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Editorial Figura Fondo 32 Este año 2012 se ha caracterizado por intensas actividades académicas; lo que redunda en un nutrido y seleccionado contenido de Figura Fondo 32. En este número se cuenta con muchos autores de diversas partes del mundo; esto habla del desarrollo e interés que los tópicos sobre Terapia Gestalt despiertan entre la comunidad de personas que buscan, cada vez con más ahínco, fuentes serias, formales, actuales y sobre todo especializadas. En este número las personas consultantes encontrarán una continuación respecto a un diálogo entablado entre JeanMarie Robine y Dan Bloom donde al comunicar sus ideas surgen puntos de vista y elementos que cada uno individualmente no hacían notar. Se cuenta por vez primera la colaboración de Ximo Tárrega, fundador del Centre Gestalt en Valencia, con un texto titulado: De la autosuficiencia a la independencia. Una de las preocupaciones más frecuentes es la categorización y puesta en funcionamiento de los elementos que la teoría encuentra, por ello Myriam Muñoz en su artículo El Enfoque Gestalt, una visión de campo con distintos métodos de trabajo brinda su aproximación a esta área de una manera clara y accesible. Por su parte Lynne Jacobs aborda la reflexión en torno al concepto de apoyo y sus características. En Ni contigo ni sin ti Carmen Vázquez logra una revisión del concepto de iniciativa y lo coloca en distintos prismas para obtener una visión más completa al respecto de esta situación. Por su parte Francisco Fernández pone sobre la mesa una reflexión profunda y estructurada respecto a las aplicaciones del silencio a través de su texto Callar. Las posibilidades del silencio y deja claro que el silencio nunca es sólo silencio. Por último aparece Alberto Carreón que con conocimiento de causa y una lógica característica presenta Masticando el introyecto de ciencia, donde aborda los puntos débiles que la tradición científica en ocasiones ha heredado y que se ha aceptado casi sin cuestionar. Sinceramente espero que sean unas lecturas amenas y formadoras para toda la comunidad y las personas interesadas en estos temas.

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Editorial  Figura  Fondo  32  

 

Este   año   2012   se   ha   caracterizado   por   intensas   actividades   académicas;   lo   que   redunda   en   un  nutrido   y   seleccionado   contenido   de   Figura   Fondo   32.   En   este   número   se   cuenta   con   muchos  autores  de  diversas  partes  del  mundo;   esto  habla  del   desarrollo   e   interés  que   los   tópicos   sobre  Terapia  Gestalt  despiertan  entre  la  comunidad  de  personas  que  buscan,  cada  vez  con  más  ahínco,  fuentes  serias,  formales,  actuales  y  sobre  todo  especializadas.  

En   este   número   las   personas   consultantes   encontrarán   una   continuación   respecto   a   un   diálogo  entablado  entre  Jean-­‐Marie  Robine  y  Dan  Bloom  donde  al  comunicar  sus  ideas  surgen  puntos  de  vista   y   elementos   que   cada   uno   individualmente   no   hacían   notar.   Se   cuenta   por   vez   primera   la  colaboración  de  Ximo  Tárrega,  fundador  del  Centre  Gestalt  en  Valencia,  con  un  texto  titulado:  De  la  autosuficiencia  a  la  independencia.  

Una  de  las  preocupaciones  más  frecuentes  es  la  categorización  y  puesta  en  funcionamiento  de  los  elementos  que  la  teoría  encuentra,  por  ello  Myriam  Muñoz  en  su  artículo  El  Enfoque  Gestalt,  una  visión   de   campo   con   distintos   métodos   de   trabajo   brinda   su   aproximación   a   esta   área   de   una  manera  clara  y  accesible.  Por  su  parte  Lynne  Jacobs  aborda   la   reflexión  en  torno  al  concepto  de  apoyo  y  sus  características.    

En  Ni  contigo  ni  sin  ti  Carmen  Vázquez  logra  una  revisión  del  concepto  de  iniciativa  y  lo  coloca  en  distintos  prismas  para  obtener  una  visión  más  completa  al  respecto  de  esta  situación.  Por  su  parte  Francisco   Fernández   pone   sobre   la   mesa   una   reflexión   profunda   y   estructurada   respecto   a   las  aplicaciones  del  silencio  a  través  de  su  texto  Callar.  Las  posibilidades  del  silencio  y  deja  claro  que  el  silencio  nunca  es  sólo  silencio.  Por  último  aparece  Alberto  Carreón  que  con  conocimiento  de  causa  y  una  lógica  característica  presenta  Masticando  el  introyecto  de  ciencia,  donde  aborda  los  puntos  débiles   que   la   tradición   científica   en   ocasiones   ha   heredado   y   que   se   ha   aceptado   casi   sin  cuestionar.  

Sinceramente  espero  que  sean  unas   lecturas  amenas  y  formadoras  para  toda  la  comunidad  y   las  personas  interesadas  en  estos  temas.  

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En respuesta a “El contacto, al origen de la experiencia”. Dan Bloom se une con Jean-Marie Robine en un “dueto” . ©2011 Dan Bloom RESUMEN El siguiente artículo es la respuesta a algunas ideas planteadas por Jean-Marie Robine en el ensayo: “El contacto, al origen de la experiencia”. El concepto central de contacto es explorado y abierto con las similitudes y diferencias encontradas por Dan Bloom. El ensayo de Jean-Marie Robine titulado “El contacto, al origen de la experiencia” es un importante ensayo que toma el “contacto”, concepto central de la terapia gestalt, para abrirlo y examinarlo de diferentes maneras. Con mucho gusto ofrezco mi respuesta a su ensayo. Jean-Marie y yo “crecimos” como terapeutas gestalt en continentes distintos pero como alumnos del mismo maestro, Isadore From. En Nueva York y Europa, Isadore enseñaba con base en una comprensión precisa de lo que es la terapia gestalt. Por lo tanto, a partir de este texto resultará claro que hay mucho en común en nuestra manera de entender la terapia gestalt, aunque nuestras diferencias deberán quedar igualmente claras. Estamos en sintonía con tanta frecuencia que la mayor parte de mi respuesta se centrará en nuestras áreas de diferenciación, de contacto, donde nuestras ideas podrán ser más fáciles de distinguir.

Como mencioné que estamos “en sintonía”, permítanme ofrecerles esta metáfora. Consideren lo que viene a continuación como mi participación en un “dueto musical”1 con Jean-Marie, donde retomaré algunos de sus temas para realizar variaciones, armonías, acompañamientos y contrapuntos “musicales”.

En ocasiones llevaré alguna idea en una dirección distinta. A veces cuestionaré algo de lo que “oigo”. Y en ocasiones mi respuesta distinguirá mi perspectiva de la de él.2

1Los psicólogos Gestalt con frecuencia usan la música como un ejemplo de la formación gestalt. 2Los otros escritos de Jean- Marie ofrecen un planteamiento más amplio de las complejas ideas que se resumen aquí. Mis respuestas a este ensayo estarán hasta cierto punto sujetas a esta limitación.

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Después agregaré mis propias ideas relevantes al tema central de su ensayo, como si me separara de este dueto para tocar un solo.

Su ensayo tiene tantas melodías que deberé elegir algunas de ellas. Espero que nuestra “música” resulte ser un total distinto a la suma de sus partes.

Mi participación en este dueto estará dividida en “movimientos” correspondientes a las secciones del ensayo de Jean-Marie. Dentro de estos movimientos, numeraré mis respuestas en forma de secciones. Movimiento Introductorio: “ Pre” 1. “El contacto es el concepto organizador más importante de la teoría de la terapia Gestalt”, comienza Jean-Marie. Yo ampliaré esta afirmación con una propia para subrayar la relevancia de nuestro concepto del contacto para la fenomenología y para todas las psicoterapias fenomenológicas o vivenciales: El contacto3 es la experiencia en su inmediatez, su inminencia, previo a cualquier organización o desarrollo posterior; y anterior a la emergencia de la misma figura/fondo.

En términos de la fenomenología generativa (Steinbock, 1995) , (Zahavi, 2005) el contacto es pre-reflexivo; además, es el substrato suprasensible a partir del cual emergen todas las formas de conciencia. La experiencia, el contacto, es “pre-gestalt”. Si tiene sentido el comentario del personalista William Stern de que “no hay gestalt sin un gestalter,” entonces no hay “gestalter” sin contacto. El contacto precede al organizador/organización de la experiencia.

Como observa Jean-Marie, el contacto es “pre”. Afirmo esto fenomenológicamente para ubicar a la terapia gestalt históricamente, en la tradición de pensamiento a partir de la cual se desarrolló. Creo que es importante para los terapeutas gestalt entender nuestro lugar en la historia de la filosofía y la psicología. Volveré varias veces a este tema.

3 Aunque Jean-Marie y yo usamos el término “contacto”, también debe entenderse como “contactar”. La experiencia es vigente, es procesual. Jean-Marie trata esto de manera directa en su ensayo. “Contacto” también se refiere a momentos precisos en la secuencia de contactar. (PHG. 403). No hacen falta más detalles en esta respuesta.

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2. Jean-Marie: “…la experiencia fue y volverá a ser contacto, porque es en y a través del contacto que la psique existe y preside sobre las experiencias futuras”.

Nuevamente, ampliaré esta idea con otra afirmación relevante fenomenológicamente: El contacto como proceso es una secuencia temporal de la experiencia misma en curso y en posterior desarrollo, donde el contacto se abre a, y crea un mundo de sensación, sentimiento, emoción, movimiento, pensamiento, acción y significado que es, reflexivamente, una base para el contacto posterior. El contacto y el contacto subsiguiente son funciones del campo organismo/medio ambiente y del campo self/mundo de vida. El mundo de vida ((E. Husserl, 1936/1970), (Binswanger, 1963; M Heidegger, 1962),(Boss, 1983) ,(Steinbock, 1995)) es una ampliación del “campo” de la terapia gestalt hacia un rumbo fenomenológico. Profundizaré más en esto en mi parte solista de este dueto.

3. Cuando los terapeutas gestalt escriben sobre la originalidad inspirada

del contacto y, en consecuencia, de la terapia gestalt en sí misma, cabe la posibilidad de que esto fomente un “estado de excepción de la terapia gestalt” una manera de pensar sobre la terapia gestalt que la considera como una misión salvadora. Esto puede aproximarnos a un fundamentalismo o incluso a un fanatismo gestalt. Podemos evitar esto entendiendo el contexto dentro del cual emergieron el contacto y nuestras otras ideas.

El “contacto” de Perls y Goodman fue una inspirada síntesis de conceptos provenientes del pragmatismo estadounidense, la psicología Gestalt y la fenomenología. Aplicaron esta síntesis al mundo de la psicoterapia y reorganizaron radicalmente el énfasis psicoanalítico en el paradigma intrapsíquico unipersonal que prevalecía; la importancia de su hazaña no se puede exagerar. Mientras, por ejemplo, el Daseinanalysis ubicaba al paciente como ‘persona en el mundo’ (Umwelt, Mitwelt, Eigenwelt, ‘estar en el mundo’) y aplicó a la psicoterapia un enfoque existencial-fenomenológico, (May, Angel, & Ellenberger, 1958), estaba comprometido principalmente con un modelo intrapsíquico. Estas ideas fueron centrales al espíritu de mediados del siglo 20, a pesar de que no fueron adoptadas por el psicoanálisis.

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Para cuando Goodman y Perls presentaron al “contacto” como precursor de la psique o mente, la mente monódica cartesiana tipo “fantasma en la máquina” ya estaba bajo ataque desde varias direcciones. No sólo habían realizado ya su trabajo los pragmatistas estadounidenses; además, en Europa los fenomenólogos, con ejemplos famosos como Husserl, Heidegger, y Merleau-Ponty, con fuertes raíces en los siglos anteriores, presentaron un concepto unificado de la experiencia humana surgida de la interacción con el mundo.

Aquí tenemos algunos ejemplos específicos de fuentes que Goodman indudablemente conocía. John Dewey, el reconocido pragmatista estadounidense, escribió en 1934: “La experiencia es un asunto de la interacción del organismo con su medio ambiente, un medio ambiente que es humano a la vez que físico”. Art as Experience (El arte como experiencia), (Dewey, 1934/1980, p. 246). Explica el papel tanto del organismo como del medio ambiente en la subsecuente emergencia de la experiencia. En clases magisteriales en la Universidad de Chicago, George Herbert Meade desarrolló el concepto del contacto en The Philosophy of the Act (La filosofía del acto), (Mead, 1938). Goodman estaba familiarizado con las palabras tanto de Meade como de Dewey.

Podemos leer a Perls y Goodman y vernos inmersos en el fervor reformista de su argumento, ya que está dirigido al sistema psicoanalítico ortodoxo establecido que estaba de hecho matrimoniado con la tradición cartesiana. También nos podemos fascinar con la crítica social utópica y mordaz de Perls y Goodman ante la sociedad conformista y autoritaria posterior a la Segunda Guerra Mundial. Es fácil descontextualizar a la terapia gestalt y atribuir a nuestros fundadores más originalidad de la que merecen. Al catalogar a la terapia gestalt de excepcional –con la idea de que la terapia gestalt es portadora de una verdad especial y nosotros somos sus “misioneros” – en realidad estamos trivializando su relevancia.

Confío en que Jean-Marie y yo estamos de acuerdo en que Perls y Goodman trabajaron dentro de un contexto, como lo demuestran las referencias que hacen en sus ensayos a Eugen Fink y Jean-Paul Sartre, por ejemplo. Y como señala Jean-Marie en otro lado,4 la teoría del self como contacto 4 Robine, J.-M. (2011). On the Occassion of the Other. Goudsboro, Me.: Gestalt Journal Press.

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organizado de Perls y Goodman fue radical al descentralizar al self de su independencia autónoma y reubicarlo como una función del campo. El trabajo de Perls y Goodman fue una contribución deliberada y creativa dentro de un contexto bien conocido por ambos. Entre más conocemos el contexto, tanto histórico como teórico, más podemos apreciar las complejidades de nuestra teoría y su contribución. Entre más podamos ir más allá de las ideas de Perls y Goodman hacia el fondo en el cual ellos mismos se inspiraron, más podremos desarrollar nuestra propia comprensión contemporánea fundamentada de lo que es la terapia gestalt.

4. A Jean-Marie y a mí nos aflige la mala comprensión generalizada de

términos de la terapia gestalt entre los terapeutas gestalt. Ninguna de las ideas centrales de la terapia gestalt es fácil de entender.

Jean-Marie señala que es fácil confundir los nombres que tenemos para estos conceptos con palabras cotidianas. “Contacto”, “self”, “frontera” e incluso “campo” son palabras comunes en el vocabulario común y no-clínico de todos.

Muchos de nosotros lamentamos que frecuentemente los aprendices no se toman el tiempo de aprender cómo, según nuestros conceptos, estas palabras tienen significados especiales, conformándose con malinterpretaciones superficiales. Aunque esto seguramente se aplica a todas las modalidades, me cuesta trabajo cuando los candidatos psicoanalíticos entienden que la “teoría de los impulsos” tiene que ver con la conducción de un automóvil.

¿Cuántas definiciones de “contacto” y “frontera” tiene un terapeuta gestalt, y cuántas de ellas están tan diluidas por el uso común que nuestra misma teoría se ha vuelto falta de consistencia y de coherencia? ¿Y cuántas definiciones están simplemente equivocadas? Estos abominables malentendidos inevitablemente neutralizan el paso radical que representa el “contacto” que Jean-Marie describe tan bien en su ensayo. Este es un tema que Jean-Marie repite en su ensayo; en sintonía con sus repeticiones, yo también repetiré este tema. Es un tema que hace falta repetir.

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5.: El contacto es una función de la frontera – la frontera fenomenológica del contacto: Jean-Marie y yo estamos al unísono; y, por supuesto, sin confluencia, puesto que nuestras voces son distintas. Puesto que el texto de Perls y Goodman se escribió en mi idioma nativo, puedo criticarlo de manera más directa que los hablantes de inglés no nativos. En parte la escritura del texto original es una invitación a cometer muchos de los errores antes mencionados entre los aprendices (e instructores). Según la leyenda, Goodman escribió la versión final en seis semanas. Esta prisa se deja ver en muchas incongruencias entre las palabras y las ideas. Hay una que es relevante para esta discusión: “La experiencia ocurre en la frontera entre el organismo y su medio ambiente…”(Perls, Hefferline, Hefferline, & Goodman, 1951).

Como explican claramente Perls y Goodman en otros lugares, la frontera de contacto no es un sitio de separación. La descripción citada usa una preposición que comúnmente marca una separación física, “entre esto y aquello”. Los autores deberían haber elegido con más cuidado –y debemos advertírselo a nuestros alumnos–, ya que este lenguaje descuidado ha generado una enorme confusión en la terapia gestalt. Y, como señala Jean-Marie y yo subrayo, no se trata de una confusión insignificante.

Si la “frontera” es un sitio de separación, la terapia gestalt se vuelve más una psicoterapia de seres humanos aislados que interactúan a través de una frontera de separación. El enfoque de la terapia se traslada de la frontera de contacto a la psique independiente del paciente: se convierte en la versión de la terapia gestalt de un modelo intrapsíquico. Deja de ser una psicoterapia del contacto-frontera (Francesetti & Gecele, 2009) o de “la situación”. El campo fenomenológico social no es aquel en el que los seres humanos deambulan como animales aislados. Más bien, la terapia gestalt entiende al contacto como la diferenciación de “el yo y el no-yo” en la frontera, como escribe Jean-Marie y, yo agregaría, dentro del campo social del organismo animal humano. El mundo de vida. No es la diferenciación entre un yo solitario y un no-yo, que yo prefiero escribir “yo/no-yo”, sino un proceso emergente de una persona socialmente ubicada. Es un proceso de emergencia del self, donde el self es la

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estructura/función del contacto, emergente del campo. Profundizaré en esto más adelante, en mi solo. 6. Aunque la terapia gestalt es una psicoterapia de esta frontera –fenomenológicamente no hay “ningún otro sitio” – la terapia gestalt no es una terapia de la relación psicoterapéutica, como señala Jean-Marie. Una persona busca a un psicoterapeuta para tratar su propia aflicción personal y espera volver a su vida con un mejor funcionamiento. La persona en terapia espera, apropiadamente, que en la sesión su propia experiencia sea figura. Aunque la relación de terapia es el medio mediante el cual se transforma la relación de la persona con “lo que es ‘otro’”, esa no es en sí la meta de la terapia. La relación terapeuta/paciente facilita la psicoterapia, pero no es su propósito. El contacto es en sí mismo método y cura (Perls, et al., 1951).

Como señala Jean-Marie en una sección posterior, “sobre el contacto en la frontera de contacto: Si ‘la frontera de contacto es el órgano del awareness’,

entonces la frontera de contacto, como experiencia, es el “lugar” principal donde deben trabajar juntos el terapeuta y el cliente”. Yo agrego, y modifico: No hay un “paciente”. Hay un “paciente en terapia” en la frontera de contacto.

7. Jean-Marie sugiere que la distorsión de la “frontera” como sitio para la

diferenciación del yo y el no-yo se pierde de algún modo en las “psicoterapias de relación”, “la ética del diálogo” y “la ideología del encuentro”. Se deben corregir estas distorsiones, o la terapia gestalt se enturbia. Sí, afirmo, debemos tener cuidado de perder la riqueza de la frontera de contacto en la terapia gestalt.

Sin embargo, ¿descarta Jean-Marie indebidamente “la ética del diálogo” y quizás algunos de los otros avances de la perspectiva de relación en la terapia gestalt? La actitud relacional es muy popular entre los terapeutas gestalt y, como Jean-Marie, también soy crítico de algunos aspectos del sesgo relacional en la terapia gestalt. Pero por la mayor parte (o entre sus mejores practicantes) la perspectiva relacional no se basa en una mala comprensión de la terapia gestalt. Jean-Marie explica mejor este punto en otros sitios. (Bloom, 2005) (Robine, 2011). Argumenta que la terapia gestalt relacional da por sentado un diálogo

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entre dos “yo” ya diferenciados. Esto lleva a descuidar el contacto, que es previo al “yo”, según se describe aquí. No dilucidaré si esta es o no una caracterización justa del acercamiento relacional, pero ofrezco esto en nombre de la perspectiva de relación según yo la entiendo: El énfasis de la terapia gestalt contemporánea en los aspectos ético, intersubjetivo, relacional o dialógico está implícito en el énfasis en el contacto como la estructuración previa y vigente de la experiencia –en la frontera de contacto, y en el campo paciente/terapeuta.

En cualquier sesión de psicoterapia gestalt la reflexión terapéutica del paciente es una función de este campo, facilitada por esta relación dialógica con el terapeuta, apoyada por este marco ético de la relación sin el cual no puede desarrollarse esta apertura del contacto. No hay un “paciente” como tal; no hay un “terapeuta” como tal; hay “este paciente con este terapeuta en esta sesión”. La atención a este aspecto de la terapia gestalt es un viraje ético de la relación terapeuta-paciente donde el terapeuta “actúa” sobre el paciente. Se sabe que estos terapeutas gestalt consideran que el paciente “manipula”, “se resiste”, etc., y más o menos descartan el importante factor de la presencia del propio terapeuta percibida en el campo.

Segundo movimiento: Con 1. El contacto nunca es “por sí mismo”; “Todo contacto implica estar ante

la presencia de la otredad”, escribe Jean-Marie. La “otredad” es cualquier clase de contacto humano, puesto que el contacto puede ser una acción en el terreno de lo físico, lo biológico, lo fenomenológico, o de una combinación de éstos (términos míos). El uso de un solo término que atraviesa tantos terrenos o regiones distintas parecería un uso equivocado de una palabra que enturbia nuestra teoría; en el siguiente “movimiento” demostraré que es lo opuesto –que es parte de la revolución radical de la teoría de la terapia gestalt. En cualquier región donde se use el concepto, el contacto siempre será un evento situado o que se da en el mundo: siempre es “con”, una intencionalidad, dirigida hacia,

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abierta a y dentro del mundo –o de manera más rudimentaria, una respuesta percibida al campo.

2. Jean-Marie ofrece ejemplos de contacto con cosas y personas. Tengo cierta objeción a la implicación potencial de su ejemplo sólo en

cuanto a que quiero ampliar la relacionalidad implícita de la experiencia y, en consecuencia, del contacto. Él escribe:

Si establezco contacto físico con alguien, por ejemplo al pellizcarle un brazo,

su experiencia probablemente dolorosa con este contacto será fundamentalmente diferente a la mía. Aun cuando el contacto es un acto donde entra en juego un “con” con un “ser”, la experiencia vivida no puede considerarse la misma porque “con” no significa “igual”. Al contrario, en este ejemplo, permite una diferenciación.

Fácilmente podemos identificar eso en nuestra experiencia cotidiana del

contacto con las personas. Sí, son diferentes las experiencias de dos personas de las mismas cosas. Usando su terminología, este es uno de los elementos de nuestra diferencia o diferenciación como yo/no-yo. ¿Con cuánta frecuencia tocamos inocentemente a un amigo y descubrimos que retrocede ante lo que llama “cosquillas”? Nuestras experiencias son distintas. ¿Cuándo es que tocar (nuestra experiencia) se convierte en cosquillas (su experiencia distinta)?

Pero la experiencia no es sólo un “tocar” y una “cosquilla”, a menos que esos aspectos de un conjunto de experiencia se separen uno del otro, como si convirtiéramos una línea continua en una serie de puntos. Es un tocar/cosquilla unido en un circuito de respuestas donde “yo y mi amigo” tenemos una experiencia en común y cada quien tiene su experiencia. Mi tocar de inmediato se vuelve un tocar/cosquilla. La experiencia del “yo” y la experiencia del “nosotros” se alternan como figura/fondo y son inseparables.

El ejemplo de Jean-Marie aísla un momento dentro de una experiencia más compleja. Sí, ese momento es de distintas experiencias que se vuelven figura, pero la figura y el fondo se alternan con rapidez. No hay un instante independiente “aquí y ahora” real que esté vacío del momento previo ni sin expectativa del siguiente (Zahavi, 2005). El contacto no es solo nunca sin “un

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otro”, además nunca está afuera de la conciencia de tiempo o de la secuencia temporal del contacto. Los ejemplos del pellizco o de tocar incluyen el sentido de la reacción del otro a mi reacción a la reacción del otro hacia a mí y así sucesivamente en el flujo alternado figura/fondo de la experiencia. Aunque nuestras experiencias no son las mismas, también estamos en una experiencia común del evento inter-humano emergente del cual cada uno de nosotros es una parte indivisible, aunque distinta. La empatía –no la confluencia– juega un papel importante en esta figura/fondo en alternancia, ya que nuestro sentido uno del otro (como empatía) es un componente de nuestro sentido de la situación (Robine, 2011).

Además, como comenta Jean-Marie, nunca hay un mero contacto, sino que siempre hay un contacto de, a o con. Profundizo: el contacto-con es una diferenciación yo/no-yo. También es una función del campo. Repito: es una diferenciación de un “yo” en el contexto del “nosotros”. Un “yo” sólo puede diferenciarse a partir de un campo del cual el otro ya es siempre parte –un constituyente social del mundo de vida. Como escriben Perls y Goodman, el contacto es del campo organismo/medio ambiente. El “medio ambiente” humano no está despoblado.

Para ser claro, el que toca y el que siente cosquillas saben que son diferentes y que tienen experiencias diferentes; y también tienen una experiencia común, cambiante.

Del contacto al self. Aunque no está explicito en el documento de Jean-Marie, hay un pequeño

paso del contacto al self. Lo planteo ahora para ampliar el punto de Jean-Marie sobre el “contacto con”.

Perls y Goodman propusieron al self como “el sistema de contacto del campo organismo/medio ambiente”. El self no es una “cosa”, sino un proceso, claro está: la organización y funcionamiento del contacto. La teoría del self de la terapia gestalt sugiere que el self puede entenderse como estructuras y funciones: el ello, el ego (con frecuencia traducido como el “yo”), y las funciones de la personalidad.

El funcionamiento del ello es la sensación sentida inmediata de la situación. Jean-Marie desarrolla esto como “el ello de la situación” (Robine,

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2011): el funcionamiento del ego es el funcionamiento activo de un “yo”, involucrado activamente como sujeto de la experiencia. En las traducciones del texto original en inglés de Perls, Hefferline y Goodman, el “ego” con frecuencia es el “yo”. La función de la personalidad es el marco social/histórico de la persona. Con la función del ello uno está directamente consciente del campo inmediato, con todas sus urgencias somáticas percibidas. Aunque estén afuera de la consciencia focal, los otros siempre están en nuestro awareness. La empatía comienza con el funcionamiento del ello. El sentido de los demás de un individuo es una actividad de la función del ello y, en consecuencia, es el sentimiento de estar con otra persona (Staemmler, 2007); es el “otro” en el “nosotros”. La función de la personalidad es la actividad de la cultura y la sociedad, que se logra, se integra, se recuerda; enmarca el estado de relación esencial del self en forma de historia interpersonal y cultura de grupo. La función de la personalidad también es el campo o el andamiaje que permite el contacto. La función del ego describe la experiencia del “yo”; del sujeto de la perspectiva de primera persona.

Ninguna de estas funciones/estructuras del self pueden experimentarse como separadas de los otros. El “yo” como consecuencia del contacto con un no-yo es un yo-con y también un yo/nosotros. “Nosotros” es el fondo. El self siempre emerge de, y es una función fenomenológica de, el campo social. Ningún contacto ocurre afuera del campo social. Y este “terreno” social de contacto, implícito al self, nunca es incorpóreo o despersonalizado: siempre es el contacto de alguien –mi contacto, siempre nuestro contacto. El contacto siempre es “con”. Siempre es “de”. Como señala Jean-Marie, el contacto en sí mismo puede ser de dos tanto como de uno.

Entonces, el contacto del campo social nunca es solitario. Siempre es un proceso multipersonal con perspectivas dialógicas múltiples, todas incluidas en la figura en desarrollo –aun cuando el diálogo es el grito por un pellizco o el aullido de unas cosquillas.

Movimiento tres: El contacto como awareness.

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“La conciencia espontánea de la necesidad dominante y su organización de las funciones de contacto es la forma psicológica de la autorregulación organísmica”. p, 274 (Perls, et al., 1951) 1. La sección de “El contacto como awareness” en el ensayo de Jean-

Marie es breve. Es una corta continuación del “con”, donde comenta lo siguiente: El contacto fisiológico (conservo esta terminología mediocre a falta de una más satisfactoria)5 no se opone a las modalidades “fisiológicas”. Hay real y verdaderamente una continuación de lo uno a lo otro: [cursivas agregadas] mi manera de estar en contacto con el fondo se relaciona, por analogía, con mis raíces; mi manera de respirar es coherente con mis otras modalidades de intercambio, de dar y recibir con el medio ambiente. Podemos aproximarnos legítimamente a estos planos aparentemente distintos como una coherencia de la experiencia. Deben considerarse como la continuidad dentro de la amplitud de la experiencia y no como una modalidad distinta. [Cursivas agregadas].

Yo reafirmo esto y lo llevo un paso más allá: los seres humanos son

seres-en-el-mundo (M Heidegger, 1962). Como animales humanos somos organismos involucrados de manera práctica con el mundo en un proceso encarnado e indivisible de awareness, conciencia, conocimiento, acción y creación de significados.

2. Ahora me tomaré la libertad de hacer mi solo, aunque espero que resulte claro que me estoy basando en las ideas planteadas por Jean-Marie. Como lo mencioné anteriormente, el contacto se refiere a un acto en las regiones física, biológica y de la experiencia: en las tres en su conjunto, y no en cada una como “modalidad distinta”, como comenta Jean-Marie. Esta idea no ha sido suficientemente desarrollada por los terapeutas gestalt. Yo propongo que el contacto es una “bisagra” que unifica estas regiones, que también son los terrenos físico, biológico y social del organismo animal humano. El contacto es una “bisagra” ya que a través de ello el organismo 5 Quizás “contacto biológico” sería más satisfactorio para Jean-Marie que “contacto fisiológico”.

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animal humano “articula” (es decir “mueve”) de una región o terreno del campo en su conjunto, a otro; el contacto es la bisagra o pivote del campo organismo/medio ambiente y del “campo self/mundo de vida”. Yo sugiero que el “continuo awareness-consciencia” es el proceso unificador del contacto como esta articulación trans-modal. Permítanme explicar el “campo self/mundo de vida” que ofrezco como complemento al campo organismo/medio ambiente.

3. Originalmente, la terapia gestalt propuso que toda experiencia es una función del campo organismo/medio ambiente. Este sigue siendo el cimiento de la terapia gestalt… y debe seguirlo siendo. Pero es un cimiento incompleto. Los seres humanos somos animales, pero somos más que animales. El campo organismo/medio ambiente da cuenta cabal de nuestra naturaleza biológica. Pero el campo organismo/medio ambiente no es necesariamente el campo fenomenológico; no es el campo psicológico (Staemmler, 2006). El organismo/ medio ambiente no da –ni puede dar– cuenta cabal de nosotros específicamente como personas. El encuentro de un organismo con su medio ambiente es una interacción biológica, y aunque es absolutamente necesaria para la experiencia, no es en sí misma un suceso vivencial. Puesto que la terapia gestalt es una psicoterapia vivencial, está centrada en la experiencia humana y está abocada al campo fenomenológico, que no es el campo organismo/medio ambiente, aunque se encuentran inextricablemente ligados. El uso exclusivo del campo organismo/medio ambiente en la terapia gestalt equivale a un reduccionismo biológico (Staemmler, 2006). Yo propongo un campo complementario: el campo self/mundo de vida.

Las críticas ante la insuficiencia del modelo organismo/medio ambiente no son nuevas. Por ejemplo, en 1925, William Stern, personalista, propuso específicamente que el énfasis de los teóricos Gestalt en la interacción entre el organismo y el medio ambiente, era insuficiente para dar cuenta de la experiencia humana, incluyendo la creación de significados y la personalidad. Stern propuso como solución a la “persona” (Spiegelberg, 1972).

Vale la pena tomar en consideración esa palabra. Kurt Lewin la usa para persona/espacio de vida (Lewin, 1951). “Persona” porta la continuidad temporal del self, incluye el conocimiento y la memoria y posibilita la responsabilidad personal. Sin la cualidad de personas, no tendríamos la capacidad de entablar

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relaciones. “Persona” puede jugar un papel en un campo complementario. El self de la terapia gestalt es el contacto en si mismo, emergente del campo organismo/medio ambiente, y como estructura y función dentro del flujo de la experiencia. El self, y no la persona, es la estructura fenomenológica inmediatamente emergente del campo organismo/medio ambiente. El contacto es inmediato. “Persona” implica una organización temporalmente continua más desarrollada. Por lo tanto, propongo que no debemos buscar más allá del “self” ya que es el sistema y proceso del contacto –preconsciente y prepersonal, como explicó tan bien Jean-Marie en su ensayo.

5. Propongo “self” como complemento al “organismo” del campo organismo/medio ambiente. ¿Cuál será el complemento del “medio ambiente que refleje el campo fenomenológico? Este campo fenomenológico ha sido descrito de varias maneras por los fenomenólogos como: mundo de vida (Gallagher & Zahavi, 2008), Umwelt (May, et al., 1958)(May, Angel, & Ellenberger, 1958, p. 54), espacio de vida (Lewin, 1951)(Lewin, 1951, pp. 43 ff.) o Mundo (M Heidegger, 1962), Buber, Rosenzweig en (Friedman, 1955), siendo cada uno de estos conceptos distinto pero lo suficientemente similar como para no requerir de mayor discusión aquí. Cada uno describe a un mundo constituido por y constituyente del ser humano. Entre los fenomenólogos existe el consenso de que de estos términos el más útil es “mundo de vida”. Incluye el uso maduro que hace Husserl del término, el “estado de mundo” del mundo de Heidegger, así como al mundo de vida de los fenomenólogos posteriores. Así describe sucintamente Evan Thompson al mundo de vida: “Es el suelo preestablecido a partir del cual todo se genera y se nutre… el horizonte y fondo de toda la experiencia”, (Thompson, 2007, p36). Al ser preestablecido, cabe bien con nuestra idea del contacto como el “pre” humano primigenio.

6. En términos de la terapia gestalt, el campo self/mundo de vida es el

campo fenomenológico del ser humano. El self como estructura fenomenológica siempre está “en el mundo” puesto que, en términos de la terapia gestalt, el self está constituido por el contacto. El “mundo de vida” incluye a ese “otro” cuyo encuentro en la frontera es el contacto-frontera fenomenológico de la emergencia del self: el self/otro de Peter Philippson (P Philippson, 2001) (Peter

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Philippson, 2009). El “mundo de vida” está simultáneamente constituido por el self como su mundo de experiencia.

7. Permítanme volver al tema: el contacto como awareness, y

presentarles al “continuo awareness-conciencia”. Cada célula viviente se adapta a su medio ambiente mediante el contacto

biológico, que puede verse como un tipo de awareness, aunque ciertamente no en el sentido de “awareness del self”. Pero, ¿experimentan los humanos la actividad celular de manera directa? En su mayor parte el contacto biológico, o el que Jean-Marie llama el contacto “fisiológico”, está más allá de nuestra experiencia posible. Sin embargo, como organismo sensorial, el ser humano percibe y se adapta a su medio ambiente mediante el awareness fenomenológico. Esta es la función del ello, o el ello de la situación. El contacto es la bisagra que se articula entre estas dos modalidades. El awareness (primero necesariamente como contacto biológico y después como sensación) y la conciencia (como conocimiento encarnado) se experimentan como el continuo awareness-conciencia en la secuencia del contacto en desarrollo. Uno detecta (con los sentidos), después percibe, y después las percepciones se organizan en pensamientos conscientes, acciones significativas y conocimiento. El ser humano como persona que conoce también se adapta al mundo con la conciencia. El awareness está a la base de la conciencia y el proceso continuo del contacto puede describirse como un continuo awareness-conciencia.

El contacto biológico y el contacto fenomenológico son diferentes pero inextricables. El contacto fenomenológico es una función del cuerpo vivido (Leib) (Welton, 2000,), el contacto biológico es una función del cuerpo físico (Körper). El contacto es una función en los campos tanto biológico como fenomenológico. Es decir, en el contacto el medio ambiente del campo organismo/medio ambiente también se convierte en el mundo fenomenológico del campo self/mundo de vida. Dicho de otra manera, el mundo vivencial que le da “aliento” a la persona, emerge del medio ambiente natural que le proporciona oxígeno a las células del organismo. El cuerpo natural del homo sapiens se convierte en el cuerpo vivido fenomenológico de la persona humana. Estos están ligados al awareness y al contacto.

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8. El contacto es la experiencia transformadora central a la terapia gestalt; la reconfiguración de nuevos conjuntos de sentimiento, pensamiento y acción. El contacto como proceso biológico y como suceso fenomenológico es parte del continuo awareness-conciencia. Es inconcebible que el contacto pueda proceder sin la acumulación de conocimiento. El contacto no es tan solo awareness, sino una experiencia total que integra al awareness con la conciencia… y con la acción. En el contacto, el awareness como proceso biológico del campo organismo/medio ambiente se vuelve una sensación sentida, aware del campo fenomenológico self/mundo.

El campo self/mundo de vida y el campo organismo/medio ambiente son aspectos el uno del otro, “dos caras de la misma moneda”. Lo que suceda en uno, sucede en el otro, pero son diferentes. Son regiones o campos dentro de un campo total, el campo del organismo animal humano.

Este es el final de mi solo. Movimiento cuatro: Una relación figura/fondo e inflexiones:

“El lenguaje es la casa del ser”, Carta sobre el humanismo, (Martin Heidegger, 1964)

1. La idea original de Jean-Marie sobre las “inflexiones de contacto” es

una idea brillante que arroja una nueva luz sobre el contacto. Es una idea que debemos celebrar. Le agrega a una idea una perspectiva nueva, transformándola.

Qué cierto es que nosotros los seres humanos nos orientamos hacia el mundo en gestos de lenguaje, pre-verbales y con el silencio (M. Heidegger, 1962). Para Heidegger y sus descendientes intelectuales en las tradiciones francesa y alemana, siempre nos articulamos en el mundo a través del modo del entendimiento – y esto incluye al lenguaje, el discurso, el silencio, lo dicho, lo no dicho, y así sucesivamente. Para plantearlo hermenéuticamente, somos seres interpretativos.

Qué apropiado que nuestros modos de contacto se describan con el término gramatical de inflexiones. Como seres en el mundo siempre estamos vivos en el lenguaje. Yo agregaría: la conversación creativa encarnada del contacto en el mundo no tiene fin.

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2. El término tradicional “interrupciones del contacto” puede conllevar la impresión errónea de que el contacto es como un circuito eléctrico que puede encenderse y apagarse, romperse, en lugar de un proceso de experiencia que fluye y toma forma según distintas modalidades que varían creativamente según las oportunidades y limitaciones de cada situación. Una interrupción termina abruptamente con la conversación humana; la inflexión cambia su modalidad. Un modelo de contacto basado en las interrupciones en lugar de un modelo basado en las inflexiones puede conllevar la idea de que el contacto puede ser bueno o malo, en lugar de ser evaluado intrínsecamente dentro de sus inflexiones, en sus propios términos. De hecho las interrupciones clásicas no rompen ni parten nada, sólo afectan la dirección del contacto –es decir, se declinan (inflexionan) como uno declinaría el caso de una palabra en una oración– pero sin awareness.

3. El contacto está en una continuidad creativa, pero su claridad puede

verse disminuida en virtud de virajes o modificaciones fuera del awareness –las inflexiones de Jean-Marie. La inflexión es más que un mero cambio de dirección; es un cambio en la “gramática” del contacto mismo, de su funcionamiento en el campo –su caso “gramatical”, su dinámica, su disposición, su relación con el total de aquello de lo que forma parte y a lo que da forma. Los paralelismos con los matices del lenguaje mismo parecen interminables, como debe de ser.

4. No sé si esta es la intención de Jean-Marie, pero me recuerda la distinción de Husserl entre la noema y la noesis de la intencionalidad. Noema es el objeto de la intención; noesis es el modo de la intencionalidad. Veo ese dulce; es un objeto intencional de la conciencia. Lo que quiero es un dulce; mi quererlo es el cómo lo percibo, está en mi modo de querer. Digamos que contacto e intencionalidad son equivalentes, lo que es una afirmación defendible.6 Mi manera de tener intención respecto a este objeto se da mediante mi modo de

6 Sin embargo, si la intencionalidad se dirige hacia un objeto sería incongruente con las propiedades emergentes del campo de contacto. El objeto del contacto “llama” al “arco” al mismo tiempo que es su objetivo pasivo. La intencionalidad como “apertura” es un mejor inicio para nuestra consideración.

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inflexión: puedo dirigirme hacia él, alejarme, puede agradarme, desagradarme, etc. Pensaré un poco “en voz alta” sobre esto.

La “interrupción” del contacto de la introyección puede volverse la inflexión de recibimiento o bienvenida, la aceptación de algo que se aproxima a mí; sin awareness, esto podría equivaler a rendirse ante una amenaza abrumadora. La proyección podría ser la inflexión de identificarse con otro o de experimentar parentesco; sin awareness, puede ser una sensación de peligro. La inflexión de la retroflexión puede ser una actitud de cuidado y concentración; sin awareness, por supuesto, sería tensión y rigidez muscular incesantes. Quizás la inflexión del egoísmo puede ser el concepto de la rectitud personal, o la confianza, la sensación de mostrarse confiado contra viento y marea; y sin awareness, el egoísmo puede ser la arrogancia ciega de alguien cuya inflexión es inflexible. ¿Puede la falta de awareness ser una inflexión? ¿Puede “eso” ser una interrupción del contacto? Me inclino a ubicar a la confluencia en una categoría aparte de las inflexiones de contacto, pues sin ella no puede haber continuidad de la experiencia.

Movimiento cinco: Ay, es tan breve y estoy tan de acuerdo que lo pasaré de largo. Movimiento seis: Sobre el contacto en la frontera de contacto

1. En este movimiento Jean-Marie y yo volvemos a tocar, por la mayor parte, en armonía.

Podría subrayar línea tras línea en esta sección con las que hay acuerdo. Una vez más él condena las desafortunadas sobrevaloraciones de nuestro lenguaje original sobre el proceso cuando las palabras elegidas por Perls y Goodman fueron sacadas de contexto y usadas en su sentido cotidiano: el self se volvió una entidad, la frontera se convirtió en un lugar y, lo que es quizás peor, el contacto-frontera se volvió una cosa que podría volverse propiedad o ser movida de lado a lado como si fuera un cerco en un prado.

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El lamento de Jean-Marie, mío y de otros terapeutas gestalt sigue vigente y no se va a detener pues es un hecho de los seres humanos en un mundo de cosas.

La vida cotidiana común y corriente nos muestra fronteras físicas reales que separan, no fronteras que crean, y seres que tienen nombres y pagan impuestos, y que no están siempre en proceso de reconfiguración. Sí notamos nuestro mundo fenomenológico de espacialidad o temporalidad. Al hacer referencia a este mundo de nuestras concepciones comunes, Husserl lo llamó “la actitud natural” (Edmund Husserl, 1973). Heidegger describía esto como el cotidiano “ser en el mundo” de Das Man, Los Aquellos (M Heidegger, 1962). Este mundo cotidiano es el mundo de las famosas “rupturas” descritas por Perls y Goodman –entre las más importantes la de cuerpo y mente; la de self y mundo exterior. Este es el mundo de Descartes y, por supuesto, no es el mundo de la terapia Gestalt. Siguiendo el argumento de Perls y Goodman, estas concepciones ordinarias que incluyen los malentendidos de frontera, self, contacto-frontera, y quizás el mismo contacto, están incrustadas en nuestra adaptación a los peligros y frustraciones ineludibles de ser organismos animales humanos cuyos impulsos hacia la satisfacción están siempre restringidos por estructuras sociales antihumanas. La frustración y el peligro crónicos son la causa de estos sentidos comunes e impresiones inmediatas de nuestro mundo cotidiano.

Nosotros los entrenadores en terapia gestalt nos enfrentamos a las concepciones cotidianas de nuestros alumnos cuando enseñamos los conceptos fenomenológicos de la terapia gestalt. Como siempre han sabido los fenomenólogos, es difícil adquirir la actitud fenomenológica; es similarmente difícil entender a la “frontera” como un lugar de encuentro o, en palabras de Jean-Marie, que “…es el contacto lo que simultáneamente nos da existencia al otro y a mí y lo que, asimismo, nos distingue al uno del otro. La misma operación, el mismo acto, separa y une. El contacto crea una frontera y la frontera también crea al contacto”.

3. Pero si hemos de pensar en el contacto en términos de diferenciarme a

mí, por ejemplo, de esta mesa, y a mí de otra persona, ¿estamos describiendo el mismo proceso? Jean-Marie no presta suficiente atención a esta pregunta en su

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ensayo. Permítanme hacerlo en mis términos, que podrían ser distintos a los suyos, si él lo describiera.

La “otredad” de la mesa es de una categoría ontológica distinta a la “otredad” de otra persona. Quizás es demasiado sencillo considerar al contacto tan solo como un suceso yo/no-yo. No basta con diferenciar yo/no-yo para describir un proceso interhumano; el otro humano no es una persona que se diferencia de mí en forma de negación, es decir en términos de que no es yo. Sólo los objetos existen mediante la negación. Este escritorio es no-yo, por supuesto, pero al identificarlo, nombrarlo, poseerlo y usarlo, se vuelve mío.

El otro humano como sujeto es otro aparte de mí –pero no es un no-yo. Si defino al otro como “no-yo”, estaré asumiendo la otredad del otro a través de mis definiciones. El otro se vuelve “mío” al ser “no-yo”. Veo al otro en términos de mí mismo –como una negación, un no-yo. El otro es “tematizado”, sobrepasado en mis propios términos (Levinas, 1981). En términos de la terapia gestalt, al llamar al otro “no-yo” lo estoy ubicando en una categoría familiar, asimilo la novedad o el misterio del otro a mi entendimiento del mundo de yos y no-yos. Para resistirse al deseo de entender al otro como un no-yo hace falta una sensación sentida del propio fondo existencial –un ello de la situación que es, quizás, un ello del mundo de vida. Esta “preestructura” subyacente del mundo de vida bien podría ser una condición para el contacto mismo, pues nada puede surgir de sí mismo y el contacto no puede carecer de fondo.

Si acepto al otro humano como “Otro” –en sus propios términos y no como una negación de mí– se vuelve posible un contacto interhumano que es único: el contacto dialógico.

Llegamos al otro humano a través del lenguaje, el lenguaje del habla y del silencio, de la poesía y de los gestos, de miradas y caricias. Estas son las inflexiones del contacto dialógico que no tienen sentido cuando nos aproximamos a cosas inanimadas. El lenguaje es un componente de nuestro ser como seres humanos (M Heidegger, 1962).

Movimiento siete: Post:

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Hace más de sesenta años, surgió la terapia gestalt como la modalidad psicoterapéutica que propuso al contacto como la fuente de la experiencia. Esta epistemología fue un cambio radical respecto a los modelos intrapsíquicos prevalecientes. Jean-Marie ha presentado muchas de las ideas que siguen haciendo de la terapia gestalt un desafío directo ante mucha de la teoría y práctica de la psicoterapia contemporánea. No simplifica estas ideas; nuestro mundo es complejo y para entender nuestro mundo debemos poner de nuestra parte y avanzar para equiparar su complejidad dentro de nuestra propia comprensión. Al hacer esto creamos un contacto exclusivamente humano.

He respondido a algunas de las ideas del ensayo del Jean-Marie “El contacto, al origen de la experiencia”. Sin duda les hice justicia al considerar su profundidad y matices. En ciertos momentos me tomé la libertad de ampliar mis ideas en rumbos que van más allá del alcance de una simple respuesta. Eso nos da una medida de cómo Jean-Marie nos da la bienvenida hacia las nuevas fronteras de la terapia gestalt.

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DE  LA  AUTOSUFICIENCIA  A  LA  INTERDEPENDENCIA  

Ximo  Tàrrega  Soler1  

 “Quien  cae  al  suelo,  se  levanta  con  la  ayuda  del  suelo”  Proverbio  Chino    

                                                                                                                         1   Ximo  Tárrega  Soler.  Psicólogo  clínico.  Psicoterapeuta  Gestalt.  Miembro  didacta  del  Institut  Francais  de  Gestalt-­‐thérapie  y  miembro  titular  de  la  AETG.  Director  del  Centro  de  Gestalt  de  Valencia  

 RESUMEN    La   teoría   de   la   psicoterapia   gestalt   conlleva   al   cuestionamiento   del   paradigma   individualista  

que  predomina   en  Occidente.   El   autor   utiliza   esta   teoría   para   destacar   que   el   ser   humano   es  

relacional  y  nos  invita  a  acoger  la  interdependencia  en  lugar  del  afán  por  la  idea  dominante  de  la  

autosuficiencia.  

