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EDITH BADINTER ¿Existe el amor maternal? (Barcelona, Paidós, 1981) Transcurre el año 1780: «El lugarte- niente de policía Lenoir constata, no sin amargura, que sobre los 21.000 niños que nacen por año en París, apenas 1.000 son criados por sus madres. Otros 1.000, privilegiados, son amamantados por no- drizas en la casa paterna. Todos los de- más pasan del seno materno al domi- cilio más o menos lejano de una nodriza a sueldo.» Este es el comienzo impactante de un libro cuya amplia polémica suscitada ya en varios países está ampliamente jus- tificada. Se trata, en definitiva, de poner en cuestión una de las nociones que nues- tra sociedad considera todavía como más eterna y sagrada: el amor maternal. Este tema podría enmarcarse en una polémica aún más amplia y especialmente rele- vante para España en la actualidad: La moralidad del trabajo de la mujer, o el mismo aborto. ¿Son estas actitudes un nuevo paso hacia la «destrucción de los valores eternos de la familia»? O, por el contrario, ¿no nos encontramos ante un hecho ya recurrente a lo largo de la historia como es la negativa de muchas mujeres a aceptar el papel que la socie- dad les ha impuesto de madres abnega- das? A éstas y otras preguntas responde la profesora Badinter. Sin embargo no es éste el único inte- rés del libro. Para muchas, la polémica ni siquiera tiene sentido, ya que dudan de la posibilidad de definir qué es lo natural en el ser humano. Para éstos, el libro les será enormemente ilustrativo sobre la evolución que han seguido los papeles del varón, la mujer y el niño/a en la sociedad y, en especial, dentro de la familia. Apoyada en una amplia do- cumentación cuantitativa y fundamental- mente cualitativa, la autora nos enseña la interrelación entre los papeles fami- liares, así como su conexión con la evo- lución social y económica. Sin embargo, dicho estudio se limita a Francia, lo que, si bien plantea dudas sobre su aplicación a otros países, como es el caso de Es- paña, no invalida su tesis fundamental que es la de que el amor maternal viene determinado por circunstancias cultura- les y personales. El resultado es una evo- lución sinusoidal de ese amor a través de los siglos, cuyos puntos álgidos se situarían antes del siglo xvi y en el xix y xx, y los puntos débiles en los si- glos xvn y xvín y después de 1960. Durante mucho tiempo y acentuándo- se en las postrimerías del siglo xvi, a la autoridad del varón a nivel social se le añade la autoridad paterna y marital. Estas son potenciadas a nivel ideológi- co por el discurso aristotélico, el teo- lógico y el político, que fundan en la autoridad natural del padre la legitimi- 223

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E D I T H BADINTER

¿Existe el amor maternal?

(Barcelona, Paidós, 1981)

Transcurre el año 1780: «El lugarte-niente de policía Lenoir constata, no sinamargura, que sobre los 21.000 niñosque nacen por año en París, apenas 1.000son criados por sus madres. Otros 1.000,privilegiados, son amamantados por no-drizas en la casa paterna. Todos los de-más pasan del seno materno al domi-cilio más o menos lejano de una nodrizaa sueldo.»

Este es el comienzo impactante de unlibro cuya amplia polémica suscitada yaen varios países está ampliamente jus-tificada. Se trata, en definitiva, de poneren cuestión una de las nociones que nues-tra sociedad considera todavía como máseterna y sagrada: el amor maternal. Estetema podría enmarcarse en una polémicaaún más amplia y especialmente rele-vante para España en la actualidad: Lamoralidad del trabajo de la mujer, o elmismo aborto. ¿Son estas actitudes unnuevo paso hacia la «destrucción de losvalores eternos de la familia»? O, porel contrario, ¿no nos encontramos anteun hecho ya recurrente a lo largo de lahistoria como es la negativa de muchasmujeres a aceptar el papel que la socie-dad les ha impuesto de madres abnega-das? A éstas y otras preguntas respondela profesora Badinter.

Sin embargo no es éste el único inte-rés del libro. Para muchas, la polémica

ni siquiera tiene sentido, ya que dudande la posibilidad de definir qué es lonatural en el ser humano. Para éstos, ellibro les será enormemente ilustrativosobre la evolución que han seguido lospapeles del varón, la mujer y el niño/aen la sociedad y, en especial, dentro dela familia. Apoyada en una amplia do-cumentación cuantitativa y fundamental-mente cualitativa, la autora nos enseñala interrelación entre los papeles fami-liares, así como su conexión con la evo-lución social y económica. Sin embargo,dicho estudio se limita a Francia, lo que,si bien plantea dudas sobre su aplicacióna otros países, como es el caso de Es-paña, no invalida su tesis fundamentalque es la de que el amor maternal vienedeterminado por circunstancias cultura-les y personales. El resultado es una evo-lución sinusoidal de ese amor a travésde los siglos, cuyos puntos álgidos sesituarían antes del siglo xvi y en el xixy xx, y los puntos débiles en los si-glos xvn y xvín y después de 1960.

Durante mucho tiempo y acentuándo-se en las postrimerías del siglo xvi, a laautoridad del varón a nivel social se leañade la autoridad paterna y marital.Estas son potenciadas a nivel ideológi-co por el discurso aristotélico, el teo-lógico y el político, que fundan en laautoridad natural del padre la legitimi-

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dad del poder absoluto del monarca.Tanto la madre como el niño/a care-cen de valor en una sociedaH dominad*por la tríada varón-marido-padre. La úni-ca función de la madre consiste en sutransmisión al hijo/a de la autoridadpaterna; mientras el hijo/a es la en-carnación del mal y de la imperfección.Nadie demuestra el menor interés porél, hasta el punto en que el abandono yel rechazo del amamantamiento son fe-nómenos excesivamente frecuentes. Setrata de un fenómeno esencialmente ur-bano, que se extiende, poco a poco, haciatodos los estratos sociales.

Se ha argüido generalmente que tan-to los determinantes económicos comolos demográficos explican dicha actitud.Pero, como ya señala la autora, ¿cómoexplicar que las mujeres que tenían susproblemas materiales resueltos rechaza-sen también ese esfuerzo? ¿No habríaque añadir a los otros dos factores con-siderados la variable cultural e ideoló-gica?

Lo cierto es que nadie aparenta elmenor interés por los niños/as a los quese trata como juguetes, se malcuida, y seevita. Diversos acontecimientos ponende manifiesto que la mujer no tiene eseamor natural hacia el niño/a. La muer-te del niño/a generalmente se vive sindolor, el cuidado es selectivo según elsexo y el orden en la gestación, se re-chaza el amamantamiento y la atenciónal niño/a porque estorban el libre des-envolvimiento mundano de muchas mu-jeres. En el caso de Francia, el deseode la mujer por emanciparse juega unpapel fundamental. Si el niño/a no- esvalorado habrá que interesarse por otrasactividades. Las madres más pudientes,y en particular la aristocracia (y luegola burguesía) buscan su dignidad en ellimitado espacio que se les deja, en lavida social o la cultura, siempre superfluapor el bajo nivel del que partían.

La manifestación más cruda de estasituación es la gran cantidad de falleci-mientos en la infancia. Contrariamente

a la opinión general, el desinterés no de-riva de la elevada mortalidad infantil,sino que es su causa. El indicador fun-damental es la diferencia entre la mor-talidad infantil de los niños criados porsus madres y los criados por nodrizas, oabandonados.

