EL CULTURAL · 2020. 9. 12. · El director de la Biblioteca Nacional 7º.- El director general de...

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EL CULTURAL 13-19 de septiembre de 2007 www.elcultural.es Publica El padre de Blancanieves, sobre el silencio de la clase media. “Si la literatura sólo critica no es lucha sino lamento” Belén Gopegui Hoy, El pueblo de los malditos y Halloween Colección Cine de Terror

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  • EL CULTURAL13-19 de septiembre de 2007 www.elcultural.es

    Publica El padre de Blancanieves, sobre el silencio de la clase media.“Si la literatura sólo critica no es lucha sino lamento”

    Belén Gopegui

    Hoy, El pueblo de losmalditos y Halloween

    Colección Cine de Terror

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  • Al destituir a Rosa Regàs, elnuevo ministro de Cultu-ra, César Antonio Moli-na, se ha ganado la ovación de lacorrida. Fue una decisión impe-cable. Rosa Regàs ha tratado dejustificar su destitución refugián-dose, con su habitual caradura, enel feminismo más trasnochado. Elministro naturalmente no la ha es-cabechado por ser mujer sino porser un desastre. Leire Pajín, Car-me Chacón, Ana Martínez deAguilar o Teresa Fernández dela Vega han merecido generaleselogios, por poner cuatro ejemplosde los muchos que se podrían ai-rear entre las mujeres socialistas.La gestión de Rosa Regàs pue-de calificarse, con generosidad, denula. Sólo ha destacado en ella lavagancia, la impertinencia y la in-temperancia, aparte del intentode desalojar de su sitio la estatuade Menéndez Pelayo, al que Re-gàs considera un abominablehombre de derechas. Los mediosde comunicación impidieron latropelía. De haberse consuma-do, Rosa Regàs proyectaba hacerrodar, por la escalinata central dela Biblioteca, la estatua de Alfon-so X el Sabio. Para ella, es unaatrocidad mantener a un rey en lu-gar de honor de una instituciónpública cultural. Menudo incom-petente el tal Alfonso X.

    César Antonio Molina, tras es-cabechar a fuego rápido a la di-rectora inepta, se enfrenta ahora

    con otro reto elemental. Tengoante mí el Boletín Oficial del Es-tado de 8 de mayo de 2007 quepublica la orden 1257/2007, de 10de abril, con la convocatoria delpremio de literatura en lenguacastellana “Miguel de Cervan-tes”. En su punto cuatro se afirmaque el fallo del premio corres-ponde a un jurado, cuya compo-sición será la siguiente: ocho per-sonalidades designadas respecti-vamente por:1º.- El ministro de Cultura2º.- El secretario de Estado de Co-operación Internacional3º.- El secretario de Estado deUniversidades e Investigación4º.- El director del Instituto Cer-vantes5º.- El director general de Rela-ciones Culturales y Científicas6º.- El director de la BibliotecaNacional7º.- El director general de Coope-ración y comunicación Cultural8º.- El director general del Libro,Archivos y Bibliotecas

    A estas ocho personalidades

    se sumarán el director de la RealAcademia Española, el de la Aca-demia Guatemalteca de la Len-gua y el último escritor premiado.

    Es decir, de los once miem-bros del Jurado, ocho serán desig-nados directamente por el Go-bierno de José Luis RodríguezZapatero. Si el nuevo ministrono toma medidas, se consumará lafarsa del Cervantes, el premio másgubernamentalizado de la repú-blica de las Letras. Es un escarnioque un galardón pagado con losimpuestos de todos los españo-les se convierta o pueda conver-tirse en una manipulación a fa-vor de los amigos o paniaguadosdel Gobierno de turno.

    He sido una vez jurado del pre-mio Cervantes. Cuando me dicuenta de la farsa denuncié el es-cándalo. La ministra, del PartidoPopular entonces, tras mi denun-cia, ordenó a su secretario de Es-tado de Cultura “vamos a taparla boca a Anson. Así es que le ha-ces de nuevo miembro del Juradoy todo arreglado”. Mi respuesta

    fue no sólo volver a denunciar enun artículo la farsa sino también elintento de soborno. En pocas oca-siones, a lo largo de mi vida pro-fesional, he recibido un aluviónsemejante de cartas, llamadas ycomunicaciones como las que ori-ginó aquel artículo. Ni la Litera-tura española ni el autor de El Qui-jote ni Su Majestad el Rey, al quese involucra todos los años en lafarsa, se merecen el escarnio alque el Gobierno somete a todos.

    El Jurado del premio Cervantesdebe estar formado por persona-lidades cuyo cargo se derive deuna elección. Por ejemplo: el di-rector de la Real Academia Es-pañola; el director de la Real Aca-demia de la Historia; cuatronombres de instituciones literariasrepresentativas de Iberoamérica;el presidente de la Federación deAsociaciones de la Prensa de Es-paña; el presidente de la Asocia-ción de Críticos Literarios y un re-presentante del Gobierno con vozpero sin voto, que desempeñaríael papel de secretario del Jurado.Hay otras fórmulas, claro, porqueno resulta difícil desguberna-mentalizar el descaro actual.

    Va a ser interesante, en fin,comprobar si el nuevo ministro deCultura se arruga o no ante la far-sa del premio Cervantes y la ma-nipulación del Gobierno. Miraque si Zapatero decide que le denel Cervantes este año a su amigaRosa Regàs... �

    César Antonio Molina ante la farsadel premio Cervantes

    LL UU II SS MM AA RR ÍÍ AA AA NN SS OO NNde la Real Academia Española

    NNoo lleeíí eenn ssuu ddííaa EEnn eell ccaammiinnoo,, llaa nnoovveellaa bbeessttsseelllleerr ppeerr--mmaanneennttee ddee JJaacckk KKeerroouuaacc.. LLoo hhee hheecchhoo,, ppoorr ffiinn,, eessttaa ssee--

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    P R I M E R A P A L A B R A

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    3. PRIMERA PALABRA. César Antonio Molina ante la farsa del premio Cer-vantes, POR LUIS MARÍA ANSON.

    8. LA PAPELERA DE JUAN PALOMO

    LETRAS

    10. Entrevista a Belén Gopegui y crítica de El padre de Blancanie-ves, su última novela. POR NURIA AZANCOT.14. Libro de la semana. Cormac McCarthy. La carretera. POR G. GULLÓN.16. Benjamín Jarnés. El aprendiz de brujo. POR RICARDO SENABRE.17. Ferran Torrent. Juicio final. POR PILAR CASTRO.18. Alonso Cueto. El susurro de la mujer ballena. POR ERNESTO CALABUIG.18. Judith Brouste. Después de Shanghai. POR JACINTA CREMADES.19. Margaret Atwood. Desorden moral. POR JOSÉ ANTONIO GURPEGUI.20. Antonio Gamoneda. Sílabas negras. POR TÚA BLESA.20. Eduardo Lizalde. A la caza del tigre. POR A. SÁENZ DE ZAITEGUI.21. René Char. Común presencia. POR ANTONIO COLINAS.22. Octavio Ruiz-Manjón. Fernando de los Ríos. POR JUAN AVILÉS.23. Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. POR JOSÉ ANDRÉS GALLEGO.24. Massimo Gaggi. Dios, patria, riqueza. POR BERNABÉ SARABIA.25. José Luis Sanz. Cazadores de dragones. POR JOSÉ JAVIER ETAYO.26. Pedro Cerezo. Ortega en perspectiva. POR JACOBO MUÑOZ.27. James A. Owen Nuremberg: el mayor suicidio de la historia. POR R. L. BLANCO.28. Los libros más vendidos.29. Primera memoria: Carlos Marzal.

    ARTE

    30. Una colección privada, en el CGAC, POR DAVID BARRO.32. Coleccionismo y gestión, POR ELENA VOZMEDIANO.34. La verdad y Eugenio Ampudia, POR JOSÉ MARÍN-MEDINA.

    36. Per Barclay, entre el vino y el Barroco, POR MARIANO NAVARRO.40. Asia en el ZKM. Una inmensa exposición de Karlsruhe, Alemania, explo-ra la realidad del arte asiático, POR JAVIER HONTORIA.

    TEATRO

    42 Vuelve Veroneseal Teatro María Guerrero con Un hombre que se ahoga, su ver-sión de Tres hermanas, POR LIZ PERALES.44. El folclore de Miguel Ángel Berna, POR LAURA KUMIN.45. Angélica Lidell estrena Nubila en la Triángulo de Madrid.46. Flotats se reencuentra con Barcelona y con “Stalin”, POR R. ESTEBAN.

    CINE

    47. Winterbottom nos habla de Un corazón poderoso, sobre el asesinato deDaniel Pearl. POR B. SARTORI. Manuel Leguineche escribe sobre el caso. 51. De estreno. Hairspray, de Adam Shankman. POR ALEJANDRO G. CALVO.52. DVD, últimas novedades aparecidas en este formato.

    MÚSICA

    53. Recorrido por las grandes citas de la temporada sinfónica, mes a mes.58. Los mejores roles de Pavarotti, POR RAFAEL BANÚS.60. Tristán e Isolda, en la Ópera de Oviedo, POR ARTURO REVERTER. 62. Discos.

    CIENCIA

    63. Entrevista con Manuel Lozano Leyva, que publica en Debate Los hilosde Ariadna, POR JAVIER LÓPEZ REJAS.

    66. ÚLTIMA PALABRA. Lola Herrera. Vuelve a la cartelera madrileñacon Seis clases de baile en seis semanas, POR LIZ PERALES.

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    S U M A R I O

    PORTADABelén Gopegui fotografiadapor Sergio Enríquez.

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    En Portadaeslumbrante y polémica, Belén Gopegui (Madrid, 1963) lleva quince años confir-mando, novela a novela, por qué Francisco Umbral la destacó como la mejor desu generación y por qué Carmen Martín Gaite apostó por su literatura combativay audaz. Comprometida con la izquierda más radical, Gopegui vuelve estos días ala arena literaria con El padre de Blancanieves (Anagrama), en la que analiza las ra-zones del silencio cómplice de la clase media ante las injusticias cotidianas. Nosalva a nada ni a nadie (Zapatero, la educación, los sindicatos, las ONGs). Y nos con-fiesa que “si el arte sólo critica, si sólo se ocupa de desvelar, ya sea directa o iróni-camente, si renuncia a proponer alternativas, no es lucha sino lamento”.

    Arte abre sus páginas a la exposición colectiva del CGAC, con fondos procedentesde colecciones privadas y plantea un nuevo debate sobre el papel del coleccionis-ta como comisario. ¿Pueden o incluso deben decidir las programaciones de loscentros públicos y “llevar la batuta” de las exposiciones?

    Los estrenos de la nueva temporada (Veronese y sus Tres hermanas, Flotats y suStalin, Angélica Liddell) se apoderan de Teatro. En Música recogemos lo mejordel nuevo curso, las citas sinfónicas que protagonizarán la temporada y rendimos ho-menaje al gran Pavarotti recorriendo sus principales roles y sus míticas grabacio-nes. Por su parte, Michael Winterbottom desvela las claves de Un corazón podero-so, sobre el asesinato del periodista Daniel Pearl. Y Manuel Lozano Leyva, autorde Los hilos de Ariadna, habla en Ciencia sobre la repercusión de los hitos científicos.

