El Album Mexicano_vol. II

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  • La benvola acogida que nuestros trabajos han

    recibido del pblico, nos ha estimulado empren-

    der la continuacin de esta miscelnea. A finde que el segundo tomo del lbum adquiera so-bre el primero una notoria superioridad, no perdo-

    naremos esfuerzo, ni omitiremos trabajo por nues-

    tra parte. Nos afanaremos por purgarlo de las

    faltas que hemos notado nosotros mismos, sobre

    las que nos han llamado la atencin las adverten-

    cias de nuestros amigos.

    Toda obra, sea de la naturaleza que fuere, pre-

    senta los principios dificultades de toda espe-

    cie, que el tiempo va poco poco haciendo des-

    aparecer. Esto ha sucedido tambin con el l-bum: obstculos de difcil superacin impidieron

    el completo desarrollo de nuestras ideas; ven-

    cidos hoy, nos han dejado el camino espedito pa-ra la realizacin de la empresa.

    La redaccin de este peridico literario ha si-

    do considerablemente aumentada. De esta suer-

    te, repartidos los trabajos entre mayor nmerode personas, no se resentirn de los defectos con-

    siguientes la festinacin, y tendrn un carc-

    ter de variedad, siempre agradable los lectores.

    Contamos, ademas, con el ausilio de inteligentes

    TOM. II. I.

    y numerosos coolaboradores, de cuyas luces espe-

    ramos las mas tiles interesantes producciones.

    Digamos ya algo de nuestro plan.

    Como uno de los principales objetos que tuvi-

    mos presentes al establecer el lbum, fu el depresentar un estmulo esa juventud entusiastaen que se cifra la esperanza de nuestro porvenir

    literario, no tuvimos embarazo en publicar va-

    rias composiciones, principalmente poticas, que,

    pesar de tener incorrecciones, anunciaban ya

    talentos de que se podria sacar gran provecho en

    lo futuro. Los resultados han correspondido

    nuestras esperanzas; en comprobacin de lo cual,

    nos contentaremos con hacer mencin de un solo

    ejemplo. Comprense las primeras poesas del

    Sr. Bejarano, con la hermossima titulada: "A

    una nia," que hemos publicado en el nmero 25

    del tomo primero, de nuestro peridico, y dgase-

    nos si no se nota desde luego una gran diferencia

    entre unas y otra. Sin embargo, deseosos de no

    sacrificar completamente lo presente lo venide-

    ro, trataremos de ser mas circunspectos en este

    punto, y solo insertaremos en nuestras columnas

    las producciones que sean, nuestro juicio, mas

    dignas de ver la luz pblica.

  • II INTRODUCCIN.

    Con la esperanza de que aquellos de nuestros

    compatriotas, que sobresalen en conocimientos

    cientficos artsticos, escribiesen algo sobre es-

    tos ramos, nos abstuvimos de apelar obras es-

    trangeras, en que podiamos encontrar abundante

    material. Pero reflecsionndolo mejor, hemos

    cambiado de idea, porque en la imposibilidad de

    hacer algo original en esa parte, no cabe duda en

    que el mejor servicio que puede hacerse al pbli-co, es el de tenerlo al corriente de los progresos

    que dia dia se observan en los pueblos mas

    adelantados en civilizacin; y este objeto ten-

    dern nuestros esfuerzos. Tenemos ya al efec-

    to, merced la eficacia del editor, las obras mas

    recientes de Europa, sobre ciencias y artes, y con

    su ausilio entendemos que poco nada quedar

    que desear.

    En la publicacin de las Flores animadas se-

    guiremos el plan que nos hemos propuesto. La

    obra original, poco acomodada las costumbres

    y gustos mexicanos, ofrecerla escaso inters los

    lectores, que deben quedar mas complacidos con

    el cambio adoptado, en el que, 5 bien con nove-

    litas variadas, con historietas morales, con

    observaciones filosficas; en fin, con cuadros de

    costumbres y poesas satricas, llenamos la dif-

    cil tarea de escribir artculos alusivos las her-

    mossimas estampas de la obra, que son una de

    las pruebas mas inequvocas del talento creador

    inimitable de Grrandville.

    Los estudios histricos, sern atendidos con

    especial cuidado, as como la geografa y los via-

    ges. Los sucesos acontecidos en diversas partes

    del mundo, y dignos por su importancia de que

    se reproduzca su recuerdo; las biografas de los

    hombres ilusti-es por sus ciencias, virtud heros-

    mo, ocuparn algunas de las pginas del lbum.Escusado es decir que los acontecimientos de

    Mxico y los hechos de sus hijos,. obtendrn unajusta y merecida preferencia.

    Continuaremos los estudios morales, convenci-

    dos de la utilidad que prestan para el comn delos lectores, porque es un hecho tan antiguo

    como indudable, que el corazn humano, que ape-

    nas tolera la verdad, cuando se le presenta con

    un lenguaje descarnado, seco, la ama y la veneracuando se atava con esos colores que tanto agra-

    dan la imaginacin.

    Bajo el nombre de Estudios sociales, empren-deremos la publicacin de una serie de artculo

    de carcter nuevo, y en los que, ora para criti-

    carlos, ora para disiparlos, ora para pintarlos,

    pasaremos revista los vicios, las preocupacio-

    nes, los usos de nuestra sociedad.

    Las mejoras positivas, en sumas amplia acep-cin, mal pudieran no entrar en el plan de una

    miscelnea, cuyos redactores estn convencidos

    de que nada debe anteponerse la utilidad.

    El siglo en que vivimos, que si por algn lado

    peca, es por el del positivismo, ha hecho en esta

    parte adelantamientos de primer orden: justo es,

    pues, que nos aprovechemos de las ventajas de

    sus tendencias mas pronunciadas, ya que lamen-

    tamos sus inconvenientes.

    Los escritos sobre beneficencia pblica, son de

    innegable utilidad. En este nmero comenza-

    mos tratar de esta materia, con un artculo so-

    bre salas de asilo, y no dejaremos de hablar en

    los siguientes, de un asunto de tanta importancia.

    Tambin vern nuestros lectores hoy un art-

    culo sobre papas, cuyo cultivo seria de desearse

    que se estendiese mas en la repblica. Para es-

    te y los artculos subsecuentes de agricultura,

    contamos con la eficaz cooperacin de los seo-

    res D. Benigno y D. Pi Bustamante, tan cono-

    cidos por su inteligencia en los diversos ramos

    de la historia natural.

    Los cuadros de costumbres no quedarn olvi-

    dados. Agradables por la soltura y fluidez del

    estilo en que deben estar escritos; interesantes por

    ser la pintura viva de las escenas en que cada

    dia somos actores espectadores en nuestras ca-

    sas, en nuestros negocios, en nuestras diversiones,

    son aun menos apreciables por ese aspecto, que

    por el de las provechosas lecciones que encierran

    para corregir las malas costumbres y fomentar

    las buenas, valindose del arma del ridculo, la

    mas terrible de cuantas puede usar un escritor.

  • INTRODUCCIN. 1 ir

    El D. Quijote de Cervantes hizo una revolucin

    en las ideas de la Espaa; y las crticas de

    Adisson, Jouy, Mrs. Trollop, Larra y Mesonero

    son deudoras las naciones de mas de una refor-

    ma social.

    Para el desempeo del ramo de poesas, conta-

    mos con el ausilio de los .mexicanos ilustres, cu-

    ya fama est ya bien acreditada dentro y fuera

    de la repblica, y con el de los jvenes principian-

    tes, en cuyo nmero es probable que se encuen-tren almas poticas, tiernas, sublimes, que espre-

    sen con sentimiento y belleza, en las vibraciones

    de las cuerdas de su lira, todos los afectos del

    corazn, todas las ilusiones de la fantasa.

    En el Boletn bibliogrfico haremos un ecs-

    men de las obras que merezcan, nuestro juicio,

    ser conocidas. Cuando algn libro nuevo apa-

    rece en el orbe literario, es un deber del escritor

    pblico darlo conocer cuanto antes, para que

    mas pronto se estudien y se propaguen las ideas

    interesantes que encierra.

    Por de mas estarla repetir en este lugar que

    siempre antepondremos en todo, lo nacional lo

    estrangero; que nuestros estudios y nuestras ta-

    reas, mejor que de otra cosa, se ocuparn de lo

    relativo la repblica. El ecsmen de su suelo,de sus monumentos, de sus producciones; el carc-

    ter ndole de sus habitantes; la investigacin

    cientfica de sus antigedades; las noticias curio-

    sas de su frontera, y otros diversos objetos, servi-rn para que sea conocida, no solo de los foraste-ros, sino aun de los mexicanos, que tienen bien

    escasas ideas del pais en que vieron la primera luz.

    En la rpida enumeracin que hemos hechode los ramos que forman el vasto plan que nos

    proponemos seguir en este segundo tomo, no he-

    mos tocado mas que los principales. Desde aho-

    ra protestamos que esos y los otros que no tenga-

    mos presentes en este momento, y sobre los que

    luego se ofrezca escribir, tendrn todo el inte-

    rs que sean susceptibles de darle nuestros esca-

    sos talentos, oyendo con docilidad los consejosque se nos den. Ojal logrramos que la pu-blicacin de esta miscelnea contribuyese, aunque

    fuera en muy pequea parte, formar una litera-

    tura verdaderamente nacional, capaz de rivalizar

    con el tiempo con las de las otras naciones, que

    elevadas ya una inmensa altura, nos presen-

    tan un modelo acabado que imitar, y un noble-

    ejemplo que seguir!

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    DONA MARA LE JESS MOCTE ZUMA

  • Aristles en su Potica, hace una mencin

    espresa de los bailarines, cuyos movimientos

    arreg'lados por la msica, imitaban las pasio-

    nes y las acciones de los hombi'es.

    El baile primera vista, parece el productode los caprichos y locuras de la especie humana.

    La muger modesta, el magistrado respetable, elgrave y taciturno diplomtico, la doncella cando-

    rosa, todos en alguna ocasin olvidan sus ocupa-

    ciones y se dedican con un entusiasmo infinito dar saltos y piruetas, presentando las actitudes

    mas ridiculas, y perdiendo por un momento sucompostura y la gravedad de su carcter. Unavez que cualquiera persona ha comenzado bai-lar, su entusiasmo crece, olvida sus pesares, sus

    negocios, su fortuna, todo, y no cesa sino cuandosudorosa, cansada, desvanecida, cae sin respira-

    cin en un sof. Una sala de baile es una reu-nin de locos.

    As se juzga el baile por algunos; pero ecsami-nndolo con criterio y filosofa, se v que si esuna locura, es una locura muy antigua, y en lacual han caido los sabios griegos, los taciturnosingleses, los caballerosos espaoles, los profundos

    alemanes, los belicosos franceses. (*) El baile

    es un arte anterior al dramtico, y sobre el

    cual los antiguos escribieron bastante, y los mo-

    dernos han escrito muy poco; pero en cambio,han adelantado considerablemente en la parteprctica.

    (*) La conta-adanza es nativa de Ing-laterra. Country-

    danse, es decir: baile del pais. De estas dos palabras se

    ha formado una sola en espaol. El walls es originario

    ^ de Alemania, y el ballet gran baile pantommico de Fran-

    cia. Los espaoles han inventado multitud de alegres

    bailes, siendo el mas notable de todos, el de las boleras.

    Los griegos introdujeron el baile en las repre-sentaciones escnicas; los hebreos en sus ceremo-

    nias religiosas. Moiss, despus del paso delMar Rojo, bail. Las hijas de Silo, bailaban enla festividad del Tabernculo, y David delante dela Arca de la Alianza. Segn Scalgero, los pri-meros obispos bailaban. En Espaa, el baileera una parte esencial de algunos autos sacramen-

    tales.

