabotear el proceso a través de la interceptación iiegai de las co-municaciones de los funcionarios del gobierno y de los negociadores de las FARC, utilizando hackers, espionajes, guerra sucia y otros procedimientos dolosos. Aunque sus argumentos son infundados, y los métodos utilizados, ilícitos, lo que buscan es hacer fraca-sar el proceso de paz para continuar la guerra y la violencia.

En la primera vuelta de la elección presidencial (25 de mayo) casi 5 millo-nes de ciudadanos, votaron por el can-didato del partido Centro Democrático. Obtuvieron una mayoría de más de 400.000 votos sobre el candida-to-presidente; de confir-marse esa mayoría en la segun-da vuelta electoral, ello signi-ficaría, en la práctica, la continuación y profundización de la guerra y la violencia.

No es de extrañar esa ac-titud guerrerista en Colombia. No obstante que el pueblo colombia-no originario ha sido opuesto a la guerra y propenso a la paz y a la conciliación, poderosas influencias

externas han modificado su forma autóctona de pensar y de actuar. Desde la conquista española y la implantación a sangre y fuego de la religión católica en estos territorios, esta ha ejercido una profunda influencia en todas las capas de la población y ha deja-do una imborrable huella de dogmatismo, oscurantismo e intolerancia; el capitalismo, que llegó también en esa misma época, con sus principios de individualismo, racismo, propiedad privada, afán de lucro y acumulación de ganancias, ha ejercido una influen-cia no menos fuerte; más tarde, ya en el siglo XX, el fascismo dejó aquí gérmenes de violencia, militarismo, defensa armada de los privilegios, que juego se manifestaron en la violencia de los años 40 y 50, en el terrorismo de los narcotraficantes y en la violencia de los paramilitares. Esas influencias foráneas propiciadoras de violencia, tan profundas y prolongadas, han hecho que buena parte del pueblo colombiano las haya adoptado como suyas y considere necesario y conveniente apoyarlas y defenderlas. Es el fenóme-no que todos advertimos cuando coincidimos en señalar que el pueblo colombiano se ha derechizado, especialmente en los últimos tiempos.

Ahora bien; dentro de ese contexto general, actúan varios caracterizados ene-migos de la paz. En primer lugar, las Fuerzas Armadas, como lo han demostrado en múltiples ocasiones, institución diseñada para la guerra y cuya principal función es el combate armado; desaparecida la guerra o el conflicto armado, por sustracción de materia, las Fuerzas Armadas tendrían que ser reducidas y disminuidas, lo mismo que las grandes apropiaciones presupuestales en su favor; eso no lo pueden aceptar. Otros enemigos de la paz son las grandes empresas industriales, comerciales, agro-pecuarias, bancarias, de comercio exterior, etc., que negocian armamentos, provisio-nes, o que indirectamente se benefician de esos grandes contratos; y los políticos de varios sectores, que pelechan dentro del Estado en razón de la crónica situación de violencia que ha vivido el país. Esos elementos, fuerzas armadas, sectores empresa-riales y dirigentes políticos, constituyen factores decisivos de la sociedad y del Estado.

En esta segunda vuelta de la elección presidencial es muy grande el riesgo que estos sectores sociales, cuya supervivencia y prosperidad depende de la continui-dad de la guerra, y el resto de la población influenciada por ellos, logre obtener la mayoría. Por eso, es decisivo que todos los sectores sociales que anhelamos la paz y rechazamos la guerra, que repudiamos los métodos fascistas de exterminio de los adversarios, de masacres, de “falsos positivos”, motosierras y bacrim, salgamos el 15 de junio a votar por el candidato-presidente Juan Manuel Santos, único candidato que garantiza la continuidad del proceso de paz.

Como lo establece la Constitución (art. 22), la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento para todos los colombianos. Nadie puede ni debe negarse a procurarla y defenderla. El 15 de junio próximo, nadie debe abstenerse de votar, ni de rehuir el deber de defenderla, escondiéndose detrás de sofismas como aquellos de quienes sostienen que las posiciones políticas de los dos candidatos son iguales. Eso no es cierto. El uno, Oscar Iván Zuluaga, vocero del uribismo, representa la guerra

y la continuidad del conflicto armado, aunque ahora diga lo contrario para enga-ñar incautos, y el otro, Juan Manuel Santos, representa la paz y la continuidad del

proceso de La Habana. Nadie debe llamarse a engaño, ni incurrir en el error de votar por el candidato de la guerra, porque ello significaría el retorno a

la época del exterminio de los partidos de izquierda, de la nutrida pre-sencia de altos funcionarios del gobierno y congresistas presos en La

Picota o prófugos de la justicia, de la destrucción del estado de dere-cho, que tantos esfuerzos ha costado construir. Los que rechazamos la guerra y la violencia y somos partidarios de la paz debemos per-

catarnos de la responsabilidad y el deber ineludible que tenemos con nosotros mismos, con nuestros des-cendientes y con el futuro de la democracia colom-biana y del derecho: salir a votar el 15 de junio por la causa de la paz. Formar un Frente Amplio por la Paz, una barrera infranqueable de las grandes mayorías populares que impida el regreso del fascismo y sus trágicos elementos de violencia, muerte y terror.

Armando Suescún

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Samacá, una ciudad para vivir felizE l objetivo es tan obvio y senci-

llo, que debería ser la meta de todos quienes tienen en sus

manos los destinos de las comunidades; pues bien, resulta que este es el propó-sito del alcalde de Samacá, Luis Alberto Aponte Gómez, tal como lo afirma en el mensaje de rendición de cuentas al cabo de su segundo año de administración.

Piensa el alcalde que el objetivo es po-sible de lograr; para empezar, embelleció el parque principal, que es como la sala de la casa bien arreglada, para recibir la visi-ta. Así es, los espacios peatonales del lu-gar y sus jardines armonizan cabalmente con la clásica fachada de la Iglesia, con sus calles muy bien pavimentadas y las casas de su alrededor, cuidadas y enlucidas por sus ocupantes como respuesta obvia a la acción de la administración.

Pero no solo es la apariencia del par-que; para Aponte Gómez es apenas la primera impresión, siendo lo de fondo el cumplimiento del compromiso de haber invertido los recursos del municipio en obras de gran impacto como: vías, agua potable y saneamiento básico; vivien-da y escenarios deportivos y culturales; también en programas sociales como Primera Infancia, Adolescencia, Adulto Mayor y personas con discapacidad, un trabajo coordinado con la Gestora Social que ha sido determinante por su cons-tancia, perseverancia y sentido humano, ganándose la confianza y el respaldo de muchas personas que han venido cola-borando con la población vulnerable del municipio”. Esta es una tarea que a veces no es visible ante los ojos de la comuni-dad, agrega el alcalde, pero que sí gene-ra mucho bienestar sobre la población, en especial, la más necesitada.

Por eso el alcalde se siente orgulloso de haber podido sacar adelante la actualización catastral; la gente entendió, aceptó pagar y ahora ven que el dinero de sus impuestos se traduce en ordenar la casa en todos sus espacios y rincones.

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Ante tales resultados, Luis Alberto manifiesta que no tiene sino palabras de agradecimiento con todos los ciudadanos samaquenses que a pesar de los momentos difíciles en esta labor, han sido respetuosos y le han ayudado para el cumplimiento de las metas que tienen como único propósito dejar

un municipio bien administrado, con pla-neación, organización y orden para que “nuestras futuras generaciones disfruten de este Samacá que entre todos hemos venido construyendo, generando espa-cios dignos, sostenibles y modernos”.

