El Desencanto Jacinta Escudos

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Estudos sobre literatura salvadorenha

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  • InterSedes: Revista de las Sedes RegionalesUniversidad de Costa [email protected] ISSN (Versin impresa): 1409-4746COSTA RICA

    2003

    Vernica Ros Quesada DOS TRAVESAS POR EL ESPACIO PRIVADO FEMENINO: LIBERTAD EN LLAMAS DE

    GLORIA GUARDIA Y EL DESENCANTO DE JACINTA ESCUDOS InterSedes: Revista de las Sedes Regionales, ao/vol. IV, nmero 006

    Universidad de Costa Rica Ciudad Universitaria Carlos Monge Alfaro, Costa Rica

    pp. 161-173

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y Portugal

    Universidad Autnoma del Estado de Mxico

    http://redalyc.uaemex.mx

  • DOS TRAVESAS POR EL ESPACIO PRIVADO FEMENINO: LIBERTAD EN LLAMAS DE GLORIA GUARDIA

    Y EL DESENCANTO DE JACINTA ESCUDOS

    Inter Sedes. Vol. IV. (6-2003) 161-173.

    RESUMEN

    Libertad en llamas de Gloria Guardia y El desencanto deJacinta Escudos son dos ejemplos de la narrativa cen-troamericana que se ha diversificado, en gran medi-da, durante la ltima dcada y, entre cuyos temaspredilectos, se encuentra el espacio privado. En esteestudio, realizo una comparacin entre las motiva-ciones, objetivos y resultados de las vivencias de lasprotagonistas en el mbito privado.

    Palabras clave: narrativa centroamericana, GloriaGuardia, Jacinta Escudos, mujer, gnero, espacio pri-vado, subalternidad.

    ABSTRACT

    Libertad en llamas, by Gloria Guardia and El desencan-to by Jacinta Escudos are two examples of howCentral American narrative has diversified, mostlyduring the last decade, and of the private space, oneof its favorite themes. This study compares the moti-vations, objectives, and results of the life experiencesof the main characters in the private sphere.

    Key words: Central America novel, Gloria Guardia,Jacinta Escudos, woman, gender, private espace,subalternity.

    Vernica Ros Quesada

  • Al finalizar en la ltima dcada losconflictos armados e imponerse la globa-lizacin, la literatura centroamericanaha vivido un importante proceso de di-versificacin. La produccin de mujeres,por ejemplo, ha aumentado significativa-mente y, en la mayora de sus obras, seaborda como tema de reflexin la condi-cin de la mujer. Este es el caso de lasnovelas El desencanto y Libertad en llamas,dos muestras de la produccin de dos es-critoras centroamericanas, Jacinta Escu-dos y Gloria Guardia respectivamente,con trayectorias dismiles en la narrativacentroamericana.

    Acerca de la produccin narrativade Escudos entre 1987 y 2001, Julio To-rres-Recinos afirma que probablementela situacin de la mujer en el sistemapatriarcal [es] el tema que ms explo-ta1 . La escritora ha profundizado en elestudio de las secuelas psicolgicas, inte-riores, de los lados oscuros de los indi-viduos2; obviando as, en sus ltimasobras, las coordenadas histrico-socialesque permitieron a Nydia Villalta catalogarsu primera produccin como testimonio,aunque sta no es autobiogrfica3. Desdela publicacin de Cuentos sucios, obra publi-cada en 1997 e inmediatamente anterior aEl desencanto, Escudos marca una distanciacon respecto a la guerra. Apunta Villal-ta que estos relatos circulan por terri-torios humanos y de vivencia cotidianaen una sociedad que acarrea los lastresmorales y econmicos de un conflictode 12 aos4.

    En El desencanto, la escritora da un pa-so ms all y presenta el espacio privadoy la vida sexual, tema explorado en Cuen-tos sucios. Al respecto, Sergio Ramrez se-ala que la post-guerra en Centroamri-ca y, particularmente, en El Salvador hagenerado un recuento hacia atrs en lahistoria, un ir hacia el individuo5. Sin

    embargo, la novela no consiste en una ba-nal incursin sobre el erotismo -tema decreciente inters por efecto de las nuevascondiciones sociopolticas, al igual que lairrupcin de una literatura light salpi-cada de ideas cuestionadoras en el ordenmoral, no as en el poltico6. Ms bien lanovela relata los infortunios de Arcadia,la protagonista, en el mbito privado, es-pecficamente entre los 19 y los 35 aosde edad.

    Por su parte, la escritora y crtica pa-namea Gloria Guardia tiene a su haberdos novelas histricas, uno de los gne-ros preferidos actualmente en la narrati-va centroamericana y latinoamericanapor permitir, como lo apunta WernerMackenbach, la tergiversacin de lahistoria7. La temtica de El ltimo juego,novela ganadora del Premio Centroa-mericano de Novela EDUCA de 1976, yde Libertad en llamas se encuentran en-trelazadas por la experiencia histricacomn vivida por Panam y Nicaraguadurante gran parte del siglo XX, es de-cir, la invasin poltica, econmica y so-cial perpetrada en los dos pases por losEstados Unidos de Amrica y las conse-cuencias que tuvo y an tiene...8.