La mitad del siglo xvm marca el co-mienzo de un nuevo período que de al-guna manera perdura todavía hasta hoy,en el que el dúo formado por el hijo/ay la madre pasan a dominar la escenafamiliar. Tres discursos —el económi-co, el filosófico y el político— influyensobre este proceso. El mercantilismo esel punto de arranque de una preocupa-ción constante por el crecimiento de lapoblación que, con rapidez, se concentraen su foco esencial, la preservación de lavida del niño/a. Los filósofos de la En-ciclopedia tenían dos preocupaciones pri-mordiales: La igualdad y la felicidad. Laprimera implica una disminución de laautoridad paterna y marital. Si el niño/aes fuente de riqueza y algo valorable, esnormal que la potestad del padre se re-ccrte. Por otro lado, la felicidad encuen-tra un núcleo esencial, la familia. Paraello es necesario que exista ternura den-tro de ella. Entramos pues en la eradel Amor; una nueva fase hedonista enla historia de la humanidad que no siem-pre ha prevalecido.

El Estado se encarga de apuntalarestas tendencias aumentando la respon-sabilidad de la madre, a veces halagán-dola, otras amenazándola, pero con unobjetivo esencial que es la preservacióndel niño/a. Se produce una importantedivisión de papeles en donde la madrees la depositaría de la salud del niño, yel padre de su educación moral. Esta-mos, por tanto, en el inicio de un pe-ríodo en que la madre destruye progre-sivamente a la mujer para poder preser-var su dignidad y al niño/a. La madredesinteresada que da el pecho, cuida lahigiene de su hijo/a, sufre constantemen-te por el niño/a y le dedica todo sutiempo, es alabada por la sociedad que

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inicia así el período de santificación dela madre.

El fenómeno no se da por igual entodas las clases sociales, y así vemos quetanto las aristócratas como las de clasebaja traicionan su naturaleza. Unas porel egoísmo, otras por necesidad y exce-siva fecundidad, tardarán en conformarseal nuevo modelo. El primer caso llamala atención de la autora porque nos mues-tra cómo la mujer sacrifica el amor ma-ternal siempre que tiene ocasión porquepuede realizarse personalmente de otromodo. La vuelta hacia el niño/a que seplantea en un principio como un debermoral se transforma en los siglos xixy xx en un indicio de normalidad y deconformidad con la naturaleza. La mujerse va cargando con más responsabilida-des (como educación e instrucción), quemuchas no pueden soportar, padeciendo«merecidamente» un fuerte sentimientode culpa. Rousseau y Freud definen lanaturaleza femenina, incluyendo en ellaprogresivamente todos los rasgos de la«buena madre».

El filósofo ginebrino desarrolla, a tra-vés de Sofía, la imagen de la madre idealdedicada enteramente a sus hijos, en-contrando el premio a sus sacrificios enel resultado-adulto que de éstos surge.El niño se convierte así en el juez de lalabor de la madre. Mientras tanto el pa-dre pierde más y más papeles dentro dela familia, acorralado por su mujer, yel Estado que, a través de la escuela lai-ca, busca el control definitivo sobre láfamilia. Freud, por su parte, culmina elproceso señalando cómo el desarrollo psí-quico del niño/a depende esencialmentedel papel de la madre, y que deriva desu particular teoría sobre la evolución delniño/a. La envidia del pene se sublima,«naturalmente», en la vocación maternaly la dificultad de la niña para superarsu fase edípica la lleva a desarrollar me-nos su superego, con lo cual será menosapta para salir del entorno familiar. Deeste proceso tumultuoso se deriva unaserie de características específicas de la

buena madre: la pasividad, el masoquis-mo, y su atemperación del narcisismo. Es-tos riesgos inmutables la empujan a adop-tar el papel de madre abnegada para elque Rousseau ya la había preparado. Almismo tiempo crea innumerables frus-traciones y sentimientos de culpa en to-das las mujeres que no se adaptan a lanorma y a las que la sociedad condena aser «enfermas» homosexuales, o neuró-ticas.

Habrá que esperar a los años 60 paraque el feminismo ponga en jaque a todasestas teorías, que movidas por un entu-siasmo psicologista desmedido habíanmenospreciado la influencia de los ras-gos culturales y sociales en la confor-mación de la personalidad femenina.¿Por qué la envidia de la niña al pene?¿Por qué la pasividad, masoquismo ynarcisismo de la mujer?

La realidad es más convincente. Pocoa poco a medida que la mujer ingresaen el mercado de trabajo, se niega a se-guir siendo única y exclusivamente ma-dre. Al mismo tiempo exige más respon-sabilidades al varón, con lo que se vaproduciendo una creciente homogeneidadentre ambos.

El reino del niño va extinguiéndose

Hasta aquí el resumen sucinto del li-bro. No se puede decir que éste tengauna lectura única. Tampoco es rigurosaal máximo, ya que un estudio completorequeriría una documentación mucho másexhaustiva de la que utiliza la autora.Incluso así, el estudio podría alcanzarcon un mínimo de rigurosidad a las cla-ses más privilegiadas, conscientes de laslimitaciones que supone el uso de fuen-tes documentales. Toparíamos, en esecaso, con el problema de la elección deindicadores de lo que entendemos por«amor maternal».

Y, sin embargo, es un libro enorme-mente sugerente. La primera conclusiónque de él podemos sacar es la de que el

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amor maternal no es algo tan natural.Bastaría con aludir a la propia debilidaddel término «natural» para perdernos enmultitud de disquisiciones. ¿Es lo natu-ral la norma? ¿Lo natural es aquello quese realiza en el estado más primitivo?¿Es el fruto maduro del desarrollo? Co-mo bien dice la autora, este sentimientosobre lo que es natural viene encubier-to muchas veces bajo la idea de qué con-dicionantes externos impedirían que serealizase ese instinto. Semejante dudaacecha siempre a las ciencias sociales y,sin embargo, parece insoluble.

La cuestión y la intención del librono pueden ser sólo esa. Por un lado estáel deseo de mostrar cómo el amor mater-nal no es la única necesidad de la mu-jer. Esta es mujer y contingentementepuede ser madre. Incluso si admitimosque el amor es natural, cabe la duda desi la necesidad de realizarse intelectual,física y profesionalmente no son tambiéntendencias naturales. ¿Por qué deberíansupeditarse éstas a la otra? ¿No es po-sible atender a las dos o a estas últimassólo, según las personas?

A través de las páginas de Badinter serespira la idea de una búsqueda constan-te de realización por parte de la mujer,que siempre se ve constreñida, o bienpor imperativos sociales o por necesida-des económicas.

Lo que no se debe deducir del libroes que el comportamiento que en deter-minados momentos de la historia ma-nifiestan determinadas mujeres pudieraser extrapolable al resto de la sociedad.Es cierto que determinados rasgos (co-mo la independencia económica y unmayor acceso al mundo exterior) coin-ciden en ocasiones con un desinterés porel niño/a pero ello no implica que hu-biera sido así para el resto de las mu-jeres si hubieran tenido independencia.La respuesta es imposible, porque nuncapodremos separar los determinantes eco-nómicos de los sociales en las clases másbajas.

En un mundo rígidamente dividido en

clases la transmisión vertical de valoresno es fácil ni necesaria. Es probable quediferentes sistemas convivieran sin ex-cesivo contacto. Ello no atenta contrala validez de la tesis central del libro,pero cuestiona la idea de que las ten-dencias percibidas en la aristocracia soncompartidas por la generalidad.

Otro tema central es el de las causasde los cambios en las actitudes de laburguesía urbana. Badinter nos da, sobretodo, explicaciones de orden ideológico,aunque pudieran existir otros factores.

En particular, sería interesante inves-tigar el papel que jugaron los ciclos eco-nómicos en la vuelta de la mujer al ho-gar. La burguesía del siglo xvn no eramuy fuerte y probablemente, al verseafectada por la crisis del fin del reinadodel rey Sol, pudo influir en sus costum-bres en el sentido de una mayor auste-ridad y de cierto repliegue hacia el ho-gar. Si bien esta idea no explicaría todoel proceso, sí pudo influir en su origen.

