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Editorial Figura Fondo 32
Este año 2012 se ha caracterizado por intensas actividades académicas; lo que redunda en un nutrido y seleccionado contenido de Figura Fondo 32. En este número se cuenta con muchos autores de diversas partes del mundo; esto habla del desarrollo e interés que los tópicos sobre Terapia Gestalt despiertan entre la comunidad de personas que buscan, cada vez con más ahínco, fuentes serias, formales, actuales y sobre todo especializadas.
En este número las personas consultantes encontrarán una continuación respecto a un diálogo entablado entre Jean-‐Marie Robine y Dan Bloom donde al comunicar sus ideas surgen puntos de vista y elementos que cada uno individualmente no hacían notar. Se cuenta por vez primera la colaboración de Ximo Tárrega, fundador del Centre Gestalt en Valencia, con un texto titulado: De la autosuficiencia a la independencia.
Una de las preocupaciones más frecuentes es la categorización y puesta en funcionamiento de los elementos que la teoría encuentra, por ello Myriam Muñoz en su artículo El Enfoque Gestalt, una visión de campo con distintos métodos de trabajo brinda su aproximación a esta área de una manera clara y accesible. Por su parte Lynne Jacobs aborda la reflexión en torno al concepto de apoyo y sus características.
En Ni contigo ni sin ti Carmen Vázquez logra una revisión del concepto de iniciativa y lo coloca en distintos prismas para obtener una visión más completa al respecto de esta situación. Por su parte Francisco Fernández pone sobre la mesa una reflexión profunda y estructurada respecto a las aplicaciones del silencio a través de su texto Callar. Las posibilidades del silencio y deja claro que el silencio nunca es sólo silencio. Por último aparece Alberto Carreón que con conocimiento de causa y una lógica característica presenta Masticando el introyecto de ciencia, donde aborda los puntos débiles que la tradición científica en ocasiones ha heredado y que se ha aceptado casi sin cuestionar.
Sinceramente espero que sean unas lecturas amenas y formadoras para toda la comunidad y las personas interesadas en estos temas.
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En respuesta a “El contacto, al origen de la experiencia”. Dan Bloom se une con Jean-Marie Robine en un “dueto” . ©2011 Dan Bloom RESUMEN El siguiente artículo es la respuesta a algunas ideas planteadas por Jean-Marie Robine en el ensayo: “El contacto, al origen de la experiencia”. El concepto central de contacto es explorado y abierto con las similitudes y diferencias encontradas por Dan Bloom. El ensayo de Jean-Marie Robine titulado “El contacto, al origen de la experiencia” es un importante ensayo que toma el “contacto”, concepto central de la terapia gestalt, para abrirlo y examinarlo de diferentes maneras. Con mucho gusto ofrezco mi respuesta a su ensayo. Jean-Marie y yo “crecimos” como terapeutas gestalt en continentes distintos pero como alumnos del mismo maestro, Isadore From. En Nueva York y Europa, Isadore enseñaba con base en una comprensión precisa de lo que es la terapia gestalt. Por lo tanto, a partir de este texto resultará claro que hay mucho en común en nuestra manera de entender la terapia gestalt, aunque nuestras diferencias deberán quedar igualmente claras. Estamos en sintonía con tanta frecuencia que la mayor parte de mi respuesta se centrará en nuestras áreas de diferenciación, de contacto, donde nuestras ideas podrán ser más fáciles de distinguir.
Como mencioné que estamos “en sintonía”, permítanme ofrecerles esta metáfora. Consideren lo que viene a continuación como mi participación en un “dueto musical”1 con Jean-Marie, donde retomaré algunos de sus temas para realizar variaciones, armonías, acompañamientos y contrapuntos “musicales”.
En ocasiones llevaré alguna idea en una dirección distinta. A veces cuestionaré algo de lo que “oigo”. Y en ocasiones mi respuesta distinguirá mi perspectiva de la de él.2
1Los psicólogos Gestalt con frecuencia usan la música como un ejemplo de la formación gestalt. 2Los otros escritos de Jean- Marie ofrecen un planteamiento más amplio de las complejas ideas que se resumen aquí. Mis respuestas a este ensayo estarán hasta cierto punto sujetas a esta limitación.
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Después agregaré mis propias ideas relevantes al tema central de su ensayo, como si me separara de este dueto para tocar un solo.
Su ensayo tiene tantas melodías que deberé elegir algunas de ellas. Espero que nuestra “música” resulte ser un total distinto a la suma de sus partes.
Mi participación en este dueto estará dividida en “movimientos” correspondientes a las secciones del ensayo de Jean-Marie. Dentro de estos movimientos, numeraré mis respuestas en forma de secciones. Movimiento Introductorio: “ Pre” 1. “El contacto es el concepto organizador más importante de la teoría de la terapia Gestalt”, comienza Jean-Marie. Yo ampliaré esta afirmación con una propia para subrayar la relevancia de nuestro concepto del contacto para la fenomenología y para todas las psicoterapias fenomenológicas o vivenciales: El contacto3 es la experiencia en su inmediatez, su inminencia, previo a cualquier organización o desarrollo posterior; y anterior a la emergencia de la misma figura/fondo.
En términos de la fenomenología generativa (Steinbock, 1995) , (Zahavi, 2005) el contacto es pre-reflexivo; además, es el substrato suprasensible a partir del cual emergen todas las formas de conciencia. La experiencia, el contacto, es “pre-gestalt”. Si tiene sentido el comentario del personalista William Stern de que “no hay gestalt sin un gestalter,” entonces no hay “gestalter” sin contacto. El contacto precede al organizador/organización de la experiencia.
Como observa Jean-Marie, el contacto es “pre”. Afirmo esto fenomenológicamente para ubicar a la terapia gestalt históricamente, en la tradición de pensamiento a partir de la cual se desarrolló. Creo que es importante para los terapeutas gestalt entender nuestro lugar en la historia de la filosofía y la psicología. Volveré varias veces a este tema.
3 Aunque Jean-Marie y yo usamos el término “contacto”, también debe entenderse como “contactar”. La experiencia es vigente, es procesual. Jean-Marie trata esto de manera directa en su ensayo. “Contacto” también se refiere a momentos precisos en la secuencia de contactar. (PHG. 403). No hacen falta más detalles en esta respuesta.
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2. Jean-Marie: “…la experiencia fue y volverá a ser contacto, porque es en y a través del contacto que la psique existe y preside sobre las experiencias futuras”.
Nuevamente, ampliaré esta idea con otra afirmación relevante fenomenológicamente: El contacto como proceso es una secuencia temporal de la experiencia misma en curso y en posterior desarrollo, donde el contacto se abre a, y crea un mundo de sensación, sentimiento, emoción, movimiento, pensamiento, acción y significado que es, reflexivamente, una base para el contacto posterior. El contacto y el contacto subsiguiente son funciones del campo organismo/medio ambiente y del campo self/mundo de vida. El mundo de vida ((E. Husserl, 1936/1970), (Binswanger, 1963; M Heidegger, 1962),(Boss, 1983) ,(Steinbock, 1995)) es una ampliación del “campo” de la terapia gestalt hacia un rumbo fenomenológico. Profundizaré más en esto en mi parte solista de este dueto.
3. Cuando los terapeutas gestalt escriben sobre la originalidad inspirada
del contacto y, en consecuencia, de la terapia gestalt en sí misma, cabe la posibilidad de que esto fomente un “estado de excepción de la terapia gestalt” una manera de pensar sobre la terapia gestalt que la considera como una misión salvadora. Esto puede aproximarnos a un fundamentalismo o incluso a un fanatismo gestalt. Podemos evitar esto entendiendo el contexto dentro del cual emergieron el contacto y nuestras otras ideas.
El “contacto” de Perls y Goodman fue una inspirada síntesis de conceptos provenientes del pragmatismo estadounidense, la psicología Gestalt y la fenomenología. Aplicaron esta síntesis al mundo de la psicoterapia y reorganizaron radicalmente el énfasis psicoanalítico en el paradigma intrapsíquico unipersonal que prevalecía; la importancia de su hazaña no se puede exagerar. Mientras, por ejemplo, el Daseinanalysis ubicaba al paciente como ‘persona en el mundo’ (Umwelt, Mitwelt, Eigenwelt, ‘estar en el mundo’) y aplicó a la psicoterapia un enfoque existencial-fenomenológico, (May, Angel, & Ellenberger, 1958), estaba comprometido principalmente con un modelo intrapsíquico. Estas ideas fueron centrales al espíritu de mediados del siglo 20, a pesar de que no fueron adoptadas por el psicoanálisis.
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Para cuando Goodman y Perls presentaron al “contacto” como precursor de la psique o mente, la mente monódica cartesiana tipo “fantasma en la máquina” ya estaba bajo ataque desde varias direcciones. No sólo habían realizado ya su trabajo los pragmatistas estadounidenses; además, en Europa los fenomenólogos, con ejemplos famosos como Husserl, Heidegger, y Merleau-Ponty, con fuertes raíces en los siglos anteriores, presentaron un concepto unificado de la experiencia humana surgida de la interacción con el mundo.
Aquí tenemos algunos ejemplos específicos de fuentes que Goodman indudablemente conocía. John Dewey, el reconocido pragmatista estadounidense, escribió en 1934: “La experiencia es un asunto de la interacción del organismo con su medio ambiente, un medio ambiente que es humano a la vez que físico”. Art as Experience (El arte como experiencia), (Dewey, 1934/1980, p. 246). Explica el papel tanto del organismo como del medio ambiente en la subsecuente emergencia de la experiencia. En clases magisteriales en la Universidad de Chicago, George Herbert Meade desarrolló el concepto del contacto en The Philosophy of the Act (La filosofía del acto), (Mead, 1938). Goodman estaba familiarizado con las palabras tanto de Meade como de Dewey.
Podemos leer a Perls y Goodman y vernos inmersos en el fervor reformista de su argumento, ya que está dirigido al sistema psicoanalítico ortodoxo establecido que estaba de hecho matrimoniado con la tradición cartesiana. También nos podemos fascinar con la crítica social utópica y mordaz de Perls y Goodman ante la sociedad conformista y autoritaria posterior a la Segunda Guerra Mundial. Es fácil descontextualizar a la terapia gestalt y atribuir a nuestros fundadores más originalidad de la que merecen. Al catalogar a la terapia gestalt de excepcional –con la idea de que la terapia gestalt es portadora de una verdad especial y nosotros somos sus “misioneros” – en realidad estamos trivializando su relevancia.
Confío en que Jean-Marie y yo estamos de acuerdo en que Perls y Goodman trabajaron dentro de un contexto, como lo demuestran las referencias que hacen en sus ensayos a Eugen Fink y Jean-Paul Sartre, por ejemplo. Y como señala Jean-Marie en otro lado,4 la teoría del self como contacto 4 Robine, J.-M. (2011). On the Occassion of the Other. Goudsboro, Me.: Gestalt Journal Press.
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organizado de Perls y Goodman fue radical al descentralizar al self de su independencia autónoma y reubicarlo como una función del campo. El trabajo de Perls y Goodman fue una contribución deliberada y creativa dentro de un contexto bien conocido por ambos. Entre más conocemos el contexto, tanto histórico como teórico, más podemos apreciar las complejidades de nuestra teoría y su contribución. Entre más podamos ir más allá de las ideas de Perls y Goodman hacia el fondo en el cual ellos mismos se inspiraron, más podremos desarrollar nuestra propia comprensión contemporánea fundamentada de lo que es la terapia gestalt.
4. A Jean-Marie y a mí nos aflige la mala comprensión generalizada de
términos de la terapia gestalt entre los terapeutas gestalt. Ninguna de las ideas centrales de la terapia gestalt es fácil de entender.
Jean-Marie señala que es fácil confundir los nombres que tenemos para estos conceptos con palabras cotidianas. “Contacto”, “self”, “frontera” e incluso “campo” son palabras comunes en el vocabulario común y no-clínico de todos.
Muchos de nosotros lamentamos que frecuentemente los aprendices no se toman el tiempo de aprender cómo, según nuestros conceptos, estas palabras tienen significados especiales, conformándose con malinterpretaciones superficiales. Aunque esto seguramente se aplica a todas las modalidades, me cuesta trabajo cuando los candidatos psicoanalíticos entienden que la “teoría de los impulsos” tiene que ver con la conducción de un automóvil.
¿Cuántas definiciones de “contacto” y “frontera” tiene un terapeuta gestalt, y cuántas de ellas están tan diluidas por el uso común que nuestra misma teoría se ha vuelto falta de consistencia y de coherencia? ¿Y cuántas definiciones están simplemente equivocadas? Estos abominables malentendidos inevitablemente neutralizan el paso radical que representa el “contacto” que Jean-Marie describe tan bien en su ensayo. Este es un tema que Jean-Marie repite en su ensayo; en sintonía con sus repeticiones, yo también repetiré este tema. Es un tema que hace falta repetir.
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5.: El contacto es una función de la frontera – la frontera fenomenológica del contacto: Jean-Marie y yo estamos al unísono; y, por supuesto, sin confluencia, puesto que nuestras voces son distintas. Puesto que el texto de Perls y Goodman se escribió en mi idioma nativo, puedo criticarlo de manera más directa que los hablantes de inglés no nativos. En parte la escritura del texto original es una invitación a cometer muchos de los errores antes mencionados entre los aprendices (e instructores). Según la leyenda, Goodman escribió la versión final en seis semanas. Esta prisa se deja ver en muchas incongruencias entre las palabras y las ideas. Hay una que es relevante para esta discusión: “La experiencia ocurre en la frontera entre el organismo y su medio ambiente…”(Perls, Hefferline, Hefferline, & Goodman, 1951).
Como explican claramente Perls y Goodman en otros lugares, la frontera de contacto no es un sitio de separación. La descripción citada usa una preposición que comúnmente marca una separación física, “entre esto y aquello”. Los autores deberían haber elegido con más cuidado –y debemos advertírselo a nuestros alumnos–, ya que este lenguaje descuidado ha generado una enorme confusión en la terapia gestalt. Y, como señala Jean-Marie y yo subrayo, no se trata de una confusión insignificante.
Si la “frontera” es un sitio de separación, la terapia gestalt se vuelve más una psicoterapia de seres humanos aislados que interactúan a través de una frontera de separación. El enfoque de la terapia se traslada de la frontera de contacto a la psique independiente del paciente: se convierte en la versión de la terapia gestalt de un modelo intrapsíquico. Deja de ser una psicoterapia del contacto-frontera (Francesetti & Gecele, 2009) o de “la situación”. El campo fenomenológico social no es aquel en el que los seres humanos deambulan como animales aislados. Más bien, la terapia gestalt entiende al contacto como la diferenciación de “el yo y el no-yo” en la frontera, como escribe Jean-Marie y, yo agregaría, dentro del campo social del organismo animal humano. El mundo de vida. No es la diferenciación entre un yo solitario y un no-yo, que yo prefiero escribir “yo/no-yo”, sino un proceso emergente de una persona socialmente ubicada. Es un proceso de emergencia del self, donde el self es la
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estructura/función del contacto, emergente del campo. Profundizaré en esto más adelante, en mi solo. 6. Aunque la terapia gestalt es una psicoterapia de esta frontera –fenomenológicamente no hay “ningún otro sitio” – la terapia gestalt no es una terapia de la relación psicoterapéutica, como señala Jean-Marie. Una persona busca a un psicoterapeuta para tratar su propia aflicción personal y espera volver a su vida con un mejor funcionamiento. La persona en terapia espera, apropiadamente, que en la sesión su propia experiencia sea figura. Aunque la relación de terapia es el medio mediante el cual se transforma la relación de la persona con “lo que es ‘otro’”, esa no es en sí la meta de la terapia. La relación terapeuta/paciente facilita la psicoterapia, pero no es su propósito. El contacto es en sí mismo método y cura (Perls, et al., 1951).
Como señala Jean-Marie en una sección posterior, “sobre el contacto en la frontera de contacto: Si ‘la frontera de contacto es el órgano del awareness’,
entonces la frontera de contacto, como experiencia, es el “lugar” principal donde deben trabajar juntos el terapeuta y el cliente”. Yo agrego, y modifico: No hay un “paciente”. Hay un “paciente en terapia” en la frontera de contacto.
7. Jean-Marie sugiere que la distorsión de la “frontera” como sitio para la
diferenciación del yo y el no-yo se pierde de algún modo en las “psicoterapias de relación”, “la ética del diálogo” y “la ideología del encuentro”. Se deben corregir estas distorsiones, o la terapia gestalt se enturbia. Sí, afirmo, debemos tener cuidado de perder la riqueza de la frontera de contacto en la terapia gestalt.
Sin embargo, ¿descarta Jean-Marie indebidamente “la ética del diálogo” y quizás algunos de los otros avances de la perspectiva de relación en la terapia gestalt? La actitud relacional es muy popular entre los terapeutas gestalt y, como Jean-Marie, también soy crítico de algunos aspectos del sesgo relacional en la terapia gestalt. Pero por la mayor parte (o entre sus mejores practicantes) la perspectiva relacional no se basa en una mala comprensión de la terapia gestalt. Jean-Marie explica mejor este punto en otros sitios. (Bloom, 2005) (Robine, 2011). Argumenta que la terapia gestalt relacional da por sentado un diálogo
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entre dos “yo” ya diferenciados. Esto lleva a descuidar el contacto, que es previo al “yo”, según se describe aquí. No dilucidaré si esta es o no una caracterización justa del acercamiento relacional, pero ofrezco esto en nombre de la perspectiva de relación según yo la entiendo: El énfasis de la terapia gestalt contemporánea en los aspectos ético, intersubjetivo, relacional o dialógico está implícito en el énfasis en el contacto como la estructuración previa y vigente de la experiencia –en la frontera de contacto, y en el campo paciente/terapeuta.
En cualquier sesión de psicoterapia gestalt la reflexión terapéutica del paciente es una función de este campo, facilitada por esta relación dialógica con el terapeuta, apoyada por este marco ético de la relación sin el cual no puede desarrollarse esta apertura del contacto. No hay un “paciente” como tal; no hay un “terapeuta” como tal; hay “este paciente con este terapeuta en esta sesión”. La atención a este aspecto de la terapia gestalt es un viraje ético de la relación terapeuta-paciente donde el terapeuta “actúa” sobre el paciente. Se sabe que estos terapeutas gestalt consideran que el paciente “manipula”, “se resiste”, etc., y más o menos descartan el importante factor de la presencia del propio terapeuta percibida en el campo.
Segundo movimiento: Con 1. El contacto nunca es “por sí mismo”; “Todo contacto implica estar ante
la presencia de la otredad”, escribe Jean-Marie. La “otredad” es cualquier clase de contacto humano, puesto que el contacto puede ser una acción en el terreno de lo físico, lo biológico, lo fenomenológico, o de una combinación de éstos (términos míos). El uso de un solo término que atraviesa tantos terrenos o regiones distintas parecería un uso equivocado de una palabra que enturbia nuestra teoría; en el siguiente “movimiento” demostraré que es lo opuesto –que es parte de la revolución radical de la teoría de la terapia gestalt. En cualquier región donde se use el concepto, el contacto siempre será un evento situado o que se da en el mundo: siempre es “con”, una intencionalidad, dirigida hacia,
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abierta a y dentro del mundo –o de manera más rudimentaria, una respuesta percibida al campo.
2. Jean-Marie ofrece ejemplos de contacto con cosas y personas. Tengo cierta objeción a la implicación potencial de su ejemplo sólo en
cuanto a que quiero ampliar la relacionalidad implícita de la experiencia y, en consecuencia, del contacto. Él escribe:
Si establezco contacto físico con alguien, por ejemplo al pellizcarle un brazo,
su experiencia probablemente dolorosa con este contacto será fundamentalmente diferente a la mía. Aun cuando el contacto es un acto donde entra en juego un “con” con un “ser”, la experiencia vivida no puede considerarse la misma porque “con” no significa “igual”. Al contrario, en este ejemplo, permite una diferenciación.
Fácilmente podemos identificar eso en nuestra experiencia cotidiana del
contacto con las personas. Sí, son diferentes las experiencias de dos personas de las mismas cosas. Usando su terminología, este es uno de los elementos de nuestra diferencia o diferenciación como yo/no-yo. ¿Con cuánta frecuencia tocamos inocentemente a un amigo y descubrimos que retrocede ante lo que llama “cosquillas”? Nuestras experiencias son distintas. ¿Cuándo es que tocar (nuestra experiencia) se convierte en cosquillas (su experiencia distinta)?
Pero la experiencia no es sólo un “tocar” y una “cosquilla”, a menos que esos aspectos de un conjunto de experiencia se separen uno del otro, como si convirtiéramos una línea continua en una serie de puntos. Es un tocar/cosquilla unido en un circuito de respuestas donde “yo y mi amigo” tenemos una experiencia en común y cada quien tiene su experiencia. Mi tocar de inmediato se vuelve un tocar/cosquilla. La experiencia del “yo” y la experiencia del “nosotros” se alternan como figura/fondo y son inseparables.
El ejemplo de Jean-Marie aísla un momento dentro de una experiencia más compleja. Sí, ese momento es de distintas experiencias que se vuelven figura, pero la figura y el fondo se alternan con rapidez. No hay un instante independiente “aquí y ahora” real que esté vacío del momento previo ni sin expectativa del siguiente (Zahavi, 2005). El contacto no es solo nunca sin “un
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otro”, además nunca está afuera de la conciencia de tiempo o de la secuencia temporal del contacto. Los ejemplos del pellizco o de tocar incluyen el sentido de la reacción del otro a mi reacción a la reacción del otro hacia a mí y así sucesivamente en el flujo alternado figura/fondo de la experiencia. Aunque nuestras experiencias no son las mismas, también estamos en una experiencia común del evento inter-humano emergente del cual cada uno de nosotros es una parte indivisible, aunque distinta. La empatía –no la confluencia– juega un papel importante en esta figura/fondo en alternancia, ya que nuestro sentido uno del otro (como empatía) es un componente de nuestro sentido de la situación (Robine, 2011).
Además, como comenta Jean-Marie, nunca hay un mero contacto, sino que siempre hay un contacto de, a o con. Profundizo: el contacto-con es una diferenciación yo/no-yo. También es una función del campo. Repito: es una diferenciación de un “yo” en el contexto del “nosotros”. Un “yo” sólo puede diferenciarse a partir de un campo del cual el otro ya es siempre parte –un constituyente social del mundo de vida. Como escriben Perls y Goodman, el contacto es del campo organismo/medio ambiente. El “medio ambiente” humano no está despoblado.
Para ser claro, el que toca y el que siente cosquillas saben que son diferentes y que tienen experiencias diferentes; y también tienen una experiencia común, cambiante.
Del contacto al self. Aunque no está explicito en el documento de Jean-Marie, hay un pequeño
paso del contacto al self. Lo planteo ahora para ampliar el punto de Jean-Marie sobre el “contacto con”.
Perls y Goodman propusieron al self como “el sistema de contacto del campo organismo/medio ambiente”. El self no es una “cosa”, sino un proceso, claro está: la organización y funcionamiento del contacto. La teoría del self de la terapia gestalt sugiere que el self puede entenderse como estructuras y funciones: el ello, el ego (con frecuencia traducido como el “yo”), y las funciones de la personalidad.
El funcionamiento del ello es la sensación sentida inmediata de la situación. Jean-Marie desarrolla esto como “el ello de la situación” (Robine,
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2011): el funcionamiento del ego es el funcionamiento activo de un “yo”, involucrado activamente como sujeto de la experiencia. En las traducciones del texto original en inglés de Perls, Hefferline y Goodman, el “ego” con frecuencia es el “yo”. La función de la personalidad es el marco social/histórico de la persona. Con la función del ello uno está directamente consciente del campo inmediato, con todas sus urgencias somáticas percibidas. Aunque estén afuera de la consciencia focal, los otros siempre están en nuestro awareness. La empatía comienza con el funcionamiento del ello. El sentido de los demás de un individuo es una actividad de la función del ello y, en consecuencia, es el sentimiento de estar con otra persona (Staemmler, 2007); es el “otro” en el “nosotros”. La función de la personalidad es la actividad de la cultura y la sociedad, que se logra, se integra, se recuerda; enmarca el estado de relación esencial del self en forma de historia interpersonal y cultura de grupo. La función de la personalidad también es el campo o el andamiaje que permite el contacto. La función del ego describe la experiencia del “yo”; del sujeto de la perspectiva de primera persona.
Ninguna de estas funciones/estructuras del self pueden experimentarse como separadas de los otros. El “yo” como consecuencia del contacto con un no-yo es un yo-con y también un yo/nosotros. “Nosotros” es el fondo. El self siempre emerge de, y es una función fenomenológica de, el campo social. Ningún contacto ocurre afuera del campo social. Y este “terreno” social de contacto, implícito al self, nunca es incorpóreo o despersonalizado: siempre es el contacto de alguien –mi contacto, siempre nuestro contacto. El contacto siempre es “con”. Siempre es “de”. Como señala Jean-Marie, el contacto en sí mismo puede ser de dos tanto como de uno.
Entonces, el contacto del campo social nunca es solitario. Siempre es un proceso multipersonal con perspectivas dialógicas múltiples, todas incluidas en la figura en desarrollo –aun cuando el diálogo es el grito por un pellizco o el aullido de unas cosquillas.
Movimiento tres: El contacto como awareness.
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“La conciencia espontánea de la necesidad dominante y su organización de las funciones de contacto es la forma psicológica de la autorregulación organísmica”. p, 274 (Perls, et al., 1951) 1. La sección de “El contacto como awareness” en el ensayo de Jean-
Marie es breve. Es una corta continuación del “con”, donde comenta lo siguiente: El contacto fisiológico (conservo esta terminología mediocre a falta de una más satisfactoria)5 no se opone a las modalidades “fisiológicas”. Hay real y verdaderamente una continuación de lo uno a lo otro: [cursivas agregadas] mi manera de estar en contacto con el fondo se relaciona, por analogía, con mis raíces; mi manera de respirar es coherente con mis otras modalidades de intercambio, de dar y recibir con el medio ambiente. Podemos aproximarnos legítimamente a estos planos aparentemente distintos como una coherencia de la experiencia. Deben considerarse como la continuidad dentro de la amplitud de la experiencia y no como una modalidad distinta. [Cursivas agregadas].
Yo reafirmo esto y lo llevo un paso más allá: los seres humanos son
seres-en-el-mundo (M Heidegger, 1962). Como animales humanos somos organismos involucrados de manera práctica con el mundo en un proceso encarnado e indivisible de awareness, conciencia, conocimiento, acción y creación de significados.
2. Ahora me tomaré la libertad de hacer mi solo, aunque espero que resulte claro que me estoy basando en las ideas planteadas por Jean-Marie. Como lo mencioné anteriormente, el contacto se refiere a un acto en las regiones física, biológica y de la experiencia: en las tres en su conjunto, y no en cada una como “modalidad distinta”, como comenta Jean-Marie. Esta idea no ha sido suficientemente desarrollada por los terapeutas gestalt. Yo propongo que el contacto es una “bisagra” que unifica estas regiones, que también son los terrenos físico, biológico y social del organismo animal humano. El contacto es una “bisagra” ya que a través de ello el organismo 5 Quizás “contacto biológico” sería más satisfactorio para Jean-Marie que “contacto fisiológico”.
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animal humano “articula” (es decir “mueve”) de una región o terreno del campo en su conjunto, a otro; el contacto es la bisagra o pivote del campo organismo/medio ambiente y del “campo self/mundo de vida”. Yo sugiero que el “continuo awareness-consciencia” es el proceso unificador del contacto como esta articulación trans-modal. Permítanme explicar el “campo self/mundo de vida” que ofrezco como complemento al campo organismo/medio ambiente.
3. Originalmente, la terapia gestalt propuso que toda experiencia es una función del campo organismo/medio ambiente. Este sigue siendo el cimiento de la terapia gestalt… y debe seguirlo siendo. Pero es un cimiento incompleto. Los seres humanos somos animales, pero somos más que animales. El campo organismo/medio ambiente da cuenta cabal de nuestra naturaleza biológica. Pero el campo organismo/medio ambiente no es necesariamente el campo fenomenológico; no es el campo psicológico (Staemmler, 2006). El organismo/ medio ambiente no da –ni puede dar– cuenta cabal de nosotros específicamente como personas. El encuentro de un organismo con su medio ambiente es una interacción biológica, y aunque es absolutamente necesaria para la experiencia, no es en sí misma un suceso vivencial. Puesto que la terapia gestalt es una psicoterapia vivencial, está centrada en la experiencia humana y está abocada al campo fenomenológico, que no es el campo organismo/medio ambiente, aunque se encuentran inextricablemente ligados. El uso exclusivo del campo organismo/medio ambiente en la terapia gestalt equivale a un reduccionismo biológico (Staemmler, 2006). Yo propongo un campo complementario: el campo self/mundo de vida.
Las críticas ante la insuficiencia del modelo organismo/medio ambiente no son nuevas. Por ejemplo, en 1925, William Stern, personalista, propuso específicamente que el énfasis de los teóricos Gestalt en la interacción entre el organismo y el medio ambiente, era insuficiente para dar cuenta de la experiencia humana, incluyendo la creación de significados y la personalidad. Stern propuso como solución a la “persona” (Spiegelberg, 1972).
Vale la pena tomar en consideración esa palabra. Kurt Lewin la usa para persona/espacio de vida (Lewin, 1951). “Persona” porta la continuidad temporal del self, incluye el conocimiento y la memoria y posibilita la responsabilidad personal. Sin la cualidad de personas, no tendríamos la capacidad de entablar
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relaciones. “Persona” puede jugar un papel en un campo complementario. El self de la terapia gestalt es el contacto en si mismo, emergente del campo organismo/medio ambiente, y como estructura y función dentro del flujo de la experiencia. El self, y no la persona, es la estructura fenomenológica inmediatamente emergente del campo organismo/medio ambiente. El contacto es inmediato. “Persona” implica una organización temporalmente continua más desarrollada. Por lo tanto, propongo que no debemos buscar más allá del “self” ya que es el sistema y proceso del contacto –preconsciente y prepersonal, como explicó tan bien Jean-Marie en su ensayo.
5. Propongo “self” como complemento al “organismo” del campo organismo/medio ambiente. ¿Cuál será el complemento del “medio ambiente que refleje el campo fenomenológico? Este campo fenomenológico ha sido descrito de varias maneras por los fenomenólogos como: mundo de vida (Gallagher & Zahavi, 2008), Umwelt (May, et al., 1958)(May, Angel, & Ellenberger, 1958, p. 54), espacio de vida (Lewin, 1951)(Lewin, 1951, pp. 43 ff.) o Mundo (M Heidegger, 1962), Buber, Rosenzweig en (Friedman, 1955), siendo cada uno de estos conceptos distinto pero lo suficientemente similar como para no requerir de mayor discusión aquí. Cada uno describe a un mundo constituido por y constituyente del ser humano. Entre los fenomenólogos existe el consenso de que de estos términos el más útil es “mundo de vida”. Incluye el uso maduro que hace Husserl del término, el “estado de mundo” del mundo de Heidegger, así como al mundo de vida de los fenomenólogos posteriores. Así describe sucintamente Evan Thompson al mundo de vida: “Es el suelo preestablecido a partir del cual todo se genera y se nutre… el horizonte y fondo de toda la experiencia”, (Thompson, 2007, p36). Al ser preestablecido, cabe bien con nuestra idea del contacto como el “pre” humano primigenio.
6. En términos de la terapia gestalt, el campo self/mundo de vida es el
campo fenomenológico del ser humano. El self como estructura fenomenológica siempre está “en el mundo” puesto que, en términos de la terapia gestalt, el self está constituido por el contacto. El “mundo de vida” incluye a ese “otro” cuyo encuentro en la frontera es el contacto-frontera fenomenológico de la emergencia del self: el self/otro de Peter Philippson (P Philippson, 2001) (Peter
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Philippson, 2009). El “mundo de vida” está simultáneamente constituido por el self como su mundo de experiencia.
7. Permítanme volver al tema: el contacto como awareness, y
presentarles al “continuo awareness-conciencia”. Cada célula viviente se adapta a su medio ambiente mediante el contacto
biológico, que puede verse como un tipo de awareness, aunque ciertamente no en el sentido de “awareness del self”. Pero, ¿experimentan los humanos la actividad celular de manera directa? En su mayor parte el contacto biológico, o el que Jean-Marie llama el contacto “fisiológico”, está más allá de nuestra experiencia posible. Sin embargo, como organismo sensorial, el ser humano percibe y se adapta a su medio ambiente mediante el awareness fenomenológico. Esta es la función del ello, o el ello de la situación. El contacto es la bisagra que se articula entre estas dos modalidades. El awareness (primero necesariamente como contacto biológico y después como sensación) y la conciencia (como conocimiento encarnado) se experimentan como el continuo awareness-conciencia en la secuencia del contacto en desarrollo. Uno detecta (con los sentidos), después percibe, y después las percepciones se organizan en pensamientos conscientes, acciones significativas y conocimiento. El ser humano como persona que conoce también se adapta al mundo con la conciencia. El awareness está a la base de la conciencia y el proceso continuo del contacto puede describirse como un continuo awareness-conciencia.
El contacto biológico y el contacto fenomenológico son diferentes pero inextricables. El contacto fenomenológico es una función del cuerpo vivido (Leib) (Welton, 2000,), el contacto biológico es una función del cuerpo físico (Körper). El contacto es una función en los campos tanto biológico como fenomenológico. Es decir, en el contacto el medio ambiente del campo organismo/medio ambiente también se convierte en el mundo fenomenológico del campo self/mundo de vida. Dicho de otra manera, el mundo vivencial que le da “aliento” a la persona, emerge del medio ambiente natural que le proporciona oxígeno a las células del organismo. El cuerpo natural del homo sapiens se convierte en el cuerpo vivido fenomenológico de la persona humana. Estos están ligados al awareness y al contacto.
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8. El contacto es la experiencia transformadora central a la terapia gestalt; la reconfiguración de nuevos conjuntos de sentimiento, pensamiento y acción. El contacto como proceso biológico y como suceso fenomenológico es parte del continuo awareness-conciencia. Es inconcebible que el contacto pueda proceder sin la acumulación de conocimiento. El contacto no es tan solo awareness, sino una experiencia total que integra al awareness con la conciencia… y con la acción. En el contacto, el awareness como proceso biológico del campo organismo/medio ambiente se vuelve una sensación sentida, aware del campo fenomenológico self/mundo.
El campo self/mundo de vida y el campo organismo/medio ambiente son aspectos el uno del otro, “dos caras de la misma moneda”. Lo que suceda en uno, sucede en el otro, pero son diferentes. Son regiones o campos dentro de un campo total, el campo del organismo animal humano.
Este es el final de mi solo. Movimiento cuatro: Una relación figura/fondo e inflexiones:
“El lenguaje es la casa del ser”, Carta sobre el humanismo, (Martin Heidegger, 1964)
1. La idea original de Jean-Marie sobre las “inflexiones de contacto” es
una idea brillante que arroja una nueva luz sobre el contacto. Es una idea que debemos celebrar. Le agrega a una idea una perspectiva nueva, transformándola.
Qué cierto es que nosotros los seres humanos nos orientamos hacia el mundo en gestos de lenguaje, pre-verbales y con el silencio (M. Heidegger, 1962). Para Heidegger y sus descendientes intelectuales en las tradiciones francesa y alemana, siempre nos articulamos en el mundo a través del modo del entendimiento – y esto incluye al lenguaje, el discurso, el silencio, lo dicho, lo no dicho, y así sucesivamente. Para plantearlo hermenéuticamente, somos seres interpretativos.
Qué apropiado que nuestros modos de contacto se describan con el término gramatical de inflexiones. Como seres en el mundo siempre estamos vivos en el lenguaje. Yo agregaría: la conversación creativa encarnada del contacto en el mundo no tiene fin.
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2. El término tradicional “interrupciones del contacto” puede conllevar la impresión errónea de que el contacto es como un circuito eléctrico que puede encenderse y apagarse, romperse, en lugar de un proceso de experiencia que fluye y toma forma según distintas modalidades que varían creativamente según las oportunidades y limitaciones de cada situación. Una interrupción termina abruptamente con la conversación humana; la inflexión cambia su modalidad. Un modelo de contacto basado en las interrupciones en lugar de un modelo basado en las inflexiones puede conllevar la idea de que el contacto puede ser bueno o malo, en lugar de ser evaluado intrínsecamente dentro de sus inflexiones, en sus propios términos. De hecho las interrupciones clásicas no rompen ni parten nada, sólo afectan la dirección del contacto –es decir, se declinan (inflexionan) como uno declinaría el caso de una palabra en una oración– pero sin awareness.
3. El contacto está en una continuidad creativa, pero su claridad puede
verse disminuida en virtud de virajes o modificaciones fuera del awareness –las inflexiones de Jean-Marie. La inflexión es más que un mero cambio de dirección; es un cambio en la “gramática” del contacto mismo, de su funcionamiento en el campo –su caso “gramatical”, su dinámica, su disposición, su relación con el total de aquello de lo que forma parte y a lo que da forma. Los paralelismos con los matices del lenguaje mismo parecen interminables, como debe de ser.
4. No sé si esta es la intención de Jean-Marie, pero me recuerda la distinción de Husserl entre la noema y la noesis de la intencionalidad. Noema es el objeto de la intención; noesis es el modo de la intencionalidad. Veo ese dulce; es un objeto intencional de la conciencia. Lo que quiero es un dulce; mi quererlo es el cómo lo percibo, está en mi modo de querer. Digamos que contacto e intencionalidad son equivalentes, lo que es una afirmación defendible.6 Mi manera de tener intención respecto a este objeto se da mediante mi modo de
6 Sin embargo, si la intencionalidad se dirige hacia un objeto sería incongruente con las propiedades emergentes del campo de contacto. El objeto del contacto “llama” al “arco” al mismo tiempo que es su objetivo pasivo. La intencionalidad como “apertura” es un mejor inicio para nuestra consideración.
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inflexión: puedo dirigirme hacia él, alejarme, puede agradarme, desagradarme, etc. Pensaré un poco “en voz alta” sobre esto.
La “interrupción” del contacto de la introyección puede volverse la inflexión de recibimiento o bienvenida, la aceptación de algo que se aproxima a mí; sin awareness, esto podría equivaler a rendirse ante una amenaza abrumadora. La proyección podría ser la inflexión de identificarse con otro o de experimentar parentesco; sin awareness, puede ser una sensación de peligro. La inflexión de la retroflexión puede ser una actitud de cuidado y concentración; sin awareness, por supuesto, sería tensión y rigidez muscular incesantes. Quizás la inflexión del egoísmo puede ser el concepto de la rectitud personal, o la confianza, la sensación de mostrarse confiado contra viento y marea; y sin awareness, el egoísmo puede ser la arrogancia ciega de alguien cuya inflexión es inflexible. ¿Puede la falta de awareness ser una inflexión? ¿Puede “eso” ser una interrupción del contacto? Me inclino a ubicar a la confluencia en una categoría aparte de las inflexiones de contacto, pues sin ella no puede haber continuidad de la experiencia.
Movimiento cinco: Ay, es tan breve y estoy tan de acuerdo que lo pasaré de largo. Movimiento seis: Sobre el contacto en la frontera de contacto
1. En este movimiento Jean-Marie y yo volvemos a tocar, por la mayor parte, en armonía.
Podría subrayar línea tras línea en esta sección con las que hay acuerdo. Una vez más él condena las desafortunadas sobrevaloraciones de nuestro lenguaje original sobre el proceso cuando las palabras elegidas por Perls y Goodman fueron sacadas de contexto y usadas en su sentido cotidiano: el self se volvió una entidad, la frontera se convirtió en un lugar y, lo que es quizás peor, el contacto-frontera se volvió una cosa que podría volverse propiedad o ser movida de lado a lado como si fuera un cerco en un prado.
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El lamento de Jean-Marie, mío y de otros terapeutas gestalt sigue vigente y no se va a detener pues es un hecho de los seres humanos en un mundo de cosas.
La vida cotidiana común y corriente nos muestra fronteras físicas reales que separan, no fronteras que crean, y seres que tienen nombres y pagan impuestos, y que no están siempre en proceso de reconfiguración. Sí notamos nuestro mundo fenomenológico de espacialidad o temporalidad. Al hacer referencia a este mundo de nuestras concepciones comunes, Husserl lo llamó “la actitud natural” (Edmund Husserl, 1973). Heidegger describía esto como el cotidiano “ser en el mundo” de Das Man, Los Aquellos (M Heidegger, 1962). Este mundo cotidiano es el mundo de las famosas “rupturas” descritas por Perls y Goodman –entre las más importantes la de cuerpo y mente; la de self y mundo exterior. Este es el mundo de Descartes y, por supuesto, no es el mundo de la terapia Gestalt. Siguiendo el argumento de Perls y Goodman, estas concepciones ordinarias que incluyen los malentendidos de frontera, self, contacto-frontera, y quizás el mismo contacto, están incrustadas en nuestra adaptación a los peligros y frustraciones ineludibles de ser organismos animales humanos cuyos impulsos hacia la satisfacción están siempre restringidos por estructuras sociales antihumanas. La frustración y el peligro crónicos son la causa de estos sentidos comunes e impresiones inmediatas de nuestro mundo cotidiano.
Nosotros los entrenadores en terapia gestalt nos enfrentamos a las concepciones cotidianas de nuestros alumnos cuando enseñamos los conceptos fenomenológicos de la terapia gestalt. Como siempre han sabido los fenomenólogos, es difícil adquirir la actitud fenomenológica; es similarmente difícil entender a la “frontera” como un lugar de encuentro o, en palabras de Jean-Marie, que “…es el contacto lo que simultáneamente nos da existencia al otro y a mí y lo que, asimismo, nos distingue al uno del otro. La misma operación, el mismo acto, separa y une. El contacto crea una frontera y la frontera también crea al contacto”.
3. Pero si hemos de pensar en el contacto en términos de diferenciarme a
mí, por ejemplo, de esta mesa, y a mí de otra persona, ¿estamos describiendo el mismo proceso? Jean-Marie no presta suficiente atención a esta pregunta en su
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ensayo. Permítanme hacerlo en mis términos, que podrían ser distintos a los suyos, si él lo describiera.
La “otredad” de la mesa es de una categoría ontológica distinta a la “otredad” de otra persona. Quizás es demasiado sencillo considerar al contacto tan solo como un suceso yo/no-yo. No basta con diferenciar yo/no-yo para describir un proceso interhumano; el otro humano no es una persona que se diferencia de mí en forma de negación, es decir en términos de que no es yo. Sólo los objetos existen mediante la negación. Este escritorio es no-yo, por supuesto, pero al identificarlo, nombrarlo, poseerlo y usarlo, se vuelve mío.
