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Miriam Martínez de Pinillos Gutiérrez et al. Trastornos de la Conducta Alimentaria 21 (2015) 2291-2311 2291 EDUCACIÓN NUTRICIONAL EN EL PROCESO DE LA CONFECCIÓN DE UNA DIETA POR PARTE DEL PACIENTE CON TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA NUTRITIONAL EDUCATION IN THE PROCESS OF PLANIFY A DIET IN PATIENTS WITH EATING DISORDERS Miriam Martínez de Pinillos Gutiérrez 1 , Laura Ramírez Martínez 1 , Daniel Rodríguez Romero 1 1 Curso de especialización Evaluación y Tratamiento Dietético-Nutricional en los Trastornos de la Conducta Alimentaria por la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) Correspondencia: Miriam Martínez de Pinillos Gutiérrez, [email protected] Universidad Pablo de Olavide Carretera Utrera km 1, CP: 41013, Sevilla

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EDUCACIÓN NUTRICIONAL EN EL PROCESO DE LA CONFECCIÓN DE

UNA DIETA POR PARTE DEL PACIENTE CON TRASTORNOS DE LA

CONDUCTA ALIMENTARIA

NUTRITIONAL EDUCATION IN THE PROCESS OF PLANIFY A DIET IN

PATIENTS WITH EATING DISORDERS

Miriam Martínez de Pinillos Gutiérrez1, Laura Ramírez Martínez

1, Daniel

Rodríguez Romero1

1Curso de especialización Evaluación y Tratamiento Dietético-Nutricional en

los Trastornos de la Conducta Alimentaria por la Universidad Pablo de

Olavide (Sevilla)

Correspondencia: Miriam Martínez de Pinillos Gutiérrez,

[email protected]

Universidad Pablo de Olavide

Carretera Utrera km 1, CP: 41013, Sevilla

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RESUMEN

La educación nutricional dentro del tratamiento de los pacientes con

trastornos de la conducta alimentaria está adquiriendo una gran importancia debido

a su efectividad para cambiar hábitos alimentarios incorrectos de fo rma progresiva

y con el fin de poder evitar posibles recaídas. El presente trabajo consiste en una

revisión sobre intervenciones nutricionales actuales en cada trastorno

comprobando la influencia de la educación nutricional en la autonomía de la

elección de la dieta.

Palabras clave: educación nutricional, trastornos de la conducta alimentaria,

anorexia, bulimia, obesidad, trastornos por atracón.

ABSTRACT

Nutritional education within the treatment in patients with eating disorders

is becoming very important due to its effectiveness in order to change incorrect

eating habits progressively and avoid possible relapses. This work consists in a

review of current nutritional interventions in each eating disorder checking the

influence of nutrition education in the autonomy of choice of diet .

Key words: nutritional education, eating disorders, anorexia, bulimia, obesity,

binge eating disorders.

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INTRODUCCIÓN

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) se caracterizan por

alteraciones persistentes graves del comportamiento alimentario, donde la

Anorexia Nerviosa (AN) y la Bulimia Nerviosa (BN) son los más conocidos. La

AN se caracteriza por el rechazo a mantener el peso corporal en los valores

mínimos normales, mientras que la BN se identifica con episodios recurrentes de

voracidad seguidos de conductas compensatorias inapropiadas para evit ar el

aumento de peso. Ambas patologías tienen en común una alteración en la

percepción de la forma y el peso corporal, así como otros problemas psiquiátricos

(1,2).

Además de estos dos trastornos específicos, el Manual Diagnóstico y

Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) incluye a otro grupo de TCA

llamados Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados (TCANE)

donde se agrupan todos aquellos que no cumplen con los criterios diagnósticos

para un TCA específico. Uno de los grandes representantes de este grupo es el

Trastorno por Atracón (TA), caracterizado por la presencia de episodios

recurrentes de voracidad con ausencia de conductas compensatorias, lo que se

traduce normalmente en un incremento ponderal (2-4).

Por otro lado, hay que hacer especial mención a la obesidad, importante

problema de salud pública, e íntegramente relacionado con los TCA, debido en

parte a la presencia de consecuencias psicosociales y conductuales tales como la

insatisfacción corporal, baja autoestima, mayores niveles de ansiedad y depresión,

así como la existencia de conductas de riesgo para la pérdida de peso (5).

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Actualmente, la investigación epidemiológica de los TCA aún no ha podido

determinar su incidencia y prevalencia. Las diversas investigaciones pueden llegar

a distintos resultados, dependiendo de la población en estudio, del método de

selección y de diagnóstico. Sin embargo, es bien sabido que se está incrementando

la incidencia y prevalencia de forma alarmante en países occidentales,

especialmente en mujeres jóvenes (1, 6-7).

