El Bolivar de Marx

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7/31/2019 El Bolivar de Marx http://slidepdf.com/reader/full/el-bolivar-de-marx 1/30  Simón Bolívar Karl Marx Introducción José Aricó Epílogo Marcos Roitman Rosenmann Sara Martínez Cuadrado Diseño colección: Rossella Gentile  © Ediciones Sequitur, Madrid, 2001  Todos los derechos reservados Autorizada la edición digital en Rebelión.org por Sequitur con la compilación y coordinación editorial a cargo de Marcos Roitman Rosenmann ISBN: 84-95363-13-5 Depósito legal: M-18024-2001 impreso en España por: RSO Tamden 

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Simón Bolívar

Karl Marx

IntroducciónJosé Aricó

EpílogoMarcos Roitman Rosenmann

Sara Martínez Cuadrado

Diseño colección: Rossella Gentile  © Ediciones Sequitur, Madrid, 2001 

Todos los derechos reservados

Autorizada la edición digital en Rebelión.org por Sequitur con la compilación ycoordinación editorial a cargo de Marcos Roitman Rosenmann 

ISBN: 84-95363-13-5Depósito legal:M-18024-2001

impreso en España por:RSO Tamden 

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 Indice 

Introducción: El Bolívar de MarxJosé Aricó

Bolívar y PonteKarl Marx

EpílogoMarcos Roitman Rosenmann ySara Martínez Cuadrado

Introducción: El Bolívar de Marx 

José Aricó

Fue sin el duda el azar quien condujo a Marx a la redacción de su artículosobre Bolívar. Comprometido en 1857 por Charles Daña, director del New York Daily Tribune, para colaborar sobre temas de historia militar, biografías y otrosvarios en la New American Cyclopaedia que estaba preparando, Marx sedividió el trabajo con Engels y le tocó en suerte hacer el de Bolívar. Elresultado de las lecturas hechas para redactar su nota fue un sentimiento deanimadversión tan agudo con el personaje que no pudo menos que dar un tonosorprendentemente prejuicioso a su trabajo. Frente a los lógicos reparospuestos por Dana a un texto que se apartaba del lenguaje imparcialcaracterístico de este tipo de publicaciones, Marx admite en una carta a Engels

que se salió algo del tono enciclopédico pero que "hubiera sido pasarse de laraya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal ymiserable. Bolívar es el verdadero Soulouque" (1). Y la comparación resultareveladora porque es precisamente al nombre del emperador haitiano al quetanto Marx como Engels recurren para ridiculizar a Luis Napoleón III. El hechode que nunca antes Marx haya reparado en Bolívar y que puesto a escribirsobre él se sienta impulsado a elaborar una extensa y desusada diatriba en laque el revolucionario latinoamericano es identificado, a través de una tercerapersona, con una figura tan repudiada por él como el emperador francésevidencia con total claridad que Marx veía en Bolívar un remedo delbonapartismo, o mejor dicho un tipo de dictador bonapartista.

El artículo de Marx tuvo una extraña fortuna. Prácticamente desconocido hasta1934, en que fue incluido en la edición en ruso de las obras de Marx y Engels,Aníbal Ponce lo redescubrió para los lectores de habla española publicándoloen el primer número de su revista Dialéctica, en marzo de 1936. Desde 1937en adelante forma parte de la recopilación de trabajos de Marx y Engels sobreLa revolución española, aunque sin nota alguna de los editores comentando eltexto o justificando su inclusión. Todavía en 1951 el dirigente comunistanorteamericano William Foster lo citó favorablemente en su Outline Political History of the Americas, lo cual era explicable en términos de la aceptaciónacrítica no tanto de los textos de Marx como de las tendencias historiográficassoviéticas. Debemos recordar que durante un largo periodo (según los propioshistoriadores soviéticos, hasta los umbrales del XX congreso del PCUS) lasopiniones de los americanistas soviéticos, influidos decisivamente por VladimirMijáilovich Miroshevski y su escuela coincidían con la visión de Marx sobreBolívar, haciéndola extensiva a una caracterización negativa de las guerras deindependencia latinoamericanas. Enfatizando el limitado carácter nacional y

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popular del proceso revolucionario que condujo a la constitución de los estadosindependientes, sólo vieron en éste "un asunto propio de un puñado de'separatistas criollos' que no contaban con el apoyo de las masas populares".El juicio de Marx era trasladado incluso a las demás personalidades delmovimiento liberador y hasta al propio movimiento. Cuando estas posicionesfueron abandonadas, fue cuestionado también el juicio de Marx. En la segunda

edición en ruso de las obras de Marx y Engels (1959) se incluyó una severacrítica de las posiciones sostenidas en el citado artículo, aunque la explicaciónde tales errores se fundaba en las insuficiencias y la parcialidad de las fuentesutilizadas por Marx:

"Marx como es natural, no poseía en aquel tiempo otras fuentes a sudisposición que las obras de los autores mencionados, cuya parcialidad eraentonces poco conocida. Por consiguiente era inevitable que Marx elaborarauna opinión unilateral de la personalidad de Bolívar, tal como se refleja en esteensayo. Esa ambición de poder personal, magnificada en las obrasmencionadas, no pudo dejar de influir en la actitud de Marx hacia Bolívar"(cursivas nuestras).

Como vemos, los editores trataron elegantemente de zafarse de esta arduacuestión esbozando una respuesta que, en realidad, antes que una soluciónconstituía una mera excusa, porque la aceptación tan entusiasta por parte deMarx de una información nunca sometida a crítica -lo cual contradecía el estilode trabajo que lo caracterizaba- mostraba claramente la presencia de unprejuicio político firmemente enraizado. La respuesta de los editores, por lotanto, nos remite nuevamente al nudo del problema a dilucidar, porquedebemos preguntarnos hasta qué punto es verdad que Marx no disponía deotras fuentes que las mencionadas. Y si se demuestra, como creemos posible,que Marx dispuso de otras fuentes que eran favorables a su biografiado, lanueva pregunta que se nos plantea es por qué las dejó conscientemente delado.

Si aceptamos las aclaraciones hechas por Scaron en su presentación del textode Marx, la biografía de Bolívar fue escrita en una época en que el juicio en uncomienzo favorable al Libertador que tenían las más importantes figuras de lacultura europea "había cedido plaza a una animadversión punto menos quegeneral. Los liberales repudiaban el centralismo y autoritarismo de Bolívar; losrepublicanos detectaban recetas criptomonárquicas tras los esquemas deorganización política propuestos por el Libertador; los ideólogos de laexpansión europea -y esto nos parece lo decisivo- intuían certeramente en losplanes bolivarianos de unidad latinoamericana una voluntad de resistencia aaquella penetración" (2).

Este supuesto cambio de juicio es por Scaron simplemente recordado, como si

fuera una verdad de hecho, cuando en realidad hay elementos para pensarque sólo se trata de una opinión derivada, muy probablemente, de unacreencia no por extendida menos cuestionable: la de que el capitalismoeuropeo, y fundamentalmente el inglés -que constituía en nuestros países lanueva potencia por ese entonces hegemónica-, se oponía a la unidadlatinoamericana, y por tanto a los proyectos bolivarianos. El ejemplo de Brasilmuestra que por lo menos Inglaterra no tenía motivo alguno para temer lacreación de unidades políticas más vastas, capaces de mantener la paz y elorden interno, y por tanto de ofrecer mercados "seguros" a las exportacionesmetropolitanas y luego a las inversiones de capitales. Lo cual explica que elproyecto de organización americana esbozado por Bolívar haya contado con lasimpatía británica (3) Antes que una posición principista favorable a ladisgregación hispanoamericana, en el sentido de divide et impera, por temor a

la eventual capacidad de autonomía de la unidad latinoamericana, lo que temíaInglaterra era que una unidad impuesta forzadamente, y por tanto sobre basesinestables, acabara por "anular los esfuerzos por imponer algún orden a las

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unidades más pequeñas en que espontáneamente se había organizado laHispanoamérica pos-revolucionaria" (4).

En oposición a esta tendencia a descubrir en la conciencia europea de laépoca una animadversión por la figura de Bolívar, de la que Marx fueprejuiciosamente partícipe, son reveladoras las agudas observaciones hechas

por Draper en un artículo dedicado precisamente a este tema. A través de lacorrespondencia mantenida por Marx y Engels podemos reconstruir la formaen que ambos encararon la tarea encomendada por Daña. Sabemos porejemplo que, como era característico en él, Marx comenzó consultando losartículos que sobre el tema habían publicado otras enciclopedias de la época,como la Encyclopaedia Americana, la Encyclopaedia Britannica, la Penny Encyclopaedia, la Encyclopédie du XIX siécle, el Dictionnaire de la Conversation, el Brockhaus Conservations-Lexikon, etc. Al consultar el términoen los textos utilizados por Marx, Draper advierte que, curiosamente, éstos nosólo no critican a Bolívar sino que por el contrario son abiertamente favorablesa él, lo cual, a su vez, explica la molestia de Dana. Por otra parte, una de lasfuentes incluida como referencia al final del trabajo de Marx, las Memorias del general Müler, si bien censura los proyectos políticos bolivarianos, trata de

mantener frente al libertador una actitud imparcial, reconociéndole entre otrossus "inmensos servicios" prestados a la causa independentista. Scaron señalaque el hecho de que Marx se hubiera inclinado por los juicios de dos enemigosdeclarados de Bolívar, como eran Hippisley y Ducudray, y no por los másequilibrados de Miller, constituye una prueba de que "su actitud de entonceshacia lo latinoamericano era previa, no posterior, a la lectura de las obras enque se fundó para redactar la biografía de Bolívar". Lo cual constituye unargumento más en favor de lo sostenido por Draper y de lo que intentamosdemostrar en el presente trabajo. Marx redacta su diatriba no siguiendo el juiciode sus contemporáneos sino contrariándolo. Escoge a veces en formaarbitraria argumentos y datos que sirven para avalar suposición,desconociendo otros que su formación de "materialista histórico" le vedabahacer, y todo esto al servicio de una posición netamente contraria a un

personaje al que se empeña en identificar con el más odiado de sus enemigos.Debemos coincidir entonces con Draper cuando concluye que fue unaevaluación política la que indujo a Marx a interpretar a Bolívar como autoritarioy bonapartista y proyectar, como solía hacerlo, su hostilidad política al conjuntode las actividades y hasta a la propia personalidad del libertador, del que seburla encarnizadamente a lo largo de su extenso ensayo. En conclusión, no fuepor el desconocimiento de datos imprescindibles ni por haber tenido al alcancede la mano sólo fuentes tendenciosas por lo que la actitud personal y políticade Marx fue tan violentamente antibolivariana, sino por su radical discrepanciacon respecto a la visión, a las metas y a los actos antidemocráticos de Bolívar.

Si aceptamos, aun como hipótesis de trabajo, que fueron consideracionespolíticas las que arrastraron a Marx a la adopción de una actitud tan prejuiciosasobre Bolívar y lo que esto implicó de incomprensión sobre las característicasde Latinoamérica y la naturaleza de su movimiento real, se trata ahora de vermás detenidamente cómo, en el propio texto sobre Bolívar, afloran dos líneasde pensamiento subyacente en las elaboraciones de Marx desde su juventud.Estimuladas por su evaluación política negativa del fenómeno latinoamericanoreaparecen en forma encubierta ambas líneas de pensamiento de raigambrehegeliana, aunque la primera implique una adhesión modificada de aquelpensamiento, mientras que la segunda exprese el rechazo del hegelianismo eneste terreno. El razonamiento adoptado es el que se vincula con la noción delos "pueblos sin historia"; en tanto que el negado se refiere al papel del estadocomo instancia productora de la sociedad civil.

