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Revista Derecho del Estado n.º 17, diciembre 2004 MARINETTE DAMBUYANT El Arthashastra de Kautilya, tratado político de la India antigua servir de documentos. Con mayor razón, así debe ser en una obra que, a pesar de su presentación estilizada y casi formalizada, abunda en detalles y precisa algún salario y en qué moneda debe ser pagado a tal obrero, o qué multa imponer a tal fraude, cómo construir una fortaleza, cómo probar los metales y operar las aleaciones, dónde comprar los mejores elefantes: es claro que no todo ha sido inventado. KAUTILYA es, en la India, el creador de la ciencia política. No es el primero que re- flexiona sobre estos problemas. Los mismos Veda 3 y más tarde las epopeyas, contienen numerosas indicaciones, pero que quedan dispersas, mientras que aquí tenemos una obra sistemática y especializada. De otra parte, los tratados jurídicos, dharmashastra 4 , contienen a menudo pasajes sobre las acti- vidades gubernamentales, como a su vez los arthashastra contienen prescripciones jurí- dicas –y el nuestro en particular consagra va- rios capítulos a cuestiones de derecho–, pero la óptica es diferente; y más tarde, debilita- da la unidad política y sobrepasados los problemas del Estado por los del derecho y los de las relaciones de costumbres, los dharmashastra tendieron a absorber los tra- tados políticos y a monopolizar la literatura en estos dominios. “… y conquistará la tierra entera, si conoce bien la política”. Arthashastra VI, 1.º, final I El célebre tratado político 1 de la India an- tigua –el Arthashastra– había sido casi ol- vidado, hasta que a principios del siglo XX se encontraron de nuevo algunos frag- mentos y después el texto completo; en 1909, fue editado y traducido al inglés por R. SHAMASASTRI 2 . Después fue varias veces publicado, analizado y traducido al inglés, alemán, ruso y algunas lenguas de la India. Se trata de un monumento excepcional del pensamiento político antiguo. Pero re- sulta difícil precisar en qué medida es tam- bién un documento sobre la vida política real de la India antigua. No pretende serlo de nin- guna manera: ofrece consejos al príncipe sobre el arte de gobernar; no se refiere a ningún acontecimiento, personaje, país o ciudad, y las prescripciones que formula se aprecian como válidas para todo tiempo y en todo lugar; es abstracto, a veces esque- mático como un “modelo”. No obstante, sin importar qué modelo, teoría o utopía utili- za, sin quererlo o sin saberlo, los materia- les que tienen una fecha y un lugar pueden

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Revista Derecho del Estado n.º 17, diciembre 2004

MARINETTE DAMBUYANT

El Arthashastra de Kautilya,tratado político de la India antigua

servir de documentos. Con mayor razón, asídebe ser en una obra que, a pesar de supresentación estilizada y casi formalizada,abunda en detalles y precisa algún salarioy en qué moneda debe ser pagado a talobrero, o qué multa imponer a tal fraude,cómo construir una fortaleza, cómo probarlos metales y operar las aleaciones, dóndecomprar los mejores elefantes: es claro queno todo ha sido inventado.

KAUTILYA es, en la India, el creador de laciencia política. No es el primero que re-flexiona sobre estos problemas. Los mismosVeda3 y más tarde las epopeyas, contienennumerosas indicaciones, pero que quedandispersas, mientras que aquí tenemos unaobra sistemática y especializada. De otraparte, los tratados jurídicos, dharmashastra4,contienen a menudo pasajes sobre las acti-vidades gubernamentales, como a su vez losarthashastra contienen prescripciones jurí-dicas –y el nuestro en particular consagra va-rios capítulos a cuestiones de derecho–, perola óptica es diferente; y más tarde, debilita-da la unidad política y sobrepasados losproblemas del Estado por los del derechoy los de las relaciones de costumbres, losdharmashastra tendieron a absorber los tra-tados políticos y a monopolizar la literaturaen estos dominios.

“… y conquistará la tierra entera,si conoce bien la política”.

Arthashastra VI, 1.º, final

I

El célebre tratado político1 de la India an-tigua –el Arthashastra– había sido casi ol-vidado, hasta que a principios del sigloXX se encontraron de nuevo algunos frag-mentos y después el texto completo; en 1909,fue editado y traducido al inglés por R.SHAMASASTRI2. Después fue varias vecespublicado, analizado y traducido al inglés,alemán, ruso y algunas lenguas de la India.

Se trata de un monumento excepcionaldel pensamiento político antiguo. Pero re-sulta difícil precisar en qué medida es tam-bién un documento sobre la vida política realde la India antigua. No pretende serlo de nin-guna manera: ofrece consejos al príncipesobre el arte de gobernar; no se refiere aningún acontecimiento, personaje, país ociudad, y las prescripciones que formula seaprecian como válidas para todo tiempo yen todo lugar; es abstracto, a veces esque-mático como un “modelo”. No obstante, sinimportar qué modelo, teoría o utopía utili-za, sin quererlo o sin saberlo, los materia-les que tienen una fecha y un lugar pueden

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KAUTILYA no es siquiera el primero enhaber estudiado la política como especia-lista, en la India. La madurez de su reflexión,por sí sola, sugiere que ha sido precedidapor una larga elaboración; él mismo citanumerosos maestros y escuelas de los cualesdiscute su opinión –y es además con frecuen-cia todo lo que de ellos sabemos–. Si se creelo que dice al comienzo de su tratado, él nohabría hecho más que reunir los pensamien-tos de sus predecesores, declaración que nodebe intimidarnos, puesto que en la Indialos autores se dedican habitualmente a bo-rrar su originalidad y a cubrirse con patro-natos reales o ficticios. Si supusiéramos quelos materiales provienen de una compila-ción, es claro que la unidad y la fuerza ló-gica de la síntesis y la claridad de las ideasdirectrices justificarían la reputación y lainfluencia de KAUTILYA. Algunos eruditosllevan aún más lejos su alabanza: conside-ran que PLATÓN o ARISTÓTELES aplican a lapolítica su pensamiento de filósofos y bus-can el gobierno ideal asegurando al sobe-rano, mientras que KAUTILYA aísla el temapolítico y lo trata como un pensador polí-tico; por ello debería ser tenido como el fun-dador absoluto de la ciencia política. En todocaso es su obra la que nos ha llegado com-pleta.

El Arthashastra está dividido en quincelibros. Los cinco primeros tratan de políti-ca interior. El primero está consagrado alrey: educación del príncipe, empleo deltiempo del soberano y nombramiento deconsejeros y ministros. El libro II es muyimportante: al enumerar las tareas de los di-ferentes departamentos ministeriales, des-cribe la administración y la vida económica.Los libros III y IV son jurídicos y el V expo-ne la vigilancia atenta (y recíproca) que elrey ejerce sobre los altos funcionarios. Loslibros siguientes están consagrados a losproblemas de la diplomacia y de la estra-

tegia. La obra, cuya intención es exponerel arte de gobernar, no contiene una des-cripción de la sociedad, aunque muchasobservaciones conciernen no obstante a laestructura o a las costumbres de esta socie-dad. En el camino, uno encuentra anotacio-nes sobre toda suerte de cuestiones, inclusiveuna enumeración de los sistemas filosófi-cos, reducidos a tres –samkhya5, yoga6,locâyata7–, lo que podría ser indicio deantigüedad.

¿Cuándo fue escrito el Anthashastra? Nose tiene certeza al respecto, sobre lo cualse discute desde hace cincuenta años. Lasestimaciones van desde el siglo IV a. C.–fecha de fundación del primer imperio in-dio– hasta el III e inclusive IV siglo de nuestraera. La tradición India admite la fecha másantigua, que algunos conocedores occiden-tales no excluyen.

Recordemos algunos grandes hitos. Losimperios arcaicos establecidos en las már-genes del Indo muy probablemente ya ha-bían desaparecido mucho antes que seprodujese, hacia 1500, la invasión de las tri-bus arias venidas del noroeste; éstas se es-tablecieron y asimilaron en parte la poblaciónautóctona y bajaron por el curso del Gangeshasta su desembocadura. Eran gobernadospor nobles guerreros, kshatriya, secundadospor sacerdotes, brahmanes; su clase produc-tiva parece haberse diferenciado rápidamentede los pueblos locales sometidos. Los tex-tos más antiguos –los Veda (¿hacia el añomil?), los Brahmana8 y hasta los Upanishad9–son textos religiosos compuestos por y paralos brahmanes, cuya preeminencia afirman;lo mismo haría más tarde el conjunto de textosjurídicos, literarios y filosóficos. Sin embar-go, de antiguo existen diversos movimien-tos no ortodoxos, que culminan en el sigloVI en herejías simultáneas y emparentadas conel jainismo y el budismo (BUDA, 558-478).Se sabe por textos búdicos que en esta épo-

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ca existían en la región del Ganges dieciséiso dieciocho estados tribales en lucha por lahegemonía. Pronto uno de ellos, el Magadha,se afirmó, se expandió hacia el Oeste y lle-gó a destruir las posesiones griegas estable-cidas por ALEJANDRO y a imponer su alianzaa SELEUCO. Desde el Indo hasta el delta delGanges, el antiguo reino de Magadha llegóa ser el primer imperio indio; el vencedor,el rey CANDRAGUPTA (que reinó entre 313 y289) se apoderó del trono de los Nanda yfundó la dinastía de los Maurya.

Este primer imperio duró de 313 hasta 226;los sucesores de Candragupta continuaron laexpansión: su hijo lo extendió hacia el cen-tro, y su nieto, el gran emperador ASOKA (ca.264-226), lo extendió todavía más hacia elSur e incluso hasta Ceilán. Después sobre-viene un largo período de fragmentaciónpolítica, sin que por ello se detuvieran elprogreso técnico, las ciencias, las artes o lareflexión jurídica y filosófica. No se formaun imperio unificado panindio, en los siglosque siguen, sino imperios locales. En el Nortedel Indo, por obra de una dinastía de origenescita, el imperio budista de los Kushana(KANISHKA, 144-185) atestigua el gran desa-rrollo de las relaciones internacionales, conla China de una parte y con Europa por otra,especialmente el comercio lejano a través delas rutas de la seda. Para encontrar un go-bierno unificado del conjunto de la India,teniendo su origen todavía en el reino deMagadha, habrá que esperar a la dinastía delos Gupta (siglos IV y V), Imperio que seráconsiderado, desde el punto de vista deldesarrollo de riqueza y del florecimientocultural, como la Edad de Oro de la India.

¿A qué fecha puede verdaderamente atri-buirse el Arthashastra, dado que la obra, almenos en sus partes esenciales, presenta uncuadro de un Estado fuertemente centrali-zado, con una economía muy diversificaday en vía de crecimiento y de conquista? El

segundo Imperio queda descartado, puespara entonces la obra de KAUTILYA ya eraconsiderada como un clásico.

Algunos indianistas estiman que la fechapoco importa, bien sea por tratarse de unesquema abstracto cuyos nexos temporalesno son significativos, bien sea sobre todoporque la evolución de la India es tan len-ta que los siglos no cuentan allí para nada.Es exacto que la vida esencialmente rurales, en la India como en todas partes, rela-tivamente inmóvil y extraña a los eventosgubernamentales o interestatales y que, porotro lado, este tipo de sociedad contienefactores de inmovilismo y elabora una ideo-logía eternalista. Aun así, entre el siglo IVantes de nuestra era y el siglo III d. C.10,laforma política y probablemente también lasociedad india han cambiado sensiblemente;la India no habrá tomado todavía el aspec-to inmóvil que asumirá después por muchotiempo, con ciudades cuasiautárquicas y conlas comunidades consuetudinarias replega-das sobre sí mismas. De todas maneras, nodebemos prejuzgar el inmovilismo a ries-go de cometer una arbitrariedad, proclaman-do que no hay historia allí donde no hemossabido ver los cambios. Nada indica que ladescripción del Arthashastra convengaindiferentemente a todo este largo período.Los indianistas poseen muy pocos documen-tos arqueológicos anteriores al siglo II a. C.,por causa del clima tropical y de las inva-siones destructoras; están sujetos aún mása documentarse en los textos, a pesar de lahabitual insensibilidad de éstos por la cro-nología.

Así, pues, la tradición india estima queel Arthashastra corresponde a la ins-tauración del Imperio Maurya; los conse-jos sobre el arte de gobernar provienen delministro mismo (CANAKYA, del cualKAUTILYA sería un sobrenombre,“el Astu-to”)11 que colocó a CANDRAGUPTA en el tro-

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no, y estarían dirigidos a este emperador oa sus sucesores.

Los argumentos en pro y en contra de estadatación son numerosos. Damos solo algu-nas muestras. Rechazamos la objeción pre-liminar según la cual el Arthashastra nopuede ser atribuido a KAUTILYA porque ésteestá citado en tercera persona cada vez queel texto confronta las opiniones de variosmaestros: el procedimiento es frecuente enlos autores indios; no indica necesariamenteque otro autor haya escrito la obra, y tam-poco que sea una obra de escuela –la escuelade KAUTILYA–, aunque esta última eventua-lidad no puede ser excluida del todo. Detodas maneras, no es la persona de KAUTILYA

lo que aquí nos interesa, sino la fecha aproxi-mada del Arthashastra.

No es sencillo conocer esta fecha: sobretodo, el lenguaje empleado no es suficientepara ello. La obra está escrita en sánscrito,una lengua culta muy estable, y no en len-guaje popular como los Edictos del em-perador ASOKA, que había de dirigirsedirectamente a cada uno de sus pueblos: ellono es determinante. El estilo, conforme conlas reglas dadas por el gran gramático indioPANINI (siglo IV a. C.), está adornado conarcaísmos y neologismos: tampoco es unpunto definitivo. El texto tiene –como po-drá observarlo el lector– una densidad muyvariable; algunas páginas son sutras12, resú-menes de pasajes más desarrollados, sobretodo el primer capítulo del libro; la primeray la última frase de los capítulos son a ve-ces verdaderos índices de materias: esto re-cuerda a numerosos textos en los que unantiguo núcleo condensado y mnemotécnicoda lugar más tarde a comentarios explicati-vos; nada sin embargo obliga a pensar queel núcleo y el comentario incorporado seanaquí de fechas diferentes. La obra presentauna unidad de plan y de pensamiento que casisupone la convicción de haber sido conce-

bida por un solo autor. Última observaciónen este campo: como de costumbre, el sen-tido de las palabras no puede ser bien esta-blecido sino mediante el conocimiento de lascosas, y en este caso difícilmente puede rom-perse el círculo: si rasa significa “mercurio”,y no solamente “sabor”,es porque la quími-ca ya estaría bien desarrollada; y si samantadebe traducirse como “vasallo” es porque lasrelaciones cuasifeudales existían, al menosentre estados, lo cual en el sistema de cas-tas sería más que dudoso.