    En la Web

    Edita Prensa Europea S.L. Pradillo, 42. Madrid - 28002

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    PresidenteLuis María Anson

    DirectoraBlanca Berasátegui

    JJeeffeess ddee RReeddaacccciióónn::Nuria Azancot, Javier López Rejas.

    JJeeffeess ddee SSeecccciióónn:: Paula Achiaga, Liz Perales,Cristina Jaramillo.

    RReeddaacccciióónn:: Ianire Molero, Juan Sardá,María Jesús Molina.

    Críticos: Gonzalo Alonso, Juan Avilés, RafaelBanús, David Barro, Ángel Basanta, Kosme deBarañano, J.M. Benítez Ariza, Túa Blesa,Ernesto Calabuig, Pilar Castro, J. L. Clemente,Antonio Colinas, Jacinta Cremades, F. Díaz deCastro, Diego Doncel, Ramón Esparza, JoséJavier Etayo, Miguel Fernández-Cid, Carlos F.Heredero, José Andrés- Gallego, A.García-Abril,P. García Mouton, F. García Olmedo, C. GarcíaOsuna, D. Giralt-Miracle, Álvaro Guibert,Germán Gullón, José A. Gurpegui, Abel H.Pozuelo, Javier Hernando, Beatriz Hernanz,Javier Hontoria, Luis G. Iberni, José Jiménez,Patxi Lanceros, R. López Blanco, JoaquínMarco, J. Marín-Medina, Jacobo Muñoz, RafaelNarbona, Mariano Navarro, R. Núñez Florencio,Bernando Palomo, J. L. Pérez de Arteaga,Román Piña, D. Plácido, Arturo Reverter, PilarRibal, Luis Ribot, Octavio Ruiz-Manjón, A.Sáenz de Zaitegui, Sergi Sánchez, Care Santos,Bernabé Sarabia, Santos Sanz Villanueva,Ricardo Senabre, Eugenio Trías, J.M. Velázquez-Gaztelu, J. Vidal Oliveras, Rocío de la Villa, JavierVillán, Darío Villanueva y Elena Vozmediano.

    EL CULTURAL

    D

    elcultural.es�PPrriimmeerrooss ccaappííttuullooss:: La carretera,de Cormac McCarthy, premio Pulitzer 2007;El via-je al amor, de Eduardo Punset, y El padre de Blancanieves, de Belén Gopegui.

    � SSaabboorr aassiiááttiiccoo eenn BBaarrcceelloonnaa:: Música, teatro, danza y exposiciones en la sexta edicióndel Festival Asia que recibe a Corea como país invitado.

    � AAbbrraahhaamm LLaaccaallllee eenn llaa MMaarrllbboorroouugghh:: La galería madrileña abre la temporadacon lo más reciente del artista almeriense.

    � AAuuddiioovviissuuaall:: Llega a nuestras pantallas, Un corazón invencible, lo último de Mi-chael Winterbottom, protagonizado por Angelina Jolie.

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  • L A P A P E L E R A

    Las tiene en un sinvivir, al bor-de mismo de la renuncia y elcese, sin saber qué hacer por no con-tar con la confianza (y la amistad, memalmeten) del primer ministro de lacosa cultural que, en mucho tiempo,quiere poner a la gente a trabajar. Yasí le va, que le dimiten en cascada...Ave, César (Antonio), las que van acesar te saludan, gritan las paredesdel Ministerio.,

    Comienza la temporada comoacabó: pantagruélica. ¡Qué afánel de los editores por cebar a los po-bres periodistas, a cuenta de unas no-vedades a menudo indigestas! Va-mos, que los restaurantes madrileñosno dan estos días abasto con tantapresentación, aunque los de GlobalRhythm dejen para el próximo jue-ves, 20 su tradicional celebración“del siempre trágico final del vera-no” y con la excusa de “invitaros a unbuen vino, aprovecharemos la oca-sión para agasajaros y abrumaros connuestras suculentas novedades”. Uf,y yo casi sin almax.

    El Gran Duque de Alba vuelvecon todos los honores a las li-brerías. Jacobo Siruela edita de nue-vo en su Atalanta la gran biografía desu antepasado escrita por William S.Maltby, aprovechando que este pró-ximo octubre se conmemora el 500aniversario del Gran Duque. El librotiene prólogo del propio Siruela ypara su bautismo se ha elegido elmejor marco posible: el palacio de

    Liria, que se poblará ese día de his-toriadores y estudiosos de la granfigura española del XVI. Más tarde,el editor, que lanzará también esteotoño buenos y desconocidos textosde Oscar Wilde y Williams Morris,publicará una Guía del Palacio de Li-ria, tejida de grandes y pequeñas his-torias, que darán mucho que hablar.

    Aveces, la rentrée nos regala perlascomo Aprendiendo a vivir, deClarice Lispector. Y aunque la con-traportada lo describe como la res-puesta a los problemas cotidianos dela ama de casa brasileña que fue tam-bién la escritora, ¿no creen que fra-ses como ésta la firmaría el mismí-simo Lledó?: “Lo que siento no lohago. Lo que hago no lo pienso. Loque pienso no lo siento. De lo que sésoy ignorante. De lo que siento noignoro. No me entiendo y actúocomo si me entendiese”.

    Se ve que donde las dan las to-man, porque dos realizadores ca-nadienses, Debbie Melnyk y RickCaine, acaban de estrenar Manufac-turing dissent, un documental demo-ledor sobre Michael Moore, roda-do además a su manera Al parecer, sededicaron a perseguirle mientraspromocionaba Fahrenheit 9/11, y noslo presentan como un egocéntricoy vanidoso y, lo que es peor, pocoriguroso al mezclar en sus películasdatos reales con otros completa-mente inventados pero realmenteefectistas.

    Me cuentan fuentes muy cerca-nas a José Luis Guerín, quemañana estrena su poco celebradaEn la ciudad de Sylvia, que el direc-tor no lee a escritores vivos. Como looyen. En su biblioteca (dividida es-crupulosamente entre volúmenesde literatura y de ensayo audiovisual)sólo sobreviven los autores que ya fi-guren en los escaños del parnaso delos desaparecidos. Me pregunto si lepasará lo mismo con los directores decine porque, entonces, ha llegadola hora de que por fin se ponga lafilmografía de Bergman.

    Un intenso boca-oído se extien-de en torno a El club Lovecraft.Concebida en clave bestsellera, lanovela de Antonio Lozano está rom-piendo las previsiones más optimis-tas de Martínez Roca, su editorial.¿El cocktel? Misterio en Toledo, elterror mitológico de Lovecraft, su in-quietante y mágico Necronomicón yguiños procedentes del cine, la mi-tología, la música y hasta del cómicse agitan en unas páginas que re-gistran todos los ingredientes de lagran evasión. Léanlo pero no cuen-ten el final.

    En Estados Unidos no sólo gus-ta Pedro Almodóvar. Tambiénson fans de un género que, curiosa-mente, muy pocos compatriotas aso-ciarían a nuestra cinematografía. Merefiero al terror (por cierto, no pien-so perderme la Colección de El Cul-tural que hoy arranca). El caso es quedespués del éxito de Los Otros(Amenábar), Darkness (Balagueró) ysi me apuran de El laberinto del fauno(del Toro), este año la tendenciavuelve a confirmarse. Tras la exhibi-ción a principios de año en más demil salas de Los abandonados, ahoraHollywood acaba de comprar los de-rechos para hacer sendos remakes dedos películas que veremos muypronto, Rec, de Balagueró y Paco Pla-za, y El orfanato, de Juan AntonioBayona. Los sustos se nos dan bien.

    JUAN PALOMO

    1.- JACOBO SIRUELA2.-JOSÉ LUIS GUERÍN3.- MICHAEL MO ORE

    4.- CÉSAR ANTONIO MOLINA5.- CLARICE LISPECTOR

    El sinvivir del nuevo ministro de Cultura.

    Temporada pantagruélica la de los editores. Ser

    y tiempo para Clarice Lispector. Michael

    Moore, donde las dan las toman. Las lecturas de

    Guerín. El misterioso éxito de Lovecraft o el fenómeno del

    verano. El cine de terror se pone de moda, y si no que se lo

    digan a Balagueró. Y la gran biografía del Duque de Alba.

    Los ceses del César

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  • La suya es una literatura pe-gada a la realidad. Lo fue en1992, cuando publicó su pri-mera novela, La escala de los mapasy logró el entusiasmo de CarmenMartín Gaite, y lo sigue siendo aho-ra, con El padre de Blancanieves (Ana-grama), una novela que evidenciapor qué Umbral escribió de ella queera la mejor de su generación. En suarranque, además, puede identifi-carse cualquier lector, porque narralo que ocurre en la vida de una fa-milia cuando la madre, profesorade instituto, provoca sin querer eldespido de un ecuatoriano que tra-baja en un supermercado y que se lepresenta en su casa. Hasta que no leconsiga un trabajo, dice, no se li-brará de él. Si llama a la polícia, ven-drán su mujer y sus hijos. Si les de-portan, sus amigos le recordarán quecausó la ruina de una familia. Y quesigue siendo su responsabilidad...

    Camiseta amarilla y pantalonesvaqueros, Belén Gopegui apareceen “Ártico”, una cafetería-hostal deArgüelles, amabilísima, pero con las

    ideas muy claras sobre lo que quie-re y no quiere contar.

    – ¿Cuál es la prehistoria de El pa-dre de Blancanieves, es decir, de dón-de nace la novela, se le ocurrió qui-zá en un super cualquiera viendo alos reponedores latinos?

    Con los nudos en la garganta– “Estoy cansado del estar can-

    sado, entre plumas ligeras sagaz-mente”, Cernuda. La novela nacede ahí. A lo largo del tiempo y en es-pecial después de mi novela ante-rior he estado en contacto con per-sonas y colectivos que piensan quesiempre se puede actuar, hacer algocon los nudos en la garganta. Hequerido escribir desde ellos. Si elarte sólo critica, si sólo se ocupa dedesvelar, ya sea directa o irónica-mente, si renuncia a la afirmacióny a proponer alternativas, no es lu-cha sino lamento. Busco una no-vela capaz de afirmar, en el senti-do de hacer que algunas cosasqueden bien apoyadas.

    –¿Cómo fue el proceso de su es-

    critura, sus principales problemascon los personajes y la trama, ycómo los fue solucionando?

    –La novela dramatiza el diálo-go entre el socialdemócrata que to-dos llevamos dentro y varios mili-tantes revolucionarios de hoy, conedades en torno a los 25 años. Elmayor problema era representarles,dado que apenas tienen presenciaen las visiones dominantes, pren-sa, televisión, conversaciones. Ade-más, en la vida real, en España, noson muchísimos, aunque ocupenmás espacio del que les concedeel imaginario. Decidí entonces acu-dir a un ser colectivo que habla,como los Bancos o los clubes de fút-bol, un ser que de algún modo abar-ca ese todo que es más que la sumade las partes y contiene una pro-mesa y un pacto de libertad.

    –Hoy pocos autores españolesapuestan por la novela como ins-trumento de cambio social... ¿Noteme (o quizás cuenta con ello) quela valoración ideológica pueda con-dicionar la literaria?