    Libertad en llamas recrea la Nicaraguade 1926 a 19289 y relata cmo EsmeraldaReyes Manning, joven de 25 aos de padreespaol y madre nicaragense, regresa aNicaragua despus de una larga estada enMadrid, en donde acaba de concluir susestudios de filosofa, para ponerse al servi-cio de la lucha de Sandino. Como parte desu misin, entabla amistad con el artistaFrutos de Alegra y, a travs del diario deste, la novela cuenta detalles de la estadade Rubn Daro en Pars. La novela ilustra,pues, la tesis de Seymour Menton segn lacual la identidad nacional de Panam sedistingue precisamente por su fuerte ca-rcter internacional o cosmopolita10.

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  • Ambas novelas narran la historia dedos viajes, dos sondeos en el espacio pri-vado de dos mujeres, Esmeralda y Arca-dia. Pese a la diferencia en cuanto a susexperiencias de vida, acerca de las moti-vaciones que las impulsaron a tomar elcamino elegido, en ambas novelas se su-braya la relacin entre poder y escritura.En este estudio, pretendemos sealarcules han sido las motivaciones de losaprendizajes de Esmeralda y Arcadia enese mbito, cules son sus resultados, pa-ra luego establecer una comparacin en-tre dos experiencias separadas temporal-mente por ms de 60 aos11.

    1. El desencanto de Jacinta Escudos

    La novela pareciera relatar el proce-so de escritura de una confesin. En laprimera pgina leemos: Hay gente quetiene miedo de hablar sobre sus cosas. Esperoque yo no tenga miedo para decir lasmas.12 Luego, en letra cursiva, la vozdel narrador omnisciente nos indicaque mientras se reclina en la silla. En-ciende un cigarrillo. Piensa.(1) Desdeel inicio se juega con el espacio, el tiem-po y las voces narrativas. La novela seestructura en minicaptulos no numera-dos, pero s titulados. Entre ellos se con-templan narraciones de fugaces encuen-tros sexuales, aventuras, conversaciones,listas y sueos. Nos transportamos al pa-sado y pasamos revista a aquellos aconte-cimientos, grandes o pequeos, quemoldearon su vida sexual. Estos, en lamayora de los casos, los relata un na-rrador omnisciente, como si estuvira-mos viendo fragmentos de una pelculade la vida de Arcadia y, en puntos estra-tgicos, interviene la voz de Arcadia.Otros aparecen escritos en primera per-sona. Nos introducimos en su mente,

    en sus sueos, su diario; y al mismotiempo observamos la situacin desdeafuera.

    Dichas caractersticas nos permitenacercar El desencanto a la antinovela, puespresenta una ruptura con el esquema b-sico de la narrativa tradicional, en estecaso de la confesin como tipo ficcionalde relato autobiogrfico. Sin embargo,como seala Magda Zavala, este concep-to resulta impreciso y afirma esto con re-ferencia a las llamadas antinovelas Diariode una multitud (1974) de Carmen Na-ranjo y Plenilunio (1947) de Rogelio Si-nn, ambas centroamericanas. Adems,recalca la alta coincidencia de la antino-vela y la novela de parodia cuyo gnerose convierte en el tema de la novela mis-ma 13. En el caso de El desencanto, la fal-ta de un argumento tradicional narradoanalpticamente por el protagonista so-bre su propia experiencia, principio b-sico de la confesin; la multiplicidad deenfoques narrativos y la difuminacin dela figura de la protagonista14 cumplen unpapel importante. Sin embargo, la nove-la presenta una temtica fuerte y un per-sonaje con caractersticas muy propias.Cumple, adems, parcialmente con laintencin de la confesin, pues hacepblicos los secretos de su propia exis-tencia privada. Lo hace parcialmenteporque, como veremos a continuacin,no se le concede a esa existencia un va-lor ejemplar por su evolucin o cambiointelectual y moral15 .

    Al principio, Arcadia es presentadacomo una muchachita inexperta con unacuriosidad desmedida por romper las re-glas que la lleva a vivir y repetir experien-cias incluso desagradables para ella, pueses incapaz de negarse ante el deseo mas-culino. Arcadia se dedica sin reparos adesafiar todas las convenciones sociales;practica, entre otros, la infidelidad, el

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  • masoquismo, el mnage trois, el exhi-bicionismo y el aborto. Sus motivacionesparecieran ser el afn de vivir retos, suorgullo y el distanciarse de su educacinconservadora. Una vez perdida su virgi-nidad, nos cuenta el narrador: Arcadiase acuesta, feliz de tener otro secretooculto de mam. Ahora ambas son igua-les. Ahora mam no podr nada contraella.(34) A travs de las experiencias se-xuales que vive, saca sus propias conclu-siones, realiza un aprendizaje que nadiepudo ofrecerle jams.

    En la novela los supuestos contraejem-plos femeninos de Arcadia resultan ser: sumadre, las mujeres que se consideran mu-jeres por haber tenido hijos, la mujer casa-da y sometida a su marido a pesar de laagresin. Arcadia, a diferencia de ellas, tra-baja para mantenerse, no habla de matri-monio, dice odiar a los nios y abortar conel fin de evitarle el sufrimiento de vivir aotro ser humano (68), e incluso se men-ciona indirectamente su deseo por escribir(194). En apariencia, Arcadia es una mu-jer libre puesto que, siguiendo a las fe-ministas norteamericanas, ha compren-dido que la mujer ha sido distrada desu capacidad de inventar y narrar, distra-da por la maternidad, por hostigamien-tos diversos y por la angustia de no cum-plir con sus funciones16.