Hacer de Samacá una ciudad donde sus habitantes puedan vivir felices no es ninguna utopía: “Nuestros esfuerzos se han encaminado a modernizar la ad-ministración pública bajo los criterios de eficiencia, eficacia, transparencia y honestidad, con lo cual queremos dejar a los gobiernos venideros, un municipio viable y en pleno desarrollo, con proyec-tos a corto, mediano y largo plazo, los cuales obedecen a la planeación que necesita el municipio, pero sobre todo, financieramente viables y ejecutables en el tiempo frente a la necesidad real y de la mano de las oportunidades y fortale-zas con las que cuenta nuestro bello mu-nicipio”. Además, porque con la gestión de recursos en los órdenes departamen-tal y nacional se ha logrado la financia-ción de muchos de los proyectos en mar-cha; y con el apoyo del sector privado en la asociación público - privada, se han llevado a cabo importantes acciones de carácter social y económico, destacán-dose la vinculación de empresas como Milpa, Cooprocarbón, Carbones Andinos.

Cotransvalle, Cementos Tequendama y otras más.

Describe el alcalde Aponte que “la administración se ha proyectado sobre cinco dimensiones que él ha conside-rado el fundamento de su acción; ellas son la medioambiental, sociocultural, de ambiente construido, la dimensión económica y financiera, y la del forta-lecimiento institucional y de participa-ción ciudadana.

Todo esto se ha sustentado mediante una política fiscal equitativa, eficiente y progresiva, adecuada a las actuales circunstancias. Siendo un aspecto in-eludible, por la fuerza de la ley, el haber llevado a cabo la actualización catastral, la que, sin embargo, se cumplió con el estricto cuidado para evitar afectar inde-bidamente a los contribuyentes locales. El resultado, la comprensión de la comu-nidad y recaudos dentro de las metas propuestas tanto del Predial como de Industria y Comercio, por todo lo cual el alcalde señala su agradecimiento a la co-munidad samaquense.

Son más recursos, para más obras, mejores servicios y nuevas oportunida-des que van haciendo de Samacá el lu-gar para vivir feliz.

La armonía de todos los espacios para el peatón y la naturaleza, la arquitectura precedida por

las casonas tradicionales y el frontis clásico de la iglesia. Espacios para distrutar / Foto: Hisrael Garzonroa-ELDIARIO

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¿Olvidó que fue Zuluaga como Mi-nistro, el que dijo que la crisis de nues-tra UPTC no permitía que continuara con su carácter público? Si, la misma universidad de donde usted y yo so-mos egresados, la misma que dice defender y lo apoyó en el paro agrario

Y si nos vamos a lo Nacional, ¿Ol-vida que es Zuluaga el Candidato de Uribe, el mismo del gobierno que propició los mayores desplazamien-tos de campesinos en Colombia? El mismo gobierno en que cientos de jóvenes campesinos desaparecieron haciéndolos llamar guerrilleros

Es el mismo candidato que hoy por hoy, asegura haber “pagado” de-masiadas víctimas y que reconocer el conflicto no es necesario para cul-minar la guerra.

Entiendo su posición y la respeto, pero esa de mantenerse al margen porque ninguna de las dos campa-ñas representa su ideal en el tema agrario. Es sensato y lógico.

Siempre he creído que un líder se hace. No necesita ser escuchado en una plaza pública para que los demás entiendan su mensaje. No lo necesitó Mandela en el presidio, mucho menos nosotros en esta tie-rra colombiana. Verlo a usted en una reunión política es darle la seguridad al campesino boyacense de que vota bien, que vota consciente.

Creo que ya es momento de de-cirnos qué es lo que realmente bus-can las dignidades agropecuarias, las mismas que no hace más de un año exigían una reforma, pasando por tener candidato a la presidencia, posteriormente unirse al MOIR para tener lista al congreso y las mismas que hoy apoyan a Zuluaga.

Espero que al contestar –si al-guna vez lo hace- No me recuerde como a muchos, que detrás de un es-critorio no conocemos la realidad del campo. Eso es falso. En este departa-mento netamente agrícola, somos la mayoría de ascendencia campesina, conocemos, trabajamos, analizamos y luchamos por la defensa de nues-tros derechos. En todo caso, el año pasado cuando marchamos con mi-les de cacerolas, no importaron los escritorios, en ese momento para la dirigencia del paro agrario éramos iguales, de la misma casta, de la mis-ma alcurnia.

Yo votaré, tal como ha dicho la Cumbre Agraria. Sería ilógico traba-jar por La Paz e irnos con el gobierno que propicia la guerra

Y sin salir de mi asombro, le pre-gunto nuevamente: Cesar Pachón ¿Por qué no dijo nada?

Lina Parra / Abogada Upetecista@linayparra

Cartas del LectorCarta abierta a Cesar Pachón

En el evento de cierre de la campaña de Zuluaga en Tunja comentó al auditorio, que durante la semana había

hablado con Cesar Pachón de temas agropecuarios, por lo que no se explica por qué el líder boyacense sale a negar tal situación. Nuestros #LectoresaDIARIO comentaron en

redes sociales al respecto:

¿A qué juega Cesar Pachón?

M e tomaron por sorpresa las noticias del día domingo en las que asegura-ban su adhesión a la Campaña de Os-car Ivan Zuluaga. Admito que como la mayoría de boyacenses busqué en

las redes sociales alguna razón que manifestase que su pre-sencia allí tenía la misma motivación que el encuentro con Uribe el año pasado: Protestar por su gobierno nefasto en cuanto a la defensa del sector agropecuario.

Pero fue al contrario. Encontramos una imagen de un líder tranquilo que ingresa al recinto saludando al auditorio y al candidato que abraza la ruana, que a propósito de hace un tiempo para acá se ha convertido para algunos en un atuen-do de proselitismo, pero no de respeto por este tierra labo-riosa y libre.

Posteriormente, se volcó a los medios para asegurar que no hacía parte de ninguna campaña, que incluso había asis-tido a eventos de los dos candidatos presidenciales, sin que realmente haya prueba de haberse acercado a Santos.

No quiero decir con lo anterior, que debe usted tomar partido alguno. Claro que no. Si analizamos las propuestas en el tema agrario, ninguno de los dos candidatos recogen las verdaderas necesidades de nuestros campesinos: ni qui-nientos mil pesos son suficientes para una unidad agrícola familiar, ni los préstamos son una alternativa para los miles de campesinos ya endeudados con la banca nacional.

Sin embargo, me detuve un momento y pensé, ¿Por qué Cesar Pachón no dijo nada?

¿Olvidó que fue Zuluaga quien siendo ministro, negoció el funesto Tratado de libre Comercio con Estados Unidos, que hoy pone en jaque a la economía boyacense?

¿Olvidó que fue Zuluaga quien siendo Ministro de Ha-cienda manifestó que la EBSA era una empresa inviable y que por tal razón EPM debía comprarla?

¿Olvidó que fue el gobierno que Zuluaga defiende, el que dio míseros incentivos de Agro Ingreso Seguro a los campesi-nos boyacenses, mientras los políticos que hoy le apoyan en el departamento recibían grandes sumas de dinero y notarías?

El mismo engaño Por: Xtian

#RedesaDIARIO

@hectoreorjuela @ELDIARIOBOYACA la mayor virtud de un líder debe ser su coherencia.

