E l ladrón de alpargatas

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Al duende Chorrito Claro lo enloquecían los objetos brillantes y tenía en su casa de musgo una colección de brillos que había formado mirando el suelo. Lo hacía como un detective por los caminos del bosque. Siempre estaba atento a encontrar lo que tanto lo entusiasmaba.

Una vez, había pasado una princesa comiendo un helado con cuchara de plata. La asustó una lechuza que pasó volando entre los árboles y perdió la cuchara sin poder hallarla de nuevo en la espesura. A los pocos días, anduvo por allí Chorrito Claro y se la llevó.

En otra oportunidad había pasado la noche en el lugar un cazador y se había dejado olvidado su cuchillo. Chorrito lo encontró una mañana. Relucía en el pasto. Lo tomó con cuidado para no cortarse y lo llevó también a su cueva de musgo.

Una mañana de invierno comenzó a caer nieve cuando cruzaba el bosque un señor que llevaba las monedas del Rey. Como iba muy apurado, no se dio cuenta que una de las monedas de oro caía cerca de donde dormía Chorrito. Cuando éste despertó la vio enseguida y la guardó con las demás cosas…

Otra vez pasó un niño con el regalo de la abuela por su cumpleaños. Ansioso por saber qué contenía la caja color plata donde estaba éste, la abrió. Al ver un tren de juguete, la dejó caer. Esa tarde pasó el duende y la tomó, por supuesto.

También Chorrito pudo juntar envoltorios de caramelos que quedaban los lunes, después de que las familias con sus niños fuesen a pasear al bosque los domingos. Fue precisamente un lunes en que recibió una tarjeta que lo invitaba a una exposición de colecciones. Tenía un problema, le faltaba un objeto brillante para llegar a la cantidad que se exigía para participar.

Fue en ese momento en que recordó que la Brujita Macacha había colocado en la ventana para que se ventilara su par de alpargatas con bichos de luz. Sin pensarlo, Chorrito tomó una y salió corriendo a preparar su colección para ser expuesta…¡Había robado!

Al rato escuchó llorar a la Brujita, justo en el momento en que el arrepentimiento y la vergüenza estallaban en su corazón. Sacó la alpargata con bichos de luz y fue corriendo a devolverla. Pidió perdón. Macacha no sólo lo disculpó sino que le prestó el par para ser expuesto…¡Chorrito Claro ganó una inesperada medalla dorada y grande por su colección! Con la Brujita y sus alpargatas se fueron juntos a festejar con una copita de licor de oro sin alcohol