Edades de Sevilla

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Hispalis, Isbiliya, Sevilla Edades de Sevilla Sevilla, 2002

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Hispalis, Isbiliya, Sevilla

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Edad

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Sevilla, 2002

Organiza

Colabora

Asociación para el Estudio y la Promoción de la

Arqueología Histórica

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Asociación para el Estudio y la Promoción de la

Arqueología Histórica

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Hispalis, Isbiliya, Sevilla

Edades de Sevilla

Sevilla, 2002

Coordinado por:

Magdalena Valor Piechotta

Autores:

Salvador Ordóñez Agulla

Magdalena Valor Piechotta

Miguel Angel Tabales Rodríguez

Antonio Collantes de Terán Sánchez

Víctor Fernández Salinas

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© Área de Cultura y Fiestas Mayores. Ayuntamiento de Sevilla© Los autores

I.S.B.N.:84-95020-92-0

Depósito Legal:SE2136-2002

Diseño y maquetación:www.optika.info

Imprime:Europrinter-ag, S.A.

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Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Sevilla Romana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

De Hispalis a Isbiliya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

El Real Alcázar de Sevilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

De ciudad islámica a centro económico mundial (siglos XIII-XVII) . . . . . . . . . . . 77

Luces de modernidad. De la Sevilla amurallada a la metropolitana . . . . . . . . . 101

Sumario

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El Área de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla dedica una granatención a las publicaciones sobre la Historia de Sevilla, basta hojear elcatálogo del Servicio de Publicaciones para comprobar los muchos títulosexistentes dedicados al estudio de nuestro pasado.

En esta nueva cita con la Historia, el Área de Cultura y Fiestas Mayores encolaboración con “Archaeologia Mediaevalis. Asociación para el Estudio y laPromoción de la Arqueología Histórica”, organizó un ciclo de conferenciastitulado Tres Edades de Sevilla, impartido en el monasterio de San Clementedurante los días 25, 26 y 27 de febrero. Los conferenciantes y quiénes hicieronde presentadores en esta ocasión son profesores de la Universidad de Sevilla,concretamente de la Facultad de Geografía e Historia. A los textos de aquellastres conferencias, se han añadido otros trabajos relativos a la Sevilla islámicay a las investigaciones arqueológicas del Real Alcázar.

Este libro Edades de Sevilla quiere ser una síntesis actualizada de lahistoria de la ciudad. Así, los autores exponen desde distintas perspectivas ymetodologías -la del historiador (Antonio Collantes de Terán y SalvadorOrdóñez), la del arqueólogo (Miguel Ángel Tabales y Magdalena Valor) y la delgeógrafo (Víctor Fernández)-, el resultado de sus investigaciones duranteestos últimos años. Este libro tiene como objetivo fundamental llegar al mayorpúblico posible, transmitiendo la imagen de la evolución de la ciudad durantelos dos últimos milenios de su existencia.

Hispalis, Isbiliya, Sevilla, una ciudad recreándose continuamente a lo largode los milenios de Historia, viviendo y conviviendo sobre un mismo espaciogeográfico. Ojalá que esta publicación sirva para que el sevillano de hoycomprenda un poco mejor sus raíces históricas y su relación vital con la ciudadque hoy podemos contemplar.

Paola Vivancos Arigita

Primera Teniente de AlcaldeDelegada de Cultura y Fiestas Mayores

Portavoz del Grupo del Partido Andalucista

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Archaeologia Mediaevalis. Asociación para el Estudio de la Promoción y laArqueología Histórica, a pesar de tener una vida muy corta -desde febrero del2001-, ya cuenta con un pequeño curriculum de publicaciones e informestécnicos sobre temas relacionados con la Arqueología Medieval.

La investigación y la difusión de los resultados de ésta es la tarea que nosinteresa y la que dedicamos nuestro esfuerzo. En esta ocasión, encolaboración con una institución tan eficaz como es el Área de Cultura delAyuntamiento de Sevilla, hemos coordinado y co-organizado el ciclo deconferencias Tres Edades de Sevilla y la publicación Edades de Sevilla que hoyprologamos.

El objetivo de esta publicación colectiva es el de difundir aquellos aspectosmás relevantes de la historia de nuestra ciudad durante los dos últimosmilenios. Sin duda, hay multitud de aspectos que se quedan en el tintero, perola meta que perseguimos es trazar una línea evolutiva de la ciudad tal y comohoy en día -con los datos que tenemos- se puede interpretar. Cada capítulotiene también bibliografía que permitirá a los interesados profundizar sobretantos aspectos que apenas quedan esbozados.

Las maquetas de Sevilla construidas para el futuro Museo de la Ciudadtienen en este libro un complemento necesario, claro y conciso a la vez.

Dra. Magdalena Valor Piechotta

Presidenta de Archaeologia Mediaevalis

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Sevilla romana

Salvador Ordóñez Agulla

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Sevilla romanaSalvador Ordóñez Agulla

El primer contacto directo del solar sevillano con el mundo romano tiene lugaren el contexto de la Segunda Guerra Púnica (218-204 a.C.), cuando el entorno deSevilla se convierte en escenario clave en la resolución del conflicto entre Roma yCartago por la hegemonía en el Mediterráneo occidental. En este entorno ya existíaanteriormente una red de grandes asentamientos de tipo urbano a orillas delGuadalquivir controlados por unas élites que importaban productos de lujo griegos,púnicos y romanos y que administraban la producción agrícola de las campiñascercanas. Por entonces Sevilla, la Spal turdetana, receptora de una tradición que seremontaba a mediados del siglo VIII cuando los colonizadores fenicios dan inicio asu trayectoria urbana, ya daba muestras de las ventajas de su privilegiadaubicación, como puerto de intermediación del mineral de la Sierra Morena y junto aunas campiñas muy fértiles. De ello se tiene un eco lejano en las estructurasconstructivas localizadas en la Cuesta del Rosario, la calle Aire y Argote de Molina.

No se puede dilucidar cuál fue el peso de Sevilla en la resolución final delconflicto ante la ausencia de referencias a Hispalis, pero los datos arqueológicosapuntan a que la conquista por Roma de la ciudad en 206 a.C. tuvo consecuenciastraumáticas, como refleja el nivel de incendio visible en las excavacionesrealizadas en varios puntos de la ciudad turdetana así como el brusco descensoen el nivel de importaciones foráneas. Ambos hechos invitan a pensar que laciudad pasó bruscamente de manos bárcidas a romanas, y que asimismo elasentamiento sería una más de las muchas ciudades indígenas muy punizadasque son características del sur peninsular de la época. No debe ser casual que elestablecimiento de Itálica como primer centro de control romano del BajoGuadalquivir -muy cercano a los grandes cotos mineros de las sierras de Sevilla yHuelva, los verdaderos objetivos del interés romano por entonces- esté al margende la realidad que debía suponer este núcleo y puerto comercial indígena.

Como consecuencia del conflicto bélico y de la fórmula legal de la rendición(deditio) Hispalis quedaría configurada como ciuitas stipendiaria, estatuto quedescribe a las ciudades formalmente autónomas en el plano político local y religiosomediante sus órganos y oligarquías propias, y que gestionan libremente sus tierras,pero que al mismo tiempo se encuentran sometidas al pago anual de tributo(stipendium) y al control del gobernador romano, que garantizaba el pago de losimpuestos y la paz exterior. Por medio de este expediente Roma, carente de unaparato burocrático desarrollado, podía controlar eficazmente el heterogéneo

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conglomerado de ciudades autónomas del sur peninsular, apoyándose en la prácticaen las oligarquías urbanas locales mediante un sistema en el que ambos poderes sebeneficiaban mutuamente. Estas condiciones, que caracterizarán a la Hispalis deépoca republicana hasta mediados del siglo I a.C., darán la pauta para que la ciudadcomience a integrarse en el marco de referencia del Estado romano, mientras seiniciaba la implantación rural a la romana en todo el entorno, coexistiendo así con lasdurante un tiempo aún predominantes formas indígenas de explotación del territoriobasadas en núcleos urbanos con hábitats concentrados localizados en lugaresestratégicamente relevantes y protegidos con recintos amurallados.

El creciente impacto en las economías locales de la importación de productositálicos, conforme se afianza la urbanización en toda la región circundante, fueresultado de la creación de un mercado de bienes de prestigio de alto valorsimbólico que las elites turdetanas demandaban con fruición como forma deconsolidar su posición social en unos medios progresivamente desiguales. Larecepción de las cerámicas finas de mesa de barniz negro, las ánforas vinarias y lacerámica griega del sur de Italia refleja esta situación de forma acelerada desdemediados del siglo II a.C., indicando el inicio de la presencia de grupos de grancapacidad adquisitiva. Es muy posible que al calor de esta situación se asentasenya por entonces grupos de ciudadanos romanos e itálicos atraídos por el calor de losintercambios y por los beneficios que posibilitaba el arrendamiento de servicios delEstado romano, emprendedores privados cuya presencia iba a contribuir sin duda alfermento romanizador, sin necesidad de ver por ello la presencia de nutridoscontingentes de romanos asentados en la ciudad. Por el contrario es cada vez máspatente que la evidencia arqueológica, aquí como en otros lugares, señala unacontinuidad -en el ámbito material- de las formas indígenas en tradicionesconstructivas, patrón de consumo y estilos artísticos, y consiguientemente no sedetectan cambios drásticos en sus estructuras sociales y económicas.Paralelamente la documentación arqueológica disponible parece indicar quedurante el siglo II a.C. aún el núcleo hispalense no constituía un núcleo relevante dela trama de intercambios regionales, algo quizá vinculable con su papel secundarioen relación con otros núcleos mejor situados como el Cerro Macareno, Laelia, Ilipa oCaura. Aún por entonces las posibilidades geoestratégicas de Sevilla no estaban endisposición de ser explotadas a gran ritmo.

Durante la primera mitad del siglo I a.C. la situación iba a cambiardrásticamente conforme Hispalis, asiento de inmigrantes y negociantes romanose itálicos, fue convirtiéndose en centro de redistribución de los productos itálicos,acentuando la tendencia que venía de antiguo, mientras comienzan a hacersepatentes los primeros excedentes agrícolas de la provincia, el crecimiento de laactividad minera y el transporte del mineral. En esta tesitura la desaparición acomienzos del siglo I a.C. del Cerro Macareno tuvo un evidente impacto en elengrandecimiento de Sevilla, cuyo peso específico en la red de intercambiosindígena del Bajo Guadalquivir se incrementó decididamente, heredando el papelde intermediación que aquella población tenía.

La mejor descripción del salto cualitativo que experimenta la ciudad deHispalis durante la primera mitad del siglo I a.C. se encuentra en el cuadro quepresentan los textos relativos a la Guerra Civil entre cesarianos y pompeyanos,entre los años 49 y 44 a.C. Se trata del único episodio en la trayectoria romana de

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Sevilla en el que ésta tiene un protagonismo importante en las fuentes literarias,y de las que emerge con la apariencia de una gran ciudad provincial cuyoepicentro fundamental estaba en su puerto, vital para la red de intereses romanosde la provincia. Son varios los aspectos de índole urbanística que este conjunto dereferencias nos ha transmitido. En primer lugar el mismo grado de desarrollourbano que implica la posesión de unas murallas lo suficientemente sólidas comopara soportar el asedio de varias legiones, así como un espacio interno abiertocon amplitud suficiente para alojar a una legión, realidades ambas que nonecesariamente han de comprenderse bajo fórmulas y parámetros romanos, a lavista del predominio generalizado de las formas culturales indígenas. Se señalatambién la presencia de un importante contingente de ciudadanos romanosresidentes que tenían sus casas y que conformaban un barrio propio organizadobajo fórmulas peculiares que constituyen los denominados conuentus ciuiumRomanorum. Cabe considerar a estas agrupaciones como uno de los principalesbeneficiarios del emporio comercial del lugar y testimonio de la existenciaefectiva de una colonización espontánea previa a los momentos de las guerrasciviles, contribuyendo activamente a la extensión de las formas económicaspropias del mundo romano. Otro aspecto que incide en la consideración deHispalis como gran ciudad es el papel que se le atribuye como centro derecaudación y almacenamiento de las contribuciones del trigo provincial así comoespacio de actuación de los arrendadores de impuestos por cuenta del Estado. Enfin, sin duda uno de los ámbitos más característicos de la ciudad es su puerto ysus astilleros, señalados éstos por su capacidad técnica para construir barcos degran porte capaces de surcar los mares, y no únicamente las piraguas que hastaentonces habían sido las embarcaciones características del río.

No sólo de cuestiones urbanísticas nos informan los textos del momento.También nos indican que la oligarquía dirigente de la ciudad se encontrabadividida, como ocurría en otras ciudades de la provincia, entre una facciónpompeyana, tendente a la resistencia al asedio, y otra cesariana, partidaria de larendición bajo negociación, un desequilibrio interno producto de la irrupción delas formas culturales y económicas romanas y que ocasionaban conflictosinternos y desajustes sociales en las comunidades béticas. El temporal triunfo dela facción pompeyana, con la expulsión de la guarnición y la búsqueda del apoyode los mercenarios lusitanos, desencadenó el episodio final de la contienda enesta área. El resultado fue la conquista de la ciudad por César, en la que lasoperaciones parecen estar guiadas por el deseo cesariano de mantener incólumeen lo posible el puerto y el emporio comercial. Es posible que la ciudad no sufrieraurbanísticamente en la misma medida que Córdoba u otros lugares donde laconquista se hizo a sangre y fuego, y el mismo hecho de que se celebrara enHispalis la reunión de los notables de las ciudades indígenas de la provincia en laque César dio rienda suelta a su rencor por la traición de los provinciales a supersona y la sublevación contra el Pueblo Romano es una muestra indicativa dela relevancia que la ciudad ya tenía como lugar central en la provincia.

La consecuencia fundamental del episodio de las Guerras Civiles fue laformalización de una colonia de ciudadanos romanos en el contexto de la política deasentamientos a gran escala impulsada por el Estado Romano como instrumento desolución de los gravísimos problemas socioeconómicos que desde el siglo II a.C.atenazaban a la Península Itálica. Con grandes masas de población proletarizada y

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arruinada por la crisis agraria y los importantes contingentes de soldados que implica laaparición del ejército profesional y que demandaban tierras tras su licencia al fin delperiodo bélico, César hubo de volverse hacia las provincias en busca de tierra públicaabundante. Se crea así el clima favorable para los asentamientos masivos deciudadanos romanos en tierras provinciales, entre las que la Bética proporcionabagrandes posibilidades gracias a la presencia de comunidades indígenas sublevadas alas que había que castigar por su beligerancia, en uso del derecho de conquista. Elestablecimiento colonial supondrá la implantación de una nueva estructura organizativay territorial que desmantelaba el previo sistema de poder, un cambio radical en el paisajepolítico y socioeconómico mediante la imposición de un aparato simbólico, unas gentesy unas formas sociopolíticas que dislocaban todos los planos de la vida de la comunidadindígena, suprimiendo sus usos y costumbres ancestrales, perdiendo sus tierras y

propiedades colectivas e incluso llegando a la venta como esclavos de los antiguoshabitantes. La desvertebración y el desarraigo de estas poblaciones indígenas era,pues, el resultado de la implantación colonial, una medida punitiva y no, como suelemantenerse desde una perspectiva deformada ideológicamente del concepto deRomanización, el reconocimiento de un alto grado de dignidad y beneficio. Por elcontrario, el estatuto municipal reconocía la integridad territorial y el mantenimiento

de los usos y costumbres organizativas y de gobierno, y el apoyo romano a las elitesde aquellas comunidades que se habían manifestado a favor de la causa cesariana.

César, pues, es el responsable de la fundación colonial de Hispalis y de laasignación de su nombre oficial romano, Colonia Iulia Romula Hispalis, como lo

fue de Corduba, Urso y Hasta, y como además confirma explícitamenteun pasaje de Isidoro (figura 1). La temprana muerte del dictador leimpidió llevar a cabo personalmente este gran proyecto de colonización,que seguramente desarrolló en su formulación legal y en su vertiente

práctica sobre el terreno su lugarteniente Marco Antonio en el año 44 a.C.No es posible conocer la componente social de la fundación; cabe pensar

en que junto a los militares habría también una determinada participacióncivil -los proletarii- de la propia Roma, así como algunos de los romanos del

conuentus previamente asentados, e incluso ciertos elementos de la aristocraciaindígena afectos a la causa cesariana.

Si esta es la situación con César, poco después, hacia 16-14 a.C., y ya bajoAugusto, se procede a un segundo asentamiento de soldados licenciados enHispalis, como nos informa puntualmente Estrabón en un complejo pasaje de suobra en el que se entrelazan las consecuencias beneficiosas de la navegabilidadfluvial con las dificultades que todo proceso de colonización implica en susinicios. Se trató de una asignación complementaria de colonos aprovechando lasposibilidades del asentamiento y continuando las directrices puestas en prácticapor su antecesor, quien sólo tuvo tiempo de esbozar las bases del gran programacolonizador. Si bien las necesidades inmediatas eran similares -la deducción desoldados veteranos de las campañas de conquista del noroeste hispano- elprisma bajo el que se enfocó el nuevo programa de colonización buscaba ahoraunas bases menos traumáticas y más estables que las de su predecesor, conunos intereses donde lo comercial primaba especialmente, facilitado en el casopresente por la existencia de un gran número de tierras públicas que Augustopodía utilizar para sus fines. Se trataba de una medida más en todo un proceso dereorganización administrativa y militar del Estado que afectó a múltiples parcelas

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Fig. 1. Retrato de Julio CésarD.E.E. Kleiner. Roman SculptureNew Haven - London. 1992.46 nº 27

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y que pudo ser financiado activamente gracias a la existencia de cuantiososfondos que proporcionaban las conquistas de Egipto, el Nórico e Hispania, en unaexcepcional coyuntura económica facilitada por la inyección de fondos públicos,los intensos movimientos de capitales y la bajada de los tipos de interés.

El proceso de colonización de Hispalis no se haría sin solventar un cúmulo dedificultades que hubo que superar con decisión. Por una lado se ha de contar con laprevisible situación de inestabilidad propia del conflicto bélico, los problemas deadaptación de los soldados a su nueva vida como agricultores en un medio hostil yextraño y las dificultades poblacionales de los primeros momentos de las que sehace eco Estrabón. Frente a este cúmulo de circunstancias adversas se encontrabala determinación del Estado Romano de potenciar un área estratégicamente situaday con una enorme potencialidad, como el curso de la historia se encargaría dedemostrar. La promoción de Hispalis se ha de ver en este sentido como unarespuesta a los intereses estratégicos romanos de amplio radio de acción, y que secentraban básicamente en la creación de una gran base productiva y comercial enHispania que permitiera afrontar con garantías la integración de los territoriosatlánticos -Britannia, la Gallia, el Norte de África- y las rutas comerciales deOccidente que la acción de César y Augusto iba haciendo entrar en la órbita romana.En este esquema el control de las rutas oceánicas a través de Cádiz y su círculopermitía el desarrollo del sistema de comunicaciones marítimas entre el norte y elsur del imperio, lo que significaba a su vez la potenciación de la Bética y suscampiñas, con Hispalis a la cabeza, como base de aprovisionamiento de lossuministros para las fuerzas romanas combatientes en aquellas regiones.

La puesta en valor del solar hispalense por Roma se hace sobre la base de supeculiar y excepcional situación geoestratégica, en el fondo del gran golfo marinoformado por el Baetis y su gran delta, junto a la llanura de inundación surcada pornumerosos canales y paleocauces fluviales que rodean al cabezo originario sobreel que se asentaba la ciudad indígena. Como oportunamente recuerda Estrabón,este puerto interior constituye el punto de máxima penetración de las grandesnaves marítimas y al mismo tiempo el lugar óptimo para el control de lanavegación fluvial, como punto de ruptura de carga entre la navegación fluvial yla marítima, y centro de las comunicaciones terrestres que articulan la red decontactos de la rica región agrícola. Hispalis se convierte así en el núcleo queenlaza las cuencas mineras de Huelva y Córdoba, las comarcas agrícolas delAljarafe, Carmona y Tejada, centralizando en un segundo nivel la producción de lascampiñas sevillana y cordobesa y por extensión toda la cuenca media y baja delrío. La decisión política que supone la fundación colonial romana conseguirá quelas posibilidades que el medio geográfico ofrecía -ya en funcionamiento al menosdesde mediados del siglo VIII a.C.- se puedan aprovechar en toda su dimensión,superando los obstáculos y desventajas -en particular el río y su dinámico ymutable paisaje- que esa misma ubicación presentaba. En este sentido hemos decontar con las muy probables obras de bonificación de terrenos cercanos a laciudad, labor imprescindible en la proyección del asentamiento como capitaleconómica de la provincia, como lo fue la intervención estatal mediante laaplicación de técnicas para adecuar el cauce fluvial a la navegación, regulando loscaudales, solventando los problemas de pendientes y protegiendo losasentamientos urbanos a las orillas del río, posibilitando de esta manera lanavegación hasta Córdoba y Écija por medio de lanchones y barcas de ribera.

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Como resultado de todo ello Sevilla se fue convirtiendo en cabeza del estuario ygran puerto marítimo de transbordo, especialmente a partir del momento en quecon su inserción definitiva en la órbita romana, en un marco político y económico demayor envergadura, y con su integración plena en las estructuras sociales yeconómicas imperiales, le sea adjudicada la función de aprovisionamiento ydistribución al ejército y a la propia Roma de productos agrícolas de primeranecesidad y recursos minerales, asentando las bases para su transformaciónprogresiva en capital económica de la provincia la que hasta entonces había sidouna comunidad más de la cuenca baja del río.

Desde el punto de vista del desarrollo urbanístico apenas hay información quepermita ilustrar este proceso. Por comparación con otras ciudades donde el registroarqueológico es más accesible y la documentación más expresiva se sabe que laépoca cesaroaugústea impulsó decididamente la monumentalización de ciertosámbitos edilicios de las ciudades allí donde mejor se podía expresar la imagen delrégimen y el dominio ideológico y cultural de Roma, así como de las nuevas elitescoloniales dirigentes. En lo que se refiere a la ciudad que el romano hereda nosabemos más de lo que se ha indicado anteriormente: una sólida muralla; un puertoque la flota romana frecuentaba y con unos astilleros especializados en laconstrucción de grandes naves; un espacio libre capaz de dar alojamiento a unalegión romana sin dificultades; por fin, un conjunto de casas en donde habitaba lapoblación romana del lugar. De ninguno de estos espacios tenemos referenciasarqueológicas como para ubicarlos sin dudas sobre el plano. Así, el trazado de lamuralla indígena es absolutamente desconocido, no habiéndose localizado aúnninguno de sus paramentos, y aunque no han faltado propuestas de reconstrucciónde su trazado en función de criterios diversos, generándose varias formas urbanas,su constatación arqueológica está aún por establecer. La misma indefiniciónpresentan las propuestas de trazado de los ejes viarios principales así como laubicación del foro republicano en la intersección de las calles Bamberg y Argote deMolina; se ha sugerido que este espacio incluiría las edificaciones mássignificativas de la ciudad, un templo en Mármoles que perpetuaría una tradiciónconstructiva desde época ibérica y del cual se ha postulado su dedicación aHércules, así como otras edificaciones en Argote de Molina (basílica) y San Alberto.

La escasez de excavaciones arqueológicas en estos niveles más antiguos de laciudad romana hace que las reconstrucciones de su urbanismo sean sumamenteprecarias, sujetas como están al principio generalmente asumido de la continuidadde las líneas maestras del urbanismo antiguo en el planteamiento del parcelarioactual -lo que ha condicionado todas las hipótesis sobre la disposición de losconjuntos edilicios-, así como a la contingencia de la aparición de nuevos datos. Essignificativo en este sentido, por ejemplo, cómo las últimas intervenciones en elsector de los Reales Alcázares -en su muralla norte y en el Patio de Banderas- hanpuesto de relieve la presencia de materiales que remontan a fines del siglo VIII a.C.al igual que la existencia de indicios suficientes como para plantear la existencia deestructuras de amurallamiento en forma de talud, todo lo cual podría hacer pensaren la extensión hasta ese sector de la terraza sobre la que se asentaba la ciudadprerromana. Muy recientemente se han localizado restos constructivos de épocarepublicana, del siglo III a.C. en adelante, bajo la antigua Escuela Francesa, en elcruce de Abades con Ángeles, lo que permite prolongar con certidumbre elurbanismo de la ciudad indígena hasta ese sector al menos, y considerar así unas

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dimensiones mínimas de ésta posiblemente superiores a las 10 hectáreas. Ello noobstante no debiera significar, como se ha señalado anteriormente, que la formaurbana de la ciudad previa al establecimiento colonial sea identificable con losmodelos urbanísticos romanos, dado que las formas indígenas en la culturamaterial son las predominantes hasta el cambio de Era, al margen de la posiblepresencia de algunos elementos más o menos cercanos o receptores del influjoromano, que en cualquier caso la arqueología no ha detectado aún con garantías.

La imposición de la colonia romana hubo de significar notables cambios en esteapartado, como es sabido que ocurría también en estos procesos coloniales en elterritorio y el paisaje rural. En el ámbito urbano las nuevas forma políticas sereflejaban especialmente en la panoplia de edificios públicos, que constituían elmejor exponente de la remodelación a todos los niveles a que se sometía la ciudad.La coyuntura económica era muy favorable y la disposición de las nuevas elitesciudadanas a actuar como transmisoras de los intereses de la casa imperial conllevóque las ciudades provinciales comenzaran a dotarse de las edificaciones quereflejaban la nueva realidad sociopolítica. Es en este momento cuandodefinitivamente se observa la transformación material de los asentamientos delmundo turdetano. Conjuntos forenses con sus sectores aledaños y murallas resultanser por estas fechas los espacios privilegiados para la exhibición del dominioideológico del nuevo régimen de Roma sobre la realidad provincial y adecuadoescaparate de la voluntad de representación de las elites locales, que ven en lamonumentalización de las urbes la mejor expresión por un lado de su riqueza ycapacidad y por otro de su lealtad hacia el poder. El uso de los nuevos símbolosculturales -como las monedas, factor fundamental en la difusión de la propagandamonárquica (figura 2)- y la imposición del nuevo paisaje urbano acorde con lamodificación política del núcleo y la mentalidad que se iba imponiendo teníanademás importantes consecuencias en el mantenimiento del control social y lacontinuidad del poder de las nuevas aristocracias. Este panorama, no obstante, esdifícil de apreciar en Sevilla. No hay indicación alguna en las fuentes del momento enque se procedió a erigir el circuito amurallado de época imperial, una complejaoperación que exigía vastas inversiones, aunque a la vista del interés que en eldiscurso propagandístico augusteo se asignaba a las puertas y paramentos murarioscomo símbolos del prestigio cívico y la autonomía de las ciudades (la idea de lamuralla urbana está unida a los conceptos de Urbanitas y Romanitas) cabe pensaren que hubiese alguna intervención decidida en ese sentido. El mismo trazadoconcreto de la muralla de época imperial solamente se encuentra refrendado enparte por la aparición sin control arqueológico de contados lienzos de la muralla, queno permiten establecer ninguna acotación cronológica sobre su construcción nisobre su mismo trazado. Tampoco existen datos referentes a actuacionesconducentes a la monumentalización del espacio forense que debió elevarse comolugar central de la ciudad. La excepción la supone la construcción en estos momentosde un importante complejo termal en la Cuesta del Rosario cuya relevancia estriba enel papel emblemático que se otorga a los baños, como lugares de sociabilidad yromanización, en el cambio cultural de adaptación a las formas urbanísticasromanas. De otros espacios urbanos contemporáneos solo se tienen noticias de laedificación de viviendas en el ámbito de Conde de Ibarra y de la dedicación a usosindustriales del área de la Plaza de la Encarnación. El resto de espacios públicosimprescindibles, como el puerto -del que se ha postulado su ubicación al norte de laciudad republicana-, son absolutamente desconocidos en estos momentos.

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Salvador Ordoñez Agulla

Fig. 2. Moneda de ColoniaRomula conmemorativa delemperador Augustoy de Livia como genetrix orbisA. Burnett, M. Amandry, P. P.Ripollés.Roman Provincial Coinage.London. 1992.vol. I, part II, plate 6, nº 73

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La planificación urbana de la colonia de Hispalis se complementó con unaintervención igualmente radical sobre el territorio de la ciudad indígena vencida.Con la conquista militar se implantaron unas formas nuevas de ocupación delespacio mediante la fijación de un catastro y un sistema de parcelación queaseguraba la transformación de las campiñas y su control político mediante sugeometrización. El sesgo ideológico de esta actuación es también muy evidentepuesto que la nueva estructura catastral que construía y organizaba el espaciodominado también era el medio de difundir ese dominio mediante la jerarquizaciónde caminos, vías y asentamientos rurales. El territorio fue, pues, delimitadomediante complejos procedimientos que articulaban los campos de una maneraracional y ordenada, y que conllevaban distintas operaciones de bonificación detierras, fijación de redes de caminos, delimitación de los diferentes tipos de tierrasy su situación jurídica, generando una realidad muy diversa en la que coexistíanlas tierras privadas otorgadas a los colonos, las tierras sagradas, los comunales, lastierras dejadas vacantes, y, sobre todo, las tierras públicas. En este contexto dereorganización territorial hemos de situar también la creación de la red deinfraestructuras viaria, particularmente la fluvial, en la que mediante diferentestécnicas se realizaron obras de drenaje y se construyeron los necesarios diques ycanales que iban a permitir aprovechar la potencialidad de la navegabilidad del ríoy salvaguardar las ciudades a sus orillas. De forma paralela se adecuó la red devías terrestres que articulaban el territorio y vinculaban la ciudad con los centrosvecinos, particularmente la Via Augusta, que la enlazaba con la capital provincial -Córdoba- y con Cádiz, y que actuó como eje articulador de los territorios béticosoccidentales. Esta actuación material ha de ser relacionada igualmente con lapromoción de Sevilla a capital de convento jurídico, lo que suponía una medidaclave en la estabilidad del proceso de reordenación administrativa de la provinciapor la cual se creaban cuatro distritos o circunscripciones cuyas cabeceras -Écija,Cádiz y Córdoba- se situaron en puntos estratégicos por su accesibilidad, y quetenían también una funcionalidad religiosa de integración de las elites locales enla ideología oficial mediante la difusión del culto imperial.

Partiendo de las condiciones jurídicas que se habían creado en el territorio enel proceso de asignación de tierras a los colonos el paisaje rural anejo a la ciudadexperimentó cambios sustanciales centrados en la transformación radical delmodelo de asentamiento en la comarca, de forma paralela a como las estructurassocioeconómicas de las que deriva también lo estaban haciendo. Por ello seobserva cómo desde mediados del siglo I a.C. se produce la imposición de unmodelo de poblamiento disperso, distinto del indígena de hábitats concentrados.La consecuencia será la multiplicación de asentamientos rurales y la insercióndefinitiva de la zona en las formas romanas de explotación del territorio mediantela extensión del régimen de la uilla (explotación agrícola de vocación excedentaria)y la creación de aglomeraciones urbanas que actúan de cabecera de los distritos(pagos) en la ordenación rural del territorio. La emergencia del régimen de uillae enel entorno de Sevilla, en las comarcas de la Ribera, el Campo y el Aljarafe, sentó lasbases de la masiva ocupación del campo que será la tónica característica de lossiglos I y II d.C. y que es uno de los fenómenos que están a la base de la proyeccióneconómica de Hispalis en esas fechas. Las prospecciones arqueológicas apuntana que aproximadamente un tercio de las explotaciones agrícolas conocidas deépoca romana surgen como tales en relación con el movimiento colonizadorcesaroaugústeo. El impacto de esta política no dejó de afectar evidentemente a las

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ciudades indígenas de las comarcas circundantes, pero sobre todo a los sectoresaristocráticos coloniales, que comienzan a aprovechar en su propio beneficio,mediante la concentración de la propiedad y las ocupaciones de tierras públicas,las circunstancias y expectativas generadas en el proceso.

El gran proceso de colonización cesaroaugusteo creó las condiciones para laproyección política y económica de Hispalis en la época de la dinastía julioclaudia. Elresultado fundamental de esa activa transformación del paisaje urbano y rural fue laconversión de la provincia de la Bética en una región exportadora, a través de Sevilla, deproductos indispensables como metales, trigo, vino, pero sobre todo aceite, que por sugran rentabilidad en los mercados exteriores iba a convertirse en el licor por excelenciade la región. Y en relación con ello algunas medidas tomadas por los primerosemperadores iban a favorecer sobremanera las posibilidades de esta ciudad,particularmente la creación por Augusto del servicio administrativo encargado delabastecimiento a Roma y a los destacamentos militares en provincias y fronteras,especialmente a raíz de la implantación de la política de expansión atlántica. El sistemade la Annona, que alternaba los impuestos en especie y la compra de productos deforma obligatoria, permitió a los emperadores garantizar la provisión de estosproductos básicos que se ofrecían gratuitamente o a precios subvencionados, y eneste contexto la inserción de las provincias en una economía de mercado mundialestable y pacificado iba a favorecer especialmente a aquellas regiones productoras,como la Bética, consideradas imprescindibles para el sistema de suministros estatales.

Que las ventajas de Sevilla iban poniéndose en juego lo indica taxativamentePomponio Mela cuando nos dice que en época de Tiberio Hispalis era, tras Córdobay Cádiz, la tercera ciudad de la provincia. Y es que las medidas que el Estado fuetomando para impulsar una organización eficaz del mundo del transporte prontotuvieron directa incidencia en estas regiones, especialmente en lo referente alcomercio del aceite, que experimentó un incremento progresivo desde el impulsonotable dado por Claudio al tráfico annonario. Ante la inexistencia de una flota detransporte comercial propia el Estado iba a optar por el recurso a una iniciativaprivada siempre remisa a colaborar con la burocracia imperial por razones de tipomoral -negativa consideración de la actividad mercantil a ojos de la mentalidadaristocrática de base agrícola- y práctico -lentitud y complejidad de la burocraciaoficial, así como los riesgos que implica la navegación-. El desarrollo legislativoromano refleja claramente la política imperial de favorecimiento a la inversión de loscapitales privados en la construcción de navíos y su puesta a disposición de laAnnona mediante la acumulación progresiva de beneficios fiscales e inmunidadespara sus poseedores. La pretensión era incentivar la inmersión de los sectoresadinerados y con capacidad económica, la elite terrateniente, en el mundo delnegotium y las inversiones productivas, frente a las tendencias morales imperantesen la mentalidad antigua (otium) que privilegiaban la adquisición de tierras comoelemento de prestigio social. Esta política impulsada desde el poderindudablemente repercutía en las zonas productoras, particularmente en aquellospuertos y astilleros provinciales concebidos como cabecera de salida de laproducción de una materia considerada de primera necesidad.

De esta manera Hispalis resultó directamente beneficiada del creciente procesode industrialización y planificación de la producción de envases olearios a partir deClaudio (figura 3) y del tirón de la producción que imprimía un Estado con numerosas

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necesidades de abastecimiento por su política atlántica de conquistas en Britannia,Mauritania y Germania así como por las necesidades de avituallamiento de la pleberomana. Desde época flavia Hispalis, en correlación con el control que el Estadoestablece sobre la producción de aceite, fue centralizando las instituciones ycorporaciones vinculadas con las actividades annonarias y las transaccionescomerciales relacionadas con este producto, combinándose los beneficios que estaactividad reportaba con el trasiego privado de otros productos (vino, mostos cocidos,metales, mármoles, cerámicas, productos de lujo). La consecuencia, especialmente apartir de que con Adriano el Estado se hiciera cargo de asegurar la regularidad delaprovisionamiento de aceite mediante un sistema de ventas forzosas de parte de laproducción, fue la conversión de Sevilla en directa beneficiaria de la demanda estataly de las disposiciones imperiales que favorecen a los envasadores de aceite así como

a las elites provinciales con riqueza suficiente como para poder realizar grandesinversiones de capital en instalaciones industriales de fabricación de ánforas y ennavíos de transporte. No es casualidad, pues, que sean los senadores del círculodel Bajo Guadalquivir quienes logren proyectar al principado a gentes de su ámbitoa fines del siglo I, ni tampoco que la expansión de Hispalis como mercado de

exportación y el traslado del eje de la producción desde la desembocadura delBaetis hacia su cuenca media se hicieran a expensas del otro gran puerto

provincial, Gades, adelantado por Sevilla a partir de estos momentos.

Un episodio relevante en la trayectoria de afianzamiento de Hispaliscomo centro estratégico en la provincia radica en las disposiciones queen 69 d.C. tomó el emperador Otón durante las primeras semanas de sureinado, tras la muerte de Galba. Según refiere Tácito entre sus decisiones

destinadas a ganarse el apoyo de provincias y ciudades destaca la deacrecentar la población de Emerita e Hispalis con la inclusión de nuevas

familias. Esta medida se mantenía en la línea julioclaudia de favorecer lacreación de clientelas urbanas municipales que le garantizaran prestigio y

poder financiero, bases sobre las que Augusto y sus sucesores habían construido suedificio político. A su vez se conseguía favorecer a una comunidad que ibaconvirtiéndose en un elemento imprescindible en el sistema de abastecimientos delEstado, tras la crisis económica que había derribado a la dinastía julio-claudia.