Permítasenos retomar sobre el tema de la ahistoricidad de ciertos pueblos paratratar de dilucidar desde qué aspecto ella pudo ser recuperada por Marx. Deberecordarse que la noción de "pueblos sin historia" no alude en Hegel solamente

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a un carácter de ausencia de potencia o virilidad expansiva sino a una nociónmás radical y necesaria de su sistema: a la de la racionalidad del devenir. En lamedida en que el proceso general, y el histórico humano dentro del mismo, noes en Hegel un acontecimiento exterior sino inmanente al desarrollo de lo real(el Espíritu universal), un aspecto central del esfuerzo teórico hegeliano pasapor mostrar precisamente la interioridad, la necesidad y por ende la

racionalidad de todas las grandes figuras adoptadas por este despliegue a lolargo de su desarrollo. Pero como esta racionalidad es pensada desde el puntode vista de la totalidad, los pueblos con destino histórico serán aquellos queestén en condiciones de recuperar, y al mismo tiempo negar, el conjunto de lasdiversas figuras desplegadas a lo largo de una historia que esté en condicionesde operar como continente sintetizador de aquella herencia. De ahí que lanoción de historicidad hegeliana implique la negación de la "positividad" o, loque es lo mismo, la negación de la exterioridad en cuanto que reinado de laarbitrariedad, del absurdo y, en definitiva, de la irracionalidad. Elementos estosúltimos que aparecen condicionando fuertemente la lectura que hace Marx delos sucesos históricos protagonizados por Bolívar, descritos como una suma decasualidades y de hechos gratuitos o "positivos", es decir contingentes, porejemplo, cuando Marx anota que, como consecuencia de las sucesivas

derrotas derivadas de la manifiesta incapacidad militar de Bolívar, "a unadefección seguía la otra, y todo parecía encaminarse a un descalabro total. Enese momento extremadamente crítico, una conjunción de sucesos afortunados  modificó nuevamente el curso de las cosas." Quizá pocas veces como en estaoportunidad se le aplicaría al propio Marx la crítica que éste le hiciera en otraoportunidad a Víctor Hugo por el modo de presentar el golpe de Estado de suodiado Luis Napoleón: "En cuanto al acontecimiento mismo, parece, en suobra, un rayo que cayese de un cielo sereno". Lo cual permite pensar que laxenofilia que recorre todo el texto de Marx sobre Bolívar se debafundamentalmente a esta ubicación de la racionalidad en los representantes deaquellos "pueblos sin historia" donde la inexistencia en los hechos de unalucha de clases impida explicar a partir de ésta "las circunstancias y lascondiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el

papel de héroe". Y podemos citar al respecto un nuevo párrafo donde lacontraposición es tajante e ilustrativa "Bolívar marchó hacia Pamplona, dondepasó más de dos meses en festejos y saraos [...] Con un tesoro de unos2.000.000 de dólares, obtenidos de los habitantes de Nueva Granada mediantecontribuciones forzosas, y disponiendo de una fuerza de aproximadamente9.000 hombres, un tercio de los cuales eran ingleses, irlandeses, hannoverianoy otros extranjeros bien disciplinados [...]".

En síntesis, puede afirmarse que fue a través del privilegiamiento del carácterarbitrario, absurdo e irracional del proceso latinoamericano -a causa de laimposibilidad de visualizar en él la presencia de una lucha de clases definitoriade su movimiento real y por tanto fundante de su sistematización lógico-histórica- que Marx se vio conducido a reflotar la noción, siempre presente en

el trasfondo de su pensamiento, de "pueblos sin historia". Pero no ya entendidade una manera abstracta, como se inclinan a pensar quienes quieren explicartodo por las creencias prejuiciosamente eurocéntricas de Marx, sino como uncírculo temático dentro del cual gira el fantasma de la irracionalidad o lapositividad en la historia. Lo cual, como es lógico, nos remite a algo que nopertenece exclusivamente al pensamiento marxiano sino que constituye lalínea dominante del pensamiento occidental, del que aquél forma parteinseparable: la búsqueda de una legalidad histórica de los procesos sociales.

Pero si esto es así nos vemos obligados a planteamos una nueva pregunta:¿por qué Marx, que con tanta sutileza y profundidad trató de desentrañar otrascoyunturas históricas sumamente complejas para hallar su "núcleo radical",pudo percibir los sucesos bolivarianos -y por extensión el fenómeno deLatinoamérica- como sumergidos en un contexto francamente irracional? Ennuestra opinión, puede postularse con suficientes razones que sobre esta

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forma hegelianizante de percibir el proceso operó el segundo principio quehemos señalado, cual es el de la resistencia de Marx a reconocer en el estadouna capacidad de "producción" de la sociedad civil y, por extensión, de lapropia nación. La "ceguera" teórica de Marx derivaría, entonces, del círculovicioso en que acabó por encerrarse su pensamiento.

Recordemos que la concepción hegeliana de la "dialéctica de los espíritus delos varios pueblos particulares" reconocía a cada uno de ellos la posibilidad de"llenar sólo un grado y a ejecutar sólo una misión en la acción total". En elpasado, no a todos los pueblos les cupo esta tarea sino única y exclusivamentea aquellos que por sus disposiciones naturales y espirituales estuvieron encondiciones de crear un vigoroso sistema estatal mediante el cual lograronimponerse sobre los demás. Según Hegel, "en la existencia de un pueblo, el finesencial es ser un estado y mantenerse como tal: un pueblo sin formaciónpolítica [...] no tiene propiamente historia; sin historia existían los pueblos antesde la formación del estado, y otros también existen ahora como nacionessalvajes". A partir de tal consideración Hegel pensaba que un pueblo al que leresultara indiferente poseer un estado propio dejaría rápidamente de ser unpueblo. Pero como América era para Hegel el continente del porvenir, la

potencial historicidad de sus pueblos estaba en su capacidad de devenirestados, capacidad que, por ser desplazada a un futuro en el que la relaciónentre hombre y espacio geográfico habría de modificarse, dejaba abierta unaproblemática que, como tal, escapaba a la filosofía, pero no necesariamente ala política. Porque si dejamos de lado el punto de vista de la "filosofía de lahistoria universal" desde el cual Hegel analizaba América y retomamos suconcepción del estado como "productor" de la sociedad civil y de la nación, esnecesario admitir que dicha concepción tenía la enorme virtud de mantener " lariqueza de interrelaciones que unen la política a lo político-institucional, lossujetos sociales a la esfera estatal, con sus múltiples articulaciones y con sucompleja dimensión de 'legitimación'" (5). Y es esto precisamente lo que tiendea perder de vista el pensamiento marxiano al operar una proyección elíptica dela inmanencia sectorial de lo "económico" sobre la totalidad de las relaciones

sociales y de su historia en cuanto que permanente transformación. El rechazode la concepción hegeliana del estado tuvo el efecto contradictorio de obnubilarsu visión de un proceso caracterizado por una relación asimétrica entreeconomía y política, de modo tal que no pudiendo individualizar el "núcleoradical" fundante del proceso -la "ley del movimiento" de la sociedad-, Marxredujo la "política" a puro arbitrio, sin poder comprender que era precisamenteen esa instancia donde el proceso de construcción estatal tendía a coagularse.Recordemos que la negación del estado como centro productor de la sociedadcivil es un principio constitutivo del pensamiento de Marx. No es por azar quesu Crítica de la filoso fía hegeliana del derecho se inicia prácticamente con elcuestionamiento del párrafo 262 de la Filosofía del derecho de Hegel, o sea,allí precisamente donde se afirma la productividad de la sociedad civil, o dichode otro modo de la "economía", por el estado, esto es por la "política". Hegel

afirma allí que la "idea efectivamente real -el espíritu- se divide en las dosesferas ideales de su concepto, la familia y la sociedad civil [...] Reparte así enesas esferas el material de su realidad finita". Más explícitamente, en el párrafo263 utiliza la metáfora del sistema nervioso central para equipararla al estado,y aclara definitivamente que el estado requiere como momentos interiores almismo el desarrollo de la familia y de la sociedad civil, aun cuando estas dosúltimas esferas sólo puedan devenir "efectivamente reales" cuando estánencuadradas estatalmente, o sea cuando "las leyes que las gobiernan son lasinstituciones de la racionalidad que aparecen en ellas".

¿Pero en qué consiste institucionalmente el estado hegeliano? Basta citar ladescripción que de él hace Eric Weil para advertir cuánto se le aproximaba elproyecto bolivariano de nuevo estado a formar. "Este estado -dice Weil- es unamonarquía constitucional, fuertemente centralizada en su administración,descentralizada en cuanto a los intereses económicos, con un cuerpo de

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funcionarios profesionales, sin religión de estado, absolutamente soberanotanto en lo exterior como en lo interno". Descripción ésta que coincide con lahecha por Marx en su conocida referencia crítica al estado francés incluida enEl Dieciocho Brumario: "Este poder ejecutivo, con una inmensa organizaciónburocrática y militar, con su compleja y artificiosa maquinaria de estado, unejército de funcionarios que suma medio millón de hombres, junto a un ejército

de otro medio millón de hombres, este espantoso organismo parasitario que seciñe como una red al cuerpo de la sociedad francesa y le tapona todos losporos, surgió en la época de la monarquía absoluta, de la decadencia delrégimen feudal, que dicho organismo contribuyó a acelerar [...] Napoleónperfeccionó esta máquina del estado [...] Todas las revolucionesperfeccionaban esta máquina, en vez de destrozarla". Sin embargo esta réplicadel estado hegeliano que Marx ve reproducirse de manera agudizada en lasituación de "autonomización del ejecutivo" característica del Segundo Imperio,no era sino una expresión lineal de una relación de fuerza ya previamenteconsolidada dentro de la esfera económico-productiva. Sin la presenciaclaramente delimitable de dicha esfera, su existencia era una falsa forma, puraarbitrariedad y autoritarismo.

A partir de todas estas consideraciones no resulta difícil imaginar de qué modoel Bolívar que Marx construye debía ser el heredero arbitrario y despótico deaquella tradición político-estatal contra la que siempre había combatido desdeuna doble perspectiva teórica y política. Teórica, por que la constitución mismade su pensamiento se realiza contra el sistema de Hegel, pero no contra unaparte cualquiera del mismo sino en oposición a su teoría política. En partecompartiendo así aun el clima jovenhegeliano, pero en parte desbordándolo enla medida en que su crítica no se limita al terreno de la alienación religiosa, el joven Marx desemboca en la crítica de la política como instancia autonomizadade la sociedad civil. En adelante, la crítica de la política será una directaemanación de la crítica de la economía política y del sistema marxianoresultarán finalmente excluidos una teoría y un análisis positivo de las formasinstitucionales y de las funciones de los político. La reiterada negativa a dotar

de eficacia propia a la esfera estatal derivaría, por tanto, no del estado"incompleto" en que quedó, en momentos de la muerte de Marx, su sistemaglobal, sino de las consecuencias inevitables de su propia modalidad deconstitución. Para Marx, reconocer el momento político en su autonomíaimplicaba retroceder a una problemática "prefeuerbachiana", es decir, yasuperada. El privilegiamiento del carácter "político" de ciertas situaciones, queno dejará de recorrer el pensamiento de Marx, pertenecerá más bien a los"puntos de fuga" del sistema, antes que ser un elemento necesariamentededucible del sistema mismo.

En consecuencia, es natural que sociedades como las latinoamericanas, en lasque el peso de la constitución "desde arriba" de la sociedad civil era tannotable, debían inaugurar una zona de penumbras dentro de la reflexiónmarxiana. Se explica así el énfasis puesto por Marx en su texto sobre Bolívar,en la incapacidad congénita del "estado bolivariano" para ordenarhegelianamente el mundo de la sociedad civil: "Pero, como la mayoría de suscompatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento y su dictaduradegeneró pronto en una anarquía militar, en la cual los asuntos másimportantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzaspúblicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas." Estaoposición teórica está a su vez sobredeterminada por el tipo de estadopropuesto por Hegel y realizado luego del fracaso de la revolución de 1848 enEuropa. La identificación de Bolívar con Soulouque, que había sido a su vezcomparado con Napoleón III, no es por ello casual, ya que este último era unaespecie de corporización sintetizadora de su oposición teórica al conceptoestatal hegeliano y de su oposición política al bonapartismo. De ningún modopodía Marx aceptar la legitimidad de un sistema político basado en la presenciaomnímoda de un dictador, ni tampoco admitir el principio hegeliano sobre el

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que parecía basarse: "El pueblo -dice Hegel en la Filosofía del derecho-,tomado sin sus monarcas y sin la articulación del todo que se vincula necesariae inmediatamente con ellos, es una masa carente de forma que no constituyeya un estado y a la que no le corresponde ninguna de las determinaciones queúnicamente existen en un todo formado y organizado: soberanía, gobierno,tribunales, autoridades, clases, etc.". Tampoco podía Marx admitir las

referencias positivas a la clase militar, en cuanto que "clase de launiversalidad", hechas por Hegel. Como es obvio, resultaban difícilmentecompatibles para un cuerpo de pensamiento que, como el marxiano, ubicaba ladensidad económico-social como instancia fundante de la historia y lacentralidad de la clase como sujeto de la misma.