    A pesar de lo que podra suponer ellector, esa exploracin sexual correspon-de a la nueva modalidad de bsquedadel Prncipe Azul. En el fondo, Arcadiasigue siendo una mujer latinoamericanatradicional, influida por telenovelas co-mo Simplemente Mara o Esmeralda(28-29) y los boleros de Javier Sols. En elsegundo fragmento, por ejemplo, Arca-dia experimenta su primera relacin se-xual, sin ningn placer, con un hombreque slo ha visto dos veces con el propsi-to de terminar el trmite engorroso (34).

    Sin embargo, al finalizar el encuentro, Ca-perarcadia, nombre de la protagonista enese fragmento, le pide al hombre, Lobo,que por favor le regale la sbana mancha-da como recuerdo. Pese a la distancia quedesea establecer entre ella y su madre, Ar-cadia, al igual que sus amigas, persigue elideal intemporal del prncipe azul:

    S. Buscamos a alguien que nunca encontramos. Bus-camos algo que necesitamos con mucha urgencia.Buscamos el amor. Y nunca perdemos la confianzaen que vamos a encontrarlo. Y la nica manera deencontrar el amor es probando, buscando. (114)

    Arcadia busca un compaero y, al mis-mo tiempo, experimenta, pero desde unaperspectiva muy pasiva, nunca asume laresponsabilidad de sus actos. En la novelase recalca su ignorancia, sus constantes fin-gimientos, la falta de iniciativa, a tal puntoque su primera visita al gineclogo la mo-tiva su primer embarazo (59) y, cuando de-cide abortar, lo hace temiendo la ira deDios por los siglos de los siglos (62). Ellase deja hacer, tal vez no lo desea realmen-te, pero debido a su curiosidad, su orgu-llo, o simplemente su falta de decisintermina aceptando las circunstancias, in-cluso habiendo acoso o violacin de pormedio. La pregunta que Arcadia le plan-tea a la esposa agredida del hombre delas bofetadas valdra la pena que la mis-ma Arcadia nos la respondiera para cadauna de sus aventuras: Pero si usted sabetodo eso, por qu continan jun-tos?(127). No puede resistirse al deseoajeno, al movimiento. El desencanto y lafrustracin crecen, a ojos del lector, a me-dida que dichas sensaciones de Arcadiase repiten, de una u otra manera, en cadauno de los fragmentos. Manuel, El hom-bre que besaba con los ojos abiertos ex-presa abiertamente su superioridad yresume la lgica de la relacin entre se-xos que Arcadia ha aprendido:

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  • Quien recibe no puede hacer nada ms que reci-bir, es el dbil, el conquistado, el dominado. Espor eso que los hombres dominan a las mujeres,porque los hombres pueden penetrarlas por cual-quiera de sus orificios y las mujeres siempre esta-rn en desventaja porque no pueden hacer nadams que dejarse. (127)

    Esta lgica pareciera implacable, elpoder de atraccin de la mujer es inmen-so; su deseo, imposible. Las mujeres sonCaperarcadias y los hombres, Lobos. Vc-timas y victimarios. Semejante manifiestoacerca de la relacin entre hombres ymujeres parece ilustrar la rgida posicinde las feministas norteamericanas paralas cuales el silencio y marginacin de lamujer se debe a una nica causa monol-tica y unitaria: el poder sociosexual de lomasculino17 . Sin embargo, El hombreque le escribi un cuento deja claro quelos hombres tambin sufren por sus deli-rios de grandeza (135). Las relacionesacaban por falta de compromiso de am-bos, falta agravada por la liberacin delsexo puesto que su advenimiento conlle-va a la inexistencia de carencia, prohibi-cin o lmite: es la prdida total de cual-quier principio referencial 18. Arcadiarecuerda, con nostalgia, esos das en quetodos los que la conocan, queran te-ner algo con ella (199). La relacinms satisfactoria de Arcadia se produceen el marco de un mnage trois:Aney, su amante, es amigo de su pareja.La relacin, a pesar de sus posibilida-des, se corta sbitamente. El miedo(99), el sufrimiento son los grandes ga-nadores. A los 35 aos, Arcadia no haencontrado su prncipe azul y sus vi-vencias con el sexo opuesto las conden-sa el epgrafe: Fuiste un gusano devo-rando las entraas de mi corazn.Mientras yo finga placer".

    La novela gira entorno al espacioprivado, en la construccin de la novela

    parece superfluo insistir en la conforma-cin del espacio pblico. Esto nos lleva apreguntarnos cmo son las relacionesde Arcadia en su trabajo, en su vida coti-diana? Las relaciones entre gneros quese muestran en la novela se limitan ni-camente al mbito de las relaciones se-xuales. Ignoramos si media alguna razno circunstancia particular, laboral porejemplo, que induzca a la protagonista avivir esos complicados romances. Escu-dos no ubica los hechos temporalmenteni espacialmente; utiliza frases cortas,descriptivas en las que se hace nfasis enla accin, y la informacin sobre la pro-tagonista es escasa. El lector va armandoun vago perfil de la protagonista a partirde los mnimos detalles que se escapanen algunos de los fragmentos. Al pare-cer, ha nacido y crecido en una sociedadtradicional, incluso asisti a un colegiode monjas, y pertenece a la clase alta,particularidades muy en consonanciacon su actuar. Sin embargo, la intencines borrar las huellas individuales, puesincluso en las conversaciones entre ella yalguna amiga no se indica cul es cul,como por ejemplo en Las listas y enBl bl bl (140-143).

