El campo moderno La moda del aguacate

2
zamos todos a un cultivo y el consu- mo no va en proporción al aumento de la producción, saturamos la oferta y quemamos el mercado muy rápido», señala. Para Gregori, se trata de una crisis de modelo comercial que no pone en valor el producto, sino que «com- pite solo en precio con otros países como Sudáfrica o Egipto, que con poco que lo bajen ya te lo revientan». «Hemos dejado las clementinas cle- menules en el suelo y vamos a arran- car 25 fanegadas –cada una equivale a 831 metros cuadrados– para plantar la variedad Valencia porque su precio se mantiene», cuenta Daniel, un joven de 28 años encargado de gestionar va- rios campos en la localidad de Beni- fairó de los Valles. Él mismo también simboliza otro de los problemas del sector. En la Comunidad Valenciana, solo los titulares del 6 por ciento de las explotaciones tienen menos de 34 años. Mientras los trabajadores de la plantación cargan y pesan la fruta en cajones, Daniel lamenta que «todo son gastos y no es rentable» porque «es- tán entrando naranjas de otros países sin los controles que nos exigen a no- sotros». «Sale más barato dejarlo per- der que mantenerlo», indica señalan- do un campo abandonado enfrente del que ahora recoge la cosecha. Según la Ley de Estructuras Agrarias de la Ge- neralitat, el abandono de las tierras ha provocado la desaparición de casi la mitad de las explotaciones agrarias existentes hace diez años y una reducción de la superfi- U no de los personajes de las novelas con las que Blasco Ibáñez retrató la vida en la huerta valenciana se mos- traba cansado de la «monotonía de los naranjos y las palmeras». Más de un siglo después, la naranja junto a la mandarina, la uva, la almendra y las aceitunas siguen siendo los cultivos predominantes en la región. Pero qui- zás si Leonora, la protagonista de ‘En- tre naranjos’, viajara al presente, en- contraría más variedad en sus paseos por las fincas agrícolas. Fue precisamente a principios del siglo XX cuando la transformación de zonas de secano a regadío permitió extender el cultivo de frutas y horta- lizas en la Comunidad Valenciana. Los cítricos permanecen actualmente en la cúspide de un sector agroalimenta- rio dividido en pequeñas y medianas particiones de tierra de carácter fami- liar: casi ocho de cada diez explotacio- nes cuentan con menos de cinco hec- táreas y el tamaño medio en la Comu- nidad Valenciana ronda las cinco y media. Pero las variedades que en su día fueron garantía de éxito, ahora no fun- cionan. Los agricultores buscan alter- nativas o, incluso, otros productos dis- tintos a los tradicionales que les per- mitan rentabilizar al máximo sus campos. Con ellos, «perciben mejores precios porque ocupan un hueco de mercado nuevo, tienen un número de plantas limitado y se comercializan en la gran distribución europea en una gama de calidad gourmet», explican desde AVA-ASAJA, una de las organi- zaciones mayoritarias del sector. En- tre esos frutales que escapan de lo con- vencional destacan, por ejemplo, el kiwi o las mandarinas con variedades Orri y Tango. Un propósito, el de emprender para satisfacer la demanda del mercado y comercializar mejor el cultivo, que no está exento de riesgos, pero que per- sigue un único objetivo: poder vivir de la tierra que se trabaja. Para plantar alguna de estas variedades hay lista de espera. El caso más revelador es el del aguacate. Hace diez años apenas ocupaba 137 hectáreas en toda la re- gión. Hoy esas porciones de tierra se han multiplicado por quince, hasta las 2.121, según la Encuesta sobre Super- ficies y Rendimientos de Cultivos (Esyr- ce). En la era de las redes sociales y el auge del veganismo, la apariencia y lo exótico de este producto, además de TONI JIMÉNEZ sus múltiples usos y beneficios, han disparado su demanda entre los ‘mi- llennials’. También su precio. Es la fru- ta de moda y Valencia quiere su parte de la tostada. Pero, ¿cómo se ha llegado hasta aquí? La fiebre del caqui disparó hace una década el cultivo de este fruto en la Comunidad Valenciana. Entre 2010 y 2020, la producción se triplicó, des- de las 5.000 a las 15.000 hectáreas. Un ascenso meteórico que coincide con los años en los que el naranjo cedió te- rreno, pero que ya muestra síntomas de regresión por la guerra de precios –se llegaron a pagar a 70 céntimos el kilo, frente a los 22 actuales– y el veto ruso. Lo mismo ocurre con algunas va- riedades de naranja o con el granado, que también se ha desinflado fuera de la comarca de la Vega Baja, su ámbito natural. Campos enteros que se están arrancando para probar suerte con otro cultivo o, directamente, se están aban- donando ante la falta de viabilidad. El fracaso de estas alternativas, ex- plica Ferran Gregori, técnico de la Unión de Agricultores y Ganaderos de la Comunidad Valenciana –otra de las principales asociaciones agrarias–, viene motivado por una falta de pla- nificación a largo plazo. «Si nos lan- ∑∑∑ Más que una fruta Mariano Condomina (a la derecha) cultiva aguacates en Benifairó de los Valles desde hace quince años. Ahora es vicepresidente de una asociación de agricultores valencianos que busca obtener un sello de calidad diferenciado para su producto ROBER SOLSONA MÁS QUE NARANJOS La nueva huerta valenciana Los agricultores buscan alternativas a los cultivos tradicionales para sacar mayor provecho a sus tierras. A la moda en retroceso del caqui se suma ahora un nuevo producto que triunfa en el mercado: el aguacate El campo moderno La moda del aguacate La burbuja del caqui La saturación del mercado y el veto de Rusia han frenado en seco las expectativas con este fruto La naranja sigue siendo la reina La región tiene una superfície de 71.989 hectáreas dedicadas al cultivo de este cítrico, con 1.527 toneladas recogidas en 2019 ROBER SOLSONA 12 ENFOQUE ENFOQUE 13 ABC MARTES, 11 DE MAYO DE 2021 abc.es MARTES, 11 DE MAYO DE 2021 ABC abc.es