Debido a la complejidad de los TCA y a los numerosos factores

etiopatogénicos involucrados, su tratamiento requiere un abordaje interdisciplinar,

siendo en la mayoría de los casos de larga duración y con la necesidad de contar

con varios dispositivos terapéuticos: tratamiento ambulatorio, hospitalización

parcial, completa o domiciliaria, etcétera (1-2, 8-15).

Dentro del grupo de profesionales responsables de abordar al paciente con

TCA, el enfoque dietético-nutricional es de esencial importancia, tanto para la

normalización ponderal como para el aprendizaje o reaprendizaje de hábitos de

alimentación adecuados. Cabe destacar, la influencia de múltiples factores, tales

como psicológicos, sociales, culturales o políticos en la elección de alimentos

(16,17). La mayoría de la población que sufre TCA posee muchos conocimientos

acerca de alimentación, sin embargo muchas de estas nociones son

fundamentalmente obtenidas de páginas web de fácil acceso, donde mucha de la

información es errónea y contraproducente (18,19). Esto desemboca en el consumo

limitado de gran variedad de alimentos y por consiguiente en una restricción de

aquellos más calóricos (20). Por todo ello es necesario aplicar educación

nutricional (EN) en estos pacientes, siendo también importante llevarla a cabo en

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familiares y personas en riesgo de padecerlo (2,10-12,21). No se trata solo de

inculcar los conocimientos, sino que sean capaces de utilizarlos, descartar ideas

erróneas y reducir de este modo el miedo irracional hacia alimentos concretos,

normalizando la conducta alimentaria (22).

En los TCA, la dieta constituye un factor principal que se encuentra

afectado en gran medida por los comportamientos alimentarios inadecuados. Son

por tanto el tratamiento nutricional y concretamente la educación nutricional,

piezas esenciales para la recuperación de este tipo de pacientes (16,23). Sin

embargo, esta última, es necesaria para promover cambios en la alimentación en el

paciente y que sean cambios que perduren en el tiempo. De este modo, tras ser

comprobada por algunos estudios la eficacia de la educación nutricional en la

población general, ha sido incluida recientemente como parte del tratamiento de

pacientes con TCA (17). En este sentido se están llevando a cabo investigaciones

para poder comprobar la calidad de la dieta cuando es elaborada por los propios

pacientes que han recibido previamente educación nutricional, siendo siempre

supervisada por un profesional (16,22-23).

Tras la normalización ponderal de los pacientes con TCA, la intervención

dietético-nutricional debe proseguir de cara a mantener el peso normal alcanzado y

para profundizar en la adquisición de hábitos alimentarios saludables que

prevengan futuras recaídas. Esto adquiere gran importancia debido a que en

pacientes que sufren depresión (sin desarrollar un TCA) ya existen patrones

alimentarios alterados. Y además, hay estudios que muestran que los pacientes con

TCA imitan la alimentación del resto de la sociedad, siendo un alto porcentaje el

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que se aleja de las recomendaciones de la Organización Mu ndial de la Salud

(OMS) (2,9,11-12,24).

En esta revisión se tratará de conocer cómo afecta la educación nutricional

en el proceso de confección de una dieta por part e del paciente con TCA,

analizando su influencia en la recuperación y el pronóstico de su enfermedad.

MÉTODO

La metodología se llevó a cabo mediante una búsqueda activa en Pubmed

sobre temas relacionados con TCA, focalizando principalmente en el tratamient o y

educación nutricional. Se seleccionaron estudios experimentales y revisiones

bibliográficas publicados en inglés, portugués o en castellano, en un período de

tiempo máximo de 5 años.

RESULTADOS

Educación nutricional en trastornos de la conducta alimentaria: Aspectos

generales.

Se ha comprobado que gran parte de la información que encontramos

disponible en la web acerca de temas de nutrición, no cumplen los criterios de

calidad. Esto provoca un peor pronóstico para aquellos pacientes que padecen u n

TCA (18). A esto se une que los pacientes con TCA poseen un mayor nivel de

conocimiento nutricional aunque más de la mitad de ellos poseen ideas erróneas

(19). Además, las personas que padecen alguno de estos trastornos ya tienen

conductas alteradas con respecto a la alimentación, incluso antes de sufrir la

enfermedad (24).

