Edvard Grieg. Concierto Para Piano Opus 16
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Transcript of Edvard Grieg. Concierto Para Piano Opus 16
Recreación de un aparte del texto integro y original del libro Invitación a la Música del Profesor Jonathan Kramer,
traducción de Editorial Javier Vergara de “Listen to the Music” -1993- Buenos Aires, Argentina. Las imágenes no
son parte del texto original, son anexos de quien compila.
Edvard Grieg
Nació el 15 de junio de 1843 en Bergen, Noruega.
Falleció en Bergen, el 4 de septiembre de 1907.
Atardecer en Noruega. Los fiordos entradas naturales y abruptas de la geografía de este país inspiraron la música nacionalista
de Grieg. (nota del compilador)
Concierto en La menor para Piano y Orquesta, Opus 16
1. Allegro molto moderato
2. Adagio
3. Allegro moderato molto e marcato. Quasi presto. Andante maestoso
El Concierto para Piano fue compuesto en 1868. Grieg continúo revisándolo y termino la versión final
definitiva poco antes de su muerte en 1907. Grieg dirigió el estreno en Copenhague, en el otoño de 1869;
el pianista fue Edmund Neupert.
Grieg debió su compromiso de toda la vida a crear un estilo musical nacional noruego, a la
temprana influencia de dos hombres: Ole Bull y Rikard Nordraak. Bull, virtuoso del violín y
compositor, era una especie de héroe folclórico en Noruega. Era el símbolo del espíritu libre de
la nueva Noruega, que había roto recientemente con cuatrocientos años de dominación
danesa. Bull era emprendedor, independiente y agresivo. Entre sus actividades hubo
frecuentes giras internacionales dando conciertos, un intento de establecer una colonia
noruega en Pennsylvania (aventura que le costó la mayor parte de su dinero y casi su vida) y la
fundación de un teatro nacional noruego (distinto de los que representaban obras danesas),
para el cual contrato un desconocido dramaturgo llamado Henrik Ibsen.
Recreación de un aparte del texto integro y original del libro Invitación a la Música del Profesor Jonathan Kramer,
traducción de Editorial Javier Vergara de “Listen to the Music” -1993- Buenos Aires, Argentina. Las imágenes no
son parte del texto original, son anexos de quien compila.
Grieg tenía 15 años cuando conoció al hombre más famoso de Noruega. Bull pidió escuchar
algunas de las composiciones del muchacho, con las que se sintió muy impresionado.
Recomendó que el joven Edvard fuera enviado a Alemania a estudiar en el conservatorio de
Leipzig. El aspirante a compositor y el famoso violinista se mantuvieron en contacto. Algunos
años más tarde, Bull, a quien le gustaba imitar a los violinistas folclóricos en su violín y que
había transcrito para piano melodías de violín, introdujo a Grieg en la auténtica música
folclórica noruega.
Grieg también conoció al compositor Rikard Nordraak, un devoto apasionado de cualquier
cosa que fuera Noruega – literatura de las sagas, baladas antiguas, escenas montañesas,
vestimentas tradicionales, festivales, música folclórica y danzas folclóricas. Nordraak moldeó
su carrera musical siguiendo la de Ole Bull, a quien reverenciaba hasta el extremo de guardar
las colillas de cigarro que el violinista desechaba. Sus composiciones debían más a la música
folclórica noruega que a la formación académica, para la cual había tenido poca paciencia.
Los dos jóvenes compositores estuvieron de acuerdo en dedicar la obra de su vida a llevar
adelante la creencia de Ole Bull en el sentido de hacer surgir un estilo nacional noruego
basado en la maravillosa música del pueblo. La muerte de Nordraak a la edad de 24 años, dos
años después de que él y Grieg se convirtieran en íntimos amigos, hizo que Grieg se sintiera
aun más decidido a cumplir con su compromiso musical con Noruega.
El elemento folclórico está menos focalizado en las piezas menores y canciones de Grieg de esa
época de lo que podría haber estado, si la influencia no hubiera llegado de segunda mano a
través de Nordraak. Los temas del Concierto para Piano, escrito poco después de la muerte de
Nordraak, también suenan de alguna manera noruegos, aunque no se cita directamente
ninguna música folclórica. Poco después de terminar el concierto, Grieg encontró una
colección de música folclórica noruega llamada Melodías de las Montañas Viejas y Nuevas,
muchas de las cuales Nordraak había usado en sus propias composiciones. Este libro demostró
ser justamente lo que Grieg necesitaba- una fuente de primera mano de melodías de las que
podría servirse para continuar forjando un estilo claramente noruego de la música artística-. Su
primera composición después del Concierto para Piano fue un arreglo de 25 de estas melodías.
Con frecuencia volvió a este libro como fuente de materiales. Su éxito en la utilización de la
música folclórica confirmó la creencia de Grieg de que él no estaba hecho para componer en
formas grandes.
Empezó a concentrarse en las miniaturas, en las que podía hacer que una melodía folclórica
sirviera no solamente como el tema, sino como la base completa de una pieza de carácter
breve. De hecho, durante los restantes 38 años de su vida, sólo terminó tres obras más
siguiendo los moldes clásicos: un cuarteto para cuerdas y dos sonatas. Su producción principal
se encaminó a componer danzas noruegas, música de fondo para acompañar piezas teatrales
noruegas, movimientos aislados, conjuntos de piezas para piano breves, canciones y piezas
corales breves. Así que el Concierto para Piano se convirtió en la obra más grande de Grieg y
marca la culminación de su primer periodo, durante el cual trato de forzar sus dotes líricas
para ajustarlas a la estructura esencialmente ajena de las grandes formas tradicionales.