Por supuesto, se buscan también citas delArthashastra y referencias en estos textos,pero esto no ofrece más que meras proba-bilidades. Es el caso de una obra que men-ciona un autor budista del siglo I con el título,algo diferente, de Arthavidya, “Cienciapolítica”. Ante todo, se buscan reinterpre-taciones o analogías de contenido. En re-lación con la más famosa recopilación deleyes, el Dharmashastra, se piensa habitual-mente que nuestro texto es más reciente quealgunas de esas leyes, y más antiguo que lasleyes de Manu –obra compuesta probable-mente entre el siglo II a.C. y el segundo siglod.C. con materiales más antiguos. Tambiénes interesante la relación con cuentosbudistas, los Jataka13 (anteriores al siglo IIa. C., época en la que existen ilustracionessobre piedra) que dan una idea sobre la vidacotidiana en los siglos que siguen a la muertede BUDA14 (aunque, como todos los cuen-tos populares, aun contados por los teólo-gos, estén elaborados a partir de materialesde épocas diversas). Estos sugieren una so-ciedad más antigua, unos estados más pe-queños, en los cuales el rey y su corte nohan llegado a ser los autócratas armados dela poderosa administración que nos presentael Arthashastra; los detalles van en el mismosentido y, por ejemplo, los textos búdicosno conocen sino cuatro clases de esclavos,en lugar de nueve; pero la constatación es

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limitada, porque estos textos no poseen lamisma óptica y no tratan los mismos asun-tos: los Jataka describen realidades concre-tas y no se ocupan de alta política.

Tenemos, a decir verdad, dos testimoniosdirectos sobre el Imperio de los Maurya.Uno es el de MEGÁSTENES, embajador grie-go ante CANDRAGUPTA (del cual se conser-van fragmentos en ARRIANO)15. Concuerdacon el Arthashastra en lo que concierne alfuncionamiento burocrático del Estado y alas diferentes clases sociales con sus ocu-paciones. Algunos puntos sobre los cuálesno parecen coincidir, no nos obligan, comose creyó en un momento dado, a posponerel Arthashastra hasta una fecha posterior.Lo que dice MEGÁSTENES debe ser interpre-tado correctamente: cuando afirma que nohay esclavos en la India significa, como ve-remos, que los dasa16 indios no son asi-milables a los esclavos griegos; cuandoafirma que los indios no conocen la escri-tura, esto significa probablemente que ellano era practicada fuera de las necesidadesdel Estado.

El otro testimonio es el del emperadorASOKA: podría ser inestimable, puesto que sehan encontrado a través de todo el país ca-torce edictos grabados sobre roca y un nú-mero considerable de otros inscritos sobrepilares. Ellos han confirmado o han permi-tido precisar la cronología del ImperioMaurya y de sus conquistas, las dimensio-nes y la racionalidad de su administración.Pero no proporcionan muchos elementos paraefectuar una comparación y no reseñan nadasobre la vida del país o sobre el funciona-miento del Estado: se trata en efecto de re-comendaciones piadosas dirigidas a lapoblación. Existe, es cierto, una leyenda deASOKA que debería completar nuestra infor-mación, pero aparece demasiado alejada dela realidad (aunque menos, dice JULES BLOCH,que la realidad y la leyenda de CARLOMAGNO)

y, cosa extraña, sólo conoce las necedadesde este gran rey.

Dejemos aquí la evocación de los diver-sos argumentos. Surgen dos problemascronológicos diferentes, de los cuales uno nosimporta especialmente. De una parte, la fe-cha de redacción del Arthashastra, que po-dría haber sido posterior al advenimiento dela era cristiana; nada nos obliga a pensar queel autor (sigámoslo llamando KAUTILYA) fueseel ministro de CANDRAGUPTA. De otra parte,¿a qué época se refieren los materiales queél utiliza, esto es, de qué sociedad nos pre-senta el esquema?

Aparentemente se puede admitir que ensu mayor parte se refieren al ImperioMaurya. En este caso, podría tratarse de suscomienzos: el Estado del Arthashastra estáen camino de expansión intensiva; en es-pecial la explotación de tierras vírgenesjuega en aquél un papel importante, comoen nuestro autor; la roturación del valle delGanges, facilitada desde mucho tiempoantes por el empleo del hierro y por el in-cremento de la población, está terminada enel siglo III. También en este momento lalucha contra las tribus, que a nuestro autorpreocupa, había perdido su virulencia. Porel contrario, es verdad que el Arthashastradescribe actividades más evolucionadas quelas que se podrían atribuir a los inicios dela época Maurya; el nivel de conocimien-tos médicos, científicos y técnicos, así comola economía mercantil incitarían a retrasarla época correspondiente. No obstante, apar-te de que la traducción anacrónica de cier-tas palabras ha inducido a equivocaciones,no se puede oponer a un texto aquello quese arriesga a prejuzgar sobre lo que seaposible o imposible para una época deter-minada. Hemos de evitar del todo un evo-lucionismo simplista: aquello que vienedespués no es necesariamente superior a loque se ha dado antes; para la India, esto sería

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falso en muchos campos; por ejemplo, elartesanado perdería su relación con la in-dustria, lo que le daría, a pesar de todo subrillo, un rol más bien modesto; otro ejem-plo: después de los Maurya, la economíamercantil se atrofió verdaderamente duranteun tiempo: el texto habla de pagos en mo-nedas de plata, mientras que uno encuen-tra, poco más tarde, monedas de bronce, loque podría indicar que el comercio entreciudades podría haber suplantado al comer-cio mayor, o que se habría dedicado a mer-cancías de menor valor.

A pesar de todos los puntos oscuros,es razonable, con todo, pensar que elArthashastra ofrece una pintura del Impe-rio Maurya, tal como era o tal como que-ría ser visto.

Si se llegara a una datación más seguray precisa, sería menos por un análisis de-tallado del texto –ya tan avanzado por losespecialistas–, que por un mejor conoci-miento de la historia de la India y de superiodización, en particular con la ayuda dela numismática, como lo ha hecho recien-temente KOSAMBI, y de otros documentos noescritos. Y lo será, de manera tal vez deci-siva, gracias a la ayuda de un mejor cono-cimiento comparado del conjunto de lassociedades antiguas.

II

¿Qué suerte de reino define y qué clase desociedad sugiere el Arthashastra? Recor-demos que su autor no hace una obra espe-culativa, sino práctica y descriptiva. Además,no se pregunta cuál es el fundamento delEstado; admite, de pasada, la vieja idea deque sin un poder fuerte, se caería de nuevoen la violencia anárquica, en la “ley de lospeces” (lo que llamaríamos la ley de la jun-gla). Más aún, ni siquiera se plantea expre-

samente cuál sea la mejor forma de gobier-no; también de pasada menciona algunasrepúblicas de notables u oligarquías, comode hecho se conocen muchas en tiempo deBUDA. Pero el Estado del cual habla es unamonarquía. El rey concentra todos los po-deres y es, como dice el Arthashastra, elelemento más importante del Estado, antesque los ministros, el pueblo, etc. (VI, cap. I);y el texto llegará incluso a resumir: «el reyes el Estado», «raja rajyam».

Se percibe en la obra la huella de dosteorías relativas a la naturaleza del realis-mo. La primera es, si no la realeza de de-recho divino, al menos sí la legitimidadnatural del poder real. KAUTILYA desconfíade los usurpadores, de los pretendientes yde los príncipes en desgracia: siempre loscita a título de personajes que el enemigopuede utilizar. Entre las cualidades del so-berano, se menciona en primera línea su altonacimiento, y el texto llega hasta a decir queentre un rey inteligente y uno de noble origenhay que preferir al segundo, porque el pue-blo le reconoce (y porque su falta de inte-ligencia puede ser compensada con un buenconsejo de ministros). Pero muchos otrospasajes suponen otra teoría, la del “contrato”o intercambio de servicios, también ellaantigua. Si el rey es rey, lo es porque él seha comprometido, por así decirlo, a defen-der y a hacer prosperar al país, a cambio deun canon, en principio la sexta parte de locosechado. En suma, su sola función justi-fica su existencia; sigue siendo rey a con-dición de desempeñar bien su oficio. Estasegunda teoría se compagina perfectamentecon la lógica general del Arthashastra, cuyocriterio único es el éxito, y manifiesta unagran confianza en el poder del aprendizajey de la experiencia: se cuida la educacióndel príncipe y de modo constante se encuen-tra la idea de que el rey gobierna bien siconoce bien la ciencia política; si no, el

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pueblo no lo respaldará, se pasará al ene-migo o le dará muerte, cosas todas queKAUTILYA parece encontrar naturales.

El rey es precioso y su trono es codicia-do: se toman grandes precauciones parasalvaguardar su vida y su autoridad, paraabortar o desalentar las conjuraciones. Elpalacio está lleno de puertas ocultas; en susalrededores la circulación nocturna estáprohibida, y así mismo lo están las reunio-nes, al menos en la capital; todos los edic-tos reales deben constar por escrito (II,cap.10.º); su entourage y todos los funcio-narios son controlados de cerca (II, caps. 8.ºy 9.º). El Arthashastra señala con frecuencialas rivalidades en el seno del equipo diri-gente, y también levantamientos en pueblosy ciudades, sin contar los problemas en lasfronteras y las revueltas de tribus; en todocaso, el temor a estos movimientos es per-manente. ¿Será esto un índice de antigüe-dad, de unificación reciente y todavía frágil?Más bien, sin duda, la indicación común deun poder absoluto, que no deja a las gen-tes otro medio de oposición o incluso dehacer conocer sus necesidades que la rebe-lión, la cual, por supuesto, si rechaza a vecesla autoridad de algún soberano o funcionarioen particular, nunca pone al régimen explí-citamente en cuestión. KAUTILYA, pues,considera sin horror el regicidio, incluyendola muerte del rey por el hijo, y a veces a lainversa, en caso de notoria incapacidad ya falta de otra solución; admite también queen caso de desastre militar el rey se ofrez-ca como rehén en lugar de su hijo, si éstees más apto para combatir o para procrear:la persona del rey no solamente no esdivinizada, sino que es menos preciosa quela función real, la función dirigente. Otroshechos van en el mismo sentido, especial-mente las medidas tomadas para asegurarla continuidad del poder: si el rey enfermao muere y se duda en anunciar la noticia al

pueblo, podría ser reemplazado momentá-neamente por un sosías, o bien se corona-rá primero al príncipe, o incluso un ministropodrá asumir temporalmente la autoridad(v, cap. 6.º). A estos hechos se puede agregarla antigua costumbre según la cual, si el reyno puede tener progenie, se le reemplazaante la reina por un pariente conveniente-mente designado de oficio. La función so-brepasa evidentemente a la persona: hacefalta que el poder quede asegurado, y quesea fuerte.

En el conjunto del Arthashastra no hayuna distinción neta entre el rey y el Estado,entre el individuo y la institución, entre ladecisión real y la intervención de los pode-res públicos, entre los dominios reales y lapropiedad estatal. Diferentes partes de la obraofrecen diferentes impresiones sobre esteaspecto, como sobre otros temas: en el libroVII el rey, el “conquistador”, parece guerreary adelantar los tratados personalmente; enel libro II, el gran Estado administrativo fun-ciona según su lógica interna sin que el so-berano sea mencionado. ¿Materiales dediferente fecha, como lo sugieren tambiénotros puntos, o solamente campos de acti-vidad diferentes? Difícil decirlo. Nada pa-rece desautorizar la traducción de raja o de“él” por «el Estado». Del rey se consideraque emana toda actividad militar, adminis-trativa, y hasta productiva; al rey llega elconjunto de impuestos obtenidos de la po-blación: entendemos que una gran parte dela producción y del conjunto de las imposi-ciones son asuntos de Estado.

Sin embargo, el rey no es para nada unfigurante, un rey holgazán. El empleo de sutiempo se programa al minuto y él está alcorriente de todo, al detalle. Es cierto que noactúa solo: ¿marcharía una carreta con unasola rueda? Consulta con esmero a sus con-sejeros, individual y colectivamente, enpúblico o en secreto; pero enseguida deci-

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de y actúa. Él es quien nombra a los minis-tros, a los gobernadores de ciudades y provin-cias, a los contralores generales (samahartr),a los inspectores o superintendentes quedirigen los principales departamentos minis-teriales (adhyaksha), a los jefes de los ejér-citos, a los embajadores y a todos los demásaltos funcionarios; es también él quien losreleva de su cargo, por cambio, desgracia,o liquidación. Es él quien hace la guerra yla paz y quien asiste cada mañana al ejerci-cio; él quien administra justicia en últimainstancia. Pero no hay que ver en ello unasupervivencia de una época arcaica en queel rey o el jefe tribal se ocupan de todo; enconjunto, se trata de un poder autocrático yde ninguna manera de un poder todavía in-diferenciado. A veces, la desconfianza y lasobrevigilancia son recíprocas, prueba suple-mentaria de que lo que cuenta es el poder delEstado. Pero el rey lo asume virtual y per-manentemente; aun en los momentos deexpansión o de placer, sus emisarios tienenacceso a él para ponerle al corriente. Estadescripción del rey parece conformarse conla realidad histórica del Imperio Maurya17.

Desde luego, el aparato del Estado esconsiderable. Se compone de tres cuerpos:la administración, el ejército y la policíasecreta.

A la administración pertenecen los con-sejeros y ministros, los inspectores respon-sables de la economía (adhyaksha)18 y losfuncionarios civiles y militares de cualquiergrado. Las asignaciones que les son paga-das (v, cap. 3.º) son considerables, e índi-ce, entre otros, de una clase a la vez dirigentey lucrativa. Estos sueldos son fuertementedesiguales (de 48.000 a solo 60 pana, estoes, en relación de 800 a 1); los emolumen-tos elevados son asignados a personajes sim-plemente decorativos, como la reina madrey un determinado número de príncipes, paraque no sean tentados por la revuelta, o a

dignatarios cuyas funciones profanas o re-ligiosas, permanentes u ocasionales, seanconsideradas como importantes. Los depar-tamentos ministeriales muy diversificadosdemuestran la extensión de las prerrogati-vas del Estado. La administración es ser-vida por una abundante burocracia:contables, escribas, agentes de censo y deregistro. Es notoria la importancia de losemisarios de todo género y de los correos,éstos últimos con un elevado salario (quealgunos han interpretado como un error deltexto): así también se da lógicamente paratodos los órganos de transmisión, en un granimperio centralizado y autocrático, comopuede verse notablemente en Babilonia.