    Recinos considera un defecto esa vi-sin tan parcial de los hombres y de lamisma Arcadia, pues no se perfilan bienlos personajes, en comparacin con susanteriores trabajos19. Sin embargo, di-chos vacos podran interpretarse comouna seal ms de que la vida de Arcadiadepende de su relacin con el sexo mas-culino, de la atencin e importancia des-medidas que esa dependencia patriarcal,a pesar de las apariencias, posee en lamemoria de Arcadia, en esa confesinque finaliza as: A veces me siento como undemonio/ Y otras me siento tan limpia comola Virgen Mara. (203) Adems, la inclu-sin de ese narrador omnisciente que,

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  • por ejemplo, aade a esas palabras fi-nales del cuaderno: Es la ltima fraseque escribe la mujer en su cuaderno-./Termina el cigarrillo. Se levanta./A-paga la luz. (203), pareciera subrayaresa pasividad de Arcadia. Ese narradordistante, ms bien propio de las acota-ciones de los textos dramticos, impideal lector escuchar la voz de Arcadia, susreflexiones. Resulta claro, por conse-cuencia, su subalternidad. Como sealaGayatri Spivak: If the subaltern couldspeak that is, speak in a way that real-ly mattered to us then it wouldnt besubaltern20.

    Paradjicamente, Arcadia es unamujer letrada, con deseos de escriturade los cuales nos enteramos por boca deAney, pues al proponerle vivir con l,aade: dejas de trabajar y te dedicas aescribir (194). El escribir, tal vez, ya lehaba permitido hacer manifiesta suvoz, realizar un acto claramente revolu-cionario, pues como afirma Escudos:La persona que escribe pues, es doble-mente subversiva porque piensa y di-ce, cuando se supone que no debe ha-cer ninguna de las dos cosas.21 La no-vela empieza relatando el incipit de laconfesin y termina narrando el finalde sta. Marca claramente una toma deconciencia, una recuperacin de la pa-labra. Sin embargo, irnicamente, nose le permite escribir la confesin y eldiscurso de la novela desmiente la fuer-za de dicha toma de conciencia. Al co-rrer de las pginas, se evidencia la in-competencia de Arcadia para seducir,para jugar con los signos.

    En conclusin, la novela ofrece, al mis-mo tiempo, un profundo desencanto yuna tenue esperanza. No sabemos si Arca-dia vivir alguna vez ese lujo para mino-ras que es el amor (142), si podr mane-jar su frgil condicin de mujer subalterna

    y letrada. Beatriz Cortez seala que la no-vela evidencia que el placer es construi-do culturalmente desde una perspectivamasculina, subraya que la construccinde la mujer y de su propio imaginarioertico y la construccin cultural de sudeseo no han podido escapar de los lmi-tes que la sociedad ha dibujado paraella.22 Si partimos de ah, El desencantopodra considerarse un texto de denun-cia y, en ese sentido, incluso acercar lanovela al testimonio por haber all unpersonaje casi annimo que induce aconsiderar una experiencia colectiva.

    2. Libertad en llamas de Gloria Guardia

    A diferencia de Arcadia, EsmeraldaReyes Manning es la imagen de una nue-va y envidiable feminidad: joven, culta,bella, inteligente, emprendedora, arries-gada en la lucha y en el amor, represen-tante de la burguesa liberal. Por mediode ella, Gloria Guardia combina los dis-cursos de gnero y nacin, demuestra laexistencia de un sector de esa clase socialque s apoy a Sandino23 y, adems, re-presenta a las mujeres que tambin lu-charon por la causa sandinista. Al respec-to, sostiene Guardia que uno de sus pro-psitos era hablar desde la orilla, desdela periferia y desde los lmites (...) dar fedel hecho de que en Nicaragua, ya exis-ta un contra-discurso anticolonial, na-cional, lrico y feminista24.

    Al morir la madre de Esmeralda, su pa-dre, un anticlerical furibundo, y ella se em-barcan rumbo a Espaa, lugar en el que supadre la educa sin hacer hincapi en sucondicin de mujer. Segn la novela, supadre, como hombre de ciencia, racionalsin concesiones, no puede entenderla aella como mujer. Para enfrentarlo a l y a

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  • la sociedad patriarcal en general, Esme-ralda comprende que la solucin radicaen el culto al arte de expresarse correc-tamente, con precisin (230). Para com-prenderse a s misma, en vista de su faltade modelos femeninos, inicia su propiabsqueda a travs de la filosofa, del es-tudio y, de manera reflexiva, cobra con-ciencia de su feminidad:

    ...para m fue definitivo que las francesas, duran-te el invierno de 1919 (...) se refirieran a cmo lamujer tiene una percepcin del tiempo muy dis-tinta del hombre (...) As supe que el retornodel hombre es siempre el retorno al otro, mien-tras que nosotras volvemos, una y otra vez, a lomismo. (...) Y es que el tiempo para nosotras es-t ligado no a la accin, sino a la emocin. (240)