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En cuanto al tratamiento de los TCA, aún existe diversidad en las fuentes de

información. Se ha comprobado la eficacia de un abordaje multidisciplinar donde

la educación nutricional juega un papel muy importante dentro del tratamiento

dietético-nutricional (8,21). Dentro de este equipo, la función del dietista -

nutricionista (DN) consiste en explicar la importancia de los hábitos saludables

para modificar las conductas incorrectas incluyendo a todos los miembros de la

familia, con el objetivo de que alguno de ellos actúe como co -terapeuta familiar, y

así facilitar el seguimiento (11). El objetivo final es que los pacientes aprendan a

comer de forma saludable (11). Esto último adquiere gran importancia en este

colectivo no sólo para la recuperación de la enfermedad sino para el

mantenimiento de unos correctos hábitos alimentarios una vez superado el

trastorno, tratando de evitar posibles recaídas (8,21,22).

En este sentido, distintos estudios han comprobado la eficacia de la

herramienta de Educación Nutricional para dar autonomía a los pacientes que

sufren estos trastornos (8,16,23).

La educación dietético-nutricional intenta aportar un conocimiento básico

sobre TCA, modificar las conductas anómalas, proporcionar herramientas para que

el paciente cree su propia dieta de forma saludable y así, conseguir alcanzar y

mantener un peso adecuado. (11). Hay estudios que muestran que cuando pacientes

con TCA tienen que diseñar sus propios menús, éstos tienden a asemejarse bastante

a los que diseñan las personas sanas. En ambos casos, el perfil de macronutrientes

no cumple con las recomendaciones de la OMS. Luego, los pacientes con TCA

imitan modelos equivocados, los de la sociedad en general. Por tanto, se trata de

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un hallazgo importante comprobar que tras la utilización de programas de

Educación Nutricional se reduce el tiempo de configuración del menú así como el

IMC, el porcentaje de masa grasa de los pacientes y ácidos grasos poliinsaturados

consumidos (16,23). Sin embargo, un bajo porcentaje de los participantes se

ajustaron a las recomendaciones calóricas y lipídicas (16). Por otro lado, se

observó una mejoría en comportamientos y actitudes generales en la relación de los

pacientes con la comida así como en la sintomatología (16,22). De este modo, se

ha comprobado que existen mejoras en diferentes aspectos relacionados con su

hábito alimentario: mejorando la planificación de las comidas; aumentando el

consumo de grupos de alimentos como lácteos, cereales, alimentos ricos en

hidratos de carbono y grasas, frutas y verduras. Esto supone un aumento de las

ingestas vitamínicas y por consiguiente, una mejora general en el estado

nutricional (23).

Cada paciente necesita una pauta terapéutica diferente y avanza a una

velocidad independiente del resto, de modo que todos los cambios que proponga el

DN deben ser progresivos y adaptados al diagnóstico de cada uno. Cuando se

pretenden modificar comportamientos es importante saber usar técnicas de consejo,

mostrarse comprensivo y entender el “estado cognitivo” en el que se encuentran

los pacientes (13). Hay que tener en cuenta que si hacemos EN en niños podemos

evitar la aparición de conductas erróneas que puedan desembocar en un TCA,

ayudando a prevenir estos trastornos. Los programas de EN en la infancia muestran

una mejora en sus hábitos alimentarios, o por lo menos, en sus conocimientos

sobre alimentación (11,12).

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Por otro lado, cabe señalar que la información no es homogénea, aún existe

cierta controversia acerca de la participación de los pacientes en la elección de su

propia dieta. En ciertos estudios señalan que los pacientes que adquieren la

independencia en la elección durante cierto tiempo lo hacen de manera inadecuada,

alejándose de los objetivos terapéuticos. Es por ello que aunque la elección

autónoma de los pacientes es efectiva, no debe ser total y siempre debe ser

supervisada por el/la nutricionista para no alejarse a patrones inadecuados mientras

el paciente se encuentra en recuperación (23).

Educación nutricional en pacientes con Anorexia Nerviosa.

En pacientes con AN generalmente existe una restricción de la variedad en

la dieta y además de alimentos muy palatables (ricos en hidratos de carbono y/o

grasas), lo que trae consigo una disminución de la ingesta energética y con ello una

pérdida de peso. Por lo tanto, el consumo de una dieta variada, está íntegramente

relacionado con un mejor pronóstico de esta enfermedad (20).