La descalificación de Bolívar implicaba un riesgo que Marx fue incapaz desortear y del que nunca tuvo plena conciencia: la incomprensión delmovimiento en su conjunto. No es casual que dejándose llevar por su odio alautoritarismo bolivariano, concebido como dictadura "educativa" impuestacoercitivamente a masas que no parecían estar maduras para una sociedaddemocrática, Marx haya dejado de considerar lo que su propio método loimpulsaba a buscar en otros fenómenos sociales que analizó: la dinámica real

de las luchas de clases o de las fuerzas actuantes. Resulta así sorprendenteque no haya prestado atención alguna a las referencias acerca de la actitud delos distintos sectores sociales latinoamericanos ante la guerra deindependencia, las rebeliones campesinas o rurales contra las élites criollasque dirigían la revolución, la endebles de las apoyaturas políticas de dichasélites entre los sectores populares de la población, y más en particular entre losnegros y los indios, quienes tendían a sostener la causa de los españoles; elalcance de la abolición del pongo y la mita; la distinta característica de lasguerras de independencia entre el Sur, donde las élites urbanas habíanlogrado mantener el control del proceso evitando el peligro de una abiertaconfrontación entre pobres y ricos, y México, donde la revolución comenzósiendo una rebelión generalizada de campesinos y de indígenas; en fin, elprofundo temor que embarga a la clase gobernante ante la posibilidad de un

proceso que reprodujera los hechos de la sublevación indígena de TúpacAmaru, o la rebelión negra en Haití. Entre la disgregación política y social y lavoluntad revolucionaria de imponer un orden que pudiera asegurar la libertadde los individuos, entre la necesidad de destruir el viejo orden colonial y eltemor por abrir paso así a la rebelión incontrolada de las masas, el proyectobolivariano no se agotaba en el bonapartismo ni en su autoritarismo. Frente alas diversas opciones en que se fragmentaba el movimiento independentistacolocado ante una inabarcable heterogeneidad de la realidad continental.Bolívar se esforzó por llevar a cabo un proyecto que, habida cuenta de lahostilidad creciente hacia el radicalismo político que dominaba a las élitesgobernantes latinoamericanas desde 1815 en adelante, implantara un sistemabasado en un poder central de naturaleza tal como para desempeñar en lanueva situación el mismo papel que desempeñara el aparato administrativo,

eclesiástico y militar de la corona española. En cierto sentido Bolívar intentabarepetir en la América española lo que la monarquía portuguesa había logradohacer en el Brasil.

Dicho proyecto se basaba en dos grandes ideas fuerza compartidas por unimportante grupo que tuvo en Bolívar a su más audaz y constante exponente;dos principios fundamentales para la constitución de un estado moderno, enlos que sorprendentemente Marx no reparó aunque estuvieran en el trasfondode su pensamiento acerca de las condiciones que debían reunirse para laexistencia de estados "modernos". La primera de tales ideas fuerza apuntaba ala formación de una nacionalidad geográficamente extendida, capaz dedefender y promover el progreso económico ulterior no sólo frente a Españasino también al resto de las grandes potencias europeas.

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La segunda pugnaba por el establecimiento del orden político y social, con elpropósito de que la anarquía emergente de la naturaleza propia del procesoindependentista no acabara por invalidar el progreso económico y por sometera los pueblos a una tiranía aun más arbitraria y despótica que aquella contra lacual la revolución se había alzado (6).

Cuestionada hacia fines de la primera década revolucionaria la credibilidad delas soluciones monárquicas soñadas por los patriotas, cuando fuerondesbordados por el torbellino de la disgregación y el desorden, la únicaposibilidad de organización "nacional" -que por ese entonces seguía siendocontemplada desde una perspectiva continental- residía en la imposición de unpoder fuertemente centralizado basado en la presencia de un ordenconstitucional aceptado por las élites gobernantes locales y capaz de aseguraruna representación legitimada y segura a cada una de las fuerzas sociales enpugna. La virtuosidad republicana de los dirigentes aseguraría que el sistemano se desplazara hacia las formas opresivas de la libertad ciudadana que laIndependencia se había propuesto destruir. Sólo una unidad semejante podíalograr atraer, sin necesidad por esto de caer en otra forma de sujeción, elapoyo decisivo del capital británico, con el que se contaba imprescindiblemente

para la recuperación económica de un continente arruinado por las guerras.

Como tantas veces se ha señalado, el hecho de que este proyecto fueraderrotado no significa por sí mismo que hubiera sido utópico, que no expresaraa fuerzas sociales existentes en la realidad continental. Los planes de Bolívarno fracasaron simplemente porque no contaba con una poderosa clase socialque los hiciera suyos sino porque no existiendo tal clase las fuerzas socialesque se aglutinaban en torno al proyecto bolivariano, y que debían haber"sustituido" la ausencia de aquélla, carecían de la voluntad revolucionariasuficiente para hacer avanzar el proceso hasta un punto en el que un posibleretorno a la situación anterior resultara imposible. En otras palabras, se volvióirrealizable por la debilidad propia de las fuerzas que debían encarnarlo y por elprofundo temor que sentían ante la violencia destructiva de las masaspopulares. El recuerdo traumatizante de las rebeliones en la época colonial, lareacción conservadora y realista provocada en la élite criolla por la presenciaamenazante de masas "dispuestas a ser agitadas por cualquier demagogo ylanzadas contra los centros del orden, la cultura y las finanzas" corroía el débil jacobinismo que caracterizó aun a los más radicalizados representantes delmovimiento revolucionario. La perspectiva de hacer depender de laprofundización de la movilización popular el triunfo del nuevo ordenrevolucionario era temida "no sólo por los individuos de mentalidadconservadora, sino también por muchos de formación liberal, como Bolívar,que veían que la masa popular tenía más capacidad destructiva queconstructiva" (7). Pero si tales eran las complejas y peligrosas alternativas quese alzaban delante del movimiento independizador, la forma bonapartista yautoritaria del proyecto bolivariano no expresaba, como la entendió Marx, lascaracterísticas personales de un individuo sino la debilidad de un grupo socialavanzado que, en un contexto continental y mundial cuyo rasgo característicoera el ascenso de la contrarrevolución, sólo pudo proyectar la construcción deuna gran nación moderna a partir de la presencia de un estado fuerte,legitimado por un estamento profesional e intelectual que por sus propiasvirtudes fuera capaz de conformar una opinión pública favorable al sistema, ypor un ejército dispuesto a sofocar el subversivismo constante de las masaspopulares. Por lo que podemos afirmar que, traicionando lo que constituía laesencia de su manera de analizar los procesos sociales, Marx sustantivó en lapersona de Bolívar lo que se negó de hecho a analizar en la realidadlatinoamericana: las fuerzas sociales que provocaron su auge y decadencia.De ese modo idealista, el "movimiento real" fue sustituido por las desventurasde un falso héroe.

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Marx pudo abrirse a la comprensión de los fenómenos sociales del mundoeuropeo porque sumó a un conocimiento totalizador de la dinámica delcapitalismo en el mundo la determinación desprejuiciada de nuevos soportessociales de los procesos de transformación. Al analizar países como Irlanda,España, Rusia o Turquía descubrió siempre en ellos la presencia de esossoportes a los que atribuyó una vitalidad propia de tal magnitud como para

generar una revolución plebeya, popular, revolucionadora del conjunto de lasociedad como lo fue la revolución francesa. Para decirlo de algún modo, encada uno de ellos encontró los gérmenes de un nuevo " 1789". Es esoprecisamente lo que no pudo vislumbrar en América Latina. La ausencia devoluntad "nacional y popular" característica de las élites criollas que condujeronel proceso independentista estableció un límite de "visibilidad" del proceso queMarx no pudo superar y que resolvió paradójicamente a través de unmecanismo de negación. La debilidad de las élites políticas y socialeslatinoamericanas y la ausencia aún alveolar de una presencia autónoma de lasmasas populares debían conducirlo, y de hecho lo condujeron, a negar todotipo de legalidad propia de un proceso social al que sólo vio en sus elementosde arbitrariedad y de autoritarismo. Desde un punto de vista moral pudo justificarlo y hasta defenderlo; pero tanto teórica como políticamente le negó

cualquier grado de creatividad histórica. Y cuando en virtud de circunstanciasmuy especiales tuvo que analizar a una figura histórica excepcional,atravesada por la multiplicidad de determinaciones del contradictorio procesolatinoamericano, se rehusó a desplegar su formidable capacidad de análisis enel examen de una revolución dramáticamente colocada en la situación derealizarse "desde arriba".

A partir de todos los elementos que hemos tratado de incorporar a un análisisque, en las circunstancias actuales, aspira a ser una perspectiva de búsquedaantes que una tentativa de resolución, podemos problematizar de mejormanera la oclusión de una realidad que durante décadas caracterizó la historiadel movimiento socialista. La singularidad latinoamericana no pudo sercomprendida por dicho movimiento no tanto por el "eurocentrismo" de éste

como por las singularidades de aquélla. La condición ni periférica ni central delos estados-nación del continente; el hecho de haber sido el producto de unproceso al que gramscianamente podríamos definir como de revolución"pasiva"; el carácter esencialmente estatal de sus formaciones nacionales; eltemprano aislamiento o destrucción de aquellos procesos teñidos de una fuertepresencia de la movilización de masas, fueron todos elementos quecontribuyeron a hacer de América Latina un continente ajeno a la clásicadicotomía entre Europa y Asia que atraviesa la conciencia intelectual europeadesde la Ilustración hasta nuestros días.

Es por todo eso que resulta pobre, limitado y falso asignar al supuesto"eurocentrismo" marxiano el paradójico soslayamiento de la realidadlatinoamericana. La presencia obnubilante de los fenómenos de populismo quecaracterizan la historia de nuestros países en el siglo XX llegó curiosamente aidentificar eurocentrismo con resistencia a toda forma de bonapartismo o deautoritarismo. El resultado fue una fragmentación cada vez más acentuada delpensamiento de izquierda, dividido entre una aceptación del autoritarismocomo costo ineludible de todo proceso de democratización de las masas, y unliberalismo aristocratizante como único resguardo posible del proyecto de unasociedad futura, aun al precio de enajenarse el apoyo de las masas. Aceptar lacalificación de "eurocéntrico" con que se pretende explicar la oclusión marxianaimplica de hecho cuestionar el filón democrático, nacional y popular queconstituye una parte inescindible del pensamiento de Marx. Si es innegableque el proceso de constitución de las naciones latinoamericanas se realizó engran parte a espaldas y en contra de la voluntad de las masas populares,cuestionar la idea cara a algunos de la "progresividad" in nuce del desarrollo delas fuerzas productivas y de las formaciones estatales, significa de hechoreencontrarse con ese filón democrático y popular del marxismo. Es introducir

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un nuevo punto de partida, una nueva perspectiva "desde abajo" de losprocesos históricos, en los que la consideración de las masas populares, desus movimientos de constitución y de fragmentación, de sus formasexpresivas, de sus vinculaciones con las élites intelectuales o políticas, de suhomogeneidad interna, de sus mitos y valores, de su grado de supeditación oautonomía, que debería ser reivindicado como el único y verdadero criterio

marxista. Sólo así quizá se podría evitar esa permanente oscilación entre"objetivismo" y "subjetivismo" en que se debate aún hoy la historiografía y lateoría política marxistas, incapaces de dar cuenta de lo nuevo a fuerza deseguir atadas a lo viejo. De ahí que problematizar las razones de la resistenciade Marx a incorporar a su pensamiento la realidad del devenir estado de lasformaciones sociales latinoamericanas no sea un mero problemahistoriográfico o un vacuo ejercicio de "marxología", sino una más de lasmúltiples formas que puede y debe adoptar el marxismo para cuestionarse a símismo. Al rechazar el criterio de europeísimo de Marx como principioexplicativo válido para dar cuenta de su paradójica oclusión debemosinternamos por caminos intransitados que su genio desbrozó por primera vez,pero a los que la conversión de sus ideas en sistemas sepultó bajo exquisitosprocedimientos hermeneúticos. La crisis de un saber que intentó ser a la vez

completo y autosuficiente nos permite recuperar hoy esas verdaderas "sendasperdidas" del pensamiento de Marx. Y éstas, de un modo u otro, tienen elefecto contradictorio de mostramos los límites de validez de su método, altiempo que arrastran a la superficie filones de un pensamiento ocultos por añosen la tradición socialista. Cuestionando una tradición interpretativa hemosllegado a rozar ciertos núcleos problemáticos en los que los puntos de fuga delsistema marxiano aparecen como ofreciendo mayores posibilidades deproseguir una línea de búsqueda más adherente al espíritu de Marx. Y de esemodo el resultado logrado, aunque se funda quizás exageradamente más en lono dicho que en lo explícitamente afirmado por Marx, podrá contribuir en partea restituimos la heterodoxia de un pensamiento al que un movimiento históricode extraordinaria magnitud como el socialista insistió en ver sólo desde elcostado de una verdad incontrovertible.