@ josejimr@ELDIARIOBOYACA y qué decir de Clara López, Aida Abella y Gustavo Petro apoyando a Santos? Dónde está su verti-calidad? Son oportunistas?

@orcasleon @ELDIARIOBOYACA @PrensaRural se acabó la dignidad de los reconocidos líderes. Volvieron a ser hombres comunes, pero vulgares.

@JedkaH @ELDIARIOBOYACA @ CesarPachonAgro oportunista siem-pre busca sacar ventaja! Un líder debe trabajar por el bien común, no por intereses propios

Jose Fernando Morales Acuña Para comen-zar cualquier persona puede asistir a cualquier reunión proselitista (como no preguntan cuán-tos empleados públicos estaban en Sogamoso

con Santos). Me parece que Pachón es muy coherente que escuche al próximo presidente de Colombia, por el cual el 80% de los campesinos boyacenses van a votar.

Juver Garcia V ahora sí entiendo por qué la protesta y sin aceptar el diálogo...muy mal por Pachón sólo quería protagonismo y sabotear las elecciones...traicionó a los campesinos que confiaron en él.

Delio Villegas mi opinión es que él como ciudadano puede votar por quien quiera, es un colombiano como cualquiera. Gracias

Edgar Alonso Lozano R A Pachón ya le dieron merme-lada y por eso ya apoya a candidatos, cuando él una vez dijo que no era partícipe de esas decisiones de politique-ria, que lo primordial era el campo y su gente, ¿dónde que-do esa esa filosofía?

Liliana Giraldo Yo sí creo que eso sea verdad... “Pachón no está con Zuluaga... ni con Santos”.. Porque Pachón no sabe ni dónde está paradoooo...

Jesús Fernando NovalSe muestra como un individuo que con mucho sigilo, busca recompensas económicas con destino no se sabe a quién, mientras tanto, está

desprestigiando al boyacense del común y los ingresos de los pocos que se dedican al turismo, los gremios y autoridades se volvieron ciegos frente a esa actuación sin vergüenza, todos, deben vetarlo públicamente e investigar qué se esconde de verdad frente a esa actuaciones.

Opinión

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P 11 Edición 712 EL DIARIOOpinión

T ras la deslumbrante actuación de nues-tro Nairo Quintana,

en el Giro de Italia, donde término destrozando los cronómetros y las piernas de sus rivales, se me vinie-ron a la mente muchas co-sas. Una de ellas, me hacía

pensar que ese héroe de piel morena y humildad infinita merecía, y merece, estar en la lista de los personajes más importantes del 2014, y además, debería entrar al edén de los deportistas que ha parido este país. Mi cerebro, además, pensaba mientras el himno nacional sonaba en el país eu-ropeo, en la imagen que proyecta el boyacense para el resto del país.

Acá, decidí detenerme y analizar más a fondo las causas por las cuales en Colombia, muchas personas, piensan que de la cuna de la libertad, solamente, pueden obtener como producto hu-mano “sirvientas y guachimanes” ¿Será que eso es lo único que, como departamento, exportamos al resto del país? ¿Será que no podemos tener a personas, destacadas, afuera de una cocina o de una portería de edificio? Esas eran las preguntas que salían, en ese momento, de mi mente. La res-puesta, por supuesto, la conocía más que una calle de Sogamoso.

Claramente, Boyacá es cuna de grandes pen-sadores, artistas, deportistas, académicos, entre otros. No hay que ser profesor de historia para saber que de nuestro departamento han surgi-do figuras de la talla de Pedro Moreno Monroy o

Jaime López Correa, para el mundo del arte de la pintura. También, en ese mismo suelo, nacieron los ‘Cholo’ Valderrama y los Jorge Veloza, insig-nias de la música colombiana. Por si fuera poco, en la tierra sagrada (como llamo, usualmente, a Boyacá), abrieron sus ojos plumas como las de Jairo Aníbal Niño o Jaime Gómez Patarroyo. En-tonces, surge una duda, nuevamente, en mi per-sona ¿Por qué algunos colombianos piensan que Boyacá es un departamento de ‘brutos’? La res-puesta que le doy a esto es una sola: Los medios de comunicación.

Hace décadas, cuando no había llegado la tele-visión al país, los señores y señoras de otras regio-nes de Colombia veían con admiración, suprema, a los habitantes de Boyacá por las cualidades que, aún en la actualidad, uno de mi generación tiene: humildad, responsabilidad, respeto, solidaridad, honestidad, ente otras tantas. A partir de la llega-da de la caja boba, y las radio novelas, se empezó a asociar al boyacense con oficios como la seguri-dad privada y las labores del servicio doméstico, simplemente, por su cercanía con la capital del país y la polarización que se daba, por esas épo-cas, en Colombia.

Durante las décadas del 80 y 90, millones de colombianos, noche tras noche, pasaban horas viendo a la caja boba, donde era común ver la emisión de telenovelas. En cada historia de esas, mínimo, había un boyacense llevando a cabo un rol de ‘guachiman’ o ‘sirvienta’. Un país con tan bajos niveles de educación, como el nuestro, irre-mediablemente terminó creyendo en esa imagen falsa de mis paisanos. En suma, los culpables son

los medios que crearon, afianzaron y mantienen ese prototipo del boyacense. Aunque esos traba-jos no son menos que ninguno es molesto, para algunos, vivir con ese prejuicio en cualquier otra zona del país.

En suma, las prostitutas más grandes del país (Caracol TV y RCN televisión), deberían pensar en llevar a la pantalla chica una historia como la de Nairo, o cualquiera de los personajes célebres de Boyacá, para cambiar un poco la imagen que ellos, irresponsablemente, han metido en las re-tinas de los colombianos. Estoy seguro que eso no va a suceder. Una historia así ‘no vende’. Lo importante es que nosotros, como boyacenses, logremos poder cambiar esa imagen día a día en los diferentes lugares del país y del mundo. No somos un pueblo bruto, pero entonces seamos coherentes y dejemos de reirnos los sábados con el personaje que aparece contando chistes, con acento exagerado de nuestra región, apoyando sus manos en un fusil con una flor y mostrando cuan bruto es. Merecemos dignidad, sólo debe-mos luchar por ella, para que nunca más a un ‘primiparo’ en Bogotá, Medellín o Cali, le de ver-güenza decir que nació en la tierra sagrada. Ah, por cierto no nací en Boyacá, por desgracia, pero soy boyacense de corazón y eso lo digo con OR-GULLO por todo el mundo.

Buenos Aires, Argentina. Twitter: @andresolarte

Facebook: facebook.com/olarteandres

Nairo es 'Boyaco' ¿Sabían eso?Por: Andrés Olarte Artunduaga Escritor, columnista y conferencista.

L a libertad es la esclavitud. La ignorancia es la

fuerza. Estos principios absurdos no parecen ser “las tres consignas del Partido”, en la no-

vela 1984 de George Orwell, sino los dogmas sagrados que regirán el programa de gobierno de Uribe y su títere violento el candidato Zulua-ga, si Colombia es tan imbécil, cainita y suicida como para cometer el error mortal de elegir a este temible personaje.