El otro humano como sujeto es otro aparte de mí –pero no es un no-yo. Si defino al otro como “no-yo”, estaré asumiendo la otredad del otro a través de mis definiciones. El otro se vuelve “mío” al ser “no-yo”. Veo al otro en términos de mí mismo –como una negación, un no-yo. El otro es “tematizado”, sobrepasado en mis propios términos (Levinas, 1981). En términos de la terapia gestalt, al llamar al otro “no-yo” lo estoy ubicando en una categoría familiar, asimilo la novedad o el misterio del otro a mi entendimiento del mundo de yos y no-yos. Para resistirse al deseo de entender al otro como un no-yo hace falta una sensación sentida del propio fondo existencial –un ello de la situación que es, quizás, un ello del mundo de vida. Esta “preestructura” subyacente del mundo de vida bien podría ser una condición para el contacto mismo, pues nada puede surgir de sí mismo y el contacto no puede carecer de fondo.
Si acepto al otro humano como “Otro” –en sus propios términos y no como una negación de mí– se vuelve posible un contacto interhumano que es único: el contacto dialógico.
Llegamos al otro humano a través del lenguaje, el lenguaje del habla y del silencio, de la poesía y de los gestos, de miradas y caricias. Estas son las inflexiones del contacto dialógico que no tienen sentido cuando nos aproximamos a cosas inanimadas. El lenguaje es un componente de nuestro ser como seres humanos (M Heidegger, 1962).
Movimiento siete: Post:
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Hace más de sesenta años, surgió la terapia gestalt como la modalidad psicoterapéutica que propuso al contacto como la fuente de la experiencia. Esta epistemología fue un cambio radical respecto a los modelos intrapsíquicos prevalecientes. Jean-Marie ha presentado muchas de las ideas que siguen haciendo de la terapia gestalt un desafío directo ante mucha de la teoría y práctica de la psicoterapia contemporánea. No simplifica estas ideas; nuestro mundo es complejo y para entender nuestro mundo debemos poner de nuestra parte y avanzar para equiparar su complejidad dentro de nuestra propia comprensión. Al hacer esto creamos un contacto exclusivamente humano.
He respondido a algunas de las ideas del ensayo del Jean-Marie “El contacto, al origen de la experiencia”. Sin duda les hice justicia al considerar su profundidad y matices. En ciertos momentos me tomé la libertad de ampliar mis ideas en rumbos que van más allá del alcance de una simple respuesta. Eso nos da una medida de cómo Jean-Marie nos da la bienvenida hacia las nuevas fronteras de la terapia gestalt.
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DE LA AUTOSUFICIENCIA A LA INTERDEPENDENCIA
Ximo Tàrrega Soler1
“Quien cae al suelo, se levanta con la ayuda del suelo” Proverbio Chino
1 Ximo Tárrega Soler. Psicólogo clínico. Psicoterapeuta Gestalt. Miembro didacta del Institut Francais de Gestalt-‐thérapie y miembro titular de la AETG. Director del Centro de Gestalt de Valencia
RESUMEN La teoría de la psicoterapia gestalt conlleva al cuestionamiento del paradigma individualista
que predomina en Occidente. El autor utiliza esta teoría para destacar que el ser humano es
relacional y nos invita a acoger la interdependencia en lugar del afán por la idea dominante de la
autosuficiencia.
PREÁMBULO
Como nos indica el proverbio que cito arriba, nunca estamos o hacemos las cosas solos
aunque nuestra vanidad así lo crea. El presente trabajo quiere ser un elogio de lo que Tzevetan
Todorov2 llama "la vida en común" y que yo llamaré interdependencia.
Aunque algunos mensajes de nuestra sociedad alientan el "orgullo" y la "vanidad" del "
hágalo usted mismo" -‐útil tanto para los centros de bricolaje como para la venta de los libros de
autoayuda-‐ veremos más adelante cómo la actitud de la jactancia y de la persona orgullosa son
modalidades de defensa ante una decepción. Son un intento de autorregulación en una situación
donde se ha producido una falla o una herida en lugar de un reconocimiento o apoyo. Son
características que todos podemos desarrollar para hacer frente a la decepción que puede
suponer la no satisfacción, por parte del otro, de una necesidad. El problema está en que lo que
surge como autorregulación y ajuste creador se fija, se vuelve inflexible, no consciente, y da
como resultado una personalidad autosuficiente. La misma oración de la Gestalt establecida por
Perls, conduce, mal interpretada, a la autosuficiencia, que según la teoría del self, desarrollada
en 1951, correspondería a la modalidad de contacto llamada egotismo.
En mi práctica clínica he visto y veo a la gente sufrir porque, en su evolución como
personas, su contacto con el entorno no ha sido suficientemente nutritivo en algún sentido. Y las
percibo solas, queriendo salir de su situación a través del esfuerzo individual y de una
auto-‐responsabilidad injusta. Las he visto avergonzarse al sentirse débiles por necesitar ayuda.
A esas personas me apetece decirles, parafraseando a Aristóteles, que sólo las bestias y los
dioses son autosuficientes. O como decía Bob Merril, "la gente que necesita a la gente es la más
afortunada del mundo".
Por todo ello, en el primer epígrafe elogiaré la noción de la interdependencia necesaria
para crecer y desarrollarnos y me apoyaré para ello, entre otras, en la teoría del Self
desarrollada por F. Perls, R. Hefferline y P. Goodman en 1951. En todo momento estaré
hablando del antídoto que nuestra teorización aporta frente al individualismo y aislamiento
imperantes, en el sentido de que nuestra teorización nos ofrece las nociones de contacto y de
experiencia, de ajuste creador o conservador, en un campo y una situación dados. Así podemos
leer en el libro Terapia Gestalt (1951) que:
Cada acto de contactar es una totalidad formada de conciencia inmediata, respuesta
motora y sentimiento (una cooperación de los sistemas sensorial, muscular y
vegetativo), y este proceso de contacto se produce en la frontera-‐superficie en el campo
2 TODOROV, Tzvetan: La vida en común. Ensayo de antropología general. Madrid. Santillana, S.A. Taurus.
organismo / entorno. Preferimos esta formulación rara, más que decir "en la frontera
entre el organismo y el entorno", ya que, como hemos dicho, la definición del animal
incluye a su entorno. Por esto no tiene ningún sentido definir a un ser que respira sin
hablar del aire, a un ser que camina sin hablar de la gravedad y del suelo, a un ser
irascible sin los obstáculos que se encuentra […], la definición de un organismo es la
definición de un campo organismo / entorno3.
En el segundo epígrafe, la noción de frontera-‐contacto y de campo organismo-‐entorno
que acabo de citar, nos permitirá reflexionar sobre la co-‐dependencia, que es una manera de
dependencia, ya que exige que una de las partes sea débil y necesitada y que se mantenga como
tal. Plantearé que esta actitud quizá esté en la base de determinadas ayudas como la caridad.
En el tercer epígrafe del trabajo abordaré la dependencia que todos tenemos de nuestra
función Personalidad, es decir, de las representaciones que tenemos sobre nosotros o del
mundo que han ido conformando una identidad que nos es difícil flexibilizar. Es la que titularé
“dependencia de la Identidad”.
Y finalmente, dedicaré un cuarto apartado para hablar de la relación terapéutica vista
desde el paradigma de campo.
INTRODUCCIÓN
En occidente durante muchos años ha existido una teorización individualista o antisocial,
según la cual la primacía recaía sobre el individuo. Era la exaltación de lo único frente a lo
común. Lo social era visto como limitador de la libertad de la persona. La soledad como bien a
alcanzar. El saber popular dice al respecto que "el hombre es un lobo para el hombre". De
acuerdo a esto, el hombre es guiado por sus impulsos, por el interés, es asocial por naturaleza, y
como dirá Kant, ve en los demás a rivales u obstáculos que le impiden alcanzar la libertad, por
lo que desea que desaparezcan. Autores como Sade y Nietzsche son prototipos de este
pensamiento "moralista" que condena la vida en sociedad y presenta la soledad del individuo
como saludable, a la que sólo llegan unos pocos elegidos -‐los sabios-‐. Dentro de la psicología
ocurre lo mismo desde Freud y el psicoanálisis de los inicios, donde el sujeto está
fundamentalmente sólo y donde se opone "impulso" a "realidad exterior"4.
3 PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951): Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana. Madrid. Sociedad de Cultura Valle-‐Inclán, Colección “Los Libros del CTP” 2002. p. 43 4 Cfr. Tzvetan TODOROV : ob. cit. p 17 y ss.
Frente a esta tradición surge en el siglo XX una antropología filosófica llamada
"intersubjetiva" representada por autores como Martin Buber, Emmanuel Lévinas, Jurgen
Habermas o Merleau-‐Ponty5, donde lo social y el "otro" aparecen como definición misma del
sujeto y no como sus enemigos. Más que limitarlo lo concretan, la presencia del otro, de su
mirada, me asegura mi existencia. Incluso Bataille, que forma parte de la filosofía individualista,
escribe:
La estructura de cada hombre real no sería concebible si lo aisláramos de los
lazos que otros establecieron con él y que él mismo estableció con otros. La
independencia del hombre nunca ha dejado de ser más que un límite dado a la
interdependencia, sin la cual ninguna vida humana tendría lugar6.
También en el campo de la psicología encontramos, dentro del psicoanálisis, nuevos
aportes frente a la tradición individualista. Así Ferenczi afirma "que por más que descendamos
a lo más profundo del espíritu humano, nunca encontraremos un ser aislado sino sólo
relaciones con otros seres". En la misma línea encontramos a otros autores como Alice Balint
que se dedica al "amor primario" entre la madre y el niño; Michael Balint y su concepto de "falta
básica"; la escuela de M. Klein o a Fairbain con su psicoanálisis relacional. A Eric Fromm, K.
Horney, los interpersonalistas como Harry S. Sullivan, o D. Winnicott y su teoría del juego y del
"espacio potencial". Todos estos autores tienen en común intentar ir de lo individual a lo
relacional. Y por supuesto la Terapia Gestalt, que con la idea de "contacto" y "frontera contacto"
aborda la noción de psicología y de psicopatología desde una perspectiva totalmente nueva. Lo
psíquico deja de ser una instancia interior (la mente frente al cuerpo y el mundo exterior) para
ser concebido como función del campo formado por organismo y entorno. Jean-‐Marie Robine
escribe que "la terapia gestalt al centrarse en el contacto y el contactar, aborda el tema en una
dirección fundamental y original, en un registro sumamente primitivo, arcaico, ya que se trata
de los primeros movimientos, de los primeros "impulsos instintivos" en el campo
organismo-‐entorno"7.
5 ibid. p. 66
6ibid. p. 60
7 ROBINE, Jean-‐Marie : Contacto y relación en psicoterapia. Santiago de Chile. Cuatro Vientos, 1999 p. 49
En el PHG8 encontramos que "el contacto es la realidad más simple e inmediata9” y al
mismo tiempo es de una gran complejidad, pues implica crecimiento, emoción, conciencia
inmediata (awareness), ajuste creador. Supone la definición misma de lo psicológico, de la
experiencia, de la formación de una figura destacándose de un fondo. Este proceso de formación
de formas es un proceso dinámico que tiene lugar gracias a la colaboración inseparable de todos
los elementos del campo, ya que, a la necesidad y activación del organismo en el aquí y ahora,
aportan su energía las situaciones anteriores de la persona, a través de la función personalidad
del Self, así como las posibilidades del entorno, que son unificadas en la figura en curso.
"Sólo el golpeo del otro en mí me hace el que creo que soy en sí"
Gabriel Celaya
"En mi soledad he visto cosas muy claras/ que no son verdad"
Antonio Machado10
8 Abreviatura que a partir de este momento utilizaré para referirme al libro Terapia Gestalt, de Perls, Hefferline & Goodman de 1951
9 PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951) : ob. cit. p. 5
10 DOVAL, Gregorio: ob cit. La cita de Gabriel Celaya se encuentra en p. 381 cita n° 3430 la de Machado en p. 385 cita n°3490
ELOGIO DE LA INTER-‐DEPENDENCIA
Si buscamos en un diccionario de psicología podemos encontrar la siguiente definición
de dependencia: "funcionamiento no autónomo de una persona que necesita de la ayuda de los
demás para realizar sus actividades". Y hablando de la relación dice: "tipo de vínculo que se
establece entre personas en el cual se da una protección, apoyo y ayuda de una a la otra y/o un
sometimiento de una a la voluntad de la otra, y que suele implicar algún tipo de relación
afectiva "11.
Evidentemente no es a esta noción de dependencia a la que me refiero cuando pretendo
elogiarla. Pero sí que parece ser ésta la definición a la que se acogen aquellos/as que se
muestran autosuficientes; es lógico que siendo sensible a este tipo de relación, uno se vuelva
fóbico a todo tipo de relación donde aparezca un « nosotros » vivido como amenaza. De ahí se
justifica que algunas de las personas autosuficientes, cuyo prototipo aparecerá más tarde,
defiendan una independencia a ultranza.
Lo que realmente pretendo elogiar es la dependencia mutua de los unos para con los
otros. Esta dependencia mutua se llama interdependencia. Y es definida en los diccionarios
como "dependencia recíproca en una organización estructurada12”. La diferencia fundamental
respecto a las definiciones de la dependencia radica en el sustantivo "recíproca". Es éste el
carácter que quiero subrayar, pues lleva implícita la noción de autonomía, libertad, intimidad e
igualdad. Es un tipo de relación en el que ambos miembros de la diada crecen y se enriquecen
por y gracias a esta relación. De alguna manera la teoría de la terapia gestalt hace referencia a
esta noción de interdependencia cuando se dice que:
No existe una sola función en el animal que se realice sin objetos y entorno, ya se trate
de funciones vegetativas, como la alimentación o la sexualidad, de funciones sensoriales
o motoras, de sentimientos, de razonamiento. El significado de la rabia implica un
obstáculo que frustra; el significado de un razonamiento supone un problema por
resolver". [A esta inseparable interacción del organismo y del entorno, el «campo
organismo-‐entorno»] (…) Y vamos a recordar que cuando teoricemos sobre impulsos,
11 BIBLiOTECA DE CONSULTA LAROUSSE: Diccionario de Psicología. Barcelona. Spes editorial, S.L. y RBA Promociones Editoriales S.L. 2003 p. 68
12 MERANI, Alberto L.: Diccionario de Psicología. Barcelona. Edit. Grijalbo, 1982
emociones, etc., siempre nos vamos a estar refiriendo a un campo de interacción y no a
un animal aislado" (…) La relación entre organismo/entorno humano es, por supuesto,
no sólo física sino también social. [la terapia gestalt aborda al ser humano desde un
punto de vista unitario considerando tanto los factores animales, y físicos, como los
culturales y sociales]13.
Crecemos y aprendemos en sociedad, con nuestros padres, dentro de la fratría, los amigos del
vecindario, los del colegio, nuestros maestros, el grupo de pertenencia. Nuestra evolución y
nuestro crecimiento son el resultado del contacto creador con el entorno. En esta definición se
nos recuerda que nuestra dependencia de los otros y viceversa es lo que nos hace crecer y
evolucionar mutuamente. Soy transformado en mi contacto con lo diferente a mí y soy,
asimismo, transformador del entorno.
Isadore From y Michael Vincent Miller lo describen así: "el intercambio que se da sin
cesar entre el organismo humano y su entorno circundante en todas las áreas de la vida; este
intercambio ata mutua e inextricablemente a la persona con el mundo"14. Pero esta atadura da
sentido a ambos elementos del campo. La "necesidad de consideración", en el sentido de "ser
mirado" por el otro que introdujo Rousseau, ha encontrado en la psicología moderna su
confirmación. La mirada del padre o de la madre es el primer espejo en el cual el niño se ve. Es
la mirada que me reconoce, que me da la existencia. Supone la adquisición de la conciencia del
otro (el que me mira) y de mí mismo (aquel que es mirado). Es como decir, "me ven luego
existo"15.
Willliam James escribe lo siguiente a propósito del "sí mismo social": "no podría
imaginarme un castigo más monstruoso, aunque físicamente es imposible, que abandonar a un
individuo en una sociedad y hacer que pasara totalmente desapercibido para sus miembros"16.
Existe la necesidad de sobrevivir que se satisface con bienes como la comida y el
descanso, y la necesidad de existir, la necesidad de ser reconfortado que se satisface con el
contacto con otros seres humanos. Porque como lo han demostrado los experimentos de
Harlow con crías de monos y otros experimentos que se han hecho con ratones "no sólo de pan
vive el hombre"[ni los animales]. Harlow vino a demostrar que el contacto con la piel o algo 13 PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951): ob. cit. pp. 6 y 7
14 PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951) : ob. cit. p. 30
15 TODOROV, Tzvetan : ob. cit. p. 102-‐103.
16 DOVAL, Gregorio : ob. cit. p. 381, cita 3446
que se pareciera lo más posible a la piel de la madre (un peluche) era preferido por los monos.
Se hizo el siguiente experimento con ratones: un ratón sale a comer, recorre el laberinto y
encuentra la comida, luego vuelve a su cubículo; un segundo ratón sigue el mismo proceso con
la novedad de recibir una pequeña molestia (en forma de descarga eléctrica) durante su
recorrido; un tercer ratón era cogido en brazos por el experimentador que le daba de comer.
Uno de los ratones engordó más que los otros dos, y uno murió al cabo de un tiempo. ¿Cuál de
ellos? Esta experiencia, debe ser bien conocida en la sección de prematuros de los hospitales.
Ya que, siempre que es posible, el personal sanitario deja entrar a la madre para que alimente a
su bebé, pues está comprobado que si a la alimentación se le une el contacto con la madre, el
bebé aumenta más de peso, su desarrollo se acelera y puede salir antes de la incubadora.
Porque de la misma manera que se necesita del alimento se necesita del reconocimiento, tanto
para sobrevivir, como para existir. Como habréis podido adivinar el ratón que murió fue aquel
que no recibió nada más que comida. El que recibía descargas, de alguna manera, sabía que no
estaba sólo.
Pero de los distintos tipos de reconocimiento (tanto el que se produce por validación
como el que se produce a través del rechazo) hablaremos más tarde. Ahora vamos a dar un
paseo por aquellas necesidades del ser humano que lo vinculan al otro. Gershen Kauffman
(1989) describe una serie de necesidades primarias, que ha llamado "necesidades
interpersonales básicas"17. Subrayo lo de interpersonales. Las necesidades a las que se refiere
son las siguientes:
Necesidad de relación. Formar y mantener una relación con otra persona, que sea
mutuamente satisfactoria, es una necesidad interpersonal fundamental e indispensable para la
maduración humana. Es una situación que incumbe y afecta tanto al niño como al adulto, pues
ambos tienen expectativas respecto al otro. Y es esta reciprocidad de gozo e interés mutuo lo
que les asegura que la relación es genuina, y les hace saber que uno es especial para el otro.
Los trabajos en Psicología evolutiva, entre ellos los de Stern han demostrado que el niño
tenía la capacidad innata de responder al adulto. Moritz [citado por Todorov] escribe "la
confianza en uno mismo es tan indispensable para nuestra vida moral como la respiración para
nuestra actividad física"18.
En base a esta necesidad, sugiero que la baja auto-‐estima, no se soluciona, de manera
17 KAUFMAN, Gershen : Psicología de la vergüenza.Teoría y tratamiento de sus síndromes. Barcelona, Edit. Herder, 1994. Información más detallada sobre estas necesidades las encontrará el lector en las pp. 102-‐123
18 TODOROV, Tzvetan : ob. cit. p. 91
profunda, trabajando en la línea de sugerir ejercicios destinados a que la persona se estime a sí
mismo, pues este tipo de trabajos coloca en el territorio de lo individual, lo que surgió en el
territorio de la relación, por lo que es a través de la relación y del reconocimiento como se
soluciona. Se olvida que la autoestima se fomenta y construye con otros. Podemos decir que
antes de ser auto-‐estima ha sido altero-‐estima. Cuando siento un vacío en mi interior, frialdad y
ausencia de sentimientos, es porque no he recibido desde fuera de mí, la llama que pueda
calentar mi interior.
Necesidad de tocarse y abrazarse. Forma parte de la necesidad de ser reconfortado19. A
través del tacto se expresa cuidado, protección, ternura… El tacto da seguridad y es la base de
la confianza. Es la necesidad de acurrucarse y sentir la protección del abrazo de un adulto. He
podido observar cómo en determinadas personas, la necesidad de recibir un abrazo se ve
transformada, mediante la retroflexión -‐en concreto por la llamada proflexión20 la persona que
necesita recibir un abrazo es la que los da a los demás… Suelen ser personas "dadoras" de
abrazos. Allí donde la necesidad es la de recibir, uno ofrece. Cuando preguntas a estas personas
qué necesitan, si la respuesta es "necesito un abrazo de tal persona…", podemos observar que
al ejecutar la experiencia del abrazo, son ellas la parte activa o en el mejor de los casos reciben,
al mismo tiempo que dan con fuerza. Y desde luego no es la misma experiencia la de abrazar a
alguien que la de dejarse abrazar21. Y por tanto no cubre la misma necesidad.
Aparentemente no es una retroflexión pues se ha alcanzado el entorno. Pero la persona
19 Cfr. TODOROV, Tzvetan : ob. cit pp. 102,103
20 La proflexión fue una interrupción de contacto que introdujo la gestaltista Sylvia Crocker, que consiste en hacer a los demás aquello que nos gustaría recibir
21 En neuropsicología se llama "descarga consecuente" a la capacidad de discriminar si uno ha iniciado el movimiento o si este le ha sido impuesto. Es un tipo de señal que informa al cerebro de que la acción va a producirse. Estas señales están presentes en el movimiento activo y ausentes en el pasivo. "Tenemos aquí otro mecanismo de anticipación (feedforward) que permite a un individuo diferenciar lo que está haciendo de lo que se le está haciendo. Cuando el mecanismo de la descarga consecuente funciona mal, puede que las imaginaciones y los pensamientos propios se atribuyan a otros, lo cual es una forma de alucinación" Cfr. David FREIDES : Trastornos del desarrollo : un enfoque neuropsicológico. Barcelona. Ariel Neurociencia, 2002 p. 74,75
se siente insatisfecha, porque lo que experimenta es un sucedáneo de la necesidad original.
En terapia se previene contra el contacto físico terapeuta-‐paciente, que se supone puede
conducir a múltiples equívocos, cuando no a la manipulación por parte del terapeuta. He de
decir, que aun estando de acuerdo con esta regla, de manera general, no dejo de pensar que
quien emitió esta regla tenía un problema con el contacto físico. Y que como otras tantas reglas,
o conceptos de la psicoterapia los hemos heredado, sin integrar, de un modelo individualista
–el psicoanálisis y el conductismo-‐. Es cierto que hay que tener cuidado, cierto, pero no más
que con el uso del lenguaje, que puede ser, en manos de alguien mal intencionado, una
excelente arma de manipulación.
Simplemente añadir, que en ocasiones un simple abrazo es más curativo que muchas
palabras, cuando no la única salida a determinadas heridas. Recordemos el caso de los bebés y
la incubadora antes mencionado.
Necesidad de identificación. De nuevo la mirada aparece como vínculo. Mirar
directamente a los ojos de otra persona, y mantener la mirada, es una forma intensa de
comunicación. La primera experiencia de observación a través de la mirada es la que se da
entre la madre y el bebé en el amamantamiento. Nos identificamos con aquel que admiramos lo
que nos proporciona la sensación de pertenencia, de comunidad con el otro. Cada vez que el yo
está necesitado de dirección o preparación para poder afrontar situaciones inciertas o
amenazadoras, la presencia de una figura de identificación mantiene la seguridad interior a la
par que capacita a un yo todavía inmaduro para navegar a través de lo desconocido.
Esta necesidad también ha sido llamada la búsqueda de reconocimiento por
conformidad22. Buscamos nuestro valor a través de la igualdad, asumimos la moralidad (los
usos y costumbres) del grupo de pertenencia.
Necesidad de diferenciación. Asegurada la necesidad de pertenencia, evolutivamente nos
encontraremos con la necesidad de individuación. Es una necesidad típica aunque no exclusiva
de la adolescencia. En un proceso saludable, la persona sale de la identificación mediante el
22 cfr. TODOROV, Tzvetan : ob. cit p.121
cuestionamiento de lo que antes había aceptado como bueno, de manera que puede aceptar e
integrar aquellos valores con los que se identifica y rechazar aquellos otros con los que no. Es
un proceso que indica e implica madurez. A menudo pregunto a mis estudiantes ¿sabéis
cuando termina la adolescencia? … Después de un breve silencio, respondo "la adolescencia
termina cuando hago lo que deseo aunque coincida con los deseos de mis padres". Así como en
la necesidad de identificación nos encontrábamos con el reconocimiento de conformidad, aquí
nos encontramos con el reconocimiento de distinción. Es decir, lo que me da valor y me hace
sentirme orgulloso es ser diferente, destacar en algo.
Hay que distinguir entre reconocimiento en sentido estricto que es el que valida nuestra
existencia, del reconocimiento de confirmación, que sólo afecta a nuestro valor. Subrayo esta
distinción pues cuando alguien propone pasa de lo que digan los demás, no dependas de su
opinión, nos estaremos refiriendo al reconocimiento parcial o de valor. Esta posición
autosuficiente, o de desprecio al juicio del otro no pone en duda nuestra existencia, sino sólo
un aspecto de quienes somos.
Necesidad de cuidar. Hace referencia a la necesidad de ayudar, de dar y de confortar a
los demás. Ya los niños muestran tal necesidad, que establece reciprocidad con el adulto. Así el
niño ofrece su "caca" como regalo, hace otro tipo de obsequios como preparar un postre (que
quizá sea incomible), quiere peinarte, te da su amor. El niño necesita además de sentirse
querido, que se cubriría con la necesidad de relación antes expuesta, saber que lo que ofrece,
su amor, sus actos, se aceptan como algo bueno.
Necesidad de afirmación. Corresponde a la necesidad de ser admirado y valorado. Es una
necesidad que permanece toda la vida, empieza por los padres, continua con los amigos, con
los profesores, etc. Lejos de ser una deficiencia sugiere vínculo, respeto, confianza. Muchas
personas se sienten desdichadas porque no creen tener ningún valor. No sirve de mucho que se
lo señalemos, deben saber reclamarlo y una buena manera es encontrando algo que ofrecernos,
para ser admirado. He aquí un ejemplo clínico:
En una sesión de grupo, estaba realizando un trabajo con una mujer y hacia el
final del trabajo le pregunto si necesita algo más de mí. Me responde que un
abrazo. Por el trabajo realizado, he llegado a comprender que es una mujer que se
deprecia. No se aprecia y su petición surge desde alguien que casi no tiene derecho
a recibir. Antes de darle el abrazo le pregunto, para qué le servirá, y aparece la
"necesidad del contacto reconfortante". Pero antes de acceder a dárselo, le digo
"yo te daré el abrazo si tu me das a cambio, algo que tenga valor para ti"
[pretendo establecer reciprocidad, y alternancia entre dar y recibir]. Los dos de pie
en medio del grupo…, pasó cierto tiempo, pues como era de imaginar, no
encontraba nada de valor en ella que me pudiera ofrecer. Al final encontró una
cosa, valoraba su sonrisa, en especial cuando le sonreían los ojos, y me la ofreció.
En ese momento hubo intercambio. Pasado un cierto tiempo me pude enterar que
en las semanas que siguieron al taller, esta mujer que tenía una constitución más
bien obesa, y con problemas de bulimia, perdió 10 kgs.
Necesidad de poder. Corresponde esta necesidad a nuestra definición de creatividad,
cuando hablamos de ajuste creador, pues la necesidad de poder, lejos de querer decir
abuso de fuerza, o autoridad, es definida por Kauffman como "necesidad de ser capaz de
influir sobre el entorno de uno, de tener un impacto, de ser escuchado".
Hasta aquí las necesidades citadas por Kauffman, que como vemos implican un entorno
y se dan en relación con "otro". El autor nos dirá que la falla en alguna de ellas generará
vergüenza, y provocará angustia, patología y la búsqueda de soluciones, más o menos
ajustadas. Y apuntalan mi intención de mostrar que no somos autosuficientes, como bien
indican Goodman y Perls en 1951.
Pero el Perls tardío también escribe: "Ningún individuo es autosuficiente; el individuo
puede existir únicamente en un campo ambiental. El individuo es, inevitablemente en todo
momento, parte de algún campo". Para más adelante añadir "el ambiente y el organismo están
en una relación de reciprocidad. Ninguno es víctima del otro. Su relación es de hecho una
relación de opuestos dialécticos".23
Fritz Perls escribió también, que la madurez consiste en el paso de apoyo ambiental al
auto apoyo. Esta frase ha sido a menudo mal interpretada, ya que algunos lo han tomado como
llegar a hacer uno por sí mismo y para sí mismo, sin tener que depender de los demás. En
realidad Perls no hace sino ofrecer la definición que sobre madurez podemos encontrar en un
diccionario, a saber, la adquisición de autonomía.
La persona autónoma en modo alguno rechaza su necesidad de los demás. Sabe que
puede hacer las cosas por sí misma, pero que para realizar la mayoría de las cosas necesita de
los otros. La autonomía aparece definida en los diccionarios de dos maneras, como
autonomía primaria, a la que hace referencia Perls, que se define como "la independencia que
el niño adquiere respecto de su medio al aprender a comer solo, a caminar, a leer etc."; y la
23 PERLS, Fritz : El enfoque guestáltico. Testimonios de terapia. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos, 1976 pp. 29 y 31.
autonomía secundaria que es la "actitud del sujeto mediante la cual ejerce su propia
individualidad frente a los demás y que traduce las propias creencias y valores"24.
Por tanto saberse manejar en cosas en las que antes no sabíamos, y saber defender
nuestra opinión y valores no es lo mismo que aislarse del mundo. Y desde luego auto-‐apoyo no
es lo mismo que autosuficiencia, aunque en alguna época de la Terapia Gestalt se hayan
confundido.
Todorov sugiere como conjunción de lo individual y lo social lo que él llama alternancia,
y que considera que es propio de las parejas de largo recorrido. Me ha gustado enormemente
encontrarme con este concepto, pues mis estudiantes reconocerán en estas palabras, aquellas
que me han oído en más de una ocasión al referirme al hecho de pedir. Todorov define la
alternancia como:
El reclamo que tú me diriges, a saber responderte en tu existencia, me aporta la
confirmación de la mía: yo soy reconocido como aquel que tú necesitas. Y por mi parte,
mi reclamo de reconocimiento no te exaspera, por el contrario, te otorga incluso un
estatus excepcional, puesto que eres el único (la única) que puede otorgármelo. La
cooperación es mucho más provechosa para cada uno de los miembros de la pareja de lo
que hubieran sido sus egoísmos paralelos; contrariamente a lo que afirman los
partidarios de la psicología individualista, el sujeto encuentra su provecho en la
existencia del otro, no en su supresión; al hacerlo existir aseguro mi propia
existencia"25.
24 BIBLIOTECA DE CONSULTA LAROUSSE :Diccionario de Psicología. Barcelona. Spes editorial, S.L. y RBA Promociones Editoriales S.L. 2003 p. 29
25 TODOROV, Tzevetan. ob.cit., p. 160-‐161
LA co-‐DEPENDENCIA
Cuando hablamos de personalidades dependientes, normalmente nos referimos a la
persona que presenta un problema de dependencia y/o adicción, sea del tipo que sea. Pero
solemos perder de vista el otro polo del campo. Así pues, rara vez nos paramos a pensar en qué
tipo de entorno se ha desarrollado, o se muestra y mantiene tal dependencia. Los gestaltistas
sabemos sin embargo, que existiendo un campo, y un desequilibrio en ese campo, la persona
encontrará la respuesta más ajustada, dadas las circunstancias. Y que esta respuesta, tenderá a
restaurar el equilibrio más simple. Si tenemos en cuenta esta consideración, podemos pensar
que la persona con tendencia a establecer relaciones confluentes, se ha encontrado en algún
momento de su vida obligada a dar una respuesta que convenía al equilibrio del sistema. En la
actualidad, y debido a su ajuste conservador cronificado, se encontrará con otros entornos que
favorezcan la repetición de su comportamiento. Por tanto, en un análisis de la situación,
habremos de tener en cuenta el contexto donde tal actitud se manifiesta, ya que con toda
seguridad encontraremos en la otra parte del campo una actitud que, o bien favorece o bien se
beneficia de la actitud dependiente.
Cuando nos encontramos una relación, sea de pareja o de otro tipo, donde una de las
partes presenta una adicción, solemos sentir simpatía por la víctima del adicto. Pero tal vez, la
supuesta víctima de la persona dependiente, necesite de ésta a su lado para mantener intacta su
identidad. Esa otra parte del campo, no tolerará cambios absolutos en la persona dependiente,
ya que ello cuestionaría su identidad y autoestima. Y desde luego es muy evidente que en las
otras situaciones de enganche, "los camellos", también necesitan de personas dependientes
para mantener sus beneficios.
En este apartado, me referiré a las actitudes de cuidado hacia los demás que han
derivado en enganche y dependencia tóxica. Porque si bien, como hemos visto más arriba, la
necesidad de cuidar es una necesidad básica, como tal, intenta establecer una relación de
reciprocidad, una cierta igualdad. Pero las actitudes co-‐dependientes, o ciertas actitudes
caritativas necesitan para su mantenimiento y su justificación, que la desigualdad y la
dependencia se mantengan.
A nivel de relaciones personales y afectivas, estaremos hablando de las personalidades
co-‐dependientes. En Wikipedia encontramos la siguiente definición sobre la codependencia:"
condición psicológica en la cual alguien manifiesta una excesiva, y a menudo inapropiada,
preocupación por las dificultades de alguien más".
Como se puede apreciar, la co-‐dependencia es distinta a la inter-‐dependencia y a su vez
la niega. Pues esta segunda, está basada en una relación de igualdad, de intimidad y de
reciprocidad. La co-‐dependencia, sin embargo, requiere desequilibrio en la relación, es
necesaria la presencia de un cuidador y de un cuidado, sin alternancia de los roles. No hay por
tanto, ni intimidad, ni igualdad, ni reciprocidad.
Las personalidades co-‐dependientes presentan características similares entre las que
destacan : necesidad de tenerlo todo bajo control, desconfianza, perfeccionismo,
hiperprotección, hipervigilancia –invalidando al otro con esta actitud-‐, obsesivas, baja
autoestima, que se ve aumentada gracias al hecho de sentirse útil para el otro. Cuando la
relación fracasa la persona co-‐dependiente puede presentar síntomas como fobia social,
ataques de ansiedad o de pánico y depresión.
Por tanto, a nivel de relaciones personales cabría preguntarse: ¿quién depende
realmente de quien? Pregunta que tampoco es pertinente plantearse desde la teoría del campo,
puesto que responder a dicha pregunta supone estar en el mismo nivel lógico que antes, cuando
considerábamos al sujeto dependiente aisladamente. Dicho en otras palabras, supone
mantenernos en una posición que explica los hechos por causa-‐efecto. O ¿quién es el culpable?
Si operamos así, analizamos los hechos desde el paradigma individualista y no desde el que nos
es propio, el del campo, que nos conduce a contemplar la situación como contacto y desde la
perspectiva de una co-‐responsabilidad en la creación de dicha relación. Recordemos de nuevo a
K. Lewin:
La verdadera tarea es buscar las propiedades estructurales de un todo dado, constatar
las relaciones que ese todo mantiene con los todos subsidiarios y determinar las
fronteras del sistema que estudiamos. No es más verdad en psicología que en física que
toda cosa depende de todo el resto26.
Es el momento de recordar que el principio organizador del campo pertenece al campo
que él mismo define y crea, y él mismo está sometido a las fuerzas de este campo. La
persona co-‐dependiente sería el principio organizador del campo. Malcolm Parlett27
retomando las investigaciones de la teoría del campo en la Psicología de la Gestalt habla
de cinco grandes principios, de los que me extiendo un poco más en tres para el presente
trabajo:
El principio de organización. El significado proviene de una consideración de la situación
total, de la totalidad de los hechos co-‐existentes. «La significación de un simple hecho
26 Citado en PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951) : ob. cit. p. 67
27 Citado por Jean-‐Marie Robine en: Contacto y relación en psicoterapia. Santiago de Chile. Cuatro Vientos, 1999 pp. 195 y 196
depende de su posición en el campo; (...) las diferentes partes del campo están en
inter-‐dependencia recíproca». Con esta afirmación Lewin nos invita a ir más allá de las
propiedades permanentes de los objetos para centrarnos en la interdependencia. Lewin
no niega que existan invariantes en la estructura de la situación: estructura y función no
están separadas sino que son dos acercamientos a una totalidad inseparable. El principio
de contemporaneidad. Es en el campo presente que se ejercen la constelación de
influencias que “explican” el comportamiento presente. Forman parte de este presente,
el pasado-‐recordado-‐ahora y el futuro-‐anticipado ahora, tal y como los vive la persona.
El principio de singularidad. Viene a decir que los significados de cada situación se deben
construir de manera individualizada para cada campo. El principio de proceso cambiante.
Este principio nos habla de la provisionalidad de la experiencia. El principio de una
posible relación pertinente. Según este principio, ninguna parte del campo puede ser
excluida o considerada como no pertinente, es decir, que todo elemento del campo forma
parte de la organización total y es potencialmente significativo.
Así pues, cualquier cambio en una parte del campo moviliza y afecta al campo en su
globalidad, así como a sus elementos constitutivos. Como veremos más adelante, determinadas
actitudes caritativas y determinadas posiciones victimistas están basadas en este principio. Mi
hipótesis es que las actitudes co-‐dependientes, al igual que determinadas actitudes de ayuda,
son intentos de superar la experiencia de la falta de reconocimiento.
Todorov28 menciona diferentes actitudes paliativas respecto a la necesidad de
reconocimiento que no se ha visto satisfecha. Me centraré en tres de ellas: la fusión, el orgullo y
las actitudes caritativas.
La fusión, no sólo significa estar abierto en parte, para recibir el reconocimiento, sino
que supone estar totalmente abierto, y a cualquiera. Sentimiento de simbiosis, donde falla lo
que es consustancial a la existencia humana, el sentimiento de incomplétude que nos orienta
hacia el otro. En la confluencia el otro es transformado en objeto, ya no es un sujeto y lo
amenaza con la absorción. Aislamiento y fusión son opuestos, pero idénticos en su radicalidad.
En la fusión no hay contacto, de hecho decimos en terapia gestalt que la confluencia es lo
opuesto al contacto, pues ha desaparecido la frontera-‐contacto. El aislamiento será el
equivalente del comportamiento egotista.
28 De manera más amplia se pueden encontrar en Tzvetan TODOROV: ob. cit. pp. 146 y ss.
Otra manera es el orgullo, en el sentido en que sutilmente retiro a los demás la capacidad
de sancionarme. Yo, únicamente, detento el poder de la auto-‐sanción. El orgullo es diferente a la
jactancia, puesto que mientras en ésta la persona tiene necesidad de los demás como auditorio
de sus hazañas; el orgulloso desprecia a los otros, no se rebaja a considerarlos. Puede aparecer
como modesto, exigente consigo mismo. Se acerca "al ser autosuficiente", pues para no
depender de los otros, y así admitir su incomplétude, busca saber hacer todo por sí mismo, es
hábil tanto en el plano físico como mental, sabe cuidarse. Su voluntad de autonomía le preserva
incluso de la enfermedad, que es dependencia. Lo que no hay que olvidar aquí, de nuevo, es que
la auto-‐sanción es sanción internalizada. Pero además el orgulloso, necesita a su lado de los
otros a los que no necesita, pues ello le confirma en su independencia. Niega el reconocimiento
indirecto, porque ni eso necesita, lo hace todo mejor que los demás. Estar a su lado es mucho
más insufrible, que estar frente a un jactancioso. Porque uno siente la impotencia generada por
el sentimiento de no ser necesitado.
Ciertas actitudes caritativas, pertenecerían a la forma de la auto-‐sanción del orgulloso/a.
La persona da su tiempo, su dinero, sus fuerzas, sin pedir contrapartida. Los demás (enfermos,
pobres, los que están en peligro) son los necesitados. Evidentemente que este comportamiento
no es tan altruista como parece, pues está la sanción indirecta, es decir, aquella que se obtiene
como premio a mi acción, la admiración por la dedicación otorgada o la gratitud. Propongo que
en la caridad como dependencia, más que la gratitud, lo que se busca es el endeudamiento. El
otro es visto como alguien que necesita recibir, pero al que le sustraigo la necesidad de dar, que
haría que el otro se sintiera necesario. La caridad sistemática no autoriza la reciprocidad.
Otra ventaja de dar ayuda es que al ocuparse de las necesidades de los otros uno se
olvida de las propias. Pienso en los otros para no pensar en mí mismo, que tal vez es la cosa que
más miedo me da en el mundo, así consigo que siempre haya alguien peor, más necesitado. Este
es el caso que más he podido observar en mi consulta. El de personas deprimidas, que han
perdido la fe, insatisfechas con sus vidas y que han dedicado una importante parte de sus
esfuerzos como asistentes sociales, cooperantes, miembros de ONG's, etc. Está claro, que su
actitud caritativa ha ayudado a muchas personas, pues lo hacían de buena fe, pero ellas se
sienten vacías. Suelen ser personas con una gran necesidad de cuidados, que no saben pedir, y
con gran dificultad para contactar con sus necesidades.
Además de las tres actitudes que acabo de mencionar, existe otra que es "la
victimización". La persona que asume el rol de víctima, acaba siendo motivo de primera página,
y es admirada por los demás.
Un ejemplo particular de víctimas, son las mujeres nacidas en la década de los 20, o 30
del pasado siglo, que tuvieron que encontrar su "valor" en el sufrimiento, y la dedicación
abnegada a marido e hijos. Estas mujeres, al hablar entre ellas parecían competir para ver cuál
era la mejor madre, o la mejor esposa y para ello esgrimían un currículo lleno de pesares,
frustraciones y desengaños. Que quién tiene unos hijos que la hagan sufrir más, que quién tiene
peor marido…etc. Sus méritos para ser alguien, iban directamente relacionados con el
sufrimiento vivido. En un país como España, oficialmente católico durante años, se comentaba
que hacían méritos para ganarse el cielo. El reconocimiento pasaba, para ellas, a través del
sacrificio. Son mujeres a las que los valores dominantes en la sociedad, no les dejaron otra vía
para sentirse alguien, que la abnegación y la entrega.