México, 12 de marzo de 1980 

Publicado en 1980 en Lima, editorial CEDEP

Notas: 

1. Carta de Marx a Engels del 14 de febrero de 1958. En un escrito del 7 de junio de 1883, Engels afirmaque "el rey negro Soulouque, de Haití [fue] el verdadero prototipo de Luis Napoleón III".

2. Scaron, Pedro: Marx, Karl y Engels, Friedrich:  Materiales para la historia de América Latina. Cuadernosde Pasado y Presente, Nº 30. Buenos Aires, 1975. p 105.

3. Halperin Donghi, Tulio, Historia contemporánea de América Latina, Madrid, Alianza, 1969, pp. 146-75.

4. Ibid, p. 156.

5. Marramao, Giacomo, Lo político y sus transformaciones, Cuadernos de Pasado y Presente, Nº 95,1982, p.25.

6. Es verdaderamente sugestivo que Marx no reparara en la propuesta bolivariana de la formación de unagran nación andina capaz de unificar las diversas regiones en una estructura política única, con un poderfuertemente centralizado, cuando es notorio que su pensamiento en tomo a este problema estuvodominado por la idea de la dimensión geográfica como condicionante de la posibilidad de existencia delos estados. Aunque su concepto del problema nacional se fue matizando con el correr de los años,

sobrevivieron en él algunos elementos y uno de ellos es precisamente la idea de que las nacionespequeñas no eran eficazmente capaces de establecer una existencia política independiente bajocondiciones modernas. Enemigo de todo separatismo, de cualquier tipo de particularismo, Marx se sentía

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fuertemente inclinado a reconocer la legalidad propia de la lucha nacional de los grandes países; sinembargo, en el caso concreto de la Gran Colombia volvió a soslayar el problema de la lucha bolivarianapor impedir la balcanización de América para sólo considerar sus veleidades imperiales.

7. Tella, Torcuato di, "El laberinto bolivariano" en Desarrollo económico. 

Editado electrónicamente por C.D. Blest el 20 de octubre de 2004 

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Bolívar y Ponte 

Karl Marx

BOLÍVAR Y PONTE, Simón, el "Libertador" de Colombia, nació el 24 de juliode 1783 en Caracas y murió en San Pedro, cerca de Santa Marta, el 17 dediciembre de 1830. Descendía de una de las familias mantuanas, que en laépoca de la dominación española constituían la nobleza criolla en Venezuela.Con arreglo a la costumbre de los americanos acaudalados de la época, se leenvió Europa a la temprana edad de 14 años. De España pasó Francia yresidió por espacio de algunos años en París. En 1802 se casó en Madrid yregresó a Venezuela, donde su esposa falleció repentinamente de fiebreamarilla. Tras este suceso se trasladó por segunda vez a Europa y asistió en1804 a la coronación de Napoleón como emperador, hallándose presente,asimismo, cuando Bonaparte se ciñó la corona de hierro de Lombardía. En1809 volvió a su patria y, pese a las instancias de su primo José Félix Ribas,rehusó adherirse a la revolución que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810.Pero, con posterioridad a ese acontecimiento, aceptó la misión de ir a Londrespara comprar armas y gestionar la protección del gobierno británico. Elmarqués de Wellesley, a la sazón ministro de relaciones exteriores, enapariencia le dio buena acogida, pero Bolívar no obtuvo más que laautorización de exportar armas abonándolas al contado y pagando fuertesderechos. A su regreso de Londres se retiró a la vida privada, nuevamente,hasta que en septiembre de 1811 el general Miranda, por entoncescomandante en jefe de las fuerzas insurrectas de mar y tierra, lo persuadió deque aceptara el rango de teniente coronel en el estado mayor y el mando dePuerto Cabello, la principal plaza fuerte de Venezuela.

Cuando los prisioneros de guerra españoles, que Miranda enviabaregularmente a Puerto Cabello para tenerlos encerrados en la ciudadela,

lograron atacar por sorpresa la guardia y la dominaron, apoderándose de laciudadela, Bolívar, aunque los españoles estaban desarmados, mientras que éldisponía de una fuerte guarnición y de un gran arsenal, se embarcóprecipitadamente por la noche con ocho de sus oficiales, sin poner al tanto delo que ocurría ni a sus propias tropas; arribó al amanecer a Guaira y se retiró asu hacienda de San Mateo. Cuando la guarnición se enteró de la huida de sucomandante, abandonó en buen orden la plaza, que de inmediato ocuparon losespañoles al mando de Monteverde. Este acontecimiento inclinó la balanza afavor de España y forzó a Miranda a suscribir, el 26 de julio de 1812, porencargo del congreso, el tratado de La Victoria, que sometió nuevamente aVenezuela al dominio español. El 30 de julio llegó Miranda a La Guaira, con laintención embarcarse en una nave inglesa. Mientras visitaba al coronel ManuelMaría Casas, comandante de la plaza, se encontró con un grupo numeroso, en

el que se contaban don Miguel Peña y Simón Bolívar, que lo convencieron deque se quedara, por lo menos una noche, en la residencia de Casas. A las dosde la madrugada, encontrándose Miranda profundamente dormido. Casas,Peña y Bolívar se introdujeron en su habitación con cuatro soldados armados,se apoderaron precavidamente de su espada y su pistola, lo despertaron y conrudeza le ordenaron que se levantara y vistiera, tras lo cual lo engrillaron yentregaron a Monteverde. El jefe español lo remitió a Cádiz, donde Miranda,encadenado, murió después de vanos años de cautiverio. Ese acto, para cuya justificación se recurrió al pretexto de que Miranda había traicionado a su paíscon la capitulación de La Victoria, valió a Bolívar el especial favor deMonteverde, a tal punto que cuando el primero le solicitó su pasaporte, el jefeespañol declaró: "Debe satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, comorecompensa al servicio prestado al rey de España con la entrega de Miranda".

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Se autorizó así a Bolívar a que se embarcara con destino a Curazao, dondepermaneció seis semanas. Después, en compañía de su primo Ribas, setrasladó a la pequeña república de Cartagena. Ya antes de su arribo habíanhuido a Cartagena gran cantidad de soldados, excombatientes a las órdenesdel general Miranda. Ribas les propuso emprender una expedición contra losespañoles en Venezuela y reconocer a Bolívar como comandante en jefe. La

primera propuesta recibió una acogida entusiasta; la segunda fue resistida,aunque finalmente accedieron, a condición de que Ribas fuera el lugartenientede Bolívar. Manuel Rodríguez Torices, el presidente de la república deCartagena, agregó a los 300 soldados así reclutados para Bolívar otros 500hombres al mando de su primo Manuel Castillo. La expedición partió acomienzos de enero de 1813. Habiéndose producido rozamientos entre Bolívary Castillo respecto a quién tenía el mando supremo, el segundo se retirósúbitamente con sus granaderos. Bolívar, por su parte, propuso seguir elejemplo de Castillo y regresar a Cartagena, pero al final Ribas pudo persuadirlode que al menos prosiguiera en su ruta hasta Bogotá, en donde a la sazóntenía su sede el Congreso de Nueva Granada. Fueron allí muy bien acogidos,se les apoyó de mil maneras y el congreso los ascendió al rango de generales.Tras dividir su pequeño ejército en dos columnas, marcharon por distintos

caminos hacia Caracas. Cuanto más avanzaban, tanto más refuerzos recibían;los crueles excesos de los españoles hacían las veces, en todas partes, dereclutadores para el ejército independentista. La capacidad de resistencia delos españoles estaba quebrantada, de un lado porque las tres cuartas partesde su ejército se componían de nativos, que en cada encuentro se pasaban alenemigo; del otro debido a la cobardía de generales tales como Tízcar, Cajigaly Fierro, que a la menor oportunidad abandonaban a sus propias tropas. De talsuerte ocurrió que Santiago Marino, un joven sin formación, logró expulsar delas provincias de Cumaná y Barcelona a los españoles, al mismo tiempo queBolívar ganaba terreno en las provincias occidentales. La única resistenciaseria la opusieron los españoles a la columna de Ribas, quien no obstantederrotó al general Monteverde en Los Taguanes y lo obligó a encerrarse enPuerto Cabello con el resto de sus tropas.

Cuando el gobernador de Caracas, general Fierro, tuvo noticias de que seacercaba Bolívar, le envió parlamentarios para ofrecerle una capitulación, lacual se firmó en La Victoria. Pero Fierro, invadido por un pánico repentino y sinaguardar el regreso de sus propios emisarios, huyó secretamente por la nochey dejó a más de 1.500 españoles librados a la merced del enemigo. A Bolívarse le tributó entonces una entrada apoteósica. De pie, en un carro de triunfo,que arrastraban doce damiselas vestidas de blanco y ataviadas con los coloresnacionales, elegidas todas ellas entre las mejores familias caraqueñas, Bolívar,la cabeza descubierta y agitando un bastoncillo en la mano, fue llevado en unamedia hora desde la entrada la ciudad hasta su residencia. Se proclamó"Dictador y Libertador de las Provincias Occidentales de Venezuela" (Marinohabía adoptado el título de "Dictador de las Provincias Orientales"), creó la

"Orden del Libertador", formó un cuerpo de tropas escogidas a las quedenominó guardia de corps y se rodeó de la pompa propia de una corte. Pero,como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largoaliento y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual losasuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban lasfinanzas públicas y recurrían luego a medios odiosos para reorganizarlas. Deeste modo el novel entusiasmo popular se transformó en descontento, y lasdispersas fuerzas del enemigo dispusieron de tiempo para rehacerse. Mientrasque a comienzos de agosto de 1813 Monteverde estaba encerrado en lafortaleza de Puerto Cabello y al ejército español sólo le quedaba una angostafaja de tierra en el noroeste de Venezuela, apenas tres meses después elLibertador había perdido su prestigio y Caracas se hallaba amenazada por lasúbita aparición en sus cercanías de los españoles victoriosos, al mando deBoves. Para fortalecer su poder tambaleante Bolívar reunió, el I de enero de1814, una junta constituida por los vecinos caraqueños más influyentes y les

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manifestó que no deseaba soportar más tiempo el fardo de la dictadura.Hurtado de Mendoza, por su parte, fundamentó en un prolongado discurso "lanecesidad de que el poder supremo se mantuviese en las manos del generalBolívar hasta que el Congreso de Nueva Granada pudiera reunirse yVenezuela unificarse bajo un solo gobierno". Se aprobó esta propuesta y, detal modo, la dictadura recibió una sanción legal.

Durante algún tiempo se prosiguió la guerra contra los españoles, bajo la formade escaramuzas, sin que ninguno de los contrincantes obtuviera ventajasdecisivas. En junio de 1814 Boves, tras concentrar sus tropas, marchó deCalabozo hasta La Puerta, donde los dos dictadores, Bolívar y Marino, habíancombinado sus fuerzas. Boves las encontró allí y ordenó a sus unidades quelas atacaran sin dilación. Tras una breve resistencia. Bolívar huyó a Caracas,mientras que Marino se escabullía hacia Cumaná. Puerto Cabello y Valenciacayeron en las manos de Boves, que destacó dos columnas (una de ellas almando del coronel González) rumbo a Caracas, por distintas rutas. Ribasintentó en vano contener el avance de González. Tras la rendición de Caracasa este jefe. Bolívar evacuó a La Guaira, ordenó a los barcos surtos en el puertoque zarparan para Cumaná y se retiró con el resto de sus tropas hacia

Barcelona. Tras la derrota que Boves infligió a los insurrectos en Arguita, el 8de agosto de 1814, Bolívar abandonó furtivamente a sus tropas, esa mismanoche, para dirigirse apresuradamente y por atajos hacia Cumaná, donde pesea las airadas protestas de Ribas se embarcó de inmediato en el Bianchi, juntocon Marino y otros oficiales. Si Ribas, Páez y los demás generales hubieranseguido a los dictadores en su fuga, todo se habría perdido. Tratados comodesertores a su arribo a Juan Griego, isla Margarita, por el general Arismendi,quien les exigió que partieran, levaron anclas nuevamente hacia Carúpano,donde, habiéndolos recibido de manera análoga el coronel Bermúdez, sehicieron a la mar rumbo a Cartagena. Allí a fin de cohonestar su huida,publicaron una memoria de justificación, henchida de frases altisonantes.