 

PREÁMBULO      

Como  nos  indica  el  proverbio  que  cito  arriba,  nunca  estamos  o  hacemos  las  cosas  solos  

aunque  nuestra  vanidad  así  lo  crea.  El  presente  trabajo  quiere  ser  un  elogio  de  lo  que  Tzevetan  

Todorov2   llama  "la  vida  en  común"  y  que  yo  llamaré  interdependencia.    

Aunque  algunos  mensajes  de  nuestra  sociedad  alientan  el  "orgullo"  y   la  "vanidad"  del  "  

hágalo  usted  mismo"  -­‐útil  tanto  para  los  centros  de  bricolaje  como  para  la  venta  de  los  libros  de  

autoayuda-­‐  veremos  más  adelante  cómo  la  actitud  de  la  jactancia  y  de  la  persona  orgullosa  son  

modalidades  de  defensa  ante  una  decepción.  Son  un  intento  de  autorregulación  en  una  situación  

donde   se   ha   producido   una   falla   o   una   herida   en   lugar   de   un   reconocimiento   o   apoyo.   Son  

características   que   todos   podemos   desarrollar   para   hacer   frente   a   la   decepción   que   puede  

suponer  la  no  satisfacción,  por  parte  del  otro,  de  una  necesidad.  El  problema  está  en  que  lo  que  

surge   como   autorregulación   y   ajuste   creador   se   fija,   se   vuelve   inflexible,   no   consciente,   y   da  

como  resultado  una  personalidad  autosuficiente.  La  misma  oración  de  la  Gestalt  establecida  por  

Perls,  conduce,  mal  interpretada,  a  la  autosuficiencia,  que  según  la  teoría  del  self,  desarrollada  

en  1951,  correspondería  a  la  modalidad  de  contacto  llamada  egotismo.    

En   mi   práctica   clínica   he   visto   y   veo   a   la   gente   sufrir   porque,   en   su   evolución   como  

personas,  su  contacto  con  el  entorno  no  ha  sido  suficientemente  nutritivo  en  algún  sentido.  Y  las  

percibo   solas,   queriendo   salir   de   su   situación   a   través   del   esfuerzo   individual   y   de   una  

auto-­‐responsabilidad  injusta.  Las  he  visto  avergonzarse  al  sentirse  débiles  por  necesitar  ayuda.  

A   esas   personas   me   apetece   decirles,   parafraseando   a   Aristóteles,   que   sólo   las   bestias   y   los  

dioses  son  autosuficientes.  O  como  decía  Bob  Merril,  "la  gente  que  necesita  a  la  gente  es  la  más  

afortunada  del  mundo".  

Por  todo  ello,  en  el  primer  epígrafe  elogiaré  la  noción  de  la  interdependencia  necesaria  

para   crecer   y   desarrollarnos   y   me   apoyaré   para   ello,   entre   otras,   en   la   teoría   del   Self  

desarrollada   por   F.   Perls,   R.   Hefferline   y   P.   Goodman   en   1951.   En   todo   momento   estaré  

hablando   del   antídoto   que   nuestra   teorización   aporta   frente   al   individualismo   y   aislamiento  

imperantes,  en  el  sentido  de  que  nuestra  teorización  nos  ofrece   las  nociones  de  contacto  y  de  

experiencia,  de  ajuste  creador  o  conservador,  en  un  campo  y  una  situación  dados.  Así  podemos  

leer  en  el  libro  Terapia  Gestalt  (1951)  que:    

Cada   acto   de   contactar   es   una   totalidad   formada   de   conciencia   inmediata,   respuesta  

motora   y   sentimiento   (una   cooperación   de   los   sistemas   sensorial,   muscular   y  

vegetativo),  y  este  proceso  de  contacto  se  produce  en  la  frontera-­‐superficie  en  el  campo  

                                                                                                                         2   TODOROV,  Tzvetan:  La  vida  en  común.  Ensayo  de  antropología  general.  Madrid.  Santillana,  S.A.  Taurus.  

organismo   /   entorno.   Preferimos   esta   formulación   rara,  más   que   decir   "en   la   frontera  

entre   el   organismo   y   el   entorno",   ya   que,   como   hemos   dicho,   la   definición   del   animal  

incluye  a   su  entorno.  Por  esto  no   tiene  ningún  sentido  definir  a  un  ser  que  respira  sin  

hablar   del   aire,   a   un   ser   que   camina   sin   hablar   de   la   gravedad   y   del   suelo,   a   un   ser  

irascible   sin   los   obstáculos   que   se   encuentra   […],   la   definición   de   un   organismo   es   la  

definición  de  un  campo  organismo  /  entorno3.  

En   el   segundo  epígrafe,   la  noción  de   frontera-­‐contacto   y  de   campo  organismo-­‐entorno  

que  acabo  de   citar,  nos  permitirá   reflexionar   sobre   la   co-­‐dependencia,  que  es  una  manera  de  

dependencia,  ya  que  exige  que  una  de  las  partes  sea  débil  y  necesitada  y  que  se  mantenga  como  

tal.  Plantearé  que  esta  actitud  quizá  esté  en  la  base  de  determinadas  ayudas  como  la  caridad.    

En  el  tercer  epígrafe  del  trabajo  abordaré  la  dependencia  que  todos  tenemos  de  nuestra  

función   Personalidad,   es   decir,   de   las   representaciones   que   tenemos   sobre   nosotros   o   del  

mundo  que  han  ido  conformando  una  identidad  que  nos  es  difícil  flexibilizar.  Es  la  que  titularé  

“dependencia  de  la  Identidad”.    

Y   finalmente,   dedicaré   un   cuarto   apartado  para   hablar   de   la   relación   terapéutica   vista  

desde  el  paradigma  de  campo.    

INTRODUCCIÓN      

En  occidente  durante  muchos  años  ha  existido  una  teorización  individualista  o  antisocial,  

según   la   cual   la   primacía   recaía   sobre   el   individuo.   Era   la   exaltación   de   lo   único   frente   a   lo  

común.  Lo  social  era  visto  como  limitador  de  la  libertad  de  la  persona.  La  soledad  como  bien  a  

alcanzar.   El   saber   popular   dice   al   respecto   que   "el   hombre   es   un   lobo   para   el   hombre".   De  

acuerdo  a  esto,  el  hombre  es  guiado  por  sus  impulsos,  por  el  interés,  es  asocial  por  naturaleza,  y  

como  dirá  Kant,  ve  en  los  demás  a  rivales  u  obstáculos  que  le  impiden  alcanzar  la  libertad,  por  

lo   que   desea   que   desaparezcan.   Autores   como   Sade   y   Nietzsche   son   prototipos   de   este  

pensamiento  "moralista"  que  condena   la  vida  en  sociedad  y  presenta   la  soledad  del   individuo  

como  saludable,   a   la  que   sólo   llegan  unos  pocos  elegidos   -­‐los   sabios-­‐.  Dentro  de   la  psicología  

ocurre   lo   mismo   desde   Freud   y   el   psicoanálisis   de   los   inicios,   donde   el   sujeto   está  

fundamentalmente  sólo  y  donde  se  opone  "impulso"  a  "realidad  exterior"4.  

                                                                                                                         3   PERLS,   Fritz;   HEFFERLINE,   Ralph   y   GOODMAN,   Paul   (1951):   Terapia   Gestalt:   excitación   y   crecimiento   de   la  personalidad  humana.  Madrid.  Sociedad  de  Cultura  Valle-­‐Inclán,  Colección  “Los  Libros  del  CTP”  2002.  p.  43  4   Cfr.  Tzvetan  TODOROV  :  ob.  cit.  p  17  y  ss.  

 

Frente   a   esta   tradición   surge   en   el   siglo   XX   una   antropología   filosófica   llamada  

"intersubjetiva"   representada   por   autores   como   Martin   Buber,   Emmanuel   Lévinas,   Jurgen  

Habermas   o  Merleau-­‐Ponty5,   donde   lo   social   y   el   "otro"   aparecen   como  definición  misma  del  

sujeto   y   no   como   sus   enemigos.  Más   que   limitarlo   lo   concretan,   la   presencia   del   otro,   de   su  

mirada,  me  asegura  mi  existencia.  Incluso  Bataille,  que  forma  parte  de  la  filosofía  individualista,  

escribe:    

 

La   estructura   de   cada   hombre   real   no   sería   concebible   si   lo   aisláramos   de   los  

lazos   que   otros   establecieron   con   él   y   que   él   mismo   estableció   con   otros.   La  

independencia  del  hombre  nunca  ha  dejado  de  ser  más  que  un   límite  dado  a   la  

interdependencia,  sin  la  cual  ninguna  vida  humana  tendría  lugar6.  

 

También   en   el   campo   de   la   psicología   encontramos,   dentro   del   psicoanálisis,   nuevos  

aportes  frente  a  la  tradición  individualista.  Así  Ferenczi  afirma  "que  por  más  que  descendamos  

a   lo   más   profundo   del   espíritu   humano,   nunca   encontraremos   un   ser   aislado   sino   sólo  

relaciones  con  otros  seres".  En   la  misma   línea  encontramos  a  otros  autores  como  Alice  Balint  

que  se  dedica  al  "amor  primario"  entre  la  madre  y  el  niño;  Michael  Balint  y  su  concepto  de  "falta  

básica";   la   escuela   de  M.   Klein   o   a   Fairbain   con   su   psicoanálisis   relacional.   A   Eric   Fromm,  K.  

Horney,  los  interpersonalistas  como  Harry  S.  Sullivan,  o  D.  Winnicott  y  su  teoría  del  juego  y  del  

"espacio   potencial".   Todos   estos   autores   tienen   en   común   intentar   ir   de   lo   individual   a   lo  

relacional.  Y  por  supuesto  la  Terapia  Gestalt,  que  con  la  idea  de  "contacto"  y  "frontera  contacto"  

aborda  la  noción  de  psicología  y  de  psicopatología  desde  una  perspectiva  totalmente  nueva.  Lo  

psíquico  deja  de  ser  una  instancia  interior  (la  mente  frente  al  cuerpo  y  el  mundo  exterior)  para  

ser  concebido  como   función  del   campo   formado  por  organismo  y  entorno.   Jean-­‐Marie  Robine  

escribe  que  "la  terapia  gestalt  al  centrarse  en  el  contacto  y  el  contactar,  aborda  el  tema  en  una  

dirección  fundamental  y  original,  en  un  registro  sumamente  primitivo,  arcaico,  ya  que  se  trata  

de   los   primeros   movimientos,   de   los   primeros   "impulsos   instintivos"   en   el   campo  

organismo-­‐entorno"7.  

                                                                                                                         5   ibid.  p.  66  

6ibid.  p.  60      

7   ROBINE,  Jean-­‐Marie  :  Contacto  y  relación  en  psicoterapia.  Santiago  de  Chile.  Cuatro  Vientos,  1999  p.  49  

En   el   PHG8   encontramos   que   "el   contacto   es   la   realidad  más   simple   e   inmediata9”   y   al  

mismo   tiempo   es   de   una   gran   complejidad,   pues   implica   crecimiento,   emoción,   conciencia  

inmediata   (awareness),   ajuste   creador.   Supone   la   definición   misma   de   lo   psicológico,   de   la  

experiencia,  de  la  formación  de  una  figura  destacándose  de  un  fondo.  Este  proceso  de  formación  

de  formas  es  un  proceso  dinámico  que  tiene  lugar  gracias  a  la  colaboración  inseparable  de  todos  

los  elementos  del  campo,  ya  que,  a  la  necesidad  y  activación  del  organismo  en  el  aquí  y  ahora,  

aportan  su  energía  las  situaciones  anteriores  de  la  persona,  a  través  de  la  función  personalidad  

del  Self,  así  como  las  posibilidades  del  entorno,  que  son  unificadas  en  la  figura  en  curso.    

"Sólo  el  golpeo  del  otro  en  mí  me  hace  el  que  creo  que  soy  en  sí"  

Gabriel  Celaya  

"En  mi  soledad  he  visto  cosas  muy  claras/  que  no  son  verdad"  

Antonio  Machado10  

                                                                                                                         8   Abreviatura  que  a  partir  de  este  momento  utilizaré  para  referirme  al  libro  Terapia  Gestalt,  de  Perls,  Hefferline  &  Goodman  de  1951  

9   PERLS,  Fritz;  HEFFERLINE,  Ralph  y  GOODMAN,  Paul  (1951)  :  ob.  cit.  p.  5  

10   DOVAL,  Gregorio:  ob  cit.  La  cita  de  Gabriel  Celaya  se  encuentra  en  p.  381  cita  n°  3430  la  de  Machado  en  p.  385  cita  n°3490  

 

 

ELOGIO  DE  LA  INTER-­‐DEPENDENCIA    

Si  buscamos  en  un  diccionario  de  psicología  podemos  encontrar  la  siguiente  definición  

de  dependencia:  "funcionamiento  no  autónomo  de  una  persona  que  necesita  de  la  ayuda  de  los  

demás  para   realizar   sus  actividades".  Y  hablando  de   la   relación  dice:   "tipo  de  vínculo  que  se  

establece  entre  personas  en  el  cual  se  da  una  protección,  apoyo  y  ayuda  de  una  a  la  otra  y/o  un  

sometimiento   de   una   a   la   voluntad   de   la   otra,   y   que   suele   implicar   algún   tipo   de   relación  

afectiva  "11.  

Evidentemente  no  es  a  esta  noción  de  dependencia  a  la  que  me  refiero  cuando  pretendo  

elogiarla.   Pero   sí   que   parece   ser   ésta   la   definición   a   la   que   se   acogen   aquellos/as   que   se  

muestran  autosuficientes;  es   lógico  que  siendo  sensible  a  este  tipo  de  relación,  uno  se  vuelva  

fóbico  a  todo  tipo  de  relación  donde  aparezca  un  «  nosotros  »  vivido  como  amenaza.  De  ahí  se  

justifica   que   algunas   de   las   personas   autosuficientes,   cuyo   prototipo   aparecerá   más   tarde,  

defiendan  una  independencia  a  ultranza.    

Lo  que   realmente  pretendo  elogiar  es   la  dependencia  mutua  de   los  unos  para   con   los  

otros.   Esta   dependencia   mutua   se   llama   interdependencia.   Y   es   definida   en   los   diccionarios  

como  "dependencia  recíproca  en  una  organización  estructurada12”.  La  diferencia  fundamental  

respecto   a   las   definiciones   de   la   dependencia   radica   en   el   sustantivo   "recíproca".   Es   éste   el  

carácter  que  quiero  subrayar,  pues  lleva  implícita  la  noción  de  autonomía,  libertad,  intimidad  e  

igualdad.  Es  un  tipo  de  relación  en  el  que  ambos  miembros  de  la  diada  crecen  y  se  enriquecen  

por  y  gracias  a  esta  relación.  De  alguna  manera  la  teoría  de  la  terapia  gestalt  hace  referencia  a  

esta  noción  de  interdependencia  cuando  se  dice  que:    

No  existe  una  sola  función  en  el  animal  que  se  realice  sin  objetos  y  entorno,  ya  se  trate  

de  funciones  vegetativas,  como  la  alimentación  o  la  sexualidad,  de  funciones  sensoriales  

o  motoras,  de  sentimientos,  de  razonamiento.  El  significado  de  la  rabia  implica  un  

obstáculo  que  frustra;  el  significado  de  un  razonamiento  supone  un  problema  por  

resolver".  [A  esta  inseparable  interacción  del  organismo  y  del  entorno,  el  «campo  

organismo-­‐entorno»]  (…)  Y  vamos  a  recordar  que  cuando  teoricemos  sobre  impulsos,  

                                                                                                                         11   BIBLiOTECA  DE  CONSULTA  LAROUSSE:  Diccionario  de  Psicología.  Barcelona.  Spes  editorial,  S.L.  y  RBA  Promociones  Editoriales  S.L.  2003  p.  68  

12  MERANI,  Alberto  L.:  Diccionario  de  Psicología.  Barcelona.  Edit.  Grijalbo,  1982  

emociones,  etc.,  siempre  nos  vamos  a  estar  refiriendo  a  un  campo  de  interacción  y  no  a  

un  animal  aislado"  (…)  La  relación  entre  organismo/entorno  humano  es,  por  supuesto,  

no  sólo  física  sino  también  social.  [la  terapia  gestalt  aborda  al  ser  humano  desde  un  

punto  de  vista  unitario  considerando  tanto  los  factores  animales,  y  físicos,  como  los  

culturales  y  sociales]13.  

 

  Crecemos  y  aprendemos  en  sociedad,  con  nuestros  padres,  dentro  de  la  fratría,  los  amigos  del  

vecindario,  los  del  colegio,  nuestros  maestros,  el  grupo  de  pertenencia.  Nuestra  evolución  y  

nuestro  crecimiento  son  el  resultado  del  contacto  creador  con  el  entorno.  En  esta  definición  se  

nos  recuerda  que  nuestra  dependencia  de  los  otros  y  viceversa  es  lo  que  nos  hace  crecer  y  

evolucionar  mutuamente.  Soy  transformado  en  mi  contacto  con  lo  diferente  a  mí  y  soy,  

asimismo,  transformador  del  entorno.    

Isadore  From  y  Michael  Vincent  Miller   lo  describen  así:   "el   intercambio  que   se  da   sin  

cesar  entre  el  organismo  humano  y  su  entorno  circundante  en  todas  las  áreas  de  la  vida;  este  

intercambio  ata  mutua  e  inextricablemente  a  la  persona  con  el  mundo"14.  Pero  esta  atadura  da  

sentido  a  ambos  elementos  del  campo.  La  "necesidad  de  consideración",  en  el  sentido  de  "ser  

mirado"   por   el   otro   que   introdujo   Rousseau,   ha   encontrado   en   la   psicología   moderna   su  

confirmación.  La  mirada  del  padre  o  de  la  madre  es  el  primer  espejo  en  el  cual  el  niño  se  ve.  Es  

la  mirada  que  me  reconoce,  que  me  da  la  existencia.  Supone  la  adquisición  de  la  conciencia  del  

otro   (el   que  me  mira)   y   de  mí  mismo   (aquel   que   es  mirado).   Es   como  decir,   "me   ven   luego  

existo"15.  

 

Willliam   James   escribe   lo   siguiente   a   propósito   del   "sí   mismo   social":   "no   podría  

imaginarme  un  castigo  más  monstruoso,  aunque  físicamente  es  imposible,  que  abandonar  a  un  

individuo  en  una  sociedad  y  hacer  que  pasara  totalmente  desapercibido  para  sus  miembros"16.  

Existe   la   necesidad   de   sobrevivir   que   se   satisface   con   bienes   como   la   comida   y   el  

descanso,   y   la   necesidad   de   existir,   la   necesidad   de   ser   reconfortado   que   se   satisface   con   el  

contacto   con   otros   seres   humanos.   Porque   como   lo   han   demostrado   los   experimentos   de  

Harlow  con  crías  de  monos  y  otros  experimentos  que  se  han  hecho  con  ratones  "no  sólo  de  pan  

vive  el  hombre"[ni   los  animales].  Harlow  vino  a  demostrar  que  el  contacto  con   la  piel  o  algo                                                                                                                            13   PERLS,  Fritz;  HEFFERLINE,  Ralph  y  GOODMAN,  Paul  (1951):  ob.  cit.  pp.  6  y  7  

14   PERLS,  Fritz;  HEFFERLINE,  Ralph  y  GOODMAN,  Paul  (1951)  :  ob.  cit.  p.  30  

15   TODOROV,  Tzvetan  :  ob.  cit.  p.  102-­‐103.  

16   DOVAL,  Gregorio  :  ob.  cit.  p.  381,  cita  3446  

que  se  pareciera  lo  más  posible  a  la  piel  de  la  madre  (un  peluche)  era  preferido  por  los  monos.  

Se   hizo   el   siguiente   experimento   con   ratones:   un   ratón   sale   a   comer,   recorre   el   laberinto   y  

encuentra  la  comida,  luego  vuelve  a  su  cubículo;  un  segundo  ratón  sigue  el  mismo  proceso  con  

la   novedad   de   recibir   una   pequeña   molestia   (en   forma   de   descarga   eléctrica)   durante   su  

recorrido;  un  tercer  ratón  era  cogido  en  brazos  por  el  experimentador  que  le  daba  de  comer.  

Uno  de  los  ratones  engordó  más  que  los  otros  dos,  y  uno  murió  al  cabo  de  un  tiempo.  ¿Cuál  de  

ellos?  Esta  experiencia,  debe  ser  bien  conocida  en  la  sección  de  prematuros  de  los  hospitales.  

Ya  que,  siempre  que  es  posible,  el  personal  sanitario  deja  entrar  a  la  madre  para  que  alimente  a  

su  bebé,  pues  está  comprobado  que  si  a  la  alimentación  se  le  une  el  contacto  con  la  madre,  el  

bebé   aumenta   más   de   peso,   su   desarrollo   se   acelera   y   puede   salir   antes   de   la   incubadora.  

Porque  de  la  misma  manera  que  se  necesita  del  alimento  se  necesita  del  reconocimiento,  tanto  

para  sobrevivir,  como  para  existir.  Como  habréis  podido  adivinar  el  ratón  que  murió  fue  aquel  

que  no  recibió  nada  más  que  comida.  El  que  recibía  descargas,  de  alguna  manera,  sabía  que  no  

estaba  sólo.    

Pero  de   los  distintos   tipos  de   reconocimiento   (tanto  el  que   se  produce  por  validación  

como  el  que   se  produce  a   través  del   rechazo)  hablaremos  más   tarde.  Ahora  vamos  a  dar  un  

paseo   por   aquellas   necesidades   del   ser   humano   que   lo   vinculan   al   otro.   Gershen   Kauffman  

(1989)   describe   una   serie   de   necesidades   primarias,   que   ha   llamado   "necesidades  

interpersonales  básicas"17.  Subrayo  lo  de  interpersonales.  Las  necesidades  a  las  que  se  refiere  

son  las  siguientes:    

Necesidad   de   relación.   Formar   y   mantener   una   relación   con   otra   persona,   que   sea  

mutuamente  satisfactoria,  es  una  necesidad  interpersonal  fundamental  e  indispensable  para  la  

maduración  humana.  Es  una  situación  que  incumbe  y  afecta  tanto  al  niño  como  al  adulto,  pues  

ambos  tienen  expectativas  respecto  al  otro.  Y  es  esta  reciprocidad  de  gozo  e  interés  mutuo  lo  

que  les  asegura  que  la  relación  es  genuina,  y  les  hace  saber  que  uno  es  especial  para  el  otro.    

Los  trabajos  en  Psicología  evolutiva,  entre  ellos  los  de  Stern  han  demostrado  que  el  niño  

tenía   la   capacidad   innata   de   responder   al   adulto.   Moritz   [citado   por   Todorov]   escribe   "la  

confianza  en  uno  mismo  es  tan  indispensable  para  nuestra  vida  moral  como  la  respiración  para  

nuestra  actividad  física"18.  

En  base  a  esta  necesidad,   sugiero  que   la  baja  auto-­‐estima,  no  se  soluciona,  de  manera  

                                                                                                                         17   KAUFMAN,  Gershen  :  Psicología  de  la  vergüenza.Teoría  y  tratamiento  de  sus  síndromes.  Barcelona,  Edit.  Herder,  1994.  Información  más  detallada  sobre  estas  necesidades  las  encontrará  el  lector  en  las  pp.  102-­‐123  

18   TODOROV,  Tzvetan  :  ob.  cit.  p.  91      

profunda,  trabajando  en  la  línea  de  sugerir  ejercicios  destinados  a  que  la  persona  se  estime  a  sí  

mismo,  pues  este   tipo  de   trabajos  coloca  en  el   territorio  de   lo   individual,   lo  que  surgió  en  el  

territorio   de   la   relación,   por   lo   que   es   a   través   de   la   relación   y   del   reconocimiento   como   se  

soluciona.  Se  olvida  que   la  autoestima  se   fomenta  y   construye  con  otros.  Podemos  decir  que  

antes  de  ser  auto-­‐estima  ha  sido  altero-­‐estima.  Cuando  siento  un  vacío  en  mi  interior,  frialdad  y  

ausencia   de   sentimientos,   es   porque   no   he   recibido   desde   fuera   de   mí,   la   llama   que   pueda  

calentar  mi  interior.    

Necesidad  de  tocarse  y  abrazarse.  Forma  parte  de  la  necesidad  de  ser  reconfortado19.  A  

través  del  tacto  se  expresa  cuidado,  protección,  ternura…  El  tacto  da  seguridad  y  es  la  base  de  

la  confianza.  Es  la  necesidad  de  acurrucarse  y  sentir  la  protección  del  abrazo  de  un  adulto.  He  

podido   observar   cómo   en   determinadas   personas,   la   necesidad   de   recibir   un   abrazo   se   ve  

transformada,  mediante  la  retroflexión  -­‐en  concreto  por  la  llamada  proflexión20   la  persona  que  

necesita   recibir   un   abrazo   es   la   que   los   da   a   los   demás…   Suelen   ser   personas   "dadoras"   de  

abrazos.  Allí  donde  la  necesidad  es  la  de  recibir,  uno  ofrece.  Cuando  preguntas  a  estas  personas  

qué  necesitan,  si  la  respuesta  es  "necesito  un  abrazo  de  tal  persona…",  podemos  observar  que  

al  ejecutar  la  experiencia  del  abrazo,  son  ellas  la  parte  activa  o  en  el  mejor  de  los  casos  reciben,  

al  mismo  tiempo  que  dan  con  fuerza.  Y  desde  luego  no  es  la  misma  experiencia  la  de  abrazar  a  

alguien  que  la  de  dejarse  abrazar21.  Y  por  tanto  no  cubre  la  misma  necesidad.  

Aparentemente  no  es  una  retroflexión  pues  se  ha  alcanzado  el  entorno.  Pero  la  persona  

                                                                                                                         19   Cfr. TODOROV,  Tzvetan  :  ob.  cit  pp.  102,103  

20   La proflexión fue una interrupción de contacto que introdujo la gestaltista Sylvia Crocker, que  consiste  en  hacer  a  los  demás  aquello  que  nos  gustaría  recibir  

21   En  neuropsicología  se  llama  "descarga  consecuente"  a  la  capacidad  de  discriminar  si  uno  ha  iniciado  el  movimiento  o  si  este  le  ha  sido  impuesto.  Es  un  tipo  de  señal  que  informa  al  cerebro  de  que  la  acción  va  a  producirse.  Estas  señales  están  presentes  en  el  movimiento  activo  y  ausentes  en  el  pasivo.  "Tenemos  aquí  otro  mecanismo  de  anticipación  (feedforward)  que  permite  a  un  individuo  diferenciar  lo  que  está  haciendo  de  lo  que  se  le  está  haciendo.  Cuando  el  mecanismo  de  la  descarga  consecuente  funciona  mal,  puede  que  las  imaginaciones  y  los  pensamientos  propios  se  atribuyan  a  otros,  lo  cual  es  una  forma  de  alucinación"  Cfr.  David  FREIDES  :  Trastornos  del  desarrollo  :  un  enfoque  neuropsicológico.  Barcelona.  Ariel  Neurociencia,  2002    p.  74,75  

se  siente  insatisfecha,  porque  lo  que  experimenta  es  un  sucedáneo  de  la  necesidad  original.  

En  terapia  se  previene  contra  el  contacto  físico  terapeuta-­‐paciente,  que  se  supone  puede  

conducir   a  múltiples   equívocos,   cuando  no  a   la  manipulación  por  parte  del   terapeuta.  He  de  

decir,  que  aun  estando  de  acuerdo  con  esta  regla,  de  manera  general,  no  dejo  de  pensar  que  

quien  emitió  esta  regla  tenía  un  problema  con  el  contacto  físico.  Y  que  como  otras  tantas  reglas,  

o  conceptos  de   la  psicoterapia   los  hemos  heredado,  sin   integrar,  de  un  modelo   individualista  

–el  psicoanálisis  y  el   conductismo-­‐.  Es  cierto  que  hay  que   tener  cuidado,   cierto,  pero  no  más  

que   con   el   uso   del   lenguaje,   que   puede   ser,   en   manos   de   alguien   mal   intencionado,   una  

excelente  arma  de  manipulación.    

Simplemente   añadir,   que   en  ocasiones  un   simple   abrazo   es  más   curativo  que  muchas  

palabras,  cuando  no  la  única  salida  a  determinadas  heridas.  Recordemos  el  caso  de  los  bebés  y  

la  incubadora  antes  mencionado.  

Necesidad   de   identificación.   De   nuevo   la   mirada   aparece   como   vínculo.   Mirar  

directamente   a   los   ojos   de   otra   persona,   y   mantener   la   mirada,   es   una   forma   intensa   de  

comunicación.   La   primera   experiencia   de   observación   a   través   de   la  mirada   es   la   que   se   da  

entre  la  madre  y  el  bebé  en  el  amamantamiento.  Nos  identificamos  con  aquel  que  admiramos  lo  

que  nos  proporciona  la  sensación  de  pertenencia,  de  comunidad  con  el  otro.  Cada  vez  que  el  yo  

está   necesitado   de   dirección   o   preparación   para   poder   afrontar   situaciones   inciertas   o  

amenazadoras,  la  presencia  de  una  figura  de  identificación  mantiene  la  seguridad  interior  a  la  

par  que  capacita  a  un  yo  todavía  inmaduro  para  navegar  a  través  de  lo  desconocido.    

Esta   necesidad   también   ha   sido   llamada   la   búsqueda   de   reconocimiento   por  

conformidad22.   Buscamos   nuestro   valor   a   través   de   la   igualdad,   asumimos   la  moralidad   (los  

usos  y  costumbres)  del  grupo  de  pertenencia.  

Necesidad  de  diferenciación.  Asegurada  la  necesidad  de  pertenencia,  evolutivamente  nos  

encontraremos  con  la  necesidad  de  individuación.  Es  una  necesidad  típica  aunque  no  exclusiva  

de   la   adolescencia.   En  un  proceso   saludable,   la   persona   sale  de   la   identificación  mediante   el  

                                                                                                                         22   cfr.  TODOROV,  Tzvetan  :  ob.  cit  p.121  

cuestionamiento  de  lo  que  antes  había  aceptado  como  bueno,  de  manera  que  puede  aceptar  e  

integrar  aquellos  valores  con  los  que  se  identifica  y  rechazar  aquellos  otros  con  los  que  no.  Es  

un   proceso   que   indica   e   implica   madurez.   A   menudo   pregunto   a   mis   estudiantes   ¿sabéis  

cuando   termina   la   adolescencia?  …  Después   de   un   breve   silencio,   respondo   "la   adolescencia  

termina  cuando  hago  lo  que  deseo  aunque  coincida  con  los  deseos  de  mis  padres".  Así  como  en  

la  necesidad  de  identificación  nos  encontrábamos  con  el  reconocimiento  de  conformidad,  aquí  

nos  encontramos  con  el  reconocimiento  de  distinción.  Es  decir,   lo  que  me  da  valor  y  me  hace  

sentirme  orgulloso  es  ser  diferente,  destacar  en  algo.  

Hay  que  distinguir  entre  reconocimiento  en  sentido  estricto  que  es  el  que  valida  nuestra  

existencia,  del  reconocimiento  de  confirmación,  que  sólo  afecta  a  nuestro  valor.  Subrayo  esta  

distinción  pues   cuando  alguien  propone  pasa  de   lo  que  digan   los  demás,  no  dependas  de   su  

opinión,   nos   estaremos   refiriendo   al   reconocimiento   parcial   o   de   valor.   Esta   posición  

autosuficiente,  o  de  desprecio  al   juicio  del  otro  no  pone  en  duda  nuestra  existencia,  sino  sólo  

un  aspecto  de  quienes  somos.    

Necesidad  de  cuidar.  Hace  referencia  a   la  necesidad  de  ayudar,  de  dar  y  de  confortar  a  

los  demás.  Ya  los  niños  muestran  tal  necesidad,  que  establece  reciprocidad  con  el  adulto.  Así  el  

niño  ofrece  su  "caca"  como  regalo,  hace  otro  tipo  de  obsequios  como  preparar  un  postre  (que  

quizá   sea   incomible),   quiere   peinarte,   te   da   su   amor.   El   niño   necesita   además   de   sentirse  

querido,  que  se  cubriría  con  la  necesidad  de  relación  antes  expuesta,  saber  que  lo  que  ofrece,  

su  amor,  sus  actos,  se  aceptan  como  algo  bueno.  

Necesidad  de  afirmación.  Corresponde  a  la  necesidad  de  ser  admirado  y  valorado.  Es  una  

necesidad  que  permanece  toda   la  vida,  empieza  por   los  padres,  continua  con   los  amigos,  con  

los   profesores,   etc.   Lejos   de   ser   una   deficiencia   sugiere   vínculo,   respeto,   confianza.   Muchas  

personas  se  sienten  desdichadas  porque  no  creen  tener  ningún  valor.  No  sirve  de  mucho  que  se  

lo  señalemos,  deben  saber  reclamarlo  y  una  buena  manera  es  encontrando  algo  que  ofrecernos,  

para  ser  admirado.  He  aquí  un  ejemplo  clínico:    

En   una   sesión   de   grupo,   estaba   realizando  un   trabajo   con   una  mujer   y   hacia   el  

final   del   trabajo   le   pregunto   si   necesita   algo   más   de   mí.   Me   responde   que   un  

abrazo.  Por  el  trabajo  realizado,  he  llegado  a  comprender  que  es  una  mujer  que  se  

deprecia.  No  se  aprecia  y  su  petición  surge  desde  alguien  que  casi  no  tiene  derecho  

a   recibir.  Antes  de  darle  el  abrazo   le  pregunto,  para  qué   le   servirá,   y  aparece   la  

"necesidad  del   contacto   reconfortante".   Pero  antes   de  acceder  a  dárselo,   le   digo  

"yo   te   daré   el   abrazo   si   tu   me   das   a   cambio,   algo   que   tenga   valor   para   ti"  

[pretendo  establecer  reciprocidad,  y  alternancia  entre  dar  y  recibir].  Los  dos  de  pie  

en   medio   del   grupo…,   pasó   cierto   tiempo,   pues   como   era   de   imaginar,   no  

encontraba  nada  de   valor   en   ella  que  me  pudiera  ofrecer.  Al   final   encontró  una  

cosa,  valoraba  su  sonrisa,  en  especial  cuando  le  sonreían  los  ojos,  y  me  la  ofreció.  

En  ese  momento  hubo  intercambio.  Pasado  un  cierto  tiempo  me  pude  enterar  que  

en  las  semanas  que  siguieron  al  taller,  esta  mujer  que  tenía  una  constitución  más  

bien  obesa,  y  con  problemas  de  bulimia,  perdió  10  kgs.    

 

Necesidad  de  poder.  Corresponde  esta  necesidad  a  nuestra  definición  de  creatividad,  

cuando  hablamos  de  ajuste  creador,  pues  la  necesidad  de  poder,  lejos  de  querer  decir  

abuso  de  fuerza,  o  autoridad,  es  definida  por  Kauffman  como  "necesidad  de  ser  capaz  de  

influir  sobre  el  entorno  de  uno,  de  tener  un  impacto,  de  ser  escuchado".  

Hasta  aquí  las  necesidades  citadas  por  Kauffman,  que  como  vemos  implican  un  entorno  

y  se  dan  en  relación  con  "otro".  El  autor  nos  dirá  que  la  falla  en  alguna  de  ellas  generará  

vergüenza,  y  provocará  angustia,  patología  y  la  búsqueda  de  soluciones,  más  o  menos  

ajustadas.  Y  apuntalan  mi  intención  de  mostrar  que  no  somos  autosuficientes,  como  bien  

indican  Goodman  y  Perls  en  1951.    

Pero  el  Perls  tardío  también  escribe:  "Ningún  individuo  es  autosuficiente;  el  individuo  

puede  existir  únicamente  en  un  campo  ambiental.  El  individuo  es,  inevitablemente  en  todo  

momento,  parte  de  algún  campo".  Para  más  adelante  añadir  "el  ambiente  y  el  organismo  están  

en  una  relación  de  reciprocidad.  Ninguno  es  víctima  del  otro.  Su  relación  es  de  hecho  una  

relación  de  opuestos  dialécticos".23  

Fritz  Perls  escribió  también,  que  la  madurez  consiste  en  el  paso  de  apoyo  ambiental  al  

auto  apoyo.  Esta  frase  ha  sido  a  menudo  mal  interpretada,  ya  que  algunos  lo  han  tomado  como  

llegar   a   hacer   uno   por   sí  mismo   y   para   sí  mismo,   sin   tener   que   depender   de   los   demás.   En  

realidad  Perls  no  hace  sino  ofrecer  la  definición  que  sobre  madurez  podemos  encontrar  en  un  

diccionario,  a  saber,  la  adquisición  de  autonomía.    

La   persona   autónoma   en  modo   alguno   rechaza   su   necesidad   de   los   demás.   Sabe   que  

puede  hacer  las  cosas  por  sí  misma,  pero  que  para  realizar  la  mayoría  de  las  cosas  necesita  de  

los   otros.   La   autonomía   aparece   definida   en   los   diccionarios   de   dos   maneras,   como    

autonomía  primaria,  a  la  que  hace  referencia  Perls,  que  se  define  como  "la  independencia  que  

el  niño  adquiere   respecto  de   su  medio  al   aprender  a   comer   solo,   a   caminar,   a   leer  etc.";   y   la  

                                                                                                                         23   PERLS,  Fritz  :  El  enfoque  guestáltico.  Testimonios  de  terapia.  Santiago  de  Chile.  Ed.  Cuatro  Vientos,  1976  pp.  29  y  31.  

autonomía   secundaria   que   es   la   "actitud   del   sujeto   mediante   la   cual   ejerce   su   propia  

individualidad  frente  a  los  demás  y  que  traduce  las  propias  creencias  y  valores"24.  

Por   tanto   saberse  manejar   en   cosas   en   las   que   antes   no   sabíamos,   y   saber   defender  

nuestra  opinión  y  valores  no  es  lo  mismo  que  aislarse  del  mundo.  Y  desde  luego  auto-­‐apoyo  no  

es   lo   mismo   que   autosuficiencia,   aunque   en   alguna   época   de   la   Terapia   Gestalt   se   hayan  

confundido.  

Todorov  sugiere  como  conjunción  de  lo  individual  y  lo  social  lo  que  él  llama  alternancia,  

y  que  considera  que  es  propio  de  las  parejas  de  largo  recorrido.  Me  ha  gustado  enormemente  

encontrarme  con  este  concepto,  pues  mis  estudiantes  reconocerán  en  estas  palabras,  aquellas  

que  me   han   oído   en  más   de   una   ocasión   al   referirme   al   hecho   de   pedir.   Todorov   define   la  

alternancia  como:    

El   reclamo   que   tú   me   diriges,   a   saber   responderte   en   tu   existencia,   me   aporta   la  

confirmación  de  la  mía:  yo  soy  reconocido  como  aquel  que  tú  necesitas.  Y  por  mi  parte,  

mi   reclamo   de   reconocimiento   no   te   exaspera,   por   el   contrario,   te   otorga   incluso   un  

estatus   excepcional,   puesto   que   eres   el   único   (la   única)   que   puede   otorgármelo.   La  

cooperación  es  mucho  más  provechosa  para  cada  uno  de  los  miembros  de  la  pareja  de  lo  

que   hubieran   sido   sus   egoísmos   paralelos;   contrariamente   a   lo   que   afirman   los  

partidarios   de   la   psicología   individualista,   el   sujeto   encuentra   su   provecho   en   la  

existencia   del   otro,   no   en   su   supresión;   al   hacerlo   existir   aseguro   mi   propia  

existencia"25.  

 

                                                                                                                         24   BIBLIOTECA  DE  CONSULTA  LAROUSSE  :Diccionario  de  Psicología.  Barcelona.  Spes  editorial,  S.L.  y  RBA  Promociones  Editoriales  S.L.  2003  p.  29  

25   TODOROV,  Tzevetan.  ob.cit.,  p.  160-­‐161  

 

LA  co-­‐DEPENDENCIA    

Cuando   hablamos   de   personalidades   dependientes,   normalmente   nos   referimos   a   la  

persona   que   presenta   un   problema   de   dependencia   y/o   adicción,   sea   del   tipo   que   sea.   Pero  

solemos  perder  de  vista  el  otro  polo  del  campo.  Así  pues,  rara  vez  nos  paramos  a  pensar  en  qué  

tipo  de  entorno  se  ha  desarrollado,  o  se  muestra  y  mantiene  tal  dependencia.  Los  gestaltistas  

sabemos  sin  embargo,  que  existiendo  un  campo,  y  un  desequilibrio  en  ese  campo,     la  persona  

encontrará  la  respuesta  más  ajustada,  dadas  las  circunstancias.  Y  que  esta  respuesta,  tenderá  a  

restaurar  el  equilibrio  más  simple.  Si   tenemos  en  cuenta  esta  consideración,  podemos  pensar  

que   la   persona   con   tendencia   a   establecer   relaciones   confluentes,   se   ha   encontrado   en   algún  

momento  de  su  vida  obligada  a  dar  una  respuesta  que  convenía  al  equilibrio  del  sistema.  En  la  

actualidad,  y  debido  a  su  ajuste  conservador  cronificado,  se  encontrará  con  otros  entornos  que  

favorezcan   la   repetición   de   su   comportamiento.   Por   tanto,   en   un   análisis   de   la   situación,  

habremos   de   tener   en   cuenta   el   contexto   donde   tal   actitud   se   manifiesta,   ya   que   con   toda  

seguridad  encontraremos  en  la  otra  parte  del  campo  una  actitud  que,  o  bien  favorece  o  bien  se  

beneficia  de  la  actitud  dependiente.    

Cuando  nos   encontramos  una   relación,   sea  de  pareja   o   de   otro   tipo,   donde  una  de   las  

partes  presenta  una  adicción,  solemos  sentir  simpatía  por  la  víctima  del  adicto.  Pero  tal  vez,  la  

supuesta  víctima  de  la  persona  dependiente,  necesite  de  ésta  a  su  lado  para  mantener  intacta  su  

identidad.  Esa  otra  parte  del  campo,  no  tolerará  cambios  absolutos  en  la  persona  dependiente,  

ya  que  ello  cuestionaría  su   identidad  y  autoestima.  Y  desde   luego  es  muy  evidente  que  en   las  

otras   situaciones   de   enganche,   "los   camellos",   también   necesitan   de   personas   dependientes  

para  mantener  sus  beneficios.      

En   este   apartado,   me   referiré   a   las   actitudes   de   cuidado   hacia   los   demás   que   han  

derivado  en  enganche  y  dependencia   tóxica.  Porque  si  bien,   como  hemos  visto  más  arriba,   la  

necesidad   de   cuidar   es   una   necesidad   básica,   como   tal,   intenta   establecer   una   relación   de  

reciprocidad,   una   cierta   igualdad.   Pero   las   actitudes   co-­‐dependientes,   o   ciertas   actitudes  

caritativas   necesitan   para   su   mantenimiento   y   su   justificación,   que   la   desigualdad   y   la  

dependencia  se  mantengan.    

A  nivel  de  relaciones  personales  y  afectivas,  estaremos  hablando  de  las  personalidades  

co-­‐dependientes.   En  Wikipedia   encontramos   la   siguiente   definición   sobre   la   codependencia:"  

condición   psicológica   en   la   cual   alguien   manifiesta   una   excesiva,   y   a   menudo   inapropiada,  

preocupación  por  las  dificultades  de  alguien  más".  

Como  se  puede  apreciar,  la  co-­‐dependencia  es  distinta  a  la  inter-­‐dependencia  y  a  su  vez  

la   niega.   Pues   esta   segunda,   está   basada   en   una   relación   de   igualdad,   de   intimidad   y   de  

reciprocidad.   La   co-­‐dependencia,   sin   embargo,   requiere   desequilibrio   en   la   relación,   es  

necesaria  la  presencia  de  un  cuidador  y  de  un  cuidado,  sin  alternancia  de  los  roles.  No  hay  por  

tanto,  ni  intimidad,  ni  igualdad,  ni  reciprocidad.    

Las   personalidades   co-­‐dependientes   presentan   características   similares   entre   las   que  

destacan   :   necesidad   de   tenerlo   todo   bajo   control,   desconfianza,   perfeccionismo,  

hiperprotección,   hipervigilancia   –invalidando   al   otro   con   esta   actitud-­‐,   obsesivas,   baja  

autoestima,   que   se   ve   aumentada   gracias   al   hecho   de   sentirse   útil   para   el   otro.   Cuando   la  

relación   fracasa   la   persona   co-­‐dependiente   puede   presentar   síntomas   como   fobia   social,  

ataques  de  ansiedad  o  de  pánico  y  depresión.  

Por   tanto,   a   nivel   de   relaciones   personales   cabría   preguntarse:   ¿quién   depende  

realmente  de  quien?  Pregunta  que  tampoco  es  pertinente  plantearse  desde  la  teoría  del  campo,  

puesto  que  responder  a  dicha  pregunta  supone  estar  en  el  mismo  nivel  lógico  que  antes,  cuando  

considerábamos   al   sujeto   dependiente   aisladamente.   Dicho   en   otras   palabras,   supone  

mantenernos  en  una  posición  que  explica  los  hechos  por  causa-­‐efecto.  O  ¿quién  es  el  culpable?  

Si  operamos  así,  analizamos  los  hechos  desde  el  paradigma  individualista  y  no  desde  el  que  nos  

es  propio,  el  del  campo,  que  nos  conduce  a  contemplar   la  situación  como  contacto  y  desde   la  

perspectiva  de  una  co-­‐responsabilidad  en  la  creación  de  dicha  relación.  Recordemos  de  nuevo  a  

K.  Lewin:    

La  verdadera  tarea  es  buscar   las  propiedades  estructurales  de  un  todo  dado,  constatar  

las   relaciones   que   ese   todo   mantiene   con   los   todos   subsidiarios   y   determinar   las  

fronteras  del  sistema  que  estudiamos.  No  es  más  verdad  en  psicología  que  en  física  que  

toda  cosa  depende  de  todo  el  resto26.  

Es  el  momento  de  recordar  que  el  principio  organizador  del  campo  pertenece  al  campo  

que  él  mismo  define  y   crea,   y   él  mismo  está   sometido  a   las   fuerzas  de   este   campo.  La  

persona   co-­‐dependiente   sería   el   principio   organizador   del   campo.   Malcolm   Parlett27  

retomando  las  investigaciones  de  la  teoría  del  campo  en  la  Psicología  de  la  Gestalt  habla  

de  cinco  grandes  principios,  de  los  que  me  extiendo  un  poco  más  en  tres  para  el  presente  

trabajo:  

El  principio  de  organización.  El  significado  proviene  de  una  consideración  de  la  situación  

total,  de  la  totalidad  de  los  hechos  co-­‐existentes.  «La  significación  de  un  simple  hecho  

                                                                                                                         26   Citado  en  PERLS,  Fritz;  HEFFERLINE,  Ralph  y  GOODMAN,  Paul  (1951)  :  ob.  cit.  p.  67  

27   Citado  por  Jean-­‐Marie  Robine  en:  Contacto  y  relación  en  psicoterapia.  Santiago  de  Chile.  Cuatro  Vientos,  1999  pp.  195  y  196  

depende  de  su  posición  en  el  campo;  (...)  las  diferentes  partes  del  campo  están  en  

inter-­‐dependencia  recíproca».  Con  esta  afirmación  Lewin  nos  invita  a  ir  más  allá  de  las  

propiedades  permanentes  de  los  objetos  para  centrarnos  en  la  interdependencia.  Lewin  

no  niega  que  existan  invariantes  en  la  estructura  de  la  situación:  estructura  y  función  no  

están  separadas  sino  que  son  dos  acercamientos  a  una  totalidad  inseparable.  El  principio  

de  contemporaneidad.  Es  en  el  campo  presente  que  se  ejercen  la  constelación  de  

influencias  que  “explican”  el  comportamiento  presente.  Forman  parte  de  este  presente,  

el  pasado-­‐recordado-­‐ahora  y  el  futuro-­‐anticipado  ahora,  tal  y  como  los  vive  la  persona.  

El  principio  de  singularidad.  Viene  a  decir  que  los  significados  de  cada  situación  se  deben  

construir  de  manera  individualizada  para  cada  campo.  El  principio  de  proceso  cambiante.  