No hay muchos datos científicos sobre qué alimentos son mejores o peores

en AN. Sin embargo, la recuperación del estado nutricional es un punto importante

que se incluye en todos los programas de tratamientos para la AN (9). Para

recuperar los niveles de macronutrientes y micronutrientes necesarios hay que

aumentar la variedad de alimentos que ingiere un paciente con AN (incluyendo

alimentos de todos los grupos), y esto es muy difícil en muchas ocasiones, lo que

supone que sea un proceso que mejore de forma progresiva (9,11). La ingesta de

grasa es un aspecto complicado en la AN, ya que tienden a evitar todos los

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alimentos ricos en este macronutriente. El uso de un derivado del ácido

eicosapentaenoico (EPA) (en suplementos de 1g/día) durante 3 meses e n una

muestra pequeña de pacientes con AN restrictiva, dio resultados positivos en la

ganancia de peso (9). La recuperación ponderal y del estado nutricional debe

empezar lentamente e ir avanzando progresivamente según la tolerancia del

paciente.

Por tanto, el tratamiento siempre debe ir enfocado a modificar las conductas

erróneas que suelen llevar a cabo los pacientes con TCA (9). Podría ser de gran

utilidad la exposición controlada a situaciones o alimentos temidos debido a que

disminuye levemente la ansiedad antes de la comida. Sin embargo, no existen

cambios estadísticamente significativos por lo que sería necesario realizar ensayos

controlados a largo plazo (25).

Los objetivos nutricionales que se establecen en la AN son en primer lugar

la recuperación ponderal hasta un mínimo saludable, junto con la normalización de

los patrones alimentarios. Así, se corregirán las secuelas fisiológicas y

psicológicas de la malnutrición. A su vez, se trabajará para conseguir una

percepción normal de los estímulos de hambre-saciedad. Por otro lado, será un

objetivo fundamental para garantizar el éxito del tratamiento, realizar educación

nutricional con familiares y pacientes con el fin de erradicar las creencias

irracionales que poseen sobre alimentación (11).

En pacientes con AN, pese a que exista una ganancia ponderal, una mejora

sustancial en muchas características psicológicas y un incremento dietético bajo

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supervisión, la conducta alimentaria permanecerá anormal, lo que puede traer

consigo una recaída (3). Por otro lado, generalmente las conductas patológicas de

AN desencadenan en conductas saludables y de adaptación después de la

recuperación, lo que puede disminuir el riesgo de padecer otras enfermedades

crónicas, entre ellas la obesidad (26).

Educación nutricional en pacientes con Bulimia Nerviosa y Trastorno por

Atracón.

Generalmente y como se ha mencionado anteriormente, en pacientes con BN

y TA están muy presentes las conductas alimentarias atípicas (comidas dobles,

alimentarse por la noche, picoteo,...) consecuencia en muchas ocasiones de una

restricción calórica, siendo esta última superior en pacientes con BN (3,27).

Con el objetivo de reducir significativamente los episodios de restricción-

atracón- purga en los casos de BN, se deberá normalizar los patrones alimentarios,

reducir los episodios de atracón, así como las medidas compensatorias tras los

mismos. Así pues, se recomendará la práctica de ejercicio físico moderado y se

contraindicará el uso de dietas hipocalóricas ya que puede potenciar la aparición de

atracones (11). Las mismas técnicas empleadas para corregir las conductas

anómalas en pacientes con BN deberán usarse para aquellos con TA, ya que no

existen resultados específicos al respecto. Si bien, algunos estudios indican que la

reducción de períodos de ayuno y por tanto el consumo de comida de forma más

frecuente puede reducir la presencia de atracones. Por otro lado, existen beneficios

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al realizar un desayuno adecuado en pacientes con TA, ya que impiden un

incremento del peso, siempre y cuando se controle la ingesta diaria total (27).

Educación nutricional en pacientes con Obesidad.

Los cambios en los patrones alimentarios están desencadenando estilos de

vida y hábitos dietéticos inadecuados, incrementando la prevalencia de obesidad,

que puede definirse como un exceso de las reservas energéticas del organismo en

forma de grasa que trae consigo un aumento de peso (28,29). Esta enfermedad

tiene una etiología multifactorial, ya que es el resultado de la interacción entre

factores familiares y ambientales entre los que se encuentra el incremento de la

ingesta de alimentos y la disminución de la actividad física dando lugar a un estilo

de vida sedentario (30).