Mientras redactaba este escrito tuve la ocasión de ver la película "Réquiem por un
sueño". En ella la madre del protagonista (Jared Leto) interpretada por Ellen Burstyn, es adicta
a la televisión y a las anfetaminas para adelgazar. En una escena su hijo le pide que deje las
pastillas antes de que sea demasiado tarde, y ella le habla de su soledad, pues su marido ha
muerto y el hijo no la visita. El hijo le dice que tiene a sus amigas, a lo que ella responde "no es lo
mismo, ellas no me necesitan". El deterioro de esta mujer empieza cuando no se siente
necesitada, cuando no puede cuidar a nadie. Porque el drama de la vejez no es necesitar a los
otros, sino que los otros no nos necesiten.
Muchas mujeres como las antes mencionadas llegan al momento en el que los hijos se
emancipan, y entran en depresión. O bien hacen que los hijos vayan a comer todos los días a
casa diciendo algo parecido a "como vosotros trabajáis los dos, la mamá os hará la comida y
coméis aquí". Conocí una pareja que 3 años después de casarse tenían intacta la cocina y los
enseres para cocinar pues todas las comidas del día, absolutamente todas, las hacían en casa de
la madre del marido. O también se convierten en canguros para los hijos de sus hijos. Uno
esperaría que alcanzada la libertad de la crianza, se dedicaran a vivir la relación de pareja, a las
amigas, a los viajes. Pero cualquier cambio en esta dirección amenaza su identidad. Muchos
hijos/as se desesperan al ver a sus madres, que tanto se habían quejado de las obligaciones,
atarse a otras obligaciones. Estos/as hijos/as no entienden que la libertad para pensar en sí
mismas y en el placer no forman parte de su función personalidad. Y generan una gran angustia.
Pero en otros casos, no se trata tanto de ser víctima como de asumir su estatus. Todorov
como Bückner, en las obras ya citadas, hablan de la guerra yugoslava en donde las atrocidades
cometidas se justificaban por las atrocidades recibidas. El verdugo se legitima convirtiéndose
en víctima. La víctima no busca tanto conseguir sus deseos, como reclamarlos. En la queja está
la satisfacción, y el reconocimiento. Si alcanzas aquello que dices necesitar la mirada del otro
hacia ti cambia; ya que pierdes interés para él. A la gente que se siente despreciable, víctima en
definitiva, no le podemos dar reconocimiento resaltando sus valores, no lo va a aceptar, pues
destruimos su mundo, se siente amenazado en su manera de existir. Ponemos en peligro su
identidad. Son esas personas que crean frustración en el otro, pues a cada solución propuesta,
son capaces de encontrar no un problema, sino dos. Más que darle algo que creemos que
necesitan, lo que las confirmaría en su victimismo, sugiero que les pidamos que nos den algo
que tenga valor para ellas...
Pascal Bruckner, se muestra más tajante cuando escribe:
Llamo inocencia a esa enfermedad del individualismo que consiste en tratar de
escapar de las consecuencias de los propios actos, a ese intento de gozar de los
beneficios de la libertad sin sufrir ninguno de sus inconvenientes. Se expande en
dos direcciones, el infantilismo y la victimización. En la primera, hay que
comprender la inocencia como parodia de la despreocupación y de la ignorancia
de los años de juventud; culmina en la figura del inmaduro perpetuo (aquel que
exige seguridad, al tiempo que reclama, sin cesar, ser llenado). En la segunda, es
sinónimo de angelismo, significa la falta de culpabilidad, la incapacidad de
cometer el mal y se encarna en la figura del mártir autoproclamado29.
Hemos de saber que la queja forma parte del rol de víctima. Por tanto oír a alguien
quejarse no quiere decir necesariamente que quiera ser ayudado, o que quiera cambiar su
situación. La queja comporta normalmente resignación, a diferencia de la protesta que tiende
hacia la provocación de un cambio.
Refiriéndose a la proliferación de ayudas y ayudantes, anónimos y famosos, Bruckner
dice:
Se corre el riesgo de buscar indigentes no para ayudarlos sino para descollar
gracias a
ellos, para acabar de pulir la propia imagen, apara saborear los deleites de la
beneficencia proclamada a los cuatro vientos. Soy bueno y quiero que se sepa. Los
desdichados ya no buscan una mano caritativa, sino que es el benefactor
impaciente
29 BRUCKNER, Pascal : La tentación de la inocencia. Barcelona. Edit. Anagrama, 1996 p. 15
quien busca una víctima a la que ayudar30.
La persona co-‐dependiente ha construido su existencia de tal manera, que teme a la
intimidad, al compromiso, a las relaciones de igualdad, miedo a perder el control de sus
emociones, y en particular miedo a la personalidad del otro, por eso buscan personas con una
autoestima aun más baja que la suya. En su familia de origen han sufrido una parentalización, y
por tanto han sido utilizadas y colocadas en una situación de ocuparse de cuestiones que
pertenecen al mundo de los adultos. Han sido llevadas a crecer prematuramente.
La patología extrema de las personalidades co-‐dependientes es el llamado síndrome de
Münchhausen por poderes. Donde la persona afectada, no sólo necesita de personas que
dependan de ella sino que es capaz de provocar la enfermedad, en su pareja o en un hijo, para
tener que cuidarlo.
"Ser libre significa en primer lugar gozar de los vínculos de afecto y reciprocidad que nos unen a nuestros semejantes y hacen que seamos personas con vínculos, personas llenas. Ser sujeto significa también estar sometido a otro, no considerarse nunca desembarazado de él, entrar en esa red de dones, de intercambios, de obligaciones que constituye el comercio humano."31
30 BRUCKNER, Pascal. ob.cit. p. 259
31 BRUCKNER, Pascal : ob. cit.
LA DEPENDENCIA DE LA IDENTIDAD
Italo Calvino escribió una trilogía : El barón rampante, El caballero inexistente y El
vizconde de mediado, con una clara intención moral. Según palabras del autor "he querido
hacer una trilogía de experiencias sobre cómo realizarse en tanto que seres humanos: en el
Caballero Inexistente la conquista del ser, en el Vizconde demediado la aspiración a la plenitud
por encima de las mutilaciones impuestas por la sociedad, en el Barón rampante una vía hacia
una plenitud no individualista alcanzable mediante la fidelidad a una autodeterminación
individual. Tres grados de acercamiento a la libertad"32. Fundamentalmente es en el Vizconde
demediado donde Calvino plantea la cuestión de la identidad.
Tener una identidad, es muy útil. Como copia verbal del Self la función personalidad, es
la encargada de enunciar esta identidad, al responder a la pregunta: ¿quién eres? Pero al
responder y dar una serie de calificativos que consideramos nos describen, otros aspectos
posibles son negados, de forma implícita. Al decir "yo soy…", también damos a entender "yo no
soy…". Según unos valores aprendidos, respecto a lo que son buenos y malos sentimientos. Es
decir, nos partimos en dos, negando una de las partes. Esta es precisamente la historia del
Vizconde, la historia de una partición. Pues una bala de cañón turca lo parte en dos,
sobreviviendo las dos mitades. Quien narra la historia dice hacia el final de la misma "así mi tío
Medardo volvió a ser un hombre entero, ni bueno ni malo, una mezcla de maldad y bondad, es
decir, no diferente en apariencia a lo que era antes de que lo partiesen en dos. Pero tenía la
experiencia de la una y la otra mitad refundidas juntas, y por tanto debía ser muy sabio"33.
Y esto viene a cuento de la identidad. Porque quien uno considera ser, es decir, cómo se
valora y cómo le valoran a uno, constituye un complejo de circunstancias surgidas en las
infinitas interacciones habidas en el curso de cada existencia. Es lo que en terapia gestalt
llamamos función personalidad. Esta función es de las tres funciones del self la más estable. La
función personalidad habla de la representación que yo tengo de mí y de los otros, habla de mis
experiencias vividas, tanto si han sido asimiladas como si no. Es lo que yo pienso que soy, (lo
que no quiere decir que yo sea eso), es el como yo me represento mi experiencia, y la historia
que me cuento y cuento al otro. Pero también incluye las creencias sobre cómo son las cosas.
Sin embargo, si es una función flexible, es de una enorme utilidad para el funcionamiento
32 CALVINO, Italo : Nuestros antepasados : El vizconde demediado, El barón rampante, El Caballero inexistente. Madrid. Alianza Tres, 1991. p. 405 [Aunque las obras han sido publicadas por separado, la edición que el autor ha utilizado es aquella en la que se reúnen las tres historias bajo un título común : NUESTROS ANTEPASADOS]
33 Ibid. p. 79
saludable del self, no obstante debido a las lealtades, a veces se vuelve rígida y no acepta
fácilmente el cuestionamiento. Vamos a intentar deshacer alguna de estas creencias, con
respecto al tema de la autosuficiencia.
Auto-‐apoyo no es autosuficiencia.
Volvamos a la confusión de auto-‐apoyo con autosuficiencia, y para ello retomaré las
palabras del propio Perls : "El auto-‐apoyo es distinto de la autosuficiencia. Cuando el paciente
termine su terapia no habrá perdido la necesidad de las otras personas. Por el contrario, por
primera vez encontrará satisfacciones en su contacto con los demás"34.
El concepto de auto-‐apoyo tiene que ver por tanto con la idea de contacto, que es
contacto con otras personas. En la obra póstuma de Perls, El enfoque gestáltico, ninguna de las
veces que aparece el concepto de auto-‐apoyo se puede confundir con otra cosa que no sea
nuestro ajuste creador. Siempre se hace referencia al campo organismo-‐entorno y a la toma de
conciencia por parte de la persona de sus necesidades en un campo dado, y de los recursos que
tiene a su alcance para resolver la situación. El auto-‐apoyo no tiene que ver por tanto con el
apoyo a sí mismo [como una mala traducción del inglés self-‐support puede dar a entender].
Laura Perls ha podido contribuir también a la confusión cuando utiliza el auto-‐apoyo, como
sinónimo del apoyo que uno puede obtener de su cuerpo: músculos, esqueleto, posición
corporal, manera de respirar, de caminar, de sentarse etc. Pero fomentar el auto-‐apoyo
representa fomentar los recursos en el paciente, para que ahora y después pueda salir de la
repetición y pueda volver a realizar ajustes creadores, teniendo en cuenta los recursos a su
alcance. Preguntas como: ¿qué deseas?, ¿qué quieres hacer? lejos de ser preguntas que tienden
al egotismo, son preguntas para facilitar "el darse cuenta" de las necesidades y los recursos en
una situación dada.
Fritz Perls en otros momentos, sobre todo cuando define la confluencia como relación
fusional, en lugar de definirla como "no conciencia de…", introduce la confusión. Gary Yontef lo
explica de la siguiente manera:
34 PERLS, Fritz : El enfoque guestáltico. Testimonios de terapia. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos, 1976 p. 113
Aun cuando la teoría básica de la terapia gestáltica acentúa el contacto y el apoyo
–el auto-‐apoyo para el contacto y el alejamiento interpersonal-‐, la poca claridad y
coherencia de la definición a menudo llevó a confusiones teórico-‐prácticas. Con
frecuencia el auto-‐apoyo se discutió de manera tal que se confundía con la
autosuficiencia y enseñaba una actitud abiertamente negativa frente a cualquier
indicio de confluencia. Con esto se oscurecía la importancia de la
interdependencia y cooperación en un funcionamiento normal y sano [las cursivas
son mías].
Esta confusión puede haber sido inducida por la negación de Perls y de otros terapeutas
gestálticos de su interdependencia35.
35 Cfr. YONTEF, Gary. Proceso y diálogo en terapia guestáltica. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos. 1995. P. 103-‐104
Saber pedir es signo de madurez
Con frecuencia encuentro que las personas que defienden la autosuficiencia no saben
pedir. En la clínica descubro que estas personas, durante su infancia, se han visto
desprotegidas, solas y amenazadas, cuando más necesitaban confiar en el entorno para hacer
frente a sus angustias y así poder madurar poco a poco; o bien se han visto engullidas,
invadidas, violadas en su intimidad (utilizados como objetos), por lo que han desarrollado una
autosuficiencia feroz y exagerada, o, como he dicho antes, han convertido su necesidad en la
contraria, mediante la formación reactiva, la negación de una necesidad a través de la sobre
compensación.
Normalmente las personas que no piden explícitamente aquello que necesitan justifican
de diversas maneras su posición. Una de ellas es pensar que si pido algo, lo obtenido no tiene
valor, porque lo he pedido. Actuamos según la representación que nos dice que el otro ha de dar
libremente, y que al pedirle, aquello que nos dará, no tiene valor pues no lo hace por deseo
propio. Desde esta presunción estamos considerando, que por el hecho de explicitar una
demanda el otro tiene que aceptarla. Es decir, estamos minusvalorando al otro, su capacidad
para decir no, y sin darnos cuenta restamos valor a nuestra relación con él. Esperamos que el
otro adivine nuestro deseo. Cuando en realidad, al pedir abiertamente liberamos al otro.
Porque el otro tiene la libertad para responder afirmativamente, negativamente o pedir más
información para tomar la decisión ahora o más tarde. Saber que el otro es capaz de negarse
crea confianza en la relación. Nos da una referencia sana, sabemos a qué atenernos y la otra
persona también. Por el contrario, cuando la petición es implícita o no se manifiesta, pero
esperamos que la otra persona la adivine, crea frustración, impotencia, manipulación -‐en
sentido peyorativo-‐del otro. Detrás de las racionalizaciones utilizadas para no pedir, está el
sentimiento de vergüenza, que acompaña al hecho de mostrarnos al otro, al hecho desnudar
nuestra intimidad y mostrar nuestro deseo.
Otro argumento utilizado para no pedir, es concebir la demanda como signo de
debilidad. La imagen de los desheredados de nuestras ciudades, de los mendigos de los
semáforos, viene como potente representación de aquello con lo que no queremos
identificarnos. La vergüenza ante nuestra necesidad, por tanto, ante cierta fragilidad, aparece
de nuevo. El culto a la imagen potente, poderosa y no necesitada será el antídoto. "Soy mejor
que ellos", "ellos son unos fracasados yo no", "la gente madura e integrada no tiene necesidad
de los demás". Y otras representaciones por el estilo.
Para mí, muy al contrario que en las suposiciones anteriores, saber pedir es un don que
implica confianza, fortaleza y madurez. Confianza en el otro, confianza en mí y confianza en la
relación. Cuando hay seguridad y confianza en el campo organismo / entorno la retroflexión no
es necesaria.
Saber pedir es una ofrenda al otro
Supone ofrecer, en el sentido de regalar, al otro mi deseo, mi necesidad. Es una posición
de madurez en la que la persona puede salir de la omnipotencia, para pasar a una relación de
reciprocidad, de igualdad. Con una demanda explícita estoy comunicando que el otro " es
importante para mí ", y que no sólo es merecedor de mi demanda, sino que es a quien he
elegido porque le considero capaz de ofrecérmela, sin chantajes, ni desconfianzas.
En la clínica esta problemática sobre el pedir aparece descrita como una variante de la
retroflexión. A veces al no saber pedir, enunciamos una queja, que es una petición encubierta y
manipuladora. O bien expresamos una necesidad ambigua. En los dos casos esperamos que los
"salvadores" que nos rodean sepan oír y hagan el esfuerzo para satisfacernos.
Aunque tal vez la interdependencia sea sinónimo de contacto, y por tanto su negación, la
autosuficiencia, tenga que ver con las diferentes modalidades neuróticas de contactar, en el
momento actual, me centraré en los dos tipos principales de perturbación del yo, que durante
el presente trabajo han aparecido con mayor frecuencia: la retroflexión y el egotismo. Esta
última, es una reacción casi fóbica frente a la angustia provocada por la confluencia (sana) y la
introyección –entendida como mecanismo que conduce al aprendizaje. Estas personas no
aceptan con facilidad la nutrición exterior. Todo lo saben, cualquier propuesta del terapeuta
recibe una respuesta del tipo "ya se lo que me vas a decir, no es nuevo para mí". Necesitan
tener el control en todo momento, para que la novedad no les pille desprevenidos y sin
defensas. En la película El indomable Will Hunting [Good Will Hunting 36 ], el personaje
interpretado por Matt Damon estudia previamente a todos los terapeutas que intentan trabajar con él
para tener el control de la relación.
Maslow dice "las necesidades de seguridad, pertenencia, relaciones amorosas y respeto
sólo pueden ser satisfechas por los demás, es decir, desde fuera de la persona"37. Pero a
menudo nos encontramos con personas que temen el compromiso, el encuentro, que temen
reconocer sus limitaciones, sus necesidades del otro, sus responsabilidades con los otros y con
el medio ambiente. Actualmente hay todo un movimiento sociológico y político a nivel mundial
que habla de la interdependencia. Movimiento que me parece más saludable que el de la
globalización, que en lugar de fomentar las diferencias, tiende a uniformizarlas.
36 El indomable Will Hunting [Good Will Hunting]. Director : Gus Van Sant, 1998. Esta película plantea, a mi entender, muchos de los temas que se han desarrollado en el presente trabajo. Malos tratos, desconfianza en el entorno, autosuficiencia reactiva para sobrevivir al dolor, anestesia de los sentimientos tiernos, etc. Pero un análisis pormenorizado escapa al presente escrito.
37 MASLOW, Abraham. El hombre autorrealizado. Barcelona. Ed. Kairós. 1989 p. 67
Convivencia vs egocentrismo
De nuevo tenemos aquí una dicotomía, sustentada por años de tradición, incluso
psicológica. Semejante a la dicotomía altruismo vs egoísmo. Esta última división ha sido
cuestionada por Maslow, que encontró en las personas que se auto-‐realizan una mezcla de
altruismo y egoísmo (entendido en la línea de saludable egoísmo que autores como E. Fromm
han propuesto) funcionando no de manera excluyente sino integrada. Pero investigaciones
recientes de Psicología Social, consideran cuestionable la postura altruista, pues en el fondo de
todo comportamiento llamado altruista se encuentra la búsqueda de algún tipo de recompensa.
Más arriba hemos hecho referencia al reconocimiento indirecto que se obtiene al prodigar una
ayuda.
Volviendo a la dicotomía de este apartado, quiero retomar la cita de Maslow arriba
mencionada. En ella se reconoce la necesidad del entorno para satisfacer nuestras necesidades
y es por ello que la he utilizado. Pero siendo honestos, en el mismo capítulo Maslow critica esta
dependencia del entorno, y llega a considerar como una falta de realización tal dependencia. Su
hipótesis es que las personas que se autorealizan tienden a la autosuficiencia. Planteamiento
parecido al de las corrientes antisociales que decían que el hombre es individualista y que en la
sabiduría tiende a la soledad, pues no necesita de los demás, que es un signo de debilidad y de
gente menos desarrollada38 . Creo que si pensamos en la biografía de algunos genios,
podríamos estar de acuerdo. Pero sinceramente, me parece excesivo considerar la irascibilidad
y la asociabilidad de estas personas como algo saludable.
Como he ido desarrollando a lo largo del presente trabajo, prefiero pensar en la
comunidad y la convivencia como valores que indican madurez y que no son opuestos a cierto
grado de soledad o aislamiento. Pascal Bruckner habla de la convivencia en los siguientes
términos:
Fortalecer al individuo es vincularlo y no aislarlo, es enseñarle de nuevo el sentido de la
deuda, es decir de la responsabilidad, es reinsertarlo en diversas redes, en diversas
lealtades que hacen de él un fragmento de un conjunto más amplio, es abrirlo y no
limitarlo a sí mismo" […] " En vez de enfrentar en un combate estéril lo particular contra
la sociedad, hay que pensarlos en términos de antinomia, de fecunda oposición, puesto
que se engendran uno a otro39.
El organismo necesita del entorno para preservarse y crecer. Normalmente pongo el
ejemplo de la comida como evidencia de la necesidad de lo que es no-‐yo incluso para
sobrevivir. Si fuéramos autosuficientes nos comeríamos a nosotros mismos. La respiración se
ha puesto como paradigma de la interacción constante entre interior y exterior,
metafóricamente representa la alternancia en el proceso de dar y recibir. Es una función vital y
de su buen funcionamiento depende la vida. W. Reich nos indicó que es la primera función que
se bloquea ante una dificultad en la frontera contacto. En el PHG encontramos escrito :"La
respiración es una función fisiológica, pero la frecuencia de su necesidad del entorno es tan
frecuente y tan continua que está siempre a un paso de hacerse consciente […] y en la 38 Cfr MASLOW, A. : ob. cit. p. 67 y ss.
39 BRUCKNER, Pascal : ob. cit.. p. 284
respiración se puede ver, por excelencia, que el animal es un campo ; el entorno es "interno", y
el organismo es casi "externo"40.
En el egotismo sano, la persona quiere asegurarse, antes de fusionarse con el objeto, que
ha elegido bien, y que las posibilidades del fondo están agotadas. Quiere asegurarse que ha
hecho la mejor elección posible. La actitud visible será cierto retraimiento, tomar distancia,
lentitud, pero no rechazará el compromiso, al que tenderá cuando se sienta seguro con la
elección. Es una actitud consciente, deliberada y elegida, un elemento de seguridad antes de
dejarse ir en la fusión momentánea con el otro. No hay aislamiento es toma de distancia.
En el egotismo neurótico, la persona construye una torre de marfil en lugar de un
puente. Lo más importante es el sentimiento de autocontrol, de aislamiento. La persona
egotista intenta evitar las sorpresas, lo imprevisible y la mejor manera es tener el control sobre
todo y sobre todos. Le angustia la pérdida de control y el "nosotros". Ya que en el nosotros hay
un TÚ con características propias, capaz de responder por sí mismo. El egotista es como aquel
que escribe en solitario un diálogo de todos los personajes, pero que no soporta que los
personajes tengan voz propia. En las sesiones de terapia uno tiene la sensación de no tener
cabida, de no tener oportunidad para hablar, frente a estas personas. Otro símil que me viene
para ilustrar esta experiencia, es la de aquellas películas de cow-‐boys donde se decía "este
poblado es demasiado pequeño para los dos, forastero".
Evita las sorpresas del entorno buscando aislarse a sí mismo como única realidad: lo
hace "tomando control" del entorno y apropiándoselo. Recordemos la idea, ya expuesta, sobre
la tendencia actual al hágalo usted mismo, y la proliferación de bricoladores. La persona
intenta no necesitar a nadie, para ello tiene que saber de todo, adquirir los máximos
conocimientos técnicos, con lo que minimiza el impacto novedoso del entorno, convirtiéndolo
en algo accesible a él y desprovisto de sorpresas. Pero claro está, un entorno así no puede ni
nutrir ahora, ni curar la herida anterior. Pobre estrategia de supervivencia que nos lleva a la
inmovilidad, al aburrimiento, a la soledad.
Para conseguir una satisfacción directa necesita, al igual que la personalidad obsesiva,
compartimentar la vida. De esta manera regula la espontaneidad y le hace sentir
autosuficiente. En el egotismo el organismo está completamente aislado del entorno. Mientras
que la persona egótica se siente con fuerza, potente y consciente de todo. El self, que como
40 PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951) : ob. cit. p. 224
hemos dicho es el ajuste creador, el contacto con la novedad y la excitación, se siente vacío, sin
ninguna necesidad ni interés.
Otra manera de negar el impacto del entorno es la retroflexión. Recordemos que en la
retroflexión sana, la persona antes de dirigirse al entorno, confirma que se dan las condiciones
de seguridad en el campo para "ir hacia y tomar", o "ir hacia y transformar", y que no hay
peligro. Recordemos que la retroflexión, como modalidad de contacto libre y saludable consiste
en retener la acción, tomar tiempo para reconsiderar el acercamiento, comprobar que se dan
las condiciones en mí y en el entorno para el acercamiento. De no ser así no habrá encuentro, o
mejor dicho el encuentro se pospondrá para mejor ocasión, ya que la persona no renuncia al
encuentro transformador con el entorno. Es detener el encuentro ahora para realizarlo
después.
Cuando tal actitud no va acompañada de la función yo, la persona se toma a sí misma
como entorno. El entorno privilegiado del retroflector es él mismo: su cuerpo o su
personalidad, pues es lo que puede controlar más fácilmente, o bien busca sucedáneos seguros
de entorno (deflexión) o da a los demás aquello que desea recibir y no se atreve a pedir
(proflexión).
En la retroflexión, nunca se interrumpe del todo el contacto interpersonal. Y la
retroflexión siempre alcanza al entorno. Tomemos el ejemplo del sentimiento de inferioridad
constante, acompañado de auto-‐castigo, lástima hacia uno mismo. Uno cree que sólo le afecta a
él (el que sufre), pero la persona que vive al lado de alguien así, tiene que dedicar bastante
tiempo para compensar las autocríticas del otro. Recordándole continuamente que vale mucho,
que es inteligente… Por tanto, afecta a ambas partes. Y puede acabar siendo muy agotador para
la persona apoyadora. Tantas pruebas de amor cansan. Cuando la propia imagen está
perturbada, lo están también las relaciones interpersonales.
Quiénes consideramos ser, y cómo queremos ser vistos, se puede manifestar a través de
diferentes roles que vamos a jugar en cada uno de los aspectos de nuestra identidad: erótica,
corporal, actitudinal o intelectual.
La función personalidad es el resultado de las experiencias vividas, tanto si éstas han
sido asimiladas, como si no. Estas experiencias han trascurrido en un contexto social. En
nuestro aprendizaje influyen las lealtades a nuestro grupo, los usos y costumbres (la moralidad
en Goodman) del grupo de referencia y las actitudes retóricas. Ello conforma la imagen que
tenemos de nosotros mismos y la que mostramos a los demás, por tanto se convierte en la
imagen que ellos esperan de nosotros.
Existen un número considerable de pruebas de inteligencia, de habilidad o de
personalidad en donde se requiere solucionar un problema que en principio parece
irresoluble, aunque sabemos que debe tener una solución. Permitidme mencionar sólo dos
ejemplos: en uno se pide que dados nueve puntos, que se disponen en el papel de manera que
parecen un cuadrado, se solicita unirlos todos con cuatro trazos y sin levantar el lápiz del papel
; en otra prueba se pide dibujar un cuadrado con tres líneas.
La solución de este tipo de pruebas se hace imposible, porque introducimos un supuesto
que no está en las instrucciones y es el que nos limita. Cuando al fin vemos la solución tenemos
la sensación de que nos han hecho trampa. Pero en realidad la solución estaba en abrir las
posibilidades, en lugar de reducir. Así nos comportamos con muchas "realidades", actuamos
como peones de un juego cuyas reglas se nos escapan y que nombramos como realidad, en
lugar de considerarnos como jugadores-‐actores, que participan de las reglas, y que éstas sólo
son reales en al medida que las hemos creado o las hemos aceptado, sabiendo que en cualquier
momento las podemos cambiar.
En el transcurso de nuestra vida, cada aspecto incorporado a nuestra función
personalidad, ha intentado ser un ajuste creador, que mantuviera un cierto equilibrio en
nuestro encuentro con el entorno, y que nos ha permitido sobrevivir y en ocasiones crecer. Es
lógico pues, que dependamos hasta tal extremo de ella, puesto que no tenemos otra cosa mejor,
aunque podríamos tenerla si flexibilizáramos nuestra visión de nosotros, de nuestra historia y
por tanto incluyéramos nuevas posibilidades para nuestro futuro.
"Cuando se está en contacto con la necesidad y con las circunstancias, es
inmediatamente evidente que la realidad no es inflexible ni inmutable, sino que, al contrario,
está dispuesta a ser re-‐hecha"41 . Pero como decía Kelly el cambio significa la muerte
psicológica, es decir la pérdida de la invariable organizacional (la identidad). Maturana a
propósito de la dificultad para cambiar decía algo así como que vida consiste en la
conservación de la identidad.
Si la Función personalidad es flexible, nos ayuda a comprendernos, cumple una función
de orientación y matiza a la Función ello. Es la parte del ajuste. Es la que garantiza la
permanencia de las costumbres, los hábitos, la moralidad necesaria, la pertenencia…
Dependemos de los demás, como he mostrado en el primer y segundo epígrafes y en
principio, ello no es ni bueno ni malo, aceptarlo nos vuelve responsables y libres. Y en la
mayoría de los casos el rechazo nos esclaviza y genera patología.
Dependemos, como he mostrado en este último punto, de una determinada
representación de nosotros mismos y de los demás. Ello nos da un sentimiento de continuidad
y de seguridad. Formaría parte de lo que en psicobiología se llama necesidad adaptativa básica,
41 PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951) : ob. cit. p. 30
pues permite reconocer una situación y anticipar una respuesta, sin que tengamos que partir
de cero. Por ello cuando decimos que una persona sana no debe tener personalidad, hablamos
de la Personalidad como carácter. Pues la personalidad como función impide que actuemos
como lobotomizados. El escritor portugués Joao Cardoso Pires, víctima de una isquemia
cerebral a la que sobrevivió, cuenta su historia como enfermo. Con la pérdida de la identidad
“me vi desposeído de mis relaciones con el mundo y conmigo mismo” más adelante afirma "sin
memoria, se desvanece el presente, que simultáneamente es ya pasado muerto. Se pierde la
vida anterior…y la interior, claro está, porque sin referencias del pasado, mueren los afectos y
los lazos sentimentales" (…) "porque la memoria, como aprendí por mí mismo, es
indispensable para que se pueda no sólo medir el tiempo, sino también sentirlo"42. La
experiencia a partir de las lesiones producidas por la isquemia, es similar a no tener una
función personalidad que nos asegure la memoria y la continuidad de nuestras vivencias.
Sin ella, como dice Pires "cuando perdiste el sueño y la certeza, te volviste desorden, te
volviste nube"43.
La función personalidad es un fondo rico, que enriquece la emergencia de la figura y su
constitución, y nos ayuda a hacer elecciones. Pero si somos dependientes de la Personalidad en
mayúsculas, entonces quedamos fijados a la representación, perdemos la flexibilidad para
ajustarnos. Porque hay que recordar que en la patología perdemos nuestra diferencia y nos
volvemos clónicos, perdemos ante todo nuestra capacidad de elegir.
Y en la interdependencia, a diferencia de las relaciones dependientes -‐en donde siempre
se intenta anular a uno de los participantes-‐, es imprescindible que del encuentro
indiferenciado con el otro, surjan un Yo y un Tú, plenamente constituidos y en relación de
reciprocidad.
42 CARDOSO PIRES, José : De profundis. Barcelona. Libros del Asteroide S.L., 2006 pp. 7 y 9
43 Ibid. p. 3
Ahora sé que la tierra que sostiene mis pies tendría necesidad, para no vacilar, que la pisasen otros además de
mí. Contra la ilusión óptica, el sueño desvelado, el fantasma, el delirio, el problema de la audición…el baluarte más
seguro es nuestro hermano, nuestro vecino, nuestro amigo o nuestro enemigo, ¡pero alguien, dioses, alguien! Michel
Tournier44.
SOBRE LA RELACIÓN TERAPÉUTICA.
44 FLEURQUIN, Dominique, y LAFFON, Martine : Diccionari dels sentiments. Barcelona. Pirene Editorial S.A., 1995 p. 393
Nuestra orientación aborda la relación terapéutica como una realidad, donde tanto el
paciente como el terapeuta van a desplegar ante el otro, y por la presencia del otro, sus
modalidades de contactar el mundo. Por tanto, no necesitaremos de inferencias, o las menos
posibles, si estamos abiertos al desarrollo del proceso en curso, pero no sólo atentos al
paciente, sino atentos a la situación, que obviamente nos incluye a los dos: el ello deviene el
ello de la situación, y la función personalidad, la función personalidad de la situación también.
El hecho de venir a terapia puede suponer, para el paciente, la asunción de un fracaso, el
reconocimiento de una especie de minusvalía. Pero desde la óptica de la interdependencia y la
teoría del self supone aceptar apoyarse en el otro. Yo diría que acudir a terapia, supone
reconocer, quizás por primera vez, que necesito de los demás en mi vida. Esto es, la renuncia
tal vez no muy consciente de la autosuficiencia o la omnipotencia. "El paciente solicita ayuda
porque él no puede ayudarse a sí mismo. Pero no puede mantener una posición pasiva de
enfermo, pues nada cambiará, es necesaria su participación activa, con un "sentimiento de
aprender, ya que sin ninguna duda la psicoterapia es una disciplina que forma parte de las
"humanidades", un desarrollo de la dialéctica socrática."45
En muchas ocasiones se ha hecho hincapié en que si uno está sano no necesita médico.
La famosa expresión "natura sana non medicus", ha sido utilizada para decir que no debemos
resolver los problemas de las personas, pues los haremos débiles y dependientes. Que el
paciente debe ser capaz al final de una buena terapia de apañárselas sólo. Y en ese "sólo"
hemos introducido "sin los demás", contribuyendo al desarrollo del egotismo como neurosis
terapéutica. Pero en el PHG, la frase se completa con "la curación sólo puede venir de uno
mismo (en el entorno)". A menudo se sustrae esta última palabra a la frase, que continúa en el
párrafo siguiente de la siguiente manera "el self solamente se descubre y se realiza en el
entorno"46.
45 PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951) : ob. cit. pp. 32 y 33
46 PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951) : ob. cit. p. 32
Pero en ocasiones, nos encontramos al final de la terapia a alguien que tiene un saber
exquisito sobre todo, pero nada cambia, y que además se ha aislado del mundo en lugar de
pertenecer a él. Es la persona que haciendo un mal uso de la terapia, o tal vez debido a una
mala terapia (individualista), responde ante cualquier petición con "YO necesito", "YO no
puedo ayudarte", "respéta-‐ME". Tantas veces se le ha dicho en terapia: "de acuerdo, eso es lo
que quieren tus papás, pero ‘TÚ’ que quieres, ‘TÚ’ que necesitas". "¡Ya, ya, pero TÚ qué deseas
hacer"…que ha olvidado que es un "querer en una situación dada".
Tal vez este paciente y su terapeuta, en el trabajo sobre la toma de conciencia de la
necesidad, o del deseo han olvidado la premisa, arriba mencionada, de que no hay una sola
actividad que no sea función del campo organismo/entorno. En este tipo de situación, la
"Función yo" está perturbada, pues está desconectada de la "función personalidad" y de las
posibilidades del entorno. Sabemos que la función Yo elige teniendo en cuenta tres tipos de
información: la que le proporciona la función ello, junto con la proporcionada por la función
personalidad y las posibilidades del entorno. El egotista tenderá a aislar la función
personalidad y al otro (el entorno), para poder decidir [eso cree él] sin " ser influido por los
demás". Exagerando mucho, pero a veces el esperpento es el mejor espejo, estaremos
colaborando en la construcción de un psicópata.
Isadore From y Michael Vincent Miller escriben que "el sitio primero de la experiencia
psicológica, hacia donde la teoría y la práctica psicoterapéuticas deben dirigir su atención, es el
contacto en sí mismo [per se], el lugar en donde el Self y el entorno organizan sus encuentros y
se implican entre sí47". Obviamente ese lugar es la frontera-‐contacto paciente-‐terapeuta, y la
atención está dirigida a tal situación.
Nuestra teorización nos da un potente instrumento de trabajo al centrarnos en el "aquí
y ahora del encuentro presente". En donde paciente y terapeuta se ven afectados y
transformados, o susceptibles de serlo por dicho encuentro. Jean-‐Marie Robine nos dice:
es de cajón y un hecho de la experiencia común reconocer que el otro me afecta desde
el momento en que estoy en su presencia. Me afecta, es decir me lleva a tener
sensaciones, a pensar, a inferir, a experimentar corporal y emocionalmente…Incluso mi
neutralidad, si existe la neutralidad, o mi indiferencia, no son el producto puro de mi
voluntad o de mis elecciones. Lo que experimento es vínculo (el subrayado es mío). Está
relacionado con mi intencionalidad, ciertamente, pero también con la presencia del otro
47 Ibid. En la introducción que escribieron para la edición en inglés en 1994
y con su propia intención48.
Si el paciente nos dice “tengo miedo” o bien “estoy confuso”, o “me duele la úlcera”,
desde el paradigma individualista buscaremos los tipos de miedo en situaciones pasadas; pero
desde este paradigma, también podemos hacerle responsable de sus males, pidiéndole que
cambie sus expresiones por inducciones como “me doy miedo”, “me confundo” o “soy confuso”
o “soy dolor de estómago” o “me produzco dolor de estómago”. Sin embargo, desde el
paradigma de campo, podemos sugerirle que explore “de qué forma yo le causo miedo, le
confundo, le provoco dolor de estómago en el momento presente”, o “de qué forma no recibe
de mí el soporte necesario” y otras posibles variaciones que me incluyen en su síntoma. La
respuesta más inmediata será que nosotros no tenemos nada que ver (lo cual es una manera de
negar la relación existente entre lo que ocurre en el organismo y el otro), pero si insistimos,
ayudaremos a que el síntoma se ponga en "relación con...". Porque es cierto que el dolor de
estómago, el miedo, la confusión, en definitiva el síntoma, los lleva el paciente, y los vive como
características suyas; pero esto es así, porque ha olvidado que ha aprehendido verlo así, como
el resultado de ajustes creadores en una interacción significativa. Y si algo tiene de bueno la
enfermedad, es que reclama dedicación, el dolor y el sufrimiento piden "conceder a la amenaza
todos los poderes a nuestra disposición"49. Si no intentamos distraernos del dolor, al contarlo
en terapia, se lo contamos a alguien para resolver un asunto inconcluso, trabajamos en la línea
de movilizar la energía bloqueada. Pues "el sufrimiento emocional sirve para aislar el
problema, ya que, trabajando y elaborando el conflicto, el self puede crecer en el campo de lo
existente"50. Veamos un breve caso como ejemplo:
Pedro es un paciente que en medio de una sesión se retuerce de dolor, al tiempo que se
lleva las manos a su estómago. Al preguntarle que le está ocurriendo, me dice:
P.-‐Nada, es mi úlcera que me molesta.
X.-‐¿Qué ha ocurrido entre tú y yo para que se despierte la úlcera?
P.-‐Entre tú y yo nada. Tengo úlcera desde hace años, ya sabes mala comida, el
tabaco, los cafés y claro el estrés. [bonita palabra que nuestros pacientes saben usar
con frecuencia, y que no describe gran cosa, y culpabiliza a algo abstracto como "el
estrés].
48 ROBINE, Jean-‐Marie: Manifestarse gracias al otro. Madrid. Los libros del CTP-‐11.2006. p. 127
49 PERLS, Fritz; HEFFERLINE, Ralph y GOODMAN, Paul (1951) : ob. cit. p. 173
50 Ibid. p. 173
X.-‐¿Antes de venir te dolía? [aquí hago marcha atrás, por si acaso la úlcera se le ha
despertado en una relación exterior. No olvido que la úlcera es una modalidad de
contacto y de comunicación, pero puede ser que hoy no tenga que ver conmigo]
P.-‐No, antes no me dolía.
X.-‐¿Y mientras esperabas en la sala de espera?
P.-‐No tampoco.
X.-‐Es decir, que te has dado cuenta del dolor, aquí, durante la sesión.
P.-‐Si, así es. He empezado a notar molestias hace un rato.
X.-‐De nuevo te quiero preguntar: ¿qué he dicho, o qué no he dicho hace un rato?
¿qué he hecho, o no he hecho hace un rato para provocar que te quemes por dentro y
que tu respuesta ante mí sea el dolor de tu estómago?.
[No sin cierta dificultad, la de responsabilizar a otro de mis dificultades sobre todo si
son psicosomáticas, Pedro puede aventurar con dudas que el humor que yo he
introducido cuando me hablaba de su relación de pareja, y la familia de su mujer le ha
molestado]
P.-‐[Con signos de enfado y de tristeza] He sentido que te burlabas de mi familia y
que no te tomabas en serio mis dificultades. A veces tengo la sensación que tú lo
haces todo bien, y que como los demás, no eres tan débil como yo.
X.-‐[Emocionado, avergonzado y con un nudo en la garganta respondo y pido
disculpas] Perdona por haberte avergonzado, siento vergüenza por ello. No era mi
intención infravalorar tu sufrimiento, era sólo introducir un toque de humor en él.
Pero gracias por decirlo, pues así sé más de la importancia que tiene para ti.
Este es un ejemplo entre otros muchos, de cómo un terapeuta gestalt aborda la relación
terapéutica, como una situación real donde, la problemática va a surgir en el contacto. En el
aquí y ahora de la relación terapéutica, se recrea el contexto relacional del síntoma. Estar
dolido, es estar dolido con alguien que está delante de mí. En otras ocasiones habremos de
hacer frente como terapeutas a la rabia o la decepción del otro, y tendremos que co-‐construir el
puente que nos ayude tanto al paciente como al terapeuta a encontrarnos. Porque recordemos
que si la retroflexión aparece como modalidad de contacto, nos está indicando que en el
acercamiento del organismo hacia el entorno, ha surgido el temor, o la incertidumbre, sobre si
se dan o no las condiciones de seguridad necesarias en la situación, como para que paciente y
terapeuta se encuentren. Más concretamente y con respecto a la rabia, la persona puede
considerar, con razón o sin ella, que su entorno no es capaz de recibir las críticas, y de alguna
manera al callar protege a alguien. O bien lo que se está protegiendo es la relación, pues uno
siente como amenazante para ésta, expresar la rabia. Una estudiante de la formación escribía
después de un fin de semana:
Me acuerdo de esta frase que Ximo me había dirigido en mayo de 2005: "puedes
destruirme por lo que puedes decirme, quizás no me guste, pero estoy dispuesto a oír, y sé
que me reconstruiré, más sabio, diferente. Y estará bien para mí, estará bien para ti, estará
bien para la relación, pues todos cambiaremos. Ya que lo que tú ves como destrucción yo lo
veo como deconstrucción. Para que algo nuevo surja, algo viejo debe dejar lugar. Y en
cualquier caso tú tienes el derecho a expresarte y yo el deber de reconocerte". Creo que no
olvidaré nunca esta frase. Creo también que experimenté lo que quiere decir durante y
después de esta sesión. Y estoy de nuevo aquí.
Actuar responsabilizando prematuramente al paciente de su distorsión de las cosas,
para que se responsabilice de sus actos puede ir en la misma línea intrapsíquica que otros
enfoques, ya que se olvida la influencia del entorno. Pero además como parece ser que decía
Isadore From, con cierta ironía "hay algo aún peor que la eyaculación precoz y es la
responsabilización precoz".