Transcript of El campo moderno La moda del aguacate

Page 1: El campo moderno La moda del aguacate

zamos todos a un cultivo y el consu-mo no va en proporción al aumento de la producción, saturamos la oferta y quemamos el mercado muy rápido», señala. Para Gregori, se trata de una crisis de modelo comercial que no pone en valor el producto, sino que «com-

pite solo en precio con otros países como Sudáfrica o Egipto, que con poco que lo bajen ya te lo revientan».

«Hemos dejado las clementinas cle-menules en el suelo y vamos a arran-car 25 fanegadas –cada una equivale a 831 metros cuadrados– para plantar la variedad Valencia porque su precio se mantiene», cuenta Daniel, un joven de 28 años encargado de gestionar va-rios campos en la localidad de Beni-fairó de los Valles. Él mismo también simboliza otro de los problemas del sector. En la Comunidad Valenciana, solo los titulares del 6 por ciento de las explotaciones tienen menos de 34

años. Mientras los trabajadores de la plantación cargan y pesan la fruta en cajones, Daniel lamenta que «todo son gastos y no es rentable» porque «es-tán entrando naranjas de otros países sin los controles que nos exigen a no-sotros». «Sale más barato dejarlo per-der que mantenerlo», indica señalan-do un campo abandonado enfrente del que ahora recoge la cosecha. Según la Ley de Estructuras Agrarias de la Ge-neralitat, el abandono de las tierras ha provocado la desaparición de casi la mitad de las explotaciones agrarias existentes hace diez años y una reducción de la superfi-

Uno de los personajes de las novelas con las que Blasco Ibáñez retrató la vida en la huerta valenciana se mos-

traba cansado de la «monotonía de los naranjos y las palmeras». Más de un siglo después, la naranja junto a la mandarina, la uva, la almendra y las aceitunas siguen siendo los cultivos predominantes en la región. Pero qui-zás si Leonora, la protagonista de ‘En-tre naranjos’, viajara al presente, en-contraría más variedad en sus paseos por las fincas agrícolas.

Fue precisamente a principios del siglo XX cuando la transformación de zonas de secano a regadío permitió extender el cultivo de frutas y horta-lizas en la Comunidad Valenciana. Los cítricos permanecen actualmente en la cúspide de un sector agroalimenta-rio dividido en pequeñas y medianas particiones de tierra de carácter fami-liar: casi ocho de cada diez explotacio-nes cuentan con menos de cinco hec-táreas y el tamaño medio en la Comu-nidad Valenciana ronda las cinco y media.

Pero las variedades que en su día fueron garantía de éxito, ahora no fun-cionan. Los agricultores buscan alter-nativas o, incluso, otros productos dis-tintos a los tradicionales que les per-mitan rentabilizar al máximo sus campos. Con ellos, «perciben mejores precios porque ocupan un hueco de mercado nuevo, tienen un número de plantas limitado y se comercializan en la gran distribución europea en una gama de calidad gourmet», explican desde AVA-ASAJA, una de las organi-zaciones mayoritarias del sector. En-tre esos frutales que escapan de lo con-vencional destacan, por ejemplo, el kiwi o las mandarinas con variedades Orri y Tango.