Este  principio  nos  habla  de  la  provisionalidad  de  la  experiencia.  El  principio  de  una  

posible  relación  pertinente.  Según  este  principio,  ninguna  parte  del  campo  puede  ser  

excluida  o  considerada  como  no  pertinente,  es  decir,  que  todo  elemento  del  campo  forma  

parte  de  la  organización  total  y  es  potencialmente  significativo.    

Así  pues,  cualquier  cambio  en  una  parte  del  campo  moviliza  y  afecta  al  campo  en  su  

globalidad,  así  como  a  sus  elementos  constitutivos.  Como  veremos  más  adelante,  determinadas  

actitudes  caritativas  y  determinadas  posiciones  victimistas  están  basadas  en  este  principio.  Mi  

hipótesis  es  que  las  actitudes  co-­‐dependientes,  al  igual  que  determinadas  actitudes  de  ayuda,  

son  intentos  de  superar  la  experiencia  de  la  falta  de  reconocimiento.    

Todorov28   menciona  diferentes  actitudes  paliativas  respecto  a  la  necesidad  de  

reconocimiento  que  no  se  ha  visto  satisfecha.  Me  centraré  en  tres  de  ellas:  la  fusión,  el  orgullo  y  

las  actitudes  caritativas.    

La   fusión,   no   sólo   significa   estar   abierto   en   parte,   para   recibir   el   reconocimiento,   sino  

que   supone  estar   totalmente   abierto,   y   a   cualquiera.   Sentimiento  de   simbiosis,   donde   falla   lo  

que   es   consustancial   a   la   existencia   humana,   el   sentimiento  de   incomplétude  que  nos   orienta  

hacia   el   otro.   En   la   confluencia   el   otro   es   transformado   en   objeto,   ya   no   es   un   sujeto   y   lo  

amenaza  con  la  absorción.  Aislamiento  y  fusión  son  opuestos,  pero  idénticos  en  su  radicalidad.  

En   la   fusión   no   hay   contacto,   de   hecho   decimos   en   terapia   gestalt   que   la   confluencia   es   lo  

opuesto   al   contacto,   pues   ha   desaparecido   la   frontera-­‐contacto.   El   aislamiento   será   el  

equivalente  del  comportamiento  egotista.    

                                                                                                                         28   De  manera  más  amplia  se  pueden  encontrar  en  Tzvetan  TODOROV:  ob.  cit.  pp.  146  y  ss.  

Otra  manera  es  el  orgullo,  en  el  sentido  en  que  sutilmente  retiro  a  los  demás  la  capacidad  

de  sancionarme.  Yo,  únicamente,  detento  el  poder  de  la  auto-­‐sanción.  El  orgullo  es  diferente  a  la  

jactancia,  puesto  que  mientras  en  ésta  la  persona  tiene  necesidad  de  los  demás  como  auditorio  

de  sus  hazañas;  el  orgulloso  desprecia  a  los  otros,  no  se  rebaja  a  considerarlos.  Puede  aparecer  

como   modesto,   exigente   consigo   mismo.   Se   acerca   "al   ser   autosuficiente",   pues   para   no  

depender  de  los  otros,  y  así  admitir  su   incomplétude,  busca  saber  hacer  todo  por  sí  mismo,  es  

hábil  tanto  en  el  plano  físico  como  mental,  sabe  cuidarse.  Su  voluntad  de  autonomía  le  preserva  

incluso  de  la  enfermedad,  que  es  dependencia.  Lo  que  no  hay  que  olvidar  aquí,  de  nuevo,  es  que  

la   auto-­‐sanción   es   sanción   internalizada.   Pero   además   el   orgulloso,   necesita   a   su   lado   de   los  

otros  a  los  que  no  necesita,  pues  ello  le  confirma  en  su  independencia.  Niega  el  reconocimiento  

indirecto,  porque  ni  eso  necesita,   lo  hace  todo  mejor  que  los  demás.  Estar  a  su  lado  es  mucho  

más  insufrible,  que  estar  frente  a  un  jactancioso.  Porque  uno  siente  la  impotencia  generada  por  

el  sentimiento  de  no  ser  necesitado.    

Ciertas  actitudes  caritativas,  pertenecerían  a  la  forma  de  la  auto-­‐sanción  del  orgulloso/a.  

La  persona  da  su  tiempo,  su  dinero,  sus  fuerzas,  sin  pedir  contrapartida.  Los  demás  (enfermos,  

pobres,  los  que  están  en  peligro)  son  los  necesitados.  Evidentemente  que  este  comportamiento  

no  es  tan  altruista  como  parece,  pues  está  la  sanción  indirecta,  es  decir,  aquella  que  se  obtiene  

como  premio  a  mi  acción,  la  admiración  por  la  dedicación  otorgada  o  la  gratitud.  Propongo  que  

en  la  caridad  como  dependencia,  más  que  la  gratitud,  lo  que  se  busca  es  el  endeudamiento.  El  

otro  es  visto  como  alguien  que  necesita  recibir,  pero  al  que  le  sustraigo  la  necesidad  de  dar,  que  

haría  que  el  otro  se  sintiera  necesario.  La  caridad  sistemática  no  autoriza  la  reciprocidad.    

Otra   ventaja   de   dar   ayuda   es   que   al   ocuparse   de   las   necesidades   de   los   otros   uno   se  

olvida  de  las  propias.  Pienso  en  los  otros  para  no  pensar  en  mí  mismo,  que  tal  vez  es  la  cosa  que  

más  miedo  me  da  en  el  mundo,  así  consigo  que  siempre  haya  alguien  peor,  más  necesitado.  Este  

es   el   caso   que  más   he   podido   observar   en  mi   consulta.   El   de   personas   deprimidas,   que   han  

perdido   la   fe,   insatisfechas   con   sus   vidas   y   que   han   dedicado   una   importante   parte   de   sus  

esfuerzos   como   asistentes   sociales,   cooperantes,   miembros   de   ONG's,   etc.   Está   claro,   que   su  

actitud   caritativa   ha   ayudado   a   muchas   personas,   pues   lo   hacían   de   buena   fe,   pero   ellas   se  

sienten  vacías.  Suelen  ser  personas  con  una  gran  necesidad  de  cuidados,  que  no  saben  pedir,  y  

con  gran  dificultad  para  contactar  con  sus  necesidades.    

Además   de   las   tres   actitudes   que   acabo   de   mencionar,   existe   otra   que   es   "la  

victimización".  La  persona  que  asume  el  rol  de  víctima,  acaba  siendo  motivo  de  primera  página,  

y  es  admirada  por  los  demás.    

Un  ejemplo  particular  de  víctimas,  son  las  mujeres  nacidas  en  la  década  de  los  20,  o  30  

del   pasado   siglo,   que   tuvieron   que   encontrar   su   "valor"   en   el   sufrimiento,   y   la   dedicación  

abnegada  a  marido  e  hijos.  Estas  mujeres,  al  hablar  entre  ellas  parecían  competir  para  ver  cuál  

era   la   mejor   madre,   o   la   mejor   esposa   y   para   ello   esgrimían   un   currículo   lleno   de   pesares,  

frustraciones  y  desengaños.  Que  quién  tiene  unos  hijos  que  la  hagan  sufrir  más,  que  quién  tiene  

peor   marido…etc.   Sus   méritos   para   ser   alguien,   iban   directamente   relacionados   con   el  

sufrimiento  vivido.  En  un  país  como  España,  oficialmente  católico  durante  años,  se  comentaba  

que   hacían  méritos   para   ganarse   el   cielo.   El   reconocimiento   pasaba,   para   ellas,   a   través   del  

sacrificio.  Son  mujeres  a  las  que  los  valores  dominantes  en  la  sociedad,  no  les  dejaron  otra  vía  

para  sentirse  alguien,  que  la  abnegación  y  la  entrega.    

Mientras   redactaba   este   escrito   tuve   la   ocasión   de   ver   la   película   "Réquiem   por   un  

sueño".  En  ella  la  madre  del  protagonista  (Jared  Leto)  interpretada  por  Ellen  Burstyn,  es  adicta  

a   la   televisión  y   a   las   anfetaminas  para   adelgazar.   En  una   escena   su  hijo   le  pide  que  deje   las  

pastillas   antes  de  que   sea  demasiado   tarde,   y   ella   le   habla  de   su   soledad,   pues   su  marido  ha  

muerto  y  el  hijo  no  la  visita.  El  hijo  le  dice  que  tiene  a  sus  amigas,  a  lo  que  ella  responde  "no  es  lo  

mismo,   ellas   no   me   necesitan".   El   deterioro   de   esta   mujer   empieza   cuando   no   se   siente  

necesitada,  cuando  no  puede  cuidar  a  nadie.  Porque  el  drama  de  la  vejez  no  es  necesitar  a  los  

otros,  sino  que  los  otros  no  nos  necesiten.    

Muchas  mujeres  como   las  antes  mencionadas   llegan  al  momento  en  el  que   los  hijos  se  

emancipan,  y  entran  en  depresión.  O  bien  hacen  que   los  hijos  vayan  a  comer   todos   los  días  a  

casa  diciendo  algo  parecido  a   "como  vosotros   trabajáis   los  dos,   la  mamá  os  hará   la   comida  y  

coméis  aquí".  Conocí  una  pareja  que  3  años  después  de   casarse   tenían   intacta   la   cocina  y   los  

enseres  para  cocinar  pues  todas  las  comidas  del  día,  absolutamente  todas,  las  hacían  en  casa  de  

la   madre   del   marido.   O   también   se   convierten   en   canguros   para   los   hijos   de   sus   hijos.   Uno  

esperaría  que  alcanzada  la  libertad  de  la  crianza,  se  dedicaran  a  vivir  la  relación  de  pareja,  a  las  

amigas,   a   los   viajes.   Pero   cualquier   cambio   en   esta   dirección   amenaza   su   identidad.  Muchos  

hijos/as   se  desesperan  al   ver   a   sus  madres,   que   tanto   se  habían  quejado  de   las   obligaciones,  

atarse   a   otras   obligaciones.   Estos/as   hijos/as   no   entienden   que   la   libertad   para   pensar   en   sí  

mismas  y  en  el  placer  no  forman  parte  de  su  función  personalidad.  Y  generan  una  gran  angustia.    

Pero  en  otros  casos,  no  se  trata  tanto  de  ser  víctima  como  de  asumir  su  estatus.  Todorov  

como  Bückner,  en  las  obras  ya  citadas,  hablan  de  la  guerra  yugoslava  en  donde  las  atrocidades  

cometidas  se   justificaban  por   las  atrocidades  recibidas.  El  verdugo  se   legitima  convirtiéndose  

en  víctima.  La  víctima  no  busca  tanto  conseguir  sus  deseos,  como  reclamarlos.  En  la  queja  está  

la  satisfacción,  y  el  reconocimiento.  Si  alcanzas  aquello  que  dices  necesitar   la  mirada  del  otro  

hacia  ti  cambia;  ya  que  pierdes  interés  para  él.  A  la  gente  que  se  siente  despreciable,  víctima  en  

definitiva,  no   le  podemos  dar  reconocimiento  resaltando  sus  valores,  no   lo  va  a  aceptar,  pues  

destruimos   su  mundo,   se   siente   amenazado   en   su  manera   de   existir.   Ponemos   en   peligro   su  

identidad.  Son  esas  personas  que  crean  frustración  en  el  otro,  pues  a  cada  solución  propuesta,  

son   capaces   de   encontrar   no   un   problema,   sino   dos.   Más   que   darle   algo   que   creemos   que  

necesitan,   lo  que   las  confirmaría  en  su  victimismo,  sugiero  que   les  pidamos  que  nos  den  algo  

que  tenga  valor  para  ellas...    

 

Pascal  Bruckner,  se  muestra  más  tajante  cuando  escribe:      

Llamo   inocencia  a  esa  enfermedad  del   individualismo  que  consiste  en   tratar  de  

escapar  de   las  consecuencias  de   los  propios  actos,  a  ese   intento  de  gozar  de   los  

beneficios  de  la  libertad  sin  sufrir  ninguno  de  sus  inconvenientes.  Se  expande  en  

dos   direcciones,   el   infantilismo   y   la   victimización.   En   la   primera,   hay   que  

comprender  la  inocencia  como  parodia  de  la  despreocupación  y  de  la  ignorancia  

de   los  años  de   juventud;  culmina  en   la   figura  del   inmaduro  perpetuo  (aquel  que  

exige  seguridad,  al  tiempo  que  reclama,  sin  cesar,  ser  llenado).  En  la  segunda,  es  

sinónimo   de   angelismo,   significa   la   falta   de   culpabilidad,   la   incapacidad   de  

cometer  el  mal  y  se  encarna  en  la  figura  del  mártir  autoproclamado29.  

 

Hemos   de   saber   que   la   queja   forma   parte   del   rol   de   víctima.   Por   tanto   oír   a   alguien  

quejarse   no   quiere   decir   necesariamente   que   quiera   ser   ayudado,   o   que   quiera   cambiar   su  

situación.  La  queja  comporta  normalmente  resignación,  a  diferencia  de   la  protesta  que  tiende  

hacia  la  provocación  de  un  cambio.      

Refiriéndose   a   la   proliferación   de   ayudas   y   ayudantes,   anónimos   y   famosos,   Bruckner  

dice:    

 

Se   corre   el   riesgo   de   buscar   indigentes   no   para   ayudarlos   sino   para   descollar  

gracias  a    

ellos,  para  acabar  de  pulir  la  propia  imagen,  apara  saborear  los  deleites  de  la    

beneficencia  proclamada  a  los  cuatro  vientos.  Soy  bueno  y  quiero  que  se  sepa.  Los    

desdichados   ya   no   buscan   una   mano   caritativa,   sino   que   es   el   benefactor  

impaciente    

                                                                                                                         29   BRUCKNER,  Pascal  :  La  tentación  de  la  inocencia.  Barcelona.  Edit.  Anagrama,  1996  p.  15  

quien  busca  una  víctima  a  la  que  ayudar30.  

La   persona   co-­‐dependiente   ha   construido   su   existencia   de   tal   manera,   que   teme   a   la  

intimidad,   al   compromiso,   a   las   relaciones   de   igualdad,   miedo   a   perder   el   control   de   sus  

emociones,  y  en  particular  miedo  a  la  personalidad  del  otro,  por  eso  buscan  personas  con  una  

autoestima  aun  más  baja  que  la  suya.  En  su  familia  de  origen  han  sufrido  una  parentalización,  y  

por   tanto   han   sido   utilizadas   y   colocadas   en   una   situación   de   ocuparse   de   cuestiones   que  

pertenecen  al  mundo  de  los  adultos.  Han  sido  llevadas  a  crecer  prematuramente.    

La  patología  extrema  de  las  personalidades  co-­‐dependientes  es  el  llamado  síndrome  de  

Münchhausen   por   poderes.   Donde   la   persona   afectada,   no   sólo   necesita   de   personas   que  

dependan  de  ella  sino  que  es  capaz  de  provocar  la  enfermedad,  en  su  pareja  o  en  un  hijo,  para  

tener  que  cuidarlo.    

"Ser  libre  significa  en  primer  lugar  gozar  de  los  vínculos  de  afecto  y  reciprocidad  que  nos  unen  a  nuestros  semejantes  y  hacen  que  seamos  personas  con  vínculos,  personas  llenas.  Ser  sujeto  significa  también  estar  sometido  a  otro,  no  considerarse  nunca  desembarazado  de  él,  entrar  en  esa  red  de  dones,  de  intercambios,  de  obligaciones  que  constituye  el  comercio  humano."31  

   

                                                                                                                         30   BRUCKNER,  Pascal.  ob.cit.  p.  259  

31   BRUCKNER,  Pascal  :  ob.  cit.  

LA  DEPENDENCIA  DE  LA  IDENTIDAD    

Italo  Calvino  escribió  una  trilogía  :  El  barón  rampante,  El  caballero  inexistente  y  El  

vizconde  de  mediado,  con  una  clara  intención  moral.  Según  palabras  del  autor  "he  querido  

hacer  una  trilogía  de  experiencias  sobre  cómo  realizarse  en  tanto  que  seres  humanos:  en  el  

Caballero  Inexistente  la  conquista  del  ser,  en  el  Vizconde  demediado  la  aspiración  a  la  plenitud  

por  encima  de  las  mutilaciones  impuestas  por  la  sociedad,  en  el  Barón  rampante  una  vía  hacia  

una  plenitud  no  individualista  alcanzable  mediante  la  fidelidad  a  una  autodeterminación  

individual.  Tres  grados  de  acercamiento  a  la  libertad"32.  Fundamentalmente  es  en  el  Vizconde  

demediado  donde  Calvino  plantea  la  cuestión  de  la  identidad.    

Tener  una  identidad,  es  muy  útil.  Como  copia  verbal  del  Self  la  función  personalidad,  es  

la  encargada  de  enunciar  esta  identidad,  al  responder  a  la  pregunta:  ¿quién  eres?  Pero  al  

responder  y  dar  una  serie  de  calificativos  que  consideramos  nos  describen,  otros  aspectos  

posibles  son  negados,  de  forma  implícita.  Al  decir  "yo  soy…",  también  damos  a  entender  "yo  no  

soy…".  Según  unos  valores  aprendidos,  respecto  a  lo  que  son  buenos  y  malos  sentimientos.  Es  

decir,  nos  partimos  en  dos,  negando  una  de  las  partes.  Esta  es  precisamente  la  historia  del  

Vizconde,  la  historia  de  una  partición.  Pues  una  bala  de  cañón  turca  lo  parte  en  dos,  

sobreviviendo  las  dos  mitades.  Quien  narra  la  historia  dice  hacia  el  final  de  la  misma  "así  mi  tío  

Medardo  volvió  a  ser  un  hombre  entero,  ni  bueno  ni  malo,  una  mezcla  de  maldad  y  bondad,  es  

decir,  no  diferente  en  apariencia  a  lo  que  era  antes  de  que  lo  partiesen  en  dos.  Pero  tenía  la  

experiencia  de  la  una  y  la  otra  mitad  refundidas  juntas,  y  por  tanto  debía  ser  muy  sabio"33.  

Y  esto  viene  a  cuento  de  la  identidad.  Porque  quien  uno  considera  ser,  es  decir,  cómo  se  

valora  y  cómo  le  valoran  a  uno,  constituye  un  complejo  de  circunstancias  surgidas  en  las  

infinitas  interacciones  habidas  en  el  curso  de  cada  existencia.  Es  lo  que  en  terapia  gestalt  

llamamos  función  personalidad.  Esta  función  es  de  las  tres  funciones  del  self  la  más  estable.  La  

función  personalidad  habla  de  la  representación  que  yo  tengo  de  mí  y  de  los  otros,  habla  de  mis  

experiencias  vividas,  tanto  si  han  sido  asimiladas  como  si  no.  Es  lo  que  yo  pienso  que  soy,  (lo  

que  no  quiere  decir  que  yo  sea  eso),  es  el  como  yo  me  represento  mi  experiencia,  y  la  historia  

que  me  cuento  y  cuento  al  otro.  Pero  también  incluye  las  creencias  sobre  cómo  son  las  cosas.  

Sin  embargo,  si  es  una  función  flexible,  es  de  una  enorme  utilidad  para  el  funcionamiento  

                                                                                                                         32   CALVINO,  Italo  :  Nuestros  antepasados  :  El  vizconde  demediado,  El  barón  rampante,  El  Caballero  inexistente.  Madrid.  Alianza  Tres,  1991.  p.  405  [Aunque  las  obras  han  sido  publicadas  por  separado,  la  edición  que  el  autor  ha  utilizado  es  aquella  en  la  que  se  reúnen  las  tres  historias  bajo  un  título  común  :  NUESTROS  ANTEPASADOS]  

33   Ibid.  p.  79  

saludable  del  self,  no  obstante  debido  a  las  lealtades,  a  veces  se  vuelve  rígida  y  no  acepta  

fácilmente  el  cuestionamiento.  Vamos  a  intentar  deshacer  alguna  de  estas  creencias,  con  

respecto  al  tema  de  la  autosuficiencia.    

 

Auto-­‐apoyo  no  es  autosuficiencia.      

Volvamos   a   la   confusión   de   auto-­‐apoyo   con   autosuficiencia,   y   para   ello   retomaré   las  

palabras  del  propio  Perls  :  "El  auto-­‐apoyo  es  distinto  de  la  autosuficiencia.  Cuando  el  paciente  

termine  su  terapia  no  habrá  perdido  la  necesidad  de  las  otras  personas.  Por  el  contrario,  por  

primera  vez  encontrará  satisfacciones  en  su  contacto  con  los  demás"34.  

El   concepto   de   auto-­‐apoyo   tiene   que   ver   por   tanto   con   la   idea   de   contacto,   que   es  

contacto  con  otras  personas.  En  la  obra  póstuma  de  Perls,  El  enfoque  gestáltico,  ninguna  de  las  

veces   que   aparece   el   concepto   de   auto-­‐apoyo   se   puede   confundir   con   otra   cosa   que   no   sea  

nuestro  ajuste  creador.  Siempre  se  hace  referencia  al  campo  organismo-­‐entorno  y  a  la  toma  de  

conciencia  por  parte  de  la  persona  de  sus  necesidades  en  un  campo  dado,  y  de  los  recursos  que  

tiene  a  su  alcance  para  resolver   la  situación.  El  auto-­‐apoyo  no  tiene  que  ver  por   tanto  con  el  

apoyo  a   sí  mismo   [como  una  mala   traducción  del   inglés   self-­‐support  puede  dar   a   entender].  

Laura   Perls   ha   podido   contribuir   también   a   la   confusión   cuando  utiliza   el   auto-­‐apoyo,   como  

sinónimo   del   apoyo   que   uno   puede   obtener   de   su   cuerpo:   músculos,   esqueleto,   posición  

corporal,   manera   de   respirar,   de   caminar,   de   sentarse   etc.   Pero   fomentar   el   auto-­‐apoyo  

representa   fomentar   los   recursos  en  el  paciente,  para  que  ahora  y  después  pueda  salir  de   la  

repetición   y   pueda   volver   a   realizar   ajustes   creadores,   teniendo   en   cuenta   los   recursos   a   su  

alcance.  Preguntas  como:  ¿qué  deseas?,  ¿qué  quieres  hacer?  lejos  de  ser  preguntas  que  tienden  

al  egotismo,  son  preguntas  para  facilitar  "el  darse  cuenta"  de  las  necesidades  y  los  recursos  en  

una  situación  dada.  

Fritz  Perls  en  otros  momentos,  sobre  todo  cuando  define   la  confluencia  como  relación  

fusional,  en  lugar  de  definirla  como  "no  conciencia  de…",  introduce  la  confusión.  Gary  Yontef  lo  

explica  de  la  siguiente  manera:    

                                                                                                                         34   PERLS,  Fritz  :  El  enfoque  guestáltico.  Testimonios  de  terapia.  Santiago  de  Chile.  Ed.  Cuatro  Vientos,  1976    p.  113  

Aun  cuando  la  teoría  básica  de  la  terapia  gestáltica  acentúa  el  contacto  y  el  apoyo  

–el  auto-­‐apoyo  para  el  contacto  y  el  alejamiento  interpersonal-­‐,  la  poca  claridad  y  

coherencia  de   la  definición  a  menudo   llevó  a   confusiones   teórico-­‐prácticas.  Con  

frecuencia   el   auto-­‐apoyo   se   discutió   de   manera   tal   que   se   confundía   con   la  

autosuficiencia  y  enseñaba  una  actitud  abiertamente  negativa  frente  a  cualquier  

indicio   de   confluencia.   Con   esto   se   oscurecía   la   importancia   de   la  

interdependencia  y  cooperación  en  un  funcionamiento  normal  y  sano  [las  cursivas  

son  mías].  

Esta  confusión  puede  haber  sido  inducida  por  la  negación  de  Perls  y  de  otros  terapeutas  

gestálticos  de  su  interdependencia35.  

 

                                                                                                                         35   Cfr.  YONTEF,  Gary.  Proceso  y  diálogo  en  terapia  guestáltica.  Santiago  de  Chile.  Ed.  Cuatro  Vientos.  1995.  P.  103-­‐104  

Saber  pedir  es  signo  de  madurez    

Con   frecuencia   encuentro  que   las  personas  que  defienden   la   autosuficiencia  no   saben  

pedir.   En   la   clínica   descubro   que   estas   personas,   durante   su   infancia,   se   han   visto  

desprotegidas,  solas  y  amenazadas,  cuando  más  necesitaban  confiar  en  el  entorno  para  hacer  

frente   a   sus   angustias   y   así   poder   madurar   poco   a   poco;   o   bien   se   han   visto   engullidas,  

invadidas,  violadas  en  su  intimidad  (utilizados  como  objetos),  por  lo  que  han  desarrollado  una  

autosuficiencia   feroz  y  exagerada,  o,   como  he  dicho  antes,  han  convertido  su  necesidad  en   la  

contraria,  mediante   la   formación   reactiva,   la  negación  de  una  necesidad  a   través  de   la   sobre  

compensación.    

Normalmente  las  personas  que  no  piden  explícitamente  aquello  que  necesitan  justifican  

de  diversas  maneras  su  posición.  Una  de  ellas  es  pensar  que  si  pido  algo,  lo  obtenido  no  tiene  

valor,  porque  lo  he  pedido.  Actuamos  según  la  representación  que  nos  dice  que  el  otro  ha  de  dar  

libremente,   y  que  al  pedirle,   aquello  que  nos  dará,  no   tiene  valor  pues  no   lo  hace  por  deseo  

propio.   Desde   esta   presunción   estamos   considerando,   que   por   el   hecho   de   explicitar   una  

demanda  el  otro  tiene  que  aceptarla.  Es  decir,  estamos  minusvalorando  al  otro,  su  capacidad  

para  decir  no,  y  sin  darnos  cuenta  restamos  valor  a  nuestra  relación  con  él.  Esperamos  que  el  

otro   adivine   nuestro   deseo.   Cuando   en   realidad,   al   pedir   abiertamente   liberamos   al   otro.  

Porque  el  otro   tiene   la   libertad  para   responder  afirmativamente,  negativamente  o  pedir  más  

información  para  tomar  la  decisión  ahora  o  más  tarde.  Saber  que  el  otro  es  capaz  de  negarse  

crea  confianza  en   la  relación.  Nos  da  una  referencia  sana,  sabemos  a  qué  atenernos  y   la  otra  

persona   también.   Por   el   contrario,   cuando   la   petición   es   implícita   o   no   se   manifiesta,   pero  

esperamos   que   la   otra   persona   la   adivine,   crea   frustración,   impotencia,   manipulación   -­‐en  

sentido   peyorativo-­‐del   otro.   Detrás   de   las   racionalizaciones   utilizadas   para   no   pedir,   está   el  

sentimiento  de  vergüenza,  que  acompaña  al  hecho  de  mostrarnos  al  otro,  al  hecho  desnudar  

nuestra  intimidad  y  mostrar  nuestro  deseo.  

Otro   argumento   utilizado   para   no   pedir,   es   concebir   la   demanda   como   signo   de  

debilidad.   La   imagen   de   los   desheredados   de   nuestras   ciudades,   de   los   mendigos   de   los  

semáforos,   viene   como   potente   representación   de   aquello   con   lo   que   no   queremos  

identificarnos.  La  vergüenza  ante  nuestra  necesidad,  por  tanto,  ante  cierta  fragilidad,  aparece  

de  nuevo.  El  culto  a  la  imagen  potente,  poderosa  y  no  necesitada  será  el  antídoto.  "Soy  mejor  

que  ellos",  "ellos  son  unos  fracasados  yo  no",  "la  gente  madura  e  integrada  no  tiene  necesidad  

de  los  demás".     Y  otras  representaciones  por  el  estilo.    

Para  mí,  muy  al  contrario  que  en  las  suposiciones  anteriores,  saber  pedir  es  un  don  que  

implica  confianza,  fortaleza  y  madurez.  Confianza  en  el  otro,  confianza  en  mí  y  confianza  en  la  

relación.  Cuando  hay  seguridad  y  confianza  en  el  campo  organismo  /  entorno  la  retroflexión  no  

es  necesaria.      

Saber  pedir  es  una  ofrenda  al  otro      

Supone  ofrecer,  en  el  sentido  de  regalar,  al  otro  mi  deseo,  mi  necesidad.  Es  una  posición  

de  madurez  en  la  que  la  persona  puede  salir  de  la  omnipotencia,  para  pasar  a  una  relación  de  

reciprocidad,   de   igualdad.   Con   una   demanda   explícita   estoy   comunicando   que   el   otro   "   es  

importante   para  mí   ",   y   que   no   sólo   es  merecedor   de  mi   demanda,   sino   que   es   a   quien   he  

elegido  porque  le  considero  capaz  de  ofrecérmela,  sin  chantajes,  ni  desconfianzas.    

En  la  clínica  esta  problemática  sobre  el  pedir  aparece  descrita  como  una  variante  de  la  

retroflexión.  A  veces  al  no  saber  pedir,  enunciamos  una  queja,  que  es  una  petición  encubierta  y  

manipuladora.  O  bien  expresamos  una  necesidad  ambigua.  En  los  dos  casos  esperamos  que  los  

"salvadores"  que  nos  rodean  sepan  oír  y  hagan  el  esfuerzo  para  satisfacernos.    

Aunque  tal  vez  la  interdependencia  sea  sinónimo  de  contacto,  y  por  tanto  su  negación,  la  

autosuficiencia,   tenga   que   ver   con   las   diferentes  modalidades   neuróticas   de   contactar,   en   el  

momento  actual,  me  centraré  en  los  dos  tipos  principales  de  perturbación  del  yo,  que  durante  

el   presente   trabajo   han   aparecido   con  mayor   frecuencia:   la   retroflexión   y   el   egotismo.   Esta  

última,  es  una  reacción  casi  fóbica  frente  a  la  angustia  provocada  por  la  confluencia  (sana)  y  la  

introyección   –entendida   como   mecanismo   que   conduce   al   aprendizaje.   Estas   personas   no  

aceptan   con   facilidad   la  nutrición  exterior.  Todo   lo   saben,   cualquier  propuesta  del   terapeuta  

recibe  una   respuesta  del   tipo   "ya   se   lo   que  me  vas   a   decir,   no   es   nuevo  para  mí".  Necesitan  

tener   el   control   en   todo   momento,   para   que   la   novedad   no   les   pille   desprevenidos   y   sin  

defensas.   En   la   película   El   indomable   Will   Hunting   [Good   Will   Hunting 36 ],   el   personaje  

interpretado  por  Matt  Damon  estudia  previamente  a  todos  los  terapeutas  que  intentan  trabajar  con  él  

para  tener  el  control  de  la  relación.  

Maslow  dice  "las  necesidades  de  seguridad,  pertenencia,  relaciones  amorosas  y  respeto  

sólo   pueden   ser   satisfechas   por   los   demás,   es   decir,   desde   fuera   de   la   persona"37.  Pero   a  

menudo  nos   encontramos   con  personas   que   temen   el   compromiso,   el   encuentro,   que   temen  

reconocer  sus  limitaciones,  sus  necesidades  del  otro,  sus  responsabilidades  con  los  otros  y  con  

el  medio  ambiente.  Actualmente  hay  todo  un  movimiento  sociológico  y  político  a  nivel  mundial  

que   habla   de   la   interdependencia.   Movimiento   que   me   parece   más   saludable   que   el   de   la  

globalización,  que  en  lugar  de  fomentar  las  diferencias,  tiende  a  uniformizarlas.  

                                                                                                                         36   El  indomable  Will  Hunting  [Good  Will  Hunting].  Director  :  Gus  Van  Sant,  1998.  Esta  película  plantea,  a  mi  entender,  muchos  de  los  temas  que  se  han  desarrollado  en  el  presente  trabajo.  Malos  tratos,  desconfianza  en  el  entorno,  autosuficiencia  reactiva  para  sobrevivir  al  dolor,  anestesia  de  los  sentimientos  tiernos,  etc.  Pero  un  análisis  pormenorizado  escapa  al  presente  escrito.  

37   MASLOW,  Abraham.  El  hombre  autorrealizado.  Barcelona.  Ed.  Kairós.  1989  p.  67  

Convivencia  vs  egocentrismo    

De   nuevo   tenemos   aquí   una   dicotomía,   sustentada   por   años   de   tradición,   incluso  

psicológica.   Semejante   a   la   dicotomía   altruismo   vs   egoísmo.   Esta   última   división   ha   sido  

cuestionada   por  Maslow,   que   encontró   en   las   personas   que   se   auto-­‐realizan   una  mezcla   de  

altruismo  y  egoísmo  (entendido  en  la  línea  de  saludable  egoísmo  que  autores  como  E.  Fromm  

han   propuesto)   funcionando   no   de   manera   excluyente   sino   integrada.   Pero   investigaciones  

recientes  de  Psicología  Social,  consideran  cuestionable  la  postura  altruista,  pues  en  el  fondo  de  

todo  comportamiento  llamado  altruista  se  encuentra  la  búsqueda  de  algún  tipo  de  recompensa.  

Más  arriba  hemos  hecho  referencia  al  reconocimiento  indirecto  que  se  obtiene  al  prodigar  una  

ayuda.    

Volviendo   a   la   dicotomía   de   este   apartado,   quiero   retomar   la   cita   de   Maslow   arriba  

mencionada.  En  ella  se  reconoce  la  necesidad  del  entorno  para  satisfacer  nuestras  necesidades  

y  es  por  ello  que  la  he  utilizado.  Pero  siendo  honestos,  en  el  mismo  capítulo  Maslow  critica  esta  

dependencia  del  entorno,  y  llega  a  considerar  como  una  falta  de  realización  tal  dependencia.  Su  

hipótesis  es  que   las  personas  que  se  autorealizan  tienden  a   la  autosuficiencia.  Planteamiento  

parecido  al  de  las  corrientes  antisociales  que  decían  que  el  hombre  es  individualista  y  que  en  la  

sabiduría  tiende  a  la  soledad,  pues  no  necesita  de  los  demás,  que  es  un  signo  de  debilidad  y  de  

gente   menos   desarrollada38 .   Creo   que   si   pensamos   en   la   biografía   de   algunos   genios,  

podríamos  estar  de  acuerdo.  Pero  sinceramente,  me  parece  excesivo  considerar  la  irascibilidad  

y  la  asociabilidad  de  estas  personas  como  algo  saludable.    

Como   he   ido   desarrollando   a   lo   largo   del   presente   trabajo,   prefiero   pensar   en   la  

comunidad  y  la  convivencia  como  valores  que  indican  madurez  y  que  no  son  opuestos  a  cierto  

grado   de   soledad   o   aislamiento.   Pascal   Bruckner   habla   de   la   convivencia   en   los   siguientes  

términos:  

Fortalecer  al  individuo  es  vincularlo  y  no  aislarlo,  es  enseñarle  de  nuevo  el  sentido  de  la  

deuda,   es   decir   de   la   responsabilidad,   es   reinsertarlo   en   diversas   redes,   en   diversas  

lealtades   que   hacen   de   él   un   fragmento   de   un   conjunto   más   amplio,   es   abrirlo   y   no  

limitarlo  a  sí  mismo"  […]  "  En  vez  de  enfrentar  en  un  combate  estéril  lo  particular  contra  

la  sociedad,  hay  que  pensarlos  en  términos  de  antinomia,  de  fecunda  oposición,  puesto  

que  se  engendran  uno  a  otro39.  

El   organismo   necesita   del   entorno   para   preservarse   y   crecer.   Normalmente   pongo   el  

ejemplo   de   la   comida   como   evidencia   de   la   necesidad   de   lo   que   es   no-­‐yo   incluso   para  

sobrevivir.  Si  fuéramos  autosuficientes  nos  comeríamos  a  nosotros  mismos.  La  respiración  se  

ha   puesto   como   paradigma   de   la   interacción   constante   entre   interior   y   exterior,  

metafóricamente  representa  la  alternancia  en  el  proceso  de  dar  y  recibir.  Es  una  función  vital  y  

de  su  buen  funcionamiento  depende  la  vida.  W.  Reich  nos  indicó  que  es  la  primera  función  que  

se   bloquea   ante   una   dificultad   en   la   frontera   contacto.   En   el   PHG   encontramos   escrito   :"La  

respiración   es  una   función   fisiológica,   pero   la   frecuencia  de   su  necesidad  del   entorno   es   tan  

frecuente   y   tan   continua   que   está   siempre   a   un   paso   de   hacerse   consciente   […]   y   en   la                                                                                                                            38   Cfr MASLOW, A. : ob. cit. p. 67 y ss.  

39   BRUCKNER,  Pascal  :  ob.  cit..  p.  284  

respiración  se  puede  ver,  por  excelencia,  que  el  animal  es  un  campo  ;  el  entorno  es  "interno",  y  

el  organismo  es  casi  "externo"40.  

En  el  egotismo  sano,  la  persona  quiere  asegurarse,  antes  de  fusionarse  con  el  objeto,  que  

ha   elegido   bien,   y   que   las   posibilidades   del   fondo   están   agotadas.   Quiere   asegurarse   que   ha  

hecho   la  mejor   elección   posible.   La   actitud   visible   será   cierto   retraimiento,   tomar   distancia,  

lentitud,   pero   no   rechazará   el   compromiso,   al   que   tenderá   cuando   se   sienta   seguro   con   la  

elección.  Es  una  actitud   consciente,  deliberada  y  elegida,  un  elemento  de   seguridad  antes  de  

dejarse  ir  en  la  fusión  momentánea  con  el  otro.  No  hay  aislamiento  es  toma  de  distancia.      

En   el   egotismo   neurótico,   la   persona   construye   una   torre   de   marfil   en   lugar   de   un  

puente.   Lo   más   importante   es   el   sentimiento   de   autocontrol,   de   aislamiento.   La   persona  

egotista  intenta  evitar  las  sorpresas,  lo  imprevisible  y  la  mejor  manera  es  tener  el  control  sobre  

todo  y  sobre  todos.  Le  angustia  la  pérdida  de  control  y  el  "nosotros".  Ya  que  en  el  nosotros  hay  

un  TÚ  con  características  propias,  capaz  de  responder  por  sí  mismo.  El  egotista  es  como  aquel  

que   escribe   en   solitario   un   diálogo   de   todos   los   personajes,   pero   que   no   soporta   que   los  

personajes   tengan   voz  propia.   En   las   sesiones  de   terapia  uno   tiene   la   sensación  de  no   tener  

cabida,  de  no  tener  oportunidad  para  hablar,  frente  a  estas  personas.  Otro  símil  que  me  viene  

para   ilustrar   esta   experiencia,   es   la   de   aquellas   películas   de   cow-­‐boys   donde   se   decía   "este  

poblado  es  demasiado  pequeño  para  los  dos,  forastero".  

Evita   las   sorpresas   del   entorno  buscando   aislarse   a   sí  mismo   como  única   realidad:   lo  

hace  "tomando  control"  del  entorno  y  apropiándoselo.  Recordemos  la  idea,  ya  expuesta,  sobre  

la   tendencia   actual   al   hágalo   usted   mismo,   y   la   proliferación   de   bricoladores.   La   persona  

intenta   no   necesitar   a   nadie,   para   ello   tiene   que   saber   de   todo,   adquirir   los   máximos  

conocimientos  técnicos,  con  lo  que  minimiza  el  impacto  novedoso  del  entorno,  convirtiéndolo  

en  algo  accesible  a  él  y  desprovisto  de  sorpresas.  Pero  claro  está,  un  entorno  así  no  puede  ni  

nutrir  ahora,  ni  curar   la  herida  anterior.  Pobre  estrategia  de  supervivencia  que  nos   lleva  a   la  

inmovilidad,  al  aburrimiento,  a  la  soledad.  

Para  conseguir  una  satisfacción  directa  necesita,  al   igual  que   la  personalidad  obsesiva,  

compartimentar   la   vida.   De   esta   manera   regula   la   espontaneidad   y   le   hace   sentir  

autosuficiente.  En  el  egotismo  el  organismo  está  completamente  aislado  del  entorno.  Mientras  

que   la   persona   egótica   se   siente   con   fuerza,   potente   y   consciente   de   todo.   El   self,   que   como  

                                                                                                                         40   PERLS,  Fritz;  HEFFERLINE,  Ralph  y  GOODMAN,  Paul  (1951)  :  ob.  cit.  p.  224  

hemos  dicho  es  el  ajuste  creador,  el  contacto  con  la  novedad  y  la  excitación,  se  siente  vacío,  sin  

ninguna  necesidad  ni  interés.    

Otra  manera  de  negar  el   impacto  del  entorno  es   la  retroflexión.  Recordemos  que  en  la  

retroflexión  sana,  la  persona  antes  de  dirigirse  al  entorno,  confirma  que  se  dan  las  condiciones  

de   seguridad   en   el   campo   para   "ir   hacia   y   tomar",   o   "ir   hacia   y   transformar",   y   que   no   hay  

peligro.  Recordemos  que  la  retroflexión,  como  modalidad  de  contacto  libre  y  saludable  consiste  

en  retener  la  acción,  tomar  tiempo  para  reconsiderar  el  acercamiento,  comprobar  que  se  dan  

las  condiciones  en  mí  y  en  el  entorno  para  el  acercamiento.  De  no  ser  así  no  habrá  encuentro,  o  

mejor  dicho  el  encuentro  se  pospondrá  para  mejor  ocasión,  ya  que  la  persona  no  renuncia  al  

encuentro   transformador   con   el   entorno.   Es   detener   el   encuentro   ahora   para   realizarlo  

después.  

Cuando  tal  actitud  no  va  acompañada  de   la   función  yo,   la  persona  se   toma  a  sí  misma  

como   entorno.   El   entorno   privilegiado   del   retroflector   es   él   mismo:   su   cuerpo   o   su  

personalidad,  pues  es  lo  que  puede  controlar  más  fácilmente,  o  bien  busca  sucedáneos  seguros  

de   entorno   (deflexión)   o   da   a   los   demás   aquello   que   desea   recibir   y   no   se   atreve   a   pedir  

(proflexión).  

En   la   retroflexión,   nunca   se   interrumpe   del   todo   el   contacto   interpersonal.   Y   la  

retroflexión  siempre  alcanza  al  entorno.  Tomemos  el  ejemplo  del  sentimiento  de  inferioridad  

constante,  acompañado  de  auto-­‐castigo,  lástima  hacia  uno  mismo.  Uno  cree  que  sólo  le  afecta  a  

él   (el   que   sufre),   pero   la  persona  que   vive   al   lado  de   alguien   así,   tiene  que  dedicar  bastante  

tiempo  para  compensar  las  autocríticas  del  otro.  Recordándole  continuamente  que  vale  mucho,  

que  es  inteligente…  Por  tanto,  afecta  a  ambas  partes.  Y  puede  acabar  siendo  muy  agotador  para  

la   persona   apoyadora.   Tantas   pruebas   de   amor   cansan.   Cuando   la   propia   imagen   está  

perturbada,  lo  están  también  las  relaciones  interpersonales.    

Quiénes  consideramos  ser,  y  cómo  queremos  ser  vistos,  se  puede  manifestar  a  través  de  

diferentes  roles  que  vamos  a  jugar  en  cada  uno  de  los  aspectos  de  nuestra  identidad:  erótica,  

corporal,  actitudinal  o  intelectual.    

La   función  personalidad  es  el   resultado  de   las   experiencias  vividas,   tanto   si   éstas  han  

sido   asimiladas,   como   si   no.   Estas   experiencias   han   trascurrido   en   un   contexto   social.   En  

nuestro  aprendizaje  influyen  las  lealtades  a  nuestro  grupo,  los  usos  y  costumbres  (la  moralidad  

en  Goodman)  del   grupo  de   referencia   y   las   actitudes   retóricas.   Ello   conforma   la   imagen  que  

tenemos  de  nosotros  mismos  y   la  que  mostramos  a   los  demás,  por   tanto  se  convierte  en     la  

imagen  que  ellos  esperan  de  nosotros.    

Existen   un   número   considerable   de   pruebas   de   inteligencia,   de   habilidad   o   de  

personalidad   en   donde   se   requiere   solucionar   un   problema   que   en   principio   parece  

irresoluble,   aunque   sabemos   que   debe   tener   una   solución.   Permitidme   mencionar   sólo   dos  

ejemplos:  en  uno  se  pide  que  dados  nueve  puntos,  que  se  disponen  en  el  papel  de  manera  que  

parecen  un  cuadrado,  se  solicita  unirlos  todos  con  cuatro  trazos  y  sin  levantar  el  lápiz  del  papel  

;  en  otra  prueba  se  pide  dibujar  un  cuadrado  con  tres  líneas.  

La  solución  de  este  tipo  de  pruebas  se  hace  imposible,  porque  introducimos  un  supuesto  

que  no  está  en  las  instrucciones  y  es  el  que  nos  limita.  Cuando  al  fin  vemos  la  solución  tenemos  

la   sensación   de   que   nos   han   hecho   trampa.   Pero   en   realidad   la   solución   estaba   en  abrir   las  

posibilidades,   en   lugar   de   reducir.   Así   nos   comportamos   con  muchas   "realidades",   actuamos  

como  peones   de   un   juego   cuyas   reglas   se   nos   escapan   y   que   nombramos   como   realidad,   en  

lugar  de  considerarnos  como  jugadores-­‐actores,  que  participan  de  las  reglas,  y  que  éstas  sólo  

son  reales  en  al  medida  que  las  hemos  creado  o  las  hemos  aceptado,  sabiendo  que  en  cualquier  

momento  las  podemos  cambiar.    

En   el   transcurso   de   nuestra   vida,   cada   aspecto   incorporado   a   nuestra   función  

personalidad,   ha   intentado   ser   un   ajuste   creador,   que   mantuviera   un   cierto   equilibrio   en  

nuestro  encuentro  con  el  entorno,  y  que  nos  ha  permitido  sobrevivir  y  en  ocasiones  crecer.  Es  

lógico  pues,  que  dependamos  hasta  tal  extremo  de  ella,  puesto  que  no  tenemos  otra  cosa  mejor,  

aunque  podríamos  tenerla  si  flexibilizáramos  nuestra  visión  de  nosotros,  de  nuestra  historia  y  

por  tanto  incluyéramos  nuevas  posibilidades  para  nuestro  futuro.    

"Cuando   se   está   en   contacto   con   la   necesidad   y   con   las   circunstancias,   es  

inmediatamente  evidente  que   la  realidad  no  es   inflexible  ni   inmutable,  sino  que,  al  contrario,  

está   dispuesta   a   ser   re-­‐hecha"41 .   Pero   como   decía   Kelly   el   cambio   significa   la   muerte  

psicológica,   es   decir   la   pérdida   de   la   invariable   organizacional   (la   identidad).   Maturana   a  

propósito   de   la   dificultad   para   cambiar   decía   algo   así   como   que   vida   consiste   en   la  

conservación  de  la  identidad.    

Si  la  Función  personalidad  es  flexible,  nos  ayuda  a  comprendernos,  cumple  una  función  

de   orientación   y   matiza   a   la   Función   ello.   Es   la   parte   del   ajuste.   Es   la   que   garantiza   la  

permanencia  de  las  costumbres,  los  hábitos,  la  moralidad  necesaria,  la  pertenencia…  

Dependemos  de   los  demás,   como  he  mostrado   en   el   primer   y   segundo  epígrafes   y   en  

principio,   ello   no   es   ni   bueno   ni   malo,   aceptarlo   nos   vuelve   responsables   y   libres.   Y   en   la  

mayoría  de  los  casos  el  rechazo  nos  esclaviza  y  genera  patología.  

Dependemos,   como   he   mostrado   en   este   último   punto,   de   una   determinada  

representación  de  nosotros  mismos  y  de  los  demás.  Ello  nos  da  un  sentimiento  de  continuidad  

y  de  seguridad.  Formaría  parte  de  lo  que  en  psicobiología  se  llama  necesidad  adaptativa  básica,  

                                                                                                                         41   PERLS,  Fritz;  HEFFERLINE,  Ralph  y  GOODMAN,  Paul  (1951)  :  ob.  cit.  p.  30  

pues  permite  reconocer  una  situación  y  anticipar  una  respuesta,  sin  que  tengamos  que  partir  

de  cero.  Por  ello  cuando  decimos  que  una  persona  sana  no  debe  tener  personalidad,  hablamos  

de   la   Personalidad   como   carácter.   Pues   la   personalidad   como   función   impide   que   actuemos  

como   lobotomizados.   El   escritor   portugués   Joao   Cardoso   Pires,   víctima   de   una   isquemia  

cerebral  a  la  que  sobrevivió,  cuenta  su  historia  como  enfermo.  Con  la  pérdida  de  la  identidad  

“me  vi  desposeído  de  mis  relaciones  con  el  mundo  y  conmigo  mismo”  más  adelante  afirma  "sin  

memoria,   se   desvanece   el   presente,   que   simultáneamente   es   ya  pasado  muerto.   Se  pierde   la  

vida  anterior…y  la  interior,  claro  está,  porque  sin  referencias  del  pasado,  mueren  los  afectos  y  

los   lazos   sentimentales"   (…)   "porque   la   memoria,   como   aprendí   por   mí   mismo,   es  

indispensable   para   que   se   pueda   no   sólo   medir   el   tiempo,   sino   también   sentirlo"42.   La  

experiencia   a   partir   de   las   lesiones   producidas   por   la   isquemia,   es   similar   a   no   tener   una  

función  personalidad  que  nos  asegure  la  memoria  y  la  continuidad  de  nuestras  vivencias.    