    Justamente por proteger sus logros,su forma de pensar y su estilo de vida,compartido por otros personajes feme-ninos como la ta Elvira (260) o la mticaMisia de Sert, amante fugaz y amiga deFrutos, Esmeralda rechaza la peticin dematrimonio de su ex novio. Haba com-partido un vnculo de cuatro aos cuyapremisa consista en distanciarse de larelacin tradicional hombre mujer y elproponerle matrimonio evidenci el fra-caso de la tensa relacin, pues una fuer-za superior les impeda liberarse porcompleto del comportamiento clsicodel hombre y de la mujer.... (283)

    Una vez rota la relacin, Esmeraldadecide embarcarse a Nicaragua y lucharjunto a Sandino para poner en prcticalo aprendido en las aulas de filosofa, pa-ra hacer valer en la sociedad su papel deintelectual y los aos de su combate in-terno por hacer manifiesta su voz. Curio-samente, estos antecedentes no se en-cuentran en la primera parte, en el queaparece un narrador omnisciente; sinoen el tercera parte, compuesta por losdiarios de Esmeralda y Frutos de Alegra.

    El narrador no da parte de las reflexio-nes de ninguno de los dos, slo a travsde los diarios se conoce la versin delos personajes.

    Gracias a la combinacin de ele-mentos que representa Esmeralda, lo-gra ser aceptada: mujer, inteligente, concontactos en Europa y miembro de unade las familias ms prestigiosas de Nica-ragua. Sus labores consisten en recons-tituir informes, mandarlos al exterior y,sobre todo, aprovechar su condicin demujer de clase alta para infiltrarse enclubes y reuniones sociales. En francaoposicin a los objetivos de la lucha deguerrillas de Sandino, la misin de Es-meralda es seducir. Y, como la seduc-cin nunca es del orden de la naturale-za, sino del artificio nunca del ordende la energa, sino del signo y del ri-tual25, Esmeralda debe seguir una can-sina comedia de embellecimiento yconsecuente pose (40).

    Su primera vctima resulta Ferrara,su contacto con la lucha y comandanteguerrillero de Sandino. Al preguntarleEsmeralda si sera posible esperar almenos a conocerse, l contesta: en laguerra no hay tiempo para esas cosas.Sin ms, ella decide corresponder a sudeseo. Cabe destacar que el inicio de suaprendizaje ertico es avalado por elpadre y se dio a los quince aos. Aque-lla experiencia adolescente result unapedagoga sexual donde los cuerposde ambos fueron dando tumbos, sin al-canzar realmente ninguna sabidurasensual (238) y de la cual se lamentpor no haberse dado en una relacinde amor. Posteriormente, en su noviaz-go con Jos Luis, la unin haba llega-do como un resultado natural de aqueldilogo sostenido durante das, mesesy aos. Al contrario, sus encuentroscon Ferrara son espordicos y llenos

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  • de pasin. Vive su ser mujer como unposicionamiento26 y concluye que, en elmarco de las relaciones de pareja, es pre-ciso reconocer que:

    ...l [el poder]est en nosotros y que nos penetracomo una red nudosa y cambiante. Lo importante(dira hoy), es no caer en la trampa de las defini-ciones (...) lo clave es asumir por lo que es, en ca-da unin, el instante: la sede y el goce de la dife-rencia. (283)

    A la manera de las feministas france-sas, el lema de Esmeralda parece ser:Lo personal es subjetividad y despus silogramos cercar el deseo, lo personalpuede ser poltico, esttico o banal27.Se moviliza hasta los enfrentamientospara exigirle a Sandino que no la llametraidora por estar en desacuerdo con ly romper con la causa, pues su condicinde subalterna no le impide desplegar suconciencia crtica. All debe despedirsede Ferrara, quien, a ojos de Sandino, hairrespetado su suprema autoridad. Sandi-no decide que la relacin entre ellos de-be acabar y as sucede. Finalmente, Es-meralda y Ferrara son vctimas de quienostenta el poder. Los patrones patriarca-les se reproducen tambin en los mediossupuestamente progresistas28 y afectantanto a mujeres como a hombres. Algu-nos das antes, haba escrito en su diario:

    No, lo mo es lo otro, la historia ntima e incone-xa que brota de los sueos, de los anhelos, de lasangustias, de los desvaros, de las quimeras y, sobretodo, de las fantasas de Sandino y de F., y tambinde los cientos de personas con rostro, nombre yapellido con los que me identifico a diario aca-rreada, como estoy, por una voluntad arrolladorade recobrar las races que me segaron un da.(232)

    En la novela, Esmeralda se adentraen la historia ntima de Clara, una mu-chacha humilde, hija de una compaera

    de colegio de Esmeralda, quien fue esco-gida por Frutos de Alegra para represen-tar a la libertad en las celebraciones de lavisita de Hoover a Nicaragua. Su ignoran-cia y sometimiento la convierten en laperfecta anticandidata para la tarea. Sinembargo, Esmeralda logra, en veinte das(323), a travs de una ardua reflexinconducida sensorialmente, producircambios significativos en su forma depensar y enfrentar la vida. La relacinestablecida entre ellas se basa en el res-peto de Clara frente a la hegemona re-presentada por Esmeralda, y se proyectacomo una relacin educativa, expresan-do as una posicin de gua moral e in-telectual con la que se identifican Fru-tos y Esmeralda29.

