El Depósito Franco E de Uribitarte J

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Elias Mas Serra E L Depòsito Franco, es un edifìcio envuelto en el debate que ha J suscitado el proyecto del arquitecto Arata Isozaki para la zona de Uribitarte. Pero aquí, en todo caso, lo que nos interesa es el origen de tan peculiar edifìcio cuyo valor di* mana, fundamentalmente, de las circunstancias históricas de su concepción, de las posteriores eventualidades de obra y, en de- fìnitiva, de una signifìcación ar- quitectónica incuestionable. Fue, en el periodo posterior al inicio de la primera Guerra Mundial, que cobró un inusitado interés -fruto de las relaciones comerciales internacionales- la conveniencia de instalar un De- pósito Franco en el Puerto de Bilbao. Sin entrar en pormenores, que no constituyen el objeto de estas líneas, Bilbao, siguiendo las pautas de otras ciudades-puerto del país, buscó con afán la con- cesión de tal benefìcio hasta que, en Julio de 1918 se obtuvo, del Gobierno de Madrid, la aproba- ción de la iniciativa. Fue singu- lar, para ello, el empeño que em- pleó en la causa la Cámara de Comercio, heredera del viejo Consulado. El Depósito Franco y el Puerto de Bilbao Lo cierto es que Bilbao se ha- bía puesto manos a la obra, a tra- vés de la Cámara de Comercio, para crear el Depósito Franco en el Puerto Exterior. Comisionó a Restituto Azqueta y a Ricardo Bastida para que visitaran el De- pósito Franco de Génova, aun- que esta iniciativa se vio, final- mente, truncada por los avatares del conflicto bélico a escala mundial. El Depósito Franco de San- turtzi se inauguró en 1919. El puerto, en aquellos tiempos, no obstante, carecía, en su zona ex- terior, de las instalaciones que, con posterioridad, ha tenido. Di- seminada la zona portuaria a lo largo de la Ría, pero especial- mente vinculada a las zonas ur- banas de la ^^lla, la existencia del Depósito Franco en el puerto exterior dificultaba enormemen- te la adecuada gestión de su uso y complicaba, hasta im cierto punto, el transporte y la accesibi- lidad de las mercancías. El Depósito Franco de Uribitarte Fachada a la calle Uribitarte. Material cedido Estado actual del Depósito Franco Tales hechos motivaron que las diferentes entidades econó- micas de la Villa pugnaran para obtener de las ventajas que podía acarrear el disponer, por parte del comercio bilbaino, de unas instalaciones francas para el de- pósito de las mercaderias en el mismo corazón de la capital. En cualquier caso, los Alma- cenes Generales, que estaba construyendo la Cámara de Co- mercio de Bilbao en la zona de LFribitarte, se aparecieron como el lugar idóneo para materializar en ellos el nuevo Depósito Fran- co que se consolidaba a modo de una cierta “sucursal” del inicial del puerto exterior de Santurtzi. Quizás convenga señalar, aquí, que el periodo que medía entre la Gran Guerra y el primer cuarto de siglo, fue im tiempo in- tenso en propuestas para trans- formar el sistema portuario inte- rior de Bilbao. Tuvo, en ello, una intensa presencia el Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, adscrito a la Junta de Obras del Puerto; Luis Camiño. Se realizaron diferentes pro- yectos y ordenación de los que se dedujeron un cierto número de instalaciones pero que, a su vez, generaron interesantes pro- puestas entre las que destaca la prevista en la zona del actual Abandoibarra, recogida en algu- na lámina contemporánea, cuyo interés, como diseño urbano, es- tá fuera de cualquier discusión. La obra de Gregorio Ibarreche Pero volviendo al objeto de nuestros comentarios, conviene señalar que el nuevo Depósito Franco de Uribitarte tuvo su ori- gen, como hemos dicho, en el edificio, promovido por la Cá- mara de Comercio de Bilbao, cu- yo destino, básicamente similar en el uso -que no en la gestión- no era otro que el de unos Alma- cenes Generales. Se había contratado el proyec- to y dirección de los trabajos de los Almacenes, en 1917, al ar- quitecto Gregorio Ibarreche. Gregorio Ibarreche, había sido arquitecto municipal, concejal y finalmente alcalde de Bilbao en el período 1907-1909. En su ha - ber cuentan obras tan interesan- tes como la casa de viviendas si- tuada en la esquina formada por la calle Colón de Larreátegui, plaza de Jado y calle de Heros, la casa-chalet de Alameda de Ma- zarredo (actual sede del Athletic Club) y proyectos como la Plaza de Arcos (1895), en el Ensanche, no construida. Gregorio Ibarreche diseñó pa- ra los Almacenes Comerciales un edificio de planta baja y cua- tro pisos. A tenor de algunos da- tos obrantes en Memorias de la Cámara de Comercio, el edificio planteó serias dificultades de ci- mentación. No olvidemos que se ubica en las proximidades del antiguo cauce de la Ría, cegado desde que fue abierto al canal junto al Paseo del Campo Volan- tín, popularmente conocido co- mo “Rio de la plata ”. Se adopta- ron, para resolver el problema, técnicas de pilotaje en hinca y en hormigón de acuerdo con los cri- terios más modernos del mo- mento. Se construyeron, del edifio, sólo la planta baja y parte de la primera hasta el momento en que, destinado, definitivamente, a Depósito Franco, cesó la Cá- mara de Comercio en su función promotora para traspasarlo a la Junta de Obras del Puerto. Ocurrió esto en Julio de 1926. con posterioridad dicha junta re- mató los trabajos adecuando pa- ra ello el proyecto original. Construyó la Junta de Obras del Puerto un segundo piso que re- mató con una terraza y balaus- trada. Esta es la obra que queda hoy por hoy visible al ciudadano. To- do ello con la salvedad de que, a comienzos de los años noventa, se demolió por completo el inte- rior del edificio quedando en pie, como único testimonio que po- demos contemplar, los lienzos de fachada que configuraban el perímetro de la edificación. En su dimensión original, el edificio proyectado por Ibarre- che recordaría, en lo que a tipo- logía hace referencia, a los alma- cenes de los “docks” londinen- ses o a los de otros puertos como Rotterdam, Trieste, Hamburgo ... (en algunos casos desarrolla- dos, también, en una planta y tres o cuatro pisos). En definitiva el Depósito Franco de Uribitarte se resolvió en un lenguaje arqui- tectónico ecléctico que le apro- xima a la ruptura formal que se desencadenad en los siguientes años treinta. Una obra singular de Gregorio Ibarreche a la que, aun con los cambios operados en el proyecto de origen, hay que calibrar, en sus permanencias ac- tuales, con el interés que merece. Perspectiva del proyecto de Gregorio Ibarreche para los Almacenes Generales de Bilbao. Material cedido