Habiéndose sumado Bolívar a una conspiración para derrocar al gobierno deCartagena, tuvo que abandonar esa pequeña república y seguir viaje haciaTunja, donde estaba reunido el Congreso de la República Federal de NuevaGranada. La provincia de Cundinamarca, en ese entonces, estaba a la cabezade las provincias independientes que se negaban a suscribir el acuerdo federalneogranadino, mientras que Quito, Pasto, Santa Marta y otras provinciastodavía se hallaban en manos de los españoles. Bolívar, que llegó el 22 denoviembre de 1814 a Tunja, fue designado por el congreso comandante en jefede las fuerzas armadas federales y recibió la doble misión de obligar alpresidente de la provincia de Cundinamarca a que reconociera la autoridad delcongreso y de marchar luego sobre Santa Marta, el único puerto de marfortificado granadino aún en manos de los españoles. No presentó dificultadesel cumplimiento del primer cometido, puesto que Bogotá, la capital de laprovincia desafecta, carecía de fortificaciones. Aunque la ciudad habíacapitulado. Bolívar permitió a sus soldados que durante 48 horas la saquearan.En Santa Marta el general español Montalvo, disponía tan sólo de una débilguarnición de 200 hombres y de una plaza fuerte en pésimas condicionesdefensivas, tenía apalabrado ya un barco francés para asegurar su propiahuida; los vecinos, por su parte, enviaron un mensaje a Bolívar participándoleque, no bien apareciera, abrirían las puertas de la ciudad y expulsarían a laguarnición. Pero en vez de marchar contra los españoles de Santa Marta, talcomo se lo había ordenado el congreso. Bolívar se dejó arrastrar por suencono contra Castillo, el comandante de Cartagena, y actuando por su propiacuenta condujo sus tropas contra esta última ciudad, parte integral de laRepública Federal. Rechazado, acampó en La Popa, un cerro situadoaproximadamente a tiro de cañón de Cartagena. Por toda batería emplazó unpequeño cañón, contra una fortaleza artillada con unas 80 piezas. Pasó luegodel asedio al bloqueo, que duró hasta comienzos de mayo, sin más resultadoque la disminución de sus efectivos, por deserción o enfermedad, de 2.400 a

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700 hombres. En el ínterin una gran expedición española comandada por elgeneral Morillo y procedente de Cádiz había arribado a la isla Margarita, el 25de marzo de 1815. Morillo destacó de inmediato poderosos refuerzos a SantaMarta y poco después sus fuerzas se adueñaron de Cartagena. Previamente,empero, el 10 de mayo 1815, Bolívar se había embarcado con una docena deoficiales en un bergantín artillado, de bandera británica, rumbo a Jamaica. Una

vez llegado a este punto de refugio publicó una nueva proclama, en la que sepresentaba como la víctima de alguna facción o enemigo secreto y defendía sufuga ante los españoles como si se tratara de una renuncia al mando,efectuada en aras de la paz pública.

Durante su estancia de ocho meses en Kingston, los generales que habíadejado en Venezuela y el general Arismendi en la isla Margarita presentaronuna tenaz resistencia a las armas españolas. Pero después que Ribas, a quiénBolívar debía su renombre, cayera fusilado por los españoles tras la toma deMaturín, ocupó su lugar un hombre de condiciones militares aun másrelevantes. No pudiendo desempeñar, por su calidad de extranjero, un papelautónomo en la revolución sudamericana, este hombre decidió entrar alservicio de Bolívar. Se trataba de Luis Brion. Para prestar auxilios a los

revolucionarios se había hecho a la mar en Londres, rumbo a Cartagena, conuna corbeta de 24 cañones, equipada en gran parte a sus propias expensas ycargada con 14.000 fusiles y una gran cantidad de otros pertrechos. Habiendollegado demasiado tarde y no pudiendo ser útil a los rebeldes, puso proa haciaLos Cayos, en Haití, adonde muchos emigrados patriotas habían huido tras lacapitulación de Cartagena. Entretanto Bolívar se había trasladado también aPuerto Príncipe donde, a cambio de su promesa de liberar a los esclavos, elpresidente haitiano Pétion le ofreció un cuantioso apoyo material para unanueva expedición contra los españoles de Venezuela. En Los Cayos seencontró con Brion y los otros emigrados y en una junta general se propuso así mismo como jefe de la nueva expedición, bajo la condición de que, hasta laconvocatoria de un congreso general, él reuniría en sus manos los poderescivil y militar. Habiendo aceptado la mayoría esa condición, los expedicionarios

se hicieron a la mar el 16 de abril de 1816 con Bolívar como comandante yBrion en calidad de almirante. En Margarita, Bolívar logró ganar para su causaa Arismendi, el comandante de la isla, que había rechazado a los españoles atal punto que a éstos sólo les restaba un único punto de apoyo, Pampatar. Conla formal promesa de Bolívar de convocar un congreso nacional en Venezuelatan pronto como se hubiera hecho dueño del país, Arismendi hizo reunir una junta en la catedral de Villa del Norte y proclamó públicamente a Bolívar jefesupremo de las repúblicas de Venezuela y Nueva Granada. El 31 de mayo de1816 desembarcó Bolívar en Carúpano, pero no se atrevió a impedir queMarino y Piar se apartaran de él y efectuaran, por su propia cuenta, unacampaña contra Cumaná. Debilitado por esta separación y siguiendo losconsejos de Brion se hizo a la vela rumbo a Ocumare [de la Costa], adondearribó el 3 de julio de 1816 con 13 barcos, de los cuales sólo 7 estaban

artillados. Su ejército se componía tan sólo de 650 hombres, que aumentaron a800 por el reclutamiento de negros, cuya liberación había proclamado. EnOcumare difundió un nuevo manifiesto, en el que prometía "exterminar a lostiranos" y "convocar al pueblo para que designe sus diputados al congreso". Alavanzar en dirección a Valencia, se topó, no lejos de Ocumare, con el generalespañol Morales, a la cabeza de unos 200 soldados y 100 milicianos. Cuandolos cazadores de Morales dispersaron la vanguardia de Bolívar, éste, según untestigo ocular, perdió "toda presencia de ánimo y sin pronunciar palabra, en unsantiamén volvió grupas y huyó a rienda suelta hacia Ocumare, atravesó elpueblo a toda carrera, llegó a la bahía cercana, saltó del caballo, se introdujoen un bote y subió a bordo del Diana, dando orden a toda la escuadra de quelo siguiera a la pequeña isla de Bonaire y dejando a todos sus compañerosprivados del menor auxilio". Los reproches y exhortaciones de Brion loindujeron a reunirse con los demás jefes en la costa de Cumaná; no obstante,como lo recibieron inamistosamente y Piar lo amenazó con someterlo a un

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consejo de guerra por deserción y cobardía, sin tardanza volvió a partir rumboa Los Cayos. Tras meses y meses de esfuerzos, Brion logró finalmentepersuadir a la mayoría de los jefes militares venezolanos (que sentían lanecesidad de que hubiera un centro, aunque simplemente fuese nominal) deque llamaran una vez más a Bolívar como comandante en jefe, bajo lacondición expresa de que convocaría al congreso y no se inmiscuiría en la

administración civil. El 31 de diciembre de 1816 Bolívar arribó a Barcelona conlas armas, municiones y pertrechos proporcionados por Pétion. El 2 de enerode 1817 se le sumó Arismendi, y el día 4 Bolívar proclamó la ley marcial yanunció que todos los poderes estaban en sus manos. Pero 5 días despuésArismendi sufrió un descalabro en una emboscada que le tendieran losespañoles, y el dictador huyó a Barcelona. Las tropas se concentraronnuevamente en esa localidad, adonde Brion le envió tanto armas como nuevosrefuerzos, de tal suerte que pronto Bolívar dispuso de una nueva fuerza de1.100 hombres. El 5 de abril los españoles tomaron la ciudad de Barcelona, ylas tropas de los patriotas se replegaron hacia la Casa de la Misericordia, unedificio sito en las afueras. Por orden de Bolívar se cavaron algunas trincheras,pero de manera inapropiada para defender contra un ataque serio unaguarnición de 1.000 hombres. Bolívar abandonó la posición en la noche del 5

de abril, tras comunicar al coronel Freites, en quien delegó el mando, quebuscaría tropas de refresco y volvería a la brevedad. Freites rechazó unofrecimiento de capitulación, confiado en la promesa, y después del asalto fuedegollado por los españoles, al igual que toda la guarnición.

Piar, un hombre de color, originario de Curazao, concibió y puso en práctica laconquista de la Guayana, a cuyo efecto el almirante Brion lo apoyó con suscañoneras. El 20 de julio, ya liberado de los españoles todo el territorio, Piar,Brion, Zea, Marino, Arismendi y otros convocaron en Angostura un congresode las provincias y pusieron al frente del Ejecutivo un triunvirato; Brion, quedetestaba a Piar y se interesaba profundamente por Bolívar, ya que en el éxitodel mismo había puesto en juego su gran fortuna personal, logró que sedesignase al último como miembro del triunvirato, pese a que no se hallaba

presente. Al enterarse de ello Bolívar, abandonó su refugio y se presentó enAngostura, donde, alentado por Brion, disolvió el congreso y el triunvirato y losremplazó por un "Consejo Supremo de la Nación", del que se nombró jefe,mientras que Brion y Francisco Antonio Zea quedaron al frente, el primero de lasección militar y el segundo de la sección política. Sin embargo Piar, elconquistador de Guayana, que otrora había amenazado con someter a Bolívarante un consejo de guerra por deserción, no escatimaba sarcasmos contra el"Napoleón de las retiradas", y Bolívar aprobó por ello un plan para eliminarlo.Bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentadocontra la vida de Bolívar y aspirado al poder supremo. Piar fue llevado ante unconsejo de guerra presidido por Brion y, condenado a muerte, se le fusiló el 16de octubre de 1817. Su muerte llenó a Marino de pavor. Plenamenteconsciente de su propia insignificancia al hallarse privado del concurso de Piar,

Marino, en una carta abyectísima, calumnió públicamente a su amigovictimado, se dolió de su propia rivalidad con el Libertador y apeló a lainagotable magnanimidad de Bolívar.

La conquista de la Guayana por Piar había dado un vuelco total a la situación,en favor de los patriotas, pues esta provincia sola les proporcionaba másrecursos que las otras siete provincias venezolanas juntas. De ahí que todo elmundo confiara en que la nueva campaña anunciada por Bolívar en unaflamante proclama conduciría a la expulsión definitiva de los españoles. Eseprimer boletín, según el cual unas pequeñas partidas españolas queforrajeaban al retirarse de Calabozo eran "ejércitos que huían ante nuestrastropas victoriosas", no tenía por objetivo disipar tales esperanzas. Para hacerfrente a 4.000 españoles, que Morillo aún no había podido concentrar, disponíaBolívar de más de 9.000 hombres, bien armados y equipados,abundantemente provistos con todo lo necesario para la guerra. No obstante, a

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fines de mayo de 1818 Bolívar había perdido unas doce batallas y todas lasprovincias situadas al norte del Orinoco. Como dispersaba sus fuerzas,numéricamente superiores, éstas siempre eran batidas por separado. Bolívardejó la dirección de la guerra en manos de Páez y sus demás subordinados yse retiró a Angostura. A una defección seguía la otra, y todo parecíaencaminarse a un descalabro total.

En ese momento extremadamente crítico, una conjunción de sucesosafortunados modificó nuevamente el curso de las cosas. En Angostura Bolívarencontró a Santander, natural de Nueva Granada, quien le solicitó elementospara una invasión a ese territorio, ya que la población local estaba pronta paraalzarse en masa contra los españoles. Bolívar satisfizo hasta cierto punto esapetición. En el ínterin, llegó de Inglaterra una fuerte ayuda bajo la forma dehombres, buques y municiones, y oficiales ingleses, franceses, alemanes ypolacos afluyeron de todas partes a Angostura. Finalmente, el doctor [Juan]Germán Roscio, consternado por la estrella declinante de la revoluciónsudamericana, hizo su entrada en escena, logró el valimiento de Bolívar y loindujo a convocar, para el 15 de febrero de 1819, un congreso nacional, cuyasola mención demostró ser suficientemente poderosa para poner en pie un

nuevo ejército de aproximadamente 14.000 hombres, con lo cual Bolívar pudopasar nuevamente a la ofensiva.

