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Horizonte nublado en la eurozona, según el FMI Es difícil que veamos la tasa de paro estructural por debajo del 15%. Es necesario cambiar la orientación de las políticas económicas. No conviene olvidarlo: esta fue una crisis genuinamente americana. Nació en el sistema financiero estadounidense, pero su impacto más adverso lo está teniendo en la eurozona. No solo por razones idiosincráticas de las economías que comparten moneda, ni por las deficiencias institucionales del área monetaria sino, en mayor medida, por la manifiesta inadecuación de las políticas económicas adoptadas. No es algo nuevo, pero una reciente evaluación del FMI sobre la eurozona vuelve a subrayarlo, con advertencias que no conviene echar en saco roto. Ocho años después del contagio de la insolvencia de las hipotecas subprime el balance de resultados a uno y otro lado del Atlántico sigue siendo muy desigual. La recuperación del crecimiento en la eurozona —del 1,5% y 1,7%, en este y el próximo año, según el FMI — sigue amparada fundamentalmente en bajos precios del petróleo, los estímulos monetarios del BCE y un euro débil. Las perspectivas a medio plazo que define el Fondo son “menos brillantes”, debido a “diversos factores que nublan el horizonte: elevados desempleo, deuda privada y préstamos morosos en el sistema bancario”. Ese panorama es en gran medida la consecuencia de una gestión de la crisis que ha limitado el crecimiento del PIB por habitante. Ese indicador de bienestar sigue en la eurozona muy por debajo de los niveles previos a la crisis, y de otras economías avanzadas. En 2014 el PIB por habitante de la eurozona retrocedía al nivel de 1999, cuando se inició la UME, definiendo frente a EE UU la mayor diferencia desde entonces, 16.000 dólares menos. Los tres componentes de la producción per cápita —la participación del factor trabajo por habitante, el capital per cápita y la productividad total de los factores (PTF)— mantienen un comportamiento poco favorable en términos absolutos y relativos. La contribución del factor trabajo al crecimiento por habitante se hizo negativa durante la crisis. Ahora, en algunos países de la periferia de la eurozona el desempleo estructural es

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Horizonte nublado en la eurozona, según el FMIEs difícil que veamos la tasa de paro estructural por debajo del 15%. Es necesario cambiar la orientación de las políticas económicas.No conviene olvidarlo: esta fue una crisis genuinamente americana. Nació en el sistema financiero estadounidense, pero su impacto más adverso lo está teniendo en la eurozona. No solo por razones idiosincráticas de las economías que comparten moneda, ni por las deficiencias institucionales del área monetaria sino, en mayor medida, por la manifiesta inadecuación de las políticas económicas adoptadas. No es algo nuevo, pero una reciente evaluación del FMI sobre la eurozona vuelve a subrayarlo, con advertencias que no conviene echar en saco roto.

Ocho años después del contagio de la insolvencia de las hipotecas subprime el balance de resultados a uno y otro lado del Atlántico sigue siendo muy desigual. La recuperación del crecimiento en la eurozona —del 1,5% y 1,7%, en este y el próximo año, según el FMI— sigue amparada fundamentalmente en bajos precios del petróleo, los estímulos monetarios del BCE y un euro débil. Las perspectivas a medio plazo que define el Fondo son “menos brillantes”, debido a “diversos factores que nublan el horizonte: elevados desempleo, deuda privada y préstamos morosos en el sistema bancario”. Ese panorama es en gran medida la consecuencia de una gestión de la crisis que ha limitado el crecimiento del PIB por habitante.

Ese indicador de bienestar sigue en la eurozona muy por debajo de los niveles previos a la crisis, y de otras economías avanzadas. En 2014 el PIB por habitante de la eurozona retrocedía al nivel de 1999, cuando se inició la UME, definiendo frente a EE UU la mayor diferencia desde entonces, 16.000 dólares menos.

Los tres componentes de la producción per cápita —la participación del factor trabajo por habitante, el capital per cápita y la productividad total de los factores (PTF)— mantienen un comportamiento poco favorable en términos absolutos y relativos.

La contribución del factor trabajo al crecimiento por habitante se hizo negativa durante la crisis. Ahora, en algunos países de la periferia de la eurozona el desempleo estructural es históricamente elevado, de imposible reducción sin políticas de signo distinto de las practicadas hasta ahora. Para España, por ejemplo, el FMI prevé que en ausencia de mayor crecimiento tardaremos diez años en reducir la tasa de paro a los niveles previos a la crisis. Italia y Portugal tardarían el doble. La tasa de desempleo estructural es difícil que lleguemos a verla en nuestro país por debajo del 15%.