Tampoco hay que menospreciar losprogresos médicos. Muchas mujeres secreyeron en un momento que amaman-tar al niño/a era malo para la salud, y,luego, fueron convencidas de lo contra-rio.

En tercer lugar, el tedio, el aburri-miento que se detecta en los sectoresprivilegiados a finales de ese reinadopudo también influir. Así, Madame deMaintenon, en sus memorias reproduci-das por Frangoise de Chandernagor{VAllée du roi)> es clara al señalar cómoel envejecimiento y el aburrimiento ter-minaron por hacer mella en la alta so-ciedad de comienzos del siglo XVIII.

Si miramos a nuestro recoleto presen-te, habría que intentar vislumbrar quéconsecuencias pueden tener para el fu-turo los cambios que se están producien-do. La tendencia a que sean los dos se-xos los que cuiden con igual atención asus hijos/as, y a que los papeles de unoy otro sexo se homogeneícen va a tenerconsecuencias esenciales sobre las gene-raciones futuras. Piensan algunos que

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vamos a caer en una sociedad «enfer-ma» psicológicamente. Sin embargo, ladiferencia entre lo normal y lo patoló-gico depende casi siempre de valores so-ciales. Los modelos de identificación delniño serán nuevos; la resolución de lafase edípica —si permanece— será dis-tinta. Tenemos pues que prepararnospara este cambio. Las grandes transfor-maciones sociales ,son fruto de lucha desiglos, y cambiar las actitudes es más fá-

cil que las pautas de comportamiento bá-sicas heredadas culturalmente.

Pero aun cambiando actitudes, las es-tructuras sociales clasistas o machistaspueden perdurar, cosa que las mujeressaben muy bien.

Si las tendencias actuales prosiguen,en el futuro habrá que plantearse lo si-guiente: ¿existe el amor paternal?

JUAN DÍEZ MEDRANO

MlCHAEL MlTTERAUER y REINHARD SlEDER

The European Family

(Oxford, Basil Blackwell, 1982)

Subtitulado «Del patriarcado a la re-lación entre iguales desde la Edad Me-dia hasta el presente», y recientementetraducido al inglés, estos dos vienesesse proponen construir una historia dela familia en Europa que, en este caso,se ve a menudo limitada a la alemana,debido a la abundancia de datos dispo-nibles y su posición central en este con-texto geográfico. El resultado combinadistintas teorías sociológicas, más quehistóricas, ya que el interés de los his-toriadores en el tema es más reciente yel de los sociólogos se remonta a me-diados del siglo pasado.

El contenido biológico de la familiaqueda obviado como constante que adop-ta una multiplicidad de formas a lo lar-go de la historia; formas que reflejan dis-tintos modelos de organización social.Para empezar, el término «familia» esmoderno y no aplicable a aquellos quevivían juntos en la época preindustrial,puesto que solían estar unidos por rela-ciones que iban más allá de las existentesentre padres e hijos. El linaje o culto alos ancestros y la fratría de línea mascu-

lina o femenina eran una antigua formade unidad doméstica, sin la cual se con-sideraba a cualquiera «más un lobo queun hombre», pero no eran los lazos desangre tan importantes como el papel ju-gado en la comunidad. Esta no sólo des-plegaba actividades reproductivas, socia-lizadoras y consumidoras, como el pre-sente modelo de núcleo familiar —cuyasexcepciones, según los autores, se redu-cen a unas pocas familias con preocupa-ciones políticas o religiosas—, sino quex

funcionaba en el orden judicial, religiosoy económico, gracias quizá a su reducidotamaño y radio de acción, y a la debili-dad del estado como instancia infraes-tructural. Con el desarrollo del estadomoderno, estas funciones fueron progre-sivamente abstraídas, sustraídas o libera-das de la familia, dependiendo del puntode vista ideológico de quien lo conside-re. En todo caso, se debilitan o desapa-recen del seno de la familia o unidad do-méstica, para dar lugar, por ejemplo, ala enseñanza y jubilación obligatorias,influidas por el descenso de la mortali-dad infantil y el aumento de la espe-

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ranza de vida, respectivamente. La fami-lia adquiere una identidad y ciclo pro-pios. El proceso de industrialización re-duce sus dimensiones y crea la etapa de«nido vacío» —cuando los hijos se au-sentan definitivamente del hogar—, dalugar a familias «incompletas», es decir,sin uno de los roles: el del padre o elde la madre, debido más a causa de di-vorcio que de muerte —antiguamente,el corte en la continuidad familiar pro-vocado por el alto índice de viudedad,sobre todo femenina, se solucionaba conlas segundas nupcias que restauraban elequilibrio económico—, y disminuyen odesaparecen los sirvientes, los huéspedesy los habitantes de la casa que no guar-dan ninguna relación de parentesco. Laseparación gradual del lugar de trabajoy la vivienda crea una oposición estruc-tural entre familia y sociedad que sepa-ra las esferas privada y pública. La fami-lia se vuelve más susceptible a las cri-sis, la creciente intimidad se puede con-siderar una posible raíz de disturbiospsicológicos o, sin ir más lejos, del indi-vidualismo moderno, al facilitar el con-texto social la independencia económicade sus miembros —a causa principalmen-te de los elementos de la sociedad indus-trial: el sistema salarial y el neolocalis-mo—, no estando sujetos en teoría aotros vínculos que los emocionales. Noobstante, la vida en familia puede sermucho más larga, debido tanto a las me-jores condiciones hogareñas como al alar-gamiento del período de aprendizaje. Lafamilia se convierte en un refugio don-de los individuos se recuperan para re-cobrar la energía física y psíquica nece-sarias a su vida escolar o profesional.La duda estriba en si esto constituyeuna perdida o una intensificación de lasfunciones He Ja familia, eme a menudoatan al adolescente, manteniéndolo en unestado de dependencia cuando ya estásocialmente maduro, teniendo en cuentaque el modelo nuclear restringe la vidasexual a los padres en la generalidad delos casos. Si antes existían conflictos de

redistribución y sucesión en la unidaddoméstica, ahora aparecen más impor-tantes los conflictos de valores, acentua-dos por el desarrollo de costumbres, en-tornos y opiniones específicamente ju-veniles.

Las teorías de los años 30 de Le Playy Riehl, de corte fascista, temerosos dela emancipación de la mujer y provistosde una actitud pesimista respecto a lasituación histórica que vivían, edificaronel mito de la antigua existencia de unafamilia extensa, unida y feliz por el he-cho de serlo, cuyo requisito imprescindi-ble era la presencia de una fuerte auto-ridad en forma de cabeza de familiamasculina, señor de la casa, la tierra ysus gentes. Esto es cierto sólo en sus se-gundas partes, puesto que parece ser quela existencia de la familia multigeneracio-nal era poco frecuente por la alta morta-lidad de sus miembros y la habitual diás-pora en busca de un empleo como sir-vientes. Sólo fue una realidad clara enRusia, quizá debido a la costumbre dedividir las tierras entre los hombres ca-sados. Inglaterra y el norte de Franciarepresentan el caso opuesto. En cuantoa la posesión de derechos y autoridad, lasituación variaba, por supuesto, según sefuera noble, artesano, comerciante o gran-jero, siendo estos últimos cuya propiedadestaba más amenazada o intervenida porel señor y su sistema de arrendamiento.Para los sirvientes el matrimonio era unlujo que no se podían permitir más quede forma tardía, estándoles prohibido in-cluso en algunas zonas. La diferencia deedad grande entre los cónyuges era usual,pero la vida sexual no estaba restringidaa la conyugal. A menudo no tenían nadaque ver. Especialmente entre las clasesprivilegiadas, la separación entre el amory el matrimonio era casi una obligaciónsocial. La ilegitimidad no se contempla-ba como una inmoralidad. Fue a partirdel siglo xvm cuando se abrió paso elconcepto moral del matrimonio como«unión de almas», discriminando las re-laciones pre y extramatrimoniales y, me-

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diante un proceso de idealización ideo-lógica de las funciones de reproduccióny crianza de los hijos, se atribuye a lamujer la pasividad y emotividad, y alhombre la razón y la actividad.