Los oficiales extranjeros le aconsejaron diera a entender que proyectaba unataque contra Caracas para liberar a Venezuela del yugo español, induciendoasí a Morillo a retirar sus fuerzas de Nueva Granada y concentrarlas para ladefensa de aquel país, tras lo cual Bolívar debía volverse súbitamente hacia eloeste, unirse a las guerrillas de Santander y marchar sobre Bogotá. Paraejecutar ese plan. Bolívar salió el 24 de febrero de 1819 de Angostura,después de designar a Zea presidente del congreso y vicepresidente de larepública durante su ausencia. Gracias a las maniobras de Páez, losrevolucionarios batieron a Morillo y La Torre en Achaguas, y los habríananiquilado completamente si Bolívar hubiese sumado sus tropas a las de Páezy Marino. De todos modos, las victorias de Páez dieron por resultado laocupación de la provincia de Barinas, quedando expedita así la ruta haciaNueva Granada. Como aquí todo estaba preparado por Santander, las tropasextranjeras, compuestas fundamentalmente por ingleses, decidieron el destinode Nueva Granada merced ^ a las victorias sucesivas alcanzadas el 1 y 23 de julio y el 7 de agosto en la provincia de Tunja. El 12 de agosto Bolívar entrótriunfalmente a Bogotá, mientras que los españoles, contra los cuales sehabían sublevado todas las provincias de Nueva Granada, se atrincheraban enla ciudad fortificada de Mompós.

Tras dejar en funciones al congreso granadino y al general Santander comocomandante en jefe Bolívar marchó hacia Pamplona, donde pasó más de dos

meses en festejos y saraos. El 3 de noviembre llego a Mantecal, Venezuela,punto que había fijado a los jefes patriotas para que se le reunieran con sustropas Con un tesoro de unos 2.000.000 de dólares, obtenidos de loshabitantes de Nueva Granada mediante contribuciones forzosas, y disponiendode una fuerza de aproximadamente 9.000 hombres, un tercio de los cualeseran ingleses, irlandeses, hanoverianos y otros extranjeros bien disciplinados,Bolívar debía hacer frente a un enemigo privado de toda clase de recursos,cuyos efectivos se reducían a 4.500 hombres, las dos terceras partes de loscuales, además, eran nativos y mal podían, por ende, inspirar confianza a losespañoles. Habiéndose retirado Morillo de San Femando de Apure en direccióna San Carlos, Bolívar lo persiguió hasta Calabozo, de modo que ambosestados mayores enemigos se encontraban apenas a dos días de marcha eluno del otro. Si Bolívar hubiese avanzado con resolución, sus solas tropas

europeas habrían bastado para aniquilar a los españoles. Pero prefirióprolongar la guerra cinco años más.

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En octubre de 1819 el congreso de Angostura había forzado a renunciar a Zea,designado por Bolívar, y elegido en su lugar a Arismendi. No bien recibió estanoticia. Bolívar marchó con su k legión extranjera sobre Angostura, tomódesprevenido a Arismendi, cuya fuerza se reducía a 600 nativos, lo deportó ala isla Margarita e invistió nuevamente a Zea en su cargo y dignidades. Eldoctor Roscio, que había fascinado a Bolívar con las perspectivas de un poder

central, lo persuadió . de que proclamara a Nueva Granada y Venezuela como"República de Colombia", promulgase una constitución para el nuevo estado -redactada por Roscio- y permitiera la instalación de un congreso común paraambos países. El 20 de enero de 1820 Bolívar se encontraba de regreso enSan Fernando de Apure. El súbito retiro de su legión extranjera, más temidapor los españoles que un número diez veces mayor de colombianos, brindó aMorillo una nueva oportunidad de concentrar refuerzos. Por otra parte, lanoticia de que una poderosa expedición a las órdenes de 0'Donnell estaba apunto de partir de la Península, levantó los decaídos ánimos del partidoespañol. A pesar de que disponía de fuerzas holgadamente superiores, Bolívarse las arregló para no conseguir nada durante la campaña de 1820. Entretantollegó de Europa la noticia de que la revolución en la isla de León había puestoviolento fin a la programada expedición de 0'Donnell. En Nueva Granada, 15

de las 22 provincias se habían adherido al gobierno de Colombia, y a losespañoles sólo les restaban la fortaleza de Cartagena y el istmo de Panamá.En Venezuela, 6 de las 8 provincias se sometieron a las leyes colombianas. Talera el estado de cosas cuando Bolívar se dejó seducir por Morillo y entró con élen tratativas que tuvieron por resultado, el 25 de noviembre de 1820, laconcertación del convenio de Trujillo, por el que se establecía una tregua deseis meses. En el acuerdo de armisticio no figuraba una sola mención siquieraa la República de Colombia, pese a que el congreso había prohibido, a textoexpreso, la conclusión de ningún acuerdo con el jefe español si éste noreconocía previamente la independencia de la república.

El 17 de diciembre. Morillo, ansioso de desempeñar un papel en España, seembarcó en Puerto Cabello y delegó el mando supremo en Miguel de Latorre;

el 10 de marzo de 1821 Bolívar escribió a Latorre participándole que lashostilidades se reiniciarían al término de un plazo de 30 días. Los españolesocupaban una sólida posición en Carabobo, una aldea situadaaproximadamente a mitad de camino entre San Carlos y Valencia; pero en vezde reunir allí todas sus fuerzas, Latorre sólo había concentrado su primeradivisión, 2.500 infantes y unos 1.500 jinetes, mientras que Bolívar disponíaaproximadamente de 6.000 infantes, entre ellos la legión británica, integradapor 1.100 hombres, y 3.000 llaneros a caballo bajo el mando de Páez. Laposición del enemigo le pareció tan imponente a Bolívar, que propuso a suconsejo de guerra la concertación de una nueva tregua, idea que, sin embargo,rechazaron sus subalternos. A la cabeza de una columna constituidafundamentalmente por la legión británica, Páez, siguiendo un atajo, envolvió elala derecha del enemigo; ante la airosa ejecución de esa maniobra, Latorre fue

el primero de los españoles en huir a rienda suelta, no deteniéndose hastallegar . a Puerto Cabello, donde se encerró con el resto de sus tropas. Unrápido avance del ejército victorioso hubiera producido, inevitablemente, larendición de Puerto Cabello, pero Bolívar perdió su tiempo haciéndosehomenajear en Valencia y Caracas. El 21 de septiembre de 1821 la granfortaleza de Cartagena capituló ante Santander. Los últimos hechos de armasen Venezuela -el combate naval de Maracaibo en agosto de 1823 y la forzadarendición de Puerto Cabello en julio de 1824- fueron ambos la obra de Padilla.La revolución en la isla de León, que hizo imposible la partida de la expediciónde 0'Donnell, y el concurso de la legión británica, habían volcadoevidentemente la situación a favor de los colombianos.

El Congreso de Colombia inauguró sus sesiones en enero de 1821 en Cúcuta;el 30 de agosto promulgó la nueva constitución y, habiendo amenazado Bolívaruna vez más con renunciar, prorrogó los plenos poderes del Libertador. Una

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vez que éste hubo firmado la nueva carta constitucional, el congreso lo autorizóa emprender la campaña de Quito (1822), adonde se habían retirado losespañoles tras ser desalojados del istmo de Panamá por un levantamientogeneral de la población. Esta campaña, que finalizó con la incorporación deQuito, Pasto y Guayaquil a Colombia, se efectuó bajo la dirección nominal deBolívar y el general Sucre, pero los pocos éxitos alcanzados por el cuerpo de

ejército se debieron íntegramente a los oficiales británicos, y en particular alcoronel Sands. Durante las campañas contra los españoles en el Bajo y el AltoPerú (1823-1824) Bolívar ya no consideró necesario representar el papel decomandante en jefe, sino que delegó en el general Sucre la conducción de lacosa militar y restringió sus actividades a las entradas triunfales, losmanifiestos y la proclamación de constituciones. Mediante su guardia de corpscolombiana manipuló las decisiones del Congreso de Lima, que el 10 defebrero de 1823 le encomendó la dictadura; gracias a un nuevo simulacro derenuncia. Bolívar se aseguró la reelección como presidente de Colombia.Mientras tanto su posición se había fortalecido, en parte con el reconocimientooficial del nuevo estado por Inglaterra, en parte por la conquista de lasprovincias altoperuanas por Sucre, quién unificó a las últimas en una repúblicaindependiente, la de Bolivia. En este país, sometido a las bayonetas de Sucre,

Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo y proclamó el CódigoBoliviano, remedo del Code Napoleón. Proyectaba trasplantar ese código deBolivia al Perú, y de éste a Colombia, y mantener a raya a los dos primerosestados por medio de tropas colombianas, y al último mediante la legiónextranjera y soldados peruanos. Valiéndose de la violencia, pero también de laintriga, de hecho logró imponer, aunque tan sólo por unas pocas semanas, sucódigo al Perú. Como presidente y libertador de Colombia, protector y dictadordel Perú y padrino de Bolivia, había alcanzado la cúspide de su gloria. Pero enColombia había surgido un serio antagonismo entre los centralistas, obolivistas, y los federalistas, denominación esta última bajo la cual losenemigos de la anarquía militar se habían asociado a los rivales militares deBolívar. Cuando el Congreso de Colombia, a instancias de Bolívar, formuló unaacusación contra Páez, vicepresidente de Venezuela, el último respondió con

una revuelta abierta, que contaba secretamente con el apoyo y aliento delpropio Bolívar; éste, en efecto, necesitaba sublevaciones como pretexto paraabolir la constitución y reimplantar la dictadura. A su regreso del Perú, Bolívartrajo, además de su guardia de corps, 1.800 soldados peruanos,presuntamente para combatir a los federalistas alzados. Pero al encontrarsecon Páez en Puerto Cabello no sólo lo confirmó como máxima autoridad enVenezuela, no sólo proclamó la amnistía para los rebeldes, sino que tomópartido abiertamente por ellos y vituperó a los defensores de la constitución; eldecreto del 23 de noviembre de 1826, promulgado en Bogotá, le concediópoderes dictatoriales.

En el año 1826, cuando su poder comenzaba a declinar, logró reunir uncongreso en Panamá, con el objeto aparente de aprobar un nuevo código

democrático internacional. Llegaron plenipotenciarios de Colombia, Brasil, LaPlata, Bolivia, México, Guatemala, etc. La intención real de Bolívar era unificara toda América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser élmismo. Mientras daba así amplio vuelo a sus sueños de ligar medio mundo asu nombre, el poder efectivo se le escurría rápidamente de las manos. Lastropas colombianas destacadas en el Perú, al tener noticia de los preparativosque efectuaba Bolívar para introducir el Código Boliviano, desencadenaron unaviolenta insurrección. Los peruanos eligieron al general La Mar presidente desu república, ayudaron a los bolivianos a expulsar del país las tropascolombianas y emprendieron incluso una victoriosa guerra contra Colombia,finalizada por un tratado que redujo a este país a sus límites primitivos,estableció la igualdad de ambos países y separó las deudas públicas de uno yotro. La Convención de Ocaña, convocada por Bolívar para reformar laconstitución de modo que su poder no encontrara trabas, se inauguró el 2 demarzo de 1828 con la lectura de un mensaje cuidadosamente redactado, en el

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que se realzaba la necesidad de otorgar nuevos poderes al ejecutivo.Habiéndose evidenciado, sin embargo, que el proyecto de reformaconstitucional diferiría esencialmente del previsto en un principio, los amigos deBolívar abandonaron la convención dejándola sin quórum, con lo cual lasactividades de la asamblea tocaron a su fin. Bolívar, desde una casa de camposituada a algunas millas de Ocaña, publicó un nuevo manifiesto en el que

pretendía estar irritado con los pasos dados por sus partidarios, pero al mismotiempo atacaba al congreso, exhortaba a las provincias a que adoptaranmedidas extraordinarias y se declaraba dispuesto a tomar sobre sí la carga delpoder si ésta recaía en sus hombros. Bajo la presión de sus bayonetas,cabildos abiertos reunidos en Caracas, Cartagena y Bogotá, adonde se habíatrasladado Bolívar, lo invisteron nuevamente con los poderes dictatoriales. Unaintentona de asesinarlo en su propio dormitorio en Bogotá, de la cual se salvósólo porque saltó de un balcón en plena noche y permaneció agazapado bajoun puente, le permitió ejercer durante algún tiempo una especie de terrormilitar. Bolívar, sin embargo, se guardó de poner la mano sobre Santander,pese a que éste había participado en la conjura, mientras que hizo matar algeneral Padilla, cuya culpabilidad no había sido demostrada en absoluto, peroque por ser hombre de color no podía ofrecer resistencia alguna.

En 1829, la encarnizada lucha de las facciones desgarraba a la república yBolívar, en un nuevo llamado a la ciudadanía, la exhortó a expresar sincortapisas sus deseos en lo tocante a posibles modificaciones de laconstitución. Como respuesta a ese manifiesto, una asamblea de notablesreunida en Caracas le reprochó públicamente su ambiciones, puso aldescubierto las deficiencias de gobierno, proclamó la separación de Venezuelacon respecto a Colombia y colocó al frente de la primera al general Páez. ElSenado de Colombia respaldó a Bolívar, pero nuevas insurrecciones estallaronen diversos lugares.