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    L E T R A S

    Menuda, casi trasparente, lu-ciendo timidez y canas, Be-lén Gopegui (Madrid, 1963) esla antítesis del autor obsesio-nado por la fama. Le horrori-za posar, descon fía de las fotosy de las entrevistas, aunquehace tiempo coordinase el su-plemento cultural de un pe-riódico. Pero no es una posesino coherencia, ya que Go-pegui, una de las mejores es-critoras de nuestro tiempo,es también una de las más po-lémicas, y sin duda alguna lamás combativa. Comunistaa ultranza (asegura que enCuba no se detiene a los disi-dentes, sólo “se condena aquienes colaboran con deter-minados proyectos del go-bierno de Estados Unidos”),utiliza sus libros para comba-tir al capitalismo en estos tiem-pos de relatos ombliguistas,santos griales y falsas ficciones.

    Belén Gopegui“Me gustaría parecerme

    a un Dostoievsky de este siglo,con su misma fiebre,

    pero menos desesperación”

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  • –Cuento con ello. ¿Lo temo? Su-pongo que sí.

    –“Quien escucha –dice Manue-la, uno de los personajes del libro–tiene derecho a saber quién le estáhablando y en nombre de qué”.¿Cómo respondería a estas pregun-tas si se las formulase un lector?

    Los “no normales”–Si lo hiciera en igualdad de con-

    diciones, empezaría preguntándolesus ingresos y contándole los míos.Creo que es un buen punto de par-tida para llegar a saber quién habla.Como esta igualdad no se da en unaentrevista, de un modo más abstrac-to le diría: pertenezco a esa imagi-naria clase media que parece flotarhasta que viene un momento de cri-sis y entonces es empujada direc-tamente al proletariado; sostengoque gran parte del dolor es evitabley no por vías metafísicas, sino mo-dificando un sistema económico quese basa en la apropiación privadade los excedentes productivos.

    –Una de las claves del libro po-

    dría ser el concepto de normalidad,y la certeza de que “algo que pasó ennuestra vida nos hizo no normales,nos enseñó a mirar la vida desde unlugar distinto”¿qué fue, en el caso deBelén Gopegui?

    –Más allá de mi historia concre-ta, pongamos: el día en que despi-den a tu amigo; o cuandoel único trabajo que teofrecen es en negro co-brando medio sueldo másel paro; o las recientes de-claraciones del premioNobel de medicina J. Ro-berts: “Es habitual que lasfarmacéuticas estén inte-resadas en líneas de in-vestigación para cronificar dolenciascon medicamentos mucho más ren-tables que los que curan del todo”; oel encogimiento de hombros y elya se sabe con que se leen declara-ciones así en privado; o la pasividady la impotencia política con que seasumen en público; o la lista de es-pera que tiene a tu hermana con untumor maligno sin que la operen du-

    rante un año; o las pompas repug-nantes con que la Unión Europeanombra comisiones para conceder elchocolate del loro a los proyectosmédicos y científicos más necesa-rios. Etcétera.

    –Sin embargo, y a pesar de todoeso, el libro ofrece un mensaje de es-

    peranza: “la amargura no es la solu-ción”; “ya ha pasado el tiempo decreer que no hay salida”. ¿Cómo sepuede combatir en la práctica contrala resignación, contra el cansancioy el miedo (a perder el trabajo, etc)?

    –Dice Foster Wallace, y suscribo:“Creemos que la ideología es hoydía la provincia de los grupos de in-fluencia y los comités de acción po-

    lítica en su lucha por levarse su por-ción del enorme pastel verde... y, mi-rando a nuestro alrededor, vemosque ciertamente es así. Pero [...] loes, en parte, porque hemos aban-donado el terreno”·. No abando-narlo, organizarse, requiere pacien-cia y produce, sí, cansancio. Quizá

    sirva pensar que sentirsecansado no es (todavía) es-tar cansado. En cuanto almiedo, real, se atenúa encompañía.

    –Su libro tiene varias car-gas de profundidad. Porejemplo, asegura que enEspaña es “pura ficción” uncambio de tendencias. O

    sea, que ¿Zapatero no representa ala izquierda?

    –No; su política no tiene inten-ción de tocar las bases económicas,que es lo que caracteriza a la iz-quierda. Hay diferencias de gradoentre los dos partidos capitalistasque se turnan en el poder, pero nadamás.

    –También es muy crítica con los

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    Sucede también que estamos hechos

    de agua, de carne, de mierda y de valor y

    orgullo y bondad y sentido del ridículo

    y miedo. A veces predomina el miedo,

    pero no siempre”, explica Belén Gopegui

    SERGIO ENRÍQUEZ

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    grandes sindicatos y su complicidadcon la patronal...

    –Sin duda hay dentro personasque están trabajando con honestidady valor. Pero institucionalmente supapel es el que ellos parecen haberaceptado: “agentes sociales” ocupa-dos de contribuir a mejorar la marchade la economía y, como se sabe, casisiempre es posible traducir “eco-nomía” por “beneficio de la clasedominante”.

    –Y no salva tampoco a las ONGsy la pornografía de los buenos sen-timientos: ¿ejercen quizás un efectocalmante sobre las conciencias?

    –Este año “Los Ángeles Times”publicó una serie de artículos dondeexplicaba cómo la Fundación Gateshabía invertido 423 millones de dó-lares en compañías responsables degran parte de las enfermedades yproblemas que su fundación filan-trópica (con un presupuesto igual omenor) se dedicaba a aliviar. Demodo semejante, ocurre que se en-trega a una ONG parte del dineroobtenido trabajando en un contextolaboral que nos reclama comporta-mientos cómplices con el daño, des-leales, sumisos.

    El silencio de la clase media–También se detiene en la edu-

    cación... de la que escribe que des-de hace años se está desmoronan-do... ¿qué tipo de lectores cree quepodrán ser estos adolescentes ob-sesionados con internet (como Ade-la) y, en demasiados casos, nacidospara el paro y el consumo?

    –Pueden ser los mejores lectores.Tienen a su favor que detectan la re-tórica al momento, saben que pala-bras como diversidad, ciudadanía,sociedad justa y solidaria, son absur-das cuando te espera un futuro la-boral de esclavo. En contra tienenque ahora hay pocos cauces para or-ganizarse contra ese futuro, pero bas-tará con que encuentren uno paraque empiecen a leer con rabia y ne-cesidad.

    –Tras escribir el libro, ¿ha llegadoa comprender por qué callaba el pa-

    dre de Blancanieves, por qué calla laclase media ante los abusos, y pre-ferimos ignorar no lo que no se ve,sino lo que, viéndose, no se mira?

    –La clase media no toma parti-do, se lava las manos, es precisa-mente lo que la caracteriza: ocupa unespacio donde en principio nada leobliga a hacer otra cosa. Sucede tam-bién que estamos hechos de agua,de carne, de mierda y de valor y or-gullo y bondad y sentido del ridí-culo y miedo. A veces predominael miedo, pero no siempre.

    Cuba y la información falsa–Su libro anterior, El lado frío de

    la almohada, suscitó una extraordi-naria polémica por su defensa deCastro y de la revolución cubana: ¿lapersecución de los disidentes no lehace cuestionarse su entusiasmo?

    –Un tanto por ciento muy alto dela información sobre Cuba es falsa.Quien quiera comprobar esto puedeacudir a los libros de Pascual Serra-no editados por El Viejo Topo, o ala página www.rebelion.org. Sin si-quiera tomarse esa molestia muchaspersonas habrán leído en periódicosnacionales y escuchado en la radiodeclaraciones disidentes, críticas, in-cendiarias, de personas residentesen La Habana que no están siendoen absoluto perseguidas. No se per-sigue a disidentes, se condena aquienes colaboran con determina-dos proyectos del gobierno de losEstados Unidos, un gobierno cuyahostilidad hacia la isla no es una fan-tasía sino que forma parte de su le-gislación vigente. Ya dije entonces yrepito que la revolución cubana noes la Inmaculada Concepción. Na-die lo es, pero la revolución cubanamerece nuestro respeto mucho másque las llamadas democracias occi-dentales.

    –Volvamos a la literatura: ¿quéautores jóvenes le interesan?

    –De los jóvenes digamos de me-nos de 35 años, me interesan Alber-to Olmos, Elvira Navarro, Pablo Ca-ballero, Torné de la Guardia, IsaacRosa, Olga Novo y Yolanda Castaño

    entre otros. Me interesa el debateque se ha generado a partir del tér-mino afterpop. Leo ciertos blogs,ciertas páginas web, el libro delica-do y brutal de Santiago Alba, Leer conniños, leo a Günther Anders. Hacepoco he leído los dos únicos capí-tulos traducidos de una novela ale-mana que creo imprescindible, Bajoel nombre de Norma, escrita por Bri-gitte Burmeister y que ojalá algúneditor decida publicar.

    –Hace años, Umbral la destacócomo la mejor narradora de su pro-moción, pero ¿quiénes han sido susmaestros literarios?

    –Llevándole la contraria a Steinerque escribió Tolstoi o Dostoievski,elijo Tolstoi y Dostoievski. Losmaestros, como los modelos, sondesiderativos, puedes querer emularalgo, pero lograrlo ya es otra cuestión.En esta novela me gustaría parecer-me, salvando las distancias, a un Dos-

    toievski de este siglo, con su mismafiebre pero menos desesperado. Citocuatro maestros: Brecht, Umbral,López Salinas, Méndez Ferrín.

    –¿No cree que la muerte de Um-bral ha descubierto demasiadasmezquindades en nuestras letras?

    –No hace falta que muera nadiepara ver las mezquindades, otra cosa,como decías, es que no se miren.

    En el caso de Umbral quizá lo máspenoso haya sido el deseo de cubrir-se las espaldas de muchos literatos:era un gran escritor pero que consteque yo no estoy de acuerdo con, o nosuscribo, o utilizo incluso una ne-crológica para marcar distancias novaya a ser que mis jefes (todos te-nemos muchos jefes directos e in-directos) me afeen la admiración. Esla clásica actitud de los “ninís”: seconfunde, interesadamente, la con-ciencia crítica con el privilegio de es-tar en el limbo: ni OTAN ni Milo-sevic, ni Sadam ni Bush, pero cuandocaen las bombas no se puede decir nitirarlas ni no tirarlas. Y decir que nose tiren, no significa renunciar a cri-ticar lo que hizo Sadam, significa ele-gir que no se tiren. En otra escala,cuando un escritor como Umbralmuere, pienso, se disparan salvasen señal de respeto y duelo; no esmomento de cubrirse las espaldas.

    –En el libro, uno de los perso-najes se plantea que cuando acaba laasamblea, comienza la vida, pero,¿qué ocurre, en su caso, cuando unanovela está ya en la calle?

    –La novela pregunta, la calleresponde a su manera, yo escuchoy sigo.

    NURIA AZANCOT

    L E T R A S

    No hace falta que muera

    nadie para ver las mezquin-

    dades. En el caso de Umbral

    quizá lo más penoso haya sido

    el deseo de cubrirse las es-

    paldas de muchos literatos”

    La clase media no toma

    partido, se lava las manos, es

    precisamente lo que la ca-

    racteriza: ocupa un espacio

    donde en principio nada le

    obliga a hacer otra cosa”

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  • E L C U L T U R A L 1 3 - 9 - 2 0 0 7 P Á G I N A 1 3

    BELÉN GOPEGUI

    A n a g r a m a . B a r c e l o n a , 2 0 0 73 5 2 p á g i n a s , 1 9 ’ 5 0 e u r o s

    Aun a riesgo de que se memalinterprete, me atrevo adecir que si Galdós vivierahoy, escribiría una novela como éstade Belén Gopegui. Aunque técni-ca, anécdotas y mensaje serían di-ferentes, no habría grandes diferen-cias en el objetivo global. La escritoramadrileña, al igual que el canario,procede a una minuciosa y pene-trante observación de la vida y la con-vierte en metáfora de las condicionesgenerales de una época. Para elloaplica una fuerte y poderosa inven-ción y construye una realidad ima-ginaria plena capaz de recrear el com-

    plicado mundo en el que vivimos. Alafirmar esto, corro nuevo riesgo, el dedarle dimensión imaginativa a untipo de relato generoso en mínimosdetalles veristas y que se emplaza enuna geografía madrileña concretísi-ma con datos ciertos (la localidad deParla, rótulos de calles, nombre de uninstituto de enseñanza media…).