Sin  ella,  como  dice  Pires  "cuando  perdiste  el  sueño  y  la  certeza,  te  volviste  desorden,  te  

volviste  nube"43.  

La  función  personalidad  es  un  fondo  rico,  que  enriquece  la  emergencia  de  la  figura  y  su  

constitución,  y  nos  ayuda  a  hacer  elecciones.  Pero  si  somos  dependientes  de  la  Personalidad  en  

mayúsculas,   entonces   quedamos   fijados   a   la   representación,   perdemos   la   flexibilidad   para  

ajustarnos.   Porque   hay   que   recordar   que   en   la   patología   perdemos   nuestra   diferencia   y   nos  

volvemos  clónicos,  perdemos  ante  todo  nuestra  capacidad  de  elegir.    

Y  en  la  interdependencia,  a  diferencia  de  las  relaciones  dependientes  -­‐en  donde  siempre  

se   intenta   anular   a   uno   de   los   participantes-­‐,   es   imprescindible   que   del   encuentro  

indiferenciado   con   el   otro,   surjan   un   Yo   y   un   Tú,   plenamente   constituidos   y   en   relación   de  

reciprocidad.  

                                                                                                                         42   CARDOSO  PIRES,  José  :  De  profundis.  Barcelona.  Libros  del  Asteroide  S.L.,  2006  pp.  7  y  9  

43   Ibid.  p.  3  

 

Ahora  sé  que  la  tierra  que  sostiene  mis  pies  tendría  necesidad,  para  no  vacilar,  que  la  pisasen  otros  además  de  

mí.   Contra   la   ilusión   óptica,   el   sueño   desvelado,   el   fantasma,   el   delirio,   el   problema   de   la   audición…el   baluarte  más  

seguro   es   nuestro   hermano,   nuestro   vecino,   nuestro   amigo   o   nuestro   enemigo,   ¡pero   alguien,   dioses,   alguien!  Michel  

Tournier44.  

SOBRE  LA  RELACIÓN  TERAPÉUTICA.  

                                                                                                                         44   FLEURQUIN,  Dominique,  y  LAFFON,  Martine  :  Diccionari dels sentiments. Barcelona. Pirene Editorial S.A., 1995 p. 393  

Nuestra  orientación   aborda   la   relación   terapéutica   como  una   realidad,   donde   tanto   el  

paciente   como   el   terapeuta   van   a   desplegar   ante   el   otro,   y   por   la   presencia   del   otro,   sus  

modalidades  de  contactar  el  mundo.  Por   tanto,  no  necesitaremos  de   inferencias,  o   las  menos  

posibles,   si   estamos   abiertos   al   desarrollo   del   proceso   en   curso,   pero   no   sólo   atentos   al  

paciente,   sino  atentos  a   la  situación,  que  obviamente  nos   incluye  a   los  dos:  el  ello  deviene  el  

ello  de  la  situación,  y  la  función  personalidad,  la  función  personalidad  de  la  situación  también.  

El   hecho   de   venir   a   terapia   puede   suponer,   para   el   paciente,   la   asunción   de   un   fracaso,   el  

reconocimiento  de  una  especie  de  minusvalía.  Pero  desde  la  óptica  de  la  interdependencia  y  la  

teoría   del   self   supone   aceptar   apoyarse   en   el   otro.   Yo   diría   que   acudir   a   terapia,   supone  

reconocer,  quizás  por  primera  vez,  que  necesito  de  los  demás  en  mi  vida.  Esto  es,  la  renuncia  

tal  vez  no  muy  consciente  de   la  autosuficiencia  o   la  omnipotencia.  "El  paciente  solicita  ayuda  

porque   él   no   puede   ayudarse   a   sí   mismo.   Pero   no   puede  mantener   una   posición   pasiva   de  

enfermo,   pues   nada   cambiará,   es   necesaria   su   participación   activa,   con   un   "sentimiento   de  

aprender,   ya   que   sin   ninguna   duda   la   psicoterapia   es   una   disciplina   que   forma   parte   de   las  

"humanidades",  un  desarrollo  de  la  dialéctica  socrática."45  

En  muchas  ocasiones  se  ha  hecho  hincapié  en  que  si  uno  está  sano  no  necesita  médico.  

La  famosa  expresión  "natura  sana  non  medicus",  ha  sido  utilizada  para  decir  que  no  debemos  

resolver   los   problemas   de   las   personas,   pues   los   haremos   débiles   y   dependientes.   Que   el  

paciente   debe   ser   capaz   al   final   de   una   buena   terapia   de   apañárselas   sólo.   Y   en   ese   "sólo"  

hemos   introducido   "sin   los  demás",   contribuyendo  al  desarrollo  del   egotismo  como  neurosis  

terapéutica.   Pero   en   el   PHG,   la   frase   se   completa   con   "la   curación   sólo   puede   venir   de   uno  

mismo  (en  el  entorno)".  A  menudo  se  sustrae  esta  última  palabra  a  la  frase,  que  continúa  en  el  

párrafo   siguiente   de   la   siguiente   manera   "el   self   solamente   se   descubre   y   se   realiza   en   el  

entorno"46.  

                                                                                                                         45   PERLS,  Fritz;  HEFFERLINE,  Ralph  y  GOODMAN,  Paul  (1951)  :  ob.  cit.  pp.  32  y  33  

46   PERLS,  Fritz;  HEFFERLINE,  Ralph  y  GOODMAN,  Paul  (1951)  :  ob.  cit.  p.  32  

Pero  en  ocasiones,  nos  encontramos  al  final  de  la  terapia  a  alguien  que  tiene  un  saber  

exquisito   sobre   todo,   pero   nada   cambia,   y   que   además   se   ha   aislado  del  mundo   en   lugar   de  

pertenecer  a  él.  Es   la  persona  que  haciendo  un  mal  uso  de   la   terapia,  o   tal  vez  debido  a  una  

mala   terapia   (individualista),   responde   ante   cualquier   petición   con   "YO   necesito",   "YO   no  

puedo  ayudarte",  "respéta-­‐ME".  Tantas  veces  se  le  ha  dicho  en  terapia:  "de  acuerdo,  eso  es  lo  

que  quieren  tus  papás,  pero  ‘TÚ’  que  quieres,  ‘TÚ’  que  necesitas".  "¡Ya,  ya,  pero  TÚ  qué  deseas  

hacer"…que  ha  olvidado  que  es  un  "querer  en  una  situación  dada".  

Tal   vez   este   paciente   y   su   terapeuta,   en   el   trabajo   sobre   la   toma   de   conciencia   de   la  

necesidad,   o   del   deseo   han   olvidado   la   premisa,   arriba  mencionada,   de   que   no   hay   una   sola  

actividad   que   no   sea   función   del   campo   organismo/entorno.   En   este   tipo   de   situación,   la  

"Función   yo"   está   perturbada,   pues   está   desconectada   de   la   "función   personalidad"   y   de   las  

posibilidades  del   entorno.   Sabemos  que   la   función  Yo   elige   teniendo   en   cuenta   tres   tipos  de  

información:   la  que   le  proporciona   la   función  ello,   junto  con   la  proporcionada  por   la   función  

personalidad   y   las   posibilidades   del   entorno.   El   egotista   tenderá   a   aislar   la   función  

personalidad  y  al  otro  (el  entorno),  para  poder  decidir   [eso  cree  él]  sin  "  ser   influido  por   los  

demás".   Exagerando   mucho,   pero   a   veces   el   esperpento   es   el   mejor   espejo,   estaremos  

colaborando  en  la  construcción  de  un  psicópata.    

Isadore  From  y  Michael  Vincent  Miller  escriben  que  "el  sitio  primero  de  la  experiencia  

psicológica,  hacia  donde  la  teoría  y  la  práctica  psicoterapéuticas  deben  dirigir  su  atención,  es  el  

contacto  en  sí  mismo  [per  se],  el  lugar  en  donde  el  Self  y  el  entorno  organizan  sus  encuentros  y  

se   implican  entre   sí47".  Obviamente  ese   lugar  es   la   frontera-­‐contacto  paciente-­‐terapeuta,  y   la  

atención  está  dirigida  a  tal  situación.    

Nuestra  teorización  nos  da  un  potente  instrumento  de  trabajo  al  centrarnos  en  el  "aquí  

y   ahora   del   encuentro   presente".   En   donde   paciente   y   terapeuta   se   ven   afectados   y  

transformados,  o  susceptibles  de  serlo  por  dicho  encuentro.  Jean-­‐Marie  Robine  nos  dice:    

es  de  cajón  y  un  hecho  de  la  experiencia  común  reconocer  que  el  otro  me  afecta  desde  

el   momento   en   que   estoy   en   su   presencia.   Me   afecta,   es   decir   me   lleva   a   tener  

sensaciones,  a  pensar,  a  inferir,  a  experimentar  corporal  y  emocionalmente…Incluso  mi  

neutralidad,   si   existe   la  neutralidad,   o  mi   indiferencia,   no   son  el  producto  puro  de  mi  

voluntad  o  de  mis  elecciones.  Lo  que  experimento  es  vínculo  (el  subrayado  es  mío).  Está  

relacionado  con  mi  intencionalidad,  ciertamente,  pero  también  con  la  presencia  del  otro  

                                                                                                                         47   Ibid.  En  la  introducción  que  escribieron  para  la  edición  en  inglés  en  1994  

y  con  su  propia  intención48.  

Si  el  paciente  nos  dice  “tengo  miedo”  o  bien  “estoy  confuso”,  o  “me  duele  la  úlcera”,  

desde  el  paradigma  individualista  buscaremos  los  tipos  de  miedo  en  situaciones  pasadas;  pero  

desde  este  paradigma,  también  podemos  hacerle  responsable  de  sus  males,  pidiéndole  que  

cambie  sus  expresiones  por  inducciones  como  “me  doy  miedo”,  “me  confundo”  o  “soy  confuso”  

o  “soy  dolor  de  estómago”  o  “me  produzco  dolor  de  estómago”.  Sin  embargo,  desde  el  

paradigma  de  campo,  podemos  sugerirle  que  explore  “de  qué  forma  yo  le  causo  miedo,  le  

confundo,  le  provoco  dolor  de  estómago  en  el  momento  presente”,  o  “de  qué  forma  no  recibe  

de  mí  el  soporte  necesario”  y  otras  posibles  variaciones  que  me  incluyen  en  su  síntoma.  La  

respuesta  más  inmediata  será  que  nosotros  no  tenemos  nada  que  ver  (lo  cual  es  una  manera  de  

negar  la  relación  existente  entre  lo  que  ocurre  en  el  organismo  y  el  otro),  pero  si  insistimos,  

ayudaremos  a  que  el  síntoma  se  ponga  en  "relación  con...".  Porque  es  cierto  que  el  dolor  de  

estómago,  el  miedo,  la  confusión,  en  definitiva  el  síntoma,  los  lleva  el  paciente,  y  los  vive  como  

características  suyas;  pero  esto  es  así,  porque  ha  olvidado  que  ha  aprehendido  verlo  así,  como  

el  resultado  de  ajustes  creadores  en  una  interacción  significativa.  Y  si  algo  tiene  de  bueno  la  

enfermedad,  es  que  reclama  dedicación,  el  dolor  y  el  sufrimiento  piden  "conceder  a  la  amenaza  

todos  los  poderes  a  nuestra  disposición"49.  Si  no  intentamos  distraernos  del  dolor,  al  contarlo  

en  terapia,  se  lo  contamos  a  alguien  para  resolver  un  asunto  inconcluso,  trabajamos  en  la  línea  

de  movilizar  la  energía  bloqueada.  Pues  "el  sufrimiento  emocional  sirve  para  aislar  el  

problema,  ya  que,  trabajando  y  elaborando  el  conflicto,  el  self  puede  crecer  en  el  campo  de  lo  

existente"50.  Veamos  un  breve  caso  como  ejemplo:  

Pedro  es  un  paciente  que  en  medio  de  una  sesión  se  retuerce  de  dolor,  al  tiempo  que  se  

lleva  las  manos  a  su  estómago.  Al  preguntarle  que  le  está  ocurriendo,  me  dice:    

P.-­‐Nada,  es  mi  úlcera  que  me  molesta.  

X.-­‐¿Qué  ha  ocurrido  entre  tú  y  yo  para  que  se  despierte  la  úlcera?  

P.-­‐Entre  tú  y  yo  nada.  Tengo  úlcera  desde  hace  años,  ya  sabes  mala  comida,  el  

tabaco,  los  cafés  y  claro  el  estrés.  [bonita  palabra  que  nuestros  pacientes  saben  usar    

con  frecuencia,  y  que  no  describe  gran  cosa,  y  culpabiliza  a  algo  abstracto  como  "el  

estrés].  

                                                                                                                         48   ROBINE,  Jean-­‐Marie:  Manifestarse  gracias  al  otro.  Madrid.  Los  libros  del  CTP-­‐11.2006.  p.  127  

49   PERLS,  Fritz;  HEFFERLINE,  Ralph  y  GOODMAN,  Paul  (1951)  :  ob.  cit.  p.  173  

50   Ibid.  p.  173  

X.-­‐¿Antes  de  venir  te  dolía?  [aquí  hago  marcha  atrás,  por  si  acaso  la  úlcera  se  le  ha    

despertado  en  una  relación  exterior.  No  olvido  que  la  úlcera  es  una  modalidad  de  

contacto  y  de  comunicación,  pero  puede  ser  que  hoy  no  tenga  que  ver  conmigo]  

P.-­‐No,  antes  no  me  dolía.  

X.-­‐¿Y  mientras  esperabas  en  la  sala  de  espera?  

P.-­‐No  tampoco.  

X.-­‐Es  decir,  que  te  has  dado  cuenta  del  dolor,  aquí,  durante  la  sesión.  

P.-­‐Si,  así  es.  He  empezado  a  notar  molestias  hace  un  rato.  

X.-­‐De  nuevo  te  quiero  preguntar:  ¿qué  he  dicho,  o  qué  no  he  dicho  hace  un  rato?    

¿qué  he  hecho,  o  no  he  hecho  hace  un  rato  para  provocar  que  te  quemes  por  dentro  y  

que  tu  respuesta  ante  mí  sea  el  dolor  de  tu  estómago?.  

 

[No  sin  cierta  dificultad,  la  de  responsabilizar  a  otro  de  mis  dificultades  sobre  todo  si  

son  psicosomáticas,  Pedro  puede  aventurar  con  dudas  que  el  humor  que  yo  he  

introducido  cuando  me  hablaba  de  su  relación  de  pareja,  y  la  familia  de  su  mujer  le  ha  

molestado]  

P.-­‐[Con  signos  de  enfado  y  de  tristeza]  He  sentido  que  te  burlabas  de  mi  familia  y  

que  no  te  tomabas  en  serio  mis  dificultades.  A  veces  tengo  la  sensación  que  tú  lo    

haces  todo  bien,  y  que  como  los  demás,  no  eres  tan  débil  como  yo.  

X.-­‐[Emocionado,  avergonzado  y  con  un  nudo  en  la  garganta  respondo  y  pido    

disculpas]  Perdona  por  haberte  avergonzado,  siento  vergüenza  por  ello.  No  era  mi  

intención  infravalorar  tu  sufrimiento,  era  sólo  introducir  un  toque  de  humor  en  él.    

Pero  gracias  por  decirlo,  pues  así  sé  más  de  la  importancia  que  tiene  para  ti.  

 

Este  es  un  ejemplo  entre  otros  muchos,  de  cómo  un  terapeuta  gestalt  aborda  la  relación  

terapéutica,  como  una  situación  real  donde,  la  problemática  va  a  surgir  en  el  contacto.  En  el  

aquí  y  ahora  de  la  relación  terapéutica,  se  recrea  el  contexto  relacional  del  síntoma.  Estar  

dolido,  es  estar  dolido  con  alguien  que  está  delante  de  mí.  En  otras  ocasiones  habremos  de  

hacer  frente  como  terapeutas  a  la  rabia  o  la  decepción  del  otro,  y  tendremos  que  co-­‐construir  el  

puente  que  nos  ayude  tanto  al  paciente  como  al  terapeuta  a  encontrarnos.  Porque  recordemos  

que  si  la  retroflexión  aparece  como  modalidad  de  contacto,  nos  está  indicando  que  en  el  

acercamiento  del  organismo  hacia  el  entorno,  ha  surgido  el  temor,  o  la  incertidumbre,  sobre  si  

se  dan  o  no  las  condiciones  de  seguridad  necesarias  en  la  situación,  como  para  que  paciente  y  

terapeuta  se  encuentren.  Más  concretamente  y  con  respecto  a  la  rabia,  la  persona  puede  

considerar,  con  razón  o  sin  ella,  que  su  entorno  no  es  capaz  de  recibir  las  críticas,  y  de  alguna  

manera  al  callar  protege  a  alguien.  O  bien  lo  que  se  está  protegiendo  es  la  relación,  pues  uno  

siente  como  amenazante  para  ésta,  expresar  la  rabia.  Una  estudiante  de  la  formación  escribía  

después  de  un  fin  de  semana:    

Me   acuerdo   de   esta   frase   que   Ximo   me   había   dirigido   en   mayo   de   2005:   "puedes  

destruirme  por  lo  que  puedes  decirme,  quizás  no  me  guste,  pero  estoy  dispuesto  a  oír,  y  sé  

que  me  reconstruiré,  más  sabio,  diferente.  Y  estará  bien  para  mí,  estará  bien  para  ti,  estará  

bien  para  la  relación,  pues  todos  cambiaremos.  Ya  que  lo  que  tú  ves  como  destrucción  yo  lo  

veo   como   deconstrucción.   Para   que   algo   nuevo   surja,   algo   viejo   debe   dejar   lugar.   Y   en  

cualquier  caso  tú  tienes  el  derecho  a  expresarte  y  yo  el  deber  de  reconocerte".  Creo  que  no  

olvidaré   nunca   esta   frase.   Creo   también   que   experimenté   lo   que   quiere   decir   durante   y  

después  de  esta  sesión.  Y  estoy  de  nuevo  aquí.    

Actuar   responsabilizando   prematuramente   al   paciente   de   su   distorsión   de   las   cosas,  

para   que   se   responsabilice   de   sus   actos   puede   ir   en   la  misma   línea   intrapsíquica   que   otros  

enfoques,  ya  que  se  olvida   la   influencia  del  entorno.  Pero  además  como  parece  ser  que  decía  

Isadore   From,   con   cierta   ironía   "hay   algo   aún   peor   que   la   eyaculación   precoz   y   es   la  

responsabilización  precoz".  

La  responsabilización  precoz  es  uno  de  los  baluartes  del  trabajo  de  algunos  gestaltistas  

que  siguen  el  modelo  que  Perls  mostró  en  Esalen.  Se  dice  que  Perls  tenía  miedo  al  compromiso,  

a   la  relación;  sentía  tanta  angustia  ante  el  "nosotros"  que  escribió   la  oración  de   la  gestalt.  Mi  

suposición   es   que   al   desarrollar   su   teoría   a   partir   de   la   Introyección,   que   para   él   era   la  

perturbación  por  excelencia,  se  vio  empujado  por  su  propia  teorización,  a  adoptar  una  actitud  

reactiva  contra  todo  lo  que  viene  del  entorno,  considerando  la  influencia  social  que  conduce  a  

los  introyectos  como  perniciosa.  Su  ejercicio  profesional  de  los  últimos  años,  que  no  su  teoría  

como  hemos  visto  más  arriba,  es  un  claro  ejemplo  de  que  ha  abandonado   la   idea  del  campo,  

convirtiéndose  en  un  terapeuta  de  lo  intrapsíquico  en  lugar  del  terapeuta  del  contacto  que  se  

esboza  en  su  obra  de  1951.  Gordon  Wheeler  escribe:    

Perls   considera   al   organismo   (…)   como   fundamentalmente   separado   del   entorno;  

considera  la  salud  en  términos  de  una  independencia  rígida  y  reactiva  frente  a  los  otros;  

y   así   naturalmente,   tenderá   hacia   un   análisis   de   la   experiencia   como   episódica   y   una  

serie  de  impulsos,  en  lugar  de  integrada  y  prolongada  con  un  enfoque  solamente  en  la  

figura,  en  vez  de  en  la  figura  y  en  el  fondo51.  

Terapeutas   de   los   años   60,   en   EE.UU.,   y   de   los   80   en   España   propugnaban   el   darse  

cuenta   de   los   impulsos,   expresarlos   y   actuarlos   en   el   acto,   como   ejemplo   de   madurez,  

defendían  un  tipo  de  espontaneidad,  donde  lo  único  que  valía  era  el  propio  deseo,  sin  tener  en  

cuenta  ni  el  contexto,  ni  la  relación,  ni  a  los  otros.  Para  conseguir  que  se  expresara,  lo  que  ellos  

llamaban  el  "ser  auténtico".  "Abandona  tu  mente,  déjate  llevar  por  tus  sentimientos",  era  uno  de  

los   eslóganes.   Estos   terapeutas,   en   su   afán   confrontador,   pueden   resultar   agresivos,  

avergonzadores,   y   ridiculizan   al   paciente   por   no   mostrarse   desinhibido   en   público,   por  

ejemplo52.  

Mientras   que   Perls   y   este   estilo   de   terapeuta,   que   ha   aprendido   de   él,   consideran   la  

interdependencia   como   debilidad   y   son   reactivos   frente   a   la   relación,   Lewin   [citado   por  

Wheeler]  escribía  lo  siguiente:  "todos  necesitamos  la  ayuda  continua  de  unos  a  otros.  Este  tipo  

de  interdependencia  es  el  desafío  más  grande  a  la  madurez  del  funcionamiento  del  individuo  y  

del   grupo".   Y   añade   a   propósito   de   la   autosuficiencia:   "…el   hombre   hecho   por   sí   mismo,…  

autosuficiente,…es  una  imagen  tan  trágica  como  la  dependencia  de  la  iniciativa  destructora  de  

un  déspota  benévolo"53.  

En   terapia   reivindico   el   ser   afectado   por   la   otra   persona,   que   entre   otras   cosas   me  

acerca   a   la   comprensión   de   su   experiencia.   Lo   contrario   sería   negar   la   experiencia,   negar   el  

contacto.  Negar  al  otro  o  negarme  a  mí  en  dicha   relación.  En  cualquier   caso  minusvalorar   la  

experiencia  con  el  otro,  y  negar  la  interdependencia.  Pero  también  supondría  obviar  uno  de  los  

mayores  dones  del  ser  humano,  los  sentimientos.    

                                                                                                                         51  WHEELER,  Gordon  :  La  Gestalt  reconsiderada.  Un  nuevo  enfoque  del  contacto  y  de  las  resistencias.  Madrid,  Los  Libros  del  CTP-­‐5,  2002  p.  108  

52   Cfr. YONTEF,  Gary  :  Proceso  y  diálogo  en  Psicoterapia  Gestáltica.  Santiago  de  Chile.  Ed.  Cuatro  Vientos,  1995  pp.  10-­‐11  también  pp.  104-­‐105  

53  WHEELER,  Gordon  :  ob.  cit.  p.  107  

Ponencia   presentada   en   el   X   Congreso   Internacional   y   III   Latino   de   Terapia   Gestalt   realizado   en   la  

ciudad  de  Villa  Giardino  –Córdoba-­‐(Argentina)  en  mayo  de  2007    

 Bibliografia:    

BIBILOTECA  DE  CONSULTA  LAROUSSE  :Diccionario  de  Psicología.  Barcelona.  Spes  editorial,  S.L.  y  RBA  Promociones  

Editoriales  S.L.  2003  

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CALVINO,  Italo  :  Nuestros  antepasados  :  El  vizconde  demediado,  El  barón  rampante,  El  Caballero  inexistente.  Madrid.  

Alianza  Tres,  1991    

CARDOSO  PIRES,  José  :  De  profundis.  Barcelona.  Libros  del  Asteroide  S.L.,  2006    

DOVAL,  Gregorio  :  Diccionario  General  de  Citas.  Barcelona.  Círculo  de  Lectores,  1999  ;  bajo  licencia  editorial  de  Ediciones  

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FLEURQUIN,  Dominique,  y  LAFFON,  Martine  :  Diccionari  dels  sentiments.  Barcelona.  Pirene  Editorial  S.A.,  1995  FREIDES,  

David  :  Trastornos  del  desarrollo  :  un  enfoque  neuropsicológico.  Barcelona.  Ariel  Neurociencia,  2002  

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MERANI,  Alberto  L.  :Diccionario  de  Psicología.  Barcelona.  Edit.  Grijalbo,  1982  

PERLS,  Fritz  :  El  enfoque  guestáltico.  Testimonios  de  terapia.  Santiago  de  Chile.  Ed.  Cuatro  Vientos,  1976  

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ROBINE,  Jean-­‐Marie  :  Contacto  y  relación  en  psicoterapia.  Santiago  de  Chile.  Cuatro  Vientos,  1999    

ROBINE,  Jean-­‐Marie  :  Manifestarse  gracias  al  otro.  Madrid.  Los  libros  del  CTP-­‐11.2006  

TODOROV,  Tzvetan  :  La  vida  en  común.  Ensayo  de  antropología  general.  Madrid.  Santillana,  S.A.  Taurus,  1995  

TOURNIER,  Michel  :  Viernes  o  los  limbos  del  Pacífico.  

WHEELER,  Gordon  :  La  Gestalt  reconsiderada.  Un  nuevo  enfoque  del  contacto  y  de  las  resistencias.  Madrid,  Los  Libros  del  

CTP-­‐5,  2002    

YONTEF,  Gary  :  Proceso  y  diálogo  en  Psicoterapia  Gestáltica.  Santiago  de  Chile.  Ed.  Cuatro  Vientos,  1995    

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El Enfoque Gestalt, Una Visión de Campo con Distintos Métodos de Trabajo

Myriam Muñoz Polit*

Todos debemos encontrar nuestro propio camino, pero la franqueza y el interés de los

compañeros íntimos hace nuestra responsabilidad hacia nosotros mismos más

fácil de llevar

Sheldon Kopp Introducción Gracias a la revisión exhaustiva que algunos de nuestros colegas (Robine, Spagnuolo, Vázquez y otros) han hecho del libro fundador: Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana, de Perls, Hefferline y Goodman, se han retomado y surgido a la luz ideas que estaban ya escritas pero que no habían sido revisadas suficientemente, resultando algunas de ellas francamente revolucionarias y que apuntaban claramente a una forma original y única de hacer intervenciones de ayuda. Concretamente me refiero a conceptos como teoría de campo, self, contacto, “awareness” y otros más que han hecho emerger una manera nueva de trabajar en las intervenciones gestálticas. Esto ha provocado muchas reacciones: algunos gestaltistas que se entrenaron en un método de trabajo centrado en el mundo experiencial del paciente no quieren ni asomarse a esas revisiones y prefieren quedarse con su modo conocido de trabajar el Enfoque Gestalt; otros, los que prefieren el trabajo en la frontera contacto, toman una postura radical y defienden a ultranza que esa es la “verdadera” manera de hacer Gestalt, y por último otros se ubican en una forma de hacer Gestalt donde la teoría ocupa un último lugar (si es que ocupa alguno), y lo importante es vivenciarla. Finalmente estamos los que pensamos que todo eso, en conjunto son formas diversas de hacer Gestalt y que lo importante es que el terapeuta haga todo lo necesario para generar una relación yo-tú. Sin embargo creo que un facilitador gestáltico tendría que tener un conocimiento teórico-práctico de estas tres modalidades. Más adelante hablaré de la experiencia que estamos teniendo en el IHPG al entrenar a nuestros alumnos, que al terminar aplicarán el Enfoque Gestalt en diversos ámbitos. He de puntualizar que personalmente parto de una experiencia donde trabajo, desde hace más treinta años, fundamentalmente desde un énfasis en ayudar al paciente a comprender su mundo experiencial (llamado erróneamente enfoque intrapsíquico); tanto el Enfoque Centrado en la

*La Dra. Myriam Muñoz Polit es la fundadora y actual Rectora del Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt. Es Maestra y Doctora en Desarrollo Humano por la Universidad Iberoamericana, México. Autora de numerosos artículos y diversos libros.

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Persona, creado por Carl Rogers, como el Enfoque Gestalt pueden ser aplicaciones de este tipo de trabajo.

La Teoría de Campo como fundamento general del trabajo gestáltico En el modelo de campo el organismo y el entorno constituyen una sola entidad, el organismo no puede existir sin el entorno y viceversa. Como dice Yaqui A. Martínez (2011) la realidad es relacional. Defino organismo como algo viviente que tiene una organización y mecanismos de autorregulación dentro de sí mismo. En mis apuntes de la clase de teoría y técnica del Enfoque Gestalt (Muñoz 2011) defino un campo como una red sistemática de relaciones. Esta relación es inherente, dinámica y organizada; el campo es proceso, en el cual cualquier cosa es de un campo, no está en un campo. El campo es una unidad total donde todo afecta a todo con una causalidad circular.

Otra manera de decirlo es que el comportamiento de todo ser viviente está influido por la simple presencia de otro ser y ese otro ser está igualmente influido por la otra persona. En este momento en que escribo estas palabras estoy en mi estudio, me influye la silla donde estoy sentada, la información escrita por Jean Marie Robine y por Carmen Vázquez, mi perra que entra y sale, pero yo a mi vez estoy influyendo en todo eso que está aquí pues todo eso somos un campo, mi campo. Según la mirada de Jean Marie Robine

…no hay organismo sin entorno, y la definición de un organismo será mas bien lo que llamaremos un “campo”, el campo organismo-entorno, la unidad que constituye este campo organismo-entorno es una unidad. Esto es, a partir de ese carácter indisociable del campo que la teoría, como el método de la Gestalt, deberá ser pensado y repensado. (2007, pág. 16):

Jean Marie Robine (2004) nos dice que no estamos en un campo, somos del campo, o sea que es una creación compartida en un momento dado con alguien más que también es del campo. Por otro lado la explicación que hace Carmen Vázquez (2008) sobre la relación organismo/entorno me parece muy clarificadora:

La Terapia Gestalt estudia las relaciones que se dan en la frontera entre el organismo y su entorno… si estudiamos solo el organismo y sus aspectos, estaremos haciendo psicología, fisiología, anatomía, etc.… Si estudiamos solamente al entorno, estaremos haciendo sociología, antropología, historia, etnología, etc.….se necesitan el uno al otro. (2008)

El enfoque Gestalt está basado en la teoría de campo, cuando ponemos énfasis en la vivenciación o en que la persona vaya hacia su mundo interno, también estamos trabajando indirectamente en la frontera-contacto y viceversa. El organismo y el entorno son una misma entidad y co-crean la experiencia ya sea el énfasis esté en ir hacia el mundo interno o que tenga un énfasis en mirar

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como se están influenciando en el aquí y ahora que ambos están creando. Me atrevería a afirmar que la una sin la otra son imposibles, porque ambas formas de intervención están fundamentadas en esta mirada de campo; cuando se trabaja lo intrapsíquico sin esta mirada no se hace Gestalt y cuando se hacen intervenciones en la frontera contacto sin la mirada en el otro como alguien con un mundo interno, tampoco se está haciendo Gestalt. Es un absurdo pensar que si el Enfoque Gestalt esta fundamentado en la Teoría de Campo, aunque se ponga un énfasis mayor en cualquier parte del binomio O/E (organismo entorno), y en el binomio mismo, se está haciendo Gestalt. Es simplemente un asunto de énfasis porque lo intrapsíquico y la co-creación del campo están ocurriendo al mismo tiempo. Pero estas definiciones poco nos dicen de cómo se puede aplicar la teoría de campo en el ámbito de la facilitación terapéutica. Sin negar que es en esa teoría general de donde surge la particular forma de aplicar la TG es mas clarificador poner esto en términos de la relación terapéutica; lo que buscamos es la generación de una relación yo-tú, en donde el terapeuta es consciente de cómo influye y de cómo es influido por su paciente, y pone ese conocimiento al servicio del paciente de diversas maneras. Es muy importante aclarar que el encargado de la relación es el terapeuta, no el paciente, es nuestra obligación como gestaltistas estar pendientes de dicha relación. Por esto mismo me parece que hay tres métodos de trabajar en Gestalt que son complementarios y que están ocurriendo al mismo tiempo aunque se ponga más énfasis en alguno:

1. El método vivencial. 2. El método centrado en el mundo experiencial (en el organismo) 3. El método frontera-contacto.

No les he llamado métodos simplemente al azar, una metodología consiste en seguir cierto “camino” para alcanzar un determinado fin, propuesto de antemano y como tal, se contrapone a la suerte y al azar. Los tres son métodos de trabajo, del mismo nivel lógico. Pero las tres metodologías ponen en el centro del trabajo la relación que se da entre el paciente y el terapeuta. Las Bases del Enfoque Gestalt Cualquier enfoque psicológico-social que busca mejorar la condición humana debe tener explicitados los siguientes marcos teóricos:

1. Una filosofía acerca del ser humano. 2. Una teoría de la existencia humana. (En este rubro entra la Teoría de Campo) 3. Una teoría del proceso de desarrollo humano. 4. Una teoría de la funcionalidad y la disfuncionalidad. 5. Diversas teorías de lo que implica lo humano (aprendizaje, motivación, atención, etc.) 6. Una metodología de intervención para desarrollar y/o recobrar lo funcional en el ser

humano. 7. Teorías de los distintos tipos de fenómenos que se viven en la existencia humana.

Lo más importante para pertenecer a una corriente de pensamiento es estar en acuerdo total en los puntos 1, 2, 3, 4 y 5 pero a la hora de pasar a los puntos 6 y 7 es donde no sólo es posible, sino

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también deseable que discrepemos y tengamos visiones diferentes para promover la actualización y revisión de lo que hacemos. Esto es justamente lo que creo que ocurre con las distintas posturas que encuentro entre los que aplicamos el Enfoque Gestalt, coincidimos en los 5 puntos fundamentales pero tenemos formas de intervenir que pueden ser diversas dependiendo de la situación que se esté dando en ese momento presente. El verdadero problema emerge cuando nos rigidizamos y pensamos que lo que yo hago es lo que verdaderamente es lo adecuado, lo auténticamente gestáltico y lo que el otro hace no lo es. Sería más sincero decir que lo que hago es lo que se me facilita más, lo que va más de acuerdo con mi manera de ser y hacer y de aproximarme a las cosas, quizás lo más cómodo o lo que me ha resultado mejor; lo que los otros hacen es algo que me parece difícil, que me cuesta entender, que no corresponde con mis características personales o que sencillamente no he tenido la oportunidad o el interés de probar. Personalmente admito que el modelo preponderantemente vivencial me fue muy atractivo y me lo dejé vivir, especialmente en mis primeros años de práctica profesional, pero cuando me dediqué a la enseñanza tratando de entrenar a otros, mi interés por lo teórico se fue incrementando y mi gusto por las explicaciones sigue presente en mí. Cuando me entrené en el Enfoque Centrado en la Persona y en el Enfoque Gestalt aprendí un modelo de intervención donde el corazón del trabajo, lo central estaba en la calidad de la relación terapéutica, coloreada por una búsqueda de horizontalidad y donde preponderantemente se ponían en relevancia los aspectos sanos o funcionales y se apoyaba esto con una actitud respetuosa, cálida, cercana, sincera y firme por parte del facilitador. Fue hasta hace unos pocos años que empiezo a conocer el trabajo en la frontera contacto. Cuando intento incorporar ésta a mi manera de hacer intervenciones aún me resulta difícil, lo voy aprendiendo muy lentamente, y sufro de cierta sensación de frustración cuando veo cómo algunos de mis colegas y alumnos lo pueden hacer con más facilidad que yo. Ante esto trato de estar abierta y de aprenderles lo más que me sea posible. Individualismo y énfasis en el mundo experiencia (organismo) en el Enfoque Gestalt Me parece muy importante aclarar que el trabajo preponderantemente focalizado en el mundo experiencial del paciente, al menos desde la perspectiva gestáltica, no lleva a la persona a una postura individualista; durante muchos años la Psicología Humanista ha propugnado por resaltar la importancia del ser-en-el-mundo del ser humano, de esa creación mutua de la relación para el desarrollo del potencial de cada uno; si dicho trabajo lleva al individualismo seguramente está enmarcado en modelos de relación donde el organismo y el entorno son vistos como entidades separadas. El terrible individualismo que ha surgido a partir de una filosofía materialista y consumista es la causante de haber mal interpretado la libertad y haberla confundido con una mezcla de egoísmo y aislamiento. Se ha malinterpretado la autonomía y se la ha visto como indiferencia. Se ha buscado la independencia en lugar de la interdependencia que es la realidad de lo humano.

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El método que pone énfasis en el mundo experiencial implica mirar primero hacia adentro para luego poder mirar hacia fuera con lentes más limpios, se busca dimensionar lo mío para dimensionar con más justicia lo de los otros; por otro lado, las intervenciones con el método de frontera contacto miran primero como la experiencia se está co-creando pero no niegan la experiencia del mundo interno del paciente. Esto ha sido siempre así en el Enfoque Gestalt, justamente por la concepción que tenemos del ser humano y de su existir-en-el-mundo que está en nuestras raíces existencialistas. El trabajo sobre el mundo experiencial del paciente, desde la mirada de la TG no puede fomentar el individualismo, todo lo contrario, ha buscado fomentar la responsabilización y la inevitable relación del auto apoyo y el apoyo externo; nuestras necesidades han de ser satisfechas primero en el mundo y sólo en circunstancias de pobreza extrema del medio ambiente se puede justificar que nosotros seamos, momentáneamente, nuestro propio satisfactor. Solo es en relación como podemos crecer y actualizarnos; mirarnos como seres separados, peculiares y diferentes, es indispensable para poder ver a lo otro y al otro también así, y poder mirarme a mí misma implica un espacio para entrar en ese mí que es mi propia experiencia vista desde mi misma, y sólo es en relación con lo otro como podemos crecer y actualizarnos. La relación como el centro de la Terapia Gestalt. Como terapeuta tengo que ver cómo contribuyo en la relación, tengo que estar atenta al tipo de escucha que estoy teniendo, a las señales que estoy mandando de lo que es posible trabajar conmigo y de lo que no, preguntarnos especialmente cómo será para el paciente hablar conmigo. Lynne Jacobs (2011) afirma que es muy importante admitir frente al paciente cuando me he equivocado, cuando he malinterpretado algo que me dijo, cuando no estoy siendo capaz de comprenderlo porque no es solo inevitable fallarle al paciente, es parte de una realidad con limitaciones. Todo lo que el paciente y yo estamos diciendo emerge de nuestro campo experiencial en el contexto intersubjetivo. La intersubjetividad es la expresión humana de la teoría de campo. Todos dependemos unos de otros por la manera como nos inhibimos y apoyamos. El terapeuta tiene que estar alerta acerca de cómo su participación apoya al paciente para que pueda quedarse vivamente en su propia experiencia (aquí y ahora) donde se permite a las emociones estar presentes, no es la tarea del paciente el pensar en la relación que estamos haciendo, estos momentos tienen que emerger espontáneamente y ocurren cuando hay alguna interrupción o conturbación en la relación. Como dice Lynne Jacobs: “requerirle al paciente que enfoque su atención en la relación es un error, es una falta de respeto, pero también hace más angosto el rango de la experiencia relacional que podemos tener.” (2011) Uno de los autores que ha hablado con mayor claridad acerca de las condiciones indispensables y suficientes para generar una relación que propicie el desarrollo del ser humano es Carl Rogers; para él lo importante es tener tres actitudes básicas: consideración positiva incondicional, empatía y genuinidad y tener la habilidad de comunicarlas. (Rogers, 1993)

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En mis palabras me gusta decir que lo que se echó a perder en alguna relación hay que sanearlo en otra. La Metodología del mundo experiencial y La Metodología frontera-contacto La metodología que usa el Enfoque Gestalt busca lograr que la persona que nos consulta desarrolle sus potencialidades y se libere de las pautas crónicas que la han detenido en alguna área de su desarrollo. Los métodos y las técnicas son caminos aplicables en diferentes circunstancias y momentos de la intervención gestáltica. Cuando hablo de la metodología que se centra en el mundo experiencial del paciente, me refiero a la mayoría de los métodos conocidos, como por ejemplo el trabajo con la silla vacía, los diversos métodos de trabajo de sueños, el trabajo de síntomas (generado por Adriana Schnake), polaridades y tantos otros que listarlos implicaría una larguísima e interminable lista y en donde, seguramente, no estarían incluidos todos aquellos que se han producido como “trajes a la medida” para trabajar un asunto específico con un cliente en particular. Cuando hablo dela metodología frontera contacto me refiero a un énfasis en lo que está ocurriendo en el momento presente en la relación entre el facilitador y el facilitado y en la alternancia de esos roles durante la sesión. Más que la revisión de un “yo”, o incluso de un “yo-tu” la mirada está puesta en el “nosotros”, en lo que está ocurriendo en cada momento en la relación. Desde el trabajo con el mundo experiencial del paciente el papel del facilitador consiste en acompañar al consultante para que revise lo que le ocurre en el mundo, y con lo cual no está satisfecho, para que descubra vivencialmente, a través de los experimentos terapéuticos, lo que le duele y le limita; se revisan sus creencias e ideas, se actualiza su experiencia que ha quedado obsoleta y se termina con sus asuntos inconclusos. En este acompañamiento el gestaltista va generando actividades que le permitan al cliente vivenciar a fondo, dejar de evadir, ampliar el fondo de su experiencia, generar figuras claras y poner en marcha todo aquello que se ha perdido su flexibilidad, espontaneidad. En este sentido el que ayuda es un testigo cercano, amoroso y realista; experto en caminos de experimentación que pone a la disposición del consultante sus habilidades profesionales y su propio desarrollo personal, guardando la distancia que le confiere su calidad de testigo pero profundamente comprensivo y compasivo. Hay un especial énfasis en la relación yo-tu, siendo el responsable de crearla y propiciarla el terapeuta. Desde la mirada frontera contacto el facilitadora y el consultante están co-creando una experiencia. Cada uno de ellos es un organismo en relación formando parte del entorno el uno para el otro. El gestaltista está totalmente involucrado en la experiencia y desde ahí va interactuando con lo que ahí ocurre en relación a lo que el consultante está revisando, bajo la suposición de que eso que quiere revisar se puede estar reproduciendo en esa relación con el facilitador en ese momento, y es ahí donde la manera de vivir el asunto puede modificarse. Incluso pueden emerger temas que no eran lo que originalmente el cliente quería trabajar, pero que su emergencia los hace necesarios de ser revisados.

Según las palabras de Jean Marie Robine: “No se trata de ninguna manera de negar la necesidad o importancia de la separación y la individuación, ni de abordar esta unidad del campo en un

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sincretismo reductor … el entorno no es un mundo con contornos indefinidos; no es EL mundo, sino Mi mundo.” (1999) A continuación muestro un cuadro en donde pongo, de manera esquemática, algunas diferencias y similitudes que se dan en estas metodologías:

MIRADA DESDE EL MUNDO EXPERIENCIAL MIRADA FRONTERA-CONTACTO

Diferencias

Fundamentada en la fenomenología trascendental

Fundamentada en la fenomenología existencial 1

Lo central es trabajar el tema del cliente El tema del cliente es un elemento más La mirada es hacia la persona y su mundo

interno La mirada es hacia lo relacional y a la

experiencia en el entorno "Yo" y "Yo-Tú" "Nosotros" Lo que ocurre en la relación es un recurso

más que se usa en función del tema del cliente

Lo central es trabajar lo que ocurre en la relación terapéutica

La responsabilidad de la figura recae en el cliente

La responsabilidad de la figura es compartida, es una co-creación en co-responsabilidad

Buscamos la satisfacción de las necesidades del cliente

Buscamos la emergencia de la necesidad compartida

Usamos marcos teóricos que aclaran la experiencia interna del paciente como: los “modos de relación” , el ciclo de satisfacción de necesidades", etc.

La Base teórica es el "Proceso de Contacto" sus interrupciones y la "Teoría del Self"

Usamos diversas técnicas para trabajar el tema

Las técnicas están en función de lo que sucede

en la relación (en la frontera de contacto) Se trabaja directamente con las pautas y

patrones disfuncionales Se trabajan pautas y patrones de interrupción

del contacto que están ocurriendo en ese momento.

Semejanzas Vivencial

Se generan hipótesis de trabajo Se busca estar plenamente presente

Se busca la horizontalidad en la relación Se usan experimentos

El trabajo es en el presente El Self como una función temporal, dinámica y cambiante Se busca incrementar la conciencia inmediata (awareness)

Se trabaja más con el proceso que sólo el contenido 1Para entender la fenomenología trascendental y la fenomenología existencial léase el capítulo 5 y 6 de Martínez, Yaqui (2009).

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Se tiene como base la Teoría de Campo Se respeta y valora las "resistencias" etc. Etc.

Ventajas y limitaciones de ambos métodos de intervención Quiero agregar que cada mirada y sus métodos tiene sus limitaciones y riesgos y que hay una complementariedad entre ellos cimentada en la filosofía del ser humano que se comparte al aplicarlos. Muchas veces las ventajas de uno son las limitaciones del otro. A lo que me refiero es a que, por ejemplo, en el trabajo con el mundo experiencial del cliente se corre el riesgo de perder la oportunidad de descubrir lo que la relación terapéutica, en su inmediatez, puede ofrecer: cercanía, intimidad, encuentro directo con un “otro”, en donde la honestidad y transparencia se promuevan, pudiendo llegar al extremo de no implicarse personalmente y que éste se convierta simplemente en una implementación de técnicas y experimentos sin generar una verdadera relación interpersonal. El método frontera-contacto pone en relieve la importancia del propio crecimiento del que busca ayudar en cuanto a la actualización y desarrollo de las mismas actitudes y habilidades que busca desarrollar en el cliente. Es un método que demanda una revisión seria y constante en el profesional. Por lo mismo cuando esta actualización no se realiza existe el riesgo de un cierto egocentrismo al estar poniéndose continuamente en referencia con el cliente y al poner cualquier cosa que el cliente quiere revisar en función de la relación con él; he llegado a observar que el facilitador se puede volver el centro de la sesión dejando a un lado al cliente en cuanto a lo que le preocupa y quiere trabajar en la sesión. Se puede cometer el error de imponer al paciente lo que al terapeuta le hace figura. Por otro lado trabajar únicamente con este método puede generar en el cliente una sensación de no ser atendido en cuanto a sus expectativas de trabajar ciertos temas de manera directa y de que se centren en él como consultado y no en la relación constantemente. Y quiero reiterar las ideas básicas de este artículo: cuando hacemos intervenciones gestálticas siempre trabajamos, de manera directa o indirecta, en el mundo experiencial del paciente y en la frontera contacto; a veces podemos poner el énfasis en lo primero y a veces en lo segundo, y siempre en generar una relación yo-tú. Si somos gestaltistas, si coincidimos en los principios filosóficos, en la actitud que consideramos adecuada en la relación terapéutica y los conceptos fundamentales, el trabajar con uno u otro énfasis es cuestión de lo que esté ocurriendo en la relación y de lo que el mismo facilitador considere que es lo más adecuado para él o para ella. No hay dos Enfoques Gestalt sino uno con modos de intervención diferentes que son complementarios. La opción de entrenamiento en el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt Después de más de 25 años de estar entrenando facilitadores en el Enfoque Gestalt me parece que hay una secuencia lógica:

1. Los alumnos vivencian, de diferentes maneras, los diversos tipos de intervenciones gestálticas, por lo mismo, tienen que estar en un proceso individual de revisión personal con uno o varios facilitadores con experiencia. Durante todo el entrenamiento en las materias teóricas y prácticas se involucran en ejercicios y experimentos individuales y de grupo. Se pone especial énfasis en la relación terapéutica como la piedra angular en donde va a estar cimentada su futura práctica profesional.

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2. El entrenamiento inicialmente tiene un énfasis en que aprendan a trabajar primero con el mundo experiencial del paciente, se busca dar las bases teóricas para que comprendan la teoría fundamental del enfoque Gestalt.

3. En una fase posterior los que se vean atraídos por el método de intervención frontera-contacto pueden tomar una especialidad terminal de un semestre sobre el tema y ser supervisados bajo este método.