    Los egipcios en sus misteriosas iniciaciones

    bailaban al derredor de sus altares, imitando elmovimiento del universo.

    Platn en su Repblica, opinaba que el legisla-dor debia proteger y fomentar el baile, no como

    una simple diversin, sino como un arte necesa-

    rio para dar gracia los movimientos del cuerpo.De los pueblos antiguos pas el baile los

    modernos, y las naciones inventaron bailes que

    podremos llamar nacionales, porque tienen ciertaarmctoa con el carcter de los pueblos.

    Una curra bailando boleras, con un par de cas-tauelas en la mano, es la Andaluca personifica-da. Una contradanza representa fielmente elcarcter ingls. En un walls est representadatoda la Alemania, con su poesa, con sus castillos

    gticos, con sus leyendas fantsticas. La zara-banda personifica el carcter sociable y bullicio-so de los franceses. Las mazurcas y las polkas,

    dan una idea de esos pueblos que viven entre las

    nieblas y el hielo, y cuya imaginacin contrasta

    veces con la esterilidad de la naturaleza.

    Y no solo en los pueblos antiguos, y en las na-

  • DOA MARA DE JESS MOCTEZUMA.ciones modernas encontramos el baile, sino entre los pueblos de la raza indgena y en los adua-res de los salvages. Los peruanos y los aztecastenan bailes muy semejantes los egipcios, y for-maban una parte de sus ceremonias religiosas.Las tribus brbaras bailan hoy al derredor dela hoguera que debe consumir sus vctimas;bailan antes d partir para la guerra, y celebransus triunfos con bailes; y para adorar al sol la luna, bailan en las primeras horas del dia, yunen su regocijo al regocijo de los pjaros, delos rboles y de las flores. Cunta poesa tie-nen algunos bailes, particularmente los de lospueblos primitivos!

    Daremos ahora una ligera idea de la parte te-rica del baile. Puede dividirse en tres partes:movimiento de los pies; movimiento de las demspartes del cuerpo; espresion de la fisonoma.Para el movimiento de los pies, se requiere fir-

    meza y agilidad para ejecutar lo que generalmen-te se conoce en espaol con el nombre de mudan-zas; es decir, la diversidad de pasos y movimien-tos, y que estn subdivididas esaetamente, desig-nndose con diversos nombres, que varian segnla clase de escuela que se siga, y muchas vecesconforme al capricho de los maestros; pero queen sustancia son los mismos.

    Para el movimiento del cuerpo se requiereparticularmente, que la persona que se dediqueal baile, sea de formas proporcionadas y regula-res. No se puede concebir una bailarina ni obe-sa como un tonel, ni delgada como un alambre.

    Para la espresion de la fisonoma es necesarioque la bailarina se posea de lo que baila. Nopodria tolerarse unas parejas bailando un jaleocon las fisonomas tristes y compungidas. Estastres partes deben tener entre s una perfecta ar-mona, y de ellas resulta naturalmente el encanto,la seduccin mgica que ejerce en los sentidos elespectculo del baile.

    Cualquiera que desee adquirir una perfeccinen el baile, y mucho mas si lo adopta por profe-sin, debe tener cuidado que al ejecutar un paso,las partes de su cuerpo en vez de doblarse in-clinarse sin gracia uno y otro lado, adquieranuna posicin bella, libre-, armoniosa. El cuerpohumano, compuesto en su mayor parte de la figu-ra cilindrica, la mas general, la mas bella, la mas

    suave, por decirlo as, de la naturaleza, es capazde presentar las mas encantadoras posiciones.Si estas posiciones espresan los sentimientos, se-rn completos y acabados los cuadros. Esta ar-

    mona ha servido los escultores y los pinto-res para sus obras. El fauno del Chivo es el mu-chacho alegre y robusto. El gladiador moribun-do, la imagen del atleta, quien la muerte quitasus fuerzas. A medida que se acerca su ltimahora, sus miembros van perdiendo su dureza yrobustez; su fisonoma, las facciones enrgicas ymarcadas. No est erguido ostentando la fuer-za de sus msculos de fierro, sino caido en elcsped, con la cabeza inclinada, y apoyndose tra-bajosamente en un brazo. Es la lucha magnfi-ca representada del poder de la vida, contra elpoder formidable de la muerte.La Niobe es la imagen del dolor. Al verla se

    conoce que el sentimiento de su corazn se difun-da por todos los miembros de su cuerpo. Elgrupo de Laocon, es el hombre fuerte, combatidopor el dolor moral de ver perecer sus hijosahogados por la serpiente, y del dolor fsico quele causaba el monstruo que la habia envuelto en-

    tre sus anillos de fierro.La decencia pblica no permite hoy que en el

    teatro se presenten los actores casi desnudos, co-

    mo los atletas romanos, como las cortesanas grie-

    gas, y como las bailarinas de la Siria; pero sin

    embargo, con la clase de vestido que se acostum-

    bra, es muy posible que los que estudian con cui-dado y procuran reunir la armona entre el mo-vimiento y la espresion de la fisonoma, saquen

    un inmenso partido, y logren encantar los es-

    pectadores.

    Habiendo hablado del baile en general, dire-mos algo del baile en Mxico. No solamentehemos tenido como nuestros todos los bailes espa-oles, sino multitud de bailes, hijos esclusivos deMxico, y que se les llama generalmente sonecitos

    del pais; escluidos, en verdad, absolutamente de

    los tertulias de gran tono, pero de mucho uso en-tre el pueblo. El mas notable de todos es el ja-rabe. Figuraos por un momento, una muger de

    tez rosada, de grandes ojos pardos, de cabello ne-

    gro, dividido en dos madejas, en forma de ondas,que pasan por detras de las orejas, y se renencon una gruesa trenza, entrelazada de listones ro-

    jos, y colocada al derredor del cerebro, como una

    corona, y sostenida por el centro con una peineta

    de carey. Esta muger, cuando rie, ensea un par

    de hileras de dientes blancos, fijados en unas en-

    cas encarnadas y puras; cuando mira, sus ojoshablan y brillan con una luz como si tuviesen el

    poder de despedir rayos. Esta muger, cuando

    est alegre, hace graciosas rauequillas, y toda su

  • DOA MAEIA DE JESS MOCTEZUMA.

    fisonoma fina, aterciopelada, formada de suaves

    contornos, se anima de una manera tan singular,

    que los campeones y enamorados que la rodean,

    no tienen el menor embarazo en reir y matarse

    por ella.

    El trage de esta rauger, es uno de los mas po-

    ticos del mundo. Una finsima camisa llena de

    bordados, que deja traslucir su cutis y adivinar

    fcilmente sus perfectas formas. Su garganta

    est llena de collares, de granates, de perlas

    y de corales. Cie su cintura con una ban-

    da ncar de burato con flecos de oro; y de la

    cintura hasta un poco mas abajo de la pantor-

    rilla, caen voluptuosamente unas enaguas de

    tela de seda roja, azul tornasolada, forman-

    do graciosos pliegues. Un pi de nia, calzadocon un zapato blanco de raso, multitud de ena-

    guas interiores con encajes y bordados, y un re-

    bozo de seda, completan el atavo de una hija del

    pueblo de Mxico, de una china. Su compae-

    ro es un hombre de tez bronceada, de cabello ne-

    gro, de ojos vivos inteligentes, de espesas pati-

    llas. Un calzn abierto por los costados, y llenode botones de plata, y una cotona, es decir una

    especie de gabn de gamuza, lleno de figuras de

    plata, y un jorongo colocado con gracia sobre elhombro, es el trage de un ranchero.

    Muger y hombre, en cuanto oyen los acentos

    de la guitarra, comienzan mover rpidamente

    los pies al comps de la msica; se acercan, se re-tiran, se engaan, se entusiasman, baten con los

    pies el pavimento con rapidez, y por ltimo, su

    entusiasmo y fatiga cesa con los ltimos acentos

    de los picarescos versos, y con los estrepitosos

    aplausos de los circunstantes. En el jarabe, venalgunos barbarie, embrutecimiento, falta de edu-

    cacin; nosotros lo consideramos simplemente co-

    mo una costumbre nacional del pueblo de M-xico, porque es un absurdo creer que en los tra-

    ges y en cierta especie de bailes consiste el atra-

    so y la falta de civilizacin de un pueblo. El

    jaleo de Jerez est en la misma lnea que el ja-rabe; loa trages de los aragoneses son muy seme-jantes los de nuestra gente del campo. Lamoda proscribe hoy un baile, y maana lo ensal-za. En este punto no hay mas que caprichos,pero ninguna regla.

    Desde el establemiento del teatro en la capitalde Mxico, ecsiste el baile en las tablas, y la ma-

    yor parte de las noches, el pblico de esa poca

    ha podido alabar las boleras, los jaleos, los pade-

    ds de la Gamborino y de Isabel Rendon; mas

    en materia de baile, ni el pblico, ni los profeso-

    res del arte se consideraron satisfechos con esas

    piezas aisladas. Fu menester que el baile fue-se una poesa muda, como dice Plutarco, y repre-sentase un asunto cuya accin se desenvolviese

    en medio de los solos, de los padediis y de. Iros ter-cetos, y que en todos estos lances, no solo los pies

    trabajaran, sino que los profesores pudiesen to-mar bellas y variadas actitudes, y espresar con la

    fisonoma los sentimientos que les animaban. Fueste paso un grado de perfeccin para el arte, ydesde entonces el bailarn dej de ser un salta-dor un maromero, y pas al rango de artista,

    es decir, de los que recibiendo felices dotes de la

    naturaleza tienen que perfeccionarse costa de

    un continuo estudio y de un penoso trabajo.

    El baile, que habia nacido esplndido y brillan-

    te entre los griegos, decay y fu trasformado yenvilecido muchas veces; pero volvi renacer enItalia y recobr en Francia su antiguo esplendor.

    En tiempo del cardenal de Richelieu (ao de1641), se perfeccion el baile pantommico {ba-llet], y hoy ha llegado un grado tal, que se creeimposible que suba mayor altura. Carlota Gris-

    si, la Taglioni y la Corito, pueden tener apenas

    rivales; pero nunca superiores.

    Durante la dominacin espaola no recorda-

    mos que se diera ningn baile grande; pero elao de 26 ecsistia ya un famoso Conservatorio

    de baile, dirigido por D. Andrs Pautret, francsde nacimiento, y ecselente maestro, quien debe

    Mxico una notable mejora en el ramo. Muchaspersonas recordarn todava los grandes bailes

    de Jason en Corinto y de Ossin y Obango. Aque-

    lla multitud de muchachas con trages de oro yde plata; aquellos giros variados; aquellos grupos

    vistosos de ninfas y diosas, causaron un entu-

    siasmo infinito, y los apasionados concurrentes de

    esa poca no tienen mas que cerrar los ojos para

    volver gozar de esa ilusin mgica. Entre estos

    grupos de nias vestidas con cortas tunicelas res-

    plandecientes, tenemos que buscar Doa Mara

    de Jess Moctezuma, que hoy es un recuerdo vivo

    y animado de aquellos tiempos bienaventurados.

    Chucha, la que llamaremos as, investidos del

    privilegio que tienen los escritores para tratar

    con confianza los artistas, naci en Mxico.