Los dos últimos capítulos del libroestán dedicados a la vejez y su progre-siva problematización en un mundo deseres «autosuficientes», en que el statusprofesional y la valía social están estre-chamente ligados. Existe una creciente

parte de la población que alcanza unaedad en que se vuelve inútil para traba-jar. En el pasado, aparte de no alcanzarfácilmente estas edades, no existía el pe-ligro de aislamiento total por perdidade uno de los cónyuges, puesto que lavida conyugal no era tan cerrada y no seesperaba tanto l ie ella, sin provocar elcorte radical con perdida de autonomíay relaciones personales de la actualidad.

ICIAR ALBERDI

SALUSTIANO DEL CAMPO y MANUEL NAVARRO

Análisis sociológico de la familia española

(Madrid, Ministerio de Cultura, 1982)

SALUSTIANO DEL CAMPO

La evolución de la familia en el siglo XX

(Madrid, Alianza Universidad, 1982)

En los años 50, e influenciado por laidea de la «pérdida de funciones» de lafamilia, comienza un movimiento de nue-va formulación teórica en torno a la so-ciología de la familia que no se desarro-lla hasta los años 60 en Europa y Esta-dos Unidos, y en España no puede sermás reciente.

La idea central es, como apuntaríaGlick en 1947, dejar de enfocar el estu-dio sobre la «unidad de personalidadesen interacción» que sería la familia se-gún Burgess, abandonar ese sistema ce-rrado, sujeto a un análisis estructural-funcional, para centrarse en su conside-ración como unidad de interacción queevoluciona a lo largo del tiempo, anali-zándola como un sistema abierto a va-riables micro y macrosociales que inte-gre la diversidad y multiplicidad de lasformas familiares.

El modelo teórico surgido de todo elloestará centrado en el concepto de «ciclode vida» familiar, también llamado «desa-rrollo de la familia». ¿Qué tiempo abar-ca el desarrollo de la familia, qué carac-terísticas de extensión y contracción sedan en su curso, qué pautas temporalesmarca? Estas serán las preguntas que seplanteen Hill y Hansen, exponiendo unmarco conceptual que incluye conceptosde todo tipo: el de ciclo vital de los so-ciólogos rurales, el de necesidades y ta-reas de los psicólogos, el de la familiacomo convergencia de carreras de lossociólogos, y el de roles y requisitos delos funcionalistas. El tema es que el pe-queño grupo que es la familia posee unahistoria natural predecible que la haceatravesar ciertas etapas, durante las cua-les el comportamiento adecuado para ca-da posición individual y sus cambios a

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causa de la edad se rigen por normas so-ciales. El «curso de vida» será la suce-sión de roles y constelaciones o comple-jos de roles que permite la predictividaddel comportamiento de los individuos asu paso por las diferentes etapas de lavida. El ciclo de vida familiar encaja den-tro del desarrollo individual a través delrito de paso más significativo dentro dela vida contemporánea: el casamiento,considerado, como Breger apuntó, el ins-trumento creador de nomos por anto-nomasia, o arreglo social que construyeun orden para el individuo en el cual suvida tenga un sentido.

Las diferentes secuencias que atravie-sa la familia desde su establecimientohasta su desaparición son distintas segúnlos autores, estructurándose a base deelementos como la presencia o ausenciade hijos, su número, su edad y su per-manencia o salida del hogar. Otros in-cluirán la extensión del período fecundo,las características de los cónyuges y lapresencia de otros parientes.

En todo caso, el divorcio es uno delos aspectos que queda automáticamenteexcluido, al significar la ruptura de esta«unidad de interacción», y esta unidad,además, no puede ser otra que la de lafamilia nuclear, dada la rareza estadísticade la familia extensa o multigeneracional.

Aunque la parcialidad de este enfo-que, quizá en exceso empirista, no inva-lide su valor instrumental, tiende a eli-minar toda visión conflictiva de la fami.lia o, de algún modo, la reduce a esque-mas tradicionales expresamente determi-nados por la ideología de la estabilidadconyugal en la cual no hay cabida al aná-lisis del celibato, la ilegitimidad de loshijos, los homosexuales y las uniones dehecho, datos todos ellos que la O.M.S.describe como «fallos del ciclo vital».Toda desviación no merece atención al-guna al ser estadísticamente irrelevante.

Serán Jean Aldous y otros teóricos decorte crítico los que reivindicarán la in-tegración de estos aspectos en el estudiode la familia, llegando en algunos casos,

a principios de los años 70, a concebirla familia como un sistema económico di-námico cuyo problema es asignar recur-sos limitados para satisfacer demandascompetitivas. Lo cierto es que alrededorde la familia confluye una serie de va-lores que se han transformado en ban-deras ideológicas de diferentes grupossociales: la moral sexual, el divorcio, elcontrol de la natalidad, el aborto y elfeminismo, entre otros. En los paísesen que el divorcio no está legalizado,existe una presión para culminar todaslas etapas del ciclo, y en aquellos paísesen los que está legalizado, la interrup-ción de las etapas preestablecidas puedealcanzar dimensiones estadísticas impor-tantes.

En España, el enfoque demográficoha eclipsado a menudo el sociológico eideológico, existiendo, por ejemplo, unagran inseguridad estadística en torno adatos tan relevantes como el tamaño me-dio de la familia española. Los resulta-dos de los censos desde 1857 a 1975arrojan un balance de tres a cuatro miem-bros por familia como media, lo cual in-dica un predominio de la familia nu-clear. Las diferencias regionales en el ta-maño medio son causadas básicamentepor distintas pautas de fecundidad. De1940 a 1950, la pauta a mayor desarrollomenor fecundidad se ve trastocada pormovimientos migratorios que aumentanla tasa de natalidad en las regiones deinmigración, convertidas en imanes de-bido a su desarrollo. En general, se ob-serva una frecuencia de la familia pluri-nuclear o nuclear ampliada en el PaísVasco, Cataluña y Madrid, y otra de lanumerosa en Andalucía.

Estos dos estudios, que aplican porprimera vez en España el concepto deciclo vital, disfrutan de raíces comunes—«Dinámica de la familia urbana espa-ñola», encuesta hecha a mujeres casadasmadrileñas, y «Pareja humana en Espa-ña», de alcance nacional—, siendo en elprimero ampliado el programa a la terce-ra edad, y en el segundo a las compa-

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raciones entre el ciclo vital y la vida fa-miliar hoy día. La globalidad del primerocontrasta con la insistencia del segundoen el ciclo vital. En ambos casos se in-tenta, además, la integración y el aná-lisis de distintos datos de organismos ofi-ciales, sin sistematizar hasta el momen-to. Los temas tratados van desde el no-viazgo y el matrimonio hasta el abortoy el divorcio, pasando por las relacio-nes internas de la familia, el trabajo dela mujer, la influencia de los medios decomunicación, las actitudes hacia la mo-ral sexual, las actitudes políticas y reli-giosas, y el índice de bienestar económi-co, social y familiar.

La encuesta de fecundidad del I.N.E.de 1977 desvela que al menos el 92 por100 de la población vive en familia, locual no da precisamente una idea de des-integración familiar, siendo el 8 por 100restante ancianos y mujeres en su ma-yoría. La disminución de la natalidad,por su parte, alcanza el nivel históricode un 17,72 por 1.000, acompañada deun descenso paralelo de la mortalidad in-fantil. En general, puede afirmarse quese ha superado el proceso de transicióndemográfica. El ciclo fecundo se acortay aumenta la esperanza de vida. En Euro-pa, por ejemplo, la etapa de «nido va-cío» se da entre los 46 y los 51 años,mientras que en España es a partir delos 56 cuando desaparecen los hijos. Porsi fuera poco, existe una buena dosis defamilismo y poca distancia geográficaentre hijos y padres. El 70 por 100 vena su madre semanalmente.