    No hay contradicción entre la mi-rada costumbrista y un plantea-miento inventivo. El creador rea-lista trabaja para precisar los detallesde la realidad y les da un sentido conla imaginación moral. Esto hace Go-pegui en El padre de Blancanieves.Observa anécdotas concretas y po-sibles, deduce las consecuenciaspersonales que acarrearían y todoello, la base cierta y lo que podríaocurrir, se convierte en reflejo delcuerpo social. La novela se insinúacomo muestrario de “casos” sobrelos que se soporta un sentido gene-ral del mundo. En un par de páginas(298-299) se sintetizan media do-cena de historias de entre un censode medio millar de situaciones re-presentativas, cada una de las cualesvaldría para hacer una novela distin-ta, pero sólo una se desarrolla conamplitud.

    Esta historia refiere un caso pro-bable. Manuela, profesora de ins-tituto, protesta al supermercado porel descuido del repartidor que ha es-tropeado la compra. El hombre,emigrante ecuatoriano, es despe-dido y culpabiliza a la mujer. El epi-sodio provoca una grave crisis en

    Manuela que afecta también al ma-rido y los tres hijos, cuyos compor-tamientos se van mostrando en frag-mentos discontinuos. La militanciade la hija, Susana, en una asociaciónpolítica da pie a otra línea narrati-va, el activismo crítico de este gru-po, con nuevos personajes y con laoriginal personificación del mismogrupo dotado de conciencia y vozpropia en el relato.

    Este es el soporte de una nove-la que se decanta sin ambigüedadespor una concepción de la literaturacomo medio de análisis e interpre-tación de la vida y que supone unejemplo hoy casi único entre nues-tra narrativa reciente de arte espe-culativo. Es un libro de plantea-miento comprometido y de mili-tancia progresista, o, dicho sin pa-ños calientes, de expresa ideología iz-quierdista. Esto no quiere decir quesea sectario en su pensamiento nique trazos maniqueos estropeen laautenticidad de su mensaje.

    Un pensamiento claro sostieneEl padre de Blancanieves, aunque seauna novela compleja, como la vidamisma. La base última de su inspi-ración se asienta sobre algo cercanoa un alegato de crudo desacuerdosobre el estado presente del capita-lismo. La denuncia no se desarrolla

    en un relato simplista porque da voza un buen número de posicionesmatizadas que evidencian las múlti-ples aristas de la sociedad actual. Deahí el acierto de utilizar una técnicaperspectivista que abarca desde lanarración hasta el dietario. Gope-gui practica una auténtica metodo-logía dialéctica, un subterráneo me-canismo de contraposición de tesis yantítesis en el cual elude, sin em-bargo, la síntesis explícita. Esto lohace no en virtud de alguna clase deindecisión sino porque un elemen-to fundamental de su novela radicaen propiciar la alerta reflexiva dellector. Sobre la mesa pone las con-diciones objetivas–en terminologíapolítica– y es el destinatario quiendebe juzgar los datos presentados. Alhilo de esta trama general, se mues-tran numerosas cuestiones de la másviva importancia colectiva, españo-las aunque también universales. Yentre ellas, una que viene a resu-mir el conflicto central de la socie-dad que hemos hecho: el papel de laclase media.

    La mirada última del libro es bas-tante negativa al presentar indivi-duos atenazados por las contradic-ciones de un sistema basado en elabuso (léase, plusvalía) y que pare-ce proporcionar seguridad pero pro-duce dolor o resignación. La alertade la autora pide la rebeldía, peroeste idealismo lo tiñe con el tinte dela utopía. En cualquier caso, ésta esuna obra seria e importante quedebe leerse porque, además de re-sultar amena por el interés de la tra-ma que la alimenta, urge a reflexio-nar sobre la realidad.

    SANTOS SANZ VILLANUEVA

    B E L É N G O P E G U I E L P A D R E D E B L A N C A N I E V E S

    El padre de Blancanieves

    LA ESCALA DE LOS LIBROSHija del científico aeroespacial Luis Ruiz de Gopegui, Belén Gopegui nació en 1963 en Madrid y se licencióen Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid, aunque antes de terminar sus estudios univer-sitarios ya había decidido que quería era ser escritora. Coordinó en el suplemento de libros de "El Sol"(“Aprendí mucho sobre el campo literario con el director del suplemento, el escritor Manuel Longa-res”), hasta que en 1992 vio la luz su primera novela, La escala de los mapas (Anagrama). Después ven-drían Tocarnos la cara (1995), La conquista del aire (1998), Lo real (2001) y El lado frío de la almo-hada (2004), todas ellas en Anagrama. También ha escrito los guiones de las películas La suerte dormida(2003) de Ángeles González Sinde y El principio de Arquímedes (2004) de Gerardo Herrero.

    � Ésta es una obra seria e importante que debe leerse por-

    que, además de resultar amena por el interés de la tra-

    ma que la alimenta, urge a reflexionar sobre la realidad

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  • E L C U L T U R A L 1 3 - 9 - 2 0 0 7 P Á G I N A 1 4

    L E T R A S

    CORMAC MCCARTHY

    Tr a d u c c i ó n d e L u i s M u r i l l o F o r tM o n d a d o r i . B a r c e l o n a , 2 0 0 72 24 p á g i n a s , 1 8 ’ 9 0 e u r o s

    Pocos novelistas se planteanlas grandes preguntas rela-cionadas con la condición hu-mana, pero el ganador del premioPulitzer del 2007, Cormac McCar-thy (nacido Charles McCarthy,1933), figura entre ellos. La desea-da distinción recayó esta vez en unautor que cumple plenamente losrequisitos del mismo: que el escritorsea nativo de EE.UU. y que su obraaborde un asunto relacionado con lavida americana. McCarthy, autén-tico y original escritor norteameri-cano, presenta en sus textos al in-dividuo jugándose el destino en unacircunstancia límite y donde sólo losseres humanos fieles a sus valorespersonales salen airosos de la prue-ba. Un fuerte idealismo norteame-ricano proveniente del folclore po-pular, la ilusión de que todo esposible, aparece entreverado conuna veta trágica, muy presente en laliteratura sureña del país, que ema-na de lo impredecible de la con-ducta humana. Se revela así su pa-rentesco con la narrativa de WilliamFaulkner, con la rebelión del hom-bre ante la adversidad.

    Su trayectoria como autor de ta-lento, anunciada con novelas comoSuttree (1979), fue coronada graciasal éxito de audiencia alcanzado conTodos los hermosos caballos (1992, De-bate, 1999), el comienzo de una tri-logía situada en el oeste america-no. Debido en parte a la atractivapersonalidad del protagonista de lanovela, un joven vaquero de Te-xas, John Grady Cole, quien em-prende un viaje a caballo buscan-do aventuras durante los años 50de la pasada centuria por el sur de

    EE.UU y el norte de México. Aligual que en los westerns clásicos,un protagonista hecho a sí mismoy que sabe lo que quiere, el caba-llo, el revólver y la chica juegan en laobra el papel principal. McCarthygusta, pues, de los argumentos épi-cos, del hombre luchando con sussemejantes y con el mundo alrede-dor.

    Aunque rehuye el contacto conel público y con los circuitos litera-rios, alcanzó la fama gracias al éxitode la película realizada sobre la men-cionada novela. Matt Damon des-empeñaba el papel de John Grady.McCarthy, como dije, es un escri-tor diferente, porque no encaja enlas habituales casillas de novelistarealista, literario o artesano de los su-perventas. Su proclividad hacia loabstracto, a elaborar argumentos conel trasfondo de un teórico visiona-rio, empeñado en que sus persona-jes vivan circunstancias y problemasesenciales de la condición huma-na, lo singulariza. La tendencia a tra-tar de asuntos profundos, donde lavida y la muerte desempeñan un pa-pel importante, le ha llevado a des-deñar, según ha confesado, la obrade los escritores tales como MarcelProust o James Joyce, a quienes con-sidera extraños y excesivamentepreocupados por las nimiedades dela existencia humana, los peque-ños asuntos cotidianos.

    La fama de McCarthy revela asi-mismo la difícil tesitura de un escri-tor independiente en el ambientecultural actual. Apreciado por unbuen número de lectores literarios,aunque no dejemos de tener reser-vas sobre algunas de sus obras, don-de el argumento no cuadra con laprofundidad temática propuesta,como en la reciente novela No es paíspara viejos (2005), resulta sospecho-so para otros lectores. El gran pú-

    La carretera

    POCO SE SABE de Cormac McCarthy (Rhode Island, 1933), escritorrefractario a las entrevistas y a las apariciones públicas, una suerte decowboy ilustrado y enigmático del oeste americano, que quizás poreso, y por su portentosa narrativa, ha alcanzado una estatura heroica enlas Letras estadounidenses. Entre sus violentas novelas, westernsprimitivos y salvajes de los que se ha escrito que, a su lado, Sin Perdónparece una película risueña, destacan El guardián del Vergel (1965), detono faulkeriano, Hijo de Dios (1973), Suttree (1979), Meridiano de sangre(1985), y las que recoge su premiada Trilogía de la Frontera: Todos loshermosos caballos (1992), En la Frontera (1994) y Ciudades de la llanura(1998). El universo árido y desesperanzado de McCarthy, atravesadode carreteras infinitas y fronteras devastadas ha logrado el éxitoliterario en EE.UU, donde ya es considerado uno de los grandes.

    Cormac McCarthyUn enigmático cowboy de portentosa narrativa

    MON

    DADO

    RI

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  • E L C U L T U R A L 1 3 - 9 - 2 0 0 7 P Á G I N A 1 5

    E L L I B R O D E L A S E M A N A

    blico americano lo conoce a travésde las películas hechas de sus librosy por la inclusión, entre otras cosas,de La carretera en el Club del Li-bro de Oprah Winfrey, la popularpresentadora de la televisión y hadamadrina de la sensiblería contem-poránea. Un sello del Club apare-ce en la portada de la edición en in-glés de Vintage. Estas circunstanciassin duda le han ganado numerososlectores y, a la vez, el rechazo de unsector de la crítica que, como siem-pre, sufre un ataque de alergia haciatodo escritor que se convierte en unsuperventas, incluso si publica librosliterarios de verdad. Ruben Bolling(nacido Ken Fisher), un conocidocaricaturista político, especializadoen ridiculizar los éxitos de los famo-sos, dedicó un cómic a McCarthytras su aparición en el programa deOprah, publicado en “The VillageVoice”, burlándose de la seriedadtemática de McCarthy. Las viñetaspresentan a un muñeco de jugue-te, vestido de vaquero, alusión aTodos los hermosos caballos, que ter-mina siendo devorado por un ul-traterrestre.