Uribe es un peligroso titiritero enriquecido y empoderado con el negocio del odio, la gue-rra, la destrucción y la muerte, que promete seguir desangrando, enlutando y pauperizan-do a Colombia, mediante la guerra fratricida, la impunidad, la corrupción, la arbitrariedad, la dictadura disfrazada de democracia, y la represión y el crimen como únicas formas de solucionar los graves y arraigados problemas sociales, económicos, de salud, vivienda, em-pleo y educación que padece la mayoría de

la población, que, además, se debate entre la pobreza, la desesperanza, el circo y el miedo.

Promover el odio y la guerra, como lo hace Uribe y su muñeco de ventrílocuo, debería considerarse delito, pues “La paz es un dere-cho y un deber de obligatorio cumplimiento”, consagrado en el Artículo 22 de nuestra Cons-titución. Un candidato que prometa la guerra interna como propuesta de gobierno debería ser descalificado e inhabilitado como aspiran-te a la presidencia del país, porque está prome-tiendo convertirse en un criminal de guerra, un verdugo de su propio pueblo, un genocida.

Zuluaga es una marioneta de la derecha, famosa por su vocación criminal, por su poder para maquinar el mal y por su astucia para in-ventar guerras en las que el pueblo es el que pone las víctimas y los asesinos, es decir, todos los muertos; y porque ha convertido a Colom-bia es un campo de odio y matanza a través de la historia. Sobra mencionar el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y el genocidio que desata-ron, en el cual mataron a doscientos mil colom-bianos. En esa barbarie, orquestada y dirigida

desde el poder por “esos malditos politiqueros de oficio”, “a unos los matan por godos, y a otros por liberales”, nos recuerda Arnulfo Briceño en su bambuco, A quién engañas abuelo.

La derecha, que siempre ha gobernado, for-jó a golpes de sangre la tradición de la violen-cia, la guerra y el exterminio, y está empeñada en proseguir hasta la eternidad esa práctica monstruosa contra el pueblo colombiano. Pero aunque siempre es tarde, es hora de utilizar la democracia para elegir la vida y votar en con-tra de la guerra, de esa guerra que nadie puede ganar militarmente y que sólo tiene perdedo-res. Es urgente y decisivo, de vida o muerte, reelegir al presidente Santos para permitirle que continúe el proceso de negociación de paz definitiva con las guerrillas. Porque tene-mos derecho a la vida y a la esperanza de mo-rir felices en un país posible, donde quepamos todos y podamos vivir sin tener que matarnos entre nosotros mismos. Esta quizás sea la últi-ma oportunidad.

www.guillermovelasquez.comguillevelfor.blogspot.com

El Púlpito del Diablo La guerra es la pazGuillermo Velásquez F.

P 12Edición 712EL DIARIO Opinión

A pocas horas de la definición de las elecciones en segunda vuelta que de-terminarán quién será el nuevo pre-

sidente de Colombia durante los próximos cuatro años, todo parece indicar que la disputa será reñi-da; que cualquiera de los dos puede resultar gana-dor. Esta percepción se ha afianzado entre muchos observadores y entendidos que no ven en primer término un vencedor anticipado, al saberse que las encuestas dan un margen estrecho entre los dos candidatos finalistas.

Todos los análisis parecen haber sido abordados por defensores y opositores de cada candidatura hasta agotar sus posibilidades, pero en últimas la gran distancia se ha planteado en el terreno de la guerra o de la paz según el objetivo de cada candi-dato. Para Juan Manuel Santos el asunto fundamen-tal es la paz para superar el conflicto armando que ha trastocado la vida de los colombianos durante más de 50 años; en cambio, para Oscar Iván Zulua-ga en Colombia no existe ningún conflicto, sino la persistencia de una amenaza terrorista que debe ser doblegada por la fuerza, sin la necesidad de acudir a ningún tipo de negociación que pueda propiciar una nueva forma de convivencia.

Entre estas dos visiones, hoy, está dividido el país,

pero es evidente que la gran mayoría de la Nación está del lado del logro de la paz; somos más quienes creemos en la inutilidad de la guerra, en lo innece-sario de una confrontación que, de paso, afecta en infinita mayor proporción a los más empobrecidos y necesitados, a quienes, para completar, les está quitando sus hijos para que sacrifiquen el tiempo, cuando no su propia vida, a la causa perdida de una guerra que carece de sentido.

Son más de medio millón de hombres y mujeres, en el mejor momento de su vida, los que hoy están relacionados con el aparato legal de la fuerza, más aquellos miles que se involucran con la insurgencia, con los paramilitares y con las demás estructuras legales e ilegales, derivadas del escalamiento del conflicto; como consecuencia, los gastos para man-tener tan enorme aparato son de dimensiones alu-cinantes: el presupuesto militar colombiano cuesta más de seis puntos del Producto Interno Bruto cada año, lo que significa que para mantener la estructura de muerte y destrucción que es la guerra interna, se gasta en un año, el doble de lo que se necesita para descontaminar todos los ríos de Colombia; qué des-perdicio, qué tragedia.

Por eso, la posibilidad de salir de esta desespe-rada situación, comenzando con la firma de un

acuerdo real y permanente de paz con el movimien-to insurgente, tal como se está llevando a cabo en las negociaciones de la Habana, necesita de todo el apoyo posible de los colombianos en el entendido que los resultados favorables serán extraordinarios e inmediatos, y que resultarán superiores si sabe-mos aclimatar la paz y alcanzar la reconciliación para poder trabajar en la construcción del país que puede ser uno de los mejores lugares para vivir en este mundo.

Así que el voto del domingo 15 debe ser por la Paz, debe ser por la propuesta de Juan Manuel San-tos y el avance de las negociaciones con las FARC y ojalá con el resto de las guerrillas; el voto del 15 de junio debe ser por la salida negociada al conflicto, porque cesen los fusiles y se den las oportunidades, donde todos podamos tener cabida para lograr los sueños legítimos del bienestar, la tranquilidad y la prosperidad; si el proceso es exitoso seremos gana-dores todos.

Atrás deben quedar la ignominia de la guerra y sus desquiciados promotores que solo ven las gabe-las de la expoliación, la corrupción y la mafia para el enriquecimiento sin límite, a costa de la destrucción y la muerte.

Editorial El voto por Santos

“ Dios se encarnó en nues-tra historia”. Esta frase sintetiza el Evangelio. Es

también frase que hemos escuchado muchas veces; quizá con otros términos, pero siempre con el mismo significado.

¿Nos hemos detenido a pensar y con discer-nimiento en el hecho de un Dios que toma la na-turaleza humana, que asume nuestra realidad de hombres, que va en nuestra historia, que se des-envuelve en un quehacer, en una cotidianidad?

En repetidas ocasiones hemos indicado que Dios al revelarse, al permitir descubrirse en sus misterios, siempre teniendo a un pueblo elegi-do, fue manifestándose en forma progresiva.

Primero son los patriarcas, luego los profe-tas, los que van figurando como instrumentos de Dios para dar a conocer su voluntad. Unos y otros, van cumpliendo el papel de comunicar la sabiduría de Dios. Finalmente es el Cristo el que como Hijo de Dios llega a decir: “Quien me ve a mí, ve al Padre”.

La revelación de Dios en Jesucristo, permite al hombre sentir y vivir a Dios en su propia his-toria; todo viene a ser como una revelación más clara, más explícita de lo que es Dios. Tanto que los que terminan creyendo, no sólo en el Cristo histórico, sino en el Cristo Resucitado, son decla-rados como hijos de Dios; llamados por lo tanto a vivir su Reino.