Esto se hace así porque considero que los facilitadores principiantes tienen que pasar por un proceso de revisión personal lo más profundamente que sea posible, así también los gestaltistas con más experiencia requieren de actualización constante, ya sea estando en terapia personal o de grupo, asistiendo a alguna supervisión o tomando cursos que les actualicen.

Se imparte y entrena primero el método en donde nos enfocamos en el mundo experiencial del paciente y en la calidad de la relación terapéutica porque es fundamental para cualquier tipo de intervención, las habilidades que implica son básicas. Se deja para una etapa posterior el aprendizaje de la metodología frontera – contacto porque implica un mayor nivel de experiencia profesional y de madurez personal. Es un tipo de intervención más compleja en donde me parece que se requiere tener algún tiempo de haber usado el método centrado en el mundo experiencial del paciente y en las actitudes fundamentales para la creación de una adecuada relación terapéutica. Implica un mayor grado de riesgo lo cual supone un mayor desarrollo personal por parte del facilitador. Basta con saber generar un adecuada relación terapéutica y poner énfasis en lo que ocurre con el mundo experiencial del paciente para hacer terapia Gestalt, porque para poder trabajar en la frontera contacto es requisito indispensable que el terapeuta sea capaz de generar una buena relación y de trabajar con el organismo, con el mundo interno, con el mundo experiencial del paciente. ¿Qué buscamos en el Enfoque Gestalt? De acuerdo con nuestra filosofía del ser humano y sus procesos me parece que en términos generales buscamos con nuestras intervenciones el desarrollo de potencialidades y el desbloqueo de las pautas crónicas que detienen dicho desarrollo. En términos más específicos creo que lo que hay que promover que la persona incremente: 1. La consciencia inmediata o “awareness” (Vivenciación) 2. La espontaneidad 3. La toma de riesgos 4. La satisfacción de necesidades organísmicas (naturales). 5. La responsabilización. 6. El estar más presentes en el aquí y ahora. 7. Un buen nivel de auto-apoyo y de apoyo ambiental. Mientras estos objetivos se cumplan de acuerdo a la filosofía Existencial Humanista y a las ideas que tenemos de lo que es ser realmente humano, es deseable que sigamos implementando

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metodologías diversas que nos permitan acercarnos a dicha meta de manera pronta, ahorrando sufrimientos inútiles. Pero estas metodologías han de ser totalmente fieles a dicha filosofía. Conclusiones

1. Las bases filosóficas y de marcos teóricos fundamentales del Enfoque Gestalt son compartidos por cualquier facilitador en el Enfoque Gestalt.

2. La Teoría de Campo es fundamental en una visión gestáltica de la vida humana. 3. Toda intervención gestáltica tiene como requisito “sine qua non” la generación de una

adecuada relación terapéutica. 4. El Enfoque Gestalt nunca ha buscado promover el individualismo. 5. Hacer intervenciones gestálticas implica trabajar al mismo tiempo en lo vivencial, el

mundo experiencial y en la frontera contacto, poniendo a ratos más énfasis en alguno. Pero cualquiera de ellos implica al otro.

6. Las metodologías más orientadas al trabajo con el organismo y las más orientadas a trabajar con la relación entre organismo y entorno tienen sus fortalezas y debilidades, y su uso depende muchas veces de lo accesibles que nos resultan en la práctica de acuerdo a las características peculiares de cada facilitador y de acuerdo a las características de cada paciente.

7. Lo que importa en un enfoque terapéutico es qué tanto su metodología como su teoría tengan coherencia con la filosofía que les sustenta; tanto la metodología intrapsíquica como la de frontera-contacto son coherentes en este sentido.

Referencias Bibliográficas Jacobs, Lynne (2011). Apuntes del curso La Relacionalidad: Implicaciones Terapéuticas,

México: Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt. Martínez, Yaqui A. (2009). Filosofía Existencial para Terapeutas y uno que otro curioso.

Ediciones LAG: México. Muñoz Polit, Myriam (2011). Apuntes de Teoría y técnica del Enfoque Gestalt. Maestría en

Gestalt. México: Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt. Robine, J. M. (1999) Contacto y Relación en Psicoterapia. Reflexiones sobre Terapia Gestalt.

Santiago de Chile: Cuatro Vientos. Robine, J. M. (2004) Manifestarse gracias al otro. Madrid: Sociedad de Cultura Valle-Inclán Robine, J. M. (2007) Terapia Gestalt. México D. F.: Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt. Rogers, C. (1993) Psicoterapia Centrada en el Cliente. México D. F.: Paidós Vázquez Bandín, Carmen (2008) Buscando las palabras para decir. Reflexiones sobre la teoría y

la práctica de la Terapia Gestalt. Madrid: Sociedad de Cultura Valle-Inclán

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Bibliografía Recomendada Brownell, P. (Ed.) (2008) Manual de Terapia Gestalt: teoría, investigación y práctica. Madrid:

Sociedad de Cultura Valle-Inclán Delahanty, Guillermo (2009) Constelación y campo. Psicología de Kurt Lewin. México D. F.:

UAEM /Casa Juan Pablos. Philippson, P. (2001). Self in Relation. New York: Gestalt Journal Press

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Aquello que habilita: La complejidad y emergencia contextual del

apoyo

Lynne Jacobs1

Resumen: Este documento pretende explicar varias interpretaciones del "apoyo", incluyendo su complejidad, su cualidad emergente, su estrecho entrelazamiento con el ajuste creativo, y su bidireccionalidad. La autora propone una estrecha relación entre el ajuste creativo y el apoyo ya que, se complementan mutuamente y en cada momento de nuestra vida estamos involucrados en ajustes creativos. Los ajustes creativos se arman a partir de los apoyos que tenemos disponibles, y cada ajuste creativo se convierte en el apoyo para otro ajuste creativo.

Palabras clave: apoyo, contexto, ajuste creativo, emergente, bidi-reccional

“¡Vamos Lynne! No te voltees. ¡Mira la pelota entrar en tu guante!” Esas eran las exhortaciones que mi entrenador de soft-ball me gritaba con fuerza y energía. Lanzaba las pelotas de tal modo que rebotaban a mis pies, y si no las atrapaba rebotaban contra mis ya muy magulladas espinillas, o bien rebotaban y me golpeaban nuevamente en la barbilla. "¡Voltea el guante un poco más a la derecha!" Estaba cansada. Me asustaban las pelotas que rebotaban alocadamente contra mi cuerpo. "No. No. ¡Relaja las manos! Sí, mejor. Otra vez". Era algo rudo. Para mí eso quería decir que él pensaba que yo valía la pena. Quería probarme ante él. Quería mejorar mis habilidades. Quería desarrollar el valor de mantener el ojo en la pelota sin hacer la cabeza a un lado aunque el rebote de la pelota me amenazara. Mejoré, me volví más confiada, y eso apoyó un aumento en mi valor y tenacidad.

No todo apoyo es suave ni amable. Sin embargo, lo impor-tante es que en la vida cada suceso, cada interacción, apoya y es 1 Lynne Jacobs, Ph.D., Psy.D. Cofundadora del Instituto Gestalt del Pacífico, catedrática, entrenadora y supervisora en el Instituto de Psicoanálisis Con-temporáneo.

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apoyada por algo, y al mismo hay otra cosa que no está apoyan-do, de la misma manera que siempre nos estamos dando cuenta de una cosa y no de otra, y el contacto siempre es con una cosa y no con otra. Si le doy a alguien un arma, estoy apoyando el que la dispare.

El presente más inmediato: Comienza mi viaje

En el 2004, Malcolm Parlett y yo estábamos sentados en una terraza rústica tomando el sol, durante un descanso en un grupo de estudio de fin de semana en Esalen, California. Estábamos hablando de uno de sus temas favoritos, el "apoyo". En algún momento mencionó que él piensa en el apoyo como "aquello que habilita". Su parsimoniosa frase despertó mi interés. Su al-cance era expansivo, mas su presentación era sencilla. Mientras tanto Mark Fairfield, un colega, acababa de escribir sobre el apoyo como una constelación fluidamente compleja de recursos del self y ambientales para la autorregulación. Entre otras ideas, señaló que el uso de drogas por parte de sus clientes adolescen-tes sin hogar era un recurso para la regulación de emociones en un campo por otra parte empobrecido. (Fairfield, 2004).

Me di cuenta de que mis propias ideas sobre el apoyo esta-ban lamentablemente empobrecidas a pesar de que, como mu-chos otros psicoterapeutas gestalt, tengo una comprensión im-plícita de dicho concepto. A veces utilizo la escritura como apo-yo para una mayor exploración y aprendizaje, y esa es la razón de ser de este artículo. Aquí he emprendido un estudio del apo-yo que espero respete su interminable complejidad. Con este fin, ampliaré la declaración de Parlett y enumeraré algunas pro-puestas respecto al apoyo. Espero que mis ideas estimulen — apoyen — ideas adicionales en todos nosotros.

Aquello que habilita En la terapia gestalt, el apoyo hace referencia, en particu-

lar, al proceso de contacto. Hablamos de apoyar para contactar. Ciertamente tenemos una deuda de gratitud con Laura Perls,

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quien señaló que el apoyo es una precondición para el contacto y, por lo tanto, que el apoyo es un punto de partida terapéutico importante. "La contribución más famosa de Laura a la teoría de la terapia gestalt fue su insistencia en la relevancia del apoyo como condición implícita para el contacto". (Bloom, 2005, p. 83) No existe contacto sin apoyo.

Aunque no me opongo a esta declaración, vale la pena am-pliarla y depurarla, ya que el concepto del contacto es muy am-plio y abarca mucho. He procurado ensanchar mi entendimien-to sobre la ubicuidad e importancia del apoyo, y también depu-rar mi uso creativo de apoyo en el proceso de terapia.

La complejidad del apoyo: La emergencia y el contexto

Una de las complejidades del apoyo consiste en que el que una interacción específica—sea el habla o alguna otra ac-ción—apoye el contacto dependerá del contexto inmediato del momento. Sin embargo, a mí me parece que los apoyos actúan en el contexto más inmediato y también en el meta-nivel. Es decir, el apoyo para el contacto en un momento específico tam-bién puede ser un paso en la ruta hacia el desarrollo de una ca-pacidad permanente, o hacia la reorganización de la experien-cia.

1. Los apoyos son fenómenos contextualmente emergentes, lo que significa que las habilidades, capacidades y recursos exis-ten en potencia y sólo pueden "emerger" para ser usados en un lugar específico, en un momento específico, y en un contexto específico. El contexto le da forma tanto a lo que puede emerger como a lo que puede ser más relevante como apoyo. Staemmler (comunicación personal, 2006) sugiere una interpretación de la frase de Parlett que yo he alterado (y que, por lo tanto, quizás ya no represente una postura con la que Staemmler estaría de acuerdo), que remite de manera directa al contexto:

A. El apoyo es aquello que habilita a una persona para hacer (o experimentar) algo. B. En la terapia, el apoyo es aquello que habilita al cliente pa-

ra que haga (o experimente) algo.

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C. El apoyo en la terapia es aquello que: a. hace posible que un cliente adquiera alguna capaci-

dad de la que carecía hasta ese momento y/o que ponga en práctica alguna capacidad ya existente pero cuyo uso práctico estaba bloqueado por temores, evitacio-nes, etc.

b. Hace posible que el cliente tenga una nueva experien-cia, o una nueva organización de la experiencia, cuyo acceso estaba bloqueado por temores, evitaciones, etc.

D. En la terapia, el apoyo es aquello que hace posible que un cliente tome el siguiente paso particular necesario para

a. adquirir alguna capacidad de la que carecía hasta ese momento y/o poner en práctica alguna capa-cidad ya existente pero que cuyo uso práctico es-taba bloqueado por temores, evitaciones, etc.

b. Adquirir una nueva organización de la experien-cia, cuyo acceso estaba bloqueado por temores, evitaciones, etc.

Por ejemplo un paciente —también terapeuta— que le tenía

fobia a la sangre y a los procedimientos médicos, se estaba pre-parando para una cirugía. Dijo que las conversaciones con su cirujano lo dejaban sintiéndose mareado, y que temía desmayar-se durante las preparaciones quirúrgicas. En cierto momento mientras hablaba se le llenaron los ojos de lágrimas. Yo me mos-tré silenciosamente receptiva, dije poco.

A la siguiente sesión me contó que después de nuestra se-sión se sintió desesperadamente angustiado. Dijo que había sen-tido mi participación a través de mis escasas palabras suaves y emocionalmente intensas, ¡pero que ansiaba que yo "hiciera una interpretación"! Habíamos hablado anteriormente acerca de cómo su madre usaba la intensidad de sus reacciones emociona-les a él para usurpar su vida emocional, lo que lo dejaba sin-tiéndose privado, perdido, con peligro de ahogarse. Sentía que yo lo había soltado y abandonado. Dijo que una interpretación lo tranquilizaría en cuanto a que yo entendía su desdicha y que podía pensar en él más que dejarme consumir por mis propias respuestas emocionales.

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Ya le había fallado de esta manera más de una vez durante nuestro trabajo juntos, así que me pareció mejor descifrar lo que estaba pasando entre nosotros. En cierto punto dijo que él y yo parecíamos necesitar respuestas muy diferentes cuando estába-mos alterados. Le dije que yo había querido que mi terapeuta dejara que mi desdicha lo conmoviera, y que para mí una inter-pretación significaba que mi terapeuta estaba distante, y segu-ramente haciéndome saber que si entendiera las cosas como él no tendría que sentirme de ese modo. Mi paciente se rió since-ramente y dijo que ahora entendía las reacciones de perturba-ción que tenían algunos de sus pacientes hacia él cuando hacía interpretaciones. Me reí y le dije que me estaba ayudando a en-tender a los pacientes que, como él, se sentían abandonados por mis respuestas emocionales más inmediatas. Los dos nos senti-mos intrigados y tuvimos una conversación fructífera sobre nuestras respectivas experiencias personales y clínicas.

En ese momento tenía una sensación bastante clara de que nuestra conversación lo estaba apoyando para tener una expe-riencia conversacional vivida donde su enojo, temor y fascina-ción podían ser experimentados cabalmente. No tenía manera de predecir que esa interacción también estaba dando apoyo a algo menos inmediato y menos visible. En su siguiente sesión me dijo que se había sentido muy bien durante su conversación con el cirujano y en los preparativos pre-quirúrgicos. Me dijo que la atmósfera íntima entre colegas y lo fructífero de nuestra conversación lo habían fortalecido, dándole la sensación de que era un adulto capaz y con recursos, sensación que transformó su actitud y experiencia respecto a su cirugía.

Nuestra conversación le ayudó a hacer un contacto más vi-vido con su vida emocional, de tal modo que apoyó, en lugar de perturbar, su autorregulación vigente en ese momento, y a su vez esa experiencia apoyó el aumento de su confianza. Los apoyos para vivificar su contacto surgieron entre nosotros a partir de cosas como nuestra historia compartida, el equilibrio entre nuestra escucha y habla, así como nuestro compromiso con nuestra tarea y nuestros respectivos roles con relación a esa tarea. Además —según su reporte— la sesión también le permi-tió experimentarse a sí mismo de una manera distinta en el

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mundo. En esencia, se hicieron realidad los puntos C y D antes mencionados.

Normalmente es importante recordar que quizás nuestros pacientes no se verán apoyados por lo que nosotros les ofrece-mos como apoyos. Nos corresponde explorar juntos lo que sí apoyaría su siguiente paso en su exploración terapéutica, y qui-zás juntos descifrar por qué el apoyo que pretendo ofrecer no es un apoyo. Esto implica examinar nuestros campos fenomenoló-gicos para discernir cómo nuestros campos, organizados de ma-neras diferentes, aportan significados distintos a nuestra figura de interés compartida.

2. Este relato también ilustra que no existe tal cosa como el

apoyo único, aislado de cualquier otro apoyo. El apoyo también implica una contextualización en términos de nuestras aspira-ciones complejamente organizadas. El apoyo es uno de esos conceptos difíciles que son infinitamente recurrentes y comple-jos. Con eso lo que quiero decir es que no hay un punto de des-canso final donde podríamos decir: "Ah, y esto es lo que apoya eso, y ya tocamos base". Por cada apoyo para el contacto que podemos señalar, descubrimos que la precondición necesaria para la existencia de ese apoyo, es otro apoyo. Por ejemplo, sin mi compromiso con la labor de la terapia, nuestra conversación hubiera podido tomar un rumbo distinto. Y mi compromiso con la tarea se ve facilitado —o apoyado— por mis éxitos previos con el diálogo al servicio de la tarea. Cada éxito y cada fracaso también están plagados de una variedad de ajustes creativos que contribuyen a la sabiduría clínica que entró en juego en esta sesión. Las declaraciones elocuentes y articuladas de mi pacien-te apoyan mi capacidad para entender cómo mi fondo difiere del suyo. A la interacción de los ajustes creativos y el apoyo se suma mi aspiración de cumplir con mi labor con lo mejor de mi capacidad la mayor parte del tiempo.

Solíamos hablar del crecimiento y el desarrollo como el paso

que se da del apoyo ambiental hacia el autoapoyo, pero ahora estamos mejor informados. Nada sucede, jamás, sin una interac-ción entre los apoyos concebidos como autoapoyos, y los apoyos

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concebidos como apoyos ambientales. Como describe Wheeler elocuentemente, cualquier contacto, cualquier cambio, es el re-sultado de una reconfiguración de los apoyos del self (autoapo-yos) y los apoyos ambientales. (2000) Wheeler también nos re-cuerda que cuando pensamos en los apoyos como fenómenos del campo, entonces el rango de apoyos disponibles siempre depende del ojo de quien lo mire. En otras palabras, si no expe-rimento algo como un apoyo que tú si experimentas como apo-yo, entonces es útil para ti, mas no para mí. De hecho, más ade-lante en este ensayo voy a señalar los apoyos que trabajan al exterior del awareness, pero no se trata técnicamente de apoyos del "campo" (organismo/medio ambiente); son, más bien, apo-yos contextuales que le dan forma a nuestros campos.

3. Cada suceso en nuestra vida, cada interacción, puede en-tenderse como un punto en el camino en un flujo interconectado de apoyos y ajustes creativos, al avanzar hacia las próximas so-luciones. Esta declaración es explicativa, no fenomenológica. Y esta es otra de las complejidades del concepto de apoyo. Hay ciertas ocasiones en que una interacción puede no ser experimen-tada como apoyo pero ser, en retrospectiva, reconocida como un suceso que facilitó el contacto con un aspecto de la experiencia que después facilitó un mayor contacto, como un proceso que al final llevó a la satisfacción de alguna aspiración importante. Más adelante proporcionaré un ejemplo clínico que aclarará este punto.

4. El apoyo siempre implica una interacción entre los recur-sos del individuo y los recursos del medio ambiente.

El uso de cualquier apoyo —el llamado autoapoyo o apoyo del self, o bien el llamado apoyo ambiental — requiere de la par-ticipación del usuario. El apoyo además implica contextualiza-ción en términos de nuestras aspiraciones complejamente orga-nizadas. Sin embargo, la capacidad de participar se construye sobre otros apoyos (p. Ej. haber recibido apoyo para desarrollar un sentido de agencia). Para hallar apoyos relevantes se requie-re de la reorganización de las propias metas y necesidades, para lo que hacen falta otros apoyos, y así ad infinitum.

Por ejemplo, podemos usar un ejemplo bastante absurdo que a veces uso con pacientes que se sienten pesimistas sobre el

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valor de involucrarse más plenamente con sus vidas, y que pre-fieren ser totalmente pasivos, permitiendo que su medio am-biente cuide totalmente de ellos. Podemos tomarnos muchas molestias para que los apoyos ambientales nos mantengan res-pirando de modo que no necesitamos participar. Podemos usar un pulmón de acero o un cinturón respirador (¡aunque cierta-mente tendría que participar lo suficiente como para obtener esos servicios!). Entonces se vuelve una cuestión de si preparar esos cuidados es algo que interfiere con otras metas que podría tener un paciente, como el deseo de andar en bicicleta, ir al cine o caminar por la playa.

Nótese que esta manera de entender la compleja interacción de los sistemas de apoyo retira al terapeuta de la posición de adoptar una postura moral según la cual el paciente debe avan-zar del apoyo ambiental al autoapoyo (lo que es imposible), o incluso que su uso de los sistemas de apoyo debe ser más sofis-ticado. Al ayudar a los pacientes a conocer sus aspiraciones —pequeñas y grandes — podemos ayudarles a evaluar cuáles apoyos funcionan mejor para esos objetivos y cuáles no. Si los pacientes desean desesperadamente la experiencia simbólica de que alguien respire por ellos para estar bien cuidados, debemos explorar cómo podrían lograr eso, y atestiguar las limitaciones que plantea esa elección, o cualquier otra. Mi "idea experimen-tal" sobre un pulmón de acero, es cómicamente extrema, pero Fairfield (2004) presenta un argumento convincente para adop-tar esta misma actitud cuando trabajamos con adolescentes de diagnóstico dual.

También me parece importante señalar, para ambas propo-siciones, que hay un peligro inherente a la perspectiva explicati-va del apoyo, en contraste con la fenomenológica. Ese peligro consiste en olvidar que la asignación de los términos "self" y "ambiental" a nuestra manera de entender la ubicación de los apoyos, es algo un tanto arbitrario y dependiente de la perspec-tiva del hablante. Lo que el terapeuta podría considerar auto-apoyo el paciente bien puede experimentarlo como apoyo am-biental. Al nivel del proceso, podemos considerar que aquí lo importante no es la supuesta ubicación de cualquier apoyo en particular, sino que nuestros pacientes logren reconocer que los

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apoyos llamados del self y ambiental —es decir, los apoyos que experimentan como que dependen de ellos, y los apoyos que experimentan como que no dependen de ellos – siempre están íntimamente interconectados.

El ajuste creativo y el apoyo

5. El apoyo y el ajuste creativo están íntimamente entreteji-dos.

6. Lo que está ocurriendo en el momento presente es lo que está recibiendo apoyo en el momento presente. Esto incluye las disminuciones e interrupciones vigentes en el flujo de entusias-mo e interés.

a. Las interrupciones vigentes son ajustes creativos que están recibiendo el apoyo de la pareja terapéutica.

b. A su vez, la interrupción da apoyo a algo más (es un ajus-te creativo).

c. El que se apoye a una cosa significa que hay otra cosa que no está recibiendo apoyo.

Ahora vamos a complicar aún más esta combinación. Aun-

que con frecuencia examinamos cuáles apoyos son necesarios para este o aquel tipo de contacto, creo que también nos corres-ponde preguntar qué tipos de contacto están recibiendo el apo-yo de la constelación de presente apoyos. Esto pone de cabeza nuestra pregunta acostumbrada, pero nos ayuda a examinar exactamente cómo el proceso de contacto vigente es un ajuste creativo a los recursos vigentes. Dicha deconstrucción es parti-cularmente útil cuando tratamos de entender cómo un nudo terapéutico en particular está siendo reforzado en nuestro diá-logo terapéutico vigente. En esencia esto exige dos interrogantes a nuestro trabajo terapéutico: ¿qué es lo que está recibiendo apoyo ahora entre nosotros, y cómo? ¿Qué desearíamos el pa-ciente y yo apoyar juntos?

El ajuste creativo y el apoyo se apoyan mutuamente, y en cada momento de nuestra vida estamos involucrados en ajustes creativos. Los ajustes creativos se arman a partir de los apoyos

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que tenemos disponibles, y cada ajuste creativo se convierte en el apoyo para otro ajuste creativo. Así que cuando nosotros los terapeutas nos descubrimos pensando que los pacientes están interrumpiendo el flujo de su experiencia, o deflectando, pode-mos explorar juntos qué hay en nuestra situación que da apoyo a esa calidad de interacción. La respuesta a dicha pregunta se-guramente revelará cómo el paciente y yo juntos damos apoyo a la interrupción —puedo notar, por ejemplo, que estoy conte-niendo la respiración y apretando la mandíbula— y que esta interrupción apoya otro objetivo, como una sensación de segu-ridad para cada uno de nosotros en distintos grados, que podría verse amenazada por un flujo libre de la experiencia.

Por ejemplo, vamos a rastrear el flujo de ajustes y apoyos que pueden discernirse en la siguiente viñeta clínica:

Acababa de regresar de un viaje de diez días, y el paciente mencionó algunos signos de su sensación de estar "a la deriva" durante mi ausencia. Se sentía un poco turbado por su "confe-sión", ya que no se siente particularmente involucrado en nuestra relación, y prefiere guardar su distancia. Después, ha-blando rápidamente, con poco apoyo de su respiración, conti-nuó, haciendo referencia a su experiencia de reanudar nues-tras sesiones:

P: Pues ahora que estoy anclado . . . [lanzado como una transición, sin aparente conexión con las palabras. Lo sentí como algo vacío]

T: [tras algunas otras frases que me parecieron vacías e inertes] ¿Puedo dar un paso hacia atrás? Me pregunto... dijiste: “ahora que me siento anclado . . .” ¿Así te sientes?

P: Pues, no sé lo que siento. [dicho con interés y algo de sorpresa]

T: Sí . . . ¿Qué crees que te hizo decir eso [el comentario de estar anclado]?

P: [larga pausa, mirada confundida, consternación]

T: [Pensé que quizás mi pregunta había despertado algo de vergüenza. Parecía interesado en mi pregunta, pero tam-

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bién con temor a ser criticado. Quería encontrar una manera de dar apoyo a su interés, dado que el interés en su experien-cia de momento a momento es una vivencia relativamente nueva para él.] Puedo decirte por qué lo pregunto. Me pareció que esa frase no transmitía realmente tu experiencia. Así que me pregunté... si no estabas hablando en ese momento para decir algo de tu experiencia, me pregunto cuál función debía tener esa frase.

P: Ah . . . [aparentemente aliviado y cada vez más intere-sado] Fue una especie de transición . . . [pausa]

T: Así que si hubieras dicho, “ahora quiero cambiar de tema,” ¿eso funcionaría mejor?

P: Pues, no, creo que se trata de otra cosa. [reflexión con cejas fruncidas, mostrando aparentemente una mayor concen-tración y enfoque] Mi frase contenía alguna semilla de verdad, pero no puedo llegar a ella. . .

T: Prueba con esto: “Me da gusto estar de vuelta . . .”

P: [rápida sonrisa culpable y avergonzada de reconoci-miento] Sí, pero esto se acerca aún más: “¡Me da gusto estar aquí de vuelta contigo!” [amplia sonrisa, los dos reímos que-damente ]

En este intercambio, fluimos a través de una combinación de apoyos y ajustes; sólo algunos de ellos pueden describirse. Mi indagación respecto a su experiencia de decir que estaba tethe-red2 nos llevó a un proceso que Erv Polster (1999) llama "secuen-cias terapéuticas" ajustadas. Las secuencias ajustadas suelen usarse como apoyo para un contacto más cercano con la propia experiencia inmediata. Pero el aparente apoyo de mi atención a la experiencia inmediata sólo se vuelve útil si mi paciente aporta su propio interés.

2 Tethered: proceso por el cual un dispositivo móvil con conexión a Internet actúa como pasarela para ofrecer acceso inalámbrico a la red a otros dispositivos. Nota del editor.

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Recientemente en nuestro trabajo, la secuenciación ajustada ha involucrado su atención con más fuerza, en lugar de tan sólo evocar su temor (cosa que había sucedido con frecuencia en el pasado). En este caso el ajuste creativo fue su interés, fortalecido por el apoyo de la secuencia ajustada, su historial reciente con los descubrimientos que se han ido ampliando a partir de dicho trabajo, y su creciente fe en nuestro proceso dialógico. Además, nótese que el florecimiento de su interés estuvo a punto de des-carrilar hasta que contó con el apoyo que le proporcioné al con-textualizar mi pregunta. Mi cliente no había experimentado co-mo apoyo mis primeros intentos por ajustar la secuencia. Enton-ces su interés se convirtió en un apoyo que, junto con mi expli-cación de mi propósito, se convirtió en apoyos que le ayudaron a enfocar con más claridad su figura. La figura cada vez más clara, junto con la frase que le proporcioné, fueron apoyos para correr un riesgo conmigo que fue, a su vez, otro ajuste creativo.

7. Los apoyos para el contacto terapéutico son bidirecciona-les (hacemos nuestro mejor trabajo cuando recibimos apoyo de nuestros clientes).

La calidad emergente de los apoyos puede verse cuando el interés del paciente se vuelve disponible en nuestro diálogo. Este fenómeno —fluido, sujeto a la reconfiguración, dependien-te del contexto — aplica tanto al terapeuta como al paciente. Por ejemplo, al inicio sentí cierta decepción y molestia de que el pa-ciente quisiera que me involucrara con él en una conversación aparentemente sin sentido. Habíamos recorrido ese camino po-co satisfactorio juntos demasiadas veces para mi gusto. Pero usé los apoyos de mi fe en la inclusión (empatía) y mi reciente histo-ria satisfactoria con este paciente para ajustar mi enfoque. Pasé de enfocar mi molestia a enfocar sus esfuerzos. ¿Qué esperaba lograr al hablar de esa manera? Su respuesta a mi ajuste creativo fue uno de los apoyos para la emergencia de una sensibilidad más compasiva hacia los efectos de mi indagación, lo que fue un apoyo para que los dos refináramos su figura en una atmósfera de aceptación e interés compartido.

En lo descrito anteriormente podemos ver otra dimensión importante del apoyo en la terapia. Los apoyos son bidireccio-nales. Tendemos a realizar nuestro mejor trabajo cuando nues-

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tros pacientes apoyan nuestro talento, creatividad, autoestima y compasión con su capacidad de respuesta. Por eso repito con frecuencia que la marca del buen terapeuta no es su arte como terapeuta, sino su disposición a seguir adelante cuando el traba-jo es desordenado, torpe y descorazonador. Nuestra determina-ción y nuestro valor emocional cuando nuestro medio ambiente (nuestro paciente) puede dar tan poco a cambio resultan ser un autoapoyo crucial para la difícil práctica de la psicoterapia.

Apoyando los apoyos: Una semi-invisible e interminable bola de hilo

8. La mayoría de los apoyos son fenómenos del campo, al tener una cualidad de ser 'dados por hecho'. Un ejemplo es el del privilegio para la piel blanca. Se vuelven figura sólo en au-sencia (p. Ej., el oxígeno), es decir, cuando ya no están accesibles como apoyos, pero existen en nuestro awareness como apoyos potenciales; algo que necesitamos, pero que no tenemos. Nunca podemos conocer todo el rango de apoyos con los que estamos involucrados.

9. Muchos apoyos son comunales o culturales, conllevan el talento individual pero no son posibles sin el apoyo de la comu-nidad.

Mi paciente y yo podemos estar recurriendo a apoyos que dependen de nuestra ubicación cultural. Pueden o no volverse figura dependiendo, en parte, de cuánta similitud cultural com-partamos. Entre más compartamos, menos tenderá a volverse figura.

Nuestra cultura misma es un apoyo. Sin cultura no tenemos una experiencia organizada, no tenemos un mapa para estar en el mundo, y no tenemos lenguaje. El lenguaje es un apoyo nece-sario que nos da la posibilidad de entendernos unos a otros. Los apoyos socioculturales funcionan de un modo mayormente in-visible, ya que nuestra cultura es mayormente invisible para nosotros. Como señaló Wheeler, en una elocuente exposición sobre el selfhood y la cultura: "La cultura...es todo lo que supo-nemos sobre cómo el mundo 'simplemente es'. Paradójicamente, el nivel más básico de la aculturación es el que no nos parece cultural, sino universal". (2005, p. 50).

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Sospecho que los apoyos culturales más invisibles son los que emergen de y apoyan el privilegio. De manera similar, la experiencia de autonomía y agencia no es producto de la inde-pendencia; es un fenómeno emergente que depende por com-pleto de la interdependencia con un buen funcionamiento.

Las diferentes culturas y experiencias culturales apoyan e inhiben distintos estilos de vida de manera diferencial. Por su-puesto, como subraya Wheeler (2005), todos habitamos múlti-ples culturas, de modo que en ciertos momentos los recursos de una de nuestras culturas pueden usarse como apoyo para tratar con los problemas en una de nuestras otras culturas. Srole, un investigador sociológico, llegó a esta misma conclusión cuando estudió a un grupo minoritario grande (una subcultura) de per-sonas que habían sobrevivido a la pobreza urbana extrema en los EEUU, pero permanecían psicológicamente intactos. Sus análisis de datos sugirieron que "...tres recursos socioculturales fueron clave para 'fortalecer e inmunizar eugenésicamente con-tra el impacto potencialmente devastador de la adversidad exó-gena extrema'; una fortaleza estoica, la ética de 'ser adulto'; fuer-tes relaciones de parentesco; y la percepción de identidad de un grupo especial". (En Antonovsky, 1987, p. 56)

Otros apoyos mayormente invisibles son tomados de nues-tros cuerpos y la gravedad que apoya nuestro movimiento a través del espacio. Aquí no necesito profundizar. Entre más sanos estén nuestros cuerpos, menos tendremos que atender a sus funciones de apoyo. Cuando nuestra salud se vuelve un problema, cobramos más conciencia de la necesidad de que nuestros cuerpos nos den apoyo para poder realizar varis obje-tivos de vida.

¿Qué hay de los apoyos invisibles que funcionan de manera interpersonal? Aquí es donde entran en juego algunas interesan-tes ideas tempranas de Laura Perls. En sus primeras elucubra-ciones sobre el contacto, Laura Perls inicialmente hizo una dis-tinción entre el flujo subyacente de estar-en-contacto, casi equi-valente a "seguir-estando" o "estar en el mundo", y los momen-tos más episódicos que ella llamaba "hacer contacto". Bloom hace referencia a su

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“. . . uso más matizado pero más temprano del contacto: estar-en-contacto es el segundo plano para la actividad de primer plano que es hacer contacto. El contacto es una función, es decir, es una organización integradora del campo organismo/medio ambiente —integradora de sus eventualidades y de sus complejidades biológicas, sociales, culturales e históricas. Estar-en-contacto con tu propio segundo plano —tu historia, educación, estilo, postura o res-piración, por ejemplo — es el fondo, el apoyo para hacer-contacto con lo novedoso. (2005, p. 83 — cursivas en el original)

La misma Laura Perls lo dijo de la siguiente manera:

El apoyo comienza con la fisiología primaria como la res-piración, la circulación y la digestión, y continúa con el desa-rrollo de la corteza, al crecer los dientes, la postura erguida, la coordinación, la sensibilidad y la movilidad, el lenguaje y sus usos, los hábitos y costumbres, e incluso, particularmente, los complejos que surgieron como apoyos al momento de su for-mación. Toda la experiencia y aprendizaje que han sido cabal-mente asimilados e integrados construyen el segundo plano de una persona, lo que le da sentido a las gestalts emergentes y así apoyan cierta manera de vivir en la frontera con entusias-mo. (1992, pp. 153f. — cursivas en el original)

“Y nótese: el apoyo es el sostén de la función, la plataforma de

la acción". "El apoyo no es la suave almohada de un abrazo, no una sustancia consoladora, sino la base del contacto mismo: el apo-yo es el ser que permite hacer, el campo que empodera a la acción" (Bloom 2005, p. 84 — cursivas en el original).

Este “estar-en-contacto” funciona en gran medida afuera del

awareness. Como subraya Bloom, toda nuestra experiencia pasa-da, y la manera en que ha sido integrada, es el campo de apoyo para el momento emergente.

Por cierto, nuestra historia integrada es un buen ejemplo de la interacción entre los ajustes creativos y el apoyo para la re-configuración de la experiencia. La mayoría hemos tenido la experiencia de que nuestra "historia" cambie con el tiempo. Los

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hechos probablemente no cambian, pero los significados sí. Al-gunos hechos se vuelven menos interesantes y otros más. Algu-nos hechos cobran sentidos distintos. Por ejemplo, en este punto en mi vida me he dado cuenta —con mucho agradecimiento a varios terapeutas en mi vida— que estoy menos bajo el poder del grave abandono emocional que caracterizó a mi niñez, y estoy más complacida con los recuerdos de la manera de ser relajada y los valores humanitarios que también permeaban mi hogar familiar. Cada reconfiguración de mi historia se funda-menta en apoyos nuevos o recién reconfigurados, y cada recon-figuración también se vuelve un apoyo que puede usarse en diferentes situaciones de vida.

El apoyo en contexto: De vuelta al inicio

Aunque encuentro útil la afirmación de Laura Perls antes ci-tada, estoy en desacuerdo con su aseveración que comienza con la fisiología primaria. El apoyo no puede comenzar de una ma-nera tan lineal como la que describe Perls. La fisiología primaria es apoyada por apoyos ambientales como la gravedad, la tem-peratura y nuestro medio ambiente relacional. Estos apoyos corporales y ambientales trabajan constantemente en conjunto. La linealidad no sólo deja de lado una sensibilidad más contex-tualizada; además, su descripción del apoyo tiende a un modelo más individualista del apoyo, en lugar de un modelo más con-textualizado u orientado al campo (sospecho que si pudiera hablar ahora, sus descripciones serían distintas).

Por la misma razón, también tengo objeción con una gema de Laura Perls que es frecuentemente citada: "Doy todo el apoyo que se necesita, y lo menos posible". (en Bloom, pág. 6) Dicha declaración establece algunas suposiciones no contextuales. Da por hecho que sabemos qué de lo que hacemos da apoyo, y que sabemos lo que estamos apoyando. Supone que podemos ver con claridad lo que "se necesita" (cuando la necesidad y la expe-riencia de la necesidad son, en sí mismos, fenómenos complejos y emergentes del contexto). También da por hecho que siempre es mala idea ofrecer algo que puede ser deseado pero no lógi-

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camente necesario. Puedo recordar bien momentos en mi vida en que mis terapeutas me apoyaron de maneras que no me eran necesarias —hasta donde yo podía ver— pero el significado del apoyo aumentó mi confianza en su cuidado, lo que me dio apo-yo para establecer un contacto más estrecho con mis estados mentales más vulnerables y avergonzados. Considero que hay muchos momentos en que su adagio va muy bien con el mo-mento, pero haría una advertencia en contra de endurecerlo hasta volverlo una regla.

No se puede juzgar a un apoyo por su portada

10. Mirando desde afuera del marco de referencia de la per-sona, no se puede saber si algo es o no un apoyo.

Con frecuencia descubrimos gracias a experiencias subse-cuentes que algo que sucedió en el proceso terapéutico fue un apoyo para un siguiente paso que era deseado. Una vez le dije a un paciente muy perturbado que aún no entendíamos lo que significaba para él un suceso en particular. En la siguiente se-sión me dijo que la palabra "aún" le había dado la esperanza en que había un mañana, en que la comprensión emocional podía evolucionar con el tiempo, en que su aflicción no significaba que su mundo estaba destrozado para siempre. A lo largo de la te-rapia siguió ocasionalmente haciendo referencia al poder del "aún". ¡Yo apenas me había dado cuenta de que había usado esa palabra!

En otras ocasiones algo que pretendíamos fuera un apoyo puede no experimentarse como tal. Fortalecida por mi experien-cia previa con la palabra "aún" arriba descrita, me descubrí repi-tiéndola con otro paciente. Su experiencia con mi uso de esa palabra fue muy distinta. Pensó que le estaba diciendo, ya sea que era deficiente e inadecuado, o que creía que se estaba "aho-gando en un vaso de agua". Quizás, al estar más consciente de la palabra, hice énfasis en ella de una manera provocadora. O qui-zás fue la palabra en sí misma. Quizás algo en nuestra historia juntos lo predispuso a sentirse juzgado por mí. La exploración de todas estas posibilidades resultó fructífera para sacar a la luz

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su historia evolutiva, y también dio apoyo a su naciente sentido de empoderamiento para decir lo que pensaba.

Las historias de desarrollo y culturales también proporcio-nan apoyo de maneras sorprendentes. Uno no puede saber, por ejemplo, al mirar un factor estresante, qué es lo que apoya. (An-tonovsky, 1987) La adversidad no sólo da apoyo a cosas como el pesimismo, la rigidez, la contracción emocional y el aislamiento. También puede ser un apoyo para desarrollar talentos como la perseverancia, la capacidad de percepción, la valentía, y el agradecimiento por lo que uno tiene (obviamente, esta lista es incompleta).

Finalmente, todos hemos tenido experiencias en la terapia donde hemos sido enfrentados por, o hemos enfrentado a, nues-tros pacientes. Estas difíciles interacciones con frecuencia son impulsos útiles para el desarrollo. Tenía un paciente al que a veces le decía: "No me vengas con estupideces". Se enorgullece de las veces en que se sale con la suya, pero también le entriste-ce un poco. Cuando lo "cacho", normalmente se siente tempo-ralmente incómodo, pero también agradece la invitación a "acercarse más" a sí mismo.

Ejemplo de caso

En el siguiente caso podremos ver cómo en ocasiones los apoyos se vuelven figura, y en otras son actuados sin ser direc-tamente reconocidos. A lo largo de la sesión (y de muchas se-siones con este hombre) el cliente me planteó una pregunta: ¿Puedo confiar en que te involucrarás conmigo de tal manera que se apoyen mis objetivos, aún cuando eso se oponga a tu agenda?

La consulta inicial de Greg conmigo se centró en sus urgen-tes pensamientos suicidas, depresión y desesperación. Dijo que pensaba en su vida (sumamente exitosa a nivel personal y pro-fesional) como en un Porsche hermosamente equipado y con un perfecto mantenimiento. Pero no podía disfrutarla, y considera-ba que debía regalarle su vida a alguien que fuera capaz de sen-tir placer al conducir ese magnífico automóvil.

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Durante varios meses me contó historias cargadas de una amarga desesperación. Se embarcaba en iracundas diatribas sobre el egoísmo de las mujeres. También me desafiaba con fre-cuencia respecto a la utilidad de la terapia. Tenía una descon-fianza tremenda de la profesión terapéutica, y se resistía a admi-tir que yo o cualquier otra persona pudiéramos ofrecerle alguna ayuda significativa. Era importante para él que no tratara de defender mi profesión y que permaneciera humilde acerca de la posibilidad que podría tener o no de ayudarlo.

Era listo e intelectualmente curioso, y juntos reflexionamos sobre muchos de los misterios de la vida. También traté de ras-trear sus emociones tan estrechamente como me fuera posible, y se fue volviendo cada vez más consciente, y elocuente, respecto a su rica variabilidad. A veces también nos aventurábamos en relatos sobre su historia de desarrollo, terriblemente negligente y llena de abusos. También me dejó claro que quería saber mis opiniones sobre lo que planteaba, y quería poder estar en desacuerdo conmigo.

Tras algunos meses de trabajar juntos, se volvió más confia-do y optimista sobre la vida, más resiliente al enfrentar las de-cepciones, excepto por el hecho de que su imagen de suicidio le venía a la mente casi diariamente. Al principio entendíamos esto como una expresión de su terror a la retraumatización; la ima-gen surgía en respuesta a decepciones menores como diciendo: "No te engañes, esta decepción es un aviso de lo que vendrá. ¡Prepárate para admitir que la vida no tiene sentido!"

Sin embargo a la larga le ofrecí otros dos planteamientos so-bre el significado de las imágenes suicidas. Los dos señalaban las imágenes de suicidio como un apoyo para objetivos impor-tantes en la vida de Greg. El primero era que, ya que la elección y la autonomía eran tan importantes para Greg, el recordatorio de que podía elegir vivir o morir era una piedra angular en su sensación de vitalidad y autenticidad. El segundo era que nece-sitaba de esas imágenes como un punto de comparación y con-traste. Le ayudaban a tener perspectiva respecto a los altibajos de su vida cuando los medía con relación a su imagen de suici-dio. Greg apreció mucho mi capacidad para entender su "extra-

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ña" experiencia de una manera que afirmaba su lucha por una existencia vital.

Llevábamos cuatro meses reuniéndonos. Nos veíamos tres veces por semana. Al tratar de organizar una cuarta reunión a la semana, me contó algunos de los temores de su infancia, inclu-yendo uno donde la tina de baño podía llenarse de agua y aho-garlo. Discutimos que ese temor podía representar fuerzas im-personales que lo aniquilarían y que no tenía influencia para detener esas fuerzas, ya que no tenía oídos con qué escuchar sus ruegos. Me pregunté en voz alta si quizás experimentaba mi intento por tener una cuarta sesión como una fuerza que lo aho-gaba. Respondió que ya sentía el agua al cuello. Sugerí que nuestro ritmo de trabajo debía reflejar de manera más exacta su sabiduría, y que yo me había visto momentáneamente cegada por mis propios deseos. Dicha acción "ciega" era una repetición del ambiente insensible de su juventud.

Recuerdo que me pregunté si ahora decidiría dejar la tera-pia, o reducirla a una sola vez a la semana, ya que su compro-miso con la terapia misma siempre había sido tenue. En la si-guiente sesión declaró que tres sesiones por semana parecían ser un ritmo adecuado para él, y que sólo consideraría la posibili-dad de aumentar la frecuencia si yo creía que le ayudaría a completar su proyecto terapéutico más rápidamente. Obvia-mente yo no podía afirmar eso. Además, para ese momento ya había aprendido que cualquier exploración de su deseo de ter-minar rápidamente sólo lo ponía más a la defensiva. En lugar de eso, tendía a buscar formas de entender su deseo de maneras que pudiera recibir como mi apoyo en su lucha por una vida vital. Esta interpretación sólo se hizo posible unos días después, en la sesión que deseo describir.

La noche antes de nuestra sesión descubrí que el grupo de rock los Grateful Dead iba a cantar el himno nacional en un evento deportivo en la televisión. Greg es aficionado a los de-portes y un ferviente admirador de los Grateful Dead. Me pre-gunté si mencionarle el himno a Greg. Finalmente decidí hacer-lo, aunque no pude encontrar en mí alguna buena razón para hacerlo. La sesión comenzó con mi mención del anuncio que había oído. Él sonrió y se movió para sentarse en el suelo, afir-

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mando que quería cambiar su rutina normal (sentado en el sofá) para "cambiar de escenario, quizás entrar más en lo que tengo que hacer aquí... para poder irme pronto". Algo en su seriedad burlona me inspiró deseos de jugar. Respondí diciéndole: "¡Tú también me agradas!" Los dos reímos abiertamente.

Después Greg dijo que se estaba sintiendo mucho mejor, y que claro que quería terminar tan rápido como pudiera. Men-cionó que estaban comenzando a surgir recuerdos de su infancia (dice tener mala memoria para los sucesos de su infancia), que quizás querría explorarlos, pero que no estaba seguro de cómo eso le ayudaría, y que de todas maneras no sabía lo que signifi-caba "explorarlos". Su actitud era un tanto defensiva, como si se estuviera preparando para que discutiera con él y le señalara la naturaleza defensiva de su ambivalencia sobre permanecer en la terapia, y sobre la exploración de los recuerdos de la infancia.

Le dije que mi sensación era que, en su caso, el final llegaría cuando su humor predominante ya no fuera de desesperanza y desolación y cuando se creyera digno de estar en este planeta. Que creía que explorar sus recuerdos podía ser una ruta para lograr esos objetivos, pero que podía no serlo.

A continuación está un diálogo que reconstruí con base en notas hechas para el día de la sesión:

Greg: [después de un breve silencio] Yo sé que tú sabes que tengo ciertas ideas respecto a tu profesión. Debería dar un discurso algún día en una convención.

Yo: ¿O al menos decírmelo a mí? ¿Aquí? ¿Ahora? [invita-ción para una secuencia ajustada]

Greg: [con una voz enojada y decidida] No todos son res-ponsables. Y no me puedes explicar por qué tengo que "traba-jarlo". ¿Qué es eso? ¿Qué sucede en el cerebro? [voltea a verme y habla con menos enojo] Al menos tú no finges que este cam-po está más avanzado de lo que está. Pero pueden dar conse-jos sin hacerse responsables ni preocuparse por la dirección que toman [continúa con este tema durante varios minutos].

Terminé por darle mi opinión acerca de cómo podría fun-cionar el hablar de sus recuerdos. Sugerí que cuando sucedie-

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ron ciertos eventos, lo dejaron con la creencia de que merecía ser maltratado, y por lo tanto, de que no era digno de recibir un trato amable (había mencionado que los gestos amables fortuitos de sus padres le habían resultado confusos). Pensé que quizás repetirme sus relatos llevaría, con el tiempo, a una erosión de su creencia anterior, al surtir efecto nuevas perspec-tivas obtenidas a través de mis reacciones emocionales y nues-tras exploraciones de base emocional (un "hablar sobre" donde se respetaba su deseo de que se tomaran en serio sus intereses intelectuales, así como una buena descripción de cómo podría funcionar nuestra participación conjunta en la construcción de una narrativa. Nunca antes había puesto esto en palabras, y él pudo percibir que en ese momento estábamos explorando algo juntos).