Un propósito, el de emprender para satisfacer la demanda del mercado y comercializar mejor el cultivo, que no está exento de riesgos, pero que per-sigue un único objetivo: poder vivir de la tierra que se trabaja. Para plantar alguna de estas variedades hay lista de espera. El caso más revelador es el del aguacate. Hace diez años apenas ocupaba 137 hectáreas en toda la re-gión. Hoy esas porciones de tierra se han multiplicado por quince, hasta las 2.121, según la Encuesta sobre Super-ficies y Rendimientos de Cultivos (Esyr-ce). En la era de las redes sociales y el auge del veganismo, la apariencia y lo exótico de este producto, además de

TONI JIMÉNEZ

sus múltiples usos y beneficios, han disparado su demanda entre los ‘mi-llennials’. También su precio. Es la fru-ta de moda y Valencia quiere su parte de la tostada.

Pero, ¿cómo se ha llegado hasta aquí? La fiebre del caqui disparó hace una década el cultivo de este fruto en la Comunidad Valenciana. Entre 2010 y 2020, la producción se triplicó, des-de las 5.000 a las 15.000 hectáreas. Un ascenso meteórico que coincide con los años en los que el naranjo cedió te-rreno, pero que ya muestra síntomas de regresión por la guerra de precios –se llegaron a pagar a 70 céntimos el

kilo, frente a los 22 actuales– y el veto ruso. Lo mismo ocurre con algunas va-riedades de naranja o con el granado, que también se ha desinflado fuera de la comarca de la Vega Baja, su ámbito natural. Campos enteros que se están arrancando para probar suerte con otro cultivo o, directamente, se están aban-donando ante la falta de viabilidad.

El fracaso de estas alternativas, ex-plica Ferran Gregori, técnico de la Unión de Agricultores y Ganaderos de la Comunidad Valenciana –otra de las principales asociaciones agrarias–, viene motivado por una falta de pla-nificación a largo plazo. «Si nos lan-

∑∑∑

Más que una fruta Mariano Condomina (a la derecha) cultiva aguacates

en Benifairó de los Valles desde hace quince años. Ahora es vicepresidente de una asociación de

agricultores valencianos que busca obtener un sello de calidad diferenciado para su producto

ROBER SOLSONA

MÁS QUE NARANJOS

La nueva huerta valenciana

Los agricultores buscan alternativas a los cultivos tradicionales para sacar mayor provecho a sus tierras. A la moda en retroceso del caqui se suma ahora un nuevo producto que triunfa en el mercado: el aguacate

El campo moderno La moda del aguacate

La burbuja del caqui La saturación del mercado y el veto de Rusia han frenado en seco las expectativas con este fruto

La naranja sigue siendo la reina La región tiene una superfície de 71.989 hectáreas dedicadas al cultivo de

este cítrico, con 1.527 toneladas recogidas en 2019

ROBER SOLSONA

12 ENFOQUE ENFOQUE 13ABC MARTES, 11 DE MAYO DE 2021abc.es

MARTES, 11 DE MAYO DE 2021 ABCabc.es

Page 2: El campo moderno La moda del aguacate

cie agraria útil superior al 11 por ciento. Con estas expec-

tativas, el técnico de la Unión defien-de que «la alternativa al cultivo de los cítricos es el mismo producto pero vis-to de otra manera». Nuevas varieda-des pigmentadas que aseguren la via-bilidad de la plantación, como míni-mo, durante unos cuantos años. Sin embargo, incide Ferran Gregori, todo esto requiere organización, investiga-ción y formación para identificar los nichos de mercado. También se hace necesaria, a su juicio, la intervención de la Administración a la hora de di-versificar el sector y llevar a cabo una política agraria «inexistente» duran-te muchos años.

El oro verde A pocos metros del bancal en el que Daniel recoge la naranja, Mariano Con-domina cultiva sus aguacates en una tierra en la que sus antepasados han visto crecer desde algarrobas hasta uva. Hace quince años que se lanzó a arrancar los naranjos, de forma pro-gresiva, para probar suerte con un fru-to que hasta entonces no tenía presen-cia en la zona. De las primeras cinco fanegadas y media, pasó a las 60 ac-tuales distribuidas en varios campos. De cada una de ellas salen de media, 1.250 kilos de aguacates. En toda Es-paña se produjeron du-rante la última campaña, según Asaja-Málaga, 81.000 toneladas. Ade-más, se facturaron 189,9 millones de euros, un 50 por ciento más que en la cosecha anterior. Este agricultor de 62 años se muestra «enamorado» de un producto «diferen-te y muy bueno» que «da valor a la tierra» y tiene muchas aplicaciones. «Si llueve o hace frío, el agua-cate no se estropea. En ese sentido, la naranja es muy delicada», comenta. Es un cultivo que ofrece más rentabilidad porque «no da faena», en comparación con las plagas que afectan al naranjo y tam-poco supone un consumo de agua de-senfrenado, como algunos, dice, quie-ren hacer creer.