    A los seis aos de edad entr en el Conservato-rio, que, como se ha dicho, diriga D. Andrs Pau-tret. Era delgadita, de grandes y dulces ojos,

    de una ligereza estraordinaria, y de unas disposi-

    ciones tan felices, que muy pronto llam la aten-

  • DOA MARA DE JESS MOCTEZUMA.

    cion de su maestro, quien en menos de dos aos

    la puso al corriente en los principales rudimen-

    tos del arte. De edad de siete aos ya bailabaen los grandes bailes, y era positivamente el en-

    canto del pblico, el que entusiasmado una oca-

    sin l'oj la nia como premio de un soo, mul-titud de monedas de oro y de plata. Era la ma-nera con que en esos tiempos menos mercantiles ypositivos que los actuales, demostraba el pblico

    su aprecio los artistas. Su aficin al baile yla acertada direccin que daban sus maestros sus buenas disposiciones, bicieron que adelanta-ra mucho, de manera que, en un baile titulado

    ''La, Paloma de amor'' hizo el papel principal, re-cibiendo justos y merecidos aplausos. El ttulosolo indica que este baile es en su argumento

    potico. Chucha instintivamente comenz es-tablecer la armona entre los movimientos y laespresion de la fisonoma, y comprender que elarte no estaba reducido simplemente los girosde los pies. -El ao de 1830, acab el Conser-vatorio de D. Andrs Pautret, y Chucha queden el Teatro Principal, nico que ecsistia enton-

    ces, reducida hacer papelitos de nia en algu-

    nas comedias.

    Los actores son unas pobres aves. La revolu-cin, el capricho de un empresario, la envidia, la

    versatilidad del pblico los arroja, los hace emi-

    grar de un punto otro, . veces desaparecen me-ses enteros; as no es estrao que el entusiasmo

    acabe, que los peridicos guarden silencio, y que

    el nombre de un actor que era repetido con el elo-gio quede cubierto con el\)lvido. El instinto delos pueblos es el instinto de los nios; solo aman

    sus juguetes cuando los tienen delante.

    Chucha el ao de ] 837 pas Puebla, dondebail con mucha aceptacin, y en el teatro de laOpera, cuando cantaba la linda Anaide Castellan,volvi llamar la atencin del pblico de Mxi-co, que tenia por ella bastantes simpatas y que

    no necesitaba mas que su presencia para mani-festrselas. Desde esa poca ha figurado siem-pre en el teatro como primera bailarina.

    Siempre ha sido una necesidad para una em-presa de teatro el tener una compaa de baileaadida la compaa de verso: pero hoy es unaecsigencia imprescindible. El pblico no se pri-var hoy fcilmente, de disiparse de las tristesimpresiones que deja en el nimo un drama, conunas retozonas boleras, con una tormentosa jota con un delicioso jaleo.

    Chucha, durante la ocupacin de la capital porlos americanos, pas al teatro de Gruanajuato,-donde luci estraordinariamente. Todos los mi-neros encerrados en las cavernas de la tierra, sa-llan en las noches de teatro, recrearse con lamgica muchacha, que la tempestad de la guerrahabia arrojado en medio de sus montaas deplata y de oro.

    Restablecida la paz, la empresa del G-ran Tea-tro Nacional llam Chucha, ajustndola comoprimera bailarina. El pblico, el antiguo pbli-co, amigo leal de los actores, recibi Chucha,lleno de jbilo. Todas las manos palmoteaban,todas las bocas se abran para elogiar Chucha;todos los ojos la miraban con placer. El pblicotenia razn. La edad, las emigraciones, los con-tratiempos, no parece sino que hablan servido pa-ra hacerla mas amable y mas seductora; y comolas flores que en cada Primavera se abren masvistosas y mas lozanas, como los pjaros que solocambian de plumage para ostentar mas vistososcolores, se present Chucha mas bella, con todoslos atractivos de una juventud lozana.No era la nia ligera, traviesa y delgadita de

    los grandes bailes de Pautret, sino la joven deformas elegantes y desarrolladas, de cuerpo airo-so, de pi pequeo. Solo se poda reconocer alajovenclta del Conservatorio, por sus grandes ojos,por Su fisonoma llena de amabilidad y de dulzu-ra, por su ligera y suave sonrisa. En el arte delbaile, Chucha es la mas adelantada, la mas Inte-ligente de todas las que se han dedicado esteramo en Mxico; y en cuanto su figura, es unade las mas hermosas y simpticas que han pisa-do las tablas.

    Procurando adelantar y perfeccionarse todoslos das en algunos bailes, ha logrado establecerperfectamente la armona de los movimientos; demanera que, al mismo tiempo que ejecuta pasosmuy difciles, da su cuerpo elegantes y primo-rosas posturas, y su fisonoma se anima y espresacon perfeccin, particularmente las sensaciones de

    la alegra. Entonces el pblico comprende ins-tintivamente la belleza del arte del baile, y aplau-

    de con entusiasmo.

    Hay en Chucha una cosa notable, y es el repo-so en el baile. Es muy fcil confundir la graciade las actitudes, la elegancia, el garbo y el entu-

    siasmo, con los movimientos lascivos y provocan-

    tes. Bien que el baile moderno, aunque volup-

    tuoso, no tenga el carcter libre que le han dado

    las bayaderas orientales, siempre es una gran re-

  • DOA MARA DE JESS MOCTEZUMA.

    comendacion poseer el ingenio de no manchar el

    arte con la licencia.

    Chucha baila boleras con mucha gracia y do-naire, y en el jaleo se le puede equivocar con unahija de Andaluca; pero sobresale mucho en elbaile serio; y un paded ensayado con espaciopor Chucha y Antonio Castaeda, podria lucir encualquier teatro del mundo. En la ejecucin esfirme, ligera, gallarda, y todas sus posiciones des-

    embarazadas y naturales. Tiene un gusto esqui-

    sito en vestirse, y no economiza gasto alguno, ^

    pesar del poco sueldo que disfruta. En un pa-ded serio, ha sacado un vestido igual al de ma-dama MoQtplaisir, y en "la Cracoviana," igual alde Fanny Elsler. Continuamente dedicada alestudio, pesar de la falta de modelos que imi-tar, procura agradar al pblico, presentndole bai-les agradables y de cierta novedad: "La Vivande-ra," que ltimamente bail, es una composicinsuya; fu estraordinariamente aplaudida.

    Chucha es de un carcter amable, aunque pa-rece de pronto un poco fri y reservado. Tieneentre otras buenas cualidades, la muy recomen-dable de ser muy amante su familia, la queconsagra todo el fruto de su trabajo. Durantesu vida artstica, ha recibido muchos lauros; perosu fortuna no ha mejorado, pesar de su esacti-tud, de su empeo, y de los gastos considerablesque hacia para cumplir con sus contratas, y te-ner por su parte contento al pblico.

    Si estas lneas pueden servirle de estmulo, no-sotros se las consagramos como una prueba delaprecio que nos merecen sus esfuerzos, aconse-

    jndole que no desmaye, que estudie continua-mente, para que acaso mas adelante adquiera conel honroso ttulo de su habilidad, una fortunacon que ponerse al abrigo de la ingratitud, delolvido y de la miseria, que suele acompaar losltimos momentos de la vida de un artista.RR.

    DIFERENCIA ENTRE EL ENTENDIMIENTO

    SIL. IElS3Bmii DI hA iJtIE.^tUi^

    El entendimiento dla muger es tan suscepti-ble de cultivo, como el del hombre; pero por masque se le cultive, jamas ser semejante al de ste.Es un entendimiento femenino, y no puede cam-biar de secso. Puede adoptar los deberes delhombre; puede formar planes de campaa, y man-dar ejrcitos, y ordenar batallas; puede encargar-

    TQM. II.I.

    se de asuntos comerciales, escribir sobre asuntospropios de los hombres; puede ensear poltica, escribir sabiamente sobre las estrellas, regirnaciones; pero todas estas cosas las hacen siem-pre las mugeres, como mugeres. Todas sus obrasllevan la marca de su secso; de manera, que pormas que se encubran, siempre se conoce que an-

    da en el asunto una mano femenina. La inteli-gencia del hombre grave, fuerte, emprendedora,atrevida, violenta, generalmente correcta, dotadade juicio ingenuidad, menudo sabia, aunqueno siempre agradable; mientras que la de la mu-ger es elegante, modesta, suave, flecsible, pacfi-ca, tierna, insinuante, comunmente agradable, ytambin profunda. La diferencia entre el hom-bre y la muger, tanto en entendimiento como enaccin, se marca an con mas esactitud y fuerzapor un autor americano.

    El hombre es fuerte; la muger es bella. Elhombre es atrevido y confiado; la muger descon-fiada y tmida: El hombre es grande para obrar;la muger para sufrir. El hombre brilla en lopblico; la muger en lo privado. El hombre ha-bla para convencer; la muger para persuadir yagradar. El hombre tiene un corazn duro; sua-ve y tierno la muger. El hombre aleja la mise-ria; la muger le alivia. El hombre tiene ciencia;la muger gusto. El hombre tiene juicio; la mu-ger sensibilidad. El hombre es un ser de justicia;la muger un ngel de misericordia. Hay unadiferencia inmensa entre ambos caracteres; y esevidente facilitar para los que los tienen, el cum-

    plimiento de deberes muy distintos en la vida.

    (Traducido del inglspara el Album.^

    ESPERANZA.Fantstica beldad, dulce esperanza,

    Sol y antorcha constante de la vida,A cuya luz, en ilusin perdida,Nuestra eesistencia al porvenir se avanza;A cuyo dbil resplandor se alcanza,

    A travs de la bruma denegridaQue ecshala la tormenta embravecida.Una mar mas all, siempre en bonanza.

    Qu es la vida sin t?Ah! un desierto.

    Un pramo sin lmites, inmundo.En donde vaga el pensamiento incierto;Es de afliccin y de dolor profundo,

    El solitario y espinoso huertoQue vio en su pena al Salvador del mundo.

    E. Campero.

    (Escrito para el lbum.)

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    --^.^i=-;^>'tr>?.^Sas2*^

  • LAS PAPAS.

    bido antiguas comunicaciones entre hombres queviven en climas muy diversos; y bajo esta rela-cin, los vegetales, as como los idiomas y los ras-gos de la fisonoma de las naciones, pueden lle-gar ser unos verdaderos monumentos histricos.Las emigraciones considerables se verifican co-

    munmente detenindose nas menos tiempo enalgunos puntos, sembrando all las semillas quese han recogido en otras partes; y levantada lacosecha abandonan aquellos sitios y continansu viage: as es como los pueblos de la raza Mon-

    gola han pasado desde el muro que separa la Tar-taria, de la China, hasta el centro de la Europa:

    as es como del Norte de la California y de las ori-

    llas del rio Gila, los pueblos americanos, refluye-

    ron hasta el hemisferio austral. Entre tanto, los

    pueblos pacficos y agricultores que han sufridola invasin, renen y conservan con cuidado lasplantas alimenticias y los animales domsticos,

    que han acompaado las tribus nmades en suslejanas eseursiones, y en tal caso, el cultivo dexva. pequeo nmero de vegetales de los que de-jaron los invasores, lo mismo que las palabrasmezcladas idiomas de un origen diverso, sirvenpara designar el camino por el cual una nacinha pasado de la estremidad de un continente otro. Sin podernos estender mas sobre este pun-

    to, lo espuesto basta para conocer las consecuen-

    cias que pueden sacarse para la historia de nues-tra especie, del estudio de la geografa de las

    plantas, cuyos principios fundamentales formanya parte de nuestros cursos anuales; pero volva-

    mos al objeto.Entre el gran nmero de producciones tiles

    que han dado conocer los hombres las emi-graciones de los pueblos y los viages de los nave-gantes, ninguna planta, despus de las cereales,es decir, despus de un tiempo inmemorial, ha te-nido mas influencia que la Papa en el bienestarde la humanidad; pues su cultivo, segn los cl-culos de Sir John Sinclair, puede alimentar nue-ve individuos por acre de tierra, sea un espa-

    cio de 6406 varas cuadradas mexicanas, lo queequivale una huerta de 80 varas por cada lado.De aqu puede deducirse la benfica influenciade esta planta, considerando los millones de ha-bitantes que mantiene en la vasta ostensin queha tomado en todo el mundo. Los espaoles laintrodujeron en Europa el siglo XVI, llevndoladel Per, donde era ya cultivada de tiempo inme-merial; pues aunque el almirante "Walter Kaleighla hizo conducir Inglaterra, de Virginia, en

    1587, de donde creen algunos que se propag enel antiguo continente, es mucho mas probableque esto fuera de la Espaa, como dice el doctorPouchet en su Tratado de botnica aplicada, puesen esa poca estaban estendidas en la Pennsula.Es ya tambin comn en el Japn, en la isla deJava, y en Bengala, estendindose su cultivo des-de la estremidad del frica, al Labrador, la Is-landia y la Laponia. Aqu se ve por otra par-te un ejemplo de la sabidura del Criador de losseres, que ha dado las plantas mas interesantesal hombre, una resistencia que neg las menostiles; pues es ciertamente admirable cmo la pa-pa, nacida en el ardiente clima del Ecuador, hayadescendido de all hasta desafiar la temperatu-ra de los helados terrenos del Norte.