Se procedió pues a una adición suplementaria de colonos, la tercera tras lasde César y Augusto, mediante el establecimiento de nuevos habitantes queprocedían de los sectores de indígenas avecindados desde la época de lafundación en el territorio de la colonia, a los que se integra en estos momentos,quizá como reconocimiento de un grado de romanización suficiente y comomedio de incrementar el número de personas sujetas a las contribucionesfiscales en la localidad. Para ello, como ocurrió en Mérida, era preciso disponer detierras suficientes en manos del Estado que no habían sido asignadas en elproceso de colonización anterior y que habían permanecido en su poder tras losprocesos de asignación previos. Particularmente se disponía de los denominadossubseciua, tierras públicas estatales bajo la administración del emperador quemuy posiblemente estaban arrendadas de antiguo a estos grupos de indígenas, ycuya conversión ahora en colonos no afectaba los intereses ni de la colonia ni desus oligarquías. Con esta medida la colonia lograba incrementar su población,acrecentando el número de habitantes sujetos a prestaciones en beneficio de laciudad y capaces de integrarse entre sus aristocracias rectoras.

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Fig. 3. Ánfora olearia Dr.20Dibujo de F. Salado a partir deE. Rodríguez Almeida, Il MonteTestaccio.Ambiente, storia, materiali.Roma. 1984

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El surgimiento de senadores en una comunidad provincial certifica laexistencia de una oligarquía propietaria de tierras y fortuna personal paralela alprestigio, rango y antigüedad de la ciudad misma. El peso específico de lossenadores hispanos en el Senado de Roma se venía incrementando desde épocade Claudio, pero esta tendencia se acelera en la segunda mitad de siglo, comoconsecuencia de la proyección económica de la provincia de la que ellos son unode los sectores más beneficiados: es ahora cuando tenemos noticias del primerindividuo de rango senatorial del que se pueden rastrear vinculaciones conHispalis, L.Helvio Agrippa, procónsul de Cerdeña en 68-69.

La política de los emperadores flavios de conceder la ciudadanía latina a lasprovincias hispanas va a tener también notables repercusiones sobre el destinode Hispalis. Desde Vespasiano la concesión del derecho latino y la trasformaciónde los estatutos jurídicos de las ciudades indígenas mediante la extensión delmodelo municipal dio lugar a una gran floración de municipios, completando elpaisaje geopolítico iniciado con César y Augusto. Ello suponía el reconocimientopor Roma de una situación de desarrollo institucional y social en esascomunidades, que les permite integrarse sin dificultades en el sistema políticoromano, en una práctica administrativa regularizada y en una auténtica vidaurbana. Con el definitivo triunfo de ésta se asiste a un incremento en lasdemandas financieras sobre las elites locales, a las que se reconduce, mediantela competitividad social, la intensificación de los programas constructivosurbanos y el desempeño de cargos y magistraturas locales, hacia las formas decomportamiento propias de la mentalidad urbana romana. Puesto queúnicamente la tierra podía proporcionar medios de obtención de riqueza y deaceptación del código de valores romano, no es extraño que desde estosmomentos el campo bético conozca una creciente intensificación en laexplotación del agro, con importantes inversiones en las uillae, que se extiendenampliamente por las campiñas. La economía del Imperio se va a ver muybeneficiada con estos movimientos de capitales que los nuevos ciudadanosinvierten en su promoción política, en los asuntos públicos de sus ciudades y ensus propiedades rústicas; ello repercute tanto sobre el sistema productivo de laprovincia, que incrementa su impacto en los mercados, como en la haciendapública, al ampliarse la base fiscal del Estado con nuevos elementos que seintegran en su mecánica y ponen en circulación grandes cantidades de riqueza. Y,en fin, el reflejo de todo ello es determinante en los grandes y antiguos centros deintercambio como Hispalis, beneficiados directamente del salto cuantitativo en lacapacidad productiva de la región y de la apertura de numerosas posibilidades deinversión en los nuevos municipios. En su entorno se procede a la conversión enmunicipios de un numeroso grupo de ciudades a lo largo del río Guadalquivir, loque constituía un signo del decidido interés estatal por potenciar una región quecada vez más iba convirtiéndose en base logística de aprovisionamiento a laslegiones acantonadas en las fronteras.

El significado económico y político de Hispalis no dejó de acrecentarse duranteel siglo II. Con las medidas de Claudio y la repoblación de Otón, pero especialmentecuando a partir de Adriano el Estado se haga cargo a través de la Annona delabastecimiento en aceite a Roma y al ejército, Hispalis se convierte decididamenteen el mayor centro comercial hispano en detrimento de Gades, en el momento en queya las inversiones de capitales se desplazan decididamente del mercado libre propio

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de los circuitos económicos gaditanos hacia los productos del Guadalquivirsubvencionados por el Estado. Beneficiaria directa de la política cada vez másintervencionista del Estado en los circuitos de la producción y la distribución y conuna creciente complejidad en los sistemas organizativos, en esta etapa su puertoalcanza el máximo en el nivel de exportaciones tanto por vía fiscal como por elcomercio privado. La arqueología extrapeninsular detecta la presencia del aceitebético en puntos tan alejados como Escocia, Arabia, Israel, la cuenca del Egeo yAnatolia, Alejandría, Dalmacia, la costa occidental del Mar Negro o los fortinesmilitares de la frontera germánica, generando una red de circuitos comercialescuyos nodos principales se articulaban a través de las rutas marítimas atlántica ymediterránea, y las vías de acceso fluvial al continente a través del Garona, Ródano,

Sena, Rin o Mosela. Excepcionalmente, y ya como producto delujo, el aceite bético alcanzará hasta Arikamedu, en la costaoriental de la India. Los cimientos económicos sobre los que sehabía construido su preeminencia dan en este momentoclaras muestras de su solidez y tienen su reflejo social y así, enel siglo que entra los senadores procedentes del círculo delBajo Guadalquivir (Hispalis e Italica) serán mayoritarios frentea los originarios de Córdoba, que aunque más antigua ycontando con unos cotos mineros que permitieron la fortunade sus grandes familias de comienzos del Imperio, no disponíade la situación de Sevilla ni de la apertura al mundo del negocioy las grandes oportunidades económicas que ello conllevaba.Era un claro síntoma de que las potencialidades llegaban a sumadurez, por lo que el peso de sus aristocracias se ibahaciendo notar cada vez más en Roma.

Las élites provinciales que acceden a la dirección delEstado con los Antoninos suponen el reconocimiento delpapel de la provincia bética en la apertura del comercio alexterior, de su riqueza y de la fuerza de sus estructurasproductivas, en las que el centro capital por excelencia eraHispalis. La base del poder económico y político de estossectores aristocráticos provinciales radica en la propiedadde la tierra, el préstamo de dinero y las inversiones degrandes capitales en las empresas marítimas cuya

actividad alentaba el Estado romano, lo que generaba nuevas fortunas a través desu gestión mediante libertos, esclavos e intermediarios, gentes másemprendedoras y libres de ataduras sociales y de las restricciones ideológicas ymorales impuestas a las actividades comerciales de las elites. Únicamente estossectores adinerados estaban en condiciones de realizar las importantesinversiones iniciales que requieren el comercio marítimo y la construcción yexplotación de barcos de gran tonelaje. Entre ellos están las grandes familiassenatoriales hispalenses que conocemos a través de sus inscripciones como losMessii Rustici, originarios de la zona de Utrera e integrantes del círculo delemperador Adriano, de uno de cuyos parientes se han conservado sendasinscripciones erigidas en su complejo funerario (figura 4); los Fabios, uno decuyos integrantes, la orgullosa Fabia Hadrianilla, se jacta de ser hija, esposa,madre y hermana de senadores, y que hace un legado testamentario a favor deuna fundación alimentaria destinada a niños hispalenses en la que se establece

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Fig. 4. Ara funerariade D. Cutio BalbinoFoto S. Ordóñez

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la distribución entre ellos, dos veces al año, de las rentas de un capital de 50.000sestercios, a la manera de cómo lo hacía el emperador Trajano en Italia; en fin, losHelvii Agrippae, a uno de cuyos miembros el esplendidísimo senado de la ciudadle decretó los máximos honores fúnebres.

La epigrafía de estos momentos muestra claramente la eclosión del mundode los negocios que está a la base de esa importante transformación y laproyección social de las grandes familias. Sin duda uno de los mejoresreferentes de la importancia de Hispalis está en Italica, el escaparate ideológicode la provincia y donde con mayor evidencia, tanto material como social, sehace patente el nivel alcanzado por las aristocracias urbanas del BajoGuadalquivir. Es el centro de acción de los cargos del culto imperial provincial, dela expresión del poder y la autoridad imperial y de la ligazón de las elites localesbéticas que logran encumbrarse en el Imperio. Como sede de la aristocraciapolítica, de carácter conservador, es el foco de la exhibición honorífica delprestigio de estos círculos sociales que proyectan a las más altas cúspides delpoder a algunos de sus miembros, como Trajano y Adriano. Su ascenso no puedeentenderse desligado de las condiciones favorables que ofrecía el gran centromercantil hispalense, con el que presenta una singular complementariedadfuncional: prueba de ello es que con el paso del tiempo, y conforme lascircunstancias políticas y económicas se iban alterando Italica fue perdiendopeso, pasando de ser una magnífica ciudad residencial para volver a ser laciudad provinciana que siempre había sido.

El desarrollo económico y la vitalidad que muestra elcomercio oleícola se manifiesta en la transformaciónurbanística desarrollada a partir de mediados del siglo I yespecialmente durante la segunda centuria, al calor de laposibilidad de acumulación de capitales. Así Hispalisvendría a reflejar la situación de madurez que en general seaprecia en la Península Ibérica desde época flavia conrespecto a la difusión de estilos arquitectónicos y tiposurbanos plenamente romanos. Y si bien es posible distinguirciertos sectores fundamentales de actuación a nivel general(figura 5), el conocimiento preciso del desarrollo urbano dela ciudad durante la época altoimperial está condicionadopor problemas de profundidad de los niveles arqueológicosy de los mantos freáticos y por el grado de reutilización yalteración de los restos monumentales en los distintosperiodos constructivos posteriores; se han de señalar, enfin, las dificultades que presenta la epigrafía para estecometido, dado que del conjunto de textos actualmente conocidos más del 60 %corresponde a inscripciones que no pueden ser empleadas para la ubicación deespacios ni conjuntos edilicios por corresponder a reutilizaciones de épocaposterior o desconocerse el lugar concreto de hallazgo.

La disposición del trazado de la muralla de época imperial se ha realizado apartir de algunos escasos lienzos localizados en Santa Catalina, Orfila, Villasís,Martín Villa y Gallegos; el trazado concreto es una cuestión sujeta a discusión dadoque éste se ha establecido sobre la base de la topografía actual y el análisis del

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Fig. 5. Sectores de la ciudadaltoimperialElaboración propia

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parcelario. Tampoco el hecho de que esta cerca se mantuviera en uso hasta épocaemiral aporta información añadida con la excepción de los nombres de algunaspuertas. La propuesta más extendida hoy día presenta una curiosa forma triangularcuyos vértices se sitúan en la Iglesia de San Martín, Archivo de Indias y SanEsteban; en el trazado solamente Santa Catalina, San Esteban y la Plaza de laAlianza presentan indicios de existencia de puertas. A juzgar por la reconstrucciónde su recinto murado Hispalis parece situarse entre las más grandes ciudades deHispania, ocupando una extensión en torno a las 65 hectáreas.

La misma indefinición presenta la disposición de las líneas maestras delurbanismo. El cardo máximo se ha establecido sobre el recorrido de Alhóndiga, Cabezadel Rey Don Pedro, Alfalfa, Corral del Rey y Abades-Alianza, mientras que el decumanomáximo se ha hecho discurrir por Águilas, Alfalfa, Alcaicería y el Salvador-Gallegos. Delviario interno solo se han podido localizar en alguna ocasión algunos restos en MateosGago, Abades y Palacio de San Leandro, ofreciendo este último una encrucijada viariade dos calles pavimentadas con su infraestructura de saneamiento y conedificaciones porticadas flanqueándolas; en cualquier caso estos escasostestimonios parecen apuntar a la existencia de una organización ortogonal biendefinida a partir del siglo I. En el cruce de los dos ejes viarios principales se sitúa el forode época imperial, construido hacia el cambio de Era, y que queda así descentrado; seha sugerido que el ámbito abarcado por este espacio público, de gran valorrepresentativo en la ciudad romana, estaría delimitado por las calles Alcaicería, Cuestadel Rosario, Tres Caídas y Plaza del Salvador, un sector por otro lado que detentó laprimacía urbana hasta época almohade. Noticias sueltas procedentes de la Plaza de laPescadería y de la misma Cuesta del Rosario permiten intuir la presencia deconstrucciones de calidad a juzgar por los restos de edificaciones con decoraciónmusivaria y pictórica en ellas encontrados, y cuya ubicación topográfica contribuye aconfigurar esta área como una de las más relevantes de la ciudad romana. De todoeste conjunto solo las termas de Cuesta del Rosario presentan restos suficientes quepermitan determinar su funcionalidad y el grado de monumentalización del áreaforense, en una actuación que conduce a su remodelación y ornamentación con unrepertorio de gusto adrianeo. En las inmediaciones de este conjunto, y usualmentereutilizados, se ha localizado un conjunto de epígrafes de carácter honorífico alusivosa magistrados de la ciudad, personajes relevantes y miembros de la familia imperial -casi todos de los siglos II y III d.C.-, y que en buena lógica deben provenir de lasdiferentes edificaciones y espacios que integraban el foro. Es en este ámbito donde seencuentran las dedicaciones a magistrados locales como L.Blatio Ventino, que fue unode los primeros magistrados de la colonia; Horacio Víctor, dos veces magistrado yhonrado por el pueblo sevillano por su munificencia hacia su patria; PomponioClemente, quien como pontífice del culto imperial resulta ser el único sacerdoteconocido hoy por hoy en Hispalis; en fin, Calpurnio Séneca, miembro del ordenecuestre que en época de Adriano ostentó un alto cargo de la flota imperial en Misenoy Rávena y a quien el senado sevillano le erige una estatua. Con excepción de lascitadas termas, del resto de la panoplia de edificios que componen un recinto forense-según el esquema clásico de templo, plaza y basílica- no se tiene ningunaconfirmación arqueológica, por lo que sobre la base del parcelario moderno se hapostulado la presencia de una basílica bajo la Iglesia del Salvador, un templo entre TresCaídas, Alfalfa, Plaza de la Pescadería y A. M.Camacho, un conjunto de tabernae(tiendas) delimitadas por la manzana de Alcaicería y Herbolarios, mientras que lamanzana entre Huelva y Cuesta del Rosario ocuparía el espacio libre del foro.

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La construcción del foro de época imperial tuvoconsecuencias importantes sobre el otro espacio privilegiadode la ciudad, el denominado foro republicano. Tras elabandono de la gran edificación de Argote de Molina a finesdel siglo I d.C., se procede a una importante labor dereorganización urbanística de todo ese ámbito durante elsiglo II, bajo los Antoninos, que incluye la construcción de unagran plaza porticada y enlosada de piedra de la que formanparte las tres columnas de la calle Mármoles (figura 6) y lasdos que hoy se yerguen en la Alameda de Hércules, así comola presencia de un santuario dedicado a Liber Pater, queactuaba como local de reuniones y culto de algunascorporaciones profesionales como los centonarii (bomberos ytransportistas) a los que encontramos honrando con unadedicación a Antonio Pío. Es posible que durante la obra dereorganización edilicia del viejo recinto forense republicano seincluyera la construcción de un teatro, o su ornamentación,con lo que se podría hablar de la existencia de un grancomplejo monumental y socio-religioso en ese sector.

En un ámbito cercano, bajo la Iglesia de San Alberto, enuna edificación de tipo monumental se ubicaba la sede de larama administrativa encargada de los asuntos mineros delos dominios imperiales en Sierra Morena, a uno de cuyos gestores, el procuratorFlavio Polychryso, los confectores aeris o trabajadores del bronce le dedican unainscripción a comienzos del siglo II en el lugar de su residencia oficial y puerto deembarque y control fiscal de los lingotes. Un conjunto de inscripciones defuncionarios imperiales en Hispalis permiten establecer que, mientras que la sededel gobernador estaba en Corduba, muy probablemente la administraciónprocuratoria de la provincia de la Bética tuviera en esta ciudad su asiento por lasfacilidades que su ubicación ofrecía para el adecuado desempeño de las funcionesde aquellos. A través de un nutrido cuerpo de libertos y esclavos imperiales estarama de la administración gestionaba en la provincia los asuntos fiscales relativosal patrimonio y a la res priuata del emperador. La ubicación concreta del complejoprocuratorio es desconocida aunque la localización aludida puede hacer pensar enla Iglesia de San Alberto como lugar al efecto. En cualquier caso es seguro que enépoca de Septimio Severo se erigió en él una suntuosa edificación dedicada a lacasa imperial, ornamentada con estatuas de la familia reinante y revestimientosmarmóreos, y que se conmemora en una inscripción reutilizada hallada en la calleGallegos y elevada por dos procuradores de la provincia, uno de ellos llamadoLucrecio Juliano. En ese complejo desempeñarían sus funciones los funcionariosencargados de la caja del patrimonio imperial como Félix, a quien sus vicarios leelevaron una dedicación funeraria, o aquel Lycomedes que en 205 dedicó unaestatua a Caracalla, y quizás también Pío, un esclavo del fisco imperial encargadode la gestión de las contribuciones de trigo procedentes de los arrendamientos detierras públicas a mediados del siglo II.

Las intervenciones arqueológicas permiten establecer una funcionalidadresidencial para algunos determinados sectores de la ciudad como se detectaespecialmente en la casa de la calle Guzmán el Bueno, ubicada muy cerca del foro,

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Fig. 6. Columnas de MármolesArqueología urbana en Sevilla.1944-1990 Sevilla 1996. 133.

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en una tendencia conocida en las elites antiguas de localizar sus viviendas en loslugares centrales. Se trata de una magnífica mansión (domus), muestra de laeclosión económica de las grandes familias hispalenses, y que permite hacerseuna idea sobre el estilo de vida de estas oligarquías y la adopción de las formasarquitectónicas y símbolos culturales romanos dentro del ámbito privado. Menosvistosas son las edificaciones domésticas del barrio de San Bartolomé y de lascalles Laraña e Imagen, con restos de calidad constructiva y ornamental, y quizátambién en la Plaza de la Encarnación, donde la remodelación de un viejo sectoralfarero dio paso a un edificio construido a fines del siglo I aunque de funcionalidaddesconocida. Semejantes dificultades ofrecen otras edificaciones como porejemplo la detectada en Calle Vírgenes / Conde de Ibarra, de época tiberiana o eledificio público monumental con pilastras adosadas localizado en un adarve de lacalle Francos, de magnífica conservación, y cuya ubicación no lejos del ríopermitiría pensar en algún tipo de vinculación con el tráfico fluvial.

El ámbito meridional de lacolonia resulta ser uno de losespacios privilegiados quereflejan la acción en Hispalis deese otro gran proceso dereordenación urbanística quetiene lugar en el siglo II y al quese viene denominando “segmen-tación de los espacios públicos”,por el que nuevas edificacionespúblicas toman el relevo en elesfuerzo de monumentalizaciónde las ciu-dades tras el efectuadodurante la centuria anterior y queafectó básicamente a foros,

templos y teatros. Ahora son termas, edificios colegiales, santuarios y zonasviarias frecuentadas los receptores de los programas edilicios, que conllevan unadescentralización de la actividad constructiva. En Sevilla esto se aprecia tanto enla citada reorganización del conjunto de Mármoles, como en la construcción delmonumental complejo termal del Palacio Arzobispal / Abades, erigido en épocaantonina (figura 7). Además de ello, tanto la arqueología como la epigrafíamuestran un importante esfuerzo constructivo en la zona de los Alcázares, dondela información arqueológica y epigráfica está apuntando a la presencia de ungran complejo portuario.

Se viene señalando desde hace tiempo que el lugar idóneo para la ubicacióndel puerto era la confluencia del paleocauce del río y el arroyo Tagarete. Lapresencia de un espacio de funcionalidad mercantil en el sector que comprendenla Catedral y los Reales Alcázares apoya esta localización, donde la escasasexcavaciones y los sondeos geotécnicos han podido documentar en ocasionesestructuras interpretadas como almacenes, en consonancia con el entorno dondese recoge la documentación relativa al tráfico fluvial y a las corporaciones con élrelacionadas, y en otras sólo atestiguar la existencia de estructuras diversas dedifícil interpretación. Se trata de un ámbito de grandes dimensiones; se ha de tenerpresente que el trajín fluvial en Hispalis tuvo unas dimensiones que difícilmente

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Fig. 7. Mosaico de las termas delPalacio Arzobispal con escenade pescaT. Falcón Márquez,El Palacio Arzobispal de SevillaSevilla. 1997. 39]

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podemos imaginar hoy día, a lavista de la capacidad dealmacenamiento de los navíos detipo medio, unas 2.000-3.000ánforas, y la cantidad de envasesque se movían anualmente. Lasestimaciones que se hanrealizado a partir de la exploraciónreciente del Monte Testaccio enRoma, compuesto por casi 25millones de ánforas en un 80 %olearias béticas, apuntan a unamedia anual de 100.000 ánforasanuales durante los 250 años devida de este vertedero; ánforasque se concentraban en los muelles de Sevilla durante una parte del año, la del marabierto a la navegación, entre Marzo y Octubre, y a las que habría que añadir lasque se distribuían para el ejército de las fronteras y las que se encauzaban por elcomercio libre, amén del resto de productos de comercio. Se precisaba pues uningente número de barcos que necesitan puntos de atraque, oficinas decontratación de fletes, expedición y cambios, centros de recaudación deimpuestos y tasas portuarias, almacenes, depósitos, hospedaje y en general todoslos servicios que se requería para el buen funcionamiento de su actividad. Elespacio implicado debió ser pues bastante amplio, algo que puede intuirse a partirde la comparación con los grandes puertos de recepción de las mercancías béticascomo Ostia, Pozzuoli o el mismo emporio de Roma (figura 8).

Si bien algún autor antiguo indica expresamente que el Baetis estabacanalizado por todas las ciudades a su paso, hoy por hoy las únicas áreas urbanasde las que se tiene constancia expresa de su funcionalidad portuaria son el granembarcadero de pilotes de madera, con restos documentados tanto en la calleSierpes como en la Plaza de San Francisco, y los varios pecios de la Plaza Nueva,que permiten pensar que en estos puntos se situaban los lugares de atraque, cargay descarga y fondeaderos, sobre distancias considerables. Junto a estos espacios,hay que señalar igualmente el embarcadero de la factoría alfarera del Hospital de lasCinco Llagas. Muy recientemente se ha obtenido la confirmación epigráfica de laexistencia en Sevilla de una statio Romulensis, la sede común de lasrepresentaciones comerciales de los colegios profesionales que seocupan del abastecimiento de Roma, y que posiblemente estaría situadaen el sector de los Reales Alcázares. Recientes excavaciones en esterecinto han puesto de relieve la presencia de restos constructivos yepigráficos de gran calidad, cuyo tenor indica la ubicación en ese ámbitodel Patio de Banderas de un sector especializado en el aspectoorganizativo y fiscal del tráfico comercial, particularmente el del aceite.De este complejo, que presenta una disposición en terrazas, pudieronproceder las dedicaciones que los barqueros y bateleros fluviales(scapharii y lyntrarii) que operaban en Hispalis elevaron tanto aemperadores (figura 9) como especialmente a algunos funcionariosimperiales responsables de la buena adecuación del río para lanavegación, piezas todas ellas halladas encastradas en la Giralda o

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Fig. 8. Escena de descarga deánforas en el puerto de OstiaR. Meiggs, Roman OstiaLondon-New York. 1985.Plate XXVI

Fig. 9. Pedestal erigido por losscapharii qui Romulaenegotiantur en honor delemperador Antonio PíoFoto J. Beltrán

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reutilizadas en el espacio ocupado primero por la mezquitaalmohade y luego por la Catedral. Tales son los casos del ingenieromilitar Castricio Honorato y especialmente el de Sexto Julio Posesor,un verdadero especialista en las tareas de organización de lossuministros oficiales, y que tras su responsabilidad en Hispaliscomo “Procurador para la ribera del Baetis” entre los años 161 y 169d.C. aún desempeñaría en Ostia y Alejandría una notable carrera enel servicio estatal de aprovisionamientos. Previamente a su llegadaa Hispalis Posesor había sido responsable del pago de lascompensaciones a los productores que vendían su aceite al Estadoasí como del abono a los armadores de los fletes del transporte(figura 10). Es en este conjunto donde cabe situar el local en el quea mediados del siglo II tenía su sede el splendidissimum corpusoleariorum, corporación de envasadores de aceite que trabajan parala Annona y a cuya cabeza estuvo M.Julio Hermesiano, honrado porsu hijo con una estatua erigida en este recinto. Una edificación que

fue ornamentada por Valerio Valente y a la que su hija Valeria añadió una estatua deMinerva Augusta, la diosa del olivo a la que la corporación de comerciantes de aceitetanto debía (figura 11). La dedicación de una estatua de una divinidad en unentorno de eminente funcionalidad comercial es algo lógico en un mundo en el quelas esferas religiosa y comercial están íntimamente unidas, algo a lo que pareceapuntar también la presencia de alguna edificación dedicada a Isis en este mismoentorno, quizá interpretable como un santuario empórico, confirmando la necesidadde los recintos religiosos vinculados con la navegación.

La arqueología nos indica que las operaciones de reforma de todo este sectorportuario (figura 12), al que puede considerarse plenamente como el emporio de laciudad y por tanto con una entidad urbanística claramente diferenciada conrespecto al resto de la ciudad, tienen su comienzo desde comienzos del siglo I d.C.,culminando en el siglo II, algo que podría también apoyarse en los testimoniosliterarios y epigráficos que señalan la preocupación de Trajano y Adriano por dotarde acueductos, infraestructura portuaria y obras de interés público a ciertasciudades y regiones en atención a las necesidades estratégicas y económicas delImperio. En cualquier caso las medidas que los emperadores de la dinastía

antonina tomaron con respecto a las necesidades del Estado en materia desuministros, el tenor de la información epigráfica aparecida en el área, así

como la evolución del comercio oleario apuntan a estas fechas de la segundacenturia, coincidentes en suma con la que se considera como momento de

mayor esplendor material de las ciudades de la Bética, aunque no sepuede descartar que ya desde mediados del siglo anterior lainfraestructura portuaria hispalense requiriese importantes cuidados.

La ubicación de los edificios de espectáculos de la ciudad en latopografía urbana es por ahora irresoluble por la total ausencia deevidencia estructurales de ningún edificio de este tipo. La únicainformación textual conocida es la referente a la existencia delanfiteatro a comienzos del siglo IV, a juzgar por las actas del martirio deJusta y Rufina. El anfiteatro es uno de los símbolos consustanciales auna colonia militar, muy identificada con este tipo de espectáculos. Y

aunque la epigrafía aparecida en Sevilla apunta a la existencia del

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Fig. 11. Inscripción relativa alcorpus oleariorum hallada en elPatio de BanderasM. A. Tabales y A. JiménezSancho, “Hallazgo de una nuevainscripción referente al cuerpode olearios en el Alcázar deSevilla”, Habis 32. 2001. 379.

Fig. 10. Pedestal de Sexto JulioPosesor, procurator ad ripamBaetisFoto S. Ordóñez

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anfiteatro, son sin embargo piezas controvertidas y difíciles de utilizar desde laóptica de la reconstrucción del urbanismo antiguo. En todo caso no ha quedadonada en absoluto de la evidencia estructural del anfiteatro, y consecuentementetampoco sabemos nada sobre las fechas ni el contexto de su construcción. Se leha venido buscando en diversos lugares de los alrededores, en la fachada orientaldel casco antiguo, hacia el oratorio de las santas Justa y Rufina, el Campo de losMártires y el Prado de Santa Justa, sin que se pueda aducir por ahora ningunaprueba arqueológica en favor de esta hipótesis.

En el espacio periurbano, caracterizado por ladiversidad funcional, las necrópolis constituyenunidades neurálgicas que conforman auténticasciudades de muertos. La combinación de loshallazgos funerarios con la aparición de inscripcionessepulcrales permite establecer la disposición de uncinturón de áreas de enterramiento que rodea elcircuito amurallado de la ciudad por su ámbito sur,oriental y septentrional. En la parte meridional sesitúa la necrópolis de la Fábrica de Tabacos, SanTelmo y Prado de San Sebastián, que combinabaenterramientos hipogeos de notable porte -como enRoma, erigidos para ser vistos desde el río- con otrosmás humildes, y que se mantiene en uso desdecomienzos del Imperio hasta época árabe. Lanecrópolis este es muy mal conocida por la intensareutilización de los restos que se hizo en épocaislámica y el grado de indefinición de la muralla porese ámbito. Se conoce la presencia de estructuras y epígrafes funerarios demomentos altoimperiales en la Casa-Palacio de Mañara, Iglesia de S.Bartolomé,Convento de S. María de los Reyes (ss.II-III) y entorno de las calles Imperial (I-II),Santiago y Leoncillos. Esta área parece que se extiende a ambos lados del cursodel Tagarete a juzgar por la aparición de algunas piezas epigráficas en S.Bernardoy S.Benito y de alguna tumba de comienzos del siglo I d.C. Pero sin duda el áreafuneraria mejor definida corresponde al sector septentrional de la ciudad, donde,en atención a la disposición de los restos resulta factible pensar en la existenciaa partir de la puerta de Santa Catalina de una gran zona funeraria que searticularía mediante dos “Gräberstrassen” o calles funerarias, dispuesta una a lolargo de la calle San Luis, como indican los estructuras funerarias halladaslocalizadas en sus márgenes, que muestran su uso desde mediados del siglo Id.C., o las estructuras constructivas, ornamentales e hidráulicas detectadas endiferentes puntos de todo ese área, usualmente tenidas por uillae suburbanae,y que pueden responder bien al modelo de proastia y cepotaphia (huertos yjardines funerarios rodeados de muros y estructuras para el culto, y cuyosproductos sirven para financiar el mantenimiento de éste) que se ve en otroslugares del mundo romano. Por su parte la otra vía, con restos documentados apartir de comienzos del siglo I en un posible mausoleo en la calle Matahacas,parece insinuar su curso a lo largo de la calle Sol, según indican los hallazgos deinscripciones en Enladrillada, S.Lucía, y Bazar España, extendiéndose hacia eleste extramuros de la muralla islámica a tenor de lo que indican los epígrafesfunerarios del Colegio de la Trinidad y calle Arroyo.

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Fig. 12. Áreas relacionadas conel sector portuarioElaboración propia

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También forman parte de losespacios periurbanos más cercanos alas murallas los vertederos yescombreras, de los que existentestimonios en los conventos de SantaMaría de los Reyes y de San Agustín y,desde época muy temprana, en laDiputación Provincial. En lo querespecta a las áreas de funcionalidadindustrial se conoce por ahora laexistencia de talleres de artesanos devidrio y hueso en el sector oriental de laciudad (calles Imperial y Lanza), asícomo alfarerías en la Plaza de laEncarnación, en momentos previos asu urbanización en el siglo I d.C. Se

desconoce, por el contrario, la ubicación de las industrias en las que operan losnegociantes de hierro -como aquel T.Rufonio Broccino que se avecindó en Hispalis-o los trabajadores del bronce que nos mencionan las inscripciones. Sin duda el áreaindustrial mejor representada es el gran centro alfarero recientemente detectadobajo el Parlamento de Andalucía y Don Fadrique, que funciona desde época deClaudio conformando un complejo industrial de talleres, almacenes y vertederos delos hornos de fabricación de ánforas para almacenar aceite, vino, mostos cocidos yderivados de la uva y quizá también conservas saladas (figura13). Se trata de unconjunto especialmente importante porque supone la confirmación del papeleconómico de Hispalis no solo como estación fiscal y puerto de exportación eimportación, sino también desde el punto de vista de la producción, lo cual aún nocontaba en esta ciudad con un adecuado refrendo arqueológico.

Poca información de las condiciones imperantes en la ciudad tenemos apartir del siglo III. Desde Septimio Severo el sistema annonario se generaliza enuna clara tendencia a su conversión en impuesto regular, y con ello la relación delas municipalidades frente al poder central se va alterando progresivamente enbeneficio de una cada vez mayor injerencia de éste frente a aquellas y de unincrementado grado de responsabilidad de cada ciudad. Es claro que ante estatesitura Hispalis, por sus relaciones de tipo oficial con el poder, estaba ubicada enmejor situación que otras comunidades del entorno cuyas aristocracias parecenhaber sufrido de forma más radical las confiscaciones y cambios de propiedad detierras, barcos y fortunas que tuvieron lugar a raíz del ascenso al poder de ladinastía Severa, si atendemos a la práctica desaparición de las familiassenatoriales tradicionales. Las posibilidades que ofrecía Sevilla ante la nuevacoyuntura de aparición de una flota imperial para el transporte de los productoshubo de beneficiar directamente a la misma ciudad y a parte de su aristocracia.

No obstante, la situación, en diversos niveles, se iba degradando. El peso cadavez mayor de la financiación del ejército profesional, la plebe frumentaria de Romay la compleja burocracia funcionarial, el aumento progresivo de la presiónimpositiva y especialmente el fin de la expansión territorial y la incapacidadtecnológica de aumentar los niveles productivos para generar excedentes sonfenómenos que expresan claramente el desarrollo desigual de unas estructuras

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Fig. 13. Reconstrucción delconjunto alfarero delParlamento de AndalucíaM. A. Tabales Rodríguez,“Algunas aportacionesarqueológicas para elconocimiento urbano deHispalis”,Habis 32. 2001. 393

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políticas de perfiles modernos cuyo ritmo de evolución divergía yasustancialmente de las económicas, más arcaicas. Así el poder estatal comenzó adar muestras de su preocupación por la economía ciudadana y la propiedadpública mediante el envío de funcionarios de control de las finanzas locales, dealguno de los cuales se tiene noticias en Hispalis, de igual manera que el cambiode status de la provincia a mediados de siglo, de senatorial a imperial, parece estarreflejando alteraciones sustanciales en las estructuras administrativas delImperio. El comercio interprovincial se reduce progresivamente a la par que losproductos oficiales y fiscales van ganando terreno al comercio privado por lasacuciantes necesidades militares del Estado y la ampliación del aparato estatal,que progresivamente va dejando de ser un conglomerado de ciudades autónomaspara ir evolucionando hacia un estado de corte moderno. Así durante el siglo III,paralelamente a la creciente competencia del aceite africano, los niveles deexportación del aceite bético se reducen considerablemente. El Estado intentaráen vano reconducir la situación por medio del sistema coercitivo aplicando, ya bajoGalieno, las propiedades inmuebles de los transportistas a la prestaciónnavicularia; también la protección legal y las ventajas jurídicas concedidas a losarmadores hispanos adscritos al servicio de la Annona iba encaminada en esesentido de garantizar el aprovisionamiento estatal a Roma, al ejército y a laburocracia imperial. La aristocracia hispalense pudo ser una de las grandesbeneficiadas por las medidas imperiales tomadas desde Marco Aurelio, y herederasde las determinadas por Adriano, que garantizaban la exención de las cada vez másonerosas y pesadas obligaciones municipales a aquellos elementos que ponían adisposición de la Annona barcos que desplazasen 400 toneladas o más.Posteriormente, bajo Constantino, se ampliarán las ventajas fiscales -y el control-concedidas a mercaderes y armadores hispanos para asegurar el abastecimientodel Estado, en un intento de estimular el cambio de mentalidades de aquellos quedisponían de recursos suficientes como para encuadrarse al servicio de Roma.Una de las consecuencias de esta política será la concesión del rango ecuestre alos implicados en el servicio de la Annona, lo que no hacía sino aumentar de hecholos grandísimos privilegios fiscales de que ya disfrutaban y parejamente venía arefrendar la zanja social que se venía abriendo entre los más pudientes y esosotros sectores que aparecen denominados como humiliores. Ello puede a su vezcontribuir a entender en cierta manera la desaparición progresiva de Itálica comoescenario de las manifestaciones del prestigio de la aristocracia de la zona; junto aello fenómenos de tipo político con repercusiones sociales como la represiónseveriana de la vieja aristocracia senatorial bética pudo coadyuvar a alterar aquellasituación de simbiosis en beneficio de una Sevilla mejor dispuesta que la viejacolonia para la nueva situación y en la que era posible la vinculación del otium cumdignitate con el negotium que proponía el Estado con su legislación. Para ello laobligatoriedad de poseer y mantener una flota para el transporte por parte de losarmadores cuyas fincas estaban adscritas al abastecimiento de Roma debió detener un peso no desdeñable en ese cambio favorable a Hispalis.