El ejército también está muy desarrolla-do19 e incluye con certeza soldados reclutadosentre el pueblo y no sólo los kshatriya20;ocasionalmente también emplea tropas ex-tranjeras o tribales, aunque con toda descon-fianza y precaución. KAUTILYA consagra ungran número de capítulos a la estrategia; seinteresa en especial por la construcción defortificaciones, el empleo de elefantes, estoes, artillería pesada, y subterfugios diversos.

Un segundo y verdadero ejército lo cons-tituyen los agentes secretos. Estos, segúnKAUTILYA y otros autores, eran abundantey oficialmente utilizados: como espías en-tre enemigos reales o potenciales y entre susrepresentantes en el país; como informan-tes, para comunicar al rey lo que piensa supueblo, y como agentes de propaganda parasugerir al pueblo lo que deben pensar delrey; como agentes provocadores para po-ner a prueba la solidez de las lealtades; comovigilantes sobre todo el pueblo, disfrazadoscon frecuencia de ascetas o mendigos, y porsupuesto, sobre todos los funcionarios; des-pués de razonarlo, KAUTILYA prefiere no te-ner vigilantes sobre el príncipe heredero: unabuena educación debe ser suficiente.

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Por consiguiente, este es un Estado re-presivo. Los opositores y desleales son eli-minados o neutralizados; los descontentos,halagados o aislados; los enemigos exter-nos o internos, perseguidos. La represiónse ejerce, ya para proteger la vida del rey,ya para atemorizar o para mantener al puebloen la obediencia, o sea, sobre todo por in-terés: el Estado parece a menudo menospolicivo que rapaz; es suficiente ver la abun-dancia de multas que llueven a cada pági-na sobre todo el mundo, al menor gesto deinconformidad; excepto la indemnizaciónocasional a la persona perjudicada, todas lasmultas van al Estado, constituyen uno delos recursos importantes del tesoro y figu-ran en el presupuesto.

Tal Estado coercitivo quiere presentarseal mismo tiempo como tutelar. El rey seconduce, a la vista del pueblo,«como unpadre»: la fórmula, a decir verdad, es tradi-cional y no quiere decir gran cosa. Tambiénde acuerdo a lo tradicional, el Arthashastradistingue entre periodos normales y «situa-ciones de aflicción», en las cuales son sus-pendidas numerosas exigencias y concedidosalgunos alivios, casi como un derecho, másque un favor. Además de estos períodosdecretados de emergencia, los poderes pú-blicos tienen en cuenta las circunstancias osituaciones difíciles. Así, al momento de unanueva instalación, el Estado concede exen-ciones y préstamos de toda clase y puedediferir los pagos. No sólo da facilidades encaso de calamidad natural, sino que se es-fuerza en prevenir a la población contra es-tas calamidades o accidentes (incendios,inundaciones, sequías, epidemias); toma a sucargo a las mujeres, niños e indigentes quepudieran hallarse sin protección familiar.Estos auxilios del Estado tienen como finprincipal, lo mismo que las medidas de re-presión, el asegurar la buena marcha de losasuntos, lo que implica que el pueblo esté

contento: en suma, una política altamente ra-cionalizada. Por ejemplo, no hay que abru-mar al pueblo con impuestos, dice KAUTILYA

(quien ha prescrito tal vez más exaccionesde toda clase que no perciben en la realidad):un buen jardinero no recoge indiferentementefrutos maduros y brotes verdes; vale másesperar a que una empresa llegue a su ple-no rendimiento, e incluso ayudarla para queasí sea. El buen político tiene el sentido dela oportunidad y el de apreciar una situacióndada en su totalidad; es paciente y no seprecipita sobre cualquier ganancia al alcancede su mano.

Más aún, el buen político de KAUTILYA

conoce que lo que tiene valor es el hombrey su trabajo. Cuando el príncipe escoge unatierra para conquistarla o negociarla, quiereque sea un territorio poblado y preferiría unagran extensión árida a una extensión me-nor fértil, porque el trabajo puede conver-tir en fértil lo que no lo es. El Arthashastrallega a proclamar: «La población es la fuentede todas las empresas y es de ella de don-de proviene el poder» (VII, Cap. 14); estono significa que llegue a ser más importanteque el rey, los ministros, la ciudadela o elejército –elementos del Estado citados an-tes que «el pueblo de las ciudades y delcampo»–, sino que un rey sólo existe conrelación a un reino poblado; son, pues, so-lidarios: lo que es bueno para el uno seconsidera bueno también para el otro. Loque importa entre las riquezas de un paísson ante todo sus habitantes.

¿Cómo está compuesta la población y quécategorías comprende? KAUTILYA no con-sagra ningún análisis a la estructura social,puesto que sólo se ocupa del gobierno, perosí hace frecuente alusiones a ella.

Se trata de una población fuertementeestratificada y ciertamente no existe unaestratificación única, sino varias, cuyas re-laciones entre sí son difíciles de determinar.

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Lo que es fundamental –y muy percep-tible a través de todo el Arthashastra, alcontrario de lo que sucede con losDharmashastra– es la polaridad de dosgrupos: gobernantes y gobernados; de unaparte, el rey, su séquito y la administración,y de otra el pueblo. Dado que el Estadocentralizado conduce o controla toda laeconomía e impone un fuerte tributo, la capadirigente es de inmediato la capa explota-dora y beneficiaria del trabajo del pueblo.En el seno de cada uno de estos dos gruposlas diferencias aparecen como relativamenteleves. Es cierto que hay rivalidades entredignatarios, pero nada indica que estén li-gadas al origen o al rango particular de cadauno; y entre los gobernados, las diferenciasde fortuna no parecen modificar apreciable-mente su situación frente al Estado; de to-dos modos, «el pueblo es el alimento de losgrandes», como dicen los Brahmana; ycuando KAUTILYA presenta el esquema deun país creado por colonización, pone allíuna población rural homogénea. Esa divi-sión en dos sólo corresponde de lejos a laoposición védica entre pueblos conquista-dores y conquistados, arya21 22 y dasa, dadoque la clase productiva de los conquistadoresha llegado a ser indiscernible de los traba-jadores indígenas. Entre Estado y pueblo asíopuestos, no hay intermediarios; ningúngrupo posee un papel político propio, ni unavía de acceso al poder, ni tampoco unaunidad; los ricos mercaderes y sus cofradíastienen un papel económico importante, perono están representados en el Estado. Algu-nos comentaristas se han sorprendido de lainvisibilidad de los vaishya23, colonos cul-tivadores y negociantes que hicieron posi-ble la fundación de los reinos del Ganges:reyes ingratos, sin duda, pero sobre todo untipo de sociedad que no permite la forma-ción de estratos medianos. Volveremos aeste asunto.

A esta bipartición fundamental se super-pone la división teórica de la sociedad encuatro categorías (aproximadamente encuatro “clases” o varna24), tradicionalesdesde los Brahmana y única que aparece ex-plícitamente tanto aquí como textos jurídi-cos y otros: brahmanes, kshatriya, vaishyay shudra.

KAUTILYA emplea esta división, como todoel mundo. Asigna barrios diferentes en laciudad a cada varna. Guarda la jerarquíahabitual, con los brahmanes por encima delos reyes, aunque escriba para éstos. Comotodo el mundo, así mismo KAUTILYA ponefuera de esta sociedad brahmánica cua-dripartita –y con un lugar fuera de la ciudad–a diversos grupos e individuos, no integra-dos por razones diversas: los deprimidos yotras subcastas (candala25), los extranjeros(mleccha26 “farfulleros” o bárbaros), losherejes, los ascetas y renunciantes, además,por supuesto, de las tribus. Lo original en elArthashastra es, de un lado, que la clase delos vaishya se halla aplastada, casi omitida,a causa de esta bipartición social que no dasitio entre la doble clase de los dirigentes(kshatriya y brahmanes) y la del pueblo(shudra, los “servidores” de otros). De otrolado, KAUTILYA reduce en algo la inigualdadpenal de los diferentes varna, que el empe-rador ASOKA también reducirá. Así mismo,propone una mayor integración de los shudra,esto es, del pueblo, en la sociedad brah-mánica; ello es notorio ante todo en la pro-hibición de vender un niño shudra comoesclavo, lo cual equivale a reconocerle ple-namente su condición de arya, de miembrode la sociedad protegido o concernido porla ley. Se reconoce la orientación utilitariade KAUTILYA: por poco diría que un trabaja-dor es más precioso que un brahmán, si nofuera porque los brahmanes son apreciadosfuncionarios, como espías y también comoespecialistas de la ideología y de la magia,

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medios explícitos de gobierno (especialmenteLibro XIV).

¿Hasta qué punto encontraremos enKAUTILYA el esbozo de otra estructura, la delas castas propiamente dichas, jati27, es decir,la de grupos profesionales hereditarios yendogámicos? Es difícil decirlo, pues la solamención de una calle de los joyeros o de lostejedores, de un suburbio de teñidores o debarrenderos, no es significativa. Como sesabe, sobre la casta (y la subcasta), una delas principales realidades de la India, lostextos clásicos son casi mudos; a lo más,explican arbitrariamente la formación deestos grupos proliferantes por la “mezcla”de los varna, ya que resultan claramente dela “fisión”, es decir, de la división progre-siva del trabajo en una sociedad ya de porsí muy estratificada, cuyo exclusivismorepercute en todas partes.

Así, en lo que es esencial y explícito, elArthashastra presenta dos categorías dehombres: aquellos que suministran lo ne-cesario para llenar el tesoro y aquellos quevelan para que sea llenado; a ello se sumanlas categorías habituales.

El Estado de KAUTILYA se caracterizaesencialmente por la importancia de sus fun-ciones económicas. En ello radica la mayororiginalidad del autor: la atención a estecampo, la inclusión de un tratado de eco-nomía –el Libro II– en un tratado políticoes aparentemente un hecho único en la an-tigüedad y le proporciona al Arthashastrasu aspecto “moderno”. Todos los demásestados se ocupan de la guerra y de los tra-tados, de justicia y de administración (engrado cercano), mientras que este Estado ysu autor se ocupan de los negocios. Casi queuno puede preguntarse si nunca se ocupande otra cosa. La administración se dedicaantes que nada a recolectar y a centralizarlos recursos, la policía y la justicia, a im-pedir que alguien defraude el fisco, y todos

los caminos parecen converger hacia el te-soro. Más todavía, KAUTILYA trata de la gue-rra como un negocio: para su rey se tratasiempre de elegir la paz, la neutralidad, laamenaza, el combate y las alianzas de acuer-do al interés cercano y, mejor aún, al de largoplazo, sabiamente examinados. Se sientenconstantemente relacionados los modos deadquisición de un territorio, sea comercialo militar, con el paso de una a otra formade rivalidad, de hegemonía o de crecimiento.El cálculo de intereses es tan legible en estadiplomacia, que uno dudaría en traducir“negociación” o “regateo”. Hacer la guerraes manifiestamente hacer negocios; toda otramotivación –prestigio, rencilla, difusiónreligiosa, sentimiento nacional de pertenen-cia– queda omitida: el texto menciona laamistad o la enemistad hereditarias haciaun país extranjero, pero éstas no cuentansino en el marco de los intereses. Aunqueen ocasiones el “conquistador” asuma po-siciones de guerrero arcaico o feudal, másque tecnócrata, su reino no es un Estado be-licoso, sino un frío recolector de rentas. Sino fuera así, ¿por qué la obra de KAUTILYA

se llamaría el Arthashastra, o tratado de laganancia o del provecho? El término habi-tual para decir “política” es niti28 (y “trata-do político”, nitishastra); artha significapropiamente interés, beneficio29: la econo-mía es la base de la política.

Pero el Estado no es sólo un recolectorde rentas. Esto no sería original sino por elgrado de sistematización (y por la concienciaque de él tiene KAUTILYA). El Estado tam-bién es el organizador de la producción yde los intercambios.

El Estado dirige, pues, la actividad eco-nómica30: con frecuencia tiene la iniciati-va y siempre el control. Como es evidente,vigila el equipamiento general del territo-rio, creando y manteniendo caminos, canalesy reservas de agua, asegurando los traba-

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jos de fortificación, de urbanismo, de plan-tación de bosques para las necesidades delejército y de la población. Constantemen-te el Estado se ocupa de incrementar suterritorio (objeto del muy importante capí-tulo primero del Libro II) poniendo en ex-plotación tierras vírgenes o yermas, bien seaen los confines o entre las zonas cultivadas,salvo algunas parcelas que pueden desbrozarlos particulares, quienes las conservan parasí mismos. Sobre los territorios conquista-dos a la naturaleza, el rey instala, en pro-porción razonable, cultivos, pastos, ybosques, pueblos, ciudades y fortalezas.

La agricultura es fuente primordial deriqueza y está en la base, como dice en variasoportunidades nuestro autor. Si se vela porla regularidad de las cosechas, lo que en-traña dificultad, ellas nutrirán el tesoro.

Hay una agricultura del Estado, sita31,a cargo de un inspector especial, sita-adhyaksha. Es imposible evaluar la propor-ción de este sector público; algunoshistoriadores como BRELOER han sostenidoque la totalidad de la economía rural esestatizada, pero ello implica aislar el LibroII y no tener en cuenta todo aquello que enotros libros sugiere un régimen privado, enespecial las cuestiones de alinderamiento detierras, venta de propiedades rurales, etc. Entodo caso, el Estado prefiere y favorece elsector público: en las tierras de colonizaciónél es el único en establecerse, mientras queen las regiones tradicionales hay poblacio-nes sita y poblaciones que pagan impuestos.La agricultura privada bajo el régimenbhaga32, de la “parte”, que consiste en en-tregar al Estado una parte de las cosechas,la sexta, en principio. Pero en el Arthashastrase ve aumentada con tantos impuestos, de-rechos, cargos y exacciones de toda clase,nuevas o antiguas, permanentes u ocasiona-les, que la “parte” debe elevarse fácilmentea un cuarto o un tercio de la producción, y a

veces más. La contribución es obtenida enlas poblaciones. En las granjas privadas,como en las estatales, la producción es con-trolada y debe estar diversificada: los cerealesson la base, pero también se cultivarán hor-talizas y frutales, especias, forrajes, flores,plantas medicinales y textiles. Algunos es-pacios se reservan para el culto o el retiro,el descanso y la recreación.