La tasa de nupcialidad tiene un des-censo notable al 7 por 1.000 en los dosúltimos años, aunque la presencia de laley del divorcio hace sospechar que notardará en experimentar un alza, sobretodo si se supera la crisis económica,otro factor igualmente incidente en la

frecuencia de matrimonios. Partiendo deunas elevadas cotas de edades de con-traer matrimonio en 1900, que se co-rresponden con la llamada modalidadeuropea de nupcialidad, se pasa a otrastodavía mayores, tanto para hombrescomo para mujeres, que no disminuyenhasta 1950, pero sin llegar a alcanzaren 1975 el nivel de 1900. El 30 por 100de las parejas encuestadas no dispusie-ron de residencia independiente al ca-sarse.

Se observa también una correlaciónentre número de hijos y nivel educativoy de vida, menor el primero cuanto ma-yor es el segundo. La tasa de actividadfemenina cae bruscamente a los 25 años,edad de entrada al matrimonio.

En cuanto a la utilización de anticon-ceptivos se da un predominio de los tra-dicionales frente a la pildora, encontrán-dose el país más cerca de Latinoaméricaque de Europa en cuanto a uso y, encuando a método, por debajo de Méxicoy Venezuela.

Las cifras de hijos ilegítimos alcan-zan sus valores máximos entre 1920 y1950, y las cifras del aborto son las másescalofriantes, dando un grado de inci-dencia enorme de un problema en estadode ilegalidad y total falta de medios.

En conjunto, estas, primeras investiga-ciones sociológicas sobre la familia espa-ñola sientan las bases y el precedentepara nuevos estudios, en los que seráimprescindible una búsqueda de datosque vaya más allá del ciclo vital y susremoras conservadoras, utilizando, porejemplo, la distinción por hogares en vezde por familias que actualmente convie-ne a este tipo de estudios, y en la que seaprecia una influencia de las modernasteorías urbanísticas.

ICIAR ALBERDI

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JULIO IGLESIAS DE USSEL

El aborto: un estudio sociológico sobre el caso español

(Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1979)

La investigación sobre la interrupciónvoluntaria del embarazo que Julio Igle-sias de Ussel publicó en el año 1979sigue conservando todo su interés. Nopuedo por menos que calificar de injus-ta la poca difusión que ha tenido, debidosin duda a que la información sobre eltema del aborto comenzaba entonces aaparecer ante la opinión pública espa-ñola y no había alcanzado aún la grantrascendencia social que ha adquirido enla actualidad.

Pero en este momento en que se haabierto un debate público y político so-bre el tema, su trabajo merece toda nues-tra atención.

Julio Iglesias tuvo la iniciativa de re-coger en su libro el análisis de un he-cho latente en nuestra sociedad, que lapropia dinámica política hacía estar en lasombra. En este sentido se ha anticipadoen el tiempo, con el mérito de que estono menoscaba la profundidad en el tra-tamiento del tema.

Probablemente lo que más defina elpropósito de este libro sea, tal como elpropio autor pretende, el posibilitar cen-trar la discusión «sobre hechos y no so-bre prejuicios y emociones».

Partiendo de la constatación de queel aborto ha sido conocido y practicadoa lo largo de la historia de la humanidad,el autor plantea los factores sociales dediversa índole que condicionaron en ladécada de los 60 la apertura de la polé-mica sobre la interrupción voluntaria delembarazo en la mayoría de los países

europeos, así como su posterior despena-lización.

En este sentido esta obra nos ofreceun detallado análisis comparativo de lasdistintas legislaciones resultantes de di-chos debates.

En el caso de España, el autor descri-be los antecedentes históricos en el tra-tamiento del tema del aborto aportandodatos muy elocuentes sobre las condenas,derivadas de su consideración como he-cho delictivo, en el período 1965-1975(según las variables de sexo, nivel deinstrucción, profesión, estado civil, etc.,de los inculpados). Partiendo de ahí de-nuncia el error que supone el intentar re-gular comportamientos sociales, como esel caso del aborto, únicamente mediantesanciones penales, pues la experiencia hademostrado que la normativa antiabor-tista vigente aún en España ha sido y si-gue siendo ineficaz, peligrosa, injusta so-cialmente y de muy difícil aplicación.

Asimismo, resultan reveladores los da-tos sobre la actitud de la población es-pañola ante la legislación y la prácticadel aborto.

La documentación empírica utilizada secomplementa con interpretaciones teóri-cas que permiten al lector la compren-sión del hecho social del aborto en todasu complejidad.

Una referencia especial merece el tra-tamiento dado al estudio de la interrup-ción voluntaria del embarazo desde laóptica de la sociología de la mujer. Así,cabría destacar, el reconocimiento dado

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al protagonismo desempeñado por losmovimientos feministas a la hora de sa-car a la luz pública el debate sobre elderecho al aborto frente a la postura delos partidos políticos que, independien-temente de su ideología, han eludido sis-temáticamente la cuestión.

De otro lado, J. Iglesias relaciona lapolémica que ha suscitado la reivindica-ción de la despenalización del abortocon la nueva actitud de revalorizaciónde la infancia y en general con los cam-bios que se han ido produciendo en lainstitución familiar. También ha consi-

derado las consecuencias de la penaliza-ción en la sexualidad y la vida de lasmujeres.

Todo ello pone de manifiesto una gransensibilidad ante la situación de la mu-jer en las sociedades patriarcales contem-poráneas.

A mi entender, el mayor mérito deeste trabajo reside en la consideraciónde un problema social como el del abor-to desde una perspectiva que aborda lapluralidad de elementos que condicionane intervienen en el mismo.

AURORA LONGO GORDILLO

ROSA CONDE (Comp.)

Familia y cambio social en España

(Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1982)

Dicen los expertos, los sagaces obser-vadores, los satisfechos padres de fami-lia, los concienciados, fanáticos, escépti-cos, devotos, los mayoristas del sentidocomún y algún que otro ciudadano de apie, que la institución familiar, ademásde ser uno de los pilares fundamentalesdel orden social, o precisamente por ello,es uno de los mejores inventos que elser humano ha podido crear debido a larespetable cantidad de asuntos humanosque a través de ella se lidian de un plu-mazo, por lo que aún tenemos familiapara rato.

Otros, algo más escocidos biográfica-mente, nos recuerdan que, además deser «un buen invento», la familia es uninsuperable e imprescindible tormento,cuyas secuelas personales, al mismo tiem-po que dan de comer a alguna profesión,nos proporcionan argumentos para con-versar, sufrir, renegar, soñar, blasfemar,proyectar, escribir, fabular y, ¿por quéno?, gozar. De ahí que la influencia de*cisiva que la familia tiene en cada uno

de nosotros nos lleva, sobre todo a losgarbanzos negros, a pasarnos media vidaintentando deshacer lo que quiso hacerde nosotros y la otra media lidiando conla culpa de habernos atrevido a menos-cabar nuestras propias raíces. Los másafortunados, que conquistan un mayormargen, intentan no naufragar en la ma-rea de contradicciones derivadas del per-tinaz sueño de formar aquella familia ala que 3 uno le hubiera gustado pertene-cer.

Más allá de estas pequeñas (?) dis-gresiones acerca de «My family, monamour, mon bourreau», está el evidenteinterés que este libro presenta para quie-nes se sientan motivados hacía un pluralconocimiento sociológico de los factoresque intervienen en el proceso de cambiosocial de la familia española.