Tras haber dimitido por quinta vez, en enero de 1830 Bolívar aceptó de nuevola presidencia y abandonó Bogotá para guerrear contra Páez en nombre delcongreso colombiano. A fines de marzo de 1830 avanzó a la cabeza de 8.000hombres, tomó Caracuta, que se había sublevado, y se dirigió hacia laprovincia de Maracaibo, donde Páez lo esperaba con 12.000 hombres en unafuerte posición. No bien Bolívar se enteró de que Páez proyectaba combatirseriamente, flaqueó su valor. Por un instante, incluso, pensó someterse a Páezy pronunciarse contra el congreso. Pero decreció el ascendiente de suspartidarios en ese cuerpo y Bolívar se vio obligado a presentar su dimisión yaque se le dio a entender que esta vez tendría que atenerse a su palabra y que,a condición de que se retirara al extranjero, se le concedería una pensiónanual. El 27 de abril de 1830, por consiguiente, presentó su renuncia ante elcongreso. Con la esperanza, sin embargo, de recuperar el poder gracias a lainfluencia de sus adeptos, y debido a que se había iniciado un movimiento dereacción contra Joaquín Mosquera, el nuevo presidente de Colombia, Bolívarfue postergando su partida de Bogotá y se las ingenió para prolongar suestancia en San Pedro hasta fines de 1830, momento en que falleciórepentinamente.

Ducoudray-Holstein nos ha dejado de Bolívar el siguiente retrato: "SimónBolívar mide cinco pies y cuatro pulgadas de estatura, su rostro es enjuto, demejilla hundidas, y su tez pardusca y lívida; los ojos, ni grandes ni pequeños,se hunden profundamente en las órbitas; su cabello es ralo. El bigote le da unaspecto sombrío y feroz, particularmente cuando se irrita. Todo su cuerpo esflaco y descarnado. Su aspecto es el de un hombre de 65 años. Al caminaragita incesantemente los brazos. No puede andar mucho a pie y se fatigapronto. Le agrada tenderse o sentarse en la hamaca. Tiene frecuentes y

súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamacay se desata en improperios y maldiciones contra cuantos le rodean. Le gustaproferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de

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carácter liviano, es un jinete consumado y baila valses con pasión. Le agradaoírse hablar, y pronunciar brindis le deleita. En la adversidad, y cuando estáprivado de ayuda exterior, resulta completamente exento de pasiones yarranques temperamentales. Entonces se vuelve apacible, paciente, afable yhasta humilde. Oculta magistralmente sus defectos bajo la urbanidad de unhombre educado en el llamado beau monde, posee un talento casi asiático

para el disimulo y conoce mucho mejor a los hombres que la mayor parte desus compatriotas."

Por un decreto del Congreso de Nueva Granada, los restos mortales de Bolívarfueron trasladados en 1842 a Caracas, donde se erigió un monumento a sumemoria

Artículo escrito en enero de 1858 y publicado en el tomo III de The New American Cyclopaedia. 

Editado electrónicamente por C.D. Blest el 20 de octubre de 2004

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estéril cualquier tipo de interpretación política no apegada a los principiosreguladores del mito.

"En términos de segunda religión, cívica, ejemplarizante, el Bolívar del culto hade constituir el modelo universal de los venezolanos, pero el endiosamientoanula su funcionamiento como tal. Mal puede pensarse en un creyente que sea

'como Dios'. De allí que hayan nacido dos tendencias en el culto. Una, la másintransigente e irracional, se resume en el concepto del Dios que rige. Para ellael culto es cuestión de fe. La otra tendencia se resume en el concepto deparadigma, con un punto de contacto con la primera puesto que ese paradigmaes por definición inalcanzable, pues si no se puede ser como Dios, tampoco sepuede ser 'igual a Bolívar' ni mucho menos superior. De allí que por virtud delculto a Bolívar, en consecuencia de ambas tendencias, el venezolano sabe quesu actuación vital tiene un límite infranqueable" (3).

Esta visión idealizada es la que Marx destruye y hace añicos con suinterpretación. No es extraño que comience su artículo destacando el acto detraición cometido por Bolívar en la figura de Francisco de Miranda (4). Laentrega a las autoridades españolas en La Guaira del generalísimo Francisco

Miranda es para Marx el primer acto donde el lector se encuentra con otroBolívar, aquel que él mismo no duda en llamar "cobarde, brutal y miserable".

No cabe duda, quiere desmitificar al héroe y poner sobre la tierra los pies deldictador supremo. "A las dos de la madrugada, encontrándose Mirandaprofundamente dormido -dice Marx-Casa, Peña y Bolívar se introdujeron en suhabitación con cuatro soldados armados, se apoderaron precavidamente de suespada y su pistola, lo despertaron y con rudeza le ordenaron que se levantaray vistiera, tras lo cual lo engrillaron y entregaron a Monteverde. El jefe españollo remitió a Cádiz, donde Miranda, encadenado, murió después de varios añosde cautiverio".

Pero los venezolanos, han salvado a su héroe reconstruyendo el acto comoparte del mito que le precede: "Entre el grupo -refiriéndose a Casa, Peña yBolívar-, Bolívar es el primero: fue ésta siempre condición ineludible de sudestino. Al trasmitirle la orden de arresto, el generalísimo, acostumbrado a ladisciplina militar, entrega la espada, y consecuentemente con su concepto dedesdén para aquellos oficiales, exclama enérgicamente: 'esta gente no sabehacer bochinches' ...Bolívar no tomó parte en la prisión de Miranda paraentregarlo al monstruo monárquico personificado en Domingo Monteverde. Elfuturo Libertador obedecía a un imperativo de patria. Con Miranda se iba laindependencia, y todo republicano de cepa tenía que reaccionar en violencia yagresión contra el símbolo de desintegración de la libertad nacional... Enaquella hora, para Simón Bolívar, Monteverde y Miranda eran igualmenteenemigos de la república. Ambos, aunque por distintas causas, se hacían

delito común en el efecto. Merecían castigo... Era que el alma de la República,encarnada en Bolívar, no meditaba en obstáculos para arrollarlos, en suascensión de martirio y de gloria" (5).

Distinta lectura emerge de Marx o de Yepes. En uno hay traición en otro fervorpatrio. No puede ser de otro modo, si los venezolanos aceptan la propuestamarxiana de interpretación se derrumbaría el mito del héroe y con ello laposibilidad de dominación. "El héroe, por lo tanto, es el hombre o la mujer queha sido capaz de combatir y triunfar sobre sus limitaciones históricaspersonales y locales y ha alcanzado las formas humanas generales, válidas ynormales. De esta manera las visiones, las ideas y las inspiraciones surgenprístinas de las fuentes primarias de vida y del pensamiento humano. De aquísu elocuencia, no de la sociedad y de la psique presentes y en estado de

desintegración, sino de la fuente inagotable a través de la cual la sociedad hade renacer. El héroe ha muerto en cuanto hombre moderno; pero como

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hombre eterno -perfecto, no específico, universal- ha vuelto a nacer. Susegunda tarea y hazaña formal ha de ser volver a nosotros transfigurado yenseñar las lecciones que ha aprendido sobre la renovación de la vida" (6).

Mantener incólume a Bolívar de interpretaciones consideradas tendenciosas hasido una labor desarrollada desde todas las vertientes ideológico-políticas de la

historiografía latinoamericana. Marxistas, liberales progresistas oconservadores reaccionarios han participado de esta labor. Pero no solo lo hanhecho con Bolívar, también han buscado salvar a los padres de la patria deinterpretaciones consideradas despectivas o vejatorias de la personalidad delhéroe. Así, se suceden historias encubridoras y se arbitra una censura detextos malsonantes o críticos contrarios al mito. Este es el caso que nos ocupa.

Sin embargo, el artículo de Marx es clarificador de las posiciones ideológico-políticas de Bolívar, y muestra un aristócrata con ansias de poder y sometido alas pasiones terrenales. Ubica al personaje, no desconoce el valor de unalucha social por la independencia y defensora de los principios anticolonialesdel derecho de autodeterminación. Solo que no se los atribuye a Bolívar. Nopodemos obviar que Marx conocía sus escritos y su pensamiento político.

Siendo además. Bolívar mismo quien se encarga de poner en claro su ideal deconstitución aristocrática con concepto de ciudadanos pasivos y activos, aménde un cuerpo electoral cualificado y un presidente permanente y vitalicio.

José Aricó es quien mejor aclara esta circunstancia en su ensayo Marx y América Latina. Aricó destaca las consecuencias que tiene para Marx elanálisis de la cuestión irlandesa en sus elaboraciones políticas acerca de lallamada cuestión colonial y de la lucha anti-imperial. Escritas con posterioridadal trabajo sobre Bolívar y sus escritos coloniales sobre India, señala los límitesde las luchas anti-imperiales. "El hecho es que el examen de la cuestiónirlandesa permitió a Marx establecer una propuesta económica y política parala liberación de Irlanda que, no obstante los años transcurridos, sigue siendo el

programa básico inicial de todo proceso emancipador en países dependientesy coloniales: 1) autogobierno e independencia; 2) reforma agraria y 3)protección aduanal" (7).

La perspectiva de achacarle a Marx una valoración europeísta y desatinada delos hechos y actores históricos de América Latina, también es rechazada porAricó. Tampoco cabe pensar en una animadversión de Marx hacia Bolívar,aunque Aricó así lo considera en su texto.

Lo acontecido con el artículo de Marx sobre Bolívar está sometido a unadiscusión más política que teórica. Y es esta perspectiva de Marx acerca deBolívar la que se trata de ignorar, siendo como es una de las facetas claves delproceso de independencia latinoamericana: el carácter preponderantemente

oligárquico de sus caudillos y dirigentes militares y políticos. No es casual queMarx utilice toda su ironía para construir su voz, apostillando: "Bolívar y Ponte".

La mayoría de los miembros de las élites criollas no fueron demócratas niconstruyeron un espacio de articulación política donde el pueblo formase partede la ciudadanía política. Y esto entraba en contradicción con los idealesdemocráticos y libertarios de Marx y del pensamiento radical del siglo XIX.Para Bolívar la unidad del Estado solo podía conseguirse a través de un poderpermanente y vitalicio donde las asambleas y las elecciones popularesdesapareciesen. "Venezuela ha sido la república americana que más se haadelantado en sus instituciones políticas, también ha sido el más claro ejemplode la forma democrática y federal para nuestros nacientes estados" (8). Así, conuna valoración amable de la democracia. Bolívar la rechaza por no adecuarsea las condiciones sociales y políticas que deben regir los gobiernos y tener lospueblos americanos. Reniega de la democracia en favor de un orden

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monárquico y aristocrático. Su idea secreta, según Salvador de Madariaga,sería esta: "En verdad -dice Bolívar- opino como Francia, pues aunque jamáshubo mayor abogado de los derechos y libertades de la humanidad que yo...he de confesar que este país no está en situación de que lo gobierne el pueblo,cosa que hay que convenir es en general mejor en teoría que en práctica. Nohay país más libre que Inglaterra, bajo una monarquía bien regulada [...] De

todos los países, Sudamérica es la menos apta para gobiernos republicanos.¿En qué consiste su población sino en indios y negros más ignorantes que lavil raza de los españoles de la que acabamos de emanciparnos? Un paísrepresentado y gobernado por gente así tiene que ir a la ruina. Tenemos queacudir en auxilio a Inglaterra [...] Puede usted decir que yo no he sido jamásenemigo de las monarquías en principio general; al contrario, las consideronecesarias" (9).

Es esta visión del dominador cautivo, asumida por Simón Bolívar en palabrasde Carrera Damas, la piedra angular que explica la visión criolla despectivafrente al negro y al indígena. Si ya en la carta de Jamaica, Bolívar responde asu propia pregunta ¿qué somos? Diciendo: "No somos indios ni europeos, sinouna especie media entre legítimos propietarios del país y los usurpadores

españoles: en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y pornuestros derechos los europeos, tenemos que disputar éstos a los del país yque mantenemos en él contra la invasión de los invasores [...] Nosotrosestábamos en un grado todavía más bajo de la servidumbre, y por lo mismocon más dificultad para elevamos al goce de la libertad" (10).