La responsabilización precoz es uno de los baluartes del trabajo de algunos gestaltistas
que siguen el modelo que Perls mostró en Esalen. Se dice que Perls tenía miedo al compromiso,
a la relación; sentía tanta angustia ante el "nosotros" que escribió la oración de la gestalt. Mi
suposición es que al desarrollar su teoría a partir de la Introyección, que para él era la
perturbación por excelencia, se vio empujado por su propia teorización, a adoptar una actitud
reactiva contra todo lo que viene del entorno, considerando la influencia social que conduce a
los introyectos como perniciosa. Su ejercicio profesional de los últimos años, que no su teoría
como hemos visto más arriba, es un claro ejemplo de que ha abandonado la idea del campo,
convirtiéndose en un terapeuta de lo intrapsíquico en lugar del terapeuta del contacto que se
esboza en su obra de 1951. Gordon Wheeler escribe:
Perls considera al organismo (…) como fundamentalmente separado del entorno;
considera la salud en términos de una independencia rígida y reactiva frente a los otros;
y así naturalmente, tenderá hacia un análisis de la experiencia como episódica y una
serie de impulsos, en lugar de integrada y prolongada con un enfoque solamente en la
figura, en vez de en la figura y en el fondo51.
Terapeutas de los años 60, en EE.UU., y de los 80 en España propugnaban el darse
cuenta de los impulsos, expresarlos y actuarlos en el acto, como ejemplo de madurez,
defendían un tipo de espontaneidad, donde lo único que valía era el propio deseo, sin tener en
cuenta ni el contexto, ni la relación, ni a los otros. Para conseguir que se expresara, lo que ellos
llamaban el "ser auténtico". "Abandona tu mente, déjate llevar por tus sentimientos", era uno de
los eslóganes. Estos terapeutas, en su afán confrontador, pueden resultar agresivos,
avergonzadores, y ridiculizan al paciente por no mostrarse desinhibido en público, por
ejemplo52.
Mientras que Perls y este estilo de terapeuta, que ha aprendido de él, consideran la
interdependencia como debilidad y son reactivos frente a la relación, Lewin [citado por
Wheeler] escribía lo siguiente: "todos necesitamos la ayuda continua de unos a otros. Este tipo
de interdependencia es el desafío más grande a la madurez del funcionamiento del individuo y
del grupo". Y añade a propósito de la autosuficiencia: "…el hombre hecho por sí mismo,…
autosuficiente,…es una imagen tan trágica como la dependencia de la iniciativa destructora de
un déspota benévolo"53.
En terapia reivindico el ser afectado por la otra persona, que entre otras cosas me
acerca a la comprensión de su experiencia. Lo contrario sería negar la experiencia, negar el
contacto. Negar al otro o negarme a mí en dicha relación. En cualquier caso minusvalorar la
experiencia con el otro, y negar la interdependencia. Pero también supondría obviar uno de los
mayores dones del ser humano, los sentimientos.
51 WHEELER, Gordon : La Gestalt reconsiderada. Un nuevo enfoque del contacto y de las resistencias. Madrid, Los Libros del CTP-‐5, 2002 p. 108
52 Cfr. YONTEF, Gary : Proceso y diálogo en Psicoterapia Gestáltica. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos, 1995 pp. 10-‐11 también pp. 104-‐105
53 WHEELER, Gordon : ob. cit. p. 107
Ponencia presentada en el X Congreso Internacional y III Latino de Terapia Gestalt realizado en la
ciudad de Villa Giardino –Córdoba-‐(Argentina) en mayo de 2007
Bibliografia:
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David : Trastornos del desarrollo : un enfoque neuropsicológico. Barcelona. Ariel Neurociencia, 2002
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YONTEF, Gary : Proceso y diálogo en Psicoterapia Gestáltica. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos, 1995
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El Enfoque Gestalt, Una Visión de Campo con Distintos Métodos de Trabajo
Myriam Muñoz Polit*
Todos debemos encontrar nuestro propio camino, pero la franqueza y el interés de los
compañeros íntimos hace nuestra responsabilidad hacia nosotros mismos más
fácil de llevar
Sheldon Kopp Introducción Gracias a la revisión exhaustiva que algunos de nuestros colegas (Robine, Spagnuolo, Vázquez y otros) han hecho del libro fundador: Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana, de Perls, Hefferline y Goodman, se han retomado y surgido a la luz ideas que estaban ya escritas pero que no habían sido revisadas suficientemente, resultando algunas de ellas francamente revolucionarias y que apuntaban claramente a una forma original y única de hacer intervenciones de ayuda. Concretamente me refiero a conceptos como teoría de campo, self, contacto, “awareness” y otros más que han hecho emerger una manera nueva de trabajar en las intervenciones gestálticas. Esto ha provocado muchas reacciones: algunos gestaltistas que se entrenaron en un método de trabajo centrado en el mundo experiencial del paciente no quieren ni asomarse a esas revisiones y prefieren quedarse con su modo conocido de trabajar el Enfoque Gestalt; otros, los que prefieren el trabajo en la frontera contacto, toman una postura radical y defienden a ultranza que esa es la “verdadera” manera de hacer Gestalt, y por último otros se ubican en una forma de hacer Gestalt donde la teoría ocupa un último lugar (si es que ocupa alguno), y lo importante es vivenciarla. Finalmente estamos los que pensamos que todo eso, en conjunto son formas diversas de hacer Gestalt y que lo importante es que el terapeuta haga todo lo necesario para generar una relación yo-tú. Sin embargo creo que un facilitador gestáltico tendría que tener un conocimiento teórico-práctico de estas tres modalidades. Más adelante hablaré de la experiencia que estamos teniendo en el IHPG al entrenar a nuestros alumnos, que al terminar aplicarán el Enfoque Gestalt en diversos ámbitos. He de puntualizar que personalmente parto de una experiencia donde trabajo, desde hace más treinta años, fundamentalmente desde un énfasis en ayudar al paciente a comprender su mundo experiencial (llamado erróneamente enfoque intrapsíquico); tanto el Enfoque Centrado en la
*La Dra. Myriam Muñoz Polit es la fundadora y actual Rectora del Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt. Es Maestra y Doctora en Desarrollo Humano por la Universidad Iberoamericana, México. Autora de numerosos artículos y diversos libros.
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Persona, creado por Carl Rogers, como el Enfoque Gestalt pueden ser aplicaciones de este tipo de trabajo.
La Teoría de Campo como fundamento general del trabajo gestáltico En el modelo de campo el organismo y el entorno constituyen una sola entidad, el organismo no puede existir sin el entorno y viceversa. Como dice Yaqui A. Martínez (2011) la realidad es relacional. Defino organismo como algo viviente que tiene una organización y mecanismos de autorregulación dentro de sí mismo. En mis apuntes de la clase de teoría y técnica del Enfoque Gestalt (Muñoz 2011) defino un campo como una red sistemática de relaciones. Esta relación es inherente, dinámica y organizada; el campo es proceso, en el cual cualquier cosa es de un campo, no está en un campo. El campo es una unidad total donde todo afecta a todo con una causalidad circular.
Otra manera de decirlo es que el comportamiento de todo ser viviente está influido por la simple presencia de otro ser y ese otro ser está igualmente influido por la otra persona. En este momento en que escribo estas palabras estoy en mi estudio, me influye la silla donde estoy sentada, la información escrita por Jean Marie Robine y por Carmen Vázquez, mi perra que entra y sale, pero yo a mi vez estoy influyendo en todo eso que está aquí pues todo eso somos un campo, mi campo. Según la mirada de Jean Marie Robine
…no hay organismo sin entorno, y la definición de un organismo será mas bien lo que llamaremos un “campo”, el campo organismo-entorno, la unidad que constituye este campo organismo-entorno es una unidad. Esto es, a partir de ese carácter indisociable del campo que la teoría, como el método de la Gestalt, deberá ser pensado y repensado. (2007, pág. 16):
Jean Marie Robine (2004) nos dice que no estamos en un campo, somos del campo, o sea que es una creación compartida en un momento dado con alguien más que también es del campo. Por otro lado la explicación que hace Carmen Vázquez (2008) sobre la relación organismo/entorno me parece muy clarificadora:
La Terapia Gestalt estudia las relaciones que se dan en la frontera entre el organismo y su entorno… si estudiamos solo el organismo y sus aspectos, estaremos haciendo psicología, fisiología, anatomía, etc.… Si estudiamos solamente al entorno, estaremos haciendo sociología, antropología, historia, etnología, etc.….se necesitan el uno al otro. (2008)
El enfoque Gestalt está basado en la teoría de campo, cuando ponemos énfasis en la vivenciación o en que la persona vaya hacia su mundo interno, también estamos trabajando indirectamente en la frontera-contacto y viceversa. El organismo y el entorno son una misma entidad y co-crean la experiencia ya sea el énfasis esté en ir hacia el mundo interno o que tenga un énfasis en mirar
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como se están influenciando en el aquí y ahora que ambos están creando. Me atrevería a afirmar que la una sin la otra son imposibles, porque ambas formas de intervención están fundamentadas en esta mirada de campo; cuando se trabaja lo intrapsíquico sin esta mirada no se hace Gestalt y cuando se hacen intervenciones en la frontera contacto sin la mirada en el otro como alguien con un mundo interno, tampoco se está haciendo Gestalt. Es un absurdo pensar que si el Enfoque Gestalt esta fundamentado en la Teoría de Campo, aunque se ponga un énfasis mayor en cualquier parte del binomio O/E (organismo entorno), y en el binomio mismo, se está haciendo Gestalt. Es simplemente un asunto de énfasis porque lo intrapsíquico y la co-creación del campo están ocurriendo al mismo tiempo. Pero estas definiciones poco nos dicen de cómo se puede aplicar la teoría de campo en el ámbito de la facilitación terapéutica. Sin negar que es en esa teoría general de donde surge la particular forma de aplicar la TG es mas clarificador poner esto en términos de la relación terapéutica; lo que buscamos es la generación de una relación yo-tú, en donde el terapeuta es consciente de cómo influye y de cómo es influido por su paciente, y pone ese conocimiento al servicio del paciente de diversas maneras. Es muy importante aclarar que el encargado de la relación es el terapeuta, no el paciente, es nuestra obligación como gestaltistas estar pendientes de dicha relación. Por esto mismo me parece que hay tres métodos de trabajar en Gestalt que son complementarios y que están ocurriendo al mismo tiempo aunque se ponga más énfasis en alguno:
1. El método vivencial. 2. El método centrado en el mundo experiencial (en el organismo) 3. El método frontera-contacto.
No les he llamado métodos simplemente al azar, una metodología consiste en seguir cierto “camino” para alcanzar un determinado fin, propuesto de antemano y como tal, se contrapone a la suerte y al azar. Los tres son métodos de trabajo, del mismo nivel lógico. Pero las tres metodologías ponen en el centro del trabajo la relación que se da entre el paciente y el terapeuta. Las Bases del Enfoque Gestalt Cualquier enfoque psicológico-social que busca mejorar la condición humana debe tener explicitados los siguientes marcos teóricos:
1. Una filosofía acerca del ser humano. 2. Una teoría de la existencia humana. (En este rubro entra la Teoría de Campo) 3. Una teoría del proceso de desarrollo humano. 4. Una teoría de la funcionalidad y la disfuncionalidad. 5. Diversas teorías de lo que implica lo humano (aprendizaje, motivación, atención, etc.) 6. Una metodología de intervención para desarrollar y/o recobrar lo funcional en el ser
humano. 7. Teorías de los distintos tipos de fenómenos que se viven en la existencia humana.
Lo más importante para pertenecer a una corriente de pensamiento es estar en acuerdo total en los puntos 1, 2, 3, 4 y 5 pero a la hora de pasar a los puntos 6 y 7 es donde no sólo es posible, sino
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también deseable que discrepemos y tengamos visiones diferentes para promover la actualización y revisión de lo que hacemos. Esto es justamente lo que creo que ocurre con las distintas posturas que encuentro entre los que aplicamos el Enfoque Gestalt, coincidimos en los 5 puntos fundamentales pero tenemos formas de intervenir que pueden ser diversas dependiendo de la situación que se esté dando en ese momento presente. El verdadero problema emerge cuando nos rigidizamos y pensamos que lo que yo hago es lo que verdaderamente es lo adecuado, lo auténticamente gestáltico y lo que el otro hace no lo es. Sería más sincero decir que lo que hago es lo que se me facilita más, lo que va más de acuerdo con mi manera de ser y hacer y de aproximarme a las cosas, quizás lo más cómodo o lo que me ha resultado mejor; lo que los otros hacen es algo que me parece difícil, que me cuesta entender, que no corresponde con mis características personales o que sencillamente no he tenido la oportunidad o el interés de probar. Personalmente admito que el modelo preponderantemente vivencial me fue muy atractivo y me lo dejé vivir, especialmente en mis primeros años de práctica profesional, pero cuando me dediqué a la enseñanza tratando de entrenar a otros, mi interés por lo teórico se fue incrementando y mi gusto por las explicaciones sigue presente en mí. Cuando me entrené en el Enfoque Centrado en la Persona y en el Enfoque Gestalt aprendí un modelo de intervención donde el corazón del trabajo, lo central estaba en la calidad de la relación terapéutica, coloreada por una búsqueda de horizontalidad y donde preponderantemente se ponían en relevancia los aspectos sanos o funcionales y se apoyaba esto con una actitud respetuosa, cálida, cercana, sincera y firme por parte del facilitador. Fue hasta hace unos pocos años que empiezo a conocer el trabajo en la frontera contacto. Cuando intento incorporar ésta a mi manera de hacer intervenciones aún me resulta difícil, lo voy aprendiendo muy lentamente, y sufro de cierta sensación de frustración cuando veo cómo algunos de mis colegas y alumnos lo pueden hacer con más facilidad que yo. Ante esto trato de estar abierta y de aprenderles lo más que me sea posible. Individualismo y énfasis en el mundo experiencia (organismo) en el Enfoque Gestalt Me parece muy importante aclarar que el trabajo preponderantemente focalizado en el mundo experiencial del paciente, al menos desde la perspectiva gestáltica, no lleva a la persona a una postura individualista; durante muchos años la Psicología Humanista ha propugnado por resaltar la importancia del ser-en-el-mundo del ser humano, de esa creación mutua de la relación para el desarrollo del potencial de cada uno; si dicho trabajo lleva al individualismo seguramente está enmarcado en modelos de relación donde el organismo y el entorno son vistos como entidades separadas. El terrible individualismo que ha surgido a partir de una filosofía materialista y consumista es la causante de haber mal interpretado la libertad y haberla confundido con una mezcla de egoísmo y aislamiento. Se ha malinterpretado la autonomía y se la ha visto como indiferencia. Se ha buscado la independencia en lugar de la interdependencia que es la realidad de lo humano.
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El método que pone énfasis en el mundo experiencial implica mirar primero hacia adentro para luego poder mirar hacia fuera con lentes más limpios, se busca dimensionar lo mío para dimensionar con más justicia lo de los otros; por otro lado, las intervenciones con el método de frontera contacto miran primero como la experiencia se está co-creando pero no niegan la experiencia del mundo interno del paciente. Esto ha sido siempre así en el Enfoque Gestalt, justamente por la concepción que tenemos del ser humano y de su existir-en-el-mundo que está en nuestras raíces existencialistas. El trabajo sobre el mundo experiencial del paciente, desde la mirada de la TG no puede fomentar el individualismo, todo lo contrario, ha buscado fomentar la responsabilización y la inevitable relación del auto apoyo y el apoyo externo; nuestras necesidades han de ser satisfechas primero en el mundo y sólo en circunstancias de pobreza extrema del medio ambiente se puede justificar que nosotros seamos, momentáneamente, nuestro propio satisfactor. Solo es en relación como podemos crecer y actualizarnos; mirarnos como seres separados, peculiares y diferentes, es indispensable para poder ver a lo otro y al otro también así, y poder mirarme a mí misma implica un espacio para entrar en ese mí que es mi propia experiencia vista desde mi misma, y sólo es en relación con lo otro como podemos crecer y actualizarnos. La relación como el centro de la Terapia Gestalt. Como terapeuta tengo que ver cómo contribuyo en la relación, tengo que estar atenta al tipo de escucha que estoy teniendo, a las señales que estoy mandando de lo que es posible trabajar conmigo y de lo que no, preguntarnos especialmente cómo será para el paciente hablar conmigo. Lynne Jacobs (2011) afirma que es muy importante admitir frente al paciente cuando me he equivocado, cuando he malinterpretado algo que me dijo, cuando no estoy siendo capaz de comprenderlo porque no es solo inevitable fallarle al paciente, es parte de una realidad con limitaciones. Todo lo que el paciente y yo estamos diciendo emerge de nuestro campo experiencial en el contexto intersubjetivo. La intersubjetividad es la expresión humana de la teoría de campo. Todos dependemos unos de otros por la manera como nos inhibimos y apoyamos. El terapeuta tiene que estar alerta acerca de cómo su participación apoya al paciente para que pueda quedarse vivamente en su propia experiencia (aquí y ahora) donde se permite a las emociones estar presentes, no es la tarea del paciente el pensar en la relación que estamos haciendo, estos momentos tienen que emerger espontáneamente y ocurren cuando hay alguna interrupción o conturbación en la relación. Como dice Lynne Jacobs: “requerirle al paciente que enfoque su atención en la relación es un error, es una falta de respeto, pero también hace más angosto el rango de la experiencia relacional que podemos tener.” (2011) Uno de los autores que ha hablado con mayor claridad acerca de las condiciones indispensables y suficientes para generar una relación que propicie el desarrollo del ser humano es Carl Rogers; para él lo importante es tener tres actitudes básicas: consideración positiva incondicional, empatía y genuinidad y tener la habilidad de comunicarlas. (Rogers, 1993)
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En mis palabras me gusta decir que lo que se echó a perder en alguna relación hay que sanearlo en otra. La Metodología del mundo experiencial y La Metodología frontera-contacto La metodología que usa el Enfoque Gestalt busca lograr que la persona que nos consulta desarrolle sus potencialidades y se libere de las pautas crónicas que la han detenido en alguna área de su desarrollo. Los métodos y las técnicas son caminos aplicables en diferentes circunstancias y momentos de la intervención gestáltica. Cuando hablo de la metodología que se centra en el mundo experiencial del paciente, me refiero a la mayoría de los métodos conocidos, como por ejemplo el trabajo con la silla vacía, los diversos métodos de trabajo de sueños, el trabajo de síntomas (generado por Adriana Schnake), polaridades y tantos otros que listarlos implicaría una larguísima e interminable lista y en donde, seguramente, no estarían incluidos todos aquellos que se han producido como “trajes a la medida” para trabajar un asunto específico con un cliente en particular. Cuando hablo dela metodología frontera contacto me refiero a un énfasis en lo que está ocurriendo en el momento presente en la relación entre el facilitador y el facilitado y en la alternancia de esos roles durante la sesión. Más que la revisión de un “yo”, o incluso de un “yo-tu” la mirada está puesta en el “nosotros”, en lo que está ocurriendo en cada momento en la relación. Desde el trabajo con el mundo experiencial del paciente el papel del facilitador consiste en acompañar al consultante para que revise lo que le ocurre en el mundo, y con lo cual no está satisfecho, para que descubra vivencialmente, a través de los experimentos terapéuticos, lo que le duele y le limita; se revisan sus creencias e ideas, se actualiza su experiencia que ha quedado obsoleta y se termina con sus asuntos inconclusos. En este acompañamiento el gestaltista va generando actividades que le permitan al cliente vivenciar a fondo, dejar de evadir, ampliar el fondo de su experiencia, generar figuras claras y poner en marcha todo aquello que se ha perdido su flexibilidad, espontaneidad. En este sentido el que ayuda es un testigo cercano, amoroso y realista; experto en caminos de experimentación que pone a la disposición del consultante sus habilidades profesionales y su propio desarrollo personal, guardando la distancia que le confiere su calidad de testigo pero profundamente comprensivo y compasivo. Hay un especial énfasis en la relación yo-tu, siendo el responsable de crearla y propiciarla el terapeuta. Desde la mirada frontera contacto el facilitadora y el consultante están co-creando una experiencia. Cada uno de ellos es un organismo en relación formando parte del entorno el uno para el otro. El gestaltista está totalmente involucrado en la experiencia y desde ahí va interactuando con lo que ahí ocurre en relación a lo que el consultante está revisando, bajo la suposición de que eso que quiere revisar se puede estar reproduciendo en esa relación con el facilitador en ese momento, y es ahí donde la manera de vivir el asunto puede modificarse. Incluso pueden emerger temas que no eran lo que originalmente el cliente quería trabajar, pero que su emergencia los hace necesarios de ser revisados.
Según las palabras de Jean Marie Robine: “No se trata de ninguna manera de negar la necesidad o importancia de la separación y la individuación, ni de abordar esta unidad del campo en un
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sincretismo reductor … el entorno no es un mundo con contornos indefinidos; no es EL mundo, sino Mi mundo.” (1999) A continuación muestro un cuadro en donde pongo, de manera esquemática, algunas diferencias y similitudes que se dan en estas metodologías:
MIRADA DESDE EL MUNDO EXPERIENCIAL MIRADA FRONTERA-CONTACTO
Diferencias
Fundamentada en la fenomenología trascendental
Fundamentada en la fenomenología existencial 1
Lo central es trabajar el tema del cliente El tema del cliente es un elemento más La mirada es hacia la persona y su mundo
interno La mirada es hacia lo relacional y a la
experiencia en el entorno "Yo" y "Yo-Tú" "Nosotros" Lo que ocurre en la relación es un recurso
más que se usa en función del tema del cliente
Lo central es trabajar lo que ocurre en la relación terapéutica
La responsabilidad de la figura recae en el cliente
La responsabilidad de la figura es compartida, es una co-creación en co-responsabilidad
Buscamos la satisfacción de las necesidades del cliente
Buscamos la emergencia de la necesidad compartida
Usamos marcos teóricos que aclaran la experiencia interna del paciente como: los “modos de relación” , el ciclo de satisfacción de necesidades", etc.
La Base teórica es el "Proceso de Contacto" sus interrupciones y la "Teoría del Self"
Usamos diversas técnicas para trabajar el tema
Las técnicas están en función de lo que sucede
en la relación (en la frontera de contacto) Se trabaja directamente con las pautas y
patrones disfuncionales Se trabajan pautas y patrones de interrupción
del contacto que están ocurriendo en ese momento.
Semejanzas Vivencial
Se generan hipótesis de trabajo Se busca estar plenamente presente
Se busca la horizontalidad en la relación Se usan experimentos
El trabajo es en el presente El Self como una función temporal, dinámica y cambiante Se busca incrementar la conciencia inmediata (awareness)
Se trabaja más con el proceso que sólo el contenido 1Para entender la fenomenología trascendental y la fenomenología existencial léase el capítulo 5 y 6 de Martínez, Yaqui (2009).
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Se tiene como base la Teoría de Campo Se respeta y valora las "resistencias" etc. Etc.
Ventajas y limitaciones de ambos métodos de intervención Quiero agregar que cada mirada y sus métodos tiene sus limitaciones y riesgos y que hay una complementariedad entre ellos cimentada en la filosofía del ser humano que se comparte al aplicarlos. Muchas veces las ventajas de uno son las limitaciones del otro. A lo que me refiero es a que, por ejemplo, en el trabajo con el mundo experiencial del cliente se corre el riesgo de perder la oportunidad de descubrir lo que la relación terapéutica, en su inmediatez, puede ofrecer: cercanía, intimidad, encuentro directo con un “otro”, en donde la honestidad y transparencia se promuevan, pudiendo llegar al extremo de no implicarse personalmente y que éste se convierta simplemente en una implementación de técnicas y experimentos sin generar una verdadera relación interpersonal. El método frontera-contacto pone en relieve la importancia del propio crecimiento del que busca ayudar en cuanto a la actualización y desarrollo de las mismas actitudes y habilidades que busca desarrollar en el cliente. Es un método que demanda una revisión seria y constante en el profesional. Por lo mismo cuando esta actualización no se realiza existe el riesgo de un cierto egocentrismo al estar poniéndose continuamente en referencia con el cliente y al poner cualquier cosa que el cliente quiere revisar en función de la relación con él; he llegado a observar que el facilitador se puede volver el centro de la sesión dejando a un lado al cliente en cuanto a lo que le preocupa y quiere trabajar en la sesión. Se puede cometer el error de imponer al paciente lo que al terapeuta le hace figura. Por otro lado trabajar únicamente con este método puede generar en el cliente una sensación de no ser atendido en cuanto a sus expectativas de trabajar ciertos temas de manera directa y de que se centren en él como consultado y no en la relación constantemente. Y quiero reiterar las ideas básicas de este artículo: cuando hacemos intervenciones gestálticas siempre trabajamos, de manera directa o indirecta, en el mundo experiencial del paciente y en la frontera contacto; a veces podemos poner el énfasis en lo primero y a veces en lo segundo, y siempre en generar una relación yo-tú. Si somos gestaltistas, si coincidimos en los principios filosóficos, en la actitud que consideramos adecuada en la relación terapéutica y los conceptos fundamentales, el trabajar con uno u otro énfasis es cuestión de lo que esté ocurriendo en la relación y de lo que el mismo facilitador considere que es lo más adecuado para él o para ella. No hay dos Enfoques Gestalt sino uno con modos de intervención diferentes que son complementarios. La opción de entrenamiento en el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt Después de más de 25 años de estar entrenando facilitadores en el Enfoque Gestalt me parece que hay una secuencia lógica:
1. Los alumnos vivencian, de diferentes maneras, los diversos tipos de intervenciones gestálticas, por lo mismo, tienen que estar en un proceso individual de revisión personal con uno o varios facilitadores con experiencia. Durante todo el entrenamiento en las materias teóricas y prácticas se involucran en ejercicios y experimentos individuales y de grupo. Se pone especial énfasis en la relación terapéutica como la piedra angular en donde va a estar cimentada su futura práctica profesional.
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2. El entrenamiento inicialmente tiene un énfasis en que aprendan a trabajar primero con el mundo experiencial del paciente, se busca dar las bases teóricas para que comprendan la teoría fundamental del enfoque Gestalt.
3. En una fase posterior los que se vean atraídos por el método de intervención frontera-contacto pueden tomar una especialidad terminal de un semestre sobre el tema y ser supervisados bajo este método.
Esto se hace así porque considero que los facilitadores principiantes tienen que pasar por un proceso de revisión personal lo más profundamente que sea posible, así también los gestaltistas con más experiencia requieren de actualización constante, ya sea estando en terapia personal o de grupo, asistiendo a alguna supervisión o tomando cursos que les actualicen.
Se imparte y entrena primero el método en donde nos enfocamos en el mundo experiencial del paciente y en la calidad de la relación terapéutica porque es fundamental para cualquier tipo de intervención, las habilidades que implica son básicas. Se deja para una etapa posterior el aprendizaje de la metodología frontera – contacto porque implica un mayor nivel de experiencia profesional y de madurez personal. Es un tipo de intervención más compleja en donde me parece que se requiere tener algún tiempo de haber usado el método centrado en el mundo experiencial del paciente y en las actitudes fundamentales para la creación de una adecuada relación terapéutica. Implica un mayor grado de riesgo lo cual supone un mayor desarrollo personal por parte del facilitador. Basta con saber generar un adecuada relación terapéutica y poner énfasis en lo que ocurre con el mundo experiencial del paciente para hacer terapia Gestalt, porque para poder trabajar en la frontera contacto es requisito indispensable que el terapeuta sea capaz de generar una buena relación y de trabajar con el organismo, con el mundo interno, con el mundo experiencial del paciente. ¿Qué buscamos en el Enfoque Gestalt? De acuerdo con nuestra filosofía del ser humano y sus procesos me parece que en términos generales buscamos con nuestras intervenciones el desarrollo de potencialidades y el desbloqueo de las pautas crónicas que detienen dicho desarrollo. En términos más específicos creo que lo que hay que promover que la persona incremente: 1. La consciencia inmediata o “awareness” (Vivenciación) 2. La espontaneidad 3. La toma de riesgos 4. La satisfacción de necesidades organísmicas (naturales). 5. La responsabilización. 6. El estar más presentes en el aquí y ahora. 7. Un buen nivel de auto-apoyo y de apoyo ambiental. Mientras estos objetivos se cumplan de acuerdo a la filosofía Existencial Humanista y a las ideas que tenemos de lo que es ser realmente humano, es deseable que sigamos implementando
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metodologías diversas que nos permitan acercarnos a dicha meta de manera pronta, ahorrando sufrimientos inútiles. Pero estas metodologías han de ser totalmente fieles a dicha filosofía. Conclusiones
1. Las bases filosóficas y de marcos teóricos fundamentales del Enfoque Gestalt son compartidos por cualquier facilitador en el Enfoque Gestalt.
2. La Teoría de Campo es fundamental en una visión gestáltica de la vida humana. 3. Toda intervención gestáltica tiene como requisito “sine qua non” la generación de una
adecuada relación terapéutica. 4. El Enfoque Gestalt nunca ha buscado promover el individualismo. 5. Hacer intervenciones gestálticas implica trabajar al mismo tiempo en lo vivencial, el
mundo experiencial y en la frontera contacto, poniendo a ratos más énfasis en alguno. Pero cualquiera de ellos implica al otro.
6. Las metodologías más orientadas al trabajo con el organismo y las más orientadas a trabajar con la relación entre organismo y entorno tienen sus fortalezas y debilidades, y su uso depende muchas veces de lo accesibles que nos resultan en la práctica de acuerdo a las características peculiares de cada facilitador y de acuerdo a las características de cada paciente.
7. Lo que importa en un enfoque terapéutico es qué tanto su metodología como su teoría tengan coherencia con la filosofía que les sustenta; tanto la metodología intrapsíquica como la de frontera-contacto son coherentes en este sentido.
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la práctica de la Terapia Gestalt. Madrid: Sociedad de Cultura Valle-Inclán
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Bibliografía Recomendada Brownell, P. (Ed.) (2008) Manual de Terapia Gestalt: teoría, investigación y práctica. Madrid:
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UAEM /Casa Juan Pablos. Philippson, P. (2001). Self in Relation. New York: Gestalt Journal Press
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Aquello que habilita: La complejidad y emergencia contextual del
apoyo
Lynne Jacobs1
Resumen: Este documento pretende explicar varias interpretaciones del "apoyo", incluyendo su complejidad, su cualidad emergente, su estrecho entrelazamiento con el ajuste creativo, y su bidireccionalidad. La autora propone una estrecha relación entre el ajuste creativo y el apoyo ya que, se complementan mutuamente y en cada momento de nuestra vida estamos involucrados en ajustes creativos. Los ajustes creativos se arman a partir de los apoyos que tenemos disponibles, y cada ajuste creativo se convierte en el apoyo para otro ajuste creativo.
Palabras clave: apoyo, contexto, ajuste creativo, emergente, bidi-reccional
“¡Vamos Lynne! No te voltees. ¡Mira la pelota entrar en tu guante!” Esas eran las exhortaciones que mi entrenador de soft-ball me gritaba con fuerza y energía. Lanzaba las pelotas de tal modo que rebotaban a mis pies, y si no las atrapaba rebotaban contra mis ya muy magulladas espinillas, o bien rebotaban y me golpeaban nuevamente en la barbilla. "¡Voltea el guante un poco más a la derecha!" Estaba cansada. Me asustaban las pelotas que rebotaban alocadamente contra mi cuerpo. "No. No. ¡Relaja las manos! Sí, mejor. Otra vez". Era algo rudo. Para mí eso quería decir que él pensaba que yo valía la pena. Quería probarme ante él. Quería mejorar mis habilidades. Quería desarrollar el valor de mantener el ojo en la pelota sin hacer la cabeza a un lado aunque el rebote de la pelota me amenazara. Mejoré, me volví más confiada, y eso apoyó un aumento en mi valor y tenacidad.
No todo apoyo es suave ni amable. Sin embargo, lo impor-tante es que en la vida cada suceso, cada interacción, apoya y es 1 Lynne Jacobs, Ph.D., Psy.D. Cofundadora del Instituto Gestalt del Pacífico, catedrática, entrenadora y supervisora en el Instituto de Psicoanálisis Con-temporáneo.
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apoyada por algo, y al mismo hay otra cosa que no está apoyan-do, de la misma manera que siempre nos estamos dando cuenta de una cosa y no de otra, y el contacto siempre es con una cosa y no con otra. Si le doy a alguien un arma, estoy apoyando el que la dispare.
El presente más inmediato: Comienza mi viaje
En el 2004, Malcolm Parlett y yo estábamos sentados en una terraza rústica tomando el sol, durante un descanso en un grupo de estudio de fin de semana en Esalen, California. Estábamos hablando de uno de sus temas favoritos, el "apoyo". En algún momento mencionó que él piensa en el apoyo como "aquello que habilita". Su parsimoniosa frase despertó mi interés. Su al-cance era expansivo, mas su presentación era sencilla. Mientras tanto Mark Fairfield, un colega, acababa de escribir sobre el apoyo como una constelación fluidamente compleja de recursos del self y ambientales para la autorregulación. Entre otras ideas, señaló que el uso de drogas por parte de sus clientes adolescen-tes sin hogar era un recurso para la regulación de emociones en un campo por otra parte empobrecido. (Fairfield, 2004).
Me di cuenta de que mis propias ideas sobre el apoyo esta-ban lamentablemente empobrecidas a pesar de que, como mu-chos otros psicoterapeutas gestalt, tengo una comprensión im-plícita de dicho concepto. A veces utilizo la escritura como apo-yo para una mayor exploración y aprendizaje, y esa es la razón de ser de este artículo. Aquí he emprendido un estudio del apo-yo que espero respete su interminable complejidad. Con este fin, ampliaré la declaración de Parlett y enumeraré algunas pro-puestas respecto al apoyo. Espero que mis ideas estimulen — apoyen — ideas adicionales en todos nosotros.
Aquello que habilita En la terapia gestalt, el apoyo hace referencia, en particu-
lar, al proceso de contacto. Hablamos de apoyar para contactar. Ciertamente tenemos una deuda de gratitud con Laura Perls,
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quien señaló que el apoyo es una precondición para el contacto y, por lo tanto, que el apoyo es un punto de partida terapéutico importante. "La contribución más famosa de Laura a la teoría de la terapia gestalt fue su insistencia en la relevancia del apoyo como condición implícita para el contacto". (Bloom, 2005, p. 83) No existe contacto sin apoyo.
Aunque no me opongo a esta declaración, vale la pena am-pliarla y depurarla, ya que el concepto del contacto es muy am-plio y abarca mucho. He procurado ensanchar mi entendimien-to sobre la ubicuidad e importancia del apoyo, y también depu-rar mi uso creativo de apoyo en el proceso de terapia.
La complejidad del apoyo: La emergencia y el contexto
Una de las complejidades del apoyo consiste en que el que una interacción específica—sea el habla o alguna otra ac-ción—apoye el contacto dependerá del contexto inmediato del momento. Sin embargo, a mí me parece que los apoyos actúan en el contexto más inmediato y también en el meta-nivel. Es decir, el apoyo para el contacto en un momento específico tam-bién puede ser un paso en la ruta hacia el desarrollo de una ca-pacidad permanente, o hacia la reorganización de la experien-cia.
1. Los apoyos son fenómenos contextualmente emergentes, lo que significa que las habilidades, capacidades y recursos exis-ten en potencia y sólo pueden "emerger" para ser usados en un lugar específico, en un momento específico, y en un contexto específico. El contexto le da forma tanto a lo que puede emerger como a lo que puede ser más relevante como apoyo. Staemmler (comunicación personal, 2006) sugiere una interpretación de la frase de Parlett que yo he alterado (y que, por lo tanto, quizás ya no represente una postura con la que Staemmler estaría de acuerdo), que remite de manera directa al contexto:
A. El apoyo es aquello que habilita a una persona para hacer (o experimentar) algo. B. En la terapia, el apoyo es aquello que habilita al cliente pa-
ra que haga (o experimente) algo.
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C. El apoyo en la terapia es aquello que: a. hace posible que un cliente adquiera alguna capaci-
dad de la que carecía hasta ese momento y/o que ponga en práctica alguna capacidad ya existente pero cuyo uso práctico estaba bloqueado por temores, evitacio-nes, etc.
b. Hace posible que el cliente tenga una nueva experien-cia, o una nueva organización de la experiencia, cuyo acceso estaba bloqueado por temores, evitaciones, etc.
D. En la terapia, el apoyo es aquello que hace posible que un cliente tome el siguiente paso particular necesario para
a. adquirir alguna capacidad de la que carecía hasta ese momento y/o poner en práctica alguna capa-cidad ya existente pero que cuyo uso práctico es-taba bloqueado por temores, evitaciones, etc.
b. Adquirir una nueva organización de la experien-cia, cuyo acceso estaba bloqueado por temores, evitaciones, etc.
Por ejemplo un paciente —también terapeuta— que le tenía
fobia a la sangre y a los procedimientos médicos, se estaba pre-parando para una cirugía. Dijo que las conversaciones con su cirujano lo dejaban sintiéndose mareado, y que temía desmayar-se durante las preparaciones quirúrgicas. En cierto momento mientras hablaba se le llenaron los ojos de lágrimas. Yo me mos-tré silenciosamente receptiva, dije poco.
A la siguiente sesión me contó que después de nuestra se-sión se sintió desesperadamente angustiado. Dijo que había sen-tido mi participación a través de mis escasas palabras suaves y emocionalmente intensas, ¡pero que ansiaba que yo "hiciera una interpretación"! Habíamos hablado anteriormente acerca de cómo su madre usaba la intensidad de sus reacciones emociona-les a él para usurpar su vida emocional, lo que lo dejaba sin-tiéndose privado, perdido, con peligro de ahogarse. Sentía que yo lo había soltado y abandonado. Dijo que una interpretación lo tranquilizaría en cuanto a que yo entendía su desdicha y que podía pensar en él más que dejarme consumir por mis propias respuestas emocionales.
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Ya le había fallado de esta manera más de una vez durante nuestro trabajo juntos, así que me pareció mejor descifrar lo que estaba pasando entre nosotros. En cierto punto dijo que él y yo parecíamos necesitar respuestas muy diferentes cuando estába-mos alterados. Le dije que yo había querido que mi terapeuta dejara que mi desdicha lo conmoviera, y que para mí una inter-pretación significaba que mi terapeuta estaba distante, y segu-ramente haciéndome saber que si entendiera las cosas como él no tendría que sentirme de ese modo. Mi paciente se rió since-ramente y dijo que ahora entendía las reacciones de perturba-ción que tenían algunos de sus pacientes hacia él cuando hacía interpretaciones. Me reí y le dije que me estaba ayudando a en-tender a los pacientes que, como él, se sentían abandonados por mis respuestas emocionales más inmediatas. Los dos nos senti-mos intrigados y tuvimos una conversación fructífera sobre nuestras respectivas experiencias personales y clínicas.
En ese momento tenía una sensación bastante clara de que nuestra conversación lo estaba apoyando para tener una expe-riencia conversacional vivida donde su enojo, temor y fascina-ción podían ser experimentados cabalmente. No tenía manera de predecir que esa interacción también estaba dando apoyo a algo menos inmediato y menos visible. En su siguiente sesión me dijo que se había sentido muy bien durante su conversación con el cirujano y en los preparativos pre-quirúrgicos. Me dijo que la atmósfera íntima entre colegas y lo fructífero de nuestra conversación lo habían fortalecido, dándole la sensación de que era un adulto capaz y con recursos, sensación que transformó su actitud y experiencia respecto a su cirugía.
Nuestra conversación le ayudó a hacer un contacto más vi-vido con su vida emocional, de tal modo que apoyó, en lugar de perturbar, su autorregulación vigente en ese momento, y a su vez esa experiencia apoyó el aumento de su confianza. Los apoyos para vivificar su contacto surgieron entre nosotros a partir de cosas como nuestra historia compartida, el equilibrio entre nuestra escucha y habla, así como nuestro compromiso con nuestra tarea y nuestros respectivos roles con relación a esa tarea. Además —según su reporte— la sesión también le permi-tió experimentarse a sí mismo de una manera distinta en el
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mundo. En esencia, se hicieron realidad los puntos C y D antes mencionados.
Normalmente es importante recordar que quizás nuestros pacientes no se verán apoyados por lo que nosotros les ofrece-mos como apoyos. Nos corresponde explorar juntos lo que sí apoyaría su siguiente paso en su exploración terapéutica, y qui-zás juntos descifrar por qué el apoyo que pretendo ofrecer no es un apoyo. Esto implica examinar nuestros campos fenomenoló-gicos para discernir cómo nuestros campos, organizados de ma-neras diferentes, aportan significados distintos a nuestra figura de interés compartida.
2. Este relato también ilustra que no existe tal cosa como el
apoyo único, aislado de cualquier otro apoyo. El apoyo también implica una contextualización en términos de nuestras aspira-ciones complejamente organizadas. El apoyo es uno de esos conceptos difíciles que son infinitamente recurrentes y comple-jos. Con eso lo que quiero decir es que no hay un punto de des-canso final donde podríamos decir: "Ah, y esto es lo que apoya eso, y ya tocamos base". Por cada apoyo para el contacto que podemos señalar, descubrimos que la precondición necesaria para la existencia de ese apoyo, es otro apoyo. Por ejemplo, sin mi compromiso con la labor de la terapia, nuestra conversación hubiera podido tomar un rumbo distinto. Y mi compromiso con la tarea se ve facilitado —o apoyado— por mis éxitos previos con el diálogo al servicio de la tarea. Cada éxito y cada fracaso también están plagados de una variedad de ajustes creativos que contribuyen a la sabiduría clínica que entró en juego en esta sesión. Las declaraciones elocuentes y articuladas de mi pacien-te apoyan mi capacidad para entender cómo mi fondo difiere del suyo. A la interacción de los ajustes creativos y el apoyo se suma mi aspiración de cumplir con mi labor con lo mejor de mi capacidad la mayor parte del tiempo.
Solíamos hablar del crecimiento y el desarrollo como el paso
que se da del apoyo ambiental hacia el autoapoyo, pero ahora estamos mejor informados. Nada sucede, jamás, sin una interac-ción entre los apoyos concebidos como autoapoyos, y los apoyos
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concebidos como apoyos ambientales. Como describe Wheeler elocuentemente, cualquier contacto, cualquier cambio, es el re-sultado de una reconfiguración de los apoyos del self (autoapo-yos) y los apoyos ambientales. (2000) Wheeler también nos re-cuerda que cuando pensamos en los apoyos como fenómenos del campo, entonces el rango de apoyos disponibles siempre depende del ojo de quien lo mire. En otras palabras, si no expe-rimento algo como un apoyo que tú si experimentas como apo-yo, entonces es útil para ti, mas no para mí. De hecho, más ade-lante en este ensayo voy a señalar los apoyos que trabajan al exterior del awareness, pero no se trata técnicamente de apoyos del "campo" (organismo/medio ambiente); son, más bien, apo-yos contextuales que le dan forma a nuestros campos.