Me preguntó por qué las exploraciones debían estar emo-cionalmente matizadas. Le dije que las creencias basadas en las emociones parecen necesitar de contra-reacciones de base emocional, como contrafuego. Le dije que esa no era una ex-plicación técnica, pero que como metáfora me resultaba útil. Le dije que estaba basada en mi experiencia, y que me mante-nía cerca de mi fenomenología porque no podía hablar con ninguna autoridad sobre el funcionamiento del cerebro y las investigaciones sobre el cerebro.

Greg y yo hablamos de su necesidad de experiencias emo-cionales distintas que lo atrajeran hacia la vida. Habló de la importancia que tenía la música para él. Le dije que me acor-daba de su relato sobre su primera experiencia al escuchar un radio.

A la larga Greg contó un recuerdo de un experimento con una botella de coca-cola y un globo. Puso algo de bicarbonato en la botella, colocó el globo sobre la boca de la botella y vio maravillado cómo se inflaba el globo. Al día siguiente volvió a repetir el experimento. Cuando su madre lo encontró hacién-dolo otra vez se mostró molesta y desaprobadora porque era algo tan poco práctico. Greg centró sus pensamientos en la

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presión de su madre para que fuera práctico y funcional. No había cabida para el despropósito y el juego.

Yo: Quizás voy a sonar un poco arrogante, pero relaciono esto con nuestra relación. Disfrutaste del experimento. Enton-ces tu madre te dice: "Supéralo tan rápido como puedas, con la menor cantidad posible de repeticiones". Creo que de verdad disfrutas de pasar tiempo conmigo, y tu disfrute no es una ra-zón suficiente que te permita permanecer y estar conmigo sólo por placer.

Greg sollozó profundamente con alivio y reconocimiento. Habló más de cómo sus padres le negaban sus placeres. Le re-petí que en la niñez el juego es la experiencia con un estado emocional que después creamos de una manera diferente en la edad adulta que nos ayuda a tener una razón para levantarnos cada día. El que sus padres le negaran el juego significaba que no podían apoyar eso en él.

Greg: [en tono nostálgico] Sólo desearía alguna vez haber alzado la mirada mientras jugaba para ver a mi madre...

Yo: ¿...mirándote orgullosa? Porque esa mirada es parte de la base de ser capaces de buscar dichas experiencias. [para mí, este final resultó irónico porque inicié la sesión con una refe-rencia a algo lúdico (concierto de los Grateful Dead) y jugando un poco con él ("¡Tú también me agradas!"]

Greg se fue bastante emocionado y tímido.

¿Qué debe hacer un terapeuta?

Ante toda esta complejidad, entendiendo que no hay límites en el terreno de los apoyos y que sólo podemos conocerlo de manera parcial, ¿cuál es la participación del terapeuta en apoyar la recuperación del paciente de un trauma y su posterior desa-rrollo (no que estas dos ideas sean tan fáciles de separar)? Creo que hay algunos apoyos que la terapia está perfectamente ubi-cada para ofrecer. Después de todo, en la media en que poda-mos apoyar a que nuestros pacientes desarrollen y aginen sus

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habilidades para en contacto, habremos contribuido a establecer y afinar la creación de significado, el desarrollo de habilidades emocionales, y la evocación de la fe de las soluciones que pro-vienen de uno mismo así como una sensación de pertenencia en el mundo.

Antonovsky (1987), sociólogo israelí, ha estudiado a muchos grupos de personas, incluyendo sobrevivientes del holocausto, veteranos de guerra y personas pobres y menospreciadas. Él y otros investigadores han descubierto repetidamente que las per-sonas que responden a los factores estresantes de maneras que fortalecen la salud (o que, cuando menos, resisten la enferme-dad), han podido desarrollar una narrativa significativa sobre sus vidas y los sucesos en ellas. Hace poco hablé con una mujer cuyo hijo murió peleando en Irak. Ella encontró propósito y sentido protestando contra la guerra. Dijo que eso había alivia-do su profunda depresión.

Como terapeutas, participamos en los relatos de los pacien-tes. Nuestra participación, que es una combinación de atesti-guamiento, llamado y respuesta, ayudar a afinar, ampliar y en-tender la esencia de los relatos, cambiar nuestras historias como ellos cambian las suyas, todo esto ayuda a nuestros pacientes a aumentar su flexibilidad y su resiliencia, a relajar sus relatos y complejizarlos. Entre más complejas se vuelvan las historias, mayor será la consecuente riqueza emocional.

Las habilidades emocionales se desarrollan en un contexto en el que el propio proceso emocional recibe una respuesta res-petuosa y compasiva. Nuestra postura dialógica da la bienveni-da, e incluso abraza, el mundo vivencia paciente. También nos aporta una sintonía especial con la emergencia y ramificaciones de la vergüenza, ya que la vergüenza es una afirmación radical de no-pertenencia. De hecho la vergüenza es una de las influen-cias limitantes más comunes, persistentes e intratables sobre la propia capacidad para reconocer y utilizar los recursos ambien-tales. Así que la restauración de la dignidad subsiguiente a pres-tar atención a y resolver la vergüenza, según aparece en el diá-logo, terapéutico es un apoyo crucial para ampliar el acceso a otros apoyos para el contacto.

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En ciertas ocasiones la secuencia ajustada aporta un aware-ness emocional momento a momento más vivido. En otras oca-siones las secuencias menos ajustadas permiten obtener una probada del flujo, culminación y entrega al proceso dialógico. Cuando estamos sintonizados con el proceso emocional de un paciente, y recibimos y respondemos en el espíritu del diálogo, encarnamos la teoría paradójica del cambio (Beisser, 1970), al mismo tiempo que caminamos al lado de nuestros pacientes a través de su sufrimiento. Al hacerlo, ninguna experiencia per-manece insoportable, o alienada, por profundo que sea el sufri-miento. Cuando un paciente no necesita restringir su experien-cia emocional, adquiere habilidad para vivir consigo mismo y con los demás con su rango más amplio de emociones.

Los relatos existenciales no tienen final

Puedo afirmar que la habilidad emocional es el punto clave de la capacidad para reconocer y actuar en armonía con las so-luciones que provienen de uno mismo. Y puedo sugerir que la sintonización, la sensibilidad a la vergüenza, la teoría paradójica del cambio, el compromiso con el diálogo del terapeuta, todos son apoyos para el tipo de contacto que abraza las vidas emo-cionales de nuestros pacientes. Pero la verdad es que no tengo una forma elegante para terminar esta exploración de los apo-yos. Esta exploración ha sido tan sólo un comienzo, y no tiene final. Hay tantos aspectos de nuestro diálogo terapéutico que apoyan el diálogo, que apoyan los siguientes pasos en el desa-rrollo de nuestros pacientes, y sólo somos capaces de identificar unos cuantos. Este ensayo es un llamado a que nos entreguemos a un proceso que nunca podremos definir del todo. Nuestras teorías y nuestras experiencias personales y terapéuticas son apoyos para esa entrega.

Este documento es un apoyo más para mi entrega al comple-jo y asombroso proceso que llamamos terapia gestalt, y le agra-dezco a Malcolm que despertara mi interés con esa joya al afir-mar que el apoyo es "aquello que habilita".

Bibliografía

That Which Enables

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Ni contigo, ni sin ti Reflexiones sobre la iniciativa y su pérdida

“Una característica del neurótico es que no puede establecer un buen contacto,

ni puede organizar su retirada”. (F. Perls, 1973)

“Ni contigo ni sin ti

tienen mis penas remedio: Contigo porque me matas; y sin ti porque me muero”.

(Anónimo, siglo XV)

“Saber es relativamente fácil. Querer y obrar de acuerdo a

lo que uno quisiera es siempre más duro”. (A. Huxley, 1963)

RESUMEN En la infancia existen actitudes como la imaginación, la espontaneidad, la manipulación y la iniciativa que, según la autora, deberían conservarse hasta la edad adulta. En este artículo nos comparte sus reflexiones con especial énfasis en la iniciativa y sus características, la falta y represión de la misma y cita ejemplos en el ámbito terapéutico. Una persona con iniciativa, menciona, se caracteriza por su eficacia, flexibilidad, su capacidad de hacer las cosas bien, su toma de conciencia o consciousness y su interdependencia. Introducción

La iniciativa es la acción de dar comienzo a algo, de hablar u obrar por voluntad propia, adelantándose a cualquier motivación externa o ajena a uno mismo. Se le dice iniciativa tanto a la facultad personal que inclina a esta acción como al desarrollo de esta facultad. Se entiende lo explicado en las frases: tomar la iniciativa o tener iniciativa.

La iniciativa, según la Terapia Gestalt, es un signo de salud y bienestar ya que implica el despliegue de la excitación para satisfacer una necesidad, esto es, lograr un fin deseado. Su carencia puede llamarse apatía, pasividad.

El objetivo de este artículo es tratar de aportar algunas reflexiones y alguna luz tanto a las características y aspectos de la iniciativa como a su carencia desde la teoría de la Terapia Gestalt, y su aplicación a la clínica. Planteamiento inicial

La iniciativa parece ser un requisito sine qua non para emprender cualquier acción, ya sea en la vida cotidiana, como el ámbito de la educación, de las organizaciones o de los logros personales propios.

El mundo actual está regido por las personas con iniciativa, y no es cierta una de las frases pronunciadas por Jesucristo, “Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán las tierra”, si la entendemos como una falta de iniciativa y no como una ausencia de agresividad descontrolada.

Desde la teoría de la Terapia Gestalt, la iniciativa puede relacionarse con la excitación, con la energía, con la agresividad en su sentido etimológico de “ir hacia”. Progreso e iniciativa El ser humano es una animal social y, por lo tanto, está siempre a caballo entre la realización de sus propios intereses y el llamado bien común. Cuanto más amplia es la sociedad, cuanto más grande es el grupo al que pertenece, el animal humano parece tener menos dificultades para olvidar su lealtad al grupo y regirse por sus propios impulsos. O, por el contrario, educado en el reducido grupo llamado familia, aprende que es la obediencia o la lealtad al grupo lo que prima e inhibe cualquier iniciativa que podría vivirse como un ataque o como un cuestionamiento de las normas establecidas, como un intento de destruir el grupo y por lo tanto, como la posibilidad de perder la pertenencia. Educados desde una perspectiva individualista y no de campo, perdemos cualquier referencia a lo que la teoría de la Terapia Gestalt llama ajuste creativo y dejamos la perspectiva holística para aferrarnos y rigidizarnos en uno de los polos: los otros o yo. La vida implica movimiento, evolución, transformación. Nada puede permanecer rígidamente, sin evolucionar; ni el mundo, ni nosotros mismos. Y, querámoslo o no, somos cada uno de nosotros los artífices de los cambios tanto en nosotros como, de una manera no tan obvia, en los demás, en la cultura y en la sociedad. El famoso “efecto mariposa1”, que propugna la teoría del caos, podría aplicarse perfectamente a lo que estamos considerando ahora: querámoslo o no, hasta un simple estornudo afecta de alguna manera a nuestro entorno. Y el entorno, a su vez, nos afecta y modela. ¿Podemos imaginarnos a los primeros humanos inhibiendo su iniciativa, arrastrando pasivamente una vida sin fuego, puntas de flecha, collares? ¿Y a los posteriores sin descubrir el arado, la rueda, las casas, la escritura, la imprenta? No podemos ni imaginarlo porque sin iniciativa ninguno de nosotros estaríamos aquí habitando un mundo que mantiene la vida gracias a la iniciativa. “Toda pulsión (o todo objetivo) que nos pertenece pero que no aceptamos como nuestra, que mantenemos fuera de la consciencia o que proyectamos sobre los otros, tenemos miedo de que sea antisocial”2, dice nuestro libro fundacional. Porque la satisfacción de una necesidad, el cumplimiento de un objetivo implica siempre destrucción, la des-estructuración de todos los elementos del campo ya que cada

1 .- En 1952 el escritor Ray Bradbury escribió un cuento de ciencia ficción titulado El sonido del trueno (A sound of Thunder). En él, unos cazadores viajan en el tiempo hasta llegar a la prehistoria y sin darse cuenta matan a un insecto. En consecuencia y debido a ello, cuando vuelven al presente se dan cuenta que el mundo en que se encuentran es totalmente diferente al que conocían en un principio. Ese insecto era una mariposa, cuya muerte a-histórica habría provocado un efecto en cadena de dimensiones inconmensurables. "El aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York". 2 .- Perls, F.S., Hefferline, R. y Goodman, P. (1951): Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana, Ferro/Madrid, Ed. Sociedad de Cultura Valle-Inclán, Los Libros del CTP, 2002. (A partir de ahora PHG, volumen, capítulo, apartado, párrafo). PHG II, 8, 2, 2.

organismo, en un campo, crece incorporando, digiriendo y asimilando materia nueva, y para eso necesita la destrucción de la forma existente en elementos asimilables. El proceso de la iniciativa y su represión Cualquier necesidad, cualquier deseo, implica agresividad, supone un “ir hacia” el objeto del deseo o del apetito o de la hostilidad. El paso del deseo a la etapa siguiente es la iniciativa: se acepta el deseo o la necesidad como propia y la ejecución motora como propia. El proceso está en marcha y, podríamos decir, que es imparable. Aquí aparece el conflicto porque aunque cualquier personalidad individual y cualquier grupo social organizado se desarrollan a partir de las funciones de coherencia que son completamente esenciales tanto para el individuo como para la sociedad, es a través del conflicto como se destruyen las formas pre-existentes en las relaciones, dando lugar a un beneficio mutuo, al cambio y al amor. Por nuestra teoría tenemos claro que un “conflicto es un planteamiento, una intención que va más allá de lo que se quiere, hacia una figura enteramente nueva”.3 Y que es al enfrentar elementos dispares, irreconciliables, cuando se llega, repentinamente, a la solución. También sabemos, por la teoría de la Terapia Gestalt, que los conflictos se resuelven por sí mismos a través de la alteración de los hábitos, la destrucción, la asimilación y la formación de una nueva configuración. La iniciativa es, pues, requisito indispensable para la vida y fundamental para vivir un vida plena y bien vivida. ¿Qué nos lleva, por lo tanto, a su pérdida? Crecer por/con la iniciativa La iniciativa es consustancial en los seres humanos, es una de sus dotaciones de “fábrica” junto con la excitación y la curiosidad. Excitación, curiosidad e iniciativa son los tres recursos con los que el niño se lanza a explorar el mundo, a contravenir los hábitos del otro elemento de la díada: el cuidador principal o madre, a ensayar, a desafiar, a arriesgarse. Gracias a la iniciativa se descubre a sí mismo y sus potencialidades, y descubre el mundo y las posibilidades que este le pone a su alcance. Desde un punto de vista fisiológico, nuestro cerebro está formado por dos hemisferios que cumplen funciones claramente diferentes y específicas. A modo de resumen podríamos decir que mientras el hemisferio derecho (en personas diestras) asume funciones generalizadoras, creativas, analógicas relacionadas con la curiosidad, la iniciativa y la originalidad, el hemisferio izquierdo es lógico, secuencial, digital y social y se encarga de los razonamientos lógicos, la adquisición de conocimientos y la interiorización de las normas sociales. Esto quiere decir, como he dicho antes, que la excitación, la curiosidad y la iniciativa son cualidades dadas en todos los niños humanos. Estas tres cualidades son los motores que utiliza para explorarse a sí mismo y al mundo que le rodea y construir así identificaciones y significados con los que organizar su vida y sus experiencias. Con mayor o menor excitación, en función de su carácter, el niño va a explorar el mundo para satisfacer su curiosidad. “El centro de la realidad [para un niño] está, en todos los casos, en la acción”4. Su tarea es explorar y su irresponsabilidad le va a ayudar a poner en acción su iniciativa. Un niño, por definición, debe ser irresponsable,

3 .- PHG II, 9, 3, 8. 4 .- PHG II, 5, 11, 4.

sus padres, los cuidadores principales, son quienes deben de ofrecerle el apoyo y la responsabilidad necesaria para que no tenga que inhibir su deseo. Paul Goodman decía: “Cuidar bien a un niño es: dejarle a ‘su aire’ y estar cerca; en donde ’estar cerca’ significa brindarle seguridad, oír sus hazañas, consolarle cuando se siente herido, equiparle con sugerencias y recursos para el paso siguiente y darle respuestas cuando pregunta”.5 Un niño bien apoyado y cuidado crecerá manteniendo su excitación, su curiosidad y su iniciativa intactas aunque, con el crecimiento, el campo organismo-entorno cambia: hay cambios en la clase de sentimientos que se experimentan pero también hay cambios de significado, en las elecciones de los objetos, en los sentimientos que se mantienen. Al llegar a ser adulto “la mayor parte de las características y de las actitudes de la infancia dejan de tener importancia, son las actitudes del adulto las que constituyen la novedad, ya que la fuerza, el conocimiento, la fecundidad, las aptitudes técnicas aumentan para constituir progresivamente una nueva totalidad”6. Pero que las actitudes infantiles pasen a un segundo plano no quiere decir ni que desaparezcan ni que debamos renegar de ellas, muy al contrario: “los sentimientos de la infancia son importantes no porque constituyan un pasado que sea necesario deshacer, sino porque constituyen algunos de los más maravillosos poderes de la vida adulta que deberíamos mantener: la imaginación, la espontaneidad, el carácter directo de la consciencia inmediata, la manipulación y la iniciativa”7 Características de las personas con iniciativa

• Eficacia. Ser eficaz es creer que uno puede lograr y estar dispuesto a realizar el esfuerzo necesario para conseguir satisfacer su interés o su necesidad teniendo en cuenta su entorno. La gente eficaz tiene la incuestionable creencia de su propio éxito (Garfield, 1986), trabaja mucho más que aquéllos que no se consideran eficaces, persevera más allá de los fracasos y desalientos y sufre menos estrés (Laborde, 1984). Sabe controlar su excitación y su ansiedad, tiene la capacidad de reconocer lo que no sabe y busca la manera de aprenderlo. Consideran las experiencias como oportunidades de aprendizaje. Fullan (1982) señala que la eficacia es el factor principal para la implementación del cambio. Rosenholtz (1989) encontró en sus estudios que la eficacia influía en el aprendizaje.

• Flexibilidad. Las personas que tienen un alto desempeño ejercitan múltiples

perspectivas (Garfield, 1986). Son capaces de ver los acontecimientos y circunstancias de manera “egocéntrica”, esto es, a través de sus propios ojos, en forma alocéntrica a través de los ojos de los demás, y macrocéntricamente, esto es desde una perspectiva objetiva tomando terceras posiciones, e históricamente desde orientaciones futuras, en detalles y en fragmentos amplios. Son receptivos y tolerantes con las diferencias. Son creativos. Son capaces de cambiar sus planteamientos cuando reciben información adicional. Este estado de la mente es un prerrequisito para conseguir formas más avanzadas para manejar los conflictos, las novedades, las crisis, los problemas, las dificultades y los retos.

5 .- Goodman, Paul (1977): Nature Heals, Psychological Essays, edited by Taylor Stoehr, Highland, NY, Gestalt Journal Press, 1991, pág. 94. (Traducción mía). 6 .- PHG II, 5, 13, 2. 7 .- PHG II, 5, 8, 3.

• Capacidad de hacer las cosas bien (craftsmanship). El impulso por hacer las cosas bien elaboradas, la claridad, el refinamiento y la precisión surgen del estado de fascinación e implicación del organismo. Los individuos y los grupos con altos desempeños se esfuerzan por la maestría y el mejoramiento. Perseveran por resolver la disonancia entre los estados presentes y futuros. Crean, mantienen, calibran y refinan los estándares de excelencia (Costa & Garmston), 1994). Buscan la elegancia. Se esfuerzan por la precisión del lenguaje y del pensamiento. Saben que pueden perfeccionar su trabajo y están dispuestos a seguir aprendiendo continuamente.

• Toma de conciencia. La conciencia auto-reflexiva o consciousness es de

desarrollo reciente en la evolución humana y, como sabemos por la teoría de la Terapia Gestalt es “un tipo especial de consciencia inmediata o awareness”8. Es un estado de la mente con propiedades catalíticas porque es un prerrequisito para el auto-control y la auto-dirección. Tomar conciencia es darse cuenta que ciertos eventos están sucediendo (pensamientos, sentimientos, intenciones, conductas, etc.) y que uno puede controlarlos, dirigirlos, encauzarlos…. (Csikszentmihalyi, 1993). La toma de conciencia de los estilos de otras personas, de sus valores y conductas; el estar alerta a los patrones de relación individual y de interacción grupal; la habilidad para monitorear el propio progreso dentro de un plan y la metacognición, momento a momento, fluyen de esta fuente. Aunque todo lo que uno pueda pensar, sentir, oler, ver y recordar tiene la posibilidad de entrar en la conciencia reflexiva, el sistema nervioso tiene límites de cuánta información puede procesar en un momento determinado. Por lo tanto, una capacidad importante de la conciencia reflexiva es la habilidad para atender selectivamente a los estímulos. El resto de la información se mantiene como un ajuste conservador y depende de la consciencia inmediata o awareness.

• Interdependencia. Los adultos logran la interdependencia cuando han alcanzado

un alto nivel de desarrollo en la búsqueda de significados (Kegan &Lahey, 1984). Las personas disfrutan de esta posibilidad de relación cuando consideran que los conflictos y los puntos de vista divergentes son oportunidades de aprendizaje porque, como nos recuerda nuestro libro fundacional: “el conflicto es un planteamiento que va más allá de lo que se quiere, hacia una figura enteramente nueva”9. Las personas interdependientes son autónomas, originales, auto-afirmantes sin llegar a usar la lógica para establecer distancias psicológicas, son más bien altruistas. Son capaces de visualizar el potencial de los grupos, pueden dejar de lado sus propias necesidades, saben que su trabajo y el del grupo se benefician si se hace en forma colaborativa y están dispuestos a cambiar las relaciones para lograr esos resultados. Supone el paso del individuo independiente a interdependiente en donde “el individuo independiente lo es ahora menos ya que otras personas se encariñan espontáneamente de él o dependen de él simplemente por sus actitudes. Y estas personas, a su vez, le ofrecen la ocasión de expresarse mediante otras acciones nuevas”.10

La pérdida de la iniciativa

8 .- PHG II, 1, 3, 2. 9 .- PHG II, 9, 3, 8. 10 .- PHG II, 5, 12, 3.

Crecer supone ir resolviendo conflictos activos, ya sean internos o externos,

entre un deseo u otro, o entre los criterios sociales y las necesidades individuales. Dice Perls: “Una neurosis es un estado de desequilibrio en el individuo que surge cuando simultáneamente él y el grupo del cual forma parte experimentan necesidades diferentes y el individuo no puede decir cuál es la dominante”11. Los seres humanos somos capaces de mantenernos equilibrados en la resolución de estos conflictos pero, si de pequeños, el entorno no facilita la posibilidad de resolución y se convierte en un entorno difícil, el niño necesita hacer un ajuste creativo pacificando prematuramente los conflictos. Esta pacificación puede ser “un cierre en falso, una tregua o un entumecimiento para evitar que el conflicto continúe”12, y va cargada de una humillación subyacente que se manifiesta en la necesidad de vencer en escaramuzas poco importantes. Los adultos pueden sobrellevar el sufrimiento y la derrota porque pueden comprender la situación sabiendo que es imposible una solución creativa, y también son capaces de hacerse cargo del sufrimiento, pero un niño no sabe hacerlo y lo único que puede hacer es resignarse. Vamos a ver en qué consiste esta resignación: En los momentos álgidos de conflicto y de desesperación, el organismo reacciona borrando el conflicto, por ejemplo desmayándose. Otra posibilidad es mediante la desensibilización, la paralización (contener la respiración, la hipertonía muscular) o algún otro modo de represión temporal. Pero cuando la crisis inmediata ha pasado, si las circunstancias no auguran una posible solución a corto plazo, para evitar que el conflicto continúe, uno se resigna. Pero existe, entonces, un hueco, un vacío en la figura, no se sabe ya qué se podría hacer para solucionar el conflicto puesto que el contexto general de la necesidad, de la situación, sigue siendo el mismo. Falta ahora la afirmación de uno mismo, el poner en acción los recursos personales disponibles que ocupaban el lugar principal en el conflicto y en su resolución. Este vacío, este hueco, se llena entonces de la identificación con la persona que comparte el conflicto insostenible e, incluso, que lo ha creado. A esta persona, que suele ser alguno de los progenitores o una figura de autoridad emocional para el niño, se le quiere y se le teme (se abandona el conflicto por miedo y porque no quiere sentirse desaprobado o no amado). De este modo, el “maltratador” se convierte en “uno mismo”, esto es, se introyecta el modo de comportarse del otro. Al identificarse con él, se le prestan las fuerzas de las propias agresiones que ya no están dedicadas a satisfacer las necesidades propias sino a castigarlas. Esta agresividad se vuelve, entonces, mediante la retroflexión (desviar la atención, tensar los músculos, insultarse, …) contra las propias necesidades, y se auto-agrede uno mismo con las normas de la persona introyectada. De este modo, en un polo está la agresividad auto-dirigida, y en el otro polo la pasividad de la resignación. “El conflicto inacabado, queda inacabado. […] Se aferra uno a la seguridad en lugar de tener fe”13. Lo único que queda es la necesidad de conseguir victorias en batallas pequeñas, iniciativas falsas que no llegan a acción, agresiones fugaces que crean impotencia en el campo organismo-entorno. La iniciativa ha desaparecido. Cuando se convierte en adulto sigue manteniendo este mismo modo de actuar con las personas con las que se relaciona, manteniendo pequeñas escaramuzas de vez en

11 .- Perls, F. (1973): El enfoque gestáltico & Testimonios de terapia, Santiago de Chile, Ed. Cuatro Vientos, 1974, pág. 59. 12 .- PHG II, 9, 5, 1. 13 .- PHG II, 9, 5, 6.

cuando para evitar o reproducir su humillación infantil y un comportamiento que oscila entre la pasividad y el leve resentimiento. No puede ni amar, ni resentirse abiertamente ya que “no puede haber contacto a lo que uno se aferra, ni amor renovado sin agresión en curso”14. Pero este modo de relación ha salido de su consciencia y ya no puede contactar con esto. Sigue diciendo Perls sobre la forma de actuar de este tipo de individuo: “Sus modos de manipulación serán múltiples y variados. Puede hablar, ahogándose en sus palabras. Puede ofenderse y declararse en huelga. Puede prometer y otras veces decidir. Puede romper promesas y compromisos. Puede ser sumiso; puede sabotear. Puede escuchar los matices más finos, o puede hacerse el sordo. Puede recordar u olvidar, según lo exija la situación. Puede cubrirnos los ojos y llevarnos por un camino encantado. Puede mentir o ser compulsivamente honesto. Nos puede conmover hasta las lágrimas con sus miserias o puede soportar su destino con orgullo. Puede adular nuestra vanidad o herir nuestro orgullo”15. Signos comunes a la pérdida de iniciativa

Existen ciertos comportamientos que sirven para identificar a un individuo que se relaciona sin utilizar su iniciativa. Por supuesto, estas características se mueven en un continuum de más agudizada o rígida a menos agudizada; tampoco es necesario que se den todas las características. Entre otras, se puede observar:

• Ambigüedad • Evitar la responsabilidad achacándolo al olvido • Echar la culpa a otros • Tardanza crónica y olvido • Quejas, mala disposición ante las tareas • No expresar hostilidad o enfado de forma abierta • Miedo a la autoridad • Miedo a competir • Miedo a la intimidad • Fomenta el caos • Ineficiencia debido a su “buena voluntad” unida a la pasividad • Crear excusas y mentir, siendo consciente de sus excusas y mentiras • Obstruccionismo • Deja las cosas para más tarde • Resentimiento • Se resiste a sugerencias de otros • Sarcasmo

Mecanismos en la pérdida de la iniciativa

En la pérdida de la iniciativa hay dos interrupciones que pueden salir al paso: el deseo, la necesidad se reprime, o también hay una disociación entre el deseo y la

14 .- PHG II, 9, 5, 7. 15 .- Perls, F. (1973): o.c., pág. 55.

ejecución motora, “de tal manera que la iniciativa solo se expresa en forma de proyectos que se quedan en palabras, u ocasiones que se quedan en sueños”.16

En general, cuando un apetito está reprimido, guardado fuera de la consciencia de manera habitual, la agresividad y la hostilidad se dirige contra a uno mismo. Mientras esta agresividad se mantiene en el interior, es el masoquismo de alguien bien educado y la persona se dedica a auto-agredirse, descalificarse, hundirse emocionalmente, desvitalizarse, etc. No hay planes, ni proyectos, ni iniciativa porque la persona obtiene “una enorme satisfacción positiva de su identificación con una autoridad fuerte”17ya que, además del alivio de haber cesado el sufrimiento del conflicto, hay una gran relajación de la presión que supone la amenaza de la derrota, de la vergüenza, de la humillación. No hay competitividad luego no hay conflicto. “Cuando la gente no puede decir ‘no’ con la misma facilidad que ‘si’, tiende a aceptar sin ninguna crítica un punto de vista sobre la realidad o un modo de vida dictado por otros”. […] “No es la agresividad sino su inhibición lo que produce la impotencia, las explosiones de violencia, la insensibilización, la apatía”18 y la falta de iniciativa.

Paula, participante en un grupo de crecimiento, empujada por la amiga con la que ha ido, aprovecha para presentarse. Lo hace con voz monótona, en un tono muy bajo que apenas se entiende, mirando para el suelo y retorciendo su cuerpo como en un espasmo de tensión. Me llama la atención el movimiento rítmico de sus pies que apoyados en el travesaño de la silla parecen querer caminar a saltitos. Le digo esto y, tímidamente, levanta los ojos hacia mí para mirarme de refilón. “Puede…”, me responde, en el mismo tono mortecino. Guardo silencio para permitirle contar lo que quiera en esta su primera presentación pero ni una palabra sale de su boca. Su cuerpo continúa retorciéndose. Pasados unos minutos dice: “No sé qué contar de mí…”. Le pregunto si quiere que veamos qué ocurre con su dificultad. Mueve la cabeza en sentido afirmativo.

Nuestro trabajo consiste en pequeños acercamientos, tanto verbales, como físicos (estamos sentadas muy lejos una de la otra). Yo siempre llevo la iniciativa. Cuando la distancia física es ya bastante cercana, repentinamente, estira su brazo, inclina el cuerpo hacia delante y… me toca! Luego, me sonríe y suspira profundamente.

Este ha sido un paso pequeño y sencillo pero le ha brindado la experiencia de ser ella la promotora de la relación. Se ha arriesgado, tomando la iniciativa, de un modo espontáneo, natural y directo. Con toda seguridad queda mucho trabajo por hacer pero la experiencia inicial ya está asimilada y forma ya parte de su experiencia. Lo importante no es que trate de dar “pasos de gigante” empujada por mí, ¡eso no sería iniciativa sino obediencia! sino que, de manera espontánea, se arriesgue a dar pequeños pasos.

Cuando hay una disociación entre el deseo y la ejecución motora, la persona

suele estar llena de una arrogancia expansiva e insolente. En esta situación, cuando se era niño, ha habido una sensación de hundimiento, pero la integridad personal se ha mantenido entera (resiliencia). No se ha interiorizado al “maltratador” ni ha habido una identificación con él. “El sufrimiento del conflicto ha cesado pero la figura en la 16 .- PHG II, 8, 6, 1. 17 .- PHG II, 9, 6, 4. 18 .- PHG, “Introducción a la edición de Terapia Gestalt de The Gestalt Journal”, pág. xxviii.

consciencia no está animada con nuevas posibilidades, ya que no se ha resuelto nada”19, el conflicto sigue formando parte de la actualidad. Conforme crece el niño va aumentando su resentimiento pasivo ante personas a las que admira y valora. Y esto le hace llenarse, como he dicho antes, de arrogancia. En este nuevo papel se siente seguro de sí mismo. Suele rodearse de personas valiosas para adoptar con ellas un doble papel de colaboración/sumisión y de camaradería. Los demás ven su aparente triunfo pero, en realidad, solamente es la sombra de a quien admira, mientras que, cuando está cerca del admirado, hay una especie de valoración falsa y arrogante llena de resentimiento. “Junto a ti es difícil que alguien vea mi valía, no porque yo no valga sino porque tú lo impides”, sería su pensamiento más íntimo. Se atribuye las verdades fantaseadas de las autoridades, la fuerza, los derechos, la sabiduría, la ausencia de culpabilidad. Pero “una oscuridad loca así tiene su grandeza; nos sorprende y, al mismo tiempo, nos empuja a aniquilarla”20. Es con esta imagen grandiosa con la que sueña el débil conquistador de sí mismo y de quimeras, pero el concepto que tiene de sí mismo es forzosamente ilusorio; no moviliza su energía. “El autoconquistador se cesa a sí mismo de sus funciones y hace un papel que algún otro le ha asignado”21; papel que, de un modo no consciente, trata de sabotear por dos razones: por resentimiento pasivo y por incapacidad.

Durante muchos meses, trabajar en sesión con Alicia ha sido como una lucha constante por incrementar su capacidad de darse cuenta de cuál es su modo de relación. Apenas sacaba un tema del que quería hablar, empezaba a dejar las frases a medias sin acabar de expresar su idea. Cuando le hacía una devolución de esto o lo negaba: “No, he dicho todo lo que quería decir, seguro que tú no estabas atenta”, o me decía: “Es que me miras de una forma que me haces bloquearme, pero solamente me pasa contigo”, o lo había olvidado repentinamente. Las dos sabíamos que esto último no era así, era un comportamiento que repetía cada vez que tenía que compartir algo, personal o profesional, con alguien; cada vez que tenía que arriesgar una opinión personal o profesional. En su grupo de formación esto era una constante. Su consciencia llegaba a hacerle decir que esto solamente le pasaba con gente que estaba “a su altura intelectual”, no con quien sentía “por abajo”…

Alicia había empezado a hacer terapia, “no porque lo necesitara”, sino porque estaba en formación y era uno de los requisitos que debía cumplir. Pero tenía claro que tenía problemas en el trabajo porque “caía mal, trabajaba siempre con inútiles y constantemente se ‘libraban’ de ella cambiándola de departamento, y así no la dejaban terminar nada de lo que empezaba…”. No era consciente de que, por lo menos en terapia y durante la formación, posponía todo u organizaba como una ‘cortina de humo’ que llevaba al grupo a enrabietarse con ella.

Sugerencias para la sesión de terapia En las dos posibilidades de interrupción de la iniciativa, es la “solución futura” del conflicto lo que se inhibe. Es la excitación del crecimiento lo que se reprime. En una de las situaciones la persona se presenta abatida, pesimista, con “culpas y

19 .- PHG II, 9, 6, 3. 20 .- PHG II, 9, 6, 5. 21 .- PHG II, 9, 6, 6.

remordimientos” y victimizada. En la otra situación, mantiene una actitud arrogante, un poco desafiante, y “haciendo que sabe de todo sin saber de nada” sin ninguna asimilación. Hemos de recordar que los individuos crecemos resolviendo conflictos y dificultades, pues solamente “la novedad” es atractiva y nutritiva. Y el conflicto, nos recuerda nuestro libro fundador, “es un planteamiento que va más allá de lo que se quiere, hacia una figura enteramente nueva”22.

Pero también sabemos que la psicoterapia no debe disolver ningún conflicto, ya que la tarea de la psicoterapia es hacerlos conscientes para que puedan alimentarse con un nuevo material del entorno y llegar a una crisis; resolviéndose en el proceso terapéutico, en la relación terapeuta/paciente en el aquí-y-ahora de cada situación presente en curso.

Pero, en esta pacificación prematura de los conflictos hay una desensibilización y una obstrucción de la excitación, de la vitalidad, para impedir que el conflicto emerja a la superficie, y es esta pérdida de vitalidad la que lleva a la falta de iniciativa. El individuo crece aceptando esa debilidad como propia de su carácter. Además de esta pérdida de iniciativa, está subyacente la desesperanza, el miedo a perder, o un intento de evitar el sufrimiento.

La tarea terapéutica teóricamente es fácil pues sabemos que los conflictos se resuelven por sí mismos mediante la alteración de los hábitos, la destrucción, la asimilación y la formación de una nueva configuración. Y esto es lo que debe brindarse en las sesiones de terapia mediante el acrecentamiento de la consciencia inmediata, la relación terapeuta/paciente y los experimentos porque sabemos que “el método de tratamiento consiste en llegar a un contacto, cada vez más estrecho, con la crisis tal y como se presenta, hasta poder identificarla, corriendo el riesgo de saltar a lo desconocido, a la integración creativa de la división que pueda aparecer”.23 Esto, generalmente, produce sufrimiento, pero no debemos olvidar que la función del sufrimiento prolongado tiene un sentido ya que nos incita a dirigir nuestra atención al problema presente para buscar una solución. Como sabemos, cualquiera de los dos modos de interrupción acabarán apareciendo en la sesión de terapia, en la relación terapeuta/paciente, como el modo de relación habitual; si el terapeuta es capaz de mantener y alimentar el conflicto que se crea, mediante el experimento, brindará al paciente la posibilidad de acrecentar la excitación, arriesgarse a ensayar nuevos recursos, y volver a retomar la iniciativa como parte de su vida. Bibliografía

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- Perls, Laura (1972): Viviendo en los límites, Valencia, Ed. Promolibro, 1974.

22 .- PHG II, 9, 3, 9. 23 .- PHG II, 2, 4, 2.

CALLAR. LAS POSIBILIDADES DEL SILENCIO EN PSICOTERAPIA. Francisco Fernández Romero*

Resumen Reflexión en torno a las opciones de abordar el silencio en psicoterapia a la luz de la literatura. Categorización del silencio en diversas acepciones: callar, palabra, diálogo, sentido, espera, ritmo, contemplación, espacio entre otras. Texto que reviste e invita a aprovechar el callar y el expresar como elemento central de la terapia.

“… tal vez un gran silencio pueda

interrumpir esta tristeza, este no entendernos jamás

y amenazarnos con la muerte…”

(Pablo Neruda)

Me gustan los espacios en blanco en las páginas de un libro.

Me gustan los puntos suspensivos, su presagio.

Me gusta el instante previo a que inicie un concierto, luego de que

los instrumentos se afinaron y el director sube al estrado.

Me gusta el lejanísimo rumor de la calle en la madrugada.

Me gusta ver dormir a mi hija.

Es decir, me gusta el silencio.

Por supuesto, decir algo así es una generalización, porque no hay un

solo silencio sino muchos y cada uno tiene su particular sabor, su propia

textura. También hay silencios de dolor, de vergüenza, de miedo; silencios * Francisco Fernández Romero es terapeuta individual y de grupo, sexólogo, docente y novelista inédito y/o frustrado

pesados como losas, angustiosos o interminables. Entonces me corrijo: me

gustan algunos silencios, o quizá muchos. Me doy cuenta de que los

busco, los construyo y, a veces, cuando paso tiempo sin ellos, los añoro.

¿No te pasa a ti, lectora, lector, que en ocasiones te sientes como

sumergido, atrapado en el ruido? Gritos, bocinazos, anuncios, mentadas,

consignas, consejos, opiniones, canciones huecas, el hit del momento, la

noticia repetida hasta el infinito, las promesas de campaña, las exigencias,

el último chiste, el reclamo…

Entonces necesito del silencio para recordar-me, para darme cuenta

de que sigo aquí, tan perdido como estaba entre la estridencia y el

alboroto. “…porque hablamos demasiado sin decir nada, porque

escuchamos demasiado sin oír nada, porque estamos demasiado en el

habla”. (Larrosa, 2007, p.600)

Creo que el espacio terapéutico puede ser, entre otras cosas, un

lugar en donde sea posible el silencio. Necesitamos el silencio “para

reconquistar la derrota sufrida siempre que hablamos largamente”.

(Larrosa, 2007) Un lugar privilegiado, en ese sentido, donde el paciente

deje fuera el griterío de lo que otros le demandan, le reclaman, le exigen, le

venden, para encontrarse consigo mismo y con un otro, el terapeuta, que

lo acoge o lo interpela con su humanidad y su presencia, aquí y ahora,

abierto a lo que surja.

El silencio suele ser un callar juntos. De hecho, el silencio no es algo

que pueda hacer sin el otro, sin los otros. El silencio es una co-creación.

No basta que yo me calle o que tú lo hagas; es necesario que lo hagamos

juntos. Silencio: tu callar más el mío.

¿Cuántas veces es necesario ese silencio para que surja lo nuevo,

para que la función ello emerja y nos cuente de las posibilidades que hasta

entonces han permanecido en la oscuridad, latentes, en espera de ese

vacío que las haga florecer? Lo otro haciéndose de pronto accesible gracias

a nuestro silencio compartido. Sin la palabra es más fácil que aparezca el

cuerpo, en este caso, nuestros cuerpos, tu cuerpo ante mí y mi cuerpo

ante ti, y es allí, en los cuerpos, donde reside nuestra vivencia de la

función ello, según Perls y Goodman.

Por supuesto, en este encuentro habrá palabras y también

sensaciones y sentimientos que en algún momento se volverán palabras,

pero me parece necesario no olvidar que las palabras cobran su verdadero

sentido, su real profundidad, cuando nacen del silencio.

El silencio, antes y después.

Transformar el lenguaje prosaico en lenguaje poético, es una de las

propuestas de Perls, Hefferline y Goodman (2002); pasar de un discurso

vacío y ajeno, aburrido y mecánico, a uno cargado de sentido. Para ellos,

La poesía es, por lo tanto, el opuesto exacto al discurso

neurótico (…) en la poesía, en donde toda la realidad debe ser

transmitida a través del habla, la vitalidad del discurso se

acentúa: hay más ritmo, es más precisa, está cargada de

sentimientos, más dotada de imaginación (p.127-128).

Justo eso: que cada palabra dicha en el espacio terapéutico tenga

sentido y peso, que no sobre ni falte, que sea precisa e intensa, que

palpite. ¡Vaya reto el que nos plantean nuestros fundadores! ¿Cómo estar

a la altura? Cuando he visto el trabajo de terapeutas que me asombran y

conmueven, puedo encontrar algo en común: la palabra poética -en el

sentido gestáltico del término- suele nacer del silencio. No se apresuran,

no llenan el vacío con palabras vanas: escuchan, callan, esperan. Y de ese

silencio, a veces, surge la palabra que nombra e ilumina.

“El silencio, en primer lugar, porque la poesía está esencialmente

vinculada al silencio (…) La poesía es un goteo verbal desde el silencio,

marca la frontera del silencio”. (Argullol, 2005)

No hay prisa, sino paciencia. Hay espera. Hay función ello que

danza. Hay uno ante el otro. Hay dos presencias encontrándose… o no.

No digo que sea un silencio fácil pero espero que sea un silencio

fértil. Una y otra vez pienso en un texto de María Zambrano, la filósofa

española, en donde se refiere al temblor del maestro. Me conmueve. Y

aunque ella habla del maestro, bien puedo aplicarlo –sin su permiso- al

terapeuta:

Podría medirse quizás la autenticidad de un maestro por ese

instante de silencio que precede a su palabra, por ese tenerse

presente, por esa presentación de su persona antes de

comenzar a darla en activo y aún por el imperceptible temblor

que le sacude. Sin ellos, el maestro no llega a serlo por grande

que sea su ciencia. Pues que ello anuncia el sacrificio, la

entrega (Zambrano, 1965)

Se trata de un silencio fértil y vivo, a veces inquietante, y de la

tentación de romperlo y del resistirse a esa tentación. Es desde ese silencio

que lo “ya-allí-no-consciente”, como le llama Delacroix (2008) se hace

consciente y puede decirse, volverse palabra.

Y esa palabra que surge no es del todo mía –del terapeuta- sino que

es nuestra; de algún modo co-creada por ambos, aunque sea yo quien la

pronuncie. Co-creada por el paciente, por el terapeuta y por el silencio.

Como amante obsesivo de la literatura, me gustan las palabras. No

sólo su significado sino también su sonido, su secreta música; el modo

como se hilan unas con otras y se transforman, y al decir, nos dicen. Pero

no se puede amar la palabra sin amar el silencio que la hace posible, que

es el fondo en donde se destacan y cobran sentido.

Creo por eso en el silencio que precede a la palabra, que le da

sustento y la nutre; y creo también en el silencio que sigue a la palabra,

que permite asimilarla, saborearla, volverla mía.

Porque el silencio no sólo está antes de la palabra terapéutica y

poética sino también después. Luego de una experiencia de profundo

contacto suele venir el silencio, sencillamente porque no hay palabras que

puedan decir esa experiencia. Y de hecho, cuando apresurándose, uno

intenta apresar aquello y encajonarlo en palabras, la experiencia se

empobrece y encoge, se marchita, se muere un poco. Hace falta, al menos

por un tiempo, el silencio que permita que madure y dé fruto.

Me parece, además, que ese silencio que precede y sigue a la palabra

sólo es posible al ir despacio, al vencer la prisa a la que estamos

acostumbrados u obligados en la vida cotidiana. El espacio terapéutico

suele ser un lugar donde ir paso a paso. “A pie se camina a cinco

kilómetros por hora… El pensamiento está hecho para pensar a cinco

kilómetros por hora; por eso Christophe Studeny dice que es el paso del

alma” (Fernández Christlieb, 2004, p.155). No es fácil, por supuesto, eso

de ir despacio. ¡Tenemos tanta prisa! Corremos como el Conejo Blanco del

País de las Maravillas, no sea que lleguemos tarde a cualquier lado.

Diríase que el tiempo presente, el de estar haciendo algo, se

vuelve defecto de la vida que no permite estar en el futuro con

ese algo ya hecho; estar aquí y ahora es un estorbo que

impide estar allá y después. (Fernández Christlieb, 2004,

p.164)

Pero en esa prisa todo pasa sin dejar huella, nada se queda, nada

nos marca. Tenemos acceso a todo, encendemos la televisión y nos

enteramos de lo ocurrido en el otro lado del mundo en el momento que

ocurre. Quedamos atrapados en la noticia más reciente: el gol de último

minuto, la guerra –siempre la guerra- en algún lado, la caída de un tirano

que será sustituido por otro... Por unos días – u horas o minutos- lo

sabemos todo acerca de aquello. Y luego, se va, sin dejar huella o cicatriz,

porque una nueva noticia ocupa su lugar. “El grado de la velocidad es

directamente proporcional a la intensidad del olvido”, nos advierte

Kundera en La Lentitud, una de sus novelas.

Lynne Jacobs, en el taller que impartió hace unos meses, nos

recordó que “en un instante cabe el universo”, invitándonos a desmenuzar

con cuidado y delicadeza cualquier momento surgido entre el paciente y

yo, por fugaz que sea, por simple que parezca.

No es fácil, por supuesto, porque de algún modo ir despacio es

rebelarse contra la prisa, contra la urgencia del hacer, del llegar, del

producir, del acumular. “En un libro sobre el vuelo de las aves leí que para

frenar el vuelo en el aire y volar a baja velocidad se necesita más fuerza en

las alas que para lograr altas velocidades”, dice el poeta Antonio Deltoro y

también: “Al detenernos, al frenar, descubrimos nuevos territorios, sólo

colonizados o atravesados por la sombra de nuestro correr o de nuestro

saltar desbocado: entre un pie y el otro hay, al caminar, un espacio

interior, no pisado, pequeño, virgen, ignorado”. ¿Qué hay en ese breve

espacio no pisado? ¿No es allí donde habría que posar la mirada para

descubrir posibilidades no contempladas aún?

Aminorar el paso. Detenerse. Dejar que la figura nueva emerja a su

ritmo, sin apresurarla, y que el nuevo ajuste ocurra.

Quizá este ritmo lento no sea el del paciente. Le toca al terapeuta

proponerlo, propiciarlo, poner las condiciones para que sea posible. No

podrá ocurrir si es él, el terapeuta, quien lleva prisa. Me gusta recordar las

palabras de Fabio Morábito:

Yo nunca tuve anhelos

de motorización,

es más, nunca pedí a mis padres

un vehículo,

hasta la bicicleta me aburría,

me limité a mis pies,

a mi sentido del cansancio.

Nunca he viajado rápido,

pero he viajado,

mis huesos cambian de dolor

cada cien metros

y nadie sabe como yo qué es un kilómetro.

Diferentes silencios.

Pienso en el silencio en la terapia y evoco diferentes silencios,

algunos intencionales y otros no.

Recuerdo a Peter Philippson, esa manera de sentarse ante el grupo y

callar. Es un silencio que provoca, que interpela e incomoda, que sin duda

mueve la función ello. De algún modo, su callar es una negativa a hacer

algo que facilite al grupo, es una invitación a la novedad y al riesgo, es un

cuestionamiento: ¿qué harás tú ante esto?