Lo novedoso, lo impactante de la revelación de Dios, siempre progresiva, es que se va cum-pliendo a través de los pobres. Patriarcas y pro-fetas, son hombres que encarnan la condición de un pueblo que se abre paso en medio de una situación sociológica, dura y difícil.

Hasta estados de sometimiento y esclavi-tud, experimentó Israel. Aunque tuvo sus reyes como el sabio Salomón y David, siempre fue pueblo de enormes condicionamientos.

Tanto, que no falta la clase dirigente de Israel que ante la promesa de un Mesías, de un Salva-dor, espera ver en el anunciado, en el Cristo a un dirigente político, capaz inclusive de definir una época de soberanía.

Se cumplen las promesas de Dios a su Pueblo, se cumple lo anunciado por los profetas, nace el Salvador, pero este hecho viene a darse en unas condiciones inesperadas, en un ambiente de pobreza.

La doncella mirada por Dios para ser la ma-dre del Salvador, no es mujer de estrato econó-mico y social que podríamos llamar hoy de élite.

Se mantiene las constante de Dios de reve-larse a través de los pobres.

María, sin embargo, es jovencita pertene-ciente a la estirpe de David; igualmente José. Con todo, el hijo de María y del carpintero José, no viene a ser reconocido como el Mesías. Al menos por parte de una clase dirigente.

El pueblo en sus estratos más humildes, lo termina aclamando: “Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor”, gri-ta el común de la gente en la entrada triunfal a Jerusalén. La credencial de Mesías la vienen a otorgar los pobres.

¿A qué viene entonces la expresión de Juan, cuando dice: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron?”. Era necesario que el pueblo todo, el de notables y el de estratos modestos se acogie-ran a la voluntad divina del momento: las tesis y disciplinas del Reino de Dios.

Seguiría sin embargo la acción y revelación de Dios a través de los pobres. Los cristianos o primeros creyentes, en su mayoría hombres y mujeres, de condición humilde, sencilla, se aco-gen al bautismo de fuego, toma vigencia la cruz, viene la era del Espíritu Santo y así los creyentes son llamados hijos de Dios.

La plataforma de vida es la identidad con el Cristo, desde la perspectiva de la espontanei-dad, de la generosidad y en traga, disciplina esta que se adquiere cuando el creyente vive la aus-teridad y la pobreza, conforme la vivieron María, José y Jesús.

Y entendámonos: hay identidad con el Cris-to en la medida en que el creyente descubra al mismo Cristo en los seres que claman justicia. Es desde las perspectivas de los pobres que se cumple la gran experiencia de fe.

Sólo la identidad con el Cristo será plataforma de vida

ReflexionesTeófilo de la RocaEl escribano del desierto

P 13 Edición 712 EL DIARIOOpinión

ContrapuntoEdilberto Rodríguez AraújoDirector del Centro de Estudios Económicos (CENES) de la UPTC

¿Qué pasa en Acerías Paz del Río?

L a empresa siderúrgica por tercer año conse-cutivo arroja un saldo

en rojo. La pérdida acumulada en los últimos tres años as-

ciende a $ 420.000 millones, atribuible a los bajos precios por la sobreoferta internacional y las bajas ventas de acero. PazdelRío cerró el año pasado con unas pérdidas netas de $ 232.699 millones, resultado no de la competencia ruinosa de las importaciones de aceros largos provenientes de México, China, India, Turquía y Trinidad y Tobago, sino de lo que de manera críptica la empresa de-nomina “depuración y optimización de los niveles de inventarios (…), aumento en las provisiones de inventarios (…), aumento del pasivo pensio-nal por actualización del cálculo actuarial (…), y el plan de retiro voluntario”, fuente del 85 por ciento de sus pérdidas. Lo anterior quiere decir que la salvaguardia vigente hasta el mes pasado para proteger la producción doméstica de barras y alambrón, -las que fueron solicitadas por Pazdel-Río conjuntamente con Diaco, los dos principales productores-, objeto de cuestionamiento por los importadores y comercializadores, no eran los de-

terminantes de su desbalance financiero. A lo an-terior se agrega que la cotización de las acciones de la acería de propiedad mayoritaria del grupo brasileño Votorantim se ha venido desplomando hasta situarse en $12, lo que contrasta con el pre-cio de $50, a comienzos de 2011.

La maltrecha situación financiera de la side-rúrgica llevó a que esta desistiera de convertirse en zona franca permanente especial, renuncian-do así al “balón de oxígeno” de las exenciones tributarias, que el gobierno de Uribe prodigó a diestra y siniestra, dentro de su muy generosa confianza inversionista.

El rezago tecnológico de la postergada recon-versión industrial le ha impedido elevar la pro-ducción-que no remonta las 400.000 toneladas- y así atender parte clave de la demanda nacional , la que bordea 1,9 millones de toneladas, merca-do que es satisfecho en más del 60 por ciento con importaciones, equivalentes a 700.000 toneladas.

La preocupación por la suerte de PazdelRío no es de poca monta; la Gobernación de Boya-cá es una socia minoritaria, a través de Infiboy,

cuya incidencia en las decisiones corporativas es nula, pese a ser una organización enclavada en el departamento con una menguante capacidad de generación de empleo y de dinamización de la economía local.

Sorprende que en el reciente informe publi-cado por la revista Semana sobre las “100 em-presas más grandes de Colombia y las 900 si-guientes” (Edición 1671), no aparezca la empresa boyacense, como si aparece Diaco (puesto 107) y Sidenal (puesto 233). La que si se incluye es Mi-nas Paz del Río (puesto 660), la verdadera “joya de la corona”, que el año pasado tuvo pérdidas netas por $2.821 millones.

La persistencia de las pérdidas en la empresa, a pesar de la reestructuración técnica, adminis-trativa y comercial adoptada en 2013, ha puesto contra las cuerdas su estabilidad financiera, lo que no ha descartado la venta de la siderúrgica controlada por el conglomerado del multimillo-nario brasileño Antonio Ermirio de Moares.

E-mail: [email protected]: @zaperongo

Paz y desarrollo, el desafío para Boyacá

“ Una segunda opor-tunidad sobre la tie-rra” para Boyacá es

un desafío que comienza terminando el conflicto armado que ensombrece la historia de Colombia a través del actual proceso

de paz donde justicia social y desarrollo sean el camino.

No es coincidencia que las cuatro provincias históricamente más violentas de Boyacá igual-mente sean las más pobres. La Libertad lleva en sus entrañas el sufrimiento pues cuenta con las necesidades básicas insatisfechas (NBI) más altas del departamento con el 68.74%, cuando el país registra un promedio nacional 27.78%. El sector rural cuenta con un NBI del 77.64%, es decir en pleno siglo XXI la provincia tiene las condiciones materiales más indignas y vergonzantes. (El NBI determina, con ayuda de algunos indicadores simples, si las necesidades básicas de la población se encuentran cubiertas. Los grupos que no al-cancen un umbral mínimo fijado, son clasificados como pobres). Pisba, Paya, Pajarito y Labranza-grande son también el escenario de la violencia de grupos armados que llevaron a sus campos la muerte y el dolor; paradójico que la Libertad, símbolo de la gesta libertadora hoy no rompa las cadenas de pobreza y miseria que los condenan al atraso. Basta recordar, cuando la barbarie se sobrepone a la vida, la masacre en el páramo de la Sarna el 1 de diciembre de 2001 donde fueron asesinados 15 pobladores de esta provincia para comprender la fuerza destructora del binomio pobreza y violencia.