    La carretera resulta,en verdad, una joyanarrativa. Cuenta unasencilla e impactantehistoria sobre un posi-ble fin del mundo enun estilo bello y eficaz.El título alude a la ca-rretera por la que unpadre y su hijo de unos ocho años ca-minan en dirección a la costa sures-te de Estados Unidos –lo sabemospor el tipo de arquitectura de algu-nas casas adornadas con pórticos decolumnas sureñas. Van buscandoel mar. Por razones desconocidas,la tierra aparece quemada y su su-perficie es de color gris. Hace mu-cho frío, nieva y llueve sin parar.La naturaleza ha muerto. Podemosespecular que se trata de la vida des-pués de una explosión nuclear o delas consecuencias extremas delcambio climático. Los protagonistascaminan por la carretera, abrigados

    con mantas y arrastrando un carritode supermercado cargado con unasmenguadas posesiones y víveres,buscando entre las ruinas de las ca-sas que les salen al paso comestibles,latas de conserva, ropas de abrigo yvelas para alumbrarse. Mas la his-toria no gira en torno a las miseriasfísicas sufridas, relata, por el con-trario, la riqueza del sentimientohumano, del amor que une al pa-dre con el hijo en tan anómalas cir-cunstancias.

    Quienes sabemos que JohnFrancis McCarthy, nombre que fi-gura en la dedicatoria del libro, co-rresponde al del hijo de ocho deaños del autor, podemos fácilmenteespecular que el texto se redactópensando en los lazos que unen alescritor con su hijo y de su preocu-pación por cómo educarle para quellegue a ser un hombre cabal. Nose trata de enseñarle a ganar la vidao a encontrar la salida profesionalmás lucrativa, sino de imbuirle va-lores que le sirvan para defenderseen un universo devastado. Las sen-cillas conversaciones, los breves epi-

    sodios en que los vemos hablar, re-sultan altamente verosímiles yenganchan al lector, que sigue in-teresado a la pareja a lo largo de esteviaje por un paisaje invernal de la erapost-nuclear.

    La riqueza del libro emana tam-bién de la tersura del escenario enque se desarrolla, ese espacio, mun-do, gris y helado, donde apenas que-dan unos cuantos seres humanos ca-minando por la carretera hacia undestino desconocido. Los supervi-vientes de la catástrofe evitan en-contrarse y cuando lo hacen es pararobarse los alimentos, los restos en-

    latados de una civilización muerta,conseguidos en una permanentebúsqueda entre las ruinas. El lec-tor se sorprenderá por la fuerza conque el texto le arranca de nuestropresente, donde vivimos un mundolleno de sonidos, perpetuamente co-municados con otros, por teléfonos,televisión, etcé-tera, pero nadade eso figura enla obra. Y no creoque a ninguno senos haya ocurri-do echarlos enfalta durante lalectura. Este au-tor tiene también el talento de losgrandes narradores de ciencia fic-ción, que saben crear un mundo dis-tinto, pero tan semejante al nues-tro que el inventado nos resulta muycreíble.

    McCarthy no ha escrito una no-vela apocalíptica sobre el fin delmundo. La grandeza de La carreteraproviene de la manera en que el au-tor calibra la resistencia del ser hu-mano ante el desastre, intentando

    averiguar si el senti-miento humano seráun salvavidas fiableante los desafíos de unfuturo pesimista. Larespuesta será opti-mista o pesimista, se-gún la interprete cadalector. También pode-mos afirmar que el tex-

    to supone una toma de conciencia,de responsabilidad hacia el futurode nuestra civilización, hecha desdela perspectiva del arte. Obra singu-lar y única que, al modo de Un mun-do feliz, de Aldous Huxley, o 1984,de George Orwell, nos enfrenta a undilema abstracto en un contextomuy real.

    Luis Murillo Font, el traductorha sido literalmente fiel al texto,así que el estilo de Comar McCarthyasoma a veces con la tersura del ori-ginal.

    GERMÁN GULLÓN

    Entrevista

    EL 5 DE JUNIO el plató delenormemente popular showde Oprah Winfrey recibía aun escritor que apenashabía ofrecido entrevistas

    con anteriori-dad, y muchomenos en losestudios de unatelevisión.CormacMcCarthy agra-decía tal vez asía Winfrey la

    inclusión de La carretera,su última novela, en el clubde lectura de la presenta-dora, garantía segura paraconvertir en betseller almás aciago manuscrito.Tras justificar su alergiamediática alegando que leresultaba más satisfactorioescribir libros en lugar dehablar sin parar sobre ellos,el hasta ese momento tími-do autor daba al fin supunto de vista sobre unaserie de cuestiones.McCarthy declaraba en elprograma su búsqueda de laperfección (“a uno le quedasiempre la esperanza de quecada día va a hacer algomejor de lo que ha hechojamás”), se revelaba comoun tipo sencillo, ajeno al vic-timismo tan frecuente en elgremio (“algunos escritoreshan dejado dicho que nosoportaban tener que escri-bir; que para ellos era unacarga; yo no comparto esesentimiento”) y mostrabaun optimismo inesperadoque en ocasiones puede adi-vinarse en sus obras (“lavida es algo magnífico,incluso cuando todo pareceir mal; deberíamos estaragradecidos”).

    � McCarthy no ha escrito una novela

    apocalíptica sobre el fin del mundo. La

    grandeza de La carretera proviene de la

    manera en que el autor calibra la resistencia

    del ser humano ante el desastre

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    L E T R A S / N O V E L A

    El aprendiz de brujoBENJAMÍN JARNÉS

    Re s i d e n c i a d e E s t u d i a n t e s .M a d r i d , 2 0 0 7. 42 1 p p . , 25 e .

    Tras unos años de pertinazsilencio, las obras de Ben-jamín Jarnés comienzan areaparecer en ediciones solventes. Apartir sobre todo de 1988, año de sucentenario, el empeño de varios es-tudiosos aragoneses –Gil, MartínezLatre, Domínguez Lasierra, Serra-no Asenjo, etc.–, al que se ha suma-do el de otros, como Lough, VíctorFuentes o Ródenas de Moya, ha re-avivado el interés por uno de los pro-sistas más representativos de la ge-neración de entreguerras, oscurecidotras la guerra civil e incluso despuésde su muerte en 1949, poco despuésde regresar del exilio americano. Elarchivo del autor, depositado final-mente en la Residencia de Estu-diantes, ha permitido el acceso a sucorrespondencia y también a nu-merosos documentos y textos inéditos o conocidos sólo en parte.

    De todo ello se han beneficiado laspulcras reediciones de algunas desus obras, como Mosén Pedro, El pro-fesor inútil o Teoría del zumbel. Inclu-so ha sido posible rescatar una no-vela que el autor no publicó: Su líneade fuego, aparecida póstumamente en1980. De este modo, Jarnés vuelvea ocupar su lugar propio en la lite-ratura española del siglo XX, de laque circunstancias fortuitas o adver-sas parecían haberlo desterrado.

    El aprendiz de brujo, que apare-ce con un prólogo y una excelenteanotación de Francisco Soguero, esotra obra inédita del autor, lo queasegura ya su interés, porque, aun-que resulte perogrullesco, convienerecordar que el primer requisito im-prescindible para conocer a un es-critor es disponer de ediciones cui-dadas de toda su obra, lo que nosiempre ocurre. En el caso de Jarnésla consideración de un texto comoinédito exige algunas matizaciones,porque el autor acostumbra inser-tar en sus novelas textos –no nece-

    sariamente narrativos– procedentesde trabajos anteriores, gracias a unaconcepción muy libre del relato que,además de anular las fronteras entregéneros diversos, permite la rupturade la línea narrativa, el fragmenta-rismo y la incrustación de intertex-tos y pasajes digresivos ajenos, enapariencia, a la historia que se desa-rrolla en la obra.

    El aprendiz de brujo es un ejem-plo de esta manera de proceder.Aunque fechada en 1946, variosfragmentos de la obra habían apa-recido, como trabajos sueltos, en pu-blicaciones como la Revista de Oc-cidente (1932) y la bonaerense Sur(1933), e incluso habían sido incor-porados a la novela El profesor in-útil, en la versión de 1934. No es ésta

    la única peculiaridad de la obra. Eltexto mecanografiado en que se con-serva va acompañado de una nove-la breve titulada La dama aventurera–algunas de cuyas partes habían apa-recido también anteriormente, eneste caso en el diario Luz–, con unanota del autor en que se indica que,si se desea un texto más extenso,puede incluirse este relato entre doscapítulos determinados de El apren-diz de brujo (y así lo ha hecho, porcierto, el editor actual). Bastan es-tos datos para dar idea del carácteramorfo, fluctuante, de los relatos jar-nesianos, hechos y rehechos una yotra vez sin que, al parecer, el autorconsiderase definitiva e inmutableninguna versión. En esta novela par-cialmente desconocida hasta ahora,cuyo título hace pensar inevitable-mente en la balada de Goethe y enla versión musical de Paul Dukas, sereelabora de manera libérrima elmito de Fausto, convertido aquí enmujer que recibe diversos nombres–Trótula, Silvia, Faustina– según lasfases de la vida en que la contem-plamos. La sucesión de anécdotasque resumen la vida de Trótula, re-latadas por un narrador omniscienteo puestas en boca del empleado depompas fúnebres que las recoge,constituyen una muestra del estilonovelesco de Jarnés, con sus elip-sis, su elusivo fragmentarismo, susdigresiones que suspenden la fluen-cia narrativa, sus artificios construc-tivos vanguardistas, en todo opues-tos a los principios canónicos de lanovela tradicional, vigente aún en laépoca del autor con figuras comoGaldós o Baroja. El aprendiz de bru-jo no añade nada nuevo a lo que yaconocíamos de Jarnés, pero confir-ma la coherencia de un autor quemantuvo como pocos una absolutaindependencia creadora y un ad-mirable afán renovador.

    RICARDO SENABRE

    � Benjamín Jarnés mantuvo

    como pocos una absoluta

    independencia creadora y un

    admirable afán renovador

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  • E L C U L T U R A L 1 3 - 9 - 2 0 0 7 P Á G I N A 1 7

    L E T R A S / N O V E L A

    Juicio finalFERRAN TORRENT

    P l a n e t a . B a r c e l o n a , 2 0 0 72 8 8 p á g i n a s . 2 1 e u r o s

    Con este nuevo título culmi-na la trilogía perseguida porel valenciano Ferran To-rrent al iniciar Sociedad limitada –tí-tulo que obtuvo merecidos reco-nocimientos– y Especies protegidas.Con ella queda fuera de toda dudasu aportación a la novela de intriga,a la aventura jalonada de eficacesconcordancias con el género negro.Aportación enriquecida por sus con-diciones de gran fabulador a la horade idear una trama con todo lujo dedetalles, con rigor narrativo y pul-cramente contextualizada, sin de-satender la característica minuciacon la que va presentando la abiga-rrada colección de perfiles psicoló-gicos que anima sus relatos.

    En ese valor sustenta su fuerzaJuicio final, pues dos son los perso-najes en torno a los que se va desarrollando la trama: Liam Yeats,ex terrorista del IRA, ex agente delMossad, desterrado de su país a losdieciséis años y desde entonces ase-sino profesional; y su último encar-go, el otro eje argumental: Juan Llo-ris, ex presidente del Valencia C.F.,un “hombre sin escrúpulos, tem-peramental, irreflexivo”, candidatoa la alcaldía de esa ciudad en me-dio de un clima de turbulencias po-líticas y electorales en el que con-vergen los más dispares intereses.