Pienso en silencios que acompañan y acogen. La vivencia del

paciente es tan intensa –por dolorosa, por alegre, por bella- que cualquier

cosa que se diga en ese momento, de algún modo fractura la experiencia

de contacto que está dándose. Callo por no interrumpir, callo para

acompañar, sabiendo que en ese momento, las palabras abaratarían mi

estar con el otro.

Y pienso -¿cómo no pensarlo?- en el silencio de no saber qué hacer.

Constantemente los alumnos hablan de ese silencio temido en el que el

paciente no trae un tema o se queda sin él o en el que en un grupo nadie

habla y todos parecen evitarse. Ese silencio lleno de inquietud, de espera

ansiosa, quizá de exigencia de hacer algo. Y que yo, terapeuta, no sepa qué

es lo que toca hacer. Ese silencio que parece que me pone en evidencia,

que me demanda algo que no alcanzo a comprender, que me deja en el

vacío y en la duda.

No me resulta cómodo, pero creo que con el tiempo he aprendido a

atravesar por él, a dejarme estar y a honrarlo.

Hoy sé que toca esperar, quedarme, respirar y ser paciente. No es un

silencio vacío sino todo lo contrario: está lleno a rebosar, aunque no sepa

de qué. Si dos personas, una frente a otra, callan; o si un grupo que se

mira, calla, es evidente que no hay vacío. Recuerda, lector, lectora, cuando

has estado en esa situación ¿verdad que están pasando muchas cosas

dentro de ti? Hay tensión, hay angustia, hay espera, hay proyección, hay

peticiones, hay demandas, hay súplicas…

Creo que toca explorar eso: qué nos ocurre ante el silencio.

Nombrarlo y, quizá, tratando de no interrumpirlo, invitar al o a los

pacientes a atender a cómo viven ese silencio, qué evitan, y qué están

eligiendo hacer ante él.

¿Verdad que ese suele ser un silencio ensordecedor? Me recuerda un

fragmento de “Luvina” el cuento de Juan Rulfo, que algo sabía esas cosas:

Pero hubo un momento en esa madrugada en que todo se quedó

tranquilo, como si el cielo se hubiera juntado con la tierra, aplastando los

ruidos con su peso (…)

-¿Qué es? –me dijo.

-¿Qué es qué? –le pregunté.

-Eso. El ruido ese.

-Es el silencio.

El silencio como contemplación

“Mi padre, antes de morir, me dijo que dentro de todo lo que

miramos hay un jardín. Que en el grano de polvo que flota en la luz hay un

jardín que nos aguarda, si sabemos disfrutarlo” escribe Alberto Ruy-

Sánchez en su novela Los Jardines Secretos de Mógador. Cuenta la

historia de dos amantes: ella siente que la rutina invade su relación, de

modo que advierte a su pareja que solo harán el amor cuando él le

describa algún jardín de la ciudad en la que viven: Mógador. Sin embargo,

él se encuentra con la enorme dificultad de que en Mógador no hay

jardines. Tampoco puede inventarlos. Luego, encuentra una solución:

aprende a descubrir jardines en donde parece que no los hay: un jardín en

un cuerpo desnudo, un jardín de piedras que suenan con el viento, un

jardín de nubes, un jardín de voces, un jardín de fuego y humo. Los

jardines están allí, esperando que sean revelados, pero requieren, para

aparecer, un modo especial de mirar: la contemplación, que también

necesita del silencio.

Contemplar es, de algún modo, callarse. Es un mirar apasionado,

abierto, vibrante, en donde permito que sea lo que es sin cuestionarlo. Es

un mirar en el que me dejo afectar y “me dejo sentir la herida”, para usar

la hermosa expresión de Silvie Schoch. Y creo que es un mirar sin

palabras –ellas llegan después, para nombrar lo contemplado-. La

contemplación, me parece, exige el vacío: de prejuicios, de discurso, de

palabras. Exige también la presencia, estar allí, pues este callar no

significa ausentarse: no dejo de estar con el paciente sino que genero una

forma distinta de estar con él, con ella; acaso más íntima, sin duda más

misteriosa.

Callarme para contemplar al paciente, sin prisa; para ser capaz de

ver lo que ha estado siempre allí, ante mis ojos distraídos y había pasado

por alto: no sólo sus heridas e interrupciones –que tan hábiles somos en

descubrir-, no sólo sus arideces sino también su belleza, que es otra forma

de decir: sus jardines.

El silencio para hacer espacio al otro, para dar la palabra

Callo para hacerle lugar al paciente, para dar lugar a lo suyo. Si,

claro, estoy porque el/ella está y viceversa, pero a veces, hay formas mías

de estar que dejan poco espacio para el otro. Me escucho, me veo, me

vuelvo figura, pero… ¿Y él/ella? ¿Dónde ha quedado en medio de tanto

yo? ¿Le he dejado espacio?

No sólo me refiero a ese callar que es cerrar la boca y no pronunciar

sonido, sino al otro, aún más importante, creo, de silenciar lo mío, mis

juicios, lo que creo saber del otro; ese callar que es ponerme en duda,

cuestionarme, hacerme disponible, y en definitiva, escuchar dejándome

impactar por lo que el otro dice, por lo que el otro es, de tal modo que lo

que escucho no me deje igual sino que me mueva, me abra, me duela, me

renueve. ¡Parece tan simple! Pero a veces lo olvido: para escuchar he de

callarme.

Se trata de silenciar mi propia voz, mis propios pre-juicios, para que

ese silencio, ese callar, ese callar-me sea el fondo nutricio del cual nazca la

novedad:

Un acallamiento de todas esas voces monótonas que están ya

allí, incluso en nosotros mismos, para cancelar la promesa de

una experiencia otra, para ahogar la forma-silencio, la

intensidad de la forma-silencio, la posible fecundidad de la

forma-silencio (Larrosa, 2007, p. 402),

Lo contrario a esta actitud de escucha, de disponibilidad, de

apertura a lo otro es el deseo de poseer al otro para apropiárselo, de modo

que no pueda sorprenderme sino, por el contrario, se vuelva una

justificación de lo que soy. Estar con el otro para no moverme, para

mantenerme fijo, para saber lo que ya sé, para pensar lo que ya pienso,

para sentir lo que ya siento y para ser lo que ya soy.

No. El encuentro que transforma es otra cosa:

… Y esa relación tiene una condición esencial: que no sea de

apropiación sino de escucha (…) en la escucha uno está

dispuesto a oír lo que no sabe, lo que no quiere, lo que no

necesita. Uno está dispuesto a perder pie, a dejarse tumbar y

arrastrar por lo que le sale al encuentro. Está dispuesto a

transformarse en una dirección desconocida (Larrosa, 2007,

p. 30).

A veces a los terapeutas nos sobran las palabras. Creemos tener

palabras para todo, explicaciones, teorías. Usamos palabras extrañas casi

como un código secreto. Creemos saber. El riesgo es que entre tantas

palabras no haya oportunidad para la palabra del paciente, que es la que

importa en realidad.

Hay una historia Jasídica que me impacta: habla de una Casa de

Estudio muy famosa en donde están todos los libros y todas las palabras,

y también están todos los sabios que han leído todos los libros y conocen

todas las palabras. Los libros no tienen márgenes ni espacios en blanco.

Un día, Baal-Shem-Tov se detuvo en la entrada de esa famosa Casa de

Estudio y se negó a entrar diciendo:

No, yo no puedo entrar aquí. Todo está lleno allí dentro. De

pared a pared y desde el suelo al techo, todo está lleno de

palabras sabias y de oraciones piadosas que allí se han

pronunciado. ¿Dónde podría encontrar un sitio para mí?” (…)

¿Dónde podría encontrar un sitio si ya todo está dicho, si ya

todo se sabe, si ya todo está convenientemente recubierto de

palabras sabias? (Larrosa, 2007, p.636-637)

Cuando me lleno de palabras, aun cuando en apariencia sean

sabias, dejo al otro sin espacio para que florezcan sus propias palabras. No

se trata tampoco de perder nuestras palabras o de olvidarnos de nuestra

teoría y nuestro conocimiento, que nos dan base para trabajar. Es otra

cosa, quizá más compleja y profunda: tener palabras, conocerlas… para

luego quemarlas.

La palabra del sabio, una vez introducida al mundo debe ser

sustraida del mundo, debe ser retirada del mundo por el fuego

(…) El sabio puede no decirla y tampoco escribirla. Pero así no

se hace aparecer el vacío: la nada no es aún el vacío. El sabio

puede por último, escribirla y quemarla, escribirla para

quemarla. Sólo esta alternativa hace aparecer la falta, el

agujero (Larrosa, 2007, p.639).

Eso: la falta, el agujero. No se trata de propiciar la nada sino el

vacío. “Solo en el genuino hablar es posible un verdadero callar. Para

poder callar necesita el ‘ser-ahí’ tener algo que decir... El silencio es un

modo del habla”, dice Heidegger (en Labastida, 2008, p.49-50). El

terapeuta “quema” su palabra –que existía- para dejar un espacio vacío

que pueda ser llenado con otras palabras, las del paciente, y que quizá, en

un principio, ambos desconocen.

Hablo de callar, de quemar la propia palabra para dar la palabra al

otro. Y creo que es de los regalos más bellos que podemos dar,

entendiendo que su palabra puede no coincidir con la mía, puede

incluso oponerse a ella. De eso se trata: de que el paciente encuentre

su verdadera palabra aunque esta tenga que nacer de las cenizas de

la mía. En las hermosas palabras de Jorge Larrosa: “Dar una

palabra que no será nuestra palabra ni la continuacón de nuestra

palabra porque será una palabra otra, la palabra del otro, y porque

será el porvenir de la palabra o la palabra por venir”. (Larrosa, 2007,

p.664).

Se trata entonces de callar. Callar para que de ese silencio brote la

palabra poético-terapéutica de la que hablan los fundadores. Callar luego

de esa palabra, para que haya tiempo de asimilarla y de que florezca. No

sólo eso: más adelante, callar también esa palabra, por hermosa y precisa

que sea, callarme yo, callar lo mío, para que de mi silencio nazca la

palabra del paciente, esa “palabra otra” como la llama Larrosa, que puede

interpelarme y ponerme en duda.

Que así como del silencio surgió mi palabra, ahora, de mi silencio –

del quemar mi palabra- surja la suya. Porque “sólo es capaz de una

palabra otra el que acepta la muerte de sus propias palabras” (Larrosa,

2007, p.670).

Ya termino, lectora, lector. ¿No es paradójico esto de usar tantas

palabras para hablar de callarse? Claro que hay mucho más que decir,

¡Pero siempre hay más que decir! Prefiero honrar el silencio callándome de

una vez. Y que este callarme haga sitio para ti, para lo tuyo, para que lo

llenes de lo que elijas: tu palabra, tu reflexión, tu crítica, tu desacuerdo,

tus preguntas.

O quizá, ¿por qué no? para que lo dejes vacío, para que calles

conmigo y entonces, juntos, hagamos nacer al silencio.

REFERENCIAS Argullol, Rafael. (2005) Siete Argumentos Para Defender la Poesía en Medio

del Ruido. www.cervantes.de/nueva/es/biblioteca/archivodigital/pdfs/siete_argumentos.pdf

Delacroix, Jean Marie. (2008) Encuentro con la Psicoterapia. Santiago de

Chile: Cuatro Vientos.

Deltoro, Antonio. (Enero-Junio 2004) Poesía de Baja Velocidad. Graffylia. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras. Año 1, numero 3. México. BUAP

Fernández Christlieb, Pablo. (2004) La Sociedad Mental. México: Anthropos.

Labastida, Jaime. (2008) La Palabra Enemiga. México: Siglo XXI Larrosa, Jorge. (2007) La Experiencia de la Lectura. Estudios sobre

literatura y formación. México: Fondo de Cultura Económica Morábito, Fabio. (2006) La Ola que Regresa. México: Fondo de Cultura

Económica. Perls, Hefferline y Goodman (2002) Terapia Gestalt: excitación y crecimiento

de la personalidad humana. Madrid: Sociedad de Cultura Valle-Inclán.

Rulfo, Juan (2005) El Llano en Llamas. México: Editorial RM. Ruy_Sánchez, Alberto. (2010) Los Jardines Secretos de Mógador. México:

Alfaguara. Zambrano, María (1965) La Mediación del Maestro. El Cardo. Revista de la

Facultad de Ciencias de la Educación. Numero 7. Argentina. Universidad Nacional de Entre Ríos

Mast icando e l in t royecto de c iencia Aportes críticos para repensar el conocimiento científico

Alberto Carreón1 Resumen

En este trabajo se brindan elementos para entender cómo el paradigma positivista de la ciencia se ha convertido en la representación dominante de ciencia, al mismo tiempo se presentan algunas de las criticas más importantes a este paradigma con el ánimo de replantearnos el lugar que la Terapia Gestalt ocupa en el mundo del conocimiento científico.

¿Qué te viene a la mente cuando escuchas la palabra ciencia?

Esta es una pregunta común que hago a mis estudiantes de la maestría en gestalt. En general las respuestas remiten a los siguientes elementos. Un laboratorio lleno de aparatos como matraces con líquidos de colores, probetas, espirales refrigerantes. Una persona con bata, la mayoría enfatiza que usa lentes y se encuentra un tanto despeinado, alguien más ha calificado de feo al científico.

Al profundizar encontramos referentes concretos, dependiendo de su generación los entrevistados mencionan a El Mundo de Beakman, la imagen de Albert Einstein, el Doctor Memelovsky o bien diversas referencias cinematográficas. Pensemos en Víctor Frankenstein, en la versión de James Whale, estrenada en 1931, el creador del monstruo se encuentra un laboratorio y ya usa bata. En la serie de 1966 El túnel del tiempo, nos encontramos en un complejo secreto, lleno de impresionantes máquinas y supercomputadoras, los encargados científicos del proyecto usan bata, mientras que Tony y Douglas cambian el uniforme científico para vestir de paisano y vivir sus aventuras. Más recientemente encontramos la repetición del estereotipo: laboratorio, bata y lentes en la caricatura infantil del Laboratorio de Dexter, y podríamos añadir horas y horas de películas y documentales donde se repiten los elementos. Además de la exposición a los medios está la propia experiencia, nuestros libros de texto de la escuela, nuestras prácticas de laboratorio de biología, química, física, anatomía de la secundaria y el bachillerato, nuestras visitas a los hospitales y médicos, etc. Parece que es cierto, los científicos trabajan en un laboratorio, visten bata y más de uno utiliza lentes. Tan es así que, si nos imaginamos a dos personas que platican frente a frente, podríamos pensar que están conversando, tal vez se trate de una entrevista, e incluso podríamos pensar en una sesión terapéutica, pero difícilmente pensaremos que están haciendo ciencia. No identificamos un consultorio con un laboratorio. Nos cuesta trabajo identificar los laboratorios propios de las ciencias sociales, tal vez, por la sencilla razón de que se trata de toda nuestra sociedad, incluyendo los laboratorios de las ciencias naturales.

La discusión es más profunda, no es una cuestión de usar bata o no. El problema es lo que provoca no masticar este introyecto, es decir, limita nuestro crecimiento y nuestro desarrollo. Nuestro desarrollo como personas, como profesionales e incluso, en este caso, limita nuestro desarrollo como disciplina.

En el Instituto2 he escuchado diversas posturas sobre la Terapia Gestalt (TG) y la ciencia. Algunos, partiendo de la idea de que la Gestalt implica la relación: “organismo/entorno” (o/e ) y ubican a la psicología como responsable del estudio del organismo, a la sociología como encargada del estudio del

                                                                                                                         1  Alberto Carreón, funge como coordinador de Gestalt y Desarrollo Humano del Instituto Humanista de Psicoterapia Gestatl. Maestro de las materias de Epistemología e Investigación Cualitativa. Psicólogo Social por la UAM-I y egresado de la Maestría en Gestalt.  2 Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt (IHPG)

entorno y a la Terapia Gestalt como aquella que estudia la diagonal, es decir la relación organismo entorno. Otros tratan de lograr el reconocimiento científico para la TG ubicándonos al lado de los clínicos y médicos. Otros, en el otro extremo, simplemente afirman que la TG no es ciencia y así está bien. Otros más opinan que la TG está más cercana a la estética y que por ello no deberíamos de preocuparnos del tema de la ciencia. Por el momento no interesa saber quién tiene razón, lo que llama la atención es que en todos los casos la Terapia Gestalt es la que se cuestiona, mientras la idea de La Ciencia (sí con mayúsculas) se mantiene inalterable. Además, en todos estos comentarios se discute como si todos los presentes supieran de antemano y estuvieran de acuerdo en qué se entiende por ciencia. Es curioso que un lugar donde deberíamos masticar, dudar, cuestionar las cosas más elementales y obvias, no lo hacemos. Sin embargo, las consecuencias de esta ingenuidad pueden ser muy graves.

Tan graves como lo han demostrado los propios científicos. Recordemos el experimento de Stanley Milgram (2005), y las múltiples replicas a lo largo del mundo y del tiempo, todas coinciden en que, después de la cercanía, una de las variables que más influyen para que las personas sean capaces de seguir dando descargas eléctricas a otro ser humano, hasta el punto de causarle daño e incluso la muerte, es la legitimidad de la “autoridad”. Milgram cuidó minuciosamente los detalles para que su experimento sobre obediencia pareciera un experimento científico sobre aprendizaje, se realizó en la prestigiosa universidad de Yale, el experimentador usaba bata blanca, la máquina de descarga fue diseñado para que tuviera todo el realismo de un laboratorio del más alto nivel, el sufrimiento que padecía el alumno y el mismo experimentador se justificaban en aras de saber más sobre el aprendizaje y el castigo. En los experimentos queda claro que “el científico” y “la ciencia” son autoridades legítimas que hay que obedecer. En este experimento nadie salió lastimado, sin embargo la historia está llena de casos reales en los cuáles se ha infringido sufrimiento a personas y animales en pro de la ciencia. La pregunta que surge es ¿Cómo la ciencia ha llegado a tener tal poder en nuestra sociedad? Pues, el introyecto de la ciencia no sólo es un obstáculo para el crecimiento, sino que nos desresponsabiliza de nuestra existencia individual y social, y nos deja a merced de la voluntad de otros.

El objetivo de este artículo es aportar algunos elementos, que a manera de muelas y dientes ayude a masticar el introyecto de la ciencia. En la primera parte veremos tres momentos históricos que han contribuido a crear nuestra representación de ciencia. Podemos apreciar algunos de los elementos que están en el introyecto de ciencia. En la segunda parte, revisaremos algunas de las críticas más significativas al modelo positivista de ciencia. No se trata de sustituir un introyecto por otros, sino de contar con algunos elementos que nos permitan digerir y crear una nueva idea sobre lo que es la ciencia.

Cómo construir un introyecto en tres pasos.

1. La búsqueda de La Verdad

El primer momento ocurre en la Grecia antigua, entre el año 600 y 300 a.C., encontramos aparecen en las ciudades griegas unos personajes que se denominaran sofistas, también se les conoce como rétores o retóricos. En un inicio no había ninguna distinción entre los sofistas y los filósofos, tal y como lo constata Ramírez Vidal:

Con sofista se identifica a sabios o a filósofos reconocidos. Heródoto llama sofistas a los sabios que llegaron ante Creso, en la época de esplendor de ese rey, entre los cuales menciona

específicamente a Solón (I, 29, 1), uno de los siete sofistas o sabios de Grecia. En II, 49, 1, Heródoto se refiere a los sofistas como sabios (en este caso, al parecer, a los órficos), y en particular identifica a Pitágoras como el más grande sofista griego. (2003, p. 81)

Los sofistas se ganaban la vida cobrando sus enseñanzas, centradas en el poder de persuadir o convencer mediante el uso de la palabra. Actividad fundamental para una sociedad basada en la discusión pública, y muy útil en los tribunales. Para darnos una idea de la complejidad de la retórica veamos el caso de Tisias y Corax.

Tisias se niega a pagarle a Corax por sus enseñanzas, argumentando que si de veras lo ha enseñado a persuadir, entonces lo podrá persuadir de que no le cobre, pero que si no logra persuadirlo, entonces tampoco le paga porque no le ha enseñado nada, y Corax contra argumenta que si no lo logra persuadir de que no le pague, tendrá que pagarle, pero si sí lo logra, también porque entonces le ha enseñado bien. (Reyes citado por Fernández, 2004, p. 327)

Además varios de los sofistas eran estudiosos de la naturaleza y la cultura. En cierto sentido podríamos considerarlos los primeros humanistas. Inventan, entre otras cosas, la gramática, la etimología y la sintaxis, no en el sentido reducido de análisis del lenguaje, sino en el sentido de comprensión de la cultura, del entendimiento del pensamiento. Por ello, Alfonso Reyes, (Fernández, 2004), señala que los sofistas son los fundadores de las ciencias del Espíritu. Como puede apreciarse tenían especial preocupación por el dominio de la palabra, por ello “En conjunto, los retóricos eran tenidos por hechiceros, engatusadores, encantadores, quienes por medio de la palabra, hacían ver, creer, pensar y sentir a la gente de una manera, o si, protagóricamente, querían, de lo contrario” (Fernández, 2004. 328). Para los sofistas no existían verdades absolutas, tal y como lo demuestran algunas de las máximas de Protágoras: “el hombre es la medida de todas las cosas” y “toda cuestión tiene dos puntos de vista contradictorios e igualmente verdaderos”, lo que suena a una declaración de guerra a los buscadores de La Verdad.

El escepticismo y relativismo de los sofistas, aunados a la crisis de la democracia, provocó que los sofistas empezaran a verse con desconfianza. Hacían ver que no había una verdad, todo dependía de la percepción, la realidad se reducía a una cuestión de opinión, lo que significaba “que el pueblo y el gobierno podrían ser persuadidos por los técnicos en persuasión que habrían sido preparados por los sofistas” (De Bono, 2000, p. 8). Con el paso del tiempo la palabra sofista irá adquiriendo una connotación negativa. Ramírez Vidal nos explica que será Sócrates el primero en marcar la diferencia, y Platón se encargará del desprestigio en el plano moral de los sofistas. La acusación central es que “esa pericia [retórica] se reduce a la simple habilidad técnica, despojada de algún interés en la búsqueda de La Verdad” (2003, p. 91, el destacado es mío). Las condiciones sociales, políticas y culturales terminarán por favorecer a los platónicos quien mediante “nuevos conceptos, y la divulgación y propaganda de su enseñanza por medio del estupendo instrumento que es el diálogo, estableció en la cultura occidental una disciplina que logró a la postre desplazar a la sofística” (Ramírez Vidal, 2003, p. 91). Una disciplina basada en la búsqueda de La Verdad.

La visión platónica, respecto a La Verdad, se puede resumir, siguiendo a Vázquez Martínez (2000, p. 101), en cuatro puntos:

• Primera, existe una verdad absoluta; • Segunda, ésta sólo puede ser conocida por unos pocos elegidos;

• Tercera, los elegidos gobiernan, ordenan y asignan funciones a los otros miembros de la sociedad de acuerdo con el “deber ser” que solamente ellos vislumbran, y

• Cuarta, se prohíben modificaciones al orden establecido por los gobernantes.

En esta visión La Verdad es absoluta, es decir, no cambia (inmutable), es válida para todos en cualquier tiempo y en cualquier lugar (universal). Es posible que algunos cuantos conozcan Esa Verdad. El conocimiento de La Verdad nos permitirá saber cómo deben ser las cosas, el orden del mundo, y por lo tanto por nuestro propio bien, individual y colectivo debemos respetar y no alterar ese orden.

Esta perspectiva, desde cierta visión médica y de la salud, parece adecuada para la búsqueda de La Bacteria y de El Antibiótico que la aniquila, pero no parece lo más adecuado cuando se trata de otros temas como el amor, la felicidad, la paz, e incluso cuando la concepción de salud es otra. La idea de que existe una única verdad nos lleva a pensar en términos únicos, por eso nos cuesta tanto pensar en la diversidad, no pensamos en las familias, sino en La familia, no pensamos en las adolescencias, sino en La adolescencia. Buscamos El amor, y pensamos que una vez que conozcamos el Verdadero amor, sabremos cómo debe ser la relación. Una vez que sepamos que es La adolescencia podemos saber cómo deben pensar, sentir y comportarse los adolescentes. Es fácil pensar en que una de las consecuencias de este estilo de pensamiento serán sin duda las frustraciones y sentimientos de inadecuación respecto a cómo “deberíamos ser”.

Resumiendo, frente a los sofistas se establece una visión que considera que existe La Verdad absoluta, dicha verdad puede ser conocida por unos cuántos y en consecuencia lógica le corresponde a La Ciencia (no a las ciencias) la búsqueda y conocimiento de La Verdad, sin olvidar que también le corresponde establecer el “deber ser” que implica La Verdad.

2. Manual para cultivar ratones

Un segundo momento histórico crucial para la conformación de nuestra visión de la ciencia, ocurre a lo largo de los siglos XVI y XVII. Este segundo momento se refiere al camino que se debe seguir para llegar a La Verdad.

Durante los siglos anteriores habían tenido lugar grandes discusiones sobre El camino a La Verdad. Obviando diez siglos de discusiones, podemos decir que, para finales de la Edad Media el camino a La Verdad fue la razón y la fe. No importa si se trataba de la razón aplicada a la naturaleza o a las esencias, como el caso de la filosofía o la razón aplicada a Dios, como el caso de la teología. Tampoco importaba si se trataba de la fe en las Sagradas Escrituras o sus interpretadores o en la fe ciega a las enseñanzas de los grandes hombres, como en el caso de Aristóteles.

El gran cambio de estos siglos radica en que las verdades que sostenían el orden medieval en lo económico, lo político y lo cultural van a ser cuestionadas. Pero a diferencia del método de los sofistas, los filósofos y los teólogos, basados en la argumentación racional y/o la fe, ahora hay que comprobar cualquier afirmación, hay que hacer una demostración. No se abandona la razón, pero se privilegia el conocimiento a partir de la experiencia y más específicamente en la recreación de las experiencias, a lo que llamamos experimentos. Para el siglo XVI, en muchas partes de Europa la experimentación era una práctica común, y el conocimiento obtenido por esta vía era considerado verdadero, ya que cualquiera que realizará el mismo experimento llegaría a los mismos resultados. Sin embargo, el camino a la verdad, por la vía de los experimentos se fue modificando poco a poco. Veamos un par de ejemplos.

Entre las enseñanzas verdaderas de Aristóteles se encontraba la generación espontánea. La generación espontánea se basa en la idea de que “la materia no viviente puede originar vida por sí misma. (…) algunas porciones de materia contienen un ‘principio activo’ y que gracias a él y a ciertas condiciones adecuadas podían producir un ser vivo”. (Martínez y Turégano, 2010, p. 154). A esta energía vital se le llamaba entelequia.

Para el siglo XVII Jan Baptista Van Helmont (1577-1644) sometió a la prueba experimental la idea de la generación espontánea. Van Helmont fue el primer científico que diferenció los conceptos de gas y de aire, identificó el dióxido de carbono y el óxido de nitrógeno, aplicó la química a la digestión y a la nutrición entre otras aportaciones. Se le considera un importante predecesor de la Bioquímica. Este sabio hombre propuso el siguiente experimento:

Si colocamos ropa interior llena de sudor con trigo en un recipiente de boca ancha, al cabo de veintiún días el olor cambia y el fermento, surgiendo de la ropa interior y penetrando a través de las cáscaras de trigo, cambia el trigo en ratones. Pero lo que es más notable aún es que se forman ratones de ambos sexos, y que éstos se pueden cruzar con ratones que hayan nacido de manera normal (…) Pero lo que es verdaderamente increíble es que los ratones que han surgido del trigo y la ropa íntima sudada no son pequeñitos ni deformes, ni defectuosos, sino que son adultos perfectos... (van Helmont, 0rtus Medicinae, 1667, citado en Ministerio de Educación s. f.)

Van Helmont compartía los prejuicios de su época, pensaba que en el sudor se encontraba la entelequia. Ciertamente nuestros sentidos, nuestra experiencia y nuestra razón siguiendo el sentido común pueden estar equivocados. Era notorio que el método experimental necesitaba ser perfeccionado.

La siguiente aportación al camino de la experimentación se la debemos a Francesco Redi (1626-1698). Hijo de un médico de la corte de los Medici, Francesco Redi estudió con los jesuitas antes de estudiar medicina y filosofía por la Universidad de Pisa, en 1647. Fue médico de los grandes duques de Toscana Destacó como escritor, poeta y naturalista. Como naturalista es considerado el primer investigador en demostrar experimentalmente la falsedad de la teoría de la generación espontánea, entre otros estudios. Francisco Redi, influenciado por la obra de Galileo Galilei (1564 -1642) hizo los primeros experimentos para demostrar la falsedad de la generación espontánea. En un primer experimento colocó carne de diversos animales (víbora, pescado y res) en frascos abiertos. Pedazos de la misma carne se colocaron en otros recipientes cerrados. Al cabo de varios días en los frascos abiertos habían aparecido gusanos que después se convirtieron en moscas. En cambio en los frascos cerrados, pese a la descomposición de la carne, no habían surgido organismos vivos.

Se podía empezar a pensar que las moscas provenían de otras fuentes que no eran la generación espontánea. Sin embargo, sus adversarios y el mismo Redi llegaron a pensar que la falta de aire era la responsable de esa ausencia de vida. ¿Cómo re-diseñar el experimento? ¿Cómo asegurar la entrada del aire y evitar la contaminación de otros elementos?

Redi realizó otro experimento. Ahora preparó tres grupos de recipientes con carne. Unos abiertos, otros totalmente cerrados y un tercer grupo a los que colocó una muy fina gaza, y los recipientes dentro de una jaula cubierta con la misma gaza. Los resultados fueron los siguientes: En los recipientes abiertos surgieron las larvas – gusanos y posteriormente las moscas. En los recipientes con gaza y en los recipientes totalmente cerrados no surgió ninguna forma de vida.

Si analizamos con cuidado el trabajo de Redi podemos identificar los siguientes elementos. Primero es necesario convertir una afirmación en un problema de investigación. Delimitar el problema, es decir, una afirmación a la vez. Acto seguido descomponer el problema en sus diversos elementos (variables). Luego, es necesario hacer suposiciones sobre las relaciones entre esas variables, generalmente se conciben esas relaciones en términos de causa y efecto. Suponemos que la variable “A” provoca el efecto “B”. A ese tipo de suposiciones le llamamos hipótesis. Por último, o en principio, librarse de toda idea preconcebida, pues como hemos visto, estas ideas nos impiden ver La Verdad.

Y así es como La Ciencia tiene ya su método, El Método Experimental. Resumiendo, en este segundo momento se establece que para encontrar La Verdad hay que seguir EL Método. Esto tendrá sus consecuencias. En primer lugar el acceso a La Verdad, sigue siendo para unos cuantos, para aquellos que se animen a seguir el prolongado, difícil y, muchas veces, costoso camino del Método Experimental. Segundo, los resultados de este método serán verdaderos, o al menos será un conocimiento que nos acerca a La Verdad. Tercero, cualquier conocimiento que no se haya obtenido por este medio no es válido como conocimiento verdadero y por lo tanto debe mirarse con sospecha. Cuarto, a fin de conocer La Verdad (bien supremo), nos está permitida la manipulación de todo el mundo, átomos, plantas, animales, personas, culturas, etc., esto nos lleva a importantes dilemas éticos sobre la experimentación y el conocimiento. Por último, El Método requiere que nos libremos de las ideas preconcebidas y de las emociones que nos impiden ver La Verdad, se exige al investigador a vigilar su propia experiencia, a tomar distancia de los objetos de estudio (aunque se trate de personas) y a no permitir que sus emociones y sentimientos interfieran con su “objetividad”.

3. La ciencia como motor de paz y progreso

El tercer momento ocurre en el siglo XIX. Francia, a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX vivió una serie de sangrientos acontecimientos. En el inició una revolución que llevo a la caída de la monarquía, le siguió El Terror, y concluye con la caída del Imperio Napoleónico. Tan sólo durante El Terror, se estima que unas 40,000 personas murieron en la guillotina. En su conjunto, entre 1792 y 1815 se estima que en Europa murieron 5,000,000 de personas a consecuencia directa (en combate) o indirecta (heridas, enfermedades y hambrunas a consecuencia de los conflictos).

Como afirma Ana Conde, en el siglo XIX, en lugar de una revolución que prometía la libertad, la igualdad y la fraternidad, “pensadores y filósofos vieron cómo se cernía sobre sus esperanzas la sombra del terror y cómo el siglo de las luces era seguido por una época de obscuridad que no se aproximaba ni remotamente a aquello que se esperaba” (2004, p.3 las cursivas son mías). En este contexto surge Auguste Comte, cuyo nombre completo es Isidore Marie Auguste François Xavier Comte (1798 - 1857). Comte considera que la crisis que vive Europa después de la Revolución Francesa se debe a que:

Los pueblos carecían de un sistema universal de principios que estableciera entre las personas la armonía necesaria para cimentar un orden social común dentro del cual los individuos pudieran desarrollar sus actividades (Velázquez, 2006, p. 29)

Comte dedica su vida a la creación de dicho sistema universal. Las ideas centrales se publican entre 1830 y 1942 en los seis volúmenes de Curso de Filosofía Positiva. En síntesis esta nueva filosofía tiene como objetivos:

a) Proporcionar a las mentalidades individuales un sistema de creencias para unificar el espíritu colectivo.

b) Establecer un conjunto de reglas coordinadas sobre las creencias comunes del sistema aludido.

c) Determinar una organización política que sería aceptada por todos los hombres, en virtud de que respondería a sus aspiraciones intelectuales y a sus tendencias morales (Velázquez, 2006, p. 30)

Siguiendo este razonamiento nos surgen las preguntas ¿Qué sistema de creencias puede ser aceptado por todos? ¿Cómo puede eliminarse la subjetividad y las discrepancias de opinión? La respuesta que da Comte, es similar a la que había dado Platón frente a los sofistas. Sólo que ahora en lugar de aludir a los filósofos, Comte apela a la ciencia ¿por qué?

Porque la ciencia no cambia, es estable y permanece tal cual es más allá del comportamiento de los hombres: “todos los fenómenos de cualquier clase, inorgánicos y orgánicos, físico y morales, individuales o sociales, están sujetos, de manera continua a leyes rigurosamente invariables”. Por ello “el dogma fundamental de la religión universal se resume, pues, en la existencia constatada de un orden inmutable, al cual están sometidos todos los acontecimientos” (…) La ciencia es aquello que permite formar ideas comunes y exactas y suprimir la subjetividad en la acción colectiva, es una “simple prolongación metódica de la sabiduría universal” (Conde, 2004, p. 4)

Nuevamente nos encontramos con la idea de que existe un orden universal y que es posible conocerlo las leyes que rigen dicho orden, pues estas no cambian. Estos principios son válidos para las ciencias como las matemáticas, la astronomía, la física, la química y la biología, y siguiendo su modelo era necesario crear una ciencia social, llamada “Física social” o “sociología”. (Jiménez, 1994).

El positivismo se consolidará poco a poco. Encontrará apoyo en el utilitarismo de Stuart Mill y en el positivismo evolucionista de Herbert Spencer. En Alemania destaca Ernst Mach, quien:

Expresó que la experiencia era la categoría epistemológica suprema, atribuyó al término concepto un sentido operatorio; tuvo una concepción biológica y práctica de las funciones congnoscitivas y analizó el proceso de conocimiento con la ayuda de los medios de psicología experimental. (Jiménez, 1994, p. 5, el destacado es mío)

Posteriormente, a principios del siglo XX del acercamiento entre científicos positivistas y filósofos, surgirá una corriente neopositivista, también llamada positivismo lógico. Esta corriente forma el llamado Círculo de Viena. Entre sus principales representantes se encuentran: Carnap, Schlick, Neurath, Freigl, Waismann, Frank, Mengel, y Hahn.

Esta corriente trata de llevar a cabo un programa para la unificación de la ciencia a través de enunciados empíricos observacionales que se expresan en un lenguaje fisicalista, es decir, mediante conceptos obtenidos por inducción, partiendo de los hechos o fenómenos físicos. (…) las matemáticas, la lógica y la física son los modelos a los que debe tender toda forma de discurso científico, incluyendo el de la psicología y la sociología, la primera, como psicología conductista, deber ser reducida al fisicalismo, en tanto que las ciencias sociales se reducirán a dicha psicología que sigue la línea positivista. Su método principal es el inductivo, que se emplea para la verificación de las teorías, si bien con el tiempo se pasó de una verificación concluyente a una verificación probabilística. (Jiménez, 1994, p. 6)

Como puede apreciarse La Ciencia positiva se ha convertido, para principios del siglo XX, en el modelo dominante de ciencia, mas no sólo en su organización, sino también en sus fines últimos. No olvidemos que el propósito del positivismo es regenerar a la sociedad:

Basándose en el conocimiento de las leyes sociales [que] asume la forma de una religión en la que se substituye el amor a Dios por amor a la humanidad. La humanidad es un ser que trasciende a los individuos. (…) Esta es la forma de la síntesis subjetiva “consiste en regular cada naturaleza individual y en reunir ‘todas las individualidades” (Conde 2004, p. 15)

[Por eso] vivir para otro se convierte así en la felicidad suprema. Incorporarse íntimamente en la Humanidad, simpatizar con todas sus vicisitudes anteriores, y presentir sus futuros destinos, concurriendo activamente a prepararlos, constituirá el fin familiar de cada existencia (Conde, 2004, p. 12, el destacado es mío)

Como puede apreciarse hay un trasfondo económico, político y social en el “éxito” del positivismo. ¿Qué país no iba a desear contar con un medio para lograr no sólo mantener el orden sino también el progreso? Por ejemplo, en América Latina, el positivismo fue importado con la esperanza de resolver los grandes problemas de los países emergentes. Si bien se realizaron adaptaciones locales, muchos de los elementos se mantuvieron inalterados, incluso con gobiernos de signos políticos contrarios. Orden y progreso, forman parte del escudo de Brasil. (Horváth, y Szabó, 2005)

Resumiendo

Hasta el momento hemos constatado tres grandes momentos. En la antigua Grecia, en la que se finca la idea de una única verdad que debía ser buscada y podía ser conocida por unos cuantos, que serán los científicos. El establecimiento del método experimental como método ideal y único para llegar a La Verdad, y la idea de que La Ciencia es el mejor y único medio para lograr la paz y el progreso de la humanidad.

Reacciones frente al positivismo

Veamos ahora algunas de las diversas reacciones frente al positivismo. Las críticas son numerosas, he seleccionado algunas de ellas que históricamente, diversos autores (Habermas, 1990; Jiménez, 1994; Briones, 2002: Parra 2005) consideran las más ejemplares. Sé que faltan muchos autores, mas la intención es contar con algunos elementos para pensar de una manera diferente el conocimiento científico.

1. Ciencias naturales vs. ciencias sociales y humanas

Un primer grupo de críticas frente al positivismo, tienen que ver con el tipo de realidad a la que nos enfrentamos y en consecuencia a los objetivos y los medios para acceder a dicha realidad. Veamos tres grandes pilares de lo que serán las ciencias sociales y humanas del siglo XX y XXI.

1.1 El mundo es un invento

Una de las grandes críticas que se realizaron al positivismo tiene que ver con el tipo de realidad que se está estudiando. No es lo mismo estudiar la unión de los átomos para formar compuestos, que estudiar la unión de los seres humanos para crear amistades, parejas, familias, partidos políticos, clubes deportivos, etc. Incluso, nos enfrentamos al problema de que cada amistad es diferente de las otras

amistades. En este mismo sentido resulta difícil formular leyes inmutables sobre cómo debe ser el matrimonio, máxime cuando en unos lugares el matrimonio se basa en la monogamia y en otros lugares se acepta la poligamia. Parece ser que el matrimonio es un invento humano y no algo que sea parte de la naturaleza.

En este sentido, uno de los primeros en enfrentarse al positivismo fue Edmund Husserl (l859 – 1938). Él mismo se había formado en el ambiente positivista, estudió matemáticas y astronomía. Posteriormente al estudiar filosofía le pareció que el positivismo resultaba bastante ingenuo en su pretensión de lograr un conocimiento objetivo. Para Husserl dicha objetividad es imposible ya que parte de la experiencia subjetiva, en este caso, a partir de las experiencias de unos sujetos llamados científicos (Toledo-Nickel, 2009). Por lo tanto, para Husserl el quehacer de la filosofía debe concentrarse en las experiencias subjetivas, es decir, en la forma que captamos el mundo. En filosofía el término que se refiere a captar, percibir, el mundo es la palabra fenómeno (Martínez, 2009). Así surge la fenomenología. Aunque Husserl pensaba a la fenomenología como un método para la filosofía, sus contribuciones tendrán un impacto en el campo de la ciencia. Al poner el acento en la experiencia subjetiva, la fenomenología pondrá las bases para entender que nuestro mundo no se reduce a cuestiones objetivas sino que también existen realidades subjetivas e intersubjetivas. En otras palabras, la fenomenología nos permitirá entender que la sociedad, el mundo de los humanos, es una invención, una construcción. Al mismo tiempo, nosotros, los seres humanos, somos en cierta forma un invento. Por decirlo de alguna forma somos creadores de la sociedad, del mundo en que vivimos, y simultáneamente somos creados. Desde esta perspectiva se abren muchas posibilidades al conocimiento. Empezando por saber qué cosas y/o en qué medida, estas cosas de nuestro mundo son un invento o no. Quiénes las inventan, qué efecto tiene en nuestras vidas, cómo se puede estudiar, y si cada cabeza es un mundo y estamos condenados al individualismo o más bien es posible la vida en común. 1.2 Las Ciencias del Espíritu Otro de los personajes que se unirá en su crítica al positivismo es Wilhelm Dilthey (1833 – 1911), un importante personaje del siglo XIX. En una carta a Husserl expresa: “luchamos en común desde distintos ángulos contra el predominio de las ciencias naturales sobre la filosofía” (Gros, 2009, Parr. 18). Las aportaciones de Dilthey parten de un concepto común en el siglo XIX, el Espíritu. Para tratar de entenderlo veamos un ejemplo. Conocemos lugares en que las personas gozan de un lugar de trabajo agradable, estimulante y que conlleva al desarrollo personal, mientras que en otros lugares las personas padecen a los compañeros, los esfuerzos son frustrantes y parece que se limita el desarrollo personal. ¿A qué se debe? ¿Cómo ocurre? La respuesta no es simple, implica la conjunción de muchos factores. En términos generales les llamamos ambientes, climas, e incluso, culturas laborales. En el siglo XIX, la palabra que abarcaba dichos factores era Espíritu. Así pues, los alemanes poseen un espíritu diferente al de los italianos, en otras palabras, su historia, su geografía, su lengua, sus tradiciones, su religión, sus creencias, su alimentación, su genética, y muchos otros factores contribuyen a hacerlos diferentes. Y, al mismo tiempo, por ser diferentes es que son creadores de una cultura única. El espíritu se manifiesta en formas particulares.

Nótese que no se trata del espíritu en un sentido metafísico, sino de aquellos factores que podemos reconocer y resultan ser supra individuales, intangibles e inmensurables. Limitarnos a un solo factor sería pobre, inexacto y falso. Además existe una gran dificultad para aislar variables y resulta imposible realizar experimentos. No está en nuestras posibilidades técnicas ni ética, cambiar el clima de Veracruz y volverlo como el de Noruega, para ver si esto influye en la productividad de la gente. No renunciamos a conocer estos temas, pero ciertamente el enfoque positivista no parece ser el más apropiado.

La crítica de Dilthey se centra en que el proceder de las ciencias naturales no es aplicable a las ciencias del espíritu. Empezando por la finalidad de cada tipo de ciencias. Dilthey afirma “A la naturaleza la explicamos, al espíritu, lo comprendemos”. La finalidad de las ciencias del espíritu es comprender. La palabra alemana es verstehen. Las ciencias naturales nos explican por qué ocurren determinados hechos, para Dilthey en las ciencias humanas lo que hacemos es comprender. Las realidades humanas (incluidas las ciencias naturales) son un producto histórico y de sentido (Parra, 2005, p. 64).

Esta comprensión es posible porque el objeto de estudio no es algo externo al hombre sino que forma parte de su experiencia ya que las realidades espirituales o culturales han sido creadas por el hombre mismo en el curso de la historia. En el campo formado por tales realidades, el hombre se encuentra en un mundo que es propio de su esencia y puede, entonces, lograr su comprensión. (Briones, 2002, pp. 58 – 59)

La comprensión puede ser entendida también como interpretación. La palabra filosófica para este concepto es hermenéutica. Etimológicamente se refiere a la interpretación de textos, para Dilthey la interpretación, la hermenéutica no se limita a los textos sino que debe captar como la vida se expresa y se manifiesta en obras, en otras palabras, el sentido que las obras de los seres humanos tiene para los seres humanos (Parra, 2005, p. 66). Esto nos permite pensar en temas que van desde la democracia, hasta los valores, pasando por la familia, las relaciones de pareja, los sentimientos, los roles y muchos más. Todas ellas, obras de humanos para los humanos. 1.3 Las ciencias sociales

También en relación al tipo de ciencias, encontramos las críticas de Wilhelm Windelband (1848 - 1915) y Heinrich Rickert (1863 – 1936), importantes representantes de la llamada escuela de Baden. Ellos retoman el método de la historia para contraponerlo al de las ciencias positivistas. “En las ciencias naturales los fenómenos se repiten, en cambio, la historia trata de hechos individuales con un valor cultural” (Parra, 2005, p. 90). Resulta interesante señalar que para estos autores: “ni en las ciencias históricas ni en las naturales, los conceptos reflejan la realidad sino la transformación de la realidad en pensamientos” (Parra, 2005, p. 90) Windelband consideró que debían hacerse dos tipos de ciencias: Unas nomotéticas y otras ideográficas. Para Rickert, siguiendo a Windelband, las ciencias naturales son nomotéticas, es decir, son disciplinas que buscan formular leyes a partir de las relaciones causa y efecto. Ponen atención a la repetición, a lo invariable. En el otro extremo las ciencias culturales o históricas, son ideográficas, es decir “su tarea consiste en la búsqueda de singularidades, de los aspectos particulares que individualizan un determinado fenómeno” (Briones, 2002, p. 58). Nuevamente, desde esta perspectiva, lo que se logra es la comprensión del caso particular, no la explicación de un determinado tipo de fenómenos.

Podemos saber cómo ocurre en este lugar, en este tiempo, pero no significa que ocurra igual en todos los lugares ni en todos los momentos. Eso se vuelve de vital importancia si pensamos, por ejemplo, en la desnutrición en una determinada comunidad de la sierra oaxaqueña, los factores que la provocan serán muy diferentes a la de una comunidad en la periferia de una ciudad industrial en un país del primer mundo. Igualmente, esta perspectiva nos abre posibilidades a entender la problemática que vive un determinado adolescente en lugar de quedarnos con la idea de que todos los adolescentes son problemáticos.

2. Todo: depende de quien mira y del color del cristal con que se mira

En este apartado presentamos a dos autores que tienen muchos elementos en común Ludwik Fleck y Thomas Kuhn. De hecho Kuhn se basó en Fleck, que a su vez se inspiró en la Psicología de la Gestalt, la cual, a su vez, está influenciada por la fenomenología de Husserl. (Müller – Cranzotto, y Müller – Granzotto, 2009).

Fleck nace en Lwow, Polonia, en 1896. Estudió medicina, su desarrollo profesional enlaza la medicina, la inmunología, la bacteriología, los escritos científicos y filosóficos. Fue sobreviviente de los campos de concentración. Sus últimos años los pasa en Israel, muriendo en Ness-Ziona, en 1961.

En 1934 publica una aguda crítica al neo-positivismo. Sin embargo entre el ascenso de los nazis y la guerra su obra pasará inadvertida. El editor terminará vendiendo como papel viejo su libro. En 1979 se reedita su libro, traducido al inglés y bajo el título Genesis and Development of a Scientific Fact (Lorenzano, 2004). Justo en un momento en que “la sociología del conocimiento científico estaba incorporando el contenido de la ciencia a su propia reflexión y concluía que el conocimiento científico es una construcción social e histórica” (Obregón, 2002, p. 42).