Los pastizales pertenecen únicamente alEstado. Como KAUTILYA parece opinar, im-pulsan la agricultura y tienen un papel par-ticular, al abastecer animales de tiro, cueroy carne; la India de KAUTILYA no es vege-tariana y el Estado guarda el monopolio dedegüello.

La industria también está en buena parteestatalizada. A las industrias de extracción,que son monopolio del Estado, único posee-dor del subsuelo, se suman numerosas em-presas de toda suerte: metalurgia, orfebrería,construcción, textiles, talabartería, tintore-ría, perfumes y ungüentos, alcoholes, el tra-bajo en mataderos y la prostitución. De otraparte, al menos para algunas de estas formasde producción, existe una industria privada,o mejor, de acuerdo con la interpretación deD. D. KOSAMBI, el artesano tiene función deindustria privada, ya que no consiste en pe-queños oficios rurales o en actividades an-cladas en la agricultura, desempeñados en lospueblos, sino en importantes actividades quese desarrollan en las ciudades y alimentanel mercado. Además, con frecuencia los em-presarios del sector público dan una parte deltrabajo a empresas privadas o a trabajado-res domiciliarios. La vigilancia es siempretan estrecha que no es fácil determinar cuándoel Estado es gestor y cuándo sólo controla-dor.

El comercio igualmente comprende unsector del Estado y un sector privado. ElEstado instala comerciantes encargados devender las mercancías producidas en las

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manufacturas, o importadas. Respecto de losmercaderes privados, hay una actitud ambi-valente: muy desconfiada, ya que los con-sidera como defraudadores por naturaleza,aunque deseoso de obtener pingües ganan-cias de un comercio próspero, protege lascaravanas y atrae negociantes extranjeroscon numerosas facilidades.

En cada etapa de intercambio (como dela producción), el Estado percibe su parte:derecho de aduana y de peaje, derechos porutilizar pesos y medidas estandarizadas,tasas sobre beneficios y ventas, multas. Losproductos no se venden en su lugar de pro-ducción, porque si el cliente comprara losfrutos en la huerta, el trigo en la aldea o elmineral en la veta, el beneficio del Estadono sería apreciable. Los productos tampo-co se venden en bruto, aparentemente porla misma razón. Los puntos de venta son cui-dadosamente escogidos y asignados. La re-gularidad del aprovisionamiento, lascualidades y los precios son vigilados de cer-ca y, por ejemplo, el Estado constituye re-servas con el fin de incidir en los precios.Con frecuencia se verifican los instrumentosde peso y medida, pero por su parte el Es-tado parece que utiliza medidas más peque-ñas para vender y más grandes para comprar.En la sociedad de KAUTILYA, como en laIndia real, existe una economía de merca-do muy desarrollada, con importaciones yexportaciones desde y hacia tierras lejanas.Es una economía monetaria, con excepciónde intercambios en frutos que tienen lugaren el pueblo o entre pueblos; así por ejem-plo, los soldados son pagados en especie,y bien pagados.

Un Estado tan centralizado, organizativoe iniciador de todas las actividades esencia-les del país, utiliza abundantemente la es-tadística: censo de población, registro detodas las materias primas y de todos losproductos fabricados o intercambiados,

cálculos para la repartición. No ignora y nodeja en libertad el precio de ningún géne-ro del mercado, el salario de ningún traba-jador o la existencia de cada uno de loselefantes de la selva, con su edad, tamaño,sexo, carácter y sitios de paso preferidos.Las necesidades de información del rey yde transmisión de sus órdenes, que no seconfían oralmente, implican un abundanteuso de la escritura33.

El Estado sabe prever y pensar en el fu-turo próximo y lejano: no sólo constituyereservas capaces de enfrentar toda eventua-lidad y de hacerlas renovar permanentemen-te, sino que proyecta la apertura de nuevoscaminos, la instalación de fuentes, la explo-ración del subsuelo, la apertura de nuevascanteras y en suma la implantación de nue-vas empresas.

Actividad dirigista, estadística y previ-sora: ¿habrá que desafiar al anacronismo yhablar, como algunos lo han hecho, de un“plan”, de una economía planificada? Losmencionados aspectos de este Estado cen-tralizador y con vocación económica sonelementos de un “plan” moderno; eviden-temente falta en él una clara elección deprioridades, una repartición del presupuestoy los hombres necesarios para esa elección,el escalonamiento en el tiempo y la verifi-cación de resultados obtenidos. Pero tal vezsea mejor no hablar de planificación, sinosólo de racionalización de la economía y delconjunto de la vida política, con certeza.

¿Podremos hacernos una idea más cohe-rente y familiar de esta sociedad delArthashastra , y por comparación con otrassociedades de la antigüedad, comprendersobre qué forma esencial de dependenciadescansa?

Está por demás decir que se trata de unasociedad muy alejada de la vida patriarcal.Subsisten algunos comportamientos decarácter arcaico: KAUTILYA considera que el

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rey se encierre a veces en su ciudad con suejército y su pueblo, o que parta con ellospara establecerse sobre otro territorio. Peroen conjunto, las huellas de la vida tribal sehan borrado, puesto que, por ejemplo, du-rante la guerra, sólo el ejército se ocupa decombatir mientras que la población siguededicada a la producción. El imperio uni-ficado se distingue totalmente de las tribussubsistentes, que busca disolver, integrar ohacerlas inofensivas; también se diferenciade los estados de clanes y oligárquicos,vecinos suyos; de unos y otros sabe que sufuerza principal es su solidaridad. Sobretodo, los recursos producidos y comercia-lizados son abundantes, y buscadas su re-gularidad y extensión. Las clases socialesestán bien marcadas. El Estado sobreponesu dominación sobre las desigualdadespreexistentes, de naturaleza más o menoslocal: las de los varna, algo las de ancia-nos y parientes, las de lazos de vecindad yalgo también las de campesinos ricos ypobres (III, cap. 9.º). Recordemos que elArthashastra no permite por sí solo dedu-cir las relaciones entre las múltiples des-igualdades recubiertas por esa otra grandesigualdad del Estado y de sus súbditos.

Tampoco es necesario afirmar que estano es una sociedad esclavista o basada so-bre la esclavitud, en la que unos hombresson la propiedad de otros y constituyenesencialmente la mano de obra. Sería peli-groso decir a partir del Arthashastra, hipó-tesis que ha sido formulada, que elesclavismo está en vía de desintegración oen vía de desarrollo.

Por supuesto, hay esclavos, dasa.KAUTILYA los menciona en toda ocasión, yles consagra un capítulo, que precede inclusoal que dedica a los trabajadores libres (III,caps. 13 y 14). Sin embargo, es de anotarque estos capítulos se encuentran en la partejurídica de la obra, y no en la económica.

Otros aspectos demuestran que, aunquenumerosos, los esclavos no constituyen unobjetivo económico: no son mencionadosentre las mercaderías intercambiadas en losmercados, ni como parte esencial del botínde guerra; nuestro texto no contradice loscuentos, epopeyas y dramas, donde unopuede ver a un hombre rico jactándose desus tropas o de su oro, pero nunca de suacopio de esclavos. No constituyen unaclase, ni siquiera un grupo distinto de tra-bajo. A menudo se desempeñan como sir-vientes, especialmente en la corte; puedesuceder que alguno sea escogido por el fa-vor real y llegar a vigilar a trabajadores li-bres (II, cap. 23). Al lado de los esclavosdomésticos hay también esclavos de produc-ción. Se los ve trabajar en las hilanderías(II, cap. 23) o hacer las sementeras en lasgranjas del Estado (II, cap. 24), aunque nosean numerosos en la agricultura tradicio-nal. Pero no son los únicos en trabajar enlas minas o en las fortificaciones. Ganan,aparte de su sustento, un salario en especie,por otra parte mínimo, tal como el de losobreros libres. En verdad, hay esclavos deestratos bien diferenciados: bajo el solotítulo de dasa, el capítulo 13 habla sucesi-vamente de los dasa propiamente dichos(esclavos) y de los ahitaka, hombres dadosen prenda por sí mismos o por parientes,sobre todo en pago de una deuda, especiede multa en trabajo y toma de rehén por partedel acreedor; sabemos bien cómo estabaexpandida esta servidumbre por deudas endiversos países asiáticos y fuera de ellos.Muchos esclavos, en todo caso ahitaka, nosufrían sino una supresión temporal de li-bertad, hasta que se hubiesen rescatado ohubieran purgado su pena; naturalmente, suhuída, asimilable a un hurto, era severamen-te castigada, sobre todo en caso de reinci-dencia. Estos esclavos temporales nopierden todos sus derechos, su varna34, o

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bien sus hijos los recuperan. Además,KAUTILYA recomienda no imponerles traba-jos impuros, reservados a las castas másbajas; y también los varna superiores sonmás o menos preservados de la esclavitud,al menos sus niños no pueden ser dados enesclavitud salvo necesidad, pues «la con-dición de esclavo no está hecha para un ario»(II, cap. 13, al comienzo): lo que equivalea decir que la estructura de casta aparececomo fundamental, más masiva e indelebleque el esclavismo, que no juega un papelesencial, ni económico ni socialmente.

La esclavitud, en el sentido clásico deltérmino, no constituye la mayor forma deexplotación o de opresión en la India anti-gua. Así se comprende que MEGÁSTENES afir-me: «Todos los indios son libres y noemplean como esclavos a los extranjeros oa sus compatriotas». Allí no reconoce a supropia sociedad, la ciudad ateniense.

Todo sucede como si las tribus arias –queen el momento de su invasión de la Indiatenían una estructura de clase, pero una dé-bil producción y muy escasa propiedad pri-vada– hubiesen preferido la conquistaextensiva de territorios y el aprovechamientoen su lugar de las comunidades existentes,más avanzadas que ellas en la agricultura.Y como si esta situación se hubiera mante-nido en lo esencial y comportase los restosde un esclavismo patriarcal, se da la utiliza-ción, nueva para el imperio, de un ciertonúmero de esclavos y de presos en las em-presas del Estado.

No se trata de una sociedad feudal, aun-que algunos puntos permitan pensarlo. En eldominio exterior, las hegemonías parecenbastante inestables. El conquistador parecetratar a sus vencidos como vasallos constre-ñidos a entregar una parte de sus bienes y asostener una alianza forzada. KAUTILYA pa-rece preferir a la anexión del territorio elmantenimiento del antiguo rey en su trono

o –si ha sido muerto en combate o se mues-tra indócil– a su hijo. Sin embargo, las rela-ciones de subordinación entre estadosdesiguales e incluso con un nexo de alianzapersonal, no son específicamente feudales.En cuanto al campesino, acabamos de ver queno es muy diferente de un siervo y lasexacciones que el Estado-propietario percibede él son asimilables a una contribución orenta territorial. Posiblemente sea dueño desus animales y utensilios, ya que se ve queen caso de dificultades el Estado le presta se-millas, bestias de carga y pastos que él re-embolsará después de un determinado plazo.Pero las contribuciones ciertamente son su-periores a las que podría exigir un señor y,sobre todo, ellas son dejadas a la apreciaciónarbitraria del rey; no tienen más límite queel deseo de no comprometer la producciónni agotar la fuente regular del tesoro.

Otra diferencia con feudalismos conoci-dos: las poblaciones no juegan el mismopapel. No gozan de franquicias y no estánhabitadas por los rudimentos de una “bur-guesía”. En la descripción del Arthashastra(II, caps. 1.º y 4.º), el poblado tiene el airede una creación artificial del Estado para susnecesidades, y más que otra cosa, los ca-minos son importantes; los barrios se yux-taponen, cada uno poblado por un varnadiferente, sin unidad ni concierto. Sirve paradrenar los productos del campo, pero elcampesino no está en relación con el bur-go o el mercado; sus cosechas no se trans-forman en mercancías, en tanto no quedenen la aldea y antes que el Estado no las tome.El campesino no está en relación sino conel Estado. Lo mismo vale para el conjuntode la población, más o menos en el mismogrado. Si una de las características del feu-dalismo es la desmultiplicación de la auto-ridad, y más específicamente el hecho deque la propiedad de un dominio confiereparte del poder político, entonces estamos

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en los antípodas de un Estado tan centrali-zado. Los dones que el rey hace a sus altosfuncionarios son recuperables y en todo casoellos no constituyen la fuente de la autori-dad, sino a lo sumo su consagración. Hay,desde luego, ricos propietarios y grandesnegociantes, pero el monopolio del poderno se afecta por ello.

Otro tipo de sociedad antigua ha sidoanalizada en estos últimos años bajo ladenominación de “modo de producciónasiático”35 . Sus conexiones con la esclavitudy el feudalismo, sus diferentes variedades,su extensión y su lugar en la historia estánen curso de elucidación. La propia de-signación no ha sido perfeccionada; la ex-presión provisional empleada por MARX

(«modo de producción asiático») tiene el in-conveniente de ser geográfico, mientras quealgunos países de África y de América pre-colombina presentan rasgos análogos.Caracterizarlos como “despotismos” (odespóticos) es poner el acento sobre suforma política, y una forma que no les esexclusiva; mejor sería hablar de sociedadescon “servidumbre” (o “esclavitud genera-lizada”) y aun “tributarias”, basadas en eltributo impuesto a las comunidades rurales.

Se trata de sociedades esencialmenteagrarias en que el Estado, propietario o señorde la tierra, toma directamente el excedentecreado por las comunidades: no es, pues, elrepresentante de los propietarios (de escla-vos o de tierra), sino el beneficiario; la clasegobernante no es otra cosa que la claseexplotadora, y, como ya se ha indicado, tales el caso que se da en el Arthashastra. Estosestados utilizan una abundante mano deobra, movilizada a discreción en grandesobras.

Es claro que el concepto de sociedad“tributaria” es la más pertinente para lainterpretación del Arthashastra, o al menosuna parte de la obra. Hace falta no obstan-

te matizar, y no hacer de todas estas gran-des administraciones (se sabe queCANDRAGUPTA quiso imitar a DARÍO) impe-rios faraónicos. KARL WITTFOGEL36, en suobra El despotismo oriental, al analizar elArthashastra ve a justo título en la socie-dad que éste describe un ejemplo típico delmodo de producción asiático, aunque exa-gera su similitud con China de ciertas épocase incluso con Egipto. A todas ellas las ca-racteriza como “sociedades hidráulicas”, enlas cuales la movilización masiva de lapoblación para los trabajos de irrigación esel fundamento del poder despótico.