    Aunque el objetivo en diferentesfrentes parece claro: acabar con él,porque representa un obstáculo paramuchos. Él mismo, receloso de loque pueda ocurrirle, contrata a undetective que vigile los pasos dequienes no son de su confianza. Porotra parte, y como no podía ser deotra manera, la prensa local se haceeco de estos pasos decisivos y uno desus más jóvenes periodistas persigueel reportaje sobre los movimientospolíticos que provocará la candida-tura de Lloris.

    Su informador es alguien próxi-mo a él, pero sus pesquisas tropiezancon las del detective y el colaboradorde este, un ex comisario que entraen acción para investirla de rigor po-licial. Entre los cuatro improvisan un

    equipo que se hace eco del com-plejo entramado argumental, dosifi-ca la información y ata cabos sobreese turbulento mundo en el que na-die parece fiarse de nadie. Huelgadecir que el sarcasmo y la crítica ha-cia la ética que dirige ciertos movi-mientos de los grupos políticos, y lasdeslealtades que subyacen a las con-

    vulsiones y enfrentamientos entrepartidos evidencian la presencia deun narrador que, por encima de suadmirable voracidad constructiva,defiende su posición con una estra-tegia inteligente: compartir el pun-to de vista con sus personajes de for-ma que la realidad de cada unoadquiera diferentes perspectivas ymuestre a la vez la compleja realidadhumana.

    El mejor ejemplo es Liam. Supasado como joven entregado a lacausa del IRA contiene una justifi-cación aunque no admite defensaalguna. Sin embargo los rasgos quedefinen su personalidad –cuarentay tres años, cansado, lleno de heri-das en la memoria y en el cuerpo,cada vez más sitiado, con un únicoamigo en quien confiar–, la mani-festación de ciertos signos de fra-gilidad y la determinación de reti-rarse tras cumplir el encargo que lelleva a Valencia, nos conducen haciadifíciles consideraciones, como la deenjuiciar a un hombre “notoria-mente inmoral y violento” sosla-yando la idea de que hay destinosque parecen “ineluctables”, irre-versibles. Este entramado, asom-brosamente diseñado, exige aten-ción y paciencia. El resto lo ponela novela, que acaba por sellar dig-namente un ambicioso proyecto,evidencia de la consistencia narrati-va de su autor.

    PILAR CASTRO

    � Con Juicio final queda fue-

    ra de toda duda la aporta-

    ción de Ferran Torrent a la

    novela de intriga, a la aven-

    tura jalonada de eficaces

    concordancias con el género

    negro. Es un gran fabulador

    EL MUNDO DE CATALUÑA

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  • ALONSO CUETO

    P l a n e t a . B a r c e l o n a , 2 0 0 725 9 p á g i n a s . 1 9 ’ 5 0 e u r o s

    Una peripecia que, departida, apueste en ex-ceso por la comicidad yhasta la caricatura, ha dado altraste con muchas novelas quepretendían decir algo serio o pro-fundo sobre el mundo. AlonsoCueto (Lima, Perú, 1954) es unode esos pocos narradores capacesde medir y equilibrar para queuna “comitragedia” se vuelvatragicomedia y hasta drama,pues pocos lectores pensarían,en los chistosos inicios de este re-lato, que se les iba a contar fi-nalmente una historia tan dolo-rosa y triste. El susurro de la mujerballena es el finalista del PremioPlaneta-Casamérica 2007. Ya suanterior libro, La hora azul, ob-tuvo el Herralde de Novela2005, galardones en la madurezliteraria de un autor conocido yquerido en nuestro país desdesus comienzos. En El susurro dela mujer ballena nos cuenta Cue-to cómo cambia la vida de Ve-rónica, una prestigiosa periodis-ta de información internacional,cuando, a su regreso de un via-je a Colombia tras entrevistar alpresidente Uribe, comparteasiento en el avión con una gi-gantesca y obesa mujer (“un or-ganismo descomunal”) que re-sulta ser una antigua compañerade colegio, Rebeca del Pozo, ob-sesionada por las humillacionesa las que fue sometida por su as-pecto en aquel entonces y porcuantas siguió padeciendo des-pués. El reencuentro con esta

    “mensajera del pasado” (pág. 61)desestabiliza la vida personal ylaboral de la protagonista Veró-nica, pues ahora Rebeca es unapoderosa mujer multimillonariaque, como se va viendo, ha sa-bido esperar para su desquite.

    El reencuentro deviene per-secución, lo que activará el sen-timiento de culpa de la prota-gonista, lanzándola a unarevisión de cuanto había sido suvida (aparentemente feliz) demujer casada con un hijo y bri-llante profesional. Escapar deRebeca y de lo que representa,se vuelve tan difícil como esca-par de sí misma: de sus muchascobardías, contradicciones y fa-llos, de su temor en la cuaren-tena a desfondarse física y men-talmente, de su soledadacompañada que es “condenay privilegio” (pág. 190). “De

    pronto estaba respon-diéndole a un fantasmareal que había apareci-do, con sus reclamos,después de veinticincoaños”, escribe en la pá-gina 68.

    Cueto es un agudoobservador de los movi-mientos de la vida co-tidiana, de los usos ycostumbres sociales, deldetalle de los gestos ylas palabras precisas, deahí que unas deudasconduzcan a otras y elplanteamiento le sirvapara elaborar un minu-cioso tapiz de las siem-pre difíciles relacionespersonales (maridos, hi-jos, padres, amantes,

    novios nunca olvidados) y de lasmalas elecciones que todos co-metemos y que decantan la vidaen un único y estrecho sentido.Mención aparte merece en ellibro la detallada, estoica y con-movedora figura secundaria delanciano padre de Verónica, tanadmirado como lejano: ese viu-do solitario que se las ve a dia-rio con sus equivocaciones delpasado y con sus trastornos físicossin permitirse una queja. Pro-gresivamente el tono ligero y hu-morístico desemboca en un rela-to en muchos aspectos sapiencialy repleto de consideraciones pro-fundas acerca de la vida y delexistir humano, cargado ademásde tanto suspense como la es-cena de la cita en el ParqueMora, y en el que Cueto dosificacon maestría el importante se-creto que no se revelará hasta elfinal de la obra: qué sucedió deveras entre estas dos mujereshace tanto tiempo.

    ERNESTO CALABUIG

    � El tono ligero y humorístico de la novela desembo-

    ca en un relato en muchos aspectos sapiencial y re-

    pleto de consideraciones profundas acerca de la vida

    El susurro de la mujer ballena

    L E T R A S / N O V E L A

    E L C U L T U R A L 1 3 - 9 - 2 0 0 7 P Á G I N A 1 8

    Después deShanghai

    JUDITH BROUSTE

    Tr a d . A m a l i a B e r m e j o . L e g u a e d i t o r i a l Va l e n c i a , 2 0 0 7. 14 9 p á g i n a s , 1 6 e u r o s

    La editorial Legua se ha propuesto,con acierto, recoger en la colecciónScripto una selección de novelas in-ternacionales de gran calidad literaria. Des-pués de Shanghai, de Judith Brouste, es el pri-mer libro que publica bajo el lema de estacolección. Tras las huellas de unos seresinexistentes, la escritora francesa relata losrecuerdos fragmentados de una narradora,ante el féretro de su padre. Personajes desa-parecidos, guerras que apenas puede com-prender ¿qué historia recoge la narradorapara contarnos quién es, quién era, Tissè-gre? Como un murmullo apenas audible,por momentos incomprensible, la narra-dora plasma sus pensamientos y las con-versaciones que tenía con su padre. Por eso,a veces, nos recuerda la locura que siente elser humano cuando se encuentra, cara acara, con la muerte.

    Tissègre ha dejado un diario, el que es-cribió para su hija Catherine y en el quecuenta la historia de la niña. La narradora re-corre las experiencias más significativas dela vida de su padre. Una alternancia de dosdiarios, de dos personajes, de fechas histó-ricas en un eterno presente. La narraciónconsigue suspender el tiempo, detenerlo, enla última noche oscura que su hija pasa en ellecho de su padre, en donde se pregunta:“Frente a la Historia, yo no tenía una pala-bra que decir. ¿Qué historia? ¿La del ejér-cito, la de Tissègre, la del imperio colonial,la de Génia? Todo se embrollaba” (p. 109).Por eso, los capítulos que recorren los mo-mentos de la vida de Tissègre, nos hacen lle-gar un perfil algo borroso del personaje.

    Lo más sorprendente es que Después deShanghai dibuja entre líneas el carácter in-trovertido de la narradora, una mujer aban-donada por Tissègre desde su nacimiento,olvidada frente a Génia, el verda-dero amor del padre. A través del susurro, lavoz femenina adquiere una presencia poé-tica que confiere a la novela su grandeza.

    JACINTA CREMADES

    ARCHIVO

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  • E L C U L T U R A L 1 3 - 9 - 2 0 0 7 P Á G I N A 1 9

    L E T R A S / R E L A T O S

    MARGARET ATWOOD

    Tr a d u c c i ó n d e F. R . d e L e c e a .E d i c i o n e s B . B a r c e l o n a , 2 0 0 72 7 3 p á g i n a s , 1 9 e u r o s

    Al reseñar Alias Grace, haceya diez años y en estas mis-mas páginas, calificaba aMargaret Atwood como “la gran es-critora de las letras canadienses” ycada nuevo título, cada nuevo vo-lumen publicado, no supone sinola ratificación de mi opinión previa.

    El que acaba de editarse recien-temente en español, Desorden moral,es al mismo tiempo una colección derelatos y una novela. La estrategianarrativa de Atwood es similar a la deSherwood Anderson en Winesburg,Ohio, o Steinbeck en Las praderas delcielo: cada uno de los cuentos narra-dos tiene sentido en sí mismo, perola historia en todos ellos tienen vo-cación de continuidad y un fuertenexo de unión gracias al papel dela narradora-protagonista.

    El volumen lo componen 11cuentos que narran la vida de Nell,en cierta forma alter ego de la propiaautora, desde la década de 1930 has-ta nuestros días. Siete de ellos es-tán escritos en primera persona y elresto en tercera, aunque siempre serefleja el punto de vista de Nell. Lalinealidad temporal también nos sor-prende con una sutil variación. Laprimera de las historias, “Malas no-ticias”, presenta a una anciana Nelly su esposo Tig en el momento ac-tual, es decir, de acuerdo al ordencronológico debiera ser la última enser contada; en la segunda de ellas,“El arte de guisar y servir”, volvemosa encontrar a Nell a la edad de 11años y a partir de entonces iremosconociendo de forma tan lógicacomo ordenada su infancia, adoles-cencia, madurez… y todos aquellosaspectos relacionados con su trabajo,amores, ilusiones, miedos y fraca-sos hasta llegar finalmente a “Los

    chicos del laboratorio”, en el que en-contramos a la protagonista con sumadre, padeciendo demencia se-nil, contándole historias al oído yrepasando, como el lector ha hechocon la propia Nell a lo largo de laobra, un viejo álbum de fotos.