Se ha transmitido usualmente una visión pesimista y deformada de la realidadurbana de los siglos III y IV en Hispania proveniente de una valoración sesgada de losrestos arqueológicos que privilegia un panorama desolador de colapso y ruina de lavida ciudadana en contraste con el sistema altoimperial, identificando latransformación de la cultura material con la falsa idea de la desaparición del conceptode ciudad y del sentido cívico. Desde diferentes ámbitos se viene insistiendo en la

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necesidad de modificar la extendida imagen de decadencia urbana que caracteriza a laciudad tardorromana, para lo que se hace preciso evaluar grados y ritmos deadaptación de la vida urbana, de sus funciones y espacios, a las nuevas condicioneshistóricas, y determinar la consiguiente alteración del modelo de ciudad provenientedel siglo I d.C. Como reflejo de los cambios políticos y socioeconómicos de la época, lasciudades van a ir dejando de ser los centros de representación de las elites ciudadanas,con lo que se genera un conjunto de fenómenos de notable impacto en la imagen delas ciudades a través de los cuales se produce la modificación paulatina de los hitosurbanísticos fundamentales sobre los que se había erigido el modelo altoimperial, sinque ello implique su desaparición o ruina completa. Como reflejo de esta redefiniciónde la ciudad es posible detectar expresiones de la continuidad y mantenimiento deusos y sectores urbanos de momentos anteriores, mientras de forma paralela seconforman nuevos modelos urbanos que responden al fuerte cambio de lasestructuras ideológicas y a las nuevas necesidades del hombre de la época.

Este auténtico “renacimiento urbano” sobre nuevas basesse produce básicamente en el siglo IV, aunque hunde sus raícesen la centuria anterior, y es difícil de apreciar con nitidez en

Hispalis. Así, si en líneas generales los grandes espacios públicoscontinuaron en uso hasta el siglo V, aunque progresivamenteperdiendo peso con respecto a otros conjuntos edilicios, en Sevillalos núcleos forenses parecen mantener su continuidad comocentros de representación durante todo el siglo III y comienzos del IVa juzgar por las dedicaciones de inscripciones al emperadorAureliano en Cuesta del Rosario y al tetrarca Constancio en la zonaforal de Mármoles/Abades, donde la república hispalense elevó unaestatua a su numen y majestad (figura 14). Bajo la iglesia delSalvador unos monumentales restos localizados en el siglo XVII sehan relacionado con la basílica del foro, quizá adaptada al cultocristiano en época teodosiana. La evidencia arqueológica ymusivaria muestra que el edificio termal de Cuesta del Rosariocontinuó en uso hasta fines del siglo V, mientras que por su lado el

conjunto termal de Abades/Palacio Arzobispal, aunque iráexperimentando cambios importantes a lo largo del siglo IV, aúnestará en funcionamiento bajo Teodosio. La continuidad deambos edificios y su funcionalidad es un claro síntoma de lavitalidad de la vida ciudadana. Se aprecia también la continuidad

de ciertos ámbitos residenciales como los ubicados en la zona de San Bartoloméy Aire, mientras que áreas de servicio y producción como los vertederos delCuartel de Intendencia, los edificios de producción de vidrio en c/ Imperial o elconjunto alfarero del Hospital de las Cinco Llagas mantienen su funcionamientohasta fines del siglo III y probablemente continúan en el siguiente. De formaanáloga ciertas áreas de enterramiento como las necrópolis de San Telmo, SanAgustín (con tumbas de los siglos V y VI ), la Buhayra, el Colegio de la Trinidad olas mismas calles funerarias de San Luis y Sol, que prolongan su uso en algúncaso hasta los siglos V-VI, mantendrán su funcionalidad desde época altoimperial.En fin, y a pesar de que se desconozca su ubicación, las actas del martirio deJusta y Rufina permiten saber que el anfiteatro, uno de los espacios capitales enla vida comunitaria y que ya por entonces había suplantado en popularidad alteatro y a los juegos escénicos, se mantenía en uso a fines del siglo III.

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Fig. 14. Pedestal del emperadorConstancio J. Laso de la Vega,“Extracto de la disertaciónescrita con motivo de unainscripción antigua descubiertaen Sevilla”,Memorias Literarias de la RealAcademia Sevillana de BuenasLetras I. 1773. 80

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Por su parte la línea que incide en las novedades y rupturas con respecto a latradición permite señalar un conjunto de fenómenos que terminarán por alterarsustancialmente la imagen urbana de las ciudades romanas en estas fechastardías. Por un lado el desmantelamiento y desaparición de conjuntos edilicios delos centros monumentales al perder su funcionalidad y sentido cívico originarios,y poco más tarde, a partir del siglo V, la desaparición del poder político romano,traerán como consecuencia urbanística la innecesariedad de basílicas, templos ycurias, y en general la pérdida de significado de los conjuntos forales y de otrostipos de construcciones. Nuestra realidad es por ahora modesta y difícil decualificar: es el caso del edificio del Corral de Tromperos de época tiberiana,desmontado en el siglo III y que conocerá otra fase constructiva en el VI. Tambiénlas edificaciones de Argote de Molina del siglo II, de carácter público, sonabandonadas en estos momentos, para esperar a la construcción de otro edificio,probablemente de carácter doméstico, a mediados del V, como ocurre igualmentecon las construcciones del siglo I del Mercado de la Encarnación y con la domusde Guzmán el Bueno. Es también el caso de algunas zonas de necrópolis que sonabandonadas, como la detectada en c/ Matahacas, que pasa a ser un vertederodurante el siglo III. Otro de los fenómenos característicos es el de losenterramientos intramuros, testimonio de la quiebra de la norma que separabatajantemente a los vivos de los muertos en el Alto Imperio: esto se ha constatadoen Sevilla en el Palacio del Conde de Ibarra en la Plaza de S.Leandro, con tumbasde inhumación de los siglos III y IV, en este caso combinado además con otrorasgo común en las ciudades tardoimperiales, el de la amortización de espaciospúblicos mediante la privatización del viario urbano, pues se construye unedificio de sillares sobre la vieja calle altoimperial. Mucho más tarde, a mediadosdel siglo VI, las crónicas de los reyes visigodos indican que se erigen edificacionespara acoger las dependencias de representación de la realeza, como el palacio enque el rey Teudiselo fue asesinado durante un banquete.

Las más recientes intervenciones arqueológicas en Sevilla han introducido ensu metodología la aplicación de análisis geoarqueológicos y sedimentológicosque han puesto de relieve la necesidad de valorar adecuadamente la incidenciadel factor ecológico en la transformación de la ciudad tardorromana. De resultasde ello se ha sugerido la existencia de una regresión urbana en ciertos ámbitos dela ciudad producto de la reactivación de la dinámica fluvial en los siglos IV y V conel consiguiente incremento de las inundaciones y el grosor de los depósitos delimos. Esta circunstancia se aprecia especialmente en los sectores oriental -afectado por el Tagarete- y meridional, donde en el área de los Reales Alcázares,Catedral y Plaza Virgen de los Reyes, se ha podido constatar el abandono deimportantes zonas que habían constituido espacios nucleares de la ciudadaltoimperial, en particular el complejo edilicio portuario del Patio de Banderas.También en el sector norte parece insinuarse el abandono generalizado deamplios sectores funerarios a partir del siglo IV que no serán reocupados hastaépoca islámica.

Sin duda uno de los fenómenos más trascendentales en la mutación de laciudad antigua y en la perturbación de su fisonomía es el que acertadamente se hadenominado “cristianización de la topografía urbana”, que origina el surgimiento deedificaciones religiosas y espacios sacrales cristianos cuando desde Teodosio lanueva fe se convierta en el credo oficial del Imperio. El cristianismo llenará de

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nuevas funciones y revalorizará la vida comunitaria sobre bases diferentes con lageneración de nuevos focos de atracción urbana, sean intraurbanos o extramuros:basílicas, martyria e iglesias pasarán a constituir los puntos nodales en torno a losque se articularán las nuevas relaciones sociales, especialmente cuando una nuevafigura, el obispo, se incorpore como personaje relevante en la vida urbana comointermediario entre los fieles y los santos patrones, y con ello se coloquen las basessobre las que se va a erigir el predominio ideológico y sociorreligioso de lasoligarquías ciudadanas de época visigoda. En Sevilla el primer obispo conocido esSabino, al que vemos acudiendo en representación de su sede al concilio de Elviraen los primeros años del siglo IV y que aparece mencionado por las mismas fechasen el acta del martirio de Justa y Rufina procediendo al enterramiento de la primerade ellas “en el cementerio hispalense”. Estos dos episodios muestran la efectivaconsolidación de una importante comunidad cristiana durante el siglo III, que solo semostrará activa en el ámbito urbanístico a partir de fines del siglo IV o comienzosdel V, cuando se construye un edificio basilical extramuros, en el Patio de Banderasde los Reales Alcázares, con una piscina bautismal que es reformada en dosocasiones durante época visigoda en función de los cambios de rito. Hay queseñalar no obstante que no existe unanimidad sobre la consideración de estosrestos como pertenecientes a una basílica, y recientemente se ha señalado que suimagen cuadraría mejor con la de una domus. En Sevilla la transformación física setestimonia además en la aparición de una serie de espacios cristianos de los quetenemos noticias literarias durante los siglos VI y VII sin refrendo arqueológico. Así,la sede catedralicia de la Santa Jerusalén, donde se celebraron los concilios de 590y 619, y que disponía de un atrio, se ha buscado tradicionalmente bajo la iglesia delSalvador. La basílica de San Vicente, profanada por el rey vándalo Gunderico en 428,se ha situado en ocasiones en el Alcázar, en el Patio de Banderas, mientras que deuna tercera iglesia dedicada a Rufina se tienen noticias a través de las fuentesárabes, que indican que a inicios del siglo VIII, ya convertida en mezquita yresidencia de uno de los hijos de Musa, se situaba en las cercanías de Sevilla,dominando el campo sevillano. También en sus inmediaciones, pero cruzando el río,se situaba la basílica de San Geroncio, que visitó Fructuoso de Braga hacia 650 d.C.y que quizá era el centro de un arrabal suburbano, otra variante de latransformación física de la ciudad tardoantigua. En esta línea el surgimiento demonasterios y comunidades suburbanas dedicadas a la observación de sus reglasresulta ser otra de las novedades urbanísticas que contribuyen al cambio de laimagen urbana. En Sevilla la correspondencia de Leandro nos informa de laexistencia de un monasterio en algún lugar indeterminado en los aledaños de éstaa fines del siglo VI, y en el que profesaba su hermana Florentina.

Durante toda la época tardorromana Hispalis continuó siendo la metrópoli delárea rural circundante, mientras el poblamiento rural certifica el mantenimiento deun dinamismo bastante similar en líneas esenciales al de épocas anteriores. Yaunque ocasionalmente algún gobernador se encuentre en la ciudad en el momentode recibir las leyes -como fue el caso del vicario A.Tiberiano en 336- y no se puedaconsiderar, como a veces se ha mantenido, a Hispalis como capital administrativa dela diócesis de las Españas en el siglo IV, ello no significa que la ciudad no mantuvierae incluso incrementara su peso específico a nivel regional. Diferentes estudios hanmostrado cómo existe una situación ambivalente en esta centuria en la que lasgrandes capitales y ciudades, símbolo de la ciuilitas y asiento de comodidades yventajas tanto para clases superiores como proletarios, ven crecer su población y su

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peso específico en la región, en perjuicio de las pequeñas ciudades, amenazadas porla despoblación y la falta de asistencia, y tal esquema puede vislumbrarse en laprovincia bética y en el Bajo Guadalquivir. A ello contribuyó, como en otros lugares, lapresencia de la Iglesia, que toma ahora el relevo de las instituciones imperiales en lafunción redistributiva y en la protección de los más débiles: las ciudades concomunidades cristianas importantes se convierten así en un foco de atracción y enun marco nuevo de integración y promoción de las aristocracias. En el caso deSevilla estamos muy mal informados de las uillae suburbanas de carácter lujoso quese situaban en cinturones alrededor de la ciudad, habiéndose detectadoestablecimientos en Huerta del Rey (necrópolis del siglo V), La Corza (necrópolis delsiglo VII), Miraflores, La Fontanilla, La Cartuja (necrópolis de los siglos IV-V), ColegioPaulo Orosio (necrópolis del siglo III) y Hacienda Su Eminencia. La conocidaruralización de la Bética por estas fechas no es incompatible con el mantenimientode una floreciente vida urbana en ciertas capitales, si bien bajo presupuestos ya untanto diferentes, puesto que las ciudades pasan a ser escenario del poder de loshonestiores y potentiores de base rural nacidos del cambio social y de laconcentración de la riqueza y la propiedad rural en menos manos.

En la tardorromanidad, se hacen patentes la reducción de los intercambioscomerciales en el Estado y la restricción y detraimiento de las actividadeseconómicas conforme la gestión centralizada se iba deteriorando, con laconsecuencia del desplazamiento de los ejes comerciales y económicos alinterior peninsular, en una situación en la que prima la atención a la producciónfrente a la distribución. Con todo, si bien nunca se alcanzarán los niveles de lasdos primeras centurias y la reducción del volumen de comercialización esevidente, la producción olearia para la exportación se mantiene en la Bética hastala conquista bizantina del SE peninsular a comienzos del siglo VI, yconsecuentemente el puerto de Hispalis continuará ocupando, aunque sobrebases diferentes y menos articuladas, un lugar relevante entre las grandesmetrópolis peninsulares. Su función como puerto encauzador del comercio y lasrelaciones exteriores del mediodía peninsular se mantiene a la par que suimportancia geopolítica se acrecía como queda de manifiesto en su activapresencia en las estrategias de los distintos soberanos germanos, su función desede real en ciertos momentos de la etapa visigoda y la presencia de un potenteepiscopado muy activo en el ámbito intelectual y eclesiástico. Todo ello justificala consideración de Hispalis como uno de los puntos fundamentales de acceso ala Península de los grandes comerciantes orientales, los transmarini negotiatoresmencionados en la legislación visigoda. Menudean a lo largo de los siglos IV al VIIIlas noticias que confirman la vitalidad del puerto hispalense y el mantenimientode las viejas redes marítimas de relaciones tanto con las zonas más inmediatas,caso del Norte de África, como con el extremo oriental del Mediterráneo. Es el casode la presencia de una comunidad de comerciantes extranjeros, sirios y griegosfundamentalmente, cuya presencia, que se puede remontar según lostestimonios de epígrafes griegos al siglo II, está bien testimoniada desde fines delIII en la existencia de cultos de origen sirio que se practicaban públicamente enSevilla, tal como demuestra el episodio del martirio de Justa y Rufina conrespecto a Baal y la fiesta de las Adonías. A estos activos grupos pertenecía aquelAurelio Heliodoro procedente de Tarso y residente en Sevilla a fines del siglo IV, yque vino a morir en Tarragona. La actividad marinera de la Hispalis de épocavisigoda está avalada por la existencia de la evidencia material que supone el

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hallazgo de un ancla de un pecio bizantino localizado en la Plaza Nueva, como esmuy factible que sus astilleros fuesen empleados para aprestar la flota queGeiserico y sus vándalos asdingos utilizaron para pasar a África, lo que significaque las capacidades de movilizar una flota de gran calibre eran aún muy notables.

El contacto con Oriente por vía marítima está atestiguado tantoarqueológicamente, en la recepción de aceite bético en Judea a mediados del sigloV, como por la literatura, que nos refiere la llegada al puerto de Hispalis decomerciantes orientales que en 456 arriban con la noticia de la victoria delemperador Marciano sobre los caucásicos lazas, lo que supone que la ciudadestaba al tanto de lo que ocurría en las lejanas fronteras del imperio. Lapersistencia de los contactos de la ciudad con el norte de África para fechas demediados del siglo VI queda señalada en el testimonio de Procopio de Cesarea enel que se menciona a comerciantes de Cartago que se dirigen a la sede de Teudis.Y fue precisamente la voluntad de la monarquía visigoda por controlar el Estrechode Gibraltar una de las razones que explican el interés del poder real por hacersepresente en Sevilla desde mediados del siglo V, que llegó a plasmarse cuando conTeudis, Teudiselo y Atanagildo Sevilla se convierte en una de las sedes regiae delreino, cuya importancia se reforzará cuando los bizantinos creen la provincia deSpania a lo largo de las costas meridionales de la península. El viaje de Leandro deSevilla en 582 a Constantinopla en búsqueda del apoyo del emperador Tiberio paraHermenegildo y la nutrida correspondencia que resultó de su amistad con el futuroPapa Gregorio, confirman el mantenimiento de los ejes de comunicación con elMediterráneo central y oriental, como asimismo lo corrobora el intercambio decorrespondencia entre los papas Simplicio y Felix con el obispo hispalense Zenónen fechas poco anteriores (fines del V), y más tarde, a principios del VII (619), lapresencia en el II Concilio de Sevilla de un obispo monofisita sirio que arriba aHispalis por vía marítima para asistir a la reunión. La existencia de una activacolonia de comerciantes orientales es un testimonio relevante del mantenimientode las bases comerciales que habían hecho la fortuna de Sevilla en momentosanteriores, y que a pesar de los grandes cambios operados en el Estado que lashabía generado mostraba aún su vitalidad como centro mercantil y de exportación.

El Ajbar Maymu'a recuerda la grandeza de Sevilla en el momento de la conquistamusulmana: Después marchó Muça a Sevilla, que era la mayor y más importantede las ciudades de España, notabilísima por sus edificios y monumentos. Antes dela invasión de los godos había sido capital del reino, hasta que, vencedores éstos,trasladaron la sede a Toledo, quedando, sin embargo, en Sevilla, la nobleza romanay los jurisconsultos y sabios en letras sagradas y profanas. El pasaje es un clarotestimonio de la existencia en los momentos finales de la monarquía visigoda deuna potente aristocracia de origen romano, epígonos de la vieja nobleza senatorialbética tardorromana, como aquellas Paula y Ceruella, clarissimae feminaeenterradas en la necrópolis de San Bernardo en el siglo VI (figura 15), o AureliaProba, de su mismo rango, por no mencionar la potentísima familia de Severiano,con sus hijos Isidoro, Leandro y Florentina, emigrados desde Cartagena ante lainvasión bizantina. En fin, el activo papel que la sede sevillana desempeñó en losconcilios toledanos refleja el definitivo trasvase de la antigua aristocracia senatorialdel Bajo Guadalquivir a Sevilla y su conversión en centro cultural y religioso dondese hace efectiva la fuerza de los poderes locales autónomos. El crecienteprotagonismo que mostraron estas noblezas urbanas hispanoromanas a partir del

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siglo V se apoyó especialmente en el control de las sedes episcopales de lasgrandes ciudades como Sevilla, en los símbolos urbanos de su poder (murallas ysantos locales) y en el dominio territorial que ejercían a través de los grandescentros señoriales rurales de tipo fortificado y con ejércitos personales propiosreclutados entre el campesinado dependiente.

Cuando en 409 suevos, vándalos asdingos y silingos y alanos irrumpieron enHispania inauguraron un período de inestabilidad y confusión política, derivadasdel debilitamiento de la presencia imperial romana. Sevilla, situada en una zonade alto valor estratégico para los diferentes contendientes, comenzó desde 425a experimentar las consecuencias propias de una época de transformacionesradicales, cuyo resultado fundamental fue la desvinculación de la provincia béticade la estructura estatal romana. Ante la ciudad, libre ahora de un poder estatalfuerte que reprimiera las ansias expansivas de sus aristocracias, ansias parejasa su celosa independencia, se abría un período nuevo.

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Fig. 15. Necrópolis de SanBernardo, con los sepulcrosvisigodos de Paula y Ceruella yotros romanosIconografía de Sevilla 1650-1790.Madrid. 1989. 12, fig.4,recreación decimonónicadel original de G.Hoefnagel enCivitates Orbis Terrarum, 1572.

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De Hispalis a Isbiliya

Magdalena Valor Piechotta

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De Hispalis a IsbiliyaMagdalena Valor Piechotta

La ciudad de Sevilla fue durante cinco siglos y medio una ciudad musulmana.Desde el año 711 ó 712 hasta 1248 fue una ciudad que sufrió un proceso deislamización, para de nuevo después de la conquista cristiana de 1248 sufrir unnuevo proceso de cristianización.

Los cinco siglos y medio de la etapa islámica, en los que la ciudad se llamóIsbiliya, los podemos dividir en dos grandes etapas cronológicas, que son, desdela conquista musulmana (711 ó 712) hasta el año 1147(año de la ocupación de laciudad por los Almohades), y desde 1147 hasta 1248, centuria en que Isbiliyaestuvo dominada por los Almohades (dinastía norteafricana).

La reconstrucción de estas dos grandes etapas de la ciudad andalusí esposible gracias al estudio de las fuentes escritas (árabes y castellanas), a lahistoriografía, la iconografía (planimetría, dibujos, grabados, etc.) y lainvestigación arqueológica. Es evidente el gran desequilibrio que existe entre lasdos etapas mencionadas.

La primera etapa, abarca algo más de cuatro siglos, mientras que la segundasólo un siglo. Durante esos cuatro primeros siglos se suceden distintassituaciones políticas: Emirato dependiente de Damasco (712-756),Emirato omeya (756-931), Califato de Córdoba (931-1023), Reinosde Taifas (1023-1091), Almorávides (1091-1147). Es impensableque en un periodo tan dilatado estemos hablando de una única faseen Isbiliya. Sin embargo, la carencia de datos, tanto procedentes delas fuentes escritas como de los vestigios arqueológicos, no nospermiten diferenciar con claridad cuestiones vitales, como son: elproceso de islamización de la ciudad, el grado de conservación dela muralla de Hispalis, la transformación de la cerca urbana, elcrecimiento de la ciudad, la transformación de la red de calles yotras tantas cuestiones que esperamos conocer en el futuro através de la arqueología urbana. [figura 1]

Actualmente, estamos en condiciones de afirmar que de forma general laciudad romana subsiste en la ciudad islámica al menos hasta el año 1000 y quees a partir de los Reinos de Taifas cuando se produce una transformación decisivadel urbanismo y del caserío, así como del Alcázar o castillo urbano.

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Fig. 1. Isbiliya entre el 712y 1147la ciudad de la cota 14

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La segunda etapa arranca desde 1147 y supone una renovación tan radical dela ciudad, que su influencia se puede ver con claridad todavía hoy. De estemomento fue la gran ampliación de las murallas, la reconstrucción de unacueducto antiguo, la construcción de una nueva mezquita aljama (mezquitamayor o mezquita de los viernes), una nueva alcaicería, nuevos baños y nuevosrecintos murados palatinos. Ello supuso una gran operación urbanística que seprodujo desde mediados del siglo XII hasta comienzos del siglo XIII.

La ciudad medieval que nosotros percibimos hoy es fundamentalmente laIsbiliya almohade y la gótico-mudéjar de los siglos XIV y XV.

ISBILIYA PRE-ALMOHADE

Apenas tenemos información sobre las características de la ciudad en estasfechas. Los temas que debemos tener en cuenta son: la muralla urbana, lospalacios, las mezquitas, el centro comercial, las viviendas, las infraestructuras(baños, atarazanas, puentes, muelles, abastecimiento de agua, alcantarillado, lasnecrópolis), y el urbanismo.

LA CERCA URBANANo conocemos con seguridad el trazado de la muralla romana, ni tampoco el

de la muralla pre-almohade. La hipótesis que todavía hoy continua vigente fue lapropuesta por el Prof. Francisco Collantes de Terán en su tesis doctoral del año1957, publicada en 1977. Este autor traza un recinto amurallado de formatriangular que abarca aproximadamente la zona del casco histórico por encima delos 12 m de altura. Varios han sido los puntos donde se han localizado restos deesta muralla que corresponden a materiales constructivos diversos: sillares,tapial y aparejos mixtos.

En las fuentes escritas se mencionan hasta siete puertas, de las que sólopodemos localizar cuatro:

- Bab Hamida en el oeste- Bab al-Hadid y Bab Qarmuna en el este.- Bab al-Najil y Bab al-Faray en el sur.

Tampoco sabemos nada de la tipología de estas puertas, salvo en el caso deBab Qarmuna, donde la crónica de Ibn Hayyan nos describe un accesoflanqueado por dos torres y precedido por una explanada.

LOS PALACIOSEn época omeya podemos diferenciar dos palacios, el palacio del gobernador

que se hallaba inmediato a la mezquita aljama; y, el palacio del príncipe que seencontraba en la periferia de la ciudad.

El palacio del gobernador estaba junto al flanco meridional de la mezquita deIbn Adabbas, en la zona que conocemos hoy como Cuesta del Rosario. En el año889/890 como resultado de una revuelta, el gobernador de la ciudad decidióamurallar su palacio abarcando buena parte de la sala de oración (haram) de lamezquita. Este recinto conectaba con el exterior por el oeste y tenía una únicapuerta llamada Bab Hamida. De todo ello, no queda nada, salvo los textoscronísticos en lengua árabe.

De Hispalis a Isbiliya

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El palacio del príncipe se encontraba en un extremo de la ciudad, que puede sero bien el área en torno a la Cartuja y el monasterio de San Clemente o, el primer recintodel Real Alcázar de Sevilla (alcázar fundacional). En el segundo emplazamientoposible, recientes excavaciones arqueológicas han datado este recinto como la Daral-Imara (casa de gobierno) construida por Abd al-Rahman III a comienzos del siglo X.

En cuanto a las fuentes de época Taifa, las poesías del rey abbadí al-Mutamidmencionan numerosos palacios, de los que apenas se habían propuesto algunashipótesis y que sólo hace pocos años se han detectado vestigios materiales enlas excavaciones del Real Alcázar de Sevilla. Se mencionan diversos palacios cuyaidentificación, hoy por hoy, es pura hipótesis, caso de Qasr al-Mubarak, Hisn al-Zahir, Qasr al-Mukarram, Qasr al-Wahid, Qasr al-Zahi y Dar al-Muzayna. No seríade extrañar, teniendo en cuenta la costumbre de yuxtaponer palacios en el Islam,que algunos de ellos estuvieran en los recintos amurallados que conformaban elprimitivo Alcázar de Sevilla.

LAS MEZQUITASTampoco tenemos muchos datos de las mezquitas de esta etapa pre-

almohade, aunque gracias al hallazgo del epígrafe fundacional de la mezquita deIbn Adabbas, situada en el emplazamiento de la actual iglesia del Divino Salvador,sabemos que ésta era la mezquita mayor de Sevilla desde el año 829 hasta el1182 fecha en que el sermón de la jutba pasó a pronunciarse en la nuevamezquita aljama almohade, actual catedral de Sevilla.

El templo fue construido durante la égida del emir omeya Abd al-Rahman II(año 214H/829). El epígrafe fundacional labrado en un fuste de mármol gris, es elmás antiguo de los encontrados en al-Andalus, y dice así:

Dios tenga misericordia de Abd al-Rahman b. al-Hakam, el emir justo, el bienguiado por Dios, el que ordenó la constrcción de esta mezquita, bajo la dirección deUmar Ibn Adabbas, qadi de Sevilla en el año 214 (11 de marzo de 829/27 de febrerode 830). Y ha escrito Abd al-Barr b. Harun. [Traducción de M. Ocaña Jiménez].

En la incursión vikinga del año 844 en Sevilla, esta mezquita fue duramenteatacada con flechas incendiarias. Al no haber logrado que ardiera, el temploadquirió un halo de santidad que lo convirtió en un lugar venerado en la ciudad yfuera de ella. Ello explica la atención que los diferentes monarcas le prestaron ylas distintas reparaciones que conocemos a través de la epigrafía y de lascrónicas. Así, bajo el reinado de al-Mutamid en el año 472H/1079-1080 se reparóla parte alta del alminar que se había desplomado como consecuencia de unterremoto; algo más de un siglo después, 592H/ 1196-1197 bajo la égida delcalifa almohade Abu Yusuf Yaqub, se reparó la techumbre del haram y seadosaron contrafuertes a los muros perimetrales del templo, también se soló elpatio de abluciones (sahn) y se reparó todo lo que amenazaba ruina. Estamezquita fue demolida en el año 1671 para construir en su solar la iglesia barrocaque conocemos con el nombre de Divino Salvador. No obstante, del antiguotemplo subsistieron algunas columnas y capiteles situados en el patio al norte dela iglesia y el alminar, junto a la puerta principal de acceso al mencionado patio.

El alminar [figura 2] es de planta cuadrada, en la actualidad es la torre-campanario de la iglesia, superponiéndose en ella tres fases constructivasdiferentes, que son:

EDADES DE SEVILLAMagdalena Valor Piechotta

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Fig. 2. Alminar de Ibn Adabbassegún F. Hernández Jiménez

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- Los primeros 11,5 m de altura (2 m permanecen soterrados) corresponden alalminar emiral de 5,85 m de lado. Es de sillería, tiene un machón central circular sobre elque se desarrolla la escalera en forma de cañón rampante.

- La torre se cristianiza y a partir de una cornisa perimetral se construye uncuerpo de campanas que datamos como Alfonsí (1248-1284).

- La última fase corresponde al campanario actual, que es barroco y por tantocoetáneo a la obra del templo.

En cuanto a los capiteles y las columnas del patio, corresponden a materialesde acarreo que debieron ser reutilizados ya en la mezquita omeya. Los capitelesson fechados como tardo-romanos y visigodos y probablemente procedían delentorno inmediato -la Alfalfa- donde se supone debió estar el foro de Hispalis.

Otra evidencia de mezquita pre-almohade la encontramos en la torre-campanario de la actual iglesia de Santa Catalina. De nuevo es una torre de plantacuadrada, en la que se perciben tres fases constructivas diferentes: La base, quegira en torno a un machón circular y que tiene una cubierta en forma de cañónrampante; una segunda etapa constructiva en la que la escalera se desarrolla entorno a un machón central de planta cuadrada con cubierta en formas depequeñas bóvedas escalonadas; y, finalmente el campanario cristiano.

La conclusión más destacable en este epígrafe es la cronología tan avanzadaen la que se construyó la mezquita aljama de una de las ciudades másimportantes del al-Andalus omeya, como fue Sevilla. Había pasado más de unsiglo desde la conquista musulmana ¿dónde habían orado hasta entonces losmusulmanes? Debemos suponer que al igual que en Córdoba se había llegado aun acuerdo en el uso compartido de las iglesias para ambos cultos, siempreteniendo en cuenta que los cristianos rezaban orientados hacia el este y que lomusulmanes en al-Andalus desde el principio debieron hacerlo hacia el sur.

LOS MERCADOSNo tenemos evidencias físicas de un aspecto tan transcendental de una

ciudad andalusí como es el área comercial y artesanal, sin embargo se conservauna fuente del mayor interés que es el tratado de hisba (de mercado) de IbnAbdun. Obra en la que encontramos multitud de referencias a este tema.

Sabemos que extramuros de la ciudad se encontraban mercados de carácterperiódico (productos del campo, ganado, carbón). También extramuros ordena IbnAbdun que se instalen los artesanados que generan polución (alfarerías) y malosolores o suciedad (tenerías, tintorerías).

En cuanto a los mercados intramuros, el principal tenía lugar en torno a lamezquita mayor. Ibn Abdun menciona p.e., las alhóndigas que correspondían aedificios de planta centrada en torno a un patio donde se almacenaba y sevendían productos de primera necesidad (cereales, sal, etc).

LAS INFRAESTRUCTURASPrecisamente a raíz de la incursión de los vikingos en el año 844 comenzó la

reconstrucción de la muralla de la ciudad y se construyó también una atarazana(astillero) para fabricar “grandes” navíos.

De Hispalis a Isbiliya

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EDADES DE SEVILLAMagdalena Valor Piechotta

El abastecimiento de agua lo conocemos a través del tratado de Ibn Abdun y enél vemos que, el principal sistema era el de la captación de aguas del río o de algúnmanantial que eran transportada a lomos de caballería. Pozos y cisternas aparecendocumentados en las excavaciones urbanas.

En cuanto a la eliminación de aguas sucias, en el tratado de hisba semencionan pozos negros, alcantarillas a cielo abierto; encontrándose tambiéncloacas de origen antiguo reutilizadas todavía en época almohade, en lasexcavaciones arqueológicas.

Las necrópolis en las ciudades islámicas se encuentran normalmenteextramuros de la ciudad. A comienzos del siglo XII, según Ibn Abdun, Isbiliyacontaba con dos cementerios, que eran: el de la ciudad y el situado junto a lamezquita de los Alfareros. En algunas fuentes se mencionan otros topónimos,cuya localización desconocemos.

En el Museo Arqueológico de Sevilla se conservan dos epígrafes funerarios pre-almohades [figura 3], uno es de procedencia desconocida y otro se encontró en laactual Plaza Nueva, en lo que fue la huerta del convento de San Francisco, éste últimodatado en el año 1022. En este mismo lugar en el año 1982 se localizaron unospotentes paquetes de desechos de testar (cerámicas mal cocidas, rotas y pasadasde horno) que cegaban el antiguo cauce del río, donde a una profundidad de 11 m pordebajo de la cota actual se localizó un ancla fechada como bizantina. Probablementeen esta zona debía encontrarse la antes mencionada mezquita de los Alfareros.

ISBILIYA ENTRE EL 1147 Y 1248

No cabe duda de que desde el primer califa almohade, Abd al-Mumin, seprestó un gran interés a las obras públicas. Las crónicas de la época destacan larenovación de cercas urbanas, de mezquitas, mercados, la construcción debarrios enteros extramuros y la dotación de las infraestructuras urbanas másavanzadas de la época, al tiempo que la reordenación de los territorios del Imperiocon la erección de numerosas fortificaciones. Esta actividad constructiva fueespecialmente intensa durante los califatos de Abu Yaqub Yusuf y Abu YusufYaqub (1163-1199). No obstante, en el caso de Isbiliya, la definida como etapa dedecadencia del Imperio Almohade (1199-1229) -desde el punto de vista histórico,sin embargo significó la construcción de importantes elementos defensivos parala ciudad. (figura 4).

Sevilla es un ejemplo significativo de expansión urbanapleno medieval, no sólo a nivel del Magreb, sino tambiénde la Europa Occidental, dónde especialmente desde lasegunda mitad del siglo XII, las ciudades registran unproceso de crecimiento tan radical que va a ocasionarla necesidad de construir nuevas murallas, castillosurbanos, templos y edificios públicos. Proceso quefinalmente va a desembocar en núcleos urbanostotalmente renovados que en numerosos casos hansobrevivido hasta hoy constituyendo los cascoshistóricos actuales.

Fig. 3. Epígrafe funerario delfatá SafiMuseo Arqueológico Provincialde Sevilla.Foto A. Torres Barranco

Fig. 4. Sevilla entre 1147 y 1248según F. Collantes de TeránDelorme

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La operación urbanística que tuvo lugar en la Isbiliya de la segunda mitad delsiglo XII fue tan importante que no se puede equiparar más que conintervenciones de pleno siglo XX, es decir a las llevadas a cabo a propósito de laExposición Iberoamericana de 1929 o a la Exposición Universal de 1992. Estaafirmación la podemos fundamentar en las crónicas, tanto árabes comocastellanas; en la arquitectura monumental que prevalece y en los hallazgosfruto de las intervenciones arqueológicas.

Las crónicas de la época mencionan el programa de obras, que lo podemosesquematizar de la siguiente manera:

En la medina:- La nueva cerca urbana, mencionándose explícitamente la muralla del lado

del río y el muro de la puerta de Yahwar.- La adición de nuevos recintos amurallados a la Dar al-Imara omeya y abbadí.

Cercas que las fuentes denominan alcazabas.- La construcción de la nueva mezquita aljama y de su alminar. Obra en la que

los califas Abu Yaqub y Abu Yusuf no sólo edificaron un templo que en su tamaño eraequiparable a la aljama cordobesa, sino que además significó un desplazamientodel centro religioso y comercial hacia el área meridional de la ciudad.

- Rehabilitación de edificios importantes de la medina, caso de la mezquita deIbn Adabbas (aljama pre-almohade).

- Modernización del bazar, siguiendo las últimas tendencias del Oriente. Setrata de la nueva alcaicería que formaba un conjunto de calles con cuatro puertasde acceso.

La periferia urbana, registra también un nuevo ordenamiento que se concreta en:- La construcción de puentes: la obra más importante es la del puente sobre

el río Guadalquivir, el puente de barcas; a la que hay que añadir la construcción depuentes sobre el río Tagarete.

- Las calzadas a ambos lados del río Guadalquivir.- La construcción de residencias en las afueras de la medina,

caso de la Buhayra en tiempos de Abu Yaqub y del Hisn al-Farayen tiempos de Abu Yusuf.

- La traída de aguas desde Qalat Yabir, el acueductollamado Caños de Carmona.