3. Cada suceso en nuestra vida, cada interacción, puede en-tenderse como un punto en el camino en un flujo interconectado de apoyos y ajustes creativos, al avanzar hacia las próximas so-luciones. Esta declaración es explicativa, no fenomenológica. Y esta es otra de las complejidades del concepto de apoyo. Hay ciertas ocasiones en que una interacción puede no ser experimen-tada como apoyo pero ser, en retrospectiva, reconocida como un suceso que facilitó el contacto con un aspecto de la experiencia que después facilitó un mayor contacto, como un proceso que al final llevó a la satisfacción de alguna aspiración importante. Más adelante proporcionaré un ejemplo clínico que aclarará este punto.
4. El apoyo siempre implica una interacción entre los recur-sos del individuo y los recursos del medio ambiente.
El uso de cualquier apoyo —el llamado autoapoyo o apoyo del self, o bien el llamado apoyo ambiental — requiere de la par-ticipación del usuario. El apoyo además implica contextualiza-ción en términos de nuestras aspiraciones complejamente orga-nizadas. Sin embargo, la capacidad de participar se construye sobre otros apoyos (p. Ej. haber recibido apoyo para desarrollar un sentido de agencia). Para hallar apoyos relevantes se requie-re de la reorganización de las propias metas y necesidades, para lo que hacen falta otros apoyos, y así ad infinitum.
Por ejemplo, podemos usar un ejemplo bastante absurdo que a veces uso con pacientes que se sienten pesimistas sobre el
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valor de involucrarse más plenamente con sus vidas, y que pre-fieren ser totalmente pasivos, permitiendo que su medio am-biente cuide totalmente de ellos. Podemos tomarnos muchas molestias para que los apoyos ambientales nos mantengan res-pirando de modo que no necesitamos participar. Podemos usar un pulmón de acero o un cinturón respirador (¡aunque cierta-mente tendría que participar lo suficiente como para obtener esos servicios!). Entonces se vuelve una cuestión de si preparar esos cuidados es algo que interfiere con otras metas que podría tener un paciente, como el deseo de andar en bicicleta, ir al cine o caminar por la playa.
Nótese que esta manera de entender la compleja interacción de los sistemas de apoyo retira al terapeuta de la posición de adoptar una postura moral según la cual el paciente debe avan-zar del apoyo ambiental al autoapoyo (lo que es imposible), o incluso que su uso de los sistemas de apoyo debe ser más sofis-ticado. Al ayudar a los pacientes a conocer sus aspiraciones —pequeñas y grandes — podemos ayudarles a evaluar cuáles apoyos funcionan mejor para esos objetivos y cuáles no. Si los pacientes desean desesperadamente la experiencia simbólica de que alguien respire por ellos para estar bien cuidados, debemos explorar cómo podrían lograr eso, y atestiguar las limitaciones que plantea esa elección, o cualquier otra. Mi "idea experimen-tal" sobre un pulmón de acero, es cómicamente extrema, pero Fairfield (2004) presenta un argumento convincente para adop-tar esta misma actitud cuando trabajamos con adolescentes de diagnóstico dual.
También me parece importante señalar, para ambas propo-siciones, que hay un peligro inherente a la perspectiva explicati-va del apoyo, en contraste con la fenomenológica. Ese peligro consiste en olvidar que la asignación de los términos "self" y "ambiental" a nuestra manera de entender la ubicación de los apoyos, es algo un tanto arbitrario y dependiente de la perspec-tiva del hablante. Lo que el terapeuta podría considerar auto-apoyo el paciente bien puede experimentarlo como apoyo am-biental. Al nivel del proceso, podemos considerar que aquí lo importante no es la supuesta ubicación de cualquier apoyo en particular, sino que nuestros pacientes logren reconocer que los
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apoyos llamados del self y ambiental —es decir, los apoyos que experimentan como que dependen de ellos, y los apoyos que experimentan como que no dependen de ellos – siempre están íntimamente interconectados.
El ajuste creativo y el apoyo
5. El apoyo y el ajuste creativo están íntimamente entreteji-dos.
6. Lo que está ocurriendo en el momento presente es lo que está recibiendo apoyo en el momento presente. Esto incluye las disminuciones e interrupciones vigentes en el flujo de entusias-mo e interés.
a. Las interrupciones vigentes son ajustes creativos que están recibiendo el apoyo de la pareja terapéutica.
b. A su vez, la interrupción da apoyo a algo más (es un ajus-te creativo).
c. El que se apoye a una cosa significa que hay otra cosa que no está recibiendo apoyo.
Ahora vamos a complicar aún más esta combinación. Aun-
que con frecuencia examinamos cuáles apoyos son necesarios para este o aquel tipo de contacto, creo que también nos corres-ponde preguntar qué tipos de contacto están recibiendo el apo-yo de la constelación de presente apoyos. Esto pone de cabeza nuestra pregunta acostumbrada, pero nos ayuda a examinar exactamente cómo el proceso de contacto vigente es un ajuste creativo a los recursos vigentes. Dicha deconstrucción es parti-cularmente útil cuando tratamos de entender cómo un nudo terapéutico en particular está siendo reforzado en nuestro diá-logo terapéutico vigente. En esencia esto exige dos interrogantes a nuestro trabajo terapéutico: ¿qué es lo que está recibiendo apoyo ahora entre nosotros, y cómo? ¿Qué desearíamos el pa-ciente y yo apoyar juntos?
El ajuste creativo y el apoyo se apoyan mutuamente, y en cada momento de nuestra vida estamos involucrados en ajustes creativos. Los ajustes creativos se arman a partir de los apoyos
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que tenemos disponibles, y cada ajuste creativo se convierte en el apoyo para otro ajuste creativo. Así que cuando nosotros los terapeutas nos descubrimos pensando que los pacientes están interrumpiendo el flujo de su experiencia, o deflectando, pode-mos explorar juntos qué hay en nuestra situación que da apoyo a esa calidad de interacción. La respuesta a dicha pregunta se-guramente revelará cómo el paciente y yo juntos damos apoyo a la interrupción —puedo notar, por ejemplo, que estoy conte-niendo la respiración y apretando la mandíbula— y que esta interrupción apoya otro objetivo, como una sensación de segu-ridad para cada uno de nosotros en distintos grados, que podría verse amenazada por un flujo libre de la experiencia.
Por ejemplo, vamos a rastrear el flujo de ajustes y apoyos que pueden discernirse en la siguiente viñeta clínica:
Acababa de regresar de un viaje de diez días, y el paciente mencionó algunos signos de su sensación de estar "a la deriva" durante mi ausencia. Se sentía un poco turbado por su "confe-sión", ya que no se siente particularmente involucrado en nuestra relación, y prefiere guardar su distancia. Después, ha-blando rápidamente, con poco apoyo de su respiración, conti-nuó, haciendo referencia a su experiencia de reanudar nues-tras sesiones:
P: Pues ahora que estoy anclado . . . [lanzado como una transición, sin aparente conexión con las palabras. Lo sentí como algo vacío]
T: [tras algunas otras frases que me parecieron vacías e inertes] ¿Puedo dar un paso hacia atrás? Me pregunto... dijiste: “ahora que me siento anclado . . .” ¿Así te sientes?
P: Pues, no sé lo que siento. [dicho con interés y algo de sorpresa]
T: Sí . . . ¿Qué crees que te hizo decir eso [el comentario de estar anclado]?
P: [larga pausa, mirada confundida, consternación]
T: [Pensé que quizás mi pregunta había despertado algo de vergüenza. Parecía interesado en mi pregunta, pero tam-
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bién con temor a ser criticado. Quería encontrar una manera de dar apoyo a su interés, dado que el interés en su experien-cia de momento a momento es una vivencia relativamente nueva para él.] Puedo decirte por qué lo pregunto. Me pareció que esa frase no transmitía realmente tu experiencia. Así que me pregunté... si no estabas hablando en ese momento para decir algo de tu experiencia, me pregunto cuál función debía tener esa frase.
P: Ah . . . [aparentemente aliviado y cada vez más intere-sado] Fue una especie de transición . . . [pausa]
T: Así que si hubieras dicho, “ahora quiero cambiar de tema,” ¿eso funcionaría mejor?
P: Pues, no, creo que se trata de otra cosa. [reflexión con cejas fruncidas, mostrando aparentemente una mayor concen-tración y enfoque] Mi frase contenía alguna semilla de verdad, pero no puedo llegar a ella. . .
T: Prueba con esto: “Me da gusto estar de vuelta . . .”
P: [rápida sonrisa culpable y avergonzada de reconoci-miento] Sí, pero esto se acerca aún más: “¡Me da gusto estar aquí de vuelta contigo!” [amplia sonrisa, los dos reímos que-damente ]
En este intercambio, fluimos a través de una combinación de apoyos y ajustes; sólo algunos de ellos pueden describirse. Mi indagación respecto a su experiencia de decir que estaba tethe-red2 nos llevó a un proceso que Erv Polster (1999) llama "secuen-cias terapéuticas" ajustadas. Las secuencias ajustadas suelen usarse como apoyo para un contacto más cercano con la propia experiencia inmediata. Pero el aparente apoyo de mi atención a la experiencia inmediata sólo se vuelve útil si mi paciente aporta su propio interés.
2 Tethered: proceso por el cual un dispositivo móvil con conexión a Internet actúa como pasarela para ofrecer acceso inalámbrico a la red a otros dispositivos. Nota del editor.
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Recientemente en nuestro trabajo, la secuenciación ajustada ha involucrado su atención con más fuerza, en lugar de tan sólo evocar su temor (cosa que había sucedido con frecuencia en el pasado). En este caso el ajuste creativo fue su interés, fortalecido por el apoyo de la secuencia ajustada, su historial reciente con los descubrimientos que se han ido ampliando a partir de dicho trabajo, y su creciente fe en nuestro proceso dialógico. Además, nótese que el florecimiento de su interés estuvo a punto de des-carrilar hasta que contó con el apoyo que le proporcioné al con-textualizar mi pregunta. Mi cliente no había experimentado co-mo apoyo mis primeros intentos por ajustar la secuencia. Enton-ces su interés se convirtió en un apoyo que, junto con mi expli-cación de mi propósito, se convirtió en apoyos que le ayudaron a enfocar con más claridad su figura. La figura cada vez más clara, junto con la frase que le proporcioné, fueron apoyos para correr un riesgo conmigo que fue, a su vez, otro ajuste creativo.
7. Los apoyos para el contacto terapéutico son bidirecciona-les (hacemos nuestro mejor trabajo cuando recibimos apoyo de nuestros clientes).
La calidad emergente de los apoyos puede verse cuando el interés del paciente se vuelve disponible en nuestro diálogo. Este fenómeno —fluido, sujeto a la reconfiguración, dependien-te del contexto — aplica tanto al terapeuta como al paciente. Por ejemplo, al inicio sentí cierta decepción y molestia de que el pa-ciente quisiera que me involucrara con él en una conversación aparentemente sin sentido. Habíamos recorrido ese camino po-co satisfactorio juntos demasiadas veces para mi gusto. Pero usé los apoyos de mi fe en la inclusión (empatía) y mi reciente histo-ria satisfactoria con este paciente para ajustar mi enfoque. Pasé de enfocar mi molestia a enfocar sus esfuerzos. ¿Qué esperaba lograr al hablar de esa manera? Su respuesta a mi ajuste creativo fue uno de los apoyos para la emergencia de una sensibilidad más compasiva hacia los efectos de mi indagación, lo que fue un apoyo para que los dos refináramos su figura en una atmósfera de aceptación e interés compartido.
En lo descrito anteriormente podemos ver otra dimensión importante del apoyo en la terapia. Los apoyos son bidireccio-nales. Tendemos a realizar nuestro mejor trabajo cuando nues-
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tros pacientes apoyan nuestro talento, creatividad, autoestima y compasión con su capacidad de respuesta. Por eso repito con frecuencia que la marca del buen terapeuta no es su arte como terapeuta, sino su disposición a seguir adelante cuando el traba-jo es desordenado, torpe y descorazonador. Nuestra determina-ción y nuestro valor emocional cuando nuestro medio ambiente (nuestro paciente) puede dar tan poco a cambio resultan ser un autoapoyo crucial para la difícil práctica de la psicoterapia.
Apoyando los apoyos: Una semi-invisible e interminable bola de hilo
8. La mayoría de los apoyos son fenómenos del campo, al tener una cualidad de ser 'dados por hecho'. Un ejemplo es el del privilegio para la piel blanca. Se vuelven figura sólo en au-sencia (p. Ej., el oxígeno), es decir, cuando ya no están accesibles como apoyos, pero existen en nuestro awareness como apoyos potenciales; algo que necesitamos, pero que no tenemos. Nunca podemos conocer todo el rango de apoyos con los que estamos involucrados.
9. Muchos apoyos son comunales o culturales, conllevan el talento individual pero no son posibles sin el apoyo de la comu-nidad.
Mi paciente y yo podemos estar recurriendo a apoyos que dependen de nuestra ubicación cultural. Pueden o no volverse figura dependiendo, en parte, de cuánta similitud cultural com-partamos. Entre más compartamos, menos tenderá a volverse figura.
Nuestra cultura misma es un apoyo. Sin cultura no tenemos una experiencia organizada, no tenemos un mapa para estar en el mundo, y no tenemos lenguaje. El lenguaje es un apoyo nece-sario que nos da la posibilidad de entendernos unos a otros. Los apoyos socioculturales funcionan de un modo mayormente in-visible, ya que nuestra cultura es mayormente invisible para nosotros. Como señaló Wheeler, en una elocuente exposición sobre el selfhood y la cultura: "La cultura...es todo lo que supo-nemos sobre cómo el mundo 'simplemente es'. Paradójicamente, el nivel más básico de la aculturación es el que no nos parece cultural, sino universal". (2005, p. 50).
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Sospecho que los apoyos culturales más invisibles son los que emergen de y apoyan el privilegio. De manera similar, la experiencia de autonomía y agencia no es producto de la inde-pendencia; es un fenómeno emergente que depende por com-pleto de la interdependencia con un buen funcionamiento.
Las diferentes culturas y experiencias culturales apoyan e inhiben distintos estilos de vida de manera diferencial. Por su-puesto, como subraya Wheeler (2005), todos habitamos múlti-ples culturas, de modo que en ciertos momentos los recursos de una de nuestras culturas pueden usarse como apoyo para tratar con los problemas en una de nuestras otras culturas. Srole, un investigador sociológico, llegó a esta misma conclusión cuando estudió a un grupo minoritario grande (una subcultura) de per-sonas que habían sobrevivido a la pobreza urbana extrema en los EEUU, pero permanecían psicológicamente intactos. Sus análisis de datos sugirieron que "...tres recursos socioculturales fueron clave para 'fortalecer e inmunizar eugenésicamente con-tra el impacto potencialmente devastador de la adversidad exó-gena extrema'; una fortaleza estoica, la ética de 'ser adulto'; fuer-tes relaciones de parentesco; y la percepción de identidad de un grupo especial". (En Antonovsky, 1987, p. 56)
Otros apoyos mayormente invisibles son tomados de nues-tros cuerpos y la gravedad que apoya nuestro movimiento a través del espacio. Aquí no necesito profundizar. Entre más sanos estén nuestros cuerpos, menos tendremos que atender a sus funciones de apoyo. Cuando nuestra salud se vuelve un problema, cobramos más conciencia de la necesidad de que nuestros cuerpos nos den apoyo para poder realizar varis obje-tivos de vida.
¿Qué hay de los apoyos invisibles que funcionan de manera interpersonal? Aquí es donde entran en juego algunas interesan-tes ideas tempranas de Laura Perls. En sus primeras elucubra-ciones sobre el contacto, Laura Perls inicialmente hizo una dis-tinción entre el flujo subyacente de estar-en-contacto, casi equi-valente a "seguir-estando" o "estar en el mundo", y los momen-tos más episódicos que ella llamaba "hacer contacto". Bloom hace referencia a su
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“. . . uso más matizado pero más temprano del contacto: estar-en-contacto es el segundo plano para la actividad de primer plano que es hacer contacto. El contacto es una función, es decir, es una organización integradora del campo organismo/medio ambiente —integradora de sus eventualidades y de sus complejidades biológicas, sociales, culturales e históricas. Estar-en-contacto con tu propio segundo plano —tu historia, educación, estilo, postura o res-piración, por ejemplo — es el fondo, el apoyo para hacer-contacto con lo novedoso. (2005, p. 83 — cursivas en el original)
La misma Laura Perls lo dijo de la siguiente manera:
El apoyo comienza con la fisiología primaria como la res-piración, la circulación y la digestión, y continúa con el desa-rrollo de la corteza, al crecer los dientes, la postura erguida, la coordinación, la sensibilidad y la movilidad, el lenguaje y sus usos, los hábitos y costumbres, e incluso, particularmente, los complejos que surgieron como apoyos al momento de su for-mación. Toda la experiencia y aprendizaje que han sido cabal-mente asimilados e integrados construyen el segundo plano de una persona, lo que le da sentido a las gestalts emergentes y así apoyan cierta manera de vivir en la frontera con entusias-mo. (1992, pp. 153f. — cursivas en el original)
“Y nótese: el apoyo es el sostén de la función, la plataforma de
la acción". "El apoyo no es la suave almohada de un abrazo, no una sustancia consoladora, sino la base del contacto mismo: el apo-yo es el ser que permite hacer, el campo que empodera a la acción" (Bloom 2005, p. 84 — cursivas en el original).
Este “estar-en-contacto” funciona en gran medida afuera del
awareness. Como subraya Bloom, toda nuestra experiencia pasa-da, y la manera en que ha sido integrada, es el campo de apoyo para el momento emergente.
Por cierto, nuestra historia integrada es un buen ejemplo de la interacción entre los ajustes creativos y el apoyo para la re-configuración de la experiencia. La mayoría hemos tenido la experiencia de que nuestra "historia" cambie con el tiempo. Los
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hechos probablemente no cambian, pero los significados sí. Al-gunos hechos se vuelven menos interesantes y otros más. Algu-nos hechos cobran sentidos distintos. Por ejemplo, en este punto en mi vida me he dado cuenta —con mucho agradecimiento a varios terapeutas en mi vida— que estoy menos bajo el poder del grave abandono emocional que caracterizó a mi niñez, y estoy más complacida con los recuerdos de la manera de ser relajada y los valores humanitarios que también permeaban mi hogar familiar. Cada reconfiguración de mi historia se funda-menta en apoyos nuevos o recién reconfigurados, y cada recon-figuración también se vuelve un apoyo que puede usarse en diferentes situaciones de vida.
El apoyo en contexto: De vuelta al inicio
Aunque encuentro útil la afirmación de Laura Perls antes ci-tada, estoy en desacuerdo con su aseveración que comienza con la fisiología primaria. El apoyo no puede comenzar de una ma-nera tan lineal como la que describe Perls. La fisiología primaria es apoyada por apoyos ambientales como la gravedad, la tem-peratura y nuestro medio ambiente relacional. Estos apoyos corporales y ambientales trabajan constantemente en conjunto. La linealidad no sólo deja de lado una sensibilidad más contex-tualizada; además, su descripción del apoyo tiende a un modelo más individualista del apoyo, en lugar de un modelo más con-textualizado u orientado al campo (sospecho que si pudiera hablar ahora, sus descripciones serían distintas).
Por la misma razón, también tengo objeción con una gema de Laura Perls que es frecuentemente citada: "Doy todo el apoyo que se necesita, y lo menos posible". (en Bloom, pág. 6) Dicha declaración establece algunas suposiciones no contextuales. Da por hecho que sabemos qué de lo que hacemos da apoyo, y que sabemos lo que estamos apoyando. Supone que podemos ver con claridad lo que "se necesita" (cuando la necesidad y la expe-riencia de la necesidad son, en sí mismos, fenómenos complejos y emergentes del contexto). También da por hecho que siempre es mala idea ofrecer algo que puede ser deseado pero no lógi-
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camente necesario. Puedo recordar bien momentos en mi vida en que mis terapeutas me apoyaron de maneras que no me eran necesarias —hasta donde yo podía ver— pero el significado del apoyo aumentó mi confianza en su cuidado, lo que me dio apo-yo para establecer un contacto más estrecho con mis estados mentales más vulnerables y avergonzados. Considero que hay muchos momentos en que su adagio va muy bien con el mo-mento, pero haría una advertencia en contra de endurecerlo hasta volverlo una regla.
No se puede juzgar a un apoyo por su portada
10. Mirando desde afuera del marco de referencia de la per-sona, no se puede saber si algo es o no un apoyo.
Con frecuencia descubrimos gracias a experiencias subse-cuentes que algo que sucedió en el proceso terapéutico fue un apoyo para un siguiente paso que era deseado. Una vez le dije a un paciente muy perturbado que aún no entendíamos lo que significaba para él un suceso en particular. En la siguiente se-sión me dijo que la palabra "aún" le había dado la esperanza en que había un mañana, en que la comprensión emocional podía evolucionar con el tiempo, en que su aflicción no significaba que su mundo estaba destrozado para siempre. A lo largo de la te-rapia siguió ocasionalmente haciendo referencia al poder del "aún". ¡Yo apenas me había dado cuenta de que había usado esa palabra!
En otras ocasiones algo que pretendíamos fuera un apoyo puede no experimentarse como tal. Fortalecida por mi experien-cia previa con la palabra "aún" arriba descrita, me descubrí repi-tiéndola con otro paciente. Su experiencia con mi uso de esa palabra fue muy distinta. Pensó que le estaba diciendo, ya sea que era deficiente e inadecuado, o que creía que se estaba "aho-gando en un vaso de agua". Quizás, al estar más consciente de la palabra, hice énfasis en ella de una manera provocadora. O qui-zás fue la palabra en sí misma. Quizás algo en nuestra historia juntos lo predispuso a sentirse juzgado por mí. La exploración de todas estas posibilidades resultó fructífera para sacar a la luz
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su historia evolutiva, y también dio apoyo a su naciente sentido de empoderamiento para decir lo que pensaba.
Las historias de desarrollo y culturales también proporcio-nan apoyo de maneras sorprendentes. Uno no puede saber, por ejemplo, al mirar un factor estresante, qué es lo que apoya. (An-tonovsky, 1987) La adversidad no sólo da apoyo a cosas como el pesimismo, la rigidez, la contracción emocional y el aislamiento. También puede ser un apoyo para desarrollar talentos como la perseverancia, la capacidad de percepción, la valentía, y el agradecimiento por lo que uno tiene (obviamente, esta lista es incompleta).
Finalmente, todos hemos tenido experiencias en la terapia donde hemos sido enfrentados por, o hemos enfrentado a, nues-tros pacientes. Estas difíciles interacciones con frecuencia son impulsos útiles para el desarrollo. Tenía un paciente al que a veces le decía: "No me vengas con estupideces". Se enorgullece de las veces en que se sale con la suya, pero también le entriste-ce un poco. Cuando lo "cacho", normalmente se siente tempo-ralmente incómodo, pero también agradece la invitación a "acercarse más" a sí mismo.
Ejemplo de caso
En el siguiente caso podremos ver cómo en ocasiones los apoyos se vuelven figura, y en otras son actuados sin ser direc-tamente reconocidos. A lo largo de la sesión (y de muchas se-siones con este hombre) el cliente me planteó una pregunta: ¿Puedo confiar en que te involucrarás conmigo de tal manera que se apoyen mis objetivos, aún cuando eso se oponga a tu agenda?
La consulta inicial de Greg conmigo se centró en sus urgen-tes pensamientos suicidas, depresión y desesperación. Dijo que pensaba en su vida (sumamente exitosa a nivel personal y pro-fesional) como en un Porsche hermosamente equipado y con un perfecto mantenimiento. Pero no podía disfrutarla, y considera-ba que debía regalarle su vida a alguien que fuera capaz de sen-tir placer al conducir ese magnífico automóvil.
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Durante varios meses me contó historias cargadas de una amarga desesperación. Se embarcaba en iracundas diatribas sobre el egoísmo de las mujeres. También me desafiaba con fre-cuencia respecto a la utilidad de la terapia. Tenía una descon-fianza tremenda de la profesión terapéutica, y se resistía a admi-tir que yo o cualquier otra persona pudiéramos ofrecerle alguna ayuda significativa. Era importante para él que no tratara de defender mi profesión y que permaneciera humilde acerca de la posibilidad que podría tener o no de ayudarlo.
Era listo e intelectualmente curioso, y juntos reflexionamos sobre muchos de los misterios de la vida. También traté de ras-trear sus emociones tan estrechamente como me fuera posible, y se fue volviendo cada vez más consciente, y elocuente, respecto a su rica variabilidad. A veces también nos aventurábamos en relatos sobre su historia de desarrollo, terriblemente negligente y llena de abusos. También me dejó claro que quería saber mis opiniones sobre lo que planteaba, y quería poder estar en desacuerdo conmigo.
Tras algunos meses de trabajar juntos, se volvió más confia-do y optimista sobre la vida, más resiliente al enfrentar las de-cepciones, excepto por el hecho de que su imagen de suicidio le venía a la mente casi diariamente. Al principio entendíamos esto como una expresión de su terror a la retraumatización; la ima-gen surgía en respuesta a decepciones menores como diciendo: "No te engañes, esta decepción es un aviso de lo que vendrá. ¡Prepárate para admitir que la vida no tiene sentido!"
Sin embargo a la larga le ofrecí otros dos planteamientos so-bre el significado de las imágenes suicidas. Los dos señalaban las imágenes de suicidio como un apoyo para objetivos impor-tantes en la vida de Greg. El primero era que, ya que la elección y la autonomía eran tan importantes para Greg, el recordatorio de que podía elegir vivir o morir era una piedra angular en su sensación de vitalidad y autenticidad. El segundo era que nece-sitaba de esas imágenes como un punto de comparación y con-traste. Le ayudaban a tener perspectiva respecto a los altibajos de su vida cuando los medía con relación a su imagen de suici-dio. Greg apreció mucho mi capacidad para entender su "extra-
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ña" experiencia de una manera que afirmaba su lucha por una existencia vital.
Llevábamos cuatro meses reuniéndonos. Nos veíamos tres veces por semana. Al tratar de organizar una cuarta reunión a la semana, me contó algunos de los temores de su infancia, inclu-yendo uno donde la tina de baño podía llenarse de agua y aho-garlo. Discutimos que ese temor podía representar fuerzas im-personales que lo aniquilarían y que no tenía influencia para detener esas fuerzas, ya que no tenía oídos con qué escuchar sus ruegos. Me pregunté en voz alta si quizás experimentaba mi intento por tener una cuarta sesión como una fuerza que lo aho-gaba. Respondió que ya sentía el agua al cuello. Sugerí que nuestro ritmo de trabajo debía reflejar de manera más exacta su sabiduría, y que yo me había visto momentáneamente cegada por mis propios deseos. Dicha acción "ciega" era una repetición del ambiente insensible de su juventud.
Recuerdo que me pregunté si ahora decidiría dejar la tera-pia, o reducirla a una sola vez a la semana, ya que su compro-miso con la terapia misma siempre había sido tenue. En la si-guiente sesión declaró que tres sesiones por semana parecían ser un ritmo adecuado para él, y que sólo consideraría la posibili-dad de aumentar la frecuencia si yo creía que le ayudaría a completar su proyecto terapéutico más rápidamente. Obvia-mente yo no podía afirmar eso. Además, para ese momento ya había aprendido que cualquier exploración de su deseo de ter-minar rápidamente sólo lo ponía más a la defensiva. En lugar de eso, tendía a buscar formas de entender su deseo de maneras que pudiera recibir como mi apoyo en su lucha por una vida vital. Esta interpretación sólo se hizo posible unos días después, en la sesión que deseo describir.
La noche antes de nuestra sesión descubrí que el grupo de rock los Grateful Dead iba a cantar el himno nacional en un evento deportivo en la televisión. Greg es aficionado a los de-portes y un ferviente admirador de los Grateful Dead. Me pre-gunté si mencionarle el himno a Greg. Finalmente decidí hacer-lo, aunque no pude encontrar en mí alguna buena razón para hacerlo. La sesión comenzó con mi mención del anuncio que había oído. Él sonrió y se movió para sentarse en el suelo, afir-
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mando que quería cambiar su rutina normal (sentado en el sofá) para "cambiar de escenario, quizás entrar más en lo que tengo que hacer aquí... para poder irme pronto". Algo en su seriedad burlona me inspiró deseos de jugar. Respondí diciéndole: "¡Tú también me agradas!" Los dos reímos abiertamente.
Después Greg dijo que se estaba sintiendo mucho mejor, y que claro que quería terminar tan rápido como pudiera. Men-cionó que estaban comenzando a surgir recuerdos de su infancia (dice tener mala memoria para los sucesos de su infancia), que quizás querría explorarlos, pero que no estaba seguro de cómo eso le ayudaría, y que de todas maneras no sabía lo que signifi-caba "explorarlos". Su actitud era un tanto defensiva, como si se estuviera preparando para que discutiera con él y le señalara la naturaleza defensiva de su ambivalencia sobre permanecer en la terapia, y sobre la exploración de los recuerdos de la infancia.
Le dije que mi sensación era que, en su caso, el final llegaría cuando su humor predominante ya no fuera de desesperanza y desolación y cuando se creyera digno de estar en este planeta. Que creía que explorar sus recuerdos podía ser una ruta para lograr esos objetivos, pero que podía no serlo.
A continuación está un diálogo que reconstruí con base en notas hechas para el día de la sesión:
Greg: [después de un breve silencio] Yo sé que tú sabes que tengo ciertas ideas respecto a tu profesión. Debería dar un discurso algún día en una convención.
Yo: ¿O al menos decírmelo a mí? ¿Aquí? ¿Ahora? [invita-ción para una secuencia ajustada]
Greg: [con una voz enojada y decidida] No todos son res-ponsables. Y no me puedes explicar por qué tengo que "traba-jarlo". ¿Qué es eso? ¿Qué sucede en el cerebro? [voltea a verme y habla con menos enojo] Al menos tú no finges que este cam-po está más avanzado de lo que está. Pero pueden dar conse-jos sin hacerse responsables ni preocuparse por la dirección que toman [continúa con este tema durante varios minutos].
Terminé por darle mi opinión acerca de cómo podría fun-cionar el hablar de sus recuerdos. Sugerí que cuando sucedie-
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ron ciertos eventos, lo dejaron con la creencia de que merecía ser maltratado, y por lo tanto, de que no era digno de recibir un trato amable (había mencionado que los gestos amables fortuitos de sus padres le habían resultado confusos). Pensé que quizás repetirme sus relatos llevaría, con el tiempo, a una erosión de su creencia anterior, al surtir efecto nuevas perspec-tivas obtenidas a través de mis reacciones emocionales y nues-tras exploraciones de base emocional (un "hablar sobre" donde se respetaba su deseo de que se tomaran en serio sus intereses intelectuales, así como una buena descripción de cómo podría funcionar nuestra participación conjunta en la construcción de una narrativa. Nunca antes había puesto esto en palabras, y él pudo percibir que en ese momento estábamos explorando algo juntos).
Me preguntó por qué las exploraciones debían estar emo-cionalmente matizadas. Le dije que las creencias basadas en las emociones parecen necesitar de contra-reacciones de base emocional, como contrafuego. Le dije que esa no era una ex-plicación técnica, pero que como metáfora me resultaba útil. Le dije que estaba basada en mi experiencia, y que me mante-nía cerca de mi fenomenología porque no podía hablar con ninguna autoridad sobre el funcionamiento del cerebro y las investigaciones sobre el cerebro.
Greg y yo hablamos de su necesidad de experiencias emo-cionales distintas que lo atrajeran hacia la vida. Habló de la importancia que tenía la música para él. Le dije que me acor-daba de su relato sobre su primera experiencia al escuchar un radio.
A la larga Greg contó un recuerdo de un experimento con una botella de coca-cola y un globo. Puso algo de bicarbonato en la botella, colocó el globo sobre la boca de la botella y vio maravillado cómo se inflaba el globo. Al día siguiente volvió a repetir el experimento. Cuando su madre lo encontró hacién-dolo otra vez se mostró molesta y desaprobadora porque era algo tan poco práctico. Greg centró sus pensamientos en la
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presión de su madre para que fuera práctico y funcional. No había cabida para el despropósito y el juego.
Yo: Quizás voy a sonar un poco arrogante, pero relaciono esto con nuestra relación. Disfrutaste del experimento. Enton-ces tu madre te dice: "Supéralo tan rápido como puedas, con la menor cantidad posible de repeticiones". Creo que de verdad disfrutas de pasar tiempo conmigo, y tu disfrute no es una ra-zón suficiente que te permita permanecer y estar conmigo sólo por placer.
Greg sollozó profundamente con alivio y reconocimiento. Habló más de cómo sus padres le negaban sus placeres. Le re-petí que en la niñez el juego es la experiencia con un estado emocional que después creamos de una manera diferente en la edad adulta que nos ayuda a tener una razón para levantarnos cada día. El que sus padres le negaran el juego significaba que no podían apoyar eso en él.
Greg: [en tono nostálgico] Sólo desearía alguna vez haber alzado la mirada mientras jugaba para ver a mi madre...
Yo: ¿...mirándote orgullosa? Porque esa mirada es parte de la base de ser capaces de buscar dichas experiencias. [para mí, este final resultó irónico porque inicié la sesión con una refe-rencia a algo lúdico (concierto de los Grateful Dead) y jugando un poco con él ("¡Tú también me agradas!"]
Greg se fue bastante emocionado y tímido.
¿Qué debe hacer un terapeuta?
Ante toda esta complejidad, entendiendo que no hay límites en el terreno de los apoyos y que sólo podemos conocerlo de manera parcial, ¿cuál es la participación del terapeuta en apoyar la recuperación del paciente de un trauma y su posterior desa-rrollo (no que estas dos ideas sean tan fáciles de separar)? Creo que hay algunos apoyos que la terapia está perfectamente ubi-cada para ofrecer. Después de todo, en la media en que poda-mos apoyar a que nuestros pacientes desarrollen y aginen sus
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habilidades para en contacto, habremos contribuido a establecer y afinar la creación de significado, el desarrollo de habilidades emocionales, y la evocación de la fe de las soluciones que pro-vienen de uno mismo así como una sensación de pertenencia en el mundo.
Antonovsky (1987), sociólogo israelí, ha estudiado a muchos grupos de personas, incluyendo sobrevivientes del holocausto, veteranos de guerra y personas pobres y menospreciadas. Él y otros investigadores han descubierto repetidamente que las per-sonas que responden a los factores estresantes de maneras que fortalecen la salud (o que, cuando menos, resisten la enferme-dad), han podido desarrollar una narrativa significativa sobre sus vidas y los sucesos en ellas. Hace poco hablé con una mujer cuyo hijo murió peleando en Irak. Ella encontró propósito y sentido protestando contra la guerra. Dijo que eso había alivia-do su profunda depresión.
Como terapeutas, participamos en los relatos de los pacien-tes. Nuestra participación, que es una combinación de atesti-guamiento, llamado y respuesta, ayudar a afinar, ampliar y en-tender la esencia de los relatos, cambiar nuestras historias como ellos cambian las suyas, todo esto ayuda a nuestros pacientes a aumentar su flexibilidad y su resiliencia, a relajar sus relatos y complejizarlos. Entre más complejas se vuelvan las historias, mayor será la consecuente riqueza emocional.
Las habilidades emocionales se desarrollan en un contexto en el que el propio proceso emocional recibe una respuesta res-petuosa y compasiva. Nuestra postura dialógica da la bienveni-da, e incluso abraza, el mundo vivencia paciente. También nos aporta una sintonía especial con la emergencia y ramificaciones de la vergüenza, ya que la vergüenza es una afirmación radical de no-pertenencia. De hecho la vergüenza es una de las influen-cias limitantes más comunes, persistentes e intratables sobre la propia capacidad para reconocer y utilizar los recursos ambien-tales. Así que la restauración de la dignidad subsiguiente a pres-tar atención a y resolver la vergüenza, según aparece en el diá-logo, terapéutico es un apoyo crucial para ampliar el acceso a otros apoyos para el contacto.
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En ciertas ocasiones la secuencia ajustada aporta un aware-ness emocional momento a momento más vivido. En otras oca-siones las secuencias menos ajustadas permiten obtener una probada del flujo, culminación y entrega al proceso dialógico. Cuando estamos sintonizados con el proceso emocional de un paciente, y recibimos y respondemos en el espíritu del diálogo, encarnamos la teoría paradójica del cambio (Beisser, 1970), al mismo tiempo que caminamos al lado de nuestros pacientes a través de su sufrimiento. Al hacerlo, ninguna experiencia per-manece insoportable, o alienada, por profundo que sea el sufri-miento. Cuando un paciente no necesita restringir su experien-cia emocional, adquiere habilidad para vivir consigo mismo y con los demás con su rango más amplio de emociones.
Los relatos existenciales no tienen final
Puedo afirmar que la habilidad emocional es el punto clave de la capacidad para reconocer y actuar en armonía con las so-luciones que provienen de uno mismo. Y puedo sugerir que la sintonización, la sensibilidad a la vergüenza, la teoría paradójica del cambio, el compromiso con el diálogo del terapeuta, todos son apoyos para el tipo de contacto que abraza las vidas emo-cionales de nuestros pacientes. Pero la verdad es que no tengo una forma elegante para terminar esta exploración de los apo-yos. Esta exploración ha sido tan sólo un comienzo, y no tiene final. Hay tantos aspectos de nuestro diálogo terapéutico que apoyan el diálogo, que apoyan los siguientes pasos en el desa-rrollo de nuestros pacientes, y sólo somos capaces de identificar unos cuantos. Este ensayo es un llamado a que nos entreguemos a un proceso que nunca podremos definir del todo. Nuestras teorías y nuestras experiencias personales y terapéuticas son apoyos para esa entrega.
Este documento es un apoyo más para mi entrega al comple-jo y asombroso proceso que llamamos terapia gestalt, y le agra-dezco a Malcolm que despertara mi interés con esa joya al afir-mar que el apoyo es "aquello que habilita".
Bibliografía
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Beisser, A. R. (1970). The paradoxical theory of change. In J. Fagan & I. L. Shepherd (Eds.), Gestalt therapy now (pp. 77-80). New York: Harper Colophon.
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Ni contigo, ni sin ti Reflexiones sobre la iniciativa y su pérdida
“Una característica del neurótico es que no puede establecer un buen contacto,
ni puede organizar su retirada”. (F. Perls, 1973)
“Ni contigo ni sin ti
tienen mis penas remedio: Contigo porque me matas; y sin ti porque me muero”.
(Anónimo, siglo XV)
“Saber es relativamente fácil. Querer y obrar de acuerdo a
lo que uno quisiera es siempre más duro”. (A. Huxley, 1963)
RESUMEN En la infancia existen actitudes como la imaginación, la espontaneidad, la manipulación y la iniciativa que, según la autora, deberían conservarse hasta la edad adulta. En este artículo nos comparte sus reflexiones con especial énfasis en la iniciativa y sus características, la falta y represión de la misma y cita ejemplos en el ámbito terapéutico. Una persona con iniciativa, menciona, se caracteriza por su eficacia, flexibilidad, su capacidad de hacer las cosas bien, su toma de conciencia o consciousness y su interdependencia. Introducción
La iniciativa es la acción de dar comienzo a algo, de hablar u obrar por voluntad propia, adelantándose a cualquier motivación externa o ajena a uno mismo. Se le dice iniciativa tanto a la facultad personal que inclina a esta acción como al desarrollo de esta facultad. Se entiende lo explicado en las frases: tomar la iniciativa o tener iniciativa.
La iniciativa, según la Terapia Gestalt, es un signo de salud y bienestar ya que implica el despliegue de la excitación para satisfacer una necesidad, esto es, lograr un fin deseado. Su carencia puede llamarse apatía, pasividad.
El objetivo de este artículo es tratar de aportar algunas reflexiones y alguna luz tanto a las características y aspectos de la iniciativa como a su carencia desde la teoría de la Terapia Gestalt, y su aplicación a la clínica. Planteamiento inicial
La iniciativa parece ser un requisito sine qua non para emprender cualquier acción, ya sea en la vida cotidiana, como el ámbito de la educación, de las organizaciones o de los logros personales propios.
El mundo actual está regido por las personas con iniciativa, y no es cierta una de las frases pronunciadas por Jesucristo, “Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán las tierra”, si la entendemos como una falta de iniciativa y no como una ausencia de agresividad descontrolada.