    DESCRIPCIN,PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS. ANLISIS.

    Syn. liSipapa conocida generalmente con es-te nombre en los paises en que se habla el idio-ma espaol, se designa no obstante en algunaspartes con el impropio de patata mancliega: es elslanum Utberosun de Linneo; pom9ne de terre delos franceses, potaetos de los Ingleses.

    Las raices de esta planta, de la familia de lasSolanceas, y de la Pentandria, Monoginia deLin., son largas, fibrosas, y llevan distanciasgruesos tubrculos de diversas formas, comun-mente arredondados oblongos.

    El tallo es herbceo, hueco, con muchos ra-mos alternos, inerme.

    Las hojas, son interpoladas, pelosas, apezona-das, con el pezn decurrente y de 5 7 paresde hojuelas aovadas, que se estrechan por la base.La inflorescencia, es en corimbos derechos li-

    geramente inclinados, y en la estremidad de losramos.

    El cliz es de una pieza, persistente y con cin-co divisiones.

    La corola, en forma de rueda, con cinco lbu-los, y plegada: las anteras connivenies^ arrimadasentre s, y que se abren en su estremidad pormedio de poi'os melferos.

    El fruto, es una baya de dos celdillas y conmuchas simientes.

    Crece naturalmente en la repblica de Chile,

    en un valle inmediato la ciudad de la Concep-

    cin, de donde es originaria. Florece en Julio yAgosto, y las flores son de un blanco que tira al-

    go rojo.

  • 8 LAS PAPAS.

    Los principios constitutivos que Mr. Vauque-

    lin lia sealado los tubrculos de esta planta,

    son el agua, almidn, parenquimia, albmina, as-

    paragina, una resina amarga y aromtica, una

    materia animalizada particular y de color, citra-

    tos y fosfatos de potasa y de cal, y cido ctrico

    libre.

    La fcula de las papas, de que se hablar des-

    pus, dio conocer Berzelius por el anlisisque de ella hizo, que su composicin qumica es

    el hidrgeno, el carbono y el ocsgeno; composi-

    cin idntica la de la azcar, de que no difie-

    re, sino por las proporciones de los elementos.

    CULTIVO.

    La papa crece en casi todos los terrenos; perolos que le convienen mejor son los ligeros, pocohmedos y medianamente abonados; de aqu esque las tierras muy arenosas debe mezclrselesotra mas arcillosa fuerte, as como esta, que

    es la mas comn en nuestras labores, se la ha dealigerar con arena fina, agregando algn estir-

    col de paja larga. La tierra negTa que llamamospolvorilla^ produce unas matas muy robustas ygrandes; pero los tubrculos que son el objeto delcultivo, resultan muy pequeos, lo que provienede lo arcilloso de esta tierra, que apretndose

    mucho con la humedad, no deja que se estiendanlas raices, y los jugos se dirigen en su mayor par-te al tallo.

    Escogido preparado el terreno propsito,

    y hecha la eleccin de las mejores papas para lasiembra, si el cultivo ha de ser en grande, debe

    ararse y cruzarse la tierra con dos fierros, como

    llaman nuestros labradores, y despus abrir elzureo de quince pulgadas de ancho, en que se

    van plantando las papas distancia de diez pul-gadas unas de otras: el zureo inmediato viene cu-

    briendo los tubrculos con la tierra que vierte; ylas matas, al nacer, quedan con el espacio suficien-

    te para su desarrollo; este modo de plantacines lo que en el pais se llama sembrar rabo debuey: debe despus pasarse la rastra para empa-rejar la tierra y destruir las malas yerbas quehan quedado en ella.

    La plantacin puedo hacerse en las tierras quehan servido para trigo, cebada, otras cereales,obtenindose as dos cosechas en el ao sobre un

    mismo terreno, porque las papas, pueden sem-brarse en Mayo, que es cuando se recoge el trigo,

    y cosecharse en fin de Septiembre principios de

    Octubre en que estn maduras, y es el tiempoen que se hacen las siembras de aquel. Cuandorlas plantas tienen ya cuatro cinco pulgadas fue-ra de la tierra, debe darse una ligera escarda que,aflojando la tierra y arrimndola al pi de lasmatas, hace que las raices se sostengan y crezcan,

    teniendo un espacio mayor en que propagarse:bien pronto nacen otras yerbas perjudiciales, quedeben quitarse por medio de escardas sucesivas,hasta que las plantas cubran toda la superficie

    del suelo.

    En los jardines, huertas terrenos de poca os-tensin, todas estas operaciones pueden hacersepor medio de la coa y el azadn, plantando porel mtodo llamado de estaca,^ haciendo agujeros hoyos de 10 pulgadas de hondo, y distanciado15 16 pulgadas, para el objeto indicado antes, deque tengan el espacio conveniente, procurandoque el terreno se mantenga flojo, y ecsento de

    otras yei'bas que necesariamente quitan los ju-

    gos las matas de la papa. Se ponen en cada unode estos hoyos dos tres papas pequeas, otros

    tantos pedacillos de una grande^ con tal que di-

    chos pedazos lleven, lo que los botnicos llaman

    iuriones, esto es, las pequeas granulaciones que

    se advierten en el tubrculo, y de que algunas

    veces se ven ya salir las raicecillas que arroja layema contenida all, capaz de producir una nue-

    va planta: el hoyo se cubre hasta la mitad con

    parte de la tierra que se sac de l, dejando ladems para aporcar el pi de la planta, cuandoya ha crecido, como se ha dicho antes, practican-

    do esta ltima operacin dos veces, antes que el

    tallo haya tomado mucho desarrollo.

    Se cosecha la papa, desenterrando la mata con

    el mayor volumen de tierra posible y sacudin-

    dola y rompienio el torron, se recogen los tubr-

    culos; esto se practica por medio de una azada

    plana otro instrumento propsito segn las

    costumbres de cada pais. Los productos en un

    terreno propsito y bien cultivado, son por lo

    comn de 25 30 por 1, que varian segn lomas menos favorable de la estacin. La cose-

    cha debe conservase en paragos secos, cstendien-

    do en ellos los tubrculos papas; pero en el ca-

    so de tener necesidad de amontonarlas, deben cu-

    brirse los montones con paja, y tierra encima de

    esta.

    USOS DIVEKSOS.Bastante conocidos son los usos que se hacen

    de las papas en el arte de la cocina, para dte-

  • LAS PAPAS.

    nernos sobre ellos; pero como todos principian

    generalmente por el cocimiento, hablaremos de

    ste. El mejor modo de cocer las papas es al va.por, encerrndolas en una caja redonda de hojade lata fierro delgado, cuyo fondo est lleno de

    agujeros, y poniendo esta en la boca de una ollaproporcionada, en que est hirviendo el agua; es-

    to es econmico para el uso diario, porque pue-de hacerse en la misma olla en que se cuece elpuchero: pero si no se tuviere la caja, se pondrnlas papas dentro de la vasija que haya, con poca

    agua, y se procurar taparla bien, manteniendo

    el fuego manso: en el caso de no poderse tapar

    perfectamente, entonces es necesario que el agua

    cubra las papas. Si se desea obtener una pasta

    suave, deben pelarse y molerse inmediatamente,

    y cuando estn an calientes; pero si se han deservir enteras, se hace todo lo contrario, esto es,

    pasarlas en el instante la agua mas fria que ha-ya, con lo que se forman interiormente cristaliza-

    ciones trasparentes que provienen de la cuagula-

    cion del almidn.Reducida la papa pasta fina, como se ha di-

    cho, puede mezclarse con harina de trigo, ponien-

    do un tercio la mitad de sta, de que resultaun pan econmico en tiempo de escasez de aque-

    lla. Los alemanes de la clase pobre mezclan la

    pasta de papa la mantequilla, moliendo las' pa-

    pas con ella, y comiendo sta mezclada con el pan,

    como si fuera aquella sola. De la misma mane-ra se rene al queso, lo que es de mucho uso enSajonia, notndose que de este modo, el queso sehace de mas fcil digestin. De las papas se fa-brica ya en Francia y otras partes, bastante

    aguardiente, por medio de diversas operaciones;

    y aun la pasta de que hemos hablado, puede em-plearse directamente en ello, valindose ya de la

    cebada germinada, ya del cido sulfrico esten-

    dido, cuyos procedimientos pueden verse en elDiccionario Tecnolgico, Nuevo Diccionario de

    Artes y Oficios; no pudiendo nosotros estender-nos aqu sobre esta industria, cuya teora consis-

    te en convertir la fcula en azcar, y cambiar es-

    ta en alcohol, por la reaccin que escita la leva-

    dura.

    La pasta de papa, amasada con un poco de ye-so, y dejndola de un espesor conveniente, da, se-gn el Diccionario citado, una especie de lechadaque, puesta en las paredes, resiste mucho la hu-medad y las inflorescencias salinas; lo que cree-mos seria muy til en Mxico para evitar el te-quesquite que aparece en las paredes de los pi-sos bajos. Tambin puede hacerse esta mezclacon creta tizar, deshecha en agua y colada, quepueden agregarse los ocres, carbn &c., usndo-la brocha para pintar las paredes, y dndolesdos tres manos. Una de las mas tiles aplica-ciones de la papa, es la de impedir las incrusta-ciones que forman en las calderas de vapor lasaguas selenitosas, lo que trae la ventaja de retar-dar la alteracin de las mismas calderas, y pre-venir las esplosiones, que no podian evitarse si-no limpindose frecuentemente. La invencinfu llevada de Inglaterra Francia por Mr. Cle-ment en 1821, y consiste en introducir en la cal-

    dera antes de encender el fuego, trozos de papas

    en proorcion de 30 40 libras para una mqui-na de fuerza de 20 caballos, renovndolas cada15 dias un mes segn las aguas estn mas menos cargadas de la sal calcrea.

    Por ltimo, la harina de las papas, obtenida

    por la disecacin de la pasta, se conserva muchotiempo, y ofrece las propiedades alimenticias que

    las diversas fculas amilceas, conocidas con los

    nombres de tofioka^ mrow-o-oot fcc, pudiendohacerse de ella los mismos usos.

    Todas estas aplicaciones, y otras varias queomitimos por no alargar mas este artculo, y deque tanto provecho sacan otros pueblos, deberanser tilsimas en nuestro pais, si se estendie-ra el cultivo de la papa en los vastos terrenos quetenemos, y no estuviera reducido solamente alpoco consumo que se hace de ella en las mesas;y aun esto pocas veces, y como un manjar estraor-dinario.

    Junio 19 de 1849.P. B. R.