LA CERCA URBANALas defensas de Isbiliya fueron erigidas durante el

califato Almohade. El circuito de muralla que es representadopor primera vez en el año 1771 tenía unos 7.000 m deperímetro, de los que se conservan hoy emergentes yexentos no más de 2.000 m. Esta cerca tiene en común elmaterial constructivo -que es el tapial-, la tipología de lastorres-técnica constructiva, cubiertas, vanos, verdugadas deladrillo- y el trazado de la planta adaptado a la topografía.Este segundo recinto plenomedieval que abarca 273 Hc,supone la delimitación de una espacio urbano tan amplio queno llegará a colmatarse prácticamente hasta lacontemporaneidad. De este recinto prevalecen numerososvestigios a lo largo de la ciudad. [figura 5]

De Hispalis a Isbiliya

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Fig. 5. La cerca urbana de épocaalmohadesegún M. Valor Piechotta

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- A partir de la toma de la ciudad por los almohades (1147), casi de inmediatocomienzan las intervenciones en la cerca de Sevilla. Así, en el año 1150 hay untexto en el que expresamente se cita la construcción de una alcazaba paramantener apartados a los nuevos dueños de al-Andalus de los sevillanos.

- Las siguientes referencias con las que contamos corresponden ya almomento en el que el antiguo gobernador de Isbiliya Abu Yaqub es proclamadocalifa, con el objetivo de convertirla en la capital indiscutible de al-Andalus, esteamir al-muminin emprende una intensa labor constructiva en la ciudad. Lascrónicas de Ibn Sahib al-Sala y de Ibn Abi Zar nos informan con un nivel de detalleexcepcional de la importante operación urbanística que se inició en Sevilla bajo laégida del califa Abu Yaqub y que terminó durante el reinado de su hijo el califa AbuYusuf. Estas obras consistieron, entre otros, en la reconstrucción de la murallaurbana por el lado del río y de las puertas o zalaliq (con rampas cubiertas).Muralla que los textos nos informan que estaba hecha de guijarros y cal viva.Además se construyeron hasta cuatro alcazabas, trasladándose de formadefinitiva la zona palatina de la ciudad al sector meridional.

En los años de decadencia del imperio almohade en al-Andalus (1212-1229), todavía se producen importantes obrasen Isbiliya como en la restauración de las murallas, laconstrucción del antemuro y del foso alrededor de todo elperímetro fortificado, y la edificación de la torre del Oro.

En cuanto a los elementos de las murallas que podemosdestacar, habría que hacer referencia a los siguientes:

El muro de la puerta de Yahwar Se localiza entre la puerta de la Carne y la “Torre del Agua

o del Enlace”, situada en el límite meridional del segundorecinto del Alcázar (abbadí).

Este lienzo mide aproximadamente 379 m de longitud,de él se conservan visibles unos dos tercios solamente. Setrata de cuatro torres y cuatro lienzos. Estructura de tapial,que presenta en su composición abundantes guijarros.Especialmente destacables son las “verdugadas” de ladrilloque recorren las torres desde el arranque de la cámarahasta el coronamiento [figura 6].

La muralla por el lado del río Corresponde al flanco oeste de la cerca urbana, es decir, desde el postigo del

Carbón hasta la puerta de Bib-Arragel. Esta muralla fue (re-) construida en dosocasiones, la primera en el 564H/1168-1169 después de una gran riada y lasegunda en 1201, como resultado también de una inundación.

En 1998 tuvo lugar una intervención arqueológica en la puerta de laMacarena, en esta ocasión aparecieron dos líneas de muralla; una al sur,fundamentada en sillares reutilizados, y, otra al norte de tapial desde la base deobra muy sólida y de gran dureza. La primera es la más antigua, que podemosdatar bajo el gobierno de Abu Yaqub.

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Fig. 6. Torre con verdugadasde ladrillo del murode la puerta de YahwarFoto M. Valor Piechotta

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La ampliación del recinto amurallado hacia el norte y hacia el oeste,probablemente en los años en que Abu Yaqub fue gobernador de Sevilla (1156-1171), significó la incorporación de unos espacios palustres donde habíalagunas y humedales y fue la construcción de esta muralla la que propició lascondiciones necesarias de aislamiento del río que permitirían algún tiempodespués su plena urbanización.

Las puertas de la cerca urbanaDe las doce puertas que había en la cerca urbana, se conservan en un estado

muy próximo al original dos, que son: la Puerta de Córdoba y el llamado “Postigodel Aceite”.

Puerta de Córdoba [figura 7]: Responde al tipo de puerta en recodo simple entorre saliente. El cuerpo de escalera se encuentra en el lado norte de la torre ydesde ella se accede al terrado que cuenta con un adarve perimetral con parapetoy paradós, desde este punto se flanquea el patio.

El material constructivo es el tapial y los arcos de la puerta son de piedra. Setrata de arcos túmidos con alfiz muy alto que termina en la imposta; las puertascuentan con doble mocheta. Estos arcos son idénticos a los que se conservan enel sahn (patio de abluciones) de la mezquita mayor almohade, en la zonalevantada por Abu Yaqub. Esta puerta actualmente no conserva decoraciónexterna ni interna alguna.

“Postigo del Aceite” [figura 8]: Se trata de una puerta de estructura totalmentedistinta. Un arco central -hoy ensanchado y por tanto irreconocible- flanqueadopor dos torres. Las torres de la puerta conservan una cámara cada una a la alturadel adarve. También en este caso las torres tienen las “verdugadas” de ladrillo ensu fachada exterior.

Puerta de la Macarena [figura 9], totalmente alterada en el siglo XVI hoy esirreconocible su aspecto original. Parece tratarse de un tipo similar a la puerta deCórdoba, por tanto, puerta en recodo simple donde además el antemuro obligabaa realizar un segundo quiebro para entrar.

La muralla entre las puertas de la Macarena y CórdobaSe trata del único ejemplo que se conserva de cerca urbana entre dos

puertas. 536 m de muralla que tienen un trazado sinuoso y que se componede ocho torres, nueve lienzos y dos puertas (Macarena y Córdoba) más elantemuro que se conserva en la totalidad del recorrido [figura 10].

Las torres, dependiendo del emplazamiento que tengan, tienen unaestructura diferente. Aquellas que están retranqueadas, o bien no tienencámara o tienen una a la altura del adarve; las torres en posición adelantada,tienen dos cámaras superpuestas. Todas ellas tienen la característicadecoración a base de “verdugadas” de ladrillo.

En cuanto a las fases constructivas, en lo que podemos ver, hay quehablar de dos momentos distintos, que son:

- La muralla, de construcción almohade y fecha indeterminada en lasegunda mitad del siglo XII.

- El antemuro, recrecido de la muralla (en cuatro tapiales) y el foso. Todoello datado por las fuentes árabes en 1220/1221. El foso es el único elementoque no pervive y del que prácticamente no hay testimonios iconográficos,por tanto ignoramos absolutamente su forma y profundidad.

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Fig. 8. Postigo del Aceitesegún Gerencia Municipal de

Urbanismo

Fig. 7. Arco exterior de la Puertade CórdobaFoto M. Valor Piechotta

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Las torres monumentalesLos ejemplos que nosotros podemos observar actualmente no son más que

un número reducido, teniendo en cuenta que apenas subsiste un tercio de lamuralla de la ciudad. Esto significa que se han perdido numerosos testimonios yque nuestra visión no deja de ser parcial. En cuanto a los diferentes tipos detorres en la cerca sevillana habría que insistir en que a pesar de la similitud de losmateriales y técnicas constructivas hay una variedad de soluciones en lo que serefiere a su desarrollo vertical -sin cámara, con una cámara con dos cámarassuperpuestas. La decoración exterior en todos los casos es a base de“verdugadas” de ladrillo, haciéndose especialmente compleja esta decoración enel llamado “muro del Agua” o “muro de Yahwar” y en la llamada “torre Blanca”.

En la muralla de Isbiliya hay cuatro torres que por su peculiaridad merecen untratamiento específico, se trata de:

Torre del convento de Santa Marta [figura 11]. Estructura embutida en unconvento de clausura, de la cual sólo podemos ver su parte superior, que estámuy encalada. Esta torre estaba incardinada en el lienzo de muralla que partíadesde el alcázar y que entestaba en el alminar de la mezquita mayor almohade.Es el muro que dividía la explanada de Ibn Jaldun.

El remate superior de esta torre conserva una decoración de arcos ciegos demedio punto, que en la misma Sevilla podemos ver en el Patio de Crucero de laCasa de Contratación y que en Jerez de la Frontera en una torre del alcázar.

“Torre de la Plata” [figura 12], de planta octogonal, experimentó una profundareforma en tiempos de Alfonso X lo que hace difícil reconocer su estructuraalmohade. La torre contaba con tres cámaras superpuestas. La más baja a laaltura del suelo (del siglo XII), la segunda algo más baja que el adarve y la tercerasobre él. Las dos cámaras superiores debieron hundirse y fueron reconstruidasen la segunda mitad del siglo XIII con una cubierta de bóvedas de crucería, delmás puro estilo gótico.

La única cámara que conserva la estructura almohade es la inferior. Se tratade un pilar central ochavado del que parten ocho arcos fajones que sostienenbóvedas de arista triangulares. La cámara tiene los muros de mampostería ysillarejo hasta la altura de la imposta del arco fajón, a partir de aquí es de tapial ysillares en las esquinas. Esta cámara no tiene vanos hoy reconocibles, por lo quesu función debió ser seguramente de calabozo o aljibe. El conjunto del recinto enque se inscribe parece tener un papel esencialmente militar, ya que se trata delos muros más anchos de las fortificaciones de Sevilla y los únicos que tienenparapeto y paradós con merlatura y saeteras.

Los vanos de arco de medio punto de la cámara superior, pertenecen a lareconstrucción gótica, éstos daban acceso a balcones amatacanados de madera,que conocemos a través de la iconografía (grabados y óleos).

La “torre Blanca”: Es con diferencia la torre de mayor tamaño del conjunto dela cerca urbana que hoy se conserva (las torres de la Plata y del Oro formabanparte de las murallas del alcázar). Edificio concebido como un auténtico fortín,defendía el acceso a la ciudad desde el norte, ya que la puerta de la Macarenaestaba desplazada hacia el oeste con respecto a la antigua vía romana.

La torre es de proporciones monumentales, cada una de sus dos plantas está

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Fig. 9. Puerta de la MacarenaFoto M. Valor Piechotta

Fig. 10. Lienzo de la MacarenaFoto G.M.U.

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concebida con saeteras que cuentan con unascámaras de tiro amplias, de las que sóloencontramos paralelos en la torre del Oro. Tanto enel exterior como en el interior cuenta con vestigiosde una decoración muy cuidada, aunque ya casiimperceptibles, se trata de:

- Al exterior: restos de aparejo falso, quetodavía se detectan en el lado este. Y,“verdugadas” de ladrillo que recorren en el exteriorlas dos cámaras de la torre.

- En el interior: vestigios de un enlucido queoculta las llagas verticales de los ladrillos,habiendo por el contrario un rehundimiento en las

llagas horizontales. Conjunto de imposta en nacela de yeso que tiene por debajodecoración de lacería también en yeso.

La torre del Oro [figura 13]: Es en sí misma un castillo, tratándose junto con elllamado “Arquillo de Mañara” y la torre Blanca de los tres únicos ejemplos dearquitectura militar de carácter monumental que se conserva en Sevilla. La torre,que es albarrana, tiene cuatro cámaras superpuestas:

- La inferior cegada después del terremoto de Lisboa (1755), sólo hemossabido de su existencia a través de unos sondeos geo-técnicos practicados en elaño 1976. Esta cámara se encontraba a la altura del suelo. La cota de la ciudadactual ha subido en este punto unos 12 m.

- La cámara a la que se accede desde la calle está a la altura del adarve. Suestructura consiste en un cuerpo central hexagonal donde queda inscrita la

escalera, quedando el espacio entre muro maestro yescalera cubierto con bóvedas de arista cuadradas ytriangulares.

- Esta misma estructura la encontramos en las trescámaras, aunque las bóvedas se hacen algo más complejasa medida que ganan altura.

- El segundo cuerpo de la torre es una prolongación delcuerpo de escalera. Aunque muy restaurado, está decoradocon arcos ciegos y geminados que apoyan sobre columnasy capiteles de barro cocido, junto con una decoración decerámica aplicada en las albanegas, hoy totalmentereconstruida.

Los recintos amurallados palatinosEste aspecto es tratado de forma monográfica en otro

artículo de este libro. No obstante estimamos necesarioincluir un breve comentario para transmitir la importanciade los Almohades desde el punto de vista urbanístico en laciudad de Sevilla.

En el momento en el que Abu Yaqub efectúa las obras deexplanación y reurbanización del área meridional de laciudad a inicios de los setenta del siglo XII, el centro militar ypalatino se trasladó definitivamente hacia la zona que hoyocupa el Real Alcázar. Es posible que durante un siglo

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Fig. 12. Torre de la PlataFoto M. Valor Piechotta

Fig. 11. Torre en el convento deSanta MartaFoto M. Valor Piechotta

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EDADES DE SEVILLAMagdalena Valor Piechotta

(períodos abbadí y almorávide) la antigua fortaleza situadaen el centro desde el emirato omeya, permaneciera conalgún uso pese a sus múltiples transformaciones. Sinembargo la reurbanización almohade terminará por hacerdesaparecer cualquier vestigio de ésta. En el sur, y sobre elimportante núcleo palatino culminado por al-Mutamid, sevan a edificar nuevas alcazabas, siguiendo un complicadoprograma de superposiciones en el que en pocos añosdesaparecerá cualquier vestigio de edificios previos (salvolas murallas) para surgir en su lugar un elevado número depalacios regidos por principios urbanísticos diferentes a losque primaban hasta entonces.

El resultado, a mediados del siglo XIII, tras una dinámicaininterrumpida de continuas incorporaciones y amplia-ciones, sería la de una complejidad tan solo comparable a lade otras ciudades importantes del imperio almohade, comoMarrakech o Rabat.

ConclusiónLas fortificaciones de Isbiliya debieron ser el paradigma

de la fortificación en al-Andalus, la mayor parte de las obrasse efectuaron desde 1156 hasta 1184 (desde que Abu YaqubYusuf fue gobernador hasta que murió como califa). Durante el reinado de AbuYusuf Yaqub -hijo del anterior- (1184-1198) se completan algunos proyectos y seinicia en Marrakech y en Rabat un nuevo programa de arquitectura militarmonumental que tendrá una enorme influencia a partir del siglo XIII, tanto en al-Andalus (dinastía nazarí), como en el Magreb (dinastía meriní). Lascaracterísticas generales que habría que destacar son:

- El material constructivo: que es el tapial. Ciertamente a lo largo de los casi7.000 metros de muralla se observan calidades distintas tanto por la propia tierra(cuyo abastecimiento era a pie de obra), como por la proporción de cal usada(dependiendo de la mayor o menor proximidad al río). Los cajones de tapial tienenuna altura media entre 0,80 y 0,85 m. y una longitud variable que alcanza comomáximo los 2,50 m. El ladrillo se usa para las cubiertas y enmarcando los vanos(saeteras y puertas).

- La tipología de la cerca. Las torres, en los lienzos que se conservanemergentes, se distribuyen a una distancia rítmica. Son en la mayor parte de loscasos de planta cuadrada y sólo hay algunas excepciones que son: la Torre Blanca(octógono irregular), la Torre de Santo Tomás (hexagonal), la Torre de la Plata(octogonal) y la Torre del Oro (dodecagonal). Las cubiertas de las torres son abase de bóvedas de cañón, arista o vaídas. También en las torres de más decuatro lados vemos soluciones semejantes a base de bóvedas de aristatriangulares y arcos fajones (torre Blanca y torre del Oro).

El otro elemento común son las “verdugadas” de ladrillo que recorren lastorres a la altura de las almenas, del pavimento de la terraza y, en los casos máscomplejos enmarcando las saeteras.

- La muralla islámica pervivió como límite de la ciudad hasta pleno siglo XX. Enel momento de la conquista cristiana, 1248, ya existían tres barrios extramurosque eran: Triana, la Macarena y Benialofar (aproximadamente San Bernardo). Enlos años 20 del siglo pasado apenas se habían sobrepasado estos límites,

Fig. 13. Torre del OroFoto M. Valor Piechotta

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consolidándose la urbanización del espacio a partir de la ciudad en torno a laExposición Iberoamericana del año 1929.

La muralla almohade fue adaptándose a los nuevos tiempos que le tocó vivir.Durante la Baja Edad Media no debieron ser necesarias grandes obras y lo que síencontramos son reparaciones y adaptaciones a nuevas necesidades o gustos,este es el caso de: la torre de la Plata, el “arquillo de Mañara” en la segunda mitaddel siglo XIII; también las obras de tiempo de Pedro I para la construcción delnuevo palacio (1364) y la transformación de algunas torres del Alcázar, como latorre del Agua. También a la Baja Edad Media debe corresponder el forrado deladrillo de algunas torres con el objetivo de consolidarlas. Un primer cambiodecisivo se produjo en el siglo XVI, cuando muchas de las puertas fueronalteradas ampliándose los arcos o convirtiéndose puertas en recodo en accesodirecto. Ejemplo de estos dos casos lo tenemos en el “postigo” del Aceite y en lapuerta de la Macarena. También el antemuro quedó absorbido o fue demolido,desapareciendo en buena parte de su recorrido en una fecha tan temprana.

La muralla a partir del siglo XVIII tenía sentido como protección frente a lasriadas, aunque también en diferentes conflictos bélicos de la modernidadrecuperó su antiguo papel como defensa militar. Desde mediados del siglo XIX yen aras de la renovación comenzaron a caer bajo la piqueta las puertas de lamuralla, algunos lienzos y muchos otros que quedaron embutidos entre elcaserío.

Desde los años 80 del siglo XX, la Gerencia Municipal de Urbanismo delAyuntamiento de Sevilla desarrolla una destacable actuación para recuperar,consolidar y poner en valor todos aquellos lienzos embutidos en el caserío, al tiempoque restaurar aquellos otros que se encuentran exentos.

LA NUEVA MEZQUITA ALJAMALas obras de la nueva mezquita aljama comenzaron en

el año 1172, en cuatro años ya estaba construido el haram(sala de oración). Las obras quedaron interrumpidas cuandoel califa volvió a Marrakech y sólo seis años después (1182)se instauró este templo como mezquita aljama de laflamante capital de al-Andalus, el primer sermón o jutba sepronunció el viernes 30 de abril de 1182. [figuras 14 y 15]

En 1184 se reanudaron las obras, quedando la sala deoración integrada en una de las alcazabas del área palatina

y, construyéndose el alminar (Giralda) en la confluencia de la muralla con eltemplo en el lado este del edificio. El califa Abu Yaqub murió ese mismo año,quedando paralizadas las obras.

Su sucesor Abu Yusuf, reemprendió la construcción de la aljama en el 1188, apartir de esta fecha se completó el alminar y el sahn (patio de abluciones),además se repararon las naves este, norte y oeste del oratorio, ordenándosetambién el exterior del edificio.

En el año 1196, el califa Abu Yusuf mandó ensanchar el patio de abluciones,ya que para entonces parece que el oratorio se había quedado pequeño y la gentesólo podía asistir a la oración en el patio. Dos años después, las obras estabandefinitivamente concluidas.

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Fig. 14. Vestigios de la mezquitaaljama almohade en la catedralde Sevilla. según M. Vera Reina

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La crónica de Ibn Sahib al-Sala, además de múltiples detalles en torno a laconstrucción de este edificio, nos informa también de los arquitectos queintervinieron en sus dos etapas constructivas almohades. Se trata de Ahmad b.Baso en tiempos de Abu Yaqub y de Alí Gomarí durante el reinado de Abu Yusuf.

En cuanto a las evidencias de este templo excepcional, hoy en día seconserva de forma parcial el sahn -patio de los Naranjos- y el alminar -Giralda-; lasala de oración subsiste debajo del templo gótico.

La mezquita estaba orientada de norte a sur. La qibla (muro que orienta laoración) se encontraba en el muro meridional, hallándose el mihrab (nicho) debajode la actual capilla de Ntra. Sra. de la Antigua. Las naves estaban separadas porpilares muy potentes, de los que se conservan variosejemplares idénticos en el patio de abluciones.

El sahn conserva las galerías (riwaq) originales en loslados este y norte, del lado septentrional se encuentran lospilares recrecidos en restauraciones del siglo XX y, la galeríaoeste sobre la que se construyó en época moderna laparroquia del Sagrario.

La galería oriental es doble y está formada por sietearcos gemelos de herradura túmidos apoyados sobrepilares. En restauraciones recientes se han encontrado enalgunos de ellos restos de las yeserías originales quedebieron cubrir sus muros. Este flanco tiene tres puertas,dos de ellas cegadas en la actualidad.

El flanco septentrional tiene una sola galería,encontrándose en el eje axial del edificio almohade, unapuerta de carácter monumental que se llama, la puerta delPerdón [figura 16]. La fachada externa no es la original, sinembargo los arcos interiores conservan yeseríasalmohades. La puerta de madera chapada en broncetambién es original de la mezquita.

Bajo el patio hay un gran aljibe, que se abastecía deagua a través de un ramal procedente del acueducto de laciudad los llamados Caños de Carmona, que a través delAlcázar llegaba hasta aquí.

En cuanto al alminar, es un edificio excepcional no sólo por sus dimensiones,que en el momento de su construcción era prácticamente único, sino también porsu originalidad artística que ejemplifica un cambio estético radical en este época.

La base de la torre de sillares, es atribuida a Ahmad b. Baso, mientras que elresto es de ladrillo, a Ali Gomarí. El alminar estaba rematado por un yamurformado por cuatro bolas de oro.

Una vez conquistada la ciudad por los cristianos en el año 1248, la mezquitamayor se convirtió en templo catedral, llamándose iglesia de Santa María. Laconversión de mezquita a iglesia significó:

- La eliminación de todos los objetos muebles propios del culto musulmán,esto es, maqsura, mimbar, coranes, etc.

- El templo cambió su orientación, que originalmente era norte-sur y quecambió a este-oeste. El edificio quedó dividido en dos partes: la mitad esteconvertida en capilla real y la mitad oeste en parroquia.

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Fig. 15. Vista aérea de lacatedral de SevillaFoto Banco Atlántico

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- Otros cambios significativos fueron: la creación decapillas en las naves extremas del oratorio y del patio, lapintura de muros y pilares donde fueron representadossantos, vírgenes y personajes venerados.

El único elemento que no se cristianizó hasta fechaavanzada fue el alminar, donde la estructura permaneció igualhasta que en el año 1356 se cayeron las manzanas del remate acausa de un terremoto. Las campanas del templo cristianohabían estado en diversos puntos del oratorio, y sólo a mediadosdel siglo XV pasaron a la torre.

En cuanto al resto de las mezquitas de Isbiliya, elnúmero total de topónimos que conocemos después decinco siglos y medio de historia andalusí no rebasa lasveinticinco. Tampoco sabemos la localización de lasmismas, salvo en el caso de las dos aljamas sucesivas (IbnAdabbas desde el 829 al 1182 y la aljama almohade desde1182 a 1248).

La información más abundante sobre esta cuestión laencontramos en la documentación posterior a la conquistacristiana, ya que las mezquitas fueron donadas en bloque -salvo tres- a la recién constituida Iglesia de Sevilla. Losmejores templos fueron dedicados a iglesias parroquiales,

produciéndose cambios similares a los antes descritos: eliminación de objetosmuebles del culto musulmán, cambio de orientación, erección de altar en el este,pinturas, capillas, etc. No obstante, de aquellas mezquitas apenas quedanevidencias en la actualidad y es que a partir de mediados del siglo XIV se produjouna renovación sistemática de estos edificios. Por tanto, el único medio dedescubrir este precedente constructivo es a través del estudio arqueológicotanto del subsuelo como de los vestigios emergentes.

LOS MERCADOS, LOS BAÑOS Y LAS VIVIENDASLa información con la que contamos por el momento es muy escasa, esto se

debe a que los estudios que hasta ahora se han realizado proceden básicamentede crónicas y como única excepción nos encontramos con el tratado de hisba deIbn Abdun, de comienzos del siglo XII, es decir, del período almorávide.

Los datos sobre la época almohade son por ahora muy escasos. Sabemos quea la hora de construir el sahn de la nueva mezquita aljama tuvieron que demolerun pequeño mercado de barrio (suwaiqa) que se hallaba en este punto.

La única estructura de mercado que detectamos con claridad es la nuevaalcaicería erigida frente a la fachada norte del patio de abluciones de la mezquitamayor. Según el cronista de la época, al-Sala:

(...) se construyeron los mercados y las tiendas (...) Con la más sólida obray el más hermoso estilo de su clase, para admiración y novedad de los tiempos.Se le colocaron cuatro puertas grandes, que lo cerraban por los cuatro lados. Lasmayores eran las de oriente y del norte, que se enfrentan con la puerta norte dela mezquita.

Cuando se terminó la construcción de estos mercados con sus tiendas, setrasladaron a ellos el mercado de los perfumistas y de los comerciantes de telasy de los marcatín y de los sastres [Trad. A. Huici (1969), 203].

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Fig. 16. Puerta del Perdón.Patio de los NaranjosFoto M. Valor Piechotta

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La alcaicería almohade de Sevilla se conserva todavía hoy,aunque muy parcialmente. La razón de esto es que este lugarcontinuó con la misma función aún después de la conquistacristiana (1248) y que sólo fue a fines del siglo XVII cuandoentró en un proceso de degradación y abandono irreversible.

Este mercado de productos de lujo se localizaba en elrectángulo definido por las calles actuales de: Alemanes,Álvarez Quintero, Rodríguez Zapata, Cabo Noval y Florentín.Formaban un recinto de aproximadamente 65 x 55 m, por lotanto 3.575 m2 de superficie. Este espacio estaba subdivididoen calles, que funcionaban como suqs, con un eje centralmás amplio que es la calle actual de Hernando Colón. Sitomamos un plano de la Sevilla actual y nos fijamos en estesector detectamos un parcelario trazado prácticamente acordel partiendo del eje central que es la Puerta del Perdóndel sahn de la antigua mezquita, hoy catedral [figura 17].

Tampoco las fuentes árabes son muy explícitas en lo quea los baños se refiere. Conocemos los nombres de dos hamman, que son el de al-Rakkakin y el de al-Sattara. No obstante, a través de las fuentes castellanas yespecialmente de los vestigios que subsisten podemos añadir algo más. Nosconsta la subsistencia de cinco baños, de algunos de los cuales conocemos lostopónimos medievales. Se trata de:

- Los baños de la Reina Mora, que se encuentran en la confluencia de lacalle Baños con la calle Jesús de la Veracruz. Edificio que desde mediadosdel siglo XVI se dedicó a convento, hasta que en 1886 se trasformó en laComandancia de Ingenieros. Desalojado desde 1976, se han realizado en éldiversas campañas arqueológicas a partir del año 1983.

El edificio es de tapial, los vanos y bóvedas de ladrillo y las columnas ycapiteles de mármol. Se compone de un amplio espacio central porticado,rodeado de galerías perimetrales cubierto con bóvedas de cañónhoradadas por lumbreras en la clave. El conjunto del edificio es datadoen época almohade teniendo en cuenta los capiteles del patio y unadecoración en forma de sebka en una se las salas que preceden esteespacio que corresponde a la sala templada del baño.

El baño es de planta centrada, es uno de los mayores que seconservan; así, los únicos paralelos están en el palacio de Villar-dompardo en Jaén y en el Bañuelo de Granada.

- Baños de García Jofre en calle Mateos Gago (actual bar Giralda)[figura 18]. Su tamaño es mucho menor que los baños de la Reina Mora.Se conserva lo que debió ser la sala templada del baño y otra salaadyacente cubierta con bóveda de cañón. La sala central conserva uninteresante programa de bóvedas, aunque los antiguos soportes -pilaresprobablemente- fueron sustituidos por columnas genovesas.

- Baños de la Judería en la calle Mesón del Moro. Se conserva unasala longitudinal que podemos interpretar como sala caliente y dosalhanías donde hay sendas piletas con agua.

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Fig. 17. La Alcaicería de la Sedasegún M. Valor Piechotta

Fig. 18. PLanta de los bañosde García Jofre(actual Bar Giralda)según M. Valor Piechotta

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- Baños de Santa María la Blanca, en la calle del mismo nombre. En el sótanodel mesón el Cordobés prevalecen dos salas longitudinales cubiertas por bóvedade cañón que debieron formar parte de los baños mencionados en las fuentescastellanas medievales.

Son muy numerosas las viviendas excavadas en el casco histórico de Sevilladatadas en época almohade. Por citar algunos ejemplos publicados en el libroSevilla Almohade, habría que mencionar: el palacio Arzobispal (actual hotel LosSeises), diversas intervenciones en el barrio de San Bartolomé (palacio deAltamira, casa de Miguel de Mañara, Conde de Ibarra nº 18), palacio bajo elmonasterio de San Clemente, calle Imperial nº 41-45.

Todos estos edificios tienen en común los materialesconstructivos, que en los muros son habitualmente de acarreo,por tanto de mampostería, sillares y sillarejo, ladrillos dediversos módulos y tapial. Estos paramentos están revestidosde argamasa fina y en ocasiones conservan restos de pinturaroja (almagra) y amarilla (calamocha) [figura 19]. Lospavimentos son de argamasa, de cal, de ladrillos colocados apalma o a tresbolillo y en los exteriores de cantos rodados.

Las viviendas están organizadas en torno a un patio,cuyo espacio está ajardinado. El agua es la protagonista de

estos patios en forma de surtidor, canalizaciones y alberca. Los patios teníanpórticos sustentados por pilares, situados normalmente en los lados norte y sur.Un ejemplo de estos patios puede ser el de los Andenes encontrado bajo la casa deMiguel de Mañara, que situado al oeste del solar ocupaba una superficie de 48 m2.

LA REORDENACIÓN DE LA PERIFERIA URBANA Aspecto poco tratado que ofrece un campo de investigación impresionante,

teniendo en cuenta que la importancia de un núcleo urbano también la podemosmedir teniendo en cuenta su área de influencia en el entorno inmediato. Lascrónicas árabes recogen diversas intervenciones que podemos interpretar comola nueva ordenación de una gran ciudad. La intervención en el espacio

extramuros se inicia al mismo tiempo que las obras de la medina, el califaAbu Yaqub dispone en el 1171 la construcción de dos infraestructuras

que debían ser absolutamente necesarias para la mejora de laciudad [figura 20], que eran:

- El puente de barcas sobre el río Guadalquivir. Lanecesidad de su construcción está justificada por elmovimiento de tropas hacia Cáceres y Badajoz y por lacomunicación con el Aljarafe, que constituye el iqlim (distrito)que abastece a la ciudad de gran parte de los productos

agrícolas. Este puente continuó en uso hasta el reinado deIsabel II, en que fue sustituido por el actual de piedra y hierro.

Los otros puentes a los que se refieren las crónicas debieronconstruirse sobre el arroyo Tagarete que rodeaba la ciudad por el este y el

sur. También las “pontanillas”, se construyeron en los caminos que salían

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Fig. 19. Pintura de albercaen barrio de San BartoloméFoto R. Ojeda Calvo

Fig. 20. Plano topográfico deSevilla y sus cercanías. 1832

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desde las puertas de la muralla. Muchos de ellos losconocemos a través de la iconografía, especialmente delos grabados; no obstante el año 1996 se descubrió unode ellos sobre el Tagarete en la Huerta de Miraflores,puente de ladrillo datado por sus descubridores como delsiglo XVII [figura 21].

- La traída de aguas desde Alcalá de Guadairahasta Sevilla. Tipo de obra hidráulica a las que losalmohades prestaron gran atención, como nos constatambién en el Magreb. Se trata de 17 km de acueductoen el que unos 10 km transcurren subterráneos, unos5,30 km en forma de canal a cielo abierto -una grancurva que permite el desarrollo de espacios irrigados- y un tramo final de 1,7 kmsobre arcos, que van ganando altura a medida que nos aproximamos a la ciudad.

- Las residencias de recreo erigidas por los califas almohades fueron dos; unade ellas al este de la ciudad que es la Buhayra y otra en el borde del Aljarafe, aloeste de la medina. Las dos tienen un carácter completamente distinto.

La primera, la Buhayra, corresponde a una almunia asociada a una huerta degran tamaño, que debió tener además el papel de jardín botánico. Es un granjardín organizado en torno a una alberca de 43 x 43 m. de lado, a la que estáasociado un pequeño pabellón de 6,77 x 6,77 m. en su lado meridional [figura 22].

Hisn al-Faray es un caso completamente distinto.Se trata de un castillo con alcázar, construido en elborde del Aljarafe al oeste de la capital, situado en unaeminencia desde la que se domina el acceso a laciudad por el río, la dehesa de Tablada y la propiaciudad de Sevilla. La planta del edificio esprácticamente rectangular, aprovecha una plataformaexplanada semi-artificial. También asociado a estelugar se desarrollaban huertas y jardines con norias,que llegaban hasta el río.

Todos estos elementos descritos contribuyeronsin duda a articular la periferia de la ciudad. Ámbitoextramuros que a través de la documentacióncristiana posterior a la conquista (1248) sabemos que contaba con:

- Una serie de espacios irrigados, entre las puertas de la Macarena y del Sol yen Triana.

- La creación de la Buhayra a partir de un ramal que parte desde los Caños deCarmona.

- Huertas y molinos hidráulicos que se desarrollan especialmente en el ladomeridional del canal a cielo abierto de los Caños de Carmona.

- A ello hay que añadir el llamado Prado de Santa Justa, Prado de SanSebastián y Dehesa de Tablada. Espacios que pasaron al nuevo concejo sevillanocon un uso de carácter comunal.

- También las fuentes castellanas nos informan de la existencia de tresarrabales extramuros, que son el de Triana, la Macarena y Benialofar.

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Fig. 21. Puente de MirafloresFoto M. Valor Piechotta

Fig. 22. Vista aérea de laBuhayraFoto C. Delgado López

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BIBLIOGRAFÍAJ. Bosch Vilá. La Sevilla islámica. 712-1248. Sevilla. 1988.F. Collantes de Terán Delorme. Contribución al estudio de la topografía sevillana en la

Antigüedad y la Edad Media. Sevilla. 1977.Sevilla Almohade. Ed. M. Valor, A. Tahiri. Madrid. 1999.Sevilla a comienzos del siglo XII. El tratado de Ibn Abdun. Ed. y Trad. E. García Gómez, E.

Levi Provençal. Sevilla. 1981.Ibn Sahib al-Sala. Al-Mann bil-Imama. Trad. A. Huici Miranda. Valencia. 1969.

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El Real Alcázar de Sevilla

Miguel Ángel Tabales Rodríguez

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El Real Alcázar de SevillaMiguel Ángel Tabales Rodríguez

La palabra alcázar para el español de a pie rezuma romanticismo ysensaciones épicas; en sí misma resume gran parte de nuestra historia políticapues son muchas las ciudades que hunden sus cimientos en hechos bélicos,conflictos fratricidas o misterios ancestrales acaecidos entre los murosmedievales de sus antiguas fortalezas.

Desde el punto de vista militar el alcázar se fundamenta en una concepcióndel urbanismo que refleja una sociedad militar y atomizada en constante fricción;algo habitual en la Edad Media Hispana pero también en otros momentos denuestra protohistoria.

En los tratados de poliorcética el término alcázar tiene un sentido mássociológico que arquitectónico, enfatizándose su condición de morada parapersonas de calidad sin aportar precisión alguna sobre sus características ocualidades defensivas. Debe entenderse por tanto que se le atribuya a estafortificación palaciega la denominación de alcázar al haber sido residencia realdurante cientos de años aunque sus estructuras más bien deberían identificarsede manera más correcta con el término alcazaba que designa un recintoamurallado, parte de un núcleo urbano mayor al que suele dominar en altura, conaccesos a los aproches y a la ciudad aunque sea a través de corachas oalbacaras y que habitualmente sirve de núcleo administrativo y reductopoliorcético, según el Prof. Mora-Figueroa.

El conjunto militar y palatino del Real Alcázar de Sevilla se ubica en el extremomeridional de la ciudad histórica. Su monumental presencia se manifiesta alviandante de un modo confuso y sorprendente debido sobre todo a su inserción enun entorno urbano envolvente y sinuoso que llena el sector de encanto pero dificultala comprensión de un sistema de murallas notablemente conservado; miles deturistas y tal vez de sevillanos penetran cotidianamente en su interior dejándoseatrapar por una sugerente profusión de palacios y jardines cargados de arte, embrujoy leyendas. Sin embargo pocos, a pesar de los esfuerzos pedagógicos emprendidos,captan la entidad militar y el volumen de lienzos, torres, adarves, antemuros,corachas y puertas que aún hoy se mantienen en pie satinando la mayor parte delcentro monumental hispalense, desde la Giralda a la torre de Oro. La confusión esmayor todavía a causa del carácter visitable que tiene tan sólo una parte de lo queantaño fuera alcazaba de la capital del imperio almohade, lo cual provoca una

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disociación natural entre el monumento turístico y unas estructuras militarescircundantes descontextualizadas y atrapadas por un caserío que las fagocita yanula visualmente. Muchos son los que identifican la torre del Oro o la Giralda con laciudad de Sevilla, pero pocos los que comprenden su vinculación con el sistemadefensivo islámico para el que fueron creadas. Torres como las de la Plata, Abdel Aziz,murallas del Cabildo o de Santo Tomás, puertas de la judería, arquillo de la Plata, etc..son elementos de ese sistema que solo algunos asocian al alcázar.