Recreación de un aparte del texto integro y original del libro Invitación a la Música del Profesor Jonathan Kramer,
traducción de Editorial Javier Vergara de “Listen to the Music” -1993- Buenos Aires, Argentina. Las imágenes no
son parte del texto original, son anexos de quien compila.
Uno de los puntos más fuertes del concierto reside en la belleza de sus temas. El intento de
Grieg de desarrollarlos de acuerdo con los principios de la sonata le acarreo considerables
dificultades. Obsérvese, por ejemplo, en el primer movimiento, la adhesión al texto para la
forma de la sonata, incluso hasta el punto de que la recapitulación es casi una nueva
presentación literal de la exposición. Le resultó de ayuda modelar el primer movimiento en
base a una obra existente, el Concierto para Piano de Robert Schumann, también en La menor.
Además Grieg, nunca satisfecho por completo con su concierto, continúo revisándolo hasta el
último año de su vida, a pesar de las frecuentes presentaciones del mismo. El musicólogo
Gerald Abraham rastrea la deuda que este concierto tiene con Schumann: “En los dos
[primeros] movimientos encontramos un pasaje de cuerdas introductorio para el solista, que
desciende del registro alto al medio. En ambos, el tema principal es presentado luego por los
vientos y repetido exactamente por el solista; naturalmente ambos tienen el segundo tema en
el mayor relativo, aunque Grieg no sigue a Schumann en el hecho de dar forma a los temas
primero y segundo a partir de la idea básica. Quizá Grieg fue tan naturalmente melódico como
para contentarse con un solo tema principal para todo el movimiento”. Abraham continúa:
Ambas exposiciones concluyen con un animato; ambos desarrollos caen en dos
secciones principales, en la primera de las cuales los solos de vientos de madera
interpretan fragmentos del tema principal por encima de los arpegios del piano, en
tanto el solista se destaca en la segunda…; en ambos la cadencia esta seguida por una
coda más veloz que el resto del movimiento, en el que Schumann en una nueva forma
del tema básico, y en el de Grieg en un tema enteramente nuevo [que gradualmente
revela su derivación del pasaje de cuerdas de la apertura]. No hay parecido entre las
ideas propiamente dichas; simplemente Grieg, en la etapa más alta de su desarrollo
como compositor de la forma sonata, todavía experimentaba la necesidad de seguir un
modelo formal.
Grieg luchó con la orquestación incluso más que con la estructura y logró producir una versión
definitiva alrededor de 40 años después de haber terminado el concierto por primera vez.
Durante un tiempo el autor siguió las sugerencias de su amigo y mentor, Franz Liszt, quien se
había sentido profundamente impresionado con el concierto. Liszt sugirió, entre otras cosas,
que el segundo tema del primer movimiento ¡no fuera dado a los violonchelos sino a un solo
de trompetas! Incluso después de decidirse en contra de las sugerencias más extravagantes de
Liszt, Grieg continuo perfeccionando la partitura. La versión final difiere notablemente de la
publicada originariamente en 1872.
Además de las melodías, la escritura exquisita para piano contribuye a la belleza de esta
música, particularmente en el movimiento lento. Grieg conocía bien su instrumento, había
estudiado las obras para teclado de Chopin y de Schumann y habitualmente componía en el
piano. Así que pudo imbuir de sensible lirismo incluso a los pasajes más ornamentados y
figurativos. Al escuchar las carrerillas y arpegios menos rimbombantes, tenemos la sensación
de que cada nota importa y que no es sólo un gesto. Esto es un logro impresionante, raro entre
los conciertos para piano románticos, que le ha asegurado a este concierto un lugar de gran
popularidad.
Recreación de un aparte del texto integro y original del libro Invitación a la Música del Profesor Jonathan Kramer,
traducción de Editorial Javier Vergara de “Listen to the Music” -1993- Buenos Aires, Argentina. Las imágenes no
son parte del texto original, son anexos de quien compila.
Quizás incluso más que en las melodías y en las figuraciones del piano, el atractivo del
concierto reside en las armonías. Grieg tenía un maravilloso sentido de los acordes y de las
progresiones coloridas, generosamente condimentadas con disonancias. El más famoso,
aunque no el mas sutil, es el uso del séptimo grado menor de la escala (Sol natural) de los
compases triunfantes del final en La mayor. Fue este pasaje, más que ninguna otra cosa, lo que
convenció a Liszt con respecto a la importancia del concierto. En uno de sus primeros
encuentros, Liszt estaba leyendo a primera vista el concierto cuando, como Grieg recordó más
tarde:
De pronto se puso de pie, se estiro cuan largo era, atravesó el gran salón del
monasterio a zancadas, con un paso teatral y el brazo levantado, y literalmente
vociferó el tema. Al llegar a ese Sol natural en particular, estiró el brazo con gesto
imperioso y exclamó: “¡Sol, Sol, no Sol sostenido! ¡Esplendido! ¡Eso es lo verdadero!” y
luego, muy pianissimo y entre paréntesis: “El otro día escuche algo de este tipo de
Smetana.” Volvió al piano e interpreto el final completo otra vez. Finalmente dijo de un
modo extraño y emocionado: “Siga adelante, le digo. Usted tiene lo que se necesita y
no permita que le asusten.”