A partir de la historia de la sífilis y de la historia que lleva a la reacción de Wassermann (la prueba de sangre para detectar la enfermedad), Fleck muestra cómo un hecho científico se construye colectivamente (Obregón, 2002, p. 43). En un primer momento la sífilis es vista como un castigo por el pecado de la fornicación, es la concepción que se originó en una sociedad religiosa. Para una fraternidad astrológica la enfermedad era causada por la influencia de las estrellas. Para los practicantes de la medicina la sífilis era la enfermedad curada por el ungüento de mercurio, nótese como en ese momento se definía la enfermedad no por sus causas como es más común en nuestros días, sino con base en la cura. Posteriormente, los estudiosos de la medicina haciendo caso a la vox populi, al sentido común, extraen la idea de “sangre sifilítica” y se centran en la búsqueda del agente causal, la Spirocheta pallida, esto es posible en un momento en que las bacterias ya eran populares. (Obregón, 2002). En esta perspectiva, no hay verdades ni errores absolutos, simplemente hay “ideas diferentes que corresponden a diferentes colectivos y estilos de pensamiento”. (Obregón, 2002, p. 44)

Así Fleck, y después Kuhn, van a identificar que la ciencia es algo que hace un conjunto de personas. Fleck le llama colectivo de pensamiento, mientras que Kuhn utilizará el término de comunidad científica. Esto es muy importante por dos razones. La primera, la ciencia no es un ente abstracto, sino el quehacer de personas concretas en lugares y momentos específicos La segunda razón es que la ciencia no es el quehacer de un individuo, sino de toda una colectividad. Fleck, demuestra cómo se le atribuye a Fritz Schaudinn el descubrimiento del agente causal de la sífilis (Obregón 2002), sin embargo, no se trata de un logro individual, sino de toda una colectividad que en ese momento y en la historia se

ha dedicado al estudio de la sífilis. Además, es importante considerar que no hay individualidad que tenga la capacidad para concentrar todo el conocimiento de un campo de conocimiento.

Para Fleck, cada comunidad de pensamiento, cada comunidad científica, posee un “estilo de pensamiento”, es decir, sus propias teorías, sus propios conceptos, sus propios procedimientos, sus reglas, sus procesos de formación y sus formas de comunicación. Esta idea de “estilo de pensamiento” es el precedente de Kuhn de paradigma científico. Una posible definición de paradigma podría ser: “una serie de valores compartidos, un conjunto de métodos, reglas y generalizaciones utilizadas conjuntamente por aquellos entrenados para realizar el trabajo científico de investigación” (Nosnik, y Elguea 1985, Kuhn, Parr. 10).

Para Kuhn, un paradigma se fortalece mientras es el paradigma dominante, hasta que es incapaz de dar respuestas y será remplazado por otro paradigma. Sin embargo, en la práctica sabemos que un paradigma dominante no siempre es dominante por su poder explicativo. Ya hemos visto como los intereses económicos, políticos y sociales contribuyen, como en el caso del positivismo, a establecer un paradigma dominante. Fleck (1986), nos ofrece otro ejemplo, en su libro explica como la rivalidad entre Francia y Alemania fue uno de los factores que contribuyeron al descubrimiento de la reacción de Wassermann. La rivalidad política más que el interés humanitario es un poderoso motor de la ciencia.

Otro aspecto a tomar en cuenta es que no siempre un paradigma dominante sustituye a los otros. Hoy en día nuestras concepciones sobre el universo en que vivimos, están profundamente influenciadas por la física cuántica y las teorías de la relatividad, sin embargo para muchas cosas se siguen utilizando los principios de la mecánica clásica. Es decir, los paradigmas pueden convivir. Cuando hablamos de psicología, en realidad estamos hablando de varias psicologías. Cada una tiene un sistema propio de creencias, sus máximos representantes y sus obras cumbre. De esto surgen dos implicaciones. Por un lado, lo que es verdadero para una comunidad y un estilo de pensamiento, puede ser falso o inexistente para otra comunidad y otro estilo. Por ejemplo, para ciertas corrientes la consciencia puede ser un concepto fundamental, mientras que para otra, como en el conductismo, el concepto resulta irrelevante. En este mismo sentido, las mismas palabras, llegan a tener significados muy diferentes, todo dependerá del estilo de pensamiento a que se pertenezca. En este mismo sentido, Yaqui Andrés Martínez (2011), nos hace notar que aunque en psicoanálisis y en gestalt usamos las palabras consciente e inconsciente, nos referimos a realidades diferentes. Para quien no tiene claro que se trata de comunidades de pensamiento y estilos de pensamiento diferentes, los términos consciente e inconsciente pueden generar grandes confusiones. Por ello es frecuente encontrar terapeutas humanistas con una concepción psicoanalítica del inconsciente.

La existencia de diversos paradigmas plantea una pregunta importante ¿Cuál es el mejor? ¿Cuál es el más verdadero? Kuhn utiliza el término inconmensurabilidad para responder a esta pregunta. Aunque el término tiene varias significaciones, la que recupera Luis Fernández (1995) me parece muy adecuada:

Lo que vemos depende no sólo de aquello a lo que miramos, sino también de lo que nuestra previa experiencia visual y conceptual nos ha enseñado a ver; por tanto, científicos que han sido formados en tradiciones de ciencia normal diferentes y que comparten paradigmas diferentes ven en ciertos ámbitos cosas diferentes y las ven en relaciones diferentes unas con otras. Este último aspecto de la inconmensurabilidad de paradigmas, al que podríamos referirnos como la inconmensurabilidad de formas de ver el mundo, consiste, por tanto en que no hay una

instancia neutral para elegir entre las diferentes formas de ver el mundo que cada paradigma conlleva. (p. 446).

Por lo tanto preguntarnos qué paradigma es mejor, o más verdadero, es inútil. Lo que no impide el esfuerzo de entender a cada paradigma a partir de su contexto social e histórico, es decir, estudiar la historia interna y externa de cada comunidad, e intentar realizar una traducción e interpretación lo mejor posibles.

Como hemos visto en este apartado, cuando reconocemos que la ciencia está hecha por personas condicionadas por sus circunstancias históricas, sociales y por la propia historia de su campo de conocimiento, también estamos reconociendo que la ciencia es algo que no es estático, está en constante movimiento. De manera que lo único que siempre es seguro “es que nada está definitivamente cerrado.” (Henao, c. 2010, p. 8).

3. Contra el método, usemos la imaginación Un crítico, que merece mención aparte es Paul Feyerabend (1924 – 1994). Feyerabend, no sólo critica a la ciencia en sí, sino también el papel social que la ciencia ha adquirido. La primera crítica que veremos se dirige a la función opresora de la ciencia. Feyerabend reconoce que la ciencia ha tenido una función liberadora en la historia del pensamiento. Nos ha liberado de dogmas y creencias. Sin embargo, ahora la ciencia se ha convertido en opresora, forma parte del status quo. (Nosmik y Elguea, 1985). Mientras en occidente existe una separación Iglesia – Estado, no ocurre así con la ciencia. Expone que mientras los padres pueden elegir qué educación religiosa desean para sus hijos, no pueden elegir sobre la educación científica que recibirán en la escuela. La forma en que se hace ciencia, la forma en que se enseña y la consecuente unión ciencia y Estado, resultan antidemocráticas.

Mientras en una democracia se hace algún esfuerzo por explicar el proceso para que todos puedan entenderlo, los científicos o bien lo encubren, o lo dirigen para hacerlo coincidir con sus intereses sectarios. (Feyerabend, 1992, p. 297, destacado en el original)

Más adelante señala: “para la mayoría de los científicos el slogan ‘libertad de ciencia’ significa la libertad de adoctrinar no sólo a los que se asocian con ellos, sino también al resto de la sociedad” (1992, p. 301). Para Feyerabend, la ciencia adoctrina igual que cualquier creencia, pues no le reconoce mayor valor que cualquier otra forma de conocimiento humana.

La ciencia es mucho más semejante al mito de lo que cualquier filosofía científica está dispuesta a reconocer. La ciencia constituye una de las muchas formas de pensamiento desarrolladas por el hombre, pero no necesariamente la mejor. Es una forma de pensamiento conspicua, estrepitosa e insolente, pero sólo intrínsecamente superior a las demás para aquellos que ya han decidido en favor de cierta ideología. (1992, p. 282)

Como puede apreciarse, la ciencia no posee un estatus superior a otras formas de conocimiento salvo para los que así lo quieren creer, dicha superioridad la rechaza tajantemente. “La afirmación de que no

existe conocimiento alguno fuera de la ciencia –extra scientiam nulla salus– no es más que otro cuento de hada interesado” (p. 301). Feyerabend se pregunta, cómo lo hemos hecho nosotros a lo largo de este trabajo de dónde proviene la superioridad del conocimiento científico, su respuesta es que es un cuento de hadas que se basa en los grandes éxitos científicos y tecnológicos. “La imagen de la ciencia del siglo XX (…) está determinada por los milagros tecnológicos” (p. 295), entre otros: la televisión a color, los cohetes a la luna, los hornos de microondas, para nuestra época podríamos añadir la enorme lista de gadgets electrónicos, los tratamientos para ciertas enfermedades como el cáncer o el SIDA, etc., a estos milagros, Feyerabend completa que la superioridad también se basa en “un rumor vago aunque muy influyente, un cuento de hadas, sobre la manera en que se producen estos milagros” (p. 295). Sobre la manera en que trabaja la ciencia, el autor señala con ironía y crítica:

El éxito de la ciencia es el resultado de una sutil y equilibrada combinación de inventiva y control. (…) Las teorías científicas han superado el test del MÉTODO y ofrecen una explicación mucho mejor que las ideas que no han superado el test. El cuento de hadas explica por qué la sociedad moderna trata la ciencia de forma especial y por qué le concede privilegios que no disfruta otras instituciones. (p. 295, el destacado es mío)

Feyerabend no niega los avances, pero pregunta: ¿Éxito? ¿En qué? ¿En lograr la paz? ¿En lograr una mejor convivencia entre personas y pueblos? Por otro lado, cuestiona el método utilizado. Pone en duda la presunta racionalidad y neutralidad de la ciencia. Parte del cuento de hadas implica “dar por supuesto que la ciencia debe su éxito al método correcto que usa y no simplemente a golpes de suerte” (p. 299). Así pues, El método científico, no resulta ni racional, ni neutral. Es más, ni siquiera resulta ser del todo metódico, en la práctica los científicos utilizan diversos métodos. Un ejemplo de lo anterior nos lo presenta el propio Fleck, con respecto al descubrimiento de la reacción de wassermann, la prueba para la detección de la sífilis.

A Wassermann y a sus colaboradores les sucedió como a Colón: buscaban las Indias y estaban convencidos de estar en el camino hacia ellas, pero descubrieron América. Es más, su viaje no fue tampoco una navegación directa en la dirección planeada, sino una odisea con cambios constantes de dirección. Lo que consiguieron no era su meta. Buscaban evidencia del antígeno o del amboceptor y, en lugar de ello, lograron satisfacer un viejo deseo colectivo: la prueba de la sangre sifilítica. (1986, p. 115)

Puede apreciarse que los científicos no siempre avanzan en línea recta y, es más, no siempre saben lo que han encontrado. En esta misma línea Vásquez Rocca comenta

En un análisis más minucioso se descubre que la ciencia no conoce “hechos desnudos” en absoluto, sino que los hechos que registra nuestro conocimiento están ya interpretados de alguna forma y son, por tanto, esencialmente teóricos. Siendo esto así, la historia de la ciencia será tan compleja, caótica, llena de errores y divertidas como las mentes de quienes las han inventado. (2006, p. 5)

En la práctica los científicos son mucho más creativos de lo que el método les permite. Feyerabend añade:

Al tratar de resolver un problema, los científicos utilizan indistintamente un procedimiento u otro; adaptan sus métodos y modelos al problema en cuestión en vez de considerarlos como condiciones rígidamente establecidas para cada solución. No hay una racionalidad científica que pueda considerarse como guía para cada investigación, pero hay normas obtenidas de experiencias anteriores, sugerencias heurísticas (procedimientos que pueden ser útiles), concepciones del mundo, disparates metafísicos, y de todos ellos hará uso el científico en su investigación. (Citado en Briones, 2002, p. 85)

El Método es una idea que intenta imponerse. Feyerabend va más allá y propone que, la irracionalidad debe ser reconocida y formar parte del quehacer científico. Para Feyerabend, de la inconsistencia y la anarquía científica han surgido las características positivas de la ciencia. La crítica y al mismo tiempo la tolerancia a las inconsistencias y anomalías, con una total libertad, serían la mejor combinación para lograr una ciencia productiva y creativa. (Nosmik y Elguea, 1985).

Llegamos a la conclusión de que la separación de ciencia y no ciencia no sólo es artificial, sino que va en perjuicio del avance del conocimiento. Si deseamos comprender la naturaleza, si deseamos dominar nuestro contorno físico, entonces hemos de hacer uso de todas las ideas, de todos los métodos, y no de una pequeña selección de ellos. (p. 301, destacado en el original)

Esto nos remite a lo señalado por Einstein cuando sostiene que en ciencias “la imaginación es más importante que el conocimiento”. En esta línea de pensamiento Feyerabend propone ser contraintuitivos, es decir, ir en contra del “sentido común”, lo que nos parece obvio y aceptado. Aconseja pensar hipótesis que “contradigan de manera flagrante y abierta las teorías más aceptadas y confirmadas, o que se opongan a los hechos más contundentes” (Vásquez Rocca, 2006, p. 6). Esto es necesario para mantener la frescura y la renovación de la ciencia. Sin embargo, frente a las críticas que plantean que eso mismo ya es una metodología, replica:

Mi intención no es remplazar un juego de reglas generales por otro; más bien mi intención es convencer al lector de que todas las metodologías, incluyendo a las más obvias, tienen sus límites. La mejor manera de mostrar esto es demostrar no sólo los límites sino hasta la irracionalidad de algunas reglas que él o ella (los empiristas) posiblemente consideran como básicas... (Vásquez Rocca, 2006, p. 6)

Para terminar este apartado es importante hacer una nota metodológica. Si bien la propuesta de Feyerabend es que “todo es útil” y no importa el método que elijamos, los investigadores estamos obligados a reportar, a contar con toda rigurosidad el método, las técnicas y los instrumentos que hemos utilizado así como declarar con toda honestidad los resultados obtenidos. En otras palabras, no importa cómo sea nuestro viaje, ni nuestro destino final, estamos obligados a contar el itinerario y proporcionar toda información útil a otros viajeros.

4. La verdad es que no hay verdad Para terminar las críticas al modelo dominante de ciencia, veremos un par de ideas de Bastiaan Cornelis van Fraassen, más conocido como Bas van Fraassen. Nació en Goes, Holanda, en 1941. Emigró en 1956 a Canadá. Estudió en la Universidad de Alberta y en la Universidad de Pittsburgh. Ha sido profesor de la Universidad de Yale, la Universidad de Toronto, de la Universidad del Sur de California,

de la Universidad de Princeton y de la Universidad Estatal en San Francisco. Como él mismo señala en su sito web, como filósofo tiene dos preocupaciones. La primera sobre la propia filosofía y segundo sobre la ciencia. Ha escrito más de media docena de libros que se han traducido a varios idiomas, algunos en español. De la vasta obra de van Fraassen me parece interesante recuperar dos puntos.

4.1 La verdad

El realismo científico, es el sustento filosófico más importante del positivismo. Esta corriente plantea que la ciencia con sus teorías nos proporciona una explicación verdadera del mundo objetivo. Cuando una teoría es aceptada, es porque nos dice que así es el mundo. Puesto así, se trata de una relación entre los hechos a estudiar y las teorías que explican ese hecho. Van Fraassen plantea que eso es un error, pues en realidad son tres factores: el hecho, la teoría y el contexto en el que se solicitan y se ofrecen las explicaciones. Veamos con más a detalle lo anterior. Al estudiar un hecho, lo observamos y recolectamos datos al respecto. Posteriormente elaboramos, inductivamente (de lo particular a lo general) una teoría que explique los datos. Podemos decir que la teoría va más allá de los propios datos, “los unifica y les da sentido” (Brown, 2008, Parr. 3).

Dos psicólogos observan un hecho, cada uno (incluso usando el mismo marco teórico) podrá ofrecer una explicación diferente. Hay dos explicaciones que están en competencia. Desde la visión del realismo científico, sólo una puede ser verdadera. Para poder saberlo se recurren a ciertos criterios que no pertenecen ni a los datos, ni a la teoría. A estos datos se les llama virtudes súper-empíricas. Van Fraasen señala que

la elección entre teorías empíricamente equivalentes no se basa en la veracidad de estas sino en su conveniencia.(…) No tienen que ver nada con la relación entre la teoría y el mundo, sino con el uso y la utilidad de la teoría. Nos proporcionan razones para preferir una teoría independientemente de la cuestión de su veracidad (Htut, s. f. Parr. 5)

Por ejemplo, entre dos teorías igualmente viables, una con matemáticas simples y la otra con matemáticas complejas y complicaciones, se elegirá la primera, ya que hay quien sostiene que la simplicidad es un indicador de veracidad y consecuentemente, que las teoría más simples son más probables de ser ciertas, que las teorías complejas. Pero, argumenta Van Fraassen, resulta absurdo pensar que es más probable que el mundo sea simple en lugar de complicado. Afirmar que el mundo es más simple implicaría basarnos en suposiciones metafísicas o teológicas (las mismas suposiciones que critica el positivismo). Veamos otro ejemplo, hay una teoría que explica un hecho de una manera elegante, y otra teoría equivalente que explica el mismo hecho de manera tortuosa. Algunos científicos elegirían la primera, por resultar más bella. Que una teoría sea bella, puede ser más satisfactoria para la mente humana, pero no implica que sea verdadera. “Lo encantador de la explicación” no significa que dicha explicación sea verdadera (Htut, s. f., Parr.15). El interés de Van Fraasen es demostrar que los científicos utilizan criterios del contexto. A esto en la filosofía de la ciencia se le llama pragmatismo. Es decir, los criterios pragmáticos son que ofrecen modelos matemáticos más fáciles y comprensibles, las teorías nos parecen más bellas, etc. Pero ninguno de estos criterios pragmáticos (del contexto) son indicadores que las teorías sean verdaderas. Lo más que podemos afirmar es que dichas teorías son empíricamente adecuadas. Es decir, la explicación que nos ofrecen corresponde a lo que podemos observar.

4.2 Leyes vs. regularidades Uno de los elementos que más estatus, prestigio otorga a la ciencia es su capacidad de establecer leyes. Las leyes nos dicen como ciertos elementos (variables) se interrelacionan produciendo determinados resultados (causas y efectos). La “mayor prueba” del “nivel científico”, es que las leyes le otorgan capacidad de predicción, lo anterior parece confirmar las relaciones causa y efecto. Cuando ocurre A podemos saber que va a ocurrir B. Si yo suelto un objeto, caerá al suelo. Van Fraassen observa que en realidad esta frase lleva implícita la frase: “si nada interfiere”. Por lo que la relación causa - efecto debería leerse como “si ocurre A (y si nada interfiere) entonces ocurrirá B”. “Si yo suelto un objeto (y nada interfiere) caerá al suelo”. Como podemos apreciar la frase si nada interfiere (conocida también como clausula ceteres paribus) refiere al contexto. Pueden intentarse diversas estrategias para incluir todos los casos probables, pero estarían condenados al fracaso. Incluso, que A y B ocurran de manera estadística significativa, no es suficiente para pensar en leyes. Van Fraassen plantea que en lugar de leyes deberíamos de hablar sobre regularidades observables en la naturaleza. Aunado a lo anterior desde la visión de las posibilidades que nos ofrece el lenguaje (Concepción Semántica), lo que hace la ciencia es construir modelos acerca de los hechos que están contemplados en el campo de una teoría. Por ejemplo, la física estudiará hechos y fenómenos físicos, pero no así los de la consciencia humana. Los modelos que se construyen intentan explicarnos las distintas maneras en que se comportan, ocurren los hechos estudiados. Para elaborar estos modelos se formulan leyes (cuando A ocurre B). Lo que subraya Van Fraassen es que

esas leyes son sólo leyes de los modelos, principios básicos o ecuaciones fundamentales de la teoría, no principios de orden natural que existen realmente y que la ciencia descubre. Las leyes permiten describir y clasificar los modelos, funcionan como principios guía en la construcción de los mismos, pero la diferencia entre ellas y otros elementos o características de los modelos no se corresponde con ninguna división en la naturaleza (Santana, 2006, p. 108).

Por lo tanto la ley de A lleva a B, es útil para el modelo teórico, pero no implica que necesariamente ocurra en la naturaleza. Van Fraassen concluye que la ciencia no nos ofrece teorías verdaderas, y es más, ni siquiera debería ser su objetivo. La ciencia nos puede ofrecer explicaciones empíricamente adecuadas en las que encontramos regularidades de la naturaleza, que a su vez, no son sino tentativas de describir la realidad. A lo largo de este trabajo hemos recorrido tres momentos que han contribuido a conformar el introyecto de ciencia. Asimismo hemos revisado algunas de las principales críticas hacia el modelo positivista de ciencia. Reconocimos que las ciencias que estudian a los seres humanos, la cultura, la sociedad, no son iguales a las ciencias que estudian a la naturaleza. Constatamos que no existe una ciencia, sino comunidades científicas, cada una con sus teorías, valores, reglas, procedimientos, etc. Descubrimos alternativas al método científico dominante y, por último, volvimos a preguntarnos sobre la posibilidad de encontrar a la verdad. A continuación presento algunas conclusiones que se derivan de este recorrido. En conclusión En primer lugar me gustaría llamar la atención sobre las fuentes utilizadas. Salvo contadas traducciones, la mayoría son fuentes iberoamericanas, especialmente de revistas científicas latinoamericanas. Quiero

destacar esto pues habla del interés por el tema, y de la capacidad de reflexión y discusión buen nivel que tenemos en la región. Es grato constatar que estamos produciendo investigaciones, y más que se trata de investigaciones sobre el quehacer científico, pues ayudan a entender y a cuestionar paradigmas científicos dominantes, que poco contribuyen al desarrollo de nuestra región. La segunda conclusión proviene de la misma historia de la ciencia. Reconocemos que cada estilo de hacer ciencia tiene ventajas y desventajas, todo dependerá de los objetivos y del contexto. Así, se han establecido dos grandes paradigmas de investigación. El cuantitativo, mucho más apegado a la visión positivista de la ciencia, y el paradigma cualitativo que se nutre de las corrientes filosóficas y científicas que surgen como alternativa al positivismo. Después del recorrido que hemos realizado es más fácil entender los alcances y limitaciones de cada uno, así como las posibilidades de utilizar ambos paradigmas. La segunda conclusión es una invitación a “masticar”, a reflexionar sobre las diversas posibilidades del conocimiento científico. Es una invitación a seguir estudiando sobre la historia y la filosofía de la ciencia, y no abandonarla por pertenecer a esas cosas aburridas e inútiles. Una invitación a criticar las diversas posiciones sobre la ciencia. No se trata de estar en contra de todo sistemáticamente, se trata de ser crítico y en esas críticas encontrar los espacios adecuados para nuestro quehacer. La tercera conclusión es más un desafío. Se trata de pensar en nuevas alternativas para pensar el tipo de conocimiento que producimos en lo que podríamos llamar la “Comunidad Humanista”, ya sea el Enfoque Centrado en la Persona, el Enfoque Gestalt, Psicoterapia Existencial y otros afines. Tenemos profundas raíces filosóficas y teóricas. Gozamos de una gran pluralidad teórica y una gran riqueza técnica. En el ámbito profesional este cúmulo de conocimiento se aplica a la terapia individual, de grupo, a la educación, al desarrollo organizacional, al desarrollo comunitario y social, entre otros campos de los que he tenido noticia. Lamentablemente, mucha de esa práctica, no se recupera, el conocimiento que se genera no se valora como un conocimiento válido que valga la pena sistematizar y compartir, en el fondo, me parece que dicha negativa se debe a que no nos concebimos a nosotros mismos como responsables de generar conocimiento científico. Sí nosotros mismos no nos preocupamos por crear nuestros propios encuadres, y por entender el tipo de ciencia que estamos haciendo, nadie más lo hará. Nuestro desafío es dedicarnos a reflexionar sobre nuestro propio quehacer científico a fin de generar una visión más integral del ser humano, no por ostentar un vacío estatus de científicos, sino para responder mejor a las necesidades de las personas, los grupos, las organizaciones y la sociedad en general. Bibliografía

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Entrevista   realizada  a  Adriana   (Nana)  Schnake  por  Myriam  Muñoz,  el  5  de  septiembre  de  1997.      Resumen    Entrevista  a  la  Dra.  Adriana  (Nana)  Schnake  en  donde  se  aborda  aspectos  importantes  en   su   vida   y   la   historia   de   la   Terapia  Gestalt.   Nos   cuenta   sobre   su   trabajo   en   Chile,  Argentina  y  España,  el  nacimiento  de  la  editorial  Cuatro  Vientos.  Así  como  del  inicio  de  su  trabajo  con  síntomas,  su  Centro  en  Chiloé  y  sus  gustos  personales.        M:  ¿Cómo  fue  tu  encuentro  con  la  Gestalt?      N:  Yo  siempre  hice  terapia  de  orientación  existencial  y   la  verdad  es  que  se  me  hacía  muy  difícil   el   trabajo.   Empecé   a  hacer   trabajo   con  droga   con  Claudio  Naranjo.   En   el  trabajo   con   éstas   el   camino   era  muy   de   continuar   en   lo   que   la   gente   estaba.  Nunca  había   el   tiempo   ni   como   para   entender,   ni   interpretar   ni   nada;   estuve   trabajando  bastante   tiempo   haciendo   experiencias   con   distintos   tipos   de   alucinógenos.   Las  experiencias  mías  con  LSD  me  las  hizo  el  mismo  Claudio,  después  me  hablaba  de  Fritz  Perls,  porque  fue  a  verlo  y  de  la  propia  terapia  que  él  hacía  con  Perls;  hacía  un  grupo  en  Santiago  de  Chile  con  pacientes,  pero  yo  nunca  lo  vi,  no  asistí  a  sus  grupos.  Después  hubo  una  reforma  en  la  universidad  y  yo  quedé  de  profesora  de  un  grupo,  que  tenía  como   objetivo   investigar   las   corrientes   terapéuticas,   ahí   había   una   chica   y   algunos  más  que  hicieron  sesiones  de  drogas  con  Claudio  y  que  estuvieron  mucho  más  cerca  en  la  cosa  de  la  Gestalt,  y  una  de  ellas  tenía  un  libro  de...      M:  ¿Un  libro  de  Perls?      N  :  No,  creo  que  era  Gestalt  Therapy  Now.  Entonces  empezamos  a  leer  ese  libro  en  el  grupo.   En   ese   tiempo   me   separé   de   mi   marido   y   me   armé   pareja   con   Pancho  (Huneeus)  y  encargamos  ese  libro  a  Estados  Unidos,    en  vez  de  ese  libro  se  equivocó  el  amigo   de   Pancho   y   nos   mandó   el   Verbatim   (Sueños   y   existencia),   que   nosotros  tradujimos.   Yo   siempre   fui  muy   interesada   en   los   sueños,   así   que   fue   el  mejor   libro  que   me   podía   llegar,   y   ahí   como   se   trataba   de   sueños   Pancho   me   lo   traducía   en  casetes.  Él  trabajaba  un  par  de  días  en  Valparaíso,  en  la  Universidad,  porque    se  había  venido   de   E.U.   con   ese   compromiso,   le   pagaban   por   dirigir   unas   investigaciones.  Entonces   en   esos   dos   días   que   él   estaba   en   Valparaíso   me   iba   leyendo   el   libro   y  traduciéndomelo  en  casete,  así  que  yo,  claro  entre  que  estaba  de  lo  más  enganchada  en  pareja  con  él  y  que  con  su  voz  me  leía  todo,  me  encantó.    Naranjo  y  yo  éramos  bastante  amigos  y  en  nuestras  pláticas  nombraba  mucho  a  Perls.  Claudio  había  tenido  problemas  con  él,  porque  estaba  como  con  muchas  ganas  de  que  le  hiciera   terapia,  porque  estaba  en  un  conflicto  de  pareja   importante,  no  quiso  y  se  portó  muy  duro  y  muy  mal  con  él;  a  mí  me  quedó  la  impresión  de  que  Perls  era  muy  

intransigente;   cuando   vino   Barry   Stevens   a   Chile   a   vernos,   cambió   un   poco   mi  impresión  de  Perls,  además  ya  habíamos  traducido  sus  libros  y  te  estoy  hablando  del  año  1967.      M:  ¿Por  qué  fue  a  Chile  Barry  Stevens?      N:   Vino   porque   le   escribimos   después   de   leer   su   libro.   Pancho   creía   que   era   un  hombre  después  supimos  que  era  mujer,  se  cartearon  y  a  la  Barry  le  encantó  la  idea.  Cuando   estaba   Allende   como   presidente   la   familia   de   Barry   fue   contratada   por   el  gobierno   y   al   venir   el   golpe   de   estado   se   tuvieron   que   ir   y   le   quedaron   a   deber   al  gobierno  cincuenta  dólares.    M:  ¿Cómo  una  deuda  moral?    N  :  Claro.  Nosotros  habíamos  empezado  por  nuestra  cuenta  a  hacer  lo  que  podíamos,  tímidamente  hacíamos  grupitos  y  ella  nos  encontró  que  trabajábamos  muy  bien.  Ella  fue  una  de  las  que  me  dijo  que  ni  me  preocupara  de  ir  a  ninguna  parte  a  entrenarme,  nos   trajo  videos  de  Perls  porque  realmente  habíamos  captado  muy  bien   lo  que  para  ella  era  Perls,  según  ella  mejor  que  mucha  gente  que  ella  conocía.  Lo  cual  nos  dio  una  seguridad   muy   grande.   Mi   impresión   era   que   tanto   ella   como   Pancho,   que   tenían  menos  formación  terapéutica  que  yo,  no  entendían  mis  críticas.  Yo  hallaba  fantástico  el  método  que  él  usaba,  era  como  que  hubiera  encontrado  el  método  de   lo  que  es   la  postura  existencial.    Eso  de  no  interpretar  y  de  hacer  el  trabajo  del  sueño  en  el  aquí  y  ahora,  pero  me  parecía  que  en  su  trabajo  él  tenía  una  interpretación  previa.  Yo  que  era  estrictamente  fenomenóloga  y  que  había  estudiado  mucho  y  había  hecho  seminarios  de  fenomenología  cuestionaba  esto,    él  no  estaba  usando  un  método  fenomenológico  sino  más   bien   algunas   cosas   psicoanalíticas.   Barry   era   fascinante,   la   teníamos   en   la  casa  y  hacía  Tai  Chi  en  las  mañanas.  Era  una  mujer  fuerte,  muy  fuerte.        M:  Con  tus  bases  fenomenológicas  te  fue  muy  fácil  entender  la  Gestalt.      N:  Me   fue,   es   decir   era   como   algo   que   estaba   esperando.   Realmente   yo   vi   esto   y   lo  encontré  genial.      M:  ¿Claudio  Naranjo  fue  tu  maestro  en  Gestalt?    N:  No,  yo  a    Claudio  siempre  lo  admiré  como  una  persona  muy  inteligente,  muy  genial,  abrió   en  mi   el   interés  por   la  Gestalt,   pero  no   tuve  oportunidad  de  verlo   trabajar   en  Gestalt.      M:  Dime  ¿cómo  se  empezó   la  Gestalt  ya  propiamente  dicha  en  Chile  y  en  Argentina?  Porque  en  Argentina  la  introductora  de  la  Gestalt  fuiste  tú  y    Pancho,  ¿así  fue?      N   :  A  ver  mira,   lo  que  pasó   fue   lo  siguiente:  hubo  una  reforma  en   la  Universidad  en  Santiago,  en  el  70  y  esta  reforma  había  sido  iniciada  por  el  que  fue  el  profesor  nuestro  de   psiquiatría   el   Doctor   Blanco,   que   era   un   tipo   muy   genial   y   que   fue   mi   analista  

didáctico.  La  reforma  consistía  en  que  se  enseñaba  psiquiatría  desde  el  primer  año  de  medicina,  se  enseñaba  antropología  médica,  psicopatología,  etc.,  yo  quedé  a  cargo  de  un   grupo   en   donde   exploráramos   los   distintos   caminos   de   terapia,   de   psicoterapia,  para   no   quedarnos   con   el   enfoque   psiquiátrico   puro;   yo   estaba   en   contra   de   los  electroshock  y  todo  eso.    Éramos   un   grupito   más   o   menos   importante.   Ahí   a   ese   grupo   fue   cuando   pude  convidar  a  Claudio  para  que  fuera  a  hacernos  un  curso,  fue  un  grupo  terapéutico;  muy  cortito  por  lo  que  hicimos  con  drogas  después.  Ya  estábamos  interesados  en  lo  de  la  Gestalt   y   entonces   organizamos   el   curso   de   psiquiatría   de   los   alumnos   de  medicina  con  una  orientación  fenomenológica  y  gestáltica.    Hicimos   un   programa   que   fue   absolutamente   fascinante,   teníamos   tantos   alumnos  interesados,  empezamos  suponte  tú  con  un  primer  año,  de  medicina  en  antropología  médica.   Les   organizamos,   los   dividimos   en   tres   grupos   por   estratos   sociales,   que  fueran  grupos  chilenos  muy  pudientes,  de  clase  media,  y  pobres,  tenían  estos  alumnos  que  asistir   a  un  parto,   ver   cómo  nacía  el  niño  y  arreglárselas  para  poder   seguir    un  poco  cómo  era  el  desarrollo,  la  relación  de  los  padres.  Era  así  como  tratábamos  de  ver  todo,   cómo   influye   el   ambiente   socio-­‐económico,   cómo   incluían   las   relaciones   de  padres  e  hijos,  cómo  era  el  advenimiento  de  esta  nueva  persona.    Entonces  hicimos  un  programa  muy  fenomenológico,  porque  era  la  orientación  que  yo  tenía,   empezar   a   usar   un   lenguaje   más   Gestalt,   a   hablar,   a   pensar   estas   cosas   que  leíamos   de   estos   libros.   Tratábamos   de   que   se   conectaran   en   el   aquí   y   ahora,  acompañándolos  todo  el  tiempo.    Después  fue  el  golpe  de  estado  en    el  año  73,    me  hicieron  un  sumario  y    me  tuve  que  ir  de  la  Universidad.    Antes  del  golpe,  habíamos  ido  a  Argentina  por  razones  personales,  y  una  chica  que  había  sido  paciente  mía,    nos  pidió  que  hiciéramos  unos  grupos  allá  con  Gestalt.    Nunca  habíamos  hecho  un  grupo  así  de  fin  de  semana,    y  fuimos  a  Buenos  Aires  y  esta  chica  nos  juntó  con  analistas  de  los  más  famosos  porque  ella  lo  que  quería  era  mostrar  quienes  habían  sido  sus  terapeutas  y  sus  maestros.  Ella  quería  validar  sus  estudios  en  Chile.    Nos  organizó  dos  grupos  de   terapia  de   fin  de  semana,  en   las  que  hubo  gente  con  mucho  prestigio  allá.  Lo  hacíamos  donde  Dick  Crimson  que  era  un  tipo  muy  macanudo,  él  tenía  un  centro  de  psicóticos,  y    tuvo  mucho  éxito.  Yo  diría  que  más  que  Gestalt  nuestro   trabajo  era  primordialmente  un  enfoque   fenomenológico.  En  mi    librito  de  Sonia  te  envío  los  cuadernos  café  sale  un  ejemplo  de  un  paciente  que  yo  digo  que  fue  mi  primera  terapia  existencial.    Hacía  yo  terapias  así  como  de  confrontación,  en  donde  lo  básico  era  como  el  encuentro.    M:  ¿Y  cuando  tú  llegaste  a  Argentina  alguien  más  hacía  Gestalt  en  Argentina?      N:  Nadie,  nadie.  Cuando  fuimos  a  Argentina  no  habían  oído  hablar  de  ello.  No  tenían  ni  idea.  La  que  nos   llevó  nos  presentó  como  sus  terapeutas.    Lo  que  hacíamos    era  una  mezcla,   una   terapia   que   no   tenía   mucho   de   terapia   Gestalt.   Teníamos   un   enfoque  terapéutico   distinto   y   ya.   Y   ahí,   en   el   primer   acercamiento   hablamos   de   Fritz   Perls,  

dijimos  que  quién  había  desarrollado  esto  era  él;  ya  estábamos  bastante   informados  habíamos  traducido  el  primer  libro  de  Gestalt  y  lo  publicamos  en  el  74.      M:  ¿El  de  Sueños  y  existencia?      N:  Claro  y  la  primera  vez  que  fuimos  a  Argentina  fue  en  septiembre  del  73.  O  sea,  no  habíamos  sacado  todavía  ningún  libro  en  castellano.        M:  Entonces  ¿tú  llegaste  realmente  a  Argentina  con  Gestalt  en  73?      N:  En  73  la  primera  vez  ,  en  septiembre  de  73  y  no  habíamos  publicado  ningún  libro  pero  teníamos  listo  para  publicar  el  que  le  pusimos  Sueños  y  existencia.    M:  Que  es  el  primer  libro  de  la  Editorial  Cuatro  Vientos      N:  El  primero    M:  Entonces  a  partir  del  73  empezaste  a  ir  constantemente  a  Argentina      N:   Sí   y   como   después   vino   lo   del   golpe   yo   fui  mucho,     yo   no  me   quería   quedar   de  brazos  cruzados  en  Chile,  y  ahí  no  podíamos  hacer  grupos  ni  nada.      M:  Entonces  el  golpe  limitó  tu  posibilidad  de  trabajo      N:  Sí,   tomé  algunos  grupos  particulares  que   les  enseñaba  un  poco  de  terapia  porque  yo   tenía   cierto   prestigio   como   terapeuta,   yo   era   bastante   conocida   como   una  psiquiatra  con  muy  buena  orientación  terapéutica.      M:   ¿Entonces   tú   vivías   en   parte   de   tu   trabajo   particular   en   Chile   y   de   lo   que   ibas   a  hacer  a  Argentina?      N:  Sí.    Después  me  pidieron  del  colegio  de  psicólogos  en  Chile  que  hiciera  un  curso,  me  puse   exquisita   porque   quería   trabajar   nada   más   que   con   la   gente   que   estaba   en  desacuerdo  con  el  golpe,  fue  difícil,  pero  seguí  trabajando  en  Chile.      M:  ¿En  qué  año  fuiste  a  España?  Porque  también  tú  introdujiste  un  poco  la  Gestalt  ahí.      N:  Totalmente,    pero  eso  fue  por  gente  como  la  Ángeles  Martín,  que  hizo  un  grupo  con  nosotros  en  Buenos  Aires.  Fui  a  Europa  porque  quería  ver  a  mi  hijo  en  Francia  (que  había  tenido  que  salir  de  Chile  con  el  golpe)  y    Ángeles  me  pidió  que  pasáramos  por  Madrid,    entonces  ella  armó  un  grupo  en  donde  estaba  Paco  Peñarrubia,  esto  sería  el  año  75,     ellos  querían  más  y  yo   le  di   a  Ángeles   la  dirección  y  el   teléfono  de  Claudio  Naranjo  en  Berkeley  y   le  dije  que  lo   llamaran  a  él  que  le  costaba  menos  viajar  y  que  hablaba   castellano;   ahí   empezó   a   ir   él,   como   en   el   78.   Los   españoles   nos   pagaban  súper  bien  y  seguimos  yendo  muchas  veces.    

     M:  ¿Cuándo  empezaste  formalmente  el  Instituto  en  Santiago?      N:   En   el   año   80   me   compré   mi   campo   en   Chiloé,   convidé   a   un   primer   grupo   con  personas  de  Brasil  y    Argentina.    Gasté  toda  la  plata  que  tenía  en  comprarme  ese  lugar,  yo  estaba  en  una  casita  chiquitita  y  hacíamos  como  se  podía,  y  forme  ese  centro.    Ahí   hacía   grupos   de   terapia   y   en   Santiago   tenía   algunos   grupos   para   formación   de  terapeutas.      M:  Pero  eran  grupos  particulares,  no  se  te  había  ocurrido  hacer  un  instituto  formal.      N:  Siempre  particulares,  nada  de  instituto  formal,  la  asociación  de  esta  cosa  así  como  más   formal   yo   te   diría   que   fue   hasta   que   hicimos   una   sociedad   con   mi   hijo,   con  Patricio  que  se  vino  allá  al  sur  a  vivir  también  y  que  estaba  ahí  y  que  me  ayudaba  en  los  grupos  me  ayudaba  a  sostener  la  cosa  que  hacía  con  mi  otra  hija.    M:  ¿Y  por  qué  Chiloé?      N:  Porque  me  enamoré  de  Chiloé.  El  primer  verano  que  pasamos  juntos  Pancho  y  yo  me  llevó  a  Chiloé,  que  yo  no  conocía.  Fui  yo  con  mis  hijos  el  verano  del  año  70.      M:  O  sea  tuviste  un  largo  enamoramiento  con  Chiloé  hasta  que  en  80  pudiste  comprar  algo.      N:   Claro,  me   encantó   Chiloé,  me   pareció   una   cosa   diferente   a   todo   lo   que   había   yo  visto.    Me  gustó  Chiloé  y  la  verdad  es  que  me  fui  a  Chiloé  por  no  irme  de  Chile.  Llegó  un  momento  en  que  ya  no  soportaba,  me  quería  ir  de  Chile,  mi  hijo  Patricio  no  podía  entrar  a  Chile,  estaba  en  Francia,  pensé  irme  a  Brasil,  los  brasileños  me  ofrecían  el  oro  y  el  moro,  me  decían  que  me  fuera  a  vivir  allá,  y  yo   lo  pensé.  Pero  vi  Chiloé  como  si  fuera  otra  parte,     no  Chile,  me  podía   aislar,   realmente   era  otro   ambiente,   había  una  energía  distinta  y  la  hay  todavía.      M:  ¿Cómo  se  te  ocurrió  tu  modelo  de  trabajo  con  la  enfermedad,  Nana?  ¿Cómo  fue  que  se  te  ocurrió  que  podías  utilizar  a  la  Gestalt  para  trabajar  con  síntomas,  con  órganos?      N:  Fíjate  que  yo  te  diría  que  al  revés.  Yo  era  bien  fenomenóloga,    entonces,  la  verdad  es  que  cuando  a  la  gente  le  pasaba  algo  que  tenía  que  ver  con  una  enfermedad,  con  algún  síntoma,   siempre   lo   trabaje   fenomenológicamente.  Todo  eso   lo  describo  en  mi   libro  Los  diálogos  del  cuerpo,  donde  cuento  el  diálogo  de  un   tipo  que  estaba  con  un  dolor  anginoso,  eso  fue  algo  que  iría  en  contra  de  la  concepción  psicoanalítica,  pude  ver  que  el  tipo  se  estaba  peleando  con  sus  tendencias  homosexuales  y  que  esto  tenía  que  ver  con  el   lado  derecho  y  con  el   lado   izquierdo,   tenía  que  ver  con  el  dolor  anginoso,    no  podía  decirle,   siéntelo  más,  más,  más,  porque  era  peligroso.    Podía  hacer  que   se  me  muriera,  entonces  el  tipo  me  describió  el  dolor,  yo  ya  estaba  en  pleno  con  la  Gestalt,  

donde   podía   hacer   esto   de   las   polaridades,   entonces   bueno,   le   digo,   “se   tu   lado  derecho,  háblale  a  tu  lado  izquierdo”  y    cuando  lo  cambio  y  lo  pongo  del  lado  derecho    se  le  pasa  el  dolor,  se  le  quita  la  palidez.  Pero  en   lo  que  más  metida  estaba  era  en  el   trabajo  con   los  sueños.  Me   fui  metiendo  más,  más  en  el  trabajo  con  sueños,  pues  podías  ser  cualquier  cosa:  una  chapa  de  auto,  un  animal  etc.  Basado  en  eso,  me  parecía  obvio  que  había  que  trabajar  con  todas  las  partes   del   cuerpo   y   claro   es   posible   que   me   favoreciera   no   estar   peleada   con   la  medicina,  yo  creo  que  tenía  muy  buena  relación  con  la  anatomía,  con  la  fisiología,  con  lo  del  cuerpo.      M:  ¿Como  una  muy  buena  comprensión?      N:  Sí,    empecé  insistir  más  predominantemente  en  esto  y  decidí    escribir  el  libro  sobre  el   trabajo   con   los   síntomas,   pero   un   poco   por   llenar   un   hueco   formativo   que   yo  encontraba  en  Gestalt,  y  que  siempre  me  pareció  obvio.      E:  A  ver  Nanita,  ¿A  ti  te  encanta  trabajar  con  sueños?      N:  Si,  mucho.      M:  ¿Tú  dirías  que  después  del  trabajo  con  la  enfermedad  y  la  salud,  tu  preferencia  es  trabajar  con  los  sueños?      N:  No,  mi  preferencia  primaria  es  el  trabajo  con  los  sueños.    Creo  que  los  sueños  son  los  que  te  pueden  dar  aviso  de  las  enfermedades  y  de  todo,  como  cuando  en  el   libro  hablo  de  ese  sueño  de  Freud,  que  era  un  anuncio  de  su  enfermedad.  Lo  que  ocurre  es  que  desde  que  me  he  metido  a  fondo  con  lo  de  la  enfermedad,  es  más  fácil,  esa  es  la  diferencia.      M:  ¿Por  qué  lo  hallas  más  fácil?      N:  Porque  es  algo  como  más  concreto,  pescas  un  mensajito  que  es  muy  cortito,    pero  contundente.      M:  Sí  es  un  mensaje  muy  claro      N:   Muy   claro,   y   al   mismo   tiempo,   siempre   incluye   algo   en   donde   el   cuerpo   parece  decir:  "o  me  tomas  en  cuenta  o...  ",    hay  algo  amenazador  y    es  más  fácil  que  la  persona  lo   atienda.   Lo   de   los   sueños   es   posible   que   te   lleve   a   otras   dimensiones,   más  trascendente,  ves  más  cosas,  los  sueños  me  apasionan.      M:  ¿Y  después  del  trabajo  de  sueños,  cual  sería  tu  preferencia  de  trabajo?      N:  A  mí  lo  que  me  gusta  es  el  trabajo  grupal,    yo  siento  que  tú  puedes  ver  un  décimo  en  el  trabajo  individual,  de  lo  que  puedes  ver  en  un  grupo,  porque  con  el  grupo  hay  algo,    en   la   relación   de   la   persona   con   los   otros.   Con   la   persona   sola   uno   se   concentra  

demasiado  en  la  persona,  y  cuesta  más  relativizar  las  cosas.  Encuentro  que  el  grupo  es  una  maravilla,  porque  hace  que  uno  esté  concentrado  como  más  ciento  por  ciento,  a  mi  trabajar  en  grupos  me  encanta,  es  lo  que  más  me  conecta  con  lo  creativo.      M:  Tú  sientes  que  la  riqueza  del  grupo  es  enorme.      N:   Enorme,   enorme,   en   ese   sentido   yo   encuentro   que   Perls   fue   un   genio,   cuando   él  decía   que   las   terapias   individuales   estaban   obsoletas,   me   parece   que   estaba   en   lo  cierto.      M:  Por  último  Nanita  ¿qué  quieres  para  ti  en  el  futuro?      N:  (ríe)  ¿Qué  quiero  para  mí  en  el  futuro?      M:  Si.  ¿Qué  se  te  antoja  hacer  o  qué  vas  a  hacer?      N:  Nada,  fíjate  que  seguir  allá  en  Chiloé,  y  tener  tiempo  para  las  cosas  que  hago,  a  mi  me  encanta  lo  que  hago  allá,  me  gustaría  tener  harto  tiempo,  poder  quedarme    y    que  fuera   habiendo   más   gente   que   quiere   hacer   trabajos   ahí   mismo,   que   vayan,   que  quieran  alejarse  del  estrés,  que  estén  en  los  grupos  de  meditación.  Siento  que  es  muy  importante   que   los   terapeutas,   la   gente   que   trabaja   en   estas   cosas   conviva  relajadamente  un  poco,  unos  con  otros,  básicamente  para  terapeutas,  pues  el  que  está  trabajando  con  la  gente  es  el  que  necesita  más  tener  un  entorno,  y  algo  que  lo  renueve,    que  lo  haga  sentirse  como  en  paz,  que  lo  quite  de  la  competencia,  que  lo  quite  de  estar  en   el   ego,   sin  que   le   pase  nada,   eso   sería   lo   que   yo  quisiera,   vivir   ahí,   bueno   ahí   ya  tengo  hasta  mi  cementerio  chiquitito.      M:  Algo  que  tú  quisieras  agregar,  Nanita....      N:  Creo  que  hemos  hablado  de  todo.    Supongo  que  tú  vas  a  resumir,  que  vas  a  sacar  un  extracto  de  lo  que  hemos  hablado.    M:  Sí  claro    N:  Yo  confío  en  ti  totalmente.      M:  Gracias  Nanita.