Sin duda, este fenómeno de absorción de estructuras militares se haproducido frecuentemente en aquellos centros históricos de ciudades con uncrecimiento económico continuo en períodos posteriores, pero son muy pocas lasque, manteniendo en pie una gran parte de los recintos originales, han perdidotodo su recuerdo, pasando éstos a formar parte de medianeras y traseras denuevos palacios y espacios que a su vez han gozado de la categoría demonumentos. Otros amurallamientos de la alcazaba yacen perdidos bajo metrosde relleno y de cimientos de edificios como la Catedral, el Archivo de Indias o laCasa de la Moneda, determinando no ya con su presencia pero sí con su recuerdolas orientaciones y niveles que hoy sorprenden al visitante.

El primer alcázar fue levantado en las afueras de la antigua ciudad romana deHispalis, junto al rio Baetis y a la via Augustea, arterias vitales para la existenciade la urbe desde tiempos inmemoriales. Se ubicó al Sur, junto al río, que siemprefue el lugar de donde vinieron los ataques más feroces (vándalos, visigodos,vikingos, cordobeses, almorávides, almohades, castellanos). En el siglo X todavíase mantenía en pie, aunque muy desfigurada por siglos de rapiña y acarreo, granparte de la estructura urbana romana altoimperial; el mismo río debíaencontrarse muy cerca de la muralla, en las inmediaciones de la actual catedral yArchivo de Indias. La elección de esta zona portuaria y comercial como solar parauna fortificación resulta sorprendentemente lógica desde el punto de vistaestratégico por lo que no deja de extrañar que no existiera allí ninguna fortalezahasta las postrimerías del emirato omeya, máxime si tenemos en cuenta laimportancia militar de Hispalis en el Bajo Imperio y durante el reino visigodo.

Sin embargo los resultados de las excavaciones arqueológicas hasta elmomento parecen confirmar la ausencia de estructuras de carácter militaranteriores al siglo X. En su lugar aparecen restos de ocupación humana desde elsiglo VIII a.C., dibujándose una sorprendente topografía definida por un bruscodesnivel que nada tiene que ver con la horizontalidad actual y que separaba endos zonas el área del actual alcázar; una de ellas, al nordeste, mucho más alta,mantenía cierta vinculación con el interior de la ciudad desde la Protohistoria; laotra, extramuros, fue ganando terreno al río con el paso de los siglos,urbanizándose y abandonándose en algunos períodos de declive. Estabanseparadas en el centro del Patio de Banderas por una muralla de la cual ignoramostodo salvo su existencia, recientemente constatada mediante pruebas físicas.

No podemos descartar la posibilidad, mantenida desde antaño, de unapresencia militar romana y visigoda en el más alto de los sectores citados pero lasexcavaciones realizadas hasta ahora en dicha zona apuntan hacia otro tipo defunción, tal vez comercial; han salido a la luz los restos de un gran edificio del sigloI d.C. probablemente relacionado con el influyente Colegio de Olearios hispalense.

El Real Alcázar de Sevilla

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Sobre las ruinas de este inmueble, que se extendía muy al interior del actualalcázar, se edificó un templo paleocristiano, identificado por algunos como labasílica de San Vicente, uno de los tres templos principales durante la épocavisigoda; de él se conservan algunos muros y un baptisterio bajo el Patio deBanderas, así como un pedestal romano dedicado a Minerva y reconvertido comomesa de altar que fue localizado a escasos metros en la cercana puerta delAlcázar. Otros restos procedentes tal vez de la misma iglesia fueron localizadosdentro del alcázar, como la lápida del obispo Honoratus, hoy en la Catedral oalgunos capiteles y fustes visigodos del palacio de Pedro I.

LA EVOLUCIÓN DEL ALCÁZARProceso: 1. Fundación omeyaCronología: 914Justificación: AlcazabaDescripción: Recinto cuadrangular fortificadoVinculación urbana: Extramuros, “tal vez” añadido a la muralla romana

Proceso: 2. Ampliación abbadíCronología: s. XIJustificación: Alcazaba-Palacio RealDescripción: Duplicación del primer recinto.Cambio de acceso. Ampliaciónmuralla urbanaVinculación urbana: Determina ampliación urbana al Este

Proceso: 3. Ampliación norteafricanaCronología: 1/2 s. XIIJustificación: Recinto militar añadidoDescripción: Añadido del Recinto III al oeste. Subida de cotas. Sustitución deedificios previosVinculación urbana: Reurbanización del sector englobado

Proceso: 4. Reconstrucción almohadeCronología: Segunda mitad del s. XIIJustificación: Refundación palatina y ampliación militarDescripción: Destrucción completa de todos los palacios previos. Subida decotas. Cambio de accesos y tránsitos. Ampliación de recintos. Levantamientode una decena de nuevos palaciosVinculación urbana: Cambio de orientaciones en el interior y en el entornoampliación muralla urbana

Proceso: 5. Reconstrucción parcial alfonsíCronología: Segunda mitad del s. XIIIJustificación: Sustitución del palacio principalDescripción: Destrucción completa del sector palatino habitacional principalElevación de cotas y creación de palacio góticoVinculación urbana: Sin cambios respecto a organización almohade

Proceso: 5. Reconstrucción parcial de Pedro ICronología: 1366Justificación: Construcción de un nuevo palacio principal

EDADES DE SEVILLAMiguel Ángel Tabales Rodríguez

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Descripción: Destrucción de cuatro palacios almohades.Subida de cotas yconstrucción del palacio mudéjarVinculación urbana: Cambio de orientación del sector occidental del alcázar yde su entorno

La alcazaba omeyaSin descartar algún tipo de presencia militar

menor en esta zona durante el I milenio d.C., lo ciertoes que la primera piedra del alcázar actual fuecolocada por orden de Abd el Rahman III en el año 913.Los motivos fueron varios aunque el más importantepudo ser el mantenimiento de una guarnición quecontrolase a la rebelde población sevillana, reciénderrotada y humillada con la destrucción de susmurallas. Se ha querido retrotraer la fundación seisdécadas, justificando su levantamiento comoconsecuencia del saqueo e incendio provocado por losvikingos en el año 844, pero las cerámicas extraídas

de sus cimientos parecen afianzar la primera atribución. (figuras 1 y 2)Dentro de esta fortificación existirían dependencias no demasiado

destacadas adosadas a los muros mientras que caballerizas, almacenes ycuarteles completarían un panorama arquitectónico poco significativo. Enexcavaciones recientes se exhumaron algunos muros de mampuesto quereflejaban una disposición ortogonal respecto a los lienzos exteriores.

La casa del gobierno o dar al-Imara omeya, seasemejaría bastante a otras fortificaciones urbanasaltomedievales como la de Mérida; su forma seríacuadrangular, de unos cien metros de lado,conservándose en la actualidad los frentes norte y oeste.Respondería al esquema omeya clásico de torresmacizas hasta el adarve, estrechas y altas, conevidencias de la existencia de escarpas pocopronunciadas en sus primeras hiladas, etc.. lienzos ytorres permanecerían unidos por el adarve sin cámaras nimerlatura. Los muros primitivos eran de sillares de rocaalcoriza dispuestos en hiladas horizontales con aparejoirregular y tizones intercalados dentro de una tónica

general de sogas. El único acceso conocido lo garantizaba una puerta situada bajola casa nº 16 del Patio de Banderas, es decir hacia el este. Estaba formada por unarco, del que se conserva la jamba norte, luego reutilizado como paso directodentro del intrincado recodo creado en el siglo XI. Estaba flanqueada por unaextraña torre maciza adaptada a la muralla urbana que disponía de un raroachaflanamiento.

El alcázar AbbadíLa pérdida del control cordobés sobre Isbiliya tras la fitna supuso una

transformación de la taifa de los Banu Abbad en una dinastía real con rápidaimplantación en la mayor parte de al-Andalus; la nueva monarquía tradujo suspretensiones en una notable actividad constructiva cuyo exponente máximo fue

El Real Alcázar de Sevilla

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Fig. 2. Planta hipotética delalcázar omeya

Fig. 1. Murallas de la alcazabaomeya

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la ampliación de la alcazaba hacia el sur y el este duplicando el espacio previo.Contará con un nuevo acceso en recodo que sustituirá al anterior, abierto en lacara oriental, para lo cual se levantó un castillete de control presidido por unadoble puerta de herradura.

La idea de la existencia de un segundo recinto alsur de la alcazaba antigua no está presente en latradición historiográfica. Así, algunos autores (Tubino,Guerrero, Manzano, Valor, Comes) extienden el palacioomeya hasta los jardines; otros como Jiménez que síadvierten la cuadratura de éste, uniformizan el áreasituada entre la judería y el arquillo de la Plata dentro deun gran recinto que coincidiría con el alcázar de labendición cantado por al Mutamid (figuras 3, 4, 5 y 6).

De la muralla occidental de esta segunda alcazabase mantienen en pie una parte de la torre central y elsegundo lienzo, que se conserva en alzado en la cara oeste del patio del palaciogótico. Su fábrica refleja un aparejo pétreo tosco e irregular algo distinto al delrecinto primitivo.

Desde el punto de vista formal la ampliación al sur no significa realmente lacreación de una nueva área cerrada, ya que el límite sur debió desaparecer ajuzgar por la uniformidad del nuevo frente oriental, levantado originalmente entapial. Lo más importante tal vez de esta operación es la ampliación de la cercaurbana hacia el sur, datable a finales del siglo XI o inicios del XII.

El alcázar resultante comenzó a colmatarse con estructuraspalatinas de reducidas dimensiones; innumerables unidadeshabitacionales abigarradas por todo el conjunto; probablemente noexistirían espacios abiertos a juzgar por los restos detectados enel Patio de Banderas y en otras zonas. Salvando el nuevo ycomplejo acceso en recodo del extremo nororiental, el resto delespacio conformaría una suerte de qasba sin demasiadarepresentatividad arquitectónica, si exceptuamos el posiblepalacio principal, situado según creemos -provisionalmente- bajoel actual palacio gótico.

Las excavaciones confirman un nuevo proceso de ampliaciónhacia el oeste de las murallas, en el sector ocupado en laactualidad por el Patio de la Montería, jardines del Príncipe ypalacio mudéjar. Se elevaron en los momentos centrales del sigloXI varios edificios palatinos tal vez identificables como el “alcázarMubarak” o de la Bendición, imaginado por Guerrero Lovillo en losaños setenta. Bajo el pavimento del patio de la Montería, fuelocalizado un gran edificio con patios y albercas de este período;en él aparecieron pinturas de lacería roja muy arcaicas y unepígrafe marmóreo alusivo al rey al-Mutamid. Disponía de un patio conandenes, arriates y pila lateral, y de otro alargado con una alberca con unahornacina decorada con almagra y líneas blancas.

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Fig.3. Planta hipotética delalcázar abbadí

Fig. 4. La Primitiva puertaabbadí

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El acceso a esterecinto es una doblepuerta con cuatro jambas,construida en un períodoposterior o coetáneo alreinado de Abd el RahmanIII. La herradura estáconformada por dovelaspétreas con trasdós eintradós no concéntricos,lo que podría situarlateóricamente en unperíodo avanzado oposterior al califato. Por su

parte el centro de la herradura está a un tercio de radio sobre la línea de imposta ylas dovelas apuntan levemente sobre dicha horizontal, lejos en cualquier caso delcentro del arco. Se trata de un arco muy estilizado y con una luz excesivamentecorta en relación a la flecha. Por su parte, la altura de la bóveda de medio cañónsituada entre las dos herraduras es superior a lo normal.

La reorganización almohadeTras dos siglos de existencia el alcázar islámico había sufrido ya dos

grandes ampliaciones que respondían a impulsos prioritariamente civiles ypalatinos y en menor medida militares. El tercer proceso de ampliación, desdeel punto de vista militar, se produce a mediados del siglo XII y para ello se

suprimen los múltiples edificios taifaspreexistentes, estableciéndose un programaedilicio que culmina con la erección de variospalacios perfectamente ordenados (figura 7).

La nueva alcazaba se formó uniendo la torresudeste del recinto II -hoy bajo el palacio gótico-con la torrecilla hexagonal de Abd el Aziz, situadaen la Avenida de la Constitución; en este lienzo seabrió tal vez en ese momento el arquillo de laPlata, constituido como acceso principal. Al Norte,el recinto estaba formado por la coracha de SantoTomás, muro que partía de la segunda torre dellado occidental del alcázar primitivo. Parapenetrar en el área palatina debía salvarse el

apeadero (Patio del León) en el que se abría una gran portada monumental condos accesos diferentes en recodo que repartían el tránsito hacia el sectorantiguo (palacios Omeya y abbadí) y hacia el nuevo (palacios de la Contratación,Montería, Asistente, Príncipe y los dos situados bajo el del Rey Don Pedro).

En los momentos de esplendor almohade, bajo los califas Abu Yaqub y AbuYusuf a fines del siglo XII, apenas quedaban algunas estructuras aisladas comorecuerdo de la primera alcazaba. En su interior se construyó una retícula depalacios independientes orientados con sorprendente homogeneidad; unadecena de núcleos palatinos distribuidos en torno a patios de crucero deprimidos

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Fig. 7. Plano de la ciudadalmohade y su alcázar

Fig. 5 y 6. La Primitiva puertaabbadí

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formando parte de un programa prefijado que supuso la destrucción casicompleta de cualquier vestigio previo salvo las murallas. Sus dimensiones eranmuy similares, incluidos los de la Montería y el del Crucero, destacando entreellos el del Caracol, o de los Baños de Doña María, sin duda el mayor y másimportante, localizado en el segundo recinto del alcázar. Las comunicacionesentre los distintos palacios se realizaban mediante pasajes alargados yestrechos así como de recodos y a veces participando de naves comunes.

En el interior del nuevo recinto amurallado bajo el patio de la Montería seerigió un magnífico conjunto palatino compuesto por un palacio con patio decrucero completo y parte de otro, hoy bajo el edificio mudéjar. En el extremooccidental de ambos se definía una potente alineación junto a la que discurría unestrecho pasillo de un metro separándolos de otros edificios situados en la zonaoeste del alcázar.

En el espacio hoy ocupado por el Patio de la Montería se levantaba un amplioedificio construido sobre las ruinas del palacio abbadí. Esta gran obra de nuevaplanta fue comenzada a mediados del siglo XII, sufriendo desde entonces múltiplesreformas que culminarían con su amortización definitiva en 1356 al construirse elpalacio mudéjar del Rey Don Pedro que, aunque sólo afectó físicamente a otronúcleo palatino contiguo, supuso su derribo para crear un patio escénico acordecon su fachada. Se trata de un patio de crucero cuadrangular -hoy inscrito en elcentro de la Montería- de 16'70 x 18 mts. al que abren sus puertas cuatro estanciasalargadas que ocupan cada flanco. Se orientaba ortogonalmente de maneraidéntica a los palacios de la Contratación y el Asistente.

El conjunto limita al oeste con un pasillo longitudinal al que abriría unapequeña puerta. Al norte, los vestíbulos laberínticos de acceso en recodo a laContratación y el Yeso; al este cocinas y letrinas aprovechaban los ámbitosirregulares. Los tres límites citados coinciden en lo básico con los del patio actual,lo que evidencia que la creación del patio mudéjar consistió en una eliminaciónunitaria por parte del rey Pedro I del citado palacio almohade, a la par quemantenía en pie los restantes.

Sin embargo, al sur, y manteniendo la misma organización, fábrica, cota yorientaciones, se localizaba otro núcleo palacial dispuesto también medianteestancias alargadas con alhanías o alcobasentorno a un patio con andenes que penetra bajola fachada del palacio mudéjar con orientaciónantagónica a la de éste. Aquí también, junto a laantigua muralla pétrea y a la torre localizada aleste del palacio mudéjar, los muros corregían lairregularidad adaptándose a lo preexistente, loque provocaría una morfología poligonal enalgunas dependencia de esta zona.

El patio del palacio excavado bajo la Monteríadisponía de un andén perimetral de 1'40 mts deanchura en los lados sur, este y oeste, mientras queal norte se estrechaba hasta los 0'50; su pavimento,

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Fig. 8. Plano del alcazaralmohade

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a base de losas rectangulares de 19 x 28 cms apareció retocado,al igual que los muros, en el tercio norte del patio, en lo que debióser una gran reestructuración de ese sector quizá ya en épocacristiana. Junto al andén, y también de manera perimetral, aunquea una cota levemente inferior discurría un canalillo con baquetónhidráulico; en las esquinas los conductos remataban en una mediacaña de gran anchura que bajaba casi un metro bajo la cota delandén. El agua, por tanto, discurría sin trabas por el canalillo, quese alimentaba desde un sistema de tuberías de plomo en laesquina noroeste, procedente del sector del palacio de laContratación, donde quizá existiese alguna noria. Desaguabafinalmente por la esquina sudeste, donde se localizan las letrinas,a las que podría alimentar (figuras 8 y 9)

En el centro de cada andén un pequeño puente de 0'80 mtsde anchura salvaba el canal perimetral y bajando mediante

cinco peldaños daba paso a paseos normales que dividían en cuatro arriatesiguales el espacio interior ajardinado. El resultado era un gran patio de crucero deandenes muy pequeños y escalonados que confluían a una cota un metro menorque la del andén perimetral; en la confluencia, en el centro del patio, debió existiruna taza de tamaño reducido, ya desaparecida.

Si el patio es relativamenteatípico, no lo son en absoluto lasestancias aledañas; se trata denaves alargadas de 2'5 mts deancho en cuyos extremos selocalizan alcobas de dos metrosde fondo separadas del resto porpilarillos de ladrillo muy bienaparejados; éstos, estabanadosados al muro y soportaríanbíforas, probablemente deherradura, como sucede en elpalacio del Yeso y en la mayoría deedificios islámicos coetáneos(figura 10).

A la par que el alcázar se renovaba radicalmente en su interior, durante lasegunda mitad del siglo XII se procedió a la erección de varios recintos defensivosjunto al río. El programa de ampliación urbana consistió en la incorporación de loque al Sala denominó alcazabas exterior e interior y que básicamente separaban,por un lado los espacios situados entre el Recinto III y la muralla urbanameridional, y por otro, el recinto situado hacia la medina en el que se habrían delevantar la gran mezquita aljama y nuevos barrios adosados a sus murallas quecolmataron paulatinamente el espacio libre. El espacio meridional de la Sevillaislámica se fortificaba hasta extremos insospechados, tal vez con 11 ó 12recintos diferentes, configurándose al final de su constante renovación como uncomplejo palatino en el que se combinan las dos prioridades del nuevo podercalifal: por un lado, la creación de una gran capital encabezada por un alcázarmilitar fuerte, y, en segundo lugar, una reorganización drástica de los palacios

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Fig. 10. El Patio del Yeso

Fig. 9. Palacio almohade de laMontería

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interiores que incorporaba una nueva arquitectura, muchomás ordenada que la abbadí.

El sevillano de a pie que accediera a esta ciudadeladesde el centro de su ciudad en las primeras décadas delsiglo XIII se encontraría, tras cruzar la alcaicería, con unaimponente muralla tras cuyas puertas se abría un complejoinstitucional precedido por la nueva mezquita aljama quequedaba dentro del área cercada; en la misma base de laGiralda, su alminar, se interponía la puerta principal deingreso a palacio desde la urbe. En el lado del río otraspuertas complicaban el tránsito hacia el área portuaria y lasatarazanas. El visitante que intentara acceder desde el sur(puerta de Jerez) hacia el interior de la ciudad se encontrabaal menos con tres impedimentos controlados antes deverse liberado de los pertinentes controles fiscales ymilitares; pero si quería penetrar en el núcleo de palacios delcalifa, sus problemas se multiplicaban, ya que antes deacceder a las puertas principales, situadas en la actual calleMiguel de Mañara, debía franquear pasos angostos ycontroles aún más severos. Al llegar al Patio del León,verdadero centro neurálgico de la distribución del conjunto,comenzaban los palacios privados sólo accesibles para unnúmero reducido de cortesanos y administradores.

El califa, por su parte podía permitirse el lujo de acceder directamente a lamezquita mediante un pasaje privado, el sabat, recientemente localizado tras lafachada meridional de la Catedral, que se sitúa directamente sobre la qibla almohade.

Entre los vestigios de palacios almohades hay que destacar el Patio del Yeso,que debe su nombre a la labor de yesería de sus paños en sebka. Es uno de losescasos espacios mantenidos en pie desde el siglo XII en el Alcázar. En sus murosse puede apreciar una larga historia de añadidos y transformaciones que se iniciaen el siglo XI y perdura hasta nuestros días. Otras zonas del Alcázar aún puedenesconder bajo tapias y revocos modernos, pinturas murales y yeserías islámicas.

La yuxtaposición castellanaLa conquista castellana en 1248 no se tradujo en principio en ninguna

reforma digna de mención; durante algunas décadas la corte se adecuó a losmúltiples espacios almohades. Alfonso X concentró sus esfuerzos en laejecución de una obra emblemática y moderna en la que se mostraría la mejorarquitectura gótica de su tiempo. Las excavaciones realizadas en 1998exhumaron el testero meridional del palacio islámico sobre el que luego seelevaría el impresionante conjunto alfonsí del palacio gótico (o de Carlos V, o delCaracol). El edificio musulmán disponía de un patio a dos alturas desde elmomento de su construcción dividiéndose en cuarteles del mismo modo que enla actualidad pero con la superficie ajardinada a considerable profundidad; alincorporarse el edifico gótico, sus naves se superpusieron sobre las estanciasmeridionales del palacio almohade (figuras 11 y 12).

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Fig.11. El Palacio Gótico

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El resultado fue un palacio fortificado sobre los restosaterrazados del conjunto almohade principal sin opción alreaprovechamiento ni de murallas ni de crujías previas. Elnuevo palacio se “impuso” sobre lo recién conquistadopermitiéndose incluso el sacrificio de toda la planta baja quesería rellenada para homologar los pavimentos del antiguoalcázar omeya. Del espectacular juego a dos niveles producidosen el patio almohade eliminado se recuperarán previoacondicionamiento sólo dos tercios del original.

El palacio gótico conserva en la actualidad gran parte de suestructura original. Las principales reformas afectan al salón delos Tapices, sus bóvedas y al pórtico, reconstruidos durante elsiglo XVIII tras el terremoto de 1755, aunque gran parte de suapariencia se debe a la presencia del rotundo zócalorenacentista de azulejería polícroma atribuido a Cristóbal

Augusta así como a las ménsulas modernas que soportan las nervadurasoriginales. La apertura de los ventanales hacia los jardines en el siglo XVI eliminóla posibilidad de contemplar el edificio bajo el prisma ambiental medieval lo cual,junto a la riquísima ornamentación renacentista y barroca, provoca en elvisitante una clara confusión que por lo general se traduce en unaincomprensión del modelo primitivo. Para entender el palacio medieval en suvolumen y contexto original, conformado como un gran castillo rectangularalmenado, con sus cuatro esquinas dotadas de torres con escaleras de caracol ylienzos exteriores ribeteados por los estribos de las bóvedas, debemos alejarnosde él y observarlo desde los jardines de la Danza o de las Damas; su inmensamole aparece emergiendo sobre el alcázar junto al palacio mudéjar del Rey PedroI, adosado a su cara occidental cien años más tarde.

En el resto de los edificios almohades del conjunto se seguirán manteniendolas estructuras palatinas principales, aunque se advierten obras cristianas deacondicionamiento consistentes en la tabicación y compartimentación de lasgrandes alhanías, repavimentaciones, etc.

El alcázar mudéjarDurante los cien años que siguieron a la incorporación de Sevilla a la corona

castellana, los sucesivos monarcas fueron alterando el viejo conjunto, dotándolode nuevas construcciones como el hermoso salón de la Justicia, levantado ainicios del siglo XIV sobre el antiguo palacio del Yeso; sin embargo se inició conellos un abandono imparable del uso militar de las alcazabas reduciéndose elárea de palacio a los límites previos a la reforma almohade (en la actualidad elconjunto visitable del alcázar es aún menor). Paulatinamente la degradaciónarquitectónica de los espacios, constatada en las excavaciones, se iríacomplementando con una nueva visión de los revestimientos y de los acabadosde suerte que en pocos años lo gótico sería suplantado irrefrenablemente por ungusto islamizante, a veces fruto del influjo de los mudéjares autóctonos, perootras motivado por la combinación de estilos foráneos como el toledano o elnazarí. El máximo exponente de esa nueva arquitectura será el palacio mudéjardel Rey Pedro I, finalizado en 1366. Con su construcción se completó un ciclo de

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Fig. 12. Reconstrucciónhipotética

del Palacio Gótico

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atenciones al alcázar de la mayor ciudad del reino que nunca, salvo obraspuntuales notables a comienzos del siglo XVI, volvería a contar con el apoyoexclusivo de la realeza.

Lo que había sido un centro de esplendor militar, religioso y cortesano en elimperio almohade, se redujo en un siglo a una cuarta parte de su extensión;primero se dotó de extraños elementos góticos ajenos al ambiente musulmándominante pero finalmente se vio rejuvenecido en su arabismo por un desarrolloornamental que, a su vez, encubrió reformas drásticas al ser suprimidos un buennúmero de palacios para abrir grandes espacios arquitectónicos.

Desde el punto de vista de la organización del alcázar, el establecimiento delpalacio de Pedro I supuso un notable cambio de orientación respecto alurbanismo precedente. Al diseñar su imponente obra, el monarca optó poradaptarse al palacio gótico, adosando sus crujías a la capilla del palacio alfonsí ypara ello simplemente destruyó los tres palacios musulmanes preexistentes,cambiando la orientación de los edificios una vez más. En definitiva, unaimpronta castellana impregnada en lo que al tránsito y los espacios se refierepor el marchamo cristiano con su regularidad clásica, acceso directo yvisualmente prolongado en contraste con el reflejo estético hispanomusulmáanmantenido en la decoración mudéjar interior.

El palacio mudéjar o del Rey Pedro I (figura13) se convirtió desde el primer momento enreferencia para otros edificios palaciegossevillanos y andaluces. En él participaronalarifes de diversa procedencia, destacando porsu maestría los mudéjares toledanos, sevillanoso los procedentes del vecino y aliado reinonazarí. Yeserías, azulejerías, artesonados,puertas, bóvedas, arcos, etc. se conjugan demanera magistral en una recreación idealizadade la arquitectura andalusí, creada más paraimpresionar a los embajadores de otras corteshispanas y europeas que para ser habitada.Aunque en su interior, alhanias, capilla, salón de Embajadores, etc. aún sepercibe la ambientación bajomedieval, la imagen actual del gran patio de lasDoncellas, se ha visto alterada por diversas reformas entre las que destacan lasustitución de los pilares mudéjares por columnas de mármol genovesas en1560, la construcción del cuerpo superior, en época de los Reyes Católicos ydel emperador Carlos V, o la más reciente incorporación del alero de protecciónde las yeserías, colocado por Rafael Manzano.

El alcázar actualLas transformaciones se sucedieron ininterrumpidamente desde la reforma

mudéjar hasta fines del siglo XVIII, época en la que se dará un último retoque alantiguo palacio del Caracol debido a los destrozos provocados por el terremoto deLisboa de 1755. Desde entonces y pese a continuos retoques menores elabandono de palacios y murallas se hizo imparable hasta que a mediados del

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Fig. 13. Palacio del Rey Pedro I

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siglo XX se inició un lento pero inexorable programa de recuperación en el queactualmente se halla inmerso.

En la actualidad (figura 14) ya no quedagran cosa de la alcazaba original,prácticamente suplantada por los palaciostaifas en el siglo XI. A su vez éstos fueronderribados para satisfacer el proyecto califalalmohade a lo largo del siglo XII. Existe unavigencia de las orientaciones almohades en elámbito de la alcazaba omeya y de su añadidotaifa (área conocida en la bibliografía comodar al-Imara), donde se observan vestigiosde reaprovechamiento en los palacios delYeso, casas Toro Buiza, Becerril, Alcaide,etc..). Lo mismo sucede en el palacio de laContratación, cuyo patio, recuperado porRafael Manzano, constituye uno de los

mejores exponentes de cruceros ornamentales. El caso más significativo es elcrucero del Caracol -los llamados baños de María de Padilla-, cerrado al público, yaún por investigar a fondo, cuya estructura parece haber sufrido cambiosmínimos desde el período alfonsí.

En las murallas exteriores la perduración es casi completa a pesar de losapósitos e invasiones del caserío reciente; es de destacar la reciente labor derecuperación de la puerta abbadí de la calle Joaquín Romero Murube, oculta desdeel siglo XII por una edificación del Patio de Banderas. Han llegado en pie hastanuestros días las murallas omeyas exteriores norte y oeste (de la que seseccionó una torre), las murallas abbadíes este y parcialmente la oeste. Seconserva una importante representación de las murallas norteafricanas en losdistintos recintos del alcázar y del sector meridional de la ciudad.

En resumen, lo que hoy disfrutamos al visitar el alcázar no es más que unlejano y confuso vestigio de la última organización islámica muy matizada por laintrusión de los palacios gótico y de Pedro I. El recuerdo de la primera alcazabasólo se mantiene en las murallas pétreas del sector septentrional aunque elurbanismo circundante aleja al espectador de su significado.

Pero, siendo positivos es precisamente esta serie de incongruenciasarquitectónicas, yuxtaposiciones, alteraciones incomprensibles y rupturascontinuas de perspectiva lo que convierten la visita de este monumento en algooriginal y sugerente a la vez que difícil de entender; es probable que el verdadero valorde este magnífico conjunto estribe precisamente en el embrujo de su desorden.

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Fig. 14. Vista aerea del alcázar

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1991.

EDADES DE SEVILLAMiguel Ángel Tabales Rodríguez

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De ciudad islámica acentro económico mundial

(siglos XIII-XVII)

Antonio Collantes de Terán Sánchez

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De ciudad islámica a centro económico

mundial (siglos XIII-XVII)Antonio Collantes de Terán Sánchez

El 23 de noviembre de 1248, después de 16 meses de asedio, se formaliza larendición de Isbiliya a Fernando III con la entrega del alcázar por parte de losgobernantes andalusíes de la ciudad, mientras se iza el estandarte real en elalminar de la mezquita mayor. A este primer acto de carácter militar, seguirá otrode carácter religioso. Tras procederse al desalojo de los vencidos, tiene lugar lapurificación y consagración de la mezquita como catedral. Finalmente, el 22 dediciembre, aniversario (185 años) de la traslación del cuerpo de San Isidorodesde Sevilla a León, se lleva a cabo la entrada del monarca y de los castellanosen la ciudad conquistada, que se rubrica con un acto en la catedral.

Es decir, con una serie de decisiones y ceremonias de claro valor simbólicose pone fin a otra etapa en la historia de la ciudad -la de Isbiliya-, y se inicia unanueva, la de Sevilla. Aunque el cambio aparentemente es radical, solo lo es enparte, como ocurre en tantos procesos históricos, porque en esta nueva etapase conjugan factores de continuidad y de ruptura. Teniendo en cuenta el enfoquede esta obra, hay que retener dos datos que condicionan la historia posterior:primero, que en el aspecto físico no se parte de cero, sino que losconquistadores ocupan una ciudad plenamente conformada y, al parecer, sinimportantes destrucciones como consecuencia del propio proceso de conquista;segundo, la sustitución de la población vencida por otra nueva. Estos nuevoshabitantes, mayoritariamente castellanos, poseen una cultura y una religióndistinta, y configuran una sociedad con rasgos diferenciales de la andalusí, todolo cual contribuye a una paulatina transformación de la ciudad que han ocupado.Ahora bien, dicho proceso de transformación, además, está condicionado por unfactor estructural de la ciudad, su condición de centro regional.

Bases socioeconómicasComo se ha visto en los capítulos precedentes, la ciudad se ha definido

históricamente como un gran centro urbano. Dicho carácter no solo se mantienetras su integración en la Corona de Castilla, sino que ese valor de centralidad seincrementa considerablemente a lo largo de las centurias posteriores gracias avarios factores estructurales e históricos. En primer lugar, las riquezas naturalesde la región, que habían sido objeto de gran demanda internacional, demanda queen estos siglos experimenta un notable crecimiento. En segundo lugar, su posiciónestratégica; de un lado, en las conexiones comerciales entre el Mediterráneo y elAtlántico, que a partir del siglo XIII adquirieren unas dimensiones hasta entoncesdesconocidas; de otro, en las relaciones con el continente africano, primero con el

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inmediato Magreb y luego con el África atlántica y las islas españolas yportuguesas; en fin, el convertirse en cabecera de las relaciones con América. Entercer lugar, el estar situada a orillas del río Guadalquivir, que al ser navegable, lepermite ser un puerto del comercio internacional, con proyección sobre gran partede Andalucía e incluso del resto de Castilla.

Como consecuencia de esta conjunción de factores, tras superar lasdificultades subsiguientes a la conquista castellana, Sevilla se convierte en una de

las ciudades másimportantes de la Coronade Castilla, siendo lamayor por el número dehabitantes, pues a finesdel siglo XIV o comienzosdel XV tiene 20.000aproximadamente, que setransforman en unos40.000 a finales de ladecimoquinta centuria.Dicha condición laconserva hasta el sigloXVII. Hacia 1530 cuentacon más de 50.000habitantes, y a partir dedicha década, gracias alas conexiones con

América, el crecimiento experimenta una gran aceleración, hasta alcanzar su topepoblacional de 125.000 más o menos al finalizar el siglo XVI [figura 1].

Este prolongado crecimiento de la población, unido a la acumulación deriquezas que la ya citada función de centralidad genera, permite a miembrosde varios sectores sociales efectuar inversiones urbanas, que es uno de losfactores de transformación de la ciudad. En este cometido destacan lasdiferentes élites que van a ir surgiendo. En primer lugar, una élite sociopolítica,que comienza a configurarse tras la conquista, compuesta por unaaristocracia de orígenes nobiliario y urbano, cuyas bases económicasdescansan en su condición de grandes propietarios. Una aristocracia que, enuna proporción importante, va a saber aprovechar las ventajas económicas dela región, y de la posición estratégica de la ciudad, incentivando los cultivosmás rentables, como son sobre todo los de olivar y viñedo, cuyos productostienen una gran demanda, lo que les genera rentas considerables. Pues bien,una parte de dichas rentas las invierten en la ciudad, ya sea en la construccióny dotación de sus residencias, ya en fundaciones piadosas, ya en otrasmanifestaciones propias de sus formas de vida nobiliarias. Por otro lado, laexpansión comercial, permite la consolidación de una élite económicaintegrada por gentes vinculadas al comercio, en parte extranjeros perotambién sevillanos y de otras procedencias, y aunque muchos solotemporalmente residen en Sevilla, otros se asientan e invierten igualmente enla ciudad. El siglo XVI es una etapa clave en la mencionada transformación,porque a la conversión de la ciudad en centro de las relaciones con América,

Sevilla Mudéjar

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Fig. 1. Plano mandado levantarpor el asistente Olavide. 1771

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con el consiguiente incremento de la riqueza, se suma la difusión de lasnuevas corrientes estéticas promovidas por el Renacimiento.

Como es rasgo dominante en los centros urbanos coetáneos, probablementela mayor parte de la población sevillana vive de unas actividades artesanales,cuyos productos están destinados al consumo local y de un área más o menosextensa. Algunos de dichos artesanos no desdeñan la aventura del comercio,primero con Canarias y luego con América, aunque sea a una escala muymodesta. Entre estas actividades de transformación, las relacionadas con eltráfico comercial tienen una especial relevancia, tanto las referidas a laconstrucción naval y equipamiento de los barcos, como a la fabricación de losenvases necesarios para el transporte de las mercancías. En este sentido,aunque sea conocida la importancia de la alfarería, radicada en su mayor parteen Triana, sin embargo, no se destaca demasiado el que una parte muyimportante de dicha producción son ánforas para el transporte de aceite, vino yotros productos. Así mismo, el sector vinculado a los servicios se ve potenciadopor este papel de la ciudad, y en este sentido habría que destacar, por un lado,las actividades vinculadas al transporte (patrones de barcos y marinería,carreteros, recueros, etc.) y, por otro, las de criados y servidores, a los quehabría que añadir los esclavos.