En las provincias de Norte y Gutierrez son pocos los amaneceres en paz. La violencia bipartidista que dominó buena parte del siglo XX se ensañó sobre esta región con mayor rigor; las pasiones li-berales y conservadoras desembocaron en odios que culminaron con una violencia generalizada. Con el ascenso al poder de los liberales en 1930 inicia una abierta persecución violencia contra los conservadores de la región. Pero como paz no hay vendrán los tiempos de los conservadores al poder y con ello el desquite El proceso de reconservatiza-ción es tan violento como el de liberalización de los años 30 en la región, caracterizado por una alianza abierta entre sectores oficiales y bandas armadas conservadoras, donde descuellan por su crueldad los chulavitas. Cuando los odios azules y rojos des-vanecen arremete la violencia de grupos guerrille-ros, con un gran dominio en los años noventa del siglo veinte, no exenta la zona además de la pre-sencia de paramilitares.

Resultado del proceso las dos provincias con el mayor despoblamiento. Soatá, epicentro re-gional, en 1951 contaba con 15.641 habitantes, la quinta ciudad en población en Boyacá, hoy solo cuenta con 7.446. Al comparar el periodo inter-censal 1993 - 2005, la población de los 15 mu-nicipios que conforman las provincias de Norte y Gutiérrez, pasó de 95.822 habitantes en 1993 a 61.641 en el 2005. En 12 años la población de la zona disminuyó en 34.181 habitantes, lo que significa que decreció en el 35,6%, siendo esta la región que registra el mayor despoblamiento de Boyacá. Desde luego la pobreza hoy en norte y Gutierrez evidencia el paso de la violencia pues norte tiene en promedio de NBI del 55.5% y Gu-tierrez de 58.91%, muy superiores promedio del

departamento de 30.77%. Al final el recuerdo de los años del tabaco, el fique y la próspera Soatá

En el occidente de Boyacá el embrujo de la es-meralda es fuente de pobreza y violencia; guarda el infortunio de haber sido pisoteada por la más diversa gama de actores, conflictos y motivacio-nes. De la codicia de conquistadores que llevó al exterminio de los indígenas pasamos a una lucha sin la regulación estatal de guaqueros, rebusca-dores y los más disímiles personajes que en los años 60 y 70 del siglo veinte armaron hogueras y guerras. Posteriormente guerrilleros, narcotra-ficantes, paramilitares convirtieron la región en un camino sin salida. Fugaces han sido las dichas para sus pobladores, la fantasía de la olas de ri-queza, solo son sol de un día con amaneceres de pobreza. Al final una zona envuelta en conflictos, con problemas para la inserción de su economía a los circuitos nacionales y una NBI en promedio de 45.51%, apenas paradójico para una tierra que desde sus entrañas ha brotado tanta riqueza.

Violencia y pobreza caminan de la mano, de-jando dolor e indignidad, desde luego que no puedo ocultar los problemas estructurales en los cuales estamos inmersos pero con la esperanza intacta decimos que merecemos “Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felici-dad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”. El desafío comienza terminando el conflicto armado que ensombrece la historia de Colombia a través del actual proceso de paz donde justicia social y de-sarrollo sean el camino.

Jacinto Pineda JiménezCoordinador Académico ESAPBoyacá- Casanare

P 14Edición 712EL DIARIO Opinión

S e cierra un proceso electoral que plantea inciertas consecuen-

cias para la vida política y so-cial del país y que ha servido para reafirmar la existencia de una polarización que pa-recía desactivada. No son los tiempos en los que los libera-

les empuñaban un pañuelo rojo, los conservadores aceitaban sus fusiles y escopetas y la policía chulavi-ta practicaba los cortes de franela y las decapitacio-nes a sus adversarios. Son los nuevos tiempos, en los que las elites liberales y conservadoras se mantie-nen abrazadas a una sola bandera: la de la seguridad y el libre mercado, en cambio de las anunciadas li-bertades y derechos que prometieron respetar, pero se muestran divididas al momento de disputar la presidencia. Esta vez la discordia se resuelve entre matices, alianzas y apuestas por propósitos.

En el país real, la real politik de la clase en el po-der, persigue uno a uno los votos, casa a casa, metro a metro en una verdadera operación rastrillo elec-toral, que trata de provocar el olvido por lo menos momentáneo, del hastió producido por las prácticas nada democráticas de autoritarismos, corrupciones, intolerancias, ingobernabilidades, arrogancias que banalizan la vida misma y los interminables ciclos de muertes y violencias sostenidas con los implacables métodos de la barbarie militar para obtener resulta-dos por recompensas y neoparamilitar para seguir controlando las ideas, las riquezas y las tierras.

Los cambios en las estructuras económicas que reproducen desigualdades y mantienen a uno de los países más ricos del continente sumido en una agu-da situación de empobrecimiento, no harán parte de los compromisos del nuevo gobernante, lo que desde ahora presagia un gobierno cruzado por mo-vilizaciones por un lado y asedio de sectores políticos reclamando el pago de su apoyo y la puesta a prueba de la capacidad de negociación del presidente y de la solidez misma de la forma de estado imperante.

El país transita hace dos décadas por los caminos del neoliberalismo profundo y no saldrá de ahí con el gobierno que se posesione, que en todo caso, es-tará atado a reglas ya pactadas en un orden interna-cional injusto que fue aceptado inclusive constitu-cionalmente y leal a una fórmula de contención por la fuerza de toda inconformidad según lo señalado por las potencias militares. Salirse exige otras mane-ras de entender el poder, la soberanía, los derechos y esencialmente al ser humano como tal. Exige tomar partido y tener disposición organizativa para modi-ficar las estructuras de dominación que generan la desigualdad y afirmar la lucha civil por y con otros modos de ejercicio del poder, con pueblo incluido, construyendo y viviendo democracias.

En todo caso, las orientaciones de la guerra es-tán conduciendo a la política y la tarea colectiva es avanzar en tareas de paz para invertir esa relación y garantizar que sea la política la que conduzca la gue-rra hasta eliminarla como opción política. La guerra para la franja derecha que representa el presidente Santos tiene como término de validez haberla acep-tado como una preocupación de Estado, mientras que la campaña del régimen Uribe que representa la franja extrema de la derecha, se niega a aceptar esta premisa sustancial y alienta la guerra como un medio sin fin, lo que invalida cualquier salida nego-ciada del conflicto, ahora o después.

Ninguno de los candidatos concibe una guerra conducida con benevolencia y rectitud, incluso los creativos de campaña combinaron performances con las clásicas teorías de la guerra para convertirlas a la forma de guerra sucia con la que inundaron el cuerpo del país y desplegaron con alarde la trampa, la mentira y su astucia para crear confusión y enga-ño. Los dos candidatos y sus equipos de gobierno coinciden también de manera consciente, lo que resulta inadmisible, en que el objetivo de la acción militar es la aniquilación del enemigo y los previsi-bles amigos o colaboradores de este, la destrucción de los sitios que transitan y la devastación de su campo de cultivo y de batalla. Con esta lógica, a la

hora de las víctimas, será el Estado, los empresarios y sus propios agentes militares quienes tendrán que asumir la mayor parte de responsabilidad en el reco-nocimiento y reparación histórica.