Desde la teoría de la Terapia Gestalt, la iniciativa puede relacionarse con la excitación, con la energía, con la agresividad en su sentido etimológico de “ir hacia”. Progreso e iniciativa El ser humano es una animal social y, por lo tanto, está siempre a caballo entre la realización de sus propios intereses y el llamado bien común. Cuanto más amplia es la sociedad, cuanto más grande es el grupo al que pertenece, el animal humano parece tener menos dificultades para olvidar su lealtad al grupo y regirse por sus propios impulsos. O, por el contrario, educado en el reducido grupo llamado familia, aprende que es la obediencia o la lealtad al grupo lo que prima e inhibe cualquier iniciativa que podría vivirse como un ataque o como un cuestionamiento de las normas establecidas, como un intento de destruir el grupo y por lo tanto, como la posibilidad de perder la pertenencia. Educados desde una perspectiva individualista y no de campo, perdemos cualquier referencia a lo que la teoría de la Terapia Gestalt llama ajuste creativo y dejamos la perspectiva holística para aferrarnos y rigidizarnos en uno de los polos: los otros o yo. La vida implica movimiento, evolución, transformación. Nada puede permanecer rígidamente, sin evolucionar; ni el mundo, ni nosotros mismos. Y, querámoslo o no, somos cada uno de nosotros los artífices de los cambios tanto en nosotros como, de una manera no tan obvia, en los demás, en la cultura y en la sociedad. El famoso “efecto mariposa1”, que propugna la teoría del caos, podría aplicarse perfectamente a lo que estamos considerando ahora: querámoslo o no, hasta un simple estornudo afecta de alguna manera a nuestro entorno. Y el entorno, a su vez, nos afecta y modela. ¿Podemos imaginarnos a los primeros humanos inhibiendo su iniciativa, arrastrando pasivamente una vida sin fuego, puntas de flecha, collares? ¿Y a los posteriores sin descubrir el arado, la rueda, las casas, la escritura, la imprenta? No podemos ni imaginarlo porque sin iniciativa ninguno de nosotros estaríamos aquí habitando un mundo que mantiene la vida gracias a la iniciativa. “Toda pulsión (o todo objetivo) que nos pertenece pero que no aceptamos como nuestra, que mantenemos fuera de la consciencia o que proyectamos sobre los otros, tenemos miedo de que sea antisocial”2, dice nuestro libro fundacional. Porque la satisfacción de una necesidad, el cumplimiento de un objetivo implica siempre destrucción, la des-estructuración de todos los elementos del campo ya que cada
1 .- En 1952 el escritor Ray Bradbury escribió un cuento de ciencia ficción titulado El sonido del trueno (A sound of Thunder). En él, unos cazadores viajan en el tiempo hasta llegar a la prehistoria y sin darse cuenta matan a un insecto. En consecuencia y debido a ello, cuando vuelven al presente se dan cuenta que el mundo en que se encuentran es totalmente diferente al que conocían en un principio. Ese insecto era una mariposa, cuya muerte a-histórica habría provocado un efecto en cadena de dimensiones inconmensurables. "El aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York". 2 .- Perls, F.S., Hefferline, R. y Goodman, P. (1951): Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana, Ferro/Madrid, Ed. Sociedad de Cultura Valle-Inclán, Los Libros del CTP, 2002. (A partir de ahora PHG, volumen, capítulo, apartado, párrafo). PHG II, 8, 2, 2.
organismo, en un campo, crece incorporando, digiriendo y asimilando materia nueva, y para eso necesita la destrucción de la forma existente en elementos asimilables. El proceso de la iniciativa y su represión Cualquier necesidad, cualquier deseo, implica agresividad, supone un “ir hacia” el objeto del deseo o del apetito o de la hostilidad. El paso del deseo a la etapa siguiente es la iniciativa: se acepta el deseo o la necesidad como propia y la ejecución motora como propia. El proceso está en marcha y, podríamos decir, que es imparable. Aquí aparece el conflicto porque aunque cualquier personalidad individual y cualquier grupo social organizado se desarrollan a partir de las funciones de coherencia que son completamente esenciales tanto para el individuo como para la sociedad, es a través del conflicto como se destruyen las formas pre-existentes en las relaciones, dando lugar a un beneficio mutuo, al cambio y al amor. Por nuestra teoría tenemos claro que un “conflicto es un planteamiento, una intención que va más allá de lo que se quiere, hacia una figura enteramente nueva”.3 Y que es al enfrentar elementos dispares, irreconciliables, cuando se llega, repentinamente, a la solución. También sabemos, por la teoría de la Terapia Gestalt, que los conflictos se resuelven por sí mismos a través de la alteración de los hábitos, la destrucción, la asimilación y la formación de una nueva configuración. La iniciativa es, pues, requisito indispensable para la vida y fundamental para vivir un vida plena y bien vivida. ¿Qué nos lleva, por lo tanto, a su pérdida? Crecer por/con la iniciativa La iniciativa es consustancial en los seres humanos, es una de sus dotaciones de “fábrica” junto con la excitación y la curiosidad. Excitación, curiosidad e iniciativa son los tres recursos con los que el niño se lanza a explorar el mundo, a contravenir los hábitos del otro elemento de la díada: el cuidador principal o madre, a ensayar, a desafiar, a arriesgarse. Gracias a la iniciativa se descubre a sí mismo y sus potencialidades, y descubre el mundo y las posibilidades que este le pone a su alcance. Desde un punto de vista fisiológico, nuestro cerebro está formado por dos hemisferios que cumplen funciones claramente diferentes y específicas. A modo de resumen podríamos decir que mientras el hemisferio derecho (en personas diestras) asume funciones generalizadoras, creativas, analógicas relacionadas con la curiosidad, la iniciativa y la originalidad, el hemisferio izquierdo es lógico, secuencial, digital y social y se encarga de los razonamientos lógicos, la adquisición de conocimientos y la interiorización de las normas sociales. Esto quiere decir, como he dicho antes, que la excitación, la curiosidad y la iniciativa son cualidades dadas en todos los niños humanos. Estas tres cualidades son los motores que utiliza para explorarse a sí mismo y al mundo que le rodea y construir así identificaciones y significados con los que organizar su vida y sus experiencias. Con mayor o menor excitación, en función de su carácter, el niño va a explorar el mundo para satisfacer su curiosidad. “El centro de la realidad [para un niño] está, en todos los casos, en la acción”4. Su tarea es explorar y su irresponsabilidad le va a ayudar a poner en acción su iniciativa. Un niño, por definición, debe ser irresponsable,
3 .- PHG II, 9, 3, 8. 4 .- PHG II, 5, 11, 4.
sus padres, los cuidadores principales, son quienes deben de ofrecerle el apoyo y la responsabilidad necesaria para que no tenga que inhibir su deseo. Paul Goodman decía: “Cuidar bien a un niño es: dejarle a ‘su aire’ y estar cerca; en donde ’estar cerca’ significa brindarle seguridad, oír sus hazañas, consolarle cuando se siente herido, equiparle con sugerencias y recursos para el paso siguiente y darle respuestas cuando pregunta”.5 Un niño bien apoyado y cuidado crecerá manteniendo su excitación, su curiosidad y su iniciativa intactas aunque, con el crecimiento, el campo organismo-entorno cambia: hay cambios en la clase de sentimientos que se experimentan pero también hay cambios de significado, en las elecciones de los objetos, en los sentimientos que se mantienen. Al llegar a ser adulto “la mayor parte de las características y de las actitudes de la infancia dejan de tener importancia, son las actitudes del adulto las que constituyen la novedad, ya que la fuerza, el conocimiento, la fecundidad, las aptitudes técnicas aumentan para constituir progresivamente una nueva totalidad”6. Pero que las actitudes infantiles pasen a un segundo plano no quiere decir ni que desaparezcan ni que debamos renegar de ellas, muy al contrario: “los sentimientos de la infancia son importantes no porque constituyan un pasado que sea necesario deshacer, sino porque constituyen algunos de los más maravillosos poderes de la vida adulta que deberíamos mantener: la imaginación, la espontaneidad, el carácter directo de la consciencia inmediata, la manipulación y la iniciativa”7 Características de las personas con iniciativa
• Eficacia. Ser eficaz es creer que uno puede lograr y estar dispuesto a realizar el esfuerzo necesario para conseguir satisfacer su interés o su necesidad teniendo en cuenta su entorno. La gente eficaz tiene la incuestionable creencia de su propio éxito (Garfield, 1986), trabaja mucho más que aquéllos que no se consideran eficaces, persevera más allá de los fracasos y desalientos y sufre menos estrés (Laborde, 1984). Sabe controlar su excitación y su ansiedad, tiene la capacidad de reconocer lo que no sabe y busca la manera de aprenderlo. Consideran las experiencias como oportunidades de aprendizaje. Fullan (1982) señala que la eficacia es el factor principal para la implementación del cambio. Rosenholtz (1989) encontró en sus estudios que la eficacia influía en el aprendizaje.
• Flexibilidad. Las personas que tienen un alto desempeño ejercitan múltiples
perspectivas (Garfield, 1986). Son capaces de ver los acontecimientos y circunstancias de manera “egocéntrica”, esto es, a través de sus propios ojos, en forma alocéntrica a través de los ojos de los demás, y macrocéntricamente, esto es desde una perspectiva objetiva tomando terceras posiciones, e históricamente desde orientaciones futuras, en detalles y en fragmentos amplios. Son receptivos y tolerantes con las diferencias. Son creativos. Son capaces de cambiar sus planteamientos cuando reciben información adicional. Este estado de la mente es un prerrequisito para conseguir formas más avanzadas para manejar los conflictos, las novedades, las crisis, los problemas, las dificultades y los retos.
5 .- Goodman, Paul (1977): Nature Heals, Psychological Essays, edited by Taylor Stoehr, Highland, NY, Gestalt Journal Press, 1991, pág. 94. (Traducción mía). 6 .- PHG II, 5, 13, 2. 7 .- PHG II, 5, 8, 3.
• Capacidad de hacer las cosas bien (craftsmanship). El impulso por hacer las cosas bien elaboradas, la claridad, el refinamiento y la precisión surgen del estado de fascinación e implicación del organismo. Los individuos y los grupos con altos desempeños se esfuerzan por la maestría y el mejoramiento. Perseveran por resolver la disonancia entre los estados presentes y futuros. Crean, mantienen, calibran y refinan los estándares de excelencia (Costa & Garmston), 1994). Buscan la elegancia. Se esfuerzan por la precisión del lenguaje y del pensamiento. Saben que pueden perfeccionar su trabajo y están dispuestos a seguir aprendiendo continuamente.
• Toma de conciencia. La conciencia auto-reflexiva o consciousness es de
desarrollo reciente en la evolución humana y, como sabemos por la teoría de la Terapia Gestalt es “un tipo especial de consciencia inmediata o awareness”8. Es un estado de la mente con propiedades catalíticas porque es un prerrequisito para el auto-control y la auto-dirección. Tomar conciencia es darse cuenta que ciertos eventos están sucediendo (pensamientos, sentimientos, intenciones, conductas, etc.) y que uno puede controlarlos, dirigirlos, encauzarlos…. (Csikszentmihalyi, 1993). La toma de conciencia de los estilos de otras personas, de sus valores y conductas; el estar alerta a los patrones de relación individual y de interacción grupal; la habilidad para monitorear el propio progreso dentro de un plan y la metacognición, momento a momento, fluyen de esta fuente. Aunque todo lo que uno pueda pensar, sentir, oler, ver y recordar tiene la posibilidad de entrar en la conciencia reflexiva, el sistema nervioso tiene límites de cuánta información puede procesar en un momento determinado. Por lo tanto, una capacidad importante de la conciencia reflexiva es la habilidad para atender selectivamente a los estímulos. El resto de la información se mantiene como un ajuste conservador y depende de la consciencia inmediata o awareness.
• Interdependencia. Los adultos logran la interdependencia cuando han alcanzado
un alto nivel de desarrollo en la búsqueda de significados (Kegan &Lahey, 1984). Las personas disfrutan de esta posibilidad de relación cuando consideran que los conflictos y los puntos de vista divergentes son oportunidades de aprendizaje porque, como nos recuerda nuestro libro fundacional: “el conflicto es un planteamiento que va más allá de lo que se quiere, hacia una figura enteramente nueva”9. Las personas interdependientes son autónomas, originales, auto-afirmantes sin llegar a usar la lógica para establecer distancias psicológicas, son más bien altruistas. Son capaces de visualizar el potencial de los grupos, pueden dejar de lado sus propias necesidades, saben que su trabajo y el del grupo se benefician si se hace en forma colaborativa y están dispuestos a cambiar las relaciones para lograr esos resultados. Supone el paso del individuo independiente a interdependiente en donde “el individuo independiente lo es ahora menos ya que otras personas se encariñan espontáneamente de él o dependen de él simplemente por sus actitudes. Y estas personas, a su vez, le ofrecen la ocasión de expresarse mediante otras acciones nuevas”.10
La pérdida de la iniciativa
8 .- PHG II, 1, 3, 2. 9 .- PHG II, 9, 3, 8. 10 .- PHG II, 5, 12, 3.
Crecer supone ir resolviendo conflictos activos, ya sean internos o externos,
entre un deseo u otro, o entre los criterios sociales y las necesidades individuales. Dice Perls: “Una neurosis es un estado de desequilibrio en el individuo que surge cuando simultáneamente él y el grupo del cual forma parte experimentan necesidades diferentes y el individuo no puede decir cuál es la dominante”11. Los seres humanos somos capaces de mantenernos equilibrados en la resolución de estos conflictos pero, si de pequeños, el entorno no facilita la posibilidad de resolución y se convierte en un entorno difícil, el niño necesita hacer un ajuste creativo pacificando prematuramente los conflictos. Esta pacificación puede ser “un cierre en falso, una tregua o un entumecimiento para evitar que el conflicto continúe”12, y va cargada de una humillación subyacente que se manifiesta en la necesidad de vencer en escaramuzas poco importantes. Los adultos pueden sobrellevar el sufrimiento y la derrota porque pueden comprender la situación sabiendo que es imposible una solución creativa, y también son capaces de hacerse cargo del sufrimiento, pero un niño no sabe hacerlo y lo único que puede hacer es resignarse. Vamos a ver en qué consiste esta resignación: En los momentos álgidos de conflicto y de desesperación, el organismo reacciona borrando el conflicto, por ejemplo desmayándose. Otra posibilidad es mediante la desensibilización, la paralización (contener la respiración, la hipertonía muscular) o algún otro modo de represión temporal. Pero cuando la crisis inmediata ha pasado, si las circunstancias no auguran una posible solución a corto plazo, para evitar que el conflicto continúe, uno se resigna. Pero existe, entonces, un hueco, un vacío en la figura, no se sabe ya qué se podría hacer para solucionar el conflicto puesto que el contexto general de la necesidad, de la situación, sigue siendo el mismo. Falta ahora la afirmación de uno mismo, el poner en acción los recursos personales disponibles que ocupaban el lugar principal en el conflicto y en su resolución. Este vacío, este hueco, se llena entonces de la identificación con la persona que comparte el conflicto insostenible e, incluso, que lo ha creado. A esta persona, que suele ser alguno de los progenitores o una figura de autoridad emocional para el niño, se le quiere y se le teme (se abandona el conflicto por miedo y porque no quiere sentirse desaprobado o no amado). De este modo, el “maltratador” se convierte en “uno mismo”, esto es, se introyecta el modo de comportarse del otro. Al identificarse con él, se le prestan las fuerzas de las propias agresiones que ya no están dedicadas a satisfacer las necesidades propias sino a castigarlas. Esta agresividad se vuelve, entonces, mediante la retroflexión (desviar la atención, tensar los músculos, insultarse, …) contra las propias necesidades, y se auto-agrede uno mismo con las normas de la persona introyectada. De este modo, en un polo está la agresividad auto-dirigida, y en el otro polo la pasividad de la resignación. “El conflicto inacabado, queda inacabado. […] Se aferra uno a la seguridad en lugar de tener fe”13. Lo único que queda es la necesidad de conseguir victorias en batallas pequeñas, iniciativas falsas que no llegan a acción, agresiones fugaces que crean impotencia en el campo organismo-entorno. La iniciativa ha desaparecido. Cuando se convierte en adulto sigue manteniendo este mismo modo de actuar con las personas con las que se relaciona, manteniendo pequeñas escaramuzas de vez en
11 .- Perls, F. (1973): El enfoque gestáltico & Testimonios de terapia, Santiago de Chile, Ed. Cuatro Vientos, 1974, pág. 59. 12 .- PHG II, 9, 5, 1. 13 .- PHG II, 9, 5, 6.
cuando para evitar o reproducir su humillación infantil y un comportamiento que oscila entre la pasividad y el leve resentimiento. No puede ni amar, ni resentirse abiertamente ya que “no puede haber contacto a lo que uno se aferra, ni amor renovado sin agresión en curso”14. Pero este modo de relación ha salido de su consciencia y ya no puede contactar con esto. Sigue diciendo Perls sobre la forma de actuar de este tipo de individuo: “Sus modos de manipulación serán múltiples y variados. Puede hablar, ahogándose en sus palabras. Puede ofenderse y declararse en huelga. Puede prometer y otras veces decidir. Puede romper promesas y compromisos. Puede ser sumiso; puede sabotear. Puede escuchar los matices más finos, o puede hacerse el sordo. Puede recordar u olvidar, según lo exija la situación. Puede cubrirnos los ojos y llevarnos por un camino encantado. Puede mentir o ser compulsivamente honesto. Nos puede conmover hasta las lágrimas con sus miserias o puede soportar su destino con orgullo. Puede adular nuestra vanidad o herir nuestro orgullo”15. Signos comunes a la pérdida de iniciativa
Existen ciertos comportamientos que sirven para identificar a un individuo que se relaciona sin utilizar su iniciativa. Por supuesto, estas características se mueven en un continuum de más agudizada o rígida a menos agudizada; tampoco es necesario que se den todas las características. Entre otras, se puede observar:
• Ambigüedad • Evitar la responsabilidad achacándolo al olvido • Echar la culpa a otros • Tardanza crónica y olvido • Quejas, mala disposición ante las tareas • No expresar hostilidad o enfado de forma abierta • Miedo a la autoridad • Miedo a competir • Miedo a la intimidad • Fomenta el caos • Ineficiencia debido a su “buena voluntad” unida a la pasividad • Crear excusas y mentir, siendo consciente de sus excusas y mentiras • Obstruccionismo • Deja las cosas para más tarde • Resentimiento • Se resiste a sugerencias de otros • Sarcasmo
Mecanismos en la pérdida de la iniciativa
En la pérdida de la iniciativa hay dos interrupciones que pueden salir al paso: el deseo, la necesidad se reprime, o también hay una disociación entre el deseo y la
14 .- PHG II, 9, 5, 7. 15 .- Perls, F. (1973): o.c., pág. 55.
ejecución motora, “de tal manera que la iniciativa solo se expresa en forma de proyectos que se quedan en palabras, u ocasiones que se quedan en sueños”.16
En general, cuando un apetito está reprimido, guardado fuera de la consciencia de manera habitual, la agresividad y la hostilidad se dirige contra a uno mismo. Mientras esta agresividad se mantiene en el interior, es el masoquismo de alguien bien educado y la persona se dedica a auto-agredirse, descalificarse, hundirse emocionalmente, desvitalizarse, etc. No hay planes, ni proyectos, ni iniciativa porque la persona obtiene “una enorme satisfacción positiva de su identificación con una autoridad fuerte”17ya que, además del alivio de haber cesado el sufrimiento del conflicto, hay una gran relajación de la presión que supone la amenaza de la derrota, de la vergüenza, de la humillación. No hay competitividad luego no hay conflicto. “Cuando la gente no puede decir ‘no’ con la misma facilidad que ‘si’, tiende a aceptar sin ninguna crítica un punto de vista sobre la realidad o un modo de vida dictado por otros”. […] “No es la agresividad sino su inhibición lo que produce la impotencia, las explosiones de violencia, la insensibilización, la apatía”18 y la falta de iniciativa.
Paula, participante en un grupo de crecimiento, empujada por la amiga con la que ha ido, aprovecha para presentarse. Lo hace con voz monótona, en un tono muy bajo que apenas se entiende, mirando para el suelo y retorciendo su cuerpo como en un espasmo de tensión. Me llama la atención el movimiento rítmico de sus pies que apoyados en el travesaño de la silla parecen querer caminar a saltitos. Le digo esto y, tímidamente, levanta los ojos hacia mí para mirarme de refilón. “Puede…”, me responde, en el mismo tono mortecino. Guardo silencio para permitirle contar lo que quiera en esta su primera presentación pero ni una palabra sale de su boca. Su cuerpo continúa retorciéndose. Pasados unos minutos dice: “No sé qué contar de mí…”. Le pregunto si quiere que veamos qué ocurre con su dificultad. Mueve la cabeza en sentido afirmativo.
Nuestro trabajo consiste en pequeños acercamientos, tanto verbales, como físicos (estamos sentadas muy lejos una de la otra). Yo siempre llevo la iniciativa. Cuando la distancia física es ya bastante cercana, repentinamente, estira su brazo, inclina el cuerpo hacia delante y… me toca! Luego, me sonríe y suspira profundamente.
Este ha sido un paso pequeño y sencillo pero le ha brindado la experiencia de ser ella la promotora de la relación. Se ha arriesgado, tomando la iniciativa, de un modo espontáneo, natural y directo. Con toda seguridad queda mucho trabajo por hacer pero la experiencia inicial ya está asimilada y forma ya parte de su experiencia. Lo importante no es que trate de dar “pasos de gigante” empujada por mí, ¡eso no sería iniciativa sino obediencia! sino que, de manera espontánea, se arriesgue a dar pequeños pasos.
Cuando hay una disociación entre el deseo y la ejecución motora, la persona
suele estar llena de una arrogancia expansiva e insolente. En esta situación, cuando se era niño, ha habido una sensación de hundimiento, pero la integridad personal se ha mantenido entera (resiliencia). No se ha interiorizado al “maltratador” ni ha habido una identificación con él. “El sufrimiento del conflicto ha cesado pero la figura en la 16 .- PHG II, 8, 6, 1. 17 .- PHG II, 9, 6, 4. 18 .- PHG, “Introducción a la edición de Terapia Gestalt de The Gestalt Journal”, pág. xxviii.
consciencia no está animada con nuevas posibilidades, ya que no se ha resuelto nada”19, el conflicto sigue formando parte de la actualidad. Conforme crece el niño va aumentando su resentimiento pasivo ante personas a las que admira y valora. Y esto le hace llenarse, como he dicho antes, de arrogancia. En este nuevo papel se siente seguro de sí mismo. Suele rodearse de personas valiosas para adoptar con ellas un doble papel de colaboración/sumisión y de camaradería. Los demás ven su aparente triunfo pero, en realidad, solamente es la sombra de a quien admira, mientras que, cuando está cerca del admirado, hay una especie de valoración falsa y arrogante llena de resentimiento. “Junto a ti es difícil que alguien vea mi valía, no porque yo no valga sino porque tú lo impides”, sería su pensamiento más íntimo. Se atribuye las verdades fantaseadas de las autoridades, la fuerza, los derechos, la sabiduría, la ausencia de culpabilidad. Pero “una oscuridad loca así tiene su grandeza; nos sorprende y, al mismo tiempo, nos empuja a aniquilarla”20. Es con esta imagen grandiosa con la que sueña el débil conquistador de sí mismo y de quimeras, pero el concepto que tiene de sí mismo es forzosamente ilusorio; no moviliza su energía. “El autoconquistador se cesa a sí mismo de sus funciones y hace un papel que algún otro le ha asignado”21; papel que, de un modo no consciente, trata de sabotear por dos razones: por resentimiento pasivo y por incapacidad.
Durante muchos meses, trabajar en sesión con Alicia ha sido como una lucha constante por incrementar su capacidad de darse cuenta de cuál es su modo de relación. Apenas sacaba un tema del que quería hablar, empezaba a dejar las frases a medias sin acabar de expresar su idea. Cuando le hacía una devolución de esto o lo negaba: “No, he dicho todo lo que quería decir, seguro que tú no estabas atenta”, o me decía: “Es que me miras de una forma que me haces bloquearme, pero solamente me pasa contigo”, o lo había olvidado repentinamente. Las dos sabíamos que esto último no era así, era un comportamiento que repetía cada vez que tenía que compartir algo, personal o profesional, con alguien; cada vez que tenía que arriesgar una opinión personal o profesional. En su grupo de formación esto era una constante. Su consciencia llegaba a hacerle decir que esto solamente le pasaba con gente que estaba “a su altura intelectual”, no con quien sentía “por abajo”…
Alicia había empezado a hacer terapia, “no porque lo necesitara”, sino porque estaba en formación y era uno de los requisitos que debía cumplir. Pero tenía claro que tenía problemas en el trabajo porque “caía mal, trabajaba siempre con inútiles y constantemente se ‘libraban’ de ella cambiándola de departamento, y así no la dejaban terminar nada de lo que empezaba…”. No era consciente de que, por lo menos en terapia y durante la formación, posponía todo u organizaba como una ‘cortina de humo’ que llevaba al grupo a enrabietarse con ella.
Sugerencias para la sesión de terapia En las dos posibilidades de interrupción de la iniciativa, es la “solución futura” del conflicto lo que se inhibe. Es la excitación del crecimiento lo que se reprime. En una de las situaciones la persona se presenta abatida, pesimista, con “culpas y
19 .- PHG II, 9, 6, 3. 20 .- PHG II, 9, 6, 5. 21 .- PHG II, 9, 6, 6.
remordimientos” y victimizada. En la otra situación, mantiene una actitud arrogante, un poco desafiante, y “haciendo que sabe de todo sin saber de nada” sin ninguna asimilación. Hemos de recordar que los individuos crecemos resolviendo conflictos y dificultades, pues solamente “la novedad” es atractiva y nutritiva. Y el conflicto, nos recuerda nuestro libro fundador, “es un planteamiento que va más allá de lo que se quiere, hacia una figura enteramente nueva”22.
Pero también sabemos que la psicoterapia no debe disolver ningún conflicto, ya que la tarea de la psicoterapia es hacerlos conscientes para que puedan alimentarse con un nuevo material del entorno y llegar a una crisis; resolviéndose en el proceso terapéutico, en la relación terapeuta/paciente en el aquí-y-ahora de cada situación presente en curso.
Pero, en esta pacificación prematura de los conflictos hay una desensibilización y una obstrucción de la excitación, de la vitalidad, para impedir que el conflicto emerja a la superficie, y es esta pérdida de vitalidad la que lleva a la falta de iniciativa. El individuo crece aceptando esa debilidad como propia de su carácter. Además de esta pérdida de iniciativa, está subyacente la desesperanza, el miedo a perder, o un intento de evitar el sufrimiento.
La tarea terapéutica teóricamente es fácil pues sabemos que los conflictos se resuelven por sí mismos mediante la alteración de los hábitos, la destrucción, la asimilación y la formación de una nueva configuración. Y esto es lo que debe brindarse en las sesiones de terapia mediante el acrecentamiento de la consciencia inmediata, la relación terapeuta/paciente y los experimentos porque sabemos que “el método de tratamiento consiste en llegar a un contacto, cada vez más estrecho, con la crisis tal y como se presenta, hasta poder identificarla, corriendo el riesgo de saltar a lo desconocido, a la integración creativa de la división que pueda aparecer”.23 Esto, generalmente, produce sufrimiento, pero no debemos olvidar que la función del sufrimiento prolongado tiene un sentido ya que nos incita a dirigir nuestra atención al problema presente para buscar una solución. Como sabemos, cualquiera de los dos modos de interrupción acabarán apareciendo en la sesión de terapia, en la relación terapeuta/paciente, como el modo de relación habitual; si el terapeuta es capaz de mantener y alimentar el conflicto que se crea, mediante el experimento, brindará al paciente la posibilidad de acrecentar la excitación, arriesgarse a ensayar nuevos recursos, y volver a retomar la iniciativa como parte de su vida. Bibliografía
- Goodman, Paul (1977): Nature Heals, Psychological Essays, edited by Taylor Stoehr, Highland, NY, Gestalt Journal Press, 1991
- Perls, F. S., Hefferline, R. y Goodman, P. (1951): Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana, Ferrol/Madrid, Ed. Sociedad de Cultura Valle-Inclán, Los Libros del CTP, 2002.
- Perls, Fritz (1973): El enfoque gestáltico & Testimonios de terapia, Santiago de Chile, Ed. Cuatro Vientos, 1974.
- Perls, Laura (1972): Viviendo en los límites, Valencia, Ed. Promolibro, 1974.
22 .- PHG II, 9, 3, 9. 23 .- PHG II, 2, 4, 2.
CALLAR. LAS POSIBILIDADES DEL SILENCIO EN PSICOTERAPIA. Francisco Fernández Romero*
Resumen Reflexión en torno a las opciones de abordar el silencio en psicoterapia a la luz de la literatura. Categorización del silencio en diversas acepciones: callar, palabra, diálogo, sentido, espera, ritmo, contemplación, espacio entre otras. Texto que reviste e invita a aprovechar el callar y el expresar como elemento central de la terapia.
“… tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza, este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte…”
(Pablo Neruda)
Me gustan los espacios en blanco en las páginas de un libro.
Me gustan los puntos suspensivos, su presagio.
Me gusta el instante previo a que inicie un concierto, luego de que
los instrumentos se afinaron y el director sube al estrado.
Me gusta el lejanísimo rumor de la calle en la madrugada.
Me gusta ver dormir a mi hija.
Es decir, me gusta el silencio.
Por supuesto, decir algo así es una generalización, porque no hay un
solo silencio sino muchos y cada uno tiene su particular sabor, su propia
textura. También hay silencios de dolor, de vergüenza, de miedo; silencios * Francisco Fernández Romero es terapeuta individual y de grupo, sexólogo, docente y novelista inédito y/o frustrado
pesados como losas, angustiosos o interminables. Entonces me corrijo: me
gustan algunos silencios, o quizá muchos. Me doy cuenta de que los
busco, los construyo y, a veces, cuando paso tiempo sin ellos, los añoro.
¿No te pasa a ti, lectora, lector, que en ocasiones te sientes como
sumergido, atrapado en el ruido? Gritos, bocinazos, anuncios, mentadas,
consignas, consejos, opiniones, canciones huecas, el hit del momento, la
noticia repetida hasta el infinito, las promesas de campaña, las exigencias,
el último chiste, el reclamo…
Entonces necesito del silencio para recordar-me, para darme cuenta
de que sigo aquí, tan perdido como estaba entre la estridencia y el
alboroto. “…porque hablamos demasiado sin decir nada, porque
escuchamos demasiado sin oír nada, porque estamos demasiado en el
habla”. (Larrosa, 2007, p.600)
Creo que el espacio terapéutico puede ser, entre otras cosas, un
lugar en donde sea posible el silencio. Necesitamos el silencio “para
reconquistar la derrota sufrida siempre que hablamos largamente”.
(Larrosa, 2007) Un lugar privilegiado, en ese sentido, donde el paciente
deje fuera el griterío de lo que otros le demandan, le reclaman, le exigen, le
venden, para encontrarse consigo mismo y con un otro, el terapeuta, que
lo acoge o lo interpela con su humanidad y su presencia, aquí y ahora,
abierto a lo que surja.
El silencio suele ser un callar juntos. De hecho, el silencio no es algo
que pueda hacer sin el otro, sin los otros. El silencio es una co-creación.
No basta que yo me calle o que tú lo hagas; es necesario que lo hagamos
juntos. Silencio: tu callar más el mío.
¿Cuántas veces es necesario ese silencio para que surja lo nuevo,
para que la función ello emerja y nos cuente de las posibilidades que hasta
entonces han permanecido en la oscuridad, latentes, en espera de ese
vacío que las haga florecer? Lo otro haciéndose de pronto accesible gracias
a nuestro silencio compartido. Sin la palabra es más fácil que aparezca el
cuerpo, en este caso, nuestros cuerpos, tu cuerpo ante mí y mi cuerpo
ante ti, y es allí, en los cuerpos, donde reside nuestra vivencia de la
función ello, según Perls y Goodman.
Por supuesto, en este encuentro habrá palabras y también
sensaciones y sentimientos que en algún momento se volverán palabras,
pero me parece necesario no olvidar que las palabras cobran su verdadero
sentido, su real profundidad, cuando nacen del silencio.
El silencio, antes y después.
Transformar el lenguaje prosaico en lenguaje poético, es una de las
propuestas de Perls, Hefferline y Goodman (2002); pasar de un discurso
vacío y ajeno, aburrido y mecánico, a uno cargado de sentido. Para ellos,
La poesía es, por lo tanto, el opuesto exacto al discurso
neurótico (…) en la poesía, en donde toda la realidad debe ser
transmitida a través del habla, la vitalidad del discurso se
acentúa: hay más ritmo, es más precisa, está cargada de
sentimientos, más dotada de imaginación (p.127-128).
Justo eso: que cada palabra dicha en el espacio terapéutico tenga
sentido y peso, que no sobre ni falte, que sea precisa e intensa, que
palpite. ¡Vaya reto el que nos plantean nuestros fundadores! ¿Cómo estar
a la altura? Cuando he visto el trabajo de terapeutas que me asombran y
conmueven, puedo encontrar algo en común: la palabra poética -en el
sentido gestáltico del término- suele nacer del silencio. No se apresuran,
no llenan el vacío con palabras vanas: escuchan, callan, esperan. Y de ese
silencio, a veces, surge la palabra que nombra e ilumina.
“El silencio, en primer lugar, porque la poesía está esencialmente
vinculada al silencio (…) La poesía es un goteo verbal desde el silencio,
marca la frontera del silencio”. (Argullol, 2005)
No hay prisa, sino paciencia. Hay espera. Hay función ello que
danza. Hay uno ante el otro. Hay dos presencias encontrándose… o no.
No digo que sea un silencio fácil pero espero que sea un silencio
fértil. Una y otra vez pienso en un texto de María Zambrano, la filósofa
española, en donde se refiere al temblor del maestro. Me conmueve. Y
aunque ella habla del maestro, bien puedo aplicarlo –sin su permiso- al
terapeuta:
Podría medirse quizás la autenticidad de un maestro por ese
instante de silencio que precede a su palabra, por ese tenerse
presente, por esa presentación de su persona antes de
comenzar a darla en activo y aún por el imperceptible temblor
que le sacude. Sin ellos, el maestro no llega a serlo por grande
que sea su ciencia. Pues que ello anuncia el sacrificio, la
entrega (Zambrano, 1965)
Se trata de un silencio fértil y vivo, a veces inquietante, y de la
tentación de romperlo y del resistirse a esa tentación. Es desde ese silencio
que lo “ya-allí-no-consciente”, como le llama Delacroix (2008) se hace
consciente y puede decirse, volverse palabra.
Y esa palabra que surge no es del todo mía –del terapeuta- sino que
es nuestra; de algún modo co-creada por ambos, aunque sea yo quien la
pronuncie. Co-creada por el paciente, por el terapeuta y por el silencio.
Como amante obsesivo de la literatura, me gustan las palabras. No
sólo su significado sino también su sonido, su secreta música; el modo
como se hilan unas con otras y se transforman, y al decir, nos dicen. Pero
no se puede amar la palabra sin amar el silencio que la hace posible, que
es el fondo en donde se destacan y cobran sentido.
Creo por eso en el silencio que precede a la palabra, que le da
sustento y la nutre; y creo también en el silencio que sigue a la palabra,
que permite asimilarla, saborearla, volverla mía.
Porque el silencio no sólo está antes de la palabra terapéutica y
poética sino también después. Luego de una experiencia de profundo
contacto suele venir el silencio, sencillamente porque no hay palabras que
puedan decir esa experiencia. Y de hecho, cuando apresurándose, uno
intenta apresar aquello y encajonarlo en palabras, la experiencia se
empobrece y encoge, se marchita, se muere un poco. Hace falta, al menos
por un tiempo, el silencio que permita que madure y dé fruto.
Me parece, además, que ese silencio que precede y sigue a la palabra
sólo es posible al ir despacio, al vencer la prisa a la que estamos
acostumbrados u obligados en la vida cotidiana. El espacio terapéutico
suele ser un lugar donde ir paso a paso. “A pie se camina a cinco
kilómetros por hora… El pensamiento está hecho para pensar a cinco
kilómetros por hora; por eso Christophe Studeny dice que es el paso del
alma” (Fernández Christlieb, 2004, p.155). No es fácil, por supuesto, eso
de ir despacio. ¡Tenemos tanta prisa! Corremos como el Conejo Blanco del
País de las Maravillas, no sea que lleguemos tarde a cualquier lado.
Diríase que el tiempo presente, el de estar haciendo algo, se
vuelve defecto de la vida que no permite estar en el futuro con
ese algo ya hecho; estar aquí y ahora es un estorbo que
impide estar allá y después. (Fernández Christlieb, 2004,
p.164)
Pero en esa prisa todo pasa sin dejar huella, nada se queda, nada
nos marca. Tenemos acceso a todo, encendemos la televisión y nos
enteramos de lo ocurrido en el otro lado del mundo en el momento que
ocurre. Quedamos atrapados en la noticia más reciente: el gol de último
minuto, la guerra –siempre la guerra- en algún lado, la caída de un tirano
que será sustituido por otro... Por unos días – u horas o minutos- lo
sabemos todo acerca de aquello. Y luego, se va, sin dejar huella o cicatriz,
porque una nueva noticia ocupa su lugar. “El grado de la velocidad es
directamente proporcional a la intensidad del olvido”, nos advierte
Kundera en La Lentitud, una de sus novelas.
Lynne Jacobs, en el taller que impartió hace unos meses, nos
recordó que “en un instante cabe el universo”, invitándonos a desmenuzar
con cuidado y delicadeza cualquier momento surgido entre el paciente y
yo, por fugaz que sea, por simple que parezca.
No es fácil, por supuesto, porque de algún modo ir despacio es
rebelarse contra la prisa, contra la urgencia del hacer, del llegar, del
producir, del acumular. “En un libro sobre el vuelo de las aves leí que para
frenar el vuelo en el aire y volar a baja velocidad se necesita más fuerza en
las alas que para lograr altas velocidades”, dice el poeta Antonio Deltoro y
también: “Al detenernos, al frenar, descubrimos nuevos territorios, sólo
colonizados o atravesados por la sombra de nuestro correr o de nuestro
saltar desbocado: entre un pie y el otro hay, al caminar, un espacio
interior, no pisado, pequeño, virgen, ignorado”. ¿Qué hay en ese breve
espacio no pisado? ¿No es allí donde habría que posar la mirada para
descubrir posibilidades no contempladas aún?
Aminorar el paso. Detenerse. Dejar que la figura nueva emerja a su
ritmo, sin apresurarla, y que el nuevo ajuste ocurra.
Quizá este ritmo lento no sea el del paciente. Le toca al terapeuta
proponerlo, propiciarlo, poner las condiciones para que sea posible. No
podrá ocurrir si es él, el terapeuta, quien lleva prisa. Me gusta recordar las
palabras de Fabio Morábito:
Yo nunca tuve anhelos
de motorización,
es más, nunca pedí a mis padres
un vehículo,
hasta la bicicleta me aburría,
me limité a mis pies,
a mi sentido del cansancio.
Nunca he viajado rápido,
pero he viajado,
mis huesos cambian de dolor
cada cien metros
y nadie sabe como yo qué es un kilómetro.
Diferentes silencios.
Pienso en el silencio en la terapia y evoco diferentes silencios,
algunos intencionales y otros no.
Recuerdo a Peter Philippson, esa manera de sentarse ante el grupo y
callar. Es un silencio que provoca, que interpela e incomoda, que sin duda
mueve la función ello. De algún modo, su callar es una negativa a hacer
algo que facilite al grupo, es una invitación a la novedad y al riesgo, es un
cuestionamiento: ¿qué harás tú ante esto?
Pienso en silencios que acompañan y acogen. La vivencia del
paciente es tan intensa –por dolorosa, por alegre, por bella- que cualquier
cosa que se diga en ese momento, de algún modo fractura la experiencia
de contacto que está dándose. Callo por no interrumpir, callo para
acompañar, sabiendo que en ese momento, las palabras abaratarían mi
estar con el otro.
Y pienso -¿cómo no pensarlo?- en el silencio de no saber qué hacer.
Constantemente los alumnos hablan de ese silencio temido en el que el
paciente no trae un tema o se queda sin él o en el que en un grupo nadie
habla y todos parecen evitarse. Ese silencio lleno de inquietud, de espera
ansiosa, quizá de exigencia de hacer algo. Y que yo, terapeuta, no sepa qué
es lo que toca hacer. Ese silencio que parece que me pone en evidencia,
que me demanda algo que no alcanzo a comprender, que me deja en el
vacío y en la duda.
No me resulta cómodo, pero creo que con el tiempo he aprendido a
atravesar por él, a dejarme estar y a honrarlo.
Hoy sé que toca esperar, quedarme, respirar y ser paciente. No es un
silencio vacío sino todo lo contrario: está lleno a rebosar, aunque no sepa
de qué. Si dos personas, una frente a otra, callan; o si un grupo que se
mira, calla, es evidente que no hay vacío. Recuerda, lector, lectora, cuando
has estado en esa situación ¿verdad que están pasando muchas cosas
dentro de ti? Hay tensión, hay angustia, hay espera, hay proyección, hay
peticiones, hay demandas, hay súplicas…
Creo que toca explorar eso: qué nos ocurre ante el silencio.
Nombrarlo y, quizá, tratando de no interrumpirlo, invitar al o a los
pacientes a atender a cómo viven ese silencio, qué evitan, y qué están
eligiendo hacer ante él.
¿Verdad que ese suele ser un silencio ensordecedor? Me recuerda un
fragmento de “Luvina” el cuento de Juan Rulfo, que algo sabía esas cosas:
Pero hubo un momento en esa madrugada en que todo se quedó
tranquilo, como si el cielo se hubiera juntado con la tierra, aplastando los
ruidos con su peso (…)
-¿Qué es? –me dijo.
-¿Qué es qué? –le pregunté.
-Eso. El ruido ese.
-Es el silencio.
El silencio como contemplación
“Mi padre, antes de morir, me dijo que dentro de todo lo que
miramos hay un jardín. Que en el grano de polvo que flota en la luz hay un
jardín que nos aguarda, si sabemos disfrutarlo” escribe Alberto Ruy-
Sánchez en su novela Los Jardines Secretos de Mógador. Cuenta la
historia de dos amantes: ella siente que la rutina invade su relación, de
modo que advierte a su pareja que solo harán el amor cuando él le
describa algún jardín de la ciudad en la que viven: Mógador. Sin embargo,
él se encuentra con la enorme dificultad de que en Mógador no hay
jardines. Tampoco puede inventarlos. Luego, encuentra una solución:
aprende a descubrir jardines en donde parece que no los hay: un jardín en
un cuerpo desnudo, un jardín de piedras que suenan con el viento, un
jardín de nubes, un jardín de voces, un jardín de fuego y humo. Los
jardines están allí, esperando que sean revelados, pero requieren, para
aparecer, un modo especial de mirar: la contemplación, que también
necesita del silencio.
Contemplar es, de algún modo, callarse. Es un mirar apasionado,
abierto, vibrante, en donde permito que sea lo que es sin cuestionarlo. Es
un mirar en el que me dejo afectar y “me dejo sentir la herida”, para usar
la hermosa expresión de Silvie Schoch. Y creo que es un mirar sin
palabras –ellas llegan después, para nombrar lo contemplado-. La
contemplación, me parece, exige el vacío: de prejuicios, de discurso, de
palabras. Exige también la presencia, estar allí, pues este callar no
significa ausentarse: no dejo de estar con el paciente sino que genero una
forma distinta de estar con él, con ella; acaso más íntima, sin duda más
misteriosa.
Callarme para contemplar al paciente, sin prisa; para ser capaz de
ver lo que ha estado siempre allí, ante mis ojos distraídos y había pasado
por alto: no sólo sus heridas e interrupciones –que tan hábiles somos en
descubrir-, no sólo sus arideces sino también su belleza, que es otra forma
de decir: sus jardines.
El silencio para hacer espacio al otro, para dar la palabra
Callo para hacerle lugar al paciente, para dar lugar a lo suyo. Si,
claro, estoy porque el/ella está y viceversa, pero a veces, hay formas mías
de estar que dejan poco espacio para el otro. Me escucho, me veo, me
vuelvo figura, pero… ¿Y él/ella? ¿Dónde ha quedado en medio de tanto
yo? ¿Le he dejado espacio?