En él se recoge una serie de ponen-cias impartidas con motivo de las Pri-meras Jornadas de Sociología, organiza-das por la Asociación Castellana de So-ciología, el mes de mayo de 1980, en

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Madrid. Quienes asistimos a las mismasfuimos protagonistas y testigos del graninterés que suscitó el área dedicada a laSociología de la Familia, tanto por la con-siderable afluencia de público como porla vitalidad de sus debates. Rosa Conde,que ya en aquel entonces coordinó pa-cientemente dicha área, ha recopilado enesta obra diez de las ponencias que allíse expusieron.

La diversidad de enfoques y aspectostratados en ellas sobre la institución fa-miliar española, complica la tarea de re-señar con cierta ecuanimidad todas lasperspectivas desarrolladas por los distin-tos autores y autoras, tarea en parte gra-tuita, ya que la propia Rosa Conde reali-za en la introducción una excelente sín-tesis pormenorizada de las líneas funda-mentales de cada capítulo y, a su vez, dacoherencia explicativa-justificativa de laposible complementariedad existente en-tre los títulos que dan forma a esta obrade compilación.

Qué duda cabe que, al margen de laspreferencias personales sobre unos uotros temas abordados, todos ellos con-tribuyen a informar acerca de los múl-tiples elementos que han intervenido y/olo siguen haciendo en el cambio —queno crisis— de la institución familiar enla sociedad española.

Así, Isabel Agüero y Alberto Olanoestudian la evolución de las tasas de fe-cundidad y nupcialidad acaecida en Es-paña en las últimas dos décadas, dejan-do un terreno abonado para interpretarsociológicamente la influencia de dichaspautas demográficas en el comportamien-to familiar. Benito Cachinero analiza latransformación del modelo europeo dematrimonio hasta las últimas tendenciasactuales, centrándose en la edad de con-traer matrimonio.

Jesús Arpal encabeza la segunda partede esta obra con un trabajo sobre el pe-culiar proceso de transformación de lafamilia vasca desde una sociedad tradi-cional a una sociedad industrial. RosaConde desarrolla un modelo de análisis

que da cuenta de las relaciones habidasentre los cambios demográficos y econó-micos y las transformaciones en la es-tructura familiar y el papel social de lamujer, tanto en los países europeos engeneral (tras la segunda guerra mundial)como en España, con respecto a la cualel modelo explicativo europeo se invier-te. J. Vicent Marqués dedica su artículoa desmitificar el rol familiar del varóntípico revelando las fisuras de debilidady alienación inherentes al modelo com-portamental del «rey de la casa». Cristi-na e Inés Alberdi abordan desde unaperspectiva jurídica y sociológica, respec-tivamente, el tema del divorcio. Ambasdestacan que, contrariamente a la difun-dida opinión, generalmente antidivorcis-ta, la posibilidad jurídica de la disolucióndel matrimonio refuerza la institución fa-miliar.

La tercera parte del libro comienzacon un artículo de María de los AngelesDuran, en el que analiza las variables so-ciológicas que intervienen y condicionanla fundamental desigualdad social (sexis-ta y clasista) en los procesos relaciona-dos con la reproducción. Julio Carabaña,por su parte, realiza un análisis críticode una serie de estudios empíricos ameri-canos sobre las diferencias existentes enla movilidad de hombres y mujeres conrespecto a la estructura ocupacional. FiniRubio trata un tema que durante tiempoha centrado los debates feministas: lasrelaciones existentes entre el trabajo do-méstico y la explotación de las mujeresen las sociedades patriarcales capitalistas.Por último, Alvaro Espina analiza losfactores que condicionan la participaciónfemenina en la actividad económica ex-tradoméstica en la sociedad española des-de mediados del siglo xix hasta la actua-lidad.

Para finalizar, por qué no destacar lasacudida intelectual a que inevitablemen-te queda sometido el despistado lector alasomarse al prólogo del presente librorealizado por Carlos Moya con su habi-tual tono profético-apocalíptico. No sólo

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constituye un «galáctico» contrapunto alenfoque descriptivo-empirista que carac-teriza a varias de las ponencias aquí reco-gidas, sino que en sí mismo contiene po-tencialmente una densa interpretaciónteórica de la cultura y de sus institucio-nes, entre las que la familia ocuparía, sinduda alguna, un primer plano.

A propósito del predominante enfoque

empírico que se trasluce a lo largo del li-bro, cabe añadir como un mérito másdel mismo, el pudoroso e incluso críticouso e interpretación que se realiza de ladocumentación empírica empleada alabordar los distintos aspectos que afec-tan al estudio de la familia española.

MARIBEL ALER GAY

TRES LIBROS EN TORNO AL ABORTO

JOSÉ FERRATER MORA y PRISCILLA C O H N

Etica aplicada. Del aborto a la violencia(Madrid, Alianza Editorial, 1982, 207 pp.)

JOSÉ M.a DÍEZ ALEGRÍA, OVIDIO BUSTILLO, JUAN GOMIS, RICARDO ALBERDI

y BENJAMÍN FORCANO

El respeto a la vida humana(Bilbao, Ed. Mensajero, 1981, 167 pp.)

ED. AYUSO y FUNDACIÓN DE INVESTIGACIONES MARXISTAS

£1 aborto, un tema para debate(Madrid, 1982, 164 pp.)

La despenalización del aborto, pro-puesta en el proyecto de reforma delCódigo Penal español, ha despertado alo largo de los últimos meses una encen-dida polémica, recogida especialmente enla prensa diaria. El nutrido número deartículos doctrinales, réplicas, contrarré-plicas y cartas al director producido has-ta el momento, recoge toda variedad decriterios y opiniones sobre la proceden-cia o improcedencia de la despenaliza-ción proyectada, así como sobre la insu-ficiente amplitud de las medidas propues-tas, registrándose todo tipo de reflexio-nes respecto a la interrupción volunta-ria del embarazo. Una primera lectura delos materiales publicados permite seña-lar que se está produciendo más que un

diálogo o cambio de criterios entre quie-nes poseen opiniones dispares, una po-larización o radicalización en las actitu-des sustentadas. Aun cuando la confron-tación no ha hecho más que empezar,sería tal vez necesario iniciar el análisisde contenido de lo publicado, de formasimilar al estudio que sobre este mismotema efectuaron en Francia Isambert yLarriére, publicado bajo el título Contra-ception et avortement. Dix ans de débatdans la presse (1965-1974) l.

Si contemplamos la bibliografía másreciente sobre el aborto, dejando los ar-

1 F. ISAMBERT y P. LARRIÉRE, Contracep-tion et avortement. Dix ans de débat dansla presse (1965-1974), París: C.N.R.S., 1979.

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tículos de prensa y revistas, hay que ha-cer notar que la interrupción voluntariadel embarazo, por afectar distintas áreasde la vida individual y social, suele ana-lizarse desde distintas disciplinas, proce-diéndose a la publicación de las ponen-cias o intervenciones presentadas a me-sas redondas o coloquios. El sistema per-mite aunar y contrastar distintos enfo-ques del mismo tema, si bien la desigual-dad de las intervenciones y la tradicionalomisión de los debates lleva al lector aencontrarse frente a un discurso, en oca-siones, fragmentado.

En esta línea, de publicación de po-nencias, hay que encuadrar los libros Elaborto en un mundo cambiante, discusióninternacional organizada por la Asocia-ción para el Estudio del Aborto 2; Dejad-los vivir1, y El Aborto, un tema paradebate, seminario convocado en febrerode 1982 por la Fundación de Investiga-dores Marxistas4.

En otras ocasiones, el aborto es anali-zado junto a otros problemas humanosbásicos, tales como la tortura, la obje-ción de conciencia, la pornografía, el te-rrorismo, el paternalismo y la violencia.En esta tendencia se encuentran el librode José Ferrater Mora y Priscilla CohnEtica aplicada. Del aborto a la violencia5

y el de José María Diez-Alegría, OvidioBustillo, Juan Gomis, Ricardo Alberdi yBenjamín Forcano, El respeto a la vidahumana6.