Ha sido recurrente la dualidad de elecciones di-rimidas entre guerra o paz, y mayor la frecuencia de quienes han alcanzado la presidencia levantando la bandera de la paz, a excepción de Uribe que prome-tió más guerra y, en efecto, cumplió, no ganándola sino extendiéndola, animando la crueldad del con-flicto. Para los sucesivos candidatos ganadores en nombre de la paz, como Alfonso López en la déca-da del 70, Belisario Betancourt en la del 80, Andrés Pastrana en la del 90 y Santos que hoy la anuncia, hay un lugar común y es que aceptaron renunciar a la victoria como objeto inamovible de la guerra y apostaron por el diálogo como el mejor recurso para renunciar a esta vergonzosa e implacable condición. Para el régimen Uribe, en cambio, solo hay un cami-no que es la confrontación que terminará solamen-te el día que sea sepultado el último enemigo y los amigos de sus enemigos para hacer florecer un im-perio de nueva muerte.

La interpretación más elemental de todo lo des-crito por las teorías milenarias de la guerra, es enten-der que esta destruye, que las campañas de guerra prolongadas empobrecen los recursos naturales y agotan las tropas, los precios suben, el pueblo sufre hambre, la vida se llena de miedo. Así mismo, es cla-ro que ningún gobierno podrá ser respetado, ni ad-mirado, cuando lo que mejor puede mostrar como fruto de sus victorias son cifras crecientes de dolor y muerte. ¡Basta ya de guerra!, piden los que tienen voz; ¡basta ya de morir y hacer silencio los negados e invisibilizados de siempre!

Basta ya de guerraPor: Manuel H. Restrepo Dir. Maestría y Observatorio de DDHH

El IguaqueñoTarcicio Cuervo

H oy, los colombia-nos, cuando hemos llegado al siglo XXI

del cristianismo, hemos crea-do un monstruo con cualidades omnímodas y se le ha dado el honroso título de “El gran colombiano”, queriendo demostrar que en la historia de la vida patria, es el ser humano más importante, y él con mucho agrado se cree el mesías de estas tierras que fueron de los chibchas.

Haciendo uso y abuso de esos “honores”, el hom-bre hace lo que le da la regalada gana, y todo lo que dice y hace, es bien visto por un pueblo mentecato que le adora; asunto que da pie para convertirse en monstruo para hacer toda clase de fechorías.

Es de anotar que nuestro monstruo posee las cualidades histriónicas propias de otros monstruos de la humanidad, del siglo pasado: Hitler, Mussoli-ne y Pinochet que sembraron el régimen del terror y empañaron de sangre los suelos patrios. Estos

engendros se creen infalibles y de todo lo que di-cen no aceptan contradicción alguna, han llegado a la desfachatez, de lo bueno convertirlo en malo y nadie les puede contradecir para no verlos indig-nados: se consideran verdaderos dioses.

Como no recordar los episodios de los capos de la mafia y el pararmilitarismo, osaron declarar en la fiscalía de los EE.UU, que apoyaron con votos y dólares las dos elecciones presidenciales de los años 2002 y 2006, donde ipso facto el presidente implicado, gritó que, “no les creyeran a esos bandi-dos convictos de la justicia”; pero cunando el muy habilidoso lanza frases calumniosas carentes de toda verdad, entonces hay que creerle porque lo dice Él, y punto. Pero el cuento va más allá, le mama gallo a la justicia, creyéndose por encima del bien y del mal, utilizando el poder omnímodo, diría yo. La burla es bien grande y el monstruo sigue su mar-cha… Si eso hace sin el poder, como será lo abusi-vo recuperándolo? No sé, porque viene a mi mente el pacificador, Pablo Morillo.

El mundo entero sabe que en Colombia los di-neros de la mafia han permeado el poder, han apo-yado presidentes y congresistas, donde eligieron uno de “carnitas y huesitos” amasado muy dentro de uno de los carteles como lo registra la “DEA” con el Nro. 82.

El peligro para la democracia colombiana es que el capo se nos convirtió en un monstruo de dos cabezas y tiene convencido a un pueblo –falto de juicio y razón- que: Las masacres, el desplazamien-to de campesinos, los falsos positivos, las muertes provocadas por la inasistencia médica, el saqueo de nuestras riquezas, los sueldos de hambre de los trabajadores, la falta de educación para los pobres, son las formas más expeditas para gobernar.

Si, con una cabeza se cree que es el ‘mesías’ y con la otra es el ‘monstruo feroz’ que: “Odia la paz y ama la guerra”, postulado No. 1 del fascismo.

El monstruo de dos cabezas

P 15 Edición 712 EL DIARIOOpinión

Desde el Pasaje VargasL os púlpitos vuelven a la car-

ga. Claro que los Académicos en esto sí que son sensibles, que los

curas vuelvan a la carga partidista desde sus púlpitos no es asunto que traiga los mejores recuerdos. Las abuelas contaban de la tra-gedia de la violencia de mediados del siglo pasado, cuando los curitas, godos irreden-tos, arrancaban en los sermones a despotri-car de los militantes distintos a su partido y terminaban sus homilías, las de misa mayor los domingos a las diez u once, con la con-signa popular de ordenar a sus creyentes, religiosos y políticos, que por favor, “al salir de misa, tomarse un par de aguardientes y a perseguir liberales que eso no es pecado”. Esto parecía de la prehistoria, pero no; ahora resulta que un curita en pleno parque de la Independencia, en la iglesia de San Laurea-no, según leyeron los Académicos en la pá-gina de periodicoeldiario.com, arrancó, otra vez con las tesis de los hermanos godos en favor de la “Z” del zorro, para que la guerra continúe. La pregunta ahora es qué dirá el Moncho Luis Augusto. Uno de los contertu-

lios de la mañana fría del domingo, soltó la siguiente: “que a Luis Augusto no se le ocurra ahora que a Dios rezando y con el mazo dan-do”,, o sea, que de miembro de la Comisión Nacional de Paz y de pontificar sobre la paz y el postconflicto, por cuenta de lo cual ha viaticado y se ha ganado tal cual avemaría, permita que sus curitas, concesionarios de parroquias, se les dé por enredarle la cabeza a los feligreses, que suficiente tienen con las amenazas de las llamas del infierno por tanto pecado pendiente.

“ Lo poco que hemos cambiado”. La observación la hizo uno de los ilustres historiadores sagrados de la comarca,

vinculado hace poco a nuestra Academia. Recordó estas palabras para narrar lo que sucedió por allá en los comienzos del Frente Nacional cuando volvieron las jornadas elec-torales y los curitas se habían comprometido a tragarse la lengua antes que meterse en política para ayudar en el incendio que ati-zaba Laureano. Entonces, un domingo de elecciones en la misa pontifical de seis de la mañana en la Catedral, siendo el obispo

Monseñor Ocampo Berrío, echó el sermón para hablar de la realidad de ese día e invi-tar a votar para fortalecer las instituciones, y apoyar las autoridades legítimamente cons-tituidas, diciendo que todos a sufragar por quien quisieran, liberales o conservadores; pero que eso sí, a él como pastor del rebaño que tiene que llegar al cielo con sus ovejas, le correspondía la obligación de la verdad y que esta era que el voto ese día debía ser por los candidatos que defendieran la fe, los dogmas y los mandamientos de la Santa Madre Iglesia; que tuvieran en cuenta “que se sabía de antes que los liberales eran ma-tacristos, ateos, lujuriosos y sinvergüenzas”. Por cuenta de este recuerdo, se pidieron agüitas y más tintos y muchos prometieron ir a la confesión, después de la sesión de aquella mañana.