    El objetivo inicial de la transforma-cin consista en convertir a Clara en unmodelo aceptable para realizar en bron-ce una adaptacin de la Estatua de la li-bertad de Bertoldi, una alegora de losdeseos de independencia de Nicaragua.La pieza deba montarse sobre una balsay dar la bienvenida a Hoover. Sin embar-go, intempestivamente, Frutos anuncia lainexistencia de dicha escultura: Clara seencargar de representar a la libertad delpueblo nicaragense fuertemente ama-rrada a un poste que le ayudar a soste-ner la postura. Clara consiente, a pesarde la oposicin de Esmeralda, pues sesiente capaz de hacerlo.

    Lastimosamente, dada la cercana delos guerrilleros y las recientes muestrasde terrorismo de Sandino, Hoover deci-de no descender al puerto. Pasan las ho-ras y, debido a rdenes militares, nadiepuede siquiera acercarse al Maryland,trasatlntico en el que viaja Hoover. Clara,cuya actuacin no durara inicialmenteni 15 minutos, muere inmolada, simbo-lizando as el fracaso de los nicaragen-ses, de Sandino y los jefes polticos, en

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  • la lucha por la independencia y la paz.El narrador interpela a Clara y revivimosla escena:

    ...la antorcha encendida, al caer de tu mano, in-flama la tnica griega, carbonizando tu cuerpo,al tiempo que, Esmeralda y Frutos, consternadosante las llamas que han visto surgir all, en elocano, buscan en vano tu lejana figura y, en elMaryland, Hoover, Daz y Moncada, los tres pre-sidentes, posan ante la prensa, alzan la copa ybrindan, una y otra vez, por la Amistad, por laPaz, por la Libertad y por la exterminacin deSandino. (331)

    El ttulo, de repente, cobra las di-mensiones de una cruel irona. CuandoFrutos recibe la orden de encargarse delas actividades de celebracin, un Darode ultratumba le susurra al odo: Quesiempre y en toda parte/ Dios enciende,agita inflama/ Como una divina llama/La infinita luz del arte/ Libertad en lla-mas. (145) Ni Hoover ni los mandatariosnicaragenses lograron captar las sutile-zas polticas del proyecto emprendidocon tanto esmero y dedicacin por Fru-tos. Esmeralda y Frutos han pecado deingenuos, pensaron que podran desa-fiar al poder con sus armas intelectualesy buena voluntad. Al final, en la ltimaimagen que nos ofrece la novela, el na-rrador se concentra en Clara y la senten-cia final podramos llevarla hasta nues-tros das: Nada ha cambiado. (331)

    Frutos y Esmeralda gozan de ciertomargen de accin frente a la adversidad,de hecho Esmeralda hablaba ya de uneminente regreso a Europa para garanti-zar su seguridad. Es una mujer, es subal-terna frente a la sociedad en general yfrente a Sandino; pero su condicin deletrada, su posicin hegemnica la sal-van. No es el caso de Clara, quien apenasha conseguido un amago de libertad in-terior y depende de los ofrecimientos deEsmeralda, ni de Ferrara.

    En suma, el desengao ridiculiza elproyecto inicial de Esmeralda. Ella, enprincipio, pens en aplicar sus conoci-mientos filosficos y formar polticamen-te a su pueblo; desligarse de una relacinamorosa que pretenda desviarla de sucamino interior. Fracas estrepitosa-mente en la dimensin poltica de susintenciones, pues cambiar mentalida-des de manera abstracta, forzada, sinexistir las condiciones de vida acordes aun necesario proceso de autoexplora-cin, no resulta viable. En cuanto al m-bito privado, reconoci el peso del po-der y la necesidad de ser flexible. Dichode otra manera, a travs de Esmeralda ylos diferentes niveles de su viaje a Nica-ragua, se comprueba que el poder mol-dea las relaciones; saberlo permite unamejor movilizacin en los diferentescampos de accin.

    3. Comparacin entre las novelas

    Gloria Guardia y Jacinta Escudos rea-lizan una lectura del espacio privado dela mujer desde estrategias escrituralesmuy distintas. Guardia escribe una nove-la histrica en la que la investigacin hasido exhaustiva y se nota en la densidadde la trama. El objetivo consiste en ser loms transparente posible. Se evidencia,entonces, cmo encaja o desencaja Es-meralda en esa sociedad segn sus movi-mientos. Escudos, por su parte, escribeuna novela en la que esconder y borrarlmites es una tctica para construir unamujer cuyo contorno resulta difuso, ne-buloso, as como su presencia en el espa-cio pblico, pues se define, con respectoal omnipresente poder patriarcal.