Completan esta radiografía de la sociedad sevillana los grupos minoritarios. Deun lado, el estamento eclesiástico, cuya presencia en la ciudad no hace más quecrecer durante todo el período aquí estudiado, en especial, por lo que se refiere alas comunidades de religiosas y de religiosos, como se refleja en el siguientecuadro, en el que se recoge el número de conventos fundados en la ciudad:

Siglos Masculinos Femeninos TotalXIII 10 4 14XIV 3 1 4XV 2 6 8XVI 15 16 31XVII 16 5 21

Total 46 32 78

En cuanto a la comunidad judía, en un principio es numéricamente importante,ocupando un barrio de grandes dimensiones. Tras el asalto sufrido por este en 1391,su número desciende considerablemente, hasta quedar reducido a medio centenarde familias aproximadamente a lo largo del siglo XV. Dicha reducción se debe sobretodo a las conversiones masivas al cristianismo a raíz del citado asalto. A partir deeste momento, pierde gran parte del protagonismo financiero que dicho colectivohabía tenido, que sí conservan los judeoconversos. Finalmente, en 1483, los judíosson puestos ante la disyuntiva de convertirse o tener que emigrar, desapareciendodicha comunidad. En cuanto a los mudéjares o musulmanes que residen en laciudad, su número es muy reducido durante estos siglos, hasta el punto de que en1502, cuando son puestos ante la misma disyuntiva que los judíos dos décadasantes, están en torno a las treinta familias. La mayor parte de este colectivo sededica a actividades relacionadas con la construcción y con el trabajo del barro.

EDADES DE SEVILLAAntonio Collantes de Terán Sánchez

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Una estructura consolidadaSe sabe muy poco de cómo se distribuye y organiza la población

inicialmente, en el momento de ocupar la ciudad, pero se pueden destacar dosrasgos: la temprana implantación de una estructura administrativa y el

comienzo de un proceso de jerarquización del espaciourbano, vinculado a la consolidación de las áreas decentralidad heredadas de la ciudad andalusí. (figura 2).

Probablemente, una de las primeras novedadesimplantadas por los castellanos es la división de laciudad en una serie de unidades administrativas. Esuna novedad porque, debido a la concepción del poderen el mundo islámico, con anterioridad carecía de ella,al margen de que pudiesen existir barrios concretos concaracteres socioeconómicos específicos. En esaorganización administrativa lo religioso aparece comoun factor fundamental. Un rasgo de las ciudadesmedievales bastante extendido es que las parroquiascristianas se convierten en elementos vertebradores dela población, hasta el punto de que sobre la citadadivisión parroquial se organiza en muchos casos ladivisión administrativa de la misma. Esto es lo que

ocurre en Sevilla. El Libro del Repartimiento pone de relieve que desde losprimeros momentos la ciudad está dividida en circunscripciones o collaciones,ya que sirven para el asentamiento de los nuevos pobladores, al constituirsecomisiones de partidores por cada una de ellas y, a su vez, cada una designa susjurados. Son veinticuatro, que es el número inicial de parroquias, y además seidentifican por el nombre de sus advocaciones. La única excepción es Triana,que, a pesar de coincidir sus límites con los de la parroquia, no utiliza el nombrede esta. A finales del siglo XIV, tras la desaparición de la Judería en 1391, secrean otras tres collaciones. En el caso de la de la Catedral, debido a susdimensiones, se subdivide en una serie de barrios (Castellanos, Francos,Génova, Mar y, a partir de 1391, Nuevo) [figura 3].

Además de estas circunscripciones, existe el barrio dela Judería hasta el mencionado año de 1391, a partir deesta fecha, aunque hay varios intentos, los judíos no sonagrupados en un barrio hasta 1480, poco antes de suexpulsión, ubicándolos en el Corral de Jerez. En cuanto alos mudéjares, aunque la historiografía tradicional y loseruditos se han referido a un barrio mudéjar o morería, ladocumentación conocida no justifica actualmente suexistencia hasta finales del siglo XV, y reducido a unmodesto adarve próximo a San Pedro, como se deduce delescaso número de miembros con que cuenta la comunidad.

Aparte de la existencia de los citados barrios, no se observa unadiferenciación sociológica de las collaciones, más allá de la que pueda derivarsede una localización de actividades económicas. En este sentido, convienedestacar el hecho de que no va a existir una concentración de las casas de la

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Fig. 2. Plano de Sevilladonde se señalan todosaquellos topónimosmencionados en el textosegún A. Collantes de Terán

Fig. 3. Collación de Santa Maríay Reales Alcázaresdesde la Giralda.Foto M. Valor Piechotta

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aristocracia sevillana en barrios específicos, sino que se encuentran distribuidaspor todas las parroquias. El ejemplo más claro es que las casas-palacios de la grannobleza sevillana medieval están situadas fuera de las zonas centrales de laciudad (duque de Medina Sidonia, en la plaza del Duque de la Victoria; duque deArcos, en la plaza de Ponce de León; adelantado de Andalucía, en la plaza dePilatos; y la de su mujer, Catalina de Ribera, en la calle Dueñas), otro tanto sepuede afirmar de cargos importantes de la administración (calle del Relator). Solotardíamente, en los siglos XVI y XVII, como consecuencia de la promoción social demiembros procedentes del mundo del comercio y de las finanzas, se observa unamayor tendencia a instalar sus grandes casas en esas zonas centrales. La calleSan Isidoro es uno de los mejores ejemplos de estos comportamientos.

Esto no excluye un proceso de jerarquización de las collaciones comoconsecuencia de la localización de funciones que definen áreas de centralidad.En este sentido, la decisión de los califas almohades de construir una nuevamezquita aljama en el extremo meridional, y crear así un nuevo centro urbano,fue una decisión que marcó la evolución de la ciudad hasta la actualidad, porquecuando los castellanos la conquistan no innovan en este aspecto. Desde elprimer momento, tras consagrar la mezquita al culto cristiano y convertirla encatedral, en torno a ella se van ubicando las distintas funciones de centralidadurbana: administrativas, culturales y económicas.

Por lo que se refiere a las funciones administrativas, lasrelacionadas con la Iglesia están representadas por las casasdel Arzobispo y frente a ellas las del propio Cabildo Catedral, enel Corral de los Olmos, hasta que en el siglo XVI se construyenlas nuevas dependencias al mediodía de la Catedral [figura 4].A esto hay que añadir el que en sus proximidades -en la callede Abades y colindantes- reside una parte del clero vinculadoa la Catedral. En el lado opuesto de esta se encuentra elconjunto conocido como Colegio de San Miguel, en el que,además de la actividad docente, se localiza la carnicería de losclérigos y su cementerio.

Casi todas las instituciones vinculadas a los poderes central y local seubican así mismo en su entorno. El Alcázar real, a cuyas puertas, además,imparten justicia los alcaldes mayores municipales. Entre este y la Catedralestán la Casa de la Moneda y la Herrería del rey, en el solar que hoy ocupa elArchivo de Indias, y algo más alejadas las Atarazanas reales y, en ellas, laAduana. En las inmediaciones del Colegio de San Miguel se encuentra elAlmirantazgo, la sede de los oficiales y jueces de esta institución en Sevilla. Elgobierno municipal comparte residencia con el cabildo catedralicio en el Corralde los Olmos -al que paga un alquiler anual-, hasta que en el siglo XVI se trasladaal nuevo edificio levantado en la cercana plaza de San Francisco. En esta seinstala, ya en el siglo XIII, la “cuadra” de la justicia y en la centuria decimosextala Audiencia; mientras que al comienzo de la calle Sierpes está la cárcel; portanto, las distintas instituciones vinculadas a la administración de justicia. Solovan a quedar fuera de este espacio de centralidad el corral de los alcaldesordinarios y de la Hermandad, en las inmediaciones de San Pedro, y el Tribunalde la Inquisición, en el castillo de Triana.

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Fig. 4. Palacio arzobispal yestructuras arquitectónicasbajo la Plaza del Cabildo.Foto M. Valor Piechotta

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En cuanto a las funciones culturales, el centro más antiguo es el Colegio deSan Miguel, ya mencionado, al que siguen en los inicios del siglo XVI, el ColegioMayor de Santa María de Jesús, germen de la futura universidad, y el Colegio deSanto Tomás, de los dominicos.

En fin, funciones y centros económicos de primera importancia seconcentran en este espacio, sobre todo los relacionados con el comerciointernacional. Un hecho que contribuye a consolidar esta centralidad económicaes su proximidad a la zona portuaria, de la que está separada solo por la calle dela Mar (actual García de Vinuesa).

Frente a la Puerta del Perdón de la Catedral está la Alcaicería, donde tienensus tiendas los vendedores de artículos de alto coste, sobre todo tejidos deseda, y artesanos relacionadas con este sector textil, así como en la inmediatacalle de Francos y Escobas (Álvarez Quintero); lindando con aquella están losplateros. En las inmediaciones de Francos tienen sus lonjas respectivas losmercaderes catalanes y los placentines y milaneses, y en la esquina de la calle

de la Mar los genoveses, mientras que las propias gradasde la Catedral se convierten en la gran lonja comercial dela ciudad, pues a ella acuden todos los mercaderes quetienen algo que vender o comprar. Estas se hacenfamosas en el mundo entero en los siglos XVI y XVII, peroya cumplían dicha función en el siglo XV. Además, en elpropio patio de los Naranjos [figura 5] tiene lugar hasta1432 una feria o mercado anual, coincidiendo con lafiesta de la Asunción. Entre la Catedral y la plaza de SanFrancisco se encuentran las tiendas de la mayor parte delos cambiadores y de los pregoneros -encargados de las

subastas y ciertas ventas-, así como de varios escribanos públicos o notarios. Elmercado del aceite se sitúa en el cercano postigo de su nombre, donde se vendeeste artículo al por mayor, a los comerciantes que lo destinan a la exportación, yal por menor, para el consumo local. Junto a él, el Alfolí de la Sal, que, al igual queel del aceite, es un mercado para el consumo local, pero que también atiende aotras necesidades, como las de los pescadores, que adquieren aquí la quenecesitan para salar sus capturas en el mar. A todo esto hay que añadir la grancantidad de almacenes, en especial de aceite, en las plantas bajas de las casasdel sector entre la Catedral y el río.

Como se ha podido observar, este conjunto de funciones de centralidad selocaliza desde los primeros momentos en el entorno de la Catedral. Ahora bien, eldesarrollo de la ciudad a lo largo de los siglos bajomedievales y modernoscontribuye al crecimiento de sus instituciones y a la creación de otras nuevas, loque trae consigo una ampliación de este espacio de centralidad. Desde estepunto de vista, la operación de mayor envergadura tiene lugar en el extremomeridional, porque supone la integración del mismo en la ciudad. Aquí seencuentran una serie de recintos que habían formado parte de los complejospalatinos levantados por los almohades. Durante la Baja Edad Media parece unsector infrautilizado y marginal, como denuncian algunos textos. Aquí radica lacárcel de los caballeros, se instalan hornos para la fabricación del bizcochodestinado al abastecimiento de las flotas, y en el Corral de Jerez, en el “alcázar

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Fig. 5. Patio de los Naranjosdesde la Giralda.Foto M. Valor Piechotta

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viejo”, se concentra a los judíos poco años antes de su expulsión en 1483. Todoesto cambia en el siglo XVI, con la instalación de instituciones de distintocontenido. Primero, la creación de los colegios de Santa María de Jesús y deSanto Tomás, así como la de la Casa de la Contratación; luego, a finales de lacenturia, la construcción del edificio de la Lonja de los Mercaderes (actualArchivo de Indias). Esto trae consigo el traslado al emplazamiento en el que enla actualidad se ubica el complejo de edificios de la Casa de la Moneda y el de laHerrería Real, en la segunda mitad del siglo XVI.

Hasta aquí el área de centralidad que se organiza en torno a la Catedral, peropróxima a esta, existe otra que también gira en torno a una iglesia, en estecaso, la del Salvador [figura 6]. Su característica esencial es ser el espacio delmercado de abastecimiento sevillano desde el siglo XIII al XIX, ya que en lascalles del entorno -desde San Isidoro hasta laplaza de San Francisco- se ubican las carnicerías,los puestos de la caza, de la alfalfa, de lashortalizas, de la fruta, los del pan, los del pescado,etc., aparte de otras actividades de carácterartesanal. Más hacia el norte, frente a la iglesia deSanta Catalina, se instala la Alhóndiga, donde sevende la mayor parte del trigo que se consume enla ciudad; y en sus inmediaciones se consolidanen el siglo XVI dos mercados semanales el de lasbestias en San Leandro y el del carbón en lasinmediaciones de Santa Catalina.

La única actividad económica de cierta importancia, al menos en losprimeros momentos, que se instala fuera de este sector es el mercado semanalde los jueves, creado en el siglo XIII, en las inmediaciones de OmniumSanctorum, y que da nombre a la calle de la Feria. Aunque se mantiene a lo largode todos estos siglos, su papel inicial se va diluyendo. Sin embargo, en torno a élse consolida un mercado permanente para abastecer a la población del sectornorte de la ciudad. Algo que también ocurre en otros lugares, con lacristalización de mercados destinados a cubrir las necesidades de zonasurbanas concretas, como Triana.

Esta confluencia de funciones administrativas y comerciales en lascollaciones de la Catedral y del Salvador, atraen hacía ellas una parte importantedel conjunto de las actividades económicas, hasta el punto de que casi todos lossectores artesanales están aquí representados ya en los siglos medievales.Desde el siglo XV se puede observar una tendencia a la concentración deactividades artesanales en dichas collaciones, de lo que se benefician algunascolindantes, como la de San Isidoro. En efecto, oficios inicialmente ubicados enotras más al norte acaban abandonándolas para trasladarse a las citadas, comohacen los silleros, albarderos y correeros. Otros oficios asentados en ellas deantiguo incrementaron su presencia, como los sastres y distintasespecialidades del calzado. Todo esto trae consigo un aumento del número detiendas y de talleres en las partes bajas de las casas ubicadas en lasmencionadas parroquias; así mismo, la proliferación de corrales aquíprobablemente también tenga que ver con el citado fenómeno. Sólo los oficios

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Fig. 6. Iglesia del Salvadory Alcaicería de la Lozasegún Gerencia Municipal deUrbanismo

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relacionados con las actividades marineras y fluviales se concentran en lascollaciones próximas al río y en Triana.

El resultado de todos estos procesos, es que se configura una ciudaddividida en dos por una línea imaginaria que va desde la Puerta Osario a laPuerta Real. Al sur de la citada línea se encuentran todos los centros de poder ylos económicos; además, hay una mayor concentración de la población, puesen conjunto la densidad aquí es más alta. Por el contrario, al norte de dichalínea, la densidad es menor, la ausencia de instituciones públicas total, y lo quepredomina es la función residencial, compaginada con cierta actividadartesanal, que se incrementa en los siglos XVI y XVII, en la que tiene unaespecial presencia la relacionada con el textil.

Esta estructuración urbana tiene su reflejo en el espacio público, y semanifiesta fundamentalmente a través de una jerarquización del viario y de laaparición de la “plaza mayor”.

En toda ciudad occidental medieval, esas áreas decentralidad tienen como referente una plaza que seconfigura como espacio simbólico y representativo de lamisma. En el caso de Sevilla dicha condición correspondea la de San Francisco [figura 7]. Se ubica en el puntocentral de la mitad meridional de la ciudad en la que seacumulan funciones administrativas, culturales yeconómicas, además, sirve de elemento articulador de lossectores de la Catedral y del Salvador. Dicha condición laadquiere ya en el siglo XIII, quizás porque -además de suposición central- es el único espacio amplio intramuros

debidamente urbanizado. Desde el primer momento se instala en ella laadministración de justicia, y es el escenario de la mayor parte de lasmanifestaciones de la sociabilidad pública. Aquí se celebran torneos y corridas detoros, forma parte del recorrido de la procesión del Corpus Christi, tienen lugar losajusticiamientos y son expuestos los reos, y más adelante los “autos de fe”,además de formar parte del área del mercado. De ahí que, en la transición delsiglo XV al XVI, esta actividad ya se considere impropia de su función simbólica yse excluya de ella, como refleja Luis Peraza: “Es esta plaza la más principal quehay en toda la cibdad. Será su longura de dos tiros de ballesta, y de un tiro denaranja, de anchor. En ella se hacen las fiestas más principales de reyes, oduques, o grandes señores, que hacen en Sevilla. Es toda aportalada con muialtos y buenos portales a la redonda. Hay muchas puertas, y munchas y muibuenas ventanas, y miradores, y azoteas de donde suelen mirar [...] Ay al un ladode esta plaza un grande y mui hermoso pilar de agua, que sale por dos caños, y éles muy grande, donde todos pueden ir a beber. Antiguamente se vendió en estaplaza pan, y carne, y pescado, y hortaliza, pero viendo que era más decente estardesocupada la más real plaza que havía en Sevilla, mandáronla estar toda vacía,como agora está”. Para estas fechas dicha función se ha reforzado con laconstrucción del nuevo edificio del Ayuntamiento. Pero, a diferencia de las plazasmayores de muchas ciudades españolas, está no completa ese papel con unaestética adecuada a su valor de representación, pues salvo las fachadas delAyuntamiento y de la Audiencia, remodelada en la segunda mitad del siglo XVI, así

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Fig. 7. Plaza de San Francisco

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como la fuente monumental rematada por Mercurio, el resto de los edificios, queson viviendas, responden a una arquitectura de tipo popular, quedandoclaramente reflejado en sus fachadas la regularidad de su parcelario. Es más, losdistintos intentos de la citada centuria por hacerla más regular acaban en fracaso.

Por lo que se refiere a la jerarquización del viario, la configuración de distintasáreas de centralidad, así como la integración de la ciudad en el territorio, permitenidentificar tres ejes principales. En primer lugar, la calle de la Mar, que comunica lasdos áreas neurálgicas de la ciudad a través de la Puerta del Arenal: su puerto y lazona de las gradas de la Catedral; además, en la mencionada puerta desemboca,después de cruzar el puente de barcas y el propio Arenal, el camino del Aljarafe,comarca básica de la economía sevillana. En segundo lugar, la calle que une laPuerta de Carmona con la zona del Salvador -la actual Águilas-, donde están losmercados, por otro lado, la citada puerta es el punto de llegada de los caminos dela comarca de la Campiña. Finalmente, la que parte de la Puerta de Macarena, yaque en esta puerta desemboca la principal ruta que comunica Sevilla con laMeseta, de ahí que sea por donde habitualmente hacen su entrada los reyes. Elúltimo en hacerlo es Carlos V, pues Felipe II entra por la de Goles, denominada apartir de este momento Puerta Real. Mal-lara, en su descripción de la entrada dedicho monarca, afirma que la calle que parte de la Puerta de la Macarena hacia elcentro de la ciudad carece de condiciones para el paso del cortejo regio.

Hacia una nueva forma urbanaLa incorporación de Sevilla a la Corona de Castilla, supone su inserción en

un marco cultural diferente del andalusí, con las consiguientes repercusionesen los distintos órdenes de la actividad humana. Uno de estos órdenes es elurbanístico. Probablemente, desde los primeros momentos, es decir, ya en elsiglo XIII, se deben de tomar una serie de medidas, cuya intención estransformar la ciudad heredada. Otra cosa es que se haga realidad esaintención. En cualquier caso, se trata de un proceso lento, y que nunca llegaráa ser completado, como se puede observar en el plano actual. Sin embargo, enlos espacios que no fueron urbanizados en la etapa andalusí, sí que seadoptan desde el primer momento los rasgos de las ciudades europeas. De ahíque, desde el punto de vista de la morfología urbana, se puedan distinguirgrosso modo dos ciudades: la que hunde sus raíces en Hispalis y en Isbiliya,es decir, la parte más antigua, y la nueva que se configura en la zona deexpansión intramuros.

A la hora de analizar los distintos elementos que configuran la morfología deuna ciudad, el primero debe ser la muralla, porque es la que define el espaciourbano. En el caso de Sevilla, la que la va a delimitar durante los siglosbajomedievales y modernos es la construida en el siglo XII. Los barrios que seforman fuera de la misma en los siglos XIV y XV (Carretería y Cestería) obedecen arazones de naturaleza funcional, ya que surgen vinculados a la actividad portuaria,y no porque falte espacio en el interior de la muralla. Otro tanto se puede afirmar deTriana, vinculada al puente y al castillo que lo defiende, y que, como consecuenciade su relación con el río, conoce uno de los crecimientos más importantes de laciudad desde el siglo XV. En cuanto a los nacidos o desarrollados en los siglos XVI yXVII (Humeros, Macarena, San Bernardo y San Roque), en parte, comoconsecuencia del incremento demográfico, tienen poca entidad.

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Aunque con el paso del tiempo la muralla va perdiendo su función militar, nopor eso desaparece su importancia. En estas etapas históricas su razón de serno es exclusivamente militar, sino que posee otros valores y funciones: enprimer lugar, un alto valor simbólico, ya que no se concibe una ciudad sin esteelemento; en segundo lugar, su condición de límite entre el mundo urbano y elrural: constituye la frontera entre un área privilegiada -la urbana-, y otra quecarece de ciertos privilegios; en tercer lugar, su papel fiscal, al facilitar el controlde la entrada y salida de las mercancías, por sus puertas; en fin, su funcióndefensiva, por un lado, frente a los constantes desbordamientos delGuadalquivir; por otro, ante la amenaza de epidemias, pues con el cierre de laspuertas se pretende evitar que sus habitantes se contagien, aunque lo normal esque la medida se tome demasiado tarde.

Por todas estas razones, la muralla es un elemento fundamental de la ciudad,que es preciso conservar, si bien los cuantiosos gastos que esto implica hace queno siempre se puedan destinar los recursos necesarios. Especialmente sensibleen este sentido es el frente del río, ya que es el más afectado por losdesbordamientos, y el que requiere más intervenciones -en varias ocasiones, las

aguas la rompen por algunos puntos-, aunque con el finde aminorar estos efectos se comienzan a levantartaludes a lo largo de las orillas. Pero la degradación de lasmurallas es también consecuencia de la conjunción de lafalta de control de las autoridades y de la ausencia deespíritu cívico de los habitantes. Ambos comporta-mientos dan como resultado que las partes exteriores,sobre todo las más próximas a las puertas, se conviertanen “muladares” o depósitos de basura. En ocasionesestos alcanzan tal envergadura, que en la riada de 1435muchos vecinos se refugian en uno existente a la afuerasde la Puerta Real, quedando a salvo de las aguas; en otroscasos, permiten burlar los controles de los agentes delfisco apostados en las puertas, al permitir meter lasmercancías por encima de ellas.

De todas formas, la pérdida de su función defensivaante un enemigo exterior va a hacer que poco a poco sevayan adosando casas [figura 8], y que acabe siendoutilizada como medianera, algo que se denuncia en 1597.Sin embargo, para el período aquí contemplado, esteproceso afecta sobre todo a la parte interior delencintado, pues al menos a comienzos del siglo XVII porel exterior dicha utilización parece un hecho puntual.

Según un informe de 1612 (AMS, Varios Antiguos, nº 385), prácticamente sereduce al sector del Arenal, pues aparte de este, solo se cita la huerta de Colónen el sector de los Humeros, y la iglesia de San Hermenegildo, junto a la Puertade Córdoba, que se está levantando en el momento de redactarse el informe.

Pero si no hay edificios adosados a la muralla, sí que desde el propio siglo XIIIse está produciendo una ocupación de la periferia. Se trata de un procesomultisecular, anárquico, que al llegar al final del período aquí analizado ofrece la

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Fig. 8. Edificios adosados a lamuralla en la calle Santander,con torre de la Plata al fondo

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imagen de un espacio sin organizar. En el se mezclan centros eclesiásticosdispersos por toda la periferia, que habían sido los primeros en instalarse y losmás numerosos; cementerios, algunos permanentes y otros improvisados enaños de epidemias; el “quemadero de los herejes”; instalaciones de servicios,como el matadero, en las inmediaciones de la Puerta de la Carne, o el hospital delas Cinco Llagas; o instalaciones industriales, como la Fundición de cañones, aalguna distancia de la citada puerta, y la fábrica de salitre. En fin, una serie demodestos barrios, situados en los cuatro puntos cardinales, entre los quedestacan por su población y antigüedad -desde el siglo XIV- los ubicados en lasinmediaciones del puerto. Rodeando esta variedad de edificios, sobre todo por elnorte y nordeste, se encuentra la zona de huertas, con la que lindan los pradosen el frente oriental.

Cuando Fernando III conquista la ciudad, esta muralla encierra un caseríocompacto, pero también amplios espacios palatinos y militares, que, en parte,entran en un proceso de degradación como consecuencia del abandono de losmismos, así como amplias zonas ocupadas por huertas, sobre todo en los sectoresque habían quedado intramuros tras la ampliación de la muralla en el siglo XII.

Comenzando por estos sectores, como se ha visto en el capítulo precedente,se había iniciado una ocupación de los mismos, aunque solo de manera parcial. Silas zonas correspondientes a las parroquias entre San Román y OmniumSanctorum están ya ocupadas cuando tiene lugar la conquista castellana, amedida que se avanza hacia el norte y hacia el oeste, es decir, en dirección al río,su grado de urbanización es cada vez más reducido. El hecho de que pocodespués de la conquista se establezcan a lo largo del frente occidental una seriede instituciones eclesiásticas, conventos de órdenes mendicantes y casas deórdenes militares, y que apenas existan mezquitas, da a entender que se trata deuna zona prácticamente vacía, lo que corroboran las prospeccionesarqueológicas. En cualquier caso, las características que presentan ciertossectores, como el situado entre la Plaza Nueva y la calle Alfonso XII, y entre laAlameda y Feria por la Europa y Correduría, hacenpensar en que ya en el exterior de la muralla delsiglo XI se han formado algunos barrios.

Por tanto, y con independencia de posiblesintentos o proyectos previos, es a lo largo de lossiglos XIV y XV cuando se van urbanizandoaquellos sectores como consecuencia delcrecimiento de la población sevillana. Este hechoconlleva que su morfología sea diferente de la dela ciudad histórica. Aquí el rasgo dominante es lapresencia de calles rectas, con una orientaciónnorte-sur, en el sector entre la Alameda deHércules y San Luis [figura 9], apoyándose en loscaminos que partían de la ciudad antigua. Por suparte, en las collaciones de San Vicente y SanLorenzo, esta configuración se hace mucho más regular y clara, dando aentender procesos de planificación. Se trata de calles que se cortan en ángulorecto, conformando manzanas rectangulares, que en San Vicente, son más

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Fig. 9. Detalle de la Alameda deHércules del plano de Olavide

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estrechas y alargadas, como consecuencia de una subdivisión de aquellas,conservándose restos de un parcelario bastante uniforme. Algo similar ocurrecon los otros barrios periféricos (Carretería, Cestería, Macarena, etc.). Por lo quese refiere al de Triana, se articula sobre dos ejes longitudinales que correnparalelos al río, las calles Pureza y Castilla, y que, posteriormente, cuando elcrecimiento del barrio lo requiera se reproduce en Alfarería y Rodrigo de Triana.Al finalizar el período aquí estudiado, este arrabal está definido por la “cava” quecorre a lo largo de la actual Pagés del Corro, y que se extiende aproximadamentedesde la zona de Chapina hasta las cercanías de la actual plaza de Cuba.

Frente a estas tendencias hacia la regularidad y la simetría, la ciudadconsolidada por siglos de existencia presenta una morfología totalmentediferente, en la que la calle recta es la excepción, frente al predominio de losquiebros y los cambios de dirección; en la que proliferan los adarves, barreras ocallejones sin salida, por lo general cortos y estrechos. Esto hace que lasmanzanas de casas sean totalmente irregulares. Todo ello, producto de la lentaconfiguración de una ciudad de rasgos orientales durante los siglos decivilización islámica.

Esta forma urbana, sin lugar a dudas, choca a los castellanos, y aunque no haydatos directos, por analogía con lo que ocurre en otras ciudades conquistadas porlos mismos años, cabe sospechar que pronto se comenzarían a tomar medidastendentes a la transformación de la urbe. Sin embargo, esta operación será muylenta, se lleva a cabo no mediante grandes operaciones urbanísticas, sino a travésde pequeñas intervenciones realizadas de forma puntual, que a pesar de sureiteración no consiguen borrar la impronta de una ciudad orientalizada, lo cualtodavía en la actualidad es reconocible. Es más, cabría plantearse si el crecimientopoblacional del siglo XVI no va a contribuir no solo a detener dicho proceso, sinoquizás a acentuarlo, a través de ocupaciones del espacio público por las nuevasconstrucciones. En cualquier caso, en varias sesiones capitulares de finales delsiglo XVI, se plantea la necesidad de tomar medidas para ensanchar y enderezarlas calles, lo que refleja que los capitulares son conscientes de la pervivencia de lasformas heredadas.

Aparte de las medidas intuidas, las primeras documentadas, en los iniciosdel siglo XV, manifiestan una preocupación por hacer más diáfanas las calles,mediante la supresión de todo aquello que dificulta el tránsito de las personas yla circulación del aire, lo que contribuía a la humedad de las mismas. Se aludeespecíficamente a arquillos, saledizos y pisos volados o que cruzan de unaacera a otra. Más de cien años después, por tanto ya entrado el siglo XVI, sevuelven a reiterar medidas similares, pero la terminología ha cambiado. Apartede la mención de los saledizos, ahora se alude a balconajes y corredores, lo queda a entender un cierto cambio en la imagen exterior de las casas. En estacenturia se toma también otra medida de bastante importancia, la de suprimirlos soportales, cuando parece que estos constituyen un elemento característicodel paisaje urbano, sobre todo en las zonas centrales de la ciudad.

Si estos mecanismos de transformación se deben a la iniciativa pública, otrosson consecuencia de actuaciones de los particulares. Dicho protagonismo es muyevidente en la desaparición paulatina de uno de los elementos característicos de la

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ciudad andalusí, los adarves o barreras. Se trata de un proceso lento y conavances y retrocesos, como consecuencia de la confrontación entre lo público y loprivado, y con alternativas a lo largo de los siglos. De una parte, están los interesesde los particulares, quienes, con los argumentos de que en ellos se acumula lasuciedad o se ofende a Dios por los atentados contra la moral, solicitan sucerramiento y la incorporación a la vivienda, aunque a veces haya que anulardichas autorizaciones. Así, en 1403 se pregona la siguiente orden municipal:“Manda Sevilla, e tiene por bien, que qualquier o qualesquier persona o personas dequalquier ley o estado o condiçión que sean que tienen fechas casas y otroshedefiçios algunos, o çerradas calles o callejas, solares que les fueron dados porlos ofiçiales pasados que los dexen e desanparen para Seuilla”. (AMS, Sec. 16, nº17,VIII, o). Ahora bien, a juzgar por la frecuencia con que el asunto se trata en lasreuniones capitulares a lo largo del siglo XV, parece que lo más frecuente es que lospropietarios colindantes actúen al margen de la legalidad y los incorporen sindemandar el correspondiente permiso, a pesar de que el concejo defiende elcarácter público de los mismos. Sin embargo, en otros momentos, con el fin dehacer frente a las penurias económicas, es el propio concejo el que toma lainiciativa de enajenarlos, como ocurre a finales del siglo XVI, obteniendo para ellola autorización regia. Muchos de estos adarves son aun reconocibles en la tramaviaria y en el parcelario.

Hacia una nueva imagenEn paralelo con la transformación morfológica de Sevilla tiene lugar el

cambio de imagen. Como aquella, también se escalona a lo largo de los siglosmedievales y modernos, presentando distintas fases en función de los sectoresque lo protagonizan y, por tanto, los elementos urbanos que se ven afectadospor los mismos.

Por razones de cronología, importancia y simbolismo son los relacionadoscon la religión los que hay que comenzar a analizar. En la configuración de laciudad medieval y moderna lo religioso juega un papel de primera importancia,de ahí que uno de los rasgos que la definen es la proliferación de edificiosdestinados al culto, a acoger comunidades religiosas, o a institucionesvinculadas a este ámbito. Sevilla no solo no va a ser la excepción, sino que, comoconsecuencia de las funciones desempeñadas en estos siglos, dichacaracterística se va a ver potenciada. En ella proliferan las parroquias, losconventos, las capillas y ermitas, los hospitales, que al responder -salvo casosexcepciones- a movimientos de carácter religioso, hay que considerar en esteapartado. Como consecuencia de la proliferación de estos edificios, ningúnsector de la ciudad queda exento de dicha presencia religiosa. Incluso la zonamás meridional, la que había formado parte de los recintos palatinos andalusíes,solo tardíamente integrada en la ciudad, dicha integración se va a iniciarprecisamente a través de la creación de los colegios mayores de Santa María deJesús y Santo Tomás.

Debido a la fuerte carga simbólica que comporta, hay que referirse en primerlugar a las parroquias mudéjares. Desde el mismo siglo XIII, las mezquitashabilitadas para acoger las funciones parroquiales, comienzan a ser sustituidaspor edificios de nueva planta y de mayores proporciones, este proceso seacentúa entre los siglos XIV y XV. Solo dos de dichas mezquitas sobreviven a la

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citada operación, la que se ha convertido en colegiata delSalvador y la parroquia de San Ildefonso, derribadas enlos siglos XVII [Fig. 10] y XVIII, respectivamente. Estapérdida de los elementos de referencia islámicos secompleta con los cambios de uso que sufren lasrestantes mezquitas que no están destinadas al cultocristiano, y que se transforman en tiendas, almacenes,casas, etc., además de las destinadas a sinagogas. Porotro lado, la práctica de sepultar en sagrado hace que, adiferencia de los que había ocurrido en las etapasprecedentes, en que las necrópolis estaban fuera de laciudad, ahora se habiliten espacios aledaños a las citadasparroquias para cumplir con esta función, contribuyendoasí probablemente a la aparición de los primerosespacios abiertos en un caserío bastante denso.

Pero si las parroquias son importantes por su valor simbólico, las querealmente contribuyen a configurar una imagen de la ciudad medieval ymoderna son las fundaciones conventuales, tanto por su número como por lasdimensiones que llegan a alcanzar la mayor parte de estos complejos. Esposible hacerse una idea de dichas dimensiones gracias a los ejemplos quetodavía quedan, a pesar de que, como consecuencia de las desamortizacionesdel siglo XIX y de otros factores, en los dos últimos siglos han desaparecidopartes a veces importantes de estos conventos. Por lo que se refiere a suextensión, hay que tener en cuenta dos factores que inciden en ella; de un lado,el momento de su fundación y, de otro, su integración en la sociedad sevillana.En relación con el primer aspecto, porque según el momento en que se fundanpueden disponer de mayor o menor espacio. Los creados en la etapa

inmediatamente posterior a la conquista de la ciudad,cuando en esta hay amplios espacios vacíos por falta depobladores, las mencionadas instituciones están encondiciones de contar con amplias extensiones; por elcontrario, los fundados intramuros en los siglos XVI yXVII, en una ciudad densamente poblada, no tienen lasmismas posibilidades.

Esto afecta probablemente sobre todo a ladisponibilidad de espacios sin construir como huertas yjardines en el interior de los recintos, y al número ydimensiones de los claustros [figura 11]. Basta concomparar el convento de San Clemente con el de lasTeresas, por ejemplo. A parte de esto, otro dato que hayque tener en cuenta es que, sobre todo a partir del sigloXV, al establecerse en casas de sus patronos ofundadores, o cedidas por ellos, los compases, eseespacio semipúblico -o semiprivado- por el que seaccede a los conventos, es también de dimensionesmucho más reducidas que los de los creados en el sigloXIII, como ponen de relieve los datos que se poseen delos de San Francisco y San Pablo. Por citar algunos que

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Fig. 10. Plano de Sevilladonde se señalan hospitales,parroquias, capillas,y casas religiosasA. Collantes de Terán

Fig. 11. Fachada del palaciodel Rey don Pedro.Dibujada por Ch. Davillier. 1874

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se conservan, y que pueden ser conocidos por bastantes sevillanos, existe unaconsiderable diferencia entre el compás de Santa Clara [figura 12] y los de SanLeandro o Santa Paula.

La abundancia de espacios dedicados a huertas enmuchos de los citados conventos permite que, comoconsecuencia de la creciente demanda de viviendas a lolargo de estos siglos, varios se embarquen enoperaciones inmobiliarias. Algunas de dichas huertasacaban transformadas en solares destinados ala construcción de casas, como en toda la partefinal de la Alameda hasta la Puerta de la Barquetao de Bibarragel, que pertenece al convento deSan Clemente.

Otro rasgo de estos complejos conventualeses su tendencia a crecer a lo largo de estossiglos, y lo normal es que lo hagan a costa sobretodo del caserío de su entorno, que va quedandointegrado en aquellos. La importancia del citadoproceso en cada caso concreto está condicionada por lacapacidad que la respectiva institución tiene parainsertarse en el tejido social, ya que en la medida en que loconsiga, le permitirá contar con un número mayor o menorde benefactores y donaciones que posibiliten la ad-quisición de dichos inmuebles.

Pero también la citada tendencia supone la apropiación deespacios públicos por una doble vía. En primer lugar, mediante laincorporación de calles o de parte de las mismas, como ocurre conlos conventos del Carmen, de Santa Inés o de San Clemente. Ensegundo lugar, el de la construcción de capillas adosadas a lasiglesias, sobre todo por parte de particulares y cofradías. Esteproceso, que afecta también a las parroquias, aunque es menos llamativo que elprecedente, sin embargo es relevante, como consecuencia del elevado númerode operaciones de esta naturaleza que se hacen a través de los siglos, y que haceque en la mayor parte de las iglesias sevillanas la forma básica del cuerpo de lasmismas quede enmascarado por las capillas que se le adosan.