E s un pato. Nada cambia, o todo cambia para que nada cambie. Si el animal tiene cabeza de pato, pico

de pato, plumas de pato, patas de pato y su compañera pone huevos de pato, entonces el animal es un pato. Cesar Pachón compar-te con patos, habla con patos, saluda a los patos, comparte su ruana con patos, luego Pachón es un pato.

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EL DIARIO

M e causa placer leer Rebelión en la granja, apólo-

go de George Orwell (1903-1950). En dicho fábula los

animales de la granja del señor Jones se re-belan contra sus dueños. Después de expulsar a los amos los animales se hacen cargo del funcionamiento de la granja. Los cerdos que se erigen en la clase dirigente, acabaran por instaurar un sistema totalitario, igual que el que reinaba en la época de los humanos, con quienes terminaran confabulándose… Pero no dejo de leer 1984, la novela que publicó George Orwell, (1949).

El haber vivido en los primeros cincuenta años del Siglo XX, con toda la complejidad po-lítica del fascismo, el nazismo y el estalinismo, plantea la utopía negra de las sociedades del futuro. La narración se desarrolla en Londres. Para los años ochenta del Siglo XX, existen tres estados Oceanía, Eurasia y Asia Oriental, los cuales son controlados por el Gran Hermano. En ese mundo se implanta el totalitarismo, doctrina política que consigue identificar lo

que no puede ser ecuación. Las consignas po-líticas del Estado son:

La libertad = esclavitudLa guerra = la paz

La ignorancia = la fuerza

Bien puede verse como los opuestos se igualan. La revolución en las comunicaciones radio, telégrafo, televisión llevan a una nue-va situación. Mientras en siglos anteriores la imprenta llevó a la Ilustración, a la formación del público lector, y, con poca influencia en el mundo hispanoamericano, los medios ma-sivos de información han llevado a que las comunicaciones se extiendan por todo el pla-neta. En dicho mundo político existen cuatro grandes instituciones: ministerio de la verdad, ministerio de la paz, ministerio del amor y mi-nisterio de la abundancia, cuya visión es vigilar y eliminar todo aquello que afecte al partido del Gran Hermano. La novela gira en torno de Winston Smith, quien trabaja en uno de los ministerios. La labor no es otra que falsificar la historia para que ésta corresponda con lo que le conviene al partido del Gran Hermano.

El partido, el INGSOG, dirigido por el Gran Hermano, es arrollador. La estructura panóp-tica lleva a que cada hombre o mujer sea vigilado continuamente, hasta en los actos más íntimos. Winston Smith, que afirma que 2+2=4, desde la escuela elemental, debe ser reeducado para que afirme: 2+2=5. Winston Smith, quien considera que es una necesidad luchar por la libertad, llega a la rebelión, par-ticipa en un grupo subversivo, es conducido a la reeducación, es decir a la terapia en que el entendimiento y la razón padece todo género de embates, asimismo como el cuerpo. La re-ducción del individuo se consigue por medio de las técnicas, más refinadas de la psicología, la tortura, los medios electrónicos,

En el mundo de 1984, el verdadero sobera-no es el Partido, cuya cúspide es el Gran Her-mano, vigilante, omnipresente, de tal modo, que nadie puede respirar el aroma de la liber-tad, pues las asociaciones populares, las comu-nas, los consejos y todo aquello que plantea la lucha por la libertad ha sido eliminado o bien es declarado perturbador y perseguido hasta su eliminación.

George OrwellSilvio Avendaño

P 16Edición 712EL DIARIO

E n Tunja se está adelantando un taller sobre periodismo con visión de género, en el que no sólo participan las comunicadoras bo-

yacenses, sino las funcionarias de las instituciones y entidades que están dentro de los procesos rela-cionados con la inclusión del género femenino. EL DIARIO estuvo dialogando con una de sus talleristas, la directora del programa Ni reinas ni cenicientas de Canal Capital y coordinadora de la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género, Fabiola Calvo Ocampo, y esto fue lo que nos dijo:

EL DIARIO: ¿Cómo está la inclusión de género en el periodismo colombiano?

Fabiola Calvo Ocampo: Yo creo que el periodismo en Colombia ha cambiado y lo ha hecho porque ha cambiado la sociedad: los movimientos sociales, el movimiento de mujeres, la comunidad internacio-nal; ha mostrado un giro muy lento, pero ha sido en favor de los derechos de las mujeres y en ello, Co-lombia como Estado, está implicado.

E.D: ¿Y qué apoya esto?

F.C.O: Hay una normativa internacional, todos los aportes y protocolos y/o convenios que firma Colom-bia a nivel internacional, hacen parte del paquete constitucional. Eso ha sido producto de un esfuerzo de movimientos sociales a nivel internacional y se han convertido en políticas de Estado, y en el país te-nemos las que abogan por los derechos de las muje-res y por la igualdad de las mujeres con los hombres en sus derechos, manteniendo nuestras diferencias.

E.D: ¿Esto qué quiere decir?

F.C.O: Se traduce en que esos cambios han sido len-

Periodismo equitativoUn café con...

Fabiola Calvo, coordinadora de la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género,

Los medios boyacenses deben sumarse al carro de la

transformación y del cambio, y eso implica que deben asumir un proceso de transformación

cultural, para seguir avanzando en la incorporación e inclusión de

género, en la labor periodística

/ Foto: Vanguardia

Fabiola Calvo Ocampo

tos, pero que realmente no corresponden a la necesidad que tenemos en los procesos democráticos. En la demo-cracia, si no hay mujeres, pues no hay democracia. En todo este proceso, los medios de comunicación han ido asumiendo de una manera muy, pero muy, lenta, todo lo que son estos cambios a nivel nacional e internacional. Hay normativas que los medios deberían conocer, im-plementar y difundir, y hacerlo de una manera pedagó-gica, porque es parte de su función social.

E.D: ¿Y qué han hecho los medios?

F.C.O: En términos generales, han introducido cambios en enfoques, en lenguaje incluyente y no discriminato-rio, un lenguaje no sexista, es decir, que no discrimine al género femenino.

E.D: ¿Se ven los avances?

F.C.O: Pues han avanzado en la manera en que las mu-jeres lo han hecho. Nosotras nos hemos ganado un es-pacio social con mucho esfuerzo, en la medida en que hemos salido del espacio privado (casa), al espacio pú-blico, pero los medios no siempre nos reflejan a nosotras con una actitud de dignidad y respeto, sino que se sigue haciendo uso del cuerpo de las mujeres para sus campa-ñas publicitarias, en las mismas fotografías; la belleza de mujeres es lo fundamental.

E.D: ¿Entonces qué hacen las mujeres?

F.C.O: Seguimos insistiendo en abrir y ganarnos un espacio en los medios de comunicación, en tener el derecho a ser nombradas y se haga con dignidad y respeto, y siempre bajo el enfoque de los derechos humanos y de las mujeres.

E.D: ¿Y hay un sentido crítico de las mujeres en esta exclusión?

F.C.O: Las mujeres hacemos parte de una so-ciedad que es netamente patriarcal, donde el hombre está en el centro de toda actividad (androcéntrica), entonces no estamos exentas y hacemos parte de esta cultura y parte de lo que queremos hacer como mujeres y también con-vocando a los hombres, es una transformación cultural, en la que nos hablemos de tú a tú, en igualdad de derechos y condiciones.