A estos dos libros y al ya citado querecoge el Seminario de la Fundación deInvestigaciones Marxistas se reducirá larecensión, por entender que son los más

2 El aborto en un mundo cambiante, Mé-xico: Ed. Extemporáneos, 1972.

3 Dejadlos vivir, Madrid: Rialp, 1978.4 El aborto, un tema para debate, Ma-

drid: Ayuso y Fundación de Investigacio-nes Marxistas, 1982.

5 José FERRATER MORA y Priscilla COHN,Etica aplicada. Del aborto a la violencia,2.a ed., Madrid: Alianza, 1982.

• José M.a DÍEZ ALEGRÍA, Ovidio BUSTILLO,Juan GOMIS, Ricardo ALBERDI y BenjamínFORCANO, El respeto a la vida humana, Bil-bao: Mensajero, 1981.

recientes, publicados entre 1981 y 1982,y los más próximos a la situación espa-ñola.

José Ferrater Mora inicia la introduc-ción del libro Etica aplicada. Del abortoa la violencia con una cita del sociólogoEdward O. Wilson: «Tanto los científi-cos como los humanistas deberían consi-derar la posibilidad de que haya llegadola hora de sacar por un tiempo la éticade manos de los filósofos y biologizarla»(Sociobiology: The New Synthesis, Cam-bridge, Mass-London, 1975, pág. 562).Si el continuo físico biológico es el con-texto dentro del que tienen lugar losprocesos y actividades sociales, y la éticaes una producción cultural inmersa enel continuo social-cultural, parece razo-nable, afirma Ferrater, que a la hora deexaminar la «ética» se tengan en cuentalos factores biológicos y biosociales.

Desde esta perspectiva, Priscilla Cohny Ferrater Mora abordan, cada uno porseparado, siete temas de ética aplicada oética práctica: el aborto, los derechos delos animales, la eutanasia, la igualdad se-xual, el paternalismo, la pornografía y laviolencia.

En relación al tema del aborto iniciaPriscilla Cohn su exposición afirmandoque quienes disputan en torno al abortoconcuerdan en muy pocas cosas. Ello sedebe a la existencia de un conflicto bá-sico. No un conflicto entre lo justo y loinjusto, lo moral y lo inmoral, o entreno matar y matar, si bien ésa es la ma-nera simplista en que se presentan losrespectivos argumentos, sino más bienun conflicto entre los valores positivos:el de la santidad de la vida y el de lalibertad 7. El primer obstáculo a superaren la polémica sobre la interrupción vo-luntaria del embarazo es el de admitirque no se trata de una confrontaciónentre antiaborto y proaborto, sino entreactitudes que se oponen al aborto y ac-titudes que propugnan la oro-elecciónrespecto al valor del feto. Postura ésta

7 Op. cit, p. 41.

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que no es incompatible con la noción deque un feto tenga derecho a la vida. Enlo que esta actitud se distingue de laque se opone al aborto en cualquier ca-so, señala Priscilla Cohn, es en que sepropugna que el derecho del feto a lavida es relativo y no absoluto, y sola-mente puede ser abolido por los derechosde la madre 8.

En la actual fase de desarrollo cientí-fico, el feto es una realidad absolutamen-te dependiente de la madre y nadie, sal-vo ella, puede asegurar su vida. El hechode encontrarse la mujer embarazada, con-secuencia de un acto voluntario o invo-luntario, ¿lleva consigo la pérdida delos derechos a su propio cuerpo? Losque se oponen al aborto, estima Prisci-lla Cohn, parecen mantener que una mu-jer posee su propio cuerpo siempre queno se halle embarazada. Única excep-ción que se efectúa al convencimientode que el cuerpo es propio en un sentidomás íntimo, vital y radical que en el decualquier otra clase de propiedad.

A través del análisis de situaciones deseparación de hermanos siameses, y deintervención quirúrgica de niños con elsíndrome de Down, plantea la autoracómo la opción de una cierta cualidadde vida priva, en ocasiones, sobre la vi-da misma. Igualmente, a lo largo de lahistoria no han sido escasos los ejem-plos de personas para quienes la libertad,la honestidad, la fe o el honor han sidomás valiosos que la propia vida. Si estoes cierto, concluye Priscilla Cohn su ca-pítulo sobre el aborto, entonces la mujerembarazada puede alegar que hay ante-cedentes respetables para creer que pue-de tomar una decisión moral entre elvalor de la vida que lleva en su seno ysu propia cualidad de vida, o la cualidadde vida de su feto9.

Por su parte, José Ferrater Mora,plantea su trabajo sobre el aborto den-tro del contexto de la tolerancia. El nú-

cleo del problema planteado es si es ad-misible (tolerable) o inadmisiible (into-lerable) la opinión en favor de la prác-tica del aborto, sea (mínimamente) cuan-do se dan tales o cuales condiciones ocircunstancias, que pueden ser estrictas,o bien (máximamente) cuando el factorcapital a tener en cuenta es la libre de-cisión de la madre, que puede decidirabortar o puede decidir, después de todo,no abortar l0.

El autor entiende que el aborto esdiscutible y en consecuencia la opiniónde que pueda practicarse es tolerable por-que el derecho a la vida del feto está uni-do a una multiplicidad de derechos deotra vida. Lógicamente, de la actitudpro-elección no se deriva el que el abor-to sea recomendable ni, mucho menos,el de que sea obligatorio. En consecuen-cia, concluye Ferrater Mora, afirmandoque, para que la actitud contra el abortosea tolerable, es menester que quienesla adoptan sean asimismo tolerantes yque, por consiguiente, permitan la tole-rancia respecto a la decisión libre deabortar o no abortar n .

Desde una visión confesional, laVIII Semana de Pensamiento Cristianoy Diálogo, abordó el tema del respeto ala vida humana a través de situacionestales como la objeción de conciencia, latortura, el terrorismo y el aborto. El tra-bajo sobre esta última situación, que aquíreseñamos, fue presentado por el teólogoBenjamín Forcano, cuyas líneas más su-gerentes pretendemos presentar.

El punto de partida adoptado porForcano es el de afirmar que para avan-zar con sosiego en el tema del abortono se pueden abrigar actitudes que ro-zan el dogmatismo. Para situar con obje-tividad el problema y de cara al momen-to concreto señala el autor los siguientesaspectos que deben ponderarse: 1) per-seguir las causas y no el efecto o sínto-ma; 2) entender que está en juego dos

8 Op. cit., p. 42; el subrayado es de laautora.

9 Op. cit, p. 50.10 Op. cit., p. 57.11 Op. cit., p. 58.

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vidas humanas, ya que el embrión es unavida en camino de hacerse humana y conindependencia de la madre; 3) aceptar ycomprender que vivimos en una socie-dad democrática y pluralista, y 4) pro-fundizar en la doctrina y praxis católi-cas sobre el aborto.

Respecto a este último aspecto, porser el más específico del autor, se afirmaque si bien la doctrina católica sobre elaborto aparece en términos generalesmuy clara, no obstante, respecto a la pra-xis considera que habría que tener pre-sentes tres cosas: que los católicos noson el único grupo en la sociedad; que,aun cuando existiera una ley proabor-tista, los católicos podrían seguir siendoantiabortistas, de acuerdo con sus con-vicciones, y que el aborto presenta unaspecto de responsabilidad individual in-transferible.