Aristócrata y criollo su visión puede entenderse como: "la conciencia históricaproducto del proceso de implantación de una nueva sociedad en un territorio yaocupado por sociedades aborígenes, proceso que generó una relación dedominación en la cual el dominador representa la razón histórica del procesoglobal, y el dominado es visto, a un tiempo, como un antecedente y como uncompañero indeseable -el "problema indígena". El resultado es una concepciónfatalista del proceso: el dominado habrá de insumirse en la sociedadimplantada criolla, y esta concepción legitima todos los procedimientos para"resolver el problema indígena". (11) 

El cesarismo democrático hace su entrada con Bolívar. Una aristocracia convalores democráticos. "Cada diez ciudadanos nombran un elector, y así seencuentra la nación representada por el décimo de sus ciudadanos. No seexigen sino capacidades, ni se necesita de poseer bienes, para representar laaugusta función del soberano; mas debe saber leer y escribir sus votaciones,firmar su nombre, y leer las leyes. Ha de profesar una ciencia, o un arte que leasegure un alimento honesto. No se le ponen otras exclusiones que las delcrimen, de la ociosidad y de la ignorancia absoluta. Saber y honradez, nodinero, es lo que requiere el ejercicio del poder público". (12) 

Un orden político permanente y vitalicio en manos de una élite aristocráticadonde Dios ocupa el vértice superior de la pirámide y del cual emanan lospoderes terrenales. Y el orden impuesto por voluntad de Dios no puede seralterado por la voluntad de los hombres. Bajo estos postulados, Bolívarrestablece la esclavitud y procede a la expulsión de las tierras comunales delos pueblos indios. La propiedad latifundista se consolida y los pueblos indiosse ven despojados de sus tierras. ¿Con todos estos antecedentes, podría Marxtener otra imagen del Dictador Supremo?

Como bien señala Aricó, Marx nadó contracorriente. Pero para ello debióconocer perfectamente todos los factores que incidían en la elaboración de untexto contrario a la visión de la época. Para nadar contracorriente hay que

nadar perfectamente, conocer la profundidad de las aguas, los tipos decorriente, los fondos y los recovecos, de lo contrario ahogarse será lo mas

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probable. Descalificar o silenciar este escrito favorece la visión criolla yrefuerza el mito político del dominador cautivo.

Por último cabe destacar una explicación bastante plausible y sobre la cualincide Aricó para explicar los motivos del prejuicio que Marx tiene en su ensayosobre Bolívar. Se trata del uso por Marx de la noción hegeliana de los pueblos 

sin historia. En palabras de Aricó: "Si aceptamos, aún como hipótesis detrabajo, que fueron consideraciones políticas las que arrastraron a Marx a laadopción de una actitud tan prejuiciosa sobre Bolívar y lo que esto implicó deincomprensión sobre las características de Latinoamérica y la naturaleza de sumovimiento real, se trata ahora de ver más detenidamente cómo en el propiotexto sobre Bolívar afloran dos líneas de pensamiento subyacente en laselaboraciones de Marx desde su juventud. Estimuladas por su evaluaciónpolítica negativa del fenómeno latinoamericano reaparecen en formaencubierta ambas líneas de pensamiento de raigambre hegeliana, aunque laprimera implique una adhesión modificada de aquel pensamiento, mientras quela segunda exprese un rechazo del hegelianismo en este terreno. Elrazonamiento adoptado es el que se vincula con la noción de los 'pueblos sinhistoria'"; en tanto que negado se refiere al papel del Estado como instancia

productora de la sociedad civil. [...] Quizá pocas veces como en estaoportunidad se le aplicaría al propio Marx la crítica que éste hiciera en otraoportunidad a Víctor Hugo por el modo de presentar el golpe de estado de suodiado Luis Napoleón: "En cuanto al acontecimiento mismo, parece, en suobra, un rayo que cayese de un cielo sereno". Lo cual permite pensar que laxenofilia que recorre todo el texto de Marx sobre Bolívar se debafundamentalmente a esta ubicación de la racionalidad en los representantes deaquellos 'pueblos sin historia' donde la inexistencia en los hechos de una luchade clases impida explicar a partir de ésta 'las circunstancias y las condicionesque permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel dehéroe".

Para concluir nada mejor que reproducir in extenso una parte de lapresentación de Aníbal Ponce al texto de Marx sobre Bolívar. Texto por éldescubierto y publicado por primera vez en América Latina en la revistaDialéctica, de Buenos Aires en sus números de marzo y julio de 1936.Queremos agregar, para terminar, las opiniones, que suscribimos en granmedida, de Aníbal Ponce:

Una tarde del mes de febrero de 1935, mientras recorría los archivos delmagnífico Instituto Marx-Engels-Lenin, de Moscú, me atrajo entre tantasmaravillas de documentos, revistas, libros y papeles, un artículo biográfico deMarx sobre Bolívar. [...]

Sabido es que la historia de Bolívar permanece envuelta todavía en una nube

espesa de leyendas. Los historiadores del Norte y los del Sur han polemizadohasta la fatiga sobre méritos y deméritos de sus 'libertadores' respectivos. Ycon tanto encono y mezquindad que subsisten todavía los agravios a pesar delas zalemas diplomáticas y los interminables intercambios de bustos yestatuas.

Ese aspecto no es, naturalmente, el que más nos interesa. Bajo la pluma deciertos teóricos ajenos a la polémica y que, aún más, se confiesan por encimade la misma, los 'ideales' de Bolívar han adquirido en los últimos tiempos unsentido emancipador anti-imperialista. Algo así como la trompa de Rolandodestinada a convocar a las huestes de América hispánica para repeler laagresión del imperialismo norteamericano: único imperialismo, por otra parte,que dichos teóricos enfocan. Tal es el caso, para no citar sino a los

representantes más ilustres, de Víctor Raúl Haya de la Torre y de JoséVasconcelos. Recrimina el primero a "las clases gobernantes de nuestros

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veinte países...", afirma el segundo, que aunque las ideas de Bolívar "noestaban muy claras", es justo llamar bolivarismo "al ideal hispanoamericano decrear una federación con todos los pueblos de la cultura española paradefendemos así del monroismo agresivo de los yanquis".

No es esta la oportunidad de comentar por lo menudo semejantes opiniones.

Por ahora basta tenerlas presentes al comentar el artículo de Marx sobreBolívar; tan jugoso a pesar de su aspecto seco y áspero.

Inútil subrayar, porque sería redundancia, la situación excepcional que leconfiere al biógrafo su cualidad de extraño al ambiente americano. Máspertinente nos parece recalcar que no hay uno solo de los hechos que Marxrelata que no hayan sido admitidos por los historiadores amigos de Bolívar.Aun más. Como ya habrá advertido el lector, Marx ha pasado por encima deciertos episodios turbios cuya narración, por supuesto, hubiera alargado suartículo desmesuradamente. Si se echa mano a un libro que está al alcance detodos y que ha sido compuesto con discreta intención apologética, el Bolívar deJosé María Salavarría (Espasa Calpe, Madrid, 1930), cualquiera encontrará enél, con más retórica y menos sobriedad, una imagen del 'Libertador' que, a

pesar de lo postizo, no consigue disimular ese otro rostro que Marx presentaen su aguafuerte imborrable.

Fuera de la vida de Bolívar, narrada sin adjetivos, Marx no hace sino contadasreferencias a las ideas políticas del 'Libertador'. Pero las tres que tenemos soninestimables: la primera, a propósito del código boliviano; la segunda, respectode la actitud de Bolívar, a fines de 1826 frente a Páez, el Congreso y laConstitución; la tercera, con motivo del zarandeado Congreso de Panamá.

1) Del código boliviano dice que fue una imitación delnapoleónico y un motivo para dar 'rienda suelta a la propensiónde Bolívar al poder arbitrario'.

2) A propósito de la sublevación de Páez, Marx acusa aBolívar de haberla instigado secretamente con el deseo deabolir la Constitución y reasumir la dictadura.

3) Del Congreso de Panamá -al que no sólo concurrierondelegados de América Latina sino también de Estados Unidosy en el cual se llegó a hablar de unir "a todos los paísesrepublicanos del mundo"- manifiesta Marx, con igualfranqueza, que bajo las apariencias de un "nuevo códigodemocrático internacional", el Libertador Bolívar se proponíaconvertir a toda América en "una república federal de la que élsería dictador".

De las tres referencias enunciadas surge clarísimo el pensamiento que todo elartículo de Marx no hace más que corroborar: Bolívar fue un aristócrata quebajo las palabras de 'Constitución', 'Federalismo', 'Democracia internacional',sólo quena conquistar la dictadura 'valiéndose de la fuerza combinada con laintriga". Separatista sí, demócrata no.

Lástima grande que Marx no nos haya dejado en pocas líneas un resumen delcódigo Boliviano y dos o tres palabras sobre el discurso de Bolívar en elCongreso de Angostura, en 1818. Entre las muchas opiniones contradictoriasque Bolívar expuso, esos dos testimonios -a los cuales se podría añadir la'Memoria' dirigida a los ciudadanos de Nueva Granada-, son en mi sentir, los

que corresponden mejor a su pensamiento. Confirman plenamente la opiniónde Marx. "Ampulosa fraseología" enciclopedista o federalista encubriendo aduras penas un despotismo aristocrático. Desprecio de las masas populares,

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senado hereditario, presidente vitalicio.... Cuando al final de su vida Bolívarprohibió en las cátedras de Bogotá la enseñanza de Bentham e impuso a losestudiantes la obligación de asistir uno o dos años a un curso de fundamentosy apología de la religión católica, "el Libertador" no traicionaba susconvicciones más íntimas. Para asegurar la " tranquilidad de los pueblos" ydefenderla de los "sofismas de los impíos", nada mejor sin duda que la religión

unida al despotismo.

Pero ¿cuál era la causa de semejante dictadura? Marx no lo dice, ni lo hubierapodido decir en las páginas de la Enciclopedia para la cual escribía "partelucrando". En las primeras líneas del artículo nos pone, sin embargo, sobre lapista: adquiere relieve singular la oportuna referencia a las "familiasmantuanas" y a la "nobleza criolla". Terrateniente, hacendado, propietario deminas y de esclavos. Bolívar no sólo interpretó los intereses de su clase, sinoque los defendió contra la pequeña burguesía liberal y las todavíainconscientes masas populares.

Apoyado además por Inglaterra, al igual que todos los restantesrevolucionarios del continente, es difícil comprender cómo Bolívar puede servir

honradamente al llamado "bolivarismo democrático y anti-imperialista", y conqué derecho se han podido pasear retratos suyos en las recientesmanifestaciones opositoras de Caracas. Si Bolívar hubiera vivido, conseguridad que no hubiera estado entre los estudiantes y los obreros. Los doshomenajes más elocuentes rendidos a su memoria llevan por algo la firma dedos déspotas: la del general Antonio Guzmán Blanco que adquirió oficialmenteel Archivo de 0'Leary, y la del general Juan Vicente Gómez que ordenó, conanálogo carácter, la edición completa de sus cartas (13).

Notas: 

1. Carta de Marx a Engels, fechada en Londres el 14 de febrero de 1858. Citada por Scarón, Pedro en:Marx, Karl y Engels, Friedrich: Materiales para la historia de América Latina. Cuadernos de Pasado yPresente, No 30. Buenos Aires, 1975. p 94.

2. Ibid, p. 94.

3. Carrera Damas, Germán: El culto a Bolívar. Ediciones Biblioteca Central, 1973, 2a ed., p. 212.

4. Véase Miranda, Francisco de: América Espera. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1982.

5. Yepes Trujillo, Rafael: El Libertador. Civilista i Héroe. Archivo general de la Nación, Caracas 1972. pp.72-3.

6. Campbell, Joseph: El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. FCE, México 1997, p. 26.

7. Aricó, José: Marx y América Latina. Alianza Editorial mexicana. 1982. P. 66.

8. Bolívar, Simón: "Cartas de Jamaica" (1815) en Escritos políticos. Alianza Ed., Madrid 1971, p. 75.

9. Madariaga, Salvador de: Bolívar (Vol II). Editorial Sarpe, Biblioteca de la historia. No 35, 1985, Madrid,p.259.

10. Bolívar, Simón: Cartas de Jamaica (1815). op.cit. pp. 69-70.

11. Carrera Damas, Germán: El dominador cautivo. Editorial Grijalbo, Caracas, Venezuela, 1988, p. 156.

12. Bolívar: "Discurso introductorio a la constitución de Bolivia" (1826) en Pensamiento Conservador (1915-1898)., Biblioteca Ayacucho. Caracas. 1978.

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13. extraído del libro de Terán, Oscar: Aníbal Ponce: ¿El marxismo sin nación?. Cuadernos de Pasado yPresente, Nº 25. Buenos Aires, 1983, pp. 224-7.