No sólo me refiero a ese callar que es cerrar la boca y no pronunciar
sonido, sino al otro, aún más importante, creo, de silenciar lo mío, mis
juicios, lo que creo saber del otro; ese callar que es ponerme en duda,
cuestionarme, hacerme disponible, y en definitiva, escuchar dejándome
impactar por lo que el otro dice, por lo que el otro es, de tal modo que lo
que escucho no me deje igual sino que me mueva, me abra, me duela, me
renueve. ¡Parece tan simple! Pero a veces lo olvido: para escuchar he de
callarme.
Se trata de silenciar mi propia voz, mis propios pre-juicios, para que
ese silencio, ese callar, ese callar-me sea el fondo nutricio del cual nazca la
novedad:
Un acallamiento de todas esas voces monótonas que están ya
allí, incluso en nosotros mismos, para cancelar la promesa de
una experiencia otra, para ahogar la forma-silencio, la
intensidad de la forma-silencio, la posible fecundidad de la
forma-silencio (Larrosa, 2007, p. 402),
Lo contrario a esta actitud de escucha, de disponibilidad, de
apertura a lo otro es el deseo de poseer al otro para apropiárselo, de modo
que no pueda sorprenderme sino, por el contrario, se vuelva una
justificación de lo que soy. Estar con el otro para no moverme, para
mantenerme fijo, para saber lo que ya sé, para pensar lo que ya pienso,
para sentir lo que ya siento y para ser lo que ya soy.
No. El encuentro que transforma es otra cosa:
… Y esa relación tiene una condición esencial: que no sea de
apropiación sino de escucha (…) en la escucha uno está
dispuesto a oír lo que no sabe, lo que no quiere, lo que no
necesita. Uno está dispuesto a perder pie, a dejarse tumbar y
arrastrar por lo que le sale al encuentro. Está dispuesto a
transformarse en una dirección desconocida (Larrosa, 2007,
p. 30).
A veces a los terapeutas nos sobran las palabras. Creemos tener
palabras para todo, explicaciones, teorías. Usamos palabras extrañas casi
como un código secreto. Creemos saber. El riesgo es que entre tantas
palabras no haya oportunidad para la palabra del paciente, que es la que
importa en realidad.
Hay una historia Jasídica que me impacta: habla de una Casa de
Estudio muy famosa en donde están todos los libros y todas las palabras,
y también están todos los sabios que han leído todos los libros y conocen
todas las palabras. Los libros no tienen márgenes ni espacios en blanco.
Un día, Baal-Shem-Tov se detuvo en la entrada de esa famosa Casa de
Estudio y se negó a entrar diciendo:
No, yo no puedo entrar aquí. Todo está lleno allí dentro. De
pared a pared y desde el suelo al techo, todo está lleno de
palabras sabias y de oraciones piadosas que allí se han
pronunciado. ¿Dónde podría encontrar un sitio para mí?” (…)
¿Dónde podría encontrar un sitio si ya todo está dicho, si ya
todo se sabe, si ya todo está convenientemente recubierto de
palabras sabias? (Larrosa, 2007, p.636-637)
Cuando me lleno de palabras, aun cuando en apariencia sean
sabias, dejo al otro sin espacio para que florezcan sus propias palabras. No
se trata tampoco de perder nuestras palabras o de olvidarnos de nuestra
teoría y nuestro conocimiento, que nos dan base para trabajar. Es otra
cosa, quizá más compleja y profunda: tener palabras, conocerlas… para
luego quemarlas.
La palabra del sabio, una vez introducida al mundo debe ser
sustraida del mundo, debe ser retirada del mundo por el fuego
(…) El sabio puede no decirla y tampoco escribirla. Pero así no
se hace aparecer el vacío: la nada no es aún el vacío. El sabio
puede por último, escribirla y quemarla, escribirla para
quemarla. Sólo esta alternativa hace aparecer la falta, el
agujero (Larrosa, 2007, p.639).
Eso: la falta, el agujero. No se trata de propiciar la nada sino el
vacío. “Solo en el genuino hablar es posible un verdadero callar. Para
poder callar necesita el ‘ser-ahí’ tener algo que decir... El silencio es un
modo del habla”, dice Heidegger (en Labastida, 2008, p.49-50). El
terapeuta “quema” su palabra –que existía- para dejar un espacio vacío
que pueda ser llenado con otras palabras, las del paciente, y que quizá, en
un principio, ambos desconocen.
Hablo de callar, de quemar la propia palabra para dar la palabra al
otro. Y creo que es de los regalos más bellos que podemos dar,
entendiendo que su palabra puede no coincidir con la mía, puede
incluso oponerse a ella. De eso se trata: de que el paciente encuentre
su verdadera palabra aunque esta tenga que nacer de las cenizas de
la mía. En las hermosas palabras de Jorge Larrosa: “Dar una
palabra que no será nuestra palabra ni la continuacón de nuestra
palabra porque será una palabra otra, la palabra del otro, y porque
será el porvenir de la palabra o la palabra por venir”. (Larrosa, 2007,
p.664).
Se trata entonces de callar. Callar para que de ese silencio brote la
palabra poético-terapéutica de la que hablan los fundadores. Callar luego
de esa palabra, para que haya tiempo de asimilarla y de que florezca. No
sólo eso: más adelante, callar también esa palabra, por hermosa y precisa
que sea, callarme yo, callar lo mío, para que de mi silencio nazca la
palabra del paciente, esa “palabra otra” como la llama Larrosa, que puede
interpelarme y ponerme en duda.
Que así como del silencio surgió mi palabra, ahora, de mi silencio –
del quemar mi palabra- surja la suya. Porque “sólo es capaz de una
palabra otra el que acepta la muerte de sus propias palabras” (Larrosa,
2007, p.670).
Ya termino, lectora, lector. ¿No es paradójico esto de usar tantas
palabras para hablar de callarse? Claro que hay mucho más que decir,
¡Pero siempre hay más que decir! Prefiero honrar el silencio callándome de
una vez. Y que este callarme haga sitio para ti, para lo tuyo, para que lo
llenes de lo que elijas: tu palabra, tu reflexión, tu crítica, tu desacuerdo,
tus preguntas.
O quizá, ¿por qué no? para que lo dejes vacío, para que calles
conmigo y entonces, juntos, hagamos nacer al silencio.
REFERENCIAS Argullol, Rafael. (2005) Siete Argumentos Para Defender la Poesía en Medio
del Ruido. www.cervantes.de/nueva/es/biblioteca/archivodigital/pdfs/siete_argumentos.pdf
Delacroix, Jean Marie. (2008) Encuentro con la Psicoterapia. Santiago de
Chile: Cuatro Vientos.
Deltoro, Antonio. (Enero-Junio 2004) Poesía de Baja Velocidad. Graffylia. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras. Año 1, numero 3. México. BUAP
Fernández Christlieb, Pablo. (2004) La Sociedad Mental. México: Anthropos.
Labastida, Jaime. (2008) La Palabra Enemiga. México: Siglo XXI Larrosa, Jorge. (2007) La Experiencia de la Lectura. Estudios sobre
literatura y formación. México: Fondo de Cultura Económica Morábito, Fabio. (2006) La Ola que Regresa. México: Fondo de Cultura
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de la personalidad humana. Madrid: Sociedad de Cultura Valle-Inclán.
Rulfo, Juan (2005) El Llano en Llamas. México: Editorial RM. Ruy_Sánchez, Alberto. (2010) Los Jardines Secretos de Mógador. México:
Alfaguara. Zambrano, María (1965) La Mediación del Maestro. El Cardo. Revista de la
Facultad de Ciencias de la Educación. Numero 7. Argentina. Universidad Nacional de Entre Ríos
Mast icando e l in t royecto de c iencia Aportes críticos para repensar el conocimiento científico
Alberto Carreón1 Resumen
En este trabajo se brindan elementos para entender cómo el paradigma positivista de la ciencia se ha convertido en la representación dominante de ciencia, al mismo tiempo se presentan algunas de las criticas más importantes a este paradigma con el ánimo de replantearnos el lugar que la Terapia Gestalt ocupa en el mundo del conocimiento científico.
¿Qué te viene a la mente cuando escuchas la palabra ciencia?
Esta es una pregunta común que hago a mis estudiantes de la maestría en gestalt. En general las respuestas remiten a los siguientes elementos. Un laboratorio lleno de aparatos como matraces con líquidos de colores, probetas, espirales refrigerantes. Una persona con bata, la mayoría enfatiza que usa lentes y se encuentra un tanto despeinado, alguien más ha calificado de feo al científico.
Al profundizar encontramos referentes concretos, dependiendo de su generación los entrevistados mencionan a El Mundo de Beakman, la imagen de Albert Einstein, el Doctor Memelovsky o bien diversas referencias cinematográficas. Pensemos en Víctor Frankenstein, en la versión de James Whale, estrenada en 1931, el creador del monstruo se encuentra un laboratorio y ya usa bata. En la serie de 1966 El túnel del tiempo, nos encontramos en un complejo secreto, lleno de impresionantes máquinas y supercomputadoras, los encargados científicos del proyecto usan bata, mientras que Tony y Douglas cambian el uniforme científico para vestir de paisano y vivir sus aventuras. Más recientemente encontramos la repetición del estereotipo: laboratorio, bata y lentes en la caricatura infantil del Laboratorio de Dexter, y podríamos añadir horas y horas de películas y documentales donde se repiten los elementos. Además de la exposición a los medios está la propia experiencia, nuestros libros de texto de la escuela, nuestras prácticas de laboratorio de biología, química, física, anatomía de la secundaria y el bachillerato, nuestras visitas a los hospitales y médicos, etc. Parece que es cierto, los científicos trabajan en un laboratorio, visten bata y más de uno utiliza lentes. Tan es así que, si nos imaginamos a dos personas que platican frente a frente, podríamos pensar que están conversando, tal vez se trate de una entrevista, e incluso podríamos pensar en una sesión terapéutica, pero difícilmente pensaremos que están haciendo ciencia. No identificamos un consultorio con un laboratorio. Nos cuesta trabajo identificar los laboratorios propios de las ciencias sociales, tal vez, por la sencilla razón de que se trata de toda nuestra sociedad, incluyendo los laboratorios de las ciencias naturales.
La discusión es más profunda, no es una cuestión de usar bata o no. El problema es lo que provoca no masticar este introyecto, es decir, limita nuestro crecimiento y nuestro desarrollo. Nuestro desarrollo como personas, como profesionales e incluso, en este caso, limita nuestro desarrollo como disciplina.
En el Instituto2 he escuchado diversas posturas sobre la Terapia Gestalt (TG) y la ciencia. Algunos, partiendo de la idea de que la Gestalt implica la relación: “organismo/entorno” (o/e ) y ubican a la psicología como responsable del estudio del organismo, a la sociología como encargada del estudio del
1 Alberto Carreón, funge como coordinador de Gestalt y Desarrollo Humano del Instituto Humanista de Psicoterapia Gestatl. Maestro de las materias de Epistemología e Investigación Cualitativa. Psicólogo Social por la UAM-I y egresado de la Maestría en Gestalt. 2 Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt (IHPG)
entorno y a la Terapia Gestalt como aquella que estudia la diagonal, es decir la relación organismo entorno. Otros tratan de lograr el reconocimiento científico para la TG ubicándonos al lado de los clínicos y médicos. Otros, en el otro extremo, simplemente afirman que la TG no es ciencia y así está bien. Otros más opinan que la TG está más cercana a la estética y que por ello no deberíamos de preocuparnos del tema de la ciencia. Por el momento no interesa saber quién tiene razón, lo que llama la atención es que en todos los casos la Terapia Gestalt es la que se cuestiona, mientras la idea de La Ciencia (sí con mayúsculas) se mantiene inalterable. Además, en todos estos comentarios se discute como si todos los presentes supieran de antemano y estuvieran de acuerdo en qué se entiende por ciencia. Es curioso que un lugar donde deberíamos masticar, dudar, cuestionar las cosas más elementales y obvias, no lo hacemos. Sin embargo, las consecuencias de esta ingenuidad pueden ser muy graves.
Tan graves como lo han demostrado los propios científicos. Recordemos el experimento de Stanley Milgram (2005), y las múltiples replicas a lo largo del mundo y del tiempo, todas coinciden en que, después de la cercanía, una de las variables que más influyen para que las personas sean capaces de seguir dando descargas eléctricas a otro ser humano, hasta el punto de causarle daño e incluso la muerte, es la legitimidad de la “autoridad”. Milgram cuidó minuciosamente los detalles para que su experimento sobre obediencia pareciera un experimento científico sobre aprendizaje, se realizó en la prestigiosa universidad de Yale, el experimentador usaba bata blanca, la máquina de descarga fue diseñado para que tuviera todo el realismo de un laboratorio del más alto nivel, el sufrimiento que padecía el alumno y el mismo experimentador se justificaban en aras de saber más sobre el aprendizaje y el castigo. En los experimentos queda claro que “el científico” y “la ciencia” son autoridades legítimas que hay que obedecer. En este experimento nadie salió lastimado, sin embargo la historia está llena de casos reales en los cuáles se ha infringido sufrimiento a personas y animales en pro de la ciencia. La pregunta que surge es ¿Cómo la ciencia ha llegado a tener tal poder en nuestra sociedad? Pues, el introyecto de la ciencia no sólo es un obstáculo para el crecimiento, sino que nos desresponsabiliza de nuestra existencia individual y social, y nos deja a merced de la voluntad de otros.
El objetivo de este artículo es aportar algunos elementos, que a manera de muelas y dientes ayude a masticar el introyecto de la ciencia. En la primera parte veremos tres momentos históricos que han contribuido a crear nuestra representación de ciencia. Podemos apreciar algunos de los elementos que están en el introyecto de ciencia. En la segunda parte, revisaremos algunas de las críticas más significativas al modelo positivista de ciencia. No se trata de sustituir un introyecto por otros, sino de contar con algunos elementos que nos permitan digerir y crear una nueva idea sobre lo que es la ciencia.
Cómo construir un introyecto en tres pasos.
1. La búsqueda de La Verdad
El primer momento ocurre en la Grecia antigua, entre el año 600 y 300 a.C., encontramos aparecen en las ciudades griegas unos personajes que se denominaran sofistas, también se les conoce como rétores o retóricos. En un inicio no había ninguna distinción entre los sofistas y los filósofos, tal y como lo constata Ramírez Vidal:
Con sofista se identifica a sabios o a filósofos reconocidos. Heródoto llama sofistas a los sabios que llegaron ante Creso, en la época de esplendor de ese rey, entre los cuales menciona
específicamente a Solón (I, 29, 1), uno de los siete sofistas o sabios de Grecia. En II, 49, 1, Heródoto se refiere a los sofistas como sabios (en este caso, al parecer, a los órficos), y en particular identifica a Pitágoras como el más grande sofista griego. (2003, p. 81)
Los sofistas se ganaban la vida cobrando sus enseñanzas, centradas en el poder de persuadir o convencer mediante el uso de la palabra. Actividad fundamental para una sociedad basada en la discusión pública, y muy útil en los tribunales. Para darnos una idea de la complejidad de la retórica veamos el caso de Tisias y Corax.
Tisias se niega a pagarle a Corax por sus enseñanzas, argumentando que si de veras lo ha enseñado a persuadir, entonces lo podrá persuadir de que no le cobre, pero que si no logra persuadirlo, entonces tampoco le paga porque no le ha enseñado nada, y Corax contra argumenta que si no lo logra persuadir de que no le pague, tendrá que pagarle, pero si sí lo logra, también porque entonces le ha enseñado bien. (Reyes citado por Fernández, 2004, p. 327)
Además varios de los sofistas eran estudiosos de la naturaleza y la cultura. En cierto sentido podríamos considerarlos los primeros humanistas. Inventan, entre otras cosas, la gramática, la etimología y la sintaxis, no en el sentido reducido de análisis del lenguaje, sino en el sentido de comprensión de la cultura, del entendimiento del pensamiento. Por ello, Alfonso Reyes, (Fernández, 2004), señala que los sofistas son los fundadores de las ciencias del Espíritu. Como puede apreciarse tenían especial preocupación por el dominio de la palabra, por ello “En conjunto, los retóricos eran tenidos por hechiceros, engatusadores, encantadores, quienes por medio de la palabra, hacían ver, creer, pensar y sentir a la gente de una manera, o si, protagóricamente, querían, de lo contrario” (Fernández, 2004. 328). Para los sofistas no existían verdades absolutas, tal y como lo demuestran algunas de las máximas de Protágoras: “el hombre es la medida de todas las cosas” y “toda cuestión tiene dos puntos de vista contradictorios e igualmente verdaderos”, lo que suena a una declaración de guerra a los buscadores de La Verdad.
El escepticismo y relativismo de los sofistas, aunados a la crisis de la democracia, provocó que los sofistas empezaran a verse con desconfianza. Hacían ver que no había una verdad, todo dependía de la percepción, la realidad se reducía a una cuestión de opinión, lo que significaba “que el pueblo y el gobierno podrían ser persuadidos por los técnicos en persuasión que habrían sido preparados por los sofistas” (De Bono, 2000, p. 8). Con el paso del tiempo la palabra sofista irá adquiriendo una connotación negativa. Ramírez Vidal nos explica que será Sócrates el primero en marcar la diferencia, y Platón se encargará del desprestigio en el plano moral de los sofistas. La acusación central es que “esa pericia [retórica] se reduce a la simple habilidad técnica, despojada de algún interés en la búsqueda de La Verdad” (2003, p. 91, el destacado es mío). Las condiciones sociales, políticas y culturales terminarán por favorecer a los platónicos quien mediante “nuevos conceptos, y la divulgación y propaganda de su enseñanza por medio del estupendo instrumento que es el diálogo, estableció en la cultura occidental una disciplina que logró a la postre desplazar a la sofística” (Ramírez Vidal, 2003, p. 91). Una disciplina basada en la búsqueda de La Verdad.
La visión platónica, respecto a La Verdad, se puede resumir, siguiendo a Vázquez Martínez (2000, p. 101), en cuatro puntos:
• Primera, existe una verdad absoluta; • Segunda, ésta sólo puede ser conocida por unos pocos elegidos;
• Tercera, los elegidos gobiernan, ordenan y asignan funciones a los otros miembros de la sociedad de acuerdo con el “deber ser” que solamente ellos vislumbran, y
• Cuarta, se prohíben modificaciones al orden establecido por los gobernantes.
En esta visión La Verdad es absoluta, es decir, no cambia (inmutable), es válida para todos en cualquier tiempo y en cualquier lugar (universal). Es posible que algunos cuantos conozcan Esa Verdad. El conocimiento de La Verdad nos permitirá saber cómo deben ser las cosas, el orden del mundo, y por lo tanto por nuestro propio bien, individual y colectivo debemos respetar y no alterar ese orden.
Esta perspectiva, desde cierta visión médica y de la salud, parece adecuada para la búsqueda de La Bacteria y de El Antibiótico que la aniquila, pero no parece lo más adecuado cuando se trata de otros temas como el amor, la felicidad, la paz, e incluso cuando la concepción de salud es otra. La idea de que existe una única verdad nos lleva a pensar en términos únicos, por eso nos cuesta tanto pensar en la diversidad, no pensamos en las familias, sino en La familia, no pensamos en las adolescencias, sino en La adolescencia. Buscamos El amor, y pensamos que una vez que conozcamos el Verdadero amor, sabremos cómo debe ser la relación. Una vez que sepamos que es La adolescencia podemos saber cómo deben pensar, sentir y comportarse los adolescentes. Es fácil pensar en que una de las consecuencias de este estilo de pensamiento serán sin duda las frustraciones y sentimientos de inadecuación respecto a cómo “deberíamos ser”.
Resumiendo, frente a los sofistas se establece una visión que considera que existe La Verdad absoluta, dicha verdad puede ser conocida por unos cuántos y en consecuencia lógica le corresponde a La Ciencia (no a las ciencias) la búsqueda y conocimiento de La Verdad, sin olvidar que también le corresponde establecer el “deber ser” que implica La Verdad.
2. Manual para cultivar ratones
Un segundo momento histórico crucial para la conformación de nuestra visión de la ciencia, ocurre a lo largo de los siglos XVI y XVII. Este segundo momento se refiere al camino que se debe seguir para llegar a La Verdad.
Durante los siglos anteriores habían tenido lugar grandes discusiones sobre El camino a La Verdad. Obviando diez siglos de discusiones, podemos decir que, para finales de la Edad Media el camino a La Verdad fue la razón y la fe. No importa si se trataba de la razón aplicada a la naturaleza o a las esencias, como el caso de la filosofía o la razón aplicada a Dios, como el caso de la teología. Tampoco importaba si se trataba de la fe en las Sagradas Escrituras o sus interpretadores o en la fe ciega a las enseñanzas de los grandes hombres, como en el caso de Aristóteles.
El gran cambio de estos siglos radica en que las verdades que sostenían el orden medieval en lo económico, lo político y lo cultural van a ser cuestionadas. Pero a diferencia del método de los sofistas, los filósofos y los teólogos, basados en la argumentación racional y/o la fe, ahora hay que comprobar cualquier afirmación, hay que hacer una demostración. No se abandona la razón, pero se privilegia el conocimiento a partir de la experiencia y más específicamente en la recreación de las experiencias, a lo que llamamos experimentos. Para el siglo XVI, en muchas partes de Europa la experimentación era una práctica común, y el conocimiento obtenido por esta vía era considerado verdadero, ya que cualquiera que realizará el mismo experimento llegaría a los mismos resultados. Sin embargo, el camino a la verdad, por la vía de los experimentos se fue modificando poco a poco. Veamos un par de ejemplos.
Entre las enseñanzas verdaderas de Aristóteles se encontraba la generación espontánea. La generación espontánea se basa en la idea de que “la materia no viviente puede originar vida por sí misma. (…) algunas porciones de materia contienen un ‘principio activo’ y que gracias a él y a ciertas condiciones adecuadas podían producir un ser vivo”. (Martínez y Turégano, 2010, p. 154). A esta energía vital se le llamaba entelequia.
Para el siglo XVII Jan Baptista Van Helmont (1577-1644) sometió a la prueba experimental la idea de la generación espontánea. Van Helmont fue el primer científico que diferenció los conceptos de gas y de aire, identificó el dióxido de carbono y el óxido de nitrógeno, aplicó la química a la digestión y a la nutrición entre otras aportaciones. Se le considera un importante predecesor de la Bioquímica. Este sabio hombre propuso el siguiente experimento:
Si colocamos ropa interior llena de sudor con trigo en un recipiente de boca ancha, al cabo de veintiún días el olor cambia y el fermento, surgiendo de la ropa interior y penetrando a través de las cáscaras de trigo, cambia el trigo en ratones. Pero lo que es más notable aún es que se forman ratones de ambos sexos, y que éstos se pueden cruzar con ratones que hayan nacido de manera normal (…) Pero lo que es verdaderamente increíble es que los ratones que han surgido del trigo y la ropa íntima sudada no son pequeñitos ni deformes, ni defectuosos, sino que son adultos perfectos... (van Helmont, 0rtus Medicinae, 1667, citado en Ministerio de Educación s. f.)
Van Helmont compartía los prejuicios de su época, pensaba que en el sudor se encontraba la entelequia. Ciertamente nuestros sentidos, nuestra experiencia y nuestra razón siguiendo el sentido común pueden estar equivocados. Era notorio que el método experimental necesitaba ser perfeccionado.
La siguiente aportación al camino de la experimentación se la debemos a Francesco Redi (1626-1698). Hijo de un médico de la corte de los Medici, Francesco Redi estudió con los jesuitas antes de estudiar medicina y filosofía por la Universidad de Pisa, en 1647. Fue médico de los grandes duques de Toscana Destacó como escritor, poeta y naturalista. Como naturalista es considerado el primer investigador en demostrar experimentalmente la falsedad de la teoría de la generación espontánea, entre otros estudios. Francisco Redi, influenciado por la obra de Galileo Galilei (1564 -1642) hizo los primeros experimentos para demostrar la falsedad de la generación espontánea. En un primer experimento colocó carne de diversos animales (víbora, pescado y res) en frascos abiertos. Pedazos de la misma carne se colocaron en otros recipientes cerrados. Al cabo de varios días en los frascos abiertos habían aparecido gusanos que después se convirtieron en moscas. En cambio en los frascos cerrados, pese a la descomposición de la carne, no habían surgido organismos vivos.
Se podía empezar a pensar que las moscas provenían de otras fuentes que no eran la generación espontánea. Sin embargo, sus adversarios y el mismo Redi llegaron a pensar que la falta de aire era la responsable de esa ausencia de vida. ¿Cómo re-diseñar el experimento? ¿Cómo asegurar la entrada del aire y evitar la contaminación de otros elementos?
Redi realizó otro experimento. Ahora preparó tres grupos de recipientes con carne. Unos abiertos, otros totalmente cerrados y un tercer grupo a los que colocó una muy fina gaza, y los recipientes dentro de una jaula cubierta con la misma gaza. Los resultados fueron los siguientes: En los recipientes abiertos surgieron las larvas – gusanos y posteriormente las moscas. En los recipientes con gaza y en los recipientes totalmente cerrados no surgió ninguna forma de vida.
Si analizamos con cuidado el trabajo de Redi podemos identificar los siguientes elementos. Primero es necesario convertir una afirmación en un problema de investigación. Delimitar el problema, es decir, una afirmación a la vez. Acto seguido descomponer el problema en sus diversos elementos (variables). Luego, es necesario hacer suposiciones sobre las relaciones entre esas variables, generalmente se conciben esas relaciones en términos de causa y efecto. Suponemos que la variable “A” provoca el efecto “B”. A ese tipo de suposiciones le llamamos hipótesis. Por último, o en principio, librarse de toda idea preconcebida, pues como hemos visto, estas ideas nos impiden ver La Verdad.
Y así es como La Ciencia tiene ya su método, El Método Experimental. Resumiendo, en este segundo momento se establece que para encontrar La Verdad hay que seguir EL Método. Esto tendrá sus consecuencias. En primer lugar el acceso a La Verdad, sigue siendo para unos cuantos, para aquellos que se animen a seguir el prolongado, difícil y, muchas veces, costoso camino del Método Experimental. Segundo, los resultados de este método serán verdaderos, o al menos será un conocimiento que nos acerca a La Verdad. Tercero, cualquier conocimiento que no se haya obtenido por este medio no es válido como conocimiento verdadero y por lo tanto debe mirarse con sospecha. Cuarto, a fin de conocer La Verdad (bien supremo), nos está permitida la manipulación de todo el mundo, átomos, plantas, animales, personas, culturas, etc., esto nos lleva a importantes dilemas éticos sobre la experimentación y el conocimiento. Por último, El Método requiere que nos libremos de las ideas preconcebidas y de las emociones que nos impiden ver La Verdad, se exige al investigador a vigilar su propia experiencia, a tomar distancia de los objetos de estudio (aunque se trate de personas) y a no permitir que sus emociones y sentimientos interfieran con su “objetividad”.
3. La ciencia como motor de paz y progreso
El tercer momento ocurre en el siglo XIX. Francia, a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX vivió una serie de sangrientos acontecimientos. En el inició una revolución que llevo a la caída de la monarquía, le siguió El Terror, y concluye con la caída del Imperio Napoleónico. Tan sólo durante El Terror, se estima que unas 40,000 personas murieron en la guillotina. En su conjunto, entre 1792 y 1815 se estima que en Europa murieron 5,000,000 de personas a consecuencia directa (en combate) o indirecta (heridas, enfermedades y hambrunas a consecuencia de los conflictos).
Como afirma Ana Conde, en el siglo XIX, en lugar de una revolución que prometía la libertad, la igualdad y la fraternidad, “pensadores y filósofos vieron cómo se cernía sobre sus esperanzas la sombra del terror y cómo el siglo de las luces era seguido por una época de obscuridad que no se aproximaba ni remotamente a aquello que se esperaba” (2004, p.3 las cursivas son mías). En este contexto surge Auguste Comte, cuyo nombre completo es Isidore Marie Auguste François Xavier Comte (1798 - 1857). Comte considera que la crisis que vive Europa después de la Revolución Francesa se debe a que:
Los pueblos carecían de un sistema universal de principios que estableciera entre las personas la armonía necesaria para cimentar un orden social común dentro del cual los individuos pudieran desarrollar sus actividades (Velázquez, 2006, p. 29)
Comte dedica su vida a la creación de dicho sistema universal. Las ideas centrales se publican entre 1830 y 1942 en los seis volúmenes de Curso de Filosofía Positiva. En síntesis esta nueva filosofía tiene como objetivos:
a) Proporcionar a las mentalidades individuales un sistema de creencias para unificar el espíritu colectivo.
b) Establecer un conjunto de reglas coordinadas sobre las creencias comunes del sistema aludido.
c) Determinar una organización política que sería aceptada por todos los hombres, en virtud de que respondería a sus aspiraciones intelectuales y a sus tendencias morales (Velázquez, 2006, p. 30)
Siguiendo este razonamiento nos surgen las preguntas ¿Qué sistema de creencias puede ser aceptado por todos? ¿Cómo puede eliminarse la subjetividad y las discrepancias de opinión? La respuesta que da Comte, es similar a la que había dado Platón frente a los sofistas. Sólo que ahora en lugar de aludir a los filósofos, Comte apela a la ciencia ¿por qué?
Porque la ciencia no cambia, es estable y permanece tal cual es más allá del comportamiento de los hombres: “todos los fenómenos de cualquier clase, inorgánicos y orgánicos, físico y morales, individuales o sociales, están sujetos, de manera continua a leyes rigurosamente invariables”. Por ello “el dogma fundamental de la religión universal se resume, pues, en la existencia constatada de un orden inmutable, al cual están sometidos todos los acontecimientos” (…) La ciencia es aquello que permite formar ideas comunes y exactas y suprimir la subjetividad en la acción colectiva, es una “simple prolongación metódica de la sabiduría universal” (Conde, 2004, p. 4)
Nuevamente nos encontramos con la idea de que existe un orden universal y que es posible conocerlo las leyes que rigen dicho orden, pues estas no cambian. Estos principios son válidos para las ciencias como las matemáticas, la astronomía, la física, la química y la biología, y siguiendo su modelo era necesario crear una ciencia social, llamada “Física social” o “sociología”. (Jiménez, 1994).
El positivismo se consolidará poco a poco. Encontrará apoyo en el utilitarismo de Stuart Mill y en el positivismo evolucionista de Herbert Spencer. En Alemania destaca Ernst Mach, quien:
Expresó que la experiencia era la categoría epistemológica suprema, atribuyó al término concepto un sentido operatorio; tuvo una concepción biológica y práctica de las funciones congnoscitivas y analizó el proceso de conocimiento con la ayuda de los medios de psicología experimental. (Jiménez, 1994, p. 5, el destacado es mío)
Posteriormente, a principios del siglo XX del acercamiento entre científicos positivistas y filósofos, surgirá una corriente neopositivista, también llamada positivismo lógico. Esta corriente forma el llamado Círculo de Viena. Entre sus principales representantes se encuentran: Carnap, Schlick, Neurath, Freigl, Waismann, Frank, Mengel, y Hahn.
Esta corriente trata de llevar a cabo un programa para la unificación de la ciencia a través de enunciados empíricos observacionales que se expresan en un lenguaje fisicalista, es decir, mediante conceptos obtenidos por inducción, partiendo de los hechos o fenómenos físicos. (…) las matemáticas, la lógica y la física son los modelos a los que debe tender toda forma de discurso científico, incluyendo el de la psicología y la sociología, la primera, como psicología conductista, deber ser reducida al fisicalismo, en tanto que las ciencias sociales se reducirán a dicha psicología que sigue la línea positivista. Su método principal es el inductivo, que se emplea para la verificación de las teorías, si bien con el tiempo se pasó de una verificación concluyente a una verificación probabilística. (Jiménez, 1994, p. 6)
Como puede apreciarse La Ciencia positiva se ha convertido, para principios del siglo XX, en el modelo dominante de ciencia, mas no sólo en su organización, sino también en sus fines últimos. No olvidemos que el propósito del positivismo es regenerar a la sociedad:
Basándose en el conocimiento de las leyes sociales [que] asume la forma de una religión en la que se substituye el amor a Dios por amor a la humanidad. La humanidad es un ser que trasciende a los individuos. (…) Esta es la forma de la síntesis subjetiva “consiste en regular cada naturaleza individual y en reunir ‘todas las individualidades” (Conde 2004, p. 15)
[Por eso] vivir para otro se convierte así en la felicidad suprema. Incorporarse íntimamente en la Humanidad, simpatizar con todas sus vicisitudes anteriores, y presentir sus futuros destinos, concurriendo activamente a prepararlos, constituirá el fin familiar de cada existencia (Conde, 2004, p. 12, el destacado es mío)
Como puede apreciarse hay un trasfondo económico, político y social en el “éxito” del positivismo. ¿Qué país no iba a desear contar con un medio para lograr no sólo mantener el orden sino también el progreso? Por ejemplo, en América Latina, el positivismo fue importado con la esperanza de resolver los grandes problemas de los países emergentes. Si bien se realizaron adaptaciones locales, muchos de los elementos se mantuvieron inalterados, incluso con gobiernos de signos políticos contrarios. Orden y progreso, forman parte del escudo de Brasil. (Horváth, y Szabó, 2005)
Resumiendo
Hasta el momento hemos constatado tres grandes momentos. En la antigua Grecia, en la que se finca la idea de una única verdad que debía ser buscada y podía ser conocida por unos cuantos, que serán los científicos. El establecimiento del método experimental como método ideal y único para llegar a La Verdad, y la idea de que La Ciencia es el mejor y único medio para lograr la paz y el progreso de la humanidad.
Reacciones frente al positivismo
Veamos ahora algunas de las diversas reacciones frente al positivismo. Las críticas son numerosas, he seleccionado algunas de ellas que históricamente, diversos autores (Habermas, 1990; Jiménez, 1994; Briones, 2002: Parra 2005) consideran las más ejemplares. Sé que faltan muchos autores, mas la intención es contar con algunos elementos para pensar de una manera diferente el conocimiento científico.
1. Ciencias naturales vs. ciencias sociales y humanas
Un primer grupo de críticas frente al positivismo, tienen que ver con el tipo de realidad a la que nos enfrentamos y en consecuencia a los objetivos y los medios para acceder a dicha realidad. Veamos tres grandes pilares de lo que serán las ciencias sociales y humanas del siglo XX y XXI.
1.1 El mundo es un invento
Una de las grandes críticas que se realizaron al positivismo tiene que ver con el tipo de realidad que se está estudiando. No es lo mismo estudiar la unión de los átomos para formar compuestos, que estudiar la unión de los seres humanos para crear amistades, parejas, familias, partidos políticos, clubes deportivos, etc. Incluso, nos enfrentamos al problema de que cada amistad es diferente de las otras
amistades. En este mismo sentido resulta difícil formular leyes inmutables sobre cómo debe ser el matrimonio, máxime cuando en unos lugares el matrimonio se basa en la monogamia y en otros lugares se acepta la poligamia. Parece ser que el matrimonio es un invento humano y no algo que sea parte de la naturaleza.
En este sentido, uno de los primeros en enfrentarse al positivismo fue Edmund Husserl (l859 – 1938). Él mismo se había formado en el ambiente positivista, estudió matemáticas y astronomía. Posteriormente al estudiar filosofía le pareció que el positivismo resultaba bastante ingenuo en su pretensión de lograr un conocimiento objetivo. Para Husserl dicha objetividad es imposible ya que parte de la experiencia subjetiva, en este caso, a partir de las experiencias de unos sujetos llamados científicos (Toledo-Nickel, 2009). Por lo tanto, para Husserl el quehacer de la filosofía debe concentrarse en las experiencias subjetivas, es decir, en la forma que captamos el mundo. En filosofía el término que se refiere a captar, percibir, el mundo es la palabra fenómeno (Martínez, 2009). Así surge la fenomenología. Aunque Husserl pensaba a la fenomenología como un método para la filosofía, sus contribuciones tendrán un impacto en el campo de la ciencia. Al poner el acento en la experiencia subjetiva, la fenomenología pondrá las bases para entender que nuestro mundo no se reduce a cuestiones objetivas sino que también existen realidades subjetivas e intersubjetivas. En otras palabras, la fenomenología nos permitirá entender que la sociedad, el mundo de los humanos, es una invención, una construcción. Al mismo tiempo, nosotros, los seres humanos, somos en cierta forma un invento. Por decirlo de alguna forma somos creadores de la sociedad, del mundo en que vivimos, y simultáneamente somos creados. Desde esta perspectiva se abren muchas posibilidades al conocimiento. Empezando por saber qué cosas y/o en qué medida, estas cosas de nuestro mundo son un invento o no. Quiénes las inventan, qué efecto tiene en nuestras vidas, cómo se puede estudiar, y si cada cabeza es un mundo y estamos condenados al individualismo o más bien es posible la vida en común. 1.2 Las Ciencias del Espíritu Otro de los personajes que se unirá en su crítica al positivismo es Wilhelm Dilthey (1833 – 1911), un importante personaje del siglo XIX. En una carta a Husserl expresa: “luchamos en común desde distintos ángulos contra el predominio de las ciencias naturales sobre la filosofía” (Gros, 2009, Parr. 18). Las aportaciones de Dilthey parten de un concepto común en el siglo XIX, el Espíritu. Para tratar de entenderlo veamos un ejemplo. Conocemos lugares en que las personas gozan de un lugar de trabajo agradable, estimulante y que conlleva al desarrollo personal, mientras que en otros lugares las personas padecen a los compañeros, los esfuerzos son frustrantes y parece que se limita el desarrollo personal. ¿A qué se debe? ¿Cómo ocurre? La respuesta no es simple, implica la conjunción de muchos factores. En términos generales les llamamos ambientes, climas, e incluso, culturas laborales. En el siglo XIX, la palabra que abarcaba dichos factores era Espíritu. Así pues, los alemanes poseen un espíritu diferente al de los italianos, en otras palabras, su historia, su geografía, su lengua, sus tradiciones, su religión, sus creencias, su alimentación, su genética, y muchos otros factores contribuyen a hacerlos diferentes. Y, al mismo tiempo, por ser diferentes es que son creadores de una cultura única. El espíritu se manifiesta en formas particulares.
Nótese que no se trata del espíritu en un sentido metafísico, sino de aquellos factores que podemos reconocer y resultan ser supra individuales, intangibles e inmensurables. Limitarnos a un solo factor sería pobre, inexacto y falso. Además existe una gran dificultad para aislar variables y resulta imposible realizar experimentos. No está en nuestras posibilidades técnicas ni ética, cambiar el clima de Veracruz y volverlo como el de Noruega, para ver si esto influye en la productividad de la gente. No renunciamos a conocer estos temas, pero ciertamente el enfoque positivista no parece ser el más apropiado.
La crítica de Dilthey se centra en que el proceder de las ciencias naturales no es aplicable a las ciencias del espíritu. Empezando por la finalidad de cada tipo de ciencias. Dilthey afirma “A la naturaleza la explicamos, al espíritu, lo comprendemos”. La finalidad de las ciencias del espíritu es comprender. La palabra alemana es verstehen. Las ciencias naturales nos explican por qué ocurren determinados hechos, para Dilthey en las ciencias humanas lo que hacemos es comprender. Las realidades humanas (incluidas las ciencias naturales) son un producto histórico y de sentido (Parra, 2005, p. 64).
Esta comprensión es posible porque el objeto de estudio no es algo externo al hombre sino que forma parte de su experiencia ya que las realidades espirituales o culturales han sido creadas por el hombre mismo en el curso de la historia. En el campo formado por tales realidades, el hombre se encuentra en un mundo que es propio de su esencia y puede, entonces, lograr su comprensión. (Briones, 2002, pp. 58 – 59)
La comprensión puede ser entendida también como interpretación. La palabra filosófica para este concepto es hermenéutica. Etimológicamente se refiere a la interpretación de textos, para Dilthey la interpretación, la hermenéutica no se limita a los textos sino que debe captar como la vida se expresa y se manifiesta en obras, en otras palabras, el sentido que las obras de los seres humanos tiene para los seres humanos (Parra, 2005, p. 66). Esto nos permite pensar en temas que van desde la democracia, hasta los valores, pasando por la familia, las relaciones de pareja, los sentimientos, los roles y muchos más. Todas ellas, obras de humanos para los humanos. 1.3 Las ciencias sociales
También en relación al tipo de ciencias, encontramos las críticas de Wilhelm Windelband (1848 - 1915) y Heinrich Rickert (1863 – 1936), importantes representantes de la llamada escuela de Baden. Ellos retoman el método de la historia para contraponerlo al de las ciencias positivistas. “En las ciencias naturales los fenómenos se repiten, en cambio, la historia trata de hechos individuales con un valor cultural” (Parra, 2005, p. 90). Resulta interesante señalar que para estos autores: “ni en las ciencias históricas ni en las naturales, los conceptos reflejan la realidad sino la transformación de la realidad en pensamientos” (Parra, 2005, p. 90) Windelband consideró que debían hacerse dos tipos de ciencias: Unas nomotéticas y otras ideográficas. Para Rickert, siguiendo a Windelband, las ciencias naturales son nomotéticas, es decir, son disciplinas que buscan formular leyes a partir de las relaciones causa y efecto. Ponen atención a la repetición, a lo invariable. En el otro extremo las ciencias culturales o históricas, son ideográficas, es decir “su tarea consiste en la búsqueda de singularidades, de los aspectos particulares que individualizan un determinado fenómeno” (Briones, 2002, p. 58). Nuevamente, desde esta perspectiva, lo que se logra es la comprensión del caso particular, no la explicación de un determinado tipo de fenómenos.
Podemos saber cómo ocurre en este lugar, en este tiempo, pero no significa que ocurra igual en todos los lugares ni en todos los momentos. Eso se vuelve de vital importancia si pensamos, por ejemplo, en la desnutrición en una determinada comunidad de la sierra oaxaqueña, los factores que la provocan serán muy diferentes a la de una comunidad en la periferia de una ciudad industrial en un país del primer mundo. Igualmente, esta perspectiva nos abre posibilidades a entender la problemática que vive un determinado adolescente en lugar de quedarnos con la idea de que todos los adolescentes son problemáticos.
2. Todo: depende de quien mira y del color del cristal con que se mira
En este apartado presentamos a dos autores que tienen muchos elementos en común Ludwik Fleck y Thomas Kuhn. De hecho Kuhn se basó en Fleck, que a su vez se inspiró en la Psicología de la Gestalt, la cual, a su vez, está influenciada por la fenomenología de Husserl. (Müller – Cranzotto, y Müller – Granzotto, 2009).