    Por otra parte, tanto la confesincomo el diario son gneros que perte-necen al dominio de la intimidad. En

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  • consecuencia, quienes no ostentan ungrado de poder se sienten compelidos apracticarlos en la auto-exploracin de supropia identidad30. Un caso extremo, enla literatura centroamericana reciente, esla prctica de Milagros Tern, poetisa ni-caragense, del diario ntimo como g-nero pblico, a fin de re-pensar suidentidad femenina en relacin con lapatria simblica, aorada y perdida almismo tiempo.31 Guardia y Escudos pa-rodian el diario y la confesin respecti-vamente, para presentar la voz del subal-terno de tal manera que resulta claro lainsignificancia y, a la vez, la resistencia, deesa subalternidad frente al yugo del po-der. Los escritores centroamericanos,seala Arturo Arias, ya no creen en laposibilidad de que la textualidad seainstrumental en la formacin de una con-ciencia de clase y un espacio privilegiadopara formular proyectos de transforma-cin social de corte nacionalista32.

    En ambas novelas vemos un procesode autoaprendizaje que las obliga, violen-tamente en el caso de Arcadia, a recono-cer su diferencia frente al gnero masculi-no, diferencia que, por ejemplo, marcaclaramente que el deseo primordialmentepertenece al gnero masculino. En conso-nancia, segn Baudrillard, la sexualidades esta estructura fuerte, discriminante,centrada en el falo, la castracin, el nom-bre del padre, la represin33 . Frente a di-cha constatacin, las reacciones de Esme-ralda y Arcadia contrastan. Esmeralda,gracias a su educacin y autoformacin,trasciende momentneamente su situa-cin subalterna. Por enfrentar su condi-cin de mujer de manera reflexiva, viveuna relacin amorosa positiva, construc-tiva. Arcadia y Clara no alcanzan ese pun-to de liberacin, y por eso las percibimoscomo vctimas. El poder se impone comouna masa inamovible sobre ellas34. Las

    novelas, sin embargo, recalcan que esaestructura patriarcal no deja indemnes alos hombres.

    Por otra parte, debido a su condicinde mujeres escritoras y plantear esta dis-cusin sobre el poder, la crtica frecuen-temente califica a Gloria Guardia y Jacin-ta Escudos como feministas. En el casode Guardia, ella no duda en afirmar p-blicamente su identificacin con Kriste-va, Birut Ciplijauskait, Nancy ToppinBazin y otras que trabajan en esa lnea,es decir, un feminismo que plantea el res-peto de la diferencia y no la imposicinde la igualdad. Al preguntarles si estnde acuerdo con ser llamadas feministas,Gloria Guardia asiente35 y Jacinta Escu-dos expresa su deseo de trascender eti-quetas: Si alguna etiqueta le van a po-ner, ojal que algn da digan literaturajacintesca, hecha por Jacinta Escudos36.Consecuentemente, en su novela, la cru-deza, el desencanto de la vida cotidianamarcan una clara desconfianza frente ala teora y sus aplicaciones. Incluso, co-mo escritora reflexionando sobre su pro-pia obra, hace pblico su rechazo hacialas categoras de literatura feminista y li-teratura de gnero37 .

    En conclusin, a pesar de que ambasnovelas sealan dos formas de abordaruna misma pregunta, dos formas distin-tas de responder y evidencian la esco-gencia de estrategias opuestas e inclusoposiciones enfrentadas en cuanto a la li-teratura feminista; sus puntos de vistacon respecto a la mujer y su espacio pri-vado confluyen. A pesar de la adhesinde Esmeralda al incipiente movimientofeminista europeo y de la relativa debili-dad de Arcadia, sus experiencias coinci-den al vivir en Centroamrica y ser muje-res letradas y subalternas. Cronolgica-mente entre las novelas transcurren msde 70 aos; sin embargo, como apunta

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  • la ltima frase de Libertad en llamas: Na-da ha cambiado. No se ha producido uncambio porque, en el fondo, la dinmicadel poder no vara. Sus aprendizajes nosllevan a parajes desencantados; sin em-bargo, la esperanza no muere, puespervive la palabra y la resistencia queella representa.

    Notas

    1. Julio Torres Recinos, Desconciertos, desencan-tos y otros malestares: la narrativa de Jacinta Es-cudos. stmica 7 (2002): 170.

    2. Werner Mackenbach y Valeria Grinberg Pla,Entre el desconocimiento, la pasin y la acade-mia: dnde est la literatura centroamericana?Iberoamericana 8(2002): 181.

    3. Nidia C. Villalta, Historias prohibidas, historiasde guerra: el testimonio de Jacinta Escudos des-de El Salvador. Meeting of the Latin American Stu-dies Association. Illinois, september 24-26, 1998

    4. Ibid. 13.

    5. Nidia Villalta, De la guerra a la post-guerra:transicin y cambios en la literatura salvadore-a. stmica 5-6 (2000): 95.La cita corresponde a un seminario sobre litera-tura centroamericana contempornea en la Uni-versidad de Maryland, College Park, en la prima-vera de 1999.

    6. Magda Zavala, Editorial. stmica 5-6 (2000): 10.

    7. Werner Mackenbach, Literaturas centroameri-canas hoy. En el foco de dos congresos interna-cionales celebrados en Alemania. Iberoamericana8(2002): 174.

    8. Gloria Guardia, El ltimo juego y Libertad en lla-mas. La bsqueda de la identidad nacional a tra-vs de la desconstruccin del discurso colonial.stmica 7 (2002): 117. Ver: Arturo Arias. GloriaGuardia: el pardico socavamiento de la guaridade la cansada elite panamea. Gestos ceremonia-les. Guatemala: Artemis&Edinter, 1998, 159-183.