Que el Estado de KAUTILYA vive del tri-buto impuesto sobre las comunidades cam-pesinas es un hecho. Emplea el apremio(constreñimiento), y en sus manos el apre-mio no es sólo fuerza, autoritarismo, vigi-lancia minuciosa, arbitrariedad, subterfugioy llamado a supersticiones, sino tambiénracionalidad de la economía misma, quepermite la máxima exacción. La tributaciónes muy elevada; pero hay que notar que, alcontrario de otras sociedades, no se perci-be principalmente en servicio sino, al me-nos en la misma proporción, en productosy, parcialmente, en dinero. Pero sobre todose trata se saber en qué se utiliza este tri-buto y qué fracción se reserva a la pobla-ción. Es claro que el aparato del Estado esel primer beneficiario; los funcionarios sonpagados generosamente y son tantos, en elejército, la policía y la administración, quesus sueldos gravan pesadamente el presu-puesto, o mejor, el presupuesto se hacenotoriamente para sostener a este estratodirigente. Pero este Estado también adelantatrabajos que son más de utilidad que deprestigio, y que parecen guardar dimensio-nes moderadas. KAUTILYA quiere limitarsiempre los gastos de lujo; si algunos pa-rásitos reciben grandes pagos, es por pru-dencia; si son acumuladas las piedras

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preciosas, es menos por fasto que comotesoro de guerra o para alimentar un comer-cio exterior floreciente. La guerra sólo seaconseja si tiene todas las posibilidades deser fructuosa. El palacio parece más funcio-nal que grandioso, y evidentemente no sepiensa en edificios fúnebres o conmemora-tivos: el rey del Arthashastra no es un cons-tructor de pirámides, megalitos o grandesmurallas. Así, pues, tenemos una sociedadtributaria, pero en la cual la economía noestá al servicio exclusivo de la clase diri-gente, o lo está menos que en otras partes.

La clase directamente subyugada es la delos shudra, convencionalmente catalogadacomo el cuarto varna. Los shudra consti-tuyen el grueso de la población: los cam-pesinos, o la masa del campesinado, obreros,pequeños artesanos. Ciertamente, la opre-sión y el aprobio –y la explotación, cuan-do ellos trabajan– pesan también sobre lassubcastas, pero éstos son grupos o indivi-duos heteróclitos, marginales, cuya suerte–al menos en el Arthashastra– no caracte-riza el sistema económico-social.

Se ha podido afirmar que lo que ha sidodeterminante en la esclavitud o más preci-samente en el ilotismo en la India es laexplotación de los shudras a partir de laépoca de los Brahmana37. No son la propie-dad de otros, pero los textos los llaman yalos “servidores”, gentes al servicio de otrasclases, y proclaman que se puede hacer deellos lo que se quiera. Incluso en tiemposde KAUTILYA su libertad estaba fuertemen-te limitada: algunos son deportados para elcultivo de tierras de colonización, y sonnumerosos, ya que cada unidad territorial(II, cap. 1) comprende 800 aldeas, caminos,fortificaciones en las fronteras y una ciu-dad-fuerte central. Sucede que el rey hagadon de poblaciones habitadas. Quienes tra-bajan en empresas del Estado y son en prin-cipio independientes no pueden abandonar

un pueblo por otro sino en estrictas condi-ciones. En cuanto a la vigilancia, se ha vistoque es rigurosa sobre agricultores y obre-ros (y también sobre artesanos y comercian-tes). La menor falta es castigada con multao mutilación (KAUTILYA multiplica las mul-tas: prefiere llenar las arcas que crear men-digos). Toda pérdida ha de ser compensada:quien deje entrar rebaños por sus camposindemnizará al Estado por la minusvalía delgrano o de los pastos. Si el tesoro se agota,aparecen los medios de confiscación, el másanodino de los cuales consiste en obligar alos campesinos a realizar una cosecha su-plementaria que les es retirada al madurar.En tiempos normales, el Estado respeta losderechos consuetudinarios, pero éstos, queprotegen tanto a los aldeanos como a loscitadinos unos contra otros –así, contra robo,bandolerismo, amenaza, calumnia, abando-no de menores, ancianos y desvalidos–, noles protegen del Estado.

Éste necesita seguramente grandes apor-tes de mano de obra, pero resulta difícil pre-cisar cómo se constituyen los equipos detrabajo. Ya las necesidades militares sonconsiderables; el ejército es reclutado entretodas las clases de la población en el marcode los kshatriya; los trabajos de fortificaciónincesantemente mencionados se realizan amedida que avanza la adquisición de nuevosterritorios; se trata mayoritariamente demurallas de tierra y ladrillo, que no deman-dan tantos hombres ni tanta organizacióncomo las construcciones en piedra. Apartede la guerra, las grandes obras consisten enel desbroce y realización de vías terrestresy acuáticas. La irrigación aparece más comoun trabajo de rutina o de mantenimiento, enesta época y en este país del monzón. Laexcavación de canales es tan citada como laconstrucción de caminos, por las necesida-des del comercio, de la administración o dela vigilancia. Nada indica, pues, explícita-

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mente –salvo para la guerra o la coloniza-ción– que se efectúe a discreción el reclu-tamiento de grandes equipos, ni movilizacióncomparable a la “megamáquina” humana delos faraones38. El texto habla sobre todo decuadrillas de trabajadores (sanghabhrta) bajolas órdenes de un patrono, con un reglamentopreestablecido (III, cap. 14); el patrono pagaun salario y, por supuesto, se queda con elbeneficio.

¿A quién pertenece la tierra en elArthashastra? Lo más claro es que en losterritorios de colonización –por consiguientela sociedad modelo– la tierra y todo lo queella comporta pertenece al Estado, que la hacetrabajar por los shudra. En otras partes, elrégimen es mixto. Al Estado pertenecenexpresamente, además de los dominios de lacorona, todas las tierras baldías, todos lospastizales, los bosques y pesquerías. Le per-tenecen el subsuelo, las minas ya instaladasy el derecho de prospección de minerales.Los tesoros desenterrados caen en dominiopúblico si nadie puede reclamarlos legítima-mente, así como los bienes de un hombremuerto sin heredero (y si no es un brahmán)y los que son objeto de un litigio insolubleo producto de un delito. El Estado explotapor sí mismo sus campos, o bien los arrien-da o los alquila a quienes aceptan pagar uncanon, y los retorna si el granjero los des-cuida por un tiempo. El Estado hace algu-nos regalos: dones hereditarios a algunascategorías de brahmanes o concesiones vi-talicias a altos funcionarios. No concede tie-rras a las poblaciones creadas por desmonte,pero en los territorios antiguos subsistenpasturas y campos comunales cuyo productopuede servir para pagar a los empleados dela aldea (gramabhrtaka)39 que aseguran losservicios y trabajos corrientes.

El papel de los pueblos es poco claro enKAUTILYA, que se interesa por el gobiernocentral y desprecia cualquiera comunidad;

se interesa por los intercambios comercia-les, mientras que entre aldeanos y aldeas nose da más que el trueque. En esquema pre-sentado al comienzo del Libro II; todo elhábitat está agrupado y las unidades cuen-tan entre cien y quinientas familias. Los li-bros III a V tratan de costumbres, y allí se vencomunidades rurales sólidas y relativamentecerradas; poseen barreras fortificadas y ás-peros litigios de delimitación; sus miembrosno pueden ser proscritos sin motivo grave yun extranjero no puede ser autorizado a ins-talarse entre ellos sin el acuerdo de toda lacolectividad; los intereses de minusválidos,menores u otras personas sin sostén y los delos monasterios también son protegidos; lavecindad es una especie de título; los nota-bles toman las decisiones sobre asuntos in-ternos y administran justicia para delitosmenores. Pero, dicho esto, el jefe de estascomunidades es probablemente nombrado,el recaudador es un personaje esencial y losfuncionarios de la estadística replican a ni-vel local las actividades estatales. En elArthashastra, la aldea o pequeña ciudad esciertamente una unidad administrativa y fis-cal; no aparece como una unidad de produc-ción aunque se vea a los jefes imponerservicio a los aldeanos (III, cap. 10.º): nadaindica que las grandes obras colectivas ten-gan a la aldea o pequeña ciudad comopromotora o ejecutora, y ni siquiera comosuministradora de mano de obra; el Estadorecluta en cualquier parte hombres para elejército y para las obras, pero aparentementesólo tiene trabajadores sin sujeción.

La tierra pertenece también a los particu-lares. El texto indica sanciones contra el robode tierra por el cambio de alinderamientoso por esgrimir títulos falsos; los litigios en-tre medianeros son tan abundantes como encualquier otra parte. El poseedor, kshetrika40

es completamente distinto del granjero,upavasa (III, cap. 10.º). El agua también es

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objeto de apropiación individual: el posee-dor de una fuente natural o artificial la ven-de con ganancias, bien por una parte de lascosechas obtenidas, bien por dinero. Pero,como se sabe especialmente en la India,posesión no es necesariamente propiedad41.Es cierto que el Arthashastra habla de ven-ta de casas y de campos, pero este derechode alienación está fuertemente limitado: unhombre puede ceder su bien a alguien de lamisma categoría, a un pariente o a falta deéste a un vecino, y también a falta de esteúltimo, a un hombre rico de los alrededores,pero es necesaria la presencia de cuarentaaldeanos: así, de hecho, el acuerdo de la co-munidad; aun cuando el titular cambie, semantienen en cuanto sea posible las situa-ciones establecidas. Agregamos a esto quenuestro texto, como las recopilaciones jurí-dicas, habla de la partición de la herencia ala muerte del padre (o a veces en vida, a lamayoría de edad de los hijos)42; esto quieredecir que hay pocas posibilidades para cons-tituir grandes dominios. La propiedad ruralaparece siempre como atenuada y relativa,«ligada a la pertenencia de tal o cual comu-nidad –casta o comuna–, su compra o su ventaes tan rara como la adopción de un nuevomiembro en la casta o en la comuna», comodice KOSAMBI43; y MARX ya afirmaba: «El in-dividuo no es propietario o poseedor sinocomo elemento y miembro de esta comu-na»44. Incluso la propiedad individual estádoblemente limitada: al nivel de las costum-bres y porque, en el imperio kautilyano, esfundamentalmente el Estado quien disponede todo. Los bienes sacerdotales son los mássólidos –exención de impuestos, transmisi-bles, susceptibles de incrementos– aunquedependan de la dádiva real. Como el Esta-do recupera las concesiones no transmisibles,confisca o aprehende en numerosas ocasio-nes, dona a veces una aldea y crea algunasde ellas, en las cuales no figura ninguna pro-

piedad, y allí puede decirse que él es el or-denador general y el verdadero propietario.La propiedad rural es débil no solamente encuanto no puede acumularse, sino en tantoque está sujeta a una reglamentación estric-ta y sobre todo –por oposición al feudalis-mo– en tanto que no confiere funciones y noarrebata al Estado ningún derecho.

Todo esto hace que el imperio descritopor KAUTILYA sea semejante a otros gran-des imperios tributarios. Pero difiere antetodo por el nivel de su industria y por su di-namismo. La producción es abundante ydiversificada, permite un comercio lejanoy así mismo agrandar o instalar un territo-rio. KOSAMBI no duda en considerar a laindustria –incluida la “industria pesada”, lasminas y la metalurgia– como principal fuen-te de riqueza45; KANGLE critica este puntode vista y hace notar que la extracción delhierro es menos apreciada que la del oro yla plata, y que la metalurgia del hierro sóloes mencionada en medio de las del cobre,estaño y varías clases de bronce. Pero sepuede sostener al menos que el Estado cuen-ta con la agricultura como la fuente básicay más regular y como la más segura de susentradas. De otro lado, la elevación del niveltécnico no parece haber transformado lasrelaciones sociales; en todas partes el Es-tado recolecta el máximo de tributos com-patible con la buena marcha de las empresas;en todas partes trata a los trabajadores dela misma manera, hasta el punto que el robode un diamante es más grave y castigado queel robo de una gavilla de trigo; en todas par-tes prefiere ver ante sí a los súbditos aisla-dos que en grupo; y en todas partes él es elúnico en tomar las decisiones.

Este imperio no aparece inmóvil sino ple-no de iniciativas y de voluntad de progreso:está en la historia. KAUTILYA dice que un reinopuede estar en el ocaso, en crecimiento o enestado estacionario, pero todo su razonamien-

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to indica que no hay estabilidad, que todo loque no avanza es sobrepasado y amenaza-do por el enemigo: hay que progresar. En laevaluación de las fuerzas del enemigo esesencial ver la tendencia actual de su pro-ducción. No solamente el rey extiende elterritorio por colonización y conquista, sinoque vela constantemente por el crecimien-to de las empresas y la apertura de nuevostrabajos. El dinamismo no debe ser sin em-bargo sobreestimado. Las instrucciones sondoblemente inmovilizantes: de una parte, lavida rural domina e impone la norma; losshudra sujetos a la gleba no ven que suscosechas se convierten en mercancías, nosaben nada y no están en relación sino conel recaudador; de otra parte, el poder abso-luto no ofrece posibilidad de movimiento eincluso los mismos conflictos no son moto-res. El imperio kautilyano es susceptible deexpansión más que de transformación. Si esmóvil, lo es sobre todo por comparación conuna India más tardía, en que la estructura tí-pica de cada aldea cuasiautárquica será en-durecida, la casta será reforzada y la iniciativadel Estado debilitada.

Así, pues, no es posible caracterizar lasociedad de KAUTILYA de una manera sim-ple. Con seguridad pertenece en lo esencialal modo de producción asiático observadoen otras partes. La explotación del trabajode la población –bajo formas diversas, peromás directamente en los grandes dominios,manufacturas y obras reales– es ejercida porel Estado y como principal beneficiario. Lospropietarios y negociantes particulares, aunsi de paso obtienen ganancias sustanciosas,no tienen la fuerza para hacer del Estado surepresentante.

Esta sociedad se caracteriza, como se havisto, por un alto nivel de la división deltrabajo, una variedad en la producción, unaintensidad en los intercambios. La imagendada por el Arthashastra no es uniforme.

Incluso en los pasajes que evocan un im-perio extendido, centralizado y apoyadosobre la masa de los shudra, el rigorautocrático se encuentra matizado por labúsqueda circunstancial del interés másgrande y perdurable por parte de la pobla-ción. Es cierto que el cálculo y la ingenio-sidad pueden ponerse muy bien al serviciodel Estado “tributario”.