    (Escrito para el lbum.)

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    CUMPLIDO Editor.

  • RUBRIA. 11

    Es verdad, es verdad: solo t comprendes

    mi poder. Me acusan de tirano. ... lo s. . .

    .

    pero soy solo justiciero, como Jpiter, que me ha

    dado el poder. Mis queridas aguzan el pual

    contra m. Los amigos me traicionan. Mis es-posas me han burlado .... Es muy natural: conuna sola mirada he hecho caer sus cabezas. . .

    .

    Ah! est bien hecho!.. Britnicus me quera

    destronar, yNern, que era el que hablaba, como habr po-

    dido conocerse por las ltimas palabras, sali

    precipitadamente de entre las cortinas de escar-

    lata del lecho; y poniendo una mano sobre el co-

    razn, mientras con la otra se mesia los cabellos,

    recorri la alcoba con pasos desiguales y precipi-' tados, gritando:

    Britnicus! Britnicus! Oh! tu maldita

    sombra es mi sombra; me acompaa dia y noche;se sienta mi lado en el festin; combate en elcirco; se acuesta en mi lecho .... mil veces quevivieras, te matarla de nuevo. . . . Locusta, Lo-

    custa, dame venenos con que esterminar esta som-bra, con que aniquilarla; dame el poder para su-mergirla en las cavernas de Pluton, y te dar en

    cambio mis tesoros, mis palacios, mis piedras pre-ciosas, mi poder de semi-diosAl acabar de decir estas palabras, Nern ten-

    di los brazos al aire, y se dej caer en unos co-jines, como cansado del combate que acababa desostener con su conciencia.

    Sporus tmidamente se acerc Nern, y ayu-dndolo levantarse lo condujo su lecho.Ni una palabra digas de lo que has oido,

    pues te costar la cabeza.

    Sporus, sin responder, baj tristemente la vista.Hablemos de otra cosa, dijo Nern, despus

    de un momento.

    De todo aquello que d placer mi seor,dijo el esclavo.

    Bien, Sporus, bien: como t eres mi nicoamigo, te voy confiar mi secreto.Un ligero estremecimiento pas por el cuerpo

    del esclavo, porque un secreto de Nern era igual una sentencia de muerte.

    Estas orgas, continu Nern; estas cortesa-nas de Koma, que se empean en agradarme; es-ta multitud de bailarinas del Oriente, que rodean

    mi mesa y ocupan mis salones, me cansan y mefastidian .... Yo quiero otra muger; amo condelirio otra.Pero quin puede ser esa muger, respondi

    Sporus, que resista la voluntad poderosa delCsar, del seor del mundo, del rey de los reyes"?Esa muger est consagrada al culto de Ves-

    ta, dijo Nern.

    Es una sacerdotisa! esclam Sporus.Parece que te has alarmado. *

    La venganza de los dioses . murmurSporus.

    Oye, dijo Nern con voz concentrada, yasiendo fuertemente de la mano al esclavo; nohay dioses; todo es una fbula, una mentira; es-tatuas de mrmol que se han fabricado para en-gaar al pueblo. Pasados algunos aos, si Bo-ma se compone de hombres tan supersticiosos,tan viles, tan degradados como hoy. Nern ten-dr un templo; la estatua de Nern ser adora-da, y tendr para su culto mas sacerdotisas y masdoncellas que las que hoy tiene Vesta.

    Es verdad, respondi Sporus, con un acentode profunda conviccin.

    Esa muger, continu Nern, ha osado resis-tir mi voluntad. Este es un crimen que debepagar con su cabeza, con su amor. Nada de loque hay debajo del cielo debe resistir Nern.Y podr saber, seor, dijo Sporus, el nom-

    bre de la sacerdotisa?

    Se llama Rubria, dijo Nern: es la mas gen-til, la mas hermosa de todas esas pobres palomasencerradas en el templo. Su semblante es me-lanclico; sus grandes ojos siempre estn llenosde lgrimas; su cabeza adornada con las rojas flo-res de la berbena; su talle magestuoso. Es una

    reina que sentarla yo mi lado en el trono delos Csares, si no fuese sacerdotisa.

    Mientras Nern, con la voz mas apasionada,habia hecho el elogio de Rubria, Sporus habia

    tenido que apoyarse en una columna, y que caer

    al fin en un cojn, como si un golpe elctrico le

    hubiese quitado las fuerzas,

    Has oido? dijo Nern con imperio.S, seor, se esforz en responder Sporus.

    Pues maana, mientras que los convidados

    al festin beban y formen algazara, nosotros ire-mos disfrazados al templo, y robaremos Rubria.Haz que nos acompaen dos tres de la guar-dia pretoriana. Si alguno resiste, la muerte. Si

    resisten muchos, la muerte. Si es necesario, in-*

    cendiar el templo; y si los obstculos son mu-chos, reducir Roma cenizas.Acabando de pronunciar estas palabras, Ne-

  • 12 RBRIA.

    ron cerr las colgaduras del lecho, y se durmi.

    Sporus, cabizbajo y silencioso sali del palacio.

    II.

    Los primeros rayos de la aurora apenas teian

    con unas lneas blanquecinas-y ligeramente rosa-

    das el horizonte, y la naturaleza, como una jovenrecostada en un mullido y oloroso lecho, comen-

    zaba despertar. Con ella se levantaban tam-bin los pjaros, los insectos y las flores.

    Sporus y Rubria estaban en un frondoso bos-quecillo inmediato al templo de Yesta,

    Rubria mia, somos perdidos sin remedio: elCsar est decidido quemar Roma, si es po-sible, para robarte del templo. Por qu no mehablas dicho nada?

    Conozco tu carcter y el amor que me tie-nes, y tem. . .

    .

    Ah! yo te perdono. ... no haya mas espli-caciones: pensemos en los medios de salvarnos.La fuga.Imj)osible, dijo Sporus, despus de reflecsio-

    nar; donde quiera que vayamos, nos alcanzarla clera y el brazo del Csar. En el Egipto, enla Judea, en las Gralias, en todas partes seremos

    perseguidos.

    -jAh, y nuestro hijo, nuestro hijo, tambinperecer! esclam Rubria, arrojndose los piesde Sporus. . .

    .

    Levanta, levanta, Rubria. La idea que hasdicho es infernal y no hay mas que un remedio.Cul? cul? Sporus, habla pronto, por

    piedad.

    Asesinar al Csar, respondi resueltamenteSporus.

    Ah! dijo Rubria, cubrindose el rostro conlas manos; t perecers sin remedio.Pero t y nuestro hijo se salvarn: adis,

    Rubria: maana nuestro destino se habr cum-plido.

    IIL

    Sporus, para refrescar su frente y descargarla

    de tan funestos pensamientos, se dirigi dar

    unos paseos por las campias mas cercanas, y des-pus se dirigi al Palacio del Oro, donde se rc-

    co.st en la alcoba que le tenia destinada el em-

    perador.

    Sporus no era el que Nern Labia vestido de

    muger, y paseado en las calles de Roma, sino unjoven romano de buena familia, que primero porcuriosidad, despus por gratitud, y en seguida pormiedo, servia Nern, y durante algn tiempohabia sido el de todas sus confianzas. Como sehabr sospechado por la narracin que ha prece-dido, Sporus tenia relaciones amorosas con la ves-tal Rubria, de quien Nern estaba enamorado.La vida de las vestales consagradas mantenerel fuego sagrado, era bastante recogida y austera;pero esto mismo hacia que muchas jvenes seabrasasen de deseos mundanos, y que entretuvie-ran con mucho sigilo relaciones amorosas con al-gn caballero. Los amores de Rubria y de Spo-rus comenzaron desde la niez. Mientras queSporus estaba en Espaa, ciertas miras ambicio-sas de sus parientes, hicieron que Rubria entraraal templo de Vesta. Sporus volvi, entr al ser-vicio de Nern, y abrigado con el poder y el ter-ror que inspiraba, continu secretamente sus amo-res. Algunos sospecharon el secreto; pero no seatrevieron, por temor, denunciar al favorito.Si, pues, hemos llamado esclavo Sporus, es so-lo por la estremada sumisin y obediencia conque servia Nern.

    Entre otras cualidades que sobresalan en elcarcter del Csar, se notaba la suspicacia.En el momento que vio salir Sporus, cabiz-

    bajo y abatido, cuando termin la conversacin,en vez de dormir, se levant del lecho, y disfra-

    zado sigui Sporus, penetr con l al bosqueci-11o, escuch la conversacin de los dos amantes,

    y la ltima relacin de Sporus. Estuvo tentado

    de traspasarlos con su pual; pero se contuvo yvolvi al palacio, donde se entreg efectivamenteal sueo.

    Cuando se levant era cerca del medio dia, ho-ra en que comenzaban ordinariamente sus espln-didos banquetes.Nern lo recibi con la risa en los labios, le

    tendi la mano, v lo abraz como de costumbre.

    Hace mucho tiempo que no me presentas tu hijo, ese nio tan hermoso, cuya madre mis-teriosa nunca me has dado conocer.

    Sporus se alarm con estas palabras; pero lasonrisa de Nern era tan franca, y su mirada tansegura y tranquila, que la nube ligera que habia

    pasado por su mente, se disip al momento.

    Lo presentar hoy, dijo Sporus.

    Se sentar la mesa del festin.Sporus Bc inclin en muestra de agradeci-

    miento.

  • RUBRIA. 13

    La hora del banquete se acerca; ve, pues, portu liijo.

    Sporus sali, con el corazn un poco menos

    oprimido, pensando que acaso pasarla el capricho

    de Nern, y l no se verla entonces en el caso de

    asesinarlo.

    IV.

    Luego que sali Sporus, Nern toc un resor-te, y de una columna sali una muger plida, de

    megillas hundidas, y de labios amoratados. Unas

    sombras negras muy marcadas rodeaban sus ojospequeos y hundidos, en cuyo fondo se veia lucir

    una chispa de vida, la nica que pareca animar

    aquel esqueleto, euvuelto en un manto de lananegro. Esta muger era Locusta.Necesito ahora mismo unos venenos, le dijo

    Nern, que maten un nio y un hombre enseis horas.

    Es imposible, dijo secamente Locusta.^Imposible? grit Nern, dando en la tierra

    con el pi.

    Porque no lo tengo preparado.

    Maldita emponzoadora! dijo el Csar; te he

    trado mi palacio, te he dado torrentes de oro,te he conservado la vida, y la hora que necesi-to un veneno, un fieltro, no lo tienes, no me lo

    quieres dar entonces ...

    Amenazas, dijo, sonriendo irnicamente la

    envenenadora: ya sabes que no las temo, y que

    soy el nico viviente en el mundo, que se atreve desafiar la clera de Nern. Recuerda que conveneno no puedes matarme, porque tengo todos

    los contravenenos posibles; con el pual .... al

    ecshalar el ltimo aliento, matarla yo mi ase-sino ....

    dey ademas, el orculo me defien-

    Neror retrocedi un poco, y con voz mas dul-

    ce continu:

    Vamos, Locusta, olvida mis palabras, y en-

    tendmonos como siempre.Hablad, seor; disponed de vuestra esclava,

    que no solamente os respeta, sino que os adora;

    y al decir esto, con sus dos ojitos negros y hundi-

    dos, que pareca que despedan llamas, mir Ne-rn, y le ech al cuello dos brazos descarnados yamarillentos. Te acuerdas, continu, cuando yoera hermosa, y lozana, y fresca. . . ? Entonces

    me amabas mucho ....Nern, que no podia soportar la mirada de es-

    TOM. II,I.

    ta muger, se puso plido, y procuraba libertar sucuello de los brazos de Locusta, como si lo estre-chasen dos serpientes.