Es mucha la comorbilidad asociada al sobrepeso y la obesidad, entre las que

se encuentran las alteraciones psicológicas. Existen cada vez más evidencias a

partir de estudios epidemiológicos y experimentales acerca de una posible

influencia sobre el sistema nervioso central. De esta forma, constituye un factor de

riesgo para la aparición y el desarrollo de trastornos neurológicos como la ansiedad

o la depresión, muy relacionados con los TCA (31,32). Sin embargo, esto no sólo

tiene una razón fisiológica, pues el entorno influye negativamente , ya que

actualmente existe una presión social por mantener un cánon de belleza, lo que

predispone a seguir dietas muy restrictivas y conductas compensatorias (33).

Esta estrecha relación se traduce en la necesidad de realizar un abordaje

interdisciplinar centrado principalmente en un tratamiento conductual del estilo de

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vida, donde se incluya la educación nutricional y programas de actividad física.

Todo ello permitirá modificar los hábitos gradualmente, para así poder alcanzar

una pérdida de peso a largo plazo. Además, para que el tratamiento sea efectivo es

de vital importancia que exista una implicación de la familia, sobre todo en

población infanto-juvenil, ya que se asocia con una mayor probabilidad de éxito

(34,35).

DISCUSIÓN

La cantidad de información que tenemos a nuestro alcance a través de los

diferentes medios de comunicación no facilita para nada la labor de prevención y

tratamiento de los TCA, puesto que cualquiera puede encontrar información sobre

alimentación y disminución de peso sin restricción alguna, pudiendo contribuir al

agravamiento del proceso patológico (18,19).

Con respecto al tratamiento de los TCA, es más que evidente tras los

estudios realizados, que es imprescindible el trabajo de un equipo interdisciplinar

con buena comunicación, donde el papel del Dietista-Nutricionista es clave para el

desarrollo de las estrategias terapéuticas enfocadas en la educación alimentaria.

(8,11,16,21,23).

No existen recomendaciones específicas de cantidades de macro nurientes y

micronutrientes necesarias en estos casos, pero es imprescindible la intervención

dirigida a los comportamientos relacionados con la alimentación (9).

En cuanto a la Anorexia Nerviosa, el objetivo del tratamiento es la

recuperación ponderal y la normalización de las conductas (11). Para ello, es

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fundamental, conseguir que estos pacientes vayan incrementando la variedad de

alimentos que toman, puesto que tienden a excluir gran parte de ellos

(especialmente los hidratos de carbono, y alimentos ricos en grasas). En casos

severos de exclusión de alimentos, podría resultar interesante el aporte de

suplementos ricos en ácidos grasos esenciales como el EPA (9,11,20).

En el caso de la Bulimia Nerviosa, la normalización de las conductas es el

objetivo primordial. En algunas ocasiones, la recomendación de actividad física

regular y moderada, junto con la evitación de muchas horas seguidas en ayuno,

podría contribuir a disminuir los episodios de atracones e ingestas desmesuradas

(3,11,27).

Por otro lado, en muchas ocasiones no se asocia la obesidad con los

trastornos de la conducta alimentaria, cuando en realidad guardan una estrecha

relación. Ambos tipos de pacientes comparten situaciones de ansiedad y estrés que

pueden ser similares, y que en ocasiones pueden derivar de una enfermedad a otra

(5).

Esto significa, que a la hora de abordar el problema de obesidad, también se

necesita un enfoque multidisciplinar orientado al aprendizaje de nuevas conductas

para alcanzar el objetivo de peso establecido en cada caso, así como la mejoría de

las comorbilidades asociadas a la misma (28-35).

En cualquiera de los casos, el tratamiento siempre ha de ser personalizado,

teniendo en cuenta la situación de cada persona, estableciendo un objetivo en la

recuperación y mantenimiento de peso, a la vez que se erradican las conductas

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alteradas y se adoptan unos hábitos de vida y comportamientos más saludables

(11,13).

Para conseguir el éxito del tratamiento, es indispensable incluir a la familia

en el proceso terapéutico, incluso que algunos miembros actúen como co-

terapeutas para facilitar la adherencia a las pautas (8,21,22).

CONCLUSIÓN

A día de hoy, son pocos los estudios realizados con población que padece

algún trastorno de la conducta alimentaria, donde se demuestre la eficacia real de

las intervenciones que se llevan a cabo. Además, la mayoría de los estudios se

centran en la Anorexia Nerviosa, encontrado escasa información sobre otros tipos

de TCA. Por ello, es necesario realizar más investigaciones con estudios

controlados a largo plazo y que incluyan otros trastornos como la bulimia nerviosa

o el trastorno por atracón.

La única afirmación más consolidada es que la Educación Nutricional

parece ser una herramienta eficaz en la prevención, detección y tratamiento de los

trastornos de la conducta alimentaria.

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