El talante de este imperio, a veces arcaico,es con más frecuencia tecnocrático. Inútilagregar que el pueblo no está en ningúngrado representado en los resortes del po-der –ya que los grandes negociantes tam-poco lo están– y tampoco tienen medio deejercer ningún control46.

III

Queda por decir alguna palabra sobre elrealismo de KAUTILYA, si así pudiera llamarsea la vez a un cinismo explícito y ajeno a todamala conciencia, y a una lógica impertur-bable que adapta los medios a los finesasignados. En esta estrepitosa afirmaciónde la “razón de Estado” puede verse la con-currencia de una situación –un imperio tri-butario autocrático en la vía de crecimiento–y de una agilidad lógica ya muy ejercitada.

La actividad del rey, en el Arthashastra,está enteramente consagrada a una doblefinalidad: la prosperidad del reino y su acre-centamiento. Este difícil designio exige yautoriza el empleo de todos los medios, y sueficacia es el único criterio. No “justifica”estos medios, ya que su valor moral quedacompletamente fuera de cuestión. KAUTILYA

habla de política únicamente como político.No se recurre a ningún camuflaje y no re-fiere los consejos que da, ni a una revelaciónni a principios. Poco importa que como todoel mundo recomiende –siendo la religión unode los pilares del poder– estudiar los Veda,

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presentar dones a los brahmanes, mantenerlos lugares de culto o respetar el dharma.Poco importa, porque la totalidad de lo quedice, en economía o estrategia, emplea úni-camente conceptos económicos y estratégi-cos, sobre la base de lo beneficioso y enausencia de cualquiera otra preocupación. Ellibro analiza las ruedas de un Estadodesacralizado y dice sin atenuantes cómo hade actuar el gobernante que se propone laexpansión y el enriquecimiento del país; esoes todo. Gobernar es discernir las circuns-tancias y aprovechar la experiencia adqui-rida, es saber evaluar las relaciones de fuerza.Subrayemos que no se trata de un pragma-tismo vulgar, de un oportunismo egoísta ycorto de vista, de un abandono real a capri-chos y facilidades. El rey ha de poseer vir-tudes, maestría de sí mismo y firmeza, ahíncoen el trabajo y, por sobre todo, discernimientoy previsión. Este rey no debe ceder ni aldesencanto ni al prestigio; si fuese vencido,deberá mostrarse ante el vencedor con unservilismo tan total como provisorio y vigi-lante (VIII, cap. 15); en estado de debilidad,negociará paso a paso e intentará el enten-dimiento con el enemigo, así sea de espal-da a sus amigos, o lo engañará, comprarágentes, liberará rehenes preparando ya surescate, firmará –y violará– los tratados: espolítica. Ésta no escoge necesariamente laperfidia. En apariencia, KAUTILYA prefiere lapaz, cuando es tan provechosa como la guerra(pero llega a decir que de todas maneras másvale destruir al enemigo, y éste es, a veces,el eventual enemigo); pero de la mismamanera predica el respeto de los acuerdos yla generosidad, cuando estos comportamien-tos no perjudican al Estado y constituyen másbien logros. La concordia y el consentimientodel pueblo son fortaleza y seguridad. Una vezmás, apreciación política, no moral.

Lo que nos debe asombrar en este cínicorealismo de KAUTILYA, es su valor meto-

dológico. KAUTILYA funda la ciencia políti-ca asegurando su especificidad y delimitandoun dominio profano, aislado del teológico omoral. En este dominio, la revelación, latradición, la iniciación no sirven para nada:sólo una dialéctica sutil y una búsqueda ra-cional permiten seleccionar los medios. Laperspicacia en el análisis de los hechos polí-ticos, el deseo de formar con ello una cien-cia, es la primera explicación del sorprendenterealismo de KAUTILYA, como el de otros teó-ricos de la razón de Estado; ella los preser-va de oscurecer los hechos con temas moralesajenos a su realidad; a este título, MAQUIAVELO

y HOBBES, e incluso un poco MONTESQUIEU

y otros, sin contar los especialistas del artemilitar, tienen un parentesco evidente (y li-mitado) con nuestro autor.

Dado este nexo, en el realismo, entrecinismo e intención científica, es vano bus-car atenuantes o excusas, como lo han he-cho para KAUTILYA numerosos modernos.Algunos han dicho que, sólo en el caso deguerra y contra el enemigo, el Estadokautilyano emplea la dureza, la perfidia yel doble juego. Lo es sobre todo en este caso,pero los textos abundan en mostrar que enel interior del reino también todos los me-dios –desde la vigilancia hasta la provoca-ción, desde la insinuación y del lanzamientode falsos rumores para incitar al asesinato,desde los falsos testimonios hasta la crudaeliminación, pasando por todas las formasde la corrupción– serán empleados paramantener a cada uno en la obediencia. Loque es cierto es que en el interior del rei-no, siendo la sujeción institucional y ase-gurada por el funcionamiento mismo delpoder, no necesita más ardides que los jue-gos aleatorios de la diplomacia y la estra-tegia. Algunos historiadores intentan limitareste cinismo, viendo en él un reflejo de lasbrutales realidades que el autor tiene bajosus ojos o en la memoria. Es verdad que los

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ejemplos de rivalidad violenta no faltan, enespecial los casos de sucesión real por víadel parricidio47. Aun así, la India mauryanaciertamente no ha sobrepasado los horro-res de los ATRIDAS, ni los que se encuentranen todas partes, desde México hasta China,pasando por Roma, y que incluso no se li-mitan a la antigüedad. La moralización dela historia no está a la orden del día, y entodo caso no antes de ASOKA. Aun hoy,aunque relegadas a ciertos campos, el lec-tor no dejará de reconocer en el Arthashastranumerosas prácticas que no han desapare-cido; se podría estimar que el lector sorpren-dido o escandalizado no lo esté tanto porlo que dice KAUTILYA sino por el hecho deque lo diga. De todas maneras, lo sorpren-dente no es que KAUTILYA haya reflejado unasituación momentánea o durable, sino quehaya sabido hacer una teoría de ello.

Pero hay más. El tratado de KAUTILYA noha parecido chocante a sus compatriotasdurante siglos, con la excepción de losbudistas48. Lo han aprobado, glorificado ydifundido. Es que, por grande que sea laoriginalidad o la fuerza de KAUTILYA, sudoctrina no se aparta de la práctica y delpensamiento tradicional de los reyes. Enotras palabras, la doctrina real india es elcinismo. Con notables excepciones, esa essu ideología propia.

A este propósito, LOUIS DUMONT49 ha sos-tenido recientemente la hipótesis de unaseparación profunda, en India, y sólo en laIndia, entre el Artha y el Dharma, entre lopolítico y lo religioso, el hecho y el derecho,la fuerza y lo sagrado, el suceso y la estruc-tura jerárquica fundamental; en breve, comose dice, entre el “poder” y la “ley”. A suparecer, es esta zanja –la secularización pre-coz del poder político en la India– lo que haceque este país (y no Roma) sea el inventor delEstado. La explicación, como se ve, lleva alejos.

En algunos puntos, la hipótesis deDUMONT supone convicción. Un Estadodesacralizado, en los antípodas de una teo-cracia: en efecto, aunque falta comprenderporqué justamente esta secularización seprodujo en la India. Separación del dharmay del artha: cierto, si por ello se entiendela oposición entre lo “natural” y lo inten-cional, entre la costumbre y el decreto, entreel orden preestablecido, sacralizado yperennizado por los brahmanes y el domi-nio de la intervención deliberada del rey,la iniciativa legisladora. Pero en cuanto alas relaciones entre brahmanes y rey, sona la vez de oposición y convivencia, sobretodo esta última. Los brahmanes son el poderya sólidamente instalado en todas partes, alencargarse de las costumbres, habiéndolasunificado en un código favorable a su su-premacía; hasta un cierto punto, represen-tan una fuerza descentralizadora que nogusta a los reyes conformadores del impe-rio, pero éstos no pueden atacar frontalmenteni su poderío ni su ortodoxia. El cinismo esuna especie de rechazo, un rechazo larva-do más que una oposición y, antes que unaverdadera doctrina, sí la expresión directade unos intereses. Algunos reyes fueron máslejos, hasta el materialismo (se conoce elcélebre PIYADASI, que hacía pesar a los con-denados antes y después de la ejecución paraver si la eventual separación del alma loshabía hecho más ligeros), y de manera ge-neral los reyes no tomaban ninguna venta-ja de creer en una supervivencia o en unrenacer, o incluso en cualquier forma decastigo por los actos presentes. En cambio,en lo inmediato, tomaban ventaja en empleartodo aquello que mantuviese al pueblo enobediencia. El cinismo de los reyes no pre-ocupa a los brahmanes, lo que los apena esuna verdadera doctrina de oposición, comoel budismo, que atrae ampliamente a la po-blación. En la práctica los brahmanes son

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los constantes asociados de los reyes, comocapellanes y también como embajadores,ministros, espías y bufones; por lo demás,los reyes, incluso el de KAUTILYA, afirmanrespetar el dharma, velan por la separaciónde los varna, reconocen la superioridad delos brahmanes, les dan tierras hereditariasy confirman su monopolio del culto y de laenseñanza. El Arthashastra no les demuestrauna particular estima; al hablar de la com-posición del ejército y mientras que los“maestros” aconsejan seguir el orden jerár-quico, nuestro autor recomienda no incluirdemasiados brahmanes porque, dice él,cederán al adversario ante las primeras se-ñales que les haga.

Añadamos que, por lo que concierne ala ideología, los brahmanes han sabidoconstruir una que, a pesar de su riqueza,acoge o integra los elementos más diversosy que maneja una repartición de tareas yfunciones. La Bhagavad-Gita lo dice cla-ramente: como todo hombre, el rey ha deseguir su propio deber, su dharma de cas-ta; y el deber propio de un kshatriya es hacerla guerra y gobernar. Cada ser en su sitio.

Así, en lo esencial y precisamente en elArthashastra que representa la más purateoría real, reyes y brahmanes no se opo-nen, ni siquiera como gobierno y sociedad;manejan sus recíprocas prerrogativas, ejer-cen juntos el poder y juntos constituyen laclase dirigente-beneficiaria.

Hemos dicho que a la concepción de unEstado profano, en el que ni la revelación nila tradición enseñan cómo debe actuar su jefe,y con una teoría cínica deseosa de explotartodos los medios, corresponden –además dela racionalidad de contenido– eminentescualidades lógicas y un arte de la argumen-tación ya muy ejercitado. En efecto, el es-píritu indio se había agudizado desde hacíatiempos en las antiguas justas oratorias y enla exégesis, en las primeras investigaciones

científicas, en la práctica judicial con la pre-sentación de la prueba, en las heterodoxiascomo el budismo y el jainismo, obligados aargumentar, puesto que éstos no reconocíanla revelación50, y habían estado a la base delespíritu lógico desde la creación de la lógi-ca en la India. KAUTILYA se beneficia de esteafinamiento lógico en parte anterior a él.

La cualidad lógica del Arthashastra es antetodo la abstracción misma, el hecho de queel autor haya sabido deducir, a partir de unarealidad compleja y confusa, los principalesmecanismos del gobierno, las reglas delcomportamiento real y que haya sabido ha-cer de ello una teoría. Desde el comienzo,la situación se construye lógicamente, conla presentación del rey, su educación, susvirtudes, su horario y las principales tareas.Pero muchos pasajes dan la impresión de unesquema, casi de un “modelo”; es el casosobre todo del primer capítulo del Libro II

en que el autor toma una situación a partirde cero (la instalación de una región recien-temente colonizada) para describir una uni-dad territorial; este también es el caso en ladescripción de la ciudad capital (II, cap. 4).

Otra característica evidente es la unidadde apreciación y la coherencia con la cual,habiendo enunciado la finalidad, que que-da presente en el espíritu, todos los mediospara conseguirla son puestos en relación ysistemáticamente analizados. Se ha vistocómo este aspecto de la racionalidad, laimperturbable solidez del nexo entre el finy los medios, sin dubitaciones ni retoques,constituye la lógica de la eficacia, el cinis-mo, la razón de Estado.

A pesar de la claridad de las ideas direc-tivas y del esquematismo y coherencia rigu-rosos, hay en el Arthashastra una frecuentesuperabundancia de detalles: gusto indio porla enumeración, que impulsa a continuar porplacer toda lista que haya sido comenzada,tal como se multiplican las figuras sobre las

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superficies esculpidas (¿desdén del concep-to?); gusto indio por la clasificación quereparte las cosas en categorías tal vez sinrelación con la realidad (¿la enumeración declases de esclavos sería en parte un juego conlas nomenclaturas?). Pero en todo caso, nila sobrecarga ni el abuso de las clasificacionesalteran el rigor del tratado.

Una de las originalidades de este textoes el abundante empleo de la discusión conlos “maestros”: se exponen varias opinio-nes y la de KAUTILYA sólo se presenta des-pués de la confrontación, de manera nodogmática y siempre debidamente argumen-tada. La frecuencia de esta presentación, porotra parte, varía en la obra: la sección eco-nómica no incluye discusiones, tal vez por-que la materia era nueva. Pero, de otro lado,hay con frecuencia un encaminarse progre-sivo hacia la verdad.

A menudo este camino se adelanta a tra-vés de dicotomías: entre dos clases de per-sonas o situaciones, dos géneros de país, dosmales o dos ventajas, dos soluciones, he ahílo que hay que preferir. Capítulos enteros sonconstruidos de esta manera (por ejemplo, VIII,caps. 1.º y 9.º). A veces el procedimiento tieneun sabor arcaico o artificial, en especialcuando se trata de escoger entre dos cosas,una evidentemente buena y otra mala. Perousualmente el recurso es interesante y per-mite, por eliminación sucesiva de una de lasopiniones o de uno de los términos de laalternativa, llegar a una solución. Denota,además, un sentido de relatividad: lo quepodría parecer bueno o malo en sí es apre-ciado en relación con su opuesto. A menu-do la solución no es tan fácil y la escogenciaes delicada, cuando la alternativa no se daentre dos propiedades simples sino entre dosgrupos de propiedades con componentesdisímiles o contradictorios. ¿Es mejor adqui-rir un territorio pequeño pero fértil, o ¿unogrande e infértil? (Mejor el territorio gran-

de, responde KAUTILYA, porque el trabajohumano puede hacerlo fértil) ¿Hay que ata-car a un rey fuerte e injusto o a un rey débilpero justo? (Hay que atacar al primero, por-que sus súbditos no acudirán en su ayuda),etc.