    Las implicaciones de la referidaalteración cronológica resultan cier-tamente jugosas, pues el interés delconjunto de la obra radica en el des-arrollo y no en la conclusión. Es des-de esta perspectiva cuando alcanzapleno sentido la reflexión expuestaen el primer cuento, “Eso es lo quedice la gente al referirse a cosas queocurrieron antes de que ellos nacie-ran, o cuando todavía se chupaban

    el pulgar. Me gusta esa frase: ‘Nos-otros las superamos’.” (11); para con-cluir, “Lo que ahora nos define sonlos tiempos imperfectos: el pretéritoimperfecto, ‘como entonces’; el fu-turo imperfecto, ‘aún’”. (12).

    Y esas “cosas que ocurrieron” co-

    mienzan en la segunda historia, Nelltiene 11 años, pasa el día tejiendo yesperando que nazca su hermanitaLizzie. En esta historia encontramostambién a su hermano mayor, lla-mativamente ignorado en el resto de

    la obra. Será Lizzie, con graves pro-blemas mentales y posterior intentode suicidio, quien ocupará el tiempode Nell y le haga plantearse inte-rrogantes sobre su propia existencia.Todo ello lo iremos conociendo encuentos como “El jinete sin cabeza”,con algún eco del propio W. Irving;“El otro lugar”, un intento de re-crear la idea de la imposibilidad deviajar al pasado y aliviarnos con nues-tros recuerdos; “Monopoly”, don-de ya encontramos a Nell unida de-finitivamente a Tig, quien fueraesposo de su amiga Oona, singularpersonaje secundario; aunque Lillie,otro personaje secundario y prota-gonista de “Las entidades”, una su-perviviente de los campos de con-centración, sea una soberbia creaciónliteraria; o “Desorden moral”, no taninteresante como los anteriores aun-que preste su título al volumen eindudablemente menos atractivoque la pequeña joya que descubri-rá el lector en “Mi última duquesa”,rememorando sus años de colegiocuando descubrió el amor y la sole-dad. El personaje principal de estecuento es Miss Bessie, a quien rindeun emotivo homenaje, pues tal vezsea la propia Miss Bessie esa últi-ma duquesa del poema de Browningy, como aquella y la autora, tambiénsu antigua maestra “estaba situadaen el pretérito, perdida, dejadaatrás.” (68).

    JOSÉ ANTONIO GURPEGUI

    Desorden moral

    � Cada uno de los cuentos

    narrados tiene sentido en

    sí mismo, pero la historia

    en todos ellos tiene voca-

    ción de continuidad

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  • E L C U L T U R A L 1 3 - 9 - 2 0 0 7 P Á G I N A 2 0

    Sílabas negras

    A la caza del tigre (Antología Personal)

    ANTONIO GAMONEDA

    Ed . A m e l i a G a m o n e d a y F. R . d el a F l o r. U n i v. d e S a l a m a n c a2 0 0 7. 4 62 p p . 1 5 e u r o s

    CECIL IA Y OTROS POEMASF C E , 2 0 0 7. 1 2 0 p p . 1 7 e u r o s

    ANTOLOGÍA Y VOZE l b u h o v i a j . 1 0 2 p p + C D 1 7 ’ 9 e .

    Piensa Antonio Gamoneda(Oviedo, 1931) que los pre-mios no añaden nada a unaobra, pero no es menos cierto queprovocan un efecto de visibilidad enocasiones decisivo para que se cum-pla el destino de la escritura: ser leí-da, comentada y ocupar el lugar quele corresponde en la literatura. Alrespecto, la poesía de Gamoneda harecorrido un camino más de tinieblasque de luces, pero desde hace al-gunos años todo eso ha cambiado.Por un lado, hay que mencionar las

    recopilaciones Edad, en Cátedra, yEsta luz, en Galaxia Gutenberg, am-bas con trabajos excelentes de Mi-guel Casado, y, por otro, en 2006 elPrix Européen de Littérature, elCervantes y el Reina Sofía. Todoesto consigue poner las cosas en susitio corrigiendo una imperdonableanomalía en el estado cultural.

    Sílabas negras ofrece el ya im-prescindible estudio de Amelia Ga-moneda y F. R. de la Flor que sitúala obra poética en su tiempo congran inteligencia crítica y en el quedestacan las páginas que dedicanal comentario bajo el signo de lamelancolía. Además los antólogoshan ideado un entramado para laordenación de los textos que se se-para del itinerario cronológico pa-ra reordenar otros, los de las vocesque hablan en esta poesía, bajo epí-grafes que la lectura acaba aplau-diendo como oportunísimos. Se tra-ta, en definitiva, de una auténtica

    lectura global, y nueva, de la obrade Gamoneda.

    En Cecilia y otros poemas se pu-blica el que es hasta la fecha el úl-timo libro del poeta, editado antesen una colección minoritaria y es-pléndida –Fundación César Man-rique–, más el conjunto de textosque Gamoneda viene titulando“Exentos”, incluidos los más re-cientes, presentes también en Sí-labas negras. El trabajo que cierra elvolumen valora lo que aporta Ceci-lia a su obra y centra ésta en tornoa las nociones de cuerpo y herida.

    Antología y voz, además de con-tar con un importante prólogo de J.

    E. Martínez que aborda la signifi-cación global de esta escritura entorno a las ideas de descomposicióny muerte, reúne textos de sus librosde poesía,uno de los ensayos del poeta y también un CD donde Ga-moneda lee los textos del libro, loque añade un plus de emoción.

    La poesía de Gamoneda es vi-sionaria –como Rimbaud pretendióque debía serlo– y, en consecuen-cia, nombra lo que no se presta a lavisión y en lo fundamental es asíporque el tema que recorre estaobra es la muerte, la propia y lamuerte en general, esa muerte que,desde la vida, es lo más cierto y lomás invisible. El yo que aquí habla,sin embargo, se presenta como al-guien que ha conocido la muerte,que la lleva en él y la pone en suvoz. Por eso su decir nos concierneindefectiblemente a todos.

    TÚA BLESA

    L E T R A S / P O E S Í A

    EDUARDO L IZALDE

    Ed . Marco An ton i o Campos . V i s o r. 222 pp . 10 e .

    Decía Borges que el hombre domesticó algato para poder acariciar al tigre. Nocontaba el argentino con la temeridad–la grandeza– de esos pocos que se atreven aextender la mano y tocar el peligro porque nose conforman con sucedáneos. Medio siglo lle-va Eduardo Lizalde negándose a abandonar lasselvas y acomodarse en los salones. Más de cin-cuenta años lleva siendo fiero él mismo.

    En A la caza del tigre (Antología personal) serecogen únicamente poemas a partir de Cada cosaes Babel, publicado en 1966. De lo anterior, el me-xicano se desentiende. Con ello, esta antologíapierde perspectiva, pero gana cohesión: la vozse modula, pero permanece reconocible; el ethosexhibe solidez de roca; todo, absolutamente todo,es tigre. Tigre el objeto, tigre el sujeto. Invir-tiendo el orden natural –¿para qué nos sirve, si no,la poesía?–, somos nosotros quienes acechamos al

    animal en todas sus infinitas formas, como Dioslo creó o encarnado en el poeta: “Me quedo, tigre,solo, satisfecho” (p. 90). El tigre es origen de imá-genes poderosas – “Un tigre […] / es la Natio-nal Gallery del crimen” (“Tigre al espejo”)–, ra-zón de un lenguaje poético con corazón de bombade relojería –“El tigre real, el amo, el sol / delos carnívoros, espera” (p. 83), es esa suma detodos los miedos que aquí no designa bestseller,sino poema de un solo verso: “Algo sangra, el ti-gre está cerca” (p. 43). Y no, no es micropoema: espoesía. Y el arte ni se pesa ni se mide.

    De acuerdo. El tigre es el protagonista de laobra de Lizalde. Lo cual no obsta para que sea,al mismo tiempo, un mero instrumento con queahondar en las condiciones de la existencia hu-mana, impuestas por un entorno hostil, amena-zante, empeñado en guardar unas apariencias másallá de las cuales sólo el poeta es capaz de ver. Yes que el tigre es letal, pero no engaña. Más pre-venidos debemos estar contra las criaturas quematan a fuerza no de zarpazos, sino de belleza:

    “La rosa es como un león recién nacido” (p. 121).Este visionario –huelga decirlo– nos remite al me-jor Blake. Y de un motivo clásico –la rosa– a untema literario donde los haya: el amor. Igualmentetóxico, por cierto: “Debe el amor vencer, / ven-cerlo todo. / La muerte y la cursilería. / Todo lovence, compañeros, / vence a la muerte, ciuda-danos, / porque es la muerte él mismo” (p. 42). Esla conclusión apocalíptica de la razón más pura.

    Con Rilke como guía en su descenso a losinfiernos –todos esos ángeles no siempre blancos,toda esa belleza que es maldición–, Lizalde semide con los grandes –Valéry, Petrarca, Shakes-peare– porque sabe que puede permitirse el lujo.También la suya es poesía-pasión y, a la vez, me-ditación de cabeza fría y mente filosófica. Tam-bién la suya es –con permiso de Bloom– poesíafuerte, ésa que exige lectores valientes. Así pues,no se deje amedrentar por estos versos terribles.Lea a Lizalde. Conozca al tigre.

    A. SÁENZ DE ZAITEGUI

    ARCHIVO

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  • L E T R A S / P O E S Í A

    RENÉ CHAR

    Tr a d u c c i ó n d e A l i c i a B l e i b e r gA l i a n z a . M a d r i d , 2 0 0 73 8 9 p á g i n a s , 2 2 e u r o s

    En algún otro momento he se-ñalado el peso que para lapoesía italiana de la segundamitad del siglo XX supuso una poé-tica obsesiva y abrumadora como lade Gabriel d’Annunzio y de qué ma-nera reaccionó –en dirección opues-ta, claro está– la poesía que vino des-pués. En Francia, ese peso y esainfluencia fueron aún más vigorosos.Los precedentes, de una calidad in-cuestionable –Baudelaire, Rimbaud,Lautréamont–, obligaban a exigen-cias mayores. También más radica-les. De ahí la respuesta desorbitadade los surrealistas a aquellos nom-bres de esplendor. Los llamativos ca-minos que emprendieron Bretón,Eluard o Gracq estaban, sin embar-go, destinados a ser juzgados por en-cima de su carga gestual. Había queir más allá. Esto es lo que hicieron enGrecia un poeta como Elytis y, enFrancia, René Char, devotos del su-rrealismo, pero que no se quedaronen una creatividad de gestos.

    Cuando leo esta hermosa y bienseleccionada antología de Char, re-cuerdo una opinión de EugenioMontale. Le preguntaba yo, en laentrevista que grabamos en 1971,por los nombres vivos más signifi-cativos de la poesía europea del mo-mento y el autor de Ossi di sepia nodudó en señalarme un solo nom-bre: René Char. Comprendí la iden-tificación, porque ambos no reaccio-naron ante los grandes nombres delpasado por la vía del simplismo o deltestimonio, sino buscando para la pa-labra una tensión, una energía nue-va. A esta energía se refirió G. Pi-cón al decirnos: “Char quiere llevarel lenguaje a un estado de energíamáxima; quiere constituir núcleospoéticos que tengan en potencia

    toda la energía del lenguaje, de lamisma manera que el átomo tieneen reserva la energía de la materia”.