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Page 1: El Depósito Franco E de Uribitarte J

Elias Mas Serra

E L Depòsito Franco, es un edifìcio envuelto en el debate que ha

J suscitado el proyecto del arquitecto Arata Isozaki para la zona de Uribitarte.

Pero aquí, en todo caso, lo que nos interesa es el origen de tan peculiar edifìcio cuyo valor di* mana, fundamentalmente, de las circunstancias históricas de su concepción, de las posteriores eventualidades de obra y, en de- fìnitiva, de una signifìcación ar­quitectónica incuestionable.

Fue, en el periodo posterior al inicio de la primera Guerra Mundial, que cobró un inusitado interés -fruto de las relaciones comerciales internacionales- la conveniencia de instalar un De­pósito Franco en el Puerto de Bilbao.

Sin entrar en pormenores, que no constituyen el objeto de estas líneas, Bilbao, siguiendo las pautas de otras ciudades-puerto del país, buscó con afán la con­cesión de tal benefìcio hasta que, en Julio de 1918 se obtuvo, del Gobierno de Madrid, la aproba­ción de la iniciativa. Fue singu­lar, para ello, el empeño que em­pleó en la causa la Cámara de Comercio, heredera del viejo Consulado.

El Depósito Franco y el Puerto de Bilbao

Lo cierto es que Bilbao se ha­bía puesto manos a la obra, a tra­vés de la Cámara de Comercio, para crear el Depósito Franco en el Puerto Exterior. Comisionó a Restituto Azqueta y a Ricardo Bastida para que visitaran el De­pósito Franco de Génova, aun­que esta iniciativa se vio, final­mente, truncada por los avatares del conflicto bélico a escala mundial.

El Depósito Franco de San- turtzi se inauguró en 1919. El puerto, en aquellos tiempos, no obstante, carecía, en su zona ex­terior, de las instalaciones que, con posterioridad, ha tenido. Di­seminada la zona portuaria a lo largo de la Ría, pero especial­mente vinculada a las zonas ur­banas de la ^^lla, la existencia del Depósito Franco en el puerto exterior dificultaba enormemen­te la adecuada gestión de su uso y complicaba, hasta im cierto punto, el transporte y la accesibi­lidad de las mercancías.