El otro elemento configurador de la imagen de la ciudad es la volumetría deestos edificios, tanto de las parroquias como de los complejos conventuales. Laépoca dorada de estos últimos, tal y como han llegado hasta la actualidad, son lossiglos XVI y especialmente el XVII, durante los cuales se transforman loselementos fundamentales de los mismos: iglesia, claustro, refectorio,dormitorios, etc. La importancia de este proceso en la configuración de la imagende la ciudad es consecuencia de la diferencia de escalas entre dichos edificios yel caserío. Es la de una ciudad dominada por la altura de estos edificiosconventuales y parroquiales, acentuada por la verticalidad de las torres yespadañas, frente a unas casas de una o dos plantas y, si acaso, un soberado; lomismo si se trata de la vivienda modesta como de la de la aristocracia.

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Fig. 12. Planta del convento deSanta Clara

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Desde la perspectiva del espacio público, en la segunda mitad del siglo XVhace su aparición en el lenguaje administrativo el término “ornato”. Cada vezcon mayor frecuencia, y de forma continuada a lo largo de los siglos siguientes,los miembros del gobierno municipal cuando deliberan o toman decisiones queafectan al mismo, las van a justificar recurriendo a la citada expresión, lo queindica una nueva forma de encarar los problemas de la ciudad. A partir de aquí,se inicia un proceso de transformación urbana que no solo se refleja en elespacio público, sino también en el privado. Este cambio de imagen de la ciudadse simboliza en tres procesos, cuya cronología se escalona entre las décadasfinales del siglo XV y la segunda mitad del siglo XVI: la proliferación de plazas, larenovación de la casa y las nuevas puertas de la ciudad.

Por lo que se refiere a las plazas, la ciudad medieval se caracteriza por laescasez de las mismas y por su vinculación al mercado. Aparte de esa “plazamayor” ya aludida y a los cementerios aledaños a las parroquias, pocos másespacios abiertos se pueden encontrar. Este rasgo se acentúa en las ciudadesde pasado islámico. A este esquema responde Sevilla en la citada etapa. A suvez, estos pocos espacios desde el punto de vista funcional se identifican con elmercado. La relación entre plaza y mercado queda claramente expresada en elrazonamiento que, en 1502, efectúa el procurador del duque de Medina Sidonia,para enfatizar que la plaza existente delante de sus casas no es pública sinoprivada: “y es de creer que si la dicha ciudad algún derecho tuviera en la dichaplaza y delantera della, que usara de ella como usaba y usa de las otras plazasde la Feria, y de la Laguna, y sant Saluador, y sant Françisco, para que en ella sevendieran y compraran cosas, como se suele hacer en las otras plazas que sony se tiene por de la dicha ciudad.” (AMS, Sec. 1, c. 78, nº 178).

Pues bien, este concepto de plaza comienza a cambiar en las últimas décadasdel siglo XV. Cuando el concejo decide comprar en 1480 la lonja de los placentinesy milaneses, situada frente a la Catedral, en la esquina de Placentines, paraderribarla, lo justifica “porque segund el logar do ella está, se alargaua la plaça delas dichas Gradas, de forma que se ennobleçían las dichas Gradas e plaça della, ela dicha calle” (AMS, Sec. 1, c. 16, nº 2). Por su parte, el ya citado procurador delduque de Medina Sidonia se expresa en los siguientes términos al referirse a lascasas que estaban delante de la fachada de su casa-palacio: “las quales lasconpraron para que las casas de su morada, seyendo como eran de señores tangrandes, no estouiesen enbaraçadas e syn uista con las que estaban ante ellas ycabe ellas” (AMS, Sec. 1, nº 178). Es decir, en estos momentos a la plaza se laempieza a otorgar un valor nuevo, el de contribuir a embellecer un espacio y lapropia ciudad, así como a realzar los edificios que tienen fachadas a ellas.

Como consecuencia de esta concepción, tanto los poderes públicos comolos particulares llevan a cabo numerosas intervenciones que suponen laproliferación de plazas. En los años finales del siglo XV tiene lugar una serie deoperaciones en esta línea: en 1487, las monjas de Madre de Dios solicitan ayudapara adquirir unas casas con el fin de abrir una plaza delante de su convento; en1490 se efectúa una operación similar ante la Alhóndiga. De estas mismasfechas son las primeras operaciones de particulares conocidas, la yamencionada del duque de Medina Sidonia, al abrir la plaza denominadacomúnmente del Duque, y la del adelantado de Andalucía, al hacer otro tanto con

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la de Pilatos. A lo largo del siglo XVI, la actividad de los particulares es incesante,con el fin de dar realce y prestancia a las fachadas de sus casas-palacios, hastael punto de que Luis Peraza, que escribe aproximadamente medio siglo despuésde aquellas primeras operaciones, llega a afirmar que no existe casa principal oiglesia que no esté precedida de una plaza.

Aunque con un carácter diferente y en fecha más tardía, una intervención deprimera importancia, desde el punto de vista del espacio público, es laurbanización de la Laguna de la Feria para convertirla en la Alameda de Hércules.En este caso, la función de la plaza no es servir de marco sino de paseo, por tanto,para ser usada y disfrutada por los sevillanos. La operación tiene lugar en 1574,bajo el gobierno del asistente conde de Barajas. Se abren dos grandes zanjas atodo lo largo del citado espacio, para recoger las aguas que antes lo convertían enuna laguna, y derivarlas hacia el río. Dichas zanjas separan tres paseos,comunicados por medio de pasarelas, en los que, según Morgado, se plantan 1.700árboles. Además, se instalan tres fuentes, cuya agua se trae de un manantialextramuros (Fuente del Arzobispo). Como pórtico del nuevo paseo se trasladandos grandes columnas del edificio romano de la calle Mármoles, que se rematancon las estatuas de los patronos míticos de la ciudad, Hércules y Julio César.

El segundo paso en el cambio de imagen de la ciudad esla transformación de la casa sevillana. En un primermomento, por razones de tiempo y de economía, la casaheredada de la etapa andalusí es la que configura dichaimagen. Los nuevos pobladores del siglo XIII la adoptan, yquizás la adapten. A juzgar por referencias de otrasciudades, en las que se conoce mejor el proceso depoblamiento, parece que llama la atención a los reciénllegados su pequeñez, lo que unido a la ya mencionadaescasez de pobladores, llevaría a una concentración de lapropiedad, al posibilitar la unión de varias casas y,consecuentemente, a una remodelación de las mismas. Lospocos ejemplos de nuevas construcciones en esta primerahora se circunscriben al ámbito del poder. Es el caso delpalacio construido por Alfonso X dentro del Alcázar, o la torrelevantada por su hermano don Fadrique [figura 13] ,actualmente en el interior del espacio que formó parte delconvento de Santa Clara.

Pasados estos primeros momentos, siguenmanteniéndose los rasgos de la casa musulmana. Entreellos, la ausencia de vanos, es decir, de ventanas al exterior,que contribuye a configurar calles formadas por murosprácticamente ciegos, como todavía es reconocible enalgunas de pueblos sevillanos. De hecho, en descripciones de casas de finalesdel siglo XV solo excepcionalmente se alude a dichas ventanas, normalmenteubicadas en la planta superior.

Otro elemento de ese pasado es la pervivencia de los espacios noconstruidos en el interior de la vivienda. En primer lugar, el hueco de patio, con

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Fig. 13. Torre de don FadriqueFoto M. Valor Piechotta

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morfologías muy diversificadas, pues no todos están porticados, o no lo estánen todos sus frentes, ni ocupan una posición centrada. En segundo lugar, lo quelos documentos denominan corral y trascorral, que alude a la presencia denumerosos huertos o jardines, dotados incluso con norias, en el interior de lasmanzanas. A pesar del tiempo transcurrido y del incremento en la densidad de laconstrucción, todavía es posible encontrar bastantes muestras de estos en elinterior del casco histórico, por ejemplo, el de la casa de los Bucarelli, por la calleTeodosio. Por lo demás, como ya se ha señalado, se trata de casas por lo generalde una o dos plantas, con una diversidad de soluciones, pues no siempre toda laplanta superior está construida.

En esta pervivencia, al menos parcial, de la casa musulmana no hay que versolo razones económicas, sino también de reconocimiento de valores estéticosy formales. De todos es conocido que Pedro I manda construir su nuevo palacioen el Alcázar conforme a patrones mudéjares y granadinos [Figura 9], y estodebería de influir en los sevillanos, porque cuando más de medio siglo despuésse remodelan las dependencias del concejo en el Corral de los Olmos se tomacomo modelo el citado palacio. Por otro lado, las excavaciones que se vienenrealizando en los últimos años están poniendo de manifiesto que las casasconstruidas en los siglos XIV y XV siguen respondiendo a patrones mudéjares,corroborando así las descripciones que se conservan de esos siglos e incluso decomienzos del XVI.

Esto no quiere decir que todas las casas sevillanas respondan al citadoesquema, al menos por lo que se refiere a la presencia de los espacios interioressin construir. La ausencia de estos es algo que se observa sobre todo en las zonasde urbanismo planificado. Por otro lado, nuevos elementos, propios de estasociedad castellana, se han venido a sumar a estas casas de inspiración oriental.En unos casos, se trata de las torres de carácter militar que construyen losmiembros de la aristocracia en sus residencias urbanas; en otros, la proliferaciónde soportales, sobre todo en las calles de mayor actividad económica, que secompleta con la creciente apertura de tiendas en las plantas bajas de las viviendas.

La imagen básicamente oriental que ofrece el caserío sevillano entrado elsiglo XVI va a experimentar un cambio en dicha centuria. A juzgar por lasreferencias que los contemporáneos hacen al fenómeno, especialmente LuisPeraza y Pedro Mexía, debe presentarse como una eclosión hacia el segundotercio de la centuria. Peraza dirá: “así las casas adornan, hermosean y hacengraciosas las plazas, calles y viviendas..., de aquí colijo yo cuánto sea lavivienda de la real ciudad de Sevilla alegre, por las muchas y muy buenas casasque en ella hay”. Por su parte, Pedro Mexía, en uno de sus coloquios, se expresaen los siguientes términos al referirse a la que está construyendo un mercader:“Bien decís; más ¡qué buena delantera ha hecho a su casa! Cierto, en grandemanera se ha enmendado esto en Sevilla, porque todos labran ya a la calle, y dediez años a esta parte se ha hecho más ventanas y rexas a ella que en lostreinta de antes.” Alonso Morgado, que escribe más tarde, dice: “Todos losvezinos de Sevilla labran ya las casas a la calle, lo qual da mucho lustre a laciudad. Porque en tiempos passados todo el edificar era dentro del cuerpo de lascasas, sin curar de lo exterior, según que hallaron a Sevilla de tiempo de moros.Mas ya en este hazen entretenimiento de autoridad tanto ventanaje con rejas y

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gelosías, de mil maneras, que salen a la calle, por las infinitas damas nobles ycastas que las honran y autorizan con su graciosa presencia. [...]Los patios deestas casas, que casi en todas los ay, tienen los suelos de ladrillos raspados, yentre la gente más curiosa, de azulejos; con sus pilares de mármol. Ponen grancuidado en lavarlos y tenerlos siempre muy limpios, que con esto y con las velasque les ponen por lo alto, no ay entrarles el sol ni el calor en verano,mayormente por el regalo y frescor de las muchas fuentes de pie de agua de losCaños de Carmona que hay por muchas de las casas en el medio de sus patios”.

Los tres textos aportan las dos claves de dicha transformación, que afectatanto al interior como al exterior. Por lo que se refiere a este, el hecho másimportante es el cambio en lo que constituye la frontera entre lo privado y lopúblico de la vivienda, es decir, la fachada. En este sentido, dichos textostransmiten la idea de cómo la mejora de las casas contribuye al “ornato” de laciudad. Por tanto, reflejan una concepción radicalmente distinta de la que havenido dominando hasta este momento.

¿Se trata solo de planteamientos estéticos o hay algo más? Hay que tener encuenta que en estas centurias se asiste a una elevada actividad edilicia,estrechamente vinculada al incremento de la actividad económica y a lapromoción social de gentes relacionadas con el comercio y las finanzas, y lo másprobable es que estos quieran manifestar a través de su vivienda las cualidadesde su propietario. Curiosamente, en el coloquio de Pedro Mexía se refiere a uncomerciante y no a un aristócrata, cuando también miembros de este colectivoen estos momentos están remodelando sus residencia. Así, la casa hermética,como consecuencia del predominio de muro ciego, comienza a dar paso a unafachada, es decir, a una escenografía en la que el hueco adquiere protagonismo.Según los textos, proliferan las ventanas y balcones, y más arriba se ha aludido ala prohibición de construir balcones y corredores. Dado que dicha prohibiciónestá fechado en 1538, quiere decir que por entonces esta práctica está bastanteextendida. Pero es que, además, esas fachadas se diseñan conforme a unaestética nueva. Los huecos adoptan una distribución regular y simétrica, comose puede contemplar en la casa de los Mañara o en la de los Bucarelli. Lasventanas se dotan de rejas y celosías, para que las mujeres puedan ver sin servistas, porque la calle es ya además un escenario. Esta escenificación secompleta con la utilización del mármol en los elementos más emblemáticos deesas fachadas, es decir, en las portadas, muchas concebidas como auténticosarcos triunfales. Como último eslabón de esta cadena de transformaciones,probablemente aquella torre medieval, con sus reminiscencias militares, da pasoal mirador, como ocurría en las ciudades italianas con los corredores volados.

Pero la renovación no es solo epidérmica, no se reduce a las fachadas, sinoque afecta también a su interior. La casa mudéjar va dando paso a la casarenacentista. El símbolo del cambio es la sustitución del ladrillo agramilado por elmármol. A lo largo del siglo XVI las piezas de este material llegan por docenas enlas bodegas de los barcos procedentes de los talleres italianos, a los que prontose suma el mármol de las canteras de Macael. Los pilares de ladrillo de los patiosson sustituidos por columnas de mármol, al tiempo que dichas arquerías sereproducen en la planta superior, hasta ese momento inexistente en muchoscasos. Estos patios se embellecen con fuentes del mismo material, que además

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comienza a ser empleado en las escaleras y en menor medida en las solerías delos mencionados patios. La llamada casa del Rey Moro de la calle Sol puede servirde ejemplo de casa mudéjar, las de Pilatos y de Dueñas representan la fase detransición, en las que conviven formas y elementos mudéjares, góticos yrenacentistas, mientras que la de Mañara, en la calle Levíes, es un ejemplo delfinal de la evolución. Obviamente, esta revolución estética no queda limitada a lacasa sino que se extiende a la arquitectura conventual, y así surgen los grandesclaustros, como los de Santa Paula o San Clemente.

La tercera fase en este cambio afecta a la propia imagen exterior de la ciudad,a sus puertas. Llama la atención que sea la última en acometerse, pues no tienelugar hasta la segunda mitad del siglo XVI. Hasta este momento, y salvo casosexcepcionales, las puertas siguen presentando las características islámicas, esdecir, su forma acodada, que aun se puede observar en la única que se conservade aquella época, la Puerta de Córdoba, gracias a que se convirtió en capilla, puessegún la leyenda en ella estuvo preso San Hermenegildo. Su trazado en ángulorecto dificulta el tráfico de carruajes, por lo que ya en el siglo XV en varias seabrieron portillos en el lienzo de muralla colindante, entre otras, en la de Triana.Con el tiempo, a las razones de carácter utilitario se suman las estéticas, comose deduce de la orden del asistente: “se abran otras puertas de nuevo, y secierren las que ahora están, porque por ellas se va rodeando para salir de laciudad, y será más el ornato de la misma si se abren las puertas aludidas enderecho de las calles, como está en la de Triana”. La Sevilla convertida en grancentro mundial no puede ofrecer al viajero que se aproxima a ella esa imagenmedieval. De ahí que las puertas, como símbolos que son de la ciudad, debanadoptar una forma acorde. En consecuencia, se emprende la tarea de sustituirlaspor entradas directas, concebidas formalmente en más de una ocasión comoarcos triunfales, que proclaman la grandeza de una de las ciudades másnotables del orbe y predisponen al visitante. Casi todas sufren dichatransformación, si bien la riqueza de su ornato depende de la importancia decada una en el contexto urbano. De ahí que, en función de esos ejes decomunicación más arriba aludidos, las más monumentales y de mayor valorartístico son las de Triana, Arenal y Carmona.

En conclusión, a lo largo de casi un siglo -el que va de finales del XV a lasegunda mitad del XVI-, Sevilla ha emprendido una serie de actuaciones, quesuponen una nueva forma de entender y ver la ciudad, que se completan connuevas dotaciones, que van en la misma línea, como el proceso sistemático depavimentación de las calles -en unos casos, a base de ladrillo y, en otros, deempedrados-, obras de alcantarillado y nuevas disposiciones para acometer lalimpieza pública. Sin embargo, este conjunto de iniciativas choca con la tozudarealidad. De una parte, la conservación de las infraestructuras deja bastante quedesear, incluso en los espacios más emblemáticos de la ciudad, como la propiaplaza de San Francisco (figura 14). De otra, se asiste a un considerableincremento de la construcción, en la que participa tanto la iniciativa privadacomo instituciones eclesiásticas, hasta el punto de que a finales del siglo XVI enlas reuniones capitulares se multiplican las consideraciones sobre este hecho,así como las alusiones al incremento del precio de los materiales deconstrucción, a consecuencia de la citada demanda, al coste de la vivienda, a laocupación de espacios públicos, etc. Pero ese caserío, a pesar de las

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innovaciones introducidas, sigue estando dominado por una arquitectura decarácter popular, de muy poca altura, y en la que la imagen exterior soloparcialmente ha roto con el pasado musulmán, gracias a la apertura de algunaventana o a sus mayores dimensiones. Las fachadas siguen presentando unaimagen totalmente asimétrica en la distribución de esos pocos huecos, como sepuede comprobar a través de los numerosos alzados de comienzos del siglo XIX,que se conservan en el Archivo Municipal.

Esta situación semantiene hasta media-dos del siglo XVII. Laepidemia de peste de1649, a la que seatribuye la desapariciónde casi la mitad de lapoblación sevillana, enunos momentos en quela ciudad ya no atraetanta población, hace queun elevado número deviviendas queden aban-donadas y comiencen adegradarse como con-secuencia de la falta deinquilinos. Pero, una vezmás, dicha imagen tiene su contrapunto en las nuevas realizacionesemprendidas en el momento final de la centuria, como la construcción del nuevogran edificio de la colegiata del Salvador; la creación del Hospital de los Venerableso la gran ampliación y reforma del de la Caridad; las nuevas fundacionesconventuales o la construcción de sus respectivos edificios, como los clérigosmenores (actual parroquia de Santa Cruz), los Terceros, Buen Suceso o SantaRosalía, algunos de los cuales se terminan ya en el siglo XVIII; en fin, tambiénnuevas casas de la nobleza sevillana, como la de los Bucarelli o la de los Ibarburu.

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Fig. 14. Casa consistorialdesde la GiraldaFoto M. Valor Piechotta

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Luces de modernidad.De la ciudad amurallada

a la metropolitana

Víctor Fernández Salinas

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Luces de modernidad. De la Sevilla amurallada

a la metropolitanaVíctor Fernández Salinas

Sevilla y modernidad

En algunos foros y para muchos estudiosos, parece existir una especie decontradicción imposible entre los términos Sevilla y modernidad. Naturalmenteesto no ha sido siempre así en la evolución de la ciudad, pero sí se puede afirmarque entre el siglo XVIII y los inicios del tercer milenio, la historia sevillana, como dealguna forma puede extrapolarse a la historia española, ha sido una sucesión defuerzas contrapuestas entre el peso de la tradición y las tendenciasconservadoras, de un lado, y la continua aparición de ideas, propuestas, ytambién realizaciones, modernizadoras, progresistas, incluso vanguardistas, deotro. Éstas, aunque a menudo se estrellaron en fracasos o declives inmediatos,dejaron a la larga un marchamo especial en la personalidad sevillana. Nuestraciudad es en ese sentido, como tantas ciudades amadas -Roma, Jerusalén,Lisboa, Buenos Aires, La Habana, Oporto, Palermo...- una ciudad imposible. Sinembargo, frente al carácter de imposible de estas ciudades, entendiendo por tal laconvivencia de una ciudad ideal y de otra real tan opuestas que se podría decirque se habla de dos ciudades distintas; pues bien, frente a aquellas ciudades,Sevilla es imposible porque, como diría Ortega y Gasset del conjunto de losandaluces, sus ciudadanos han construido una ciudad paralela a base de lirismoy que para ellos es tan real como aquella que manejan cada día de la forma másprosaica que se pueda imaginar.

Para conocer la relación entre Sevilla y la modernidad, o mejor, para relacionarlas épocas en las que la modernidad asomó a la ciudad, se proponen losprincipales fulgores de vanguardia, o al menos de renovación, que se producenen la ciudad entre la época en que se realiza el primer plano de la ciudad (1771) yel siglo XXI; a saber: las Sevillas de Olavide, la del ferrocarril y la de lasexposiciones: la Ibero-Americana y la Universal. En cada una de ellas se impusoun aliento de ilustración, positivismo, racionalidad y modernización; casi siempretraído desde el exterior, pero que siempre terminó cristalizando en un lenguajegenuinamente sevillano. Sólo una ciudad como Sevilla podía, en menos de tressiglos mal contados, crear un escenario urbano barroco; sacudirse, sinconseguirlo, su endiablada trama islámica; hacer estallar el corsé de su muralla;disfrazarse de sí misma durante los años de apogeo del regionalismo; expulsarpoco a poco al río que le dio origen y convertir el cauce antiguo en una gran callemayor de fachadas modernas y puentes elegantes y, finalmente, asomarse al

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siglo XXI trepando por alcores y aljarafes. Claro está que se trata de un proceso enel que la ciudad ha dejado mucho de sí en el camino; pero también es cierto quenadie como los habitantes de esta ciudad para consolarse simplemente con lasfotos de aquella Sevilla que fue y se nos fue. Hay ciudades imposibles, peroSevilla lo ha sido siempre: río y riada, pagana y cristiana; atlántica y mediterránea,y eso por no mencionar todas las dicotomías presentes en el deporte y cofradías.Sólo en la alegría del caos y del barroco se puede entender la personalidad de estaciudad sin solución.

Sevilla y Olavide: por fin un planoSevilla comienza un largo y penoso declive durante el siglo XVII que quizá tiene

su punto más terrible en la peste de 1649. Esta epidemia no sólo diezmó lapoblación urbana, sino que inició una época de pérdida deprotagonismo interior y exterior. En 1717 se desplaza aCádiz el control del comercio con América y en 1755 laciudad sufre las secuelas del devastador terremoto deLisboa, siendo afectada más de la mitad de sus casas.Sevilla afronta pues una segunda mitad del siglo XVIII conuna población que debió de oscilar entre los 60.000 y los80.000 habitantes, muy por debajo de los 150.000 quehabría alcanzado a finales del siglo XVI.

Sin embargo, pocos años después del sismo seinician los síntomas de un cierto renacer urbano que se identifica con la apariciónde nuevos y notables edificios, todos ellos importantes en la creación de nuevasimágenes y perspectivas urbanas, amén del revulsivo económico quesignificaron las instituciones o actividades que les dieron origen. Así, se terminala iglesia de San Nicolás en 1758 (figura 1), aunque en realidad no se habíainterrumpido la creación de grandes e importantes templos en toda la edadmoderna, o se construye la Cilla del Cabildo en 1770.

Los cambios más profundos se dan en la periferia delinmediato extramuros. De un lado, los arrabalesmedievales del puerto (Cestería, Carretería) y Trianaexperimentan un notable crecimiento, al tiempo que seconsolidan como tales otros núcleos que habían tenidouna presencia urbana menos relevante: Humeros,Macarena, San Roque y San Bernardo, éste último muyrelacionado con las instalaciones de la Real Fundición deArtillería o de Cañones (figura 2), construida sobre unaantigua fundición de bronce en 1770, y del cuartel deIntendencia (1780); todas ellas dependencias levantadas

en las inmediaciones de la puerta de la Carne, en donde ya se habían realizado lasobras del matadero a finales del siglo XV (1489) y las del Rastro Viejo en el siglo XVI.

En 1761 se comenzó a construir, extramuros y en los aledaños del puerto,sobre el vertedero o muladar del Malbaratillo, la Maestranza. Un año después setermina la Real Fábrica de Salitres, también extramuros, entre las puertas del Soly Osario. Entre 1764 y 1765 se realiza la reforma de la Alameda, al igual que sehabía hecho con los paseos entre la Barqueta y la torre del Oro; e incluso más allá

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Fig. 1. Iglesia de San Nicolás

Fig. 2. Vista parcial de la RealFundición de Artillería

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entre ésta y la desembocadura del Tamarguillo, donde se encontraban los jardineso paseo de la Bella Flor. Una vez ganado el arroyo, y hasta la venta de Eritaña, seprolongan bien al sur las zonas de asueto y ocio de los sevillanos.

No obstante, la obra que significa un cambio cuantitativoy cualitativo más importante en la ciudad es la creación de laReal Fábrica de Tabacos (figura 3), cuya construcción seinició al final de los años veinte, pero que pasó pornumerosas vicisitudes hasta su terminación ya en losinicios de la segunda mitad del XVIII. Por su volumen, funcióny ubicación, la fábrica de Tabacos se constituye en unreferente urbano de primera magnitud, creando un ciertoorden en el entramado viario meridional de la ciudad y dandolugar, desde entonces, aunque quizá con una huella másmarcada en el siglo XIX, a la aparición de un arquetiposevillano nuevo y de gran trascendencia en la sociología ciudadana, pero tambiénen la leyenda de Sevilla: la cigarrera.

Además, el espíritu optimista de la época se plasma en la creación deproyectos que permitiesen recuperar la navegación del Guadalquivir para barcosde gran calado e, incluso, de hacerlo navegable hasta Córdoba.

Pablo de Olavide tomó posesión de la asistencia de Sevilla en septiembre de1767. Limeño de nacimiento, llega a la península en 1752 con veintisiete años.Adquiere un gran reconocimiento como intelectual ilustrado, conocedor de primeramano de la aportación francesa al siglo de las Luces y racional administradorterritorial como demostró en su aplicación de la política de las Nuevas Poblacionesen Sierra Morena y otras zonas andaluzas. Estas localidades absorberán granparte de su tiempo y hará que alterne con ellas su dedicación a la capital del Reinode Sevilla. Olavide es reclamado en Madrid en 1775 a causa de pleitos que contra élhabía emprendido la Inquisición y ya no vuelve a Sevilla. No llega por lo tanto nisiquiera a un decenio la relación del asistente con la ciudad, y ello ademásintercalado con duraderas estancias en las Nuevas Poblaciones; sin embargo, fueuna época en la que, tras más de un siglo de decadencia, la ciudad vuelve a tenerun proyecto que la conecta con las ideas más avanzadas de Europa.

Respecto a la administración urbana, el hecho más señalado es la apariciónde la Real Cédula de 13 de agosto de 1769 que estructura la ciudad en cincocuarteles (cuatro en la margen izquierda del Guadalquivir y un quinto en Triana),con sus respectivos barrios y manzanas. Con los cuarteles surgen los alcaldes debarrio, investidos de amplias competencias y responsabilidades de orden,seguridad y ornato público y elegidos democráticamente entre los vecinos decada cuartel. Si bien esta disposición fue derogada al finalizar el siglo, es dedestacar el temprano prurito democrático atribuido a la administración vecinalque, obviamente, entró a contrapelo respecto de la estamental sociedad sevillanay española de la época.

Otro aspecto destacado de la administración de Olavide fue el encargo delprimer plano de la ciudad. Hasta 1771 existían representaciones de la poblaciónque la describían y que mostraban sus hitos más importantes, pero ninguna

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Fig. 3. Patio central de la RealFábrica de Tabacoshoy edificio central de laUniversidad de Sevilla

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puede ser calificada de plano moderno. La necesidad deorganizar y controlar la ciudad para su mejor administraciónmotivó este encargo que abre un período nuevo en la historiade la ciudad, puesto que a partir de él es más fácil establecerlos cambios y transformaciones urbanas que han devenidofinalmente en la Sevilla actual.

Entre las reformas urbanísticas más importantesrealizadas durante la asistencia de Olavide destaca elsaneamiento de la Laguna de la Pajería, en el antiguo barrio dela Mancebía, junto a la puerta del Mar, comenzada en 1772 yculminada en 1778. También con Olavide se realizó laordenación del muelle, murallón y paseo de la margen trianeradel Guadalquivir.

Después de la marcha del asistente, el siglo XVIII todavíaverá aparecer obras notables, tales como la fachada norte dela Casa de la Moneda o la Atahona -o Atahonas- del Pumarejo,en la plaza que lleva este nombre y que también se abre enestos años a raíz de la construcción del palacio de PedroPumarejo (figura 4).

En la segunda mitad del siglo XVIII algo comienza amoverse en Sevilla que anticipa, ya en aquellos años, lo que son lasgrandes preocupaciones, proyectos y realizaciones de la Sevillacontemporánea.

Sevilla sin murallas y con ferrocarrilEn los años centrales del siglo XIX se inicia una serie de procesos

urbanos que terminará alterando y constituyendo una realidad urbananueva en la Sevilla que se desarrolla en los deceniossiguientes. La primera gran intervención, además de lasactuaciones previas del asistente Arjona en los paseos a lolargo del río, será la creación de la ronda en 1840 a partir delproyecto del arquitecto municipal Balbino Marrón. La ronda,que ya existía en numerosos tramos, se completa, ensanchay consolida, utilizando los múltiples nombres que laidentifican en su recorrido a lo largo de las murallas (figura5). En la zona del puerto se adapta a los paseos junto al río,de forma que se distancia del recorrido amuralladoenglobando hacia el interior los arrabales del Arenal; hechoéste que condicionará en lo sucesivo que la población de laciudad identifique estos barrios como si fuesen de origen

intramuros. También es notable la reordenación que la nueva vía impone alarrabal de San Roque segregándolo en dos.

La ronda organiza el nuevo espacio urbano y, a medida que se inicie elderribo de las murallas, que se prolongará durante toda la segunda mitad delsiglo XIX, condicionará un tejido especial surgido del loteamiento del espacio

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Fig. 5. Detalle de la ronda en elsector nororiental de la muralla

Fig. 4. Palacio del Pumarejo

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liberado y que genera una fachada urbana de características específicas a lo largode todo su recorrido. Es difícil imaginarse en la actualidad el impacto que supuso enla época este cambio de imagen, sobre todo desde el exterior y parauna ciudad que, desde tiempos inmemoriales, había sido identificadapor la potente obra de sus muros defensivos.

No obstante, y de tanta importancia como el derribo de lasmurallas, hasta el punto de constituirse en factor impulsor ycondicionante de buena parte de las transformaciones urbanasdesde los años centrales del siglo XIX, es la llegada del ferrocarril y sucomplejo sistema de infraestructuras. Obra de gran calado, tuvo unefecto desorganizador en la periferia inmediata de Sevilla, al tiempoque supuso la creación de una nueva barrera construida,paradójicamente, al tiempo que se derribaban las antiguas murallas.La causa hay que buscarla en el hecho de que los trazadosferroviarios y la instalación de las estaciones estuvieron muyinfluidos por las vicisitudes e intereses de las compañías deferrocarril y de las instalaciones portuarias. Lo que pudo ser uncrecimiento planificado se convirtió en una ocupación anárquica delespacio de expansión natural de la ciudad y en la creación de undogal ferroviario que constreñirá la expansión urbana de Sevilla hastafinales del siglo XX (figuras 6 y 7).

A falta de un plan de ensanche definido, al modo de otras ciudadesespañolas, la organización de los nuevos tejidos urbanos de la Sevilla de lasegunda mitad del XIX se centra en determinados ámbitos, siempre cercanosal sector intramuros, y que se desarrollan con independencia unos de otros o,en todo caso, buscando la articulación con la ronda de los nuevostejidos urbanos. Éste es el caso de la reordenación de la zonaexterna de la puerta de Triana y de la urbanización de la antiguaplaza de Armas.

Sevilla reorganiza sus bordes, aunque sea con un diseñobastante caótico, más allá de la ronda y experimenta un refuerzo delas actividades industriales a lo largo de buena parte de esta vía,aunque no comparable al que se da en otras ciudades españolas yeuropeas (calles Torneo, Resolana, Ronda de Capuchinos, callesMaría Auxiliadora, Recaredo y buena parte de Menéndez Pelayo).

Entre tanto, intramuros, se realiza un importante proceso dereforma interior, muy ligado a los derribos de edificios religiososdurante el período napoleónico o después de lasdesamortizaciones. Poco articulado también, generará unimportante número de plazas y ensanchamientos viarios. Durantelos años centrales del siglo XIX se abren o adecentan las plazas delMuseo, Magdalena, Santa Cruz y, sobre todo, las del Cristo de Burgosy la Plaza Nueva.

También de la segunda mitad del siglo XIX data el inicio de la política dealineamientos, que pretende ampliar la latitud de las calles mediante el

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Fig. 6 y 7. La estación de SanBernardo antes y después de laremodelación ferroviaria

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ensanchamiento puntual que se obtiene al retranquear los edificios de nuevaplanta y adaptarse éstos a los proyectos de alineación aprobados por elAyuntamiento. El resultado es la conocida sucesión de tacones y retranqueos enbuena parte de las calles de la ciudad.

A finales de siglo se realizan operaciones de más envergadura en la reformainterior; así, la más significativa es la reordenación entre la Campana y la PlazaNueva (calles O´Donell, Velázquez y Tetuán).

Sevilla rompe las murallas y abre sus calles para respirar, al tiempo queconstruye las modernas redes ferroviarias que se lo impedirán. Modernidad ycontradicción se contrapusieron en el primer intento serio de expansión urbanaen la ciudad del XIX.

La Sevilla del 29Hay un antes y un después de la Exposición Ibero-Americana de 1929, aquella

que transforma la ciudad entre 1900 y 1930, y que todavía hoy sigue encarnando uncierto espíritu urbano de personalidad inconfundible y el que más ha contribuido a laimagen que desde el exterior se tiene de Sevilla.

Los valores de aquella Sevilla se basan en un nuevo optimismo que secontrapone al desastre moral nacional del año 98. Sin embargo, no es fácilhablar de optimismo en una ciudad que posee unas condiciones higiénicas,sociales y urbanísticas muy difíciles; que es la capital de una región de baseeconómica rural y desarticulada y cuya industria, escasa y muy volcada a laagroindustria y a la construcción, tiene graves problemas para crecer ydiversificarse. Sevilla es al comenzar el siglo XX una ciudad en la que dominauna sociedad oligárquica y conservadora, sin capacidad para articular elcapital económico, humano y social de su provincia, cuanto menos de laregión que encabeza. El paro, la marginación, la mortalidad infantil, entre otrosposibles indicadores, expresan la realidad cotidiana de la ciudad, cuyapoblación crecía gracias a las remesas de inmigrantes que acudían a ella. Estaatracción no se debía tanto a la posibilidad real de mejora de la calidad de vidaen Sevilla, como a las paupérrimas condiciones de vida en la sociedad ruralandaluza y del sur de Extremadura durante aquellos años. El crecimientodemográfico es acelerado: entre 1900 y 1930, la ciudad pasa de 148.315habitantes a 228.789. El resultado es la expansión de la infravivienda, ya quese contabilizaron más de 1.200 chozas en el entorno de la ciudad, viviendo enellas una cifra próxima a las 6.000 personas en los años anteriores a laExposición Ibero-Americana.

Todo esto se expresa en una gran inestabilidad en los poderes públicosmunicipales, cuyo mejor dato es el hecho de que en el período que media entre1900 y 1930, veintiséis alcaldes presidieron la corporación municipal.

Respecto al desarrollo urbanístico de la ciudad, las lecturas son múltiples y aveces antagónicas. Ya hacía años que se habían derribado las murallas, salvo loslienzos que se decidió mantener como testigo de su historia, y se hacía notoria lanecesidad de un nuevo modelo de crecimiento que estableciese un crecimientounitario y ordenado o, al menos, similar al de otras ciudades españolas del mismo

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rango e incluso menores que Sevilla y que llevaban ya varios años conformandosus ensanches (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Gijón, San Sebastián,Alicante, Cartagena, Tarragona, etcétera).