Pero no siempre se resuelven los proble-mas con base en una serie de alternativas.KAUTILYA recomienda analizar todos losaspectos reales de una situación y tener ala vista todas las eventualidades que pue-dan presentarse. Es este el punto más inte-resante de su método: el empleo de toda unasuerte de razonamiento hipotético e inclu-so dialéctico. En la parte diplomática deltratado especialmente, los consejos dadosal rey nunca se presentan aislados, absolu-tos, independientes de circunstancias pre-cisas. Todas las hipótesis, todos los casosson contemplados, y es tan exhaustivo suexamen, que muchas de las eventualidadesson puramente teóricas. Es el método pro-pio de la estrategia, en la cual es por asídecirlo espontáneo, pero KAUTILYA ya loutiliza de forma sistemática y “moderna”.Desemboca en una dialéctica flexible quequiere tener en cuenta todos los elementosde una situación, de su importancia en talmomento o en tal contexto, juntamente consus cambios. El Arthashastra no deja deafirmar que la esencia del arte político essaber discernir las circunstancias y orien-tar el comportamiento en función de lascircunstancias racionalmente analizadas.

Este método ha sido relacionado con elde la medicina, que procede de la observa-ción comparativa de los síntomas y la de losefectos del tratamiento según el caso. Se haseñalado un parentesco entre el Arthashastray el gran Tratado de medicina de CARACA51;pero para probar esta aproximación habríaque precisarla. La semejanza es sorprenden-te por su lógica jaina y más aún budista. Losjaina ponen en la base de su pensamiento

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la necesidad de examinar cada realidad deacuerdo a una multiplicidad de puntos devista, siete en principio. En cuanto a losbudistas52 (y en forma destacada algunas desus escuelas), su posición antimetafísica, enlos distintos significados del término, ypedagógica, entraña el empleo regular delrazonamiento circunstancial: se rehúsan aresponder sí o no, queriendo tener en cuentacómo se presenta la situación y cómo ha-cerle frente; su método es prescriptivo, re-lativo, dialéctico. Al preguntarle a BUDA

quién puede llegar a la salvación, si unmonje o un laico, responde (frustrando laexpectativa de los bien pensantes): «si unmonje se conduce de tal o cual manera…si un laico se conduce de tal o cual mane-ra…» Al preguntarle de dónde provienenlas ideas, de dios, del azar o del pasado, res-ponde solamente como pedagogo: «si unose empeña en disciplinar su pensamiento,las ideas vendrán…» El parecido frecuen-temente es manifiesto: el Arthashastra dice,por ejemplo (VIII, cap. 1.º), que las calami-dades que afectan a los diferentes elemen-tos del Estado son más o menos graves segúnla importancia de tales elementos: las queafectan al rey son claramente más graves,pero agrega que si de ordinario los proble-mas del ejército son más graves que los delaliado, todo depende de lo que se puedaesperar de ese aliado; y si un elemento pocoimportante arriesga poner en ruina a todoel Estado, su perturbación es más grave,rompiéndose así la jerarquía, pues tododepende de las circunstancias y el contex-to. No existe un juicio simple, uniforme. Apropósito de un tránsfuga, el rey se preguntapor qué ha abandonado a su señor y si hayposibilidades de que vuelva, o si puede serutilizado y cómo (VIII, cap. 6.º). Si es posi-ble, hay que aliarse a un poderoso; pero afalta de éste, uno se aliará con un igual,siempre que sus empresas vayan bien, y a

falta de este otro, uno se aliará con reyesde poder débil, pero que son enérgicos yhostiles para quien uno quiere derrotar. Setrata siempre de orientarse entre posibili-dades y de examinar todos los aspectos delproblema. «Aquel a quien se ha propuestoun tratado de paz y aquel que lo proponehan de considerar primero las razones paraaceptar o rehusar, y después de haber pen-sado el pro y el contra, adoptar el caminode su prosperidad» (VII, cap. 7.º, final). Nosólo se examinan todos los factores de unasituación, sino sus relaciones y todo el con-junto de su evolución.

Las cosas divinas, dice KAUTILYA (VI, cap.2.º), son en el dominio de lo imprevisible,de lo inaccesible, de la buena o mala for-tuna. Pero las cosas humanas pertenecen alorden de lo cognoscible, de lo previsible yde lo perfectible. Y lo más importante paraello es una buena política. Por eso ha es-crito su tratado, el Arthashastra.

MARINETTE DAMBUYANT

TraducciónCAMILO CALDERÓN SCHRADER

1. El presente texto apareció como Introducciónal volumen L’Arthashastra, le traité politique del’Inde ancienne, extrais choisis et publiés avec uneintrodution par Marinette Dambuyant, en la colec-ción “Etudes sur le devenir social”, dirigida por JULIEN

FREUND (Paris: Marcel Rivière et Cie., 1971). Unejemplar de este libro se encuentra en la bibliotecadel Instituto de Estudios Constitucionales CarlosRestrepo Piedrahita, de la Universidad Externado deColombia. La autora precedió su edición de textosde KAUTILYA con la siguiente nota: «La obra másautorizada es la de R. P. KANGLE, profesor en Bombay,The Kautilya Arthashastra, en tres volúmenes, edi-ción de 1960, traducción al inglés de 1963, y Estu-dio de 1965. Agradecemos vivamente al profesorKANGLE, así como a su editor, la Universidad deBombay, por su amable autorización para servirnosde esta traducción. Por supuesto, el profesor KANGLE

no es responsable de las interpretaciones que pue-dan darse aquí, sea en la introducción o en la selec-

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ción misma y en la disposición de los textos. Algu-nos capítulos del Arthashastra han sido traducidosal francés por LOUIS RENOU y figuran en su Anthologiesanskrit (París, Payot, 1947) […] Que este trabajosea la ocasión para saludar la memoria del granindianista. Estos extractos sólo quieren –a la espe-ra de un erudito que asuma la traducción francesadel Arthashastra– llamar la atención sobre uno delos fundadores de la ciencia política» (n. del e.).

2. La traducción clásica de este pionero, en sus edi-ciones sucesivas (la 6.ª ed. publicada en Delhi, 1960),tiene en cuenta los diferentes manuscritos del textoy los comentarios a la medida de su descubrimiento.No obstante, buen número de sus interpretaciones sondiscutibles, y el conjunto, edulcorado.

3. Veda: «conocimiento, conocimiento verdadero osagrado, ciencia o conocimiento del ritual». Nombrede algunas obras que constituyen la base del primerperíodo de la religión hindú. Originalmente fueron tres:Rig-veda, Yajur-veda y Sama-veda, que a veces esllamada colectivamente trayi, el triple vidya, o tripleconocimiento, pero el Rig-veda es realmente la úni-ca obra original de las tres, y mucho más antigua: suhimno más primitivo se asigna al período entre 4000y 2500 a. C., gracias a ciertos cálculos astronómicos,y por consiguiente, anterior al establecimiento de losarios en India; subsecuentemente fue agregado uncuarto veda llamado el Atharvaveda, que solo fueaceptado después de MANU, cuyo libro de leyes serefiere con frecuencia a los tres vedas y solo una vezmenciona la revelación hecha a ATHARVAN y ANGIRAS

y sin mencionar el nombre Atharvaveda. MONIER

MONIER-WILLIAMS. A Sanskrit-English Dictionary.Oxford: Clarendon Press, 1979. Todas las referenciasindicadas como n. del e. proceden de esta obra. Latranscripción de vocablos del sánscrito se ha simpli-ficado y castellanizado, si así pudiera decirse, redu-ciendo a nuestro alfabeto las doce vocales y las 34consonantes de esa lengua. Quien estuviera interesadoen utilizar una trascripción más rigurosa deberá acu-dir a la versión francesa de este trabajo (n. del e.).

4. Dharma:«lo que es establecido o seguro, esta-tuto, decreto, ordenanza, ley; uso, práctica, obser-vancia acostumbrada o conducta prescrita; derecho,justicia, castigo; virtud, moralidad, mérito religio-so, buenas obras; en acuerdo con el derecho o la ley,correcto, justo» (n. del e.).

5. Samkhya: una de las tres grandes divisiones dela filosofía hindú, atribuida al sabio KAPILA, y así lla-mada de “discriminar” en general, o más probable-mente de “contar” o “enumerar”. En efecto, la Samkhyaenumera las veinticinco Tattras, o entidades verda-

deras, veintitrés de las cuales derivan de la Esenciaprimordial o primer-Creador. La rama yoga de laSamkhya alude a un Espíritu Supremo dominador (n.del e.).

6. Yoga: aplicación o concentración del pensamien-to, contemplación abstracta, meditación, auto-con-centración; meditación abstracta y abstracción mentalpracticada como sistema (enseñada por PATANJALI yllamada filósofía yoga). Su fin principal es enseñarlos medios mediante los cuales el espíritu puede llegara la completa unión con el Espíritu Supremo (Isvara).La práctica de la concentración está emparentada conel budismo (n. del e.).

7. Lokâyata: materialismo, sistema filosóficoateístico, enseñado por CARVAKA. Vocablo relacionadocon lokayatana, “materialista”, y con lokayatika,“hombre experimentado en los caminos del mundo”(n. del e.).

8. Brahmana: explicaciones o desarrollo del cono-cimiento sagrado, o doctrina (especialmente para usode los brahmanes en sus sacrificios). Los Brahmanahacen parte de los Veda, junto con los Tantra y losUpanishad. Los Brahmana contienen reglas para elempleo de los Mantras o himnos de varios sacrifi-cios, con detalladas explicaciones sobre su origeny significado y numerosas leyendas antiguas. SegúnSURJANA contienen dos partes: los vidhi, normas ri-tuales, y los anthavada, anotaciones explicativas (n.del e).

9. Upanishad: «Sentarse al pie de alguien para escu-char sus palabras (de ahí, conocimiento secreto trans-mitido en esta forma)». Según autoridades de India,«revelación del conocimiento del Espíritu Supremo».También: «misterio que subyace o se oculta detrás delsistema externo de las cosas». Llevan el título de Upa-nishad cierta clase de escritos filosóficos (más de cien),cuyo propósito es la exposición de los pensamientossecretos de los Veda; son considerados como la fuentede las filosofías Vedanta y Samkhya (n. del e).

10. W. RUBEN incluso estima que un tipo de sociedad(esclavista) fundamentalmente análoga existe des-pués del Imperio del Indo en el tercer milenio, has-ta una época cercana a nuestra era (Acta Orientalia,XIX,1952); una discusión en KANGLE. Etude (1965).Las posiciones actuales de RUBEN están mucho másargumentadas.

11. Kautilya también significa “torcimiento”, “re-torcimiento”, “perversidad”, “curvado”, “falsedad”,o “deshonestidad”, e incluso “ensortijamiento delcabello” (n. del e).

12. Sutra. El vocablo significa “coser”; literaria-mente, sutra es una sentencia corta o regla aforística,

Dambuyant El Arthashastra de Kautilya, tratado político de la India antigua 31

y toda obra o manual consistente en una mistra o“sarta” de tales reglas puestas juntas como con unhilo de collar; estas obras sutra forman manuales deenseñanza de rituales, filosóficos o gramáticos; enceremoniales védicos constituyen una especie de rú-bricas que dan reglas concisas para la representaciónde toda clase de sacrificios. Otra clase de sutras sonlos Gribya-sutras y los Samayacarika o Darma-sutras, esto es «normas para las ceremonias domés-ticas y costumbres convencionales», a veces llamadascolectivamente Smarta-sutras (Smriti = tradición);éstos dieron origen después a los Dharmashastra,o “libros de leyes”; cada sistema filosófico posee sumanual de aforismos escritos en sutras por su su-puesto fundador. En gramática (Vyakarana) existenlos famosos sutras de PANINI en ocho libros (que sonla obra fundamental de una amplia literatura grama-tical), mencionado por la autora en este párrafo (n.del e).

13. Jataka: “engendrado por”, “nacido bajo…”,“recién nacido”, “nacimiento”, “cálculo astronómicode nacimiento”. Relato de un nacimiento anterior deGAUTAMA BUDA (n. del e).

14. Ver el libro, erudito y agradable, de JEANNINE

AUBOYER, La vie quotidienne dans l’Inde ancienne(Paris: Hachette, 1961). La autora, que se sirve esen-cialmente de los Jataka budistas, explica que ha se-leccionado un período excepcionalmente amplio–casi mil años–, a causa justamente de la lentitud dela evolución de la India.

15. R. C. MAJUMDAR. The classical accounts ofIndia. Calcuta, 1960.

16. Dasa: “esclavo”, “sirviente”, y también “sal-vaje”, “bárbaro” e “infiel”. El femenino dasaka sig-nifica “esclava”, y también “prostituta” (n. del e).

17. Cfr. Lo que dice ASOKA: «En tiempos pasadosno se realizaba en todo momento la expedición delos asuntos o la información. Pero he aquí que yolo he hecho. En todo momento, sea que esté comien-do, o en el gineceo, en mi habitación o en la granja,en el carruaje, en los jardines o en cualquier parte,los informadores (presentes) deben informarme delos asuntos públicos; y en todas partes me ocupo delos asuntos públicos. Y cualquiera orden que doy ver-balmente, relativa a una donación, a una proclama-ción, y de otra parte todo asunto urgente confiado alos superintendentes, si hay sobre ello contestacióno deliberación en el consejo, se me debe informarinmediatamente, donde quiera que sea y cuando quie-ra que sea; tal es mi orden». J. BLOCH. Les inscriptionsd’Asoka. Paris: Belles Lettres, 1950, p. 108.

18. Adhyaksha: “superintendencia” (n. del e).

19. JULES BLOCH presenta la estimación siguiente:Cuando SELEUCO, conquistador griego instalado enSiria y Babilonia, quiere «recomenzar la obra deALEJANDRO», no encuentra como allí poblamientossin cohesión, sino «un inmenso Imperio que domi-na dos deltas y va de uno a otro mar. CANDRAGUPTA

posee 600.000 infantes, 30.000 caballeros y 9.000elefantes. SELEUCO no insiste; consiente en lo nece-sarios sacrificios, entrega a los Maurya los territo-rios más allá del Indo […] y concluye con él unaalianza matrimonial». J. BLOCH. Ob. cit., p. 14. D.D. KOSAMBI también estima que el ejército indio podíaalcanzar el medio millón de hombres en la cercaníadel año 300 a. C.