Fleck nace en Lwow, Polonia, en 1896. Estudió medicina, su desarrollo profesional enlaza la medicina, la inmunología, la bacteriología, los escritos científicos y filosóficos. Fue sobreviviente de los campos de concentración. Sus últimos años los pasa en Israel, muriendo en Ness-Ziona, en 1961.
En 1934 publica una aguda crítica al neo-positivismo. Sin embargo entre el ascenso de los nazis y la guerra su obra pasará inadvertida. El editor terminará vendiendo como papel viejo su libro. En 1979 se reedita su libro, traducido al inglés y bajo el título Genesis and Development of a Scientific Fact (Lorenzano, 2004). Justo en un momento en que “la sociología del conocimiento científico estaba incorporando el contenido de la ciencia a su propia reflexión y concluía que el conocimiento científico es una construcción social e histórica” (Obregón, 2002, p. 42).
A partir de la historia de la sífilis y de la historia que lleva a la reacción de Wassermann (la prueba de sangre para detectar la enfermedad), Fleck muestra cómo un hecho científico se construye colectivamente (Obregón, 2002, p. 43). En un primer momento la sífilis es vista como un castigo por el pecado de la fornicación, es la concepción que se originó en una sociedad religiosa. Para una fraternidad astrológica la enfermedad era causada por la influencia de las estrellas. Para los practicantes de la medicina la sífilis era la enfermedad curada por el ungüento de mercurio, nótese como en ese momento se definía la enfermedad no por sus causas como es más común en nuestros días, sino con base en la cura. Posteriormente, los estudiosos de la medicina haciendo caso a la vox populi, al sentido común, extraen la idea de “sangre sifilítica” y se centran en la búsqueda del agente causal, la Spirocheta pallida, esto es posible en un momento en que las bacterias ya eran populares. (Obregón, 2002). En esta perspectiva, no hay verdades ni errores absolutos, simplemente hay “ideas diferentes que corresponden a diferentes colectivos y estilos de pensamiento”. (Obregón, 2002, p. 44)
Así Fleck, y después Kuhn, van a identificar que la ciencia es algo que hace un conjunto de personas. Fleck le llama colectivo de pensamiento, mientras que Kuhn utilizará el término de comunidad científica. Esto es muy importante por dos razones. La primera, la ciencia no es un ente abstracto, sino el quehacer de personas concretas en lugares y momentos específicos La segunda razón es que la ciencia no es el quehacer de un individuo, sino de toda una colectividad. Fleck, demuestra cómo se le atribuye a Fritz Schaudinn el descubrimiento del agente causal de la sífilis (Obregón 2002), sin embargo, no se trata de un logro individual, sino de toda una colectividad que en ese momento y en la historia se
ha dedicado al estudio de la sífilis. Además, es importante considerar que no hay individualidad que tenga la capacidad para concentrar todo el conocimiento de un campo de conocimiento.
Para Fleck, cada comunidad de pensamiento, cada comunidad científica, posee un “estilo de pensamiento”, es decir, sus propias teorías, sus propios conceptos, sus propios procedimientos, sus reglas, sus procesos de formación y sus formas de comunicación. Esta idea de “estilo de pensamiento” es el precedente de Kuhn de paradigma científico. Una posible definición de paradigma podría ser: “una serie de valores compartidos, un conjunto de métodos, reglas y generalizaciones utilizadas conjuntamente por aquellos entrenados para realizar el trabajo científico de investigación” (Nosnik, y Elguea 1985, Kuhn, Parr. 10).
Para Kuhn, un paradigma se fortalece mientras es el paradigma dominante, hasta que es incapaz de dar respuestas y será remplazado por otro paradigma. Sin embargo, en la práctica sabemos que un paradigma dominante no siempre es dominante por su poder explicativo. Ya hemos visto como los intereses económicos, políticos y sociales contribuyen, como en el caso del positivismo, a establecer un paradigma dominante. Fleck (1986), nos ofrece otro ejemplo, en su libro explica como la rivalidad entre Francia y Alemania fue uno de los factores que contribuyeron al descubrimiento de la reacción de Wassermann. La rivalidad política más que el interés humanitario es un poderoso motor de la ciencia.
Otro aspecto a tomar en cuenta es que no siempre un paradigma dominante sustituye a los otros. Hoy en día nuestras concepciones sobre el universo en que vivimos, están profundamente influenciadas por la física cuántica y las teorías de la relatividad, sin embargo para muchas cosas se siguen utilizando los principios de la mecánica clásica. Es decir, los paradigmas pueden convivir. Cuando hablamos de psicología, en realidad estamos hablando de varias psicologías. Cada una tiene un sistema propio de creencias, sus máximos representantes y sus obras cumbre. De esto surgen dos implicaciones. Por un lado, lo que es verdadero para una comunidad y un estilo de pensamiento, puede ser falso o inexistente para otra comunidad y otro estilo. Por ejemplo, para ciertas corrientes la consciencia puede ser un concepto fundamental, mientras que para otra, como en el conductismo, el concepto resulta irrelevante. En este mismo sentido, las mismas palabras, llegan a tener significados muy diferentes, todo dependerá del estilo de pensamiento a que se pertenezca. En este mismo sentido, Yaqui Andrés Martínez (2011), nos hace notar que aunque en psicoanálisis y en gestalt usamos las palabras consciente e inconsciente, nos referimos a realidades diferentes. Para quien no tiene claro que se trata de comunidades de pensamiento y estilos de pensamiento diferentes, los términos consciente e inconsciente pueden generar grandes confusiones. Por ello es frecuente encontrar terapeutas humanistas con una concepción psicoanalítica del inconsciente.
La existencia de diversos paradigmas plantea una pregunta importante ¿Cuál es el mejor? ¿Cuál es el más verdadero? Kuhn utiliza el término inconmensurabilidad para responder a esta pregunta. Aunque el término tiene varias significaciones, la que recupera Luis Fernández (1995) me parece muy adecuada:
Lo que vemos depende no sólo de aquello a lo que miramos, sino también de lo que nuestra previa experiencia visual y conceptual nos ha enseñado a ver; por tanto, científicos que han sido formados en tradiciones de ciencia normal diferentes y que comparten paradigmas diferentes ven en ciertos ámbitos cosas diferentes y las ven en relaciones diferentes unas con otras. Este último aspecto de la inconmensurabilidad de paradigmas, al que podríamos referirnos como la inconmensurabilidad de formas de ver el mundo, consiste, por tanto en que no hay una
instancia neutral para elegir entre las diferentes formas de ver el mundo que cada paradigma conlleva. (p. 446).
Por lo tanto preguntarnos qué paradigma es mejor, o más verdadero, es inútil. Lo que no impide el esfuerzo de entender a cada paradigma a partir de su contexto social e histórico, es decir, estudiar la historia interna y externa de cada comunidad, e intentar realizar una traducción e interpretación lo mejor posibles.
Como hemos visto en este apartado, cuando reconocemos que la ciencia está hecha por personas condicionadas por sus circunstancias históricas, sociales y por la propia historia de su campo de conocimiento, también estamos reconociendo que la ciencia es algo que no es estático, está en constante movimiento. De manera que lo único que siempre es seguro “es que nada está definitivamente cerrado.” (Henao, c. 2010, p. 8).
3. Contra el método, usemos la imaginación Un crítico, que merece mención aparte es Paul Feyerabend (1924 – 1994). Feyerabend, no sólo critica a la ciencia en sí, sino también el papel social que la ciencia ha adquirido. La primera crítica que veremos se dirige a la función opresora de la ciencia. Feyerabend reconoce que la ciencia ha tenido una función liberadora en la historia del pensamiento. Nos ha liberado de dogmas y creencias. Sin embargo, ahora la ciencia se ha convertido en opresora, forma parte del status quo. (Nosmik y Elguea, 1985). Mientras en occidente existe una separación Iglesia – Estado, no ocurre así con la ciencia. Expone que mientras los padres pueden elegir qué educación religiosa desean para sus hijos, no pueden elegir sobre la educación científica que recibirán en la escuela. La forma en que se hace ciencia, la forma en que se enseña y la consecuente unión ciencia y Estado, resultan antidemocráticas.
Mientras en una democracia se hace algún esfuerzo por explicar el proceso para que todos puedan entenderlo, los científicos o bien lo encubren, o lo dirigen para hacerlo coincidir con sus intereses sectarios. (Feyerabend, 1992, p. 297, destacado en el original)
Más adelante señala: “para la mayoría de los científicos el slogan ‘libertad de ciencia’ significa la libertad de adoctrinar no sólo a los que se asocian con ellos, sino también al resto de la sociedad” (1992, p. 301). Para Feyerabend, la ciencia adoctrina igual que cualquier creencia, pues no le reconoce mayor valor que cualquier otra forma de conocimiento humana.
La ciencia es mucho más semejante al mito de lo que cualquier filosofía científica está dispuesta a reconocer. La ciencia constituye una de las muchas formas de pensamiento desarrolladas por el hombre, pero no necesariamente la mejor. Es una forma de pensamiento conspicua, estrepitosa e insolente, pero sólo intrínsecamente superior a las demás para aquellos que ya han decidido en favor de cierta ideología. (1992, p. 282)
Como puede apreciarse, la ciencia no posee un estatus superior a otras formas de conocimiento salvo para los que así lo quieren creer, dicha superioridad la rechaza tajantemente. “La afirmación de que no
existe conocimiento alguno fuera de la ciencia –extra scientiam nulla salus– no es más que otro cuento de hada interesado” (p. 301). Feyerabend se pregunta, cómo lo hemos hecho nosotros a lo largo de este trabajo de dónde proviene la superioridad del conocimiento científico, su respuesta es que es un cuento de hadas que se basa en los grandes éxitos científicos y tecnológicos. “La imagen de la ciencia del siglo XX (…) está determinada por los milagros tecnológicos” (p. 295), entre otros: la televisión a color, los cohetes a la luna, los hornos de microondas, para nuestra época podríamos añadir la enorme lista de gadgets electrónicos, los tratamientos para ciertas enfermedades como el cáncer o el SIDA, etc., a estos milagros, Feyerabend completa que la superioridad también se basa en “un rumor vago aunque muy influyente, un cuento de hadas, sobre la manera en que se producen estos milagros” (p. 295). Sobre la manera en que trabaja la ciencia, el autor señala con ironía y crítica:
El éxito de la ciencia es el resultado de una sutil y equilibrada combinación de inventiva y control. (…) Las teorías científicas han superado el test del MÉTODO y ofrecen una explicación mucho mejor que las ideas que no han superado el test. El cuento de hadas explica por qué la sociedad moderna trata la ciencia de forma especial y por qué le concede privilegios que no disfruta otras instituciones. (p. 295, el destacado es mío)
Feyerabend no niega los avances, pero pregunta: ¿Éxito? ¿En qué? ¿En lograr la paz? ¿En lograr una mejor convivencia entre personas y pueblos? Por otro lado, cuestiona el método utilizado. Pone en duda la presunta racionalidad y neutralidad de la ciencia. Parte del cuento de hadas implica “dar por supuesto que la ciencia debe su éxito al método correcto que usa y no simplemente a golpes de suerte” (p. 299). Así pues, El método científico, no resulta ni racional, ni neutral. Es más, ni siquiera resulta ser del todo metódico, en la práctica los científicos utilizan diversos métodos. Un ejemplo de lo anterior nos lo presenta el propio Fleck, con respecto al descubrimiento de la reacción de wassermann, la prueba para la detección de la sífilis.
A Wassermann y a sus colaboradores les sucedió como a Colón: buscaban las Indias y estaban convencidos de estar en el camino hacia ellas, pero descubrieron América. Es más, su viaje no fue tampoco una navegación directa en la dirección planeada, sino una odisea con cambios constantes de dirección. Lo que consiguieron no era su meta. Buscaban evidencia del antígeno o del amboceptor y, en lugar de ello, lograron satisfacer un viejo deseo colectivo: la prueba de la sangre sifilítica. (1986, p. 115)
Puede apreciarse que los científicos no siempre avanzan en línea recta y, es más, no siempre saben lo que han encontrado. En esta misma línea Vásquez Rocca comenta
En un análisis más minucioso se descubre que la ciencia no conoce “hechos desnudos” en absoluto, sino que los hechos que registra nuestro conocimiento están ya interpretados de alguna forma y son, por tanto, esencialmente teóricos. Siendo esto así, la historia de la ciencia será tan compleja, caótica, llena de errores y divertidas como las mentes de quienes las han inventado. (2006, p. 5)
En la práctica los científicos son mucho más creativos de lo que el método les permite. Feyerabend añade:
Al tratar de resolver un problema, los científicos utilizan indistintamente un procedimiento u otro; adaptan sus métodos y modelos al problema en cuestión en vez de considerarlos como condiciones rígidamente establecidas para cada solución. No hay una racionalidad científica que pueda considerarse como guía para cada investigación, pero hay normas obtenidas de experiencias anteriores, sugerencias heurísticas (procedimientos que pueden ser útiles), concepciones del mundo, disparates metafísicos, y de todos ellos hará uso el científico en su investigación. (Citado en Briones, 2002, p. 85)
El Método es una idea que intenta imponerse. Feyerabend va más allá y propone que, la irracionalidad debe ser reconocida y formar parte del quehacer científico. Para Feyerabend, de la inconsistencia y la anarquía científica han surgido las características positivas de la ciencia. La crítica y al mismo tiempo la tolerancia a las inconsistencias y anomalías, con una total libertad, serían la mejor combinación para lograr una ciencia productiva y creativa. (Nosmik y Elguea, 1985).
Llegamos a la conclusión de que la separación de ciencia y no ciencia no sólo es artificial, sino que va en perjuicio del avance del conocimiento. Si deseamos comprender la naturaleza, si deseamos dominar nuestro contorno físico, entonces hemos de hacer uso de todas las ideas, de todos los métodos, y no de una pequeña selección de ellos. (p. 301, destacado en el original)
Esto nos remite a lo señalado por Einstein cuando sostiene que en ciencias “la imaginación es más importante que el conocimiento”. En esta línea de pensamiento Feyerabend propone ser contraintuitivos, es decir, ir en contra del “sentido común”, lo que nos parece obvio y aceptado. Aconseja pensar hipótesis que “contradigan de manera flagrante y abierta las teorías más aceptadas y confirmadas, o que se opongan a los hechos más contundentes” (Vásquez Rocca, 2006, p. 6). Esto es necesario para mantener la frescura y la renovación de la ciencia. Sin embargo, frente a las críticas que plantean que eso mismo ya es una metodología, replica:
Mi intención no es remplazar un juego de reglas generales por otro; más bien mi intención es convencer al lector de que todas las metodologías, incluyendo a las más obvias, tienen sus límites. La mejor manera de mostrar esto es demostrar no sólo los límites sino hasta la irracionalidad de algunas reglas que él o ella (los empiristas) posiblemente consideran como básicas... (Vásquez Rocca, 2006, p. 6)
Para terminar este apartado es importante hacer una nota metodológica. Si bien la propuesta de Feyerabend es que “todo es útil” y no importa el método que elijamos, los investigadores estamos obligados a reportar, a contar con toda rigurosidad el método, las técnicas y los instrumentos que hemos utilizado así como declarar con toda honestidad los resultados obtenidos. En otras palabras, no importa cómo sea nuestro viaje, ni nuestro destino final, estamos obligados a contar el itinerario y proporcionar toda información útil a otros viajeros.
4. La verdad es que no hay verdad Para terminar las críticas al modelo dominante de ciencia, veremos un par de ideas de Bastiaan Cornelis van Fraassen, más conocido como Bas van Fraassen. Nació en Goes, Holanda, en 1941. Emigró en 1956 a Canadá. Estudió en la Universidad de Alberta y en la Universidad de Pittsburgh. Ha sido profesor de la Universidad de Yale, la Universidad de Toronto, de la Universidad del Sur de California,
de la Universidad de Princeton y de la Universidad Estatal en San Francisco. Como él mismo señala en su sito web, como filósofo tiene dos preocupaciones. La primera sobre la propia filosofía y segundo sobre la ciencia. Ha escrito más de media docena de libros que se han traducido a varios idiomas, algunos en español. De la vasta obra de van Fraassen me parece interesante recuperar dos puntos.
4.1 La verdad
El realismo científico, es el sustento filosófico más importante del positivismo. Esta corriente plantea que la ciencia con sus teorías nos proporciona una explicación verdadera del mundo objetivo. Cuando una teoría es aceptada, es porque nos dice que así es el mundo. Puesto así, se trata de una relación entre los hechos a estudiar y las teorías que explican ese hecho. Van Fraassen plantea que eso es un error, pues en realidad son tres factores: el hecho, la teoría y el contexto en el que se solicitan y se ofrecen las explicaciones. Veamos con más a detalle lo anterior. Al estudiar un hecho, lo observamos y recolectamos datos al respecto. Posteriormente elaboramos, inductivamente (de lo particular a lo general) una teoría que explique los datos. Podemos decir que la teoría va más allá de los propios datos, “los unifica y les da sentido” (Brown, 2008, Parr. 3).
Dos psicólogos observan un hecho, cada uno (incluso usando el mismo marco teórico) podrá ofrecer una explicación diferente. Hay dos explicaciones que están en competencia. Desde la visión del realismo científico, sólo una puede ser verdadera. Para poder saberlo se recurren a ciertos criterios que no pertenecen ni a los datos, ni a la teoría. A estos datos se les llama virtudes súper-empíricas. Van Fraasen señala que
la elección entre teorías empíricamente equivalentes no se basa en la veracidad de estas sino en su conveniencia.(…) No tienen que ver nada con la relación entre la teoría y el mundo, sino con el uso y la utilidad de la teoría. Nos proporcionan razones para preferir una teoría independientemente de la cuestión de su veracidad (Htut, s. f. Parr. 5)
Por ejemplo, entre dos teorías igualmente viables, una con matemáticas simples y la otra con matemáticas complejas y complicaciones, se elegirá la primera, ya que hay quien sostiene que la simplicidad es un indicador de veracidad y consecuentemente, que las teoría más simples son más probables de ser ciertas, que las teorías complejas. Pero, argumenta Van Fraassen, resulta absurdo pensar que es más probable que el mundo sea simple en lugar de complicado. Afirmar que el mundo es más simple implicaría basarnos en suposiciones metafísicas o teológicas (las mismas suposiciones que critica el positivismo). Veamos otro ejemplo, hay una teoría que explica un hecho de una manera elegante, y otra teoría equivalente que explica el mismo hecho de manera tortuosa. Algunos científicos elegirían la primera, por resultar más bella. Que una teoría sea bella, puede ser más satisfactoria para la mente humana, pero no implica que sea verdadera. “Lo encantador de la explicación” no significa que dicha explicación sea verdadera (Htut, s. f., Parr.15). El interés de Van Fraasen es demostrar que los científicos utilizan criterios del contexto. A esto en la filosofía de la ciencia se le llama pragmatismo. Es decir, los criterios pragmáticos son que ofrecen modelos matemáticos más fáciles y comprensibles, las teorías nos parecen más bellas, etc. Pero ninguno de estos criterios pragmáticos (del contexto) son indicadores que las teorías sean verdaderas. Lo más que podemos afirmar es que dichas teorías son empíricamente adecuadas. Es decir, la explicación que nos ofrecen corresponde a lo que podemos observar.
4.2 Leyes vs. regularidades Uno de los elementos que más estatus, prestigio otorga a la ciencia es su capacidad de establecer leyes. Las leyes nos dicen como ciertos elementos (variables) se interrelacionan produciendo determinados resultados (causas y efectos). La “mayor prueba” del “nivel científico”, es que las leyes le otorgan capacidad de predicción, lo anterior parece confirmar las relaciones causa y efecto. Cuando ocurre A podemos saber que va a ocurrir B. Si yo suelto un objeto, caerá al suelo. Van Fraassen observa que en realidad esta frase lleva implícita la frase: “si nada interfiere”. Por lo que la relación causa - efecto debería leerse como “si ocurre A (y si nada interfiere) entonces ocurrirá B”. “Si yo suelto un objeto (y nada interfiere) caerá al suelo”. Como podemos apreciar la frase si nada interfiere (conocida también como clausula ceteres paribus) refiere al contexto. Pueden intentarse diversas estrategias para incluir todos los casos probables, pero estarían condenados al fracaso. Incluso, que A y B ocurran de manera estadística significativa, no es suficiente para pensar en leyes. Van Fraassen plantea que en lugar de leyes deberíamos de hablar sobre regularidades observables en la naturaleza. Aunado a lo anterior desde la visión de las posibilidades que nos ofrece el lenguaje (Concepción Semántica), lo que hace la ciencia es construir modelos acerca de los hechos que están contemplados en el campo de una teoría. Por ejemplo, la física estudiará hechos y fenómenos físicos, pero no así los de la consciencia humana. Los modelos que se construyen intentan explicarnos las distintas maneras en que se comportan, ocurren los hechos estudiados. Para elaborar estos modelos se formulan leyes (cuando A ocurre B). Lo que subraya Van Fraassen es que
esas leyes son sólo leyes de los modelos, principios básicos o ecuaciones fundamentales de la teoría, no principios de orden natural que existen realmente y que la ciencia descubre. Las leyes permiten describir y clasificar los modelos, funcionan como principios guía en la construcción de los mismos, pero la diferencia entre ellas y otros elementos o características de los modelos no se corresponde con ninguna división en la naturaleza (Santana, 2006, p. 108).
Por lo tanto la ley de A lleva a B, es útil para el modelo teórico, pero no implica que necesariamente ocurra en la naturaleza. Van Fraassen concluye que la ciencia no nos ofrece teorías verdaderas, y es más, ni siquiera debería ser su objetivo. La ciencia nos puede ofrecer explicaciones empíricamente adecuadas en las que encontramos regularidades de la naturaleza, que a su vez, no son sino tentativas de describir la realidad. A lo largo de este trabajo hemos recorrido tres momentos que han contribuido a conformar el introyecto de ciencia. Asimismo hemos revisado algunas de las principales críticas hacia el modelo positivista de ciencia. Reconocimos que las ciencias que estudian a los seres humanos, la cultura, la sociedad, no son iguales a las ciencias que estudian a la naturaleza. Constatamos que no existe una ciencia, sino comunidades científicas, cada una con sus teorías, valores, reglas, procedimientos, etc. Descubrimos alternativas al método científico dominante y, por último, volvimos a preguntarnos sobre la posibilidad de encontrar a la verdad. A continuación presento algunas conclusiones que se derivan de este recorrido. En conclusión En primer lugar me gustaría llamar la atención sobre las fuentes utilizadas. Salvo contadas traducciones, la mayoría son fuentes iberoamericanas, especialmente de revistas científicas latinoamericanas. Quiero
destacar esto pues habla del interés por el tema, y de la capacidad de reflexión y discusión buen nivel que tenemos en la región. Es grato constatar que estamos produciendo investigaciones, y más que se trata de investigaciones sobre el quehacer científico, pues ayudan a entender y a cuestionar paradigmas científicos dominantes, que poco contribuyen al desarrollo de nuestra región. La segunda conclusión proviene de la misma historia de la ciencia. Reconocemos que cada estilo de hacer ciencia tiene ventajas y desventajas, todo dependerá de los objetivos y del contexto. Así, se han establecido dos grandes paradigmas de investigación. El cuantitativo, mucho más apegado a la visión positivista de la ciencia, y el paradigma cualitativo que se nutre de las corrientes filosóficas y científicas que surgen como alternativa al positivismo. Después del recorrido que hemos realizado es más fácil entender los alcances y limitaciones de cada uno, así como las posibilidades de utilizar ambos paradigmas. La segunda conclusión es una invitación a “masticar”, a reflexionar sobre las diversas posibilidades del conocimiento científico. Es una invitación a seguir estudiando sobre la historia y la filosofía de la ciencia, y no abandonarla por pertenecer a esas cosas aburridas e inútiles. Una invitación a criticar las diversas posiciones sobre la ciencia. No se trata de estar en contra de todo sistemáticamente, se trata de ser crítico y en esas críticas encontrar los espacios adecuados para nuestro quehacer. La tercera conclusión es más un desafío. Se trata de pensar en nuevas alternativas para pensar el tipo de conocimiento que producimos en lo que podríamos llamar la “Comunidad Humanista”, ya sea el Enfoque Centrado en la Persona, el Enfoque Gestalt, Psicoterapia Existencial y otros afines. Tenemos profundas raíces filosóficas y teóricas. Gozamos de una gran pluralidad teórica y una gran riqueza técnica. En el ámbito profesional este cúmulo de conocimiento se aplica a la terapia individual, de grupo, a la educación, al desarrollo organizacional, al desarrollo comunitario y social, entre otros campos de los que he tenido noticia. Lamentablemente, mucha de esa práctica, no se recupera, el conocimiento que se genera no se valora como un conocimiento válido que valga la pena sistematizar y compartir, en el fondo, me parece que dicha negativa se debe a que no nos concebimos a nosotros mismos como responsables de generar conocimiento científico. Sí nosotros mismos no nos preocupamos por crear nuestros propios encuadres, y por entender el tipo de ciencia que estamos haciendo, nadie más lo hará. Nuestro desafío es dedicarnos a reflexionar sobre nuestro propio quehacer científico a fin de generar una visión más integral del ser humano, no por ostentar un vacío estatus de científicos, sino para responder mejor a las necesidades de las personas, los grupos, las organizaciones y la sociedad en general. Bibliografía
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Entrevista realizada a Adriana (Nana) Schnake por Myriam Muñoz, el 5 de septiembre de 1997. Resumen Entrevista a la Dra. Adriana (Nana) Schnake en donde se aborda aspectos importantes en su vida y la historia de la Terapia Gestalt. Nos cuenta sobre su trabajo en Chile, Argentina y España, el nacimiento de la editorial Cuatro Vientos. Así como del inicio de su trabajo con síntomas, su Centro en Chiloé y sus gustos personales. M: ¿Cómo fue tu encuentro con la Gestalt? N: Yo siempre hice terapia de orientación existencial y la verdad es que se me hacía muy difícil el trabajo. Empecé a hacer trabajo con droga con Claudio Naranjo. En el trabajo con éstas el camino era muy de continuar en lo que la gente estaba. Nunca había el tiempo ni como para entender, ni interpretar ni nada; estuve trabajando bastante tiempo haciendo experiencias con distintos tipos de alucinógenos. Las experiencias mías con LSD me las hizo el mismo Claudio, después me hablaba de Fritz Perls, porque fue a verlo y de la propia terapia que él hacía con Perls; hacía un grupo en Santiago de Chile con pacientes, pero yo nunca lo vi, no asistí a sus grupos. Después hubo una reforma en la universidad y yo quedé de profesora de un grupo, que tenía como objetivo investigar las corrientes terapéuticas, ahí había una chica y algunos más que hicieron sesiones de drogas con Claudio y que estuvieron mucho más cerca en la cosa de la Gestalt, y una de ellas tenía un libro de... M: ¿Un libro de Perls? N : No, creo que era Gestalt Therapy Now. Entonces empezamos a leer ese libro en el grupo. En ese tiempo me separé de mi marido y me armé pareja con Pancho (Huneeus) y encargamos ese libro a Estados Unidos, en vez de ese libro se equivocó el amigo de Pancho y nos mandó el Verbatim (Sueños y existencia), que nosotros tradujimos. Yo siempre fui muy interesada en los sueños, así que fue el mejor libro que me podía llegar, y ahí como se trataba de sueños Pancho me lo traducía en casetes. Él trabajaba un par de días en Valparaíso, en la Universidad, porque se había venido de E.U. con ese compromiso, le pagaban por dirigir unas investigaciones. Entonces en esos dos días que él estaba en Valparaíso me iba leyendo el libro y traduciéndomelo en casete, así que yo, claro entre que estaba de lo más enganchada en pareja con él y que con su voz me leía todo, me encantó. Naranjo y yo éramos bastante amigos y en nuestras pláticas nombraba mucho a Perls. Claudio había tenido problemas con él, porque estaba como con muchas ganas de que le hiciera terapia, porque estaba en un conflicto de pareja importante, no quiso y se portó muy duro y muy mal con él; a mí me quedó la impresión de que Perls era muy
intransigente; cuando vino Barry Stevens a Chile a vernos, cambió un poco mi impresión de Perls, además ya habíamos traducido sus libros y te estoy hablando del año 1967. M: ¿Por qué fue a Chile Barry Stevens? N: Vino porque le escribimos después de leer su libro. Pancho creía que era un hombre después supimos que era mujer, se cartearon y a la Barry le encantó la idea. Cuando estaba Allende como presidente la familia de Barry fue contratada por el gobierno y al venir el golpe de estado se tuvieron que ir y le quedaron a deber al gobierno cincuenta dólares. M: ¿Cómo una deuda moral? N : Claro. Nosotros habíamos empezado por nuestra cuenta a hacer lo que podíamos, tímidamente hacíamos grupitos y ella nos encontró que trabajábamos muy bien. Ella fue una de las que me dijo que ni me preocupara de ir a ninguna parte a entrenarme, nos trajo videos de Perls porque realmente habíamos captado muy bien lo que para ella era Perls, según ella mejor que mucha gente que ella conocía. Lo cual nos dio una seguridad muy grande. Mi impresión era que tanto ella como Pancho, que tenían menos formación terapéutica que yo, no entendían mis críticas. Yo hallaba fantástico el método que él usaba, era como que hubiera encontrado el método de lo que es la postura existencial. Eso de no interpretar y de hacer el trabajo del sueño en el aquí y ahora, pero me parecía que en su trabajo él tenía una interpretación previa. Yo que era estrictamente fenomenóloga y que había estudiado mucho y había hecho seminarios de fenomenología cuestionaba esto, él no estaba usando un método fenomenológico sino más bien algunas cosas psicoanalíticas. Barry era fascinante, la teníamos en la casa y hacía Tai Chi en las mañanas. Era una mujer fuerte, muy fuerte. M: Con tus bases fenomenológicas te fue muy fácil entender la Gestalt. N: Me fue, es decir era como algo que estaba esperando. Realmente yo vi esto y lo encontré genial. M: ¿Claudio Naranjo fue tu maestro en Gestalt? N: No, yo a Claudio siempre lo admiré como una persona muy inteligente, muy genial, abrió en mi el interés por la Gestalt, pero no tuve oportunidad de verlo trabajar en Gestalt. M: Dime ¿cómo se empezó la Gestalt ya propiamente dicha en Chile y en Argentina? Porque en Argentina la introductora de la Gestalt fuiste tú y Pancho, ¿así fue? N : A ver mira, lo que pasó fue lo siguiente: hubo una reforma en la Universidad en Santiago, en el 70 y esta reforma había sido iniciada por el que fue el profesor nuestro de psiquiatría el Doctor Blanco, que era un tipo muy genial y que fue mi analista
didáctico. La reforma consistía en que se enseñaba psiquiatría desde el primer año de medicina, se enseñaba antropología médica, psicopatología, etc., yo quedé a cargo de un grupo en donde exploráramos los distintos caminos de terapia, de psicoterapia, para no quedarnos con el enfoque psiquiátrico puro; yo estaba en contra de los electroshock y todo eso. Éramos un grupito más o menos importante. Ahí a ese grupo fue cuando pude convidar a Claudio para que fuera a hacernos un curso, fue un grupo terapéutico; muy cortito por lo que hicimos con drogas después. Ya estábamos interesados en lo de la Gestalt y entonces organizamos el curso de psiquiatría de los alumnos de medicina con una orientación fenomenológica y gestáltica. Hicimos un programa que fue absolutamente fascinante, teníamos tantos alumnos interesados, empezamos suponte tú con un primer año, de medicina en antropología médica. Les organizamos, los dividimos en tres grupos por estratos sociales, que fueran grupos chilenos muy pudientes, de clase media, y pobres, tenían estos alumnos que asistir a un parto, ver cómo nacía el niño y arreglárselas para poder seguir un poco cómo era el desarrollo, la relación de los padres. Era así como tratábamos de ver todo, cómo influye el ambiente socio-‐económico, cómo incluían las relaciones de padres e hijos, cómo era el advenimiento de esta nueva persona. Entonces hicimos un programa muy fenomenológico, porque era la orientación que yo tenía, empezar a usar un lenguaje más Gestalt, a hablar, a pensar estas cosas que leíamos de estos libros. Tratábamos de que se conectaran en el aquí y ahora, acompañándolos todo el tiempo. Después fue el golpe de estado en el año 73, me hicieron un sumario y me tuve que ir de la Universidad. Antes del golpe, habíamos ido a Argentina por razones personales, y una chica que había sido paciente mía, nos pidió que hiciéramos unos grupos allá con Gestalt. Nunca habíamos hecho un grupo así de fin de semana, y fuimos a Buenos Aires y esta chica nos juntó con analistas de los más famosos porque ella lo que quería era mostrar quienes habían sido sus terapeutas y sus maestros. Ella quería validar sus estudios en Chile. Nos organizó dos grupos de terapia de fin de semana, en las que hubo gente con mucho prestigio allá. Lo hacíamos donde Dick Crimson que era un tipo muy macanudo, él tenía un centro de psicóticos, y tuvo mucho éxito. Yo diría que más que Gestalt nuestro trabajo era primordialmente un enfoque fenomenológico. En mi librito de Sonia te envío los cuadernos café sale un ejemplo de un paciente que yo digo que fue mi primera terapia existencial. Hacía yo terapias así como de confrontación, en donde lo básico era como el encuentro. M: ¿Y cuando tú llegaste a Argentina alguien más hacía Gestalt en Argentina? N: Nadie, nadie. Cuando fuimos a Argentina no habían oído hablar de ello. No tenían ni idea. La que nos llevó nos presentó como sus terapeutas. Lo que hacíamos era una mezcla, una terapia que no tenía mucho de terapia Gestalt. Teníamos un enfoque terapéutico distinto y ya. Y ahí, en el primer acercamiento hablamos de Fritz Perls,
dijimos que quién había desarrollado esto era él; ya estábamos bastante informados habíamos traducido el primer libro de Gestalt y lo publicamos en el 74. M: ¿El de Sueños y existencia? N: Claro y la primera vez que fuimos a Argentina fue en septiembre del 73. O sea, no habíamos sacado todavía ningún libro en castellano. M: Entonces ¿tú llegaste realmente a Argentina con Gestalt en 73? N: En 73 la primera vez , en septiembre de 73 y no habíamos publicado ningún libro pero teníamos listo para publicar el que le pusimos Sueños y existencia. M: Que es el primer libro de la Editorial Cuatro Vientos N: El primero M: Entonces a partir del 73 empezaste a ir constantemente a Argentina N: Sí y como después vino lo del golpe yo fui mucho, yo no me quería quedar de brazos cruzados en Chile, y ahí no podíamos hacer grupos ni nada. M: Entonces el golpe limitó tu posibilidad de trabajo N: Sí, tomé algunos grupos particulares que les enseñaba un poco de terapia porque yo tenía cierto prestigio como terapeuta, yo era bastante conocida como una psiquiatra con muy buena orientación terapéutica. M: ¿Entonces tú vivías en parte de tu trabajo particular en Chile y de lo que ibas a hacer a Argentina? N: Sí. Después me pidieron del colegio de psicólogos en Chile que hiciera un curso, me puse exquisita porque quería trabajar nada más que con la gente que estaba en desacuerdo con el golpe, fue difícil, pero seguí trabajando en Chile. M: ¿En qué año fuiste a España? Porque también tú introdujiste un poco la Gestalt ahí. N: Totalmente, pero eso fue por gente como la Ángeles Martín, que hizo un grupo con nosotros en Buenos Aires. Fui a Europa porque quería ver a mi hijo en Francia (que había tenido que salir de Chile con el golpe) y Ángeles me pidió que pasáramos por Madrid, entonces ella armó un grupo en donde estaba Paco Peñarrubia, esto sería el año 75, ellos querían más y yo le di a Ángeles la dirección y el teléfono de Claudio Naranjo en Berkeley y le dije que lo llamaran a él que le costaba menos viajar y que hablaba castellano; ahí empezó a ir él, como en el 78. Los españoles nos pagaban súper bien y seguimos yendo muchas veces.
M: ¿Cuándo empezaste formalmente el Instituto en Santiago? N: En el año 80 me compré mi campo en Chiloé, convidé a un primer grupo con personas de Brasil y Argentina. Gasté toda la plata que tenía en comprarme ese lugar, yo estaba en una casita chiquitita y hacíamos como se podía, y forme ese centro. Ahí hacía grupos de terapia y en Santiago tenía algunos grupos para formación de terapeutas. M: Pero eran grupos particulares, no se te había ocurrido hacer un instituto formal. N: Siempre particulares, nada de instituto formal, la asociación de esta cosa así como más formal yo te diría que fue hasta que hicimos una sociedad con mi hijo, con Patricio que se vino allá al sur a vivir también y que estaba ahí y que me ayudaba en los grupos me ayudaba a sostener la cosa que hacía con mi otra hija. M: ¿Y por qué Chiloé? N: Porque me enamoré de Chiloé. El primer verano que pasamos juntos Pancho y yo me llevó a Chiloé, que yo no conocía. Fui yo con mis hijos el verano del año 70. M: O sea tuviste un largo enamoramiento con Chiloé hasta que en 80 pudiste comprar algo. N: Claro, me encantó Chiloé, me pareció una cosa diferente a todo lo que había yo visto. Me gustó Chiloé y la verdad es que me fui a Chiloé por no irme de Chile. Llegó un momento en que ya no soportaba, me quería ir de Chile, mi hijo Patricio no podía entrar a Chile, estaba en Francia, pensé irme a Brasil, los brasileños me ofrecían el oro y el moro, me decían que me fuera a vivir allá, y yo lo pensé. Pero vi Chiloé como si fuera otra parte, no Chile, me podía aislar, realmente era otro ambiente, había una energía distinta y la hay todavía. M: ¿Cómo se te ocurrió tu modelo de trabajo con la enfermedad, Nana? ¿Cómo fue que se te ocurrió que podías utilizar a la Gestalt para trabajar con síntomas, con órganos? N: Fíjate que yo te diría que al revés. Yo era bien fenomenóloga, entonces, la verdad es que cuando a la gente le pasaba algo que tenía que ver con una enfermedad, con algún síntoma, siempre lo trabaje fenomenológicamente. Todo eso lo describo en mi libro Los diálogos del cuerpo, donde cuento el diálogo de un tipo que estaba con un dolor anginoso, eso fue algo que iría en contra de la concepción psicoanalítica, pude ver que el tipo se estaba peleando con sus tendencias homosexuales y que esto tenía que ver con el lado derecho y con el lado izquierdo, tenía que ver con el dolor anginoso, no podía decirle, siéntelo más, más, más, porque era peligroso. Podía hacer que se me muriera, entonces el tipo me describió el dolor, yo ya estaba en pleno con la Gestalt,
donde podía hacer esto de las polaridades, entonces bueno, le digo, “se tu lado derecho, háblale a tu lado izquierdo” y cuando lo cambio y lo pongo del lado derecho se le pasa el dolor, se le quita la palidez. Pero en lo que más metida estaba era en el trabajo con los sueños. Me fui metiendo más, más en el trabajo con sueños, pues podías ser cualquier cosa: una chapa de auto, un animal etc. Basado en eso, me parecía obvio que había que trabajar con todas las partes del cuerpo y claro es posible que me favoreciera no estar peleada con la medicina, yo creo que tenía muy buena relación con la anatomía, con la fisiología, con lo del cuerpo. M: ¿Como una muy buena comprensión? N: Sí, empecé insistir más predominantemente en esto y decidí escribir el libro sobre el trabajo con los síntomas, pero un poco por llenar un hueco formativo que yo encontraba en Gestalt, y que siempre me pareció obvio. E: A ver Nanita, ¿A ti te encanta trabajar con sueños? N: Si, mucho. M: ¿Tú dirías que después del trabajo con la enfermedad y la salud, tu preferencia es trabajar con los sueños? N: No, mi preferencia primaria es el trabajo con los sueños. Creo que los sueños son los que te pueden dar aviso de las enfermedades y de todo, como cuando en el libro hablo de ese sueño de Freud, que era un anuncio de su enfermedad. Lo que ocurre es que desde que me he metido a fondo con lo de la enfermedad, es más fácil, esa es la diferencia. M: ¿Por qué lo hallas más fácil? N: Porque es algo como más concreto, pescas un mensajito que es muy cortito, pero contundente. M: Sí es un mensaje muy claro N: Muy claro, y al mismo tiempo, siempre incluye algo en donde el cuerpo parece decir: "o me tomas en cuenta o... ", hay algo amenazador y es más fácil que la persona lo atienda. Lo de los sueños es posible que te lleve a otras dimensiones, más trascendente, ves más cosas, los sueños me apasionan. M: ¿Y después del trabajo de sueños, cual sería tu preferencia de trabajo? N: A mí lo que me gusta es el trabajo grupal, yo siento que tú puedes ver un décimo en el trabajo individual, de lo que puedes ver en un grupo, porque con el grupo hay algo, en la relación de la persona con los otros. Con la persona sola uno se concentra
demasiado en la persona, y cuesta más relativizar las cosas. Encuentro que el grupo es una maravilla, porque hace que uno esté concentrado como más ciento por ciento, a mi trabajar en grupos me encanta, es lo que más me conecta con lo creativo. M: Tú sientes que la riqueza del grupo es enorme. N: Enorme, enorme, en ese sentido yo encuentro que Perls fue un genio, cuando él decía que las terapias individuales estaban obsoletas, me parece que estaba en lo cierto. M: Por último Nanita ¿qué quieres para ti en el futuro? N: (ríe) ¿Qué quiero para mí en el futuro? M: Si. ¿Qué se te antoja hacer o qué vas a hacer? N: Nada, fíjate que seguir allá en Chiloé, y tener tiempo para las cosas que hago, a mi me encanta lo que hago allá, me gustaría tener harto tiempo, poder quedarme y que fuera habiendo más gente que quiere hacer trabajos ahí mismo, que vayan, que quieran alejarse del estrés, que estén en los grupos de meditación. Siento que es muy importante que los terapeutas, la gente que trabaja en estas cosas conviva relajadamente un poco, unos con otros, básicamente para terapeutas, pues el que está trabajando con la gente es el que necesita más tener un entorno, y algo que lo renueve, que lo haga sentirse como en paz, que lo quite de la competencia, que lo quite de estar en el ego, sin que le pase nada, eso sería lo que yo quisiera, vivir ahí, bueno ahí ya tengo hasta mi cementerio chiquitito. M: Algo que tú quisieras agregar, Nanita.... N: Creo que hemos hablado de todo. Supongo que tú vas a resumir, que vas a sacar un extracto de lo que hemos hablado. M: Sí claro N: Yo confío en ti totalmente. M: Gracias Nanita.