Condomina defiende la perspecti-va de futuro de este fruto y no ve peli-gro en que se repita la saturación que ha llevado al fiasco algunos experi-mentos agrícolas. La viabilidad de las plantaciones de aguacates está ligada a las zonas cálidas en las que no se pro-ducen heladas –por encima de 0 y por debajo de 30 grados–, por lo que se re-duce su superficie útil en la Comuni-dad Valenciana a prácticamente tres comarcas. «Se está consumiendo mu-cho en Europa, se están abriendo nue-vos mercados y se tiene que saber ven-der el producto fuera». Pero el interés que suscita, sobre todo, es económi-co. «Se paga bastante bien porque hay demanda», puntualiza al tiempo que augura para el año que viene una bue-na cosecha. «Peor que la naranja no puede ir», razona confiado. El produc-

∑∑∑

El campo moderno La moda del aguacate

tor recibe entre 2,1 y 2,2 euros por kilo, aunque según la calidad, el tamaño o las fechas se puede llegar a pagar has-ta tres euros por kilo. Después se ven-de al consumidor rozando los cinco. Pese a ello, hay una reivindicación que se repite: la falta de implicación por parte de las instituciones. Los produc-tores valencianos de este exótico fru-to se han constituido en una asocia-ción, Asoproa, de la que Mariano es vi-cepresidente. El objetivo es conseguir una denominación de origen para el aguacate valenciano, una marca de ca-lidad que lo distinga del de otros paí-ses. Para ello están también en con-tacto con el resto de zonas de España en las que el aguacate tiene una pre-sencia destacada, como Andalucía. En el sur del país predomina la variedad llamada Hass, mientras que en la zona valenciana de Sagunto destaca la Lamb Hass, con una ventaja que Mariano pone en valor: «Una llega cuando se acaba la otra, por lo que hay un par de meses en los que la nuestra vale más dinero, porque la fruta de Perú toda-vía no ha llegado».

Con todo, Condomina advierte de una única plaga ante la que están «muy indefensos»: los robos. «Queda lo mí-nimo por vallar», lamenta. Pese a que están en contacto continuo con la Guar-dia Civil, es difícil identificar a los au-

tores de los hurtos por-que la mayoría ni siquie-ra se denuncian. Por ello, abogan por aumentar los controles en los comer-cios y mercados para ase-gurar la trazabilidad del producto. Quien también ha sufrido este problema en primera persona es Rafael Llácer, propieta-rio de una explotación de la variedad Hass en Si-mat de Valldigna –cerca de Gandía–, a quien ex-poliaron 50 plantas en 2017. A día de hoy, advier-te, siguen siendo un pro-ducto muy codiciado para las mafias.

Como curiosidad, Llácer destaca que los árboles que cultiva en sus cam-pos han sido modificados genética-mente para evitar que su sensibilidad a la humedad y a la fitóftora, un hon-go que acaba con ellos, les afecte. Por ello, cuando el agricultor se hace con la patente está obligado a localizar su plantación y se compromete a no re-producirla.

¿Futuro para los jóvenes? En el horizonte, este productor de 57 años ve «mucho potencial» en los nue-vos cultivos que emergen con el ase-soramiento y la orientación técnica que precisan. No obstante, al margen de esa reconversión de variedades, la búsqueda de nuevos mercados expor-tadores y la modernización de las in-fraestructuras agrarias, Rafael seña-la un problema fundamental para el futuro del campo valenciano: la falta de arraigo entre los más jóvenes, que no ven este sector una opción viable para salir adelante.

En hectáreas

Superficie de los frutales cítricos y no cítricosen la Comunidad Valenciana

Fuente: Encuesta sobre Superficies y Rendimientos Cultivos (ESYRCE). Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. ABC

Naranjo

Mandarino

Caqui

Aguacate

Pomelo

Almendro

Kiwi

Granado

Melocotonero y Nectarinas

71.159

91.757

2.474

51

335

107.555

0

2.046

6.951

78.980

88.480

5.469

137

629

94.544

19

2.366

5.434

73.775

77.541

14.659

366

488

90.958

287

4.264

5.492

71.989

70.824

15.640

2.121

796

92.831

393

4.417

3.710

2005 2010 20202015

Precios al alza La demanda de

aguacates en Europa provoca que el agricultor reciba hasta tres

euros por kilo

Robos continuos La mayoría de

los hurtos no se denuncian, por lo que es difícil seguir la pista del producto

ROBER SOLSONA

3,4 toneladas de aguacates valencianos en 2019 Es la cifra de producción que maneja la Generalitat tras haberse

triplicado el número de hectáreas en la última década

Lista de espera para cultivar con patentes Los árboles se plantan con modificaciones genéticas para evitar plagas y

la polinización se obtiene con colonias extras de abejorros

abc.es MARTES, 11 DE MAYO DE 2021 ABC14 ENFOQUE