    Locusta sonri maliciosamente al reconocer elterror supersticioso que inspiraba Nern, y ledijo:

    Nern, ven mi laboratorio, y tendrs losvenenos.

    Nern y Locusta entraron por la puertecillapracticada en la columna, y que se cerr tras ellos.

    Ese dia. Nern estuvo tan amable, tan alegre,tan complaciente, como en el banquete en que en-venen Britnicus. Sporus se alarm al prin-cipio, porque la alegra y la clera del Csar eranigualmente temibles; pero se tranquiliz cuandole dijo:

    Sporus, dejaremos lo de Rubria para masadelante, pues hoy mismo parto para aples, encuyo teatro voy competir con un famoso can-tor que ha llegado.Al acabarse la comida. Nern se levant de la

    mesa, despidi los convidados, y dio orden sus esclavos para que hicieran todos los prepara-

    tivos necesarios para un viage aples. Encuanto el sol se ocult, y mientras que en el Pa-lacio de Oro se hacan grandes preparativos, Ne-rn se visti como acostumbraba hacerlo Sporus,

    y se dirigi al bosquecillo. Rubria, apoyada enun rbol, esperaba con ansia su amante.Oh! gracias, gracias, diosa de la tierra, es-

    clam, en cuanto vio venir al que le pareci Spo-rus. Te has salvado: ha muerto ya el tirano, el

    azote de Roma, el perseguidor de todos los ino-

    centes?

    Ha muerto, Rubria, dijo Nern, descubrin-dose.

    La sacerdotisa retrocedi, cubrindose el ros-tro con las manos.

    El hombre que ama como yo te amo t,todo lo perdona; dijo Nern, con calma, y to-mndola suavemente po^la mano.

    Rubria cay de rodillas, y abraz los pies deNern.No ests bien ah

    .levanta, Rubria; mis

    brazos y mi seno es el lugar que te corresponde.Rubria, como impulsada por un resorte, se le-

    vant, y se alej de Nern.3

  • 14 EUBRIA.

    Rubria, no tienes ahora mas alternativa quemi amor .Perdn, seor. . .

    .

    Todo le s ... . has faltado tus votos.Seor ....

    Sabes la pena que tiene la vestal que que-

    branta sus juramentos.Es falso, murmur sollozando la muehaelia.Ser enterrada viva. Yo puedo libertarte de

    ese cruel suplicio, y en cambio hacer que en miPalacio del Oro vivas como una reina. Me se-guirs?

    Kubria rechaz la mano de leron.Tu marido y tu hijo no ecsisten ya: mralos.Nern tom por la mano Rubria, y levan-

    tando el csped y los matorrales, descubri doscadveres.

    Esta es una justicia, dijo,y no una crueldad.Sponis me quera matar, y yo me he defendido.

    Ptubria qued un momento sin vida, sin accin,y luego, prorumpiendo en mil imprecaciones con-tra Nern, corri por el bosque, gritando lassacerdotisas del templo, invocando la venganza-de los dioses.

    VI.

    Nern se march aples, cant en el tea-tro, venci su antagonista, y volvi Roma, car-gado de coronas, precisamente el dia que se con-ducia al lugar del suplicio la vestal perjura.Era Rubria. Nern asisti rodeado de ami-

    gos, y riendo y cantando, al espectculo atroz desepultar viva una de las mas lindas sacerdoti-sas que habia en el templo de Yesta.

    Fl A,

    (Escrito para el lbum.)

    Was a Georgian white and red,Whitli great blue eyes a lovely hand and arm,

    And feet so small they scarce seemed made to tread,But rather skim the eai-th

    LoBD Byron.Do7i Juan.

    I.

    Ah Damasco est, nido de amores.Mecido entre los plcidos aromasDe sus jardines de vistosas flores.Albergue de blanqusimas palomas;

    Ciudad de los deleites encantada;Joya la mas preciosa del Oriente;Copia de la mansin afortunadaQue el grande Al pronostic al creyente.

    Soberbios son tus mgicos palaciosDe mrmoles y jaspes construidos.Donde brillan zfiros y topaciosEntre el marfil y el bano embutidos.

    Deleitosos los huertos y jardinesQue pueblan su magnfico recinto,

    Donde crecen los nardos y jazmines,La blanca rosa y el azul jacinto.

    En el valle en que yaces lisongeroEntre arroyuelos de arenillas de ora.

    Crece el pltano al lado del palmero,

    Y al lado de la via el sicmoro.

    Esbeltos son tus altos minaretes.

    Elegantes tus cpulas y almenas,

    Lbricos los magnficos retretes

    Donde anidan tus mgicas sirenas.

    Ciudad de los portentos peregrina,

    Todo el Oriente tu capricho atento,

    Realza mas tu magestad divina,

    Con sus dones de inmenso valimiento.

  • EL BAO DE UNA SULTANA. 15

    Ofir te ofrece en abundancia el oro;Tiro y Sidon la prpura preciada,Y el Arabia E*eliz tu decoroEl cinamomo y mirra delicada;

    El Lbano sus cedros colosales;La Judea sus negros terebintos;El mar Rojo sus perlas y corales;Sus diamantes Gralconda y sus jacintos.

    Sus jaspes y sus mi-moles Palmira;Sus banos la Etiopia abrasadora;

    Sus chales delicados Cacbemira;

    Sus blandas sedas la oriental Basora.

    La patria de los strapas altivos,Sus regalados y mullidos lechos,

    Y sus alfombras de colores vivos,Y el artesn de tus dorados techos,

    Y tanta maravilla, y lujo tantoQue obedientes te dan tierras lejanas,vida lo tributas al encantoDe tus mil odaliscas y sultanas.

    De tus sultanas de morena frente.De torneado cuello y labios rojos,De tez brillante, de mirada ardiente,

    De mrbida cintura y negros ojos.

    Qu puede compararse sus hechizos.Si en muelles otomanas reclinadas.

    Sueltos los negros y profusos rizos,

    Lnguidas de sus ojos las miradas.

    Trmulo el labio, ardientes las megillasY palpitante el delicado seno.Suean las ponderadas maravillas

    De un paraso de delicias lleno?

    No son mugeres, no; la fantasaLas contempla cual hadas vaporosas,

    Que al lisongero sonreir del da,Dejan su lecho de jazmin y rosas, . .

    .

    Mas una entre ellas sin igual descuella.Cual palma esbelta, la divina Ismeina,Entre las bellas odaliscas, bella,

    Y entre las reinas del serrallo, reina.

    Hija de la Georgia encantadora.La de mugeres de belleza rara.

    Ella naci de un rayo de la aurora,Que hiri el espejo de la fuente clara.

    Y Teflis fu su regalada cuna,Y sus praderas su niez guardaron,Y los fulgores de su blanca lunaSus primeros suspiros se ecshalaron.

    Ora afanosa en el jardin luciente,Flores cortaba, de sin par frescura,

    Para adornar su candorosa frente,

    Y verse luego en la corriente pura.

    Ora del bosque en la espesura hojosaA la cancin del ruiseor soaba,O en pos de la voluble mariposa.Cual rpida gacela, se lanzaba.

    As la sorprendieron los corsarios,Cuyo comboy el Bosforo atraviesa,Y cruzaron los mares solitarios.De vuelta ya con su soberbia presa.

    Es delicado, y muelle, y sibarita,

    De Damasco el baj; lindas mugeresGuarde en su harem, que disfrutar le invitaLa copa de oro de sus mil placeres.

    Por eso astuto el mercader ostenta.vido de oro, ante el Baj, desnuda.La bella virgen que el rubor presenta.Ms seductora en su vergenza muda.

    Y el Baj la contempla, y se estremece, Y ardiente en ella su mirada clava;Oro sin fin al mercader ofrece,

    Y ase del brazo su divina esclava.

    Un amor ciego, irresistible, ardiente.Como de incendio aselador la llama,Brill de pronto en su terrible frente,

    Y ojos, y pecho y corazn le inflama.

    "Ven conmigo, la dice, maga hermosa,

    "Que yo te adoro con amor inmenso;"T mi reina sers, sers mi diosa,"Y en tus altares arder mi incienso.

    "Blanca gacela, angelical paloma, *

    "Cndido lirio que halag la brisa,"Ese dolor que en tu semblante asoma,

    "Trnese en blanda y celestial sonrisa.

  • 16 EL BAO DE UNA SULTANA.

    "El esplendor de tus divinos ojos,

    "No ofusque melanclica tristeza:"Mira tu siervo ante tus pies de hinojos,"Levanta, oh! tierna, la imperial cabeza.

    ''Mas ah! de tu pestaa est pendiente

    "Difana gota da ardoroso llanto;"No tiene, Ismeina, el celebrado Oriente,"Perla preciosa de mayor encanto.

    'Por enjugarla, el imperial tesoro"Al rabe rapaz entregarla;"Vale un Edn el reprimido lloro,"Que agita tu garganta, reina mia.

    "Cisne perdido en estrangera playa,

    "Apoya en m tus alas sin recelo,"Y alzar su cabeza el Himalaya"Para admirar nuestro atrevido vuelo.

    "No temas, no, que la sellada frente"Toque mi mano, de hermosura tanta;"Asciende al trono, que mi labio ardiente,"Besar el polvo de tu leve planta."

    "Tu esclava soy, si mi seor lo quiere;"Groce el encanto que turb su calma;"Mas quien compr mi libertad, no espere,"Que por l gima apasionada el alma."

    Ismeina dijo, y su copioso llantoInund sus megillas y su seno;La oy el Baj, y en el revuelto manto,Ocult el rostro, de amargura lleno.

    IL

    Dulce placer, emanacin del cielo,Cuyo abundante manantial desciendeDel encantado paraso al suelo.

    Tus blancas alas amoroso tiende,

    Y m dirige el presuroso vuelo;En fuego vivo el corazn enciende,Plcidos cantos mi labio inspira,y aplausos mil arrancar mi lira.

    Ven, del harem el plcido retiroA perfumar con tu fragancia pura;Ven vagar en voluptuoso giro,En torno de la mgica hermosura;

    Da tu encanto su lnguido suspiro,A su mirar, tu angelical dulzura,Y de su cuerpo la actitud divina.La seduccin que embriaga, que fascina.

    Dulce placer! es grato y misteriosoEl santuario en que el mortal te adora,

    Como el lecho nupcial para el esposo,Como el sonar de la anhelada horaEn que se arroja el amador ansiosoEn brazos de la amante seductora,Que entre blandos halagos y cariciasLe da gustar suavsimas delicias.

    Huyen de all las plidas congojasQue. dan tormento los humanos seres.Si cual inquieto colibr, las hojasDe flor temprana, con tus alas hieres,La ebrnea frente, y las megillas rojas,Y los labios de anglicas mugeres,Cuyo seno palpita apresurado,

    Al contacto de tu hlito abrasado,

    Dulce placer de la sultana mia.

    Ven anidar en el mullido seno;Infunde en l la clica ambrosaQue el mundo llama abrasador veneno;Y el soberbio sultn de la Turqua,El que al vibrar de su mirar serenoHace humillar la frente su vasallo,

    Envidiar de su Baj el serrallo.

    Miradlo all; la sala en que reposa,

    Es de mrmol de Paros fabricada,.Y de su esbelta columnata airosaSe desprende la cpula dorada.

    Donde esparce su luz voluptuosaLa lmpara de Cazza perfumada,Y el pavimento ostenta los matices.De persianas,, alfombras y tapices.

    Las celebradas lunas venecianas

    Cubren el muro; el esplendor del diaApenas travs de las persianasPenetrar logra en la mansin umbra;Al lado de las muelles otomanasOstentan su frescura y gallarda

    Las flores de los trpicos ardientes,

    En vasos de alabastro relucientes.