Los principales planes y propuestas de transformación son:

· 1901. Enrique Lluria publica su Proyecto de Ensanche y Estación Invernal deSevilla. Implantación en España de los Juegos de Sport

· 1909. Aníbal González escribe su Necesidad y conveniencia del estudio de unproyecto de Ensanche de Sevilla

· 1911. Se aprueba el proyecto de Aníbal González de urbanización del Cortijodel Maestrescuela

· 1912. Tras el Anteproyecto presentado años antes por Aníbal González deReforma Interior y Ensanche de Sevilla, Miguel Sánchez Dalp plantea su PlanGeneral de Urbanización de los Alrededores de Sevilla y de Prolongación yEnsanche de Algunas de sus Calles (propuesta particular)

· 1913. Se hace explícita la necesidad de contar, no ya con un plan, sino almenos con un plano riguroso de la ciudad, documento cartográfico que no seconseguirá hasta la República

· 1917. Proyecto de Ensanche de Talavera

· 1924. Proyecto de Saneamiento, Mejora Parcial y Ensanche Interior de Trianade Secundino Zuazo

· 1926. Plan General de Obras Conexas a la Exposición Iberoamericana,impulsado en parte por Cruz Conde, y asumible en virtud de los arbitrios

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Fig. 8. Recinto de la ExposiciónIbero-Americana

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especiales que le fueron concedidos al Ayuntamiento de Sevilla y que seinvirtieron fundamentalmente en la reforma de la Puerta de Jerez, en laedificación de hoteles y alojamientos para la Exposición Ibero-Americana(Alfonso XIII, Cristina, Eritaña, Heliópolis y Ciudad Jardín), amén de obras depavimentación de las calles próximas al emplazamiento del certamen.

· En 1929, y por la obligación que constaba desde la aprobación del EstatutoMunicipal de 1924 de que todos los municipios con más de 10.000habitantes debían contar con plan de ensanche, se convoca un concurso deproyectos con tal objeto. A él se presentan el arquitecto García Mercadal, deun lado, y, de otro, el ingeniero Eduardo Carvajal y los arquitectos SaturninoUlarguí y Pedro Sánchez. El concurso que fue declarado desierto en 1931.

A esta nutrida iniciativa corresponden unos resultados tambiénimportantes, aunque poco adecuados a un proyecto unitario de ciudad. Entreestos resultados cabe destacar, sobre todo, el proceso urbanizador de laExposición, que tuvo sus principales escenarios en el parque de María Luisa,sus zonas anejas e inmediaciones (destacando la plaza de España, obracumbre de Aníbal González, el arquitecto ganador y autor del proyecto de laExposición. Ver figura 8) y el Sector Sur (actual zona universitaria y aledaños dela avenida de Reina Mercedes).

Por otro lado, se reforzó la obra hidráulica en el entornode Sevilla, lo que permitirá una mejor protección contra lasavenidas del río tanto del sector de Triana como de lamargen izquierda del Guadalquivir, y, sobre todo, elresguardo del puerto al construirse la corta de Tablada,proyecto de Luis Moliní, director de la Junta de Obras delPuerto, que al inaugurarse en 1926 con el regreso de loshéroes del Plus Ultra señala uno de los momentos máseufóricos de la Sevilla de la época. Sin embargo, con estamedida, el puerto inicia un desplazamiento hacia el sur de

su centro gravitacional que lo aleja del sentir cotidiano de la ciudad y que seprolongará durante los decenios siguientes y del que el desmantelamiento delpuente de Hierro no es sino un ejemplo más de la eliminación de los referentesportuarios históricos (figura 9).

También como resultado del antes citado proyecto de urbanización delCortijo del Maestrescuela, se compone una amplia pieza que, entre la vereda delJuncal (actual avenida de Ramón y Cajal) y Luis Montoto, dará lugar al barrio deNervión, hoy muy transformado respecto a su configuración original. Estaoperación, que cambiará en buena medida el sector oriental de la ciudad y quese conectará además con la construcción más allá del Juncal del barrio delCerro del Águila, es de iniciativa privada. No obstante, la operación urbanísticase planteó al Ayuntamiento como la fórmula para resolver el emplazamiento dedos dotaciones fundamentales para la ciudad: el matadero y la cárcel, que seconstruyeron en sus extremos. La avenida de Eduardo Dato se proyecta yconecta al proyecto anterior en 1913 por el arquitecto municipal AntonioArévalo, aunque también sufre muchas modificaciones hasta 1924, año en elque adquiere el trazado, que no la imagen, que hoy presenta.

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Fig. 9. Imagen delpuente de Hierro antes de sudesmantelamiento

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Una de las tipologías residen-ciales predominantes en el Nerviónoriginal fue la de ciudad jardín, quetambién proliferó en otros sectoresburgueses. Al margen de Heliópoliso la Ciudad Jardín, promovidas por lapropia Exposición, se construyenbarrios como El Porvenir y, sobretodo, la avenida de la Palmera y suentorno (figura 10), zonas a las quese desplazó buena parte de laoligarquía sevillana de la época. Elcambio en lo que respecta al modelode vivienda es un vuelco total si secompara esta tipología, que ya fueraensayada por Arturo Soria en Madridy luego elevada a rango de paradigma socio-urbanístico por el británico EbenezerHoward, con el modelo tradicional de palacio estructurado en torno a un patiocentral. Sin embargo, este proceso de desplazamiento espacial de la burguesía yaristocracia local y de extraversión del modelo residencial, se realiza con elmismo lenguaje regionalista-historicista que se empleaba en las nuevasconstrucciones del interior de la ciudad y que se comentará más adelante.

Más lenta fue la creación de grupos escolares,mercados y otros equipamientos urbanos en la inmediataperiferia y extrarradio, si se exceptúan las ya mentadasconstrucciones de la cárcel y el matadero. Uno de losejemplos más significativos es el mercado de la Puerta dela Carne, siguiendo a Trillo, obra de Aurelio Gómez Millán yGabriel Lupiáñez que se presentaron al concurso en el año26 y que, con alguna modificación a partir del añosiguiente, se construyó en claro contraste con el paisajede la zona donde se levanta, también en aquellos años, elpuente de San Bernardo (figura 11) y la estación deBomberos, ambos de Talavera.

Tampoco puede ser calificado ni siquiera de incipiente el proceso deconstrucción de viviendas obreras. La producción es tan escasa comparada conla creciente demanda de la época, que sólo puede decirse que se trató de unconato. Las más significativas fueron las viviendas construidas a principios desiglo en Ramón y Cajal según proyecto de Aníbal González. Presentan unadisposición lineal y siguen la tipología de casa unifamiliar adosada.

Ya en el interior del casco urbano, lo que se hace patente durante estos añosde la Exposición Ibero-Americana es la sustitución de buena parte del caseríotradicional sevillano, de corte popular y ruralizante, por otro de porte, si no másconsmopolita, sí al menos más urbano, más retórico en su lenguaje compositivoy de sesgo regionalista; proceso al que contribuyeron en buena medida lasordenanzas municipales aprobadas en 1900. El exponente máximo de estatendencia a la autocomplacencia en la imagen arquitectónica es el barrio de Santa

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Fig. 11. Puente de San Bernardoy el mercado de la Puerta de laCarne

Fig. 10. Chalet en la avenidaManuel Siurot

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Cruz, donde el regionalismo alcanza incluso al diseño de losjardines y espacios públicos (figura 12).

También en el interior, la ciudad continúa con su políticade reforma interior, prolongando hasta bien entrada lasegunda mitad del siglo XX los auspicios de propuestasdecimonónicas tales como el Proyecto General de Reformasde José Sáez y López. Los resultados, a su vez, también sonobras segmentadas, proyectos fraccionados, en una difícilbúsqueda de la ruptura del casco histórico a la bocanada deaire fresco que se le pretende insuflar desde la periferia. Elúnico proyecto que plantea una cierta presencia urbana esel de la actual avenida de la Constitución; eje que une, através de la también reformada Puerta de Jerez, con losrevalorizados espacios del sur urbano y, por supuesto, conel emplazamiento del certamen ibero-americano. Estaavenida, aunque en buena medida solapada por laimponente presencia de los pies de la Catedral y del Archivode Indias, es un espléndido muestrario del modelo de ciudadregionalista ideado en la Sevilla de comienzos del XX.

Menos integrados son otros proyectos de reforma interior de la época, talescomo la urbanización del antiguo solar del convento de San Pablo (entorno de lacalle Canalejas) o las reformas de Conde de Colombí de 1914 en elensanchamiento entre la Campana y la plaza de Villasís.

Respecto a la propia obra arquitectónica, su coincidencia con el evento ibero-americano y el extraordinario éxito del estilo regionalista, ya anticipado líneas

arriba, motivan los calificativos de una nueva edad de orosevillana. La producción de arquitectura de calidad se basaen un grupo de profesionales de cuantiosa y valiosa obra, delos que siempre se destaca la tríada de Aníbal González,José Espiáu, y Juan Talavera, pero que se completa con unvasto elenco como los Gómez Millán, Arévalo, Barris, Travery un largo etcétera, entre los que se incluyen verdaderassagas de arquitectos que, más allá de la época de la que sehabla, cubren casi todo el siglo XX (figura 13).

Fuera de esa ciudad esbozada en los párrafosanteriores, marcada por una incipiente y desorganizadaperiferia y un casco consolidado objeto de realineaciones yproyectos de reforma interior desarticulados, se conformatambién otra ciudad, aunque casi sería mejor denominarlano ciudad. Es el escenario de los asentamientosmarginales, de las villalatas, de las chabolas, de lacarencia absoluta y de la vivienda que se levanta de lanoche a la mañana con materiales de desecho y cartones.La ciudad de la miseria, que aunque concentrada en Amatedurante los años de la Exposición, volvió a expandirse enlas cuatro direcciones una vez terminada aquélla. Ésta era

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Fig. 13. Edificio de José Espiáuen la calle Feriaesquina Cruz Verde

Fig. 12. Plaza de Doña Elvira

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la única posibilidad de lograr alojamiento para muchos inmigrantesprocedentes de las zonas rurales que sólo cuando alcanzaban una rentamínima podían asentarse en los corrales y casas de vecindad modestas delinterior del casco o de los arrabales; en los que, a pesar de las malascondiciones de habitabilidad (dado que en una o dos habitaciones se apiñabanfamilias de siete, ocho o más miembros), al menos suponían una mejorarespecto a los asentamientos clandestinos por cuanto que en ellos existíanpiletas de agua corriente, letrinas y un techo más estable(figura 14). Aunque, sobre todo, lo que tenían estas casasde vecindad era una calle y un barrio, y en consecuenciaresultaba mucho más fácil a sus inquilinos integrarse en lavida de la ciudad, a la que aportaron el mestizaje de sucultura rural. No es de extrañar que la personalidad actualde Sevilla se apoye en barrios como Triana o Macarena, enellos existía una gran cantidad de este tipo de edificios.

Por último, y aunque ya hayan transcurrido más desetenta años del certamen, hay que destacar que buenaparte de la magia, también se le puede llamar glamour, de laSevilla actual surgió precisamente de aquellos años. Sevillaconstruyó en buena medida su leyenda en aquella época yse puede afirmar que ha tenido y tiene más peso que elrecuerdo de la Exposición Universal que se celebró bastantesaños después y que se comentará en el punto siguiente. Nose trata sólo de que los pabellones del 29 sean más sólidos yestables que la mayor parte de los construidos en el 92; esmás, para la Exposición Universal, Sevilla sí fue realmenteordenada desde el punto de vista urbanístico y el resultadofinal fue mucho más coherente que el de la Exposiciónanterior; sino que se afirma a menudo que Sevilla se enamoróde sí misma en aquel evento de confraternización conAmérica y, ya se sabe, nada más difícil que analizar con frialdad los recuerdosidealizados de cualquier relación amorosa; sobre todo cuando ésta se correspondecon un pasado lejano y pretendidamente feliz.

Sevilla y la Exposición Universal de 1992Después del período oscuro de la postguerra y autarquía, Sevilla inicia desde

finales de los años cincuenta un crecimiento descontrolado y cuantitativamenteimportante. De los 312.000 habitantes de 1940 se pasa a 442.000 en 1960.Pocos años después se supera el medio millón y, al terminar el siglo, Sevilla, sinincluir su área metropolitana, ronda los 700.000 habitantes. La ciudad, quehasta entonces se concentraba en sus límites históricos si se exceptúan laszonas poco densas edificadas con motivo de la Exposición Ibero-Americana-,ocupa con rapidez la periferia inmediata, especialmente el cinturón de huertasmás próximo, de forma que la población da entonces su primer y gran salto másallá de sus murallas. Pero el crecimiento explosivo, que se prolonga bastantemás allá de 1970, es un crecimiento cuantitativo, que no cualitativo. Seconstruyen viviendas, pero no se hace ciudad. Los nuevos barrios, en su mayorparte, sufren un déficit o total ausencia de los servicios públicos básicos (salud,educación, transporte, zonas verdes, etcétera).

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Fig. 14. Corral de San José, calle Jimios nº22

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Esta realidad, hace muy contrastadas las diferencias entre un centro urbanorelativamente dotado (de comercios, servicios, instituciones, lugares de ocio,espacios simbólicos, etcétera), frente a una periferia desdotada y anónima, sinpersonalidad y sin recursos para crear identidades entre sus nuevos moradores.Además, los entramados o tejidos urbanos que se crean están desarticulados, amenudo son producto de la rápida conversión de un espacio de huerta en barriadasin los documentos urbanísticos adecuados; lo que provoca una ciudad quesemeja un puzzle hecho con piezas fuera de lugar, que no encajan y que en suconjunto no ofrecen una estructura urbana reconocible.

La Sevilla de los años ochenta, la que se prepara paracelebrar un nuevo certamen internacional, aprovecha laocasión para acometer un nuevo ciclo modenizador, másintegral que los anteriores, que eliminará o aminorará losgraves problemas que la ciudad ha ido acumulando a lo largodel siglo XX: el transporte, tanto interior como exterior, ladotación de los barrios y la recuperación de su patrimonio,largamente olvidado y castigado. Al mismo tiempo, las obrassuponen la puesta en valor o revaloración de amplios sectoresurbanos, hasta entonces marginales o infrautilizados.

Se trata de unos años en los que Sevilla afianza su posición y controlterritorial, puesto que, además de contar de nuevo con un ayuntamientodemocrático desde 1978, es designada capital de Andalucía durante el proceso deconstitución de las autonomías. La coyuntura económica, sobre todo en lasegunda mitad del decenio de los ochenta, es buena y aunque hasta entonces sepodía poner en duda, desde este momento el área metropolitana toma cuerpo yse consolida en un amplio espacio en torno a la capital; puesto que adquierecaracterísticas de unidad funcional, de mercado de trabajo, de precios de usos delsuelo, etcétera. Sin embargo, esta expansión no es sólo un signo de prosperidadurbana, sino que en buena medida supuso un crecimiento desordenado hacia elAljarafe, hacia el sur, hacia los Alcores y hacia el norte, aunque no en todas lasdirecciones con la misma intensidad. El resultado práctico fue la proyección a laperiferia de los problemas, agudizados, que había sufrido la ciudad durante buenaparte del siglo XX y que pueden ser calificados como el cuarteto de las cuatros de:desorden, déficit, despilfarro y degradación.

En cuanto a los aspectos positivos, uno de los más notables del cambiourbano sevillano de finales de los ochenta e inicios de los noventa es la revoluciónen sus sistemas de comunicación: tanto en la perspectiva interna de la ciudad,como en la exterior. Respecto a la primera, cabe señalar que la situación deltráfico, público y privado, se había convertido en caótica dado que la estructuraviaria de la ciudad, apoyada en los tradicionales caminos de acceso y quedesembocaba invariablemente en la ronda histórica, se saturaba y secongestionaba con enorme facilidad; al tiempo que obligaba a que buena parte deltráfico pesado, e incluso peligroso, que atravesara la ciudad tuviera que hacerlopor zonas muy pobladas y céntricas.

El modelo de estructura viaria que se impone, y que viene señalado por el plangeneral de ordenación urbana de 1987, presenta una disposición racioconcéntrica

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Fig. 15. Estructuraradioconcéntricade la Sevilla del 92

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(figura 15), de forma que buena parte de los movimientos que se registran en laciudad o en sus inmediaciones evitan el centro mediante las nuevas rondas decircunvalación (ronda de Los Remedios-María Auxiliadora, ronda del Tamarguillo,SE-30, etcétera). No se trata de una idea nueva; de hecho, los planes anteriores(1946 y 1963) ya ofrecían soluciones similares para la estructura urbana. La faltade recursos económicos, y la ausencia de una voluntad política decidida enacometerlas, provocó que Sevilla careciese de estas rondas hasta casi el final delsiglo. El plan se aprobó a finales de diciembre de 1987 y a principios de 1992, esdecir en poco más de cuatro años, la mayor parte de su armazón estaba completa.La síntesis del proceso de la concreción de la estructura viaria de Sevilla es lasiguiente: 40 años en fase de proyecto y cuatro de realización.

Paralelamente, se mejoraron los accesos desde el Aljarafe, y se ampliaron yacondicionaron, entonces o en los años inmediatos, vías metropolitanas haciaDos Hermanas, Utrera y Alcalá de Guadaíra. Más allá de ellas, y ya en la escala dela comunicación interurbana, se culminaron autopistas y se ejecutarondesdoblamientos de numerosas vías, lo que significó una situación decomunicación muy ventajosa, como anteriormente sólo se había disfrutado haciaCádiz, con Córdoba y Madrid, hacia el centro de la península; con Málaga, Granada,el oriente andaluz y el levante; y con Huelva y Portugal hacia occidente.

Por si esto fuera poco, se renovaron todas lasinfraestructuras de comunicaciones interurbanas: seinauguró una nueva terminal aeroportuaria (figura 16), seedificó una estación de autobuses y se reestructuróprofundamente el sistema ferroviario a su paso por la ciudad.En efecto, la creación de la primera línea de alta velocidadespañola, AVE, entre Madrid y Sevilla con ocasión de laExposición, llevó acompañada la creación de una estaciónnueva de viajeros, la estación de Santa Justa. Esta obra deAntonio Cruz y Antonio Ortiz mereció el Premio Nacional deArquitectura en 1993 y sustituyo a las antiguas estaciones de plaza de Armas y deSan Bernardo. También se reorganizó el sistema de las terminales de carga:Majarabique y la Negrilla, principalmente. Sevilla no sólo se incorporó a lavanguardia de los sistemas de comunicación ferroviarios, sino que la acompañó detales cambios en su disposición dentro de la ciudad, que a partir de ella seliberaron numerosos espacios que pudieron ser incorporados al mercadoinmobiliario y se rescataron paseos, avenidas y fachadas urbanas (calle Torneo,paseo del Rey Juan Carlos I -figura 17-, avenida Alcalde Manuel del Valle).

En lo que respecta a los espacios que se incorporan a laciudad, el más importante es el de la Cartuja; y esto por dosmotivos. Por un lado, porque aquí se desarrolla la propiaExposición Universal y, por otro, porque el desplazamientodel cauce vivo del Guadalquivir hacia la corta de la Cartuja,inaugurada en 1984, supuso la separación definitiva entrela ciudad y su río. La relación, que había sido difícil desde losmismos orígenes de Sevilla, se rompió creando dosespacios fluviales de interés: la dársena histórica, nuevo ejearticulador de la ciudad y de sus más nuevas y nobles

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Fig. 16. Vista parcial delaeropuerto de San Pablo

Fig. 17. Paseo del ReyJuan Carlos I

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fachadas urbanas, y el auténtico cauce del Guadalquivir, desplazado hacia eloeste y relegado a la forma y función de un canal de desagüe atravesado por lasvías de comunicación e infraestructuras que unen la capital con el Aljarafe.

Una vez desplazado el río hacia el oeste, al tiempo que los sistemas dedefensa contra el mismo, la ciudad conquista la mal llamada isla de la Cartuja,puesto que aunque sí cartuja no es tal isla. La ocupación inicial se realizadirectamente con la Exposición Universal, el último gran evento que marca lahistoria de Sevilla en el siglo XX. En las abundantes 400 hectáreas del sector seinstalaron a modo de ciudad efímera pabellones, infraestructuras, sistemashidráulicos y dotaciones que revolucionaron la historia de la ciudad duranteunos meses. Aunque la celebración fue un empeño y compromiso de rangoestatal, la ciudadanía sevillana hizo suyo, tal vez tardíamente, el proyecto, y la

Expo se desarrolló como una larga fiestaque, además, legó a la ciudad un sector muyorganizado y perfectamente dotado, almenos para aquellos años, de las últimastécnicas de la teleco-municación y losservicios. Pero la Expo no sólo fue técnica,fue sobre todo diseño y fantasía, untrasunto idealizado del mundo en un espacioreducido, y la cultura sevillana se identificórápidamente con el evento y con su huella.La ciudad, una vez más, demostró que susépocas más radiantes son aquellas en lasque se combina lo propio con las ideasmodernizadoras externas. El genio de la

Exposición se expresa, como de ninguna otra forma, en la elegancia y casiespiritualidad de los seis nuevos puentes (figura 18); puentes entre Sevilla yoccidente, occidente geográfico y occidente cultural; y aunque luego, durantemucho tiempo, algunos de ellos no han llevado a ningún sitio, porque occidenteen buena medida continúa siendo una terra incógnita para la Sevilla de acá delGuadalquivir, marcan al menos una dirección hacia la que ir.

Volviendo a un lenguaje más prosaico, la ocupación de la Cartuja puede serinterpretada como el logro más significativo en la escala urbana de laExposición Universal; sin embargo, hubo otros sectores urbanos que tambiénse incorporaron a la ciudad o que, ya formando parte de ésta, se cualificaron.Tal es el caso de Pino Montano en el norte, Los Bermejales en el sur, y sobretodo Sevilla-Este. Esta última gran pieza, es la que representa la principalestrategia del Ayuntamiento de Sevilla de lanzar suelo al mercado inmobiliariopara competir con los municipios de su área metropolitana, que desde los añosochenta ofrecían nuevas y lucrativas oportunidades urbanísticas, todas ellasbasadas en un precio del metro cuadrado bastante inferior al del municipiocentral. Se obtuvieron así 900 hectáreas de suelo urbanizable que aún aprincipios del siglo XXI no han sido colmatadas. Por otro lado, y con lareorganización del ferrocarril (soterrado entre la estación de Santa Justa y laavenida de Felipe II) se crea una larga franja, muy central dentro de la ciudad,que alcanza en la actualidad los precios más caros por metro de cuadrado: laavenida de la Buhayra y su entorno (figura 19).

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Fig. 18. Puente del Alamillo

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De todo lo anterior, se deducen procesos creativos,incorporación de nuevos sectores, imágenes y fachadasurbanas recién estrenadas: la modernidad de nuevoinstalada en Sevilla. No obstante, sería muy incompletoreferirse a la etapa de la Exposición Universal sin haceralusión a una actividad que se desarrolló con gran impulsosobre la Sevilla de siempre: la recuperación del patrimonio.Muy alterados por los procesos especulativos de los añossesenta y setenta, el casco y arrabales históricos habíanconocido un largo período de abandono y ruina,especialmente acusada en barrios como San Bernardo, San Luis o el entorno de laAlameda. La aparición de las leyes de patrimonio (la Ley de Patrimonio HistóricoEspañol en 1985 y la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía en 1991), unida auna mayor sensibilidad social respecto de la necesaria rehabilitación de lamemoria colectiva, aprovecharon también parte de las sustanciosas inversionesque se realizaron en la Sevilla que preparaba su Exposición. Además, muchas deéstas rehabilitaciones, aunque no todas, han tenido como objeto edificiospúblicos o que se han restaurado para un uso público. Así se recuperaron grandesinmuebles, como el antiguo hospital de las Cinco Llagas (hoy Parlamento deAndalucía), el monasterio de la Cartuja (sede del Instituto Andaluz del PatrimonioHistórico -Figura 20-, del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y de laUniversidad Internacional de Andalucía), el Ayuntamiento, el convento de SanClemente, Los Terceros -parcialmente-, la Casa de las Columnas o el cuartel deIntendencia (hoy Diputación Provincial), entre otros.

Algunas intervenciones recuperaron edificiospertenecientes a la arqueología industrial o de la obrapública, indicando que también se ha consolidado un ciertorespeto en la ciudad hacia este tipo de patrimonio: la antiguaestación de Plaza de Armas fue uno de los pabellones de laciudad de Sevilla; los Almacenes Sínger de la calle Lumbrerasson hoy un teatro municipal; la fábrica de Enrique Ramírez yPérez es sede del Instituto de Fomento de Andalucía, elantiguo Matadero Municipal de la calle Ramón y Cajal se haconvertido en delegación provincial de Educación; la fábricapara la Comisaría Algodonera del Estado de la calle GenaroParladé es Consejería de Agricultura y Pesca; y así podríancitarse algunos ejemplos más, no muchos. Además, estasensibilidad creciente no ha podido evitar que se perdieseninmuebles industriales de gran interés.

La promoción de vivienda privada también ha rehabilitado numerososinmuebles, aunque en esta ocasión se puede hablar de un peso excesivo de laadaptación de edificios históricos a la tipología de inmueble de apartamentos. Porotra parte, muchas de las promociones desarrolladas en el conjunto histórico hansupuesto la prolongación hasta el final del siglo de un proceso bien conocido en laciudad: el desplazamiento de las clases modestas hacia los barrios delextrarradio. Pocos son los corrales y otras tipologías de vivienda colectivasimilares, que tanto han significado en la personalidad de Sevilla de los últimossiglos, que han llegado al siglo XXI.

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Fig. 20. Rehabilitaciónde la Cartuja

Fig. 19. Avenida de la Buhayra

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Por último, también cabe destacar que se mejoró la red de espaciosculturales: Teatro Maestranza, Teatro Central; amén de abrirse nuevos centroscívicos y bibliotecas, con lo que se consolidó una oferta estable de servicios yprogramación cultural en la ciudad.

Sevilla, balance y futuroHace casi diez años que se celebró la Exposición Universal de 1992. Al igual

que en 1929, aunque acentuado, se produjo una pulsión o crecimiento quepermite hablar, otra vez, de un antes y un después de aquel evento. No obstante,y a pesar de este nuevo escenario, existen muchos procesos urbanos que noparecen haber dado el mismo paso de gigante e, incluso, en otros, se puedehablar de un cierto retroceso.

Sevilla es una ciudad que en el siglo XX creció en función de dos fuertesexcepcionalidades, en tanto que en el resto del siglo, lo hizo al albur de decisionesmenos globales, más mezquinas y especuladoras y, en cualquier caso, siendoexpresión de la escasa capacidad de la ciudad por imponer y controlar un modelourbanístico equilibrado y propio. La ciudad sólo ha generado estructuras y tejidosmás claros desde el punto de vista de la lectura urbanística cuando se ha vistoimpulsada por proyectos e inversiones directamente, o al menos muymayoritariamente, promovidos por el Estado.

Por si todo esto no ofreciese ya un panorama poco optimista respecto a lainiciativa de la ciudad, hay que señalar que después del 1992 se inicia un largoperíodo de ausencia de grandes inversiones estatales, de alguna formajustificadas por el importante esfuerzo que se hizo con la Exposición.

Estructuralmente el plan de 1987 estaba hecho. Es más, estuvo hecho muypronto para lo que es la ejecución ordinaria de un plan general. Por esto, se habla deun letargo prolongado después de la Exposición, del que la ciudad está despertandoen los últimos años, sobre todo a golpe de fuertes presiones urbanísticas que enforma de recalificaciones y convenios amenazan la futura conformación urbana yque enturbian el proceso de elaboración del nuevo plan general.

Valoración general de la aplicación del P.G.O.U. de 1987

Obras y proyectos en el Conjunto HistóricoAspectos positivos:- El plan dio pie a un Avance de Plan Especial para el conjunto histórico que

debe ser desarrollado por sectoresAspectos negativos o inconclusos:- Elaboración tardía o inexistente de planeamiento especial específico por

zonas.- Pérdida de una importante parte del caserío tradicional, especialmente del

anterior al siglo XIXObras y proyectos relacionados con la reforma de las infraestructurasde comunicacionesAspectos positivos:- Consecución de una conectividad general aceptable, tanto interna como

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externa, a través de las nuevas rondas y puentes.- Conclusión de la tradicional saturación de la ronda histórica.- Eliminación de muchas barreras a la expansión urbana, creando zonas de

recrecimiento urbano de gran calidadAspectos negativos o inconclusos:- El desarrollo efectivo de las infraestructuras se hizo en ocasiones con

planes posteriores y con criterios de dimensión distintos

Obras y proyectos relativos a la reincorporación del río a la ciudadAspectos positivos:- Creación de un arteria o calle mayor de la ciudad a lo largo del cauce históricoAspectos negativos o inconclusos:- Negación de protagonismo al cauce vivo del Guadalquivir

Obras y proyectos de la urbanización de la CartujaAspectos positivos:- Espacio de representación de la ciudad durante la Expo´92Aspectos negativos o inconclusos:- La planificación autónoma de la Cartuja (400 hectáreas junto al centro

histórico) y sus consecuencias, que la aíslan del resto de la ciudad

En términos de la ciudad de uso cotidiano, se puedehablar de un déficit en la gestión y mantenimiento de susespacios públicos. En este aspecto influye, tanto unapolítica bastante negligente por parte del Ayuntamiento,que no duda en muchas ocasiones en efectuar una graninversión para mejorar un espacio público y que despuésno efectúa un mantenimiento adecuado, como algunasprácticas sociales ligadas a un uso excesivo del cocheprivado o las movidas juveniles de los fines de semana(figura 21). Todo ello deteriora uno de los principalesaspectos con los que se mide el bienestar urbano en laactualidad: la calidad de los espacios públicos.

La recuperación del gran patrimonio ha continuado, pero con algunos puntosnegros. Entre ellos, la falta de adecuación a los principios y cartas internacionalesen la recuperación de algunos monumentos (tales como las iglesias de SanAndrés o San Vicente); también se incumple la legislación vigente de patrimonioal permitir con mucha frecuencia los remontes de edificios en sectores delconjunto histórico que no tienen planeamiento especial aprobado y algunasplazas son horadadas para construir aparcamientos rotatorios en el mismocorazón de la ciudad, como actualmente ocurre en la Encarnación y amenaza serconstruido en la Alameda. La ciudadanía sensible a su patrimonio vive siempre losnuevos procesos de rehabilitación con un cierto recelo. El problema de los añossetenta era que no se rehabilitaba la ciudad; el problema hoy es que lasrehabilitaciones son de tal calado, o con criterios tan sui géneris, que puedenllegar a desvirtuar la autenticidad de un bien cultural. Por eso muchos sevillanostemblamos cuando nos hablan de la futura rehabilitación del Patio de SanLaureano o del palacio de San Telmo.

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Fig. 21. La plaza del Pan(oficialmente de Jesús de laPasión), un sábado por lamañana

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La asignatura pendiente es la del paisaje urbano. Se trata de que la mirada aSevilla siga siendo en la medida de lo posible amable y con perfiles tradicionales yno que, de forma también ilegal en muchas ocasiones, las azoteas se llenen deestaciones de telefonía móvil (figura 22), de antenas parabólicas o de paneles deenergía solar, que pueden resultar ser, estos últimos, ambientalmente correctos enotros contextos urbanos, pero que en los sectores históricos deteriorangravemente su aspecto. También deberían situarse con más recato los

contenedores para el reciclaje de papel o vidrio. Nadie ignora suutilidad, pero tampoco nadie defiende que se conviertan en loselementos protagonistas y estructurantes del escenario urbanode plazas como las de Pilatos (figura 23) o Cristo de Burgos.

La vivienda también sigue siendo un problema importanteen la Sevilla que se abre al siglo XXI. Se construye un númeroanual aproximado de 3.000, cuando para cubrir la demandahabría que alcanzar las 4.000. Esto tiene como consecuenciala expulsión de la población desde el municipio de Sevilla a

otros cercanos y el encarecimiento de los precios, aparte de que el déficit seacumula año tras año. El plan general de 1987 preveía la construcción de unas60.000 viviendas (53.000 viviendas en suelo programado y 6.500 en noprogramado), de las que se habrán construido unas 35.000. Hay pues unareserva actual, según los cálculos del nuevo plan, de unos 25.000 hogares.

Por otro lado, Sevilla es hoy menos distinta a otras ciudades que en el pasado. Elnuevo modelo urbano se caracteriza por el asalto de las grandes superficiescomerciales a las distintas orlas de expansión (desde la corona más inmediata aotras más alejadas). Las nuevas pautas de ocio y consumo, unidas a una falta totalde restricciones a este tipo de instalaciones, producen una competencia entre elcentro tradicional, tanto como lugar de compra, como de ocio y paseo, con estosnuevos enclaves comerciales a los que, como islas en el mar, sólo se puede llegar enmuchos casos mediante el transporte privado. Estos macrocentros, en un recintocerrado, standarizado y franquiciado, plantean el mismo modo de vida que el llevado

a cabo en Toronto, Marsella o Estocolmo; y que no es otro que laidentificación del tiempo de ocio con el tiempo de compra y elgusto por las comidas rápidas, las marcas internacionales y laspelículas norteamericanas acompañadas de palomitas.

Nada contrarresta esta tendencia. El Ayuntamiento y otrasinstancias ciudadanas tratan de reconducir la ilusión ciudadanahacia proyectos como las Olimpiadas; aunque esto puedaparece un poco contradictorio en una ciudad con tradición encasi todo, menos en deporte. Tal vez debería plantearse una

política más modesta y realista, pero que sin duda redundaría más en la calidad devida urbana: menos Sevilla ciudad del deporte en general, y a ver si se consigue, almenos, que sea la ciudad del ciclismo. No parece muy creíble un proyecto olímpicoen una ciudad en la que no hay apenas carriles para las bicicletas.

Las capitales competidoras con Sevilla por su rango en España, Bilbao yValencia, han hecho un importante esfuerzo de renovación en los últimos años,basado en buena medida en la reestructuración de su sistema de comunicaciones,

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Fig. 22. Instalaciones detelefonía móvil sobre edificio dela calle Almirante Apodaca

Fig. 23. Plaza de Pilatos

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tanto interno (metro, mejora en las redes metropolitanas), como externo(especialmente en sus conexiones aéreas), y, sobre todo, se apoyan en proyectosculturales de gran talla: Guggenheim, Ciudad de las Ciencias... Sevilla necesita deese proyecto cultural, instrumento sin el cual es difícil desencadenar y atraerproyectos de desarrollo de largo alcance. La experiencia de tantas ciudadeseuropeas así lo avala.

Casi todos los análisis sobre el futuro de la ciudad coinciden en la necesidadde que ésta se integre como elemento protagonista bisagra entre los ejes dedinamismo económico europeos: el arco atlántico y el mediterráneo. Lossectores que siempre se citan son el turístico, entendiendo como tal no sólo eltradicional, sino también el de convenciones, exposiciones y congresos; elcomercio; el ocio y la moda. La ciudad ha de hacerse pues atractiva a estossectores, a sus responsables, a sus clientes, a sus demandantes.

Sevilla se ha transformado repetidamente en los dos últimos siglos. Fuecompacta, después radiocéntrica, se convirtió en radioconcéntrica y hoy tiendeal modelo de ciudad difusa hacia los cuatro puntos cardinales. Lascontradicciones se mantienen en ese difícil equilibrio que mantiene entre capitalcosmopolita y ciudad provinciana; entre ciudad que está perfectamenteconectada con Madrid, pero desastrosamente con su área metropolitana; entreciudad con poder legislativo y político, pero de escaso alcance económico, con untejido empresarial incapaz de generar proyectos económicos que atajen el paro;entre ciudad de cultura arrebatada y arrebatadora y, al mismo tiempo, sin unproyecto cultural ambicioso y moderno.

La maqueta de la Sevilla del siglo XVIII es fácil de hacer,de ver y comprender; la que se construya sobre la Sevilla delXXI necesita de muchas claves para su interpretación yademás, será necesario ir bastante más allá de sus límitesmunicipales para referirse a ella (figura 24). Con todo, lomás importante del ánima urbis será siempre imposible deresumir en una maqueta. Lo que salva a una ciudad no estáen este tipo de representaciones, ni siquiera en los planosque nos son tan queridos a los geógrafos. Lo que salva aSevilla, le da vida y fuerza está en la cabeza de sushabitantes. Esta ciudad tiene tanta seguridad en sí mismaque hace siempre presentes sus momentos de gloria yolvida con rapidez las decadencias y miserias. Estaseguridad es un potencial que ya quisieran para sí tantasciudades en crisis y hace que el valor de Sevilla trasciendasu historia, su patrimonio y todas las estadísticas posiblesque sobre ella se hagan. Volviendo al principio, hay una Sevilla ideal que pesa másque la real y la única pregunta que cabe hacerse, al margen de todos esos retosgrandilocuentes sobre su futuro que asaltan las portadas de los periódicos conregularidad, es la de si alguna vez la Sevilla tangible, la que se puede recorrer a piey tocar con las manos, llegará a poder compararse con la Sevilla inaprensible desu leyenda. Con Sevilla, ciudad imposible, es difícil teorizar, o en todo caso, espreciso hacer con ella lo mismo que con el aroma de la rosa de Juan Ramón:apreciarla, quererla y atraparla en su sinrazón.

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Fig. 24. El escenario de la Sevillametropolitana

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