El trabajo de Benjamín Forcano se pre-senta estructurado en una pluralidad depuntos sobre los que plantea numerosascuestiones. Así, respecto al planteamien-to ético-científico actual del aborto, en-tiende que todo aborto supone la pér-dida de una vida humana; que ante lavida humana nadie puede erigirse conpoder de supresión; que el feto humanoposee una dignidad y vocación cristianas,y que no puede descartarse la casi cer-teza científica de quienes mayoritaria-mente afirman que el embrión empieza aser vida humana desde su primer mo-mento.

El apartado más sugerente tratado porel autor es aquel en que señala las con-diciones que deben existir para hacercreíble la postura antiabortista de la Igle-sia. Partiendo del reconocimiento de lano siempre coherente actitud de la Igle-sia católica ante la vida humana, afirmaque si es un hecho innegable la posturade rechazo permanente que la Iglesiaha mantenido sobre el aborto, no lo esel hecho de la postura que ella ha obser-vado con la vida humana en situaciones

distintas a las de la vida del feto l2. Porencima de la vida se han defendido otrascosas, invocando para ello conceptosgrandilocuentes como patria, bien común,orden, ley, bienes espirituales, etc. Enel fondo, el poder estaba sobre la viday no la vida sobre el poder I3.

De aquí que para que la Iglesia recu-pere su credibilidad debe: 1) Retornar alEvangelio, para aceptar sin rodeos lo quees el núcleo central de la enseñanza yla vida de Jesús. 2) Coherencia para de-mostrar con los hechos lo que se ense-ña. 3) Abandonar las estructuras de po-der, inaugurando un nuevo estilo de vi-da comunitaria. 4) Ser fiel a la lógica delEvangelio para hacer valer su servicio ala vida, a la verdad y a la justicia, y5) Mantener una presencia crítica, libre yprofética en la sociedad. Forcano señalaque la batalla por la vida hay que plan-tearla allí donde los hombres de hoy, ydel mañana, siguen sin poder realizarse,teniendo que aceptar la discriminación,la desigualdad, la marginación, el des-precio, la esclavitud laboral, cultural, po-lítica, como si de seres inferiores se tra-tara. Una defensa de la vida del fetoque no apunte a la defensa de la vida enestos ámbitos es irreal e incoherente. Nopuede llamarse, con propiedad, posturaa favor de la vida, por cercenar a esa vi-da precisamente cuando muestra sus ver-daderos derechos a la vida 14.

El análisis pluridisciplinar efectuadoen el seminario sobre «Anticoncepcióny Aborto», convocado por la Fundaciónde Investigaciones Marxistas, es el con-tenido del libro El aborto. Un tema paradebate.

La docena de ponencias publicadas seagrupan en torno a los siguientes trata-mientos: sociológico, médico, jurídico,ético y político.

Luis Enrique Sánchez da cuenta dela dificultad existente en nuestro paíspara efectuar una estimación exacta del

12 Op. ctt., p. 159.13 Op. cit., p. 161.14 Op. cit.t p. 163.

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número de mujeres que abortaron en Es-paña durante los últimos años. Respectoa las mujeres españolas que abortaronen países europeos, a lo largo de 1981,la estimación se centra entre 20.000 y25.000. Tomando como referencia unaencuesta efectuada a 315 mujeres quesalieron de España para interrumpir suembarazo, las características más signi-ficativas del colectivo consultado son lassiguientes: mayor proporción (20 por100) de mujeres entre 21 y 23 años,igual proporción (45 por 100) de casadasy solteras, el 56 por 100 pertenecían aclase media-baja y el 24 y 18 por 100abortaron, respectivamente, por dificul-tades económicas y problemas familia-res. El aspecto médico del aborto es ana-lizado por Mario Pérez Blanco, ÁngelSopeña, Manuela Arribas y Pedro Mar-set. El enfoque dado en este área es am-plio, ya que Mario Pérez aporta los da-tos biológicos del desarrollo del embrión;Ángel Sopeña analiza la educación sexualcomo profilaxis del aborto, la psicologíade la embarazada soltera, las alteracio-nes y trastornos prenatales, natales y pos-natales, así como las complicaciones delaborto provocado; Manuela Arribas se-ñala las motivaciones para la interrup-ción del embarazo, y Pedro Marset apun-ta un esquema de antropología del di-vorcio, señalándose que el aborto es unapráctica realizada en todas las culturas yen todos los períodos de la historia dela humanidad.

Francisco Javier Elizari y José LuisBarbero efectúan el planteamiento ético-moral. El primero da cuenta de la postu-ra oficial de la Iglesia católica sobre lamoralidad del aborto que se centra en lainmoralidad objetiva del aborto volun-tario directo, y señala, asimismo, lasposturas no oficiales existentes dentro dela Iglesia, siendo el llamado «conflictode valores» el planteamiento básico quepodría en algunos casos legitimar moral-mente la interrupción del embarazo.

Luis Arroyo Zapatero analiza la pro-blemática constitucional del aborto, se-

ñalando que la Constitución no resuelveexpresamente el problema de la prohibi-ción penal del aborto, pero la decisióndel legislador debe adecuarse a los prin-cipios derivados de aquélla. La vida hu-mana en formación no representa un va-lor igual a la vida de los nacidos —delas personas— ni en la historia del pen-samiento y del derecho, ni en la legisla-ción vigente. El artículo 15 de la Cons-titución no puede atribuir el mismo de-recho y en igual intensidad a sujetos des-iguales 15.

Mercedes García Aran entra en el aná-lisis de la posible objeción de concienciaa formular por el personal sanitario in-terviniente en el aborto. Las garantíasdeben centrarse, según la autora, en elaseguramiento por parte de los poderespúblicos de que el reconocimiento de lalibertad de unos no va a impedir la pres-tación social y, por tanto, la libertad deotros, arbitrando los medios necesariospara que las intervenciones se lleven acabo en todos los centros y desplazandoa este ámbito la solución de la conviven-cia de derechos subjetivos que falsamen-te se plantean en colisión en el plano in-dividual.

Teresa Nevado efectúa un análisis dela normativa laboral y presenta un con-junto de las carencias existentes en laprotección jurídica y social de la mujertrabajadora y en la maternidad, ya queno existe realmente una política a nivelde Estado que asuma la dimensión so-cial de la maternidad y que, por tanto,posibilite su realización, a la vez que elejercicio del trabajo, sin que por ello segeneren problemas físicos o psíquicos, so-breesfuerzos o discriminación en la mu-jer 16.

Carmen Romey, al tratar del abortovoluntario y liberación de la mujer, afir-ma que la posible aprobación de una leysobre el aborto no agota la lucha de lamujer por su liberación, ya que la ley

15 Op. cit.t p. 115.16 Op. cit., p. 140.

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CRITICA DE LIBROS

tendría que enmarcarse en una serie deleyes progresivas que transformen el pa-pel que juega en la sociedad la mujer.

Como se refleja en las conclusionesdel seminario y se desprende de los li-bros referenciados, es preciso realizar untrabajo de discusión y reflexión conjuntaen el seno de la sociedad española quetransciende la simple polémica partidista.

La bibliografía reseñada insiste espe-cialmente en el planteamiento ético dela interrupción del embarazo y se echade menos un estudio sociológico que, ala par que analice la evolución de lasactitudes de los españoles en este pun-to, intente estimar con la mayor fiabili-dad posible la difusión del aborto y pro-

fundice en las motivaciones y caracterís-ticas sociológicas de las mujeres que hanabortado en los últimos años. Como se-ñalaba Julio Iglesia de Ussel en su es-tudio El aborto: un estudio sociológicosobre el caso español, la gran página his-tórica del debate sobre el aborto en Es-paña no se ha leído aún. Hasta ahora nosmovemos en el prólogo, en un prólogoilustrativo si se quiere l7.

MARÍA DEL PILAR ALCOBENDAS

17 Julio IGLESIAS DE USSEL, £1 aborto: unestudio sociológico sobre el caso español,Madrid: Centro de Investigaciones Socioló-gicas, p. 109.

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