20. Kshatríya: “gobernante”, “investido de sobe-ranía”. Miembro del orden militar (que posteriormen-te constituyó la segunda casta india). Significatambién “poder o rango del soberano”. Vocablos re-lacionados: Kshatriyaka, mujer perteneciente a lasegunda casta; kshatriyani, mujer de un militar; ksha-triyajati, tribu o casta militar; kshatriyadharma,derecho de ocupación de la tribu guerrera, de la guerrao del gobierno; kshatriyaraja, jefe militar; ksha-triyabruva, aspirante al ejército (n. del e).

21. Ya el libro I del Arthashastra habla de ellos:su nombramiento era parte de las actividades esen-ciales del rey. El libro V les está consagrado, y ade-más son mencionados en toda la obra.

22. Arya: un hombre respetable, adorable, justo.Habitante de Aryavarta y la raza que inmigró a estaregión desde el Asia Central (se trata de la tierrasagrada de los arios, situada en el Norte y Centro dela India y que se extendía desde Oriente hasta el maren Occidente y limitada al Norte por los Himalayasy al Sur por los montes Vindhya); posteriormente,nombre de la primera de las tres castas (opuesta ashudra); hombre altamente estimado, respetable yhonorable; hombre que ha enseñado las cuatro gran-des verdades de BUDA; en general, hombre de bue-na familia, excelente, sabio, correcto; vocablosrelacionados: aryagana, el conjunto de los sacerdotesbudistas; aryaputra, designación del rey por partede sus súbditos (n. del e).

23. Vaíshya: «hombre que se instala en el suelo»;campesino, “trabajador”, agricultor; hombre de latercera clase o casta (cuyo negocio es el comercio,tanto como la agricultura); vasallaje, dependencia;vocablo relacionado: vaishyarata, que vive a expen-sas de un vaíshya (n. del e).

24. Varna: color de la piel; raza, especie, clase,carácter, naturaleza, cualidad, propiedad; clase dehombre, tribu, orden, casta. Designa a los arya y dasa,

Revista Derecho del Estado32

pero más propiamente se aplica a las cuatro clasesprincipales descritas en el código de MANU:brahmanes, kshatriyas,vaishyas y shudras (n. del e).

25. Candala: desclasado, hombre de la más bajay despreciable de las castas mixtas (nacido de pa-dre shudra y de madre brahmán); «un muy bajo re-presentante de…» (n. del e).

26. Mlecchá: extranjero, bárbaro, no ario, hombrede raza descastada; cualquier persona que no hablasánscrito y que no se conforma con las institucio-nes usuales de los hindu; persona que vive de la agri-cultura o de la fabricación de armas; cobre. Vocablorelacionado: mlecchadesha, país bárbaro o extran-jero; mlecchasya, rostro extranjero o cobrizo, llamadoasí por la complexión de los invasores griegos ymahometanos, que se decía tenían la piel cobriza (n.del e).

27. Jati: nacimiento; fijado por nacimiento; posi-ción asignada por nacimiento, rango, casta o líneafamiliar. Vocablo relacionado: Jatijanapada, rela-tivo a las cuatro castas o al país (n. del e).

28. Niti (de ni, dirigir, guiar, jefe o guía): lidera-to, guía, manejo; sabiduría y ciencia política; con-ducta correcta, o sabia, o moral; comportamiento,prudencia. Vocablos relacionados: nitikatha: obrasobre ciencia política o moral; nitidosha, error deconducta o equivocación política; nitibija, germeno fuente de intriga; nitimat, de conducta prudente ymoral, eminente por su sabiduría política; nitivishaya,esfera de la conducta prudente y moral; nitishastra,obra o tratado de política, ética o moral; ciencia deestas disciplinas (n. del e).

29. Artha: “la segunda mansión o mansión de ri-queza”; negocio, o utilidad, patrimonio, beneficio,conjunto de bienes, dinero, y también, deseo y pla-cer. Vocablos relacionados: arthashastra: tratadosobre el gobierno político o libro sobre la vida prác-tica; arthashri, grande fortuna material; artha-samsthana, acumulación de riquezas, tesoro;arthartha, cumplimiento (n. del e).

30. M. DAMBUYANT. “Un Etat a ‘haut commendementéconomique’: l’Inde de Kautilya”. La Pensée, n.º 151(junio de 1970).

31. Sita: surco, huella o línea realizada con el ara-do; personificación de una diosa semejante a POMONA

(se la invoca como protectora de la agricultura y delos frutos de la tierra) (n. del e).

32. Bhagá: Porción, parte compartida, lote, repar-timiento, herencia, fracción; parte de algo pagada comointerés. Vocablos relacionados: bhagabhuj, el reycomo disfrutador de impuestos; bhagahara, tomar unaparte (n. del e).

33. Otros grandes imperios centralizados existie-ron en América, sin escritura ni cálculo escrito. Sinduda estarían en un nivel menos evolucionado en ladivisión del trabajo y en las relaciones sociales.

34. Ver nota 24, supra. (n. del e).35. La iniciativa de estas investigaciones fue to-

mada por la revista La Pensée, que le ha dedicadola publicación de lo esencial de sus conclusiones ensu número especial 114 (Ed. Sociales, abril 1964).Actualmente existen publicadas en francés las tresobras principales sobre este tema: “Premières sociètésde classe et mode de production asiatique”. Re-cherches internationales, n.º 57-58 (Ed. NouvelleCritique, enero-abril de 1967); Sur le “mode deproduction asiatique” (Ed. Sociales, 1969); Sur lesSociétés précapitalistes. Textes choisis de Marx,Engels, Lénin (Ed. Sociales, 1970). De MARX pue-den verse también sus trabajos preparatorios para elCapital publicados en francés con el título deFondements de la critique de l’économie politique(Anthropos, 1967), especialmente I, pp. 422 a 460.

36. KARL WITTFOGEL. Le Despotisme oriental. Paris:Minuit, 1964. Se reprocha sobre todo su concepcióndel ser antihistórico, que asimila a través del tiemposociedades de nivel totalmente diferente. La interpre-tación que da del Arthashastra (p. 91 y passim, versu índice), ciertamente novedosa, cita mucho del texto,especialmente a propósito de una eventual moviliza-ción masiva de la población para las grandes obras.En su recensión de este libro (The Economic Weekly,nov. 2, 1957, pp. 1417-19), D. D. KOSAMBI rechazala interpretación de WITTFOGEL, al estimar que el con-cepto del Estado “agrodirectorial” forjado para socie-dades agrarias simples no conviene a la sociedadevolucionada e industrial del Arthashastra, y que lairrigación no es esencial para un país de monzón.

37. Por ejemplo, D. D. KOSAMBI: «La mención delilotismo es más apta, ya que se aproxima mejor a lacasta shudra» (An introduction to the study of Indianhistory, p. 187). Más sistemáticamente, W. RUBEN

se ha dedicado a trazar la evolución de la situaciónde los shudra en Über die flrühesten Stufen derEntwiklung der altindischen Sudras. Berlín:Akademie-Verlag, 1965, pp. 1 a 59. A partir de unacercamiento estrecho entre shudra e ilotas, RUBEN

llega a considerar que hay fundamentalmente unmodo de producción esclavista, del cual la sociedad“asiática” ofrece una de las variantes.

38. LEWIS MUMFORD. “La première mégamachine”.Diogène, n.º 55 (julio-septiembre 1966).

39. De grama, lugar, aldea o caserío (habitados);el colectivo de habitantes de un lugar. Así, gramani

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designa el dirigente o jefe de una aldea o comuni-dad, al señor de una finca y al superintendente, ygramadhikrita igualmente al superintendente o jefede aldea (n. del e).

40. Kshetrika: relativo a un campo, poseedor delmismo, dueño de un campo; “agrario”; en general,granjero o cultivador (n. del e).

41. R. P. KANGLE piensa que el vocablo svamin nopuede tener el significado débil de simple poseedor.Para él la idea de que la tierra pertenece al Estadoproviene sin duda de una época en que la tribu, re-presentada por su jefe, poseía toda la tierra; poco apoco parcelas ocupadas y trabajadas de forma con-tinua por las familias llegaron a ser de su propiedad,con (limitado) derecho de alienación. KANGLE. Etude,cit., pp.170 y 171.

42. «Si la repartición tiene lugar en vida del pa-dre, éste no mostrará ningún favor particular a al-guno de los hijos, y a ninguno desheredará sinmotivo»: Arthashastra, III. cap. 5.º.

43. El historiador KOSAMBI piensa que en la Indiareal, a partir del siglo VI a. C. y hasta la edad Me-dia, la propiedad privada es corriente en las ciuda-des y sus alrededores, para casas y jardines, pero quees excepcional en el campo.

44. K. MARX. Fondements de la critique del’économie politiqueé, cit,. p. 437.

45. No se deja de citar el shloka: «las minas sonla fuente del tesoro; el tesoro permite la creación delejército. El tesoro y el ejército permiten conquistartoda la tierra» (Arthashastra, II, cap. 12, fin). Peromuchos otros pasajes ponen el trabajo de los cam-pos a la base de las riquezas, y además el Libro II,tratado de economía, empieza con la pintura de laagricultura en tierras recientemente colonizadas.[shloka = proverbio, máxima, copla].

46. Sobre el conjunto de cuestiones sobre la vidaeconómica y política de la India antigua se hacenecesario un estudio más pausado. Entre las inves-tigaciones actuales, señalamos la que adelantan, enBerlín, W. RUBEN y otros especialistas. Ver su obraDie gesellschaftliche Entwicklung in alten Indien,I. Die Entwicklung der Produktionsverhältnisse; II.Die Entwicklung von Staat und Recht. Berlin: DAW,1967 y 1968.

47. En el reino del Magadha, en época de BUDA, elrey BIMBISARA fue asesinado por su hijo AJATASATRU,y éste a su vez fue muerto por su hijo UDAYIBHADRA.Lo mismo en el vecino Kosala, y lo mismo algunasgeneraciones más adelante.

48. Adeptos de una doctrina fuertemente unitaria ymoral, los budistas exigieron la moralización de la

política, al principio y un poco de hecho, aunque seacomodaron sin escrúpulo a los reyes, incluidos losreyes budistas. El emperador ASOKA, nieto deCAUDRAGUPTA, aparece como la excepción brillantede la India, como el anti-Kautilya. Su reino comen-zó mal: toma del poder por el asesinato de su herma-no mayor (y de 99 de sus cien hermanos, dice laleyenda) y sangrientas conquistas, sin contar la he-catombe de animales para la mesa real. Pero, despuésde su conversión al budismo, ASOKA expresó públi-camente su piedad y su remordimiento por las masacresdurante su período de conquista, anunció que lassuspendería y ordenó que fuesen suspendidos losasesinatos. Los edictos que hizo grabar a través de todoel imperio tienen un acento único en la India (y en elmundo, asevera J. BLOCH). El Edicto XIII, en que elrey como de costumbre se designa como «el amigode los dioses», declara: «Ocho años después de suconsagración, el rey amigo de los dioses con miradabenevolente ha conquistado el Kalinga. Ciento cin-cuenta mil personas han sido deportadas; cien mil hansido muertas; muchos en este número han perecido.Enseguida, una vez que el Kalinga fue tomado, ar-dientes son los ejercicios de la ley [búdica], el amora la ley, la enseñanza de la ley en casa del amigo delos dioses. El pesar se apodera del amigo de los dio-ses después que ha conquistado Kalinga. En efecto,la conquista de un país independiente significa elasesinato, la muerte o la cautividad para las gentes:pensamiento que el amigo de los dioses resiente fuer-temente, que le pesa […] y aun si alguno le haceagravio, el amigo de los dioses piensa que hay quearmarse de paciencia mientras que esto sea posible[…] Ahora bien, la victoria que el amigo de los dio-ses considera como la mayor de todas es la victoriade la ley». JULES BLOCH. Les inscriptions d’Asoka, cit.,p. 125. Excepción a medias, tal vez, si uno escuchalas malas lenguas que dicen que este rey, una vezacabadas sus conquistas militares, se empeñó en con-solidar su influencia por medio de la propaganda re-ligiosa, conservando en todo caso intacto su ejército.Sea como sea, el budismo ha reinado en la India sólopasajeramente y la tradición política es incontesta-blemente la que ilustra el Arthashastra.

49. LOUIS DUMONT. Homo ierarchicus. Paris:Gallimard, 1966. Sobre KAUTILYA, pp. 367-372.

50. Naturalmente, es al encuentro de las otras re-ligiones como se ejercita su espíritu crítico. Por ejem-plo, en la oposición del budismo al brahmanismo ysus ritos, el Jataka X intenta encontrar otra causalidadque el sacrificio. En los dominios de un excelenterey con súbditos obedientes, donde en consecuen-

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cia todo marcha muy bien, sobreviene el desastre dela sequía (o de una tromba de agua) devastadora.Consultados los brahmanes, responden que los ri-tos no han sido convenientemente cumplidos. Peroel rey (BUDA mismo en una vida anterior) dice, ensustancia: «¿Qué relación puede haber entre la con-ducta justa y el sacrificio de animales? ¿Cómo elhecho de atender al mundo de los dioses o de pro-piciarlos tendría algo que ver con el asesinato de víc-timas? ¿Y por qué razón el animal inmoladobeneficiaría actos realizados por otros e iría al cie-lo, sin haber obrado el bien, sin haberse abstenidodel mal, únicamente porque ha sido inmolado? Pero,si así fuera, ¿no esperaríamos ver a los brahmanesofrecerse a sí mismos en inmolación? En ningunaparte ve uno esta práctica: ¿Cómo creer a estos con-sejeros? ¿Y por qué los seres celestes preferirían la

ambrosía y los suaves perfumes esparcidos por lacarne de una pobre víctima?» (Por su parte, la ex-plicación le parece estar en las consecuencias de losactos cometidos en nuestras vidas precedentes).

51. «La Carakasamhita, incluso en la redaccióntardía que poseemos, tiene un carácter indiscutible-mente antiguo y presenta un paralelismo sorprendentecon el estilo y los procedimientos de discusión delArthashastra de Kautilya». NAG. Les théoriesdiplomatiques de l’Inde ancienne, Paris, 1923, p. 49.

52. SCHERBATSKI, el gran especialista del pensamien-to budista, ha relacionado el tratado de KAUTILYA conuna obra búdica tardía: encuentra en él la mismamanera de desligar una “vía media” a partir de dosvías extremas. Relación extremadamente precisa, einexacta: la vía mediana no caracteriza para nada elArthashastra, e incluso en él no figura.