    9. Guardia hizo una investigacin que dur onceaos en cinco pases distintos para recopilar to-do el material necesario. La tercera y cuartaparte estn basados en escritos consultados en

    la Biblioteca Pblica de Nueva York, sobretodopara cubrir la visita de Hoover, en los archivosde los marines en Virginia para estudiar la gue-rra de Sandino y Nueva Orlens. Lo referente aDaro, lo consult en Pars. Ver: Ximena Ram-rez Gonzlez, Entrevista a Gloria Guardia. P-ginas verdes

    10. Por otra parte, el supuesto autor de su cuentoepistolar La carta en Salta, Argentina, publica-do en 1997 en su cuentario Cartas apcrifas, esBenjamn Zeledn, hroe liberal nicaragensey abuelo materno de Guardia que inspira la lu-cha de Sandino. Sin embargo, seala SeymourMenton, la protagonista del cuento es la des-tinataria, su mujer Esther. Como podemosver, en este cuento ya se perfilan algunos delos elementos de Libertad en llamas. SeymourMenton, La identidad nacional en el cuentopanameo. Revista panamea de cultura Maga.www.utp.ac.pa/revistas/41_identidad.html

    11. Como es bien sabido, Centroamrica ostentauna posicin marcadamente marginal en rela-cin con pases como Mxico o regiones como lasuramericana. Esto repercute en la circulacinde su produccin literaria e incluso de trabajoscrticos escritos en otras latitudes. Podramosafirmar que resulta imprescindible su ardua la-bor de autodifusin en el mbito cultural y aca-dmico. Ambas participan frecuentemente encongresos y actividades que impulsan la reflexinsobre el quehacer literario centroamericano

    12. Jacinta Escudos, El desencanto. San Salvador: Di-reccin de Publicaciones e Impresos. 2001. 9.Para todas las citas posteriores aparece el nme-ro de pgina entre parntesis justo despus.

    13. Magda Zavala, La nueva novela centroamerica-na. Estudio de las tendencias ms relevantes delgnero a la luz de diez novelas del perodo 1970-1985. Tesis de doctorado. Universit Catholi-que de Louvain. 1990, 170-171.

    14. Demetrio Estbanez Caldern, Diccionario detrminos literarios (Madrid: Alianza Editorial,2001) 41.

    15. Ibid. 207.

    16. Marisa Belausteguigoitia Rius. Quien no habla-...Dios no la oye?. La mujer latinoamericana anteel reto del siglo XXI. Madrid: Editorial de la Uni-versidad Autnoma de Madrid, 1993, 3390-391.

    17. Ibid. 393.

    171Dos travesas por el espacio privado femenino: Libertad en llamas de Gloria Guardia ...

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  • 18. Jean Baudrillard. De la seduccin. (Madrid: Cte-dra, 1998) 13.

    19. Torres Recinos. Op.cit. 182.

    20. Gayatri Spivak. Can the Subaltern Speak?. Mar-xism and the Interpretation of Culture. Ed. Cary Nel-son and Lawrence Grossberg. Urbana: Univer-sity of Illinois Press, 1988. Citado por John Be-verly. Subalterniy and Representation. Arguments inCultural Theory. Durham: Duke University Press,1999, 1.

    21. Jacinta Escudos. Subversin, moda o discrimi-nacin?: sobre el concepto literatura de gne-ro. Istmo. Revista virtual de estudios literarios yculturales centroamericanos 2 (julio-diciembre2001): 1.

    22. Beatriz Cortez. El desencanto de Jacinta Escudosy la bsqueda fallida del placer. Istmo. Revistavirtual de estudios literarios y culturales centroameri-canos 3(enero-julio 2002): 2.

    23. Csar Gemes. Gloria Guardia, autora de Li-bertad en llamas. La Jornada, Mxico D.F. Martes25 de abril de 2000

    24. Guardia, op.cit,. 119.

    25. Baudrillard, op.cit., 9.

    26. Dicha concepcin se encuentra en sintona conlas teoras de Kristeva y de las francesas en ge-neral. Ver Toril Moi, Teora literaria feminista (Ma-drid: Ctedra, 1999) 101-183.

    27. Belausteguigoitia. Op.cit. 390.

    28. Lucrecia Mndez de Penedo, Libertad en llamas:paralelismos de encuentros y desencuentros.stmica 7 (2002): 140

    29. John Beverly, op. cit.,12.

    30. El uso de escrituras de la intimidad es una de lascaractersticas de las novelas histricas actualeselaboradas a partir de la intrahistoria y de lanarrativa de la memoria en la literatura lati-noamericana. Luz Marina Rivas. Los caminosde la memoria femenina: de la escritura nti-ma a la novela histrica. Iberoamericana 2-3(78-79): 238.

    31. Arias, op.cit., 298.

    32. Ibid. 17-18.

    33. Baudrillard, op.cit., 14.

    34. Ibid. 48.

    35. Marta Leonor Gonzlez. Gloria Guardia: Nocreo en lecturas obligatorias. La Prensa. Sbado9 de marzo de 2002.

    36. Mackenbach.y Gringberg, op.cit., 181.

    37. Escudos, op.cit.

    Bibliografa

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