    Y el esquisito olor de sus aromas,Se mezcla los perfumes placenteros,Do las preciadas orientales gomas.

    Que consumen los ureos pebeteros;

  • EL BAO DE VNA SULTANA. 17

    Y cual la niebla las alzadas lomasDe los valles se eleva y los oteros,

    As el blanco humo que ondulante sube,Lo envuelve todo en perfumada nube.

    Las bellas odaliscas, esparcidas,

    Cual bandadas de cisnes en los lagos,

    Al placer de su dueo apercibidas,

    De su dolor olvidan amagos:

    No hay patria ya, ni libertad perdidas.

    Que del placer astuto los blagos,Y la ambicin de distincin y gloriaTurban su alma y ofuscan su memoria.

    All las Griegas de serena frente,

    Y lnguido mirar apasionado.Suelta la trenza de bano luciente

    Sobre la espalda de marfil nevado;

    El prpado caido suavemente.Como al recuerdo del gozar pasado;De sus guzlas y ctaras sonoras,Arrancan armonas seductoras.

    Aqu las Georgianas celebradas.Las de vivaces ojos de gacela,

    Y mrbidas gargantas, destinadasA imitar la alondra, que revelaDel alba las dulcsimas miradas,

    Cuando la tierra presurosa vuela.Aumentan de la estancia los encantos.

    Con sus acordes y divinos cantos.

    Y mas all, cual corzas fugitivasQue entre las selvas corren bulliciosas.Entre danzas alegres y festivas,

    Saltan las Gircasianas prodigiosas;

    Ora lentas se mueven, ora vivas,

    Al agitar sus tnicas nivosas,Muestran el breve pi y el cuerpo esbelto,

    Desnudo el pecho, y el cabello suelto.

    Ora unidas en plcidas cadenas,

    No danzan, sino vuelan; tocando oraCon leve planta el pavimento apenas,

    Y cerca de la frente encantadoraEnlazadas las manos de azucenas,

    La mrbida cintura seductoraDoblan en voluptuoso movimiento,Cual dbil junco que acaricia el viento.

    Suena apenas la msica entre tanto;

    Como un eco lejano se percibe

    De la Georgiana el delicioso canto;Cuanto en aquel recinto alienta y vive.De tan divino y poderoso encantoEl dulce influjo en su interior recibe,Y tras el blanco y trasparente veloDel estasis divino, se ve un cielo.

    Un cielo, cuya diosa, reclinadaEntre sedas blandsimas se ostenta.Bella como un Edn, y delicadaCual corza que entre lirios se apacienta;Serena, como el alba sonrosada

    Tras el negro furor de la tormenta,

    Y orguUosas cual guila atrevidaQue entre las nubes altanera anida.

    Tal aparece Israeina, en blando lecho,Al lado del Baja, que ora la halaga.Ora llevado de feroz despechoLa sencillez de su candor amaga;Y ora volviendo en s, de amor deshecho.Del dulce amor que el corazn le embriaga;Se reclina en su seno delicado.

    De tan terrible lucha fatigado.

    Ismeina en tanto, el rostro distradoVuelve la alegre danza, que impacienteSigue su vista desde el ureo nido;Y en su estasis divino, indiferente,Del Baj al ruego, ni latir movidoA compasin siquiera el pecho siente,Cuando aquel se reclina en su regazo,Enlazndole el cuello con su brazo.

    Cual soberbio rosal, que su cabezaMece al soplo del aura halagadora,

    E insensible se muestra en su altivezaAl contacto de planta trepadora,Que marchitar pretende su belleza.Las ramas enlazndole traidora;As la seductora GeorgianaEn medio su desden se muestra ufana.

    Es una maga, cual la humana menteDe mas encanto y magestad ornada.Jamas soara en su delirio ardiente;Es una imagen ideal, creadaDe cuanto hay bello en el divino Oriente;Nada es igual, ni comparable nadaCon su hermosura y celestial desvo,Ni el lujo y esplender de su atavo.

  • 8 EL BAO DE UNA SULTANA.

    Con finsimos paos enlazadas

    Las mil trenzas que forma su cabello,

    Y de perlas preciosas adornadasY de turquesas del azul mas bello,En la hermosa cabeza levantadas,Dejando ver el delicado cuello,Un turbante le forman caprichoso,Rico en estremo, y la par hermoso.

    Lleva sobre el turbante una diadema

    De rubs, y esmeraldas y topacios,Que deja ver, de misterioso lemaEl arabesco signo en sus espacios;

    Y de diamantes, como sacra emblemaLleva la media luna, que en palacios

    Y minaretes y mezquitas brilla,Y ante la cual el musulmn se humilla.

    De blanco y verde y plida violeta

    Es el vestido que con lazo estrecho

    La virginal cintura le sujeta,Cubriendo el seno y el turgente pecho.

    Del chal delicado de DamietaEs un jubn por las sultanas hecho,Y recamado de oro, de la espalda.Hasta la corta y primorosa falda.

    De armios y escarlata, el suntuosoManto revuelto en el divn mullido.

    Cuando se pone en pi desciende airoso,Pendiente de los hombros al descuido;Son las mangas del gnero precioso

    Que en la Persia magnfica es tejido,Y de valiosas margaritas flores,Forman en la orla mgicas labores.

    El ancho mameluco, que cerradoCon laborcilla de oro peregrina

    Es de seda rosada por un lado,

    Y por otro de blanca muselina;Deja mirar desnudo, el delicado,Leve y pequeo pi, que se imagina,

    Al verlo entre la seda regalada,Blanca paloma en nardos reclinada.

    Es una obra maestra de hermosura,

    De lujo, y de esplendor, y de elegancia;Es una tierna flor, que su frescura

    Conserva an, y virginal fragancia.

    Que solo brilla candorosa y puraEn la encantada y misteriosa estancia,Y que respeto, adoracin inspiraAl que sus gracias embebido admira.

    En el divn tendida muellemente.Encendidos los mgicos colores.Medio inclinada la soberbia frente,Adormidos los ojos seductores,Fresco y entreabierto el labio ardiente,

    Donde liban sus gracias los amores.Su mente se remonta con empeoA las vagas regiones del ensueo.

    Ni los revueltos giros de la danzaNi de las guzlas los acordes sones,NI el trino melanclico que lanzaLa voz de la odalisca en su canciones,Nada mover su corazn alcanza.Que perdida en fantsticas regionesSu fantasa, en voluptuoso vuelo.Otros climas contempla y otro cielo.

    Mas de pronto ligera se estremece,Como la garza acutica en su nido,Al tiempo que de pronto resplandece,Anunciando del trueno el estallido;Los ojos abre, su pupila crece.Late su corazn, de espanto herido,

    Que oye el suspiro que lanzara amargo,Al volver el Baj de su letargo.

    La varonil cabeza ste levanta,No ya el rostro convulso y demudado.Ni al hablar agitada la garganta;No es ya el acento blando, enamorado.Lleno de ardor y de vehemencia tanta,Que las rocas se habran ablandado;Sino la voz de la sombra calmaQue hizo nacer la agitacin en su alma.

    El brazo con que tierno y anhelanteEnlazaba su cuello, lo separa;En l se apoya, y dando su semblanteUna espresion de predominio rara;"Ya supliqu como rendido amante,Dice, mirando Ismeina, con voz clara,"Y como vil esclavo me he humillado,"Y tu gracia, y tu amor he mendigado.

    "La pantera selvtica y terrible,

    "Cuando su presa devorar se apresta,"Se muestra sus lamentos mas sensible,"Que t la voz de mi pasin funesta."Al ruego de mi amor indefinible,"T opones tu silencio por respuesta,"Y mi llanto, y sollozos, y suspiros"Solo das t, de tu desden los tiros."

  • EL BAO DE UNA SULTANA. 19

    "Bast ya de suspiro lastimero;

    "Bast de humillaciones y desdenes;

    "S, ya se torna el tmido cordero

    "Al que un infierno de desden previenes,

    "En len atrevido y altanero,

    "Puesto que una alma de pantera tienes,

    "Y el esclavo rendido, se convierte

    "En el seor y dueo de tu suerte.

    "Aprstate la hacha, dbil caa,

    "Que el mas ligero viento romperla,"Teme, paloma, la implacable saa

    "Del milano feroz, la guerra impa:

    "Abandonada flor en tierra estraa,

    "Sirve al placer del dueo que te cria;

    "Yen, esclava, mis brazos, que impaciente

    "Est mi labio dehesar tu frente.

    Y la fuerza salvage del delirioDio al concluir su terrible acento;

    Ismeina en tanto, como blanco lirio.

    Que agita y mece en su furor el viento.Sufre el dolor de sin igual martirio.

    Presa inocente de terror violento,

    Y pierde la color, y se estremece,Y suda, y teme, y gime, y desfallece.

    Mas al mirar que delirante intenta

    Entre sus brazos sujetarla, olvida

    El agudo pesar que la atormenta;

    Kecobra la energa de la vida,

    Y cual cierva veloce que se ahuyentaAl recibir del cazador la herida.Retrocede, empuando con despechoUna daga que oculta entre su pecho.

    Del alto minarete acento estrao

    Sale entonces solemne y misterioso;

    Es una voz que anuncia que del bao

    Ha sonado la hora: silenciosoLa oye el Baj; juzgndola un engaoDe su imaginacin, vuelve afanoso,

    A su primer empeo, y en la luchaDos veces mas la voz tmida escucha.

    Es la voz del Profeta, que convoca

    A la ablucin en el Coran prescrita;Desiste, en fin, de su esperanza loca,

    Al suelo del divn se precipita;Se inclina reverente, el polvo toca

    Con el trmulo labio, que aun agita

    El pesado deseo, y entre tantoCesan las danzas y el alegre canto. '

    La virginal Ismeina, mas ligeraQue el ave amedrantada, que su nidoBusca al huir de la tormenta fiera.Desciende del divn aborrecido;La tropa de odaliscas que la esperaLa recibe en su centro, su sentidoUn tanto se recobra, y magestuosaOrdena la salida presurosa.

    El Baj la contempla; su miradaAun lanza el fuego de su amor ardiente;Como fugaz y viva llamarada,Cruza una idea por su altiva frente;

    Y se ausenta veloz, preocupadaLe sigue Ismeina, cuya inquieta mentePenetr ya el designio, y de su daga

    .

    El puo toca la resuelta maga.

    R. I. Alcaraz.

    (Concluir.)

    Un clebre literato ha dicho, que esta vida esuna comedia, y el mundo un teatro, en el que seentra, se mira, y se sale; pero se le olvid decir,

    que en este teatro se paga por entrar, por estar

    y por salir.P. M.

    EPIGRAMAS.Esta del coche simn,

    Es virtud particular,

    Pues si est parado corre,

    Y corre con solo andar.

    Dice Ins, que cumplirVeinte aos en Primavera,

    Y dice bien, porque harVeinte aos que los cumpliera.

    Seores, yo pierdo el juicio;

    Gril en frison y arrogante.

    Con buenos tragos y guante,

    Pues cmo?Tiene su oficio.

    Y qu cosa es?Elegante.

    (Escritos para el lbum.

    J

  • LAS CONFKIENCIAS,I^C^i:^ ^1, SILa S^r3 co;> S^ ^} C^> gc^s:^ Ska ,^^. lE^l ,^\^ i:0. 'CS'S S^S' li^

    EL PEIMER BESO DE AMOE.'^-^^'!5^^r555S^^?-SS53E3*f-^-

    Es hermosa, encantadoraDe una muger la sonrisa,Y suave como la brisaEl acento de su voz:

    Divina es una mirada,Seductora una sonrisa.