    Así que su poesía es reveladorade microcosmos que enriquecen ex-traordinariamente el poema sin pri-

    varlo de coherencia. Sólo qui-zá otro coetáneo de Char–Saint-John Perse– logra irmuy lejos en la utilización delversículo. Además de este tér-mino, microcosmo, reveladorde un mundo rico y original,hay otro ineludible a la hora devalorar la poesía de Char: her-metismo. La víahermética fuetanto para la poe-sía francesa comopara la italianauna solución, uncamino fértil,más allá de los excesos, tam-bién equivalentes para ambasculturas, que representaron elsurrealismo y el futurismo.

    Mientras avanzo en milectura recuerdo una opinión de Ma-nuel Álvarez Ortega, al que le de-bemos nuestro precoz conocimien-to de la poesía francesa traducida alespañol. Su Poesía francesa contem-poránea (Taurus, 1967), fue el espa-

    cio copioso –más de 1200 páginas–en donde se nos reveló temprana-mente el nombre de Char. Decía enella este traductor que hay que re-cordar siempre a Lautréamont paracomprender la riqueza expresiva deChar, pero también a otro predece-sor ilustre: Paul Valéry. Y es que enChar, además de darse un creador de

    mundos, hay unaconcisión restallan-te, una coherenciaexpresiva, que sólopuede ofrecerquien se plantea lapoesía con un gran

    rigor. Frente al irracionalismo, Valéryhabía sido quien abrió caminos nue-vos con rigor reflexivo.

    Hay otras dos presencias muy vi-vas en esta antología y, por exten-sión, en toda la poesía de René Char:la de la naturaleza y la del amor; te-mas comunes, abrumadoramentepresentes en la tradición, pero quepor ello exigen riesgo y novedad ensu utilización. Naturaleza y amor sonlas “grietas” por donde la poesía deChar respira. Hay también en ellauna rara ternura que amansa los te-mas más graves, como la muerte o lacaducidad, incluso cuando se olvi-da de lo más general para atender alo mínimo y a lo concreto en esasvisiones de sus últimos poemas. Parafijar su propia poesía parece haberescrito este versículo: “Yo estaba enuno de esos bosques donde el sol notiene acceso, pero en los que, porla noche, penetran las estrellas”. Elbosque no es otro que el de la mo-dernidad y sus maestros y sus aña-gazas, pero las pequeñas estrellas, re-veladoras de otros mundos, son lasde los versos de Char. La excelen-te traducción de Alicia Bleiberg, queno olvida la música del verso, nos re-vela la plenitud y precisión de estecreador de mundos.

    ANTONIO COLINAS

    E L C U L T U R A L 1 3 - 9 - 2 0 0 7 P Á G I N A 2 1

    Común presencia

    � Naturaleza y amor

    son las grietas por

    donde la poesía de

    Char respira

    PP II CC AA SS SS OO HH OO MM EE NN AA JJ EE ÓÓ AA SS ÍÍ AA CC HH AA RR EE NN 11 99 66 99

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  • E L C U L T U R A L 1 3 - 9 - 2 0 0 7 P Á G I N A 2 2

    Fernando de los Ríos. Un intelectual en el PSOEOCTAVIO RUIZ-MANJÓN

    S í n t e s i s . M a d r i d , 2 0 0 751 1 p á g i n a s . 25 ’ 5 0 e u r o s

    El partido de Pablo Iglesias,de orientación marcada-mente obrerista, no mostróespecial interés en que se incorpo-raran a sus filas intelectuales proce-dentes de la clase media, pero al-gunos de ellos se sintieron atraídospor su imagen de partido serio y ho-nesto, en contraste con la corrupciónpolítica dominante en la España deAlfonso XIII. Dos de ellos llegarona jugar un papel relevante en el Par-tido Socialista Obrero Español: el ca-tedrático de Filosofía Julián Bes-teiro (1870-1940), que se afilió en1912, y el catedrático de Derecho,Fernando de los Ríos (Ronda, Má-laga, 1879-Nueva York, 1949), que lohizo en 1919.

    Fernando de los Ríos se formó enel ambiente de la Institución Librede Enseñanza, a la que le vinculabanlazos familiares. Su mentor fue Fran-cisco Giner de los Ríos, tío lejanosuyo, y su esposa Gloria era hija deHermenegildo, hermano del ante-rior y diputado republicano. Ingresóen el PSOE a los cuarenta años,cuando era catedrático de la Uni-versidad de Granada, distrito por elque ese mismo año ganó un acta dediputado, en disputa con el caci-quismo local. Fue miembro del go-bierno provisional de la República,ministro con Manuel Azaña y em-bajador en Washington durante laGuerra Civil. En 1974 Virgilio Za-patero publicó un primer libro sobreél, Fernando de los Ríos: una biogra-fía política, que ha sido reeditadohace pocos años, y ahora OctavioRuiz-Manjón ofrece una nueva bio-grafía, Fernando de los Ríos: un inte-lectual en el PSOE, basada en unaamplísima documentación. En rea-lidad no se trata de una biografía po-lítica ni de un estudio de su pensa-

    miento sino de un acercamiento ala personalidad y a la trayectoria vi-tal del biografiado, apoyado en su co-rrespondencia privada, sobre todo ladirigida a su mujer, a la que estuvosiempre muy unido. A pesar de laadvertencia de Unamuno sobre ladificultad del empeño, “el hombreque llegase a comprender a otro sa-bría toda la historia que hay que sa-ber”, al concluir el libro de Ruiz-Manjón el lector tiene la impresiónde haber entendido a un hombremuy representativo de lo que fuela historia de España en el primertercio del siglo XX.

    Octavio Ruiz-Manjón no haceapenas juicios de valor, pero en su li-bro se traslucen las contradicciones

    de su personaje. Representaba unestilo nuevo en el socialismo espa-ñol, más culto, más liberal, como loreflejaron unos versos atribuidos aFederico García Lorca: “Viva donFernando, barbas de santo, padredel socialismo de guante blanco”.Tras un viaje a la Rusia soviética,realizado en el año 1920, jugó un pa-pel decisivo para evitar que su par-tido se incorporara a la InternacionalComunista. Luego, frente a las ten-dencias acomodaticias de otros so-cialistas, se opuso a la pérdida de li-bertad que implicaba la dictadura dePrimo de Rivera y, en el año 1926,publicó un libro en que defendía unsentido humanista del socialismo.La crispación de los años treinta lellevó, sin embargo, a dudar del va-lor de la libertad y en 1933 le co-mentó en privado a Manuel Azañaque la República tendría que pasarpor una etapa de dictadura. Perocuando su partido adoptó la línea in-surreccional que condujo a la revo-lución de octubre del 34, sufrió unacrisis de conciencia, que Azaña tam-bién percibió y anotó en su diario.Más tarde, en el exilio, parece habervuelto a la concepción humanista

    del socialismo, lo que le llevó a la-mentar la trayectoria desu partido enlos últimos años. En los amargos díasde 1942 escribió a un amigo queaquel PSOE al que la España liberaly socialista debería recordar siemprecon orgullo había dejado de existir,como resultado de “la inundación desus cuadros y la rebeldía de sus Ju-ventudes”.

    Como embajador en Washingtonen los años de la guerra civil, sirvió ala República con una propagandaque, en aquellas circunstancias, sólopodía ser engañosa. Él era un hom-bre de gran sensibilidad espiritual,tan ajeno a la ortodoxia católica comorespetuoso hacia todas las formas dereligiosidad, como se refleja en unamagnífica carta de su esposa Gloriaque reproduce Ruiz-Manjón, perose sintió obligado a negar la eviden-cia de la persecución religiosa quedurante la guerra se produjo en el te-rritorio republicano, provocando unadura réplica del arzobispo de Balti-more. En tiempos de guerra creíanecesario sacrificar la verdad, aun-que se consolara con la reflexión deque el silencio ante las equivoca-ciones, los excesos y las injusticias,aun sin aprobarlas, constituía unamanera de servir a “la necesidad his-tórica de la transformación españo-la”. Las revoluciones tenían siempresu lado negativo, pero ello no de-bía llevar a condenarlas.

    JUAN AVILÉS

    L E T R A S / B I O G R A F Í A

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  • L E T R A S / B I O G R A F Í A

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    Jesús de NazaretBENEDICTO XVI

    Tr a d u c c i ó n d e C a rme n B a s Á l v a r e zL a E s f e r a d e l o s L i b r o s , 2 0 0 74 47 p á g i n a s , 1 9 ’ 5 0 e u r o s

    Juan Pablo II inauguró una prác-tica que no ha sido precisamen-te usual entre los obispos deRoma: la de escribir libros. En rea-lidad, la abundancia de textos pon-tificios de todo género es cosa del úl-timo tercio del siglo XIX. Lapublicación de encíclicas se desa-rrolló principalmente con León XIII(1878-1903) y, a eso, la aparición dela radio en el siglo XX añadió las alo-cuciones, que fueron muy frecuen-tes, sobre todo con Pío XII. No fuesino un reflejo del desenvolvimien-to de la comunicación escrita, en elprimer caso, y, en el segundo, de lapropensión a expresarse pública-mente. Son dos características delOccidente posterior a la revoluciónliberal. Lo que no había sido usualhasta el pontificado de Karol Wojty-la era que los papas –siendo papas–redactaran y publicaran libros. Be-nedicto XVI se suma a esa prácticacon una advertencia inicial que esmuy de agradecer: que de este libropueden disentir incluso los católicosmás fieles al obispo de Roma (cla-ro es que con fundamento). No esun libro de lo que suele denomi-narse “el magisterio de la Iglesia”,al menos no el del papa. Y es élquien lo dice. Es importante porqueese aluvión de textos pontificios harequerido que, en la redacción debastantes de ellos, intervengan per-sonas distintas que dan a unas mis-mas palabras acepciones tambiéndistintas, y pueden suscitar algúnequívoco.

    Al leer esa declaración inicial,este lector se preparó para encon-trarse con un texto donde el papaterciara en el viejo debate sobre lahistoricidad de los relatos evangéli-cos sobre Jesús de Nazaret. No es

    así. Se trata de un de-bate que ya ha aban-donado gran parte delos exégetas de mediomundo, y eso a favorde la historicidad. Lasevidencias paleográfi-cas y, sobre todo, lacomprobación de la fi-delidad del Nuevo Testamento a lasformas de vida que han ido descu-briendo arqueólogos y estudiosos demuy diversos saberes –incluso juris-tas que han estudiado el procesojudicial que llevó a la crucifixión– nodejan ya lugar a dudas. Bultmann yel bultmannismo han retrocedido so-bremanera. Pero lo que se ha im-puesto ahora es una exégesis en laque se habla de Jesucristo comopuro hombre, sin mencionar que esDios. De ahí, probablemente, que

    Benedicto XVI seocupe precisamentede esto y no de aque-llo. No es un libro po-lémico; pero quien co-nozca el trasfondoexegético de lo quedice leerá entre líne-as algunas cosas más.

    Intentaré precisaral máximo cuál es elenfoque del libro, por-que, como se verá, noes cosa fácil ni común:no es ni un libro dehistoria ni un libro deteología. Si acaso, es

    un libro de teología de la historia.Pero tampoco de teoría de teologíahistórica, sino de teología de la his-toria concreta que vivió Jesús de Na-zaret. El papa va eligiendo los mo-mentos más significativos de esavida (el bautismo, las tentaciones aque se vio sometido, el sermón delas bienaventuranzas que pronuncióen una montaña, el momento enque aconsejó que se rezara lo quehoy llamamos padrenuestro, la elec