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El agua en la época colonial

A principios de 1800, la higiene y la salubridad eran cuestiones que afectaban a la mayoría de las personas que vivían en los pueblos y ciudades de nuestro país. Era una época en la que no había canillas ni aguas corrientes, ni tampoco el cuarto de baño tal como lo cono-cemos hoy. Años con poblaciones aquejadas por enfermedades y en las que el agua para el consumo humano era un bien escaso y difícil de obtener.

Los aguaterosHacia 1800 más de 150 aguateros recorrían las calles de Buenos Aires. El carro del aguatero o “aguador” era lo primero que llamaba la atención de los extranjeros al desembarcar. Estos carros tirados por bueyes, se internaban en el río donde los aguateros cargaban sus toneles de madera, para luego vender el agua en la ciudad.

La mayoría de la gente se abastecía con ellos, pues el agua de los pozos que excavaban, a pesar de ser numerosos, no se podía utilizar para el consumo humano.

En su origen, los aguateros fueron esclavos negros o mulatos, pero luego de la Independencia, fueron per-diendo predominio y su actividad estuvo en manos de blancos, gallegos algunos, criollos, pardos e indios.

Los aljibesAdemás de los aguateros, otra fuente de provisión de agua eran los aljibes. A diferencia de los pozos que obtenían agua de napas subterráneas, los aljibes recogían el agua de lluvia que caía sobre los tejados y azoteas, por un sistema de cañerías que la llevaban hasta una cisterna o pozo con paredes y piso de ladrillos.

Los aljibes tenían brocales de ladrillos, a menudo revestidos de azulejos o bien eran totalmente de mármol. Sobre ellos había un pescante de hierro, a modo de arco ornamentado, donde se sujetaba la roldana del balde. Algunas familias colocaban en el agua una pequeña tortuga, encargada de comer los insectos y de esta manera favorecer su limpieza.

Los pozos de baldePozo y bebedero. Los caballos eran el medio principal de trans-porte para los jinetes. En Buenos Aires, en la zona del Convento de la Recoleta (donde hoy se encuentra el Centro Cultural ho-mónimo) se construyó un pozo de balde como el que ilustra la imagen, que alimentaba a dos bebederos ubicados a sus lados.

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EN LA CASA

La cocinaLa cocina era un lugar oscuro por el humo, que terminaba cubriendo con el ho-llín paredes y cielorrasos. Se cocinaba con fuego a leña y, generalmente, sobre ella había una campana para el humo. El agua se conservaba en tinajas de barro cocido.

El patio principalCuando había buen tiempo, el patio principal era el lugar de encuentro de la familia y de las visitas. Y como tal, en él no podía faltar el agua para beber y convidar a los visitantes. Para depurarla se utilizaban unos filtros de piedra pó-mez sobre un armazón de madera. Abajo, una tinaja pequeña luego la recogía y ayudaba a conservarla fresca. Al costado había una taza para beber, que en las familias más acomodadas era de plata.

La salaEra el lugar de estar y recepción. En un costado se levantaba un estrado que formaba el espacio de las mujeres de la casa (de antigua tradición ára-be). En él se realizaban muchas de las labores de la casa como el hilado, la costura, etc. Cuando se recibían visitas en invierno, se las agasajaba con chocolate calentado en el brasero en recipientes de cobre (chocolateras). Tampoco faltaba el agua para el mate, una costumbre difundida desde temprano en el Río de la Plata.

El dormitorioLa higiene era bastante precaria. No había instalaciones de agua o desagüe. El agua se colocaba en grandes jarras y se volcaba sobre una jofaina de cerámica o de plata. Para los desechos se usaba una bacinilla con tapa, las más de las veces de porcelana, haciendo juego con la vajilla. La misma era vaciada en la letrina del fondo o bien, al grito de “¡Agua va!” se arrojaba a la calle.

El patio de servicioUn patio al fondo servía para las tareas de servicio. Era el lugar de los esclavos. A él se abría la cocina, con sus humos y olores. A menudo, por un costado se conectaba a través de un zaguán con el comedor y el patio principal.

El agua en la época colonial

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EN EL TRABAJO

En la forjaEn la época el hierro era muy caro y escaso. El herrero utilizaba el calor del fuego para forjarlo, y para enfriar o templar el material se empleaba el agua.

Fabricando tejasLas tejas se fabricaban con barro amasado y luego cocido, de modo similar a los ladrillos. En sus formas más antiguas, se las modelaba sobre el muslo, para luego transportarlas al tendal para su secado previo al horneado.

EN EL ESPARCIMIENTO

El CarnavalEn los años que siguieron a la Revolución de Mayo de 1810, al llegar el carnaval se tomó la costumbre de jugar con agua valiéndose de todo tipo de recipientes. Los relatos de extranjeros hablan de las “luchas” por la posesión de las azoteas, verdaderas “fortalezas”.

LAS LETRINAS O “COMUNES”

LetrinasEl sistema sanitario en los edificios comunitarios se basaba en las formas en que se habían desarrollado en la antigua Roma (letrinas). Eran simples asientos con agujero, donde las excreciones caían en un pozo. Para evitar los malos olo-res se las cubría con tierra o cenizas. Tal la razón por la que las letrinas estaban alejadas de las habitaciones.

Como se ve, mucho debieron hacer los primeros gobiernos patrios para mejorar la higiene y salubridad de las poblacio-nes. Especialmente cuando las ciudades crecieron en núme-ro y fueron castigadas por cruentas epidemias, como acon-teció a mediados del siglo XIX.

Pero el esfuerzo no fue en vano. Afortunadamente, los ade-lantos de la ciencia médica, de la tecnología y el trabajo de sucesivas generaciones de argentinos, al servicio de la hi-giene y salubridad, permitieron ir superando aquellos males.