    Mas, qu iguala la deliciaDel primer beso de amor?-

    Era del crepsculo hora;

    Brillante vspero arda,

    En las selvas repetaSus cantos el ruiseor.

    Las flores aromas daban;

    Murmuraba manso el rio;All nos uni, bien mi,

    Por vez primera el amor.

  • W. H. PRESCOTT,

  • EL PRIMER BESO DE AMOR. 49

    Sentado estaba tu lado, Dej en tu labio de fuego,Y en mis brazos te estrechaba, Mi primer beso de amor.Tu corazn palpitabaCercano mi corazn.Tus megillas se encendan.

    Era tu mirar incierto,

    Y tu labio entreabiertoBrindaba el beso de amor.

    En ese instante divinoLa luna alzaba en OrienteSu melanclica frente,Y nuestra dicha envidi.

    Gimieron de amor los bosques,Los ngeles sonrieron,

    La languidez de tus ojos

    Mis sentidos embargaba;

    Que el deleite comprendieronDel primer beso de amor.

    El contacto me quemabaDe tu aliento abrasador. Quertaro, Abril 12 de 1848.

    Me estremec de deleite, nY hubo un momento en que ciego. Ramn I. Alcahaz.

    -4^^-^ -^>-^^^-

  • 50 GUILLERMO H. PRESCOTT.

    carse la carrera del foro; pero quiso emplear un

    ao entero en una lectura general. Haba hechoya muchos progresos en el estudio de un cursode historia, cuando se vio imposibilitado de con-tinuar, consecuencia de una inflamacin en unojo, provenida sin duda de su mucha tenacidaden leer, particularmente de noche. Un acciden-te en el colegio le habia privado con anterioridad

    de la vista del otro ojo, sin que se le notara dao defecto esteriormente. Con el ojo que le quedbueno hizo el estudio de que hemos hablado, yesto contribuy sin duda precipitar el mal. Du-rante toda su grave enfermedad, estuvo entera-

    mente ciego; y aunque recobr la vista, qued enun estado tal de debilidad, que se vio precisado

    abandonar tanto los estudios de la abogacacomo los de la historia.

    En el Otoo de 1815 pas Europa, y viajpor Inglaterra, Franela Italia, regresando

    Boston cabo de dos aos. Incansable en el es-tudio, quiso continuar el curso de historia que

    habia emprendido; pero como al menor trabajovolvan los sntomas inflamatorios de los ojos, tu-

    vo que permanecer en inaccin, medicinndose de

    la manera mas eficaz. El reposo y la ciencia pa-recieron al fin triunfar de la tenacidad del mal, yen el momento que estuvo aliviado, volvi to-

    mar sus libros, dedicndose particularmente al

    estudio de las lenguas y de la literatura conti-

    nental, ejercitando su pluma en algunos artcu-los de crtica que se publicaban en la Revista

    Norte-Americana. Una coleccin de treinta deestos escritos, ha sido publicada recientemente, yes notable por la facilidad, brillo y correccin del

    estilo. Los asuntos de estos artculos, son: Asilos

    para los ciegos, Caciquista de Chanadapw Irving^Cervantes^ Moliere^ Literatura inglesa^ Wdlter

    Scctt, fc.

    Diez aos de trabjos preparatorios y una ma-nifiesta y decidida inclinacin, lo pusieron en ac-

    titud de entrar con ventaja en el campo de lahistoria.

    La poca que escogi para su primera apari-cin entre los buenos historiadores, fu la de lossoberanos bajo cuyos auspicios se descubri unnuevo mundo. El periodo en que vivi Isabelde Castilla, el cardenal Jimnez, el soldado Cr-doba, el navegante Colon; en que fu aniquiladoel imperio del os moros, establecida la inquisicin,desterrados los judos y descubierta y coloniza-da la Amrica, es el de mas importancia nteres

    que pueda tocar la pluma de un historiador, y elmismo que escogi Prescott para levantar unprecioso monumento, pues solo ecsistian dos obrasincompletas y de escaso mrito. La una delabad Mignot, publicada en Paris en 1766, yla otra de Ruperto Becker, impresa en Praga en1790.

    Cuando Prescott se decidi emprender estetrabajo, era ministro de los Estados-Unidos enEspaa el seor Alejandro Everett, y por su in-terposicin consigui cuantos documentos podiaapetecer, as de las bibliotecas pblicas, como delas particulares; pero cuando llegaron sus ma-nos estos tesoros de la literetura y de la historia,su vista habia vuelto padecer, y tuvo que valer-se, para no perder el tiempo, de un lector, quienense pronunciar el espaol. Surtile efectoeste medio; pero encontraba la dificultad de es-cribir, pues era necesario que tomase diversos

    apuntes y estractos, y esto no era posible lo eje-cutase el secretario. Procurse en Londres unaparato por medio del cual se facilita el que losciegos puedan escribir, y de esta manera podiaen la oscuridad formar sus borradores, que copia-

    ba y ponia en limpio su secretario. En medio deestas penas inconvenientes, concluy la Histo-ria de Fernando Isabel, la que tuvo un csitobrillante, pues ademas de los jauchos ejemplaresque se imprimieron en New-York, fu traducidaal espaol, al alemn y al italiano, y reimpresa enParis,

    No contento con estos laureles, emprendi otraobra, de una magnitud acaso superior la ante-rior, y fu la de la Conquista de Mxico, que futraducida por el instruido joven Don JoaqunNavarro, publicada en una hermosa edicin porel Sr. Cumplido, anotada por el ilustre anticuarioDon Fernando Ramrez, ilustrada con muchasestampas y grabados por Don Isidro Rafael Gon-dra, conservador del Museo nacional.

    Incansable en el trabajo, pesar de sus pade-cimientos, despus de la obra de la Conquis-ta de Mxico, que ha colocado su nombre enel rango de los mejores historiadores, emprendila publicacin de la Conquista del Per, y de lacual publicamos en seguida una revisin, que nos

    ha sido remitida por un apreciable joven, bastan-te versado en el estudio de la historia de los pue-

    blos americanos.

    Actualmente Prescott se ocupa de escribir la

    Historia del Reinado de Felipe II, y para cuyo

  • GUILLERMO H. PRESCOTT. 51

    trabajo tiene reunidos un gran nmero de manus-critos sacados de las mejores bibliotecas pblicasy particulares de Espaa.

    Prescott es de una fisonoma agradable, de un

    trato franco y sincero, de una conversacin filos-

    fica y animada. Pteside en Boston, en una casasencilla y hermosa, adornada con pinturas anti_guas, con las armas, con los retratos de los con.quistadores y hroes quienes ha dado vida yanimacin en sus escritos.

    ^^ a^^^

    REVISIN DE OBRAS.M^r^jir^^SC^zM

    %

    POE W. H. PEESCOTT.(New-York, 1847.)

    "La poca de las traducciones," dice un ilus-

    tre escritor espaol, (1) es una de las que carac-

    terizan la infancia literaria de los pueblos civili-

    zados, y su frecuencia manifiesta que es comnel ansia y sed de saber, que hierve la curiosidad

    y que la ilustracin va en aumento. Y en efec-to, el nacimiento restauracin de las letras pue-

    de fijarse para cualesquier nacin en la poca enque comenz conocerse el valor de los tesorosque nos leg la antigedad, y se acometi la em-

    presa de acomodarlos al propio idioma para que

    su coaocimiento se generalizara y todos pudie-

    ran aprovecharse de ellos. Es muy natural, quela mente inculta del hombre aprenda primero conocer y apreciar las bellezas que se encuentran

    en obras agenas, antes de ponerse imitarlas descubrir otras nuevas.

    Las naciones que aparecieron primero en elgran teatro del mundo, si bien tropezaban conciertos inconvenientes en la carrera de la ilustra-

    ciora, contaban tambin con otras ventajas que nologran las que, como la nuestra, han venido ocupar su lugar demasiado tarde. En aquellostiempos primitivos no habia maestros ni modelos

    (1) Clemencin: Elogio de Isabel la Catlica, Ilust.

    XVI.

    artificiales que imitar; pero tenian abierto el granlibro de la naturaleza, y podian hojearlo su an-tojo, sin temor de tropezar con otros que se em-pleasen en la misma tarea. Todos los objetostenian el brillo de la novedad: lo natural erasiempre lo bello; las falsas teoras del arte aun nohablan corrompido el gusto, y este era tan senci-llo, y los sentidos tan susceptibles de impresio-nes, que por llanos y simples que fuesen los ata-

    vos con que se engalanasen los pensamientos,siempre eran agradables y cautivaban la mentede los lectores. Esa misma sencillez y naturali-dad forman quiz hasta hoy el atractivo princi-pal de los primeros clsicos, y les han alcanzadouna duracin y una fama, que en vano aspira-ran, por mas que hubiesen sido la gloria de susiglo, si se hubieran escrito con arreglo losprincipios de un gusto ya viciado.

    Con el trascurso de los tiempos fu creciendola dificultad de levantar un edificio nuevo sin

    tropezar con otro antiguo, porque dividido el g-

    nero humano en multitud de naciones diversas,no solo invada los dominios de la imaginacincada generacin nueva, sino que los individuos

    de esta misma generacin emprendan su entra-da por distintos rumbos, segn por ellos les guia-ban su ndole, su carcter, sus hbitos y sus cos-

    * History of the Conquest of Per, mtli a preliminary View of tlie civilization of the Incas. By WilUam H. Pres-

    cott, Corresponding" Member of the French Institute: of the Royal Academy of History at Madrid, etc. In Uvo volumes.

    New-York: Haxper aiid Brothers, 82 ClifF Street. M.DCCC.XLVII.

  • 52 HISTORIA DE LA CONQUISTA DEL PER.

    tumbres. Suceda, sin embargo, muchas veces

    que un individuo elega para objeto de sus tra-bajos un asunto que convenia igualmente losindividuos de otra nacin diversa, y en tal ca-

    so en vez de emprender de nuevo la obra, eramas fcil y mas breve aprovecharse de lo ya tra-

    bajado, dndole tan solo aquella nueva forma quese requeria, es decir, vertindolo al lenguaje co-mn del pueblo que se lo apropiaba, y de aqu lanecesidad y conveniencia de las traducciones.Mas acaso en ningn pais lleg tal punto la

    dificultad como en el nuestro, porque podemosdecir que para poder llegar algn dia ala origina-lidad, nos faltaba el campo de las traducciones enque ensayar y robustecer nuestras fuerzas. Otrasnaciones de las que figuran en primera lnea enel mundo civilizado, nacieron de pueblos brba-ros y en siglos de tinieblas: su idioma fu for-mndose poco poco, y cuando dieron los prime-ros pasos en la senda del saber y quisieron ir pro-

    bando sus fuerzas, hallaron un vastsimo campopara sus labores en las preciosas obras de la an-tigedad, y en las de otras naciones contempor-neas mas adelantadas que ellas. Pero nosotros

    hemos nacido en el siglo XIX, y nuestra madrefu la Espaa, que nos leg su hermoso lenguaje,

    y con l todos los riqusimos tesoros de su litera-tura, que hasta cierto punto podemos llamar nues-tra. As pues, todo lo hallamos hecho, y pare-ca no quedarnos otro arbitrio que lanzarnos des-

    de luego la invencin; cosa no muy fcil en es-te siglo y en medio de tantas agitaciones; co-menzar nuestra carrera por la versin de obraspublicadas en nuestros dias, que por lo mismo nopodemos recibirlas ya vertidas por nuestros pa-dres; y con el asombroso movimiento literarioque hoy se nota en el mundo, bastbanos estopara ocuparnos mucho tiempo y para lucir nues-tro ingenio, tanto en la buena eleccin de lasobras, como en la fidelidad y elegancia de las tra-ducciones.

    La historia es acaso el nico ramo de la lite