El Depósito Franco de Uribitarte

Fachada a la calle Uribitarte. Material cedido

Estado actual del Depósito Franco

Tales hechos motivaron que las diferentes entidades econó­micas de la Villa pugnaran para obtener de las ventajas que podía acarrear el disponer, por parte del comercio bilbaino, de unas instalaciones francas para el de­pósito de las mercaderias en el mismo corazón de la capital.

En cualquier caso, los Alma­cenes Generales, que estaba construyendo la Cámara de Co­mercio de Bilbao en la zona de LFribitarte, se aparecieron como el lugar idóneo para materializar en ellos el nuevo Depósito Fran­co que se consolidaba a modo de una cierta “sucursal” del inicial

del puerto exterior de Santurtzi.Quizás convenga señalar,

aquí, que el periodo que medía entre la Gran Guerra y el primer cuarto de siglo, fue im tiempo in­tenso en propuestas para trans­formar el sistema portuario inte­rior de Bilbao. Tuvo, en ello, una intensa presencia el Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, adscrito a la Junta de Obras del Puerto; Luis Camiño.

Se realizaron diferentes pro­yectos y ordenación de los que se dedujeron un cierto número de instalaciones pero que, a su vez, generaron interesantes pro­puestas entre las que destaca la

prevista en la zona del actual Abandoibarra, recogida en algu­na lámina contemporánea, cuyo interés, como diseño urbano, es­tá fuera de cualquier discusión.

L a obra de Gregorio Ibarreche

Pero volviendo al objeto de nuestros comentarios, conviene señalar que el nuevo Depósito Franco de Uribitarte tuvo su ori­gen, como hemos dicho, en el edificio, promovido por la Cá­mara de Comercio de Bilbao, cu­yo destino, básicamente similar en el uso -que no en la gestión- no era otro que el de unos Alma­cenes Generales.

Se había contratado el proyec­to y dirección de los trabajos de los Almacenes, en 1917, al ar­quitecto Gregorio Ibarreche.

Gregorio Ibarreche, había sido arquitecto municipal, concejal y finalmente alcalde de Bilbao en el período 1907-1909. En su ha­ber cuentan obras tan interesan­tes como la casa de viviendas si­tuada en la esquina formada por la calle Colón de Larreátegui, plaza de Jado y calle de Heros, la casa-chalet de Alameda de Ma­zarredo (actual sede del Athletic

Club) y proyectos como la Plaza de Arcos (1895), en el Ensanche, no construida.

Gregorio Ibarreche diseñó pa­ra los Almacenes Comerciales un edificio de planta baja y cua­tro pisos. A tenor de algunos da­tos obrantes en Memorias de la Cámara de Comercio, el edificio planteó serias dificultades de ci­mentación. No olvidemos que se ubica en las proximidades del antiguo cauce de la Ría, cegado desde que fue abierto al canal junto al Paseo del Campo Volan­tín, popularmente conocido co­mo “Rio de la plata ”. Se adopta­ron, para resolver el problema, técnicas de pilotaje en hinca y en hormigón de acuerdo con los cri­terios más modernos del mo­mento.

Se construyeron, del edifio, sólo la planta baja y parte de la primera hasta el momento en que, destinado, definitivamente, a Depósito Franco, cesó la Cá­mara de Comercio en su función promotora para traspasarlo a la Junta de Obras del Puerto.

Ocurrió esto en Julio de 1926. con posterioridad dicha junta re­mató los trabajos adecuando pa­ra ello el proyecto original. Construyó la Junta de Obras del Puerto un segundo piso que re­mató con una terraza y balaus­trada.

Esta es la obra que queda hoy por hoy visible al ciudadano. To­do ello con la salvedad de que, a comienzos de los años noventa, se demolió por completo el inte­rior del edificio quedando en pie, como único testimonio que po­demos contemplar, los lienzos de fachada que configuraban el perímetro de la edificación.

En su dimensión original, el edificio proyectado por Ibarre- che recordaría, en lo que a tipo­logía hace referencia, a los alma­cenes de los “docks” londinen­ses o a los de otros puertos como Rotterdam, Trieste, Hamburgo ... (en algunos casos desarrolla­dos, también, en una planta y tres o cuatro pisos). En definitiva el Depósito Franco de Uribitarte se resolvió en un lenguaje arqui­tectónico ecléctico que le apro­xima a la ruptura formal que se desencadenad en los siguientes años treinta. Una obra singular de Gregorio Ibarreche a la que, aun con los cambios operados en el proyecto de origen, hay que calibrar, en sus permanencias ac­tuales, con el interés que merece.

Perspectiva del proyecto de Gregorio Ibarreche para los Almacenes Generales de Bilbao. Material cedido